portfolio 2012
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Portfolio de las fiestas del Stmo. Cristo de Candás de 2012TRANSCRIPT
Edita: iGrafix para el
Ayuntamiento de Carreño
Depósito Legal: AS-2.614/00
Maquetación:
iGrafix diseño gráfico
Portada:
Acuarela de José Cuervo Viña
Coordina:
Alain J. Fernández Fdez
Consejo de Redacción:
Hermenegildo Fernández González
José Marcelino García
Alain J. Fernández Fdez
Archivo Fotográfico:
Tito Aramendi
iGrafix diseño gráfico
Grabaciones:
Tito Aramendi
Colaboradores:
Abel S. Méndez
José Muñoz Álvarez
Juan E. Fernández Pandiella
Esther López Fernández
María Jesús González García
Este Portfolio no se hace responsable de las opiniones expresadas por sus colabora-dores; tampoco se compromete a publicar los artículos no solicitados.
El Consejo de Redacción que ha contado siempre con la generosa e ines-timable colaboración del escritor José Luis Campal, así como con la de suesposa la escritora Aurora Sánchez (recientemente fallecida), expresa aJosé Luis su más sentido pesar por la pérdida de la que fue su admirable ybondadosa compañera.
Ángel Riego González
Saluda del Alcalde . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4
María Teresa Álvarez
El Cristo del Amparo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .6
Carlos Luis Álvarez Vega
Carta abierta a un amigo . . . . . . . . . . . . . . . . . .8
Asociación de Vecinos Amigos de Candás.
Luis Fernández Fernández.
Del Rita… A la Pregona . . . . . . . . . . . . . . . . . .10
Erundina Busto Menéndez
“Viaje Redondo” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .12
José Luis Campal y Aurora Sánchez
“Liba”, novela sobre Candás, en
su siglo de vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .16
Alfonso Campuzano
Al hilo de la memoria . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .18
Alvaro Cuervo
Pregón para las fiestas del
Santo Cristo de Candás 2011 . . . . . . . . . . . . . .24
Laureano Fernández Álvarez
Candás y sus mujeres de la fábrica . . . . . . . . .30
Hermenegildo Fernández González
Cien años de cine en Candás . . . . . . . . . . . . . .32
Amelia Fernández López
Las Mujeres de la Mar: La Llave del cambio . . . .38
Juan José Fernández Moreno
Armando . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42
Carta a Pilar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .42
Luis Fernández Roces
A preguntar por mí . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .44
Luis Ángel Fernández Rodríguez
Linajes de Carreño: Feligresía de Candás . . . .46
Joaquín Fuertes
Entre la tierra yerma y el mar cansado . . . . . . .48
José Marcelino García
De cómo Helio, el heladero, no tuvo más
remedio que confesar a una mujer de Candás . .50
Berta García-Barrosa Candia
Una pérdida dolorosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .54
José María García García
Recuerdos de la sanidad en Candás
en los años 50-60 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .56
P O RT FOLIO DE LAS FIESTAS DEL STMO. CRISTO DE CANDÁS. AÑO 2012. EDICIÓN XLV I I
Rodolfo González Constans
Una biblioteca con encanto . . . . . . . . . . . . . . . .60
Ignacio Gracia Noriega
La literatura del mar en Asturias . . . . . . . . . . . .62
Elvira La Jorja
Es mi pueblo de Candás . . . . . . . . . . . . . . . . . .64
Manuel Menéndez Santos
Mi Buenos Aires querido . . . . . . . . . . . . . . . . . .66
Eterno en el alma y en el tiempo . . . . . . . . . . .70
Arturo Muñiz Fernández
Candasinos ilustres: Miguel Barrosa . . . . . . . .72
Emilio Nieto Menéndez
Aquel Candás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .74
David Pérez-Sierra González
De fútbol. Tres trofeos importantes para
Carreño (II Parte) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .76
Carlos M. Prendes García-Barrosa
En torno a la estética del piragüismo . . . . . . . .78
Emilio Quirós González “Milúas”
El refugio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .80
Eduardo Román García
También tres . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .82
María Victoria Sánchez Zanón (Maru)
Cuando en Perán pudimos tener perlas... . . . .84
María Josefa Sanz
¡Y todo por pescar sardinas! . . . . . . . . . . . . . . .86
Armando Velasco Monreal (Mandy)
Los Tharisman y Candás . . . . . . . . . . . . . . . . .90
Concurso Nacional de Fotografía Digital
“La Mina y la Mar 2011” . . . . . . . . . . . . . . . . . .92
Encuentros de la Mina y la Mar “Langreo y
Carreño 2011” . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .94
Langreo y Carreño en los actos del Pregón de las
Fiestas del Stmo. Cristo de Candás . . . . . . . . .95
Mª Sol Viña Martínez
Bajamar y pleamar . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .96
Wifredo Rodríguez Suárez
Al Cristo de Candás . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .98
TODA UNA VIDAOliva Cuervo Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . .99
Joaquín y Cipriano Aramendi-Cuervo . . . . . . .102
ALBUM PARA EL RECUERDO . . . . . .105
I N D I C E
4 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
l Portfolio de las fiestas del Santísimo Cristo de Candás me ofrece la posibilidad todos
los años de dirigir como Alcalde de Carreño unas palabras de saludo y felicitación a
todos mis conciudadanos: candasinos presentes y ausentes, amigos, forasteros y vi-
sitantes.
Fechas entrañables y de un profundo sabor marinero y tradicional, las fiestas del
Cristo son el colofón, el broche de oro con que Candás concluye las múltiples actividades de todo
un calendario lleno de eventos culturales, sociales y deportivos encaminados a ofrecer a candasi-
nos y visitantes lo mejor de nuestro patrimonio cultural y festivo, de nuestra hospitalidad, folk-
lore e idiosincrasia del antiguo y original pueblo marinero; un pueblo generoso, con solera, traba-
jador y alegre, que mira al futuro con esperanza e ilusión, haciendo frente al temporal de estos
tiempos con ese mismo arrojo y valentía con que los marineros de Candás han enfrentado las
galernas que rodearon tantas veces su vida.
Quiero pues, en estos siempre esperados días de las fiestas del Cristo, cargados para muchos
de profundos y emotivos sentimientos, tener, en primer lugar, un recuerdo para los que nos
dejaron, y hacer llegar a nuestros ancianos y ancianas, a los viejos marineros, a los enfermos y a
los jóvenes, que son nuestra esperanza de futuro, a los que sufren algún desconsuelo o dificultad,
y, en general, a todos los que durante estas fechas convivirán con nosotros, mi saludo más cor-
dial, al que acompaña el deseo de un tiempo mejor, más próspero y justo; un tiempo en el que el
trabajo para todos, la paz, la cultura y la libertad sean siempre nuestra meta y más preciado bien.
Esa es la lucha, el empeño y el horizonte diario de esta Corporación Municipal que presido,
en la que, con la misma ilusión y entusiasmo de siempre, estoy al servicio de Candás, de Carreño
y de todos vosotros.
Un fuerte abrazo, y felices fiestas.
Ángel Riego González
ESaluda del Alcalde
n los últimos años,
afortunadamente para
mí, tengo la posibili-
dad de pasar todos los
meses una semana en
C a n d á s, pueblo en el que nací y que
siempre ha ocupado un lugar
importante en mi corazón, pero
confieso que desconocía hasta que
p u n t o .
Durante mis actuales estancias
en Candás voy recuperando poco a
poco recuerdos que permanecen
a r c h i vados en mi memoria y que de
repente aparecen con fuerza llenán-
dome de emoción. Un olor, un
golpe de viento, una música y sobre
todo el contacto con las candasinas
y candasinos que han permanecido
en su pueblo, del que forman parte
i n d i s o l u b l e, hace revivir mi memo-
ria existencial llenándola de imá-
genes y sonidos.
H oy quiero compartir con las
lectoras y lectores del portfolio de
las fiestas del Santo Cristo de
Candás un recuerdo recuperado
gracias a Josefa, “la Cervera”, y a
Cuca, “la Ñarea”, a las que quiero y
con las que adquiero unas vive n c i a s
interesantísimas que enriquecen la
percepción de mi pueblo al que
pretendo conocer cada día mejor.
Una tarde, hablando de la pro-
cesión del Santo Cristo, les conté la
emoción que sentí al ver el rostro
de nuestra venerada imagen en la
t e l evisión. Fue en la década de los
setenta, cuando por primera vez el
Cristo salía a la calle sobre los
recios hombros de unos candasinos
que orgullosos y nerviosos le
mostraban sus calles.
Sé que la emoción y ex p e c t a c i ó n
ante su salida era grande entre
todos los asistentes. La tradición
decía que la venerada imagen no se
podía bajar del camarín, incluso
cuando la hija de Isabel II, la infan-
6 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
María Te resa Álva re z
El Cristo del Amparo
EE
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 7
ta Isabel, “la Chata”, visitó Candás y
pidió que sacaran al Cristo, por no
poder subir ella las escaleras, las
autoridades se negaron diciendo
que resultaba enormemente peli-
groso y que sintiéndolo mucho no
podían atender a sus deseos.
De ahí que cuando el párroco,
don Valeriano Muñoz, decidió que
el Cristo paseara por el pueblo el 14
de septiembre, una temblorosa
emoción se apoderó de todos.
Desgraciadamente no pude par-
ticipar de ella en directo pero sí co-
mentar las imágenes en telev i s i ó n .
Y fue entonces cuando me di cuen-
ta de la suave y amorosa ex p r e s i ó n
que se refleja en la cara del Santí-
simo Cristo. Siempre lo había mira-
do desde abajo y al ver un primer
plano de su rostro me impresionó la
dulzura de su gesto.
Josefa y Cuca recordaban muy
bien este día y me hablaron del
Cristo que salía en las procesiones
a n t e r i o r e s. Ellas me facilitaron la
fotografía que ilustra este artículo.
Fotografía que guardan como un
tesoro porque,
–“Mira, este es mi padre”– dice
Cuca, señalando al personaje que
figura en la izquierda de la foto en
la parte delantera.
–“Y el de la derecha el mío”–
apunta Josefa.
Eusebio Rodríguez, “Ñareo” y
Saturnino Suárez, “Fr a n c h u t e ” ,
como otros marineros de Candás,
l l evaron al Cristo del Amparo
durante muchos años.
Ninguno de los dos pudieron
ver la salida emocionada de su
Cristo marinero, pero sus hijas y
toda su familia pensaron en ellos de
forma especial aquel 14 de septiem-
b r e.
Os aseguro que las escuchaba
entusiasmada, aunque con cierta
preocupación ante lo que me esta-
ban contando porque no recordaba
haber visto nunca al Cristo del
Amparo. Claro que de niña, tal ve z
no me fijé, y lo cierto es que de
j oven, casi nunca iba a la procesión,
porque con un grupo de amigas nos
pasábamos la mañana del 14 de
septiembre en la iglesia ve n d i e n d o
a los peregrinos y romeros recuer-
dos del Santísimo Cristo.
Al rememorar aquellos momen-
tos veo con toda nitidez la imagen
de Josenín el de Ricarda que
atendía las peticiones de los fieles
enganchando en una horquilla los
objetos que ponía en contacto con
el faldón del Cristo y, ya benditos,
los devolvía a sus dueños. Lo que
no sabía es que, Celestino Muñiz,
que fue secretario del Ay u n-
tamiento hacía de “gancho” de
Josenín. Según me contó su hijo
Pe p e, casado con mi amiga Marisa,
su padre acudía todos los 14 de sep-
tiembre a primera hora de la
mañana al Camarín y después de
rezar al Santísimo Cristo le daba su
pañuelo a Josenín para que lo acer-
cara a la falda de la sagrada imagen.
De esta forma los romeros captaban
inmediatamente la misión de aquel
hombre que, aferrado a la horquil-
la, se pasaba horas y horas muy
orgulloso de su misión de interme-
diario entre el Cristo y sus fieles.
Eran otros tiempos en los que todos
intentábamos que el día del Cristo
fuera el más importante de todo el
a ñ o .
Hace unos meses no era cons-
ciente de este recuerdo que acabo
de plasmar y que como una luz que
se enciende acudió a mi mente
m o t i vado por la conversación con
Josefa y Cuca que también me
hablaron de la emoción de todo el
pueblo cuando acudió al muelle a
recibir la actual imagen del Cristo,
realizada en Galicia después de la
Guerra Civil, ya que la original,
rescatada del mar en el siglo XVI,
había sido destruida en la contien-
da. Me cuentan que la imagen fue
colocada en la caja de un camión en
un lecho de laurel.
Fue hermoso revivir retazos de
la historia de Candás de la mano de
Josefa y de Cuca pero la verdad es
que sentía un cierto resquemor al
no recordar la imagen del Cristo del
Amparo. Por ello me decidí a visi-
t a r l o .
En El Regueral, en la capilla de
la To r r e, perteneciente a la casa del
mismo nombre, en plena ruta clari-
niana se encuentra el Cristo del
Amparo. Nada se sabe sobre el ori-
gen de esta imagen que con toda
probabilidad fue comprada por los
antiguos dueños, según nos cuenta
la actual propietaria, Mari Carmen
que recuerda cuando de Candás
iban a recogerlo todos los treces de
septiembre y lo devolvían el 15.
Es una talla de tamaño mediano
que tiene la cabeza mucho más
inclinada que el Cristo marinero
que parece no abandonado a la
m u e r t e.
Miré al Cristo del Amparo
durante unos minutos y, para mí,
era la primera vez que lo veía. Le
pedí perdón por no haberme fijado
en él y en aquel pequeño recinto
t u ve la sensación de que El Cristo
del Amparo se alegraba de ve r m e.
Me fui prometiéndole que ahora
que lo había recuperado ya formaba
parte para siempre de mi vida.
8 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
migo José Ignacio: Lle-
gadas estas fechas ve-
raniegas tenía que re-
cordarte más que nun-
ca, ante todo como
amigo, y como colaborador habitual
incondicional de este Portfolio de
fiestas al que siempre aportaste lo
mejor de ti, sobre algo que nos atra-
jo desde niños, la navegación, los
b a r c o s, puertos y en definitiva, como
buen candasín, la mar.
Veranos de los años cincuenta.
Yo a clase de matemáticas, tú a clase
de latín a Perlora. Luego a la playa de
Palmera, a la de antes, la de les case -
t e s, que regentaba mi inolvidable y
pariente Etelvina.
Por la tarde, a coger cangrejos al
Río Rita, o a pescar al Muelle. Nos
empataba los anzuelos el ve n e r a b l e
buzo, cuando terminada su jornada
laboral tomaba el buen hombre la
botellina en el Bar de Benigno, tras
haber terminado la dura tarea de co-
locar los bloques de hormigón que
m ovía la machina, ayudada por los
r e m o l c a d o r e s.
Al atardecer, intercambio de te-
beos y cuentos en las escaleras de Te-
l é g r a f o s, incluidos los comics publi-
cados en castellano, que siempre te
enviaban tus primos de Texa s.
Recuerdo cuando leímos ambos,
con poco más de doce años, un ejem-
plar de Hamlet procedente de la bi-
blioteca de tu padre, que el bueno de
Marino tendría como oro en paño,
dada la afición y documentado como
estaba en el Arte Dramático.
Transcurridos los años, yo traba-
jando en el palacete del Muelle y tú
ya navegando como oficial telegra-
fista, primero en la Naviera del Na-
lón, y después en la Tr a n s m e d i t e-
rranea, nada más pisar tierra ibas a
buscarme para dirigirnos al bar El
Mecheru, donde adquiríamos orujo
y acto seguido rumbo al Musel a
invitar a tus compañeros de la her-
mosa motonave Ciudad de Oviedo.
D e p u é s, fruto de nuestras ve-
ladas en el Varadero, con el resto de
los amigos, conociste a la mujer con
quien compartirías el resto de tu
vida, el que sería tu suegro Pe p e
Viña, poeta y pensador, que escribía
a p oyado en el mostrador acerca de la
condición humana, diciéndonos que
la existencia se reducía para mucha
gente a simples funciones orgánicas,
c o m e r, hacer los contrario, y otras
actividades similares.
No podría concluir este escrito
sin recordar los tres responsables
que tuvo la Oficina de Telégrafos de
Candás: Bernardo Vega mi abuelo,
Ignacio Marino tu padre, y por últi-
mo tú mismo.
Hasta siempre José Ignacio, des-
de donde estés sigue transmitiendo
buen rollo. Allí, con seguridad, no se
aburrirá nadie.
C a rlos Luis Álva rez Ve ga
Carta abierta a un amigo
A
iempre fuiste la
cenicienta de nues-
tro pueblo. Todos te
e n s u c i a m o s, una y
otra vez, hasta nive-
les de escándalo sin que nada nos
justifique –Estamos hablando de ti,
"río Rita"–. Siempre tan sumiso y
tan callado. Muchos siguen creye n-
do que la mar lo cubre todo, lo tapa
todo, lo desaparece todo y así nos
va. Como si a este mar de Candás,
viejo y sabio, le pudiéramos
e n g a ñ a r.
Jamás te reve l a s t e, y podías
hacerlo, como lo hace la naturaleza
en otras partes. Por eso creemos
que tú y nosotros, además de ve c i-
n o s, somos buenos amigos, y debes
de saber que aquellos que no saben
c u r a r t e, ¡te tapan!... Buen procedi-
miento para tapar las indecencias.
Pobre "río Rita", cientos de años
o b s e r vando impertérrito todas
nuestras incoherencias. Firme y
silencioso corres a la mar y sales
por la puerta de la Pregona desde
que Candás es Candás y mucho
a n t e s. Hay cosas que no sabemos
con certeza, porque no hay nada
escrito, pero no es descabellado
pensar que es posible que el asen-
tamiento de Candás se deba a ti.
Pobre "Rita", siempre cargando
con lo humano por ser el hombre
hostil a la naturaleza. Bueno... nos
queda San Antonio, ya sabes, sin
capilla, que podía compensar todo
tu sacrificio haciendo un milagro...
¡ Ya veremos!. Las cosas terrenales
hace tiempo que no están en la
agenda de los Santos.
Río Rita (Nova l ) .
10 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Del Rita…
Luis Fe rnández Fe rnández. Asociación de Vecinos Amigos de Candás.
S
uieren taparte con
toneladas de cemen-
to tantas cicatrices
dibujadas por el
tiempo en el cuerpo
rocoso de tu Peña Furada. O en tu
muro del paseo marítimo, azotado
una y otra vez durante décadas,
por este mar nuestro y el capricho
de todos los vientos.
Qué saben ellos lo que es soñar
m i r á n d o t e, para entenderlo hay
que mamarlo… ¡lo siento, pero
vosotros nunca lo entenderéis!
Nunca podréis ver un maravilloso
rincón donde la mar se regodea
esperando un buen temporal para
derribar la muralla infranqueable
que corta su libertad. Esto no viene
en los libros. ¡Maldita ceguera!
No entienden de pequeñas his-
torias de pueblo, de señas de iden-
tidad grabadas a golpe de mar... Y
no preguntan: ejecutan.
Progreso y modernidad sí, pero
los rincones del Candás antiguo,
pescador y único, no tenemos
nosotros ningún derecho a ser los
últimos en contemplarlos. ¿Con
qué derecho privaremos a los
futuros candasinos de este rincón?
¡Ni un kilo de cemento más por
favor!
Ahora mismo en La Pregona
está lloviendo…, pero enseguida
escampará.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 11
A renal de la Pregona, Peña Furada y Fa rola de los Ángeles.
...A la Pregona
Q
12 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
l cielo se abría aquel
día de temperatura
agradable con una
espesa cortina gris
mientras los perros
reclamaban con sus acordes ladri-
dos su paseo matutino. Este paseo
al que voy a dedicar unas letras,
siempre agradeciendo el espacio
permitido a la ocasión, es la ruta
Clariniana “Viaje Redondo”, que
empieza en la Rebollada, parroquia
de Guimarán, en limite con la de
Prendes, tras la gasolinera del mis-
mo nombre y próxima al afamado
restaurante casa Gerardo y la casa
Texera de los ya fallecidos her-
manos Busto, entre ellos el más
conocido Marino (de quien en su
día el director del Real Instituto de
Estudios Asturianos D. Francisco
Tuero Beltrand, en el prólogo del
libro “Historia de las escuelas e
instrucción primaria en el concejo
de Carreño” apuntó: “Marino Bus-
to es un lujo para Candás”
El trayecto, de 8 Km. aproxi-
madamente, fácil de andar, viene
facilitado con los indicadores
direccionales y kilométricos habili-
tados por el Ayuntamiento y real-
zados con fotografías del entorno o
con otras de cuadros de Nicanor
Piñole, acompañadas de pequeños
fragmentos del cuento “Viaje Re-
dondo”, de D. Leopoldo Alas Ure-
ña, más conocido por Clarín, evo-
cando el relato autobiográfico del
autor de aconsejada lectura.
En uno de estos indicadores se
lee: “Viaje Redondo” es el de la
existencia, un viaje simbolizado en
el pórtico de la iglesia, que era a la
vez, escuela de niños y antesala del
cementerio. Efectuando este recor-
rido se podrán observar los testi-
monios de este relato, los cuales
nos permitirán conocer la inqui-
etud religiosa de Clarín”.
Otros indicadores con fragmen-
tos de “Cuesta abajo”, “El cura de
Vericueto”, “A 0,50 poeta” y “La
trampa” hacen referencia al en-
torno.
El paseo se hace agradable y
recreativo por lo mucho que ver en
la falda sur de la loma Cortina. En
el primer kilómetro ralentizamos
el paso contemplando casas de
reciente construcción, pero una
nota discordante desentona en
este tramo; más adelante también
se repite, pues junto a estas her-
mosas residencias hay una casa,
con su panera abandonada, que
venía siendo ocupada por personas
que en nada les preocupaba el
entorno, dejando restos que, a mi
entender, sería conveniente ade-
centar, pues impactan a los visi-
tantes. También la antigua edifi-
cación de la casona y panera de los
Muñiz, que una señal informativa
de hórreos y paneras con dibujo
despieza, está cual quedó tras la
infortunada guerra civil, prev i o
paso por el hermoso y nuevo geriá-
trico de los veterinarios Rocío y
Horacio, de construcción finaliza-
da. Al ponderarle la exc e l e n t e
obra, su dueño Horacio nos
comenta las muchas trabas buro-
cráticas que soportó para su edifi-
cación.
Dejada atrás la residencia se
llega a la fuente de nombre El
Rosal, recientemente retocada, con
agua no sometida a control sani-
tario y zona para el descanso, con
un lavadero de dos espacios que
nos hace pensar en el lavado y
aclarado junto a un reducido abre-
vadero.
La carretera nos lleva a la
Quinta Clarín, suntuosa casa que,
como hoy se ve, no conoció Clarín
pues fue edificada en 1911 diez
años después de su fallecimiento;
es aquí donde me viene a la memo-
Erundina Busto Menéndez.
“Viaje Redondo”
E
ria, entre otros, el artículo de Mari-
no “Leopoldo Alas Clarín y Guima-
rán de Carreño”, y las ex p l i c a c i o-
nes de la visita al solar clariniano
de Guimarán que también Marino
aportó al simposio internacional
“Clarín y la Regenta”, o los escritos
sobre Clarín que yo incluí en este
porfolio hace ya algunos años sobre
temas relacionados con alguna de
sus enfermedades y la importancia
del concejo de Carreño en su pro-
ducción literaria.
Según me comentaba Marino,
mi bisabuelo fue coetáneo y amigo
del escritor. Recuerdo las anécdo-
tas vividas por el casero “Manín”,
referidas por su nieto Víctor, el cual
las describía como hechos e intimi-
dades no contadas, en una ocasión
que le visitamos en compañía de
Marino; de cómo Clarín era visto y
conocido en Guimarán, que pa-
recía tener un gato y un perro en el
cuerpo por lo arisco del primero y
noble del segundo, pero esta anéc-
dota entendíamos que era de co-
secha propia, aunque por si misma
no la podíamos descartar a causa
de su padecimiento nervioso y di-
g e s t i vo. Él mismo así se veía. En
carta dirigida a Benito Pérez Galdós
fechada el 24 de Julio de 1884 le
decía Clarín de este aspecto: “Te n-
go la salud muy quebradiza; cada
pocos días me dan jaquecas con
acompañamientos de fenómenos
n e r v i o s o s … ”
En la Quinta con la actual
dueña, Manolita, hablamos de lo
mucho que hoy representa su casa
para Carreño y esta ruta, la aten-
ción gratuita que ella tiene con
todos aquellos grupos nacionales e
incluso extranjeros que de acuerdo
y previo aviso son guiados al hacer
la visita del entorno con un acom-
pañante autorizado por el Ay u n t a-
m i e n t o .
En la conversación hablamos
entre otras cosas de la hermosa y
buena conservación de los jardines
y nos comenta que incluso ella par-
ticipa en este mantenimiento, por
lo que dejamos caer que no estaría
de más que algún estamento del
consistorio le ayudase a ello; tam-
bién sobre las hermosas vistas que,
h oy como en época de Clarín, nos
relajan y deleitan, vistas de las que
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 13
Erundina y Manolita en la Quinta Clarín.
14 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Clarín refería así: “… suelo yo con-
templar en la lejanía del horizonte,
medio borrado por las nieblas, los
picos y crestas de las sierras y
cordales que son la espina dorsal
de los Pirineos por esta parte can-
tábrica …. Cuando el cielo está
muy despejado, por todos los pun-
tos cardinales, se ven desde mi
huerta los Picos de Europa que
parecen jirones de nubes que a
veces dora el sol para mí ya ausente
…. ”.
Vueltos al camino y adosada a
la Quinta podemos beber en la
f u e n t e, que con sus tres cuerpos,
f u e n t e, lavadero y abrevadero nos
indica los distintos usos del agua
como bien se lee en la señalización,
así como la compartimentación del
l avadero para la colada de las per-
sonas enfermas, ropa de difuntos y
resto del vecindario. Esta fuente,
que recuerdo con castaños, de
nombre Cellero, la podemos aso-
ciar y de ahí su nombre, a los cas-
tañedos celleros con frecuencia
mencionados en los “apeos” de
bienes que en su día pertenecieron
a la Catedral de Oviedo. Dichos
castañedos son de los que se lla-
man celleros por tener como tenían
la acción los vecinos de plantar en
él y sólo contribuyen al arren-
damiento de dicha “yugería” con la
mitad del fruto que producen,
quedando dueños de los árboles
para su arrendamiento.
Proseguimos nuestro lento ca-
minar cuando el abigarrado gru-
púsculo de chalets nos sigue sor-
prendiendo al contemplar las mu-
chas y extensas praderías que lo
b o r d e a n .
Al paso por la casona palacio de
los Carreño, grata de ver con nue-
va techumbre, no como la advir-
tiera, sufriera y presentara Arman-
do Rodríguez en un artículo de “El
Comercio” de Junio del noventa y
siete sobre su derruido techo.
Continuamos sobre empedrada
antojana con panera separada del
caserón de cuyo lugar Marino
Busto en un artículo del año 91 en
“El Comercio” y posteriormente en
el porfolio del mismo año nos rela-
ta entre otras cosas que el linaje de
los Carreño en el término de Seba-
des es de los más ilustres y vieja
nobleza de Asturias y la más
importante familia de nuestro con-
cejo. Y en otro porfolio en año pos-
terior de cuyo tema polemizó en
diversos medios de comunicación
e incluso con conferencia en el
RIDEA sobre la naturaleza y alcur-
nia de nuestro glorioso artista D.
Juan Carreño Miranda nos dice del
palacio, que hoy tal se ve, lo si-
guiente: “El palacio con ostentoso
escudo de armas, capilla en su día
abierta al culto bajo la advocación
de Nuestra Señora de la O, con-
servándose de la primitiva fábrica,
en la fachada principal, pared Oes-
te la puerta de entrada con arco de
medio punto (siglo XII) y en la del
Este otra puerta gótica , tal vez del
XIII”.
Actualmente un panel indicati-
vo próximo al edificio hace una
reseña del Palacio.
Medio Km. después llegamos a
la Iglesia Parroquial de Santa Ma-
ría la Real de Logrezana, en Seba-
des, que tiene su origen en el mo-
nasterio del mismo nombre, otor-
gado por el Rey Ordoño I a la
Catedral de Oviedo el año 857,
bordeada de laureles, dando lugar
a la especulación de si el nombre
del monasterio procediese de “lau-
retana” debido a estos árboles.
A esta iglesia dedicó amor,
tiempo, esfuerzo y mérito el ante-
rior párroco D. Manuel Martínez
González, hoy recordado en una
placa conmemorativa, labrando las
piedras que según él entendía
mejorarían el Templo donde pre-
cisamente se desarrolla el cuento
del referido viaje que podríamos
así resumir: Una madre y su joven
hijo rezan en un sencillo templo
rural envueltos por el gran silencio
que la aldea proporciona; rezan
por su padre fallecido, el joven se
debate con sus dudas espirituales y
la madre sufre por la crisis de fe
que supone en su hijo. En ese reco-
gimiento espiritual la madre se
imagina ya decrépita y ve a su hijo
envejecido pero empapado de esa
fe que ella hubiera deseado para
él. Al abandonar el templo la ma-
dre extiende su mano hacia un
ataúd que cuelga en el pórtico y
expresa su último deseo, ser ente-
rrada en aquella vieja caja de ma-
dera.
Como apunta Agustín Coletes
Blanco en su libro “Clarín y Ca-
rreño”. “¿Es “Viaje redondo”, en su
inspiración al menos, el pequeño
recuerdo autobiográfico, de una, o
posiblemente de varias visitas a la
iglesia de Logrezana del jove n
Leopoldo y su madre?”
Adosada a la fachada principal
de la iglesia una chapa explicativa
que fielmente referimos específica:
“Consta de una sola nave.
Conserva del románico la ventana
del lienzo meridional de la Capilla
Mayor, la puerta principal y el
campanario. Los capiteles Jónicos
de la puerta tienen motivos orna-
mentales de hojas de árbol policro-
mado.
En la mencionada ve n t a n a
románica, su capitel de la izquier-
da constituye tal vez el motivo
arquitectónico más valioso del
templo: muestra a ambos lados dos
serpientes o dragones entrelaza-
dos, mitológica representación del
“rebrote” es decir el eterno volver
al punto de partida de la tradición”.
Como tiene por costumbre
nuestra cicerone particular Ve r ó-
nica Román Busto nos indica que la
ventana antes referida pertenecía al
original ábside y que había sido
colocada en este nuevo emplaza-
miento en una reparación del siglo
XVII. Del cabildo, a imitación del
románico, al que D. Manuel dedicó
destreza y tiempo, comenta lo si-
guiente: “Está orientado al sur
como es costumbre, con tres arcos
de medio punto y sobre ellos cuatro
bustos de altos jerarcas eclesiásti-
cos y debajo aparece la leye n d a
“ ROGA MARIA PRO NOBIS”
sobre cuatro robustas pilastras que
muestran una iconografía va r i a d a
en cuyos fustes se pueden apreciar
p e c e s, arpías, sirenas, un aglomera-
do bestiario unido a seres
humanos; en los capiteles con
mejor talla motivos religiosos,
destacando entre otros La Virgen
de Covadonga. También llaman la
atención las ménsulas o canecillos
que soportan el alero con repre-
sentaciones de monumentos asturi-
a n o s. En el interior del cabildo, en
su zona oeste, tapiando una antigua
puerta vemos una especie de estela
oferente y en la parte norte del
citado cabildo se pueden observa r
tres escudos, el de España entre los
de Asturias y Carreño. En el ex t e r i-
or se observa en su zona Oeste, en
el tímpano delimitado por un fron-
tón escalonado, motivos dive r s o s,
un rosetón, la puerta tapiada, ante-
riormente citada, esculpida con un
m o t i vo central entre dos columnas
y sus capiteles”. En el ex t e r i o r
admiramos el altar hermosamente
labrado para eventos religiosos en
contacto con la naturaleza.
Proseguimos nuestro camino
después de un leve descanso y
haber saciado nuestra sed y la de
los perros, subiendo la lleva d e r a
cuesta de la Iglesia donde tras ella
y a su lado en la zona de Po s a d a
podemos observar la antigua casa
de los Solís Carreño, hoy en desuso
y tabicada, donde años atrás junto
a Marino pudimos ver en el suelo el
escudo de la familia Miranda en el
interior de la fachada desportillada.
Llegados al Monte en la loma
Cortina giramos a la izquierda visi-
tando a escasos metros las escuelas
de Logrezana de las que reciente-
mente un matrimonio amigo nos
enseñó los planos originales. Es-
cuela producto de la emigración,
inaugurada el 5 de Octubre de
1923, construida totalmente a cargo
del hijo emigrante de la parroquia
D. Manuel González Martínez y
que constaba de dos naves para los
alumnos de diferente sexo, con
casa central para los maestros.
Retornando a la ruta por la
loma, el turismo nos sale al encuen-
tro con una hermosa casa rural,
casa de aldea “Casona los
Gamonales”, cuyo dueño, Enrique,
afablemente nos la muestra,
quedando embelesados con la mag-
nífica reforma de gusto exquisito y
gran coste en aquella vieja casa de
l a b r a n z a .
P r eviamente un indicador nos
señalaba la Arena en dirección a
otra casa rural, casa Jesusa, que por
desviación no visitamos.
Después del Monte el Campón,
Colloto y Pinzales nombres de los
lugares de la loma por los que se
pasa en un remanso de tranquili-
dad y sosiego con vistas de los
picos de Europa hacia el sur, si el
tiempo lo permite, o con el hori-
zonte de la marina Cantábrica
embrujadora con vértice en la ense-
nada de Perán al norte. Finalizando
el viaje en Arquiella, pudiendo
d e s v i a r s e, si se desea, a la izquier-
da hacia Candás o retornar en la
otra dirección al inicio de la ruta
por Prendes.
Esperamos que esta somera
explicación sirva de acicate para
que cuanto carreñense o foráneo lo
desee sienta el mismo deleite que
habitualmente nosotros apreciamos
en los paseos con nuestros dilectos
p e r r o s, haciendo la ruta completa o
parte de ella. Y si se tercia, depar-
tiendo unas palabras con la agrada-
ble gente de este valle de Carreño,
y como colofón sólo me cabe año-
rar un viaje redondo al pasado con
las impactantes casas abandonadas
volviendo a tener vida, entre lo mu-
cho edificado.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 15
16 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
ace cien años, el perio-
dista y empresario
Amador de Campo-
manes publicaba en
México capital (país
en el que se había exiliado tras emi-
grar a Cuba), y de la mano del editor
Eusebio Gómez de la Puente, una
austera novela de 229 páginas y
marcados tintes melodramáticos ti-
tulada “Liba (De otros días)”. La
obra posee, parcialmente, ambien-
tación candasina: la villa figura des-
nudamente retratada como “C.”
frente a otros lugares donde trans-
curre la acción que sí se consignan
con su nombre exacto: La Habana,
N u eva York, Londres, Buenos Aires,
Pa r í s, etc.
“Liba (De otros días)” está re-
corrida por un funerario acento sen-
timentalista (amor verdadero que
sólo se hará efectivo más allá de la
muerte) entre los dos desamparados
amantes Liba y Fernando de Sol-
d evilla. Como bien dice el narrador
en el prólogo de la novela: «Si el lec -
tor nos sigue verá que se trata de una
historia muy dolorosa. Historia intensa
y duradera y triste» (p. 11).
Acerca de su autor, el erudito
local David Pérez-Sierra González,
además de obsequiarnos con una
copia de la obra en cuestión, nos
hizo saber en su día, lo que le agra-
d e c e m o s, que Amador de Cam-
p o m a n e s, nombre literario de Ama-
dor Álvarez Fernández (ya que eran
sus padres el industrial lenense Gas-
par Álvarez Campomanes y la jove n
mierense Vicenta Fernández Casal),
fue un emprendedor inquieto natu-
ral de Mieres, localidad minera en la
que nació un 14 de octubre de 1872.
No obstante, dos de sus hermanos
(Alfredo y Sara) vinieron al mundo
en la capital de Carreño, donde el
padrón municipal situaba a la fami-
lia en torno al año 1879, y en cuyo
concejo el padre del futuro nove l i s t a
ejerció como alcalde, según refiere
Constantino Suárez, “Españolito”.
Puesto que “Liba (De otro s
d í a s ) ” (1912) no ha gozado de reedi-
ciones ni reimpresiones, nos hemos
tomado la libertad de conmemorar
la efeméride seleccionando, de entre
los 31 capítulos de que consta el
libro, ocho fragmentos descriptivo s
de arraigado sabor candasín que juz-
gamos no le pasarán desapercibidos
al lector conocedor de su territorio
físico y anímico, de ese Candás de fi-
nales del siglo XIX que Campo-
manes pinta a veces con un deje de
a m a r g o r. Helos aquí:
1) «Sobre la costa del mar de
Cantabria, en las playas bravías del
Cabo de Pe ñ a s, allí donde las olas
tienen en su murmullo acentos de
salmo, melodías de orquesta y rugidos
de fiera; donde a veces parecen oírse en
las noches de tempestad lamentos que
ruedan sobre la encrespada espuma,
como el estampido del trueno rueda en
las nubes, sobre ese mar imponente y
trágico, hirviente como el vaso de una
catarata, la villa de C. se refleja como
en un espejo en los días serenos y en las
noches apacibles y claras. Contra los
vientos del norte protege a la villa de
C. una elevada colina, que el mar soca -
va y la espuma salpica de continuo.
Sobre la colina, en el punto más elev a -
do, entre los pinos, una capilla abre
una vez cada año su única puerta para
dar paso a las devotas de San Antonio,
q u e, como en casi todos los pueblos de
As t u r i a s, suelen ser muchas y no ma -
l a s, infiriéndose de ser muchas que es
débil el poder de sus ojos contra la cor -
riente de emigración que ha arrastrado
y arrastra a la juventud asturiana,
aventurera y quimérica, tras el sueño
que muy pocos realizan acá en las tier -
ras americanas. Frente a la colina de
San Antonio, al Sur, un monte de
aparente figura cónica se eleva casi
perpendicularmente sobre el pueblo, de
tal suerte que si algún día se desplo -
mara, sepultaría hasta la última teja
del caserío. Al Oriente se adormece o
“Liba”, novela sobre Candás,en su siglo de vida
José Luis Campal y Aurora Sánchez
H
ruge el mar y al Oeste se extiende un
pequeño valle y serpea un tímido
a r r oyo, de caudal escaso y cristalino,
tembloroso como una lágrima, silente
como una agonía. Una fuente famosa,
que tiene un nombre de acento
eúskaro, vierte constantemente por seis
bocas el agua purísima, que se nos
antoja fría como la nieve en verano y
a lgo tibia en invierno. Y en otro tiem -
po, cuando la villa de C. era próspera
y lozana, y reía y cantaba; cuando el
dolor no había arrodillado delante de
la miseria a sus moradores, cerca de
aquella fuente se bailaba en las tardes
y en las noches de estío, y de este modo
las mozas se calentaban los pies
después de habérselos lavado en el
agua límpida de la fuente. Hoy nada de
esto sucede. Ni siquiera murmura -
ciones se mezclan ya al perenne rumor
de los brotantes caños. Y si alg ú n
gnomo se esconde por allí, debe de ser
un gnomo senil y entristecido por la
soledad y el vacío, e incapaz de la más
inocente travesura. Hace veinte años
la villa de C. no tenía ferrocarril, y era
un acontecimiento cada día la llegada
de las diligencias arrastradas por
caballos famélicos y escuálidos.» (pp.
1 3 - 1 5 )
2) «Por la temporada de baños
caían sobre la villa de C. alg u n a s
familias castellanas, y la playa, casi sin
arena, se animaba en las mañanas y
aun en las tardes y algunas veces en las
noches templadas. Para las muchachas
del lugar, todo joven, bien o mal pare -
cido, cursilón las más veces, que eco -
nomizaba de su sueldo de mil pesetas
al año cuarenta duros para darse tono
en C. y regresar a Madrid contando la
ilusión de haber estado en Biarritz; que
cambiaba de traje tres veces al día y
que deploraba la falta de algún noc -
turno espectáculo que le permitiera
vestirse una vez siquiera el frac que
había sido el ensueño de la mocedad de
su padre, todo joven de este pelo, o de
otro pelo cualquiera, era un encanto
para las muchachas arrinconadas todo
el año en aquel pueblo.» (p. 16)
3) «Los más días subía al elev a d o
cerro que en el lugar llaman “La Ata -
laya”, y en lo más alto, solo, enhiesto y
s o ñ a d o r, concentrando en sus pupilas
todas las líneas del horizonte y dilatán -
dose su corazón por la fuerza ardiente
de su deseo, se le contemplaba horas y
h o r a s, inmóvil y fijo, como una esfing e
de granito. De cuando en cuando su
mirada se posaba sobre el pueblo y
estudiaba su estructura, como quien
quisiera guardarla para siempre en la
memoria.» (p. 22)
4) «Algunas personas que viven
aún también recuerdan haberlo visto a
menudo en la colina de San Antonio,
ora pegado a la pared de la capilla
como una cariátide, ora inclinado
sobre el abismo que forma allí la ele -
vación del terreno socavado por el
m a r.» (p. 23)
5) «En un pueblo como C. una
familia de cierta distinción, en la que
además había una señorita ag r a c i a d a ,
tenía que alterar todo el orden social
acostumbrado hasta entonces; y en
efecto, cual más cual menos, todos o
casi todos los vecinos contribuían a
agasajar en la medida de sus fuerzas y
entendimiento a la recién establecida.»
(p. 28)
6) «La villa de C. recibía regocija -
da cada año, por este mes de mayo, a
muchos de los que, tres o cuatro lustros
a n t e s, la quimera de sus eng a ñ o s a s
esperanzas había lanzado a las remo -
tas playas.» (p. 10 0 )
7) «Y allí, en la villa de C., entre
los driles azules de la gente pescadora,
y entre las faldas rojas ribeteadas de
esterilla y los corpiños de panilla negra
de las sencillas aldeanas, lucía el hin -
chado Prendes y Reguera las flamantes
l evitas de cuello de seda (...). Injusta y
acaso rencorosa la gente de C. y sus
c o n t o r n o s, no le perdonaba a la diosa
fortuna aquella su mujeril y por muje -
ril estúpida predilección por el que
recordábanle allí gañán calzado de
a l m a d r e ñ a s, cuando veinte años antes
bajaba de la aldea en los anocheceres
e s t i v a l e s, cargada la ancha espalda de
frutas y legumbres que trocaba en la
rivera por desechos de pescado.
(...) –Y además de org u l l o s o ,
descreído, doña Ramona,... y ateo.
Dicen que decía en Semana Santa que
en estos pueblos de Asturias se pierde
mucho tiempo en rezos y procesiones.
(...) –Ándale allá el incrédulo...
¡Demonio con los liberales!... Y
después de todo, ¿para qué vuelven a
Asturias los desnaturalizados que
nunca tuvieron una lágrima para las
desgracias del terruño y que cuando
son ricos no tienen más mira que venir
a enseñarnos sus riquezas, sabe Dios
cómo adquiridas, allá en los países sin
L ey y sin Dios?» (pp. 11 4 - 11 5 )
8) «Subió luego pausadamente al
c o c h e, que a poco rodó sobre el empe -
drado y bajó a lo largo de la calle;
dobló después sobre la derecha a vista
del mar y de la costa, y se perdió al fin
tras el recodo de la carretera, lamida
por las olas y salpicada por la espuma.
Y aquella carretera accidentada,
construida en terreno robado al mar,
robo del cual el mar parecía que
protestaba con los embates de su ira
turbulenta, traíale a la memoria a la
triste viajera, que rebujada a través
del velo contemplaba el horizonte,
recuerdos imborrables de otra vida
llena de esperanzas de dulzura infini -
ta.» (p. 135)
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 17
nte un atardecer ano-
dino, el sol a punto de
r e n d i r s e, encontrában-
se paseando, abuelo y
nieto, por el muelle de
C a n d á s. Durante la mañana unas
nubes habían cubierto la villa de
un sedoso orbayo que se había
dejado sentir sobre la piel expuesta
al verano que vivían pero que, en
llegando la hora del almuerzo,
como si de un aviso se tratara, una
discreta brisa del nordeste anunció
el despliegue de un tul azul que
desgarró, en su recorrido, hasta
hacerlas desaparecer en el hori-
zonte.
Había transcurrido este día
como otro cualquiera en aquella
villa tan querida por el abuelo, y que
tantos y tan bellos recuerdos le
procuraba, donde los veranos pasa-
ban sin apenas sobresaltos a base de
sol, playa, lectura y ocio. Durante
estas horas habían estado en-
tretenidos y recogidos en el despa-
cho del abuelo, cada uno a lo suyo .
El abuelo miró a su nieto. En aque-
llos momentos parecía que estuviera
distraído. Así que, dejando los anteo-
jos sobre el escritorio, marcando la
página del Ulises de James Joyc e,
tomó cariñosamente a su querido
nieto por los brazos hasta colocarlo
entre sus muslos. Pese a su corta
e d a d, quizá no levantara más que
siete años del suelo, el abuelo le
habló como si de una persona adul-
ta se tratara, mientras hurgaba en
sus recuerdos:
- Para cualquier asturiano la villa
de Candás, villa de olímpicos, tan
afable y risueña ella, desde siempre,
tiene casi todo, incluidas varias jor-
nadas gastronómicas, pues siendo
como es, capital del concejo de
Carreño, constituido por doce parro-
q u i a s, está situada en una zona
costera verdaderamente privilegiada
del Principado donde, el océano
Atlántico convertido en bravío mar
Cantábrico, ha formado una pe-
queña bahía que se extiende desde
el cabo de San Antonio –llamado
por la familia, desde hace muchos
años, San Cutilín– rodeado de ma-
jestuosos y poderosos precipicios
que ensalzan el faro y la ermita,
que alberga una muy discreta y
recogida capilla, hasta el promi-
nente Perán, siempre recorrida por
un llamativo malecón transforma-
do, por el paso de los años, en
paseo marítimo, que cobija la playa
de Palmera.
El nieto, asombrosamente in-
A
18 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
A l fonso Campuzano
Al hilo de la memoria
Fig. 1a. Palacio de MuñizCarreño (s. XVI) en c/ Braulio BustoFig. 1b. Escudo de armas
móvil y embelesado, escuchaba las
palabras que le decía su abuelo. Ni
siquiera movía uno sólo de sus mús-
c u l o s. Algo extraño para un niño de
esta edad. La voz del abuelo le tran-
quilizaba, le hacía sentir seguro, así
que el abuelo, con sus ojos de mira-
da subyugadora, emitió un guiño de
c o m p l i c i d a d :
- Asimismo, la villa de Candás
disfruta de un puerto, hoy tan sólo
vestigios del ayer debido a sus tres
t r a n s f o r m a c i o n e s, que durante, por
los menos, trescientos años, es decir,
entre los siglos XIII y XVI, fue balle-
nero. Y que sus moradores, un siglo
d e s p u é s, durante el XVII, no
tuvieron más remedio que empren-
der acciones legales contra, quién lo
diría, unos mamíferos no humanos,
unos delfines que habitaban sus
costas y que alegremente, con sus
j u e g o s, destruían irremediablemente
las artes de pesca. El pleito entabla-
do tuvo su sentencia, y muy justa,
que fue cumplida a rajatabla, orde-
nando que estos mamíferos aban-
donaran para siempre estas costas,
como así ocurrió.
El abuelo, viendo como su nieto
le escuchaba extasiado, continuó
i m p a s i b l e :
-Sin embargo, la mayor sorpresa
que cualquier visitante puede es-
perar de esta preciosa villa, Candás,
es que posee varios palacios y casas
b l a s o n a d a s. Para ello, sola y simple-
m e n t e, hay que elevar la vista y
fijarse detenidamente. El más
antiguo quizá corresponde al palacio
de Muñiz Carreño (Fig. 1a) que data,
nada más y nada menos, del siglo
XVI, en cuya fachada, bien centra-
do, se admira, aún hoy en día, un
escudo heráldico (Fig. 1b) acuartela-
do y acolado por una piedra con
mascarón en frente grabada un
ancla: un castillo con tejo; un águila
con aspas; seis cuervos; tres bandas
cortadas; coronado con un ye l m o
emplumado en perfil izquierdo de
bastardía. Blasones de Muñiz, Ca-
rreño, Prendes, Cuervo Arango,
J ove.
De pronto, el nieto tomó un lápiz
y se puso a garabatear sobre un folio
inmaculado, en tanto que el abuelo
no dejaba de hablar, es más, se pre-
cipitó a favorecer aquello que la
niña de sus ojos deseaba:
-El que le sigue en antigüedad es
la casa de Cuervo Arango (Fig. 2a),
también llamada casa de Pa n í n ,
construida durante el siglo XVII,
que está actualmente en proceso de
rehabilitación, en cuyo frontis se ve
un escudo (Fig. 2b) acuartelado por
división de una cruz: barras y roeles
de Valdés; ajedrezado de Quiñones;
barras y roeles.
El nieto, al llegar a este punto,
habíase ensimismado tanto en los
dibujos que apenas le escuchaba,
mientras el abuelo, a sabiendas,
daba rienda suelta a su memoria, re-
latando como si de un cuento se
t r a t a r a :
–De este mismo siglo está acredi-
tado el palacio de Miranda Carreño
(Fig. 3a) que, tres siglos más tarde, lo
fue de Rivas y que, en su nove l a
“José”, el escritor Armando Pa l a c i o
Valdés llama la casa de Meira. En su
frontispicio se puede ver el doble
escudo de Rivas (Fig. 3b) sobre los
que reposa un casco de hidalgo con
cimera en perfil derecho: uno con
una cruz floreteada con siete flores
de lis, mientras que el otro está cor-
tado con león y dos bandas.
El abuelo no parecía cansarse,
incluso ayudaba a su nieto cuando
éste se lo solicitaba. La complicidad
continuaba porque él no cesaba de
h a b l a r :
–El tercero de este mismo siglo
pertenece al palacio de González
Villar (Fig. 4a) en el que su fachada,
c u ya reforma le ha hecho ganar en
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 19
Fig. 2a. Casa de CuervoArango (s. XVII) en c/Santaolaya, 10Fig. 2b. Escudo de armas
20 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
prestancia, aparece adornada por un
escudo (Fig. 4b) acuartelado y lau-
reado por un yelmo de caballero con
plumaje en perfil derecho: un casti-
llo; un árbol con tres bandas arri-
madas a cada lado de su tronco; tres
flores de lis; un león rampante.
El nieto, en este momento, se
deslizó por sus muslos y se tumbó
en el suelo donde, al ver sus
juguetes abandonados, volvió a
r e t o m a r l o s. Esto no fue óbice para
que la narración emprendida se cor-
tara, sino que fue un acicate más
para observarle y continuar:
- Ya en el siglo XVIII encon-
tramos la casa de González Pola (Fig.
5a) que, en su frente, vemos un
escudo (Fig. 5b, muy deteriorado)
acuartelado y coronado por un
yelmo: una letra P coronada; un
león rampante; una espuela.
A estas alturas del relato, cada
uno, abuelo y nieto, iban a su aire,
uno hablando con sus juguetes y el
otro relatando en alto sus recuerdos:
- A este mismo siglo pertenece
también la casa de Prendes Condres
(Fig. 6a) en la que, ha ganado mucho
con su reconstrucción, se observa
un escudo (Fig. 6b) acuartelado por
división de una cruz y laureado por
un yelmo de hidalgo con cimera de
perfil derecho: un jefe; seis cuervo s ;
N evares; Pola; Bernaldo Quirós;
S o l í s.
De cuando en cuando, el nieto
l evantaba la vista para mirar a su
querido abuelo que, sin inmutarse,
impasible proseguía la descripción:
- Al siglo XIX pertenece el pala-
cio de Estrada Nora (Fig. 7) cuyo
Fig. 3a. Palacio deMiranda Carreño (s. XVII)
en c/ Santaolaya, 14Fig. 3b. Escudo de armas
Fig. 4a. Palacio deGonzález Villar (s. XVII) en Plaza de la Baragaña.Fig. 4b. Escudo de armas.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 21
escudo ha desaparecido de su hastial
al rehabilitar el edifico y albergar en
su interior el actual Museo de
Antón, lo mismo que el busto de
Don Juan III, que se encontraba en
el mirador de la playa de La
Palmera, donde antiguamente estu-
vo ubicado el taller de Luis. Extrañas
d e s a p a r i c i o n e s, desconociéndose si
habrán sido acogidos por sus fami-
l i a s.
El nieto parecía como si adi-
vinara que el final estaba cercano. Y,
en su insistencia, el abuelo tomó
aliento para concluir:
- Queda, por así decirlo, la casa
torre de González Pola (Fig. 8a), con-
struida en el siglo XIX, donde se
aprecia en el dintel de una de sus
ventanas una piedra rectangular con
l eyenda y en otra una piedra rectan-
gular con armas (Fig. 8b), ambas
mantienen el deterioro, pese a
haberse reparado la fachada. Estas
p i e d r a s, para mí, son un misterio.
Durante el trayecto, abuelo y
nieto, cogidos de la mano, hasta que
llegaron a la pica del muelle, apenas
si vieron tres barcos pesqueros que
hubieran atracado aquella tarde con
sardina, bocarte, pijotas, jurelinos.
Eran otros tiempos, no como antaño,
como cuando desembarcaban direc-
tamente a la rula varios quintales de
bonitos que iban a despiezarse a las
fábricas conserve r a s. O más atrás
aún en el tiempo pasado, ballenas. Y
es que el puerto de Candás siempre
fue importante hasta adentrarnos en
la historia reciente. Véanse sino
algunos mapas del siglo XVII encon-
trados en ciudades como Firence o
Salamanca donde puede leerse su
n o m b r e. Pero los tiempos cambian,
evolucionan, igual que los hombres,
las fábricas y los barcos desapare-
cen, lo mismo que la rula, una ve z
que los bancos de pesca se hacen
más difíciles de abordar, para dar
paso al desarrollo y, con ella, la
industria a donde, tras vender bar-
cos y aparejos, los pescadores se
refugiaron tierra adentro.
Pero, además, cada tarde de
Fig. 5a. Casa de GonzálezPola (s. XVIII)
en c/ Santaolaya, 16Fig. 5b. Escudo de armas
Fig. 6a. Casa de PrendesCondres (s. XVIII)en c/ Cueto, 10.Fig. 6b. Escudo de armas.
estío, Candás, una vez que el sol ha
tostado la piel sin necesidad de
echar mano de una atalaya, un
sobresalto en el horizonte marino
que se resiste a desaparecer: un
m e r c a n t e, un velero, una fragata o el
mismísimo buque escuela Juan
Sebastián Elcano, enarbolando su
complejo velamen y sus cadetes en
prácticas con destino hacia el Musel
de Xixón. Un nuevo recorrido, cada
año uno más, ha hecho que el aspec-
to exterior haya cambiado y mejora-
do.
Al nieto se le notaban las ganas
que tenía de hablar con su abuelo,
estaba intranquilo, quería abordar
una conversación sobre algo que,
desde un tiempo atrás le intrigaba, y
nadie mejor que él lo desentrañaría.
- Abuelo, habrás observado que,
cada vez que entro en tu despacho,
durante unos segundos, me paro
frente a las fotografías, las miro y
después te doy un beso.
Abuelo y nieto se sentaron en el
muro, mientras observaban como
los pescadores apostados, y en com-
plicidad con la pleamar de marea
v i va, lanzaban sus cañas al objeto de
engañar a algún pez.
- Esas fotografías las hizo tu
p a d r e. En ellas se resume una larga
historia. La primera de la izquierda,
si recuerdas, es la de tu tío, es decir,
mi hijo, cuando tenía tan sólo
d i e c i n u eve años de edad. Se le ve
sentado sobre el prado del monte
Fu xa, ahí enfrente, cuando estaba
mirando hacia el horizonte que se
domina desde allí, abstraído en sus
p e n s a m i e n t o s, lejos de adivinar la
empresa que más tarde empren-
dería. A quien le gustaba el mar por
vivir aunque, más bien, la ave n t u r a ,
porque también le gustaba el aire.
Probó ser piloto pero, al final, le
sedujo más el mar. Es difícil saber
cómo se gestó esta aventura porque,
si se pregunta a cualquiera de los
p r o t a g o n i s t a s, cada uno te daría una
fecha y unos hechos contrapuestos.
No obstante, todos los detalles están
en aquel libro, lejos de tu alcance,
por edad, no por altura, que te
esperará hasta el día en que puedas
asimilarlo, cuyo título habrás leído
montones de veces: Náufrago del
tiempo (Historia de Dánae).
Ahora, este verano, pasado
tanto tiempo, el ayer, acontecido
por el hoy, tornado en mañana,
quien fue testigo de estas viven-
cias, recuerda que el abuelo ya no
está con él y que el tiempo ido no
puede reponerse.
Fig. 8a. Torre de GonzálezPola (s. XIX) en ElRegueral.Fig. 8b. Escudo de armas.
Fotos: Alfonso CampuzanoJulio de 1985
Fig. 7. Palacio de EstradaNora (s. XIX) en c/ ValdésPumarino, 2.
24 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
ueridos Candasinos,
Angel Riego González,
nuestro Alcalde, ha te-
nido la amabilidad de
invitarme a pronun-
ciar el pregón de las fiestas de Can-
dás en honor del Santo Cristo. Es un
honor y una profunda alegría, algo
que hubiera llenado de sano orgullo
a mi madre, que tenía una profunda
veneración por el Cristo de Candás.
Gracias Alcalde.
Vaya mi agradecimiento también
a quienes con gran afecto me acom-
pañais hoy: familia, autoridades,
a m i g o s, candasinos todos.
Aunque ahondemos en la histo-
ria de los tiempos, nunca llegaremos
a conocer el momento exacto del na-
cimiento del pregonero; pero lo que
sí sabemos es que pregón está ínti-
mamente relacionado con festejo. Y
fiesta es el día escogido por un pue-
blo o lugar para hacer una pausa en
el trabajo y dedicarlo al ocio y al es-
p a r c i m i e n t o .
Cualquier pueblo, villa o ciudad
tiene su pequeña historia que contar,
h e c h o s, anécdotas que en muchos
casos casi se desconocen y precisan
de su divulgación. Y qué mejor oca-
sión que la festividad local para
rememorarlas o hacerlas públicas. Y
el encargado de ello fue, es y será
siempre el pregonero, que, por res-
peto a la historia, aún hoy en día de-
be pronunciar su discurso de viva
voz, sin posibilidad de sustituirlo en
forma impresa.
Y ahora comienza la dificultad
para éste que os habla. Durante mu-
chos años, ilustres pregoneros que
me precedieron, contaron en sus dis-
cursos todo cuanto se refería a Can-
d á s, su tierra, sus paisajes y persona-
jes; fueron precisos en sus descrip-
ciones y ha de decirse que el tema
casi quedó agotado. Sobre la historia
mi vecino Marino Busto lo escribió
casi todo. ¡Qué decir, pues, de Can-
d á s, del Santo Cristo y sus fiestas que
no sea repetir algo ya manifestado!
Veré cómo he de salir de este trance.
Esta villa de Candás es la encru-
cijada de una mística que produjo el
espíritu cristiano: la leyenda del Cris-
to, imagen traída desde la costa irlan-
desa por los balleneros candasinos
en un lejano siglo XVI. Este camarín
del Cristo del Milagro de los mares
del norte constituye en sí, salida y
meta de lo humano y divino: lugar
de culto fervoroso, memoria de un
peregrinar peripatético a esta villa
donde nos encontramos, que lleva en
sí impreso el sello de lo propio, del
m a r. No se puede prescindir de la
historia espiritual de Asturias sin
contar con el Cristo de Candás. Mis
v i vencias festivas en Carreño son
tres: la fiesta de Perlora, Nuestra Se-
ñora de los Remedios de Guimarán y
el Cristo de Candás. Todos hemos
cantado “Fui al Cristo y enamoréme/
mal haya de enamorar”.
No soy de Candás, por ello en es-
te pregón quiero haceros llegar lo
que era esta villa para un niño y un
j oven de una aldea de Carreño, hacer
una reivindicación de Carreño y una
petición al Cristo ante la crisis.
Candás desde la aldea
Nunca he tratado de disimular
mi origen de aldea; más bien pienso
que el tiempo acentúa su influencia.
Mi infancia son recuerdos de la Re-
bollada de Guimarán, sintiendo có-
mo la humedad de la hierba de los
prados se colaba en mis madreñas
camino de la escuela; recuerdos que
cada vez se hacen más cercanos y se
engrandecen a mis ojos. Carlos Gon-
zález Posada en sus Noticias Históri-
cas del Principado de Asturias y obispa-
do de Oviedo escritas en 1794, escri-
bió que Carreño era “el valle más de-
licioso de toda As t u r i a s ”. Jove l l a n o s
anota en su Diario al hablar de mi
pueblo Guimarán “tierra hermosa,
fértil, bien cultivada y plantada”. Ca-
rreño, que tiene por divisa la leye n d a
A l va ro Cuervo
Pregón para las fiestas del Santo Cristo de Candás 2011
Q
de “muy leal y fiel”, fue siempre un
concejo realengo, sometido única-
mente al mandato de reyes y nunca
a jurisdicción eclesiástica ni a
señorío particular. Mi parroquia Gui-
marán fue la capital del concejo has-
ta el siglo XIII, tuvo la capitalidad
compartida con Candás hasta finales
del dieciocho y volvió a recuperarla
en el Trienio Liberal 1821-23. Allí
aparece un antepasado mío como
abanderado de la revuelta aldeana,
José Cuervo Palacio, cuyos libros
c o n s e r vo. No pretendo ahora reivin-
dicar capitalidad alguna. Soy feliz te-
niendo Candás como capital.
Candás era, y es, un pueblo
abierto al mar con un puerto pesque-
ro que era muy activo y una podero-
sa industria conservera, que lo dife-
renciaba del resto de las villas mari-
neras de As t u r i a s. Candás era, y es,
una villa bien comunicada con Gijón
y Avilés gracias al ferrocarril de Ca-
rreño, y también con Oviedo. Los
candasinos eran, en mi recuerdo,
g r ave s, taciturnos, con un hablar y
deje singular, de noble corazón, gen-
tes que acogían, que no te hacían
sentirte ajeno o inferior por ser de al-
dea. Hombres capaces de ser balle-
neros y de poner pleito a los delfines
en 1624.
El puerto, el peso de la industria
c o n s e r vera y las comunicaciones ex-
plican esa capacidad que tiene Can-
dás de integrar a gentes de todas par-
tes de España, como ocurrió con la
llegada de ENSIDESA, y le permite
en los últimos años seguir incorpo-
rando nuevos habitantes. Es un pue-
blo con raíces, por ello no teme per-
derlas con los nuevos candasinos,
sino más bien al contrario los hace
s u yos aunque nunca lleguen hablar
con el mismo el acento y deje .
Candás era para mí el niño que
se asombra ante el puerto cuando
contaba con 72 barcos de pesca de
va p o r, 20 de motor y 45 de remos.
H oy quedan apenas una docena. Al-
go similar ha pasado con las conser-
veras: las fábricas de Perán, Herrero,
Ojeda, Portanet, Ortiz, Alfajeme, Al-
bo, Remo, que hoy son recuerdos.
Candás era para mí el Ay u n t a-
miento, la Baragaña con el cuartel de
la Guardia Civil, el Banco Urquijo,
Helados Helios, la calle Braulio Bus-
to, el chalet y la fábrica de Alfajeme.
Candás era el lugar a donde recurrir
cuando en la aldea, siempre por pro-
blemas de enfermedad, se necesitaba
el taxi de Fotingo, los fotógrafos Díaz
y Fredi para la foto de la escuela, co-
m u n i o n e s, bodas, e t c.
Candás era también donde esta-
ban las autoridades, la guardia civil
que paseaba por los caminos, y a la
que el cura fundamentalista de mi
pueblo denunciaba a los que no res-
petaban el descanso dominical. Ta m-
bién en Candás me enteré a los doce
a ñ o s, al pedir una partida de naci-
miento, que no me llamaba como
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 25
Al finalizar el pregón, el Alcalde de Carreño hace entre ga a Álva ro Cuervo de una rep roducción de la “Peña Furada” (Obra en bronce del artista local César
P é rez, que se entre ga cada año al Pre g o n e ro de las Fiestas del Stmo. Cristo de Candás).
26 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
creía, sino que mi abuelo al inscribir-
me en el Registro cambió mi nombre
sin decírselo a mis padres. Y también
fue Candás, pensabamos, la que hizo
desaparecer la arena de la playa de
Huelgues de Perlora, a la que iba los
d o m i n g o s,al ampliarse el espigón del
puerto en 1957.
De Candás venía el cambio de la
comida en la aldea. Marta la pesca-
dera, a quien me referiré más ade-
l a n t e, hacía que por unos días cam-
biáramos les berces y les fabes de
todos los días por el pescado: chicha-
r r i n o s, sardinas, bonito -tengo siem-
pre como referencia el rollo de boni-
to que preparaba mi madre- y en Na-
vidad besugo..
Candás era el teatro Apolo, con
goteras incluidas, el Teatro Prendes y
el Cine Avenida. Me trae a la memo-
ria cómo los lunes al regresar de la
escuela ibamos a ver a Manolín del
Cabo cuando llindaba les vaques pa-
ra que nos contara la película del sá-
bado o del domingo que había visto
en Candás. Lo hacía con tal realismo
que cuando, pasados los años, ve í a
las películas que él me había contado
las identificaba inmediatamente y
me resultaban ya conocidas en sus
detalles: “Cuando ruge la mara-
bunta” y un largo etc…
En la juventud uno se sentía có-
modo y feliz en Candás; eran años
vividos en los bailes en la Nozaleda
de Perlora, el Manila, la ve r b e n a
Santarúa, tras dejar la bicicleta en el
tendejón de Casa Carretilla –mi fa-
milia-, para ocultar de donde ve n í a s ;
pero al fin eras parte de Candás.
Cuan distinto era el Valparaíso en
Luanco, allí sentías la marginación.
Al acercarte a una moza y ante la
pregunta ¿bailas?, su mirada hacía
innecesaria cualquier respuesta adi-
cional. Luanco siempre fue algo dife-
r e n t e, frente a la apertura e inte-
gración de Candás, Luanco, tal ve z
por el trato con los veraneantes de
Oviedo, discriminaba, te hacía sen-
tirte fuera de lugar.
Candás era la música para los
acontecimientos de la aldea. La Ban-
da municipal y el Maestro Antuña.
Recuerdo la Salve Marinera como un
momento especial: “Salve estrella de
los mares” / iris de eternal ventura /
s a l ve fénix de hermosura / madre del
divino amor”, En las romerías de mi
pueblo un conjunto musical de Can-
d á s, creo que se llamaban los “Ro-
dri”, rompía con los discos de Ma-
chín y pasodobles y nos abría a un
n u evo mundo. Candás tambien era
la Alborada marinera de la que
Agustín Santarúa me explicó su obje-
t i vo y significado, y las corridas de
toros en el puerto con el torero zamo-
rano Andrés Vázquez actuando ma-
no a mano con los locales.
Desde lo alto de la “Formiga” he
visto Candás muchas ve c e s. Desde
allí ves la ciudad Residencial de Pe r-
lora y su abandono, abajo Pa l m e r a
falta de arena. La villa ha crecido
mucho, con cuestionables decisiones
u r b a n í s t i c a s, como la destrucción del
complejo conservero de Alfajeme, la
desapareción de la Rula y la capilla
de Doce, y la construcción del hotel
de la entrada; pero siempre será un
lugar bello y próximo. Gracias can-
dasiones por hacer que nos sintier-
amos “bien” los de la aldea.
Reivindicando Carre ñ o
Los aldeanos de Carreño somos
gente de minifundio y, por tanto, de
lindero. Tratamos de ensanchar la
tierra y eso sólo puede hacerse a cos-
ta de otras tierras aledañas, por eso la
vigilamos y defendemos en momen-
tos especiales como ahora que los de
Gijón nos quieren quitar Aboño y
parte del Monte Areo.
Como recuerda y escribe Pe d r o
S i l va, los carreñanos nos hemos visto
obligados a defender siempre el lin-
dero concejil del avasallador empuje
del vecino Gijón. La ría de Aboño es
la línea del frente. En esa línea se ha
combatido, y se combate. Pudiera
pensarse que la divisoria está en el
río que discurre por el va l l e, más no
es así porque los de Gijón mov i e r o n
su cauce, y además no es río, sino
ría. Los carreñanos hemos defendido
sin éxito y con apoyo documental
que es nuestro hasta la línea de má-
xima marea. Yo pienso que el límite
está en la Campa To r r e s. El poder de
la Procónsul romana de la Campa
To r r e s, la que fue alcaldesa de Gijón,
Fernández Felgueroso, y del Cónsul
nos han querido mover el lindero y
desplazarnos al interior. Los de
Carreño seguiremos luchando, pues
los aldeanos aceptamos todo menos
que nos muevan los linderos.
También debemos plantear con
fuerza la divisoria del Monte Areo,
donde una vez más nos quiere move r
los lindes con motivo de unos
yacimientos arqueológicos. No se
han conformado con destrozarnos la
p l aya de Aboño, con llevar a Gijón
nuestro Palacio de Valdés sino que
se apropian de lo nuestro e incluso
cuando se escribe sobre nosotros nos
definen como el “concejo satélite” de
Gijón (Juan Antonio Cabezas) cuan-
do deben saber que nunca giraremos
en la orbita de nadie.
Pero no queda ahí el expolio, los
de Oviedo, Gijón y Av i l é s, se apro-
pian de los carreñenses más pre-
c l a r o s. No pueden hacerlo con hom-
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 27
bres como los Alvaro de Carreño,
caballero que luchó al lado de
Fernando III, pues su apellido lo
i m p i d e, ni con la historia heróica del
Regimiento de Carreño en la Guerra
de la Independencia.
Con todo, es en la literatura y en
las bellas artes donde los carreñenses
más han aportado. En primer lugar,
y aunque los de Oviedo no lo quier-
an reconocer, pueden disfrutar del
Palacio de Bellas Artes y del esplén-
dido edificio del Hospicio, hoy Hotel
de la Reconquista, gracias a dos
hombres de Carreño: Manuel Re g u e-
ra y Pedro Antonio Menéndez. Más
aún, digo que sufrimos el expolio de
las villas cercanas, como ocurre con
el gran pintor del siglo diecisiete, pin-
tor de cámara de Carlos II, Juan
Carreño Miranda, quien, a pesar del
apellido, figura en los libros como
nacido en Avilés cuando él mismo,
como se ha constatado, escribe que
nació en Carreño, en la casa de sus
m ayo r e s.
En literatura tenemos que defen-
der al poeta Antón de Marirreguera
y a Leopoldo Enrique García-Alas
Ureña –Clarín–, hijo y nieto de
c a r r e ñ e n s e s. Su padre y abuelo
fueron alcaldes del concejo. Por ello
es aún más grave que a Clarín se le
considere de Oviedo, de tal suerte
que se olvidan sus raíces en Carreño,
donde están enterrados los suyo s, y
por nacer lo nacieron en Zamora.
Los de Oviedo afirman que Clarín es
de la capital y para ello aducen sus
años en la Universidad y su obra
magistral sobre la ciudad: La
Regenta. Los de Oviedo, los de
“ Vetusta” olvidan a Pa l o m a r e s, lugar
de veraneo en la Regenta, donde
Don Victor Quintanar y Frígilis caza-
ban cerca del mar, en las praderas y
marismas de Pa l o m a r e s, de Candás,
en realidad. Allí iba Don Víctor
cuando descubre su deshonra, el
amor de Ana con Alvaro Mesía.
Igualmente es el lugar donde don Al-
varo pasaba unos días y el magistral
Don Fermín de Pas se lucraba a costa
del santuario. Palomares es Candás y
ese sugerente personaje de la Re g e n-
ta, Don Po m p eyo Guimarán, que
parece dejar entrever el espíritu de
Clarín, lleva como apellido el nom-
bre de mi pueblo. Además de pasar
allí sus largos ve r a n o s, en Carreño
desarrolla Clarín varias novelas cor-
tas: Doña Berta, ¡Ad i ó s, “Cordera”!,
Boroña, El cura de Vericueto y Cuer-
vo, que pienso que está escrito pen-
sando en mi bisabuelo con quien
tenia problemas de ve c i n d a d.
Otra apropiación la sufrimos con
la novela “José” de Armando Pa l a c i o
Va l d é s, de costumbres marineras, ya
que al dar el autor al pueblo del per-
sonaje el nombre de Rodillero, la si-
militud fonética hace pensar en Cu-
dillero, y así lo vemos escrito, cuan-
do está describiendo Candás, lugar
que tan bien conocía el nove l i s t a ,
que veraneaba en él.
Carreño, pues, ha sido un conce-
jo expoliado, lo que hemos sufrido
con resignación, aunque ahora pare-
cen amenazarnos nuevas agresiones.
Según los de Oviedo –me refiero a
los que ejercen el poder y en algunos
casos la autoridad-, resulta que ha-
blamos una variante de bable defini-
do como “bable del cabo Peñas”, lo
cual nos hiere, desconocen el hablar
de Candás; y encima nos dicen que
mi pueblo ya no se llama como siem-
pre sino como dicta la Academia de
la Llingüa de Oviedo, Prendes ya no
es Prendes sino Priendes y la Re b o-
llada también me la cambian. Menos
mal que ya no vive mi güelo, porque
no comprendería que el bable que
hablaba no fuera el nuestro y que los
pueblos cambiaran de nombre.
Triste destino al que nos enfren-
tamos los de Carreño, primero se
apropian de nuestros hombres, no
sabemos ni lo que hablamos, ni el
nombre del lugar donde nacimos y
finalmente los de Gijón nos quieren
m over los “finxos” –los lindes.
Re f l exiones económicas
desde Carre ñ o
Terminaré con unas cortas refle-
xiones económicas, ya que, al recibir
la amable invitación y preguntar de
qué podía hablar, me indicaron ¡de
economía¡ Me temo que ante la cri-
sis en lugar de escuchar a los econo-
mistas es mejor rezar y rogar al Cris-
to, es decir, tener fe en nuestras pro-
pias capacidades para enfrentarnos a
los problemas, fe en nosotros, como
la tuvieron nuestros padres, la gran
generación sacrificada en nuestro
p a í s, la generación generosa que hizo
posible el actual bienestar. En todo
caso, siguen plenamente vigentes las
soluciones a los problemas económi-
cos que proponía Jovellanos: “Liber-
t a d, luces y auxilios”.
En el ámbito de la economía mi
pensamiento fue enriquecido por las
ideas económicas de mi abuelo, mis
padres y de Marta, la pescadera de
C a n d á s. Mi abuelo tenía tres prin-
cipios básicos: “No hay peor cosa
que una casa sin amo” –es decir, la
propiedad privada es fundamental–;
“el ojo del amo engorda el caballo”, o
sea, los incentivo s, el beneficio, son
importantes; y, “nietín, desengáñate,
aléjate de teorías, cortando co… se
aprende a capar”, es decir, cíñete a
las ciencias útiles.
28 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
De mis padres aprendí muchas
c o s a s, el ejemplo de trabajo y su mo-
delo de sacrificio, la idea de que
aquello que merece la pena exige es-
fuerzo, que el futuro se hace en el
presente y desde luego esperando
poco de las instituciones, que (salvo
las almas sublimes) nadie da nada
gratis y menos los de la capital (Gi-
jón-Oviedo), que las burbujas termi-
nan explotando y los paraísos no
ex i s t e n .
De Marta la pescadera de Candás
aprendí lo positivo y maravilloso de
la libertad económica. Marta ve n d í a
por la aldea las sardinas, el pescado,
a distinto precio, según las capacida-
des monetarias e inteligencia de cada
compradora. Igualmente, esa liber-
tad la sentías en las tiendas de los
p u e b l o s, que vendían de todo, como
El Corte Inglés, y además practica-
ban la libertad de horario.
Al analizar sectores económicos
de Carreño, es evidente que agricul-
tura y ganadería han perdido peso.
En el concejo había noventa llagares
con una sidra que era la mejor de As-
t u r i a s, por su aroma, color, sabor y
e s p a l m e. Hoy nos queda la de Pe ñ ó n
como referencia. Las soberbias va c a s
de la raza de los valles de Carreño,
la mayoría de las caserías y sus gana-
derías son un recuerdo del pasado,
como les fabes de la granja, que eran
las mejores. No obstante, espero que
la libertad de producir leche –la su-
peración de cuotas– pueda abrir Ca-
rreño, aunque con límites, al futuro.
La industria actual de Carreño
está concentrada en los ex t r e m o s,
E N S I D E SA en Tabaza, en Aboño la
cementera y la térmica, los polígonos
industriales de la Granda-Logrezana
y el Bosque de la Voz en Prendes. La
industria conservera se nos fue de
C a n d á s, que contaba en los inicios de
los sesenta con 7 conserveras que
manipulaban 3 millones de kg de
pescado con un empleo de 500 traba-
jadores fijos.
No se mantiene el pasado indus-
trial sino es reinventando el futuro.
No podemos olvidar la necesidad de
la destrucción creadora, desaparecer
para renacer. Todo proyecto de futu-
ro implica costes y quizás destruc-
ción de algo, no existe industria o
servicios limpios y puros.
Sé que no es fácil hablar de polí-
gonos industriales y de cluster de in-
d u s t r i a s, pero no se pueden mante-
ner las fábricas tradicionales y me-
nos en las villas, en el casco urbano.
El futuro exige disponibilidad de
espacio para la industria y los servi-
c i o s. La industria explicó la prosperi-
dad de Candás en los primeros años
del siglo pasado. Tal vez por ello
nuestros dirigentes empresariales y
s i n d i c a l e s, que provienen en su may-
oría de ella, siguen pensando que
industria o nada. El futuro de nue-
stro concejo tiene que ver con espa-
cio para la empresa pequeña y espe-
cializada y con los servicios. La gran
empresa integrada que hacia todo, la
fabricona, es el pasado. El futuro, el
presente en realidad, lo constituye n
los servicios de todo tipo, el error es
identificarlos como los “chigres” y los
c o m e r c i o s, con lugares para gastar lo
que se gana en la industria, sino que
ellos son el origen de la riqueza y
motor de la economía.
Los servicios de valor añadido se
fundamentan en la I+D y el capital
humano cualificado, no deben ser
m i n u s va l o r a d o s, ni tampoco deben
confundirse con museos, rutas y sen-
d a s. Ahora tenemos el proyecto del
Museo de la Conserva, la rehabilita-
ción del edificio de Ortiz, la feria de-
dicada a los enlatados, las jornadas
del bonito, etc... No podemos confor-
marnos con esto porque podemos
terminar con la senda de la vaca de
los valles de Carreño y los centros de
interpretación de la sidra o el maiz.
No es justificable el abandono de la
ciudad Residencial de Perlora que se
quiere explicar con razones adminis-
t r a t i va s,ni las dudas ante las necesi-
dades de espacio para las empresas
El envejecer de la población hace
que rechacemos lo nuevo, los cam-
b i o s, que pongamos dudas sobre la
creación de polígonos empresariales
y soñemos con qué verde era mi va-
l l e, la aldea perdida. Pero al hacer es-
to estamos cercenando el futuro sin
q u e r e r, debemos plantar árboles
aunque sus ramas no lleguen a dar-
nos sombra.
Termino. Quién me iba a decir
que un día, “post jucumdam juve n-
tutem” en el inicio de “la hora cre-
puscular y de retiro, hora de ocaso y
de discreto beso”, en palabras de Ru-
bén Darío, iba a estar aquí con vo s o-
t r o s, en el Cristo de Candás. Como
escribió el poeta:
Ahora más que nunca
quiero viajar y tumbarme a
mi antojo sobre mi tierra
para ver cómo crece la hierba del estío
Me siento feliz en Candás como
me sentía hace más de cincuenta
años y, a modo de muñeca rusa,
quisiera llevar un afecto dentro de
otro afecto; unos dentro de otros
quisiera llevaros a todos, a todos los
a m i g o s, los candasinos, los de la
cabeza clara y abierta a la mar, al
f u t u r o .
Y ahora a disfrutar, porque ya
han comenzado las fiestas del Cristo
de Candás. Muchas gracias.
30 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
omo todas las cosas
tienen su principio,
no importa el tiempo
ni cuando empezó, lo
importante es que un
grupo de hombres y mujeres de la
m a r, en este rincón de As t u r i a s, a
orillas del río Rita y como fondo el
mar Cantábrico, se aposentaron y
fundaron este pueblo llamado
C a n d á s. Este grupo fueron quienes
hicieron posible este sueño del que
h oy todavía perdura y que debe ser
recordado siempre.
Durante siglos, hasta la década
de los años 1950, uno de los tres
puertos pesqueros más importantes
del norte de España era el de Can-
d á s. El pueblo entero vivía de lo
que la mar producía, los hombres
estaban toda la vida en la mar y las
m u j e r e s, elaborando su pesca, en
las fábricas de conserva s.
Todos tenemos que recordar
que medio mundo, cuando tenía
una lata de conservas de pescado en
la mano, veía escrito el nombre de
C a n d á s. Se llegó en el pueblo, en
plena producción, a tener diecisiete
grandes fábricas y en ellas trabaja-
ban unas personas, que desde aquí,
voy a lanzarles un merecido home-
n a j e. Esas personas eran las muje-
res que iban allí a elaborar el pesca-
do, que con su sabiduría, su hon-
radez y su trabajo, preparaban el
bonito, la sardina, el bocarte, el
chicharro, el calamar, el pulpo o lo
que fuera necesario, que era una
delicia unive r s a l .
Un día cualquiera del año, cuan-
do empezaba a amanecer en la villa
de Candás, el silencio encogía el co-
razón, y en ese momento empezaba
a haber movimiento en las casas y el
pueblo comenzaba a tener vida.
Las mujeres eran las primeras en
l evantarse de la cama, hacer los de-
s ay u n o s, preparar la ropa para sus
hijos y maridos, y tenían que hacerlo
rápido, ya que a las 8 había que estar
en la puerta de la fábrica para entrar
al trabajo al toque de la sirena.
Para una mujer candasina, traba-
jadora de una fábrica, elaborar el
pescado era un arte que no se puede
a d q u i r i r, se nacía con ello, se vivía
con ello y se moría con ello. Durante
s i g l o s, cuando abría los ojos a la vida,
lo primero que veía eran barcos, fá-
b r i c a s, mar, mucha mar, mucha pes-
ca, conserva s, trabajo, ilusión, de-
s e o s, amor, cariño para sus hijos, su
marido, sus padres, sus amigos.
Desde bien pequeña ya la enseñaban
a enfretarse a lo dura que es la vida,
pero también a disfrutarla. Puedo
afirmar que a las mujeres de este
pueblo nadie las podía igualar.
Cuando a las 8 de la mañana so-
naban las sirenas, verlas entrar en el
trabajo, después de dejar su casa y su
familia lista, era todo un espectáculo,
que al recordarlo ahora, con el paso
de los años, produce vértigo. Iban
vestidas normalmente de oscuro, el
vestido iba cubierto con un mandil
que les llegaba desde el cuello a las
r o d i l l a s, y sobre él, colocado en el
pecho, llevaban bordado el nombre
de la fábrica donde trabajaban; iban
calzadas con madreñas para prote-
gerse de la humedad que había en el
suelo de las fábricas, y se les podía
conocer por el ruido que éstas pro-
ducían al andar; algunas llevaban un
pañuelo sobre la cabeza para prote-
ger el pelo. Su lugar de trabajo era el
centro de las noticias, pero también
de los cánticos; no es de extrañar que
cuando no había viento, o éste era
del sur, estos sonidos llegaban hasta
el mismo puerto; por eso, el gran
poeta Vega Pino dijo al oír estos cán-
ticos: "hay sirenas tropicales debajo
del monte San Antonio".
L a u reano Fe rnández Álva re z
Candás y sus mujeres
de la fábrica
C
Después de su trabajo en la
fábrica estas mujeres tenían que la-
var la ropa de sus casa, y lo hacían
en el lavadero de la Fuente de San-
tarúa. Verlas ir caminando por el
pueblo con un rodillo en la cabeza,
sobre el rodillo un barreñón carga-
do de ropa, sin cogerlo con las
manos ya que éstas muchas veces
las llevaban ocupadas con calderos
para llevarlos con agua de la fuen-
te cuando volviesen a casa, y calza-
das con madreñas, era algo que pa-
recía salido de otro mundo; quien
no lo vio, no se lo puede imaginar.
Eran unas señoras que con su
capacidad de trabajo ellas solas lle-
naban una casa. En aquella época
no había ascensores y ellas subían
cargadas las escaleras; la cocina
era de carbón o leña, el agua se
traía de las fuentes, no había frigo-
ríficos ni lavaplatos, todo había
que hacerlo a mano. Los colchones
eran de lana y tenían que varear-
los, preparaban los payarones y la
ropa de la mar de su gente; era
increíble la fortaleza de estas per-
sonas.
Cuando aparecía un temporal y
su familia estaba en la mar bajaban a
mirar por encima del muro del mue-
lle a ver si pasaba el barco donde
ellos iban, ya que no había otro
medio de comunicación en aquella
época. Cuando entraban en puerto
los primeros barcos se les iba pre-
guntando por los suyo s, que algunas
veces nunca más volvían, desapare-
cidos para siempre. Estas mujeres,
que habían perdido algún ser queri-
do, vestían de negro por dentro y por
fuera todo el resto de su vida.
Los de Candás que descende-
mos de una de estas mujeres (mi
madre Luz, trabajó 38 años en las
fábricas de Alfageme y Albo), todo
lo que tenemos se lo debemos a
ellas y tenemos que sentirnos orgu-
llosos de pertenecer a una de esas
familias y es por lo que jamás las
debemos de olvidar.
Os quiero a todas, un beso muy
grande, yo, no os olvido.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 31
Fábrica Alfageme, 1930.
a historia del nacimiento del Teatro Apolo
es sugestiva. La familia García Orejas había
construido un edificio para destinar el bajo
a almacén de vinos (como ampliación de la
vinatería que tenía en las proximidades de
la Baragaña) y el primer piso para domicilio, y a punto
de efectuar el traslado un grupo de amigos encabezados
por Paulino el de la Botica alquilaron el bajo para dedi-
carlo a salón de baile durante las fiestas del Cristo de
1927. Y sucedió que el día grande de las fiestas estuvo en
Candás Ignacio Menéndez Berjano, empresario del Te a -
tro Palacio Valdés y del cine Iris de Av i l é s, y en el mo-
mento que pasaba por delante del edificio se abrían las
tres grandes puertas para dar salida al numeroso público
que había acudido al baile, y al contemplar su interior
consideró que ese céntrico local (ubicado al comienzo de
la actual Avenida de la Constitución) se podría acondicio-
nar para cine, teatro e incluso salón de baile, como así se
hizo después de llegar a un acuerdo con los propietarios
sobre las obras a realizar en el local y su arrendamiento.
El Apolo se inauguró el 10 de septiembre de 1928 con
la obra de teatro "La jaula de la leona", a cargo de la
Compañía Concha Catalá. Fue contemporáneo, por tan-
to, del Teatro Marina hasta que éste cerró en 1935, por
lo que Candás volvía a tener dos teatros en competencia.
Era encargado del mismo el candasín conocido como
Manolo Salomé, y tenía un aforo de 478 personas: 208
butacas de patio, 42 sillas en 7 palcos, 28 localidades de
preferencia y 200 de general. El teatro tenía varios incon-
venientes relacionados con su nacimiento: el patio de
butacas sin ninguna inclinación perjudicaba la perfecta
visión de las películas; el piso (general) con un techo
L
Cartel del estreno de “El cantante de jazz”en los Estados Unidos.
32 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
H e rmenegildo Fe rnández González
CIEN AÑOS DE CINE EN CANDÁS(Continúa la película tras el descanso)
muy bajo resultaba incómodo, ade-
más de que en ocasiones se obs-
truía la salida de las imágenes que
se estaban proyectando; y por las
tres grandes puertas del patio de
butacas se filtraba un frío que re-
sultaba molesto, sobre todo en los
crudos inviernos.
Las películas proyectadas en el
Teatro Apolo por la empresa Ber-
jano, de las que apenas existen re-
f e r e n c i a s, eran mudas, en un tiem-
po en el que el cine mudo era una
etapa a punto de ser superada por
el sonoro. El cine americano se es-
taba dedicando, sobre todo las
grandes productoras, a filmar cine
sonoro. Recordemos que el 5 de oc-
tubre de 1927 los hermanos Wa r-
ner estrenaron el primer largome-
traje dotado de voz: "El cantante de
j a z z ", de Alan Crosland; y unos me-
ses después, la Fox estrenaría " E l
séptimo cielo", de Frank Borzage.
En 1932 la C.N.T. declaró un
boicot a los dos teatros candasinos,
Apolo y Marina, del que el periódi-
co "Avance" del 16 de noviembre
de ese año se hacía eco en los si-
guientes términos: "Una comisión
de la Unión General de Trabajado-
res de Candás, visitó también al go-
bernador para darle cuenta del
conflicto que la C.N.T. ha plantea-
do a las dos empresas de Teatros
locales en las que hay personal
afecto a la primera de dichas orga-
nizaciones. Los de la C.N.T. pre-
tenden desplazar a los afiliados al
organismo socialista, y como los
empresarios cumpliendo órdenes
del gobernador se negaron a aten-
der estas pretensiones, los de la
Confederación declararon el boicot
a las empresas. En vista de esto,
aquellas llegaron a un acuerdo con
los de la Confederación Nacional
del Trabajo. El gobernador aseguró
a los comisionados, que no se lle-
varía a efecto el acuerdo en per-
juicio de los legítimos derechos de
los empleados afectos a la U.G.T.
pues incluso llegaría a ordenar el
cierre de los teatros si se insistía en
llevar a efecto ese acuerdo". En
otra página del mismo periódico se
podía leer el siguiente anuncio:
"En Candás. Se arriendan dos Tea-
tros. Informes en esta Administra-
ción". Así las cosas, como la em-
presa Berjano decidiera no contin-
uar con el alquiler del Teatro Apolo
fue ofrecido su arrendamiento a la
familia Prendes, propietaria del
Teatro Marina, que lo aceptó con
vistas a inaugurar en Candás el
cine sonoro. María Suárez León y
su hijo Luis Fernández Suárez, que
regentaban el Marina, pasaron a
dirigir también el Apolo a partir de
diciembre de 1932, donde el 30 de
septiembre de 1934 se proyectó la
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 33
“Mogambo”, cartel originaldel estreno en España.
34 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
primera película sonora con un
Bauer adquirido en Barcelona.
Estallada la Guerra Civil en ju-
lio de 1936 el Apolo fue incautado,
continuando su funcionamiento a
cargo de un comité de empleados
hasta el final de la guerra en
Asturias en octubre de 1937, en
que fue de nuevo incautado, esta
vez por los nacionales, perma-
neciendo cerrado hasta fin de año.
El 1 de enero de 1938, con Joaquín
Prendes Fernández de empresario,
el Teatro Apolo volvía a abrirse al
público a condición de celebrar
baile cada vez que cayera una capi-
tal de provincia, además de cum-
plir lo establecido en la orden pro-
vincial de 28 de mayo de 1937 por
la que "en todos los cines de la zo-
na liberada de esta provincia, al co-
menzar el promedio de "descanso",
se proyectará un retrato del gene-
ralísimo de los aprobados por su
cuartel general, solamente durante
veinte segundos, para no cansar al
público, interpretándose en ese
tiempo los primeros compases del
himno nacional".
Durante la década de los cua-
renta, el régimen, consciente del
impacto del cine como medio artís-
tico de masas, tomó una serie de
disposiciones tendentes a su con-
trol. El obligatorio NO-DO fue, des-
de su nacimiento en 1942, parte de
la omnipresente propaganda del ré-
gimen. A esto había que añadir el
efecto de la censura directa, me-
diante cortes en las películas, más
la indirecta, que transformaba los
títulos orig i n a l e s, como en "El motín
del Bounty" c o n vertido en "La tra-
gedia del Bounty". También se re-
curría a los doblajes tergive r s a d o s,
otro medio de censura, con sonoros
p a t i n a z o s, como en la película
" Mo g a m b o ", en la que la alteración
de los diálogos originales sirvió
para borrar un adulterio pero puso
en las pantallas un incesto. El go-
bierno también intervenía en la
realización de películas, ve t a n d o
entre tanto proyectos cinematográ-
ficos que no encajaban en los mo-
delos del régimen. Al mismo tiem-
po aparecía una categoría de pelí-
culas con un especial favor del régi-
men, con ventajas tales como una
distribución asegurada o la prefe-
rencia de contratación en las salas
de exhibición en la época más con-
veniente de la temporada, por lo
que en los cines no había más re-
medio que ver películas de "Interés
Nacional", como "Los últimos de Fi-
lipinas", "Botón de ancla", "La mies
es mucha", etcétera. En suma, tanto
era el celo de los censores que
incluso se dedicaron a vigilar los
estudios de cine ex t r a n j e r o s. Po r
ello las mayores productoras, las de
H o l l y wo o d, se las tuvieron que ve r
con la permanente visita de agen-
tes del régimen que escrutaban ca-
da guión y cada fotograma. El caso
siguiente da idea del alcance de la
censura diplomática. En 1942 la di-
plomacia franquista en Estados
Unidos obligó a modificar el origi-
Henreid, Bogart y Bergman en“Casablanca”
nal de la película " Por quién doblan
las campanas", de la Paramount, pe-
ro como no quedó conforme con el
resultado final intentó suspender
su estreno, sin conseguirlo, por da-
ñar la imagen del régimen. En Es-
paña la película estuvo 35 años pro-
hibida, presentándose en un día tan
señalado como el 18 de julio de
1 9 7 8 .
En 1940 Candás tenía 3.947
h a b i t a n t e s, 1.028 menos que los es-
timados para ese año si no hubiera
habido guerra. Hasta los primeros
años cincuenta (en 1952 acabó la
cartilla de racionamiento) la simple
subsistencia fue un problema esen-
cial ante la agobiante carencia y ca-
restía de alimentos y de recursos
b á s i c o s. Pero la vida seguía, aunque
fuera en blanco y negro, y el cine,
una de las escasas posibilidades de
evasión del entorno cotidiano, fue
la principal fuente de ilusión, fan-
tasía y fascinación de los candasi-
n o s.
En cuanto a las películas pro-
yectadas en el Apolo en los años 40
h ay que distinguir entre las nacio-
nales y las ex t r a n j e r a s. Con pelícu-
las americanas (corría la época
dorada de Hollywood) como " C u m-
bres borrascosas", "La dilig e n c i a " ,
" Rebeca", "El bazar de las sorpresas",
"Qué verde era mi valle", "Casa-
blanca", "Escuela de sirenas", "Tierra
de audaces", etcétera; o películas
inglesas como " Pe r f i d i a " y " S a ng r e,
sudor y lágrimas"; o alemanas como
"La ciudad soñada" y "El lago de mis
e n s u e ñ o s ", se llenaba la sala. Por lo
que se refiere a las películas espa-
ñ o l a s, podemos diferenciar las pa-
trióticas-imperiales: "Harka", "Fr e n-
te de Madrid", "¡A mí la Legión!",
"Escuadrilla", "Ra z a ", esta última
con guión de Franco, etcétera; las
de temas decimonónicos: "El Cla-
vo", "Eugenia de Montijo", "Espron-
c e d a ", etc.; las folklóricas o españo-
ladas: "La Lola se va a los puertos",
"Embrujo", "Luis Candelas" y un
largo etcétera; y otras de distintos
g é n e r o s.
Mención especial requiere el
estreno en el Teatro Apolo, el 9 de
abril de 1944, de la película " A l t a r
Ma y o r ", de Gonzalo Delgrás, basada
en la novela homónima de Concha
Espina, con música de Pedro Braña,
y la actuación del también candasín
Pepín Vila (José Luis Vila Fe r n á n-
dez, que entonces tenía 15 años) que
interpretó varias canciones e intervi-
no en otros pasajes. Rodada en Co-
vadonga, el propio Delgrás comentó
que "la música de "Altar Ma y o r " e s
un verdadero triunfo del maestro
Pedro Braña, en la que tanto como
en el paisaje va esa cosa sutil tan
difícil de captar que es el espíritu
asturiano". Braña, que estaba en
Candás para dirigir la tradicional
S a l ve marinera, asistió al estreno y
al aparecer su nombre en la pantalla
el público que llenaba el teatro pro-
rrumpió en fuertes aplausos, que se
repitieron cuando salió el de Pe p í n
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 35
36 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Vila. Interpretada en sus principales
papeles por Maruchi Fresno, Luis
Peña, José Suárez (en su debut) y
María Dolores Pradera, el negativo
de "Altar Ma y o r " desapareció en un
incendio ocurrido en los laborato-
rios donde se encontraba deposita-
d o .
A mediados de los años cin-
cuenta se produjo una ligera mejo-
ría económica y hubo una tímida
apertura al exterior. Esto trajo una
influencia tardía del Neorrealismo
italiano que provocó una evolución
en nuestro cine. El realismo se iba
a colar en la pantalla de la mano de
Luis García Berlanga y Juan Anto-
nio Bardem. En 1955 Bardem emi-
tía un diagnóstico que resumía las
conclusiones de las Conversacio-
nes de Salamanca: "El cine español
actual es políticamente ineficaz,
socialmente falso, intelectualmen-
te ínfimo, estéticamente nulo e in-
dustrialmente raquítico". Entre
1962 y 1967 se rebajó la presión de
la censura y se facilitó el acceso de
jóvenes directores, lo que propició
el llamado Nuevo Cine Español.
Desde 1950 hasta su cierre,
veinte años más tarde, el Apolo
p r oyectó películas de todos los gé-
n e r o s, con cintas como " ¡ B i e n v e n i d o
Mister Marshall!", "Muerte de un ci-
clista", "Calle Mayor", "Calabuch",
"Gilda", "La reina de África". "Can-
tando bajo la lluvia", "Candilejas",
"De aquí a la eternidad", "La túnica
s agrada", "Vacaciones en Ro m a " ,
"Ladrón de bicicletas", "La strada"...
El 1 de enero de 1958 la ex p l o-
tación del Apolo pasó a sus propie-
t a r i o s, la familia García Orejas,
quienes lo tuvieron funcionando
hasta el 19 de marzo de 1970, fecha
en que cerró definitivamente sus
puertas con la proyección de la pe-
lícula "Abrázame y sáciame de
b e s o s ", de Dino Risi.
Los candasinos que nacimos en
la posguerra conservamos recuer-
dos indelebles del Teatro Apolo:
cabezas del público proyectadas en
la pantalla, cortes en las películas
con el correspondiente abucheo,
apagones que alborotaban el galli-
nero, la parlanchina mula Francis,
la huérfana "Cenicienta", la prince-
sa (Audrey Hepburn) que quiere
huir de su destino al vivir un sin-
gular idilio con un periodista
(Gregory Peck) durante unas
"Vacaciones en Roma", la bondad
primigenia de Gelsomina (Giu-
lietta Masina) en "La strada", de-
batiéndose entre la salvaje bruta-
lidad del forzudo Zampanó (Antho-
ny Quinn) y el Loco (Richard Base-
hart) en el eterno combate entre el
bien y el mal, acompañados por
una melodía sublime de Nino Ro-
ta... Para el niño que fui el cine era
un faro que iluminaba su vida co-
mo el proyector del Apolo alum-
braba las imágenes en las proce-
siones de Semana Santa. Ahora el
niño que no he dejado de ser sigue
soñando con Bogart sentado a la
barra del Rick's Café, bebiendo un
martini doble y escuchando tocar
el piano a Sam.
D E S CA N S O
Sala de fumar en el ve s t í b u l o - b a r
“Vacaciones en Roma”. Audrey Hepburn yGregory Peck en la Plaza de España.
38 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
pesar de los progresos
realizados estamos en
un nuevo siglo en el
que perduran anti-
guas disparidades: las
mujeres representamos el 60% de
las personas más pobres a nive l
mundial, somos menos del 16% de
la clase parlamentaria, las dos terce-
ras partes de las personas analfabe-
tas y somos objeto de violencia siste-
mática, tanto en los conflictos arma-
dos como en la intimidad del hogar.
En Irán, hoy en día, a las mujeres se
las persigue incluso por cantar en
público. En España, según datos del
último informe del Instituto de la
M u j e r, el 43,2% de las mujeres de
25 a 49 años trabajan a tiempo par-
cial. Los motivos que dan mayo r i t a-
riamente estas mujeres para trabajar
a tiempo parcial son tres: no poder
encontrar trabajo a tiempo completo
(42,7%), el cuidado de niños/as o
de personas adultas enfermas, inca-
pacitadas y/o mayores (17,8%) y
otras obligaciones familiares o per-
sonales (11,2%).
Las desigualdades de género se
siguen manifestando en nuestros
días de múltiples formas, siendo las
más notorias las presentes en el
mercado de trabajo (el salario de la
mujer española representa el 86,3%
del salario del varón) y en el acceso
a puestos de decisión en los ámbitos
económicos y políticos.
No obstante, también ex i s t e n
ejemplos de claros avances de em-
poderamiento de la mujer. Hay his-
torias de mujeres, como las candasi-
n a s, que nos demuestran su resis-
tencia, fortaleza y va l o r. En Can-
Las Mujeres de la Mar:La Llave del cambio
Amelia Fe rnández López
A“La mar más que un gran espejo de agua que separa espacios continentales
es una gran avenida líquida que une a muchos países”
Dachary y Aznaiz ( 1985)
d á s, las mujeres de la mar no
p ro t a gonizan series de telev i s i ó n ,
ni aparecen en las portadas de
las revistas o periódicos, pero son
y están, tienen cultura y vo c e s
p ropias que conviene re c u p e ra r
si se persigue avanzar en igual-
d a d. Tienen una compleja historia
de lucha cotidiana por la subsisten-
cia material y cultural que debemos
valorar debidamente. Son ellas las
que se ocupan de dar continuidad y
sentido a la vida y la cultura en lo-
calidades costeras como la nuestra.
Orgullosas de su herencia ancestral
y que transmiten a sus hijos e hijas
lengua y cultura como parte de su
identidad familiar. Sin su pre s e n-
cia y su cora j e, ni el desarro l l o
económico y social, ni la ar-
monía comunitaria habrían sido
p o s i b l e s. Quien les escribe, aldeana
de nacimiento y de corazón, les pro-
p o n e, desde la más profunda ad-
miración, recordar a estas m u j e re s
que apre n d i e ron a sentir y ser li-
b res junto al agua. A p r ove c h o
p u e s, la oportunidad que me brinda
este espacio, para visibilizar a las
verdaderas agentes de la transfor-
mación social en esta villa marinera:
motor y combustible de nuestro de-
s a r r o l l o .
A tal fin, glosaré brevemente la
figura de una de ellas: Josefa Suá-
rez García “ J o s e fa la Cer v era ”.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 39
Peña del Nodo.
40 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Mujer incombustible que a sus 88
años es h i s toria viva de nuestra
v i l l a . El año pasado, el Ay u n t a-
miento de Carreño la distinguió c o-
mo “ Mujer del año en Carreño” a
propuesta unánime de las peñas
marineras más veteranas y del mo-
vimiento asociativo femenino del
municipio. Mujer ligada a la mar
desde siempre: Ella, la mayor de
seis hermanos, estudió con la maes-
tra Pina, fue rapaz de barco, trabajó
incasablemente en las fábricas de
c o n s e r va, se quedó viuda relativa-
mente joven y sacó adelante a sus
dos vástagos, con ayuda de su ma-
dre y sus hermanas. Su abuelo fue
uno de los supervivientes del Cer-
vera en la guerra de Cuba, de ahí el
sobrenombre de la familia. Desde
niña adoraba el Carnaval y el dan-
z a r, por eso, se unió rápidamente a
las peñas marineras: primero a “Les
de siempre”, después a “La Fu r a d a ” ,
y ahora milita en las filas de la Pe ñ a
del Nodo “Les de ahora”, junto a sus
a m i g a s. Eso sí, en la sección de asa-
do de sardinas, fundada en 1987,
aquí, como ella dice, reparte sardi-
n a s, despacha y hace la comedia
con la gente. En la otra sección, la
de danzado, que surgió en 1965
cuando las jovencinas de la fábrica
Portanet se atrevieron a enfrentarse
a la danza de la fábrica de Albo, no
participa tan asiduamente. Ganas
no le faltan, pero sus achaques y el
temor de perder el paso y fastidiar-
la, la retraen un poco. Por eso, en
toda celebración que se precie, en
cuanto Mª Esther da la entrada a la
danza, “la Cervera” tantea primero
sus fuerzas y si se encuentra míni-
mamente bien, tira el bastón y se
suma, sin miramientos, a danzar.
Recientemente la hemos visto des-
gañitarse cantando por los bares du-
rante el I Certamen de Ochotes y
eso que, según ella, canta mal y tie-
ne de todo menos la regla.
Es Josefa un claro ejemplo de
las mujeres de la mar y de la
fuerza del cambio. U n a c a n d a s i-
na intensa, va l i e n t e, tra b a j a d o ra ,
y fo l i xe ra , que participa activa m e n-
te para mantener vivas las tradicio-
n e s. Su protagonismo, no solo en las
festividades de la villa marinera,
que se precian de estar entre las
más sobresalientes de As t u r i a s, se
me antoja fundamental para conti-
nuar con el cambio iniciado. Como
dice la letra del Poeta en la popular
canción “No te aflijas, sardinera, aun -
que no puedas andar, de la mar ya na -
die trae sardinitas de cristal….” a pe-
sar de ello, por su valor y coraje co-
tidiano, Josefa la Cerve r a es u n a
de estas “madres de la mar” a las
que la juventud carreñense de-
bería escuchar. De su ex p e r i e n c i a ,
a buen seguro, que saldrán sinergias
que nos ayudarán a repensar pro-
yectos y pensar iniciativas para se-
guir trabajando, día a día, por la
construcción de un mundo justo e
igualitario para todas las personas.
Empoderando a mujeres como ella
a l i s a r e m o s, un poco más, este difícil
camino hacia la igualdad.
¡MUCHAS GRACIAS! Y M I S
MEJORES DESEOS PARA ESTA S
F I E S TAS DEL STMO CRISTO DE
CANDÁS 201 2 .
42 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Te fuiste pronto,
tú fuiste para mí
un gran amigo,
y muy leal,
trabajamos muy juntos
buscando un ideal,
por eso yo sé
que en tu Coral
con mucha tristeza y amargura
seguirán añorando
tu figura.
A ti Cristina
quiero decirte
que pase lo que pase
siempre podrás contar conmigo,
por eso quiero que veas
en este verso
la triste despedida
de un AMIGO.
En esta carta
que te escribo
quiero contarte
lo que ha sucedido.
Desde que te marchaste
las penas no se han ido,
pero nos dejaste la alegría
de saber
que nos estarás mirando
desde allí arriba,
a mí sólo me has dejado
este consuelo
de poner en el remite
Cheché aquí en el suelo
y en el destino
Pilar allí en el cielo.
Estoy sentado en el fondo
de la mesa;
estoy intentando
cumplir una promesa,
ahora que te has ido
quiero decirte en este verso
que tú fuiste
el más fuerte bastión
de mi universo.
Cuando te fuiste
me dejaste el alma muy vacía,
pero también tú me dejaste
la esperanza y la alegría
de saber que estaré siempre a tu lado
cualquier día.
Yo llevo muchos días
con el corazón roto y partido,
por eso quiero que sepas
que yo no entiendo
porque tú te marchaste,
y no consigo comprender
por qué te has ido.
Ya sabes Pilar
que estuve mucho tiempo disfrutando
de tu alegre compañía,
por eso hoy
en esta tarde
que estoy solo
quiero dedicarte
esta poesía.
No sé lo que está pasando
en mi cabeza,
porque ahora
que todo se ha acabado
seguiré sintiendo
mucha tristeza.
Y quiero decirte con firmeza
que yo estaré siempre a tu lado.
Que días tan tristes
nos esperan
porque no van a ser
como antes eran.
María sé que tú ya sabes
donde está,
por eso pido a Dios
que no preguntes
donde está el plato de Tatá.
Aquí sin tí
estaremos todos muy juntos,
Luis, Marta y Juanjo
y alegrándonos la noche
pido a Dios que esté siempre María
por eso quiero mantener mi calma
porque dentro de la tristeza
que me rompe el alma
quiero darle a mi nieta
en ese día
aunque sólo sea eso
un poco de alegría.
Juan José Fe rnández More n o
Armando
Carta a Pilar
44 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Como invierno muy frío y sin amigos,
cerradas las ventanas;
como un día medido sólo en horas de nieve,
malogrado;
un largo amanecer sin mundo afuera,
de brumas vespertinas contra el día;
unas pocas semanas, o estaciones,
y veranos muy largos hace tiempo,
que a destiempo regresan y atestiguan
que el tiempo es un anciano de camino
soñando con nacer otra vez pronto.
No lo quiero creer, y en eso estamos todos,
incrédulos actores
hace mucho recién abandonados:
pasó una vida toda en ese amén.
Y aguas arriba ya los afluentes,
y los atajos ciegos, entrevistos,
sin tiempo casi para abrirnos paso,
el tiempo siempre guarda, sedimenta,
despiertos sus contables, que dan fe.
Son ellos, me lo dicen, nos esperan
con los números hechos, desabridos,
y barcos de papel fuera del agua,
inalcalzables.
Antes ya de partir hemos llegado.
Siempre el mismo camino, distintos los paisajes
y nuestra casa siempre en qué suburbios
siempre,
esperando, imposibles, otros sitios,
sombra a sombra,
y otras puertas que den a otro lugar.
Los pasos que nos traen no lo saben:
si te cruzas con uno, los dos vamos,
o voy, tanto peor, o vais, descaminados.
Al fin, después de todo,
ya sin apuntador y sin memoria
y el teatro vacío, la tragedia servida,
declaro puesto en pie mi desconsuelo.
Tan solo una certeza podría consolarme:
saber que iba a llegar alguien un día,
algún desconocido, aunque fuera ahí al lado,
a preguntar por mí,
preguntar por las letras de mi nombre.
Luis Fe rnández Ro c e s
A preguntar por mí
46 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
entro de la serie de
Linajes de Carreño
que venimos publi-
cando desde hace
unos años, nos centra-
remos en esta ocasión en otros cinco
apellidos que tuvieron su asiento en
la feligresía de Candás y que
podemos añadir a los ya referidos de
García Alas, Prendes Pola y Fe r-
nández de Luanco. Apellidos que en
muchos casos continúan entre
n o s o t r o s, aunque en parte mutilados
por sus descendientes.
DE LA RIBA
Linaje originado en la villa de
Candás que tomaría este apellido
del antiguo barrio de la Riba, junto
al puerto, donde tuvieron su casa
principal. Su tronco en común, el ar-
mador Juan de la Riba, aparece ya
documentado en el año 1524, siendo
un nieto suyo, llamado Domingo de
la Riba, juez del concejo en 1601.
Continuarían el linaje, los tam-
bién regidores Pedro de la Riba y
Luis de la Riba, siendo un hijo de és-
te último llamado Pedro de la Riba
quien se casaría en 1678 con Leonor
de Valdés Coalla, mayorazga de la
Casa de Manzaneda en Gozón,
pasando a residir allí habitualmente.
Au n q u e, tanto su hijo Fr a n c i s c o ,
como su nieto Benito (1707-1787),
seguirían manteniendo una cierta
vinculación con Carreño, donde
ejercerían el oficio de regidores del
c o n c e j o .
MOÑIZ DE CA R R E Ñ O
Rama familiar del apellido Ca-
rreño que tendría casa en Candás
desde mediados del Siglo XVI, sien-
do por entonces el regidor Alonso
Moñiz Carreño el mayorazgo de la
familia. Acumularon un importante
patrimonio agrario en todo el conce-
jo, principalmente en las feligresías
de Perlora, Guimarán y El Va l l e ;
ostentando también el cargo de regi-
dores por juro de heredad y jueces
ordinarios en diversas ocasiones.
A finales del Siglo XVII, dos ta-
taranietos del citado Alonso Moñiz,
los hermanos Gonzalo Moñiz Carre-
ño, canónigo de la Catedral, y An-
tonio Moñiz Carreño, capitán del
concejo, edificarían en Candás el
célebre palacio familiar en la actual
calle Braulio Busto, el cual con al-
gunas modificaciones ha llegado
hasta nuestros días.
O b v i a m e n t e, este linaje conti-
nuaría en la descendencia del capi-
tán Antonio Moñiz, destacando su
hijo Manuel Moñiz Carreño, juez or-
dinario en 1704, y su nieto Alonso
Moñiz Carreño, también juez en
1736, y si bien la línea principal del
linaje recaería en hembra a princi-
pios del Siglo XIX, otras ramas fami-
liares mantendrían el apellido, trans-
cribiéndose ahora como M u ñ i z .
Luis Ángel Fe rnández Ro d r í g u e z
Linajes de Carreño:
Feligresía de Candás
D
MENÉNDEZ DE VALDÉS
Este antiguo linaje asturiano
llegaría al concejo de Carreño a fi-
nales del Siglo XV, de la mano de
Fernando de Valdés, quien insti-
tuiría el mayorazgo de la familia a
favor de su hijo Pedro Menéndez
de Valdés en el año 1515, vinculán-
dole sus propiedades en Candás y
Tabaza.
Su casa-palacio en Candás es-
taría situada entre el Paseín y la an-
tigua calle Río, convertida en el Si-
glo XX en la fábrica de Conservas
Ortiz, desde allí, los miembros de
esta familia desempeñarían cargos
de gran relevancia en Carreño,
destacando por su influencia los
capitanes Rodrigo Menéndez de
Valdés (1622-1636) y su hijo Pedro
Menéndez de Valdés (1636-1669).
GONZÁLEZ DEL VILLAR
Linaje originario del lugar de
Villar en Guimarán que sería intro-
ducido en la villa de Candás por un
maestro cantero llamado Antonio
González del Villar, el cual figura
ya censado en nuestra villa desde
el Padrón de Hidalguía de 1644.
Edificarían su casa en la Plaza de la
Baragaña, dedicándose a las activi-
dades comerciales, ya que sabemos
por el Catastro de Ensenada de
1752 que Francisco González del
Villar, biznieto del citado Antonio,
era “tratante de mar” en hierro y
telas de lana. De su primitiva casa
tan sólo se conserva el blasón, ya
que fue redificada en el año 1927,
albergando en la actualidad la céle-
bre Heladería Helio.
M I R A N DA CA R R E Ñ O
Rama familiar del apellido Mi-
randa, cuyo miembro Domingo de
Miranda se establecería en la villa de
Candás hacia el año 1570, para de-
dicarse a las tareas pesqueras como
a r m a d o r. Su descendencia residiría
en la calle Santolaya, donde todav í a
se conserva su antigua vivienda,
aunque blasonada ahora con el escu-
do de la familia Riva s. En el año
1725, el mayorazgo de esta familia
llamado Diego de Miranda, contrae-
ría matrimonio con Clara de Carre-
ño, hija de Francisco de Carreño, Al-
férez Mayor del concejo, cargo que
también ostentaría Benito de Miran-
da Carreño, hijo de los citados Diego
y Clara, el cual uniría los dos apelli-
dos de sus padres, naciendo así el
apellido Miranda Carreño.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 47
48 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
l poeta Gabriel Ce-
laya nos explicó en
un día lejano de hace
más de medio siglo
los motivos por los
que había dejado el bien remune-
rado trabajo de ingeniero por la
incierta labor de dedicarse al
verso. Había venido a dar una con-
ferencia a Gijón, en aquel Ateneo
con goteras que velaba por la cul-
tura de lo que hay detrás de la
Campa Torres, que según dicen
algunos es donde está oculto, entre
el Infanzón y el Musel, el barrio
más grande de Candás. Gabriel Ce-
laya vino a decirnos que se había
convertido en poeta por no haber
podido resistir la mirada de un
obrero. Aquel obrero era un esti-
bador que arrastraba su cuerpo
cansado por los muelles de Pasajes,
y el ingeniero Celaya le pidió lum-
bre para el cigarrillo, recibiendo a
cambio una mirada profunda de
odio que lo dejó petrificado cual
Saulo caído del caballo, para tomar
a partir de entonces un nuevo rum-
bo que lo llevó a nombrarse inge-
niero del verso, para ser contado y
cantado entre los ilustres de la
postguerra. Gabriel Celaya murió
pobre, que es la dignidad postrera
de quien un día eligió ser poeta y
no ingeniero.
Aquellas fotos contenidas en
las revistas del Club Náutico de
Carreño me hicieron entender los
pasos decisivos de un hombre ilu-
minado y valiente como Gabriel
Celaya. A mí sólo se me alcanza la
rebeldía, al ver los niños descalzos
que iban a la escuela de Candás a
principios del siglo pasado, para
convertirme en un indignado pasi-
vo que a ratos protesta y en otros
se desentiende y evade. Los niños
de Candás de hace casi un siglo
eran yunteros de la mar y la tierra,
que trotaban con los pies descalzos
por los empedrados y los barrizales
del puerto. De aquellos pies des-
calzos y piernas famélicas salieron
los que con un vuelo corto no pa-
saron los escollos de la tuberculo-
sis y el tifus; otros, se embarcaron
para quedarse ahí dentro, en ese
mar que se los llevó descalzos, co-
mo vinieron al mundo y como iban
a la escuela de aquel maestro que
aparece en la foto, también enjuto
y macilento para no desentonar, to-
cado a buen seguro por el hambre
para no ser menos. Más hambre
que un maestro de escuela, se de-
cía, y aún se dice, en este país, que
se colma de crueldad y de absurdo
al definir a sus hombres más no-
bles y necesarios. La última criba
de la foto resultó ser la guerra; y
hasta puede que se mataran entre
e l l o s, aquellos niños descalzos:
hermanos contra hermanos, ham-
brientos contra hambrientos…
Esta villa marinera llamada
C a n d á s, que es como el vértice del
ángulo entre Peñas y To r r e s, pasó
de aquellas penurias de las fotogra-
fías de hace noventa años, a la es-
peranza de ir forjando el futuro
abrazándose a la mar. En el puerto
entraba la mercancía de primera o
segunda mano; quiero decir, lo que
pescaban los barcos, o se reenviaba
de otros puertos para las industrias
c o n s e r ve r a s. Pero ese sueño de
prosperidad se fue apagando, mien-
tras en las fachadas y escaparates se
iba encendiendo un paraíso ficticio
de luces de neón. Esa esperanza se
torció, tal vez, definitiva m e n t e, el
día que hace dos años le he visto
derramar una lágrima al vecino de
mi segundo barrio, Carlos Pérez, al
que 60 años de trabajo le han
puesto su segundo nombre:
Joaquín Fuertes
Entre la tierra yerma y el mar cansado
E
Carlinos el de Albo. Yo hablaba con
Carlinos sobre Candás, cuando su
memoria y sus ganas lo permitían,
porque entre a otros muchos, en tan
larga vida, había conocido a Antón,
cuando este era un muchacho que
esculpía en un cuartucho que le
habían dejado a la entrada de la
c o n s e r vera. Carlos Pérez acaba de
cumplir cien años en los mismos
días en que escribo este panfleto, y
el habérsele apagado el ánimo lo
a t r i b u yo a aquella pena que me
contaba, cuando a sus 98 abriles
leía el periódico todos los días y
pintaba los portones y las cancelas
de su casa. Pero la última con-
s e r vera se fue, con la misma
indiferencia que al otro lado de
Torres se cerró el último astillero.
Es posible que nadie haya derrama-
do una lágrima, a excepción de
Carlos Pérez, mi vecino de Castiello
de Bernueces.
Encontrándome hace años en
Galicia coincidí con una reunión de
representantes de industrias con-
s e r veras en Vigo, y pido perdón al
santo Cristo de Candás por las
ganas de blasfemar cuando leí en el
periódico El Faro de Vig o la relación
de personas que trabajaban en este
sector: unas once mil en Galicia, y
en Asturias no llegaban a quinien-
t a s. Y ahí figuraba Cantabria, con
cerca de dos mil empleos y la mitad
de costa; y los va s c o s, también con
menos costa que Asturias y más de
mil puestos de trabajo en el sector.
Desde entonces, para esta región las
cosas no han hecho más que empe-
o r a r. Pero ahí están los de siempre:
técnicos incompetentes, políticos
camastrones y los que manejan el
dinero, acostumbrados a vivir en
aguas fangosas como las anguilas, y
que se escabullen al menor peligro.
Y el eterno retorno nos dev u e l ve a
las plagas de antaño: los niños,
antes esqueléticos, ahora también
mal nutridos acuden a la escuela
obesos; la tuberculosis va en
aumento, según me asegura una
persona allegada, que trabaja en la
sanidad; y la guerra se la invoca de
un lado y de otro, como en el 36,
que ojalá nunca llegue: a tijeretazos
de una parte sobre los que menos
tienen, y de la otra individuos como
J avier Krahe cocinando cristos, a
semejanza de el del altar barroco
que “cocinaron” en esta villa hace
tres cuartos de siglo. Ojalá nunca
v u e l van aquellos tiempos, como
dice Carlos, mi vecino de Ber-
n u e c e s.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 49
50 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
oco tiempo hacía que
la guerra civil había
terminado y Heliodo-
ro Fernández, después
de un periodo de dura
y penosa reclusión, retornaba a su
tierra asturiana para comenzar una
andadura de postguerra no exe n t a
dificultades y peligros, dada su
destacada militancia republicana.
Militancia que lo llevó, como a tan-
tos jóvenes de su época, a luchar por
sus ideales de justicia, progreso y
l i b e r t a d, y sufrir, con la derrota,
pena de cárcel.
Nacido en el pequeño pueblo de
B a ñ u g e s, Heliodoro, miembro de
una familia numerosa de traba-
jadores de la mina y de la mar, em-
pezó de chavalín en Llumeres sacan-
do mineral de hierro; un trabajo
duro, peligroso y mal pagado que le
hizo tomar conciencia de la ex-
plotación en que vivía la clase tra-
bajadora en aquellos tiempos de mi-
seria. Luego, se embarcó con su pa-
dre de marinero y marmitón, en un
buque de carga, y al estallar la gue-
rra, fue soldado de la República y
comisario político por su formación
y experiencia en el mundo obrero y
s i n d i c a l .
Pues el caso es que, a comienzos
de los años cuarenta, tenemos a
Helio y a sus hermanos en Candás
emprendiendo una nueva vida,
abriéndose paso en medio del estra-
perlo, del hambre y la pobreza en
que la guerra había dejado a Espa-
ña. Todo había que reconstruirlo,
todo empezarlo de nuevo. Y así, de
esta manera, Helio comenzó a ve n-
d e r, en el invierno, castañas maus-
t a d a s, y a comprar chatarra y ocle.
Y fue chigrero en la Baragaña, en el
bar que Kiko le traspasó, donde
paraban un buen grupo de notables
y viejas glorias candasinas. Y, de
Pascua Florida a la Pilarica, a ve n d e r
los helados artesanos más ricos del
mundo, que elaboraba en un bajo
cercano a la Rula, casi pegado a la
tienda de Manolo el Menor y al chi-
gre de Antón de Pano.
Y de allí venía nuestro persona-
José Marcelino Garc í a
De cómo Helio, el heladero,no tuvo más remedio que confesara una mujer de Candás
P
je un atardecer del mes de Julio, con
paso lento y gesto reposado, que era
su forma de ser, cuando a la altura
de la botica se le acercó una mujer
con expresión angustiada.
–Doro, tengo que hablar contigo
sin falta.
Era una mujer de mediana
e d a d, viuda con tres hijos, que él co-
nocía bien por ser ambos algo pa-
rientes; así que Doro se paró y le
pregunto qué le pasaba para estar de
aquella forma.
–Doro, ya sabes que soy viuda y
tengo tres fios pequeños y que la
vida está muy mal. Munches ve c e s
no tengo nada que dayos de comer,
por eso se me ocurrió una cosa que
empecé a facer por les aldees, pero
que ahora me está quitando el sue-
ño y la tranquilidad. Quiero decite
que no me deja vivir esta preocu-
pación que llevo como una carga
muy grande. Ye algo que estoy fa-
ciendo por necesidad, pero que non
voy tener más remedio que confesa-
lo, porque me remuerde muncho la
conciencia, y así non puedo seguir.
Doro, le respondió de inmediato
que eso tenía arreglo. Y apuntando
hacia la Iglesia, le dijo que fuera allí
a confesar, como hacía todo el mun-
d o .
–Non puedo dir a confesar esto a
la Iglesia, Doro. Esto que faigo non
ye pa decilo a un cura. Quiero con-
fesar contigo...
–¿Conmigo...? –dijo Doro sor-
prendido y un tanto asustado,
abriendo los ojos desmesurada-
mente–. Ya sabes que yo no puedo
confesar a nadie, no estoy autoriza-
do. Si quieres confesar, no tienes más
remedio que subir la escalinata, en-
trar en la Iglesia y decir los pecados
al cura.
–Doro –dijo la mujer– ya te dije
que esto non ye de contailo a dingún
cura ni a dingún fraile. Eso que me
está matando sólo puedo decítelo a
ti. ¡¡Por Dios te lo pido, Doro, déja-
me confesame contigo!!
Era tanta la angustia y el dolor
de aquella pobre mujer, era tanta su
a n s i e d a d, que Heliodoro el cenetis-
ta, el uhpeista, el Comisario Po l í t i c o ,
pero sobre todo buenísima persona,
cogiendo delicadamente del brazo a
la desconsolada viuda, la llevó hasta
el portal de la botica, y allá en el
fondo, donde la luz era tenue, como
de confesionario, Doro, serio, grave,
impuesto y solemne ya en su sagra-
do papel de confesor, le dijo con su
más tierna y cálida vo z .
–Bueno, mujer..., bueno... Di-
m e... ¿qué pecados tienes. . . ?
–Doro –respondió la mujer– ya
ves la fame que estamos pasando.
Tú non sabes lo que ye ver a los mis
rapacinos naguando todo el día, sin
poder fartucase nunca. Así que un
día vínome un pensamiento a la ca-
beza. Una idea que si me atrevía c o n
ella podía sacar alguna perrina pa
d ayos de comer a los mis chiquillos.
Doro, puesto en lo peor, escucha-
ba con atención y en silencio la sin-
cera confesión que aquella infeliz
mujer le estaba recitando entre sus-
piros y alguna lágrima.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 51
52 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
–¿Qué idea fue esa –dijo Doro–
...qué ficiste. . . ?
–Pues ve r á s, ocurrióseme dir por
les aldees a pedir pa la Virgen de
C ovadonga. Pensé, ¿quién no va dar
algo, aunque sea un perrón o una
perrina, pa compray un manto a la
Santina...?
Así, que empecé a pedir y a
quedame con les perres que me da-
ben. Diba por Coyanca, por Ta m ó n ,
diba a Prendes y Aboño, y fui a dar
hasta Gozón. Con lo que sacaba
compraba lo que necesitaba para
dar de comer a los mis fios, que es-
taben muertinos de fame.
Doro, sin decir palabra, escucha
muy atento la confesión de aquella
pobre mujer, atormentada por los
r e m o r d i m i e n t o s.
– Yo sé que esto que faigo –siguió
la mujer– ye una cosa muy mala, un
pecau muy grade. Quitay les perres
a la Virgen ye lo último que a mí
podía ocurríseme facer. Pero fue la
n e c e s i d a d, Doro, júrotelo, y ahora
siéntome muy mal, non puedo
dormir ni descansar, tengo muncho
remordimiento, y como compren-
d e r á s, esto que faigo non puedo dir
decilo a ningún cura, porque igual
me descomulgan o métenme presa.
Por eso me confieso contigo, a ver si
me das un poco de tranquilidad.
–¿Non me dices nada, Doro...?
Y Doro, que había estado aten-
to, conmovido y un tanto triste
mientras escuchaba aquella confe-
sión, después de hacer una pausa y
una pequeña reflexión, con voz tem-
plada y paternal dijo a aquella mu-
j e r :
– Pero mujer... ¿tu pienses que
una idea como esa iba venite a la
cabeza sino te la hubiera puesto la
Virgen de Covadonga para que pu-
dieras dar de comer a los tus fios?
Esa ocurrencia ye cosa de ella, de la
Santina. Non sabes que a ve c e s, la
virgen fay eses coses con alguna
gente buena y necesitada como tú.
Así que estate tranquila. Sigue pi-
diendo mientras lo necesites. Lo pri-
mero de todo son los rapacinos. La
Santina no está enfadada, al con-
trario, está muy contenta de poder
ayúdate en estos tiempos tan malos.
Anda, y no te preocupes más.
La cara de felicidad que puso
aquella mujer no es para describirla.
Doro la vio marchar tranquila, so-
segada y en paz por la Pedrera del
Cura hacia el barrio del Pa r a g ü ay,
donde vivía en una pequeña casina
marinera. A los pocos días, un ra-
pacín, hijo de esta mujer, entregaba
a Isabel, la hermana de Doro, una
rueda de bonito gorda, fresca, jugo-
sa, de cerca de la ve n t r i s c a .
–¿Y esto? –preguntó Isabel ex t r a-
ñada–, diómelo mi madre pa Doro,
de parte de la Virgen de Covadonga.
l año 2010 celebramos
con euforia el aconte-
cimiento más impor-
tante para el Club de
Piragüas Los Gorilas
de Candás, sus 50 años de ex i s t e n c i a ,
y claro que sí, en particular era muy
importante para la familia Prendes,
pues varios miembros fueron palis-
tas y siguen incorporándose nueva s
g e n e r a c i o n e s.
Este año, la euforia se ha conve r-
tido en densa tristeza porque su prin-
cipal dirigente, su eje central, Aman-
do Prendes Viña ha fallecido de for-
ma inesperada. Cogió a la familia, mi
familia, desprevenida, ya que se
creía que iba a superar el accidente
vascular que sufrió viendo el gran es-
fuerzo que hacía por mejorar un po-
co cada día, pues su meta, lo que le
ayudaba a superar el sufrimiento físi-
co y psíquico era muy importante:
l l evar a su hija al altar. La familia
también tenía gran ilusión y lo ay u-
damos moralmente todo el tiempo
para que pudiese cumplir su gran
ilusión, pero su estado se agravó y en
pocas horas falleció.
¡Desolación! Así podemos titular
el estado en que quedamos todos.
¡Contrariedad!, ¡angustia!, ¡dolor!,
pero también ¡serena conformidad!,
gracias a los principios cristianos que
l l evamos con orgullo y que él tan sa-
biamente inculcó a sus hijos y nietos.
Ahora también nos toca hablar
de los componente del Club, sus que-
ridos Gorilas. ¡Inigualable! A los po-
cos minutos de conocer su falleci-
miento se presentaron uno tras otro
para acompañar sus restos, primero
en la capilla ardiente con caras deso-
ladas sin poder contener las lágri-
m a s, más tarde en el responso, luego
en el funeral que fue multitudinario
y por último en el pantano de Tr a s o-
na, donde sus hijos y su hermano Pi-
po, vertieron las cenizas (deseo que
siempre había comentado). Lamen-
tablemente su hermano Carlos no
pudo en esos momentos estar pre-
sente por hallarse hospitalizado recu-
perándose de una grave dolencia,
pero sí estuvo su familia.
Pero no solo quedó ahí el com-
portamiento ejemplar de los compo-
nentes de Club. Todos se unieron en
una piña para que el Club siguiera
adelante incorporándose varios ex -
palistas que por diversas razones ha-
bían dejado la competición, y en me-
nos de seis meses siguen adelante
con mucha fuerza. La rápida reac-
ción de sus hijos dentro de su gran
dolor ha sido fundamental. Tanto es
así que en el Campeonato de Invier-
no ha quedado el Club en primer lu-
gar y varios palistas entraron en los
primeros puestos.
A p r ovecho la oportunidad para
agradecer en nombre de toda la fa-
milia la compañía, el consuelo y el
cariño que recibimos. Todas las per-
sonas que acudieron a todos los actos
religiosos y seglares que se efectua-
ron en su memoria nos han demos-
trado con su presencia el cariño y
respeto que le tenían. También quie-
ro agradecer los diferentes homena-
jes que le hicieron a nivel personal y
comunitario, todos ellos cargados de
emoción y buen gusto.
Yo creo que Amando desde el
Cielo está velando tanto por su fami-
lia como por sus palistas y canoístas
y debe sentirse muy orgulloso al ve r
que su semilla sigue dando frutos.
54 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Berta Garc í a - B a rrosa Candia
Una pérdidadolorosa
E
56 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
l año pasado escribía
en este foro sobre la
enseñanza como un
aspecto fundamental
en la vida de un país, y
este año me voy a refe-
rir a la sanidad, que junto al ante-
rior, son temas esenciales y muy
presentes en las discusiones que
hoy día tenemos en España.
Todos a lo largo de nuestras vi-
das tenemos contacto con el sis-
tema sanitario, ya desde el
momento de nuestro nacimiento y
posteriormente de forma perma-
nente necesitamos y utilizamos sus
recursos. De su calidad puede, por
lo tanto, depender cómo se va a de-
sarrollar nuestra vida. Hablaba el
año pasado del respeto que me
merecen los profesionales de la
enseñanza y no puedo menos que
afirmar lo mismo por el personal
sanitario, aunque en este caso
tenga que ser más reservado al for-
mar yo mismo parte de este colec-
tivo. Pero también he de decir que
aparte de ser personal sanitario he
utilizado los servicios sanitarios
tanto personalmente como con
familiares y amigos y creo lícito el
poder manifestar ese respeto.
Tengo recuerdos de la sanidad
en mi infancia de los años 50-60
con un esquema de funcionamien-
to muy sencillo (médicos, enfer-
meros y comadronas con actividad
privada y pública que no alcanzo a
delimitar muy bien). No existían
hospitales públicos importantes y
la sanidad no tenía tampoco unos
recursos relevantes en los pueblos
para poder ejercerla (en algunos
casos la casa privada del médico
del pueblo o pequeños edificios
con pocos medios). Por ello acudías
o llamabas al médico de cabecera
que te visitaba bien en tu domicilio
o en su consulta, que solía ser su
propia casa privada. Recuerdo en
aquellos tiempos a don Salvador
que era mi médico, a don Manuel
y a don Godofredo, aunque tam-
bién me llegó la referencia a través
de mis padres de don Tomás, médi-
co Pediatra. También ejerció la pro-
fesión médica en aquel tiempo don
José Manuel que tuvo su puesto de
trabajo principal en la Ciudad
Residencial de Perlora, si bien me
consta que previamente ejerció
unos años en Candás a principios
de los 50.
Recuerdo las visitas de don
Salvador a mi casa de Reina María
Cristina, su atención y prescrip-
ción de medicamentos; yo tenía (y
tengo) bastante miedo a las “inyec-
ciones” y la pregunta obligada a mi
madre Carmina tras la visita del
José María García Garc í a
Recuerdos de la sanidad
en Candás en los años 50-60
E
médico era ¿”recetóme inye c i o-
nes”?; la metía siempre en un
brete, si me contestaba “sí”, ya
empezaba a llorar antes de que me
pinchasen, si me decía que “no”
(mentira piadosa) y luego llegaba la
enfermera que llamábamos “prac-
ticanta” aunque a mí me sonaba
más sin la letra c (“praticanta”),
generalmente Juanita la hija de
Angelina la comadrona, el enfado
era aún mayor. Tengo la imagen de
un montón de “perrines y perro-
nes” del monedero de mi madre
rodando por todo el pasillo de mi
casa, fruto de una de mis rabietas
o el tener que ser sujetado por
varias personas para la corres-
pondiente “inyeción”. El método
de desinfección de agujas era
casero (no existía material desecha-
ble) y la espera a la administración
de la inyección era aún peor, pues
además de oír el ruido metálico de
las agujas sobre el recipiente en el
que habían de hervir, tenías que
esperar un tiempo interminable
hasta escuchar el burbujeo del
agua hirviendo. Además de
Juanita, también trabajaba como
enfermero José Antonio Blanco,
por desgracia fallecido prematura-
mente por aquellas épocas. En los
años posteriores tuvo una acción
muy destacada Juan José Fernán-
dez Moreno, conocido amistosa-
mente como Cheché, persona
siempre al servicio de todos
durante todo el día. Él me ayudó al
inicio del ejercicio de mi profesión
con su compañía, cuando tuve la
valentía (osadía de la juventud e
inexperiencia) de estar de médico
en el boxeo de la fábrica de
Portanet organizada por el Club
Náutico de Carreño con José como
responsable, y en alguna corrida
de toros que muchos años organizó
mi padre Rafael y después SOFE-
CA. También recuerdo como enfer-
mero a Tino, de Piedeloro, que me
atendió muchas veces posterior-
mente de forma siempre amable.
Puede llamar la atención que no
utilice el Don o Doña en las per-
sonas que ejercían la profesión de
enfermería, pero con ello quiero
reflejar cómo se les conocía o lla-
maba en Candás en aquel mo-
mento, más allá de la consid-
eración de que todas las profe-
siones requerirían el mismo
tratamiento.
El ejercicio de la profesión sani-
taria en aquella época, pienso que
tenía gran mérito. Junto una total
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 57
dedicación, con una disponibilidad
de 24 horas ya que no existían guar-
dias (recuerdo oír que Don Manuel
nunca pudo acabar una función de
cine o teatro sin ser llamado), con
muy pocos medios (la historia del
p a c i e n t e, la exploración física) para
poder llegar a un diagnóstico y
tratamiento adecuado. Por otro lado
tampoco había hospitales públicos
i m p o r t a n t e s, únicamente pequeños
sanatorios priva d o s, ni centros
públicos de especialistas, excepto las
consultas de éstos, por lo que me
imagino las grandes dificultades y
problemas que habrán tenido.
Comentario especial merece la
atención a los partos que ejercían
las comadronas (recuerdo a Cons-
tanza y Angelina) pues las per-
sonas nacíamos, al contrario de lo
que sucede en la actualidad, en
nuestro domicilio. De Angelina fue
de la que más conocimiento tuve,
me imagino la dificultad de los par-
tos domiciliarios con las complica-
ciones que habrán tenido que sol-
ventar. En mi caso tuvo que aten-
der un parto gemelar no esperado
(“Rafael viene otro”).
No quiero olvidarme de las per-
sonas a cargo de las Farmacias
(Juan Nieto que yo recuerdo ini-
cialmente y posteriormente José
Luis Prieto que regían las farma-
cias de “abajo y arriba” respectiva-
mente) y que también tenían una
dedicación permanente en la aten-
ción de administración de medica-
mentos.
En las décadas posteriores
hubo cambios muy importantes.
En los años 60 apareció el Hospital
General de Asturias y posterior-
mente las llamadas no adecuada-
mente en mi opinión “Residencias
de la Seguridad Social” en los años
70, con la extensión de la Segu-
ridad Social a la mayoría de traba-
jadores y sus familias, y con el
desarrollo espectacular que hemos
visto a partir de los 80 tras la pro-
mulgación de la Ley General de
Sanidad y la generalización de hos-
pitales (se dejaron de llamar resi-
dencias), centros de especialidades
y Centros de Salud.
Hoy día tenemos una Sanidad
reconocida en todo el mundo como
muy buena, con un desarrollo
grande de infraestructuras y
medios y de la que creo que la
mayoría de la población está satis-
fecha. Ha habido un hecho funda-
mental que ha sido la formación de
especialistas vía MIR (Médicos
Internos y Residentes) los cuales
durante 4-5 años se forman para
ejercer luego la especialidad tanto
en Centros de Salud (especialistas
en Medicina Familiar y Comunita-
ria) como en hospitales. Las presta-
ciones de que disponemos son
muy buenas y los medios al alcan-
ce del profesional son excelentes.
Estas reflexiones y datos son
fruto de mi memoria y dado que
evidentemente han pasado muchos
años me puede jugar alguna mala
pasada de olvidar personas o
hechos. Si es así pido mis disculpas
por adelantado. No pretendo
escribir historia de lo que ha pasa-
do, simplemente exponer lo que yo
recuerdo.
Sirva este escrito para manifes-
tar mi cariño y agradecimiento a
todo el personal sanitario que ha
ejercido en nuestro pueblo y mani-
festar mi deseo de que se haga un
esfuerzo para que la sanidad en
nuestro país sea un objetivo priori-
tario de nuestra sociedad. Visto
desde dentro como profesional del
ramo y desde fuera como usuario,
pienso que todos hemos de hacer
un esfuerzo para utilizarla ade-
cuadamente y cuidarla pues es uno
de los máximos logros de España.
Hemos de felicitarnos todos por
haber conseguido el alto nivel san-
itario que ahora tenemos. Mante-
nerlo es obligación de todos noso-
tros.
Felices Fiestas a todos.
58 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
60 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
uería conseguir el
libro "Cuerda de pre-
sos" de grato recuerdo
j u venil y en Gijón no
lo tenía ninguna bi-
blioteca municipal ni librería al uso,
pero sí me dijeron que lo había en el
fondo de préstamo de la Biblioteca
Municipal de Candás. Así que un
hermoso día de primeros de sep-
tiembre a temprana hora de la
mañana monté en el mítico "tren
Carreño" con emoción, ya que hacía
bastantes décadas que no lo usaba, y
la ve r d a d, un poco decepcionado por
no ser tan amarillo como antes y
sobre todo por no pasar ya por los
vertiginosos desfiladeros sobre el
mar de "El Tranqueru". Llegada
bonita como siempre a la Villa
marinera entre hermosas mansiones
indianas, y de conserveras con
palmeras a gogó.
Bajada en el apeadero, y lo
primero el Teatro Prendes, muy acti-
vo con su programación actual y
muy nostálgico también con sus vie-
jas carteleras, cosa que me encantó.
D e s ayuno, como es preceptivo, en
"El Varadero", con cafetín y mara-
ñ u e l a s, saludo a dos clientes y ami-
g o s, y poco a poco, sin prisas, llego a
la plaza hermosa donde se erige
como un faro el edificio "muy
guapo" de la Biblioteca Municipal
candasina. Es un palacete del siglo
d i e c i n u eve o principios del ve i n t e,
estupendamente restaurado tanto en
su exterior como en su acogedor
i n t e r i o r, con todo materiales nobles,
hermosas maderas, muy buen gusto,
distribución racional y en algunas de
sus salas se disfruta de una dichosa
paz interior y belleza de espíritu. Me
prestaron el libro y estuve allí parte
de la mañana releyéndolo y
recordándolo con calma.
"Cuerda de presos" es una her-
mosa novela de Salvador To m á s, edi-
tada en 1953, y que cuenta el trans-
porte y la conducción de un preso
peligroso y homicida por dos
guardias civiles, uno veterano y otro
j oven, allá por 1881, prácticamente
andando desde Murias de Paredes a
Vitoria, atravesando las prov i n c i a s
de León, Palencia, Burgos y Álava .
Ruta que los llevaba siempre de
oeste a este, pegados a la montaña,
en el mes de octubre y lógicamente
en unas cuantas etapas. Narra todas
las peripecias, comidas, algo de dia-
logo, las pernoctaciones en alguna
casa cuartel, como en Boñar, o en
humildísimas casas de campesinos
en pueblos olvidados de la mano de
D i o s, o al raso y al mismo tiempo
Ro d o l fo González Constans
Una bibliotecacon encanto
Q
hace un relato realista de esa España
en esos tiempos con aquella dureza.
También trata magistralmente, no
solo a los guardias civiles y al delin-
c u e n t e, sino a todos los personajes
que se van cruzando con ellos,
haciendo un fresco maravilloso con
todo ello.
Con este relato hicieron una gran
película en 1955 dirigida por un
Pedro Lazaga en estado de gracia e
interpretada magníficamente en el
papel del "Sacamantecas" por
Fernando Sancho y en el rol de los
guardias civiles, Antonio Prieto y
Germán Cobos. Este film es de una
época en que en España se rodaron
auténticas obras maestras en blanco
y negro como una especie de contra-
punto al neorrealismo italiano, como
esta misma, o Bienvenido Mister
Marshall, Calle Mayo r, La tía Tu l a ,
S u r c o s, Mi tío Jacinto, etc, y por
e n d e, hechas con gran mérito en
momentos difíciles, y con una cen-
sura férrea, por los Nieves Conde,
Lazaga, Bardem, Berlanga, Rov i r a ,
Vadja, etc.
Salí de la biblioteca, el sol en lo
más alto iluminándolo todo con ese
replandor tamizado que nos encanta
en el norte, paseín hasta el faro y
vuelta por el muelle, aperitivo y
unos "culinos" en la Sidrería El
Puerto, caminando y disfrutando,
p l aya de Palmera, pedreru del Cone-
xal, Perán y por fin esa maravilla de
verdor que es Pe r l o r a .
Comida con los amigos en la te-
rraza de Casa Sandalio, acogida muy
amable y cariñosa como siempre de
Inés y Fermín. El ágape como de cos-
t u m b r e, contundente y riquísimo,
sus famosas patatas rellenas, su
pulpo, sus ensaladas, sus tartas de
f r u t a s, etc. Sabrosa sobremesa, leo
"mis cosines", chistes, chascarrillos,
risas y digestiones marchando como
un "Longines". Al caer la tarde,
vuelta a Gijón, lógicamente en
c o c h e, y otra vez a hablar de la
película “Cuerda de presos” y bus-
cando un resumen, casi un titular
sobre la misma, les describí el cartel
con que en su día la publicitaron, y
era el trío protagonista de espaldas,
los dos civiles con sus capas, tri-
cornios y fusiles con las bayo n e t a s
c a l a d a s, y el preso con la cabeza
gacha y esposado en un paisaje deso-
lado y áspero de Castilla, mientras
las nubes negras y amenazadoras lo
" n i m b a b a n " .
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 61
62 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
n As t u r i a s, donde
Clarín, Palacio Va l-
dés, Pérez de Ayala,
Dolores Medio, etc.,
escribieron literatura
realista, no existe apenas la ten-
dencia hacia la fantasía de otras
regiones de la cornisa cantábrica,
en las que se escribieron buenas
historias de aparecidos y fantásti-
cas (Valle-Inclán, Cunqueiro), mi-
tológicas (Manuel Llano) y de
aventuras (Pío Baroja). Los escrito-
res asturianos miraron poco hacia
la mar: más bien lo hicieron hacia
la mesa camilla. No obstante, el li-
toral asturiano es el más largo de
España. Las muestras de literatura
marinera de esta costa no corres-
ponde a su extensión.
Antonio Cea Gutiérrez recoge
un canto de balleneros (Voy a pes-
car ballenas / por anchos mares, /
¡ay!, si diviso apenas / sus costi-
llares), que encierra toda la vida
marinera de los siglos XIII y XIV
de la Comunidad del Norte, que
abarcaba desde la Bayona de Gali-
cia a la Bayona de Aquitania.
Entre las novelas de asunto ma-
rinero las más destacadas son "Jo-
sé", de Armando Palacio Valdés,
sin duda la más conocida, y "El
Capitán de Cadavedo", de finales
del siglo XIX, y cuyo protagonista,
marinero por todos los mares con
sus derivaciones inevitables en las
novelas de aventuras de negrero y
pirata, es asturiano de Cudillero,
aunque su autor, don José Arnao y
Bernal no lo fuera y la novela se
haya publicado en Cádiz en 1882.
La novela de Palacio Valdés es de
pescadores de costa, como "Sotile-
za" del santanderino José Mª Pere-
da, con la que se empareja, y la de
Arnao Bernal de pilotos de altura.
Su capitán Cadavedo pasa por to-
das las peripecias habituales en las
novelas de mar anglosajonas, des-
de los naufragios a los abordajes, y
su eco se percibe con cierta clari-
dad en "Las inquietudes de Shanti
Andía", aunque don Pío Baroja
jamás mencione al aventurero as-
turiano, y esto no deja de ser raro,
porque don Pío no solía ocultar sus
fuentes.
Otras novelas de mar, ya de
este siglo (para mí "este siglo" con-
tinúa siendo el XX), son "La fraga-
ta rebelde" de Arias Campoamor,
"Un drama a orillas del mar", de
Andrés González Blanco, y "El
mayorazgo navegante" y "Con la
vida hicieron fuego" de J.E.
Casariego, la primera ambientada
en la época de la "marina románti-
ca" y la segunda en época más
reciente. "El mayorazgo navegante"
es una mezcla de Bradomín y del
capitán Hornblower, es decir, el
personaje que Casariego hubiera
querido ser. Más recientes aún son
"La verdadera historia de la isla del
tesoro", homenaje de Oscar Muñiz
a R.L. Stevenson, y mi propia no-
vela "El muro de la eternidad". D i s-
cúlpenme si la cito, pero no lo hago
por vanidad sino porque la escribí, y
no hay tantas novelas de mar en
Asturias como para omitirla.
En cuanto a la poesía, merece el
recuerdo José Mª Uncal, poeta que
lo cantó prácticamente todo lo rela-
cionado con el mar, desde las singla-
duras a los naufragios, los puertos
lejanos y las galernas, la vieja pipa
del capitán y las tabernas de los
m u e l l e s. Es lamentable, pero así es:
en As t u r i a s, nada digamos fuera, se
desconoce a Uncal, poeta moder-
nista que aguarda el rescate.
Ignacio Gracia Noriega
La literatura delmar en Asturias
E
Imagen PostScript
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64 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Es mi pueblo de Candás
el más bonito de Asturias
de una belleza sin par.
¡Qué precioso es mi pueblo,
el que viene no se va!
Candás, te llevo en mi sangre,
cuánto te quiero yo,
con tus calles cuesta arriba,
tu Baragaña sin par,
la Virgen de Covadonga
y el Cristo de Candás.
Cierro los ojos y pienso
lo antiguo de Candás,
siento el nordeste
en mi cuerpo
y las sirenas tocar.
Veo los barcos entrar
y descargar el bocarte
y la nostalgia me invade.
Candás, siempre marinera
pues vivíamos del mar,
pero los tiempos cambiaron
y no volveremos atrás.
Es lo último que escribo,
ya no puedo escribir más,
mis años ya han llegado,
mi mente ya no da más.
Me dice mi nieto Enol:
¿"Gueli", vas a morir?
Y yo le digo: no, mi vida,
yo siempre voy a vivir.
Y se pone muy contento,
no sé que piensa el "probín".
Mira hacia mi cara
y se pone a reír.
Más tarde me pregunta:
"Gueli", ¿si te mueres quién me da los euros?
Y yo le suelo contestar:
vas a la Caja de Ahorros
y allí ya te los darán.
Y él se pone contento
y no me pregunta más.
Adiós mi querido pueblo,
adiós Baragaña querida,
adiós mis escaleras del muelle,
y mi Santolaya querida.
Elvira La Jo rj a
Es mi pueblo de Candás
66 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
an pasado unas
cuantas décadas desde
la filosofía letrista del
tango en temas de
b r o n c a s, amores, mise-
r i a s, penas, esperanzas, angustias, en
d e f i n i t i va, todas las manifestaciones
que prueban que el ser humano está
v i vo. Expresiones que, aunque niño,
fueron influyendo sustancialmente
en mi identidad sensible y sentimen-
tal en forma de melodía de arrabal,
de un cielo plateado por la luna, de
esa ventanita florida, reconocién-
dome un poco Gardel todos los días,
al tiempo que se iba incubando mi
sueño de visitarle en su mausoleo de
la Chacarita.
Aquel 20 de septiembre de 2011,
tras trece horas de vuelo, mi sueño
se cumplía al aterrizar en la ciudad
porteña. Media hora después me ha-
llaba en el hotel. Intenté dormir un
poco. Imposible. Salí a la calle. El trá-
fico era infernal, si bien, lugar privi-
legiado. Todo lo indispensable, lo
tenía al lado: la farmacia, locutorio
telefónico, kiosco, entidad bancaria,
la popular calle Corrientes, metro,
l i b r e r í a s, restaurantes, teatros. . . ,
después de ver un poco todo y
tomarme un par de cerve z a s, regresé
al hotel para no vo l ver a salir. Me
puse en contacto con una señora, Mª
E s t e r, apreciable amistad que conocí
en Candás a través de su hija
Romina. Quedamos para visitar el
cementerio de la Chacarita a la ma-
ñana siguiente.
A la hora convenida me encon-
traba ante una de las ilusiones más
importantes de mi vida: El mausoleo
de Carlos Gardel, rodeada de flores y
de placas recordatorias. No articulé
palabra. Me sentía profundamente
emocionado. Miraba aquel pasado
con sonrisa de bronce. Un mito, que
para el imaginario colectivo de
Gardel, constituía en cualquier
actividad el superlativo, por exc e l e n-
cia de lo inigualable. La imagen del
"Zorzal", su obra, y la proye c c i ó n
internacional de la cultura popular
relacionada con el tango. Comencé a
adentrarme en la biografía real e
histórica del Abasto. El barrio del
niño que le va nombrando como el
francesito, El Zorzal, para graduarse
como el Morocho del Abasto. Niño
de barrio, que estaba entonces, entre
esos crios de gringos y criollos que se
mecían al compás infatigable del
tango y se dormían en su suburbio
con aspiraciones. Allí, en esa
geografía del alma estaba Gardel
para inventarse a sí mismo como
niño de barrio. Imaginándomelo me
encuentro frente al Mercado del
Abasto. El centro que proveía, que
nutría, que alimentaba a la ciudad y
que Gardel veía todos esos esfuerzos
de la vida cotidiana. Hoy, reciclado
en un paseo de compras.
A pocos metros del Abasto la
casa 735 que Gardel camprara para
su madre en 1927 , calle Joan Jaurés.
H oy convertida en Museo Carlos
Gardel, que en su época se conocía
vulgarmente como casa "chorizo"
por responder su distribución a los
hábitos cotidianos. A la izquierda la
luz natural se concentra en un
amplio patio museo. A la derecha
unas cuantas salas museísticas con-
t r i b u yen a acrecentar y a difundir un
patrimonio cultural auténtico, un
verdadero centro neurálgico que
recrea su obra, su vida y su legado;
echo una ojeada a la cocina en cuyo
lateral derecho leo nitidamente: "el
más modesto puchero, hecho por sus
m a n o s, vale más y es más sabroso
que el más caro de los platos del
mejor de los hoteles del mundo".
Decía Gardel acerca de la comida
hecha por su madre. Tomo asiento
en el confortable salón para ver la
parte final de la película "Cuesta
abajo", mientras "Mi Buenos Aires
querido” sonaba por todos los rin-
cones del Museo como un revivir del
pasado lejano. Salgo a la calle. La
M a nuel Menéndez Santos
Mi Buenos Aires querido
H
presencia de Carlos Gardel por todas
partes me lleva a comprender que la
Casa Museo y todo el entorno consti-
t u yen una sola unidad.
H oy, los lugares más emblemáti-
cos me apetece visitarlos en un City
Tour: plaza de Mayo, Casa Rosada, la
Catedral Metropolitana, ave n i d a
A l ve a r, La Boca, popular barrio, y su
calle estrella y turística Caminito,
con paseos de coloreados conve n t i l-
los (antigüas casas colectivas de los
emigrantes), un verdadero museo
abierto: Puerto Madero, San Te l m o ,
el Teatro Colón, los bosques de
Palermo, La Recoleta (con su Museo
Nacional de Bellas Artes que he
tenido el placer de visitar), la Fe r i a
de Mataderos donde degusté un
sabroso asado en compañía de Maria
Ester y el barrio de Flores (en el que
vivió una apreciable familia y nació
Hugo del Carril). Sin embargo, Tigre
(ciudad a 30 kms de B. Aires), nos
r e s e r vaba una grata sorpresa, princi-
p a l m e n t e, a mí, al surcar las ve r-
dosas aguas del río Paraná que ser-
penteaba escurridizo por entre la
frondosa vegetación acompañados
por el constante canto de la gran va-
riedad de ave s, mientras en las ori-
l l a s, algunas casas veraniegas se
asomaban tímidas a nuestro paso.
Extraordinaria aventura que me
recordaba los años de juventud con
la canción "... yo soy como el Pa r a n á
que sin detener su marcha, besa la
p l aya y se va . . . "
Durante unos días visité unas
cuantas librerías. Algunas de muy
alto nivel como: la Librería Nacional,
la de Avila, la del Ateneo Splendid
(antiguo teatro donde había actuado
C. Gardel), donde uno se puede sen-
tar confortablemente y leer cual-
quier libro sin estar obligado a com-
prarlo, o sentarse en el escenario y
consumir lo que le apetezca al tiem-
po de escuchar música pianística en
directo. Al salir visité La Calesita,
modesta librería, buscando una
supuesta biografía de Carlos Gardel
escrita por José Mª Aguilar (guita-
rrista del cantor y uno de los tres
supervivientes de la tragedia de
Medellín), la señora me dice que sólo
había escrito unos cuantos tex t o s
porque su muerte prematura no le
había dejado continuar. Me recordó
que el año anterior había estado por
Asturias en compañía de su marido y
que les había encantado. Me regaló
una biografía y un CD de Gardel, al
tiempo que me decía que si no podía
pasar a recoger el encargo, me lo
enviaría al hotel. Le di las gracias y
me dirigí a la avenida Corrientes. Po r
la tarde-noche pude abrazara un
j oven amigo, Ariel, (que había cono-
cido en Barcelona) y compartir unas
gratas horas de charla sobre la
situación de su país, con la práctica
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 67
68 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
desaparición de la clase media, de lo
caro que están las cosas, de los bar-
rios poco recomendables como cier-
tas zonas de La Boca, donde está "La
Bombonera”, cuidarse de algunos lis-
tillos taxistas (ajustar antes el servi-
cio), la escasez de trabajo, del recien-
te fallecimiento de su madre. . .
Al día siguiente visité uno de los
más famosos cafés clásicos. Un ve r-
dadero museo como lo es El To r t o n i
(1858) por cuyas mesas de mármol
han desfilado personalidades
nacionales e internacionales de las
c i e n c i a s, de la política, de las artes y
las letras: Federico G. Lorca,
Alfonsina Storni (poetisa), Carlos
Gardel (con busto de bronce), Joan
M. Serrat, el Rey de España, Don
Juan Carlos de Borbón, entre un
largo etcétera. Pues bien, en este
famoso café pasé un par de horas
estupendas con el show del tango en
compañía de una chica, Lucy,
norteamericana que había conocido
visitando el Museo del Ta n g o .
Minutos después nos sentamos en
una de las famosas mesas. Durante
el transcurso de la charla mostró
gran interés por el origen de Carlos
Gardel, explicándole a grandes
pinceladas que había nacido en
Toulouse (Francia) en 1890. Dos años
más tarde, con nombre de Charles
Romuald Gardés y su madre, Berta
G a r d é s, emigran a Buenos Aires para
labrarse un porvenir y lejos de los
prejuicios sociales al ser madre
soltera. Cursa estudios primarios en
un modesto colegio salesiano. Con
dieciséis años comienza a cantar en
c a f e t u c h o s. El payador Betinotti le
apoda el "Zorzal criollo", a quien se
le atribuye también el cambio fonéti-
co de Gardés por Gardel. En 1913
forma dúo con otro cantor, José
Brazzano. En 1925 se independiza y
comienza una intensa e imparable
carrera artística hasta que en junio
de 1935 encuentra la muerte en el
aeropuerto de Medellín (Colombia),
cuando su avión despegaba. Tras de
sí dejaba cerca de mil canciones (con
un buen número musicadas por el
propio Carlos Gardel) , y unas cuan-
tas películas. En 2003 la UNESCO
declaró Patrimonio Cultural de la
Humanidad la voz de Carlos Gardel,
junto a Beethoven, María Callas, En-
rico Caruso, Mozart...
El sábado pasé el día en casa de
mis amigos Mª Ester y Carlos, a
quien tuve el placer de conocer. Un
hombre muy amable, de conve r s a-
ción amena y profunda. Después de
que ambos me mostrasen su casa y
el resto de la finca, nos sentamos a
degustar un sencillo menú, pero ex-
quisito, rociado con agradable vino
p o r t e ñ o .
El lunes visitamos de nuevo la
Chacarita. Con la voz quebrada por
la emoción le canté "Mi Buenos
Aires querido”. Luego, me despedí de
su sonrisa de bronce con ¡Hasta
pronto, "Buenos Aires"! Por la tarde
fui a la Calesita a recoger el encargo.
No estaba la señora Áurea, pero sí
un señor muy amable que me hizo
entrega de los textos muy bien pre-
sentados correspondiendo, con un
simbólico detalle de agradecimiento
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 69
y de amistad. Una hora después lle-
gó mi amigo Ariel. Tomamos unas
c e r vezas por Corrientes, despidién-
d o n o s, luego, con un fuerte y emoti-
vo abrazo.
Quise dormir unas horas. No
p u d e. Muchas cuestiones: políticas,
e c o n ó m i c a s, sociales..., dejaba sin
p r o f u n d i z a r, pero me llevaba emo-
ciones positiva s, museos, monumen-
t o s, parques y plazas, los espectácu-
l o s, la cercanía del río, el tango, la
buena mesa y ese aire elegante cos-
mopolita que respira Buenos Aires,
los distintos circuitos que revelan las
principales atracciones, curiosidades,
m i t o s, nove d a d e s, pinceladas de la
historia de los barrios. En fin, todos
los elementos para querer vo l ver una
y otra vez. Pero me llevaba lo más
valioso de los sentimientos porteños
simbolizados en el mito Gardel.
“¿Qué sería Buenos Aires sin Gar-
del?”, se pregunta y se responde un
preclaro estudioso de su vida y obra.
“ Porque Gardel es más que un per-
sonaje popular, es un mito que
excede a la ciudad, a su gente. Es
parte indisoluble de la identidad de
un pueblo que ama el tango y a su
m ayor ex p o n e n t e. Es el universo del
tango, es nuestro orgullo, por el arte,
la música, la danza y la cultura que
nos representa en el mundo entero".
Ya en el aeropuerto, con Mª Es-
t h e r, a quien tanto le debo por su
inestimable ayuda y a su Carlos ¡Mu-
chas gracias, amigos!, y a ti Buenos
Aires por los maravillosos días que
me hiciste pasar.
Es la una de la tarde argentina.
Mi asiento está entre los primeros. A
mi lado un hombre joven, canario.
Un excelente compañero de viaje. Al
instante nuestra conversación se fra-
terniza. Había pasado un mes en el
barrio La Recoleta. Lugar, me dice,
sin clase media y donde todo está
muy caro.
Había visitado el cementerio Re-
coleta como centro turístico a causa
de la fastuosidad de sus monumen-
tos funerarios, y también el Museo
de Bellas Artes. Le dije que conocía
algo de La Recoleta y visitado el Mu-
seo. Con frecuencia se levanta para
ir a verse con su tío que viajaba en
primera clase. Luego me diría que se
trataba del cantante José Vélez que
regresaba a España para actuar en
unas galas artísticas. Al llegar a
Madrid, Miguel Angel me lo pre-
sentó, quien al citarle Candás me
dijo que había actuado en nuestra
villa conservando muy buenos re-
cuerdos. Y yo también de él por
parecerme un tipo estupendo.
Eran las cinco de la madrugada
cuando aterrizamos en Madrid. Seis
horas después me encontraba en mi
querida Asturias con mi amigo Anto-
nio, que había venido a esperarme.
Minutos después llegaba a mi en-
trañable ¡Candás!, tras quince días
inolvidables ¡GRACIAS, BUENOS
AIRES!
70 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
En pleno fulgor de gloria,
cuando más te elev a b a s
la muerte ag a z a p a d a
colofón puso a tu historia.
Forjando otra trayectoria
con nombre de mitología,
mito hecho idolatría.
Crece en cada aniversario
recordando el escenario
que al mundo estremecía.
Tu arte inig u a l a b l e,
vivo está en la memoria.
No existe más alta gloria,
la que te otorgó el destino
p u e s, a tu canoro trino
¡Nadie pudo ig u a l a r t e ! ,
intentos de imitarte
los hubo en buenos cantores,
m a s, sólo imitadores,
¡ N i nguno logró alcanzarte!
Vana la pretensión.
Tu voz fenecida gana
al cantor que se eng a l a n a
con notas de bandoneón
y aires de imitación
en Buenos Aires querido.
Por ser tu lo más florido
sería una ofensa cruel
si osara a Carlos Gardel
medirse algún atrev i d o .
Perdónales desde el cielo
con tu sonrisa porteña,
embajadora enseña,
y tu voz de terciopelo.
Pájaros de corto vuelo
muy pronto llegan a caer,
en el triste amanecer
de sus necias pretensiones.
Cantores de bodegones
mucho tienen que aprender.
No pretendo el desprecio
de otros insignes cantores,
en mis oídos, ruiseñores
cuando los puedo escuchar.
Ellos saben bien respetar
tu pasado imponente,
saben, estás permanente
en el alma criolla arg e n t i n a ,
esencia viva, genuina,
como único referente.
Tu figura entronada
en la sacra Chacarita,
es como capilla bendita,
esencia idolatrada,
siempre fresca, floreada
en su mausuleo altar
a donde acude un mar
de fieles admiradores,
del cantor de los cantores,
sempiterno en su cantar.
Han pasado muchos años
desde tu aciaga partida,
tu figura sigue viva
tras los continuos hogaños,
aunque osados eng a ñ o s
te salgan imitadores,
solo son meros bufones
que en su ignorante deseo
quieren conseguir un trofeo
presumiendo de cantores.
Para dejar sentenciado,
a tanto falso imitador,
un tanguista ilustrado,
siendo, pues, denominado
con nombre de Jorge Vidal,
cantor hondo, sentimental
y devoción fraterna
para tu gloria eterna
y donde mito inmortal
te cantó así, Jorge Vidal:
Con un chambergo ladeado
y lenguaje blanco en el pecho
ya se crean con dere c h o
de dejar al morocho a un lado.
Pantalón afra n c e s a d o
con taquitos carre t e l
que hacemos con el cartel.
Salgan ñatos del engaño
que aunque pasen mil años
no habrá otro Carlos Gard e l .
ETERNO EN EL ALMA Y EN EL TIEMPO
72 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
gradezco otra vez la
oportunidad que me
brindan mis amigos de
C a n d á s, y en esta oca-
sión, como en las ante-
r i o r e s, tengo la satisfacción de apor-
tar una modesta colaboración al
anuario que con tanto tesón y entu-
siasmo viene contribuyendo a la di-
vulgación y el mejor conocimiento
de los valores culturales del concejo
c a r r e ñ e n s e.
Trataré de ofrecer algunos datos
acerca de una figura candasina que
alcanzó gran prestigio durante la pri-
mera mitad del siglo pasado. Se trata
de Miguel Ángel García-Barrosa y
A r g ü e l l e s, conocido artísticamente
como Miguel Barrosa. He de adve r-
t i r, sin embargo, que poco más aña-
diré a lo ya escrito por David Pérez-
Sierra y Luis Arrones Peón, quienes
en su día glosaron su vida y su obra
con la generosidad y el interés acos-
t u m b r a d o s.
Barrosa nació en Candás el 5 de
agosto de 1904, en la calle de Braulio
Busto, personaje, por cierto, herma-
no de la abuela de Miguel y médico
de profesión. A este respecto, he de
recordar que Busto fue el fundador
de la Sociedad de Mareantes de Can-
d á s, conocida más tarde como Cofra-
día de Pescadores "Virgen del Ro s a-
rio". Barrosa estuvo emparen-
tado, asimismo, con Arman-
do Palacio Valdés a través de
la primera esposa del escritor
l av i a n é s, Luisa Maximina
Prendes Busto, a su vez prima
carnal de la madre del tenor,
c u yo abuelo, llamado Casimi-
ro Barrosa, desempeñó los
cargos de Juez de Paz y Juez
Municipal de Candás.
Cuando Miguel cuenta
poco más de un año de edad,
su familia se traslada a Gijón
y pasa a residir en la calle Co-
rrida, en una vivienda perte-
neciente al edificio que a la sazón
ocupaba el popular establecimiento
Casa Rato. Por otra parte, la madre
de Miguel Barrosa era hermana de
Donato Argüelles, alcalde de Gijón,
fundador de la Asociación Gijonesa
de Caridad y la Cocina Económica.
Miguel cursa los estudios de ba-
chillerato, y a continuación inicia los
de ingeniero de montes, que no cul-
mina, pues decide emprender la car-
rera militar. Ingresa en la Ac a d e m i a
de Infantería de Toledo, posterior-
mente es destinado a Gijón e inter-
viene en la campaña de Africa con el
grado de teniente. Más tarde, encon-
trándose en Jerez de la Frontera, y
durante un acto que preside Miguel
Primo de Rivera, tiene oportunidad
de cantar (con gran éxito) la "Re c o n-
dita Armonía", que es, como se sabe,
la primera romanza de la ópera "To s-
ca". Este hecho circunstancial y, so-
bre todo, la admiración que siente
por el famoso divo Tito Schipa, pare-
cen constituir los pilares sobre los
que el candasín emprende su traye c-
toria artística, abandonando la carre-
ra militar definitivamente para dedi-
carse al mundo de la lírica. En torno
al año 1929 se desplaza a Milán y, a
t r avés de sus contactos con el consu-
lado español, se introduce en el am-
biente musical. No transcurre mu-
cho tiempo sin ser contratado, y a
partir de entonces se relaciona con
artistas tan destacados como Miguel
A r t u ro Muñiz Fe rn á n d e z
Candasinos ilustres:MIGUEL BARROSA
A
Fleta o Hipólito Lázaro, así como los
asturianos Servando Bango y Pa c o
Meana, ambos gijoneses. Debuta en
el famoso teatro Carlo Fe l i c e, de Gé-
n ova, y canta en otros destacados es-
cenarios europeos, alternando siem-
pre con las primeras figuras del arte
lírico. Después de una intensa carre-
ra musical, a lo largo de la cual inter-
viene en obras tan célebres como "La
Bohème", "Rigoletto" o "Madame
Butterfly" (que cantaría a lo largo de
su vida hasta ochocientas ve c e s ) ,
compagina sus actuaciones con su la-
bor de empresario teatral y empren-
de una serie de giras por dive r s a s
ciudades de España, entre ellas Gi-
jón, donde se presenta (1931) en el
teatro Dindurra.
Vu e l ve a Gijón en 1934, forman-
do parte de un elenco en el que parti-
cipan diversos artista de La Scala, así
como el coro, la orquesta y el ballet
del Liceo de Barcelona. Con motivo
de la devolución de la Cruz de los
Angeles al Cabildo catedralicio
(1942) canta en la capital del Princi-
pado. A continuación regresa a Italia,
y de aquí a Buenos Aires. Vuelto de-
f i n i t i vamente a España, a una edad
que ronda los cincuenta años, crea la
Academia de Canto de Madrid, en la
cual se llegan a formar figuras tan re-
l evantes como la de Pedro Lav i r g e n .
En torno al año 1952 inicia un espa-
cio radiofónico de comentarios sobre
ópera en Radio Nacional de España.
Miguel Barrosa (o Miguel García-
Barrosa y Argüelles) falleció en Ma-
drid el día 14 de noviembre de 1996.
Tres años antes, a la Escuela Munici-
pal de Música de Candás se le pone
el nombre de su ilustre vecino, por
acuerdo de la Corporación municipal
de Carreño, de fecha 1 de octubre de
1993, homenaje ratificado el 11 de
diciembre del mismo año y al que
Barrosa no puedo asistir, a causa de
su avanzada edad. Sí estuvo presente
en este acto su alumno y prestigioso
profesional Pedro Lavirgen, que pro-
nunció muy cálidas palabras de
agradecimiento en nombre del ho-
menajeado. Hemos de recordar tam-
bién que la última vez que
Barrosa estuvo en Candás
fue en 1976, ocasión en que
recorrió su villa natal evo-
cando cada rincón en que
había transcurrido su niñez.
Así lo comenta María Amor
Soria: "Y al final, ¡al Cristo!
Cuando nos acercamos a
"su" Cristo, se le iluminó el
semblante y pude ver que,
además de una gran emo-
ción, desfilaba por él el
recuerdo de muchos mo-
mentos y muchas anécdotas
v i v i d a s " .
El extraordinario bagaje
artístico de Barrosa y la
pasión que mostró hacia el
mundo de la música lo llevan a que,
en 1951, publique un libro que
puede considerarse como el va l i o s o
testimonio de un auténtico co-
nocedor del bel canto. La obra se ti-
tula El bel canto en la teoría y la prác-
tica y, tras la breve introducción en la
que el autor justifica la finalidad del
libro y muestra su reconocimiento
hacia quienes inspiraron y alentaron
su carrera musical, aborda, con es-
crupuloso sentido académico, todos
los aspectos concernientes al magis-
terio del arte del canto, desde la com-
penetración que ha de existir entre
maestro y discípulo a las particulari-
dades anatómicas y fisiológicas del
futuro intérprete, pasando por un
minucioso detalle de las característi-
cas y la clasificación de la voz huma-
na, los ejercicios de vocalización y ar-
ticulación y, en suma, todo cuanto
concierne a la exposición teórica de
los elementos que constituyen el
canto y su aplicación práctica. Este
trabajo de Barrosa es una pieza bi-
bliográfica sumamente rara, de la
q u e, afortunadamente, poseo un
e j e m p l a r, dedicado, por cierto, con
fecha de abril de 1953 y de puño y le-
tra de su autor, a un tal Ramonín. El
libro consta de 176 páginas y está
editado en cuarto menor.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 73
74 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Candás me maravilla
aquí me quiero quedar,
caminando por la orilla
de su playa singular.
Los marineros contra el viento
ves salir a faenar.
Esto es sentimiento,
no se puede expresar,
sólo sé que con el tiempo
aquí me quiero quedar.
En esta pequeña villa,
que aunque un poco sencilla
no deja de enamorar.
Emilio Nieto Menéndez
Aquel Candás
Difícil de calcular, pero en torno a 500 aficionados
jalearon al equipo. La final se puso de cara para el
Candás nada más empezar. Madeira robó el balón a la
defensa langreana, se fue por la banda izquierda y el
pase de la muerte lo remató Jorge en el minuto 8 ante la
algarabía de la afición.
76 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
D avid Pére z - S i e rra González
De fútbolTres trofeosimportantes paraCarreño (II Parte)
28 de Octubre de 2010:Candás - 2 Langreo - 0,en el Carlos Tartiere
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 77
78 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
a búsqueda de la feli-
cidad nos tiene ocupa-
dos de por vida. La
práctica deportiva nos
s i r ve a muchos para
intentar conseguir “moderadamente”
este anhelo. Las motivaciones para
practicar deporte son muy dive r s a s.
La principal, indudablemente, es el
deseo de cumplir objetivo s, de mejo-
rar el rendimiento paso a paso, com-
petición a competición, temporada a
temporada. No podemos ignorar
otras motivaciones que impulsan a la
práctica deportiva: la búsqueda del
éxito, la necesidad de mejorar nues-
tra salud, el deseo de incrementar
nuestro nivel de condición física o el
gusto por perfeccionar nuestra fiso-
nomía.
También encontramos motivo s
para ser felices descubriendo la be-
lleza a través del deporte. Todos re-
cordamos momentos estelares en la
historia del deporte, grabados para
siempre en nuestra memoria a trav é s
de imágenes realmente hermosas:
las luchas entre Perico Delgado y
Claudio Chiappucci en las etapas
montañosas del Tour de Fr a n c e, las
interminables piruetas de Nadia
Comaneci o Mary Lou Retton en la
competición gimnástica de los JJOO,
los amplísimos recobros aéreos de
brazos de Michael Gross mientras
nadaba mariposa en la pileta de nata-
ción, la gracilidad y perfecta coordi-
nación de movimientos en la carrera
de Carl Lewis sobre el tartán, etc. A
los piragüistas de mi generación nos
dejaba “embobados” contemplar el
“porte” y la elegante forma de palear
de Herminio Menéndez.
Ya en la Grecia clásica, los Juegos
O l í m p i c o s, además de servir a es-
partanos y atenienses para tomarse
un respiro en sus interminables
guerras cuando se establecía la
tregua sagrada, tenían un compo-
nente estético importante. Las dis-
tintas pruebas deportivas dilucida-
ban quienes eran los campeones, a
los que se colocaba la corona de
o l i vo que les distinguía como tales.
Los antiguos griegos honraban a los
campeones a la vez que disfrutaban
de la belleza de los hermosos cuer-
pos de sus atletas, la armonía de sus
m ovimientos y el disfrute de las
competiciones en recintos singulares
enmarcados en el entorno natural.
El que yo acabara sintiendo una
atracción especial por el piragüismo
fue un proceso lento, con altibajos.
Tengo que reconocer que, sin que
fuera empresa fácil, dado el denoda-
do empeño de mi padre por engan-
charme a la piragua en mi tierna
infancia, intenté varias veces aban-
donar la empresa. Sin saber todav í a
nadar muy bien, me producía pavo r
el cruzar de lado a lado la presa del
pantano de Trasona con más que ev i-
dentes dificultades para mantener el
equilibrio en la piragua de turno (lo
del chaleco obligatorio para los ben-
jamines y alev i n e s, no existía de
aquella). Cuando paleaba hacia la
otra orilla del embalse se me pasa-
ban por la cabeza imágenes terribles
que terminaban a veces conmigo
siendo arrastrado por el chorro
enorme que escupía la presa hacia la
acería ENSIDESA. Por aquel
entonces los alevines usábamos las
peores piraguas de la flota de Los
G o r i l a s. Sin ninguna seguridad de
que estuviera colocado en el justo
centro, el asiento se “sujetaba” a la
embarcación colocando una esponja
húmeda entre éste y el casco de la
embarcación. De haber reposapiés,
muy probablemente no lo
alcanzábamos con los pies. Que el
“timón de cola” fuera recto, ya era
mucho pedir. Así que, con este
panorama, lo de evitar un vuelco tras
otro era, para un principiante, una
empresa bien complicada, más aun
C a rlos M. Prendes Garc í a - B a rro s a
En torno a la estéticadel piragüismo
L
cuando no dejabas de “temblar” por
el miedo que te ocasionaba el pensar
que podías acabar “afogao” en el
i n t e n t o . . .
Cuando ya empezaba a cogerle
“gustillo” a aquello de desplazarme
con mi piragua por las orillas del
e m b a l s e, aparecieron los amigos del
club Los Gorilas. Tres o cuatro de
éstos influyeron decisivamente en
mi vida deportiva. Joaquín Carrera
me hizo ver que las victorias, con
“elegancia”, con “clase”, eran más
v i c t o r i a s. Me enseñó a cuidar mi
piragua y mi pala. Me enseñó, en
d e f i n i t i va, a descubrir el lado bello
del piragüismo. A Carrera me unía
su especial forma de entender el
piragüismo y la casi devoción (Dios
me perdone…) que sentíamos los dos
por Serrat. Sin saber exactamente de
dónde venía su gusto por la carpin-
tería (sospecho que tiene alguna
relación con los famosos carpinteros
de ribera gozoniegos) me entusias-
maba verle trabajar con formones y
g u b i a s, dando forma a las proas
recién reparadas de nuestras
piraguas de madera fabricadas por
Antonio Cuesta en Ribadesella o
nuestras preciosas palas “Wilbur”
h ú n g a r a s. Para Carrera no era lo
mismo entrenar o competir con la
pala, ya estuviera ésta impecable o
por el contrario “hecha unos zorros”.
Cuando tocaba poner la pala a
punto para el comienzo de otra
temporada, Carrera tenía un proto-
colo de actuación perfectamente
definido para dejar ésta lista para
competir de nuevo. El primer paso
era arreglar las posibles “grietas”
en la madera. Con enorme habili-
dad y cuidado, y con la ayuda de
un pequeño formón muy bien afi-
lado, dejaba al descubierto toda la
extensión de la “herida” en la
madera para después rellenar el
hueco con resina de epoxi. Una vez
culminada la reparación de las
grietas, el siguiente paso era el lija-
do del antiguo barniz. Había que
tener cuidado para no llevarse más
que el barniz, sin alcanzar la
madera ni desfigurar los bordes de
las hojas. A continuación, tocaba
limpiar bien la madera para que no
quedara ni una mota de polvo.
Antes de barnizar la pala había que
escoger el barniz y la brocha ade-
cuada. Recuerdo que a mi “maes-
tro” le gustaba un barniz que se
llamaba “International” porque el
brillo y el aspecto que se conseguía
al final del proceso en la pala, no
era igualado por ninguna otra
marca. En el caso de la brocha, se
trataba de escoger una que no
soltara ni un pelo que afeara el
barnizado. La primera capa de
barniz era más “gruesa” que las
que se darían posteriormente. Para
el secado colgábamos las palas ve r t i-
calmente con un “sedal” de pescar
anudado alrededor del punto
donde se unía la pértiga con una de
las hojas. Tras el secado de esta
primera capa, se volvía a lijar la
pala entera, esta vez, apenas una
“pasada” con una lija de agua
muy fina. Para completar la faena,
se aplicaban una o dos capas más
de barniz, “estirándolas” muy bien.
Completado el secado, nadie se
atrevía a discutir que la pala de
Carrera era la más guapa, la mejor
cuidada. Con mi amigo se cumplía,
indudablemente, el dicho popular
de que “las cosas bien hechas, bien
parecen”.
Nuestra atracción por la hermosa
pala “Wilbur” de madera, llegaba a
rozar el “fetichismo”. Carrera
“montaba en cólera” cuando en los
viajes a las competiciones, al descar-
gar el material de la furgoneta o el
a u t o b ú s, su pala, a pesar de ir
impecablemente enfundada, no era
tratada con el debido cuidado. Nos
decía Joaquín a las “jóvenes prome-
sas” del club: “a la pala hay que
cuidarla como a la moza, siempre
agarrada cerca de uno y ay de aquel
que se atreva a meterle mano”.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 79
80 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
las cuatro de la tarde,
familiares y vecinos
llegaban alterados a
la escuela a recoger-
n o s. Habían sido
avisados del comienzo de la guerra
y de que una escuadra de barcos se
disponía a bombardear Gijón y sus
cercanías. El maestro nos mandó
recoger y pronto nos pusimos de
camino a casa.
Al pasar por detrás de la esta-
ción del Carreño, ya en Aboño,
explota lo que sería para mí toda la
vida el mayor estruendo escuchado
nunca; en ochenta años o más que
tengo jamás llegué a oír nada
s e m e j a n t e, parecía como si el
mundo entero reventase.
Los cañonazos del acorazado
España nos irían saludando desde
entonces diariamente, cañones ca-
libre treinta milímetros, los que
portan tan solo los acorazados.
En días sucesivos acompañaba
al España un crucero que también
bombardeaba otros lugares cer-
canos: el Cervera. Estos dos solían
dejarnos sin su visita algún día de
la semana. Los que no faltaban un
solo día eran los bimotores con sus
temidas cargas de bombas.
El objetivo más destacado para
estos barcos era el túnel de
Nemesia en Veriña, en el que los
republicanos tenían un gran
p o l vorín de dinamita y trilita.
Algunas veces también disparaban
a las cercanías del Simancas para
que sus ocupantes no fueran tan
hostigados.
Los aviones tenían un cometido
más variado: el puerto del Musel,
donde un destructor de la Repú-
blica tenía su domicilio, el Ciscar.
Vi como con sus antiaéreos repelía
a los aviones dibujando en sus alre-
dedores jardines de flores negras,
pero no vi caer ninguno abatido
por el blanco de éste. Asimismo,
también formaba parte de su obje-
tivo el campo de aviación en El
Va l l e, donde aviones y pilotos
rusos salían a combatir con ellos
en el aire y que en ocasiones con-
seguían ahuyentar gracias a la
habilidad y destreza de sus pilotos.
Rusia fue la única que ofreció a
la República ayuda con armas y
personal técnico, pero que vio y
comprobó la fallida organización,
ya que los carros, tanques y ca-
ñones que hoy enviaban, al día
siguiente se veían en las filas
rivales.
Los días y meses iban pasando,
y era del todo necesario calmar en
parte el miedo que atenazaba los
corazones así como su integridad.
Por ello, se acordó entre los veci-
nos la fabricación de un refugio en
el corte o talud que quedó del
monte al haber, entre todos los
vecinos de Aboño, arrancado con
picos, palas y carretillas muchos
Emilio Quirós González “Milúas”
El refugio
A
metros cúbicos de arcilla para
construir en su plano el que sería
uno de los mejores campos de fút-
bol regionales de Asturias, La Fa-
bricona, donde la Cultural De-
portiva de Aboño conseguía sus
glorias y sus lágrimas.
Fue entonces cuando las palas,
picos y carretillas volvieron a ser
protagonistas, esta vez con menos
euforia pero también con más
prisa, ya que los aviones diaria-
mente nos ofrecían sus mortíferas
cargas para las que era preciso
algún lugar de resguardo.
En el fondo oeste, hasta donde se
había desmontado para la hechura
del campo con unos cuarenta metros
de altura en su pared firme y recta,
y con una separación de unos cin-
cuenta metros, se comienza la per-
foración de dos bocas de veinte me-
tros de profundidad rectas que se
unirían en el centro formando un
ángulo de noventa grados.
La gente fue repartida en
cuadrillas cada una con un me-
nester preciso. Unos, a cortar
eucaliptos de los cuales estaba
lleno el monte para hacer postes
para apuntalar. Otros, a los va-
gones a por costeros para el techo,
escogiendo los mejores para ban-
cos. Dos encargados de instalar la
luz. Y el resto, a cavar.
Pocos días se tardó en construir
y aparecer ante los ojos de los veci-
nos una maravilla. Allí conocí la
única acuñación de moneda fra-
ccionaria representada en billetes
de papel, cincuenta, veinticinco y
diez céntimos, de los cuales iban
reuniendo gran cantidad las
mujeres que pasaban allí el día y
que me los ofrecían por ir a buscar-
les la comida. Abundaban mucho,
pero no eran muy apreciados, eran
los llamados Belarminos, acuñados
por la República en consejo de
Asturias y León.
Los aviones nunca atacaron la
zona civil, pero el miedo era como
si el día anterior hubiesen matado
a varias personas. El miedo es un
sentido oculto que domina casi
s i e m p r e. Solo un caserío de
Albandi recibió el regalo de sus
bombas. En el techo del hórreo
colocaron con ayuda de una vara
muy larga de eucalipto una gran
bandera roja. Al día siguiente, ban-
dera, hórreo y parte de la casa
volaban por los aires por un exceso
de provocación.
Laz guerra dejó motivos más
que suficientes para que jamás se
olvide cómo los hogares sufrieron
sus amargas quemaduras. Yo
padecí la pérdida de dos hermanos,
uno de veintidós años con los
nacionales y otro de diecinueve
con los republicanos. Dos años
más tarde moría mi padre, dejando
al frente de la familia a dos her-
manas, un sobrino y mi madre.
Crucero “Almirante Cervera”.
82 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Eran tres: ¡siempre los tres! …
Como en el cuento de don Leopoldo “¡Ad i ó s,
Cordera!”
siguen siendo tres
también a la ocasión.
Malcriados, empecinados, traviesos, bulliciosos,
¡Un encanto!
Bambi, Choco y Napoleón.
Con ellos empezamos
la conocida Ruta Clariniana
“Viaje Redondo”.
No por ir contra corriente que sí también,
en sentido inverso a la señalización,
por donde libremente corretean y olfatean
los prados aledaños a la carretera,
siempre que los abundantes cierres lo permiten,
fortaleciendo sus patas y el corazón.
En Arquiella, en su inicio, Pinzales a la sazón,
con el horizonte del mar entre eucaliptos,
los cuales nocivos,
rentables y foráneos en sus islas
nos gratifican con su fragancia medicinal,
esquilmando los acuíferos exiguos.
Por Colloto, pasaje tranquilo de esta loma,
el alto de los dólmenes a la izquierda
nos acompaña en nuestro caminar al paso,
junto a escasos laureles, castaños contados;
mimosas lucientes perfumando el campo
y artos mil artos.
Y por El Campo y El Monte
donde en sosegado deambular divisamos
amplios pastizales
y con su pastor permanente, caballos cercados,
cobijos habilitados para fin de semana
de anárquico encanto,
hermosos huertos e invernaderos
de entorno decrépito con su lona en blanco
y grandes y espaciados caseríos,
con su ganado en pasto.
La ruta discurre salpicada de caserías
por la falda sur de la loma Cortina
con árboles autóctonos y foráneos,
alguna que otra casa mariñana,
lavaderos restaurados
y tomados por la hiedra,
hórreos abandonados.
E d u a rdo Román Garc í a
También tres
En este tramo destacan
la iglesia Santa María la Real de Logrezana
lugar en la que D. Manuel, ya fallecido,
regaló a ésta su fe en piedra.
Para que futuros visitantes ensalcen
lo mucho hecho y más logrado,
y próximo a ésta
pasamos tras el palacio de los Carreño
con el germen de hermoso proyecto
de construcción parado.
Llegados a la edificación
“cum laude” de la ruta “Viaje Redondo”,
la quinta Clarín,
divisamos a Doña Manolita,
su actual dueña, que saludamos,
la cual mantiene
la memoria del insigne escritor,
el edificio y el entorno con innegable encanto.
Otro lugar, para nosotros a su término, nunca señalado,
donde los niños de los colegios e institutos
mayormente asturianos,
que habitualmente hacen esta ruta,
se paran a contemplar o imitar
a las ocas de Raúl de Roque
saliendo ocasionalmente escarmentados.
Y con su encanto particular, añejo, nemoroso,
la casita mariñana, sus dos viejos hórreos,
y su nogal lloroso.
Y llegados al final del principio de la ruta
próximos a casa,
los canes, como nosotros, cansados
olisquean y nos recuerdan con sus ladridos
su lugar de reposo o sus huesos guardados.
84 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
ue así: no recuerdo ni
la fecha ni a las perso-
nas que lo idearon ni
quién las compró, pero
llenaron la pequeña
bahía de Perán, que cuando la marea
s u b e, se convierte en una pequeña
ría por la mezcla con el riachuelo, y
llega, con más o menos agua, hasta,
e n t o n c e s, el molino de Po l l e d o . . .
Cuando la marea estaba baja po-
díamos atravesarlo por unas peque-
ñas piedras planas que alguien había
colocado. Con estas "pasarelas" se
podía atravesar el río para llegar has-
ta la caleya que unía Perán con el ca-
mino que llegaba a nuestra casa (que
ahora ella se ha quedado en un re-
cuerdo triste. . . )
Cuando podíamos ir atrave s a n d o
el río, yo siempre me imaginaba que
podía ver las ostras... Un día, sobre
una roca, vi una pequeña e inteligen-
te ostra que estaba muy colocada (co-
mo ellas se ponen, con una de las
va l vas agarrada firmemente a la ro-
ca). Yo, con mi imaginación, pensé
que alguna otra habría acertado en
escoger el sitio que ellas necesitan;
por supuesto, si pensaran se darían
cuenta que en el lugar donde fueron
echadas no había agua limpia y bati-
da, estaban en un lugar de cieno y
lodo negro con arena sucia y tam-
bién todos los detritos
y los desagües de las
c a s a s. Tampoco pie-
dras y rocas a propó-
sito, pues para vivir se
agarraban por su va l va
inferior mientras que
la va l va que queda
arriba se abría para
coger el alimento.
Yo tenía ilusión
por aquella que no era
muy grande pero
había sabido colocarse. Siempre que
cruzaba el río, la miraba, se quedaba
con la marea baja tapada con agua,
me encantaba verla crecer y contin-
uar en el lugar escogido por ella.
O t r a s, bastantes, se morían en el
c i e n o .
Era mi época de ilusión y fanta-
sía y todo me parecía bueno... de to-
das formas, ese dicho de que "genio
y figura, hasta la sepultura", en mu-
chas personas se hace cierto...
¡ Vo l vamos con mi ostra! Un día
empezó a llove r, con unas gotas gran-
des y separadas. Miré para ella y la
vi abrir su va l va de arriba y cogió
una gota de lluvia y la guardó dentro
de ella. Yo, con mi fantasía, pensé
que la necesitaban, porque dentro de
ella habría algún cuerpo extraño y
con su nácar y el agua podía empe-
zar a recubrirlo esféricamente en ca-
pas concéntricas con sus preciosos y
especiales poderes.
Todo este sueño y esperanza du-
ró lo que quiso el mar, con una mare-
jada que rompió las ostras (la mía
también), revolvió todo el cieno y era
un dolor ver aquello, lleno de "ostro-
nes" que solo eran las pobres ostras
p a r t i d a s.
Se lo conté a Mari Garrote, que
teníamos sentimientos parecidos, y
ella me regaló algo que todavía ten-
go. Esto me hizo recordar todo lo an-
terior escrito como una verdad triste
y nostálgica.
G r a c i a s, Mari, por tu atención,
por haber traído a mi memoria todo
lo anterior.
Dedicado a mi amiga Mari Ga-
r r o t e. Besos de Maru.
María Victoria Sánchez Zanón (Maru)
Cuando en Peránpudimos tener perlas...
F
86 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
a vida de Candás, co-
mo todos bien sabe-
mos, giró, hasta me-
diados del pasado si-
glo, en torno de la ac-
tividad marítima y más fundamen-
talmente de la pesquera. Ya otros
años hablé de las incursiones de los
pescadores candasinos en los
mares de Irlanda desde comienzos
del siglo XVI, o de lo valoradas que
eran en Oviedo las sardinas que
hasta allí llevaban les muyeres de
la paxa, que valían un cincuenta
por ciento más caras que las traídas
de otros puertos –por algo sería–, o
de los aperos de pesca que apare-
cen reflejados en los testamentos
de muchos hombres de esta villa.
Pero de ahí a ir a pleito por una
cuestión de pesca ante el tribunal
superior de justicia de la Corona
Real castellana, sito en Valladolid,
hay una gran diferencia y nos de-
María Josefa Sanz
¡Y todo porpescar sardinas!
L
muestra cuánto les importaba económicamente a los
pescadores de Candás el hacer una buena pesca del pe-
queño pez plateado que le ha dado tanta fama.
En este caso los vecinos del puerto de Candás se
enfrentaban con un poderoso enemigo, el concejo de la
villa de Avilés, y el motivo fue la pesca de cebo para
macizar en los bancos de sardina, el llamado “gueldo”,
formado por pequeños crustáceos.
Y todo comenzó a partir de junio de 1544. El día de
San Juan de ese año los vecinos del puerto de Candás
dan poder a Pedro Menéndez de Valdés
para que en su nombre comparezca ante
el licenciado Bañares, que ocupaba el
cargo de teniente de corregidor/gober-
nador del Principado de Asturias, para
pedir justicia sobre los daños que les está
causando el concejo de Avilés al pro-
hibirles pescar gueldo en la ría. Pedro,
muy inteligentemente, obtiene de los re-
yes Carlos I y Juana, su madre, el 16 de
julio una orden para que el teniente de
corregidor, que al fin y al cabo es su “delegado del gob-
ierno” en Asturias, atienda la petición de los vecinos de
Candás e inicie el proceso judicial.
Con ambas cartas – poder y real provisión– com-
parece Pedro Menéndez de Valdés ante Bañares y alega
que los vecinos del puerto de Candás y de todo el con-
cejo de Carreño an estado y están en posesión y costunbre
pacíficamente de tomar y pescar en la ría de Abilés, que es
en el término de la dicha villa de Abilés y en término de
Goçón e Corbera, que tocan y lindan con la misma ría, y en
otras partes comarcanas, cierto yeldo con que se pesca la
sardina de que se probehe todo el reyno…e diz que agora,
de poco tiempo a esta parte, en quebrantamiento de su dere-
cho y posesión, la dicha villa de Abilés e vezinos de ella an
intentado e intentan de prendar a los vecinos del dicho
conçejo, su parte, porque toman el dicho yeldo, e les llevan
muchas prendas e dinero, alegando que, de derecho comund
e por las leyes de estos reynos, pescar en la mar y ríos es
común a todos los dichos sus partes y que los vecinos de
Candás siempre lo habían hecho, sin problemas hasta
ahora. Y citan un hecho concreto: quel lunes antes, en
amaneciendo, fueran (ciertos vecinos de Candás) al térmi-
no de la aldea de Valliniello, que es en el conçejo de Goçón,
muy lexos e fuera de los términos de la dicha villa de Abilés,
y allí prendieron a Pedro de Otura e a Pedro Girón e a Juan
de Labandera, vecinos de la dicha villa de Candás, y diéron-
les muchos palos y hizieron malos tratamientos y los lle-
varon desnudos a la dicha villa de Abilés, a donde los tenían
presos, porque en el dicho término de Goçón querían tomar
yeldo para sus pescas, segund lo solían hazer. Pide final-
mente que se acuse a los vecinos de Avilés por haber
actuado contra la ley, ya que los prendieron fuera de su
jurisdicción, estando como además estaban pescando
algo a lo que tenían derecho.
El teniente corregidor convocó al concejo de Avilés a
su presencia y estos nombraron el 14 de julio como pro-
curadores a sus personeros Diego de Braceras y Pedro
de la Ribera y a dos vecinos de la ciudad de Oviedo:
Suero Menéndez Veranes y Fernán Menéndez de Posa-
da. Y ante él alegan que no es juez competente porque
commo al dicho teniente constaba y era ansí notorio la villa
y vecinos de Avilés tenían privilegio real de non ser sacados,
llamados ni çitados ni traídos a juyzio fuera de la dicha
villa. Alegaron también que tenían previllejos de los
señores reyes de gloriosa memoria que les çedían los térmi-
nos de la ría de Abilés y en todo en quanto llegaba e creçía
la mar por la ría arriba desde hacía mucho tiempo. Piden
al licenciado Bañares que se pronuncie por no juez, o al
menos reconozca que no puede llevar preso a Oviedo a
ningún vecino de la villa.
Y ante esta situación Avilés decidió llevar el pleito
ante la Real Audiencia, lo que retrasó varios años su re-
solución. Tanto Avilés como Candás nombran procu-
radores en Valladolid: los primeros a Juan de Antezana;
los candasinos al piloñés Álvaro Perez de Espinaredo,
ambos procuradores en la Real Audiencia.
En el inicio del pleito ambas villas se mantienen en
sus acusaciones. Pero en este caso Avilés decide ampliar
Los vecinos del puerto de Candás se
enfrentaban con un poderoso enemigo, el
concejo de la villa de Avilés, y el motivo fue la
pesca de cebo para macizar en los bancos
de sardina, el llamado “gueldo”
88 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
la suya, y lo hace, podríamos decir, con un tema muy
actual, que es el de la protección de especies, evitando
la sobreexplotación. Así a la queja de que los vecinos del
puerto de Candás no pueden coger gueldo en la ría de
Avilés, por ser toda ella jurisdicción de la villa, añaden
ahora que porque en la dicha villa de Abilés, en el barrio e
pescadería de Sabugo, que hera arrabal de la dicha villa, e
en otros lugares que heran de la juridiçión de la dicha villa,
abía grande número de los pescadores que tenían neçesidad
del dicho güeldo para sus pesquerías, e aún no les bastaba
para lo que abían menester, ni aún para la mitad dello, que
hera cosa injusta que los que non heran vezinos de la dicha
villa ni de su juridiçión fueran a su ría e término a llevar y
pescar contra su voluntad el guieldo, ni aún otro pescado
alguno, con redes ni otros aparejos algunos; e porquel pes-
car del dicho guieldo e la manera e aparejos con que lo
pescaban hera muy dañoso e muy perjudicial a sus partes,
porque con ello se desminuya el pescado, e se perdía e
destruya el pescado menudo que se pescaba a vueltas con el
dicho guieldo e no aprovechaba a nynguno.
Oídas las alegaciones, el 26 de enero de 1582 la
Audiencia real dictó sentencia favorable a la villa de
Candás, desestimando las reclamaciones de Avilés, con-
denándolos a dejar pescar gueldo a los candasinos,
aunque les eximen del pago de costas judiciales.
Pero Avilés no se conformó, y solicitó revista de esta
sentencia. Y no sabemos por qué razón, tras cuatro años
de proceso, el 12 de mayo de 1586 un nuevo tribunal
sentencia a favor de la villa de Avilés, en contra de los
pescadores del puerto de Candás, que desde ese mo-
mento vieron cómo desaparecía una de sus zonas prefe-
rentes de recogida de gueldo para pescar sardinas.
Y lo que sí conseguimos nosotros además, es tener la
nómina de 98 vecinos del puerto de Candás interesados
en la pesca de la sardina, que son los que otorgan el
poder para ir a Valladolid, en julio de 1544 y que fueron:
Juan de Mieres, Rodrigo de Valdés, Juan de Valdés,
Suero de Bustio, Gutierre de Vonlome, Juan de Prendes,
Juan Gómez, Diego Alonso de Mendaño, Juan Capulo,
Alonso de Forques, Juan de Hevia, Suero de Mielga,
Diego de Pumarín, Suero Garçía, Juan de La Riba el
mozo, Menén García, Pedro Fernández de Sahagún,
Juan de Mendoza, Juan de Miranda, Juan criado de
Domingo de Perlora, Diego Menéndez de Valdés, Ro-
drigo de Pumarín, Juan Canes, Pedro de Gozón, Juan
Tío, Gonzalo Casado, Pedro de Ávila, Juan Suárez sastre,
Juan Estébanez, Juan Fernández de Biodo, Fernán Gar-
cía de Candás, Juan de La Riba el viejo, Rodrigo Alonso,
Juan de Deva, Bastián del Campo, Pedro de Cabo, Juan
García de Folgueira, Álvaro Fernández de Isabel, Juan
Morán, Juan de Hevia, Alonso de La Guía, Juan de
Andrés, Alonso Pibisa, Pedro de Avilés, Gonzalo de La
Riba, Juan Cano, Alonso Álvarez, Alonso Fernández
Escaba, Rodrigo de Suero García, Bartolomé Arena,
Pero García de Juan Fernández, Diego de Suero García,
Diego Suárez del Hortal, Diego Pequeño,
Juan Gallego, Fernán de Leduerna, Die-
go Suárez del Regueral, Juan hijo de
Gonzalo de Perlora, Pero Pinto, Alonso
de Redondo, Alonso Lasanti, Pedro del
Cueto, Gonzalo de La Villa, Juan Pinto,
Sancho Rodríguez de Villanueva, Juan
Gutiérrez, Juan Alegre, Gutierre, Pero
Rodríguez, Juan de la Villa, Juan del
Regueral el viejo, Fernando Suárez, Juan
Tío el mozo, Alonso García de
Partolomé, Juan de Lastres, Juan del
Ablanal, Juan del Molín, Gonzalo de La Riba hijo de
Juan de La Riba, Andrés hijo de Quijada, Juan hijo de
Pero Fernández del Regueral, Diego Alonso de Dormón,
Pedro del Regueral, Gutierre del Regueral, Pero de
Colín, Diego de La Rúa, Domingo hijo de Fernán Cano,
Fernán de Luis, Alonso hijo de Alonso de Partolomé,
Juan de Solís, Rodrigo hijo de Redondo, Juan de Cuy,
Pedro hijo de Pedro de Avilés, Juan de Sagres criado del
arcipreste, Juan de Avilés, Juan de Miranda el mozo,
Juan del Colado, Juan hijo de Diego de La Riba, Alonso
Cueto y Juan de Candás.
La Audiencia real dictó sentencia favorable a la villa
de Candás, desestimando las reclamaciones de Avilés,
condenándolos a dejar pescar gueldo a los candasinos,
aunque les eximen del pago de costas judiciales
˘
˘
90 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
n la Década de los 60,
llamada por muchos la
“década prodigiosa”,
se formó un grupo mu-
sical partiendo de la
i n i c i a t i va de dos amigos que tocaban
en la Rondalla Felguerina “La Salle”,
de La Felguera. En 1962, yo, Mandy,
tocaba la bandurria y mi amigo Tito
la guitarra. Empezamos nuestros pi-
nitos tocando piezas de la tuna en las
fiestas del patrono del colegio donde
e s t u d i á b a m o s. Luego fuimos ani-
mando a varios amigos hasta com-
pletar el grupo al que se le puso el
nombre de “LOS THARISMAN”.
Su componentes eran: Mandy
(guitarra solista), Tito (guitarra bajo),
Valentín (guitarra rítmica), Juancho
(batería) y Melquiades (cantante). En
1966 se incorporó Jorge para susti-
tuirme por ir a la mili.
De entre todas las poblaciones
donde actuábamos tenemos especia-
les recuerdos de Candás y Pe r l o r a .
Llamábamos la atención por
nuestro uniforme de chaqueta roja y
pantalón negro. Pero lo más llamati-
vo era vernos llegar con aquel enor-
me automóvil. Un De Soto america-
no semiautomático en el que viajába-
mos con todo el material musical y
con el nombre del grupo grabado en
las puertas.
Como éramos titulares de Educa-
ción y Descanso tocábamos en los
bailes que se celebraban en los fina-
les de turno de la Ciudad Re s i d e n c i a l
de Perlora. Unas veces en el esce-
A rmando Velasco Monreal (Mandy )
Los Tharisman y Candás
E
Foto tomada en la sala de fiestas Manila, de Candás. De izquierda a derecha: Melquiades, Valentín, Juancho, Tito y Mandy
nario del comedor nº 2, al lado de la
capilla, y otras en un templete que se
instalaba en el prado enfrente del co-
medor nº 1.
Como había tiempo para todo,
también aprovechábamos para dar-
nos un baño en la playa de Carran-
ques o en la Isla, ya que alguna ve z
llegamos a instalar una tienda de
campaña en el pequeño camping
que había encima de la playa .
Las fiestas de Perlora también
contaron con nuestra presencia. La
romería se celebraba en la pradera
que hoy está ocupada por las instala-
ciones del Hotel Piedra. Tenía mu-
cho éxito ya que siempre coincidían
con los veraneantes de la Ciudad Re-
sidencial y de Candás. Además el Ca-
rreño llegaba repleto de jóvenes que
procedían tanto de Gijón como de
Av i l é s.
También tenemos muy buenos
recuerdos de la Nozaleda. Allí se ce-
lebraban unos bailes veraniegos con
mucho ambiente. Era una pista al
aire libre con un escenario situado
entre los árboles con mesas y sillas
repartidas por toda la pradera. Hace
unos años todavía funcionaba el bar
al que acudía con unos amigos para
pasar la tarde tomando unas botellas
de sidra o unas cerve z a s. Re c o r d a b a
con agrado aquella etapa en la que
habíamos disfrutado no solo actuan-
do sino también conviviendo con la
g e n t e.
En Candás, era la sala de fiestas
Manila la que concentraba la juve n-
tud durante los fines de semana.
Éramos casi como titulares, tanto por
el verano como en los bailes de No-
c h evieja. Nos considerábamos como
de casa. Había muy buen rollo con
la juventud de aquellos años 60.
Y como baile al aire libre, el inol-
vidable baile del farolillo en el Pa r-
que Santarúa. Desde el escenario
veíamos circular el Carreño en una y
otra dirección mientras sonaban las
canciones que tocábamos de los
B e a t l e s, Brincos, Dúo Dinámico, Si-
r ex, Mustang, entre otros. Mi predi-
lección era interpretar melodías de
los Re l á m p a g o s, Pe q u e n i kes y sobre-
todo de los Shadow s. También hacía-
mos arreglos de piezas clásicas y lle-
gamos a componer alguna canción.
Pasaron 50 años de aquel 1962 y
quién me iba a decir que Candás ,
desde 1979, iba ser mi segundo ho-
gar y que a pesar de los cambios sur-
gidos a lo largo de los años permane-
cen frescas en mi memoria todas
aquellas vivencias cada vez que fre-
cuento alguno de estos lugares.
Acordamos realizar una con-
v i vencia en Candás para este ve-
rano.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 91
Comida de convivencia celebrada en Valdesoto el 12 de abril aprovechando la visita de Valentín, ya que actualmente reside en La Carolina,Jaén. De izquierda a derecha: Valentín, Mandy, Juancho, Jorge, Pedro (relaciones públicas del grupo) y Moreno (conductor ) . Falta Ti t o ,fallecido hace unos pocos años.
92 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
A rmando Velasco Monreal (Mandy )
Concurso Nacional de Fotografía Digital“La Mina y la Mar 2011”
Los miembros del jurado posan en el salón de Festejos con las fotos premiadas. De izquierda a derecha: Mandy Velasco, Juan Luis Hevia,Eduardo J. Parra, Juan Grela y Alain Fernández.
PRIMER PREMIO: “Encierro I” de José Ramón Rguez., de Mieres. Dotado con1100 euros.Patrocina el Banco Herrero
Este año se convoca por primera vez el
Concurso de Fotografía Digital. Se ha notado
un incremento de participantes y trabajos
que ha obligado al jurado a realizar va r i a s
selecciones hasta llegar a premiar los
m e j o r e s. El Jurado estaba compuesto por las
siguientes personas: Juan José Grela, fotó-
grafo y Juez calificador; Juan Luis Hev i a ,
fotógrafo y Juez calificador; José Antonio
Oca, Comunicación de HUNOSA; Alain
Fernández, Director-Gerente del Te a t r o
Prendes de Candás, Ayto. de Carreño;
Eduardo J. Parra, responsable de Imagen del
Ilmo. Ayto. de Langreo; Ejerce de Secretario:
Armando Velasco Monreal, Coordinador de
los Encuentros de la Mina y la Mar.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 93
TERCER PREMIO: “Arte de la pesca I” de Antonio García, de Málaga.Dotado con 400 euros. Patrocina LANGREHOTEL
TROFEO MEJOR COMPOSICIÓN MINERA: “Sueños 2” de Nacho Soberón, de Cantabria
TROFEO MEJOR COMPOSICIÓNMARINERA: “Generaciones a su ritmo” deJosé Luis Gámez, de Torre del Mar, Málaga
SEGUNDO PREMIO: “Nostalgia“de Alfonso Casado, de Jaén.Dotado con 700 euros. PatrocinaO T E Y P S A
94 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Ambas actividades se desarrollaron en la Casa de
Cultura de La Felguera dentro del Programa de las fies-
tas de San Pedro. Asistieron la Alcaldesa de Langreo
Mª Esther Díaz y el Alcalde de Carreño Ángel Riego
acompañados de sus respectivos concejales. Por parte
de la Sociedad de Festejos y Cultura San Pedro de La
Felguera asistió el Presidente Abrahám Montes, El
Coordinador de Los Encuentros Mandy Velasco y va-
rios directivo s.
Abrahám Montes interviene en primer lugar para
informar que este año los representantes de los Ay u n-
tamientos de Langreo y Carreño recibirán, en este ac-
to, la mitad del Símbolo de La Mina y La Mar. En se-
t i e m b r e, como es costumbre, recibirán la otra mitad en
los actos que se celebren en Candás. Informa que este
Símbolo se les viene entregando a los ay u n t a m i e n t o s
invitados desde el año 2001. Los Ayuntamientos de
Langreo y Carreño, no los tenían por ser los anfitriones.
El Secretario del Concurso, Mandy Velasco dio lectura
al acta del Jurado y se fueron entregando los 5 premios.
Nacho Soberón, ganador del trofeo a la mejor foto mi-
nera, se desplazó desde Cantabria para recoger el premio.
Luego se desplazaron todos los asistentes hasta los salones
de la Sociedad de Festejos y Cultura “San Pedro” de La Fe l-
guera para visitar la exposición de las fotografías premiadas
y seleccionadas.
Encuentros de laMina y la Mar“Langreo y Carreño2 0 1 1 ”
Entrega de losPremios delConcurso Nacionalde Fotográfía Digital
Abrahám Montes y Mandy Velasco recibiendo a las autoridades de losConcejos de Langreo y Carreño acompañados de Ángel, Director delBanco Herrero de La Felguera
José Ramón Rodríguez, de Mieres recibe el el talón de los 11 0 0euro del primer premio que le entrega Ángel, de la delegación delBanco Herrero de La Felguera.
De izquierda a derecha: Nacho Soberón, José Ramón Rodríguez,Mª Esther Díaz y Mandy Velasco durante la visita a la exposición
Abrahám Montes hace entrega de la mitad del Símbolo al Alcalde deCarreño Ángel Riego en presencia de la Alcaldesa de Langreo EstherDíaz y de Mandy Velasco , Coordinador de los Encuentros.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 95
Las fiestas del Cristo de Candás die-
ron comienzo con el pregón que este año
corrió a cargo del renombrado economís-
ta D. Álvaro Cuervo .
Posteriormente el Alcalde de Carre-
ño, hizo entrega de una reproducción del
Escudo del Concejo a los representantes
de la Asociación de Entibadores del Va l l e
del Nalón por su laborioso trabajo y
esfuerzo en reconstruir el monumento de
la Mina y la Mar a finales del pasado mes
de enero
La parte musical de la clausura cor-
rió a cargo de un coro venido del País Va s-
co y de la Masa Coral “Aires de Candás”
que , como de costumbre cerró los actos
desarrollados del Pregón y Los Encuen-
tros de la Mina y la Mar.
Langreo y Carreño en los actos del Pregón delas Fiestas del Stmo. Cristo de CandásCandás 10 de Setiembre
Alain Fernández, que ejercía de presentador, invitó a subir al escenario a Abrahám Montes y a Mandy Velasco para que hicieranentrega de la otra mitad del Símbolo de la Mina y la Mar al Alcalde de Carreño, Ángel Riego y al Concejal del Ayuntamiento deLangreo Vicente Dámaso
Abrahám Montes hace entrega de la mitad del Símbolo al Alcalde de Carreño ÁngelRiego en presencia de la Alcaldesa de Langreo Esther Díaz y de Mandy Velasco ,Coordinador de los Encuentros.
96 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
iene Candás una pre-
ciosa playa muy pró-
xima al centro del
pueblo a la que se
puede acceder fácil-
mente; segura, allí los pequeños
pueden jugar con toda tranquilidad
sin temor a que una ola se los lle-
ve; apacible, sólo se oye el conti-
nuo murmullo del oleaje y el gri-
terío de los niños; familiar, la ma-
yoría de las personas que acuden
frecuentemente se conocen.
Cuando la mar está baja la playa
es de considerable extensión, pero,
como suele pasar en el mar Cantá-
brico, la marea sube y entonces que-
da poco espacio para tanta toalla...
Sin embargo hay un maravillo-
so recurso, un espigón que, a modo
de proa de crucero penetra en el
mar y permite tomar el sol agra-
dablemente como si se estuviera
en la cubierta del barco, si no sopla
demasiado el viento del nordeste.
Tiene esta playa otra cosa que
es preciso destacar y es que pare-
cen llegar, a ambos lados del
espigón, dos corrientes de agua cá-
lida, de modo que, al moverse en el
agua, se nota la diferencia de tem-
peratura. Tal vez por eso la gente
del pueblo tiene tanta fe en los ba-
ños de mar, además de en el Santí-
simo Cristo, como fuente de salud.
Ven forastero, ven a Asturias,
ven al norte costero, te sentirás
como en casa y tendrás un buen
recuerdo.
Mª Sol Viña Martínez
Bajamar y pleamar
T
98 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
Cristo de Candás bendito, tan querido y venerado,
pescadores de esta villa en Irlanda te encontraron.
En días de tormenta sus esposas acuden a ti rezando.
Una guerra sin razón se desató, no había compasión,
los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgan de nuev o .
Tú no podías ser ajeno a tanto odio y te quemaron.
El retablo lo salvó un joven "Antón", malogrado escultor,
en su estudio lo escondió, así dice el cronista de Carreño,
su política era el arte, en la flor de la vida lo mataron.
Tras largos años en un barco de pesca por el mar llegaste,
en la Ribera todo el pueblo te esperaba, para acompañarte.
Desde entonces a nuestros días, has ido pasando de padres a hijos,
fueran creyentes o ag n ó s t i c o s, con devoción te han llev a d o .
Este penitente errante no volverá a limpiarte, este no es mi sitio.
Es la hora de bajarte y de flores rodearte,
son las que a Ti te gustan, rosas y claveles,
rostros emocionados te esperan para tocarte.
Todos quieren besar tu faldón, llevan horas esperando,
otros por tus pies pasan un pañuelo que será un recuerdo,
los miras con ternura, son mis romeros que vienen caminando.
Con más pena que alegría, te miro como si fueras mío,
h oy te hablo y te limpio, enfadado conmigo mismo,
al pensar que esto se termina, siento un gran alivio.
Mis charlas contigo me hacían sonreír, ha sido gratificante.
Mirándote a los ojos apretaba tu mano, quería sentir alg o .
Por última vez acaricio tu rostro, nunca podré olvidarte.
Wi f redo Rodríguez Suáre z
Al Cristo de Candás
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 99
%n la noche de San
Juan del año 1916,
además de escuchar-
se los cantos de los
mozos y las mujeres
que danzaban alrededor de la
hoguera, en la que ardían viejas
caja de pescado, paxos rotos y
esfondados, ramas de lloreda y de
eucalito que perfumaban con su
humo el aire, se oyó también el
llanto natal de una niña que venía
al mundo bajo la luna llena de esa
noche. Noche, la más corta del
año, llena de magia y de misterio.
La niña, que debería haberse lla-
mado Juana en honor del santo
profeta, pero que en la pila de San
Félix le pusieron el hermoso nom-
bre de Oliva, habría de recorrer un
largo trecho lleno de avatares, de
dichas y de desdichas, desde que
alumbró su vida en el pequeño y
encantador barrio de la Tenderina.
Hija de Ramón Cuervo, marinero
de altura y luego, al enfermar,
botero, y de Agueda Rodríguez,
freidora en la fábrica de
Mardomingo, fue muy temprano a
la escuela de Pina, en el propio
barrio, una escuela entrañable y
familiar en la que se cantaba el ca-
tecismo y se hacían palotes bajo la
maternal mirada de Pina y de la de
su hermana Carmina, que estaba
lisiada.
Y fue creciendo Oliva, con un
padre enfermo de diabetes, en
unos tiempos en que era muy difí-
cil encontrar insulina en España, si
no fuera por Albo, que se la facili-
taba. Luego, a los 6 años, comenzó
en la Escuela Pública con dos
maestras viejísimas. Hasta que
llegó una maestra nueva, a la que
tenían que llamar señorita profeso-
ra, porque les decía que maestros
eran los peluqueros y los sastres. Y
dice Oliva.
-Nos enseñó mucha urbanidad,
nos puso al hilo, pero yo la quería
mucho, porque aprendíamos a res-
petar la naturaleza, a leer her-
mosos libros: “El Corazón”, “José”,
de Palacio Valdés y otros muy her-
mosos que nos entretenían y
hacían apreciar la lectura.
–Tenía 20 años cuando estalló
la guerra. Éramos cuatro her-
manos, pero aunque mi padre y mi
madre eran muy trabajadores, y yo
iba a la fábrica de Albo desde los
16 años, pasamos mucha hambre y
Oliva Cuervo Rodríguez
TODA UNA VIDA...
ECoordinación y texto: Hermenegildo Fdez. y José Marcelino García.
100 Candás 2010. Portfolio Edición XLV
mucho miedo y mucha pena. Así
que cuando terminó aquel espanto,
en el pueblo tiraron voladores de
alegría. Pero, entonces, al poco
tiempo, mi madre, ya viviendo en
la casa del Muelle, moría con 70
años.
–Como ya dije, mi padre era
muy trabajador .Tenía una embar-
cación llamada “Los Cuatro
Hermanos” y él mismo, durante el
invierno, hacía los aparejos con mi
hermana Victoriana. Tuvimos tam-
bién un bote para ir al tresmayo y
a la quisquilla, en invierno. Iba
con dos rapazos remando hasta el
Cuarterón y la Igüera. Fue botero,
uno de los muchos que por en-
tonces había en Candás, pero antes
de enfermar iba a la altura: a la pa-
reja y a bonito.
Oliva, que vive en el barrio ma-
rinero del Calvario, está en una pe-
queña y ordenada salita, sentada
en una butaca, frente a la ventana
que da a la gran explanada de estas
viviendas que el cura Muniello
consiguió para los marineros, allá
por los años cincuenta. Le acom-
pañan su hija Belén, que es médico
especialista en Rayos-X, en Valen-
cia, y su hermana Nora, también
de más de noventa años, pero, co-
mo Oliva, joven y guapa como una
rosa.
–El cura Castiello me dio la co-
munión. Vivía en la rectoral con
una hermana, y todos los días
aquella buena mujer me bajaba un
cesto atado con una cuerda desde
el balcón de la cocina para que le
trajera en él una molleta de la “Me-
xona”, que tenía la tahona junto a
la confitería de Avelina y el portal
de la Espelma. Fui de blanco a
comulgar, y después nos llevaron a
desayunar churros y chocolate al
jardín de Laspra.
Oliva guarda silencio, parece
querer recuperar recuerdos, abrir
el arca de su memoria donde
reposan las vivencias de una larga
vida en la que hubo de todo.
–Me casé con Ramón Rosalino
Rodríguez Morán, un hombre muy
marinero y muy preparado, era pa-
trón y maquinista, en el Almirante
Cornejo, un barco de la familia.
Pero quedé viuda muy jove n .
Rosalino murió de una angina de
pecho que le dio estando en la mar.
Y así quedé con dos hijas: María
Oliva y Belén, de manera que no
tuve más remedio que volver al
puesto que había dejado en la
fábrica de Albo cuando nació
Belén. Hasta los 66 años, en que
me jubilé, trabajé de duro hacien-
do muchas horas extraordinarias
para poder sacar a mis hijas ade-
lante, como hacían la mayor parte
de las mujeres de Candás.
Candás 2010. Portfolio Edición XLV 101
Oliva dice que no envidia nada
a la juventud de ahora. Y dice:
– Teníamos en Candás un
Ateneo estupendo. Nos dejaban
libros, y como a mí y a Victoriana
nos gustaba mucho leer, nunca nos
a b u r r í a m o s. Ad e m á s, había una
banda de música que tocaba
muchas veces. Tengo un recuerdo
muy especial de un día que ce-
lebramos en Candás la fiesta del
árbol. A todos los niños y niñas nos
dieron un arbolín, y fuimos con la
banda de música a la estación del
tren a esperar a las autoridades
que venían de Oviedo. To d o s
aprendimos de memoria esta
poesía que si queréis os puedo
recitar.
Oliva aguarda que le digamos
que sí, y ella al ver nuestra cu-
riosidad y nuestro interés, comien-
za a recitar:
–“Cantemos al árbol que voy a
plantar / que Dios lo proteja del
aire y del viento. /Cantemos al
árbol que voy a plantar, salud y
riqueza dará / Colgarán las aves su
nido de amor / Uno para el otro los
dos viviremos / Uno se irá elevan-
do y yo iré creciendo / Y si triste y
sola me llego a morir / dejaré en el
mundo un árbol si quiera plantado
por mí”.
– Ya llovió desde entonces –dice
O l i va. Pasaron desde que nací, la vís-
pera de San Juan, la friolera de 96
a ñ o s, pero ahora ya no tengo que ir
con la libreta a la tienda, como en
aquellos tiempos, en los que todo se
compraba “fiao”, hasta que los mari-
neros hacían cuenta y se pagaba.
Son 96, pero todos los días voy con
mi carrito a comprar lo que necesito
al supermercado y a la pescadería.
No me acuerdo de haber ido nunca
al médico, o casi nunca, y muchos
días de invierno como “berces” con
fariñón. Sí, como mucha verdura y
mucho “pescao”. Echo de menos
aquellas primaveras en las que llega-
ban los “bermeanos”. Olían el
b o c a r t e. Decía mi güela: Va a ve n i r
pronto el bocarte, ya están aquí los
“ b e r m e a n o s ”. Y los íbamos a ve r
comer caldereta en el barco. Eran
muy católicos, se santiguaban a la
hora de comer. Y echo también
mucho de menos el canto. Candás
era un cántico. Se cantaba en las
f á b r i c a s, en las casas, en los chigres.
Los “fíos” de Rosa Feliciana, Antón,
Plácido, Adolfo y Eusebio cantaban
muy bien.
La tarde se va colando por
entre los visillos de la pequeña
ventana de la salita. Llegan voces
de niños que juegan en la explana-
da, tocan a misa, suena el teléfono.
Oliva mira a su hija y a su her-
mana. Está tranquila y parece una
mujer feliz.
102 Candás 2012. Portfolio Edición XLVII
e g u r a m e n t e, Jacinto
Aramendi fue uno de
esos marineros vizcaí-
nos que Armando Pa-
lacio Va l d é s, en su no-
vela “José”, dice que solían perma-
necer al abrigo de algunos puertos
asturianos (Candás entre ellos), para
pasar la costera de bonito, que dura-
ba, aprox i m a d a m e n t e, desde junio a
s e p t i e m b r e. Así, de esta manera, des-
de Fuenterrabía, llegaría el jove n
Aramendi una primavera, en un lan-
chón de vela y remos, allá por el
años mil ochocientos ochenta y algo,
y, de la misma manera que muchos
de aquellos marineros va s c o s, que se
quedaron en Candás, Jacinto, cansa-
do de dormir abordo bajo un toldo
embreado, entre velas viejas, saltó
un día a tierra y siguió a una mocina
sonrosada, de cabellos negros, ojos
rasgados y boca fresca (como Pa l a c i o
Valdés dice que eran las mujeres can-
dasinas), y se casó con ella: Au r o r a
Serrano Mori, hermana de Milán. Y
así empezó esta historia.
Cuando Joaquín Aramendi (Jua-
co el “Cho”, para los amigos) conoció
a su abuelo Jacinto el vasco, éste ya
estaba retirado de la mar.
–Me parecía muy viejo, aunque
quizá no lo fuera tanto. Vivía en el
m u e l l e, en una casa con balcones a la
Rula, muy marinera, que daba tam-
bién a Santolaya. Una casa situada
entre las de Ramón el Noco y otra en
la que vivió Felix Ponteo, que tenía
c l a r a b oya y bodega, y era de Enri-
quín, luego de Ramona, mujer de
Manolo Pano. En esa casa humilde y
pequeña vivía también –continúa
Juaco– mi bisabuela, la madre de mi
abuela Aurora, porque antes nadie,
fíjate bien lo que te digo, ¡nadie!, se
desprendía de los viejos. No había ju-
bilaciones ni pagas, pero toda la fa-
milia ayudaba con lo que podía. Me
acuerdo que iba muchas veces con
mi abuelo Jacinto, también llamado
el “Cho”, a San Antonio a cazar pá-
j a r o s, a ver la mar desde el Cuirno, a
pasear por el monte y los prados. . .
–No, no había pensiones, dice Ci-
priano (Panín el de la Rula, también
para los amigos, y hermano de Jua-
co). La vida media de entonces era
de cincuenta años, y, como pocos lle-
gaban a esa edad, eran reacios a
apuntarse y pagar trece pesetas para
poder cobrar una jubilación. De ma-
nera que había mucha necesidad. Mi
S
Joaquín y CiprianoAramendi-Cuervo
TODA UNA VIDA...
Coordinación y texto: Hermenegildo Fdez. y José Marcelino García.
Candás 2012. Portfolio Edición XLVII 103
madre –continua Panín– iba a la fá-
brica de “a fuera” (cuando había mu-
cho “pescao”). Moría mucha gente
del pecho, tísica, mayores y jóve n e s,
porque la gente comía cuando pesca-
ba, y si no, a pasar “fame” y necesi-
d a d e s.
Así, un medio día lluvioso del
mes de abril, comenzamos esta con-
versación con estos dos hermanos
n o n a g e n a r i o s, Juaco el “Cho” y Pa n í n
el de la Rula. Los habíamos espera-
do a la entrada del Po l i va l e n t e, y los
vimos llegar elegantemente ve s t i d o s,
p u l c r o s, derechos, con paso rápido,
Juaco, y más pausado, Panín, que se
protege con paraguas de una lluvia
amable de primavera, que cae a ra-
t o s.
– N o s o t r o s, no lo pasábamos del
todo mal –dice Panín– porque matá-
bamos dos cerdos que se criaban en
el caleyón de la casa de Santolaya ,
frente a la de Matilde Barrosa, que
mi abuela Natalia había comprado a
un aldeano de Logrezana. En esa ca-
sa nacieron todos
mis hermanos. De
aquellos años, a
parte de muchos
r e c u e r d o s, conser-
vo la cama de roble
que mi abuela fue
a comprar a Ovie-
do y la trajo en la
cabeza. Ahora ya
tendrá unos ciento
cincuenta años, y
no tiene nada de
p o l i l l a .
– Yo –dice Jua-
co– me acuerdo
que mamé muchos
cachetes y chinela-
zos por culpa de mi
hermana Natalia.
Como era la única rapacina de la
familia, todos eran a mimarla. Le pu-
sieron el nombre de ella a una mo-
tora de nuestra casa. Una motora pa-
ra andar cerca, en la que por primera
vez fui a la mar, a toliñada. La man-
daba Antón de Pano, que era her-
mano de mi güela Herminia. Enton-
ces sí que había pescao por la mar:
por el Cuarterón, la Igüera, Socam-
p o s... La mar negreaba de xa r a b a l e s
de sardina y parrochina, de bocarte y
c h i c h a r r í n .
–Hicimos la comunión en la
Iglesia de San Félix –dice Panín– con
el párroco D. Francisco Pérez Cas-
tiello, que era un cura muy inteli-
g e n t e, creo que Licenciado o doctor
en teología, y que murió en la recto-
ral de Candás. Éste elemento –dice
Panín– mirando para su hermano, se
escapaba del catecismo, y yo todo el
santo día andaba detrás de él. Lo lle-
vaba a los ejercicios, pero al primer
descuido, ¡zas!, Joaquín volvía a es-
c a p a r s e. Y es que antes, teníamos
que aprender mucha doctrina cristia-
na, eran así las cosas. Me acuerdo
–continúa Panín– que yo en la mili
fui catequista. Nos examinaban de
catecismo antes de ir de permiso. Y
ya podías saber mucho de instru-
cción, de ordenanzas, de todo lo rela-
cionado con el ejército o la marina,
como no supieras el catecismo no ha-
bía nada que hacer.
Juaco, se sonríe al escuchar al
hermano. Y toma la palabra:
– Fui a la guerra con 18 años y vi-
ne de 23. Al entrar los nacionales,
nos enviaban al frente. Luego, al aca-
bar la guerra, la Marina nos reclama-
ba, y yo papé otros 3 años más. Estu-
ve en el destructor Velasco, y Pa n í n
la hizo en la Comandancia de Gijón.
–Con todo y con eso, yo, –dice
Panín– juré bandera a los 80 años, en
Noreña, con los soldado del reempla-
zo, porque me sentía incompleto, no
realizado como español.
-Me llaman “Cho”–dice Juaco–
como llamaban a mi padre. Y es que
el rapaz de barco, en el país vasco, es
el “Cho”. Y así fui yo, rapaz de barco,
o sea, “Cho” en un garrotín, una mo-
tora pequeñina que teníamos en casa
llamada “Nuestra Señora del Car-
men”, para ir a abarique. En otoño,
con una red pequeña, también salía-
mos a la mar a lo que caye r a .
Dejé la mar el año 62 y fui a tra-
bajar a “Entrecanales y Tavora”, lue-
go a Isolux. Después, como muchos
marineros de Candás, entre en ENSI-
D E SA (Mantenimiento Eléctrico).
Enseguida me destinaron para el
hospitalillo que la empresa tenía en
L l a r a n e s, con el Dr. Mauro como
d i r e c t o r. Y allí me jubilé.
Pero antes de todo esto que estoy
contando, tengo que decir que me
casé el año 43, con Lola, la fía de Jua-
co el “Gurugú” y de Concha. Éramos
amigos desde la niñez y siempre me
había gustado mucho. Nos casó don
José Muniello, que yo ya había cono-
cido en Oviedo, como capellán,
cuando iba hacia Daroca a aprender
la instrucción.
Panín escucha con atención y se-
riedad a su hermano Juaco. Y toma
la palabra.
– Yo entré a trabajar en la Ru l a ,
llamada también Pósito, el año
1945. Era un edificio de antes de la
guerra; una construcción muy sin-
g u l a r, con marquesina exterior pare-
cida a un Kiosco, en el que se prepa-
raba el pescado que las mujeres de
la paxa compraban en la subasta
para venderlo por el pueblo y las
a l d e a s, llevándolo en paxas o cajas
sobre la cabeza. Pescado fresco, bul-
lendo, tapado con felecho y lava d o
con salmoria de la Ribera. En ese
edificio de la Rula se reunía la Co-
fradía de Pe s c a d o r e s, que era en
Candás una institución muy respe-
tada. Fueron presidentes de ella Ra i-
mundo el Nin, Silvino Vega, Pa n í n
el Mozo y también lo fue Don José
González Muniello, el cura párroco,
que lo llamábamos “Pepe muelle”
por su gran amor a los marineros y
a Candás.
–Me acuerdo –continúa Pa n í n –
que yo tenía que pagar los puntos a
los marineros casados, una pequeña
c a n t i d a d, 100 o 200 pesetas, pero que
en aquellos tiempos de poca perra
suponía una ayuda apreciable, por-
que antes con un “perrón” se arregla-
ba la gente. Había trabajo y mucha
pesca. Pero, después de la guerra, los
marineros necesitaban un aval para
poder ir a la mar. Casi siempre ava l a-
ba el contramaestre, el cura, algún
fabricante o un cargo político de la
l o c a l i d a d.
Y salta Juaco, que permaneció
muy atento a las explicaciones de su
hermano:
–Ahora la gente vive a lo loco.
A n t e s, todos éramos más humildes y
la juventud tenía más respeto a los
v i e j o s.
–Sí, sí –dice Panín–, había más
respeto, pero a base de palo y tente
tieso. Ahora hay libertad, y también,
h ay que reconocerlo, libertinaje y
poca educación.
–Dímelo a mí –contesta Juaco–,
que fui juez de paz durante 20 años
y no hice más que arreglar gente.
Aunque tengo que decir que en Can-
dás no había muchos problemas. Era
la gente de la aldea la que tenía líos
todos los días. Los aldeanos siempre
fueron más complicados que los ma-
r i n e r o s. Por un “bardial” o un linde
ya estaba armada.
La mañana de abril va ava n z a n d o
por los recuerdos y la vida de estos
dos hermanos singulares, cada uno
con su estilo, con su personalidad,
con sus historias que ellos recuerdan
como si hubieran sido vividas aye r
mismo. Los dos fueron perdiendo a
sus mujeres. Los dos han tenido hi-
j o s, Juaco, tres, Panín, cuatro. Hijos
que llenan a estos dos hombres, ya
en la recta final, de cariño y compa-
ñ í a .
–Procuro llevar una vida tranqui-
la –dice Panín–, no creando proble-
mas a nadie, repartiendo sonrisas y
sin ningún miedo a morir. Mi vida
aquí está cumplida. Me fui preparan-
do antes para esta situación. Espero
encontrarme con mi esposa y todos
mis antepasados. Y con la ayuda del
Cristo de Candás, poder seguir vien-
do a este pueblo en el que nací, y
también a mis hijos y nietos.
– Yo sólo tengo miedo a los dolo-
r e s. No quisiera sufrir para morir
–dice Juaco–. Si me acostara y acaba-
ra, sería bárbaro. Bastantes dolores
aguante ya en la vida. Pero tengo que
decir que mereció la pena vivir, a pe-
sar de haber naufragado dos veces y
tener la muerte al lado. ¡Ah!, que me
pongan una baraja dentro de la caja
para jugar con los amigos.
-¡Sí!, dicen los dos a la vez, mere-
ció la pena vivir.
La lluvia al salir del Po l i va l e n t e
había cesado. Juaco apresuró el paso
hacia su casa, para poner, dijo, la la-
vadora. Panín fue bajando hacia la
mar con lentitud, mirando de cuan-
do en cuando el semblante escampa-
do y azul, abierto sobre Candás y la
m a r.
Con fotografías del Candás antiguo y marinero, el Portfolio quiere mostrar perso-
nas, fiestas, paisajes y aspectos de la vida pasada de nuestro pueblo. Un pueblo
que durante la mayor parte de su historia vivió de la mar y de su industria pesquera.
Barcos con tripulaciones ponen ante nuestros ojos parte de la flota candasina del
pasado siglo, con sus patrones y marineros; un tesoro humano que Candás no puede
olvidar nunca.
Álbum para el recuerdo