Periodismo:

¿Oficio imposible?

José Hernández

PERIODISMO: ¿OFICIO IMPOSIBLE?

@ José Hernández

1000 ejemplares - Enero 2004

ISBN 9978-55-040-2Código de Barras 9789978550403Registro derecho autoral N° 018792

Portada: Detalle de una obra del artista Danilo DueñasDiseño: Mateo ParedesDiagramación texto: Fernando Rivadeneira L.

Impresión:Editorial "Quipus", CIESPALQuito - Ecuador

El texto que se publica es de exclusiva responsabilidad de su autory no expresa necesariamente el pensamiento del CIESPAL. Estáprohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio.

Contenido

Introducción en tres tiempos .

Las piezas de juego ..

El azar y la administración .

La dirección, el punto de mira .

¿Existe la realidad? .

Crónica roja .

Tirando línea .

La producción propia .

... Y no quieren historias ..

Los milagreros del deporte .

Los actores en cuarentena ..

La dama llamada objetividad ..

Los francotiradores y los otros ..

Los intangibles valen ..

Periodistas de trae y lleva ..

Las experiencias interactivas ..

Las experiencias exitosas .

El periodismo integral ..

La mala conciencia de las élites ..

La puerta giratoria .

Su majestad el rating .

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Las ideas, el otro desfase 111

La glorieta democrática 117

Todólogos contra especialistas 121

¿Y para qué sirve un medio? 125

¿Cuál es la función de los intelectuales? 129

Los contenidos están a la venta 133

Dime qué diseñas 137

La fiesta del ego 141

La construcción de sentido 145

Las facultades en su laberinto 149

Lenguaje, ese arte esquivo 153

El periodismo yerto......................................... 157

¿Periodismo cultural o vacío conceptual? 161

El linchamiento mediático 167

El país real y el país político 169

El subdesarrollo no es ficción 173

Sonría, por favor............................................. 179

La investigación no prosperó 183

Las ligas menores........................................... 187

Las firmas, un falso debate 191

Atrapados sin salida 195

Los francotiradores y los otros

Los medios siempre aclaran que las OpInIOneSvertidas por sus colaboradores externos sonestrictamente personales. Eso significa que no sonsometidas al proceso interno de control y de edicióny que, si lo fueran, la dirección tampoco responde porsus contenidos.

¿Por qué tantas precauciones? ¿Por qué se tieneque precisar que cada columnista es dueño de lo quepiensa y asume las consecuencias de lo que dice? ¿Pormero respeto a la opinión ajena? ¿O quizá porque lademocracia se juega (también se juega) alrededor delverbo decir?

Decir es hacer que las cosas existan, tomencuerpo, sean reveladas. Decir socialmente es,entonces, contribuir a resquebrajar el reino de laopacidad que, como se sabe, es una de lascaracterísticas primordiales del poder. De los poderes,Lento ha sido el camino de la libre opinión e inciertoes siempre su futuro.

Una columna es, ante todo, un ejercicio delibertad. Libertad innegociable, que no se le debe anadie porque se desprende de la esencia misma de lademocracia. Libertad que necesita ser afirmada cadadía, como uno de los recursos indelegables de lasconciencias alertas. Y como muro de contención contralos apetitos del poder y de los grupos de presión queno renuncian a convertir al Estado en socio oficiosode sus intereses.

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¿Es esto lo que mueve a aquellas y aquellos quetienen espacios de op i n i ó n en los medios decomunicación? Los columnistas son un termómetro:delatan la manera cómo los accionistas de un medioentienden su papel. En efecto, en cuestión de opiniónhay una piedra de toque: la forma como el medio serelaciona con los temas de interés público. Esa políticaeditorial debiera ser conocida por los usuarios.Lastimosamente pocos son .lo s medios que hanelaborado ese derrotero. Lo más usual, entre muchosde ellos, es creer que la libertad de expresiónconstituye, de por sí, una política. Miran a suscolumnistas como personas aisladas, que serepresentan a sí mismas y cuyos puntos de vista, porser personales, no deben ser representativos de lacolectividad. De todas formas, las páginas editorialesno son objeto de gran preocupación enalgunos medios.Las columnas y espacios de opinión son distribuidosentre los amigos del propietario. '

Por eso, su análisis no puede ser encarado desdeuna conclusión (esas páginas son poco leídas) que,aunque sea verdadera, no agota el debate sobre laforma.como son manejadas. ¿No interesa la opinión?¿O 10s usuarios más bien se desinteresan de algunasopiniones que dicen poco o nada, se escriben en formabárbara y están hipotecadas? Ese segmento decolumnistas existe. A veces son tan poco recatadosque defienden directamente temas o grupos con loscuales están involucrados. Así buscan crear corrientesde opinión favorables a sus tesis partidistas,gremiales o corporativas y presionar a las autoridadesen el sentido de sus intereses .

. Hay otro grupo que le da a las columnas, un usopersonal: cuentan sus.viajes, ensalzan a sus amigos,narran sus memorias, agradecen invitaciones,

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promocionan funcionarios, reseñan los libros que lesenvían... Hablan de cualquier cosa. Ya los lectores otelevidentes no les interesa cualquier cosa. Este tipode col u m n i s t a s os e i1a .e n t re el eu 1t o d e s upersonalidad, las muestras de lambonería y losejercicios de relaciones públicas; Les importa figuraren un medio como sea.

Otro caso: los columnistas que dijeron cosasesenciales, se estancaron y ahora se repiten. Hay unatradición que consiste en mantener la columna hastaque su dueño fallezca. Su valor ya no está en sucontenido. Es simbólico: contar con esa firma entrelos colaboradores. Esa tradición es estrictamentesocial, es contraria al aporte real y a la polémica queson propios de la opinión. editorial y en el campoconceptual es poco sustentable.

Claro, también hay los columnistas que respetana sus I ect.o r e s ; radioescuchas o televidentes.Columnistas que hacen la diferencia entre suprofesión y su responsabilidad de opinar, muestranuna preocupación cívica por el interés público, estánabiertos al debate y saben que para que los temaspúblicos avancen, deben ser abordados con seriedad,con tesis (la sola reiteración de grandes valores ylugares comunes ni esclarece ni orienta), y estar bienescritos.

A menudo esos columnistas hacen el papel defrancotiradores aislados. Sus' tesis no sonenriquecidas por otros columnistas y el medio.que lespublica tampoco se ocupa de crear esas corrientes deopinión sin las cuales las mejores columnas conocenla misma suerte que las peores: la indiferencia y elolvido.

Así hay medios que en sus espacios de opinióncombinan puntos de vista interesados, sin interés

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público alguno, reiterativos y cansados oextremadamente aislados. Por eso el lector tiene queentrar en esas páginas como pescador desesperadoen busca de algo que pique ... Por ahí debe estar laexplicación de por qué esas páginas o esos espaciostienen pocos adeptos. Por deficiencias tangibles y noporque a la gente no le guste la opinión inteligente,aleccionadora, visionaria, esclarecedora o valiente.y bien escrita.

Lo que es incuestionable es que los espacios deopinión deben ser diseñados con el mismo cuidado ymayor intención que la información: también ellosdeben obedecer a una política. Los columnistas puedencontribuir a identificar la filosofía editorial y losvalores que defiende el medio. El diario El País deMadrid, por ejemplo, se propuso, entre otras cosas,cuando salió a las calles, desfranquizar a España(superar la pesadilla de Franco) ayudar a liberalizara la sociedad e integrarla a Europa. Ninguno de esosobjetivos fue ajeno a las preocupaciones de suscolumnistas.

¿Qué columnista lúcido no apoyaría la necesidadde llevar a cabo una profunda revolución cultural enmuchos de estos países? Revolución cultural que, alestilo de la de mayo del 68 en Europa, cree unremezón en todas las conciencias y las sintonice conobjetivos contemporáneos, comunes y viables.

Nadie pedirá unanimidades en estos tiemposposmodernos pero las causas públicas siempreconvocan. Sin esos derroteros, los medios carecen desindéresis en la parte editorial. Sin esos acuerdosmínimos entre las personas que hacen opinión, malpuede el medio reclamárselos a la sociedad civil o a lasociedad política. Su poder de palabra y de influenciafuncionan si muestra coherencia entre sus

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colaboradores. De lo contrar-io, es utópico que pretendaguiar o esclarecer las grandes causas que se diseñenen la agenda pública: la construcción de unademocracia real y participativa, la reactivacióneconómica y el pago de la factura social, la revolucióneducativa, la guerra contra la corrupción, laintegración regional, la modernización ·del Estado yde la política, la renegociación de la deuda externa ...

El medio no solo debe ser demócrata; debeparecerlo. Su cuerpo de columnistas tiene que seruna expresión de la diversidad de sus usuarios.Personas venidas de sectores y estamentos distantesque, al proponer y debatir, educan: vuelven cívicaslas contradicciones y democráticas las salidas.

Este punto es quizá uno de los mássubdesarrollados en los medios de América Latina.En general, opinan políticos (activos o en trance deserlo), funcionarios o ex funcionarios, asesores degrupos de interés, abogados, ex militares, sacerdotesy pocos intelectuales. Es la élite con dificultadespara armar nuevas visiones, incluir nuevos puntosde vista o darles juego a los sectores marginales ocontestatarios de la sociedad. En ese sentido, y salvoexcepciones protuberantes tipo Página 12 enArgentina -que no hace parte de la prensatradicional-, los medios más influyentes han sidoconservadores y no han contribuido a invertir lastendencias nefastas que han recorrido a estos países.

Eso explica la amargura de una buena cantidadde columnistas honestos que,desde hace años, yhaciendo gala de gran creatividad, dicen básicamentelo mismo: que han ayudado a dilucidar lo que haymás allá dela retórica y los juegos de artificio que, enmuchos casos, propician los poderes para divertir ala galería. Que han ayudado a revelar, denunciar,

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entender o apr.ehender los fenómenos en sucomplejidad. Que han dicho con antelación lo que ibaa suceder. Yeso ocurrió en Argentina, en Ecuador, enPerú, en Venezuela... Y sin embargo, llegaron alpoder Menem, Bucaram,Fujimori, Chávez ... Sí, losgrandes columnistas y los escasos grandes medios decomunicación que hacen su trabajo de esclarecimientotambién han perdido batallas contra élites corruptasque pululan y se reproducen a unritmo desesperante.

¿No interpela esto a los medios en general y noles impone cambios en las páginas editoriales y en.losprogramas de opinión? ¿No necesitan. las éli tes dej arde oírse entre ellas, depurarse, abrirse a nuevossectores, ser más permeables a los debates yhabituarse a construir acuerdos? Eso implicaría paralos medios (y para los columnistas) ayudar a que lossectores dirigentes abandonen actitudes deimposición y arrogancia y acepten una cultura másdemocrática y más consensual.

. Por ello es vital que nuevos sectores se expresenen los medios. Esa es una garantía democrática puesayuda a pensar la vida pública desde lacontradicción.Esa garantía· exige una condición: que el medioidentifique quiénes son las personas que opinan y aquiénes, eventualmente, representan. Esto lo hacenlos grandes 'medios y-ese gesto de transparenciaincide positivamente en su influencia, autoridad ycredibilidad .

. ¿Aburridos, entonces, los espacios de opinión ylas páginas editoriales? ¿No será que '--perdón por lageneralización- les sobran intereses y les hace faltacomunidad y país? .

¿Alguien sabe cómo oxigenar las ideas si no esgracias a polémicas ab ier ta s.i-dcmocr á t.icas .yrazonadas?

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,Los int~ngibles valen

Un medio tiene que refrendar cada. día laconfianza con la sociedad. Es la condiciónimprescindible para que la comunicación funcione. . - . . "

sin interferencias. A ese punto se llega cuando lasociedad se convence de que al medio lo motiva, enparticular, la defensa del interés público; no ladefensa de intereses privados.

, El usuario teje secretas relaciones con el medio.Quiere que lo informe, pero no solo eso: espera quetome posiciones, que lo represente -en parte por lomenos-, que se juegue por cosas impor-tantes. Si elmedio responde a sus expectativas, el usuario se lod e v u e1ve eoti f id e1ida d , con fi a n z a , r e s p e t o ,credibilidad... En esos elementos se basan el poder,la influencia y la autoridad que puede ostentar unmedio: Esos intangibles provienen, entonces, de lapráctica periodística y están supeditados a ella. Sufragilidad es inmensa. Esos intangibles son morales,producto de una intencionalidad editorial y puedenser usados solamente en y para el ejercicio profesional.

No es fácil 'para los accionistas 'entender que supoder de influencia en su sociedad depende de sudecisión de" no servirse del medio. Les cuestacomprender córno pueden invertir en este negocio sinsumar réditos tangibles y personales. O por qué concapitales priVados tienen que responder ante lasociedad y 'responder en prioridad por el interéspúblico.

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En el fondo, la inversión en medios decomunicación incluye dos nociones que no sonhabituales en el empresariado de América Latina: élpoder moral y la responsabilidad como élites. Los dosestán intrínsecamente relacionados. En los dos sejuegan valores que desde hace poco se han incluidoen los negocios, como lo refiere Manuel Castells en sulibro La Galaxia Internet: "En una economía basadaen el conocimiento, la información y factoresintangibles (tales como la imagen y las conexiones),la innovación constituye una función primordial". ¿Yen qué se sustenta la imagen y las conexiones?¿Cuánto vale la credibilidad de un banco, cuánto laconfianza en una marca?

Esos conceptos" obvios en cualquier libro demercadeo, 'nunca han sido reivindicados por las élitesentre las características 'esenciales de 'su perfil. Laséli.t.e's no invierten en valores para su sociedad. Poreso no son élites. En muchos casos son masas amorfasde dirigentes desprestigiados, sin capacidad algunade convocatoria y considerados por sus comunidadescomo ajenos a los intereses' de sus países. ,

Estar en la élite impone deberes. Ser visionarios.Ser rectos. Cumplir la ley. Encarnar y respetar ciertosvalores. Empujar ,proyectos de beneficio general yproyectar el país. Cuidar el tejido social y promovera los más desfavorecidos. Estar en la élite .significahacerse cargo, como guías y ejemplos, de la sociedad.

¿Son así, han sido así, las élites de Perú,Argentina, Colombia, Brasil, Ecuador, Guatemala,Honduras, Venezuela, República Dominicana,Bolivia, etc., .etc.? ¿Han sido guíasy ejemplos parasus sociedades? ¿Han cuidado la administración delas finanzas públicas? ¿Han separado de sus filas yde sus clubes a los corruptos, a los contrabandistas,

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a los evasores de impuestos, a los 'empresariostramposos? ¿Han controlado a los gobiernos, evitadoel despilfarro y festín de los cuales da cuenta elabsurdo nivel de endeudamiento externo? ¿Hanpensado a sus países,consensuado políticas de largoaliento? ¿Se han condolido de la masa de marginados?

No, no lo han hecho. Por eso no son élites. ·Niguías. Ni ejemplos. Por eso son grupos que sólopiensan en negocios, que sólo hablan de negocios,que sólo hacen negocios. Su norte es la rentabilidad.Son grupos sin proyecto frente a "Sus sociedades.-O sí,uno: defender sus intereses y a sus afiliados .. Y lohacen atropellando el bien público, erosionando losvalores que dicen compartir y aceptando (mientrashacen negocios) que sus países corran hacia el abismocon los ojos abiertos.

El contagio es general. Y explica lo que estásucediendo con ·la llegada masiva de. gruposeconómicos a los medios de comunicación; Tienden aconvertir a sus medios en extensiones naturales desus oficinas de relaciones públicas y a sus periodistasen guardianes celosos de sus intereses empresariales.Creen que es lícito hacer un enroque entre las visionescorporativas y el interés público. En, esa. dinámica,terminan haciendo acuerdos entre los grupos paracuidarse mutuamente las espaldas o disuadirse.

Umberto Eco encontró la misma situación enItalia y en un texto publicado en 1997 (Cinco escritosmorales) escribe: "Los periódicos son instrumentosde poder, controlados por partidos o gruposeconómicos, que usan un lenguaje deliberadamentecríptico en cuanto que su verdadera función no es darnoticias a los ciudadanos sino enviar mensajescifrados a otro grupo de poder pasando por encima dela cabeza de sus lectores",

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Por ello para manejar la inforrnación.los gruposeconómicos prescinden de las mediacionesprofesionales. Esa tarea la encomiendan a personassin er i ter i.o p e r i odí s tic o p e r o a b s o1u t a.m enteincondicionales a los intereses del grupo. Personasque hacen circular entre los altos responsables desus medios listas de indeseables que nunca seránincluidos en sus -p á ginas. O invitados en susnoticieros.

Esta realidad plantea ya reales peligros paralas sociedades democráticas y para los medios cuyaúnica actividad es la información. Peligros que lasleyes-debieran contemplar y que los ciudadanos nopueden eludir. Pero son. peligros que tambiénconllevan oportunidades para los medios que quierenhacer buen periodismo: despojados de esas visionesutilitarias, pueden probar que ocuparse de lacomunidad y de las causas públicas convoca, canalizaimaginarios y provoca fidelidades que dan influencia.

La experiencia de muchos medios- muestra queel poder que da producir buena información esrentable.

Como quiera que sea, el mayor ejercicio ético alcual se confrontan propietarios y accionistas es noservirse del medio para aupar sus intereses y protegera sus grupos.

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Periodistas de trae y lleva

. Un mar de conocimientos y un centímetro deprofundidad: provocadora,esa máxima hasingularizado a los periodistas en el gran público.Los ha casi estigmatizado pues los ha perfilado comoprofesionales dedicados' 'al sobrevuelo de hechos.¿Fama ganada?

Los tiempos cambian. Lentamente .. Lasegmentación de públicos, con centros' de interésbien definidos, está creando cambios y tensiones enmuchas redacciones: Sin -ernbargo, los especialistassiguen siendominóría mientras los periodistastodólogos se debaten en serios dilemas de identidad.

En el ambiente flota, en efecto, un perfil-que noleses favorable:' un periodista diplomado, que agregavalor al medio en algún sector, bilingüe, con unaformación general aceptable y un buen número desellos en su pasaporte.

¿Qué hacer? Las universidades piensansolamente en sus estudiantes tradicionales .. Noproponen, corno es el caso en Europa yEstados Unidos,cursos en ciclos cortos y en horarios accesibles. Muypocas empresas, por su parte.ihan diseñado planes decrecimiento para sus reporteros. No hay capacitacióny, en numerosos medios, si existe un escalafón no hayplan de carrera. ¿Ascensos? Enmuchos mediossiguensiendo una lotería.

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Los bajos salarios, las largas horas de trabajo,los turnos de fin de semana, la sensación de rutinaconvierten al periodismo en un oficio sacrificado ypoco atractivo. Entonces, dirán algunos, ¿por qué lasfacultades de comunicación lucen atestadas? Unabuena parte de esos estudiantes harán periodismocorporativo o relaciones públicas. Para los otros, losreporteros más rasos, las ganas del oficio seráninversamente proporcionales al tiempo que lo ejerzan.

Su problema no es el aterrizaje. El periodismode grabadora, de-trae-y-lleva-mensajes, nodemanda demasiadas destrezas. Por eso, se venejércitos. de periodistas jóvenes apostados frente alos edificios oficiales esperando a los' funcionariospara que declaren algo. Y se llega a extremos jocosos(por lo dramáticos) como los reclamos hechos por lasasociaciones de periodistas bolivianos al gobierno deRugo Banzer. La mecha la prendió Manfredo Kempft,portavoz. gubernamental, al anunciar, que losfuncionarios ya no harían declaraciones a losperiodistas. No dijo que el gobierno se negaba asuministrar información pública, lo cual hubierasido ilegal. Dijo que el gobierno había decididocomunicar solo a través de ciertos conductos.

La medida no podía' ser más saludable puesponía coto a ríos de retórica y obligaba a los periodistasa ir al encuentro de los hechos. Es verdad que elanuncio no era inocente. Banzer y Kempft pensaban,en' el mejor estílo militar, que todo el mundo camineal mismo paso informativo. No por eso las asociacionesde periodistas abrieron fuego contra el' anuncio:equipararon la Iibertadde prensa a la penosa tareade reproducir las frases que lanzan los funcionariosen las puertas de sus oficinas. El gobierno cedió y losreporteros rasos volvieron a tender sus grabadoras

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seguros de haber ganado una batalla en la que sejugaba, para ellos, un derecho inalienable.

Por eso, el problema para los periodistas no esllegar al oficio. Es despegar: pasar del dijo, sostuvo,informó, declaró,conceptuó y concluyó a laelaboración de notas; ir de la edición de declaracionesa la narración de largo aliento; navegar entrereportajes, entrevistas, informes, perfiles, crítica,análisis ... En ese momento el periodismo comienza aser apasionante: cuando se domina realmente elsector del cual se está informando y se manejan conpropiedad y placer los instrumentos para comunicado.

Pocos medios saben cómo instalarseestructuralmente en esta etapa. Sus presupuestosoperativos no les permiten atraer a los mejoresestudiantes de las mejores universidades que sonprivadas, salvo rarísimas excepciones. Y sumamentecostosas. Más a la mano encuentran a los estudiantesde las universidades públicas que frecuentementetienen una formación más deficiente, un nivel decultura general más bajo, mayor conciencia socialpero visiones ideológicas tan añejas como superadas.

¿Cómo lograr un estándar de producción ycalidad y forjar políticas que permitan estabilidad enlos equipos de redacción? Ese es el rompecabezas delas jefaturas y de los departamentos de recursoshumanos. Pocos medios tienen planes de crecimiento.No han creado mecanismos (encuentros con lacomunidad y con los especialistas, intercambios conlas universidades .. .) para que sus reporteros no seandiscursodependientes de sus fuentes. Raros son losmedios que cubren .las conferencias y debates queorganizan los centros de investigación, lasuniversidades o los grupos de interés. La sociedadpierde esa información y los periodistas no amplían

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su ángulo de visron y no establecen relaciones conanalistas independientes de los cuales siempre seaprende.

Pocos medios crean las condiciones para que susequipos lean. No tienen bibliotecas con las novedadesy, a veces, sus reporteros ni siquiera tienen acceso alas publicaciones de la competencia.

No leer es vivir amurallado. Eso explica elensimismamiento y la sensación de que el futuro seconjuga como un pasado prolongado. No es tan difícilhacer que los periodistas renueven el gusto por lalectura. En muchos casos, he empezado abriendo unasección en la que se registran todas las publicacionesque se dan. en el país. A los pocas semanas, losperiodistas descubren que sí hay una produccióneditorial que es nacional y que, en buena medida,ellos ignoraban. Algunos de esos materiales lesservirán como .ba se de. futuros trabajos y encuentroscon sus autores. El cambio primordial es conceptual:comprobar que aquello que se trata de cernir -larealidad- está más allá de discursos de las fuentes.

Los libros sólo dependen de la voluntad de losdueños o directivos. Si los quieren, hay cómoobtenerlos. Es un punto más en el presupuesto. Ypuede.. ser financiado directamente (es lo mejor ypara los medios siempre hay descuento) o gracias acanjes publicitarios con casas editoras o libreríassiempre y cuando no hipotequen, la independenciadel medio.

En una redacción con libros siempre se respiraotro aire. Los periodistas hablan de conceptos, piensanen los aportes de los especialistas, incluyen nuevosmarcos de referencia, plantean debates y proponennotas de lectura. Su publicación -alIado de críticosexternos- no solo los estimula: crea una sana

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competencia por la lectura que, a la vuelta de un parde años, habrá transformado totalmente unaredacción. Y, lo que es más importante, la forma comoese equipo enfrenta su labor de informar. Losperiodistas no sólo habrán puesto en jaque susreferentes: su horizonte informativo estará conectadocon las formas más atentas, lúcidas y democráticas deplantear y pensar la contemporaneidad.

La estructura para crecer en el plano conceptuales una pieza esencial en el plan de desarrollo de losperiodistas. No la única. Buena parte de los medios nopiensa en políticas de estímulos que deben estarligadas a buenos resultados. Mejores salarios, viajes,becas, bonos ... son motores esenciales para mantenerun buen ambiente en las redacciones. De todasmaneras, el plan de crecimiento no puede dependerúnicamente de los ascensos a pues tos de direcciónpues, como en el ejército, siempre hay muchosaspirantes para pocos cargos.

Crecer horizontalmente es un reto para lasempresas periodísticas que, como se sabe, debendiversificar sus actividades. Se abren así nuevosespacios de dirección que debieran ser ocupados porlos mejores editores. Pero se pueden explorar,siguiendo lo que hacen muchos medios sobre todo enEuropa, vías que son sumamente gratificantes paralos periodistas y rentables, en términos de imagen,para las empresas. Dos ejemplos: crear un selloeditorial para que los periodistas publiquen sus libroso, por cuenta propia o en alianzas con otros medios,permitir a los mejores asumir un perfil multimedia.Escribir en un diario, conducir programas en la radioo en la televisión ...

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Esta política ~queconlleva más, trabajo perotambién nuevos ingresos~ genera lazos profundosentre los periodistas y sus medios y un respeto real,basado en el conocimiento y el profesionalismo, entreellos y los dueños.

Ese perfil, que es fácil percibir en periodistas degrandes diarios -The New York Times, Le Monde,Repubblica, Libération, El País ... - es posible. Solorequiere voluntad y visión. Es una de las vías paradesvirtuar aquella fama de un mar de conocimientosy un centímetro de profundidad.

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Las experiencias interactivas

Los medios cultivan poco una de susprincipalesventajas: 'la posibilidad que tienen de sorprender.Nada es más grato para el consumidor de informaciónque toparse con temas, 'experiencias y puestas enescena que no esperaba. Ese es uno de .los signosinconfundibles que el equipo de redacción debe enviarcada día a sus usuarios: les hace saber que piensa enellos; les dice que en ese medio no hay' rutinas y quese hace el trabajo con gusto, profesional ylúdicamerite.

Lúdicamerite: no parece pero se' nota cuando losperiodistas no se divierten haciendo su labor. Lúdicono se opone" a responsable. Mejor: lo implica y leagrega las dosis de creatividad, honestidad y arrojoque se requieren en un oficio con alta exposición.

La sorpresa está, en primera instancia, en eltratamiento que el medio da a las noticias. En sudecisión de diferenciarse y de' ser conscientementemejor, en el fondo y en la forma, que los otros medios.En los ejes escogidos. En su capacidad 'para no volversimplista lo que es complejo. En su intención de ligarel tema con los ciudadanos, explorando cómo losafecta o cómo' pueden sentirse concernidos;

. La sorpresa también está en la agenda propiaque el equipo de redaccióri propone. Una investigaciónque dilucida puntos cruciales de una noticia en curso.O informes especiales que recuerdan cada día a los

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usuarios que la información también debe ser útil. yentretenida.

Quedan las experiencias. Este es uno de losrecursos menos utilizados por los periodistas. En elfondo, se han acostumbrado a que sus medios seansoportes que reflejen algunas cosas de las que pasanen su sociedad yen el mundo. Únicamente eso. Si hayuna exposición en un museo o galería, el periodistairá automáticamente al sitio, pedirá fotografías o lashará tomar, hará filmar y exhibirá la muestra en suspáginas o en sus noticieros .

. Nada de ello es reprochable.Una muestra (salvo si exponer en ese sitio es la

noticia) puede ser cubierta antes de su inauguracióny no basarla en la obra final: acompañar al artista ensu taller cambia radicalmente la nota y las imágenes.y para el usuario siempre es mejor seguir por dentroun proceso que contemplar únicamente -y sin muchasreferencias- las obras terminadas.

El artista también puede ser invitado a crear unevento directamente en el medio, prescindiendo deotros soportes tradicionales (como las galerías). EnBogotá se invitó a cuatro pintores a trabajar juntosuna obra. Experiencia artística para las páginasculturales de El Tiempo: se instaló una cámarafotográfica ante una tela blanca. Cada 15 minutos,un artista entraba solo al estudio e intervenía la tela.Las fotografías eran tomadas en cualquier momento.Los artistas pintaron durante cuatro horas y la telaterminó como había empezado: blanca. Una páginase publicó mostrando la experiencia y explicando porqué los artistas <tradicionalmente solitarios) habíansido convidados a pintar juntos. La autoría diluidafue una de las consecuencias.

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Muchas experiencias han llevado a algunosactores a aparecer en espacios poco usuales: un poetafue enviado a una vuelta ciclística, escritores hancubierto partidos de fútbol, sociólogos han escritosobre un nuevo centro comercial, semiólogos hananalizado los símbolos producidos en la posesión deun Presidente de la República, arquitectos hananalizado la construcción en los barrios donde vivensus obreros, fotógrafos artísticos han pasado ochodías en un ancianato o en un hospital o han hechouna fotografía en unsitio y a una hora determinados,analistas han hecho previsiones al comienzo del añoy, al final, las han comparado con las estadísticasreales ...

Esas intervenciones le dan al medio miradasnuevas, sorprendentes .y, a veces, irreverentes.Frescas, en todo caso. Experiencias de ese tipo hansido hechas en El Tiempo de Bogotá, Colombia, ElComercio de Quito, Ecuador, La Razón de La Paz,Bolivia ...

¿Qué conceptos las han cobijado? Variar lamirada, intercambiar espacios, interconectar sectoresy hacer el medio más interactivo; En esos procesos,cuenta mucho el acercamiento con los especialistasde ciencias sociales. Salvo casos excepcionales, estándistantes de los medios y parecen alejados de lacotidianidad de sus países: tardan en procesar lascoyunturas, se cuidan sobremanera de lo que puedendecir O pensar sus colegas si salen en los medios,' lescuesta horriblemente salir de sus jergas. Son, sinembargo, un sector central en la tarea profesional delos medios. Son voces valiosas. Sus aportesconceptuales sobre la actualidad, a menudo, estánalejados de los intereses en juego. Quizá por ello, lasfuentes más involucradas los ven con recelo y tratan

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de minimizar sus puntos de vista por provenir -dicen­de académicos poco prácticos.

La prensa, la universidad, los centros deinvestigación, los artistas y los intelectuales engeneral parecen destinados a alianzas provechosas.Al medio le permiten enriquecer los temas;contextualizarlos y debatirlos. La presencia de laacademia incide en la seriedad informativa eincrementa la' credibilidad.

Alas especialistas, la prensa les permiteacercarse al país, poner a prueba sus paradigmas einteractuar con otros actores en el espacio público.El ejercicio de comunicar les 'enseña que si suvocabulario técnico es indispensable y es una de susherramientas de trabajo, es mejor utilizar el lenguajecorriente. Les ayuda a ampliar su audiencia y aponer sus conocimientos al alcance de un ampliopúblico. De otra manera, no se entiende muy bienpara qué sirve una universidad que desconoce elespacio público y unos cleros que publican estudios yopiniones en revistas ultralimitadas y en un lenguajeque necesita diccionarios especializados.

Esos nexos que facilita la prensa son buenassorpresas para los usuarios de la información: ledanmayor valor agregado a los contenidos y permitenseguirlos desde varios ángulos a la vez.

Sin esas experiencias, los medios puedenvolverse chatos y caer en una rutina que arruga elalma y, poco apoco, mata el interés de sus clientespor la cosa pública.

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Las experiencias exitosas

Blanco como la nieve: es usual que esa metáforafuncione. Lo grave es cuando se quiere comparar lanieve. Así ocurre a menudo en muchos paíseslat.inoamericanos. Sus gobiernos y sus élites creenque sus acciones no deben ser comparadas con otroscontextos. Ellos son la nieve. Su situación es tanespecial que, para evaluarla, toca referirla a ellarmsrna.

No solo los gobiernos se aferran a esa falacia.¿En cuántos países la administración, los profesoresy los padres de familia, suman, desde hace años,foros, ponencias y encuentros sin que esto susciteuna profunda reforma educativa? ¿Cuántos debatesse hacen sobre el transporte público, la reforma de lapolicía, la seguridad social, los niños de la calle, losgastos militares, la contaminación, la inseguridad,el salvataje de algún río (Machángara en Quito,Choqueyapu en la Paz .. .) y nada o muy poco avanza?

¿Por qué? Si se devuelve la película seencuentran, en particular, dos respuestas. Haypersonas que, mientras la comunidad está perdidaen laberintos surrealistas, vuelven rentable elinmovilismo. Y dos: la realidad muestra que en lostemas conceptuales (y políticos) se vuelve siempre alos mismos argumentos y a los mismos bloqueos.

La cultura de volver al mismo punto ayuda aentender por qué, desde hace décadas y en algunos

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temas de su agenda pública, algunos países aran en elmar. Los medios relatan, impasibles, esa realidadmientras que los ciudadanos claman desesperadospor soluciones.

Esa comprobación puede ser más trágica: si lasmismas tesis conducen a la misma parálisis, losciudadanos están condenados a padecer, resignados,todas las ineficiencias, vengan de donde vengan. Y sino hay con qué compararse, no solo no se puedeaprender sino que toca enterrar la esperanza. Elfantasma de Dante pasa.

Organismos como el Fondo MonetarioInternacional, que sí saben de falacias, siguencreyendo que el cambio se hace con catequesis. Cadacierto tiempollevan a Washington grupos de notableslocales para exhibirles las cifras de sus países; muchasde las cuales están en rojo. Y para tratar de sustentarlas políticas que, en el fondo, responden a la mismareceta: el ajuste económico.

Conferencias en la mañana, compras en la tarde,recepciones en la noche: el discurso de Washingtonsolo convencerá a los ya convencidos. Su límite estádado por quién lo emite, lo que significa y lo queimplica. Por ello, esos organismos -así digan algunascosas de sentido común- no ganarán espacio entre lospueblos que son los que deben aupar las soluciones.

¿Qué queda? Comparar. Esa labor sí la puedenhacer los medios de comunicación. Primero, dentrode sus países y, enseguida, mirando experiencias queno estén muy alejadas de sus propios contextos. Si losresultados son los que interesan a la comunidad, loesencial es buscar cómo se obtuvieron, cuál fue elcronograma emprendido, quiénes participaron y cómoy qué sistemas de control se implantaron.

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Los resultados minan las falacias y destruyenesos falsos chauvinismos tras los cuales se ocultan losadministradores ineficientes y, en casos, corruptos.Pensar en resultados replantea la ecuación trágica dela que ya se habló. Los temas que parecen no tenersalida pueden ser examinados a la luz de experienciasajenas que hayan sido exitosas. Las negativas tambiénsirven. No se trata, no forzosamente, de copiar. Sebusca crear dinámicas que desbloqueen, que lemuevan el piso a sus protagonistas y que le denconfianza a la comunidad. Si en otra parte se pudo,¿por qué aquí no?

El ex presidente Osear Arias de Costa Rica medijo, en un encuentro en Quito, que su país ha logradoresultados en temas como el turismo, la educación ytratamiento del medio ambiente. ¿Cuántasexperiencias exitosas hay en otros países en todos loscampos? ¿Por qué si los cazadores de piernas sabendónde encontrar promesas futbolísticas de apenasdoce años, los periodistas no sabemos dónde se hansolucionado problemas que generan atraso ennuestras comunidades?

y hay soluciones aisladas en temas específicosque se han dado en casi todos los países. La lista (soloen América Latina) puede resultar larga pero esalista formalmente no existe. Ningún organismointernacional ha sistematizado las experienciasexitosas. Resulta curioso porque son esos logroslocales (en municipios y provincias) los que estánrenovando algunos conceptos (cercanía del poder,política, rendición de cuentas .. .) o dándole contenidoa otros (administración local, participaciónciudadana, descentralización.. .).

Los medios tampoco han trabajado en esadirección. Ciertas soluciones, cuando los países tienen

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problemas tan parecidos, hubieran podido serinvestigadas, publicadas e intercambiadas.

Esos son proyectos editoriales que los organismosinternacionales debieran patrocinar. En todo caso,contar a los ciudadanos cómo en alguna parte sesolucionó un problema es más importante y másrentable en el largo plazo, que invitar a algunoslíderes a Washington a hacer compras. Porque lo queles cuentan, ya lo saben.

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El periodismo integral

Los medios de comunicación no son creativos,son reiterativos y profundamente negativos: la críticaes común y es formulada de la misma forma por losgobiernos, las élites y la comunidad. Tantaunanimidad debe abrigar verdades p e r o :noforzosamente por los mismos motivos. Las diferenciasvan del deseo de verlos convertidos en correa detransmisión hasta la esperanza que reflejen elconjunto de procesos.

Lícitas o no, las críticas se articulan alrededorde una cultura periodística que tiende a considerarnoticia únicamente el trenque se descarrila.Accidentes, ca tás trofes , asesinatos, guerras,escándalos ... son tratados cada día en prioridad comosi esas fueran las manifestaciones de la realidad quemerecen ser corriunicadas.

No hay de qué extrañarse: de una lógicaperiodística que establece una versión desesperadade la cotidianidad; no puede desprenderse sino unasensación penosa para los lectores, televidentes yoyentes: la de un mundo gris, violento e irremediable,donde el ser humano sí es' el peor enemigo de suespecie. En esas circunstancias, tratar de estarinformado es dar muestras de un enormemasoquismo. Muchos medios no imaginan por qué seestán quedando sin clientes....

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Sería iluso creer que los periodistas puedenevadir ciertos hechos de gran impacto. Es evidenteque hay agendas que se imponen y que, además, seinstalan en espacios estelares. En ese caso, el dilemano está en el tema sino en la forma como estransmitido. ¿Es mostrado en su contexto, en sucomplejidad y en su conjunto, según la fórmula deEdgar Morin? No. Los noticieros de televisión sonuna miscelánea de notas de minuto y medio enpromedio. Ningún tema se puede redondear en esetiempo.

El conocimiento parcial y fragmentado de unproblema obstaculiza su comprensión y el necesarioejercicio de unir las partes al todo. No se trata, porello, de hacer periodismo-positivo (entre comillas),como algunos reclaman. Se trata de instalar a losusuarios de la información dentro de contextos yconjuntos y suministrarles suficiente y adecuadainformación a fin de que los hechos -cualesquieraque sean- sean percibidos en su globalidad y en sucomplejidad.

No hacerlo es una de las mayores deficienciasdel periodismo en el continente. El cubrimiento porfuentes (que es tan tradicional) resta fuerza temáticaal medio, lo lleva a mirar la información en formadeshilvanada y a hacer muy poco seguimiento. Loque importa, al parecer, es imitar a las agenciasnoticiosas en una carrera desenfrenada por registrarel mayor número de informaciones.

La cantidad crea una sensación de vértigo. Lanoticia más reciente desplaza a otras del mercado yde la atención ciudadana. No hay tiempo para asimilary comprender; menos aún para sentirse involucradoo querer participar. Y como la velocidad milita contrala memoria -como lo han descrito Paul Virilio y

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Milan Kundera- los lectores, oyentes o televidentesse convierten en espectadores, cada vez más escépticos,de un desfile de hechos inconexos.

Revertir esa tendencia implica aprender a poneren suspenso por un momento parte de la. agendanoticiosa pues es evidente que el medio mientrasregistra unos hechos .dcbe ayudar a esclarecer o acomprender otros. Trabajar en esa dirección implicahuirle a las obviedades, privilegiar la reportería y lainvestigación, poner el problema en perspectiva,consultar especialistas, analizar, indagar salidas ...y evitar el morbo que, como se sabe, es un ganchocomercial. Lectores, televidentes u oyentes (que sonclientes y ciudadanos) pueden así ver las inquietudeso,problemas de su sociedad como temas en proceso.

De costumbre, los problemas generan lasensación de que siempre-ha-sido-así-y-no-va-a­cambiar. Si el medio hace bien, su trabajo, esaspercepciones pueden variar porque los usuarios yano están confrontados únicamente con lo que pasa:saben por qué pasa, quiénes están involucrados, dequién o de quiénes dependen las salidas y quéconsecuencias habrá si se va en una u otra dirección.Esta dinámica puede ser un antídoto contra lasensación paralizante que produce la impotencia y laactitud necrológica de notario de sus propios dramas.

Un medio no, puede ir más lejos. Pero gracias aesa decisión de ampliar su mirada sobre los temas dela gente puede contribuir a ,que los ciudadanos noobserven su realidad desde el andén de enfrente,como usualmente decía Julio Cortázar. Éstos,mejorinformados, pueden sentirse parte interesada de lostemas locales y nacionales. De alguna manera, tieneque tomar cuerpo la democracia participativa.

El debate no se sitúa, entonces, entre un

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periodismo rehén de procesos destructivos y unperiodismo iluso y forzado a ser positivo. Un pingpong moderno y maniqueo -tipo guerra fría- 'entrenegativo y positivo. El reto del periodismocontemporáneo es escrutar en todas las direcciones ala vez. Ser una suerte de panóptico integral. No cabehuirle a los problemas ni instalarse en ellos. Lo queconviene es tratarlos en su contexto, su complejidady su conjunto y asumir que hoy la agenda pública (esdecir, la periodística) es tan amplia como la vidamisma. No se limita a los trenes que se descarrilan.

Ese periodismo integral (pocos son los medios,que lo practican), puede darle nuevos aires alperiodismo, reconciliar a los reporteros con su oficioy ~lo más importante- propiciar cambios profundosen la comunidad.

¿Acaso el periodismo dedicado a los desastres noincide en la conformación de mentalidades pesimistas,fatalistas y perdedoras? ¿Se puede dudar de los efectosdevastadores que produce la puesta en escena diariade un mundo de desgracias, caos y corrupción?¿Alguien puede extrañarse de saber que el mayordeseo de grandes franjas dejóvenes latinoamericanoses irse de sus países?

No es que los medios -como dicen los gobiernos­se inventen realidades surrealistas (por loimpensables). Es que los países son más que esasrealidades macondianas y la prensa, al mirar entodas las direcciones, lo puede probar.

Lo que sí es cierto es que la autoestima, elsentido de pertenencia, el sueño colectivo, la audaciapara contrarrestar la certidumbre de un no-futuro,necesitan un imaginario pujante que es difícil cultivaren un entorno kafkiano.

Esos ingredientes están en la sociedad.

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La mala conciencia de las élites

El periodismo en América Latina ara en el vacío.Salvo algunos pasos estructurales -en los últimosaños es en Chile donde más se han dado-, la realidadpolítica y social lejos de avanzar, parece congelada.Los populismos que, al igual que las dictaduras,parecían destinados a los libros de historia, resurgencon fuerza.

Los políticos, más impopulares según los sondeos,no dan señales de haber recibido los mensajes. Losempresarios, a quienes la apertura de mercados obligóa grandes remezones, siguen impávidos ante la deudasocial. Los intelectuales, ¿qué hacen los intelectuales?La juventud ha pasado de la rebeldía al deseo deemigrar. La mundialización globaliza sobre todo losprecios y. no encuentra líderes deseosos de explotarsus bondades, que las grandes mayorías siguen sindescubrir.

Las realidades, del continente son crudas. Lavieja izquierda, que no se deshace de sus catecismosmarxistas, ha sido un freno incuestionable a lamodernización de América Latina. ¿Cómo dudar deque su política de todo o nada ha incidido en elinmovilismo y en prácticas poco favorables a lacultura democrática?

Con todo, los responsables del drama son lasélites. Son ellas las que han gobernado y las que, apesar de las alertas en rojo, no reaccionan.

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Ningún país parecía fatalmente destinado a losdramas que enfrenta. Haití: más del 80 por ciento desu población en la miseria absoluta. Venezuela: unadirigencia voraz que dilapidó más de 200 000 millonesde dólares de riqueza petrolera. Colombia: una guerracivil a la que se llegó por falta de visión de lospartidos liberal y conservador. Ecuador: una clasepolítica populista ha conseguido volverlo inviable apesar de sus grandes potencialidades. Bolivia: lasélites piensan en inglés y alemán e ignoran a lamayoría de ese país que es aymara y quechua.Argentina: solo los políticos deben saber cómo unpaís con tantas etapas recorridas llegó a unendeudamiento que supera los 120 000 millones dedólares. Letanía a la vista ...

América Latina está sobrediagnosticada. Lasélites de cada país conocen las cifras y, a gradosdiversos, comparten la misma imposibilidad para irmás allá del statu qua. Hay una falta total de visión yde proyectos de futuro que compitandemocráticamente. Por eso, esas élites terminanplegándose a las lógicas políticas que, por fuera dealgunas opciones macro en lo económico, tienen muypoco que ofrecer a sus naciones.

La deserción de las élites del campo públicotambién se nota en la ausencia de partidos políticosserios y de programas viables de gobierno. Es como sifueran prisioneras inermes de 'un juego político que,en muchos casos, les es adverso.

Las élites están organizadas pero, por fuera desus intereses sectoriales o gremiales, nada lascompromete con las soluciones que necesitan suspaíses. Saben, por ejemplo, que en la reforma de laeducación y en su democratización se halla la baseestructural para que sus países despeguen en forma

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sustentable. Pero esa inversión clave se queda en eso:en un mero enunciado.

Las dirigencias no saben qué quieren. De hecho,pasan parte de su tiempo reiterando diagnósticos. Enello imitan a los políticos demagogos y causan lamisma impresión de vacío y desaliento, de desidia eirresponsabilidad. Ese desamparado pone a lassociedades desesperanzadas en manos de cualquieraventurero.

¿Qué país quieren? Esos debates son pococomunes y son, en general, especulativos. No .lesimplican costos, no acarrean consecuencias para susgremios que solo piensan en sus intereses, no loscomprometen con acciones. Para ellos, el sistemafunciona solo y, además, hay elecciones cada ciertotiempo. El libre mercado y la globalización hacen elresto.

¿Qué reingeniería necesita el Estado? ¿Cómoorganizar la vida pública a partir de los ciudadanos?¿Cómo forjar proyectos comunes que respeten ladiversidad de las naciones y en los cuales losciudadanos participen? ¿Cómo compatibilizar lanecesidad de competir con la responsabilidad de pagarla factura social? ¿Cómo convertir la política en unaherramienta digna para mejorar la calidad de vidaen sus países?

Esas dirigencias, con ideas sueltas o vagossentimientos, no interactúan. No tienen conectoresque les permitan priorizar, esclarecer los problemasy llegar a acuerdos. Y no los hay porque no existe lavoluntad de conocer a los otros protagonistas' de lasociedad ni el deseo de escucharlos y de constituircon ellos denominadores comunes. Se entenderá quees imposible plantar bases para acuerdos socialesamplios que sustenten las políticas de Estado.

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Por eso, las sociedades viven al borde de rupturas,sumidas en bloqueos tan reiterados como previsibles.La sensación de desesperanza entre las mayorías máspobres ha adquirido lentamente las características deuna certidumbre paralizante: su destino posible esacumular problemas y esperar que aparezca algúnlíder providencial. Otro caudillo.

Puestas ante .sus responsabilidades, las élitesimitan bien a los viejos sindicatos: culpan a losgobiernos y señalan su incapacidad para liderarconsensos. Lo cierto es que ni los gobiernos los negocianni las élites los propician. Gobiernos y élitesadministran el día a día. Ese factor exacerba suscontradicciones, caotiza la agenda pública, pone encuarentena el. interés público y en peligro el tejidosocial.

Las élites, en ese vértigo, ni siquiera se preocupande los mensajes que producen y del espectáculo quedan. Se sabe cómo pagaron tal irresponsabilidad lasélites de Venezuela, Perú y Ecuador, para hablar delos casos más recientes: Fujimori, Bucaram y Chávezno hacían parte de los sorteos ganadores. Ya pesar deesos campanazos, en sus países no se sacaron laslecciones. Ni en muchos otros.

Inconscientes de su papel, cómplices de prácticaspolíticas irracionales, las élites ni siquiera hanbuscado depurarse: han asumido en bloque un perfilque, si se mira la realidad de la mayoría de países, essinónimo de descrédito, ineficiencia, desidia ycorrupción.

¿Hay franjas modernizadoras? Las hay. Haydirigentes que saben que el problema de las sociedadeslatinoamericanas es principalmente el de sus élites.La falta de visión de futuro, su incapacidad paraconstruir proyectos de sociedad, su impotencia ante

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los populistas, su complicidad con los corruptos ...Los medios tienen una enorme responsabilidad

en este estruendoso fracaso de las dirigenciaslatinoamericanas. Las han alcahueteado. No hanpedido cuentas al poder político y, en casos, hancogobernado. Han propiciado el deporte deldiagnóstico en detrimento de la búsqueda desoluciones. No han contribuido a consolidar el terrenodel interés público, frente a los intereses privados,en países en los que la formación de la sociedad civiles todavía incipiente.

El periodismo establecido no ha confrontado alas élites ni ha sido su mala conciencia (entrecomillas), según la fórmula que usó Passolini paracalificar su actitud ante las élites italianas.

Hay medios que no se interrogan sobre suconducta. Es su derecho. Pero las prácticas editorialeso informativas sí forjan o refuerzan comportamientossociales. Si el medio cree que es esencial publicar losinsultos que a veces se prodigan los políticos, elloscreerán que para ser tenidos en cuenta debeninsultarse. Lo harán generosamente.

Hay ministros que, en vez de avanzar soluciones,pasan su tiempo diagnosticando lo que ocurre en susector. Y hay medios que se lo publican sinpreguntarse si para eso se nombra a un ministro.Hay medios que publican las promesas que hacen losfuncionarios de la administración. ¿Resultado? Haycataratas de ofrecimientos sin futuro. ¿Cuántosboletines, declaraciones, ruedas de prensa ... salen enlos medios, como si fueran primicias, a pesar de querepiten los lugares comunes de siempre? ¿Cuántos

. discursos se repiten en un gobierno porque muchosmedios juegan el papel de desmemoriados?

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En general, los medios investigan poco, facilitanla tarea de los poderes y de las élites y tienen pocaconciencia de su capacidad para incidir en las cosasque sí pueden cambiar. En general, no asumen, comoescribe Umberto Eco en Cinco escritos morales, que"la situación italiana también es la que es por culpade la prensa".

Si se invirtiera la fórmula, los medios podríanservir de grandes conectores entre segmentos de lasociedad que pugnan por cambios y proponen salidas.Pero no saben cómo consensuarlas. Dos actitudesfavorecerían esa tarea: la distancia que pongan conel poder y la actitud exigente que exhiban ante lasélites.

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La puerta giratoria

La puerta giratoria sigue de moda: los periodistasdejan el oficio y pasan a las oficinas públicas -oprivadas- como si fueran extensiones lógicas de lassalas de redacción. Hasta ahí no hay motivo dereflexión pues todo el mundo es libre de cambiar deprofesión.

Ocurre, sin embargo, que muchos periodistasvuelven a los medios cuando los partidos o los políticoscon los que se han involucrado pierden el poder. Yvuelven a dejarlos cuando creen que suena la hora dela alternancia política.

Para sus defensores, la puerta giratoria tieneuna enorme ventaja: permite ver de los dos lados delespejo. Comprender al poder y entender sus prácticasasí como analizar y explicar la conformación de sussímbolos, sus ritos y sus mensajes.

Mirado así, se crea la impresión de que el poder,sus actos, su visión y su estilo podrían ser mejordescifrados -es decir, comunicados- si los periodistascontaran con más herramientas. ¿Dónde obtenerlas?Obvio: en el poder. Interconectados con él. En unadependencia mutua que no implica doble juego nidoble lógica. Al fin y al cabo, la puerta giratoriavuelve siempre al mismo punto.

¡Si todo fuera tan fácil! La falacia de la puertagiratoria está en su propia lógica. Porque laincompatibilidad entre esas dos profes io ne s no

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depende de la cantidad de herramientas que tenganlos periodistas para entender (entre comillas) alpoder. Ni en su disponibilidad para mirar desde losdos lados del espejo. Es una incompatibilidadontológica. Al poder y al periodismo .los separan surazón de ser, sus principios, sus valores y susprácticas.

La política busca el poder, el periodismo es uncontrapoder. El poder decide, el periodismo informay opina. Los políticos gobiernan, los periodistasmedian y también fiscalizan. Los dos sirven a lasociedad y se juegan ante ella, pero por separado.Cada uno en su terreno, según su misión, sus interesesy su deontología.

El problema para los periodistas no es, entonces,de herramientas o de disponibilidad para entrar enla puerta giratoria. Es decidir si se cree el cuento deque esas dos profesiones son intercambiables. ¿Puedeuna persona, en forma simultánea, actuar y fiscalizarsu actuación; aspirar al poder y distanciarse de él;hacer parte de un sistema opaco y exigirtransparencia?

¿Puede asumir los dos papeles, hacerlo enconciencia y sin que sufran sus convicciones, susprincipios y sus valores? ¿Y, sobre todo, puede ejercerlas dos profesiones sin afectar su credibilidad?

Es indudable que la puerta giratoria funcionapues cada día son más los periodistas que la utilizan.Y cada día son más los propietarios de medios que lapremian: entregan la dirección de sus medios aantiguos ministros o funcionarios creando así desazónen sus redacciones y cortocircuitando su autoridadmoral en la opinión.

Porque el uso de la puerta giratoria no la vuelveética. Por el contrario. Ha agravado los malentendidos

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en los que se mueve hoy el periodismo. Hay personasque unas veces están en campaña y otras entrevistana sus contrincantes. Hay personas que dividen sutiempo entre el periodismo y las asesorías políticas.Hay periodistas que cada día estrechan más sus lazoscon gobiernos y políticos. Hay políticos con programasde televisión en los que fungen de periodistas. Haypolíticos que dirigen medios mientras van a losgobiernos a increparles por nO.entenderlos... _

Ese panorama no es gratuito. Los medios lopagan en credibilidad y los periodistas en confianza.¿Cuántos de ellos ya no creen que el periodismo esuna profesión que se puede ejercer, en forma digna,hasta la jubilación? La puerta giratoria no es el únicomotivo de deserción. Los salarios son poco atractivos,los horarios son inhumanos, los divorcios sonfrecuentes, faltan planes de carrera, la rutina (porquehay medios rutinarios) da mareo ... Una amplia franjade reporteros cree que la salvación, si la hay, está enotra parte.

De ahí a usar el oficio como plataforma parabuscar mejores horizontes no hay sino un paso. Larotación es grande en las redacciones e impone mayordesgaste entre los mandos medios que son los cargosmás estables. Hay razones: tener que formar sin cesenuevos reporteros, no avanzar -o muy lentamente­en los procesos, comprobar que sus países se repiteny, claro, asistir en directo al espectáculodesestabilizador de la puerta giratoria. Porque si lapolítica es mirada con fastidio en las redacciones, laentrada a la administración o a los gobiernos siguesiendo percibida, en algunos países, como parámetrode éxito social.

Esto incide en la forma como se hace periodismo.Para muchos reporteros (más obvio es en el caso de

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los directivos) esmás motivador estar con presidentes,ministros, altos funcionarios o figuras públicas quecon gente común de su comunidad. Ese es el caminode la puerta giratoria. El periodista con influenciadeja de percibirse como contrapoder. Y su poder -lapalabra, la libertad, la posibilidad de construirsentido-lo usa para correr tras un objetivo que niegade plano las opciones, visiones y actitudes que legranjearon influencia en su comunidad.

Por ello, cambiar de oficio es un derechociudadano. Pero cambiar para siempre. Alternarpolítica y periodismo es un contrasentido ético.

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Su majestad, el rating

El olfato, primero; el rating, después. Y lapregunta sigue vigente: ¿en función de qué los mediosde comunicación constituyen su programación o sumenú informativo?

Esa pregunta circula poco en las salas deredacción. Lo más usual (otro automatismo) es decirque al público es bueno darle lo que el público quiere.

¿Y qué quiere el público? Los departamentos demercadeo son expertos en medir esas apetencias.¿Así de simple? Así parece pues hay medios en losquelos gerentes de ventas inducen políticas informativas.El negocio se salva pero, en esas condiciones, esimposible hablar de proyecto editorial. Y un medio decomunicación es -debiera ser- fundamentalmente eso:una sensibilidad organizada alrededor de ciertosideales que preceden los estudios de mercadeo.

No es así, no siempre. Los ideales no sonconsiderados necesidades objetivas. El mercadeomide, a menudo, expectativas que necesitansoluciones funcionales: información sobre salud,agricultura, estado del tiempo, servicios ... No dicequé valores y qué filosofía el lector, oyente otelevidente quisiera ver llegar día a día a su domicilio.

¿Quién puede preguntar si usted quiere un mediodemocrático, independiente, con posicioneseditoriales esclarecedoras y valientes, volcado sobrela comunidad, plural, con grandes periodistas,

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excelentes imágenes, columnistas que escriban bieny' creen opinión y caricaturistas que escrutendescarnadamente todas las costuras del poder?¿Imagina las respuestas?

y bien, si las imagina es porque un medio nopuede ser una simple colcha de retazos. Necesita unalma. Un proyecto. Un equipo que, además de saberpor qué existe, sepa lo que el público quiere, quierasorprenderlo y, de vez en cuando, violarlo.

Mercadeo (aventas) dirán que no, que la relacióncon los clientes tiene que ser funcional, sobremedidas ... Ese discurso tiene consecuencias: lasredacciones no manejan políticas;' llenancupos. Y alhacerlo, el negocio se vuelve prioritario sobre todaslas' cosas. Eso explica por qué 'la televisión estáplagada de telenovelas,' reality shows, concursos,sorteos, series y otros enlatados.

La lógica es tan circular que es incuestionable:esa es la programación que ve la gente. '¿Qué quierever la génte? Lo único que conoce.' En este punto, eldebate con los programadores nace muerto pues segúnsus esquemas la demanda guía la oferta. Y cuando esal revés, los productos que ofrecen los canales lleganprecedidos' de masivos' éxitos en otros' países yobedecen' al mismo' perfil: gran público, ligeros,divertidos. NO es cuestionable quela televisión quieraentretener; lo cuestionable es que no haga sino eso.

No hay interés por formar al público. Ni pacienciapara hacerlo. Los canales no se piensan como un todo(entretenimiento, noticias, programas de opinión,deportes, temas de sociedad, nifiosv cultura ... ) ytampoco mercadean su imagen en forma' global. Suprogramación es una colcha deretazos enlaque cadasegmento debe ser rentable y serlo' en formainmediata. '

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¿Qué política editorial puede resistir la consignadel rating como único bien supremo? ¿Y puede elentretenimiento ser la única respuesta de un mediotan masivo como la televisión frente a sociedadesdesesperanzadas en parte, perplejas ciertamente perotambién ávidas de cambios, conocimiento y futuro?

Por eso, ya pesar de remar a contracorriente, elproyecto editorial debe estar por delante de lasurgencias de ventas y de las estrategias meramentecomerciales. El éxito publicitario es una consecuenciade lo que son los medios con sentido editorial. No surazón de ser.

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Las ideas, el otro desfase

Las salas de redacción son un sitio privilegiadopara ver cómo el mundo se parece a la lupa que cadauno tiene para observarlo. Pesan los intereses peroigualmente el patrimonio ideológico. La forma, deestar y de pensar la sociedad.

Los periodistas escapan 'difícilmente a esarealidad. Su extracción social y su formación moldeansus percepciones. Ya veces éstas se sienten en lo quetransmiten al público. Hay militantes de todo.

En periodismo sucede lo mismo que en geometría:si dos puntos constituyen una recta, dos artículospueden configurar un sentido. Es factible que si setoman las noticias una a una, no se sientan losreferentes. Pero, puestos ante un análisis de fondo,he visto algunos editores extrañados por ladirección que le han dado, sus redactores aúninconscientemente, a algunas coyunturas.

Esto ocurre porque en los medios no todos lostemas son seguidos ,con la misma intensidad. Hastahace algunos años, a los directivos les preocupabanla opinión, la política, la economía, la informacióninternacional y ... las páginas sociales. Sedesentendían de la línea informativa en otros sectores.

Con la ampliación del menú informativo (salud,educación, medio ambiente, jóvenes, niños, terceraedad, internet, ciencia, tecnología, medios,consumidores, tiempo libre, comunidad.. .) la tarea

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de la dirección se torna mucho más conceptual.Conceptual si quiere, claro, inscribir al medio en lasnuevas tendencias a las cuales están confrontadossus clientes. En ese sentido, ¿saben los mediosrealmente con qué parámetros van a encarar lasmutaciones de las que tienen que dar cuenta entantos campos?

Se habla, por ejemplo, de la globalización. ¿Yque se entiende con ello? La integración funcional demercados mundiales. Punto. Esto genera un malestaren el que Zaki Laidi, autor de La gauche a venir, ve"la expresión de una carencia política a pensar esenuevo tiempo del hombre" . La mundialización no selimita, en efecto, a la economía. El mundo entrasimbólicamente -dice Laidi- "en la intimidad socialy cultural de cada sociedad, con los efectos en cadenaque esa proximidad, deseada o temida, real ofantasmal, conlleva".

¿Cómo pensar ese inundo, y cómo vivir en esemundo, en el que muchas de las cosas de la vidacotidiana "son determinadas por factores exterioresal marco habitual en el que tenemos la costumbre deactuar y de pensar"? Igual ocurre con la ingenieríagenética, la biomecánica, la cibernética, lasbiotecnologías o la innovación tecnológica ennanotecnología que han revolucionado las cienciasde la vida y la construcción de máquinas inteligentes.O con internet, sus redes y su civilizacióntecnológicay la revolución que ha causado en: la comunicación,en la sociedad, en las personas y en su vida cotidiana.

Esas mutaciones se están dando y están. .

provocando cambios concretos yen cascada en la vidacotidiana. Su incidencia y su velocidad van aaumentar. Yeso no va a cambiar porque -siguiendoun viejo reflejo autista- se las invalide

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ideológicamente, que es lo que está pasando con laglobalización. ¿Acaso solo se están globalizando losmercados? ¿Y la protección de los derechos humanosy del medio ambiente, la creación de una Corte deJusticia Internacional y la defensa de libertad deexpresión?

El reto es pensar integralmente en esosfenómenos que se dan por primera vez en la historia,entenderlos, analizar sus alcances, interpretar susformas y prever sus consecuencias. La misma actitudy una gran dosis de imaginación se requieren parapensar en las profundas transformaciones quereclaman, en general, la educación, laintegración, laadministración y modernización del Estado, laconstrucción del espacio público, etc.

¿Cómo ponerse a tono con los conceptos yconocimientos necesarios para aprehender esacatarata de nuevos fenómenos? ¿Y cómo hacerlo enpaíses donde las ideas (que son las que propician loscambios) interesan, en general, tanpoco? La ausenciao escasez de debates, la poca producción editorial o subajo tiraje, la precaria importación de libros que enmuchos de estos países son costosos y desactualizados,muestran, entre otras cosas, la manera como lasélites y sus países se han relacionado con las ideas.

No han entendido que si quieren cambiar en ladirección que sea, tienen que ganar primero lasconciencias. Y ese paso sólo se puede dar debatiendoy demostrando que sus conceptos producirán en suscomunidades mejores resultados. No lo .h acen ymientras el mundo cambia a ritmos que desafían lacapacidad humana de adaptación, nuestros paísessiguen· hundidos en debates bizantinos cuyosreferentes ideológicos datan, en algunos casos, demedio siglo. O más.

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En el mismo drama está una buena mayoría deperiodistas. Venidos de extractos pobres, formadosen las universidades públicas, expuestos a discursossuperados, sin mayores referentes exteriores, lesresulta difícil ponerse en contacto con las ideascontemporáneas: no tienen acceso permanente a losnuevos libros, poco a internet y no conocen a losgrandes intelectuales algunos de los cuales pasan, devez en cuando, por sus países. Las razones son casisiempre las mismas: la televisión no tiene espaciospara ellos y son invitados por las universidades máscaras o por las cámaras de la producción que sólo lospresentan ante sus miembros. Esto se refleja en elperfil cansado y eterno que tienen muchos debates enmuchos países: los mismos actores, que dicen lo mismoy que llegan a las mismas conclusiones. No se avanza.

En esas circunstancias parece utópico pedir amuchos reporteros visión, nivel y generosidad en sumirada. Las élites sí reclaman a los medios -y lohacen airadamente- por actitudes periodísticas' queson, a sus ojos, expresiones de un arreglo de cuentas.Muchos comparan a ciertos reporteros consindicalistas o voceros de grupos contestatarios.

Ese desencuentro no siempre carece defundamento. La ideología funciona como un refugiocuando no haya qué asirse. Cuando no hay otrosreferentes que . sirvan de punto de comparación.Cuando las nuevas ideas, incluso las mejores, envezde ser debatidas, son mercadeadas como si se tratarade nuevas religiones. Las élites olvidan que el paísreal no ha viajado como ellas, no ha tenido acceso alos mismos libros ni goza de su nivel de vida. Esasélites no conocen: las formas horizontales y blandas(en el sentido posmoderrio) de ver ni saben, comosostiene Manuel Castells en La Galaxia internet, que

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"la nueva economía tiene un fundamento cultural:está basada en la cultura de la innovación, la culturadel riesgo, la cultura de las expectativas y, en últimotérmino, la cultura de la esperanza en el futuro".¿Acaso preparan conscientemente algún futuro?·

Mirar hacia otros referentes sirve para comparar.Para observar con cabeza fría fórmulas y resultados.En cualquier caso, sería falsamente audaz yfrancamente deshonesto creer que se puede hacerperiodismo sin hablar de ideas. De ahí la importanciade poner a los periodistas en contacto con las formasplurales de ver, pensar y administrar lacontemporaneidad. Es imposible, por ejemplo,informar bien sobre la actividad de unamunicipalidad, enel campo que sea, sin saber cómose conduce hoy una alcaldía. Y sin conocer dónde seobtienen mejores resultados y cómo se han logrado.

Un diputado ecuatoriano no entendía por qué sele criticaba por ir a Quito a reclamar partidas paraluego repartirlas en su provincia como si salieran desu bolsillo. Él estaba convencido de que esa era lalabor de un buen diputado y no entendía cómo fueprohibida en la Constitución de 1998. Él no sabía quéotra cosa podía hacer en el Congreso. Legislar ymodernizar jurídicamente al Ecuador era para éltarea de los diputados capitalinos. En todo caso, ensu provincia jamás entenderían que no gestionarafondos. Esa era la idea que él y sus electores teníande lo que es ser un buen diputado.

Para cambiar actitudes, comportamiento ypolíticas se requiere, entonces, cambiar de ideas ypatronos de pensamiento. Un medio que no acompasesus políticas informativas con lineamientosconceptuales contemporáneos no puede informarcorrectamente ni orientar a sus usuarios. Se habla,

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por ejemplo, de cambiar la educación. Ese es motivode foros y huelgas. ¿Cuál es el modelo de educaciónque guía esos debates? ¿Se habla; como proponeCastells, de una "nueva pedagogía basada en lainteractividad, la personalización y la capacidad depensar y aprender de manera autónoma"?

¿Ministros de educación y profesores estáncuestionando sus esquemas para darle cabida a unavisión en la cual se aprende siempre y en la cual loimportante es saber encontrar la información, saberlacombinar y saberla utilizar a cada instante?

Sin una visión -y una visión de futuro- esimposible seguir procesos en los que se juegan susdestinos muchas comunidades. Esa renovaciónconceptual debe ser permanente y general en lasr'e dacc ione s. De nada sirve,en efecto, que losperiodistas que cubren política conozcan' cómo seadministra hoy un Estado y qué implicaciones tieneaquello para los gobiernos, los partidos políticos, ylos ciudadanos si la sección educación solo se ocupadel fuego cruzado entre el ministro y los sindicatos demaestros o si en la sección mujer se sigue pensandoen la guerra de sexos, como Id hizo Simane de Beauvoirhace cincuenta años. Ninguna sección de ningúnmedio está exenta de este análisis.

Es imposible, en todo caso, hacer buen periodismoy no prestar atención a las ideas que sustentan losprocesos informativos que se manejan ta di~rio. Elbagaje ideológico pesa en la labor de informar.

Sin embargo, no perderle la pista a las ideas escostoso.- Para muchos periodistas el precio de loslibros es prohibitivo. Pocos medios cuentan con unabiblioteca y los I\OCOS qU~ la tienen no vivenobsesionadas, por las'noyeq~des.

Una cosa es segura: la oxigenación ideológica nose da por generación espontánea.

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La glorieta democrática

Uno de los muchos males que causael periodismoadministrativo es que convierte a los medios ennotarios cansados de las desgracias nacionales. Enese periodismo priman las fuentes que hacen parte,en general, de los centros de poder. La información,lejos de ser sincrética, recoge las visiones de esosprotagonistas que enel día se llaman y en las nochesse encuentran en los cócteles y se retratan. paramostrarse en los espacios de jet set o en las páginassociales. La lógica con la que actúan algunosempresarios, banqueros, comerciantes y miembrosinfluyentes de la inteligencia, se parece mucho a laadministración y a los políticos tradicionales.

A esas fuentes no les interesa lo que EdgarMorin llama el pensamiento complejo. Tienen susverdades y creen que el deber de los medios es darlasa conocer. Tienen interésesIque pueden ser legítimos)pero quieren hacerlos avanzar por delante de los deotros segmentos de la población. Para eso sirven elpoder y los contactos en los medios de comunicación.

El desfile de boletines de prensa, gacetillas ydeclaraciones en las redacciones patentiza esa carrerapara obtener un lugar enel competido mercado de lainformación. Y todavía algunas de esas fuentespretenden que los medios se los, publiquen comosalen de sus oficinas de relaciones públicas.

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Muchos medios lo hacen. Aúpan ese periodismo,hacen creer que es posible hacer este oficio (radiosobre todo) sin periodistas y, en casos, mezclaninformación y publicidad. Esos problemas (haymuchos más) los propician los medios, no las fuentespues es explicable que empresas, bancos, políticos ygobiernos quieran avanzar sus peones según susestrategias y hacerlo en forma preponderante.

Si el medio acepta su lógica favorece elpensamiento unívoco y el establecimiento de políticasque van en su detrimento. La más directa es que yano media: transmite visiones que no interactúan nicompiten con otras en el espacio público.

Los medios no son conscientes, al menos nosiempre, de las consecuencias que esto acarrea: partede la sociedad es excluida de la información y recurrea otras formas para ser tenida en cuenta: paros,levantamientos, bloqueos...

El periodismo necesita democratizarse. EnAmérica Latina el poder no sólo se exhibe sino que sequiere ejercer sin contrapesos. No se entiende que lademocracia es fundamentalmente el reconocimientode las contradicciones que deben aflorar, ventilarsey procesarse cívicamente. Los medios puedencontribuir a que la democracia sea efectiva y eficientey a que tenga reales contenidos políticos y sociales.Pueden ayudar a que los ciudadanos perciban lacomplejidad y, en vez de refugiarse en quejas, actúeny participen.

Pensar complejo es mirar al mismo tiempo enmuchas direcciones. Es poner a circular en el flujoinformativo a aquellas franjas de la población que notienen relacionadores de prensa. Es pugnar porquelas lógicas ni se excluyan ni se vuelvan extremistas.

Si se sigue la metáfora de la glorieta, los medios

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deben buscar que un máximo de autos circule, quetodos tengan su carril y respeten las mismas reglas.Por no hacerlo se ayuda a que los problemas seacumulen, la pobreza apenas retroceda, la corrupcióncampee y las sociedades luzcan desesperanzadas.

Los medios sí pueden ayudar a que lasdirigencias -parte de ellas por lo menos- quieranrealmente jugar su papel de élites y a que los másmarginados superen las visiones simplistas de lasviejas ideologías marxistas. Esto no es teorizar unsupuesto centro político. Es abogar por la construccióny desarrollo de un espacio público y por la construccióny desarrollo de una visión democrática del interéscomún. El medio no puede ir más allá. Su esencia noes ser un poder sino el primer contrapoder.

El desarrollo democrático sugiere entoncesrepensar el periodismo. Los que defienden laexistencia de una prensa notarial están en su derechopero no admiten la responsabilidad que tienen losmedios de comunicación en el bloqueo que, en gradosdiversos, afecta a las sociedades latinoamericanas.

Asumir el partido de la sociedad es darle nuevosaires a la democracia. Esa política pone al medio quela practique a igual distancia de todos los poderes.

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Todólogos contra especialistas

¿Qué debe saber un periodista? Escribir. Esa esla respuesta automática en muchas redacciones. Conese verbo se cree haber descrito una misión y agotadouna de las interrogantes esenciales de este oficio. Lamisma lógica parece que se maneja en la mayoría delas facultades de comunicación que, huyéndole a laespecialización, decidieron que el perfil perfecto delperiodista es el todólogo.

No extraña, pues, verlo correr tras losfuncionarios con una grabadora o un micrófono enmano y pasar su vidas resumiendo discursos oboletines de prensa. Con poca formación, su vidadiscurre entre ruedas de prensa y búsqueda dereacciones. Nadie espera que explore y cuentehistorias de fondo. Su destino parece ser resumir,transcribir, estar presente.

El todólogo trabaja mucho. Hay diarios, radios ycanales en los que les piden hacer tres y hasta cinconotas por día. Se entiende:· van a cinco sitios y,basados en lo que oyen o encuentran, hacen susreportes. Trabajan mucho, entonces, pero no necesitanni grandes destrezas ni profundos conocimientos.

En realidad, sigue siendo poca la prensa en laque se habla de valor agregado. Algunos todavíacreen que esa característica es propia de mediosespecializados. Les cuesta admitir que. atañe a lacalidad intrínseca de toda la información.

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Hay allí un concepto que se opone radicalmenteal del periodista todólogo. El especialista ni se limitaa transcribir ni trabaja por fuentes. Lo hace portemas y no se fía de versiones: coteja los hechos, losanaliza y los pone en perspectiva. En ese sentido, suinformación resultará más completa y más veraz. Alusuario le llegará desmenuzada y tamizada por suconocimiento .

.Esos profesionales ni sirven a las fuentes nidependen de ellas: son interlocutores. calificados yexigentes que, al densificar los procesos informativos,dan mayor credibilidad al medio. Por eso cuestanmás. Con ellos se acaba el círculo vicioso propuestopor las facultades de comunicación al lanzar a lacalle .miles de jóvenes con diploma de periodista. Lainmensa mayoría tiene muchas, ganas de trabajarpero no tiene nada que proponer.

- ¿Qué saben? ,- Escribir, responden los recién llegados a

una redacción.-:- ¿Escribh sobre qué?- Sobre lo que nos pong~n. .Quieren decir que podrán hacer de todo y que lo

sabrán hacer. Y no es verdad. No 10 es porque lostodólogos no pueden informar, profesionalmente, deeconomía porque de economía nada saben. Ni decultura porque no saben a fondo de literatura, depintura, de teatro, de arquitectura... etc. .

Tampoco pueden informar, profesionalmente,de salud porque no' saben de medicina ni deadministración de salud pública. ¿Saben informar.profesionalmente, de agricultura, filatelia, ganadería,construcción, urbanismo o decoración? No, no saben.Podrán ser todólogos yeso significa ir a cinco sitiospor día y hacer notas que, en sustancia, sobrevuelantodo y no dicen nada.

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El valor agregado no sale, con el perdónrequerido, de las facultades de periodismo. Sólo lodan los profesionales en cada sector. Y ya hay mediosque han creado la infraestructura necesaria paraacogerlos, formarlos y volverlos periodistas. Nadiedudará de que es más fácil enseñar a escribir a uneconomista, a un médico o a un agrónomo queenseñarles economía, medicina y agricultura a tresperiodistas.

¿Y quién en la sociedad se quejará de que lasnoticias del área de salud las maneje una personaque se ha preparado concienzudamente en ese campo?¿Qué área escapa a esa lógica? Ninguna.

Una vía intermedia -y corriente en algunosmedios- es la de especializar .periodistas sobre elterreno: permitirles que se dediquen, a tiempocompleto, a un tema. Ese seguimiento pormenorizado-al cual se agregan cursos, lecturas sistemáticas,seminarios, encuentros con especialistas- losconvierte, con el tiempo, en interlocutores calificadosen sus sectores. También así se le puede dar valoragregado a la información.

La especialización no sólo encuentra oposiciónen las gerencias. En general, las asociaciones ysindicatos de periodistas y las facultades decomunicación también se oponen. Defienden loindefendible. Sus argumentos justifican, en lapráctica, ese periodismo todero y administrativo queni habla bien del oficio ni rinde mayores beneficios alos lectores, oyentes y televidentes.

En el fondo aplican la ley del hortelano: ni seadecuan al mercado ni admiten que es mejor para lasociedad y más responsable para un medio tenerprofesionales que conozcan a fondo los temas de losque se ocupan. Además agravan su caso reclamando,

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en la peor tradición sindicalista, dos despropósitos:que aquellos que escriban u opinen en un mediotengan que ser graduados en periodismo y que losperiodistas tengan que ser miembros de sus colegioso asociaciones. Las dos militan contra principiosexplícitamente afirmados en cualquier constitucióndemocrática: libertad de opinión y libertad deasociación.

El periodismo hecho por profesionales en cadasector no solo les conviene a los usuarios. Es útil aloficio. Lo profesionaliza y le da mejores perspectivasen el mercado. Impone, claro, cambios en lasfacultades de periodismo y una nueva mentalidadentre los que quieren ejercer la profesión. Hacia alláes adonde está destinado acrecer.

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¿Y para qué sirve un medio?

Sí, hay cosas curiosas en el periodismo. Por lomenos -y con los peligros que conllevan lasgeneralizaciones- en el periodismo latinoamericano.

Lo que más salta alojo es que los periodistas nonos preguntemos qué hacemos ni cómo lo hacemos.Peor, qué resultados produce lo que hacemos. En lasredacciones no hay tiempo. No es verdad, pero así sevive. Lo cual es una coartada, tan cómoda comoinconsciente, para no plantearse preguntas quepodrían alterar esas extrañas costumbres en la quenos instalamos los periodistas.

Nos encanta pensar -y esas cosas se dicen- quelos medios de comunicación son un vértigo. Unasuerte de huracán ante el cual la única boya desobrevivencia son los reflejos profesionales.Consecuencia: los medios se limitan a reaccionarante los acontecimientos. Pocos son los. que hanestablecido mecanismos estructurales para que lasnoticias tengan -como suelen tener- pasado y futuro.Sin contexto y sin seguimiento, las noticias son, enmuchos casos, cataratas deshilvanadas eincomprensibles de hechos,. anuncios, promesas,comunicados y, a veces, publirreportajes.

La noticia chatarra también existe.Sumidas en el vértigo y desmemoriadas: así

lucen muchas redacciones que, con horariosdespóticos, no han tratado de responderse dos de las

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preguntas fundamentales de su razón de ser: ¿paraqué sirve un medio y para que sirve un periodista?

Por supuesto, no hay una sola respuesta. Estasdependen de la misión de cada medio, de lascondiciones de la comunidad de clientes que sirve, delas realidades sociales y políticas del país donde setrabaja y de la estrategia que se traza cada mediopara competir en las mejores condiciones en elmercado.

La respuesta 'la misión de un medio es informar'que tantas veces se escucha, es una verdad a medias.a una media verdad. El verbo informar implica unacadena de malentendidos. ¿Qué es noticia?

Noticia es, en efecto, para algunos, hasta elbostezo de los funcionarios del gobierno. Y eseperiodismo de grabadora y cámara parqueado antelas dependencias oficiales no solo luce viejo yacartonado:· está matando esta profesión, estáconvirtiendo a los periodistas en mensajeros dediscursos y en editores de procesos etéreos, estádejando sin aire al más bello oficio del mundo, segúnla expresión de Gabriel García Márquez.

El periodismo hecho con meros reflejos y airebohemio se acabó. Si. los periodistas queremosreconciliarnos con el espíritu genuino del oficio,tenemos que responder en cada redacción ese par depreguntas. Puede haber sorpresas: puede que sedeba desaprender, invertirlas jerarquías, colocar ala comunidad en el primer plano de las prioridades,cambiar los métodos de trabajo y, en vez de hacerleun culto al vértigo, convertir las salas de redacciónen espacios de pensamiento y de creatividad.

Puede que se deba aprender a mirar enperspectiva, fijar filosofías informativas y editorialesy hacerse a la idea de que; además de periodistas,

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también somos ciudadanos. Ese cambio involucra alos periodistas y, en particular, a los accionistas.

Responder esas dos preguntas conduce a uncuestionamiento integral del oficio. Integral ynecesario sobre todo si, a futuro, se quieren forjarverdaderas instituciones.

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