pregón de juventud cofrade 2012

III Solemne Pregón de Juventud Cofrade 2012 Bartolomé Calero Rubio

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Juventud: Sal que sala y Luz que brilla

Bartolomé Calero Rubio


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PREGÓN DE JUVENTUD COFRADE

SALUDA

Me gustaría comenzar con un humilde protocolo, saludando en

primer lugar a los párrocos de San Sebastián, a Presidentes y

Presidentas, Hermanos y Hermanas Mayores, miembros de la

Agrupación de Cofradías y Hermandades de Pozoblanco, a todos

mis hermanos y hermanas cofrades aquí presentes, a mi familia y

amigos todos.

No obstante y, sobre todo, quisiera saludar de forma especial a

nuestra querida juventud, a la cual va dedicado este pregón, a la

cual dirijo estas humildes y sinceras palabras, fruto de mi vocación,

de mi experiencia y mi sentir.

Bien es cierto, que sin vosotros, sin los años que he estado a

vuestro lado de una u otra manera, hoy no sería quien soy.


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A vosotros los jóvenes, a quienes yo pretendía dar o darme, os

debo el enorme agradecimiento de haber sido vosotros quienes

habéis llenado la vasija vacía que en su día llevaba dentro. Gracias

a vosotros se llenó, y hoy, volvéis a colmarla de alegría, ilusión y

esperanza.

Muy posiblemente, podría haber elegido otras palabras más

elaboradas para dirigirme y saludar a todos los aquí presentes,

haciendo del saluda un elemento más solemne. Pero, aquí al lado

de quien estoy, de nuestra Madre la Virgen María, y de la Cruz,

donde su Hijo Jesucristo ofreció su vida por nosotros, me siento

diminuto y mi mejor saluda por tanto es dirigirme a ustedes desde

lo que todos somos y a todos nos une: como hijos de Dios.

AGRADECIMIENTO A LA PRESENTACIÓN.

Querida y admirada amiga Beatriz: Me llena de orgullo y

satisfacción verte aquí, regando la flor que en su día como semilla

se plantó, y que hoy a modo de artistas, habéis hecho crecer y

madurar.


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Verte aquí, organizando este Pregón y encuentro de Jóvenes

Cofrades, demuestra la pasión que pones en ello y hace que todo

comienzo cobre sentido al plasmarse en una realidad como la que

hoy, ahora, vivimos.

Te agradezco sinceramente las palabras que has elegido para

presentar a este pregonero de la Juventud Cofrade que hoy

intentará estar a la altura de las mismas, así como de las

pretensiones que me llevaron a ser elegido.

Si no es así, os ruego que me disculpéis, aunque no os quepa la

menor duda de que sobre estas líneas he derramado todo mi

empeño y todo mi cariño.


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INTRODUCCIÓN

No esperen ustedes de mí un pregón cargado de exquisita

literatura y de agradable poesía, pues no me considero ni un gran

literario y aún menos un agraciado poeta. Más bien, les presentaré

un pregón provisto de un lenguaje sencillo, de un contenido claro y

con un objetivo concreto y preciso, todo ello sostenido en un corto

espacio de tiempo e impregnado de mi propia percepción y mi

forma de ser.

Hoy, como pueden apreciar, me presento ante ustedes vestido de

traje y corbata, pues así lo exige el protocolo, pero puedo

asegurarles que he hecho el esfuerzo y así creo haberlo

conseguido, de acometer este pregón y de presentarme aquí, como

un cuenco vacío, esperando llenarse con el agua de la ilusión y la

esperanza. Como un cuaderno en blanco esperando ser escrito por

primera vez con letras cargadas de coherencia y sentido común.

Como el barro fresco dispuesto a transformarse por las manos de

mis emociones y mis palabras.


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Con este pregón, me presento ante ti, Señor, vacío para que tu

presencia me inunde y desde ella pueda transmitir lo que

humildemente desde tu persona aprendí. Tú, Señor, estás más

interesado en nuestra vida de lo que lo estamos nosotros mismos.

Envuélveme y llévame de tu mano.

De corazón os agradezco esta oportunidad que hoy me brindáis

para dirigirme a vosotros, los jóvenes, y a los no tan jóvenes, ya

que si recordamos unas palabras del novelista Víctor Hugo, <<los

cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la

juventud de la edad madura>>. Hoy, ahora, en esta parroquia de

San Sebastián, podemos y debemos sentirnos todos jóvenes, y así,

escuchar este pregón, aludidos por el espíritu de la propia juventud.

Es por ello, y porque la juventud no es un tiempo determinado o

comprendido en unos años de nuestra vida, sino un estado del

espíritu, os emplazo a todos a avivar los corazones en esta noche,

recordando lo que somos y lo que fuimos, lo que hacemos y lo que

hicimos, lo que vivimos y cómo lo vivimos.


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Hablarle a un joven, es y debe ser también hablarle a sus padres, a

sus guías, a sus progenitores, a aquellos que les acompañan en

los proyectos, inquietudes y adversidades que afrontarán con

mayor o menor éxito a lo largo de su vida, a aquellos que les

precedemos labrando el sendero por el que posteriormente

transitarán.

A los jóvenes les debemos el apoyo, el ánimo, la experiencia y la

paciencia que necesitarán tanto en su desarrollo personal como en

la creación, el mantenimiento o la transformación de nuestras

Hermandades y Cofradías.

Debo confesar que cuando me notificaron la elección de tener la

oportunidad de la que ahora gozo, pasaron por mi mente multitud

de imágenes, que a modo de fotogramas, construyeron de

inmediato la película de mi llegada al mundo juvenil y

posteriormente al mundo cofrade.


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Al mundo cofrade llegué racheando, llegué “poquito a poco”, y la

verdad, toqué varios palos, siendo miembro de la entonces llamada

Banda de la Soledad y que hoy, bajo su nueva dirección, se hará

presente entre nosotros.

Posteriormente dispuesto con túnica, sandalias y cirio pasé a

ofrecer mi penitente luz a las filas de nazarenos en esta cofradía.

Más tarde, un gran día, llegó el momento de mi profunda

transformación cofradiera. Llegó el día en el que me convertí en

COSTALERO, vocación esta, que más satisfacciones me ha

proporcionado y donde más me he sentido realizado dentro de mi

hermandad.

Hay Madre mía, ¡qué bendición me otorgaste con dejarme ser tu

costalero!

Tú me acogiste, te interesaste por mis sueños y mis proyectos, me

diste sosiego, paz y alegría. Y aunque hasta entonces no te tenía

tan presente en tu soledad, me invadiste, me envolviste y me

llevaste de la mano.


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Allí, bajo tus pies, lleno de mí, me vaciaste, hiciste de tu soledad la

mía y me llenaste con el gozo de tu bendita gloria.

En cierta ocasión, Dña. Carmen Rodríguez Blanco expresaba así

este mi sentimiento compartido:

¿No me conoces Señora?

Que yo fui tu costalero

¡Que me miren, Madre ahora

esos ojos que yo quiero!

Fui tu tiesto y tu florero…

Tú arriba fuiste la flor,

sobre mis hombros de acero.

Tú llevabas el salero,

de tu mano triunfador.

Y la gente te aplaudía,

la saeta te elevaba,


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el piropo te encendía,

y la noche te besaba…

y yo debajo decía

- Tinieblas, polvo, sudor –

“Por ella soy costalero.

Por ella, porque la quiero,

Por amor”.

Y todo el palio temblaba

del gozo que yo sentía,

y tu amor me bendecía,

y tu pie me acariciaba…

Yo la tierra, Tú la flor.

Por ella soy costalero.

Por ella, porque la quiero… Por amor.


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RELIGIOSIDAD POPULAR

Las personas, en nuestro afán de crecer como tal, necesitamos

relacionarnos para desarrollarnos. Necesitamos asociarnos, y de

hecho así lo hacemos, con multitud de fines y propósitos.

Así, de este modo, hemos creado nuestras Hermandades y

Cofradías como asociaciones de personas con el afán de poner en

la vida cristiana, la RELIGIOSIDAD del pueblo con maestría y

belleza, asomándonos así, al culto, la penitencia y la caridad.

Cada cual, es libre de asociarse y de elegir aquella con la que más

se sienta identificado, por tradición, por vocación, por afinidad,

amistad o por todo ello.

Yo personalmente, al hacerme cofrade de mi hermandad, recuerdo

a mi madre cuando me decía:

Hay hijo mío, si tú eres de vocación salesiano,

y de tradición nazareno,

qué haces hijo mío siendo de la Soledad su Costalero.


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Yo le contestaba:

Hay madre mía,

si la gente me acompaña,

el Señor me bendice,

y cuando me pongo bajo sus pies… la Virgen me mira y sonríe.

¿Cómo no voy a ser su costalero Madre mía, si una u otra con el

mismo nombre se escribe?

Y así, todos comprendimos que es indistinto el lugar o la

advocación, que lo más importante sin lugar a dudas es lo que nos

mueve por dentro, la fe, el amor y la comunión.

Así, de este modo, hemos creado asociaciones de personas con

manos que nos unen a nuestros sagrados titulares, bajo el palio

soportado por una diaria catequesis plástica, visual y al alcance de

todos.


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Así, de este modo, hemos creado nuestras Hermandades y

Cofradías como medio para potenciar y llevar a cabo nuestro

similar estilo de vivir y servir a la fraternidad, entendiendo y

asumiendo que entre de todas ellas, hay más hechos y principios

que nos unen que circunstancias que nos separan.

Sentirse cofrade, es sentirse hermano. Sentirse cofrade o hermano

es y debe ser, sentir a uno mismo en el seno del prójimo, es y debe

ser, sentir al prójimo en el seno de uno mismo.

Como decía el Apóstol San Pablo en su carta a los corintios “Pues

del mismo modo que el cuerpo es uno, aunque tiene muchos

miembros, y todos los miembros del cuerpo no forman más que un

solo cuerpo, así también Cristo”. Y cierto es que Jesucristo es el

elemento que nos une en su identidad de ser el principio y fin de

toda Cofradía o Hermandad.

Las cofradías educan con cada pasito que dan. Educan tanto en el

hacer como en el no hacer. Y en su “rachear”, van dejando sus

profundas y potenciales huellas al andar.


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Huellas vistas con ojos críticos, en unas ocasiones necesitados de

esperanza y, en otras, bajo la ceguera de quien no quiere o no

puede ver.

Huellas dejadas en cada persona por el fundamento espiritual

desarrollado en la formación y la identidad de su propia advocación

a su titular, promoviendo así la Espiritualidad de la Comunión.

Sin ella, de nada servirán todos los símbolos externos que

saquemos a la calle, pues la visión que de la Hermandad o

Cofradía se tenga, será el reflejo de la vida interior de la misma.

Huellas dejadas por su propia historia y cultura a través de todos

los elementos artísticos, que a modo de expresión popular, sirven

como símbolo de nuestro sentir religioso y cultural.

Huellas dejadas por nuestra caridad, por nuestra solidaridad con

los hermanos más desprotegidos, con aquellas personas que más

nos necesitan. Actitud esta, que refleja el verdadero Espíritu de

amor y que es perfectamente compatible con el resto de

actividades llevadas a cabo.


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Es aquí donde encontraremos a nuestro particular “Cristo roto”. Es

aquí donde nos encontraremos a nosotros mismos, entendiendo,

que hay más alegría y satisfacción en dar que en recibir, y que la

verdadera generosidad no está únicamente en dar, sino en darse

uno mismo a los demás.

Si bien todo esto es cierto para nuestra propia vida de fe, también

es cierto que en la vida de una Cofradía o Hermandad hay mucho

más.

Así, tras ellas, se encierra un profundo simbolismo material

cargado de cultura y tradición, que tiene su expresión más

espectacular en su propia Estación Penitencial.


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Qué sería de Nuestra Semana Mayor

sin la luz que un cirio cede a la oscuridad.

Qué sería de nuestra Virgen de la Salud,

nuestra virgen de los Dolores,

la Amargura o la Soledad.

Qué sería de nuestra Virgen de Luna,

si no pudieran ninguna procesionar,

y en su expresión popular,

reflejar en su rostro la voluntad de niños, jóvenes y mayores,

de nazarenos y nazarenas que con sus cirios y velas van

a iluminar la cara de tan bella estampa,

que aunque nombrada y advocada en infinitos nombres,

solo en uno, como la Madre de Dios, la debemos contemplar.


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Y qué sería sin un “rachear” al andar.

Qué sería de nuestro Señor de la Borriquita,

nuestro Cristo amarrado a la columna,

nuestro Padre Jesús Nazareno,

nuestro Cristo de Medinaceli, de la Caridad o del Perdón.

Qué sería de nuestro Cristo Resucitado,

si no pudieran ninguno procesionar, y en su expresión popular,

poder mojarse con las lágrimas del que siente

del que siente en su sufrir su voluntad,

del que mantiene en Él viva la esperanza,

muchas veces necesaria para poder caminar.

Un caminar, que llevado sobre hombros y cuellos,

reflejan la viva estampa de Jesús y su costal.


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JUVENTUD: Sal que sala y Luz que brilla

Como pueden apreciar, en este pregón propongo a Jesucristo

como origen y fin de nuestras cofradías y hermandades, pues sólo

él padece, muere en la cruz y resucita en cada uno de nosotros.

Esta cruz es la señal de los cristianos.

Esta cruz expresa el amor y el servicio, tanto al Padre en su

vertiente vertical como a nuestros hermanos en su eje horizontal.

Tanto en uno como en otro, vosotros los jóvenes sois la Sal que

sala y la Luz que brilla y alumbra al mundo.

Al igual que él se rodea de un grupo de amigos, Jesús se rodea de

vosotros, los jóvenes, para compartir vuestros proyectos, ilusiones

y temores. A vosotros, los jóvenes, Jesús os habla de otro modo, al

oído, os brinda su confianza y os propone ser LUZ para brillar en la

oscuridad que en ocasiones nos paraliza.


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Jesús os emplaza a ser la SAL que contagia del sabor de la alegría

y el entusiasmo todo lo que acariciáis, proporcionando el espíritu

alentador que todos en algún momento necesitamos para realizar

nuestros sueños.

Aunque bien es cierto que en el joven arde la llama y en el viejo

brilla la luz, yo he visto muy de cerca a personas mayores

transmitiendo su ardiente llama y a jóvenes iluminando con su

brillante luz.

Por eso, yo os animo a que como sal que sala y luz que brilla, os

descubráis a vosotros mismos, sintiéndoos realizadores y

realizados dentro del mundo cofrade, una oferta que el Señor nos

hace, para enriquecernos y crecer espiritualmente en el seno de la

religiosidad popular.

El que sigue al Señor, sal de la tierra será. No permitáis que los

prejuicios y las influencias externas os adulteren, pues si lo hacéis,

lo carente de espíritu, lo intrascendente y banal os pisará.


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Vosotros los jóvenes sois la luz del mundo que alumbrando exaltáis

todo lo que ilumináis. No permitáis que nuestra propia cruz o las

adversidades de la vida, apaguen vuestra luz, pues si lo hacéis, la

oscuridad llegará y con ella la ilusión y la esperanza se

desvanecerán.

Brillar por tanto con luz propia, como personas auténticas, sin

prejuicios ni intereses particulares, ofreciendo vuestro trabajo y

esfuerzo desinteresado como sólo los jóvenes sabéis hacer, con

generosidad y humildad.

Sin la sal que sala y la luz que brilla, nuestras actuaciones carecen

de sentido, los enseres y atributos envejecen, y las Estaciones

Penitenciales se hacen más efímeras y pasajeras, dejando tras

ellas tan solo gota tras gota de cera.

Por eso, los jóvenes, fabricantes de ideas y realizadores de

sueños, sois imprescindibles y por supuesto necesarios para el

presente y futuro de nuestra Semana Mayor, haciéndoos presentes

en cualquiera de las muchas ofertas que nuestras Hermandades y

cofradías nos presentan.


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Con vuestro entusiasmo y vuestro valor, pasarán muchos días

después de procesionar, y aún seguiremos escuchando el chirriar

de los coches, que nos recordarán la catequesis que nuestro sentir

y vivir particular, dejó aquella madrugada, aquella tarde, aquella

noche… en su expresión popular.

Por ello, queridos jóvenes, no dudéis que tanto en las Cofradías y

Hermandades como en la vida misma, sois sin lugar a dudas, LUZ

que brilla y SAL que sala.


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QUE SEA MI VIDA LA SAL

1.- El que me sigue en la vida,

sal de la tierra será;

más si la sal se adultera,

los hombres la pisarán.

QUE SEA MI VIDA LA SAL,

QUE SEA MI VIDA LA LUZ.

SAL QUE SALA, LUZ QUE BRILLA

SAL Y FUEGO ES JESUS.

2.- Sois como la luz del mundo,

que a la ciudad alumbra;

ella se pone en la cima

y en el monte se encumbra.

3.- Que brille así nuestra luz,

ante los hombres del mundo;

que palpen las buenas obras

de lo externo y lo profundo.


23

EL VALOR DE LOS JÓVENES EN LAS COFRADÍAS

Nuestras asociaciones de fieles no son elementos religiosos y

populares carentes de vida, sino todo lo contrario. Son elementos

vivos, corazones latentes movidos por emociones que con cada

latido, pueden transmitir los principios y valores que todos

buscamos y esperamos. Sin emociones no nos movemos.

Y en esto, en este latir continuo y necesario para vivir, la juventud

tiene mucho que decir, pues son los jóvenes, movidos por sus

emociones, quienes aportan su atractivo movimiento dinámico y

motivador.

Quisiera resaltar algunas de estas emociones que unidas a valores

y prolongadas en el tiempo, se transforman en sentimientos.

Resaltar digo, con la intención de impulsar nuestra motivación para

cuidar y mimar una herencia que nos ha venido dada y que tiene

un profundo carácter religioso y, a la vez, un marcado matiz social

y cultural.


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SENTIROS ORGULLOSOS. El valor del orgullo en su buen sentir

supone alegría y respeto hacia uno mismo por algo que se ha

hecho bien o por la propia valía, pero… ojo, huyendo siempre de la

altivez y el desprecio hacia quien pensemos que no vale tanto.

Demostrad lo que sois y lo que valéis sin formulismos ni hipocresía,

aspirando siempre a una mayor solidaridad y comunión,

rechazando las desigualdades que seguro tanto os irritan.

SENTIROS GENEROSOS Y SOLIDARIOS. Como os decía la

verdadera generosidad no está únicamente en dar, sino en darse

uno mismo a los demás.

Y así lo demostráis, cuando viviendo lejos, acudís a vuestro pueblo

para desarrollar vuestros proyectos. Así lo demostráis cuando

dedicáis vuestro tiempo libre a formaros y dar culto a vuestros

titulares y trabajar en favor de los más necesitados y

desfavorecidos.


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La juventud es la edad de los sacrificios desinteresados, de la

ausencia de egoísmo y de prejuicios. Sois portadores y

conocedores de lo esencial, de lo fundamental e importante.

Por ello sois guardianes y testigos de la tradición, y al mismo

tiempo, precursores y educadores de las costumbres.

SENTIROS JUBILOSOS Y ALEGRES. Siempre dispuestos a

sonreír y a contagiar con su alegría a quienes les rodean, la

juventud es portadora de este divino tesoro. La alegría, el júbilo y la

ilusión son características propias de la juventud, y, que cada uno,

cada una, debe mimar y cultivar para hacerlas crecer y así no

perderlas nunca.

Con ella llenáis de luz todo lo que tocáis o presenciáis. Con ella

aportáis fuerza y entusiasmo a cada proyecto y con ella, dotáis de

esperanza los corazones de quienes os acompañan y os necesitan.


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Como les decía anteriormente, hablarle a un joven, es y debe ser

también hablarle a las personas que forman parte de su entorno y

que son sus guías.

Por ello, en este momento nos vendría bien recordar lo que decía

el poeta Lope de Vega: <<En los campos de la vida no hay más

que una primavera>>, lo cual podría venir a decirnos << cuidado

con las flores, que todavía no son frutos>>.

Si queremos frutos mañana, no echemos a perder las flores de

hoy.

Ayudémosle pues, a aprovechar los valores que tienen y a estar

vigilantes frente a los antivalores que podrían echarles a perder la

vida entera.


27

PARA TERMINAR

Ya, llegando al final, este pregonero desea recordar ciertas

palabras que de manera intencionada han sido repetidas a lo largo

de mi exposición.

Palabras como ilusión, esperanza, religión, caridad, alegría,

coherencia o comunión, nos unen y a la vez representan a todos

los aquí presentes.

Del mismo modo simbolizan la tierra, el agua y sol, elementos

necesarios para cultivar la pradera donde todos estamos llamados

a florecer, florecer en la medida que seamos artistas, en la medida

que hagamos de nuestra vida una verdadera obra de arte.


28

Si, ya termina este pregonero,

en su voluntad de reflexión,

que nos hace saber cual arrancada del madero,

lo que nuestras Hermandades y cofradías para nosotros son.

Pero también nos cuestiona con su punta de acero,

lo que ellas esperan de nuestra penitencia y pasión.

Quizás espere el mundo entero,

un testimonio coherente de esperanza, solidaridad y comunión.

Ya llega al final este pregonero,

que escribiendo estas palabras,

ha extraído del “manero”,

aquellas emociones y sentimientos,

que cultivan y labran la tierra,

para obtener el fruto venidero.


29

Antes de terminar y a modo de telonero,

os propongo florecer como artistas.

Florecer haciendo de nuestro sendero,

familias, hermandades y cofradías

repletas de dulzura y salero.

Verdaderas obras de arte donde exponer,

que todos nos queremos,

¡que se entere el mundo entero!.

Gracias queridos jóvenes por hacerme brillar,

Gracias amigo Andrés por embellecer con tu voz este mi pregón,

para que encontremos en el Señor

una experiencia de amor que renovar.

Gracias por vuestra generosa escucha,

este pregonero y su pregón aquí y ahora acabó.

pregón de juventud cofrade 2012

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