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    __________________________________________________________________________________________________________Anuario IEHS 27 (2012), pp. 155-162

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    BIOGRAFA E HISTORIA. REFLEXIONES YPERSPECTIVAS

    Paula Bruno1

    PRESENTACIN

    -Lo malo de Polin -dijo Livio- es que cuando escribe historia se cree obligado

    a suprimir sus sentimientos ms delicados y poticos, y a hacer que sus personajes se comporten

    con una vulgaridad concienzuda, y cuando los hace hablar les niega la menor capacidad oratoria.

    -Si -replic Polin-, la poesa es poesa, la oratoria oratoria, y la historia historia, y no es posible

    mezclarlas.

    -No se puede? Pues yo puedo -dijo Livio- Quieres decir que no debo escribir una historia con tema

    pico porque sa es una prerrogativa de la poesa, ni poner en boca de mis generales dignos discursos,

    en vsperas de las batallas, porque componer tales discursos es prerrogativa de la oratoria?-Eso es precisamente lo que quiero decir. La historia es un registro veraz de lo que ha sucedido, de cmo

    vivi y muri la gente, de lo que hizo y dijo. Un tema pico no hace ms que deformar los hechosRobert Graves, Yo, Claudio

    Este dilogo ficcional entre dos historiadores romanos plantea varias de lascuestiones abordadas en este dossier. Historia y biografa, aspectos estticos yticos, la figura del hroe frente al hombre medio, la historia poltica y la

    biografa de grandes hombres, los individuos, sus acciones y obras, la historiacomo un gnero enemistado con la escritura de rasgos biogrficos, y otrosaspectos sugeridos por Robert Graves en este pasaje, abren un panorama rico ala hora de pensar en la frontera que, durante siglos, ha mantenido enfrentados apartidarios de bandos opuestos: los defensores de la biografa y los detractoresde la misma.

    Si bien la tensin entre biografa y relato histrico puede ser recorrida en uneje cronolgico que encuentra su fecha en un momento muy anterior al sigloXIX,2es desde que la Historia se consolid como disciplina profesional que las

    discusiones se tornaron ms contundentes. Como se ha subrayado reiteradasveces que en la segunda mitad del siglo XIX, ante la intencin de la Historia deconvertirse en una ciencia, los rasgos individuales y humanos del pasado fueron

    1CONICET/Universidad de Buenos Aires, Facultad de Filosofa y Letras, Instituto de Historia Argentina yAmericana Dr. Emilio Ravignani, 25 de mayo 221, 2 piso, CP: 1002, Ciudad Autnoma de BuenosAires. E-mail: [email protected] obra de referencia clsica para pensar el origen de la biografa, sus desafos y problemas es la deArnoldo Momigliano: Gnesis y desarrollo de la biografa en Grecia , Mxico, Fondo de CulturaEconmica, 1986 (1968).

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    puestos en tela de juicio. Se ha repetido tambin que, posteriormente, laencarnizada batalla de Annales contra el dolo individual convirti a labiografa en una forma estigmatizada y sospechada para estudiar el pasado.Aunque con matices, esta sucesin de momentos es aceptada en diferentesrelatos historiogrficos y un nuevo punto de inflexin se fecha hacia las dcadas

    de 1970 y 1980, cuando en el contexto francs (y con proyeccionesinternacionales) comenzaron a proponerse una serie de giros historiogrficos

    ante la denominada crisis de los grandes paradigmas interpretativos vlidoshasta entonces y frente a los desafos propuestos por el giro lingstico.3 Apartir de estas dcadas, regresos, retornos, renovaciones y revisiones han sidopalabras utilizadas ampliamente en la historiografa europea y en las de otraslatitudes.

    En este marco, y no seguramente por casualidad, el ao 1989 fue un aoespecialmente prolfico en lo que se refiere a publicacin de textos que se

    plantearon como reto pensar los usos de la biografa (para retomar el feliz ttulode un artculo de ese ao escrito por Giovanni Levi y publicado en la revistaAnnales).4En diferentes aportes publicados desde fines de la dcada de 1980,entonces, la biografa ha sido pensada como un gnero, como un mtodo y comoun recurso. Esta diferenciacin entre gnero, mtodo y recurso es central,aunque no es usual que los autores que se han explayado al respecto explicitenen cul de las posibilidades estn pensando y usen simplemente la palabrabiografa, como si sta no generara equvocos.

    Sin embargo, los argumentos esgrimidos por unas y otras contribuciones no

    se sostienen en los mismos pilares. Por ejemplo, aquellos textos que abordan elgnero biogrfico y su validez pueden inscribirse en debates que trascienden elcampo disciplinar de la historia y se superponen con la literatura y la crticaliteraria y que estn, quizs, ms permeados por las polmicas suscitadas por elgiro lingstico.

    5 Complementariamente, pensar en el gnero en s, permitesacar conclusiones sobre formas de circulacin y de consumo de la biografa,ms ligadas a las dinmicas de mercado que a las de la produccin de saberes.En este marco, como destac Marc Ferro en un breve pero elocuente texto, labiografa nunca ha sido un tab para el pblico, aunque s lo ha sido para los

    3La bibliografa sobre estas cuestiones es copiosa. Entre otros textos, pueden consultarse: Gerard Noiriel,Sobre la crisis de la historia, Valencia, Universitat de Valncia, 1997.4 Cabe destacar que varios de los textos publicados en esta fecha respondieron, de alguna forma, alconocido texto de Pierre Bourdieu: Lillusion biograhique, en Actes de la Recherche en SciencesSociales, nm. 62-63, 1986, pp. 69-72.5 Puede verse al respecto, entre otros aportes: Jacques Le Goff, Comment crire una biographie historiqueaujourdhui?, enLe Dbat, nm. 54, 1989, pp. 48-53; Pudal Bernard, Du biographique entre science etfiction. Quelques remarques programmatiques, en Politix, vol. 7, nm. 27, Troisime trimestre, 1994. pp.5-24.

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    historiadores profesionales.6Si se considera esta premisa, es menester destacarque, mientras algunos tipos de biografas son renovadoras y estn a tono con lasnuevas tendencias historiogrficas, otros se han mantenido siempre vigentes enlos diferentes mercados editoriales ms ligados a los circuitos de divulgacinhistrica que a los de produccin acadmica.7

    En otro sentido, en los textos que predominan las consideraciones sobre elmtodo de la biografa se plantean discusiones de carcter epistemolgico. Paraformularlo de manera sencilla, qu y en qu medida se puede conocer por mediodel abordaje de una vida son las preguntas que permiten pensar en el mtodobiogrfico. En esta direccin, como ejemplo paradigmtico, la microhistoriaitaliana ha sabido reposicionar la centralidad de los individuos para pensarpocas y para entender, como seala Giovanni Levi, las tensiones posibles entreindividuo y estructura.8A su vez, el mtodo relacionado con la biografa puedeser utilizado en diferentes sentidos: como una herramienta de la prosopografa,

    con el objetivo de construir una biografa modal, para poner de relieve casosexcntricos en determinado contexto histrico, entre otros usos.9

    Por ltimo, las contribuciones que estudian el recurso biogrfico proponenpensar la biografa como un medio ms que como un fin. Es decir, el recursobiogrfico, como tal, es una de las posibilidades metodolgicas no nica niexcluyente- puestas en juego a la hora de aportar informacin y dinamizarexplicaciones en el marco de un relato histrico o sociolgico. Desde estaperspectiva, como ha destacado Michael Halroyd: la sociologa es en s mismaun rompecabezas hecho de mil piezas biogrficas.

    10O, en idntica direccin,

    como destaca Sabina Loriga, la biografa como recurso puede ser til parademostrar las repeticiones que refleja la estadstica, en lugar de poner de relievelos caracteres individuales.11

    Ahora bien, la diferenciacin entre gnero, mtodo y recurso, aunque nosiempre explcita, es planteada y discutida en los textos de anlisis terico ohistoriogrfico.12En cambio, en las producciones historiogrfica que se sirven

    6Marc Ferro, La biographie, cette handicapee de l'histoire, en Magazine litteraire, nm. 164, abril de1989, pp. 85-86.7Cfr. Claude Arnaud, Le retour de la biographie: dun tabou lautre, en Le Dbat, nm. 54, 1989, pp.40-478 Vase Giovanni Levi, Il piccolo, il grande, il piccolo, en Meridiana, nm. 10, 1991, pp. 211-234 yGiovanni Levi, Sobre microhistoria, en Peter Burke (ed.), Formas de hacer Historia, Madrid, Alianza,1996, pp. 119-143.9Giovanni Levi, Les usages de la biographie, en Annales. ESC, nm. 6, 1989, p. 1325-1336.10 Michael Holroyd, Cmo se escribe una vida. Ensayos sobre biografa, autobiografa y otrasaficiones literarias, Buenos Aires, La Bestia Equiltera,2011, p. 37.11Sabina Loriga, Le petit x: de la biographie l'histoire, Paris, Seuil, 2010.12 Vase al respecto Sabina Loriga, La biographie comme problme, en Jacques Revel (ed.), Jeuxdechelles. La mycro-analyse lexperience, Pars, Gallimard/Le Seuil, 1992, pp. 209-231. Existe unaversin de este artculo con algunas modificaciones en Italiano: La biografia come problema, en Jaques

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    de la biografa, no siempre aparece como un imperativo el de tomar partido poruna u otra opcin. Y, de hecho, en varios textos recurso, mtodo y gneroconviven con felices resultados. Me atrevo, en este sentido, a mencionar comoejemplo la obra de Natalie Zemon Davis titulada Len El Africano. Un viajeroentre dos mundos.13La historiadora muestra all como, a la vez, una vida poco

    conocida (la de al-Hasan al-Wassan, llamado Len El Africano) puede serpuerta de acceso, excusa y motivo principal para indagar el pasado, a la vez quehace del mtodo biogrfico una forma de indagacin especfica y utiliza elrecurso biogrfico en dilogo con tantas otras operaciones para pensar el pasajedel siglo XV al XVI en el contexto de dos mundos, como reza el subttulo, el

    de frica y el de Europa.En suma, desde aportes tericos y a partir de las prcticas historiogrficas,

    en las ltimas dcadas, distintas tendencias se delinearon en el universo de labiografa. Los modelos y las posibilidades que hoy conviven son mltiples (es

    tentador decir aqu: como las vidas mismas). En un esfuerzo de organizacin, sepodra destacar que en los ltimos cuarenta aos se produjo una revalorizacinde la biografa entendida como vidas de hombres y mujeres ilustres, lnea quealgunas veces se asocia a la renovacin de la historia poltica,14 se ensayaronestudios en los que desde una biografa no representativa se explora una poca15y tambin se investigaron figuras que s condensaron un momentoparadigmticamente.16Otras opciones, por su parte, estudiaron varios itinerariossobre un teln de fondo o una serie compartida. En este sentido se abren tambindiferentes modalidades; mientras que algunas investigaciones utilizaron varias

    trayectorias para estudiar tendencias diacrnicas encarnadas por hombres ymujeres de distintas pocas,17en otros se han puesto de relieve sincronas entrebiografas que dan cuenta dinmicamente de un momento histrico.18

    Revel (a cura di), Giochi di scala. La microstoria alla prova de llesperienza, Roma, Viella, 2006, pp.201-226.13 Natalie Zemon Davis, Len El Africano. Un viajero entre dos mundos , Valencia, Universidad deValencia, 2006.14 Vanse Philippe Levillain, Les protagonistes: de la biographie, en Ren Rmond (dir.), Pour unehistorire politique, Pars, ditions du Seuil, 1988, pp. 121-159 y Patrice Gueniffey, La biografa y larenovacin de la historia poltica, en Id. La fuerza y el derecho. Estado, poder y legitimidad durante elsiglo XVII, Mxico, Centro de Estudios Histricos/El Colegio de Mxico, 2004, pp. 81-97.15El ejemplo descollante en esta direccin es Carlo Ginzburg, El queso y los gusanos. El cosmos segnun molinero del siglo XVI, Barcelona, Muchnik, 1997 (1976).16Vanse, entre otros: Pierre Rosanvallon, Le moment Guizot, Pars, Gallimard, 1985; John Greville AgardPocock, The Machiavelian Moment. Florentine Political Thought and the Atlantic RepublicanTradition, Princeton, Princeton University Press, 1975; Roldn, Daro, Charles de Rmusat: Certitudeset impasses du libralisme doctrinaire, Pars, LHarmattan, 1999.17Pinsese en la obra de Mona Ozouf: Les mots des femmes. Essai sur la singularit franaise, Paris,Fayard, 1995.18 En este registro se pueden poner de relieve: Carl E. Schorske, Fin-de-sicle Vienna. Politics andculture, Nueva York, Vintage Books, 1981; Chritophe Charle, Paris Fin-de-sicle.Culture et politique,

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    Nuevamente, en el ltimo sendero, los caminos se bifurcan: en algunos casos secentra la atencin en grandes personalidades histricas19y en otros, en cambio,se les da lugar a figuras consideradas en los mrgenes.

    20Se justifica, entonces, sostener que, as como en la actualidad no impera un

    nico paradigma vlido ni una nica frmula para escribir textos de historia,

    tampoco existe una sola forma de escribir biografas, ni hay un nico manualque explique y resuelva los problemas que la biografa genera a sus hacedores.

    En lo que respecta de manera especfica al dossier que aqu se presenta, unprimer punto destacable es que los autores y las autoras han sido convocados aparticipar por su inters sostenido en lo que puede denominarse, para sintetizaruna serie de problemas diversos, como se ha sealado, las cuestiones

    biogrficas. Por este motivo, se ofrecen en los artculos recopilados distintas

    perspectivas y reflexiones para pensar las relaciones entre los registros ligados ala biografa y la disciplina histrica que surgen de las propias experiencias de

    trabajo de los especialistas que participan.21En el artculo que abre el dossier, Sabina Loriga presenta un seguimiento de

    largo plazo en el que se subrayan momentos de acercamiento y de distanciaentre la escritura biogrfica y la escritura histrica. La autora propone una serietemporal para analizaren los motivos por los que en determinados contextos

    Pars, ditions du Seuil, 1998; Luisa Mangoni, Una crisi fine secolo. La cultura italiana e la Francia fraOtto e Novecento, Turn, Eunaudi, 1985; Wolf Lepenies, Las tres culturas. La sociologa entre laliteratura y la ciencia, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1994; Robert Darnton, Edition et sedition.Lunivers de la litterature clandestine au XVIIIe siecle , Pars, Gallimard, 1991.19 Cfr. Benedetta Craveri, Amantes y reinas. El poder de las mujeres, Mxico, Fondo de CulturaEconmica, 2006.20Cfr. Natalie Zemon Davis, Mujeres en los mrgenes. Tres vidas del siglo XVII, Madrid, EdicionesCtedra/Universitat de Valncia, 1995.21Aunque las contribuciones del dossier no ponen centralmente el foco en el mbito local, no est de msapuntar que en los ltimos aos se manifest en la Argentina cierta inclinacin a la escritura de biografasde hombres del poder (pinsese en la Coleccin Los Nombres del Poder, editada por el Fondo de CulturaEconmica, la Coleccin de Biografas publicadas en la seccin Historia Argentina de Planeta y laColeccin Grandes Protagonistas de la Historia Argentina, comandada por Flix Luna) y que, en laactualidad, se ha lanzado una coleccin que pretende, segn se destaca en la gacetilla de prensa de sulanzamiento: retratar y entender la vida de hombres y mujeres que desempearon un rol relevante en lahistoria argentina. La coleccin se basar en investigaciones rigurosas, y las obras estn escritas porhistoriadores expertos en cada uno de los personajes seleccionados. Ilustran la vida pblica y privada de losindividuos biografiados, y tambin analizan la poca y las circunstancias en las que desarrollaron su accin.La actividad poltica, las trayectorias econmicas, sociales o culturales.. Por su parte, pueden verse

    algunas contribuciones locales al respecto -de caractersticas muy diferentes entre s-: Jos Luis RomeroLa biografa como tipo historiogrfico, en Id., La vida histrica, Buenos Aires, Sudamericana, 1988, pp.104-117; Tulio Halperin Donghi, Intelectuales, sociedad y vida pblica en Hispanoamrica a travs de laliteratura autobiogrfica, en Id., El espejo de la historia, Buenos Aires, Sudamericana, 1998, pp. 41-63;Susana Fras, El mtodode la biografa colectiva, en Clo, Comit Argentino de Ciencias Histricas,Comit Internacional, nm. 1, 1993, pp. 21-29; Flix Luna, La biografa individual, en Clo, ComitArgentino de Ciencias Histricas, Comit Internacional, nm. 1, 1993, pp. 17-20; Patricia Pasquali, Elretorno de la biografa, en Clo, Comit Argentino de Ciencias Histricas, Comit Internacional, nm.5, 2000, pp. 137-154.

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    histricos e historiogrficos se rompieron las relaciones entre una forma depensar el pasado que coloca al individuo en el centro de la escena y otras quepusieron sus acentos en otras elecciones. Loriga destaca de manera detallada losderroteros de la biografa y muestra la definicin de ciertos tpicos destinados aperdurar y que continan, como se ve en los artculos aqu reunidos, articulando

    las discusiones sobre la biografa y la historia, entre los que se destacan los paresproblemticos: historia plural/historia individual, historias sin sujeto/historiascon actores, dimensin colectiva/dimensin individual, individuo/ estructura,entre otros. Y se suman, por su parte, algunas otras tensiones ya en el terrenoespecfico de la biografa: vida y obra, vida y contexto, psicologa individual yclimas de poca, empata o distancia, por mencionar las ms relevantes.

    Varios de estos problemas y tensiones se hacen presentes en los textos aqureunidos. Por ejemplo, ciertos ejes de los trabajos de Daro Roldn, MaximilianoFuentes Codera, Mnica Szurmuk y Sergio Pujol, pueden pensarse a la luz de la

    tensin vida/obra. Los tres primeros aportes mencionados se encuadran en lapropuesta presentada por Franois Dosse en un captulo de su libro abocado a labiografa,22 titulado La biografa intelectual. All, Dosse reflexiona acerca dediferentes modelos de biografas sobre intelectuales y acerca de su propiotrabajo.23Su planteo apunta a responder si es necesario revisar las vidas de losintelectuales o si con el estudio de sus obras sera suficiente para recuperar suvalor cultural y su legado. Propone dar un espacio a la recepcin de las obras delos intelectuales biografiados, pero, a la vez, reparar en las marcas y huellasbiogrficas que propiciaron que esas obras fueran escritas en momentos

    particulares e irrepetibles en las trayectorias de los mismos. Destaca, entonces,que la vida de un intelectual y su obra: no pueden tratarse como si estuvieran

    separadas por tabiques estancos, ni tampoco reducirse a un solo nivel.24Este

    principio aparece como un supuesto compartido en los textos de Fuentes Coderay Szurmuk a la hora de estudiara Eugenio DOrs y Alberto Gerchunoff. En elartculo de Roldn, por su parte, aparecen enunciados los riesgos de una

    apuesta que pretende borrar las marcas biogrficas para analizar las obras de unpensador determinado (operacin elegida por Pierre Rosanvallon al estudiar aGuizot). Pero si la relacin entre vida y obra de una figura elegida para

    biografiar es un eje problemticoa la hora de estudiar figuras ligadas al mbitointelectual por obvias razones-, a la vez, como muestra la crnica de SergioPujol, obras culturales surgidas en otros registros canciones, en el caso

    22Franois Dosse, La apuesta biogrfica: escribir una vida, Valencia, Universidad de Valencia, 2007.23 Franois Dosse escribi biografas de Paul Ricouer y de Michel De Certeau. Vanse:FranoisDosse,Paul Ricoeur: les sens d'une vie, Paris, La Dcouverte, 1997 y Michel de Certeau: le marcheurblesse, Paris, La Decouverte, 2002. Hay traduccin al espaol: Michel de Certeau: el caminante herido,Traduccin de Claudia Mascarua, Mxico, Universidad Iberoamericana, 2003.24Franois Dosse, La apuesta biogrfica: escribir una vida, p. 387.

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    particular de Atahualpa Yupanqui- plantean idnticos desafos para interpretarlas torsiones de una vida.

    Otro de los tpicos clsicos del terreno de las discusiones biogrficas quesurge en los artculos aqu reunidos es el de las relaciones multidireccionalesentre vida y contexto o contextos-. Como seala Sabina Loriga, de la mano de

    perspectivas filiadas a la microhistoria italiana y con ecos en diferentespropuestas historiogrficas-, la nocin de contexto se dinamiz en los estudioshistricos en las ltimas dcadas. La contribucin de Roldn es elocuente eneste sentido, ya que muestra, en simultneo, su preocupacin por encuadrar lanocin de obra virtual en contextos polticos, disciplinares e historiogrficos,

    mientras que, paralelamente, muestra el escaso inters que vida y contextoparecen haber tenido en la eleccin de Pierre Rosanvallon en ocasin deencuadrarel pensamiento de Guizot. En el artculo de Szurmuk, por su parte, sepluraliza la nocin de contexto en dos sentidos: diacrnico y sincrnico. La

    autora destaca cmo, si bien el largo plazo cronolgico de la trayectoria deAlberto Gerchunoff es fundamental para estudiar su vida, la multi-implantacinen esferas diferentes pero temporalmente concordantes es un dato central parapoder dar relieve a una biografa como la elegida. Por su parte, desde el ttulo,Fuentes Codera destaca la nocin de contexto ya no solamente para encuadraruna vida, sino tambin para pensar en las construcciones y las cargas de sentidoque esa vida puede asumir en el largo plazo y en los vaivenes de una historianacional. Pujol, a su vez, muestra cmo los contextos polticos y sociales de laArgentina condicionaron las interpretaciones sobre Atahualpa Yupanqui y cmo

    su vida estuvo atravesada por las realidades polticas nacionales.Por ltimo, la relacin entre el bigrafo y figura biografiada es otro de los

    ejes que aparecen reflejados en los textos aqu recopilados. Michael Holroyddestaca que la figura del bigrafo ha sido comparada con perfiles deconnotacin positiva y hasta pintoresca -el bigrafo como un detective, porejemplo-, pero tambin con imgenes de carga claramente descalificadora -elbigrafo como un canbal que devora a un otro para alimentar sus ansiasescriturales, por mencionar la ms contundente-. Ms all de las distintasposibilidades para calificar a quienes se proponen estudiar vidas, ciertamente,

    las relaciones entre los historiadores y las figuras que biografan suele ser unnudo problemtico. Entre la empata, propuesta de manera sistemtica porWilhelm Dilthey (figura que, como se ver en el primer artculo del dossier acargo de Sabina Loriga, puede ser una referencia orientadora a la hora deafrontar el trabajo biogrfico) y otros pensadores filiados con la hermenutica yla diseccin distante, se dibujan varias opciones. La necesidad de hacerse conuna lupa para poder captar las especificidades de una vida est bien retratada enla crnica de Sergio Pujol que relata las particularidades de su experiencia en elproceso de escritura de su Atahualpa Yupanqui. Por su parte, Mnica Szurmuk

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    no titubea a la hora de mostrar sus elecciones para captar las caractersticaspeculiares de la vida de Alberto Gerchunoff, incluso si estas implican entrar enconfrontacin directa con la crtica ms consolidada. Maximiliano Fuentes, ensintona con esta perspectiva, subraya la necesidad de no recorrer las huellasautobiogrficas de Eugenio DOrs como el indiscutido camino a seguir para

    analizar su biografa, como han hecho bigrafos anteriores. Daro Roldn, a lavez, muestra los problemas que generara suprimir las marcas biogrficas dePierre Rosanvallon para entender su intento de borramiento de las torsionesvitales de Guizot. Y los juegos de espejos entre biografa, bigrafo y

    biografiado podran multiplicarse, como ha sucedido a lo largo de la historiaoccidental con intensidades y resultados diversos, como muestra Loriga.

    De hecho, como ha sealado Dosse, aunque todas las pocas parecen haberafrontado el reto de escribir biografas, cada momento ha mostrado tambin lasdiferentes formas posibles de escribir vidas. Reveladores en este sentido son

    lo ttulos de dos obras recientes: Cmo se escribe una vida?, de MichaelHolroyd25y el ya referido La apuesta biogrfica. Escribir una vidade FranoisDosse. Ambos volmenes muestran que la pregunta sobre cmo atrapar la

    entera complejidad de una vida en una cantidad de pginas puede ser un reto,una aventura, o incluso una apuesta, y que en cada poca histrica puedenconvivir distintas respuestas para hacer frente a un desafo de esta magnitud. Semanifiesta aqu el fantasma de Alberto Caeiro -una de las vidas heternimas deFernando Pessoa, a quien pareca, por cierto, no alcanzarle una sola biografapara atrapar su vida- y sus elocuentes versos: si, despus de morir, quisieran

    escribir mi biografa,/no hay nada ms sencillo./Tiene slo dos fechas: la de minacimiento y la de mi muerte./Entre una y otra cosa, todos los das son mos.Como una maldicin o bendicin depende el grado de optimismo de quienasume la tarea-, queda a los bigrafos, sistemticos o de ocasin, ver cmoreponer la trama de una vida que ponga en contacto esas dos fechas sin caer enla tentacin de construir una vida unitaria, lineal y coherente y sin pretender tansolamente replicar la exhaustividad descriptiva de los legajos del registro civilelocuente imagen de Balzac que recuerda aqu Sabina Loriga- en detrimento dela empata y la interpretacin dinmica de una vida.

    25En este caso, el ttulo es una ajustada eleccin de los editores del volumen, que recoge una seleccin deensayos de Holroyd muy reveladora de la suerte de la biografa en el contexto britnico.