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PENSAMIENTO CONTEMPORANEOColecci6n dirigida por Manuel Cruz

1. L. Wittgenstein, Conferencia sobre ética2. J. Derrida, La desconstrucciôn en las fronteras de la

filosofia3. P. F. Feyerabend, Limites de la ciencia4. J. F. Lyotard, éPor qué filosofar?5. A. C. Dante, Historia y narración6. Th. S. Kuhn, éQué son las revoluciones cientificas?

7. M. Foucault, Tecnologias deI yo

Thomas S. Kuhn

i Quê son las revoluciones científicas?y otros ensayos

lntroducción de Antonio Beltrán

Ediciones PaidósI.C.E. de la Universidad Autónoma de BarcelonaBarcelona-Buenos Aires-México

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Título original:What aTe Seientifie RevoIut/mu?

© 1987 by Massachusetts Inatltute of Techno10BY. Cambridge - Lon­dresCommensurabillty, compaTabillty, communlcab/l/ty

© Tbe Philosophica1 of Science Aasociatlon, Unlversidad de Mi­chigan, East LansingRationality and Theory Choice

© The Joumal of Philosophy, Nueva York

Traducción de José Roma Feito

SUMARIO

Introducción: T. S. Kuhn. De la historia dela ciencia a la filosofía de la ciencia, An­tonio Beltrán. . 9

1. .:Qué son las revoluciones científicas? SS

cultura Libre

Cubierta de Mario Eskenazi y Pablo Martín Badosa

1." ediciôn, 1989

Ouedan rigorosamente prohibidas, sín la autoríeecíõn escrita de los titulares deicCopyrighb, belo las sanciones establecidas en las leyes •. la reproducclón totalo parcial de esta obra por cualquier media o procedimiento, comprendidos lareprografíay el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de e1lamediante alquiler o préstamo públicos.

© de esta ediciónEdiciones Paidós Ibérica, S.A.Mariano Cubí, 92-08021 Barcelona, eInstituto de Ciencias de la Educaci6nde la Universidad Autónoma de Barcelona, 08193 BelIaterra

ISBN: 84-7509·544-5Depósito legal: 8-13.706/1989Impreso en Hurope, S.A.Recaredo, 2·08005 BarcelonaImpreso el} Espaiía - Printed in Spain

2. Conmensurabílídad, comparabilidad ycomunicabilidad. .

3. Racionalidad y elección de teorias.

9S

137

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INTRODUCCION

T. S. KUHN. DE LA HISTORIA DE LA CIENCIAA LA FILOSOFIA DE LA CIENCIA

I

Pronto, en el aqui ya mítico 1992, se cumplirántreinta anos de la primera edición de La estruc­tura de las revoluciones cientificas' (en adelanteE.R.C.), de T. S. Kuhn, posiblemente el libro máscitado en la filosofia de la cíencia, desde entonces.Y también el libro de filosofia de la ciencia máscitado. Aunque esta última afirmación no es aünplenamente aceptada por todos. En el marco dela crisis abierta entonces en la filosofia de la cien­cia eso es comprensíble, porque los profesionalesdel campo no renuncíaron, como es usual, a laspautas, criterios y prejuicios por los que se habíanregido durante mucho tiempo. Por otro lado, eselibro revolucíonario procedia de alguien que sepresentaba y se presenta a si mismo como «histo­riador», y defendia y mostraba la relevancia y

I. T. S. Kuhn, The structure of scientific revolutions,University of Chicago Press, 1962, 1970. La versi6n castellana.por la que citaré, en México, F.CoE., 1971.

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10 lQtrn SON LAS RBVOLUCIONES CIBNT1PICAS? INTRODUCCIÓN

necesidad de la historia de la ciencia y disciplinasafines para la filosofia de la ciencia. Y esto, desdelos dogmas vigentes, resultaba sacrilego. Pero con­templado desde un punto de vista retrospectivopodría ser considerado perfectamente como unanecesídad,

A finales deI siglo XIX y principios deI siglo xx,los grandes héroes de la inmediata prehistoria dela ciencia habían sido científicos o fil6sofos que,si. no buscaban en la ciencia pasada la acumula­ci6n de hechos científicos hacia nuestra verdad,veían en ella la confirmaci6n de sus propías ideascientíficas o filosoficometodol6gicas, que la hís­toria mostraba como la conclusi6n de un desen­cadenamiento lógico. Disfrutamos aún de grandesmonumentos de erudici6n, como la obra deDuhem, resultantes de su labor y perspectiva máslógica que hist6rica.

En relaci6n o como reacci6n a esta historiapositiva o puramente interna y lógica, surgen enFrancia diversos grupos que reívíndícan unaauténtica historia de la ciencia, orientada por laperspectiva «hístóríca», muy diferente de la «cien­tífica». Es necesario, dirá Rey, rehabilitar la EdadMedia, como quiere Duhem. Pero no podemos ate­nernos a la literalidad de ciertos textos. EI «espí·ritu», el âmbito en que se mueven es muy dife­rente aI de la ciencia moderna. Su tesis es que«la historia de las ciencias es ante todo historiade su espíritu filos6fico, de la representaci6n quelos hombres se han hecho en cada instante deIuniverso, cuando trataban de precisarIa y legiti·

marla... ».' En Hélene Metzger podemos encoDtrlirafirmaciones similares no menos entusiastas! Sia estos aüadímos los nombres de L. Febvre y F. Bn­ríques, y sobre todo el de su antecesor Paul Tan­nery, obtendremos buena parte deI grupo de his­toriadores a los que pronto se uniria Koyré.

Se ha dicho repetidas veces que con Koyré lahistoria de la ciencia alcanza su madurez, que esel padre de la historia de la ciencia actual. Efec­tívamente, en él la reacci6n y las directrices delgrupo mencionado alcanzan su cumplimiento ydesarrollo. La denuncia deI anacronismo. La çp­gencia de la contextualizaci6n de científicos y teo­rias en su entorno cultural, olvidando nuestrosconocimientos actuales. EI consiguiente análisisconceptual y de la «estructura de pensamíento»del' problema y autor estudiados. EI rechazo deIconcepto de «precursor», más alIá incluso de lacritica de Metzger.' La esencial unidad deI pensa­miento científico y filosófico. La príorídad de lastransformaciones filos6ficas en las revoluciones

2. Véase, para lo tratado en este párrafo, la introducciónde Pietro Redondi en Alexandre Koyré, De la mystique à lascience. Cours, conférences et documents 1922-1962, compila­ción de Pietro Redondi, París, Editions de l'Ecole des hautesétudes en sciences socíales, 1986. Nuestra cita en pág. XVI.

3. Véase H. Metzger, La méthode philosophique en his­toire des sciences. Testes 1914·1939, Paris, Fayard, 1987, cuyoprimer capítulo plantea la cuestión en su título .L'historiendes sciences doit-il se faire le contemporain des savants dontil parle? Pero pueden verse, en general, la primera y segun­da partes dei libra donde quedan bien definidas sus posturashistoriográfica y filosófica.

4. Metzger, op. cit., págs. 75-95.

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12 lQtm SON LAS REVOLUCIONES CIIlN1'1PICAS? INTRODUCCIÓN 13

científicas. Todos estos elementos se ilustran yponen de manifiesto en los estudios que lleva acabo Koyré dei Renacimiento y la Revolución Cien­tífica, y constituyen el marco y apoyo de sus notascríticas al ínductívísmo y al positivismo.

11

Pero entonces ya no son simplemente el induc­tivismo y positivismo decimonónicos. El desarro­llo de la lógica formal había proporcionado losmedios para construir una filosofía de la cienciaque, entre otras cosas, iba a explicar el carácterracional y progresivo de la ciencia e ilustrar elcamino que debía seguir la filosofia, más allá deIrito de la confusión de la tradicional. EI empiris­mo lógico, con la inducción como bandera meto­dológica, la verificación como escoba para pseudo­problemas metafísicos o de catadura similar, y lapersecución de un lenguaje sin equívocos, ahorasí, universal, se desarrollaba en los mismos afiesen que Koyré hacía historia de la ciencia, sobretodo de una de sus etapas más gloriosas, y éstatenía poco que ver con lo que afirmaban los posi­tivistas lógicos. Ya en 1935, Metzger se asombrabade que los miembros de la escuela de Viena cre­yeran que sus agresivas propuestas eran tan nue­vas cuando en Viena eran un lugar común, Perouna de las cosas que le parecía inquietante eraque los positivistas lógicos «que' combaten los apriori con todas sus fuerzas, mantengan no obs-

tante uno en la base de su trabajo. Se trata delaignorancia sistemática, espontánea primero,que­rida después, de los trabajos originales de los filó­sofos, de la historia de la filosofía y de la historiade la cíencía».'

Pronto vendría Popper a criticar tesis centralesdel empirismo lógico, .defendíendo el falsacio­nismo contra el verificacíonísmo, el método hípo­tético-deductivo contra la inducción y proponien­do como problema básico el del crecimiento dela ciencia. Peroeso no acercaba en lo más mínimola filosofía de la' ciencia a la historia de la ciencia.Por el contrario. Popper pone más énfasis aÚD enque ambas cosas no sólo son distintas sino que la .historia está subordinada a la filosofía de la cíen­cia, o más exactamente a la lógica' de la cíencía,Formula así lo que llama «principio de transfe­rencia». Esta es una de las joyas popperianas queluce así: «Todo lo que es verdad en el dominio dela lógica, lo es también en el método cientifico yen la historia de la ciencía»,'

111

Está claro que la obra histórica de Kuhn debesituarse en la línea de Koyré apuntada más arriba.En el primer libro de historia de la ciencia de

5. Metzger,op. cit., pág. 166.6. Popper, Conocimiento objetivo, Madrid, Tecnos, 1974,

pág. 19. Compárese este principio con la afirmación de Koy­ré: «.,' la historia deI pensamiento científico no es entera-

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14 ,QUÊ SON LAS REVOLUCIONBS CIENT1FICAS? INTRODUccrÓN

Kuhn, La revolucíón copernicana, puede percíbir­se fácilmente la «simpatia» deI autor por los ele­mentos centrales de la historiografia defendidapor Koyré. En su momento constituyó la primeraobra de conjunto deI desarrollo de la astronomiadesde Grecia hasta el siglo XVII. Pero, ya allí, sepercibe algo más: los intereses filosoficometodoló­gicos. Está claro que nuevas preguntas formula­das, como por qué tardó dieciocho siglos enaparecer la revolución copernicana o, en general,parágrafos como «Las funciones de un esquemaintelectual» y la «Anatomia de la creencia cientí­fica»' surgen sin duda de un trabajo genuinamentehistórico que, no obstante, no sólo no excluyesino que implica una reflexión filosófica que, comoen esta ocasión, puede ser de gran novedad y rele­vancia para la filosofia de la ciencia en general.De hecho, tales preguntas y reflexiones constituíanuna profundización en las directrices historíográ­ficas de Koyré y sus colegas apuntadas más arriba,pero también se hacían desde la conciencia de lacontradíccíón con la filosofia de la ciencia vigente.'

mente lógica. Por eso, para comprender su evolución hayque tener en cuenta factores extralógicos•. (Estudios de his­toria dei pensamiento cientifico, Madrid. Siglo XXI, 1977,pág. 83J .

7. Kuhn, La revolución copernicana. La astronomia pia­netaria en el desarrol/o dei pensamiento occidental, Barcelo­na, Ariel, 1978 (oríg., 1957), págs. 65-72 Y 110-116, respectiva.mente. Pero véanse de modo especial las págs. 112 y sigs.

8. Hay, no obstante, un punto importante que separa lahistoriografia de Koyré de la de Kuhn. Se trata de la ideadei progreso cientifico que el primero describe como itinera-

La obra filosófica de Kuhn surge de la consta­tación de que, a pesar deI principio de transferen­cia de Popper, la historia de la ciencia contradi.cela lógica de la ciencia vigente, y tengo pocas dudasacerca de que Popper identifica s!l.aógica de la cíen­cia con la lógica de su principio de transferencia.Kuhn nos cuenta que, siendo un físico, aficionadoa la filosofia de la ciencia, sus primeros trabajoshistóricos le pusieron de manifiesto que la cienciatenía poco que ver con lo que los filósofos y lapedagogía de las disciplinas científicas decían deella. Pero lo importante no fue sólo tal percepciónque, en el primer aspecto al menos, era comúnentre los historiadores de la ciencia, sino sobretodo que el propio trabajo histórico le convencióde que la historia de la ciencia podia ser útil ynecesaria para el filósofo de la ciencia y, por otraparte, que esto provocó su dedicación a la histo­ria de la cíencía.' EI ínterés de este punto no essólo biográfico, sino que plantea problemas teóri­cos centrales respecto al trabajo deI historiador ydeI filósofo de la ciencia y de sus relaciones.

num mentis in veritatem y que, en la filosofia de la clenclateorizaría Popper. Kuhn, por el contrario, rechaza esta id~de progres9 e insiste en que la historia de la ciencia muestraun desarrollo «desde los comienzos primitivos», pera quenada indica que constituya un progreso hacia algo y, en es­pecial, hacia la verdad. (Véase Koyré, op. cito en nota 6,págs. 395-396; y Kuhn. E.R.C., págs. 262-263.)

9. Para las notas autobiográficas de Kuhn, puede verseespecialmente el prefacio a The Essential Tension. SelectedStuâies in Scientiiic Tradition anâ Change, University ofChicago Press, 1977 (Trad. cast.: La tensiôn esencial. Estudios

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16 lQUÉ SON LAS REVOLUCIONES CIENTíFICAS? INTRODUCCIÓN 17

Creo que debemos empezar por decir que qui­zá resultaría ingenuo prestar toda nuestra fe a larealidad o veracidad del relato autobiográfico.Y esto, dicho al hablar de la obra de Kuhn, nonecesita de gran comentario para aclarar que enningún caso se trataría de mala fe. Pero el hechoes que, si creemos a Kuhn, uno de los núcleos cen­trales de su reflexión filosófica tendría sus oríge­nes en los mismos inicios de su quehacer comohistoriador, hacia 1947. Cuando en este afio se lepidió que diera unas conferencias sobre los orí­genes de la mecánica del siglo XVII, tuvo que en­frentarse a la clásica situación del historiador quedebe entender las teorías de un autor, en estecaso la física de Aristóteles, lejano en el tiempoy en la teoría. Su actitud fue en un principio ladel antiguo historiador que le preguntaba al autorgriego cuánto sabía de la física moderna. Peroentonces Aristóteles resultaba bastante estúpido.No sólo no sabía nada de física newtoniana, sinoque además resultaba incoherente y absurdo. Aúnhoy en día hay gente que no tiene dificultades ala hora de aceptar tal conclusión. Pero Kuhn erasensato y pensó que la incapacidad era suya. EIhecho es que, tras arduo esfuerzo.y mucha lectura,consíguíó pensar a Aristóteles desde la propia obrade éste, y aquel marco mental se le reordenó súbí-

selectos sobre la tradiciôn y el cambio en el âmbito de laciencia, México, F.C.E., 1982), as! como el inicio deI primerensayo. En adelante, y a pesar de todo, citaré por la edici6ncastellana.

tamente. Aquello le hizo comprobar que hay mu­chas maneras de leer un texto y que, como veníandiciendo los historiadores, cuanto más proyectandesde el presente más inadecuadas sono Aprendióademás que no todas las lecturas son equívalen­tes, sino que unas poseen «más plausibilidad ycoherencia que otras», Pero lo más importantefue que «el efecto más decisivo» de este método delectura, nos cuenta, «fue el ejercido sobre mi con­cepción de la ciencia», Y éste es el punto que yoquería destacar. AI explicarlo, Kuhn dice que unfactor clave de las aportaciones de los fundadoresde la mecánica del siglo XVII como Galileo y Des­cartes fue que «crearon nuevas maneras de leerlos textos que en principio me confundíerons, yalgo más abajo continúa: «Por consiguíente, lo quepareció revelarme mi lectura de Aristóteles fueuna especie de cambio generalizado de la forma enque los hombres concebían la naturaleza y le apli­caban un lenguaje, una concepción que no podríadescribirse propiamente como constituida por adi­ciones al conocimiento o por la mera correcciónde los errores uno por uno. Esta clase de cambiola describía poco después Herbert Butterfield di­ciendo que era "como pensar con una cabeza dife­rente", e impulsado por esta suerte derevelaciónempecé a leer libros de psicología de la Gestalt ycampos afines. Mientras descubría la hístoría, ha­bía descubierto también mi primera revolución

. tífi 10Clen ca... »

10. Kuhn, ibiâ., pág. 13. AI dar la referencia, en nota, de

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18 lQUI! SON LAS RBVOLUCIONES CIBNTfFICAS? INTRODUCCIÓN 19

Está claro que hay unparecido evidente entreesta descripción y la que más tarde hará Kuhn delo que sucede en una revolución científica.

IV

Pero si destaco estos aspectos es, al margen desu interés intrínseco, para plantear -y no pre­tendo ir mucho más allá- hasta qué punto estadescripción es compatible con sus afirmacionesrespecto a «Las relaciones entre la historia y lafilosofia de la ciencia» que es, como indico, el títu­lo de uno de sus ensayos." En éste, en efecto, trasseãalar la separación institucional y teórica exis­tente en los Estados Unidos entre historia y filo­sofia de la ciencia, pasa a exponer «las razonespara insistir en que debe mantenerse tal separa­cíón»," No pretendo en lo más mínimo, líbrenme

la obra de Butterfíeld, Kuhn afirma que la concepción deambos sobre las transformacíones de la ciencia moderna ensus inicios fue muy influida por los escritos de Koyré. Pode­mos ver aqui de qué manera afirmaciones de Koyré comoque los científicos de principios dei XVII vieron cosas nuevasporque fueron capaces de pensar ~e otro ~od? y similares,vienen a reorganizarse, en la propia expertencia de contes­tualización de Kuhn, en un marco que llevará estas ~bserva.

ciones a sus últimas consecuencias filosóficas. Pero SI esto escíerto, o bien está «reconstruyendo racionalmente> su bio­grafia intelectual. o bien sus propias inquietudes o, en estaépoca, intuiciones «filosóficas> estaban ya presentes en estemomento.

11. tu«, págs. 27-46.12. Ibfd., pág. 28.

los dioses, insinuar la conveniencia de la unlén ounificación de ambas disciplinas. Ni siquiera pre­tendo sostener, tras lo dicho, que Kuhn, antes odespués, estuviera haciendo a la vez historia de laciencia y lo que los positivistas, popperianos y nue­vos lógicos de la ciencia suelen denominar así. Enel ensayo mencionado, Kuhn aclara perfectamentelas diferencias de enfoque del historiador y el filó­sofo. Afirma que historia y filosofia de la cienciapueden practicarse alternativamente, y que él lohace, pero no a la vez; que la filosofia en generalo la historia de la filosofia son herramientas bási­cas para el historiador como lo es el conocimientode la ciencia. Y sigue: «Aunque no creo que lapresente filosofia de la ciencia tenga mucho queofrecer al historiador de la misma, si estoy con­vencido de que mucho de lo que se escribe sobrefilosofia de la ciencia sería mejor si la historia lepreparara antes el camino», O más abajo: «La hís­toria de la ciencia puede contribuir a salvar la bre­cha que hay entre los filósofos de la ciencia y lapropia ciencia, y puede ser para ellos una fuentede problemas y dates»." Queda claro, pues, quízá,que en su trabajo histórico Kuhn no hacía lo que,en pro de la claridad y la adecuación, creo quepodría llamarse lógica de la ciencia. Pero cabe pre­guntarse hasta qué punto su trabajo histórico, talcomo nos lo ha narrado, no supone o está entreve­rado de reflexiones que él mismo llama filosofiade la ciencia, cuando nos dice que alternativamen-

13. Kuhn, ibid., págs. 36-37, aunque corrijo la traduccíôn,

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20 lQUÊ SON LAS REVOLUCIONES CIENT1FICAS?INTRODuccIóN

te se ha dedicado a ella. Posiblemente podría con­testarse a esto desde varias perspectivas, desde laconsideraci6n de en qué consiste el trabajo delhistoriador, más allá de la recolecci6n de datosordenados cronol6gicamente, al arduo problemade desde qué ignorancia o saber puede partir elhistoriador, pasando por el referente que da Kuhna la expresión «filosofia de la ciencia». Pero, afor­tunadamente, éste no es ellugar ni momento paraabordar estas cuestiones, aunque tendremos quevolver a ciertos puntos mencionados antes.

En cualquier caso, puede aiiadirse que tantosi la distinta «imagen de la ciencía» surge de lareflexi6n sobre la historia de la ciencia, como sise manifiesta por si misma en ella a través del tra­bajo del historiador como tal, esta imagen entrabaen conflicto con la que la filosofia de la ciencia aluso en los aiios sesenta había divulgado. Y eso eslo que Kuhn puso de manifiesto en la E.R.C. Perohizo más que eso.

v

Hoy son bien conocidos los puntos centralesde la nueva imagen del desarrollo cientifico quetraza Kuhn en la E.R.C., la ciencia normal y laextraordinaria, el enigma o rompecabezas y la ano­malia, los paradigmas, comunidades científicas yla inconmensurabilidad. Las críticas, de uno u otrosigno, no se hicieron esperar, y se inici6 así unaturbulenta década de diálogo y transformaci6n enla filosofía de la ciencia. Aqui no cabe una exposí-

ci6n detallada de esta discusi6n y me limitarlSaintroducir alguno de sus puntos centrales.

Según Kuhn, cuando un «rompecabezas» seconvierte en una «anomalia», es decir, cuando seduda de que el problema sea solucionable desde lasteorias y reglas dominantes en la comunidad cíen­t~fica, se inicia un período de crisis que, en oca­siones, acaba en un cambio de paradigma. En esteproceso de «crísís» se pasa de hacer «ciencía nor­mal» a hacer «ciencia extraordínaría» en la quese desconfia de las reglas de resoluci6n normalesproliferan teorias especulativas, y a veces se recu.rre al análisis filosófico, Y, en cualquier caso, elcambio de paradigma o «revolucíón científica» noconstituye un episodio de desarrollo acumulativo.Tanto si el paradigma es lo que Kuhn llamará pos­teriormente un «ejemplar» como si es una «matrizdisciplinar», los científicos postrevolucionarios«trabajan en un mundo diferente», y eso explicalas dificultades o insuficiencias de la comunica­ci6n con sus colegas deI otro paradigma. Esta seda porque los distintos científicos ven cosas di­ferentes observando lo mismo con los mismosinstrumentos. Miran el «mismo mundo», los ees­tímulos» son los mismos para todos, incluso lostérminos usados pueden ser idénticos, pera vencosas diferentes y «la elecci6n del paradigma nopuede resolverse nunca de manera inequívoca s610mediante Ialógica y la experímentacíón». Eso hace

. que incluso las «buenas razones» que los cientí­ficos utilizan para la elecci6n funcionen como eva­Iores» en los que intervienen elementos sub-

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22 lOtla SON LAS REVOLUCIONES ClllNT1PICAS? INTRODUCCIóN 23

jetivos." Sea como fuere, ela tradición científicanormal que surge de una revolución científica esno sólo incompatible, sino también a menudo real­mente inconmensurable con la que existia con an­teríoridad»,"

Tradicionalmente se daba por supuesto quelo que cambia con un paradigma.. es «la ínterpre­taci6n que hacen los científicos de las observacío­nes, que son fijadas de una vez por todas por lanaturaleza del ambiente y del aparato percep­tual»," Pero esta tesis y otras afines ya no sonsostenibles. Buena parte de los elementos centra­les de las filosofías positivista y popperiana des­cansaba sobre la «neutralldad» de los enunciadosobservacionales o básicos que se afirmaban comoecomunes» a las teorías en competición y, en últi­ma instancia, permitían la elección racional entreambas. Ahora, al mostrar la inexistencia de tal«neutralidad», Kuhn no sólo denuncíaba la ína­decuaci6n de la distinción y las relaciones entrelenguaje observacional y teórico, sino también elcarácter ficticio de los procesos verificacionistas

14. Véase sobre este punto Kuhn, cConsideraci6n en tor­no a mis críticos», en Lakatos y Musgrave (comps.), La criticay el âesarrollo deI oonocimiento, Barcelona, Grijalbo, 1975.págs. 429 y sigs. . .

15. Respecto aI conjunto descrito pueden verse especial­mente los capítulos IX y X de E.R.C. Las dos últimas citas seencuentran en las págs. 152 y 166, respectivamente, de la ver­si6n castellana, de la que he cambiado clncomparable. porcinconmensurable•. Como se verá, he incluído en la descríp­ci6n elementos que Kulm introdujo en la cPosdata: 1969.,que se encuentra al final de la edici6n castellana de E.RoC.

16. lb14.. pág. 190.

o falsacionistas, de las reglas metodológicas pop­perianas fundamento de la racionalidad y los con­siguientes criterios y concepciones del progreso,en el caso de las revoluciones científicas.

VI

Para ilustrar la tesis de la «carga teórica delos hechos», Kuhn usó reiteradamente, y con con­ciencia de sus Iimitaciones, la analogia entre ladistinta percepción de los científicos de distintosparadigmas y las «bruscas reestructuraciones per­ceptivas» de que informan los psicólogos de laGestalt. Es una analogia gráfica y sugestiva pero,a mi entender, no deI todo afortunada por razonesa las que s610 puedo aludir. En primer lugar, lateoría de la Gestalt introduce una importante in­novación que consiste en afirmar el carácter sin­crético y global de la percepción, frente a lasupuesta «asocíacíón» de datos aislados anterior­mente. Pero, de hecho, se mantiene en el empiris­mo clásico allimitarse a sustituir las easocíacío­nes» por «totalidades estructuradass. Por otraparte, afirma el carácter invariante de las eleyesde organización» que rigen las transposicionesperceptuales....Ahora bien, Píaget, que es el autorde la crítica sefialada, ha puesto de manífiesto lainsuficiencia de estas tesis mostrando, no sólola variación de las «constancías» de que habla lateoría de la forma, sino la «relación estrecha dela percepción con la actividad intelectual en gene-

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24 .lQlm SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? INTRODUCCIÓN 25

ral», afirmando el papel «actívo» del sujeto en lapercepción frente a la pasividad que le atribuyela teoria de la Gestalt." Creo que estos son ele­mentos fundamentales que además seüalan puntosbásicos, en especial la «actividad» del sujeto, delo que Kuhn pretende ilustrar." Por todo ello creoque, aunque fuera simplemente como analogia, loscambios de estadio en el desarrollo intelectualdel nífio, estudiados por Píaget, podían constituirun elemento de apoyo mucho más adecuado. Per­mítaseme sugerir la comparación de la descrip­ción que hace Kuhn del cambio de paradigma conla siguiente de Piaget del cambio de estadio del«pensamiento intuitivo» y la aparición de opera­ciones concretas: «EI punto decisivo se manifiestapor una especie de equilíbrio, siempre rápido yamenudo repentino, que afecta al conjunto de lasnociones de un mismo sistema y que se trata de

17. Véase J. Píaget, La psicologia de la inteligencia, Bue­nos Aires, Psique, 1960, págs. 91-92 y 111.

18. En un texto de 1970 (Psicologia y epistemologia, Bar­celona, ArieI, 1971, pág. 111) escribe Piaget: «Los conocimien­tos no proceden nunca exclusivamente de la sensaci~n o dela percepcíón, sino tambíén de los esql1emas de accrones. ode 10.; esquemas operatorios que son, tanto unos como otros,irreductibles a la percepción sin más. Por otra parte, la per­cepción misma no consiste en una simple Iectura de datossensoriales, sino que implica una organización activa en laque intervienen decisiones y preinferencias y que se debe ala influencia sobre la percepción"l::omo tal deI esquematismode las acciones o de las operacíones•. En este texto, en cuyoprefacio por cierto cita a Kuhn, Piaget no duda en. afirmarque toda la historia de la Iísica demuestra su tesís de laeactívídad deI sujeto» en la percepción y eI proceso de cone-rcimiento.

explicar en sí mismo. Hay en ello algo comparablea las bruscas reestructuraciones de conjunto quedescribe la teoría de la Forma, salvo que, en estecaso, se produce lo contrario de una cristalizaciónque engloba el conjunto de relaciones de una solared estática: las operaciones nacen, al contrario,de una especie de deshielo de las estructuras intui­tivas y de la repentina movilídad que anima ycoordina las configuraciones, rigidas hasta enton­ces en diverso grado, no obstante sus progresivasarticulaciones ... A la imaginación vacilante sucedebruscamente a veces un sentimiento de coherenciay de necesidad, la satisfacción de alcanzar un sis­tema a la vez cerrado sobre sí mismo e indefinida­mente extensíble»." AI margen no sólo de la símí­litud, sino incluso de la identidad en muchospuntos, lno aparece en la descripción de Piagetel «holísmo» que, en dos de los ensayos que pre­sentamos, Kuhn ve ahora como una de las trescaracteristicas esenciales de las revoluciones cien­tíficas?"

VII

Como quiera que sea, Kuhn piensa que todavíano disponemos de una alternativa viable alepara­digma epistemológico tradicional» de la experien-

19. Piaget, op. cit., en nota 16, pág. 189.20. Lo curioso, y que podría apuntar a un: error mio, es

que Kubn ha usado, digamos que eparcialmentee, la analo­gia con eI fenómeno estudiado por Piaget en su Importante

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26 lQtm SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? INTRODUCCIÓN

cia neutra y fija a partir de la cual en distintosmomentos se harían distintas interpretaciones, ypropone una modificación de éste. Es decír, niegala identificación de «estímulo», que si es común,y «sensación», que se tiene desde un paradigma, ysugiere que la interpretación, a la que parece nopoder renunciar, se dará no a partir de los estímu­los, sino de las sensaciones," Este es posiblementeel punto que Kuhn considera el central de todasu filosofía. Como puede verse, en 1965, al contes­tar a sus críticos, lo considera el punto crucial desu divergencia con éstos; insiste en élcuando, en1969, acusa a los filósofos de la ciencia de la pocaatención que han prestado al enlace Ienguaje-natu­raleza suponiéndolo aproblemátíco," y es el temaomnipresente en los ensayos que presentamos, en

artículo «La función de los experimentos mentales». Bnop. cit., nota 7, 263·290, donde se traduce «experimentos ima­ginarias».

21. Véase E.R.C., págs. 191·197. Aunque en esta introdue­cíõn me limito voluntariamente a la obra de Kuhn, puedencompararse al respecto los textos de Hanson (Patrones deâescubrimiento. Observaciôn y explicaciôn, Madrid, Alianza,1977, págs. 77.112) y de Feyerabend (Contra el método, Bar­celona, Ariel, 1974, págs, 14()"141, y Tratado contra el método,Madrid, Tecnos, 1981, págs. 214 y sígs.)

22. Véase, por una parte, el texto citado en la nota 14,págs. 435 y sigs. Por otra, Khun, «Segundas reflexiones acercade los paradigmas>, en Frederick Suppe (comp.) La estructu­ra de las teorias cientiiicas, Madrid, Bditora Nacional, 1979,págs. 509 y sigs. Bn este libro pueden encontrarse las confe­rendas, comentarios y discusiones correspondientes al sim­posio que se celebro en Urbana en 1969. También se ha publi­cado el texto de Kuhn, el comentarío de Suppe y la dlscusiónen Kuhn, Segundos pensamientos sobre paradigmas, Madrid,

especial en el titulado «Conmensurabilided, com­parabilidad y comunícabílidad».

Parece claro que, a lo largo de estos afios, seha dado un proceso en el que la posible soluciónestá más próxima sólo en el sentido de que Kuhnha ido afinando el planteamiento del problemamediante la identificación de los datos esenciales.Pero el problema, quiero decir el de Kuhn, hacrecido."

Por una parte, hemos visto que en B.R..C. Kuhnilustraba la inconmensurabilidad mediante ana­logías y términos perceptuales. La analogia conlas reestructuraciones «perceptivas» de la teoriade la Gestalt era central. Se describía la divergen­cia paradigmática como «ver» cosas distintas «mi­rando» lo mismo. Parecía que todo ello nosaproximaba a la «psicología de la investigacióncientífica», y ésta era la alternativa que, en 1965,sugeria Kuhn a la «lógica del descubrímíento» dePopper." En 1969 insistía en un enfoque que toda-

Tecnos, 1978. Además se publicó este texto de Kuhn en Latensiân esencial..., donde, de nuevo, se hizo una traduccióndistinta dei título.

23. Hago la precisión de que es el problema de Kuhnporque no parece ser el mismo que se plantean los interlo­cutores que él menciona. Mientras muchos de éstos se plan­tean aún si hay inconmensurabilidad o no -para el histo­riador ésta es bá,icamente una cuestión de hech" y el estudiohistórico es el que puede demostrar si la hay o no-, lo queplantea Kuhn es qué características tiene y la exploración desus consecuencias.

24. Véase Lakatos y Musgrave (comps.), op. cit., págs. 81­115. EI titulo «Lógica dei descubrimiento o psicologia de laínvestígáción» resulta equivoco porque quien si propone una

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28 ,QUÊ SON LAS REVOLUCIONES CIENTfFICAS? INTRODUCCIÓN

vía primaba la dimensión «perceptiva» dei proble­ma. Baste recordar el proceso de aprendizaje dereconocimiento de distintas aves por parte deJohnny y e1 programa de simulación de ordenadorde que nos habla en «Segundos pensamíentos»,"Naturalmente, en este ejemplo de Kuhn están im­plicadas cuestiones de lenguaje. Pero se sigue tra­tando en términos de «reprogramacíôn neuronal»,o dei «mecanismo nervioso por el que él (Johnny)elabora los estímulos vísuales», y de teoria de lapercepcíón. Ahora, en los artículos que aqui setraducen, hay un claro desplazamiento hacia unplanteamiento que se da en el marco de la filo­sofia dei lenguaje o âmbitos próximos. No meatrevo a pronunciarme sobre la radicalidad deeste cambio que el mismo Kuhn reconoce en lasprimeras páginas dei segundo artículo que pre­sentamos. En la nota 3, Kuhn advierte, refirién­dose a Feyerabend: «Pero mientras él restringiala ínconmensurabílídad ai lenguaje, yo hablabatambién de diferencias de "métodos. campos de

c!ógica dei descubrímíento» es Hanson, y desde luego Popperno se ha ocupado jamás de ésta, ni parece creer que puedaexistir. La ambigüedad procede de que aquí se ha traducidoeLogie of discovery» por eLógíca dei descubrímíento», Seamás o menos correcta, la traducción de la obra de PopperThe logic of scientiiic discovery por La lógica de la investi­gaciôn cientiiica, tal como la hizo V. Sánchez de Zavala enTecnos, disminuye, por lo menos, la ambigüedad. Tambiéneste caso puede ilustrar los problemas de traducción e inter­pretación que trata Kuhn,

25. Véase Frederick Suppe (camp.), op. cit., págs. 524y sigs.

problemas y normas de resolucíón", algo que yano haría excepto en la medida, bastante consíde­rable, en que estas últimas diferencias son conse­cuencias necesarias dei proceso de aprendizaje deiIenguaje»," Habría que evaluar esa «medida».

Yendo ahora, brevemente, ai contenido de estecambio, según Kuhn, sus críticos, a pesar de rece­nocer los problemas y apuntar las líneas de salidaadecuadas, llegan a la conclusión de que, en últi­ma instancía, es posible una traducción y que esoes incompatible con la inconmensurabilidad."Frente a esta crítica, Kuhn denuncia que se estánconfundiendo dos procesos distintos: «traduc­ción» e «ínterpretación», identificados hasta aho-

26. Véase la nota 3 dei artículo eConmensurabilidad...•que se traduce a continuación.

27. Este no es el tipo de critica puramente formalistaque encontrábarnos expresada de modo típico y extremo enCarl R. Kordig, The [ustijication of scientific Change, BostonStud. Phil. Se. Reidel Publis. Co. Dordrecht-Holland, 1971,págs, 58 y sigs. Aqui se daban básicamente dos pasos. EI pri­mero atribuye injustificadamente a la inconmensurabilidadde Kuhn consecuencias como la imposibilidad total de co­municación entre científicos, de la competición entre teoriasy en especial, la «variación radical de significado•. (Respectoa lo que tienen en común partidarios de distintos paradigmasvéase Kuhn, E.R.C., págs, 203, 237·238: 249; 264, 265-267; 304;F. Suppe, op. cit., 459; 522-523; Lakatos y Musgrave [comp.].op. cit.• pág. 447.) A partir de ahi el argumento era que da­das estas consecuencias «índeseables» e «ínaceprables», nohay inconmensurabiildad. En ningún momento se acude a lahistoria de la ciencia para comprobar si lo que Kuhn des­cribe se da o no. Frente a esto, la critica que nos ocupa veen la propia historia de la ciencia de Kuhn un contraejemplode la inconmensurabilidad. Véanse los parágrafos I y 11 de.Conmensurabilidad... ', que se traduce a continuación.

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30 lOtrn SON LAS REVOLUCIONES CIllN'I1PICAS? INTRODUCCIÓN 31

ra como «traduccíõn», La comunicación entre dosmiembros de distintos paradigmas puede darseen ausencia de una traduccíén, porque de hechoutilizan eI mismo recurso que los historiadores ala hora de entender una teoría y su lenguaje delpasado, es decir, la «ínterpretacíõn». Un procesoque no consiste en la traducción término a térmi­no y término-referente, sino que es anterior a ésta.Esto es, el «aprendízaje» dellenguaje en cuestión,es decir, de las técnicas -de carácter no mera­mente convencional- para conectar palabras yfrases con la naturaleza. También, o dicho de otromodo, debemos suponer que ésta es la manera deaprender a usar «ejemplares», que es el problemaque Kuhn convertia en centro de su preocupaciónen 1969.

Pero además, mientras que, cuando en E.R.C.planteaba los problemas de comunicación entremiembros de distintos paradigmas, Kuhn afirmabaque muchos términos eran comunes y la «immn­mensurabilídad» se restringía a unos pocos quelos oponentes deberían tratar de localizar y ana­lízar, ahora introduce su tesis deI «holísmcs. Losmiembros de una misma comunidad lingüística--científica o no- no comparten ya términos quese usan del mismo modo o tienen los mismos refe­rentes, entre los cuales hay algunos que son cru­ciales y determinan su comunicación parcial conlos miembros de otra comunidad, porque en éstalos usan de otro modo o con distintos referentes.Lo que comparten es «la homología de la estruc­tura léxica». Cuando esta estructura no es la mís-

ma, y no cuando êsta o aquella técnica de ídentl­ficación de un referente no se conoce, es cuandoel «mundo es diferente, el létlgUaje eI privado ycesa la comunicación, hasta que un grupo aprendaellenguaje deI otro»,"

Cuando uno observa el diálogo de Kuhn consus interlocutores hay una característica que llamala atención. Desde 1962 hasta hoy ha conseguidomantener el interés de sus críticos, algunos ya muyantiguos. Lo que no parece haber conseguido esque acepten que la investigación se lleve a cabopor los rumbos que él propone, es decir, que acep­ten su planteamiento deI problema y sus modosde hallar una solución. Lo cual pone de manifiestopor lo menos dos cosas. La primera es la centra­lidad de las cuestiones que propone, incluso parasus críticos y cualquiera que sea la perspectivaque éstos usen. La segunda, que supuestos esen­ciales que, al margen de otros personales, subya­cían al rechazo de Popper a la propuesta de Kuhnrespecto al tipo de investigación a desarrollar,"siguen condicionando el diálogo en la filosofia dela ciencia. Esto nos lleva a la ubicación de Kuhny sus planteamientos en la filosofia de la ciencia.

VIII

Recordemos el punto de partida del diálogo.Ya hemos seãalado que la constatación por parte

28. Pág. 132 dei presente texto.29. Véase Lakatos y Musgrave (comps.), op. cit., pág. lOS.

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32 lQU~ SON LAS REVOLUCIONES CIENTIFICAS? INTRODUCCIÓN 33

de Kuhn en E.R.C. de que lo que sucede en etapascruciales del desarrollo científico no es reduciblea una reínterpretacíón de datos índívíduales esta­bles, tuvo consecuencias catastróficas para la filo­sofía de la ciencia dominante. Todo el conjuntode análisis, precisiones y refinamientos respectoa la distinci6n entre lenguaje observacional y teó­rico, las reglas de correspondencia, las metodolo­gías de Popper, la comparación de teorías y suprogreso hacia la verdad no parecían tener ningúncontacto con la empresa científica real.

La primera etapa del diálogo alcanza su puntoculminante en 1965.30 Tras el interludio de 1969,en el simposio de Urbana," un punto culminantedel diálogo formal se daría en 1975, en el encuen­tI'O de Kuhn con los nuevos formalistas," puestuvo cierta continuidad, siendo hoy, posiblemente,el más relevante.

La reacción de Popper no fue una muestra deiracionalismo crítico que había postulado, o quízásí lo fue. El hecho es que haciendo extensibles lasconsecuencias que la inconmensurabilidad teníaen su 16gica a las dimensiones histórica y psico­lógica, la rechazaba como un «dogma peligroso»,e insisti6 desde entonces, sin más, en la afirmaciónde la racionalidad y el progreso según sus crite­rios. Y al aceptar la existencia de la ciencia normalera para decir que «el "científico normal", tal comoKuhn lo describe, es una persona a la que habría

30. Véase ellibro citado de Lakatos y Musgrave (comps.).31. Véase el texto citado de Frederick Suppe (comp.).32. Véanse los artículos de Erkenntnis 10 (1976) 2.

que compadecer»." Es obvio que el diálogo no fluiabien. En cualquier caso, aI margen de otras dimen­siones en las que no quiero entrar; la afirmaci6ncitada de Popper y su {'ostura en general podríaconsiderarse como la insistencia en la distinci6nentre el «contexto de descubrímíento» y el «con­texto de [ustíficacíón». No obstante, parece que siel análisis 16gico de los productos científicos o lametodología popperiana consisten en esforzarsepor elaborar unas regIas metodológicas que nadieusa, para una ciencia que nadie hace, podemospreguntarnos qué sentido tiene todo esto. Y elresultado puede ser que empiece a ponerse en cues­ti6n la pertinencia de la distinción entre los doscontextos o, por lo menos, la prioridad deI de «jus­tíficacíón» sobre el de «descubrímíento». Lo quehace Kuhn es, como hemos visto, proponer uncambio en la línea de ínvestigacíón, y esto podríaentenderse como la propuesta de trabajar, a par­til' de entonces, en el contexto de descubrímíento,abandonando el de justificaci6n. Ahora tengo misdudas de que esta lectura sea totalmente correctapor razones que expondré más adelante. Pero elhecho es que ésta es la interpretación que se hízo,Paso así al diálogo con los nuevos formalistas.

Es sabido que con.Sneed, Stegmüller, Moulinesy otros se desarro1l6 un nuevo formalismo en lafilosofia de la ciencia. Estos nuevos lógicos de laciencia pensaron que se estaba valorando mal elalcance de la crítica a la filosofia de la ciencia tra-

33. Lakatos y Musgrave (comps.), op. cit., pág. 151.

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34 lQOO SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtPICAS? INTRODUCCIÓN

dicional y que la alternativa propuesta por Kuhnno podía basarse legítimamente en tal crítica. Ca­bía, en efecto, otra postura: inmolar a Popper ne­gándose a identificar la <lógica de la cíencía» conla «Iógíca de la investigaci6n científica». Se con­funde así, venían a decir, el «programa lógico»con la versi6n popperiana del mismo que no esel único posible y, desde Iuego, no lo agota. Laversi6n de Popper o sus antecesores es, efectiva­mente, insostenible porque con su «imitaci6n dela manera de proceder del matemático» utiliza unconcepto de teoría inadecuado. Pero eso no impli­ca el rechazo del contexto de justificaci6n o su ina­decuaci6n. Es más, hemos elaborado un nuevoconcepto de teoría que no s610 permite superarlas dificultades a que se veía abocada la «concep­ci6n lingüística», que entendía una teoría comoun conjunto de enunciados, sino que permite unamayor comprensi6n de los fen6menos hist6ricosdescritos por Kuhn. Esta fue y es, muy brevemen­te, la postura de los nuevos formalistas que con­ciben una teoría científica como constituida bási­camente por dos conjuntos de modelos: el querepresenta la estructura matemática de la teoríay el campo de aplicaciones empíricas de la teoría."

" Para estos fil6sofos de la ciencia la obra deKuhn es sumamente importante, la «más seriasde la «reacci6n historícísta» a la filosofía de laciencia tradicional. Pero si bien es un historiador

34. Para el nuevo concepto de teoria puede verse Steg.mi;iller, La concepciôn estructuralista de las teorias, Madrid,Alianza, 1981.

de la ciencia competente y sagaz, «la obra de Kuhnpuede interpretarse no tanto como una filosofíade la ciencia alternativa, sino como el reto filosó­fico de un historiador a los fil6sofos de la ciencia"profesionales" »." Stegmüller ya había apuntadoen este sentido. En su opinión, Kuhn «tiene raz6nen casi todos los puntos esenciales frente a suscríticos». Y más adelante: «Lo asombroso de lasafirmaciones y metáforas de Kuhn del tipo men­cionadas, no consiste en que describa la conductade los científicos de modo que excluya todas lasinterpretaciones de esta conducta como suceso ra­cional, sino en que dé siempre en el blanco, a pesarde que no disponía del aparato conceptual queposibilitara una comprensi6n lógica de los prece­sos por él descritos»." Parece que hay puntos esen­ciales que no han variado. La cita anterior mues­tra que la valoraci6n no puede ser más generosapara Kuhn, pero también que en cuanto a la im­portancia y relevancia filos6fica de la historia dela ciencia y del contexto de justificaci6n que elpropio Kuhn defendia, no ha habido el más míni­mo cambio.'Po{que atribuir los logros kuhnianos,como hace StegmüIler en una nota, a la genialidadintuitiva de Kuhn equivale a negárselos al estudiodel contexto de descubrimiento.

Pero, si aceptamos los presupuestos de Steg­müller, cabe preguntarse si lo que resulta real-

35. Ulíses Moulines, Exploraciones metacientiiicas, Ma­drid, Alíanza, 1982, pág. 76.

3.6. W. Stegmüller.•Dinâmica de teorias y comprensiónlógica. en Teorema IV (1974) 4, pág. 517.

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36 lQUIl SON LAS REVOLUCIONES CIENT1FICAS? INTllODUCCIÓN 37

mente asombroso no es que Kuhn haya podidohacer historia yfilosofía de la ciencia en su obra,cuando el aparato conceptual de que disponía --esdecir, la lógica de la ciencia positivista-popperia­na- lo hacfa poco menos que imposible o incom­prensible. lNo cabe pensar que, por asombrosoque parezca, tal «aparato conceptual» no es nece­sario para «dar en el blanco»? Pero en esta valo­ración hay otros puntos sorprendentes.rStegmüllerafirma que «no se trata de disputar, combatir ysuperar de algún modo las tesis principales deKuhn, sino que el filósofo de la ciencia ha de to­mar en consideración y ha de elaborar lógica­mente los resultados de un competente historia­dor de la cíencía»," lPor qué es relevante hablarde la competencia de Kuhn? l No nos induce estoa plantearnos la competencia de los antiguos for­malistas? Porque, naturalmente, también podríadecirse que lo que resulta asombroso es que los«lógicos de la ciencía» hayan mantenido durante

37. W. StegmüIler, ibíd., pág. 536. Afiade StegmüIler quedada la falta dei aparato conceptual adecuado, es una empre­sa disparatada que en algunos países se exija a los j6venesestudiantes interesados en estas cuestiones la lectura y discu­si6n dei libra de Kuhn antes que ninguna otra cosa, porqueal no tener su egenialídad intuitiva» ni sus conocimientoshist6ricos, casi inevitablemente se formarán en su mente únecuadro distorsionado y fantástico de la ciencia y su desa­rrollo», Pero seguramente, tras los correlativos desmanes pe­dag6gicos que durante más de veinte afias se han cometidoindoctrinando a los j6venes con una visi6n que ahora se reco­noce como distorsionada, no se ve por qué tendría que resul­tar tan lesivo para los j6venes el leer a un autor que, despuésde todo, «siempre da en el blanco•.

más de veinte afies un «aparato conceptuab queno tenía ningún punto de contacto con la realidady que ahora es calíficado, con toda naturalidad ygran distancia, de «simplista» por los nuevos for­malistas. lNo será que no se trata en absoluto deuna cuestión de «competencia» que, naturalmente,yo supongo a uno y otros?

Me temo que estamos, o mejor, que seguimosante dos enfoques irreconciliables y que ésta eray sigue siendo la cuestíónl Creo que esto es per­ceptible en el tràtamiento de problemas como losde la racionalidad o el progreso. En un texto quepodría ayudarnos a entender la prevención deStegmüller a que de entrada se déaIeer a losestudiantes la obra de Kuhn, dice el primeror e Esevidente que numerosos detalles interesantes dela dinámica de la ciencia sólo pueden ser estudia­dos mediante una combinación de investigacioneshistóricas, psicológicas y sociológicas. Lo que aquíse sostiene es únicamente que eon sólo tales es­tudios no se puede aclarar el carácter racional dela empresa científica... ni responder a la preguntade si las revoluciones llevan consigo un progresocientífico... »" A algunos lectores puede resultarlescuriosa la expresión «numerosos detalles intere­santes», Pero no creo que, aunque lo parezca, setrate en absoluto de desdén, sino más bien delmantenimiento de premisas teóricas persistentesque permiten ver la contituidad fundamental deI«programa lógico».

38. W. Stegmüller, ibld., pág, 517.

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38 ,QUÊ SON LAS REVOLUCIONES CIBNTfFICAS? lNTRODUCCIÓN 39

IX

Por numerosas y reiteradas que sean las criti­cas de los nuevos formalistas a los promotores dela concepción enunciativa de las teorias, su puntode partida, sus premisas teóricas y axiomas pro­fesionales siguen siendo exactamente los mismos.Es evidente que los nuevos lógicos de la cienciasiguen identificando «filosofia de la cíencia» con«lógica de la ciencia», que siguen en el «contextode justificación» y, a pesar de todo, consíderán­dolo prioritario sobre el «contexto de descubrí­míento» y el único capaz de justificar la «raciona­lídad» y el «progreso» de la ciencia.

No es menos cierto que el nivel de comunica­ción entre los nuevos formalistas y Kuhn es, porcomparación con el que mantuvo con Popper, bas­tante más satisfactorio, aunque sigan existiendodiferencias fundamentales que se aprecian en laperspectiva del campo a tratar y en la considera­ción del modo de hacerlo. En este punto parecehaber ciertas divergencias entre los lógicos." Fren-

39. Creo que en Moulines ha habido una cierta evoluci6nen este tema. Por ejemplo, en un texto publicado en 1973,pero algo anterior, daba a entender que, a diferencia de Car­nap, Popper se ocupaba dei eproceder real de la cíencías.Mientras que en un artículo de 1973, argumentaba que frentea las evoces más o menos confusas» contra la concepci6nenunciativa, esiempre se puede oponer la objeci6n de queuna cosa es historia y otra muy distinta teoria de la cíencía»,EI primero puede encontrarse en U. Moulines, La estructuradeI mundo sensible (Sistemas [enomenalistas}, Barcelona,Ariel, 1973, pág. 128; el segundo hoy está recogido en susExploraciones metacientlficas... , pág. 72.

te a la actitud de Moulines, W. 8tegmüller afirmaque «esta posición de querer evitar los antagonis­mos no es sostenible. No sucede en absoluto quefalten puntos de contacto. Lo que realmente hayes una situación de agudas oposícíones»," Sóloque el nuevo concepto de teoria superaba estasoposiciones. Más aún, desde su perspectiva, clarí­ficaba y hacía comprensibles lógicamente los fe­nómenos descritos por Kuhn, salvando la racío­nalidad y el progreso.

El propio Kuhn reconocía, como recuerdan amenudo los autores citados, que el nuevo forma­lismo «hace accesibles importantes territoriosnuevos a la filosofía de la ciencia»," Aceptaba laidentificación del cambio y desarrollo de una teo­ria con lo que él llama «ciencia normal», peroestaba menos dispuesto a aceptar que determina­dos cambios de «núcleo» de la teoria correspon­dieran a su propia descripción de las «revolucio­nes científicas». Pensaba que conceptos como elde «reduccíón» requerian un mayor desarrollo-no necesariamente formal», decía- que espe­raba que se díera," Es obvio que Kuhn ve conaprobación el desarrollo del nueyo formalismo."El no ha pretendido nunca, a su vez, negar a los

40. W. Stegmüller, loe. cit., nota 36, pág, 514.41. Kuhn, «Theory-Change as Structure-<;hange: Com­

ments on the Sneed formalismo, en Erkenntnis 10 (1976) 2,196.

42. Idem, págs. 194 y 196. .43. Véase, por ejemplo, la nota 3 de~ pnmer artículo de

los aqui presentados; y La tensión esenciai... , pág. 20, nota 7.

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40 lQUÉ SON LAS REVOLUCIONES CIl!NTIFICAS? INTRODUCClÓN 41

formalistas que estén haciendo filosofia de la cíen­cia o que sean filósofos de la ciencia.

Lo que Kuhn hízo, desde un principio, fue prí­mero denunciar algunos errores en el programalógico o formalista tradicional. En segundo lugar,las mismas causas que le permitieron denunciartales errores le permitían, por una parte, indicarlos peligros y excesos -posibles y reales- delprograma formalista, y por otra sugerir determi­nado tipo de teoría de la ciencia alternativa. Estaposición, o una parte de ella, está a mi entenderlo suficientemente clara ya en su «Consideraciónen torno a mis críticos» de 1965. Y para ilustrarsu desarrollo deberé reproducir con cierta exten­sión algunos textos. En el que acabo de mencionar,dice así: «Yo no estoy menos interesado en la re­construcción racional, en el descubrímiento de loesencial, de lo que lo están los filósofos de la cien­cia. Mi objetivo, también, es entender la ciencia,las razones de su especial eficacia, el status cog­noscitivo de sus teorías». Pero fue el estudio ínme­diato de «los hechos de la vida científica» lo quele llevó no sólo a descubrir contradicciones conla filosofía de la ciencia, sino a otra filosofia de laciencia. «El criterio que tengo para subrayar cual­quier aspecto particular de la práctica científicano es por ello simplemente el hecho de que ocurra,ni el hecho de que ocurra frecuentemente, sinomás bien que cuadre con una teoría del conocí­miento científico... La estructura de mi argumen­to es simple y creo que no se le pueden ponerobjeciones: los científicos se conducen de tal y tal

manera; estas maneras de comportarse tienen (yaquí entra la teoría) tales y tales funciones esen­ciales; en ausencia de otra manera que sirva a turbociones similares, los científicos deberían condu­cirse esencialmente como lo hacen si lo que lesinteresa es hacer avanzar el conocimiento cientí­fico»." Pero ya hemos visto que los nuevos forma­listas, más que poner objeciones parecían recha­zar simplemente esta posición.cfln anticipo de lascríticas que hemos visto la encontramos ya en eldiálogo de Patrick Suppes con Kuhn en 1969. Laréplica de este último nos interesa aquí. Tras rei­terar los argumentos apuntados, afiade: «Cuantomás formalismo ponga usted en una teoría cientí­fica más poderosa 'será, probablemente, la teoría.Pero la teoría formalizada no es la misma teoríay, mejorándola, usted no se está Limitando a descu­brir lo que estaba implícito en lo que la gentehabía hecho antes. El epistemólogo tiene que ser,por consiguiente, un poco cauto en aceptarla comosi fuera meramente una versión explícita de lateoría que se tenía anteriormente. Si las teoríaspueden funcionar sin mucho formalismo, él tieneque entender cómo y por qué, no dar una versiónmás formalizada»."

Podría argumentarse que incluso el argumentodirigido a Suppes ya no es pertinente, que cuandoKuhn formulaba los argumentos mencionados te­nía en mente el «viejo» formalismo y que, como

44. En Lakatos y Musgrave, op. cit., págs. 398-399.45. En Frederick Suppe (comp.), op. cit., pág. 565. Véase

también la nota 13 de la pág. 518.

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42 lQUÊ SON LAS REVOLUCIONES CIENT1PlCAS? INTRODUCCIÓN 43

hemos visto, su actitud hacia el nuevo formalismoha cambiado. Esta objeción es en parte válida,pero no creo que lo sea en lo esencial. Cuando en1977, es decir, después deI examen del nuevo for­malismo y su diálogo con los nuevos lógicos, pre­sentaba los ensayos reunidos en La tensi6n esen­cial, Kuhn mencionaba que, en los nueve afiesanteriores, «muchos filósofos han admitido la per­tinencia de la historia con respecto a sus que­haceres especiales. Pero -afiadía- aunque esbienvenido el interés por la historia que de aquiha resultado, sigue faltando todavía lo que yo con­sidero el punto filosófico primordial: el reajusteconceptual fundamental que necesita el historia­dor para recuperar el pasado o, a la inversa, loque necesita el pasado para revelarse ante el pre­sente»." Esto permite pensar que ciertas objecio­nes que plantea siguen siendo válidas, en especialcuando afirma que el estudio de la historia permiteidentificar como esenciales de la ciencia elementosque el filósofo formalista no toma en cuenta, perono encontrar los que éste considera realmente esen­cíales,"

Aunque los nuevos formalistas manifiesten unmayor interés en la dinámica de las teorías, «setrabaja con la reconstrucción racional y no hacefalta conservar los elementos que no sean los rela­tivos a la ciencia como conocimiento válido. Seargumenta que, para tal fín, la ciencia contenida

46. Kuhn, La tensiôn esencial.... pâg, 14.47. Kuhn, ibiâ., págs. 42-43.

en los libros de texto de las facultades es la ade­cuada, si no la ideal. O por lo menos es adecuadasi se completa con una exploracién de unos cuan­tos clásicos científicos. quizá las Dos nuevas cien­cias de Galileo, junto con la «introducción» y el«Escolio general» de los Principios, de Newton»."

Está claro que se está describiendo aqui elquehacer de los «nuevos» formalistas. De hechopodría parecer la respuesta a lo que. dos afies des­pués, afirmaba explícitamente-U. Moulines: «Con­trariamente a una opinión muy extendida, creoque los libros de texto son esenciales para los ob­jetivos del filósofo de la ciencia... Son los objetosconcretos que mejor transmiten las entidades abs­tractas que lIamamos teorías ... Analizar crítica­mente y reconstruir lógicamente las obras están­dar de las disciplinas científicas: ésta es la mejormanera de apraximarse a su meta de identificar laestructura de teorias científicas particulares»."

Hoy parece claro que el nuevo formalismo re­sulta más satisfactorio en esta tarea, y eso, insis­tamos. ha sido aceptado por Kuhn. Pera frentea las interpretaciones triunfalistas del interés deKuhn más allá de sus propios enfoques, tambiénestá claro que sigue en pie el problema fundamen­tal. Respecto aI «líbro de texto» como fuente deltrabajo del filósofo. dice Kuhn: «La dificultad quese presenta con la clase de fuentes que hemos exa­minado consiste en que, al basarse en ellas, la re-

48. Ibiâ.• pág. 38. Nótese que el eusayo aI que perteneceeste texto fue revisado por Kuhn eu 1976.

49. Moulines. Exploraciones metacientiticas... , págs. 5()'51.

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44 lQU~ SON LAS ;REVOLUCIONES CIENTfFICAS? INTRODUCCIÓN 4S

construcción que hace el filósofo no suele ser reco­nocida como ciencia, ni por los historiadores deésta ni por los propios científicos»,"

x

Está claro, pues, que nos encontramos ante dosmodos de entender la filosofia de la ciencia, y ante«dos» filosofias de la ciencia. Creo que a lo largode la confrontación -cuando ésta se ha reconocí­do- se ha deslizado implicitamente un supuestoque, a mi entender, es incorrecto. Naturalmenteno se puede confundir la historia con la teoría. Esobvio que la filosofia de la ciencia es metateoría. Loque no es en absoluto obvio es la identificación. ,tácítamente supuesa, entre metateoría y formalis-mo, y de éste con el «contexto de justificacíôn».Recojo así las dudas que expresaba más arribarespecto a la total corrección de la interpretaciónusual de la propuesta de Kuhn a Popper, en 1965.Creo que ahora puede resultar claro que noconsistía en el abandono del «contexto de justifica­ción» o «rnetateoría» para dedicarse exclusivamen­te al «contexto de descubrimíento». Consistía másbien en la propuesta de reorientar la labor en el

50. Loc. cito en nuestra nota 48. Sin duda podrfa traersea colación el artículo de C. Truesdell, «Suppesian Stews(1980-1981)., en Lâiot fugitive essays on science, methoâs, cri.ticism, training and circunstances, Springer Verlag, 1984,págs. 504-579, que constituyen un ejemplo de la dificultadanunciada por Kuhn, Pero éste es un brasero, o más bien unvolcán, en el que no quiero calentarme.

contexto de justificación, si se quiere delimitarIode un modo distinto. Ahora éste ya no excluiria la«psicología y sociología de la ínvestigacíón», ni seidentificaría únicamente con el «programa lógi­co». Podía hacerse metateoría también desde la«psicología de la investigación científica». A la vis­ta de los hechos, no se ve qué razones puedan per­mitir negar esto. Y no están claras las razonespor las que se insiste en la identificación entrecontexto de justíficación y programa lógico. Másaún, se hace patente que la necesidad de la meta­teoría no justifica por sí misma el programa lógico.Y, por tanto, puede ser legítimo plantearse si el«contexto de justificacíón», si se entiende al modotradícional como se sigue haciendo, no necesitajustificación. Dicho de otro modo, cabe preguntar­se hasta qué punto con el «nuevo formalismo» seha disminuido o salvado la distancia que separabaal viejo formalismo del «proceder real de la cien­cía». Y aquí cabe otra reflexión. Como hemos vis­to, los actuales formalistas dan por sentado queKuhn «síempre da en el blanco», Esta me pareceuna apreciación excesivamente generosa y, en elel fondo, interesada. Naturalmente, no hace faltadecir que comparto el juicio de Stegmüller respec­toa la competencia de Kuhn como historiador,pero no se trata de esto. No hace falta mencionarque los excelentes libros y artículos de historiade la ciencia de Kuhn han sido y son muy discuti­dos en muchos puntos, incluso por autores quemantienen puntos de vista filosóficos muy próxí-

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46 lQIrn SON LAS REVOLUCIONES CIBN'I1PICAS? INTRODUCCIÓN 47

mos a los suyos." Pero me parece obvio que, alhacer esta afirmaci6n, StegmüIler no se refiere ala obra propiamente hist6rica de Kuhn. Y en estecaso, creo que una apreciaci6n más justa seríadecir que la «metateoría» de Kuhn, es decir, suB.R.C., constituye más un programa de trabajoque la respuesta o conjunto de respuestas defini­tivas y acertadas a un problema o serie de pro­blemas. Tiene la ventaja de que la investigaci6nhist6rica puede ayudar de manera clara a decidird6nde estaba acertado, d6nde no, o hasta qué pun­to. De momento, sabemos que buena parte de lahistoriografia anterior le sirve de apoyo. Pero eneste campo es mucho lo que queda por hacer yconstituirá un continuo punto de referencia paranuestro juício. Un buen ejemplo de lo que digopodría constituirIo el libro de Rachel Laudan so­bre historia de la geologia de los siglos XVII-XVIII."

Lo dicho pone de manifiesto que los nuevos for­malistas no se han acercado más a la historia dela ciencia, al «proceder real de la ciencia», Mejordicho, que si se han acercado a la historia de laciencia lo han hecho por persona y filosofia inter­puesta, es decir, a través de Kuhn y su obra filosó­fica. Esto da una idea más de la importancia yrepercusión de la obra de Kuhn.

51. Me limitaré a mencionar la visi6n que da Hanson dela revoluci6n copemicana en Conjeturas y conste/aciones,Madrid, Alianza, 1978.

52. R. Laudan, From Minera/ogy to geotogy, The [ounâa­tions of a science, 1650-1830, University of Chicago Press,1987, págs. 84, 102, 104-105 Y especialmente 221 y sigs.

XI

Pero no quiero terminar sin hacer una brevealusión a dos problemas que han sido objeto degran revuelo en la reacci6n a la obra de Kuhn: laracionalidad y el progreso de la ciencia. A estasalturas no debería hacer falta repetir que, en lossesenta, lo que entró en crisis no fueron la racío­nalidad y el progreso de la ciencia, sino la concep­ción popperiana de éstos, La postura de Kuhn fue:el estudio empírico muestra que el concepto deracionalidad que hemos mantenido hasta ahorano es válido. Modifiquémoslo. Lo que no signifi­caba simplemente «Probemos otra vez», sino ade­más «Cambiemos de tercio». Ya sabemos cuál fuela postura de Popper: la ciencia no es realmentecomo yo afirmaba, pero mi concepción de racio­nalidad y progreso es válida y deseable; es lamen­table que los científicos no actúen como deberían;la ciencia debe cambiar.

Entre Kuhn y los iniciadores del programalógico hay un presupuesto o punto de partida, diga­mos que intuitivo, común, es decir, que la cienciaes el paradigma del conocimiento, de la raciona­lidad y del progreso. EI éxito y la importancia delafilosofía de Popper se hacen patentes en el hechode que, tras su fracaso, parece como si fuera per­tinente plantearse la cuestión en términos de sipodemos seguir manteniendo este punto de par­tida. Creo que, a su vez, el éxito y el atractivo deFeyerabend, así como la exasperaci6n que ha pro­vocado, han sido debidos en buena parte a que se

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48 lQlffi SON LAS REVOLUCIONES CIBNTfFIeA8? INTRODUCCIÓN

identificara el fracaso del concepto de «racíona­lídad» de Popper con la inadecuación del supuestode que la ciencia es el paradigma de la racionali­dad A partir de ahí, pudo separarse de Poppery decir coherentemente, y con gran habilidad:«La ciencia debe ser menos popperíana, es 'de­cir, más irracional». El correspondiente éxitoy atractivo de Kuhn, y también la exasperaciónque ha provocado, se han debido a que precisa­mente él afirma que, a pesar del fracaso de Pop­per, no hay ninguna razón adicional para poneren cuestión el supuesto de que la ciencia sea elparadigma de la racionalidad y el progreso. Másaún, según Kuhn, el enfoque «tercermundista» dePopper lleva a «abrir la puerta a las mayores ar­bitrariedades». Pero no es menos cierto que, cuan­do se «Ie defiende» al estilo de Feyerabend, des­cribiendo «su» argumento «como una defensa dela irracionalidad en la ciencia -comenta- meparece no sólo absurdo sino vagamente obsceno»."Es decir, está claro que la obra de Popper no hacambiado la empresa científica pasada o presente,aunque sí quizás algunos prólogos de obras cien­tíficas actuales. Antes bien, io que parece claroahora es más bien que ni siquiera había observadoatentamente la empresa científica. Por eso Kuhnpiensa que lo que hayque-hecer esestudíarla.aten­tamente, es decir, estudiar lo que hacen los cien­tíficos y tratar de entenderlo. Naturalmente de un

53. Véase el texto de Kuhn en Lakatos y Musgrave(comps.), pág. 432; también 102 y sigs.

modo distinto al que lo hizo Popper," Cuando ensu diálogo con éste plantea el tema de lal1'aciona­lidad y el progreso, dice así: «Debería ya estar cla­ro que, en último análisis, la explicación debeser psicológica y sociológica. Esto es, debe seruna descripción de un sistema de valores, una ídeo­logía, junto con un análisis de las instituciones através de las cuales es transmitido y fortalecido.Si sabemos qué es lo que los científicos valoran,podemos esperar comprender qué problemas em­prenderán y qué elecciones harán en circunstan­cias específicas de conflicto. Dudo que haya quebuscar otro tipo de respuestas»,"

Ya hemos visto que los nuevos formalistas si­guen pensando, por el contrario, que eeon sólotales estudios no se puede aclarar el carácter racio­nal de la empresa científica... ni responder a lapregunta de si las revoluciones llevan consigo unprogreso científico»."Sólo el nuevo formalismopuede proporcionar una «comprensíón lógica» delos procesos descritos o teorizados por Kuhn, queya hemos visto que se identifican interesadamentecon la ciencia real. Parece que lo que se hace

54. «Sír Karl ha buscado regularmente procedimientosde evaluación de teorías que puedan ser aplicados con laapodíctica certeza que es característica de las técnicas me­diante las que se identifican los errores en la aritmética, enla lógica, o en la medida. Me temo que está persiguiendo algoinalcanzable nacido de la misma combinación de ciencia nor­mal y ciencia extraordinaria que hizo que las contrastacionespareciesen un rasgo tan fundamental de la ciencia.s Kuhn, enLakatos y Musgrave (comps.), pág. 102.

55. Ibid., pág. 104.56. W. Stegmüller. Véase nuestra nota 38.

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50 lOvá SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtFICAS? INTRODUCCIÓN 51

aquí es identificar la cracionalidad de la cíencía»con nuestra «comprensíon lógica» de ésta, quepasa necesariamente por el nuevo formalismo.Este puede ser, sin duda, un sentido y un enfoquedel tema de la «racíonalídad». De hecho está muypróximo al que se mantuvo hasta los sesenta, yes obvio que no puede ser aclarado con las inves­tigaciones propuestas por Kubn. Pero lo que nose ve, de nuevo, es que tengan que ver con loscientíficos y su empresa. No es, desde luego, laracionalidad que utiliza el científico. Más bienpertenece al cielo del «tercer mundo» de Popper,y no está claro qué contacto tenga con las «buenasrazones» de que hablan Kubn y Popper, y quemaneja el científico para hacer lo que hace, porejemplo para decidir entre teorias. Esto es lo queinteresa a Kuhn y es lo que propone investigar.La diferencia no está únicamente en lo que unosy otros entienden por filosofía de la ciencia, queya hemos apuntado, sino en lo que entíendenpor«ciencia», Mientras que para los formalistas sig­nifica un conjunto de productos científicos, de teo­rias, una vez sometidos al formalismo, para Kuhnel términoeciencia» refiere un quehacer, una acti­vidad, productora de conocimiento científico, ~uese da a lo largo de la historia y cuyo protagonistafundamental son las comunidades científicas..Y todo ello apunta a un sentido totalmente rele­vante del término cracionalidad» que no puedeproporcionar el nuevo programa lógico, ni la«comprensión lógica» que aporta. Lo que puedejustificar una contratesis: lo que aqui se sostiene

es que con s610 la lógica de la ciencia no se puedeaclarar el carácter racional o progresivo de la em­presa científica.

XII

Pero, lcómo podemos entender la racionalidady el carácter progresivo de la ciencia desde el en­foque de Kuhn? 0, más en general, lcómo seestructuran, relacionan y evolucionan las comuni­dades científicas y sus distintos productos cien­tíficos? La contestación más inmediata es quetodavía no hay respuestas claras para estos ínte­rrogantes. Empezaron a responderse en E.R.C.Pero, como hemos visto, gran parte de las energíasde Kuhn se dedicaron a discutir si lo que él recha­zaba debía efectivamente rechazarse y hasta quépunto. Tras diez anos de reajuste, algunos filóso­fos de la ciencia declararon el éxito de las conse­cuencias críticas del libro de Kubn. Medir hastaqué punto se ha desarrolIado la imagen alternati­va de la ciencia que allí se presentaba no resultafácil. lCuál es el criterio? Cuando Kuhn publicósu libro La teoría dei cuerpo negro y la disconti­nuidad cuántica, 1894-1912, algunos consideraronextrafio y maliciosamente significativo que Kuhnno utilizara los conceptos centrales de su filoso­fia de la ciencia. Posiblemente era, en efecto, unsigno más de que que no estaban lo suficientemen­te desarrolIados. Pero tal vez indique tambiénque, a pesar de los problemas que he planteado al

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52 lQUJl SON LAS REVOLUCIONES CIBNTfFICAS? INTRODUCCIÓN 53

principio, debamos tomamos en serío, o que encualquier caso Kuhn ahora se toma en serio, suafirmación de que la historia y la filosofia de laciencia pueden y deben hacerse sólo alternativa­mente." Y esta última observación se ve apoyadapor el hecho de que el último ejemplo que Kuhnutiliza en el primer artículo que aquí presentamos,"l Qué son las revoluciones científicas? lO, es preci­samente el de Planck, historiado en su libro. Enmi opinión, y utilizando términos kuhnianos, pue­de decirse que Kuhn nos ha proporcionado unrepertório de «ejemplares», pero que éstos aún noestán estructurados en una «matriz disciplinar».

Lo único que me atrevo a decir respecto a losavances en la evolución de Kuhn es que parecehaber ido transformando lo que se presentabacomo problemas distintos en distintos aspectos deun mismo problema. Mientras que previamentenos hablaba de proyectos de sociología de la cíen­cía," de programas de ordenador -de los queahora simplemente habla en pasado--, parece ha­berse producido un progresivo desplazamiento ha­cia cuestiones centradas en el lenguaje. Nótese

57. Quizá resulten más desafortunados aún algunos in­tentos de someter la historia de una u otra disciplina ai apa­rato conceptual kuhníano, como si éste fuera o pudiera seruna maquinaria de la que, se meta lo que se meta, salen sal­chichas casi igualitas.

58. Para una respuesta ai escepticismo generalizado antela posibilidad de los desarrollos de la sociologia de la cíen­cia, puede verse el artículo de Steven Shapin, «Histo;y ofscience and its sociological reconstructions>, en Historyof Science, XX (1982), págs. 158·211,

que, en los artículos que presentamos, cuando seaborda el núcleo del problema, en los tres casosnos remite al mismo tipo de reflexión e investi­gación.

Los que están interesados sobre todo en lahistoria de la ciencia quizá piensen que, desafor­tunadamente, los críticos de la obra de Kuhn so­bre historia de la física cuántica no tenían todala razón. Es decir, si uno observa la evolución delos intereses de Kuhn, creo que cabe preguntarsesi, en este proceso, no hemos ido perdiendo a unhistoriador, si no hemos perdido a Kuhn para lahistoria de la ciencia. Más aún, no resulta extraãoque los historiadores y, en general, los interesadosen «el proceder real de la cíencía», vieran en B.R.C.una renovación estimulante, una filosofía de laciencia cuyos problemas y planteamientos les re­sultaban familiares, útiles y pertinentes. La pro­gunta es si, tras estos treinta afies, no es el casoque también Kuhn se ha ido alejando de la hís­toria de la ciencia. Sea como fuere, los artículosque aquí presentamos constituyen una muestrareciente de sus ocupaciones y preocupaciones queofrecen una posibilidad más para conseguir unalectura «más plausible y coherente» de su obra. Ellector juzgará.

ANTONIO BELTRÁN

Universidad de Barcelona

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1. l QUE SON LAS REVOLUCIONESCIENTIFICAS?

«lQué son las revoluciones científicas?» sepropone refinar y clarificar la distinci6n entre eldesarrollo científico normal y el revolucionario.Después de una presentaci6n introductoria deltema, la mayor parte del capítulo" está dedicadaa la presentaci6n de tres ejemplos de cambio re·volucionario: la transícíón de una forma aristoté­Jica de comprender el movimiento a una newto­niarià; de)a teoria de contacto a la teoría químicade la pila voltaica; y de la derivaci6n de Planckde la ley de la" radiaci6n del cuerpo negro' a laque abora resulta familiar. La secci6n final resumetres características comunes a los ejemplos, Todosellos son localmente holistas en la medida en que

* -lQué son las revoluciones cientificas? es el capítuloI de Kruger, L., Daston, L. J. y Heidelberger, M. (comps.),The Probabilistic Revolution, vol. 1: Iâeas in History; Kru­ger, L., Gigerenzer, G. y Morgan, M. S. (comps.), vol 2: Iâeasin the Sciences, The MIT Press, Cambridge, Mass., 1987. EItexto había sido publicado previamente: _What Are ScientlficRevolutíons?», publícacíõn especial, 18, Center for CognítíveScience, Cambridge, Mass., Massachusetts Institute of Tech-nology, 19lf1'!:T.]. .

L Los tres ejemplos que forman el grueso de este capí­tulo fueron desarrollados en esta forma para la primera delas tres conferencias pronunciadas en la Universidad de Nó­tre Dame en noviembre de 1981 en la seríe Perspectives inPhilosophy. En una forma muy parecida a la presente, perocon el título _De las revoluciones a las características 50­

bresalíentes», se leyeron en la Tercera Conferencia Anual dela Cognitive Science Socíety eu agosto de 1981..

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56 lQIm SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? lQIm SON LAS REVOLUCIONES cmNT1PICAS? 57

quieren que varios cambios de teoria interrelacio­nados se lleven a cabo simultáneamente; 5610 in­curriendo en incoherencia esos cambios podríanhaber ocurrido uno a uno. Todos requieren cam­bios en el modo en que un conjunto de términoscientíficos interdefinidos se conecta con la natu­raleza, es decír, en la taxonomía proporcionadapor el mismo lenguaje científico. Asimismo, todosimplicaron cambios en algo muy similar a la me­táfora, es decír, en la capacidad aprendida por elcientífico o científica para distinguir qué objetoso acontecimientos son semejantes y cuáles di­fieren.

Han transcurrido casi veinte anos desde quedístinguí por primera vez lo que me pareció serdos tipos de desarrollo científico normal y revo­lucionario.' La mayor parte de la investigacióncientífica que tiene éxíto produce como resultadoun cambio deI primer tipo, y su naturaleza quedabien descrita por una imagen muy común: la cíen­cia normal es la que produce los ladrillos que lainvestigación científica está continuamente aãa­diendo aI creciente edificio deI conocimiento cien­tífico. Esta concepción acumulativa deI desarrollocientífico es familiar y ha guiado la elaboración de

2. Thomas S. Kuhn, The Structure af Scientific Revolu­tions, 2." edici6n revisada, Chicago, University of ChicagoPress, 1969. Ellibro se public6 por primera vez en 1!hl2: [Trad.cast. de Agustfn Contfn, La estructura de las revolucúm4scientIficas, México, Fondo de Cultura Bconõmíca, 1975.)

una considerable literatura metodológica. Tantoesta concepción como sus subproductos metodo­lógicos se aplican a una gran cantidad de trabajocientífico importante. Pero el desarrollo científicomanifiesta también una modalidad no acumulati­va, y los episodios que la exhiben proporcionanclaves únicas de un aspecto central deI conocí­miento científico. Retomando un duradero inte­rés, intentaré aquí aislar varias de estas claves;primero describiendo tres ejemplos de cambiorevolucíonarío, y luego discutiendo brevementetres características que todos ellos comparten. Sinduda los cambios revolucionarios comparten ade­más otras características, pero esas tres propor.cionan una base sufieíente para los análisis másteóricos que me ocupan actualmente, y en los queme apoyaré, un tanto crípticamente, en la partefinal de este artículo.

Antes de pasar aI primer ejemplo que trataréextensamente, permítanme intentar sugerir -paraaquellas personas que no estén previamente fa­miliarizadas con mi vocabulario-- qué es unejemplo. EI cambio revolucionario se define enparte por su diferencia con el cambio normal, yéste es, como ya se ha indicado, el tipo de cambioque tiene como, resultado el crecímíento, aumentoo adición acumulativa de lo que se conocía antesLas leyes científicas, por ejemplo, son usualmenteproducto de este proceso normal: la ley de Boyleilustrará lo que aquí está en juego. Sus descubri­dores poseían previamente los conceptos de pre­sión y volumen de un gas, así como los instrumen-

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58 lOua SON LAS REVOLUCIONBS CIIlNT1PICM? lOua SON LAS REVOLUCIONES CIIlNT1PICM?

tos requeridos para determinar sus magnitudes.El descubrimiento de que el producto de la pre­sión y el volumen de una muestra dada de un gasera una constante a temperatura constante se aãa­dia simplemente al conocimiento deI modo en quese comportaban estas variables ya comprendidas.'

3. La expresión eya comprendídos fue introducida porC. G. Hempel, quien muestra cómo servirá para muchos delos mismos propósitos que eobservacionale en discusionesrelacionadas con la distinción entre términos teóricos y ob­servacionales (véase particularmente, su Aspects of ScientificExplanation, Nueva York, Free Press, 1965, págs. 208 Y sigs.[Trad. casto de M. Frassineti de Gallo y otros, La explicaciôncientifica. Estudios sobre filosofia de la ciencia, Buenos Aires,Paidós, 1979, págs. 212 y sigs.]). Yo adopto la frase porque lanoción de un término ya comprendído es .Jntrínsecamentediacrónica o histórica, y su uso dentro deI empirismo lógicoapunta a áreas importantes de solapamiento entre este en­foque tradicional en la filosofia de la ciencia y el más recíen­

'te enfoque histórico. En particular, el frecuentemente ele­gante aparato desarrollado por el empirismo lógico para lasdiscusiones sobre la formación de conceptos y la definiciónde los términos teóricos puede ser transferido como un todoai enfoque histórico, y utilizado para ana1izar la formaciónde nuevos conceptos y la definición de nuevos términos, pro­cesos que usualmente tienen lugar en intima asociación conla introducción de una nueva teoria. Un modo más sistemáti·co de preservar una parte importante de la distinción teérí­co/observacíonal englobándola en un enfoque diacrónico hasido desarrollado por Joseph D. Sneed, The Logical Structu·re ot Mathematical Physics, Dordrecht, Reidel, págs. 1-64,249·307. Wolfgang Stegmüller ha clarificado y ampliado elenfoque de Sneed postulando una jerarquia de términoste6­ricos en la que cada nivel se introduce dentro de una teoriahistórica particular (The Structure and Dynamics of Theories,Nueva York, Springer, 1976, págs. 4lJ.67, 196-231. [Trad. cast,de C. Ulises Moulines, Estructura y dinámica de teorias, Bar­celona, Ariel, 1983, págs. 69·104, págs. 278·327]). EI cuadroresultante de estratos lingüísticos presenta .paralelIsmOl in·

La abrumadora mayoría del avance científico esde este tipo normal acumulativo, pero no multi­plícaré los ejemplos,

Los cambios revolucionarios s0I! diferentes ybastante más problemáticos. Ponen en juego des­cubrimientos que no pueden acomodarse dentrode los conceptos que eran habituales antes de quese hicieran dichós descubrímíentos.t Para hacer, 'o asimilar, un descubrimiento tal, debe alteratseel modo en que se piensa y describe un rango defenómenos naturales. El descubrimiento (en ca­~s como éstos «ínvencíón» puede ser una palabra

. mejor) de la segunda ley deI movimiento de New­ton es de esta clase, Los conceptos de fuerza ymasa que figuran en esa ley diferían de los queeran habituales antes de la introducción de la ley,y la ley misma fue esencial para su definición. Unsegundo ejemplo más completo, aunque más sim­plista, nos lo proporciona la transición de la as­tronomia ptolemaica a la copernicana. Antes deque esta transición tuviera lugar, el Sol y la Lunaeran planetas.rpero la Tierra no. Después la 'I'ie­rra era un planeta como Marte y Júpiter; el Solera una estrella; y la Luna era un tipo nuevo decuerpo, un satélite. Cambios de esta clase no fue­ron simplemente correcciones de errores indivi­duales englobados en el sistema ptolemaico. De

trigantes con el discutido por Michel Foucault en The Arch4O­logy of Knowledge, traducido por A. M. Sheridan Smith, NaCova York, Pantheon, 1972. [Trad. casto de Aurelio Garzón deiCamino, La arqueologia deI saber, México, Siglo XXI, 1970.]

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60 lQtm SOM LAS RBVOLtlCIONBS CIBNTfFICAS? l ous SOM LAS RBVOLtlCIONBS CIBNT1PICAS? 61

un modo similar a la transici6n a las leyes <4lNewton del movímíento, esos cambios íncluíannosólo cambios en las leyes de la naturaleza, sinotambién cambios en los criterios mediante los quealgunos términos de esas leyes se conectaban conla naturaleza. Además, esos criterios eran depen­dientes, en parte, de la teoría con la que fueronintroducidos.

Cuando este tipo de cambio de referentes acom­pafia un cambio de ley o de teoría, el desarrollocientífico no puede ser completamente acumula­tivo. No sepuede pasar de lo .viejo a lo nneyo me­diante una simple adici6n a lo que ya era conocí­clQ. Ni tampoco se puede describir completamentelo nuevo en el vocabulario de lo viejo o viceversa.Consideremos el enunciado compuesto: «En elsistema ptolemaico los planetas giran alrededor dela Tierra; en el copernicano giran alrededor deiSol». Estrictamente interpretado, ese enunciadoes incoherente.La primera ocurrencia del térmínç«planeta» es ptolemaica, la segunda copernicana,y ambas se conectan con la naturaleza de maneradiferente. El enunciado no es verdadero en nín­guna lectura unívoca dei término «planeta,..

Ejemplos tan esquemáticos como éstos s610pueden proporcionar algunos indicios de lo que elcambio revolucionario implica. Así, pues, paso en­seguida a algunos ejemplos más completos, co­menzando con el que hace una generaci6n meintrodujo a la nocíõn de cambio revolucionario:la transici6n de la física aristotélica a la newto­niana. Aquí sólo puede considerarse una pequefía

parte de esta transición, la que se centra en pro­blemas del movimiento y de mecânica, e inclusoacerca de ella seré esquemático. Además, mi ex­plicación invertírá el orden histórico y describírá,no lo que los filósofos aristotélicos de la natura­leza necesitaron para llegar a los conceptos new­tonianos, sino lo que yo, educado como un newto­niano, necesité para llegar a los conceptos de lafilosofía aristotélica de la naturaleza. Afirmarésimplemente que el camino que yo recorrí haciaatrás con la ayuda de textos escritos fue lo sufi­cientemente parecido ai que los antiguos cientí­ficos corrieron hacia adelante sin contar con laayuda de ningún texto, con la naturaleza comoúnica guía.

Leí por primera vez algunos de los escritos deAristóteles sobre física en el verano de 1947, cuan­do era un estudiante graduado de física que ínten­taba preparar un estudio sobre el desarrollo dela mecánica con destino a un curso de cienciaspara personas sin formación científica. No puedesorprender que me acercara a los textos de Aris­tóteles teniendo muy clara en mi mente la mecâ­nica newtoniana que había leído, Esperaba res­ponder a la pregunta de cuánta mecânica habíasabido Aristóteles y cuánta había dejado para quela descubrieran gente como Galileo y Newton.Dada esa formulación, descubrí rápidamente queAristóteles no sabía nada de mecânica. Había de­jado todo a sus sucesores, principalmente los de,los siglos XVI y XVII. Esta conclusión era corríente,y podría haber sido correcta en principio. Pero yo

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62 lQtm SON LAS REVOLUCIONES CIENTfF:teA8? lotm SON LAS REVOLUCIONES cIBNT1PIc.u?

la encontraba turbadora porque, mientras leia susescritos, Aristóteles me parecía no sólo un igno­rante en mecânica, sino además un físico terríble­mente malo. En particular, sus escritos sobre elmovimiento me parecían llenos de errores garra­fales, tanto en lo que se refiere a la lógica como a laobservación.

Estas conclusiones eran ínverosímíles. Despuésde todo, Aristóteles había sido el muy admiradocodificador de la lógica antigua. Durante casi dosmilenios después de su muerte, su trabajo desem­pefió el mismo papel en lógica que el de Euclides,en geometria. Además, Aristóteles había demos­trado a menudo ser, como naturalista, un obser­vador extraordinariamente agudo. Especialmenteen biologia, sus escritos descriptivos proporcio­naron modelos que fueron fundamentales en lossiglos XV! y XVII para la emergencia de la tradi­ción biológica moderna. l Cómo era posible quesu caracteristico talento le hubiera abandonadotan sístemáticamente cuando pasó aI estudio delmovimiento y la mecânica? Asimismo, si su ta­lento le había abandonado, lpor qué sus escritosde física habían sido tomados tan seriamente du­rante tantos siglos después de su muerte? Estaspreguntas me preocupaban. Podía creer fácilmenteque Aristóteles hubiera tropezado, pero no que sehubiera desplomado totalmente al pasar a la físi­ca. lNo podría ocurrir que la culpa fuera mía yno de Aristóteles? Quizâ sus palabras no siemprehabían significado esactamente lo mismo para él

y sus contemporâneos/as que para mí y los/lasmíos/as." .

Con esta actitud continué esforzóndome porcomprender el texto y al final mis sospechas de­mostraron estar bien fundadas. Estaba sentado ami mesa con el texto de la Física de Aristótelesdelante de mí y un bolígrafo de cuatro colores enla mano. Levantando los ojos miré abstraídamentepor la ventana de mi habitación y aún retengo laimagen visual. Súbitamente, los fragmentos en mi .cabeza se ordenaron por sí mismos de un modonuevo, encajando todos a la' vez. Se me abrió laboca, porque de pronto Aristóteles me pareció unfísico realmente bueno, aunque de un tipo que yonunca hubiera creído posible. Ahora podia com­prender por qué había dicho lo que había dicho ycuál había sido su autoridad. Afirmaciones que mehabían parecido previamente grandes errores, aho­ra meparecían, en el peor de los casos, erroresde poc'a importancia dentro de una tradición po­derçsa, y en general fructífera. Este tipo de expe-.riencía -las piezas ordenándose súbitamente por

• Tal Y como hemos hecho hasta aqui, en el resto de latraducci6n deberiamos continuar empleando este tipo derecursos, II otros similares, con el fin de respetar la, intenci6nde Kuhn, presente en los tres artículos que traducímos, deevitar el sexismo. Ahora bíen, en castellano este problemaparece de más difícil soluci6n y el resultado seria un textobastante recargado. Téngase en cuenta, por ejemplo, que losadjetivos dei inglés, a diferencia de los dei castellano, sonneutros; con lo que en un texto escrito en inglés un porcen­taje considerable dei problema desaparece. Esta es la únicarazón que nos ha movido a volver a un modo de expresi6nmás convencional en lo sucesivo. [T.]

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sí mismas y apareciendo juntas de un modo nue­vo- es la primera característica general del cam­bio revolucionario que distinguiré después de únaconsideración adicional de ejemplos, Aunque lasrevoluciones cientificas dejan mucho trabajo delimpíeza que es necesario hacer pOCO a poco, elcambio fundamental no puede experimentarse deeste modo, paso a paso. Por el contrario, implicay.na transformación relativamente súbita y 'sin es­tructura en la que una parte del flujo de la expe­riencia se ordena por sí misma de una forma dife­rente y manifiesta pautas que no eran visibles an­teríormente..

Para concretar más todo esto, permítanme ilus­trar algo de lo que estaba contenido en mi descu­brimiento de un modo de leer la física aristotélicaque daba sentido a los textos. Una primera ilus­tracíón será familiar para muchos y muchas deustedes. Cuando el término «movímíento» apareceen la física aristotélica, se refiere al cambio eigeneral, no sólo al cambio de posición de UlJSU.er­pó físico. EI cambio de 'posición, quees el objetoexclusivo de la mecânica paraGalíleo y Newton,es para Aristóteles s610 una de las varias subca­tegorías del movimiento. Otras incluyen el creci­miento (la transformación de una bellota en unroble), las alteraciones de intensidad (el calenta­miento de una barra de hierro) y varios cambioscualitativos más generales (la transición de la en­fermedad a la salud). Por consiguiente, aunqueAristóteles reconoce que las varias subcategoriasno son iguales en todos los aspectos, bIs- caracte-

rísticas básicas que son relevantes para el recono­cimiento y análísis del movimiento deben aplicar­se a todos los tipos de cambio.. En cierto sentido,esto no es meramente metafórico; se considera quetodas las variedades de cambio son semejantes, esdecir, que constituyen una família natural única.'

Un segundo aspecto de la física aristotélica-más difícil de reconocer e incluso más impor­tante -es ef papel fundamental que desempeiianlas cualidades en su estructura conceptual. Conello no quiero decir simplemente que se propongaexplicar la cualidad y el cambio de cualidad, puesotros tipos de física han hecho esto. Me refiero aque la física aristotélica invierte la jerarquía onto­lógica de materia y cualidad que ha sido habitualdesde la mitad del siglo XVII. IEn la físic,Lnewt;­níana, un cuerpo está constituido por partícula;de materia, y sus cualidades son una consecuencia

. del modo en que esas partículas están dispuestas,se mueven e interaccionan-.; Por el contrario, enla física de Aristóteles la materia es casi prescín­díble, Es un sustrato neutral que está presentedondequi\(ra que un cuerpo pueda estar, lo cualsignifica é\Ondequiera que haya espacio O lugar,Un cuerpo particular, una sustancia, existe en cual­quier h~.ar en donde este sustrato neutral, una

4. Para todo esto véase la Física de Aristóteles, Libro V,capítulos 1·2 (224a21·226bI6). Nótese que Aristóteles tíene,de hecho, un concepto de cambio que es más amplio que elde movimiento..Movimiento es cambio de sustancia, cambiode algo a algo ~25a1). Pero el cambio también incluye la ge­neración y corrupción, es decir, cambio de la nada a algo yde algo a la nada (225a34-225b9), y estos no son movimientos.

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66 lQUI! SON LAS REVOLUCIONES CIBN11PICAS? lQUI! SON LAS REVOLUCIONES CI!lNTtFICAS? 67

especie de esponja, esté lo suficientemente impreg­nado de cualídadesl (calor, humedad, color, etc.),como para darle identidad individual. EI cambiotiene lugar mediante la transformación de las cua­lidades, no de la materia; eliminando algunascualidades de una materia dada y reemplazándolaspor otras. Hay incluso algunas leyes de conserva­ción implícitas que las cualidades deben.aparente­mente obedecer.'

La física de Aristóteles manifiesta otros aspec­tos similarmente generales, de los cuales algunosson de gran importancia. Sin embargo, yo avan­zaré hacíá las cuestiones que me interesan partíen­do de estos dos, y recogeré al pasar otro bien cono­cido. Lo que quiero ahora empezar a sugerir esque esos y otros aspectos deI punto de vista deAristóteles, cuando son reconocidos, comíenzàn aunirse, a prestarse apoyo entre sí y así adquierencolectivamente una especie de sentido deI que ca­recen considerados individualmente. La primeravez que logré comprender el texto de Aristóteles,las nuevas piezas que he descrito y el sentido desu ajuste coherente emergieron a la vez.

Comencemos con la noción de una física cuali­tativa que acaba de esbozarse. Cuando se analízaun objeto particular especificando las cualidadesque han sido impuestas sobre la omnipresente ma­teria neutra, una de las cualidades que deben espe-

5. Compárese la Ftsica de Aristóteles, Libro V, y espe­cialmente su Sobre la generaciôn y corrupción, Libro lI, ca­pitulas 1-4.

cificarse es la posición deI objeto o, utilizando laterminología de Aristóteles, su lugar. La posiciónes así, como la humedad o la calidez, una cualidaddeI objeto, que cambia cuando el objeto se mueveo es movido. Por consiguiente, para Aristóteles elmovimiento local (movimiento tout court en elsentido de Newton) es un cambio-de-cualidad ocambio-de-estado, en lugar de ser un estado comolo es para Newton. Pero es precisamente el hechode ver el movimiento como un cambio-de-cualídadlo que permite su asimilación a todos los demástipos de cambio: por ej~plo, de bellota a robleo de enfermedad a salud, Esa asimilación es elaspecto de la física de Aristóteles con el que em­pecé, y podría igualmente haber recorrido el cami­no en la otra dirección. La concepción deI movi­miento-como-carnbio y la concepción de una físicacualitativa resultan ser nociones profundamenteínterdependientes, casi equivalentes, y éste es unprimer ejemplo deI ajuste o cohesión de las partes.

Ahora bien, si todo eso está claro, entoncesotro aspecto de la física de Aristóteles -uno quepor lo general parece ridículo si se lo consideraaisladamente- comienza también a cobrar senti­do. La mayoría de los cambios de cualidad, sobretodo en el reino orgáníco, son asimétricos, aI me­nos cuando Se producensin intervención exterior.Una bellota se desarrolla naturalmente en un ro­ble, no viceversa. Un hombre enfermo a menudosana por sí mismo, pero se necesita, o se cree quese necesita, un agente externo para que enferme.Un conjunto de cualidades, un punto final del cam-

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bio, representa un estado natural del cuerpo: aquelque realiza voluntariamente y en el que permaneceuna vez alcanzado. La misma asimetría deberíaser característica del movimiento local, o sea elcambio de posición, y en realidad lo es. La cuali­dad que una piedra u otro cuerpo pesado se es­fuerza por realizar es su posici6n en el centro deluniverso; la posici6n natural del fuego está en laperiferia. Esta es la raz6n de que las piedras cai­ganhacia el centro, hasta quedar bloqueadas porun obstáculo, y el fuego vuele hacia los cielos. Es­tán realizando sus propiedades naturales exacta­mente en el mismo sentido en que la bellota lohace mediante su crecimiento. Otra parte de ladoctrina aristotélica, en principio extraãa, co­mienza a encajar.

Podría continuar así durante algún tiempo,situando porciones individuales de la física aris­totélica en el lugar que ocupan en el todo. Sinembargo, concluiré este primer ejemplo con unaúltima ilustraci6n, la doctrina de Arist6teles sobreel vacuum o vacío.' Esta doctrina manifiesta conpartjcular claridad el modo en que varias tesisqüe parecen arbítrarías consideradas de modoaislado se prestan mutuamente autoridad y apoyo..Aristótêles afirma que un vacío es imposible: suposicíón subyacente es que la noci6n es incoheren­te en sí misma. Mora ya debería estar claro porqué esto es así. Si la posici6n es una cualídad, y silas cualidades no pueden existir separadas de lamatería, entonces debe haber materia dondequieraque haya posici6n, -es decir,' dondequiera que un

cuerpo pueda estar. Pero esto equivale a decir quedebe haber materia en todas las partes del espa­cio: el vacío, es decir, el espacio sin materia, ad­quiere el status de, por ejemplo, un círculo cua­drado.'

Este argumento tiene fuerza, pero su premisaparece arbitraria. Puede suponerse que no era ne­cesario que Arist6teles concibiera la .posicióncomo una cualidad. Quizá, sin embargo, ya hemosnotado que esta concepci6n subyace a su consíde­raci6n del movimiento como cambio-de-estado, yotros aspectos de su física dependen también deella. Si un vacío pudiera existir, entonces el cos­mos o universo aristotélico no podría ser finito.Precisamente porque la materia y el espacio soncoextensivos, el espacio puede terminar donde lamateria termina: en la esfera más exterior, aque-

6. Falta un ingrediente en mi bosquejo de este argumen­to: la: doctrina dei lugar de Aristóteles, desarrollada en laFísica, Libro IV, justamente antes de su discusión dei vacío,Para Aristóteles, el lugar es siempre el lugar de un cuerpoo, más precisamente, la superfície interior dei cuerpo qu~

contiene o rodea ai primero (212a2-7). Pasando ai tema si­guiente, Aristóteles dice: «Ya que el vacío (si es que existe)debe concebirse como el lugar en el que podría haber uncuerpo aunque de hecho no lo haya, es clar~ que, a.s1 conce­bido el vacío no puede existir en absoluto, m como msepara­ble ni como separable» (214al6-20). (Cito de la traducciónhecha por Philip H. Wíckstead y Francis M. Cornfo.rd .parala Loeb Classieal Library, una versión que en este difícil as­pecto de la Eistca me parece más clara que la mayoría, tantoen texto como en comentarío.) Que no es meramente un errarsustituir «lugar. por «posici6n» en un bosquejo dei argu­mento se justifica en la última parte dei siguiente párrafo demi texto.

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!la más allá de la cual no hay nada en absoluto, ní.espacio ni materia. También esta doctrina puedeparecer prescindible; pero expandir la esfera este­lar hasta el infinito crearía problemas a la astro­nomia, puesto que las rotaciones de esa esferamueven las estre!las alrededor de la Tierra. Otradíficultad, más fundamental, es anterior a esta úl­tima. En un universo infinito no hay centro --eual­quier punto puede ser considerado como el cen­tro- y, por consíguíente, no hay nínguna posi­ción natural en la que las piedras y otros objetospesados puedan realizar sus cualidades naturales.O para decir lo mismo con otras palabras, que sonlas que Aristóteles realmente emplea, en un vacfoun cuerpo no podría saber la localización de sulugar natural. Precisamente por estar en contactocon todas las posiciones en el universo a travésde una cadena de materia intermedía, un cuerpo

.puede encontrar su camino hacia el lugar dondesus cualidades naturales se realizan completa­mente. La presencia de la materia es lo que pro­porciona estructura al espacío.' Asi, pues, tantola teoría de Aristóteles deI movimiento local na­tural como la astronomia geocéntrica antigua seven amenazadas por un ataque a la doctrina deAristóteles deI vacío. No hay ningún modo de<corregir» las ídeas de Aristóteles sobre el vacíosin reconstruir la mayor parte deI resto de sufísica.

7. Para éste y otros argumentos estrechamente relaciona­dos, véase Aristóteles. Física, Libro IV, capítulo 8 (especial­mente 214b27-215a24).

Estas observaciones, aunque simplificadas eincompletas, deberían ilustrar suficientemente elmodo en que la física aristotélica divide y des­cribe el mundo fenoménico. Además, y esto resul­ta más importante aún, deberían indicar cómo laspiezas de esa descripción encajan para formar untodo integral que tuvo que romperse y reformarseen el camino hacia la mecânica newtoniana. Enlugar de ampliarias más, procederé inmedíatamen­te con un segundo ejemplo, retornando aI comíen­zo deI siglo XIX para este propósito. EI afio 1800es notable, entre otras cosas, por ser el afio en queVolta descubrió la batería eléctrica. EI descubrí­míento fue anunciado en una carta dirigida a sirJoseph Banks, presidente de la Royal Society.' Lacarta estaba destinada a la publicación e iba acom­pafiada por la ilustración reproducida aqui comofigura 1. Desde un punto de vista moderno hayalgo peculiar en ella, si bien incluso los historia­dores o historiadoras raramente notan esta pecu­liaridad. Mirando a cualquiera de las llamadas«pilas» (de monedas) en la parte inferior deI dia­grama, se ve, leyendo hacia arriba desde la parteinferior derecha, un disco de zínc, Z, luego un dis­co de plata, A, luego un trozo de papel secantehumedecído, luego un segundo disco de zínc, y así

8. Alessandro Volta, .On the Electrlcity Excited by themere Contact of Conducting Substances of Dlfferent Kínds»,Philosophical Transactions, 90 (1800), 403-431. Sobre estetema, véase t. M. Brown, .The Electrlc Current In EarlyNlneteenth-Century French Physicss, Historical Studies inthe Physica1 Sciences, 1 (1969), 61-103.

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sucesivamente. EI ciclo zínc, plata, papel secantehumedecido, se repite un número entero de veces,ocho en la figura original de Volta. Supongamosahora que en lugar de proporcionamos esta de­taIlada explicaci6n se nos hubiera pedido símple­mente mirar el diagrama, luego cerrar el libro yreproducirlo de memoria. Casi con toda segurídad,las personas que conocen incluso la física máselemental habrian dibujado zinc (o plata), seguidode papel secante humedecido, seguido de plata (ozinc), pues, como es bien sabido, en una bateriaellíquido debe ir entre los dos metales diferentes.

Si uno o una reconoce esta dificultad e intentaresolverla con la ayuda de los textos de Volta, sedará cuenta súbitamente de que para Volta y susseguidores el elemento unidad* se compone de lasdos piezas de metal en contacto. La fuente de elec­trícidad es la superficie entre los dos metales, esdecir,la juntura bimetálica que, como Volta habíapreviamente descubíerto, constituía la fuente deuna tensi6n eléctrica que actualmente llamariamosun voltaje. EI papel deI líquido es, pues, símple­mente, conectar un elemento con el siguiente singenerar un potencial de contacto, el cual neutralí­zaría el efecto inicial. Si se continúa leyendo eltexto de Volta, se advíerte que está asimilando su

• Un elemento unídad, o elemento de bateria, es uno delos componentes que constituyen una batería eléctrica. En lapila de Volta un elemento unidad seria, desde el punto devista actual, un disco de zinc (o de plata), un disco de plata(o de zinc) y un trozo de papel secante humedecido entreambos. [T.]

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74 iatffi SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1PlCAS? iatffi SON LAS REVOLUCIONES CIIlN'I1P1CAS? 75

nuevo descubrimiento a la electrostática. La jun­tura bimetálica es un condensador o botella deLeyden que se carga a si mismo. La pila de mone­das es entonces una colecci6n de botellas de Ley­den cargadas y conectadas entre si, o «bateria», yde ahí viene, por asimilaci6n del grupo a sus miem­bros, el término «bateria» en su aplicaci6n a laelectricidad. Para asegurarnos, fijémonos en la par­te superior del diagrama de Volta, la cual ilustraun dispositivo que él llam6 «bateria de corona».Esta vez la semejanza con los diagramas de loslibros de texto elementales modernos es notable,pero de nuevo encontramos una peculiaridad.,Por qué las cubetas en los dos extremos deI dia­grama contienen s610 un trozo de metal? ,Por quéVolta incluye dos semielementos? La respuesta esla misma que antes. Para Volta, las cubetas noson elementos, sino simplemente recipientes paralos líquidos que conectan los elementos. Los ele­mentos son las tiras bimetálicas en forma de herra­dura. Las posiciones aparentemente no ocupadasen las cubetas de los extremos son lo que actual­mente consideraríamos bornes. En el diagramade Volta no hay semielementos.

Tal y como ocurría en el ejemplo anterior, estemodo de mirar la bateria tiene amplias consecuen­cias. Por ejemplo, como se muestra en la figura 2,la transici6n desde el punto de vista de Volta almoderno invierte la direcci6n del flujo de la co­rriente. Un diagrama moderno de un elemento(parte inferior de la figura 2) puede derivarse delde Volta (parte superior izquierda) mediante un

proceso parecido a volver a éste del revés (partesuperior derecha). En este proceso, lo que antesera el flujo de corriente interno del elemento. seconvierte en la corriente externa y viceversa. Enel diagrama de Volta, el flujo de corriente externova desde el metal negro al blanco, de modo que elnegro es positivo. En el diagrama moderno la dí­recci6n del flujo y la polaridad están invertidas.Mucho más importante conceptualmente es elcambio en la fuente de la corriente efectuado porla transici6n. Para Volta la superficie entre losdos metales era el componente esencial fiel elemen­to y, necesariamente,la fuente de la corriente queel elemento producfa. Cuando el elemento fue vuel­to del revés, el líquido y sus dos superficies de con­tacto con los metales proporcionaron los compo­nentes esencíales, y los efectos químicos en estas

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76 lOué SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? lOué SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? 77

superficies pasaron a ser la fuente de la corriente.En el breve intervalo de tiempo en que ambos pun­tos de vista coexistieron, el primero era llamadola teoria de contacto, el segundo la teoria químicade la batería.

Estas son s610 las consecuencias más obviasde la concepci6n electrostática de la batería; algu­nas otras fueron incluso más inmediatamente im­portantes. Por ejemplo, el punto de vista de Voltasuprimi6 el papel conceptual deI principio externo.

.Lo que ahora veríamos como un circuito externo ess610 una trayectoria de descarga como la cone­xión a tierra que descarga una botella de Leyden.Por consiguiente, los diagramas antiguos de la ba­teria no muestran un circuito externo, a menos queun efecto especial, como electr6lisis o el calenta­miento de un alambre, tenga lugar allí, y en estecaso la bateria casi nunca aparece en el diagrama.8610 en los afies cuarenta deI siglo XIX comienzana apareeee- regularmente diagramas modernos deIelemento en libros de electricidad. Cuando estaocurre, o el circuito externo o puntos explícitospara su conexi6n aparecen en ellos.' En las figuras3 y 4 se muestran ejemplos de ello.

Finalmente, la concepci6n electrostática de la

9. Las ilustraciones proceden de A. de la Rive, Traitéd'électricité théorique et appliquée, vai. 2, Paris, J. B. Bai­líêre, 1856, págs. 600, 656. Diagramas estructuralmente símí­lares aunque esquemáticos aparecen en las investigacionesexperimentales de Faraday de los primeros aiios treínta, Mielección de los afias cuarenta como eI perlodo en que taIesdiagramas llegaron a ser habituales proviene de una inspec­ción sumaria de los textos de eIectricidad que tema más a

bateria conduce a un concepto de resistencia eléc­trica muy diferente deI que ahora ves habitual.Hay un concepto electrostático de resístencia, olo había en este período. En un material aislantede una: secci6n transversal dada, la resistencia semedía por la longitud más corta que el materialpodía tener sin permitir el paso de corriente otener pérdidas -dejando de aislar- cuando erasometido a un voltaje determinado. En un mate-

mano. En cualquier caso, un estudio más sistemático habríatenido que distinguir entre las respuestas' britânica, francesay alemana a la teoria quimica de la bateria.

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78 l0tffi SON LAS REVOLUCIONES CIBNTfFICAS? lOtffi SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtPICAS? 79

rial conductor de una sección transversal dada, semedía por la longitud más corta que el materialpodía tener sin fundirse cuando era conectado aun voltaje dado. Es posible medir la resistenciaconcebida de esta forma, pero los resultados noson compatibles con la ley de Ohm. Para conseguirresultados que lo sean debe concebirse la bateríay el circuito utilizando un modelo más hidrostáti­co. La resistencia debe convertirse en algo similara la resistencia por fríccíón que se opone al flujode agua en tubos. La asimilaci6n de la ley de Ohmrequería un cambio no acumulativo de este tipo, yesto forma parte de lo que hizo que esta ley fueratan difícil de aceptar para mucha gente. Dicha leyha proporcionado durante algún tiempo un ejem­plo habitual de un importante descubrimiento queínícíalmente fue rechazado o ignorado.

Terminó)aquí mi segundo ejemplo y paso enseguida aI tercero, que es, a la vez, más modernoy más técnico que los precedentes. Es, en esen­cia, discutible, porque 'se relaciona con una nuevaversi6n de los orígenes de la teoría cuántica, aúnno aceptada comünmente," Su tema es el trabajode Max Planck sobre elllamado problema deI cuer­po negro, y su estructura puede ser útilmente an­ticipada de la manera siguiente. Planck resolvi6

lO. Para la versión completa y la evidencia quela apoya,véase mi Black-Boây Theory and the Quantum Discontinuity,1894-1912, Oxford y Nueva York, Clarendon and Oxford Uni­versity Press, 1978. [Trad. casto de Miguel Paredes Larruces,La teoria dei cuerpo negro y la discontinuidad cuántica, 1894­1912, Madrid, Alianza, 1980.]

por primera vez el problema deI cuerpo negro en1900 utilizando un método clásico desarrolladopor el físico austríaco Ludwig Boltzmann. Seisanos más tarde se encontr6 en su derivaci6nun error pequeno pero crucial, y uno de sus ele­mentos centrales debi6 someterse a revisi6n. Cuan­do esto se llev6 a cabo, la soluci6n de Planck fun­cion6, pero rompi6 radicalmente con la tradici6n.A la larga, esta rup!ura se generalízó, y provocola reconstrucci6n de buena parte de la física.

Comencemos con Boltzmann, quien había con­siderado la conducta de un gas concebido comouna colecci6n de muchas moléculas diminutas mo­viéndose de manera rápida y desordenada en elinterior de un recipiente, y colisionando frecuen­temente entre sí y con las paredes deI recipiente.A partir deI trabajo de otros, Boltzmann conocíala velocidad media de las moléculas (más exacta­mente, la media deI cuadrado de sus velocidades).Pero, por supuesto, muchas de las moléculas semovían mucho más lentamente que la media yotras mucho más rápidamente. Boltzmann quedasaber qué proporci6n de ellas se movían con, di­gamos, 1/2 de la velocidad media, qué proporci6ncon 4/7 de la media, y así sucesivamente. Ni esapregunta ni la respuesta que encontr6 eran nue­vaso Pero Boltzmann lleg6 a la respuesta por uncamino nuevo, utilizando la teoría de la probabi­lidad, y ese camino fue fundamental para Planck,a partir de cuyo trabajo se ha convertido en algohabitual.

S610 un aspecto deI método de Boltzmann nos

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interesa ahora. El consideró la energía cinética to­tal E de las moléculas, y para permitir la introduc­ción de la teoria de la probabilidad subdividiómentalmente esa energía en pequenas celdillas oelementos de tamafio e, como los representadosen la figura 5. Luego imaginó una distribución al

azar de moléculas entre esas celdillas, extrayendopapeletas numeradas de una urna para especificarla asignación de cada molécula y excluyendo todaslas distribuciones con enegía total diferente de E.Por ejemplo, si la primera molécula era asignadaa la última celdilla (energía E), entonces la únicadistribución aceptable seria la que asignara todaslas otras moléculas a la primera celdilla (ener­gía O). Está claro que esta distribución particulares muy improbable. Es mucho más probable quela mayoría de las moléculas tengan una energíaapreciable, y utilizando la teoria de la probabili­dad puede calcularse cuál es la distribución másprobable de todas. Moltzmann mostró cómo ha­cerlo, y su resultado fue idéntico ai obtenido pre-

viamente por él mismo y otros empleando mediosmás probler;\láticos.

Ese modo de resolver el problema se inventóen 1877" y veintitrés anos más tarde, a fines de1900, Max Planck lo aplicó a un problema que pa­recía ser bastante diferente, la radiación del cuer­po negro. Fisicamente, el problema consiste en ex­plicar cómo cambia el color de un cuerpo con latemperatura al calentarlo. Piénsese por ejemploen la radiación de una barra de híerro, la cual,cuando la temperatura aumenta, primero emitecalor (radiación infrarroja), luego se pone incan­descente, y posteriormente pasa a un blanco bri­llante, Para analizar esta situación, Planck imaginóun recipiente o cavidad lIeno de radiación, esto es,luz, calor, ondas de radio, etc. Además, supuso quela cavidad contenía un gran número de lo quellamó «resonadores» (estos pueden imaginarsecomo diminutos diapasones, cada uno de los cua­les es sensible a la radiación de una frecuencia yno a la de otras). Estos resonadores absorben ener­gía de la radiación, y la pregunta de Planck fue:ccómo depende la energía absorbida por cada re­sonador de su frecuencia? cCuál es la dístríbucíónde frecuencias de la energía en los resonadores?

Así planteado, el problema de Planck era muysimilar ai de Boltzmann, y Planck aplicó así lastécnicas probabilistas de éste. Hablando en térmi­nos generales, Planck utilizó la teoría de la proba­bilidad para calcular la proporción de resonadoresque se asignaba a cada una de las distintas celdi­llas, de la misma manera que Boltzmann había

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calculado la proporción de las moléculas. Su solu­ción coincidía con los resultados experimentalesmejor que cualquier otra conocida entonces o aho­ra, pero surgió una inesperada diferencia entre suproblema y el de Boltzmann. En el de Boltzmann,el tamaíio de la celdilla a podia tener muchos valo­res diferentes sin que cambiara el resultado. Aun­que los valores permitidos estaban limitados, esdecir, no podían ser demasiado grandes o dema­siado pequenos, había disponibles una iníinidadde valores satisfactorios entre dichos limites. EIproblema de Planck resultó ser diferente: otrosaspectos de la física determinaban a, el tamafío dela celdilla. Podia tener un único valor, dado por lafamosa fórmula a=hv, donde v es la frecuencia deIresonador, y h es la constante universal conocidaen lo sucesivo por el nombre de Planck. Por suopuesto, Planck no comprendía por qué había res­tricciones en el tamafio de la celdilla, pero tuvouna fuerte corazonada aI respecto que intentó de­sarrollar. Sin embargo, exceptuando ese enigmaresidual, había resuelto su problema, y su manerade enfocar la cuestión seguía siendo muy parecidaa la de Boltzmann. En particular, y éste es el as­pecto crucial en este momento, en ambas solucio­nes la división de la energía total E en celdillas detamafio a era una división mental efectuada conpropósitos estadísticos. Las moléculas y los reso­nadores podían estar situados en cualquier puntode la línea y estaban gobernados por todas lasleyes ordinarias de la física clásica,

El resto de la historia puede contarse muy rã-

pidamente. El trabajo que se acaba de describirse realizó aI final de 1900. Seis anos más tarde, amediados de 1906, otros dos físicos argumentaronque el resultado de Planck no podía alcanzarse si­guiendo su método. Se requeria una alteración pe­quena pero absolutamente crucial. No era posibleadmitir que los resonàdores estuvieran situadosen cualquier punto de la linea continua de la ener­gía, sino únicamente en las divisiones entre lasceldillas. Esto es, un resonador podria tener ener­gía 0, E, 2E, 3E, ... , Y así sucesivamente, pero no0/3)a, (4/5)E, etc. Un resonador no cambiaba suenergía de forma continua, sino mediante saltosdiscontinuos de tamafio a o un múltiplo de a.

.Después de estas alteraciones, el argumento dePlanck era a la vez por" completo diferente y elmismo. Desde un punto de vista matemático, eravirtualmente idéntico, teniendo como consecuen­cia que durante anos ha sido un procedimientohabitual leer el artículo de Planck de 1900 comosi presentara el argumento moderno posterior.Pero físicamente las entidades a las que la deriva:ción se refiere son muy diferentes. En particular,el elemento a ha pasado de ser una división mentalde la energia total a un átomo separable de energíafísica, del cual cada resonador puede tener O, 1, 2,3, u otro número. La figura 6 intenta capturar esecambio de un modo que sugiera su semejanza conla bateria vuelta deI revés de mi ejemplo anterior.Una vez más, la transformación es sutil y difícilde ver, pero, también una vez más, el cambio esimportante. El resonador ha sido ya transformado

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de una clase familiar de entidad gobernada porleyes clásicas 'ordinarias a una extrafia criaturacuya misma existencia es incompatible con losmodos tradicionales de hacer física. Como es biensabido, cambios del mismo tipo tuvieron lugar du­rante otros veinte afios a medida que se iban des­cubriendo fenómenos no clásicos similares en otraspartes deI campo.

No intentaré discutir esos cambios posteriores;en su lugar, concluiré este ejemplo, el último,apuntando otro tipo de cambio que tuvo lugar conel trabajo de Planck. AI discutir los ejemplos an­teriores sefialé que las revoluciones iban acompa­fiadas por cambios en el modo en que términoscomo «rnovírníento» o «elemento de batería» seconectaban con la naturaleza. En este último ejem­plo tuvo lugar realmente un cambio en las pala­bras mísmas, un cambio que subraya esas carac­terísticas de la situación física que la revolucíónhabía hecho más importantes. Cuando Planck sepersuadió por fin, alrededor de 1909, de que la

discontinuidad había llegado a la física para que­darse, pasó a utilizar un vocabulario que ha sidohabitual desde entonces. Previamente se había re­ferido al tamafio • de la celdilla como el «elementode energia». Ahora, en 1909, comenzó a hablar re­gularmente, en su lugar, deI «cuanto de energia»,pues «cuanto», tal y como se utilizaba en la físicaalemana, era un elemento separable, una entidadsimilar a un átomo que podia existir por si misma.Mientras que' había sido simplemente el tamafiode una subdivisión mental, no había sido un cuan­to sino un elemento. También en 1909 Planck aban­donó la analogia acústica. Las entidades que habíaintroducido como «resonador» ahora se con­virtieron en «osciladores», un término neutral quesólo se refiere a cualquier entidad que vibra regu­larmente. Por contraste, «resonador» se refiere enprimer lugar a una entidad acústica, o por exten­sión a un vibrador que responde de manera gra­dual a la estírnulación, aumentando y disminuyen­do sii vibración con el estímulo aplicado. Para unoque creia que la energia cambia de manera dis­continua, «resonador» no era un término precisa­mente apropiado, y Planck lo abandonó a partirde 1909.

Este cambio de vocabulario concluye mi tercerejemplo. En vez de dar otros concluiré esta dis­cusión investigando qué características del cam­bio revolucionario manifiestan los ejemplos pro­puestos. Las respuestas pueden clasificarse en tresapartados y seré relativamente breve sobre cadauno de ellos. No estoy lo suficientemente prepara-

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do como para proporcionar la extensa discusi6nque requieren.

Un primer conjunto de características compar­tidas se mencion6 casi al comienzo de este artícu­lo. Los cambios revolucionarios son en un sentidoholistas. Esto es, no pueden hacerse poco a poco,paso a paso, y contrastan así con los cambios nor­males o acumulativos, como por ejemplo el des­cubrimiento de la ley de Boyle.En el cambio nor­mal, simplemente se revisa o afiade una única ge­neralizaci6n, permaneciendo idénticas todas lasdemás. En el cambio revolucionario, o bien se vivecon la incoherencia o bien se revisan a un tiempovarias generalizaciones interrelacionadas. Si estos

.mísmos cambios se introdujeran paso a paso, nohabría ningún lugar intermedio en el que pararse.Sólo los conjuntos de generalizaciones inicial yfinal proporcionan una explicación coherente dela naturaleza e incluso en mi último ejemplo, quees el más aproximadamente acumulativo de lostres, no se puede simplemente cambiar la descrip­ci6n deI· elemento de energía E. Debe cambiarseademás la noci6n de resonador, pues los resona­dores, en cualquier acepci6n normal del término,no pueden comportarse como entidades que sóloadmiten valores discretos de energía. Simultánea­mente, para permitir esta nueva conducta debencambiarse las leyes de la mecánica y de la teoríaelectromagnética, o al menos intentado. Del mis­mo modo, en el segundo ejemplo no se puede sim­plemente cambiar la idea del orden de los com­ponentes de un elemento de batería. La direcci6n

de la corriente, el papel del circuito externo, elconcepto de resistencia eléctrica, etc., deben cam­biarse también. 0, insistiendo en este punto, enel caso de la física aristotélica no puede simple­mente descubrirse que un vacío es posible o queel movimiento es un estado, no un cambio-de-es­tado. Una imagen integrada de varios aspectos dela naturaleza tiene que cambiarse a la vez.

Una segunda característica de estos ejemplosestá estrechamente relacionada con la primera.Es la que en el pasado he descrito como cambiode significado y que aquí he estado describiendode una manera un poco más específica, como uncambio en el modo en que las palabras y las frasesse relacionan con la naturaleza, es decir, un cam­bio en el modo en que se determinan sus referen­tes. Sin embargo, incluso esta versi6n es un pocodemasiado general. Como estudios recientes sobrela referencia han resaltado, todo lo que se conocede los referentes de un término puede ser útilpara relacionar ese término con la naturaleza. Unapropiedad recién descubierta de la electricidad,de la radiaci6n, 'o de los efectos de la fuerza sobreel movimiento puede ser necesaria en lo sucesivo(junto con otras, usualmente) para determinar lapresencia de la electricidad, de la radiaci6n o lafuerza, y así identificar los referentes del términocorrespondiente. No es necesario que estas descu­brimientos sean revolucionarias, y por lo generalno lo sono También la ciencia normal altera elmodo en que los términos se relacionan con lanaturaleza. Por consiguiente, lo que caracteriza

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a las revoluciones no es simplemente el cambio enel modo en que se determinan los referentes, sinouna elase de cambio aún más restringida.

Cuál es el mejor modo de caracterizar esa ela­se restringida de cambio es uno de los problemasque me ocupan actualmente, pero no tengo unasolución completa. Sin embargo, hablando en tér­minos generales, el carácter distintivo dei cambiorevolucionario en ellenguaje es que altera no sólolos criterios con los que los términos se relacionancon la naturaleza; altera además, considerable­mente, el conjunto de objetos o situaciones conlos que se relacionan esos términos. Ejemplos de'movimientos que habían sido paradigmáticos paraAristóteles -de bellota a roble, y de enfermedad asalud-, no eran movimientos en absoluto paraNewton. En la transición, una familia natural dejóde ser natural; sus miembros fueron redístríbui­dos entre conjuntos preexistentes; y sólo uno deellos conservó el nombre antiguo. Asimismo, loque había sido el elemento unidad de la batería deVolta ya no era el referente de ningún término cua­renta afios después de su invención. Aunque los su­cesores de Volta se ocupaban aún de metales, líqui­dos y el flujo de carga, las unidades de sus análisiseran diferentes y se interrelacionaban de forma di­ferente.

Así, pues, lo que caracteriza a las revolucioneses el cambio en varias de las categorías taxonó­micas que son el requisito previo para las.descríp­ciones y generalizaciones científicas. Además, esecambio es un ajuste no sólo de los criterios rele-

vantes para la categorización, sino también delmodo en que objetos y situaciones dadas son dls­tribuidos entre las categorías preexistentes. Yaque tal redistribución afecta siempre a más deuna categoria, y ya que esas categorías se interde­finen, esta elase de alteración es necesariamenteholista. Este holismo, además, está enraizado enla naturaleza dellenguaje, pues los criterios rele­vantes para la categorización son ipso [actoçtite­rios que relacionan los nombres de esas catego­rías con el mundo. Ellenguaje es una moneda condos caras: una mira hacia afuera, aI mundo; laotra hacia dentro, ai reflejo dei mundo en la es­tructura referencial dellenguaje.

/ Pasemos ahora a la última de las tres caracte­rísticas compartidas por mis tres ejemplos. Es laque más me ha costado ver de las tres, pero ahoraparece la más obvia y probablemente la que tienemás consecuencias. Asimismo, es la que más val­dría la pena explorar en profundidad. Todos misejemplos implican un cambio esencial de modelo,metáfora o analogia: un cambio en la noción dequé es semejante a qué, y qué es diferente. Algu­nas veces, como en el ejemplo de la física de Aris­tóteles, la semejanza es interior aI tema. Así, paralos aristotélicos, el movimiento era un caso espe­cial de cambio, de modo que la piedra que.cae eracomo el roble que crece, o como la persona reco­brándose de una enfermedad. rE,sa es la pauta desemejanzas que hace de estos fenómenos una fa­milia natural, que los sitúa en la misma categoríataxonómica, y que tuvo que ser sustituida en el

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desarrollo de la física newtoniana. En otras oca­siones la semejanza es exterior. Así, los resonado­res de Planck eran como las moléculas de Boltz­mann, o los elementos de la batería de Volta erancomo botellas de Leyden, y la resistencia era comola pérdida electrostática. También en estos casosla vieja pauta de semejanzas tuvo que ser recha­zada y reemplazada, antes del proceso de cambio odurante dicho proceso.

Todos estos casos manifiestan característicasinterrelacionadas que son familiares a los estudio­sos y estudiosas de la metáfora. En cada caso dosobjetos o situaciones se yuxtaponen y se consideraque son semejantes o el mismo. (Incluso una dis­cusi6n que fuera solamente un poco más extensatendría que tener en cuenta además ejemplos dedesemejanza, pues también ellos frecuentementeson importantes para establecer una taxonomía.)Además, cualquiera que sea su origen -una cues­ti6n independiente que no me interesa en estemomento-, la funci6n primaria de todas esas yux­taposiciones es transmitir y mantener una taxo­nomía. Los elementos yuxtapuestos son presen­tados a una audiencia no iniciada previamente poralguien que pueda ya reconocer su semejanza, yque inste a esa audiencia a aprender a hacer lo­mismo. Si la presentaci6n tiene éxito, los nuevosiniciados e iniciadas aprenden una lista de carac­terísticas sobresalientes respecto a la relaci6n de.semejanza requerida, esto es, un espacio de carac­terísticas en el que los elementos previamenteyuxtapuestos están siempre agrupados juntos

como ejemplos de la misma cosa s, simultánea­mente, separados de objetos y situaciones con lasque en otras circunstancias podrían haberse con­fundido. Así, la educaci6n de un aristotélico asociael vuelo de una flecha con una piedra que cae, yambos con el crecimiento de un roble y la recu­peraci6n de la salud. Todos son cambios de estado;sus puntos finales y el tiempo transcurrido en latransici6n son sus características sobresalientes.Visto de esta manera, el movimiento no puede serrelativo y debe estar en una categoría distinta deireposo, el cual es un estado. Análogamente, desdeese punto de vista, un movimiento infinito se con­vierte en una contradicci6n en los términos, pues­to que carece de punto final.

Así pues, las yuxtaposiciones parecidas a la me­táfora que cambian en el momento de una revo­luci6n científica son esenciales en el proceso me­diante el que se adquiere el lenguaje científico uotro tipo de lenguaje. Incluso el comienzo de lapráctica de la ciencia requiere que esa adquisici6no proceso de aprendizaje haya sobrepasado un cíer­to punto. La práctica científica implica síemprela producci6n y explicaci6n de generalizacionessobre la naturaleza: estas actividades presuponen

-un lenguaje con una mínima riqueza; y la adquí­sici6n de ese lenguaje lleva consigo conocimientode la naturaleza. Cuando la presentaci6n de ejem­.plos forma parte delproceso de aprendizaje deté~ como «movímíento», «elemento de ba­teria .., oírelemento de energia», lo que se adquierees coDOGidtttIlnto:(iellenguaje y dei mundo a la vez.

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Por una parte, el estudiante aprende qué significanesos términos, qué características son relevantespara relacionarias con la naturaleza, qué cosas nopueden decirse de ellos so pena de contradicción,etc. Además, el estudiante aprende qué categoríasde cosas pueblan el mundo, cuáles son sus caracte­rísticas sobresalientes, y algo acerca de la conduc­ta que les es permitida y acerca de la que se lesprohíbe. En la mayoría del proceso de aprendizajedellenguaje estas dos clases de conocimiento -co­nocimiento de palabras y conocimiento de la natu­raleza- se adquieren a la vez; en realidad no sonen absoluto dos clases de conocimiento, sino doscaras de una sola moneda que ellenguaje propor­ciona.

La reaparición de este carácter bifronte que ellenguaje posee proporciona un final apropiado aeste artículo. Si tengo razón, la característica esen­cial de las revoluciones científicas es su alteracióndeI conocimiento de la naturaleza intrínseco al1enguaje mismo, y por tanto anterior a todo lo quepuede ser completamente descriptible como- unadescrípcíón o una generalización, científica o dela vida diaria. Para introducir en la ciencia el va­do o el movimiento lineal infinito se requeríaninformes observacionales que sólo podían formu­larse alterando el lenguaje con el que se describíala naturaleza. Hasta que ocurrieron esos cambiosel mismo lenguaje resistía la invención e introduc­ción de las codiciadas teorías nuevas. Consideroque lo que indujo a Planck a cambiar «elemento»y «resonador» por «cuanto» y «oscilador» fueesta

resistencia opuesta por el lenguaje. La violacióno distorsión de un lenguaje científico que previa­mente no era problemático es la piedra de toquede un cambio revolucionario.

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2. CONMENSURABILIDAD, COMPARABILIDADY COMUNlCABILIDAD 1

Han transcurrido veinte afios desde que PaulFeyerabend y yo empleamos por primera vez enletras de molde un término que habíamos tomadode las matemáticas para describir la relación en­tre teorias científicas sucesivas. EI término era«inconmensurabilidad», y cada uno de nosotros,fue inducido a utilizarIo por problemas que había-mos encontrado aI interpretar textos científicos(Feyerabend, 1962; Kuhn, 1962).' Mi uso deI tér­mino era más amplio que el suyo; sus posicionesrespecto aI fenómeno eran más radicales que lasmias; pero nuestra coincidencia en aquel tiempo

1. Mucha gente ha contribuido a la mejora de este artícu­lo desde su primer borrador. Entre ellos están mis colegasdei MIT y los asistentes a la reuni6n de la P.SÃ. y ai se.minario de Historia y Filosofia de la Ciencia de la Universí­dad de Columbia donde lei por primera vez una versi6n pre­liminar. Estoy agradecido a todos ellos, sobre todo a NedBlock, Paul Horwich, Nathaniel Kuhn, Stephen Stich y misdos comentadores oficíales.

2. Creo que mi recurso a «ínconmensurabilidad» y el deFeyerabend fueron independientes, y no recuerdo bien siPaul lo encontro en el borrador de un manuscrito mio y medijo que él también había estado usándolo. Pasajes que ilus­tran nuestros primeros usos dei término son: Kuhn (1970,págs. 102 Y sigs, 112, 128 Y sigs., 148-151 [págs. 164 y sigs., 177,201 Y sigs., 230-235'], sin cambios desde la primera [1962]edici6n) y Feyerabend (1962, págs. 56-59, 74-76, 81). [En elcaso de existir traducci6n castellana hemos afiadido entrecorchetes, tanto en el texto como en las notas, las referenciasde las páginas citadas por Kuhn en la correspondiente ver­si6n castellana.] [T.]

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era sustancial.' Cada uno de nosotros estaba fun­damentalmente preocupado por mostrar que lossignificados de los términos y conceptos científicos-por ejemplo «fuerza» y «rnasa», o «elemento»y «compuestos-c- cambiaban frecuentemente se­gún la teoría en que aparecían;' y ambos afirmá-

.bamos que cuando ocurría este tipo de cambio eraimposible definir todos los términos de una teoríaen el vocabulario de la otra. Cada uno de nosotrosmaterializaba esta última afirmación en comenta­rios acerca de la inconmensurabilidad de teoríascientíficas.

Todo eso fue en 1962. Desde entonces los pro­blemas planteados por la variación del significado

.se han discutido ampliamente, pero casi nadie seha enfrentado por completo con los problemasque nos indujeron, a Feyerabend y a mí, a hablarde inconrnensurabilidad. No hay duda de que ese

3. Feyerabend y yo escríbíamos sobre la imposibilidad deafiadir los términos de una teoria sobre la base de los térmi­nos de otra. Pera mientras él restringia la inconmensurabili­dad aI lenguaje, yo hablaba también de diferencias en «mé­todos, campo de problemas y normas de resoluci6n» (Kuhn,1970, pág. 103. [pág. 165]), algo que yo no baría excepto en lamedida, bastante eonsiderable, en que estas últimas diferen­cias fueran consecuencias necesarias deI proceso de apren­dizaje deI lenguaje. Feyerabend (1962, pág. 59), sin embargo,escríbía que «no es posible definir los términos primitivos deT' sobre la base de los términos primitivos de T, ni tampo­co establecer relaciones empíricas correctas en las que inter­vengan ambos conjuntos de términos». Yo no usaba en abso­luto la noci6n de términos primitivos, y restringia la ineon­mensurabilidad a unos pocos términos específicos.

4. Esta observaci6n había sido anteriormente resaltadapor Hanson (1958).

descuido se debe, en parte, al papel desempefiádo­por la intuicióm y la metáfora en nuestras formu­laciones iniciales.. Por ejemplo, yo utilizaba mu­cho el doble sentido, visual y conceptual, del ver­bo «ver», y asemejaba una y otra vez los cambiosde teoría a los cambios de Gestalt. Por las razonesque sean, el concepto de inconmensurabilidad hasido frecuente y ampliamente rechazado, hacepoco en un libra publicado a finales del afio pasadopor Hilary Putnam (1981, págs. 113-124 [págs. 118­129]). Putnam reelabora convincentemente dos lí­neas de crítica que habían aparecido cdn frecuen­cia en la literatura filosófica anterior. Una brevereformulación de esas críticas preparará el terrenopara algunos comentarios extensos.

La mayoría o todas las discusiones sobre in­conmensurabilidad dependen de un supuesto lite­ralmente correcto, pero sobre el que a menudo sehan cargado demasiado las tintas: si dos teoríasson inconmensurables deben ser formuladas enlenguajes mutuamente intraducibles. Si esto es así,sefiala una primera línea de crítica, si no hay nin­gún, modo en que las dos puedan formularse enun único lenguaje, entonces no pueden compa­rarse, y ningún argumento basado en la evidenciapuede ser relevante para la elección entre ellas.Hablar de diferencias y comparaciones presuponeque se comparten algunos puntos, y esto es lo quelos defensores de la inconmensurabilidad, los cua­les hablan a menudo de comparaciones, parecennegar. Por consiguiente, su discurso es necesaria­mente incoherente (para esta línea de crítica véa-

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se: Davídson, 1974, págs. 5-20; Shapere, 1966; yScheffler, 1967, págs. 81-83). Una segunda línea decrítica es como mínimo igualmente profunda. Gen­te como Kuhn, se sefiala, nos dicen que es impo­sible traducir teorías antiguas a un lenguaje mo­derno. Pero luego ellos hacen precisamente eso,reconstruir las teorías de Aristóteles, o de New­ton, o de Lavoisier, o de Maxwell, sin separarsedellenguaje que ellos y nosotros hablamos todoslos días. En estas circunstancías, l qué pueden que­rer decir cuando hablan de inconmensurabilidad?(para esta línea de critica véase: Davidson, 1974,págs. 17-20; Kitcher, 1978; y Putnam, 1981).

.. En este artículo me ocuparé principalmente dela segunda línea de argumentacíón, pero las dosno son independientes y necesitaré hablar tambiénde la primera. Comenzaré intentando eliminar alogún malentendido amplíamente extendido, queafecta aI menos a mi puhto de vista. Sin embargo,incluso habiendo eliminado el malentendído, per­manecerá un residuo perjudicial de la primera lí­nea de crítica. Volveré a ello únicamente aI finalde este artículo.

2.1. INCONMENSURABILIDAD LOCAL

Recordemos brevemente de d6nde proviene eltérmino «ínconmensurabílídad». La hipotenusa deun triángulo rectángulo is6sceles es inconmensu­rable con su lado, o la circunferencia de un círcu­lo con su radío, enel sentido de que no hay una

unidad de longitud contenida un número enterode veces sin resto en cada míershro deI par. Asípues, no hay medida común. Pero la falta de unamedida común no significa que la comparaci6nsea imposible. Por el contrario, magnitudes incon­mensurables pueden compararse con cualquiergrado de aproximaci6n requerido. Demostrar queesto podía hacerse y c6mo hacerlo se cuenta entrelos logros más espléndidos de las matemáticasgriegas. Pero este logro fue posible s610 porque,desde el comíenzo, la mayoría de las técnicasgeométricas se aplicabansin cambio a los' dos ele­mentos entre los que se estaba buscando una com­paraci6n.

Cuando se aplica aI vocabulario conceptual quese da en una teoría científica y en su entorno, eltérmino «inconmensurabilidad» funciona metafó..ricamente. La frase «sin medida común» se con­vierte en «sin lenguaje común», Afirmar que dosteorías son inconmensurables significa afirmar queno hay ningún lenguaje, neutral o de cualquierotro tipo, aI que ambas teorías, concebidas comoconjuntos de enunciados, puedan traducirse sinresto o pérdida. Ni en su forma metaf6rica ní ensu forma literal inconmensurabilidad implica in­comparabilidad, y precisamente por la misma ra­z6n. La mayoría de los términos comunes alas dosteorías funcionan de la misma forma en ambas;sus significados, cualesquiera que puedan ser, sepreservan; su traducci6n es simplemente hom6­fona, Surgen problemas de traducci6n únicamentecon un pequeno subgrupo de términos (que usual-

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mente se interdefinen) y con los enunciados quelos contienen. La afirmación de que dos teoríasson inconmensurables es más modesta de lo quela mayor parte de sus críticos y críticas ha sepuesto.

Llamaré «inconmensurabilidad local» a estaversión modesta de la inconmensurabilidad. En lamedida en que la inconmensurabilidad era unaafirmacíón acerca del lenguaje, o sea, acerca deIcambio de significado, su forma local es mi ver­sión original. Si puede sostenerse consistentemen­te, entonces la primera línea de crítica dirigida ala inconmensurabilidad debe fracasar. Los térmi­nos que preservan sus significados a través de uncambio de teoría proporcionan una base suficientepara la discusión de las diferencias, y para las com­paraciones que son relevantes en la elección deteorías.' Proporcionan incluso, como veremos, unabase para explorar los significados de los térmi­nos inconmensurables.

Sin embargo, no es claro que la inconmensu­rabilidad pueda restringirse a una región local.En el estado actual de la teoría deI significado, ladistinción entre términos que cambian de signifi­cado y aquellos que lo preservan es, en el mejorde los casos, difícil de explicar o aplicar. Los sig­nificados son productos históricos, y cambian ine-

S. Nótese que estos términos no son independientes dela teoria, sino que sencillamente se usan de la misma maneraen las dos teorias en cuestión. Se sigue que la contrastaciónes un proceso que compara dos teorias, no un proceso quepueda evaluar teorias por separado.

vitablemente en el transcurso deI tiempo cuandocambian las demandas sobre 1090 ~érminos que losposeen. Es sencillamente poco plausible que algu­nos términos cambien sus significados cuando setransfieren a una nueva teoría sin infectar los tér­minos transferidos con ellos. Lejos de suministraruna solucíón, la frase «invariancia deI significado»sólo puede proporcionar un nuevo âmbito para elproblema planteado por el concepto de inconmen­suràbilidad. Esta dificultad es real, no el productode un malentendido. Volveré a ella al final de esteartículo, y entonces resultará que «significado» noes el mejor encabezamiento para una díscusiónsobre inconmensurabilidad. Sin embargo, no tene­mos hoy en día ninguna alternativa más adecuada,Para buscar una, paso ahora a la segunda lineaprincipal de crítica que se dirige habitualmente ala inconmensurabilidad. Esta línea de crítica so­brevive aI retorno a la versión local, la cual era laversión original de esa nocíón.

2.2. TRADUCCIÓN FRENTE A INTERPRETACIÓN

Si algunos términos no vacuos de una teoríamás antigua liuden la traducción al lenguaje desu sucesora, l cómo pueden los historiadores y de­más analistas tener tanto éxito aI reconstruir ointerpretar esa teoria más antigua, incluyendo ~luso y función de aquellos mismos términos? Loshistoriadores afirman que es posible producir in­terpretaciones que tengan éxito, Y los antropólo-

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102 lQva SON LAS RBVOLUCIONBS CIBNTfFICAS? CONMBNSURABILIDAD 103

gos, en una empresa estrechamente relacionada,afirman lo mismo. Aqui yo sencillamente adoptarécomo premisa que sus afirmaciones están justifi­cadas, que la extensión con que esos criterios pue­den satisfacerse no tiene límites, en principio. Seancorrectos o no, y yo pienso que lo son, esos supues­tos son en cualquier caso fundamentales en losargumentos dirigidos a la inconmensurabilidad porcríticos tales como Davidson (1974, pág, 19), Kit­cher (1978, págs, 519·529) y Putnam (1981, pág. 116[pág. 121]). Los tres esbozan la técnica de inter­pretación; todos describen su resultado como unatraducción o un esquema de traducción; y todosconcluyen que su éxito es incompatible incluso con .la inconmensurabilidad local. AI intentar ahoramostrar cuál es la dificultad en sus argumentos,paso a lo que son las preocupaciones fundamen­tales de este artículo.

EI argumento, o esbozo de argumento, queacabo de proporcionar depende esencialmente dela ecuación entre interpretación y traducción. Sepuede seguir la pista de esta ecuación, como bIí.nimo, hasta Palabra y objeto, de Quine. Creo queestá equivocada y que el error es importante. Yomantengo que la interpretación -un proceso so­bre el que tendré algo más que decir- es distintade la traducción, al menos tal como la traducciónse entiende en la mayor parte de la filosofia recíen­te. La confusión es fácil porque la traducción realcontiene a menudo, o quizá siempre, al menos unpequefio componente interpretativo. Pero en estecaso es necesarío considerar que la traducción real

encierra dos procesos distinguibles. La filosofiaanalítica actual se ha concentrado exclusivamenteen uno de ellos y loha confundido con el otro.Para evitar confusiones seguiré la costumbre re­ciente, empleando «traduccíôn» para designar elprimero de estos procesos e «ínterpretación» paradesignar el segundo. No obstante, con tal de quese reconozca la existencia de dos procesos, no haynada en mi argumento que dependa de la preser­vación del término «traduccíón» para el primerproceso.

Así pues, para nuestros propósitos, la traduc­ción es algo efectuado por una persona que sabedos idiomas. AI enfrentarse con un texto, oral oescrito, .en uno de estos idiomas, el traductorsustítuye sistemáticamente palabras .o secuenciasde palabras en el texto por palabras o secuen­cias de palabras en el otro idioma, a fin deproducir un texto equivalente. Por el momento,qué significa ser un «texto equivalente» puede per­manecer sin especificar. Tanto igualdad de sígní­ficado como igualdad de referencia son desiderataobvios, pero no recurro a ellos aún. Vamos a decirsimplemente que el texto traducido cuenta más omenos la misma historia, que presenta más o me­nos las mísmas ídeas, o que describe más o menosla misma situación que el texto del cual es unatraducción.

Dos características de la traducción así conce­bida requieren un énfasis especial. En primer lu­gar, la lengua en la que se expresa la traducciónexistía antes de que la traducción comenzara. Esto

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104 lQUÉ SON LAS REVOLUCIONES CIENTtFlCAS? CONMBNSURABILIDAD lOS

es, el hecho de la traducción no ha cambiado lossignificados de palabras o frases. Naturalmente;puede haber aumentado el número de referentesconocidos de un término dado, pero no ha alte­ràdo el modo en que esos referentes, antiguos ynuevos, se determinan. Una segunda característicaestá estrechamente relacionada con ésta. La tra­ducción consiste sólo en palabras y frases quereemplazan (no necesariamente una a una) pa­labras y frases deI original. Las glosas y losprefacios de los traductores no forman partede la traducción, y una traducción perfecta no losnecesitaría en absoluto. Si a pesar de todo hacenfalta, necesitamos preguntar por qué. No hay dudade que estas características de la traducción pare­cen idealizaciones, y seguramente lo son. Pero laidealización no es mía. Ambas características deri­van directamente, entre otras fuentes, de la natu­raleza y función de un manual de traducción qui­neano.

Volvamos ahora a la interpretación. Es una em­presa exigida por la historia y la antropologia, en­tre otras disciplinas. A diferencia de la personaque traduce, puede que la que efectúa la interpre­tación domine inicialmente sólo una lengua. AIprincipiq, el texto sobre el que trabaja consiste,total o parcialmente, en ruidos o inscrípcionesininteligibles. EI «traductor radical» de Quine es,de hecho, alguien que efectúa una interpretación,y «gavagaí» ejemplifica el material íníntellgíblecon el que comienza. Observando la conducta y lascircunstancias que rodean la producción del texto,

y suponiendo durante todo el proceso que se pue­de extraer un sentido de la condacra aparentemen­te lingüística, la persona que interpreta busca esesentido, se esfuerza por inventar hipótesis que ha­gan inteligible la proferencia o inscripción, comopor ejemplo que «gavagai» significa: «Mírad, unconejo», Si tiene éxito, lo que él ha hecho en pri­mera instancia es aprender una lengua nueva,quizá la lengua en la que «gavagai» es un término,o quizás una versión más antigua de su propia len­gua, una en la que términos aún usuales, como«fuerza» y «masa» o «elemento» y «compuesto»funcionaban de forma diferente. Si esta lenguapuede traducirse a aquella con la que él co­menzó es una cue~tión discutible. Aprender unanueva lengua no es lo mismo que traducir de ellaa la propia. Tener éxito en lo primero no implicanecesariamente que también se vaya a obtener éxí­to en lo segundo.

Precisamente respecto a estos problemas, losejemplos de Quine son consecuentemente erróneosporque confunden interpretación y traducción.Para interpretar la proferencia «gavagaí» no es ne­cesario que el antropólogo o antropóloga imagi­nario de Quine ,proceda de una comunidad de ha­blantes familiarizados con los conejos y que poseauna 'palabra que se refiera a ellos. En lugar de des­cubrir un término que corresponda a e gavagai»,el antropólogo o intérprete podría aprender eltérmino indígena de una forma muy parecidaa como aprendió algunos términos de su propia

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106 l QUl1 SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtFICAS? CONMBNSURABILIDAD 107

lengua, en una etapa anterior.' Esto es, él pue­de aprender a reconocer las criaturas que evo­can «gavagaí» a los indígenas, y frecuentemen­te así lo hace. En lugar de traducir, él puedesimplemente aprender a reconocer el animal y em­plear el término que emplean los indígenas.

Por supuesto, la disponibilidad de esa alterna­tiva no excluye la traducción. La persona que llevaa cabo la interpretación no puede, por razonespreviamente explicadas, limitarse a introducir eltérmino «gavagai» en su propia lengua, por ejem­plo el castellano. Esto supondría alterar el caste­llano y el resultado no sería una traducción. Peropuede intentar describir en castellano los referen­tes deI término «gavagai»: son peludos, tienen ore­jas largas, su cola se parece a un arbusto, etc. Sila descripción es afortunada, es decir, si se adecuaa todas las criaturas que provocan proferenciasque contienen «gavagaí», y sólo a ellas, entonces«criatura peluda, con orejas largas, con una colaque se parece a un arbusto... » es la traducciónbuscada y, en lo sucesivo, «gavagai» puede intro­ducirse en castellano como una abreviatura de ella.En estas círcunstancías, no surge ningún problemade inconrnensurabilidad.'

6. Quine observa que su traductor radical podria escogerel camino ecostoso» y «aprender el lenguaje directamente,como lo aprenderia un nino•. Pero considera que este proce­so es simplemente un camino alternativo hacia un fin quecoincide con el que se alcanza mediante su método habitual:un manual de traducción (Ouíne, 1960, págs. 47, 70 Y sigs.[págs. 60, 83 y sigs.]).

7. Alguien podría objetar que una secuencia como ccria-

Sin embargo, las circunstancias podrían ser di­ferentes. Podría no existir una descrípcíón en cas­tellano que tenga el mismo referente que el tér­mino indígena «gavagai». AI aprender a reconocergavagais, la persona que efectúa la interpretaciónpuede haber aprendido a reconocer característicasdistinguibles que son desconocidas para las per­sonas que hablan el castellano, y para las que elcaste'nano no proporciona ninguna terminologiadescriptiva. Esto es, quizá los indígenas estruc­turan el mundo animal de forma diferente acomo lo hacen las personas que hablan el caste­llano. utilizando discriminaciones diferentes parahacerlo. En estas circunstancias, «gavagai» per­manece como un término indígena irreductibleque no puede ser traducido al castellano. Aunquelas personas que hablan el castellano pueden apren­der a utilizar el término, cuando lo hacen estánhablando la lengua indígená. Estas son las circuns­tancias para las que yo rçservaría el término «in­conmensurabílidad»..

tura peluda, con 0fejas largas. con una cola que se parece aun ltrbusto ... » es demasiado larga y compleja como para seruna traducción de un solo término a otra lengua. Pero yome inclino a pensar que cualquier término que pueda seríntroducido mediante una secuencia puede internalizarse detal forma que, con práctica, sus referentes puedan recono­cerse directamente. En cualquier caso, lo que a mí me preo­cupa es una versión más fuerte de la intraducibilidad, aquellaen la que ni siquiera largas secuencias están disponibles.

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108 lQUÊ SON LAS REVOLUCIONES cmNTfFICAS? CONMBNSURABILIDAD 109

2.3. DETERMINACI6N DE LA REFBRBNCIA

FRENTE A TRADUCCI6N

Así pues, mi tesis es que los historiadores ehistoriadoras de la ciencia que intentan compren­der textos científicos antiguos se encuentran regu­larmente con ese tipo de circunstancias, aunqueno siempre las reconozcan. Philip Kitcher ha utili­zado uno de mis ejemplos habituales, la teoría deiflogisto, como base de una penetrante crítica dela noci6n de inconrnensurabilidad. El punto encuesti6n resultará considerablemente clarificadosi expongo primero el meollo de su crítica, y luegoindico d6nde, en mi opini6n, dicha crítica se equi­voca.

Creo que Kitcher tiene raz6n cuando sefialaque el lenguaje de la química dei siglo xx puedeutilizarse para identificar los referentes de los tér­minos y expresiones de la química dei siglo XVIII,

ai menos en la medida en que estos términos yexpresiones efectivamente tienen referente. Porejemplo, cuando se lee un texto de Priestley y sepiensan desde un punto de vista moderno los ex­perimentos que describe, se ve que «aire desflogis­tizado» se refiere algunas veces ai mismo oxígenoy otras a una atm6sfera enriquecida con oxígeno.«Aire flogistizado» es normalmente aire dei quese ha eliminado el oxígeno. La expresi6n «ao es másrico en flogisto que ~» tiene el mismo referenteque «ao tiene mayor afinidad con el oxígeno que ~».En algunos contextos, por ejemplo en la expresi6n:«En la combusti6n se emite flogisto», el término

«flogisto» no tiene referente en absoluto, pero hayotros contextos en los que se refiere al hidrógeno(Kitcher, 1978, págs. 531-536).

No tengo ninguna duda acerca de que los his­toriadores e historiadoras que tratan con textoscientíficos antiguos pueden usar, y deben hacerlo,ellengu~jemoderno para identificar los referentesde 101\ términos anticuados. Igual que cuando el/la indígena sefiala con su dedo gavagais, esas deter­minaciones de la referencia proporcionan con fre­cuencia los ejemplos concretos que pueden per­mitir ai historiador aprender qué significan lasexpresiones problemáticas en su texto. Además,la introducci6n de terminología moderna permi­te explicar en qué áreas las teorías antiguastuvieron éxito y po} qué lo tuvieron.' Sin em­bargo, Kitcher describe este proceso de deter­minaci6n de la referencia como una traducci6n,y sugiere que su disponibilidad debería poner pun­to final a las discusiones sobre inconmensurabi-

8. Kitcher supone que sus técnicas de traducción le per­miten especificar los enunciados de la teoria antigua que eranverdaderos y los que eran falsos. Asi, los enunciados acercade la sustancia liberada en la combustión eran falsos, perolos enunciados acerca deI efecto deI aire desflogistizado sobrelas actividades vitales eran verdaderos porque en ellos «airedesflogistízado» se referia al oxigeno. Sin embargo, yo creoque lo único que está haciendo Kitcher es usar la teoria mo­derna para explíçar por qué alguéos enunciados afirmadospor los que segutan la teoria antigua eran confirmados porla experiencia y otros no. La habilidad para explicar estoséxitos y fracasos es básica para la interpretación de los tex­tos que efectúa el historiador de la ciencia. (Si una interpreta­ción atribuye ai autor de un texto aserciones repetidas que ob-

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110 lQtrn SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FlCAS? CONMENSURABIUDAD 111

lidado Me parece que está equivocado en ambosaspectos.

Vamos a pensar por un momento qué aspectotendría un texto traducido empleando las técnicasde Kitcher. Por ejemplo, lc6mo se traducirían lasocurrencias de «flogísto» que no tienen referente?Una posibilidad -sugerida tanto por el silenciode Kitcher sobre la cuesti6n como por su preocu­paci6n por preservar los valores de verdad, loscuales son problemáticos en estas ocasiones- se­ría dejar en blanco los espacios correspondientes.Sin embargo, dejar espacios en blanco equivalea fracasar como traductor o traductora. Si s6lopueden traducirse las expresiones que tienen refe­rente, entonces ninguna obra de ficci6n podría tra­ducirse y, en cuanto a la cuesti6n que nos ocupa,los textos científicos antiguos deberían tratarse,como mínimo, con la misma cortesía que se em­plea al tratar con obras de ficción.vlslchos textosnos informan de lo que creían los científicos delpasado independientemente de su valor de verdad,y esto es lo que una traducci6n debe comunicar.

Como alternativa, Kitcher podría usar la mis­ma estrategia dependiente del contexto que desa-

servaciones fácilmente obtenibles hubieran debilitado, enton­ces es casi seguro que la interpretación es errônea, y el histo­riador debe comenzar su trabajo de nuevo. Véase Kuhn [1964]en Kuhn [1977] para todo lo reerente a este caso.) Pera ni lainterpretación ni las técnicas de traducción de Kitcher permí­ten declarar verdaderos o falsos los enunciados individualesque contienen términos de la antigua teoria. Yo creo que lasteorias son estructuras que deben evaluarse globalmente.

rro1l6 para los términos que tienen referente, comoes el caso de «aire desflogistizado». Siguiendo esteprocedimíento, «flogisto» se traduciría algunas ve­ces por «sustancia liberada por los cuerpos encombustión», otras por «principio metalízador»,y aún otras por locuciones diferentes. Sin embar­go, esta estrategia conduce asimismo al desastre,no s6lo con términos como «flogisto», sino tam­bién con expresiones que tienen referente. La utí­lizaci6n de una sola palabra, «flogisto», junto concompuestos que derivaban de ella, como «aíre des­flogistizado», es una de las formas de comunicarlas creencias que tenía el autor del texto original.Sustituir expresiones relacionadas por expresio­nes que, o bien no tienen ninguna relación, o bienestán relacionadas de forma muy diferente, haceque, en ocasiones, términos del texto original queson idénticos disimulen, como mínimo, aquellascreencias, con lo cual el texto original resulta inco­herente. AI examinar una traducci6n efectuada si­guiendo el método propuesto por Kitcher seríacasi siempre imposible entender por qué esos enun­ciados figuraban yuxtapuestos en un solo texto.'

Para ver más claramente lo que está en juegocuando se trata con un texto científico antiguo,vamos a considerar el siguiente epítome de algu­nos aspectos centrales de la teoría del flogisto. Enaras de la claridad y la brevedad lo l).e construido

9. Por supuesto, Kitcher explica estas yuxtaposiciones re­curriendo a las creencias dei autor ·del texto y a la teoria mo­derna. Pero los pasajes en que lo hace son glosas; no formanparte de su traducción en absoluto.

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112 iQOO SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtFICAS? CONMBNSURABILIDAD 113

yo mismo, pero, dejando a un lado cuestiones deestilo, podría haber sido extraído de un manualde química del siglo XVIII.

Todos los cuerpos físicos están compuestos de ele­mentos y principios químicos. Los principios dotana los elementos de propiedades especiales. Entre loselementos están las tierras y los aires, y entre losprincipios el flogisto. Un conjunto de tíerras, porejemplo carbono y sulfuro, es especialmente ricoen flogisto en su estado normal y deja un residuoácido cuando se le priva de él. Otro conjunto, losresiduos de la calcinaci6n o minerales, es normal- .mente pobre en flogisto, pero cuando se impregnade él se convierte en brillante, dúctil y buenconductor deI calor (o sea metálico). Durante lacombusti6n i otros procesos afines, como la cal­cinaci6n y la respiraci6n, tiene lugar una trans­ferencia de flogisto al aire. El aire cuyo contenidoflogístico (aire flogistizado) se ha incrementado deesta manera ve reducida su elasticidad y su capa­cidad para mantener la vida. El aire deI que seha eliminado parte de su contenido flogístíco (airedesflogistizado) mantiene la vida de forma especial­mente vigorosa.

El manual continúa, pero con este extractotendremos suficiente.

El epítome que he construido consta de enun­ciados que proceden de la química del flogisto. Lamayoría de las palabras que figuran en estos enun­ciados aparecen en los textos de la química delsiglo XVIII y en los de la del siglo XX, y funcio­nan igual en ambas. Unos pocos términos más,muy particularmente «flogístizacíón», «desflogístí­zación» y los que están relacionados con ellos, pue-

den reemplazarse por frases en las que únicamenteel término «flogisto» es ajeno a la química mo­derna.Pero después de efectuar todas estas sus­tituciones queda un pequeno número de términosque no tienen níngün, equivalente en el vocabularioquímico moderno. Algunos han desaparecido to­talmente dellenguaje de la química: «flogisto» esel ejemplo más obvio. Otros, como el término«principio», han perdido toda su significación pu­ramente química. (La exhortación: «Purifica tusreactivos» es un principio químico en un sentidomuy diferente de aquel en qüe el flogisto lo era.)Otros términos, como por ejemplo «elemento»,son todavía esenciales en el vocabulario químicoy heredan algunas funciones de sus homónímosmás antiguos. Pero términos como «principio», loscuales se aprendían anteriormente con aquéllos,han desaparecido de los textos modernos, ~ conellos ha desaparecido igualmente la antigua gene­ralización constitutiva según la cual cualidadescomo el color y la elasticidad proporcionaban unaevidencia directa de la composición química. Elresultado es que tanto los referentes de estos tér­minos supervivientes como los criterios para iden­tificarlos se han alterado ahora drástica y siste­máticamente. En ambos aspectos, el término «ele­mento» funcionaba en la química del siglo XVIII

de forma muy similar a la frase moderna «estadode agregacíóne y al término moderno «elemento».

Tanto si tíenen/referente como si no, esos tér­minos de la química del siglo XVIII -términoscomo «flogísto», «principio» y «elemento- no

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114 lQtIa SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? CONMBNSURABILIDAD 11S

son eliminables de ningún texto que pretenda seruna traducción de un original flogístico. Deben ser­vir, por lo menos, como variables para los con­juntos interrelacionados de propiedades que per­miten la identificación de los referentes común­mente aceptados de esos términos. Para que untexto que expone la teoria deI flogisto sea cohe­rente debe considerar la sustancia liberada en lacombustión como un principio químico, el mismoque hace que el aire sea irrespirable y que ademásdeja un residuo ácido cuando se le elimina de unmaterial apropiado. Pero además de no ser elimí­nables, parece que esos términos no son reempla­zables individualmente por un conjunto de fraseso palabras modernas. Y si éste es el caso -unacuestión que consideraré inmediatamente- en­tonces el pasaje construido que he citado anterior­mente en el que esos términos aparecían no puedeser una traducción, aI menos no en el sentido deeste término que es habitual en la filosofía reciente.

2.4. EL HISTORIADOR COMO INTÉRPRETE

Y MAESTRO DEL LENGUAJE

Ahora bien, l es correcto afirmar que términosquímicos deI siglo XVIII como «flogísto» no sontraducibles? Después de todo, ya he descrito enlenguaje moderno varias maneras en las que eltérmino antíguo «flogísto» tiene referente. Porejemplo, el flogisto se libera en la combustión;reduce la elasticidad deI aire y sus propiedades

para mantener la vida, etc. Parece que podrianconstruirse frases como éstas en lenguaje moder­no para producir una traducción de «flogístos aIlenguaje moderno. Pero esto no es así. Entre lasfrases que describen cómo se identifican los refe­rentes deI término «floglsto» hay algunas que in­cluyen otros términos intraducibles, como «prin­cipio» y «elemento». Estos términos constítuyen,junto con «flogísto», un conjunto interrelacionadoo interdefinido que debe aprenderse a la vez, comoun todo, antes de que cualquiera de ellos puedautilizarse para describir fenómenos naturales,"Sólo después de que estos términos se hayanaprendido de esta manera se puede reconocer laquímica deI siglo XVIII por lo que fue: una disci­plina que no sólo diferia de su sucesora en el si­glo xx en lo que tenía que decir sobre sustanciasy procesos indíviduales, sino también en la formaen que estructuraba y parcelaba una gran partedei mundo químico.

Un ejemplo más restringido clarificará estepunto. AI aprender mecánica newtoniana, los tér­minos «rnasa» y «fuerza» deben aprenderse a lavez, y la segunda ley de Newton debe desempeãarun papel en dicho aprendizaje. Esto es, no se pue­de aprender «rnasa» y «fuerza» independiente­mente y luego descubrir empíricamente que la fuer­za es igual a la masa por la aceleracíón, Tampoco

10. Quizá s610 «elemento. y «principio. deban aprender­se simultáneamente. Una vez que se han aprendido -peros610 entonces- «flogísto» podrfa ser introducido como unprincipio que se comporta de ciertas maneras especiftcables.

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116 lOUll SON LAS REVOLUCIONES CIBNT1FICAS? CONMBNSURABILIDAD 117

se puede aprender primero «masa» (o «fuerza»)y luego usado para definir «fuerza» (o «masa»)con la ayuda de la segunda ley. En realidad, lostres deben aprenderse a Ia vez, como partes deun modo globalmente nuevo (pero no enteramentenuevo) de hacer mecânica. Desgraciadamente, lasformalizaciones habituales oscurecen este punto.AI formalizar la mecânica se puede seleccionar«rnasa» o «fuerza» como término primitivo y lue­go introducir el otro como término definido. Peroesta formalización no proporciona ninguna infor­mación \acerca de cómo los términos primitivos odefinidos se relacionan con la naturaleza, o cómose identifican fuerzas y masas en situaciones físi­cas reales. Por ejemplo, si bien «fuerza» puede serprimitivo en alguna formalización particular dela mecánica, no se puede aprender a reconocer.fuerzas sin aprender simultáneamente a identifi­car masas y sin recurrir a la segunda ley. Esta ~s

la razón de que la «fuerza» y «masa» newtonianasno sean traducibles al lenguaje de una teoría físi­ca (aristotélica o einsteníana, por ejemplo) que noutiliza la versión de Newton de la segunda ley,Para aprender cualquiera de estos tres modos dehacer mecânica, los términos interrelacionados enalguna parte local de la red del lenguaje debenaprenderse o reaprenderse símultáneamente, yaplicarse luego a la naturaleza como un todo. Noes posible simplemente transmitidos individual­mente mediante una traducción.

.Entonces, l cómo puede comunicar sus resul­tados un historiador que ensefia la teoría del flogis-

to o escribe sobre ella? lQué ocurre cuandc pre­senta a los lectores un grupo de enunciados comoaquellos acerca del flogisto que vimos en el epíto­me anterior? La respuesta a esta pregunta dependedel tipo de audiencia, y comenzaré con eI que meparece más relevante en este momento: consta depersonas que no saben nada de la teoría delflogisto. El historiador Ies describe eI mundo enque creía el químico deI siglo XVIII que aceptabala teoría del flogisto. Símultáneamente, les estáensefiando el lenguaje que los químicos deI si­glo XVIII usaban para describir, explicar y explo­rar ese mundo. La mayoría de las palabras de eseantiguo lenguaje son idénticas en forma y funcióna las palabras del lenguaje del historiador y suaudiencia. Pero otras son nuevas, y deben seraprendidas o reaprendidas. Estos son los términosíntraducibles para los que el historiador o algunode sus predecesores ha tenido -que descubrir o in­ventar significados que hagan inteligibles lostex­tos en que trabaja. La interpretación es el procesomediante el que se descubre el uso de esos térmi­nos, y ha sido muy discutido recientemente bajo eltítulo de hermenéutica." Una vez que el proceso ha

11. La introducci6n más útil a1 sentido de ehermenéu­tica» que estoy pensando (hay otros) es Taylor (1971). Sinembargo, Taylor da por supuesto que el lenguaje descriptivode las ciencias naturales (y el lenguaje conductista de lasciencias sociales) es fijo y neutra!. En este punto, Apel (1972)proporciona un útil correctivo desde dentro de la tradici6nhermenéutica. Ambos están oportunamente reimpresos enDallmayr y McCarthy (1977), una antologia también útil paraotros aspectos de esta tradición.

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118 ,QUÊ SON LAS REVOLUCIONBS CIBNTtPIeA8? CONMBNSURABIL1DAD 119

terminado y las palabras se han aprendido, el his­toriador las usa en su trabajo y las enseiia a otraspersonas. La cuesti6n de la traducci6n simplemen­te no se plantea.

Sugiero que esto es lo que ocurre cuando sepresentan pasajes como el que destacamos antesa una audiencia que no sabe nada de la teoría delfiogisto. Para esa audiencia estos pasajes son glo­sas de textos fiogísticos que pretenden enseiiarlesel lenguaje en que dichos textos están escritos yel modo en que deben ser leídos. Pero tambiénencuentran esos textos personas que ya han apren­dido a leerlos, personas para quienes dichos textosson un ejemplo más de un tipo ya familiar. A estaspersonas tales textos les parecerán meramente tra­ducciones, o quizá meramente textos, pues hanolvidado que tuvieron que aprender un lenguajeespecial antes de que pudieran leerlos. El error essencillo. Ellenguaje que aprendíeroricoíncide en.buena medida con ellenguaje materno que habían­aprendido antes. Pero difería de su lenguaje ma­terno en parte por enríquecimiento, por ejemplomediante la introducci6n de términos como «fio­gisto», y en parte por la introducción de usos trans­formados sistemáticamente de términos como«flogísto» y «elemento». 'Esos textos no podríanhaberse traducido a su lenguaje materno si ésteno se hubiera revisado.

Aunque el punto requiere bastante más díscu­si6n de la que puede intentarse entablar aquí la ma­yor parte de lo que he dicho queda claramente cap­tado por la forma de los enunciados de Ramsey.

Las variables cuantificadas existencialmente conlas que estos enunciados comienzan pueden versecomo lo que antes llamé «varíables» para términosque requieren interpretación, por ejemplo «flogis­to», «principio» y «elemento». Junto a sus conse­cuencias lógicas, el enunciado de Ramsey es en­tonces un compendio de las claves que la personaque efectúa la interpretación tiene a su disposi­cíón, claves que, en la práctica, tendría que haberdescubierto mediante una dilatada exploración delos textos. Creo que ésta es la forma correcta deentender la plausibilidad de la técnica introducidapor David Lewis para definir términos teóricos me­diante los enunciados de Ramsey (Lewis, 1970,1972). Las definiciones de Lewis mediante los enun­ciados de Ramsey, igual que las definiciones con­textuales y las ostensivas a las que se parecen tanestrechamente, esquematizan un modo importante(quizá esencial) de aprendizaje dellenguaje. Peroel sentido de «definicíón» supuesto es metafóricoen los tres casos, o al menos más amplio. Ningunade estas tres clases de «definícíones» respaldaráuna sustitución : los enunciados de Ramsey no pue­den utilizarse para traducir.

Naturalmente, Lewis no está de acuerdo conesta última observación. No es éste el lugar pararesponder a todos los detalles de su argumento,puesto que la mayoría de ellos son técnicos, peropueden indicarse al menos dos líneas de crítica.Las definiciones de Lewis mediante los enuncia­dos de Ramsey sólo determinan la referencia sisuponemos que el enunciado de Ramsey corres-

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120 lQtrn SON LAS REVOLUCI0NBS CIBNT1FICAS? CONMBNSURABILlDAD 121

pondiente es realizable de manera única. Es du­doso que ese supuesto sea válido alguna vez eimprobable que lo sea regularmente. Además, enel caso de que sea válido, las definiciones que haceposible no tienen ningún contenido informativo.Si hay una y sólo una realización referencial de unenunciado dado de Ramsey, naturalmente una per.sona puede dar con ella simplemente medianteensayo y error. Sin embargo, dar con el referente'de una ocurrencia de un término definido medianote el enunciado de Ramsey no sirve de níngunaayuda para determinar el referente de la siguíentêocurrencia de ese término. Por consiguiente, lafuerza del argumento de Lewis depende de unaafirmación adicional suya que sefiala que las defi­niciones mediante el enunciado de Ramsey no sólodeterminan la referencia sino también el sentido,y esta parte de su argumento se encuentra condificultades que están estrechamente relacionadascon las que acabo de esbozar, pero que resultaaaún más serias.

Incluso en el caso de que las definiciones me­diante el enunciado de Ramsey escaparan a estasdificultades, otro conjunto importante quedariasin resolver. He hecho notar previamente (Kuhn,1970, págs. 188 Y sigs. [págs, 288 Y sigs.]) que lasleyes de una teoria científica, a diferencia de losaxiomas de un sistema matemático, son sólo es­quemas de leyes, pues sus formalizaciones sim­bólicas dependen del problema al que se apli­cano Desde entonces esta observación ha sidoconsiderablemente ampliada por Joseph Sneed y

Wolfgang Stegmüller, quienes consideran enuncia·dos de Ramsey y muestran que sus formulacionelenunciativas habituales varían de un rango deaplicaciones a otro (Sneed, 1971; StegmüUer,1973). Sin embargo, la mayoría de las ocurrenciasde términos nuevos o problemáticos en un textocientífico. están dentro de las aplicacíones, y losenunciados de Ramsey correspondientes no sonuna fuente de claves lo suficientemente rica como

.para bloquear multitud de interpretaciones trivia­leso Para hacer posible una interpretación razona­ble de un. texto sembrado de definiciones medianteenunciados de Ramsey, los lectores tendrían prí­mero que acumular una variedad de rangos deaplicación diferentes. Y una vez hecho esto, aúntendrían que hacer lo mismo que el historiadorintérprete intenta en la misma situación. Esto es,tendrían que inventar y contrastar hipótesis acercadeI sentido de los términos introducidos mediantedefiniciones construidas utilizando los enunciadosde Ramsey.

2.5. EL MANUAL DE TRADUCCIÓN QUINEANO

La mayoría de las dificultades que he conside­rado derivan más o menos directamente de unatradición que sostiene que la traducción puede in­terpretarse en términos puramente referenciales.Yo he insistido en que éste no es el caso, y misargumentos implican por lo menos que es necesa­rio recurrir además a algo procedente del reino

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122 lQUI1 SON LAS RBVOLUCIONBS CIBNT1FICAS? CONMBNSURABILIDAD 123

de los significados, las intensiones y los concep­tos. Para exponer mis opiniones he consideradoun ejemplo extraído de la historia de la cíencia, eltipo de ejemplo que me condujo al problema dela inconmensurabilidad y de allí a la traducción

en primer lugar. Sin embargo, discusiones recien­tes sobre semântica referencial y discusiones rela­cionadas sobre la traducción sugieren dírecta­mente e1 mismo tipo de observaciones. Aquíconsideraré el único ejemplo ai que aludi al co­mienzo: la concepción de Quine de un manual detraducción. Este manual -el producto final de losesfuerzos de un traductor radical- consta de doslistas de palabras y frases, una en la lengua deltraductor, la otra en la lengua de la tribu que estáinvestigando. Cada elemento de cada lista estáconectado con un elemento de la otra, o frecuente­mente con varios, y cada conexión especifica unapalabra o frase en una lengua que, según suponeel traductor, puede ser sustituida en contextosapropiados por la palabra o frase conectada conella en la otra lista. Donde las conexiones son deuno a muchos el manual incluye especificacionesde los contextos en que debe preferirse cada unade las conexiones (Ouine, 1960, págs. 27, 68-82'[págs. 40, 81-94]).

La red de dificultades que quiero aislar tieneque ver con el último componente deI manual, lasespecificaciones del contexto. )Consideremos la pa­labra francesa pompe. En algunos contextos (gene­ralmente relacionados con ceremonias) su equiva­lente castellana es «pompa»; en otros (generalmente

hidráulicos) su equivalente es «bombas. Ambosequivalentes son precisos. De este modo, pom,.proporciona un ejemplo típico de ambigüedad,como el ejemplo habitual del castellano «bancos:a veces un asiento, otras una institución financiera.

Contrastemos ahora el caso de pompe con elde palabras francesas como esprit o doux/douce.Dependiendo del contexto, esprit puede serreemplazado por términos del castellano como«espíritu », «aptitud», «mente», «inteligencia», «jui­cio», «ingenic» o «actitud». La segunda, que esun adjetivo, puede aplicarse, inter alia, a la miel(edulce»), a la lana (esuave»), ~ una sopa pocosazonada (<<sosa»), a un recuerdo (~tierno»), o auna pendiente (epoco pronuncíada») o a un vien­to (eflojo»), Estos no son casos de ambígüe­dad, sino de disparidad conceptual entre fran­cés y castellano. Esprit y doux/ douce son con­ceptos unitarios para las personas que hablanfrancés, pero las que hablan castellano, comogrupo, no tienen equivalentes. Por consiguient~,aunque las diversas traducciones que he ofrecí­do preservan el valor veritativo en contextosapropiados, ninguna de ellas es intensionalmenteprecisa en ningún contexto. Esprit Y doux/douceson, pues, ejemplos de términos que pueden sertraducidos sólo parcialmente y mediante un com­promiso. La elección del traductor de una pa­labra o frase dei castellano para uno de ellos esipso facto la elección de algunos aspectos de laintensión dei término francés a expensas deotros. Simultâneamente, esa elección introduce

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124 lQW SON IAS RBVOLUCIONBS CIBNT1PICAS? CONMBNSURABILIDAD 125

asociaciones intensionales que son característicasdei castellano pero ajenas a la obra que se estátraducíendo." Creo que el análisis de la traducciónque ofrece Quine se resiente gravemente de su falota de habilidad para distinguir casos de este tipode los casos de simple ambigüedad ilustrada portérminos como pompe.

La dificultad es idéntica a la que encontramosen la traducción de eflogísto» que sugeria Kitcher.A estas alturas su fuente debe ser obvia: una teo­ría de la traducción basada en una semânticaextensional y, por tanto, restringida a la preserva­ción dei valor veritativo o la equivalencia comocriterio de adecuación. Igual que eflogisto», ceie-'mente», etc., tanto âouxldouce como esprit per­tenecen a grupos de términos interrelacíonados,de los cuales algunos deben aprenderse a la vez.y una vez aprendidos estructuran una porción deimundo de la experiencia de forma diferente a laque es familiar a los hablantes de castellano­contemporâneos. Tales palabras ilustran la íncon-

12. Las glosas que describen la idea que tienen los fran·ceses dei mundo pslquico (o dei mundo sensorial) sírvende gran ayuda en este problema, y los manuales de fran­cés incluyen usualmente material sobre este tipo de cue..tiones culturales. Pero las glosas que describen la cultura noforman parte de la traducción. Largas paráfrasls en caste­llano de términos franceses no proporcionan ningún sustítu­to; en parte a causa de su tosquedad, pero principalmenteporque términos como esprit o âouxlâouce son elementosde un vocabulario dei cual bay que aprender ciertas partesa la vez. EI argumento es el mismo que el que se expuso pre­viamente en el caso de eelementos y .principio» o .fuerza»y cmasa».

mensurabilidad entre lenguajes naturales. En elcaso de douxfdouce el grupo incluye, por ejernplo,mau/mal/e, una palabra más próxima a la cas­tellana «suave» que douxldouce, pero que se apli­ca también ai tiempo húmedo y bochornoso. O enel grupo de esprit consideremos disposition. Estase identifica con esprit en el área de las actitudesy aptitudes, pero se aplica también a un estado desalud, o ai orden de las palabras en una frase. Unatraducción perfecta preservaria estas intensiona­lidades, y ésta es la razón de que no pueda habertraducciones perfectas. Sin embargo, aproximarseai ideal ina1canzable sigue siendo un requisito delas traducciones reales, y si este requisito se to­mara en cuenta, los argumentos en favor de laindeterminación ·de la traducción requeririan unaforma muy diferente de la que ahora es habitual.

Tratando las.conexiones de uno a muchos ensus manuales de traducción como casos de ambi­güedad, Quine rechaza los requisitos intensionalesque debe cumplir una traducción adecuada. Si­multáneamente, rechaza la clave principal parael descubrimiento de los referentes de las palabrasy frases de otras lenguas. Si bien las conexiones deuno a muchos están causadas a veces por la ambi­güedad, es mucho más frecuente que proporcio­nen a las personas que hablan la otra lengua evi­dencia para decidir qué objetos y situaciones sonsemejantes y cuáles son diferentes; esto es, mues­tran cómo estructura el mundo la otra lengua. Sufunción es, pues, muy parecida a la que cumplenlas observaciones múltiples en el aprendizaje de

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126 lQtffi SON LAS RBVOLUCIONBS cD!NTfl'IeA8? CONMBNSURABILIDAIl 127

una primera lengua, Asi como hay que mostrarmuchos perros y quizá también algún gato álníão que aprende cperrolO, para aprender doux]douce, la persona que habla castellano debe ob­servarlo en muchos contextos, y tomar nota ade­más de otros contextos en los que los francesesutilizan moufmolle en su lugar. Estas son lasformas, o bien algunas de ellas, mediante lasque una persona aprende las técnicas para co­nectar palabras y frases con la naturaleza; primerolas de su propia lengua y luego, quizá aquel1asdiferentes que están contenidas en otras lenguas.AI abandonarias, Quine elimina la posibilidad mis­ma de la interpretación y, como argumenté aIcomienzo, una interpretación es lo que su traduc­tor radical debe hacer antes de que la traducciónpueda empezar. lEs, pues, sorprendente que Qui­ne descubra dificultades sobre «traduccíóns no an­ticipadas previamente?

2.6. Los INVARIANTES DE LA TRADUCCI6N

Para terminar, me ocuparé de un problema quehe evitado cuidadosamente desde el comienzo deeste artículo: lqué debe preservar la traducción?He argumentado que no es simplemente la refe­rencia, pues las traducciones que preservan la re­ferencia pueden ser incoherentes e imposibles deatender cuando los términos que emplean se tomanen su sentido habitual. Esta descripción de la difi­cultad sugiere una solución obvia: las traducciones

deben preservar no sólo la referencia sino tambiénel sentido o intensión. Esta es la posición que adop­té en el pasado con el título «invariancia de1 sig­nificado», y faute de mieux en la introduccióD. deeste artículo. No es en absoluto completamenteerrónea, pero tampoco es completamente correo­ta, un equívoco que me parece sintomático de unaprofunda dualidad en el concepto de significado.En otro contexto será esencial enfrentarse dírec­tamente con esta dualidad. Aquí me mantendré adistancia de 'ella evitando totalmente hablar de«significado». En su lugar discutiré, aunque aúnen términos generales y casi metafísicos, cómoidentifican los miembros de una comunidad lin­güística los referentes de los términos que em­plean.

Consideremos el siguiente experimento mentalcon el que quizá ustedes se hayan encontrado an­tes en forma de chiste. Una madre cuenta por pri­mera vez a, su hija la historia de Adán y Eva, yluego le ensefia una estampa de la pareja en eljardín del Edén. La nina la mira, frunce el cedoy perplejamente dice: «Mamá, dime quién esquién. Lo sabría si estuvieran vestidos». Inclusoen un formato tan condensado, esta historia su­braya dos características obvias dellenguaje. Paraemparejar los términos con sus referentes puedeusarse legítimamente todo lo que se sepa o creade estos referentes. Además, dos personas puedenhablar la misma lengua y sin embargo utilizar cri­terios diferentes para identificar los referentes desus términos. Un observador enterado de sus dí-

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128 ,QUÊ SON LAS REVOLUCIONBS CIBNTtPICAS? CONMBNSURABILIDAD 129

ferencias concluiria simplemente que las dos dífe­rían en lo que sabían de los objetos en cues­ti6n. Creo que puede darse por supuesto contoda tranquilidad que personas diferentes uti­lizan criterios diferentes para identificar los refe­rentes de términos compartidos. Supondré ademásla tesis, ahora ampliamente compartida, que afir­ma que ninguno de los criterios utilizados paradeterminar la referencia es meramente convencio­nal, es decir, asociado simplemente por definici6ncon los términos que ayuda a caracterizar."

lCómo puede ser, pues, que personas cuyoscriterios son diferentes identifiquen los mismosreferentes para sus términos tan regularmente?Una primera respuesta es sencilla. Su lenguaje está­adaptado al mundo natural y social en el que vi­ven, y ese mundo no presenta las clases de objetosy situaciones que, explotando sus diferencias decriterios, les conducirían a hacer identificacionesdiferentes. Esta respuesta plantea, a su vez, unacuesti6n adicional más difícil: l qué determina quelos conjuntos de criterios que un hablante em­plea cuando aplica ellenguaje al mundo sean ade- .

13. Dos puntos deben subrayarse, Prímero, no estoy con­siderando que el significado sea equivalente a un conjuntode criterioso Segundo, ecriteríos» debe entenderse en un sen­tido muy amplio: abarca cualesquiera técnicas, no todasnecesariamente consistentes, que las personas usan para co­nectar palabras '1:on el mundo. En Ilarticular, tal y como seusa aquí, «criterios» puede incluir ciertamente semejanza conejemplos paradigmáticos (pero entonces la relación de seme­janza relevante debe ser conocida) o recurso a expertos (peroentonces los hablantes deben saber cómo encontrar los exper­tos relevantes).

cuados al mundo que ese lenguaje descrtW .ouédeben compartir hablantes que determi!W11a re­ferencia utilizando criterios distintos para ser ha­blantes dei mismo lenguaje, miembros de la mil­ma comunidad lingiiística?"

Los miembros de la misma comunidad língüís­tica son miembros de una cultura común y, porconsiguiente, cada uno de ellos puede esperar en­frentarse con un mismo rango de objetos y situa­ciones. Para que ídentífiquen los mismos referen­tes, cada uno debe asociar cada término individualcon un conjunto suficiente de criterios como paradistinguir sus referentes de otros tipos de obje­tos o situaciones que el mundo de la comunidadrealmente presenta, aunque no se requiere que sedistingari de otro tipo de objetos que son s6lo ima­ginables. Por tanto, la 'habilidad para identificarcorrectamente los elementos de un conjunto re­quiere a menudo que se conozcan además conjun­tos de contraste. Por ejemplo, hace algunos aiiossugerí que aprender a identificar gansos puederequerir también que se conozcan criaturas talescomo patos y cisnes (Kuhn, 1974). Yo indicaba

14. No he encontrado ninguna manera breve de disc~tireste tema sin que parezca que quiero implicar que los ente­rios son de algún modo lógica y psico1ógic~mente anterio:esa los objetos y situaciones para los que sirven como críte­rios. Sin embargo, de hecho pienso que ambos deben apren­derse, y que a menudo se aprenden a I~ v,:z. Por ejemplo, lapresencia de masas y fuerzas es un cnteno para 10 que po­dría llamar csituaci6n mecânico-newtoniana», es decir, unaen la que se aplica la segunda ley de Newton. Pero p';1edeaprenderse a reconocer masa y fuerza sólo dentro de la SItua­cíón mecânico-newtoniana, Y viceversa.

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130 lQtrn SON LAS RBVOLUCIONBS CIBNT1FICAS? CONMBNSURABILIDAD 131

que el grupo de criterios adecuado para identificargansos dependía no s610 de las caracteristicascompartidas por los gansos reales, sino ademásde las características de algunas otras criaturasdei mundo habitado por los gansos y las personasque hablan de ellos. Son pocos los términos o ex.presiones con referente que se aprenden separada­mente, o dei mundo o uno de otro.

Este modelo muy parcial dei modo en que loshablantes emparejan el lenguaje con el mundopretende reintroducir dos temas estrechamente re­lacionados que han aparecido con frecuencia eneste ~rtículo. Sin.duda, el primero es el papelesencíal de los conjuntos de términos que las per­sonas educadas en una cultura, sea ésta científicao. no, deben aprender a la vez, y que las que sonajenas a esa cultura deben considerar a la vez du­rante la interpretación. Este es el elemento holistaque intervino en este artículo ai comienzo, con lainconmensurabilidad local, y su base debería aho­ra estar clara,\ Si hablantes diferentes que utilizancriterios diferentes consiguen identificar los mis­mos referentes para los mismos términos los con­juntos de contraste deben haber jugado un papelen la determinación de los criterios que cada ha­blante asocia con términos individuales. Esto debeser asf ai menos cuando, como es habitual, estoscriterios no constituyen por sí mismos condicio­nes necesarias y suficientes para que un términotenga referente. En estas circunstancias, una espe­cie de holismo local debe ser una característicaesencíal dellenguajE!:-

Estas observaciones pueden proporcionar tam­bién una base para mi segundo tema recurrente lareiterada aserción de que lenguajes difereDtes im­ponen ai mundo estructuras diferentes. Imaaine­mos por un momento que para cada individuo UDtérmino que tiene referente es un nudo en una redléxica dei cual irradian rótulos con los criteriosque él o ella utiliza en la identificación de los refe­rentes dei término nodal. Esos criterios conecta­rán algunos términos y los distanciarán de otros,construyendo así una estructura multidimensionaldentro dei léxico. Esta estructura refleja los aspec­tos de la estructura dei mundo que pueden serdescritos utilizando el Iéxíco y, simultáneamente,limita los fenómenos que pueden describirse conayuda dei léxico. Si a pesar de todo surgen fenó­menos anómalos, su descripción. (quízás inclusosu reconocimiento) requerirá la alteración de aloguna parte dei lenguaje, cambiando las conexío­nes entre términos previamente constitutivas.

Nótese, además, que utilizando conjuntos dís­tintos de' las conexiones que constituyen criteriospueden formarse estructuras homólogas, es decir,estructuras que reflejan el mismo mundo. Lo quetales estructuras homólogas preservan, desprovis­tas de los rótulos que designan los criterios, sonlas categorías taxonómicas dei mundo y las rela­ciones de-semejanza/díferencia entre ellas. Aun­que aquí me inclino hacia la metáfora, mi direc­ción debería estar clara. Lo que los miembros deuna comunidad lingüística comparten es la homo­logía de la estructura léxica. No es necesario que

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132 lOUé SON LAS REVOLUCIONES CIBNTtFreA8? CONMBNSURABILIDAD 133

sus criterios sean los mismos, puesto que puedenaprenderIos los unos de los otros a medida quelo necesiten. Pero sus estructuras taxonómicas de­ben coincidir, pues, cuando la estructura es dife­rente el mundo es diferente, ellenguaje es privadoy cesa la comunicación hasta que un grupo apren­de ellenguaje del otro.

A estas alturas debe estar claro dónde hay quebuscar, en mí opinión, los invariantes de la tra­ducción. A diferencia de lo que ocurre con dosmiembros de la misma comunidad lingüística, noes necesario que las personas que hablan dos len­guas mutuamente' traducibles compartan térmi­nos: rad no es «rueda»." Pero las expresiones deuna lengua que tienen referente deben ser ernpare­jables con las expresiones de la otra que tienen elmismo referente, y las estructuras léxicas emplea­das por los hablantes de las lenguas deben serlas mismas, no sólo dentro de cada lengua sinotambién de una lengua a la otra. Dicho en pocaspalabras, la taxonomía debe preservarse para pro­porcionar categorias compartidas y relacionescompartidas entre dichas categorias. Si no se pre­serva, la traducción es imposible, un resultado queel denodado esfuerzo de Kitcher para ajustar lateoria deI flogisto a la taxonomía de la químicamoderna ilustra con precisión.

Por supuesto, la traducción es sólo el primerrecurso de las personas que intentan comprender-

• Rad es un término alemán que significa «rueda•. Kuhnalude aqui a un ejernplo de Putnam. Véase Putnam, 1981,pág. 116 [pág. 121]. [T.]

se. La comunicación es posible en su ausenc1a.Pera cuando la traducción no es factíble, se requie­ren dos procesos que son muy diferentes: Inter­pretación y aprendizaje del lenguaje. Estos proce­sos no son arcanos. Historiadores, antropólogos yquizá los nifios se dedican a e110s todos los días.Pero no son bien entendidos, y su comprensión re­querirá probablemente la atención de un círculofilosófico más amplio que el que actualmente seocupa de ellos. De esta ampliación depende el quese comprendano sólo la traducción y sus limítacio­nes, sino también el cambio conceptual. No es unaccidente que el análisis sincrónico contenido en ' 'Palabra y objeto de Quine se introduzca medianteel epígrafe diacrónico deI barco de Neurath.

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3. RACIONALIDAD Y ELECCION DB TBORIAS'

Las observaciones que siguen son una relaciónmuy condensada de un producto de mi continuainteracción con C. G. Hempel. Esta interaccióncomenzó con mi llegada a su universidad cuandoyo 'rondaba los cuarenta. Si a esta edad puedenadquirirse nuevos maestros, entonces Hempelse convirtió en el mío. De él aprendí a recono­cer distinciones filosóficas que eran esencíalmen­te relevantes para mi empresa. En él aprendia reconocer la actitud de un hombre que se es­fuerza en que las distinciones filosóficas sirvanpara que la verdad avance y no para ganar deba­tes. Participar en un simposio en su honor meproduce una gran satisfacción.

La evaluación de las teorias científicas, y laelección entre ellas, se cuentan entre los temasque han estimulado vivas y frecuentes discusio­nes entre nosotros. En mayor medida que otrosfilósofos que comparten sus ídeas, Hempel haexaminado mis puntos de vista en esta área

1. Este artículo se presentó en un simposio de la Amerí­can Philosophical Association dedicado a la filosofia deC. G. Hempel que tuvo lugar el 28 de diciembre de 1983. Tam­bién participó Wesley C. Salmon y el profesor Hempel res­pondió; véanse sus contribuciones en págs. 555-562 y 570-572,respectivamente, de este número. [Kuhn se refiere a Salmon,Wesley C., .Carl G. Hempel on the Rationality of Scíence»,The Iournal of Philosophy, 80 (1983) Y Hempel, Carl G., .Kuhnand Salmon on Rationality and Tbeory Choíce», ibld. (T.).]

Las revisiones finales de este artículo deben mucho a laintervención crítica de Ned Block.

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con cuidado y simpatia: él no se cuenta entre laspersonas que suponen que yo defiendo la irracío­nalidad de la elección de teorías. Sin embargo,comprende los motivos que han inducido a otraspersonas a suponerlo. Tanto por escrito como ennuestras conversaciones, ha subrayado la carenciade argumentos o la aparente despreocupación conque yo paso de generalizaciones descriptivas a ge­neralizaciones normativas, y se ha preguntado enrepetidas ocasiones si comprendo suficientementela diferencia entre explicar la conducta, por unaparte, y justificarla, por la otra.' Quiero volver aho­ra a nuestra continua discusión acerca de estascuestiones. l En qué circunstancias puede afirmar­se con propiedad que ciertos criterios que se ob­serva usar a los científicos aI evaluar teorías son,de hecho, también bases racionales de sus juicios?

Comienzo con una sugerencia que desarrolléoriginalmente en mi comentario de un artículo deHempel en Chapel Hill, en 1976. El y yo acepta­mos como premisa que la evaluación de criteriospara la elección de teorías requiere una especifica­ción previa de los objetivos que quieren conseguir­se mediante esa elección. Supongamos ahora -unasuposición simplista que posteriormente resulta­rá prescindible- que el propósito deI científi­co aI seleccionar teorías es llevar aI máximo laeficiencia en lo que he llamado en otro lugar la

2. Véase, por ejemplo, su .Scientific Rationality: Ana1yticvs. Pragmatic Perspectives», en Theodore F. Geraets, comps.,Rationality Today, Ottawa, University of Ottawa Press, 1979,págs. 46-58.

«resolución de enigmas». Desde este punto de vis­ta, las teorías deben ser evaluadas utilizando coa­sideraciones tales como su efectividad en propor­cionar concordancias con los resultados deI expe­rimento y la observación. EI número de concor­dancias y la precisión deI ajuste cuentan, enton­ces, en favor de la teoría que se está examinando.

Desde luego, un científico que.suscribiera esteobjetivo se estaría comportando irracíonalmen­te si dijera con sinceridad: «Reemplazar la teo­ría tradicional' X por la nueva teoría Y reducela exactitud de las soluciones de enigmas, pero notiene ningún efecto con respecto a los otros críte­rios mediante los que juzgo las teorías; sin embar­go, seleccionaré la teoría Y, rechazando X». Dadoel objetivo y la evaluación, esa elección es clara­mente autodestructiva. Consideraciones similaresse aplican a una elección de teoría que tenga comoúnico efecto, con respecto a las medidas basadasen los criterios aceptados, la reducción deI númerode soluciones de enigmas, la disminución de lasimplicidad de dichas soluciones (haciendo así quesean más difíciles de conseguir), o el aumento deInúmero de teorías distintas (y por tanto de la com­plejidad deI aparato) requeridas para mantenerlas capacidades de resolución de enigmas de uncampo científico. Cada una de estas elecciones es­taría prima facie en conflicto con el objetivo de­clarado deI científico que lo propuso. No existeun signo más claro de irracionalidad. Puedendesarrollarse argumentos similares respecto deotros desiderata habituales utilizados en la eva-

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140 lQOO SON LAS REVOLUCIONBS CIBNT1FICAS? RACIONAUDAD "i BLBCCIÓN DB TBOIUI 141

luación de teorias. Si la ciencia puede descri­birse justificadamente como una empresa de reso­lución de enigmas, tales argumentos bastan paraprobar la racionalidad de las normas observadas.

Desde nuestro encuentro en Chapel Hill, Hem­pel ha sugerido de vez en cuando una versión deImismo argumento que yo considero más profunda.En el penúltimo párrafo de un artículo publicadoen 1981, sefialó que se evitarían algunas de lasdificultades con que se encuentran mis explicacio­nes publicadas de la elección de teorias si deside­rata como exactitud y alcance, a los que se recurrecuando se evalúan teorias, fueran considerados, no .como medios para un objetivo independientementeespecificado, como es la resolución de enigmas,sino como objetivos que la investigación científicase esfuerza por alcanzar.' Más recientemente aúnha escrito:

Está muy extendida la idea de que la ciencia sepropone formular una concepción deI mundo cadavez más comprensiva, organizada sistemáticamentey que sea explicativa y predictiva. Me parece queseria mejor que los desiderata [los cuales determí­nan la bondad de una teoria] fueran consideradoscomo intentos de articular esta idea algo más com­pleta y explícitamente. Y si los objetivos de la in­vestigación científica pura se indican mediante los

3. «Turns in lhe Evolution of the Problem of Inductíon»,Synthese, XLVI, 3 (marzo de 1981), 389-404. Esta posición seanuncia en la pág. 42 dei articulo citado anteriormente, dondeHempel nota las dificultades para decidir si un desiderátumparticular, por ejemplo la simplicidad, debería considerarsecomo un objetivo o como un medio para su consecuci6n.

desíderata, entonces es obviamente raclcmal,~ose escoge entre dos teorias que compiten, optar JIClI'la que satisface mejor los desiderata... Seria meJorpensar que [estas consideraciones] justifican de unamanera casí-trívíal la elección de teorias de acuerdocon cualquier requisito que resulte impuesto por losdesiderata.'

Ya que atempera el compromiso con cualquierobjetivo particular especificado previamente, comola resolución de enigmas, la formulaci6n de Hem­pel mejora la mía: por lo demás, nuestras observa­ciones son las mismas. Sin embargo, si le leo co­rrectamente, Hempel está menos satisfecho queyo con este enfoque deI problema de la racíonali­dad en la elección de teorias. En el pasaje queacabo de citar, Hempel se refiere a él como «casl­trivial», aparentemente porque descansa en algomuy parecido a una tautología y, como consecuen­cía, lo encuentra falto de la penetración filosóficaque se espera de una justificación satisfactoria delas normas para la elección racional de teorias. Enparticular, Hempel subraya dos aspectos en losque la justificación casi-trívíal parece fracasar. «EIproblema de formular normas para la evaluacióncritica de teoría -sefiala -podria ser consideradocomo un subproducto del problema clásico de lainducción», un problema que la justificación casí-

4. «Valuatíon and Objectivity in Science», en R. S. Coheny L. Laudan, comps., Physics, Philosbphy and Psychoanalysis:Essays in Honor of Adolf Grilnbaum, Boston, Reidel, 1983,págs. 73·100; la cita procede de las págs. 91 y sigs. Las refe­rencias a este artículo se indicarán en el texto mediante elnúmero de la página entre paréntesis.

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trivial «no aborda en absoluto» (92). En otro lugarresalta que si las normas deben derivarse de unadescripción de los aspectos esenciales de la ciencia(mi «empresa de resolución de enigmas» o su «cadavez más comprehensiva, organizada sistemática­mente, concepción del mundo»), entonces la elec­ción de la descripción que sirve de premisa en elenfoque casi-trivial requiere una justificación queninguno de nosotros parece proporcionar (86 ysigs., 93). Las actividades que observa un especta­dor de la ciencia pueden describirse de innumera­bles maneras distintas, y cada una de ellas es lafuente de desiderata diferentes. l Qué justifica laelección de una de ellas y el rechazo de las otras?

Estos ejemplos de las deficiencias del enfoquecasí-trívíal están bien escogidos, y volveré dentrode poco a ellos. Esbozaré entonces un argumentoque sugiere que una clase particular de premisadescriptiva no requiere justificación adicional, yque el enfoque casi-trivial es, por consiguiente, másprofundo y fundamental de lo que Hempel supone.Sin embargo, a este fin tendré que aventurarmeen un territorio que es nuevo para mí, y quieroclarificar primero el argumento indicando su rela­ción con otras posiciones que, en otro territorio,he desarrollado anteriormente con algún detalle.Si tengo razón, la premisa descriptiva dei enfoquecasi-trivial manifiesta, en ellenguaje utilizado paradescribir acciones humanas, dos característicasestrechamente relacionadas, las cuales, tal y comohe insistido con anteríoridad, considero que sonrasgos esenciales también dei lenguaje utilizado

para describir fenómenos naturales.' Antes de vol·ver al problema de la justificación racional, per.mítanme describir en pocas palabras las manife..taciones de esas características en el área en quelas he encontrado previamente.

He llamado hace poco «holismo local» a la prí­mera característica. AI menos en los lenguajescientíficos, la mayoría de los términos que tienenreferente no pueden aprenderse o definirse paso apaso; deben aprenderse en grupos. Además, gene­ralizaciones explícitas o implícitas acerca de losmiembros de las categorías taxonómicas en queesos términos "dívíden el mundo desempeií.an unpapel esencial en el proceso de aprendizaje. Lostérminos newtonianos «fuerza» y «masa» propor­cionan la clase de ejemplo más simple. No se pue­de aprender a usar ninguno de los dos sin aprender

5. Las formulaciones más explícitas y desarrolladas sonrecientes: .What Are Scientific Revolutions?>, publicación es­pecial 18, Center for Cognitive Science (Cambridge, Mass.,Massachusetts Institute of Technology [1981]), y .Commen·surability, Comparability, Communícabillty> que apareceráen P. D. Asquith Y T. Nickles, comps., PSA 1982, vol. lI. EastLansing, Mich., Philosophy of Science. Assrn:;iation, 1983.. Paralo que ahora creo que es una ve:sión Implícita .de los nnsmostemas, aunque quizá más sofisticada, véase mi artíc,;,lo, bas­tante más antiguo, .A Function for Tho~ght Exp~nm~nts.,

reimpreso en The Essential Tenslon (Chicago, Unlversíty ofChicago Press, 1977), págs. 240-265. [Los dos prime:os artícu­los citados por Kuhn están contemdos en este mismo volu­men, págs, 55-93 Y págs. 95-135. Hay traduc;:ción.cas~ellana deitercero: «La función de los experimentos rmagmanos», en Latensi6n esencial. Estudios selectos sobre la tradici6n y el cam·bio en el âmbito âe la ciencia, Madrid, Fondo de Cultura Eco­nómica, 1983, págs. 263-290 (T.).]

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simultáneamente a usar el otro. Asimismo, estaparte del proceso de aprendizaje deI lenguaje nopuede progresar sin recurrir a la segunda ley deNewton. Sólo con ayuda de esta ley se puede apren­der a ~dentificar fuerzas y masas newtonianas, ya relacionar con la naturaleza los términos corres­pondientes.

De este proceso holístico de adquisición se si­gue una segunda característica de los lenguajesci~ntíficos. Una vez que se han aprendido, los tér­mmos que forman parte de un conjunto interrela­cionado pueden utilizarse para formular un nú­mero infinito de generalizaciones nuevas, las :cuales son todas contingentes. Sin embargo, algu­nas de las generalizaciones originales, u otras com­puestas a partir de ellas, resultan ser necesarias.Volvamos de nuevo a la fuerza y masa newtonia­nas. La fuerza de la gravedad podría haber sidoinversamente proporcional aI cubo en vez de aIcuadrado; Hooke podría haber descubierto que la~erza restauradora de la elasticidad era propor­cional aI cuadrado deI desplazamiento. Estas leyeseran totalmente contingentes. Pero ningún expe­rimento imaginable podría cambiar sólo la formade la segunda ley de Newton. Si la segunda ley nose cumpliera, reemplazarla por otra tendría cornoresultado, asimismo, una alteración local deI len­guaje en el que las leyes de Newton habían sidoformuladas previamente. Reciprocamente, los tér­minos newtonianos «fuerzas y «masa» pueden fun­cionar con éxito sólo en un mundo en el que lasegunda ley de Newton se cumpla.

He llamado necesaria a la segunda ley, peroesto es cierto en un sentido que requiere especifi­cación adicional. Hay dos aspectos en los que laley no es una tautología. En primer lugar, ni efuer­za» ni «rnasa» están disponibles independiente­mente para ser utilizadas en una definición de laotra. En cualquier caso, la segunda ley, a diferen­cia de una tautología, puede ser contrastada. Estoes, se puede medir la fuerza y masa newtonianas,insertar el resultado en la segunda ley y descubrirque la ley no se cumple. Sin embargo, conside­ro que la ley es necesaria en el siguiente sentido re­lativo allenguaje: si la ley no se cumple, se muestraque los términos newtonianos que intervienen ensu formulación no tienen referente. Ningún susti­tuto de la segunda ley es compatible con el len­guaje newtoniano. Sólo se pueden usar las partesrelevantes dellenguaje de forma no problemáticamientras se mantenga el compromiso con la ley.Quizá el término «necesario» no es apropiado paradescribir esta situación, pero no tengo ningunomejor. Es evidente que «analítico» no servirá.

Volvamos ahora a la justificación casi-trivial delas normas o desiderata para la elección de teorías,y comencemos preguntándonos por las personasque materializan esas normas. l Qué es ser uncientífico? l Qué significa el término «científi­co»? William Whewell acufió la palabra alrede­dor de 1980. Evocaba la emergencia, que comenzóal final deI siglo anterior, deI uso moderno deI tér­mino «cíencia» para designar un conjunto de dis­ciplinas aún en formación que debían situarse al

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lado de otros grupos disciplinarios designadoscomo «bellas artes», «medicina», «derecho», «ínge­níería», «filosofia» y «teología», y compararse conellos.

Pocos o ninguno de estos grupos disciplinariospueden ser caracterizados por un conjunto de con­diciones necesarias y suficientes para la pertenen­cia a ellos. Lo que se hace es reconocer la actividadde un grupo como científica (o artística, o médica),en parte por su semejanza con otros campos deImismo grupo y en parte por su diferencia conotras actividades que pertenecen a otros gruposdisciplinarios. Por consiguiente, para aprender ausar el término «ciencia» tiene que aprendersetambién a usar otros términos disciplinarios como«arte», «íngeniería», «medicina», «filosofía» y qui­zá «teología». Y lo que posteriormente permite laidentificación de una actividad dada como ciencia(o arte, o medicina, etc.) es su posición dentro deIcampo semántico aprendido que contiene tambiénesas otras disciplinas. Saber esta posición entrelas disciplinas equivale a saber lo que el término«ciencia» significa o, lo que es lo mismo, saberqué es una ciencia.

Así, pues, los nombres de las disciplinas iden­tifican categorías taxonómicas, de las cuales algu­nas deben aprenderse a la vez, de forma análoga alo que ocurría con «fuerza» y «masa». Ese holismolingüístico local fue la primera de las característi­cas identificadas más arriba, y como entonces, unasegunda característica le acompafia. Los tér­minos que nombran las disciplinas son efecti-

vos sólo en un mundo que posea dUcipllDaamuy parecidas a las nuestras. Decir, por ejemplo.que en la antigüedad helénica ciencia y filosofiacoincidían es decir también, paradójicamente, queantes de la muerte de Aristóteles no había en Qre.cia ninguna disciplina que pudiera ser suficiente­mente clasificable como filosofía o como ciencia.Por supuesto, las disciplinas modernas se han de­sarrollado a partir de las antiguas; pero no unapor una, es decir, no cada una a partir ~e una pro­genitora antigua considerad~ ~~nvementeIIl;ente

como una forma (quizá más primitiva) de la mismacosa. Las progenitoras reales requieren descrip­ción en sus propios términos, no en los nuestros, yesa tarea exige un vocabulario que divida y catego­rice las actividades intelectuales de un modo dife­rente al nuestro. Encontrar y difundir un vocabu­lario que permita la descripción y comprensión de *otros períodos u otras culturas es una parte esen­cial del trabajo de la historia y la antropología.'A los antropólogos que rehusan este desafío se les

6. La fuerza de esta observación depe~de esencialmentede la consideración, desarrollada y defendl~a en el .segundoartículo citado en la nota 5, de que el lenguaje requendo paradescribir algunos aspectos deI pasado (u otra cultura) n? estraducible aI lenguaje materno de la persona qu~ proporcionala descripción. He proporcionado un extenso eJe~pl? ~e ~dificultades creadas aI imponer una taxono~ía dlsclphnan~moderna sobre el pasado en mi «MathematIc~1 vs. ~xpen­mental Traditions in the Development of Physícal SCI~~e.,reimpreso en tbiâ., págs. 31-65. [Trad, cast.: «La tradiciónmatemática y la tradición experimental en el desarrollo dela físicae, ibiâ., págs. 56-91.]

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11ama «etnocentristas s: a los historiadores que lorehusan se les 11ama whig, •

Esta tesis -se necesitan lenguajes distintospara describir épocas Y; culturas distintas- tíene­también su inversa. Cuando hablamos nuestro pro­pio lenguaje, cualquier actividad que designamos«ciencia», o «filosofia» o «arte», etc., debe necesa­riamente manifestar de forma muy aproximada lasmismas características que las actividades a lasque por costumbre aplicamos esos términos. Delmismo modo que identificar fuerzas y masas new­tonianas requiere acceso a la segunda ley deNewton, identificar los referentes del vocabulariomoderno de las disciplinas requiere acceso a uncampo. semántico que agrupa actividades con res­pecto a dimensiones como exactitud, be11eza, poderpredictivo, normatividad, generalidad, etc. Aunquepodemos referimos a una muestra dada de una ac­tividad utilizando muchas descripciones, s610 lasque se expresan en este vocabulario de caracterís­ticas disciplinarias permiten su descripci6n como,digamos, ciencia; pues s610 ese vocabulario puedesituar la actividad cerca de otras disciplinas cien-

» En su The Whig lnterpretation Df History (1931), Her­bert Butterfield definió la ehistoría whig» como «Ia tendenciade muc.hos historiadores a escribir desde el punto de vista delos whigs y p:otestant~s, a elogiar las revoluciones síemprey cuando hubieran temdo éxito, a resaltar ciertos principiosde pro!l':eso e~ el pasado, .y a ~roducir una historia que es laratíficación, SI no la glorífícacíõn, dei presentes, (Citado enBynum, W: F., Browne: E. J. Y Porter, Roy [comps.], Dietio­nary Df History Df Scíence, Prínceton, Princeton UniversityPress, 1981, págs, 445.) [T.]

tíficas y a distancia de otras disciplinas distintasa la ciencia. Esta situaci6n, a su vez, es una propie­dad necesaria de todos los referentes del términomoderno «ciencía»,

Naturalmente, no es necesario que una cienciaposea todas las características (positivas o negati­vas) que resultan útíles para identificar discipli­nas como ciencias: no todas las ciencias son pre­dictivas; no todas son experimentales. Tampoco esnecesario que sea siempre posíble, utilizando estascaracterísticas, 'decidir si una actividad dada esciencia o no: no es necesario que esa cuesti6n tengauna respuesta. -Sin embargo, una persona que ha­bla el lenguaje disciplinario relevante no puede,so pena de contradici6n, hacer afirmacíones comola siguiente:. «La ciencia X es menos exacta que lano-ciencia Y; por lo demás ambas ocupan la mís­ma posici6n con respecto a todas las característi­cas disciplinarias». Afirmaciones de esta' claseponen a la persona que las hace fuera de su co­munidad lingüística. Persistir en e11as tiene comoresultado la ruptura de la comunicaci6n, y si seintenta justificar esta persistencia, se obtiene amenudo también como resultado acusaciones deirracionalidad. Una persona no está en mejor si­tuaci6n para decidir por sí misma qué significa«ciencia» que para decidir qué es la ciencia.

Por supuesto, ahora he vuelto a donde comen­cé. La persona que llam6 a X una ciencia, y no a Y,estaba haciendo lo mismo que la' persona que,anteriormente en este artículo, prefería X a Ycuando ambas eran teorías cientificas. Las dos vio-

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c:lIa1quiera de los dos es ajustarse a las limitacio­:aes impuestas por la lógica, y yo lo he utilizadopara mostrar que las normas usuales para la e1ec­ción de teoria están justificadas (<<justificadas ra­cionalmente» era redundante). Otro requisito esajustarse a las limitaciones impuestaspor la expe­riencia en ausencia de buenas razones para lo con­trario. Ambos requisitos ponen de manifiesto par­te de lo que implica ser racional. No se sabe quées lo que está intentando decir una persona queniega la racionalidad de aprender de la experiencia(o que niega que las condusiones basadasen laexperiencia están justificadas). Sin embargo, todoesto proporciona simplemente un marco para elproblema de la inducción, el cual, cuando se con­sidera desde la perspectiva desarrol1ada aqui, re­conoce que no tenemos ninguna alternativa racio­nal al aprendizaje basado en la experiencia, y pre­gunta por qué éste debería ser el caso. Esto es, nopide una justificación del aprendizaje basado en laexperiencia, sino una explicación de la viabilidaddel juego de Ienguale global en el que interviene«inducción» Y que apuntala la forma de vida que

vivimos.No intento dar una respuesta a esa cuestión,

pero me gustaria tener una. Como la mayoria deustedes, yo comparto la inquietud de Hume, Lapreparación de este artículo me ha hecho darmecuenta de que la inquietud podría ser intrínseca aljuego, pero no estoy preparado para esta condu­síón.

,Q~ SON LAS REVOLUCIONES CIBN'I1PICAS?

laron alguna de las reglas semánticas que permitenallen~ajedescribir el mundo. Un interlocutor quesupusiera que estaban usando ellenguaje normal­me~te consideraria que se estaban contradiciendo.Un I?terlocutor que reconociera que su uso del len­~aJ~ era aberrante estaria en un aprieto paraimaginar ~u~ estaban intentando decir. Sin embar­g?, no e~ únícamente ellenguaje lo que esos enun­ciados v~olan.Las regIas que están en juego no sonconvenciones, y su abrogación no es la negación deum~ tautologí~. Lo que se rechaza es la taxonomíaderivada empíricamente que está materializadael v?cabulario de las disciplinas, y que se apli~:e~ v~rtu~ del campo asociado de características dis­c~plmarIas. Ese vocabulario puede dejar de descri­bI~, pero; tal y como he argumentado, no sólo tér­mmo a tex:nino. En realídad, el fracaso debe resol­vers~ mediante el ajuste simultáneo de ampliarporclOnes, del vocabulario disciplinario. Y hastaque e~e ajuste h~ya.tenido lugar, la persona queprefirió X a Y esta, ·sImplemente, optando por que­darse fuera, del juego,dellenguaje científico. Creo~ue .es aqui donde el enfoque casi-trivial para laJus~Ificaci:ón de normas en la elección de teoriasobtíene su relevancia.

Natur~lmente, esta relevancia es limitada.He~p~l.nene razón cl;1ando.sefiala que el enfoquecasi-trivial no proporciona mnguna solución al pro­blema de la inducción. Pero ahora los dos entrane~ contacto. Igual que «masa» y «fuerza», o «cíen­cia» y «arte», «racionalidad» y «justificación» sontérminos que se interdefinen. Un requisito para

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