politicaseducativaslegislacionydocencia.files.wordpress.com… · web view ·...
TRANSCRIPT
MAESTRIA EN DOCENCIA.EXTENCIÓN- EL YOPALSEMINARIO POLITICAS EDUCATIVAS, LEGISLACIÓN Y DOCENCIAMAESTRANTES: RICARDO FLÓREZ CASTILLO Y FREDDY NELSON MATEUS CHACON
EL DOCENTE EN EL SIGLO XXI EN COLOMBIA UN
PROBLEMATIZADOR DE POLÍTICAS EDUCATIVAS.
Introducción.
Si bien hoy por hoy la educación en Latinoamérica está llamada al desarrollo
económico y la mitigación de la pobreza, dicho proceso no debe renunciar a lo pedagógico,
ni separarse al construir sus políticas educativas, de las experiencias de sus actores directos
, por lo cual el proceso debe prepararse permanentemente, y estar dispuesto a abarcar lo
político desde una reflexión epistémica propia, marcada por la experiencia proveniente de
sus prácticas Muchas son los aspectos que se regulan a través de la educación, por ella
atraviesan todas las dimensiones del ser humano, incluida su dimensión política Ello,
comporta un maestro dispuesto a aprender de modo vitalicio, comprometido con su
formación y la de los demás, preparado no solo para ejecutar políticas educativas sino
también para problematizarlas, resignificarlas, crearlas y en caso de ser necesario
desecharlas. Aplicando en sí mismo, el aprender a aprender planteado por Delors en su
informe a la UNESCO. Pero cardinalmente el “aprender a vivir juntos conociendo mejor a
los demás; su historia, sus tradiciones, su espiritualidad, para a partir de ahí crear un
espíritu nuevo que impulse la realización de proyectos comunes o la solución inteligente y
pacífica de los inevitables conflictos, gracias justamente a esta comprensión de que las
relaciones de interdependencia son cada vez mayores y a un análisis compartido de los
riesgos y retos del futuro”. (p.32)
De tal suerte, hoy por hoy los maestros latinoamericanos estamos llamados a unir
nuestras voces, articuladas desde la academia, para proponer desde la educación soluciones
que posibiliten el bienestar social, y construir juntos alternativas a la pobreza, la violencia,
el tráfico de drogas, armas, que agobian nuestra cohesión como sociedad. Sin embargo, lo
cierto es que “Solo si el maestro se percibe a sí mismo como actor social, accediendo de
forma autónoma a su formación permanente, podrá problematizar las políticas educativas
que ejecuta, aportando a los intereses sociales de la comunidad que representa en sus
diferentes niveles: local, nacional e internacional”
Políticas sin experiencia educativa
En Colombia el interés por el conocimiento de la política educativa es reciente, como
consecuencia su estudio e investigación continúa siendo un campo inexplorado por parte
de los actores sociales vinculados al sector educativo. No obstante, según señala Lozano
(2017) “lo que se hace en la escuela y se ha dejado de hacer tiene origen en una política
educativa” Así, pese a que las políticas se han diseñado para dirigir conductas encaminadas
a guiar las instituciones y con ello las prácticas educativas que forman a los sujetos; dichas
prácticas hasta el día de hoy permanecen ajenas a una organización epistemológica, teórica
; por lo cual no han encontrado representatividad, ni protagonismo en la transformación de
políticas educativas públicas. Ello se ha debido en parte según cruz (2009) a que el
educador ha visto la teoría como una especie de intromisión innecesaria, siendo a menudo
desacreditada como refugio de elites, y en parte al estrepitoso desprestigio a que fue
sometida la escuela en Latinoamérica, tras su fracaso en la construcción de un nuevo
modelo de sociedad basado en el crecimiento y el desarrollo, a partir de la década de los 80
´s. Sobre lo cual Martínez (2003) afirma: “las llamadas décadas del desarrollo, produjeron
justamente lo contrario del racimo de abundancia que habían prometido los políticos y
teóricos de la década de los años 50´s” (p.6)
Así las cosas, las políticas educativas del Banco Mundial, y el Fondo Monetario
Internacional han empezado a ejercer el control de modo hegemónico en el sector
educativo en Latinoamérica, sin que se haya dado importancia a ubicar lo pedagógico como
centro de tales políticas. De ahí que , la revalorización de la evaluación orientada a la
medición del aprendizaje efectivo y la productividad de la escuela., el cambio de
paradigma: la enseñanza como proceso complejo del saber, al aprendizaje como proceso de
adquisición de competencias efectivas, la priorización pública a la educación básica, la
equidad, son algunos de los aspectos de la realidad en la cual la escuela y sus prácticas se
hallan inmersas hoy en Colombia, mientras al parecer nadie desea cuestionar a fondo las
implicaciones de éstas políticas internacionales , cuyo centro gravita en conveniencias
económicas neoliberales, movidas por intereses del sector privado de los países
desarrollados que lo conforman, y centradas en dos maneras de proceder globalmente: la
producción competitiva de bienes y servicios y el consumismo.
Con todo, esta política orientada al logro de la articulación de la educación con la
economía, mediante la contribución de la educación a los procesos económicos y al
desarrollo territorial, fue acogida en Latinoamérica por la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (CEPAL) mediante su planteamiento sobre la necesidad de
hacer inversión en la formación de capital humano, como alternativa para incrementar la
productividad del trabajo de las personas y el consumo, reactivar las economías nacionales
y de la región, recuperar el patrón de la acumulación del capital y reducir la crisis fiscal del
estado. En consecuencia, estas políticas se han convertido de manera intencionada en
políticas educativas totalitarias, de carácter universal en Latinoamérica, a las que se
problematiza tan solo el cómo llevarlas a cabo más eficientemente en Colombia, siendo éste
último aspecto su verdadero punto neurálgico.
De tal manera, tomadas por nuevo catecismo económico Colombia optó por privatizar la
salud y la educación paulatinamente como método neoliberal para reducir la presión en el
presupuesto del gobierno, tal como lo propuso el consenso de Washington (1987), guiada
por la fe y la creencia de que la competencia del sector privado, generaría la oferta de una
mayor calidad de los servicios. No obstante, con ello en realidad se abrió la puerta a la fácil
obtención de títulos insustanciales de formación terciaria y cuaternaria, la proliferación de
universidades de baja calidad, y se legalizaron empresas de servicios médicos que ven al
enfermo y al paciente terminal como “costoso”.
Por supuesto esta ponencia, no trata de negar a la educación un papel relevante en el
desarrollo económico y mitigación de la pobreza, como propone el BM, sino de plantearnos
la posibilidad de sopesar como magisterio, las políticas actuales internacionales empleando
para hacerlo las prácticas educativas propias, partiendo de una premisa simple: un problema
siempre conlleva múltiples formas de abordarlo. No obstante, consideramos, en
consonancia con Torres (2014) que para hacerlo se hace necesario un nuevo perfil
profesional del docente, formado en políticas públicas.
Considerando lo anterior, es relevante mencionar que las políticas educativas
propuestas por la UNESCO y no las políticas del BM, parecen dar respuesta a muchos de
los conflictos vividos por los maestros en las escuelas de Colombia como mediadores
directos en el aula de un conflicto armado que ha involucrado importantes sectores de la
población infantil. Así pues, educar para la paz, a través de proyectos de vida que le
permitan al estudiante incorporarse a la sociedad, y al maestro enfocar sus esfuerzos en una
educación reconfigurada hacia el vínculo social y el desarrollo de valores afectivos, puede
dejar de lado como prioridad los resultados de pruebas que miden las capacidades
intelectivas del escolar, para ser ulteriormente asimilados como objetos o insumos de las
multinacionales y su compulsividad productiva. A fin de cuentas, tales pruebas nada dicen
de la dimensión afectiva del ser que le permite asumir al otro como su igual y respetar sus
derechos básicos, como el derecho a la vida. De ahí que resulte prioritario en muchos casos
cambiar la percepción sobre la educación tradicional, a fin de reconocer la valía de las
estructuras educativas no formales y alternativas. Estimulando a la permanencia de los
niños en la escuela no solo con subsidios a sus familias, sino con el ofrecimiento de un
ambiente cálido en el que puedan encontrar oportunidad de sanar heridas, secuelas, dejadas
por la guerra. De lo cual se desprende el análisis de los contextos sociales, culturales, no
solo los económicos, para la implementación de políticas que busquen la equidad y la
inclusión.
Claro está, sobra decir que las políticas educativas expuestas requieren una
formación del docente centrada en cosas distintas. Ello, pues la formación y el aprendizaje
son adaptativos, es decir, necesariamente se dan como una respuesta al entorno. Con lo cual
damos por sentado la existencia de una estrecha relación entre la formación de los docentes
y cualquier política educativa que estos deban implementar. Por lo mismo, la formación
del maestro debe ser permanente ya que los entornos son dinámicos y comportan cambio
constante.
La formación de los educadores y la reestructuración de las políticas educativas
Así las cosas, el nihilismo beligerante, la conformidad e indiferencia anidados en el
en el letargo intelectual de los maestros, resultan ser en la actualidad importantes aliados de
su silencio frente a las políticas educativas. Cruz (2009) insiste al respecto en el uso
riguroso de entramados teóricos, metodológicos por parte del educador, que permitan a éste
construir objetos de estudio sociales desde lo pedagógico, y pensar horizontes de
intelección capaces de problematizar y conceptualizar los fenómenos educativos,
alejándose de la lógica positivista. (p, 5). Del mismo modo, Torres (2014) al abordar la
necesidad de un nuevo rol docente. Expone que dicho rol configura un largo listado de
competencias deseadas en el que hoy confluyen de manera contradictoria postulados
inspirados en los enfoques eficientitas de la educación, las corrientes progresistas, la
pedagogía crítica, y los movimientos de renovación educativa. De tal listado
mencionaremos apenas tres competencias deseables relacionadas con la formación del
“nuevo docente”:
investigar cómo modo y actitud permanente de aprendizaje, a fin de buscar,
seleccionar y proveerse autónomamente la información requerida para el
desempeño docente.
Se acepta como aprendiz permanente y se transforma en líder de aprendizaje
manteniéndose actualizado en sus disciplinas, atento a interdisciplinariedad.
Se abre a la incorporación y el manejo de nuevas tecnologías. Tanto para fines de
enseñanza en el aula y fuera de ella, como para su propio aprendizaje permanente.
Se plantea entonces una brecha enorme entre la situación deseada y el punto de
partida respecto de la cuestión docente, particularmente en los países en desarrollo, pues
requeriría gran esfuerzo una estrategia de largo plazo, políticas sistémicas orientadas a
una revisión exhaustiva del modelo escolar y de la situación del docente, del mismo
modo que proveer un cambio profundo en los modos de hacer política educativa;
sesgada hoy por hoy hacia la inversión en infraestructura antes que en personas, hacia
las cantidades antes que hacia las calidades, y hacia el corto plazo por sobre el mediano
y el largo plazo.
La realidad de los maestros en América latina
Por otra parte, las políticas y medidas educativas tomadas a partir de la década de los
80s en Colombia han contribuido a reforzar la desprofesionalización del magisterio. Es
decir, a despojar al maestro de una formación específica cuya especialidad es lo
pedagógico. Así, contratar a profesionales de campos ajenos a la enseñanza, la
incorporación a la sociedad de universidades pedagógicas que otorgan títulos de
licenciaturas tras apenas cuatro años de formación, el deterioro de los salarios y el uso de
la evaluación docente no como una oportunidad de aprendizaje si no antes bien como un
agente punitivo, que excluye al maestro de la oportunidad de ser mejor remunerado, y
ascender tanto social como económicamente, no solo han hecho poco atractiva la profesión,
sino que además la han despojado de su profesionalismo. Lo cual en cierto modo incentiva
a los jóvenes a considerar otras opciones laborales o según señala Torres (2014) el éxodo
de los mejores. A sí mismo, la escasa consulta a los docentes y sus organizaciones en torno
a las políticas educativas y a la formación docente siguen siendo norma. Como lo es la
subsecuente resistencia del magisterio. Dicha desprofesionalización es pues no solo un
despojamiento material, sino un proceso de “desposesión simbólica”. En el que el maestro
adquiere el status de obstáculo , “insumo costoso”, siendo este el estado de las cosas en
contraste con este docente ideal planteado por las competencias anteriormente nombradas,
el docente real en educación primaria y secundaria, es un sujeto pobre, con bajas
expectativas laborales, producto él mismo de una mala educación, con escaza formación en
docencia, vacíos conceptuales importantes, sin reconocimiento social, marginado a su
nuevo status de operador de aula, mal remunerado. Un sujeto lleno de zozobras que ve en
la tecnología una amenaza, a la vez que un actor social prosaico de baja o nula producción
intelectual, rodeado por pares.
Una brecha
Curiosamente por una parte el BM propone la rentabilidad de la educación. Es decir,
a mayor educación mayor salario, lo cual se traduce en la educación como superación de la
pobreza y alcanzar la movilidad social, basándose en la idea de que una fuerza de trabajo
más especializada es más productiva. Así, entre sus reformas incluye: dar prioridad para la
educación, prestar atención a los resultados, centrar la inversión pública en la educación
básica, prestar atención a la equidad, aumentar la participación de los hogares en el sistema
educativo y dar autonomía a las instituciones. Por otra, la recomendación a los gobiernos
por parte de los organismos financieros ha sido en el sentido de ahorrar en salarios
docentes, aumentando número de estudiantes en el aula de clase, lo ahorrado no habrá de
ser dispuesto para formación docente sino para medios de enseñanza.
El aporte del docente a las políticas
Por una parte las políticas públicas son de carácter global y en muchas ocasiones
pueden valerse de universales que al ser llevados a la práctica muestran desajustes
importantes con el problema al que apuntan, por lo mismo proponer tan solo universales
Kantianos para construirlas sin adaptarlas, a los aspectos específicos que estas políticas
deben resolver, es desentenderse de lo puntual que los contextos a los que apuntan. Así, en
el siglo XXI algunos de los paradigmas modernos de las ciencias sociales se han debido re
direccionar a causa de los descubrimientos científicos. Sea como fuere lo que ello implica
es que las políticas educativas podrían estar mal planteadas desde su comienzo, si estas no
consideran además especificidades, provenientes según son nuestros intereses de las
experiencias educativas, organizadas de manera epistemológica. Martínez (2002) haciendo
observaciones sobre las ciencias sociales nos permite desentrañar por qué deberíamos
incorporar las experiencias educativas a las políticas. La primera según Martínez (2002)
pues “se ha dado inicio a la ruptura de éticas universales, mediante las cuales siempre se
intentó construir una normatividad”. La segunda porque en rigor: “no existen por separado
sujeto y objeto, lo que ocurre es un proceso de construcción del objeto en el que el sujeto
participa” De lo cual se desprende que el sujeto gestor de las políticas educativas pueda
participar de un proceso de construcción pedagógico de lo social siempre y cuando lo haga
a través de sus experiencia educativas. Es decir, tal como señala Martínez et al (2002) hoy
es imposible producir conceptualizaciones teóricas o producir teoría pedagógica alejada y
por encima de las experiencias que se producen en las escuelas. Por supuesto, las políticas
no son teorías que explican el funcionamiento sistemático del entorna. Sino planes,
propuestas para llevar a cabo un objetivo social. Sin embargo, las políticas educativas si
deben fundarse en conceptualizaciones teóricas que evidencien que ellas son un plan
acertado para satisfacer dichos objetivos.
¿Qué son las experiencias educativas? , ¿Qué implican al construir políticas educativas?
En el campo de las ciencias sociales, tradicionalmente en Colombia se ha entendido
al maestro como aquel que aplica en la práctica aquellos conocimientos que han sido
producidos a través de investigaciones realizadas por otros.Y en el campo de las políticas
educativas a la fecha se le percibe del mismo modo en Colombia. Es decir, el maestro es
visto como operador de teorías y políticas. Por lo cual un maestro transformador deberá
formarse en ambos aspectos, re significando el rol docente.
Sin embargo, existen dos posiciones que nos parecen igualmente viables para transformar
las políticas educativas: ambas implican formación docente una expuesta por Cruz (2009)
quien plantea al maestro como un investigador y teorizador de sus conocimientos y otra
propuesta por Martínez et al (2002) quienes proponen la validación de los saberes
pedagógicos sin que ello comporte teorías universales, sino la validación de los
conocimientos sesgados, fragmentarios, que comprenden las prácticas y los conceptos
teóricos simplemente como saberes pedagógicos con los cuales se construyen
experiencias únicas en la medida en que el investigador es actor de la misma investigación
que realiza, al igual que la investigación acción, no se diferencia objeto de sujeto
investigador.
Asi, la experiencia es según Dewey, la recuperación de un saber que nos antecede. Ello
significa que una práctica se convierte en experiencia solo cuando aquella es pensada.
Pensamos con Dewey que aun cuando el hecho de vivir, estudiar o pasar por una institución
produzca efectos, ello no necesariamente constituye una experiencia; para que esta se dé se
requiere aprenderla como saber, es decir que se incorpore al pensamiento. La experiencia es
singular y única y no se puede confundir con el conocimiento general “solo el que obtenga
esta experiencia, puede experimentar, los demás, sencillamente actúan sin experiencia”
Conclusiones
El cambio la conceptualización organizada y la institucionalización.
Dado el estado actual de las cosas en Colombia; su deuda externa, crisis financiera,
globalización, economía de libre mercado, universidades pedagógicas de mala calidad,
maestros víctimas y victimarios de la educación reproductiva, conformes y silenciosos,
avanzamos cada vez más hacia la educación bancaria, mientras al parecer de las políticas
educativas internacionales, nos planteamos los docentes tan solo si existe o no
concomitancia entre las metas propuestas por el BM y el gasto público para llevarlas a
cabo; ¿Se invierte o no lo suficiente en recurso humano en Colombia?, ¿ En materia de
subsidios de alimentación y transporte para los estudiantes hay suficiente gasto público o
no?, ¿Tienen los niños rurales ya jornada única? , son en general nuestras preguntas,
reclamos de una equidad inequitativa, lo cual sin ser mal intencionado, no resulta puntual,
especifico. Es decir, estos son los cuestionamientos que un hombre del común, ajeno al
gremio de la educación, podría hacer a la maquinaria sobre su rendimiento,
cuestionamientos donde el componente de las prácticas pedagógicas propias,
sistematizadas de modo epistemológico, aun no se hallan presentes. En otras palabras, no
son cuestionamientos propios a maestros en recuperación de un conocimiento que
atesoramos como especifico a nuestra profesión.
Se evidencia como necesario entonces una conceptualización proveniente de las
prácticas y experiencias educativas que defina o problematice en nuestros contextos dichas
políticas. ¿Qué es calidad educativa?, ¿Qué aspectos de la educación bancaria podemos
emplear a nivel nacional?, ¿Es conveniente implementarlos sin proponerse un fin ulterior al
de activar la economía en términos de creación de servicios y el consumo?, ¿Son las
competencias el mejor camino para mitigar la pobreza sin dejar a un lado la construcción de
tejido social? Son apenas unas pocas alternativas por problematizar, teorizar,
conceptualizar y ser `plasmadas en políticas educativas.
Terminaremos por mencionar cuan preocupante resulta ver que hoy por hoy, los
maestros pese tener una organización que les permite luchar por algunos de sus derechos
básicos, representados institucionalmente por su Sindicato, no poseen en cambio una
verdadera organización Institucional, para el fomento de la investigación y desarrollo
intelectivo del gremio, como tampoco posee Colombia una organización mixta, con agentes
de control interno, conformada por maestros, representantes gubernamentales e
internacionales que se den a la labor. De ahí que en estos momentos de crisis y transición
paulatinas solo si el maestro se percibe a sí mismo como actor social, accediendo de forma
autónoma a su formación permanente, podrá problematizar las políticas educativas que
ejecuta, aportando a los intereses sociales de la comunidad que representa en sus diferentes
niveles: local, nacional e internacional
Referencias bibliográficas
Banco Mundial (1996). Prioridades y estrategias para la educación: examen del Banco Mundial. Banco Mundial. Washington. (Versión en español).
Cruz, P. (2010) La pedagogía y el estudio de las políticas educativas. Un campo por explorar.
Delors, J. (1995) La educación encierra un tesoro. Ediciones UNESCO
Latapí, P. (2009) El derecho a la educación. Su alcance, exigibilidad y relevancia para la política educativa.
Lozano, D. (2017) Desarrollo, educación rural y construcción de la paz en Colombia.
Martínez A., Unda P. y Mejía M. R. (2002) “El itinerario del maestro: de portador a productor de saber pedagógico.
Torres R. M. (2014). ¿Nuevo rol docente? Nuevo modelo de formación. Consultado en: http://otra-educacion.blogspot.com.co/2014/11/nuevo-rol-docente-nuevo-modelo-de.html.