por la reviviscencia del cristianismo emmanuel chico xavier

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POR LA REVIVISCENCIA DEL CRISTIANISMO Francisco Cándido Xavier Libro: Emmanuel Hermanos y amigos. Aun es para el estudio y la práctica del Evangelio, en su primitiva pureza, que tendréis que volver a vuestro entendimiento, si quisierais salvar de la destrucción el patrimonio de conquistas grandiosas de vuestra civilización. ÉPOCA DE DESOLACIÓN

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POR LA REVIVISCENCIA DEL CRISTIANISMO.EMMANUEL CHICO XAVIER

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POR LA REVIVISCENCIA DEL CRISTIANISMO

Francisco Cándido Xavier

Libro: Emmanuel

Hermanos y amigos. Aun es para el estudio y la práctica del Evangelio, en su primitiva pureza, que tendréis que volver a vuestro entendimiento, si quisierais salvar de la destrucción el patrimonio de conquistas grandiosas de vuestra civilización.

ÉPOCA DE DESOLACIÓNTocaste la época de la desolación, en la que los hombres no se comprenden unos a los otros. La muerte de todos vuestros ideales de concordia, el fracaso de vuestros institutos pro-paz requiere la atención precisa de la Sociología y esta solamente podrá solucionar los problemas que os abruman, llenos de complejidades y

transcendencia, con el estudio del Evangelio de Cristo, sin embargo, en el segundo dictamen de la convención social, que hace muchos siglos viene transformando el ideal de perfección del Crucificado en un acervo de exterioridades, que los hombres adoptaron por cuestiones de esnobismo o de acuerdo con los intereses de la facción o de la personalidad.

Nuevos sistemas políticos, sobre las bases de los nacionalismos que vienen creando en el seno de los pueblos la terrible autarquía, o sobre los alicientes frágiles de ese comunismo que objetiva la extinción del sagrado instituto de la familia, apenas corrieron el orbe con su rasgo de ideologías huecas, envenenando los espíritus e intoxicando las conciencias.

LA NORMA DE ACCIÓN EDUCATIVA

El psicólogo, el pedagogo, formados de las nuevas generaciones, para entrar en la arena de la lucha en pro del perfeccionamiento de cada individualidad sobre la Tierra, habrán de buscar su norma de acción dentro del propio Cristianismo, en su simplicidad inicial, si no quisieren que la Humanidad llegue a la culminación de arrasamientos y destrucción.

Las religiones literalistas pasaran, desdoblando con sus filosofías, sobre el frente de la Humanidad, un manto rico de fantasías y de concepciones variadas, más baladas de esencia y de espíritu que les vivificasen los enseñamientos.

EL FALLO DE LA IGLESIA ROMANA

La Iglesia Católica, amigos, que tomo para sí el papel de celadora de las ideas y de las realizaciones cristianas, poco después el regreso del Divino Maestro las regiones de la Luz, fallo lamentablemente a sus compromisos sagrados. Desde el concilio ecuménico de Nicea, el Cristianismo viene siendo deturpado por la influenciación de los sacerdotes de esa Iglesia, deslumbrados con la visión de los poderes temporales sobre el mundo. No valió la misión

sacrosanta del iluminado de la umbría, intentando restablecer la verdad y la doctrina de piedad y de amor del Crucificado para que se solucionase el problema milenaria de la felicidad humana.

Las castas, las sectas, las clases religiosas, la intolerancia del clericalismo constituirán enormes barreras para ahogar la voz de las realidades cristianas. La moral católica fallo a sus deberes y a sus finalidades.

La España actual, alimentada de catecismo romano desde su formación, es bien, con sus incendios y depredaciones de todo lo que fuera hecho, un atestado del fracaso de los enseñamientos o de la orientación de Roma para alcanzar la desiderata del progreso colectivo y de la ética social.

No nos es lícito influenciar a los hombres y a sus instituciones. Todavía, podemos apreciar la influencia de las ideas sobre las masas, apreciándoles los resultados. Es o que deseamos evidenciar, solicitando atención para el complejo de fenómenos dolorosos, de orden social y política, que venís observando hace algunos años. Haciéndolo, tenemos el objetivo de demostraros a que resultado condujo a los pueblos la retorcida palabra de Cristo, y la necesidad de volverse al raciocinio individual y colectivo para la comprensión de los deberes que de ella surgen.

EL PROPOSITO DE LOS ESPÍRITUS

Nuestro propósito, en la actualidad, es cooperar con vosotros por la obtención de la paz y de la concordia en el seno de la colectividad humana.

Ahora, hijos, ya no son más los hombres los dueños del trabajo, los señores absolutos de la tarea. Tomando por sus compañeros los de buena voluntad los que se hallan ahí en el planeta, buscando el mejoramiento anímico y psíquico donde ahí se encuentren, son los genios del Espacio que, bajo la égida del Divino Maestro, viene a proclamar, por entre las sociedades terrenas, las consoladoras verdades, las grandiosas verdades.

Ya ahora, no más se podrá ahogar la enseñanza en el silencio oscuro de los calabozos, por cuanto una nueva concepción del derecho y de la libertad felicita a las criaturas.

Es en razón de eso que los túmulos hablan, que los muertos vuelven de la sombra y del montón de cenizas, para deciros que la vida es el eterno presente y que la inmortalidad, dentro de los institutos de la justicia incorruptible, que nos observa y juzga, es un hecho incontestable.

Llamando a los hombres, nuestros hermanos, traemos a todos el fruto bendecido de nuestras penosas existencias, aseverando a cada uno que el problema de la paz y de la felicidad está solucionado en el estatuto divino. Todas nuestras actividades objetivan la reviviscencia del Cristianismo en la Tierra, de modo que un templo se levante em cada hogar y un hostiario en cada corazón.

Ayúdanos, trayéndonos el concurso de vuestra buena voluntad, de vuestro querer; ayúdanos en nuestros bendecidos propósitos de reedificación del Templo de Jesús, de cuyos altares los malos sacerdotes se descuidaron llevados por los cantos de sirena de la vanidad y de los intereses del mundo.

Que el Maestro bendiga a cada uno de vosotros, fortaleciéndoos la fe, para que podamos con El, con su protección y su misericordia, vencer en la lucha en la que nos hallamos empeñados.

Traducido por: M. C. R