Alcalde, demás autoridades, familiares y amigos. Buenas noches a todos. Mi nombre es Kike Boned. Quizá algunos de ustedes ni tan siquiera me conozcan. Es normal, y sin el pantalón corto, el 13 a la espalda y el rostro sudoroso, es todavía más lógico. Desde hace ya varios años me autodefino como jugador de fútbol sala, valenciano de nacimiento y molinense de adopción. Hoy, esta definición tiene matices. Desde el pasado 21 de junio y tras 19 temporadas, ya no soy jugador de fútbol sala. Al menos en activo. Sí, nací en Valencia y allí tengo mis raíces, mis recuerdos de infancia y el origen de la historia vital que hoy me ha llevado a estar aquí frente a ustedes. Y sí, soy molinense de adopción. Como les decía antes, por definición propia desde hace ya unos cuantos años y por decisión unánime del consistorio de Molina de Segura desde el pleno municipal celebrado el pasado 30 de junio. Gracias Molina de Segura. Muchas gracias por vuestra acogida y por vuestras infinitas muestras de afecto y respeto personal y profesional recibidas durante todos estos años que hoy me permiten orgulloso poder ampliar esa ya memorizada definición: "Kike Boned. Jugador de fútbol sala, valenciano de nacimiento, molinense de adopción y desde hoy Pregonero de las Fiestas de Molina de Segura 2014". Si me lo permiten, les sitúo. 2 de junio de 2014, hace apenas tres meses. Dejo a mis hijos mayores en su ya añorada guardería y voy camino del Palacio de Deportes escuchando el informativo en la radio en mi habitual rutina de cada mañana. Hoy nada será igual. El Rey ha abdicado. Entreno y tengo una cita. El alcalde, junto a los concejales Sonia Carrillo y Juan Giménez, me esperan en su despacho. La reunión es corta, apenas quince minutos de charla con la fotografía del todavía entonces Rey Juan Carlos observándonos. Para mí, con todo mi respeto y agradecimiento hacia su figura, el día será inolvidable por muy diferentes motivos.

- "Kike, queremos nombrarte Hijo adoptivo de nuestra ciudad y nos encantaría que aceptaras nuestra proposición", me dice el alcalde.

- "Será un honor", le respondo. Tras un rato de conversación distendida, la cita me tiene preparada una última sorpresa.

- "Ah, y nos gustaría que este año fueras el pregonero de nuestras fiestas si te apetece".

Con la misma falsa seguridad con la que uno recorre la distancia hasta el punto de penalti antes de un lanzamiento decisivo, acepté el reto. Asumir un reto es seguramente una de las cualidades fundamentales que diferencian a los deportistas de elite, así que con una sensación mezcla de vértigo, responsabilidad e ilusión, me senté en uno de los bancos bajo los soportales de la plaza del ayuntamiento para intentar comenzar a ordenar mis ideas. Me informé acerca de qué características debía reunir un pregón, me ofrecieron pregones de años anteriores, pregunté a gente cercana y me apoyé en nuestro querido y entrañable Luis García Mondéjar como no podía ser de otra manera. Reconozco que me costó empezar, como en esos días de la recién terminada pretemporada donde uno no sabe cómo arrancar. No he nacido en Molina. No conozco su historia más allá de la superficie. Y mi infancia no transcurrió aquí. Todo eso es cierto sí, pero en estos años creo haber aprendido a entender lo que significa ser molinense y eso y solo eso es lo que trataré de hacerles llegar esta noche con mi pregón. Los elementos habituales de casi todo pregonero no confluyen en mi persona, así que mi única intención es ofrecerles un pregón diferente, escrito desde la más profunda sensación de agradecimiento. Así que si les apetece, les invito a que me acompañen a descubrir mi Molina, la Molina de aquél zagal que recién cumplida la mayoría de edad pisó este pueblo por primera vez y que hoy, casi veinte años después, tiene el enorme privilegio de poder dirigirse a ustedes como pregonero de sus fiestas. Les invito a que me acompañen junto a mis dos inseparables compañeros de viaje, el fútbol sala representado por Elpozo Murcia FS y mi familia, en este recorrido por mi memoria. Memoria, que pese al inevitable paso del tiempo que provoca que a veces uno ya no sea capaz de diferenciar sus propios recuerdos de aquellos cogidos prestados de las sobremesas de domingo, sigue reteniendo con nitidez cómo aquella noche de verano de nuestra adolescencia, casi por casualidad,

comenzó esta historia que hoy, coincidiendo con el inicio de nuestras fiestas patronales, quiero compartir con ustedes. Historia en la que como no puede ser de otra forma, tiene un lugar esencial el fútbol sala. Hoy quiero aprovechar para agradecer públicamente a todos los que forman parte de Elpozo Murcia FS su afecto, apoyo, respeto y confianza de todos estos años. Hoy, una vez más, cuando se cumple el 25° aniversario de su fundación, quiero expresar mi agradecimiento a la familia Fuertes por su apuesta decidida y honesta por el fútbol sala, desde la seriedad, la sostenibilidad y la pasión. Agradecimiento que hago extensivo a todos aquellos que con la misma pasión y generosidad trabajan cada día por el deporte municipal en cualquiera de sus disciplinas, haciéndolo muy especialmente si me lo permiten, en la persona de Joaquín Peñaranda y su grupo de colaboradores que año tras año hacen de las escuelas municipales de fútbol sala Efusal?? de Molina, un referente dentro del deporte en edad escolar de nuestra Región. Aunque para los peques yo ya sea un abuelete, si me invitáis al cierre de vuestras escuelas en nuestro querido pabellón Serrerías, volveré a estar con vosotros encantado como cada año desde hace más de una década. Historia que no se podría haber escrito sin mi familia molinense, los Moreno Vicente, cuya radiografía, reflejo de lo que es nuestro pueblo, quiero compartir hoy, con su permiso, con todos ustedes. Porque Molina es mi suegro, cuyo esfuerzo, valentía y dedicación le llevaron sin saberlo a adelantarse veinticinco años al tan actual concepto de emprendedor. Pasé mucho tiempo hasta lograr entender qué era aquello de inventar una "máquina para lavar cajas de plástico". Hoy, la edad y mis prioridades personales me han hecho darme cuenta de que lo de menos era aquél invento incomprensible entonces para mí, sino la forma en que afrontó su destino. La manera en que Pepito el Hércules se convirtió en José Moreno. Hoy es una parte activa más de todo ese tejido empresarial moderno e innovador que alrededor de la conserva, la piel, el transporte o las golosinas, dinamiza Molina. A ellos, los empresarios, sin cuya colaboración sería imposible disfrutar de estas fiestas que hoy iniciamos, les agradezco su ayuda y les pido que sigan arriesgando, que continúen confiando en ellos mismos y en la gente de su pueblo para seguir generando oportunidades. Porque Molina es mi suegra, cuya inquietud e inconformismo la han llevado a recorrer un camino impensable hace solo unos años. De ama de casa entregada a

educadora infantil, mimando a "sus niños especiales" como a ella siempre le gusta decir. Mi suegra Mariola es un ejemplo de la afortunadamente imparable evolución de la mujer en nuestra sociedad. Ojalá algún día entre todos entendamos que la igualdad, en cualquier ámbito de nuestra sociedad, incluido el deporte, no debería ser reclamable, simplemente debería ser, sin más. A vosotras, las mujeres de Molina, gracias por lo que un día aceptasteis ser y por lo que hoy habéis decidido ser. Porque Molina son mis cuñados, Mariola y Ángel, funcionarios, sí, funcionarios orgullosos de serlo. Ella maestra de profesión y de vocación en su querido C.P. Nuestra Señora de Fátima; él trabajador social, en lo más extenso del término, en su horario laboral y en sus aficiones y convicciones. Funcionarios a los que como pregonero de nuestras fiestas quiero poner en valor como responsables principales del éxito y buen funcionamiento de las mismas. Nada de lo que va a ocurrir en los próximos días sería posible sin el trabajo generoso y eficaz de nuestra policía local, bomberos, servicios de asistencia sanitaria o personal de la concejalía de festejos. Funcionarios a los que hoy quiero públicamente agradecer, pese a sus errores y carencias, su esfuerzo y dedicación diarios por seguir siendo el soporte de nuestra sociedad. Porque Molina es mi cuñado menor, el Tito José Manuel, un joven emigrante universitario que pasea el nombre de Molina por el mundo, mientras busca las oportunidades que hoy aquí no podemos ofrecerle. No hay nada más gratificante en el deporte cuando te vas haciendo mayor que sentirte partícipe de la mejora de tus jóvenes compañeros. Esa debe ser nuestra ambición como sociedad, seguir sintiéndonos partícipes del crecimiento de nuestros jóvenes aportándoles, fundamentalmente desde nuestro sistema educativo, los medios y herramientas necesarias para ello. Chicos y chicas, disfrutad de estas fiestas con la dosis exacta de intensidad y prudencia mientras os preparáis para afrontar un nuevo curso repleto de retos por delante. Yo creo en vosotros. Porque Molina son mis ahijadas Ángela y María, cuya llegada me hizo comprender lo que significa querer a alguien como a una hija. Hace poco me preguntaron en una entrevista qué me gustaría ser de mayor. Seguramente niño de nuevo, contesté. Ahora sé que me faltó concretar algo más mi respuesta. Niño de nuevo en Molina. Para corretear por sus plazas, para jugar en sus escuelas de fútbol sala, para cantar en el coro, para hacer gimnasia rítmica con las amigas, para ir al

mercado cada sábado, para jugar en la feria o para poder disfrutar de estas fiestas como solo los niños lo saben hacer. Porque Molina es la abuelita Josefa La Popa y todos aquellos a cuya memoria debemos lo que hoy somos. Porque como ocurre en el deporte, el ritmo de nuestra sociedad nos obliga a vivir a una velocidad que no permite la pausa, nos obliga a no poder detenernos a valorar y agradecer lo que hicieron aquellos que hoy ya no están. Porque las nuevas generaciones deben saber cómo se escribió la historia para valorar lo que hoy somos. Y yo hoy en este pregón me quiero acordar de ellos, sí, quiero aunque solo por un instante, hacer memoria y recordar a todas las abuelitas con sus diminutos ojillos vidriosos y sus moñetes perfectamente recogidos, que seguro nos estarán viendo orgullosas junto a su venerada y querida Virgen de la Consolación, mientras nos desean que disfrutemos de nuestras anheladas fiestas. Pero Molina también es toda aquella gente golpeada por una situación de la que desgraciadamente nuestra ciudad no es ajena. Familias para las que hoy, en este acto que marca el inicio de curso, no es suficiente nuestro recuerdo y apoyo más sincero. Ellos son nuestra asignatura pendiente como sociedad, y a ellos les pido que traten, en la medida de lo posible, de disfrutar de estas fiestas mientras confían en que su pueblo podrá volver a ofrecerles esa oportunidad que ahora tan lejana perciben. O sus inmigrantes, como yo, forasteros al fin y al cabo independientemente de nuestro color de piel, religión o lejanía del lugar de nacimiento. Inmigrantes a quienes con su esfuerzo y sacrificio, un pueblo generoso y abierto como Molina reconoce su aportación innegable a nuestro crecimiento. Inmigrantes a quienes en estas fechas festivas, más si cabe, debemos seguir tendiendo nuestra mano cómplice de entendimiento y colaboración mutua. O sus ancianos y personas dependientes, cuyo bienestar, muy a su pesar, depende de nuestra comprensión y empatía individual y colectiva, más allá del impagable trabajo y generosidad de todas las asociaciones y organizaciones que hoy más que nunca les sustentan y a las que hoy, desde aquí, quiero hacer llegar mi más enérgico agradecimiento. Señores políticos, soy joven, deportista y libre de ataduras cromáticas más allá del grana de Elpozo Murcia FS, y aunque estas afirmaciones tengan matices, esto hace aunar en mí los requisitos básicos para poder ser, siempre desde el más profundo respeto, políticamente incorrecto aunque sea solo por un momento.

En el deporte no eres nadie sin la confianza de tus compañeros, confianza que uno ha de ganarse día tras día con su trabajo, compromiso y honradez. Ustedes son nuestros fichajes y nosotros, los ciudadanos, somos su equipo. Permítanme decirles que han perdido parte de nuestra confianza y que en su mano está recuperarla. Les pido, desde esta posición de privilegio que me otorga ser el pregonero de las fiestas de Molina de Segura 2014, que trabajen para ello como yo puedo decir que lo he hecho durante casi veinte años en mi profesión. No nos fallen, porque como en el fútbol sala, de su acierto depende nuestro éxito. El deporte me ha demostrado que el éxito y el fracaso no dependen solo de uno mismo, pero el camino que uno escoge para alcanzar ambos sí. Molina y su gente hace mucho que decidieron qué camino tomar, y pese a todas las innegables dificultades de la situación actual, pueden, deben sentirse orgullosos de ser molinenses. Orgullosos de su historia y sus recuerdos. Porque Molina era una sesión doble en el cine Consu, comprarle el periódico a Maeso con una charla de fútbol ante la mirada inquieta de su hijo Sergio, un fin de semana de ocio y deporte en el club de tenis, una tarde de Semana Santa disfrutando de una mona en las Salinas, eran cinco durillos para un cafelillo... Orgullosos de su presente. Porque Molina es el bullicio de un sábado de mercado, es el sonido de las voces blancas del Xolo mientras ensayan sus Amarillas, es una ensaladilla en el Paseo Rosales, es un donut de chocolate negro de La Delicia sentado en la plaza de la Cruz, es un concierto de su orquesta en el Teatro, es una conversación en la puerta de casa buscando la fresca, es una mañana de domingo en bici con la familia por su vía verde, es una pachanga improvisada en el parque de la plaza de la cerámica. Y hoy más que nunca, Molina son sus fiestas de septiembre en honor a su patrona la Virgen de la Consolación, con la devoción de su romería camino de su cobijo en la iglesia de la Asunción, el aroma de su ofrenda floral, el colorido de su desfile de carrozas, la algarabía de su festival canino, la vida alrededor de sus conciertos, la sana rivalidad de sus competiciones deportivas o la diversidad de su oferta cultural y gastronómica. Muchas gracias a todos los que de una u otra forma hacéis posible estas fiestas sintiéndolas como propias. Porque Molina es ilusión, confianza y esperanza por su futuro.

Porque a Molina no le hace falta tener una Gran Vía de cuatro carriles en cada dirección. Nuestra Gran Vía es tortuosa y de un solo carril sí, pero es nuestra, con la casa azul de mis amigos Pedro y Esperanza coronándola. Porque Molina no necesita una estación de AVE, soterrada o sin soterrar, para tener una calle de la estación con más vida que Atocha en hora punta. Porque en Molina se respira respeto por la cultura aunque en su Plaza del Teatro lo más cercano al arte sea su rinconcito de helados italianos. Porque aunque los rosales de nuestro paseo hace años que dejaron de florecer, nuestro Paseo Rosales sigue teniendo un color especial. Porque a Molina no le hace falta mi añorado Palacio de Deportes para que cientos de niños disfruten cada día del deporte en sus instalaciones. Hace tiempo el deporte me enseñó una lección que trato con ahínco de no olvidar nunca: hay valores que son innegociables. Como en nuestra sociedad, en el deporte de equipo la honestidad, el compromiso y el respeto son los pilares básicos en los que sustentarse. Los trofeos se oxidan, pero el respeto conquistado es para siempre. Con el mismo ahínco trataré de hacérselo entender a ellos, mis hijos, Martín, Carolina y Olivia, cuya edad aún no les permite entender que papá ya no seguirá siendo jugador de fútbol sala, pero sí les alcanza para percibir lo orgulloso que me siento de ser su padre. Y eso, como ser molinense, es para siempre. Porque Molina eres tú, Lisi. La responsable siempre discreta, casi invisible, de que yo esté hoy aquí. Gracias por todo. Porque Molina soy yo, orgulloso de ser molinense, de adopción, pero molinense. Porque uno no es de donde nace, ni tan siquiera de donde pace, sino de donde se hace. Y yo, como jugador de fútbol sala y como persona, puedo decir que me he hecho aquí, en Molina de Segura. Disfrutemos de nuestras fiestas y ¡Viva Molina de Segura! Muchas gracias.