pioneros de la fotografía en antioquia

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Pioneros de la fotografía en Antioquia Por: Londoño Velez, Santiago Mercedes Leal Daguerrotipo de autor anonimo, 15 x 12 cm. Museo de Antioquia, Medellín. Luego que el daguerrotipo fuera introducido en Bogotá por el diplomático francés Jean-Babtiste-Louis, barón Gros, quien tomó en 1842 la imagen fotográfica de mayor antigüedad que se conoce hasta ahora en Colombia, el pintor Luis García Hevia se convirtió en el neogranadino que más activamente promovió la difusión de la fotografía. Antioquia fua la segunda región colombiana a donde llegó el invento en 1848 gracias a Fermín Isaza, probablemente alumno de García Hevia. Un pequeño grupo de pioneros, integrado por hombres cultos con formación o aficiones pictóricas, se aventuró tempranamente en una nueva ocupación que, al tiempo que exigió conocimientos, ensayos y adaptaciones técnicas, logró prosperar como actividad comercial y artística, cuyas obras hoy constituyen un valioso patrimonio cultural. Nueve años (después de que se anunciara oficialmente en Francia el descubrimiento del daguerrotipo, el pintor envigadeño Fermín Isaza abrió en Medellín, en septiembre de 1848, un gabinete donde puso en práctica el invento de Daguerre. Isaza nació en Envigado, Antioquia, en 1809. Fue pintor profesional y deleitaba con sus interpretaciones musicales de aficionado las veladas nocturnas de la incipiente villa. Por datos del censo de población de 1851 se sabe que había formado un hogar con la costurera Rudesinda Pizarro y tenía cuatro hijos y una sirvienta. Sus ingresos, originados tanto en su trabajo como en rentas de la tierra, ascendían a $1.002 anuales. Esta suma se compara favorablemente con las entradas de un pintor como José María Hernández ($110), quien ganaba lo mismo que un jornalero promedio, o incluso con los $1.500 que recibía un rico comerciante como don Leocadio Arango. Si bien el caso de las ganancias de Isaza como artista es excepcional en Antioquia, sugiere la buena acogida que tuvo como retratista. Retrato de dama. Daguerrotipo de Emilio Herbruguer, ca. 1849. Centro de Memoria Visual, FAES, Medellín. Retrato de dama. Ferrotipo. Central de Memoria Visual, FAES, Medellín. Probablemente Fermín Isaza se inició en la fotografía con Luis García Hevia en Bogotá, pues en 1847 está allí haciendo parte de la nómina de profesores de la Sociedad de Dibujo y Pintura, fundada por García Hevia y Simón J. Cárdenas. También se Sabe que participó en la segunda y última exposición que presentó dicha sociedad

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Page 1: Pioneros de La Fotografía en Antioquia

Pioneros de la fotografía en Antioquia Por: Londoño Velez, Santiago

Mercedes Leal Daguerrotipo de autor anonimo, 15 x 12 cm. Museo de Antioquia, Medellín.

Luego que el daguerrotipo fuera introducido en Bogotá por el diplomático francés Jean-Babtiste-Louis, barón Gros, quien tomó en 1842 la imagen fotográfica de mayor antigüedad que se conoce hasta ahora en Colombia, el pintor Luis García Hevia se convirtió en el neogranadino que más activamente promovió la difusión de la fotografía. Antioquia fua la segunda región colombiana a donde llegó el invento en 1848 gracias a Fermín Isaza, probablemente alumno de García Hevia. Un pequeño grupo de pioneros, integrado por hombres cultos con formación o aficiones pictóricas, se aventuró tempranamente en una nueva ocupación que, al tiempo que exigió conocimientos, ensayos y adaptaciones técnicas, logró prosperar como actividad comercial y artística, cuyas obras hoy constituyen un valioso patrimonio cultural.

Nueve años (después de que se anunciara oficialmente en Francia el descubrimiento del daguerrotipo, el pintor envigadeño Fermín Isaza abrió en Medellín, en septiembre de 1848, un gabinete donde puso en práctica el invento de Daguerre. Isaza nació en Envigado, Antioquia, en 1809. Fue pintor profesional y deleitaba con sus interpretaciones musicales de aficionado las veladas nocturnas de la incipiente villa. Por datos del censo de población de 1851 se sabe que había formado un hogar con la costurera Rudesinda Pizarro y tenía cuatro hijos y una sirvienta. Sus ingresos, originados tanto en su trabajo como en rentas de la tierra, ascendían a $1.002 anuales. Esta suma se compara favorablemente con las entradas de un pintor como José María Hernández ($110), quien ganaba lo mismo que un jornalero promedio, o incluso con los $1.500 que recibía un rico comerciante como don Leocadio Arango. Si bien el caso de las ganancias de Isaza como artista es excepcional en Antioquia, sugiere la buena acogida que tuvo como retratista.

Retrato de dama. Daguerrotipo de Emilio Herbruguer, ca. 1849. Centro de Memoria Visual, FAES, Medellín. Retrato de dama. Ferrotipo. Central de Memoria Visual, FAES, Medellín.

Probablemente Fermín Isaza se inició en la fotografía con Luis García Hevia en Bogotá, pues en 1847 está allí haciendo parte de la nómina de profesores de la Sociedad de Dibujo y Pintura, fundada por García Hevia y Simón J. Cárdenas. También se Sabe que participó en la segunda y última exposición que presentó dicha sociedad

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en 1848. Cabe suponer que García Hevia, también pintor, aprendió la técnica del daguerrotipo con John A. Bennet, cuyo taller especializado regentó por un tiempo. Aparte de García Hevia, Isaza tuvo como colegas a dos de los más importantes artistas colombianos del siglo XIX: Ramón Torres Méndez y José Manuel Groot. Luego de su experiencia en la capital, Isaza se instaló en Medellín, donde ganó buena fama como retratista y llevó una vida desahogada. Paradójicamente, hoy está prácticamente olvidado, y de su obra antioqueña no se conocen más de cinco piezas entre óleos y daguerrotipos. Según el poeta Rafael Pombo, el pionero de la fotografía en Antioquia posteriormente regresó a Bogotá, donde se desempeñó como pintor hasta su muerte. A pesar del aprecio que tuvo como fotógrafo y pintor, sorprende que muy pocas de sus obras hayan sobrevivido el paso del tiempo.

Emilio Herbrüger y Rafael Sanín

El músico y fotógrafo viajero alemán Emilio Herbrüger llegó a Medellín en julio de 1849, procedente de Estados Unidos, México, Centro América y Cuba. Contaba con tres cámaras que le permitían producir imágenes de distintos tamaños y precios: desde $4 hasta $12 enmarcados o en cajas, y desde $10 hasta $20 en alfileres y relicarios dorados. Complementaba sus actividades como profesor y compositor de música. El daguerrotipo más antiguo que se conoce en Antioquia, identificado con certeza por el fragmento de una carta autógrafa guardada en la caja de tafilete, fue elaborado por Herbrüger hacia 1849. Muestra la imagen, al parecer coloreada a mano, de una dama entrada en años y elegantemente ataviada.

En 1851 el alemán se encontraba en Bogotá, donde sostuvo una agria polémica en la prensa con su competidor John A. Bennet, referente a los colores de la ropa que debían usar los interesados en hacerse retratar. Posteriormente viajó a Cali y de allí pasó a Panamá. Se tiene evidencia de que su hijo, de igual nombre, ejerció la profesión en Centro América en la década de 1870.

En Medellín, el fotógrafo alemán aceptó como alumno a Rafael Sanín, de quien se sabe muy poco hasta ahora. Un anuncio que publicó en 1857, informa que obtenía sus materiales en Norteamérica, y permite conocer el contundente argumento con que Sanín buscaba atraer a la clientela, lo cual revela, de paso, la función social que cumplía el retrato: «Los que deseen tener consigo la imagen del ser amado, la del amigo, la de la madre, la del hijo, ocurran pronto al retratista, compren sus retratos cuando sea tiempo de que se hagan con exactitud; porque el día que la enfermedad y la muerte hayan desfigurado el objeto cuyo retrato se solicita, ya será demasiado tarde, ya será imposible conseguirlo exacto». Mientras en Estados Unidos el daguerrotipo vivía su mayor auge en la década de 1850, en Europa ya casi había desaparecido. En Antioquia fue practicado durante cerca de diez años, pero desafortunadamente se conservan pocas piezas, generalmente anónimas.

El innovador invento de Daguerre, dispendioso y exigente en paciencia y habilidad, fue reemplazado brevemente por procedimientos más económicos. El ambrotipo y el ferrotipo fueron introducidos en Antioquia por el norteamericano Horacio Becker. Ambas técnicas fueron ejercidas con mayor amplitud por el español Antonio Martínez de la Cuadra, quien seria por pocos años el principal competidor de Wills y Restrepo.

Vicente y Pastor Restrepo

En 1851, cuando contaba catorce años, llegó a París Vicente Restrepo (1837-1899), enviado a estudiar por su padre, el comerciante antioqueño Marceliano Restrepo. Al cabo de cuatro años, optó por continuar su formación superior en la Escuela de Minas de la misma ciudad. Pero su desinterés por las matemáticas lo llevaron a ingresar como aprendiz al laboratorio de metalurgia del sabio Poulez. Posteriormente se especializó en metales y minerales en Alemania. Regresó a Medellín y, según anotó en su libro Recuerdos Autobiográficos (Bogotá, 1939),

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construyó un laboratorio químico pequeño al lado de la casa paterna. El 17 de abril de 1858, inició trabajos de fundición y ensaye de oro, el 17 de abril de 1858, con la colaboración de su hermano Pastor. Este, según Vicente, «sentía grande afición a las artes y a la industria». Para entonces existían otras dos personas dedicadas al ramo de la metalurgia, Ricardo Wills y Miguel Gutiérrez. Ambos terminaron trabajando o asociándose con los hermanos Restrepo, a quienes les cabe el mérito de haber introducido apreciables avances técnicos, que significaron aumentos en el rendimiento del producido de las minas.

Familia Moreno Ceballos. Fotomontaje de Wills y Restrepo, Medellín. 10.5 x 6.3 cm. Colección Pilar Moreno de Angel, Bogotá.

Durante la guerra civil de 1858, originada en el Estado del Cauca y la cual se prolongó hasta 1862, los negocios mineros y el comercio se vieron particularmente afectados en Antioquia. La obligada inactividad la entretuvo Vicente con aficiones literarias y traducciones del francés, mientras que su hermano, según recordó, «tampoco perdía el tiempo. Ocupábase alegremente en estudios prácticos de fotografía. En compañía de nuestro inteligente amigo Ricardo Wills, abrimos un taller de retratos fotográficos, en un local contiguo al laboratorio».

La fecha de fundación del gabinete de fotografía de Wills y Restrepo, como se denominó comercialmente, fue 1858. Allí comenzaron a poner en práctica el método del colodión húmedo o «placa húmeda», técnica desarrollada en 1851 por Federick Scott Archer. Una placa de vidrio era sensibilizaba a la luz, luego expuesta y revelada. La gran novedad era que se producía un negativo del que se podían obtener varias copias idénticas, a diferencia del daguerrotipo, que era único.

Wills y Restrepo popularizaron localmente la tarjeta de visita, un género de gran aceptación desde 1854, cuando lo inició en Europa adornado con orlas y viñetas, se convirtió tanto en forma de distinción social como en un objeto de colección, favorecido por los menores precios. Se conservaron las imágenes de personajes célebres como militares, gobernantes y eclesiásticos, así como las de familiares y allegados. Como complemento a su actividad principal de retratistas, Wills y Restrepo comercializaron, a partir de 1865, artículos fotográficos importados, álbumes y marcos con los que abastecieron el mercado local. En 1866 terminaron la construcción de una sede más amplia para su estudio. En ese momento, sus trabajos ya eran muy reconocidos tanto en Medellín como en Bogotá. Una docena de tarjetas de visita costaba cuatro pesos y por el pago adicional de un real, les ponían color a mano.

Wills colaboró con artículos de tema político para periódicos como El Indice. Luego de su muerte, la fotografía pasó a denominarse «Establecimiento químico fotográfico de V. y P. Restrepo». Durante este primer período, la fotografía de Wills y Restrepo nació como una aventura de dos inquietos químicos interesados en explorar posibilidades industriales, y se convirtió en un éxito comercial cuyos resultados hoy se aprecian por su valor documental y estético. Lo que subsiste de su legado, disperso en algunas colecciones privadas, está integrado principalmente por imágenes de adultos y niños.

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Paulina Uribe. Fotografía de Latorre y Meza R., Medellín. 16.5 x 10.8cm. Colección Pilar Moreno de Angel, Bogotá.

En la composición, la pose y el decorado, se basaron en modelos franceses. No obstante, introdujeron variantes en el género del retrato, como el mosaico y el montaje fotográfico, con los que buscaron superar limitaciones técnicas y producir efectos visuales novedosos. Dos temas desusados revelan el inquieto espíritu artístico que animó a Wills y Restrepo. El primero, que tiene el carácter de registro urbano, consta de una serie de extraordinarias vistas de Medellín en 1875, destinadas a la Urna Centenaria que se mantuvo cerrada por cien años; una vez abierta en 1975, las fotografías por desgracia tuvieron un destino desconocido. El segundo es un pequeño conjunto de fotos de orquídeas que muestran el amor por la naturaleza de los hermanos Restrepo. Precisamente a Pastor se debe la introducción a Medellín de varias plantas ornamentales traídas del exterior. De un posible tercer conjunto de obras procede una única foto que se conserva, la cual muestra el famoso poporo quimbaya que se encuentra hoy en el Museo del Oro. Como fotógrafo independiente, Pastor exhibió sus fotografías las en varias exposiciones locales y nacionales. En 1874 estableció con otro socio un negocio de importación de mercancías, y dos años después se aventuró con su hermano en la producción de cerveza por primera vez en Antioquia. La bebida tuvo buena acogida, pero los propietarios vendieron la fábrica en 1885, pues Vicente había asumido el Ministerio del Tesoro en la segunda administración de Rafael Núñez, en agosto de 1884.

Juvenal Moreno Ceballos, Fotografía coloreada de Wills y Restrepo. 10.5 x 6.3cm. Colección Pilar Moreno de Angel, Bogotá.

A pesar de las diversas aventuras comerciales e industriales, la verdadera pasión de Pastor Restrepo fue la fotografía. En 1874 viajó a Europa con el fin de mejorar sus conocimientos. Dejó encargado de su establecimiento a Enrique Latorre, quien posteriormente ejercería de manera independiente el oficio. Durante su ausencia, tuvo lugar el famoso crimen del Aguacatal, en el cual «Daniel el Hachero» dio muerte con otros cómplices a seis personas y dejó a tres menores heridos. En el juicio, el dictamen médico legal utilizó por primera vez la fotografía como elemento probatorio, y los curiosos podían adquirir por cuarenta centavos una copia en la foto de Restrepo.

En París, Pastor visitó los estudios de distintos fotógrafos, mejoró sus conocimientos sobre esmaltado y retoque, y adquirió de León Lambert la licencia exclusiva para utilizar el procedimiento que éste desarrolló para obtener positivos de formato grande, conocido como «lambertipia». Adicionalmente se abasteció de

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materiales de trabajo, telones de fondo y elementos decorativos que utilizó para ambientar sus fotos de estudio y dar un toque de distinción a su clientela.

Grupo en exterior. Fotografía de pastor Restrepo, Medellín. Colección Particular, Bogotá.

Durante el lapso 1864-1876, el período de paz y prosperidad que vivió Antioquia bajo el gobierno de Pedro Justo Berrío resultó muy benéfico para el arte de la cámara. Restrepo prosperó como fotógrafo y expandió sus actividades a otras poblaciones. Se asoció por un tiempo con el español Antonio Martínez de la Cuadra; con Antonio José Bravo estableció la sociedad «Restrepo Bravo & Co.», que funcionó como sucursal viajera con sede en Rionegro. Luego contrató a Juan Nepomuceno Gutiérrez, popularmente llamado «Gutierritos», quien también fue su agente fotográfico.

A partir de 1876, cuando estalló una nueva guerra civil, el panorama para los fotógrafos antioqueños cambió por completo. El crecimiento de la actividad no sólo se frenó, sino que se puso en entredicho la sobrevivencia de sus practicantes. Uno de los principales recursos fue el de aliarse para formar sociedades, lo que les permitía compartir sede, equipos y materiales e idear nuevos productos. De una sociedad que formó Pastor Restrepo con Enrique Latorre y el fotógrafo y pintor Gonzalo Gaviria, surgieron las populares «foto-pinturas», retratos fotográficos repintados al óleo, en las cuales se combinaba el indiscutible parecido obtenido con la cámara, con el realismo y efecto estetizante del color al óleo. La misma sociedad adoptó en MedeIlín el ambrotipo y el ferrotipo iluminado a mano, técnicas que había introducido Martínez de la Cuadra. Este español también probó suerte con un molino para cacao, pero tuvo poco éxito.

Pastor Restrepo no sólo fue un empresario innovador que buscó diferenciarse y superar a sus competidores, que en verdad no eran muchos, sino que produjo obras de arte en consonancia con la estética decimonónica del retrato fotográfico. Pero las severas dificultades impuestas por la guerra, tal vez lo desengañaron. Optó por dedicarse por completo a las actividades comerciales. En 1887 figura como propietario de la Droguería Central, localizada cerca a la plaza principal de mercado. Allí se podía comprar vino, perfumes y medicamentos. No obstante, los conocimientos y las fórmulas que adaptó Pastor Restrepo a las disponibilidades locales de materias primas se transmitieron a otros fotógrafos, entre los cuales fue muy apreciado el procedimiento de revelado de placas, como lo atestigua el «Formulario de Fotografía» del fotógrafo y escritor Benigno A. Gutiérrez.

Orquídea. Fotografía de Gonzalo Gaviria, 1887. Colección Particular, Marinilla.

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Gonzalo Gaviria y la fotografía «instantánea»

El heredero de los pioneros de la fotografía en Antioquia fue Gonzalo Gaviria, quien estudió pintura y fotografía en París. Gaviria conservó el archivo de Wills y Restrepo y el de Pastor Restrepo. Fundó su gabinete fotográfico hacia 1881, luego de asociaciones de corta duración con otros colegas. La mayor novedad que introdujo fue la llamada «fotografía instantánea», la cual aplicó ampliamente por sus ventajas en el difícil género del retrato infantil. Esta técnica se denominó «placa seca» a partir de 1880, cuando la comercializó en Estados Unidos George Eastman. Tan sólo un año después, Gaviria la practicaba con maestría en Medellín. Trabajaba en su estudio de ocho de la mañana a tres de la tarde, y para 1889 su archivo contaba con diez mil negativos, en un momento en que la población de Medellín escasamente superaba los 45.000 habitantes. Sin duda fue uno de los fotógrafos más prolíficos y comercialmente exitosos de la historia de este arte en Antioquia.

A su muerte, el estudio fotográfico pasó a manos de Juan Nepomuceno Gutiérrez. Luego fue adquirido por Gonzalo Escovar, discípulo de Pastor Restrepo, y se mantuvo activo hasta 1925, aproximadamente. Su archivo, junto con los de sus predecesores, pasó a manos del fotógrafo Jorge Obando, y es de presumir que este importante acervo cultural e histórico repose hoy olvidado en manos de sus familiares.

Los pioneros de la fotografía en Antioquia cumplieron tres tareas fundamentales: adaptaron localmente de manera exitosa la técnica de reproducción de imágenes, lo cual produjo un efecto indeleble en el imaginario colectivo, dominado hasta entonces por la iconografía religiosa. Establecieron el retrato civil como un arte que preserva de la muerte y permite legar una imagen fidedigna a los descendientes. Y configuraron una memoria visual, que hoy es un invaluable patrimonio documental y artístico de Antioquia, el cual, a diferencia de la mayor parte de la arquitectura local que sucumbió a un mal entendido progreso, sobrevive a pesar de su fragilidad en algunas colecciones públicas y privadas.

Anatilde Moreno Fotografía de Gonzalo Gaviria, 1887. 10.4 x 6.3 cm. Colección Pilar Moreno de Angel, Bogotá Bibliografía

LONDOÑO V., SANTIAGO, Rafael Mesa. Catálogo de la exposición retrospectiva. Banco de la República, Medellín, 1988.

LONDOÑO V., SANTIAGO, Benjamín de la Calle, fotógrafo. Catálogo de la exposición retrospectiva, Banco de la República, Medellín, 1993.

LONDOÑO V., SANTIAGO, «Historia de la fotografía en Antioquia» (en curso de realización).

MEJIA A., JUAN LUIS, «La fotografía». En: JORGE ORLANDO MELO, Ed., Historia de Antioquia. Bogotá, Suramericana de Seguros, 1988.

SERRANO, EDUARDO, Historia de la fotografía en Colombia. Bogotá, Museo de Arte Moderno / OP Gráficas, 1983.