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Paulo Freire. Cartas a quien pretende enseñar Primer carta El significado crítico del acto de enseñar y del acto de aprender. No tienen una existencia separada. Quien enseña aprende porque reconoce un conocimiento antes aprendido y además, porque observando la manera como la curiosidad del alumno aprendiz trabaja para aprehender lo que se le está enseñando, sin lo cual no aprende, el educador se ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que esté abierto a repensar lo pensado, a revisar sus posiciones, a involucrarse en la curiosidad del alumno y percibir preguntas nuevas. Enseñar reconstruyendo los caminos de su curiosidad. Enseñar enseña al educador a enseñar un cierto contenido, la responsabilidad ética, política y profesional le impone el deber de prepararse, capacitarse y graduarse antes de iniciar sus activ. docentes. Sin embargo la experiencia docente requiere una capacitación permanente del educador y realizar un análisis crítico de su práctica. La experiencia de aprender implica el estudiar. Esto incluye el aprendizaje anterior y concomitante de quien enseña y el aprendizaje de quien, aún niño, se encuentra en los comienzos de su educación. Como preparación del sujeto para aprender, estudiar es un quehacer crítico, creador, recreador. Una posición crítica no dicotomiza el saber del sentido común del otro saber, más sistemático o de mayor exactitud, sino que busca una síntesis de los contrarios. El acto de estudiar siempre implica el de leer, aunque no se agote en éste. De leer el mundo, de leer la palabra y así leer la lectura del mundo hecha anteriormente. Leer no es memorizar mecánicamente fragmentos del texto, sino procurar la comprensión de lo leído. Enseñar a leer es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión y la comunicación. Y la experiencia de la comprensión será tanto más profunda cuanto más capaces seamos de asociar en ella –jamás dicotomizar- los conceptos que emergen de la experiencia escolar procedentes del mundo cotidiano. ¿Cómo franquear el pasaje de la experiencia sensorial, característica de lo cotidiano, a la generalización que se opera en el lenguaje escolar, y de éste a lo concreto tangible? Una de

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Primera y séptima Carta

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Page 1: Paulo Freire- Cartas

Paulo Freire. Cartas a quien pretende enseñarPrimer carta

El significado crítico del acto de enseñar y del acto de aprender. No tienen una existencia separada. Quien enseña aprende porque reconoce un conocimiento antes aprendido y además, porque observando la manera como la curiosidad del alumno aprendiz trabaja para aprehender lo que se le está enseñando, sin lo cual no aprende, el educador se ayuda a descubrir dudas, aciertos y errores. El aprendizaje del educador al educar se verifica en la medida en que esté abierto a repensar lo pensado, a revisar sus posiciones, a involucrarse en la curiosidad del alumno y percibir preguntas nuevas. Enseñar reconstruyendo los caminos de su curiosidad. Enseñar enseña al educador a enseñar un cierto contenido, la responsabilidad ética, política y profesional le impone el deber de prepararse, capacitarse y graduarse antes de iniciar sus activ. docentes. Sin embargo la experiencia docente requiere una capacitación permanente del educador y realizar un análisis crítico de su práctica.La experiencia de aprender implica el estudiar. Esto incluye el aprendizaje anterior y concomitante de quien enseña y el aprendizaje de quien, aún niño, se encuentra en los comienzos de su educación. Como preparación del sujeto para aprender, estudiar es un quehacer crítico, creador, recreador. Una posición crítica no dicotomiza el saber del sentido común del otro saber, más sistemático o de mayor exactitud, sino que busca una síntesis de los contrarios. El acto de estudiar siempre implica el de leer, aunque no se agote en éste. De leer el mundo, de leer la palabra y así leer la lectura del mundo hecha anteriormente. Leer no es memorizar mecánicamente fragmentos del texto, sino procurar la comprensión de lo leído. Enseñar a leer es comprometerse con una experiencia creativa alrededor de la comprensión y la comunicación. Y la experiencia de la comprensión será tanto más profunda cuanto más capaces seamos de asociar en ella –jamás dicotomizar- los conceptos que emergen de la experiencia escolar procedentes del mundo cotidiano. ¿Cómo franquear el pasaje de la experiencia sensorial, característica de lo cotidiano, a la generalización que se opera en el lenguaje escolar, y de éste a lo concreto tangible? Una de las formas consiste en la práctica de “lectura de la lectura anterior del mundo”. Lectura que antecede a la lectura de la palabra y que se hace en el dominio de lo cotidiano. Esta lectura que se hace a partir de la experiencia sensorial, que no es suficiente pero tampoco puede ser despreciada como inferior por la lectura hecha a partir del mundo abstracto de los conceptos y que va de la generalización a lo tangible. Hay que propiciar una relectura en los alumnos, y también realizar una permanente relectura por parte de los educadores. (ejemplo de la educadora que discutiendo el concepto de cultura a través de una serie de codificaciones y comprendiendo su significado, comparando con su comprensión anterior del mismo resignificó su propia práctica docente ya no solo como un trabajo para vivir sino como hacedora de cultura, de arte). La teoría debe emerger empapada de la práctica vivida.Estudiar es desocultar, es alcanzar la comprensión más exacta del objeto, es percibir sus relaciones con los otros objetos. Implica que el estudioso se arriesgue. No hay que negar el lenguaje simple, “desarmado”, ingénuo ni tampoco el “lenguaje difícil”, que se desarrolla alrededor de conceptos abstractos. La forma crítica de comprender y de realizar una lectura del texto y del contexto no excluye ninguna de las dos formas de lenguaje o de sintaxis. El lector estudioso precisa de instrumentos fundamentales: diccionarios (etimológico, filosófico, de sinónimos y antónimos), manuales de conjugación de verbos, sustantivos y adjetivos, y enciclopedias. La comprensión es trabajada, forjada por quien lee, por quien estudia, que al ser sujeto de

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ella, debe instrumentarse para hacerla mejor. Estudiar es un ejercicio paciente, es una preparación para conocer. Aquí aparece el problema del poder adquisitivo de alumnos y docentes para obtener diccionarios y demás: reivindicar el acceso a este material es un derecho y un deber de los alumnos y maestros.Existe una relación necesaria entre el nivel del contenido del libro y el nivel de capacitación actual del lector. Cuando la distancia entre esos niveles es demasiado grande, todo esfuerzo en búsqueda de la comprensión es inútil.Los procesos de leer y escribir no pueden separarse, están relacionados con el proceso general de conocer. Sin embargo, se suelen dicotomizar y tomarse de manera separada. Esta dicotomía nos acompaña siempre, como estudiantes y como maestros.Leer y escribir deben organizarse de tal modo q sean percibidos como necesarios para algo, como siendo alguna cosa q el niño necesita. Es un esfuerzo q debe comenzar con los preescolares, intensificarse en el proceso de alfabetización y no detenerse jamás.La lectura de Piaget, Emilia Ferreiro, Madalena F. Weffort, entre otros, así como los que tratan sobre el proceso de lectura como Marisa Lajolo y Ezequiel T. da Silva, son de importancia indiscutible.Existe una relación de intimidad entre pensar, leer y escribir y una necesidad de vivir intensamente esa relación.

Séptima carta. De hablarle al educando a hablarle a él y con él: de oír al educando a ser oído por él. Es importante que vivamos la experiencia equilibrada y armoniosa entre hablarle al educando y hablar con él. La educación es un acto político. Su no neutralidad exige que el educador asuma su identidad política y viva coherentemente su opción (sea progresista, democrática, autoritaria, reaccionaria, aferrada a un pasado). El espontaneísmo, a veces da la impresión que se inclina por la libertad pero termina trabajando contra ella. El ambiente de permisividad, de vale todo, refuerza las posiciones autoritarias. Por otro lado, niega la formación del demócrata, del hombre y de la mujer liberándose en y por la lucha a favor del ideal democrático así como niega la formación del obediente, del adaptado con la que sueña el autoritarismo. El espontaneísmo no se define congruentemente por la libertad ni por la autoridad. La relación contradictoria de libertad y la autoridad es una cuestión que no está resuelta a nivel social. Nuestra ambigüedad frente a esto es producto de que vivimos en una sociedad autoritaria. La ideología autoritaria, mandona, de la que nuestra cultura está impregnada, atraviesa las clases sociales (autoritarismo del ministro, del peón, del profesor, del portero del edificio). Entre nosotros, cualesquiera diez centímetros de poder fácilmente se convierten en mil metros de poder y de arbitrio. Precisamente porque no aún no hemos sido capaces de resolver este problema en la práctica social, tendemos a confundir el uso correcto de la autoridad con el autoritarismo y caemos en la licenciosidad o el espontaneísmo, y otras veces somos autoritarios y nos pensamos progresistas. El contrario positivo del autoritarismo manipulador y del espontaneísmo licencioso es la radicalidad de la democracia.Si la maestra es coherentemente autoritaria habla a, para y sobre los educandos. Cuando habla con el educando es como si le estuviera haciendo un favor a él, subrayando la importancia y el poder de su voz. Su preocupación es la de evaluar al alumno. Si la educadora es espontaneísta, en la posición de “dejemos todo como está para ver cómo queda” abandona a los alumnos a sí mismos y termina con no hablar a ni con ellos.Hablar a y con los educandos es una forma sin pretensiones pero altamente positiva que la maestra democrática tiene de dar, dentro de su escuela, su contribución a la

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formación de ciudadanos y ciudadanas responsables y críticos. La escuela democrática, posmodernamente progresista, tiene un gran papel q cumplir en el Brasil actual. En esta escuela la maestra habla a y con el educando, oye al educando y así es oída por él. Nadie vive la democracia plenamente, ni la ayuda a crecer, primero, si es impedido en su derecho de hablar, y segundo, si no se compromete con la lucha por la defensa de ese derecho, q en el fondo también es el derecho de actuar.Del mismo modo como la libertad del educando necesita límites para no caer en la licenciosidad, la voz de la educadora necesita límites éticos. La escuela tiene que transformarse urgentemente en un espacio acogedor y multiplicador de gustos democráticos: escuchar a los otros por el deber de respetarlos, tolerancia, acatamiento de las decisiones tomadas por la mayoría sin perder el derecho del divergente de expresar su opinión, el gusto por la pregunta, por el debate, el gusto del respeto hacia la cosa pública que entre nosotros es tratada como algo privado que se desprecia. (propone discutir en las clases casos de noticias sobre desfalco de hospitales públicos, malversación de fondos o de maquinarias, etc. Discutir lo que representa para nosotros desde el punto de visat material de la economía como el daño ético). No se construye ninguna democracia seria sin trabajar esos gustos democráticos y exigencias éticas. También el gusto por la tolerancia para cercar el gusto autoritarista, racista, machista como negación de la democracia, de las libertades y de los derechos de los diferentes, como negación de un humanismo necesario.Hacer la democracia no con palabras, sí con la reflexión y con la práctica. Uno es lo que hace, dijo un barbudo allá por 1850, y Freire tbién).