RESUMEN Un poco antes de llegar a la Reserva de Riet Vell en el Delta del Ebro, sufro un pinchazo en la bicicleta y esto me obliga a detenerme para repararlo. En ese mo-mento una sombra alada me acecha desde las alturas, es la sombra de un halcón peregrino que por alguna extraña razón empieza a perseguirme.

Un kilómetro antes de llegar a la reserva de Riet Vell en el Delta del Ebro pincho la rueda delantera de mi bicicleta, -maldije- mi mala suerte. Se me planteaban dos opciones: Arreglar el pinchazo ó ir a la reserva arrastrando la bicicleta y arreglarla más tarde. Como iba bien de tiempo me inclino por la primera opción. Así que me dispongo a arreglar el pinchazo. En ello estaba cuando la sombra de una ave se refleja delante de mí, la miro de reojo y sigo con lo mío. El delta del Ebro esta lleno de aves y no es sorprendente que vuelen por cualquier parte. Estaba ya colocando la rueda arreglada y la sombra vuelve a pasar pero esta vez más bajo. La curiosidad me hace levantar la vista, me pongo la mano sobre los ojos a modo de sombri-lla y lo veo. Un halcón peregrino volando en círculos, que por alguna razón llamo su aten-ción. Lo observo un rato, en eso que miro el reloj y ¡Hostias! el Festival del Fangueo esta apunto de empezar. Cojo la bici, termino de montar la rueda, me olvido del halcón y deprisa me pongo en marcha.

Al llegar ya están los talleres empezados, me dirijo al "Anillamiento de aves". Un ruiseñor pechiazul es el avecilla que el ornitólogo sostiene en la mano a la vez que explica sobre su ciclo migratorio. Cuando nuevamente una sombra se recorta en el cielo y no es otro que el halcón. Un escalofrío me recorre el cuerpo, entre tanta gente adultos y pequeños -pienso- no creo

que me reconozca. Decido hacer una prueba, me pongo una gorra y me alejo del lugar hacia un "mirador" que está a unos doscientos metros. Preparo mi reflex y para allá voy. Por la senda que lleva al mirador, tengo la oportunidad de ver en un arrozal próximo calamones, garcillas, garcetas y grullas. Esto es un pa-raíso para observar aves. Mi cámara hecha humo, detrás de unas cañas que me sirven de camuflaje hago una foto tras otra, hasta que la sombra

del halcón se abate sobre mí. ¡Ahí está!, me ha en-contrado. Hago un gesto instintivo y levanto el brazo hacia el halcón, en ese instante hace un quiebro en el aire y se dirige hacia mi, y yo estupe-facto veo como se posa en mi antebrazo. No me creo lo que me esta pasando, el halcón me ha confundido con otra persona. Se ha perdido y me ha tomado por su criador. ¿Qué hago?

-me pregunto-. Me doy la vuelta y me dirijo a la oficina de la Reserva. La expectación que causa el halcón entre el público es de curiosidad y de asombro. Le explico al director del centro la rocambolesca historia que he tenido con el halcón peregrino, se hace cargo de la situación y mete al ave en una especie de "Hide" hecho con ramas secas, y me dice que si nadie lo reclama, en un tiempo se puede rehabilitar y volver a su estado primitivo. Me ha dado una alegría este halcón, que fue criado en cautividad para ser exhibido en ferias o para cetrería y al encontrase conmigo ha recobrado la libertad, y puede que con el tiempo vuelva a ser un ave volando libre, sin depender de la mano del hombre para comer.

F I N

El delta del Ebro esta lleno de aves y no es sorprendente que vue-len por cualquier parte.

El halcón me ha confundido con otra persona. Se ha per-dido y me ha tomado por su criador. ¿Qué hago?

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