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Editoria

l Félix

Varela

© Mayra Manzano Mier (compiladora), 2006

© Sobre la presente edición: Editorial Félix Varela, 2006

ISBN 959-258-997-6

Primera edición: Editorial Félix Varela, 2006

Edición y corrección: Lic. Yamile Verdecia García Diseño interior, diagramación y realización de figuras: Arsenio Fournier Cuza Diseño de cubierta: Frank Herrera García

Editorial Félix VarelaSan Miguel No. 1111e/ Mazón y Basarrate, Vedado,Ciudad de La Habana, Cuba.

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ÍNDICE

Nota preliminar / 1Capítulo 1El problema psicológico de la percepción / 3J. E. García-AlbeaCapítulo 2Percepción y reconocimiento de patrones visuales y objetos / 27S. BallesterosCapítulo 3La percepción del espacio / 50M. ManzanoCapítulo 4Percepción del tamaño. Las ilusiones geométricas y las de tamaño / 67M. ManzanoCapítulo 5Percepción del movimiento / 83M. ManzanoCapítulo 6Selección de artículos interesantes / 102¿Existe la percepción sin la sensación? La percepción extrasensorial / 102La adaptación sensorial / 110La estimulación subliminal / 112La percepción del dolor / 115Música «satánica» / 118¿Todos sentimos del mismo modo el dolor? / 120

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A partir de la adopción en las asignaturas I y II de Cognición y Compor-tamiento de la obra de Manuel de Vega Introducción a la Psicología Cognitivacomo libro de texto, el tema de la Percepción quedó fuera de programa.

Muchas pueden haber sido las razones, las de de Vega y las nuestras. Encuanto a las nuestras, erróneamente y con alguna dosis de ingenuidad, co-queteábamos quizás con la idea de que, en este terreno, el conocimiento gene-rado por las neurociencias sustituiría a ciencias que generan explicacionesmolares referidas a conductas, pensamientos, acciones, esquemas mentales uotro tipo de conceptos, es decir, a la Psicología.

Hoy, más maduramente, defendemos la idea de que no es posible estu-diar la percepción, ni siquiera en sus formas más groseras, sin una teoría psi-cológica de la percepción.

Este libro pretende, muy modestamente, rescatar la Percepción como objetode formación en nuestros alumnos.

Para lograr este objetivo, nos hemos ayudado de libros redactados por ungrupo de profesionales con erudición en la materia, los que han sidoreferenciados como corresponde. A ellos, acompañamos una serie de notasque no tienen su origen en investigaciones propias en esta área, sino que re-presentan un grupo de ideas que en su día, formaron parte de mis papeles detrabajo: resúmenes, planes de clase, etc., que elaboré al calor del estudio per-sonal sobre este apasionante tema. Estoy convencida de que en otras circuns-tancias que no fueran las presentes (la urgente necesidad de abrir espacio aeste tema en un programa de por sí muy cargado), no merecerían ser someti-das a consideración del lector, al menos en su estado actual de elaboración.

Con lo dicho anteriormente, casi sobra anotar que este libro no agota nicon mucho la riqueza de este campo, ni siquiera abarca todos los temas que en

NOTA PRELIMINAR

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mi opinión el psicólogo debe manejar como, por ejemplo, la percepción auditiva.El sesgo a favor de la percepción visual responde a que existe realmente lo quese llama «preponderancia visual». Esperamos que la comprensión de algunosprincipios de este campo de la percepción prepare al estudiante para adentrarseen otros sistemas preceptuales, si a ello lo llevan el interés científico o la nece-sidad profesional.Si realmente leer un libro es compartir mundos, ojalá los estudiantes puedanexperimentar por sí mismos la fascinación que supuso mi reencuentro conésta, una de las más antiguas áreas de la Psicología.

MAYRA MANZANO MI ER

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Al enfrentarnos con el tema de la percepción, lo primero que puede lla-mar la atención, al menos desde nuestra condición de seres humanos «percep-tores», es que algo que normalmente resulta tan fácil, rápido y eficaz, algo quehabitualmente se efectúa de forma tan espontánea y natural, constituya unproblema en sí mismo y requiera una explicación.

Por supuesto, una explicación que no venga ya dada por las ciencias de lanaturaleza (que nos dicen cómo es el mundo que nos rodea) o, más en concreto,por la neurofisiología (que nos dice cómo funcionan los órganos sensoriales porlos que captamos el mundo). En otras palabras, el famoso «hombre de la calle» nose suele hacer problema de la percepción a no ser que le falten los estímulos opadezca algún tipo de déficit sensorial. La primera pregunta para el psicólogo quedice estar interesado por la percepción sería, por tanto, esta: ¿hay algo más quedecir de ella que no sea una descripción de lo que estimula nuestros sentidos y delas reacciones de éstos ante dicha estimulación?

Como es normal que ocurra, y ha ocurrido a menudo, las actitudes del hom-bre de la calle han traspasado el umbral de la ciencia psicológica, ejerciendo uninflujo considerable. Es verdad que la psicología no ha dudado en considerar lapercepción como uno de sus objetos propios de estudio, pero no siempre hatenido claro qué debía decir sobre ella desde un punto de vista específicamentepsicológico, sin reducir el discurso sobre la percepción a un discurso bien sobre larealidad o sobre el funcionamiento de los órganos sensoriales.

Parece claro que la percepción puede ser estudiada desde diversos puntosde vista y, probablemente, la consideración de todos ellos sea importante a lahora de dar con una explicación cabal de la misma. Pero, por esto mismo, es

EL PROBLEMA PSICOLÓGICO DE LA PERCEPCIÓNCapítulo 1

J.E. García-Albea

Tomado de: JOSÉ E. GARCÍA-ALBEA: Mente y conducta-Ensayos de Psicología Cognitiva, Ed. Trotta,Madrid, 1993.

La Habana: Editorial Félix Varela, 2006. -- 978-959-258-997-1

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preciso delimitar, lo mejor posible, el tipo de problemas que interesan en cadacaso. Veamos, pues, en qué sentido la psicología se interesa por la percepción.Para ello, consideramos oportuno distinguir el problema psicológico del pro-blema epistemológico, por una parte, y del problema fisiológico, por otra.

1. PE RCEP CIÓN Y REALIDAD

Como ya señalaba Kofka (1935), una de las confusiones más perjudicialespara la psicología de la percepción ha sido la que mezcla el problema epistemológicocon el problema psicológico. Es verdad que para nuestra vida diaria, e inclusopara que se produzca con éxito nuestra adaptación al medio, lo más importantees que nuestra percepción del mundo sea verídica. También es verdad, como seha repetido tantas veces, que la percepción nos permite hacernos con la realidady referirnos después a ella sin necesidad de que esté físicamente presente. Y esverdad, sin duda, que los problemas básicos de la filosofía del conocimiento, entorno a los cuales ha girado el debate entre racionalismo y empirismo, son losrelativos al origen y la validez de nuestro conocimiento particular, el grado deconfianza que podamos tener en lo que nos llega a través de los sentidos. Perosiendo todo ello cierto, el psicólogo no puede partir a priori de que tenga que serlonecesariamente, si es que quiere entender algo del por qué de hecho lo es. En casocontrario, la investigación psicológica de la percepción se vería indebidamentecoartada por los apriorismos epistemológicos y caería en un providencialismo, oteleologismo, nada saludable para la ciencia.

El hecho de que la mayor parte de las veces nuestra percepción delmundo sea acertada, nos sirva para la supervivencia y nos permita ser cons-cientes de lo que nos rodea (e incluso de nosotros mismo), es un resultado decómo es y cómo funciona nuestro sistema perceptivo. El constatarlo asípuede incluso ser importante para comprender dicho sistema a partir de susproductos, como en ciencia se llega tantas veces de los efectos a las causas.Sin embargo, son estas las que, en principio, determinan a aquellos y no alrevés. Dejaría de ser neutral la explicación científica que en lugar de buscarlos principios que regulan el funcionamiento de un sistema, y que le permi-ten conseguir determinados logros bajo ciertas condiciones, se dedicara ajustificar dichos logros y la necesidad de alcanzarlos, para deducir así, deforma también necesaria, las propiedades que debe tener el sistema. Unavez más, la ciencia empírica, a diferencia de la especulación filosófica, semueve en el ámbito de lo contingente y no de lo necesario. Quizá no seaajeno a ello el saldo a favor obtenido por el punto de vista darwinista en suconfrontación con el lamarckiano, tal y como ha puesto de manifiesto eldesarrollo de la ciencia biológica. Es el organismo, gracias a sus propieda-des intrínsecas, el que tiene capacidad para realizar determinadas funcio-

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nes, y no es que la necesidad de realizar éstas, determine cómo deba estarconstituido aquel. De lo contrario, ¿quién pondría límite a las necesidadesque cabe atribuir a un sistema?

Si la psicología pretende ser neutral, al estudiar la actividad perceptiva delos organismos, debe dejar en suspenso la cuestión epistemológica y confor-marse con caracterizar lo más fielmente posible las capacidades o mecanismosde los que depende dicha actividad. Una vez hecho esto, o independientementede ello, se podrán analizar los resultados que el organismo obtiene, al percibir ysus implicaciones para la adaptación y la supervivencia. De este modo, es posi-ble incluso que se llegue a invertir los papeles y sea la solución del problemapsicológico la que determine, en parte, la del problema epistemológico. Noparece, al menos, que se haya avanzado mucho en la solución de este último nicon el apriorismo racionalista de que, frente al engaño a que en ocasiones nossometen los sentidos, lo que fundamenta la verdad de nuestro conocimientoson algunas supuestas ideas claras y distintas, ni con el apriorismo empirista deque la única fuente válida de conocimiento son los sentidos. Con respecto aambas posturas, es interesante constatar que la psicología de la percepción pue-de tener algo que decir.

La investigación sobre las ilusiones perceptivas (cf., por ejemplo, Robinson,1972; Gregory, 1974; Frisby, 1979; Coren y Girgus, 1978) nos muestran quesi padecemos ilusiones, no es porque nos engañe el dato sensorial, que es elque se encuentra en función de determinadas condiciones de estimulación(las dos líneas de la ilusión de Ponzo se proyectan en la retina como dosfranjas de luminosidad iguales de tamaño, en correspondencia con la igual-dad de tamaño que en realidad tienen), sino porque la percepción estámediatizada por determinados procesos de inferencia, donde interviene otrainformación que aplica incorrectamente el sujeto y que no viene dada directa-mente en el estímulo (las distancias atribuidas a las dos líneas, inferidas a partirde las claves de perspectivas). Así pues, si padecemos ilusiones no es porquenos engañen los sentidos, sino porque la información no-sensorial utilizadano es la adecuada.

Por otra parte, el estudio de las constancias (cf., por ejemplo, Day, 1969;Leibowitz, 1974; Rock, 1975, 1983; Epstein, 1977) nos muestra que cuandonuestra percepción es verídica, es decir, se ajusta a las propiedades reales delobjeto (como por ejemplo, su tamaño), ello no es debido a que el dato senso-rial las trasmita de forma inequívoca (ya que este se ve afectado por todas lasvariaciones a que le someten las cambiantes condiciones de estimulación),sino porque la percepción, también en este caso, está mediatizada por determi-nados procesos de inferencia, por los que ahora el sujeto aplica correctamentela información con que ya cuenta, y que tampoco viene dada directamente enla impresión sensorial (por ejemplo, la relativa a la distancia que le separa delobjeto).

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Nos encontramos así con una posible teoría de los mecanismos de la per-cepción que, libre de los apriorismos del racionalismo y del empirismo, nospermite explicar fenómenos que, aunque tengan consecuencias adaptativastan distintas (y hasta opuestas), como son los de la percepción verídica y losde la percepción falsa (constancia e ilusiones), tienen un origen psicológicocomún. Como ya indicaba el mismo Koffka, «a las percepciones ilusorias nose les acordó el mismo rango que a las no ilusorias; aquellas presentaban unproblema especial, mientras que la apariencia normal no presentaba ningúnproblema. Esta distinción entre dos tipos de percepción, normal e ilusoria,desaparece como distinción psicológica tan pronto como uno llega a tornarseenteramente consciente de la falacia que implica todo lo que pueda permane-cer como distinción epistemológica. Para cada cosa debemos plantear la mis-ma interrogante, «¿por qué se ve como se ve?», ya se vea «correcta» o «erró-neamente» (Koffka, 1935. Versión española de Ed. Paidós, p. 102).

A la postre, este resultado contingente (las cosas podrían haber sido deotro modo) muestra asimismo unas claras implicaciones epistemológicas.Curiosamente, y de forma paradójica, cada una de las dos formasepistemológicas clásicas (racionalismo y empirismo) tenía razón, pero la teníaen aquello que su enfoque apriorístico no preveía e incluso rechazaba. Esverdad que no nos podemos fiar de los sentidos, pero en la medida en que losdatos que estos registran son «mal interpretados» desde arriba. Es verdad quetodo nuestro conocimiento del mundo se basa en los sentidos, pero en lamedida en que los datos interpretados por estos son interpretados correcta-mente desde arriba. En ambos casos, en las constricciones derivadas del datosensorial y del mecanismo de inferencia las que interactúan para producir unefecto u otro. Averiguar cuáles son esas constricciones y cómo se produce esainteracción es, precisamente, la tarea de la Psicología de la percepción.

2. PE RCE PCIÓN Y SENSACIÓN

Además de distinguir entre el problema epistemológico y el psicológico,conviene también salir al paso de la confusión que pudiera darse entre elproblema psicológico y el fisiológico.

Es verdad que la percepción se origina a partir de la interacción física/fisiológica entre algún tipo de energía y alguna parte del organismo (losreceptores sensoriales), y que toda la actividad perceptiva se realiza gracias aque el sistema nervioso está en funcionamiento. Sin embargo, eso no quieredecir que las leyes que gobiernan esa interacción y esa actividad neural ten-gan que ser las mismas que gobiernan el conocimiento perceptivo. Si bien laactividad de neurofisiología del organismo es una condición necesaria paraque se dé la percepción, lo que caracteriza la percepción como actividad de

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conocimiento no es un conjunto de propiedades neurofisiológicas. Sencillamente, laneurofisiología no dispone del aparato conceptual o vocabulario explicativo ade-cuado para afrontar su estudio. Entender en qué consiste ver un árbol o reconoceruna melodía no es algo que pueda conseguirse a base de explorar insistentementelos receptores sensoriales o el sistema nervioso. Es un problema de naturaleza dife-rente que hay que abordar desde una perspectiva diferente. En este caso, tienerazón Gibson (1966) cuando marca claramente las diferencias entre la explicaciónfisiológica —que se ocupa de los intercambios de energía— y la explicación psicológi-ca —que se ocupa de los intercambios de información—. Como también tiene razónMarr (1982) cuando indica que del mismo modo que analizando las alas de un aveno llegaremos a entender su vuelo, por mucho que escudriñemos el funcionamien-to de las neuronas no lograremos avanzar en la comprensión de la actividad perceptivadel organismo, es decir, de cómo obtiene una representación de la realidad a partirde una impresión sensorial.

Al igual que los requisitos epistemológicos han condicionado en ocasionesel estudio de la percepción, también éste se ha visto condicionado con frecuen-cia por los requisitos neurofisiológicos. Es posible que esto se haya debido a lanecesidad de evitar el dualismo y buscar a toda costa las correspondenciasentre los fenómenos psicológicos y los fisiológicos. Pero consideramos que esuna constricción excesiva y también, como en el primer caso, un a priori conmarcados tintes providencialistas. Desde una actitud neutral, habría que estarpreparado a admitir que los principios que explican la percepción no tienenpor qué ser los mismos que los principios que explican el funcionamiento delsistema nervioso.

Como se puede observar, estas consideraciones pueden aplicarse a la ten-dencia un tanto frecuente de la psicología de buscar sus últimos argumentosen las ciencias más básicas. Tal fue el caso de las primeras teorías de la sensa-ción y el apoyo que buscaron en la Ley de la Energía Específica de las fibrasnerviosas de J. Müller. Algo similar ocurrió en el desarrollo de la teoría delisomorfismo de la gestalt, en su afán por encontrar el fundamento último delas leyes de organización perceptiva; y tampoco se libró de ello el conductismoal recurrir a las propiedades del arco reflejo para justificar la utilización delmodelo explicativo E- R. Incluso la Psicología Cognitiva puede caer en lomismo, cuando piensa que sus problemas quedarán resueltos en cuanto sedescifre el patrón de actividad de cada neurona (Barlow, 1972) y se consigadar con el diseño del cerebro que buscaba Ashby (1952).

En todos los casos anteriores, la Psicología se ha visto seriamente ame-nazada por una tentación reduccionista que podía limitar el entendimientode los problemas que conciernen al estudio específicamente psicológico dela percepción. No cabe duda de que la colaboración interdisciplinaria de laPsicología y de la Neurofisiología puede llegar a ser muy provechosa, peroesta colaboración no implica reducción de una disciplina a la otra. Cada una

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tiene su propio nivel explicativo, se interesa por fenómenos distintos (cómose transmite el impulso nervioso/cómo se percibe un árbol) y trata de descu-brir propiedades del sistema que son de naturaleza diferente. Los estados yprocesos que distingue el neurofisiólogo se basan en las modificaciones de laenergía; los estados y procesos que distingue el psicólogo se basan en algo másabstracto (aunque no por ello menos real), que es el intercambio de informa-ción. Y el hecho de que, en general, la transmisión de información se produz-ca físicamente —con el soporte de la energía— no implica que las propiedadesque quepa distinguir en ellas se tengan que corresponder con las que caracte-rizan a ésta (Cf. Sayre, 1986, y los comentarios que siguen para un análisismás detallado de esta cuestión).

Así pues, nos resistimos a aceptar que el lenguaje psicológico no sea másque una mera traducción (o façon de parler) del lenguaje neurofisiológico, o quela psicología tenga justificada una mera existencia provisional mientras evolu-ciona la neurofisiología (que, antes o después, llegaría a explicar todos los enig-mas). Los problemas con que se enfrentan son distintos, como es distinto el tipode actividad del organismo que describe; en un caso, son acciones físicas y, enel otro, operaciones simbólicas. Utilizando una analogía (también empleadapor D. Marr), del mismo modo que para entender en qué consiste sumar espreciso situarse en un nivel de abstracción que nos permita hablar de las propie-dades conmutativas, asociativas, etc., y no sirve hablar de las característicasparticulares de aquello con lo que se suma (los dedos de la mano, un ábaco, ouna calculadora de bolsillo), así también para entender la percepción es precisosituarse en un nivel de abstracción que nos permita hablar del cálculo de lasrepresentaciones que obtiene el sujeto al percibir sin que nos podamos confor-mar con la descripción de lo que hace el organismo mientras percibe.

De todo ello se podría sacar dos conclusiones: por una parte, que la per-cepción, entendida como actividad de conocimiento (que es como suponemosque le interesa al psicólogo) requiere para su estudio un nivel de abstracciónpor encima del fisiológico, nivel de abstracción en que dicha actividad se con-sidere básicamente como una actividad de cálculo; y por otra parte, que lafamosa distinción entre sensación y percepción podría quedar mejor definidasi reservamos el primer término para designar las operaciones propias delnivel fisiológico, es decir, la actividad sensorial en su conjunto (desde latransducción periférica hasta la proyección y asociación cortical), y el segundotérmino lo empleamos para designar aquello que concierne al nivel cognoscitivo(o propiamente psicológico), es decir, al conjunto de procesos por los que elsujeto pasa de la impresión sensorial a la representación que finalmente seforma del medio que le rodea.

Esta manera de presentar la distinción entre sensación y percepción puedeparecer algo atípica, dada la práctica tradicional de utilizar dichos términospara designar distintos aspectos de la actividad cognoscitiva basada en los

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sentidos o, como se decía más clásicamente, para distinguir entre el conoci-miento de las cualidades primarias y el de las secundarias. En este sentido, lasensación nos proveía de los elementos básicos a partir de los cuales se podríaelaborar la percepción. Esta última sería ya el conocimiento interpretado ycon significado (y, por tanto, expuesto a error), mientras que la primera selimitaría a registrar pasivamente la realidad externa de forma necesariamenteverídica.

Ahora bien, tal como ya demostró la psicología de la gestalt y como hapuesto de manifiesto la crisis del neopositivismo, la distinción entre sensa-ción y percepción, en términos cognoscitivos, resulta bastante artificial ysolo tendría sentido bajo el prejuicio empirista de que primero hay un cono-cimiento del dato puro (sin interpretar), al que después se le añade un signi-ficado. Frente a esto, la cuestión que se plantea es la de cómo se puedehablar de conocimiento sin incluir el significado y, por lo tanto, la interpre-tación. ¿Puede haber algún tipo de conocimiento, por muy elemental quesea, que no se refiera a «algo», es decir, que no sea intencional (en el sentidode Brentano)? Si el conocimiento que se origina en la actividad sensorialsupone una relación intencional con el mundo a través de representaciones,¿dónde debe situarse entonces la frontera entre sensación y percepción?

Al prescindir de esta distinción dentro del ámbito psicológico, no se tratade ignorar los problemas de fondo que tradicionalmente se han planteadobajo cada uno de los epígrafes en cuestión, ni se trata de rehuir la tarea deestablecer las distintas etapas o procesos que le permiten al organismo a perci-bir algo y tener conciencia de ello. Por el contrario, lo que se pretende con laforma de entender la distinción entre sensación y percepción que hemos pro-puesto, es delimitar el tipo de problemas que corresponden a cada nivel deexplicación (el neurofisiológico y el psicológico) sin excluir sus posibles rela-ciones. Asimismo, se pretende que, una vez situados en el nivel psicológico,resalte con más claridad el problema fundamental que tiene que resolver elorganismo cuando percibe y que es, a la postre, el problema con el que ha deenfrentarse el científico a la hora de tratar de explicar la percepción. En térmi-nos muy generales, ¿cómo a partir de una impresión sensorial se obtiene in-formación significativa sobre el entorno? O, por expresarlo de forma másenfática ¿cómo se pasa del caos de sensaciones a que está expuesto continua-mente el organismo al cosmos que finalmente percibe?

Ya se puede suponer que la generalidad y la envergadura de estas pregun-tas llevará a plantear cuestiones más concretas y parciales, para responder alas cuales sería inevitable ir distinguiendo los componentes que configuran elsistema (o los sistemas) perceptivo (s) de que dispone el sujeto humano. Estoes lo que, en último término, pretende hacer la psicología del procesamientode la información, que, sin necesidad de mantener la distinción entre percep-ción y sensación dentro del ámbito de lo cognitivo, ha considerado otras dis-

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tinciones como más relevantes (procesamiento guiado por los datos y guiadoconceptualmente, procesos en serie y procesos en paralelo, procesamientoautomático y controlado, encapsulado, no encapsulado, consciente e incons-ciente, etc.). Es posible que estas distinciones muestren, en algunos casos, uncierto grado de solapamiento con la distinción tradicional entre sensación ypercepción.

Pero lo más importante es que en todo caso, nos encontramos en un nivelpsicológico de explicación, donde lo que interesa es ver cómo surge nuestroconocimiento del mundo a partir de la energía que incide sobre los receptoressensoriales. Y esto es, fundamentalmente, un problema de procesamiento dela información, mientras que las transformaciones que pueda seguir esa ener-gía y sus efectos sobre el sistema nervioso es un problema que hay que abor-dar a otro nivel. No hay necesidad, por ello, que tengamos que decidirnospor ninguna de las dos opciones a las que, de acuerdo con Boring, se llegó enel enfrentamiento de las primeras escuelas psicológicas: «en la psicología de lagestalt, la percepción ha absorbido a la sensación, mientras que en la psicolo-gía fisiológica la sensación ha absorbido a la percepción» (Boring, 1942, p.4).Si se quiere, nosotros podríamos añadir que desde la fisiología todo es sensa-ción, en la medida en que es imprescindible la actividad sensorial para que sedé un acto perceptivo, mientras que, desde la psicología, todo sería percep-ción, en la medida en que dicha actividad sensorial, considerada como activi-dad de conocimiento, ha de ser descrita en términos de representaciones y deoperaciones formales (cf. García-Albea, 1986, donde ya se exponía esta ma-nera de entender la distinción entre sensación y percepción). Insistimos enque no es un problema terminológico el que aquí nos interesa, sino un proble-ma conceptual, donde independientemente de los nombres que se utilicen, loimportante es distinguir entre los dos niveles de explicación necesarios paradescribir la actividad del organismo en sus relaciones con el medio.

3. LA TRANSDUCCIÓN SENSORIAL Y EL ESTÍMULO DE LA PERCEPCIÓN

Como ya se ha indicado, la distinción entre estos dos niveles de explica-ción no impide (e incluso exige) que tratemos de establecer alguna conexiónentre ellos. La clave de esta conexión va a estar precisamente en la transducciónsensorial, componente causal de la experiencia perceptiva que, como ha seña-lado Pylyshyn (1984), constituye el puente entre lo físico y lo simbólico.

La transducción sensorial es, de por sí, un proceso neurofisiológico en elque se produce una interacción física entre el medio y el organismo; pero a lavez es el proceso por el que la energía del medio se convierte en estímulo oseñal para el organismo. Si para que se pueda percibir algo es necesario que sedé dicha transacción de energía, si no hay otra forma de recibir estimulación

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más que por los receptores sensoriales, habrá que ver cómo esa estimulaciónsensorial se convierte en estímulo efectivo para la percepción.

El estudio de la transducción sensorial está, pues, estrechamente ligado ala noción de estímulo. Sin embargo, son bien sabidos los problemas que haplanteado esta noción en psicología, sobre todo a raíz de la insistencia delconductismo en explicar la conducta mediante el esquema E_R. También essabido que gran parte de los ataques dirigidos contra el conductismo se hanbasado precisamente en la necesidad de una definición independiente de lostérminos «estímulo» y «respuesta», con el fin de evitar la circularidad.

En principio, y para contrarrestar dichos ataques, el conductismo podíaapelar a una descripción física de dichos términos y dedicarse al estudio delas relaciones funcionales que se puedan dar entre lo que ellos denotan. Perocon esto el problema se convierte ahora en cómo entender la relación fun-cional (no física) cuando se prescinde por completo del sistema de creencias,capacidades, objetivos, etc., del sujeto de la conducta y se quiere mantener,sin embargo, un nivel de explicación distinto al neurofisiológico. Parece cla-ro que no quedaba más salida que introducir al «sujeto psicológico» en elesquema E_R y considerar su papel en las relaciones que se puedan estable-cer entre estímulos y respuestas. En este sentido, el estímulo sería estímulode la conducta en la medida en que está cargado de significación para elsujeto y la respuesta se podría considerar de un determinado tipo en la me-dida en que fuera el resultado de procesos internos al sujeto (planificación,organización, control, etcétera).

Ahora bien, aquí no se acaban los problemas, ya que, como ha señaladoel profesor Yela (1974), podemos caer en otro tipo de circularidad distinta,por la que vuelva a quedar en entredicho la utilidad del concepto de estímu-lo para la Psicología. Dicho en pocas palabras, lo que se cuestiona ahora essi, aún admitiendo la necesidad de apelar al sujeto psicológico (y a su activi-dad mental) para explicar la conducta, tiene todavía sentido intentar algúntipo de caracterización independiente del estímulo. A este respecto, creemosque caben dos alternativas y que ambas van a afectar a la manera de enten-der el papel de la transducción sensorial en la percepción.

Por una parte se puede prescindir de la descripción física del estímulocomo irrelevante para la percepción, optando por una descripción más funcio-nal (por ejemplo, ecológica), en la que destaquen aquellos rasgos que van a serútiles para la adaptación del organismo al medio. Según esto, toda la informa-ción que se trata de adquirir en la percepción viene ya dada en el estímulo, yal sujeto no le queda más que buscarla y extraerla. Habría, pues, que distin-guir entre el estímulo-energía (que sería el que actúa sobre los receptores sen-soriales) y el estímulo-información (que son las propiedades funcionales delmedio que capta directamente el organismo). Se admite que debe darse unacorrespondencia entre las características invariantes del flujo energético al que

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están expuestos los receptores sensoriales y las propiedades permanentes delmedio que se perciben. Sin embargo, la actividad de aquellos es, en principio,independiente de la actividad perceptiva por la que el organismo, como untodo, capta la información. La información viene dada por el patrón estimulary el organismo responde a ella (o «resuena» o «sintoniza» con ella) de formadirecta. En este sentido, más que hablar de transductores sensoriales propiosde cada tipo de energía, habría que hablar de un mecanismo general detransducción de información que sería el organismo en su totalidad.

Como ya se habrá podido adivinar, esta es la opción que ha mantenidoJames Gibson con su enfoque ecológico de la percepción, desarrollado amplia-mente a través de su obra (p. ej., Gibson, 1950, 1966, 1979) y con el quepromete «simplificar la Psicología haciendo desaparecer los antiguos enigmas»(Gibson, 1979, p. 304).

Interesa notar que la propuesta de Gibson, aun cuando muy influida por lapsicología de la gestalt, se encuadra sobre todo en un intento de salvar alconductismo enriqueciendo la noción de estímulo. Como él mismo hace notaren su famoso artículo sobre el concepto de estímulo en Psicología: «la teoría dela percepción directa…, en caso de que tenga éxito, proporcionará una basesólida para una Psicología E_R, que, de otra forma, parece estar hundiéndoseen el lodazal de las variables intervinientes» (Gibson, 1960, p. 694). Por lo de-más y como el mismo Gibson ha recalcado en su última obra (Gibson, 1979), lateoría de la extracción directa de información se propone como una alternativaa las concepciones usuales de la percepción, incluida la del procesamiento de lainformación. Se destaca el papel del sujeto como activo buscador de informa-ción, pero una vez que ésta se hace presente, se descarta cualquier tipo de opera-ción mental, proceso o representación: al sujeto le basta con captarla. Es verdadque se puede aprender a percibir (un tipo de aprendizaje al que, según Gibson,el conductismo debía haber prestado mayor atención), pero no por la interven-ción de la memoria o por el desarrollo de unas determinadas categoríasperceptivas, sino por la mejor utilización de los mecanismos básicos de orienta-ción, que le permiten al sujeto descubrir más información en el medio. Tanto J.Gibson, como su esposa, Eleanor Gibson, han puesto suficiente énfasis en mos-trar cómo su teoría del aprendizaje receptivo «por diferenciación» es compatiblecon las teorías del condicionamiento (tanto clásico como operante), sirviendode manera única para completarlas (Gibson y Gibson, 1955; J. Gibson, 1966; E.Gibson, 1969).

La otra alternativa en el intento de caracterizar de forma independiente elestímulo se basaría simplemente en mantener la descripción física del mismohasta el momento en que se ponen en marcha los mecanismos perceptivosque serían de carácter fundamentalmente simbólico-conceptual. Consistiríaen tomarse en serio la única descripción normal que, independientemente delsujeto, puede convenir al medio que le rodea y a la acción de este sobre aquel.

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Es verdad que si la energía física es estímulo para el organismo, en el sentidoen que provoca en este algún tipo de respuesta, cualquier cambio en el pa-trón de energía no llevará consigo, necesariamente, un cambio en el patrónde respuestas (al menos de las que el psicólogo considera relevantes). Peroeso es precisamente lo que se trata de resolver recurriendo al «sujeto psicoló-gico» para explicar la conducta. No se trata de caracterizar el medio, o losestímulos, de la mejor manera que convenga al sujeto (si queremos evitar elprovidencialismo al que ya nos hemos referido anteriormente), sino de ca-racterizar al sujeto teniendo en cuenta lo que, en rigor (es decir, desde unpunto de vista físico/fisiológico), recibe del medio y lo que finalmente pro-duce. De esta manera, el estímulo podrá ser considerado como el input querecibe el sujeto a partir de la transducción sensorial de la energía del medio.Si dicho input ha de tener una función significativa en la conducta del orga-nismo, será porque éste lo dote de significación, es decir, le confiera un estatussimbólico o representacional. Así es como el estímulo será informativo parael organismo en el sentido funcional del término.

Desde este punto de vista, es importante especificar qué es lo que propia-mente le proporciona la transducción sensorial al sistema perceptivo, o enotras palabras qué es lo que, en sentido estricto, capta directamente el organis-mo del medio, cuáles son los patrones de energía, distribuidos espacio-tempo-ralmente, a los que reaccionan los sistemas sensoriales. No se trata, pues, deempobrecer arbitrariamente la descripción del estímulo, sino de ver cuálesson sus características efectivas para los receptores sensoriales y tratar de com-prender cómo, a partir de ellas, el sujeto percibe el mundo de la forma en quelo percibe. Se trata de enfrentarse de lleno con la distinción entre estímulo«proximal» y estímulo «distal» y de ver cómo a partir del primero (el quedirectamente incide sobre los receptores y al que estos reaccionanfisiológicamente) se llega al segundo (lo que finalmente se percibe). Para resol-ver esta cuestión, sin caer en un paralelismo psicofísico ni en un realismoingenuo, se tendrá que recurrir a las estructuras cognitivas del organismo, porlas que, a partir de la entrada sensorial y a través de toda una serie de opera-ciones de cálculo, se van haciendo explícitas las propiedades que, si se quiere,estaban potencialmente en el estímulo pero que no son efectivas hasta que nolas formaliza el sistema y las utiliza, junto a otra información de la que yadispone, en la construcción de una representación fiable del medio que lerodea.

Esta segunda alternativa es la que adopta el enfoque del procesamiento dela información, que, por una parte, enlaza con la tradición que arranca de vonHelmholtz y, por otra parte, se sirve de las aportaciones de las ciencias de lacomputación para tratar de operativizar al máximo la formulación de teoríaspsicológicas sobre la percepción. Un buen exponente de esto último, en elámbito del procesamiento «temprano» de la señal visual, nos lo ofrece David

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Marr (1982). Para este autor, «la visión es un proceso que, a partir de imáge-nes del mundo externo, produce una descripción que es útil al observador yque no está enturbiada por información irrelevante… Todo proceso puedeser considerado como el paso de una representación a otra, y en el caso de lavisión humana no hay duda de cuál es la representación inicial: consiste enla distribución de valores de intensidad de la imagen tal y como son detecta-dos por los fotorreceptores de la retina» (Marr, 1982, p. 31).

No vamos a detenernos aquí a analizar la controversia entre el enfoqueecológico y el del procesamiento de la información. Nos remitimos a las fuen-tes originales de la polémica (Gibson, 1979; Ullman, 1980; Fodor y Pylyshyn,1981; Turvey, Shaw, Reed y Mace, 1981), así como a los intentos por reconci-liar ambas posturas (Neisser, 1976, 1984; Brown, 1984; Bruce y Green, 1985;Gardner, 1985). Nuestro punto de vista a favor del enfoque del procesamien-to de la información lo hemos desarrollado con más detalle en un trabajoanterior (García-Albea, 1986) y solo pretendemos, en esta ocasión, añadir unpar de observaciones sobre el tema que nos ocupa.

En primer lugar, la crítica que se pueda hacer a Gibson no es óbice paraque se admita la importante contribución de este autor a la psicología de lapercepción, sobre todo a través de su obra de 1966 (The Senses Considered AsPerceptual Systems). Gibson establece con claridad las distinciones pertinentesentre estimulación proximal y estimulación distal , entre el nivelneurofisiológico y el psicológico, y acierta a plantear los problemas centralescon que se enfrenta el psicólogo de la percepción, teniendo en cuenta lasconstricciones naturales que le impone el medio al organismo. Como reco-noce el mismo D. Marr, «la importante contribución de Gibson consistió enalejar el debate (sobre la percepción) de las consideraciones filosóficas sobrelos datos sensoriales y las cualidades afectivas de la sensación, y observar encambio, que lo importante acerca de los sentidos es que son canales para lapercepción del mundo exterior... Así pues, planteó la cuestión decisiva: ¿cómose obtienen percepciones constantes en la vida cotidiana a partir de sensacio-nes continuamente cambiantes? Esta es exactamente la cuestión apropiada,lo cual muestra que Gibson consideró correctamente el problema de la per-cepción como el de recuperar de la información sensorial las propiedades«válidas» del mundo externo» (Marr, 1982, p. 30).

En segundo lugar, el punto fundamental de desacuerdo con Gibson sepodría resumir en que deja sin especificar la noción de «extracción directa delas invariantes», con lo cual la solución que intenta con respecto a los proble-mas planteados es insatisfactoria. Lo que tratan de demostrar Fodor y Pylyshyn(1981), en su crítica a Gibson, es precisamente esto: si no se especifica qué eslo que, en rigor, capta el organismo directamente del medio, el problema de lapercepción se trivializa de tal forma que pierde todo su contenido (se recono-ce un cuadro de Da Vinci cuando se capta la invariante de «haber sido pintado

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por Da Vinci»). En la medida en que se constriñe la noción de extraccióndirecta ( y para ello hay que recurrir, en último término, a la transducción senso-rial), es fácil comprobar que el resultado de la percepción está mediatizado, en lamayor parte de los casos por procesos de inferencia (los fenómenos de la cons-tancia y las ilusiones son, de nuevo, los ejemplos más claros a este respecto).Como señala D. Marr a continuación de la cita anterior, «aunque se puedanseñalar ciertos fallos en el tipo de análisis que hace Gibson, su fallo principal, yen mi opinión fallo decisivo, se encuentra en un nivel más profundo y resulta deno haber atendido a dos cosas. Primero, que la detección de invariantes físicas,como las superficies de la imagen, es justamente un problema de procesamientode la información. Y en segundo lugar, que (Gibson) subestima enormemente lagran dificultad de tal detección» (Marr, 1982, p. 30).

Gibson, inspirado en la gestalt, parte de un concepto holístico de laestimulación, susceptible de una descripción estructural y significativa. Laprincipal diferencia con la gestalt radica en que ésta sitúa dicha descripción enel output de la actividad perceptiva y Gibson la coloca en el input. Además, lagestalt da cuenta de ella mediante las leyes de organización perceptiva y Gibsonmediante las leyes de la óptica ecológica. Sin embargo, las semejanzas entreambas posturas vuelven a aparecer cuando la gestalt recurre a la teoría delisomorfismo para explicar la actividad perceptiva y Gibson habla de la extrac-ción directa de invariantes. En ambos casos la noción de transducción senso-rial es tan amplia (y difusa) que el resultado de la percepción queda sin expli-car satisfactoriamente. Y también en ambos se ha simplificado sobremanera elproblema de la percepción, postulando una correspondencia directa y biunívocaentre el input y el output del proceso perceptivo. Es verdad que, en términosgenerales, el producto de la percepción es una estructura global con significa-do (o, si se quiere, una «Gestalt»), y de ello es testigo nuestra experienciaconsciente. Sin embargo, la cuestión está en descubrir el origen de esa expe-riencia (los procesos que han dado lugar al producto) y, a no ser que se com-parta el prejuicio del mentalismo primitivo (mental = consciente), no hay porqué excluir la explicación que parte de una representación más rudimentariadel input (seguramente inconsciente y ligada a las características físicas a lasque responden los transductores específicos). Gibson y los psicólogos de laGestalt acertaron en plantear los problemas centrales de la psicología de lapercepción, pero, curiosamente, a la hora de proponer una solución se salie-ron de la Psicología, el primero hacia la ecología y los segundos hacia laneurofisiología.

Así pues, y como consecuencia de todo lo anterior, se podría afirmar queel tomarse en serio el nivel de descripción física del estímulo y el nivel de latransducción sensorial es lo que lleva a la necesidad de postular un nivel dis-tinto de explicación (llámese computacional/representacional o, simplemente,del procesamiento de la información) para dar cuenta de los logros perceptivos del

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organismo. En este último nivel es donde se mueve propiamente la psicología de lapercepción, y es en él donde habrá que identificar las capacidades perceptivasbásicas del organismo y caracterizar su funcionamiento.

4. EL ANÁLISIS DE LOS FENÓMENOS PERCEPTIVOS

De lo expuesto hasta ahora se puede concluir que el psicólogo se hace pro-blema de la percepción en la medida que ésta constituye un problema para elorganismo. El hecho de que, en líneas generales y en la mayoría de los casos,éste lo resuelva con éxito (y el éxito de su adaptación al medio puede ser toma-do como un primer criterio de ello), no debe hacernos subestimar la envergadu-ra y complejidad de dicho problema: cómo obtener una representación fiabledel medio a partir de la acción física que este ejerce sobre el organismo. En todocaso, debería llevarnos a sospechar que el organismo tiene que disponer de unsistema de resolución de comparable envergadura y complejidad.

Ahora bien, con ser tan importante, la tarea del organismo se limita apercibir el mundo, a hacerse con la realidad, sin tener que dar cuenta de cómolo hace. El psicólogo, siempre situado un «meta-estado» al menos por encimadel organismo (que también es), sí se enfrenta con esta tarea adicional. Y alparecer, por lo que muestra la historia del pensamiento, no resulta especial-mente fácil. Dentro del tono «problemático» que venimos adoptando en estecapítulo, podríamos preguntarnos ahora: ¿cuáles son, pues, los problemas conque se enfrenta el psicólogo al estudiar la percepción?

Desde la perspectiva del procesamiento de la información, la mejorforma de entender el problema de la percepción y de ponerse en disposi-ción de abordarlo es considerando el input y el output del procesoperceptivo. Si lo que buscamos finalmente es una función que relacioneeste con aquel, habrá que enfrentarse primero con la tarea de ver cómo sepuede acceder a cada uno de ellos por separado y cuál es la mejor formade caracterizarlos. Se trata, pues, de identificar las unidades de análisis delfenómeno perceptivo y de encontrar el vocabulario descriptivo adecuado.

4.1. El acceso al input perceptivo

Ya hemos insistido suficientemente en la importancia que tiene el estudiode la transducción sensorial para la determinación del estímulo que pone enmarcha la actividad perceptiva. Convendría, sin embargo, añadir que dichoestudio no es tarea fácil. Se trata nada menos que de establecer el punto deconexión entre lo físico y lo mental, y ello requiere, como mínimo, que seproduzcan dos tipos de transformaciones o correspondencias: la que va de la

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energía física del medio a la reacción fisiológica del organismo, y la que vadesde aquí hasta la representación primaria del medio con la que se va a operar enel proceso perceptivo. Esto último, conviene no olvidarlo, es lo que hemosconsiderado input del proceso perceptivo. Dicho input es, pues, de caráctersimbólico, lo cual le permite ser objeto de las operaciones de cálculo quegenere el organismo; y, a la vez, y como todo símbolo, tiene un contenidoreferencial que, en este caso, está constituido por aquellas propiedades físicasdel medio que son «señalizadas» por la respuesta fisiológica y soncomputacionalmente relevantes (véase, al respecto, la importante distinciónentre «señales» y «códigos» que propone Uttal, 1967, para distinguir estos dosaspectos).

Por consiguiente, para que el estímulo externo (un determinado patrónde energía) se convierta en estímulo efectivo del proceso perceptivo, tiene queser primero un estímulo de los receptores sensoriales y, en segundo lugar,tiene que ser objeto de un proceso de codificación. La insistencia en distinguirestos dos aspectos no es gratuita, ya que es lo que justifica, en el fondo, lanecesidad de establecer dos niveles distintos e irreductibles para explicar losfenómenos (el de la neurofisiología y el de la psicología, o si se quiere, el de lasensación y el de la percepción, en el sentido ya expuesto). Ahora bien, eneste punto concreto, la relación entre ambos aspectos es de fundamental im-portancia, tanto para mantener una explicación causal de la percepción comopara entender la conexión entre el contenido de nuestra percepción y la reali-dad externa. Es justamente por ello por lo que en el estudio de las fasesiniciales del proceso perceptivo cumplen un papel decisivo los datos aporta-dos por la neurofisiología sensorial y por la psicofísica.

Estas dos disciplinas, pertrechadas de un gran equipamiento instrumentaly metodológico, han estado llamadas a entenderse y complementarse. El ejem-plo más característico es quizá el que se refiere al estudio de los mecanismosbásicos de la percepción del color. El conflicto entre las teorías pioneras de H.von Helmoltz y E. Hering (cf. Boring, 1942), basadas fundamentalmente endiversas clases de datos psicofísicos, se ha visto resuelto por el apoyo empíri-co prestado por los datos neurofisiológicos, al comprobarse que ambas teo-rías son compatibles en la medida en que apliquen a distintas fases de sutransducción sensorial (cf. Hurvich y Jameson, 1957; De Valois, 1960; Wald,1964; De Valois y De Valois, 1975).

Fue precisamente en el campo de la percepción del color donde ya ThomasYoung (1802), había anticipado la idea de que hay distintas estructuras en elsistema visual que responden a diferentes longitudes de onda, idea que, comose puede comprobar, no dista mucho de la noción de canal sensorial, quetanta importancia está teniendo en las investigaciones más recientes sobre losprocesos de transducción. A este respecto, el desarrollo de las técnicaspsicofísicas y su aplicación en condiciones de adaptación selectiva (p. ej.Gilinsky, 1968), enmascaramiento (p. ej. Campbell y Kulikowsky, 1966) o

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superposición (p. ej. Graham y Nachmias, 1971) han permitido avanzar en laidentificación de dichos canales sensoriales, sobre todo en el campo de lavisión, en convergencia con técnicas de registro electrofisiológico de los pa-trones de actividad neuronal (Hubel y Wiesel, 1962; Uttal, 1973; Campbell,1974; Robson, 1975, etcétera).

La necesidad de complementar los datos neurofisiológicos con lospsicofísicos se pone de manifiesto al advertir las limitaciones que tiene cadatipo de datos cuando se toma por separado.

Las técnicas neurofisiológicas, sin contar con que su aplicación suele estarrestringida a especies inferiores, nos dan una visión incompleta del problemade la transducción sensorial, ya que como hemos indicado repetidamente, noentran en la esfera de lo simbólico y se circunscriben al nivel de la explicaciónfisiológica. Permiten comprobar las dimensiones y características de laestimulación a las que reaccionan las distintas estructuras de los sistemas sen-soriales, definiendo por tanto el ámbito potencial de la transducción, pero sindecirnos todavía cuáles serán las que entren en el proceso perceptivo. Comoseñala Pylyshyn (1984), «el mero hecho de que se pueda mostrar que unorganismo responde neurofisiológicamente a cierta propiedad física del estímulocomo, por ejemplo, la longitud de la onda, no significa que dicha propiedad seacognitiva o computacionalmente relevante» (p. 172).

Por otro lado, aunque las técnicas psicofísicas pueden contribuir a resolverestas dificultades, tienen la limitación de contar con respuestas «finales» delorganismo como un todo. En este sentido, sólo indirectamente y de formatentativa nos pueden permitir identificar los resultados de la transducción sen-sorial y, por lo tanto, el input del proceso perceptivo. Toda la evolución de lapsicofísica (desde Fechner a Stevens), incluidas las aportaciones de la teoría dedetección de señales (Tanner y Swets, 1954; Swets, Tanner y Birdsall, 1961;Green y Swets, 1974), han tenido siempre el mismo objetivo: identificar las uni-dades básicas de la experiencia sensorial y mostrar su correspondencia con de-terminados parámetros físicos de la estimulación, tratando a la vez de controlarla influencia, en las respuestas externas que se le piden al sujeto, de todos aque-llos factores ajenos a la sensibilidad propiamente dicha. Sin embargo, todavíasigue existiendo el problema de que, para que el sujeto responda a las tareas dedetección a que se le somete, es preciso que sea consciente de la presencia delestímulo. En este sentido y aun cuando consiguiéramos controlar los demásfactores, la respuesta externa estaría directamente asociada al output del procesoperceptivo, pero podría ocurrir que lo que en este caso nos interesa (es decir, elinput) no tuviera que atravesar los umbrales de la conciencia.

Si, como veremos a continuación, las dificultades para acceder al resulta-do de la percepción se basan en que es un evento privado, no accesible a laobservación pública, el problema del input es, además, que puede que tampo-co sea accesible siquiera a la observación privada. Y aquí es donde, una vez

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más, tocamos fondo si mantenemos que el único criterio para admitir eventosmentales es que sean conscientes. La liberación de este requisito va a suponer,por tanto que la caracterización del input habrá de ser tentativa y deberá sercontrastada con datos empíricos convergentes de tipo neurofisiológicos,psicofísicos y conductual. Ello va a requerir, además, que se siga avanzandoen el análisis del patrón estimular, en conexión con la transducción sensorial,y siempre dentro de los márgenes de la neutralidad, si el estímulo ha de ser loque ponga en marcha la actividad perceptiva, no conviene olvidar la observa-ción elemental de que ha de consistir en algo que todavía no haya percibido elsujeto. Dentro de dichos márgenes es como se pueden valorar las descripcio-nes que se han propuesto del estímulo en términos de la teoría de la informa-ción, tanto en sus versiones más estrictas (Attneave, 1954) como en las máslaxas ( Garner, 1962; Dretske, 198; Cohen y Feigenbaun, 1982), así como lasindudables aportaciones de Gibson en lo que respecta a la caracterización delpatrón óptico para la visión.

4.2. El acceso al output perceptivo

Por lo que respecta al análisis del output perceptivo, lo primero que hay queseñalar es que la identificación del mismo depende, en gran medida, de cómoacotemos el ámbito de la percepción. Probablemente, no se trata de una cues-tión de todo o nada, donde sea fácil situar las fronteras que delimitan el procesoperceptivo. Por un lado, porque ello supondría disponer ya de una teoría firme-mente establecida de la percepción; y, por otro lado, porque, suponiendo unmínimo de continuidad en la actividad cognoscitiva, lo que pueda constituir elproducto final de la percepción va a estar expuesto a la interacción con losdemás conocimientos del sujeto.

El problema con el que nos enfrentamos ahora es el de ver cómo se puedeconstreñir el output del proceso perceptivo de forma que, por un lado, mantengatodavía una determinada conexión con el dato sensorial y que por otro, admitadescripciones de alto nivel que lo hagan servir para funcionamiento de la activi-dad cognitiva superior. Se trata de dar con algún criterio que nos permita deci-dir en qué sentido se pueden considerar como resultados perceptivos aspectostan variados como la forma o el tamaño de un objeto, el objeto mismo o sudistancia con respecto a otros. Asimismo, cabría preguntarse hasta que punto loque se percibe, en el área auditiva, son tonos, compases, melodías o sinfoníasenteras; y del mismo modo en el caso del habla, en qué medida lo que se llegaa percibir son meros rasgos acústicos o también palabras y frases; qué es lo que enrealidad se percibe al oler una rosa, al comer una manzana, al acariciar a un niño,al quemarse un dedo o al subir en la montaña rusa; en qué sentido se puedehablar de la percepción del ambiente, de las personas, del espacio y el tiempo,

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o, para el caso, de las mesas y árboles; que se percibe cuando presenciamos unaccidente, leemos en el periódico una noticia, miramos a la estrella polar, ocontemplamos una célula por el microscopio.

Antes de seguir conviene señalar que no vamos a entrar aquí en un análi-sis lingüístico de las expresiones en que se puede usar el verbo percibir o susasociados. Como ya hemos hecho notar en otra ocasión, no son las cuestionessobre el uso lógico del lenguaje las que más interesan al estudio empírico de lapercepción. Tampoco vamos a detenernos por el momento en la discusiónsobre el sentido literal o figurado de dichas expresiones, aun cuando reconoz-camos el interés que tiene el estudio de la función metafórica para entendermejor las relaciones entre percepción y lenguaje (cf. Johnson y Malgaday, 1982).Lo que importa resaltar ahora es que, en todos los ejemplos anteriores, elsujeto está ante la presencia de algo, realiza una actividad sensorial y llega aun determinado conocimiento de la realidad. Dejando a un lado la experien-cia afectiva o emocional concomitante que ello le pueda producir (a la queno queremos por ello restar importancia), lo primero que se observa en elámbito cognoscitivo es que la información obtenida en cada caso puedevariar en torno a diferentes parámetros, tales como: el grado de especifici-dad, la relativa independencia con respecto a las propiedades físicas delestímulo o a las características propias de una u otra modalidad sensorial, laaccesibilidad a la conciencia del sujeto, su dependencia con respecto a otrosconocimientos de los que este disponga, así como sus posibles efectos sobrela conducta manifiesta.

El establecimiento de estos parámetros de variación no ayuda mucho a marcarlos límites del proceso perceptivo sino, más bien, todo lo contrario. Pero a pesarde ello, sí puede contribuir a un mejor entendimiento del problema de la percep-ción, haciendo ver la necesidad de postular un continuo de procesamiento de laseñal sensorial, donde lo importante será comprobar si podemos distinguir dis-tintos niveles en dicho procesamiento que se correspondan con los distintosniveles de descripción de que es susceptible, en principio, el output de la percep-ción. Si cuando tratábamos de poner constricciones sobre el input, y pese a lasdificultades que comentábamos, teníamos el recurso de la transducción senso-rial, ahora vamos a tener que movernos en el terreno más incierto, en el queserá inevitable poner conexión a la actividad perceptiva con las estructurascognitivas del sujeto. Por muy elemental que sea la representación que se obten-ga del medio al percibir, deberá tener un contenido o significado (es decir, hacerreferencia a algo), y esto solo lo consigue un sistema intencional (en el sentido deBrentano) que determina la extensión de lo referido mediante la intención caracte-rística de la representación.

Si la significación es algo inherente a las funciones cognoscitivas del serhumano y la percepción es ante todo una función cognoscitiva, se sigue quetodo resultado perceptivo debe llevar impresa una significación. En este senti-do, percibir es siempre un percibir-como o percibir-que, por muy elemental que

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sea la descripción que pueda ir a continuación de cada uno de estos conectivos.Todo logro perceptivo, en la medida en que se refiere a unos aspectos de larealidad y no a otros, que permite distinguir unas cosas (propiedades, objetos,eventos) de otras y, sobre todo, que sirve de base para la fijación de las creen-cias (sobre cómo es el mundo que nos rodea), es algo cargado de significado.

De esta forma y a pesar de toda la borrosidad que aun le pueda quedar alconcepto, parece que el hecho de tener un significado distal podría constituirun criterio adecuado para determinar el output del proceso perceptivo. Y ellosin olvidar dos cosas: que, como tal output, debe mantener una cierta conexióncon el input; y que dicho significado nos interesa, desde el punto de vistapsicológico, en cuanto a que está representado en la mente del sujeto.

Esta caracterización del output de la percepción nos puede servir, asimis-mo, para examinar ya algunas de sus implicaciones metodológicas.

En primer lugar, por lo que a la utilización del método introspectivo serefiere, conviene señalar que, a pesar de todas las críticas que se le han hecho,mantiene su vigencia en el estudio de la percepción (como en el de toda la vidamental). Hasta ahora, el conocimiento que el sujeto adquiere del mundo quele rodea a través de la percepción puede acabar siendo, en un momento uotro, un conocimiento explícito y consciente. En este sentido, y aunque solosea en el nivel individual, los datos de la conciencia son el testimonio másdirecto de lo que se ha percibido. Si además el sujeto cuenta con algún mediode comunicación (como puede ser el lenguaje) que le permita trasmitir suexperiencia perceptiva, en las condiciones determinadas por el investigador,no habría razón alguna para negarse a usar esos datos.

Del mismo modo que, en su momento, nos enfrentamos al prejuicio deque mental y consciente fueran términos sinónimos, ahora debemos manifes-tar nuestro desacuerdo con el prejuicio de que los datos procedentes de laintrospección sean, por principio, desechables. En todo caso, lo que sí cabríaindicar es que son unos datos más a disposición del investigador y que, encuanto a estos, deben ser interpretados o explicados a la luz de una teoría delos procesos mentales. En este sentido, lo que no se puede pretender es que,por mera introspección, el propio sujeto descubra dicha teoría (al menos ydiscúlpese la ironía, sí creemos que la Psicología tiene todavía algo que decir alhombre de la calle).

Por otra parte y aun cuando se utilicen tareas experimentales que no re-quieren la introspección en sentido estricto, casi siempre es preciso contar enellas con la experiencia consciente del sujeto. De hecho, el supuesto de lacolaboración consciente del sujeto honesto está implícito en la gran mayoríade las tareas experimentales de la investigación psicológica. En el caso de lapercepción, la importancia de dicho supuesto es bien patente, ya se puede unoimaginar lo difícil que sería descubrir las funciones psicofísicas, estudiar lasilusiones perceptivas, las figuras ambiguas o los postefectos, abordar los temas

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del conocimiento o de las constancias, etc., sin recurrir a lo que el sujeto perci-be conscientemente y de una forma u otra, nos comunica.

Ahora bien, el hecho de que las respuestas dadas en una tarea hayan teni-do que pasar por el filtro de la conciencia del sujeto no quiere decir que losefectos experimentales que se obtengan haya que atribuirlos a procesos cons-cientes. Precisamente lo que han pretendido muchos de los procedimientosexperimentales utilizados ha sido mantener la atención del sujeto en una ta-rea, introduciendo cambios en la situación estimular que pasan desapercibi-dos al sujeto, pero que no obstante, pueden afectar a sus respuestas. El que seproduzcan estos efectos será de gran importancia para delimitar el ámbito delos componentes más automáticos de la experiencia perceptiva.

Por último, sin apelar ya a la experiencia consciente del sujeto, es precisodestacar la utilidad de los datos meramente conductuales para caracterizarel output perceptivo. En este sentido, hay que mencionar los estudios sobre eldesarrollo y el deterioro de las funciones perceptivas, así como aquellas quese refieren a diferencias individuales y socio-culturales en estilos o sesgosperceptivos. Además del interés que tienen en sí mismos y con respecto a losdistintos campos de la psicología aplicada, constituyen vías naturales de in-vestigación para comprender mejor las modificaciones a que se pueden verexpuestos los resultados de la actividad perceptiva. Quizá entre todos elloshay que resaltar el papel desempeñado por los estudios evolutivos, dondelas técnicas experimentales desarrolladas por la psicología conductista se haaplicado con enorme provecho para determinar el alcance y diferenciaciónde las capacidades perceptivas en las edades más tempranas (cf., por ejem-plo, la obra de Mehler y Fox, 1985).

5. EL ESTUDIO DE LOS PROCESOS QUE INTERVIENEN E N LA PERCE PCIÓN

Hasta el momento, la situación con la que se encuentra el psicólogo quequiere estudiar la percepción es aproximadamente esta: el organismo es afec-tado físicamente por un determinado patrón de energía procedente del medioy a partir de una representación primaria de dicho patrón energético (o, comodiría Rock, 1983; a partir de una «descripción literal» del estímulo proximal)acaba haciéndose con una representación que le permite atribuir propiedadesde distinto nivel de abstracción y significado a los objetos y eventos del medioque le rodea (o, en términos de Rock, acaba haciéndose con una descripcióndel estímulo distal). Lo que interesa ver ahora es cómo se aborda el estudio delo que pueda ocurrir entre medias.

El mismo carácter representacional que hemos atribuido al input y al outputde la percepción nos lleva a postular un nivel de análisis que permita relacio-

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nar representaciones. Y ello tanto lo que respecta al contenido como a la for-ma (y/o función) de dichas representaciones. Según esto, se puede estableceruna taxonomía que permita situar las principales estrategias para afrontar elestudio de los procesos perceptivos.

Las relaciones de contenido van a servir para delimitar los dominios cognitivosa los que se aplica la actividad perceptiva del sujeto. Para efectuar esta delimita-ción, habría dos formas de proceder, una en sentido horizontal y otra en sentidovertical. En sentido horizontal se ha utilizado normalmente el criterio de lasmodalidades sensoriales para distinguir los campos en que se lleva a cabo laactividad perceptiva. Y en el sentido vertical, se suelen dividir estos atendiendoa la mayor o menor complejidad de los resultados perceptivos. Así, en el primercaso, se puede hablar de percepción visual, auditiva, táctil, entre otras, mientrasque en el segundo, se podría hablar, dentro de la percepción visual por ejemplo,de percepción de la forma, percepción del tamaño, de las relaciones espaciales,percepción de rostros, percepción del lenguaje escrito, etcétera.

Conviene advertir que, en todo caso, se trata de ver cómo el sujeto resuel-ve los problemas concretos que le plantea una situación de tarea, donde laestimulación quedaría caracterizada por descripciones que se correspondencon los dominios cognitivos estudiados, tanto en sentido horizontal como ver-tical. Por otra parte, la división en dominios cognitivos no significa que nointeresen las relaciones que puedan existir entre unos y otros; solo indica que,desde un punto de vista estratégico, es preciso empezar por acotar los camposbásicos de interés, para pasar después a estudiar sus interacciones. En relacióncon esto último, conviene señalar la importancia que pueden tener los estu-dios sobre las distintas relaciones, de facilitación o de interferencia, que pudie-ran darse entre las distintas modalidades o entre los distintos niveles de com-plejidad perceptiva.

Dentro de un determinado campo de fenómenos, lo que importa es des-cubrir los principios o leyes que puedan explicarlos. En nuestro caso, y talcomo hemos planteado el problema de la percepción, se trata de dar con losmecanismos de que dispone el organismo para derivar unas representacio-nes de otras. Y aquí es donde entraría en juego la consideración sobre elcarácter formal de las mismas y su valor funcional con respecto a la activi-dad del sujeto. No hay que olvidar que las representaciones son «objetos»formales y que, en cuanto tales, tienen un determinado formato (valga laredundancia) y han de estar sujetos a algún sistema de reglas que ponga enrelación unas con otras. Es, precisamente, este carácter formal de las repre-sentaciones el que nos permite hablar de estructuras (simbólicas) y procesos(gobernados por reglas) para describir la actividad mental del sujeto quepercibe.

Desde un punto de vista metodológico, nos encontramos ya con el nivelde análisis en que es preciso construir modelos explicativos de la actividad

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perceptiva y contrastarlos con los datos empíricos oportunos. Haremos a con-tinuación unas breves consideraciones sobre cada uno de estos puntos.

La caracterización de la actividad perceptiva como procesos guiados porreglas que operan sobre representaciones, además de situarla en continuidadcon el resto de la actividad cognoscitiva, permite asimilarla, a lo que, en senti-do general, se entiende por una actividad de cómputo, en la que también seopera con símbolos mediante reglas. De acuerdo con ello, no es de extrañarque el marco conceptual de las ciencias de la computación haya sido tan atrac-tivo para la construcción de modelos explicativos en Psicología.

Por una parte, y siguiendo a Marshall (1977), conviene destacar que laidea subyacente a la famosa metáfora computacional es casi tan antigua comola filosofía misma. Desde Aristóteles hasta nuestros días, no parece que hayahabido alternativas muy distintas para caracterizar el conocimiento, aun bajolas denominaciones de intelectos agentes, leyes de asociación, juicioscategoremáticos o procesos de inferencia. En todos los casos se hacía referen-cia a una actividad simbólica que había que distinguir de las transaccionesfísicas en que se veía envuelto el organismo con su medio.

Por otra parte, es preciso reconocer que hay algo nuevo en la aplicación dela metáfora, a lo que cabe atribuir gran parte del éxito que ha tenido en lapsicología actual. Se trata de que el formalismo de la computación, tras losimportantes avances que experimentó la lógica matemática en la primera mi-tad de este siglo, ha llegado a realizarse físicamente en los ordenadores. Comose ha indicado tan a menudo, el ordenador ha servido como «prueba de exis-tencia» de sistemas abstractos y formales que procesan información, entre losque se puede encontrar la mente humana (cf. Boden, 1979; Newell, 1980;Pylyshyn, 1984; Gardner, 1985). Ello no quiere decir que esta forma de des-cripción agote todo lo que se pueda decir de la misma, ni tampoco que conella tengamos garantizado el éxito para explicar la cognición. Una de las para-dojas que como señala Gardner, ha caracterizado el desarrollo de la psicologíacognitiva ha sido precisamente la de que el uso de los modelos computacionalesha permitido ver con mayor claridad la distancia que separa al ser humano delordenador. Y el caso de la percepción es, en este sentido, de lo más ilustrativo.

Una de las ventajas principales que ofrece el uso de ordenadores a la in-vestigación psicológica, es la posibilidad de llevar a cabo experimentos desimulación. Ello exige formular la teoría en forma de programa, con las exi-gencias de explicitud y corrección lógica que ello lleva consigo. El hecho deque el programa «funcione» permite comprobar la «bondad» de la teoría, aun-que, como ya hemos intentado mostrar en otra ocasión (García-Albea, 1981,en este volumen), no constituyan un valor añadido con respecto a la «verdad»de la misma. Para caracterizar las estructuras y procesos que intervienen en laactividad perceptiva humana, hay que recurrir finalmente al sujeto humano yobservar cómo se comporta en determinadas tareas. Los distintos modelos

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explicativos que se puedan proponer tendrán que ser sometidos a comproba-ción empírica. Si los métodos de simulación sirven, como dice Weizenbaum(1976), para poner la teoría en acción y ver si es físicamente realizable, podríamosañadir que el método experimental también es una teoría en acción que tratade ver hasta qué punto aquello que propone la teoría se realiza de hecho en elsistema que queremos estudiar, en nuestro caso, el organismo humano.

La cuestión está ahora en cómo seleccionar las situaciones en que sepueda poner a prueba la teoría, sobre todo cuando los fenómenos ocurrende forma rápida y pueden estar sometidos al influjo de muchas variables. Enel estudio de procesos tan básicos como la percepción, con el carácter deinmediatez que esta tiene para el sujeto, parece que la estrategia no puedeser otra que la del «divide y vencerás». Con ello es posible que se pierda envalidez ecológica y en perspectiva global, pero también es posible que segane en inteligibilidad y capacidad explicativa. Al menos esta ha sido lapráctica habitual de la ciencia empírica, que no ha tenido más remedio queseparar (analizar, descomponer, etcétera) aunque no sea más que para des-pués volver a unir.

De acuerdo con esto, el procedimiento normalmente utilizado en el estu-dio de la actividad perceptiva ha consistido en provocar algún tipo de distor-sión o interferencia en la situación estimular para comprobar sus efectos en elrendimiento del sujeto en tareas generalmente sencillas de detección, discrimi-nación, comparación, clasificación, etc. El rendimiento se suele medir en tér-minos de precisión, rapidez o ambas respuestas, bajo el supuesto de que estosíndices pueden reflejar el distinto costo que conlleva al procesamiento del inputsensorial. La utilización conjunta de estas dos variables dependientes es unabuena forma de validación convergente, y además permite comprobar losposibles sesgos no-perceptivos de las respuestas del sujeto (Fitts, 1966; Pachella,1974; Lachman, Lachman y Butterfield, 1979).

Por lo que respecta a la manipulación de la situación experimental, cabedestacar el importante papel que han desempeñado los procedimientos utiliza-dos para provocar interferencias en el procesamiento, tanto en la modalidadvisual como auditiva. En el primer caso, con procedimientos como los de Stroop(1935), en los que se pone en conflicto el color con el nombre del estímulo; losde enmascaramiento visual, desde los trabajos pioneros de Sperling (1960) so-bre memoria icónica hasta los de Marcel (1983) sobre procesamiento incons-ciente de palabras; o los que se refieren a la presentación parafoveal de estímu-los, tanto a través de exposiciones breves (Bradshaw, 1974) como en tareas delectura mediante el registro de los movimientos oculares (Rayner, 1978;McConkie, 1983). En el caso auditivo, la interferencia se ha provocado median-te el procedimiento de escucha dicótica, donde el sujeto recibe estimulacióndistinta por cada oído, debiendo atender a uno de ellos (Cherry, 1953; Broadbent,1958; Lackner y Garrett, 1972; Yates y Thul, 1979). En todos estos casos, lo

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que interesa de una manera u otra es comprobar los efectos del estímulo noatendido sobre el rendimiento en una tarea relacionada con otro aspecto dis-tinto de la estimulación. A pesar de las dificultades para controlar experimen-talmente las posibles desviaciones de la atención (Holender, 1986), este tipode procedimientos ha mostrado ser de gran utilidad para establecer los límitesy condiciones de los procesos inconscientes y conscientes que ocurren en eldesarrollo de la actividad perceptiva.

Como ya hemos señalado repetidamente, la distinción entre procesamien-to inconsciente y consciente sigue ocupando un lugar central en la psicologíade la percepción, en estrecha relación con otras distinciones importantes comola de automatismo/control (Posner y Snyder, 1975; Shiffrin y Schneider, 1977),procesos guiados por los datos/guiados conceptualmente (Neisser, 1967) o laque pueda darse entre «encapsulamiento» y «penetrabilidad» en el flujo infor-mativo (Fodor, 1983; Pylyshyn, 1984). De lo que se trata en último término esde averiguar qué cosas hace nuestro sistema perceptivo como resultado deestructuras fijas y relativamente autónomas que tratan de obtener de la señaltodo lo que pueden, y para qué cosas necesita recurrir a estructuras cognitivasde orden superior, más flexibles e interactivas, que utilizan la informaciónobtenida del medio para la fijación de las creencias y la acción sobre el mismo.Cuáles son, en definitiva, las constricciones a que está sometida nuestra per-cepción del mundo, para mantenerse, por un lado, ligada a la realidad y paraconseguir, por otro lado, tener un control significativo sobre ella.

Creemos que estas consideraciones sobre el método son suficientes pararesaltar, a modo de conclusión, que, si bien queda mucho camino por recorrerpara dar con las soluciones correctas, la Psicología dispone ya al menos de losmedios para formular el problema de la percepción y acometer su estudio.

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PERCEPCIÓN Y RECONOCIMIENTODE PATRONES VISUALES

Y OBJETOSSoledad Ballesteros Jiménez

Capítulo 2

1. LA PERCEPCIÓN: ¿PROCESO CONSTRUCTIVO O PROCE SOGU IADO POR LOS DATOS?*

Gran parte de los estudios realizados en percepción y conocimiento visualhan intentado comprender el carácter inferencial de la propia percepción. Al-gunas de las preguntas que han guiado la investigación en este campo hansido si la percepción es comparable al razonamiento; si los procesos perceptivosestán guiados de arriba-abajo (guiados conceptualmente) o por el contrario,se trata de procesos de abajo-arriba (guiados por los datos); y si el sistemaperceptivo postula hipótesis o soluciona problemas.

Percibimos el mundo que nos rodea con gran precisión, y casi siempre demanera correcta. Cuando miramos por la ventana, por ejemplo vemos ungran número de objetos diferentes. Esta experiencia cotidiana puede hacer-nos pensar que percibir es un proceso psicológico sencillo, realizado sin nin-gún esfuerzo. Con frecuencia bastan unos cuantos milisegundos para quepercibamos visualmente objetos nada sencillos. A pesar de estas observacio-nes cotidianas, el proceso perceptivo es complicado y todavía es mucho loque ignoramos sobre él.

La teoría de la imagen retiniana. Una de las primeras teorías que intentóexplicar el reconocimiento de patrones y formas basó la percepción en lasimple imagen retiniana. Según esta teoría, cuando miramos un objeto, la luzreflejada por el mismo pasa a través de la lente ocular que, a su vez, proyectauna imagen invertida en la retina. La imagen retiniana del objeto llegaría

* Adaptado de: Psicología general II: un enfoque cognitivo, Cap. 13, Ed. Universitas, S. A., Madrid, 1994.

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hasta el cerebro, a través de la vía visual, donde el objeto sería rápida y co-rrectamente reconocido.

Esta teoría, a pesar de su sencillez, es incorrecta. Los objetos que existenen el mundo constituyen los estímulos distales. La estimulación que llega endiferentes formas de energía, para constituirse en estímulo proximal debe incidiren el órgano sensorial especializado, en este caso en la retina. El problema esque la misma estimulación proximal (la cantidad de energía que llega a nues-tra retina) puede ser producida por una gran variedad de estímulos distales(un gran número de organizaciones diferentes del estímulo).

Considere, por ejemplo, un simple cuadrado. Muy probablemente la ima-gen del cuadrado no aparecerá como un cuadrado perfecto, sino que será unaimagen de forma trapezoidal, semejante a alguna de las mostradas en la Figu-ra 2.1a. Además, muy posiblemente, el cuadrado presentará zonas de luz y desombra debido a que la luz no incidirá por igual en toda su superficie. Estohará que la imagen retiniana no se parezca siquiera a la imagen de un cuadra-do. Como puede observarse en la Figura 2.1 b, una misma imagen retinianapuede producirse por una gran variedad de objetos diferentes del mundoreal.

Figura 2.1. (a) una serie de objetos de diferentes formas proporcionan la misma imagen en laretina; (b) un cuadrado puede aparecer como cualquiera de estas formas cuando se percibe desde

distintas perspectivas.

Hochberg (1994) ha señalado que las teorías sobre los atributos de laimagen retiniana (bordes, contornos, luminancias, etc.) son teorías que se refie-ren a la estimulación proximal pero no son teorías sobre la percepción visual. Lasteorías sobre la percepción visual se refieren a las propiedades distales de losestímulos, no a las propiedades proximales. Como no existe una correspon-

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dencia inequívoca y unitaria (uno a uno) entre propiedades distales y propieda-des proximales, el paso de unas a otras, según Hochberg, va a depender de losprocesos superiores. Realice la comprobación presentada en el Recuadro 1.

Recuadro 1Comprobación

Realice la siguiente prueba: si ya ha visto alguna vez esta conocida figura, laprueba no tendrá valor. Si no la ha visto observe la Figura 2.2 e intenteidentificar de qué se trata. Posiblemente tardará cierto tiempo en identificar-la. Si la ha visto antes, identificará inmediatamente la imagen del dálmata.¿Cómo suele explicarse este efecto? La experiencia previa con la figura creauna representación que se almacena en nuestra memoria. Por eso, cuandovolvemos a ver la misma figura, esa representación se activa (procesos supe-riores entran en funcionamiento e identificamos la forma de inmediato).

Figura 2.2. Esta conocida escena muestra lo difícil que resulta reconocer figuras cuandola información suministrada es incompleta. Se trata de la escena del dálmata creada por

R. C. James.Otra comprobaciónPara que vea lo difícil que resulta identificar ciertas imágenes cuando apare-cen limitadas por los datos, trate de nombrar lo más rápidamente posible losobjetos que aparecen en la Figura 2.3. Compruebe el tiempo que tarda en

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identificar cada dibujo. El procesamiento abajo-arriba (guiado por los datos) pre-senta limitaciones, como habrá podido comprobar.

Figura 2.3. Ejemplo de algunas de las figuras incompletas utilizadas por Leeper(1935), a) helicóptero, b) niño con perro y c) autobús.

InterpretaciónCuando la información del medio es reducida, el sistema perceptivo no tienesuficiente información para construir una única e inequívoca representacióndel estímulo, de tal modo que pueden activarse varias representaciones dife-rentes. Para elegir una de ellas es necesario poner en funcionamiento mecanis-mos de procesamiento que funcionan de arriba-abajo. Ahora, mire la palabracorrespondiente a cada dibujo: a) aeroplano, b) niño con perro, c) autobús. Sino pudo identificar antes lo dibujos comprobará que ahora le resulta muysencillo percibir cada uno de ellos. Las diferentes partes de los objetos queantes no percibía adquirirán unidad ante sus ojos. -

La próxima vez que vea estos dibujos, aunque sean incompletos, los reco-nocerá inmediatamente. La puesta en concordancia de la representación delobjeto, activada en su memoria con la estimulación aportada por la figura,facilitarán su reconocimiento inmediato. En este caso, la percepción es el re-sultado de dos tipos de procesos que actúan conjuntamente: los procesos arri-ba-abajo, guiados conceptualmente y los procesos abajo-arriba, guiados porlos datos.

Una manera de resolver el problema de la falta de correspondenciabiunívoca (uno-a-uno) entre el estímulo local y el percepto es proponiendoque la percepción no depende únicamente del estímulo sino de las interaccio-nes entre el estímulo, que incide sobre la retina, y las representaciones existen-tes en el sistema cognitivo (Hochberg, 1994; Rock, 1983).

En la actualidad, muchos psicólogos de la percepción aceptan el conceptode inferencia inconsciente propuesto por Helmholtz, y mantienen que la corres-pondencia entre la estimulación proximal y la distal nunca es perfecta, mien-tras otros, siguiendo la teoría de Gibson (1950, 1966, 1979), defienden que

Recuadro 1 (continuación)

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toda la información necesaria para especificar el objeto distal se encuentra enel estímulo proximal; el estímulo proximal lleva suficiente información parapoder percibir el carácter del objeto distal (Michaels y Carello, 1981). Estospsicólogos son defensores de la percepción directa, por lo que descartan lainfluencia de variables cognitivas en la percepción.

Los científicos constructivos, por cl contrario, defienden que la estimulaciónsensorial es ambigua porque una gran variedad de estímulos distales puedenproducir el mismo patrón de estimulación proximal. En esta situación ambi-gua, el perceptor tiene que añadir más información a la suministrada por laestimulación para lograr un percepto significativo. Estos científicos concibenla percepción como el resultado de un proceso de inferencia inconsciente de solu-ción de problemas, y de construcción de descripciones estructurales del mun-do externo.

Las teorías constructivistas de la percepción aceptan el concepto de inferenciainconsciente propuesto, como ya dijimos, por Helmholtz (1866-1962). SegúnHelmholtz, a partir de los inputs sensoriales y de las regularidades del mundo,es necesario interponer una inferencia inconsciente (un proceso de represen-tación mental) entre la respuesta sensorial temprana y el percepto final.

2. LA NECESIDAD DE ADMITIR RE PRE SENTACIONES M ENTALE S EN PE RCE PCIÓN

¿Son necesarias las representaciones mentales para explicar la percepción?Cooper y Hochberg (1994) postulan la representación mental del objeto como el mejormodo de estudiar la percepción visual, ¿Por qué esta necesidad? Consideremos, porejemplo, los resultados de los experimentos realizados sobre la constancia de losobjetos. Estos estudios han mostrado que los sujetos perciben ciertas dimensionesde los objetos como constantes, o invariantes, a pesar de que la imagen retinianavaría al cambiar la orientación, inclinación, distancia o iluminación de las superfi-cies de esos objetos. Para explicar que percibamos el objeto constante a pesar de loscambios producidos en la información sensorial, es necesario introducir el conceptode representaciones mentales.

¿Cuáles son las propiedades de esas representaciones? Una forma de contestara esta pregunta ha consistido en suponer que las representaciones mentales retienenlas propiedades de los objetos reales que existen en el mundo físico. Sin embargo,las propiedades de los objetos percibidos pueden, algunas veces, ser diferentes de laspropiedades de los objetos existentes en el mundo exterior. Cooper y Hochberg(1994) han mostrado algunos casos en los que las representaciones de los objetos noreflejan las propiedades de los objetos físicos. Por ejemplo (ver Mach, 1906/1959;Rock, 1973), cuando se rota un cuadrado en el plano del dibujo la percepción no esinvariante. Considere la experiencia indicada en el Recuadro 2.

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Otro ejemplo de que las representaciones mentales de los objetos no siem-pre reflejan las características de los objetos físicos puede encontrarse en lasfluctuaciones perceptivas espontáneas. Existen ocasiones en las que un mis-mo estímulo da lugar a dos perceptos que se van alternando en el tiempo.Observe, por ejemplo, la Figura 2.4 que presenta las conocidas figuras,reversibles de la vieja y la joven (o la suegra y la nuera, como también seconoce), y de la rata y el viejo. Si continuamos mirando estas figuras, veremosque nuestra percepción fluctúa de un percepto a otro. Estos ejemplos mues-tran sólo algunos casos en los que las propiedades de las respresentacionesmentales de los objetos pueden diferir de las propiedades de los objetos queexisten en el mundo real. Cooper y Hochberg (1994) señalan que, para pro-gresar en el conocimiento de cómo funciona la percepción visual, es necesarioestudiar cuáles son los casos en los que existe una correspondencia entre lascaracterísticas de los objetos del mundo y sus correspondientes representacio-nes en la mente, pero todavía es mucho más necesario averiguar cuándo estaanalogía falla.

Recuadro 2Experiencia

Realice esta sencilla experiencia:Dibuje en un papel dos cuadrados idénticos, recórtelos y péguelos sobre unacartulina de distinto color. Uno de ellos póngalo en la posición de un cuadrado,y el otro en la posición de un rombo.Comprobará que se perciben como dos figuras distintas a pesar de ser idénticas.¿Son o no son físicamente iguales las dos figuras que recortó?¿Es o no es invariante la percepción de la forma?

Figura 2.4. Dos figuras reversibles, a) la suegra y la nuera, y b) la rata y el viejo. Obsérvese queuna misma figura se percibe en un sentido en un momento dado y, en un momento posterior, se

percibe de otra manera.

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3. TEORÍAS SOB RE RECONOCIM IENTO DE PATRONES

Las personas reconocemos mucho mejor que cualquier sistema de visiónpor ordenador, formas visuales muy complejas. A pesar de esta extraordina-ria capacidad, no es fácil explicar cómo se produce este proceso. Veamoscuáles son los principales enfoques teóricos propuestos para tratar de explicarla habilidad del perceptor humano para el reconocimiento visual de formas. Losmodelos de comparación de plantillas, los modelos de análisis de rasgos y losmodelos basados en descripciones estructurales constituyen las explicacionesteóricas clásicamente descritas en todos los manuales sobre percepción publi-cados a partir de los años sesenta.

Todos estos modelos coinciden en suponer la existencia de un proceso decorrespondencia entre la imagen producida por el input estimular en la retinay una determinada representación del objeto almacenada en la memoria alargo plazo. La diferencia entre estos modelos radica principalmente en elmodo de entender el proceso de correspondencia entre el input y la represen-tación almacenada, así como en el tipo de representaciones que postulan(Pinker, 1985). Además de estos modelos, consideraremos también otros en-foques que explican el reconocimiento de la forma visual a través del concep-to del marco de referencia.

3.1. Modelos de comparación de plantillas

La clase de modelos más sencilla para intentar explicar el reconocimiento deformas o patrones visuales es la comparación de plantillas. De acuerdo con estosmodelos, el reconocimiento se produce cuando se realiza una comparación entreel estímulo sensorial, que incide en la retina, y la representación a largo plazo dedicho objeto contenida en la memoria. Si resulta una plena coincidencia entre elestímulo y una de las plantillas, se reconoce la forma. La Figura 2.5 muestra unmodelo de plantilla para el reconocimiento de la letra A.

Figura 2.5. Un modelo de plantilla parareconocer la letra A.

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Cuando llega al sistema una letra que coincide exactamente con la letra A, laplantilla se activa y el sistema reconoce el estímulo.

Una plantilla es un constructo interno que permite el reconocimiento deuna forma. El principal problema del enfoque de plantillas es que resulta muyantieconómico. Para poder explicar la facilidad y versatilidad con que el siste-ma visual reconoce infinidad de formas diversas, deberíamos de disponer ennuestra memoria de infinidad de estos modelos. Cualquier diferencia entreuna plantilla y un estímulo podría dar lugar a errores. Sin embargo, reconoce-mos multitud de formas, a pesar de que cada una de ellas sólo se ajustaría auna plantilla específica.

Podemos reconocer fácilmente un gran número de «Aes» escritas en dife-rente tipografía. Un sistema basado en reconocimiento de plantillas exigiría laexistencia de una plantilla específica que se adaptara perfectamente a cadauna de las diferentes Aes, para que cada una de ellas pudiera ser reconocida.Un sistema que funcionara de este modo podría dar lugar a un gran númerode confusiones cuando la correspondencia entre la forma y la plantilla seasólo parcial, como es el caso de las letras Q y O, o la R y la P. Además, loscambios en orientación, distancia, posición, luminosidad o la oclusión de par-te de la forma, podrían hacer fracasar a un modelo de este tipo. El procesadorhumano actúa de una forma mucho más precisa. sin apenas equivocarse. Sehan propuesto otros modelos de comparación de plantillas menos rígidos quepermiten pequeños procesos de normalización, como por ejemplo, rotar elobjeto o escalar su tamaño (Bruce y Creen, 1985; Pinker, 1985). Sin embargo,ninguno de estos modelos funciona eficientemente en el mundo real.

A pesar de sus limitaciones para explicar cómo el ser humano reconocelas formas, estos procedimientos tienen una gran aplicabilidad cuando lasformas que hay que reconocer se definen con precisión. ¿Podría pensar enalgún tipo de letras que pudieran ser leídas por un sistema basado en planti-llas? Estos modelos funcionan para reconocer cheques bancarios por ordena-dor, o para leer por medio de una lectora óptica los sistemas de códigos debarras, como los que aparecen en la Figura 2.6, utilizados en los supermerca-dos para identificar los productos y sus respectivos precios. Lo importanteen estos casos es que las distintas formas que la máquina tiene que recono-cer aparezcan siempre de la misma forma y que cada estímulo sea lo másdiferente posible a los demás para evitar confusiones.

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3.2. Modelos de análisis de características

Los modelos de análisis de rasgos se basan en el modelo del Pandemoniumde Selfridge (Selfridge, 1959; Selfridge y Neiser 1960). Según estos modelosla percepción de la forma supone un procesamiento de alto nivel, pero esteprocesamiento viene precedido por !a identificación de los rasgos elementaleso característica del estímulo. En lugar de existir una plantilla para cada forma,se supone que existen multitud de miniplantillas para cada uno de los rasgosfundamentales (línea vertical, horizontal, uniones en forma de T, curvas, án-gulos). La representación almacenada en la memoria de una forma se compo-ne de la multitud de rasgos que la diferencian de las demás. Por ejemplo, elreconocimiento de la letra R vendría determinado por la localización de unalínea vertical de un rasgo curvo y de una línea oblicua.

Estos modelos de análisis de características tuvieron mucho éxito en psi-cología y en ciencias de la computación a partir de !os trabajos en neurologíade Hubel y Wiesel (1959, I962). Estas investigaciones mostraron la existenciade detectores de rasgos en la corteza visual del gato. Cada célula del córtexvisual parece poseer su propio campo receptivo, en el que responde óptima-mente a determinadas características del estímulo que aparece en ese campo,teniendo especial importancia la orientación del estímulo.

Los modelos de análisis de rasgos carecen de especificación sobre la orien-tación de los mismos (Pinker, 1985). Este es un aspecto nada despreciable,sobre todo cuando las formas visuales contienen los mismos rasgos colocadosen diferentes orientaciones. Estos modelos siempre se han utilizado para ex-plicar el reconocimiento de letras del alfabeto, o estímulos muy sencillos enlos que únicamente es necesario especificar unos cuantos rasgos, pero no pue-den explicar la gran cantidad y variedad de formas complejas que los huma-nos podemos reconocer.

Figura 2.6. a) Los ordenadores pueden utilizar los sistemas de comparación de plantillas parareconocer cheques bancarios o para identificar los productos disponibles para la venta. b) El

ordenador proporciona el precio correspondiente a cada producto identificado medianteel código de barras.

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3.3. Modelos basados en descripciones estructurales

Existen otros modelos, mucho más sofisticados que explican el reconoci-miento de formas recurriendo al almacenamiento en la memoria de descrip-ciones estructurales. Una descripción estructural está formada por un con-junto de proposiciones sobre una forma visual. Palmer (1975) ha definido lasdescripciones estructurales como representaciones jerárquicas de conocimientoorganizado de manera selectiva. La representación de las relaciones entre lasdiferentes partes es lo que diferencia a estos modelos de los anteriores. Parareconocer un objeto es necesario reconocer tanto las partes que lo formancomo las relaciones existentes entre unas partes y otras del objeto.

El esquema de las representaciones estructurales puede aplicarse a objetosreales. Un ejemplo lo tenemos en la representación de una cara humana comopropone Palmer (1975). En una cara, el tamaño, la posición y la orientaciónde los ojos se especifican en relación a la localización, orientación y tamaño dela cabeza. A su vez, las propiedades de la cabeza vienen determinadas por susrelaciones con el cuerpo. Si queremos que las representaciones tengan unmínimo de generalidad deberemos codificar las localizaciones y orientacionesentre las partes, porque los parámetros absolutos varían cuando vemos unobjeto, en este caso una cara, desde diferentes posiciones. La Figura 2.7a)muestra una posible representación estructural de una cara. La Figura 2.7b)ilustra la codificación relativa de las relaciones espaciales entre las partes de lamisma. Los predicados de localización relativa aparecen representados en fle-chas, los predicados de orientación relativa en valores en grados y predicadosde tamaño relativo en valores de razón.

La principal ventaja de las descripciones estructurales consiste en que di-viden el proceso de reconocimiento de la forma visual en varios subprocesos mássencillos, al representar las diferentes partes de un objeto o forma visual ensus elementos independientes. Esta característica explica la habilidad del sis-tema visual para dividir un objeto en sus partes correspondientes, lo mismoque para reconocer un objeto cuando sus partes se han reorganizado de unmodo nuevo. El mayor problema de este enfoque es que no constituye unaverdadera teoría sobre el reconocimiento de la forma, sino que solo específicasu formato (Pinker, 1985).

3.4. El marco de referencia en la percepción de la forma

El concepto de marco de referencia fue utilizado por la psicología de laGestalt. Sin embargo, este concepto ha adquirido más importancia en las teo-rías actuales sobre visión. Un marco de referencia es un sistema de coordenadasespaciales centrado con el objeto, mediante el cual puede realizarse una des-

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cripción estable del mismo, independiente de las posibles transformacionesespaciales (Marr y Nishihara, 1978; Palmer, 1975, 1989; Rock, 1973, 1990).

¿Cómo es posible identificar una forma cuando cambia de orientación?Este es el problema que intenta solucionar la hipótesis del marco de referencia.Rock (1973) mostró que no todas las formas son constantes cuando varía suorientación. Este autor fue el primero en estudiar cómo es posible percibir laforma ,y la orientación en función de un marco de referencia. Para ello presentóformas visuales no familiares semejantes a las que aparecen en la Figura 2.8, ydespués puso a prueba la memoria de los sujetos pidiendo que reconocieran lasformas cuando se presentaron en orientaciones diferentes. E1 resultado fue que

Figura 2.7. La parte (a) de esta figura muestra un esquema de la proyección bidimensional de lacara dibujada en (b), (b) muestra la invarianza de las relaciones entre el marco de

referencia del ojo relativo al de la cabeza cuando la cara se traslada y se rota en el espaciobidimensional. (Adaptado a partir de Palmer (1975) Explorations in Cognition

by Norman and Rumelhart. Copyright © 1975, W. H. Freeman and Company.Reproducido con permiso).

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el reconocimiento empeoró. A partir de estos y otros muchos resultados expe-rimentales, Rock llegó a la conclusión de que las personas perciben la formaen relación a un marco de referencia en el que tiene una importancia vital lagravedad (la dirección arriba-abajo), que es la que define, según él la orienta-ción del marco. Rock y colaboradores (Rock, DiVita y Barbetio, 1981; Rocky DiVita, 1987) han informado también de otros fallos en la detección de laequivalencia de la forma con objetos no familiares tridimensionales, relativa-mente amorfos como formas realizadas con alambre, A), u objetos como losmostrados en la Figura 2.9 B).

Figura 2.8. Ejemplo de figura con malos ejes intrínsecos utilizada por Rock en una tarea dememoria de figuras presentadas en diferentes orientaciones (Rock, 1973. Reproducido con

permiso del autor).

Figura 2.9. A) Un objeto construido con alambre en distintas orientaciones, y B) dos fotografíasde un objeto no familiar realizado en arcilla utilizados en los experimentos de Rock y Di Vita

(1987). (Reproducido con permiso de los autores).

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Según los teóricos del marco de referencia, las constancias perceptivas seproducen porque la representación de la forma visual o del objeto, se mantie-ne debido a que el sistema perceptivo selecciona el marco de referencia de unamanera constante. Por el contrario, cuando nos enfrentamos a figuras ambiguas,con varios marcos de referencia alternativos, cada uno con sus descripcionesestructurales correspondientes, la constancia perceptiva no puede lograrse,como se muestra en el Recuadro 3.

Recuadro 3Estudios sobre la ambigüedad del apuntamiento

de triángulos equiláteros

Steve Palmer, psicólogo de la Universidad de California, ha sido el investigadorque más ha estudiado cómo influye el marco de referencia en la percepción de laforma. Según Palmer (1989), los efectos del marco de referencia se producen enpercepción visual porque ayudan a resolver el problema de la percepción invariantede la forma cuando varía su orientación.

El efecto de los triángulos ambiguos

El efecto gestáltico que Palmer ha estudiado más ha sido el de la percepción detriángulos ambiguos apuntando hacia distintas direcciones (Palmer, 1980, 1989,1992; Palmer y Butcher, 1981, 1982; Palmer, Simone y Kube, 1988). Los trián-gulos equiláteros son figuras ambiguas porque pueden percibirse apuntandohacia cualquiera de las tres direcciones indicadas por sus ángulos, pero sólo enuna dirección en cada momento. La Figura 2.10 muestra ejemplos de triángu-los ambiguos apuntando hacia distintas orientaciones (condiciones a y b), y encondiciones contextuales que producen un sesgo sistemático a percibir que ladirección hacia la que apuntan es las 3 en punto del reloj (resto de las condicio-nes, de la c a la i).

Figura 2.10. Triángulos ambiguos en condiciones neutras (condiciones a y b), y dentro decontextos que sesgan la dirección de apuntamiento percibido hacia las 3 en punto (condicio-nes c a l). A partir de Palmer (1989), «Reference frames in the perception of shape and

orientation», en Shepp y Ballesteros (eds.) Object perception: Structure andprocess, Lawrence Erlbaum Associates. (Adaptado con permiso de Lawrence Erlbaum

Associates y del autor).

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Recuadro 3 (continuación)

ComprobaciónObserve que en la Figura 2.10 a, el triángulo puede percibirse alterna-tivamentetc apuntando hacia las 3, las 7 o las 11. Observe ahora que lostriángulos que aparecen en la Figura 2.10 b parecen apuntar en una soladirección, pero compruebe cómo, en un momento dado, todos los triángulosa la vez parece que apuntan hacia otra dirección, e incluso, después haciauna tercera. La Figura 2.10 c y d muestra un fenómeno que interesó muchoa Palmer. Cuando varios triángulos, se presentan alineados por su eje desimetría (c), todos ellos parecen apuntar en una dirección coincidente condicho eje. La percepción aparece sesgada hacia esa dirección. Cuando lostriángulos aparecen alineados por sus bases (como en d), parece que todosellos apuntan en dirección perpendicular a su alineación. Estos y otros efec-tos que aparecen representados en la Figura 2.10 han sido comprobadosexperimentalmente por Palmer.

Experimentos de Palmer

Palmer (1989) intentó probar si los efectos contextuales encontrados ensus investigaciones, los cuales mostraban sesgos en la percepción del apunta-miento de los triángulos equiláteros, podían explicarse por el alargamientodel eje más largo de la figura a través de la simetría o a través de la hipótesisde las frecuencias espaciales. El razonamiento de Palmer fue el siguiente: «Sise presenta un triángulo dentro de un marco de referencia cuya orientaciónsesgue la percepción de la dirección de apuntamiento del triángulo consisten-te con la respuesta direccional exigida, los tiempos de reacción serán másrápidos que si ese mismo triángulo aparece dentro de un marco cuya orienta-ción produce sesgos hacia una dirección inconsistente con la respuesta exigi-da». El sesgo perceptual introducido por el marco de referencia se calculacomo la diferencia entre los tiempos de las respuestas consistentes e inconsis-tentes correspondientes.

En un experimento, Palmer manipuló el alargamiento del marco en 1; 1,5;2; y 3 veces, en condiciones en las que los triángulos estaban orientados por labase y orientados por el eje en condiciones consistentes e inconsistentes (verFigura 2.11). Si la hipótesis del alargamiento fuera correcta, no debería produ-cirse sesgo con los marcos cuadrados (no alargados) y la cantidad de sesgodebería aumentar progresivamente con el alargamiento del marco. Esto signifi-ca que los marcos más largos deberían producir más sesgo. Los triángulos po-dían apuntar hacia la derecha o hacia la izquierda. La tarea consistió en indicarlo más rápidamente posible la dirección de apuntamiento del triángulo.

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Resultados

La Figura 2.12 muestra los TRs medios para marcos alineados por el eje, porla base, consistentes e inconsistentes en función de la razón del marco. Comopuede comprobarse, ninguna de las predicciones de la teoría del alargamientose confirmó. Los marcos cuadrados produjeron un sesgo significativo. Com-pruebe la diferencia entre las condiciones consistentes e inconsistentes. De serla hipótesis correcta, este sesgo no debería haberse producido. Tampoco seconfirmó la segunda predicción relativa al aumento constante del sesgo en fun-ción del alargamiento del marco: observe que las líneas parecen totalmenteplanas. Estos resultados hicieron que Palmer rechazara la teoría.

Una segunda teoría que Palmer puso a prueba para tratar de explicar losefectos del contexto en el apuntamiento de los triángulos, fue la de la simetría.Según esta segunda teoría, el sistema visual utiliza la simetría, en vez del alar-gamiento, como modo de seleccionar la orientación de su marco de referen-cia. Los triángulos equiláteros tienen tres ejes de simetría, por lo que sonambiguos. El percepto obtenido dependerá del eje de simetría que sea selec-cionado para la orientación del marco. En varios experimentos, Palmer mani-puló la simetría del marco variando su orientación e introduciendo marcoscurvos que rompieran la simetría de la figura. Los resultados de estos experi-mentos han sido parcialmente coincidentes con las predicciones de la teoríade la simetría.

Figura 2.11. Estímulos utilizados por Palmer (1989, Exp.1) sobre el efecto del alargamiento delmarco en el apuntamiento de los triángulos. Se presentaron marcos rectangulares con radios de1,0; 1,5; 2,0; y 3,0, en orientaciones consistentes e inconsistentes con la respuesta, exigida.

Aparecen dibujadas todas las que apuntaban hacia la derecha; el mismo número de estímulosaparecían apuntando hacia la izquierda. En Shepp y Ballesteros (Eds.), Object perception:

Structure and process (reproducido con permiso de Lawrence Erlbaum Associates y del autor.

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Figura 2.12. Resultados correspondientes al Exp. 1 (Palmer, 1989) sobre el alargamiento delmarco. Los tiempos de reacción medios aparecen dibujados para marcos alineados por el eje y porla base, en orientaciones consistentes e inconsistentes, en función de la razón de alargamiento del

marco. (Reproducido con permiso de Lawrence Erlbaum Associates y del autor).

Palmer ha probado también otras teorías sin que ninguna explicara total-mente los efectos experimentales encontrados. En la actualidad, Palmer estáestudiando modelos de tipo conexionista en un intento de construir una teo-ría más plausible del marco de referencia.

4. TEORÍAS DE RECONOCIMI ENTO DE OB JETOS

El problema de la mayoría de los enfoques considerados hasta ahora es que,para poder explicar la facilidad que tenemos para reconocer un número casi infi-nito de objetos en diferentes posiciones, necesitan presuponer la existencia de unnúmero similar de modelos de los objetos almacenados en la memoria. Esta ex-plicación es antieconómica. Es necesario encontrar alguna teoría que pueda redu-cir el número de representaciones almacenadas en nuestra mente.

4.1. La teoría de Marr y Nishihara de reconocimiento de objetos

La teoría propuesta por Marr y Nishihara (1978) supone el esfuerzo másimportante para explicar el problema del reconocimiento visual de objetos en elmundo tridimensional. Su punto de partida es que la visión es un proceso queproduce, a partir de las imágenes del medio externo una descripción útil, despo-jada de información irrelevante. La propuesta de Marr y Nishihara señala queel reconocimiento de objetos tridimensionales se basa en: 1) un sistema de co-

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ordenadas centrado en el objeto; 2) tiene en cuenta la colocación de las partesdel objeto en relación a dicho sistema de coordenadas; y 3) el sistema compa-ra estas caracterizaciones de los objetos con formas almacenadas en la memo-ria. Según estos autores, un objeto tridimensional debe describirse con respec-to a un mareo de referencia basado en la forma misma. La representación queproponen está centrada en el objeto, es volumétrica y modular. Este sistemaestá basado en los ejes de simetría, alargamiento, o incluso movimiento de laforma. Los ejes que van a utilizar por ser los que mejor conocen, son los ejesde alargamiento de la forma conocidos como conos generalizados. Un cono gene-ralizado es la superficie creada cuando se mueve una sección de forma cons-tante y tamaño variable a lo largo de un eje.

La Figura 2.13 muestra un diagrama de la organización de la forma en unmodelo 3-D (tridimensional). Cada recuadro corresponde a un modelo 3-D,con el modelo de su eje en el lado izquierdo y la disposición de sus ejes com-ponentes en el lado derecho. Cuando un recuadro se solapa con otro, signifi-ca que el modelo 3-D tiene otros modelos asociados con él.

Figura 2.13. Diagrama que ilustra la organización de la información sobre la forma de unadescripción de modelo 3-D. Cada uno de los rectángulos corresponde a un modelo 3-D, con su eje

modelo a la izquierda del rectángulo y la disposición de sus ejes correspondientes a la derecha.Algunos de estos últimos tienen modelo 3-D asociados con ellos, como indica el solapamientode las casillas. A partir de Marr y Nishihara «Representation and recognition of the spatial

reorganization of three dimensional shapes». Proc. R. Sci. Lond. B 200, 269-294.

Las principales ventajas de esta forma de organización son: a) cada mode-lo 3D tiene una complejidad limitada y constituye una unidad independientede información; b) la información aparece dentro de un contexto que favore-ce su reconocimiento (un dedo se reconoce mejor en el contexto de toda lamano); y c) la representación puede manipularse de manera flexible. Esteenfoque tiene limitaciones, en el sentido de que sólo es útil para objetos quepuedan descomponerse en formas del modelo 3-D, pero no puede aplicarse aformas que se descompongan de otra manera.

De acuerdo con la Figura 2.13, el primer recuadro muestra un único mo-delo axial de un ser humano, en el que pueden apreciarse la disposición de los

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ejes componentes de la cabeza, tronco, piernas y brazos. El eje correspondien-te al brazo constituye el eje principal del modelo del brazo. Observe que en elsegundo recuadro, a la derecha aparece el eje del brazo y del antebrazo. Elrecuadro siguiente muestra el eje del antebrazo y de la mano. Finalmente, elúltimo recuadro muestra la mano con los dedos. El reconocimiento se logracuando coinciden un modelo de descripción 3-D, proveniente de una imagen,y uno de los modelos de descripción 3-D almacenado en la memoria.

Marr y Nishihara han señalado que la configuración de los ejes puedeservir para distinguir entre un número de modelos de objetos que se dife-rencian unos de otros por el número y disposición de los diferentes ejes queforman cada objeto, como puede apreciarse en la Figura 2.14.

Figura 2.14. Diagrama que muestra una orgnización (o índice) de descripciones de la formaalmacenadas en la memoria, de acuerdo con su especificación. La organización va de lo más gene-

ral a lo más particular. A partir de Marr y Nishihara (1978) «Representationand recognition of the spatial organization of three-dimensional shapes».

Proc. R. Soc. Lond. B200, 269-294.Los primitivos de la forma propuestos por Marr y Nishihara tienen dos

ventajas principales: 1) se pueden aplicar a objetos animados; y 2) puedenobtenerse a partir de sus siluetas. El problema que surge es que existen mu-chos tipos de objetos que no se adaptan a esta descripción jerárquica (comocaras, zapatos o árboles). Sin embargo, este modelo es hasta ahora el que haejercido mayor influencia en el reconocimiento de la forma tridimensional.

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4.2. La teoría de Biederman de reconocimiento-por-componentes

Biederman (1987, 1988) ha propuesto una teoría sobre el reconocimientode objetos tridimensionales, conocida como teoría de reconocimiento-por-com-ponentes. Según esta teoría, la imagen de un objeto se segmenta en regiones deconcavidad hasta producir un conjunto de 36 conos primitivos generalizadosconvexos, tales como: cilindros, ladrillos, y conos. Estos primitivos, llamadosgeones, pueden distinguirse entre sí por propiedades de constraste, dicotómicas otricotómicas, como son: simetría, curvo versus recto, y coterminación de seg-mentos. La teoría intenta solucionar el problema de cómo los bordes extraídosa partir de la imagen de un objeto pueden ponerse en correspondencia, entiempo real, con una representación adecuada del objeto en la memoria.

La principal aportación de esta teoría consiste en proponer un número decomponentes extraídos a partir de los mecanismos perceptuales y cómo laorganización de estos componentes puede dar lugar a la construcción de unarepresentación del objeto en la memoria.

La Figura 2.15 presenta un diagrama de flujo, propuesto por Biederrnan(1987), en el que aparecen los diferentes subprocesos que intervienen en elreconocimiento de objetos. De acuerdo con este diagrama, se produce un esta-dio temprano de extracción de bordes mediante cambios importantes en laluminancia o la textura de la imagen. El módulo encargado de extracción debordes puede actuar independientemente de los estadios más tardíos. Lo queBiederman llama propiedades no accidentales de la imagen (por ejemplo, lasimetría y la colinealidad) son extraídas de forma simultánea por un analizadorde la imagen. El análisis se realiza en regiones de concavidad de la imagen.Todo el proceso de reconocimiento de objetos hasta la identificación de loscomponentes se realiza mediante procesos de abajo-arriba, guiados por los estímu-los. La disposición de los componentes se compara posteriormente con unarepresentación en la memoria a través de procesos que actúan en paralelo.

Figura 2.15. Estudios de procesamiento de la teoría de reconocimiento-por componentes para elreconocimiento de objetos. A partir de I. Biederman (1917), «Recognition-by-components:

A theory of human image understanding» Psychological Review: 94, p. 118.(Reproducido con permiso del autor).

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Esta teoría asume que la representación de una imagen se divide en regio-nes que corresponden a los puntos de máxima concavidad, coincidiendo connuestras expectativas sobre los límites de las partes de los objetos. Cada unade estas regiones segmentadas corresponde, aproximadamente, a un geón.Cada uno de estos geones forma parte de un conjunto de volúmenes con-vexos, o únicamente cóncavos, que son como conos generalizados que sirvenpara representar formas volumétricas. La Figura 2.16 (izquierda) muestra va-rios de estos geones. Como puede observarse, son suficientes dos o tres geonespara describir un objeto (derecha). Por ejemplo. una lámpara puedeespecificarse con dos geones y un teléfono con tres. La disposición de los geonesen la imagen desempeña un papel de primer orden, ya que el mismo númeroy tipo de geones puede dar lugar a objetos diferentes según sea la organiza-ción que tengan.

Figura 2.16. (Izquierda) Los objetos pueden representarse mediante una disposición de volúmenesprimitivos simples, o geones, cinco de los cuales aparecen en esta figura. (Derecha). Únicamentehacen falta dos o tres geones para especificar un objeto. Las relaciones entre los diferentes geones

son importantes como lo demuestra el hecho de que los mismos geones puedan dar lugar adiferentes objetos (por ejemplo, el jarro y el cubo). (Reproducido con permiso de T. Biederman).

Estos geones son invariantes en relación a los cambios de punto de vista.Además, por ser redundantes pueden ser restaurados en presencia de ruidovisual. Los objetos que estén formados por geones poseerán la mismainvarianza con respecto al punto de vista que los mismos geones que los com-ponen. El procesamiento de estos geones se realizará con rapidez y precisión.

Biederman y colaboradores (Biederman, 1987; Biederman y E. E. Cooper,1991a) han realizado estudios empíricos para poner a prueba la teoría. El proce-dimiento general utilizado en estos experimentos ha consistido en presentarbrevemente (100 mseg) dibujos de objetos seguidos por una máscara; se pide alos sujetos que nombren los objetos. Las variables de interés son siempre enestos experimentos, los tiempos de reacción y los errores cometidos.

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El Recuadro 4 muestra los principales efectos encontrados en los experi-mentos de Irving Biederman.

Recuadro 4Principales efectos experimentales encontrados por Biederman

(1987, 1990)

1. Efecto de los objetos incompletos. Se ha comprobado que sólo dos o tres geonesson suficientes para identificar objetos complejos, como pueden ser un aero-plano o un elefante.2. Efecto de la complejidad del objeto. Objetos tan complejos como un aeropla-noo un elefante, que requieren seis u más geones para su especificación, noexigen más tiempo para su identificación. Biederman ha indicado que estosresultados se deben a que se produce una activación en paralelo de los geonesque componen un objeto.3. Versiones recuperables y no recuperables de las imágenes de los objetos. ¿Cuándo unobjeto comienza a ser no reconocible? Para poder responder a esta pregunta,Biederman (1987) realizó un experimento en el que manipuló lo que llamóversiones recuperables de un objeto frente a versiones no recuperables.

La Figura 2.17 muestra cinco de los dibujos de objetos utilizados en este ex-perimento. En la columna a) aparecen representados los objetos completos.En la columna b) aparecen las versiones recuperables de estos objetos. Comose observará, en este caso se ha borrado parte del dibujo en regiones en lasque los bordes pueden reemplazarse mediante la colinealidad o la curvaturasuave. La columna c) muestra versiones no recuperables de estas mismasimágenes.En la condición recuperable es posible recuperar la mayor parte de los geonesque componen la imagen, mientras que en la condición no recuperable sehan alterado los vértices, o se han sugerido otros, que son inapropiados, porlo que no pueden extraerse los geones que componen la imagen.

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Recuadro 4 (continuación)

2.17. Ejemplos de algunos estímulos utilizados en el experimento de lapercepción de objetos degradados. La columna a) muestra las versiones intactasoriginales. La columna b) muestra las versiones recuperables. La columna c)

muestra las versiones no recuperables. (Tomado de I. Biederman, Recognition-by-components: A theory of human image understanding, 1987. Psychological

Review, 94, p. 135, Fig. 16. Copyright 1987 American PsychologicalAssociation. Reproducido con permiso del autor).

Comprobación

Pruebe, con algunos amigos que no hayan visto antes estos dibujos,a mostrar únicamente los dibujos de una u otra columna, y pida quetraten de decir rápidamente de que objeto se trata. Anote el númerode errores de cada columna y cl tiempo que han tardado en contes-tar. Verá que es mucho más fácil identificar los objetos de la columnab) que los de la columna c).

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Un aspecto destacado de la teoría propuesta por Biederman es que los«geones» están definidos por propiedades invariantes que no cambian conrespecto a las diferentes posiciones desde las que puede verse un objeto. Estose consigue porque, según Biederman, existen propiedades «no accidentales»de los bordes de la imagen visual que pueden utilizarse como claves de losobjetos en el mundo real. Estas propiedades son: la simetría, la colinealidad,el paralelismo, la coterminación y la curvilinealidad. Aunque se han realizadobastantes estudios para probar esta teoría, todavía son necesarias más investi-gaciones que ayuden a aclarar el valor de los «geones» en la percepción deobjetos en el mundo real.

RE SUM EN Y CONCLUSIONES

Percibimos un mundo constante a pesar de la información variable y cam-biante del medio. La mayor parte de las teorías actuales suponen que entre lainformación, muchas veces incompleta y ambigua de la imagen retiniana, y lapercepción, existen una serie de representaciones mentales de los objetos.Hemos considerado las suposiciones básicas de las diferentes teorías existen-tes hasta el momento y sus dificultades para dar cuenta de la enorme flexibi-lidad y capacidad que tenernos para reconocer todo tipo de formas y objetos.

A pesar de la influencia conceptual en los procesos perceptivos, existenalgunos problemas relacionados con esta perspectiva. Por ejemplo, no se haexpresado claramente qué tipo de conocimiento a qué estructuras superioresson las que el perceptor pone en funcionamiento a la hora de extraer unpercepto significativo y fiable a partir de las imágenes retinianas ambiguas.

Se ha solido aceptar que el tipo de conocimiento que pone en marcha elsujeto para completar el acto perceptivo es el conocimiento acerca de¡ mundo,e¡ conocimiento de las regularidades sobre las leyes de la física o la geometríade los objetos. Sin embargo, esto no siempre es verdad (véase Cooper yHochberg, 1994).

El input visual conlleva un elevado grado de información como algunosinvestigadores han mostrado (véase Gibson, 1950; 1979; Marr, 1982), y enmuchas ocasiones esta información es más que suficiente para percibir nues-tro mundo de una manera correcta.

Si es complicado explicar cómo el sistema visual realiza tan rápidamente ycon tanta precisión, discriminaciones finísimas entre imágenes bidimensionales,más complicado es explicar la percepción y el reconocimiento de objetos queexisten en nuestro mundo tridimensional. Dos teorías destacan en su intentode explicar cómo nuestro sistema visual trata con los objetos de nuestro am-biente. La primera teoría, y la que ha obtenido más apoyo hasta el momento,es la teoría de Marr y Nishihara (1978). La segunda teoría, es la teoría deBiederman (1987).

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LA PERCEPCIÓN DEL ESPACIOM. Manzano

Capítulo 3

Todos damos por sabido que el mundo a nuestro alrededor está conformadode objetos más o menos sólidos dispuestos de manera irregular en un espacioque nos es familiar, estacionario y tridimensional. Si nos detenemos a analizaresta organización, que nos parece perfectamente natural e inevitable, inmedia-tamente se convierte en fuente de comprensión acerca de cómo trabaja nues-tra mente. Nuestro sistema visual toma la información bidimensional de laretina y crea una percepción que corresponde al carácter tridimensional delmedio. ¿Cómo?

Puesto que la información no proviene de manera inmediata de las imáge-nes retinianas, debe haber alguna otra información que nos permita construirla profundidad y la distancia. Durante el largo período de interés sostenido delos psicólogos con relación a este tema —uno de los primeros que estudiaronlos psicólogos experimentales— se ha logrado acumular gran cantidad de in-formación sobre éste e identificar cuáles son las características concretas, índi-ces o claves que nos sirven para elaborar la información que recibimos demanera tal que garantice adecuadamente la construcción de nuestro espacioperceptual.

El aparato óptico del sistema visual proporciona al menos tres fuentespotenciales de información sobre la distancia de los objetos. Dos de ellas pro-vienen de los ajustes oculomotores para mantener la imagen bien enfocada enla retina. Estos ajustes se denominan acomodación y convergencia. El terceroes la disparidad binocular. Veamos primero los índices de acomodación y con-vergencia.

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ACOMODACIÓN Y CONVERGENCIA

Experimente la convergenciaPara que experimente las sensaciones que producen

la convergencia y la acomodación, mírese el índice con el brazoextendido. Luego acérqueselo lentamente a su nariz y advierta

que, conforme sus ojos se mueven hacia adentro hay unaumento de tensión dentro de ellos.

Esas sensaciones se deben primero, a la convergencia. La conver-gencia es un proceso por el que los ojos giran sobre su eje, uno hacia elotro, al fijarse en un objeto cercano. La función de la convergencia esregular el patrón de estimulación de cada ojo para evitar las imágenesdobles (diplopia) que se producen por el hecho de que los ojos ven elmundo desde distintas posiciones en la cabeza. Normalmente, no somosconscientes de estas imágenes dobles pero, como veremos más adelante,es fácil ilustrarlas con una sencilla demostración (vea más adelante, en lapágina 54, ¿Dos lápices o uno?).

También están relacionadas con la acomodación. Cuando los ojos se fijanen un punto del espacio, este se refleja con claridad en la retina, mientras queotros puntos más cercanos o lejanos que el punto de fijación son borrosos.Cuando la mirada cambia de un punto del espacio a otro, la forma del crista-lino se modifica para mantener una imagen clara del objeto en que se fijan losojos: él se engrosa para enfocar objetos cercanos y se adelgaza para enfocarobjetos lejanos. Estos cambios en el cristalino reciben el nombre de acomoda-ción y están controlados por los músculos ciliares. Los impulsos cinestésicosque emanan de los músculos ciliares representan una fuente potencial de in-formación sobre la distancia a la que se encuentran los objetos que enfoca elojo. Puesto que los músculos ciliares se contraen para engrosar el cristalino,cuanto mayor sea el grado de contracción más cercano estará el objeto.

Hace tiempo que se ha reconocido la contribución potencial de los ajustesoculomotores a la percepción de la distancia. Ya en el siglo XVIII el filósofoinglés Bishop Berkeley hacía referencia a la acomodación y la convergenciacomo índices de distancia. Ellos son útiles sólo para el espacio cercano, esdecir, para distancias de un metro o menos, según los datos de Leibowitz y suscolaboradores. Por otra parte, la convergencia parece ser más importante quela acomodación. Ritter (1977) ha descrito un experimento complejo de «domi-nancia de índices» en el que las condiciones experimentales hacían entrar enconflicto a la convergencia y la acomodación: los valores de ambos ajustesoculomotores correspondían a valores contradictorios de distancia de obser-vación. En estas condiciones, se halló que los juicios directos de profundidadse basaban en el valor de la distancia a la que se fijaba la convergencia. La

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acomodación, aunque se fijó también a una distancia distinta, no influyó en ladistancia percibida. Se ha hecho notar que las personas varían considerable-mente en su capacidad de emplear el índice de convergencia. Los experimen-tos de Richards y Miller (1969) en los que intervienen juicios directos dedistancia indican que algunas personas saben emplear este índice, pero otrasno. De hecho, en la última de estas investigaciones la convergencia fue deescasa utilidad para aproximadamente un tercio de los 25 sujetos.

DI SPARIDAD BINOCU LAR Y ESTEREOPSIA

Otro índice de profundidad —que se suele considerar muy potente— sederiva del hecho que tenemos dos ojos y que la separación entre ellos es hori-zontal (la distancia entre pupilas es de aproximadamente 65 mm), es decir,que tenemos visión binocular. Ello determina que tengamos dos imágenesligeramente distintas de lo que vemos, que deben ser organizadas con delica-deza y precisión. Este índice se conoce también con otros nombres: disparidadretiniana y estereopsis.

Alterne los ojos y la imagen cambiaSostenga ambos índices frente a Ud. en sentido vertical, a unos 15 cm de surostro y separados por unos dos centímetros y medio. Con el ojo derechocerrado, cuadre la posición de los dedos de forma que pueda ver entre ellosalgún objeto que esté a 30 cm de distancia o más (Figura a).Luego cierre el ojo izquierdo, abra el derecho y observe que sus dedos parecenhaberse movido a la izquierda de modo que ya no puede ver el objeto entreellos (Figura b).Esas dos percepciones son las vistas diferentes que se proyectan en su retinaizquierda y derecha (Figuras c y d).

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Para producir una sola imagen la entrada de estimulación de los dos ojostiene que incidir en puntos retinianos correspondientes. Los puntos corres-pondientes son los que coincidirían si se pudieran superponer exactamentelas dos retinas (Figura 3.1). Cuando los objetos se ven a una distancia mayorde 54 metros, las líneas de visión son paralelas y las dos imágenes inciden demodo automático en puntos de la retina correspondientes.

Figura 3.1. Puntos correspondientes en las dos retinas.Para comprender la relación entre la percepción de la profundidad y el pro-

blema de los puntos correspondientes debemos remitirnos a la noción de horópteroy lo haremos a través del análisis de la situación que muestra la Figura 3.2.

Figura 3.2. Cuando el punto de fijación es Rafa, las imágenes de Susana, de Enrique y de Rafase sitúan en el horóptero. En la figura la línea curva punteada indica el horóptero.

Imaginemos que la salvavidas mira directamente a Rafa, por lo que suimagen cae en las fóveas de la salvavidas (F, F’) que son puntos correspondien-tes. Pero Rafa no es la única persona cuya imagen incide en puntos correspon-dientes. Hay un círculo imaginario llamado horóptero que pasa por el puntode fijación. La imagen de cualquier objeto que se encuentre sobre el círculoincide en puntos correspondientes de las dos retinas. En nuestro ejemplo, elhoróptero no sólo pasa por la cabeza de Rafa (el punto de fijación) sinotambién por las de Enrique y Susana. Así, mientras el punto de fijación sigasiendo el mismo i.e. Rafa, las imágenes de estos dos caen también en puntoscorrespondientes de las retinas del salvavidas.

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Ahora veamos en qué parte de las retinas de la salvavidas caen las imáge-nes de Carola y Carlitos que son puntos que no están horóptero. La imagende Carola incide en los puntos dispares B y G’, es decir, en puntos no corres-pondientes como se puede ver en la Figura 3.3. El punto correspondiente deB se localiza en B’. Entre G’ y B’ se genera el llamado ángulo de disparidad.Consideremos ahora las imágenes de Carlitos. En la propia Figura 3.3 pode-mos ver que caen en A y H’ dos puntos que generan un ángulo de disparidadmayor que el de Carola. En la medida en que los objetos estén más lejos delhoróptero, mayor es el ángulo de disparidad. De esta manera, el grado dedisparidad indica cuán lejos están Carlitos y Carola de donde vigila el salvavi-das. Puesto que el ángulo de disparidad de Carlitos es mayor que el de Carola,él está más lejos del horóptero y por lo tanto, más cerca del salvavidas.

Figura 3.3. Las imágenes de Carlos y Carola en la retina no caen en puntos correspondientes.

Cuando los objetos están localizados frente al horóptero, como Carola yCarlitos, sus imágenes se desplazan a los lados de ambas retinas, de lo queresulta una disparidad cruzada. Cuando los objetos están detrás del horópterosus imágenes se mueven hacia adentro en las retinas y crean una condiciónllamada disparidad no cruzada. Mientras más atrás del horóptero se encuentreun objeto, más se desplaza su imagen hacia adentro y mayor es la disparidad.Así, la disparidad cruzada señala los objetos que están más cerca que elhoróptero, en tanto que la disparidad no cruzada revela que están más lejos.

¿Dos lápices o uno?Woodworth (1938) ha propuesto esta sencilla demostración que nos permiteilustrar tanto el fenómeno de la convergencia como el problema de la dispari-dad cruzada y no cruzada. Sostenga un lápiz verticalmente entre los dos ojosa una distancia de lectura y fije la mirada en un objeto llamativo y relativa-mente aislado del extremo opuesto de la habitación. El lápiz se ve doble; másaún, las imágenes dobles del lápiz están cruzadas, es decir, la imagen del ojo

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derecho se ve a la izquierda del objeto distante y la imagen del ojo izquierdose ve a su derecha. Este efecto se puede observar manteniendo la fijación en elobjeto lejano y tapándose los ojos de modo alternativo. Después, fije la miradaen el lápiz. En este caso, el objeto lejano se ve doble y sus imágenes dobles nose cruzan, es decir, la imagen del ojo derecho se ve a la derecha del lápiz y ladel ojo izquierdo, a su izquierda. También en este caso se puede observardicho efecto tapándose los ojos de modo alternativo, pero esta vez hay quemantener la fijación en el lápiz.

La conclusión a la que se puede arribar es que la disparidad genera laestereopsia, es decir, percibibir la profundidad cuando tenemos dos imágenesligeramente diferentes en nuestros ojos.

El hecho de que cada ojo tenga una imagen distinta del mundo sirvió alfísico Wheatstone (1802-1875) para inventar el estereoscopio un aparato queproduce una ilusión convincente de profundidad utilizando dos imágenes lige-ramente diferentes que se presentan cada una a un ojo. Basándose en sus cono-cimientos de óptica geométrica preparó dibujos de escenas (estereogramas) taly como las veían los ojos izquierdo y derecho respectivamente. El estereoscopiode mano fue muy popular como fuente de entretenimiento en el siglo XIX yvolvió a aparecer con la forma moderna del View Master con el cual probable-mente jugaron cuando niños.

¿Tiene un View Master a mano? Si tiene alguno a mano sitúelo frente a una fuente de luz de modo que amboscampos visuales estén iluminados por igual, pruebe a mirar un solo campo ydespués descubra el otro campo, notará que la figura «salta» provocando unaimpresión muy fuerte de profundidad.

¿No tiene un View Master a mano?Experimente la profundidad binocular

en una imagen sin estereoscopio.Coloque verticalmente una tarjeta de 10 por 15 cm entre las gradas de lafigura y coloque la nariz contra ella, de modo que vea el dibujo de la izquierdasólo con el ojo izquierdo y el de la derecha sólo con el ojo derecho (cierre uno yotro ojo para confirmar la separación).Enseguida relájese y espere que los dibujos se fundan. Cuando componga unasola imagen debe ver las gradas en profundidad, tal como las vería a travésde un estereoscopio.

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Los trabajos de Julesz introdujeron una innovación fundamental en el estu-dio de la estereopsis, porque permitieron responder a la pregunta de si el efectoestereoscópico requería patrones familiares o de objetos y además, la preguntade si es posible percibir la profundidad en ausencia de cualquier otro índice.Los estereogramas de Julesz se construyeron del modo siguiente: primero segeneraron por computadora dos diseños idénticos de puntos aleatorios y luego,en uno de ellos, se desplazó una sección cuadrangular. El efecto de desplazaruna sección del diseño es generar una disparidad. Así cuando se presentan losdiseños cada uno a un ojo percibimos un pequeño cuadro que flota sobre elfondo.

Otros investigadores han demostrado que la estereopsis se obtiene al variarel brillo de los elementos dispares o al omitir de manera selectiva ciertos elemen-tos del conjunto presentado a cada ojo.

Lo dicho hasta aquí indica que la disparidad binocular es un fenómenorealmente notable y un factor dominante en la percepción de la profundidad. Sepuede emplear cuando se han controlado todos los índices de familiaridad; ope-ra en un rango grande de distancia (hasta aproximadamente 455 m) y la sensi-bilidad a diferencias muy pequeñas de disparidad es excepcionalmente aguda(algunos observadores son capaces de detectar profundidad en disparidadesretinianas tan pequeñas como 1/1,800 de grado o 2 segundos de arco).

Hay, sin embargo, un punto que queda por explicar: para aprovechar ladisparidad el sistema visual tiene que hacer corresponder los puntos de unaimagen con los equivalentes de la otra, es decir, ¿cómo se codifica la informa-ción estereoscópica en el cerebro? Se han avanzado algunas respuestas en tornoal problema pero aún no se ha dado una satisfactoria. La más ampliamenteaceptada es la teoría de la fusión. Según la resume Rock (1975) esta teoría sostie-ne que las imágenes de puntos retinianos correspondientes se funden en algúnnivel de la red neural del sistema visual, mientras que la de los puntos no corres-pondientes se fusionan a otro nivel y, a mayor diferencia entre los niveles defusión en la red neural, mayor impresión de profundidad. Aunque atrayente noresulta del todo satisfactoria, notablemente porque no puede explicar algunosaspectos de la estereopsis. Uno de ellos es el hecho de que se percibe profundi-dad en un estereoscopio aunque las imágenes se vean dobles.

Los índices de profundidad que hemos discutido hasta aquí se basan enpropiedades fisiológicas del sistema visual. Hay un grupo de indicadores denaturaleza más estática que son útiles para transmitir una impresióntridimensional. Ellas reciben el nombre de índices o claves pictóricas o índices monocularesde profundidad porque no precisan de la visión binocular. Fueron los pintores delRenacimiento italiano quienes descubrieron la mayor parte de estos índicespictóricos, el papel de los psicólogos en este caso ha sido, fundamentalmente, elde formalización y amplificación. Algunos de esos índices serán presentados acontinuación.

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OCLUSIÓN O I NTE RPOSICIÓN

Cuando un objeto oculta todo o parte de otro, este se ve más lejano(Figura 3.4). La oclusión no ofrece información alguna sobre la distanciaque nos separa del objeto, sino que indica una profundidad relativa: sabe-mos que el objeto que está semioculto se encuentra más lejos que el otro,pero no sabemos cuán lejos se halla. Es, junto con el tamaño relativo, uníndice efectivo en todo el alcance de la visión desde distancias pequeñasentre 0 y 2 m hasta más de 30 m.

Figura 3.4. Interposición.

Se puede manipular la interposición no sólo para producir una impresiónverídica de profundidad, sino para invertir las relaciones de distancia aparente,haciendo que un objeto cercano parezca lejano como se observa en la Figura 3.5.

Figura 3.5. La interposición anula los índices de tamaño y la familiaridad de la percepciónde la distancia.

Si dos cartas, ambas de tamaño normal pero separadas del sujeto pordistancias diferentes son vistas con visión monocular y en la condición deque solo ellas están iluminadas como en a), se juzgará que la imagen máspequeña se encuentra más lejos. Este juicio se verá confirmado en b) en la quese ha cortado una parte de la carta de la izquierda. En c) sin embargo, la cartade la derecha rellena el hueco y no puede observarse su soporte, ella parece

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más próxima, aunque mucho más pequeña que la de la izquierda. En estecaso la interposición anula los índices de tamaño y los de la familiaridad de lapercepción de la distancia.

GRADIE NTE S DE TEXTURA

Suponga que está mirando una calle adoquinada. A medida que la miradase extiende a lo largo de la calle el tamaño retiniano de los adoquines disminuyey el número de adoquines por unidad de área retiniana aumenta. Los adoqui-nes son los elementos que componen la textura de superficie de la calle. Ladensidad de textura de la superficie se define como el número de elementosproximales por unidad de área de manera tal que la textura más densa se ubicaen la parte más lejana de la calle. La mayor parte de las superficies naturales secaracterizan por gradientes de densidad de textura (ver Figura 3.6).

Figura 3.6. Gradiente de textura.

Los gradientes de textura sirven como índices de distancia (Gibson, 1950).En uno de sus experimentos, Gibson investigó la influencia de los gradientesde densidad de textura en la inclinación percibida de una superficie que cons-tituye un caso especial de distancia percibida. Una superficie no inclinada esperpendicular a la línea de visión; sus partes superior e inferior son equidistantesdel observador. Las superficies inclinadas hacen desaparecer esa equidistan-cia: la parte superior se aleja y la inferior se acerca. Según Gibson, la percep-ción del grado de inclinación de una superficie depende, en ausencia de otrosíndices, de la tasa de cambio de la densidad de textura que la superficie pro-yecta. Esta hipótesis se deriva de la relación entre el tamaño y la distancia:cuanto más lejano el observador se halle de un conjunto de elementos, menorserá la distancia entre los elementos en la retina y mayor su densidad.

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Para comprobar esta hipótesis Gibson creó una situación que eliminabaotros índices de distancia y permitía que la densidad de textura dominara. Lossujetos veían diapositivas de superficies reales inclinadas en ángulos deseadosque se proyectaban en una pantalla no inclinada.

Se fotografiaron dos clases de superficie en cuatro ángulos distintos: 10°,22°, 300º y 45°. Una de ellas contenía elementos de tamaño constante, dis-puestos en un patrón regular como el que ofrecería la superficie de una paredde ladrillo. La otra superficie contenía elementos de tamaño irregular, dis-puestos de manera aleatoria. Se esperaba que la superficie irregular produjerajuicios menos estables de inclinación que la regular. Los sujetos indicaban lainclinación percibida de cada estímulo ajustando la inclinación de una tablaque recibían con este fin. En términos relativos, las estimaciones de la inclina-ción percibida coincidieron con la inclinación «real» de los estímulos. Como sehabía supuesto, el patrón regular produjo juicios más precisos y fiables que elirregular. Estos resultados confirman la validez de los gradientes de densidadde textura como índices de distancia.

Otros experimentos han añadido cierto grado de complejidad a la hipóte-sis original, por ejemplo, la inclinación puede ser infravalorada cuando la tex-tura es el único índice disponible y son necesarias ciertas combinaciones detamaño y separación entre elementos para estimar la inclinación; la utilizaciónmáxima de la textura como índice de distancia tiene lugar en los niveles inter-medios de densidad.

ALTURA RELATIVA

Los objetos cuyas bases aparecen más arriba en el campo visual debajo delhorizonte parecen estar más lejos, en cambio por encima del horizonte pare-cen estar más lejanos si se encuentran más abajo en el campo de la visión.(Figura 3.7).

Figura 3.7. Altura relativa.Epstein sugiere una relación de este índice con el gradiente óptico de tex-

tura: los objetos que parecen más altos suelen ser adyacentes a zonas másdensas del gradiente óptico de textura y se asocian a zonas más distantes de la

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superficie del fondo. En consecuencia, los objetos más altos parecen estar máslejos. Su eficacia está entre los 2 m hasta 30 m y más.

PERSPECTIVA AÉREA

Un problema crónico de las zonas urbanas modernas es la impureza delaire. Cuando el aire no está claro, la luz que se refleja pierde su naturalezaoriginal. En esas condiciones objetos a distancia considerables parecen adqui-rir un tono azulado y se distinguen peor sus detalles que los objetos máscercanos. Cuanto más distante está el objeto mayor será ese efecto llamadoperspectiva aérea.

Si alguien espera que ese efecto predomine, su ausencia puede inducir aerrores en zonas donde el aire es relativamente claro, las montañas pareceránestar más cerca de lo que realmente están y, en consecuencia, las personascreerán erróneamente que está a una hora de camino cuando en realidad sehalla a varios días de distancia. Es eficaz a una distancia de más de 30 m.

PE RSPECTIVA LINEAL

Cuando recorremos con la vista una superficie de terreno las líneas para-lelas parecen converger en la medida en que se alejan en la distancia: es este elfenómeno de la perspectiva lineal, uno de los índices más importantes deprofundidad.

Al observar raíles de ferrocarril ellos, que son paralelos desde el punto devista distal, parecen encontrarse a medida que se alejan del observador. Ade-más las traviesas de la vía parecen cada vez más cortas. La perspectiva lineales un ejemplo de la relación entre el tamaño y la distancia. El tamaño proximalde los objetos disminuye al aumentar la distancia con respecto al observador.Lo que explica el tamaño decreciente de las traviesas es que el ángulo visualque describe la separación entre dos puntos cualesquiera de las vías disminui-rá al incrementarse la distancia y las vías terminarán por encontrarse en un«punto de fuga»: el horizonte.

TAMAÑO

Ciertos aspectos del tamaño pueden influir en la percepción de la distan-cia. Como ya se ha dicho a medida que un objeto de tamaño fijo se aleja delobservador su tamaño proximal disminuye, por lo que el tamaño proximal esuna fuente potencial de información sobre su distancia.

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Los pintores usan esa información para plasmar la profundidad, dibujan-do más pequeño aquel objeto que tiene que parecer más lejano.

El papel del tamaño proximal como factor determinante de la distanciaaparente se ha demostrado en varias investigaciones de laboratorio. Estosestudios adoptan la técnica general de presentar dos objetos idénticos, ex-cepto en el tamaño de sus imágenes retinianas, en una situación visual em-pobrecida de la que se han eliminado todos los demás índices de distancia.En estas circunstancias, el objeto que proyecta la imagen retiniana de ángulovisual mayor parece más cercano. Una ilustración de este efecto es el «expe-rimento del globo» de Ittelson y Kilpatrick (1951). Estos investigadores usa-ron dos globos parcialmente inflados que eran iluminados por una fuente deluz oculta y que se veían monocularmente en una habitación oscura. Eltamaño relativo de los globos se controlaba con un fuelle. Cuando tenían elmismo tamaño, parecían esferas brillantes equidistantes del observador;cuando su tamaño se variaba de modo continuo, parecían moverse sin pararhacia delante y hacia detrás en el espacio, y el globo mayor parecía siempremás cercano que el pequeño. Los experimentos que acabamos de describirrepresentan un caso en el que el tamaño retiniano relativo determina la per-cepción de profundidad entre objetos. Es como si el observador asumieraque los dos objetos son del mismo tamaño físico y, por lo tanto, percibiera elde tamaño retiniano más pequeño como si estuviera más lejos. Hay otroaspecto del tamaño que también interviene en la percepción de la profundi-dad: el tamaño familiar o asumido de un objeto.

Figura 3.8. Tamaño relativo.

TAMAÑO FAM ILIAR

Para demostrar que el tamaño percibido depende del tamaño familiarEpstein (1965) tomó como estímulos fotografías del mismo tamaño de mone-

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das de 10, 25 y 50 centavos de dólar colocadas a la misma distancia del obser-vador. Para crear la impresión de que eran monedas reales, él dispuso lasfotografías en un cuarto en penumbra, las iluminó con un proyector y pidió alos sujetos que las vieran con un ojo. Cuando a los sujetos se les pidió juzgarla distancia de las monedas calcularon que la de 10 centavos, estaba más cerca,la de 25 más alejada y la de 50 era la más lejana.

Otra manera de demostrar la influencia del tamaño familiar en la distan-cia percibida es usar un paradigma en el que el tamaño familiar y el tamañorelativo se enfrenten. Este fue el enfoque adoptado por Ono (1969). En unaparte del experimento, los sujetos juzgaron la distancia de círculos presenta-dos en condiciones de índices de distancia reducidos. Como era de esperar,los sujetos juzgaron que el círculo grande estaba más cerca que el pequeñocuando se encontraban a la misma distancia física. En otra parte del experi-mento, se añadieron a los círculos abstractos connotaciones de «objeto fami-liar», lo cual modificó enormemente los resultados. La fotografía de una pelo-ta de golf de tamaño normal se colocó en el círculo pequeño y la de un balónde baloncesto, más pequeño que una normal, pero mayor que una de golf, enel círculo grande. En estas condiciones, el círculo que contenía el balón debaloncesto debería parecer más cercano si sólo interviniera el tamaño relativo,pero más lejano, basándose en el tamaño familiar. Ono halló que el objetomayor se seguía juzgando más cercano. Sin embargo, la distancia aparenteentre éste y el objeto pequeño se redujo notablemente con respecto a la condi-ción en la que los estímulos eran círculos vacíos.

En este caso, el tamaño familiar minimizó el efecto del tamaño relativo.Estos experimentos demuestran que tanto el tamaño relativo como el familiarson índices pictóricos que determinan la distancia percibida de los objetos.

BRILLO PROXIMAL

El brillo es otro atributo de los estímulos que se relaciona con la distanciay, por tanto, puede también servir de índice pictórico de la misma. Mantenién-dose otros factores iguales, si la posición del observador y de una fuente de luzpermanece constante, el objeto más brillante de dos idénticos parece más cer-cano. Este efecto se basa en una importante relación de la física de la luzconocida como la ley del cuadrado inverso, que afirma que la intensidad de ilumi-nación en cualquier punto es inversamente proporcional al cuadrado de sudistancia a la fuente de luz. Así, a medida que aumenta la distancia de unobjeto con respecto a la fuente de luz, la iluminaci6n que incide sobre estedisminuye.

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SOMBREADO Y SOMB RA

Otro índice pictórico de profundidad proveniente de las condiciones deiluminación es el sombreado y la sombra. Los objetos suelen estar iluminadosde manera que la distribución de la luz sobre su superficie no es uniforme.Esta falta de uniformidad es consecuencia de la tridimensionalidad de losobjetos. El patrón resultante de luz y sombra puede servir de índice de ladistancia relativa entre objetos o de la distancia entre objetos y superficies y,asimismo, puede dar la impresión de relieve de textura a una superficie (verFigura 3.9).

Figura 3.9. Papel del sombreado y la sombra en la impresión de profundidad.

En manos de un artista experimentado, el sombreado produce un efectoimpresionante de profundidad en un dibujo de dos dimensiones.

Un último grupo de índices están en relación con nuestro movimiento en elentorno. Helmholtz (1866-1911) describió la siguiente situación en la que elmovimiento refuerza nuestra percepción de la profundidad: «Digamos queuna persona está parada en un bosque espeso, donde es imposible que distin-ga, sino es en forma vaga y aproximada, la aglomeración del follaje y ramasque lo rodea; qué forma parte de un árbol y qué de otro (....). Pero, en cuantoempieza a avanzar, todo se desenreda y de inmediato percibe las partes delbosque y de sus relaciones reciprocas en el espacio».

Los índices de profundidad que están relacionados con el movimientoson: el paralaje del movimiento, el índice de profundidad cinética y la supresión y elacrecentamiento.

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PARALAJE DEL MOVIM IENTO

Al profundizar en el efecto del movimiento Helmholtz describió como,cuando avanzamos, los objetos cercanos parecen quedar atrás rápidamente,en tanto que los distantes se ven moverse con más lentitud.

Lo que describimos más arriba es algo que experimentamos cotidianamentecuando miramos por las ventanas laterales de un vehículo en marcha: losobjetos próximos se aceleran y parecen moverse en sentido contrario al delvehículo mientras que en los lejanos apenas se advierte movimiento y parecendesplazarse al mismo tiempo que nosotros. La diferencia de velocidad delmovimiento percibido entre objetos lejanos y cercanos se llama paralaje delmovimiento y nos sirve de base para percibir la profundidad: los objetos lejanosse mueven con más lentitud y los cercanos con rapidez.

Coloque un índice cerca de la cara y el otro con el brazo extendido. Enprimer lugar, fíjese en el dedo que está más cerca y mueva la cabeza lateral-mente, observará que el dedo más alejado parece moverse en la misma direc-ción que la cabeza. Ahora fíjese en el dedo alejado y vuelva a mover la cabezalateralmente. Esta vez parecerá que el dedo cercano se desplaza en direccióncontraria a la cabeza.

SUPRE SIÓN Y ACRECE NTAM IENTO

Cuando dos superficies se encuentran a distancias diferentes como en laFigura 3.10 cualquier desplazamiento lateral del observador hace que parez-can moverse una en relación con otra. Cuando el observador se desplaza a laizquierda la superficie posterior es cubierta o suprimida y cuando se mueve ala derecha la superficie posterior es descubierta o acrecentada.

Este índice se relaciona con el paralaje del movimiento y la oclusión, puestoque se presentan cuando extensiones superpuestas parecen moverse unas enrelación con otras. Es muy eficaz para detectar la profundidad de los bordes.

Figura 3.10. Si el observador percibe las dos superficies como en a y se desplaza a laizquierda tiene lugar la supresión pues el objeto del frente cubre el objeto trasero. Si por elcontrario se desplaza a la derecha hay un acrecentamiento. Haga la prueba con dos objetos.

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EF ECTO DE PROFUNDI DAD CINÉTICA

Se han descubierto formas fascinantes y sutiles de crear impresión de pro-fundidad con dos estímulos bidimensionales en movimiento. El movimientode los objetos también proporciona información sobre la profundidad. Wallachy sus colaboradores describen el efecto cinético de profundidad. La hipótesisde sus experimentos es que las sombras proyectadas por objetos giratoriosque tienen determinadas formas se ven en tres dimensiones. Cuando la som-bra está fija se ve plana, pero cuando se hace rotar adquiere una aparienciatridimensional a pesar de que se ve en una superficie bidimensional.

Efecto de profundidad cinéticaPara demostrar el efecto de la profundidad cinética, doble un cable de cobregrueso de modo que reproduzca los lados a, b, c y d del cubo de la Figura3.11. Luego proyecte la sombra del cable en una hoja de papel, como seaprecia en la Figura 3.12 y, mientras ve la sombra del otro lado de la hoja,haga girar el cable. El resultado debe ser una percepción más tridimensionalque cuando el cable estaba inmóvil.

Los diversos índices de distancia descritos hasta aquí tratan de explicarcómo obtenemos una visión tridimensional del entorno distal a partir deimágenes proximales bidimensionales. El más «sencillo» problema que nosplanteemos en esta área descubre que nuestra percepción del espacio estáplagada de inferencias, hipótesis, supuestos, significados y expectativas. Esto

Figura 3.11.

Figura 3.12.

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hace resaltar, una vez más, la naturaleza activa y constructiva de la percep-ción. No debemos dejar de tener en cuenta que por razones experimentalesestos índices se estudian cada uno de forma individual, pero que en el medionatural rara vez se encuentran separados, sino que se producen juntos encomplejas combinaciones. Además, es importante destacar que ninguna deellas es crucial para la percepción de la profundidad, al funcionar en conjun-to ellas ofrecen información superpuesta o redundante de modo que garan-tizan nuestra percepción de profundidad.

BIBLIOGRAFÍA

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Una de las principales preguntas que deben resolver los investigadores acercade la percepción del tamaño se refiere a cuál es la información de base sobre lacual calculamos el tamaño de los objetos en medios naturales.

Veamos esquemáticamente lo que ocurre cuando un observador está mi-rando un edificio de 200 m de alto (T), situado a 500 m de distancia (D) (verFigura 4.1)

Figura 4.1.

El tamaño del edificio en la retina queda determinado por el ángulo quecubre en la retina ó ángulo visual ( en la figura). La Figura 4,2 ilustra cuál seríael ángulo visual producido por el edificio si la distancia a la que se sitúa elobservador fuera la mitad de la anterior, es decir, 250 m.

PERCEPCIÓN DEL TAMAÑO.LAS ILUSIONES GEOMÉTRICAS

Y LAS DE TAMAÑOM. Manzano

Capítulo 4

Figura 4.2.

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En esa situación observamos que aumenta tanto el ángulo visual como eltamaño de la imagen en la retina. Por último, la Figura 4.3 ilustra el cambioque se produciría en el ángulo visual si la distancia a la que se sitúa el observa-dor se duplicara a 1.000 m.

En este caso, el ángulo disminuye y también el tamaño del edificio en laretina hasta aproximadamente la mitad de lo que era a una distancia de 500 m.El tamaño proximal1 de un objeto se mide, con ayuda de la trigonometría, entérminos del tamaño angular del objeto en la retina del observador.

Figura 4.3.Si en efecto, el ángulo visual subtendido por un objeto en la retina es

inversamente proporcional a la distancia entre éste y el observador, la imagenproximal del objeto es una indicación inadecuada del tamaño de éste. Comoya sabemos, además, si preguntáramos al supuesto observador implicado enla situación de la figura no tendría muchas dificultades en mostrar la asombro-sa habilidad para calcular el tamaño que tenemos los seres humanos: en nin-gún caso nos diría que el supuesto edificio disminuye y aumenta de tamaño amedida que él se mueve en una dirección u otra. Nuestra percepción del tama-ño se mantiene relativamente constante aun cuando cambia la distancia de losobjetos. ¿A qué se debe la constancia del tamaño?

El reto para los psicólogos consiste en descubrir cómo somos capaces depercibir el tamaño de los objetos cuando nos desplazamos, o lo hacen losobjetos que vemos en nuestro medio. Se han identificado varios mecanismospertinentes que garantizan esta asombrosa habilidad.

1 En las figuras se puede ver un ejemplo esquemático de los ángulos visuales, denominados , subtendidos

por un objeto de tamaño constante (T), situado a distancias específicas (D) del observador. El tamaño

angular (en este ejemplo, la altura del edificio), expresada en grados de arco, se obtiene, con la fórmula:

Tan = Tamaño/Distancia

Debemos tener en cuenta que esta fórmula del ángulo visual requiere la construcción de un ángulo

recto con fines computacionales. Empleando la fórmula anterior, se pueden calcular los ángulos visua-

les para cada una de las situaciones mostradas en las figuras. Nótese que en la situación que muestra el

panel (b) el ángulo visual sería de 38,6°, casi el doble de grande de lo que era a una distancia de 500 m

y en la situación que muestra la Figura 4.3 el ángulo sería de 11, 3°, es decir, casi la mitad de lo que era

a 500 m.

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TAMAÑO FAM ILIAR

Podríamos pensar que si el objeto nos resulta familiar, el conocimientoalmacenado sobre la naturaleza del objeto o de objetos similares podría ser unfactor útil para mantener la estabilidad del tamaño percibido. Muchos de losobjetos que nos rodean tienen un tamaño típico o al menos un conjunto res-tringido de tamaños. Una pluma, por ejemplo, suele tener de 12 a 17 cm; nosuele ser mayor que un metro ni menor que un centímetro. Por lo tanto, unavez que hemos identificado el objeto, podemos emitir juicios bastante precisossobre su tamaño, aunque su imagen proximal varíe de un momento a otro.

Bolles y Bailey (1956) demostraron de modo experimental que el tamañoconocido o familiar desempeña un papel en la constancia de tamaño. Hicieronque los sujetos realizaran dos tipos de estimaciones verbales de los tamaños deobjetos familiares como lápices, lámparas, muebles, libros, ropas y coches. Enprimer lugar, los sujetos tenían que realizar la estimación con los ojos cerra-dos, después de que se les hubiera dicho de qué objeto se trataba. Luegotenían que hacer lo mismo viendo el objeto. La correlación entre el tamañojuzgado y el tamaño real del objeto fue de 0,988 en los juicios no visuales y de0,994 en los juicios visuales. Obsérvese que la precisión de los juicios no visua-les no mejoró de modo apreciable al añadirse la información visual: cuando seidentificaba un elemento, la constancia era casi perfecta, independientementede que el objeto se pudiera ver o no.

Algunos experimentos han confirmado la influencia del tamaño conocidoen el tamaño percibido en medios ricos desde un punto de vista visual. Otroscomo los experimentos de Schiffman y sus colaboradores indican que en con-diciones normales de visión los juicios de tamaño se basan, fundamentalmen-te, en la información visual disponible y que se acude al tamaño conocidosobre todo cuando las condiciones visuales son pobres. Gogel y Newton hanpresentado pruebas de que en ciertas condiciones de mala visión el tamaño sedetermina tanto por el tamaño conocido como por el tamaño retiniano. Nosenfrentamos aquí con una limitación en la comprensión de hasta qué punto unfactor mediador potencial interviene realmente.

TAMAÑO RELATIVO

Para estimar el tamaño de un objeto solemos comparar el tamaño de dosobjetos próximos. Otro factor que puede estar en la base de la constancia deltamaño es la proporción entre el tamaño de su imagen retiniana y el de unobjeto próximo que pueda servir de marco de referencia. Un observador miraun poste de teléfonos situado delante de un edificio más alto que el poste. Laimagen del poste en la retina será proporcional a la imagen retiniana del edificio.

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Supongamos que la relación es 1:2. Si el observador viera la escena desde unadistancia mayor, las imágenes del poste y del edificio disminuirían en tamañoabsoluto, pero la proporción de sus tamaños relativos se mantendría constantey podría servir de estímulo invariante para el juicio realista del tamaño deledificio, para el mantenimiento de la constancia del tamaño.

Para probar la hipótesis del tamaño relativo Rock y Ebenholtz (1959) dise-ñaron un experimento en el que le pedían a los sujetos que ajustaran la alturade la línea vertical luminosa dentro de un rectángulo de comparación paraque coincidiera con la altura de otra línea vertical luminosa dentro de unrectángulo que servía de modelo cuando el rectángulo de comparación erados, tres, cinco u ocho veces mayor que el modelo. Los rectángulos eran dedistinto tamaño de ellos, el más pequeño era el modelo. Los observadoresmiraban los estímulos luminosos en una habitación oscura, en condicionesdiseñadas para eliminar los índices de distancia (ver Figura 4.4).

Figura 4.4.

Si la hipótesis de proporcionalidad fuera válida, no esperaríamos a que lossujetos del experimento percibieran que las líneas verticales del estímulo mo-delo y del de comparación eran iguales cuando los rectángulos tenían la mis-ma altura física, sino que percibieran que las líneas eran iguales cuando lasproporciones entre sus alturas y las de los rectángulos en que se encontrabaneran las mismas. El resultado de este experimento concordó, en general, conesta expectativa, por lo que se puede hablar de un principio de proporcionali-dad que desempeña un papel en los juicios y en la constancia de tamaño. Sinembargo, puesto que la aproximación a la proporcionalidad total disminuíaprogresivamente a medida que la disparidad en los tamaños del rectángulomodelo y el de comparación aumentaba, hay que considerar con precauciónla contribución del principio de proporcionalidad; aunque parece participaren la constancia de tamaño, no determina por completo este fenómeno.

Gibson (1966) ha avanzado una hipótesis similar sobre un estímulo de com-paración para detectar el tamaño de un objeto que descansa sobre una superfi-cie: la cantidad de textura de la superficie que el objeto intercepta o cubre. Los

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objetos grandes cubren más superficie del fondo de su entorno inmediato quelos pequeños. Además, el tamaño retiniano de un objeto suele variar en rela-ción directa con el tamaño retiniano de los elementos de la textura del terreno,de modo que aunque disminuya el tamaño retiniano de un objeto con la dis-tancia, el número relativo de elementos de textura que cubre permanece inva-riable. Gibson sostiene que esta constancia podría ayudar al observador apercibir que un objeto no varía de tamaño, aunque su imagen proximal lohaga. Este efecto se ha denominado índice de la escala de tamaño según la textura yse ilustra en la Figura 4.5.

Figura 4.5.

Ambos cuadrados son idénticos de tamaño, pero el cuadrado (a) cubremás elementos de textura que el cuadrado (b). Esta es la razón por la que elcuadrado (a) parece mayor que el (b).

HIPÓTESIS DE LA INVARIANCIA

La relación entre el tamaño con la distancia para el mantenimiento de laconstancia se remonta al concepto de inferencia inconsciente de Helmhotz (1866).Él sostenía que los observadores aprenden con la experiencia que el tamañofísico de un objeto se mantiene constante, aunque su tamaño retiniano varíecon la distancia. El sistema perceptivo registra el tamaño de la imagen retinianay modifica o ajusta este registro a la luz de la información de que disponesobre la distancia, para realizar juicios sobre el tamaño del objeto. Puestoque el tamaño retiniano subtendido por un objeto es proporcional al tamañodel objeto por la distancia, Helmhotz mantenía que al percibir el tamaño delobjeto lo que hacemos es resolver de modo implícito la ecuación: tamaño delobjeto = tamaño retinal × distancia.

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Más recientemente se ha dado forma a este enfoque sobre la constancia deltamaño en lo que se conoce con el nombre de hipótesis de la invariancia tamañodistancia (Epstein, Park y Casey, 1961; Kilpatrick e Ittelson, 1953), que afirmaque el tamaño retiniano especifica una relación única o constante entre el tama-ño percibido y la distancia percibida. Así, si el valor percibido de uno de estosatributos se corresponde con exactitud con el valor físico del objeto —es decir siel valor percibido es verídico— el valor percibido del otro atributo también seráverídico. Según la hipótesis de la invariancia, la percepción precisa de la distan-cia de un objeto implica la percepción precisa de su tamaño.

Holway y Boring (1941, en Bruce Goldstein, 1999) ofrecieron una clarademostración de este tipo de relación en un experimento hoy ya clásico. En esteexperimento el sujeto se sienta en la intersección de dos largos pasillos queformaban ángulo recto. En el pasillo de la derecha veía un círculo de pruebaluminoso y un círculo de comparación en el izquierdo. El círculo de compara-ción siempre estaba a tres metros del observador y los de prueba se presentabana distancias que variaban desde los 3 hasta los 36,6 m (ver Figura 4.6).

Figura 4.6.

La tarea del sujeto era ajustar el diámetro del círculo de comparación paraque fuera igual al de prueba. Los estímulos de prueba se seleccionaban para quea cada distancia el disco tuviera un tamaño que proyectara en la retina una ima-gen constante de 1° de arco. El experimentador variaba constantemente el tama-ño del disco de comparación hasta que el sujeto le informaba que había consegui-do una equiparación satisfactoria. Se emplearon varias condiciones de visión:visión binocular, visión monocular, visión monocular a través de una pupila arti-ficial y visión monocular a través de una abertura que eliminaba las indicacionesde distancia. Los resultados de este estudio se presentan en la Figura 4.7.

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Figura 4.7.

La línea diagonal discontinua representa los resultados esperables si laconstancia del tamaño fuera perfecta. En estas circunstancias hay tantas clavesde profundidad que el observador juzga con facilidad la distancia de los estí-mulos de prueba. Puesto que el estímulo de prueba siempre proyectaba ima-gen de 1° en la retina, su tamaño físico tenía que aumentar forzosamente conla distancia de observación. En consecuencia, los juicios de tamaño (constan-cia de tamaño) reflejarían el aumento del tamaño objetivo con la distancia. Lalínea horizontal discontinua de la figura representa los resultados probables silos juicios de tamaño se realizaran exclusivamente sobre la base del ángulo devisión, que era el mismo en todas las condiciones. Como sostiene la tesis de laconstancia, la precisión de las estimaciones del tamaño disminuyó a medidaque lo hicieron las indicaciones de distancia. Los puntos C y L corresponden alos estímulos de prueba C y L en la Figura 4.6. En la condición más pobre enindicaciones de la distancia —visión a través de una abertura— los cálculos detamaño se aproximaron a los que sólo dependían del tamaño de la imagenretiniana. Los resultados de Holway y Boring se han confirmado en otrasinvestigaciones que utilizaron distintos tipos de objetos como estímulo y detécnicas para empobrecer los índices de distancia.

La relación entre el tamaño y la distancia percibidos, inherente a la hipóte-sis de la invariancia, también es evidente si consideramos el tamaño de susposimágenes. Si la posimagen producida por un estímulo se proyecta en unasuperficie de modo que parezca estar sobre ella, el tamaño percibido de laposimagen aumentará conforme lo haga la distancia percibida de la superficie.Esta relación se conoce con el nombre de Ley de Emmert y se puede conside-rar que apoya la hipótesis de la invariancia tamaño-distancia.

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La hipótesis de la constancia es posiblemente la explicación más citada dela invariancia de tamaño y, como hemos visto, hay pruebas que la apoyan. Apesar de ello, también ha generado una gran controversia, y su aplicabilidades limitada. Los problemas del concepto de invariancia provienen de experi-mentos en los que se piden dos juicios sobre la misma situación: el de tamañoy el de distancia. Otros experimentos indican que el tamaño percibido no esestrictamente proporcional a la distancia percibida, como sostiene la hipótesisde la invariancia.

Una serie de investigaciones han demostrado que el tamaño aparente tien-de a ser sobreestimado al aumentar la distancia. Sin embargo, este efecto nosuele estar acompañado de una tendencia a que la distancia aparente aumentemás deprisa que la distancia percibida, tendencia que habría que esperar si eltamaño percibido fuera estrictamente proporcional a la distancia percibida.Vogel y Teghtsoonian (1972) por su parte demostraron que aun cuando elproducto del tamaño retiniano y la distancia percibida se mantenga constante,el tamaño percibido puede variar en función de ciertas condiciones visuales.

Estos resultados nos obligan a ser escépticos ante la posibilidad de quela hipótesis de la invariancia sea una explicación acabada del fenómeno dela constancia pero hay razones para no excluirla del todo.

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Varios experimentos han mostrado que cuando los juicios de tamaño serealizan en condiciones que ofrecen buenos índices de profundidad, los suje-tos son capaces de emparejamientos «proximales» precisos y equiparaciones«objetivas» o físicas entre el estímulo que sirve de modelo y el de comparación.Es decir, los sujetos sesgan sus juicios a favor de la constancia del tamaño o afavor de las proyecciones del ángulo visual en función de las instrucciones quereciben. Como indica dichos resultados ilustran de modo formal nuestras ex-periencias informales acerca de que los raíles de ferrocarril parecen convergeren el horizonte o de que a veces los árboles más lejanos parecen más pequeñosque los cercanos. Al parecer diferentes condiciones de observación desencade-nan sesgos que dan importancia a uno u otro aspecto de la relación entre eltamaño y la distancia percibida. Así un principio menos estricto que la hipóte-sis de la invariancia podría tener validez: para un valor dado del tamañoproximal, el tamaño percibido está, en general, en función de la distanciapercibida, pero dicha función no es constante en cualquier condición de obser-vación.

INTERACCIÓN DE LOS ÍNDICES DE CONSTANCIA

Los factores que explican la constancia están, como hemos tenido ocasiónde ver, relacionados con información de tipo sensorial y «cognitiva». De lodicho se desprende que no hay un único mecanismo que por sí mismo expli-que completamente la constancia de tamaño, sino que, probablemente, sonvarios los factores que, actuando de modo conjunto, determinan dicho fenó-meno, factores cuya contribución varía en función de las circunstancias.

ILUSIONE S DE TAMAÑO

Lo explicado anteriormente está en la base de nuestra percepción verídi-ca de la realidad. En efecto, la constancia del tamaño contribuye a que nues-tra percepción coincida con las dimensiones físicas, reales, de los mediosnaturales en los que, por regla general, hay buena iluminación y muchainformación para percibir. Pero en otras circunstancias en las que la infor-mación que recibimos es insuficiente, la percepción dista mucho de ser exactay experimentamos ilusiones. Durante siglos los psicólogos se han ocupadodel estudio de las ilusiones, en parte porque todo enigma es un reto para lainteligencia y además, por la esperanza de que al descubrir sus mecanismos,comprender por qué la percepción no es precisa, arrojará luz sobre patronesimportantes de la percepción.

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Un estudio de Coren y cols. (1976) clasifica las configuraciones ilusoriasgeométricas mediante un análisis de factores en ilusiones de extensión y lasde forma y dirección. La Figura 4.8 muestra algunas de las ilusiones de exten-sión de las que nos ocuparemos a continuación porque en ellas falla la cons-tancia y se aprecia de modo erróneo el tamaño.

Figura 4.8.

La primera (a) es la conocida ilusión de Müller-Lyer, en este caso las líneashorizontales son del mismo tamaño pero la de abajo parece más larga que lade arriba. La siguiente (b) es la ilusión de Ponzo, en la que la línea horizontalsuperior parece más larga que la inferior. En la ilusión horizontal-vertical (c),la línea vertical parece más larga que la horizontal. La ilusión de Jastrow semuestra a continuación (d) y, en ese caso, la parte superior del patrón parecemás corto que el inferior aunque desde el punto de vista geométrico son idén-ticos. Por último, la ilusión de Delboef (e), en la que el círculo rodeado por elanillo más pequeño parece más grande que el de la derecha.

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Además, se describen en la literatura algunas ilusiones específicas del ta-maño como son: la ilusión del pasillo, la ilusión del tamaño de la luna y laconocida con el nombre del cuarto de Ames.

La ilusión del pasillo se ilustra en la Figura 4.9. Aunque los dos cilindros sondel mismo tamaño físico se perciben diferentes: el cilindro más lejano parecemás grande que el cercano.

Figura 4.9.

La ilusión de la luna es una ilusión que se produce en el marco natural del cieloal anochecer. Cuando la luna está sobre el horizonte se ve mucho más grandeque cuando está en lo alto. También ocurre con el sol por lo que se puede llamar,de modo más general, ilusión celeste. Se ha demostrado que esto se debe a unapercepción ilusoria y no a condiciones físicas como la dispersión de la luz o lasdiferencias de la iluminación relativa de la luna en el cielo (Dember y Warm,1990). Se trata de un efecto natural muy notable que no se manifiesta en fotogra-fías de la luna en distintas posiciones (ver Figura 4.10).

Figura 4.10.

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El cuarto de Ames hace que un niño se vea más alto que una mujer adulta(ver Figura 4.11).

Figura 4.11.

La ilusión se produce aunque en realidad el niño es más bajo que la mujer.El «secreto» radica en la forma en que está construida la habitación. La esqui-na izquierda está construida de modo que está a casi el doble de la distanciadel observador que la derecha como se ve en la figura 4.12.

Figura 4.12.

Veamos ahora cuáles son las propuestas teóricas acerca de la fuente deestas percepciones ilusorias. A pesar del estudio sistemático al que han estadosometidas las ilusiones, siguen siendo difíciles de explicar.

Teoría del movimiento ocular. Esta teoría sostiene que se producen errores en lapercepción de figuras ilusorias porque los contornos circundantes modificanla extensión y la dirección de los movimientos oculares al observar partesconcretas de las figuras (Over, 1968). De esta manera la ilusión horizontal-vertical se produce a causa de que los movimientos oculares verticales requie-ren más esfuerzo que los horizontales y que el aumento de esfuerzo se traduceen una mayor impresión de longitud aunque la distancia se mantenga cons-

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tante. En el caso de la ilusión de Müller-Lyer, la figura de abajo provocamovimientos de observación de las líneas horizontales más amplios que losque provocan las líneas de la figura de arriba, y esta diferencia origina unadisparidad en la longitud percibida de las líneas horizontales. Festinger, Whitey Allyn (1968, en Dember y Warm, 1990) aportan datos que indican queexiste efectivamente una relación entre la magnitud de los movimientos ocula-res y la extensión de la ilusión de Müller-Lyer pero esta teoría no tiene encuenta que las ilusiones geométricas se pueden obtener incluso cuando lostiempos de exposición son tan breves que no pueden tener lugar movimientosoculares (Over, 1968; Schiffman y Thompson, 1974, en Dember y Warm,1990). También se producen cuando la imagen del estímulo se fija en la retinamediante técnicas de posimagen o estabilización de la imagen (Evans y Marsden,1966; Pritchard, 1958).

Festinger, Burnham, Ono y Bamber (1967 en Dember y Warm, 1990) enotra versión de esta teoría (la hipótesis de la disposición eferente) plantean quelos movimientos oculares como tales no tienen que producirse o sea, no son elfactor crucial. Basta que haya una disposición para determinados movimien-tos oculares para que las ilusiones se produzcan.

Según la hipótesis de la disposición eferente el hecho de que una inspecciónprolongada se traduce en una disminución de las ilusiones geométricas puedeexplicarse por el hecho de que el observador en el curso de la observación delestímulo descubre que las órdenes eferentes iniciales no son adecuadas y quehay que volver a calibrarlas. Por ello cabría esperar que la disminución de lailusión fuera más dramática cuando a los observadores se les permite mover losojos con libertad que cuando se restringen los movimientos. Los datos de Coreny Hoenig confirman esta hipótesis de modo empírico. Pero, aun así, quedaríapor explicar por qué se producen las hipotéticas órdenes motrices inadecuadas(Dember y Warm, 1990). De cualquier forma, por el momento, no se puedeexcluir completamente la intervención de factores de este tipo en la percepciónde ilusiones (Dember y Warm, 1990).

Teoría del ajuste mal aplicado. Esta teoría afirma que las ilusiones de tamañose producen cuando los índices que suelen permitir al observador mantener laconstancia de tamaño se emplean en condiciones en las que las imágenesretinianas no cambian realmente de tamaño. De esta forma, los mecanismosque en condiciones normales ayudan a mantener la percepción verídica origi-nan distorsiones al ser aplicados de modo inadecuado a estímulos ilusorios(Gregory, 1973). Concretamente, la teoría de la constancia mal aplicada sostie-ne que ciertos índices pictóricos de las configuraciones ilusorias producen laimpresión de una separación en profundidad entre partes de la figura que sondel mismo tamaño desde un punto de vista físico. Si dos porciones de unaconfiguración son iguales de tamaño pero una parece estar más lejos que laotra, la parte que parece más distante también parecerá mayor (Dember yWarm, 1990).

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Así en la ilusión del pasillo si un observador percibe que dos objetos delmismo tamaño están a distancias distintas, teniendo en cuenta la distanciaaparente, percibe que el objeto que parece estar más lejano es también másgrande (Gregory, 1973).

Aplicada a la ilusión de la luna resulta la explicación predominante entrevarias gracias a los resultados obtenidos por Kaufman y Rock (1962). Deacuerdo con la teoría la clave de la ilusión es que la luna, en cualquier posi-ción en que se encuentre, tiene el mismo ángulo visual. Si dos objetos tienenel mismo ángulo visual y uno parece más distante, se verá más grande.Kaufman y Rock demostraron que cuando la luna se veía sobre el horizonteparecía 1,3 veces más grande que cuando estaba elevada porque verla sobreel terreno hace que se vea más alejada. Encontraron que cuando los sujetosestimaban la distancia al horizonte y al cenit informaban que el horizonte seveía más lejos, es decir, la bóveda celeste no parece tener para nosotros laforma de un hemisferio perfecto sino de uno aplastado. En otros experimen-tos en los que variaron la distancia aparente al horizonte, cuando la distanciaparecía mayor, la luna se veía más grande. No es esta la única explicación dela ilusión de la luna. Como Hershenson (1989) señala, no hay acuerdo entrelos investigadores en la explicación de esta ilusión.

La ilusión de Ponzo se explica dentro de este enfoque a partir del índice dedistancia conocido como perspectiva lineal: las líneas de la configuración seperciben como convergentes, por lo que la línea horizontal superior parecemás distante y, por tanto, mayor que la línea horizontal inferior.

La explicación de Gregory (1973) de la ilusión de Müller-Lyer se ilustra enla Figura 4.13.

Figura 4.13.

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Tenemos una percepción ilusoria con esta configuración porque la líneahorizontal con las saetas hacia afuera parece la esquina interior y más lejana deuna disposición tridimensional, mientras que la horizontal de las dos saetashacia adentro se percibe como la esquina exterior, más cercana, de la disposi-ción tridimensional.

¿Qué sucede con el cuarto de Ames? Dada la forma en que el cuarto estáconstruido el ángulo visual de la mujer es mucho menor que el del niño perocreemos estar viendo una habitación normal, como el niño y la mujer parecenencontrarse a la misma distancia, tenemos la impresión de que la persona a laque corresponde el menor ángulo visual es más pequeña. Visto de otra forma,si usted percibe que dos personas están a la misma distancia, la que tienemenor ángulo visual se ve más baja.

Al igual que en el caso de otras teorías hay un conjunto de datos quecontradicen algunas de las predicciones de la teoría de la constancia mal apli-cada, por ejemplo, en la ilusión de Müller-Lyer. Figuras como las pesas de laFigura 4.14 que no contienen ninguna información de profundidad, producende todos modos la ilusión (Goldstein, 1999 en Bruce Goldstein, 1999).

Figura 4.14.

DeLucia y Hochberg (1991 en Bruce Goldstein 1999) han mostrado quela ilusión también se produce con configuraciones de la ilusión de Müller-Lyertridimensionales en las que es evidente que los espacios entre las saetas noestán a diferentes profundidades. La teoría de Gregory no puede explicar losresultados en estos dos casos. Day (1989,1990 en Bruce Goldstein, 1999) pro-pone la teoría de las claves contradictorias para explicar la ilusión de Müller-Lyer. En la conocida figura o configuración hay dos claves de longitud: lalongitud real de las líneas horizontales y la longitud total de la figura. Ellasdeben integrarse para equilibrar una percepción de la longitud. Puesto que lalongitud del trazo de abajo en la figura es mayor porque tiene las saetas haciaafuera, la línea horizontal se ve más larga. Otra versión de la ilusión de Müller-Lyer se muestra en la Figura 4.15.

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Figura 4.15.

En ella, aunque la distancia sea la misma, la percepción da por resultadoque el espacio entre dos puntos es mayor en la figura de abajo que en la dearriba. De acuerdo con Day, el espacio de la figura de abajo se ve más grandeporque su extensión total es mayor.

Como es evidente, el tema de las ilusiones es elusivo desde el punto devista teórico, ninguna de las teorías propuestas es totalmente satisfactoria. Unsolo factor nada más puede explicar una parte limitada de los datos, no todos.Gregory (1968) ha señalado que al reflexionar sobre las ilusiones geométricasno deberíamos considerarlas defectos del sistema perceptivo, sino productode soluciones imperfectas a las que llega el sistema cuando se enfrenta a lanecesidad de determinar la naturaleza de los objetos a partir de imágenesambiguas.

BIBLIOGRAFÍA

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PERCEPCIÓN DEL MOVIMIENTOM. Manzano

Capítulo 5

Zihl y cols. (1983, 1991) en Goldstein (1999) reportaron el caso de una pa-ciente que sufría una condición llamada agnosia del movimiento. La pacientehabía ingresado al hospital pues se quejaba de fuertes jaquecas, mareos ynáuseas. Las pruebas neurológicas arrojaron un daño en una zona entre loslímites del lóbulo occipital y el temporal que supuestamente es importantepara la percepción del movimiento. Su incapacidad de ver el movimiento sedescribía en el informe de su caso: el trastorno visual que padecía consistía enla pérdida de la visión del movimiento en tres dimensiones, por ejemplo,tenía dificultades para servir el té o el café en la taza porque el líquido parecíacongelado. No podía dejar de verter en la taza en el momento adecuado puesno percibía el movimiento en ascenso del líquido en la taza. No podía seguirnormalmente una conversación, pues no podía ver las gesticulaciones delrostro, en particular, la boca del interlocutor. En lugares en los que habíamovimiento de personas se sentía mal o insegura porque «las personas apare-cían aquí o allá sin que las hubiera visto moverse». El problema se agravabacuando debía cruzar las calles porque, aunque los reconocía, no podía calcu-lar la velocidad de los automóviles.

Nuestra capacidad para ver el movimiento es crucial para el desarrollonormal y seguro de nuestras vidas. No existe en el reino animal ningunaespecie a la que le falte la capacidad de percibir el movimiento. Para el hom-bre el movimiento informa sobre estímulos a los que debemos atender, ofreceinformación sobre figuras y fondos, sobre la forma y nos ayuda a relacionar-nos con el entorno.

Miller (1968) subraya la importancia del movimiento para la cognición deesta hermosa manera. «Imagínese un árbol especial que, por alguna especie

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de magia druídica, sea mitad animal y mitad planta. Este árbol maravillosotiene órganos sensitivos —receptores sensibles a la luz, al sonido, a los olores,al gusto, al tacto, a la posición estática— conectados por medio de nerviossensoriales a un cerebro de gran tamaño y complicación. El árbol tiene todolo que tenga el animal, excepto capacidad motora. No existen en él nerviosmotores, músculos ni glándulas. En resumen, el árbol no puede hacer nada enrelación con la información que recibe. Tiene que permanecer sujeto por susraíces en un punto, como siempre han hecho los árboles, siendo movido úni-camente con el viento.

He aquí la cuestión que se nos plantea: ¿tendría este extraño árbol algunaventaja sobre los árboles ordinarios?

Todo conocimiento que el árbol imaginario pudiera adquirir sería, desdeluego, inútil. ¿Qué beneficio le reportaría al árbol ver acercarse al leñador?¿Qué ventaja obtendría de saber que el bosque está ardiendo si no podríahacer otra cosa que sentir el dolor? Sin músculos, el árbol no puede hablar;no tiene medio de comunicar sus conocimientos a otros árboles ni de compar-tir sus experiencias.

Pero hablar del árbol en estos términos parece implicar que un árbol in-móvil es capaz de acumular conocimientos. Seguramente esto es ir demasia-do lejos. Un árbol que no pueda moverse no puede llegar a conocer casinada, incluso si está dotado de todo el maravilloso equipo de receptores,nervios y cerebro. Una dificultad fundamental que el árbol mágico no podránunca superar es su incapacidad para mover los órganos de sus sentidos. Losanimales pueden moverse no sólo para aproximarse a las cosas que desean ypara evitar las cosas que temen, sino también para cambiar la posición de susojos y oídos. Este simple hecho tiene enorme influencia en la forma en quedeben organizar su experiencia.

Un árbol con ojos podría ver una casa cercana, pero jamás sospecharíaque la casa tiene otro lado oculto a su vista. Para descubrir el caráctertridimensional de la realidad es necesario moverse en torno a ella. Tenemosque estar en condiciones de rodear la casa y, de alguna manera, de construirun objeto que represente todas las diferentes visiones que hemos obtenido.Un árbol provisto de ojos, pero incapaz de moverse, no necesitaría explica-ción para esa diversidad que el movimiento genera; su vista nunca penetraríamás allá de la superficie plana de las apariencias. El mundo del árbol tendríael mismo aspecto plano que un niño contempla cuando ve las estrellas comodiminutos agujeros en la gran bóveda negra de la noche.

Por añadidura, nuestro árbol no sería capaz de distinguir el tamaño de ladistancia. Cuando algo se aproximara al árbol, este lo vería como si su tama-ño se agrandara. El árbol no tendría modo de aprender que el desplazarse através de una larga distancia lleva mucho tiempo, y sin movimientos a travésde las distancias, el árbol no podría hacer uso del tiempo y no tendría así

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modo de fechar sus recuerdos. En lugar de las tres dimensiones espaciales yla dimensión del tiempo, nuestro árbol inmóvil no tendría más de dos dimen-siones espaciales. De hecho, si los ojos del árbol fueran exactamente como losnuestros no vería nada más que movimientos: cuando una imagen visual seestabiliza por completo en la retina de nuestros ojos, de forma que continúaestimulando las mismas células receptoras visuales a pesar del movimiento delos ojos, la imagen desaparece por completo en 20 ó 30 segundos. Es este otrocaso de adaptación sensorial. Para que nuestro sistema visual pueda funcio-nar debe experimentar un cambio continuo en las imágenes que inciden enél. Este cambio se produce automáticamente al movernos.

Una inteligencia sensible, pero inmóvil, no desarrollaría nada que se ase-mejara al estado de conciencia que los hombres —y probablemente tambiénotros mamíferos— dan por consabido. Únicamente un ser activo es capaz deposeer el conocimiento de una realidad objetiva como algo que pueda distin-guirse de sus propias penas y alegrías.

Nuestra concepción del espacio y del tiempo está reservada a las criaturasque pueden moverse en el espacio y el tiempo, que necesitan el espacio y eltiempo para reducir y simplificar la confusión de apariencia que sus órganossensitivos móviles les comunican. Llegar a la concepción de un medio am-biente estable de objetos cuando la única evidencia que tenemos es un azaro-so flujo de energías que entran en nuestros receptores es uno de los grandestriunfos de la infancia. Y, sin embargo, apenas nos damos cuenta de queocurre…

Los árboles dotados de sensibilidad son una pura fantasía. Nada por elestilo ha podido jamás existir. ¿O sí?»

El movimiento atrae nuestra atención, brinda información sobre la formatridimensional de los objetos y elimina ambigüedades. Si no pudiéramos mover-nos, por ejemplo, nunca alcanzaríamos una percepción correcta de las cartas quese muestran en la Figura 5 del capítulo de la percepción del espacio. Además, elmovimiento ayuda a distinguir la figura y el fondo separándolas y nos ayuda arelacionarnos con el entorno porque al percibir el movimiento de los objetoscoordinamos nuestro propio movimiento.

MOVIM IENTO REAL Y MOVIMI ENTO PERCIBI DO

Mientras que los desplazamientos físicos están muy bien definidos, la re-lación entre estos y el movimiento percibido dista mucho de ser perfecta.Veamos algunos ejemplos en los que las imágenes se desplazan por la retinasin que percibamos movimiento o bien percibimos movimiento cuando lasimágenes están fijas en la retina (Spigel, 1965; Goldstein, 1999 en Dember yWarm, 1990).

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— Si levantamos el dedo índice de la mano derecha y lo movemos a lolargo del campo de visión, de derecha a izquierda, la imagen del dedopasa por la retina del ojo y, efectivamente, lo vemos desplazarse. Aho-ra bien, si levantamos el dedo y desplazamos la mirada de izquierda aderecha, este parece estacionario, aunque su imagen cruza por la retinaigual que antes.

— Vemos pasar un anuncio en un tablero electrónico. Parece que laspalabras se mueven, pero en realidad son luces fijas que se encien-den y se apagan. Se trata del movimiento estroboscópico que está tambiénen la base de la impresión del movimiento que causan las fotos fijasde las películas.

— Cuando espera el cambio de luces en un alto, si el vehículo que está a sulado se mueve hacia adelante usted percibe que su vehículo se muevehacia atrás. Este es el caso del movimiento inducido.

— Nuestros ojos nunca permanecen inmóviles; continuamente ejecutanpequeños movimientos denominados nistagmo fisiológico. En consecuen-cia, las imágenes de los objetos siempre están en movimiento en laretina, a pesar de lo cual, no percibimos el mundo como si «nadara»frente a nosotros. Sin embargo, si producimos un movimiento artificialde los ojos, haciéndolos girar suavemente con los dedos, el mundovisual parece moverse.

— Las agujas del reloj, la luna en un cielo despejado o las sombras pro-yectadas por un objeto a la luz del sol: tras un período parece queestos objetos se han desplazado en el espacio, pero no solemos verlosmoviéndose.

— Si durante un tiempo observamos una caída de agua, y desplazamos lavista hacia otro lugar veremos un movimiento del fondo en sentidocontrario al movimiento del agua. Experimentamos un posefecto demovimiento o una ilusión de cascada.

— Cuando usted camina las imágenes de los objetos pasan por el campode visión. A pesar del desplazamiento de las imágenes usted percibeque los objetos rebasados están quietos, es usted el que se mueve.

¿Cuál es entonces el estímulo para la percepción del movimiento?Los ejemplos anteriores ponen en evidencia que la percepción del movi-

miento plantea un problema muy complejo para los psicólogos. Como en otroscasos, el desplazamiento retiniano no agota la percepción del movimiento.

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FACTORES QUE I NFLUYEN EN LA PE RCE PCIÓNDE L MOVI MIE NTO REAL

Los primeros psicólogos que estudiaron el movimiento distinguieron en-tre el movimiento real —el desplazamiento de un objeto por el espacio objetivo—y el movimiento aparente —en el que se atribuye un movimiento a estímulosestacionarios desde un punto de vista físico.

a) Factores del estímulo

Con respecto al movimiento real estos investigadores demostraron que paraque pueda detectarse el movimiento —umbral del movimiento— hay una veloci-dad mínima por unidad de tiempo, un umbral de velocidad. En un campohomogéneo se necesita de 1/6 a 1/3 de grado de ángulo visual por segundo(Aubert, 1886). Esto significa que apenas notaríamos el movimiento de un pun-to que se traslada aproximadamente 2 cm en 14 segundos. Pero, la percepcióndel movimiento depende de algo más que la velocidad física del objetivo.

Un parámetro crítico de los estímulos para la detección del movimiento esel locus retiniano del objetivo: los umbrales de detección del movimiento sonmucho más elevados para objetivos que se presentan en la periferia del ojo queen la fóvea debido a la mala calidad de la imagen en esas regiones del ojo. Enun experimento de Leibowitz, Johnson e Isabelle (1972 en Dember y Warm,1990) se observó que a 80° en la periferia el umbral es casi 10 veces mayorque en la fóvea (0° de excentricidad retiniana).

Además, los umbrales de movimiento dependen también de la presenciade puntos de referencia en el campo de visión y de la iluminación. Graham(1965a) en una revisión constata que la ausencia de puntos de referenciadetermina que se registren umbrales 10 veces mayores que los registradoscon puntos de referencia. En cuanto a la iluminación, en general al aumentarla iluminación disminuye el umbral del movimiento. Este último punto tieneevidentes implicaciones prácticas: conducir de noche es más peligroso quehacerlo de día. Las razones del peligro de conducir de noche son evidentes,los niveles inferiores de iluminación nocturna elevan los umbrales de la per-cepción del movimiento (de los demás vehículos) de modo directo y tambiénindirecto, Dember y Warm (1990).

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b) Otros factores

El contexto, la estructura y propiedades del campo visual en el que seproduce el movimiento y la relación tamaño-distancia tienen tambiénimplicaciones importantes para la percepción del movimiento.

La velocidad percibida de un objetivo tiende a ser inversamente proporcio-nal al tamaño del marco que lo rodea. Si el tamaño del campo que contiene elobjeto móvil aumenta, la velocidad física del objetivo tiene que aumentar demodo proporcional para que la velocidad aparente del objetivo se mantenga.

Figura 5.1. El contexto afecta la percepción del movimiento. Es más fácil detectar el movimientoen b) por la estructura de líneas verticales que ofrecen una referencia o contexto

para el movimiento.

También se reportan efectos del contexto sobre el movimiento aparenteen el fenómeno denominado movimiento inducido: el contexto no sólo deter-mina aquí la velocidad percibida, sino también lo que parece moverse. Cuan-do miramos la luna en un cielo con nubes ella parece «correr» detrás de lasnubes cuando, en realidad, esta se mueve a una velocidad imperceptible yson las nubes, por supuesto, las que pasan rápidamente por delante de la luna(Dember y Warm, 1990).

Inducción del movimiento en un puntoPegue un punto pequeño de papel en la pantalla de su televisor como semuestra en la foto. Sintonice un programa en que la cámara se mueva por lasescenas (por ejemplo un partido de fútbol, básquetbol, etcétera).Los movimientos de la cámara hacen que toda la imagen se mueva por lapantalla, lo que induce el movimiento del punto.

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Ramachandran y Anstis (1986 en Bruce Goldstein, 1999) demostraronque cuando las cruces de la Figura 5.2 se presentan rápidamente una trasotra, los sujetos perciben, en el primer caso, una rotación que puede ser tantoen el sentido de las manecillas del reloj o al contrario de las manecillas delreloj y, en el segundo caso, el movimiento se percibe solo en el sentido de lasmanecillas.

Figura 5.2. Observe que los dos últimos estímulos de a) y b) son idénticos. La presencia delestímulo de la izquierda en b) desambigua el sentido de la rotación.

Al alternar una cruz vertical con una inclinada se crea un estímulo ambi-guo pero si se añade al inicio una cruz inclinada se inicia un movimiento en elsentido horario. La forma en que percibimos estos elementos se remite a laforma en que el movimiento tiene lugar en nuestro entorno habitual.

c) El tamaño, la distancia y el movimiento

Al hablar del tamaño percibido, hemos mencionado la relación entre eltamaño y la distancia: el tamaño retiniano de un objeto disminuye al aumen-tar la distancia del objeto. Esta relación tiene implicaciones importantes parala percepción del movimiento.

Según Day (1969) los mismos principios geométricos que explican la dis-minución del tamaño proximal de un objeto al aumentar la distancia de estecon respecto al observador, también determinan que la distancia retinianarecorrida por un objeto en movimiento disminuya a medida que aumenta ladistancia entre el objeto y el observador. De esta forma, la velocidad percibidade objetos cercanos será mayor que la de objetos lejanos (ver Figura 5.3).

Todos hemos experimentado que los aviones que vuelan a gran alturaparece que se desplazan más despacio que los que vuelan a menor distanciade la tierra. No obstante, el sistema perceptivo manifiesta una notable cons-tancia de movimiento y un elemento importante de este logro es la existenciade índices espaciales de distancia.

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Figura 5.3. La imagen de un objeto que atraviese el campo de visión de a a a’ en un tiempo tcubrirá una mayor distancia en la retina cuando el objeto esté situado en cualquier punto del

espacio sobre las líneas continuas que cuando se encuentre en un punto del espacio sobre la líneadiscontinua. Dado que el tiempo de movimiento es el mismo en ambos casos y la velocidad

retiniana es igual a distancia retiniana / t la velocidad retiniana de los objetos será mayor paralos objetos más cercanos.

Day (1969) plantea que a partir de la hipótesis de la invarianza entre eltamaño y la distancia se puede predecir una reciprocidad entre el movimientoy la distancia, es decir, que los índices de distancia contribuyen a la percep-ción del movimiento y que los cambios de velocidad sirven de índices dedistancia. Si suponemos que los incrementos de velocidad indican una dismi-nución de la distancia entre el objeto y el observador, asumiendo que el tama-ño retiniano de un objeto permanece constante, el aumento de su velocidadse traducirá en una disminución de su tamaño aparente. Ansbacher (1944)demostró que esto era así. Pidió a los sujetos que juzgaran el tamaño de unarco iluminado, situado en el borde de un disco, mientras el disco giraba enuna habitación oscura, con el aumento de la velocidad de rotación, la longi-tud aparente del arco disminuía. Este cambio del tamaño aparente con lavelocidad se denomina efecto Ansbacher y representa una llamativa demostra-ción de la relatividad del espacio, el tiempo y el movimiento en la percepciónvisual (Dember y Warm, 1990). El efecto Ansbacher se ilustra en el mundoreal en el béisbol. La pelota que lanza un lanzador rápido parece mucho máspequeña de lo habitual; los bateadores frustrados la denominan «aspirina» o«chícharo» (Dember y Warm, 1990).

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MECANISMOS DE PERCEPCIÓN DE L MOVIM IENTO

Una parte importante del estudio de la percepción del movimiento es labúsqueda de mecanismos subyacentes, la búsqueda de los mecanismos paraexplicar cómo percibimos el entorno. Una contribución a la comprensiónsistémica de la percepción del movimiento es la aportada por Gregory (1973).Gregory habla de dos mecanismos neurofisiológicos para detectar un movi-miento, el sistema imagen-retina y sistema ojo-cabeza. Para él los ojos que,como los de los seres humanos, se mueven en las órbitas, facilitan informa-ción sobre el movimiento de dos formas distintas: si el ojo permanece quieto,la imagen de un objeto en movimiento que cruza por delante de los recepto-res hace que la retina envíe una señal de velocidad; pero si los ojos siguen alobjeto en su desplazamiento, aunque la imagen permanece más o menos in-móvil en la retina y ella no envíe las señales oportunas, la rotación de los ojosen la órbita sirve para percibir los movimientos y para calcular con bastanteexactitud la velocidad. El funcionamiento del sistema ojo-retina está deter-minado por las células que, a nivel retiniano y cortical, están especializadas endetectar la presencia de estímulos móviles, su dirección y su velocidad (Hubely Wiesel, 1962; Barlow y Hill, 1963; Lettvin, Maturana, McCulloch y Pitts,1959, entre otros en Bruce Goldstein, 1999). Él es, entonces, el sistema quepermite percibir los movimientos cuando las imágenes cruzan por la retina.

Por su parte, el sistema ojo-movimientos de la cabeza es el que se encargade procesar los movimientos por la rotación de los ojos en las órbitas. Cuan-do esos músculos se contraen la información que llega al cerebro indica elmovimiento de los ojos para seguir un objeto. En este caso no hay movimien-to a través de la retina y, sin embargo, se ve un desplazamiento porque sesigue con la vista. Ambos sistemas explican, además de la percepción delmovimiento real, un conjunto de hechos que analizaremos a continuación.

El sistema ojo-retina explica algunas ilusiones de movimiento.

Posefectos de movimiento

Los posefectos de movimiento son cambios en el movimiento percibidode un estímulo después de una visión prolongada. Como ya se ha dichomás arriba, la ilusión de la cascada es un ejemplo de posefecto de movimientoque puede observarse fuera del laboratorio. Si se mira una caída de aguadurante un tiempo y se voltean los ojos hacia una orilla o hacia un objetofijo parecerá que estos se mueven en dirección contraria del agua.

Otro efecto notable se obtiene con una espiral que gira. Si se observauna espiral que gira durante uno o dos minutos parece que se estira mien-tras rota y que se encoge cuando se detiene. El movimiento ilusorio es para-

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dójico: la espiral se dilata y se encoge, pero su tamaño es el mismo (verFigura 5.4).

Figura 5.4. Cuando se gira la espiral parece contraerse o expenderse, dependiendo de la direccióndel giro. El posfecto de la espiral se produce cuando al detener el giro se la ve expandirse (cuando

se le ve contraerse al girar) o contraerse (cuando se le ve expandirse al girar).

Gregory (1973) sostiene que es razonable pensar que las ilusiones delmovimiento descritas se deben a que la visión prolongada de movimiento enuna dirección produce fatiga en las células de detección del movimiento queresponden a dicha dirección y que ese desequilibrio del sistema provoque, enla visión de una imagen estacionaria, que las células fatigadas emiten menosactividad de la habitual, y se produce movimiento aparente en dirección opues-ta. De este argumento se deduce que la inspección prolongada de un estímu-lo que se desplaza en una dirección eleva de modo selectivo el umbral de ladetección posterior de movimiento en esa dirección.

El efecto Pulfrich es otra ilusión de movimiento que puede incluirse en loslímites del sistema imagen-retina. Cuando un objeto como un péndulo sepone en movimiento siguiendo una trayectoria normal a la línea de visión yse observa de modo binocular con un filtro oscuro sobre uno de los ojos, elobjeto oscilante no parece balancearse en línea recta, sino describir una tra-yectoria elíptica que se acerca y se aleja del observador, Dember y Warm(1990).

Según Gregory (1973) la disminución de la luz que produce el cristaloscuro hace que el ojo se adapte a la oscuridad y esta adaptación produce unretraso en los mensajes que llegan al cerebro desde ese ojo. El ojo cubiertocon el cristal registra una posición que cada vez está más detrás de la posiciónreal señalada con el otro ojo y esta disparidad se interpreta como que el pén-dulo describe una trayectoria elíptica.

Al parecer, debido a la abundante cantidad de pruebas, la existencia de unsistema imagen-retina para la percepción del movimiento es indudable. Sinembargo, el sistema ojo-movimientos de la cabeza es imprescindible cuando

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se quiere comprender algunos de los aspectos conocidos del movimientopercibido. Por ejemplo, ¿cómo pueden los observadores distinguir el mo-vimiento en la retina producido por el movimiento real de los objetos,del movimiento producido por el propio ojo? ¿Por qué los objetos per-manecen quietos cuando movemos los ojos? Según Gregory (1973), lainformación sobre la actividad de los ojos que proviene del sistema ojo-cabeza se compara con la información del flujo de imágenes que atravie-san la retina, indicadas por el sistema imagen-retina. Estas fuentes deinformación se anulan mutuamente, para dar estabilidad al mundoperceptivo. La idea de que la estabilidad se debe a una anulación seremonta a Sherrington (1918) y a Helmholtz (1866). La teoría de la salidade Helmholtz sostenía que los estímulos de origen retinianos no erananulados por señales procedentes de los músculos sino por señales emi-tidas por la zona del cerebro que regula los movimientos oculares, y laspruebas la apoyan. En un importante experimento, Brindley y Merton(1960 en Dember y Warm, 1990) taparon uno de los ojos de un observa-dor, anestesiaron su superficie y los tejidos adyacentes y movieron el ojode forma mecánica. En estas condiciones los observadores disponían dela información que afluía, pero eran incapaces de saber si sus ojos semovían. Otras pruebas de la teoría de la salida provienen de estudiosque demuestran que cuando el ojo se mueve de forma artificial, lo queparece moverse es un objeto en el espacio en vez del ojo. Cuando seimpide un movimiento del ojo, se percibe un objetivo moviéndose en ladirección del movimiento abortado, y cuando la correspondencia nor-mal entre la información que entra y la que sale se altera de forma expe-rimental, la localización de la dirección subjetiva del movimiento, de-pende de la información que sale.

La contribución de J. Gibson

Otra contribución importante al problema de los mecanismos de lapercepción del movimiento se debe al trabajo de James Gibson (1966).La señal del movimiento no procede, para Gibson, de la activación deun detector fisiológico, sino de la información que se encuentra en elambiente. Para Gibson, un objeto desplazándose en el espacio produceuna oclusión óptico-cinética, es decir, cubre y descubre de modo progre-sivo la textura física de las superficies que están detrás. Esta «ruptura»de la continuidad de la textura de fondo se asocia invariablemente conun objeto en movimiento.

Hay una señal de movimiento local cuando un observador mira defrente mientras una persona pasa caminando o cuando el observador muevelos ojos para seguir la marcha de una persona. En ambos casos la informa-

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ción crucial para la percepción es el movimiento local de la persona conrelación al fondo. En términos de Gibson, la textura de fondo «desapare-ce» en el borde anterior del objeto, «aparece» en el borde posterior y «secorta» en los bordes laterales de la figura móvil (ver Figuras 5.5 y 5.6).

Figura 5.5. Flujo local. Un observador mira un punto al frente y una persona se desplaza deizquierda a derecha. La persona cruza el campo visual del observador pero el fondo está fijo.

Figura 5.6. Flujo local. El observador sigue a la persona con su vista a la persona que se mueve.La imagen de la persona está fija en la retina del observador mientras el fondo se mueve de

derecha a izquierda.

Una situación diferente surge cuando los objetos están inmóviles y elobservador es el que se desplaza dejando atrás a una persona inmóvil (verFigura 5.7).

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Figura 5.7. Flujo óptico global. El observador es el que se mueve dejando atrás a una personainmóvil. La imagen de la persona y del fondo se desplazan por el campo de visión del observador.

En este caso hay un flujo óptico global, dejamos atrás todos los ele-mentos del orden óptico.

Como ya hemos visto al hablar de los índices de la percepción delespacio, si nos movemos en un vehículo, al mirar hacia los lados, loselementos fluyen hacia atrás a distinta velocidad: los elementos más le-janos, más lentamente y los más cercanos, más rápidamente. Los fenó-menos de la oclusión óptico-cinética y de la perspectiva del movimientoproporcionan índices eficaces para diferenciar el movimiento del objetodel movimiento del observador con respecto al objeto. Pero no sólo eso,estos elementos nos sirven para regular nuestras acciones, por ejemplo,las utilizamos para llegar a nuestro destino. Una propiedad importantedel patrón de flujo óptico es que al aumentar la distancia disminuye lavelocidad del movimiento hasta cesar por completo. Ese es el foco deexpansión, es decir, el punto en el espacio donde cesa el movimiento(ver Figura 5.8).

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Figura 5.8. A es el foco de expansión, el punto hacia el cual el vehículo se mueve. El flujo(indicado por las flechas) es más rápido cerca del auto como lo revelan los contornos borrosos.

Gibson plantea que el foco de expansión siempre está centrado en el des-tino del observador y, por tanto, brinda una información invariante que indi-ca hacia dónde éste se dirige. Supuestamente, cuando nos movemos debemoscada tanto mirar hacia nuestro destino para verificar esta información. Perono siempre esto ocurre, según Schiff (1980) y Land y Lee (1994) en BruceGoldstein, 1999, los conductores se guían por las líneas de los carriles y losbordes del camino, sobre todo, cuando libran curvas. El punto es que, ade-más de la información que brinda el foco de expansión, los conductores apro-vechan la que les da la línea de flujo óptico que pasa directamente por debajode su vista o, según Lee, la línea de flujo locomotor (ver Figura 5.9).

Para mantenerse dentro de la ruta la línea de flujo óptico debe estar ali-neada con el borde de la carretera y es esta la información más importante, allibrar curvas —cuando la información del foco de expansión resulta inútilporque cambia de continuo— la línea de flujo óptico cambia pero sigue alinea-da con el camino mientras que el conductor se mantenga en el mismo curso.

Figura 5.9. Líneas de flujo óptico.

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La información del flujo óptico también es útil para evaluar la posibilidadde un impacto con otro vehículo. Si un objeto se precipita hacia nosotros demodo que la colisión sea inminente, se produce una rápida expansión de laimagen retiniana que, de repente, «llena» el campo visual. Del mismo modo,cuando vamos detrás de un vehículo a medida que nos acercamos a él, suángulo visual se expande. La velocidad de expansión angular nos brindainformación útil que utilizamos para calcular el tiempo de impacto para unavelocidad dada. En su experimento Lee (1996) mostró a sus sujetos filmesde un objeto que se expandía como si estuviera en curso de colisión con ellos.La película se detenía antes del «impacto» y se pedía a los sujetos que calcula-ran cuánto tiempo hubiera pasado antes de la colisión. Los resultados indicanque los sujetos calculaban lapsos más grandes para velocidades menores, aun-que tendían a subestimar el tiempo de colisión.

El flujo óptico también está relacionado con el equilibrio, cuando nos inclina-mos hacia adelante se genera un patrón de expansión y cuando nos inclinamoshacia atrás se genera un patrón de contracción. Estos patrones brindan informa-ción del vaivén del cuerpo que aprovechamos para conservar la postura. Gibson(1966 en Bruce Goldstein,1999) plantea que la visión se encarga también de lalocalización, la orientación y el movimiento del cuerpo, es decir, es uno de lossentidos propioceptivos. Lee y Aronson (1974) construyeron un cuarto balan-cín en el que el piso estaba fijo pero las paredes y el techo podían oscilar. Laidea era simular la estimulación visual cuando nuestro cuerpo se balancea:reproducir los patrones de flujo que se producirían si el sujeto se inclinarahacia delante o hacia atrás. La suposición era que los sujetos se inclinaríanhacia adelante o hacia detrás para compensar su postura cuando los patronesde flujo les indujeran a pensar que se habían inclinado hacia delante o haciadetrás. La predicción se cumplió tanto en niños como en adultos: la vistademostró ser un determinante tan poderoso del equilibrio como el oído inter-no, los receptores musculares y articulatorios.

Los trabajos de Johansson (1973) sobre el movimiento biológico han apor-tado también ideas importantes acerca del movimiento en general que se rela-cionan con el flujo óptico total del que venimos hablando. El movimientobiológico es un patrón complejo de movimientos que se produce cuando laspersonas se desplazan por el espacio. Para estudiarlos Johansson colocó focospequeños en el cuerpo de una persona (en los hombros, codos, caderas, rodi-llas y arcos de los pies), filmaba cuando estaba quieto o se movía en unahabitación oscura (ver Figura 5.10).

Los observadores que veían la película sólo percibían un conjunto depuntos sin significado cuando el actor estaba sentado inmóvil en una silla. Sinembargo, se producía un efecto sorprendente cuando el actor se levantaba ycomenzaba a moverse, los observadores percibían de modo inmediato que lasluces las llevaba un ser humano, antes invisible. Eran capaces de diferenciar

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los movimientos de andar de los de correr y observaban anomalías en elpaso, como cuando el actor fingía cojear, Dember y Warm (1990). Estos sor-prendentes resultados revelan que el movimiento crea percepciones que reba-san la mera percepción del movimiento. Johansson sostiene que distintos ti-pos de acciones humanas se construyen a partir de movimientos pendularesque son específicos de diferentes formas de locomoción. Estos patrones espe-cíficos de movimiento producen información invariante que es abstraída porel sistema perceptivo para dar significación al movimiento.

Figura 5.10. El movimiento biológico. Persona con luces (los puntos blancos) en diferentespartes del cuerpo.

Lo dicho hasta aquí revela que pueden describirse múltiples mecanismosde la percepción del movimiento que contribuyen a que la información proce-sada se integre de modo que produzca una experiencia perceptiva fluida, uni-ficada, generalmente verídica y con significado. Esto es otro de los logros dela percepción humana.

Movimiento aparente

Más arriba señalamos que otro aspecto de interés de la percepción delmovimiento es el relativo al movimiento aparente, es decir, el caso en que seatribuye un movimiento a estímulos estacionarios desde un punto de vistafísico. Nos vamos a referir aquí a dos ejemplos del movimiento aparente: elmovimiento estroboscópico y el efecto autocinético.

El más conocido y estudiado de ellos es el movimiento estroboscópico, tam-bién llamado movimiento beta y fenómeno phi, Dember y Warm (1990).En su forma más simple este efecto se logra con dos luces separadas en elespacio: la primera se enciende y se apaga, y a continuación se enciende y

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se apaga la segunda. Si se atiende a las condiciones correctas, el observadorno ve dos luces separadas sino sólo una luz que se desplaza hacia adelante yhacia atrás. A comienzos del siglo XX Wertheimer y otros iniciaron el estudiodel movimiento aparente desde el punto de vista psicofísico y descubrieronque el tipo de movimiento que se percibe entre dos destellos depende delintervalo entre estímulos, de la distancia entre ellos y de la intensidad (verFigura 5.11).

Figura 5.11. El fenómeno phi depende del lapso de tiempo entre el encendido de las dos luces.La percepción del observador puede pasar por las etapas que indican los diferentes

lapsos de tiempo.

El cine y la televisión son dos ejemplos de la aplicación práctica del movi-miento estroboscópico entre otros mecanismos de propaganda diseñados paracaptar la atención de las personas. Tanto en la televisión como en el cine sepresentan una serie de imágenes inmóviles que contienen pequeñas variacio-nes en las posiciones de los objetos o de sus partes. Cuando se muestran a lavelocidad adecuada, la sucesión de imágenes discretas produce una impre-sión de movimiento fluido y continuo que no se puede distinguir del movi-miento físico real.

El efecto autocinético se produce cuando un observador se fija en un puntode luz estático en la oscuridad, la luz, tras un tiempo, parece moverse de unlado a otro, sin dirección fija. Este baile aparente de la luz se denomina efectoautocinético. Los pilotos de avión conocen bien este fenómeno, pues representaun peligro en el vuelo nocturno. Como ha señalado Geldard (1975), un pilotoque se fije en el ala derecha de un avión cercano, al volar en formación, puedever el desplazamiento autocinético e interpretarlo como un cambio en la rutade vuelo. El efecto autocinético se ha estudiado ampliamente pero todavía nose ha encontrado una explicación completa de este fenómeno.

Matin y Mac Kinnon han ilustrado la contribución de los movimientosoculares a este fenómeno en un cuidadoso experimento. Estos investigadores

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emplearon una técnica de imágenes fijas para eliminar los movimientoshorizontales de los ojos y compararon la autocinesis observada en estascondiciones con la que se observa normalmente. La eliminación de losmovimientos horizontales de los ojos redujo considerablemente el núme-ro total de respuestas autocinéticas de los dos sujetos que tomaron parteen el experimento. Asimismo, la reducción de la autocinesis se produjo,principalmente, en sentido horizontal, dirección en la que se habían fijadolas imágenes retinianas. Otras pruebas del papel de los movimientos ocu-lares en la autocinesis provienen de experimentos de Lehman y Pola yMatin, que indican que los movimientos oculares se correlacionan con elinicio y la dirección de la actividad autocinética.

Además de los factores periféricos, la autocinesis se ha relacionadocon procesos centrales. Gregory y Zangwill (1963 en Gregory, 1973) hanseñalado que fijarse en un estímulo con los ojos en una dirección determi-nada influye en la dirección del movimiento autocinético posterior. Porejemplo, si los ojos se mantienen por encima de las zonas nasal y temporaldel campo visual, durante varios segundos, y luego vuelven a su posicióncentral, una luz tenue vista en la oscuridad se desplazará en la direcciónen que se han mantenido los ojos o en la contraria, pero no en otro plano.Este hecho llevó a Gregory (1973) a sugerir que al mantener la fijación enun objeto, los músculos de los ojos se fatigan y se producen movimientosautocinéticos como resultado de las órdenes correctoras emitidas por elcerebro para compensar los efectos de la fatiga. En este sentido, el efectoautocinético se debe a una pérdida de capacidad de calibrar las señalesprovenientes del cerebro para mover los ojos; el resultado es el movimien-to aparente del objetivo.

Las explicaciones del movimiento ocular y la teoría de la salida no ofre-cen una explicación completa del fenómeno. La autocinesis depende de va-rios factores del estímulo: la forma y el tamaño del objetivo y la naturaleza delos patrones que lo rodean, y es muy susceptible a la sugestión (Levy, 1972).Estos resultados no encajan con facilidad en las explicaciones anteriores.

Una pregunta importante que emerge de lo visto hasta ahora es la relacio-nada con la compatibilidad de los mecanismos del movimiento real y elaparente. Dicho de otro modo, ¿son fenómenos independientes regidos pormecanismos diferentes?

Al parecer, hay argumentos a favor y en contra de una respuesta afirmativa.Se ha encontrado que cuando las velocidades de desplazamiento aparente soniguales, los observadores son incapaces de distinguir el movimiento real delestroboscópico, Gibson, 1950. Este resultado implica que en ambos tipos demovimiento median mecanismos comunes. Este fue el punto de vista que MaxWertheimer adoptó en sus estudios iniciales sobre el movimiento aparente. Másrecientemente, Frisby (1972) ha sugerido que el movimiento estroboscópico

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podría basarse en la acción de los detectores de movimiento del sistema visual.Del mismo modo que estas células responden cuando un objeto atraviesa sucampo receptivo, también podrían hacerlo cuando la luz incide, primero, enuna región del campo receptivo y luego en otra.

Por otro lado, hay razones para creer que el movimiento real y el aparenteson producto de diferentes mecanismos perceptivos. Las condiciones, dice,que producen estas experiencias difieren en varias formas. En primer lugar, elmovimiento aparente tiende a ser más lento que el real; tiene que calcularseque la velocidad de un objeto en movimiento real es menor que la de unobjeto en movimiento ilusorio para que sus velocidades de desplazamientoaparente parezcan iguales. Además, el movimiento real produce un aspectoborroso a gran velocidad, mientras que en el movimiento estroboscópico seproduce una apariencia borrosa en condiciones opuestas, es decir, cuando lavelocidad de los destellos entre dos luces es menor que la necesaria para elmovimiento óptimo. Cuando los sujetos tenían que detectar la presencia deuna fina línea inmóvil de luz que aparecía en el recorrido de una línea mayormóvil en movimiento real o aparente y la línea se movía de verdad, se regis-traba una interferencia en la detectabilidad de la línea estática cuando ambasse aproximaban. Por el contrario, cuando la línea se movía con movimientoaparente, sólo interfería en la detectabilidad de la línea estática cuando lahabía sobrepasado y se acercaba al final del recorrido. Según Kolers la con-clusión es que los mecanismos que subyacen al movimiento real y al aparentedeben ser muy distintos.

BIBLIOGRAFÍA

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SELECCIÓN DE ARTÍCULOS INTERESANTES

¿Existe la percepción sin la sensación?La percepción extrasensorial*

Capítulo 6

¿Percibimos únicamente lo que sentimos? o por el contrario ¿aun sin aporta-ción sensorial somos capaces de percepción extrasensorial?

La mitad de población estadounidense afirma que cree en la percepciónextrasensorial y una cuarta parte dice que no está segura. Estas creencias sonsimilares a las expresadas por estudiantes universitarios japoneses (Gallup yNewport, 1991; George, 1996; Nishizawa, 1996). Los medios de comunica-ción tienen muchos informes sobre maravillas psíquicas: crímenes resueltos,sueños que se hacen realidad, futuros que se predicen. Los programas detelevisión de temas paranormales (como Misterios sin resolver y Expedientes X) ylas películas (como Encuentro en la tercera fase y El exorcista) son un gran negocio.La facturación en el sector de números de teléfonos para consultas de astro-logía llega a ser de cien millones de dólares anuales (Emery, 1995; Fortune,1995). Pero, ¿existen realmente personas que pueden leer la mente, ver através de las paredes, predecir el futuro?

En los experimentos de laboratorios, los psicólogos a veces se han que-dado atónitos por los astrólogos con supuestos poderes psíquicos que pare-cen capaces de discernir el contenido de sobres cerrados, influir sobre ellado del que caerá un dado o dibujar lo que otra persona está viendo en unsitio remoto o desconocido. Sin embargo, otros psicólogos y científicos-in-cluidos el 96 % de científicos de la National Academy Sciences, son escépti-cos (McConnell, 1991). Si la percepción extrasensorial existe realmente,necesitaríamos revocar la afirmación científica de que los seres cuyas men-tes se encuentran atadas a un cerebro físico tienen experiencias perceptivas

* Tomado de MYER, D.: Psicología, Ed. Océano, 2000.

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del mundo construidas por sensaciones. En ocasiones aparecen nuevas prue-bas de que realmente consiguen dar la vuelta a nuestras ideas científicaspreconcebidas, así pues examinemos algunas reivindicaciones de la percep-ción extrasensorial y veamos por qué los científicos siguen mostrando dudasal respecto.

RE IVI NDICACIONE S DE LA PERCEPCIÓN EXTRASENSORIAL

La reivindicación de los fenómenos paranormales incluye prediccionesastrológicas, curas físicas, reencarnación, comunicación con los muertos yexperiencias extracorporales. De estas reivindicaciones, las más relevantesson las tres variedades de percepción extrasensorial:

Telepatía, o comunicación de mente a mente: una persona en vida perci-be pensamientos de otros.

Clarividencia, o percepción de acontecimientos remotos como notarque la casa de un amigo está en llamas.

Precognición, o percepción de acontecimientos futuros, como la muertede un líder político o el resultado de un encuentro deportivo.

Íntimamente unida a estas reivindicaciones está la psicoquinesia, o elpsiquismo sobre la materia, como la levitación de una mesa o la influenciasobre el movimiento de un dado.

En el escenario, el psíquico como un mago controla lo que la audienciave y oye. En el laboratorio, el experimentador controla lo que el psíquico vey oye. Consideremos un experimento cuidadoso llevado a cabo por BruceLayton y Bill Turnbull (1975) en la Universidad de North Carolina. Layton yTurnbull tenían una lista de cien números generados al azar compuestos dedígitos 1,2,3,4 y 5 para cada uno de sus 179 participantes. Dieron a cadaestudiante dicha lista en un sobre cerrado y pidieron a los estudiantes queadivinaran qué número estaba en cada una de las cien posiciones.

Por azar uno de cada cinco o veinte suposiciones de cada cien seríancorrectas. Cuando se les dijo de antemano que la percepción extrasensorialera beneficiosa, los individuos dieron una media de 20,66 respuestas correc-tas de cada cien. Cuando se les dijo que la percepción extrasensorial era per-judicial, la media fue de solo 19,49. La diferencia puede parecer trivial, dehecho nunca notaríamos un efecto tan pequeño al observar un experimento,pero un análisis estadístico relevó que una diferencia que se amplía entretantos participantes, raramente ocurrirá por casualidad. Por esta razón, con-cluyeron que había habido un efecto extrasensorial.

Alentados por estos experimentos, los que creen en la percepciónextrasensorial acusan a los psicólogos que la investigan, de poseer la mismaclase de escepticismo que llevó a los científicos del siglo XVIII a burlarse de la

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idea de que los meteoritos provienen del espacio exterior. El novelista ArthurKoestler, que a su muerte en 1983 dejó más de 500 000 libras para fundar unacátedra británica en parapsicología, registró reivindicaciones similares. Una vezcomentó que los científicos escépticos de la actualidad se parecían a los filósofositalianos que rechazaron mirar las lunas de Júpiter a través del telescopio deGalileo, porque sabían que esas lunas no existían. A veces aferrarse al escepti-cismo nos puede cegar ante verdades sorprendentes.

ESCEPTICISMO SOBRE LA PE RCE PCIÓN EXTRASENSORIAL

Los escépticos responden que una persona falta de sentido crítico es unapersona crédula. Una y otra vez, señalan, los así llamados videntes o psíqui-cos han explotado al público incondicional con actuaciones sorprendentes enlas que parecía que se comunicasen con los espíritus de los muertos, queleyeran mentes o que levitasen objetos —aunque después se revelara que susactos eran un truco, solamente las ilusiones de un mago—. En realidad, mu-chas decepciones psíquicas han sido reveladas por los magos, que se ofendenante la explotación que sufre su arte en nombre de los poderes psíquicos.

La credulidad de la gente ilustra lo tentador que es etiquetar los fenóme-nos que ellos no entienden más allá de la explicación: «¿Qué otra razón po-dría haber si no es la percepción extrasensorial?», pregunta el observadoratónito. En este mismo sentido, antes de que se descubriera la habilidad de laecolocalización de los murciélagos, mucha gente atribuía su habilidad paraesquivar cables en completa oscuridad a la clarividencia (Gibson, 1979). Perocuando los murciélagos estaban ciegos, cuando sus orificios nasales estabancerrados, cuando se pintaban sus alas con barniz, aún podían navegar, asípues, ¿qué otra explicación podría haber si no es la percepción extrasensorial?

¿Premoniciones o pretensiones?

¿Pueden ver el futuro los videntes psíquicos? Aunque uno pueda desearque haya un astrólogo que prevea el curso de la Bolsa, las predicciones corres-pondientes a los «psíquicos de primer orden» revelan una exactitud escasa.Entre 1978 y 1985, las predicciones de Año Nuevo de los psíquicos preferidospor el National Enquirer cosecharon dos predicciones exactas de un total de468 (Strentz, 1986). Durante los primeros años de la década de 1990, losadivinos psíquicos de la prensa amarilla estaban todos equivocados al prede-cir acontecimientos sorprendentes (Madonna no se convirtió en cantante degospel, Bill Cosby no es embajador de Sudáfrica, la reina Elizabeth no abdicóal trono para ingresar en un convento). Además, ninguno de ellos señaló los

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grandes acontecimientos inesperados, como las bombas de los terroristas, elataque de Saddam Hussein a Kuwait o el caso de O. J. Simpson. Antes de1994, los psíquicos ofrecieron muchas otras predicciones sobre Michael Jackson—que se casaría con Oprah Winfrey, que se convertiría en un evangelista ambu-lante, y que experimentaría una «operación completa de cambio de sexo e insis-tiría en que todo el mundo le llamase Michelle»—, pero todos dejaron escapar laoportunidad de predecir sus bodas con Lisa Marie Presley (CSICOP, 1994).

Los análisis de visiones de psíquicos que se han ofrecido a los departa-mentos de policía revelan que estos no son más exactos que las prediccioneshechas por otros (Reiser, 1982). Los psíquicos que trabajan con la policíageneran docenas e incluso cientos de predicciones. Esto aumenta la proba-bilidad de que ocasionalmente haya una predicción correcta, que los psíqui-cos puedan comunicar a la prensa. Como dice un proverbio español, «lapersona que habla mucho a veces tiene razón». Además, las prediccionesvagas pueden ser interpretadas «reajustadas» más tarde para que concuer-den con los acontecimientos, lo que proporciona un conjunto perceptivopara interpretarlos. Nostradamus, un psíquico francés del siglo XVI, explicóen un momento de descuido que sus ambiguas profecías «no se podíanentender realmente hasta que se interpretaran después del acontecimiento ysegún este». Los departamentos de policía se muestran prudentes ante todoesto. Cuando Jane Ayers Sweat y Mark Durm (1993) preguntaron a losdepartamentos de policía de las 50 ciudades más grandes de Estados Uni-dos si habían utilizado alguna vez los servicios de un psíquico, el 65 % dijoque nunca lo había hecho. De los que sí lo habían consultado, ninguno lohabía encontrado de ayuda.

¿Las «visiones» espontáneas de la gente corriente son más exactas? Con-sideremos nuestros sueños.

¿Predicen el futuro, como creen aproximadamente la mitad de los estudian-tes universitarios (Messer y Griggs, 1989)? ¿O solo parece que lo hagan porquees más probable que recordemos o reconstruyamos sueños que parecen haber-se hecho realidad? Hace 60 años los psicólogos de Harvard (Murray y Wheeler,1937) hicieron pruebas sobre el poder profético de los sueños. Después de queel bebé del aviador Charles Lindbergh fuese secuestrado y asesinado pero an-tes de que el cuerpo fuera descubierto, los investigadores invitaron al público aque informase de sus sueños acerca del niño. De los 1 300 informes que sepresentaron, ¿cuántos predijeron exactamente la muerte del bebé? Un mero5 %. Y ¿cuántos anticiparon correctamente el lugar en que se encontraba sucuerpo, enterrado entre los árboles? Sólo 4 de los 1 300 informes. Aunque estenúmero era seguramente casual, a esos cuatro soñadores la exactitud de suspremoniciones aparentes les debió parecer extraordinaria.

Todos los días, cada uno de nosotros imagina muchos acontecimientos.De vez en cuando, un acontecimiento imaginado y poco probable tiene que

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ocurrir para dejarnos atónitos cuando lo haga. Si en un grupo de 100 perso-nas decimos a cada una que piense en «cara» antes de que todos tiren 6 mone-das, es probable que alguien consiga todo caras (estuviese pensando en cara ono) y que se sienta misterioso y fantástico después. Las secuencias al azarcontienen rachas extrañas. Puesto que hay billones de acontecimientos quetienen lugar en el mundo a diario, y dados días suficientes, seguro que apare-cen coincidencias sorprendentes. «El tiempo transforma lo improbable en loinevitable», señala Stephen Jay Gould.

Finalmente, consideremos lo que dicen los escépticos: si la percepciónextrasensorial existiese, entonces seguramente alguien podría, al sentir que elespíritu psíquico se despierta, comprar alguna vez números de lotería ganado-res o resultados de blackjack (convirtiéndose en una persona increíblementerica o generosa con el tiempo). Y, ¿por qué ningún vidente psíquico consiguemillones jugando en la Bolsa? Tras miles de experimentos, nunca se ha descu-bierto un fenómeno de percepción extrasensorial reproducible, ni ninguna per-sona que pueda demostrar una habilidad psíquica de forma convincente. Unainvestigación del National Research Council sobre la percepción extrasensorialconcluyó que «la prueba más aprovechable no apoya el argumento de que estosfenómenos existan» (Druckman y Swets, 1988). En 1995 un informe encarga-do por la CIA evaluó diez años de pruebas militares de espías con poderespsíquicos (un programa previamente abandonado por la CIA por no haberdado ningún resultado). Tras invertir 20 millones de dólares, el programasiguió sin ofrecer resultado alguno. Tras tantos resultados de laboratoriosdesalentadores y tras visiones psíquicas vagas o erróneas, el programa deespías psíquicos se dejó de lado (Hyman, 1966; Waller, 1995).

Un escéptico, el mago James Randi, ha ofrecido 10 000 dólares a la personaque pueda demostrar «cualquier habilidad paranormal» ante un grupo de exper-tos competentes. Con promesas de otros, esa oferta —«a cualquiera que demues-tre tener un poder psíquico genuino bajo condiciones de observación adecua-das»— ha sido aumentada hasta más de un millón de dólares (Randi, 1996). Apesar de lo elevada que es la cifra, el sello de aprobación científica sería muchomás valioso para alguien cuyas reivindicaciones pudieran ser autentificadas. Has-ta la fecha no ha aparecido ningún ganador, a pesar de que la oferta de Randi haaparecido anunciada durante tres décadas y decenas de personas han efectuadolas pruebas, en ocasiones bajo el escrutinio de un panel de jueces independientes.

Para refutar a los que dicen que no existe la percepción extrasensorial,solo se necesita presentar a una persona que pueda demostrar un único fenó-meno de percepción extrasensorial reproducible. Por el momento nadie hamostrado ese poder. A falta de este, y frente a un creciente escepticismo, laParapsychological Association ha perdido a un gran número de miembros, yvarios de los principales laboratorios parapsicológicos perdieron sus fondos ycerraron durante los años 80 (Hess, 1993).

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RE FLEXIÓN CRÍTICA SOBRE LA PE RCE PCIÓNEXTRASE NSORIAL

En tiempos pasados hubo toda clase de ideas descabelladas —que los bul-tos de la cabeza revelan rasgos del carácter, que la efusión de sangre es unapanacea, que toda célula de esperma contiene una persona en miniatura en suinterior—. Frente a estas afirmaciones —o reivindicaciones de leer mentes oviajes extracorporales o comunicación con los muertos—, ¿cómo podemosseparar las ideas descabelladas de las que suenan descabelladas pero son ver-dad? En el corazón de la ciencia encontramos una respuesta más simple:pruébalas para ver si funcionan. Si funcionan, tanto peor para nuestro escep-ticismo. Si no, tanto peor para las ideas.

Esta actitud científica aparece en el acuerdo entre los que creen y los es-cépticos de que lo que necesita la parapsicología es probar su credibilidadmediante un fenómeno reproducible y una teoría que lo explique. ¿Podría elexperimento de clarividencia de Layton y Turnbull (en el que los estudiantesvencen la casualidad adivinando números que están dentro de sobres cerra-dos) proporcionar este fenómeno reproducible? Esto mismo se preguntaba eleditor escéptico del Journal of Experimental Social Psychology, al que Laytony Turnbull presentaron sus resultados para su publicación. Así, él y los auto-res llegaron a un acuerdo fuera de lo común: los investigadores repetirían suexperimento, y la revista publicaría los resultados de ambos, fuese cual fueseel nuevo resultado. (Como esto ilustra, tanto los investigadores de la percep-ción extrasensorial como los escépticos buscan la verdad). ¿El resultado delsegundo experimento? Layton y Turnbull resumieron honesta y sucintamen-te: «No aparecieron efectos (estadísticamente) significativos».

Sabiendo lo fácil que es engañar a la gente, y a falta de resultados repro-ducibles, la mayoría de los psicólogos continúan siendo escépticos. De hecho,están consternados por todos los espectáculos, libros y revistas que existensobre temas paranormales. Sin embargo, recientemente algunos se muestranintrigados por los descubrimientos publicados por el psicólogo social CharlesHonorton (1994) utilizando el procedimiento Ganzfeld. El procedimientoconsiste en hacer sentarse a una persona en una silla reclinable, hacer sonarun ruido como un silbido por unos auriculares y hacer brillar luz roja difusaa través de una pelota de ping-pong partida con cada mitad sujeta sobre losojos. Según parece, esta reducción de las distracciones externas pondría a lapersona en el estado ideal para recibir los pensamientos de otro, que escucha-ría como pequeñas voces desde adentro. Basándose en estudios anterioresque utilizaban este procedimiento, Bem y Honorton aislaron a un «enviador»y a un «recibidor» en habitaciones separadas y blindadas he hicieron que elenviador se concentrase durante media hora en una de las cuatro imágenesseleccionadas al azar. Entonces se preguntó a los recibidores cuáles de las cuatro

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imágenes correspondía a las imágenes que experimentaban durante la sesión.De 11 estudios, los recibidores ganaron a la casualidad (el 25 % de coincidenciaexacta) por un margen pequeño pero fiable (32 % de correspondencia exacta).El parapsicólogo de la universidad de Edimburgo, Richard Morris y sus estu-diantes (1995 y 1996) han informado de resultados parecidos.

Recordemos que la investigación crítica basada en la psicología se plan-teaba dos interrogantes: ¿qué quiere decir?, y ¿cómo lo sabe (cuál es la prue-ba que ofrece)?. Los parapsicólogos dicen que estas pruebas Ganzfeld de lapercepción extrasensorial ofrecen respuestas claras a ambas cuestiones. Elescéptico Ray Imán (1994,1996) concede que su metodología supera la de losexperimentos previos de percepción extrasensorial, pero cuestiona algunosdetalles en los procedimientos que pueden haber producido predisposiciones.Intrigados, otros investigadores trabajan ahora replicando estos experimen-tos. ¿Será el primer fenómeno fiable de percepción extrasensorial? ¿O seráotra pequeña esperanza, otro «fenómeno» que después será refutado y aban-donado? Recordemos: la actitud científica armoniza el escepticismo curiosocon la humildad libre de prejuicios. Requiere que las reivindicaciones extraor-dinarias sean apoyadas por pruebas claras y fiables. (Si midiese 1,63 y tuviese54 años, y afirmase ser capaz de hacer un mate en un partido de baloncesto,el peso de la prueba caería sobre mí, tendría que probar que lo puedo hacer,no sobre otra persona que probase que yo no puedo). Al darse tal prueba, laciencia está abierta a las sorpresas ocasionales de la naturaleza.

Como pensadores críticos, podemos compartir esta actitud. Podemos es-tar abiertos a nuevas ideas sin ser crédulos, discernir, sin ser cínicos. Podemosser pensadores críticos, pero sabiendo que nuestra comprensión de la natura-leza es incompleta, podemos estar de acuerdo con el Hamlet de Shakespeareen que «existen más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las quesoñadas en tu filosofía».

Algunas cosas que asumimos como verdad —la realidad del amor de otrapersona, la existencia o no-existencia de Dios, la finalidad de la muerte o larealidad de la vida después de la muerte— se encuentran más allá de la cien-cia. Esta es una razón por la cual, tras aclarar y rechazar pseudomisterios,podemos conservar un humilde sentido de interrogación acerca de los miste-rios de la vida que no se pueden probar.

¿Por qué existe tanta gente predispuesta a creer que la percepciónextrasensorial existe? En parte, estas creencias pueden provenir de percepcio-nes erróneas, malas interpretaciones y un recuerdo selectivo. Pero para algunaspersonas existe también una sed de conocimiento, un deseo de experimentar lomágico. En Gran Bretaña y Estados Unidos, los fundadores de la parapsicologíaeran fundamentalmente personas que, tras haber perdido su fe religiosa, busca-ban una base científica para creer en el sentido de la vida y en la posibilidad dela vida después de la muerte (Alcock, 1985; Belfo, 1985). En la convulsión

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desde el colapso de la Unión Soviética, ha habido una «avalancha de lo místi-co, oculto y pseudocientífico» (Kapitza, 1991). Los curanderos extrasensoriales,los astrólogos y los videntes fascinan al público atónito.

Para sentir temor y una profunda reverencia por la vida, no necesitamosmirar más allá de nuestros propios sistemas de percepción y su capacidadpara organizar impulsos nerviosos, informes en vistosos colores, sonidos vi-vos y olores evocadores. Entre nuestras experiencias de percepción de cadadía yacen muchos elementos realmente extraordinarios —seguramente mu-cho más de lo que se ha imaginado hasta el momento en la Psicología—. Unsiglo de investigación ha desvelado muchos de los secretos de la sensación yde la percepción, pero para generaciones futuras de investigadores quedanaún misterios profundos y genuinos sin resolver.

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Al entrar en el comedor de tu vecino, percibes un olor desagradable. Tepreguntas cómo puedes soportar ese olor, pero al cabo de unos minutosdejas de notarlo. Al sumergirte en una piscina, sientes frío y te quejas de lofría que está el agua. Pero poco tiempo después, animas a tus amigos a quete acompañen diciéndoles: «¡vengan, que el agua está buenísima!». Estosejemplos ilustran el fenómeno de la adaptación sensorial, esto es, la disminu-ción de la sensibilidad ante un estímulo constante. Si quieres hacer unaprueba, colócate el reloj más arriba de la muñeca: al principio notarás elcambio, pero en poco tiempo ya no te darás cuenta. Tras una exposiciónconstante a un estímulo la frecuencia de excitación de las células nerviosasdisminuye.

¿Y por qué no desaparecen los objetos cuando nos quedamos mirándo-los durante un tiempo? Porque aunque no lo notamos, nuestros ojos estánsiempre en movimiento, de manera que la estimulación de la retina cambiaconstantemente.

¿Qué sucedería si pudiéramos detener por completo los ojos? ¿Nos daríala impresión de que los objetos se desvanecen, como los olores? Para descu-brirlo los psicólogos han inventado unos ingeniosos instrumentos: unos pro-yectores instalados en unas lentes de contacto que mantienen la imagen fijaen al retina. Imagínate que equipamos a una voluntaria X con uno de esosproyectores (como muestra la Figura 6.1 a), cuando el ojo de X se mueve, laimagen del proyector también lo hace, de manera que la imagen va siempre allugar donde mira X.

Si proyectamos el perfil de la cara, ¿qué ve X? Al principio ve el perfilentero. Pero al cabo de unos segundos, cuando sus receptores sensorialescomienzan a fatigarse, pasan cosas extrañas: poco a poco la imagen se desva-nece, vuelve a aparecer más tarde para acabar desapareciendo de nuevo ya

La adaptación sensorial*«Necesitamos, ante todo, saber cosas sobre los cambios;nadie desea ni necesita que se le recuerde 16 horas aldía que lleva los zapatos puestos».

DAVID HUBEL,Neurocientífico (1979)

* Tomado de MYER, D.: Psicología, Ed. Océano, 2000.

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sea por partes reconocibles o enteras (vea la Figura 6.1 b) es interesante desta-car que la desaparición y reaparición de una imagen tiene lugar en unidadessignificativas. Si se muestra una palabra a una persona desaparecerá y reapa-recerán nuevas palabras formadas por parte de la palabra inicial, que a su vezacabarán desvaneciéndose.

Figura 6.1 a y b. Imágenes estabilizadas en la retina.

Aunque la adaptación sensorial reduce nuestra sensibilidad, al mismotiempo nos ofrece una importante ventaja: nos permite centrar nuestra aten-ción en los cambios informativos de nuestro entorno sin distraernos con laestimulación constante y no informativa de los adornos, olores y ruidos dela calle. Nuestros receptores sensoriales están alertas ante la novedad; si seles aburre con repeticiones, liberan nuestra atención para que podamos ocu-parnos de cosas más importantes. Esto refuerza una afirmación fundamen-tal: no percibimos el mundo exactamente como él es.

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La estimulación subliminal*

En 1956 causó mucho revuelo un informe falso acerca de la influenciainconsciente que ejercían sobre el público en los cines de New Jersey unosmensajes imperceptibles que decían «BEBA COCA-COLA» y «COMA PA-LOMITAS» (Pratkanis, 1992).

Años más tarde, la controversia volvió a aparecer. Se dijo que los publicistasmanipulaban a los consumidores imprimiendo de modo imperceptible la pa-labra SEXO en las galletas y mostrando imágenes eróticas en los anuncios debebidas alcohólicas. Se dijo que los discos de rock contenían «mensajessatánicos» que podían oírse reproduciendo los discos al revés y que incluso algirar en la dirección correcta podían influir inconscientemente en el oyente.

En un esfuerzo más «honesto» para penetrar en nuestro subconsciente,algunas empresas nos ofrecen la solución definitiva para perder peso, dejar defumar o intentar estimular nuestra memoria con casetes que contienen soni-dos relajantes que ocultan mensajes del tipo «estoy delgado», «el tabaco tieneun sabor horrible», «soy muy bueno para los exámenes, recuerdo toda lainformación». Ello nos permite extraer dos conclusiones: por una parte, queinconscientemente podemos sentir estímulos subliminales (literalmente deba-jo del umbral) y por otra parte, que también de forma inconsciente, que di-chos estímulos ejercen extraordinarios poderes subjetivos. ¿Podemos? ¿Pue-den?

¿Podemos sentir estímulos por debajo de los umbrales absolutos? En cier-to sentido la respuesta es claramente afirmativa. Recordemos que el umbralabsoluto es simplemente el punto en que detectamos un estímulo la mitad deltiempo.

En el umbral o ligeramente por debajo de él, podemos detectar unestímulo durante un cierto tiempo. Existe otro argumento a favor del sí:las personas que alegan total ignorancia a la hora de formular un juicio

* Tomado de MYER, D.: Psicología, Ed. Océano, 2000.

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perceptivo (por ejemplo, si deben decidir cuál de dos objetos de peso muysimilar es más pesado) deberían confiar un poco más en la suerte, ya que hamenudo sabemos más cosas de las que creemos.

¿Pueden afectarnos estímulos tan débiles que nunca podremos llegar anotar? Unos recientes experimentos parecen indicar que, en ciertas condicio-nes, la respuesta puede ser sí. En un experimento se mostraban escenassubliminales positivas (como unos gatitos o unos enamorados) o negativas(como un hombre lobo o un cadáver) antes de que los participantes vierannueve diapositivas de diferentes personas (Krosnick y cols, 1992). Aunque,conscientemente, los participantes solo veían un destello de luz, juzgaron deforma más positiva a las personas cuyas fotos se habían asociado a las escenaspositivas, las personas que aparecían en las diapositivas parecían más agrada-bles si su foto aparecía inmediatamente después de la imagen imperceptiblede unos gatitos que las que aparecían después de la imagen de un hombrelobo. Los personajes chinos también parecen más simpáticos si vienen prece-didos de la imagen imperceptible de una cara sonriente que si les precede lacara de un enfadado (Murphy y Zajonc, 1993).

Considera también cómo las palabras invisibles pueden preparar tu res-puesta a una imagen ulterior. En un experimento clásico, se pronuncia súbi-tamente una palabra muy deprisa, que luego se sustituye por un estímulo«enmascarador» que interrumpe el proceso cerebral antes de la percepciónconsciente. Por ejemplo, la palabra imperceptible es pan, posteriormente sedetecta más rápido una palabra relacionada con el primer término, comopor ejemplo mantequilla, que una palabra que no guarda relación con él comobotella (Bornstein y Pittman, 1992; Marcel, 1983) esa preparación subliminaldura solo unos segundos (Gerald y cols, 1996), pero no obstante, su efectoes intrigante: a veces sentimos cosas que no sabemos y que no podemosdescribir.

Por tanto, podemos procesar información sin ser conscientes de ella. Esevidente que un breve estímulo imperceptible puede provocar una respuestadébil o evoca un sentimiento aunque no una conciencia real del estímulo.

Pero el hecho de la sensación subliminal justifica la crítica de las empresascontra la persuasión subliminal. ¿Pueden realmente los publicistas manipularmediante la persuasión oculta? Los psicólogos afirman casi unánimementeque no. Su veredicto es como el de los astrónomos al afirmar que, en efecto,los astrólogos tienen razón al decir que los planetas son estrellas que están allíafuera, pero que en ningún caso aciertan a pensar que nos afectan. Las inves-tigaciones en los laboratorios revelan un efecto sutil y fugaz en el pensamien-to, todo lo contrario a lo que defienden los vendedores de casetes subliminales,que afirman que sus productos producen potentes y duraderos efectos en elcomportamiento. Algunos experimentos demuestran que los casetessubliminales que se encuentran en el mercado no producen efecto alguno

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mas allá del efecto de placebo, esto es, los efectos que producen el creer enque funcionan (Moore, 1998, Pratkanis y cols, 1994, Smith y Rogers, 1994).

Poco después de que el supuesto efecto «COMA PALOMITAS» se hicie-ra público en EE.UU., la Corporación de Emisoras de Canadá utilizó unapopular serie de televisión que se emitía los domingos por la noche paralanzar un mensaje subliminal 352 veces (Adverstising Age, 1958). Al pregun-tarles cuál creían que era el mensaje ninguna de las 500 personas que contes-taron por carta a la pregunta adivinaron. Sin embargo, casi la mitad afirma-ron haberse sentido extrañamente hambrientos o sedientos mientras veían laserie. Pero no fue más que por efecto de la expectativa. El mensaje real era«LLAME POR TELÉFONO, YA». Pero no produjo efecto alguno en la uti-lización de teléfonos en Canadá. A la vista de todas las pruebas, AnthonyPratkanis y Anthony Greenwald (1988) afirman que «los procedimientossubliminales aportan un valor escaso o nulo al marketing».

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La percepción del dolor*

La percepción del dolor es vital para el desarrollo y el mantenimiento dela vida, ella nos informa de los peligros por la exposición a agentes físicosexternos (aumento de temperatura que pueda llevar a quemaduras, etc.) ytambién del estado de nuestro organismo (el dolor puede ser una señal deque algo no anda bien en nuestro organismo). Pero el dolor puede ser devas-tador para el individuo tanto desde el punto de vista físico como psíquico yes por ello que es tan importante penetrar en sus mecanismos para controlar-lo, reducirlo o eliminarlo.

El dolor es un buen ejemplo de cómo interactúan los procesos de arriba-abajo y de abajo-arriba en la percepción.

Cultura, experiencia y percepción del dolor

Como veremos más adelante, la cultura y las experiencias del sujeto afec-tan la percepción del dolor. La ceremonia de los garfios que se practica enalgunas regiones de la India puede ilustrar este efecto cultural. El rito consisteen lo siguiente: el «celebrante» o elegido tiene la función de bendecir a losniños y las cosechas en cierta época del año.

Lo extraordinario del rito es que se meten en la piel y los músculos de laespalda unos garfios de acero atados por cuerdas gruesas a una barra que sedesliza y que se monta en un carro que se desplaza de pueblo en pueblo. En elclímax de la ceremonia el celebrante cuelga libremente suspendido de losgarfios sin que de pruebas de sufrimiento, sino todo lo contrario, es decir,parece experimentar un sentimiento de exaltación (Melzack y Wall, 1983).Una hipótesis es que el rito tiene algún efecto sobre el estado mental delcelebrante que impide que sienta el dolor.

* Adaptado de BRUCE GOLDSTEIN, E.: Sensación y percepción, Internacional Thomson Editores, 1999.

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Algunos datos sugieren que el estado mental del individuo influye en supercepción del dolor. Beecher (1972) descubrió que la morfina alivia los dolo-res de origen patológico que están acompañados de ansiedad, como los delcáncer, y no alivia en los producidos bajo condiciones controladas de labora-torio en donde no hay ansiedad.

El propio Beecher observó que sólo el 25 % de los hombres heridos enbatalla demandan narcóticos para el dolor contra un 80 % de civiles que lodemandan frente a una cirugía mayor.

Cuando se les dice a los pacientes qué va a suceder en el quirófano y se lespide que se relajen para aliviar el dolor los pacientes necesitaron menosanalgésicos y menos días de hospitalización (2,7 días menos como promedio).

¿Existen vías específicas para el dolor? ¿Cómo podemos controlarlas?La teoría del control de la puerta puede explicar los resultados anteriores y

son además compatibles con los fenómenos de la reducción del dolor por laacupuntura, la influencia de los estímulos táctiles (frotarse la zona afectadapor el dolor nos hace experimentar un alivio) y la llamada analgesia producidapor estimulación (APE) (ver Figura 6.2).

Figura 6.2. La Teoría del control de la puerta. Circuito propuesto por Melzac y Wallpara la percepción del dolor.

El sistema del control de la puerta consta de células de una zona del astaanterior de la espina dorsal donde se acumula la sustancia gelatinosa y lascélulas de transmisión (T). Según el gráfico más arriba la señal del sistemade control de la puerta determina la percepción del dolor debido a la in-fluencia de la señal en las células T. La señal que activan las células Tproviene de dos clases de células de la sustancia gelatinosa, la SG+, lasexcita y abre la puerta y la SG– las inhibe y cierra la puerta al dolor.

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Cuando se activan los nociceptores 1, como las células SG+ abren la puerta,el dolor aumenta. Ante los estímulos más suaves, como el frotamiento de la pielo las vibraciones moderadas se activan las SG-, cierran la puerta y el dolordisminuye. El control central, que representa estructuras de orden superior,también puede cerrar la puerta mediante la activación de las SG-.

Reynolds (1969) en sus experimentos con ratas brindó apoyo a la Teoríadel control de la puerta: estimulando con electricidad ciertas áreas del mesencéfalopudo incluso practicar cirugías abdominales en ratas sin anestesia. Este efectoanalgésico producido por estimulación eléctrica es lo que se llama APE o anal-gesia producida por estimulación.

Aunque no es una teoría de general aceptación tiene el mérito de subrayarque la percepción del dolor no sólo depende de la activación de los nociceptores,sino también de otras fibras que no está directamente o absolutamente conecta-das con el dolor y de factores centrales.

La cuestión acerca de cómo el cerebro controla el dolor ha llevado a impor-tantes descubrimientos. Las llamadas beta-endorfinas, o endorfinas simplemente,son agentes generados por el organismo, sustancias químicas, que tienen pro-piedades analgésicas muy parecidas a los opiáceos. Ya en la década del 70 sesupo que los opiáceos actúan sobre receptores del cerebro determinando laproducción de moléculas con determinadas estructuras. En 1975 se descubrie-ron neurotransmisores que actúan en los mismos receptores que son activadospor el opio o la heroína, y las endorfinas forman parte de ese grupo deneurotransmisores.

Hay una gran cantidad de pruebas de que las endorfinas reducen el dolor.Por ejemplo, la analgesia producida por estimulación funciona mejor si se esti-mulan los sitios de acción de las endorfinas. Una inyección de naloxona (sus-tancia con una estructura muy similar a la molécula de heroína que actúa sobrelos mismos receptores suspendiendo la acción de la heroína) disminuye el efec-to de los métodos analgésicos (acupuntura y APE) puesto que, se hipotetiza,disminuye la actividad de las endorfinas.

Una cosa interesante es que la naloxona disminuye el efecto analgésico delos placebos. Hasta ahora se había pensado que al no poseer principio activoalguno la acción del placebo era solo subjetiva. El descubrimiento de lasendorfinas proporciona una hipótesis plausible para el efecto placebo.

Es probable que la secreción de endorfinas también esté relacionado con loque conocemos como analgesia inducida por estrés que no es más que una dismi-nución de la sensibilidad al dolor en situaciones de tensión y que podemostambién encontrar en otras situaciones como un prolongado esfuerzo físico (losmaratonistas, por ejemplo) y el miedo.1 Los nociceptores son estructuras especializadas en la percepción de estímulos dañinos: presión o tempe-

ratura extremas o presencia de sustancias abrasivas, por ejemplo, los nociceptores del gato se activan

cuando la piel empieza a sentir una temperatura de 45 grados, la misma a la que los seres humanos

empezamos a sentir dolor.

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Las influencias sobre nuestra forma de pensar y actuar son a menudo sutiles,e incluso imperceptibles.

Cabe preguntarse pues, si es posible que unas letras implantadas en dis-cos de rock y que sólo tiene sentido escuchadas al revés, pueden afectar in-conscientemente al comportamiento de los oyentes. En los años ochenta lapreocupación de dichos mensajes impulsó al parlamento canadiense y a va-rios estados norteamericanos a prohibir supuestos poderes de los «mensajesenmascarados».

¿Están justificadas dichas preocupaciones? ¿Suponiendo que los mensa-jes al revés existan, pueden ejercer alguna influencia? Si realmente estos men-saje subliminales influyen inconscientemente en las personas, ¿cómo puedenlos psicólogos detectar esas influencias?

Intrigados por tales preguntas y valiéndose de los medios que ofrece laciencia de la psicología, los psicólogos de la Universidad de Lethbrigde, Vokeyy Read (1985) decidieron iniciar una investigación. Comenzaron grabandoalgunas frases simples de la novela «Jabberwpcky» de Lewis Carroll y delsalmo 23, que a continuación volvieron a grabar al revés. Esta grabaciónmantuvo las pausas y las frecuencias, produciendo una cadena de sonidosparecida a un idioma extranjero.

Pero no era más que un galimatías. Los oyentes no pudieron identificar niuna sola palabra, si habían oído una afirmación o una pregunta, o si la frasetenía sentido o carecía de él. Mensajes sencillos como «Jesús me ama, lo sé»reproducidos al revés producían la más absoluta estupefacción en las perso-nas, que no podían intuir si se trataba de palabras satánicas, cristianas, de unanuncio pornográfico o de una canción infantil.

Música satánica*

* Tomado de MYER, D.: Psicología, Ed. Océano, 2000.

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A pesar de ello, ¿puede afirmarse que la información reproducida al revésejerce una ligera influencia? En varias investigaciones, los psicólogos han in-ventado métodos más eficaces para descubrir esas posibles influencias, entrelos cuales se destaca uno que utiliza palabra homófonas, esto es , que suenanigual pero que tiene grafías y significados diferentes. Veamos un ejemplo, siuna persona anglosajona escucha la frase «Climbing a mountain is a remarkablefeat», aunque luego la olvide, es más probable que deletree la palabra en cur-siva como f-e-a-t (hazaña) que como f-e-e-t (pies). Este fenómeno tiene lugarsin que las personas se den cuenta de por qué han elegido esa ortografía enparticular. Pero esto sucede si la palabra se escucha al derecho y no al revés.Cuando Vokey y Read camuflaron la palabra homófona grabando el mensa-je al revés la influencia inconsciente desapareció.

En otra búsqueda de influencias inconscientes, Begg y cols. de la Univer-sidad McMaster (1993) adaptaron con ese propósito el efecto de la «verdadilusoria», esto es, la tendencia a parecer ciertas que tiene ciertas frases cuandose repiten varias veces (por ejemplo, la infección más extendida por todo elmundo es el cólera). Descubrieron que el fenómeno desaparece cuando lasfrases se reproducen al revés.

Una vez más, la idea popular se derrumbó ante las pruebas científicas.Las personas preocupadas por los mensajes al revés pueden estar tranquilas.La influencia del rock no penetra en las personas en forma de mensajes repro-ducidos al revés.

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A menudo nos preguntamos si nuestras percepciones se parecen a las delos demás. Aquí analizaremos que tal vez haya diferencias entre las experien-cias preceptuales pero es difícil conocer al respecto pues ellas son naturalmen-te experiencias privadas.

Hay algunas pruebas de que dos personas pueden tener experienciaspreceptuales distintas de los mismos estímulos, por ejemplo, hay personasque sufren de una condición que se llama ceguera para el color y que por ellono ven algunos colores. Aun cuando no hay una condición patológica algu-nas experiencias clásicas en psicología han demostrado que la percepción delos colores está influida por la cultura.

Pero, ¿puede suceder que dos personas tengan exactamente la mismaexperiencia perceptual, por ejemplo, de dolor?

Según, Glodstein, hay una serie de razones por las cuales se dificulta «com-prender» las experiencias dolorosas de los demás.

1. El dolor puede ocurrir sin estimulación externa. Cuando uno se aplastaun dedo con una puerta hay una estimulación externa pero por ejem-plo, los dolores abdominales, los de los huesos o los sufrimientos decáncer terminal vienen de dentro del organismo. El fenómeno delmiembro fantasma puede ser un ejemplo de dolor sin referencia exter-na. Cuando una persona ha sido amputada no solo tiene la sensaciónde que el miembro está ahí sino que dice sentir dolor (Melzack, 1992).

2. El dolor no está determinado solo por el daño de los tejidos. Lasemociones, las expectativas y la tensión influyen en el dolor.

3. La clasificación de la intensidad de los estímulos varía mucho en fun-ción de los sujetos. Clark y Clark (1980) aplicaron descargas eléctri-

¿Todos sentimos del mismo modo el dolor?*

* Tomado de BRUCE GOLDSTEIN, E.: Sensación y percepción, Internacional Thomson Editores, 1999.

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cas a sujetos nepaleses y occidentales y pidieron que informaran aqué intensidades del estímulo sentían «dolor extremo» o «dolor lige-ro». La gráfica siguiente muestra los resultados de este experimento(ver Figura 6.3).

Figura 6.3. Experimento de Clark y Clark (1980) sobre la percepción del dolor.

Al inicio tanto unos como otros detectaban las descargas con la mismaintensidad pero, a medida que avanzaba el experimento, los nepaleses necesi-taban estímulos más fuertes para indicar dolor ligero y dolor intenso. Unanálisis de los resultados por medio de un procedimiento basado en la teoríade detección de señales demostró que probablemente no habría habido dife-rencias entre los dos grupos de sujetos. Al parecer los sujetos toleraban gra-dos más elevados de dolor antes de considerarlos ligero o extremo. Tal vez sucultura les enseña a soportar el sufrimiento sin quejarse.

4. El dolor puede tener distintos significados para personas diferentes.

Todos estos ejemplos ilustran por qué es tan difícil describir el dolor ocompararlos entre personas.

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