poemas de miguel hernÁndez

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Este año se conmemora el Centenario del nacimiento del poeta oriolano Miguel Hernández (1910-1942), que perteneció a la "Generación del 27". Los autores más destacados de este grupo fueron: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Si quieres conocer más de la vida y obra de Miguel Hernández puedes visitar la Wikipedia . Encontrarás un amplio estudio de su poesía. A Miguel Hernández se le conoce como el poeta del pueblo.

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POEMAS DE MIGUÉL HERNÁNDEZ PARA NIÑOS

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Page 1: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Este año se conmemora el Centenario del nacimiento del poeta oriolano Miguel Hernández (1910-1942), que perteneció a la "Generación del 27". Los autores más destacados de este grupo fueron: Federico García Lorca, Rafael Alberti, Jorge Guillén, Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Gerardo Diego, Luis Cernuda, Vicente Aleixandre, Manuel Altolaguirre y Emilio Prados. Si quieres conocer más de la vida y obra de Miguel Hernández puedes visitar la Wikipedia. Encontrarás un amplio estudio de su poesía. A Miguel Hernández se le conoce como el poeta del pueblo.

Page 2: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

¡Se viste el mundo de fiesta!

Llega a Orihuela el retoño,

un claro día de otoño,

a una familia modesta.

Siempre está en pie muy temprano.

Page 3: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Cuida en la Sierra Oriolana

las cabras cada mañana:

tiene que echar una mano.

Por la tarde las ordeña.

Va a repartir a diario

leche fresca al vecindario,

y por el camino sueña.

Oye cantar al jilguero.

Observa una lagartija

que sale de una rendija.

Le encanta oler a romero.

Un día Miguel, por fin,

va al colegio, muy contento.

Destaca por su talento.

Allí aprende hasta latín.

Disfruta mucho en la escuela.

Al niño atento y flacucho

los libros le gustan mucho.

En la escuela, el tiempo vuela.

Su padre está preocupado.

Page 4: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Miguel tiene que ayudar.

Debe dejar de estudiar

para cuidar el ganado.

El muchacho pastorea.

Mientras vigila las cabras,

se atiborra de palabras:

¡no hay un libro que no lea!

Miguel, el joven pastor,

con tres amigos o cuatro

forma un grupo de teatro

y hace a menudo de actor.

Entre brezos y alhucemas,

con tan sólo quince años,

mientras cuida del rebaño,

empieza a escribir poemas.

Su amigo Ramón Sijé

le transmite su cultura

y el amor por la lectura.

¡Tiene en Miguel tanta fe...!

Page 5: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Buscando reputación,

viaja a Madrid el poeta,

con versos en la maleta

y prisa en el corazón.

Muere su amigo y hermano.

Estalla una guerra cruel

en la que lucha Miguel

del bando republicano.

Tras sufrir enormemente,

se casa en cuanto regresa

con Josefina Manresa,

pero ha de volver al frente.

Los tiempos le son adversos.

No encuentra forma mejor

de soportar su dolor

que componer bellos versos.

Más tarde es encarcelado.

Va de prisión en prisión

escribiendo en un rincón,

triste, enfermo y desgraciado.

Page 6: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

¡Cuánto añora a su criatura!

En el penal de Torrijos,

le hace una nana a su hijo

llena de amor y ternura.

Este poeta brillante,

un funesto y negro día,

muere en una enfermería

de la cárcel de Alicante.

Mas Miguel no se ha marchado.

Con sus versos que estremecen,

emocionan y enternecen,

sigue estando a nuestro lado.

Carmen Gil (www.poemitas.com)

En cuclillas, ordeño

En cuclillas, ordeño una cabrita y un sueño.

Glú, glú, glú, hace la leche al caer en el cubo. En el tisú celeste va a amanecer. Glú, glú, glú. Se infla la espuma, que exhala una finísima bruma.

(Me lame otra cabra, y bala.)

Page 7: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

EL CORAZON ES AGUA

El corazón es agua que se acaricia y canta.

El corazón es puerta que se abre y se cierra.

El corazón es agua que se remueve, arrolla, se arremolina, mata.

TRISTES GUERRAS

Tristes guerras si no es amor la empresa.

Tristes. Tristes.

Tristes armas si no son las palabras.

Tristes. Tristes.

Tristes hombres si no mueren de amores.

Tristes. Tristes.

Page 8: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

EL NIÑO YUNTERO

Carne de yugo, ha nacido más humillado que bello, con el cuello perseguido por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta, a los golpes destinado, de una tierra descontenta y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo de vacas, trae a la vida un alma color de olivo vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir y empieza a morir de punta a punta levantando la corteza de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente la vida como una guerra, y a dar fatigosamente en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe, y ya sabe que el sudor es una corona grave de sal para el labrador

Trabaja, y mientras trabaja masculinamente serio,

Page 9: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

se unge de lluvia y se alhaja de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte, y a fuerza de sol, bruñido, con una ambición de muerte despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es más raíz, menos criatura, que escucha bajo sus pies la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde en la tierra lentamente para que la tierra inunde de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento como una grandiosa espina, y su vivir ceniciento revuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos, y devorar un mendrugo, y declarar con los ojos que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho, y su vida en la garganta, y sufro viendo el barbecho tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo menor que un grano de avena? ¿De dónde saldrá el martillo verdugo de esta cadena? Que salga del corazón de los hombros jornaleros, que antes de ser hombres son y han sido niños yunteros.

Page 10: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

ANDALUCES DE JAÉN

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, quién levantó los olivos?

No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura y a los planetas unidos, los tres dieron la hermosura de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano, dijeron al pie del viento. Y el olivo alzó una mano poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿quién, amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida, no la del explotador que se enriqueció en la herida generosa del sudor.

No la del terrateniente que os sepultó en la pobreza,

Page 11: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

que os pisoteó la frente, que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán consagró al centro del día eran principio de un pan que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna, los pies y las manos presos, sol a sol y luna a luna, pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, pregunta mi alma: ¿de quién, de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava sobre tus piedras lunares, no vayas a ser esclava con todos tus olivares.

Dentro de la claridad del aceite y sus aromas, indican tu libertad la libertad de tus lomas.

EL MAR DE LOS QUE FUERON

El mar también elige

puertos donde reIr

como los marineros.

El mar de los que son.

El mar también elige

puertos donde morir,

como los marineros.

Page 12: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

El mar de los que fueron.

NANAS DE LA CEBOLLA

Dedicadas a su hijo, a raíz de recibir una carta de su mujer, en la que le

decía que no comía más que pan y cebolla.)

La cebolla es escarcha cerrada y pobre. Escarcha de tus días y de mis noches. Hambre y cebolla, hielo negro y escarcha grande y redonda.

En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre, escarchada de azúcar cebolla y hambre.

Una mujer morena resuelta en lunas se derrama hilo a hilo sobre la cuna. Ríete niño que te traigo la luna cuando es preciso.

Tu risa me hace libre, me pone alas. Soledades me quita, cárcel me arranca. Boca que vuela, corazón que en tus labios relampaguea.

Es tu risa la espada más victoriosa, vencedor de las flores y las alondras. Rival del sol. Porvenir de mis huesos y de mi amor.

Page 13: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

Desperté de ser niño: nunca despiertes. Triste llevo la boca: ríete siempre. Siempre en la cuna defendiendo la risa pluma por pluma.

Al octavo mes ríes con cinco azahares. Con cinco diminutas ferocidades. Con cinco dientes como cinco jazmines adolescentes.

Frontera de los besos serán mañana, cuando en la dentadura sientas un arma. Sientas un fuego correr dientes abajo buscando el centro.

Vuela niño en la doble luna del pecho: él, triste de cebolla, tú satisfecho. No te derrumbes. No sepas lo que pasa ni lo que ocurre.

CON TRES HERIDAS VIENE

Llegó con tres heridas: la del amor, la de la muerte, la de la vida. Con tres heridas viene: la de la vida, la del amor, la de la muerte. Con tres heridas yo: la de la vida,

Page 14: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

la de la muerte, la del amor.

LAS DESIERTAS ABARCAS

Por el cinco de enero, cada enero ponía mi calzado cabrero a la ventana fría.

Y encontraba los días que derriban las puertas, mis abarcas vacías, mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos, ni trajes, ni palabras: siempre tuve regatos, siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza, me lamió el cuerpo el río y del pie a la cabeza pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero, para el seis, yo quería que fuera el mundo entero una juguetería.

Y al andar la alborada removiendo las huertas, mis abarcas sin nada, mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado tuvo pie, tuvo gana para ver el calzado de mi pobre ventana.

Toda gente de trono, toda gente de botas se rió con encono de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta cubrir de sal mi piel,

Page 15: POEMAS DE MIGUEL HERNÁNDEZ

por un mundo de pasta y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero de la majada mía mi calzado cabrero a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas hallaban en sus puertas mis abarcas heladas, mis abarcas desiertas.