perspectiva de la educacion ambiental

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Perspectivas de la Educacin Ambiental en IberoamricaConferencias del V Congreso Iberoamericano de Educacin Ambiental Joinville, Brasil, 5 al 8 de abril de 2006

Primera edicin: 2007 Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente Oficina de Representacin en Mxico Boulevard de los Virreyes 145, col. Lomas de Virreyes, 11000, Mxico, D. F. www.pnuma.org

Red de Formacin Ambiental para Amrica Latina y el Caribe

ISBN: 978-92-807-2839-2 DEP/0965/PN

V CONGRESO IBERO-AMERICANO DE EDUCACIN AMBIENTALRepblica Federativa de BrasilPresidente: Luiz Incio Lula da Silva Vice-presidente: Jos de Alencar Gomes da Silva Ministerio de Medio Ambiente Ministra: Marina Silva Secretario Ejecutivo: Claudio Langone Director de Educacin Ambiental: Marcos Sorrentino Ministerio de Educacin Ministro: Fernando Haddad Secretario Ejecutivo: Jos Henrique Paim Fernandes Secretario de Educacin Continua, Alfabetizacin y Diversidad: Ricardo Henriques Director de Educacin para la Diversidad y Ciudadana: Armnio Bello Schmidt Coordinadora General de Educacin Ambiental: Rachel Trajber Comisin Organizadora Ministerio de Medio Ambiente (DEA/MMA) y Ministerio da Educacin (CGEA/MEC), por medio del rgano Gestor de Poltica Nacional de Educacin Ambiental Marcos Sorrentino (DEA/MMA) Rachel Trajber (CGEA/MEC) Gobierno del Estado de Santa Catarina Gobernador: Luiz Henrique da Silveira Vice-Gobernador: Eduardo Pinho Moreira Prefectura Municipal de Joinville Prefecto: Marco Antonio Tebaldi Vice-Prefecto: Rodrigo Bomholdt Secretario de Planeacin, Presupuesto y Gestin: Antnio Carlos Poletine Presidente de Fundema - Fundacin Municipal de Medio Ambiente de Joinville: Norival Raulino da Silva Comisin Interinstitucional Estatal de Educacin Ambiental (CIEA/SC) Karla Rosani Coelho Scur

REBEA - Red Brasilera de Educacin Ambiental Patrcia Mousinho FBOMS - Foro Brasilero de ONGs y Movimientos Sociales para el Medio Ambiente y el Desarrollo Cimara Machado PNUMA Director Regional: Ricardo Snchez Sosa Coordinador de la Red de Formacin Ambiental para Amrica Latina y el Caribe: Enrique Leff UNESCO Representante Interino de UNESCO en Brasil: Vincent Defourny Coordinador de Ciencia y Medio Ambiente de UNESCO en Brasil: Celso Schenkel Coordinacin General Ministerio de Medio Ambiente (DEA/MMA) y Ministerio de Educacin (CGEA/MEC) por medio del rgano Gestor de Poltica Nacional de Educacin Ambiental: Marcos Sorrentino (DEA/MMA) Tcnicos Responsables: Joana de Barros Amaral Philippe Pomier Layrargues Rachel Trajber (CGEA/MEC) Tcnica Responsable: Eneida Maekawa Lipai PNUMA: Enrique Leff (Red de Formacin Ambiental para Amrica Latina y el Caribe) Associacin Proyecto Roda Viva - Secretara Ejecutiva Cludia Jurema Macedo - Secretaria Ejecutiva Equipo de la Secretara Ejecutiva Elder Galvo Heloisa Cinquetti Mayra Capovilla Martha Gubernikoff

Narayana Lindoso Rosngela dos Anjos Ferro Rozender Smaniotto Lopes dos Santos Wagner Sabino Pavo Equipo tcnico (DEA/MMA): Adalcira Bezerra Adalgisa Cavalcante Almeida Aline Jesus Vasconcelos ngela Ferreira Schmidt Ana Paula Soares Xavier Ana Luiza Castelo Branco Figueredo Anderson Guimares Pereira Catia Hansel Rosana Pletsch Daniela Kolly Ferraz Denison Pereira Rolin rika Salviano da Silva Francisco de Assis Morais da Costa Girlene Glria Costa Novais Gustavo Nogueira Lemos Heitor Queiroz de Meideiros Helena Machado Cabral Coimbra Iara Carneiro Jacqueline Martins Gomes Jader Alves de Oliveira Joo Carlos Gomes Jos Vicente de Freitas Luiz Antnio Ferraro Jnior Llian Fernandes Maura Machado Silva Mariana da Silva Dourado Mariana Stefaneli Mascarenhas Maria Lcia Gomes de Almeida Maria de Lourdes Silva Mauricio Marcon Rebelo da Silva Renata Rozendo Maranho Renata Frechiani Dalla Bernadina Ricardo Burg Mlynarz Ricardo Veronezi Ferro Sandra Lestinge Terezinha da Silva Martins Thais Ferraresi Pereira Valeria Crivelero Casale

Equipo tcnico (CGEA/MEC): Denise Tubino Fabio Deboni Hellen Falone Isis de Palma Joo Paulo Sotero Luciano Chagas Barbosa Luena Mello Maria Thereza Teixeira Moises Ataides Priscila Maia Nomiyama Soraia Mello Viviane Vazzi Pedro Consejo Editorial Eneida Lipai Enrique Leff Joana de Barros Amaral Marcos Sorrentino Philippe Pomier Layrargues Rachel Trajber Cludia Jurema Macedo - Editora de los textos en portugus Mauro Mansuy Lpez - Editor de los textos en espaol Martha Gubernikoff - Asistente

CONTENIDOPresentacin11 13 15 29 45

ConferenciasEducao, meio ambiente e globalizaoCarlos Walter Porto-Gonalves

Educar para la sustentabilidad y la solidaridad: La tarea de los educadores del siglo XXI?Antonio Elizalde

Complejidad, racionalidad ambiental y dilogo de saberes: hacia una pedagoga ambientalEnrique Leff

Mesas Redondas

61 Sociedad civil: el Tratado de Educacin Ambiental para Sociedades Sustentables y Responsabilidad Global, Carta de las Responsabilidades Humanas, Carta de la Tierra y Manifiesto por la Vida 63 Somos todos aprendizes. Revisitando o tratado de educao ambiental para sociedades sustentveis e responsabilidade global 65 77

Moema Viezzer y Tereza Moreira

A carta da terra. O tratado de educao ambiental e educao para o desenvolvimento sustentvelMoacir Gadotti

Los tratados de la sociedad civil: tratado de educacin ambiental para sociedades sustentables y responsabilidad global y una carta de responsabilidades humanas 83Martha Benavides

La formacin a partir del ambiente. Las unidades territoriales de educacin bolivariana en VenezuelaOmar Ovalles

93

Educacin para todos, Educacin Ambiental y Educacin para el Desarrollo Sustentable 103 Educacin para todos, educacin ambiental y educacin para el desarrollo sostenible: debatiendo las vertientes de la Dcada para el Desarrollo Sostenible 105Beatriz Macedo

Imaginario colectivo e idearios de los educadores ambientales en Amrica Latina y el Caribe. Hacia una nueva matriz disciplinaria constituyente? 113Edgar Gonzlez-Gaudiano

A Dcada de Educao para o Desenvolvimento Sustentvel: do que no deve ser ao que pode serMario Freitas

125 141 143 155 163

Educacin Ambiental e Integracin Regional Agenda 21 e educao ambientalSergio Bueno da Fonseca

Integracin regional en Amrica Latina, desarrollo sostenible y educacin ambientalDiego Martino y Eduardo Gudynas

Educacin ambiental para la integracin de los pases del Convenio Andrs BelloFrancisco Huerta Montalvo

Educacin Ambiental y Sustentabilidad Cultural: identidades y diversidades 171 La interculturalidad y la educacin ambiental. Una experiencia colombiana 173Olga Mara Bermdez Guerrero

Ideas para la conceptualizacin y prctica de la educacin ambiental en las comunidades indgenas de Amrica LatinaGermn Vargas Callejas

187 205

Oku Abo espao sagrado. Educao ambiental para religies afro-brasileirasAderbal Moreira Costa

Educacin Ambiental y Sustentabilidad Econmica: comercio justo y consumo sustentable 215 Las perspectivas de comercio justo ante una globalizacin asimtrica y con crecientes desigualdades sociales 217Roberto P. Guimares

Consumo, medio ambiente y educacinRosa Mara Pujol Vilallonga

239 249

Experiencias e prticas de educao ambiental no mundo corporativoMichael Haradom

Educacin Ambiental y Sustentabilidad Poltica: democracia y participacin Educacin ambiental, democracia y participacin. El reto de construir compromisosCarlos Razo Horta

253 255 267 283

Educacin ambiental y sostenibilidad poltica: democracia y participacinElosa Trllez Sols

Educaao e sustentabilidadeJos Silva Quintas

Educacin Ambiental y Sustentabilidad Social: tica, justicia ambiental, conflicto social y desigualdad Sustentabilidade e ticaJean-Pierre Leroy

295 297 303 311 321 323 337 361

Curriculum del ambientalismo humanistaFelipe ngel

Donde comienza la justiciaJos M. Borrero Navia

Educacin Ambiental en la Escuela De la transversalidad a la Agenda 21 escolarJavier Garca Gmez

Reflexiones crticas a propsito de la educacin ambiental en ColombiaMaritza Torres

Educao ambiental na escola: conceitos, estratgias e resultadosRachel Trajber

Transversalidad y procesos de globalizacin cultural en los sujetos educativos con estilo de vida urbano: el caso de la Zona Metropolitana de la Ciudad de MxicoGraciela Ramrez Garca

367 381

A literacia ambiental a partir do lugar: transverzalizao e orientaes educativas para a sustentabilidade no projeto TerraMarina Prieto Alfonso Lencastre y Rui Marcelino Leal

Poltica y Pedagoga de la Educacin Ambiental: teora y prctica El papel poltico y pedaggico de la educacin ambiental y la superacin de la dicotoma teora-prcticaCarlos Galano

395 397 411

tica, sustentabilidade e educao ambientalMarcos Sorrentino y Rachel Trajber

Las barreras sociopolticas para la prctica de una educacin ambiental radical en las sociedades avanzadas: lo que podemos aprender de la basura 415Pablo ngel Meira Cartea

Educacin Ambiental en la Universidad: enseanza, investigacin y extensin La educacin ambiental en las universidades y la enseanza superior: viejas y nuevas perspectivas para la accin en clave de futuro Jos Antonio Caride Gmez Educao ambiental e universidade: ensino, pesquisa e extensoEda Terezinha de Oliveira Tassara

427 429 443

O processo de ambientalizao curricular na Universidade Federal de So Carlos nos contextos de ensino, pesquisa, extenso e gesto ambientalHayde Torres de Oliveira

449 459 461 473 485 497

Complejidad, Interdisciplinariedad y Dilogo de Saberes Sociedade de risco, crise ambiental e dilogo de saberesPedro Roberto Jacobi

Complejidad, sostenibilidad y educacin no formalJulio Carrizosa Umaa

Interdisciplina, complejidad y formacin ambientalRosa Mara Romero Cuevas

Pensamento complexo, interdisciplinaridade e educao ambiental: bases para uma epistemologa scio-ambiental emergenteDimas Floriani

Present acin Present esentacinEl Congreso Iberoamericano de Educacin Ambiental se ha convertido en el foro ms amplio de reunin, discusin y debate sobre las perspectivas de la Educacin Ambiental de los pases iberoamericanos. El V Congreso, celebrado en Joinville, Brasil, en abril de 2006, en el que participaron 4.140 personas, entre conferencistas y asistentes, adems de propiciar el encuentro entre educadores de 25 pases, orient su agenda hacia el fortalecimiento de las polticas pblicas de Educacin Ambiental en los pases de la regin. Las conferencias y mesas redondas incluyeron entre sus temas de debate: Educacin Ambiental en el contexto de la globalizacin y en la Dcada de la Educacin Sustentable para el Desarrollo; educacin para todos; educacin y convenciones internacionales; polticas nacionales para la Educacin Ambiental; tica ambiental; educacin para la justicia ambiental, democracia y participacin; educacin para la produccin y consumo sustentables; educacin y diversidad cultural; Educacin Ambiental, interdisciplinariedad y complejidad; Educacin Ambiental en niveles bsicos y universidad. Estos temas fueron abordados por algunos de los ms prominentes educadores ambientales de Amrica Latina y Espaa. Adems, en el Congreso se presentaron trabajos en cartel y comunicaciones orales, contribuyendo as a un amplio intercambio de proyectos e ideas que ayud a elaborar un mapa de las carencias y potencialidades de dichas polticas. El presente libro rene las conferencias magistrales y ponencias presentadas en el Congreso. Estas dan cuenta de la riqueza de los proyectos y procesos educativos en marcha en nuestros pases en materia de educacin ambiental y de los temas de frontera en el debate de ideas, metodologas y polticas en la materia. La calidad de las reflexiones contenidas en estos textos da cuenta de la continuidad del proceso de accin educadora en la creacin de sociedades sustentables, coordinada entre pases, instituciones y personas en Iberoamrica, y de sus importantes aportes en el desarrollo de la Dcada de las Naciones Unidas de la Educacin para el Desarrollo Sustentable. Siguiendo el propsito de la Red de Formacin Ambiental para Amrica Latina y el Caribe del PNUMA, a travs de su serie Pensamiento Ambiental Latinoamericano, de difundir los avances del pensamiento ambiental y de los procesos en marcha en materia de educacin ambiental, se presentan estos textos que esperamos sern de utilidad para el anlisis del estado de la Educacin Ambiental en Iberoamrica y para orientar el desarrollo de polticas pblicas en esta materia.

Esta serie busca as difundir los principios de una tica ambiental, del pensamiento complejo, de nuevas prcticas de produccin y consumo y de nuevas formas de relacin humana y una nueva pedagoga, a travs de un amplio proceso de Educacin Ambiental con el propsito de contribuir a formar ciudadanos crticos y conscientes de su realidad y de su entorno y para orientar los esfuerzos de los pueblos y gobiernos de la regin en la construccin de sociedades sustentables.

Comisin Organizadora V Congreso Ibero-Americano de Educacin Ambiental

Conferencias

Educao, meio ambiente e globalizaoCARLOS WALTER PORTO-GONALVES*Vivemos um momento histrico da mesma natureza que o mundo viveu no Renascimento e no Sculo das Luzes. So momentos de bifurcaes, como diria Ilya Prigogine e Isabelle Stengers.1 como estivssemos imersos no olho do furaco, cujos desdobramentos no temos nenhuma certeza. No sabemos como ser o futuro imediato, menos ainda o futuro a mdio e longo prazo, sendo que alguns at se perguntam se haver futuro, como Albert Einstein diante do perigo nuclear. Eis o primeiro desafio de um educador: educar implica a idia de futuro, de um futuro qualquer que seja. Como educar, se no se tem uma paisagem imaginria onde se haveria de viver, um horizonte de vida que pudssemos construir? Educar projetar esse futuro, essa paisagem a partir do aqui e do agora. Implica, assim, recuperar nosso poder de inventar mundos de vida, de construir futuros. Enfim, implica reinventar nossa vontade de querer poder construir o mundo uma RE-VOLIO.2

GLOBALIZAO, PRIMEIRO MOVIMENTONo podemos mais contar com as certezas que acreditamos at um passado relativamente recente, e essa talvez seja a nica certeza que podemos ter. Uma das certezas que devemos abandonar a crena em uma causalidade linear a que fomos habituados a partir de uma episteme de matriz eurocntrica, sobretudo ps-sculo XVIII. Ou seja, a crena de que o destino dos povos seria um continuum que os levaria inexoravelmente da selvageria e da barbrie civilizao (Auguste Comte). A civilizao, enquanto momento superior, tinha nome e lugar: era a civilizao europia que, ciosa de sua superioridade, acreditava ter desenvolvido uma racionalidade que, mais que uma racionalidade, era A Racionalidade. Esta racionalidade com R maisculo no , na verdade, to europia como se apregoa, mas, sim, de uma subprovncia da Europa, a* Doutor em Geografia, Professor do Programa de Ps-graduao em Geografia da Universidade Federal Fluminense, Membro do Grupo Hegemonia e Emancipaes de Clacso e Ex-Presidente da Associao dos Gegrafos Brasileiros (1998-2000). Ganhador do Prmio Chico Mendes em Cincia e Tecnologia em 2004 autor de diversos artigos e livros publicados em revistas cientficas nacionais e internacionais. 1 Prigogine, Ilya, Stengers, Isabelle (1994), A nova aliana: a metamorfose da cincia, Editora Universidade de Braslia, Braslia. 2 Devo essa idia ao dramaturgo Jos Celso Martinez Correa e no aos que hoje associam a revoluo da vontade nos marcos da ordem existente o que, por si s, limita a vontade de tranformao.

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Europa Norte-Ocidental, que fala o ingls, o francs e o alemo. a partir desta subprovncia europia que se desenvolveram as revolues no pensamento (s possvel filosofar em alemo, Caetano Veloso, na poltica (que nos ensinou, via Frana, que todos os homens so iguais) e nas tcnicas econmico-produtivas (na Inglaterra do Sr. James Watt, cuja mquina a vapor queria universal), que passaram a colonizar coraes e mentes em todo o mundo a partir de ento. Este Sculo das Luzes, segundo essa subprovncia da Europa, v obscurantismo por todo lado e cr ter descoberto A Razo Universal (Emanuel Kant). Sabemos que nomear e colocar marcos no so operaes ingnuas, ao contrrio, so operaes interessadas, e no foi de qualquer lugar que se estabeleceu o sculo XVIII como marco histrico do mundo moderno. Por isso, insistimos em sinalizar que se trata de uma viso que surge a partir de uma subprovncia europia, a norte-ocidental, que no se v como uma subprovncia, mas como um no-lugar, posto que entende seu modo de ver, pensar e agir como atpico, como se fora de lugar-nenhum3 e, assim, universal. Para aqueles imersos nesse magma de significaes imaginrias eurocntrico norte-ocidental, parecer estranho dizer que se trata de um pensamento de uma subprovncia, at porque provincianos so os outros. So graves os efeitos dessa perspectiva, pois, como toda viso provinciana, ignora o mundo na sua diversidade. Ignora, por exemplo, que o mundo no unilinear, ao contrrio, constitudo por mltiplos lugares que se caracterizam por temporalidades distintas. Mltiplas temporalidades implicam mltiplos movimentos e processos, que fazem o mundo mais rico do que aquele que foi pensado a partir da matriz europia norte-ocidental. Na verdade, o mundo na sua diversidade negado enquanto tal, posto que cada lugar visto no a partir de suas prprias caractersticas, mas a partir de um olhar eurocntrico norte-ocidental, como se cada lugar estivesse em um estgio determinado da evoluo da Europa (norte-ocidental). Talvez aqui coubesse o verso do poeta que Narciso acha feio o que no espelho (Caetano Veloso). So esses valores que tm comandado nossas prticas, inclusive as educativas. a partir da que se concebe o que seja o mundo moderno, cuja idia de modernidade mais do que uma caracterizao uma meta, quase um destino, a que todos inexoravelmente estaramos condenados. Esse mundo moderno, que toma o sculo XVIII como referncia e que fala ingls, francs e alemo, acredita que o progresso da humanidade deve se ancorar em um saber tcnico-cientfico, saber este tomado como superior. Outros saberes3 interessante observar que no Brasil se fala de nordestino, de nortista e de sulista para referirmo-nos a quem nasce nas regies Nordeste, Norte e Sul, respectivamente. Todavia, no falamos de sudestino ou de centro-oestista para nos referirmos a quem nasce nas regies Sudeste e Centro-Oeste, regies que se constituem nos centros mais dinmicos do poder econmico no Brasil. O centro no visto como parte, como regio que, sempre, uma parte de um todo qualquer (at mesmo quando se fala de uma determinada rea do crebro costuma-se falar de regio frontal, regio do crtex). O mesmo ocorre com os endereos de e-mail. Todos os pases tm que apor sua sigla ao final - .br, para o Brasil; .es, para a Espanha; .pt, para Portugal; .co, para a Colmbia e, assim, para cada pas, menos para os endereos de e-mail dos EUA que no tem .us. Mais uma vez o centro no se expe.

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so, assim, ignorados ou inferiorizados e os povos que os desenvolveram esto condenados a serem educados e desenvolvidos a partir de parmetros que no lhes pertencem. Tudo isso se torna mais grave quando sabemos que a modernidade no se inicia no sculo XVIII, mas no sculo XV, mais especificamente em 1492, ao se iniciar o que hoje chamamos globalizao. Nesse sentido, a perspectiva dos europeus norte-ocidentais ignora a primeira modernidade que falava espanhol e portugus. At 1492 podemos falar de histrias regionalizadas, porm, desse momento em diante, o mundo comea a se mundializar. Ignorar essa primeira modernidade ibero-americana deixar escapar toda uma sria de processos que nos conformam e que esto subjacentes ao contraditrio mundo que vivemos, a comear com a prpria centralidade da Europa na geopoltica do mundo moderno e contemporneo. At o final do sculo XV, a Europa se inscrevia de modo marginal e perifrico nos maiores circuitos econmicos e culturais que, como se sabe, giravam em torno do que, hoje, chamamos Oriente Mdio.4 A centralidade do Oriente era tal que nos legou um verbo orientar, que nos indica o rumo a seguir (se oriente, rapaz, como nos disse o poeta Gilberto Gil). A centralidade da Europa, por seu turno, est indissoluvelmente ligada Amrica, pois foi a partir daqui, da Amrica, que a Europa reuniu as condies materiais para que o circuito norte-atlntico passasse a ser o centro geopoltico do mundo. No entanto, a Amrica foi integrada de modo subordinado, colonial. Assim, a colonialidade5 esteve, desde o incio, formando parte da modernidade e, talvez, seja mais preciso afirmar que passamos a viver as vicissitudes do sistema mundo moderno-colonial (Anbal Quijano,6 Imannuel Wallerstein,7 Walter Mignolo,8 entre outros), no mundo moderno simplesmente. Afinal, o que chamamos mundo moderno est atravessado por essa clivagem constitutiva que ajuda-nos a entender a desigualdade social e econmica que nos conforma at hoje. Foi a partir da constituio do sistema mundo moderno-colonial que a escravido foi reinventada tendo o racismo como suporte.9 Enfim, a diferena negada. Entre os marcos com que a segunda modernidade procura se distinguir da primeira est o carter laico do seu critrio de verdade (Foucault), a Cincia, vis a vis a Religio, que teria caracterizado a primeira. Todavia, se verdade que a misso colonizadora da primeira moderno-colonialidade tenha sidoAristteles s chegou a Paris no sculo XII com uma traduo feita na cidade de Toledo na atual Espanha (Lander, [2000]2005). 5 Lander, Edgardo (2005), A Colonialidade do Saber: eurocentrismo e cincias sociais perspectivas latino-americanas, So Paulo, Buenos Aires editora. 6 Quijano, Anbal (2000), Colonialidade do poder, eurocentrismo e Amrica Latina in Lander, Edgardo (2000), A Colonialidade do Saber: eurocentrismo e cincias sociais perspectivas latino-americanas, So Paulo, Buenos Aires, 2005. 7 Wallerstein, Imannuel, El Espacio/Tiempo como base del conocimiento, in Anuario Mariateguiano, vol. IX, n 9. Lima, 1997. 8 Mignolo, Walter (2000), Histrias Locais/Projetos Globais, EDUFMG, Belo Horizonte. 9 Anbal Quijano nos alerta que at o sculo XVII no se encontra na literatura nenhum registro de que uma pessoa seja discriminada pela cor de sua pele, sendo este tipo de racismo uma inveno da moderno-colonialidade.4

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consagrada pela Igreja, afinal, foi o Papa que dividiu o mundo entre Portugal e Espanha por meio do meridiano de Tordesilhas, no menos verdade que o carter religioso esteve o tempo todo ancorado na cincia mais apurada, como, por exemplo, a nutica e tudo que envolvia a navegao, desde as prprias embarcaes at a cartografia e a orientao (bssola) navegar preciso (Fernando Pessoa), bem como a melhor tecnologia de guerra. As primeiras cidades racionalmente planejadas que o mundo conheceu foram criadas nas Amricas, nos informa o ensasta uruguaio Angel Rama (1983) em A Cidade das Letras. Foram cidades marcadas por uma razo dominante, isto , uma razo de controle do espao pelo e para os dominadores. A Plaza da cidade colonial produziu os primeiros desplazados modernos. Se tivermos que contar a histria recente da moderna tecnologia, haveremos de comear pela Amrica. Afinal, as mercadorias de maior valor em circulao no mundo dos sculos XVI e XVII no eram matria-prima simplesmente, mas, sim, produtos manufaturados. O ouro e a prata eram exportados em barras aps passarem por uma refinada metalurgia que, inclusive, manipulava o mercrio e j era do domnio dos povos originrios do Tawantinsuyo10 e do Anauac11 antes da chegada do europeu; o acar no era produto in natura, era produto manufaturado nos maiores engenhos que o mundo conhecia, localizados no Brasil, em Cuba e no Haiti12. No havia nada de mais moderno, tecnologicamente falando, do que esses engenhos de acar ou essas metalurgias de ouro e prata que estavam aqui, nas Amricas, e no na Europa. Assim, a Amrica moderna h 500 anos desde o primeiro momento da globalizao! E a compreenso desse carter, talvez, nos alerte para o poderoso mecanismo de conformao da subjetividade que se mostra pela sobrevida da colonialidade do pensamento, mesmo aps o fim do colonialismo em sentido estrito. Refiro-me ao fato de querermos superar as mazelas do mundo moderno por meio da modernizao. Para isso, tem-se ignorado que a constituio do sistema mundo moderno , desde sempre, colonial, esse outro lado dramtico e sofrido da modernidade de que a Amrica a melhor expresso, sobretudo aquela dos povos originrios, dos negros e dos mestios. Dessa maneira, ficamos com uma viso parcial do nosso mundo moderno-colonial, o que nos leva a reproduzi-lo. preciso descolonizar o pensamento para o que o mundo ibero-americano tem a contribuir, principalmente sua viso na perspectiva da subalternidade (Edgardo Lander, [2000]2005; Walter Mignolo, 2002; Ana Ester Cecea, 200613; Pablo Gonzlez Casanova, 200414; ArturoRegio que corresponde ao atual norte da Argentina e Chile, a maior parte da atual Bolvia, Peru, Equador e Colmbia. 11 Regio que corresponde a atual Guatemala, Mxico e grande parte do territrio norte-americano anexado aps a guerra contra o Mxico, entre 1845 e 1848 (Califrnia, Utah, Arizona e grande parte do Texas). 12 Diga-se, de passagem, que o Haiti era a mais rica das colnias francesas. 13 Cecea, Ana ster (coord.), (2006), Los Desafos de las emancipaciones en un contexto militarizado, Clacso, Buenos Aires. 14 Casanova, Pablo Gonzlez (2004), Las Nuevas Ciencias y las Humanidades de la Academia a la Poltica. Mxico, Anthropos/UNAM, Editorial Complutense, Madrid.10

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Escobar, 199615; Enrique Leff, [2004]200616; Silvia Rivera Cusicanqui; Raul Prada Escoreza; Boaventura de Sousa Santos, 200217; lvaro Garcia Linera, 200418, entre tantos outros).

GLOBALIZAO, SEGUNDO MOVIMENTOA segunda modernidade (mais apropriado seria dizer segunda modernocolonialidade), a que se desenha a partir do sculo XVIII, empresta novos sentidos ao sistema mundo mantendo a caracterstica moderno-colonial da primeira. de conhecimento geral que grande parte da riqueza gerada pelo trabalho escravo e servil de negros e ndios na Amrica se concentrou na Inglaterra, ensejando a acumulao originria de capital que haveria de proporcionar a revoluo industrial. Alm disso, vrios portos ingleses se notabilizaram pelo vigoroso comrcio de negros arrancados frica (Liverpool, por exemplo). Enquanto a Amrica inaugurava, no final do sculo XVIII, uma nova pgina na histria e na geografia mundiais com as primeiras revolues de libertao nacional, feito em que os Estados Unidos da Amrica so pioneiros (4 de julho de 1776), os ingleses, os franceses e os alemes iniciaro, sobretudo no sculo XIX, uma nova etapa de colonizao na frica e na sia. A segunda moderno-colonialidade no poupou esforos para efetivar seus desgnios de dominao lanando mo at mesmo do pio como estratgia, como, por exemplo, na China. A Amrica, desde ento, ser para os americanos e decifrar quem so esses americanos passou a ser uma questo chave para ns. H uma Amrica para os americanos da Doutrina Monroe ancorada no Destino Manifesto, crena religiosa que mover a nao que se tornar a mais poderosa do mundo, os Estados Unidos. H uma Amrica bolivariana que pensa uma integrao mais horizontalizada, crioula, que, todavia, mantinha a colonialidade mesmo aps o fim do colonialismo, expressa pela escravido e pela servido, cuja conseqncia a discriminao contra negros, ndios e mestios. Havia ainda uma outra Amrica, subalterna, que, desde 1804, no Haiti, busca uma dupla emancipao, ou seja, se emancipar tanto da metrpole quanto das elites crioulas e sua mentalidade colonial. A Frana, que ajudara na independncia dos colonos norte-americanos na luta contra a Inglaterra, receber o apoio de Thomas Jefferson na presso que exercer contra a ousadia dos haitianos de fazer a dupla emancipao (essa experincia deveria ficar confinada ilha), o que veio a gerar um medo do haitianismo entre as elites crioulas latino-americanas. O racismo continua subjacente ao sistema mundoEscobar, Arturo (1996), La Invencin del Tercer Mundo construccin y deconstruccin del desarrollo, Editorial Norma, Bogot. 16 Leff, Enrique (2004), Racionalidade Ambiental a reapropriao social da natureza, Ed. Record, Rio de Janeiro, 2006. 17 Santos, Boaventura de Sousa (2002), Democratizar a Democracia Os caminhos da democracia participativa, Civilizao Brasileira, Rio de Janeiro. 18 Linera, lvaro Garcia (coord.); Chvez Len, Marxa; Costas Monje, Patricia (2004), Sociologa de los movimientos sociales en Bolivia estructuras de movilizacin, repertorios culturales y accin poltica, Diakonia/OXFAM, La Paz.15

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moderno-colonial mesmo aps a segunda modernidade, como se pode ver nos juzos de valor absolutamente racistas emitidos por pensadores do porte de Kant e Hegel sobre a Amrica e a frica e seus povos (PortoGonalves19). Mesmo reivindicando o carter laico do conhecimento cientfico, a segunda moderno-colonialidade se mover com a crena de que este conhecimento trar a salvao para toda a humanidade. Ningum se libertar a no ser por meio deste conhecimento cientfico que se quer universal. A Cincia far milagres na transformao da natureza, no se cansam de prometer os cientistas, que retiram sua legitimidade da crena de que seu conhecimento vem do prprio mundo (da physis) e no de dogmas religiosos (metafsicos, alm da physis). como se a Cincia fosse a natureza falando e essa crena de que no o cientista que fala, mas, sim, a natureza o que se chama objetividade. Galileu Galilei chegou a dizer que o mistrio da natureza est escrito em linguagem matemtica e, assim, comeamos a confundir as coisas da lgica (matemtica) com a lgica das coisas. Outras formas de conhecimento foram, ento, consideradas como inferiores, como sendo a expresso de animismos e misticismos, alm de outras adjetivaes desqualificadoras, tal como na Grcia Clssica a Filosofia desqualificou outros saberes como msticos ou religiosos. A Cincia seria um conhecimento construdo a partir de uma relao sujeito-objeto e no fruto de uma relao intersubjetiva. Deixemos de lado a idia de um sujeito cognoscente que individualmente produz conhecimento atravs de uma relao isolada com seu objeto, at porque s se pensa por meio de uma lngua e, como tal, todo pensamento , como toda linguagem, social. Consideremos que, a partir do sculo XVIII, no Deus quem autoriza o que quer que seja; o conhecimento dos mistrios da natureza, por meio da Cincia, que autoriza a sua dominao. Eis a sntese do imaginrio que sai da segunda moderno-colonialidade: o homem est autorizado a dominar a natureza, posto que conhece objetivamente os seus mistrios por meio do mtodo cientfico. A fim de penetrar nesses mistrios, era preciso que a natureza fosse dessacralizada, que fosse tornada objeto. Eis aqui a tenso com as outras matrizes de racionalidade a partir de ento desautorizadas como nomodernas, exatamente por acreditarem que a natureza20 (Descola21) est povoada por deuses ou por foras que nos transcendem. De fato, como dominar a natureza se ela est povoada por deuses? Sendo assim, podemos afirmar que, antes de se expulsar os homens da terra, como nos cercamentos das terras comuns inglesas desde o sculo XVI (Thomas Morus) foram os deuses que, primeiro, foram expulsos para os cus. Assim, os homens tomam o lugar dos deuses e, com suas mquinas, operam os milagres da transformao da natureza, agora tida como objeto. Eis a gnese do19

Porto-Gonalves, Carlos Walter, A Reinveno dos Territrios a experincia latino-americana e caribenha, in Cecea, Ana Ester (coord.), Los Desafos de las emancipaciones en un contexto militarizado, Clacso, Buenos Aires, 2006. 20 Se que nossa idia do que seja a natureza faz algum sentido fora da matriz de racionalidade eurocntrica. 21 Descola, P.; Plsson G. (eds.), (1996), Nature and Society. Anthropological perspectives, Routledge, Londres e Nova Iorque.

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antropocentrismo que ignora a natureza na sua materialidade, traduzindo-a em uma linguagem matemtica que se cr objetiva22. Com ele, o progresso e o desenvolvimento. A aceitao desses fundamentos paradigmticos no se faz nos cus, mas bem aqui na Terra, posto que cada vez mais as relaes mundanas, cotidianas, so mediadas por relaes nas quais a quantidade se impe sobre a qualidade, com o dinheiro mediando as relaes dos homens e mulheres entre si e com a natureza. At mesmo o tempo reduzido a dinheiro time is money e sua riqueza se esvai, quando reduzido a uma abstrao matemtica. Se consideramos o tempo como riqueza, uma das mensagens que da se pode depreender que sejamos mais lentos, posto que riqueza fruio, o contrrio da mensagem do tempo dinheiro, que nos incita velocidade, a correr mais, deixando-nos sem tempo para fruir. Se tempo riqueza, quanto mais tempo se tem mais rico se . Rei Midas revivido! No se pode confundir a riqueza com sua expresso matemtica, nesse caso, o dinheiro. Eis o desafio que emana do cerne do imaginrio hegemnico tecido a partir da Europa, que coloniza o pensamento com gravssimos efeitos para toda a humanidade. Se o primeiro momento da construo do sistema mundo modernocolonial foi feito sob a trade da Cruz, da Espada e do Dinheiro, o segundo momento substituiu a Cruz pela Cincia, continuando a se mover com a Espada e com o Dinheiro. Vimos como nesses dois momentos a Cincia e a Religio no foram incompatveis e o que aquela prometeu a partir da segunda moderno-colonialidade foi realizar aquilo que a religio prometera, ou seja, acabar aqui na terra com a fome, a doena e o sofrimento humano. Se antes a f movia montanhas, agora a Cincia feita tecnologia que, com suas mquinas, remove concretamente e, no imaginariamente, montanhas e rios, draga pntanos, irriga terras, cria elementos qumicos (so 26 os sintticos, alm dos 90 naturais), transmaterializa a matria atravs da nanotecnologia, da biotecnologia, da transgenia. Com isso, uma nova fase do processo de globalizao aprofunda a dominao da natureza, mantendo a natureza moderno-colonial da globalizao da primeira fase. O que se d a partir de ento uma mudana radical na relao tempo-espao por meio de uma revoluo no campo da energia. que, at aquela poca, o ciclo de todo processo de trabalho dependente de energia estava associado aos ciclos biolgicos, enfim, energia solar renovvel nos ciclos da vida biolgica. Usava-se a energia animal que, por sua vez, dependia da biomassa (forragem) para alimentar os animais de trao e de carga. Havia um ciclo de fotossntese que dependia do movimento de rotao (dos dias e das noites) e de translao (das estaes do ano). A agricultura mantinha uma relao orgnica, em mais de um sentido, com a22

No se sabe, na verdade, qual a objetividade de um axioma ou de um postulado, seja ele qual for. Por exemplo, como encontrar na natureza a referncia emprica do postulado de que todo nmero elevado a zero igual a 1? A matemtica se encontra, sem dvida, entre as mais criativas formas de linguagem jamais inventada pelos homens e isso no sentido potico mais forte dessa expresso, ou seja, enquanto criao absoluta. Eis o seu valor maior. A pretenso de objetividade da matemtica um rebaixamento desse valor.

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criao de animais. As cidades no podiam ser muito grandes, pois para alimentar os seus habitantes necessitava-se de grandes extenses de terras para cultivar alimentos, bem como para pasto a fim de alimentar os animais, que eram usados para o cultivo dos alimentos. Com a utilizao dos combustveis fsseis como fonte de energia, com a mquina a vapor, passouse a usar uma energia solar que no depende dos ciclos dirios ou anuais de fotossntese, mas de fotossntese concentrada nos fsseis, mineralizada sob a forma de carvo, de petrleo ou de gs em um outro tempo, um tempo geolgico. Dessa maneira, acreditava-se, o homem poderia se emancipar das limitaes do movimento de rotao e de translao da Terra para produo de biomassa. Em suma, a energia no seria apenas para alimentar plantas, homens e outros animais, mas para realizar qualquer trabalho, isto , teria capacidade de trans-formar a matria. Assim como o domnio do fogo foi uma primeira grande revoluo na relao dos humanos com a natureza, a mquina a vapor veio potencializar ainda mais esse domnio e, com isso, a capacidade de trans-formao da matria. Alis, o uso do carvo na mquina a vapor resolveu um problema imediato e muito concreto derivado da escassez de lenha (de madeira) para combusto, pois o tempo de produo e reproduo da biomassa sob a forma de lenha (madeira) no se dava na proporo em que era demandado. A Inglaterra importava madeira da Escandinvia e as florestas estavam sendo devastadas. Portanto, a resoluo de um problema concreto em uma situao concreta acabou por gerar uma tecnologia, a mquina a vapor, passvel de ser universalizada. Sublinhe-se que a generalizao de seu uso no feita por ela mesma. A mquina no se generaliza por si prpria, mas, sim, por meio das relaes sociais e de poder, sendo essa uma verdade que precisa ser destacada para no reificarmos a histria e a conformao geogrfica do mundo. Toda revoluo tecnolgica, inclusive a revoluo industrial com sua mquina a vapor, parte das transformaes nas relaes sociais e de poder, logo, a generalizao dessa tecnologia fez parte da expanso da burguesia e do capitalismo, que encontrou nessa tecnologia a possibilidade de afirmar seus desgnios de acumulao com um maior domnio sobre a natureza e sobre os homens. Portanto, quando falamos do antropocentrismo, preciso ver que o domnio que os homens podem ter sobre a natureza no igualmente exercido por todos os membros da espcie. Afinal, a espcie humana se relaciona com a natureza por meio das relaes sociais e de poder, no enquanto espcie biolgica, simplesmente, como parecem sugerir tanto os que afirmam o antropocentrismo, quanto alguns dos seus crticos. Com a generalizao do uso da mquina a vapor, inclusive nos transportes a longa distncia (ferrovias e navegao transocenica), a matria pode ser captada em qualquer lugar do planeta e transportada para onde se quer23. Deslocar, eis a palavra chave da nova configurao geopoltica proporcionada23

Para evitar reificaes, nos vemos obrigados a destacar que a possibilidade de se transportar o que quer que seja para onde se queira no quer dizer que todos os homens e mulheres, por mais que queiram, possam faz-lo. Essa possibilidade est inscrita no tecido das relaes sociais e de poder, e os conflitos sociais so os melhores indicadores das tenses e contradies que nos movem. Enfim, devemos valorizar o conflito, pois expressa as contradies de modo prtico, interessado, sendo que nenhum consenso verdadeiro pode ser construdo, se no aceitamos como ponto de partida o dissenso.

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pela revoluo (nas relaes sociais e de poder por meio da nova tecnologia) industrial. E deslocar uma palavra que, por suas implicaes polticas e, sobretudo, ambientais, nos interessa de perto. Des-locar implica retirar do lugar, retirar do ambiente local. Como os lugares/ambientes so constitudos por pessoas sob determinadas relaes sociais e de poder, retirar do lugar retirar dos do local, matria e energia. Des-locar , ainda, des-envolver, conseqentemente, o prprio des-envolvimento (Scheibe e Buss24), que exige que se leve em considerao implicaes territoriais, inclusive, geopolticas. Des-locar, des-envolver , tambm, retirar do ambiente sua autonomia (desambientar)25. Assim, com a revoluo industrial, o sentido do fluxo geogrfico da matria ser aquele conformado pelas relaes sociais e de poder da geopoltica do sistema mundo moderno-colonial. a globalizao da natureza como parte da natureza da globalizao moderno-colonial, eis ao que nos remete uma anlise que integra as relaes sociais e de poder natureza. No toa que as disputas territoriais entre diferentes potncias imperialistas se tornaram cada vez mais freqentes desde a segunda metade do sculo XIX (partilha da frica na Conferncia de Berlin, 188526, a Primeira e a Segunda Guerras27, 1914-1918 e 1939-1945, alm da crise permanente do Oriente Mdio, neste caso, a demonstrao maior do significado da energia enquanto potencial de transformao da matria). H um quadro do pintor espanhol Francisco Goya (1746-1828) que nos mostra dois lutadores de esgrima se movimentando sobre um pntano. Quanto mais se movem em busca de ocupar espao, mais se afundam no ambiente. No podia haver melhor metfora de nosso mundo, onde se olvida a termodinmica (o princpio da entropia, por exemplo): que todo processo de trabalho dissipa energia (calor); que todo processo de transformao da matria para fins socialmente considerados legtimos deixa resduos slidos, lquidos e gasosos. Olvida-se que a flecha do tempo no abstrata, mas concreta e material: que tempo de assimilao pela prpria natureza da matria socialmente desagregada bio-fsico-qumicamente pode no ser compatvel com o tempo das condies de reproduo da vida biolgica, pelo menos nas condies de vida conhecidas (o tempo de assimilao dos gases de efeito estufa pela natureza ultrapassa o de uma gerao de humanos; o tempo de vida do lixo radiativo remonta a muitas vidas e se conta em centenas ou milhares de anos). Olvida-se,24

Scheibe, L. F.; Buss, M. D., O carter paradoxal do conceito de des (-) envolvimento, in Simpsio Internacional de Ecodesenvolvimento, 1, Santa Maria, RS. 28-31/10/1992. Indito. 25 Nesse sentido, a expresso desenvolvimento sustentvel uma contradio nos termos, pois o des-envolvimento que, na prpria palavra, indica a quebra do envolvimento. 26 A Conferncia de Berlin dividiu com regra e compasso o territrio africano entre as potncias imperialistas sem que tenha precisado, poca, se revestir do carter de organismo multilateral que, hoje, cumprem o FMI, o Banco Mundial, a Organizao Mundial do Comrcio e o Conselho de Segurana da ONU (muito embora os EUA se sintam na condio de s respeitar as decises que no colidam com seus interesses estratgicos, como vimos no caso do Iraque). 27 Observe-se que essas guerras s so consideradas como mundiais pelo fato de o campo de batalha envolver os territrios dos pases do centro do sistema mundo moderno-colonial. A guerra tem sido o estado permanente nos territrios dos povos originrios da atual Amrica, da frica e da sia. Para esses povos, desde o primeiro momento da constituio do sistema mundo moderno-colonial, o estado de exceo a regra, como disse um dos prceres da Escola de Frankfurt.

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ainda, que a resilincia, capacidade de um ecossistema se reproduzir em meio a transformaes, pode ser rompida alterando as condies da prpria vida. Na verdade, passamos a assistir apropriao de um tempo geolgico, o da formao de uma matria-energia fssil carvo, petrleo e gs subordinada a um tempo do curto prazo, o do aumento da produtividade, seja para se ganhar a concorrncia e obter lucro, seja para aumentar o consumo de bens materiais ou se afirmar como superpotncia. A capacidade de transformao da matria chega ao paroxismo com a energia atmica, quando a desagregao da matria se d em uma velocidade tal, que nos coloca diante da possibilidade concreta de extino da vida como a conhecemos. At 1945, dos 90 elementos qumicos se manipulava de modo relativamente amplo cerca de 25 a 30, sendo que hoje se manipulam no s todos os demais como mais 26 elementos sintticos foram adicionados, segundo nos informa Eduardo Mari28. No se tem uma avaliao sistemtica do que significa a manipulao desses elementos em um perodo relativamente curto da histria, sobretudo por suas possveis implicaes com o metabolismo do prprio corpo humano, para no falarmos da vida em geral.29 Houve mesmo a crena partilhada por vrias ideologias diferentes de que todos poderiam participar de uma vida boa por meio do consumo dos bens materiais30, que o aparato tecnolgico de trans-formao generalizada da matria proporcionava. Henry Ford levou prtica essa ideologia, o fordismo, que teve sua contrapartida na antiga URSS, com o stakanovismo. Tanto o keynesianismo como a ideologia socialdemocrtica partilham a mesma crena desenvolvimentista. Assim, as ideologias hegemnicas, em torno das quais desde o sculo XVIII e XIX nos debatemos, tanto as liberais quanto as que se pretendem crticas ao capitalismo, partilham essa mesma crena tecnocntrica caracterstica do pensamento eurocntrico.31 Da a necessidade de descolonizar o pensamento e, principalmente, se abrir para as mltiplas matrizes de racionalidade que o mundo comporta e que a ideologia do progresso e do desenvolvimento impede de dialogar por neg-las na sua outridade. Nesse sentido, os marcos do pensamento eurocntrico negam a outridade tanto do outro absoluto natureza como dos outros povos com suas distintas matrizes de racionalidade, os topoi de Boaventura de Sousa Santos (2002).Mari, Eduardo (2000), El Ciclo de la Tierra, Mxico, Fondo de Cultura, Buenos Aires. A quebra de relaes e nveis das cadeias trficas pela liberao de elementos qumicos em ligaes diferentes daquelas que at ento a vida tal como conhecemos havia se desenvolvido pode estar relacionada ao aumento das doenas degenerativas e a vrios outros desequilbrios que pem a vida em risco. 30 Devemos ser capazes de refinar uma crtica ao consumismo, ultrapassando uma viso que se generalizou e que ignora que os homens e mulheres tm uma pulso ao gasto (Georges Bataille), que inventa sentidos para a vida para alm do biolgico, cria mundos por meio da cultura. esse o espetculo que a diversidade de lnguas e culturas nos oferecem. A crtica aos riscos que a sociedade moderno-colonial impe humanidade inteira no pode ignorar essa pulso ao maravilhoso (Leff, [2004] 2006). 31 No vai aqui qualquer crtica ingnua tcnica que, como indicamos acima, , sempre, parte das relaes sociais e de poder e, nesses contextos especficos, deve ser analisada. Alm disso, no h sociedade sem tcnica, embora as diferentes sociedades mantenham diferentes relaes com as suas tcnicas. A relao que a racionalidade especificamente europia tem com a tcnica est longe de ser a nica e a desejvel, pelo que indica a degradao ambiental contempornea que lhe valeu, at mesmo, o epteto de sociedade de risco (Beck e Giddens).29 28

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GLOBALIZAO, TERCEIRO MOVIMENTO isso que se que se delineia nos ltimos 30/40 anos com a nova fase do longo processo de globalizao, no qual a preocupao com o ambiente parte constitutiva. A primavera silenciosa (Rachel Carson, 1907-1964) nos indicava que o sonho acabou (John Lennon, 1940-1980) com o mal-estar da civilizao (Sigmundo Freud, 1856-1939), que os anos 60 to bem sinalizaram (Sejamos realistas, exijamos o impossvel). da que surge a contracultura com toda a crtica s estruturas hierrquicas de poder ( proibido, proibir, Caetano Veloso) e todo o debate em torno do direito igualdade, diferena (raa, gnero, orientao sexual, tnica) e vida, inclusive o direito vida para alm da espcie humana. O ambientalismo , talvez, o nico movimento dos que saram dos anos 60 a colocar em debate uma viso global do planeta, por meio de uma grande narrativa, trazendo ao debate a diversidade da vida e da cultura. A idia de dominao da natureza, sinnima de progresso e desenvolvimento, cerne do constructo moderno-colonial sob hegemonia eurocntrica, comea a ser abertamente posta em questo nas suas diferentes verses. Na poca, a ecologia chegou a ser vista at mesmo como cincia subversiva,32 sobretudo pelos desenvolvimentistas do terceiro mundo que, dominados pela colonialidade do pensamento, queriam ser do primeiro mundo, que veio a os apoiar.33 Todos os problemas da frica, da sia e da Amrica Latina e Caribe pareciam estar relacionados ao seu atraso e este34 estava referido temporalidade da segunda modernocolonialidade. Para super-lo, falava-se em modernizao por todo lado. Como assinalamos, modernizar , sempre, colonizar e, assim, modernizou-se (colonizouse) o cerrado brasileiro com a revoluo verde dos grandes latifndios modernos com suas monoculturas para exportao, modernizou-se (colonizou-se) o semi-rido com irrigao para o cultivo de frutas para exportao, modernizou-se (colonizou-se) a Amaznia com os grandes projetos hidreltricos, de minerao e monoculturas vrias para exportao, se ficarmos somente com exemplos brasileiros, mas que podem ser encontrados igualmente no Paraguai, na Argentina, no Oriente boliviano, na Colmbia, no Equador, no Mxico, no Chile. Esse processo de modernizao (colonizao) , tambm, processo de des-envolvimento no sentido de Scheibe e Buss, processo este que, tal como na primeira moderno-colonialidade, se faz de modo violento, no s porque implica dominar a natureza, como tambm negar os camponeses, os povos originrios e os afrodescendentes35 (antes indolentes e preguiosos e, hoje, simplesmente, improdutivos). Assim, passamos a viver o aparente paradoxo de ver nos ltimos 30/40 anos o ambiente entrar definitivamente na agenda poltica e nos meios de32

Na verdade, sabemos, no h cincia subversiva e, sim, homens e mulheres de carne e osso que pem o mundo em questo (ou no). Sem a agncia humana, sobretudo, ao coletiva, nenhum conhecimento transforma o mundo. 33 O Banco Mundial, por exemplo, se encarregaria de gerar as condies gerais (recursos financeiros, transportes, comunicaes, energia) para o des-envolvimento. 34 A segunda moderno-colonialidade tambm se ver obrigada a marcar a terra com seu prprio meridiano, o de Greenwich, no reconhecendo mais o de Tordesilhas, meridiano que marcou o primeiro movimento da globalizao moderno-colonial. 35 No Brasil, as reas de maior violncia no campo so aquelas para onde se expande o moderno latifndio empresarial autodenominado agribusiness (Cf. Porto-Gonalves, Carlos Walter, Democracia e Violncia no Campo Brasileiro: o que dizem os dados de 2003, in Conflitos no Campo BRASIL 2004. Goinia: Loyola/CPT, 2004.

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comunicao e, ao mesmo tempo, assistimos a um processo de devastao jamais visto (Porto-Gonalves36). Nunca se devastou tanto o planeta como no perodo em que mais se falou em salv-lo! Os ambientalistas que viram sua problemtica atingir o auge de reconhecimento na Rio-92, onde estiveram presentes os chefes de estado de todo o mundo, se vem diante desse fato incontestvel e vivem o dilema de se afirmarem quanto mais o planeta devastado! Poder-se-ia dizer que a devastao teria sido maior no fossem os ambientalistas, mas no podemos fugir s nossas responsabilidades diante do fato concreto de que a devastao nesses ltimos 30/40 anos atingiu nveis jamais vistos. Os limites da relao da racionalidade eurocntrica e sua tecnocincia, como parte das suas relaes sociais e de poder, com a natureza e com outras matrizes de racionalidade comeam a ser atingidos como assinala o aquecimento global,37 a gripe aviria, o mal da vaca louca, a aids, a temporada de furaces cada vez mais intensos e, sobretudo, com a resistncia de povos e grupos sociais que devem a sua existncia produtividade ecolgica primria (biomassa) e criatividade de suas culturas povos originrios, camponeses, afrodescendentes em seus quilombos (Brasil), palenques (Colmbia e Panam) e cumbes (Venezuela). So grupos sociais que esto nas margens do que se chama mundo moderno, ou melhor, grupos sociais que se constituram nos ltimos 500 anos nesse limite entre suas matrizes de racionalidade e a racionalidade eurocntrica operando numa zona de contato entre duas lgicas distintas (Catherine Walsh; Rivera Cusicanqui; Walter Mignolo; Xavier Alb). H, em meio a esse contraditrio turbilho, um pensamento ambiental subalterno ps-moderno, ps-colonial, ps-tradicional sendo forjado pelos movimentos sociais com diversos nomes: scio-ambientalismo, ecologismo dos pobres, ecologismo de sobrevivncia, ecologismo feminista, racismo ambiental, justia ambiental, racionalidade ambiental. Diferentemente de um ambientalismo de matriz eurocntrica que se desenvolveu com base no mito moderno da natureza intocada, na feliz caracterizao crtica de A. C. Diegues, h esse outro ambientalismo que emana do pensamento subalterno e que parte da criatividade cultural e da produtividade biolgica primria em busca de uma racionalidade ambiental (Leff, 2006). , assim, um pensamento com e no contra a natureza, que retira sua fora do conhecimento do lugar (pensamento local) sem pretenses de universalizao. Entretanto, como tudo que humano, universalizvel, o que tanto pode se dar por meio da imposio, como o caso da colonialidade do poder, que quis fazer crer ao mundo que havia um conhecimento superior e, por isso naturalmente, com direito cidadania global, como pode se dar por meio de uma tica da outridade, como sugere Enrique Leff atravs de Emanuel Levinas ou por meio da interculturalidade, como sugere Catherine Walsh. Na verdade, o que est em jogo so as grafias com que estamos marcando a terra, a Terra, as novas geo-grafias. A crise dos Estados Nacionais uma crise dessa conformao territorial imposta ao mundo todo pela colonialidade do poder, que generalizou a idia de territrio mutuamente excludente, ancorada na concepo de36 Porto-Gonalves, Carlos Walter (2006), A Globalizao da Natureza e a Natureza da Globalizao, Ed. Record, Rio de Janeiro. 37 Cientistas e publicitrios contratados pelos grandes complexos industriais norteamericanos sugerem chamar de mudana climtica global em vez de aquecimento global.

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propriedade privada. Por isso, se fala tanto, hoje, de romper as fronteiras. Nesse sentido, h muito que aprender com os ayllus dos povos do Tawantinsuyo (qechuas, aymaras), com o komon dos maias (um mundo onde caibam outros mundos, conforme a fina sugesto do sub-comandante Marcos), com o teko e teko-ha guarani, com os quilombos (que no eram somente de negros, mas aberto a todos que ali buscavam a sua liberdade), com os migrantes que, mesmo vivendo em terras outras que no as de origem, mantm relaes transterritorializadas com suas famlias e os lugares que carregam como parte de sua subjetividade, ou com os migrantes que reinventam, nas cidades, relaes comunitrias e prticas de ajuda mtua de origem rural (os indgenas de El Alto, na Bolvia, ou na cidade do Mxico, o mutiro das favelas no Brasil). Afinal, os territrios nacionais reproduziram no interior de suas fronteiras o colonialismo, o colonialismo interno to bem analisado por Pablo Gonzalez Casanova e, assim, negaram as mltiplas territorialidades que ali habitavam. Nesse sentido cabe prestar ateno mensagem de Luis Macas, membro da CONAIE Coordenao Nacional Indgena do Equador quando diz que nuestra lucha es epistmico e poltica. A idia que a natureza uma fonte inesgotvel de recursos no s uma idia que se possa substituir por outra. uma idia que conforma as relaes sociais e de poder que a conformam. Portanto, no est fora do mundo concreto de homens e mulheres nas suas relaes entre si e com a natureza. Ao contrrio, sobrevive a seus crticos, que teimam em permanecer exclusivamente no plano das idias, ignorando sua articulao com o mundo das relaes sociais e de poder. Eis a razo de tanta crtica ao paradigma que se diz em crise e a sobrevida das prticas informadas por esse mesmo paradigma. Afinal, os paradigmas no caem dos cus. So, na verdade, institudos no terreno movedio (o espao) da histria e, assim, tm processos instituintes e sujeitos que os protagonizam e que lhes do suporte e sustentao. No vamos superar os paradigmas que esto em crise, enquanto no formos capazes de identificar as aes e as instituies que os mantm vivos. Eis o desafio que se apresenta aos educadores e s nossas sociedades, sobretudo para os setores subalternos. Assim como o desenvolvimentismo se expandiu em nome de superar o subdesenvolvimento, vemos o mesmo no campo ambiental, onde o des-envolvimento recuperado enquanto eco-desenvolvimento ou desenvolvimento sustentvel, enfim, sempre alternativas de desenvolvimento e no alternativas ao desenvolvimento. de outra(s) racionalidade(s) que carecemos, que Enrique Leff vem, apropriadamente, chamando racionalidade ambiental (Leff, [2004]2006), o que requer uma tica da outridade (Leff; Levinas) por meio de uma poltica da diferena na igualdade e de uma poltica de igualdade na diferena.3838

Como parece sugerir Boaventura de Sousa Santos, ao dizer: Estamos em uma situao nova em relao modernidade, e, apesar da sociedade ser muito desigual, a igualdade no chega. Ns queremos, ao contrrio do que aconteceu no passado, salientar a diferena, ns queremos dois princpios, e no um s: o da igualdade e o da diferena. O princpio da igualdade exige a redistribuio por lutas que continuam sendo fundamentais. O princpio da diferena exige conhecimento igualitrio das diferenas, onde a modernidade ocidental sempre fraquejou. Essa dupla tem que estar totalmente junta na sociedade civil. E a surge o grande direito nesta sociedade civil global. O direito a ser iguais, quando a diferena nos inferioriza; o direito a ser diferentes, quando a igualdade nos descaracteriza (Palestra proferida no Frum Social Mundial em Porto Alegre, 28 de janeiro de 2003).

Educar para la sustentabilidad y la para sustentabilidad solidaridad: area ar solidaridad: la ttarea de los educadores siglo educadores del siglo XXI?ANTONIO ELIZALDE HEVIA*La utopa de nuestra esperanza es que una autntica revolucin de valores, relaciones y estructuras haga posible el verdadero progreso para todos y todas y para todos los pueblos, en una cierta armoniosa igualdad. Nuestra esperanza se llama solidaridad, en acto, en proceso, en espera. Evidentemente entendemos, hasta por experiencia muy dolorosa, que la esperanza es procesual, sucesivamente transformadora, histrica y escatolgica. Nada de final de la historia ya! Alguien ha dicho con mucha razn que la esperanza slo se justifica en los que caminan. Pedro Casaldliga

ELEMENTOS PARA UN DIAGNSTICO: SOMBRO PERO NECESARIOPablo Gonzlez Casanova al recibir el Doctorado Honoris Causa en la Universidad Autnoma de Morelos, seal que: Vivimos en tiempos de crisis, turbulencias, entropas, necrosis y catstrofes, en campos de la materia, la vida y la humanidad. Estamos en un mundo marcado por la incertidumbre. Vivimos la crisis de un sistema. Los neoliberales, insisten en aplicar polticas que han devastado la naturaleza y empobrecido a los habitantes de la Tierra. El resultado es suicida. Los especialistas en medio ambiente, biosfera y ecosistemas, encuentran un silencio dramtico entre los encargados de preservar el planeta.

Nuestra huella ecolgica est destruyendo la capacidad del planeta para sustentarnosEn 1996, Mathis Wackernagel y William Rees (2001) plantearon el concepto de huella ecolgica y una metodologa para su clculo. Este instrumento permite lograr una mejor compresin de los impactos de nuestro consumo.* Universidad Bolivariana, Chile

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Preguntas imprescindibles de hacerse en la actualidad son: Estamos consumiendo ya ms de lo que nos corresponde y con ello erosionando las bases del bienestar de las generaciones futuras? Ms all del agotamiento odisponibilidad de recursos para la actividad econmica, es factible que los ecosistemas del planeta sigan absorbiendo cantidades crecientes de contaminantes y residuos, y mantengan su capacidad de apoyo vital? Es factible medir cuntos recursos estamos utilizando con nuestro patrn de produccin y consumo y reorientarlo hacia un consumo ms sustentable y responsable con nuestros hijos y nietos? El Living Report Inform 20061, haciendo uso de la metodologa de la huella ecolgica, confirma que la saturacin ecolgica ha llegado a ser una realidad: la humanidad est ahora consumiendo sobre un 25 por ciento ms de lo que la Tierra puede producir, causando una rpida declinacin en las biomasas salvajes. Esto significa que ya hemos desbordado con creces la capacidad del planeta para sustentarnos!! Es posible exceder los lmites ecolgicos por un tiempo, pero este gasto deficitario conduce a la destruccin de los fundamentos ecolgicos de los cuales depende la economa . Estas consecuencias incluyen el agotamiento de las aguas terrestres, el colapso de las pesqueras, la acumulacin de CO2 en la atmsfera, y la deforestacin.

La huella ecolgica de los ms ricos crece mientras la de los pobres se reduceLas estadsticas del Living Report Inform de 2004 refuerzan la necesidad de enfrentar las crecientes discrepancias sociales de cara a mantener el planeta vivible para todos. Segn Mathis Wackernagel, director ejecutivo del Global Footprint Network2, uno de los hallazgos ms importantes es que desde 1991 a 2001, esencialmente los diez aos despus de la Conferencia de Ro, la Huella Ecolgica en los 27 pases ms ricos creci en 8% por persona, mientras que en los pases de ingresos medios y bajos ingresos, disminuy en 8% por persona. Esto es exactamente lo opuesto de lo que Ro prometi.

Es necesario reducir la cantidad de material y energa usadosAl identificar los principales impactos, el Informe de 2004, tambin apunt a sealar las mayores oportunidades de cambio. Por ejemplo, la energa se comporta como el componente ms rpidamente creciente de la huella ecolgica global, con 180% de incremento desde 1971. Claude Martin, Director General de WWF International, subraya que, no son necesarias altas cantidades de material y energa para soportar un nivel de vida confortable. Llamamos a los lderes empresariales, delhttp://www.footprintnetwork.org/newsletters/gfn_blast_0610.html, consultado el 22 de octubre de 2006 2 http://www.footprintnetwork.org/gfn_sub.php?content=global_footprint, consultado el 22 de octubre de 20061

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gobierno, y de la sociedad civil a promover las tecnologas y herramientas existentes, y a desarrollar los modelos innovadores, que enfrentarn los desafos de vivir dentro de la capacidad de nuestro planeta.

Prdida de biodiversidadEl nmero de especies vivas que habitan la tierra vara, segn las estimaciones de los especialistas, entre 5 y 30 millones3, y a la fecha, la ciencia occidental haciendo uso de su capacidad taxonmica slo nos ha permitido estudiar e identificar slo 1,7 millones. El grueso del banco gentico de la vida salvaje del mundo no se conoce; sin embargo, al ritmo actual de desaparicin se habrn extinguido ms de un tercio de las especies vivas para 2100. El ritmo de desaparicin de especies vivas ha ido acelerndose a lo largo del siglo recin pasado como lo muestra el cuadro siguiente: Estimacin de especies vivas desaparecidas anualmente 4Ao 1900 1950 1975 2000 Cantidad 1 6 400 5 a 10.000

Podemos deducir, al analizar el carcter exponencial de la prdida de especies, que de mantenerse dicha tendencia la desaparicin de la vida en el planeta es algo previsible a muy corto plazo, debido al eventual desplome biolgico producido por el debilitamiento de las cadenas trficas.

Prdida de diversidad culturalSi se considera que las culturas se manifiestan principalmente mediante las lenguas es importante considerar lo que seala el trabajo sobre Diversidad Lingstica de Luisa Maffi para UNESCO,5 quien afirma que trgicamente la actual erosin ambiental ocurre simultneamente con una igualmente imprecedente erosin en el conocimiento. De un estimado de 10 mil lenguas en 1900, el mundo conserva alrededor de 6.700 lenguajes en la actualidad. Slo 50% de estos lenguajes sobrevivientes est siendo enseado a nios, lo que significa que la mitad de las lenguas actuales se extinguirn dentro de una sola generacin. Algunos estudios sealan que 90% de los lenguajes hablados en 1999 sern slo historia en el ao 2099. La mitad de todos los lenguajes actuales son hablados por menos de 10 mil personas y la mitad de stos son actualmente usados por menos de mil personas. Es decir, cada lengua implica un reconocimiento no solamente del mundo que nos permite hacerlo operativo, es el hecho de poner nombre a las cosas lo que nos permite3

http://darwin.bio.uci.edu/~sustain/bio65/lec06/ b65lec06.htm#Number_of_Species_on_Earth 4 http://darwin.bio.uci.edu/~sustain/bio65/lec03/b65lec03.htm 5 Ver en Mooney, Pat (2001), ETC Century: Erotion, Technological Transformation and Corporate Concentration in the XXI Century en Development Dialogue, 2001:1, Dag Hammarskjld Foundation/RAFI, Uppsala.

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hacerlas tiles para nuestra propia existencia. Tambin toda lengua crea un universo de significados y cada vez que se extingue una lengua es un enorme mundo de significaciones y de conocimientos que se pierde. Tal vez, aqu estn las razones profundas que explican la crisis en la cual estamos situados en este momento, crisis de una magnitud como nunca pudiramos haber pensado. Debemos considerar, adems, que la diversidad lingstica tiene que ver con la lengua del otro, y no slo con el mero repertorio de variaciones idiomticas que pudieran ser tan clausurantes como un idioma nico. Es bueno recordar aqu, como nos lo ha sealado Octavio Paz, que con cada lengua que se extingue se borra una imagen del hombre.

La pobreza: tarea pendiente?En julio de 1999, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan anunciaba en Ginebra que el nmero de pobres en el mundo se haba duplicado desde 1974 a 1999. Y que de los 6.000 millones de habitantes del mundo en 1999, la mitad tenan que sobrevivir con 3 dlares al da; uno de cada dos de estos pobres no ganaba ms de 1 dlar diario.6 La pobreza urbana, al igual que toda otra forma de pobreza tiene su origen en la exclusin social generada por sociedades como las nuestras, a las cuales bien le viene el neologismo acuado por Julio Alguacil y otros (2000:19) de sociedades exclusgenas. Lo contrario a la exclusin es la inclusin, la vinculacin, la relacin, pero todo esto podra hacerse incluso sin la participacin de aquellos a quienes se busca incluir, es decir desde una actitud pasiva, meramente receptiva y sin un cambio de residencia mental y emocional de quienes puedan ser beneficiarios de la poltica incluyente. De all entonces la necesidad de un antdoto que neutralice, en las prcticas de la poltica de lucha contra la pobreza, las tendencias funcionales y burocrticas que pueden llegar a generar una ausencia de solidaridad real; como contrapartida, habra que abrirle paso a una justicia acorde a la medida de cada ser humano, que conduzca efectivamente a aquellos que hoy estn excluidos por su pobreza a una plena condicin ciudadana que les haga posible el ejercicio real y efectivo de sus derechos humanos. Este antdoto es el carcter democrtico de las relaciones socialmente construidas y requiere, como condicin necesaria aunque no suficiente, la participacin de los involucrados en la operacin de cualquier poltica pblica. La otra condicin necesaria es el fomento y desarrollo de una cultura de solidaridad, esto es, de una alternativa a la cultura exclusgena dominante en nuestros territorios urbanos y cuyo ncleo central es la aporofobia, concepto acuado por Adela Cortina para dar nombre a una realidad que hasta el momento no lo tena, la repugnancia y el temor a los pobres, a esas personas que no6

Informacin difundida ampliamente en la prensa mundial durante los meses de julio y agosto de 1999.

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presentan el aspecto respetable de quienes tienen cubiertas sus necesidades bsicas. En efecto, no marginamos al inmigrante si es rico, ni al negro si es jugador de baloncesto, ni al jubilado con patrimonio, a los que marginamos es a los pobres (Cortina, 1997:70). La aporofobia consiste, por tanto, en un sentimiento de miedo y en una actitud de rechazo al pobre, al sin medios, al desamparado. Tal sentimiento y tal actitud son adquiridos. La aporofobia se induce, se provoca, se aprende y se difunde a partir de relatos alarmistas y sensacionalistas que relacionan a personas de escasos recursos con la delincuencia y con una supuesta amenaza a la estabilidad del sistema socioeconmico. Sin embargo, un anlisis riguroso de los datos disponibles nos muestra que la mayor parte de la delincuencia, y la ms peligrosa, no procede de los sectores pobres de la poblacin, sino de mafias bien organizadas que controlan una inmensa cantidad de recursos. En sociedades como las nuestras, organizadas en torno a la idea de contrato en cualquiera de las esferas sociales, el pobre, el verdaderamente diferente en cada una de ellas, es el que no tiene nada interesante que ofrecer a cambio y, por lo tanto, no tiene capacidad real de contratar. En efecto, la clave para comprender la aporofobia es que en la mayora de los mbitos de la vida social hay quienes tienen poder para pactar y tambin hay quienes no lo tienen; algunas personas tienen algo que puede interesar a los poderosos y en cambio otras carecen de inters para ellos. El resultado es que los poroi, los pobres, son los excluidos del intercambio, los que no son tenidos en consideracin debido a que carecen, siquiera sea temporalmente, de capacidad de intercambio. (Emilio Martnez, 2002:20). Surge, entonces, la pregunta de si el problema de la pobreza tiene que ver con la distribucin. Si se tienen en consideracin los datos presentados en el cuadro siguiente7, se aprecia que los ms pobres han reducido su participacin en el producto mundial al igual que los sectores medios, mientras que los ms ricos la han incrementado, lo cual significa mayor mayor concentracin de la riqueza existente. Porcentaje del PIB mundial posedo19 0 0 19 5 0 19 8 0 19 9 4 20% ms pobre 8,9 5,1 3,4 4,1 60% medio 40,2 35,4 40,8 31,7 20% ms rico 50,9 59,5 55,8 64,2

Esto significa que despus de 50 aos de sistemtica lucha discursiva contra la pobreza, los deplorables resultados obtenidos nos muestran ms pobreza y peor distribucin.7

Comas, Carles, (1999), Sociedad, Economa, Cultura: una aproximacin histrica, Publicaciones ESADE, Barcelona.

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Sin embargo, nuevos datos nos muestran que estamos enfrentando un acelerado proceso de hiperconcentracin. Como lo seala el PNUD en su Informe de Desarrollo Humano del ao1998: Estimaciones nuevas indican que los 225 habitantes ms ricos del mundo tienen un patrimonio combinado superior a un billn de dlares, igual al ingreso anual del 47 % ms pobre de la poblacin mundial (2500 millones de habitantes). Todo lo antes sealado nos plantea la existencia de un serio problema que tiene que ver con la produccin y con la distribucin. Si se tiene presente que el gobierno estadounidense gasta diariamente 2.500 millones de dlares en sus diversas guerras a las drogas; al terrorismo islmico; a los regmenes polticos que no son de su agrado; entre muchos otros enemigos, y por otra parte que segn el Informe de Desarrollo Humano del PNUD lo que se gasta anualmente en alimento para animales domsticos en Europa y Estados Unidos es 17.000 millones de dlares al ao, podramos preguntarnos entonces algo de absoluta relevancia tica: Cuntos nios pobres del mundo, si pudieran elegir, preferiran ser mascotas y no nios? Parece que es conveniente recordar aqu algo que Gandhi seal: Es robo tomar algo de otra persona, aun cuando nos lo permita, si no tenemos real necesidad de ello. No debiramos recibir ni una sola cosa que no necesitemos. No siempre nos damos cuenta de nuestras necesidades reales, por lo cual la mayora de nosotros multiplicamos impropiamente nuestras carencias, convirtindonos inconscientemente en ladrones. Si le dedicramos alguna reflexin al tema, veramos que podemos desembarazarnos de una gran cantidad de necesidades. Quien practique la observancia del no-robar, llegar a una reduccin progresiva de lo que necesita. El origen de gran parte de la aflictiva pobreza que hay en el mundo son las violaciones al principio de no-robar (1987:88).

Una nueva estratificacin social del mundo?Segn Dave Korten (1991), se ha ido configurando una nueva estratificacin social en el mundo; l seala la existencia de tres clases socio-ecolgicas, las que caracteriza de la siguiente manera: Los sobreconsumidores 1.100 millones con ingresos de US$7.501 y ms per capita (consumidores de autos, carne, desechables). Viajan por aire y autos. Comen dietas ricas en grasas y caloras. Beben agua embotellada y bebidas. Usan productos desechables y desechan considerable basura (casi 2 kilos per capita diarios). Viven en hogares unifamiliares espaciosos y de clima controlado. Mantienen guardarropas conscientes de la imagen.

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Los sostenedores 3.300 millones, con ingresos entre US$ 700 y 7.500 (viviendo frugalmente). Viajes por bicicleta y pblico de superficie. Comen saludables dietas de granos, vegetales y algo de carne. Beben agua limpia ms algo de t y caf. Usan productos bien empacados y durables y reciclan la basura. Viven en hogares modestos ventilados naturalmente, con familias extendidas o mltiples. Usan vestuario funcional. Los excludos 1.100 millones con US$ 699 y menos per capita (deprivacin absoluta). Viajes a pie o transporte animal. Comen dietas nutricionalmente inadecuadas. Beben agua contaminada. Usan biomasa local y producen basuras. Viven en refugios rudimentarias o al aire libre. Usualmente carecen de seguridad en la tenencia. Usan ropa de segunda mano o sobras. Todo lo antes sealado ocurre no obstante que como lo seala Lester Brown del World Watch Institute: En cualquiera de las tres ltimas dcadas, el crecimiento econmico mundial ha sido superior al registrado desde el ao 0 hasta 1950. Sin embargo, nunca ha sido mayor la brecha entre ricos y pobres, ni han sido mayores las manifestaciones de violencia, desencuentro, comportamientos evasivos, ni hemos tenido una crisis ecolgica ms intensa y extendida.

QU ES LO QUE REALMENTE NOS IMPORTA?Hombre soy y nada de lo humano puede resultarme ajeno. Terencio

Ampliando los puentesEn la tradicin mstica la vida y el mundo entero es visto como un trnsito, como un puente. De dnde venimos? No sabemos. Adnde vamos? Tampoco lo sabemos. Sin embargo debemos atravesar el puente. El problema es que el puente es muy estrecho, est en muy mal estado. Y son muchos quienes no caben en l. Nuestra tarea es ser constructores de puentes y de avenidas ms amplias.

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Una propuesta epistemolgicaEnfrentar un mundo desigual e insustentable nos requerir transitar hacia otro lugar donde anclar nuestras bsquedas y certezas, para poder desde all iniciar un proceso de transformacin que haga posible la construccin de otro mundo posible. Ello nos demanda un cambio de mirada, un profundo cambio epistemolgico, que nos conduzca a tomar conciencia de que es posible entender de otra manera la realidad que nos circunda y de la cual somos parte. Que es necesario y posible reemplazar las viejas metforas que nos han acompaado hasta ahora por nuevas metforas, que hagan posible la emergencia ante nuestras conciencias y nuestros sueos de otras realidades donde no primen el egosmo y el individualismo, la codicia y la prepotencia del dinero, el hedonismo y el consumismo desenfrenado, sino que por el contrario podamos avanzar hacia una sociedad incluyente, democrtica, solidaria y sustentable. Algunas de esas viejas metforas son: a) la creencia en la existencia de una realidad conformada slo por recursos convencionales, es decir aquellos sometidos a las leyes de la Termodinmica: lo que yo doy lo pierdo; b) que estn sometidos a la lgica del juego suma cero: donde uno gana, otro pierde; c) recursos que son principalmente materiales; y d) que constituyen un universo o mundo cotidiano conformado exclusivamente por objetos, donde surge como necesidad bsica la seguridad. Las nuevas metforas que confrontan a las anteriores son: a) la creencia en la existencia tambin de recursos sinrgicos, los cuales trascienden la Segunda Ley de la Termodinmica, es decir recursos que al ser compartidos crecen para quien los da y para quien los recibe; b) que hacen posible operar una lgica del juego donde todos ganan (win-win); c) recursos fundamentalmente inmateriales; d) y que dan origen a una realidad contingente que se va desplegando mediante los procesos o eventos de la existencia y que apunta al amor (querer y ser querido) como la necesidad fundamental de los seres humanos. De all entonces que surge entonces una nueva concepcin de la Realidad, que queda de manifiesto en lo que expresa Dave Bohm (1988): As la idea clsica de la separabilidad del mundo en partes diferentes pero interactuantes ya no es vlida o relevante. Antes bien, debemos considerar el universo como una totalidad no dividida ni fragmentada. Su divisin en partculas, o en partculas y campos, slo es una tosca abstraccin y aproximacin. De este modo llegamos a un orden que es radicalmente diferente del de Galileo o Newton: el orden de la totalidad. Pero tambin una nueva concepcin de Uno Mismo, que se resume en la siguiente afirmacin de Francisco Varela (2000): La mente o la conciencia no son un fenmeno privado o individual de cada uno, que est as como escondido en lo profundo, como se tiende a

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pensar desde nuestra mirada occidental. En otras tradiciones y en la misma investigacin que uno va desarrollando se constata de que mi mente es en la medida que hay otras mentes. Por ejemplo, hay estudios hermossimos que se estn desarrollando con bebs que nos muestran cmo lo primero que hace es fijar sus ojos e imitar movimientos o modulaciones de voz que ve en su madre o en su padre. El simple acto de mover los brazos y ver mover los brazos son para l o ella, la misma cosa. Hay en ese dar sentido una leccin sobre como la empata el ser y estar con el otro es una parte constitutiva muy poderosa del ser humano. Y asimismo de all deviene el necesario trnsito hacia una nueva concepcin de los Bienes, como lo he sealado en un trabajo anterior (Elizalde, 2003): Una civilizacin basada en bienes que respondan a los deseos estrambticos y desquiciados de seres insensibles a la necesidad de otros es inviable, es ilegtima y es injusta, y por eso profundamente inmoral. Yo o cualquiera de Uds. puede ser ese otro, podra llegar a estar en el lugar de ese otro, sufriente, golpeado, acribillado, torturado, hambriento, negado. Por eso es que es necesario cambiar nuestra nocin de bien. Bien ser, entonces, slo aquello que en una perspectiva sistmica, mirado en escalas temporales transgeneracionales, en dimensiones territoriales no slo locales sino que tambin globales, y adems en miradas transculturales, sea capaz de generar bucles de retroalimentacin positivos, causaciones circulares acumulativas, esto es sinergias, potenciamientos y enriquecimientos mutuos. De all deriva una nueva concepcin del Universo, expresada en lo sostenido por Leonardo Boff (1996): La singularidad del saber ecolgico reside en su transversalidad, es decir, en el relacionar hacia los lados (comunidad ecolgica), hacia delante (futuro), hacia atrs (pasado) y hacia dentro (complejidad) todas las experiencias y todas las formas de comprensin como complementarias y tiles para nuestro conocimiento del universo, nuestra funcionalidad dentro de l, y para la solidaridad csmica que nos une a todos. Pero no ser suficiente slo un cambio epistemolgico; ser necesario tambin recorrer un camino duro pero promisorio, que nos haga transitar en un sendero de desarrollo moral individual y colectivo, que abra posibilidades a una civilizacin sustentable, solidaria e incluyente.

Una propuesta ticaDe all la necesidad de una propuesta tica para vivir y practicar la solidaridad en una era de globalizacin y de exclusin.

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Hay un punto de partida necesario, para lo cual es muy importante recordar aqu lo que afirma Joaqun Garca Roca (1998.28): Primariamente, la solidaridad es un hbito del corazn que comienza su andadura en el simple hecho de prestar atencin, dejarse afectar, interesarse por los otros, cargar con la realidad para poder encargarse de ella. Algo tan sencillo est en el origen de un enorme potencial. Hay que caer en cuenta para movilizarse solidariamente. Tenemos la conviccin de que la globalizacin neoliberal es injusta e insustentable, porque: La lgica del capitalismo globalizado produce y acenta las desigualdades entre los pases y consagra un mundo nico, pero desigual y antagnico. A fuerza de confiarlo todo a las presuntas virtudes del mercado, se ha reforzado el poder econmico de los ricos y aumentado el nmero de los empobrecidos. El monopolio del saber y de la informacin, de la investigacin cientfica, de los crditos financieros y del comercio internacional crea una brecha cada vez ms profunda entre pases y al interior de cada pas. Enfrentarse a una sociedad mundial requiere disear otros dispositivos solidarios; tras la globalizacin econmica por la va de los mercados; la interdependencia por la va ecolgica y la internacionalizacin por la va tecnolgica, est por nacer la mundializacin cuyo norte y gua ser la creacin de la nica familia humana. (Joaqun Garca Roca 1994:20) Creo conveniente aclarar el concepto de solidaridad, desde el cual surge esta propuesta. Con Jon Sobrino (2003:355) afirmaremos entonces que: Por solidaridad entendemos un modo de ser y de comprendernos como seres humanos, consistente en ser los unos para los otros para llegar a estar los unos con los otros, abiertos a dar y recibir unos a otros y unos de otros. Compartiremos tambin lo que sostiene Garca Roca (1998:27): La solidaridad es una construccin moral edificada sobre tres dinamismos: a) el sentimiento compasivo, que nos lleva a ser unos para los otros; b) la actitud de reconocimiento, que nos convoca a vivir unos con otros, dando y recibiendo unos de otros; y c) el valor de la universalizacin, que nos impele a hacer unos por otros. Y como todo ello debe ocurrir en el interior de relaciones asimtricas y en un mundo desigual y antagnico, de dbiles y poderosos, de vctimas y verdugos, a la solidaridad le es esencial un elemento de abajamiento de los unos a los otros, lo cual significa un cambio radical en el modo de comportarse los humanos.

Una propuesta polticaConsidero posible plantear una propuesta poltica que constituya un piso bsico compartido por todos aquellos que asuman una nueva mirada, y una

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nueva moral solidaria, en este contexto global de exclusin, insolidaridad e insustentabilidad, ella es la lnea de dignidad como horizonte tico y poltico para la sustentabilidad: La Lnea de Dignidad corresponde a una elaboracin conceptual que pretende conciliar los objetivos de sustentabilidad ambiental con los objetivos distributivos de la equidad social y la democracia participativa Pretende establecer los parmetros para un nuevo indicador social, que eleva el nivel de satisfaccin de necesidades establecidas en la lnea de pobreza a una nueva lnea base, concebida como de dignidad humana, y establecida bajo un enfoque de necesidades humanas ampliadas Ello eleva la concepcin tradicional de equidad social desde la formulacin de la vida mnima (mera superacin de la lnea de la pobreza) a la formulacin de una vida digna. (Larran, 2003:89). Como lo he sealado en ese mismo trabajo colectivo, tambin la lnea de dignidad: Simultneamente constituye un referente de redistribucin o una lnea de convergencia entre las sociedades industrializadas del Norte y las sociedades en desarrollo del Sur. Se reconoce indignidad no slo en el subconsumo de los pobres sino tambin en el sobreconsumo.de los ricos. La Lnea de Dignidad permitira as contar con un instrumento conceptual para avanzar hacia una mayor equidad internacional en las relaciones Norte-Sur, como asimismo en la equidad interna en los propios pases del Sur, al establecer un referente poltico de lo que sera aceptable ticamente como un nivel de consumo humano digno o decente. (Elizalde, 2003.113)

Una propuesta pedaggica: Educar para la sustentabilidad. Educando en y para la solidaridadLas propuestas anteriores quedaran truncas si es que no somos capaces de asumir una propuesta educativa que incorpore esa nueva mirada sugerida y la nueva moralidad de all derivada. Partamos presentando una informacin de gran relevancia para quienes participan de la tarea educativa. De acuerdo a diversos estudios realizados8 los seres humanos retenemos lo aprendido en un: 10% de lo que omos; 15% de lo que vemos; 20% de lo que vemos y omos; 80% de lo que experimentamos activamente; y 90% de lo que enseamos.8

Tapia, Mara Nieves (2000), La solidaridad como pedagoga. Ciudad Nueva, Buenos Aires.

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Como lo seala Perez Esclarn (2002) existen enormes dificultades para educar en los tiempos que vivimos, por consiguiente: La educacin puede formar personas egostas o solidarias, convertir a los alumnos en asesinos o en santos, ensear a ver a los otros como rivales y enemigos, o como compaeros y hermanos. De ah la nobleza de la educacin, pues es o puede llegar a ser la tarea humanizadora por excelencia, el medio privilegiado para que cada persona se plantee y alcance una vida en plenitud. Pero educar est resultando tambin, y cada vez ms, una tarea muy difcil, incluso heroica. La educacin en y para la solidaridad, que proponemos, tiende a desbordar los lmites de la escuela y es til en mltiples mbitos: movimientos sociales, organizaciones comunitarias, diversos colectivos. Ella consiste en un empeo que conjuga la formacin cientfica y la educacin en valores y que considera el sistema de enseanza-aprendizaje como un proceso dinmico y participativo que abarca las esferas de la salud, de la cultura, entre otras muchas, en un sentido amplio. Este tipo de educacin intenta superar una concepcin puramente economicista del desarrollo y contempla un mundo cada vez ms interdependiente, determinado por la divisin crucial entre el Norte y el Sur del planeta y entre el Norte y el Sur de nuestros propias sociedades; asimismo, trata de garantizar un desarrollo sostenible, no slo para el presente sino tambin para el mundo futuro en toda su riqueza econmica y ecolgica. La educacin en y para la solidaridad persigue la implicacin de todos los sectores sociales en la construccin de una nueva sociedad multicultural, tolerante e igualitaria. Est orientada hacia el compromiso y la accin transformadora, y posee un fuerte componente autocrtico hacia las propias posiciones, hbitos y valores. Aporta una estructura conceptual bsica para el trabajo interdisciplinar que ayuda a la comprensin global de los problemas, una elaboracin terica y un ejercicio prctico de valores, actitudes y destrezas (entre ellos: la autoestima personal y colectiva, la justicia-equidad, la empata, la tolerancia) y una accin emancipadora basada en la participacin. En cuanto a los contenidos, trata de relacionar conceptos tales como: unidad, interrelacionalidad, complejidad, incertidumbre, coherencia, contradiccin, continuidad, cambio, desarrollo, paz y conflicto, interdependencia, entre muchos otros; con la formacin de las personas.

Colofn: una breve propuesta educativaJunto con Charlene Spretnak (2002) podramos preguntarnos: Qu ocurrira si se nos educara desde pequeos para nutrir la conciencia de nuestra inseparable interrelacionalidad?

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No necesitamos inventar una base de conexin, sino simplemente darnos cuenta de que existe. La solidaridad (interrelacin) ha sido aprehendida por la experiencia en miles de contextos culturales y expresada de diversas maneras como la percepcin central de las tradiciones sapienciales. Sin embargo, las fuerzas de la modernidad la niegan y la degradan en forma continua.

Cierre: una pequea historia finalLa historia que presento a continuacin me fue regalada por un amigo ecuatoriano, el economista Alberto Acosta. Una vez, un padre de una familia acaudalada lleva a su hijo a un viaje por el campo con el firme propsito de que su hijo viera cun pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un da y una noche completa en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: Qu te pareci el viaje? -Muy bonito Papi. Viste que tan pobre puede ser la gente? -Si Y qu aprendiste? -Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega de una pared a la mitad del jardn, ellos tienen un riachuelo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lmparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. El patio llega hasta la pared de la casa del vecino, ellos tienen todo un horizonte de patio. Ellos tienen tiempo para conversar y estar en familia; t y mi mam tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca los veo. Al terminar el relato, el padre se qued mudo....y su hijo agreg: - Gracias Papi, por ensearme lo ricos que podemos llegar a ser!!! En nuestra vida muchas de las cosas realmente importantes y valiosas y no siempre las vemos como tales... una amistad, un paisaje, un beso, una sonrisa.

Entonces, qu puedo hacer yo?Algo tremendamente importante: Decidir respecto a qu vida quiero tener. Si nos preocupa realmente la sustentabilidad pienso que habra que estar dispuestos a: compartir ms con aquellos que tienen menos; evitar derrochar y consumir en exceso;

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