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PARACAS, geográficamente es una península y una bahía a dieciocho kilómetros del puerto de Pisco, entre 13º 41' 40" de latitud Sur y 76º 20' de longitud Oeste. Las tierras fronterizas del Norte forman parte de los fér- tiles y cultivados campos de la margen izquierda del río Pisco; y las del Sur son los extensos arenales de Otuma y Karwa, hasta la desembocadu- ra del río Ica. Paracas, lingüísticamente pertenece al idioma Akaro o Kauki de ori- gen paleo-aymara, que aún se habla en los pueblos de Tupe y Cachuy de la provincia de Yauyos, Departamento de Lima. Se deriva de: p a r a, raíz nominal de frontis, frente; r a, sufijo de amplitud, abundancia, multipli- cidad; a q e, raíz nominal de hombre, gente, humanidad, cuyo significa- do es «gente de frente grande» (Tello, 1926, inédito; Bertonio, 1879, t. II, p. 250). Esta ecomología parece justificarse con los antecedentes de los pri- mitivos pobladores de Paracas, porque allí, en tumbas precolombinas de las cavernas y Necrópolis de Cerro Colorado, se encuentran numerosos cráneos humanos con frente aplanado y elevada por deformación artifi- cial. Además, la palabra Paracas significa en la actualidad el fenómeno atmosférico que, en forma de vendaval, azota con frecuencia aquella re- gión. Paracas, arqueológicamente constituye el asiento de una antigua población aborigen procedente de las tierras altas del Centro Andino. Los vestigios de la industria humana descubiertos basta hoy revelan una constante migración andina, con evidencias de soportes económi- cos de origen tropical y serrano, con complejas creencias religiosas a base de seres naturales e idealizados, con conocimientos del cómputo de tiempo mediante la asociación del ciclo vital de plantas y animales, con prácticas ostensiblemente de cirugía craneana, con alfarería utilitaria y ceremonial fabricada bajo normas tecnológicas ancestrales con arte tex- til altamente, desarrollado mediante el uso de fibras de algodón y lana, Prefacio [79] 04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m. 79

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PARACAS, geográficamente es una península y una bahía a dieciochokilómetros del puerto de Pisco, entre 13º 41' 40" de latitud Sur y 76º 20' delongitud Oeste. Las tierras fronterizas del Norte forman parte de los fér-tiles y cultivados campos de la margen izquierda del río Pisco; y las delSur son los extensos arenales de Otuma y Karwa, hasta la desembocadu-ra del río Ica.

Paracas, lingüísticamente pertenece al idioma Akaro o Kauki de ori-gen paleo-aymara, que aún se habla en los pueblos de Tupe y Cachuy dela provincia de Yauyos, Departamento de Lima. Se deriva de: p a r a, raíznominal de frontis, frente; r a, sufijo de amplitud, abundancia, multipli-cidad; a q e, raíz nominal de hombre, gente, humanidad, cuyo significa-do es «gente de frente grande» (Tello, 1926, inédito; Bertonio, 1879, t. II, p.250). Esta ecomología parece justificarse con los antecedentes de los pri-mitivos pobladores de Paracas, porque allí, en tumbas precolombinas delas cavernas y Necrópolis de Cerro Colorado, se encuentran numerososcráneos humanos con frente aplanado y elevada por deformación artifi-cial. Además, la palabra Paracas significa en la actualidad el fenómenoatmosférico que, en forma de vendaval, azota con frecuencia aquella re-gión.

Paracas, arqueológicamente constituye el asiento de una antiguapoblación aborigen procedente de las tierras altas del Centro Andino.Los vestigios de la industria humana descubiertos basta hoy revelanuna constante migración andina, con evidencias de soportes económi-cos de origen tropical y serrano, con complejas creencias religiosas abase de seres naturales e idealizados, con conocimientos del cómputo detiempo mediante la asociación del ciclo vital de plantas y animales, conprácticas ostensiblemente de cirugía craneana, con alfarería utilitaria yceremonial fabricada bajo normas tecnológicas ancestrales con arte tex-til altamente, desarrollado mediante el uso de fibras de algodón y lana,

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etc. Estas manifestaciones culturales, tan homogéneas en las primerasfases de su desenvolvimiento y tan variadas y múltiples en los períodosde su apogeo y decadencia, acreditan a Paracas como una cultura arcai-ca y matriz del Litoral Central Peruano.

Paracas, científicamente fue desconocida hasta fines de julio de 1925,en que el Director del Museo de Arqueología Peruana, doctor Julio C.Tello -después de diez atina de afanosa búsqueda para descubrir el ori-gen de la cultura Proto-Nasca de Uhle-, logra ubicar en la bahía de Paracaslos cementerios de Cerro Colorado, en compañía de su colega y amigonorteamericano, doctor Samuel K. Lothrop.

A este acontecimiento se suceden intensiva exploraciones yexcavaciones en la zoca de Paracas con resultados muy satisfactorios,pues, se desentierran 7 Cavernas con más de 100 cráneos, de los cuales el40% presenta huellas ì¥Á5@ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´ , ˆ ì¥Á5@ •ð¿-—£•–b jb j Ï2 Ï27¤—-X-X‡•– ÿ ÿ / ÿ ÿ / ÿ ÿ / ˆ þ • þ • þ • þ • þ • þ • þ • –º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆAcarí, Yauca, Ica, Pisco, Chincha y Cañete con elpropósito de estudiar las tumbas precolombinas y establecer analogías ydiferencias entre los elementos formativos de las culturas Nasca, Chanka,Kollawa, Chincha y Rukana o Sub-Chanka. De este modo obtiene unamplio conocimiento sobre el fenómeno de relaciones recíprocas entrelos pueblos de la costa y de la Sierra del Centro Andino, apoyado en 537tumbas que pertenecen a diversos períodos y estilos.

El resultado de estas investigaciones es lo que intenta ofrecer el doc-tor Tollo en las páginas de este libro, corno una contribución al Proyecto8b del Programa 1911-42 de The Institute of Andean Research de NewYork. Lamentablemente su prematura muerte, en 1947, deja trunca laobra, pues, sólo se publica aquí la Introducción y los tres primeros capí-tulos, ilustrados con 93 láminas en colores y 143 figuras en negro. Sinembargo, existe la posibilidad de editar la segunda parte con los capítu-los restantes, previa revisión y confrontación del texto, con el apoyo de laUniversidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, que conserva losmanuscritos originales, y del Museo Nacional de Antropología y Ar-queología, que atesora los materiales de Paracas y Nasca, a cuyo finestamos obligados a colaborar, primero como discípulos del maestrodesaparecido, segundo como copartícipes en los trabajos arqueológicoscitados y tercero como estudiosos de la prehistoria Peruana.

Las ilustraciones corresponden a objetos de cerámica de estilo ca-vernas (Láms. I-XX), fardos funerarios de las Necrópolis de Wari Kayano Cerro Colorado (Láms: XI-XXVI, LV-LVIII), figuras mitológicas que ador-nan los tejidos bordados (Láms: XXVIII-LIV, LIX-LXVI), símbolos del ca-lendario de Paracas (Láms. LXVIII-LXXIX), representaciones de la divi-

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nidad Wira Kocha de Nasca (Láms. LXXXI-LXXXVII), cerámica de estiloChanka (Láms. LXXXIX-XCI) y figuras escultóricas de llamas del artePre-Rukana (Láms. XLII-XCIII), cuyo estudio analítico se tratará en lasegunda parte de la obra.

Mientras tanto, el descubrimiento de la cultura Paracas despierta elinterés científico de los arqueólogos del país y del extranjero, que en lasúltimas décadas culmina con el reconocimiento de nuevos sitios en elterritorio de la antigua nación Chincha, talas colmo Karwa (1927), Ocucaje(1929), Koyungo (1935). Socos (1940), Paullu (1949), Kawachi (1952),Teojate o Juan Pablo (1952), Chuchio (1956), Mollake (1957), Chichiktara(1957), Tambo Colorado (1957), Jaguay (1958), Pampa de los Castillos(1958), Kallangos (1958), etc. Estos hechos revelan cuán profunda es laraíz del tronco cultural de Paracas y cuán extensa es el área de su propa-gación, lo que refuerza la idea del autor, esto es, la marcada influencia delas viejas culturas andinas de Chavín y Huaylas o Recuay, máxime si setiene en cuenta los recientes descubrimientos del período pre-cerámicocon elementos de origen Andino, como el caso de los montículos delvalle de Asia, provincia de Cañete.

Finalmente, cumplimos con el encargo del autor de dejar constanciade quienes participaron en la preparación de este volumen, entre ellos:Rebeca Carrión Cachot, en las funciones de secretaría y compilación dedatos históricos; Pedro Ulloa, Ricardo Robles, Rosa Camión Cachot, Car-men Tipacti, Alejandro González, Pedro Rojas. Hernán Ponce, CiriloHuapaya y otros, en los trabajos de pintura y dibujo; José J. Bravo yVicente Segura, en el levantamiento de planos y mapas; Enrique Fracchia,Víctor Elías, Domingo Cánepa, Víctor Barrera, Eliseo Galindo, Paul TruelPedro Tello, etc., por las Informaciones sobre la procedencia de sus colec-ciones particulares.

Por las amplias facilidades que nos han brindado, expresamos nues-tra gratitud a los últimos Rectores de la Universidad Mayor de San Mar-cos, al actual Director del Museo Nacional de Antropología y Arqueolo-gía, a la señora Oliva Cheesman de Tallo e hijas y a los miembros delComité Directivo de The Institute of Andean Research de New York, enespecial al Dr. S. K. Lothrop. Asimismo, los representantes de la EmpresaGráfica T. Scheuch S. A., particularmente los señores Schust.er, Wagnery Adrianzén, que hicieron posible dar término a la impresión de estaobra, iniciada en 1942, merecen nuestra gratitud.

Toribio Mejia XesspeMuseo Nacional de Antropología y Arqueología.

Lima, Junio de 1959.

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Paracas es una Península de la costa occidental de Sud América situadaa los 13° 41' 40" de latitud Sur, en el Departamento peruano de Ica. Debesu nombre a los fuertes vientos que la azotan periódicamente y que losnativos denominan paraca.

Durante los últimos años se han descubierto en Paracas grandesNecrópolis conteniendo momias ataviadas con mantos bordados y va-liosas ofrendas cuya importancia histórica y valor artístico han dadojusto renombre a este lugar.

La bahía que se forma al Norte de la Península, donde se encuentranlos cementerios, está a 286 Km. de Lima y a 15 Km. del puerto de Pisco.Fue en ella donde desembarcó el ejército del General don José de SanMartín el 7 de Setiembre de 1820 para contribuir a la Emancipación delPerú.

Aunque las Necrópolis se hallan en el desierto, a considerable dis-tancia de los valles contiguos de Pisco e Ica, no se libraron de la accióndestructora de los buscadores de tesoros. Sin embargo no ha sido ParacasCentro de activa explotación de antigüedades como lo fueron las afama-das Necrópolis de Chanchán en el Norte, Pachacamac y Cusco en elCentro y Tiahuanaco en el Sur. Es en consecuencia todavía, un arca deantigüedades que guarda riquezas artísticas incólumes, no superadaspor ningún otro Centro arqueológico de los hasta ahora descubiertos enel Perú.

En la vasta área de la Península no existen en la actualidad restosostensibles de viviendas o edificios. A no ser por las manchas blanquizcasde conchas diseminadas sobre las colinas -indicadoras de viejos para-deros- se diría que esta región, hoy yerma y desolada, nunca fue ocupadapor el hombre. Sorprende por eso, hallar en el subsuelo de Paracas -cubierto con gruesas capas de arena y grava producidas por disgrega-ción de las colinas rocosas y por dunas movidas constantemente por

IntroducciónEl Campo Arqueológico De Paracas

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fuertes vientos- abundantes testimonios de una larga ocupación huma-na, reveladores de una civilización altamente desarrollada, desapareci-da muchos años ha o tal vez siglos, antes de los Inkas.

Las peculiares condiciones físicas de esta región cálida y desértica,agitada frecuentemente por vientos huracanados que levantan y trans-portan considerables masas de arena borrando todo vestigio dehabitabilidad humana, contribuyeron a poner a salvo, en parte, talestestimonios, librándolos de la acción destructora de los agentes físicos ybiológicos y de los profanadores de tumbas.

El material arqueológico de Paracas por su naturaleza, originalidade importancia histórica constituye el más alto exponente de una Civili-zación desarrollada en la extensa área del Centro Andino, área com-prendida entre el valle de Pativilca por el Norte y el de Majes por el Sur;y entre el Océano Pacifico por el Occidente y la línea que marca el co-mienzo del llano amazónico, por el Oriente.

Dentro de la Civilización Paracas se comprenden, como se verá en elcurso de este Libro, diversas culturas derivadas de un tronco común lasque, localizadas originariamente en distintas regiones del Centro Andino,al desarrollarse se propagan por las áreas contiguas, mezclándose, fu-sionándose y superponiéndose entre sí. Estas culturas constituyen lagran familia geo-cultural Paracas, cuyos restos más típicos se hallan enel Departamento de Ica, Península de Paracas.

Paracas en la historia de la explotación de antigüedadesdel departamento de Ica

Ha ocurrido en Paracas lo que en otros lugares del Departamento de lea,donde las sepulturas gentílicas luego de soportar los primeros ataques delos Conquistadores, permanecieron inadvertidas por largo tiempo, siendoperturbadas ocasionalmente durante la Colonia, y después saqueadasIninterrumpidamente en las primeras décadas del presente siglo.

La región iqueña fue teatro de las primeras escenas de saqueos detumbas y demolición de monumentos que realizan los conquistadoresen el afán de obtener riquezas a toda costa. Las guerras civiles entrePizarro y Almagro, que por algún tiempo ensangrientan el país, soncosteadas en gran parte con los tesoros arrebatados a las tumbas de Ica yNasca. Cuando Pizarro, a fines de 1537, hace su precipitado viaje alCusco, para debelar la rebelión de Almagro, pasa por el valle de Nasca.Acampa allí durante varios días; toma prisionero al Curaca del lugar, leobliga a revelar los sitios donde se hallan sepultados sus antecesores, yluego le da muerte. Pizarro se apodera así de joyas avaluadas en cien milpesos de oro, de doscientas mil cargas de maíz y de cien mil ovejas. Y

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cuando Juan de La Torre, capitán que fue de Gonzalo Pizarro, acampa enel valle de Ica obtiene de una sola sepultura, oculta bajo raíces de árbolesseculares objetos de oro por valor de más de cincuenta mil pesos.

Después de tres siglos de reposo, y obedeciendo a causas distintasde las que motivan la búsqueda de tesoros en la Conquista, los valles delDepartamento de Ica vuelven a ser teatro de nuevas y más intensas ex-plotaciones causadas ya no por el oro, sino por el afán de adquirir curio-sidades artísticas de la gentilidad.

En las primeras décadas del presente siglo los monumentos y sepul-cros, declarados bienes inalienables tanto por la Corona Real de Españadurante la Colonia, como por el Estado peruano durante la República,son clandestina y ávidamente explotados por otro ejército tan devasta-dor como el de la Conquista.

En pocos años, los monumentos son derrumbados y los cementeriosvaciados. Las vecindades de los valles, en otros tiempos asientos de den-sas poblaciones indias, quedan desoladas después de la Conquista. Per-dida la población aborigen, las Encomiendas primero y las haciendas mástarde se sirven de negros en los trabajos agrícolas. La nueva poblaciónobrera, ajena a la tradición secular y sin respeto por las reliquias de unpasado que no era el de su raza, convierte la búsqueda de tesoros de Wakasen una industria lucrativa al igual que la explotación de las minas.

Posteriormente, debido al alto precio que en el Mercado alcanzanlos objetos arqueológicos como obras curiosas o artísticas, los campesi-nos alternan las labores agrícolas con la búsqueda de tales curiosidades.Se origina así el oficio de la wakeria que, infortunadamente en el Perúlogra la categoría de un trabajo especializado que no limita su acción alos yacimientos arqueológicos de la superficie, sino la extiende a los quese hallan en la profundidad, nunca profanados hasta entonces por estarprotegidos con arena, basura o escombros de edificios.

En ninguna otra parte de la costa Peruana como en el Departamentode Ica se puede apreciar la magnitud de los estragos producidos por lawakeria. Extensas áreas con múltiples hoyos -testimonio de tumbas pro-fanadas-, ruinas de poblaciones y basurales, campos de cultivo hoy aban-donados, aparecen enfilados en las zonas eriáceas de los valles, en hile-ras casi continuas desde la cabecera del río hasta su desembocadura;revelando esto, cuán densa debió ser la población que residió en estoslugares, cuán antigua la vida humana en estos valles, cuán próspera sueconomía y cuán intensa la explotación de las riquezas dejadas en sustumbas.

La memoria de ciertos hechos ayudará a explicar el por qué de estaperiódica intensificación del saqueo de tumbas; a valorizar la importan-cia histórica del acervo arqueológico perdido; y a la vez, apreciar las

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circunstancia s que en el correr del tiempo han permitido obtener unconjunto de hechos que prueban la existencia de una nueva civilizaciónen el campo arqueológico peruano, la de Paracas, cuyo estudio es propó-sito de este trabajo.

Se puede afirmar que todo hallazgo de cierta importancia, en unaregión no explorada, ha sido el punto de partida de excavaciones clan-destinas posteriores. En efecto, cuando Max Uhle descubre en Ocucaje aprincipios de este siglo, cuatro tumbas con cerámica fina de brillantepolicromía y vistosa decoración, rica en figuras simbólicas, de inmedia-to se inicia una activa explotación de Wakas en el Departamento de Ica.Los productos obtenidos, que adquieren subido valor en el mercado, pormuchos años sostienen la avaricia de los traficantes en curiosidadesindias. El propio Uhle afirma que sus peones y asistentes son los prime-ros en difundirla buena nueva de sus hallazgos y en usufructuar el filónarqueológico descubierto. Las vasijas Nasca comienzan a lucir en lastiendas de antigüedades de Lima y de aquellos años data la formaciónde las primeras colecciones Peruanas de Lima y de las que salen al ex-tranjero.

En un período relativamente corto, los cementerios de Nasca sonprofanados por cuadrillas de wakeros y los productos obtenidos van aconstituir entre otras, las celebradas colecciones de Javier Prado, Enri-que Fracchia y Herman Gaffron. La Sección Arqueológica del MuseoHistórico Nacional adquiere 665 especies de Nasca de poder de los co-leccionistas de Ica. Y cuando en diciembre de 1924 se funda el Museo deArqueología Peruana, figuran entre sus colecciones nueve mil especiesde Nasca adquiridas de igual manera.

A dicha época se remonta también el comienzo de la explotación delas Necrópolis de Paracas. En las afamadas colecciones de tejidosnasquenses de Manuel Montero, Enrique Mestanza, Domingo Cánepa yotros de Pisco; y en las de Weiss y Sutorios de Lima, -la mayor parte delas cuales se encuentran en el extranjero- figuran telas bordadas policro-mas, con dibujos simbólicos decorativos. Estos tejidos se han Identifica-do hoy como procedentes de la península de Paracas.

El saqueo de tumbas en el Departamento de Ica, realizado en formacasi continua e intensiva durante los últimos cuarenta años, es muylamentable por los perjuicios irreparables que ha causado al patrimoniohistórico del país. Relativamente poco es lo que ha aprovechado la Ar-queología de estas alocadas remociones cuyo único objeto era la búsque-da de oro o de especies selectas comerciables, dejando a la vista las tum-bas vacías, los cadáveres desparramados y los objetos no cotizables a laintemperie o sepultados por los desmontes. Prolijas investigaciones prac-ticadas en la misma región de los saqueos, e informaciones obtenidas de

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labios de los propios excavadores han permitido reconstruir, en parte,los diferentes tipos de tumbas, la estructura del terreno que las oculta, losestilos de alfarería, tejidos y otros objetos funerarios, los tipos predomi-nantes de deformación craneal y cuanto contribuye a correlacionar lasdiversas unidades culturales dentro de un conjunto determinado, y alocalizar la procedencia de especies selectas originarias de esta región,que se hallan en las colecciones privadas y en los Museos.

La alfarería y tejidos de Nasca son entusiastamente elogiados porsu colorido, calidad y riqueza en representaciones simbólicas. Las bellasvasijas policromas contribuyeron a acrecentar en Europa la fama legen-daria del arte antiguo peruano. Contrasta, sin embargo, lo deslumbrantede los hallazgos de esa época con la casi ausencia de trabajos arqueoló-gicos serios. Más allá de la Memoria relativa al hallazgo incidental deUhle en Ocucaje y de aisladas descripciones de ciertas especies selectas,no existe estudio alguno de importancia; nada se Publica sobre las con-diciones y pormenores de los hallazgos. Se conocen y valorizan las espe-cies pero se ignora su exacta procedencia; lo que representan como expo-nentes de una cultura avanzada del Perú.

Paracas en los albores de la Historia Arqueológicadel Departamento de Ica.

El material de Nasca, cuyas especies selectas se contaban entonces pormillares, no era uniforme en su estilo ni procedía de un mismo sitio. Seincluían en él diversas modalidades estilísticas en cerámica, tejidos yplumaria. Extraída al margen de la disciplina Arqueológica, la especieera valorizada sólo como muestra de un arte avanzado.

Las colecciones consideradas originarias todas de Nasca y repre-sentativas de una sola cultura, provenían, en rigor, no de Nasca única-mente, sino también de otros valles de la Costa; de la vasta región com-prendida entre el valle de Chincha, por el Norte, y el de Yauca, por el Sur;y correspondían a culturas diferentes.

A partir de los hallazgos de Uhle se comienza a distinguir, dentrodel complejo Nasca, tipos y estilos diferentes de especies que resultanpertenecer a entidades culturales distintas, coetáneas o sucesivas.

El cuadro cultural de Uhle sería en orden de antigüedad:

ProtonascaTiahuanacoIcaInka

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La primera, la más antigua de la Costa; la segunda, Andina delKollao, irradiada a aquélla; la tercera, brote local reciente, en parte coetá-nea con la cuarta Inka.

Cuando en 1915 tengo yo oportunidad de recorrer a caballo, el vallede Nasca, cuyos cementerios estaban entonces en activa explotación,reconozco en los múltiples objetos de alfarería de las colecciones y en losque se encontraban abandonados en los desmontes de las tumbas, dostipos culturales Nasca correspondientes a dos tipos de tumbas estructu-ral y estratigráficamente diferentes.

A base de múltiples observaciones comprobadas en el terreno mis-mo, denomino Pre-Nasca al tipo más antiguo de tumbas; y al otro, Nasca.

Advierto, entonces, que las momias enfardeladas en grandes paque-tes rellenos de algodón y hojas de pacae, con cabezas artificiales simu-lando figuras humanas, rostros recamados con plumas, lagrimones deplata y vistoso tocado, vestidas con túnicas de fina tapicería, tienen comoofrendas vasijas y tejidos de estilo Tiahuanaco. Y descubro con sorpresadentro de los envoltorios que llevan en la espalda a manera de carga,manojos de kipus. Esto me hace reflexionar que en algún periodo históri-co Tì¥Á5@ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´ , ˆ ì¥Á5@ •ð¿-—£•–b jb j Ï2 Ï27¤—-X-X‡•– ÿ ÿ / ÿ ÿ / ÿ ÿ / ˆ þ • þ • þ • þ • þ • þ • þ • –º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆ más vieja, la Pre-Nasca. Por lo que serian sinóni-mos:

Pre-Nasca (T) = Proto-Nasca (Uh.) = Nasca B (K.)Nasca clásico (T) = Nasca (Uh.) = Nasca A (K.)El cuadro de Kroeber sería, en orden de antigüedad:

Nasca A, o Nasca clásicoNasca B.Tiahuanaco y Sub NascaIca e Inka.

Exploraciones posteriores realizadas entre los años 1925 a 1928,incrementan el conocimiento todavía incipiente que se tenia de la Ar-queología de este Departamento.

En 1925 en compañía del doctor Samuel K. Lothrop visito la Penín-sula de Paracas y compruebo, por el examen de los despojos allí existen-tes de tumbas explotadas, que los tejidos finos entre ellos los mantosbordados considerados como de Nasca no procedían de ese lugar sinode Paracas, de los cementerios llamados por los wakeros «Cabeza Lar-ga»; y, además, descubro en las faldas y hoyadas contiguas a la garganta

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de la Península cistos hondos o pozos conteniendo cadáveres y objetosdistintos de los hasta entonces conocidos, a los cuales he denominadoposteriormente, cavernas de Cerro Colorado o Wari Kayan, que en kechuasignifica antiquísimo adoratorio.

Paracas en la Historia de las ExpedicionesArqueológicas de 1927 a 1932.

A principios del año 1927 el Gobierno encomienda al Museo de Arqueo-logía Peruana, entonces dirigido por mi, preparar una colección Arqueo-lógica para ser exhibida en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla, aefectuarse en 1928. Esta feliz circunstancia me permite contar con losmedios económicos indispensables para equipar una Expedición al De-partamento de lea, entonces tierra de atracción Arqueológica, por el tér-mino de un año. La colección debla contener muestras representativasdel Arte Antiguo peruano en general. En el Museo existían abundantesejemplares duplicados para satisfacer esta demanda y para presentaruna excelente colección integral del Antiguo Perú. Infortunadamente,las especies del Museo obtenidas por compra, carecían de exacta proce-dencia y de la historia de sus hallazgos. Figuraban entre ellas piezasmiscelánicas que no podían ser incluidas dentro de las culturas porentonces reconocidas. De allí que, para clasificar los materiales destina-dos a Sevilla y equiparlos de su historia se hizo necesario realizar unviaje de Inspección a todos los valles del Departamento, examinar lastumbas abiertas en los últimos años por los wakeros, efectuar excava-ciones de prueba y correlacionar los tipos de cerámica con los tipos res-pectivos de tumbas.

En los trabajos realizados con este fin, entre Enero de 1927 y Abril de1928, se efectúan los siguientes hallazgos:

1° dentro del área de los cementerios Nasca, secciones conteniendograndes Cámaras construidas con adobes rectangulares y paloscortados con herramientas de filo, en las que habían momias con-feccionadas en fardos rellenos de algodón, con cabezas humanasartificiales y ropa fina de tapicería del estilo Tiahuanaco.

2° En el valle de Nasca, en el fundo Pacheco, pozos conteniendo al-farería rota, de un estilo nuevo por su tamaño, calidad, forma yriqueza figurativa y ornamental, proveniente de tazas ceremonia-les de gran tamaño, decoradas con dibujos de plantas alimenti-cias andinas y de vasijas pequeñas, en su mayor parte figurati-vas, de un tipo mixto: Kollawa - Rukana.

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3º En la quebrada de Las Trancas, capas de tumbas superpuestascorrespondientes a tres culturas distintas: la inferior, del tipo Pre-Nasca: la media, del tipo Nasca-clásico; y la superior, del tipo de-nominado hoy Rukana y, comprendido dentro del entonces hi-potético Tiahuanaco.

4º En Ocucaje, cementerios formados por Cámaras pequeñas conte-niendo múltiples cadáveres -algunos colocados dentro detinajones- y alfarería y tejidos del llamado tipo Ica, y hoy, Chincha.

5º En la Península de Paracas se descubre la Gran Necrópolis deCerro Colorado, que yacía oculta bajo capas de arena y basura,de la cual se extraen 429 fardos conteniendo cadáveres envueltosen telas bordadas y acompañados de múltiples ofrendas.

6° En Usaka, tumbas estructuralmente no distintas de las de Nasca;pero, como lo notara en 1915, con el cadáver esqueletizado, casicalcificado y fragmentado; y cerámica fina con predominio de laforma globular con doble pico y asa como la de Nasca, ornamen-tada con figuras rojo-violáceas sobre fondo blanco.

Las exploraciones de 1927 aportan testimonios fidedignos de la exis-tencia de dos clases de culturas en el Departamento de Ica: unas, localesdesarrolladas en el Litoral; y otras, extrañas, Irradiadas ala Costa desdelos centros Andinos de Tiahuanaco y Cusco, y otros cuyos puntos deorigen aún se ignoraban.

Ya desde el año 1925 comienzo a distinguir, en los valles situados alSur de Nasca, ceramios y textiles policromos de lana y algodón de unestilo diferente de los conocidos Inka y Tiahuanaco. En Acari y Moqueguamezclados con restos Chincha, y en el valle de Ocoña, principalmente ensus cabeceras, especies de formas y estilos mejor diferenciados. Dichasmuestras dan la impresión de ser exponentes de un arte mixto que tienecaracteres similares a los de Chincha, por un lado, y a los de Pukina yAtacama, por otro.

Pocas especies se conocen todavía de este nuevo arte que puede sermuy antiguo y representar una nueva onda de migración andina. De ahíque extendiera mis exploraciones hacia el Oriente, para, indagar los li-mites aproximados de las culturas locales de la Costa y las vinculacio-nes que podían tener con las de Tiahuanaco e Inka -las únicas reconoci-das hasta entonces- o con las que ya comenzaban a esbozarse por losaislados hallazgos en otros lugares de la Sierra.

Así, en 1931 exploro la Sierra contigua al Departamento de Ica des-cubriendo el yacimiento de Konchopata, en los suburbios de la ciudadde Ayacucho, y las ruinas de la antigua población de Wiñake, llamada

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hoy Wari o Wakaurara, ambas en la cuenca del río Huarpa, pequeñotributario del Mantaro.

En Konchopata, ocultos bajo montículos de grava y barro, disemina-dos en una amplia meseta cubierta de arbustos, descubro pozos conte-niendo apilonamientos de alfarería rota de la misma clase de la halladaen el fundo costeño de Pacheco. La magnitud del yacimiento, las nume-rosas huellas de haber sido un Centro de fabricación de cerámica y lasestrechas semejanzas de su alfarería con la hallada en la Costa, enPacheco, me inclinan a creer que este sitio es uno de los focos principalesde un tipo arcaico de la cultura Kollawa, representada por la menciona-da cerámica.

En las ruinas de Wari o Wiñake, Provincia de Huamanga, descubrodentro y fuera del área de ellas, estatuas de piedra, y grandes acumula-ciones de cerámica semejante a la que aparece en Nasca, cuya filiacióncon ésta es clara y evidente.

Continuando mis exploraciones, recorro la región de las cabecerasde los valles del Litoral del Pacífico, situada al Occidente de la Hoya delMantaro, comprensión de las actuales provincias de Cajatambo, Canta,Huarochirí y Yauyos -aún no reconocida debidamente-, encontrandoruinas de aldeas, viviendas construidas con Piedras y techos de paja ode lajas; Cámaras funerarias (kullpis o chaukailas), conteniendo mo-mias humanas desecadas, envueltas en paja y protegidas con redes defibras vegetales. La alfarería que las acompaña es del mismo tipo que ladel Mantaro.

En los sitios más elevados de esta región Cisandina la alfarería esrústica, utilitaria y a medida que se desciende a los valles de la Costa,menos rústica hasta ser sustituida por la fina alfarería policroma.

La cerámica policroma de Chancay, la de Nievería (froto-Lima deUhle), la de los valles del Rímac y Lurín y la que se encuentra en lascapas más antiguas de las Wakas de los valles de Asia, Mala y Huarco,tienen estrecha analogía con la de la, hoya del Mantaro.

Paracas en el cuadro general de las culturasreconocidas en el departamento de Ica

Los trabajos arqueológicos realizados desde el año 1925 han contribui-do al mejor conocimiento de la Arqueología del Departamento de Ica ydel Centro Andino mediante ellos se han alcanzado, entre otros, los si-guientes resultados:

1. Se ha comprobado la existencia de restos de seis culturas defini-das por caracteres peculiares; cada una de ellas localizada en determi-

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nada área geográfica, circunscrita a una de las regiones naturales delpaís, o propagada a través de las otras. Ellas son:

I. Paracas. IV. Kollawa.II. Chanka. V. Chincha.III. Rukana. VI. Inka.

Estos nombres corresponden a los de los sitios donde se hicieron loshallazgos, como en el caso de Paracas; o a los de las Naciones que ocupa-ron el Centro Andino, antes del dominio Inkaico y en cuyo territorio seencuentran sus restos mejor definidos y en mayor abundancia, tales loscasos de Chincha, Chanka, Rukana, Kollawa e Inka.

2. Estas culturas pasan por diversas etapas en su desarrollo: Arcai-ca, Media o Clásica y Decadente.

En la Arcaica tienen intima vinculación por un lado, con Chavín -vieja cultura de la falda oriental de los Andes- y, por otro, con Huaylas -antigua cultura del Norte ecuatorial y de la falda Occidental de los An-des-. Es por tanto mixta. Caracteriza su Arte el predominio de figurasgrabadas en piedra, hueso y lagenas; y a su cerámica, la decoraciónnegativa.

En la Clásica o Media, las culturas son derivadas de la anterior ydiferenciadas localmente por las influencias ambientales del medio don-de se fijaron. Están caracterizadas, las de la Sierra, por el notable desa-rrollo alcanzado por el Arte textil gracias al uso de la lana de auquénidosy de tintes vegetales, y las de la Costa, por igual desarrollo en la cerámi-ca, debido al uso de tierras finas, plásticas y de tintes minerales policro-mos.

La Decadente, continuación de la anterior, caracterizada por la de-clinación del Arte y la aparición de formas manufacturadas más senci-llas y utilitarias.

Consecuentemente, en la cultura Paracas se comprende: 1. Las ca-vernas de Wari Kayan. 2. Las Necrópolis de Paracas. 3. Pre-Nasca yNasca clásico. 4. Sub-Nasca, en orden sucesivo.

En la cultura Chanka: I. Pre-Chanka. 2. Chanka clásico. 3. Sub-Chanka.

En la Rukana: 1. Pre-Rukana o Wari de Ayacucho. 2. Rukana clásicoy Sub-Rukana.

En la Kollawa: 1. Pre-Kollawa o Pacheco. 2. Kollawa clásico. 3. Sub-Koliawa.

En la Chincha: 1. Pre-Chincha. 2. Chincha clásico. 3. Sub-Chincha.En la Inka: 1. Pre-Inka o Cusco arcaico. 2. Inka clásico (de los silla-

res). 3. Inka del Imperio, o de la Dinastía de Manko.

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3. Ciertos elementos fisionogmónicos sirven de pauta para el in-mediato reconocimiento de cada una de estas culturas.

La cultura de las cavernas, representada por los hallazgos de CerroColorado, Ocucaje y Cayangos. Se caracteriza por ciertos elementos pro-pios como la alfarería imitando frutos de lagenas con figuras incisaspintadas a la laca, o con decoración negativa; canastos, redes, gasas ytelas caladas.

La de las Necrópolis, por los fardos funerarios ricos en mantos bor-dados que envuelven el cadáver.

La Pre-Nasca, por la alfarería fina globular de doble pico recto y deasa plana, ornamentada con figuras demoniacas de cuyas cabezas pen-den cordones con cabezas humanas ensartadas sobre fondo blanco le-choso brillante.

La Nasca, por la conocida cerámica policroma con un predominiode figuras realistas en su decoración, la misma que Uhle denominaraProtoNasca.

La Chanka, por vasijas globulares o bi-lenticulares con dobles tubosdivergentes y asa, decoradas con figuras de monos y peces monstruososy escenas de cacerías de vicuñas y de cabezas humanas en las que apa-recen guerreros portando partes del cuerpo humano y flechasemplumadas.

La Kollawa, expansión a la Costa de una cultura Andina, cuyo Cen-tro aun no está bien determinado, representada por las grandes tazasdescubiertas en Kawachi, fundo de Pacheco, el año 1927, del mismoestilo de los ejemplares hallados en Pachacamac que Uhle designaraepigonal de Tiahuanaco.

La Chincha, por la alfarería de factura maciza con ornamentación abase de reproducciones de figuras geométricas copiadas de los tejidos.Sus restos se hallan en la capa más superficial de toda la región Arqueo-lógica del Departamento de lea.

Y finalmente la Inka, representada por la expansión de la viejacultura del valle de Vilcamayo hacia la Costa.

La importancia de los materiales arqueológicosadquiridos en 1927 en kopara. Pacheco y paracas

El material adquirido en estas exploraciones es excepcional por el montode las especies colectadas y por su Importancia histórica y artística. Loobtenido es el resultado de año y medio de trabajos intensivos en el cam-po y procede sólo de pocos sitios arqueológicos del Departamento de Ica,no reconocidos o muy superficialmente excavados por los wakeros. Es-tos son: el valle de Sopara o de las Trancas, donde encuentro numerosos

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cementerios enfilados en sus dos flancos; el fundo Pacheco, cerca deKawachi, valle de Nasca, en el que hallo pozos llenos de alfarería frag-mentada de calidad superior; y la Península de Paracas, valle de Pisco,donde descubro cavernas funerarias y grandes Necrópolis en el CerroColorado o Wari Kayan.

En los valles de Kopara, Nasca, Ingenio y Wayuri abro 537 tumbasextrayendo su contenido completo consistente en 4,741 especies. De di-chas tumbas, 160 son Nasca; 201, Chanka; 143, Rukana; 13, Kollawa; 6,Chincha; 14 de contenido mixto -con intrusiones posteriores- cuya cultu-ra no ha sido posible reconocer.

De los pozos de Pacheco extraigo alrededor de dos toneladas defragmentos de alfarería de tan fina calidad y tan bella ornamentaciónque la puedo considerar como una de las más notables del arte antiguoperuano. Estos fragmentos al ser clasificados y agrupados, produjeronvariados conjuntos que correspondían a vasijas grandes y pequeñas que,una vez reconstruidas, integraron cuatrocientas pequeñas, figurativas,y veinte grandes tazas de más de 1 m. de alto por 0.90 cm. de diámetro.

Constituye la base de la decoración de estas tasas, plantas alimenti-cias oriundas del Perú, reducidas a cultivo por los indios, tales como lapapa, la oca, la mishwa, la quinua, el tarwi y el maíz. Las piezas peque-ñas reproducen seres humanos, y animales oriundos del Antisuyo comoel mono y el tigrillo, y de la Sierra Andina, como el llama, la alpaca y lavicuña.

Este hallazgo aparentemente exótico, dentro del campo conocido dela Arqueología de la Costa Central Andina, indujo a buscar los orígenesdel arte allí representado en la Sierra contigua o en la Montaña.

En la garganta de la Península de Paracas descubro treinta y nuevecavernas funerarias, algunas de éstas cubiertas por gruesas capas dearena y de basura. Sólo siete cavernas fueron estudiadas el año 1925,extrayéndose de ellas setecientas sesenta y siete especies, consistentesen esqueletos de hombres, mujeres y niños envueltos en telas rústicas,caladas, y redes con sus respectivas ofrendas. Entre las especies másimportantes figuran cráneos trepanados, cuchillos y estiletes de obsi-diana; telas ornamentadas con figuras de peces y serpientes; y un tiponuevo de cerámica con ornamentos incisos y pintura a laca.

De la Gran Necrópolis de Wari Kayan o Cerro Colorado extraigocuatrocientos veintinueve fardos de forma cónica, de diverso tamaño,algunos hasta de 1.50 m. de alto, conteniendo cadáveres casi en su tota-lidad de ancianos, con llamativas ofrendas textiles. Los cadáveres estándescuartizados, aparentemente cocinados o ahumados como si hubie-ran sido sometidos a .un tratamiento especial de preservación. Los obje-tos que los acompañan son en su mayoría ceremoniales: vasijas finas de

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barro reproduciendo frutos; y cetros, abanicos y minúsculas prendastextiles.

El monto y calidad excelente de las especies, son reveladores de unarte avanzado que no pudo ser destinado al común del pueblo, sino asacerdotes, curacas o altos dignatarios de aquella antigua sociedad. Elvasto cementerio de la Península de donde se ha extraído esta clase defardos, debió por tanto pertenecer a una clase selecta que alguna rela-ción pudo tener con la Religión o el culto a los dioses. Estos tenían susmoradas en la Península de Paracas o en las legendarias Islas deSangallán y Chincha, donde los indios acudían en romería a sus prácti-cas religiosas según la tradición recogida por los cronistas y extirpadoresde Idolatrías.

En el curso de los trabajos hago además, un reconocimiento de lasnumerosas hoyadas áridas que bordean las vegas comprendidas en lacuenca del Río Grande de Nasca, y realizo excavaciones en los sitiosseñalados por manchas brunáceas de basura, encontrando hileras detumbas cubiertas con arena, con restos de chozas y viviendas de adobes;y capas de tumbas de diferentes culturas: las Chanka debajo de tumbasNasca y las Rukana encima de éstas. Además, en la base de ciertos mon-tículos artificiales, formados por apilonamientos de adobes rectangula-res, descubro Cámaras conteniendo momias enfardeladas de tipoKollawa. Con estos hallazgos logro hacer una clara distinción entre lastumbas Nasca, Chanka, Kollawa y Rukana, correspondientes a culturasdistintas, comprobando con testimonios objetivos, el orden o secuenciade los enterramientos.

Los cuidados iniciales de preservación de losmateriales obtenidos el año 1927.

Los materiales encontrados casi en su totalidad dentro de áreas muypequeñas, son extraídos, dada su naturaleza e importancia, extremán-dose las precauciones convenientes para evitar su ulterior desintegra-ción, pérdida o deterioro.

El material de Las Trancas, adquirido mediante sistemáticas explo-raciones y excavaciones, es recogido íntegramente y, en muchos casoslos pormenores de los hallazgos registrados gráfica y fotográficamente.El cadáver esqueletizado, desnudo o vestido con ropas finas, y sus varia-das ofrendas, es acondicionado en un solo paquete para evitar posterio-res confusiones con las unidades de otros conjuntos.

Los fragmentos de alfarería policroma encontrados en los pozos dePacheco, son reconocidos desde los primeros hallazgos como pertene-cientes a vasijas rotas intencionaì¥Á5@ •ð¿-—£•–bjbjÏ2Ï27¤—-X-X‡•–

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Tan abundantes colecciones colman la capacidad del Museo lo queobliga a habilitar un nuevo local como depósito. Allí se almacenan pro-visionalmente los paquetes provenientes de las tumbas de Kopara, losmillares de fragmentos de Pacheco y los fardos funerarios de Paracas. Ysé instalan también las oficinas de catalogación, el laboratorio de disec-ción de los fardos y los talleres de reparación y restauración de telas, defabricación de maquetas de los principales tipos de tumbas reconocidasy de maniquíes de hombres y mujeres, destinados a exhibir la vistosaindumentaria hallada en los fardos de Paracas.

Las Trancas, Pacheco y Paracas, en especial este último, quedanconsagrados como importantes centros arqueológicos y se les pone bajoel amparo del Patronato Nacional de Arqueología.

Las excavaciones de prueba practicadas en Paracas conducen adescubrir cavernas funerarias las que son reconocidas hasta sus bocascirculares y el cerco de Piedras que las protege y marcadas con estacas,colocadas al Centro de cada una de ellas con el respectivo número deorden de descubrimiento.

La divulgación del descubrimiento de Paracas.

El valioso descubrimiento de Paracas en 1925 es divulgado de inmediatopor noticias que proporciono a los periódicos de Lima y por la síntesis delas primeras exploraciones realizadas que presento al Congreso deAmericanistas celebrado en Roma en 1926, o sea, a los pocos meses delhallazgo.

En las Memorias del Museo, correspondientes a los años de 1925 a1930 consigno los pormenores de los hallazgos, las condiciones en quefueron encontrados los materiales arqueológicos entregados al Museo, ylas medidas requeridas para asegurar su preservación.

El 23 de Diciembre de 1927 el Museo realiza una Exposición Espe-cial de Paracas en homenaje al Congreso Latino Americano de Medicina.Se exhiben en esa oportunidad numerosos ejemplares de huesos huma-nos patológicos y cráneos trepanados extraídos de las cavernas; unacolección de lancetas y cuchillos de obsidiana encontrados junto a los

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cadáveres; y apósitos, láminas de oro, gasas y vendas halladas prote-giendo las heridas de la cabeza.

El año 1928 con motivo de la reunión del XXIII Congreso deAmericanistas de New York, se presenta ante ese certamen las primerasmuestras del material de las cavernas, consistentes en ejemplares selec-cionados entre los más representativos de este nuevo arte e ilustracionesGráficas v fotográficas de la historia de los hallazgos y de las ob-servaciones efectuadas hasta entonces.

En Octubre de 1929 se realiza en el Museo una exposición de lasespecies selectas; Y en el mismo año, otra ante el Congreso Sudamerica-no de Turismo. En dichas oportunidades el público pudo apreciar lamagnitud y excelencia de este arte, nuevo en los recuerdos arqueológicosdel país. El 20 de Octubre se abre ante los miembros de dicho Congreso elfardo funerario N° 91, extrayéndose de él 40 telas que figuran entre lasmejores de la textilaria de Paracas.

A fines de 1929 el Gobierno decreta la ampliación del edificio delMuseo; adquiere vitrinas de acero y vidrio destinadas a la exhibición delas colecciones de Paracas, y fomenta las investigaciones aumentando elPersonal Técnico y los ingresos del presupuesto del Museo.

Comienza el año 1930 bajo las más halagadoras perspectivas. Mien-tras se prepara la ampliación del local, se emprende el estudio de losmateriales de Nasca, Pacheco, cavernas y Necrópolis, dando preferenteatención a las especies que por su estado de deterioro demandaban untratamiento, inmediato o requerían un paciente trabajo de reparación.

Diversos factores que contribuyen a mermar el acervo arqueológicoreconocido en los sitios explorados, y a desintegrar las colecciones obte-nidas

El 26 de Setiembre de 1930 el Gobierno del Perú auspicia una nuevaexposición; y pocos días después reorganiza el Museo, reemplazandoInusitadamente al personal técnico por un personal administrativo.

Desde entonces quedan, desgraciadamente, Interrumpidos los tra-bajos en pro de la conservación y del estudio de los materiales descubier-tos. Privados los cementerios de Nasca y Paracas de la directa vigilanciadel Museo, los wakeros toman posesión de las cavernas reconocidas ymarcadas con estacas numeradas, y de las Necrópolis de Wari Kayan,aun no explotadas.

Durante los años de 1931 a 1933 dichos cementerios son saqueadosrepetidas veces. Las remociones hechas por las excavaciones clandesti-nas ocupaban áreas extensas, y lo extraído debió ser grande a juzgar porel monto de los cadáveres hallados en la superficie y por las coleccionesde mantos bordados y otras piezas textiles que se vendían públicamenteen New York en 1932 y en Londres, en 1933.

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Los cementerios del valle de Kopara son Igualmente saqueados. Enlos montículos de los Médanos los wakeros encuentran grandes Cámarasconstruidas con Piedras labradas conteniendo valioso material arqueoló-gico, y las piezas no cotizables por ellos son arrojadas a la intemperie.

Los grandes pozos de Pacheco, llenos de alfarería rota, desaparecenentre los años de 1933 a 1934 a causa de los trabajos de desflorestación ynivelación de tierras, con fines agrícolas, efectuados en aquellos años.Hoy no es posible localizar los sitios donde se hallaron en 1827 las tum-bas superpuestas, y donde estuvieron los montículos cubiertos de tupi-dos huarangales ocultando los referidos pozos.

A mediados del año 1930 el Museo de Arqueología Peruana cuentacon 429 fardos funerarios de Paracas entre ellos 33 grandes, de más de 1m. de alto con telas finas y corrientes; 33 medianos, de 1 m.; y 363, peque-ños en su mayoría consistentes en momias descuartizadas o en huesossueltos. Desde los primeros trabajos de desenfardelamiento y disecciónde estos bultos se observa que su volumen guarda relación con el númerode capas de telas finas agregadas a .un paquete central, como si éstehubiera sido extraído periódicamente de la tumba y se le hubiera agrega-do nuevas ofrendas textiles. Además con 5,012 especies procedentes de537 tumbas Nasca, y con los numerosos objetos de alfarería Pacheco,reconstruidos.

Ciertas circunstancia s contribuyeron directa o Indirectamente amermar y desintegrar estos conjuntos arqueológicos que, dada su excep-cional importancia era aconsejable mantenerlos intactos y al amparo deuna sola Institución. El año 1929 son seleccionados seis fardos entre los429, y exportados a Europa para su exhibición en el Pabellón peruano dela Exposición de Sevilla.

En el robo efectuado al Museo Nacional el 18 de Enero de 1933desaparecen algunas de las especies de oro de Paracas y de Nasca; y enAgosto de 1937 se remiten a New York cuatro fardos para su exhibiciónen el Museo Metropolitano.

El estado en que se encontraban las colecciones de Paracas, Koparay Nasca a fines de 1930 en el Museo de Arqueología Peruana cuandosobrevino el cambio de personal era el siguiente: las telas finas halladasdentro de 25 fardos grandes de Paracas, en exhibición; las telas deterio-radas, fijadas en bastidores; los cadáveres y telas burdas, empaqueta-dos; las varas ceremoniales y los múltiples objetos de hueso, caña, lagena,cráneos trepanados con sus respectivos turbantes, y telas semicar-bonizadas, acondicionadas en cajas y en paquetes; la alfarería fina ex-traída de Kopara en exhibición; la ropa, de la misma procedencia, envías de restauración; y el material fragmentario de Pacheco reconstruidoen su totalidad.

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La reorganización del Museo de Arqueología Peruana, su transfor-mación en una entidad de carácter meramente administrativo y la crea-ción en 1931 de un Instituto dependiente de aquél, -con exiguo soporteeconómico- destinado al estudio de los materiales obtenidos en lasexcavaciones, trae consigo su traslado parcial a otro edificio y por endeun motivo más para su desintegración. Las especies en exhibición que-dan en el Museo de Arqueología Peruana, y las que se hallaban empa-quetadas pasan a principios del año 1932 al Museo Bolivariano de Mag-dalena Vieja, donde se instalan, a falta de vitrinas y estanterías, en lospisos de las salas y corredores que por entonces eran los únicos sitiosdisponibles para albergar el valioso material de Paracas.

Por aquellos años el Instituto no contaba con los fondos indispensa-bles para asegurar su funcionamiento, ni con el personal técnico prepa-rado para los trabajos de preservación, estudio e investigación.

La magnitud de las colecciones y la delicadeza de las especies de-mandaban urgentemente materiales de conservación que las protegierade la humedad, de los agentes biológicos de destrucción y de los conti-nuos cambios de sitio; y demandaban a su vez, la colaboración de perso-nas interesadas en esta clase de estudios.

Es por esto que desde los comienzos del año 1931, sugiero al Gobier-no la conveniencia de obtener la cooperación de la Universidad con elMuseo; de la Cátedra de Arqueología e Instituto de InvestigacionesAntropológicas de aquella, con el Instituto del Museo Nacional paraintensificar, bajo el amparo de la Universidad, los estudios y conserva-ción de las colecciones de Paracas; proyecto que aunque logra legalizar-se por resolución Suprema de 12 de Junio de 1931 no se lleva a efecto.

Otras iniciativas en pro de la conservación y estudiode los materiales de Paracas.

Muy serios fueron los problemas que hubo que afrontar para asegurar laintegridad del material de Kopara, Kawachi y Paracas, y a la vez parallevar a cabo investigaciones basadas en dichas fuentes de estudio. Pro-teger a todo trance dicho material era lo urgente e inaplazable. Para ellose requería local apropiado, y recursos indispensables para el funciona-miento de un laboratorio y un taller donde prepararlo y estudiarlo. Con-servar e investigar era más urgente que exhibir y publicar. La mayoría delas especies de Paracas son obras de arte, testimonios históricos únicos einsustituibles de la antigüedad del Perú, y su estudio no podía ser reali-zado en tiempo limitado y sin los medios indispensables para hacerefectiva la labor.

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Esta situación explica las continuas gestiones que se hacen paraponer a salvo tales reliquias Arqueológicas, y para llamar la atención delos americanistas y del público ilustrado en general sobre la importanciade estas fuentes de estudio. La circunstancia de haberse hallado el ma-terial de Paracas en su mayor parte dentro de fardos; lo delicado y frágilde las prendas contenidas en ellos, prendas en su mayoría carbonizadaso deterioradas y adheridas a tejidos burdos, y en ciertos casos impregna-dos de sales delicuescentes, me obligan a atender de preferencia a lostrabajos de preservación.

Aprovecho de un viaje que hiciera a los Estados unidos en 1936, -ainvitación de la Universidad de Nuevo México- para tratar sobre estosasuntos de interés americanista. Gracias a la simpatía que el Perú de losInkas despierta en el país del Norte, y a la honrosa acogida que me dis-pensaran la señora Truxton Beale y los profesores Edgar L. Hewett, AlfredL. Kroeber y Leslie Spier, se funda el Institute of Andean Research enNew York el 26 de Setiembre del mismo año, para fomentar en formaactiva las investigaciones andinas en el Perú.

Posteriormente, en Mayo de 1937, visita el señor Nelson A. Rockefellerel Depósito de Antigüedades de Paracas del Instituto de Antropología, yofrece su decidido apoyo a los fines científicos que persigue, como puedeapreciarse en la siguiente carta:

Country Club, Lima, Perú, Mayo 21, 1937. Dr. Julio C. Tello, Miraflores,Querido Dr. Tello: durante nuestra breve visita al Perú mi imaginación einterés han sido exaltados por la tremenda riqueza Arqueológica de supaís. Las posibilidades para el estudio e investigación científica son ilimi-tadas; y me parece que para desenmarañar la historia del pasado reque-rirá la más amplia cooperación de los arqueólogos más notables de ara-bas Américas. Seria posible para mi ayudar a vincular a estos dos gru-pos? Yo puedo asegurarle a usted que nada me proporcionaría mayorplacer. Por tanto a mi regreso a New York yo haré todo lo que esté en mipoder para atraer el interés y soporte del Presidente y Directorio, asícomo del Director y personal del Museo Metropolitano (del que yo soyuno de los Directores) en la gran obra que usted y sus colegas estánempeñados.Yo estoy particularmente ansioso de que algo debería ser hecho inme-diatamente para salvar los cerca de 400 bultos de material que ustedextrajo de Paracas, y que están desgraciadamente desintegrándose conrapidez en la actualidad debido a la falta de facilidades convenientes parauna conservación adecuada de ellos. Pensar que tan valioso materialhistórico corriera el riesgo de deshacerse en pedazos a causa de la falta defondos, me preocupa, desde que nunca puede ser reemplazado una vezdestruido por la acción del tiempo.

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Por tanto, antes de partir del Perú, yo dejaré en la Embajada Americanael equivalente de $3,000.- para ser utilizado bajo su dirección en la preser-vación y exhibición de este material. Yo comprendo que esta suma re-presenta solamente un cuarto del total del costo de este trabajo según loha estimado usted. Por tanto, a mi regreso a New York trataré de intere-sar al Museo Metropolitano para que coopere con usted en un plan quelleve a cabo el resto de este trabajo, así como en los estudios arqueológi-cos posteriores.En está conexión, a fin de que el Museo Metropolitano pueda tener unaevidencia de primera mano, yo consideraría altamente útil si el MuseoNacional pudiera enviarme a New York cuatro o cinco de estos paquetesrepresentativos de los cuatrocientos que usted tiene, desde que ellosserían de asistencia infinita para mi al presentar la situación Arqueológi-ca al Museo Metropolitano. Esto parece ser la manera más eficaz quepuede hacerse para llevar a su convencimiento la verdadera urgenciaque hay de preservar esta gran colección.Ha sido para nosotros el placer más grande posible haber pasado tantashoras interesantes con usted durante toda nuestra breve estadía en elPerú.Con muchas gracias y mejores deseos.Sinceramente(Firmado) Nelson A. Rockefelter.

Con el soporte de Rockefeller se inicia un periodo de intensa activi-dad en el Instituto de Antropología. Los trabajos de laboratorio permitenponer a la vista el excelente material que se encontraba hasta entoncesempaquetado. Las telas reparadas son colocadas en cajas especiales decedro, y en bastidores acondicionados adecuadamente para su fácil ex-posición. Se arreglan numerosas especies que habían permanecido em-paquetadas durante varios años; se logra identificar las numeracionesoriginales puestas en el campamento, y que se hablan borrado o perdido,mediante la confrontación con las registradas en los catálogos eInventarios; se reintegran en gran parte a sus respectivos conjuntos lasdiversas unidades pertenecientes a un mismo fardo, todo lo que hizoposible la posterior exhibición, no sólo de especies selectas sino de lamayoría del material hallado en Nasca y Paracas.

Pocos meses después, a mediados de 1938, el Gobierno del entoncesGeneral Benavides, secundado eficazmente por el Ministro de Educa-ción Pública General Ernesto Montagne, el Ministro de Relaciones Exte-riores, doctor Callos Concha, y el doctor Mariano Peña Prado, miembrodel Consejo de conservación de monumentos históricos presta al Institu-to de Investigaciones Antropológicas, un nuevo impulso el cual se tradu-

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ce en la ampliación del edificio, en la reparación y construcción de pabe-llones apropiados para las exhibiciones, en la habilitación de vitrinas ycajas con vidrios para acondicionar las especies y mantenerlas libres delos perjuicios ocasionados por las alteraciones del clima y por los insec-tos; en la dotación de un personal adecuado y de un presupuesto másliberal para atender a las actividades y funciones futuras de la Institu-ción. Y con el objeto de darle autonomía técnica se expide la ley No. 8751de 22 de setiembre de 1938 que reorganiza el Museo Nacional, y la Reso-lución Suprema No. 1313 de 8 de Octubre del mismo año por la que sefunda el Museo de Antropología destinado a estudiar de preferencia elmaterial de Paracas, y reunir en el futuro todas las colecciones relaciona-das con el conocimiento científico de la Raza Aborigen y de su Civiliza-ción. El 25 de Diciembre de 1938 se inaugura el Museo con una nuevaexposición de las colecciones de Paracas.

En los años posteriores a su fundación, se continúan los trabajos depreservación y arreglo de especies: nuevas piezas textiles son montadasen bastidores, y nuevas piezas dé cerámica son restauradas. Las colec-ciones llenan totalmente las vitrinas, y pronto resulta insuficiente el lo-cal para exhibir y depositar las especies arregladas.

Simultáneamente a los trabajos de reparación, montaje y exhibiciónde especies, se intensifican las investigaciones; se emprende su catalo-gación ilustrada con dibujos y fotografías; y además se inicia la recopila-ción de las referencias geográficas, etnológicas e históricas, relaciona-das con el área Arqueológica del Departamento de lea, haciéndola exten-siva a toda la región del Centro Andino. Por último, en el deseo de que lanueva Institución llene su finalidad educacional, se da realce a las exhi-biciones mediante el uso de mapas ilustrativos, modelos y dioramas desecciones importantes de sitios arqueológicos, mostrando cortes practi-cados en ellos, estratos superpuestos, ruinas de algunas poblaciones ytemplos, y muchos otros detalles que pueden ser apreciados objetiva-mente; y se clasifican y ordenan las especies en unidades colectivas ycronológicas correspondientes a las diferentes culturas y aì¥Á5@•ð¿-—£•–bjbjÏ2Ï27¤—-X-X‡•– ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆ ì ¥ Á 5 @ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´,ˆno de mi expre-sado fundo al arqueólogo doctor Julio C. Tello, un lote de terreno quemide una área de siete mil, setecientos cincuenta y cuatro metros ynoventiséis centímetros, cuadrados (7,754.96 m2). La donación la hagocon la condición de que el donatario doctor Tello utilice este terreno conel único propósito de que en él tenga su asiento la casa o edificio de unaInstitución Nacional, destinada exclusivamente a conservar, estudiar yexhibir los testimonios de las pasadas civilizaciones del Perú, que sirva

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como fuente de inspiración y de enseñanza para las generaciones futu-ras. Caso de que el donatario, doctor Tello, por alguna circunstanciaimprevista, o por fallecimiento, no lograra realizar parcial o totalmenteel deseo especifico del donante, establecido en la cláusula anterior, elterreno volverá a mi poder o al de mis herederos. Pero en el caso de que sehubiera cumplido parcial o totalmente el deseo del donante, y ocurrierael fallecimiento del donatario, la donación pasará a la Universidad Ma-yor de San Marcos, la que entrará en posesión de la donación bajo lasmismas condiciones y obligaciones establecidas en la cláusula anterior».

Nuevas exploraciones destinadas a conocer el área de lacultura paracas y sus vinculaciones con las otras culturas

del centro andino

El hecho de haberse encontrado el material de Paracas en una secciónmuy limitada del país, y en apariencia con caracteres correspondientes auna cultura distinta de las conocidas de Tiahuanaco e Inka, y lejanamenterelacionado con las nuevas culturas descubiertas de Nasca y Chavín,obliga a continuar las exploraciones del Centro Andino -dentro del quese halla Paracas y Nasca-, a la par que las investigaciones del materialya adquirido.

Estimula la curiosidad indagar cuál era la verdadera posición deParacas dentro del complejo de culturas del área del Centro Andino yaún del de las otras secciones más alejadas. Se hace necesario compro-bar lo que Uhle insinuara alguna vez acerca del parentesco entre ciertasfiguras demoníacas del arte Nasca y la que aparece en la estela Chavín;Igualmente conocer si los testimonios que Uhle considerara como pro-ductos de la expansión del arte Tiahuanaco, sea del clásico o de su deri-vado el Epigonal, eran en rigor meras proyecciones o irradiaciones delarte desarrollado en el altiplano del Collao; y por último, conocer si Paracasantecede o sucede a la cultura de los grandes monumentos líticos de laHoya del Vilcamayo, considerada por algunos como muy antigua y porotros, atribuida totalmente a los Inkas.

A mediados del año 1941 encuentro una nueva oportunidad paraincrementar los conocimientos acerca de la cultura Chavín y sus vincu-laciones con Paracas. Auspiciado por la dirección de Fomento explorolas cabeceras del río Puccha, afluente del Marañón. Descubro nuevasesculturas líticas diseminadas en una área extensa, semisepultadas o enla superficie; muchas erosionadas o formando parte de los cercos de lospotreros. Saco moldes de todas ellas, y los originales los hago transpor-tar y reunir en una casa contigua a las ruinas de Chavín. A1 mismotiempo realizo excavaciones de prueba en ciertos sitios, ampliando las

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que realizara Bennett en 1939; y obtengo nuevas y más abundantes mues-tras de cerámica Chavín de la misma clase de la que yo recogiera el año1934 en el banco izquierdo del río, contiguo al Templo, cortado por lascrecientes del Puccha. Esto hizo posible tener a la mano en el propioMuseo de Antropología las réplicas de todas las esculturas halladas enChavín, muestras típicas de su alfarería, y establecer con mayor funda-mento las verdaderas vinculaciones existentes entre el arte Chavín y elde las cavernas de Paracas.

En posesión de datos más seguros acerca de Chavín y de susinterferencias en las culturas del Departamento de Ica procedo en segui-da a rastrear los testimonios relacionados con la conocida cultura deTiahuanaco, cuyo Centro de origen se supone hallarse en el sitio de lasruinas de este nombre. En los materiales de cerámica hallados en Pachecoen 1927, a la par de la existencia de un estilo aparentemente semejante alde Tiahuanaco, descubro que existen otros estilos distintos de éste o muylejanamente vinculados. Por un lado, se constata la presencia de un esti-lo que es el mismo de la alfarería que Uhle calificara como Tiahuanacoen Pachacámac; y por otro, se constata, asimismo, la presencia de diver-sos estilos -considerados por entonces como modalidades de Nasca- yposteriormente Identificados como Chanka Rukana y Wanka. Los restosde Tiahuanaco antes del descubrimiento de Pacheco eran entidades com-pletamente distintas de las de Nasca. El hallazgo de Pacheco, dondeaparecen unidos estos estilos, viene a plantear un nuevo problema: cuales el de descubrir las diferencias y analogías próximas o lejanas que laalfarería Nasca tiene con la de Tiahuanco.

Además, esta misma mezcla de estilos con rasgos Tiahuanaco yNasca se había observado también años atrás en Konchopata (Ayacucho),en Okros (Wakaurara) y en Wari Willka (Huancayo); y aún la alfareríaque Uhle denominaba proto-Lima en el valle del Rímac, la de Chancay, yla que hallara yo en los fundamentos de la huaca Malena (Valle de Asiau Omas), y Kroeber y yo en Cerro del Oro, presentaban estrechas analo-gías con la de Pacheco. Estos testimonios encontrados en sitios alejadosentre sí, pero todos dentro del Centro Andino, plantea nuevos y másdifíciles problemas.

E1 año 1940 obtengo el privilegio de realizar excavaciones enPachacámac bajo los auspicios del Gobierno. Ninguna oportunidad tanventajosa como esta para indagar mediante excavaciones las caracterís-ticas específicas y la sucesión cronológica de los restos de culturas múl-tiples, serranas y costeñas, existentes en este lugar de la Costa Peruana.

Las exploraciones realizadas en el área de Pachacamac durante loscuatro últimos años han puesto a la vista testimonios nuevos que permi-ten establecer el orden de sucesión de las culturas en esta forma: Inka,

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Pre-Inka, Pachacamac y Chavín, algo diferente al establecido por Uhle:Inka, cultura de las vasijas blanco-rojo-negras, Epigonal y Tiahuanaco.En cuanto a los restos de la cultura Chavín éstos son todavía escasos enel área de las ruinas; pero abundantes en los basurales existentes a cortadistancia al N. y S. de ellas. La cultura Pachacamac está representadapor un tipo especial de edificios construidos con adobes pequeños y poruna cerámica que Comprende diversos estilos entre los cuales figura elque Uhle llamara Proto-Lima, Nieveria, vasijas blanco-negro-rojas, y quedada la constancia con que se presenta principalmente dentro del áreaterritorial de la antigua Provincia de Pachacamac y asociada a las es-tructuras de adobitos, la denomino con este nombre. Pre Inca, represen-tada por edificios construidos con Piedras labradas y adobes rectangu-lares y una alfarería que denomino Kollawa y que es la que Uhle desig-nara como Tiahuanaco o Epigonal. Y por último Inka, que en este casomás que a la clásica cultura de este nombre, corresponde al último perio-do de ocupación de Pachacamac por diversas culturas coetáneas.

Quedaba aún por conocer las relaciones existentes entre Paracas ysus congéneres Cusco, Pukara y Tiahuanaco. Una nueva oportunidad seme presenta para explorar el país considerado como cuna de la culturaInka. A mediados de 1942 emprendo una Expedición a la Hoya delUrubamba bajo los auspicios de The Viking Fund, Inc. de New York conel propósito de continuar los descubrimientos realizados por la Expedi-ción Wenner Gren el año 1940. Esta Expedición había logrado descubrirbajo la floresta ruinas de algunas pequeñas poblaciones del tipo deMachu Picchu, abriendo así un nuevo camino para el mejor conocimien-to de las características de la cultura Inka, a base de la existencia depoblaciones relativamente bien conservadas que tenían las mismas uni-dades estructurales, el mismo tipo de edificios y el mismo estilo en gene-ral de las conocidas ciudades de Pisac, Ollantaytambo y Cusco. La nue-va expedición de 1942 utiliza estas enseñanzas y las Incrementa con unestudio más amplio de todos los vestigios Inkaicos hasta entonces cono-cidos en la cuenca del Vilcamayo, y con el reconocimiento de nuevoscentros arqueológicos como Wiñay Wayna, y otros situados fuera delárea Inka. Esta expedición reconoce la existencia de tres estratos cultura-les: Inka, Pre-Inka y Pre-Tiahuanaco; y además encuentra fehacientesvinculaciones entre las viejas culturas Inka, Tiahuanaco y Paracas.

Mientras se realizan estas exploraciones se continúa el estudio ypreparación de los materiales de Paracas, aunque pausadamente debidoa causas inherentes a esta clase de trabajos delicados. Ellos se intensifi-can en 1943 y principalmente en 1944 gracias al decidido apoyo presta-do al Museo de Antropología por el actual Gobierno del doctor ManuelPrado, secundado eficazmente por el Ministro de Educación Pública,Ingeniero Enrique Laroza.

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Este apoyo ha permitido ampliar las Salas de exhibición, emprendernuevas exploraciones y excavaciones en la Costa del Departamento deIca; mejorar los sistemas de conservación, preparación y montaje de es-pecies; aumentar el personal técnico y administrativo; crear nuevos De-partamentos para atender a las funciones especializadas; y por último,ampliar el área del terreno donada por el señor Luna Iglesias para edifi-car allí el futuro Museo.

Uno de los más importantes Departamentos del nuevo Museo Na-cional de Antropología y Arqueología, según el reciente Estatuto de Re-organización de los Museos expedido por el Supremo Gobierno (DecretoSupremo de 29 de Enero de 1945), llevará el nombre de Paracas, aten-diendo al monto y valor de este material. En él se continuará la diseccióny estudio de los fardos -emprendido hace ya algunos años- la mayoría delos cuales se hallan en el mismo estado en que fueron encontrados el año1927 en la Gran Necrópolis de Paracas.

Cada fardo contiene el cadáver de algún Jefe o Sacerdote de altajerarquía de la vieja sociedad aborigen, engalanado con suntuosas ofren-das textiles, y acompañado de múltiples y variados utensilios, herra-mientas, comidas, vestidos y muchos otros objetos extraños, de significa-do aún enigmático. Ellos dicen mucho de la sociedad a que pertenecie-ron tales Jefes; de su arte en auge, de sus usos y costumbres, de su econo-mía próspera y de su deslumbrante vida religiosa. Cada fardo es vivien-da y almacén; tumba y archivo; y principalmente valiosa herencia deja-da a los peruanos de hoy, como exponente de sus esfuerzos y éxitos, paraaprovechar las enseñanzas que encierra y trasmitirla a las generacionesvenideras, acrecentadas y enriquecidas.

Objeta y propósito de este libro

Aunque han transcurrido diez y ocho años del descubrimiento de Paracas,poco se ha publicado sobre el particular a no ser meras noticias periodís-ticas y breves comunicaciones sobre el hallazgo o diversos aspectos delarte de esta cultura, en especial de los tejidos bordados contenidos en losfardos funerarios.

El monto extraordinario de los materiales extraídos de la Penínsulade Paracas .demandaba, para su conservación y estudio, local espaciosoy adecuado que no lo hubo; las numerosas piezas textiles finas halladasjunto a la momia impregnadas en su mayoría con sales y sustanciascadavéricas que quemaron o hicieron frágil su estructura, y las telasgrandes, burdas que las envolvían alternativamente formando bultoscónicos a veces de 1.30 m. de alto x 1.20 m. de base, demandaron pacien-tes trabajos de disección y extracción para evitar su deterioro; la no me-

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nos ardua tarea de limpieza, restauración y montaje de las especies tex-tiles; las precauciones inaplazables que fue necesario tomar para asegu-rar su conservación y librarlas de la acción de la humedad y de los insec-tos; y por último, las circunstancias señaladas anteladamente, dificulta-ron el tratamiento y estudio de estas reliquias de la antigüedad y, porende, retardaron la publicación de las Memorias relacionadas con laHistoria de los hallazgos, el proceso de las excavaciones y la búsquedade tesoros que sucedió al descubrimiento.

Esta obra publicada por el Institute of Andean Research bajo losauspicios del Coordinador de Asuntos Interamericanos contiene unasinopsis de los conocimientos alcanzados hasta ahora sobre la impor-tancia y significado de Paracas en la prehistoria Peruana; es una tentati-va de aproximación a la antigüedad, a través del inmenso material deesta cultura. Sus conclusiones se apoyan en las enseñanzas obtenidasen la disección de treinta y ocho fardos funerarios; en el estudio de lasdiversas manifestaciones de su arte; en los reconocimientos hechos enlos cementerios de la Península de Paracas: cavernas y Necrópolis, y enla sección baja del río Ica donde existen restos de una cultura idéntica ala de las cavernas; en las exploraciones realizadas en el valle de Nascacon el propósito de definir y deslindar los restos de las culturas halladasen Kawachi (fundo Pacheco) y Kopara que son similares a los de Nasca;y en las de la Sierra contigua hasta la cuenca del Urubamba con el objetode reconocer y delimitar los focos de las culturas Propiamente andinas.

En suma, este trabajo de carácter preliminar y tentativo tiene porobjeto ofrecer los incidentes de la historia del descubrimiento de Paracas;las características que definen esta cultura; su posición cronológica; susdiferentes aspectos y fases de desarrollo; su área de propagación y lasvinculaciones que ella tiene con otras culturas más alejadas del CentroAndino.

Para ello se tratará de lo siguiente:

1° De la Geografía del Centro Andino.2° De la explotación de antigüedades en el territorio del Centro

Andino.3° De la cultura de Paracas y sus vinculaciones con otras del Centro

Andino.4° Del arte de Paracas, de sus orígenes y sus diversas fases de desa-

rrollo.5° De los fundamentos en que se apoya la antigüedad de Paracas y

su posición cronológica dentro de las culturas de la PrehistoriaPeruana.

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