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ResumoO texto constitui uma primeira aproximação ao uso da alegoria da república na charge comomeio de construção e difusão de representações, tomando como exemplo os casos dosperiódicos El Mosquito e Don Quijote, que circularam na cidade de Buenos Aires na segundametade do século XIX. Para isso se propõe pesquisar sobre as representações do país, dopoder e da política elaboradas e transmitidas através da alegoria e sobre as diferenças do usoque os dois periódicos fizeram dela. Com isso se tentará mostrar como a inserção desta figurapretendia instalar e/ou reforçar determinados padrões de nação e governo, tornando-se numsímbolo dentro dum discurso político.Palavras-chave: charge, alegoria da república, representaçõesTRANSCRIPT
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Prensa ilustrada, modelos de nación y de política. La alegoría de la república en las caricaturas de
El Mosquito y Don Quijote (1884-1893).
Carlos Andrés Celis Gómez Historiador
(Universidad del Valle-Colombia) Candidato a magíster en historia
(Universidad Nacional de General San Martín-Argentina) [email protected]
Resumo O texto constitui uma primeira aproximação ao uso da alegoria da república na charge como meio de construção e difusão de representações, tomando como exemplo os casos dos periódicos El Mosquito e Don Quijote, que circularam na cidade de Buenos Aires na segunda metade do século XIX. Para isso se propõe pesquisar sobre as representações do país, do poder e da política elaboradas e transmitidas através da alegoria e sobre as diferenças do uso que os dois periódicos fizeram dela. Com isso se tentará mostrar como a inserção desta figura pretendia instalar e/ou reforçar determinados padrões de nação e governo, tornando-se num símbolo dentro dum discurso político. Palavras-chave: charge, alegoria da república, representações Abstract The text is a first approach to the use of the allegory of the republic in cartoons as a means of construction and circulation of representations, using as examples the cases of the newspapers El Mosquito and Don Quijote, which circulated in the city of Buenos Aires during the second half of the XIX century. In order to do so, the proposal is to research about the representations of the country, power and politics elaborated and transmitted through the allegory and about the differences on the use that both newspapers made of it. The intention is to show how the insertion of this figure sought to install and/or reinforce determined models of nation and government, turning itself into a symbol inside a political discourse. Keywords: cartoon, allegory of the republic, representations 1. Presentación
A pesar de haber tenido algunos antecesores durante la Antigüedad Clásica y la Edad Media,
sólo a partir de las postrimerías del siglo XVI la caricatura se convertiría en lo que Ernst
Gombrich y Ernst Kris definieron como "(...) un proceso donde -bajo la influencia de la
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agresión- estructuras primitivas son usadas para ridiculizar a la víctima" (Gombrich y Kris,
1938). Invenciones como la imprenta en 1450 y la litografía en 1796, facilitaron y abarataron
su reproducción por medio de libros y láminas, mientras que acontecimientos como la
Revolución Francesa pusieron de manifiesto el papel que podía desempeñar como medio para
llevar la confrontación política e ideológica al plano de lo simbólico.
No tardaría la caricatura en cruzar el Atlántico y difundirse por las colonias españolas en
América. En el Río de la Plata aparece hacia 1779 con algunas hojas sueltas ubicadas en
lugares públicos de Buenos Aires, y durante las guerras de independencia circularon panfletos
que satirizaban a personajes destacados de los bandos en contienda. Ya entrado el siglo XIX,
surgieron en Buenos Aires, Córdoba y Rosario diversos periódicos de caricatura política que,
siendo de efímera existencia la mayoría, sirvieron generalmente como tribuna en medio de la
disputa entre unitarios y federales que se prolongó hasta 1852. Recién en la segunda mitad del
siglo aparecerían los dos principales exponentes del género en la Argentina decimonónica: El
Mosquito (1863-1893) y Don Quijote (1884-1903), destacándose por su duración, la habilidad
de sus dibujantes y por su impacto en la escena política de la época.
Dentro del repertorio iconográfico desplegado por estos dos periódicos se aprecia con
regularidad la alegoría femenina de la república, figura que hizo parte importante del aparato
visual compuesto por sus caricaturistas. En varias ocasiones, esta imagen entra en escena
dotada de distintos atributos, sola o acompañada de otros personajes que interactúan con ella
en distintas escenas y situaciones, convirtiéndose en un símbolo dentro de la trama discursiva
construida por estas publicaciones. Sin embargo, este personaje ha recibido poca atención de
los trabajos sobre la prensa argentina de la época, en comparación con investigaciones
adelantadas en países como Brasil y Francia. De ahí que este artículo, producto de la tesis de
maestría titulada Una imagen para satirizar la nación. La alegoría de la República en la
caricatura política de El Mosquito y Don Quijote, 1880-1900, se plantee como uno de sus
propósitos principales aportar a la indagación de este tema en la caricatura política en la
Argentina del siglo XIX.
Para llevar a cabo esta primera aproximación se proponen dos preguntas fundamentales: 1)
¿cuáles fueron esas representaciones del país, del poder y de la actividad política construidas
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y difundidas a través de la alegoría femenina de la república?, 2) ¿qué diferencias y
similitudes hubo en el uso que de ella hicieron El Mosquito y Don Quijote?, interrogantes que
a su vez apuntan a alcanzar tres objetivos: 1) identificar y describir esas representaciones
condensadas en torno a esta figura, 2) comparar la manera en que El Mosquito y Don Quijote
representaron a la República en la caricatura, 3) describir sus atributos como alegoría en
general y como nación argentina en particular. Al respecto, a partir de las primeras
indagaciones en el tema se ha podido observar que la inclusión de la alegoría femenina de la
república en estos diarios pretendía reafirmar determinados modelos de país y de gobierno,
buscando atacar y defender simultáneamente grupos y posiciones políticas, así como a
individuos. De esta manera, entro a hacer parte de un discurso político bajo tres formas
básicas: la legitimadora, la juez y la humillada.
Por otra parte, y en relación con la pertinencia de la caricatura como objeto de estudio, este
trabajo adhiere a los planteamientos de Annie Duprat en cuanto considera que ésta participa
de la creación de imaginarios visuales y mentales y, como imagen que es, constituye una
expresión de un momento particular de la vida de las sociedades que la producen (Duprat,
2007b: 48). Así, luego de difundirse su uso después de la Revolución Francesa la caricatura -
particularmente la política- jugó un rol importante dentro de la formación de la opinión
pública, gracias a su facilidad de distribución a través de la prensa o de hojas sueltas (Duprat,
2007a: 143). En el caso particular de El Mosquito y Don Quijote, la inclusión de la alegoría de
la república en sus caricaturas fue un medio por el cual sus dibujantes condensaron y
transmitieron ideas acerca de cuestiones como la democracia, la política y el poder, todo en el
marco de una lucha simbólica que se desarrolló tanto en el discurso visual como en el escrito.
De ahí que la indagación de estos temas permite dar diferentes miradas acerca de éstas
disputas, que en este caso involucraron el uso y la reapropiación del símbolo que representó
ideales libertarios y republicanos y, en algunos casos, la identidad de las naciones surgidas
después de 1789.
Para desarrollar la tarea propuesta este trabajo se dividirá en dos secciones. En la primera de
ellas se presentará, a manera de contexto, una breve semblanza de la Argentina de las dos
últimas décadas del siglo XIX, haciendo énfasis en las condiciones políticas, la situación de la
prensa de la época y el lugar en particular que ocuparon El Mosquito y Don Quijote en este
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entramado, además de un corto recuento de la historia de la alegoría de la república. La
segunda sección estará orientada al estudio de las caricaturas, siguiendo para ello un proceso
en dos etapas. En primer lugar, tras delimitar el conjunto de fuentes consultadas, se hará una
descripción de los símbolos y atributos más relevantes que componen la alegoría o, dicho en
palabras de Gilbert Durand (en Machado, 2009: 65), sus signos alegóricos. Posteriormente, en
la segunda etapa, después de exponer las herramientas conceptuales empleadas, se procederá
al análisis de las caricaturas, estableciendo para ello tres tipos de representaciones de la
República y dos del poder y la política.
2. Consideraciones iniciales
Los periódicos y su época
El periodo comprendido por las décadas de 1880 y 1890 ha sido denominado en la historia
argentina como la“República Oligárquica” (1880-1916), momento marcado por el predominio
del Partido Autonomista Nacional (PAN) y de su figura más emblemática, el general Julio
Argentino Roca. Durante el primer mandato de Roca (1880-1886) y el de su sucesor Miguel
Juárez Celman (1886-1890), la política estuvo marcada por tres rasgos principales. En primer
lugar, aquello que José Luis Romero consideró como el “dualismo” representado por un
conservadurismo político junto a un liberalismo económico (Romero, 2004: 191). El segundo
fue la concentración en la figura del presidente de las funciones correspondientes a las tres
ramas del Estado y de la jefatura del PAN, expresión de una concepción absolutista de
gobierno que, a su vez, estimulaba la retención del poder y de los privilegios oligárquicos
(Romero, 2004: 193-194). En tercer lugar, a pesar de haber operado de manera casi
hegemónica durante esos años, el PAN careció de una estructura y una organización internas
suficientemente definida y centralizada (Alonso, 2003: 280-285).
Esta última condición ocasionó constantes disputas internas que influyeron tanto en la
generación de una política facciosa y personalista (Alonso, 2003: 280) como en la
consolidación de un gobierno oligárquico basado en acuerdos, nombramientos y fraude
electoral, haciendo de las elecciones un “espectáculo” que legitimaba el poder establecido
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(Lobato, 2000: 191, 199). A pesar de ello, después de 1890 el monopolio político del PAN fue
debilitándose gradualmente por el efecto combinado de sus divisiones internas, el surgimiento
de movimientos como el socialismo y el radicalismo que representaban los intereses de
obreros y la clase media, respectivamente, y la mayor movilización del proletariado industrial
(Romero, 2009: 118, 119; Lobato, 2000: 193).
En medio de este ambiente, la ciudad de Buenos Aires mostraba una amplia circulación y
cobertura de prensa durante las dos últimas décadas del siglo XIX. Tras haber funcionado
como medio de propaganda en las guerras de independencia, y luego como tribuna de las
élites letradas en la primera mitad de la centuria (Sabato, 2008: 393, 398), hacia 1880 la
prensa bonaerense se convirtió en lo que Tim Duncan (1980: 762) calificó como un “híbrido”
entre el diario masivo del siglo XX y el panfleto político de las décadas precedentes. Este
cambio fue movilizado en gran medida por la abierta intervención en política que caracterizó
a gran parte de los diarios porteños entre 1880 y 1890. Si bien esto les proveía de ingresos a
través de suscripciones y contribuciones de grupos políticos, al mismo tiempo los ataba al
destino de esas mismas agrupaciones (Duncan, 1980: 766; Sabato, 2008: 395).
La misma característica les confería también a los diarios de corte político funciones más bien
definidas: servir de espacio de discusión entre individuos y agrupaciones políticas, ser el
órgano de expresión del discurso gubernamental; contribuir a los proyectos de modernización
social y política de la época, difundir la palabra y la imagen de los políticos, tejer intrigas,
potenciar o entorpecer alianzas, combatir a los adversarios y formular reflexiones políticas.
(Sabato, 2008: 393-395, Duncan, 1980: 767). Sería en este contexto de abierta y marcada
intervención de la prensa en la política en el que El Mosquito y Don Quijote desplegaron su
accionar caricaturesco y satírico.
Teniendo como referente a las célebres Charivari y La Caricature fundadas por Charles
Philipon en 1830, El Mosquito desarrolló su actividad a lo largo de treinta años y 1580
números entre el 24 de mayo de 1863 y el 16 de junio de 1893. Fundado por el inmigrante
francés Henri Meyer, a quien se uniría su compatriota Henri Stein en 1864, este diario
desplegó un humor orientado a la crítica de personajes de la política nacional y, tras la llegada
de Roca al poder en 1880, se enfocó más en situaciones que en individuos (Matallana, 1999:
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43-45). En este sentido, el periódico manifestó una idea del deber ser de la nación expresado
en términos como industria y civilización y el rechazo de la politiquería, compartiendo así los
valores positivistas en boga para la época (Matallana, 1999: 45). Ejemplo de ello era la
postura de Stein quien, tras asumir la dirección del periódico en 1870, declaraba que El
Mosquito poseía una visión objetiva de la realidad, aunque para autores como Diana Cavalaro
(1996: 94) no se trataba más que de la necesidad de aparentar tal objetividad en vista de los
estrechos vínculos que, al parecer, existían entre el director y los poderes político e industrial
del momento (Matallana, 1999: 43). Estos mismos nexos influyeron para que en su último
tramo de vida redujera progresivamente la cantidad de caricaturas de personajes y aumentaran
aquellas relacionadas con situaciones en particular.
En la orilla opuesta se hallaba Don Quijote, fundado por el dibujante español Eduardo Sojo en
agosto de 1884 y cuya vida se extendió hasta 1903. Con una experiencia previa en
publicaciones republicanas de caricatura política en España, Sojo se propuso hacer de su
periódico un vehículo de crítica mordaz y frontal hacia el modelo oligárquico de gobierno
representado por Roca y el PAN, asumiendo así el rol de caricaturista político como
profesional comprometido con una ideología en particular, siendo en este caso el
republicanismo democrático (Matallana, 1999: 57). Para llevar a cabo esta tarea, Sojo y los
demás dibujantes que participaron de Don Quijote emplearon y reapropiaron un bagaje visual
que combinaba pintura histórica europea, iconografía cristiana e imágenes producidas durante
la Revolución Francesa (Malosetti Costa, 2005: 259). De ahí que sus principales personajes,
como la alegoría de la república y los políticos animalizados, solían aparecer en situaciones
que evocaban cuadros célebres, pasajes bíblicos y escenas eróticas. Esta posición crítica
frontal, contraria a la de El Mosquito, su principal competidor, le valió a Sojo el ser
perseguido por el gobierno de turno, lo cual resultó en incidentes que incluyeron su
encarcelamiento en varias oportunidades.
La alegoría y sus orígenes
Como ya se mencionó anteriormente, tanto El Mosquito como Don Quijote tuvieron a la
alegoría de la república como un personaje frecuente en sus caricaturas. Es por eso que, antes
de entrar propiamente al análisis de las mismas, este apartado se propone exponer algunos
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apuntes básicos acerca de su origen y los cambios que experimentó a partir de la Revolución
Francesa, momento en el que tomó forma la figura de Marianne, convirtiéndose en el modelo
más difundido de la iconografía republicana.
Al igual que otros autores, Gombrich (2003) sitúa como uno de los antecedentes más antiguos
de la imagen femenina de la república en la alegoría de la libertas publica, presente en
algunas monedas romanas donde se le ve empuñando un cetro de cuyo extremo colgaba el
pileus, gorro asociado a la libertad de los esclavos (Gombrich, 2003: 170; Vollmann, 2006:
5). Posteriormente, la mujer siguió siendo utilizada para representar gráficamente otros
conceptos como el de nación, aun a pesar de la importancia que tuvieron los retratos de los
reyes para la monarquías europeas. Fue así como surgieron personificaciones nacionales
como Britania o Germania y, en el caso de Francia, la de una mujer que portaba un casco o
una corona con torres (Agulhon, 1984, 252).
Llegado el Renacimiento y su recuperación de la Antigüedad Clásica, el uso de las alegorías
ganó difusión a través de los compendios que reunían las mas conocidas y utilizadas hasta
entonces, para que sirvieran de modelo a los artistas y para la educación de los jóvenes. La
mas conocida de estas obras fue la publicada por Cesare Ripa en 1593 y la de Gravelot y
Cochin en Francia, aparecida en 1791 (Duprat, 2007a: 189-190). Así mismo, esta tradición
greco-romana de la alegoría propicio el surgimiento de símbolos durante el periodo
revolucionario francés, siguiendo para ello los códigos del arte antiguo de la representación de
ideas abstractas con cuerpos humanos, principalmente femeninos (Vollmann, 2006: 3)
Ahora bien, autores como Agulhon, Duprat y Vollmann coinciden en señalar a la Revolución
Francesa, y mas exactamente en los años que siguieron a 1792, como el momento en que la
alegoría de la libertad se transformo en la de la república, que en el contexto francés seria
conocida bajo el nombre de Marianne. Esta transformación tendría lugar a partir de tres
factores. En primer lugar, fue en esta época en que se dieron los primeros intentos del
gobierno revolucionario francés por crear una imagen oficial de la naciente república francesa
y de la cual carecía. Ejemplo de ello fue la creación en septiembre de 1792 de un sello para
los archivos nacionales de Francia y en el cual se apreciaba a una mujer con atributos todavía
cercanos a la alegoría romana (Duprat, 2007b: 47; Vollmann, 2006: 6). Por otro lado, es
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también en este momento donde el pileus de la libertad se convierte en el gorro frigio de la
república o, mas específicamente, en el bonnet rouge de Marianne (Gombrich, 2003: 171).
Este cambio sería importante en la medida en que el gorro termino siendo el símbolo mas
distintivo de la alegoría, además de haber sido mas usado en la caricatura que en la estatuaria
(Agulhon, 1989: 274).
Por ultimo y como tercer elemento aparece el nombre de Marianne, que ayudaría a darle una
identidad propia a la alegoría dentro del contexto revolucionario francés. De acuerdo con
Agulhon (1989: 11), la primera referencia del uso del nombre viene de la canción compuesta
por Guillaume Lavabre a finales de 1792, en la región de Languedoc, y titulada "La garisou
Marianno". Al respecto, cabe recordar lo señalado por Vollmann en cuanto a la coincidencia
entre los sustantivos abstractos -como "república"- y el genero femenino, propio del latín y
sus lenguas derivadas como el francés. De esta manera, siendo Francia una entidad femenina,
la nueva formación política y la imagen que la representaría debían reflejar esa identidad
(Vollmann, 2006: 3). Sin embargo, la alegoría de la república continuaría siendo una figura
polisémica: podía representar ideas generales como la libertad, ser empleada institucional y
políticamente, identificar a la entidad nacional, servir de símbolo de lucha política y partidaria
(Agulhon, 1992: 314-317) o, incluso, ser una herramienta central en los debates políticos y
estéticos de la época (Vollmann, 2006: 4). En este último sentido, la caricatura jugaría un
papel fundamental, particularmente en la adopción y difusión de la alegoría (Duprat,
2007b:48).
3. Análisis: etapa 1
Selección de las fuentes
Tal como se mencionó en la presentación del tema, desde la historiografía de la prensa
política en la Argentina de finales del siglo XIX, El Mosquito y Don Quijote han sido
considerados como los más importantes de su género, tanto por su duración como por su
impacto en el debate político (Burkart, 2007). En efecto, éstos se destacaron no sólo por su
nivel de sátira y la calidad de la composición de sus caricaturas, sino también por la presencia
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relativamente extensa y estable que tuvieron en comparación con otras publicaciones
circulantes: treinta años el primero y diecinueve el segundo, lo cual permite hacer una
observación más prolongada de las preguntas planteadas. Por otra parte, el recorte temporal se
ha seleccionado teniendo en cuenta que, entre 1884 y 1893, estos diarios estuvieron
enfrentados tanto en la competencia por los lectores como en sus visiones acerca de la
situación del país y el gobierno de turno, teniendo como marco la confrontación de ideas
sobre el ejercicio de la política y la construcción de la nación que caracterizó ese par de
décadas. Así mismo, tomar este segmento de tiempo permite observar, desde una perspectiva
comparada, el uso que que se hizo de la alegoría en ambas publicaciones durante los años que
compartieron escena.
Teniendo en cuenta lo anterior, y dentro del marco del trabajo de maestría del cual este texto
se desprende, se procedió al trabajo documental en los archivos de la Biblioteca Nacional de
la República Argentina en la ciudad de Buenos Aires. En ambos casos se pudieron consultar -
con algunos baches de tiempo- ejemplares publicados entre 1886 y 1893, revisión que arrojó
como resultado un total de cuarenta y ocho apariciones de la alegoría de la república en El
Mosquito y ochenta y seis en Don Quijote. Por cuestiones de espacio, de este conjunto se
seleccionaron solamente seis caricaturas, siguiendo como criterio el que cada una fuese
representativa de alguno de los tres grupos de imágenes en que se ha clasificado el corpus de
fuentes: república legitimadora, república jueza y república humillada. A partir de estas
consideraciones, a continuación se desarrollan los dos momentos de análisis
propuestos,comenzando por la identificación y descripción de los atributos de la alegoría en
las caricaturas escogidas.
Primera lectura
El primer par de caricaturas corresponde a lo que en este trabajo se ha denominado república
legitimadora. En la primera de ellas (figura 4), publicada en El Mosquito el 15 de mayo de
1887, se observa al entonces presidente Miguel Juárez Celman -del Partido Autonomista
Nacional- presentándole una exposición de cuadros a su acompañante la alegoría de la
república, en la que se destacan, por encima del traje de gala y la capa que viste, el gorro
frigio y el escudo nacional argentino. Ella observa atenta las imágenes que representan la
situación de los distintos ministerios del gobierno nacional, dando su aprobación según el
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texto que acompaña la ilustración. Por su parte, la legitimación de la república en Don Quijote
es bien distinta ya que apelará principalmente a la iconografía religiosa, estrategia que se
repetirá con insistencia en los grabados de esta publicación.
Tal es el caso de la caricatura de la edición del 22 de julio de 1888 (figura 9), que retoma las
imágenes de la Virgen del Carmen (figura 10) añadiendo algunos elementos satíricos. En
efecto, el personaje que domina el centro de la escena es la alegoría de la república ataviada
como una virgen, aunque con algunos elementos que le confieren su carácter republicano
como el gorro frigio, el escudo argentino en su pecho y en el escapulario que sujeta en su
mano derecha. A estos los acompañan el niño -denominado como "el pueblo"- que sostiene
con su brazo izquierdo y la cara de Bartolomé Mitre -ex-presidente y militar argentino- en el
otro extremo del escapulario. Esta "virgen-república", rodeada de querubines con los rostros
de José de San Martín y Bernardino Rivadavia, entre otros, observa amorosamente a aquellos
que se encuentran en el fuego del purgatorio y que personifican algunos de los diarios que
circulaban por entonces en la ciudad de Buenos Aires, entre esos al propio Don Quijote, al
cual se distingue claramente por la figura asociada al personaje de Cervantes. Completan la
escena algunos personajes asociados al PAN -como Miguel Juárez Celman y Eduardo Wilde-
que son conducidos por demonios a las puertas del infierno.
Por su parte, la primera de las caricaturas correspondientes a la república juez es la publicada
en El Mosquito el 28 de junio de 1891 (figura 5), donde se observa a la alegoría de la
república en medio de una disputa entre dos bandos políticos: los mitristas o seguidores de
Bartolomé Mitre del lado izquierdo, y los radicales encabezados por Leandro N. Alem en el
costado derecho. Se ve a la república vestida con una túnica harapienta, reconocible por el
gorro frigio y el escudo a sus pies, sosteniendo la "balanza del patriotismo" en la que Mitre y
Alem depositan objetos para ser pesados. Al fondo, detrás de la figura femenina se alcanza a
ver un rostro que correspondería al del militar italo-argentino Nicolás Levalle. Mientras tanto,
Don Quijote vuelve a recurrir a la mezcla de simbología republicana e imaginarios religiosos,
esta vez en el grabado del 6 de noviembre de 1887 (figura 7). Haciendo una clara alusión a un
pasaje bíblico, se presenta a una república -de nuevo con el gorro frigio en su cabeza-
enfurecida blandiendo un látigo en su mano derecha para expulsar a políticos y funcionarios
de la cámara de diputados, quienes aparecen como pequeñas figuras que huyen de su
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presencia amenazante.
Por último se encuentra la república humillada, cuyo primer ejemplo es la caricatura de El
Mosquito del 20 de septiembre de 1891 (figura 6), en la cual se ve a la alegoría en su versión
más clásica: gorro frigio, escudo nacional a sus pies, cinto con la inscripción “REP. ARG.” y
una túnica harapienta. Así, esta república permanece a las puertas de la cámara de diputados,
arrodillada sobre lo que parece ser una pila de basura con inscripciones alusivas a a la
corrupción y el mal manejo de la economía, mientras que al fondo los legisladores se hallan
reunidos en una sesión más bien humorística. De otro lado, en su caricatura del 1 de abril de
1888 (figura 8), Don Quijote introduce nuevamente a la alegoría en una escena extraída de un
pasaje bíblico, en este caso, el de la pasión de Cristo, pasando por una secuencia que incluye
los azotes, el juicio, el vía crucis, la crucifixión y la resurrección. Para este trabajo interesan
las dos últimas imágenes de este grabado (véanse los dos detalles de la figura 8) en las que se
observa, en primer lugar, a una república vestida de gorro frigio y camisón de dormir siendo
crucificada mientras recibe la esponja con hiel junto con un banco con la leyenda “bancos
libres”. Al lado de ésta aparece la república que sale del sepulcro tras resucitar, con el gorro
frigio distintivo, pero con un cuerpo y una vestimenta que se asemejan más a la imagen
convencional de Jesús. Sobre su cabeza hay un triángulo que contiene en su interior algunas
palabras relacionadas con el ideario republicano y mensajes en contra de las políticas del
gobierno de turno. A sus pies se puede ver la figura temerosa e impresionada de Miguel Juárez
Celman, por entonces presidente.
4. Análisis: etapa 2
Algunas herramientas teóricas
Esta sección se propone presentar brevemente las herramientas teóricas y conceptuales
seleccionadas para desarrollar la segunda etapa del análisis de las caricaturas escogidas,
retomando para ello los planteamientos de Ernst Gombrich, Roger Chartier y Bronislaw
Baczko, principalmente.
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En el primer caso, junto con la definición al comienzo de la presentación, cabe recordar dos
características mas de la caricatura señaladas por Gombrich. Por una parte, éste la considera
como "(...) heredera del arte simbólico de la Edad Media, en una época en que la Iglesia
pretendía que la imagen didáctica enseñara al lego analfabeto la palabra sagrada" (Gombrich,
1968: 166). Este es un elemento de importancia en el caso particular de las caricaturas de Don
Quijote que, como se pudo apreciar en la descripción del apartado anterior, y como se verá un
poco más en detalle en la siguiente sección, Eduardo Sojo apeló frecuentemente a la
simbología cristiana para sus creaciones. En estrecha relación con esto esta la capacidad que
Gombrich le atribuye al caricaturista de aplicar mitos o relatos conocidos a un acontecimiento
que es noticia, conectando saberes familiares a los lectores con hechos que les son
desconocidos (Gombrich, 2003: 200). Aquí se destaca nuevamente el caso de Sojo quien, en
varios casos, tomó como base de sus caricaturas historias extraídas de la tradición cristiana
para introducir críticas y referencias alusivas a la política y la economía del momento.
La segunda referencia corresponde al concepto de representación desarrollado por Roger
Chartier, en especial una de las primeras definiciones del mismo -que data de 1690- y en la
que concibe al acto de representar como dar a conocer las cosas a través de una "pintura de un
objeto" o, en otras palabras, por palabras y gestos o por algunas "figuras" o "marcas" como
los enigmas, emblemas, fábulas y alegorías (Chartier, 2011: 17). Por otra parte, estas
representaciones hacen parte de luchas que, para Chartier, pueden entenderse como una
construcción del mundo social mediante la adhesión o o el rechazo que éstas producen,
hallándose estrechamente vinculadas a la interiorización que hacen los individuos de la
estructura social en forma de de representaciones mentales y cómo, por medio de ello, es
posible ejercer la dominación por la violencia simbólica (Chartier, 2011: 22).
Finalmente, una tercera referencia es la caracterización que hace Bronislaw Baczko acerca de
los imaginarios sociales, en particular cuando estos se convierten en una pieza clave del
ejercicio del poder, que busca dominar las representaciones colectivas empleando símbolos y
emblemas que le otorguen legitimidad, con lo cual los imaginarios se convierten en un
espacio de los conflictos sociales (Baczko, 1991:28). En este sentido, para Baczko una de las
funciones de los imaginarios sociales es la de imponer creencias comunes, para lo cual en
ocasiones operan en relación con otros tipos de imaginarios como los religiosos, recurriendo a
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los símbolos sagrados (Baczko, 1991: 28, 31).
A continuación se presentará entonces una segunda lectura de as caricaturas, esta vez
empleando las herramientas teóricas que se acaban de describir para extraer algunas
conclusiones preliminares al respecto.
Segunda lectura
Para el caso de la república legitimadora ambos periódicos tienen como elemento en común el
que la alegoría representa conceptos como patria o pueblo, quienes emiten un juicio de valor
positivo sobre la situación aludida, pero con características distintas. En la figura 4 por
ejemplo, la alegoría de la república representa un país más bien aristocrático, si se tiene en
cuenta la vestimenta de gala que porta y, sobre todo, si se compara con otros ejemplos en las
fuentes consultadas. Así mismo, esta figura representaría también tanto la aprobación de El
Mosquito como del país hacia la gestión del presidente Miguel Juárez Celman y, por
extensión, del modelo político y económico aplicado por él. Complemento de estos son los
cuadros del fondo, los cuales representan lo que sería el buen desempeño el gobierno en
distintos campos: pacificación de los indígenas, laicización de la sociedad, buenas relaciones
con los países vecinos y arcas estatales llenas.
Mientras tanto, en la caricatura de Don Quijote (figura 9), la referencia al pueblo como fuente
de legitimación es más explícita al estar éste representado por el niño Jesús que sostiene la
virgen-república. La unión de estas dos figuras en la misma imagen podría representar -en
contraste con la de El Mosquito- un país más popular y, a un nivel superior, una nación
“sublime” y “transparente” a partir de la fusión con la Virgen María. De esta manera,
tomando la escena en su conjunto se puede hablar también de una legitimación de origen
“divino” al trabajo del diario de Sojo y de los otros que lo acompañan en el purgatorio,
contando también con el apoyo de hombres ilustres de la historia argentina que aparecen en
forma de ángeles.
En segundo lugar, la república-juez va a jugar un papel similar al de la legitimadora, en tanto
que va a emitir también su aprobación y rechazo hacia los políticos del momento, aunque
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sería el tono y la fuerza de ese juicio el que marcó la diferencia. En el caso de El Mosquito
esto va a implicar también un cambio en la caricatura de la figura 5 respecto a la anterior,
pues lo que la alegoría va a representar ahora es un país debilitado y empobrecido a causa de
los trastornos políticos y económicos de finales de la década de 1880 y principios de la de
1890. Sin embargo, es este mismo país el que somete a juicio a mitristas y radicales
midiéndolos con la balanza que representa el patriotismo, aunque sin tomar partido por
ninguno de los dos bandos. Cabe destacar también la similitud de la alegoría de la república
con la de la justicia, fusión de alegorías que se ha dado en casos como, por ejemplo, el de
ciertas imágenes producidas para la proclamación de la Primera República Española en 1873
(figura 3).
De otro lado, la república-juez presentada por Don Quijote (figura7) se halla más cercana al
modelo de alegoría construido durante la Revolución Francesa, representando un país
potencialmente fuerte, capaz de levantarse con furia para oponerse a su clase gobernante. Así,
la escena planeta tanto un juicio a la gestión económica y a la corrupción del gobierno, como
una purificación del ejercicio de la política y de los espacios donde éste se lleva a cabo. En
este sentido se expresa también la diferencia en el tamaño de las figuras, o sea, la grandeza del
país frente a la pequeñez y el poco valor de los políticos.
Finalmente, ambos periódicos vuelven a mostrar coincidencias en el uso de la alegoría como
república humillada, la cual representa a un país maltratado económicamente por la
combinación de corrupción y medidas erróneas, haciendo diferencia en los individuos a los
que se señala como responsables. En este caso es El Mosquito el que va a recurrir para ello al
modelo francés de la alegoría (figura 6), representando al país como empobrecido, debilitado
y en precarias condiciones, mientras que la suciedad sobre la que se arrodilla representa las
condiciones y hechos que han puesto a la Argentina en esas condiciones como las emisiones
clandestinas de dinero, entre otros. Llama la atención también el gesto en el rostro de esta
alegoría, que bien podría representar una postura de indignación y rabia de parte de la
publicación hacia la gestión económica de los políticos, quienes aparecen como “payasos”
indiferentes ante la situación.
Por su parte, en Don Quijote cada episodio de la caricatura de la figura 8 representa un hecho
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de la realidad política y económica del momento y, en conjunto, expresan lo que es entendido
como el despojo de la dignidad del país. En el caso concreto de la escena de la crucifixión, la
alegoría de la república representa explícitamente el concepto de “patria” maltratada e
contraste con la de la resurrección, que podría representar el potencial para de cambio
presente en la Argentina. Tal recuperación estaría basada en algunas consignas presentes en la
“trinidad” que se halla sobre la cabeza de la alegoría, condensadas en palabras como verdad,
justicia, igualdad, virtud, fraternidad y libertad.
Tras esta primera y breve observación a la alegoría de la república en algunas caricaturas de
El Mosquito y Don Quijote pueden extraerse, al menos, tres conclusiones preliminares. En
primer lugar, se pudo apreciar que ambos periódicos representaron ideas o conceptos
similares mediante estrategias simbólicas que coincidieron en varias ocasiones. En otras
palabras, partieron de premisas similares para llegar a conclusiones igualmente parecidas,
aunque siguiendo vías distintas. Sin embargo, esto no significa que no hubiesen planteado un
enfrentamiento de representaciones del país y la política, todo dentro de un campo de
conflicto más grande como el de los imaginarios políticos.
Por otro lado, tanto Stein como Sojo utilizaron para dicho enfrentamiento aquellos elementos
que Chartier considera como “figuras” o “marcas” que podían remitir a conceptos abstractos
como país, patria o pueblo y a hechos por los lectores y que podían hacer referencia a
situaciones que se dieron en la época, o a historias más antiguas como aquellas extraídas de la
Biblia. Tales “marcas” tenían dos fuentes fundamentales: la alegoría de la república elaborada
durante la Revolución Francesa y la tradición cristiana.
En tercer lugar, hay que decir que fue Eduardo Sojo quien mostró mayor habilidad en el uso
de símbolos e historias provenientes del imaginario religioso cristiano, combinándolos con
otros que hacían parte del imaginario político republicano. Al respecto, una hipótesis
preliminar que puede plantearse es que Sojo usó las referencias religiosas no por una
convicción o, siguiendo a Baczko, por querer imponer una creencia común entre sus lectores,
sino que respondía a cuatro posibles razones: 1) porque tal como lo señala Malosetti (2005:
253-259), éstas hacían parte de su acervo visual traído desde Europa y que circulaba en la
época entre los artistas de la época; 2) porque, de acuerdo a lo señalado por Gombrich, tales
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imágenes podían cumplir una función didáctica y moralizadora similar a aquellas de la Iglesia
medieval, aunque en este caso no serían utilizadas para evangelizar sino con el objetivo de
denunciar y criticar a individuos y situaciones; 3) porque al apelar a imágenes más familiares
al lector, como las religiosas, podía facilitar la comprensión e identificación de éste, siendo
una de las facultades que Gombrich encontró en los caricaturistas; 4) porque tenía la
posibilidad de fusionar la adoración católica con la adoración a la patria en una especie de
“religión republicana”, introduciendo ciertos elementos de cambio de carácter mesiánico.
5. Comentarios finales
Esta visto que las caricaturas son bastante más que dibujos graciosos, especialmente cuando
se involucran en asuntos políticos, ya que pueden ser un instrumento de circulación,
reafirmación y confrontación de imaginarios, además de participar de los procesos de
formación de la opinión pública. En este sentido, esta investigación ha permitido observar
como la producción de caricaturas por parte de El Mosquito y Don Quijote contribuyó a llevar
el enfrentamiento político de la época al plano simbólico, manifestando dos posturas
encontradas: a favor y en contra del gobierno y los políticos de turno, en especial aquellos
relacionados con el Partido Autonomista Nacional. Sin embargo, tales posturas no se
expresaron a manera de programa político sino en relación a hechos o conductas en particular,
con excepción del dibujo de Sojo de la república que resucita (figura 8), en la que es posible
ver algunas consignas que podrían conectarse con la ideología del caricaturista.
De otro lado, también fue posible ver cómo la alegoría, en conjunto con los demás personajes
que la acompañaban en cada escena, funcionó como símbolo de un discurso visual que
expresó las posiciones políticas de Stein y de Sojo, siendo este el medio predilecto para la
época y más en tiempos de agitación política como lo fueron las últimas décadas del siglo
XIX argentino, momento en harían su aparición la Unión Cívica Radical, los anarquistas y los
socialistas.
Al ser este un primer acercamiento a la temática, queda claro que hace falta profundizar aun
más en la investigación del uso de la alegoría de la república en estos dos periódicos y, en
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especial, para precisar más las herramientas de lectura e interpretación de las caricaturas,
sobre todo aquellas que hacen uso de símbolos religiosos como las de Don Quijote. De igual
forma, esta experiencia permite constatar la importancia de proponer el estudio de la
caricatura como vía para indagar en los mensajes y las estrategias de divulgación de ideas
políticas a través de los soportes visuales, además de la importancia de hacerlo extensivo a los
medios actuales.
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