perfil y evolucion del sistema de partidos en chile

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PERFIL Y EVOLUCION DEL SISTEMA DE PARTIDOS EN CHILE Paulo Hidalgo (*) Chile, en comparación con otros países del conti- nente, ha contado con un sólido sistema de partidos que históricamente fue el mediador privilegiado entre el Estado y la sociedad. Para comprender a cabalidad esta afirmación el paso obligado es situarse en las coordenadas de desarrollo de la sociedad chilena. En efecto, lo que en otros contextos latinoamericanos se verificó de manera asincrónica, en Chile se dio simul- táneamente; es decir un proceso de industrialización sustitutiva (una industrialización "liviana" de bienes de consumo que antes se importaban) y la existencia por un largo período de un régimen político democrá- tico con un proceso de democratización sustantiva que permitió unos grados de participación ampliados. Como lo han demostrado algunos notables historia- dores políticos (1) la democratización chilena no fue un proceso unilineal y armónico sino que consistió en una incorporación gradual de diversos sectores socia- les a la ciudadanía económica, social, cultural y polí- tica que se efectuaba en forma mediatizada, segmen- tada, conflictiva —con marchas y retrocesos— en función de la efectiva capacidad de organización y presión sobre el Estado que a la postre se erigía en el único referente de la acción colectiva. En esta trama el sistema de partidos y la clase política que le era consustancial, configuraban el instrumento privilegiado para acceder al Estado y el único puente para que los diversos sectores sociales se tornaran en actores de relevancia nacional. Así la singularidad política del país consistía en el entrela- zamiento, solapamiento o imbricación que se verifi- caba entre élite política —partido y grupo social (2). Este fenómeno con variantes y matices importantes es generalizable a América Latina en su conjunto como bien lo ha destacado recientemente Ludolfo Paramio y contribuyó a la larga a una marcada sobre- carga del Estado. Según argumentos de Marcelo Cavarozzi la ausencia en América Latina de una cultura política centrada en una legitimidad estatal de tipo legal racional o si se quiere apegada a los procedimientos de selección de gobernantes y toma de decisiones, condujo a la configuración de un Estado doblemente cautivo y genéticamente débil: "el Estado depende en su legitimidad de su capaci- dad para ofrecer mejoras económicas a un conjunto de actores sociales que, a su vez, dependen del Estado sustancialmente para mantener su posición económica y social" (3). Volviendo al caso chileno es posible destacar cier- tos rasgos positivos de esta particular estructura polí- tica. En primer lugar su notable estabilidad. Sin abundar en mayores detalles la longevidad del sistema político chileno se explica en gran medida por una temprana —según canones latinoamerica- nos— formación del Estado que se asienta ya en 1830 sobre la base de la hegemonía de la oligarquía agraria del valle central. Además el ente estatal cumple un papel clave en la canalización y distribu- ción de los recursos económicos. A él se irán inte- grando otras facciones oligárquicas, tanto como sectores medios —el Partido Radical— y expresio- nes del artesanado y del embrionario movimiento popular —el Partido Demócrata—. Más tarde en la década del treinta se incorporarán al Estado socialis- (*) Chileno. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad de York. Inglaterra. Master en Ciencias Sociales por FLACSO, México. Actualmente es investigador visitante en la Fundación Pablo Iglesias, Madrid. ( I ) Mario Gongora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Ed. Universitaria, 1986, Chile; Sergio Villalobos, (comps), Historia de Chile. Ed. Universitaria, 1990, Chile. Manuel Antonio Garretón, El proceso político chileno. Flacso, Chile, 1983; Arturo Valenzuela, The breakdown of democratic regimes- Chile. Johns Hopkins University Press, 1978, Estados Unidos. Ludolfo Paramio, El final de un ciclo y la crisis de unos actores: América Latina ante la década de los 90. Ponencia presentada al XV Congreso Mundial de Ciencia Política. Buenos Aires 21-25 de julio de 1991. 21

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PERFIL Y EVOLUCION DELSISTEMA DE PARTIDOS EN CHILE

Paulo Hidalgo (*)

Chile, en comparación con otros países del conti-nente, ha contado con un sólido sistema de partidosque históricamente fue el mediador privilegiado entreel Estado y la sociedad. Para comprender a cabalidadesta afirmación el paso obligado es situarse en lascoordenadas de desarrollo de la sociedad chilena. Enefecto, lo que en otros contextos latinoamericanos severificó de manera asincrónica, en Chile se dio simul-táneamente; es decir un proceso de industrializaciónsustitutiva (una industrialización "liviana" de bienesde consumo que antes se importaban) y la existenciapor un largo período de un régimen político democrá-tico con un proceso de democratización sustantivaque permitió unos grados de participación ampliados.Como lo han demostrado algunos notables historia-dores políticos (1) la democratización chilena no fueun proceso unilineal y armónico sino que consistió enuna incorporación gradual de diversos sectores socia-les a la ciudadanía económica, social, cultural y polí-tica que se efectuaba en forma mediatizada, segmen-tada, conflictiva —con marchas y retrocesos— enfunción de la efectiva capacidad de organización ypresión sobre el Estado que a la postre se erigía en elúnico referente de la acción colectiva.

En esta trama el sistema de partidos y la clasepolítica que le era consustancial, configuraban elinstrumento privilegiado para acceder al Estado y elúnico puente para que los diversos sectores socialesse tornaran en actores de relevancia nacional. Así lasingularidad política del país consistía en el entrela-zamiento, solapamiento o imbricación que se verifi-caba entre élite política —partido y grupo social (2).

Este fenómeno con variantes y matices importanteses generalizable a América Latina en su conjuntocomo bien lo ha destacado recientemente LudolfoParamio y contribuyó a la larga a una marcada sobre-carga del Estado. Según argumentos de MarceloCavarozzi la ausencia en América Latina de unacultura política centrada en una legitimidad estatalde tipo legal racional o si se quiere apegada a losprocedimientos de selección de gobernantes y tomade decisiones, condujo a la configuración de unEstado doblemente cautivo y genéticamente débil:"el Estado depende en su legitimidad de su capaci-dad para ofrecer mejoras económicas a un conjuntode actores sociales que, a su vez, dependen delEstado sustancialmente para mantener su posicióneconómica y social" (3).

Volviendo al caso chileno es posible destacar cier-tos rasgos positivos de esta particular estructura polí-tica. En primer lugar su notable estabilidad. Sinabundar en mayores detalles la longevidad delsistema político chileno se explica en gran medidapor una temprana —según canones latinoamerica-nos— formación del Estado que se asienta ya en1830 sobre la base de la hegemonía de la oligarquíaagraria del valle central. Además el ente estatalcumple un papel clave en la canalización y distribu-ción de los recursos económicos. A él se irán inte-grando otras facciones oligárquicas, tanto comosectores medios —el Partido Radical— y expresio-nes del artesanado y del embrionario movimientopopular —el Partido Demócrata—. Más tarde en ladécada del treinta se incorporarán al Estado socialis-

(*) Chileno. Licenciado en Sociología y Ciencias Políticas por la Universidad de York. Inglaterra. Master en Ciencias Sociales porFLACSO, México. Actualmente es investigador visitante en la Fundación Pablo Iglesias, Madrid.

( I ) Mario Gongora, Ensayo histórico sobre la noción de Estado en Chile en los siglos XIX y XX. Ed. Universitaria, 1986, Chile; SergioVillalobos, (comps), Historia de Chile. Ed. Universitaria, 1990, Chile.

Manuel Antonio Garretón, El proceso político chileno. Flacso, Chile, 1983; Arturo Valenzuela, The breakdown of democratic regimes-Chile. Johns Hopkins University Press, 1978, Estados Unidos.

Ludolfo Paramio, El final de un ciclo y la crisis de unos actores: América Latina ante la década de los 90. Ponencia presentada al XVCongreso Mundial de Ciencia Política. Buenos Aires 21-25 de julio de 1991.

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tas y comunistas, y más tarde la Democracia Cris-tiana. A esto hay que añadir el profundo arraigooriginario de los partidos que no son meras entele-quias de notables gestadas desde las alturas. Chileconfigura, como se sabe, formas de representación sise quiere marcadamente clasistas. La izquierda naceen la zona del puerto de Valparaíso y del norteminero, teniendo como caldo de cultivo la existenciade un proletariado que vive en condiciones de uncapitalismo salvaje en comunidades cerradas que leshace generar un fuerte sentido de identidad y deoposición: el Partido Radical como una escisióntemprana de corte jacobino de la oligarquía ilustraday que más tarde nuclea a los sectores medios deorigen estatal; el Partido Socialista que recoge a unamplio movimiento de capas medias, universitarios ytrabajadores de la capital y otras ciudades importan-tes durante la crisis del 30, etc. Es quizás solamenteen la derecha en donde existe un cierto déficit derepresentación política en tanto siempre hubo unatensión irresuelta entre intereses corporativos decorto plazo y fallidas elaboraciones de proyectossocio-políticos de mayor envergadura (4).

En suma, la sociedad chilena a partir de la décadadel 30, en particular con el acceso al gobierno delFrente Popular, exhibe un alto grado de integración.Se trataba en definitiva del predominio de un sistemade partidos que presenta una oferta ideológica"completa". Es decir había una derecha, un centro yuna izquierda lo que permitía una efectiva ubicaciónde la ciudadanía en algún punto del espectro. Aquí nosucedió el complejo fenómeno del populismo quecomo un movimiento político amorfo, heteróclito,transclase se agotaba en la energía y carisma de ungran caudillo nacional. La masa campesina era lagran excluida del arreglo político chileno y la derechamantenía en el parlamento un gran poder de veto ytutela sobre este sector social a la vez que desarro-llaba, como ya se dijo, una política de corte eminen-temente defensivo.

EL DERRUMBE DEL ARREGLODEMOCRATICO

Esta configuración política con el correr deltiempo mostró claros signos de desgaste. Se hicieronpatentes algunas debilidades originarias comocambios en el campo y orientaciones de las fuerzaspolíticas que conducen finalmente al derrumbe de lademocracia chilena. Esto merece algunas precisioneshistóricas.

El primer gran ciclo del sistema de partidos enChile se cierra con la experiencia caudillista delgeneral Carlos Ibáñez que se prolonga de 1952 a1957. Él era un militar que había tenido presenciaen la escena política durante la crisis salitrera

(década del veinte) y la depresión del treinta comouna de las figuras más descollantes junto a Marma-duke Grove (fundador entre otros líderes delPartido Socialista) de un estamento militar deoficiales jóvenes, descontentos con la estrechez dela sociedad oligárquica y en búsqueda de alternati-vas ante el vacío político de aquel entonces. En loscincuenta este líder que reemerge se propuso reco-ger cierto hastío social que estaba en fermentaciónpor la actividad política canalizada exclusivamentepor los partidos políticos que eran crecientementepercibidos como cliques estrechas (en particular sedevalúa la imagen del Partido Radical que aparececarcomiendo y utilizando prebendariamente elaparato del Estado). Junto a éstos se hacen cadavez más claros los endémicos cuellos de botella delmodelo económico que acusa signos de agota-miento. Ya a estas alturas el estancamiento de laagricultura como una suerte de bastión feudal de laclase terrateniente era insostenible. El énfasis enuna política de sustitución de importacionesdescuidó la posibilidad de ampliar y diversificar lasexportaciones, generando de este modo un altogrado de estrangulamiento en la balanza de pagos.Únicamente el cobre cubría cerca del 70% de lasremesas de divisas del país. Las presiones inflacio-narias afectaron duramente el nivel de vida de lapoblación; entre 1952-55 el ritmo de aumento anualde los precios al consumidor pasó del 12% al86%.

De este modo el tema principal de Ibáñezdurante la campaña presidencial, ante este pano-rama que se describe, fue precisamente su ataque alos partidos (señalados como incapaces de repre-sentar a crecientes sectores sociales y de resolverlos ingentes problemas económicos del país). Sinembargo, la gestión de Ibáñez que se presentacomo un gran salvador nacional fracasa rotunda-mente. Políticamente es incapaz de articular "desdearriba", el desencanto con el sistema político histó-rico, como efectivamente ocurrió con los populis-mos clásicos de Perón o Getulio Vargas. Sugobierno se caracterizó por un marcado erratismo eineficiencia que lo llevaron a aplicar indistinta-mente políticas de corte estatista, liberal, con unefímero plan recomendado por la famosa "misiónklein sacks", que es desechado rápidamente por elempresariado a la luz de los "sacrificios" querequería orientaciones izquierdizantes y de dere-cha. En buenas cuentas Ibáñez no abordó coheren-temente las limitaciones estructurales de la moder-nización incompleta de los gobiernos frente-popu-listas, tales como enfrentar el atraso agrario, ladependencia externa de un solo producto y el impe-rativo de una reforma económica global que desac-tivara los bloqueos económicos ya señalados, entreotros rezagos acumulados.

(4) Tomas Moulian, Desarrollo político y Estado de compromiso. Desajustes y crisis estatal en Chile. Estudios Cieplan N. 5 8, 1982, Chile.

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Luego del "vendaval" ibañista reaparece elsistema partidario con mutaciones importantes (5). Seasiste a un paulatino debilitamiento del centro polí-tico representado en el Partido Radical cuya flexibili-dad histórica hacia los dos polos del espectro partida-rio permitía el equilibrio del sistema político. Elcentro es ocupado progresivamente por la democraciacristiana que se caracteriza por un alto grado de rigi-dez y doctrinarismo que la lleva a esgrimir unproyecto político propio devaluando las alianzas polí-ticas. Este conglomerado obtiene en 1945 un 2,57%de los votos; en 1949 un 3,92%. El gran repunte seproduce en 1957 cuando logra un 9,94% de los votosy un 15% en Santiago —la capital— que consagra elliderazgo tanto partidario como nacional de EduardoFrei que es elegido Senador. Luego en las eleccionespresidenciales de 1964 Frei obtiene una de las vota-ciones más altas de la historia política del país, un55.7% de la votación. Por otra parte, se consolida unaizquierda con un creciente peso electoral: en 1958obtiene un 28,51% de los votos y más tarde en 1964un 37,7%, cuando accede al gobierno con un 36,2%.Estos resultados refuerzan en la izquierda la elabora-ción de una política que aspira a la formación de un"gobierno popular" desechando toda posibilidad deestablecer alianzas políticas. En su versión más radi-calizada la conquista del gobierno era percibida comoun proceso ininterrumpido hacia la instauración delsocialismo. Por último ante este cuadro de creci-miento de las alternativas reformistas y progresistasse genera un creciente anquilosamiento de la derechaque se encastilla aún más, a la vez de que opta poruna política de "mal menor", apoyando en sumomento sin condiciones (1964) a alternativas políti-cas como la Democracia Cristiana que bloquearan atoda costa un triunfo de la izquierda. La derecha serefunda en 1962 con la fusión de corrientes naciona-listas e históricas y comienza a elaborar una visiónagresiva de la democracia, de los compromisos quese habían gestado en Chile, y gradualmente construyeun proyecto político con claros signos autoritarios.

Como lo demuestra la descripción precedente elcuadro partidario que cristaliza en Chile presentaelementos evidentes de polarización. Si se pudierarecurrir a un término que grafique la situación esplausible aducir que a comienzo de los sesenta dejóde existir cualquier iniciativa estable y orgánica decooperación política. El período de las denominadas"planificaciones globales" como lo acuñó un historia-dor clásico (6) comprendió el intento de desarrollardos programas presidenciales que en verdad seproponían cambios ambiciosos y de largo alcance, sinlas mayorías y el consenso político necesarios: el deEduardo Frei entre 1964 y 1970 —la "Revolución en

Libertad"— y el de Salvador Allende —la "VíaChilena al Socialismo"— entre 1970 y 1973. Estossignos de deterioro del sistema político, evidentes enuna exacerbada partidización de la sociedad, unmaximalismo ideológico flagrante y desencuentro sinretorno de las diversas fuerzas políticas fueron eltelón de fondo del colapso. Se deben agregar losprocesos vividos durante los tres agitados años de laUnidad Popular que terminaron de minar el terrenopara cualquier acción política racional: la existenciade una movilización social extrema de carácterconfrontacional, una marcada desarticulación de lasociedad-descomposición capitalista—, una fascisti-zación y encono de las capas medias, y sabotajeabierto y desembozado de las clases empresariales,etc.

LA TRANSICION A LA DEMOCRACIA:EL ESCENARIO, LA EMERGENCIA YDESEMPEÑO DE LOS PARTIDOS

En marzo de 1990 asume luego de un prolongadointerregno militar el gobierno democrático de Patri-cio Alwyn, de filiación demócrata cristiana, encabe-zando una coalición de centro-izquierda básicamentejunto al Partido Socialista (ya repuesto de sus luchasintestinas y reunificado en un solo tronco).

Es menester afirmar desde un comienzo que elpilar político fundamental sobre el cual descansa latransición política en Chile es el acuerdo sustantivoque se logra entre aquellos sectores políticos —yamencionados— que se enfrentaron duramentedurante prácticamente tres décadas: el centro políticoDemócrata-Cristiano y parte sustancial de laizquierda simbolizada en el Partido Socialista. Sedebe agregar que aunque no participa en la coaliciónpolítica, el Partido Comunista —aunque tardíamentey desgarrado por pugnas internas y mediando unaradicalización de su juventud—, también se adhiere yllama a su militancia a votar por el candidato únicode la oposición democrática.

Es casi un lugar común señalar en Chile que latransición fue en parte posible porque la oposicióndemocrática elaboró un conjunto de pactos o entendi-mientos básicos para llevar al país a la democracia. Sise quiere esto se llevó a la práctica pagando determi-nados costos pero logrando beneficios indudablesque han encaminado al país en una senda segura degradual pero efectiva democratización. Tales pactosse pueden sintetizar esquemáticamente en cuatropuntos elementales: (7) (i) Pacto constitucional. Estafue la certidumbre de la oposición luego de encona-das discusiones de que era impensable un cambio de

Marcelo Cavarozzi, Manuel Antonio Garretón, (comps) Muerte y resurrección. Los partidos políticos en el autoritarismo y lastransiciones del cono sur. Flacso, 1989, Chile; Norbert Lechner, El sistema de partidos en Chile. Una continuidad problemática. Documento deTrabajo N. 249, Flacso, 1985; Paulo Hidalgo, Pasado y presente de los partidos de izquierda. Un ensayo interpretativo. CED, 1985, Chile.

Mario Gongora op cit... tercera parte.(7) José Joaquín Brunner, Chile. Claves de una transición. Leviatan 40. Verano 1990, España.

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régimen político sin reconocer la Constitución y lainstitucionalidad edificada por el régimen militar quese plasmaba en la Constitución de 1980. Esto Llevo ala oposición a nuclearse primero en la denominada"Concertación por el NO". Es decir, la campañamasiva que desplegó la oposición primero parainscribir en los registros electorales a la mayor canti-dad de votantes y luego a realizar una campaña paraconvocar a la ciudadanía a votar NO en el plebiscitollamado por el régimen militar para ratificar por otroperíodo de ocho años el mandato del General Pino-chet. Este evento electoral se realizó el 5 de octubrede 1988. La oposición democrática triunfó con un56% de los sufragios y la opción "SI" (por la perma-nencia de Pinochet por ocho años) logró un 44% devotos. Este fue el acto desencadenante de la transi-ción política. (ii) Pacto o acuerdo partidista. Esta fuela etapa de pasar de una coalición muy puntual einestructurada a una coalición de corte más perma-nente con cierta normativa de funcionamiento yacuerdos más desagregados. Se fundó la Concerta-ción de Partidos por la Democracia que postuló parala elección presidencial del 14 de diciembre de 1989a Patricio Alwyn, como se adelantó al comienzo deeste apartado. Este obtuvo un 55.17% de los votos; elcandidato del régimen militar Hernan Buchi obtuvoun 29,40% y Francisco Javier Errazuriz, un empresa-rio exitoso que se lanza de improviso a la arena polí-tica con un discurso de corte populista, logra un15,43% de los sufragios. (iii) Pacto electoral y degobierno. Esto significó un complejo trabajo políticode doble característica. Por una parte acordar larepartición de las diputaciones y senadurías en juegoa través de una dilatada negociación (puesto que elsistema electoral que se heredaba del régimen militarforzaba un bi-partidismo y por ende a crear dos gran-des coaliciones para lograr captar la masa mayor devotos). Por otra parte, se elaboró por un amplioespectro de comisiones profesionales y técnicas quefueron un verdadero gabinete en la sombra, unprograma de gobierno que contemplaba medidasdestinadas a democratizar plenamente al país (demo-cratizar la gestión municipal), buscar resolver de lamejor manera la terrible herencia de la violación a losderechos humanos y buscar aliviar mediante ciertasreformas (laboral y tributaria) los acuciantes proble-mas sociales de falta de servicios mínimos, salariosdeprimidos y desempleo. Se debe consignar que entreel plebiscito y la elección presidencial se acordaronentre el gobierno militar saliente y la oposicióndemocrática triunfante una serie de reformas a laconstitución votadas en un referéndum ad-hoc que alo menos amortiguó los aspectos más autoritarios queella aún presenta: permanencia del general Pinocheten la Comandancia en Jefe del Ejército, la existenciade senadores designados, la inamovilidad de lamayoría de los alcaldes del país, la existencia del

Consejo de Seguridad Nacional. (iv) Pacto en tornoa las claves del desarrollo del país. Se refiere a cier-tos acuerdos de más largo plazo en torno al impera-tivo de la mantención de una economía abierta, conuna fuerte inversión privada, tanto nacional y extran-jera, y a reconocer el papel central del mercado —enconsonancia con una readecuación del rol delestado— como asignador de recursos. En sumadesde un comienzo se aplacó o desactivó ante losinveterados temores de la clase empresarial nacionalcualquier amenaza al funcionamiento del régimen deacumulación capitalista en el país.

Como se ha demostrado en estudios de sistema departidos que se mantuvieron "congelados" por unperíodo prolongado bajo condiciones autoritarias, losgrados de continuidad de las lealtades políticas y lacapacidad de mantención en algunos casos de unamínima y sólo simbólica estructura partidaria avalanla afirmación del profundo arraigo que alcanzan —anivel de mentalidades y percepciones profundas entorno a la política— identidades políticas determina-das. A este respecto Chile no ha sido la excepción. Apesar del particular encono desplegado para "borrar"del mapa político tanto a los partidos de izquierdacomo de centro ellos lograron perdurar y más aúnreproducirse vicariamente en condiciones en extremohostiles. Esto se puede apreciar aunque sea en formamuy somera describiendo el desempeño electoral delarco político del país en las elecciones parlamenta-rias, tomando en consideración que la ley electoralpremia a los partidos de mayor envergadura. Elefecto directo de esta legislación fue que la oposi-ción democrática tuvo que pactar con gran detalle yestablecer una mutua cesión de escaños parlamenta-rios para maximizar la votación, lo cual por cierto nohizo reflejar a cabalidad las identidades y plenacapacidad de representación de cada partido. Laderecha se presentó aliada en sus dos componentesmás importantes. La Unión Demócrata Indepen-diente, más apegada al régimen militar y a la figurade Pinochet, y Renovación Nacional, de corte másmodernizante y preocupada de "lavarse el rostro" ymostrar credenciales democráticas. Configuraron lacoalición Democracia y Progreso. Lograron un33,35% en la elección de diputados y un 35,4% en laelección de senadores. En general la derecha tienecomo límite probable entre un cuarto y un tercio delelectorado.

El centro político; es decir la Democracia Cris-tiana que supera su tendencia histórica de "caminopropio" (imponer su propio proyecto político ymostrarse renuente a pactar con otras fuerzas políti-cas) y opta por una alianza perdurable con un sectorclave de la izquierda obtiene la primera mayoríarelativa en las parlamentarias. En diputados obtieneun 26,14% de los votos y se empina a un 32% desenadores. Una parte de la izquierda se presenta—debido a las restricciones legales aún vigentes—como Partido por la Democracia, cuyo eje central es

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un sector del Partido Socialista que realiza unaprofunda crítica de su quehacer pasado y emprendeuna renovación ideológica global y se comprometefirmemente con el régimen democrático. Otro sectorde la izquierda, básicamente el Partido Comunista yun sector ortodoxo del Partido Socialista que aúnpermanece en la matriz clásica marxista, se presentana la disputa electoral como partido Amplio deIzquierda Socialista. Este último conglomerado quese congrega bajo el rótulo de Unidad para la Demo-cracia obtiene un 5,31% de votos en diputados y un4,24% de votos para senadores. Por otra parte, elPartido Por la Democracia que se integra a la concer-tación de partidos por la democracia logra el 10,98%en la votación para diputados y el 11,9% de la vota-ción para senadores. Aunque muy por debajo de laDemocracia Cristiana este partido se convierte en elsegundo partido de la concertación y en el tercero enrepresentación parlamentaria en el país. Una vez queel Partido Socialista se reunifica luego de las eleccio-nes, se consolida como segunda fuerza política en lacoalición de gobierno obteniendo seis ministerios delprimer gabinete. (Ver cuadros N. 1, 2, 3).

Muy gruesamente se puede concluir este apartadoseñalando que el sistema partidario mantiene sus leal-tades y referentes clásicos pero más bien con unatendencia a la constitución, como acertadamente lo haseñalado Manuel Antonio Garretón, de un entramadopartidario de cuatro polos en vez de los históricosenfrentados tres tercios. (8) Tal aseveración se sinte-tiza en los siguientes aspectos: (i) un primer poloconstituido por una derecha escindida; un sector deella heredera del autoritarismo e incluso de la figurade Pinochet versus una derecha que busca moderni-zarse afanosamente y declara una firme adhesión alrégimen democrático. (ii) un segundo polo represen-tado por la Democracia Cristiana que pendula entreun retorno a su viejo hábito de "camino propio" odecidirse sin ambigüedades a establecer una alianzade largo plazo con la izquierda socialista. (iii) untercer polo expresado en el Partido Socialista yaunificado cuyo desafío es convertirse en una fuerzapolítica plenamente moderna, programática y autó-noma del centro político y de la izquierda comunista.(iv) por último se encuentra la izquierda comunista.Su disyuntiva es si enarbola definitivamente una polí-tica radical protestataria de pura reivindicación yexpresividad ética o se subordina a la hegemonía dela izquierda socialista.

ALGUNOS TEMAS DE FONDO

En general se puede sostener, como se percibe delanálisis precedente, que los partidos políticos chile-nos ya hicieron su "camino de damasco" en recono-

cer los errores que cometieron en el pasado y sinduda que han enmendado rumbos de manera signifi-cativa. Sin embargo, los procesos políticos son lentosy es posible a lo menos reseñar el tipo de desafíosque enfrenta el esquema partidario hacia adelante. Ami juicio lo fundamental es la capacidad de aperturaque éste posea para adoptar lo que se pudiera rotularcomo una radicalidad democrática. Recrear unasociedad plenamente participativa y aportar a la crea-ción de un sistema político sólido se ciernen comolos desafíos de este fin de siglo y en imperativo paralos conglomerados partidarios.

Por una parte, los partidos deben encarar unaprofunda modernización de sus estructuras y funcio-namiento generando canales de comunicación flui-dos y sistemáticos hacia la sociedad civil, y debenaprender a transitar y no confundir la especificidadde los tres ámbitos en que se desenvolverán: elEstado, el Parlamento y las organizaciones interme-dias de la sociedad civil.

Esta certeza supone, a mi juicio, en particularpara una alternativa progresista, la paulatina elabo-ración de un proyecto político que ponga en elcentro del debate público la compleja temática deltipo de proyecto nacional en sentido lato que nosacercaría a una forma de convivencia más libre eigualitaria. Aquí es especialmente relevante elespectro de reformas que es dable plantear alconjunto de las fuerzas políticas nacionales que seancapaces de sincronizar la competitividad, el creci-miento económico, la productividad con el avancedel poder de la sociedad —los trabajadores— sobrelas élites y el Estado. Lo recién señalado puedeactuar como un mecanismo evitatorio de una polí-tica simplemente pragmática, conservadora yacomodaticia. La condición política sine-quanon deesta demanda es la configuración a largo plazo en elpaís de un bloque de centro e izquierda que admi-tiendo grados de competencia y diferenciación en suinterior compartan un gran programa mayoritariopor los cambios sociales.

Por otra parte, contrarrestar una tendencia a laoligarquización de la política —aspecto de ciertavigencia en el panorama político actual— y a uncreciente "autismo" —con nexos poco claros hacia lasociedad— de la razón técnica nos lleva a enfatizarel tipo de recursos que la democracia puede desarro-llar. Entre ellos, se encuentra el robustecimiento delas instancias de participación de base e intermedias—la grass roots democracy de la tradición sajona—;el despliegue de una política periódica de rendiciónde cuentas del representante —cualquiera que élsea— ante sus representados —la accountabilitv---.Una legislación que asegure una adecuada rotaciónde los cargos a todo nivel y una vitalización de la

(8) Manuel Antonio Garretón, Partidos políticos, transición y consolidación democrática. Revista Proposiciones. Enero 1990 Ed. SUR,Chile; Un análisis complementario se encuentra en la REIS, N.° 50, abril-junio 1990, Rodrigo Baño, "Elecciones en Chile: ¿Otra vez lo mismoo al revés?"

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arena parlamentaria como espacio institucional decontrachequeo de la "performance" del gobierno entodos sus planos de actividad, etc.

Ahora que nos encontramos con bastante menoscertidumbres que antaño y sin un modelo-teórico-práctico que nos ordene el mundo de una vez y parasiempre, resulta más sano incorporar el conflicto y ladiscusión en torno a los límites de lo posible. Yasabemos que más allá de nuestra voluntad se escon-den formas de convivencia muy disímiles, como labarbarie del capitalismo salvaje que hemos vividoestos largos años, la inviabilidad y la anomia genera-lizada traducida en un lúcido cinismo, un colectivosocial eficaz pero rutinizado gobernado por un esta-mento técnico unidimensional y totalizante, o labúsqueda ciega de satisfacción inmediata de los másvariados grupos y sectores corporativos.

CUADRO 2

ELECCIONES PARLAMENTARIAS.PORCENTAJE TOTAL DE VOTOS POR

PACTO ELECTORAL

Diputados Senadores

— Concertación por la Democracia 51,48 54,63— Unidad para la Democracia 5,31 4,24— Democracia y Progreso 34,18 34,85— Otros pactos de derecha 9,03 6,28

TOTAL 100,00 100,00

CUADRO 3

PARLAMENTARIOS ELEGIDOS POR PARTIDO

PARTIDOS Diputados Senadores

Democracia Cristiana 39 13Renovación Nacional 34 11Partido por la Democracia 17 6UDI 13 2Partido Radical 5 1

APENDICE Partido Socialista (Almeyda) 6 1Izquierda Cristiana 2Centro Democrático Libre 1

CUADRO 1 Social Democracia 1 1Partido Humanista

RESULTADO ELECCION PRESIDENCIAL Independientes 1 3(Votos válidamente emitidos) Designados 9

TOTAL 120 47Patricio Aylwin Hernán Büchi Francisco Javier Errazuriz

55,17%29,40%15,43%

FUENTE: Situación Latinoamericana.CEOFAL - N.9 2, Abril 1991,ESPAÑA.

RESUMEN

Este artículo analiza los aspectos principales del sistema de partidos chileno. En primer lugar, se estudianlos aspectos principales de los partidos políticos y su configuración histórica. En segundo lugar, se ofrece unabreve descripción del derrumbe de la democracia y el papel de los partidos en ese cuadro. En tercer lugar, sepresenta un bosquejo de la transición a la democracia y luego se examina el desempeño de cada conglome-rado partidario en las primeras elecciones fundacionales. Finalmente se esbozan algunos de los desafíos quese le presenta al sistema partidario desde un punto de vista que enfatiza la noción de una democracia radical.

ABSTRACT

This article discusses the main aspects of the chilean party system. Firstly there is a brief analysis of the mainfeatures of the political parties and their historical configuration. Secondly there is a short description of thehreakdown of democracy and the role of the parties in it. Thirdly there is an outline of the transition todemocracy with the election of Patricio Alwyn and then we examine the performance of each party in thefounding elections after the autocratic period. Finally we conclude with some of the challenges facing thenew borra chilean democracy, in particular with reference to a notion of a radical democracy.

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