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Prensa carlista durante la primera guerra (1833-1840) Sobre e! tema del periodismo en e! bando carlista sólo existen escasas referencias en e! catálogo de Navarro Cabanes y en la obra de Azcona, aparte de los de Pirala en su monumental historia; todas las obras posteriores apenas contienen aportaciones importantes '. Recientemente ha sido realizado un estudio, desgraciadamente aún inédito, por dos jóvenes historiadores, tratando de realizar no un mero estudio descriptivo, sino también un análisis del contenido ideo· lógico de la publicación oficial carlista: Gaceta Oficial y Boletín de Navarra y Provincias Vascongadas'. Por nuestra parte nos vamos a limitar a la prensa oficial carlista editada en el territorio vasco, exclu- yendo, por lo tanto, las demás publicaciones. Esta elección se debe a que la presencia en aquel territorio de! aparato de gobierno nos permite conocer la ideología más genuinamente carlista. Vamos a señalar aquí las diversas publicaciones de forma esquemática para centrarnos después en la Gaceta: - Ejército del Rey N.S. Don Carlos V'. Esta es la primera publicación oficial de que hay noticia. Como su nombre indica, nace casi únicamente como un boletín interno de! 1 José NAVARRO CABANES: Apuntes bibliográficos de la prensa carlista, Va M Iencia, s/f., pp. 17-25. José Maria AZCONA: Zumalacárregui. Estudio crítico de Zas fuentes históricas de su tiempo, Madrid, 1946, pp. 313 Y ss. 2 Juan José MADARIAGA ORBEA Y José Angel TAMAYO ERRAZQlJÍN: Prensa oficial carlista en el contexto de la primera guerra: Gaceta oficial y Boletín de Na- varra y Provincias Vascongadas (1835-1839), texto mecanografiado. 3 Hay ejemplares en la Biblioteca del Instituto de Historia del C. S. Le.; Archivo de la Real Academia de la Historia (A. R. A. H.), 9/6799, carpo 42; Archi- vo Histórico Nacional (A. H. N.), estado 8265; Archivo de la Casa de Juntas de Guernica (A. C. J. G.), Guerras Civiles, reg. 97 y 99. La Prensa en la Revolución Liberal. Edit. Universidad Complutense. Madrid, 1983

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Prensa carlista durante la primera guerra (1833-1840)

Sobre e! tema del periodismo en e! bando carlista sólo existen escasas referencias en e! catálogo de Navarro Cabanes y en la obra de Azcona, aparte de los de Pirala en su monumental historia; todas las obras posteriores apenas contienen aportaciones importantes '. Recientemente ha sido realizado un estudio, desgraciadamente aún inédito, por dos jóvenes historiadores, tratando de realizar no un mero estudio descriptivo, sino también un análisis del contenido ideo· lógico de la publicación oficial carlista: Gaceta Oficial y Boletín de Navarra y Provincias Vascongadas'. Por nuestra parte nos vamos a limitar a la prensa oficial carlista editada en el territorio vasco, exclu­yendo, por lo tanto, las demás publicaciones. Esta elección se debe a que la presencia en aquel territorio de! aparato de gobierno nos permite conocer la ideología más genuinamente carlista. Vamos a señalar aquí las diversas publicaciones de forma esquemática para centrarnos después en la Gaceta:

- Ejército del Rey N.S. Don Carlos V'.

Esta es la primera publicación oficial de que hay noticia. Como su nombre indica, nace casi únicamente como un boletín interno de!

1 José NAVARRO CABANES: Apuntes bibliográficos de la prensa carlista, VaM

Iencia, s/f., pp. 17-25. José Maria AZCONA: Zumalacárregui. Estudio crítico de Zas fuentes históricas de su tiempo, Madrid, 1946, pp. 313 Y ss.

2 Juan José MADARIAGA ORBEA Y José Angel TAMAYO ERRAZQlJÍN: Prensa oficial carlista en el contexto de la primera guerra: Gaceta oficial y Boletín de Na­varra y Provincias Vascongadas (1835-1839), texto mecanografiado.

3 Hay ejemplares en la Biblioteca del Instituto de Historia del C. S. Le.; Archivo de la Real Academia de la Historia (A. R. A. H.), 9/6799, carpo 42; Archi­vo Histórico Nacional (A. H. N.), estado 8265; Archivo de la Casa de Juntas de Guernica (A. C. J. G.), Guerras Civiles, reg. 97 y 99.

La Prensa en la Revolución Liberal. Edit. Universidad Complutense. Madrid, 1983

14891147g
Texto escrito a máquina
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320 José Ramón Urquijo

Ejército. Posiblemente se inició a fines de 1833 o qmza a princIpIOs de 1834, ya que e! año 1835 empieza con e! número 58 y termina Con el 99. A pesar de lo que señala Azcona carecía de periodicidad '. Los últimos números de que tengo noticia son e! 126 (23-VIl-1836) y 127 (8-VIII-1836).

En gran medida su contenido se reduce al llamado artículo de oficio (la salud del Rey y la localización de! cuartel real) y partes militares. No hay casi artículos de contenido y lo que podríamos con­siderar propiamente periodístico se reduce a comentarios despectivos sobre las actuaciones militares de los cristianos, que titulaban nota. Poco a poco va aumentando la parte no oficial, e incluso hay algún número extraordinario que parece todo él UIl editorial.

Azcona señala que a fines de 1834 se pretendió convertir esta pu­blicación en un periódico, pero que la inercia ministerial boicoteó el proyecto '. Sin embargo, UIl0S meses más tarde esta propuesta la realizaba el mismo ministro, y a través de ella podemos intuir las razones de la negativa anterior. Así, Lagracimiere, realista francés que actuaba como agente de don Carlos en Bayona, contestaba el 12-X-1835 a la propuesta ministerial: « ... el establecimiento de un periódico oficial español no sería tolerable, sino en e! caso en que no tuviéramos ningún medio de hacer conocer la verdad, y si tuvié­ramos mucho dinero» '. Los mandataríos carlistas o no consideraban seguro el territorio que dominaban o simplemente creían que la fUllda­ción del periódico en Francia les posibilitaba una mayor proyección.

De este boletín lo desconocemos casi todo; Azcona habla de una tirada de novecientos ejemplares. Por otra parte, se trataba de una publicación dependiente de la Junta de Navarra, sin que afectase para nada al Ministerio, por ello resulta extraña la acusación que hace Sanz contra Cruz Mayor.

Su director podría ser clasificado como el clásico cura trabucaire de principios del XIX. Se llamaba fray Manuel de' Benito, Presentado en Sagrada Teología y comendador del Real Convento de Nuestra Señora de las Mercedes de Pamplona; participó en la guerra contra Napoleón, en la que llegó a oficial de Caballería; de 1820 a 1823 fue capellán de Zumalacárregui; en abril de 1834 se vio obligado a aban-

4 AZCONA, op. cit., 314. Este autor dice que salía semanalmente~ pero la rea­lidad es muy distinta; enero, 5 ejemplares; febrero, 3; marzo, 5; abrIl, 3; mayo, 6; junio, 4; julio, 1; agosto, 3; septiembre, 4; octubre, 2; noviembre, 3; diciem­bre, 3. Todos ellos del año 1835.

5 AzCONA, op. cit., 315. Señala que Florencio Sanz se quejaba de ello en una carta enviada a Vidaondo.

, A. R. A. H., 9/6698.

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donar el convento e inmediatamente fue nombrado director principal de la Real Imprenta 7.

- Boletín del Cuartel Real.

Se desconoce totalmente cómo surgió , y los únicos ejemplares que conocemos se refieren a los años 1838 y 1839 '. Quizá surgió en época muy tardía, ya que el 6-VII-1836 la Secretaria de Estado car­lista preguntaba al dírector de la imprenta si era posible que se trasladase al Real parte de la imprenta a fin de editar a1Ii las gacetas extraordinarias 9. Era evidente que en el Real no había posibilidad de sacar ninguna publicación. En los primeros momentos se dedicaron a publicar los extraordinarios; posteriormente, durante la expedición real, e! año 1837, aparecieron los Boletines del Ejército Real. El Bole­tín del Cuartel Real publica únicamente decretos y partes de guerra.

LA GACETA

Al llegar Don Carlos a España, en julio de 1834, se inicia el pro· ceso de consolidación de la estructura de los sublevados en un intento por crear una administración. Este hecho tenía una doble finalidad:

- poder suplantar rápidamente a la adminístración liberal en caso de victoria, que veían muy cercana, y

- lograr el reconocimiento internacional y, de esta forma, con­seguir más fácilmente la victoria.

Tras la entrada del Pretendiente en España se continuó durante algún tiempo manteniendo una adminístración bicéfala, dividida entre don Carlos -situado ya en España- y Joaquín Abarca, obispo de León residente en Londres. Tras una tensa situación, el núcleo español se impuso y fue estructurando el Estado, absorbiendo de forma ceno tralizadora las iniciativas de los diversos grupos locales. Como una necesidad más de esta trayectoria surge la Gaceta Oficial. A pesar de que cambió el título, Gaceta Oficial (27-X-35j3-X-837) y Boletín de Navarra y Provincias Vascongadas (6·X-37/23-VIII-39), no vamos a diferenciarlos, ya que la plantilla de personal y e! tipo de periódico eran iguales. De! primero salieron 203 números y de! segundo 197.

7 A. R. A. H., 9/6693. Datos sacados de una instancia suya a don Carlos, el 15 de mayo de 1835, en la que pide se le revalide el título de director de la Real Imprenta. El Rey le contesta que dicho nombramiento no es «dependiente del Estado, y sí más bien de la misma Junta» de Navarra.

s A. R. A. H., 9/6707: 1838 (7, 18 Y 21 de noviembre; 1 y 18 de diciembre), 9/6695: 1839 (6 de enero, 24 de febrero, 24 de abril y 1 de mayo).

9 A. R. A. H., 9/6757.

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322 José Ramón Urquiio

En su génesis hubo serias dificultades a causa de la negativa de las Juntas a ceder sus poderes taifales. Así nos lo relata un informe sobre la remodelación de la imprenta realizado a fines de 1837: causas bien conocidas constituyeron la Imprenta Real en estas provincias, y si ella no fue establecida en toda la latitud que fija su ley consti· tutiva porque lo resistieron las circunstancias y oponiéndose la redac­ción del Boletín de Navarra, al cuidado de la Junta de ese Reino, hubo que ceñirla a los primeros elementos para hacerla de su majes­tad ... 10. Con su creación se pretende dar un órgano de expresión al Estado y poseer un vehículo de propaganda:

«Para evitar en lo sucesivo el retardo que hasta ahora han experimen~ tado estas publicaciones, ha dispuesto S. M. que una imprenta siga cons­tantemente al Cuartel Real y que todas las semanas se publique un boletín no sólo con las noticias relativas a la guerra, sino con las que convenga extractar de los papeles extranjeros, periódico que cuidaré de remitir con puntualidad a V. E. y nuestro cuerpo diplomático, acompafiándolo de un oficio que dé un exacto conocimiento del estado de las cosas, con 10 cual podrán desmentirse o refutar las falsas noticias que abundantemente vier­ten los reformistas revolucionarios ... » 11.

A través de la correspondencia de los agentes se observa la honda preocupación que tienen por contrarrestar las noticias de los cristia­nos. La Gaceta va a ser uno de sus medios. Nada mejor que las pro­pias palabras del Prospecto a la Gaceta Oficial para clarificar tal aserto. El liberalismo, con su «horrible propaganda», ha puesto en peligro los Trofeos y tiene en la prensa su más firme sostén, sem­brando «el principio anárquico y destructor de la soberanía popular, de la libertad indefinida y demás absurdos»:

«Es, pues, preciso rebatir tan perniciosas ideas, disipar la ilusión con que se pretende fascinar al pueblo incauto por unos hombres que llamán- . dase los regeneradores de la España, consuman por todos los medios ima­ginables la ruina de este país desventurado y pulverizar los torpes para­logismos con que se pretende extraviar la opinión pública. Tal es el objeto del periódico.»

Como segunda finalidad se sitúa la mISIOn de demostrar que don Carlos es el heredero legítimo del Trono de San Fernando. En ella tendrán cabida noticias oficiales, particulares de la Península y del extranjero, rectificaciones de las falacias cristianas, extractos de la correspondencia interceptada... En un principio se pensaba que po-

10 A. R. A. H., 9/6734. En el mismo sentido se expresa Sanz en una carta, de fecha 8 de diciembre de 1835, en que dice: «Parece que en la Sección de Guerra hay algún duende que sostiene una rivalidad tan tonta como prjudicial con el dichoso Boletín ( ... ). Sé que alguno de ellos ha dicho: que la Gaceta copie del Boletín.» A. R. A. H., 9/6699.

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dría ser introducida en la zona liberal, y así Abarca señalaba que «si se diseminan bien y esparcen por toda la Península ejemplares, al mismo tiempo que se satisfarán los deseos indicados, puede adelan­tar mucho la causa del Rey N. S.» 12. La pluma se convertía de esta forma en un aliado valioso de la espada.

Pero, al mismo tiempo, el Obispo-Ministro señalaba su preocupa­ción porque la publicación se realizase de forma digna, sin que en ella tengan «lugar aquellas historietas semejantes a las de los Gatos de que habló un boletín». Abarca deseaba que el tono de la Gaceta se mantuviese en límites de corrección y de altura intelectual.

El cambio de cabecera del periódico se debió al intento de pr& sentar una imagen menos grandilocuente de la publicación; así, su censor, el jesuita Manuel Gil, señalaba a W. Sierra, encargado de la Secretaría de Estado, que el título resultaba «demasiado pomposo, yo la llamaría Gaceta de Oñate, o de las Provincias, o del Gobierno, o de España» 13. Como consecuencia de una Orden firmada en el Real de Mondéjar, don Carlos decidía que «deje de publicarse en Oñate con este título y reciba en lo sucesivo el de Boletín de Navarra y Provin­cias Vascongadas, debiéndose redactar por V. S. y publicarse hasta ulterior resolución en los mismos días y bajo el mismo sistema que respecto a la Gaceta está prevenido» ".

Al objeto de lograr un mayor fruto de sus propósitos se envió a los agentes diplomáticos carlistas para que realizasen la oportuna propaganda. Alvarez de Toledo escribía desde Nápoles enviando un recorte de prensa en el que se daba cuenta de la aparición del citado órgano 15. Sin embargo, su repercusión fue escasa, ya que las suscrip­ciones en el exterior fueron muy pocas. Desconocemos si en otros países se realizó lo mismo que en Nápoles; sólo se puede aventurar lo que pudo suceder en Roma. A fines de 1835 el Nuncio de Nápoles envió a la Secretaría de Estado Vaticana la traducción de dos artícu­los, aparecidos en la Gaceta carlista, para que fuesen publicados en algún periódico de Roma; la Secretaría de Estado consideró que no era conveniente publicarlo en los Estados Pontificios y que segura­mente la publicarían en algún otro Estado italiano 16. A lo largo de la guerra el Vaticano mantuvo siempre esta política de una de cal y otra de arena en sus relaciones con ambos contendientes. Sí hay cons­tancia de que en Nápoles y Turín se reprodujeron numerosos artículos y partes bélicos de la Gaceta carlista, tanto por las cartas de los

11 A. R. A. H., 9/6730. 12 Ibidem, carta de 12 de noviembre de 1835. 13 A. R. A. H., 9/6757, s/f., únicamente señala «hoy 3". 14 A. R. A. H., 9/6734, carta del 15 de diciembre de 1837. 15 A. R. A. H., 9/6731, carta n. 126. 16 Archivo Segreto Vaticano. Segretaria di Stato. Esteri R. 252 B. 466.

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324 José Ramón Urquijo

propios agentes de don Carlos como por las protestas de los repre­sentantes liberales.

Por otra parte, es muy importante señalar el tema del idioma. La Gaceta se escribía exclusivamente en castellano. Los carlistas nun­ca utilizaron el euskera en ninguna de sus proclamas, periódicos ... que, en principio, deberían estar destinados a una población en su mayoría exclusivamente vascoparlante. Era evidente que tal prensa se dirigía a los jauntxos locales (curas, abogados, etc.), quíenes media­tizaban al inculto campesinado. Tal actuación implicaba un desprecio absoluto por sus propios súbditos, desprecio aún más evidente si te­nemos en cuenta que los liberales editaban sus proclamas en las dos lenguas; recuérdese, entre otras, la carta de Aviraneta titulada «Eus­kaldun nekasari batek ojalatero bati eskribitzen dion Karta».

1. ORGANIZACIÓN

En este apartado vamos a abordar la descripción interna tanto de la publicación como de la organización de la imprenta. Para un aná­lisis de su contenido formal remitimos a la obra de Madariaga y Ta­mayo antes citada 17.

Hay que señalar que su parte oficial no recoge todos los reales decretos, aún no existe la conciencia de que una ley debe ser publi­cada. La publicación constaba de números ordinarios, suplementos -publicados la misma fecha que el número ordinario- y números extraordinarios.

La precariedad de sus medios condicionaba notablemente su fun­cionamiento. Son númerosas las quejas del director de la publicación pidiendo urgentemente el envío de papel, tinta, letras ... Si en lo mate­rial la escasez de medios era enorme, la ausencia de canales de infor­mación era aún más penosa.

A principios de septiembre de 1835, Miguel Sanz, encargado de la dirección de la Gaceta, daba cuenta a don Juan Echevarría de los pormenores de la organización para editar el periódico. Apaolaza, a quíen se había encomendado la organización material, había traído ya tinta, letra ... y tenía la prensa en Vergara a la espera de reparar sus cajas, que estaban sumamente deterioradas. El mismo individuo se había encargado de la designación de la plantilla, elección del regla­mento, ... Pero aún se seguía sin recibir la aprobación. Por su parte, Sanz señalaba las necesidades que consideraba mínimos exigibles:

- algún fondo de papel, porque si no habría dificultades en la periodicidad

17 Op. cit., pp. 18 Y ss.

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- un traductor de inglés - un amanuense - autorización para nombrar corresponsales - que el administrador de Correos de Tolosa remita la prensa y

correspondencia extranjera con rapidez - que no falte prensa española 18_

El 18-VIII-1836 se montaba una segunda prensa_ El personal era muy numeroso, aunque la redacción se reducía a

una sola persona. La plantilla de imprenta constaba de: un adminis­trador-traductor, un contable, dos escribientes, un amanuense-traduc­tor, un portero, un ordenanza y tres confidentes. En la tipografía trabajaban: un impresor, un regente, tres cajistas, un mozo de aseo, dos batidores, dos prensistas y un brigadero 19. Aunque no figuraban dentro de la plantilla, hay otras dos personas muy importantes: el director, Miguel Sanz y Lafuente, y el censor.

A lo largo de la publicación hubo dos censores: el primero, el Barón de las Juras Reales, y el segundo, el padre Manuel Gil S. J. "'. Existen bastantes testimonios de que esta censura actuó en nÚillerosas ocasiones. Pero además de esta censura existía la criba de la Secre­taría de Estado o quizá del Rey en persona; así lo indicaba Sanz cuando escribe al secretario de Estado: «¿Cuando el padre Gil y la Secretaría estén en un punto y V. con S. M. en otro, a dónde enviaré las Gacetas?» 21.

Los mayores problemas con la censura provinieron fundamental­mente de cuestiones de política internacional. A pesar de que en pri­vado se criticaba fuertemente a Francia e Inglaterra, se procuraba que en los «papeles» no se editase nada que pudiese herir a cualquiera de los dos países. El 23 de marzo, seguramente de 1837, Sanz escribía a W. Sierra que había quemado todos los ejemplares del suplemento erutado, al parecer, por una noticia referente a Inglaterra 22.

La personalidad del director, Miguel Sanz y Lafuente, es suma­mente interesante. Nacido en 1804, doctor en Cánones, Teología y Leyes por la Universidad de Oñate; director de la Gaceta, rector de la Universidad. Tras el Abrazo de Vergara inició su escalada en la carre­ra eclesiástica y política: fue nombrado canónigo de Zaragoza, audi-

18 A. R. A. H., 9(6699. 19 A. R. A. B., 9/6752. «Relación circunstanciada de los dependientes de la Im­

prenta Real mandada formar por Real Orden de 16 de junio de 1839». 2J) A.R.A.H., 9(6721, 6 de mayo de 1936 se nombra al Barón. A.R:A.H., 9(

6717, carpo 9, 30 de agosto de 1836 se nombra a Manuel Gil. 21 A. R. A. H., 9(6757, 15 de octubre de 1836. 22 AR.A.H., 9/6815, carpo 4. «Aunque en las copias que fueron a la censura

no se expresaba el periódico inglés de donde se extractó el artículo de Ingla­terra, ya estaba expreso en los originales que entregué al impresor.»

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326 José Ramón Urquijo

tor de la Rota, académico de Ciencias Morales y Senador de designa­ción reaL

2. DIFUSIÓN y SUSCRIPCIONES

Existen numerosos datos acerca de la tirada y número de ejem­plares vendidos. En el primer momento se ordenó realizar mil ejem­plares (300 en papel fino para el extranjero y 700 en normal), pero posiblemente este número debió reducirse a medida que fue descen­diendo el de suscriptores.

No hemos logrado localizar la primera lista de suscriptores, pero se puede considerar que a efectos estadísticos no resulta muy impor­tante, ya que si tenemos en cuenta que el prospecto se editó hacia mediados de octubre y el primer número tiene fecha de 27 de dicho mes, resulta difícil conseguir suscriptores. Por ello vamos a operar con los datos correspondientes al periodo que va desde enero de 1836 a abril de 1839.

En los primeros momentos se realizó un pequeño ascenso, para iniciar un declive inexorable, ya desde septiembre de 1836. En los últimos casos esta reducción pudo deberse a que el pueblo caía en manos de las tropas liberales, pero semejante declive tiene, como veremos más adelante, causas más importaotes.

La red de suscripciones se apoyó al principio en las Diputaciones, a las que se ofició para que lograsen la venta, y en el servicio de Co­rreos, ampliado casi fundamentalmente con la fillalidad de repartir la Gaceta. El reparto al extranjero se realizaba vía Bayona, Burdeos y París, por medio de los distintos agentes en tales lugares.

Las suscripciones extranjeras correspondían fundamentalmente a los partidarios carlistas, tanto españoles como extranjeros residentes en el sur de Francia y, además, algunos hombres importantes que habitaban en otras ciudades, como los banqueros Gower y Jauge o el padre Altemir, superior general de los Franciscanos, con sede en Roma. Indudablemente el gobierno liberal no podía estar desconec­tado de tal publicación, por lo que mantenía una doble suscripción: una, para la Secretaría de Estado de Madrid, y otra, para el embajador en París 25. Por otros testimonios sabemos que los agentes ingleses

" A. R. A. H., 9/6699, minuta de la Secretaría de Estado. 24 A. R. A. H., 9/6757, 6760, 6734, 6783, 6706 Y 6752. 25 A. H. N. Estado 8265, carta 331 (24 de octubre de 1835). Cónsul en Bayona

a Secretaría de Estado en Madrid, señala que ha enviado al embajador en París el prospecto de la Gaceta por si cree conveniente la suscripción. El 2 de no­viembre de 1835 se le ordena desde Madrid que haga la suscripción.

Archivo General de la Administración (A. G. A.), A. E., Sección Bayona, li­bro 16, carta n. 223. El cónsul escribe a Madrid, 17 de marzo de 1838, que ha

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--~- -

1836 1837 Difusión

E-F M-A M-l l-A S-O N-D E-F M-A M-l l-A S-O

Alava:

Número ......... 108 110 115 117 114 103 68 72 85 97 91 N." Indice ...... 100 101 106 108 105 95 63 66 79 90 84

Guipúzcoa: !

Número ......... 199 188 245 247 240 256 233 208 229 190 182 N." Indice ...... 100 94 123 124 120 128 117 104 115 95 91

Navarra:

Número ......... 149 111 122 124 126 95 83 76· 72 114 115 N." Indice ...... 100 74 81 83 84 63 55 51 48 76 77

Vizcaya:

Número ......... 152 183 188 196 206 151 106 119 138 185 191 N." Indice ...... 100 120 123 129 135 99 70 78 91 121 126

Extranjero:

Número ......... 46 36 31 22 - 22 - - - 2 1

TOTAL

Número ......... 654 628 701 706 686 627 490 475 524 588 580 N." Indice ...... 100 96 107 108 104 96 75 73 80 90 89

--r---1838

N-D E-F M-A M-l l-A

67 39 44 38 32 62 36 40 35 30

171 160 169 ¡172 166 86 80 84! 86 83

i

801 55 89 84 87 60 56 58 54; 37

I

174 153 156 146 134 114 100 102 96 88 '

- - 2 1 10

501 436 458 437 398 76 66 70 67 61

S-O N-D

25 32 23 30

189 206 95 103

56 65 37 44

138 140 90 92

- 2

411 445 63 68

1839

E-F M-A

23 33 21 30

208 178 104 89

63 50 42 33

105 118 69 77

2 1

401 381 61 58

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328 José Ramón Urquijo

estaban suscritos a ella y que también las autoridades francesas la leían u.

Son también numerosos los datos sobre sus envíos a territorio no ocupado por los carlistas, cuyas lineas avanzadas cumplían esta mi­sión. Además de éstos había un número bastante elevado de ejempla­res que se repartían gratuitamente; en total eran unos 300 con destino a funcionarios de los Ministerios, agentes diplomáticos carlistas, em­pleados de la imprenta ... "'.

El precio de la suscripción era de 28 rs. Vil. al bimestre; en no­viembre de 1838 subió a 30 reales. En Oñate el precio era dos reales menos. Los números sueltos se vendían al precio de diez cuartos cada uno.

A menudo el punto más difícil reside en hallar la relación entre ejemplares vendidos y lectores. Sanz, haciendo un cálculo de los lecto­res potenciales hacia 1836, nos resuelve este problema: « ... en cada suscripción entran mancomunadamente cuatro, séis o más individuos. Sin ir más lejos, en Oñate, a un solo ejemplar hay once suscritos, los demás de esta villa lo están en la misma forma de cuatro o séis jun­tos. De aquí resulta que siendo 700 suscriptores escasos, hay más de 6.000 suscriptores e infinitos los que leen la Gaceta ... " 28. Quizá pueda parecer exagerada la cifra de Sauz, pero hay que tener en cuenta que entre los suscriptores hay numerosas colectividades: cabildos, Ayun­tamientos... Por otra parte, los agentes diplomáticos señalan en nu­merosas ocasiones que han prestado sus números a diversas personas.

A lo largo de su correspondencia, Sanz va haciendo una radiografía casi completa de la publicación, así en una carta de 15-VIII-1836 rea­liza una sociología de los lectores del periódico:

«quienes incapaces de entender la parte política, sólo apetecen noticias de buen calibre» "los Señores, los eclesiásticos y letrados que gustan de la parte doctrinal» «algunos, (particularmente empleados) que gustan de la parte oficial»

recibido la orden de 3 de marzo para que envíe el Boletín de Navarra y Pro­vincias Vascongadas y que procurará suscribirse a través de segunda persona.

A. H. N. Estado 7000. carta n. 10 (4 de noviembre de 1838), el cónsul comu· nica el embajador que ha encargado la suscripción para dos meses.

u A. R. A. H., 9/6726, 5 de marzo de 1836. El agente carlista en Bayona es­cribe que el subprefecto la recibe antes que él. Además en algunas listas apa­rece como suscriptor el coronel Wylde, observador militar inglés ante los li­berales.

ZI A.R.A.H., 9/6720. 28 A. R. A. H., 9/6757, Sanz a Wences1ao Sierra, 11 de agosto de 1836. 29 A.R.A.H., 9/6757.

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estaban suscritos a ella y que también las autoridades francesas la leían ".

Son también numerosos los datos sobre sus envíos a territorio no ocupado por los carlistas, cuyas líneas avanzadas cumplían esta mi­sión. Además de éstos había un número bastante elevado de ejempla­res que se repartían gratuitamente; en total eran unos 300 con destino a funcionarios de los Ministerios, agentes diplomáticos carlistas, em­pleados de la imprenta ... ".

El precio de la suscripción era de 28 rs. vn. al bimestre; en no­viembre de 1838 subió a 30 reales. En Oñate el precio era dos reales menos. Los números sueltos se vendían al precio de díez cuartos cada uno.

A menudo el punto más difícil reside en hallar la relación entre ejemplares vendidos y lectores. Sanz, haciendo un cálculo de los lecto­res potenciales hacia 1836, nos resuelve este problema: « ... en cada suscripción entran mancomunadamente cuatro, séis o más individuos. Sin ir más lejos, en Oñate, a un solo ejemplar hay once suscritos, los demás de esta villa lo están en la misma forma de cuatro o séis jun­tos. De aquí resulta que siendo 700 suscriptores escasos, hay más de 6.000 suscriptores e infinitos los que leen la Gaceta ... " 28. Quizá pueda parecer exagerada la cifra de Sanz, pero hay que tener en cuenta que entre los suscriptores hay numerosas colectividades: cabildos, Ayun­tamientos ... Por otra parte, los agentes diplomáticos señalan en nu­merosas ocasiones que han prestado sus números a diversas personas.

A lo largo de su correspondencia, Sanz va haciendo una radiografía casi completa de la publicación, así en una carta de 15-VIII-1836 rea­liza una sociología de los lectores del periódico:

- «quienes íncapaces de entender la parte política, sólo apetecen noticias de buen calibre»

- <<1os Señores, los eclesiásticos y letrados que gustan de la parte doctrinal» «algunos, (particularmente empleados) que gustan de la parte oficial»

recibido la orden de 3 de marzo para que enVÍe el Boletín de Navarra y Pro­vincias Vascongadas y que procurará suscribirse a través de segunda persona.

A. H. N. Estado 7000, carta n. 10 (4 de noviembre de 1838), el cónsul comu­nica el embajador que ha encargado la suscripción para dos meses.

" A. R. A. H., 9/6726, 5 de marzo de 1836. El agente carlista en Bayona es­cribe que el subprefecto la recibe antes que él. Además en algunas listas apa~ rece como suscriptor el coronel WyldeJ observador militar inglés ante los liM

beraIes. ZI A. R. A. H., 9/6720. 28 A. R. A. H., 9/6757, Sanz a Wenceslao Sierra, 11 de agosto de 1836. 29 A. R. A. H., 9/6757.

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dos militares son otra clase de gente que sólo quieren ver los partes en que hayan sido recomendados y sus nombres en letras de molde ... » ".

Es interesante la descripción, pues permite vislumbrar el camino recorrido por el flujo de la ideología carlista. La Gaceta era un objeto para selectos, que, a su vez, trasmitían e! pensamiento a clases infe­riores, e indudablemente tenemos que excluir a letrados y Señores de esta misión, haciéndola descansar en los eclesiásticos. El clero, a través de! púlpito y e! confesionario, se convierte en el eje de la divul­gación de! carlismo.

3. LA CRISIS DE LA «GACETA»

Ya hemos visto anteriormente la profunda crisis de la Gaceta, que le hizo descender considerablemente en el número de suscriptores. En este apartado vamos a intentar hallar explicaciones a tal fenó­meno. Varias son las críticas que fueron señaladas por numerosas personas a lo largo de la guerra, pero e! análisis más completo se puede encontrar en los informes realizados a fines de 1838 por el Director, el Administrador y e! Contable de la Imprenta Real"'.

A. La falta de noticias

Las quejas del director se centran fundamentalmente en e! retra­so con que recibe la prensa extranjera y española y en que e! Minis­terio de la Guerra no lo provee de información suficiente.

La Gaceta utilizaba como fuente diversos periódicos, a los que la Corte de don Carlos estaba suscrita, algunos que pagaba personal­mente e! director y otros que se recibían por intercambio 31.

30 A. R. A. H., 9/6720. Los informes tienen fecha de principios de septiembre de 1838. Son la respuesta a una nota de la Secretaría de Estado en la que ante la reducción de suscripciones del Boletín se pide que informen _ por separado el director, el administrador y el oficial encargado de la contaduría (29 de agosto de 1838, A. R. A. H., 9/6734). .

31 A.R. A. H., 9/6757. 2 de junio de 1836. Sanz solicita suscribirse «como particular al Eco del Co­

mercio que hoy será el jefe de la oposición}}, 17 de julio de 1836. Se queja de que no tiene papeles españoles. 8 de septiembre de 1836. Se queja de falta de periódicos franceses: «que se

detenían en Palacio»; pide que se suscriba a la Gaceta de Francia, Centinela de los Pirineos y Gaceta de Languedoc. i

Por otra parte, en la lista de envíos gratuitos (9/6720) se incluyen varios periódicos, lo que permite pensar en intercambios: Gaceta de Francia, Quoti­dienne, La Mode, L'espagnol, Morning Post. En 9/6706 se ordena enviar gratis a los portugueses La Estrella y El Eco.

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330 José Ramón Urquijo

Asimismo, critica a los corresponsales, pues hay quien «sólo me ha escrito en dos años una sola vez y muy frecuentemente he tenido que acudir a los periódicos de Paris para saber los acontecimientos que habían ocurrido a cuatro leguas de Oñate». El director de la publicación se quejaba amargamente de este hecho:

«Se quejan las gentes de que la Gaceta no trae noticias recientes del interior, y se pasan los ocho o más días sin publicar partes de Bilbao y demás líneas. Por eso el padre Gil me asegura que se dicen perrerías de la Gaceta, porque nada anuncia del teatro de la guerra, pocas noticias de Bilbao y a veces ninguna.

Yo no lo puedo remediar. He trabajado lo increíble para proporcionar­me correspondencia de todas partes. He tocado con medio ejército, ami" gos, parientes, conocidos, y el resultado ninguno. El que más, escribe una carta, y luego se cansa. A mí me sofocan y nO sé qué responder. Veo que usted no tiene la culpa porque en la Secretaría de Estado acaso se tendrán tan pocas noticias como yo; pero esa de Guerra, ¿por qué no me pasa todos los correos una nota para acallar al público?» 32.

Otra de las razones señaladas por el agente en Bayona era porque «los abonados no encuentran nada referente a los movimientos de los ejércitos» 33.

Resultaba evidente la carencia de una red adecuada de personas para aportar noticias y la ausencia de criterios en la selección de las mismas. Sin embargo, la lista de corresponsales que recibían gratui· tamente la Gaceta era muy abultada.

B. Retraso de las noticias

La tardanza en el envío de la prensa madrileña imposibilitaba po· der contestar a ciertas afirmaciones o criticar actuaciones de los libe· rales. En varias ocasiones se publicaron noticias sin fecha, porque su retraso era muy considerable. La diatriba realizada por el conde de la Alcudia, representante carlista en Viena y todopoderoso de la diplo· macia de don Carlos, es muy significativa:

{< ••• pero no puedo menos de añadir que en el día de ayer se recibió la Gaceta número 123, que V. E. me dice me mandaba por separado; su fecha 27 de diciembre, en la cual ni por casualidad tan sólo se hacía mención del ejército, del sitio ni de los sucesos que habían tenido lugar en el 24, Y que la sola mención que se hacía de Bilbao era para decir que S. A. R. el Smo. Sr. Infante don Sebastián continuaba sin novedad en su muy im~ portante salud en aquel sitio, lo cual ha venido a completar el descrédito y ridículo de ese periódico, agregándose a lo dicho que después de varios días de haberse publicado en él oficialmente la llegada a esas provincias

32 A. R.A. H., 9/6757, 12 de diciembre de 1836. " A. R. A. H., 9/6698, 21 de diciembre de 1835.

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Prensa carlista durante la primera guerra (1833-1840) 331

del inmortal Gral. Gómez, se estampan todavía en dicho citado número artículos extractados de los periódicos de Madrid que hablan de cuando el General con su división se hallaba a las inmediaciones de aquella capitah 34.

C. Falsificación de las noticias

De esta acusación, Sanz se defiende señalando que «llovían partes a cuál más desatinados». En algunos casos se corregían, pero en otras ocasiones eran una de las principales causas de! descrédito de la pu­blicación 35. Incluso los mismos carlistas se quejaban de ello, como han señalado Madariaga y Tamayo ".

D. Mala distribución

El servicio de Correos se presenta casi como el enemigo mortal de la Gaceta. Sanz critica su pésimo funcionamiento y e! retraso de todo tipo de envíos. A principios de 1837, Sanz trasladaba a la Secre­taría de Estado las quejas de los abonados de Vizcaya, algunos de los cuales, recibían la Gaceta con quince días de retraso, y no siempre les llegaban. Mucho más grave era la situación de los suscriptores extranjeros, cuyas quejas eran muy numerosas. Así se expresaba el director de la Gaceta: «Respecto al extranjero no extrañaría que no hubiese un solo suscriptor: ... por las escandalosas manipulaciones de los encargados de Bayona, que con un sólo ejemplar han servido a muchos suscriptores habiendo llegado el caso de recibirse en Tolosa de Francia ... con el atraso de 26 días, toda rota y sucia» ".

Por otra parte, parece que algunos funcionarios de Correos boico­teaban deliberadamente las suscripciones, «negándose a realizarlas» ".

E. El descenso de las suscripciones

Este hecho en parte es e! corolario de los anteriores, pero estuvo, además, motivado por otras causas:

34 A. R.A. H., 9/6747, 15 de enero de 1837, carta n. 635. 35 A. R. A. H., 9/6757, carta de Sanz a W. Sierra, 25 de agosto. 36 MAnARIAGA Y TAMAYO, op. cit., pp. 111-3. "A.R.A.H., 9/6720. A. R. A. H., 9/6723. Todos los agentes diplomáticos protestan por las irregula­

ridades del envío (retraso, faltas ... ). En este legajo, en la carta 749, Alvarez de Toledo, desde Nápoles, señala que lleva varios meses sin recibirla; en la 750 dice que otras personas se la dejan a él.

A. R. A. H., 9/6726. El agente de Bayona dice que el subprefecto la recibe antes que él.

A. R. A. H., 9/6696. Flórez, agente carlista en Turín, se queja del retraso. Las quejas de este tipo son innumerables. 38 A. R. A. H., 9/6757, carta (16 de febrero de 1837) de Sanz a Secretaría de

Estado.

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332 José Ramón Urquijo

a) el reparto de ejemplares gratuitos: Sanz critica e! excesivo número de personas a quienes se entregaba

gratuitamente la publicación: «Hasta los porteros reclaman imperio­samente si les falta por un descuido» ". Ello motivaba que en algunos lugares en que había funcionarios que lo recibían gratuitamente baja­ba e! número de suscriptores. Lo que no señalaba e! director de! periódico era que Oñate, donde estaba la redacción de la Gaceta, el número de abonados había pasado de 31 (enero de 1836) a cuatro (noviembre de 1838), y que él acaparaba 17 ejemplares y el regente de la imprenta otros ocho.

El número de gratuitos era, como hemos señalado anteriormente, de unos trescientos.

b) Los números extraordinarios: Esta era, en su opinión, una de las causas fundamentales de! des­

censo de suscriptores, sobre todo durante el año 1836, porque «todos los acontecimientos interesantes se publicaban en suplementos o ex­traordinarios sueltos; porque difundiéndose gratis y con tanta profu­sión, las gentes que sabían que los suplementos habían de circular gratuitamente y pasando de mano en mano lo leerían antes de la llegada de! correo ... » 40. La acusación de Sanz tiene su fundamento, ya que el número de éstos se reparte así:

Extraordinarios Suplementos... '" ... ...

1835

1

1836

14 21

1837

3 6

1838

2 3

1839

2 2

Contra este hecho ya había protestado el director en ocasiones anteriores, señalando precisamente los peligros en que se podía incu­rrir si se continuaba vendiendo separadamente los suplementos, pues «ofrece el inconveniente de que muchos no se suscribirían, señalada­mente aquellos que, incapaces de entender la parte política, sólo ape­tecen noticias de buen calibre», y como éstas se publicaban en los extras no se suscribirían ".

F. La actuación del director

Era evidente que Sanz no podia indicar que él no reunia condi­ciones para e! puesto que ocupaba, aspecto en el que sí insistía el administrador. Así se expresaba este funcionario: el primer motivo

39 A.R. A. H., 9/6720, 6757 (17 de mayo de 1837). 40 A. R.A. H., 9/6720. 41 A.R.A.H., 9/6757.

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Prensa carlista durante la primera guerra (1833-1840) 333

del descenso de las suscripciones reside en que "la redacción está muy desatendida; sin corresponsales, ... e! público ha llegado a pene­trarse de esto; inculpa a la redacción, se burla hasta de sus artículos de fondo, y es notorio que en muchas partes sólo se leen para bur­larse de ellos. Saben los suscriptores que no hay más que un redactor, y éste ocupado en asuntos ajenos a la Redacción» ".

Teniendo en cuenta que se trataba de un subordinado de Sanz podía pensarse que con este informe trataba de vengarse de su jefe, pero opiniones mucho más importantes inciden en este mismo punto. El conde de la Alcudia, desde Viena, reproduce una crítica de! prínci­pe Metternich. Para e! político asustriaco se echaba de menos en la Gaceta la parte de política para el extranjero; para solventar este problema se proponía «mandar inmediatamente a ese Cuartel Real un sabio en esta clase de literatura» 43. De esta forma los carlistas ten­drían mayores contactos con los moderados de toda Europa. En la respuesta a tal propuesta se indicaba que «no siendo posible ni polí­tico por ahora decir ni promover otra cosa que lo que ya se ha hecho en las Proclamas dadas por S. M.» se desestimaba el ofrecimiento.

Parece evidente que resultaba una crítica excesivamente dura para que los carlistas pudieran encajarla. Diversas Cortes que apoyaban a don Carlos habían exigido en numerosas ocasiones que e! preten­diente español manifestase claramente cuáles eran los principios en que pensaba basarse caso de ganar la guerra, sin que don Carlos aceptara en ningún momento acceder a las presiones de tales monar­cas. Además en la sugerencia del Príncipe parece observarse una dura crítica a la carencia de ideólogos en el Cuartel Real carlista.

LIBERTAD DE IMPRENTA

Para terminar este trabajo parece lo más adecuado analizar la opinión que tenían los carlistas sobre la libertad de imprenta y el periodismo liberal.

No hemos encontrado ningún Decreto ni Real Orden referente a este tema ni en la Gaceta ni entre los legajos referentes a la imprenta; pero teniendo en cuenta que se consideraban continuadores de la monarquía de Fernando VII, las normas sobre libertad de publica­ciones debieron ser las vigentes en aquel momento, es decir, la prohi­bición absoluta de publicar cualquier periódico salvo e! oficial. Por otra parte, los límites que imponía la censura en las publicaciones eran tan estrechos que incluso Sanz tuvo numerosos incidentes.

42 A. R. A. H., 9/6720. " A. R. A. H., 9/6747, carta 618 (12 de diciembre de 1836).

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Dos temas eran el principal caballo de batalla con la censura: la vida privada de la reina Maria Cristina y la política internacional.

El primer punto entraba plenamente dentro de las normas reco­gidas en la Novísima Recopilación: « ... cuidarán de que en sus pape­les o escritos no se pongan expresiones torpes ni lúbricas, tampoco sátiras de ninguna especie, ni aún de materias políticas, ni cosas que desacrediten las personas, ... ; absteniéndose de cualesquiera voces o cláusulas que puedan interpretarse o tener alusión directa contra el Gobierno o sus Magistrados, so las penas establecidas por las leyes» 44.

Desde esta perspectiva se puede entender que e! censor vetase artícu­los contra las relajaciones morales de doña Cristina. Además hay que tener en cuenta que a la regente se le consideraba como una prisio­nera de los revolucionario-republicanos.

Sanz se defendió contra algunas acusaciones que le achacaban veladas alusiones a la vida privada de la viuda de Fernando VII. Seña­laba que no existían segundas intenciones y que, además, la prensa francesa las había contado claramente y a pesar de ello no había hecho ninguna mención al tema 45. Mucho menos respeto tenían a la figura del «judío Mendizábal».

La política internacional de! carlismo era, sin duda, uno de sus puntos más contradictorios. Si bien en la correspondencia criticaban a casi todos los gobiernos, incluso a los que teóricamente les apoya­ban, la crítica pública estaba absolutamente prohibida: «tiene V. mil razones y estoy de acuerdo en que no debe estamparse cosa alguna que pueda ofender" a los gobiernos y mucho menos a Luis Felipe», decía Sanz a W. Sierra, encargado de la Secretaría de Estado 46. Este hecho podía resultar comprensible, dada la proximidad de Francia y de cuya permisividad dependían; pero no así que se atacase a Ingla­terra, cuya hostilidad era manifiesta ".

La ausencia de libertad de imprenta entre los carlistas estaba mo­tivada por la necesidad de evitar fisuras. Cualquier papel sedicioso podía aumentar las discordias entre ellos. Por otra parte, se intentaba que la manipulación informativa lograse condicionar los ánimos en un sentido determinado. Así se expresaba Sanz: «Conozco a fondo las ideas y e! carácter de Navarra y las provincias, y es preciso mante­nerlas en ciertas ilusiones si ha de conservarse su buen espíritu ...

44 Novísima recopilación, libro VIII, título XVII, 3. " A. R. A. H., 9/6757, carta de 30 de junio. " A. R.A. H., 9/6757, carta de 5 de diciembre de 1836. <1 A. R. A. H., 9/6757, carta de 1 de mayo de 1837, Sanz a Secretaria de Es­

tado: «No extrañe que haya escrito contra la política de la Inglaterra, pues aunque hasta aquí me he abstenido cuidadosamente de tocar a Palmerston, creí que dirigiendo mis reflexiones contra la prensa que lo defiende y hablando de él con decoro ... »

El 15 de mayo de 1837 la Secretaria de Estado respondía «que nada extracM tase contra el Gabinete de Londres ni el de París.

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es necesario, no ilustrarlos en ciertos puntos ... Mentir jamás: pero ocultar la verdad es indispensable» ".

Pero quizá, vista ya la situación de la prensa carlista, resulte inte­resante conocer lo que opinaban sobre la libertad de prensa de los liberales. Existían dos planteamientos posibles:

- la libertad como algo consustancial al ciudadano, como dere­cho del hombre, aspecto renovador de la ideología burguesa

- la libertad condicionada al respeto a los valores fundamentales, Dios-religión y su garante en la tierra, el Rey.

Esta segunda concepción era la que defendían los carlistas. Ya he­mos hablado anteriormente de que los carlistas consideraban la pro­paganda como un arma fundamental para la defensa o la destrucción de los Tronos. La censura permite precisamente el control de la pro­pagación de las teorías renovadoras, pues dos Tronos son amenazados hoy más que nunca por la horrible propaganda» ". Para los carlistas lo importante es que «se pretende generalizar las absurdas y anárqui­cas teorías, los errados principios y equivocadas doctrinas ... ».

El mal no está en que haya gente que mantenga posiciones con­trarias, sino en su difusión, en la propagación, que es lo que hay que evitar. En su opinión hay dos medios para la difusión del mal: los periódicos y los libros. Si bien los primeros pueden llegar a mucha más gente, el daño que causan los libros es mucho mayor: «Las pré­dicas continuas y vehementes de frenéticos entusiastas, identificados con la revolución, no bastaban para obtener un resultado definitivo y duradero. La enunciación oral y fugitiva de las ideas lleva de suyo impresiones débiles, y que de ordinario se desvanecen con la facilidad que se excitan; pero los libros no producen tan sólo resultados del momento» so.

Por tanto, era necesario actuar sin permitir fisuras. En su opinión estaba muy claro que la libertad exige cada vez mayores cotas de permisividad: los sueños del moderado liberalismo, propugnado por Zea, abrió el paso al republicanismo de Mendizábal. Claramente se observa que no deseaban ningún tipo de concesiones.

Frente a la idea de la censura previa, el liberalismo había estable­cido el principio de la libertad absoluta condicionada a la decisión de los jueces, que podían castigar por un escrito. En opinión de los car­listas esta situación era mucho peor, pues no clarificaba los límites de esa libertad, que según ellos quedaba al arbitrio del gobierno de tur­no: «Las leyes represivas son un traspantojo bien imaginado para ta-

" A. R. A. H., 9/6815, carpeta 4. 49 Prospecto a la Gaceta Oficial.

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336 José Ramón Urquijo

vorecer la impunidad y la licencia de la facción dominante, y para ti­ranizar con cetro de hierro la libertad de cuantos no pertenecen a la secta» 51. Además la ausencia de límites claros creaba una situación de autocensura, pues «el temor disminuye la libertad, y cuanto la pena sea más grave tanto mayor será el temor, más violentará nuestro albe­drío y de mayor suma de libertad nos privará» 52.

Es evidente que a los carlistas no les preocupaba en exceso que el gobierno atacase la libertad con tales leyes. Para ellos la censura previa era uno de los elementos básicos del régimen: «La previa cen­sura es un elemento indispensable para mantener el orden de las so­ciedades, las costumbres públicas, el prestigio de las leyes y sobre todo la religión del Estado. Sin la censura previa se pueden introducir escritos que ataquen estos fundamentos de la sociedad, que aunque después se recojan será imposible neutralizar el estrago que hayan producido» 53. Dos cosas resaltan en estas frases: la necesidad de neu­tralizar la expansión de ideas y la concepción de la censura como pilar fundamental del régimen que se apoya en la Religión.

51 Gaceta, n. 57. 51 Gaceta Oficial, nn. 73 y 150. 52 Ibidem.

José Ramón URQUIJO

53 Boletín de Navarra y Provincias Vascongadas, ll. 193.