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PRESENTACIÓN

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Ponemos a disposición de cada uno de los hermanos y de cada una de las co-munidades estos materiales vocacionales. Se trata de un conjunto de subsidios que tienen como finalidad servir de ayuda para el cuidado, el seguimiento y la oración de todo aquello que tiene que ver con la animación vocacional en el ámbito local.

Esta propuesta que te presentamos forma parte del conjunto de iniciativas y actividades que estamos llevando a cabo este curso 2008-2009 en la Inspec-toría de María Auxiliadora de Sevilla. Se engloba dentro del lema vocacional “Me quedo con Don Bosco”, recogiendo en sí la invitación que nos ha hecho el CG 26 a todos los salesianos de redescubrir la inagotable figura de San Juan Bosco.

La preocupación y el trabajo por las vocaciones han sido dos elementos que siempre han estado presentes en la mayoría de las casas de nuestra Inspec-toría. En estos momentos, en los que el trabajo educativo está siendo más complejo y difícil, tenemos que seguir en la misma tónica. Todo el esfuerzo y el compromiso por llevar a cabo una buena pastoral juvenil es poco. Una pastoral juvenil de calidad, en la que se sientan implicados el mayor número posible de animadores-educadores de la obra salesiana, será siempre beneficiosa para la animación vocacional.

Sigamos haciendo un esfuerzo en esta tarea. El Señor sigue llamando y cada uno de nosotros somos vehículos para esa llamada.

Jorge Juan Reyes MacíasCoordinador Inspectorial de la AV

CONTENIDOS

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1. Oraciones para LAUDES.

a. Testigos de nuestra vocación.b. Una vocación es un gran tesoro.c. Yo seré su pastor.

2. Oraciones para VÍSPERAS.

a. Envía obreros a tu mies.b. Pedid al dueño de la mies.c. Sé de quién me he fiado.

3. Temas para la REUNIÓN DE COMUNIDAD.

a. Elementos para la construcción de una cultura vocacional. b. Jóvenes vs comunidades religiosas.c. La familia, primer agente de la pastoral vocacional.d. Estudio del Plan Inspectorial de Animación Vocacional.

4. Esquemas para la ADORACIÓN EUCARÍSTICA.

a. Enviado a ser signo del amor de Dios a los jóvenes.b. Para mí la vida es Cristo.

5. Textos para la LECTURA ESPIRITUAL COMUNITARIA.

a. El imaginario colectivo juvenil de la vida consagrada.b. Reencontrar el misterio.

6. Esquemas para el ESCRUTINIUM VOCATIONIS.

a. Escrutinio sobre la vocación.b. Escrutinio sobre la animación vocacional.

7. Guión para el RETIRO COMUNITARIO.

a. Me quedo con Don Bosco.

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Laudes

«LAUDES»

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Me quedo con Don Bosco

“Testigos de nuestra vocación”

1.- Monición inicial.

«Con sentimientos de humilde gratitud, creemos que la Sociedad de san Francisco de Sales no es fruto de una idea humana, sino de la ini-ciativa de Dios» (Const. 1). El Señor nos invita a ser testigos ante los jóvenes con nuestra vida y el ejemplo de una vocación vivida plenamente.

2.- Invocación inicial.

3.- Himno: «Canción del testigo»

POR TI, MI DIOS, CANTANDO VOYLA ALEGRÍA. DE SER TU TESTIGO, SEÑOR

1. Me mandas que cante con toda mi voz, no sé como cantar tu mensaje de amor. Los hombres me preguntan cuál es mi misión, no temas, contigo estoy.

4.- Salmo 83

Monición:

Don Bosco quería que en el ambiente salesiano cada uno se sintiera como en su propia casa (...).«Un testimonio así suscita en los jóvenes el deseo de conocer y seguir la vocación salesiana» (Const. 16).

Antífona: Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria.

¡Qué deseables son tus moradas, Señor de los ejércitos!Mi alma se consume y anhela los atrios del Señor,mi corazón y mi carmeretozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nidodonde colocar sus polluelos:tus altares, Señor de los ejércitos,Rey mío y Dios mío.

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Laudes

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación:cuando atraviesan áridos valles, los convierten en oasis,como si la lluvia tempranalos cubriera de bendiciones; caminan de baluarte en baluarte hasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob.Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,mira el rostro de tu Ungido.

Vale más un día en tus atriosque mil en mi casa,y prefiero el umbral de la casa de Diosa vivir con los malvados.

Porque el Señor es sol y escudo, él da la gracia y la gloria;el Señor no niega sus bienesa los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti!Antífona: Porque el Señor es sol y escudo, elda la gracia y la gloria.

5.- Cántico: 15 12, 1-6

Monición: Por bien de ellos ofrecemos generosamente tiempo, cualidades y salud: «Yo por vosotros estudio, por vosotros trabajo, por vosotros vivo, por vosotros estoy dispuesto incluso a dar mi vida» (Const. 14)

Antífona: Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.

Te doy gracias, Señor,porque estabas airado contra mí, pero ha cesado tu iray me has consolado.

Él es mi Dios y Salvador:confiaré y no temeré,porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación.

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y sacaréis aguas con gozode las fuentes de la salvación.

Aquel día diréis:« Dad gracias al Señor,invocad su nombre,contad a los pueblos sus hazañas, proclamad que su nombre es excelso.

Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra,gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de tiel Santo de Israel»

Antífona: Él es mi Dios y Salvador: confiaré y no temeré.

6.- Salmo 95

Monición:

La comunidad salesiana está abierta a los valores del mundo y atenta al contex-to cultural en que se desarrolla su acción apostólica (...).

De esta forma, es signo revelador de Cristo y de su salvación, presente entre los hombres, y se hace fermento de nuevas vocaciones, a ejemplo de la primera comunidad de Valdocco» (Const. 57).

Antífona: Contad a los pueblos su gloria, su maravilla a todas las naciones.

Cantad al Señor un cántico nuevo. Cantad al Señor, toda la tierra: cantad al Señor, bendecid su nombre, proclamad día tras día su victoria.

Contad a los pueblos su gloria,sus maravillas a todas las naciones;porque es grande es el Señor, y muy digno de alabanza, más temible que todos los dioses.

Pues los dioses de los gentiles son apariencia, mientras que el Señor ha hecho el cielo; honor y majestad lo preceden,fuerza y esplendor están en su templo.

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Laudes

Familias de los pueblos, aclamad al Señor, aclamad la gloria y el poder del Se-ñor, aclamad la gloria del nombre del Señor, entrad en sus atrios trayéndole ofren-das.Postraos ante el Señor en el atrio sagrado, tiemble en su presencia la tierra toda; decid a los pueblos: «El Señor es rey,él afianzó el orbe, y no se moverá:él gobierna a los pueblos rectamente»

Alégrese el cielo, goce la tierra,retumbe el mar y cuanto lo llena;vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque,

delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra:regirá el orbe con justiciay los pueblos con fidelidad. Antífona: Contad a los pueblos su gloria, su maravilla a todas las naciones.

7.- Lectura breve: Mt 28, 18-20

«Jesús se acercó a ellos y les habló así: «Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre de! Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo»

8.- Responsorio breve.

R: El Señor nos llama a ser testigos suyosV: Y nos envía como mensajeros a ser testigos suyos. Gloria al Padre. El Se-ñor

9.- Benedictus.

Antífona: Porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.

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10.- Preces.

Confiando en el Señor que no abandona a quien se dirige a Él de corazón, ore-mos diciendo: Escúchanos, Señor

- Señor, que nuestra comunidad sea ante los demás ejemplo de vida evan-gélica.

- Padre bueno, te pedimos por los jóvenes de nuestra obra, para que todos descubran su vocación y vivan fiel a ella.

- Danos, Señor, valentía para seguir invitando a otros a ser seguidores tu-yos.

- Te pedimos por los salesianos mayores y enfermos de nuestras comuni-dades para que desde su situación sigan mostrando tu rostro a los jóvenes ofreciendo a Dios sus limitaciones físicas.

Padrenuestro.

11. Canto final: «Madre de los creyentes»

MADRE DE LOS CREYENTES QUE SIEMPRE FUISTE FIEL.DANOS TU CONFIANZA, DANOS TU FE. (bis)

Pasaste por el mundo en medio de tinieblas sufriendo a cada paso la noche de la fe. Sintiendo cada día la espada del silencio, a oscuras padeciste el riesgo de creer.

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Laudes

“Una vocación es un gran tesoro”

1. Motivación inicial.

Vamos a compartir un rato de oración para reconocer delante del Señor la valía de los hermanos que tenemos a nuestro lado y agradecerle a El, que es quien los ha llamado, cuánto de bueno hacen en medio de los jóvenes. Al mis-mo tiempo, le pediremos con fe que multiplique los tesoros de la Congrega-ción y suscite nuevos hermanos que se aventuren por el sendero de la entrega a los jóvenes.

2.- Himno: «Gracias».

GRACIAS, SEÑOR POR NUESTRA VIDA, GRACIAS, SEÑOR, POR LA ILUSION, GRACIAS, SEÑOR POR LA ESPERANZA,GRACLAS DE TODO CORAZON.

Gracias, Señor, por cada hora,gracias, Señor, por cada flor,gracias, Señor, porque esperamos a que mañana brille el sol. (bis)

Gracias, Señor, por los amigos, gracias, Señor, por el amor, gracias, Señor, porque creemos,en tu callada redención. (bis)

3.- Cántico.

Monición: La escena de los tres jóvenes salvados de la muerte en el horno nos recuerda que Dios ama tiernamente a los jóvenes; y para salvarlos se vale de vidas que se dan a fondo perdido. Pidamos que haya muchos que respondan a la llamada de ser instrumentos del Señor.

Antífona: Dios quiere que los jóvenes tengan vida abundante.

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Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padres: a tí gloria y alabanza por lo siglos.

Bendito tu nombre, santo y glorioso: a él gloria y alabanza por lo siglos.

Bendito eres en el templo de tu santa gloria: a tí gloria y alabanza por lo siglos.

Bendito eres sobre el trono de tu reino: a tí gloria y alabanza por lo siglos.

Bendito eres tú, que sentado sobre querubines sondeas los abismos:a tí gloria y alabanza por lo siglos.

Bendito eres en la bóveda del cielo; a tí honor y alabanza por lo siglos.

Criaturas todas del Señor, bendecid al Señor, ensalzadlo con himnos por los siglos.

Antífona: Dios quiere que los jóvenes tengan vida abundante

4. Salmo 117 (Cantado).

Monición: Este salmo evoca la victoria de un rey; esta se celebra con una fiesta de acción de gracias en procesión jubilosa al Templo. Dios ha bendecido al débil con la victoria. Le damos gracias por habernos llamado y le pedimos que también riegue el campo de los jóvenes con la bendición de salesianos que vivan por y para ellos.

Antífona: Dad gracias al Señor porque es eterno su amor

ESTE ES EL DÍA EN QUE ACTUÓ EL SEÑOR SEA NUESTRA ALEGRÍA Y NUESTRO GOZO DAD GRACIAS AL SEÑOR PORQUE ES BUENO, POR-QUE ES ETERNA SU MISERICORDIA ¡ALELUYA! ¡ALELUYA!

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Laudes

1. Que lo diga la casa de Israel: es eterna su misericordiaQue lo diga !a casa de Aarón: es eterna su misericordia.Que lo digan los fieles del Señor: es eterna su misericordia.

2. Escuchad hay cantos de victoria,en las tiendas de los justos:la diestra del Señor es poderosaes excelsa la diestra del Señor.

3. Abridme las puertas del triunfo,y entraré para dar gracias al Señor. Esta es la puerta del Señor,los vencedores entrarán por ella. Yo no he de morir, yo vivirépara contar las hazañas del Señor.

Antífona: Dad gracias al Señor porque es eterno su amor.

5.- Lectura.

Si con más frecuencia nos pusiéramos en la tarea de observar todo lo positivo que hay en las personas y en los trabajos de nuestros hermanos, descubri-ríamos el caudal de la bondad y de riqueza que tenemos en casa. Sería una estupenda ocasión para convencernos de que nuestra vida es hermosa, de tal forma que, vivida con autenticidad, es la mejor propuesta vocacional. Baste como ejemplo estas palabras que el obispo de Sokodé (Togo) dijo en la homilía del funeral de un hermano nuestro, José Antonio Rodríguez Bejerano:

«Con Antonio podíamos experimentar que vivir es recibir de Dios la vida para compartirla hoy y siempre, todo con estilo de alegría y sencillez... Estoy seguro que nuestro hermano Antonio ha escuchado el Ven, bendito de mi pa-dre, entra en la posesión del reino que te he preparado desde la creación del mundo, porque estuve en peligro de marginación y tú viniste al mercado, a la calle donde yo dormía, me has otorgado confianza, me has acogido, formado y dado un oficio y me has ayudado a instalar una cooperativa, para que pueda ser feliz y solidario con os demás. Al estilo del Buen Pastor, que ama a los jóvenes, así es como Antonio ha dado la vida por los jóvenes de aquí y comprendemos humanamente que su muerte les afecte profundamente; pero nosotros les de-cimos que no hay motivos para la tristeza porque es la muerte de aquel que les ha dado la vida».

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6. Oración coral.

Don Bosco nos enseña que Dios deposita en el corazón de muchos jóvenes el germen de la vocación a la vida salesiana. Pidamos poder ser instrumentos delicados y eficaces en descubrir y madurar estos dones del Espíritu, para que su designio de amor con los jóvenes llamados encuentre confirmación en el testimonio de nuestra vida personal y comunitaria, donde brille la alegría de una entrega sin reservas.

7.- Palabra de Dios Is 43, 1 b-2a. 3-4a.

«No temas, que yo te he rescatado, te he llamado por tu nombre y eres mío. Si atraviesas las aguas, yo estaré contigo. Porque yo soy el Señor, tu Dios; el Santo de Israel, tu salvador. He entregado a Egipto, Etiopía y Saba como precio de rescate por ti; y es que tú vales mucho para mi, eres valioso y yo te amo.»

8. Estribillo cantado.

ALABEMOS AL SEÑOR PORQUE SU AMOR NO TIENE FIN ALABEMOS AL SEÑOR DEL UNO AL OTRO CONFIN.

9.- Benedictus.

Antífona: El Señor guía nuestros pasos por el camino de la paz.

10.- Preces.

Glorifiquemos a Dios, que por su Hijo ha dado vida y esperanza al mundo, y supliquémosle diciendo:

Escúchanos, Padre

Señor Dios, te ofrecemos todos nuestros trabajos de este día,que seamos llamada y testimonio para los jóvenes de nuestra casa.

Te pedimos que envíes obreros a tu mies, para anunciar el Evangelio a los jóvenes del mundo.

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Laudes

Asiste a los pobres, a los que sufren la enfermedad, la soledad, el dolory sigue llamando a muchos jóvenes comprometidos con ellos.

Muéstrate cercano a los religiosos y religiosas, a los misioneros, a los laicosy a cuantos se preparan para ser pastores de tu pueblo.

Que tu amor sea el distintivo de tu Iglesiay la guíe por los senderos del diálogo y la fraternidad.

11.- Padrenuestro.

12.- Oración.

Dios y Padre nuestro, concédenos construir un clima de familia y acogida en la fe y en el amor, y así ayudar a los jóvenes a descubrir en sí mismos el tesoro de tu llamada y se sientan atraídos a seguirla con generosidad. PJNS.

13.- Canto final: «Gracias, Madre»

GRACIAS, MADRE, POR TU PRESENCIA, TU NOS LLEVAS A JESÚS.GRACIAS, MADRE, POR TU SILENCIO, TU ESTIMULAS NUESTRA FE.

Gracias porque eres muy sencilla.Gracias porque eres llena de Gracia.Gracias, Madre, gra-cias.Gracias por tu vida tan callada, gracias porque vives la Palabra.Gracias, Madre, gra-a-a-cias.

Gracias por tu corazón abierto,gracias por vivir un sí constante.Gracias, Madre, gra-cias.Porque te abandonas en sus manos,porque siempre vives la esperanza.Gracias, Madre, gra-a-a-cias

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“Yo seré su pastor”

1.- Motivación inicial.

Jesús se presenta como el Buen Pastor que da la vida por sus ovejas. Y Él sigue llamando hoy a jóvenes generosos para que compartan su proyecto de vida. Pidámosle que nos siga dando un corazón generoso para hacer esta propuesta a otros jóvenes.


3.- Himno: «Himno de San Francisco»

1. Omnipotente altísimo bondadoso, Señor,tuyas son la alabanza, la gloria y el honor;tan sólo Tú eres digno de toda bendicióny nunca es digno el hombre de hacer de Ti mención.

¡LOADO SEAS, MI SEÑOR! POR TODA CRIATURA, POR EL HERMANO SOL.¡LOADO SEAS, MI SEÑOR! POR LA HERMANA TIERRA, LAS FLORES DE COLOR.

2. Y por la hermana luna, de blanca luz menor y las estrellas claras que tu poder creó; tan limpias, tan hermosas, tan vivas como son, y brillan en los cielos: ¡loado, mi Señor!

3. Y por la hermana agua, preciosa en su candor, que es útil, casta, humil-de: ¡loado, mi Señor! Por el hermano fuego que alumbra al irse el sol y es fuerte, hermoso, alegre: ¡loado, mi Señor!

4.- Salmo 41

Antífona: (cantada)Invoco al Dios altísimo,al Dios que hace tanto por mí, al Dios que hace tanto por mí.

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Laudes

Como busca la cierva corrientes de agua. así mi alma te busca a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios, del Dios vivo:¿cuándo entraré a ver el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan noche y día,mientras todo el día me repiten: «¿Dónde está tu Dios?»

Recuerdo otros tiempos,y desahago mi alma conmigo:cómo marchaba a la cabeza del grupo, hacia la casa de Dios, entre cantos de júbilo y alabanza, en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,por qué te me turbas?Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío»

Cuando mi alma se acongoja, te recuerdodesde el Jordán y el Hermón y el Monte Menor.

Una sima grita a otra sima con voz de cascadas: tus torrentes y tus olas me han arrollado.

De día el Señorme hará misericordia, de noche cantaré la alabanza del Dios de mi vida. Diré a Dios: «Roca mía,¿por qué me olvidas?¿Por qué voy andando, sombrío, hostigado por mi enemigo?»

Se me rompen los huesospor las burlas del adversario;todo el día me preguntan:«¿Dónde está tu Dios?»

¿Por qué te acongojas, alma mía,por qué te me turbas?Espera en Dios, que volverás a alabarlo: «Salud de mi rostro, Dios mío

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5.- Cántico: Jr. 31,10-14

Antífona: El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño

Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla en las islas remotas.El que dispersó a Israel lo reunirá,lo guardará como un pastor a su rebaño; porque el Señor redimió a Jacob,lo rescató de una mano más fuerte.»

Vendrán con aclamaciones a la altura de Sión, afluirán hacia los bienes del Se-ñor:hacia el trigo y el vino y el aceite,y los rebaños de ovejas y de vacas;su alma será como un huerto regado,y no volverán a desfallecer.

Entonces se alegrará la doncella en la danza, gozarán los jóvenes y los viejos;convertiré su tristeza en gozo,los alegraré y aliviaré sus penas;alimentaré a los sacerdotes con enjundia,y mi pueblo se saciará de mis bienes.

Antífona: El que dispersó a Israel lo reunirá, lo guardará como un pastor a su rebaño

6.- Salmo 91

Antífona : (cantada)Te damos gracias, Señor, te damos gracias, Señor.

Es bueno dar gracias al Señory tocar para tu nombre, oh Altísimo, proclamar por la mañana tu misericordiay de noche tu fidelidad,con arpas de diez cuerdas y laúdes,sobre arpegios de cítaras.

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Laudes

Tus acciones, Señor, son mi alegría, y mi júbilo, las auras de tus manos.Qué magníficas son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!

El ignorante no los entiendeni el necio se da cuenta.

Aunque germinen como hierba los malvados y florezcan los malhechores,serán destruidos para siempre.Tú, en cambio, Señor,eres excelso por los siglos.

Porque tus enemigos, Señor, perecerán, los malhechores serán dispersados; pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite nuevo.Mis ojos despreciarán a mis enemigos, mis oídos escucharán su derrota.

El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plan-tado en la casa del señor, crecerá en los atrios de nuestro Dios.

En la vejez seguirá dando frutoy estará lozano y frondoso,para proclamar que el Señor es justo, que en mi Roca no existe la maldad.

Antífona: (cantada)Te damos gracias, Señor, te damos gracias, Señor.

7.- Lectura breve: Ex 4, 9-10

Así pues, el clamor de los israelitas ha llegado hasta mí y he visto además la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora, pues, ve; yo te envío a Fa-raón, para que saques a mi pueblo, los israelitas, de Egipto.

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8.- Canto responsorial

LAS PALABRASDE LOS HOMBRES SON PALABRAS Y PALABRAS (bis).

Pero cuando tú nos hablastu palabra es la verdad. Señor, danos tu palabra y podremos confiar.

9.- Benedictus

Antífona: Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos.

10.- Preces.

Celebremos la bondad de Cristo que ha querido ser amado en los hermanos, especialmente en los que más sufren. Supliquémosle diciendo: Escucha, Señor, nuestra oración.

-Te pedimos por las familias cristianas, para que sean semillero de nuevas vocaciones.

- Acuérdate, Señor, de los que más sufren: de los marginados, de los que viven solos, de los que no tienen trabajo, de los pobres y de los enfermos.

- Para que todas las comunidades salesianas sigan trabajando con empeño e ilusión por la salvación de la juventud.

- Por los salesianos difuntos, para que el testimonio de sus vidas y de sus trabajos haya producido el ciento por uno.

Sintiéndonos comunidad reunida en torno a Cristo, el Señor, decimos: Padre-nuestro.

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Laudes

11.- Oración final:

Dios bueno y misericordioso, que en tu designio de amor nos has querido lla-mar a jóvenes a colaborar en tu plan de salvación, prepara nuestros corazones a tu palabra y haznos buenos pastores de tu rebaño. PJNS.

12.- Canto final: «Madre de los pobres»

MADRE DE LOS POBRESLOS HUMILDES Y SENCILLOS, DE LOS TRISTES Y LOS NIÑOS QUE CONFIAN SIEMPRE EN DIOS.

1. Tú la más pobreporque nada ambicionaste.Tú perseguidavas huyendo de Belén.Tú que un pesebreofreciste al Rey del cielo.Toda tu riqueza fue tenerle sólo a El.

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«VÍSPERAS»

Vísperas

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“Envia obreros a tus mies”

1.- Motivación inicial.

Nuestro amor a los jóvenes nos lleva a desear con fuerza que haya muchos corazones que se entreguen a ellos completamente. Y esta inquietud se trans-forma en oración humilde y confiada: «¡Señor, envía brazos generosos para que los jóvenes tengan vida!»

2.- Himno.- «Ven, Señor»

VEN, SEÑOR, NO TARDES EN LLEGAR Y LA PAZ AL MUNDO LE DA-RAS.CON TU LUZ PODREMOS CAMINAR LA NOCHE SE VUELVE CLARI-DAD.

1. Del cantar de los profetas fue brotando la esperanza. La sonrisa de una virgen dio al mundo la salvación.

2. Por las sendas de la vida se abren nuevos horizontes. En la las sombras de las penas un nuevo sol brillará.

Monición a la salmodia:

Orar por las vocaciones nos pide confiar ciegamente en el Señor: sólo El es nuestra roca y en sus manos dejamos nuestros trabajos con la esperanza de que los haga fructificar. Como el rocío empapa la tierra, así el Reino llenará todos los corazones, y los jóvenes podrán cantar himnos de alabanza a Aquel que los ha destinado desde siempre a ser sus hijos. Un gran proyecto para el que necesitamos nuevas fuerzas, más salesianos entusiasmados... y así se lo pedimos a Dios.

3.- Salmo 61

Antífona (cantada): si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? si Dios viene a nosotros, ¿ quién nos separará de él?

Me quedo con Don Bosco Me quedo con Don Bosco

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Sólo en Dios descansa mi alma, porque de El viene mi salvación; sólo El es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré.

¿Hasta cuándo arremeteréis contra un hombre todos juntos, para derribarlocomo a una pared que cede o a una tapia ruinosa?

Sólo piensan en derribarme de mi altura, y se complacen en la mentira:con la boca bendicen, con el corazón maldicen.

Descansa sólo en Dios, alma mía, porque Él es mi esperanza;sólo El es mi roca y mi salvación, mi alcázar: no vacilaré

De Dios viene mi salvación y mi gloria, Él es mi roca firme,Dios es mi refugio.

Pueblo suyo, confiad en Él, desahogad ante Él vuestro corazón, que Dios es nuestro refugio.

Los hombres no son más que un soplo, los nobles son apariencia;todos juntos en la balanza subirían más leves que un soplo.

No confiéis en la opresión,no pongáis ilusiones en el robo:y aunque crezcan vuestras riquezas, no les deis el corazón.

Dios ha dicho una cosa,y dos cosas que he escuchado.

«Que Dios tiene el poder y el Señor tiene la gracia; que tú pagas a cada unosegún sus obras.»

Vísperas

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4.- Salmo 71 (cantado) Antífona: El joven que sufre necesita manos y corazones dispuestos a entre-garse

TU REINO ES VIDA, TU REINO ES VERDAD; TU REINO ES JUSTICIA, TU REINO ES PAZ;TU REINO ES GRACIA, TU REINO ES AMOR;

VENGA A NOSOTROS TU REINO, SEÑOR. (bis)

1. Que los montes traigan la paz,que los collados traigan la justicia;que El defienda a los humildes del pueblo, que socorra a los hijos del po-bre.que El defienda a los humildes del pueblo, y quebrante al explotador.

2. Librará al pobre que suplica.al afligido que no tiene protector,se apiadará del humilde e indigente,y salvará la vida de los pobres,salvará de la violencia sus vidas,pues su sangre es preciosa ante sus ojos.

Antífona: El joven que sufre necesita manos y corazones dispuestos a entre-garse.

5.- Cántico Ef 1, 3-10

Antífona: Por el Hijo hemos recibido un tesoro de gracia y un derroche de amor que los jóvenes esperan.

Bendito sea Dios,Padre de nuestro Señor Jesucristo,que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espiri-tuales y celestiales.


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El nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo,para que fuésemos santose irreprochables ante él por el amor.

El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya.a ser sus hijos,para que la gloria de su gracia.que tan generosamente nos ha concedidoen su querido Hijo,redunde en alabanza suya.Por este Hijo, por su sangre,hemos recibido la redención,el perdón de los pecados.El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia ha sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad.

Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

Antífona: Por el Hijo hemos recibido un tesoro de gracia y un derroche de amor, que los jovenes esperan.

Oración sálmica: Dios bueno y misericordioso, suscita pastores que trabajen incansable-mente por los más jóvenes y ayúdanos a compartir con ellos nues-tra vida y nuestra alegría de ser salesianos. PJNS

6.- Palabra de Dios: Mt 9, 36-38; 10, 1. 5ª

Al ver a la gente, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abati-dos como ovejas sin pastor. Entonces dijo a sus discípulos:

- La mies es abundante, pero los obreros son pocos. Rogad por tanto al dueño de la mies que envíe obreros a su mies.

Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder para expulsar espíritus in-mundos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias. A estos doce los envió Jesús.

Vísperas

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7. Responsorio breve (cantado)

TU, SEÑOR, ME LLAMAS:TU, SEÑOR, ME DICES:VEN y SIGUEME; VEN y SÍGUEME.SEÑOR, CONTIGO IRÉ; SEÑOR, CONTIGO IRÉ.

8.- Magnificat

Antífona: Dios colma a los hambrientos y auxilia a los jóvenes con nuestras manos.

9. Preces

Invoquemos a Cristo, que da fuerza y esperanza a su pueblo. Después de cada petición cantamos: En la noche míranos, danos tu mano Señor (bis)

- Concédenos Señor ayudar con sabiduría a los jóvenes a descubrir en sí mismos tu llamada y a responderte con valentía y generosidad.

- Que nuestra vida personal y comunitaria sea la mejor propuesta vocacio-nal para los jóvenes.

- Te pedimos por los padres de nuestros jóvenes, para que sean comprensi-vos y sepan orientar la opción vocacional de sus hijos con generosidad.

- Envía, Padre, jóvenes que se entreguen solidariamente a los pequeños y a los pobres.

- Acoge en la felicidad eterna a cuantos nos precedieron en la fe y en la vo-cación, y haz de su vida y de su muerte fuentes de entrega y entusiasmo.


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10. Padrenuestro

11. Oración.

Padre de misericordia, que amas entrañablemente a los jóvenes, sobre todo a los pobres y abandonados; sé generoso con tus hijos y envía hombres buenos capaces de quererlos y entregarse a ellos con entusiasmo en la Sociedad Sale-siana. PJNS

12.- Canto a D. Bosco: «Cantemos, hermanos»

Cantemos, hermanos, del padre las glorias, su genio sublime, su heroica virtud, sus luchas gigantes, sus grandes victorias; modulen sus cantos febril juventud.

- ¡Ah! más que en la roca de duro granito, grabado en las almas su nombre estará.¡Don Bosco, don Bosco! Es canto infinito, que en alas del viento doquier sonará.

- «Trabajo y templanza» fue el lábaro santoque en recios combates don Basca ondeó.Sigamos invictos al son de este canto la senda gloriosa,la senda gloriosa por donde subió

Vísperas

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“Pedid al dueño de las mies”

1.- Monición inicial

Cada día son más los jóvenes que necesitan de una mano amiga y un corazón abierto para escucharlos. Hoy más que nunca, quizás, el evangelio se convierte en «buena noticia» para aquellos que lo reciben. Y siguen haciendo falta pro-fetas que lo anuncien a los cuatro vientos. Pidamos en esta tarde que nuestra comunidad se convierta en anunciadora de ese menaje de salvación y que el señor siga suscitando a jóvenes dispuestos a evangelizar a otros jóvenes.


3.- Himno: «Ven y sígueme»

TU, SEÑOR, ME LLAMAS;TU. SEÑOR. ME DICES:VEN y SIGUEME; VEN y SIGUEME.SEÑOR, CONTIGO IRE; SEÑOR CONTIGO IRE.

1. Dejaré en la orilla mis redes,cogeré el arado contigo, Señor;guardaré mi puesto en tu senda,sembraré tu Palabra en mi pueblo,y brotará y crecerá.SEÑOR, CONTIGO IRE; SEÑOR CONTIGO IRE.

4.- Salmo 22

Antífona: El Señor es mi pastor, nada me puede faltar (cantada)

El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar,me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas;me guía por el sendero justo,por el honor de su nombre.


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Aunque camine por cañadas oscuras,nada temo, porque tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos;me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañantodos los días de mi vida,y habitaré en la casa del Señorpor años sin término.

Antífona: El Señor es mi pastor, nada me puede faltar (cantada)

Oración sálmica:

Señor Padre bueno, que llamándonos al seguimiento de tu Hijo en la vida con-sagrada no dejas de guiamos por el sendero justo, haznos ver cada día que tu bondad y tu misericordia son eternas. Por PJNS

5.- Salmo 138.1-18

Antífona: (cantada)Señor, tú me has llamado y al escucharte seguí tu voz. Estoy puesto en tus manos tú me ha vencido, oh Señor.

Señor, tú me sondeas y me conoces;me conoces cuando me siento o me levanto, de lejos penetras mis pensamiento, distingues mi camino y mi descanso,todas mis sendas te son familiares.

No ha llegado la palabra a mi lengua, y ya, Señor, te la sabes toda.Me estrechas detrás y delante,me cubres con tu palma.Tanto saber me sobrepasa,es sublime, y no lo abarco.

¿Adónde iré lejos de tu aliento,adónde escaparé de tu mirada?

Vísperas

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Si escalo el cielo, allí estás tú;si me acuesto en el abismo, allí te encuentro;si vuelo hasta el margen de la aurora,si emigro hasta el confín del mar,allí me alcanzará tu izquierda,me agarrará tu derecha.

Si digo: «Que al menos la tiniebla me encubra, que la luz se haga noche en tomo a mí»,ni la tiniebla es oscura para ti,la noche es clara como el día.

Antífona (Cantada): Señor, tú me has llamado y al escucharle ...

Oración sálmica

Te damos gracias. Señor, alfarero del hombre, porque nos has formado en lo oculto y nos has escogido portentosamente, según el modelo de tu Hijo Jesu-cristo; concédenos la gracia de ser dignos instrumentos en tus manos, imitando la vida de nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.

6.- Cántico: 15 61, 10 - 62, 5

Antífona: Este es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.

Desbordo de gozo con el Señor,y me alegro con mi Dios:porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novio que se pone la corona,o novia que se adorna con sus joyas.

Como el suelo echa sus brotes.como un jardín hace brotar sus semillas,así el Señor hará brotar la justicia,y los himnos ante todos los pueblos.Por amor de Sión no callaré,por amor de Jerusalén no descansaré,


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hasta que rompa la aurora de su justicia,y su salvación llamee como antorcha.

Los pueblos verán tu justicia,y los reyes tu gloria;te pondrán un nombre nuevo, pronunciado por la boca del Señor.

Serás corona fúlgida en la mano del Señor y diadema real en la palma de tu Dios.

Ya no te llamarán «Abandonada», ni a tu tierra «Devastada»;a ti te llamarán «Mi favorita»,y a tu tierra «Desposada», porque el Señor te prefiere a ti, y tu tierra tendrá marido.

Como un joven se casa con su novia,así te desposa el que te construyó;la alegría que encuentra el marido con su esposa,la encontrará tu Dios contigo.

Antífona: Este es el día en que actuó el Señor, se nuestra alegría y nuestro gozo.

Oración sálmica

Señor Dios, que quisiste que tu Hijo se desposara con tu Iglesia; reviste a la Esposa, que Tú mismo elegiste, con tu justicia, santidad y gloria, para que, ya ahora, se alegre contigo, y un día llegue a ser la Esposa perfecta, sin mancha ni arruga, que desborde de tu gozo. PJNS

7.- Lectura breve: Mc 4, 26-29

«El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra. Duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga. Y cuando el fruto lo admite en seguida se le mete la hoz, porque ha llegado la siega.»

Vísperas

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8.- Magnificat

Antífona: Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia.

9.- Preces

Don Bosco nos enseña que Dios deposita en el corazón de muchos jóvenes el germen de la vocación apostólica. Pidamos poder ser instrumentos delicados y eficaces en descubrir y acompañar a estos jóvenes.

- Para que, favoreciendo el clima de familia y de acogida en la fe y en el amor, ayudemos a los jóvenes a descubrir en sí mismos la llamada de Dios. Roguemos al Señor.

- Para que su designio de amor con los jóvenes llamados encuentre con-firmación en el testimonio de nuestra vida personal y comunitaria, donde brille la alegría de una entrega sin reservas. Roguemos al Señor.

- Para que toda la Familia Salesiana siga creciendo en su sensibilidad hacia la orientación vocacional de sus miembros. Roguemos al Señor.

- Por los jóvenes, destinatarios preferentes de nuestra misión, para que en-cuentren en el evangelio un mensaje de salvación para sus vidas. Roguemos al Señor

10.- Padrenuestro ...

11.- Oración final

Dios Padre, que en Jesucristo nos revelas tu rostro y la imagen del hombre perfecto según tu designio de amor, haznos capaces de cooperar contigo en la promoción de las personas conforme a tu proyecto, mediante nuestra labor de evangelizadores y educadores. Por JNS.


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12.- Canto final: Salve, D. Bosco Santo.

SALVE, DON BOSCO SANTO. JOVEN DE CORAZON.MIRA TODO EL QUEBRANTO DE UN MUNDO SIN AMOR. (bis)

1. Juventudes que caminan sin saber a dónde van, juventudes tan heridas,sin fe, sin paz, sin luz ni amor. Juan Bosco, oye nuestra voz.

2. Si supieras cuántas veces nos trataron de vencer.Si supieras cómo dueleel ver crueldad, rencor, pasión.Juan Bosco, oye nuestra voz

Vísperas

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“Sé de quién me he fiado”

1.- Monición inicial

El Señor sigue llamando hoy a muchos jóvenes para que se entreguen en un servicio total al Reino de Dios. Con la confianza y el corazón puestos en ese Dios que nunca nos abandona, dirijámonos en esta tarde a Él con esta oración. Pidamos que nos siga ayudando a perseverar en nuestra vocación y que siga alentando y bendiciendo a la Iglesia en su labor evangelizadora.

2.-Invocación inicial

3.- Himno: «Quédate con nosotros»

QUEDATE CON NOSOTROS;LA NOCHE ESTA CAYENDO, QUEDATE.

1. ¿ Cómo te encontraremosal declinar el díasi tu camino no es nuestro camino? Detente con nosotros;la mesa está servida,caliente el pan y envejecido el vino.

2. ¿Cómo sabremos que eresun hombre entre los hombressi no compartes nuestra mesa humilde? Repártenos tu cuerpoy el gozo irá alejandola oscuridad que pesa sobre el hombre.

3. Vimos romper el díasobre tu hermoso rostroy al sol abrirse paso por tu frente. Que el viento de la nocheno apague el fuego vivoque nos dejó tu paso en la mañana.


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4. Arroja en nuestras manos,tendidas en tu busca,las ascuas encendidas del Espíritu y limpia, en lo más hondodel corazón del hombre,tu imagen empañada por la culpa.

Monición a la Salmodia:

A lo largo de la historia de Israel, Dios se ha manifestado como alguien cerca-no. Al rezar en esta tarde estos salmos, pidámosle que Él siga siendo nuestro Señor y nuestra razón de ser como religiosos.

4.- Salmo 8

Antífona: (cantada)Señor, dueño nuestro,¡qué admirable es tu nombre en toda la tierra,en toda la tierra!

Ensalzaste tu majestad sobre los cielos.de la boca de los niños de pechohas sacado una alabanza contra tus enemigos, para reprimir al adversario y al rebelde.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado,¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, e! ser humano, para darle po-der?

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,lo coronaste de gloria y dignidad,le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies:

rebaños de ovejas y toros,y hasta las bestias del campo,las aves del cielo, los peces del mar, que trazan sendas por el mar.

Vísperas

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Antífona: Señor, Dueño nuestro ¡ que admirable es tu nombre en toda la tie-rra, en toda la tierra!

5.- Salmo 123

Antífona: Nuestro auxilio es el nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte que lo diga Israel,si el Señor no hubiera estado de nuestra parte, cuando nos asaltaban los hom-bres,nos habrían tragado vivos:tanto ardía su ira contra nosotros.

Nos habrían arrollado las aguas, llegándonos el torrente hasta el cuello; nos habrían llegado hasta el cuello las aguas espumantes.

Bendito el Señor: que no nos entregó en presa a sus dientes;hemos salvado la vida. como un pájaro de la trampa del cazador:la trampa se rompió, y escapamos.

Autífona: Nuestro auxilio es el nombre del Señor: que hizo el cielo y la tierra.

6.- Cántico: Ap 4, 11; 5,9.10.12

Antífona: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios

Eres digno: Señor: Dios nuestro:de recibir la gloria, el honor y el poder,porque tú has creado el universo;porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.

Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos, porque fuiste degolladoy con tu sangre compraste para Dioshombres de toda raza, lengua, pueblo y nación; y has hecho de ellos para nues-tro Diosun reino de sacerdotes,y reinan sobre la tierra.


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Digno es el cordero degolladode recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza

Autífona: Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdote para nuestro Dios

7.- Lectura breve: Flp 3,12-14

No pretendo decir que haya alcanzado la meta o conseguido la perfección, pero me esfuerzo a ver si la conquisto, por cuanto yo mismo he sido conquis-tado por Cristo Jesús. Yo, hermanos, no me hago ilusiones de haber alcanzado la meta, pero, eso sí olvidando lo que he dejado atrás, me lanzo de lleno a la consecución de lo que está delante y corro hacia la meta, hacia el premio al que Dios me llama desde lo alto por medio de Cristo Jesús.

8.- Silencio – oración personal.

9.- Magnificat

Antífona: Él derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes.

10.- Preces

«Pedid y se os dará» nos dejó encargado el Señor. Con la confianza puesta en Dios dirijámosle a él en esta tarde nuestras súplicas. Respondemos diciendo: Atiende nuestras oraciones.

(espontáneas)

Padrenuestro ...

11.- Oración conclusiva

Padre de todos los hombres, te pedimos que, a imitación de Don Bosco, sepa-mos entregar todas nuestras energías en favor de aquellos más necesitados de entre nosotros, en especial los más jóvenes, y sepamos infundirles la esperanza de un mundo nuevo que construiremos con nuestro esfuerzo. Te lo pedimos P.J.N.S.

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«TEMAS PARA LA REUNIÓN DE COMUNIDAD»


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“Elementos para la construcción de una cultura vocacional”

O. INTRODUCCION

En el reciente Sínodo europeo de los obispos se ha hablado mucho sobre los denominados "nuevos movimientos religiosos" . El mensaje final, único docu-mento oficial hasta el momento promanado del Sínodo, los menciona como un factor de esperanza . Para muchos obispos suponen una realidad eclesial nueva, de cuyo vigor esperan la renovación de la Iglesia y un impulso a la evangeli-zación de la que Europa está tan necesitada. Sin que se conozcan estadísticas fiables, se afirma que de ellos proceden hoy en día gran parte de las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Es decir, habrían logrado cuajar una cultura vocacional, tan necesaria en el conjunto de la Iglesia actual, y tan unida al salto cualitativo en la pastoral vocacional que propugna Juan Pablo II. Por ello parece conveniente extender los ojos para ver cuáles son los elementos de esa cultura vocacional.

Voy a señalar seis elementos que me parecen significativos de cara a la cultura vocacional. No se trata de ninguna novedad, puesto que en la bibliografía y en las conversaciones sobre estos temas se vuelve casi siempre sobre los mismos motivos: la centralidad de Jesucristo, la figura de la Virgen, la experiencia fuer-te de Dios, la importancia de la Iglesia, de la vivencia comunitaria de la fe y el aprecio de las diversas vocaciones eclesiales. A la hora de ordenarlos, los tres primeros tienen más que ver con la experiencia de Dios, mientras que los tres siguientes se refieren más a la experiencia eclesial y el ambiente grupal que genera y facilita dicha experiencia de fe.

l. EXPERIENCIA DE DIOS

Nadie puede dudar de que la vocación nace, crece, se discierne y se con-solida en el encuentro profundo con Dios. Así pues, una cultura vocacional debe propiciar, por distintos caminos, que el encuentro con Dios sea lo más continuado, afectivo, gustoso, auténtico, radical, transformante, totalizador y profundo posible. En los nuevos movimientos se dan una serie de factores, que colaboran con la gracia de Dios, para ayudar a que este tipo de encuentro con Dios, que altera la vida y se apodera de ella toda, se realice con más facilidad.

Reunión de Comunidad

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1. Predicación entusiasta de Jesucristo.

El aspecto de los nuevos movimientos que más llama la atención al P. Kol-venbach SJ, superior general de la Compañía de Jesús, y que menciona en oca-siones cuando se dirige a los jesuitas, es la predicación descarada y entusiasta de Jesucristo que practican estos movimientos.

La hora europea ciertamente no es fácil. La cultura en la que vivimos, si bien no es rehacia a todo lo religioso, encuentra dificultades casi connaturales con la Iglesia y el mensaje que la Iglesia propone. Ante ello caben diversas alterna-tivas.

1.1 Paciencia dialogante.

Una opción puede ser la de la paciencia dialogante: no tratar de imponer nada, escuchar todas las dificultades que pueden tener los europeos para confiar en el Jesucristo que la Iglesia predica, no herir la sensibilidad de los oyentes, ser tolerantes con otras posturas y considerarlas valiosas, etc. No cabe duda de que resulta necesario un tacto especial para ser un buen evangelizador y que partimos de una situación más bien de sospecha negativa frente al evangelio, que de curiosidad o de inocencia. Incluso la ignorancia, cada vez mayor con respecto al cristianismo dentro de las sociedades europeas, no destierra del todo los prejuicios negativos.

1.2 ¡Están bebidos! (cf. Hch. 2, 13)

Otra opción, más adaptada quizás al ambiente brutal del mercado que nos envuelve, consiste en presentar, sin tapujos ni miedos ni vergüenza alguna, la propia fe como la mejor opción posible (cf. GS 22). Partir de la convicción personal, alegre, gozosa, entusiasta, desbordante, que no se puede ni callar ni encerrar; que recoge el grito de Pablo: ¡Ay de mi si no evangelizare! (1 Cor. 9, 16). Una presentación del evangelio que no empieza por pedir disculpas, por comprender, y casi llegar a aceptar, las razones que esgrime el europeo medio para rechazar el mensaje que la Iglesia le propone acerca de Jesús Mesías, Se-ñor de vivos y muertos. Una predicación descarada, que a los más prudentes, revestidos de sensatez, les parece incluso descabellada, exagerada, fruto de una borrachera espiritual.


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Da la impresión de que nuestra situación cultural no se deja impactar fácilmen-te ni por unos ni por otros. La Iglesia deberá mantener abiertas todas las vías oportunas de predicación. Sin embargo, causa un mayor impacto el segundo modo, pues refleja mucho más po-derosamente una experiencia de vida atrac-tiva y plena; su testimonio es más convincente .

• No podemos presentar nuestra fe sin alegría, mientras que en muchos am-bientes eclesiales reina una cierta resignación: se acepta el carácter minoritario de la fe cristiana en Europa, se lee como uno de los signos de los tiempos, con el resultado final de menguar y disculpar el vigor misionero. Nuestra situación cultural nos exige que la alegría verdadera, el entusiasmo sereno y el gozo sean signos elocuentes de la credibilidad de nuestra predicación. En otros términos, que la alegría, el entusiasmo y el gozo se conviertan en elementos concomi-tantes e intrínsecamente significantes del anuncio misionero de Jesucristo, por más que algunos puedan pensar, con suficiencia y desprecio: "están borrachos" (cf. Hch 2,13)

• No podemos presentar nuestra fe sin el compromiso firme y esperanzado de que llevamos la “buena noticia”, que nuestros ciudadanos están anhelando escuchar, por más que a primera vista no lo parezca. Será casi imposible que la predicación alcance a alguno, si el mismo predicador no confía en la fuerza de su anuncio; si no está persuadido de que lo que pregona con palabras huma-nas es, en verdad, Palabra de Dios capaz de transformar operativamente a los oyentes (cf. 1 Tes 2,13).

• Por último, la predicación deberá ir acompañada de los signos de vida ver-dadera que se han generado en la comunidad cristiana (cf. Hch 2, 43-47; 4, 32-37). Es decir, una predicación que conjuga palabras (anuncio de Jesucristo, del kerigma) y acciones o hechos. Aquí resultan significativas las formas de celebrar la fe (la liturgia: "perseveraban en la oración y en la fracción del pan"), de compartir la fe (la comunidad: "todo lo tenían en común"), de articular la vida cotidiana desde la fe (familia, vida profesional) y mejorar la vida ciudadana: política, social y económica (la caridad: "entre ellos no había ningún pobre"; "se distribuía a cada cual según lo que necesitaba cada uno").

• El último Sínodo Europeo nos invita a revisar nuestras actitudes y nuestras reticencias para anunciar libre y públicamente a Jesucristo. Hemos padecido un déficit en nuestra predicación de la fe . No cabe duda de que resultan mu-cho más atractivos los grupos alegres, entusiastas, convencidos, con signos elocuentes de que viven lo que anuncian; que aquellos otros donde de alguna


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manera se haya introducido la duda, la resignación, el desconcierto, la desespe-ranza, la valoración de otras formas de vida como igual de buenas a las propias, etc.

2. Perfil mariano muy acusado.

Siempre que se habla del tema vocacional, se termina por mencionar la figura de Nuestra Señora, de la Virgen María como uno de los factores clave en los procesos de elección y de discernimiento vocacional. María, como figura de la fe de los creyentes, constituye el modelo de discípulo, el arquetipo por an-tonomasia de vocacionado. Recuerdo el caso de una chica en unos ejercicios. Ella no quería tener vocación por nada del mundo y, sin embargo, quería estar a bien con Dios. Según fuimos avanzando, llegamos a la meditación llamada de "los binarios", donde san Ignacio propone que el ejercitante se confronte con diferentes modelos para contrastar si realmente está libre y abierto a la voluntad de Dios, antes de entrar en la elección. Para ese rato de oración yo propuse diversos textos, uno de ellos era la Anunciación, otro el pasaje del joven rico. En la entrevista me dijo que había elegido para su oración el texto del joven rico, pero que lo dejó porque la cosa se ponía muy fea. Yo le sugerí que tomara el texto de la Virgen. Ella replicó que eso sería lo último. Dijo: "la Virgen es peor, porque la Virgen dijo que sí'. Ahí terminaron sus ejercicios porque no se atrevió a hacer más oración.

En general, en el conjunto de la Iglesia hemos bajado bastante nuestro perfil mariano. En los nuevos movimientos se ha mantenido un fuerte perfil maria-no, que no puede menos que contribuir a fomentar una cultura vocacional. El acompañamiento constante de Nuestra Señora es una forma de ir aprendien-do de ella esas actitudes tan suyas y tan propias del creyente: la humildad, la alabanza de la grandeza de Dios, el reconocimiento de la obra que Dios hace graciosamente en nosotros y en la historia, la confianza desproporcionada en Dios y la esperanza en el cumplimiento de sus promesas, el cultivo de la ora-ción y la cercanía de los apóstoles, la aceptación de la cruz y de los reveses de la vida, la perseverancia en el camino de la fe a pesar de las oscuridades, el gozo por la preferencia de Dios por los humildes, la lectura creyente de la propia historia y, evidentemente, la respuesta positiva a la llamada de Dios, sea los sorprendente e inesperada que fuere.


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3. Una estructura mistagógica.

Muchos reconocen que nuestro tiempo y nuestra cultura están habitados por un anhelo de experiencia espiritual. Uno de los fenómenos de nuestros días, que más nos interpela a los cristianos, radica en que esta búsqueda se realiza con simpatía fuera de la Iglesia. La reciente visita del Dalai Lama a Londres (octubre 1999), convertida en un fenómeno de masas, pone de relieve que muchas personas no desprecian el factor religioso . Por añadir otro ejemplo, Nacho Cano, del grupo musical Mecano, compuso una canción precisamente con el título "Una experiencia religiosa". Las multitudes que acuden a muchas visitas del Papa, se juzguen como se quiera, también indican algo.

Es decir, lo que se busca en la religión es, ante todo, la experiencia religiosa. Por ello, los grupos religiosos que crecen son aquellos que consiguen articular y ofrecer una estructura mistagógica . Es decir, aquellos grupos que son capa-ces de invitar a vivir una experiencia religiosa fuerte, que aciertan a acompañar, guiar y suscitar el encuentro directo con el Dios transcendente, con el mis-terio abisal y absoluto. La imagen de nuestra Iglesia, tristemente, mucho más marcada por la insistencia en la doctrina y en las prohibiciones, sobre todo, en materia de moral económica, social y sexual. No se percibe a la Iglesia pro-poniendo a un Dios amable, como el que hemos encontrado graciosamente los creyentes en el Padre del Señor Jesucristo; no acertamos inquietantemente a hacer experiencia fabulosa de encontrarse con Jesucristo. Una Iglesia así tiene pocas posibilidades de ser misioneramente fecunda.

Los nuevos movimientos, en general, han acertado a configurar una estructura mistagógica. En muchos de ellos resulta una celebración de la fe, que la recrea y alimenta, no un acto aburrido y sin experiencia espiritual. La oración de la comunidad de San Egidio, por ejemplo, o de la renovación carismática es uno de sus "banderines de enganche". Allí la gente aprende a rezar, a gustar la ora-ción. De igual modo, la "lectio divina", que el Cardenal Martini propone desde la catedral de Milán a los jóvenes, llena varios templos todas las semanas. Uno de los elementos imprescindibles de toda cultura vocacional es, pues, la mistagogía .


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II. EXPERIENCIA ECLESIAL.

Aunque la experiencia de la fe constituya un factor fundamental e imprescin-dible de la cultura vocacional, no cabe duda de que la inserción en un cuerpo social que la cultiva, la facilita y la promueve repercute significativamente sobre las vocaciones. Si estamos hablando de cultura vocacional, nos movemos en el terreno de las realidades colectivas, de los grupos sociales, que son los sujetos naturales de la cultura. Al fin y al cabo, la pregunta que nos guía es qué sucede en determinados grupos religiosos (que también son grupos sociales) para que en ellos las vocaciones florezcan con mayor abundancia. Es decir, qué formas sociales (eclesiales) de vivir la fe resultan, por así decirlo, “nichos vocacionales” o “caldos de cultivo” propicio para las vocaciones eclesiales.

La crisis de vocaciones es una crisis de Iglesia, de la que solamente se podrá salir si se supera la crisis eclesial. Prescindiendo ahora de grandes matizaciones, existe un consenso general en que esto es así Evidentemente, influyen también otros elementos y otros aspectos como venimos indicando como ciertamente la fe en Dios (teología) y en Jesucristo (cristología), o la concepción de la vida como vocación (antropología teológica), pero el eclesial es uno de ellos y su relevancia no resulta nada despreciable. Al fin y al cabo las vocaciones al sacer-docio y a la vida consagrada, cuando menos, contienen una fuerte identificación con la institución eclesial. Generalmente configuran su parte más visible, hasta el punto que en el lenguaje cotidiano algunos identifican, casi sin más, a la Iglesia con los curas y las monjas.

Al adentrarnos en este terreno pasamos a un campo mucho más polémico, donde las diferencias entre los distintos grupos eclesiales comportan una fuer-te carga emocional, no solamente ideológica. Nos situamos dentro de un ám-bito donde se configura, en parte, la diversidad de la identidad de los grupos eclesiales. Además, este espacio acoge muchas de las divergencias en la manera de entender lo que debería ser una recepción lúcida, valiente y fiel del Concilio Vaticano II.

4. Sentir gozoso con la Iglesia, la jerarquía y singularmente con el Papa

Resulta de perugrullo que parece casi imposible, a pesar de la gracia y del Es-píritu Santo, que se den vocaciones eclesiales, particularmente al sacerdocio y la vida consagrada, en medios donde resume una cierta desafección a la Iglesia.


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Por lo tanto, a pesar de las razones del malestar de muchos cristianos y no cristianos con la Iglesia, parece claro que las vocaciones solamente florecerán en aquellos grupos de Iglesia en los que, sin cerrar los ojos al pecado eclesial, se viva un fuerte sentido eclesial, sobredeterminado por la alegría de la pertenen-cia a la Iglesia, el deseo de servirla y el reconocimiento de su puesto singular y destacado en la economía de la salvación querida por Dios y sancionada por Jesucristo. Se mire por donde se mire, los nuevos movimientos rezuman este tipo de sentir eclesial.

4.1. Identificación con la jerarquía.

Una de las características más destacadas de los nuevos movimientos consiste en su sintonía con Juan Pablo 11. Existe una empatía recíproca. Los movimien-tos aprecian sobremanera al Papa, se embeben de sus documentos, secundan sus iniciativas con entusiasmo, convicción y alegría. Antes de que salga alguna encíclica u otro documento papal ya están deseando leerla, conocerla. Se acer-can a estos textos con el convencimiento de que ahí recibirán un alimento bueno, sabroso, enjundioso. Son unos apasionados de Juan Pablo II, con quien se identifican sin fisuras. En estos movimientos, al menos en algunos de ellos, da la impresión de que Juan Pablo II es su mejor promotor vocacional. La his-toria se encargará de mostrar y de probar la autenticidad de la eclesialidad de los movimientos, tan entusiastas de un Papa concreto. La fe cristiana nos pide un respeto y una adhesión a la persona del Romano Pon-tífice, sea el que fuere, independientemente de que se dé o no una especie de "armonía preestableci-da" entre su magisterio y nuestras opiniones.

En cualquier grupo social de libre adscripción un partido político, una agrupa-ción deportiva o cultural, el aprecio de sus dirigentes, la comunión con ellos, la convicción de gozar de una buena dirección, o, cuando menos, apta, resulta uno de los elementos determinantes para una pertenencia tranquila, pacífica y satisfecha. También es uno de los puntos de apoyo, o de los 'detrimenta', a la hora de hacer propaganda de cualquier grupo. Un escándalo grave por parte de algún directivo o la división manifiesta entre ellos repercuten muy negati-vamente sobre las posibilidades de conseguir nuevos miembros o de captar simpatizantes.

La jerarquía, el Papa y los obispos, ocupan un ministerio singular dentro de la comunidad cristiana. Una eclesialidad saludable y un sentir con la Iglesia nor-malizado pasa por el aprecio y la estima de nuestros pastores. Esto no implica


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una ceguera para sus defectos. Sin embargo, sí imprime un tono a la manera de hablar de ellos, fallos incluidos. Algunas maneras de hablar acerca de nuestros pastores son autodestructivas de nuestro propio ser eclesial. Resulta evidente que las vocaciones eclesiales florecerán más fácilmente entre aquellos grupos que se sientan a gusto en la Iglesia, que confíen y aprecien a nuestros pastores. La desidentificación con los líderes pone en el trampolín de una cierta desafec-ción con el grupo de pertenencia.

4.2. ¿Mejor prescindir de la Iglesia?

A pesar de las dificultades de nuestra sociedad y de muchos cristianos de bue-na voluntad para sentir con la Iglesia, que no se pueden bagatelizar, movimien-tos el sentir con la Iglesia no se vive como algo especialmente problemático, difícil o penoso. No sienten que la Iglesia que tenemos sea como una especie de fardo pesado, recibido un poco como de matute con la fe cristiana, que, en lugar de darnos alas, nos fatigara y molestara para vivir la fe.

Los nuevos movimientos han conseguido destilar y transmitir una vivencia del misterio de la Iglesia, de su centralidad en el plan de salvación, de algunos de sus aspectos teológicos madre de los creyentes, esposa de Cristo, templo del Espíritu Santo, de tal modo la pertenencia eclesial gozosa y agradecida sobre-determina la lucha por limpiar sus pecados. Se puede echar de menos, con razón, que no se insista tanto en otro tipo de imágenes que también expresan el ser de la Iglesia y que son centrales en el Concilio Vaticano II, como Iglesia Pueblo de Dios o Iglesia Comunión. Ciertamente esto comporta sus proble-mas. Sin embargo, por la misma dinámica de su ubicación eclesial, se alinean con una parte de la jerarquía que no gusta una acentuación, a su parecer unila-teral o desproporcionada, de estas imágenes. Detrás de estos litigios subyacen problemas tan importantes como la articulación de la colegialidad (p.ej. la rela-ción entre la sede petrina y las conferencias episcopales, así como el estatuto eclesiológico de las últimas), la relación entre la Iglesia universal y las iglesias locales, los derechos y deberes de los laicos como cristianos adultos, etc. Por otra parte, no cabe duda de que la insistencia que se hace desde otros ambien-tes en las dos últimas metáforas, con razones teológicas legítimas y de peso, a veces consigue el efecto de justificar una desafección a la Iglesia real y visible, dada su supuesta infidelidad al concilio. La desafección eclesial no es un campo de cultivo propicio donde las vocaciones eclesiales pueden crecer.

A veces, tengo la impresión de que algunos cristianos envidian algo a quienes no pertenecen a la Iglesia: los no cristianos no tienen que hacer frente a pro-


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blemas con los que la jerarquía nos lastraría a los cristianos: por ejemplo en el campo de la moral sexual, de la bioética, con respecto al puesto de la mujer en la Iglesia, etc. No me extraña el eco suscitado por la in-tervención del car-denal Martini en el reciente sínodo europeo , pues recoge con un gran sentido pastoral muchas de las preocupaciones cotidianas de muchos cristianos que se debaten por ser fieles a la fe y a su conciencia, y por responder a las demandas que muchos ciudadanos les dirigen. De otro lado, también toca uno de los te-mas candentes de la vida eclesial postconciliar: la manera concreta de articular en la práctica la colegialidad.

No se puede negar que una vivencia eclesial que envidia a quienes prescinden de la Iglesia resulta enormemente problemática y, a la larga, posiblemente au-todestructiva; refleja un déficit grave de eclesialidad. No resulta fácil vivir la fe con tanto disgusto. De otro lado, el magisterio, y, en otra medida, la teología, tiene aquí la obligación de convencer a los fieles con dificultades para asentir a la doctrina propuesta como vinculante. Solamente así se ganan a la larga las batallas en la Iglesia, no con la imposición de medidas disciplinares.

Para una fe madura no debería resultar un problema el descubrimiento de una Iglesia francamente pecadora, necesitada de reforma en muchas de sus instancias. La Iglesia no se identifica con el reino de Dios (LG 5); pero si nos alejamos de ella o la postergamos y arrumbamos, corremos un peligro cierto de terminar más lejos y apartados del reino, del que ella es germen y al que está íntimamente ligada (LG 3; 13).

4.3. Conclusión.

Como se puede percibir, nos encontramos ante una serie de factores que con-figuran parte importante de las dificultades de la etapa postconciliar: la Iglesia es uno de los caballos de batalla de la fe de muchos cristianos en el postconci-lio. De ahí que la construcción de la cultura vocacional no resulte una empresa tan sencilla ni tan inocente. Sin embargo, no cabe duda de que las vocaciones surgirán con más facilidad desde una vivencia eclesial entusiasta, alegre, con-vencida y gozosa; que de un sentir la Iglesia con desafección, problematizado, críticamente distanciado y con graves sospechas sobre el ejercicio de la auto-ridad y el poder dentro de ella.


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5. Vivencia comunitaria de la fe.

Las personas que piensan en una posible vocación a la vida consagrada van buscando: primero, una espiritualidad profunda; segundo, una vida comunitaria auténtica; y, tercero, un compromiso real por los pobres y entre los pobres . Así pues, la vivencia comunitaria ad-quiere un relieve particular para los "can-didatos potenciales". No se trata, evidentemente, de que la comunidad se con-vierta en una especie de panacea, que resuelva todos los problemas; tampoco es sano proyectar unas expectativas sobre la comunidad que la conviertan literal-mente en una utopía . Muchos de nuestros discursos sobre la comuni-dad llevan mucho engaño (o 'cola serpentina', que diría san Ignacio).Pero también es cierto que el individualismo corre el peligro de descafeinar la dimensión corporativa del seguimiento en la vida consagrada . Mientras no superemos la crisis de individualismo y de obediencia en la vida consagrada difícilmente podremos soñar con que quienes nos rodean se sientan atraídos por nuestro modo de vida . Para un proyecto individual, por muy santo que sea, no es necesario unirse a ningún grupo .

Desde el punto de vista de la cultura vocacional, la vivencia y la expresión co-munitaria de la fe es uno de los factores que más ayudan. A nadie se le ocurre que la fe se pueda vivir en solitario, o que una vida cristiana sólida y auténtica pueda prescindir de la dimensión comunitaria. Al contrario, son las comunida-des vigorosas las que engendran en su seno maternal, o reúnen a su alrededor, a aquellos cristianos que quieren, y no pueden menos que, hacer de Jesucristo el centro de su vida. De ahí que el elemento comunitario: compartir la fe, rezar juntos, celebrarla juntos, formarse juntos, discernir juntos lo que nos exige hoy, propagarla juntos, practicar juntos todas sus dimensiones sea un factor central de la cultura vocacional.

En una eclesiología sana o en una vivencia comunitaria completa de la fe deben estar presentes y bien articuladas las siguientes dimensiones:

• La 'leitourgeia' o aspecto celebrativo, orante y sacramental, de encuentro personal y comunitario con el misterio.• La 'martyría' o aspecto misionero, testimonial, catequético, de anuncio, propagación e instrucción en la fe.• La 'diakonía' o dimensión de servicio fraterno en toda su variedad de aten-ción a los pobres, necesitados, abandonados, despreciados e ignorados.• Y la 'koinonía' o vivencia de la fe en armonía y concierto comunional, expresando la misma realidad eclesial a modo de signo, aunque deficiente


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de manera sacramental, dicho más teológicamente, lo que predica, celebra y practica.

Las comunidades que consiguen articular de manera creativa y atractiva estas dimensiones de la fe, sin dejar de lado ninguna, aunque naturalmente caben acentos diversos, representan el lugar propicio para el florecimiento de las vocaciones.

La evangelización en nuestra hora europea pasa por las comunidades evan-gelizadoras, según el P. Kolvenbach. Resulta imprescindible el testimonio de la vida social cristiana, más allá de las palabras. Bajo formas diversas, en los nuevos movimientos se vive y practica la dimensión comunitaria de la fe con gran intensidad.

6. Aprecio por las vocaciones sacerdotales y consagradas.

Llegamos al último punto. Aquí tocamos uno de los temas más candentes y discutidos, que está detrás de la crisis de la pastoral vocacional. Si antes del concilio se realizaba una pastoral vocacional decidida, evidentemente con al-gunos fallos y exageraciones, no es me-nos cierto que la manera de asimilar el concilio llevó a un abandono prácticamente total de la pastoral vocacional. Todavía se da una resistencia a la misma, aunque no sea lo predominante. Sin embargo, como reflejo de esta crisis, abunda más la preocupación por las vo-caciones que los planes precisos y experimentados de pastoral vocacional. El documento del congreso sobre las vocaciones en Europa, Nuevas vocaciones para la nueva Europa, viene a proponer una rearticulación de toda la pastoral en clave vocacional.

A la hora de indicar elementos para reconstruir una cultura que alimente la pastoral vocacional voy a proceder en dos pasos: primero me voy a referir a la antropología cristiana; después hablaré de las vocaciones en la Iglesia.

6.1. La vida como vocación: elementos de antropología cristiana.

Desde el punto de vista cristiano, el hombre se entiende desde su llamada. Se puede decir lo mismo de una manera académicamente más pulida: la antropo-logía cristiana es una antropología de destino (Gesché). Es decir: se capta lo que verdaderamente es la persona humana si se contempla desde el proyecto creador de Dios: Dios tiene un sueño sobre cada uno de nosotros. La con-


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sumación más plena en esta vida consiste en realizar dicho sueño. He ahí la plenitud insuperable de la vida humana, su logro y perfección más alta.

Nuestra cultura ambiental rechaza esta manera de ver. Piensa que lo que se ha de perseguir con ahínco para lograr una vida más humana y mejor es la 'autorrealización'. Sin embargo, la fe cristiana propone la 'heterorrealización'. La vida de Jesucristo está atravesada por el anhelo de cumplir la voluntad del Padre (cf. Jn 4,34; Heb 10,8-10), de tal manera que el conjunto de su vida se puede leer como 'obediencia' al Padre. Los discípulos del Señor Jesús nos de-beríamos distinguir, pues, por la interrogación acerca de la voluntad de Dios sobre nosotros.

Una de las consecuencias de dicha antropología cristiana radica en lo que anti-guamente se llamaba la elección de estado. A mi modo de ver, la confirmación sería el momento propicio para abrir esta cuestión, no para cerrarla. Un cris-tiano maduro debería preguntarse abiertamente por la voluntad de Dios para él; una pregunta que ha de estar inicialmente abierta a la sorpresa de Dios, sin excluir ninguna opción. Con esto pasamos al segundo punto.

6.2. El aprecio de las diversas vocaciones eclesiales, incluyendo la sa-cerdotal y la vocación a la vida consagrada.

Difícilmente se va a realizar bien o se va a proponer bien la elección de vida si no se aprecian las diversas vocaciones en el interior de la Iglesia. No se trata de una especie de guerra entre las diversas vocaciones. Cada una de ellas refleja la excelencia de la vida cristiana, y en todas ellas se puede vivir la santidad y la perfección (cf. LG, cap. V); es decir: la plenitud de la vida cristiana. Ahora bien, como reacción a una insistencia preconciliar desproporcionada sobre el valor del ministerio ordenado y de la vida consagrada, se ha pasado en algu-nos ambientes bien a ignorar la cuestión de la elección de vida (lo cual venía a significar dar por descontado la vida como seglar) o bien incluso a considerar, tácitamente, que el laicado es una forma de vida superior o más a la altura de las circunstancias . Tocamos temas muy delicados. Como están ahí, planteados en la comunidad cristiana, no creo que sea mejor dejarlos de lado.

La reacción en contra de una Iglesia excesivamente clerical me parece positiva. La pastoral vocacional no puede considerarse una pastoral antilaical. Esto no quita que tanto el ministerio ordenado como la vida consagrada representen dentro de la Iglesia dos formas excelentes de vida cristiana, que toda comuni-dad cristiana debería estar empeñada en promover. Resulta muy chocante que


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familias que se confiesan como cristianas sean el principal obstáculo para la vo-cación sacerdotal o consagrada de sus hijos o hijas . ¿No estamos padeciendo aquí una pérdida de sustancia dogmática de la fe?

En muchos de los nuevos movimientos se celebra vivamente la existencia de vocaciones en su seno, se aprecian las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, las familias se alegran de que broten en su seno, lo entienden como una enorme bendición de Dios; en estas comunidades se reza por estas vocaciones, se presenta su belleza, se vive su atractivo por parte de todos los miembros, ya sean llamados o no. Tales comunidades constituyen, pues, un caldo de cultivo propicio para las vocaciones; en ellas se vive una cultura vocacional compartida.

III. CONCLUSION

1. ¿Elementos novedosos?

Los elementos propios de una cultura vocacional que he repasado y presentado con algunas referencias ocasionales a los nuevos movimientos no constituyen ninguna novedad. El documento Nuevas vocaciones para la nueva Europa los recoge y formula a su modo. De una forma u otra, se repiten siempre cuando se discute sobre el tema vocacional. Lo que los movimientos han conseguido ha sido articularlos con una cierta organicidad dentro de su propia espirituali-dad. De los movimientos podemos aprender si prescindimos del orgullo y los clichés. No propongo que se copie o imite todo lo que ellos hacen. Sin embar-go, no dejamos interrogar en absoluto me parece una falta de humildad. Caben muchas formas de articular estas dimensiones propias de la vida cristiana y de la cultura vocacional. Muchas congregaciones han vivido en sus comienzos o en las épocas de mayor floración vocacional una articulación lograda de estos elementos. La lectura de la propia historia y tradición puede ser un recurso valioso de renovación. ¿Cómo anunciaban a Jesucristo los primeros miembros de la Congregación, cómo celebraban la fe, cómo sentían la Iglesia y se relacio-naban con la jerarquía, etc.? No podemos vanagloriamos de ciertos silencios o déficits que hemos vivido y aún estamos viviendo en algunos círculos eclesiales, vida consagrada incluida.


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2. La sustancia dogmática de la fe.

En estas líneas hemos repasado algunas cuestiones relativas a la fe cristiana y a su vivencia eclesial. El lector perspicaz se habrá percatado de que en definitiva en la cultura vocacional es la sustancia de la fe la que está en juego, como in-dica Juan Pablo II . En nuestro recorrido hemos resaltado la importancia de la cristología, del carácter misionero (kerigmático) de la fe y la catequesis, de la mariología, de la mistagogía (oración, liturgia, sacramentos, acompañamiento espiritual), de la eclesialidad, con diversos subrayados, de la antropología teo-lógica; podríamos incorporar también la trascendencia de la teología (consa-gración a Dios, centralidad de Dios), de la pneumatología (en la fuerza y bajo la guía del Espíritu), o de la escatología (ante lo último y de finitivo -el Reino, la perla, la salvación eterna-, toda realidad penúltima queda relativizada) para la cultura vocacional. Es decir, en el tema vocacional lo que entra en juego es la vivencia y la transmisión de la fe cristiana en su totalidad, sin paliativos ni acomodaciones.

3. La opción preferencial por los pobres.

No quisiera terminar estas reflexiones sobre un tema tan candente como el de las vocaciones, sin mencionar otro muy central, que algunos habrán echado de menos: la opción preferencial por los pobres. ¿No es o debería ser la opción preferencial por los pobres el mejor reclamo vocacional? ¿Acaso no forma parte ineludible de la sustancia de la fe?

En mi opinión, la opción preferencial por los pobres forma parte esencial e ineludible de la sustancia de la fe. Me he referido a ella cada vez que he men-cionado la caridad, la diakonía. Ahora bien, si la fe cristiana no se reduce a su dimensión ética, la presentación de la opción por los pobres deberá superar el moralismo que a veces le acompaña, como si ser cristiano se limitara a vivir la solidaridad. No se puede ser cristiano sin ser solidario con los pobres; pero no todo el que es solidario con los pobres se confiesa a sí mismo como cristiano. Corremos de hecho el peligro de ser más capaces de promover voluntariados solidarios, magníficos y estupendos, sin conseguir transmitir otros elementos sustanciales de la fe: la adhesión a Jesucristo, la vida de oración, la pertenencia eclesial. A la larga, de un detrimento de los elementos que he mencionado los que saldrán más perjudicados serán los pobres.

La opción preferencial por los pobres puede ser, ¡ojalá lo sea! -en algunos grupos eclesiales lo es-, un estupendo factor de promoción vocacional. En ese


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caso la estaremos viviendo de una forma cualitativamente diversa a la de los trabajadores y activistas sociales. Los que nos conozcan caerán en la cuenta de que con esta forma de vida entre los pobres y por los pobres y confesamos en primer lugar a Jesucristo, antes que adscribrnos a un programa social. Si en la forma como nos vean predomina lo segundo, mucho me temo que entonces estaremos promoviendo vocaciones para el programa social en que trabajemos. Baste pensar en el caso de la Madre Teresa de Calcuta y en la congregación fundada por ella: las misio-neras de la caridad. Ninguna congregación religiosa ha experimentado un crecimiento tan espectacular después del concilio como este instituto religioso. Estas religiosas trabajan entre los pobres y por los po-bres, sin disimular su fe ni su identidad, que impregna su estilo de trabajo.

URÍBARRI Gabino, Elementos para la construcción de una pastoral vocacional, en « Todos Uno » 143 (2000), pp. 65-84.

Pistas para el diálogo comunitario:

1. Tras la lectura del artículo, ¿qué te ha parecido lo que el autor trata de expresar en él? Comenta las primeras impresiones que te provoca su lectura.

2. El autor ha hecho una insistencia en la necesidad de anunciar a Cristo hoy de una manera clara, dinámica, alegre, testimoniante,… En el ámbito de nuestra comunidad, ¿tenemos esto asimilado? ¿Qué tenemos más asegura-do? ¿Qué nos falta por conseguir todavía?

3. Sobre la necesidad de recuperar los elementos mistagógicos y eclesiales de la experiencia cristiana, ¿que le falta a nuestra pastoral juvenil?


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“Jóvenes VS comunidades religiosas”

1. PARA ABRIR BOCA

Existen experiencias en la vida en las que nos hacen sentir, de repente, en otro mundo, en otra época, como extraños curiosos. Basta hacer una visita guiada, por ejemplo, a alguno de los vetustos y a la vez bellos templos en los que se explican atropelladamente edades, autores y significados muchas veces incom-prensibles que no van más allá de una mera información. Triste sería que esta experiencia se tuviese, no con edificios y obras artísticas, sino con personas y estilos de vida.

No es nada nuevo, pero preocupa la lejanía que se va dando de la vida consa-grada y los jóvenes y viceversa: edades, formas de vida, opciones, manera de entender la vida... No queremos decir con esto que la vida consagrada deba es-tar hecha a la medida de la moda juvenil ni tenga que perder su significatividad profética y contracultural. Pero ciertamente existe una lejanía, producto del desconocimiento y falta de relación mutua y, también, precisamente, muy re-lacionado por la poca significatividad de nuestra vida consagrada. Y, en conse-cuencia, posiblemente estemos perdiendo la posibilidad de la vida consagrada del futuro que, no tendrá que ver en formas y estilos con lo que ahora conoce-mos. De ahí que en la pastoral juvenil vocacional planteamos frecuentemente la necesidad de comunidades acogedoras, abiertas y libres, donde aprendamos a conocemos. Una inquietud que muchas veces choca con cierto desencanto y desánimo en el conjunto congregacional. Como si, extrañamente, la cultura congregacional estuviese permeada por un aire de pesimismo o resignación ante lo juvenil y lo vocacional. Comunitariamente, además, se percibe en oca-siones que existe un cortocircuito entre la iniciativa personal y la mentalidad comunitaria, entre actividades y sus referencias comunitarias, entre la propues-ta y el ambiente en que se realiza.

Buscamos que los y las jóvenes se entusiasmen con el seguimiento de Jesu-cristo y su llamada a la pertenencia. Lo dicho anteriormente nos indica que esto no depende exclusivamente del ámbito pastoral y de los "encargados", y apostamos por que los responsables de suscitar y acompañar esta experiencia sean las comunidades.

Esto significa que las comunidades en general y las religiosas en particular nos hemos de hacer la pregunta sobre nuestros estilos de vida, nuestras relaciones


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fraternas, nuestro ocio, nuestro ritmo de trabajo, para que sean accesibles a los jóvenes de hoy. Que no sean únicamente los jóvenes quienes tengan que hacer el viaje desde su entorno social hacia el "planeta desconocido” de la Vida Consagrada. Y esto porque necesitan de unos conocimientos y herramientas que no tienen para hacer una aculturación que les permita ver, entender y conocer la vida religiosa.

Por eso las preguntas e inquietudes de los jóvenes han de resonar en nuestras comunidades y ser conscientes que la vida de comunidad puede ser, o bien un estímulo para proponer el seguimiento de Jesús en la vida religiosa, o bien una razón para desecharla por incoherente, anticuada o encerrada en sí misma.

La pastoral vocacional ha cambiado en sus métodos, en sus estructuras y op-ciones. La gran cuestión que se plantea ahora es si ha afectado realmente a los conjuntos congregacionales. Síntomas que no van en esta dirección pueden ser, por ejemplo, que no es raro escuchar o leer que hay formadores que se quejan de que los jóvenes que acompañan los pastoralistas son ''frágiles", de que no tienen apenas formación cristiana. Del mismo modo, los acompañantes perciben que se presta poca atención a los jóvenes a los que se ha acompañado vocacionalmente con mucho esfuerzo y tiempo y que se les inserta en unas es-tructuras y formas no del todo acordes con su realidad. Análogamente, existen comunidades que se quejan de que los jóvenes religiosos no dan la talla en el ritmo y estilo de vida tan arraigado en la tradición congregacional.

2. ¿QUÉ BUSCAN LOS JÓVENES? ¿QUE ENCUEN-TRAN EN NUESTRAS COMUNIDADES?

En nuestra vida cotidiana solemos hablar de los jóvenes atribuyéndoles faltas y carencias. Afirmamos con demasiada facilidad que los jóvenes son irresponsa-bles, apolíticos, fácilmente influenciables: "los jóvenes sólo viven el presente", "están dominados por la sociedad de consumo", etc. A la hora de hablar de los y las jóvenes utilizamos estereotipos que poco tienen que ver con su realidad, pues el mundo juvenil es diverso y sobre todo complejo.

No ayuda que los medios de comunicación suelen hacer un permanente tra-bajo de sobregeneralización. El esteriotipo facilita y reduce la explicación del mundo juvenil, sin tener que recurrir al reconocimiento y la confrontación. A su vez, el mundo adulto también alcanza a estar regido por los estereotipos, y una brecha generacional (adulto ¡joven) pone en evidencia cuánto le cuesta al


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adulto reconocer la diversidad, la diferencia y quizás hasta el abismo genera-cional que existe entre esos seres cercanos y al mismo tiempo desconocidos. El estereotipo nos permite explicar hasta lo incomprensible: "Ya se sabe... los jóvenes son así”, pero impide un acercamiento y comprensión real de su mun-do personal y de su entorno.

Entonces, ¿qué podemos saber? La diversidad y pluralidad existente hace que los análisis sociales y eclesiales sean complicados, porque con tanto cambio la realidad se vuelve bipolar y ambivalente. Los diversos estudios, análisis y en-cuestas nos reflejan que vivimos:

- Lo global (información, economía, red) y lo local (tribus urbanas, guetos, amigos), lo masivo y lo individual.

- La superconexión (multiplicación-tecnológica de comunicaciones, muchos datos, poca información y escasa formación y conocimiento) y la soledad (relaciones cibernéticas, despersonalización).

- La libertad (todo vale, vértigo de las posibilidades) y la resignación (escep-ticismo ante los grandes proyectos, desencanto, nada puede cambiar).

- La racionalidad (mentalidad científico-técnica) y la emotividad (saturados de emociones pero sedientos de sentimientos).

- La abundancia (llenos de cosas, sociedad del bienestar) y la indigencia (mendigando cariño, comprensión... no estamos bien).

Y en este ámbito, los jóvenes:

- Se ven divertidos, acorde con la importancia que conceden al ocio y al tiempo libre. Se ven también consumistas, irresponsables, rebeldes, con ausencia de prejuicios, solidarios, pensando en el presente.

- Sobre los aspectos importantes de su vida, la familia es muy importante para el 80%, la amistad para 63%, el trabajo para el 60% y el tiempo libre-ocio para el 49%, con ese mismo porcentaje la sexualidad. La religión es poco o nada importante 80% (nada importante para el 49%).

- En todos estos datos, los aspectos y dimensiones más importantes para los jóvenes se refieren a lo cercano, a lo próximo. Hay además un claro pre-


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dominio del ámbito de lo privado. Es lo relacional, lo afectivo, lo intimista, lo que según ellos les aporta experiencias y ayudas significativas para vivir.

- Los jóvenes desconfían de las instituciones y en general de la sociedad. No son estas, pues, las principales instancias a las que acuden para alimentar las ideas, los principios, los valores y las conductas. Los jóvenes beben sobre todo de fuentes cercanas.

- Es un error pensar que los jóvenes no tienen inquietudes vitales profun-das, aquellas que hablan de vida, de muerte, de sentido, de identidad... Este tipo de cosas un 30% se las plantea con frecuencia, un 45% algunas veces y un 25% dice no planteárselas. Los jóvenes no huyen de planteamientos se-rios ni son ajenos a las cuestiones vitales y de fondo. La familia y los amigos son los que más nutren sus planteamientos vitales, donde se dicen cosas importantes para la vida. Sólo para un 2,2% la Iglesia dice cosas importantes para la vida.

- A pesar de estar sometidos a una socialización débil, en general los jó-venes se definen como bastante satisfechos con sus vidas y sus libertades, aunque siempre demandan algo más. Aunque ellos se ven como rebeldes, de hecho están bastante amoldados y moldeados por una sociedad de la que discrepan más teórica que prácticamente.

- Se podría hablar de jóvenes que hacen zapping con su vida: estar en todo sin estar fijo en nada, moviéndose en cualquier dirección según sus apeten-cias. El criterio mayoría es el "depende", y muestran mucha permisividad con su conducta.

- En positivo, son tolerantes, pluralistas, menos formalistas y más espontá-neos.

- En negativo, tienen importantes carencias: escasa capacidad de esfuerzo, para el dolor, frustración, sacrificio, constancia y resistencia. Dificultad de adquirir compromisos duraderos que exijan algún tipo de sacrificio.

Referente a lo eclesial,

- Los jóvenes españoles tienen una vivencia religiosa desintitucionalizada, desritualizada y subjetiva. Más que rechazo frontal, hemos de hablar de indiferencia o pasotismo religioso de los jóvenes.


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- EI contexto social en el que el joven construye su identidad puede ser calificado como neutralizador de lo religioso, dada la irrelevancia social de lo religioso. Casi el 50% de los jóvenes no considera relevante pertenecer a la Iglesia para ser considerada una persona religiosa.

- En opinión de no pocos sociólogos, la Iglesia es una "institución excesiva" para los jóvenes, pues presenta un talante absolutista, exige una sumisión incondicional, es altamente jerárquica, ofrece pocos espacios de diálogo y afirma ser poseedora de la Verdad.

Bajando a lo concreto, podríamos resumir que, actualmente, los jóvenes se encuentran con:

- Ausencia de espacios eclesiales cálidos y atractivos.

- Ausencia de información religiosa. Es irrelevante lo que sucede ad intra de la vida eclesial (comunidades, provincias...).

- Ausencia cristiana en su mundo, falta de referencias positivas sobre la Iglesia.

- Estilos de vidas admirables pero no imitables. - Propuestas morales y disputas eclesiales internas que les produce recha-zo.

- Más insistencia en el cumplimiento de normas (que, en gran medida, no entienden y rara vez ven cumplir en los mayores) que en el acento en la dimensión religiosa.

Podríamos decir que no sólo nos encontremos ante nuevas demandas, nuevos retos, sino que nos hallamos, a diferencia de tiempos pasados, "solos ante los riesgos comunes", sin referencias, sin modelos, sin directrices. Además, la pluralidad de formas de vida, de familias, de jóvenes, fruto de la libertad y de la democracia, como riqueza social, puede convertirse en una homogeneidad de comportamientos estandarizados, dictados por poderes sin legitimación, anónimos, externos, distantes e invisibles. La otra posibilidad es que el mosaico de opciones individuales dé al traste con toda cohesión y conexión entre per-sonas y generaciones y con la coresponsabilidad de unos sobre otros.


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2.1. Responsabilidad vocacional de la comunidad religiosa

Si existe algo que tenemos claro en la vida consagrada es que cada religioso y cada religiosa han de ser testimonio con su propia vida. Esto enlaza con una de las convicciones más firmes: ésta no es cuestión de delegados, ni siquiera sólo confiar una tarea apoyada en la corresponsabilidad de muchos.

Poco a poco estamos llegando al convencimiento de que las comunidades, en cuanto tales, tienen una responsabilidad en las vocaciones, tanto propias como para todas las formas de vida cristiana. Esto implica una renovación en el estilo de vida que testimonie las raíces de la llamada vocacional. En otras palabras: de la calidad de nuestra vida personal y de la vida comunitaria brotan la intensidad, la vitalidad y la coherencia para testimoniar la opción vocacional.

Ante la llamada crisis de las formas religiosas tradicionales nos encontramos con que cada vez hay menos agentes y canales para la transmisión de la fe cris-tiana. Unida a la cultura predominante, parece que el sustrato espiritual que hacía posible la experiencia religiosa está desapareciendo por completo. ¿No participamos también nosotros de esa crisis de espiritualidad?

Hay un aspecto fundamental que es responsabilidad de las comunidades: el len-guaje. Existe un creciente desajuste entre el lenguaje, el mensaje y la estructura institucional de la Iglesia y la cultura. “La ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo", señalaba con acierto Pablo VI, ya en 1975 (Evangelii Nuntiandi, 18); un drama que, lejos de superarse, se ha ido profundizado en las últimas décadas. Para hacerlo, es necesario anunciar el Evangelio con el lenguaje y la cultura de los jóvenes. Sin duda alguna, esto supone un gran esfuerzo para las comunidades.

La cultura que exalta lo personal y lo individual, que desconfía de las institucio-nes en general y de la institución eclesial en concreto, en lo religioso se resume en el slogan: "Dios sí, Iglesia no". En esta dinámica se va imponiendo una fe "a la carta", sin necesidad de dogmas ni mediaciones institucionales.

Por eso, el reto y la tarea apasionante es acompañar a los jóvenes a superar esta fachada y hacer del interior de vida, pertenencia y eclesialidad algo atracti-vo y merecedor de mención. De esta manera mucho de nuestra vida puede ser alternativa plena ante la insatisfacción: que provoca mucho del entorno social de bienestar, consumo, individualismo... Una manera de convertir nuestra vida “contracorriente" en oferta plausible para los jóvenes. Para ello hay que pensar,


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dialogar y discernir mucho de nuestra vida cotidiana. Porque, siendo sinceros, también nosotros estamos inmersos en el clima de indiferencia religiosa, de tendencia al aburguesamiento, de falta de acogida del amor de Dios y de escasa radicalidad entusiasmo en el seguimiento de Jesús. Sea porque nuestra fe tiene pocas raíces o por la erosión y el desgaste que ocasiona el medio ambiente, lo cierto es que a muchas comunidades nos faltan el arrojo y el coraje de la fe.

De ahí que nazca en muchos el deseo de que todas las comunidades como tales sean realmente favorecedoras de una promoción y acogida vocacional. He aquí un germen más de la renovación de la vida religiosa. Si las vocaciones son consideradas como signo elocuente de la vitalidad de la vida religiosa, la pastoral vocacional ha de ser objetivo prioritario en todos los proyectos y programaciones comunitarias: toda la comunidad debería implicarse en la ta-rea de proponer, acoger, suscitar y discernir vocaciones entre los jóvenes con quienes mantienen contacto y con todos aquellos que lo establecen movidos por el "rumor" que suscita la convivencia comunitaria y sus proyecciones so-ciales y pastorales. Y, como paso previo, lograr contactar con los jóvenes más profundamente.

A pesar de un posible desencanto y desánimo, muchas comunidades siguen clarificando su papel en la animación vocacional, disciernen cómo ser testi-monio, cómo proyectarse e incidir social y eclesialmente, cómo adquirir esa sensibilidad, cómo formarse en este campo pastoral, sobre todo en el acom-pañamiento personal.

¿Cómo está nuestro deseo y voluntad de construir comunidades auténticas, vitales, significativas? ¿Es algo que nos planteamos realmente o hemos tirado la toalla? Lo que transmitimos con nuestras opciones y nuestro estilo de vida ¿expresan realmente nuestro ser comunidad, o más bien la desmienten? ¿No será que a veces formamos comunidades funcionales, encerradas en sí mismas y en las propias cosas y asuntos, y por tanto al margen del contexto de la vida y problemas de los jóvenes? ¿Estamos haciendo camino compartido?

Nos anima que realmente estas preguntas e inquietudes sigan suscitando co-munidades acogedoras y capaces de compartir vida con los jóvenes, dejándose interpelar por las exigencias de autenticidad.

En el documento Nuevas Vocaciones para una nueva Europa, se insiste en este tema: "En un contexto cultural fuertemente volcado sobre las cosas penúltimas e inmediatas, y penetrado del viento gélido del individualismo, las comunidades


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orantes y apostólicas abren a dimensiones verdaderas de vida auténticamente cristiana, sobre todo para las últimas generaciones claramente más atentas a los testimonios que a las palabras" (NVNE 29).

Los jóvenes necesitan centros de referencia en los cuales sentirse acogidos, a gusto, escuchados, libres, queridos y amados. Lugares donde se propicien experiencias fuertes de vida y de Jesús, donde puedan aprender a crecer en itinerarios pastorales y grupales y, personalizados, donde poder aprender a escuchar el dolor del mundo, donde aprendan a comprometerse, y a celebrar, donde puedan experimentar una inserción eclesial saltando las barreras de los tópicos, imágenes mediáticas y las que ponemos los que a ella pertenecemos.

Como comunidades y personas consagradas necesitamos también gestar luga-res donde podamos escuchar a los jóvenes, comprender sus preguntas vitales, sus inquietudes, sus sueños, sus angustias y tristezas. Lugares donde les poda-mos acompañar. Donde podamos "perder el tiempo" con ellos, a su ritmo, que no corresponde normalmente con el nuestro. Donde aprendamos su lenguaje y sus palabras. Porque los jóvenes, siempre sorprendentes, tienen un profundo sentido del amor, de la amistad, de la solidaridad y experimentan una profunda necesidad de interioridad. El "problema" de todo esto es que no existen rece-tas que hagan de nuestras comunidades verdaderas propuestas vocacionales. Lo que sí existe es la necesidad y urgencia de (saber) acompañar a los jóvenes. Sabemos, por realismo, que muchas de ellas no están en condiciones de hacer el esfuerzo. Pero hemos de tener igualmente la conciencia de que somos y tenemos algo bueno y bello que ofrecer.

Para ello es también necesario hacer el "salto" de la espera a la propuesta, de la preocupación a la provocación: La crisis vocacional de los llamados es hoy también crisis de los que llaman, muchas veces escondidos y poco valientes. Si no hay nadie que llame ¿cómo puede haber quien responda? (NVNE 19).

3. LO QUE PODEMOS HACER

Recordamos aquí lo que muchos responsables de pastoral vocacional con-sensuamos hace no mucho y que puede dar pistas concretas de actuación sin dar demasiados palos de ciego. La renovación e impulso comunitario puede empezar desde esta perspectiva, con sentido ¿Qué nos toca a las comunidades en cuanto tales?


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- Programar y cooperar en las actitudes de la PV:

- Aprovechar las actividades de la comunidad para canalizar desde ellas la propuesta vocacional, comenzando por lo sencillo y posible.

- Recordarnos permanentemente que todos somos responsables de la PV en nuestro trabajo.

- Crear un ambiente y una conciencia tal que todos los miembros de la comunidad se impliquen en las actividades vocacionales.

- Discernir las prioridades apostólicas y ordenarlas, quedando siempre a salvo la tarea vocacional.

- Actualizar la formación pastoral de los miembros de la comunidad en el ámbito de la PV.

- Animar y respaldar sobre todo las actividades pastorales de la comuni-dad.

- Estar en contacto con organismos de Pastoral Vocacional de la Iglesia local.

- Favorecer la PV intercongregacional desde la intercomunicación de inicia-tivas y compartiendo recursos en red.

- Animar y estimular a laicos/as, y a agentes de Pastoral en las programa-ciones de PV.

- Promover actividades para dar a conocer al Instituto.

- Ser ella misma un lugar-signo, haciendo de su testimonio el mejor medio de PV.

- Ser, además, un lugar-pedagógico que ayude a quienes realicen su proceso de discernimiento en su decisión vocacional.

- Presentar con fe, alegría y valentía la comunidad como propuesta voca-cional.


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- Promoción del propio instituto junto con los laicos/as el propio carisma y la propia misión.

- Acoger las vocaciones.

- Invitar a quienes están en proceso de discernimiento vocacional a compar-tir, en determinadas ocasiones, la vida, la misión y la oración comunitaria.

- Ayudarles a ir conociendo y clarificando su posible vocación.

- Favorecer y mantener el mejor clima comunitario de apertura, acogida y cercanía personalizada hacia quienes están clarificando su vocación.

- Evaluar la capacidad propositiva y de acogida de la comunidad.

4. RECUPERAR LA UTOPÍA Y LA ILUSIÓN POR LA COMUNIDAD.

La comunidad llega a instalarse en el sueño de los jóvenes como una pro¬puesta de vida. Parafraseando a D. Bonhoeffer, la comunidad cristiana no es un ideal que uno debe realizar. Es, al contrario, una realidad creada por Dios en Cristo en la cual participamos.

Mientras más claro aprendemos a reconocer que el terreno, la fuerza y la promesa de toda nuestra comunidad, es sólo en Jesucristo, más serenamente debemos pensar nuestra comunidad, y orar y esperar en ella. La experiencia de muchos es que, a pesar de todo, la comunidad cristiana sigue siendo un regalo, don y tarea que merece la pena vivir y proponer.

En los interesantes debates y diálogos sobre las orientaciones y opciones ac-tuales de pastoral con jóvenes (pluralidad de opciones, procesos de incorpo-ración, desembocaduras, modelos flexibles de pertenencia e identidad, perso-nalización de procesos, lo nuclear y primordial, etc.) no falta la cuestión de la comunidad.

En el momento actual, tanto en el ámbito social como en el ámbito eclesial, no se percibe un clima que favorezca la invitación a vivir el seguimiento de Jesús en comunidad. Está mucho más potenciado todo lo que tiene que ver con la persona, con el individuo y, al mismo tiempo, con las multitudes. Por eso, re-


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cuperar la ilusión por la comunidad y ser reflejo de la misma es una clave para nuestra vida y pastoral. Eso sí, teniendo claro que cada vocación es específica y por tanto la forma de concreción también lo es. No ayudaría nada en el pro-ceso de crecimiento pedirle a la vida comunitaria de jóvenes que se asemejara a la vida comunitaria religiosa, ni a la inversa tampoco. Es necesario un camino común, pero no tanto un camino de imitación entre ellas. Eso sí, tenemos mu-cho que aprender las unas de las otras y caminar juntas.

Hemos de reseñar, en este sentido que las comunidades juveniles son reflejo del tiempo y sensibles al momento social e histórico que viven: quizá menos ideologizadas, menos militantes, con un umbral de pertenencia poco definido, flexibles, más dadas al compartir que en el hacer, a experimentar, a buscar lo estético.

Algunos sueños jóvenes

Pongo el ejemplo de algunos de los sueños de la comunidad de jóvenes Ixoyé de la Parroquia de Guadalupe de Madrid:

1. Sueños de fraternidad:

-Contemplativa: que siempre esté unida a la raíz del que la dota de sentido. A la escucha del soplo del Espíritu.

- De comunión (común-unión): en la que perdamos el yo y el tú para que aparezca un nosotros. Desde ahí también nos soñamos autónomos y siem-pre interdependientes. En la que comparta, en la que nos dejemos empapar la vida desde la globalidad (afectivamente, económicamente, espiritualmente y en la acción. Corresposablemente con la vida del otro. «Tu me importas y me siento responsable de tu vida» y desde ahí nos ayuda, apoya, cuestiona y potencia en el descubrir y vivir nuestra llamada, nos sostiene en el reino.

- Consciente de que "igual que el amor nos regala así nos crucifica” y “así como os hace prosperar, así os siega", muy llena de realidad. Que se topa con las limitaciones. Que es curranta, inteligente, formada para superar las dificultades que se presenten en el camino.

- Que quiere al otro en lo que fue, es y será. Una fraternidad que nos haga querernos con nuestras miserias y dones.


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- Que es misión. Que nace para ser entregada. Que es la sal. Que no es la fraternidad entre los “elegidos”, los “más guapos” y los “más listos” sino una fraternidad para el mundo.

- Que se goza, que se ríe, que se lo pasa pipa. Soñamos una fraternidad cachonda, la de la fiesta y la alegría. Una fraternidad que nos haga querer estar juntos. También de las cosas sencillas, sin grandes aspavientos. De la ternura y el gesto silencioso, feliz de servir:

- Transmisora de buena esperanza, buena noticia, buen rollo (las 3b´s), que es testimonio vivo del: MIRAD COMO SE AMAN.

2. Sueños de compromiso:

- Participativa y comprometida con la Iglesia, despierta a las llamadas de Dios y a los signos de los tiempos, abogando por una Iglesia comunitaria y corresponsable, sin perder la crítica constructiva y manteniendo la capaci-dad de crecer en la fe guiados por el Espíritu.

- Comprometida con los pobres, despierta a nuestro entorno para detectar las necesidades del prójimo, viviendo de manera integral la misión de ser seguidores de Jesús y trabajar por el Reino.

- En la que nos sintamos agentes multiplicadores de esperanza, felicidad, plenitud y paz, que viva con perspectiva, pero sin descuidar lo pequeño.-Con un compromiso integrado en nuestra vida cotidiana, que vaya más allá de un voluntariado o hechos puntuales.

3. Sueños de celebración:

- Integrada en la vida que la retorne y nos "relance" de nuevo a ella con una nueva mirada,

- Que nos ayude a vivir más profundamente, nos dé fuerzas para enraizar-nos de nuevo,

- Que nos acerque, e invite a los demás y potencie nuestro compromiso con el Reino, integrada en la Iglesia y compartida en la Eucaristía.

- Que nos reubique frente a Dios: que nos haga más pequeños, humildes y


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sencillos, como motor de la vida comunitaria y potenciador de la fraterni-dad.

- Con esperanza y utopía, compartida y acompañada entre todos, vivida con alegría, que sanee nuestras heridas y nos cure, desde los sacramentos y lo cotidiano.

4. Sueños de formación:

- Que nos formemos para ser puente, para estar al servicio.

- Que seamos testigos sabiendo dar razón de nuestra fe.

- Que sepamos formarnos tanto en el plano intelectual y emocional, acer-cándonos a los maestros que ha puesto en nuestro camino.

- Que nos reconozcamos ignorantes y carentes, pequeños, para no perder nuestra dimensión de hombres que nos acerca más a Él.

- Que la formación esté unificada con nuestra vida, y sea apoyo para el resto de nuestros ámbitos.

- Que nos formemos para: conocer el mundo y sus causas, ser instrumen-tos de servicio a los demás, cimentar, profundizar, renovar y argumentar nuestra fe.

Ojalá se cumplan, que nos hagan soñar también nuestras respectivas comunida-des y que todos sepamos acompañar los sueños de Dios. Sueños que necesitan irse haciendo realidad en la pluralidad de situaciones, modos y maneras de comprometerse, cada vez más flexibles.

ROVIRA Alfonso, Jovenes vs comunidades religiosas, en « Todos Uno » 173 (2008) pp. 5-17.


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Bibliografía:

- Los jóvenes y la felicidad. ¿Dónde la buscan? ¿Dónde la encuentran? Javier Elzo, PPC, Madrid, 2006.

- Diccionario de Pastoral Vocacional. Eros Borile, Luciano Cabbia, Vito Mag-no (directores); Luis Rubio (ed. española) Ed. Sigueme, Salamanca, 2005.

- Jóvenes 2000 y religión. González-Anleo, Fund. SM, 2004.

- Jóvenes españoles 2005, J. Elzo Fund SM, 2006.

- Jóvenes e Iglesia: caminos para el reencuentro, J. Joaquín Cerezo y Pedro J. Gómez, PPC, 2006.

- Vida en Comunidad. D. Bonhoeffer, Sígueme, Salamanca, 1985.

- Nuevas vocaciones para una nueva Europa. Documento final del Congreso Europeo sobre las vocaciones, EDICE, Madrid, 1998.


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Pistas para el diálogo:

1. Tras la lectura del artículo, ¿qué te ha parecido lo que el autor trata de expresar en él? Comenta las primeras impresiones que te provoca su lectura atenta.

2. La comunidad en la que te encuentras, ¿está lejos o cerca de lo que el autor expresa al respecto de la “nueva comunidad religiosa” en el apartado segundo?

3. En el apartado tercero, se expone de una manera muy clara qué puede hacer la comunidad religiosa para incrementar su implicación en la pastoral vocacional. La comunidad en la que te encuentras, ¿qué piensas que tiene más asegurado? ¿En qué habría que hacer un poco más de esfuerzo?

4. Para favorecer el alcance de los cuatro sueños de los jóvenes hoy: el de la fraternidad, el de la celebración, el de la formación, el del compromiso, ¿qué tendríamos que hacer, nosotros, religiosos consagrados?


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“La familia primer agente de la pastoral vocacional”

El "Documento de trabajo" que preparaba el Congreso Europeo sobre las vocaciones (mayo 1997), subrayaba que en muchas partes se va tomando con-ciencia de que "una de las fronteras de la profecía... es la de educar"; a la vez se constataba que es éste, el de la educación, uno de los puntos débiles de la pastoral juvenil y vocacional. Para una pastoral vocacional eficaz se necesita una presencia educadora significativa, que sirva de punto de referencia. De aquí que la ausencia de una "mediación educativa" se considera como uno de los princi-pales obstáculos para que se reconozca la presencia de la llamada del Señor y se pueda posteriormente recorrer caminos y procesos vocacionales (nº 70).

Ahora bien, si toda la comunidad eclesial debe sentirse llamada a realizar esta "mediación educativa", una responsabilidad particular está confiada a la familia cristiana, que en virtud del sacramento del matrimonio participa, de un modo propio y original, en la misión educativa de la Iglesia, madre y maestra. La familia cristiana como "Iglesia doméstica", en la bella expresión del Vaticano II (LG 11), ha ofrecido siempre y debería continuar ofreciendo las condiciones necesarias para ser esa "mediación educativa" que favorece el nacimiento y el desarrollo de las vocaciones sacerdotales y religiosas (cfr. Pastores dabo vobis, 41).

De otra parte, nuevos elementos han enriquecido la reflexión reciente sobre el tema de la "vocación", entre los cuales destaca el considerar que cada hombre y cada mujer, por el mero hecho de existir, posee una ''vocación''; es el "pensa-miento providente" del Creador, el "sueño amoroso" de Dios sobre cada cria-tura, que lo quiere distinto y específico para cada viviente; es una propuesta, un proyecto divino a realizar en el devenir de la historia personal e irrepetible. Se trata, pues, de un elemento constitutivo de la persona humana en su ser de creatura "a imagen" del que le ha llamado a la existencia. La consumación más plena del hombre consiste en realizar este proyecto. Nuestra cultura, por el contrario, rechaza esta manera de concebir la plenificación humana; piensa que lo que el hombre debe perseguir con todo ahínco es su mejor "autorrea-lización".

Sin embargo la fe cristiana mirando a Jesús, nos propone la "heterorealización" como plenitud del hombre; Jesús vive continuamente de cara al Padre para cumplir su voluntad (Jn 4,34).


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Estos elementos de la antropología cristiana están abriéndose paso en las con-ciencias de los creyentes; pero falta aún bastante para que constituyan parte de una "cultura vocacional". Por eso el Papa en su discurso a los participantes al Congreso Europeo sobre las vocaciones, les exhorta a un trabajo constante a fin de que se promueva "la nueva cultura vocacional en los jóvenes y en las familias”.

Tomando ocasión de esta recomendación del Santo Padre queremos referir-nos aquí, de un modo particular, a la necesidad de que esta "cultura vocacional" cale en las familias cristianas, para que puedan ser en plenitud esa "mediación educativa" tan necesaria para el nacimiento y el desarrollo de las vocaciones eclesiales. La familia está llamada a ser, por su estructura fundamental, "figura educadora vocacional", ya que en ella surgen los primeros brotes de toda voca-ción, y en ella puede encontrar las condiciones adecuadas para su desarrollo.

Por eso es necesario que la familia tenga conciencia de su propio ser eclesial y pueda así prestar este servicio particular a la Comunidad. Desde el Concilio, la familia es presentada bajo este aspecto comunitario de "Iglesia doméstica". Es el lugar de la presencia de Cristo, espacio de oración, lugar de evangelización y transmisión de la fe. No es, pues, simplemente el espacio de los afectos pri-vados, sino también el ámbito donde se conectan las raíces de la identidad de cada persona: la pertenencia a la intimidad de los afectos familiares, más cerca-nos y estrechos, y la pertenencia a la Iglesia y al mundo. Por eso está llamada a ser un "lugar pedagógico vocacional". El amor entre los miembros de la familia, como comunidad de amor, salta los límites del hogar para hacerse fraterno y universal, integrándose en la comunidad de los hijos de Dios, convocados por el Padre en una comunidad de vida para realizar el Reino de Dios. Donde exis-te esta dinámica de fraternidad y solidaridad familiar es fácil escuchar la invita-ción al seguimiento de Jesús en un servicio específico a la Comunidad eclesial; es posible superar las barreras del individualismo y dar espacio a la escucha y al desarrollo de un "proyecto de vida" que considere como posible la vocación religiosa o sacerdotal.

La realidad es que la familia durante mucho tiempo ha tenido una importancia decisiva en el origen de muchas vocaciones religiosas. Se trata, la mayor parte de las veces, de una influencia indirecta a través del ambiente que en ella se res-pira y de la vivencia de ciertos valores humanos y cristianos. Al cultivarse acti-tudes como la comprensión, acogida, cariño, espíritu de servicio, abnegación, fidelidad, religiosidad... es posible que surja la pregunta ¿qué quiere Dios de mí? La familia proporciona a sus hijos dos elementos básicos en la maduración de la


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persona, y por tanto también en la vocación: un clima-ambiente de relaciones humanas profundamente sano, y un sistema de valores claramente cristiano.

UNA MIRADA A LA REALIDAD FAMILIAR

Todo lo que hemos dicho hasta aquí, ha sido una realidad en muchos países de los que se suele llamar primer mundo; y decimos "ha sido", porque hoy, al inicio del nuevo milenio, no se pueden hacer las mismas afirmaciones, o por lo menos con la misma universalidad.

Para nadie es una novedad el constatar que en nuestro mundo y cultura oc-cidental hay una crisis vocacional. Es cierto que en este cuadro global existen luces y sombras, y que no se pueden hacer generalizaciones que podrían ser contestadas desde situaciones particulares; pero lo que nadie podrá negar es la afirmación de que todavía no se ha remontado la crisis vocacional en bastantes países de Europa y América del Norte, donde los Seminarios y los Noviciados no reciben el número de candidatos que serían necesarios para suplir las bajas por defunción.

Por otra parte, no es fácil esquematizar las causas de esta disminución; el fe-nómeno es bastante complejo y se resiste a una simple descripción de sus características. Una cosa, sin embargo, parece cierta: entre las causas de este complejo proceso no puede quedar fuera el cambio en la configuración y con-tenido que la institución familiar ha sufrido en estos países durante los últimos años.

Los estudios especializados concluyen en la siguiente afirmación: no podemos hablar de la familia como de un grupo humano uniforme e idéntico en su modelo, sino que se ha configurado en modelos múltiples y a veces, incluso, contrarios. Se han generado nuevas pautas de comportamientos y cambios notables en los "hábitos familiares", que han dado lugar a nuevos estilos de convivencia familiar .

La familia, en los países de nuestro entorno cultural, tiende a consolidarse como una realidad secularizada; ya no es una realidad íntimamente relaciona-da con lo religioso, y aparecen con frecuencia formas alternativas a la familia canónica: parejas de hecho, uniones sentimentales... En resumen, la familia ha sufrido en los últimos años cambios rápidos y profundos que, aunque son di-ferentes de unos países a otros, tienen características comunes, tales como: menos miembros, cambio de sistema de valores tanto de los padres como de


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los hijos, disminución de los valores éticos, morales y religiosos, ausencia de la madre en el hogar a causa de su inserción en el mercado del trabajo, falta de estabilidad debido al aumento de las separaciones y divorcios.

Todo este conjunto de circunstancias ha supuesto un cambio importantísimo en lo que la familia significaba para la motivación vocacional. La familia ha deja-do de ser semillero de vocaciones, como lo fue en muchos países en tiempos pasados.

Los cambios sociológicos que hemos enumerado de una manera global más arriba, constituyen la causa principal de esta disminución de vocaciones de procedencia familiar. Sin embargo, parece necesario extendernos un poco más en algunas de ellas.

El factor demográfico ocupa un lugar importante entre las causas de origen familiar del descenso de vocaciones. Un dato constatable es que las vocaciones florecen más en las familias numerosas. Pero las familias son cada vez menos numerosas. La evolución decreciente de la tasa de natalidad y del número medio de hijos por mujer en los países de la Unión Europea, por ejemplo, es constante, y en ella se encuentran los países de más baja natalidad del mundo (Italia y España).

Pero además de estas razones demográficas, existen otras de índoles ideológi-cas y religiosas que propician el declinar de la familia como agente vocacional.

La cultura postmoderna que sobrevalora el éxito y la eficacia, a la vez que fomenta la mentalidad consumista y pragmática ha calado fuertemente en la familia; los padres se niegan a aceptar la vida religiosa o sacerdotal para sus hi-jos (su hijo/a) porque son opciones de vida no rentables. En este sentido se ha operado un cambio de valoración importante en el seno familiar respecto a la posible vocación sacerdotal o religiosa de los hijos. El crecimiento económico ha supuesto que los padres desean para sus hijos lo que consideran mejores condiciones materiales y ciertamente la perspectiva vocacional no lo es.

En las familias la consideración social de los sacerdotes y religiosos ha cam-biado también notablemente; antes se consideraba como un cierto prestigio social, tener un hijo o una hija religiosa o sacerdote; hoy, ha desaparecido tal consideración. Los medios de comunicación social han contribuido fuertemen-te al deterioro de la imagen de los sacerdotes y religiosos en el seno familiar.


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Es necesario reconocer al mismo tiempo el lado positivo que tiene este nue-vo comportamiento, en cuanto supone una mayor libertad en la elección; sin que por ello dejemos de reconocer la repercusión negativa que este ambiente materialista tiene en el nacimiento y aceptación de la vocación en el ambiente familiar.

Con frecuencia cuando en una familia los padres saben que el hijo o la hija tiene planteada la pregunta sobre la vocación religiosa, lo que antes veían con bue-nos ojos, participar en la comunidad cristiana, prestar servicios desinteresados de voluntariado... pasa a ser prohibido, bajo pretexto de que va a descuidar los estudios. Desgraciadamente, sin caer en la cuenta que al prohibirle asumir experiencias de gratuidad y servicio asequibles a su edad, le están privando de una experiencia decisiva, no ya para la vida religiosa, sino para que pueda ser una persona consciente de que en el mundo no existe sólo él, una persona que cultiva valores profundamente humanos y espirituales en una sociedad en que cada día estos valores pierden terreno.

La cultura actual caracterizada por cultivar sólo los compromisos a corto pla-zo, y el alto índice de rupturas matrimoniales son estímulos constantes para que los jóvenes no se comprometan de por vida en el seguimiento de Jesús en la vocación religiosa. Hoy cuando disminuyen las vocaciones, crece el número de jóvenes generosos que desean emplear algunos meses o incluso años de su vida en servicios de asistencia social en el tercer o cuarto mundo; pocos en cambio, se sienten atraídos y con fuerzas para comprome¬terse en un estilo de vida que comporte un compromiso perpetuo.

No deja de ser llamativo que familias que se confiesan cristianas, e incluso practicantes, sean con frecuencia obstáculo a la vocación de sus hijos. Así lo recoge en varias ocasiones el documento de trabajo preparatorio del Congre-so Europeo sobre vocaciones (mayo 1997): "no son pocas las familias cristianas -a tenor de los datos registrados en el momento de ingreso en los seminarios y noviciados que se oponen o no aprueban la opción vocacional de los hijos, sobre todo, si es para la vida religiosa" (nº 37; también nn. 31,61).Exponemos a continuación algunas razones de carácter religioso que pueden ser causa de este tipo de comportamientos, que ha hecho que las familias no puedan ya ser consideradas como cauce primario de vocaciones eclesiales.

Con frecuencia la primera razón se da, paradójicamente, en familias compro-metidas en diversas instituciones eclesiales. El énfasis creciente sobre la res-ponsabilidad de los laicos en la Iglesia, lleva a bastantes jóvenes a realizar su


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compromiso cristiano como laicos, sin preguntarse con total sinceridad dónde quiere Dios ser servido. Y no faltan padres de familia que ante la insinuación de un hijo de que se está planteando la cuestión vocacional, reaccionan diciendo que hoy "lo que la Iglesia necesita son laicos comprmetidos", o que "el futuro de la Iglesia depende de los laicos"... Antes, la vida religiosa o el sacerdocio pa-recían ser el único camino para entregarse al servicio del Señor o del prójimo; y estaba extendida la idea de la vida religiosa como único camino de perfección. Hoy, al contrario, se dice frecuentemente entre familias de un cierto compro-miso eclesial, que también en el matrimonio y en el mundo se puede aspirar a la santidad y servir a la Iglesia.

Ciertamente, no están fuera de razón estas afirmaciones y respuestas, pero a la vez debemos confesar que reflejan una cierta confusión y una falta de for-mación en lo que se refiere a la identidad de la vocación religiosa y sacerdotal. Quizás como reacción a una insistencia desproporcionada de tiempos pasados sobre el valor y la importancia del ministerio sacerdotal y de la vida religiosa en la Iglesia, se ha pasado a considerar más o menos abiertamente que el laicado es una forma de vida superior o más en consonancia con las circunstancias actuales.

Pero tal vez esta situación está reflejando la falta de claridad en el pueblo de Dios sobre el papel y la identidad de la vida religiosa en la comunión eclesial. Así lo reconoce la exhortación postsinodal "Vita Consacrata" cuando afirma: "en estos últimos años se ha advertido la necesidad de explicar mejor la iden-tidad de los diversos estados de vida, su vocación y su misión en la Iglesia" (nº 4). Esta mejor explicación de la identidad de los diversos carismas en la Iglesia, no tiene como finalidad sólo el aclarar conceptos teológicos, sino sobre todo instruir al pueblo cristiano, haciendo así que los diversos carismas sean más útiles a la misión de la Iglesia, al poner de relieve su peculiaridad como dones del Espíritu.

En este apartado de razones de carácter religioso que han erosionado el papel de la familia con relación a las vocaciones, no podemos dejar de mencionar el proceso de secularización al que está sometida la familia en nuestro mundo occidental. Podemos decir que está soportando una doble dinámica: de una parte, la familia cada día se hace menos practicante, aumentando el número de las que se confiesan indiferentes o incluso agnósticas; y por otra, muchos padres creyentes no consiguen transmitir su fe a los hijos; se encuentran inca-paces de mantener un ambiente cristiano en el seno del hogar; ellos han con-servado las práctica religiosas, pero los hijos, una vez pasada la adolescencia, las


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abandonan. Así muchos jóvenes no reciben una adecuada formación religiosa y espiritual, lo que conlleva la imposibilidad de captar el significado de la vida religiosa y en consecuencia el acoger la llamada del Señor.

UNA MIRADA DE ESPERANZA

El cuadro descrito nos invita excesivamente al optimismo, y si embargo to-davía queda un espacio para la esperanza. Es cierto, la familia, siendo la más universal y básica de las instituciones humanas, se ve íntimamente afectada por los profundos cambios que se están produciendo en este final y comienzo del milenio; cambios tan significativos como son los de carácter social, religioso, económico, político, cultural... Pero precisamente por ser la unidad básica de la sociedad, siempre ha sobrevivido a pesar de las crisis y de las dificulta-des de todo tipo. La familia está en un momento de búsqueda de un nuevo sistema de valores que integre aquellos que se consideran perennes y los que se abren camino en este período de transformación y cambio por el que está pasando.

La familia se encuentra ya en el proyecto creador de Dios; es la sabiduría de los viejos textos veterotestamentarios la que proporciona los grandes rasgos del proyecto creador de Dios que culmina en la creación del hombre, varón y mujer; un "nosotros" que pluraliza el ser del hombre creado a imagen y se-mejanza de la pluralidad unitaria del Dios uno y trino. El Concilio Vaticano II deduce del hecho de la creación del hombre la paternidad divina (GS nº 24,10), extendida a todos los hombres considerados como una gran familia, la familia de Dios. Consecuentemente, la estructura familiar es esencial a la sociedad y se encuentra en ella desde los orígenes. La fraternidad humana como miem-bros de una sola y verdadera familia no es una consideración utópica, sino una realidad del ser humano . El Concilio también ha considerado la familia desde la nueva situación en que toda la realidad se encuentra desde la encarnación del Verbo en Jesucristo. La familia cristiana es considerada desde una comprensión eclesial como "iglesia doméstica", y así será presentada por el Magisterio de Pablo VI y Juan Pablo II.

Desde una perspectiva tanto sociológica como teológica, la familia, pues, se muestra como una institución perenne que ha sobrevivido a los más variados cambios sociales.


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Sobre esta base se debe apoyar la reflexión y la praxis pastoral en torno a la familia como "cauce vocaciona!", como agente primario de la pastoral vocacio-nal. La tentación más fácil ante la realidad actual que hemos presentado, sería la de aceptar que no se puede contar ya con la familia como un cauce vocacional y la de no esforzarse por recuperar su papel de "mediación educativa" para el nacimiento y el desarrollo de las vocaciones. Sin embargo, es necesario reac-cionar ante tal tentación y, como he sugerido al inicio de estas páginas, tener presente que la familia está llamada a ser "figura educadora vocacional"; por su parte la pastoral deberá hacer lo posible porque lo sea realmente.

Aquí juega un papel fundamental la convicción de que toda pastoral es, debe ser, originariamente pastoral vocacional. Así se expresa el documento final del Congreso Europeo sobre las vocaciones: "decir vocación es tanto como decir dimensión constituyente y esencial de la misma pastoral ordinaria, porque la pastoral está desde los comienzos, por su naturaleza, orientada al discerni-miento vocacional. Es este un servicio prestado a cada persona, a fin de que pueda descubrir el camino para la realización de un proyecto de vida como Dios quiere, según las necesidades de la Iglesia y el mundo de hoy" (nº 26).En el caso de la familia, la pastoral familiar deberá ayudarles a descubrir un as¬pecto de su vocación específica, la de colaborar con la gracia en la creación de un ambiente tal que los hijos puedan situarse libremente ante el proyecto de Dios sobre sus vidas; como "iglesia doméstica" deberá sentir el desafío de provocar en su interior la escucha de la llamada de Dios, la acogida del don ofrecido y la aceptación de la responsabilidad en orden a comprometerse con la voluntad divina.

En este sentido, el documento preparatorio del Congreso Europeo sobre las vocaciones sugería que es necesario ayudar a las familias cristianas para que lleguen a ser conscientes de su insustituible responsabilidad en la Iglesia, como el lugar más apropiado para el origen y crecimiento de la vocación. Tal vez es posible que a las familias no se les pida que nor-malmente hagan la propuesta vocacional, sino que creen el clima de fe que garantice la libertad de los hijos frente a las opciones de vida (nº 62).

Pero esto supone que la pastoral general, y en particular la pastoral familiar, ha integrado la pastoral vocacional como objetivo propio, como he sugerido más arriba. En realidad si la pastoral no llega a poner al oyente ante la pregunta ¿qué debo hacer?, no es pastoral cristiana; la pastoral deberá actuar de tal modo que manifieste de manera clara que Dios tiene un proyecto y un don para cada hombre, y suscite un deseo de respuesta y compromiso personal. La pasto-


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ral familiar, pues, debe educar gradualmente a los padres a ser los primeros animadores y educadores vocacionales, como parte integrante de su papel de educadores en la fe de sus hijos.

La vocación es un don gratuito de Dios, pero según el plan divino es necesaria la colaboración del hombre; por ello pienso que se puede afirmar que en el futuro las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa, no estarán garantiza-das, humanamente hablando, mientras no tengamos familias cristianas con clara conciencia eclesial de su responsabilidad evangelizadora, es decir, familias don-de se integran la calidad de relaciones intrafamiliares, y la sensibilidad para los valores humanos y espirituales de las jóvenes generaciones con la dimensión de la fe cristiana.

En estos ambientes familiares no será difícil que surja la pregunta sobre la con-creción del proyecto de Dios sobre cada persona, y el deseo de responder a él. Se considerará la vocación de un hijo o una hija como una situación de gracia para la familia; en ella se aprende¬rá algo que sale fuera de los esquemas nor-males del "sentido común", y que sólo desde la fe y la sintonía con el evangelio puede comprenderse. En este clima será posible superar también la tentación, tan presente hoy, de querer asegurar el futuro de los hijos; por ejemplo, la tentación de algunos padres de persuadir al hijo con vocación, que acabe los estudios antes de entrar en el noviciado o en el seminario; así, se dice, tendrá algo "seguro" si fracasa en la vocación religiosa. En realidad se intenta asegurar el futuro del hijo, su felicidad, si tenerle en cuenta. Sin mala voluntad, es un modo de alargar los tiempos con la esperanza inconsciente de que no se lleve a término el deseo vocacional.

Una pastoral familiar que integre la dimensión vocación deberá educar tam-bién a los padres a dialogar con los hijos sobre sus concepciones religiosas y el modo de entender el segui-miento de Jesús. Con frecuencia en el seno de las familias cristianas existe una ruptura o foso generacional en el campo de lo religioso entre padres e hijos.

De esta simple descripción, creo que se debe sacar una conclusión muy im-portante: los animadores de la pastoral vocacional de los Institutos religiosos y de las diócesis deberían tomar más consciencia de la importancia que tiene la familia para la promoción vocacional, y en consecuencia deberían crear más amplias relaciones de colaboración con los muchos movimientos especializa-dos que existen hoy de pastoral familiar. Algunos estudios sociológicos indican que aquellos Institutos religiosos que tiene en su entorno una buena pastoral


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familiar, van viendo aumentar, aunque todavía tímidamente el número de voca-ciones. Por otra parte, ya existe una realidad prometedora en las Comunidades Neocatecumenales y de la Renovación Carismática, donde como es conocido, se cultiva mucho la pastoral familia.

Otra conclusión va en la línea ya apuntada, de la necesidad que hay de dar a la pastoral un claro planteamiento vocacional. El Documento final del Congreso Europeo sobre las vocaciones lo subraya fuertemente (nn. 26ss), llegando a afirmar que "la pastoral vocacional es, hoy, la vocación de la pastoral: constitu-ye, quizá, su objetivo principal, como un desafío a la fe de las Iglesias de Europa. La vocación es problema grave de la pastoral actual".

Pero tales declaraciones y recomendaciones no dejan de ser todavía buenas intenciones, en la mayoría de los casos. Se necesita una acción conjunta, de toma de conciencia en primer lugar, para continuar con un programa bien definido donde se proyecten realizaciones concretas en los diversos aspectos de la pastoral.

Termino con unas vigorosas recomendaciones del citado Documento: "Si la pastoral en general es 'llamada' y espera, hoy, ante este desafío, debe ser pro-bablemente más valiente y leal, más explícita para llegar al interior y al corazón del mensaje-propuesta, más dirigida a la persona y no sólo al grupo, más hecha de compromiso concreto y no de vagos reclamos a una fe abstracta alejada de la vida".

No faltarán las dificultades, pero ciertamente hay un espacio para mirar a la familia con esperanza de que vuelva a ser el agente primero de la pastoral vo-cacional.


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Pistas para el diálogo comunitario

1. Comenta las primeras impresiones que te surgen tras la lectura del documento.

2. La familia es una realidad de gran interés para la pastoral vocacional, ya que se presenta como un agente que puede contribuir con la creación de la “cultura vocacional”. ¿Qué descubres de positivo en las familias actuales? ¿Qué carencias hay en ellas?

3. Sobre los cuatro factores que el autor cita como agentes contrarios para que la familia sea una realidad colaboradora de la pastoral vocacional, ¿cuál crees que es el más incisivo?

4. Urge involucrar a la familia en la pastoral. En nuestra realidad local, ¿qué estamos haciendo ya? ¿qué nos falta?


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“Estudio del plan inspectorial de animación vocacional”

Objetivo

- Estudiar en la comunidad salesiana el nuevo Plan de Animación Vocacional, aprobado por el CI 07.- Diseñar entre todos los miembros de la comunidad la forma de ejecutar el PIAV en la Casa.

Desarrollo de la reunión

1. Esta reunión está pensada para una hora o una hora y media. Tiene como finalidad el que todos los salesianos de la comunidad puedan conocer más de cerca el nuevo PIAV y tomar conciencia de la necesidad de trabajar conforme a las líneas que él nos indica.

2. El Director, animador de la reunión de comunidad semanal, cuenta con este sencillo subsidio para poder dinamizar el encuentro de los hermanos.

3. La semana anterior a la reunión, cada uno de los hermanos deberá con-tar con una copia del PIAV, con objeto de que pueda ser leído y estudiado de forma personal.

4. El día de la reunión, el Director puede hacer una breve presentación del documento. Para llevar a cabo esto, puede preparar él un esquema; o bien, usar el que se envía en la carpeta, en formato digital, en power point.

Una vez hecha la presentación, se puede establecer un diálogo entre todos. Las siguientes pistas de reflexión pueden guiar la conversación:

1. Impresiones generales que provoca en cada uno de nosotros este do-cumento.

2. El PIAV va dirigido a SDB y a los laicos más comprometidos de la CEP.¿De qué manera podemos implicar a los laicos en la AV? ¿Cómo podemos hacer llegar a los laicos más implicados en la labor educativa de cada casa este plan?


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3. Teniendo presente la realidad sociocultural en la que se encuentran los jóvenes hoy, ¿creemos que es posible hacer la propuesta vocacional explíci-ta, de vida consagrada salesiana?4. En la AV, la comunidad salesiana juega un papel de especial relevancia. En el nº 14 se afirma que el testimonio de los salesianos es un referente para los jóvenes. ¿Cómo pueden ser nuestras comunidades más significativas, desde el punto de vista vocacional?

5. En la parte tercera del documento, se expone un plan de actuación. En él se expresa, con claridad, la manera de organizarse en la AV así como las responsabilidades de cada uno. En lo que se refiere a lo local, ¿cómo se puede llevar a cabo en esta casa?

Conclusión

Después del diálogo, la reunión puede acabarse sacando algunas conclusiones operativas.

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«ADORACIONES EUCARISTICAS»


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“Enviados a ser signos del amor de Dios a los jóvenes”

1.- Monición inicial.

«La presencia de la Eucaristía en nuestras casas es para nosotros, hijos de Don Bosco, motivo para visitar frecuentemente al Señor. De Él sacamos dinamismo y constancia en nuestro trabajo por los jóvenes» (Const. 88).

En esta tarde, con nuestra oración ante el Santísimo, vamos a renovar nuestro compromiso de fidelidad a Dios y a Don Bosco, quien gastó su vida en favor de la juventud más necesitada.

2.- Canto inicial: «Hombres nuevos»

DANOS UN CORAZON, GRANDE PARA AMAR. DANOS UN CORA-ZON, FUERTE PARA LUCHAR.

1. Hombres nuevos, creadores de la historia constructores de nueva hu-manidad. Hombres nuevos que viven la existencia como riesgo de un largo caminar.

2. Hombres nuevos luchando en esperanza, caminantes, sedientos de ver-dad. Hombres nuevos sin frenos ni cadenas, hombres libres que exigen libertad.

3.- Oración de adoración

P: Dad gracias al Señor porque es bueno.

T: Porque es eterna su misericordia.Gloria al Padre, al Hijo ....

P: Señor, tu bendices y santificas a quienes confían en ti. Salva a tu pueblo y bendice a tu heredad.

No nos abandones, pues reunidos en oración

Adoración Eucarística

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ponemos en ti nuestra esperanza.Protege con tu luz a los que llamas a tu servicioy dales fuerza en las dificultades.

Por JNS.

4.- Salmo 104

Monición

Dios es el Señor de la historia y de nuestras vidas. Ante su presencia, sólo podemos entonar una alabanza, reconociendo la bondad de este Dios que se ha fijado en nosotros y nos ha escogido para ser colaboradores de su obra de salvación.

Sol. 1: ¡Alma mía, bendice a Yahveh! ¡Yahveh, Dios mío, qué grande eres!

Sol. 2: Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz como de un manto,tú despliegas los cielos lo mismo que una tienda, levantas sobre las aguas tus altas moradas; haciendo de las nubes carro tuyo,sobre las alas del viento te deslizas;Sobre sus bases asentaste !a tierra, inconmovible para siempre jamás.

Todos: Bendice, alma mía, al Señor, bendice al Señor, bendice al Señor. y todo mi ser a su santo nombre bendice al Señor, bendice al Señor.

Sol. 2: Haces manar las fuentes en los valles, entre los montes se deslizan;a todas las bestias de los campos abrevan, sobre ellas habitan las aves de los cielos.

Sol. 1: De tus altas moradas abrevas las montañas, del fruto de tus obras se satura la tierra;la hierba haces brotar para el ganado,y las plantas para el uso del hombre,para que saque de la tierra el pan,y el vino que recrea el corazón del hombre,


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Todos: ¡Alma mía, bendice a Yahveh!¡Yahveh, Dios mío, que grande eres!

Sol. 2: Hizo la luna para marcar los tiempos, mandas tú las tinieblas, y es la noche, en ella rebullen todos los animales de la selva.

Todos. Bendice, alma mía, al Señor, bendice al Señor, bendice al Señor. y todo mi ser a su santo nombre bendice al Señor, bendice al Señor.

Sol. 2: Cuando el sol sale, se recogen,y van a echarse a sus guaridas;el hombre sale a su trabajo, para hacer su faena hasta la tarde.

Sol. 1: ¡Cuán numerosas tus obras, Yahveh! Todas las has hecho con sabiduría. de tus criaturas está llena !a tierra.

Sol. 2: Todas ellas de ti están esperando que les des a su tiempo su alimento: abres tu mano y se sacian de bienes.

Todos: A Yahveh mientras viva he de cantar, mientras exista salmodiaré para mi Dios. ¡Bendice a Yahveh, alma mía!

5.- Lectura evangélica: Mt 6, 25-26.33-34

«Por eso os digo: no andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fijaos en las aves del cielo, ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y sin embargo vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? (...) Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás. No andéis preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán».

6.- Oración - meditación ante el Santísimo.

7.- Oración de alabanza.

Monitor: Bendito eres, Señor, Dios de nuestros padresTodos: A tí gloria y alabanza por los siglos.


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M: Bendito tu nombre, santo y glorioso:T: A él gloria y alabanza por los siglos.

M: Bendito eres en el templo de tu santa gloria:T: A tí gloria y alabanza por los siglos.

M: Bendito eres en la bóveda del cielo:T: A tí gloria y alabanza por los siglos.

M: Bendito eres por el mar y la tierra que has creado:T: A tí gloria y alabanza por los siglos.

M: Bendito eres por es sol y la luna que nos dasT: A ti la gloria y la alabanza por los siglos.

8.- Bendición eucarística.

9.- Oración

Señor Padre santo,Tú que invitas a todos los fielesa alcanzar la caridad perfecta,pero no dejas de llamar a muchospara que sigan más de cerca las huellas de tu Hijo. Concede a los que tu quieres elegircon una vocación particularllegar a ser, por su vida,signo y testimonio de tu Reinoante la iglesia y el mundo.

PJNS

10.- Oración conclusiva

Padre de todos los hombres, te pedimos que, a imitación de don basca, sepa-mos entregar todas nuestras energías en favor de aquellos más necesitados de entre nosotros, en especial los más jóvenes, y sepamos infundirles la esperanza de un mundo nuevo que construiremos con nuestro esfuerzo. Te lo pedimos por J.N.S.


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11.- Canto final: «Santa María del camino»

1. Mientras recorres la vida tú nunca sólo estás, contigo por el camino Santa María va.

VEN CON NOSOTROS AL CAMINAR SANTA MARÍA VEN. (bis)

2. Aunque te digan algunos que nada puede cambiar,lucha por un mundo nuevo, lucha por la verdad.


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“Para mí la vida es Cristo”

1. Motivación inicial.

Cristo es el centro de gravedad, el sentido último y la meta de nuestra vida. Vamos a dirigirnos a Él, presente en el pan, para pedirle especialmente que, igual que a nosotros su persona viva fascine a muchos jóvenes para que quieran seguirle como salesianos de Don Bosco.

2.- Canto de entrada: «Creo en Jesús»

CREO EN JESÚS, CREO EN JESUS, EL ES MI AMIGO,ES MI ALEGRIA EL ES MI AMOR.CREO EN JESUS, CREO EN JESUS, EL ES MI SALVADOR.

El llamó a mi puerta,me invitó a compartir su heredad;seguir a su ladollevar su mensaje de paz.

Ayudó al enfermoy le trajo la felicidad;defendió al humilde,combatió la mentira y el mal.

3. Oración de adoración.

P: El señor de la paz que nos invita a vivir testimoniando la alegría de la resu-rrección esté con todos vosotros.

T: Y con tu Espíritu.

P: El Señor que ha suscitado a Don Bosco y a sus hijos para bien de los jóvenes, guíe nuestros pasos según el espíritu de las bienaventuranzas.

T: A ti, Señor, gloria y alabanza por los siglos.

Lector 1: Señor, Dios Todopoderoso, Jesucristo,Tú eres la paz verdadera y el centro de nuestra vida.


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Sobre el altar de la cruz te ofreces a ti mismocomo sacramento de amor y reconciliación.

Lector 2: En este otro altar,Te nos das como alimento santo de vida eternay nos unes con el vínculo eterno de tu amor.

P: Ilumina, con la luz de tu paz, nuestro ser;Purifica nuestra mente con tu amor de misericordia.Llena nuestra existencia y conviértete en nuestro único Señor; y haznos buscar siempre los senderos de la paz,para ser un día acogidos en la alegría sin fin,cuando vengas a premiar a tus amigos,a los que has nutrido con tu cuerpo y sangre.

T: Amén.

4.- Recitación coral de la Palabra: Flp 3,7-14

Hemos dejado todo por Jesús, y nos hemos entregado a Él. Es el valor absolu-to, el único imprescindible: sólo El basta.

Coro 1: «Todo lo que para mí era ganancia lo consideré pérdida comparado con Cristo; más aún, todo lo estimo pérdida comparado con la excelenciadel conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.

Coro 2: Por ello perdí todo, y todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo y existir en El, no con una justicia mía, la de la ley,sino con la que viene de la fe en Cristo,la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.

Coro 1: Para conocerlo a Él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte,para llegar un díaa la resurrección de entre los muertos.

Coro 2: No es que ya haya conseguido el premio, o que ya esté en la meta:yo sigo corriendo a ver si lo obtengo,pues Cristo Jesús lo obtuvo para mí.


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T: Olvidándome de lo que queda atrásy lanzándome hacia lo que está por delante,corro hacia la meta, hacia el premioal que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús.»

5.- Salmo cantado: «El Señor es mi luz» (salmo 26)

El Señor es mi luz y mi salvación;¿A quién he de temer? ¿Quién me hará temblar?

EL SEÑOR ES MI LUZ Y MI SALVACION;¿A QUIEN HE DE TEMER? ¿QUIEN ME HARA TEMBLAR?

Una cosa buscaré: habitar con Elpor toda la vida y gozar su paz. (bis)

Me dice el Señor: «Mi rostro buscad». Viviré en tu morada. Buscaré tu faz (bis)

Yo confío en disfrutar de la dicha del Señor, viviré de su vida, gozaré su amor (bis).

6.- Lectura evangélica: Mt 22, 35-40

Monición

Lo más importante es amar al Señor, y en El, a los jóvenes, a los hermanos. Una tarea hermosa que deseamos compartir con muchos. Un camino difícil en el que no estamos solos, porque Jesús es nuestro amigo, hermano y compa-ñero.

Uno de ellos, experto en la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: - Maestro, ¿cuál es el mandamiento más importante de la ley?

Jesús le contestó:

- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primer mandamiento y el más importante. El segundo es


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semejante a éste: Amarás al prójimo como a ti mismo. En estos dos manda-mientos se basa toda la ley y los profetas.

7.- Oración ante el Santísimo.

8.- Oración litánica.

P: Cristo con su Palabra es para nosotros reconciliación y paz. En Él confiamos, pues nos alimenta con pan de vida eterna. T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lector: Tú has hecho de nosotros un Pueblo santo, derribando el muro del pecado. T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lector: Tú nos has transformado en hombres nuevos, dándonos tu paz.T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lector: Tú has venido a anunciar la liberación de los oprimidos.T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lector: En ti se vigoriza nuestra existencia.T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lector: Juntos te pedimos que habites en nuestros corazones.T: Señor, tú eres nuestra vida.

Lectura Espiritual

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«LECTURA ESPIRITUAL»


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“El imaginario colectivo juvenil de la vida consagrada”

Quisiéramos ahora describir muy brevemente cómo se percibe la vida religiosa hoy en el mundo juvenil; qué imagen se tiene de ella; qué es lo que ella evoca en el imaginario colectivo de los jóvenes de esta generación; a qué símbolos está vinculada; cuáles son sus más significativos representantes; qué idea del ser humano supone; qué realizaciones y felicidades puede consentir; qué relación se ve entre la vida consagrada y la propia humanidad.Procedamos por puntos esenciales, tipo flash, deducidos del análisis anterior. Pero, digámoslo enseguida, en este imaginario colectivo de la generación ju-venil emerge un diseño notablemente complejo y ambivalente de la vida con-sagrada, de tintes en claroscuro, donde la constatación de lo real, concuerda o se enfrenta, según los casos, con la manera un poco soñadora, típica de los jóvenes, de proyectar y pensar el futuro.Este capítulo se refiere expresamente a la fase de animación vocacional.1. Una desconcertante ignorancia.

El primer dato es un poco desconcertante: la vida consagrada no es conocida por lo significa; es percibida de manera confusa y sin distinguirla con respecto a la opción sacerdotal, o según banales estereotipos y lugares comunes, cuan-do no a través de falsas pre-comprensiones y prejuicios. Hay una especie de diafragma que parece impedir la comunicación entre vida consagrada y mundo en general, entre vida consagrada y mundo juvenil en particular, que hace de la vida consagrada un objeto misterioso y difícilmente identificable.Es sorprendente pensar que en la era de la comunicación no estemos en con-diciones de comunicarnos, de dar razón de nosotros mismos y de nuestra esperanza en términos accesibles a la cultura de hoy, con lenguaje «juvenil». El problema, evidentemente, no se relaciona sólo con la capacidad de decir con palabras lo que se vive, sino que hay que hacerlo con toda la vida, que debería hacerse comunicación de la belleza, luz que ilumina, palabra que crea diá-logo y elimina distancias, esas distancias que al parecer siguen todavía hoy entre el mundo juvenil y el mundo religioso.

2. Una imagen un poco triste

De la vida consagrada, el joven de hoy tiene una idea en la que a menudo se subraya y enfatiza la vertiente negativa, el aspecto de la renuncia y el sacrificio, la mortificación y la ascética. Esta imagen, sin duda, es heredada del pasado,

Lectura Espiritual

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pero también está ligada al testimonio no siempre ni precisamente gozoso que logramos dar en nuestros días. Es cierto, por lo demás, que el sepulturero no ha entusiasmado nunca a nadie para que lo siga, y que «el lugar de los muertos» o shéol no ha sido nunca un destino codiciado por individuo alguno.Pero es un hecho que los jóvenes de hoy piensan en la vida consagrada como en una situación esencialmente asociada no con la felicidad o con el sentido de plenitud y autorrealización, sino más bien con una cierta tristeza y autonega-ción, que llega a privar al hombre de experiencias que serían irrenunciables.(Pensemos, por ejemplo, en el voto de castidad, que de hecho es marginado por el propio animador vocacional en los planos y en los contenidos de la animación vocacional, y se mantiene casi escondido para no desanimar a nadie en el punto de partida... ¿Qué educador tiene hoy la valentía de hablar de la belleza de la castidad?).

Religiosos menos hombres, religiosas menos mujeres, o con una personalidad desteñida, son los responsables de este decaimiento de la imagen o de esta distorsión perceptiva.

3. «... ¿Acaso vale la pena?»

Estrechamente unida a esta idea un poco lúgubre y, en la vertiente positiva, con el rescate de la vocación del laico, es hoy evidente también una cierta descon-fianza juvenil respecto de la vida consagrada, desconfianza que se expresa más o menos así: «¿Acaso es realmente necesario escoger este camino, con todos los sacrificios que conlleva (¡y son notables!), cuando las mismas cosas puedo hacerlas o el mismo testimonio puedo darlo quedando en el mundo como laico, viviendo la vida de todos?».

Si lo consideramos atentamente, también este interrogante lleno de descon-fianza dice mucho acerca del grado de comprensión de la vida consagrada, de su mensaje y de su razón de ser, sobre todo si recordamos otra tendencia de la sensibilidad juvenil de hoy, es decir, la tendencia a juzgar una institución, un ideal de vida, un proyecto existencial, sobre la base de la eficiencia concreta, de los resultados visibles e inmediatos, y de la capacidad real de mejorar una situación determinada.

En este sentido, a los jóvenes de hoy les cuesta mucho comprender no sólo algunas renuncias, sino también es lógica, que en sus raíces es una lógica pas-cual, que aparece como telón de fondo de la vida consagrada, de la que es el


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alma, no respondiendo por cierto a los criterios de la eficacia, de la mentalidad ganadora, de la pretensión de ser siervos útiles y de resolver inmediatamente todos los problemas saciando con cuatro panes y unos pocos el hambre de todos.

Hay una lectura «sociologista» y horizontal que oculta cierta pretendida om-nipotencia, que desprecia la naturaleza de la opción de consagración y no per-mite percibir ni su riqueza ni su misterio. A veces, semejante lectura enfatiza y admira únicamente a algunos religiosos apóstoles de la caridad o de lo social (Madre Teresa, etc.), pero reduciendo su figura y su testimonio tan sólo a la acción visible e inmediatamente aprovechable, únicamente filan-trópica.

4. Una visión ideal y referencial

Reverso de la moneda. Si por un lado hay un conocimiento marginal y, en resumidas cuentas, negativo o poco significativo de la vida consagrada, por otro debemos constatar en los jóvenes de hoy un profunda intuición del ideal religioso. A menudo esta intuición permanece implícita y como sumergida, no confesada ni articulad; o, por el contrario, se lanza hasta límites extremos, en la frontera entre la utopía y la idealización. Pero precisamente por eso no es en absoluto desdeñable. Me parece que muchos jóvenes creyentes ven la vida consagrada como un punto de referencia esencial, sobre todo en tres aspec-tos:

La autenticidad evangélica

A veces la fascinación ejercida por el Evangelio y la belleza de la propuesta de Cristo chocan con episodios de contratestimonio eclesial (véase, por ejemplo, cierta gestión del dinero y del poder, la eventual connivencia con personajes poco recomendables, la falta de valentía en seguir opciones dictadas por el Evangelio...). De esta forma la vida consagrada llega a ser el punto de referen-cia menos recomendable para poder vivir íntegramente el Evangelio de Jesús, el cual indica una vida consagrada libre de codicia, valiente en las decisiones, radical en la propuesta.

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Es verdad que estas expectativas pueden estar viciadas por un talante polémico respecto de la institución, o pueden expresar una idealización un poco ingenua de la vida consagrada, vista corno una forma heroica de vida, más que corno seguimiento fiel y humilde de Cristo (sequela Christi), o pueden derivar de un conocimiento parcial, simplista y a veces ideologizado del propio Evangelio.

Lo que importa es que devuelve a la vida consagrada una de sus características esenciales y primordiales: ser expresión de la autenticidad del evangelio. La fresca expresividad

El joven creyente de hoy tiene una necesidad particular de nuevos espacios de expresión, y busca formas expresivas nuevas y más verdaderas, que den mayor transparencia a su mundo interior (véase la gran fuerza de atracción y persua-sión ejercida por los grandes acontecimientos musicales y religiosos, corno las Jornadas de la Juventud, etc.).

Respecto de la comunicación social, en diferentes niveles, son evidentes la progresiva separación y el creciente alejamiento entre el lenguaje juvenil y los códigos lingüísticos «normales» de la sociedad.

En la esfera de la comunicación religiosa, el requerimiento de una expresividad más fresca se vincula, por un lado, con la búsqueda de una fe más encarnada, «dicha» en el lenguaje de siempre y encarnada en la vida, y, por el otro, con la exigencia de que la propia fe o los valores y las palabras del Evangelio sean espacio simbólico y modalidad expresiva de la vida de los jóvenes.

Pues bien, la vida consagrada es a menudo la referencia privilegiada, aunque no única, de esta búsqueda. Se percibe como menos vinculada a reglas, estructu-ras y praxis constrictivas y rígidas. Parece como dotada de una mayor libertad expresiva y comunicativa (véase la disponibilidad para escuchar a quien sea y adaptarse a las exigencias del territorio, a formas de vida comunitaria abiertas y flexibles con nuevos interlocutores, al diálogo con culturas diferentes, a la pe-netración en contextos sociales distintos, a la propuesta de símbolos originales de fe, a experiencias y competencias nuevas, a opciones de vida arriesgadas y valientemente evangélicas, etc.).

También en este caso la imagen del colectivo juvenil parte de un concepto exi-gente y un tanto idealizado de la vida consagrada, pero muy cercana al sentido profético de ésta y a su característica de ser conducida de modo imprevisible por el Espíritu.


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La experiencia personal y comunitaria de lo divino

El joven de hoy parece distante y un poco desconfiado respecto de lo sagrado y de sus formas expresivas, y también respecto de su propio deseo o necesidad de lo sagrado.

En realidad, hay en él una imborrable búsqueda de itinerarios que indiquen el camino hacia Dios y, sobre todo, de testigos de la belleza, la veracidad, la cer-canía, la alteridad .y el misterio de Dios.

Esto es lo que se busca y pide a los consagrados, desde siempre, en la Iglesia, signos y sendas que lleven al Señor. Para eso precisamente nació la vida consa-grada que ha sido, a lo largo de la historia, maestra de espiritualidad y compa-ñera de viaje de cuantos han escalado la montaña santa de Dios. ¿Acaso no ha sido punto de referencia para los buscadores de lo eterno? Pero lo que más atrae a los jóvenes de hoy es encontrar una comunidad donde se celebra juntos esta búsqueda de lo divino, donde se comparte la experiencia espiritual, donde se hace evidente aun exteriormente la fuerza unitiva de la Palabra, donde un carisma se hace ruta común de un mismo itinerario hacia Dios.

En la Iglesia de hoy abundan los proyectos individuales de experiencia de lo divino, pero escasean los comunitarios, los que son practicados y recorridos por varias personas que, con este fin, viven y se santifican juntas.

Es enorme la fascinación que provoca una comunidad en la que de veras los bienes espirituales son de todos, como un recíproco don cotidiano. Y es un requerimiento dirigido especialmente a la vida consagrada.

CENCINI Amadeo, Los jóvenes desafían la vida consagrada. Interrogantes y problemática, (Madrid 2004), pp. 17-29.

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“Reencontrar el misterio”

Después de habernos detenido en «la pérdida» del misterio, veamos cómo y dónde recuperar esta dimensión olvidada o ignorada.

Al escribir a los cristianos de Éfeso, Pablo ruega para que estén en grado de comprender «la amplitud, la extensión, la altura y la profundidad» del amor de Cristo «que sobrepasa todo conocimiento», el misterio supremo que trascien-de al conocimiento humano.

Es entonces posible acceder al misterio, y es importante hacerlo con el espíritu justo. Para el creyente, este misterio no es sólo humano y ligado a las vicisitu-des terrenales, sino que es también el don que viene de lo alto. Es don de salva-ción ya operante y «misteriosamente» escondido en las mismísimas vicisitudes terrenas, en una maraña con frecuencia no fácil de desenredar.

Animadores vocacionales y formadores son, desde este punto de vista, como peregrinos o exploradores: exploradores del misterio, de este misterio huma-no-divino. Veamos cómo.

1. La vida es misterio.

Creo que nadie alimenta dudas al respecto, por lo menos nadie entre aquellos que tienen un mínimo de experiencia en las relaciones de ayuda o que han alcanzado un buen nivel de conocimientos sobre sí mismos: el hombre, la vida humana es misterio.

Pero es diferente hacer esta afirmación al término de un camino de investiga-ción sobre lo humano, casi rindiéndose frente a lo impenetrable y a lo imprevi-sible, o colocar esta afirmación al comienzo, como una categoría interpretativa de lo humano. En el fondo, es la diferencia normal entre la acepción estático-negativa y la dinámico-positiva del misterio. La primera es estéril, la segunda es fecunda, también en el plano vocacional.

Pues bien, el verdadero animador vocacional debe colocar esta afirmación al comienzo de su plan de acción, de la relación interpersonal, de su catequesis vocacional. Podríamos decir que de una manera u otra construye en torno a esta convicción la misma propuesta vocacional. En otras palabras, él asume el misterio como clave de lectura de lo humano, para proponer a los jóvenes un


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auténtico camino de descubrimiento del yo.Trataremos de indicar sencillamente algunos aspectos, algunas etapas de este camino guiado.

La deducción engañosa

El joven de hoy, inclusive el joven creyente, normalmente se enfrenta al futuro con una actitud general que podríamos definir como de tipo deductivo. En esencia, él piensa y presume que se conoce, que sabe todo sobre sí mismo o sobre cuanto necesita para proyectar su futuro como si lo dedujera lógica-mente del presente. Como si estuviese encerrado en una operación total y absolutamente racional, sin interferencias de ninguna especie ni solución alguna de continuidad. Pero es una operación totalmente frágil, gestada por un pen-samiento débil que, por definición, no soporta ninguna duda o misterio (y que termina, muy probablemente, por gestar sus propias dudas e indecisiones).

Un animador vocacional inteligente sabe todo esto. Sabe que una eventual pro-puesta vocacional está destinada a caer en el vacío o convertirse en algo vano, precisamente por esta pretensión. No tenerlo en cuenta significaría presentar el mensaje sólo a aquel grupo pequeño (hoy casi desaparecido) de jóvenes cristianos que están expresamente interesados en un discurso vocacional de especial consagración. Sería una falta de atención imperdonable, una delimita-ción notable ya en el punto de partida de la propuesta vocacional que, por el contrario, debe ser una propuesta hecha a todos indistintamente, también a quien declara estar orientado de otra forma.

En este momento el animador vocacional, incluso cualquier agente de pastoral juvenil, debe ser como un exégeta de lo humano, un intérprete del corazón del hombre, poniéndose a su lado con toda delicadeza, para hacer resurgir todo el valor que posee la dimensión vital del misterio.

La duda saludable

El animador llevará, poco a poco, al joven a descubrir y aceptar su no saber. Le ayudará, sobre todo, a comprender que no tiene todos los elementos a mano para poder descifrar el sentido y la finalidad de su existir y que, en todo caso, no basta arrojar desordenadamente todos los datos que posee en cualquier computadora para que desde fuera, en forma nítida e inconfundible, surja la elección de su futuro.

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Podríamos decir -aunque la expresión es ambigua- que en esta fase el animador vocacional debe ser un poco el «maestro de la sospecha», ayudando a com-prender que el hombre no es simplemente el que hace, ni su vida es solamente aquella que se ve, ni tampoco que la elección de la profesión es sencillamente un problema de preferencias instintivas (me gusta hacer esto o aquello) o de examen aptitudinal (soy capaz de hacer esto y no aquello).

Desde un punto de vista psicológico el yo ideal ( la propia vocación futura) no puede ser simplemente la proyección del yo actual ( la propia realidad presen-te). Es una apariencia (parece como evidente) que resulta engañosa o que por lo menos es incompleta para construir la propia identidad y el propio futuro, si sólo nos basamos en ella.

Generaría una identidad débil y un futuro inconsistente, como débil e inconsis-tente es el pensamiento que teme al misterio y que reduce la vida a un silogis-mo. El joven debe comprender esto, para no correr el peligro de equivocarse de lleno en el punto de partida, siguiendo verdades parciales, falacias, creyén-dose dueño de la propia vida.

En suma, se trata en esta fase de penetrar, con la duda saludable, en el capara-zón de certezas del joven y de resquebrajar la (falsa) solidez de sus presuncio-nes. Se trata de proponer el ejercicio de la duda, ejercicio tanto más benéfico en cuanto «condena» al joven a buscar otras certezas y a descubrir la precarie-dad radical de sus seguridades. Pero sobre todo la duda es saludable porque, especialmente cuando está bien guiada, proyecta sobre aquellas ficciones o verdades parciales la verdad fundamental: la vida es misterio.

Es signo de inteligencia aceptar esta dimensión de la experiencia. Quizás todavía atraído por la ilusión iluminista reinterpretada en clave reductiva¬positivista, el joven debe comprender que cuando todo le parece perfectamente claro y fácil de entender es sólo porque se sitúa en una perspectiva estúpida y superficial. Mientras que sería signo exquisito de inteligencia aceptar que, sea lo que sea el misterio, es algo no descifrable en forma inmediata y que también se intuye como algo grande, perteneciente a otra medida y destinado también a ser su propia medida.

Si quiere vivir y realizarse auténticamente debe descubrir y entregarse con fe a este misterio que lo sobrepasa, aceptando una lógica y una razón que por encima de las primeras lo salvan indefectiblemente. Pero se trata de configurar esta «entrega».


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2. El misterio es vida.

He aquí la otra cara de la medalla. Por un lado la vida es misterio y podemos comprenderla sólo si se respeta tal dimensión; por otro lado, el misterio es vida, realmente, en sus formas diversas -como ahora veremos-.

Representa quizás la parte más vital de nuestra historia personal, en cierto sentido la parte más floreciente y fecunda, la que contiene al mismo tiempo la dimensión inexpresable de nuestra identidad, la que todavía espera hacerse consciente y ser realizada: en síntesis, nuestra vocación en las diversas etapas de la vida.

¿Cuál es entonces el lugar donde el misterio se revela y cuáles son sus formas de expresión?

Lugar del misterio

Según Imoda, como ya hemos visto, el desarrollo es el lugar del misterio, la his-toria personal es el espacio real en el cual el misterio se torna visible en modos no siempre tan evidentes e inmediatamente descodificables. Son modos ligados fundamentalmente a la tensión humana o al equilibrio -del todo subjetivo, a veces inestable ¬entre la apertura infinita del hombre a la verdad, al bien, a la belleza y los límites inevitables puestos a esta apertura del vivir concreto en el espacio y en el tiempo de la corporalidad propia o ajena.

A veces, este desarrollo representa un drama, «no siempre es una marcha triunfal progresiva, un crecimiento acumulativo de elementos positivos, sino que por lo general es un choque, una pérdida, una derrota. Además, el desa-rrollo comporta no raras veces la adopción de estrategias de formas de actuar, de cobertura, de compromiso, que terminan por convertirse en defensa, más-cara, simulación, falsedad» .

Imoda recuerda que en cada momento de la vida, todo encuentro de por sí puede brindar la ocasión para dar una respuesta, para crecer, para afirmar la verdad, para profundizar, o bien puede representar una ocasión para detener-se, para huir, para abdicar de la responsabilidad en las confrontaciones de uno mismo con los otros.

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También es cierto que el desarrollo humano, acontecimiento absolutamente único para cada individuo, es el lugar donde el misterio se corporiza corno serie de mediaciones, de «cómos», de problemas. Pueden oscurecer en el presente la lectura del misterio de cada ser singular, su vocación y su destino, aunque también pueden revelado y manifestado. Quizás se reparte entre am-bas cosas.

Esto implica un cierto tipo de mirada y de comprensión hacia la propia realidad humana. Las necesidades más primitivas, las tendencias radicadas en el cuerpo, las etapas de desarrollo también más originarias no son algo «pequeño» que debe desaparecer para dejar su lugar a algo «grande». No se trata de que el ámbito fisiológico o el emotivo deban eliminarse para dejar espacio a lo espiri-tual, sino que desde ahora pueden considerarse corno lugares de encarnación de lo espiritual y del misterio. Por eso resuena precisamente con extraordina-ria actualidad la frase de san Agustín: «Noli foras ire, no vayas fuera, es en el interior del hombre donde habita la verdad».

Es significativa, en tal sentido, la insistencia de Juan Pablo II al subrayar que el cuerpo humano es signo de lo trascendente e indica al hombre la verdad de la vida humana, corno don recibido que tiende por naturaleza a convertirse en don regalado.

Justamente es en la historia concreta, es en la experiencia de la persona singu-lar, donde se localiza el misterio de su identidad.

Formas de expresión del misterio

No pretendo definir, en su complejidad y riqueza, todas las formas de las que se sirve el misterio para revelarse (o para ocultarse). Es cierto que nuestra vida está llena de signos y símbolos que nos devuelven o nos introducen en el misterio de nosotros mismos o que en su raíz significan una emanación o manifestación del misterio. Son formas a veces enigmáticas y difíciles de com-prender, precisamente porque están ligadas al misterio, aunque no lo sepamos o no lo sospechemos en lo más mínimo. En consecuencia, no es fácil ayudar al otro en esta investigación, que asimismo sería importantísima para encontrar también la vocación.

Queda el hecho de que el misterio lo llevamos siempre con nosotros, vive con nosotros y es reconocible, por ejemplo, en aquellos actos totalmente informa-les y que normalmente carecen de controles y defensas, como el reír y el jugar,


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la expresión creativa de todos modos simbólica, la manifestación espontánea o el soñar con los ojos abiertos; o en aquellas actitudes más articuladas, vin-culadas a la necesidad de buscar y comprender, de explorar el ambiente o las personas y las cosas de nuestro entorno; o ligadas a la necesidad de pertenecer a un mundo bien definido de vínculos, afectos e intereses.

Así también el misterio del yo es reconocible en los modos en los que se afronta la experiencia dramática del dolor, de la separación, del luto, como el aplazamiento, la huida, la lucha, la resignación, la aceptación, etc.

Constituye también lugar del misterio la soledad con el vínculo que cada uno establece entre formas de relación humana, relación a veces desequilibrada y no armónica, marcada por el miedo o por la ansiedad.

Son muy indicativos del misterio los criterios de satisfacción e insatisfacción que cada uno establece consigo mismo, es decir, aquello que lo hace feliz o infeliz, el vínculo subjetivo entre el ser y el aparecer, entre el ser personaje y ser persona. Un animador vocacional que quiere en verdad conocer al joven y ayudarlo a conocerse tendrá muy en cuenta estos aspectos.

Pero hay, entre otras, tal actitud existencial especialmente significativa desde este punto de vista que contribuye a revelar el misterio del yo: es la pregunta. Esta pregunta que cada uno lleva dentro de sí, pero que no siempre acierta a formular de modo adecuado, ni frente a sí mismo y no por un simple problema de comunicación o de palabras inadecuadas y no encontradas, sino porque de hecho el individuo mismo no conoce la pregunta que vive en él. En consecuen-cia, no puede esperar tener una respuesta adecuada.

Es un punto importante para la animación vocacional, porque la correcta in-terpretación de la pregunta significa comprender qué cosa quiere en realidad el joven, más allá de sus mismas afirmaciones o de aquellas otras que él mismo piensa para sí.

Identificar la pregunta significa comprender el por qué de un cierto camino o de una cierta búsqueda, quizás de la ansiedad o de la lucha que lo dividen dentro y lo sumergen en la incertidumbre o, por el contrario, el por qué de la indiferencia -al menos aparente- o del rechazo de toda búsqueda y de toda propuesta vocacional o el por qué del miedo ante una cierta exigencia que lo hace escoger caminos erróneos o senderos sin salida.

Lectura Espiritual

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El animador vocacional que quiere en verdad brindarle un servicio al joven, más allá de intereses «mercantiles», se pone en una actitud de profundo respeto, de escucha atenta, de paciente espera, para poder interpretar correctamente el misterio.

Como Moisés frente al misterio de la zarza ardiente (cf.Éxodo 3,1-6.9-12), se quita las sandalias de sus prejuicios que le hacen proyectar en el joven aquello que él o la institución religiosa o la mentalidad dominante querrían observar. En todo sentido, el animador se debe convertir en educador y su acción edu-cativa debe concretarse en interpretación.

Demos solamente algunas indicaciones sumarias de este «ministerio» de la interpretación de la pregunta.

a) Suscitar la pregunta

Afirmamos de nuevo que el animador vocacional no puede contentarse con prestar atención a aquellos que en seguida se muestran interesados (corriendo el riesgo de quedarse solo) o de establecer la relación inmediatamente, sobre la base de la propuesta vocacional, como si fuese una respuesta a todos los problemas y proyectos de búsqueda del propio destino, sino que ante todo deberá ser capaz de suscitar la pregunta.

Al respecto, puede ser significativo el siguiente episodio. En los muros de la es-tación del ferrocarril de Milán apareció escrito un día: «¡Dios es la respuesta!», casi una proclamación pública, «mural», de fe. Al cabo de cierto tiempo otra mano desconocida agregó: «Sí, ¿pero a qué pregunta?».

Ahí tenemos fotografiada la situación juvenil actual: el verdadero problema de los jóvenes de hoy no es, o no es únicamente, la ausencia de respuestas sobre el mercado de los valores o la ausencia de contenidos de creencia o de propues-tas de cosas interesantes para hacer, sino la exigencia interior de lo verdadero, el hacer nacer el gusto de lo bello y de lo bueno, el desarrollar y promover la necesidad de una libertad modelada sobre la verdad. Si no nace esta exigencia, este gusto y esta necesidad, ¿a quién le sirve la pregunta? Si no nace la pregunta, ¿a quién le sirve la respuesta? Quizás para frustrar al animador.El auténtico animador vocacional es ante todo un creyente que sabe colocar y proponer las preguntas justas, aquellas que lo ponen a uno de espaldas contra la pared y que no permiten a nadie postergar la respuesta, aquellas que nos ponen frente al misterio y cierran toda vía de escape. Verdadero suscitador


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o descubridor es aquél que sabe «escalar» (elevar) hábil y pacientemente las preguntas, de modo que convence y obliga al sujeto a plantearse interrogantes radicales, los que más allá de toda respuesta personal remiten a una implica-ción personal. Parecerá extraño, pero al educador juvenil le es más fácil dar respuestas que hacer nacer la pregunta.

b) «Excavar y escalar» la pregunta (profundizar y elevar)

Ser suscitador / animador de preguntas vocacionales implica la capacidad de ser intérprete de la misma pregunta, reconociéndola en sus diversas formas y disfraces, en sus expresiones lineales y también en las contradictorias, a veces hasta «excavándola» más allá de cuanto la ha enterrado en el curso de su de-sarrollo y luego, sacándola a luz.

Hoy existe una pregunta vocacional que permanece sepultada, o inexpresada, justamente porque no la plantea nadie o porque no se sabe cómo utilizar los instrumentos para desenterrarla. Debemos habituarnos a comprender que el verdadero problema actual no son (únicamente) los nuevos jóvenes y su pre-sunta no-generosidad, sino la incapacidad de descifrar SH misterio.

Habíamos dicho antes que lo que caracteriza a la generación juvenil actual es la pérdida del sentido del misterio, pero quizás podríamos afirmar que ésta pa-rece ser también la característica del animador juvenil o de ciertos animadores vocacionales. No es que él excluya el misterio, sino que simplemente no lo asume como categoría interpretativa de lo humano (en realidad es como si lo aplicase solamente a lo divino), ni tampoco parece que posea los instrumentos para interpretarlo.

¿Qué es lo que implica en concreto, para el animador vocacional, este prestar atención al misterio en el diálogo vocacional?

Ante todo, el animador vocacional debe saber que toda comunicación, enten-dida en sentido amplio, se manifiesta en varios niveles. No raras veces lo que se comunica en un nivel-por ejemplo, el verbal, visual o gestual- contradice lo que se dice en otro. Es el caso del joven que expresa mediante la palabra y exte-rioriza reiteradamente, inclusive un poco forzadamente, que no tiene ninguna intención de plantearse ciertas preguntas. Lo que explícita la comunicación verbal, clara e inequívoca en tal caso, no se corresponde ciertamente con lo que el joven tiene en su corazón (aunque no lo sepa).

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Hoy son muchos los jóvenes que «por fuerza» deben inhibir el deseo o la dis-ponibilidad a buscar en una dirección bien precisa. Y lo «deben» hacer porque están muy condicionados por la mentalidad corriente, por la filosofía juvenil (o adulta) de moda, por el sentido de pertenencia al grupo de los semejantes (o por el temor de ser excluidos), etc.

Aquel deseo y aquella disponibilidad terminan así por sucumbir y ser negados, pero sin desaparecer jamás del todo, porque, en el fondo, pertenecen al mis-terio del hombre y al misterio personal de estos jóvenes. Por eso, resurgen de manera «misteriosa», a través de otros canales, de otros lenguajes, de otros mensajes, de otras preguntas e interrogantes que deben ser de codificados y escuchados. Después deben reformularse por personas capaces de hacer este hermoso servicio, por el educador y en particular por aquel educador que es el animador vocacional.

En este punto, la animación vocacional se convierte realmente en atención, paciencia, mirada que sabe profundizar, intuición que recoge lo esencial, tacto y fineza para saber decir la palabra justa en el momento preciso, respeto y expectativa frente al misterio.

No son aptitudes técnicas ligadas a un rol profesional, pero tampoco pertene-cen a la gracia de estado automáticamente concedidas a quien trabaja en este área. Son fruto del ejercicio constante del ministerio del diálogo espiritual, como forma natural de acompañar a un hermano en el discernimiento de su vocación.

Creo que sería importante recordar que el animador vocacional no es sólo el infatigable trotamundos o el organizador de campamentos, sino que es sobre todo una persona dedicada al ministerio del acompañamiento personal y que por eso privilegia el encuentro y el diálogo espiritual. Es a este ministerio mistagógico que debe dar prioridad, es decir, a este «arte de la excavación paciente».

Significa entonces que en cada encuentro con cada joven, lo ideal es que el animador vocacional adopte una actitud precisa, que no es la de quien tiene propuestas para hacer, sino que más que nada es la de quien tiene que escuchar y comprender, planteándose interrogantes precisos: ¿cuál es el significado, más allá de la palabra, de cuanto me es comunicado? ¿Qué cosa me está «diciendo» realmente? ¿Es posible que mientras me pide o me dice algo, de hecho me está pidiendo o diciendo otra cosa, quizás muy diferente? O hasta es posible que


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mientras me asegura o declara que no está en absoluto interesado en alguna propuesta vocacional, ¿en realidad no me está lanzando el mensaje exactamen-te opuesto?

El animador debe preguntarse si una búsqueda de éxito, ¿no esconde o no contiene quizás la I búsqueda de algo más? La insatisfacción o la indiferencia que está exhibiendo, ¿no puede ser una defensa para desoír alguna propuesta y desarmar a quien la hace, o el símbolo de una esperanza que se ha frustrado? La necesidad misma de felicidad, ¿no indica ya auto trascendencia? Pensar en el futuro, ¿no es en sí mismo una operación que puede conducir al joven a en-frentarse con los interrogantes fundamentales de la vida? La carrera, el futuro tranquilo, el puesto seguro, una creatura toda para sÍ... ¿no serían traducciones de un deseo y de una expectativa que superan estas mismas metas?

No estoy diciendo que haya que desvalorizar estas realidades, sino que por el contrario, quería subrayar la necesidad de comprenderlas en su sentido último, en su ser símbolo de cosas a las que remiten, como punto de partida de un dis-curso vocacional, no como punto de llegada que impide inexorablemente una propuesta vocacional. Preguntando e investigando algo contingente, el joven pregunta y busca algo más duradero.

Concientizarlo en todo esto para ayudarlo a preguntar con más responsabili-dad y libertad y a buscar en la dirección correcta, es verdadera y precisamente educar el corazón. ¿No es verdad que detrás de cualquier interrogante se esconde la pregunta sobre Dios? Como dice agudamente Lonergan, desde un punto de vista filosófico¬teológico: «la pregunta en torno a Dios se encuentra dentro del horizonte del hombre». Esto es lo que cree y de lo que está con-vencido el educadorjuvenil. Decimos también que en este punto la animación vocacional se con-funde con la educación en la fe y que todo educador juvenil es y se convierte automáticamente también en animador vocacional (y viceversa).

En consecuencia, se trata de aprender a profundizar y a escalar la pregunta. El que profundiza y escala la pregunta y el deseo intenta provocar al otro para que se pregunte no sólo sobre el contenido y la calidad de sus deseos, sino también sobre el origen de ellos, para volver a subir después, de pregunta en pregunta o de deseo en deseo, impidiéndole de alguna manera que se detenga antes o que se contente con respuestas de corto alcance y de horizonte limi-tado o con respuestas que de hecho no brindan una respuesta, no satisfacen la natural exigencia de saber qué hay en el hombre, de tal modo que frustran la

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autoproyección del joven.

El animador vocacional hace un poco de explorador de cavernas (excava y ayu-da a excavar) y de alpinista (escala y ayuda a escalar), para mostrar corno en el comienzo y al final de las preguntas y de los deseos humanos se encuentra el deseo de Dios, de ver su rostro, de realizarse bajo su luz.

En consecuencia, excavar y escalar pacientemente la pregunta y el deseo quiere decir descubrir e impedir todas esas tentativas mezquinas y reductivas de dar respuestas que, de hecho, se quedan en la superficie del problema, ofendiendo la dignidad humana y haciendo vana su poten¬cialidad; quiere decir insistir in-teligentemente hasta recoger y hacer recoger la exigencia radical del bien, de la verdad, de la felicidad, de la libertad, de definitividad que está presente en cada hombre y que es la expresión inmediata del deseo todavía más radical de Dios. Es necesario hacer emerger esta aspiración que con frecuencia permane-ce en lo profundo pero que, en todo caso, está dentro del horizonte humano e invade y atraviesa a todo el hombre, su pasado, presente y futuro, su origen y su destino, sus raíces y su vocación.

Continúa Lonergan: «Dentro del horizonte del hombre se encuentra un ámbi-to para lo divino, un santuario para la llamada a la santidad. Hay una chispa den-tro de nuestra arcilla que nos indica nuestra orientación innata hacia Dios».

Ese Dios que es aliado del hombre, garante de su felicidad y de su auténtica autorrealización; ese Dios que se busca y se encuentra, según Bonhoeffer, en el centro, no en los márgenes, de la vida del hombre. Porque es la profundidad de toda experiencia humana.

El está dentro de cada experiencia del hombre. «Toda experiencia auténtica-mente humana, como el trabajo, el dolor, el amor, la libertad, el tiempo libre, la misma muerte pone al hombre en comunicación con el Tú divino».

¿Cómo prescindir de Dios al formular el propio proyecto existencial?

El animador vocacional es justamente aquél que se ha convertido en experto en esta excavación (dentro del sujeto, dentro de su pensar y de su sentir) y al mismo tiempo experto en esta escalada (más allá del sujeto, más allá de su pensar y de su sentir). Experto en acercarse al joven en lo más profundo de su ser para poder llevarlo más allá de sí mismo y capacitarlo para acoger aquello «sobrenatural» que es el don gratuito de la fe, para descubrir y luego


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leer, descifrar, el misterio de su vida. Como detrás de toda pregunta hay un preguntar sobre Dios, de la misma manera detrás de cada proyecto hay una disponibilidad vocacional.

En el Evangelio tenemos maravillosos ejemplos de esta «exploración del deseo y de la pregunta», operación que es espiritual y al mismo tiempo psicológica. Con todo el que se encuentra, Jesús manifiesta una particular capacidad de ir más allá de aquello que la situación parecería exigir. Con la samaritana, por ejemplo, la necesidad natural de la sed es descubierta y hecha reconocible en su raíz por Jesús y se convierte en la mujer en la búsqueda de un agua «dife-rente», hasta transparentar la exigencia conciente de un agua que apaga la sed para siempre Juan 4,1-42).

El mismo procedimiento dinámico invade el episodio del encuentro de Jesús con Zaqueo (Lucas19,1-10). El Maestro explora y sortea la pregunta inmediata del propio interlocutor, quien «quería ver quién era Jesús» (v. 3), para ir más allá de su curiosidad y de lo que él esperaba, es decir, autoinvitándose a su casa (<<bájate en seguida, porque hoy tengo que hospedarme en tu casa», v. 5). El gesto totalmente impensado respecto a uno que era «jefe de los publicanos» (v. 2) hace surgir un no menos impensable deseo de verdad interior por parte de aquél.

Muchas veces Jesús, cuando encuentra enfermos que le piden la curación física, insiste para que expresen qué es lo que «quieren» realmente de él (<<¿qué quieres que te haga?», Lucas 18,41), corno si obligase a estas personas a inte-rrogarse a sí mismos, obligándolas implícitamente a preguntarse qué es lo pri-mario y esencial para pedir. Él mismo, en diversas circunstancias, «convierte» la petición, dando antes la curación moral.

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CENCINI Amadeo, Reencontrar el misterio. Itinerario formativo para la deci-sión vocacional, (Madrid 2003), pp. 17-37

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«SCRUTINIUM VOCATIONIS»

Sé de quién me he fiadoMe quedo con Don Bosco Me quedo con Don Bosco

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“Escrutinio sobre la animación vocacional”

1. Introducción.

Nuestra vida requiere de momentos de revisión. Sólo lo que se revisa puede ser objeto de mejora.

Aprovechamos esta ocasión para hacer una evaluación serena acerca del esta-do en el que se encuentran nuestros compromisos personales y comunitarios acerca de la animación vocacional.

2. Esquema.

2.1 Oración al Espíritu Santo

Ven, Espíritu Santo,Llena los corazones de tus fielesy enciende en ellosel fuego de tu amor.Envía, Señor, tu Espíritu.Que renueve la faz de la Tierra. Oración:Oh Dios,que llenaste los corazones de tus fieles con la luz del EspírituSanto; concédenos que,guiados por el mismo Espíritu,sintamos con rectitud ygocemos siempre de tu consuelo.Por Jesucristo Nuestro Señor.

2.2 Nuestras Constituciones nos recuerdan…

"Educamos a los jóvenes para que desarrollen su propia vocación humana y bautismal, mediante una vida diaria progresivamente inspirada y unificada por eí Evangelio. El clima de familia, de acogida y de fe creado por el testimonio de una comunidad que se entrega con alegría, es el ambiente más eficaz para descubrir y orientar vocaciones. Esta obra de colaboración al plan de Dios,

Escrutinium Vocationis

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coronamiento de toda nuestra labor educativo-pastoral, se sostiene con la oración y el contacto personal, sobre todo en la dirección espiritual" (Const. 37).

2.3 Para el diálogo comunitario. Pautas.

PROYECTO COMUNITARIO Y PLAN LOCAL

1. ¿Hemos recogido en el proyecto comunitario a principio de curso algunas estrategias para la animación de la pastoral vocacional en la casa? ¿Cómo esta-mos de sensibilidad comunitaria en este punto?

2. ¿En qué grado se están poniendo en marcha las diversas iniciativas durante el curso? ¿Seguimos el desarrollo del plan local con preocupación y atención?

IMPLICACIÓN Y CORRESPONSABILIDAD.

1. ¿Nos sentimos implicados todos los hermanos? ¿Se delega demasiado en el Coordinador de Pastoral o en el Director?

TESTIMONIO DE COMUNIDAD.

1. Los jóvenes de nuestra casa ¿conocen a los salesianos'? ¿Estamos presentes en medio de ellos? ¿Cuidamos la asistencia y la presencia más allá de los mo-mentos de clases?

2. Nuestra comunidad ¿está abierta a los jóvenes de la casa? Sobre todo los colaboradores más cercanos ¿vienen a nuestra comunidad? ¿Compartimos al-gunos momentos de la vida comunitaria con ellos?

3. ¿Creemos que nuestra comunidad es significativa para los jóvenes?


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ORACIÓN COMUNITARIA

1. ¿Tenemos algunos momentos explícitos de oración vocacional? ¿Se utilizan los subsidios preparados desde la Inspectoría?

2. ¿Hemos tenido la oportunidad de rezar con los jóvenes? ¿Hemos invitado a algunos a orar con nosotros o hemos participado nosotros en las oraciones de la pastoral juvenil?

3. ¿Se podría con realismo dar algunos pasos en este campo?

2.4 Conclusión.

¿Qué compromisos debemos asumir para la mejora?

2.5 Canto: “Su concierto”


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“Escrutinio sobre la vocación”

1. INTRODUCCIÓN

En la tradición salesiana, el escrutinio sobre la vocación ha sido una práctica muy empleada en las comunidades. Se trata de una dinámica de gran utilidad para revisar y valorar el estado en el que se encuentra la calidad vocacional de cada hermano y de la propia comunidad.

Es bueno llevar a cabo esta práctica cada año. Revisar es un ejercicio que tiene grandes beneficios para la persona y el grupo.

Proponemos este esquema.

2. ESQUEMA PARA EL ESCRUTINIO.

Himno

Amo, Señor, tus sendas, y me es suave la carga (la llevaron tus hombros), que en mis hombros pusiste; pero a veces encuentro que la jornada es larga,que el cielo ante mis ojos de tinieblas se viste,que el agua del camino es amarga..., es amarga, que se enfría este ardiente co-razón que me diste;y una sombría y honda desolación me embarga,y siento el alma triste hasta la muerte triste...

El espíritu débil y la carne cobarde,lo mismo que el cansado labriego, por la tarde,de la dura fatiga quisiera reposar...Mas entonces me miras..., y se llena de estrellas, Señor, la oscura noche; y, detrás de tus huellas,con la cruz que llevaste, me es dulce caminar.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén

Salmo 83

Ant: Dichosos los que encuentran en ti su fuerza.


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¡Qué deseables son tus moradas,Señor de los ejércitos!

Mi alma se consume y anhelalos atrios del Señor,mi corazón y mi carneretozan por el Dios vivo.

Hasta el gorrión ha encontrado una casa; la golondrina, un nidodonde colocar sus polluelos:tus altares, Señor de los ejércitos,Rey mío y Dios mío.

Dichosos los que viven en tu casa, alabándote siempre.Dichosos los que encuentran en ti su fuerza al preparar su peregrinación:

cuando atraviesan áridos valles,los convierten en oasis,como si la lluvia tempranalos cubriera de bendiciones;caminan de baluarte en baluartehasta ver a Dios en Sión.

Señor de los ejércitos, escucha mi súplica; atiéndeme, Dios de Jacob.Fíjate, oh Dios, en nuestro Escudo,mira el rostro de tu Ungido.

Vale más un día en tus atriosque mil en mi casa, y prefiero el umbral de la casa de Dios a vivir con los mal-vados.

Porque el Señor es sol y escudo,él da la gracia y la gloria;el Señor no niega sus bienesa los de conducta intachable.

¡Señor de los ejércitos, dichoso el hombre que confía en ti!


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OraciónDios inmenso que habitas en nuestra comunidad por medio del Espíritu de tu Hijo; comunícanos en ella tu gracia y tu gloria; que sea para nosotros el sacra-mento inequívoco y eficaz de tu presencia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

La palabra (Lc 5, 1-11)

En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret; y vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.

Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:- Rema mar adentro y echad las redes para pescar. Simón contestó:- Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande, que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:

- Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Jesús dijo a Simón:

- No temas: desde ahora, serás pescador de hombres. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, le siguieron.

Líneas para el escrutinio comunitario sobre la vocación.


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1. ¿Cuál es nuestra actitud ante las Constituciones: de estima, aprecio, conocimiento, estudio...?

2. ¿Existen artículos de nuestras Constituciones y Reglamentos que rele-gamos voluntariamente? ¿Cuáles son los motivos? ¿Cómo podríamos avivar en nuestra comunidad el co¬nocimiento y el amor a las Constituciones?

3. ¿Cultivamos, profundizamos y vivimos la tarea específica de evangeliza-ción, catequesis y vida sacramental? ¿Nos sentimos contentos en la tarea apostólica y evangelizadora que nos encontramos llevando a cabo? Si exis-ten descontentos, ¿a qué es debido?

4. ¿En nuestra labor evangelizadora nos sentimos enviados por la comuni-dad y unidos a la misma?

5. ¿Se advierten entre nosotros quejas sobre nuestra condición o añoranza de otras posibilidades, incompatibles con nuestra opción religiosa?

6. ¿Vivimos dando testimonio de lo que somos? ¿En qué detalles se perci-be?

7. Los jóvenes, ¿descubren en nuestra comunidad la presencia de Don Bosco?

Oración.

El Padre mandó a su Hijo a evangelizar a los pobres. Pidámosle que nos haga continuadores fieles de la obra de Cristo.

1. Para que sepamos considerar siempre la evangelización y la catequesis como el aspecto central de nuestra misión. Roguemos al Señor.

2. Para que todos los salesianos, en toda ocasión y circunstancia, sepamos abrir a los jóvenes a la fe y llevarlos a la persona del Señor resucitado. Ro-guemos al Señor.

3. Para que vuestra ciencia más eminente sea conocer a Jesucristo y, nues-tra alegría más íntima, comunicar a todos las riquezas insondables de su misterio. Roguemos al Señor.


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4. Para que, con alegría y gratitud, celebremos aliado de los jóvenes el en-cuentro con Jesús en la escucha de la palabra, en la oración de hijos y en la vida sacramental. Roguemos al Señor.

Padrenuestro.

Oración conclusiva.

Oremos

Oh Padre.que, en la multiplicidad de tus obras, realizas el único fin de llevar los hombres a ti, danos capacidadpara buscar siempreel fin supremo de la salvaciónen la variedad múltiple de nuestra presencia en medio de los hermanos;que tu Espíritu nos guíea vivir, en toda situación,el carisma de nuestro Fundador,para bien, sobre todo, de los jóvenes pobres y de la población más necesita-da,en la caridad de Cristo,Hijo tuyo y Señor nuestro.

Amén.

Canto final

Salve Don Bosco Santo.

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«RETIRO PARA LA

COMUNIDAD»

Retiro Comunitario

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“Me quedo con Don Bosco”

La frase “me quedo con Don Bosco” fue oída, en numerosas ocasiones, en la boca de muchos jóvenes en Turín, en tiempos de Don Bosco. Ante la pregunta “¿te quieres quedar con Don Bosco?”, algunos de aquellos muchachos no su-pieron decir otra cosa que “me quedo contigo, Don Bosco”.

Es probable que la respuesta de estos chicos estuviera marcada por la ex-periencia de amistad, de cariño y de fraternidad que habían estado viviendo en la obra salesiana de Valdocco, durante el tiempo que ya llevaban allí. La familiaridad y la amistad de Don Bosco sirvieron para que aquellos muchachos descubrieran la llamada de Dios.

Los casos de Miguel Rúa o de Juan Cagliero son paradigmáticos. Lo sabemos muy bien. Don Bosco fue para ellos una verdadera mediación de Dios. Rúa y Cagliero descubrieron en él, la imagen de un auténtico padre y de un ver-dadero amigo; vieron en él a un hombre de Dios, que vivía en una búsqueda constante del bien para ellos y para muchos de sus compañeros.

En aquella ocasión en que Don Bosco coge la mano de Miguel Rúa y le indica que irían a medias, o la frase que pronuncia aquel joven Juan Cagliero: “fraile o no fraile, me quedo con Don Bosco”, expresan con bastante claridad lo que suponía para ellos la persona y el compromiso con Don Bosco. En Valdocco, los jóvenes se descubrían a sí mismo, al mismo tiempo que hacían experiencia de encuentro profundo con Dios.

La inmensa figura humana y creyente de aquel sacerdote simpático, risueño, emprendedor y soñador turinés, cautivó el corazón de un buen grupo de jó-venes inquietos. La propia labor educativa y evangelizadora que Don Bosco hacía era en sí ya una propuesta vocacional, es decir, un oportuno vehículo que favorecía el circular de la voz de Dios.

1. También a nosotros un día nos preguntó Don Bosco: “¿te quieres quedar conmigo?”

Cada uno de los hermanos que formamos la Inspectoría de María Auxiliadora tenemos nuestra propia historia vocacional personal. El punto de origen de ella se halla en la pregunta que un día también Don Bosco nos hizo: “¿quieres quedarte conmigo?”


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Desgraciadamente, ninguno de nosotros hemos tenido la suerte de conocer a Don Bosco en persona, y por tanto, ninguno de nosotros hemos podido oír esa pregunta por boca de nuestro padre. Entre él y cada uno de los salesianos actuales hay una gran distancia temporal. Lo sabemos bien. No obstante, todo salesiano ha tenido la oportunidad de descubrir a Don Bosco a través de sus “hijos”, y a través del “ambiente de Don Bosco”: la escuela salesiana, el orato-rio, el centro juvenil, los grupos de fe, o el ambiente de la parroquia.

Ha sido la obra salesiana el “locus vocationis” donde hemos descubierto la voz de Dios. En ella todos hemos tenido la ocasión de conocer a Don Bosco, de entusiasmarnos con él, de soñar como él, de quererlo, de sentir en nuestro corazón que deseábamos ser como él,… La figura de algún salesiano, su forma de ser, de trabajar, de rezar, de estar en medio de los jóvenes, ha expresado con claridad palpable la presencia continua de Don Bosco en su misión actual, y por consiguiente, ha sido un estímulo vocacional muy fuerte, tanto que con-siguió atraparnos.

El CG 26 nos habla ahora de la urgencia y la necesidad de volver a Don Bosco, de reencontrarnos con él. Afirma: “Volver a Don Bosco significa también pro-fundizar las múltiples expresiones de la transmisión del carisma en los contex-tos culturales de los diversos países y valorar la aportación de la experiencia de tantas generaciones de salesianos, entre los que salen algunas figuras luminosas de santidad. Esto permite a los hermanos de cada Región redescubrir la riqueza de la tradición recibida y sacar de ella inspiración para una inculturación autén-tica del carisma.” (CG 26, 1)

Todos tenemos en nuestra historia vocacional acontecimientos, personas, y experiencias que han sido decisivas en la opción vocacional. Algunos de estos acontecimientos nos tocaron profundamente en el corazón. Dios es grande y su misericordia se manifiesta en lo sencillo y en lo pequeño (cf. 1 Cor 1, 27)

Nuestra memoria alberga múltiples recuerdos de nuestra infancia y de nuestra juventud. Esos recuerdos contienen los signos de la llamada de Dios. Si recu-rrimos a ellos, podemos ver cómo comenzó nuestra vocación: un día algún salesiano nos dijo,”tú puedes ser salesiano”; o leímos la vida de San Juan Bosco o la vimos en diapositiva, y quedamos maravillados ante la figura de aquel santo, sintiendo el deseo imparable de ser como él; o el ambiente familiar del orato-rio o del internado en el que fuimos creciendo, que produjeron en nosotros la idea de quedarnos allí para siempre haciendo con otros lo que hicieron con cada uno de nosotros; …

Retiro Comunitario

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Y luego, con el paso del tiempo, aquella primera inquietud que comenzó como algo difuso y poco concreto, creció y maduró hasta la decisión final pronun-ciada en la fórmula de la profesión religiosa, el día que le decíamos sí al Señor para siempre:

“Dios Padre, Tú me consagraste a Ti en el día de mi bautismo.

Como respuesta al amor de Jesús, tu Hijo, que me llamó a seguirlo más de cerca, y, conducido por el Espíritu Santo, que es luz y fuerza, yo, N.N., con plena libertad te ofrezco todo mi ser, comprometiéndome a entregar todas mis energías a quienes me envíes, especialmente a los jóvenes más pobres, a vivir en la Sociedad Salesiana en comunión fraterna de espíritu y de acción, y a participar, de ese modo, en la vida y en la misión de tu Iglesia.

Por esto, en presencia de mis hermanos, ante N. N., Rector Mayor de la So-ciedad de san Francisco de Sales, hago voto, para siempre, de vivir obediente, pobre y casto según el camino evangélico trazado en las Constituciones sale-sianas. Tu gracia, Padre, la intercesión de María Santísima Auxiliadora, de san José, de san Francisco de Sales y de san Juan Bosco, y mis hermanos salesianos, me asistan todos los días y me ayuden a ser fiel».

PARA EL MOMENTO DE ORACIÓN Y REFLEXIÓN PERSONAL

Antes de comenzar el trabajo y la oración personal, invoca al Espíritu Santo.

1. Lee este texto:

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Convertíos y creed en la Buena Noticia».

Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Seguidme, y yo os haré pescadores de hombres». Inmediatamente, dejaron sus redes y lo siguieron.Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los


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llamó, y ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron. (Mc 1, 14-20)

2. En este momento de oración personal, haz memoria de tu historia vo-cacional. Recuerda acontecimientos y experiencias vividas en tus años de inicios que para ti fueron decisivas en tu opción vocacional.

3. En el recorrido por tu historia vocacional, detente en aquellos salesianos que para ti fueron de particular importancia. ¿Qué vistes en ellos? ¿Qué te atrajo de ellos? Da gracias a Dios por esos hombres de testimonio real y atractivo.

4. En tus primeros pasos vocacionales, ¿qué fue lo que te sedujo de Don Bosco?

5. Lee la fórmula de la profesión. Dedica un tiempo a repensar cada una de las frases que hay en ellas.

2. Decir sí a Don Bosco fue para nosotros decir sí a Dios.

Tras escuchar la pregunta que nos sugería quedarnos con Don Bosco, dijimos sí. Lo hicimos de forma valiente y decidida. Con ese sí, se iniciaba en cada uno de nosotros todo un camino vocacional, que tenía como fin escribir una his-toria de amor.

En su día, el Papa Juan Pablo II nos los recordó en Vita Consecrata diciéndo-nos: “Al entusiasmo del primer encuentro con Cristo debe seguir, como es obvio, el esfuerzo paciente de saber corresponder cada día a la gracia recibida, haciendo de la vocación una historia de amistad con el Señor.” (VC 64)

Y esto fue lo que cada uno de nosotros hicimos, comenzar a dar los primeros pasos haciendo el esfuerzo paciente de saber corresponder cada día a la gracia recibida, a la voz de Dios que nos invitaba a dejarlo todo y a seguirle.

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Así llegaron momentos de gran calado para nuestras personas consagradas: el tirocinio, los estudios de teología o de especialización profesional, las primeras obediencias, las obediencias posteriores que nos pedían asumir servicios de responsabilidad,… En cada uno de esos instantes, se estuvo haciendo realidad la respuesta generosa de cada salesiano, manifestándose así el valor de la entre-ga total al señor y a la misión de la Iglesia, la evangelización, de los jóvenes.

También Don Bosco lo vivió de una forma muy parecida a nosotros. Sus años de formación en Chieri fueron de gran interés para él: el estudio, el aprendi-zaje de cosas nuevas, la contemplación de sacerdotes que eran modelos como pastores, los pequeños sacrificios en aquel ajustado y estricto seminario, la amistad con Luis Comollo, … Después, más tarde, la influencia de su gran ami-go y director espiritual Don José Cafasso, los años en la Residencia Sacerdotal, la influencia en él de la observación de realidades dramáticas vividas por los jóvenes de aquel tiempo, Valdocco, el incremento de personas colaboradoras, el origen de la Congregación, …

Todo esto marcó y estimuló los años de mayor plenitud sacerdotal de nuestro padre Don Bosco. Las experiencias vividas en las múltiples realidades fueron limando su persona y engrandeciendo su corazón de pastor. El lema de su vida Da mihi animas, cetere tolle se convierte en la brújula que orienta todo su ministerio sacerdotal en estos años.

Como muy bien comenta en la presentación del documento capitular Don Pascua Chávez, el Da mihi animas se hace realidad en Don Bosco “a través del compromiso de evangelizar a los jóvenes, especialmente a los más pobres.” Y el Cetera Tolle, le anima constantemente a “dejar todo aquello que le impide ir a lugar donde se encuentran los jóvenes.”

También nosotros llevamos en las alforjas de nuestra vocación experiencias muy parecidas a estas que Don Bosco vivió. También cada uno de nosotros se habrá sentido como Don Bosco en la labor pastoral que ha realizado en su larga o corta vida salesiana. También el Da mihi animas, haya sido como el motor que ha estado empujando el trabajo pastoral que cada uno ha venido realizando en estos años.


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1. ¿Cómo has vivido o estás viviendo el Da mihi animas?

2. ¿De qué estás más satisfecho de tu labor pastoral? ¿De qué estás menos satisfecho?

3. Relee estos artículos de las Constituciones y haz un momento de ora-ción con ellos, pidiéndole a Dios que actualice en ti lo que esos artículos expresan.

10. La caridad pastoral, en el centro de nuestro espíritu

Don Bosco vivió y nos transmitió, por inspiración de Dios, un estilo original de vida y de acción: el espíritu salesiano.

Su centro y síntesis es la caridad pastoral, caracterizada por aquel dinamismo juvenil que tan fuerte aparecía en nuestro Fundador y en los orígenes de nues-tra Sociedad. La caridad pastoral es un impulso apostólico que nos mueve a buscar las almas y servir únicamente a Dios.

11. El Cristo del Evangelio, fuente de nuestro Espíritu

El espíritu salesiano encuentra su modelo y su fuente en el corazón mismo de Cristo, apóstol del Padre.

Al leer el Evangelio, somos más sensibles a ciertos rasgos de la figura del Señor: su gratitud al Padre por el don de la vocación divina a todos los hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en predicar, sanar y salvar, movido por la urgencia del Reino que llega; su actitud de Buen Pastor, que conquista con la mansedumbre y la entrega de sí mismo; su deseo de con-gregar a los discípulos en la unidad de la comunión fraterna.

Retiro Comunitario

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3. Vivir nuestra vocación hoy pasa por renovar nuestro sí a Don Bosco, a Dios.

Sabemos bien lo que significa celebrar un Capítulo General. El último, el CG 26, como todos lo anteriores, ha sido una gracia de Dios, un tiempo de reno-vación para toda la Congregación, una ocasión propicia para experimentar un nuevo impulso del Espíritu Santo.

En la presentación del documento capitular, citada anteriormente, el Rector Mayor escribe: “por eso, el CG 26 nos debe ayudar a vivir la <<gracia de la unidad>>, o sea, a acoger el don de la unificación de nuestra vida, a asumir el programa de vida espiritual y pastoral de Don Bosco como criterio de unidad, a traducirlo operativamente en nuestras opciones personales y comunitarias, de Inspectoría, de Región y de Congregación.”

Hoy, más que nunca, la realidad en la que vivimos y la situación en la que se encuentra la Iglesia, estamos siendo llamados a renovar nuestra fidelidad a Don Bosco, es decir, a decir sí a la invitación de Dios de dejarlo todo y de seguir-le. Renovar nuestra fidelidad a Don Bosco no pasa sólo por tener una buena intención sino por asumir de nuevo el Da mihi animas, el proyecto de vida de Don Bosco con el que él pudo vivir a pleno pulmón su vocación.

Asumir el Da mihi animas es volver a sentir en nuestro interior la llamada de Dios, aquella que sentimos un día, cuando apenas éramos unos adolescentes o unos jóvenes. Y volver a Don Bosco es hacer realidad lo que el CG 26 nos pide:

1. Entrar de nuevo en la inagotable persona de Don Bosco, profundizar en ella, reenamorarnos de él, estudiarlo de nuevo, … (cf. GC 26, 1)

2. Reencontrarnos con los jóvenes, “volver al patio”, a sentir interés y pre-ocupación por ellos, a practicar la palabra al oído, a ejercitarnos de nuevo en el sistema preventivo, … (cf. CG 26, 2)

3. Volver a mostrar a los hombres de nuestro mundo la belleza del carisma salesiano, propiedad del Espíritu, riqueza para la Iglesia. (cf CG 26, 3).


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1. El CG 26 insiste en una urgencia: la de redescubrir a Don Bosco, y para ello nos propone un estudio profundo de su persona. ¿Qué estas dispuesto a hacer para alcanzar este objetivo?

2. Da gracias a Dios por la historia vocacional que has protagonizado, y que aún sigue viviendo. Pídele que te ayude a seguir creciendo en tu corazón de pastor.

presentaciÓn -...

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