Pintar del natural

BodegónZURBARÁN (1650)

Aprender a mirar [9]FAMILIA

( P.1 )

¡Cuatro cacharros en una mesa! Los dos de los extremos sobre platos de metal. ¡No hay nada más!

Ni siquiera unas migas de pan, en contraste con la oscuridad de detrás.

¿Cuál de ellos servía para beber?¡Los cuatro! Por eso, tienen dos asas. Las tres vasijas de barro cocido con panza abultada, se utilizaban para mantener el agua fría. Si os fijáis, una de ellas está llena hasta arriba. ¡En esta época aún no existían las neveras ni los cubitos de hielo!

Son recipientes para agua: Una taza de metal con boca ancha, llamada bernegal, y dos alcarrazas o vasijas blancas barnizadas que flanquean un búcaro de arcilla roja, como el que recibe la infanta Margarita en Las meninas.

¡Para este cuadro el autor no utilizó la imaginación! Se limitó a copiar la realidad, a imitar objetos cotidianos que había en casa. Y es que Francisco de Zurbarán era uno de los artistas que mejor sabía pintar lo que tenía ante sus ojos.

Para imitar fielmente la forma, el volumen y el color de cada cosa pasaba horas observando y pintando del natural. Pero, además, se dice que era un superdotado.

Antiguamente este tipo de cuadros que no cuentan ninguna historia ni incluyen figuras humanas apenas se valoraban. Se pensaba que pintarlos no tenía ningún mérito pues, sólo había que mirar y copiar. ¡No se inventaba nada! Sin embargo, en el siglo XVII empezaron a ponerse de moda.

Los pintores se pusieron a imitar concienzudamente las cosas más corrientes e insignificantes para demostrar su habilidad.

¡De este cuadro existe otra versión idéntica en Barcelona, en el MNAC! Apenas se pueden diferenciar.

¡Los cuadros eran como espejos! Reflejaban la realidad con mucha precisión.

( P.2 )

FAMILIA

Para hacer sus cuadros, Zurbarán nublaba los ojos para ver los objetos y las figuras como si fueran formas geométricas.

¡Todas sus composiciones llaman la atención por lo ordenadas y sencillas que son!

Los cuadros que tienen como protagonistas objetos inanimados, como los que hay en nuestras casas –un frutero, una copa, una jarra…–, y a veces también cosas perecederas que fuera del cuadro se estropean rápidamente, como flores o alimentos sin cocinar –frutas, verduras, animales de caza…–, se llaman bodegones o naturalezas muertas.

¿SABÍAS QUÉ…?

EL JUEGO DE LA ILUMINACIÓN

¡Esta mesa tan solemne parece un altar! La luz –directa y lateral– es un recurso esencial: resalta el volumen y las texturas de las vasi-jas y las convierte en algo extraordinario. Los contrastes de luces y sombras atrapan nuestra mirada y crean una atmósfera sobrenatural.

…Y DEL COLOR

El artista también nos transmite sobriedad y sencillez a través del color. Su elección no es nada caprichosa. Sólo utilizó tonos cáli-dos y terrosos (marrón, ocre y rojo apagado) además de tonos neutros (blanco, negro y grises intermedios).

Al mirar estos objetos de tamaño real… ¿No sentís que lo podéis tocar?

¡Esta forma de pintar se llama hiperrealidad! La técnica es tan precisa que por un instante creemos estar ante cacharros reales.

O es que, ¿no sois capaces de imaginar el contacto con el frío metal de los platos y el bernegal; el deslizar de vuestros dedos por la superficie barnizada de las alcarrazas o el tacto áspero y rugoso del búcaro?

Con los búcaros existía una extraña costumbre: las mujeres les daban mordisquitos para conseguir mayor palidez en su piel. ¡Busca en internet la palabra bucarofagia!

¿Cómo son estos cacharros?

Sencillos y cotidianos. Son utensilios caseros. Todos están hechos a mano. En nada se parecen a los ricos recipientes y deliciosos manjares –aves, liebres, frutas tropicales…– que hay en los bodegones holandeses. Así, Zurbarán parece querernos enseñar una forma de vida humilde y austera, sin excesos, propia de un cristiano de su tiempo.

FUNDACIÓN AMIGOS DEL MUSEO DEL PRADO

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