La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, según el Evangelio de Juan 18-20

Pastoral CMSB

Reflexión

Ante mi cruz en la que está Dios.

Aún me pregunto, con profunda admiración, ¿qué Dios es este?, que pudiendo no sufrir, sufre; que pudiendo no caminar, camina; que pudiendo soltar la cruz, se aferra más a ella; que pudiendo hablar, respondiendo a tantos insultos, calla; que pudiendo no morir, muere… Y con el ímpetu de un orgullo conmovedor, me respondo: ¡Ese es mi Dios!

No bastó con el castigo tan atroz que se le dio; de suyo, los mismos guardias castigadores al ver su figura tan inhumana se estremecieron, sin estremecerse. Se cansaron ellos dando golpes, y no Él recibiéndolos. Flagelado hasta la muerte, y no murió. Aun así, a los suyos no les importó, clamaron por cruz para Él. Perdonó, y no fue perdonado; defendió, y no fue defendido, liberó, y fue esclavizado, curó, y fue herido; abrazó, y fue despreciado; acompañó, y fue olvidado.

La cruz no es la que pesa; pesa el abandono de los que amó, de aquellos que confesaron seguirlo y amarlo; pesa el dolor de la madre al contemplarla en su dolor; pesan los insultos; pero, no pesa la cruz, ni el camino tan largo. ¿Qué mal hiciste, oh mi Dios, para merecer lo que viviste y hoy recuerdo? ¿Cuál fue tu culpa? ¿Qué de Dios no hubo en tus palabras? ¿Qué de Dios no hubo en tu modo de ser y de proceder? Porque, contemplo tu vida y no encuentro en ti maldad alguna. O acaso, ¿estuvo mal el amar a todos, el hacerlos sentir más humanos, el perdonarlos sin importar sus faltas…?

Fuiste condenado por Amar en verdad; y sin importarte, con ese mismo amor, aceptas tu sentencia. La cumples en silencio de amor; y, al estar muriendo por amor en lo alto de la cruz, hablas con palabras de amor para seguir con ellas amando. ¡Qué es toda esta manera de amar que me desborda, oh mi Señor! ¿Cómo podría yo alcanzar ese amor con el que tú amas, oh mi Dios? Dímelo, porque estoy seducido por tu amor; estoy enamorado de tu amor, Señor.

¡Haz que yo Señor, al contemplarte, quiera para mí

tu manera de dar amor; pues, yo lo necesito!

Los míos junto a mis prójimos necesitan ver tu

manera de amar en mí, y yo, con humildad, lo

quiero. Amén.

Viacrucis de las siete palabras

Camino espiritual con las Palabras de la Cruz 1ra. Palabra. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23, 34). Recuerda una experiencia en la que hayas sido ofendido, y pide para que puedas aprender a perdonar como Jesús. 2da. Palabra. “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?” (Marcos 15, 34). Recuerda un momento de tu vida en el que te hayas sentido abandonado por Dios o por las personas en las que confiabas, y pide ayuda al Señor para saber esperar contra toda esperanza. 3ra. Palabra. “Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas

23, 43). Recuerda a alguien que te haya animado en un momento de dolor, y pide para que tú también te conviertas en mensajero de la consolación del Señor. 4ta. Palabra. “Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre” (Juan 19, 26-27). Recuerda una experiencia en la cual te sentiste acompañado y acogido por alguien en medio de la dificultad, y pide para que tu puedas acompañar a los que sufren a tu alrededor. 5ta. Palabra. “Tengo sed” (Juan 19, 28). Recuerda un momento en el que sentiste con fuerza una necesidad vital que no podías satisfacer, y pide para que el Señor sea el único que pueda satisfacer tus necesidades más profundas. 6ta. Palabra. “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (Lucas 23, 46). Recuerda un momento de tu vida en el que hayas puesto toda tu confianza en el Señor o en alguna persona, y pide para que sepas confiar y ser fiel a lo que te confían. 7ma. Palabra. “Todo está cumplido” (Juan 19, 30). Recuerda una experiencia de satisfacción por la misión cumplida, y pide para que el Señor te regale la fuerza necesaria para hacer siempre su Voluntad.

EE.EE CMSB. 2020

Al finalizar. Gloria al Padre, al Hijo y al…

Elis Jesús Angulo, teólogo.

Ejercicio Espiritual

De rodillas, con una cruz que se desvanece En esta tarde, Cristo del Calvario, vine a rogarte por mi carne enferma; pero, al verte, mis ojos van y vienen de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados, cuando veo los tuyos destrozados? ¿Cómo mostrarte mis manos vacías, cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte mi soledad, cuando en la cruz alzado y solo estás? ¿Cómo explicarte que no tengo amor, cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada, huyeron de mí todas mis dolencias. El ímpetu del ruego que traía se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada, estar aquí, junto a tu imagen muerta, ir aprendiendo que el dolor es sólo la llave santa de tu santa puerta. Amén.

Himno de las vísperas de la 1ra semana.

Para meditar y actuar.

¿Cuáles son las cruces que afrontas en estos momentos

de tu vida?

¿Por qué o por quién cargas con esa cruz?, ¿tú te la has

impuesto u otros te la han cargado?, ¿es una cruz

obligada o asumida en libertad?

¿Qué tanto padeces por esa cruz?, ¿cuántas caídas te ha

causado?, ¿quiénes te han dejado sola(a) con tu cruz?,

¿quiénes te acompañan llevándola; quienes te

acompañan sin llevarla?

¿Es una cruz que puedes soltar en el camino, o

definitivamente mueres en ella?

Tanto me amas Señor que, teniendo cruz, caminas junto a mí y cargas con la mía. Y yo, sintiéndome

descargado, te dejo solo.