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Precio Público : $ 8.700

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EDICIÓNNo.179Agosto de 2018

50 Años de un pedazo

de patria rodeado de mar

Buque Escuela A.R.C. Gloria

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ontenido

DIRECTOR: Raúl Fernández de Soto / CONSEJO EDITORIAL: Julián Domínguez Rivera, Mario Fernando Prado López, Mario Posada Mejía, Luis Guillermo Restrepo Satizábal / DIRECCIÓN COMERCIAL: Claudia Constanza Orozco / ASESOR COMERCIAL: Santiago Ruiz Fernández de Soto / DISEÑO

Y DIAGRAMACIÓN: Luis H. Mesa Ch. / CARICATURAS: Orlandobé

PUNTO DE VENTA: SUR Librería Nacional - Unicentro / TEQUENDAMA Librería Nacional - Cosmocentro • Librería Nacional - Palmeto Cll. 9 Cra. 50 / OESTE Librería Nacional - Unicentro- El Emporio / PEÑÓN Merequetengue - Cra. 2 Oeste No. 2-73 / CENTRO Librería Nacional - Plaza de Caicedo / VERSALLES Tienda Gourmet - Club Colombia / NORTE Librería Nacional - Centro Comercial del Norte • Librería Nacional - Bulevar Santa Mónica • Librería Nacional - Chipichape • Librería Nacional - Éxito / BOGOTÁ Librería Central - Cll 94 No. 13-92 / TULUÁ Stella Botero Zafra - Cll. 32 No. 26-49

Las opiniones de los cronistas y columnistas son de su exclusiva responsabilidad y no representan necesariamente la ideología de la Revista Épocas

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No. 179 • Agosto de 2018

SUSCRIPCIÓN 379 94 49 / 379 99 54Calle 13 Norte 9AN-06 Of. 201 Ed. BuziosTeléfonos: 379 9449 - 311 6343375E-mail: [email protected].

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CLASIFICADOS

50 Años de un pedazo de patria rodeado de mar 6 Por: Rafael Rodríguez-Jaraba

Un hamlet que superaba al personaje 14 Por: Mario Humberto Lopera Ospina.

¡Que vergüenza! 26 Por: Mario Posada Mejía CALIWOOD 28 Por: Hugo Suárez Fiat

“María” hecha mármol 30 Por: Carlos H. Giraldo Velasco

34 La noche que mataron a Bolívar Por: Leonardo Medina Patiño  38 El destino me escogió Por : Francisco Mejía-Azcárate

42 Crónica de París Por: Fernando Tocora

46 ¡Tener hijos siendo responsables! Por: Mario Humberto Lopera Ospina.

49 Su Memoria Sobrevivirá a su Época

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14 26 34

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Barrio Centenario frente al Centro Comercial Centenario y la Clínica Colsánitas.

Remodelado

• Tercer piso• 2 Ascensores• Area: 121 m2

• 2 Alcobas• Alcoba principal con baño

dentro del cuarto.• Alcoba 2 con baño afuera• Cuarto servicio con baño• Cocina Integral remodelada• Portería 24 horas• 1 Garaje • 1 Bodega • Estrato 5• Costo administración $380.000 • Valor: $ 300 millones INFORMES: 312 257 37 26 / 311 634 33 75INFORMES: 312 257 37 26 / 311 634 33 75

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En Estas Épocas

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Con motivo de la celebra-ción de los 50 años del Buque Escuela A.R.C.

Gloria, estandarte naval y museo cultural itinerante de Colombia en los mares del mundo, ÉPOCAS publica la crónica de los extraños hechos ocurridos en agosto de 1975, cuando el Buque Escuela A.R.C. Gloria se aproximaba a las cos-tas soviéticas para atracar en el puerto de Vladivostok, en la antigua URSS, hoy Rusia. La crónica fue tomada del diario de abordo del cadete Rafael Rodríguez-Jaraba, quien en ter-cer año fue tripulante y corres-ponsal de prensa del Crucero Gloria 75. El autor de la crónica se retiró de la Armada siendo Guardiamarina y navegó por el mundo como Oficial de la Marina Mercante. Actualmente es Abogado Esp. Mg. Consultor, Árbitro, Conjuez, Conciliador, Catedrático Universitario y columnista Épocas y de perió-dicos y revistas nacionales e internacionales.

50 Años de un pedazode patria rodeado de mar

Por: Rafael Rodríguez-Jaraba*

ABORDAJE Y EXCLUSIÓN DEL GLORIA.

18 de agosto de 1975.

“Han transcurrido 140 días desde que zarpamos de Cartagena, y en nuestra travesía, hemos tocado los puertos de Colón (Panamá), Honolulú, (Hawaii), Wake Island (USA), Tokio (Japón), Naha (Okinawa), Chi-Lung (Taiwán) y Pusán (Korea); ahora, avanzamos con rumbo franco y todo el velamen desplegado hacia al puerto de Vladivostok en la Unión de Repúblicas Socialistas Sovié-ticas (URSS)”.

“La mayor parte de la navegación la hemos realizado a vela -sin hacerle trampas a Colón, impulsados por los cambiantes e intimidantes vientos del Océano Pacífico. Hoy debemos alistar y embellecer el Gloria para su arribo mañana a Vladivostok, la llamada ciu-dad cerrada, además, la última parada del célebre y misterioso Ferrocarril Transiberiano”.

“Atracaremos en la base naval más importante y resguardada del régimen socialista en el Pacífico Norte, ubicada al sur de la enigmática Isla de Sajalín y al norte de la frontera con China y Ko-

rea del Norte, lugares remotos, que la mayoría de los ciudadanos del mundo tan solo conocen en mapas”.

“A las 14:00 horas divisamos la costa soviética y lentamente avanzamos im-pulsados por un ligero viento de través en busca de una roda para fondear, y allí, realizar los últimos preparativos y alistamientos para el arribo al puerto”.

“A las 15:00 horas, súbitamente aparece por proa una vertiginosa y sinuosa nave de guerra tipo hydrofoil de la marina soviética, que en actitud poco amistosa, zigzaguea y extrañamente lanza al aire bengalas rojas, lo que nos sorprende, y no nos permite entender, si en señal de peligro o de saludo”.

“Presurosamente se acerca y nos corta la proa, lo que constituye un acto de inexcusable impru-dencia o de manifiesta descorte-sía, y además, una contravención a las leyes del camino que rigen el protocolo y el ceremonial mundial de la navegación de los navíos a vela”.

“El Comandante del Gloria, sorprendi-do, ordena hacer señales de saludo con destellos luminosos a la nave soviética,

las cuales no tienen respuesta. Es claro que estamos viviendo una situación extraña y totalmente imprevista, que altera la bitácora y desvía el rumbo trazado en la carta de navegación”.

“La nave se aproxima por estribor a la borda del Gloria, y un tripulante con se-ñales manuales nos ordena detenernos, lo que implica realizar una intempestiva maniobra general para recoger velas y arriar foques”.

“Entre tanto, Pérez, el operador de la estación de radio del Gloria, infructuo-samente trata de establecer contacto con el hydrofoil soviético y con la Base Naval de Vladivostok, para presentar saludos y obtener algún tipo de in-formación que nos permita entender la situación, y más que eso, la actitud poco amistosa con la que hemos sido recibidos”.

“Hay silencio en el Gloria. (…) El temor, la confusión y el nerviosismo nos inva-de, el Gloria recibe de una estación de radio marina soviética la tajante y pe-

rentoria instrucción de seguir con navegación a motor al hydrofoil. El Co-mandante con pruden-cia acoge las instruccio-nes y seguimos la estela del extraño navío. Por el rumbo que llevamos, el oficial navegante de-duce que nos dirigimos al puerto de Najodka, ubicado a 50 millas al sur de Vladivostok”.

“Navegamos toda la tar-de; llega el atardecer y al filo de las 23:00 horas nos ordenan detener-nos y fondear. Estamos anclados en frente de la ciudad de Najodka; poco, muy poco se ve, tan solo luces incandescentes de intenso color anaranjado,

así como fuertes torrentes de luz dis-parados desde poderosos reflectores de varias patrulleras soviéticas que nos rodean”.

“La confusión y la zozobra se mantie-nen, y seguimos expectantes de recibir nuevas instrucciones. A la media nos vamos a dormir, pues mañana será un día de intenso trabajo para culminar las tareas de alistamiento. Cuando estoy por conciliar el sueño, escuchamos: Ahí vienen los soviéticos”.

19 de agosto de 1975.

“Nos levantamos y vemos una em-barcación que a remos se aproxima al Gloria; efectivamente se acodera. Es una especie de ballenera similar a las que usamos en la Escuela Naval para aprender a remar, e inclusive, para pasear a las reinas en el Concurso Nacional de Belleza. Mis compañeros y tripulantes con algo de nerviosismo y lánguido humor no dejan de socarro-namente exclamar: No se asusten, no

se asusten, que yo estoy temblando. Llegaron, llegaron los rusos”.

“Efectivamente sube a bordo un oficial naval y ocho corpulentos marineros soviéticos exageradamente armados.

Con actitud celosa, ruda e intimi-datoria se dirigen al puente; el oficial de manera brusca y des-considerada le da instrucciones al Comandante de prender motores y enfilarse de inmediato hacia al puerto de Vladivostok. El Coman-dante procede de conformidad, y el oficial y los marinos soviéticos asumen prácticamente el mando del Gloria. Lo que está ocurriendo, es un hecho sin precedentes en la vida del buque escuela. A partir de ese momento, todos, comandante, oficiales, cadetes y tripulantes, nos convertimos en espectadores de tan toscos invasores”.

“El Gloria navega toda la noche, y en la mañana estamos en el canal de acceso al puerto de Vladivostok rodeados de embarcaciones soviéticas, que ahora, a manera de saludo, están empavesadas y disparan chorros de agua en forma de arcos en señal de bienvenida y hospitali-dad. Lo que durante dos días fue belige-rancia y descortesía, ahora es amabilidad y hospitalidad. Me pregunto: ¿Qué fue lo que sucedió? ¿Qué fue lo que molestó a los soviéticos? ¿Qué motivó que nos des-viaran a Najodka, nos vigilaran y acecha-ran toda una noche, y lo peor, porqué nos abordaran y prácticamente se hicieran al mando del Gloria? …. Seguramente pronto lo sabré”.

“Lenta y majestuosamente el Gloria se adentra en la bahía de Vladivostok con los cadetes subidos por alto; a mí me corresponde sobre el andarivel de la verga mayor, del palo mayor. El espectáculo que ofrece el Gloria cuan-do arriba a los puertos del mundo, es único, emocionante y alucinante”.* Cadete de Tercer Año, tripulante del Buque Escuela A.R.C. Gloria durante el Crucero del año 1975.”

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“El muelle está atestado y engalanado; pancartas por doquier de bienvenida en ruso y español. Están todos, las autoridades de la ciudad, cientos de militares y marinos soviéticos vestidos de gala y miles de ciudadanos -muchos de ellos nunca han visto un extranje-ro-, así como estudiantes de escuelas y colegios portando banderitas de Colombia y URSS. Es el marco perfecto para una calurosa bienvenida, siempre acompasada por himnos marciales que interpreta una afinada banda de la ma-rina soviética. Por primera vez, el Gloria atraca de popa, forma poco ortodoxa de hacerlo, pero es otra instrucción de las autoridades navales del puerto”.

“En el acto de bienvenida solo faltó el Embajador de Colombia, quien no logró desplazarse desde Moscú hasta Vladivostok, quizás, por los engorrosos trámites que debió surtir para obtener permiso del Kremlin. Su ausencia nos afecta, no solo por ser el agente del Gobierno Colombiano en la URSS, sino porque además, debe traer consigo las cartas que seguramente enviaron a la Embajada de Colombia en Moscú nuestras familias y novias de Colombia, y de los puertos que hemos visitado durante el crucero. (No es un mito, es una realidad; los marinos tenemos un amor en cada puerto)”.

24 de agosto de 1975.

“Ayer zarpamos de Vladivostok. Nave-gamos con rumbo a América. Nuestro próximo puerto será Long Beach en California”.

28 de agosto de 1975.

“Tan solo hoy supimos, por qué el Gloria no tuvo buen recibo cuando se aproximó al Puerto de Vladivostok; y está fue la razón: Las autoridades soviéticas esperaban y tenían todo preparado para que el Gloria arribara a Vladivostok el 23 de agosto. Por un infortunado error de comunicación, no se tuvo en cuenta, que nuestro plan de navegación preveía arribar la víspera a las inmediaciones del puerto, fondear, y allí hacer alistamiento final, pequeñas reparaciones y montar a bordo –como lo hacemos en cada puerto- las ex-posiciones del Museo del Oro, de la Federación Nacional de Cafeteros, de Artesanías de Colombia y de muchos productos de empresas colombianas”.

“Este arribo anticipado sorprendió a las autoridades soviéticas y determinó, que el Gloria fuera excluido de la zona de influencia del puerto, de manera que la marina soviética tuviera tiempo de sacar de la Base Naval su temida flota del Pacífico, conformada por más de

100 embarcaciones, entre submarinos atómicos, de espionaje y de demolición; destructores, fragatas, corbetas, patru-lleras, embarcaciones de asalto, buques cisternas y de abastecimiento, sofistica-dos hovercraft y rápidos hydrofoil como el que nos cortó la proa y abordó”.

“Sin que los cadetes y los tripulantes lo supiéramos, el sabio y muy prudente Comandante del Gloria, Capitán de Na-vío Gerardo Polanía Vivas, su Segundo Comandante, Capitán de Fragata Jorge Garavito Martínez y nuestro insuperable Jefe de Embarque, Teniente de Navío Ricardo Rosero Erazo, bien se habían percatado de que durante el tiempo que la marina soviética nos distanció del puerto de Vladivostok, el radar del Gloria detectó masivo tráfico y presurosa movi-lización de buques saliendo del puerto hacia alta mar para evitar ser vistos por los visitantes occidentales, amigos de los Estados Unidos de América y simpa-tizantes de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), contraparte del Pacto de Varsovia”.

“Muchas cosas no aparentan ser lo que son. Por eso, antes de juzgar, hay que conocer y entender”.

“Que nadie olvide que la distancia que aleja Asia de América es tan grande, que cuando en Asia es hoy, en América será mañana. El día que el Gloria arribó a Vladivostok fue 19 de agosto de 1975 y en Colombia 20 de agosto de 1975. El problema no fue un error de fechas de calendario ni de usos horarios, el problema fue llegar un día antes de ser esperados”.

“Colofón. No hay que llegar antes,

no hay que llegar después, hay

que llegar a tiempo. Gracias, mil

gracias a la URSS por habernos

recibido anticipadamente”.

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En Estas Épocas

Luis Guillermo Restrepo Satizábal. Ana Lucía Jaramillo Valli y Diego Martínez Lloreda.

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Por: Armando Barona Mesa

Un HAMLETque superaba al personaje

Aquel actor había nacido en Be-lair, estado de Maryland, en la zona sur de los Estados Unidos.

Su padre llevaba el nombre histórico y teatral de Junios Brutus Booth, a cuyo lado había comenzado a actuar a la edad tierna de 18 años. Tenía varios her-manos, entre ellos uno, actor también, que era su émulo. Éste, con una envidia demarcada en el odio, se llamaba Jonh Wilkes Booth y sería más famoso que el primero en el campo de la historia, como que, a semejanza de Eróstrato, el invisible ciudadano griego que destruyó el Artemisión, o templo de Artemisa, una de las grandes maravillas del mundo antiguo, éste dio muerte al gran presidente Abraham Lincoln en el teatro Ford de Washington la noche del 14 de abril de 1865. Este actor al que me refiero en el comienzo de este escrito, lo fue Edwin Thomas Booth, un Hamlet que superaba al personaje.

Edwin había recorrido las principales ciudades del mundo con varias com-pañías de teatro, interpretando papeles variados, especialmente los personajes de Shakespeare. En el Winter Garden Theater de Nueva York interpretó cien veces seguidas Hamlet. Había además triunfado en San Francisco, Sacramen-to, en Londres y en Philadelphia. Era un hombre apuesto, alto, delgado, de

apariencia un tanto dramática y a veces melancólica. Voz serena y penetrante con una dicción al ritmo de un lenguaje pausado pero impactante, cargado de sonoridades serenas y profundas. Se decía entonces que superaba al perso-naje escrito y la gente se embelesaba en el desarrollo de la obra.

bre tiene coraje”. Y otro repitió: “Sí, tiene coraje”; y otros más dijeron lo mismo, hasta que la algarabía se acalló y todos dejaron caer las provisiones de ataque.

Booth estaba impertérrito y herido. Y cuando se hizo el silencio, continuó el monólogo interrumpido:

“Ser o no ser; esa es la cuestión! ¿Qué debe/ más dignamente optar el alma noble/ entre sufrir de la fortuna impía/ el porfiado rigor, o rebelarse/ contra un mar de desdichas, y afrontándolo/ desaparecer con ellas ?. “Morir, dormir, no despertar más nunca,/ poder decir todo acabó; en un sue-ño/ sepultar para siempre los dolores/ del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó nuestra carne,... “

La voz sonaba como la de un profeta, con la cadencia trágica de la vida en medio del silencio. Y al terminar, la gen-te aplaudía hasta el delirio y el llanto.

abril a una función en el Teatro Ford en la que se presentaría la obra Our american cousin.

Sobre la marcha, Wilkes organizó el plan. Dos de los complotados asalta-rían las casas del vicepresidente y el secretario de Estado, mientras él se reservaba el magnicidio. Lincoln entró al palco con su esposa y dos invitados. Comenzó la función y de un momento a otro, de las sombras fatídicas, salió Booth y disparó a la cabeza del man-datario. Luego saltó desde el palco y se fracturó una pierna. Había dejado su cabalgadura en la puerta de entrada de los artistas. Hasta allí llegó a pesar de su pierna mala y se escurrió entre el laberinto de la noche. El 26 de abril fue descubierto y muerto al tratar de huir.

La rabia del pueblo subió de punto hacia las gentes que habían perdido la larga y dolorosa guerra; y Edwin entendió que sus días de actuación en Washington habían terminado. Razón tenía.

Había pasado un año y apare-cieron las carteleras de la ciudad con un aviso en el que invitaban a asistir a una nueva presentación de Hamlet, a cargo de Edwin Tho-mas Booth.

Todas las gentes sintieron que era un desafío y una agresión. El teatro se llenó hasta los topes, pero los espectadores llevaban cada uno tomates, repollos, pepinos y cebollas en medio de gran algarabía. A la hora en punto se levantó el telón y apareció en el centro un diván y en él sentado Edwin con un cráneo en la mano. “To be or not to be, that is the question”, inició con su voz dramática y grave, y comenzaron a llover sobre su humanidad todas las verduras que le rompieron la cabeza y mancharon sus ropas. Y él sin inmutarse. Media hora después, mientras llovían los agravios, un hombre gritó: “Por Dios que se hom-

Se vivía la guerra de secesión de los Estados Unidos -”Lo que el viento se llevó”- cruel y destructora. En el sur odiaban como al demonio a Abraham Lincoln por haber libertado a los es-clavos. El 9 de abril el general sureño Robert E. Lee rinde sus armas ante el comandante del gobierno general Ulysses Grant. La guerra, realmente, ha terminado. Pero la pasión se agiganta. Y es entonces cuando Jonh Wilkes Booth organiza un grupo con el criterio de una cofradía y unificaron su odio al tiempo que definieron que lo que convenía hacer para vengar y darle oportunida-des futuras al Sur, que acababa de ser vencido, era dar muerte simultánea-mente al presidente, al vicepresidente y al secretario de Estado.

El plan sobre el día y la hora dependió de la noticia publicada en los diarios de que el presidente asistiría el 14 de Edwin Thomas Booth, un Hamlet que superaba el personaje.

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En Estas Épocas

Tres Generaciones. Abajo: el abuelo Guillermo Roldán Luna y sus nietos: Joaquín Camacho Roldán y Sebastián y Jerónimo Vargas Roldán. De pie: María José Camacho Roldán, Mónica y Juliana Roldán Vallecilla.

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En Estas Épocas

Monseñor Isaías Duarte Cancino y Beatriz Iragorri Torres.

Calle 13A # 100-35 Oficina 602 Torre Empresarial Ciudad JardínTels.: 660 55 80 - 6534277 - 3087240

[email protected]

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En Estas Épocas

Jorge Espinosa, Osiris Arévalo Taborda, Fernando Pedroza, Claudia García y Roxana Cobo.

Isabel Mejía y Eduardo Lago Vallecilla.

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En Estas Épocas

Juliana y Silena Tenorio y Francisco Mejía.

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En Estas Épocas

Hermanos Miguel Antonio y Guillermo Payán

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¡Que vergüenza!

No me corresponde, lo sé; no soy columnista, ni analista, mucho menos autoridad para hacerlo.

Pero me cobija mi condición de ciuda-dano colombiano común y corriente, de los de a pie, para usar esta tribuna que me prestan, prevalido por la pro-funda indignación que siento ante el bochornoso episodio con el que Anta-nas Mockus profanó el otrora recinto sagrado del Congreso. Lo digo porque dejó de serlo, y más con esto, desde el momento que pisaron automáticamen-te su sede, sin permiso del pueblo, los “ex” Farc.

Fue quizás precisamente por eso, por sentirlo un lugar común y corriente o una pesebrera cualquiera, lo que llevó a este reconocido actor con arrestos de circense, atreverse a bajarse los pantalones exhibiendo su presa más innoble ante los asistentes impávidos y poco impresionados por el asunto. Será por aquello de la contaminación, o por aquello de que “embarradla embarradla, que de la embarrada algo bueno queda”.

Veo en tal sentido con preocupación a mis cuatro nietos, párvulos aún, y me pregunto cómo sus padres les enseñarán a distinguir el bien del mal; algo tan relativamente fácil en épocas pretéritas con la de Carreño, o simple-mente porque los ejemplos cundían. Qué pasará con el manual de conviven-

Por: Mario Posada Mejía

se observa una tendencia generalizada a subestimar tal vulgaridad en plena posesión de quienes orientarán las leyes, los padres de la patria que vieron ese pálido nalgatorio registrado en los ANALES, con el cual este “profesor”, que funge de orientador, pretende hacer creer que su grosería es pedagogía.

Pedagógico hubiera sido que el Presi-dente del Senado hubiera dado en ese momento, un golpe sonoro a la mesa (para eso también sirven las mesas); suspender la sesión y ordenar el retiro inmediato del comediante, para pos-teriormente remitir el caso a la entidad correspondiente, que actos de menor calado ha sancionado.

Qué pena con Bolívar que vigila desde el mural. Por lo pronto, sugiero prestarle el antifaz de la justicia que tan “desco-balada” tiene su balanza hoy. Habrán de desfilar símbolos, bustos, estatuas y óleos, todos a una como en fuente ovejuna, para refugiarse en un lugar recóndito que no ofenda su memoria.

Ya estoy terminando y veo, percibo cómo a esta nota se la lleva el viento renglón por renglón, ilusionado con que algún padre de la patria, algún prócer moderno, o alguien que tenga la voz que no poseo, le dé la mano a los colombianos y nos mitigue la vergüen-za que sentimos con los extranjeros.

Ah!!!... y las voces Mockundianas fusi-lándome.

cia de los colegios: ¿Desaparecerán los reglamentos en las instituciones? ¿Qué seguirá pronto?..., pues la orinada digo yo, porque qué más.

Hoy, después de dos días cuando me siento a teclear esta rabia, poco se escucha en la radio, poco se lee en los periódicos, ni se observa en la tele re-chazo contundente. Todo lo contrario, Alfredo Santamaría y Rose Marie Salcedo y sus hijos Camilo y Carlos.

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María Piedad Micolta y Robert González.

Por: Hugo Suárez Fiat

Museo de la Cinematografía

Hernando Sinisterra: “el novio de María”

Virtuoso pianista, compositor y actor nacido en Cali. Estudió en el Colegio San Luis Gonzaga de los Hermanos Maristas, en Cali. De allí pasó al internado de Yanaconas en Los Farallones y se graduó de bachiller en 1912.  Su madre doña María Josefa Gómez le transmitió la pasión por el piano y los Hermanos, Abercio y Buenaventura, le dieron sus primeras lecciones para tocar el instrumento. En 1910, a los 17 años,  creó sus primeras composiciones mu-sicales, el pasillo “Marilú”  y la marcha “Los Andes”. En  1914, recibió lecciones de armonía y contrapunteo con el maestro Estea, director de una compañía de ópera italiana que llegó a la ciudad. Las piezas musicales favoritas de Sinisterra eran los intermezzos, en los cuales transmitía sus sentimientos. Apasionado por la historia de la música, se dedicó a estudiar la vida y obra de Chopin y de Beethoven, sus compositores predilectos. Vivió en USA, sitio en el que accedió a los estu-dios avanzados de piano. En 1920 se casó con una sobrina, la tulueña Elisa Sinisterra Cruz. Debido a su porte gallardo, ele-gancia y a la exquisitez en el trato, el compositor fue elegido en 1921 para desempeñar el rol de “Efraín” en la película “Ma-ría”, dirigida por el cineasta Máximo Calvo.  La cinta muda y en blanco y negro, fue filmada en Buga y en la hacienda El Paraíso. El filme se convirtió en el 1er largometraje del cine

colombiano y en la 1ª. versión hecha en el país de la obra de Jorge Isaacs. Sinisterra es el 1er actor del cine nacional. En el Museo del Cine CALIWOOD se conservan 86 fotos fijas to-madas durante la filmación de “María”, en las que el músico aparece protagonizando a “Efraín”. El maestro tuvo 2 ban-das musicales: las  Orquestas Cali y Unión Musical, agrupa-ciones conformadas por 25 de los mejores músicos de Cali. En la época, algunos entusiastas de los filmes mudos se reunían en las salas de sus casas para ver las primeras proyecciones cinematográficas y muy pronto

dieron acceso al público, en general, cobrando la entrada. Hacia 1910 Emanuel Pinedo adecuó el patio de su residencia, con bancas de madera, para acomodar a los espectadores, mientras que su socio, el exhibidor Donato Di Doménico traía películas protagonizadas por las divas del cine mudo italiano, Pina Menichelli, Lyda Borelli y Francesca Bertini y las exhibía en el solar. La función de cine mudo en la casa de Pinedo y posteriormente las galas, en el Teatro Salón Moderno, que el último hizo construir, eran animadas por la Orquesta Cali de Sinisterra, quien tocaba el piano. El compositor y actor pio-nero, murió por problemas cardíacos en Cali, el 2 de junio de 1958, dejando reconocida descendencia. Consulte www.caliwood.com.co

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En 1920 Un importante escultor catalán es convocado desde Cali por el ilustre caleño Blas S.

Scarpetta, y un grupo de respetadas damas vallecaucanas, con el propósi-to de hacer un homenaje perpetuo a Jorge Isaacs, para el escultor, ellas se encontraban del otro lado del atlán-tico en el continente americano en la zona del Pacífico.

Imagino como sería la romántica forma de comunicación intercon-tinental del momento, con demo-radas y perfumadas cartas que desde Cali viajaban por trocha a Buenaventura y de ahí hasta Barce-lona navegando en antiguos barcos que cruzaban el Canal de Panamá rumbo a Europa.

Me imagino ¿Cómo sería la incerti-dumbre y la espera por cada respuesta? ¿Cómo sería el acontecimiento a la llegada del escultor catalán a nuestra ciudad? quien meses después, posiblemente, arribaría por Buenaventura y en tren has-ta Cali, para reunirse con los poetas más destacados del momento: Ricardo Nieto, Carlos Villafañe y los ilustres, Blas S. Scarpetta, Alberto Carvajal y María Carvajal, quienes lo ha-bían citado para diseñar entre todos, lo que sería el homenaje de mármol de Carrara para los personajes de “MARÍA” y su creador. Seguramente en algu-

“María” hecha mármol

no de los salones del recién fundado Club Colombia se realizaron las reu-niones donde, boceto tras boceto, con el aporte cultural e histórico de los poetas, inspirados en el texto de una de las obras maestras más destacadas de la literatura hispano-americana del siglo XIX, diseñaron el conjunto escultórico.

A su regreso, en el taller de Barcelona, guiado por las ilustraciones llevadas desde Cali, de las manos del veterano escultor los deslumbrantes bloques importados de Carrara Italia, fueron convirtiendo, lenta y mágicamente, en los personajes fieles al texto de “María” llenos de estética plástica de la más fina factura, tras los poderosos pero bien calculados cincelazos que más parecen exquisitas pinceladas

trazadas sobre el duro blanco de carrara.

Antonio Parera era un veterano escultor y catedrático, tenía 52 años cuando gracias a su ge-nialidad con su cincel mágico, la obra literaria “María” se hizo mármol 53 años después de haberse publicado la novela en 1867. Cuentan que viajó cada año durante una década a visitar y acariciar su majestuosa obra, me refiero a la hermosa escultura que hoy conocemos como Efraín y María, nuestro tesoro de mármol, *hoy triste-mente, ignorado.

Teniendo en cuenta que desde Agosto 7 de 1926, la escultura fue tras-ladada del Peñón para reubicarla pasando el Puente Ortiz a un lado del Batallón Pichincha en el parque construido por orden del Concejo de Cali en homenaje a Isaacs, podría asegurar que los últimos años de sus visitas a Cali, el ilustre escultor, se hospedaba en nuestro entrañable Hotel Alférez Real, recién inaugurado.

Como dato curioso, Parera nació el año siguiente de haberse publicado: “María”. Murió a los 78 años en 1947 y siempre dijo que la escultura de Efraín y María era la única obra en mármol de Carrara que había hecho y la más importante de toda su carrera.

Si el Ministerio de Cultura y la Administración Municipal insisten en dejar la escultura en ese sitio “territorio de nadie”, en pocos años solo quedarán pedazos de nuestro tesoro de mármol, sobre los cuales de-rramaremos lagrimas los caleños que no fuimos capaces de valorarla en sus justas proporciones.

Por: Carlos H. Giraldo Velasco

Si el Ministerio de Cultura y la Administración Municipal insisten en dejar la escultura en ese sitio “territorio de nadie”, en pocos años solo quedarán

pedazos de nuestro tesoro de mármol

El monumento a Jorge Isaacs debe ser trasladado a algun sitio del barrio El Peñón a donde originalmente estuvo durante años

Montaje de simulación de la escultura de Efraín y María tal como se vería en el parque de El Peñón

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Giselle García, Alicia María Carvajal Ramos, Harvey Borrero y Salvatore Emanuele

En Estas Épocas En Estas Épocas

Guillermo Restrepo y Gloria Orozco.

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Con la obra “La noche que mataron a Bolívar”, se cierra la trilo-gía de novela-histórica,

que Mauricio Vargas Linares inició con: “El Mariscal que vivió de prisa” y “Ahí les dejo la gloria”. Se consagra como novelista e historiador.

Mauricio Vargas no pertenece a ninguna de las academias de historia del país, pero aporta más que algunas seccionales dedicadas a la parafernalia, y olvidan conservar la memoria de personajes y momentos históricos de nuestra patria.

La novela, más que narrar los episodios sucedidos en la noche septembrina, detalla parte de la historia de nuestro periodo independentista, haciendo de esta una magistral obra de la narrativa.

Por ejemplo: “Sin decir hasta mañana, se quedó dormido y comenzó a roncar de manera ligera, con poco estruendo, mien-tras los pulmones acompañaban con su rítmica guacharaca. Manuela se tendió a su lado, agotada por una migraña cuyas punzadas le habían invadido en la tarde el rostro entero, y más extenuada aún por ese amor que estaba tan enfermo como su amante, con la diferencia, pensaba ella, de que el mal que compartían no tenía cura posible”. Enorme.

El autor describe la “Sociedad Filoló-gica”, que se creó clandestinamente, para ejecutar los actos de la noche septembrina. La integraban intelec-tuales y políticos de la época, uno de ellos Luis Vargas Tejada. Se debatían asuntos relacionados con las medidas gubernamentales y constitucionales -que ponían en duda- por la forma “dictatorial” que en su sentir adoptaba Bolívar.

Tal vez, por sus profundas lecturas y conocimiento de la historia, Mauricio Vargas hace de Santander “el hombre de las leyes”, un ser humano con sus vivencias: como de estudiante de dere-cho y jurisprudencia, como guitarrista excepcional, como galán, atraído por la Ibáñez, y lo exonera de lo sucedido en la fatídica noche septembrina.

Hay en la novela, una velada admira-ción del autor por la obra política y la vida de Santander. Puedo afirmar, que “La noche que mataron a Bolívar”, más que los hechos de la noche septembrina, en gran parte es una biografía de Francisco de Paula Santander.

Nos muestra también, con preci-sión, las relaciones de Colombia

y Estados Unidos en esos momentos; la vinculación de la Masonería en trascendentales episodios de la his-toria nuestra, y evidencia la tradición taurina, en momentos especiales de la historia colombiana: “Para demostrarles a los opositores que el pueblo seguía del lado de Bolívar, el intendente Herrán, siempre dispuesto a agradar al Liberta-dor, organizó una corrida de toros en la Plaza Mayor, seguida de un desfile con ribetes de procesión en el que, en vez de alguna imagen del santoral, paseaban un inmenso retrato del presidente…”

La novela no deja escapar detalles de ninguno de los personajes que han hecho parte de la historia de Colom-bia. El trabajo, invaluable. Demuestra oficio, pulcritud y rigor investigativo, y da cuenta de lo sucedido en la cons-trucción del Estado-Nación, el que seguimos procurando edificar.

Pedro Alcántara Herrán, Barreiro, Padi-lla, Sucre, Luis Vargas Tejada, Nicolasa y Bernardina Ibáñez, como tantos otros personajes históricos que robustecen la historia, pasan por las líneas de la obra de Vargas.

Visto desde nuestros días, sigue vigente esa pugna por el poder, que fermenta las rencillas entre quienes -en algún momento- fueron inseparables amigos o copartidarios y luego se distancian en disputas por el trono, y terminan siendo irreconocibles. Así fue la relación Bolívar – Santander. Él presidente y este vicepresidente; aquél lo admiraba con respeto, este atendía sus consejos; uno al lado del otro hasta que, llegado el día, la historia los desunió.

Vargas lo relata, bajo el género episto-lar, así: “Usted me ha llamado el Hom-bre de las Leyes, escribió, y juro que no seré nunca desmerecedor de tan bello y hermoso título, usted me ha llamado siempre su amigo y mil veces protesto que no seré infiel a esta expresión tan satisfactoria, ocultándole la verdad”

Más adelante cita lo siguien-te, en voz del Libertador: “Santander es un pérfido, le había escrito al general Ra-fael Urdaneta meses atrás, desde Caracas. No puedo se-guir más con él, prosiguió en el pliego fechado el catorce de marzo de 1827, pues no tengo confianza ni en su mo-ral ni en su corazón. Dos días más tarde, compartió esas

La noche que mataron a Bolívar

“En los 235 años del natalicio del Libertador”

Por: Leonardo Medina Patiño

cuitas con su viejo compañero de armas, el general Soublette. Ya no pudiendo soportar más la pérfida ingratitud de Santander, se desahogó, le he escrito hoy que no me escriba más porque no quiero responderle ni darle el título de amigo.”

Seguidamente, Santander responde: “Aunque usted no me llame en toda su vida ni me crea su amigo, se despedía, yo lo seré perpetuamente con sentimientos de profundo respeto y de justa considera-ción. Besa la mano de vuestra excelencia

su muy atento, humilde servidor, Francis-co de Paula Santander.

El beso de Judas- musitó Bolívar bajo el puente del Carmen.”

Una obra magistral. Contrae toda la historia de la gesta libertaria, con los acontecimientos más sutiles y la fuerza y rigor narrativo de Mauricio Vargas los hace eternos, poderosos, para el placer del lector y para revisar de nuevo esos pa-sajes y evitar que se repitan, aunque por lo visto, no hemos aprendido la lección.

Mauricio Vargas Linares, consagrado novelista e historiador.

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En Estas ÉpocasEn Estas Épocas

Medardo y su nieta Hanna Sofía. Diego Estrada Vallejo y su hija Isabel Cristina Estrada Naranjo.

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Llega un momento en la vida cuando la real-idad de tu existencia te empieza a pegar en la cara y por más conscientes y despiertos

que estemos nunca estamos lo suficientemente preparados. El pasado 4 de julio, me fui con mi amigo Álvaro Tobón a la oficina de la Secretaría de Turismo de Cali, localizada en el hermoso Edificio Coltabaco, a engalanar un evento sobre el Cali de antaño con nuestros autos antiguos.

Cuando llegamos al lugar y luego de socializar con los policías y guardas del Boulevard del Rio sobre el porqué nuestros autos iban a estar parqueados en frente de la puerta del majestuoso edificio procedimos a acomodar los carros en los lugares asignados por los organizadores del evento. Yo, sin mediar palabra con Álvaro, procedí a bajar la carpa de mi Mustang Convertible e inmediatamente me puse a contestar preguntas sobre la procedencia, marca y modelo de mi berlina a la enorme cantidad de público que se me acercó, quienes de manera siempre amable hacían toda clase de conjeturas y pasados unos 5 minutos se me acercó una de las niñas de la Secretaría de Turismo y muy agitada me dijo: “Doctor,

Doctor, a su amigo le ha ocurrido algo adentro del carro, se ve muy mal”…. corriendo me dirigí al Mercedes-Benz 280C de Álvaro que estaba a unos seis metros de mi carro y efectivamente, Álvaro se veía muy mal. Inmediatamente le abrí la puerta y lo vi respirando con mucha dificultad, al preguntarle que le pasaba me dijo que le hacía falta aire, pero que me tranquilizara que él ya había tenido varios de estos episodios antes y que él sabía qué hacer.

Las niñas de la Secretaría de Turismo, muy nerviosas, pero muy atentas y acuciosas, se apresuraron a llamar una ambulancia, inclusive ante la negativa del maltrecho Álvaro quien nos aseguraba que ya se estaba sintiendo mejor. Yo busqué en su celular el teléfono de Imelda Rivera, su esposa, me comuniqué con ella y le informé lo

que estaba sucediendo, indicándole que estábamos a la espera de una ambulancia y como Álvaro ya estaba un poco más recuperado le pasé el teléfono y ellos dos hablaron brevemente. Inmediatamente, pasamos a Álvaro al interior del edificio de Coltabaco y lo sentamos en un asiento donde varios voluntarios lo ventilaban con cartones y le mojaban la cabeza y el cuello con una toalla húmeda.

Casi que inmediatamente después de que Álvaro e Imelda hablaran, recibí una llamada de Alejandra, su hija menor, quien muy angustia-da, entre sollozos me pidió que la esperara que ella ya iba en camino. Yo esperé unos 10 minutos más en la parte exterior del edificio y al ver que ni la ambulancia, ni Alejandra llegaban entré a ver como seguía Álvaro y lo vi tan mal que tomé la decisión de llevármelo para la Clínica de Occidente. Con la ayuda de un guarda de seguridad del edificio, lo montamos en el Mercedes-Benz 280C de su propiedad y raudo emprendí camino hacia la clínica, no sin antes alegar con un policía que pretendía que me metiera al centro de Cali porque no podía transitar por la antigua vía del MÍO que en la actualidad es peatonal. Sin hacer caso al policial, como pude me atravesé la plazoleta en frente de la iglesia La Ermita y salí a la Calle 15 norte, y de allí a la Clínica de Occidente me demoré unos 3 minutos.

Una vez en urgencias de la Clínica de Occidente, me encontré con un guarda de seguridad que quería saber cuál era la EPS y el número de afiliación de Álvaro, era obvio que yo no tenía idea de esos pormenores, por lo que el personaje este dudaba si me debía abrir la puerta o no. Tras un fuerte empujón y un “necesito es que me ayude y no que me joda” el guarda no tuvo más remedio que dejarme entrar. .. Cuando le pedí una camilla o una silla de ruedas me señaló una al final del pasillo…. Como un loco corrí en medio de muchos enfermos a lado y del pasillo, algunos en camillas, otros en sillas de ruedas y otros en asientos ‘Rimax’ (cual vil hospital de guerra), rescaté la silla y literalmente la tiré gradas abajo, atrás de mi salió un joven de tez morena que estaba con su padre en urgencias y me ayudó a pasar a mi amigo Álvaro del carro a la silla de ruedas.

Inmediatamente lo subimos por la rampa y esta vez el portero con una actitud más humana, se apresuró a abrirnos la puerta y nos in-dicó donde llevarlo. En ese momento Álvaro estaba muy mal, un par de enfermeras jóvenes y amables se apresuraron a alistar una camilla que a su respaldo tenía varios monitores y aparatos especializados y un joven doctor me preguntó si yo sabía que tenía el paciente y le contesté que yo creía que era un paro cardiorrespiratorio, a lo que él me preguntó si yo era medico… yo le respondí, “no soy ingenie-ro, pero él ya ha sufrido estos episodios antes”… Álvaro respiraba cada vez con mayor dificultad, y ya su mirada estaba muy perdida, el joven médico le tomó el pulso e inmediatamente le aplicó en mi presencia tres inyecciones de adrenalina, y me dijo, páselo a la camilla, mientras ellos se salían de la sala de urgencias.

Yo me quedé atónito, no lo podía creer. ¿Cómo pretendían que lo pasara solo a la camilla? … entonces abrí la puerta y vi al joven moreno que me había ayudado la primera vez, y nuevamente me valí de él y lo pasamos a la camilla, cuando estábamos en ese pro-ceso entraron Imelda (su esposa) y Alejandra (su hija menor), Álvaro las miró y perdió el sentido. Seguidamente, volvieron a entrar las enfermeras con otro un médico, este ya con cara de médico, y dijo que lo iban a intubar, nos preguntó quieres éramos para el paciente, ellas se identificaron y cuando le dije que yo era amigo me pidió que me retirara. En ese momento me acordé que el Mercedes-Benz de Álvaro, estaba afuera prendido y con las puertas abiertas. Salí como

Por : Francisco Mejía-Azcárate

El destino me escogió

un bólido y efectivamente, ahí estaba y cuando me iba a montar un ‘eficiente’ guarda de transito estaba dispuesto a multarme porque estaba parqueado en zona de ambulancias…. Debo admitir que no fui cortés, exploté y le dije hasta mico a ese hombre, cerré la puerta y me fui… decidí dirigirme al taller ‘Alta Pintura’ de mi amigo Humberto Pierotti, que queda a una tres cuadras, a quien le conté lo sucedido y le pedí que me tuviera el Mercedes-Benz de Álvaro ahí….

Inmediatamente, tomé un taxi y me dirigí al Edificio Coltabaco a recuperar mi Mustang, cuando llegué había dos personas montadas y varias personas alrededor tomándole fotografías… de la manera más amable, pero muy molesto (debo admitir) les solicité un ‘permi-so por favor’ y cuando me disponía a encender el motor para irme a la clínica, recibí una llamada de Hugo Suarez Fiat, quien a su vez había sabido de boca del Dr, Nader que Álvaro había fallecido, tras 25 infructuosos minutos de resucitación. Con el alma arrugada, me bajé del carro, al tiempo que salían un par de señoras de la Secretará de Turismo, quienes querían saber de la suerte de Álvaro, cuando le conté me abrazaron y permanecí allí con ellas un par de minutos más… cuando llegué a la clínica, en la sala de urgencias me encon-tré a Álvaro sobre la camilla, parecía dormido y con él estaban con Imelda, Alejandra y Ricardo Otoya, concuñado de Álvaro.

A diferencia de lo que pasa en Estados Unidos, o la casa del ex-pres-idente Uribe, este fue para nosotros un 4 de julio muy triste, Álvaro Tobón había muerto y el destino me había escogido a mí para que lo acompañara hasta ese último viaje.

A su señora esposa Imelda, a sus hijas Catalina, Marcela y Alejandra, a sus nietos(as) así como a su hermana María Victoria, y a sus yernos, mi más sentido pésame. Ustedes perdieron la luz del faro familiar y nosotros, en el Obelisco Classic Car Club, perdimos a ese amigo ecuánime, culto e inteligente, que cuando emitía un concepto sobre mecánica, era ‘Palabra de Dios’ y que a pesar de su precaria salud, siempre estuvo dispuesto a llegar de primero a nuestras reuniones de los jueves en el Obelisco, y a cada uno de los desfiles, mante-niendo suficiente ánimo para una buena carcajada y espacio para un buen plato de empanadas.

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Llegamos a la Ciudad Luz, la “Ville de Lumières”, llamada así no por el brillo de sus luces en sus amplios

bulevares trazados por Haussman, sino por las luces de Voltaire, Diderot, D’Hol-bach y tantas otras inteligencias de la Ilustración, reunidas en los suntuosos salones que acogían las tertulias revo-lucionarias.

Ese Paris histórico e iluminado es la que me gusta recorrer cuando vuelvo a visitarla. Repasar por ejemplo Giverny y los demás lugares en que se inspiraron los impresionistas y en los que empeza-ron a separarse del realismo figurativo y de los temas religiosos de la pintura clásica.

Crónica de ParísPor: Fernando Tocora

Claro, ya no son los mismos lugares idílicos de una Francia entrando a la revolución industrial; algo o mucho de la polución urbana los ha teñido de “smog”. “La impresión del sol” de Monet ya no es la misma y está opacada por la contaminación citadina.

Tampoco los lugares de la bohemia de los poetas malditos son los mismos, quizás algunos cafés como el de “Flore” o “Deux Magots” de Saint-German de Près, pero los demás han cambiado o cedido al paso del tiempo; Sin embar-go, Baudelaire, Rimbaut, Maupassant y los otros, encontrarían lugares y drogas adecuadas para su protesta y

su iconoclastia cultural en esta Paris caleidoscópica y multicultural.

He llegado en mayo de 2018 a Paris, 50 años después de los acontecimientos del Barrio Latino que casi dan al traste con el último gobierno de De Gaulle. No es mucho el “pavé” que queda después del que se utilizó para alzar la voz contra el establecimiento.

Ese barrio Latino siempre nos atrapó, desde los jóvenes días en que viví en la rue de Feuillantines y discutíamos al interior del grupo de investigaciones –rue Saint Guillaume- de la profesora Mireille Delmas-Marty, hoy miembro de élite del Colegio de Francia, sobre los asuntos del derecho penal y de la política criminal en el mundo.

Aquellos vientos de protesta del 68 no se hubieran dado con la intensidad en que se dieron, de no haber sido por las hecatombes que los precedieron (dos guerras mundiales). Y desde la plazo-leta de la Sorbona, el rumor creciente contra la irracionalidad recogía los ecos norteamericanos de la protesta contra la guerra del Vietnam o los del racismo secular. También desde el Este llega-ban los ecos de la primavera de Praga y el cuestionamiento del estalinismo bárbaro.

Cuando llegué por primera vez a Paris en 1984, a hacer un ‘stage’ de política criminal en Paris II, los cafés universita-rios eran más unas máquinas dispen-

sadoras que unos sitios de reunión y de debate. Después de semejante susto político en el 68, el establecimiento francés decidió “cortar por lo sano”.

En la segunda postguerra, con el hálito del existencialismo desde Saint-Ger-man de Près, con Sartre y De Beauvoir, y desde antes con la energía renova-dora de los movimientos estéticos del cubismo y del surrealismo, de Picasso, Bretón, Dalí, Buñuel, que soplaban desde Montmartre, señalando pre-cursoramente rupturas radicales que reivindicaban más la mirada del objeto que el objeto mismo representado.

Durante la primera mitad del siglo XX, la fotografía y el cine habían puesto en cuestión las artes clásicas con su preten-sión retratista y de copia de la realidad. En el boulevard de Capucines de Paris fue justamente donde los hermanos Lumière convocaron a George Méliès para revelarle un descubrimiento que cambiaría el panorama cultural y social del mundo: el cine. Ahora estaba sobre la mesa, la impresión de la realidad, su imagen o su descomposición, la crítica y el desentrañamiento de su esencia.

Desde el barrio Latino, desde los cafés de Saint-German de Près, o mucho antes, desde aquellos salones alfom-brados y tapizados cercanos a la plaza de Vosgues, el centro de la acción pasó en los años 60s a la Universidad de Paris, a Nanterre, en los que filósofos con Michel Foucault a la cabeza se-guían lanzando al mundo sus luces de intermitencia contra la alienación, la exclusión y el apocalipsis.

Hoy el “Quartier Latin” es más un recuerdo, un centro de pequeños restaurantes y tiendas de souvenirs; la consigna de “la imaginación al poder” quedó como una provocación y una ruptura contra el individualismo y el autoritarismo liberal, carentes de tonos de fraternidad y solidaridad.

nimiento, mercado de la educación, mercado de la salud, mercado de la justicia, MERCADO , el nuevo y omni-potente criterio de verdad.

Otra nueva generación de capitalismo salvaje, de inmigrantes en balsas nau-fragas, de guerras locales globalizadas, de video-gobiernos tipo Berlusconi, de terrorismos demenciales producto de la sinrazón de una nueva época que irrumpe luego de la caída del muro de Berlín y del levantamiento del nuevo muro de México en curso.

Luego aquellos filósofos fueron tras-ladados con su música y su tercer mundo a la periferia de Paris, a la nue-va sede de la universidad: Paris-Saint Denis, cerca del “Stade de France” en el que se juega otro partido, el de los “bleu”, distrayendo las masas de tantas elucubraciones, anunciando con fan-farrias publicitarias un mundo global, de nuevas estrellas Zidane, Platini, Maradona, un mundo de transna-cionales como la FIFA, transacciones multimillonarias como las de Messi, Neymar, Mbappé, mercado rutilante de jugadores, mercado del entrete-

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En Estas ÉpocasNUEVA SEDE CALIWORLD TRADE CENTERPACIFIC MALL

Ana María Aparicio Martínez, funcionaria del Club Deportivo Cali y el jugador del mismo Club y de la Selección Colombia de Fútbol, Abel Aguilar.

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Y hacerlo con lo mejor del corazón, de la

razón, han de permitir que la decisión

de traer ese hijo al mundo, sea mas ele-

mental. Debe estar preparado para sentir una

alegría infinita y la misma le permitirá seguir

viajando por la vida “liviano de equipaje”. Sin

nada que temer, sin nada que esperar, sin nada

que decir.

¡Tener hijossiendo responsables!

Por: Mario Humberto Lopera Ospina.

¿Cómo lograrlo?Se requiere, en primer lugar, vivir el momento del amor verdadero, espon-taneó, único, irrepetible. El amor del “homo” que te dice que te haz enamo-rado como nunca lo pudiste imaginar, como ni siquiera tenias idea de que se pudiera hacer de esa “contraria maravi-llosa y única.”

Lo anterior permite el impulso nece-sario para que puedan aparecen los amores inimaginables, indescriptibles, únicos, irrepetibles, fantásticos. En pocas palabras los, que además de la hermosa “marida”, se hagan dueños de ese lugar tan especial del corazón. Por ello la llegada de los hijos puede darnos, con seguridad, la posibilidad maravillosa de amarlos, consentirlos y protegerlos todo el tiempo y, esto debe y tiene que quedar bien entendido en

la sociedad de hoy, en cuanto a que si los queremos tener, es para saber hacer la tarea como debe ser siempre. No de otra manera se compadece traerlos al mundo.

¡La recompensa!

La recompensa de toda la felicidad vivida con ellos esos años y del esfuerzo por tenerlos, criarlos, darles oportunidades de vivir y ser felices, vendrá, con seguridad, al final de nuestra vida, cuando llega el momento de dejarnos amar y proteger por esos maravillosos Ángeles.

Para lograr lo descrito, se requiere luchar por los objetivos y usar el desprendimiento y la generosidad a toda prueba. Y esas palabras, bien entendidas, lo debe decir todo.

Los hijos en el mundo de hoy.

Más, en el mundo de hoy, el espacio que ocupan los hijos es muy reducido. Están mas preparados que nunca antes, pero son miles los que lo han hecho con las mismas ganas de triunfar. Entender este presente y por supuesto, todo el siguiente futuro de esas hermosas crias, es lo que debe y tiene que explicar el porqué se requiere ser muy, pero muy responsable, en el momento de tomar la decisión de traer un niño al mundo.

¿Amarlos? ¡Como a nadie en la vida! ¿Responder por ellos? ¿Qué es responder por el o ella?

¡Mentira!, Por mas que sepan, que luchen, que sueñen, que quieran hacerlo, el desarrollo del mundo moderno lo impide. La tec-nología y el desarrollo de la inteligencia artificial lo impiden. Nada parece poder afirmar que ellos puedan tener unas me-jores posibilidades de las que hemos tenido nosotros, como generación privilegiada.

¿Qué hacer? Si los trajimos al mundo. Si sentimos que son una parte muy importante de nuestros mejores sentimientos, el ÚNICO camino que nos queda por recorrer, es el que diga, grite y patalee que somos los padres los que debemos seguir lu-chando por su futuro, por su mejor mañana, desde el primer día de su vida en la tierra y hasta el ultimo de los nuestros. ¡Esta es la cruda realidad!

¿Como podemos hacerlo?

Invirtiendo en ellos de todas las maneras posibles; de la misma manera que lo hacemos en nosotros mismos. Por ejemplo:

1º.- En educación. En la que les guste y en toda la que pue-dan aprender. El saber, es la mejor defensa contra lo que sigue para ellos.

2º.- Tratando de pagar la póliza para asegurar la educación de esa “repetición de la existencia.”

3º.- Cuando seas adolescentes, comenzar a pagar los “aportes al fondo de pensiones” de ellos. De esta manera comienzan el proceso de acumular semanas para que puedan acceder a una pensión para su vejez.

4º.- Deben aprender otro idioma. Aunque sea ingles.

5º.- Deben ser maestros de “las buenas maneras”, pues como bien lo saben Ustedes, ellas son inderrotables. Nadie es capaz de ganarle el pulso a una persona que siempre esta acompañada de ellas, y estas les han de servir para abrirse camino por su vida.

6º.- Enseñándoles, con el ejemplo, que los ahorros se deben meter como en un baso que debe ser llenado y permane-cer como tal hasta la vejez, pues es en ese momento que los van a necesitar.

7º.- Tratando de explicarles que el peor enemigo de su propia vida, SON ELLOS MISMOS, y que es esa la principal razón para que aprendan a amarse como lo que son en realidad: ¡Unas verdaderas obras de arte!

8º.- Que la mejor noticia de cada mañana, es él mismo. Y que si le dieron ese día, es para que haga todos los esfuerzos necesarios por ser feliz.

Si logran desarrollar los anteriores principios (siquiera la mayoría), abran cumplido las obligaciones primarias con sus inolvidables hijos y estarán en paz con su fuero interno. De no poder hacerlo, por la razón que quieran, la vida les ha de pasar una cuenta de cobro inimaginable. Peor aún, no podrán saber quien debe pagar esa cuenta: si los padres o los hijos. ¡No puede ser, dios!

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Su Memoria Sobrevivirá a Su Época

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Álvaro Tobón

Arturo Gómez Gómez

Pilar López de Pedraza

Horacio Baena Cárdenas

Cecilia Domínguez de Llano

Bernardo Lince

Esneda Meyerdorff

Miguel Antonio PayánMarcos Carrillo Luz Velasco de Álvarez

Delio Baeza Escobar

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De Épocas PasadasDe Épocas Pasadas

Bernardo Jiménez y Mariela Cobo celebrando sus bodas de Oro matrimoniales.

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