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  • 8/14/2019 Poner limites. Francoise Dolto.pdf

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    1 Dolto, Franoise, La caus

    e des

    enfants, Ed. Robert Laffont, Col. LeLivre de Poche, Paris 1985

    2 Liedloff, Jean, En busca del bienest

    ar

    perdido. Ed Obstare 2003

    3 Aristteles, P

    oltica, citando porAmparo Moreno Sarda en L

    a otra pol-

    t

    ic

    a de Arist

    t

    eles, Icaria 19884 ALER, Isabel Una visin sociolgica

    de la transformacin de la maternidaden Espaa 1975-2005Universidad deSevilla

    5 Chamberlain, D. La mente del bebrecin nacidoEd. Obstare

    6 Amaryi, en sumerio literalmenteretorno a la madre; seala MurrayBookchin que curiosamente amaryies la primera palabra en la historia,que designa la libertad, concepto

    inexistente en un mundo donde nohaba represin y que lgicamentesurge cuando la libertad desaparece,con el advenimiento del patriarcado;por eso la identificacin de libertadcon retorno a la madre.

    7 Olza, Ibone Revista Mujer y Salud, Dela controversia sobre los antidepresi-vos en nios y adolescentes al debatesobre la infelicidad infantil.

    8 La obra de Alice Miller traducida alcastellano, que yo sepa es: cuatrolibros editados por Tusquets: El d

    rama

    del nio d

    ot

    ado, P

    or tu pr

    opio bien, Elsab

    er pr

    os

    crito, y La llav

    e perdida. YEdiciones B (Barcelona 2000) hapublicado L

    as races del odio. Entre laobra sin traduccin al castellano, sonimportantes Lenfant sous terreur(Aubier 1986 y Abat

    tr

    e le mur du

    silence (Aubier, 1991).

    9 Odent, Michel El b

    eb

    es un mamf

    er

    o

    Ed.Mandala

    10 Prescott, J.W. Body pleasur

    e and the

    origins violenc

    e, Bulletin of theAtomic Scientist, 1975

    11 Bachofen, J.J. El dere

    cho mat

    erno,Anthropos. Marija Gimbutas, Dioses ydiosas en la antigua Europ

    a EditorialIstmo, etc.

    12 Moreno, Amparo. Carta a laAsociacin Antipatriarcal. Boletn n4, Madrid 1989

    13 A.S. Neil Summerhill . Fondo deCultura Econmica Buenos Aires,1963. Hace diez aos se public Nuev

    o

    Summerhill (Paidos), edicin prepara-da por Albert Lamb, que incluye lasreferencias a Wilhem Reich que en suda debieron autocensurarse parahacer posible su publicacin.

    14 Camus, Albert Lenv

    ers et lendr

    oit

    Ed. Gallimard, col. Folio, 1958.

    15 Es significativo el subttulo de Por tupr

    opio bien: Races de la violencia enla educacin del nio.

    16 Schmid, J.R. El maestr

    o-c

    omp

    aer

    o y

    la pedag

    oga libert

    aria, Ed.Fontanella, 1973

    17 Greenberg, Daniel Por f

    n libr

    es! Ed.Marien Fuentes y Javier Herero (96647 20 06), Pedreguer 2004

    16

    Hace poco me llam la atencin el ttu-lo de una charla; era algo as como: Ponerlmit

    es, cundo, c

    mo y p

    or qu; estabareferido claro est a los lmites que sesupone que las madres y los padres debe-mos poner a las criaturas.

    Este es sin duda es uno de los dilemasms peliagudos con el que nos encontra-mos todas y todos los que queremos criary socializar a las criaturas que hemosparido para que sean felices, y no paraque le rindan servidumbre a nadie; y conel deseo y la firme voluntad de ser aman-tes complacientes y no dictadores o dicta-doras autoritarias

    En mi caso, la respuesta la encontren el libro de Franoise Dolto, L

    a caus

    e

    des enfants (1). En este libro FranoiseDolto analiza el trato habitual que lasmadres y padres dan a sus criaturas

    cuando empiezan a ser autnomas, y que,salvo excepciones, consiste en darles rde-nes sobre todos los aspectos de su vidacotidiana

    En esta actitud adulta hay dos aspec-tos importantes:

    Uno es la s

    ubestimacin de las c

    ap

    aci-

    dades (intelectuales, motrices, etc.) de lascriaturas.

    Segn Dolto, las madres y los padressubestiman las capacidades y cualidades(inteligencia, sensibilidad, capacidad de

    discernimiento, sentido comn, responsa-bilidad, instinto de supervivencia y senti-do del cuidado de s mismas, capacidad deiniciativa, etc.) de las criaturas en gene-ral, y las tratan como si fueran incapacespor s mismas de sentir, de pensar, de eva-luar las circunstancias de una situacindada, o de tomar la ms mnima decisin.

    Por lo general, en sociedades menospatriarcalizadas o por lo menos, menos

    occidentalizadas, podemos observar quela infancia es ms libre, y goza de unmayor reconocimiento y confianza encuanto a su inteligencia y capacidades.Sin ir ms lejos recordemos lo que decaLiedloff (2) sobre los Yequona.

    Por su parte Dolto dice que el recono-cimiento de las capacidades efectivas delas criaturas nos llevara a darles unainformacin respetuosa, confiando en sucapacidad de discernimiento, por lo menosen una gran medida, en lugar de darlessistemticamente rdenes.

    La diferencia entre darINFORMACIN y dar RDENES es cru-cial; Dolto pone un ejemplo que me parecemuy ilustrativo: a un japons que aterri-zara en nuestra ciudad no le daramosrdenes de lo que debe hacer, visitar, etc.sino que le daramos la informacin nece-

    saria para que se pudiera desenvolver porla ciudad (cmo funcionan los transportespblicos, los sitios donde dan de comermejor y ms barato, etc.), o sobre las cosasinteresantes que podra visitar, etc. Porqu no tenemos la misma actitud con lascriaturas que con el visitante extranjero?

    Para contestar a la pregunta, hay quetener en cuenta el segundo aspecto al queme he referido antes: la pr

    ep

    ot

    encia adul-

    ta.

    Porque en la actitud ante el visitante

    extranjero, adems de reconocimiento desu capacidad de discernimiento, de movi-lidad, etc. hay tambin un reconocimientode su integridad como persona, con susgustos, sus apetencias, sus prioridades,incluso su escala de valores... en otraspalabras, no slo hay reconocimiento desu inteligencia y capacidades, sino tam-bin consideracin y respeto hacia lo quequier

    e; tal es la actitud que corresponde a

    1

    1. PONER LMITES O INFORMAR DE LOS LMITESNOTAS

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    poner los lmites; el abismo entre lamadre amante verdadera, y la madrepatriarcal que representa el orden y elPoder.

    Nada es blanco o negro. A veces nosreconoceremos de un lado, y a veces delotro. Pero creo que con un poco de refle-xin sobre lo que nos jugamos, haremosesfuerzos para estar ms de un lado quedel otro.

    15

    que tragar (porque todas hemos tragado,porque las cosas son as y tiene que adap-tarse como sea, etc.) entonces es cuandoestamos haciendo de cancerberas de unorden social patolgico, estamos haciendode madres patriarcales, socializando anuestras criaturas por la va de la repre-sin y del sufrimiento.

    As pues, este es el abismo que hayentre el informar de los lmites y el

    una relacin respetuosa con nuestrossemejantes, de igual a igual.

    La actitud con las criaturas es diferen-te no slo porque como hemos dicho antes,subestimamos sus capacidades, sino tam-bin porque tenemos inconscientementeinteriorizado que estamos por encima deellas, que somos sus superiores y ellas sonnuestras subordinadas.

    Somos prepotentes con la infancia, enel sentido literal de la palabra: pre-poten-tes, tenemos el Poder previo, un Poderfctico el dinero, los medios sobre todassus actividades cotidianas; y podemosobligarlas por las buenas o por la malas,para que hagan cada da las cosas con lasprioridades y de la manera que unilate-ralmente decidimos.

    Conviene recordar que nuestro modelode hombre o mujer adulta incluye la jerar-quizacin social que caracteriza a nuestracivilizacin, uno de cuyos pilares es la

    superioridad adulta. Aristteles, en elsiglo V a.c. deca ya:

    Para hacer grandes cosas, es pre-

    ciso ser tan superior a sus seme-

    jantes como lo es el hombre a la

    mujer, el padre a los hijos, el seor

    a los esclavos. (3)

    La prctica adulta de mandar sobre

    las criaturas es tan vieja como elPatriarcado mismo; no voy a detenermeaqu ni a referir los mltiples prrafosque la Biblia dedica a este aspecto, comocimiento que es de la civilizacin judeo-cristiana; pero creo que es preciso sea-larlo para entender por qu lo tenemostan sumamente interiorizado. Y lo difcilque es sustraerse a l.

    Debido a esta interiorizacin, todos losdas sin darnos cuenta, le damos cuerda aestas supuestas incapacidades de l@sni@s que justifican nuestra superiori-dad, y no somos capaces de romper el cr-culo vicioso y la dinmica social, ni nosplanteamos otra posible relacin conell@s; no se nos ocurre tratarlas como aljapons del ejemplo: como seres humanosa los que hay que ayudar a conocer el fun-cionamiento del mundo en el que han ate-rrizado.

    Por eso a l@s ni@s, por lo general, no

    se les informa de los pormenores de la eco-noma familiar, de las obligaciones y difi-cultades de las personas adultas no soncosas de nios, se dice, y de las limita-ciones de todo tipo a las que estamos suje-tas. Y por lo mismo, ni se nos ocurrep

    onernos a analiz

    ar c

    onjunt

    ament

    e las

    posibilidades de ampliar esos lmites,

    movidas por el afn de complac

    erles en

    s

    us des

    e

    os.

    2

    2. LA IMPLICACIN EMOCIONAL QUE ACOMPAA LAS DOS ACTITUDES

    Porque no se trata de ignorar los limi-tes, sino de la forma de abordarlos; o mejordicho, la relacin desde la que se abordan,y por lo tanto, si se abordan unilateral-mente, desde la distancia emocional, o sise abordan conjuntamente, desde el deseode complacencia y de bienestar inmediato.Es decir, la implicacin emocional anteellos.

    Pues est tan arraigada la normasocial autoritaria de relacin con la infan-cia, que incluso las madres que han trata-do de respetar la etapa primal de sus cria-turas y las han dado el pecho a demanda,complaciendo sus deseos, a menudo cam-bian la actitud de complacencia cuando lacriatura empieza a andar y a ser autno-ma.

    LO QUE LA ACTITUD AUTORITARIA PRODUCE

    * Bloqueos en la relacin sentimental@adres-hij@s.

    * Freno al desarrollo de la capacidad deamar y de la sexualidad.

    * Vampirizacin de la energa vital delnio y creacin de una psique sumisa.

    * Obstaculizacin del proceso natural deaprendizaje y retraso del desarrollo dehabilidades cognitivas y motrices.

    * Stress y relaciones patolgicas; violen-

    cia.

    * Adaptacin a las relaciones competiti-vas y fratricidas.

    LO QUE LA COMPLACENCIA PRODUCE

    * Relaciones sanas y fludas entre@adres e hij@s.

    * Entorno adecuado para la expansin dela capacidad de amar y de la sexuali-dad.

    * Potenciacin de la vitalidad, creativi-dad, responsabilidad,y capacidad deiniciativa de los nios.

    * Activacin natural de los mecanismosgenticos de aprendizaje.

    * Autorregulacin y salud; carcter apa-cible.

    * Adaptacin a las relaciones fraternalesy de apoyo mutuo.

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    decir no, es saber poner lmites, ensear-les el camino, etc. etc; incluso nos dicenque es importante mostrar firmeza yseguridad en nuestras rdenes, porque asles damos seguridad a ellos y a ellas...Seguridad en las cotas de sumisin quevan alcanzando y en la reduccin de suvitalidad, pero no en su capacidad de pen-sar, de decidir y de hacer. Recuerdo unavez que fui criticada con acervo por pre-guntar a unas nias si queran comerdentro de casa o fuera en el porche; seconsideraba que eso era dar demasiadalibertad y que creaba inseguridad!!!por darles la opcin de comer fuera odentro de la casa!!! Lo peor es que encimase argumentaba con razonamientos psico-lgicos.

    L

    a sumisin es lo c

    ontrario del des-

    arr

    ollo de la pr

    opia vitalidad. Las criatu-ras no son tontas, ni son una carga ni dantrabajo; nosotras las hacemos tontas e

    intiles, a fuerza de contener su desarro-llo, de negar su impulso vital.

    Yo como madre no puedo hacer moslos lmites que esta sociedad tiene adjudi-cados a las pequeas criaturas humanas,y que son producto de un modelo de socie-dad cuyo objetivo no es el bienestar de susmiembros, sino la realizacin de las plus-valas y de los patrimonios. Mi amor demadre por su naturaleza es incompatiblecon ninguna cuota de sufrimiento y deinfelicidad de mis hij@s; otra cosa es que

    tengan que coexistir (su infelicidad y miamor), pero entonces su infelicidad sertambin ma: Y si bajo la guardia y dejo deluchar por sus deseos, y hago que miamor sea compatible con su infelicidad(si yo dejo de pasarlo mal con la represinde sus deseos), es porque estoy desnatura-lizando mi amor de madre y les estoy trai-cionando. En este asunto de los lmites,hay una implicacin emocional de primer

    orden, como he tratado de explicar, pues sihago mos los lmites, si presento a mishijos y a mis hijas los lmites asumidospor m, como si fueran cosa ma, les estoydiciendo, aunque yo no me de cuenta, queno quiero su felicidad y en definitiva queno les quiero a ell@s. Y es posible que yono me de cuenta, pero seguro que ellos yellas s lo van a sentir como una desafec-cin.

    As pues, llegamos a lo de siempre: lamaternidad consecuente es un permanen-te cuestionamiento del orden social exis-tente. La maternidad consecuente seracrear el Paraso para l@s hij@s, y si nopodemos ofrecrselo, entonces tenemosque hacrselo saber, que nuestro deseo ynuestro amor de madre es ese; que esa esexactamente la cualidad del amor demadre; pero que como no hay Paraso,pues vamos a ver lo que podemos hacerpara pasarlo lo mejor posible.

    Slo lo que representa sacar de lacama a las 7 a las 8 de la maana apequeas criaturas de dos o tres aos,incluso a veces de menor edad, interrum-pindoles el sueo para que vayan a lasguarderas o a los jardines de preescolar,es un quebrantamiento de su salud y desu bienestar que una madre no podraconsiderar nunca que es un bien para sucriatura; en todo caso, una madre quetenga que ir a trabajar para dar de comera sus hij@s, puede justificarlo como un

    mal menor; y sentir ese mal en ellamisma, en sus entraas; y esto se notaren la actitud, en la empata, en la explica-cin, en el consuelo, en la comprensin dela distorsin que eso representa para sucriatura, y el fludo emocional de la madrele llegar a sta, y le llegar incluso aun-que no tenga todava el lenguaje verbaladquirido. En cambio, si la madre consi-dera que es normal, que la criatura tiene

    14 3

    caemos las madres, que nos incapacitapara mantener el amor incondicional. Delmismo modo que los riesgos del parto sehan convertido en la justificacin de unainnecesaria medicalizacin, ocultando lausurpacin de la funcin femenina quehay detrs de dicha medicalizacin, delmismo modo digo, las supuestas incapaci-dades y desconocimientos de las criaturasjustifican la inercia del comportamientoadulto autoritario y la desaparicin delamor complaciente, al tiempo que ocultanlas verdaderas cualidades de las criatu-ras.

    Y al igual que la medicalizacin inne-cesaria del parto produce la quiebra de suautorregulacin fisiolgica y acarr

    e

    a nue-

    v

    os riesg

    os, la dinmica autoritaria tam-bin al quebrar su desarrollo anmico(capacidad de amar, sexualidad, procesode autonomizacin y aprendizaje, etc),acarrea ms y ms dificultades y, en defi-

    nitiva, la incapacidad de la criatura paradesenvolverse en su medio.

    En cualquier caso, en mi opinin,siempre es posible mantener el amor com-placiente despus de la etapa primal.Porque el amor complaciente es un hechot

    otalment

    e indep

    endient

    e de los lmit

    es

    que haya, por muy desgraciados que stossean. Son dos cuestiones de diferente con-dicin.

    Es algo muy simple; se trata de que,ante cualquier lmite que se oponga a los

    deseos de nuestra criatura, nos situemosincondicionalment

    e del lado de susdeseos; y en lugar de considerarlos meroscaprichos improcedentes, los analicemoshonesta y sinceramente con ella, junto contodos los factores que intervienen en lasituacin, para despus tomar una deci-sin conjuntamente.

    Se trata desde luego de hacer unavaloracin de la viabilidad tcnica de los

    Parece como si la complacencia ya nofuera posible; se argumenta a menudoque la criatura al andar sola se puede dargolpes, se puede caer, meter los dedos enlos enchufes, romper los ceniceros de por-celana, etc.etc. Luego crecen ms y quie-ren salir a la calle cuando toca comer, ocomer cuando toca salir a la calle, etc.

    As parece inevitable la autoridad. Eldecir no a los deseos de las criaturas.

    Dice Dolto que los supuestos peligrosque amenazan el movimiento propio delas criaturas, forma parte de un sistemaque se retroalimenta. Porque desde elmomento en que en lugar de darles unaexplicacin interponemos un no, estamosimpidiendo el aprendizaje del entorno, yes este desconocimiento del entorno, comodice Dolto, lo que le vuelve peligroso.

    L@s adult@s que han entrado sindarse cuenta en esta dinmica, aunque amenudo se encuentren en medio de una

    gran contradiccin entre su deseo de com-placencia y las obligaciones de la vidacotidiana, no ven manera de resolverlams que por la va autoritaria.Ciertamente resulta difcil desactivar elmecanismo de esta va, puesto que la pro-pia dinmica autoritaria, al impedir elproceso de autonomizacin y de aprendi-zaje, genera su propia autojustificacin.

    Sin embargo, las criaturas estn per-fectamente capacitadas para aprender amoverse en su entorno sin riesgo; y como

    es la actitud autoritaria lo que bloquea eldesenvolvimiento natural de sus capaci-dades, cuanto antes se cambie de actitud,antes y mejor aprender a moverse deforma autnoma en su medio y a hacerseresponsable de sus circunstancias.

    Ms adelante nos detendremos encmo la actitud autoritaria afecta alaprendizaje; ahora slo lo menciono paraentender la trampa del desamor en la que

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    Incluso desde el punto de vista de laeconoma capitalista, en el mbito de loprivado, es ms rentable la relacin de ta t con l@s hij@s que la autoritaria, por-que van a dar mucho menos trabajo y vana contribuir mejor y ms a la economadomstica.

    En esta cuestin de no tener en cuen-ta los deseos de las criaturas tambininfluye el que sean improductivos desde elpunto de vista de las leyes del mercado ydel trabajo domstico. Como no vivimosen un mundo donde los deseos se sacian,la dinmica de saciar los deseos de losnios y nias va contracorriente de todo.Pero aqu tambin, el aprovechar los mr-genes de maniobra posibles redundar ennuestro beneficio porque nosotras tam-bin dedicaremos ms tiempo a la diver-sin y a actividades ldicas. De hechohablando de este tema con otras madres,hemos reconocido cmo la maternidad nos

    ha trado la recuperacin de una capaci-dad ldica y creativa perdida tras unoscuantos aos de vida adulta.

    La cuestin estriba, como decamos, enque no tenemos ningn otro modelo derelacin con las criaturas excepto el auto-ritario. No tenemos ni cultura ni hbitosni modelos ni imaginacin para represen-tar otra forma de relacionarnos con lainfancia. Las experiencias que se conocen(Summerhill, movimiento de Hamburgode los aos 30 del siglo pasado (16),

    Sudbury Valley School(17) ...) son puntua-les y permanecen fuera de los circuitos detransmisin de la informacin. En cam-bio, tenemos hasta la mdula asumida lasuperioridad adulta con respecto a lainfancia, la nocin de que a las criaturashay que manejarlas, porque ellas ni sabenni entienden, y la prepotencia nos saleinconscientemente. As creemos sincera-mente que ser una buena madre, es saber

    13

    se ponen a las criaturas no estn determi-nados por el mundo y las relaciones exte-riores existentes, sino por la dinmicaadulta; porque el ejercicio del mandosobre l@s hij@s, es una de las vas msimportantes de autoafirmacin de nues-tros egos. Toda la vida obedeciendo, ahoraaqu soy yo la que mando. Las cosas sehacen porque s y porque lo digo yo.

    Entonces te das cuenta de que hay undeterminado margen de maniobra paracomplacerles los deseos que normalmenteno se aprovecha. Y que se pueden tomarmedidas concretas para aprovechar dichomargen; porque nadie nos obliga a tenerceniceros de porcelana, ni mesas puntia-gudas, ni aparatos elctricos a su alcance,ni sofs de terciopelo, ni paredes de gote-le, etc.etc. sino que tendremos la casaamueblada y organizada, teniendo encuenta la existencia de una criatura quetiene tanto derecho como nosotras a

    deambular y utilizar la casa, segn susdeseos; a utilizar el sof como cama els-tica, las paredes para pintar, etc.etc.

    La experiencia adems indica, quecuando se deja el principio de autoridad yse cambian las rdenes por la informaciny la complacencia, los nios y las nias noslo muestran una gran comprensin,complicidad y generosidad hacia los adul-tos y adultas que les tratan de ese modo,sino tambin una increble capacidadinventiva para encontrar las formas de

    hacer lo que desean. Generosidad, com-prensin, habilidad y complicidad paraaceptar todos los noes que les esperan alo largo de su socializacin en este mundo.Al final, como todas y todos, se habrntenido que adaptar a este mundo, porqueno hay otro; pero se habr salvado algobsico de su integridad: la produccin y elreconocimiento de sus propios deseos, desu capacidad de amar.

    4

    deseos de las criaturas, pero tambin dehacerla desde el punto de vista de su pro-ceso anmico, valorando sus deseos, nocomo caprichos arbitrarios, sino como pro-ducto de su vitalidad y en tanto que pul-siones vitales que animan su desarrollopsicosomtico, emocional y de aprendiza-je; y adems de hacerlo con el respeto y laresponsabilidad de la proteccin que ledebemos a ese desarrollo, a esa criaturahumana que no es mi inferior ni mi subor-dinada, sino que es mi semejante y social-mente mi igual. Porque el que yo puedadecidir, el que yo pueda obligarla, es unarealidad de orden secundario, es un asun-to del Cdigo Civil, del Contrato Social, deuna Ley que me otorga una posicin desuperioridad; pero no es la verdad prima-ria y fundamental; en realidad, no es msque una mascarada para organizar la fun-cin de este Gran Teatro del Mundo. Paranada somos superiores a ellas, y quien lo

    crea, quien crea que es verdad, sufre unatremenda equivocacin. Nuestra funcinde madres es propiciar y proteger su des-arrollo, puesto que las hemos parido, nomanejarlas como una propiedad.

    Aunque no nos demos cuenta, estarelacin con nuestras criaturas tambinnos desquicia tanto a los hombres como alas mujeres. Como dice Isabel ALER (4),la reproduccin de relaciones filiales pato-lgicas nos parte el corazn, es una, quizla ms grave, de nuestras corazones

    rotas.Si analizamos con un poco detenimien-

    to lo que significa situarnos sin ms dellado de los lmites, ordenndolas directa-mente lo que tienen que hacer, como nor-malmente suele hacerse, nos daremoscuenta que ah hay encubierta una granfalta de empata amorosa, una gran faltade amor verdadero.

    Habr quien diga que a una criatura

    de dos o tres aos no se le puede explicarnada, que no entiende nada. Esto no escierto. La psicologa neonatal ha probadoya que incluso los fetos antes de nacer tie-nen conciencia, memoria y recuerdos (5).Esto viene a romper muchas creenciassegn las cuales las criaturas humanasantes de nacer y recin nacidas, ni sientenni padecen; creencia que permite, porejemplo, pinchar el crneo con una agujapara monitorizar el feto ante de nacer, sinafectacin emocional.

    Por otra parte, si la relacin con lacriatura desde que empez a andar, haconsistido en darle rdenes en lugar deexplicaciones, sta arrastrar un handi-cap de desinformacin, de dinmica desumisin y de retraso en el hbito de asu-mir iniciativas responsables; porque unacriatura que ha sido tratada respetuosa-mente y con sinceridad, que se le ha idoinformando en cada circunstancia, des-

    arrolla una gran capacidad de entendi-miento y de iniciativa responsable. Lascriaturas humanas tienen de hecho esagran capacidad de entendimiento y deaccin, est ms o menos atrofiada o des-arrollada, pero siempre est ah, y siem-pre es buen momento para iniciar untrato diferente con ella basado en el reco-nocimiento de esa capacidad y en el respe-to a sus deseos.

    Aunque nos parezca que una criaturano entiende, siempre entiende; por lo

    menos mucho ms de lo que nos creemos;y lo cierto es que casi siempre subestima-mos su capacidad de comprensin. Creoque casi todas podemos recordar algunaancdota en la que alguna criatura nos hasorprendido por la cuenta que se daba detal o cual cosa, a pesar de lo pequea queera etc. etc. Yo recuerdo de pequea quesiempre finga que no me enteraba nientenda aquello que los mayores daban

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    ausencia del estmulo de la curiosidad,tiene que obligar a hacer ejercicios derepeticin mecnica que pongan en juegocada una de las distintas capacidades porseparado: as se hacen ejercicios de psico-motricidad fina, poniendo a l@s peque@sa pegar gomets o a hacer palotes; ejerci-cios de psicomotricidad gruesa con las dis-tintas tipos de gimnasias; deberes de cali-grafa, de preguntas y respuestas, dememorizacin, etc., ejercicios que se asu-men por disciplina.

    Pues bien, no es lo mismo ejercitar lapsicomotricidad fina haciendo palotes,que ejercitarla porque quiero coserme undisfraz para una fiesta. No es la mismacapacidad intelectual la que se desarrollaaprendiendo una leccin de memoria quela que se desarrolla leyendo algo que meinteresa. Y adems, cuando se realiza algocon el estmulo del propio inters, por logeneral requiere que se pongan en juego

    diversos tipos de capacidades al mismotiempo, y esto es lo que tambin hace quecada una de estas facultades, se templencuantitativa y cualitativamente ms ymejor que si se ejercitan cada una porseparado y por una disciplina exterior. Eldeseo y la curiosidad, con el impulso de lamotivacin, al unificar en un solo haz losesfuerzos, produce una interrelacinentre la motricidad, el sistema nervioso yel cerebro que garantiza el desarrolloarmnico y la autorregulacin del conjun-

    to y de cada parte. Las facultades huma-nas no han sido diseadas filogentica-mente para desarrollarse por separado demanera artificial.

    Por otra parte, con la enseanza pro-gramada la capacidad inventiva y la capa-cidad de tomar iniciativas poco a poco sevan apagando a fuerza de no tener espa-cio ni tiempo ni motivo para ejercitarlas.Antiguamente en los pueblos los nios y

    nias estaban todo el da inventando jue-gos y actividades; hoy nuestros nios ynias, en cuanto tienen un rato sin pro-gramacin, enseguida se les oye decir meaburro y acto seguido se les engancha a latele o a la video-consola. El aburrimientoen la infancia es un fenmeno moderno,que antiguamente solo se daba en algunoscasos en las clases altas, en las familiasde hijos nicos, que crecan aislados. Yan as tenan sus horas y sus das menosacotadas que ahora y por lo tanto mscampo de actividad espontnea que lascriaturas de nuestra sociedad actual.

    La disciplina, las obligaciones, lastareas, los lmites de la infancia son hoymayores que nunca; ms sistemticos yabsolutos. Ser una buena madre segn loestablecido, implica literalmente ir apa-gando y aplastando la vitalidad de nues-tras criaturas, da a da, ao tras ao.

    Otra consecuencia muy importante de

    la represin de los deseos en la infancia esel desarrollo de la violencia. El malestaren la infancia no es gratuito; pasa facturaa la sociedad. La represin por muy sutilque sea, tiene sus consecuencias. Lo repri-mido no se evapora. Como dice AliceMiller la represin en la infancia es comofabricar bombas de relojera de efectosretardados. Lo reprimido saldr de unmodo u otro, y la creciente violencia en elmundo tanto en los mbitos pblicos comoprivados no cesar mientras que no cam-

    bie la actitud de la sociedad con la infan-cia, como explica esta autora en algunosde sus libros. (15)

    Por otra parte, el respeto a las criatu-ras y la actitud de informar y compartirlas dificultades y los lmites, y de estable-cer las prioridades conjuntamente, sirvepara no hacer trampas. Porque entonceste das cuenta de que efectivamentemuchos de los lmites que habitualmente

    12

    dese

    os no nos imp

    ort

    an; se da cuenta deque ni siquiera han sido contempladoscomo una posibilidad real; y de algnmodo siente que se est yendo sistemti-camente en contra de ella, contra susdeseos; porque a diferencia nuestra, ellatodava s se identifica con los deseos quele brotan del cuerpo. Ella todava no estsocializada del todo, y todava es capaz deproducir, de reconocer y de identificarsecon sus deseos.

    Y nosotras, ya desde este mundo, deun plumazo resolvemos la cuestin, impa-siblemente, ponindoles un no tras otro,como si estuviramos poniendo una lava-dora tras otra. Porque es lo que nos toca,supuestamente, como madres, hacer.

    Qu diferente la perspectiva, si con-templamos sus deseos como la maravillo-sa vitalidad de sus maravillosos cuerpos!Entonces lo que nos costara es decirlesno, y en cambio no nos costara nada

    ponernos a desbrozar el terreno para quesus vidas tuvieran la mxima expansinposible.

    Sus deseos todava son el pulso de suvida, lo que alienta su existencia.

    Por eso la negacin de los mismos,aunque no nos demos cuenta, supone unanegacin de su vida, un cuestionamientode su existencia; una existencia y unosdeseos que deban ser incondicionalmentedefendidos y protegidos por la madre y elgrupo familiar de la madre.

    Aunque no podamos ofrecerles la vuel-ta al Paraso, el amaryi (6), con la actitudde la informacin y de la bsqueda de lacomplacencia, estaremos demostrandoque no querramos que estos lmites exis-tieran, y la criatura percibir el deseo desu madre de cambiar las circunstanciasque se oponen a sus deseos para podercomplacerla.

    Ante la evidencia del deseo de compla-

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    por hecho que era as, para tenerles com-placidos. Lo que nos hace infravalorar lacapacidad de entendimiento de nuestroshijos e hijas es la prepotencia en la rela-cin con ell@s, prepotencia que llevamosadscrita a nuestra estructura psquica.

    As pues, aunque nos parezca que nonos pueden entender, debemos probar aexplicarles la situacin conflictiva entrelos deseos y los lmites; contmosles lo quehay, ponindonos en su lugar y compren-diendo sus deseos, sintiendo con ellas lafrustracin, deseando con ellas que losmrgenes para la expansin de los deseosfueran mayores, hacindonos cmplices yestudiando las posibilidades de eludir loque no se quiere hacer y de hacer lo que sse quiere hacer, y poniendo los medios y elpoder que socialmente ostentamos al ser-vicio de sus deseos.

    Creo que mucha gente se sorprenderade los resultados.

    Y si a pesar de todo tenemos quedoblegarnos ante los lmites, sufriremosjuntas la represin de nuestros deseos:porque mi deseo ha seguido, sigue y segui-r siendo la complacencia del suyo.

    Porque de esto es de lo que se trata. Demantener la produccin de la lbido amo-rosa del proceso de la maternidad; la sus-tancia que si no se bloquease trabara lafraternidad, el bienestar y el apoyomutuo. Por eso es tan importante mante-ner la complacencia y reflexionar sobre

    los deseos de las criaturas.Tenemos que tener en cuenta que,cuando adoptamos la actitud de ponernossin ms del lado de los lmites, sin consi-derar tan siquiera lo que la criatura quie-re, porque tenemos las decisiones yatomadas, sin dar ocasin para estudiar losmrgenes posibles de maniobra, y levamos soltando a la criatura un no trasotro, la criatura lo que percibe es que sus

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    Como no estn ni se ven, se recurre a ellospara justificar el cargarse el presente y lonatural, porque, claro est, no hay nadani presente ni natural que justifiquen supropia devastacin.

    No es que al dejarnos llevar por elamor que nace de nuestras entraasvayamos a ignorar los lmites. No es elmimar lo que vuelve a las criaturasinadaptadas. El amor complaciente lo quehace es encarar los lmites desde el respe-to a la vida de las criaturas.

    ....

    El cmo nos enfrentamos a la contra-diccin entre los deseos y los lmites (sinos ponemos del lado de los lmites yaplastamos sin ms los deseos que seinterpongan, o si nos ponemos del lado dela criatura y de sus deseos para ver con-juntamente con ella cmo conseguir elmejor margen de felicidad y bienestar

    inmediatos), tiene una gran importanciaen la relacin entre madre-padre y criatu-ra, y va a ser determinante en el desarro-llo de la capacidad de amar de la criatu-ra...

    Lo mismo que est normalizado quelos bebs lloren, y eso hace que a muchagente ni se le ocurra pensar que a lo mejorno tienen por qu llorar, tambin est nor-malizado e interiorizado en nosotrasque los nios y nias tienen que hacer lascosas porque se les manda, que eso es lomejor para ellas, y por eso tampoco se nos

    ocurre pensar que se podran hacer lascosas de otro modo. No tenemos msmodelo de relacin con la infancia que elautoritario.

    Tan normalizada est la obediencia dela criatura, la subordinacin de susdeseos a las rdenes, que muy rara vezsurge algn chispazo que la cuestiona.

    Y sin embargo no deja de ser una

    incongruencia que mientras que la felici-dad y la satisfaccin de los deseos de lacriatura durante la etapa primal nos com-place, en cambio cuando empiezan a serautnomas, lo que nos complace es quenos obedezcan sin rechistar.

    Qu ha cambiado para que cambie lacualidad de mi amor?

    Lo que hace que cambie la cualidad delamor maternal es la convergencia de lasnormas establecidas imperantes, con ladinmica de la personalidad adulta mas-culina o femenina, el ego que se realiza,como deca Aristteles, teniendo a alguienpor debajo de ti que te obedezca.

    Para la criatura lo ms importante,ms importante que sus deseos se satisfa-gan o no, es que el amor incondicional semantenga, que persista la sustancia emo-cional necesaria para su desarrollo. Sufelicidad, la expansin y desarrollo arm-nico de sus cualidades psicosomticas,

    incluida su capacidad de amar, dependende que la amemos incondicionalmente, deque reconozcamos y respetemos susdeseos, y que deseemos sinceramentecomplacerlos.

    Otra idea sencilla para ayudar al man-tenimiento del amor incondicional y a nocaer en la dinmica autoritaria, es seguira rajatabla el principio de no mentir; deno decir a nuestr@s hij@s ni una solamentira, ni piadosa ni no piadosa.Practicar la absoluta transparencia y sin-

    ceridad. El ejercicio del Poder siempre,siempre requiere de la mentira; por eso sinos proponemos firmemente no mentirlasjams, nos estaremos poniendo un serioobstculo a nosotr@s mism@s para la acti-tud autoritaria.

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    entienden por qu falla la comunicacin,ya que se ven a s mism@s plenamentededicad@s a sus hij@s. Yo creo efectiva-mente que es una falta de comunicacin,pero que no es cuantitativa sino cualitati-va; es la manera que tienen de amar asus hij@s: Por un lado, desean racional-mente lo mejor para ell@s, con la menteconfundida por los valores competitivosde nuestra sociedad de consumo, que sub-ordina el bienestar presente a unossupuestos logros en una futura integra-cin social. Y por otro, ese amor racionalest desconectado de las pulsiones corpo-rales de empata amorosa y del deseo decomplacencia. Esta corrupcin del amorhacia los hij@s produce la falta de empa-ta con sus deseos, y permite el posiciona-miento unilateral del lado de los lmites yen contra de la vitalidad de sus [email protected] crea el abismo, la distancia emocio-nal entre padres-madres e hij@s.

    Habra que investigar tambin en qumedida la familia nuclear y las familiascon pocos hij@s ha propiciado en buenamedida un incremento de la infelicidadinfantil, debido a que ahora l@s ni@s sepasan muchas horas sol@s o en compaaexclusivamente de adult@s. Antes la faltade complicidad de los adult@s se compen-saba con la del grupo amplio de ni@s quehaba en el mbito familiar. Por eso ahorahay quiz ms soledad en la infancia yms depresin infantil.

    Hay que tratar de entender que losdeseos no son caprichos improcedentes.Los deseos son el principio inmanente desus vidas.

    Y si los deseos de las criaturas se vuel-ven caprichos improcedentes, es porquesus vidas van rebotando contra los murosy vagando desinformadas por un mundoque desconocen y del que no saben nada.Cuanto ms autoritaria es la va de la

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    perdido, y por la falta de respeto que lesprofesamos; no por los lmites a susdeseos.

    Los nios y nias que crecen sin consi-deracin a sus deseos, a su impulso vital,sienten una gran soledad; una soledadque ha sido detectada con mucha frecuen-cia por psiclogos y psiclogas. Las cuali-dades tales como la confianza y la recipro-cidad propias de la capacidad humana deamar, se lesionan. Porque lo propio del serhumano es amar y ser amado incondicio-nalmente. Si esto nos falla, la superviven-cia entonces desarrollar toda la lista depatologas que conocemos tan bien: celos,afn de posesin, agresividad, violencia,sadomasoquismo, depresin, autodestruc-cin, drogadiccin... (aunque slo se consi-deren patolgicos los casos graves ms,pues estando este tipo de relacin con lainfancia normalizada, tambin lo estnsus consecuencias ms inmediatas).

    En un reciente artculo (7), una psi-quiatra peda una investigacin y undebate sobre las causas de la infelicidadinfantil. Yo creo que la obra de Alice Miller(8) sera el mejor punto de partida paraeste debate. Creo sinceramente que lasoledad y la infelicidad en la infancia sedeben a esta falta de reconocimiento y deempata con sus deseos, que en definitiva,es una falta del amor incondicional que espropio del gnero humano; con esto quierodecir que el desarrollo de las criaturas

    humanas requerira de un entornomedioambiental humano de solidaridad yde empata incondicionales, medio quehoy est envenenado por un agente pat-geno: las relaciones de Autoridad y sumi-sin.

    Las y los psiclogos insisten en la faltade comunicacin o dilogo entre padres-madres e hij@s. Y los padres-madres amenudo se quedan perplej@s porque no

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    nacionales o generales del Ejrcito. No esel xito social lo que ms nos importa,sino que sean lo ms felices posible, siem-pre, aqu y ahora.

    El amor complaciente maternal notiene por qu desaparecer con los lmites.El amor complaciente es muy pacientepara explicar e informar a sus criaturasde los peligros y de los lmites de estemundo, y se aprestar a mostrarles trucospara conseguir la mxima satisfaccin delos deseos; y no los borrar nunca de unplumazo, calumnindolos y degradndo-los a la categora de caprichos, comosuele hacerse.

    ......

    Las madres que se ponen del lado delos lmites, tambin dicen que quieren asus hijos e hijas. Pero ese amor, comodeca, es un amor que, por adaptarse a lanorma social, se ha sublimado y corrompi-

    do. Es un amor que ha perdido su condi-cin de entraable para hacerse compati-ble con razonamientos que permiten lanegacin del bienestar inmediato y losdeseos de las criaturas, en aras de algnsupuesto bienestar futuro.

    Pero como deca antes, esto es unengao. Porque al amor que nace en lasentraas le importa tambin el futuro(cmo no le iba a importar a una madreentraable la felicidad futura de sushij@s!); este amor sabe, con una sabiduraintuitiva enseguida confirmada por la

    razn, que el futuro, como ahora veremos,depende del desarrollo presente de lascualidades y de la vitalidad de la criatura.El futuro desde luego depende de muchasms cosas, pero sobre todo y antes quenada, depende precisamente de este des-arrollo presente que se niega, encima enaras del bienestar futuro.

    El futuro es como lo sobrenatural.

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    el caso de que halla llegado a existir y sies que no se ha quebrado antes) comodeca Amparo Moreno es la transmutacinde la relacin de t a t entre los aman-tes, en una relacin de autoridad y sumi-sin.(12)

    Rendir el Poder que tenemos de factolos padres y las madres con respecto a lascriaturas para mantener el amor incon-dicional y complaciente no es ningunaexcentricidad; es slo un intento de vivirconforme a la verdad de las cosas. Peroadems, si no fuera por lo tremendamen-te trgico que es, dira que lo ms gracio-so del asunto es que resulta mucho msventajoso, en todos los aspectos, tambinpara nosotr@s. Entre otras cosas, porquelas criaturas vuelven tambin a ser com-placientes contigo; en cuanto notan laactitud de complacencia, enseguida lesbrota la reciprocidad. Como todava laapisonadora del sistema no ha terminado

    de aplastar sus cualidades humanas,mamferas y gaiticas tales como la reci-procidad, la confianza, el respeto a la pro-pia dignidad y el deseo de mutua compla-cencia, stas se ponen en juego en cuantoencuentran la cancha libre de Poder.Entonces, l@s ni@s, en vez de dar gue-rra dan mucha paz y mucha alegra. Envez de dar trabajo, te alivian el stress deltrabajo alienante de nuestro mundo. Estoest comprobado. Te dan un amor impe-tuoso, fresco, limpio, sincero. Te dan vida,

    te revitalizan.Being happy is what matters most(ser feliz es lo que ms importa) deca A.S.Neil (13) fundador de la escuela deSummerhill, que lleva funcionando msde ochenta aos en Inglaterra. Es un eslo-gan sencillo y fcil de seguir. Y en el fondotodas las madres y padres estaramos deacuerdo con l. No hemos parido hijos ohijas para que sean presidentes de multi-

    socializacin, ms caprichososy egostasse vuelven los nios y nias. Como siem-pre, el sistema que se retro-alimenta, y losexpertos (psicologa, sociologa, pedago-ga) dndole cuerda, tomando las conse-cuencias del sistema como lo originario dela vida humana.

    El mercado lleno de terapias parasubir la autoestima de la gente, es unapunta del iceberg del dao en la capacidadde amar que nuestro modelo de socializa-cin inflige a las criaturas.

    Es cierto que lo ms importante es laetapa primal; la etapa primal es bsica,pero eso no quiere decir que no cuenta loque pasa despus, a lo largo de toda lainfancia, tanto a favor para compensarlas heridas y las faltas de la etapa pri-mal como en contra para agravarlas.

    La depresin infantil frecuente en lospases occidentales no pueden explicarseslo por el dao de la etapa primal, aun-

    que ste sea el origen del desastre. Sinotambin por la distancia y el abismo quela va autoritaria crea entre padres-madres e hij@s, y que impide que recibaun apoyo afectivo de fondo y verdadero,que a su vez podra compensar y superarel dao de la etapa primal. Con la corrup-cin del amor se envenena el medio emo-cional, la sustancia necesaria para lavida, y el resultado es como si se envene-nara el aire que respiramos o el agua quebebemos. Luego nos rasgamos las vestidu-

    ras con la creciente violencia, cada vez aedades ms tempranas, de l@s ni@s (ytambin de l@s adult@s), cuando se sabe aciencia cierta, es decir, porque se ha pro-bado cientficamente (eso que tanto nosreclaman los medios oficiales) cual es laraz y el origen de la violencia.

    Dice Michel Odent (9) que la estrate-gia ms certera para hacer personas agre-sivas es separarla de su madre de peque-

    a, es decir, provocarle la carencia deempata amorosa. Otros muchos autores(entre otros, la misma Alice Miller y elneuropsiclogo J.W Prescott) han explica-do y han hecho estudios para probar estarelacin entre la falta de empata amoro-sa y de placer en la infancia y la violenciaadulta (10). Recordemos tambin que, his-tricamente, la aparicin de sociedadesviolentas y guerreras coincide con la des-aparicin de las sociedades maternales ypacficas del neoltico (11).

    La vida tiene una enorme capacidadde recuperacin. Pero el sistema de crian-za-educacin, tras la devastacin primal,es una sucesin de mecanismos en cadenapara impedir dicha recuperacin.

    La gravedad de la falta de amor verda-dero se entiende cuando nos damos cuen-ta de la necesidad absoluta que tiene lacriatura de l. Esta necesidad, que puedecompararse como deca, con la del aire

    para respirar, o el agua para beber, es loque hace que la criatura acabe rechazan-do sus propios deseos, porque se lo dicenlos que supuestamente le quieren. Y si lanegacin de los deseos es la negacin de lapropia vida, se entiende la frecuencia dela depresin infantil en nuestra sociedad.

    La actitud autoritaria es una actitudde desamor. El amor y el ejercicio delPoder slo se compatibilizan cuando sesublima el amor, cuando se le arranca denuestras entraas y se le corrompe.

    Lo importante es convencerse de quela existencia de los lmites no tiene quehacer cambiar la cualidad de mi amor porla criatura, y que no estamos obligadas aser autoritari@s. No tenemos que caer enla trampa de ir por el camino trazado, dela manera normal de criar y educar a l@shij@s manteniendo con ell@s una relacinde prepotencia.

    La quiebra del amor incondicional (en

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