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[email protected] Somos gran mayoría social los agraviados por la actual crisis económica, los inocentes de culpa especuladora que pagamos las consecuencias de los pecados de algunos contra el capital de todos. La sociedad humana siempre ha tenido que soportar los privilegios de quienes se sitúan por encima del bien y del mal, de aquellos que por ser muy ricos pagan menos impuestos que la plebe. La economía de mercado, promulgada como panacea económica frente al intervencionismo totalitario, no ha conseguido disminuir la distancia entre ricos y pobres, sino camuflar a los lobos bajo el manto corderil de democracias indolentes incapaces de hacerles pagar su cuota, y en las que los ricos se hacen más ricos mientras los pobres se hacen más pobres. Las crisis se convierten, para colmo, en grandes negocios, son el terreno propicio para la usura impune, la especulación salvaje y el abuso empresarial contra quienes tienen que aferrarse a cualquier trabajo por malas condiciones que les brinde, ante el fantasma del paro que asola las calles. Los estudiantes de las universidades públicas, cuales trabajadores sin enchufe, se encuentran en un laberinto formándose sin esperanza laboral, conscientes de que no es la cualificación profesional, sino la prerrogativa social la que al cabo dirime sus posibilidades. Los artistas son el gremio más castigado, pues la cultura es el sector más recortado y casi nadie da por necesario el arte en tiempos de carencia. Solo los creadores serviles, como los propagandistas del poder político desde cualquier recodo laboral, logran medrar sin dignidad frente a los indignados que no se amedrentan. La cultura del pelotazo, del negocio furtivo, de la fama a cualquier costa para la ganancia fácil en el ámbito superfluo, fueron seductores panes de ayer para el hambre de hoy, antesalas de la angustia. Y los que nunca sufren las recesiones que ellos mismos provocan, los que han robado más de la cuenta, tiran de los hilos de la gran marioneta occidental para que los demás salvemos a sus bancos, a las multinacionales y a las sectas místico-económicas de una quiebra merecida. Somos los estafados los que tenemos que ayudar a quienes, cuando rellenen sus arcas, volverán a darnos créditos abusivos en calidad de concesiones. En este mundo sin orden ni concierto moral, donde ahora nos quieren hacer ahorrar aire los del ―tanto tienes tanto vales‖, y mientras nos predican austeridad individual con el ejemplo del despilfarro público, el Círculo de Arte de Toledo, bastión del ejercicio de las libertades de expresión y de expansión en el centro geográfico del país del paro, propone la transgresión de los principios fundamentales, la perversión liberalizadora frente a la moralina esclavizadora, transformando vicios en virtudes, y repartiendo entre los mortales el fuego de los viciosos dioses de la época dorada de la hoy embargada Grecia, en antorchas de impunidad con la que soportar mejor los

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[email protected]

Somos gran mayoría social los agraviados por la actual crisis económica, los inocentes de culpa especuladora que pagamos las consecuencias de los pecados de algunos contra el capital de todos. La sociedad humana siempre ha tenido que soportar los privilegios de quienes se sitúan por encima del bien y del mal, de aquellos que por ser muy ricos pagan menos impuestos que la plebe. La economía de mercado, promulgada como panacea económica frente al intervencionismo totalitario, no ha conseguido disminuir la distancia entre ricos y pobres, sino camuflar a los lobos bajo el manto corderil de democracias indolentes incapaces de hacerles pagar su cuota, y en las que los ricos se hacen más ricos mientras los pobres se hacen más pobres. Las crisis se convierten, para colmo, en grandes negocios, son el terreno propicio para la usura impune, la especulación salvaje y el abuso empresarial contra quienes tienen que aferrarse a cualquier trabajo por malas condiciones que les brinde, ante el fantasma del paro que asola las calles. Los estudiantes de las universidades públicas, cuales trabajadores sin enchufe, se encuentran en un laberinto formándose sin esperanza laboral, conscientes de que no es la cualificación profesional, sino la prerrogativa social la que al cabo dirime sus posibilidades. Los artistas son el gremio más castigado, pues la cultura es el sector más recortado y casi nadie da por necesario el arte en tiempos de carencia. Solo los creadores serviles, como los propagandistas del poder político desde cualquier recodo laboral, logran medrar sin dignidad frente a los indignados que no se amedrentan. La cultura del pelotazo, del negocio furtivo, de la fama a cualquier costa para la ganancia fácil en el ámbito superfluo, fueron seductores panes de ayer para el hambre de hoy, antesalas de la angustia. Y los que nunca sufren las recesiones que ellos mismos provocan, los que han robado más de la cuenta, tiran de los hilos de la gran marioneta occidental para que los demás salvemos a sus bancos, a las multinacionales y a las sectas místico-económicas de una quiebra merecida. Somos los estafados los que tenemos que ayudar a quienes, cuando rellenen sus arcas, volverán a darnos créditos abusivos en calidad de concesiones. En este mundo sin orden ni concierto moral, donde ahora nos quieren hacer ahorrar aire los del ―tanto tienes tanto vales‖, y mientras nos predican austeridad individual con el ejemplo del despilfarro público, el Círculo de Arte de Toledo, bastión del ejercicio de las libertades de expresión y de expansión en el centro geográfico del país del paro, propone la transgresión de los principios fundamentales, la perversión liberalizadora frente a la moralina esclavizadora, transformando vicios en virtudes, y repartiendo entre los mortales el fuego de los viciosos dioses de la época dorada de la hoy embargada Grecia, en antorchas de impunidad con la que soportar mejor los

delirios de las multinacionales, divinidades del Olimpo económico que se yergue ante el valle de lágrimas en el que cada vez tenemos menos expectativas. Y siendo los vicios contrarios a la moral cristiana occidental que desterrara a aquellos volubles inmortales, los que se clasificaron en su día como ―pecados capitales‖1, históricos privilegios de los poderosos desde entonces, invitamos a todos a ejercerlos para paliar los efectos de sus ―pecados contra el capital‖, ya que al no poder –pacíficamente- repartirnos sus dividendos, al menos podremos competir con ellos a la hora del relax moral, haciéndonos la vida más llevadera, sobre todo en el plano económico, pues la noble y moderada práctica de los pecados capitales en tiempo de crisis, nos hará la existencia más barata: LUJURIA: No constituye gasto económico si se practica con libertad, sin convertir el cuerpo ajeno en objeto de mercado, pudiendo ejercerla cómodamente en el ámbito doméstico si se tiene una buena relación personal e, incluso, a solas si se tiene una buena relación con uno mismo/a. Y en el capítulo del voyerismo una revista usada, o un vídeo prestado aportan vías liberadoras sin necesidad de gasto. Por otra parte, atendiendo al concepto que tenía Dante de la lujuria, ésta era el amor hacia otras personas, que dejaba a Dios en segundo lugar. Hoy, que no parece haber dios más venerado que el Dinero, anteponer la práctica de la lujuria, bien entendida, al culto de los adoradores del becerro de oro, puede tener un efecto consolador (en el segundo sinónimo del término al efecto).

GULA: No se necesita demasiado dinero para darse un buen atracón, para sentir plenitud a base de patatas pobres, patatas bobas, patatas fritas (de bolsa barata), etc. Resultan también muy recomendables las sesiones de palomitas (maíz inflado) viendo películas como ‗La gran buffet‘, ―Tomates verdes fritos‖, etc. Incluso hay virtuosos del pecado de gula que engordan viendo comer a los demás, y gente capaz de sustituir comida de verdad por varios cafés y un mismo chicle. Puede practicarse la gula colectiva como terapia de saciedad, pero sin caer en la praxis del plural del vocablo, pues las ―gulas‖ si podrían llevar a la quiebra a más de un guloso, sin llenar prácticamente sus platos.

AVARICIA: Nadie gasta menos que un avaro, capaz de contar y contar el dinero que tiene en vez de gastarlo; de hacer una sopa con una sardina, de estrujar un euro más que el Banco Central Europeo y de sacarle más beneficio que un banquero de familia (cualquier banquero). El avaro es el ahorrador perfecto, el cliente ideal, por ejemplo, para las otrora cajas de ahorro y hoy bancos sin más función social que el cobro de beneficios. La avaricia rompe el

1 Tomás de Aquino (I-II:84:4) enuncia siete pecados capitales por el orden: vanagloria (orgullo, soberbia),

avaricia, glotonería, lujuria, pereza, envidia, e ira. Buenaventura de Fidanza (Breviloquium, III, IX) los cita

idénticos. Otros escritores anteriores habrían enumerado ocho: Cipriano de Cartago (De Mort., IV) Juan

Casiano (De instit. cænob., V, coll. 5, «de octo principalibus vitiis»); Columbano de Lexehuil («Instr. de

octo vitiis princip.» en Bibl. max. vet. patr., XII, 23); Alquino de York (De virtut. et vitiis, XXVII y siguientes).

Fue Gregorio Magno quien atribuyó el número siete (Lib. mor. en Job XXXI, XVII), que mantuvieron

posteriormente la mayoría de los teólogos medievales. En cuanto al término «capital» este no se refiere a

la magnitud del pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a Tomás de Aquino (II-

II:153:4.)

saco, pero nunca la hucha, y la forma de tener dinero del avaro es, precisamente tenerlo, en vez de gastarlo.

PEREZA: Llegando tarde a los restaurantes, a las tiendas, al cine, etc, puede ahorrarse un montón. Un buen perezoso, se queda en su cama, pero al contrario que el lujurioso, no gasta ni siquiera energía. La pereza es, posiblemente, la virtud más recomendable para no sentir la crisis (lo de superarla hay que dejarlo para los no perezosos). Por pereza en pagar, quizá no se tiene pero, al menos, se retiene el dinero y se siente menos la velocidad del declive económico.

IRA: Salvo los especuladores, todo el mundo está cabreado en tiempos de crisis. La ira es el ámbito del desahogo; nada como berrear a gusto para calmar los nervios del paro o la falta de nómina. Además, bien canalizada, la ira se convierte en indignación social capaz de provocar movimientos de masas contra los tiburones de la economía, y de pedir igualdad de oportunidades, es decir, que la sociedad vuelva a comenzar desde cero sin deberle nada a nadie. La ira de los pueblos contra los tiranos se podría traducir en su momento como el despertar de los hipotecados o los embargados frente a los inalcanzables. Solo la ira colectiva podrá, finalmente, liberar al pueblo del sometimiento de la sociedad ante la depredación salvaje, cuando ni siquiera el poder político es capaz de regular las ganancias del poder económico.

ENVIDIA: No es necesario tener o gastar, basta con que tengan o gasten los demás para ejercerla. El envidioso no tiene que realizar ningún pago para envidiar, siendo capaz además de envidiar cualquier cosa por pequeña, inservible o barata que sea. Quizá sea la envidia, incluso, un deporte nacional menos declarado que la renta de los ricos, el pecado capital más ejercido que, en época de crisis, puede llevar hasta a envidiar el esfuerzo y el trabajo ajenos que fueran hasta en textos sagrados tenidos por castigos para el ser humano al desobedecer a la divinidad. La avaricia es pecado mortal en el rico, pero ejercicio de imaginación en el pobre, la posibilidad de sentirse rico con poco, si se aprieta en el puño lo suficiente.

SOBERBIA: No se necesita cobro alguno para estar bien, pues el soberbio siempre se siente pagado de uno mismo. Hinchado como un pavo, el soberbio puede olvidarse hasta de comer. Por soberbia puede la gente no aceptar regalos ni favores, puede perder oportunidades y negocios. Los soberbios, si no ahorran, hacen ahorrar a los demás al no aceptar nada de ellos. Normalmente, en cada familia el más soberbio es el que menos tiene, por lo que puede concluirse que en etapas de escasez la soberbia es, también, garantía de ahorro. La soberbia hace que la gente pueda hablar de su utilitario como un coche de carreras, de su chucho como un ejemplar de raza exótica, etc, haciendo más del menos y aparentando lo que no se tiene.

Este listado de los siete pecados capitales, en el mismo orden que utilizó el papa romano Gregorio Magno en el siglo VI y, siglos más tarde, el poeta Dante Alighieri en su Divina Comedia, es el calidoscopio de recursos para afrontar mejor la crisis que, en los retablos del Círculo de Arte de Toledo y en su ábside, podrán ser objetos de propuesta artística, en base a las siguientes… … …

NORMAS para participar en la actividad [email protected]

El departamento de Arte Ritual del Círculo de Arte de Toledo, en colaboración con

el departamento de Diseño y Artes de la Imagen (Dibujo 2) de la facultad de Bellas

Artes de la Universidad Complutense de Madrid, convoca una exposición titulada:

[email protected]

que se llevará a cabo entre los días 13 al 31 de enero de 2012.

La INAUGURACIÓN se celebrará el 13 de enero a las 19:00 H.

La sede del Círculo de Arte de Toledo, la antigua iglesia de San Vicente hoy convertida en

centro cultural, cuenta en su sala principal con seis retablos de acero, de tres metros de

anchura por otros tres de altura, conteniendo cada uno de ellos 144 huecos cuadrados de 25 x

25 x 6,5 cm. Son, en total, 864 huecos que podrán ser rellenados con dibujos, pinturas,

collages, fotografías, relieves, etc., en torno a los pecados capitales, con cualquier

planteamiento artístico, filosófico, ideológico, etc., solo exceptuando las imágenes que

pudieran incurrir en delito, pues se trata de compartir un gran, pero venial “pecado”, de

conseguir un ambiente libre, permisivo e incluso provocador, que explore los límites de la ley

que regula la libertad de expresión sin convertirla en otra cosa. La idea consiste en la

composición de un retablo continuo, y sin jerarquías, en el que se intercalen obras de multitud

de artistas de cualquier estilo o tendencia, consiguiendo con ello un conjunto ecléctico en el

que puedan interactuar las aportaciones individuales, al tiempo que se constituya un “caos”

estético sin más normas que las presentes:

NORMAS DE PARTICIPACIÓN

1. Para participar será obligatoria la entrega de la SOLICITUD DE PARTICIPACIÓN, anexa

a estas bases, por correo electrónico a: [email protected]

2. Los trabajos serán, necesariamente, de las medidas 25 x 25 por 6,5 cm. Ello permitirá

un montaje simple y rápido, al encajar las obras en los huecos (con una mínima

holgura ya prevista en los retablos) y prescindiendo de alcayatas, otros elementos de

fijación, masillas o pegamentos, etc. La profundidad de 6,5 cm garantizará que todas

las obras queden enrasadas en un mismo plano fácil de iluminar en el que no

destaque ninguna, beneficiando así al conjunto, al tiempo que impedirá que puedan

volcarse hacia el exterior de los huecos. Los trabajos que no cumplan, estrictamente,

estas medidas, serán desestimados para la exposición.

3. No podrán concebirse obras complejas en las que la imagen de un módulo se

continúe con las de otro/s, para evitar jerarquizaciones o protagonismos que

atentarían contra el espíritu de la convocatoria.

4. Cada uno de los seis retablos de acero del Círculo de Arte de Toledo se destinará a un

pecado capital, siendo el séptimo de la lista clásica, la Soberbia, exclusivamente

representado como un elemento escenográfico sobre el escenario (antiguo altar) por

alumnos de Diseño Escenográfico 1 (prof. Fernando Barredo) de la facultad de Bellas

Artes de Madrid.

5. Quedan también invitados como artistas el resto de alumnos de la facultad de Bellas

Artes de la UCM y de cualquier otra facultad de Bellas Artes.

6. Cada alumno de la facultad de Bellas Artes de la UCM de Madrid podrá participar con

una sola obra, o presentar voluntariamente hasta un máximo de seis, pero dedicando

cada una de las presentadas a un solo pecado capital (excluida la Soberbia).

7. En el reverso de cada pieza, deberá escribirse:

a. Nombre

b. Apellidos

c. (Nombre artístico si lo tuviera el autor)

d. Teléfono de contacto

e. Email de contacto

f. Un vector orientado en vertical señalando hacia arriba para indicar el borde

superior de la pieza.

8. Todas las obras deberán ir firmadas por el anverso, procurando que la proporción de

la firma no destaque demasiado en el pequeño formato 25 x 25 cm.

9. Los alumnos de la facultad de BBAA de la UCM matriculados en la asignatura Idea,

concepto y proceso en la creación artística a cargo del profesor Fernando Barredo,

deberán enviar a [email protected] una imagen de cada pieza con la que

participen, en JPG y tamaño 10 x 10 cm, con los mismos datos consignados en el

apartado anterior, e indicando pertenecer a la asignatura. Con las imágenes que

lleguen antes del 10 de enero de 2012, se compondrá el cartel de la exposición, en el

que podrá también figurar el diseño de los alumnos de la asignatura Diseño

Escenográfico 2.

10. Las obras se entregarán:

a. En la facultad de Bellas Artes de la UCM de Madrid, concertando la entrega

en el teléfono 699 94 88 22.

b. En el Círculo de Arte de Toledo, en días laborales y con horario de 17:00 H a

21:00 H, a la administrativa del Círculo, Dª. Consuelo García Aguado.

11. Los artistas del Círculo de Arte de Toledo podrán entregar de una a seis obras en los

mismos términos referidos en la base 6 de este reglamento.

12. Los fotógrafos implicados en la exposición “Pecados y virtudes” celebrada en

noviembre de 2011 podrán participar en los mismos términos que los artistas del

Círculo de Arte de Toledo.

13. Otros artistas ajenos al Círculo de Arte y a las facultades de Bellas Artes, podrán

presentar una sola obra. También podrán, a su vez, solicitar la entrega de más hasta

el total de seis, en los términos referidos en la base 6 de este reglamento, y quedando

en ese caso a la espera del consentimiento de la organización al efecto.

14. Los participantes podrán retirar sus obras durante los días laborales comprendidos

entre el 1 y el 15 de febrero de 2012, quedando en propiedad del Círculo de Arte de

Toledo las no retiradas en dichas fechas. Los alumnos de la facultad de Bellas Artes de

la UCM podrán solicitar su devolución directamente en su facultad, concertando

fechas de llegada y de retirada con el coordinador de la actividad.

15. El Círculo de Arte de Toledo expedirá certificados de participación a todos los artistas

que expongan.

La participación de artistas en la actividad propuesta, implica la aceptación de cuanto

arriba se expone, quedando el comisario de la misma y coordinador del departamento

de Arte Ritual del Círculo, al cargo de cuantas decisiones hubieran de tomarse en la

interpretación y aplicación de las presentes NORMAS de participación.

EL DEPARTAMENTO DE ARTE RITUAL DEL CÍRCULO DE ARTE DE TOLEDO

COORDINADOR DEL DEPARTAMENTO:

Fdo.: Fernando Barredo de Valenzuela

SOLICITUD DE PARTICIPACIÓN en la actividad [email protected]

Artista participante Dirección postal Teléfono Email

Nombre / Apellidos N:…………………………………………………A:………………………………………………….

c/…………………………………………………… …………………………..………………………….

………………………

…………………..…………….

Persona o Empresa que entrega la obra (en su caso) NIF / CIF Teléfono Email

……………………………………………………………………,,,,,,,,,,,,,,…

……………………….

………………………

………………..……………….

Persona o Empresa que retira la obra (en su caso) NIF / CIF Teléfono Email

……………………………………………………………………,,,,,,,,,,,,,,…

……………………….

………………………

………………..……………….

marcar con una X el pecado al que se dedica/n la/s obra/s

LUJURIA GULA AVARICIA PEREZA IRA ENVIDIA

marcar con una X

si el participante es alumno de Bellas Artes de la UCM

IDEA…

DIS. ESCENOG. 1

OTRAS

si el participante es alumno de Bellas Artes de otra universidad

si el participante es artista del Círculo de Arte

si el participante es artista de la exposición ‘Pecados y virtudes’

si el participante es artista ajeno al Círculo de Arte y a Bellas Artes

Referencias en internet (Wikipedia)

Lujuria

Detalle de la lujuria, en el cuadro El jardín de las delicias, de Hieronymus Bosch. En esta tabla

aparecen todo tipo de placeres carnales, que Bosch consideraba pecaminosos.

La lujuria (en latín, luxuria) es usualmente considerada como el pecado producido por

los pensamientos excesivos de naturaleza sexual. Según otro autor[cita requerida]

la lujuria

son los pensamientos posesivos sobre otra persona. Debido a su intrínseca relación con

la naturaleza sexual, la lujuria en su máximo grado puede llevar a compulsiones

sexuales o psicológicas y/o transgresiones, incluyendo la adicción al sexo, el adulterio y

la violación.

Gula

La gula representada por Pieter Brueghel en su obra Los siete pecados

mortales o los siete vicios.

Actualmente la gula (en latín, gula) se identifica con la glotonería, el consumo excesivo de comida y bebida. En cambio en el pasado cualquier forma de exceso podía caer bajo la definición de este pecado. Marcado por el consumo excesivo de manera irracional o innecesaria, la gula también incluye ciertas formas de comportamiento destructivo. De esta manera el abuso de substancias o las borracheras pueden ser vistos como ejemplos de gula. En la Divina Comedia de Alighieri, los penitentes en el Purgatorio eran obligados a pararse entre dos árboles, incapaces de alcanzar y comer las frutas que colgaban de las ramas de estos y por consecuencia se les describía como personas hambrientas.

Avaricia

Avaricia representada por Pieter Brueghel

La avaricia (en latín, avaritia) es —como la lujuria y la gula—, un pecado de exceso. Sin embargo, la avaricia (vista por la Iglesia) aplica sólo a la adquisición de riquezas en particular. Tomás de Aquino escribió que la avaricia es «un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales». En el Purgatorio de Dante, los penitentes eran obligados a arrodillarse en una piedra y recitar los ejemplos de avaricia y sus virtudes opuestas. «Avaricia» es un término que describe muchos otros ejemplos de pecados. Estos incluyen deslealtad, traición deliberada, especialmente para el beneficio personal, como en el caso de dejarse sobornar. Búsqueda y acumulación de objetos, robo y asalto, especialmente con violencia, los engaños o la manipulación de la autoridad son todas acciones que pueden ser inspiradas por la avaricia. Tales actos pueden incluir la simonía.

Pereza

Pereza por Jacob Matham

La pereza (en latín, acidia) es el más «metafísico» de los pecados capitales, en cuanto está referido a la incapacidad de aceptar y hacerse cargo de la existencia de uno mismo. Es también el que más problemas causa en su denominación. La simple «pereza», más aún el «ocio», no parecen constituir una falta. Hemos preferido, por esto, el concepto de «acidia» o «acedía». Tomado en sentido propio es una «tristeza de ánimo» que aparta al creyente de las obligaciones espirituales o divinas, a causa de los obstáculos y dificultades que en ellas se encuentran. Bajo el nombre de cosas espirituales y divinas se entiende todo lo que Dios nos prescribe para la consecución de la eterna salud (la salvación), como la práctica de las virtudes cristianas, la observación de los preceptos divinos, de los deberes de cada uno, los ejercicios de piedad y de religión. Concebir pues tristeza por tales cosas, abrigar voluntariamente, en el corazón, desgano, aversión y disgusto por ellas, es pecado capital. Tomada en sentido estricto es pecado mortal en cuanto se opone directamente a la caridad que nos debemos a nosotros mismos y al amor que debemos a Dios. De esta manera, si deliberadamente y con pleno consentimiento de la voluntad, nos entristecemos o sentimos desgano de las cosas a las que estamos obligados; por ejemplo, al perdón de las injurias, a la privación de los placeres carnales, entre otras; la acidia es pecado grave porque se opone directamente a la caridad de Dios y de nosotros mismos. Considerada en orden a los efectos que produce, si la acidia es tal que hace olvidar el bien necesario e indispensable a la salud eterna, descuidar notablemente las obligaciones y deberes o si llega a hacernos desear que no haya otra vida para vivir entregados impunemente a las pasiones, es sin duda pecado mortal.

Ira

Ira (enojo). Miniatura de Tacuinum sanitatis

La ira (en latín, ira) puede ser descrita como un sentimiento no ordenado, ni controlado, de odio y enfado. Estos sentimientos se pueden manifestar como una negación vehemente de la verdad, tanto hacia los demás y hacia uno mismo, impaciencia con los procedimientos de la ley y el deseo de venganza fuera del trabajo del sistema judicial (llevando a hacer justicia por sus propias manos), fanatismo en creencias políticas y religiosas, generalmente deseando hacer mal a otros. Una definición moderna también incluiría odio e intolerancia hacia otros por razones como raza o religión, llevando a la discriminación. Las transgresiones derivadas de la ira están entre las más serias, incluyendo homicidio, asalto, discriminación y en casos extremos, genocidio. La ira es el único pecado que no necesariamente se relaciona con el egoísmo y el interés personal (aunque uno puede tener ira por egoísmo, por ejemplo, por celos). Dante describe a la ira como «amor por la justicia pervertido a venganza y resentimiento».

Envidia

Envidia representada por Jacques Callot

Como la avaricia, la envidia (en latín, invidia) se caracteriza por un deseo insaciable, sin embargo, difieren por dos grandes razones: Primero, la avaricia está más asociada con bienes materiales, mientras que la envidia puede ser más general; segundo, aquellos que cometen el pecado de la envidia desean algo que alguien más tiene, y que perciben que a ellos les hace falta, y a consiguiente desear el mal al prójimo, y sentirse bien con el mal ajeno.

La envidia va tan flaca y amarilla porque muerde y no come.

Francisco de Quevedo

Dante Alighieri define esto como «amor por los propios bienes pervertido al deseo de privar a otros de los suyos». En el purgatorio de Dante, el castigo para los envidiosos era el de cerrar sus ojos y coserlos, porque habían recibido placer al ver a otros caer.

Soberbia

Todo es vanidad por Charles Allan Gilbert.

En casi todas las listas de pecados, la soberbia (en latín, superbia) es considerado el original y más serio de los pecados capitales, y de hecho, es también la principal fuente de la que derivan los otros. Es identificado como un deseo por ser más importante o atractivo que los demás, fallando en halagar a los otros.

Según la Biblia, este pecado es cometido por Lucifer al querer ser igual que Dios.

Genéricamente se define como la sobrevaloración del Yo respecto de otros por superar, alcanzar o superponerse a un obstáculo, situación o bien en alcanzar un estatus elevado y subvalorizar al contexto. También se puede definir la soberbia como la creencia de que todo lo que uno hace o dice es superior, y que se es capaz de superar todo lo que digan o hagan los demás. También se puede tomar la soberbia en cosas vanas y vacías (vanidad) y en la opinión de uno mismo exaltada a un nivel crítico y desmesurado (prepotencia).

Soberbia (del latín superbia) y orgullo (del francés orgueil), son propiamente sinónimos aun cuando coloquialmente se les atribuye connotaciones particulares cuyos matices las diferencian. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, etc. Como antónimos tenemos: humildad, modestia, sencillez, etc. El principal matiz que las distingue está en que el orgullo es disimulable, e incluso apreciado, cuando surge de causas nobles o virtudes, mientras que a la soberbia se la concreta con el deseo de ser preferido a otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del Yo o ego. Por ejemplo, una persona Soberbia jamás se "rebajaría" a pedir perdón, o ayuda, etc.

Arte

Mesa de los pecados capitales

Por Hieronymus Bosch, 1485, pintura al óleo sobre tabla.

Los siete pecados capitales se representan con originalidad, con un realismo impecable.

En el centro del cuadro se ve una imagen tradicional de Cristo como varón de dolores, saliendo de su tumba. Se dice que representa el ojo de Dios, y la imagen de Cristo es su pupila. Bajo esta imagen hay una inscripción en latín: CAVE CAVE DEUS VIDET ("Cuidado, cuidado, el Señor lo ve"). Es una referencia clara a la idea de que Dios lo ve todo.

Alrededor, hay un círculo más grande dividido en siete partes, mostrando cada

uno de los siete pecados capitales, que pueden ser identificados por sus

inscripciones en latín. Véase:Análisis de la obra

Relación de cada pecado con un demonio particular

En 1589, Peter Binsfeld, basándose libremente en fuentes anteriores, asoció cada pecado con un demonio que tentaba a la gente por medios asociados al pecado. Su clasificación de los demonios es la siguiente:

Lujuria: Asmodeo Gula: Belcebú Avaricia: Mammon Pereza: Belfegor Ira: Amon (demonio) Envidia: Leviatán Soberbia: Lucifer

Según Binsfeld, también existían otros demonios que incitaban a pecar, como los íncubos (fantasmas masculinos que tenían relaciones sexuales con mujeres durmientes) y los súcubos (fantasmas femeninos que tenían relaciones sexuales con varones durmientes), que incitaban a la lujuria.

Actualización de los pecados capitales

El 10 de marzo de 2008, el regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano, cardenal Gianfranco Girotti, presentó la siguiente lista, que ha sido divulgada ampliamente por los medios de comunicación, con la denominación de pecado social o nuevos pecados capitales:3

Realizar manipulaciones genéticas. Llevar a cabo experimentos sobre seres humanos, incluidos embriones. Contaminar el medio ambiente. Provocar injusticia social. Causar pobreza. Enriquecerse hasta límites obscenos a expensas del bien común. Consumir drogas.

La lujuria, la gula, la avaricia, la pereza, la ira, la envidia y la soberbia, los tradicionales siete pecados capitales enumerados por el papa Gregorio I hace 1500 años y recogidos después por Dante Alighieri en La Divina Comedia, se habían quedado obsoletos para el mundo globalizado de hoy.

Así que el Vaticano ha decidido modernizar la lista exhibiendo una atención especial hacia los llamados «pecados sociales», aquellos cuya comisión va en contra de la justicia en las relaciones entre persona y persona, entre la persona y la comunidad, y entre la comunidad y la persona.

El resultado son siete nuevos pecados capitales, que condenan como ofensas a Dios acciones tales como enriquecerse a costa de los demás o algunas investigaciones científicas con implicaciones bioéticas.}}

Referencias bibliográficas

1. ↑ Vatican.va (Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1866, artículo 8, «El pecado», V: La proliferación del pecado).

2. ↑ Corazones.org («Los pecados o vicios capitales son aquellos a los que la naturaleza humana caída está principalmente inclinada»).

3. ↑ «Quien no recicle basura irá al infierno», en el periódico El Mundo, 11 de marzo de 2008; «Los mandamientos pasan de diez», en el periódico El País, misma fecha. Desde una perspectiva laica, incluso crítica con la Iglesia, el filósofo Rafael Argullol «Hybris», El País, 26 de abril de 2008) habla de lo destructivos que son los pecados capitales, identificados con la Hibris de la cultura clásica, para una sociedad democrática.