poder, dominación y différence: revolución y democracia tras el fin de la historia
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Poder, dominacin y diffrence:Revolucin y democracia tras el fin de la historia
Jos A. Laguarta RamrezThe Graduate Center, [email protected]
La prehistoria de la sociedad humana se acerca a su fin.Karl Marx1
El ttulo de este artculo es una doble stira. Por un lado, es una alusin bastante obvia al
hegelianismo conservador de Francis Fukuyama2 y a los liberales de izquierda segn
quienes, tras la debacle del llamado socialismo real, los estados de bienestar
democrtico-burgueses son lo mejor que podemos visualizar.3 Por otro lado, hace
referencia a los autores pos-marxistas que, sin compartir tal cinismo, abogan por una
democracia radical y plural que celebre la diferencia. El subtexto de la crtica pos-
marxista, sin embargo, es que el proyecto revolucionario marxista aspiraba abolir los
antagonismos que generan la diferencia, aboliendo as tambin lo poltico. En este
escrito, abordar esta crtica desde una posicin persistentemente marxista, para
argumentar que la tradicin poltico-intelectual marxista no busca abolir lo poltico, sino
liberarlo, proyecto que sigue siendo posible y urgentemente necesario.
El escenario histrico
El pensamiento pos-marxista y pos-estructuralista contemporneo se deriva, en gran
medida, del trabajo de una serie de pensadores franceses ligados a la Ecole normale
superiore durante las tres dcadas posteriores al fin de la Segunda Guerra Mundial,
incluyendo a Jacques Lacan, Jacques Drrida y Michel Foucault. El principal impulso
del pos-estructuralismo temprano fue refutar el estructuralismo marxista entonces
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dominante en el mundo acadmico francs, representado por Louis Althusser. Althusser,
militante del Partido Comunista Francs (PCF), era conocido por retar la ortodoxia
partidista, al plantear la autonoma relativa de lo poltico frente a la lgica de la
economa, aunque insista, parafraseando a Friedrich Engels, que la produccin es
determinante en la ltima instancia, advirtiendo, sin embargo, que la ltima instancia
nunca llega.4 Desde una perspectiva pos-estructuralista, por el contrario, este tipo de
frase tiene poco sentido, ya que el poder est en todas partes porque viene de todas
partes.5
En el campo poltico, el pensamiento pos-estructuralista coincidi con lasrevueltas mundiales de 1968 y la incapacidad de la vieja izquierdaencarnada en
Francia por el PCFde comprender su importancia. El declive de los partidos
estalinistas en Europa occidental se aceler en este periodo con la proliferacin de
organizaciones maostas y trotskistas, as como de la izquierda radical no-marxista. En
los Estados Unidos, la Nueva Izquierda, bajo la influencia de la teora crtica de la
Escuela de Frankfurt, asumi los estandartes de la liberacin sexual y racial. Surgieron
movimientos de auto-defensa inspirados en los movimientos de liberacin del llamado
Tercer Mundo, donde a su vez, se multiplicaban los movimientos guerrilleros de diversas
inclinaciones marxistas, siguiendo los ejemplos de Cuba y de Vietnam. No obstante, el
auge de la Nueva Izquierda como fuerza poltica fue tronchado en los pases del centro
por la represin, la co-optacin y el sectarismo; mientras que en la periferia los
movimientos de liberacin eran sofocados a sangre y fuego.
Los acadmicos pos-estructuralistas alcanzaron prominencia mundial a finales de
los setenta y principios de los ochenta, argumentando que la etapa de la modernidad
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haba llegado a su fin, y con ella la relevancia de las meta-narrativas polticas y culturales
que asuman un sujeto racional (el proletariado, por ejemplo) como protagonista de la
historia. Sin embargo, a pesar de las polmicas suscitadas,6 muchos marxistas se han
tomado en serio las implicaciones de lo que David Harvey llam la condicin de la
posmodernidad.7 Por ejemplo, tomando prestada una frase del economista Ernest
Mandel,8 Frederic Jameson se refiere al posmodernismo como la lgica cultural del
capitalismo tardo. Desde esta perspectiva, se reconoce que la poca actual tiene algo
cualitativamente nuevo, pero no es el rompimiento radical que algunos imaginan. Ms
bien, las cualidades de la vida contempornea que identifican los pos-estructuralistascorresponden a la nueva lgica de acumulacinacelerada, transnacional, fragmentaria,
pero an capitalistadel capitalismo tardo.9
Esta fase del capitalismo tambin corresponde al ascenso de la doctrina
econmica conocida como neoliberalismo, que Harvey describe como el proyecto
poltico de restauracin de ciertas fracciones de la clase dominante, tras el desgaste del
modelo Keynesiano de acumulacin que predomin en los pases del centro a partir de la
crisis de los treinta.10 El neoliberalismo, que aspira a subsumir todas las esferas de la
vida social a la lgica del mercado capitalista, favorece la privatizacin de las empresas
pblicas, la desregulacin de la industria y la eliminacin de las barreras comerciales,
entre otras polticas que a menudo son nefastas para las condiciones de vida de los pobres
y la clase trabajadora. Harvey ha bautizado este proceso, acumulacin por
desposesin.11 Estas polticas, implementadas primero a principios de la dcada de 1980
por los gobiernos de Ronald Reagan, en los Estados Unidos, y Margaret Thatcher, en el
Reino Unido, se establecieron a travs de la periferia durante los 1980 y 1990. stas
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fueron impuestas como condiciones para recibir prstamos de instituciones financieras
internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, dominadas
por pases del centro y no sujetas a medida alguna de control democrtico.
Hasta hace poco, las lites polticas de los pases de la periferia aceptaban las
polticas neoliberales, aun cuando lo hicieran de forma reacia (o incluso luego de resultar
electos tras prometer no hacerlo), bajo la presuncin de que no hay alternativa. 12 Esta
ideologa hegemnica neoliberal, reforzada por el desmantelamiento del bloque sovitico
a principios de los 1990, encajaba bien con el argumento de Fukuyama. El vaciamiento
de lo poltico coincida, pues, con la llamada globalizacin y la explosin de la culturadel consumo, procesos que algunos celebraban como estmulo de la hibridez y la
proliferacin de las diferencias.13 Por su parte, los demcratas radicales vieron en dicha
proliferacin una oportunidad para revitalizar lo poltico, articulando diversas identidades
subalternas bajo una universalidad que, sin embargo, insisten es evanescente,
contingente y parcial, que nunca puede ser alcanzada.14
La diferencia marxista
Los pos-marxistas Ernesto Laclau y Chantal Mouffe combinan conceptos tomados del
pos-estructuralismo y del terico marxista italiano Antonio Gramsci para argumentar que
el poder no es una relacin externa entre identidades pre-constituidas, sino que las
identidades sociales se constituyen a travs de actos de poder que excluyen a aquello que
es diferente. Todas las identidades, por ende, son contingentes, constituidas por el poder
y por la diferencia (el exterior constitutivo) que, sin embargo, llevan en su interior
como posibilidad. Cuando el poder adquiere un grado de objetividad tal que las
diferencias o alternativas quedan ocultas casi totalmente, se establece lo que Mouffe y
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Laclau, siguiendo a Gramsci, llaman hegemona. Mouffe y Laclau afirman que la
hegemona puede ser retada construyendo movimientos contra-hegemnicos que
temporera y contingentemente articulen diversas luchas subalternas entre s (luchas por
los derechos humanos, anti-militares, ambientales, sindicales, de gnero, tnico-raciales,
de sexualidades oprimidas, entre otras).15
El exterior constitutivo del pos-marxismo, es decir, el otro que al quedarse
afuera constituye la identidad de las teoras pos-marxistas, es la concepcin marxista de
la lucha de clases. La clase para Laclau y Mouffe es una identidad entre muchas, que
resulta de la hegemona de lo econmico en la sociedad capitalista (donde la diferenciaque se constituye es, precisamente, el plusvalor extrado al trabajador). Como todas las
identidades son contingentes y constituidas por el poder y la diferencia, ninguna
identidad tiene prioridad sobre las otras. Por lo mismo, para los demcratas radicales, la
poltica democrtica no puede basarse en una identidad de clase, ni en ninguna otra
identidad particular: Para que exista la democracia, ningn agente social debe poder
reclamar dominio sobre los fundamentos de la sociedad Su carcter democrtico es
dado slo por el hecho de que ningn actor social limitado puede atribuirse a s misma la
representacin de la totalidad.16 Mientras Marx, en sus escritos tempranos, planteaba
que la democracia genuina slo puede ser actualizada por el proletariado revolucionario,
para los demcratas radicales pos-marxistas la democracia slo es posible cuando ningn
actor puede arrogarse este rol protagnico.
En el anlisis marxista, sin embargo, el proletariado no es universal en s mismo
(por su esencia), sino slo porque no puede emanciparse a s mismo sin emanciparse de
y as emancipando alas dems esferas de la sociedad.17 Las clases, para Marx, son
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constituidas por actos de poder, de manera histricamente especfica a condiciones
materiales y relaciones de poder en constante transformacin (la lucha de clases).
Aunque en los escritos del joven Marx18 an existe cierta insinuacin de que el
proletariado representa a un demos (pueblo) que se actualiza a travs del ejercicio del
voto,19 ya para cuando se publica el Manifiesto del Partido Comunista (1848), queda
firmemente establecido el carcter irreconciliable del conflicto de clases, descrito como
una guerra civil ms o menos oculta al interior de la sociedad existente hasta el punto en
que estalla en revolucin abierta.20 Este proceso dialctico, ni es irreversible, ni es
inevitable, ni estn definidas las formas ni la intensidad que habr de tomar. El puntoprincipal, sin embargo, es que el pluralismo no es posible en trminos de la lucha de
clase (es decir, capital y proletariado en ltima instancia nunca pueden coexistir
pacficamente), ya que la dominacin explotadora (la extraccin del plusvalor) es
constitutiva a las relaciones de clase capitalistas.
Los demcratas radicales reconocen la irreductibilidad de los antagonismos, mas
sin embargo, para ellos significa que la pluralidad no puede ser eliminada por ende
tenemos que abandonar la idea de una reabsorcin completa a la unidad y la armona. 21
La referencia implcita de esta cita es La cuestin juda (1843), ensayo en el cual Marx
argumenta que la emancipacin humana (versus la mera emancipacin poltica) slo
puede ser alcanzada cuando el hombre real e individual reasuma en s mismo al
ciudadano abstracto y como hombre individual se convierta en ser-especie en su vida
emprica slo cuando el hombre haya reconocido y organizado sus fuerzas propias
como fuerzas sociales para que la fuerza social ya no est separada de s en forma de
fuerza poltica.22 En otros escritos, Marx habla de la enajenacin experimentada por
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los trabajadores como resultado de verse obligados a vender su fuerza de trabajo y ser
separados de sus frutos.23 Desde la perspectiva pos-marxista, este tipo de argumento
manifiesta una aoranza por retornar a una antigua unidad y armona deshecha por la
fragmentacin de la vida moderna (y posmoderna).24
En trminos polticos, la nocin de que las escisiones generadas por el capitalismo
deben ser sobrellevadas es repetida en el planteamiento de Engels a los efectos de que en
la sociedad sin clases (el comunismo) el estado se disolvera en la medida en que el
gobierno de las personas es reemplazado por la administracin de las cosas. 25 Vladimir
Lenin elabora este punto al sealar que Engels est hablando aqu de que la democracia
se morir por s misma, o se desvanecer [lo cual] es incomprensible slo para
aquellos que no han pensado que la democracia tambin es un estado.26 Lenin se refiere
aqu a la democracia obrera (lo que algunos han llamado socialismo o dictadura del
proletariado), que segn l (y Engels) eventualmente se desvanecer, en la medida que
deje de ser necesaria. Para ello, por supuesto, primero tendra que desaparecer el estado
burgus, que no se desvanecer, sino que deber ser destruido.
Parecera, a raz de estos planteamientos, que para la tradicin marxista la meta
final de la poltica revolucionaria de la clase trabajadora es la abolicin de todas las
formas del estado (incluyendo la democracia) y de la poltica misma. Las principales
divergencias de la crtica pos-marxista con la prctica intelectual y poltica marxista son,
entonces: 1) la negacin de la centralidad de la categora clase para un proyecto poltico
radical; y 2) la negacin de cualquier posibilidad de resolucin futura del antagonismo
entre las clases sociales y por ende (alegadamente) de la abolicin de lo poltico. En las
prximas secciones propondr que la primera divergencia se basa en una
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malinterpretacin del concepto de clase en la tradicin marxista. En cuanto a la segunda,
el desfase gira, en gran parte, en torno a qu se entiende por lo poltico y cul es la
distincin, si alguna, entre dominacin ypoder.
Poder y dominar
Segn Mouffe, reconocer la existencia de las relaciones de poder y la necesidad de
transformarlas, y a la vez renunciar a la ilusin de que podremos liberarnos
completamente del poder: esto es lo que es especfico al proyecto que hemos llamado
democracia plural y radical. Tal proyecto reconoce que la especificidad de la
democracia pluralista moderna reside, no en la ausencia de la dominacin y la
violencia, sino en el establecimiento de una serie de instituciones a travs de las cuales
stas se pueden limitar y contestar.27 Desde esta perspectiva, los conceptos poder y
dominacin son tratados como sinnimos. Renunciar a la ilusin de que podemos
liberarnos del poder es reconocer que a la dominacin, como mucho, se le puede limitar y
contestar, pero nunca eliminar. La sociedad comunista sin clases, donde cada cual recibe
libremente segn su necesidad y da libremente segn su capacidad, es ilusoria, y luchar
por ella es una amenaza al pluralismo democrtico.
Como he sealado anteriormente, esto no representa un obstculo mayor para la
perspectiva marxista; en cuanto a las relaciones de clase, para el marxismo, es el
pluralismo lo que es ilusorio. La idea que la dominacin de clase puede ser limitada o
minimizada mientras persistan las relaciones capitalistas se basa en una premisa falsa.
Ciertamente, el capital en ocasiones puede ofrecer concesiones, y lo hace (al igual que
puede retirarlas, como ocurre en el neoliberalismo), y stas pueden proveer canales
alternos para contestar la dominacin, pero todo ello se da dentro del marco de la lucha
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de clases. La expansin y contraccin de los derechos democrticos no responde a una
lgica abstracta de la democracia, sino al nivel concreto de movilizacin y conciencia de
la clase trabajadora y dems sectores populares, en relacin con el desarrollo de las
fuerzas de produccin (incluyendo los niveles de consumo). Esto es posible siempre y
cuando las relaciones de produccin capitalista (la diferencia constitutiva de las clases)
permanezcan aseguradas, pero tan pronto como stas se ven directamente amenazadas, se
desata la represin. Como bien seala Gramsci, el contrapunto del consenso hegemnico
siempre es el aparato coercitivo del estado.28
Esto crea un dilema para los demcratas radicales que buscan una tercera vaentre el pluralismo liberal que niega la existencia de la dominacin (tpico de cualquier
discurso hegemnico) y aquellas posiciones maximalistas que exigen su erradicacin
inmediata. No se trata de negar que la lucha de clases pueda avanzar por esta va (y a
veces solamente por esta va). Sin embargo, cualquier movimiento contra-hegemnico
que llegase a tener posibilidades reales de xito, eventualmente se ver enfrentado a la
resistencia violenta de los sectores dominantes, por ms mecanismos para minimizar la
dominacin que existan. Hasta qu grado esa resistencia pueda hacerse irrelevante (que
no tenga que ser reprimida por la fuerza) ser la medida del xito del movimiento contra-
hegemnico. Para usar el lenguaje marxista viejo, al momento actual en el desarrollo
de las fuerzas productivas materiales (que no es lineal ni econmico en el sentido vulgar),
el poder slo puede ser genuinamente transformado, lo cual los demcratas radicales
dicen querer hacer, si se elimina la dominacin. El punto clave aqu es, entonces, la
distincin entrepodery dominacin.
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Esta distincin no ha sido desarrollada explcitamente an por la tradicin
marxista, pero s por la teora liberal de la democracia. Por ejemplo, segn el
contemporneo y crtico de Marx, Max Weber, la dominacin se distingue del poder
(definido como la capacidad de un actor social de llevar a cabo su voluntad) por la
existencia de una relacin de orden y obediencia entre dos o ms actores sociales.29 De
igual forma, para el filsofo poltico estadounidense contemporneo Ian Shapiro, la
dominacin se distingue de las relaciones habituales de poder por la ausencia de
legitimidad.30 Articulada de esta forma, sin embargo, la distincin es poco til para la
tradicin marxista, ya que depende de un criterio objetivo (si bien limitado) de lalegitimidad. Para Marx, el comunismo sera un resultado de luchas histricas concretas,
no de un consenso deliberativo sobre un supuesto bien comn.31
Al contrario, aparte de la mxima de cada cual segn su capacidad, a cada cual
segn sus necesidades, (que es un principio de distribucin, no de legitimidad), Marx y
Engels evitaron postular una visin coherente de lo que sera la sociedad sin clases, en
parte porque le correspondera a los trabajadores mismos determinar esto en el transcurso
de su praxis revolucionaria. Cmo entonces se tomaran las decisiones claves luego de
la revolucin? La descripcin favorable de Marx sobre la Comuna de Pars, por
supuesto, se convirti en el prototipo (por lo menos en teora) de los movimientos
socialistas a travs del mundo: sufragio universal para elegir delegados revocables e
instrudos que fueran pagados igual que el trabajador promedio, entre otros
elementos.32 sta, por supuesto, sera una etapa en la cual la dominacin todava estara
presentela dictadura del proletariado como palanca para expropiar a los
expropiadores, pero, que vendra despus?
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La clave para descifrar la visin de Marx sobre la sociedad futura est en su
apreciacin de los mecanismos deliberativos, representativos y participativos de la
Comuna. Marx no crea que los trabajadores se pondran de acuerdo en cuanto a lo
sustantivo de foma automtica durante la etapa revolucionaria, y no hay razn para
pensar que esto ser distinto una vez el modo de produccin haya sido efectivamente
transformado. Desapareceran los intereses de clase,mas no las diferencias manifestadas
en las preferencias, pasiones, orientaciones, gustos, deseos y devociones de cada cual,
como tampoco desapareceran necesariamente las diferencias (y conflictos) generadas
por otras relaciones de dominacin, como el gnero, la sexualidad o la raza/etnia (aunquesu articulacin ciertamente cambiara).33 Una distincin clave entre estas relaciones y las
relaciones de clase es la posibilidad de imaginar que las identidades que engendran
persistan an luego de eliminar dominacin entre ellas. Esto no es imaginable en cuanto a
las identidades de clase, segn las entiende la tradicin marxista.
Hablar de la administracin de las cosas ciertamente le da un tono burocrtico y
aburrido a la idea de la sociedad sin clases (tal vez presagio de la forma que asumira el
socialismo real en el bloque sovitico). No podemos olvidar, sin embargo, que Marx
visualizaba el comunismo no como el fin de la historia, sino como su principio. La
poltica, es decir, la vida del estado como poder separado y erguido sobre la sociedad,
por supuesto se desvanecera con su llegada, pero no as lo poltico, entendido ms
ampliamente como las complejas e irreductibles relaciones de poder que resultan de la
interaccin humana, ni tampoco los foros y espacios donde negociar esas relaciones.
Lejos de abolir el poder y lo poltico, el fin de la dominacin liberara el poder comn y
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creativo de la humanidad sin eliminar la posibilidad de que existan desacuerdos y
enrgicos debates entre seres libres e iguales.
La Multitud apareceEn la era neoliberal, nos encontramos ms cerca que nunca antes de la realizacin plena
de la expansin capitalista descrita por Marx y Engels en el Manifiesto. La llamada
globalizacin ha puesto en relieve un proceso de siglos que en tiempos de Marx tan slo
comenzaba a vislumbrarse: la integracin poltica y econmica de todas las sociedades
humanas en un sistema interconectado, dominado por el capital. Ms personas que
nunca, en cada rincn del planeta, deben vender su fuerza de trabajo a cambio de salarios
para as sustentarse a s mismas y a sus familias. Muchos ms, empujados fuera del
mercado laboral formal por los mismos procesos, subsisten de pagos en efectivo y en
especie bajo una vasta penumbra econmica inextricablemente atada al mundo dominante
a travs de innumerables redes.34 No obstante, hay pocos indicios de una subjetividad
revolucionaria correspondiente capaz de retar el capitalismo en una escala mundial.
Parte del problema es que, si bien las condiciones enfrentadas por trabajadores a
travs del mundo son cada vez ms similares, los espacios de lucha estn cada vez ms
fragmentados y vigilados. Los grandes proyectos radicales del siglo pasadoel
socialismo estatal, las democracias sociales de Europa occidental y los heroicos
movimientos guerrilleros de las antiguas coloniashan sido desprestigiados, eliminados,
o, irnicamente, se han desvanecido. Con honrosas excepciones, los sindicatos se han
convertido en provisores de servicios domesticados, burocratizados, o sencillamente
podridos por la corrupcin. Sin embargo, a pesar de lo inadecuado que aparentan ser los
vehculos tradicionales de lucha obrera, en todo el mundo se sigue resistiendo el dominio
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del capital. Si bien es cierto que la imagen meditica que ha prevalecido del llamado
movimiento alter-mundista, el cual ha generado masivas protestas contra las instituciones
financieras internacionales durante los ltimos 10 aos, es de personas europeas de clase
media, la realidad es que la espina dorsal de estos movimientos son las luchas de
personas oprimidas alrededor del mundo.
Es en este contexto que Michael Hardt y Antonio Negri proponen su teora de la
Multitud. Para Hardt y Negri, la soberana en el mundo contemporneo no reside ya en
los estados-nacin, sino en una red difusa de mecanismos de dominacin que llaman
Imperio. No se trata ya del imperialismo del pasado, basado en los estados-nacin,sino en una entidad interconectada de control global (aunque este control s se concentra
en determinados puntos del globo) que ha permeado todas las esferas de la vida, al cual
llaman biopoder.35 Al biopoder del Imperio se contrapone la alternativa viviente que
crece al interior del Imperio36: la Multitud. En contraste con Laclau y Mouffe, sin
embargo, Hardt y Negri pueden ser catalogados neo-marxistas en lugar de pos-marxistas,
ya que expresamente indican que el concepto de la Multitud propone replantear el
proyecto poltico de la lucha de clases de Marx,37 y mantiene vigente el potencial de
abolir la dominacin, no meramente limitarla o minimizarla.
La definicin principal de Multitud es singularidades que actan en comn, y se
basa no tanto en la existencia emprica actual de la clase, sino en sus condiciones de
posibilidad.38 La Multitud, sin embargo, difiere de las definiciones tradicionales de la
clase obrera en tanto estas incluyen exclusivamente a los trabajadores industriales, o en
su acepcin ms amplia, a los asalariados. Hardt y Negri conciben de una Multitud
constituida por todos los que trabajan bajo el dominio del capital y por ende
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potencialmente la clase que rehsa el dominio del capital.39 El concepto de clase,
argumentan, es un concepto poltico, ya que la clase es determinada por la lucha de
clases slo puede ser una colectividad que lucha en comn. Cabe recordar que para
Marx, el proletariado no era meramente el conjunto de los asalariados, sino antes que
nada la clase de los trabajadores modernos, quienes viven slo mientras encuentren
trabajo.40 Como sealan Hardt y Negri, el postulado emprico de la teora de clases de
Marx es que existen las condiciones que hacen posible una sola clase de trabajadores.41
Durante el siglo diecinueve, en Europa, las fuerzas econmicas compelan a esta
clase hacia las grandes fbricas industriales. Segn Marx y Engels, esyto creara lascondiciones materiales para que surgiera entre ellos una conciencia de clase cada vez
mayor, que eventualmente les llevara a retar las estructuras de poder.42 A pesar de que
este proceso, de hecho, se dio de esta forma por un tiempo, como Marx bien saba, la
historia no es un desarrollo lineal y progresivo. Las mismas fuerzas que antes atraan a
los trabajadores a los grandes centros industriales, hoy contribuyen a su fragmentacin y
desmovilizacin. Para Hardt y Negri, sin embargo, esto no es motivo de desesperanza, ya
que la forma hegemnica del trabajo (no por su superioridad numrica, sino por su
centralidad con respecto a las dems formas) no es ya el trabajo industrial, sino lo que
llaman trabajo inmaterial (refirindose a sus productos, que son principalmente
intelectuales o afectivos, como por ejemplo en las telecomunicaciones) o biopoltico, ya
que crea no slo bienes materiales sino relaciones y en ltima instancia la vida social
misma.43 De esta produccin biopoltica surge la posibilidad de la Multitud.
Lo que permanece ambiguo sobre la Multitud es qu vehculos de lucha poltica le
servirn. Segn Hardt y Negri, la Multitud hace posible una democracia global genuina,
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de escala e intensidad nunca antes vista, que, sin embargo, no ser representativa, ni
siquiera en el sentido instrudo y revocable identificado por Marx en la Comuna de
Pars.44 Al igual que el comunismo en Marx, la democracia de la Multitud se diferencia
de todas las formas de soberana en tanto no es un poder separado de la sociedad. Al
contrario de Marx, sin embargo, Hardt y Negri no vislumbran en ningn momento un
periodo transicional durante el cual un estado revolucionario vaya demoliendo las bases
de la vieja sociedad para erigir la nueva. Por el contrario, plantean que ya el poder
constituyente de la Multitud ha madurado a tal extremo que se est volviendo capaz, a
travs de sus redes de comunicacin y cooperacin, a travs de su produccin de locomn, de sostener por s slo una sociedad democrtica alternativa. 45
El concepto de la Multitud ha sido duramente criticado por otros intelectuales
marxistas. Aunque este artculo no es el foro para hacer un catlogo de tales crticas,
debemos sealar que es particularmente difcil visualizar cmo emerger la Multitud
como fuerza poltica sin vehculos organizados ni periodos transicionales. Ms an, si la
Multitud ya est aqu, ya existe en potencia, y tan slo requiere de un evento que la
haga realizarse,46 cabra preguntar qu utilidad puede tener el activismo poltico e incluso
el trabajo terico. En ese sentido, a pesar de lo que digan sus autores, la teora de la
Multitud, mal interpretada, podra servir de excusa para el inmovilismo poltico. Por otra
parte, el replanteamiento por Hardt y Negri de la teora marxista de las clases sociales
contiene elementos que han sido pasados por alto en el debate, pero cuya importancia
terica es crucial para cualquier proyecto de transformacin social radical. Entre stos,
destaca su rescate de una visin dialctica de la clase revolucionaria, no como ente
positivo existente, sino como posibilidades de luchar en comn.
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Hacia el horizonte
Para quienes nos aferramos a la posibilidad de algn tipo de transformacin social, hay
dos formas posibles de observar el panorama actual de la lucha poltica a nivel mundial.Una es aceptar que estos hechos demuestran el fracaso del proyecto marxista de clase, y
la necesidad de imaginar nuevos vehculos de resistencia subalterna. Laclau y Mouffe
proponen la articulacin de movimientos contra-hegemnicos capaces de desarrollar una
democracia radical y plural. La otra opcinque no descarta lo anteriores asumir
una mirada dialctica que reconozca que los modos de produccin no son sistemas
cerrados o auto-suficientes que se expanden de forma certera y pareja, sino ms bien por
intentos parciales, falsas alarmas y fracasos totales, como la evolucin de las especies por
seleccin natural. Es as como se han desarrollado, durante los pasados 250 aos, tanto el
capitalismo como los mltiples intentos de transformarlo.
En estos trminos, no deja de tener vigencia la lucha de clases, segn la
concibieron Marx y Engels, como posibilidad perenne de transformar la sociedad en una
radicalmente democrtica (es decir, en todas sus esferas). La democracia radical y
plural de Mouffe y Laclau se queda corta en este sentido, precisamente porque limita las
posibilidades de democratizar la vida social ms all de lo poltico, entendido dentro de
los lmites del pluralismo formal. La lucha de clases, en su sentido ms pleno, es
precisamente la lucha por liberar lo poltico de los confines de la dominacin. Este
reconocimiento no excluye la vigencia ni la importancia de otras luchas contra la
dominacin, nunca del todo independientes de la lucha de clases, pero tampoco
dependientes de ella. Qu significado, entonces, podra tener la universalidad
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concebida como horizonte que nunca puede ser alcanzado,47 o lo que Wolin llama la
homogeneidad evanescente de una politicidad ms amplia?48
Si de entrada toda pretensin de ocupar el lugar de lo universal para abolir la
dominacin debe ser rechazada,49 ser posible minimizar la opresin? En otras
palabras, si partimos de la premisa de que el horizonte nunca puede ser alcanzado,
entonces cmo pretender que caminemos hacia l? Los movimientos histricos tienen
una lgica y un impulso propios que casi siempre ignoran los mejores deseos de los
intelectuales radicales. Cualquier movimiento que genuinamente merezca ser llamado
contra-hegemnico, eventualmente ser impulsado y sostenido por la conviccin deque las relaciones de dominacin pueden y deben ser destruidas. Slo desde esta
conviccin es posible concebir un evento que nos lance como una flecha hacia ese
futuro viviente, ese verdadero acto poltico de amor del que hablan Hardt y Negri.50
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1 Karl Marx, A Contribution to the Critique of Political Economy. Preface,Later Political Writings , Terell Carver, ed.,(1996). Las citas que aparecen en este artculo han sido traducidas del ingls por el autor del mismo.2 Francis Fukuyama, The End of History and the Last Man (1993).3 Richard Rorty, The Intellectuals at the End of Socialism en The Yale Review, 80 (1992), 2.4 Louis Althusser,For Marx (1996), 101.5 Michel Foucault, The History of Sexuality, Volume I(1990), 93.6 Ver, por ejemplo, Alex Callinicos,Against Postmodernism (1989). Aunque este artculo no se enfocar en el continuo(aunque ya bastante apaciguado) debate acadmico entre los posmodernos y sus crticos, la propuesta de los demcratas
radicales se puede entender mejor dentro de su contexto histrico e intelectual. En Puerto Rico, el blanco principal de lacrtica posmoderna ha sido el nacionalismo. Carlos Pabn,La nacin postmortem (2003). Para una respuesta a la crtica
posmoderna del nacionalismo puertorriqueo desde una perspectiva marxista, ver Rafael Bernabe, Manual para organizarvelorios, (2004). En el debate poltico puertorriqueo, los ms destacados defensores de la posicin demcrata radical hansido Ramn Grosfoguel y Agustn La-Montes, quienes la han usado como fundamento para darle un peculiar giro al temade la relacin de Puerto Rico con los Estados Unidos. Ramn Grosfoguel y Agustn La-Montes, Una respuesta hacia ladescolonizacin del poder imperial,El Nuevo Da, 8/2007.7 David Harvey, The Condition of Postmodernity (1990).8 Mandel desarrolla su teora en torno al fenmeno, reconocido por economistas marxistas y tradicionales, conocido comoondas Kondratieff, que refleja el carcter cclico del capitalismo mundial. Con una duracin de aproximadamente 30aos, cada una de estas ondas se compone de una fase de acumulacin acelerada seguida por una de des-aceleracin y crisis.Segn Mandel, el sistema capitalista mundial entr en una fase de rpida des-aceleracin a mediados de la dcada de 1960,inaugurando as una etapa que este bautiz capitalismo tardo. Ernest Mandel,Late Capitalism ([1978] 1998).9 Frederic Jameson,Postmodernism, or, the Cultural Logic of Late Capitalism (1992).10 David Harvey,A Brief History of Neoliberalism (2005).11 David Harvey, The New Imperialism (2003), 137-182.12 Ronaldo Munck, Neoliberalism, necessitarianism, and alternatives in Latin America: there is no alternative (TINA)?,Third Wolrd Quarterly, 24:3 (2003), 495-511.13 Arjun Appadurai, Modernity at Large (1996).14 Chantal Mouffe, Democracy, Power, and the Political,Democracy and Difference: Contesting the Boundaries of the
Political, Seyla Benhabib, ed. (1996), 246-247; Sheldon Wolin, Fugitive Democracy,Democracy and Difference , 44.15 Ernesto Laclau y Chantal Mouffe,Hegemony and Socialist Strategy (1985).16 Mouffe, Democracy, Power, and the Political, 248.17 Para Marx, el proletariado tiene carcter universal por su sufrimiento universal y que no reclama derecho particularalguno ya que el mal que sufre no es un mal particular sino un mal en general. Karl Marx, Critique of HegelsPhilosophy of Right,Early Writings , Rodney Livingston y Gregor Benton, trads., (1975), 256.18
Segn Althusser, el joven Marx era aun hegeliano en sus concepciones. Althusser,For Marx, 51-86.19 Marx, Critique of Hegels Doctrine of the State,Early Writings (1975), 83-88, 190-191.20 Karl Marx y Friedrich Engels, Manifesto of the Communist Party,Later Political Writings, 11.21 Mouffe, Democracy, Power, and the Political, 254.22 Marx, On the Jewish Question,Early Writings, 234.23 Ver, por ejemplo, los Manuscritos Econmicos y Filosficos de 1844-45.24 Esta aoranza era tpica de la corriente filosfica idealista alemana, cuya influencia, particularmente a travs de Hegel, sinduda se encuentran presentes en los trabajos del joven Marx y de algunos de sus discpulos. Sin embargo, en trabajos
posteriores (por ejemplo, Grundrisse yEl Capital), Marx conecta la enajenacin ms concretamente con el proceso materialde la produccin, a travs de su concepto delfetichismo de las mercancas, segn el cual las relaciones entre hombrestoman la apariencia de relaciones entre cosas, proceso que se va extendiendo a travs de todas las esferas de la vida social.25 Engels,Herr Eugen Dhrings Revolution in Science (Anti-Dhring) (1877),, Accesado 15/8/2007.26 Vladimir Lenin, Estado y Revolucin, The Lenin Anthology, Robert Tucker, ed. (1975), 322.27 Mouffe, Democracy, Power, and the Political, 248.28 Antonio Gramsci, Selections from the Prison Notebooks, Quintin Hoare y Geoffrey Nowell Smith, eds. (1971), 12.29 Segn Weber, el poder es la probabilidad que un actor en una relacin social estar en posicin de llevar a cabo suvoluntad a pesar de la resistencia [de otros], mientras que la dominacin es la probabilidad que una orden ser obedecida.Max Weber, The Theory of Social and Economic Organisation, Talcott Parsons ed. (1947), , Accesado 8/15/2007.30 Ian Shapiro, The State of Democratic Theory(2003), 4. Para Shapiro, las relaciones de poder son ubicuas a lainteraccin humana, y las relaciones jerrquicas a menudo son legtimas, pero no la dominacin. El concepto medular
para Shapiro es la legitimidad basada en una idea minimalista del bien comn definido como lo que comparten quienestienen un inters en evitar la dominacin. Ibd. 3.
http://www.marxists.org/archive/marx/works/1877/anti-duhring/ch24.htmhttp://www.mdx.ac.uk/www/study/xweb.htmhttp://www.mdx.ac.uk/www/study/xweb.htmhttp://www.marxists.org/archive/marx/works/1877/anti-duhring/ch24.htm -
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