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Comunicación presentada al VII Coloquio de Desarrollo Local y publicada en García Rodríguez, J.L. (2009): La organización territorial del desarrollo local en España. Editado por la Asociación de Geógrafos de España

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La organización territorial del Desarrollo Local en España(y algunos ejemplos iberoamericanos)

VII Coloquio de Desarrollo Local

Editor

José-León García Rodríguez

La Laguna, 2009

Page 3: Patrimonio, paisaje y turismo. La reserva ambiental de San Blas, en el Sur de Tenerife, una experiencia de desarrollo endógeno

Autores

Fermín Rodríguez GutiérrezChristine Delfour

José Ángel Rodríguez MartínCarlos Castilla GutiérrezJaime Izquierdo Vallina

María José Prados María José Flores

Carmen Vázquez VarelaJosé María Martínez NavarroJosé-León García Rodríguez

Moisés R. Simancas CruzCarmen Calzadilla Hernández

Estefanía Daswani BorgesNuria González Santos

Francisco Sáenz de la CruzJavier Suárez Padrón

Carlos Fernández HernándezMiguel Francisco Febles Ramírez

Iván González GómezJavier Esparcia Pérez

Francisco Rodríguez MartínezOlga Cos Guerra

Juan Carlos García CordónÁngela de Meer Lecha-Marzo

Leonor de La Puente FernándezVicente Manuel Zapata Hernández

Francisco Yoel Abreu OchoaJonathan Antonio Sosa GarcíaMaría Gabriela Camargo Mora

Júlia Kátia Borgneth Petrus

La organización territorial del Desarrollo Local en EspañaVII Coloquio de Desarrollo Local

Grupo de Desarrollo Local de la Asociación de Geógrafos Españoles

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Título de la obra La organización territorial del Desarrollo Local en España (y algunos ejemplos iberoamericanos)

Copyright de los textos Los autores

NotaEsta publicación no puede ser reproducida ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo de los propietarios del copyright. Editor José-León García Rodríguez

EdiciónAsociación de Geógrafos Españoles

Financiación de la ediciónConsejo Social de la Universidad de La Laguna, Ayuntamiento de La Laguna y Cabildo Insular de Tenerife

Diseño y maquetación Javier Cabrera, S. L.

Impresión y fotomecánicaCentro de Artes Gráficas Contacto, S.L.

Depósito legal: TF-2159/2009

ISBN-13: 978-84-933457-6-1

Fotografía de portada: Parque Nacional de Doñana

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INTRODUCCIÓN 9

PRIMERA PARTEDel Desarrollo Local al Desarrollo Territorial 15

1. Del espacio geográfico al territorio. El proceso de reorganización del territorio en España 17 Fermín Rodríguez Gutiérrez y Christine Delfour

2. Del espacio económico al territorio. El desafío de la territorialidad activa 41 José Ángel Rodríguez Martín

3. Territorio, superpoblación y sostenibilidad 69 Carlos Castilla Gutiérrez

SEGUNDA PARTEEstructuras organizativas y componentes del Desarrollo Local 85

4. Organización e instrumentos del Desarrollo Local en España 87 Jaime Izquierdo Vallina

5. Dinamismo económico en las áreas de influencia de los parques nacionales de Andalucía. 101 Apuntes sobre procesos de terciarización María José Prados y María José Flores

6. Encajes, fisuras y solapamientos en la organización territorial del desarrollo local: 119 el caso de Cuenca Carmen Vázquez Varela y José María Martínez Navarro

7. La organización territorial del Desarrollo Local en Canarias 149 José-León García Rodríguez

Índice

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8. La Red Canaria de Islas y Pueblos hacia la Sostenibilidad: Una estructura 183 organizativa para la gestión del Desarrollo Local sostenible Moisés R. Simancas Cruz

9. Estrategias de desarrollo rural en la isla de Tenerife 215 Carmen Calzadilla, Estefanía Daswani, Nuria González, Francisco Sáenz y Javier Suárez

10. Los emprendedores de turismo rural en las estrategias de Desarrollo Local: 227 el caso de la isla de la Palma Carlos Fernández Hernández

11. Patrimonio, paisaje y turismo. La reserva ambiental de San Blas, en el Sur de Tenerife, 253 una experiencia de desarrollo endógeno Miguel Francisco Febles Ramírez e Iván González Gómez

TERCERA PARTEGeografía y Desarrollo Local 269

12. La formación para el Desarrollo Local 271 Javier Esparcia Pérez

13. La aportación de los geógrafos al Desarrollo Local en España. Logros y necesidades 311 Francisco Rodríguez Martínez

14. El patrimonio territorial como base de una propuesta de desarrollo rural 321 Olga Cos Guerra, Juan Carlos García Cordón, Ángela de Meer Lecha-Marzo y Leonor de La Puente Fernández

15. La cooperación para el Desarrollo Local a partir de redes de trabajo técnico 337 Vicente Manuel Zapata Hernández

16. La aplicación de los sistemas de información geográfica al estudio de la 347 localización comercial. El caso de Santa Cruz de Tenerife Miguel Francisco Febles, Francisco Yoel Abreu y Jonathan Antonio Sosa

17. El plan de desarrollo urbano local: fundamentos de la planificación urbanística y 369 estratégica en Venezuela María Gabriela Camargo Mora

18. El capital social como instrumento para el desarrollo local: el caso del distrito de 383 Cachoeira en el municipio de Maranguape (Estado Ceará, Brasil) Júlia Kátia Borgneth Petrus

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En las dos últimas décadas, los geógrafos españoles han ido desbordando poco a poco sus tradicionales ámbitos de trabajo en la enseñanza media y en la docencia e investigación universitarias y han comenzado a estar presentes en un conjunto de actividades relativamente nuevas para la profesión, relacio-nadas con el uso y la gestión de la información geográfica, el medio ambiente, el urbanismo, la ordenación del territorio y el desarrollo local, entre otras. Esta labor ha ampliado el horizonte laboral del colectivo en el campo de la Geo-grafía activa y ha contribuido al desarrollo de nuevas herramientas de análisis y a la aparición de nuevas perspectivas metodológicas, que han enriquecido, sin duda, el bagaje operativo e incluso la reflexión teórica de la disciplina.

Pero también han puesto de manifiesto, por una parte, la existencia de impor-tantes carencias formativas para abordar dicha tarea aplicada, a pesar de las modificaciones de los planes de estudio llevadas a cabo con dicho objetivo en los últimos quinquenios, que han concluido recientemente con la aparición del grado de Geografía y Ordenación del Territorio en varias universidades, lo que supone, al menos sobre el papel, una considerable modificación de los contenidos a impartir y de las metodologías a utilizar por los docentes. Y por otra parte, han dejado constancia de la multiplicación de la oferta de cursos de postgrado, destinados a mejorar la cualificación profesional de los titula-dos y a adecuar sus habilidades a las demandas del mercado laboral, en una apuesta institucional cada vez más visible por la empleabilidad, que antecede a los planteamientos difundidos con claridad a partir del Plan Bolonia para las universidades europeas.

Introducción a la obra

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En este contexto de cambios académicos y preocupaciones prácticas, el Grupo de trabajo de Desarrollo Local de la Asociación de Geógrafos Españo-les ha organizado, a finales de junio de 2008, en la ciudad universitaria de La Laguna, en la isla de Tenerife, el VII Coloquio de Desarrollo Local bajo el título La organización territorial del Desarrollo Local en España, cuyas 6 ponencias y 12 comunicaciones, elaboradas por 29 autores, se recogen en este libro agrupadas en tres partes, al igual que los contenidos del evento académico. La primera aproximación se denomina «Del desarrollo Local al Desarrollo Territorial»; la segunda se refiere a las «Estructuras organizativas y compo-nentes del Desarrollo Local»; y la tercera a las relaciones entre «Geografía y Desarrollo Local»

En la primera parte de la obra, titulada «Del desarrollo Local al Desarrollo Territorial», se realiza una reflexión genérica acerca del papel cada vez más relevante que las variables territoriales desempeñan en los procesos de de-sarrollo económico y en la gestión de las demarcaciones espaciales, de ma-nera que las estrategias de desarrollo se plantean ya desde hace tiempo en términos de Desarrollo Territorial, incluso en el ámbito de la Unión Europea. El resultado de dichas estrategias ha supuesto un importante impulso para la ordenación territorial al introducir la necesidad de la dimensión europea en las políticas territoriales, tanto en la escala nacional como en la regio-nal, pero también una dimensión más territorial en las políticas sectoriales, y en particular en la política ambiental. En ese mismo sentido, José Ángel Rodríguez Martín sostiene, en el segundo capitulo de este libro, que «el concepto de desarrollo es, por su naturaleza, inherentemente territoriali-zado, y que el actual proceso general del sistema le está concediendo un rol diferente, actualizable, a lo que representa el territorio con su constructo social de geografía, gente, cultura, dedicaciones, y activos relacionales».

Pero la dimensión territorial no es la única para comprender el mundo ac-tual, aunque ésta sea sin duda muy importante, como señalan Fermín Ro-dríguez Gutiérrez y Christine Delfour, en el capítulo primero de esta obra. Y continúan con su tesis: el territorio es el lugar de la vida, objeto de gobierno, fuente de poder, de producción, lugar de consumo… El actual estadio de civilización lo fragmenta, lo descompone en muchas más escalas que la na-cional, aparecen otras unidades de agrupación territorial, por arriba y por debajo de aquélla; en definitiva, el sistema se torna más complejo. En cual-quier caso, según el análisis de Rodríguez y Delfour, el territorio sigue siendo el sujeto, la unidad de estudio y de acción, el elemento esencial de expli-

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cación de nuestra forma social de ocupar Gea, y ésta ahora ha cambiado y está cambiando aceleradamente. Las reconfiguraciones plantean distintos escenarios de futuro, a partir de la premisa de admitir la gobernanza como necesidad sistémica para el actual estadio de civilización.

En este contexto, como indican los mencionados autores, «la gobernanza no es sólo un acto de voluntad para hacer participar, para incluir a los ac-tores locales, es también una necesidad sistémica, para evitar su estallido y hacerlo más eficiente en una perspectiva ciudadana. Para ello se necesitan formas de integración que anuden sólidamente el entramado de haces de relaciones que imbriquen a los territorios, que anuden la complejidad de escalas y de relaciones. Es una manera de atar los vínculos de gobierno de cada unidad territorial, en su escala, y de cada una con las demás».

Sin embargo, en el proceso de globalización, el territorio ha dejado de ser un producto específicamente local, el resultado de las demandas y acciones locales, según señala García Rodríguez, en el capítulo 7 de esta obra, pa-sando sus dinámicas socioeconómicas a depender de ámbitos de decisión cada vez más lejanos, regionales, nacionales o internacionales, con lo que los márgenes de maniobra de los actores locales se han ido reduciendo. Aunque la capacidad de intervención de los agentes locales en los procesos de desarrollo territorial está limitada no sólo por la ubicación de los ámbitos de decisión fuera de su alcance, sino también por el propio desconocimien-to de las posibilidades de su territorio, en el nuevo contexto, a causa del progresivo vaciamiento de contenido estratégico de las actividades produc-tivas en las que participa la mayor parte de la población local.

La segunda parte de esta obra recoge la exploración realizada sin ánimo al-guno de exhaustividad en la segunda sesión del VII Coloquio de Desarrollo Local sobre las estructuras, las redes de cooperación y de las estrategias del Desarrollo Local constituidas en la etapa reciente en diferentes regiones es-pañolas. Por ello la hemos denominado «Estructuras organizativas y compo-nentes del Desarrollo Local» y ha contado con la participación de diferentes colectivos académicos y profesionales, que a través de sus ponencias y co-municaciones han puesto de manifiesto sus logros operativos, la importante aportación de las administraciones públicas y de algunas organizaciones privadas en los procesos de desarrollo local, así como sus coincidencias y divergencia metodológicas, y también los puntos fuertes y debilidades de las estructuras de apoyo consolidadas en los diferentes ámbitos de análisis.

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El papel de las mencionadas entidades públicas ha sido clave en el nacimiento y consolidación de las estructuras operativas del desarrollo local, especialmente de las administraciones regional y local, y en la creación de puestos de trabajo más o menos especializados en los diferentes ámbitos de las mismas para pro-mover el desarrollo de sus comunidades, aunque en algunos casos carezcan de competencias para ello. Esto ha ocurrido, por ejemplo, en el ámbito municipal, en el que se han establecido concejalías y departamentos específicos, dotados de recursos humanos especializados para prestar servicios a desempleados, trabajadores, empresas y emprendedores.

Por esta razón, las entidades locales han adquirido en España un importante protagonismo en los procesos de reestructuración económica de las últimas décadas, como dinamizadoras y mediadoras para el consenso social, favo-reciendo la aparición de estructuras de diverso tipo en las que se integran y asumen responsabilidades todos los agentes sociales: empresarios, sindicatos, tercer sector, y otros.

En el ámbito municipal, la herramienta más destacada para impulsar el de-sarrollo territorial ha sido, sin duda, la agencia de desarrollo local, con sus diferentes apelativos institucionales y su diversidad de funciones, a pesar de su origen común como oficina pública establecida a principio de los años ochenta por el Instituto Nacional de Empleo en los distintos municipios es-pañoles para facilitar el asesoramiento de los emprendedores y la formación de los desempleados.

Pero hay otros muchos instrumentos operativos, promovidos tanto por el sector público como por la iniciativa privada, que han hecho su aparición en un momento dado y han acabado consolidándose como herramientas para impulsar el desarrollo local y propiciar la mejora del nivel de vida de la población. Éste es, por ejemplo, el caso de las agencias de extensión agra-ria; de los órganos de gestión de las reservas de la biosfera, de los espacios protegidos más emblemáticos, como los parque nacionales, los parque na-turales y los parques rurales, en el caso de Canarias; de los consejos regu-ladores de algunas denominaciones de origen de productos locales; y de numerosas entidades orientadas a la economía social y solidaria o al trabajo comunitario, que se amparan bajo diferentes fórmulas jurídicas de organiza-ción, como fundaciones, cooperativas, sociedades limitadas unipersonales o asociaciones para afrontar sus responsabilidades profesionales o sociales ante la administración y los usuarios.

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Este conjunto de herramientas creado a lo largo del tiempo por diferentes agentes, sobre todo por las administraciones públicas, en escenarios concre-tos, y siguiendo determinadas líneas de actuación política de la Unión Europea y del Estado, y en menor medida de las comunidades autónomas, ha contri-buido a dar forma a una red de operadores sociales y socioeconómicos que podemos considerar como las estructuras territoriales del desarrollo local de una región. Dicho armazón funcional es el principal instrumento de apoyo a las iniciativas empresariales de mediano y pequeño porte y a los proyectos de autoempleo que se originan en la escala local. Por ello, la densidad de su malla asistencial y la calidad de sus servicios a la emprendeduría reflejan la dimensión organizativa y el alcance institucional de una comunidad.

Finalmente, el evento académico ha servido también para repasar sin compla-cencias ni traumas corporativos los logros profesionales de los geógrafos en dichos campos de actividad, entre los titulados universitarios españoles, lo que aparece recogido en la tercera parte de la obra bajo el título «Geografía y Desar-rollo Local»; y asimismo ha posibilitado el debate sobre el grado la adecuación de la formación académica propiciada en las aulas por los anteriores planes de estudio de la licenciatura de Geografía, repletos de contenidos humanísticos poco prácticos y destinados sobre todo a la preparación de docentes para la enseñanza media, en aras a la consecución de dicho objetivo laboral en un en-torno muy competitivo y con una oferta limitada de plazas, especialmente en las administraciones públicas y en algunas empresas dedicadas al planeamiento.

En este sentido, la ponencia de Javier Esparcia sobre «La formación para el De-sarrollo Local», incluida como cabecera en esta última parte del libro, destaca la importancia de la preparación específica de los geógrafos que se van a dedicar a dichas labores profesionales una vez que han terminado su carrera, «porque la amplitud de tareas y funciones, y el énfasis en las habilidades personales y sociales de los agentes de desarrollo local, hacen que la base formativa necesa-ria sea muy amplia, y por eso que sean muchas y diversas las disciplinas desde las que puede accederse a esa formación complementaria. Los geógrafos sole-mos decir que nuestra disciplina presenta de entrada un gran potencial para el desarrollo local. Sin embargo, curiosamente no son muchos los geógrafos que están trabajando como agentes de desarrollo local, al menos en relación con otras disciplinas».

Pero precisamente a causa de la amplitud de tareas a realizar por parte del agente de desarrollo, Esparcia señala que «si bien son importantes los conte-

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nidos temáticos sobre desarrollo local» que éste debe dominar, «la práctica profesional de los agentes requiere también, casi más que esos contenidos, toda una serie de destrezas, capacidades y habilidades», que resultan difíciles de transmitir por parte de los formadores, y por supuesto, de asimilar por los candidatos a tales puestos.

Otra aportación del amplio artículo de Javier Esparcia es la relación no exhaus-tiva acerca de la oferta formativa en desarrollo local existente en España, en las principales universidades europeas y algunos centros iberoamericanos que imparten dicha formación, lo que a la vista de su amplitud, en el caso de nues-tro país, le lleva a la conclusión de que «va a obligar a introducir mejoras signi-ficativas en la competitividad de las diferentes ofertas, basadas en la calidad y en una mejor respuesta a las necesidades reales». En cambio, para el ámbito de América Latina opina que «la situación expansiva puede ralentizar y retrasar este probable proceso de ajuste, pero la experiencia europea ya apunta de manera clara en esa dirección».

El resto de las aportaciones de esta tercera parte de la obra se refieren sobre todo a cuestiones metodológicas, derivadas de la experiencia obtenida por los investigadores en sus trabajos o estudios aplicados, como la utilización del pa-trimonio territorial en la planificación del desarrollo rural, el aprovechamiento de las redes de trabajo técnico para impulsar el desarrollo local, la aplicación de los sistemas de información geográfica al estudio de la localización comercial más adecuada, la utilidad del plan de desarrollo urbano local como fundamen-to del planeamiento urbano y de la planificación estratégica de las ciudades, o el empleo del capital social como instrumento para el desarrollo local en áreas muy pobres y marginales.

José-León García Rodríguez, editor

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10 PATRIMONIO, PAISAJE Y TURISMO. LA RESERVA AMBIENTAL DE SAN BLAS, EN EL SUR DE TENERIFE, UNA EXPERIENCIA DE DESARROLLO ENDÓGENO

Miguel Francisco Febles Ramírez e Iván González Gómez

Introducción

Esta comunicación pretende ofrecer un resumen del desarrollo del plan especial de ordenación de la Reserva Ambiental de San Blas, en el municipio de San Miguel de Abona, en el sur de de Tenerife, cuyo interés radica, a nuestro entender, en la modalidad de aprovechamiento del potencial de desarrollo endógeno del lugar que se ha llevado a cabo por parte de la iniciativa privada1, con la finalidad de impulsar una instalación turística basada en la explotación de los recursos patrimoniales del mismo (arqueológicos, antropológicos, paisajísticos y naturales), que han sido interpretados por los inversores como activos fundamentales de la apuesta empresarial realizada, siguiendo los nuevos modelos de gestión del patrimonio (Ballart y Tresserras, 2001).

Dicho Plan Especial de Ordenación tiene como objetivo último la puesta en marcha de un parque ambiental en el tramo final y aledaños del barranco del mismo nombre, mediante la explotación de los recursos patrimoniales de éste y de la recreación teatralizada de las tradiciones y costumbres locales vinculadas a la zona, utilizando como complemento una superficie edificada, que corresponde a las instalaciones hoteleras.

* Miguel Francisco Febles es gerente de Geodos, Planificación y Servicios S.L., e Iván González Gómez es Director de la Reserva Ambiental de San Blas1 El Plan Especial de Ordenación de la Reserva Ambiental de San Blas es una iniciativa de Ecoresort San Blas, S.L., que ha sido redactado por un equipo de profesionales de de dicha empresa turística y de Geodos, Planificación y Servicios, S.L.

11 Patrimonio, paisaje y turismo. La Reserva Ambiental de San Blas, en el Sur de Tenerife, una experiencia de desarrollo endógeno

Miguel Francisco Febles Ramírez e Iván González Gómez*

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PATRIMONIO, PAISAJE Y TURISMO. LA RESERVA AMBIENTAL DE SAN BLAS, EN EL SUR DE TENERIFE, UNA EXPERIENCIA DE DESARROLLO ENDÓGENO

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La realización de este proyecto coincide con algunas de la premisas que Valcarcel-Resalt (1999) destaca como bases del desarrollo local sustentable, al encajar una iniciativa empresarial de desarrollo turístico en el sistema de planeamiento de Canarias2, buscando la preservación del medio natural y la biodiversidad, y fomentando las señas de identidad cultural del sur de Tenerife; todo ello haciendo partícipes del diseño y puesta en marcha del mismo a las distintas administraciones afectadas (Ayuntamiento de San Mi-guel, Cabildo de Tenerife y Gobierno de Canarias), así como a la población del municipio.

El ámbito territorial de proyecto

La parcela afectada por la aplicación del plan especial está situada al sur de la isla de Tenerife, en el lugar conocido por San Blas, que está situado en zona costera del término municipal de San Miguel de Abona. Este ámbito espacial de forma más o menos alargada y de suave pendiente, se extiende siguiendo una dirección SSE –NNW, desde los 15-20 metros de altitud, hasta los 115–120 metros, aproximadamente. Su límite meridional queda trazado sobre el llama-do Lomo de San Blas (altitud mínima), sin llegar a extenderse hasta la playa del mismo nombre; su vértice más septentrional (altitud máxima) está muy próxi-mo al enlace de la Autopista del Sur (km 62–63) con la carretera TF-621 de Los Abrigos, que corre paralela al límite nororiental del barranco del Guincho, en su límite suroccidental.

La configuración general del territorio se caracteriza por la presencia de una notable dicotomía entre los llanos del sector norte y la orografía irregular y accidentada de los sectores central y meridional. Como punto de partida se pueden establecer en el mismo dos áreas, en función de las características am-bientales de la finca, que responden en parte a su configuración topográfica.

La primera se extiende como una unidad homogénea por las llanadas de la zona norte y corresponde a los interfluvios y cabeceras de los pequeños ba-rrancos que nacen en este sector de la parcela. La topografía es casi llana, con una suave inclinación hacia el mar, en la que se localizan los mayores impactos

2 En el epígrafe quinto de la presente comunicación se hace una breve reseña al planeamiento en Canarias y, en concreto, a la figura del plan especial de ordenación. En cualquier caso y dado que el objeto de la mis-ma no es explicar el modelo de planeamiento de Canarias, remitimos al lector a la obra de Fajardo Spínola, El sistema de planeamiento de Canarias, 2006.

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provocados por la actividad humana, ocasionados en el pasado por los culti-vos y las canteras de áridos, actualmente abandonados. A causa de ello, dicho sector es el de peor estado de conservación, con la presencia de pequeños montículos de tierra, que son restos de los suelos agrícolas aportados en su momento al área para hacerla más productiva.

De ese pasado agrario poco queda en la actualidad, ya que la mayor parte del terreno se ha visto afectada por las extracciones de áridos e incluso por la reti-rada de los suelos agrícolas propios y aportados posteriormente, apareciendo en su lugar un matorral de sustitución de escaso valor ambiental, intercalado con depósitos de materiales finos en las pequeñas depresiones, escombreras, materiales de cantera (en el límite norte se localiza una importante cantera de gran impacto visual y ambiental) y basuras de todo tipo (metales, vehículos, maderas, etc.). En este sector de la finca, el barranco del Guincho presenta los mayores valores ambientales de la franja septentrional en el tramo que dis-curre por la misma (vegetación, fauna y geología), aunque muestra también importantes afecciones originadas por la presencia de un campo de golf y de las urbanizaciones próximas, que afectan al paisaje, a la vegetación y a la fauna locales (basuras, escombros, filtraciones de aguas de riego, etc.). Asimismo, el pequeño barranco de La Orchilla presenta un notable deterioro en su tramo superior, muy afectado por la presencia de pistas rodadas y depósitos de es-combros.

El segundo sector mencionado corresponde a los tramos medio e inferior de los barrancos del Guincho, La Orchilla y La Presa, a partir del lugar en que cam-bia la topografía llana precedente por otra más irregular, en la que se alter-nan interfluvios, cauces y pequeñas explanadas. Los recursos naturales de este ámbito son mucho más numerosos que los del anterior, destacando en este sentido los valores geológicos, biológicos y paisajísticos derivados de la hume-dad edáfica propia de los cauces de los barrancos, la mayor riqueza de formas y procesos naturales y la menor intensidad, y mayor valor patrimonial, de los usos humanos del pasado. Sin embargo, en la franja meridional de este sector los valores ambientales no son tan importantes, destacando los vinculados a la vegetación costera y a la dinámica marina y de los barrancos, etc.

En síntesis, en este sector cabe destacar la presencia de formaciones geológi-cos de notable interés, como coladas de piroclástos, disyunciones columnares, etc.; y elementos geomorfológicos como taffonis, playas, depósitos de mate-riales finos, saltos de agua, marmitas de gigante, conos de deyección, etc.; y

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PATRIMONIO, PAISAJE Y TURISMO. LA RESERVA AMBIENTAL DE SAN BLAS, EN EL SUR DE TENERIFE, UNA EXPERIENCIA DE DESARROLLO ENDÓGENO

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vegetación costera de fondo de barranco, y alguna fauna, especialmente en los cauces de los barrancos. Acompañando a estos valores naturales se encuen-tran interesantes restos de la presencia del hombre, desde la prehistoria (ya-cimientos arqueológicos aborígenes), hasta mediados del siglo XX (canteras, represas, eras, etc.), que muestran un recorrido completo por la evolución de la economía y la sociedad local en este amplio periodo de tiempo.

Desarrollo del proyecto

La Reserva Ambiental de San Blas es el resultado de un proceso evolutivo que comenzó en el año 2001, cuando el Grupo AQA adquirió esta parcela en el sur de Tenerife para construir un nuevo hotel. Más tarde, compró la parcela conti-gua con la finalidad de aumentar su valor añadido construyendo un campo de golf. Pero aquella inicial propuesta debió afrontar las numerosas vicisitudes que han amenazado al sector turístico a partir del atentado a las Torres Gemelas de Nueva York, el 11 de septiembre, la presión competitiva de los nuevos destinos turísticos y la propia crisis del sector. Ante esto era necesario buscar la forma de superar dichos contratiempos y a la vez integrar nuevos condicionantes, como la sostenibilidad o las certificaciones de calidad.

Como consecuencia de ello se inició un largo proceso de reflexión a partir de la idea inicial, y después de muchos análisis se observó que el principal valor del proyecto a desarrollar estaba dentro de la propia parcela. Así nació la idea de estudiar cuáles eran específicamente los valores con los que ésta contaba y las posibles opciones de uso. El primer paso en esa dirección fue contactar con reconocidos especialistas en la materia que pudieran conducir el estudio a buen puerto, para lo que se recurrió a los profesores Wildpret de la Torre3 y Martín Osorio4. Gracias a la influencia de estos investigadores empezó a ganar terreno la idea de crear en la parcela una oferta de ocio en la naturaleza con diversas facetas de entretenimiento, fundamentadas en los recursos naturales y culturales de la zona y planificada según las directrices de la Carta Europea

3 Wilfredo Wildpret de la Torre es profesor emérito de la Universidad de La Laguna, doctor honoris causa por la Universidad de Hannover, académico de las academias de Medicina, Ciencias y de la Lengua de Canarias.

4 Victoria Martín Osorio es doctora en Ciencias Biológicas, diplomada en Magisterio en la Especialidad de Ciencias Biológicas, doctorada en Análisis Medioambiental, Evaluación de Impacto y Ordenación del Terri-torio, experta en Educación Ambiental por la Cátedra Unesco de Educación Ambiental y profesora titular de la Universidad de La Laguna.

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de Turismo Sostenible. Las actividades a desarrollar en el proyecto de San Blas estarían basadas en tres líneas temáticas: la conservación de los recursos natu-rales y culturales, los usos recreativos y de esparcimiento en consonancia con estos recursos y, por último, las actividades formativas y educativas.

Con dicha finalidad se firmó un convenio de colaboración entre la empresa promotora y la Fundación Canaria Empresa Universidad de La Laguna para rea-lizar los estudios científicos complementarios dentro del proyecto de investi-gación llamado «Modelos de gestión del patrimonio natural y cultural de San Blas». Asimismo, se recopiló información histórica y cultural sobre la parcela y sus alrededores, mediante la realización de entrevistas dirigidas a personas de la zona y la compilación de bibliografía, con el apoyo del Área de Cultura de los ayuntamientos de San Miguel de Abona y Granadilla de Abona. También se empezó a trabajar la idea de incorporar al proyecto medidas ambientales en la construcción y posterior gestión ambiental del hotel que estuvieran en consonancia con la filosofía de respeto al medio natural, utilizando su color, su forma y textura como base de inspiración en la arquitectura y paisajismo del hotel, intentando conseguir la armonía con el entorno.

Así, el proyecto de la Reserva Ambiental de San Blas se convierte en un recinto ecoturístico basado en la naturaleza y la cultura propias del lugar. A nivel na-tural, sus barrancos y sus lomas de origen volcánico están poblados por una flora y una fauna que en conjunto conforman un escenario de gran valor, tanto para geólogos y biólogos, como para los visitantes. A nivel cultural, los hallaz-gos arqueológicos nos documentan sobre las costumbres de los aborígenes guanches presentes antes de la conquista de la isla, así como del uso agrícola más reciente que se hizo de la finca, primero de cereales y luego de tomates. La unión de todo esto es el argumento temático e hilo conductor que da co-herencia al conjunto, los recursos naturales de San Blas y su aprovechamiento a lo largo del tiempo.

Elementos patrimoniales

Paisajes como el de San Blas, llenos de barrancos y lomas, han sido en Canarias, desde que los primeros humanos se asentaron en las islas, lugares de desarrollo social y cultural de aspectos muy diversos. El uso de los barrancos como luga-res de asentamiento o espacios funerarios, además de otros usos, por parte de los guanches, está ampliamente demostrado en la extensa bibliografía que

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existe en el Archipiélago sobre dicha sociedad; asimismo, los lomos eran utili-zados sobre todo como lugares de explotación de recursos económicos como el pastoreo y la agricultura, y también sirvieron de pasillos de comunicación entre la costa y la cumbre.

En los siglos siguientes a la conquista, se fueron abandonando estos usos de los barrancos, siendo sustituidos por otros traídos por la nueva sociedad. La zona de San Blas se convirtió en un espacio para el pastoreo hasta la llega-da de los primeros cultivos. Así, un análisis de los yacimientos arqueológicos y etnográficos nos muestra los distintos usos que tuvo el territorio para el ser humano. Los elementos patrimoniales existentes en San Blas nos desvelan el comportamiento que desarrollaron aquí las sociedades pretéritas y su relación con el medio. Así, encontramos, por ejemplo, las cuevas de habitación aborí-genes, que evidencian su uso por parte de los guanches por los materiales que aún perduran en su entorno, como restos de malacofauna, cerámica, fauna y material lítico, tanto sobre basalto como obsidiana. Muchas de estas cuevas fueron reutilizadas después de la conquista y hasta hace muy pocos años, por lo que también nos encontramos restos recientes, como cerámica histórica y adecuaciones de las cuevas para su utilización ganadera. Esto viene a eviden-ciar un uso continuado de los barrancos desde la época de los guanches hasta la actualidad.

Otro de los vestigios arqueológicos que nos encontramos en el barranco cen-tral de la finca es la existencia de un canal y una cazoleta, que son elementos utilizados en algunos rituales aborígenes; y asimismo la presencia de la oriha-ma, que es una planta cuya semilla se utilizaba para llevar a cabo las momifica-ciones, que era una práctica que en ocasiones esta sociedad pretérita realizaba dentro de sus costumbres funerarias. Aunque lo más llamativo de este lugar es la roca de basalto de grandes dimensiones que se encuentra calzada sobre la cazoleta, que la convierte en un caso paradigmático dentro del análisis de estas estructuras en las islas.

También encontramos en este terreno un ere situado en un salto de agua del barranco de San Blas; el uso de estas estructuras se remonta a la época de los guanches y llega hasta el siglo XX. Se trata de concavidades naturales, excava-das en la tosca por la erosión pluvial, cubiertas de arena, en las que se almacena el agua de la lluvia; esta arena evitaba la evaporación, manteniendo el líquido en el fondo. Para recuperar el agua, se separaba la arena y se cogía con ayuda de un recipiente (Corrales Zumbado et alii, 1992); posteriormente en las casas

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era filtrada antes de ser consumida. El hallazgo de los eres no es extraño en esta zona de la isla, ya que por las circunstancias climatológicas, es una de las pocas formas de conseguir agua potable para saciar la sed y paliar el calor. Otro elemento característico de esta zona, y que aparece también en San Blas, son las llamadas piedras bebedero, que suelen ser rocas basálticas de forma cónca-va, situadas en lugares próximos al cauce de los barrancos, que eran utilizadas como abrevadero de animales.

Las canteras de tosca fueron un elemento de máxima importancia en los siglos pasados (Crisóstomo Delgado, 2003). Está certificada la existencia de varias de éstas instalaciones en San Blas, que tenían como objetivo aportar la piedra ne-cesaria para la construcción de las infraestructuras agrícolas de la finca. Las nu-merosas microtarjeas y los modestos viaductos, la era, la presa, la construcción aledaña a una de las canteras y la casa preexistente, son algunas de las obras hechas con la piedra obtenida en estas canteras.

La era situada en la finca es la única construcción de este tipo existente en el municipio cuyo suelo está hecho de callaos de playa; el grado de conserva-ción que muestra es alto y su presencia desvela la existencia de cultivos de cereal en el pasado. Además, sabemos que a finales del siglo XIX y hasta casi la primera mitad del XX, se cultivó trigo y cebada en esta zona. Pero éstos no fueron los únicos cultivos que utilizaron la era en su proceso de recolección: en los años cincuenta, para aprovechar la tierra entre zafra y zafra, se cultivó el quenaf, cultivo maldito para los campesinos por el picor que provocaba al ser aventadas sus ramas y cuya finalidad era obtener aceite a partir de sus semillas.

La presa es uno de los notables elementos arquitectónicos que se conservan en San Blas; se encuentra embutida en el barranco central y su construcción se estima de comienzos del siglo XX, cuando empiezan a plantearse los bene-ficios que podría producir el regadío y el almacenamiento de agua. Pero esta presa, con el paso del tiempo, se ha convertido en algo más que un contenedor de agua; además de su incuestionable valor como elemento patrimonial de la etnografía canaria, también ha adquirido gran importancia como elemento paisajístico y como ente generador de ecosistemas. La existencia de agua du-rante largos periodos del año ha permitido que numerosas especies animales y vegetales hayan hecho de este entorno su hábitat natural: Gallinulas choropus, fochas, garzas o garcetas, entre otras.

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También aparecen las tarjeas o atarjeas, que son pequeños canales hechos de tosca obtenida de las canteras de San Blas para llevar el agua; las primeras fue-ron construidas en el siglo XIX y eran las encargadas de traer el agua desde las galerías de Vilaflor hasta estas áridas tierras; más tarde fueron las galerías de Granadilla las encargadas de proporcionar el preciado líquido. A partir del levantamiento de la presa, se organizó todo un circuito de tarjeas que partían de ésta y llevaban el agua por distintos puntos de la finca, en los que existían áreas de cultivo. La presa y las conducciones de tarjeas se unen a los eres y las piedras bebedero como elementos que evidencian una continuidad en la búsqueda del agua por los diferentes grupos humanos que han aprovechado este territorio.

Los restos de bancales que aparecen en la finca son el testimonio de las trans-formaciones que se produjeron en el paisaje para introducir el regadío y el cul-tivo del tomate en una zona de topografía irregular como ésta, en el primer tercio del siglo XX, con la llegada del agua procedente de las galerías. Podemos encontrar restos de estas estructuras agrarias en la zona de la playa, cuyos mu-ros están construidos con cantos de playa o callaos, y en las laderas de algunos lomos, levantados en este caso con piedras del entorno. Otro de los elementos etnográficos a tener en cuenta es el antiguo camino de la finca; este sendero unía la anterior carretera de Los Abrigos con la casa de San Blas, recorriendo la finca por los lomos y los barrancos, con la finalidad de transportar los tomates recolectados a los almacenes de empaquetado de la fruta para su exportación posterior.

El análisis de todos estos elementos, nos permite recomponer el comporta-miento que en épocas distintas ha tenido el hombre en este territorio, ade-más de evidenciar un uso continuado del mismo. La existencia de estos valores patrimoniales, nos permite conocer la historia de San Blas y la posibilidad de hacer uso de ella como uno de los principales valores endógenos que posee. También hace hincapié en la importancia que determinados elementos del paisaje, como los barrancos, han tenido a lo largo de la historia para el hombre, como lugares en los que se llevan a cabo muchas de las actividades necesarias en el desarrollo de sus costumbres sociales o económicas. San Blas viene a ser un claro ejemplo de esto; mediante los estudios e intervenciones arqueoló-gicas realizadas en la finca5, se pudo constatar el uso de estos barrancos por parte de la sociedad aborigen como lugares en los que situar asentamientos

5 Prospecciones y excavaciones llevadas a cabo bajo la dirección del Dr. Tejera Gaspar, en el año 2004.

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de carácter temporal y estacional (Chávez Álvarez, M. E. et alii, 2004), utilizando las abundantes cuevas y abrigos naturales que existen a lo largo de sus reco-rridos. Estos barrancos les servían para protegerse y desarrollar toda su cultura, «Este pequeño grupo humano fabricó cerámica, aunque lo más probable es que no lo hiciera en estos pequeños asentamientos, talló basalto y obsidiana, esta última procedente de las Cañadas del Teide, y se alimentó con un aporte de proteínas procedente tanto de los productos obtenidos de la recolección marina, como lapas o pescado del que se tiene representación de la vieja (Spa-risoma cretense), como de proteínas provenientes del consumo de carne de cabra y oveja.» (Pérez Camaño, F. et alii, 2004). La existencia del ere y del canal ritual evidecian también otros usos de los barrancos, así como las pequeñas atalayas que se pueden encontrar en algunos puntos: durante ese proceso de vigilancia y control, siempre desde lugares prominentes y con buena visibilidad de los tramos del barranco, los pastores dejan huella de su actividad mediante la talla móvil de útiles, esto es, la talla, reparación o transformación de sus útiles cotidianos fabricados en piedra durante el acto de vigilancia del ganado (Die-go Cuscoy, 1968; 1979).

Tras la conquista y, hasta el siglo XIX, se establece el pastoreo como actividad económica casi única en San Blas. A partir de este momento empieza a com-partir el espacio con otras labores como las agrícolas y las de cantería, de las que también nos ha quedado constancia a través de los elementos etnográ-ficos que se han conservado y que ya se han descrito. Hay otra serie de activi-dades que se han podido recuperar gracias a las fuentes orales y que también conforman un valor cultural de esta zona, como la actividad de las lavanderas en la desembocadura de los barrancos, la infatigable labor de las pescadoras que salían de la costa y cruzaban estos terrenos en dirección a las medianías para intercambiar el pescado por los productos de los que carecían en la costa o los juegos y costumbres que desarrollaban las gentes que, de una manera u otra, hacían uso de la finca. En los años sesenta del siglo pasado, San Blas quedó abandonado y sus barrancos pasaron a ser lugares donde se vertían escombros y basuras, además de una zona de caza. Otra de las actividades que se puede apreciar que se realizó fue la extracción de áridos en la zona norte en los años ochenta y que supuso una alteración importante del estado de conservación que mantenía la finca.

Además del patrimonio histórico-cultural, hay otros valores que hacen de San Blas un lugar de especial relevancia en cuanto a la naturaleza. En el ámbito vegetal, hay que destacar el elevado número de especies endémicas de flora

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canaria y macaronésica, adaptadas a resistir condiciones climáticas de extrema aridez, que componen este tapiz vegetal6; así, destacan tabaibas, balos, cardones, cardoncillos y kleinias, entre otras. En cuanto a los valores geológicos, lo más ca-racterístico es la existencia de materiales basálticos y pumíticos7 que presentan un contraste que, enriquecido por los efectos erosivos sobre las ignimbritas, con-forman un espectacular paisaje con numerosos elementos a tener en cuanta a la hora de valorar este espacio desde el punto de vista natural.

Los planes especiales como herramienta de desarrollo territorial

Tras el abandono del cultivo del tomate, el área de San Blas quedó aprisionado por el gran desarrollo del turismo en las proximidades de la finca por su extremo meridional (campos de golf y urbanizaciones asociadas), las grandes infraestructuras por el norte y este (autopista, carreteras, aeropuerto de Tenerife Sur), por lo que durante algún tiempo fue el abandono lo que marcó la evolución del paisaje. Fue en esa etapa cuando se convirtió en un vertedero de escombros y chatarras que todavía podemos observar en diferentes puntos de la reserva. Sin embargo, a pesar de los continuados años de intervención humana en el paisaje, al poco tiempo de su abandono, la dinámica natural comenzó a adueñarse del espacio, empezando, por supuesto por los sectores menos antropizados y mejor conservados, como el barranco del Guincho y algunos ámbitos de los barrancos de San Blas y La Orchilla.

En la actualidad, a través del desarrollo de un plan especial de ordenación, se propone una nueva manera de intervenir en el espacio. La actividad turística es dominante en el panorama productivo de Canarias, pero, aunque parezca un contrasentido, la larga etapa que el Archipiélago lleva compitiendo en el mercado turístico globalizado ha provocado el envejecimiento de la oferta y un cierto cansancio en la afluencia de visitantes a nuestras islas, lo que comporta plantear nuevos modelos de explotación turística, más novedosos y que puedan competir en la feroz bolsa de valores del ocio internacional.

Por ello, en este contexto se plantea el aprovechamiento de los recursos naturales de San Blas, con un fin recreativo y de ocio, pero también de protección de sus destacados valores. Se trata, por tanto, de rentabilizar, no

6 Estudios realizados por Wildpret de la Torre y Martín Osorio, en 2004.

7 Estudios realizados por Martí Molist, en 2004.

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sólo económicamente, la importancia, no ya arqueológica, sino también etnográfica del lugar, mostrando todos aquellos elementos históricos que sirvieron para alimentar a nuestros antecesores, y que forman parte de nuestras señas de identidad, como la era y la cultura del cereal; los nateros y la cultura del aprovechamiento del suelo fértil; la presa y el aprovechamiento y reutilización de los recursos hídricos; los ganados caprinos y el entronque con la cultura pastoril tradicional; los viñedos, los frutales y las hortalizas, que han sido básicos en la conformación de nuestros paisajes más característicos.

Para ello se rehabilitarán los senderos que formaban parte de la densa red de vías pedestres y de herradura por la que se movían nuestros ancestros, algunas de ellas usadas durante siglos desde la época aborigen, otras trazadas para transportar las producciones que se generaron en los terrazgos cultivados. Estas actuaciones se completarán con la incorporación de una finca agroecológica visitable, centrada en el desarrollo de la agricultura tradicional del ámbito objeto de ordenación, y con un edificio que realizará funciones de aula de la naturaleza.

Por otra parte, la necesidad de restaurar la vegetación natural en los sectores más deteriorados de la finca, a causa de la intervención humana que se han llevado a cabo en San Blas (removilización de tierras, machaqueo del sustrato preexistente), ha llevado a crear un vivero de plantas autóctonas, con las que se acondicionarán, además, los jardines del resort y el borde de las vías. En este vivero se sembrarán cardones, tabaibas dulces, cardoncillos, leña santa y otras especies autóctonas, muchas de las cuales están en situación de vulnerabilidad ecológica por la paulatina desaparición de su hábitat.

Todas estas acciones intentarán hacer compatible el cuidado al medio en el que se desarrollarán, con las necesarias actuaciones territoriales, orientadas al rendimiento económico que se plantea cualquier empresario que pone en marcha una actividad productiva, sobre todo en aquellos sectores más degra-dados.

Teniendo en cuenta lo anterior, el valor ambiental de San Blas y su cercanía a importantes zonas turísticas, hacen necesario el cumplimiento de los conte-nidos del Plan Territorial Especial de Ordenación Turística Insular de Tenerife (PTOTT) para esta área, que debe contemplar un régimen de usos que com-patibilicen ambas naturalezas. Ese es el objeto del Plan Especial de Ordenación de la Reserva Ambiental de San Blas (PEO-San Blas), que se concreta en la orde-

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nación del barranco de La Orchilla, el desarrollo del referido Plan Territorial, que ha sido aprobado definitivamente por Acuerdo de la Comisión de Ordenación del Territorio y Medio Ambiente de Canarias, en sesión del 6 de abril de 2005, y publicado mediante Resolución de 29 de julio de 2005, de la Dirección General de Ordenación del Territorio del Gobierno de Canarias, en el BOC 2005/168 del viernes 26 de agosto de 2005.

El PTOTT establece que el ámbito de San Blas es un área de reserva ambiental y propone para la misma los siguientes objetivos y condicionantes a desarrollar por el instrumento encargado de ordenar dicha área:

a) Se trata de un área de reserva ambiental, en consonancia con lo contenido en el Plan Insular de Ordenación de Tenerife (PIOT).

b) Su objetivo es la conservación del valor paisajístico de sus formaciones orográficas y de sus muestras de flora autóctona.

c) Parte de estos terrenos corresponden a antiguos cultivos en estado de abandono o áreas que soportan vertidos incontrolados.

d) Su localización en el borde del espacio turístico de San Miguel y margen de la carretera de acceso a Los Abrigos le confiere un interés especial, paisajís-tico y ambiental, para el espacio turístico.

e) Reconocidos estos valores se podrán habilitar usos turístico-recreativos, adaptados al medio y de carácter no edificatorios, que permitan la recupe-ración y conservación integral del espacio con estas finalidades, pudiendo aplicarse las determinaciones de redelimitación de áreas de regulación ho-mogénea que contiene el PIOT.

En consecuencia, y conforme a las indicaciones del Plan Territorial Especial de Ordenación Turística Insular de Tenerife, se redacta un documento que sigue, por un lado, los criterios y determinaciones marcados por el Plan Insular de Ordenación de Tenerife (PIOT), aprobado definitivamente el 16 de octubre de 2002, mediante el Decreto 150/2002, publicado en el BOC 2002/140, de 19 de octubre de 2002; y por otro lado, siguiendo las determinaciones de la Revisión de las Normas Subsidiarias de Planeamiento de San Miguel de Abona (NNSS), en su primera fase (de la autopista TF-1 hacia la costa), tomadas en conocimien-to mediante Orden de la Consejería de Política Territorial y Medio Ambiente de Canarias de 22 de diciembre de 1999, BOC número 15 de 4 de febrero de 2000. Todo ello dentro del marco previsto por la Ley 19/2003, de 14 de abril de 2003,

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por la que se aprueban las Directrices de Ordenación General de Canarias y las Directrices de Ordenación del Turismo de Canarias.

El Plan Especial se organiza a través de áreas de regulación (AR) que parten del modelo de distribución de usos en la parcela, mediante la división de su espacio en ámbitos de ordenación que presentan cierta uniformidad interna, tanto en lo referente a las características ambientales, además de los condicio-nantes de la legislación vigente; como en relación con los usos y actividades que soportan o pueden soportar, a partir de la previsión de intervenciones a desarrollar.

Para la definición de estas áreas de regulación se ha tenido en cuenta la infor-mación ambiental desarrollada a partir de las unidades ambientales y de paisaje, definidas en el propio documento. En éstas se definen una serie de usos prin-cipales, compatibles y/o prohibidos, según las características ambientales que presentan. Estos usos servirán como guía para la concreción de los regímenes de usos a aplicar en cada una de las áreas de regulación, de forma que el modelo de ordenación del territorio propuesto en el Plan Especial de Ordenación respete los principios de desarrollo sostenible definidos por el mismo.

Al final se optó por definir dos áreas de regulación (un área recreativa y área de conservación), las cuales se ha subdividido en zonas de ordenación con el objeto de pormenorizar los usos previstos en las mismas y concretar su locali-zación espacial en el ámbito objeto de ordenación.

En definitiva, para la distribución de los usos dentro del ámbito ordenado por el Plan Especial de Ordenación de la Reserva Ambiental de San Blas se han de-finido las siguientes áreas y zonas:

a) Área Recreativa, que se subdivide en una Zona Recreativa General y una Zona Ecoagraria.

b) Área de Conservación, que se divide según la permisividad de usos en Zona de Protección Intensa, Zona de Regeneración Paisajística y Zona de Protección Activa.

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1 Era restaurada2 Demostración de cultivos de cereales3 Cueva Aborigen4 Camión de tomates restaurado5 y 6 Embarcaderos7 Simulación de cantera8 Cuarto de material / Botiquín9 Yacimiento Arqueológico10 Recuperación salto de agua11 Cueva Aborigen12 Simulación de redil de ganado13 Recreación de yacimiento arqueológico14 Recreación de nateros15 Jardín de interpretación flora autóctona

Área de regulación / Zona de Ordenación Superficie (m2) % sobre total ámbitoÁrea de Conservación 558.304,8 93.3Zona de Protección Intensa 338.227,4 56,4Zona de Regeneración Paisajística 49.496,3 8,2Zona de Protección Activa 170.581,0 28,4Área Recreativa 39.916,4 6.7Zona Ecoagraria 37.899,6 6,3Zona Recreativa General 3.795,6 0,7

Figura 1. Plano del Plan Especial de San Blas

Zona Recreativa General Zona Ecoagraria Zona de Protección Activa Zona de Regeneración Paisajística Zona de Protección Intensiva Ámbito del Plan Especial

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Conclusiones

La Reserva Ambiental de San Blas plantea un nuevo modelo turístico, a partir de la idea del uso patrimonial del territorio. Siguiendo la definición de territorio como «el resultado de un complejo proceso de construcción social que se realiza sobre un espacio geográfico concreto y se deriva de las prácticas, proyectos y conocimientos de los hombres que viven»o actúan «en el mismo» (García Rodríguez, 2007), se podría decir, que este proyecto convierte un espacio físico en un territorio. Es ahora cuando se ponen en conocimiento de la sociedad los recursos endógenos de este espacio, a partir de los estudios realizados sobre la parcela originaria. Además del proceso de investigación llevado a cabo en el proyecto denominado «Modelos de gestión del patrimonio natural y cultural de San Blas», se ha incluido a la población local en el trabajo de recopilación de información sobre los procesos de cambio y las actividades desarrolladas en la finca en las épocas más recientes.

La finalidad de la recuperación de los valores patrimoniales de San Blas ha sido ponerlos en uso mediante la creación de un gran ecomuseo en la zona declarada por el PTOTT como reserva ambiental, complementando el proyecto con un centro de interpretación situado en el propio espacio hotelero. Así, tanto los turistas que se alojen en el hotel, como los visitantes externos que acudan a San Blas, podrán conocer y aprender de forma amena, pero con rigor científico, los valores naturales que en el mismo existen y el uso que ha tenido a lo largo del tiempo para sus habitantes. En una etapa en la que el desarrollo urbanístico ha experimentado una descontrolada expansión y el patrimonio ha sido interpretado, en muchas ocasiones, como un freno para este avance constructor, nos encontramos en un momento de cambio de pensamiento, en el que el patrimonio se empieza a ver como un capital territorial y lo que se plantea es su inclusión dentro de los planes de desarrollo y su reconocimiento como valor endógeno de los territorios.

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En las dos últimas décadas, los geógrafos españoles han ido desbordando poco a poco sus tradicionales ámbitos de trabajo en la enseñanza media y en la docencia e investigación universitarias y han comenzado a estar presentes en un conjunto de actividades relativamente nuevas para la profesión, relacio-nadas con el uso y la gestión de la información geográfica, el medio ambiente, el urbanismo, la ordenación del territorio y el desarrollo local, entre otras. Esta labor ha ampliado el horizonte laboral del colectivo en el campo de la Geo-grafía activa y ha contribuido al desarrollo de nuevas herramientas de análisis y a la aparición de nuevas perspectivas metodológicas, que han enriquecido, sin duda, el bagaje operativo e incluso la reflexión teórica de la disciplina.

Pero también han puesto de manifiesto, por una parte, la existencia de impor-tantes carencias formativas para abordar dicha tarea aplicada, a pesar de las modificaciones de los planes de estudio llevadas a cabo con dicho objetivo en los últimos quinquenios, que han concluido recientemente con la aparición del grado de Geografía y Ordenación del Territorio en varias universidades, lo que supone, al menos sobre el papel, una considerable modificación de los contenidos a impartir y de las metodologías a utilizar por los docentes. Y por otra parte, han dejado constancia de la multiplicación de la oferta de cursos de postgrado, destinados a mejorar la cualificación profesional de los titula-dos y a adecuar sus habilidades a las demandas del mercado laboral, en una apuesta institucional cada vez más visible por la empleabilidad, que antecede a los planteamientos difundidos con claridad a partir del Plan Bolonia para las universidades europeas.

Introducción a la obra