Poesía para un petiso

Los mejores perfumes vienen en frascos pequeñosDavid venció a Goliat

Los dinosaurios están extintosAlbert Einstein consiguió un Nobel

El basketball es poco didácticoA todos lleva la muerte

Los de afuera son de paloLa montaña rusa no es lo que parece

Más alta la caídaEl amor no interpreta escalas

Mas duro es el golpeEl alma no tiene contorno

El envoltorio no se guardaEl saber no ocupa lugar

Se conserva la esmeraldaLos niños son presumiblemente felices

De la tierra venimos Los alemanes perdieron la guerra

Hacia la tierra vamosEl Buda sigue vivo

La belleza es culturalEl crecimiento espiritualMás vale malo conocidoLas apariencias engañan

Que alto por conocer.

Haciendo como verdad el hecho de una prolongación de nuestras vidas después de la muerte, contando con la gracia del recuerdo, quedan a descubierto algunas preguntas:

¿Es justo condenar la suerte eterna a favor de algunos años terrenales?

¿Es posible adquirir nuevas habilidades o pensamientos?

Considerando la constante modificación de un individuo a lo largo de los años ¿como podría darse un reencuentro después de 50 años?, donde posiblemente ya ninguno sea el mismo. El único rencuentro posible tiene que ser inmediato.

Prolongados, pongamos por ejemplo, 7000 años en tiempos paradisíacos, 1000 vidas terrenales. ¿Qué diferencia habría entre el mismísimo Platón y un barbero europeo del siglo XX?

¿El barbero sigue ejerciendo su profesión? ¿Con que criterio podría Platón seguir ejerciendo cuestiones filosóficas?

Considerando que el olvido es más eficaz que el recuerdo, ¿en que momento perdemos todo rastro de nuestras recuerdos como mortales? En el paraíso no hay condición de sujeto. Todos son el mismo. Todos tienden a ser los mismos.

Lo que menos importa es quien fuimos.

¿Es posible adquirir nuevos sentimientos? ¿Es posible amar?

La mayoría de las acciones y cualidades que nos permiten identificarnos solo tienen justificación y finalidad en el contexto en el cual vivimos. Cuestiones como el trabajo, la búsqueda de alimento y pareja, la preparación artística, la curiosidad científica, carecería de sentido compartirlas en el Asgard junto a los Dioses nórdicos.

Entonces, al quitarle a un sujeto la mitad de los atributos que acabamos de nombrar, ya estamos convirtiéndolo en otro. Estamos aniquilando su subjetividad.

La única salida que se me ocurre, es amueblar el paraíso de situaciones. La repetición constante de los momentos más propicios podría constituir una buena recompensa, aunque pronto advertiríamos que nos falta algo. Por contrapartida se podría fácilmente advertir que el infierno es la repetición sonante con la desdicha, la melancolía, o la derrota, de la que se es imposible escapar.

Cuando ingresamos en el conocimiento sobre cualquier tema dado, y posiblemente concientes de una urgencia a ser resuelta, daría la sensación de que se mueven algunos hilos de la estructura mental que proporcionan una agilidad inigualable a cualquier otro momento del día. En efecto, no seria equivocado agarrar un libro de mecánica cuantica para descubrir que se le dice a la mas linda del colectivo.