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Por: Betford Betalleluz, Alberto Flores Galindo, Lydia Fossa Falco, Nicole Fourtané, Juan Carlos Godenzzi, Michael J. Gonzales, lván Hinojosa, Aldo Panfichi, Gabriela Ramos, Mark Thurner, Lissie Wahl CERRON-PALOMINO, Rodolfo. Lengua y Sociedad en el Valle del Mantaro. Instituto de Estudios Peruanos. Lima. 1989. 140 pp. Rodolfo Cerrón-Palomino ofrece, luego de su Lingüística Quechua, w,a nueva contribución a la lingüística andina, consagrada esta vez al quechua del Valle del Mantaro o huanca. El estudio tiene en cuenta tanto el proceso lingüístico interno como los factores externos que sirven de conteJLto y condicionan históricamente la lengua. En la primera pane del libro, referida a la lengua, el autor comienza presentando elemen- tos fonológicos y morfológicos de la lústoria "interna" del quechua huanca. A partir de la postulación de 23 proto-fonemas para lo que él llama el Proto-Huanca (PH), da cuenta de cua- tro cambios que afectaron significativamente dicho sistema, para llegar así a las característi- No. 1, julio 1990 cas fonológicas de los dialectos modernos del huanca: 1) el paso de /r/ a /1/ (mutación irrestricta para toda el área huanca); 2) el cambio de /q/, sea a la glotal simple o "saltillo" (en las provin- cias de Concepción y Huancayo) o a la espiran- tización /x/; 3) la palatal no-retroíleja se hace retroíleja /e/ (en Concepción); 4) la lateral /IV cambia a palatal no retroíleja (también en Con- cepción). En Jo tocante a los morfemas, como los que hacen referencia a los casos, marcas actanciales, tiempo, aspecto y direccionales, se señalan algwias modificaciones o reajustes for- males. Enseguida, el autor establece correlaciones entre el proceso del quechua huanca y algunos factores histórico-culturales. Mientras que en la etapa formativa (desde 2000 a.de C. hasta los primeros siglos de la era cristiana) no se sabe qué lengua o lenguas se hablaban en el valle del Mantaro, en el horizonte medio (primeros siglos de nuesua era) se presume que los pobladores 285

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Page 1: Por: Betford Betalleluz, Alberto Flores Galindo, Lydia

Por:

Betford Betalleluz, Alberto Flores Galindo, Lydia Fossa Falco, Nicole Fourtané, Juan Carlos Godenzzi, Michael J. Gonzales,

lván Hinojosa, Aldo Panfichi, Gabriela Ramos, Mark Thurner, Lissie Wahl

CERRON-PALOMINO, Rodolfo . Lengua y Sociedad en el Valle del Mantaro. Instituto de Estudios Peruanos. Lima. 1989. 140 pp.

Rodolfo Cerrón-Palomino ofrece, luego de su Lingüística Quechua, w,a nueva contribución a la lingüística andina, consagrada esta vez al quechua del Valle del Mantaro o huanca. El estudio tiene en cuenta tanto el proceso lingüístico interno como los factores externos que sirven de conteJLto y condicionan históricamente la lengua.

En la primera pane del libro, referida a la lengua, el autor comienza presentando elemen­tos fonológicos y morfológicos de la lústoria "interna" del quechua huanca. A partir de la postulación de 23 proto-fonemas para lo que él llama el Proto-Huanca (PH), da cuenta de cua­tro cambios que afectaron significativamente dicho sistema, para llegar así a las característi-

No. 1, julio 1990

cas fonológicas de los dialectos modernos del huanca: 1) el paso de /r/ a /1/ (mutación irrestricta para toda el área huanca); 2) el cambio de /q/, sea a la glotal simple o "saltillo" (en las provin­cias de Concepción y Huancayo) o a la espiran­tización /x/; 3) la palatal no-retroíleja se hace retroíleja /e/ (en Concepción); 4) la lateral /IV cambia a palatal no retroíleja (también en Con­cepción). En Jo tocante a los morfemas, como los que hacen referencia a los casos, marcas actanciales, tiempo, aspecto y direccionales, se señalan algwias modificaciones o reajustes for­males.

Enseguida, el autor establece correlaciones entre el proceso del quechua huanca y algunos factores histórico-culturales. Mientras que en la etapa formativa (desde 2000 a.de C. hasta los primeros siglos de la era cristiana) no se sabe qué lengua o lenguas se hablaban en el valle del Mantaro, en el horizonte medio (primeros siglos de nuesua era) se presume que los pobladores

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del valle hablaban la lengua aru, hasta que, al­rededor del 400-450 d. de C., se produjo la primera invasión de los quechua-hablantes. Un correlato mítico de este hecho sería la huida del héroe Huallallu hacia los nevados del Huaita­pallana. De ahí que la impronta aru puede manifestarse en el sistema fonológico, en el léxico, en la toponimia y la antroponimia.

Durante el período de los reinos y confede­raciones (s. XII hasta la conquista incaica, aproximadamente en 1460), se da una división polílico-éLnica entre los huanca.'i y los shaushas, teniendo la lengua de cada uno de estos grupos algunos rasgos característicos; así, por ejemplo, mientras los huancas emplean yaqa para referir­se a la primera persona "yo", los shaushas emplean ñuqa. Durante la dominación incaica se dan profundos cambios sociales, políticos y económicos. Al recibir contingentes mitrnas chachas, cañaris y llaguas, se dan cambios lingüísticos entre los hablantes de la parcialidad de Lulin-Huanca (actual provincia de Con­cepción).

Otro capítulo del libro está consagrado a la situación actual del huanca. Se determina el área geográfica donde es hablado y se tipifican con detalle las características fonológicas, morfológi­cas y léxicas de sus tres variedades dialectales (huaicha, huailla y shausha}. A pesar de las diferencias más o menos notables, se garantiza la inteligibilidad mutua entre los quechua-ha­blantes de todo el valle, si bien se da cierta asimetría: el huancaíno entiende con mayor facilidad al jaujino que al revés, debido a la "distancia" de los dialectos con respecto al PH.

En la segunda parte del libro, referida a la sociedad, encontrarnos un capítulo sobre el perfil sociolingüístico del Valle del Mantaro y otro sobre la escritura del huanca.

En cuanto al perfil sociolingüístico, se pre­cisa que el Valle del Mantaro presenta una situa­ción peculiar en términos socio-económicos, pues no se dio ahí el régimen de hacienda y yanaconaje. En efecto, desde el inicio se dio una alianza entre españoles y huancas que re­portó ciertos beneficios para estos últimos, como la prohibición de la formación de haciendas en las partes bajas del valle. Una consecuencia de este hecho fue la ruralización de los asenta­mientos humanos: sólo había pueblos de "in­dios". No existía una casta de raigambre española que hablara el huanca, como sí ocurrió en Cusco

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u otros lugares con su rcs~tivo dialecto. Esto habría contribuido, en opiniófl del autor, a cierto desprestigio de la variedad huanca. Otro factor de tal menosprecio sería el de la campaña cusqueñista, a inicios del s. XVII, en favor del carácter genuino y "verdadero" del quechua sureño. A comienzos del s. XVIII se incrementa la población blanca, los matrimonios mixtos y, por tanto, el mestizaje y el bilingüismo. Diver­sos factores (relacionés intcrrcgionales, desarro­llo industrial, escuela) contribuyen luego al cambio idiomático a favor del castellano en todo el valle, especialmente en las zonas ribereñas . En la actualidad, si bien la variedad huaicha está por extinguirse, las otras dos variedades se mantienen, sobre todo en los lugares más ale­jados de ciudades, pueblos o carreteras. En todo caso, el castellano gana más terreno .

En lo que respecta a la escritura, el autor se detiene en los diferentes intentos de represen­tación escrita del huanca: los de Farfán, Quijada Jara y Ráez. Luego comenta el alfabeto unifi ­cado, actualmente vigente en virtud de la Reso­lución Ministerial No 1218-85-ED del 18 de noviembre de 1985; se trata en realidad de un sistema panquechua con grafías que buscan representar los fonemas de todas las variedades del quechua. Así, el alfabeto huanca propiamente dicho, subconjunto del alfabeto panquechua, constaría de 17 grafías consonánticas y 6 vocáli­cas (3 breves y 3 largas); pero a ellas habría que añadir algunas grafías del castellano que han sido adoptadas para referirse a voces provenientes de este idioma (b, d, f, g, rr) . Para dificultades surgidas de las peculiaridades del huanca (pala­tal retroíleja, saltillo, etc.), el autor propone resolverlas invocando el criterio etimológico.

El libro termina con un testimonio en varie­dad huanca y su respectiva versión castellana, perteneciente a Eliseo Salvatierra Jiménez, hijo de una familia campesina de Chupaca; Salvatie­rra recuerda su infancia y su ascendente trayec­toria profesional, manifestando en todo momen­to su adhesión y compromiso con la cultura y la lengua huancas .

En su conjunto, el libro de Cerrón-Palomino constituye un aporte novedoso y esencial de la lingüística a las ciencias histórico-sociales en su afán de obtener un mayor conocimiento y comprensión de la realidad del Valle del Man­laro.

J.C.G.

Revista Andina, Año 8

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GALO, Ramón. La resistencia andina: Cayambe, 1500-1800. CAAP. Quito, 1987 (versión editada de la tesis de maestría en His­toria Andina. FLACSO/Quito).

Esta monografía regional de Galo es innova­dora dentro de la literatura emohistórica ecuato­riana en por lo menos dos sentidos: en el plano metodológico, salta de diversas fuentes docu­mentales coloniales a fuentes orales contem­poráneas y viceversa; y en el plano teórico, se mueve desde una discusión de la reconstitución émica bajo el régimen hacendario colonial hasta sostener un diálogo casi subterráneo con el discurso político actual entre la intelectualidad ecutoriana. Así, el libro de Galo es a la vez un intento de "rescatar la historia andina", así como un argumento histórico y una sugestiva polémica en favor de un "proyecto norandino" como al­ternativa a la hegemonía del estado nación ecua­toriano. El amplio alcance de este primer libro (presentado como tesis de maestría en Historia Andina en FLACSO/Quito) constituye a la vez su fuerza y su debilidad.

Los cuatro capítulos del libro cubren mucho terreno; el lector hará bien iniciando su primera lectura con la Introducción, la cual presenta un buen resumen del conjunto. Los que desean llegar directamente al argumento central deberían empezar por el último capítulo, titulado "La resistencia andina de Cayambe: Otra forma de utopía andina". Los tres primeros capítulos presentan una historia fragmentada del cacicazgo cayambe, desde el período proto-colonial hasta su desestructuración bajo la dominación es­pañola, y de allí por los procesos demográficos de migración, fragmentación étnica y reconsti­tución local dentro del sistema hacendario; el último capítulo intenta presentar esta historia co­lonial "desde el otro lado".

Para Galo, esta otra cara andina de la histo­ria colonial revela "la alianza entre el Cacicazgo y los hispanos en los primeros cien años, como una especie de desquite a la guerra perdida frente a los incas. La opresión colonial desmitifica a los ojos andinos cualquier posible alianza, in­cubándose entonces la utopía del retomo al Incario. Sobre la base de los cacicazgos, se teje la trama social e ideológica de la utopía, que logra formular, hacia la mitad del siglo XVII, la idea de un Estado_. norandino. El proyecto no logra superar la ftagmentación indígena, la

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consolidación de la hacienda rompe en mil pedazos al Cacicazgo y a los Ayllos. Se inicia entonces, de manera lenta, pausada. otra forma de utopía no estatista: la resistencia al interior de la hacienda. el sueño por un pacto justo con el extranjero ya aceptado que se proclama dueño de tierras y de hombres" (p. 17).

Trabajando entre hacienda runa en la región de Cayambe, Galo y sus compañeros del CAAP (Centro Andino de Acción Popular) han podido llegar a apreciar a los campesinos andinos como actores políticos con fuerte vocación étnica. Esta experiencia de trabajo de campo los ha con­vencido de la existencia de un "otro lado" del sistema hacendario tradicional, frecuentemente "percibido como estático entre 1700 y 1950" (p. 15). Según Ramón, estos "dos siglos y medio de aparente calma, son un tiempo y espacio en los que supervive la etnia, acumula experiencia, madura el proyecto, se apresta a su resurgimien­to en la segunda mitad del siglo XX" (p. 15).

Este admirable cambio de perspectiva crea. sin embargo, algunos problemas interpretativos, los cuales no parecen ser siempre percibidos por nuestro autor. Para empezar, una discusión del período 1700-1950 está fuera del contexto de esta monografía, y habría sido mejor dejarla para un siguiente trabajo (el que, nos dice, está en marcha); el enfoque real de esta monografía -los orígenes del sistema hacendario en una región émica particular- se ve así diluido. Otra distrac­ción del libro es su "presentismo", o sea el celoso esfuerzo de Galo de escribir una historia del pre­sente. El resultado son frases como la citada. que dan la impresión de que los grupos émicos de Cayambe han elaborado y mantenido a con­ciencia "proyectos nacionales" deliberados desde el período colonial temprano y por más de tres siglos, evolucionando inevitablemente hasta tomar cuerpo en el movimiento de reivindica­ción de tierras en la segunda mitad de nuestro siglo. La historia andina es presentada como la realización de un proyecto político (o ideológico) de larga duración, en vez de ser un producto político del conflicto social, históricamente contingente. Se sospecha un fácil voluntarismo. No se matiza "la resistencia" y no existe preocu­pación por definirla o teorizarla como un problema analítico.

Al final del libro, Galo presenta un testimo­nio contemporáneo de un frecuentemente citado terrateniente y de sus peones indígenas, testimo­nio que sirve para apuntar su argumento, que es: "la hacienda se constituye entonces en un es-

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pacio conílictivo en el que hay dos versiones sobre la propiedad de esa tierra: la versión del terrateniente y la visión india que se recrea en el tiempo, que no sólo es distinta, sino revolu­cionaria al constituir la base de la lucha por la tierra, al reclamarla suya por derecho inmemo­rial en los procesos de Reforma Agraria" (p.266). En los años 70, Juan Martínez-Alier presentó la misma cuestión en su estudio sobre las hacien­das ganaderas de la sierra central peruana del siglo XX (R. Baraona, en los 60, y A. Guerrero han hecho lo mismo para la sierra ecuatoriana). Galo, en contraste con otros estudiosos del siglo XX, no nos presenta un retrato histórico convin­cente de cómo los cayambes concibieron la propiedad durante la colonia. Esto se debe a un vacío común de las fuentes coloniales; una solución podría ser proyectar hacia atrás algún material etnográfico. Necesariamente mal método no lo es, pero sí requiere de un análisis muy cuidadoso y de un uso discriminado de las fuentes documentales.

A pesar de estos desvíos "presentistas ", las tesis y el uso imaginativo de fuentes que Galo trae a su materia estimularán el debate en el ámbito ecuatorianista, y esperemos que sus ideas circulen también en el campo más amplio de la historia andina. La Resistencia ••. es un libro prometedor, pero algo ambicioso. Queremos sa­ber más del Cayambe de Galo, pero también queremos ver los argumentos históricos refina­dos hasta alcanzar la altura y complejidad misma de las sociedades norandinas.

M.T.

GOOTENBERG, Paul. Between Sllver and Guano. Commerclal Polky and The State In Postlndependence Perú. Princeton University Press. Princeton, 1989. 234 pp.

El esperado libro de Paul Gootenberg, síntesis de anteriores trabajos (Gootenberg 1981 y 1985), examina la transición peruana de un orden co­lonial comercial mercantilista al libre comercio de la época del guano. Analiza metódicamente, desde los inicios del régimen republicano, los sucesivos cambios en la política comercial y sus repercusiones sociales, a la vez que realiza una comparación con los avances liberales en otros países latinoamericanos.

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Gootenberg cuestiona la difundida versión de­pendentista -ausencia de éli!es nacionalistas en la temprana República y el triunfo "automático" del librecambismo posterior a la independencia, que explicaría el subsecuente subdesarrollo de la región en el liberalismo comercial del siglo XIX- argumentando que la República fue re­almente fundada por una fuerte élite nacionalis­ta, cuya iníluencia duró tres décadas de gobier­no republicano; es deéir, el Perú inició su exis­tencia nacional guiado por unas clases dominan­tes (agraria, comercial y política) nacionalistas, las que actuaron eficazmente para que tempra­nos intereses por el libre comercio fueran con­finados al fracaso imperialista de los Estados Unidos (Gootenberg 1989), Inglaterra y Francia, que no encontraron colaboradores significativos dentro del Perú mismo.

Los pocos liberales peruanos fueron ideólo­gos post-bolivarianos con escasa respuesta so­cial o incipientes y contradictorios libre comer­ciantes sureños más prestos al separatismo que a una hegemonía sobre el Estado limeño. Sólo una segunda ola de liberales en la década de 1840 pudo vencer las desventajas de la primera generación. Estas élites <;lominantes peruanas fueron decididamente proteccionistas, con una gran habilidad para ganar el apoyo de grupos populares y capturar el Estado . Hacendados norteños, comerciantes regionales, se opusieron a la penetración extranjera en sus dominios tradicionales, con la esperanza de conducir al Perú a una iliberal unión comercial con Chile en vez de una con el capitalismo Nor-Atlántico. Pujantes artesanos, molineros, tenderos, apoyaron el exclusionismo de las élites . La clase comer­cial de Lima organizó a las fuerzas proteccionis ­tas, a la vez que erigía sus propias barreras contra el comercio foráneo, en franca competencia con tendencias más liberales alrededor de la inicial exportación de la lana de Arequipa y sus vincu­laciones comerciales con Bolivia. La naturaleza informal del sistema político peruano hizo a líderes civiles y militares, fuertemente suscep­tibles a presiones proteccionistas y a un estilo político nacionalista_ Caudillos y burócratas, en vez de sucumbir a presiones fiscales y estrate­gias liberales, devinieron dependientes ·de los intermediarios financieros nacionales al crearse un nexo fiscal caudillo-comercial que mantuvo al primitivo aparato estatal autárquico y a flote. Sin embargo, señala Gootenberg, las mismas condiciones de inestabilidad económica y política

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que fomentaron las respuestas proteccionistas impidieron al núcleo limeño consolidar un poder nacional, implementar políticas consistentes y traer beneficios a su clientela. Fue en última instancia un movimiento y no un Estado naciona­lista viable. Con los cambios políticos y fiscales generados por la estabilidad y las exportaciones de guano, se inició la transición al libre comer­cio en el decenio de 1840, esta vez en alianza con los extranjeros. Mas el nuevo liberalismo mostrará los signos de su nacimiento; es decir, de los caudillos-proteccionistas quedará el cariz autoritario en el Estado liberal peruano, que limi­tará posteriormente una efectiva distribución de los ingresos generados por el guano, man­teniendo una estructura social elitista y dual.

A modo de conclusión, Gootenberg trata algunas implicaciones de este temprano naciona­lismo y posterior liberalismo para la historio­grafía del Perú, para la teoría de la dependencia y para analizar los nacionalismos latinoameri ­canos. Entre ellas propone que, para entender este inicial proteccionismo, se debe ir a sus más profundas raíces: a la práctica feudal de los Habsburgos del siglo XVII, al modo de estruc­turar las relaciones entre el Estado y la sociedad civil. El nacionalismo fue conservador, estatista y aun reaccionario, continuando en la práctica un parasitario entrelazamiento del Estado y las esferas de la élite que significó preservar la venalidad colonial y la supresión del cambio social, el rostro nacionalista fue un mero neo­mercantilismo. La élite creyó que un nuevo Es­tado local podía ser más fácil de capturar que el fuerte y alejado Estado colonial tardío. Los liberales, por su parte, fueron simplemente ex­tendiendo el programa iniciado por los reforma­dores borbones en el tardío siglo XVIII. El conflicto postindependencia fue el mismo que se vio cuando la corona borbona atacó los privi­legios de Lima en la década de 1780, tendencia resistida por los comerciantes limeños hasta 1821. Los proteccionistas fueron, de alguna manera, habsbur~os disfrazados; los librecam­bistas fueron los tardíos borbones. En este sen­tido, el nacionalismo peruano realmente retardó el desarrollo de un Estado moderno, el que arribó largamente atrasado en el decenio de 1850. Mas estas iniciales élites, incapaces de crear un nacionalismo estable, al intentarlo ayudaron a definir desde el principio los objetivos y con­ciencia nacional necesarios para construir y preservar su joveri"'e inmanejable Estado, tarea continuada por sus herederos liberales.

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La transición del mercantilismo colonial al libre comercio de mediados del XIX se traduce en un cambio estructural de la economía limeña; así, en 1830 los sectores manufactura, comercio y servicios constituían, respectivamente, el 26.7, el 25.4 y el 53 por ciento de los ingresos totales; en 1861, esto se altera al mostrar la preeminen­cia del sector comercio con un 52.4 por ciento, frente al 28.7 y 18.9 por ciento de los sectores servicios y manufactura.

Finalmente, señalaremos que es necesario tomar con reservas una parte del material de base. Si bien no es éste el lugar para examinar críticamente las características del corpus en el que se basa la investigación de Paul Gootenberg, hay que indicar en este caso la distorsión que puede derivarse del uso de algunas fuentes. Así, en las estadísticas de la economía limeña, mos­tradas en el apéndice dos, Gootenberg utiliza como fuente principal trece matrículas de paten­tes que van de 1830 a 1861, en donde aparecen para cada año los diversos gremios limeños, el número de sus integrantes, las utilidades ob­tenidas por el de mayor y menor ingreso y el impuesto correspondiente, que, según las leyes de la época, debía ser el cuatro por ciento de las utilidades anuales; así, Gootenberg los multiplica por veinticinco y obtiene el ciento por c\ento. Por ejemplo, para el año 1850 el gremio de almaceneros consigna 12,000 pesos de impuestos; haciendo la multiplicación, se obtiene 300,000 pesos de utilidades; el error está en considerar fijo el porcentaje tasado por la ley; es decir, en la práctica se observa que éste varía dentro de cada gremio, según una categorización por el ingreso, fluctuando entre dos, tres o cinco por ciento, siendo necesario hacer la respectiva con­versión para cada uno en base a las utilidades del de mayor y menor ingreso. Así, en el ejem­plo anterior, las utilidades anuales del gremio de almaceneros ascienden a 528,750 pesos, repre­sentando los 12,000 pesos el 2.3 por ciento de impuestos. Si bien las cifras van a variar, no así las tendencias estructurales.

El trabajo de Gootenberg constituye una de las más importantes contribuciones para el en­tendimiento del rol de la política comercial en la evolución económica peruana. Con una admi­rable investigación primaria, nos aclara la com­pleja transición peruana del orden colonial mercantilista al abierto liberalismo de mediados del XIX.

8.8.

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REFERENCIAS:

GOOTENBERG, Paul. Artlsans and Mer­chants: The Maklng oran Open Economy In Lima, Perú, 1830 to 1860. M. Phil. The­sis. University of Oxford. 1981.

Merchants, Forelgners and the State. The Orlglns or Trade Pollcles In Post-lndepen­dence Peru. Ph.D. Dissertation. University of Chicago. 1985.

Tejidos y harinas, corazones y mentes. El Imperialismo norteamericano del libre comercio en el Perú 1825-1840. IEP. Lima, 1989.

HAMPE MARTINEZ, Teodoro. Don Pedro de la Gasea 1493-1567. Su obra polftlca en Es­paña y América. Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial. Lima, 1989, 426 pp.

El presente libro, tesis doctoral del autor sustentada ante la Universidad Complutense de Madrid en 1986, constituye una importante fuente de información para todos los estudiosos de los primeros cien años del encuentro España­América. Asimismo, presenta una serie de documentos, desconocidos e inéditos hasta hace poco, que nos muestran algunas de las facetas menos evidentes de la vida clerical, cortesana, feudal, de la España de Carlos V. Pero el intere­sante libro tiene una falla que nos parece impor­tante destacar: innumerables errores tipográficos pueblan sus páginas . Además, y mucho más serias que los errores en el castellano contem­poráneo del autor, serían las dudas que esto genera en los textos publicados en el castellano de la época, elementos básicos para historiadores de la lengua. lingüistas y demás especialistas que requieren de fuentes transcritas con exacti­tud y esmero.

El autor cumple con presentar la figura de Pedro de la Gasea como "modelo" del corte­sano-diplomático-<:lérigo-inquisidor. A veces, su modelo calza demasiado con el molde de El Príncipe de Maquiavelo; pierde algo de su humana complejidad y pasa a ser el prototipo . Quizás ayuden a ello los términos eufóricos a los que el autor recurre para transmitirnos su versión de la biografía de Gasea. Es curioso encontrar ahora, en plena celebración del V

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Centenario, a un historiador .peruano hispanista. Ya quedan pocos que defiendan la posición de la incorporación de América al mundo occiden­tal.

Hampe es un acucioso investigador y ex­celente recopilador; sus méritos sólo decaen por la subjetividad patente en el uso particular que hace de los adjetivos que muestran su proclividad por la defensa de la fytonarquía española y por la interpretación de los documentos bajo esta misma luz. ·

He leído su libro con mucho interés, espe­cialmente por la presentación que nos hace de los hilos que va preparando el personaje para Juego urdir con ellos la trama de su propia vida, base del libro para Hampe. Vemos cómo se van organizando los "contactos", se desplazan órdenes religiosas, cómo se establecen alianzas y "argollas"; se busca, se hace y se paga fa­vores. Interesante también es constatar que Gasea busca retribuciones y honores no sólo para sí, durante su vida, sino también para su familia (a la que Hampe llama clan) después de su muerte. Desde esta perspectiva, la vida de Gasea está cortstituida por una serie de logros que terminan con la obtención, post-mortem, del Marquesado de Revilla. Es innegable que realizó destacados servicios a la Corona. para los que necesitó ser exonerado de su condición de eclesiástico. Estos servicios incluyeron el castigo inmisericorde para todos los alzados contra las Nuevas Leyes, especialmente contra el recorte de las encomien­das, que ponía en entredicho el carácter de "nuevos señores" de los colonos españoles. El tener que recurrir a hechos de sangre para cumplir con sus órdenes hizo que sintiera "cargos de conciencia" y verdadero miedo al castigo divino. El miedo a los hombres también está presente al enterarse que está amenazado de muerte en América. Su miedo a los realistas insatisfechos es también evidente. El miedo lo hace desobe­decer a su Rey, quien pasa por alto su prematuro regreso a la península ya que lo hace cargado de oro y plata.

Se debe mencionar también algo que destilan las páginas del libro: el valor más importante del feudalismo es la posesión de la tierra, la eortstitución del señorío y el encumbramiento de su poseedor en la escala cortesana. El dinero y la riqueza son sólo un medio para poseer la tierra, de donde saldrían los demás bienes, el poder y la servidumbre.

Gasea es un miembro destacado de esa serie de pequeños propietarios que, por sus vincula-

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ciones familiares o de favor, logra, a partir de una posición relativamente modesta dentro de la iglesia, erigirse como obispo de una circuns­cripción importante en España. No le falta as­tucia, tacto ni paciencia a nuestro personaje; es un diplomático consagrado y debe haber sido un enemigo temible. Siempre supo acomodarse al lado de los poderosos; los sirvió bien y reci­bió su recompensa. Gasea estaba tras la recom­pensa, no tras el botín. Eso hace una gran dife­rencia en el siglo XVI. La recompensa es una retribución socializada, normada, honorable, que convalida el esfuerzo y premia el logro. El botín es todo lo contrario. Gasea pudo haber sido un hombre pequeño, pero sus estrategias y sus ambiciones no lo fueron.

Aspectos a resaltar en la ideología de la época de Gasea fueron: a) el rol de árbitro que ejerció el Estado entre los diversos estamentos sociales; y, b) el papel de la Iglesia Católica como brazo político y jurídico del Estado español. La im­portancia que cobran estos aspectos es aún mayor al contextualizarlos en América, a donde se importaron sin que hubiera una sociedad que los sustentara. Esa sociedad se fue creando después, para salvaguardar y perpetuar esos valores peninsulares ligados al medioevo.

Y es aquí donde podemos extendemos sobre lo que significó "sosiego". Las órdenes de Carlos V eran "sosegar la tierra", refiriéndose al alza­miento de Gonzalo Pizarro y los peruleros contra las Nuevas Leyes, que prácticamente cancela­ban sus posibilidades de convertirse en "señores" a partir de la posesión y el usufructo de las "en­comiendas". Antes de las Nuevas Leyes, eran los mismos conquistadores y colonos quienes asignaban los territorios y sus habitantes y ya después lograban que la Corona reconociese sus señoríos. Esto debe haber constituido una ame­naza para la aristocracia feudal española, ya que en América "cualquiera" se convertía en señor. El sosiego que vino a implantar Gasea fue tam­bién la reorganización de la posesión territorial y del trabajo productivo de los liabitantes de esos territorios.

Todos los levantiscos fueron castigados, con el ajusticiamiento los cabecillas, con la prisión y la repatriación otros y, en general, todos con la desposesión de las tierras que señoreaban. Gasea rc-0istribuye en su momento las "tierras vacas", otorgándolas como retribución a quienes lo acompaftaron y dirigieron las batallas de paci­ficación. Así, Gasea, recreaba la sociedad feudal española en América, pero basándola en la hi-

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dalguía de sus capitanes y en la demostrada lealtad al Rey: honor, lealtad y pureza de sangre fueron recompensados. Es así que el "sosiego" fue, en realidad, el retomo a los patrones feu­dales de posesión y usufructo de la tierra y la configuración de una aristocracia basada en los valores cortesanos de entonces (y de ahora).

Hampe nos muestra todo eso, y allí creo que radica el valor de su libro: el medioevo español, extendiéndose hacia América a través de un conspicuo cortesano, el siervo de Dios y del Rey que postergó sus ambiciones inmediatas hasta ser reconocido como "el Pacificador".

Es muy probable que otros investigadores en­cuentren allí motivos y temas que provoquen mayores estudios. Un ejemplo puede ser el rela­cionado con las Crónicas, tanto las que se refie­ren a la obra de Gasea (Femández de Oviedo, Cieza) como las relaciones que Gasea envía a España con su firma (Relación al Consejo de Indias, Descripción del Perú) o lo que se escribe sobre él (Calvete de la Estrella). Aquí puede suscitarse una cuestión interesante al comparar, por ejemplo, las crónicas de Cieza con las infor­maciones de Gasea y determinar su autoría. Llaman la atención, también, las correcciones a la crónica de Gomara que implica la "Descripción del Perú" de Gasea. Mi interés personal estaría en estudiar más a fondo la relación Cieza-Gasca, que considero clave para la comprensión de las razones de la publicación de la Primera Crónica y el virtual "secuestro" de las restantes.

Otros aspectos a estudiar podrían ser las con­secuencias del flujo de dinero fresco hacia las economías europeas; la contradicción ideológica representada por el ambiente contra-reformista en que se dan las Nuevas Leyes; las razones por las que España intenta "pacificar" en lugar de "guerrear"; la administración indiana de Carlos V y sus descendientes; la reacción pizarrista: ¿subversión o guerra civil?; la vida americana del Anobispo Loayza, etc.

El esfuerzo de recopilación del autor se vería recompensado por el interés que despertaría entre otros investigadores que no han tenido la opor­tunidad de trabajar con esos originales. ¡Si sólo hubieran cuidado más la edición! El libro de Hampe es un texto de base de la reconstrucción de un período de.cisivo en la historia de occidente. Aunque su perspectiva hispanista lo ubica en el lado de los historiadores convencionales, su trabajo no deja de ser inspirador y valioso.

Hampe presenta a un Gasea no sólo deseoso de pasar a la historia, sino a un Gasea que sabe

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que con sus misivas está redactando el texto de la historia del encuentro o desencuentro entre Europa y América. Gasea es un protagonista con­ciente de su rol histórico. Su interés se cifra en que los demás lo consideren también así.

Invitamos a Teodoro Hampe a continuar con su interesante trabajo de investigación histórica quinientista, que mucha falta nos hace, pero desde las orillas del Pacífico, con los pies puestos en su tierra. Creemos que los estudios críticos del siglo XVI devendrán en la cabal compren­sión del siglo XX en América.

L.F.F.

LA VALLÉ, Bemard. El Mercader y el Mar­qués. Las Lucha.'i de Poder en el Cusco (1700-1730). Fondo Editorial - Banco Central de Reserva del Perú. Lima, 1988.

La dinámica del poder en el Perú colonial es un problema sobre el cual aún no se ha inves­tigado lo suficiente. Los estudios sobre las insti­tuciones o las biografías de individuos que ostentaron el poder duranie la colonia, consti­tuyen temas usuales abordados por la historio­grafía sobre el período. No obstante la utilidad e importancia de los trabajos planteados desde esta perspectiva por su aporte informativo, no siempre esclarecen el problema de la manifes­tación del poder en la vida cotidiana. Ese terre­no existente entre lo formal y normativo de las instituciones políticas y económicas, o la des­cripción de las vidas de personajes que ejercie­ron el poder y el resultado de su actividad, es el espacio en el que los distintos elementos se interrelacionan, donde los grupos e individuos luchan entre sí, crean alianzas, buscan controlar las instituciones, plantean litigios y recurren a la fuerza para imponerse o para conservar el poder en el medio en que se encuentran.

Bemard Lavallé muestra un aspecto de las pugnas por el poder en el Cusco a inicios del siglo XVIII, a través del paciente estudio de la documentación que testimonia el enfrentamiento entre uno de los más conspicuos representantes de la élite cusqueña de la época, don Diego de Esquive! y Navia, marqués de Valleumbroso, con Jerónimo de Losada, mercader de origen español, residente en el Cusco. La historia de esta rivalidad constituye un motivo de particu­lar valor para mostrar el carácter del ejercicio y

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la disputa por el poder en C4.:<;eo en las primeras décadas del siglo XVIII. Aparecen así las insti­tuciones económicas y políticas en las que los personajes en cuestión se afirman o en las que buscan tener algún nivel de influencia para ga­rantizar su predominio, en el caso de los Esquive!, o para ganar un espacio en la élite, como quiso hacerlo Losada. Los medios para alcanzar esto son en sus orígenes bastante cono­cidos, como el desceñder de conquistadores o entrar al servicio de personajes encumbrados . Lavallé muestra las distintas vías utilizadas para sustentar una posición o para abrirse paso, for­mando una compleja red de cargos, vínculos fa­miliares, amistades y no poco dinero para que algunas piezas importantes del tablero se movie­ran favorablemente. La hacienda-obraje aparece como la base económica aparentemente im­prescindible para toda familia poderosa en el Cusco de la época. Desde esta propiedad se buscó la influencia sobre la zona a grado tal de oponer resistencia a la presencia de la autoridad civil.

El libro de Lavallé muestra en detalle el sorprendente sistema sobre el que se sustentaba el poder de los marqueses de V alleumbroso . Producto de alianzas y de matrimonios ventajosos, la red de poder de los Esquive! no sólo comprendía los consabidos espacios en el cabildo del Cusco o la decisiva autoridad e influencia que otorgaba la posesión del cargo de corregidor. Estos lazos alcanzaban también otras posiciones importantes, como el cabildo ecle­siástico. A ello se añadía una capacidad de manipulación de los ánimos de una parte pre­sumiblemente significativa de la masa urbana, propensa a formar tumultos en apoyo a los motivos de los Esquive!. Más allá de la región cusqueña, los nexos del marqués con la Audien­cia de Lima y con elementos muy cercanos al virrey, tuvieron un carácter crucial para sus acciones. Pero Esquive! llevó su ambición de poder aún más lejos. Trató de obtener -entre otros honores y a través de los medios propios de la época-, la presidencia de una audiencia y, al no conseguirlo, pretendió el cargo de virrey de Nueva Granada.

Jerónimo de Losada pagó un alto precio por no someterse a Esquive! y su clientela, y por aparecer como un advenedizo al contraer matri­monio con una viuda perteneciente a una in­fluyente familia cusqueña. Fue por esta razón víctima de agresiones y de presiones que tuvie­ron como objetivo arruinarlo económicamente. La búsqueda de justicia que lo protegiera de su

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enconado y poderoso adversario lo llevó a re­currir al Consejo de Indias, sin logros significa­tivos.

El Mercader y el Marqués. .. narra pormeno­rizadamente esta historia, que, como su autor lo indica, es de "potencialidades novelescas". El cuadro de la lucha por el poder en el Cusco a inicios del siglo XVIII es trazado con acierto. El autor señala dos constataciones acerca del funcionamiento del poder cusqueño: la acumu­lación de medios para ejercerlo, fortalecidos a través de la creación de vínculos familiares, y una relación con la ley caracterizada por una permanente transgresión y resistencia.

Quedan sugeridos varios temas que requieren ser profundizados, no sólo en lo que concierne a la historia regional cusqueña (el carácter de la producción obrajera en el Cusco; el papel de las élites regionales y su relación con el poder central; la identidad y el carácter de las masas en las ciudades provincianas; la acción de la iglesia colonial, entre otros). Pero ése es tam­bién el necesario aporte de todo trabajo de historia.

G.R.

LO~EZ, Luis Enrique; POZZI-ESCOT, Inés y ZUNIGA Madeleine (editores). Temas de Lingüística Aplicada. CONCYTEC, GTZ. Lima, 1989. 320 pp.

¿De qué manera puede la lingüística ponerse al servicio de los hablantes, buscando soluciones a los problemas que les preocupan? La lingüística en el Perú aborda de un modo cre­ciente, si bien aún inicial, las relaciones entre lengua, cultura y sociedad, asumiendo las carac­terísticas de nuestro multilingüismo y pluricul­tura, así como tratando de responder a proble­mas concretos de las lenguas, especialmente en el dominio de la educación. Los diecisiete trabajos reunidos en el libro Temas de Lingüística Aplicada son úna muestra de ello. Estos trabajos fueron presentados en el Area de Lin~üística Aplicada del Primer Congreso N11C1onal de Investigaciones Lingüístico-Filológi­cas, realizado en Lima del 18 al 20 de noviembre de 1987.

El libro se organiza en cuatro secciones, según la temática. t,..a primera sección gira en torno a la politlca y\planlncaclón llngüfstlca.

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Inés Pozzi-Escot reflexiona sobre las lenguas y culturas en la educación, con especial énfasis en las lenguas vernáculas, haciendo referencia a la Mesa Redonda sobre Monolingüismo Quechua y Aymara y la Educación en el Perú, realizada en 1963 y en la cual el lingüista Alberto Esco­bar hacía distinciones entre el castellano como lengua materna y el castellano como segunda lengua, así como entre alfabetización y castella­nización . Otro antecedente importante al cual hace referencia la autora es el Primer Seminario Nacional de Educación Bilingüe, realizado en 1972 y que condujo a la elaboración de una política nacional de educación bilingüe que evitara la imposición de un único patrón occiden­talizante y que promoviera el uso de las lenguas vernáculas en el aula. A partir de la considera­ción de estos eventos y de disposiciones legales sobre las lenguas, Pozzi-Escot elabora trece principios fundamentales que debieran guiar toda política sobre lenguas y culturas en la educa­ción. Algunos de estos principios: puesto que el Perú es un país multiémico, multilingüe y plu­ricultural, la educación no debe seguir un mode­lo único; la educación de los vernáculo-hablan­tes debe incorporar la lengua materna bajo tres modalidades básicas: como lengua instrumen­tal, como lengua de interacción comunicativa y como asignatura; el currículo debe partir del propio acervo cultural.

Enrique Carrión aborda el asunto de la política lingüística en el Perú colonial (1530-1830), exa­minando fuentes primarias y secundarias, en el entendido que la historia de la lengua da infor­mación y alternativas a la lingüística aplicada y a los planificadores de política idiomática. Carrión considera que "el punto más importante de la política colonial en materia de lenguaje es el que se refiere al contacto interlingilístico entre el español y las lenguas vernáculas americanas" (p.64 ). En efecto, durante la etapa colonizadora del mundo andino, el castellano está ligado a las lenguas generales, siendo estas últimas pro­veedoras de préstamos al castellano hispa­noamericano. Las lenguas generales sirven de fuente de cohesión étnica y extienden las fron­teras geográficas de las "repúblicas de indios".

Por su parte, Enrique Bailón revisa los supuestos epistemológicos de los estudios e investigaciones lingüísticas en el Perú; advierte que éstos dependen de la lingüística de la frase, limitándose con frecuencia sólo a los niveles fonético-fonológico y morfo-sintáctico. Así, la educación bilingüe que se deriva de la lingüística

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frasal no considera las estructuras del discurso, dejándose de lado la producción emoliteraria y de literatura oral. Para suplir estas limitaciones, Bailón introduce dos conceptos de la socio­lingüística: dlglosla y heteroglosla (diglosia de masas). Estos conceptos añadirían, frente a los de bilingüismo y multlllngülsmo, la problemática del desequilibrio entre lengua ofi­cial y las no oficiales; destacarían las variaciones de conflicto y dominación; atenderían a los planos discursivos y textuales.

La segunda sección trata de las actitudes hacia las lenguas. Utta von Gleich define actitud llngüistlca como "una predilección valorativa interna y una disposición para reac­cionar frente a una lengua o variedad, y/o frente a sus usuarios, de acuerdo al conocimiento individual sobre ellos y de acuerdo a la expe­riencia vivida con esta/s lengua/s y variedad/es o sus usuarios" (p. 99); con el auxilio de este concepto, estudia las actitudes lingüísticas de maestros y estudiantes bilingües en Ayacucho. Comprueba que es posible identificar los socio­lectos y a sus hablantes en base a estímulos lingüísticos; que el castellano es siempre más valorado por los bilingües en comparación con el quechua; que el estatus socio-económico repercute sobre las actitudes lingüísticas.

Juan de Dios Cutipa se interesa por los con­dicionantes en la formación de actitudes de hablantes de quechua en Puno. Hace el segui­miento de casos por familia y comprueba que las actitudes varían según las circunstancias y el contexto; que las actitudes hacia la lengua y la cultura no son coincidentes, pues se da una actitud más positiva hacia la cultura que hacia la lengua quechua.

El trabajo de Inés Pozzi-Escot y Minnie Lozada averigua las razones por las que los alumnos de secundaria de colegios estatales quieren aprender el inglés. El cuestionario fue aplicado a 240 alumnos de tercero y quinto grados. Los alumnos manifiestan que el aprendi­zaje del inglés les será útil para viajar, para estar mejor informados y para obtener un buen empleo; de igual forma, que les podrá servir para comprender a la gente de habla inglesa, tener amigos que hablan inglés o ir a vivir a un país de habla inglesa. Estos resultados muestran la contradicción, nos dicen las autoras, entre las motivaciones de-los alumnos, que apuntan a un buen desarrollo de las habilidades comunicati­vas orales, y el sílabo del Ministerio de Educa­ción, el cual enfatiza la habilidad de la lectura.

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La tercera sección del libro, dedicada a la adquisición, aprendizaje y e~eñanza del caste­llano en un contexto bilingüe, se inicia con la precisión que hace Alberto Escobar sobre lo que entiende por lnterlecto: "viene a ser el español hablado como segunda lengua, por las personas cuya materna es una de las dos lenguas amerin­dias de mayor difusión en el país, o sea el quechua y el aimara, y que tales personas se encuentran en proceso de apropiación de la lengua castellana" (p. 151). En consecuencia, el hablante del interlecto es un bilingüe consecu­tivo y no coordinado. Muchos factores intervie­nen sobre el avance futuro del interlecto, pu­diendo evolucionar hacia formas del español re­gional, formas criollas o hacia el semilingüismo.

Anna María Escobar hace un análisis semántico de algunas proposiciones espaciales o locativas (en, a, de) en el habla espontánea de 21 hablantes del castellano bilingüe (= lnter­lecto); la muestra está compuesta por bilingües quechua-castellano, adultos y migrantes en Lima. Obtiene como resultado la existencia de tres sistemas bilingües diferentes, representativos de tres etapas del proceso de adquisición del castel­lano como segunda lengua: en uno de estos sistemas, el que corresponde a las primeras etapas del proceso, cada preposición tiene una sola función, sin importar que el verbo con el cual aparece sea o no de movimiento.

Por su parte. Sonia Benavente, en base a un test aplicado a niños bilingües de Puno cuya lengua materna es el quechua, analiza la produc­ción escrita y sus dificultades en lo que se refie­re a las vocales. Se comprueba que los proble­mas que se encuentran en la producción oral se reproducen en la producción escrita y que, cuando la transferencia no funciona, se plantean y ensayan alternativas por parte de los niños.

Lucy Trapnell y Moisés Rengifo, en base a un diagnóstico educativo realizado en veinte comunidades nativas de la amazonía peruana, se interesan por la incidencia y uso de las lenguas sobre el rendimiento escolar. Comprueban un rendimiento muy bajo y que no se puede esta­blecer una correlación exacta entre rendimiento y grado de bilingüismo de la comunidad; que los maestros evaluados tienen serios problemas en la lectura comprensiva y la expresión oral y escrita del castellano. En lo que respecta a las lenguas, no se da un adecuado uso de la lengua vernácula y del castellano, imposibilitándose la comprensión de las asignaturas por parte de los alumnos. Este penoso balance educativo, en

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opinión de los autores, persigue fundamentar la necesidad de una propuesta curricular alterna­tiva para la formación de maestros de educación primaria.

Luis Enrique López e Ingrid Jung, en base a un análisis de datos lingüísticos recogidos en clases de castellano y en entrevistas a niños vernáculo-hablantes de educación primaria, ofrecen reflexiones sobre la enseñanza del cas­tellano en contextos bilingües . Los maestros y alumnos observados son bilingües hablantes de variedades transicionales del castellano, dándose en ellos la contradicción entre el uso local y la norma nacional. ¿Qué norma de castellano usar como modelo de enseñanza? Los autores con­sideran que, en . un contexto indígena como el peruano, la enseñanza de la segunda lengua basada fundamentalmente en la lengua hablada y las habilidades orales no es lo más adecuado; proponen, más bien, privilegiar la escritura y utilizar la nonna escrita como modelo.

La cuarta y última sección recoge variados trabajos sobre la adquisición, aprendizaje y enseñanza de lenguas. Pedro Plaza describe el proceso de adquisición de fonemas consonánti­cos por parte de niños que sólo hablan el caste­llano en los barrios populares de la ciudad de La Paz, Bolivia. Comprueba que el desarrollo fonológico de los niños se completa cuando éstos tienen alrededor de 6 años de edad; que los fonemas menos aprendidos son nv. /f! y /r/, mientras que otros, como /g/, /ni, /s/, presentan menos dificultad. Comprueba también que la estabilidad de los fonemas se incrementa en la medida que avanza la edad de los sujetos de la muestra.

María del Carmen Cuba nos presenta una prueba para diagnosticar la producción fonético ­fonológica en niños de dos a cinco años. Se constata la existencia de estos fenómenos: a) armonía silábica (Mamen en lugar de Carmen); b) simplificación silábica (pato en lugar de zapato) y c) condicionamiento articulatorio (calne o caneen lugar de carne). Se comprueba, igualmente, que en el de!HIITollo fonético-fono­lógico de los niños se dan tres etapas: 1) aquella en la que encontramos los fenómenos a, b y c; 2) en la que encontramos los fenómenos by c; 3) en la que encontramos el fenómeno c.

Gabriela Miranda de Quequesana nos ofrece una muestra de la competencia comunicativa de una niña hispano-hjlblante de 8 años, estudiante de inglés como seghnda lengua, en un ambiente

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anglo-hablante. Compara dos relatos de una misma historia por parte de la niña, distando seis meses entre un relato y el otro. El análisis de los progresos realizados permite a la autora sugerir recomendaciones aplicables a la enseñanza de idiomas en general: proveer en lo posible de un ambiente "natural"; alentar en el estudiante no sólo la competencia gramatical, sino también la competencia sociolingüística, estratégica y dis­cursiva.

Judith Morris de Payne y David L. Payne proponen un método para elaborar una gramática pedagógica que sirva para enseñar un idioma aglutinante, como el asháninca, a hablantes de un idioma flexivo, como el castellano o inglés. Tal gramática, nos dicen, debe concentrarse en aspectos morfofonémicos, de acentuación, pro­nunciación, etc. a nivel de la palabra y no tanto de la sintaxis. Los autores sugieren los puntos que debería incluir dicha gramática: diálogo o texto; vocabulario; nota sobre las costumbres; sección de gramática; ejercicios (de sustitución, de respuesta mimética, de traducción y de lec­tura).

Pierre Rouquairol se erige en animado defen­sor del juego en la clase de idiomas. Si bien el juego es sobre todo actuación, no necesariamente lingüística, el profesor de idiomas puede promo­ver la "verbalización" de los juegos: esto per­mite, según el autor, ordenar el rawnamiento intuitivo y poner en juego las estructuras lógicas del pensamiento; asimismo, permite poner en uso los conocimientos lingüísticos en una muy con­creta situación de comunicación.

La última contribución es la que nos ofrecen Madeleine Zúñiga, Zaida Ponce y María Llorens en tomo a la enseñanza de redacción en una escuela primaria estatal. Un diagnóstico les hace comprobar que los ejercicios de escritura que los profesores piden a sus alumnos exigen poca creatividad; que en la redacción de los niños se da una falta de coherencia y cohesión. Se sugie­re mejorar la formación del profesor, in­cluyéndose en el currículo de formación temas lingüísticos y sociolingüísticos, temas de lingüística aplicada y temas pedagógicos.

El volumen en su conjunto constituye un aporte fundamental para la comprensión de la realidad socio-cultural peruana y para una práctica educativa más en consonancia con las necesidades y aspiraciones de la población.

J.C.G

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MOROTE BEST, Efraín. Aldeas Sumergidas. Centro Bartolomé de Las Casas. Cusco, 1989.

El Centro de Estudios Regionales Andinos "Bartolomé de Las Casas" ha reunido bajo el título Aldeas Sumergidas un conjunto de artícu­los de Efraín Morote Best publicados entre los años 1947 y 1958 en distintas revistas. Dicho esfuerro es encomiable en la medida en que muchos de estos estudios resultaban muy difíciles de encontrar en la actualidad. Los trabajos de Morote representaron en su tiempo un adelanto considerable en el conocimiento de la antropolo­gía y del folklore andinos y reflejan la activ_idad intelectual intensa que se desplegó en la Uruver­sidad de San Antonio Abad del Cusco en la década del cincuenta.

En nuestra opinión, los artículos más intere­santes integrados en la antología son los referen­tes al "Nakaq", al "Corte de primeros cabellos" y a "La zafa-casa", ya que proporcionan una in­formación de primera mano sobre prácticas y creencias que siguen teniendo vigencia en mu­chos pueblos de la sierra peruana._ Las con~ide­raciones históricas y las referencias al anl!guo Perú permiten enfocar la tradición en su dim~n­sión multisecular. Los informes que dan al m­vestigador interesado en cuestiones del área an­dina conservan toda su actualidad ya que se pue­de encontrar allí una descripción detallada de ritos y representaciones colectivas de personajes que cobran vida en la imaginación popular.

El estudio sobre "las cartas a Dios" propor­ciona un material de gran interés sobre la reli­giosidad popular. Estas cartas depositadas por la gente sencilla y piadosa a los pies de los Cristos milagrosos son el reflejo del alma agobiada por la angustia, que se que~a ante Di?s de la injusticia de los hombres o la mtol~ranc1a familiar y pide la concesión de una gracia o el éxito en sus asuntos amorosos.

Aldeas sumergidas ofrece también varios artículos dedicados a estudios de cuentos popu­lares tales como los de "El Oso Raptor", los del zorro que viaja al cielo y los que integran el elemento de la huida mágica, o de mitos como el de las "Aldeas sumergidas" o de "Las aves que engañaron a Dios". En su reflexión, MoT?te usa el método de análisis preconizado por St1th Thompson y Ralph S. Boggs e introducido en el Perú por John Rowe, quien fue profesor en la Universidad del Cusco a partir de 1942. Morote

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sintetiza versiones provenientes de distintas regiones del país, tanto de la c!Qsta, la selva como de la sierra. Los datos utilizados revelan un hondo conocimiento de la literatura oral peruana y de la cuentística popular, pero es de lamentar que nunca haya publicado las versiones íntegras . El lector tiene que aceptar sin ninguna posibilidad crítica las hipótesis del autor, sin poder hacerse una idea personal del contenido que sirve de punto de partida a sus reflexiones. Por eso el alcance de qichos trabajos resulta limitado. Además, muchas veces tenemos la impresión que, a pesar de la labor considerable a la que se dedicó el folklorista, no saca conclusiones con­vincentes. Se refiere al Motlf-Index of Folk­Llterature de Stith Thompson, al que añade nuevos motivos, pero en su método comparativo no se confronta nunca con The Types of the Folktale de Antti Aame y Stith Thompson, obra que quizás le hubiera llevado a considerac\ones diferentes. Sin embargo, a través del estud10 de las numerosas variantes en su posesión, propone un panorama general de los relatos que puede servir de base para el conocimiento de los cuen­tos y los mitos analizados.

Aldeas Sumergidas integra, además, el dis­curso inaugural que pronunció Efraín Morote Best en la ceremonia de apertura del VII Con­greso Nacional de Folklore, celebrado en Cusco en junio de 1984. Allí, el disertante expone las dolencias que sufre el estudio del Folklore, en particular la carencia de ''.conceptuacl~mes bási­cas relativas a la esencia y a los fines de la propia disciplina" y la .ausencia de "est:ru~!ura­ción de un aparato teónco y metodológico . Lo interesante en esta disertación es que el autor retoma bajo una nueva luz su artículo sobre "Aldeas sumergidas" publicado años atrás e intenta actualizarlo con sus conocimientos pre­sentes. En la "Addenda" hace lo mismo con el personaje del Nakaq. Así pod~mos percibir nuevos enfoques sobre temas anllguos.

Aldeas Sumergidas tiene indudablemente un valor histórico ya que Morote aparece como el precursor de un movimiento que se desarrollaría en los años sucesivos. Proporciona puntos de referencia valiosos acerca del folklore peruano, pero consideramos que representa un punto de partida y que los estudiosos de la antropología y del folklore necesitan profundizar estos aportes e integrarlos en una reflexión más amplia sobre cultura y sociedad.

N.F.

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RODRIGUEZ PASTOR, Humberto. Hijos del Celeste Imperio en el Perú (1850-1900). Migración, agricultura, mentalidad y explotación. Instituto de Apoyo Agrario. Lima, 1990.

Desde mediados de los años setenta, Hwn­berto Rodríguez ha estado publicando artículos, ensayos, bibliografías y monografías sobre los chinos en el Perú para educar al público general y a la comunidad erudita sobre este grupo de inmigrantes. La inspiración le vino a Rodríguez durante su período como primer director del Archivo del Fuero Agrario, donde descubrió informes detallados de la mano de obra en las plantaciones, en registros de fundos que per­duraban. El libro que reseñamos, versión cer­cana de su reciente tesis doctoral en antropolo­gía en la Universidad de San Marcos, es su con­tribución más exhaustiva y valiosa. Este libro no es, como lo sugiere su título, una discusión general sobre los chinos en el Perú de 1850 a 1900, sino un estudio sobre los trabajadores chinos en las plantaciones desde aproximada­mente 1870 a 1900, parcialmente coincidente con fragmentos de información de períodos an­teriores, y sobre los chinos urbanos. Combina información de sus publicaciones anteriores con material nuevo para producir el mejor libro en español sobre este importante y olvidado tema.

La mayor parte del texto está dedicada a un análisis de las condiciones de trabajo y de vida en las plantaciones costeñas, con cieno énfasis en los fundos Cayaltí y Pallo, que tienen regis­tros especialmente detallados sobre los chinos. Para el especialista ya familiarizado con recien­tes publicaciones en inglés sobre los trabajadores chinos de las plantaciones, algo del texto será lectura conocida. Rodríguez describe brevemente las causas históricas de la irunigración fonada de sirvientes chinos contratados ( 1847-1874 ), principalmente la abolición de la esclavitud del africano, antes de entrar a un estudio más deta­llado de la recontratación de los chinos en los años 1870. Aquí resalta Ía libertad que tenían los chinos para elegir entre permanecer en las plantaciones como trabajadores contratados o asalariados, o marcharse. $i bien éste es un punto importante, se requiere calificarlo. Los chinos estaban sometidos también a IDl duro régimen de control social que incluía la servidumbre crediticia, el cas~o corporal y el encarcela­miento.

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Rodríguez es consciente de que tal explo­tación ocurría, pero no la trata dentro del con­texto de una movilidad restringida. Proporciona, sí, una discusión sobre las reacciones de los chinos ante la explotación, reacciones que in­cluían la rebelión, la fuga y el suicidio.

Como nos dice Rodríguez, por los años 1880 muchos chinos estaban siendo reclutados para trabajar en las plantaciones por contratistas chinos, quienes eran propietarios, asimismo, de tiendas en los fundos en las que vendían alimen­tos, telas y opio. Estos contratistas fueron los predecesores de los enganchadores peruanos, a quienes Rodríguez también examina brevemente.

Si bien éste es un capítulo empíricamente rico, no tiene una estructura analítica muy sólida. Los contratistas chinos deberían ser percibidos como pane de una pequeña burguesía emergente cuya movilidad social vino a través de la explo­tación de sus compatriotas y cuyo éxito ayudó a los propietarios de plantaciones a sobrevivir un período de crisis económica y escasez de mano de obra. Considerados dentro del contexto de la formación y conflicto de clases, los contratistas chinos asumen un papel mucho más imponante en la historia del período.

En el mejor capítulo de su libro, Rodríguez ofrece descripciones breves de algunos per­sonajes chinos. Esta sección, que apareció an­teriormente en forma de anículo, presenta una perspectiva única y es una contribución valiosa para la historia social. Sus estudios de caso incluyen a un contratista y a un fugitivo, quienes nos recuerdan los diferentes tipos de personali ­dad del esclavo encontrados por John Blassin­game en el período anterior a la guerra de sece­sión en el sur de los Estados Unidos.

El capítulo final estudia la cultura china (can­tonesa) en las áreas rural y urbana. La discusión proporciona trozos de información sobre curas medicinales chinas, mención de chinos en la poesía y prosa de autores peruanos, y ejemplos de racismo y etnocentrismo por peruanos .

El libro incluye apéndices, un ensayo biblio­gráfico y numerosas reproducciones de graba­dos que muestran la vida cotidiana y la cultura de la China, así como fotografías de chinos en el Perú. El libro fue publicado con el apoyo financiero de la comunidad china del Perú, que ha invertido sabiamente en un estudio de tras­cendencia erudita.

M.J.G. Traducción de SMila Campion

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ROSTWOROWSKI, María. Historia del Ta­huantlnsuyu. Instituto de Estudios Peruanos. Lima, 1987.

María Rostworowski es una autodidacta. Se interesó por los incas leyendo a Prescott y con­versando con Porras, cuando Ancón era todavía una caleta alejada de Lima. Aprendió el quehacer del historiador como cualquier artesano aprende su oficio, con entusiasmo y paciencia. "Aún recuerdo mi desesperación ante mi incapacidad de leer un documento del siglo XVI. La lenta tarea de aprender a descifrarlos fue un reto a mi vehemencia". Eran los años cincuenta. Se olvidó momentáneamente de Pachacutec Inca Yupan­qul (su primer libro) y del Cusco para dirigir su atención a una de las provincias del imperio: los señoríos de la costa norte. En los años que siguieron investigó sobre Chincha, los valles de Lima, Lunahuaná y se preocupó tanto por la vida material (la pesca y los intercambios entre las etnias) como por los dioses y los mitos. Los conocimientos y la experiencia que fue reuniendo le permitieron discutir algunas interpretaciones acerca del país de los Incas. Cuando John Murra, desde sus investigaciones sobre Huánuco y los Lupaca, propuso la llamada "verticalidad andina", María Rostworowski sacó a relucir casos en los que se organizaba el espacio de otra manera. Tal vez estas discusiones fueron convenciendo a nuestra historiadora de la nece­sidad de olvidar momentáneamente la región de la costa central para regresar al Cusco y buscar trazar una imagen global acerca de los Incas. Es la finalidad de su último libro, Historia del Tahuantlnsuyu. En cierta manera, un alto en un largo itinerario.

Los Incas lograron conformar un dilatado imperio en el lapso de un siglo. La expansión fue obra -si se puede emplear estos términos- de los cuatro últimos monarcas. Este hecho plantea algunos interrogantes que vertebran el libro de María Rostworowski: "Es necesario encontrar una explicación para el repentino auge inca, su engrandecimiento casi explosivo, así como su rápida desestructuración" (pp. 95-96). Al final de la lectura se puede concluir que el libro ofrece una versión plausible acerca del ocaso inca. Fue resultado de las propias contradicciones genera­das en su rápida expansión: el crecimiento de una numerosa "clase administrativa", las exac­ciones a que el Cusco sometía a sus provincias,

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el duro sistema de mitmaqs y yanas, los conflic­tos consiguientes entre la capital y las etnias locales, la cohesión que se resquebraja, fi­nalmente el conflicto entre las panacas. Los europeos llegan en el momento más adecuado (para ellos). El Tahuantinsuyu pasaba por una grave crisis interna. Nunca antes había sido tan vulnerable.

Hace algún tiempo, V ar gas Llosa proponía una interpretación de -ia captura de Atahualpa. En el enfren~iento entre la hueste europea y los soldados incaicos creía ver la contraposición entre Oriente y Occidente, el despotismo de un lado y la libertad del otro, el Estado y la inicia­tiva individual. El triunfo de los europeos era la victoria del mundo moderno sobre el tradicional. Esta interpretación prescinde de lo que podía estar pasando en el interior del imperio Incaico. Creo que, como indica el mismo título de su libro, María Rostworowski muestra que esa sociedad incaica tenía una historia, atravesada por conflictos y que no se reducía al eterno retomo imaginario del tiempo mítico. Desarro­llar esta idea requería afrontar otro aspecto del problema: explicar cómo una pequeña etnia logra la hegemonía sobre todas las demás. Aquí el libro no es tan convincente, quizá porque falta discutir la articulación entre mito e historia, por la carencia de mayores evidencias arqueológicas (los límites de la etnohistoria) o por una cierta prescindencia de los conceptos en la exposición.

La antinomia entre Oriente y Occidente a la que recurre Mario Vargas Llosa es muy vieja. Fue utilizada por Gramsci . Antes por Marx . Podría remontarse la búsqueda de sus orígenes hasta Montesquieu y todavía retroceder más allá en el tiempo. Pero en V ar gas Llosa más bien se pueden encontrar ecos de la retórica anti­comunista que propuso Wittfogel en los años 30, el estudioso de China y de las llamadas civilizaciones hidráulicas, a quien la crítica al stalinismo lo llevó a trincheras radicalmente opuestas . Democracia frente a despotismo; Occidente y el resto del mundo. Pero aun admitiendo tan gruesas simplificaciones (calca­das del presente y de la división del mundo en dos bloques), los Incas no entran tan fácilmente bajo el rótulo de Despotismo Oriental. A dife­rencia de otras civilizaciones, la andina transcu­rrió casi en un completo aislamiento: una situa­ción de excepción en la historia universal. El medio ecológico en el que se desarrolló fue muy peculiar, como resultado de la combinación entre altitudes y climas. Todo esto dio lugar a un

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conjunto de instituciones específicas como los mitmaqs: esas poblaciones transplantadas de un lugar a otro por acción del Estado. El sistema de los mitmaqs debió de ser muy violento, espe­cialmente para quienes fueron sus víctimas. Sin embargo, en los Andes los imperios fueron tar­díos. Si bien la agricultura tiene una historia que podría remontarse a 6,000 u 8,000 años atrás, no sucede lo mismo con el Estado. El primer fenómeno de centraliz.ación panandina se con­formó alrededor de un santuario rel ig ioso (Chavín). Todavía sigue abierta la polémica en tomo a Huari: si fue o no un imperio y hasta si llegó a exis tir (Lumbreras y Shady). Todo lo dicho podría llevarnos a considerar que los Andes produjeron una antigua y robusta civili­zación campesina, que los Incas no suprimieron. " La hegemonía inca no in tentó anul ar la exis­tencia de los grandes señoríos étnicos porque sus estructuras socioeconómicas se apoyaban en ellos ( .. . ) Cada microetnia conservó sus carac ­terísticas regionales sin que, en n ingún momen­to, el Estado cusqueño procediera a anular sus singularidades" (p. 287).

Pero el aislamiento andino no es razón para olvidar los conceptos y no aspirar a entender esa sociedad en los marcos mayores de una historia comparada. María Rostworowski omite citar, discutir o cri ticar algunas síntesis sobre los Incas escritas antes -y no en fechas demasiado lejanas-, como los libros de Métraux y Favre. Una omisión quizás más importan te es el ambi­cioso texto de Friedrich Katz The Ancle nt America n Civilization, donde se establecen comparaciones entre los Andes y Mesoamérica. A veces no queda muy claro cuál es el utillaje conceptual sobre el que se organiza la visión propuesta en Historia del Tahuantlnsuyu . La autora dice que no es partidaria de emplear la palabra imperio, "pues el significado cultural de esta última no interpreta ni corresponde a la realidad andina" (p . 16). En ocasiones, la búsqueda de lo específico puede nublar el análi­sis. Hacer de lo andino algo irreductible es la misma tentación que siempre asedia a Franklin Pease (autor de otra síntesis igualmente impor­tante incluida en la Historia del Perú editada por Mejía Baca). El término reciprocidad, en cambio, sí es admitido, aunque su uso sea un poco laxo. Esto que acabo de escribir sirve sólo para ilustrar que el estudio del país de los Incas no es sólo un desafío heurístico -como conse­cuencia de la falta:, de escritura y el filtro ide­ológico de los cronistas y administradores es-

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pañoles-, sino que además encierra verdaderas dificultades teóricas. Leer el libro de María Rostworowski permite sopesar todos estos problemas.

Finalmente, no está de más añadir que la autora siente entusiasmo por su tema . "Los naturales estructuraron modelos organizativos que asombraron al mundo europeo y sirvieron para que se creara la utopía de un Estado donde el hambre, la necesidad y la miseria estaban pros­critos" (p. 283). Cualquier persona que no tolere la explotac ión de un hombre por otro no puede dejar de entusiasmarse por estas realizaciones. Eso no significa que la autora postule regresar al tiempo de los lncas . Tampoco es mi tesis, aun­que lectores apresurados de un libro mío me la han achacado. Pero no creo que la larga expe­riencia histórica de una sociedad pueda ser arro­jada como un lastre. A sociólogos y economis ­tas -demasiado seducidos por la modernidad­no les haría mal leer este libro .

A.F.G.

SMITH , Gavin. Llvelihood and Reslstancc: Peasants and the Politics of Land in Peru. Univers ity of California Press . Berkeley y Los Angeles, 1989.

En Peasant Live li hood and Resistanc e, Gavin Smith argumenta que en la determinación de la vida social de los campesinos de Huasi­cancha los límites estructurales son tan im¡xlr­tantes como las posturas ideológicas y políticas adoptadas frente a éstos. Sosliene que los diver­sos condicionantes de la vida co lidiana son enfrentados activamente a través de la re-creación cultural de la historia, proceso al cual subyace en esencia un proceso político. Con dicho fin, aúna las discusiones, normalmente separadas, de la producción económica y política de la vida cotidiana, a nivel de la unidad doméstica y de la comunidad.

Smith trabajó en Huasicancha (sierra central peruana), así como en Huancayo y Lima, luga­res de migración de los huasicanchinos, entre 1972 y 1973 y en 1981. Su trabajo, no obstante, nos remonta hasta la era prehispánica, a partir de la cual nos muestra la evolución de las prin­cipales estructuras culturales de la sociedad hua­sicanchina. Smith logra incorporar en su estudio no sólo diversos procesos de origen local, así

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como otros provenientes de la sociedad mayor, sino que hace esto tomando como su unidad de análisis, antes que el espacio territorial de la comunidad de Huasicancha en sí, a sus inte­grantes a través de sus diversos desplazamien­tos.

En el trayecto, Smilh logra varias con­tribuciones . Por un lado, nos saca del impase en las discusiones derivadas de Chayanov y Lenin respecto a los procesos de campesinización y descampesinización, señalando que dicha oposi­ción se loma estéril una vez que el campesinado es visto en el marco del conjunto de sus rela­ciones, fuera como dentro de la comunidad. Al constiruir parte de un todo mayor, el campesino de Huasicancha exhibe en efecto señales de di­ferenciación social y heterogeneidad, así como de continuidad campesina. Pero son precisamente las relaciones no mercanlilizadas las que le permilen afrontar las diversas constricciones de la economía de mercado, contribuyendo a la reproducción de la comunidad campesina pese a las tendencias centrífugas de la migración y el enlomo capitalista. La subordinación de los huasicanchinos al capital, por tanto, es formal antes que real.

Por otro lado, tomando el proceso del tra­bajo como la unidad explicativa fundamental de la producción y reproducción de la vida cotidia­na. Smith logra integrar dentro de un mismo marco de análisis su discusión de la conexión entre los recursos materiales y de mano de obra más críticos y los procesos de lucha política, experiencia histórica y producción de cultura. La racionalidad de la producción de la unidad doméstica incorpora a la vez la racionalidad de su reproducción social. Es decir, ambas respon­den no sólo al manejo de recursos de mano de obra y materiales, sino que contienen a la vez el resultado de estos manejos a través del tiempo por medio de diversos procesos políticos y el desarrollo continuo de la percepción culrural o conciencia de ello. Una vez más, el interés común en dichos recursos asegura tanto la rela­ción como la comunicación a través del tiempo de los diversos integrantes de Huasicancha, tanto en su lugar de origen como en Lima y Huan­cayo.

El acceso común a una mano de obra no asalariada y a un conjunto de recursos de tierra y animales en Huasicancha. no obstante, tiene como contraparte necesaria la prestación del equivalente de una renta en diversos servicios al interior de la comunidad. Como último punto,

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cabría preguntar si en el fondo no es éste el criterio fundamental de la '..definición de un campesinado y no, como nos dice Smith, su participación dentro de un complejo mayor constiruido por la economía de mercado -hoy en día una condición de vida universal, aun entre grupos tribales (Wolf 1982)-. Mayor precisión en la elección de la diacrítica utilizada para la definición del campesinado habría permitido explicar mejor la asc-endencia particular de lo político en este caso, en tanto ello no tiene una misma importancia en todo lugar o momento (Sider 1976). Pero, en resumen, éstas obser­vaciones son aspectos secundarios al interior de una obra que, en términos generales, es sobre­saliente en su aporte tanto etnográfico como teórico.

L.W.

REFERENCIAS:

SIDER, Gerald. "Chris!Tnas Mumming and the New Year in Outport, Newfoundland", Past and Present, 71 : 102-25. 1976

WOLF, Eric. Europe and the People without Hlstory. University of California Press. Berkeley.

STEIN, William W., El levantamiento de Atusparia. Mosca Azul. Lima, 1988. 365 pp. Traducción de Jessica McLauchlan.

"Este libro es el resultado de un esfuerzo por reunir los materiales básicos sobre el movimien­to popular de 1885 en la sierra de Ancash. No pretende ser definitivo, sino, más bien, aspira a reunir y comentar los documentos que confor­maron la materia prima de los trabajos anterio­res ... " Con estas palabras, William Stein inicia su libro subtitulado "El movimiento popular ancashino de 1885: un esrudio de documentos". Aun con tan circunscrita intención, el texto que Stein nos presenta es evidentemente multifacético y pretende aclarar distintos aspectos de la poco conocida pero muy significante rebelión de 1885 en Ancash.

Los documentos citados y parcialmente re­producidos son en su mayor parte textos edita­dos que aparecieron en los periódicos limeños de la época. con la excepción de un interesante

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capítulo sobre la represión de la rebelión. en donde Stein emplea algunas de las fuentes manuscritas depositadas en el Archivo Histórico Militar del Centro de Estudios Históricos Mili­tares del Perú, en Lima. Sin embargo, no exa­mina las fuentes manuscritas sobre la rebelión utilizadas, por ejemplo, por Augusto Alba, en su libro Atusparia. y la revolución campesina de 1885 en Ancash (Ediciones Atusparia, 1985), la mayor parte de las cuales se puede encontrar en archivos limeños. Cabe señalar que, desafor­tunadamente, el sistema de citación de fuentes no es Jo suficientemente detallado como para compararlas adecuadamente con las de la obra de Alba (la cual, lamentablemente, tampoco cuenta con un sistema consistente de citar y compilar fuentes inéditas). Además de estas fuentes, el antropólogo Stein emplea relatos orales recogidos durante trabajos de campo en el Callejón de Huaylas.

El libro refleja una prolongada dedicación al estudio de la realidad campesina ancashina. En esencia, es una recopilación de una serie de artículos éditos e inéditos escritos en inglés entre (creemos) 1976-88, los cuales se transforman en unos diez capítulos, cuyo conjunto ofrece una interpretación heterogénea y fragmentaria de los hechos de 1885. Hay capítulos sobre las "con­diciones de vida", la "sublevación de Atusparia", "el debate periodístico en Lima", "el papel del ritual y del clero", "apreciaciones militares acerca del movimiento", "la visión del campesinado", etc. Nos detendremos en algunos de éstos con el fin de dibujar su derrotero.

En su "Prefacio", Stein pretende enfatizar la iniciativa histórica de los campesinos ancashi­nos. Anota: "Comencé a interesarme en los movimientos populares por un trabajo de histo­ria oral ... en el curso del cual se me hizo evi­dente que el interés de los campesinos por mejorar sus condiciones de vida y sus propias luchas reivindicativas eran rasgos vigentes de la vida del campesinado, y no los resultados de 'intervenciones' bien intencionadas.de 'reforma­dores' externos, ni 'subversiones' de 'agitadores externos', ambas formas de megalomanía y paranoia burguesa que nos son familiares a todos ... La idea de un campesinado pasivo es una afirmación etnocéntrica que debería ser relegada al basurero de la historia. Y es mi más ansiada esperanza que este libro sea una pequeña contribución a aquel fin". Creemos que esta reseña debería coniestar esta pregunta, es decir: ¿es su "más ansia& esperanza" (desde Juego

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laudatoria) realmente realizada con este libro? A pesar de querer emplear ciertos elementos

del discurso de la "nueva historia social", iden­tificándose en un primer momento con un tra­bajo de E.P. Thompson, el análisis global que el libro nos presenta parece fundamentarse en conceptos y métodos que no estarían de acuerdo con dicho discurso histórico. Hay varios elemen­tos de análisis que aparecen de una manera a priori. Por ejemplo, Stein tiende a definir a "los campesinos" recurriendo a rasgos generalizantes o ahistóricos . Por definición, los campesinos tienen ciertas características políticas (o "pre­políticas''), su pensamiento es tal porque sus formas y modos de producción (agropastoral, etc.) y reproducción ("reproducción simple") y su inserción "servil" en la economía y sociedad regional, los limitan o los sobredeterminan así. Distorsionando la tesis de Eric Wolf (1970) y contradiciendo su tesis inicial, Stein afirma que los campesinos, por ejemplo, serían incapaces de liderar sus propios movimientos: necesitan aliados "urbanos". Estos mismos elementos explican la naturaleza del movimiento y su inevitable fracaso.

Las aseveraciones mencionadas vienen a reíle jarse en la ahistoricidad del estudio: no se preocupa por defirúr la formación histórica de clases o de etnias a través de luchas y oposi­ciones. No hay un análisis de la resistencia a través del tiempo, indispensable método histórico para el entendimiento de las rebeliones campesi­nas andinas, como sugería Stem (1987). En cambio, Jo que Stein nos ofrece son imágenes fotográficas de "las condiciones de vida" en el Callejón de Huaylas alrededor de 1885; pero en realidad este capítulo, aparte de un breve análi ­sis del impacto de la Guerra del Pacífico y la subsiguiente Guerra Civil en Ancash, se basa mayormente en datos sociológicos proyectados hacia atr.ás: hay relaciones "serviles" de clien­telismo; hay una pequeña burguesía mestiza desubicada, pero no hay un proletariado; hay explotación del campesinado por los gamonales que buscan extender sus dominios (sin dar sufi­ciente evidencia); hay dos mundos separados en sentido social e ideológico: Jo urbano y lo rural, etc., etc. Todos estos elementos analíticos (o si se quiere, bagaje sociológico) son los mismos que, según nuestra lectura, el propio Edward Thompson ha intentado criticar y hasta extirpar del análisis histórico. Aquí aparecen en abun­dancia.

Retomaremos la cuestión de la supuesta

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contradicción urbano-rural. Para Stein, esta división es fillldamental para entender los hechos y motivos de 1885. Hay que notar que lo pre­sentado aquí es esencialmente un resumen de su artículo publicado hace varios años en inglés bajo el útulo "Townspeople and Countrypeople in the Callejon de Huaylas". Para nosotros lo fundamental de ese artículo fue la noción socio­lógica de la estructura vertical del poder en los Andes, análoga a un "triángulo sin base" (ver Stein 1985: 328), donde los gamonales y los mistis "urbanos" dominaban omnipotentemente a un campesinado atomizado y pasivo. H,ay una transparente contradicción con el discurso teórico arriba mencionado. Vale recordar que el mode­lo del "triángulo sin base" ha sido severamente criticado por Martínez Alier ( 1977), Nelson Manrique (1988) y el que escribe (Thurner 1989). Pero aún más problemáticas, en este caso, son las categorías mismas (y exclusivas) de lo ur­bano y lo rural. Es evidente que en el siglo pasado la división urbano-rural no era muy clara, especialmente en zonas como el Callejón de Huaylas. ¡Ya Flores Galindo (1984: 17) habla de la nebulosidad de esta división en la Lima entre los siglos XVIII-XIX! Y Lima era mucho más urbana que Huaraz. Flores Galindo analiza las clases sociales en formación histórica, lo cual le permite romper estas fáciles divisiones asumidas a priori. En el Callejón de Huaylas del siglo pasado, indígenas "campesinos" habi­taban en ciertos barrios de los pueblos o "ciudades"; los mestizos vivían en las estancias; algunos terratenientes residían en haciendas y asientos mineros; mestizos urbanos mantenían chacras en las comunidades o estancias indíge­nas. En pocas palabras hubo una estrecha inter­penetración pueblo-campo que no permite pen­sar la imagen presentada por Stein.

Esta imagen es la de una región donde regía una "utopía urbana" y otra "rural", las cuales se diferenciaban abismalmente entre sí y descarta­ban, en efecto, la posibilidad de formular un proyecto político popular viable en 1885. El discurso utópico sobre el "Rey-Inca" fue nece­sariamente una manipulación ideológica mestiza; no pudo ser campesina porque los campesinos ancashinos (casi por definición) no consumen dicho discurso: están simplemente interesados en la "reproducción simple" del orden servil. (Cabe notar que la noción de "reproducción simple" es de Marx, pero, como mucho de lo escrito por Marx en cierta época sobre campesi­nado, no refleja mayor apreciación de los cam-

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pesinos como actores históricos, sino como fuerzas reaccionarias). A pe~ de este pronun­ciamiento, en el capítulo "la visión del campesi­nado", Stein presenta algunos textos de relatos o mitos estilo "Inkam~· recogidos durante su tra­bajo de campo en los años 50 y 60. Concluye que no existen elementos mesiánicos en estos mitos, y que al parecer tampoco los hubo en 1885, aunque no descarta la posibilidad de un "culto de crisis" en aquellos años. Sugiere que se requiere di! más estudios.

¿Cómo resume entonces el carácter del le­vantamiento de 1885? Stein prefiere categorizar la rebelión de 1885 como un "movimiento popular" liderado por elementos mestizos cace­ristas, de carácter multi -clasista y esencialmente antifiscal (siguiendo a Kapsoli 1977). Niega \Ul

contenido étnico en el movimiento: las repetidas voces que pronunciaban una "guerra de castas" o de "razas" son simplemente maniobras ide­ológicas de la élite que trata de ofuscar el papel de "los insurgentes urbanos comprometidos en ella" para de esta manera "conservar el orden servil", echándole la culpa a "la indiada". Ese rol hegemónico de la élite ancashina y limeña es consistente con la concepción puramente (y ahistóricamente) instrumental que Stein declara acerca del estado (ver p. 202); el estado no es más que una suerte de violencia organizada: en una palabra, represión. Para Stein, a pesar del limitado carácter popular y antifiscal del movi ­miento -y a pesar también de la actitud a veces revolucionaria del campesinado-, la rebelión tuvo que fracasar y de hecho fracasó. La rebelión, según Stein, "ni siquiera logró la abolición final de la contribución personal .. . , los campesinos siguieron siendo explotados" (p. 312), ni alteró las relaciones sociales vigentes. Lo que Stein ignora es que la rebelión buscó terminar con la excesiva e injusta (porque el estado ya no cumplía el rol de proteger sus tierras) con­tribución personal, o "tributo", como la llamaban los campesinos de Huaylas. Y es aquí donde Stein (y Alba) comete un error fundamental. Todos los documentos fiscales coinciden en que después de 1885 los campesinos indígenas de Huaraz y la mayoría de los demás indígenas del departamento de Ancash no pagaron la con­tribución personal. Para ellos, la abolición ofi­cial de 1895 fue \Ul hecho pos/acto. Debido a su enfoque teórico, pareciera que Stein sólo puede explicar la naturaleza del movimiento como revolucionario o no-revolucionario, ignorando así los resultados históricos de la rebelión, dentro

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de los objetivos políticos de la época. Para nosotros no es gratuita la conclusión de que si los campesinos no buscan una destrucción total del orden vigente, significa que no les interesa más que "detener el cambio" (p. 313).

Aparte de estas (y otras) debilidades analíti­cas, hay mucho que recomendar en este "estu­dio de documentos". Es muy interesante y sugerente la comparación del levantamiento de Atusparia con la gran insurrección de José Gabriel Túpac Amaru II en 1780. Hay confluen­cias notables. Sin embargo, esta comparación carece de un cuidadoso análisis histórico de las muy distintas coyunturas, sin mencionar el gran abismo político que yace entre fines del XVIII y fines del XIX. Aunque este ejercicio es intere­sante y podría ser fructífero, pensarnos que sería más útil comparar y contrastar el caso ancashi­no con otros más o menos contemporáneos dentro del espacio andino (por ejemplo, con el caso boliviano analizado por Plan 1987). El análisis del discurso' periodístico limeño sobre la rebelión es también de gran interés y ayuda a entender el ambiente intelectual de la época, corrigiendo algunas simplificaciones en la lite­ratura provinciana sobre el levantamiento. Sin embargo, nos preocupa su (¿inconsciente?) tendencia a utilizar la "ideología" como "con­ciencia falsa" como si fuera algo opuesto a la "realidad objetiva" de los hechos. Para nosotros, la división entre "evento" y "estructura" (para Stein, "superestructura") es artificial: existe una evidente dialéctica entre ideas y hechos históri­cos.

Nos hemos tomado la libertad de criticar algunos aspectos deficientes de este libro. Pare­ciera que con el tiempo transcurrido, en algunos textos surgen inconsistencias en la argumen­tación y cierta discordancia narrativa en el conjunto. Hay momentos en que un posterior discurso teórico no es sostenido por un anterior . análisis de los hechos. Así, el análisis en su conjunto parece enfatizar "la ideología" y manipulación política de la élite --sea limeña o ancashina- mientras categ.oriza a los fragmenta­dos proyectos campesinos como esencialmente estructurales y míticos, es decir, "feudal-religio­sos" (siguiendo a Quijano 1979; ver p. 317) y "pre-políticos" (un término equívoco de Hobsbawm empleado por Kapsoli y luego pres­tado por Stein con los mismos fines). Esto se explica quizá, como hemos insinuado, por la cronología de los ~xtos, que, desde luego, re­flejarían una cierta evolución en el pensamiento

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del autor. Recordamos (y por eso empezamos esta reseña con las palabras del autor) que no es un trabajo definitivo: es una aproximación a través de ciertos documentos. Precisamente por eso lo podemos recomendar a los estudiosos del siglo XIX. Ofrece pistas de investigación y problemas analíticos e interpretativos, que, esperarnos, sean enriquecidos por nuevas inves­tigaciones. Así, el presente libro contribuirá a hacer realidad las esperanzas de su autor.

M.T.

REFERENCIAS:

FLORES GALINDO, Alberto. Aristocracia y Plebe. Lima 1760-1830. Mosca Azul. Lima. 1984

KAPSOLI, Wilfredo. Los movimientos cam­pesinos en el Perú. 11 edición. Lima, 1977.

MANRIQUE. Nelson. Yawar Mayu: sociedades terratenientes serranas, 1879-1910. Lima. 1988.

MARTINEZ-ALIER, Juan. "Relations of Pro­duction in Andean Haciendas: Peru". In: Ken­neth Duncan and Ian Rutledge, eds. Land and Labour In Latln Amerlca: Essays on the Development or Agrarlan Capltallsm In the Nlneteenth and Twentleth Centu­rles. Cambridge University Press. London and New York, 1977. En castellano ver: Los huacchllleros del Perú. IEP/Ruedo Ibérico. Lima y París, 1973.

PLA TI, Tris tan. 'Toe Andean Experience of Bo­livian Liberalism, 1825-1900: Roots of Re­bellion in 19th-Century Chayanta (Potosí)". En: Stem, ed. Reslstance, Rebelllon, and Consclousness In the Andean Peasant World, 18th to 20th Centurles. University of Wisconsin Press. Madison. 1987.

QUIJANO, Aníbal. Problema agrario y movl­m lentos campesinos. Mosca Azul. Lima. 1979.

STEIN, William W ... fownspeople and Coun­trypeople in the Callejon de Huaylas". In: W. Stein, ed., Peruvlan Contexts or Change. Transaction Books. New Brunswick. New Jersey, 1985.

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STERN, Steve. "New Approaches to the Study of Peasant Rebellion and Consciousness: Im­plications of the Andean Experience", en Stem, ed., Resfstance, Rebelllon, and Con­sclousness In the Andean Peasant World, 18th to 20th Centurles. University of Wis­consin Press. Madison, 1987.

THURNER, Mark. "Política campesina y ha­cienda andina, siglos XIX-XX", Ponencia presentada en el Simposio Internacional de CLACSO Las comunidades campesinas de los Andes del siglo XIX, FLACSO-Quito, marzo 27-30. 1989.

WOLF, Eric. Las luchas campesinas del siglo XX. Siglo XXI. México, 1970.

T AMA YO HERRERA. José. Breve historia de un historiador. (Un ensayo de ego-historia). Centro de Estudios País y Región. Lima, 1989, 214 pp.

En el Perú no existe una tradición de escribir memorias o autobiografías. Por múltiples ra­zones, que no es del caso discutir aquí, en nuestro país es usual que los personajes públicos prescindan de legar un recuento de sus vidas y/ o desempeños. Influye en ello, quizás, el hecho de que la política peruana actual no registra mayores debates a través de la palabra escrita.

Curiosamente, dentro de este panorama, llama la atención que los historiadores incurran en lo mismo, aunque la excepción más calificada haya sido don Jorge Basadre. A ello se suma el poco interés por temas contemporáneos. No se trata, por cierto, de restar validez a los trabajos que no sean del siglo XX. De ninguna manera. Es una simple constatación de la ausencia de re­flexión sobre los tiempos que se viven y de la necesidad de "una inteligencia histórica del presente", como reclamaba Pierre Nora en su recopilación sobre la ego-historia.

Precisamente, esta última corriente se ocupa de las historias de vida en las que los historia­dores dan cuenta de la manera en que se con­virtieron en tales, al tiempo que proporcionan una crónica -"hecha por especialistas"- del momento que viven. En realidad, es una disci­plina menos novedosa de lo que se cree, pero que, bien cultivada, podría rendir grandes frutos

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en el Perú, a juzgar por las circunstancias arriba descritas. \

Asumiendo este reto, el historiador cusqueño José Tamayo Herrera ha publicado recientemente Bre11e historia de un historiador ... , obra que, según propia confesión. pretende ser una crónica y un autoanálisis del autor, a la vez que una "memoria de su generación". Como se sabe, Tamayo tiene, entre sus obras, interesantes tra­bajos sobre el Cusco-republicano y el indige­nismo en Cusco y Puno. Junto a la investigación histórica practica la docencia universitaria. Asimismo, ha ocupado diversos puestos adminis­trativos, como el de Director de la Biblioteca Nacional o presidente de una Comisión Es­tatutaria Nacional convocada para reformar el sistema universitario peruano en los años setenta.

El resultado de este ejercicio es una amena autobiografía en la que se recrean múltiples situaciones a lo largo de varias décadas del Cusco contemporáneo. No es, contra lo que se pudiera pensar, una apología de sí mismo ni, tampoco, un alegato en descargo de errores. Sin embargo, su estilo polémico y agresivo, por momentos colmado de adjetivos, convierte algunos pasajes en casi un ajuste de cuentas con varios de los miembros de su generación en la cusqueña universidad de San Antonio Abad. Pocos son los sobrevivientes que quedan en pie, más magu­llados que ilesos, ante sus críticas.

El autor se autodefine como un "horno univer­sitarius a tiempo completo" (p. 189), lo que explica su énfasis en desarrollar su paso por la universidad peruana, especialmente en Jo que se refiere a los claustros cusqueños. En virtud de ello puede decirse, sin exagerar, que constituye una fuente de primera mano sobre dieciocho años (1955-1972) decisivos para los centros superio­res del país por múltiples razones, encabezadas, tal vez. por su masificación y radicalización ideológica. Obviamente, corno es de rigor, la información brindada por Tamayo requiere de una confrontación con otros testimonios.

Ingresando al terreno personal, llama la aten­ción que, en una historia de su vida, el historia­dor quede algo opacado ante el funcionario multifacético. Tamayo es, indudablemente, un autor prolífico; Juego, su testimonio pudo exten­derse más sobre los secretos de su productividad intelectual. Además, hubiese sido últil dedicar más tiempo a algunas preguntas del tipo cómo llegó a su madurez intelectual, cómo influyeron los cargos administrativos desempeñados en su reflexión académica o cuáles han sido sus rela-

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ciones con los demás historiadores nacionales, además de Basadre y Valcárcel.

Sería ocioso proseguir con preguntas ya que, en última instancia. el historiador es libre de priorizar sus temas, así sean éstos parte de su propia vida.

l. H.

TEJADA R., Luis. La Cuestión del Pan; el Anarcoslndlcallsmo en Perú (1880-1919). Ins­tituto Nacional de Cultura - Banco Industrial del Perú. Lima. 1988. 418 pp.

En los últimos años se han logrado notables avances en la renovación temática y meto­dológica del estudio sobre los orígenes de la clase obrera en el Perú. Desde las pioneras reseñas de Martínez de la Torre, los esfuerzos sistematizadores de Denis Sulmont, hasta las recientes investigaciones de jóvenes académi­cos peruanos y extranjeros, se observa el paso de una historiografía centrada en conflictos "de clase" a una preocupación más amplia que, sin olvidar los conflictos sociales, abarca distintos aspectos de la vida cotidiana de los trabajadores. Dentro de esta última corriente se encuentra el reciente libro de Luis Tejada, La Cuestión del Pan.

El libro de Tejada es de lectura indispen­sable para todos los interesados en la historia social del Perú, especialmente de sus clases populares urbanas. La investigación se ubica en el período menos conocido de 1880-1919, pre­vio al surgimiento del movimiento obrero or­ganizado y a la fundación de los partidos Apris­ta y Comunista. Además, es el único estudio que explora a profundidad a un grupo de obre­ros que trabajaban bajo formas artesanales de producción, los obreros panaderos, situación similar a la de la mayoría de las clases popu­lares de Lima de entonces. Lo más valioso, sin embargo, es la riqueza de documentación que el libro contiene. Es evidenté que el autor ha reali­zado un esfuerzo extraordinario para combinar información de ocho periódicos anarquistas, cuatro periódicos de la época, dos archivos obre­ros, un archivo de propietarios industriales, con historias de vida de excepcionales actores del período. Todo esto sin contar la amplia biblio­grafía secundaria 41!1 caso.

El libro está org'anizado en dos partes. En la

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primera, "El Pan de Cada Día", se presenta el contexto demográfico de la ciudad de Lima a inicios del siglo XX, las características físicas y productivas de las panaderías de la época, y las particularidades sociales y culturales de quienes intervienen en esta actividad: el industrial pana­dero y el obrero artesano. La segunda parte, "Cultura y Organización", trata del surgimiento del sindicalismo a través de la pugna entre anarquistas y mutualistas por el control de la Federación de Obreros Panaderos "Estrella del Perú". El autor busca construir sus argumentos tratando de utilizar todos los aspectos que inter­actúan en la vida cotidiana de las personas que por una u otra razón tienen que ver con la producción y consumo del pan. Esta decisión, tal como se afirma en la introducción, llevó a que el objeto de estudio se diversificara hasta el punto que el propio autor confiesa con hidalguía la confusión que por momentos lo invadió (p.19).

Detrás de la opción de Tejada creemos perci­bir la propuesta de "historia total" que Alberto Flores Galindo ha impulsado entre sus estudian­tes de la Universidad Católica. El problema es que dicha propuesta es difícil de alcanzar, ya que si bien se postula dar cuenta de los diversos factores que convergen en los fenómenos socia­les, ello no significa la ausencia de un argu­mento central que organiza todo el discurso interpretativo. Precisamente, la crítica general al libro de Tejada es que resulta difícil percibir con claridad cuál es el argumento que, más allá del vínculo común con el pan, organiza todo el texto. Es más, tenemos la impresión que las dos secciones del libro pueden ser leídas de manera independiente, ya que no existe una explícita coherencia argumental entre ambas.

La Cuestión del Pan aporta sugerentes pis­tas de análisis sobre diversos aspectos de la problemática obrera de inicios del siglo XX, lo cual es importante discutir en detalle. Primero, Tejada muestra la existencia de cierta homo­geneidad étnica y cultural en la mayoría de afiliados a la Federación "Estrella del Perú": limeños, mestizos, criollos, solteros y casi en su totalidad de sexo masculino (p.104). Luego, el autor se pregunta por las circunstancias y me­canismos que determinan que un hombre prove­niente de este sector social trabaje de obrero panadero y no en otro oficio. Lamentablemente, luego de plantear el problema, Tejada no da una respuesta satisfactoria, remitiéndose al testimo­nio de un viejo líder obrero que enfatiza las "deudas" con el dueño de la panadería como

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criierio de incorporación al trabajo (p. l 05). Sin embargo, exisien otros estudios que, par­

tiendo de semejantes evidencias empíricas, plan­tean la necesidad de introducir el concepto de etnicidad en la definición de las opciones labo­rales de los trabajadores. Por ejemplo, en el mismo período histórico, negros y mulatos monopolizaban los oficios de construcción civil y choferes de servicio público. Estas personas, a través de una red de relaciones personales (compadrazgo, paisanaje o barrio) transferían los nuevos puestos de trabajo a sus familiares y amigos cercanos (Stokes 1987). Mecanismos semejantes eran utilizados por trabajadores tex­tiles (Sanborn 1985) y costureras (Miller 1987). Quizás, entonces, lo mismo ocurría con los panaderos y esto explicaría su homogeneidad sociocultural y también el que mayoritariamente provinieran del barrio de Malambo (Rímac). Creemos que el criterio de etnicidad es mucho más convincente· que el argumento de las "deudas". Además, resulta coherente con el hecho de que el desarrollo capitalista de inicios de siglo, si bien consolida el criterio de "clase" como eje ordenador de la sociedad, no significa la anulación de lo étnico como elemento de identidad y comportamiento social. Sobre esta perspectiva aún falta mucho por explorar.

Un segundo aporte es la discusión sobre la doble condición laboral de los obreros que tra­bajan bajo condiciones artesanales de produc­ción. Según el autor, estos trabajadores deberían ser definidos como obreros-artesanos; obreros en la medida "que no son propietarios de medios de producción, venden su fuerza de trabajo por un jornal y están sujetos a las reglas de produc­ción dictadas por el dueño de la panadería". Asimismo, artesanos "porque la destreza ma­nual, experiencia y conocimiento de las materias primas son los factores que definen la calidad del producto". Esta doble condición. además, explicaría una ambivalencia en los roles que dichos trabajadores establecen al interior de las panaderías: servilismo con el dueño para ob­tener beneficios personales, al mismo tiempo que se organizan sindicatos y se reivindica con un discurso radical la identidad obrera de clase.

Sobre un tercer punto, el origen del mutua­lismo, tenemos cierta discrepancia con lo señala­do en el libro. El autor prioriza factores exter­nos al señalar que el mutualismo habría sido trasplantado a América Latina entre 1840 y 1860 por exiliados europeos seguidores de los socialis­tas utópicos Saint Simon, Fourier y Owen

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(p.246). Dicho argumento ignora un hecho his!6rico: las sociedades mut\.lijlistas tienen como antecedente los gremios de 'artesanos que se establecen en los primeros años de la Colonia y que logran sobrevivir hasta inicios de la República. Es recién a mediados del siglo XIX, con la aparición en el mercado peruano de productos importados, que los artesanos locales, descontentos por la competencia, se habrían agrupado por oficios-en sociedades de ayuda mutua. Años más tarde, con la bancarrota económica producida por la Guerra del Pacífico (1879-1883), estas sociedades se consolidan ins­titucionalmente por ser los únicos medios a través de los cuales los trabajadores podían aliviar sus necesidades materiales. Así, el origen y vigencia del mutualismo no se explicarían por factores externos. Al contrario, sería su funcionalidad con las necesidades de los trabajadores lo que le habría dado vigencia en un período his!6rico con­creto.

En contraste, los capítulos dedicados al anarquismo son los mejor elaborados del libro. Mostrando conocimiento del tema, el auior hace un análisis detallado de las ideas fuerza que sustentan el discurso de los ideólogos del anar­quismo peruano: el intelectual Manuel Gonzales Prada y los obreros Manuel Caracciolo Lévano y su hijo Delfín Lévano. También se revelan los vínculos que los anarquistas locales mantenían con el príncipe ruso Piotr Kropotkin, líder de la corriente libertaria conocida como "ComunismÜ\ Anarquista" (p.208). Los problemas surgen al pasar de la descripción al análisis, donde el tratamiento del tema pierde rigurosidad por las explícitas simpatías que el autor tiene para con los anarquistas. Como Tejada mismo revela, desde los inicios de la investigación "yo ya había tomado partido, me había convertido en admira­dor de los anarcosindicalistas más lúcidos, los Lévano" (p.16).

Los compromisos de fe reemplazan los argu­mentos académicos cuando se trata de explicar por qué los anarquistas no pudieron construir una influencia estable entre los trabajadores. El autor explica esta limitación por la obstruccionis­ta labor de los mutualistas, a quienes descalifica por no tener convicciones propias y oponerse a los anarquistas sin saber por qué (p.200). La razón de este comportamiento, además, radicaría en la personalidad (?) de los obreros mutualis­tas, quienes eran "poco solidarios, sectarios, violentos ... dispuestos a cualquier cosa con tal de lograr beneficios personales" (pp.270-271).

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Otros historiadores argumentan de manera distinta. Por ejemplo, para Peter Blanchard, los altibajos de la influencia anarquista estarían en relación con los ciclos económicos y las huelgas. Así, la influencia anarquista habría sido mayor cuando la situación económica era grave y las luchas reivindicativas intensas. En esos momen­tos, el discurso y la práctica de confrontación que impulsaban los anarquistas eran populares porque permitían obtener ciertas reivindica­ciones. Lo contrario ocurría en tiempos de esta­bilidad económica, cuando la participación de los dirigentes mutualistas en el sistema político oligárquico rendía beneficios materiales a los trabajadores. En esos momentos, el discurso y la práctica anarquistas eran dejados de lado (Blanchard 1978).

Un último comentario: en pocas opor­tunidades un libro revela tan nítidamente las po­tencialidades y los peligros que están presentes cuando el autor es objeto y sujeto de su propia investigación. Es el caso de Luis Tejada, pequeño industrial panadero y sociólogo, y su libro La Cuestión del Pan, donde el conocimiento empírico del proceso productivo y las relaciones sociales entre patrón, cliente y trabajador Je han permitido al autor una observación profunda del objeto investigado. Sin embargo, además de sus

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declaradas simpatías anarquistas, el autor tam­bién hizo suyos los prejuicios que la cultura popular de la época tenía sobre las mujeres (pp.236-237), los migrantes asiáticos (pp.129, 254) y los obreros comunes y corrientes, que, según el autor-panadero, eran "dóciles de espíritu y vulgares de criterio" (p.131).

A.P.

REFERENCIAS

BLANCHARD, Peter. The Origlns of the Peruvlan Labor Movement. University of Pittsburgh Press, 1982.

SANBORN, Cynthia. Los Obreros Textiles: Condiciones y Contradicciones de un Nuevo Proletariado. Harvard University, 1985.

STOKES, Susan. "Etnicidad y Clase Social: Los Afro-peruanos de Lima". En: Lima Obrera, Tomo 2, 1987.

MILLER, Laura. "La Mujer Obrera de Lima: 1900-1930". En: Lima Obrera, Tomo 2, 1987.

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