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Frédéric Serralta POESÍA DE CORDEL Y MODAS UTERARIAS : Tres versiones decimonónicas de un pliego tradicionaL

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Frédéric Serralta

POESÍA DE CORDEL Y MODAS UTERARIAS :Tres versiones decimonónicas de un pliego tradicionaL

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POESÍA DE CORDEL Y MODAS LITERARIAS :TRES VERSIONES DECIMONÓNICAS DE UN PLIEGO TRADICIONAL.

a. -ta tramo*, ¿a. de. Don AntonioRod*.¿gue.z-Moñ¿no

A raíz de los importantes trabajos bibliográficos y críti-cos de los profesores E.M. Wilson (1) y Antonio Rodríguez-Moruno (2),se ha venido reconociendo cada vez mas la importancia de la llamada"literatura de cordel" como testimonio de la sensibilidad literariade una época. Una prueba documental de este creciente interés porun sector demasiado olvidado hasta hace pocos anos es la recientepublicación de varias obras, de índole diversa, pero destinadas to-das a ensanchar el campo de la investigación en esta materia (3).Merced a estos estudios van saliendo poco a poco del olvido textoscuyo éxito editorial, aunque no debido - pues no suelen tenerlo - aun valor artístico excepcional, refleja por lo menos las aficiones ylos gustos, con frecuencia muy duraderos, de extensas categorías de4hfc lectores.

Entre estos éxitos editoriales, uno de los más señalados esseguramente el de la narracio'n en verso titulada La Renegada rfe Vatta-

(1) E.M. WILSON.-Samuel Pepys's Spanish Chap-Books, en Transactionsof the Cambridge Bibliographical Society, vol. Il, 2, 1955, pp. 127-154, vol. II, 3, 1956, pp. 229-268, vol. II, 4, 1957, pp. 305-322.

(2) De Antonio Rodríguez-Monino, véanse sus diversos Catálogos y suimportante Construcción crítica y realidad histérica en la poesía es-pañola de los siglos XVI y XVII, Madrid, Castalia, 1965, 61 p. (Dis-curso pronunciado en la sesión plenaria del IX Congreso Internacionalde la Internacional Fédération for Modem Languages and Literatures,que se celebro en Nueva York el 27 de agosto de 1963.

(3) J.CARO BAROJA.- Ensayo sobre la literatura de cordel, Madrid, Ed.Revista de Occidente, 1969, 442 p.

F. AGUTLAR.- Romancero popular del siglo XVIII, Madrid, C.S.I.C.,1972, (Cuadernos Bibliográficos, XXVII). 313 p.

M.C. GARCIA de ENTERRIA.- Sociedad y poesía de cordel en el barro-co, Madrid, Taurus, 1973, 402 p.

M.ALVAR.- Romances en pliegos de cordel (siglo XVIII), Malaga, De-,legación de Cultura del Exc^mo. Ayuntamiento, 1974, 481 p.

J.F. BOTREL.- Aspects de la littérature de colportage en Espagnesous la Restauration, en L'infra-littérature en Espagne aux XIXème etXXème siècles, Université de Paris VlII-Vincennes, Presses Universi-taires de Grenoble, 1977, 340 p. V. pp. 103-121.

J. MARCO.- Literatura popular en España en los siglos XVIII y XIX(una aproximación a los pliegos de cordel), Madrid, Taurus, 1977, 2 t.1-338, 339-702 p. Reciente e interesantísima tesis doctoral del autor,profesor en la Universisad Central de Barcelona.

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dolid. Cuarenta ediciones conocidas de este pliego desde 1586 hastaya entrado el siglo XX (4), amén de siete adaptaciones teatrales de1598 a la segunda mitad del siglo XVII (5), demuestran muy a las cla-ras que fue una obrilla de gran aceptación entre el público pococulto de los siglos pasados. Además de su gran difusión, notable, des-de luego, pero no única entre los pliegos nacidos antes de 1600, pre-senta éste una característica que nos parece digna de atencio'n : jun-to con su versión inicial coexistieron en el siglo XIX dos moderniza-ciones o refundiciones distintas, destinadas muy probablemente a adap-tarlo a una evolución de los criterios lingüísticos y literarios desu público tradicional. Vamos a dedicar las presentes páginas a unestudio comparativo de la versión original y las dos versiones modi-ficadas, intentando sacar de dicha comparación algunas conclusionessobre los cambios introducidos por los refundidores (cuyo objetivo,más comercial que verdaderamente artístico, solía ser únicamente ce-ñirse a las aspiraciones y al panorama mental del "consumidor").

Comentaremos la primera version por una edición de Barcelo-na, Imprenta de los Heredores de la Viuda Pía, Calle de Cotoners,1853, que tenemos a la vista. Es un pliego de cuatro hojas, de 15 por21 cm. Lo encabezan tres figuras (clérigo, carabela, dama) de dibujoantiguo, tres xilografías probablemente muy anteriores a 1853, locual no es de extrañar ya que los impresores de pliegos de cordel apro-vechaban con frecuencia, sin preocuparse a veces por la posible ina-daptación al contenido, el material profesional de que disponían yasus padres o sus abuelos. No aparece la mención "La Renegada de Valla-dolid". El título, un poco largo pero que sustituirá al necesarioresumen de la obra, es el siguiente : "AQUÍ SE CONTIENE / UN DULCETRATADO,/ de como una mujer natural de Valladolid, siendo cautivacuando lo de / Bugia negó la ley de nuestro Señor, y se caso" con unrico moro, do /estuvo veinte y tres anos en la secta de Mahoma, yfue Dios servido / que al cabo de este tiempo cautivaron a un clérigohermano suyo, el cual / sirvió a su hermana tres años de su esclavosin conocerle, y como fue / Dios servido que al cabo de tres años seconocieron por ciertas pregun-/ tas, y el arrepentimiento de la róñe-

te "En total conocemos, con ejemplos a la vista, unas cuarenta edi-ciones". A. Rodríguez-Monino, Construcción critica..., p. 53.

(5) Véase F. Secralta.-' La Renegada de Valladolid : trayectoria dra-mática de un tema popular, Toulouse, France-Ibérie Recherche, 197O,(Col. Etudes et Documents, n° II), 85 p.

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gada, y las sentidas lamentaciones / que hizo, y como tuvieron lugarde venir à Roma y / reconciliarse con el santo Padre."

Al final : "Compuso este romance Mateo Sánchez de la Cruz,natural de la / muy ilustre ciudad de Segovia."

Lo primero que advierte el estudioso es el gran parecidoentre esta edición y la que se considera edición príncipe del pliego,editada en 1586. Esta última no la hemos podido consultar, ya que seignora su paradero actual (6), pero conocemos sus principales carac-terísticas merced a varias descripciones bibliográficas, siendo lamás antigua la del librero J. Rosenthal en 1899 (7). El título, fue-ra de las naturales diferencias de ortografía y de un pequeño errornumérico (8), es el mismo. La tradicional invocación al Señor ocupaveinte versos al principio de la obra, y empieza (si no tenemos encuenta los errores materiales de transmisión) de la misma manera, co-mo lo podrá apreciar el lector :

(Ed. 1853) (Ed. 1586)

Ve¿de poniente a levante Ve¿de poniente a levante,pcuio de ¿eptentAion, ba¿ta el -tez-to septentrioncon alta, voz retumbante. con alta voz penetrantee¿ cosa, justa se cante es cosa justa se canteun caso de admiración, tal caso de admiración.

Se conservan las quintillas de ciego del original (reuni-das aquí artificialmente en forma de décimas); abundan los arcaísmos("do, muy mas, humilmente, della, desa, le acechando, preguntalle" );no ha desaparecido todavía, como ocurrirá" en las demás versiones, elnombre del autor ... Otro indicio del primitivismo del texto reprodu-cido en esta edición barcelonesa de 1853 es la ausencia de la mencio'n"Primera parte" que figura en las versiones posteriores. En efecto,la narración primitiva de la cual deriva nuestro ejemplar fue conce-bida por Mateo Sánchez de la Cruz como un relato completo, i¿n anun-

(6) Véase A. Rodríguez-Moñino, Los pliegos poéticos de la coleccióndel Marqués de Morbecq (siglo XVI). Edición en facsímile, precedidade un estudio bibliográfico. Valencia, Tipografía Moderna, 1962, 353 p.,y especialmente las páginas 36-38.

(7) Editions originales de romances espagnoles, Jacques Rosenthal,Librairie Ancienne, Karls-Str. 10, Munich, Bavière, Allemagne. S.a./18997, 8 p. Véase p. 7.

(8) "Veinte y tres arios" en vez de los"veynte y cinco annos" de laedición príncipe.

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Q-iaA contínaacíoní-i, y sólo anos después de 1586, para aprovecharel éxito comercial del tema, escribió otro autor especializado enpoesía de cordel, Mateo de Brizuela, "natural de la villa de Dueñas",una segunda parte (9). Relata ésta la penitencia que hizo la renega-da en el monte Arsiano, junto a Roma, y como volvió a Turquía paraconvertir a dos hijos suyos y llevárselos a tierra cristiana. Porcierto que el continuador tuvo que inventar totalmente este episodio,ya que en el texto original, cuando la renegada y su hermano se mar-chan para Roma, se llevan ya consigo a los dos hijos. Este regresocolectivo se repite en el pliego de 1853 que estamos comentando("Todos cuatto juntos fueron / hasta la ciudad de Roma") (10); asícomo la ausencia total de anuncio de la segunda parte, lo cual nosparece ser otra manifestación suplementaria de la filiación directaque intentamos demostrar.

Desde luego, no es posible afirmar rotundamente que estaedición barcelonesa es idéntica a la príncipe de 1586. Siempre hay,como es sabido, errores materiales, y además, comparándola con edi-ciones de los siglos XVII y XVIII (11), hemos podido apreciar la de-saparición en ésta de algunos versos del texto primitivo. Citemos lasaparatosas manifestaciones del dolor de la Renegada, cuando "las ro-pas de terciopelo / y de muy fino damasco / las arrastra por el suelo/y al mundo le pone asco", y también otra de sus muestras de arrepen-timiento : " que con un canto se daba / el pecho se lastimaba / y desí no se dolía", así como doce versos que contienen una fervorosa

(9) Véase F. Serralta, Sur un poète mineur du XVIème siècle : Mateode Brizuela , en C.M.H.L.B. (Caravelle), Toulouse, Institut d'EtudesHispaniques, n° 11, 1968, pp. 181-192. La primera edición que se citade esta segunda parte, aunque es muy posible que las haya anteriores,es de Barcelona, Sebastian de Cormellas, 1611.

Las confusiones materiales que aparecen en muchas edicionesposteriores entre los nombres de Mateo Sánchez de la Cruz y Mateo deBrizuela han dado origen a la hipótesis de que tal vez se trate de lamisma persona. Aunque sin argumento decisivo para ello, preferimos ha--blar de dos autores distintos, ateniéndonos a las indicaciones queconstan en los textos mas antiguos.

(10) pp. 40-41 .

(11) por ejemplo, la de Córdoba, Rafael García Rodríguez,' s.a. ¿s.XVIII7, y la que, en nuestra opinión sin ningún fundamento, se atri-buye a un tal Carlos Muñoz, que tal vez sea en realidad el impresor :s.l., s.i., s.a. /"probablemente s. XVI¿7.

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alabanza del oficio de sacerdote (12) ... Todo esto, que consta enlas versiones precedentes, desaparece pues en la de 1853, sin quepodamos concretar si dicha supresio'n, por cierto muy limitada,corresponde a una intención literaria cualquiera (por ejemplo la dealcanzar mayor sobriedad expresiva) o si, como nos parece mas ve-rosímil, se trata simplemente de errores del impresor.

De todas formas, las modificaciones se reducen a las po-cas que acabamos de citar, y en todo lo demás corresponde esta edi-ción de Barcelona a las de los siglos anteriores. Se presenta puescon todas las características de una obra que se ha venido reeditan-do mecánicamente durante cerca de tres siglos, sin más diferenciasque los inevitables errores de transmisión o de copia. La permanen-cia, por cierto muy propia del género (13), de la difusión comercialde un texto casi idéntico durante tanto tiempo sólo podrá extrañara los que, exclusivamente atentos a las grandes revoluciones litera-rias, se olviden del público de la "intrahistoria" unamuniana, intem-poralmente aficionado a los temas ejemplares en los que se mezclan,para conducir a un feliz desenlace, patriotismo, aventuras y religion.Nosotros nos atendremos al hecho de que a mediados del siglo XIX aunse editaba, luego se vendía, el pliego de La Re.ne.gada., en lo quellamaremos su veA¿¿dn Ci.-ioi.naZ.

La segunda version, probablemente la más publicada duranteel siglo XIX, aparece en cantidad de ediciones, muchas de ellas sinfecha, lo cual era frecuente en este tipo de literatura, pero aproxi-madamente fechables por las características de la impresión. Citemosla de Madrid, Imprenta de Mares, 1844, la de Imps. Hospital, 19 "Elabanico", s.l. /Barcelona7, s.a., la de Barcelona, Impresos de la Vda.de A. Llorens, s.a., la de Palma, casa de M. Borras, s,a... En todosestos pliegos, con las mínimas diferencias de algún error materialde imprenta, el texto es idéntico, e incluso se repite muchas veces,a pesar de haber salido a luz en ciudades distintas, el mismo graba-do inicial. En todos se lee ya la indicación "Primera - y segunda -parte", publicándose éstas ora en el mismo pliego (Mares, 1844), ora

(12) "Cada vez que misa digo / se baja Dios a mis manos; / es el sus-tento y abrigo / de los leales cristianos./ Dijole : ese tu oficio / entu tierra es muy tenido, / oficio que quita vicio, / de oficios el massubido. / Razo'n tienes de alabarlo ..."

(13) Véase J.F. Botrel, O£. cit., p. 109 : ". .. l'anachronisme des faitsrelatés et la caducité des' formes poétiques semblant être avec le confor-misme social des traits constants dans ce genre de littérature, du moinsau niveau global".

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en pliegos separados (las demás citadas). Para comentar las modifi-caciones introducidas por esta version, sólo nos podremos apoyar enun estudio de la primera parte, ya que no hemos podido dar, como ne-cesario punto de referencia, con ninguna "version original" de lasegunda que se publicara en el mismo siglo XIX. Por tenerla en nues-tra posesio'n, basaremos el comentario en la edición de Palma.

Pliego de dos hojas, de 16 por 21,5 cm. Un grabado firma-do Noguera presenta a la renegada de pie, con la cabeza baja y losbrazos cruzados, frente al "rico moro" (también de pie) con quiense va a casar, rodeados ambos por cinco personajes vestidos a esti-lo musulmán. El título, mas corto que en la versio'n original^ supri-me muchos de los elementos anecdóticos, entre ellos la alusión alhermano sacerdote , centrando así el interés en el personaje de larenegada : "Relación de una joven natural de Valladolid, la que sien-do cautiva negó la ley de Ntro Señor Jesucristo, la cual se casocon el Bajá y tuvo con él dos hijos, y el arrepentimiento de esta mu-jer".

Desde el principio se nota la desaparición del exordio quealudía a la difusión oral, cantada., del pliego. Corresponde esto auna evolución general de la literatura de cordel, menos oída y másleída que antes (14). También desaparece la petición de ayuda aNtro Señor por parte del autor (empieza pues directamente el relato :"En Valladolid vivía . . . " ) . Esta supresión, junto con la de los dos"fue Dios servido" del título, sugiere que ya no se consideraríaeficaz la expresió'n de una religiosidad tan ingenuamente repetida.Como puede ver el lector, se trata de modificaciones "técnicas" des-tinadas esencialmente a desempolvar, en su forma más que en su conte-nido, un texto arcaizante. Por el mismo motivo desaparecen las pala-bras anticuadas; aunque algunas pocas se conservan, transfdrmansecasi todas las quintillas de ciego en cuartetas (generalmente median-te la supresión del tercer verso), aprovechándose sistemáticamentelas mismas rimas. En un esfuerzo por unir las dos partes de la histo-ria, introduce el refundidor al final de la primera el anuncio de lasegunda : "Y aquí el poeta humillado / en la otra parte promete ...".Subsiste sin embargo la incoherencia interna ya señalada antes : tam-bién aquí los hijos vuelven a España con la madre al final de la pri-mera parte, y luego en la segunda resulta que se habían quedado enTurquía. Prueba ésta de la rapidez con que se verifico la refundición,o, mejor dicho, el reajuste del pliego.

(14) "On observe cependant dans les dernières productions originales¿y", añadimos, en las refundiciones? une certaine tendance à ... uneffacement du conteur au profit du scripteur". J.F. Botrel, op. cit.,pp. 108-109.

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Los datos que en la version original servían para situarla anécdota en la realidad del siglo XVI reciben dos tratamientosmuy distintos. Desaparecen primero todas las menciones históricas ogeográficas que no tienen relación directa con la persona de la rene-gada : Salamanca, universidad donde estudio' el hermano, Penafiel, dedonde salieron los enamorados para Bujía, la ciudad de Irmar, patriadel Baja, la feria de esclavos de Modon, una fecha concreta ("el anosetenta y nueve, víspera de San Mateo"), el rey Muza, la villa de Ale-biza, todo ello se suprime en esta segunda versión. Parece evidenteque, con el paso de los siglos, todo el aspecto en cierto modo perio-dístico del pliego ya no puede interesar a los que viven en un mundomuy distinto. Sin embargo, conserva rigurosamente el actualizador to-das las indicaciones que permiten la identificación de la renegada :su nombre, Águeda de Acevedo, el de su hermano Melchor, el de su pa-dre 3uan de Acevedo, su madre, Leonor Salcedo, sus tíos, los Rosales,su domicilio en la calle de la Obra (calle muy real y que así sellamó hasta 1894) (15)... Y es que todos estos datos, aunque probable-mente basados en una familia real y verdadera del siglo XVI, son encierto modo intemporales y no dificultan, al contrario, la comprene-tracion del lector del siglo XIX con la anécdota y su personaje cen-tral. De todas formas, tal rigurosa selección de datos y nombres pro-pios por parte del actualizador ya no es sólo una modernización mecá-nica del texto original, y tal vez pueda demostrar cierta concienciaelemental de las exigencias del "realismo" literario.

No va muy lejos, sin embargo , la originalidad literariadel adaptador. Si bien se añaden en esta segunda version algunos tro-zos "efectistas" que subrayan afectos del ánimo o manifestacionesde pasión y de dolor, pronto nos damos cuenta de que se trata, no deuna creación original, sino de la reaparición de los versos tradicio-nales que había suprimido la edición barcelonesa de 1853 pero que yaconstaban en las anteriores (16). Lo cual demuestra, de paso, que eladaptador se fundó en una versión primitiva y no exactamente en lade Barcelona, aunque seguiremos utilizando esta última por su confor-midad, en todos los dema's puntos, con las de los siglos precedentes.

En fin de cuentas, muy pocas son las ocasiones en que setrasluce una intención del adaptador que no sea la de facilitar técni-camente la lectura a sus contemporáneos. Sólo una o dos veces intervie-

(15) Juan AGAPITO y REVILLA.- Las calles de Valladolid. Nomenclátorhistórico, Valladolid, Impr. y LibrerTi" Casa Martín, 1937, 543 p. V.pp. 35-39.

(16) Véase supra estudio de la version original.

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nen modificaciones que pueden revelar cierto tipo de censura moral.El capitán que se lleva a la protagonista para Bujía (donde mas tardecaerá ella en manos de los turcos), lo hace en la versio'n original"gozando de su hermosura" (y añade el texto : "Mas su placer no fuenada . . . " ) • En la segunda version sustituye a estos dos versos lamención "lleno de amor y ternura", borrando notablemente la alusióYial deleite carnal. También desaparece la relación de dos subterfu-gios utilizados por la renegada, el uno cuando quiere justificar antesu hermano, sin revelar aún su identidad, su propio conocimiento deValladolid (17), el otro cuando se escribe a sí misma una carta fal-sa para facilitar su huida (18) : o sea, dos mentiras de la heroina,que podrían sin embargo justificarse por la dolorosa situacio'n en quese encuentra. Pero es de suponer que la relativa crudeza y la franque-za expresiva del texto original, tan naturales en el siglo XVI y pre-sentes por ejemplo en obras tan distintas como la de Francisco Delica-do y la de Santa Teresa, podían resultar exageradas tres siglos mástarde para un publico que, en este sentido, no parece haber progresa-do, sino todo lo contrario.

Esta actitud moralizante, que idealiza al personaje central,no puede menos de hacernos pensar en aspectos paralelos de la sensibi-lidad prerromántica o romántica, to más evidente, sin embargo, es quela adaptación, de cortos vuelos y que parece haberse limitado a unarápida modernización del original, no modificó prácticamente ningunode los datos fundamentales, y conservo', en plena época del romanticis-mo, el espíritu tradicional del pliego, aunque remozando, por lo me-nos en la forma, el viejo tema de la Rtnigada, y por lo tanto abrien-do paso a transformaciones más radicales. Esta segunda versio'n la lla-maremos en adelante la \xuiilon AZtocada.

De la tercera version solo conocemos tres ediciones, muyprobablemente relacionadas entre sí. Una con la mención "Madrid.-Despacho : calle de la Bola, num. 11 fs.aj" (19), otra del conocidoimpresor Mares :"Madrid, Despacho de Mares y Compañía, calle de Jua-

(17) "... por cierto fui / cautiva en Valladolid / de una muy ricaseñora".

(18) "El pasaporte ordenado / una carta hizo hechiza / como que se laha enviado /su suegra, que la ha llamado / de la villa de Alebiza /diciendo esta muy doliente..."

(19) Colección personal de C.J. Cela, según indicación del eminenteescritor.

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nelo, núm. 19 /"sin ano, pero seguramente anterior a 18747"(20 y21), y por fin la de "Madrid.- Despacho : Librería y Casa EditorialHernando (S.A.), Arenal, 11 fs.aj", tal vez de principios de nues-tro siglo pero reproducida textualmente de la anterior (21). Utili-zaremos en adelante, por tenerla a la vista, la ultima citada.

Como muy pronto se vera, la actualizacio'n llevada a caboen esta versión es mucho más importante que en la anterior, y yamerecería citarse el nombre del refundidor, que desgraciadamenteignoramos. Solían ser escritores de poca categoría, a quienes en-cargaban los ciegos un remozamiento general del texto (22). Estatercera versión, anónima pues, presenta las características quevamos a analizar.

Un pliego de cuatro hojas, de 16 cm. por 21,5, que incluyeprimera y segunda parte (ahora evocaremos también la evolución deesta dltima, pues hemos podido consultar ejemplares de la segundaparte "retocada" que muy probablemente sirvió de base a esta ver-sio'n). El grabado inicial, cuya firma no se distingue (posiblemente"Noguera", como en la version retocada, pero sin ninguna seguridad),no es exactamente el mismo que el de la version anterior. Dos tur-cos acompañan a la renegada, la cual esta' de pie, mirando al jefemusulmán y alargando hacia él la mano izquierda. Este último esta'aquí solo, sentado en una otomana y reclinado sobre un cojín, fuman-do al mismo tiempo un narguile situado en primer plano (elemento deorientalismo literario que confirmarán otros aspectos del propiotexto). Encima del grabado, la mención "(Núm. 10)", que también apa-rece, por lo menos, en la edición de "Madrid.- Despacho : calle dela Bola". El título, muy corto : "La Renegada de Valladolid / Ma-ravillosa historia de una singular mujer / natural de Valladolid",suprime todos los elementos anecdóticos e introduce ya una de las

(20) Ejemplares en la Biblioteca Nacional de Madrid, Romances popu-lares ¿Gayangos/, t.I, signatura 1/18.188, y en el British Muséum,sig. 12.330 1.2 (21) (según E.M. Wilson, art, cit., p. 239.).

(21) Véase J.F.Botrel, £p. cit., p. 104 :"... Manuel Minuesa (Juane-lo, 19) qui, vers 1874, a succédé à Mares y Cia et dont l'héritier,Joaquín Minuesa, vendra le fonds à la maison Hernando qui se conten-tera, pour l'essentiel, nous l'avons vu, de le reproduire, jusqu'en1935 au moins".

(22) Véase J.F. Botrel, op. cit.,p. 115, nota 30 : "... Julio Nombe-la raconte dans ses mémoir-es comment un aveugle l'avait chargé de"remozar" (mettre à jour, au goût du jour) dix romances viejos (Im-presiones y recuerdos, Madrid, 1909-1911, t. III, p. 68)".

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características constantes de la refundición : un efectismo elemen-tal debido a la selección y al empleo de los adjetivos. Con frecuen-cia serán, como en el título, adjetivos antepuestos, lo cual como sesabe enfatiza la expresión, y también adjetivos de marcado valor hi-.perbólico ("un noble opulento, una familia excelsa...") o tópico("el buen sacerdote, noche serena, espantoso dolor, ardientes lágri-mas..."). Todo ello muy propio déla grandilocuencia romántica aplica-da a este tipo de literatura, e incluso, como sugestivamente lo in-dica J.F. Bnr.trel (23), del tono sensacionalista de cierta prensaactual.

La métrica del poema (recuérdese que en los orígenes fueronquintillas, más tarde cuartetas) sufre una profunda transformación :aparecen exclusivamente el romance (en una proporción de 53,7 porciento) y la redondilla (46,3 por ciento). Estas últimas son a vecesimperfectas, con algún verso suelto, alguna rima asonante en vez deconsonante, y alguna que otra cuarteta intercalada. El romance, in-troducido irregularmente en trozos de longitud muy variable (de 8 a78 versos), tiene asonancias faciles (E-A, I-A, etc). Versificación,como se ve, bastante descuidada, pero cuyas formas básicas reflejanla restauración de los metros tradicionales, llevada a cabo Dor elDuque de Rivas y otros autores, que fue una de las características dela poesía romántica (24). Otro de estos aspectos formales que tambiénse introduce en la tercera versión es la división de las largas narra-ciones anteriores en trozos más reducidos : cuatro fragmentos en laprimera parte, tres en la segunda. Parcialmente hubo de corresponderla fragmentación, frecuente en los pliegos escritos o reelaboradosdurante el pasado siglo, a la poca capacidad de lectura o de aten-ción de un público inculto (25), pero es de notar que la misma dispo-sición fragmentada caracteriza a los romances de un Duque de Rivas,

(23) I¿. , p. 111, p. 117, nota 43, y apéndice 3, p. 121.

(24) "El romance, que es el metro castizo de nuestra lengua, en elque se cantaron las hazañas de nuestros mayores ..." Véase E. AllisonPeers, Historia del movimiento romántico español, Madrid, Gredos, 1973(Versión española de José Mana Gimeno; segunda edición) . Dos tomos,450-576 p. V. t. II, p. 316.

(25) "A cette faible capacité de lecture ou d'attention correspond labrièveté de l'unité de lecture-audition et la fragmentation en par-ties ou chapitres (souvent deux ou trois parties pour les romances...)"J.F. Botrel, op. cit., p. 106.

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por ejemplo (26), y que asimismo puede explicarse por la introduc- •ción en nuestro pliego de una moda, debida tal vez a dicha incapa-cidad, pero también imperante en esferas mas elevadas.

La invasión del romanticismo, o al menos de algunos de susaspectos, no sólo se manifiesta en lo que acabamos de ver y pudiéra-mos llamar los elementos externos de la narración, sino que tambiénaparece, y de forma aún más decisiva, en sus elementos internos.

Notemos primero la presencia todopoderosa del escritor ensu propio relato, tan opuesta a la discreción de los narradores tra-dicionales, cuyas intervenciones directas eran infrecuentes y gene-ralmente limitadas al exordio y a la conclusión moralizante. El pri-mer indicio material de esta innovación es la coherencia interna quepor fin se establece entre ambas partes del relato : al final de laprimera, se marcha de Bujía la renegada do.ja.ndo a -UU> h¿jO-& zn tÁeAAa.dz moAO¿ (27), lo cual justifica su vuelta en la segunda. Así demues-tra el refundidor que se ha hecho en cierto modo responsable de latotalidad de la historia. Pero interviene también de forma más apa-rente, hablando de "nauta heroína, nueAtta galera ", y sobre todo

comentando a cada momento, para mayor edificación de los lectores,los desvarios (" ¡A tanto la infamia inclina!"), los errores e in-fortunios ("En esto, y pon. Mi diAg4.ac.ia, / un día vio en cierta igle-sia...") de la renegada, así como aclarando con el mismo objetivo losdesignios de la providencia divina ("sin comprender que Dios mismo /les dirigía al abismo ..."; "Dios, que jamás abandona / a sus pobrescriaturas...", etc., etc.). Todos estos elementos, que no constan enlas versiones precedentes, confirman el nuevo predominio del escri-tor omnisciente sobre el antiguo narrador más humildemente ceñidoa su relato; fenómeno éste probablemente relacionado con las nuevascondiciones sociológicas (28), pero también, en nuestra opinión, conla valoración del poeta y del individuo tan característica de laépoca romántica.

(26) Ángel de SAAVEDRA, Duque de Rivas.- Romances históricos, en B.A.E.t. 10O, pp. 313-424.

(27) "cuando perdió su mirada / de vista la tierra, en donde / a susdos hijos dejaba...". P. 5, col. a.

(28) "Ces faits ¿entre ellos "l'effacement du conteur au profit duscripteur"/ pourraient indiquer un progrès de la lecture individuelleau détriment de l'audition collective, à mettre en relation avec lesprogrès de l'alphabétisation et la désagrégation des formes de viecommunautaires..." J.F. Botrel, op. cit., p. 109.

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La tercera version que estamos comentando acentúa una evo-lución ya iniciada en la etapa anterior : la erosión de los elemen-tos históricos, geográficos, e incluso de los datos anecdóticos delcaso original. Mas no se trata aquí de la simple supresión de datosdesprovistos ya de significación real para los lectores del XIX :los elementos citados desaparecen, pero los sustituyen otros direc-tamente vinculados con la nueva sensibilidad. Asi ocurre, de maneraalgo sorprendente, con el nombre de la renegada, que durante sigloshabía sido Águeda de Acevedo : si bien conserva el refundidor elapellido tradicional de la familia, transforma el nombre de pila enel de "Adela". Nombre de moda en la primera mitad del siglo, proba-blemente a raíz del éxito editorial en España de una de las novelas(Adela, (¡ TzodoKo) de Madame de Genlis (29).

Merced a este mecanismo de sustitución aparecen en la obraotros tópicos de la época romántica. En las versiones anteriores,como probablemente en los orígenes históricos, la captura de la he-roína por los moros se realiza cuando cae en poder de éstos la ciu-dad de Bujía, en la cual estaba la joven junto con su primer amante,el capitán. Aquí pierde la libertad en el ataque de su galera poruna "escuadra otomana", y esta intrusion de los corsarios barbares-cos, inútil para la accio'n propiamente dicha, introduce aunque sólode paso el consabido tema del pirata utilizado por un Espronceda yotros poetas románticos. El tema del cautivo, relacionado con el an-terior dentro del orientalismo literario imperante a mediados desiglo, también se cuela en esta versio'n refundida. La protagonista,presentada antes como la libre esposa del jefe musulmán, es ahora unainfeliz "que del harén la clausura ¿ÂiçJ / más que esposa era cauti-va / del baja ..."(30) Sabido es el interés que suscitaban entonceslas figuras como el cautivo (31), y asi aprovecha el refundidor otrotema muy de moda, mediante la desaparición de un dato primitivo.Otro aspecto original que borra el adaptador es el recato con que re-cibe la joven los requiebros del capitán, al principio de la obra.Aparece ella en los textos anteriores como una "doncella muy honr¡a-

(29) "Las novelas sumamente morales y didácticas de Mme. de Genlis,sin embargo, adquirieron carta de naturaleza en España con la publica-ción de Adela y Teodoro (1785) , de Las veladas de la quinta (1788) yde Los anales de la virtud (1792), y en un determinado estrato de lasociedad tuvieron sus lectores devotos durante más de medio siglo".E. Allison Peers, op. cit., t. I, p. 57.

(30) Pag. 3, col. b.

(31) E. Allison Peers, op. cit., t. Il, pp. 356-357.

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da", temerosa de "ser murmurada / y afrentada de las gentes", y solt)se deja raptar por el capitán cuando éste le "promete ser su marido /y de casarse con ella" (según la socorrida convención social y teatralque tanto utilizaron los comediógrafos del Siglo de Oro). En esta ̂ver-sion refundida, al contrario, se enamora instantáneamente del galán,y basta la expresión de los encendidos sentimientos del joven paraque la heroína, "enamorada de veras", huya con él "lejos de su patriay tierra". Así se nos presenta esta vez como una mujer sin prejuiciossociales, y tal vez encuentre el lector cierta contradicción entre lanueva impulsividad de la doncella y la también nueva pasividad queatribuye el refundidor a la esposa del baja. Pero en realidad no haytal contradicción. A veces más activa que sus predecesoras, la prota-gonista nunca lo es, sin embargo, por elección propia, sino porqueobzd&ce. a las dos fuerzas que todo lo avasallan en el héroe románti-co : queremos hablar de la pasión y el destino.

La pasividad de la renegada ante el destino o sus agentesse transparenta en algunas modificaciones aparentemente limitadas pe-ro de gran significación. En los textos anteriores, cuando la joven,convencida por los argumentos del jefe musulmán, reniega de la fecristiana, el autor expresa esta apostasía en forma activa ("con ju-ventud y riqueza / Kínlaó de aquel tesoro..."); en la tercera versiónañade el adaptador un verbo de marcado valor pasivo ("De Alá la falsadoctrina / acep-to'perdida y vana"). Ma's tarde, en la escena de anag-nórisis en que por fin se reconocen hermano y hermana, la que dirigeel interrogatorio decisivo es inicialmente la renegada, pero en elpliego refundido el elemento activo pasa a ser sobre todo el herma-no (32). Por fin, después de tomada la decisión de volver a la fecristiana y al territorio español, es la misma renegada quien, enlos textos primitivos, organiza su evasión (33), mientras que en laúltima versión sigue llevando la voz cantante el hermano, el cual,para colmo de inactividad, recurre explicitamente al destino cuando

(32) Un ejemplo : Segunda version (habla la renegada) : "Una hermanahas de tener / harto galana y hermosa; / di, Melchor, ¿qué se fue ahacer ? / ¿es casada ? o religiosa ? / El clérigo respondió' ..."

Tercera version (habla el sacerdote) : "Una hermanatambién tuve / hermosa, bella y cristiana; / pero falleció esta her-mana. . ."

(33) En la version original : véase nota 18.En la version retocada : "... un hijo de un mercader / que esta-

ba en cautividad / viniéronle a rescatar, / y la dueña tuvo modo /para poderle hablar / y diqle para sacar / pasaporte para todos."

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evoca las posibilidades de huir hacia España : "... el buen sacer-dote / ... consolándola ouiíLvo, / ia obZ¿go a que se marchase / yocultara su designio, / an-Lmandota. a llevar / adelante su contrito /fervor, y dióla esperanzas / de huir también, si zl dtAtino / oca-sión les procuraba / de abandonar aquel reino ...". Si bien no tanacentuada como en alguno de los mas famosos dramas románticos, estaresignación de la protagonista ante el destino, tan poco conformecon la visión cristiana tradicional, no puede dejar de relacionar-se con "la idea pagana de que el hombre es juguete del destino",fundamento, según E. Allison Peers, de muchas obras de un Duque deRivas (34).

Otra de las características de la literatura romántica,el"predominio.. • del tema de la pasión, asi como de las pasionesmismas" (35), modifica también el comportamiento de la renegada, ysobre todo la expresión de sus sentimientos. La exageración de losafectos del animo que ya empezaba a asomar en la versión precedenteirrumpe ahora en la obra, borrando totalmente la relativa sobriedaddel texto original. Abundan los ejemplos, ya que casi todas las am-pliaciones que introduce esta tercera version consisten precisamenteen una morosa evocación de los tormentos y lamentos de la protagonis-ta. Citemos sus quejas cuando el destino la separa de su primer aman-te, el capita'n : "Adela lloro y gritó; / suplico", fue vano empeño.../Adela creyó morir./ Con tiernas frases hería / el viento en su tris-te duelo ... / Y Adela miró partir / el que su amante llevaba / y¿iicj delirante le llamaba / con creciente frenesí" (36). Incluso elmismo capitán, a la hora de seducir a su amada, prefiere á los rega-los y las promesas de antes las lágrimas y los suspiros del perfec-to enamorado romántico : "El capitán puso obstáculos; / fingió impo-sibles; protestas / la dio de felicidad; / lloro", suspiro*, dio'mues-tras / de tan profundo dolor / y de una tan grande pena..." (37).

Como hsbrá podido apreciar el lector por los últimos ejem-plos, este sentimentalismo exacerbado se expresa mediante una seriede efectos retóricos elementales y de giros estereotipados tan pro-pios de la literatura popular del siglo XIX como de la estética ro-mántica, que probablemente los introdujo en aquélla. El más evidentees, como ya lo dijimos al hablar del título, la abundancia y el én-

(34) E. Allison Peers, op. cit., t. Il, p. 342.

(35) i¿., t. II, p. 321 .

(36) P. 2, col. b.

(37) P. 2, col. a.

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fasis de los adjetivos antepuestos. No viene a cuento un estudioexhaustivo de esta retórica elemental, por lo demás no especifica-mente romántica : nos contentaremos pues con insistir en expresio-nes que, caídas en desuso cuando pascí de moda el romanticismo, nospermitirán seguir estableciendo una relación entre la infralitera-tura del pliego suelto y las altas esferas de la intelectualidaddel medio siglo. Véanse, por ejemplo, los versos siguientes, en losque maneja el refundidor varios tópicos significativos :

"Áde.la. pon. ¿u ambiciónpaüiia. y padM. dio'al olvido,y concluyó, ánge.1 caído,ppJi KZxKLoaA de. -ÓU Pio-i" ( 38 ) ,

y, mas aun, :

"E-ta de. Vio-i un qu.exu.be.,mcíi dejándole. cutAcatAaA,cua¿ otAo Luzbe.1, al vicio,¡ay! cayo' en el pnzcipidodo cayó zt ángtt de.1 mal" (39).

Estos "querubes" y demás "angeles caídos" pronto pasarona ser elementos privilegiados de la caricatura con que los post-romanticos satirizaban a los "vates inspirados" de la generaciónanterior (40). Con este remate queda, en nuestra opinión, suficien-temente demostrada la influencia del romanticismo en la veAAión •*£-(¡undida que acabamos de estudiar.

Una tendencia a la sistematización excesiva nos podríallevar a la siguiente conclusión : la evolución que hemos rastrea-

(38) p. 3, col. b.

(39) P. 4, col. a.

(40) "La mayoría de las publicaciones periódicas ¿7post-romanticas_7se contentaban con hacer befa del perdurable tema de que el poeta esuna especie de ángel caído..." ¿y deT" "esos elegantes y perfumadosartistas ... que adoran en una actriz su cielo y su ángel salvador...'E. Allison Peers, op. cit., t. Il, pp. 351-352.

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do en las tres versiones de la Re.ne.gada. de Va.l>tado-Í¿d demuestrauna modernización constante de la mentalidad colectiva de los lec-tores, una invasión, primero solapada, triunfante después, de laestática y de la ideología romántica en el terreno del pliego tra-cional ; todavía sensible, en la primera mitad del XIX, a formasheredadas del siglo XVI, el público va prefiriendo estructuras yactitudes'^más acordes con las nuevas ideas, y por ello le propor-cionan los refundidoEes versiones cada vez más avanzadas que, con-forme van apareciendo, desplazan a las anteriores ... Desde lue-go, si nos referimos a todo el extenso campo de la literatura decordel, no cabe duda de que el romanticismo, que había calado muyhondo en la sociedad española del XIX, invadió el mercado del plie-go popular, como lo demuestra la difusión de textos y. temas román-ticos originales, tanto teatrales como poéticos, que estudia elprofesor J. Marco (41). Pero, ateniéndonos al caso particular de Jhrla Re.ne.gada de ValladoZid, no creemos que el paso de la versiontradicional a la versión propiamente romántica se hiciera de unamanera tan sistemática e irrevocable como decíamos antes, o por lomenos nos faltan datos para demostrar tan rigurosa "construccióncrítica". Primero, por incertidumbres de cronología. Solo conoce-mos a ̂ ciencia cierta dos fechas : la version original se publica-ba aun en 1853; la version retocada ya se editaba en 1844. En cuan-to a la refundición romántica, sólo sabemos que debe de ser ante-rior a 1874, puesto que existe una edición del impresor Mares yéste dejo de imprimir ese mismo ano : según la fecha exacta de supublicación (en pleno auge del movimiento romántico o, por el con-trario, iniciada ya su decadencia), tendríamos que adoptar conclu-siones diferentes. Otros problemas : ¿ fue verdaderamente la ver-sión refundida la que más se vendió a fines del XIX y principiosdel XX ? No nos parece que así fuera, ya que la mayoría de las edi-ciones decimonónicas que conocemos, incluso las más tardías, con-tienen la version Ae.toc.ada, y esto ya seria suficiente para des-baratar la "construcción crítica"anterior. ¿, Fue verdaderamente1853 la fecha de la última aparición de la versión OAiginal ? ¿Sonsólo tres, o más, las ediciones de la version AZ^und¿da. ? Es muydifícil contestar a estas y otras preguntas mientras no se reali-ce un repertorio sistemático de las ediciones existentes en biblio-tecas públicas y sobre todo privadas, y aun así habría que teneren cuenta la posibilidad de que hayan desaparecido ediciones en-teras, debido a la fragilidad material de los pliegos.

(41) J. Marco, op. cit., t. I, p. 260 sq., t. II, p. 348 sq.

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La segunda razón que se opone a la "construcción" citadaantes es la dudosa uniformidad del "público" de los pliegos de cor-del. Hablando de siglos anteriores al que nos interesa en estaslineas, Don Antonio Rodrígiz-Moñino nos aconseja "prescindir dehablar de una conciencia nacional colectiva derivada de un colec-tivo conocimiento nacional. La poesía de los siglos de oro en Espa-ña - añade - está fragmentada en islotes geográficos casi totalmenteindependientes entre sí y poco permeables : el movimiento que signi-fica la kc.ade.mAJX. gtianad-i.no. en la época de Morillo, Lobo, Berrio oArjona no tiene absolutamente nada que ver con el que caracterizaa la escuela salmantina o al grupo madrileño o al sevillano, ni mu-chísimo menos con los de Valencia o Cataluña..." (42). Desde luego,las condiciones del siglo XIX ya no eran las del XVII, y la evoluciónde los medios de difusión hubo de reducir notablemente la incomunica-bilidad evocada por el eminente crítico. Algo de ello quedaba, sinembargo, por lo menos en lo relativo a las diferencias regionales.No creemos que los editores de Valladolid, de Palma, de Barcelona ode Madrid trabajaran en todas las ocasiones para la misma clase depúblico. Precisamente es de notar que las tres únicas ediciones dela version "romántica" que - de momento - se conocen son de Madrid,lo cual da pie a la hipótesis de que tal vez se hiciera la refundí-^ción principalmente para el público de la capital, más enterado y maspropenso que el de la periferia o el de los pueblos del interior aseguir las modas literarias del tiempo.

De todos modos, y a pesar de que . . el estado actual delos conocimientos bibliográficos nos obliga a dejar pendientes no po-cas interrogaciones, lo que sí habrá podido comprobar el lector es que,en casos como el de la Re.ne.gada de VaZ&adoZ-Ld, la fuerte presión dele estética romántica se ejerce incluso sobre los viejos temas deorigen tradicional. La importancia estadística de esta influencia,así como de la resistencia de los textos seculares en su versionprimitiva, queda por determinar, pero el caso concreto que acabamosde estudiar confirma una de las características de la literatura decordel : género "fronterizo", según definición de M.C. García deEnterría (43), en el 4Mt se repercuten los movimientos y los trastor-nos que agitan al mundillo de las letras, aunque con las atenuacionesy limitaciones necesarias para cepfirse al conservadurismo y a las cor-tas facultades de adaptación de unos públicos poco cultos y profunda-mente apegados a sus tradiciones seculares.

(42) Antonio RODRIGUEZ-MONINO.- Construcción c r í t i c a . . . , p . 56.

(43) M. C. García de En te r r í a , op. c i t . , p . 4O1.