por nosotrosnuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada...

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660 Mason Ridge Center Drive, St. Louis, MO 63141-8557 1-800-972-5442 • www.lhm.org • www.paraelcamino.com En los días de Cuaresma recordamos un acontecimiento que sucedió única y exclusivamente Por nosotros. Un acontecimiento más doloroso y violento de lo que podamos imaginar: la crucifixión de Jesús de Nazaret en las afueras de Jerusalén. La pasión y muerte de Cristo en el Gólgota es lo único que le da al mundo una segunda oportunidad. La sangre que Cristo derramó Por nosotros hace dos mil años en la cruz sigue tocando y transformando vidas. El plan de Dios de salvación, totalmente incomprensible para la mente humana, estaba a punto de cumplirse. El Mesías prometido, el Verbo hecho carne, el Niño de Belén, Jesús, el Cordero de Dios, en total humildad y obediencia se sometía a la voluntad de su Padre. A través de su pasión, muerte, y resurrección Jesucristo obtuvo nuestro perdón, conquistó la muerte y nos abrió las puertas del cielo. Es nuestra oración que en estas meditaciones encuentre for taleza para el presente y esperanza para el futuro. Que el Espíritu Santo de Dios le acompañe y bendiga ricamente en su camino a la cruz de Jesucristo... y a la tumba vacía.

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Page 1: Por nosotrosnuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos a ustedes, que

660 Mason Ridge Center Drive, St. Louis, MO 63141-8557 1-800-972-5442 • www.lhm.org • www.paraelcamino.com

En los días de Cuaresma recordamos un acontecimiento que sucedió única y exclusivamente Por nosotros. Un acontecimiento más doloroso y violento de lo que podamos imaginar : la crucifixión de Jesús de Nazaret en las afueras de Jerusalén. La pasión y muerte de Cristo en el Gólgota es lo único que le da al mundo una segunda oportunidad. La sangre que Cristo derramó Por nosotros hace dos mil años en la cruz sigue tocando y transformando vidas.

El plan de Dios de salvación, totalmente incomprensible para la mente humana, estaba a punto de cumplirse. El Mesías prometido, el Verbo hecho carne, el Niño de Belén, Jesús, el Cordero de Dios, en total humildad y obediencia se sometía a la voluntad de su Padre. A través de su pasión, muerte, y resurrección Jesucristo obtuvo nuestro perdón, conquistó la muerte y nos abrió las puertas del cielo.

Es nuestra oración que en estas meditaciones encuentre fortaleza para el presente y esperanza para el futuro. Que el Espíritu Santo de Dios le acompañe y bendiga ricamente en su camino a la cruz de Jesucristo... y a la tumba vacía.

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RECURSOS GRATIS DECRISTO PARA TODAS LAS NACIONES

A través de diferentes recursos, Cristo Para Todas Las Naciones continúa apoyando la labor de difundir el evangelio de Jesucristo al mundo de habla hispana.

En la página web www.paraelcamino.com se encuentran a disposición las predicaciones archivadas de Para el Camino, ya sea para escuchar en mp3 o leer/imprimir el texto de los sermones, y el programa Ayer, Hoy y Siempre, un drama semanal en forma de radio novela que trata temas conflictivos de la vida diaria resueltos desde la perspectiva cristiana.

También se encuentran estudios bíblicos en DVD y un curso sobre la fe cristiana en video con guía de estudio. Entre los materiales escritos disponemos de una variedad de folletos que tratan sobre temas como la paternidad, la comunicación, el divorcio, la depresión, el perdón, la muerte, etc., siempre enfocados desde la perspectiva y base cristianas.

Ahora que la Cuaresma ha quedado atrás, le invitamos a que cada día aparte unos minutos para encontrarse con su Salvador leyendo los devocionales Alimento Diario ya sea directamente en nuestra página web www.paraelcamino.com, o recibiéndolos por correo electrónico previa suscripción en esa misma página.

“El que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás, sino que dentro de él esa agua

se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.” En colaboración con Cristo Para Todas Las Naciones©

Estas devociones han sido escritas por alumnos de la clase 2008 del Seminario Concordia de St. Louis, Missouri. En la actualidad, todos ellos están sirviendo como pastores en iglesias en diferentes lugares del país. Agradecemos profundamente a estos siervos del Señor, y también al Seminario Concordia por facilitar este servicio.

© 2015 Cristo Para Todas Las NacionesLas citas bíblicas han sido tomadas de

La Santa Biblia–Versión Reina Valera Contemporánea,Copyright © 2009, 2011 por Sociedades Bíblicas Unidas

Para imprimir más copias de este devocional, ir a www.paraelcamino.com/cuaresma

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10 de febrero – Miércoles de Ceniza

Limpios

“Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! ¡Renueva en mí un espíritu de rectitud!” Salmo 51:10

Una de mis responsabilidades en casa es lavar los platos. Para ser honesto, hay veces en que sólo limpio lo mínimo indispensable y algunas cosas quedan con manchas. Varias veces mi esposa me ha dicho que lo haga más despacio y con más atención y la experiencia me ha enseñado que, para que queden bien, debo dedicarles más tiempo.

Lo mismo sucede con nuestra vida espiritual. Muchas veces nos conformamos con hacer una limpieza superficial, aun cuando el resto de nuestra vida es un caos. En Mateo 23:25b, Jesús les dijo a los líderes religiosos: “... Porque limpian por fuera el vaso y el plato, pero por dentro están llenos de robo y de injusticia”. ¿No hacemos nosotros lo mismo?

El Miércoles de Ceniza nos da la oportunidad de detenernos a reflexionar y experimentar la limpieza profunda que nos trae la muerte de Jesús en la cruz. Tómese un tiempo para evaluar cuidadosamente su vida, incluyendo los recuerdos dolorosos y las cosas que ha manchado con su egoísmo. Quizás todavía esté enojado u ofendido con alguien. Quizás viva con preocupación constante. Quizás sea demasiado orgulloso o ambicioso, o quizás le domine el miedo. No se apresure. Dése tiempo para traer a su memoria todo lo que pueda, aun cuando descubra cosas que preferiría no recordar. Cuando así sea, ore junto con el Rey David: Dios mío, ¡crea en mí un corazón limpio! (Salmo 51:10a).

Querido Señor, límpiame de todo pecado y concédeme el perdón que nace en la cruz de Cristo. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Josh Bernau

28 de marzo - Lunes de Pascua

Una esperanza viva

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que por su gran misericordia y mediante la resurreción de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos a ustedes, que por medio de la fe son protegidos por el poder de Dios, para que alcancen la salvación, lista ya para manifestarse cuando llegue el momento final.” 1 Pedro 1:3-5

¡Ha resucitado! ¡Cristo ha conquistado la muerte! A veces pienso que no estamos seguros de lo que esto realmente significa para nuestras vidas. La mayoría de nosotros, sabiendo de la muerte y resurrección de Cristo, diremos que estamos perdonados y que pasaremos la eternidad con él. Su resurrección, sin embargo, significa mucho más. Como dice Pedro, es “una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera”. Recibimos más que vida nueva y eterna; recibimos cuerpos nuevos y el privilegio de ser parte de una nueva creación. En Cristo todo será restaurado y hecho nuevo. ¡Ésta es la promesa por la cual esperamos, pero también una promesa que tenemos ya ahora! ¡Éstas son buenas noticias!

Porque somos bautizados en Cristo, participamos en su muerte y resurrección. Somos ahora una nueva creación; somos justos, y participamos activamente en restaurar el reino de Dios sobre la tierra. Así es el discipulado cristiano, lleva la palabra que restaura y la vida de Cristo a otros, para que también ellos puedan celebrar la resurrección de Cristo, ¡no sólo en el futuro sino ahora! Usted es una nueva creación. Viva su nueva vida santa y comparta la luz de la resurrección del Señor con todos aquellos que tan desesperadamente necesitan de su amor y del nuestro.

Querido Padre celestial, te pido que continúes fortaleciendo mi fe. Ayúdame a celebrar y a compartir tu gloriosa resurrección con quienes me rodean. Gracias por conquistar la muerte y por darme una herencia que es incorruptible, incontaminada e inmarchitable. Amén.

Pastor Martin Danner

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Jueves 11 de febrero

¿Quién está en control?

“El amor de Cristo nos lleva a actuar así, al pensar que si uno murió por todos, entonces todos murieron; y él murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Corintios 5:14-15

Mi primer auto, de transmisión manual, tenía cinco cambios. Durante mucho tiempo había estado buscando un auto así. Desde la primera vez que había manejado uno me había cautivado la sensación de poder que sentía. Cuando me sentaba al volante tenía el control.

Así fue hasta que, al tratar de enseñarle a mi hermano a manejarlo, de pronto me encontré en el asiento del pasajero sin tener el control al que estaba acostumbrado. Cada vez que el auto se apagaba o se iba para atrás en una subida, me preocupaba más por mi falta de control que por enseñarle cómo manejar.

Es que cuando no tenemos el control, o sea, cuando el control está en manos de otro, de pronto nos damos cuenta de cuánto nos gusta estar en control. Nuestro egoísmo nos lo demanda al punto que a veces hasta tratamos de controlar al mismo Dios. Sin embargo, ¿quién tiene el control de nuestras vidas?

En su segunda carta a los corintios Pablo habla de la vida vivida para Dios y los demás y dice que no es una vida controlada por nosotros, sino por el amor de Cristo. El amor de Cristo lo llevó a la cruz y porque él murió por todos, nosotros ya no vivimos para nosotros mismos sino para él. El amor de Cristo nos perdona y nos transforma. Que el amor de Cristo sea, entonces, una poderosa realidad en nuestras vidas.

Padre celestial, en la muerte y resurrección de Cristo has mostrado tu amor por mí y me has dado perdón y asegurado mi salvación. Renueva mi corazón para que no sea egoísta en mi servicio, y para que el amor de Jesús me controle. Te lo pido en el nombre de Jesucristo. Amén.

Pastor Greg Moyer

27 de marzo - Domingo de Pascua

... pero Dios

“Nosotros somos testigos de todo lo que Jesús hizo en Judea y en Jerusalén. Pero lo mataron, colgándolo de un madero. Sin embargo, Dios lo resucitó al tercer día, y permitió que muchos lo vieran. Pero no lo vio todo el pueblo, sino sólo aquellos testigos que Dios había elegido de antemano, es decir, nosotros, los que comimos y bebimos con él después de que él resucitó de entre los muertos.” Hechos 10:39-41

Al igual que nuestras vidas, la Biblia está llena de testimonios de “... pero Dios”. Abraham estaba en un país extranjero... pero Dios lo cuidó. Moisés no sabía cómo iba a hacer para cruzar el mar... pero Dios separó las aguas. Daniel fue echado a una fosa con leones... pero Dios le preservó la vida.

Usted y yo estábamos destinados a estar separados de nuestro amoroso Creador por la eternidad... pero Dios tenía otros planes.

Hoy, leemos el “... pero Dios” más grande de la historia. “Lo mataron colgándolo de una cruz... pero Dios lo levantó al tercer día…” Dios tomó la acción asesina más horrenda e injustificable de la historia, y la usó para realizar la mejor obra que la humanidad jamás haya visto. La muerte no pudo sujetar a Jesús. Por el poder de Dios, el crucificado se convirtió en el resucitado. El siervo sufriente es ahora el Salvador victorioso.

Por nosotros mismos no podríamos reconocer el significado de la muerte de Cristo ni creer las buenas noticias de su resurrección... pero Dios nos ha dado su Espíritu Santo, y por la fe nos ha hecho testigos de su triunfo sobre la muerte.

¡Cristo ha resucitado!

Padre celestial, que has levantado a Jesús de los muertos y nos has dado vida en él, te damos gracias por la victoria que tenemos en nuestro Salvador resucitado. En su nombre. Amén.

Pastor Christopher Kennedy

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Viernes 12 de febrero

Me doy por vencido

“El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32

“Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuestro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante” Hebreos 12:1

Cada vez que vuelvo a jugar al básquetbol después de un tiempo de no haber jugado, enseguida me canso y me siento tentado a dejar de jugar. Mi mente quiere que mi cuerpo se niegue al trabajo físico necesario para poder volver a jugar. Lo mismo sucede en otros aspectos de la vida.

Tan acostumbrados estamos a los pensamientos y acciones pecaminosos de este mundo, que nos dejamos llevar por ellos. Así es como no vemos que hay otros a nuestro alrededor que han pasado o están pasando por situaciones similares. Esos testigos nos recuerdan que, cuando pasaron por momentos en los que ya no querían hacer nada más, hubo Uno que les dio todo. Esos testigos nos alientan, diciéndonos: “Recuerden a quien dio su vida por ustedes. Él está siempre con ustedes y les va a dar lo que necesiten.”

Esos testigos nos invitan a que recordemos con todo nuestro ser a Dios y todo lo que él ha hecho y hará por nosotros. Dios dio a su único Hijo para que viniera a este mundo, viviera como uno de nosotros, muriera en la cruz, y resucitara de la tumba. Dios no se dio por vencido ante nuestra desobediencia. Al contrario, él dio todo lo que tenía para rescatarnos.

Padre, gracias por no haberte dado por vencido con nosotros. Gracias por enviar a tu Hijo a que diera su vida en la cruz en rescate por nosotros. Ayúdanos para que nunca perdamos de vista a los testigos que nos rodean y que nos recuerdan el amor que tú nos tienes. En el nombre de tu hijo Jesucristo. Amén.

Pastor Matthew Schilling

Sábado 26 de marzo

Gracia en medio de la oscuridad

“Sobre la casa de David y sobre los habitantes de Jerusalén derramaré un espíritu de buena voluntad y de oración, y volverán los ojos a mí y llorarán por el hombre a quien traspasaron, como se llora y se guarda luto por el hijo primero y único.” Zacarías 12:10

El pronóstico era sombrío: más lluvia, mucha lluvia. Eso era lo último que la ciudad necesitaba. Las aguas ya estaban al nivel de inundación y parecía que iban a seguir subiendo. El informe del tiempo fue precedido por la historia de un joven de 15 años a quien, después de haber luchado cinco años, el cáncer lo había vencido. Y antes de eso nos enteramos de la cantidad de soldados que habían perdido su vida en el exterior. Cuando escuchamos todas estas malas noticias nos preguntamos: “¿Dónde está el alivio?”

Los tiempos difíciles nos agobian y desaniman. Pero, como hijos de Dios, nunca debemos sentirnos completamente quebrantados. Esta época de Cuaresma la vivimos en arrepentimiento, reconociendo el peso de nuestro pecado, la culpa de nuestras acciones y la carga de vivir en un mundo manchado por el pecado. Pero, aun así, podemos sonreír porque sabemos que la Pascua está en el horizonte.

Así como Dios les prometió a los israelitas por medio del profeta Zacarías, así nos promete a nosotros hoy: “… derramaré un espíritu de buena voluntad y de oración.” Usted y yo somos realmente bendecidos por formar parte de una comunidad de creyentes. Es una bendición poder pasar por la puerta de la iglesia, entrar al santuario y ser parte de “la casa de David”. La bendición que recibimos por medio de la Palabra y los Sacramentos será continuamente derramada sobre nosotros para que enfrentemos nuestros problemas y pruebas diarios.

Padre celestial, te damos gracias por tu presencia todopoderosa. Sabemos que, cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, tú nos perdonas. Enséñanos a cantarte alabanzas y a recordar y alegrarnos en las bendiciones que continuamente derramas sobre nosotros. Oramos en el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Jacob May

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Sábado 13 de febrero

¡Sé humilde!

“Cuando la noticia llegó hasta el rey de Nínive, éste se levantó de su trono, se despojó de sus vestidos, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza.” Jonás 3:6

El título de esta devoción es directo y simple. A mí me lo dijeron una vez en que estaba pasando por un momento de mucho éxito. El impacto que me hizo fue tan grande, que no lo he podido olvidar. Fueron palabras dichas en el momento justo; tan justo, que hicieron que mi corazón y mi mente cambiaran para bien.

Nuestra tendencia es buscar el reconocimiento, la gloria, y el poder. Tenemos un deseo natural de ser reconocidos por el mundo y declarados exitosos. La humildad no es una característica muy común en estos días.

En el texto para hoy vemos que la Palabra de Dios tiene poder para transformar lo imposible en posible. Cuando la Palabra de Dios llegó al rey de Nínive, que era el hombre más poderoso y exitoso del país, su respuesta fue totalmente anormal: se humilló a sí mismo, entregó su puesto de poder y se rebajó arrepintiéndose delante de Dios. El poder de la Palabra de Dios transformó al rey y le hizo reconocer cuál era su verdadero lugar—estar arrepentido y ser humilde delante del verdadero Rey de gloria. Dios, en su misericordia, vio los corazones arrepentidos y humildes de Nínive, y se abstuvo de castigarlos por sus vidas de pecados.

La verdad de la Palabra de Dios tiene ese mismo poder para transformar nuestras vidas. Ella nos ayuda a ver que este mundo sólo busca destruirnos, a la vez que nos lleva al arrepentimiento, así como lo hizo con el rey de Nínive. Y por causa del humillante y expiatorio sacrificio de Jesucristo, Dios se abstiene de castigar nuestras vidas manchadas por el pecado y nos ofrece nada menos que su gracia y la salvación eterna.

Padre todopoderoso, a través del poder de tu Palabra hiciste que un rey se humillara a sí mismo y reconociera su necesidad de ser salvo. Concédenos la misma humildad y arrepentimiento para que reconozcamos nuestra necesidad de salvación y busquemos tu perdón. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Gene Johnson

25 de marzo – Viernes Santo

Abandonado a causa de nosotros

“Y a las tres de la tarde Jesús clamó a gran voz: ‘Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?’ (que significa: ‘Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?’)”. Marcos 15:34

Dios estaba en silencio. Cristo, el hijo del Dios viviente, estaba colgando de un madero, siendo crucificado a instancias de su propio pueblo y Dios estaba en silencio. Jesús clamó a gran voz: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” Y aún así, Dios permaneció en silencio.

¿Cuán a menudo, cuando pasamos por situaciones difíciles, nos hacemos la misma pregunta porque pensamos que Dios nos ha abandonado?

Al acercarnos a la cruz de nuestro Señor en esta época de Cuaresma, la promesa de Dios a nosotros es sólida como una roca: “No te desampararé, ni te abandonaré” (Hebreos 13:5b). Aunque no hay una respuesta directa de parte de Dios cuando Jesús moría en la cruz, descansamos en sus seguras promesas. San Pablo nos dice en Gálatas 3:13a que “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, y por nosotros se hizo maldición”, y en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que en él nosotros fuéramos hechos justicia de Dios.”

Verdaderamente, Dios abandonó a Cristo por nosotros, quien sufrió por nosotros en la cruz para que podamos descansar en la esperanza segura de que Dios nunca nos abandonará. Ésa es la promesa para usted y para mí. Aun cuando todo a nuestro alrededor nos lleve a creer que Dios está en silencio, que nos ha abandonado, él sigue estando con nosotros y por nosotros.

Porque, como escribe Pablo, nada en este mundo, o más allá de él, “nos podrá separar del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor.” (Romanos 8:39b).

Misericordioso Dios, por medio de la muerte y el abandono de tu amado hijo Jesucristo nos abriste el camino a la vida eterna. Concédenos que podamos reconocer tu presencia y consolarnos en tu promesa de que nunca nos dejarás ni nos abandonarás. Oramos esto en Cristo Jesús, nuestro Señor. Amén.

Pastor Josh Hatcher

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Domingo 14 de febrero

Tres regalos

“Por eso también nosotros siempre damos gracias a Dios de que, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios que nosotros les predicamos, no la recibieron como mera palabra humana sino como lo que es, como la palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes.”1 Tesalonicenses 2:13

“Nos salvó, y no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia.” Tito 3:5a

Es común que de vez en cuando los padres den a sus niños regalos pequeños, pero cuando llega su cumpleaños, les hacen regalos grandes. Esos regalos no son una recompensa por su buena conducta, sino una expresión de su amor incondicional. Esta realidad también es cierta cuando se trata de nuestro Padre celestial.

En los dos textos para hoy vemos que Dios nos ha dado tres regalos grandes: el Bautismo, la Palabra, y el Espíritu Santo. Cada uno es independiente del otro, pero no inseparable. En el Bautismo, mientras echa agua sobre la cabeza, el ministro recita la Palabra de Dios, ahogando así nuestra naturaleza pecaminosa, dándonos nueva vida en Cristo y llenándonos del Espíritu Santo.

Los tres regalos van juntos para crear en nosotros la fe que nos salva de la condenación del pecado. Este es el regalo más grande de todos, un regalo que no se puede comprar en ningún negocio o ganar como recompensa por hacer el bien.

Ninguno de estos regalos lo recibimos porque lo pedimos, sino sólo por la gracia de Dios. Jesús, el Cordero de Dios, fue crucificado por nosotros para que los beneficios de su crucifixión y resurrección pudieran ser nuestros en forma gratuita, de acuerdo a su misericordia.

Padre celestial, gracias por habernos regalado tu Palabra, tu Espíritu, y tu Bautismo. Haz que ellos estén siempre presentes en nuestras vidas. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Eric Edwards

Jueves 24 de marzo

Listos o no

“¿Quién no te temerá, Señor? ¿Quién no glorificará tu nombre? ¡Sólo tú eres santo! Por eso todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado.” Apocalipsis 15:4

Durante la época de Cuaresma esperamos con ansiedad que la esperanza salvadora venga a nosotros. Para quienes viven con la carga de la culpa por sus pecados, la Cuaresma puede ser un tiempo de temor. Aunque la Cuaresma es ciertamente un tiempo de reflexión y arrepentimiento por las faltas de nuestra vida, también es un tiempo en el que nos concentramos en el perdón que Jesús ganó para nosotros en la cruz. Así, con nuestros ojos llenos de esperanza, esperamos su venida en gloria.

El libro del Apocalipsis de San Juan nos recuerda de la victoria que les espera a aquellos que tienen el privilegio de haber sido hechos parte del cuerpo de Cristo por medio de la fe. Mientras continuamos en nuestra época de Cuaresma, esperamos con expectativa la tumba vacía; esperamos con expectativa el día cuando también nosotros resucitaremos a causa de lo que Cristo ha hecho por nosotros. No podemos hacer otra cosa que elevar nuestros corazones, nuestras manos y nuestras voces en alabanza hacia aquél que obtuvo nuestra salvación.

Querido Señor, gracias por el don de tu amado Hijo quien vino al mundo a cumplir lo que nosotros no podríamos cumplir jamás. Ayúdanos, en estos días en que somos recordados de la razón por la cual Jesús murió, a tener esperanza en nuestro futuro con él en la eternidad a causa de su gran sacrificio. Recuérdanos cada día de tu gran amor por nosotros y del futuro que ha sido preparado para los que tú amas. Amén.

Pastor Mark Schulze

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Lunes 15 de Febrero

Él lo hará

“La extensión de su imperio y la paz en él no tendrán límite. Reinará sobre el trono de David y sobre su reino, y lo afirmará y confirmará en la justicia y el derecho, desde ahora y para siempre. Esto lo hará el celo del Señor de los ejércitos.” Isaías 9:7

“Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes. ¡Límpiense las manos, pecadores! Y ustedes, los pusilánimes, ¡purifiquen su corazón!” Santiago 4:8

La Palabra de Dios nos recuerda cuán importante es la confesión y absolución diaria. Así como cada día necesitamos lavarnos las manos varias veces para evitar la transmisión de enfermedades, de la misma manera necesitamos que el Espíritu Santo de Dios nos revele nuestro pecado y nuestra necesidad de arrepentimiento, para que no seamos destruidos por la enfermedad que nuestro pecado produce.

Cuando nos arrepentimos de nuestros pecados Dios nos absuelve, nos perdona y nos afirma una vez más que él nos ha limpiado a través de Cristo. Isaías 9:7 nos dice que Dios va a hacer lo que tiene planeado, va a lograr su propósito y va a cumplir su promesa. Por todo esto es importante el arrepentimiento diario y la lectura diaria de la Palabra de Dios.

La época de Cuaresma no sólo nos prepara y lleva al momento de la muerte de Jesucristo, sino también a la celebración de la victoria que el Dios Trino—Padre, Hijo y Espíritu Santo—ha logrado por nosotros a través de la resurrección de Cristo. Dios logra su propósito al perdonarnos y al fortalecer nuestra fe diariamente. Y va a lograr su propósito supremo cuando Cristo venga nuevamente a traer un nuevo cielo y una nueva tierra.

Todopoderoso Dios, te alabamos por hacernos nuevos cada día a través de la muerte y resurrección de Jesucristo. Te damos gracias por darnos tu Espíritu Santo, quien preserva y fortalece nuestra fe a través de tu Palabra. Ayúdanos a amar y perdonar a los demás así como tú nos has amado y perdonado. En nombre de Jesús. Amén.

Pastor Ben Dolby

Miércoles 23 de marzo

Entregando todo

“Sino que se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres.” Filipenses 2:7

A la palabra “entregarse” la asociamos generalmente con derrota y desesperación. Es una palabra que significa que no podemos seguir más. Nos hemos entregado. Hemos dejado de luchar. Pero entregarse puede ser una cosa buena, especialmente si se hace por otros.

En diciembre de 2007, el Rey Wangchuck de Bután entregó su trono. No fue destituido, ni hubo ningún escándalo que lo avergonzara delante de su pueblo, sino que entregó su trono voluntariamente, aun contra la voluntad de su pueblo. Y lo hizo por el bienestar de su pueblo, porque se dio cuenta que su autoridad absoluta era demasiado para un solo hombre y decidió que su pueblo necesitaba ser libre.

Hay otro Rey que también lo entregó todo por su pueblo: Jesús. Jesús se humilló a sí mismo para entregar su gloria y honor y llegar a ser una persona como usted y como yo. No fue obligado por el Padre para hacerlo. Fue una elección propia que hizo libre y voluntariamente, porque nos ama a usted y a mí. Jesús dejó su trono celestial para que usted y yo podamos ser libres del poder del pecado, de la muerte y del diablo. Gracias a él somos libres para ser el pueblo que Dios el Padre quiso que fuéramos. En su entrega Jesús conquistó la derrota y la desesperación y las convirtió en victoria y alegría por nosotros.

Señor Jesús, gracias por entregar lo que era tuyo para que nosotros podamos ser hijos de Dios. Amén.

Pastor Paul Undlin

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Martes 16 de febrero

¿En qué podemos confiar?

“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, y de ello dan testimonio la ley y los profetas. La justicia de Dios, por medio de la fe en Jesucristo, es para todos los que creen en él.” Romanos 3:21-22a

En la fantasía de las comedias de televisión vemos cómo las personas de distintas creencias son capaces de “aceptar sus diferencias” con tal de llevarse bien. En las películas se nos pretende hacer creer que la vida es una bella historia como la de la Cenicienta, que el sexo fuera del matrimonio no trae consecuencias, que las drogas no son tan malas y que el bien siempre triunfa sobre el mal gracias a un héroe que logra sortear todos los peligros imaginables.

Pero cuando llegan las noticias de la vida real la Cenicienta deja de ser la princesa y se convierte en una joven vestida con ropas sucias y rodeada de ratones. Las noticias hablan de adolescentes que matan a sus hijos antes de nacer, de personas inocentes que son asesinadas por drogadictos, de historias en las que el héroe no logra vencer y el mal triunfa.

Entonces, ¿dónde está la verdad en Cristo? ¿Es él el final feliz, o la última palabra en la historia de terror? La respuesta es ambos. El problema es que muchos miran a Cristo esperando encontrar el final feliz del cuento de hadas y terminan desilusionados.

Los cristianos sabemos lo que Dios nos ha prometido y el precio que le costó a Jesucristo obtener este final de cuento de hadas: le costó no sólo burlas, castigos, golpes, aflicciones y la vida misma, sino también dejar su lugar a la diestra del Padre.

¿En qué podemos confiar? Sólo en Dios. Él es fiel y justo. Su Palabra es verdadera y por la fe que nos dio a través de su Espíritu Santo podemos aferrarnos a nuestro salvador Jesús.

Padre celestial, gracias por tu Palabra y por el perdón de pecados y salvación que me prometes a través de la muerte y resurrección de tu hijo Jesucristo, mi Señor. En su nombre. Amén.

Pastor Brant Hoffman

Martes 22 de marzo

¡ Vamos, lenvántense!

“¡Vamos, lenvántense, que ya se acerca el que me traiciona!” Mateo 26:46

“En primer lugar, les he enseñado lo mismo que yo recibí: Que, conforme a las Escrituras, Cristo murió por nuestros pecados.” 1 Corintios 15:3

¡La palabra de Dios viene a nosotros hoy en forma urgente! Las palabras de Jesús en Mateo 26 son enfáticas: “¡Vamos, lenvántense, que ya se acerca el que me traiciona!” Pablo nos dice en la primera carta a la iglesia en Corinto que lo que él recibió es de suma importancia. Jesucristo se humilló a sí mismo, dejando su trono como Hijo de Dios, para ser un ser humano. En el Antiguo Testamento se habló de este hombre como el Mesías, como aquél que se sacrificaría por el mal y el pecado de todo el mundo. ¡Éstas son buenas noticias! De hecho son las mejores noticias, especialmente en estos días.

La urgencia que Jesús expresa en Mateo 26 es para nosotros hoy. No permitamos que el “traidor” –el mundo—nos engañe. Huyamos de la tentación y vivamos como hijos restaurados de Dios. ¡Hagámoslo hoy! Asumamos el compromiso ahora mismo de hacer lo que sea necesario para quebrar los hábitos destructivos y pecaminosos como el chismerío, la mentira, la avaricia, la lujuria, o lo que sea que fuere nuestro pecado rutinario. Pongámoslos a los pies de la cruz, donde Jesús ya ha cargado con el castigo nuestro, y recibamos el perdón que sólo viene de la palabra de Dios y de los sacramentos. Salgamos a compartir con este mundo en decadencia la esperanza y las promesas de estas buenas noticias. No hay tiempo que perder, porque Jesús volverá pronto. Esta vez, sin embargo, no vendrá para salvar, ¡sino para juzgar!

Compartamos la verdad que se nos ha dado, ¡y vivamos como viven los que creen que Cristo ha muerto por todos!

¡Vamos, lenvántense!

Jesús, danos cada día la fortaleza y el ánimo de resistir lo que nos traiciona: el diablo y las tentaciones del mundo. Enséñanos a vivir como tus hijos redimidos y a ser testigos de la verdad de tus buenas noticias. Amén.

Capellán Jeffrey J. Wilson

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Miércoles 17 de febrero

Un jabón milagroso

“Aunque te laves con lejía, y te enjabones demasiado, no se borra de mi vista la mancha de tu pecado.” Jeremías 2:22

En la sociedad tan desarrollada tecnológicamente en que vivimos, existen productos para quitar cualquier clase de manchas... o por lo menos eso es lo que los comerciales de televisión quieren hacernos creer.

Pero la mancha del pecado no es como las manchas en la ropa, por lo que no es humanamente posible removerla. Como Jeremías les recuerda a sus oyentes: no existe un jabón—orgánico o mineral—que pueda quitar la mancha de nuestro pecado que llevamos impregnada. Por más que refreguemos no lograremos sacarla, porque es impermeable a nuestros esfuerzos. Sólo un acto de Dios podría dejarnos limpios.

Y un acto de Dios es lo que Cristo nos dio en la cruz. Irónicamente, la sangre que él derramó por nosotros en el Calvario se ha convertido en el jabón milagroso que nos deja limpios y sin manchas. La sangre, una sustancia que normalmente mancha, se ha convertido en algo que limpia. “El Señor dice: ‘Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana’” (Isaías 1:18).

Por la sangre de Jesús quedamos perfectamente limpios para entrar en su reino celestial. Con la ayuda del Espíritu Santo podemos vivir con esperanza, sabiendo que nos espera una eternidad en la que, con vestimentas perfectamente limpias, alabaremos para siempre a Dios por el jabón milagroso de la sangre de Jesús.

Precioso Salvador, que derramaste tu sangre inocente para que pudiéramos ser limpios, ayúdanos con el poder de tu Espíritu a vivir vidas limpias delante de ti y a mostrar a quienes nos rodean el valor de tu sacrificio. Amén.

Pastor Aaron M. Schellhas

Lunes 21 de marzo

El poder que se nos dio desde lo alto

“Jesús le respondió: ‘No tendrías sobre mí ninguna autoridad, si no te fuera dada de arriba. Por eso, mayor pecado ha cometido el que me ha entregado a ti.’” Juan 19:11

“Decía: ‘¡Abba, Padre! Para ti, todo es posible. ¡Aparta de mí esta copa! Pero que no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.’” Marcos 14:36

Cuando estuve en la sesión de orientación antes de comenzar el seminario, uno de los conferencistas nos dijo que la habilidad para administrar el tiempo no nos iba a ser dada místicamente cuando nos pusieran la estola sobre nuestros hombros el día de nuestra ordenación. La premisa detrás de esta afirmación es que, como criaturas caídas, no tenemos la capacidad de hacer todo lo que queremos. Ni siquiera somos capaces de hacer todo lo que necesitamos o debiéramos hacer, porque somos pecadores.

Es fácil engañarnos a nosotros mismos pensando que tenemos el poder de lograr las cosas por nosotros mismos. Pilato se equivocó cuando le dijo a Jesús: “¿Acaso no sabes que tengo autoridad para dejarte en libertad, y que también tengo autoridad para crucificarte?” (Juan 19:10b). El matiz de la pregunta indica que Pilato pensaba que él tenía el poder. Pero Jesús le recuerda, y a nosotros también, que todo poder viene de Dios.

Como cristianos, el poder que recibimos de lo alto es el poder de la fe. Es la habilidad de arrepentirnos y alejarnos de nuestra propia auto-dependencia, y de volvernos a Dios en confianza. En Getsemaní nuestro Señor se sometió a la voluntad del Padre. Al vivir, morir, y resucitar en nuestro lugar, Jesucristo nos dio la seguridad de que estamos en sus manos, y que sus manos están abiertas para perdonar a los corazones arrepentidos.

Padre celestial, te doy gracias por el sacrificio de tu Hijo por mí. Perdóname por confiar en mis propias habilidades y por todas las veces que he fallado en buscar en ti la fuente de poder para mi vida. Ahora que nos acercamos a la Pascua, fortalece mi fe para que pueda volverme a ti en humildad y arrepentimiento. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Richard Schneider

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Jueves 18 de febrero

¿Hasta cuándo?

“¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso? ¿Hasta cuándo clamaré a ti por causa de la violencia, y no vendrás a salvarnos?” Habacuc 1:2

¿Hasta cuándo, Señor? ¿Alguna vez ha hecho esta pregunta? Tengo un amigo que desde niño ha sufrido de epilepsia, enfermedad que le produce episodios muy serios de convulsiones. Me dice que es uno de los afortunados a quienes la medicación logra controlar las convulsiones... pero también tienen efectos secundarios. Los remedios que toma le retardan la capacidad de razonar, las manos le tiemblan, y está cansado todo el tiempo. Día tras día vive con esas desventajas casi invisibles que lo frustran y enojan. Su oración es: “¿Hasta cuándo, Señor?”

No es fácil vivir con esa tensión que sentimos entre las promesas de Dios y lo que experimentamos. Dios nos dice que somos su pueblo especial, pero aún así perdemos el trabajo, nuestras familias sufren separaciones y divisiones, y nuestros seres queridos se mueren. No podemos dejar de orar con Habacuc: “¿Hasta cuándo, Señor, te llamaré y no me harás caso… y no vendrás a salvarnos?”

En medio del dolor de nuestro sufrimiento Dios nos hace mirar la cruz, el lugar donde Jesús sufrió. Allí, en la cruz, es donde Jesús gritó: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34b). En la cruz Jesús sufrió, se desangró y murió por nosotros. Y después de todo eso resucitó para salvarnos no sólo de nuestros pecados, sino de todo sufrimiento cuando nos lleve a la vida eterna.

Padre en el cielo, tu hijo Jesucristo se levantó de la muerte para darnos vida eterna libre de sufrimiento y muerte. Danos fe en la promesa de que él viene pronto. A través de Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Pastor James Huenink

Domingo 20 de marzo

La entrada triunfal

“Digan a la hija de Sión: Tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre una burra, sobre un burrito, hijo de animal de carga.” Mateo 21:5

Muchos de nosotros hemos experimentado algún tipo de entrada triunfal: esos momentos en la vida en los que nuestra entrada marcó el final de una cosa, y el principio de otra.

En mi propia vida he tenido varias entradas triunfales. Las graduaciones de la escuela secundaria y de la universidad, el nacimiento de mi hijo, la graduación del seminario. También recuerdo el día de mi boda y la ansiedad con que esperaba que mi esposa entrara a la iglesia, y también cuando entré al templo llevando a mi hija para entregarla en matrimonio.

Todo esto me hace pensar en las entradas de nuestro Señor. Jesús entró al mundo humildemente y sin fanfarria, dejando su lugar en el cielo para nacer en un establo y vivir con nosotros. Años más tarde entró en Jerusalén para entregar su vida por nosotros. Aunque hubo una gran fanfarria, Jesús lo hizo con la misma humildad de su nacimiento, montado en una bestia de carga, sabiendo que iba en camino a levantar nuestra carga del pecado.

La entrada de Jesús marcó un cambio en el tiempo. Fue la finalización de su ministerio terrenal y el comienzo de los eventos que lo llevaron a la cruz. Su entrada eventualmente lo llevó a entregar su vida para que nosotros podamos entrar a su reino celestial.

Nuestro rey ha venido y, por medio de su obediencia y su sacrificio, ha hecho posible una entrada triunfal para cada uno de nosotros.

Querido Jesús, ayúdanos a ver la nueva vida que hemos recibido después de tu entrada triunfal en Jerusalén y en el cielo. Fuiste a la cruz para darnos algo más importante de lo que pudiéramos experimentar por nosotros mismos: la vida eterna contigo en tu reino. En tu nombre. Amén.

Pastor Chad Trunkhill

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Viernes 19 de febrero

Libertad perdonada

“Entonces el Señor le dijo a Moisés: ‘Preséntate ante el faraón, y dile: El Señor, el Dios de los hebreos, dice así: ‘Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.’” Éxodo 9:1

El actor Charlton Heston fue conocido por muchas cosas, pero la que a mí me parece más importante es por el apoyo que dio a la Primer Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos cuando actuó como Moisés en la película Los Diez Mandamientos. Con el viento soplándole su larga barba y el bastón en su mano, con voz profunda le dijo al Faraón las palabras del Señor, el Dios de los hebreos: “Deja ir a mi pueblo, para que me sirva”.

De más está decir que los hebreos no tenían la Primer Enmienda para protegerles el derecho de ser libres de practicar su religión. Pero nosotros sí la tenemos. La misma fue obtenida a un costo altísimo, y aún hoy es preservada con las vidas de nuestros militares que nos mantienen seguros tanto aquí, como en el exterior. La libertad siempre tiene un costo para alguien.

El perdón y la libertad de las ataduras del pecado y la muerte que tenemos como hijos de Dios también tuvieron un costo: quizás no para nosotros, pero sí para nuestro Señor crucificado.

En esta época de Cuaresma recordamos el tremendo precio que Jesús pagó con su sacrificio en la cruz. Gracias a él tanto nosotros, como las generaciones que habrán de seguirnos, somos libres para servir a Dios el Padre.

Misericordioso Dios, protege la libertad que tenemos de adorarte y enséñanos a reconocer y apreciar los regalos que cada día tú nos das. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Matt Wurm

Sábado 19 de marzo

Entregando el regalo del paraíso

“Jesús le dijo: ‘De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.’” Lucas 23:43

Era demasiado caro. El tener que pagar por los pecados de todo el mundo fue una carga que cayó sobre los extendidos brazos de nuestro Salvador cuando colgaba de la cruz. La agonía y el dolor que padeció mientras le clavaban las manos y los pies fueron sólo parte del sufrimiento que experimentó ese día. Con todo, aun en esas últimas horas de la vida de Cristo encontramos que sigue dando de sí mismo cuando responde a la pregunta del criminal moribundo, asegurándole que se encontrará con él en el paraíso ese mismo día.

Nosotros somos como el criminal que murió al lado de Jesús ese día. Merecemos pagar por todos nuestros pecados, muriendo en una cruz. Hemos fallado diariamente en nuestro intento de vivir de acuerdo a los mandamientos que Dios nos dio, pecando en pensamientos, palabras y obras. Merecemos ser castigados y sufrir la muerte, así como el criminal en la cruz.

Pero Jesucristo tomó nuestro lugar en la cruz. Su sufrimiento y muerte abrieron las puertas del paraíso a todos los que creen. Y, al igual que el ladrón de la cruz, recibimos la promesa de que un día estaremos con Cristo en el paraíso.

Esperamos con paciencia y ansiedad por el día en que compartiremos la paz, el gozo y la felicidad que Cristo nos tiene preparados en el paraíso.

Querido Padre celestial, te damos gracias por el precioso don de tu hijo Jesucristo, quien se dio a sí mismo para que nosotros podamos estar contigo por la eternidad. Amén.

Pastor Luke Jacob

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Sábado 20 de febrero

¿Los mejores años?

“Será despreciado y desechado por la humanidad entera. Será el hombre más sufrido, el más experimentado en el sufrimiento.” Isaías 53:3a

Unos de los peores sentimientos que uno puede tener es el sentirse solo, aislado y separado de los seres queridos. Pero peor aún es sentirse despreciado. Quien es despreciado, además de sentirse solo, tiene que lidiar con la animosidad de quienes le rodean.

Hay personas que dicen que los años en la escuela secundaria son los mejores de la vida, por lo que muchos adultos aconsejan a los adolescentes a disfrutarlos al máximo. Pero hay otras que aún recuerdan lo difícil que fueron esos años y todavía tienen las marcas causadas por la falta de comprensión, e inclusive hostilidad. Todos nosotros, en algún momento nos hemos sentido solos y despreciados.

Lo mismo le sucedió a Cristo, pero su soledad fue de una magnitud muy diferente. No es que él se sintiera completamente solo o despreciado u odiado, sino que estaba completamente solo, despreciado y odiado. Fue abandonado por sus discípulos, negado por Pedro, y hasta el mismo Dios el Padre le dio la espalda. Su dolor se puede sentir en las palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?” (Marcos 15:34b). Sus enemigos no eran pocos. A través de su ministerio, el grupo de líderes judíos y otros que lo odiaban iba creciendo. Lo odiaban con tanta intensidad, que terminaron clavándolo a una cruz de madera como si fuera un criminal—muerte a la que Cristo se sometió por voluntad propia en lugar nuestro.

En estos días de Cuaresma reflexionamos sobre el dolor y el sufrimiento que Cristo soportó por nosotros para vencer el pecado, la muerte y el poder del diablo y así restaurar nuestra relación con nuestro Padre celestial.

Señor, te damos gracias por el sacrificio que hiciste en nuestro lugar y te pedimos que nos ayudes para que todo lo que hagamos y digamos sea para la honra y gloria de tu nombre. Amén.

Pastor Josh Mondenhauer

Viernes 18 de marzo

Jesús cayó en lugar de nosotros

“Así que, amados hermanos míos, manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo en la obra del Señor, seguros de que el trabajo de ustedes en el Señor no carece de sentido.” 1 Corintios 15:58

La primera vez que me desmayé tenía 15 años. De golpe comencé a sentir calor y sentí que me faltaba el aire. Luego perdí la habilidad de concentrarme y mi visión se estrechó, como si estuviera mirando a lo largo de un túnel y viera una pequeña luz rodeada de paredes oscuras. Cuando me desmayé fue como que el túnel se me vino encima y me tragó hasta lo profundo. La luz del otro lado se hizo aún más pequeña, hasta que todo quedó en completa oscuridad. Fue en ese momento que me caí.

Recobré el conocimiento cuando me golpeé la cara contra la esquina de la mesa y luego contra el piso. Si bien las caídas y los golpes son dolorosos y lastiman, la caída que más daño y dolor causa es la caía en pecado, algo que cada uno de nosotros conocemos demasiado bien. Sentimos la caída cuando la culpa moviliza nuestra conciencia. Sentimos la caída cuando somos confrontados con la muerte. Sentimos la caída cuando sentimos que el diablo hace algunas obras malignas a nuestro alrededor o dentro de nosotros. Siempre duele.

Sin embargo, en este pasaje de 1 Corintios, Pablo nos dice palabras de ánimo y sus palabras: “manténganse firmes y constantes” nos señalan al Salvador, en cuya muerte y resurrección somos perdonados y levantados de nuestro caído estado pecaminoso. Es por gracia que es posible estar de pie y así permanecemos firmes en su amor porque, literalmente, él cayó en nuestro lugar.

Señor de gracia, en esta época de Cuaresma recordamos tu muerte y la profundidad de tu amor por nosotros. Ayúdanos a permanecer firmes en tu gracia y en tu amor. Amén.

Pastor Joel Brandt

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Domingo 21 de febrero

Seguridad máxima

“Jesús salía ya para seguir su camino, cuando un hombre llegó corriendo, se arrodilló delante de él, y le preguntó: ‘Maestro bueno, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?’… Jesús lo miró y, con mucho amor, le dijo: ‘Una cosa te falta: anda y vende todo lo que tienes, y dáselo a los pobres. Así tendrás un tesoro en el cielo. Después de eso, ven y sígueme.’ Cuando aquel hombre oyó eso, se afligió y se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” Marcos 10:17, 21-22

Cuando el hombre rico se enteró de lo que tenía que hacer para recibir la vida eterna, se sintió “afligido” y “triste”, porque lo que tenía que hacer era deshacerse de todas las cosas terrenales que le daban seguridad. Sin darnos cuenta, a menudo nos encontramos en la misma situación que este joven rico, porque el costo de seguir a Jesús es más alto de lo que estamos dispuestos a pagar.

En respuesta a la pregunta de los discípulos acerca de quién puede ser salvo, Jesús dice que no hay nada ni nadie en este mundo que pueda salvar, pues sólo Dios salva. Jesús vino al mundo y fue a la cruz para lograr lo imposible y darnos la seguridad máxima: la seguridad que da el saber que, por más errores que cometamos y por más que una y otra vez nos alejemos de él, sus brazos siempre van a estar abiertos para recibirnos.

Por nosotros mismos no podemos entrar al reino celestial, pero Jesús nos abrió la puerta para que la pasemos en fe, porque lo que no es posible para nosotros, es posible para Dios.

Todopoderoso Dios, Padre celestial, danos fuerza para confiar en el intenso amor que sólo se halla en Jesucristo, nuestro Señor y Salvador, a quien enviaste para que nos librara de la esclavitud del pecado. Ayúdanos a vivir cada día conforme a tu voluntad. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Jace Detrie

Jueves 17 de marzo

Alegría verdadera

“Sobre todo a los que se dejan llevar por la depravada naturaleza humana, y andan en deseos impuros y en la inmundicia, con lo que desprecian la autoridad divina.” 2 Pedro 2:10

Hay muchas cosas en la Biblia a las que a veces no les damos mucha importancia. Dado que el versículo diez del capítulo dos de la segunda carta de Pedro no es más que media oración, uno se siente tentado a saltearlo dándole una ojeada a lo que dice antes y después.

En uno de sus libros, C.S. Lewis dice que las distintas formas de lujuria son los adversarios de la verdadera alegría. Sean éstos deseos sexuales o emocionales, los mismos no son más que aproximaciones de la verdadera alegría que nunca llegan a satisfacer ni a proveer una alegría permanente.

De acuerdo a Pedro, la pasión de la lujuria corrompe a la persona y, cuando se ignoran los límites, también se menosprecia la autoridad. Sólo la sangre de Cristo puede limpiar la mancha de la lujuria y la rebelión, sanando la corrupción que ha infectado nuestros cuerpos y almas. Solamente Jesús puede penetrar la oscuridad de nuestros corazones con la luz de su gracia a través de la fe en el sacrificio que hizo por nosotros en la cruz y en la promesa de su resurrección.

Acerquémonos a él cada día en arrepentimiento recordando que él es fiel y nos perdona, dándonos la verdadera alegría y esperanza.

Señor Jesucristo, renuévanos y guíanos de acuerdo a tu gran amor y misericordia. Llénanos cada día con la verdadera alegría y esperanza que sólo tú puedes darnos, e inspíranos a una vida de servicio hacia los demás, resistiendo las tentaciones del mundo. En tu nombre. Amén.

Pastor Matthew Mortenson

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Lunes 22 de febrero

Reconciliados

“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación.” 2 Corintios 5:18

Juan estaba deshecho. Después de nueve meses de estar juntos, su novia lo había dejado. Muchas eran las preguntas sin contestar, y mayor aún el dolor. ¿Qué había pasado? ¿Por qué? ¿Qué debía haber hecho diferente? Como si todo esto fuera poco, comenzó a sentir resentimiento y enojo contra su ex-novia. Algunas de las cosas que ella le había dicho lo habían lastimado mucho. Él quería que siguieran siendo amigos, y no quería estar enojado con ella, pero eso parecía algo imposible, así que comenzó a orar.

Un día, después de pasar mucho tiempo en oración y en la lectura de la Palabra de Dios, y de luchar con sus propios pensamientos y emociones, leyó en 2 Corintios 5:18: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”. No era la primera vez que leía ese pasaje, pero nunca antes le había llegado tanto como en ese momento. Juan se dio cuenta que Dios anhelaba reconciliarse con él. Tanto lo deseaba, que había dado a su Hijo para morir por él y así restaurar la relación que se había quebrantado. Poco a poco, comenzó a ver la grandeza del amor de Dios.

En esta época de Cuaresma recordamos que Dios nos ha perdonado y reconciliado consigo mismo, y meditamos sobre el amor de Dios demostrado en Jesús. Las palabras de 2 Corintios 5:18 también fueron escritas para nosotros: “Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo a través de Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación”. Que nuestra Cuaresma sea un tiempo de reconciliación.

Querido Señor, gracias por reconciliarnos contigo y por amarnos tanto como nos amas. Ayúdanos a hacer lo mismo con quienes nos rodean, para que puedan verte a ti a través de nuestra vida. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Adam Parvey

Miércoles 16 de marzo

No es nuestra historia

“Pero les hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no sigue criterios humanos, pues yo no lo recibí ni lo aprendí de nadie, sino que Jesucristo me lo reveló.” Gálatas 1:11-12

El mundo dice que el cristianismo no tiene sentido. ¿Cómo es posible que haya un Dios dispuesto a sacrificarse a sí mismo para salvar a las personas que lo odian? ¿Cómo es posible que haya un Dios que permita que las personas tengan la libertad de desobedecerlo? Nada de esto tiene sentido.

Si Dios quisiera podría hacer que todos le amemos y cumpliéramos su voluntad, pero no lo hace. El cristianismo es la historia de un Dios que no sigue las reglas de los seres humanos. Nosotros nos preocupamos por nuestros propios intereses, mientras que Dios se ocupa de nuestro bienestar. Lo único que él quiere es que estemos con él para siempre. El Evangelio es la historia de lo que Dios hizo para que esto sea posible.

En el texto para hoy, Pablo explica que el Evangelio que está predicando no es producto de la imaginación o los deseos de alguien, sino que vino del mismo Jesucristo. El Cristo crucificado es el plan que Dios diseñó para salvar a la humanidad: “para los judíos es ciertamente un tropezadero, y para los no judíos una locura” (1 Corintios 1:23b). Solamente Dios pudo comprender el poder salvador que trajo la muerte y resurrección de Jesús. “Porque lo insensato de Dios es más sabio que los hombres, y lo débil de Dios es más fuerte que los hombres” (1 Corintios 1:25).

Dios nos dio el mensaje del Evangelio. Aun cuando no podamos comprender la magnitud del mismo, sabemos que es verdadero porque vino de él. Dios es quien nos da la fe para creer que Jesucristo sufrió y murió para quitar nuestros pecados y resucitó para darnos la promesa de la vida eterna junto a él.

Señor Jesucristo, te alabamos y te damos gracias por darnos la bendición de conocer tu amor a través del Evangelio. En tu nombre. Amén.

Pastor Robert Zellmer

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Martes 23 de febrero

Los tiempos de Dios

“Así como la lluvia y la nieve caen de los cielos, y no vuelven allá, sino que riegan la tierra y la hacen germinar y producir, con lo que dan semilla para el que siembra y pan para el que come, así también mi palabra, cuando sale de mi boca, no vuelve a mí vacía, sino que hace todo lo que yo quiero, y tiene éxito en todo aquello para lo cual la envié.” Isaías 55:10-11

El profeta Isaías le hablaba a un pueblo impaciente. Los hijos de Israel, el pueblo de Dios, estaban cautivos en Babilonia. Por no haber confiado en Dios y haber hecho alianzas con otras naciones, habían perdido sus casas y el templo en el que adoraban. En medio de esa penosa realidad Dios había enviado a Isaías a advertirles de su pecaminosa idolatría, pero no se arrepintieron.

A pesar de ello, más tarde Dios les dijo a través de Isaías que habría de llevarlos nuevamente a su tierra. El pueblo se llenó de alegría al saber esto, pero después de un tiempo comenzaron a preguntarse si la Palabra de Dios realmente iría a cumplirse. Como niños impacientes, algunos de ellos comenzaron a quejarse. Dios les contestó con las palabras del texto para hoy, diciéndoles que su Palabra también los iba a alimentar y a su debido tiempo iba a regresar a él con los frutos para los cuales él la envió.

A veces nos preguntamos por qué nos suceden cosas malas, o por qué Dios no contesta nuestras oraciones. Dios ha sido y es fiel a su Palabra y promesas. Toda vez que nos ponemos impacientes, él nos responde con la promesa de que su Palabra va a lograr todo para lo cual fue enviada.

Padre celestial, gracias por hacernos hijos tuyos y por tenernos paciencia aun cuando nosotros somos impacientes. Enséñanos a confiar cada vez más en ti y en tu Palabra. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Eric Estes

Martes 15 de marzo

La perfección se logra con práctica

“Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello. Lo que ustedes aprendieron y recibieron de mí; lo que de mí vieron y oyeron, pónganlo por obra, y el Dios de paz estará con ustedes.” Filipenses 4:8-9

Hay un refrán popular que dice: “Por sus frutos lo conocerán”. Y eso es un poco lo que Jesús dice en Lucas 6:45: “El hombre bueno, saca lo bueno del buen tesoro de su corazón. El hombre malo, saca lo malo del mal tesoro de su corazón; porque de la abundancia del corazón habla la boca.” El fruto identifica al árbol, y las acciones revelan el carácter. Lo que hay en nuestro corazón y en nuestra mente determina nuestro carácter.

Pablo celebró la forma en que los filipenses vivían su fe siguiendo el ejemplo de su Rey-Siervo Jesús, y los alentó a que se comportaran en forma agradable a Dios para que su testimonio y alegría fueran aún mayores. También oró para que el amor que tenían aumentara su conocimiento y discernimiento de las cosas de la fe. Pero sabía que, por más fuerte y vital que fuera su fidelidad, seguía siendo vulnerable. Sabía que los pensamientos equivocados podían descarriarlos con mucha facilidad y alejarlos de la gracia de Dios, y que una vida basada en otra cosa que la justicia de Cristo, empañaría el significado de lo que decían y hacían.

Por todo eso es que Pablo concluye exhortándolos a que recuerden que por sus frutos se los conocerá, por lo que los invita a que piensen en todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, virtuoso, o digno de alabanza.

Que esta sea la práctica que tratamos de perfeccionar.

Padre celestial, guíanos con tu Espíritu Santo para que sepamos discernir lo que nos conviene, de tal manera que demos frutos de justicia a través de tu hijo Jesucristo, nuestro Señor. En su nombre. Amén.

Capellán Dave Morfitt

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Miércoles 24 de febrero

Consuelo abundante

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación.” 2 Corintios 1:3-5

En mi grupo de orientación y ayuda a quienes han sufrido una pérdida, había una anciana que venía con todas sus amistades que recientemente habían perdido a un ser querido—generalmente su cónyuge. Hacía tres años que esta anciana había venido por primera vez al grupo y que había terminado el curso, pero aún así año tras año volvía a hacerlo. ¿Por qué? Para acompañar y apoyar a sus amistades, porque sabía cuánto estaban sufriendo.

Una de las cosas que más nos consuela en nuestro dolor es saber que alguien realmente lo entiende. En el texto para hoy, Pablo habla de compartir en el sufrimiento en esta vida para así ser capaces de consolar a otros con el consuelo que hemos recibido de Dios: que Jesús murió y resucitó por nosotros. Es el consuelo de saber que Dios sabe lo que es ser un ser humano y sufrir el dolor que tanto usted como yo sufrimos en nuestras vidas.

¡Qué diferente es este consuelo del consuelo que el mundo nos ofrece! Este consuelo va más allá de las dolorosas y a veces inexplicables circunstancias, para que podamos ver que nuestro Dios es el Padre de toda misericordia, quien nos mostró su misericordia en la cruz de Cristo. Y este Padre nos enseña a todos los cristianos a consolar a otros a través de los sufrimientos por los que pasamos. Ese es el camino de la cruz. El sufrimiento termina y queda el consuelo no sólo para nosotros, sino también para todos los que necesitan el consuelo de Cristo.

Señor Jesús, ayúdame a consolar a los demás así como tú me has consolado. En tu nombre. Amén.

Pastor William D. Millar

Lunes 14 de marzo

Malas noticias

“Jesús les respondió: ‘¿Ahora creen? La hora viene, y ya ha llegado, en que ustedes serán esparcidos, cada uno por su lado; y me dejarán solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Estas cosas les he hablado para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo.’” Juan 16:31-33

Cada vez que miramos un noticiero escuchamos malas noticias. Parece que las guerras, los asesinatos y los delitos de todo tipo están a la orden del día. En el texto para hoy vemos cómo Jesús les da malas noticias a sus discípulos.

Esta conversación ocurre justo antes de que comiencen los acontecimientos que llevarán a Jesús a la cruz. Jesús les dice a sus discípulos que van a ser odiados por el mundo, que van a sufrir mucho por lo que pronto va a suceder y que algunos de ellos incluso habrán de morir por su causa.

Pero también les dice algo más: “pero confíen, yo he vencido al mundo”, pues los sucesos por los cuales pronto habría de pasar—su sufrimiento, muerte y resurrección—iban a ser la obra redentora que habría de vencer al mundo y dar a estos hombres esperanza al saber que, pasara lo que pasara, saldrían victoriosos.

Jesús nos dice lo mismo a nosotros hoy. Todos pasamos por pruebas y aflicciones. Pero Jesús ha vencido al mundo aniquilando el pecado y resucitando de los muertos, para que nosotros también resucitemos a la vida eterna.

Y cuando Jesús regrese, va a secar todas nuestras lágrimas y hacernos suyos para siempre.

Señor Jesucristo, gracias por estar presente en medio de nuestros problemas y darnos esperanza. Gracias por tu muerte y resurrección. Danos consuelo y fortaleza en la seguridad de que has vencido al mundo. Amén.

Pastor Michael Hall

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Jueves 25 de febrero

El motivo de la carrera

“Por lo tanto, también nosotros, que tenemos tan grande nube de testigos a nuesro alrededor, liberémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante.” Hebreos 12:1

Cada músculo duele; respirar se hace difícil; las manos se duermen; se siente como si se va a perder el conocimiento. ¿Será que estoy sufriendo alucinaciones?, se pregunta. Estos síntomas no los experimenta quien vuelve a hacer ejercicio después de mucho tiempo de inactividad. Al contrario, son las reacciones que sufren quienes han corrido un maratón de 26.2 millas. Sus cuerpos se sienten como si se hubieran chocado contra una pared.

En la lectura para hoy el autor compara la carrera espiritual con correr una maratón porque, al igual que esta, la carrera espiritual puede ser extenuante.

Sin embargo, el mensaje que recibimos en el texto para hoy nos dice algo diferente. Es cierto que la carrera es difícil, pero en vez de preocuparnos por lo difícil que es, ponemos nuestra mirada en Jesús porque él ya la corrió antes que nosotros. A pesar de las burlas y el castigo que recibió, Jesús corrió con alegría hacia la cruz porque sabía que en esa cruz el pecado, la muerte y el diablo habrían de ser destruidos de una vez y para siempre.

En este tiempo de Cuaresma en que concentramos nuestra atención en lo que el Salvador hizo por nosotros a través de su muerte y resurrección, fijemos nuestra mirada en él, el siervo sufriente que ya ha corrido y ganado la carrera. Y recordemos que él va con nosotros dondequiera que nosotros vayamos.

Dios Padre, gracias por habernos hecho tuyos a través de las aguas del Santo Bautismo. Danos el coraje y la fuerza para correr la carrera de esta vida como lo hizo nuestro Salvador. Ayúdanos a permanecer fieles, sabiendo que un día estaremos unidos contigo para siempre. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Bill Weiss

Domingo 13 de marzo

La paz de Dios para todos

“Así, pues, justificados por la fe tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien tenemos también, por la fe, acceso a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos regocijamos en la esperanza de la gloria de Dios.” Romanos 5:1-2

En todos lados encontramos sufrimiento y dolor. Casi un 50% de los matrimonios terminan en divorcio, desintegrando familias y causando dolor a veces de por vida. La violencia ha llegado hasta las escuelas. La economía está totalmente inestable. En algún lugar del mundo siempre hay una guerra. El sufrimiento es real, nos toque de lejos o de cerca.

En este tiempo de Cuaresma nos concentramos en la agonía que Jesús experimentó en la cruz y en el camino que lo llevó hasta ella. Recordamos los latigazos, las traiciones y las burlas que sufrió. Jesús vino al mundo para reconciliarlo con Dios. Vino a conquistar todos nuestros pecados, todos nuestros sufrimientos y todo nuestro dolor. Jesús vino, sintió y sufrió. Y todo lo hizo para darnos esperanza y salvación a cada uno de nosotros.

Cuando vemos y sentimos la maldad de este mundo, recordamos que Jesús cargó con ella en la cruz. La maldad ya no nos controla más, porque hemos sido comprados con la sangre de Cristo. La maldad ya no tiene poder sobre nosotros, porque la gracia de Dios dada a través de Jesucristo la ha conquistado para siempre. Él nos ha mostrado su misericordia, por lo que con expectativa esperamos su segunda venida cuando todos los sufrimientos se convertirán en alegrías.

Jesús nos ha dado una paz que nada ni nadie puede ni podrá quitarnos.

Querido Jesús, gracias por cargar con el castigo por nuestras culpas. Danos confianza, paz y alegría para confiar en la promesa de salvación que nos has dado a cada uno de nosotros. Amén.

Pastor Patrick Niles

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Viernes 26 de febrero

Sin palabras

“De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues no sabemos qué nos conviene pedir, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” Romanos 8:26

Me considero un ciclista ávido. En una semana típica ando en bicicleta de cuatro a cinco veces y generalmente aprovecho ese tiempo para orar y conversar con Dios. Una de esas mañanas me puse a conversar y orar como siempre, pero de pronto me quedé sin palabras. Me sentí invadido por un torrente de emociones y pensamientos tal, que no supe qué más decir. Era como que los pensamientos se me habían amontonado y no lograba decir nada coherente.

Hay veces en que las cosas que nos pasan en la vida nos pesan o nos emocionan tanto, que sentimos que nos superan. En esos momentos hasta orar nos resulta difícil y parece que las palabras no alcanzan para expresar lo que sentimos. Por ejemplo, ante el nacimiento de un niño, la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad incurable, o la culpa por pecados del pasado.

San Pablo nos recuerda que en nuestros momentos de mayor debilidad, cuando ni siquiera sabemos qué decir o qué pedir, tenemos a alguien que sabe lo que necesitamos e intercede por nosotros. Ese alguien es el Espíritu Santo—enviado por Cristo—que “intercede por nosotros con gemidos indecibles”. Él se hace cargo de llevar a nuestro Padre celestial los pensamientos y deseos que nosotros no podemos expresar, y, por el sacrificio de Cristo en la cruz, su victoria sobre la muerte y su resurrección, el Padre atiende a nuestras necesidades, aún cuando nos quedamos sin palabras.

Querido Padre celestial, gracias por enviar a Jesucristo, tu único hijo, a tomar nuestro lugar en la cruz y por enviar, a través de él, a tu Espíritu Santo para interceder por nosotros. Tú conoces nuestras necesidades, por lo que te pedimos que, por medio de él, escuches nuestras oraciones. En su nombre. Amén.

Pastor Russ Troester

Sábado 12 de marzo

Dios nos une en Cristo

“Pero ahora, en Cristo Jesús, ustedes, que en otro tiempo estaban lejos, han sido acercados por la sangre de Cristo.” Efesios 2:13

En la época actual el mundo parece ser un lugar chico. El Internet nos permite comunicarnos en pocos segundos con personas de todas partes. Podemos viajar a tierras lejanas en apenas unas pocas horas y la mayoría de nosotros conocemos personas de otras culturas. Aun el espacio ha sido en cierta manera conquistado. Da la impresión de que nada está demasiado lejos.

Sin embargo, como Pablo les recuerda a los cristianos gentiles de Éfeso: “En aquel tiempo ustedes estaban sin Cristo, vivían alejados de la ciudadanía de Israel y eran ajenos a los pactos de la promesa; vivían en este mundo sin Dios y sin esperanza” (Efesios 2:12). Con las comunicaciones que tenemos hoy día nos resulta casi imposible creer que pudiéramos estar tan lejos de Dios, nuestro Padre, y del resto del mundo. Sin embargo, eso fue lo que el pecado había hecho: nos había separado de nuestro Creador y había creado divisiones entre nosotros.

Pero gracias a Dios las cosas han cambiado. Él nos ha vuelto a acercar con la sangre preciosa de nuestro Señor Jesucristo. En nuestro bautismo fuimos unidos con Cristo en su muerte en la cruz que nos libera del pecado que nos mantenía alejados. Como resultado, Pablo nos dice: “Por lo tanto, ustedes ya no son extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19).

Misericordioso Padre, ayúdanos para que nunca nos apartemos de ti y para que, con el poder de tu Espíritu Santo, invitemos a quienes aún no te conocen para que también sean ciudadanos de tu Reino. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Steven Weispfennig

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Sábado 27 de febrero

Por fe

“Luego dijo a Tomás: ‘Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.’” Juan 20:27

Cuando los discípulos le dijeron a Tomás que habían visto al Señor, Tomás no les creyó. Es por ello que hasta el día de hoy lo conocemos como al discípulo que dudó. Pero en Juan 20:18, María Magdalena les dijo a los discípulos que había visto al Señor y en el versículo siguiente se nos dice que, estando los discípulos en un cuarto con la puerta cerrada por miedo de los judíos, Jesús se apareció y les mostró sus manos y su costado.

Jesús le mostró a Tomás las mismas evidencias que le había mostrado a los otros discípulos que también habían dudado, con el fin que creyeran. Y creyendo, Tomás y todos los discípulos destrabaron la puerta y salieron a las calles a dar testimonio de la resurrección de Cristo.

Nosotros también, al igual que los discípulos, tenemos dudas porque Satanás nunca deja de sembrar sus semillas. Pero cuando eso sucede Jesús nos muestra las mismas evidencias de su resurrección. No lo podemos ver a él, pero tenemos su Palabra a través de la cual recibimos fe y la fe disipa nuestras dudas. A través de la fe nos convertimos en testigos de la resurrección de Cristo.

Así como el Padre envió a Jesús, Jesús nos envía a nosotros para que compartamos su palabra con quienes aún no han visto y creído. “Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.” Por fe creemos que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y creyendo tenemos una vida nueva en su nombre.

Misericordioso Padre, perdona nuestras dudas y renueva nuestra fe a través de tu Palabra. En el nombre de Jesús. Amén

Pastor Kevin Fenster

Viernes 11 de marzo

Por tradición

“Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y retengan la doctrina que personalmente y por carta les hemos enseñado.” 2 Tesalonicenses 2:15

Hoy en día la palabra “tradición” a veces representa algo no muy bueno. Pablo la usa para referirse a algo que ha sido transmitido verbalmente, o a través de una carta. Al dirigirse a los tesalonicenses les habla del Evangelio dado a la Iglesia y los dirige al Cristo crucificado, señalándoles las palabras de su primera carta.

En esa carta, Pablo alentaba a los cristianos con la salvación que Cristo traería al volver. En 1 Tesalonicenses 4:16b, dice: “los muertos en Cristo resucitarán primero”. Y en 1 Tesalonicenses 5:9-10: “Dios no nos ha puesto para sufrir el castigo, sino para alcanzar la salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos unidos a él.” El verdadero Evangelio siempre calma el temor. La proclamación de la salvación que Cristo trae es suficiente para animar y dar paz al creyente.

Así como Pablo pasa la tradición del Evangelio a los tesalonicenses, también lo hace con la iglesia en Corinto. En 1 Corintios 11:23b dice: “La noche que fue entregado, el Señor Jesús tomó pan”. Pablo pasa así la tradición del sacramento del cuerpo y la sangre de Cristo, que hace por nosotros lo que Jesús dijo que haría: nos da perdón para nuestros pecados, vida, y salvación.

Padre celestial, que diste a tu Hijo por nuestra salvación, te pedimos que a través de la predicación de tu Palabra y de la administración de tus sacramentos muchos reciban tu perdón y vida eterna. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Michael Bahr

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Domingo 28 de febrero

Confiando en la promesa

“Jesús le dijo: ‘Tomás, has creído porque me has visto. Bienaventurados los que no vieron y creyeron.’” Juan 20:29

Por casualidad, o mejor dicho por obra de Dios, el capellán entró en el mismo elevador que una señora de 60 años cuya madre de 96 se estaba muriendo. Cuando le preguntó por su madre, le respondió: “Se está muriendo”. “Sí, ya lo sé, y lo siento mucho. Y usted, ¿como está?” “Estoy bien”, le respondió, pero después de una pausa se corrigió y dijo: “No, en realidad no estoy bien. Es que no entiendo. Mi madre le fue fiel a Dios toda la vida pero, aun así, en los últimos 35 años le ha pasado de todo. Sin embargo, cada día me vuelve a repetir que Dios ha sido muy misericordioso con ella. No logro entenderla.” Llevándola a un lugar tranquilo, el capellán le leyó lo que dice en 2 Corintios 4:13: “Pero en ese mismo espíritu de fe, y de acuerdo a lo que está escrito: ‘Creí, y por lo tanto hablé.’” Y luego lo que dice en el versículo 18: “No nos fijamos en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.” Luego le explicó que su madre estaba proclamando la confianza que tenía en la promesa que había recibido en su bautismo y cada vez que recibía el cuerpo y la sangre de Cristo en la Santa Comunión. En vez de dejar que las cosas malas de la vida la apartaran de Dios, ella se aferraba a las promesas de salvación y resurrección dadas a través del testimonio de los apóstoles que habían demandado ver las heridas de Cristo.

Nuestro mundo exige señales y pruebas y lamentablemente muchas veces la iglesia hace lo mismo, exigiendo que Dios se haga presente dando sanidad o prosperidad, perdiendo así de vista la promesa suprema de vida eterna en el cielo con Cristo. Que podamos depositar en él toda nuestra confianza y esperanza.

Querido Padre, te pedimos que guíes hoy nuestros corazones. Envía tu Espíritu Santo a nuestras vidas, para que confiemos en tus promesas aun cuando los problemas de este mundo nos quieran apartar de ti. En el nombre de tu hijo Jesucristo. Amén.

Capellán James Paul Mueller

Jueves 10 de marzo

Enseñando con confianza

“Por tanto, vivan en el Señor Jesucristo de la manera que lo recibieron: arraigados y sobreedificados en él, confirmados en la fe y rebosantes de acciones de gracias, que es como fueron enseñados.” Colosenses 2:6-7

Debo confesar que el ser padre me asusta un poco. Hace un año nació nuestro primer regalo de Dios: Adalyn Love. A pesar de que este primer año ha tenido ciertos desafíos, sé que cuanto más vaya creciendo y aprendiendo nuestra hija, mayores van a ser los que nos esperen. El conocimiento en sí es bueno, pero me asusta pensar en lo que va a aprender tanto del mundo, como de mí.

Cuando me aparecen estos miedos también aparece la Palabra de Dios en mi mente, recordándome que Adalyn no me pertenece, sino que fue comprada con la sangre de Jesús y sellada como hija de Dios en su bautismo, por lo cual él se va a encargar de cuidarla siempre. Sin embargo, Dios nos ha dado a los padres ciertas tareas. A través de las palabras de nuestro texto sé que tengo la responsabilidad, con la guía del Espíritu Santo, de hacer todo lo que esté a mi alcance para que ella crezca firme en la fe. Nuestro objetivo es mostrarle cuánto la ama Jesús, enseñarle acerca del sacrificio que él hizo en la cruz por ella, orar con ella y vivir con amor y compasión mutuos. ¿Alcanzamos siempre ese objetivo? Por supuesto que no. Algunos días son mejores que otros, pero aún así sabemos que contamos con el perdón y el amor incondicional de nuestro Dios.

Dios no quiere que vivamos con temor por el futuro de nuestros hijos, sino que confiemos en que aquél que comenzó su buena obra de fe en nuestros hijos, está junto a nosotros dándonos sabiduría para que, con diligencia, formemos la próxima generación. Es cierto que es una tremenda responsabilidad, pero Dios está con nosotros para suplir nuestras necesidades. Por eso es que, como nos dice Pablo, podemos estar “rebosantes de acciones de gracias”.

Padre celestial, quítame el temor y dame la fuerza, la confianza y la fe para enseñar a los demás el gran amor que nos manifestaste al enviar a tu hijo Jesucristo a morir y resucitar por nosotros. En su nombre. Amén.

Pastor Tim Ahlman

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Lunes 29 de febrero

Un cierto patrón

“Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.” Romanos 12:2

Mi esposa me hizo una sotana. Estuvimos buscando un patrón en los negocios de telas alrededor de casa, pero aparentemente la demanda de vestimentas litúrgicas no es muy grande. De los cientos de patrones que hay para hacer camisas, vestidos, pantalones, y hasta disfraces, no encontramos ni siquiera uno para sotana.

Lo mismo nos sucede en la vida. Dedicamos una gran parte de ella a buscar un patrón porque sabemos que, cuando ponemos todas las partes de acuerdo a las instrucciones, tenemos lo que queremos. Y lo que queremos es algo que nos cae o nos va bien: algo de moda, algo con estilo, algo que hace que los demás se queden con la boca abierta cuando nos miran.

En la cuaresma también recibimos un patrón. Pero este patrón es diferente. Es llamativo pero no popular, y no es uno que podamos armar pieza por pieza. Es el patrón de una vestidura de gracia.

En estos 40 días adoramos al Señor Jesucristo, quien nos va haciendo una prenda inmaculada que cubre todos nuestros pecados. Una prenda hecha con su vida, lavada con su sangre redentora y terminada en su resurrección.

Pablo les pide a los romanos que se presenten a sí mismos como un sacrificio vivo. Como sacrificios vivos hemos sido cubiertos con la gracia de Dios para vivir no ya conforme a los patrones de este mundo, sino a su perfecta voluntad.

Señor de la vida, recuérdanos cada día que no estamos sujetos a los patrones de este mundo porque tú nos has revestido con tu justicia. En el nombre de Jesús. Amén.

Miércoles 9 de marzo

Una identidad nueva

“Pero con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” Gálatas 2:20

¿Qué piensan de mí los demás? Esta es una pregunta difícil de evitar, ya que cada mañana comenzamos el día preparándonos para presentarnos ante los demás. Constantemente nos estamos comparando con los demás, a ver quién tiene la casa más grande, o quién gana más dinero, o quién tiene el coche más nuevo, o más educación y la lista podría seguir.

Sin embargo, eso no es lo que Dios tenía en mente cuando nos creó. Antes de la caída, el hombre vivía en comunión con Dios y en armonía con la tierra y entre sí. Pero, una vez que Adán y Eva se apartaron de Dios, las cosas cambiaron radicalmente y el hombre comenzó a obsesionarse consigo mismo.

Sin embargo, la historia no termina allí. Gracias a Dios, Cristo vino al mundo y murió por nosotros y, por su sacrificio, Dios nos ha dado una nueva identidad haciéndonos hijos suyos a través del bautismo. Así Dios perdonó nuestra rebelión contra él y nos reconcilió con él. Nuestro valor no depende de nuestra relación con los demás o del éxito o fracaso personal, sino de nuestra relación con Dios.

Como cristianos sabemos que, al vivir en un mundo caído, abundan las tentaciones que nos quieren apartar de Dios, pero el Espíritu Santo nos trae perdón diario y nos da fuerzas para mantenernos firmes en la fe. Él nos da poder para vivir como hijos perdonados de tal forma que, por nuestro testimonio, otros puedan encontrar su verdadera identidad en Dios.

Señor Jesús, durante esta época de Cuaresma te pedimos que crucifiques la naturaleza pecadora que nos hemos creado y nos vuelvas a la nueva identidad que tú nos das. A través del Espíritu Santo danos fuerza para vivir como tus hijos cada día de nuestra vida. En tu nombre. Amén.

Pastor Daniel Prugh

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Martes 1º de marzo

El cielo puede esperar

“Y para que no me exaltara demasiado por la grandeza de las revelaciones, se me clavó un aguijón en el cuerpo, un mensajero de Satanás, para que me abofetee y no deje que yo me enaltezca. Tres veces le he rogado al Señor que me lo quite, pero él me ha dicho: ‘Con mi gracia tienes más que suficiente, porque mi poder se perfecciona en la debilidad.’ Por eso, con mucho gusto habré de jactarme en mis debilidades, para que el poder de Cristo repose en mí.” 2 Corintios 12:7-9

¿Alguna vez le ha pasado que durante mucho tiempo—semanas, meses, o incluso años—le estuvo pidiendo algo al Señor en oración sin tener respuesta? Pablo sabía lo que era orar sin tener respuesta. Muchas veces le había pedido a Dios que le quitara el aguijón que tenía en la carne, sin lograrlo. Pero finalmente llegó a comprender que Dios usó ese aguijón para que no se enalteciera, sino que descansara en el poder de Cristo.

Lo mismo sucedió con Jesús, quien oró al Padre diciendo: “Si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Si Dios hubiera respondido al pedido de Jesús, nosotros estaríamos perdidos para siempre. Pero al decirle que “no” a Jesús, Dios nos dice que “sí” a nosotros y nos recibe como hijos suyos.

Aun cuando pensemos que Dios no contesta nuestras preguntas, él nos asegura que tiene una buena razón para no hacerlo y nos promete que todas las cosas son para nuestro bien (Romanos 8:28).

Querido Padre celestial, que creaste el universo y todo lo que en él hay, incluyendo el tiempo. Fortalece mi fe y dame paciencia para aceptar tus tiempos perfectos para mi vida. Usa mi debilidad para demostrar tu fortaleza. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Christian C. Tiews

Martes 8 de marzo

Con Jesús

“Dios no nos ha puesto para sufrir el castigo, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo, quien murió por nosotros para que, despiertos o dormidos, vivamos unidos a él.” 1 Tesalonicenses 5:9-10

Los tesalonicenses querían saber qué les pasaba a los cristianos que morían antes de que Cristo regresara. ¿Iban a estar en comunión con Cristo? ¿Habrían de recibir lo prometido por Cristo?

Las palabras de Pablo también son para nosotros. Jesucristo murió por nosotros para que, sea que estemos vivos o muertos, vivamos con él. Cuando se acabe esta vida no vamos a estar separados de Jesús, pero la muerte tampoco es una puerta de entrada a la comunión con Jesús. Sea que velemos o que durmamos—vivos o muertos—vivimos con Cristo. Hay dos muertes que nos ponen en comunión con Jesús, pero ninguna de ellas es nuestra muerte terrenal.

Primero, estamos en comunión con Cristo porque él murió por nosotros. Cristo pagó el castigo por nuestros pecados. “Porque la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23a). Aun cuando tengamos que pasar por la muerte terrenal nuestra muerte no es eterna, porque Cristo cargó con las consecuencias eternas de nuestro pecado en la cruz sufriendo la muerte y el infierno en nuestro lugar. Nuestro pecado, que nos hubiera separado de él, fue así vencido.

La otra muerte que nos unió a Cristo la morimos a través del poder del bautismo, cuando fuimos bautizados en la muerte de Cristo. Allí morimos con Cristo, para así poder vivir con él eternamente (Romanos 6:3-4). Sea que velemos, o que durmamos, esas dos muertes nos mantienen unidos a Cristo para siempre.

Padre celestial, gracias por habernos dado a tu Hijo cuando, a causa de nuestro pecado, sólo merecíamos tu castigo. Ayúdanos a vivir como tu pueblo, con la certeza de que estamos unidos a Cristo para siempre. En su nombre. Amén.

Pastor Chris Lieske

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Miércoles 2 de marzo

Quitémonos la carga

“Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él y él se encargará de todo.” Salmo 37:5

¿Se ha sentido alguna vez como si las demandas de la vida fueran demasiadas? Yo sí. Después de haber pasado casi la tercera parte de vida estudiando, sé lo que es sentirse abrumado por las exigencias de los maestros y profesores. Muchas veces me sentí como si estuviera yendo por la vida cargando una cantidad de libros pesados sobre mi espalda.

Hay veces en que la vida se siente así, como si fuera una carga pesada de llevar. Quizás lo atribuyamos a los estudios, las exigencias del trabajo, o las demandas de ser padres. Es la carga de todas las responsabilidades y también es la carga del pecado.

Como personas pecadoras a menudo sentimos el peso de pensar, hablar y actuar en formas que van en contra de lo que es la voluntad de Dios para nuestras vidas. Cada día que pasa vamos acumulando más pecados y la carga se va haciendo cada vez más pesada. Dios nos recuerda que no tenemos por qué vivir así. En el Salmo 37:5, el Rey David dice: “Pon tu camino en las manos del Señor; confía en él; y él se encargará de todo.” La palabra generalmente traducida como “pon” viene de la idea de sacar o quitar de encima de algo una piedra grande. Dios quiere que le demos a él la carga del pecado que tanto nos pesa. Jesús ha cargado sobre sí mismo nuestros pecados y su castigo y los ha llevado sobre su espalda al Gólgota y a la tumba.

Confiemos en el Dios que obra por nosotros no sólo en Viernes Santo, sino también en Pascua, cuando nuestra mayor carga es quitada de encima para siempre. Encomendémonos a Jesús, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Padre celestial, nos presentamos ante ti abrumados por el peso de nuestro pecado y de las demandas de la vida. Te pedimos que envíes tu Espíritu Santo a nuestros corazones para que, con fe renovada, descarguemos todas nuestras cargas en el trono celestial. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Andrew Menz

Lunes 7 de marzo

La promesa del Señor

“Por la fe, Sara misma recibió fuerzas para concebir, aunque era estéril, y dio a luz, aun cuando por su edad se le había pasado el tiempo, porque creyó que era fiel quien lo había prometido.” Hebreos 11:11

Abraham y Sara eran ancianos y, a pesar de tener muchas cosas, no tenían hijos. Pero Dios les había prometido que iban a tener descendientes (Génesis 18:10) y, como nos dice el texto para hoy, Sara creyó esa promesa de Dios.

En la vida tenemos que enfrentar muchos problemas y dificultades. Sufrimos enfermedades, la muerte de seres queridos, pérdida del trabajo, destrucción y pérdidas inmensas por desastres naturales. En fin, menos la muerte, nada es seguro.

Pero también tenemos una promesa de Dios. En el bautismo se nos prometió una nueva identidad en Cristo Jesús, una nueva vida eterna con Dios nuestro Padre—una vida en su presencia para siempre—una vida sin sufrimiento, sin enfermedades, sin muerte, sin maldad. Esta promesa fue hecha en la cruz de Jesucristo, donde Jesús dio su vida para liberarnos del pecado que nos condenaba. Jesús se dio a sí mismo para hacernos suyos, y en el bautismo confirmó su promesa con cada uno de nosotros.

Desde ese momento somos suyos. Él nos cuida: no estamos solos. Así como él no abandonó a Sara, sino que fue fiel en cumplir su promesa y le dio un hijo a ella y Abraham, así también va a ser fiel con nosotros dándonos todo lo que nos ha prometido.

Todopoderoso Dios, desde el principio de tu creación has cumplido cada una de tus promesas. Te damos gracias por tu fidelidad y te pedimos que nos ayudes a confiar cada vez más en ti. En el nombre de tu hijo Jesucristo. Amén.

Pastor Jason Krause

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Jueves 3 de marzo

Lo que Dios nos da

“Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que entendamos lo que Dios nos ha dado.” 1 Corintios 2:12

“Nadie tiene mayor amor que este, que es el poner su vida por sus amigos. Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; yo los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, se las he dado a conocer a ustedes.” Juan 15:13, 15

Durante la época de Cuaresma es práctica común para muchos el abstenerse de consumir algún alimento o bebida, o de realizar alguna actividad especial. Pero, ¿será que la Cuaresma sólo significa renunciar a algo material durante 40 días?

La Cuaresma es el tiempo en que los hijos de Dios se preparan para la crucifixión de su Señor y Salvador. En la cruz Cristo dio su vida por nosotros cargando sobre sí nuestros pecados y por su muerte, Dios nos perdona y nos envía su Espíritu Santo sin costo alguno. Es a través de su Espíritu que Dios continúa estando presente con nosotros cada día de nuestra vida, amándonos con su amor perfecto.

Querido Padre celestial, te pedimos que en estos días de Cuaresma nos ayudes a reflexionar sobre el sacrificio que tu Hijo hizo por nosotros, para que comprendamos cada vez más cuán grande es tu amor por nosotros. En el nombre de Jesús. Amén.

Pastor Travis Yee

Domingo 6 de marzo

¿Cómo se interpreta?

“Ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque la profecía nunca estuvo bajo el control de la voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron bajo el control del Espíritu Santo.” 2 Pedro 1:20b-21

En este pasaje, el apóstol Pedro nos dice algo que no queremos oír. No se trata de lo que nosotros interpretemos, sino de lo que la Palabra de Dios dice. El apóstol Pablo hace eco del poder de la Escritura cuando en 2 Timoteo 3:16 dice: “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia”.

Las palabras de Jesús en Juan 17:8 son muy elocuentes y claras: “Yo les he dado las palabras que me diste, y ellos las recibieron; y han comprendido en verdad que salí de ti, y han creído que tú me enviaste”.

Todos estos textos nos muestran que no debemos hacerle decir a la Biblia lo que queremos que diga. Cuando decimos: “Esa es tu interpretación”, estamos siendo como Pilato quien, cuando estaba sentenciando a Jesús a la cruz, dijo: “¿Qué es la verdad?”

La verdad es que Jesús se sacrificó en la cruz hace 2000 años para que tanto usted como yo seamos perdonados de nuestros pecados. La verdad es que el Espíritu Santo, a quien Jesús nos envió de acuerdo a como lo había prometido a sus discípulos, nos otorga la fe que nos abre las puertas del cielo.

“Tus pecados te son perdonados” (Lucas 7:48b). Esto no es una interpretación. Esto es lo que Jesús dice.

Padre celestial, gracias por darte a conocer a través de tu Palabra. Llena nuestros corazones de tu Espíritu Santo, para que seamos cada vez más como Cristo, en cuyo nombre oramos. Amén.

Pastor Rich Futrell

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Viernes 4 de marzo

¿Tonterías?

“Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura; y tampoco las puede entender, porque tiene que discernirse espiritualmente.” 1 Corintios 2:14

Alex odiaba la pinza, por lo que tenía los ojos bien apretados mientras sostenía el dedo extendido. Había tratado de esconder la espina para que sus padres no la vieran, pero igual la habían descubierto e insistido en que debían sacársela.

La pinza le daba miedo. Prefería haber tenido que soportar el dolor constante de la espina en su dedo, antes que el pellizco de la pinza. No entendía que, una vez que le hubieran sacado la espina, estaría mucho mejor.

Es posible que al crecer Alex piense lo mismo acerca de las cosas de Dios. Después de todo, el plan de salvación de Dios suena tonto. ¿Negarse a uno mismo? ¿Tomar nuestra cruz? ¿Seguir a un hombre que murió como mueren los criminales? ¿No es mejor vivir con la molestia que causa el tener un poco de pecado en la vida?

Sin el Espíritu Santo no somos capaces de ver que el pecado es mortal, y que la muerte de Cristo en la cruz es el único camino de salvación. Separado de Dios, Alex sólo podrá ver la sangre, los clavos y la agonía que Jesús experimentó, porque para la mente humana la cruz no es más que una tontería.

Pero Dios no es tonto. Él nos abre los ojos para que veamos no sólo la cruz, sino también la tumba vacía. Gracias al Espíritu Santo, Alex puede reconocer la infección mortal que causa el pecado y vivir la vida limpia y plena que Dios nos da a través de Jesucristo.

Señor Jesús, gracias por hacerme ver sabiduría allí donde el mundo ve tonterías. Ayúdame a seguirte, a comprender la sabiduría de tus mandamientos y a confiar totalmente en el perdón que lograste por mí en la cruz. Amén.

Pastor Carl Lehenbauer

Sábado 5 de marzo

Jesús, nuestro sustituto

“Con todo, él llevará sobre sí nuestros males, y sufrirá nuestros dolores, mientras nosotros creeremos que Dios lo ha azotado, lo ha herido y humillado. Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados. Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino; pero el Señor descargará sobre él todo el peso de nuestros pecados.” Isaías 53:4-6

Mis hermanos y yo crecimos jugando al fútbol. Mi padre era el director técnico y nosotros parte del equipo, así es que pasábamos muchas tardes y fines de semana practicando y jugando partidos. Cada vez que uno de los jugadores se lastimaba o se cansaba demasiado, alguien gritaba: “¡Necesitamos un suplente!” Entonces se paraba el juego, y otro jugador entraba a la cancha para reemplazar al que tenía que salir.

En realidad entrenábamos como para poder jugar los 90 minutos que duraba cada partido, pero como las cosas no siempre salen como se planean, a veces otro jugador tenía que ocupar nuestro lugar y terminar lo que nosotros habíamos comenzado.

De eso nos está hablando Isaías en la lectura para hoy. El Hijo único de Dios vino a este mundo para ser juzgado en lugar nuestro. Jesús fue el siervo sufriente que cargó la culpa de los pecados del mundo hasta las afueras de Jerusalén, donde fue crucificado por cada uno de nosotros. Es fácil olvidarnos del costo del sacrificio que Cristo hizo por nosotros. “Todos perderemos el rumbo, como ovejas, y cada uno tomará su propio camino; pero el Señor descargará sobre él todo el peso de nuestros pecados.”

Por lo tanto, en esta época de Cuaresma meditamos en el sacrificio que Cristo, nuestro sustituto, hizo por nosotros. “Pero él será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones! Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.”

Querido Jesús, te damos gracias por haber aceptado cargar nuestras culpas sobre ti para que seamos sanados. ¡Cuánto amor, Señor! Ayúdanos a reconocerlo y agradecerlo cada día de nuestra vida. En tu nombre. Amén.

Pastor Ryan Honeycutt