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PREGÓN A LAS FIESTAS DE Nuestra Señora del Carmen 10 de Julio de 2010 La Línea de la Concepción José David Muñoz Oliva. ATUNARA DEL CARMEN En el amanecer de oleajes, que arrastran las mareas a lo más profundo del olvido, viniste a buscar cobijo, en la arena de este sitio. Vienen a tus playas a varar los siglos, unos tras otros, como a empujones, asomándose para darse de cara contigo. En la duda del que sobrevive, a la caricia confortadora de tu brisa, y del que llora por el azote incontrolado de tus temporales. Viene vacilante a tu puerto, la pregunta que del niño de ojos inquietos sale… ¿Quién eres Atunara? Unos dicen que fenicios, otros, que quizás romanos. Nadie se pone de acuerdo para fechar tu partida de nacimiento. Para decir de quien fue la primera choza, que adornaba tus arenas. La Línea, nuestro pueblo, cumple dentro de pocos días, 140 años. Pero dinos tu “pescaora”: ¿Quién te acunó en sus brazos y elevó tu cabecita de niña sobre la roca del peñón, para que cayera sobre tu enredo de pelo las aguas bautismales?. ¿Quién puso sobre tu arena la mano, y levantó cuarto y cocina de maderas y cañas?. ¿Quién te acompañó en tus juegos de chiquilla, desde Gibraltar a Estepona, saltando por las piedras que os encontrabais en la dorada playa?

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PREGÓN A LAS FIESTAS DE Nuestra Señora del Carmen

10 de Julio de 2010

La Línea de la Concepción

José David Muñoz Oliva.

ATUNARA DEL CARMEN

En el amanecer de oleajes, que arrastran las mareas a lo más profundo del olvido, viniste a

buscar cobijo, en la arena de este sitio.

Vienen a tus playas a varar los siglos, unos tras otros, como a empujones, asomándose para

darse de cara contigo.

En la duda del que sobrevive, a la caricia confortadora de tu brisa, y del que llora por el azote

incontrolado de tus temporales.

Viene vacilante a tu puerto, la pregunta que del niño de ojos inquietos sale…

¿Quién eres Atunara?

Unos dicen que fenicios, otros, que quizás romanos.

Nadie se pone de acuerdo para fechar tu partida de nacimiento.

Para decir de quien fue la primera choza, que adornaba tus arenas.

La Línea, nuestro pueblo, cumple dentro de pocos días,

140 años.

Pero dinos tu “pescaora”:

¿Quién te acunó en sus brazos y elevó tu cabecita de niña

sobre la roca del peñón, para que cayera sobre tu enredo de pelo

las aguas bautismales?.

¿Quién puso sobre tu arena la mano, y levantó cuarto y cocina de maderas y cañas?.

¿Quién te acompañó en tus juegos de chiquilla, desde Gibraltar a Estepona, saltando por las

piedras que os encontrabais en la dorada playa?

Míranos marinera, y cuéntanos como Dios redujo tus cerros y acantilados con sus manos, para

convertirlos en fina arena donde arribar tus barcos.

Cuéntanos Atunara:

¿Cuantos abrazos de sal te ha dado el levante, amargando con su beso de temporal las vidas

de tus marineros?.

¿Cuantos siglos llevas esperando a tus barquitos?,

¿Cuantos siglos llorando a tus navegantes?.

Háblame de esas penas que te hacen vestir canas, mirando al horizonte, en la espera

desesperada de ver llegar a tus gentes embarcada?.

Llórame tus penas, llórame tus desgracias, desahoga en mi palabra el grito del fuego de tu

mujer maltratada.

¿Cuántos, cuantos siglos llevas sujetando la mano

curiosa e imprudente de las mareas de arena, que se cuela

hasta el fondo de tus casas?

¿Desde cuando los “volaores” han sido los farolillos

que han adornado las fachadas de tus pobres, en cordeles

donde parece que se cuelga la plata?.

¡Ay barrio de la Atunara!

Eres la abuela de estas tierras que solo se acuerdan de ti

cuando las hogueras de San Juan caldean y deslumbran

la llegada del mes de Julio.

Mírame, a los ojos, se sincera.

No estés tan recelosa por lo muy castigada.

Yo se de tus penas, de tus llantos y de tu bonanza,

pero no me dejes así ¿ dime quien eres Atunara?

Si se te diese el silencio, para poder responder. El barrio inmolaría su nombre para poder decir

el tuyo.

Yo soy La Virgen del Carmen.

Yo soy la que en madrugadas de temporal llamando va por las ventanas.

La que en el corazón se inquieta, junto a la madre y esposa.

La Niña del Carmen, la que desde que naciste contigo por las arenas juega. Yo cogí al barrio en

mis brazos para que cristiano fuera, la que bendijo los barquitos con sal de la mar serena.

La que amansa temporales.

la que aplaca las mareas.

y en las noches de San Juan,

soy el fuego en sus hogueras.

Cual gloria derramada por cada rincón de tus calles,

es la dicha de tenerte, como Estrella de los Mares.

Tu eres Madre y Capitana,

y de la Atunara la Dueña.

La que siempre alerta está,

sobre su faro expectante,

la que marcha a navegar,

“pa” que los barquitos no encallen.

Eres Señora de sal,

de nácar y finos corales,

tu eres toda la Atuanara,

tu eres la Virgen de Carmen.

SALUDA Y PRESENTACIÓN

Señor Director Espiritual y párroco de este templo, hermanos marianistas. Hermano Mayor y

Junta de Gobierno de la Sacramental y Venerable Hermandad de

Nuestra Señora del Carmen y Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo del Mar, Santa Madre

de Dios, Luz y Esperanza Nuestra y San Juan Evangelista.

Excmo. Señor Alcalde. Sr. Presidente y miembros del Consejo Local de Hermandades y

Cofradías. Hermanos de mi Hermandad de San Pedro y Oración en el Huerto.

Hermanos Mayores y representantes de las distintas Hermandades de Gloria y Penitencia.

Hermanos de la Hermandad de Ntra. Sra. del Rosario del Campo de Casares.

Representantes de la Asociación de Vecinos y de la Cofradía de Pescadores. Familia, amigos,

barrio de la Atunara y devotos, hermanos todos.

Agradecido de corazón a la Junta de Gobierno de la Sacramental Hermandad de Ntra. Sra. del

Carmen, este nombramiento como pregonero de sus fiestas, cosa que me llena de alegría, en

un año que ya para mi es gozoso, después de haber podido pregonar la Semana Santa de mi

pueblo.

Que claro tuve desde el primer momento, la elección de la persona que me presentase en este

acto. Ramón, quien mejor que tú, me daría la venia para poder hablar en la que es tu casa.

Gracias por compartir con todos tu amor por Ella,

“ tu Capitana”. Gracias por tus palabras, que a pesar de los tópicos típicos de las

presentaciones, sé que son de corazón.

Que el Divino Pescador, bendiga a todos los tuyos.

Hace apenas dos meses, se me da la noticia, de aventurarme en la travesía de ser tu

pregonero.

Hace solo dos meses que me lancé con atrevimiento a sumergirme en el mar de tu nombre.

Dos meses, que como río desbocado, pasa rauda buscando llegar a la sal. Espero Señora, que

mis palabras estén a la altura de lo que tú te mereces.

Vengo desde mi barrio de San Pedro, con unas redes llenas de cariño, besos y oraciones a la

Señora que el pueblo siempre suplica.

A ti Flor del Carmelo, que hasta el incrédulo reza.

A ti Señora, a la que las ánimas del purgatorio gritan

suplicando el salvavidas de tu Santo Escapulario.

A ti, Estrella de los Mares, a la que desde niño, he tenido muy cerca. Y digo muy cerca, porque

cuando nací, me acunaban con tu hábito. Crecí y di mis primeros pasos, abrazado a la tela

marrón. El beso de cariño, el pellizco en la mejilla, la regañina piadosa, las manos de mis

abuelas.

Varias mujeres de mi familia, vistieron tu hábito, y concretamente mis abuelas, vivieron y

murieron con el hábito carmelitano.

Yo, cuando era muy pequeño, no llegaba a comprender porque siempre vestían igual, y porque

en todas las fotos de familia, llevaban aquel traje marrón. Ellas fueron las que inculcaron en

mí, el cariño y devoción a la Virgen de los marineros.

Tu nombre estaba siempre en sus labios:

“¡Ay virgencita del Carmen!”

Sobre sus pechos siempre prendidas, sendas medallitas con tu imagen. Que orgullosas estarían

de mi en este día, de verme pregonándote a ti, “su Virgen”. Siempre en la memoria y en el

recuerdo, brillarán encendidas las mariposas en tu honor.

Seguro que sus oraciones, son las que hoy me han traído hasta ti.

No hay devoción mariana más extendida por todo el mundo que la que a ti te clama. Si hay una

advocación que sin ni siquiera avisar pone más gente en la calle, esa es La Virgen del Carmen.

Es más, antes que tu Pura Concepción se convirtiera en nuestro nombre y bandera, ya tú eras

patrona de la gente de estas tierras.

LA LÍNEA DEL CARMEN

Que grande se hace tu nombre para poder pregonarte.

Qué responsabilidad para hablar de la patrona de las gentes sencillas.

A tu nombre, le sobran, coronas, entendidos y sabios, tú eres La Virgen del Carmen, la Virgen

del pueblo, y con eso se dice todo.

En este pueblo, somos dóciles a olvidar los grandes acontecimientos, y muy dados a gravar a

fuego las cosas que nos descontentan.

Quizás sea por eso, que en otras tierras acostumbren a marcar con placas y azulejos

conmemorativos en las vías públicas, cualquier acontecimiento que sea bueno tener para el

recuerdo.

Pues para el refrescar las memorias, y para hacer historia, fue aquella salida extraordinaria de

la Señora, recorriendo toda

La Línea, pernoctando en distintas parroquias en la conmemoración de las bodas de oro de la

Hermandad.

Acontecimiento insólito y jamás presenciado en nuestras tierras.

Hace ocho años, tu barca se adentró tierra adentro.

Hace ocho años, tu cofradía, cumplía cincuenta y tú, sabiendo de que en todos lados se te

quiere, como valiente Capitana, adentraste tu mirada por la marea de calles linenses.

Y llegaste hasta mi casa, a mi parroquia de San Pedro, donde la campana de la torre, cual

luminaria encendida, se volvía loca de alegría, en un repicar de sonrisas al divisar tu llegada.

Y la mujer de San Pedro, se abrazó a la de la Atunara.

Dos barrios lejanos, encontraban en ti el nexo de unión.

La Señora del Carmen, estaba en San Pedro, y allí, en su capilla, la Señora de la Casa, te daba la

bienvenida.

Sin su manto, sin corona, sin pañuelo y algunos aseguraban que incluso sin llanto.

Ese día, la Virgen de la Salud,

era mas mujer, mas madre, vestida con el Santo Escapulario y con el único roce por sus sienes

de una mantilla blanca.

La Reina de San Pedro, se hizo más Atunara.

Que honor para mi barrio,

Fue tenerte en su casa,

Que gloria para sus calles,

Ser el mar para tu barca.

Ni El Cano con toda su gloria,

Ni fragatas o carabelas,

Vieron el timón llevado,

Por tan bendita doncella.

Te dio San Pedro las llaves,

Del cielo en aquel día,

Y El Señor te dio la fuerza,

De su tercera caída.

Calcaste tu perfil Señora

Por las calles de San Pedro,

Fuiste el beso del Junquillo

de La Colonia él te quiero.

Abrazo fuiste en San Bernardo,

Y San José te cantó a lo lejos,

Santiago te acompañó cautivo,

La patrona te cedió su puerto.

Que fuiste por La Línea Madre,

Surcando sus tierras y cielos,

Fuiste alegría Salesiana,

Y del espigón su velero.

Que maravillosa locura,

La que emprendiste ese día,

La de salir de tu casa

Y alejarte a la deriva.

Todo el que te vio pasar,

Quedó preso en tu navío,

Fundido en tu ancla de amores,

Hundiéndose en tus abismos.

Se desbordó la Atura,

y al pueblo entero encandilas,

al cielo proclamaron tu nombre,

¡Capitana de La Línea!

ESTRELLA DE LOS MARES

Una pregunta que me he hecho desde que tuve conciencia del origen de tu nombre era: ¿por

qué la Virgen del Carmen era la patrona de los hombres del mar?

Algunos puede responder: Pues quien va a ser sino. Ahora nos puede parecer normal, pero

hace muchos siglos la cosa no era así. Quien se acuerda ahora de San Telmo.

Me daban respuestas que no me convencían, como el nombramiento de capitana o de otros

cargos de la marina por parte de reyes o instituciones.

Pero…¿ por qué se llega a ese punto de dar rango militar a la figura de Santa María del Monte

Carmelo?

¿Por qué a una advocación nacida en un monte, se la tiene como protectora de hombres de la

mar?

¿Qué sucedió, para que los marineros la comenzaran a clamar como protectora?.

Para poder explicarlo, me van a permitir, hacer un poco de historia intentando no aburrirlos,

pero merece la pena profundizar para encontrar la respuesta.

Desde el siglo III antes de Cristo, el Monte Carmelo, ya servía como refugio de ermitaños que

se retiraban del mundo en vida penitencial, a la espera de la llegada del Mesías.

El profeta Elias, junto a su comunidad, habitaba en este monte, en el que oraba por su pueblo,

expectante de la llegada del Salvador.

La orden carmelita, inspirada por la vida del profeta, se ubica originalmente sobre ese monte,

en un paraje abierto al Mediterráneo, en Israel.

El Monte Carmelo, viñedo, o mejor dicho, jardín de Dios,

es llamado de esta forma, por la riqueza y fertilidad de sus tierras.

Los carmelitas, llevaban unas vidas austeras, sobrias, de entrega plena a la oración y a la

piedad donde María es nombrada Madre y protectora.

San Alberto, patriarca de Jerusalén, en los principios del siglo XIII, aprueba la regla ermitaña,

dando total norma eclesial a los carmelitas.

Como he dicho anteriormente, esta orden, toman como madre protectora a La Virgen, a la que

hacen llamar:

“ Santa María del Monte Carmelo” o “Flos carmelis” lo que se podría traducir como, Flor del

jardín de Dios.

Y aquí viene la respuesta a mi pregunta.

Esta nos la da una leyenda histórica de los frailes carmelitas.

En los años treinta del siglo XIII, poco después de haber sido aprobada la regla, los carmelitas,

se ven obligados abandonar la Tierra Santa, bajo la espada persecutoria de los sarracenos.

La geografía del terreno y la situación de los invasores, los obligan a embarcar, e huir por el

mar. Es entonces, cuando en medio de la desesperación, y del desconocimiento en la lectura

de los astros que guiaban a los marinos, María, se aparece y se hace presente ante ellos para

dar consuelo, convertirse en faro y guía diciéndoles:

“No temáis hijos míos, yo seré para vosotros, la

Estella Maris yo seré vuestra Estrella de los Mares”.

María, se convierte en guía y capitana de estos hombres que acabarían desembarcando en

puertos como Sicilia, Chipre, Marsella, Inglaterra, Barcelona, Mallorca, Valencia, y porque no

soñarlo, en la Atunara.

Todos los puertos que los carmelitas pisaban, fueron conociendo el milagro de la Virgen que

guiaba a los navegantes como Estrella de los Mares.

Este acontecimiento histórico, hace que a la Virgen del Monte Carmelo, se la reconozca como

Estrella de los Mares, que es como le canta su Salve. Naciendo también de esta forma,

la advocación de Virgen de la Estrella, protectora y guía de los hombres de la mar.

Nada sucede por casualidad, todo tiene un sentido y una respuesta. Y curiosamente es del

siglo XIII, la primera referencia que se tiene del barrio de la Atunara, llamándolo en aquel

momento “Tunara”.

¿Os suena este siglo verdad?, pues si, es el mismo en que se aprueban las reglas carmelitas, el

mismo en que los piadosos ermitaños se echan a la mar escapando de la mano opresora, el

mismo siglo en que María en una aparición se hace llamar Estrella de los Mares. Es en el siglo

XIII en el que ella, la Madre del Carmen, entrega el Santo Escapulario a San Simón Stock.

Para que luego digan, de que este barrio no se debe a su Virgen.

A la vez que las reglas de su orden eran rubricadas en tierras de Israel, el nombre de “La

Tunara” era escrito por vez primera para los libros de historia.

EL DIOS PESCADOR

La gente de la Atunara, no es de las que se acuerda de Santa Bárbara, solo cuando truena. Para

comprobarlo, solo hay que pisar el barrio. En la calle no hay duda, todos tienen claro, quien es

su Señora y día a día la tienen muy presente en sus vidas.

Una cosa curiosa, que llama la atención, es que no hay en la Atunara, y diría yo, no hay en toda

La Línea una estampa más repetida, que la imagen de la Reina del Carmen en pequeños

retablos cerámicos a las puertas de las casas. Compruébenlo, y ya verán que es cierto.

Por no decir, de las capillas que los atunareños vigilan y cuidan donde de forma improvista, se

dejan “ave marías”, flores, y besos en las mejillas de la Virgen y de su Bendito Hijo.

Y el Hijo, ese Niño pescador de almas para el que la madre entrega el Santo Escapulario.

Ese Niño Dios que es la verdadera barca donde ella misma deposita la fe del que busca

salvarse.

Es a El a quién verdaderamente debemos descubrir cada vez que la miramos. Él es el puerto de

nuestras vidas. Él es el remanso de las marejadas. Él nos indica su presencia viva en esa isla de

paz llamada sagrario. Él ha de ser nuestra meta, y ella solo, la Estrella que a Él nos guía.

En las madrugadas de sal,

que encierran las noche de Julio,

tuve el sueño que soñara,

que buscaba tu refugio.

Tuve el sueño Señora,

de verte navegar sobre nácar.

Tuve el sueño de soñarte,

sobre una barquilla de plata.

Iba Gabriel el Arcángel,

en el mascarón de proa,

siendo guía de la nave,

desde el puerto hasta la lonja.

Eran las velas tu capa,

que en nívea blancura envolvían,

cual abrazo de espuma acunaba,

tu cara sencilla de niña.

Unos remos de corales,

rompían el batir de las olas,

remolinos de oraciones,

y en tu pelo caracolas.

En una barquilla de plata,

te soñé navegando un día,

en una barquilla de plata,

y la Atunara te seguía.

Iba tu niño corriendo,

desde el timón a la popa,

jugando con caballitos,

y tu mirándolo absorta.

Vente Jesús “pa” mi vera,

deja ya las carrerillas,

vente “Manué” “pa” mis brazos

no juegues en la barandilla.

La Madre “pa” encatusar al chiquillo,

le ofreció su sonajero,

hecho de almejitas doradas,

cogidas en sus caladeros.

Duerme “Manué” ya mi cielo,

que el aire anuncia temporal,

abraza fuerte el escapulario,

y ponte conmigo a rezar.

Que hay barcas que se alejan del puerto,

y no saben regresar,

por los que olvidan tu nombre,

vamos mi niño a rezar.

Que la tempestad de la vida,

los devuelva pronto a casa,

que no haya oleaje que pueda,

con la fe del que se embarca.

La noche cae en la Atunara

el niño descansa en el sueño,

un ángel le canta la nana,

le adornan estrella y luceros.

Duerme “Manué” ya mi vida,

que ya amaina el temporal,

sueña que los barquitos ya vienen,

a tu puerto a resguardar.

LA BARCA DE LOS POBRES

No es nada nuevo, que yo venga a deciros en la crisis en la que nos encontramos sumergidos.

Cada semana aparecen cifras y datos, que nos hablan de una tragedia que a por muy mundial

que sea, para los pobres, se hace un lastre de plomo más, que quiere hacer naufragar las

esperanzas en salir adelante.

Los pobres, y cuando digo pobre no me refiero solo al que muere de hambre en países

subdesarrollados, vive debajo de un puente o al que pide en la puerta de la Iglesia.

Cuando digo pobre, me refiero a la familia que subsiste con míseros sueldo y solemos llamar

vecino.

Cuando digo pobres me refiero a los ancianos que se ven obligados a abandonar sus hogares

porque una pensión no les asegura el techo y decimos que nos pone mal cuerpo si los vemos

por la televisión.

Llamo pobres, a los jóvenes que se nos cierran todas las puertas, negando de cualquier manera

un digno plan de futuro tras acabar unos estudios.

Son los pobres, los que varan sus barcas en estas playa de Levante para poder zarpar en busca

del plato de comida diario.

Son de ellos, de tu barrio Madre, las manos, resecas y agrietadas por las redes y la sal. Y es de

ellos Señora, de ellos es el mayor lamento de súplica que hasta ti llega en estos tiempos.

Que pusilánime me parece, que en esta situación de desgracia social, hay quien se empeña en

presumir y restregar sus riquezas en programas de televisión, o en suntuosas vidas ajenas a la

realidad del prójimo para luego querer llamarse cristianos dándose golpes de pecho.

Que poco nos cuestas arrodillarnos ante Dios en la Iglesia, pero cuanto nos cuesta reconocer a

Cristo en el mendigo.

Para muchos, tus manos Señora, se han convertido en la única caricia que se pueda recibir en

tanta inestabilidad que hoy ahoga a la sociedad.

Para tantos solo queda el clamar al cielo y esperar, a que esta tempestad económica amaine

pronto.

Ay Señora del Carmen.

¿Qué te voy a decir yo a ti, que tu ya no sepas?.

¿De que parados te hablo que tu no ya conozcas?

¿ De que llantos te cuento, para el que tu no hayas sido ya pañuelo?

¿Cuántas súplicas son depositadas ante ti noche y día?

Tu misma te haces voz que reclama justicia, cuando en un Magnificat perpetuo sigues

proclamando:

“ A los hambrientos los colma de bienes

y a los ricos despide vacios”

Yo solo Señora, quiero pedirte por tu gente.

Ruega por los que tanto te necesitan.

Abre los ojos del que los cierra a la realidad

y se niega a ver lo que esta pasando.

Da constancia y fortaleza a los que trabajan

por salir adelante.

No permitas que el galeón de la miseria salte a la bordaje de de los veleros del justo.

Que es muy fácil criticar, y señalar al que pasa necesidad.

Para todos tenemos una escusa, para todos un pretexto que delata nuestro egoísmo, para

todos un reproche que echarle en cara.

¡Que trabaje!. ¿ que trabaje?...¿y dónde?...

Oye Señora la voz, del que te clama desde una cruz de miseria.

Esa cruz de la que tu tanto sabes,

esa cruz de madera, que es lamento y es clemencia.

Esa cruz de Viernes Santo, que intentas ocultar de los ojos de tu niño para que no despierte

llorando.

En esa cruz, se ven crucificados ahora los pobres.

Ay virgencita del Carmen,

Extiende sobre todos tu mano,

Se refugio del que te llora,

Se consuelo del cansado,

Guía como Estrella esta nave,

Que se hunde en el lodo y fango,

salva a tus marineros,

de morir en el naufragio.

Arranca los clavos Señora,

Que nos amarra al madero,

Oye la voz de que pide,

Pan y trabajo “pa” el pueblo.

No nos dejes indiferente,

Ante el sufrimiento ajeno,

Remueve nuestras conciencias,

Que no nos creamos tan buenos.

Que estamos ya muy cansados,

Del final que tiene el cuento,

Que el rico se hará más rico,

Y el pobre saldrá perdiendo.

Lleva el barco Capitana,

Atiende tu nuestros ruegos,

haz que pase esta tormenta,

y arríbanos hasta buen puerto.

ROSAS PERENNES

No me quiero marchar sin antes recordar a una persona, que este año ha sido nombrada

camarera de honor en la corte celestial.

Cinco rosas perennes, engalanan a la Señora,

Cinco rosas que no permiten que el paso del tiempo marchite su amor y cariño por la niña de

sus ojos.

Tres de ellas, siguen a sus pies, día a día, beso tras beso y oración tras oración, transformando

el arte del vestir, en verdadera ofrenda de amor a la Reina del Carmen.

Dos de ellas, han sido cortadas por el Divino Niño, para que engalanen a su Bendita Madre en

sus paseos celestiales.

Esas rosas perennes, son sus camareras.

Hace pocos meses, Loli, una de ellas ha marchado a formar parte de ese Jardín del Carmelo

que conocemos como paraíso.

Este año, junto a Isabel, ambas irán prendidas en la brisa a su Virgen del Carmen.

Loli, cuanto agradecida está la Virgen contigo.

De que manera te has ganado la corona de la gloria.

No ha habido en la tierra obstáculos que la enfermedad y los años,

pudieran poner para que pudiese estar aquí, al pie del cañón.

Este año, cuando la barca vuelva a su puerto,

cuando la gracia esté apunto de dejar las calles para recogerse en su templo, la Virgen volverá

su carita y mirará a la mar, porque de seguro, no tengáis duda, que en la mar, embarcada en

una barquilla tripulada por ángeles, Loli, su camarera, seguirá deshojando sus pétalos de rosa

perenne para su

Madre del Carmen.

Ya está donde siempre quiso,

junto a su Virgen, frente a ella,

ya no necesita escaleras

que de un camarín la aleja.

Rosas, que quedáis a sus pies,

rosas que seguís a su vera,

tenedla presente en el alfiler,

y en cada encaje que lleva.

No olvidéis a la que desde el cielo,

de amarla y quererla no cesa,

Loli se embarcó a la gloria

“pa” seguir siendo su camarera.

LA GLORIA DE TU PUERTO

Dentro de la travesía que supone el haberme adentrado en las profundidades de tu nombre, la

humilde barca de mi palabra viene a resguardarse finalmente en la bonanza de tu puerto.

Ya mis labios tocan a enmudecer, mis palabras callarán para dar paso a la grandeza de tu día.

Ya me voy, pero sin dejarte, prendido en la sal que envuelve y da aroma, a tu viento de

Levante. Ya me marcho, pero sin querer irme, atado cautivo con las maromas que me han

apresado a ti.

El rebalaje me abre camino para un adiós que mas que adiós es hasta luego, porque por

mucho que yo me alejase de tu orilla, tu lanzarías redes, palangres y anzuelos, para

arrastrarme a tu vera.

Mi palabra se ha hecho oración ante tu presencia.

Oración a ti Madre de Dios del Carmelo.

Oración ante tu gente, tu barrio, ese barrio que eres tú misma, pero con el nombre de

Atunara.

Mi oración ha querido ser como la espuma del mar, que viene a romper a la orilla, salpicando a

todo el que este cerca, incluso al que no quiere mojarse.

Eso solo lo haces tú, el que no quiere mojarse, el que no quiere creer, lleva seguramente una

foto tuya en la cartera, o al final de los días, querrá que tu imagen presida su lapida en el

Sacramental de San José.

He quedado prisionero en las redes que con la escusa del pregón has lanzado ante mí.

Y aquí me tienes Capitana, prisionero del navío que ondea la bandera de tu Santo Escapulario.

Pocos atardeceres, nos separan del día grande para Atunara.

En seis días, el calendario dará su campanada celestial, haciendo resurgir de los fondos

marinos, una cohorte celeste que anuncia tu presencia sobre las aguas.

Este templo, se convertirá en el centro del pueblo, donde vecinos y devotos, se derramaran

inundando de flores y vítores la playa de Levante.

Un escuadrón de gaviotas, escoltarán la bendición de las aguas.

Dieciséis de Julio, amanece el día acunándote el barrio, en el ajetreo de flores que a tus plantas

desemboca echo río de devoción.

Ya esta aquí, llega de improvisto,

sin querer despertar, con las somnolencias de las noches del Verano.

El rocío del mes de Julio, despierta a la neblina,

que hace recortar tus playas cual blonda “pa” una mantilla.

Despliega la mañana sus alas de calor y va despertando el barrio,

todos miran al abrir los ojos, la fecha en el calendario.

Todos esperan Señora,

para verte navegar este día,

ya se engalanan los barcos,

todo el barrio es alegría.

Hoy más que nunca eres de todos, y todos te esperan.

La calle Canarias se convierte en la vía que te lleva a la gloria de tu puerto. Ya se riegan las

aceras y fachadas para refrescar del afilado sable del mes de Julio.

Tu barrio, derriba las murallas de arrecife de sus límites imaginarios, y se extiende desde la

Sierra Carbonera hasta la verja de Gibraltar. La Línea entera se hará Atunara.

Todo el barrio será celebración, el aroma de la sal, dejará paso al de los boquerones y el de las

sardinitas al espeto,

El paseo marítimo se hará ese balcón sin rejas ni celosías que el pasodoble canta, y donde tu

pueblo se encaramará para poder verte pasar.

La ciudad se inclinará mirando hacia el Levante, asomándose a la baranda de malecones que

como palcos presidirán tu salida.

Despunta ya la mañana, el astro rey aún no a extendido sus brazos, y las gaviotas reposan

entre las barcas esperando seguir el primer arrastre de redes.

Todo es silencio y en el barrio todos duermen.

Todo es calma y quietud callada rota por el sonido de un beso que se desprende de los labios

del niño.

Su niño, el Divino Pescador, abre sus ojitos, y lo primero que ve, es el sueño de su madre. La

mira, la contempla, se sonríe y con un beso de nardo la despierta y dice:

Ya llegó el día, felicidades Madre.

Un manantial de dulzura se desborda, cuando ella entre abre los ojos. Con la mirada baja

desprende la sonrisa,

que parece calmar todos los males.

Y con la mirada baja acaricia a todos los que a ella se acercan .

Con los ojitos entre abiertos desbordas la luz que ilumina el día.

No cierres los ojos Madre,

que es la fuente de la que se sacia toda la Atunara.

No cierres los ojos Señora,

que el sol linense quedaría eclipsado si tú los cerraras.

No cierres los ojos Carmela,

que el mar no podría contener su oleaje,

celoso en pensar de que tu no lo miraras.

No cierres los ojos Atunara, que la brisa quebrantaría el aire, si faltase tu mirada.

Y mecidos en el oleaje que a tus ojos me asomara,

Tu barca sale de puerto, levando su ancla de almas.

Nunca navegas sola,

Vas como en romería,

En tierra te escolta tu pueblo,

Y en el mar te prende la brisa.

Te claman su marinera,

Madre piadosa del pueblo,

panal destilado de mieles,

Rosa del Monte Carmelo.

El lamento del hospital,

Arrastra a sus puertas tu barca,

Allí repartes tu consuelo,

Bendiciendo con tu gracia.

Que va la Virgen del Carmen,

Surcando los siete mares,

Y va dejando una estela,

Que es de espuma y de corales.

Lanza el anzuelo tu encanto,

Que a todos deja prendido,

El sedal los engancha a tu vera,

Y a tus plantas vienen rendidos.

Va la Virgen Marinera,

Entre el gozo y el delirio,

Van sus hombres acunándola,

“pa” dejar dormido al Niño.

Salve, Estrella de los Mares,

Señora de la Atunara,

Capitana de La Línea,

De tu puerto guardiana.

Rosa sutil perfumada,

Con olores de la bahía,

Clavel deshojado de amores,

Que sobre el mar se deslizan.

Va tu encanto proclamando,

La gracia y las caras bonitas,

Va la dulzura escondida,

En el rosal de tu mejilla.

Que viene la mar a tierra,

Para mecerte entre las olas,

que son los remos de tu nave,

cargador y cargadoras.

El sol se marcha a Poniente,

Con pena de despedida,

Llora el ocaso en el cielo,

Al ver que se pone el día.

Ya regresas Capitana,

Dejando tu beso en el aire,

Ya los amarres te acercan,

Hasta el puerto de valle.

Se fue la Atunara durmiendo,

Mecida por el Levante,

soñando se quedó La Línea,

soñando en su Virgen del Carmen.

He dicho.