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28 UNIVERSIDAD bE MEXICO "La ':/Joca de oro de la Unión Nacional de Autores" T E ATRO Libro de óro del teatro mexicano o la vida apasionada de don Marcelino Menéndez i Pelayo sino porque la muerte de Ince, como casi la de todos los hombres de Holly- wood, se me antoja sintomática y por lo tanto reveladora. Hearst fue quizá el hombre que mayor daño hizo al cine norteamericano, y el asesinato de un gran realizador no es sino un dato que ejemplifica tal, hecho. nueve que no me interesan; 1\) publi- cadas en revistas agotadas, desaparecidas o no catalogadas. b) Prefiero otras lecturas. 2. ¿Para qué las escribí? Respuesta: Francamento no sé. [Debo confesar que a esta pregunta he dado di- feren tes respuestas conforme pasan los años y en mi rostro se van marcando las huellas de todos los vicios. En una épo- ca, de esto hace muchos afíos, contesta- ba (emulando a mis mayores) que es- cribía porque tenía necesidadd.e exple- sarme, y que para el teatro fue sielll- pre el único medio de comunicación no- sible; lo cual es una de las grandes tiras en la historia de la literatura, pues desde que tengo 5 años conozco varios medios de comunicación mucho más efi- caces que el teatro. De cualquier mane- ra, si escogí el teatro como medio de co- municación debí tener más cuidado nm lo que decía, porque ahora encuentro que lo comunicado es a la técnica de co- da a un ataque al corazón,-pero ha sido Kenneth Anger quien por primera vez ha publicado en su libro Holl)'wood Ba- bilonia lo que todo el mundo sabía sin atreverse a decirlo en voz muy alta. Yo me concreto, como es lógico, a transcri- bir lo dicho por Anger. Y lo hago, no por -el gusto del chisme (elaTO, claro), Por Jorge IBARGüENGOITIA ;\ raíz de las recientes declaraciones de Carlos Solórzano en el Ovaciones de no me acuerdo qué fecha y de mi airada res- puesta a las mismas, he ocupado .lI1is ra- tos de ocio en una serie de meditaciones que podrían agruparse bajo el shakes- peariano título de: Are we, iVIexican Plnywrights, missil1g tite chmnbe¡-pot? Estas meditaciones, como las de toda persolla adiestrada en la labor jesuítica, tienen como esquema primordial una pr gUilla ímima y su contestación, COll10 por ejemplo: J. Si yo no fuera Jorge lbargüengoitia, ¿leería las obras de Jorge lbargüengoitia? ReS/JI/esta: Definitivamente no. Leería 1,.'5 de Mickey Spilane, el tratado de flo- ricultura de la señora Mondragón, las obras completas del Marqués de Santa Cruz, y quiZ<Í hasta el diccionado de la Real Academia, pero no mis obras. ¿Por qué? a) Porque. est;ín .... . a) edi- tadas en lIbros carlSlmos Junto con otras

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Page 1: Por Jorge IBARGüENGOITIA€¦ · lo que decía, porque ahora encuentro que lo comunicado es a la técnica de co-da a un ataque al corazón,-peroha sido Kenneth Anger quien por primera

28 UNIVERSIDAD bE MEXICO

"La ':/Joca de oro de la Unión Nacional de Autores"

T E A T R OLibro de óro del teatro mexicano ola vida apasionada de don Marcelino Menéndez i Pelayo

sino porque la muerte de Ince, comocasi la de todos los hombres de Holly­wood, se me antoja sintomática y porlo tanto reveladora. Hearst fue quizá elhombre que mayor daño hizo al cinenorteamericano, y el asesinato de ungran realizador no es sino un dato queejemplifica tal, hecho.

nueve que no me interesan; 1\) publi­cadas en revistas agotadas, desaparecidaso no catalogadas.b) Prefiero otras lecturas.

2. ¿Para qué las escribí?

Respuesta: Francamento no sé. [Deboconfesar que a esta pregunta he dado di­feren tes respuestas conforme pasan losaños y en mi rostro se van marcando lashuellas de todos los vicios. En una épo­ca, de esto hace muchos afíos, contesta­ba (emulando a mis mayores) que es­cribía porque tenía necesidadd.e exple­sarme, y que para mí el teatro fue sielll­pre el único medio de comunicación no­sible; lo cual es una de las grandes l1l~n­tiras en la historia de la literatura, puesdesde que tengo 5 años conozco variosmedios de comunicación mucho más efi­caces que el teatro. De cualquier mane­ra, si escogí el teatro como medio de co­municación debí tener más cuidado nmlo que decía, porque ahora encuentroque lo comunicado es a la técnica de co-

da a un ataque al corazón, -pero ha sidoKenneth Anger quien por primera vezha publicado en su libro Holl)'wood Ba­bilonia lo que todo el mundo sabía sinatreverse a decirlo en voz muy alta. Yome concreto, como es lógico, a transcri­bir lo dicho por Anger. Y lo hago, nopor -el gusto del chisme (elaTO, claro),

Por Jorge IBARGüENGOITIA

;\ raíz de las recientes declaraciones deCarlos Solórzano en el Ovaciones de nome acuerdo qué fecha y de mi airada res­puesta a las mismas, he ocupado .lI1is ra­tos de ocio en una serie de meditacionesque podrían agruparse bajo el shakes­peariano título de: Are we, iVIexicanPlnywrights, missil1g tite chmnbe¡-pot?

Estas meditaciones, como las de todapersolla adiestrada en la labor jesuítica,tienen como esquema primordial unapr gUilla ímima y su contestación, COll10

por ejemplo:

J. Si yo no fuera Jorge lbargüengoitia,¿leería las obras de Jorge lbargüengoitia?

ReS/JI/esta: Definitivamente no. Leería1,.'5 de Mickey Spilane, el tratado de flo­ricultura de la señora Mondragón, lasobras completas del Marqués de SantaCruz, y quiZ<Í hasta el diccionado de laReal Academia, pero no mis obras.¿Por qué?a) Porque. est;ín .... .a) i~éditas; ~) edi­tadas en lIbros carlSlmos Junto con otras

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LIBROS_

"el personaje femenino em oligofrénico"

municarlo tan desproporcionado, comogastar 10 mil millones en alfabetizar alpueblo mexicano para que pueda leer ala Doctora Corazón. Después adopté otraactitud piú coraggiosa: dije que escribíaporque me daba la gana. Este paso dela necesidad de expresión al "porque meda la gana" corresponde, en la vida ín·tima del autor, al paso de las inhibicio­nes sexuales a la frustración absoluta.Pues bien, ahora digo que no sé por quéescribí catorce comedias. Aparentementeesta perplejidad la comparten muchaspersonas, como lo demuestra la frecuen­cia con que son estrenadas mis obras.]

}. Si escribí las comedias, ¿por qué nohago lo posible por que sean llevadas ala escena?

Respuesla: Porque cada vez que voy alteatro, le doy gracias a Dios de que nosea mía la obra que están montando.[Comentario: esta actitud proviene in­discutiblemente de un trauma (proba­blemente múltiple) . En mi juventud es­cribí una obra llamada Susana y los Jó­venes; esta obra fue elegida por la UniónNacional de Autores para ser represen­tada en la temporada de la misma. Fnaquella época, la Época de Oro de laUnión, había una temporada formal enla Sala Chopin, en donde se representa­ban obras de Basurto, de Solana y de norecuerdo qué otras celebridades, y otratemporada, no sé si de autores noveles overgonzantes, en el Teatro Ródano. Usi­gli iba a dirigir Susana y los jóvenes. Eldía de la lectura, yo me senté en el pisoatrás de un sofá, de donde me fueron asacar para colocarme en un lugar de ho­nor, junto a Usigli. Usigli leyó la obra,porque yo estaba aterrado. AsistieronFernando Mendoza, Maricruz Olivier,María Teresa Rivas, Tony Carvajal, Ta­ra Parra, Miguel Córcega y Héctor Gó­mez, y también Argentina Usigli. Argen­tina, haciendo gala de un compañerismoque nunca le agradeceré lo bastante, serió cada vez que fue necesario; los de­más permanecieron observándome comolas Pirámides. Cuando terminó la lectu­ra, Fernando Mendoza tuvo la amabili­dad de hacerme algunas indicacionesacerca de los cambios que él considerabanecesarios para que la obra no fuera tanmala; María Teresa Rivas opinó que elpersonaje fellJenino era oligofrénico, por­que ella, a la edad de Susana, ya habíatenido no sé qué experiencias; pero lo

peor vino cuando Usigli me presentó aMaricruz Olivier... Esto es que tresmeses antes de estos sucesos, estando enuna fiesta con un vaso de cristal cortadolleno de cuba libre en una mano, mecayó una pesada trampa de madera enesa mano, de tal manera que el vaso decristal cortado me hizo pedazos una arte­ria y salió un chorro de sangre con elque bañé a todos los invitados; me lle­varon a la Cruz Roja, me cosieron, re­gresé a los tres días, me quitaron laspuntadas, y como suele suceder en esoscasos, me dejaron una; la herida, en vezde cicatrizar, desarrollaba una purulen­cia infecta, que tenía yo que extirpar devez en cuando y bañar con agua oxige­nada. Pues esto es que, precisamentela noche de la lectura, esta purulenciahabía alcanzado un grado de madurezextraorclinario, y en el momento en quela eximia Maricruz estrechó mi poderosadiestra, explotó y salió en forma de unchisguete que fue a dar precisamente enel ojo de la actriz. Ella no dijo nada, pe­ro no volvió a poner un pie en el teatro.Después vino una época de decepciones:

f LOS

EXPLICIT: José Miranda, Esparía y Nue­va Espafía en la época de Felipe n.UNAM (Instituto de Historia), Mé­xico, 1962. 132 pp.

NOTICIA: Es éste el número l de unanueva serie de divulgación iniciada porel Departamento de Publicaciones delInstituto de Historia de la UNAM. y esun buen comienzo. El estudio del doc­tor Miranda se publicó ya como prólogode la monumental edición de las obrascompletas del protomédico de Felipe n,descubridor de la historia natural mexi­cana, Francisco Hernández. El Institutode Historia consideró con buen acuerdoque este ensayo merecía mayor númerode lectores que el que le depararía la vo­luminosa y carísima edición (excelente,por otra parte) de las obras del ilustreprotomédico. El doctor José Miranda co­menzó sus estudios historiográficos hacecasi treinta años en el Centro de Estu­dios Históricos de Madrid. Es licenciado

Usigli se fue a Dublín, la temporada dela Chopin se vino abajo, se acabó el di­nero de la Unión, bajaran los sueldos,cambiaron los actores, una obra de Vi­llaurrutia entró a salvar la situación(con el único resultado de que el défi­cit aumentó) , etcétera. El cáso es que envez de estrenar en julio, estrenamos enoctubre. Pero en fin, si éstas fueran lasúltimas molestias que me iba a causar laSusana, las daría de barato. Dos añosdespués de estos sucesos, una compañíade jóvenes incautos montó la obra y nieinvitó a un coctel después del estreno;yo, incauto también, fui con mis amigos.¡Dios mío, qué amargura! El padre de lajoven (que por cierto era muy fea) quehacía la Susana, entró en escena exa­brupto con la mejor intención de llevar­se a su hija, que estaba "prostituyéndoseen las tablas". Luego, en 1959, me invi­taron a Culiacán a presenciar el estrenode la misma obra. Yo no hubiera acep­tado la invitación de no haber estado tanmal de dinero; pero cuando recibí lospasajes de avión, compré mi boleto encamión y me guardé como trecientos pe­sos. En Culiacán me instalaron en unhotel elegantísimo. El día del estreno,me Duse mi mejor ropa, me fui caminan­do y llegué derritiéndome al teatrD. Mesentaron entre el rector de la. l:..Tniversi­dad y el jefe de la Zona Militar, y luegosalí a dar las gracias como si saliera deuna duch:l. De ahora en adelante, el quequiera poner la Susana que la ponga,pero por favor que no me invitc.

4. ¿Qué consejos daría yo a los jÚ\·cuc:·;dramawrgos?

ResjJII('J:ta: ((). Nunca ir al teatro. ú)Nunca Ir al cllle. c) Nunca encender elradj~, n.i la TV. el) No poner un pie enprovlIlcla. e) Quemar el Bernal Díaz. 1)No tener trato con actores, directores, niproductores. g) Hacer un matrimonioventajas? 11) Hablar poco. i) Escribirmenos. J) Renunciar a toda ambición dellegar a ser secretario de Educación 1''6..blica, embajador de México en Gl1ate..mala o gerellle ele la CEIM5A. k) Nll:'cadiscutir con la Élite.

y doctor en derecho y ciencias sociales,por la Universidad madrileña; ampliósus estudios en las Universidades ele Pa­rís, Berlín y Tubingen; publicó en Es­palla sus primeros trabajos históricos. Esbecario de las instituciones Rockefellery Guggenheim, investigador de primeracategoría. ~eI I~stitu~o de. Historia y pro­fesor de lustonografIa (SIglo XVI y XVII)de la UNAM. Ha publicado numerososestudios, monografías y artículos. Susprincipales obras son: El método de lasciencias políticas (El Colegio de México,1945), Vitoúa y los intel'eses de la con­quista de AméTi~a (El Colegio de Méxi­co, 1946), Las zdeas y las institucionespolíticas de México 1521-1851 (UNAM,1952), Reformas y tendencias conslitu­cionales Tecientes de la AméTica Latina(UNAM, 1957) y El emsmista mexicanofmy Alonso Cabello (UNAM, 1958). Esuna de las personas que mejor conocenel Archivo General de la Nación. Pruebade ello es su obra, en general, y éstaque, en particular, nos ocupa hoy.