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Antonio Chang. La campaña periodística en contra de la Confederación Nueva corónica 3 (Enero, 2014) ISSN 2306-1715, pp. 251-264 Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos 251 LA CAMPAÑA PERIODÍSTICA EN CONTRA DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA EN EL ECUADOR: EL CASO DE MANUEL FERREYROS Y EL ARIETE DE GUAYAQUIL, 1838- 1839 Antonio José Chang Huayanca 1 Junefield Group (Hong Kong-Lima) [email protected] Recibido: 27/06/2013 Aprobado: 13/08/2013 Resumen El presente ensayo busca identificar algunas de las características más resaltantes de El Ariete, semanario publicado en Guayaquil entre 1838 y 1839 por iniciativa del exiliado peruano Manuel Ferreyros, y bajo el auspicio económico de Ventura Lavalle, diplomático chileno acreditado en Ecuador. El Ariete fue un semanario contrario a la Confederación Perú-Boliviana y a su principal líder Andrés de Santa Cruz, y que hizo campaña en contra de la Confederación Perú-Boliviana. Este estudio se basa en los ejemplares de El Ariete pertenecientes a la colección Félix Denegri Luna del Instituto Riva-Agüero (Lima). Palabras clave: Confederación Perú-Boliviana; Ecuador; Manuel Ferreyros; El Ariete (periódico) JOURNALISTIC CAMPAIGN AGAINST THE PERU-BOLIVIA CONFEDERATION IN EQUADOR: THE CASE OF MANUEL FERREYROS AND EL ARIETE OF GUAYAQUIL, 1838- 1839 Abstract This paper seeks to identify some of the most important characteristics of El Ariete, a weekly periodical published in Guayaquil in 1838-1839 on the initiative of the Peruvian exiled Peruvian leader Manuel Ferreyros, with the financial sponsorship of Ventura Lavalle, Chilean diplomat in Ecuador. El Ariete was oriented against the Peru-Bolivian Confederation and its main leader Andrés de Santa Cruz, which campaigned against the Peru-Bolivian Confederation. This study is based on the El Ariete´s issues preserved by the Felix Denegri Luna Collection of the Instituto Riva-Agüero (Lima). Key words: Peru-Bolivia Confederation; Equador; Manuel Ferreyros; El Ariete (periodical) 1 Historiador. Bachiller y licenciado en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Estudiante de la Maestría en Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Investigador en calidad de becario del Instituto Geofísico del Perú y miembro de Restauradores Sin Fronteras - Perú. Sus temas de interés son la historia política y diplomática, historia de la prensa e historia medioambiental. Ha participado en calidad de expositor en eventos académicos realizados en Argentina, Bolivia, Chile y Perú. Su tesis de maestría -próxima a ser sustentada- se titula “La cobertura periodística del Fenómeno El Niño de 1925-1926 en el diario El Comercio de Lima”.

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Antonio Chang. La campaña periodística en contra de la Confederación

Nueva corónica 3 (Enero, 2014) ISSN 2306-1715, pp. 251-264

Escuela de Historia. Universidad Nacional Mayor de San Marcos

251

LA CAMPAÑA PERIODÍSTICA EN CONTRA DE LA CONFEDERACIÓN PERÚ-BOLIVIANA EN

EL ECUADOR: EL CASO DE MANUEL FERREYROS Y EL ARIETE DE GUAYAQUIL, 1838-

1839

Antonio José Chang Huayanca1

Junefield Group (Hong Kong-Lima)

[email protected]

Recibido: 27/06/2013

Aprobado: 13/08/2013

Resumen

El presente ensayo busca identificar algunas de las características más resaltantes de El

Ariete, semanario publicado en Guayaquil entre 1838 y 1839 por iniciativa del exiliado

peruano Manuel Ferreyros, y bajo el auspicio económico de Ventura Lavalle,

diplomático chileno acreditado en Ecuador. El Ariete fue un semanario contrario a la

Confederación Perú-Boliviana y a su principal líder Andrés de Santa Cruz, y que hizo

campaña en contra de la Confederación Perú-Boliviana. Este estudio se basa en los

ejemplares de El Ariete pertenecientes a la colección Félix Denegri Luna del Instituto

Riva-Agüero (Lima).

Palabras clave: Confederación Perú-Boliviana; Ecuador; Manuel Ferreyros; El Ariete

(periódico)

JOURNALISTIC CAMPAIGN AGAINST THE PERU-BOLIVIA CONFEDERATION IN

EQUADOR: THE CASE OF MANUEL FERREYROS AND EL ARIETE OF GUAYAQUIL, 1838-

1839

Abstract

This paper seeks to identify some of the most important characteristics of El Ariete, a

weekly periodical published in Guayaquil in 1838-1839 on the initiative of the Peruvian

exiled Peruvian leader Manuel Ferreyros, with the financial sponsorship of Ventura

Lavalle, Chilean diplomat in Ecuador. El Ariete was oriented against the Peru-Bolivian

Confederation and its main leader Andrés de Santa Cruz, which campaigned against the

Peru-Bolivian Confederation. This study is based on the El Ariete´s issues preserved by

the Felix Denegri Luna Collection of the Instituto Riva-Agüero (Lima).

Key words: Peru-Bolivia Confederation; Equador; Manuel Ferreyros; El Ariete

(periodical)

1 Historiador. Bachiller y licenciado en Historia por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Estudiante de la Maestría en Historia de la Pontificia Universidad Católica del Perú. Investigador en

calidad de becario del Instituto Geofísico del Perú y miembro de Restauradores Sin Fronteras - Perú. Sus

temas de interés son la historia política y diplomática, historia de la prensa e historia medioambiental. Ha

participado en calidad de expositor en eventos académicos realizados en Argentina, Bolivia, Chile y Perú.

Su tesis de maestría -próxima a ser sustentada- se titula “La cobertura periodística del Fenómeno El Niño

de 1925-1926 en el diario El Comercio de Lima”.

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Manuel Bartolomé Ferreyros de la Mata: Referencias generales en torno a su vida

y obra

Manuel Bartolomé Ferreyros de la Mata nació en Lima el 24 de agosto de 1793. Sus

padres fueron Manuel Ferreyros y Pérez, oriundo de Galicia, España; y María Andrea

de la Mata y Ulloa, natural de Lima. Siguió estudios en los colegios de San Carlos y San

Ildefonso, pasando luego a formar parte de la administración pública.

En 1832 se casó con Josefa Senra y Echevarría Santiago de Ulloa. El matrimonio

Ferreyros-Senra mantuvo vínculos familiares con importantes miembros de la

aristocracia y la nobleza limeña. Sin embargo, de acuerdo con Celia Wu, tales vínculos

no significaron que los Ferreyros-Senra dispusieran de grandes riquezas o un gran poder

político (Wu, 1991: 18).

La familia Ferreyros Senra tuvo una vasta descendencia de quince hijos, de los cuales

solo once sobrevivieron. Entre aquellos, tres destacaron por sus servicios prestados a la

Marina de Guerra del Perú. El mayor de los hermanos, Manuel José, nació en 1833 y

alcanzó el grado de capitán de corbeta. Fue conocido como uno de los Cuatro Ases de la

Marina de Guerra del Perú, junto a Miguel Grau Seminario, Lizardo Montero y Aurelio

García y García. Manuel José falleció en Puno en 1876, por lo que no pudo participar

junto a sus compañeros en la Guerra con Chile. Quien sí participó en el conflicto fue su

hermano Carlos Francisco Hipólito, con quien Manuel José es frecuentemente

confundido2. Él sirvió como capitán de navío a bordo de la Pilcomayo, y falleció en

Lima en 1910, cuando ejercía el cargo de senador en el Congreso Peruano. Finalmente,

el tercer hijo marino es Eusebio Demetrio, quien nació en 1847 y falleció a

consecuencia del maremoto de Arica de 1868, luego que varase la corbeta América, en

la que servía.

La carrera burocrática de Manuel Ferreyros se inicia en 1808, cuando ingresa a la Real

Aduana como empleado meritorio en la contaduría. En 1809 el propio virrey Fernando

de Abascal lo nombra amanuense interino de la misma oficina, permaneciendo dentro

de la administración colonial hasta la llegada de la Escuadra Libertadora al Perú.

Pronto, sin embargo, Manuel Ferreyros se vincula a los patriotas, siendo uno de los

firmantes del Acta de la Independencia de 1821, y continúa laborando al servicio de la

Aduana. De acuerdo con Celia Wu, en 1825 es designado oficial mayor y luego

administrador en propiedad de esa dependencia, y en 1833 asume la dirección general

de las aduanas de la república, hasta su jubilación en 1849 (Wu, 1991: 18). Manuel

Ferreyros fue básicamente un funcionario aduanero, institución a la que siempre retorna

a laborar luego de cumplir con sus servicios en el campo de la diplomacia, como

ministro de estado o como diputado al Congreso Nacional, así como luego de finalizar

su exilio en el Ecuador.

Ferreyros desempeña una serie de breves cargos administrativos, principalmente durante

las gestiones de Agustín Gamarra, Felipe Santiago Salaverry y Ramón Castilla,

caudillos militares de notoria influencia y poder político, con quienes cultiva una gran

amistad. Los cargos desempeñados por Manuel Ferreyros fueron a grandes rasgos los

siguientes (Tizón y Bueno, 1916: 21-29):

2 Es un error frecuente entre los historiadores peruanos. Celia Wu se confundió también al respecto, pero

aquello no desmerece de ninguna manera el valioso aporte realizado por sus investigaciones sobre

Manuel Ferreyros.

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1825. Viaje a Colombia junto a otros diputados en representación del Congreso

Constituyente, en el objeto de solicitar a las autoridades del país la extensión del

permiso de Bolívar en el Perú. En esta ocasión conoce a Santander.

1829. Prefectura de Lima.

1830. No acepta el cargo de ministro de hacienda, pero sí el de ministro plenipotenciario

en Bolivia. Negociación Ferreyros-Olañeta.

1831. Secretaría general en el gobierno de Agustín Gamarra.

1835. Ministerio de gobierno y de relaciones exteriores en el gobierno de Felipe

Santiago Salaverry.

1839. Primer presidente de la asamblea que inauguró el Congreso Constituyente de

Huancayo. Rechaza una vez más el cargo de ministro de hacienda, pero acepta asumir la

cartera de relaciones exteriores durante el segundo gobierno de Agustín Gamarra.

1840. Gestiones de paz en Bolivia.

1841. Tratado de paz y amistad con Brasil (Convenio no ratificado).

1842. Tratado de comercio y navegación con Brasil (Convenio no ratificado).

1847. Presidente del Congreso Americano de Plenipotenciarios de Lima.

1849. Ministro de relaciones exteriores durante el gobierno de Ramón Castilla.

1855. Director nacional de hacienda y presidente de la Junta de examen de los actos

financieros en relación a la consolidación del gobierno de Echenique. Dirección

nacional de estudios y el comité de la reorganización de instrucción pública durante el

segundo gobierno de Ramón Castilla.

1856. Presidente de la comisión de la revisión de los libros de aduana y también de la

comisión para la clasificación científica en el Museo Natural.

1858-1859. Participa en las negociones diplomáticas en torno a la cuestión del Ecuador

(Guerra de 1858) y firma acuerdos de comercio y amistad con Bolivia.

De acuerdo con Celia Wu (1991: 20), Manuel Ferreyros también destaca por su

producción literaria. Compone odas y poemas para las celebraciones históricas, y se

siente atraído por la mitología griega. Cultiva el género festivo y traduce el Childe

Harold’s Pilgrimage de Lord Byron.

Manuel Ferreyros fallece en Lima el 24 de septiembre de 1872, pocas semanas luego de

la asunción al mando de Manuel Pardo y Lavalle, y un mes exacto luego de cumplir los

79 años. Su partida fue muy dolida tanto en el Perú como en el extranjero, recibiendo

más de un homenaje a su memoria.

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Su oposición a la Confederación Perú-Boliviana y los pormenores de su exilio en el

Ecuador

Manuel Ferreyros es una persona profundamente nacionalista y recelosa frente a los

intereses comerciales de las potencias extranjeras en el Perú, así como frente a la

participación de personajes foráneos en los asuntos domésticos del país. Manuel

Ferreyros estuvo vinculado a los intereses de la aristocracia limeña, y considera que los

puestos de la administración pública debían recaer únicamente en manos de quienes

eran oriundos de la tierra. En el campo económico, él se siente identificado con la

postura del nacionalismo económico (Gootenberg, 1989: 24-25).

Para Manuel Ferreyros, Santa Cruz no era peruano, sino un personaje boliviano que

buscaba entrometerse en las cuestiones internas del Perú. Él percibía a la intervención

santacrucina como un atentado alevoso contra la soberanía del país, y un peligro a su

independencia y libertad. El Perú estaba en manos de un extranjero que iba a disponer

de las riquezas nacionales e imponer un sistema de gobierno contrario a la voluntad de

los peruanos. Es por ese motivo que Manuel Ferreyros decide combatir decididamente

el proyecto de la Confederación Perú-Boliviana.

Manuel Ferreyros se identifica plenamente con la posición de Felipe Santiago Salaverry,

quien considera a la guerra en contra de las fuerzas santacrucinas como una suerte de

segunda guerra de independencia, análoga al enfrentamiento que sostuvieron patriotas y

realistas en tiempos de la emancipación. De acuerdo con tal discurso, la política de las

autoridades coloniales resultaba contraria a los intereses del Perú. El país había optado

por la independencia con miras a alcanzar la máxima felicidad y prosperidad para el

porvenir de la Nación, libre de toda dominación extranjera y de la presencia de

elementos foráneos en la administración pública. Andrés de Santa Cruz sería así un

ambicioso y advenedizo ciudadano boliviano que se disponía a conquistar el Perú

mediante la fuerza de las armas, y una vuelta al ominoso pasado de la dominación

extranjera.

Hay que tomar en cuenta que Manuel Ferreyros era oriundo de Lima, zona que junto al

Norte del Perú resultó ser la más desafecta al proyecto de la Confederación Perú-

Boliviana. Lima iba a perder su tradicional posición de hegemonía política en el

escenario peruano, quedándose relegada frente al eje formado por la sierra sur andina.

Por tanto, la postura nacionalista de Manuel Ferreyros no estaría lejos de una

“perspectiva limeña” que, si bien nunca fue unánime, en líneas generales veía de

manera negativa los planes de Santa Cruz (Sobrevilla, 2011: 63-64).

Manuel Ferreyros actúa como ministro de gobierno y relaciones exteriores durante el

breve gobierno de Felipe Santiago Salaverry. El joven presidente peruano partió al sur

para enfrentarse a Santa Cruz, sufriendo una derrota decisiva en Socabaya, siendo

capturado y luego ejecutado en la plaza de armas de Arequipa junto a varios de sus

principales colaboradores (Taylor Parkerson, 1984: 87-88). En diciembre de 1835, y

ante la inminente llegada de las fuerzas santacrucinas a la capital peruana, los miembros

del consejo de gobierno –entre los cuales se encuentra Manuel Ferreyros– deciden huir

en búsqueda de refugio. Josefa Senra estaba próxima a dar a luz –Sofía Ferreyros Senra

nació el 2 de enero del año entrante–, situación que complicaba la pronta partida de la

familia de Lima. Las amistades de Manuel Ferreyros le permiten mantenerse escondido

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en La Punta por espacio de cinco meses, mientras su esposa y tres de sus hijos –Manuel,

Federico y Sofía– permanecen refugiados en el convento de la Concepción.

De acuerdo a Celia Wu, durante todo ese tiempo los agentes de Santa Cruz intentaron

infructuosamente ubicar a Manuel Ferreyros, y hacerle llegar la propuesta del propio

Andrés de Santa Cruz para que trabajase junto a él en el nuevo gobierno. Sin embargo,

Manuel Ferreyros ya había decidido partir junto a su familia al exilio y reunirse con

Agustín Gamarra, quien se encontraba en Ecuador desde el 28 de abril, procedente de

Costa Rica (Wu, 1991: 27). Una vez que mejoraron las condiciones para emprender el

viaje, la familia Ferreyros-Senra partió desapercibidamente del Callao a bordo de la

fragata Flora, arribando a Guayaquil el 6 de agosto. Inclusive, estando en Guayaquil los

emisarios de Santa Cruz ubican a Manuel Ferreyros y le proponen que retornara a Lima

al servicio de la Confederación, propuesta que rechaza sin vacilaciones.

Manuel Ferreyros es uno de los numerosos políticos peruanos que partieron al exilio

ante el ascenso de Santa Cruz al poder y el establecimiento de la Confederación Perú-

Boliviana. Los exiliados peruanos eran opuestos al proyecto santacrucista, y estaban

dispuestos a continuar la lucha en contra del caudillo paceño desde el extranjero,

conformándose así dos grandes núcleos opositores, uno en Chile y el otro en Ecuador.

En palabras de Celia Wu, el grupo opositor de Chile es un grupo amorfo integrado por

varias facciones que salen del Perú durante las luchas partidarias, y que tiene la gran

ventaja de contar con el apoyo decidido del gobierno de Chile. Mientras tanto, el grupo

opositor refugiado en el Ecuador está liderado por Agustín Gamarra, quien es el caudillo

peruano de mayor prestigio de todos los exiliados, y era un grupo coherente de ex

partidarios de Salaverry y Gamarra que salen del Perú entre 1835-1836, formando un

grupo de aproximadamente cuarenta miembros. Manuel Ferreyros decidió unirse al

grupo opositor de Ecuador debido a que veía en Agustín Gamarra el rival más apto e

idóneo para vencer a Santa Cruz y destruir la Confederación, además de ser la persona

más indicada para que tomase el control del Perú una vez terminada la guerra (Wu,

1991: 27-28).

La elección de Chile y Ecuador como punto de reunión y foco de conspiración en contra

de la Confederación no resultaba casual. Ambos países eran vecinos inmediatos a la

Confederación Perú-Boliviana y la flanqueaban en sus extremos norte y sur, y el

Océano Pacífico facilitaba enormemente las comunicaciones y el transporte entre las

zonas ribereñas. Chile y Ecuador disponían de los recursos económicos, humanos y

materiales mínimos como para poder preparar desde su territorio una expedición militar

en contra de la Confederación. Además, los políticos en Santiago y Quito seguían de

cerca los acontecimientos en el Perú, y los exiliados peruanos estaban decididos a

conseguir la adhesión oficial a su causa.

Las potenciales expediciones que se podían organizar desde Chile o Ecuador iban a ser

de naturaleza distinta. La barrera natural del desierto de Atacama hacía que la

expedición chilena tuviera en un primer momento un carácter netamente marítimo,

cuyos objetivos militares inmediatos estarían centrados en la zona del litoral. En

cambio, desde suelo ecuatoriano podría prepararse una expedición tanto marítima como

terrestre, o una combinación de ambas. La idea de una excursión de carácter terrestre

desde el Ecuador resultaba especialmente favorable para los exiliados peruanos debido a

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que las fuerzas confederadas podrían verse acosadas de manera simultánea desde el

norte por vía terrestre y desde el sur por vía marítima.

Una ventaja de la posición geográfica del Ecuador era que el Estado Nor-Peruano era –

en términos militares– el menos guarnecido de toda la Confederación, y el más reacio a

aceptar el proyecto político santacrucista. Adicionalmente, las tropas confederadas que

se destinaran a la defensa del norte se hubieran visto forzadas a emprender una larga

marcha desde la sierra sur al norte del país, lo que habría agotado a sus fuerzas. Una

invasión simultánea a la Confederación proveniente de los dos países no solo

garantizaría mayores posibilidades de triunfo a favor de la causa de los opositores

peruanos, sino que adicionalmente le otorgaría mayor legitimidad al derrocamiento de

Andrés de Santa Cruz, en cuanto sería un “asunto de carácter americano”.

Ahora bien, si bien en Chile las autoridades políticas decidieron obrar decididamente a

favor de la destrucción de la Confederación Perú-Boliviana, sus homólogas ecuatorianas

actuaron de manera distinta. En ese entonces los dos principales líderes de la escena

política ecuatoriana eran el presidente Vicente Rocafuerte, y su antecesor en el cargo –y

quien se voceaba además como su sucesor en la presidencia–, Juan José Flores. De

acuerdo con Celia Wu, Vicente Rocafuerte, fiel a sus principios liberales, no deseaba

intervenir y, más bien, miraba a la Confederación con cierta simpatía y profesaba

admiración por las dotes de gobernante de Santa Cruz. En cambio, Juan José Flores era

un hombre ambicioso y de gran vanidad, desdeñaba el encumbramiento de Santa Cruz

aunque en el fondo deseaba emularlo. Los gobiernos de Chile y de la Confederación

trataron de ganarse a los dos líderes ecuatorianos a sus respectivas causas a través de sus

agentes diplomáticos (Wu, 1991: 29-30).

Pronto se hizo evidente que desde Ecuador no iba a ser posible organizar una

expedición restauradora equiparable a la que era patrocinada por el gobierno chileno. La

postura oficial del gobierno quiteño fue seguir una estricta neutralidad en torno al tema

de la Confederación. El presidente dispuso que los exiliados peruanos vivieran a 50

leguas de distancia de Guayaquil, y advirtió que tomaría duras represalias en caso de

encontrarse evidencia de la preparación de una expedición. El congreso ecuatoriano

rechazó la moción de expulsión de los exiliados que presentó Rocafuerte, lo que no fue

impedimento para que éste iniciara una campaña de hostigamiento en contra de los

peruanos, siendo Manuel Ferreyros una de sus principales víctimas. De su lado, Juan

José Flores tuvo una mejor disposición para entenderse con los peruanos, a quienes

protegió durante su estancia en Ecuador. Sin embargo, él ya había descartado participar

directamente en una campaña militar en contra de la Confederación. El gobierno de

Chile retiró las ofertas económicas que había hecho a su homólogo ecuatoriano con

miras a convencerlo de participar en la guerra, mientras que a fines de diciembre

Agustín Gamarra decide embarcarse a Valparaíso en compañía de sus seguidores más

cercanos.

Las posibilidades de invadir el Perú desde Guayaquil eran ahora más remotas. No

obstante, de acuerdo con Celia Wu, Ecuador quedó como una retaguardia, en caso que

fracasasen los planes restauradores chilenos. La representación de los emigrados

peruanos en el Ecuador recayó entonces en manos de Manuel Ferreyros (Wu, 1991: 20).

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La familia Ferreyros-Senra permaneció exiliada en el Ecuador por tres motivos. En

primer lugar, no resultaba recomendable emprender un viaje por el riesgo que aquello

podría significar para la salud de los niños pequeños. La partida al exilio de la familia

había producido el fallecimiento de la pequeña Sofía, y Josefa dio a luz dos nuevas hijas

en Guayaquil, Sofía Augustina en marzo de 1837, y Mercedes en marzo de 1838. En

segundo lugar, Manuel Ferreyros quería mantener desde Guayaquil las coordinaciones

entabladas con los políticos del Ecuador y Nueva Granada (Colombia), con miras a

convencerlos finalmente de participar en la guerra contra la Confederación. En tercer

lugar, la permanencia de Manuel Ferreyros en el Ecuador le permitiría continuar con la

campaña periodística que había iniciado con el objeto de ganar una opinión pública

favorable a la causa de los exiliados peruanos.

Manuel Ferreyros mantuvo contacto con autoridades políticas claves que simpatizaban

con la causa de los exiliados peruanos. Entre los más importantes destacaron –además

del ya mencionado Juan José Flores– el presidente de Nueva Granada, Francisco de

Paula Santander; Joaquín Acosta, representante diplomático de Nueva Granada en

Ecuador; José González, general de origen chileno que se desempeñaba como ministro

del Interior y de Relaciones Exteriores del Ecuador; y Ventura Lavalle, encargado de

negocios de Chile en Ecuador.

Ventura Lavalle fue el encargado de brindar los fondos económicos necesarios para que

Manuel Ferreyros financiara su campaña publicitaria en el Ecuador, la cual consistía en

la distribución de nuevas publicaciones o reimpresiones de artículos pertenecientes a

periódicos extranjeros. Entre las nuevas publicaciones destacaron el Perú, Traición de

Santa Cruz, Proclama a los pueblos del Perú, Perú-Chile, Defensa y Reimprimiremos;

y se reimprimieron los artículos editoriales de los periódicos Argos y La Crónica de

Nueva Granada y El Araucano de Chile. Sin embargo, como nos recuerda Celia Wu, la

campaña periodística de Manuel Ferreyros llegó a su cenit recién con la aparición de El

Ariete en mayo de 1838 (WU, 1991: 38).

El Ariete de Guayaquil. Características generales

El Ariete fue un semanario publicado durante once meses entre mayo de 1838 y marzo

de 1839 (Wu, 1991: 39). La edición y el financiamiento corrieron a cargo de Manuel

Ferreyros y Ventura Lavalle, respectivamente. Su primer ejemplar apareció medio año

después del producirse el fracaso de la primera Expedición Restauradora en Arequipa y

la firma del Tratado de Paucarpata, mientras que su último ejemplar fue publicado luego

del colapso de la Confederación. En lo que respecta a la naturaleza del semanario, Celia

Wu anota lo siguiente:

El Ariete responde a las características que Porras calificó como montonerismo

literario. Es el reflejo literario del montonerismo que surge de repente con el propósito

de desorganizar y desconcertar. Su ataque se centra en un gobierno inseguro y presagia

su caída inminente. También acomete contra sus enemigos con el uso de apodos y

motes, en donde se recurre a comparaciones con personajes históricos y sus acciones.

Expresa la situación exacta de un momento político y traduce la amargura e indecisión

de un periodo convulso. Los escritos giran, generalmente, alrededor de una persona

cuyo nombre no figura y sobresale por su ingenio y audacia, que se reflejan desde el

editorial reflexivo hasta el chisme alegre e insidioso. Su lectura despierta la curiosidad

pública, por su estilo de ironía y frases burlescas. Su financiación proviene de arcas

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fiscales gubernamentales y la publicación desaparece una vez que se ha conseguido su

objetivo (Wu, 1991: 39).

Al interior de El Ariete se señala que el semanario se imprimía en la Imprenta de

Vivero, a cargo de José F. Puga. En la parte superior de los ejemplares siempre aparece

un encabezado en donde se hace una alusión a la libertad perdida por el Perú a manos de

Andrés de Santa Cruz:

La libertad es un poder vivo, que cada uno siente en sí mismo y en torno de sí; es el

jenio protector del hogar doméstico; la garantía de los derechos sociales, y el primero de

estos derechos.

El opresor que se cubre con el nombre de la libertad, es el peor de todos los opresores:

agrega la impostura á la tirania, y la injusticia a la profanacion, porque el nombre de la

libertad es siempre santo.

Ahora bien, en lo que respecta a las ediciones de El Ariete, a continuación se presenta

un cuadro en el que se incluye el número de publicación, la fecha en la que apareció, la

compaginación presente en el semanario y el total de carillas impresas por cada

ejemplar:

Número Fecha de publicación Compaginación Carillas impresas

1 Sábado 12 de mayo de 1838 1-4 Cuatro

2 Sábado 19 de mayo de 1838 5-8 Cuatro

3 Viernes 1° de junio de 1838 9-12 Cuatro

4 Sábado 9 de junio de 1838 13-15 Cuatro

5 Domingo 17 de junio de 1838 17-20 Cuatro

6 Sábado 23 de junio de 1838 21-24 Cuatro

7 Domingo 8 de julio de 1838 25-28 Cuatro

8 Sábado 14 de julio de 1838 29-32 Cuatro

9 Sábado 21 de julio de 1838 33-36 Cuatro

10 Viernes 27 de julio de 1838 37-40 Cuatro

11 Domingo 5 de agosto de 1838 41-46* Seis**

12 Domingo 12 de agosto de 1838 47-50 Cuatro

13 Viernes 17 de agosto de 1838 51-54 Cuatro

14 Sábado 25 de agosto de 1838 55-58 Cuatro

15 Viernes 31 de agosto de 1838 59-62 Cuatro

16 Viernes 7 de septiembre de 1838 63-66 Cuatro

17 Miércoles 12 de septiembre de 1838 67-70 Cuatro

18 Martes 18 de septiembre de 1838 71-74 Cuatro

19 Miércoles 26 de septiembre de 1838 75-78 Cuatro

20 Miércoles 3 de octubre de 1838 79-82 Cuatro

21 Miércoles 10 de octubre de 1838 83-86 Cuatro

22 Martes 16 de octubre de 1838 87-92 Seis

23 Lunes 22 de octubre de 1838 93-96 Cuatro

24 Martes 30 de octubre de 1838 97-100 Cuatro

25 Lunes 5 de noviembre de 1838 101-104 Cuatro

26 Martes 13 de noviembre de 1838 105-108 Cuatro

27 Martes 20 de noviembre de 1838 109-112 Cuatro

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28 Lunes 26 de noviembre de 1838 113-116 Cuatro

29 Martes 4 de diciembre de 1838 117-122 Seis

30 Martes 11 de diciembre de 1838 123-126 Cuatro

31 Martes 18 de diciembre de 1838 127-130 Cuatro

32 Martes 25 de diciembre de 1838 131-134 Cuatro

33 Martes 1º de enero de 1839 135-138 Cuatro

34 Martes 8 de enero de 1839 139-142 Cuatro

35 Martes 15 de enero de 1839 143-146 Cuatro

36 Martes 22 de enero de 1839 147-150 Cuatro

37 Martes 29 de enero de 1839 151-154 Cuatro

38 Domingo 3 de febrero de 1839 155-158 Cuatro

39 Martes 5 de febrero de 1839 159-160 Dos

40 Martes 12 de febrero de 1839 161-168 Ocho**

41 Martes 19 de febrero de 1839 169-174 Cuatro

42 Martes 26 de febrero de 1839 173-176 Cuatro

43 Martes 5 de marzo de 1839 177-180 Cuatro

44 Martes 19 de marzo de 1839 181-188 Diez

Elaboración propia.

* Incluye el “Alcance al Ariete”.

** La última carilla aparece en blanco.

El Ariete era publicado de manera regular una vez por semana. Sin embargo, el día

exacto de su salida de la imprenta era variable. Entre marzo y comienzos de septiembre

de 1838 El Ariete solía aparecer entre cualquiera de los tres últimos días de la semana

(viernes, sábado y domingo). Luego, desde septiembre hasta finales de noviembre, El

Ariete podía ser publicado entre cualquiera de los tres primeros días de la semana

(lunes, martes y miércoles). Finalmente, desde diciembre de 1838 hasta su última

publicación El Ariete salía los días martes. Resulta llamativo que ninguna de sus

ediciones haya salido publicada el día jueves.

Se publicó un total de 44 ediciones. Los ejemplares contaban con cuatro carillas, a

excepción de seis números especiales. A la edición 11° se le incluyó una hoja adicional

titulada “Alcance al Ariete”, debido a que su editor quiso adjuntar a la edición ya

terminada de imprimir un breve suplemento con noticias adicionales que recientemente

se habían recibido desde el Perú por vía marítima. Las ediciones 22° y 29° cuentan con

un par de carillas más para cubrir mejor los pormenores en torno a la segunda Campaña

Restauradora, que estaba en uno de sus momentos más álgidos. La edición 39° es la más

breve de todas, debido a que la semana anterior se había publicado ya dos veces el

semanario informando a los lectores sobre el triunfo conseguido por las fuerzas

expedicionarias chileno-peruanas en Yungay. La edición 40° tiene ocho carillas, y en la

cual informa sobre los últimos acontecimientos sucedidos en el Perú a consecuencia del

colapso de la Confederación Perú-Boliviana. Finalmente, la edición 44° es la más

voluminosa de todas, ya que cuenta con diez carillas, en donde se informa con

beneplácito los cambios que se aprecian en el panorama político del Perú, e incluye una

despedida a los lectores. Todas las carillas están impresas, a excepción de las ediciones

11° y 40°, en las cuales la última carilla aparece en blanco. Esto permite apreciar la

filigrana del papel, en la que aparece el símbolo y las siglas de la fábrica europea de

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donde se importó el papel –compuesto de fibra vegetal– y el año de su fabricación

(1836).

En lo que respecta al formato o presentación general del semanario, El Ariete cuenta

con dos características que los distinguen del promedio de publicaciones periódicas de

la época. En primer lugar, la numeración de los ejemplares no se corta entre cada

edición, sino que continúa de manera ininterrumpida, contabilizando hasta un total de

188 carillas. En segundo lugar, El Ariete contaba con modestas dimensiones: de

aproximadamente 29 cm por 79 cm.

En lo que respecta a su contenido, El Ariete es el semanario ecuatoriano que lideró la

campaña periodística en contra de la Confederación Perú-Boliviana, la cual es

presentada como una amenaza de carácter continental tanto en lo que respecta a la

soberanía de los países vecinos así como para el sistema republicano de gobierno

representativo. Andrés de Santa Cruz es presentado como un tirano de origen boliviano

que ha usurpado el poder político en el Perú y que ha permitido que las potencias

extranjeras avancen en sus intereses comerciales en detrimento de los nacionales. El

Ariete acusa al caudillo paceño de mantenerse en el poder gracias al apoyo que le

brindan los militares extranjeros que están bajo su mando. Los temas nacionales, es

decir, los artículos que abordan asuntos pertenecientes al ámbito ecuatoriano, son

bastante escasos, y casi sin excepción guardan ligazón con la cuestión de la amenaza

que representa Andrés de Santa Cruz para el país.

Pasemos a continuación a distinguir cuáles eran las secciones principales de El Ariete.

En líneas generales, las más representativas serían cuatro que llevan los títulos de

“Exterior”, “El Ariete”, “Remitidos” y “Avisos”.

“Exterior”

En esta sección se publicaban básicamente trascripciones de documentos oficiales, tanto

de los gobiernos de la Confederación Perú-Boliviana como de su homólogo chileno, en

especial los relativos a la segunda Expedición Restauradora. En las últimas ediciones

aparecen también los documentos del gobierno provisional del Perú. Es posible leer

algunos documentos relativos a Argentina, Ecuador, e inclusive a México, pero aquello

no es lo usual. También en esta sección se reimprimen artículos de la prensa extranjera,

en su mayoría procedentes de Nueva Granada, Venezuela, Chile y Perú. También hay

algunos cuantos artículos provenientes de Inglaterra y los Estados Unidos. Los temas

predilectos de tales artículos son en su mayoría relativos a la guerra contra la

Confederación Perú-Boliviana, y en menor medida a los tratados comerciales con las

potencias extranjeras y las intervenciones francesas en México (guerra de los Pasteles) y

la Confederación argentina (bloqueo al Río de la Plata).

“El Ariete”

Es la voz propia del semanario. En esta sección el editor del periódico comparte su

opinión y punto de vista con respecto a las últimas noticias que se reciben de la guerra

contra la Confederación Perú-Boliviana, y se comentan los documentos y notas

periodísticas pertenecientes a la prensa escrita de otras latitudes. En los últimos dos

meses de vida de El Ariete, el tema de la intervención francesa en México empezó a

llamar especialmente la atención del editor, aunque en ningún momento logra desplazar

al tema de la Confederación como el principal foco de atención. Muy de vez en cuando,

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en esta sección aparecen noticias relativas al tratamiento de enfermedades o sobre temas

científicos.

“Remitidos”

Se publican cartas enviadas por los lectores. También aparecen composiciones literarias.

Pueden ser poemas a la libertad y en contra de la tiranía y la opresión, o diatribas

crueles en la cuales se mofan de Andrés de Santa Cruz o de los jefes chilenos Manuel

Blanco Encalada o Antonio José de Irisarri, éstos últimos por motivo del Tratado de

Paucarpata.

“Avisos”

Es la sección más breve de las cuatro que han sido identificadas hasta el momento. De

acuerdo a lo anunciado por el semanario, los avisos eran publicados sin costo alguno.

La extensión de las secciones “Exterior”, “El Ariete” y “Remitidos” dependía de la

coyuntura en la que salía el semanario. Una queja constante de El Ariete era que durante

cada cierto tiempo las noticias que se recibían del Perú eran bastante escasas en

contenido y que demoraban mucho en arribar. Eso se tornó moneda corriente una vez

que la segunda Expedición Restauradora ingresó al territorio de la Confederación.

Cuando los barcos que traían las noticias y la correspondencia marítima proveniente del

sur demoraban en arribar a Guayaquil, El Ariete enfatizaba en los artículos periodísticos

publicados en Nueva Granada y Venezuela.

Llama poderosamente la atención que en ningún momento figura al interior del

semanario el nombre de Manuel Ferreyros como editor de la publicación, así como

tampoco existe alusión al financiamiento que recibía El Ariete de los fondos públicos

pertenecientes al estado chileno. Aquello sería antes que una cuestión exclusiva de El

Ariete una característica propia del montonerismo literario. En el número 14° del

domingo 12 de agosto de 1838 aparece publicada en la sección “Remitidos” una carta

firmada por el propio Manuel Ferreyros. Aquella es la única mención que se realiza de

su persona en El Ariete. Manuel Ferreyros se dirige al director del semanario como

SS.EE. [Señores editores], y le solicita que le proporcione un espacio para que pueda

publicar su carta. Eso es una evidencia de que Manuel Ferreyros buscaba evitar ser

identificado como el promotor de El Ariete:

REMITIDO

SS.EE.

Enemigo siempre de llamar la atencion pública, y mucho mas en mi actual posicion, me

es sumamente sensible verme en la necesidad de pedir a UU. un corto espacio en sus

columnas para hablar de mí mismo.

Habiéndome noticiado un amigo que el “Eco del Norte” periódico oficial de Lima, núm

2, 11 de julio, se me citaba por mi nombre otros varios peruanos emigrados que se trae a

consideracion por el editor de ese papel, que ni sé quien es, ni quiero saberlo. Su objeto

en jeneral, parece que es inducir a la creencia de que todos o la mayor parte de los

asilados en territorio extraño, no fueron proscritos, sino que fugaron por motivos que

cada uno encontraba en su conciencia para temer resultados perniciosos. Si el término

proscribir se ha usado allí en la acepcion de desterrar, convengo en que no fue la

conciencia de alguno de los pecados políticos que anota el “Eco”, lo que me obligó a

dejar el territorio peruano: de muy distinta naturaleza fueron mis motivos; y puesto que

se me fuerza a revelarlos, haré, aunque con verdadera repugnancia, y de la peor gana del

mundo.

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[…]

Guayaquil, 1.° de agosto de 1838.

M. Ferreyros3.

Adicionalmente, cuando uno lee los editoriales de El Ariete, se nota que aquellos son

redactados de tal manera que “lo ecuatoriano” termina siendo presentado como un

nosotros, ocultándose así que el semanario tiene por autor a un peruano:

NOTICIA IMPORTANTE

Bajo de este epìgrafe anuncia el “Investigador católico” de Bogota, n° 24, haber

reconocido el sumo Pontìfice Gregorio XVI la independencia del Ecuador. Mucho

celebramos los ecuatorianos haber recibido esta prueba de benevolencia de Su Santidad,

especialmente en los momentos mismos, como observa el “Investigador”, en que los

poderosos de Europa nos consideran poco. Nosotros añadimos- que ojalá nos

considerasen todavia ménos, con tal que no nos hostilizaran y deprimieran, ya directa ya

indirectamente, como lo estan haciendo algunos de ellos en diversos puntos de América.

El Santo Padre, cuyas ideas liberales eran ya conocidas, penetrando de la justicia que

tuvimos para sustraernos del dominio de la metrópoli, y del derecho que nos asiste para

gobernarnos por nosostros mismos, no ha querido diferir el reconocimiento, a fin de

unirse tambien por las relaciones de la política a un pueblo que tan ligado estaba a S.S.

por los vìnculos espirituales- Congratulémosnos pues, por tan plausible nueva4.

La visión de los extranjeros

Una de las principales acusaciones que lanza El Ariete en contra de Santa Cruz se basa

en su condición de extranjero. El ejemplar número 4 de El Ariete resulta bastante

representativo al respecto. Es el único de todos los números del semanario en donde

únicamente es publicada una sección, en la cual Manuel Ferreyros, justifica su

oposición a Santa Cruz no solo por ser un usurpador de origen foráneo, sino también

porque las tropas que lo mantienen son extranjeras y está al servicio de intereses

comerciales extranjeros5.

La presencia extranjera de Santa Cruz es tildada como una amenaza a la soberanía de

las repúblicas americanas, y en los sucesivos números del semanario Manuel Ferreyros

va a enfatizar este punto:

CORSARIOS DE ULTRA-MAR

No podemos dar otra denominacion a dos buques estranjeros, armados por estranjeros,

con cañones estranjeros, mandados por estranjeros y tripulados por estranjeros, que

preparados con mucho disimulo en el Callao, bajo los auspicios protectorales, salieron

de improviso a ejercer toda especie de hostilidades contra los buques americanos que

sostienen la causa de la independencia. Los estranjeros, ya que no han podido hacer la

guerra al Perú y a Chile cubiertos con sus respectivos pabellones, y con todos los

elementos de la marina real, han tenido el neutral e imparcial miramiento de disfrazarse

con el pabellon peruano.

[…]

Estan ya comprobadas las miras de aquellos estranjeros, que sin respeto a la majestad de

los pueblos, ni a la opinion del mundo civilizado, y con desprecio de todos nuestros

3 El Ariete 12 de agosto de 1838.

4 El Ariete, 5 de febrero de 1839.

5 El Ariete, 9 de junio de 1838.

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derechos y de los ilustres principios que profesamos, se han declarado abiertamente

enemigos de la causa americana, y cooperadores zelososo y activos en la nefanda

empresa de esclavisar el continente- El camino de los mas ruines y necios aspirates está

abierto. En adelante cualquier ambicioso por miserable que sea, podrà fácilmente

hacerse dueño de uno ó mas estados, mediante la sencilla promesa de ponerlos a la

disposicion de los últimos hombres de Europa, con tal que estos lo ayuden a usurpar,

someter, oprimir, saquear y degollar a los señores naturales del país. ¿A quién nos

provocarà una especulacion tan brillante, que le proporcionara en tres o cuatro años

embolsar tres ó cuatro millones a costa de repartir diez ó doce de un pais ajeno entre

amigos que lo protejieran y sostuvieran? ¡Americanos! ¡Americanos! ¡Abrid los ojos:

fijadlos en Buenos Aires y Méjico, en Chile y el Perú!!!!6.

La prensa en otras latitudes

El Ariete solía publicar artículos pertenecientes a otros periódicos que coincidían en su

oposición al proyecto santacrucista, tales como La Bandera, El Argos, El Amigo del

pueblo, El Labrador y Artesano, y La Calavera, de Bogotá; El Independiente, El

Republicano, y El Soldado granadino de Popayán; El Venezolano, de Valencia, y El

Liberal, de Caracas. Sin embargo, en las últimas semanas de El Ariete, algunos de tales

periódicos habían dejado de llegar a la oficina de redacción de Manuel Ferreyros:

Avisos

Mucho tiempo hace que esta imprenta remite con regularidad y ecsatitud por todos los

correos, ejemplares del “Ariete” a los SS. Editores de la Bandera, el Argos, el Amigo

del pueblo, el Labrador y Artesano, y la Calavera, de Bogotá- del Independiente, el

Republicano, y el Soldado granadino, de Popayan- del Venezolano, de Valencia, y del

Liberal, de Caracas. Aunque unas pocas veces se recibieron en retorno algunos nùmeros

de estos periódicos, jeneralmente solo venian ya el Amigo del Pueblo, la Bandera, y el

Liberal; y de pocos semanas a esta parte, ya no se recibe el primero. No debiendo

atribuirse esta falta de omision de los corresponsales, es presumible ó que los

ejemplares del Ariete se pierden en el tránsito del Ecuador a Nueva Granada, ó que se

estravían los retornos. Muy sensible sería cualquiera de los dos supuestos. El descuido y

la poca seguridad en una ó más estafetas destruiria la confianza, y desconcertaría el jiro

de la correspondencia7.

Conclusiones

De acuerdo a la visión nacionalista de Manuel Ferreyros, Santa Cruz no era peruano,

sino un boliviano que buscaba entrometerse en las cuestiones internas del Perú. Él

percibía a la intervención santacrucina como un atentado alevoso contra la soberanía del

país, y un peligro a su independencia y libertad. El Perú estaba en manos de un

extranjero que iba a disponer de las riquezas nacionales e imponer un sistema de

gobierno contrario a la voluntad de los peruanos. Es por ese motivo por el que Manuel

Ferreyros decidió combatir decididamente el proyecto de la Confederación Perú-

Boliviana.

Manuel Ferreyros se identificó plenamente con la posición de Felipe Santiago

Salaverry, quien consideraba a la guerra en contra de las fuerzas santacrucinas como

una suerte de segunda guerra por independencia, análoga al enfrentamiento que

6 El Ariete, 18 de diciembre de 1838.

7 El Ariete, 5 de marzo de 1839.

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sostuvieron patriotas y realistas en tiempos de la emancipación. De acuerdo con tal

discurso, la política de las autoridades coloniales resultaba contraria a los intereses del

Perú. El país había optado por la independencia en miras a alcanzar la máxima felicidad

y prosperidad para el porvenir de la Nación, libre de toda dominación extranjera y de la

presencia de elementos foráneos en la administración pública. Andrés de Santa Cruz

sería así un ambicioso y advenedizo boliviano que se disponía a conquistar el Perú

mediante la fuerza de las armas, y una vuelta al ominoso pasado de la dominación

extranjera.

Hay que tomar en cuenta que Manuel Ferreyros era oriundo de Lima, zona que junto al

Norte del Perú resultó ser la más desafecta al proyecto de la Confederación Perú-

Boliviana. Lima iba a perder su tradicional posición de hegemonía política en el

escenario peruano, quedándose relegada frente al eje formado por la sierra sur andina.

Por tanto, la postura nacionalista de Manuel Ferreyros no estaría lejos de una

“perspectiva limeña” que, si bien nunca fue unánime, en líneas generales veía de

manera reacia a los planes de Santa Cruz.

Bibliografía

Periódicos

El Ariete de Guayaquil. 1838-1839.

Libros

Gootenberg, Paul (1989). Tejidos y harinas, corazones y mentes: el imperialismo

norteamericano del libre comercio en el Perú 1825-1840. Lima: Instituto de Estudios

Peruanos, 1989.

Sobrevilla Perea, Natalia (2011). The Caudillo of the Andes. Andres de Santa Cruz.

Cambridge/New York: Cambridge University Press.

Taylor Parkerson, Phillip (1984). Andrés de Santa Cruz y la confederación Perú-

Boliviana 1835-1839. La Paz: Editorial Juventud.

Tizón y Bueno, Ricardo (1916). Apuntes biográficos y poesías del doctor Manuel

Bartolomé Ferreyros. Lima: Sanmarti y Cía.

Wu Brading, Celia (1991). Manuel Ferreyros y la patria peruana. Epistolario. 1836-

1839. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.