pascua. año de la misericordia

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EL QUE PRACTICA MISERICORDIA, QUE LO HAGA CON ALEGRÍA PASCUA Aporte para la celebración personal, familiar y comunitaria

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Page 1: Pascua. Año de la Misericordia

EL QUE PRACTICA MISERICORDIA,

QUE LO HAGA CON

ALEGRÍA

PASCUA Aporte para la celebración personal, familiar y comunitaria

Page 2: Pascua. Año de la Misericordia

La serie “Educando para la Misericordia”, forma parte de la red de aliados de la iniciativa “Hagámoslo Bien” a favor de la Cultura de la Legalidad. www.hagamoslobien.org

Este documento está bajo la Licencia Creative Commons. Por lo tanto, son libres de copiar, distribuir y comunicar públicamente todos sus contenidos, siempre que se haga referencia a la fuente de la información y al autor, si lo hay. El Diseño Editorial, Redacción, Corrección de Estilo, Producción y Distribución están a cargo de la Vicaría Episcopal de Pastoral de la Arquidiócesis de Monterrey.

“PASCUA. El que practica misericordia que lo haga con alegría”. Aporte para la celebración personal, familiar y comunitaria. De la serie: Educando para la Misericordia SECRETARIADO DE PASTORAL SOCIAL Arista No. 230 Centro, Monterrey, N.L. C.P. 64000, México. Contacto.: (81) 1158 2260 y 61 [email protected] www.pastoralsocialmty.org

/pastoralsocialmty @psocialmty @psocialmty

Page 3: Pascua. Año de la Misericordia

PRESENTACIÓN

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PRESENTACIÓN La Pascua es lo más distintivo de nuestro ser como cristianos. Muchas veces nos podemos quedar a la mitad del camino litúrgico pues nos preparamos mucho para vivir la Cuaresma, incluso desde el Adviento, pero en ocasiones, todo se ve truncado por una Pascua ya con poca organización, con pocos recursos o que a todos nos encuentra ya muy cansados deseando incluso seguir de vacaciones. Parece como si nos estacionáramos en el calvario o como si nos identificáramos más con los discípulos de Emaús que van desesperanzados y tristes por la muerte de Jesús y no por la Vida que está dentro de ellos y que no reconocen. El tiempo de Pascua y más ahora en el Año de la Misericordia que celebramos, es el tiempo de vivir llenos de esperanza y creatividad, para vivir lo nuevo y para construir mejores relaciones en donde vivimos y trabajamos. Es el tiempo también de los Hechos de los Apóstoles, de imitar a los primeros cristianos que vivieron una experiencia de Vida después de la Pascua, cuando fueron más conscientes de la Vida que ya llevaban dentro desde siempre. Es el tiempo de ser discípulos misioneros post-pascuales: a)  Siendo aquellos que descubrimos en nosotros y en los

demás, la presencia de Dios que es Misericordia y Vida. b)  Creyendo que Jesús sigue Vivo en nosotros y que nos

comunica su Vida, la Vida de Dios. c)  Poniendo a disposición de todos los demás lo que somos y

tenemos, para dar y ser Vida en abundancia. d)  Permaneciendo abiertos al mundo para anunciar la Buena

Nueva de la alegría, manifestándola en nuestras relaciones con los demás.

e)  Renovando el compromiso por la fraternidad y la solidaridad que se traducen en preocupación activa por la vida y el crecimiento de los demás.

Si vivimos así, seremos Misericordia para los demás. Estamos llamados a ayudar a que los demás se levanten y caminen. A que sean igual o más alegres que nosotros, igual o más libres que nosotros, igual o más realizados que nosotros. Esta Misericordia, debe ser el fruto de esta Pascua pues la práctica del discípulo misionero testigo de la resurrección, es una práctica llena de dinamismo y compromiso por los hermanos y por la comunidad para que podamos todos encarnar el poder de Jesús que salva y libera. Ofrecemos este aporte: “PASCUA. El que practica misericordia que lo haga con alegría” de la Serie: “Educando para la Misericordia” como una herramienta pastoral pues contiene claves de reflexión y recursos que bien podrían usarse en la celebración personal, familiar y comunitaria, íntegramente o en partes. Las propuestas que aquí se señalan nacieron en el ambiente de la pastoral que vivimos en la Gran Ciudad. Pueden ser asumidas tal y como aparecen o adaptarse a las realidades específicas de nuestros lugares de trabajo o simplemente pueden ayudar como prácticas que nos permitan orientar y suscitar la creatividad de nuestras comunidades cristianas. Que con nuestro testimonio podamos decirle al mundo de hoy, a nuestra ciudad, a nuestra Arquidiócesis y a sus comunidades

¡Felices Pascuas llenas de Misericordia!

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LA VOZ DEL PASTOR

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"CRISTO RESUCITADO, MISERICORDIA DEL PADRE" Celebramos con gran alegría la victoria de Cristo sobre la muerte. Él ha resucitado, y con su resurrección nos ha alcanzado la vida nueva, la vida en plenitud prometida por el Padre desde el principio de los siglos. Es por esto que la Pascua es la fiesta principal de todo el mundo cristiano, en donde todos los creyentes nos unimos para agradecer y celebrar el que nuestro Padre Dios nos haya enviado a su Hijo Primogénito para que el mundo vuelva a creer, para que el mundo encuentre el verdadero camino que conduce a la vida (Cfr. Jn 14,6). La victoria de Cristo, única y definitiva, es también nuestra victoria, por eso nosotros también celebramos el triunfo sobre la muerte. "Yo vivo, y quien cree en mí vivirá" (Jn 11,25). Hay en el interior de todo ser humano un deseo por vivir la inmortalidad, por vivir en plenitud. Esta es una aspiración que solo encuentra su respuesta en la vida eterna que Cristo nos ha dado con su resurrección. Muchos, a lo largo de la historia, han buscado la fuente de donde brota el secreto de la eterna juventud; otros tantos han

querido inmortalizarse en sus obras de arte, en sus escritos, monumentos, etc., pero al final, todo queda en un recuerdo de alguien que hizo algo bueno, pero que todos solo conocemos como alguien que ya murió. Hoy, todos los cristianos debemos resucitar a la vida en la misericordia, en la búsqueda de aquellos hermanos que se sienten tristes, porque son víctimas del abandono de la sociedad, de nuestra indiferencia. "Si Cristo esta vivo, debemos buscarlo entre los vivos", ha dicho el Papa Francisco en su homilía en la Vigilia Pascual. El Papa nos invita a llevar el anuncio pascual a todos los corazones abrumados por el dolor, a todos aquellos que no consiguen encontrar la luz de la vida. Debemos olvidarnos de nosotros mismos y, como siervos alegres de la esperanza y la misericordia, anunciar al resucitado con nuestro testimonio, mediante la vivencia auténtica del amor. Deseo que esta Pascua sea el momento en que toda la Iglesia de Monterrey trascienda en la alegría y el servicio misericordioso, haciendo vida el llamado que Cristo mismo nos hace: "que todos seamos uno, para que el mundo pueda creer" (Jn 17, 21). ¡ Felices Pascua de Resurrección ! MONS. ROGELIO CABRERA LÓPEZ,

ARZOBISPO DE MONTERREY

Page 5: Pascua. Año de la Misericordia

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ORAR EN COMUNIDAD

DURANTE LA MISA DOMINICAL Esta celebración se propone para realizarse durante la Misa Dominical o Semanal luego de la invocación inicial o antes del Gloria, pudiéndose adaptarse dentro del acto penitencial y a las circunstancias del lugar y las costumbres propias. En el contexto de la Misa puede omitirse alguna de las cinco partes que sugerimos. EN FAMILIA También se sugiere que se haga en familia, realizando una “Pascua Familiar”, junto al Cirio Pascual que hemos llevado a la Vigilia Pascual y que se ha bendecido junto con el Fuego Nuevo, insistiendo en la vivencia del compromiso cristiano en lo cotidiano (familia y trabajo) en la comunidad y en mundo civil como consecuencia de la experiencia Pascual. COMO CIRIO PEREGRINO Finalmente puede hacerse con un “Cirio Peregrino” que se ofrezca cada semana de pascua en las Misas de Domingo a una familia que haga el compromiso de reunir a los vecinos y llevar a cabo esta celebración durante la semana teniendo un convivio para celebrar la alegría de compartir juntos la Vida. Esta idea puede adaptarse según las circunstancias y hacerse en las Capillas, los sectores parroquiales, las pequeñas comunidades o grupos parroquiales. La celebración tiene las siguientes partes inspirados en el Método Ver, Juzgar y Actuar:

ESCUCHAR A JESÚS

CELEBRACIÓN PARA ENCENDER EL CIRIO PASCUAL

CONTEMPLAR PARA ACTUAR

ACTUAR CON MISERICORDIA

ENCENDER EL CIRIO

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Page 6: Pascua. Año de la Misericordia

ORAR EN COMUNIDAD

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CONTEMPLAR PARA ACTUAR

PRIMERA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE

ESCUCHAR A JESÚS

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Aquí estamos, Padre Dios. Hoy celebramos la pascua, el paso por nuestra historia de Jesús y cantamos gozosos el aleluya. Creemos que él sigue viviendo en Ti, de igual forma que Tú, su Padre y fuente de vida, viviste siempre en él. Jesús nos ha descubierto que esta fiesta también puede ser nuestra propia pascua de liberación si pasamos de nuestros egoísmos y nos decidimos a vivir plenamente para los hermanos. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor. ¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

En esta Pascua se ha encendido para nosotros un fuego nuevo, Jesús, el Señor de la muerte y de la vida, que con su luz nos hace ver la realidad con ojos distintos. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿Cuáles son los signos de muerte que podemos captar en nuestra comunidad? v  ¿Cuáles son los signos de resurrección que podemos descubrir entre nosotros? La luz de Cristo ilumina lo más oscuro de nuestra vida. A la luz de Jesús vemos que la muerte no es una destrucción total, sino un cambio pues la vida humana no termina, se transforma.

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio) Del santo Evangelio según san Lucas 24, 1-12 El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron. "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo: ‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ ". Y ellas recordaron sus palabras.

Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no las creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor.

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ACTUAR CON MISERICORDIA

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ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo es nuestra Luz! v  ¡Cristo es camino, verdad y vida! v  ¡Cristo es vencedor de la muerte!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros. Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”. Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”. v  Reconoce la sinceridad en la gente y acepta la crítica, eso es motivo para mejorar o afianzarse en lo que crees. v  Agradece a la gente que te ha ayudado a lo largo de toda tu vida. No hay que asumir que otros saben de

nuestra gratitud. v  Anima que la gente encuentre y desarrolle sus talentos y verás como florecen los tuyos.

ORAR EN COMUNIDAD

SEGUNDA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y ES MISERICORDIA

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Somos tus hijos Padre Bueno. Nos sale del corazón bendecir tu nombre y mostrarte nuestro sincero agradecimiento. Aunque apenas somos capaces de vislumbrar tu sombra, te sentimos como un Dios cercano, bueno y comprensivo. Quieres a todos tus hijos de la misma manera y no guardas preferencia con ninguna religión ni cultura. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor. ¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

CONTEMPLAR PARA ACTUAR

En esta Pascua se ha encendido para nosotros una nueva Luz y es la resurrección de Cristo la que ilumina nuestra realidad y nos muestra que el amor es más grande que la muerte. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿Con qué signos y hechos mostramos en nuestra vida la presencia del resucitado? v  ¿Cómo demuestro que soy un discípulo misionero post-pascual? Con la resurrección de Jesús, todo es nuevo y diferente. Todo es Vida y nos compromete a compartirla con los demás en lo ordinario de la vida.

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ESCUCHAR A JESÚS

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio) Del santo Evangelio según san Juan 20, 19-31 Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría. De nuevo les dijo Jesús: "La paz esté con ustedes. Como el Padre me ha enviado, así también los envío yo". Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Reciban al Espíritu Santo. A los que les perdonen los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonen, les quedarán sin perdonar”.

Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: "Hemos visto al Señor". Pero él les contestó: "Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré". Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: "La paz esté con ustedes". Luego le dijo a Tomás: "Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree". Tomás le respondió: "¡Señor mío y Dios mío!" Jesús añadió: "Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto". Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengan vida en su nombre. Palabra del Señor.

ACTUAR CON MISERICORDIA

ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo ilumina nuestra vida! v  ¡Cristo está Vivo y es causa de nuestra alegría! v  ¡Cristo es nuestra esperanza!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.

Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”. Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”. v  Observa detenidamente una flor o un animal. Medita sobre la omnipotencia de Dios para haberlos creado

únicos. v  Al levantarte respira lo mas hondo que puedas varias veces y mira por la ventana. ¿No es grandiosa la

oportunidad de un nuevo día? v  Observa el agua... en cualquiera de sus manifestaciones lluvia, rocío, río, mar o en un vaso. El agua se adapta

a las necesidades de la Creación imitemos eso.

Page 9: Pascua. Año de la Misericordia

ORAR EN COMUNIDAD

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CONTEMPLAR PARA ACTUAR

TERCERA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y ES ALEGRÍA

ESCUCHAR A JESÚS

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Debemos agradecerte muy especialmente, Padre Dios, el paso por nuestra historia de tu Hijo Jesús de Nazaret, que nos ha enseñado cómo vivir y nos ha acercado a Ti. Nos impresiona su generosidad, su bondad sin límite, cómo estaba siempre dispuesto a ayudar y consolar a los mendigos y enfermos que le salían al encuentro. Cuando recordamos su vida, su palabra, su fe, su cariño, sentimos como que nos arde el corazón. Cuando nos reunimos en su nombre, es como sentir su cálida presencia entre nosotros. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor. ¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

En esta Pascua se ha encendido para nosotros un fuego nuevo, Jesús, el Señor de la muerte y de la vida, que con su luz nos hace ver la realidad con ojos distintos. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿Qué tanto somos capaces de acompañar a Jesús y hacer nuestra la causa del Reino de Dios? v  ¿Qué tanto somos capaces de trabajar en equipo y hacer comunidad con los demás hermanos y hermanas? La Resurrección de Cristo hoy, nos dice que de todo lo que hacemos por amor y con amor se conservará de algún modo en medio de la cultura de la indiferencia que vivimos.

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio)

Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el Gemelo), Natanael (el de Caná de Galilea), los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: "Voy a pescar". Ellos le respondieron: "También nosotros vamos contigo". Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada. Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo: "Muchachos, ¿han pescado algo?" Ellos contestaron: "No". Entonces él les dijo: "Echen la red a la derecha de la barca y encontrarán peces". Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar la red por tantos pescados. Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro: "Es el Señor". Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de tierra más de cien metros.

Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: "Traigan algunos pescados de los que acaban de pescar". Entonces Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes. Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no se rompió la red. Luego les dijo Jesús: "Vengan a almorzar". Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: "¿Quién eres?", porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio y también el pescado. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos. Después de almorzar le preguntó Jesús a Simón Pedro: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?" El le contestó: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis corderos". Por segunda vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me amas?" El le respondió: "Sí, Señor, tú sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Pastorea mis ovejas". Por tercera vez le preguntó: "Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?" Pedro se entristeció de que Jesús le hubiera preguntado por tercera vez si lo quería y le contestó: "Señor, tú lo sabes todo; tú bien sabes que te quiero". Jesús le dijo: "Apacienta mis ovejas. Yo te aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías la ropa e ibas a donde querías; pero cuando seas viejo, extenderás los brazos y otro te ceñirá y te llevará a donde no quieras". Esto se lo dijo para indicarle con qué género de muerte habría de glorificar a Dios. Después le dijo: "Sígueme”. Palabra del Señor.

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ACTUAR CON MISERICORDIA

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ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo es nuestro único Señor! v  ¡Cristo es fuente de Vida para siempre! v  ¡Cristo es nuestro Salvador!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros. Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”.

Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”.  

v  Sal a pasear un rato solo (a). Saca tiempo para ti, para entrar en contacto con la naturaleza. Admira la Creación en todas sus manifestaciones.

v  El perdón nace del amor a uno mismo y la compasión. Es imposible dar de lo que no tenemos y menos entender lo que no hemos sentido.

v  Ser amoroso (a) no nace de la nada. Edúcate en dar cariño a los demás. En ser atento (a), bondadoso (a) y en amar a tu prójimo como a ti mismo (a).

ORAR EN COMUNIDAD

CUARTA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y ES PAZ

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Sabemos, Señor, que debemos agradecerte cada día el maravilloso milagro cotidiano de tu creación. Gracias, Padre, porque nos has creado y nos sostienes, gracias por ser nuestro manantial inagotable de vida. Queremos ser conscientes de que vives en nosotros. No hay que esperar a la muerte para encontrarse contigo. Creemos, Dios nuestro, que aunque no te veamos, tú nos acompañas a lo largo de toda nuestra vida. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor. ¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

CONTEMPLAR PARA ACTUAR

En esta Pascua se ha encendido para nosotros una nueva Luz y es la resurrección de Cristo la que ilumina nuestra realidad y nos muestra que el amor es más grande que la muerte. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿En qué consiste nuestra dificultad para amar y ser generosos? v  ¿Qué podremos hacer para compartir lo que tenemos? La luz de Jesús ilumina nuestras relaciones interpersonales, nuestra convivencia humana. Ninguno de nuestros prójimos es un ser al cual le podamos hacer mal pues ahora todos estamos destinados a volver a encontrarnos en la alegría de vivir.

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ESCUCHAR A JESÚS

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio) Del santo Evangelio según san Juan 10, 27-30 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: "Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás; nadie las arrebatará de mi mano. Me las ha dado mi Padre, y él es superior a todos. El Padre y yo somos uno". Palabra del Señor.

ACTUAR CON MISERICORDIA

ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo es el sol que ilumina y calienta! v  ¡Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores! v  ¡Cristo es el Hijo de Dios Vivo!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.

Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”.

Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”.

v  A esas personas que son difíciles de accesar. Pregúntales si necesitan algo, ponte a su servicio. No hay mejor manera de hacer amigos que tender una mano desinteresadamente.

v  Cuando alguien te comparta una preocupacion recuerda decirles lo orgulloso que te sientes de ellos y lo que realmente admiras de cada uno.

v  Se fuerte al enfrentar los problemas pero muy sútil y amable con las personas. Verás lo bien que se resuelven. Eso es compasión.

ORAR EN COMUNIDAD

QUINTA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y ES AMOR

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Te damos gracias, Padre, por la fe que tenemos en Ti. Confesamos que Tú eres nuestro Dios, el Dios de todos. Aunque creemos en Ti, no acertamos a amarte con todas nuestras fuerzas, con todo nuestro corazón y toda nuestra mente. Nos acordamos de Ti y te buscamos torpemente en nuestras necesidades o en los huecos que nos dejan las preocupaciones de nuestra vida diaria. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor.

¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

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CONTEMPLAR PARA ACTUAR

ESCUCHAR A JESÚS

En esta Pascua se ha encendido para nosotros un fuego nuevo, Jesús, el Señor de la muerte y de la vida, que con su luz nos hace ver la realidad con ojos distintos. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿Qué pasa en una comunidad que se distingue porque ama y sirve a los demás? v  ¿Buscamos en la comunidad el encuentro con Jesús? Porque hay Resurrección, por eso puede haber expresiones de amor sincero y pleno, nada es igual que antes. La Vida que Jesús nos da nos hace conscientes de que somos hombres y mujeres nuevos que comparten con la comunidad el amor y la misericordia.

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio) Del santo Evangelio según san Juan 13, 31-33. 34-35 Cuando Judas salió del cenáculo, Jesús dijo: "Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo y pronto lo glorificará. Hijitos, todavía estaré un poco con ustedes. Les doy un mandamiento nuevo: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado; y por este amor reconocerán todos que ustedes son mis discípulos". Palabra del Señor.

ACTUAR CON MISERICORDIA

ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo Resucitado hace eterno nuestro amor! v  ¡Cristo Hijo amado de Dios Padre! v  ¡Cristo a quien el Padre celestial ama en nosotros!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.

Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”.

Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”.

v  Hazles saber a la gente cuando han hecho un excelente trabajo. Anima a todos a hacerlo también eso crea un ambiente positivo, valores y aprecio mutuo.

v  Ve a visitar un enfermo a hacer algún tipo de trabajo voluntario. De seguro te darás cuenta cuán afortunado y útil eres.

v  Presta atención a las señales de la vida. Cuando haces las cosas bien, se encadenan los acontecimientos, las lecturas y las personas. Aprende a escuchar tu entorno.

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ORAR EN COMUNIDAD

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CONTEMPLAR PARA ACTUAR

SEXTA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y ES LUZ

ESCUCHAR A JESÚS

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Aquí estamos, Padre Dios. Permanece entre nosotros la buena noticia de Jesús, que cambió nuestras mentes y viejas religiones, con un solo y sencillo mandamiento, el del amor fraterno. Tenemos un sueño. Soñamos en la felicidad de todos los seres humanos, soñamos en un mundo ideal, justo y solidario, al que Jesús llamó tu Reino. Soñamos en realizar el sueño de tu Hijo: que nos amáramos los unos a los otros, como hermanos, como amigos, como él hizo en su vida. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor. ¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

En esta Pascua se ha encendido para nosotros un fuego nuevo, Jesús, el Señor de la muerte y de la vida, que con su luz nos hace ver la realidad con ojos distintos. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿Cómo expresamos nuestra esperanza en un futuro nuevo y lleno de amor? v  ¿A qué causas justas nos hemos solidarizado para hacer vida el Reino de Dios? Al calor de la Resurrección, hagamos más intensos nuestros gozos presentes sabiendo que están llamados a ser para siempre. Cuando temblemos de frío por el dolor o la injusticia, acerquémonos al fuego de Cristo

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio)

Del santo Evangelio según san Juan 14, 23-29  

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "El que me ama, cumplirá mi palabra y mi Padre lo amará y haremos en él nuestra .morada. El que no me ama no cumplirá mis palabras. La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió. Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”. Palabra del Señor.

ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo es quien venció a la muerte! v  ¡Cristo está con nosotros siempre! v  ¡Cristo Dios de Dios y Luz de Luz!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo)

Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.

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ACTUAR CON MISERICORDIA

Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”.

Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”.

v  Cuando leas la Biblia no la leas como si fuera una revista. Toma un trozo del texto y reflexiona al respecto. Siempre encontrarás un mensaje para ti y la comunidad.

v  No todas las cosas se deben tomar de manera literal. Cuando alguien diga algo chocante o raro, encuéntrale el lado positivo, intenta entender las razones que tendra.

v  Busca la luz dentro de las tinieblas. Cuando tengas un problema observa que puedes aprender de eso. De toda experiencia se extrae una moraleja... Descúbrela.

ORAR EN COMUNIDAD

SEPTIMA SEMANA DE PASCUA JESÚS VIVE Y NOS INVITA A DAR VIDA

Acordémonos que Dios vive en nosotros y en la comunidad que formamos. Adorémosle. Queremos ser conscientes, Padre Dios, de la misión que nos confio Jesús antes de su partida. Quiso que nos sintiéramos hermanos unos de otros y repartiéramos el pan por igual entre todos, que veláramos que no le faltara nada a los más débiles. Nos encargó que hiciéramos de este mundo su reino, un mundo ideal, donde no hubiera pobres ni marginados y todos pudiéramos ser felices. Y supimos que no debíamos mirar más al cielo sino a nuestro alrededor. Jesús nos dejó el testigo para que siguiéramos la carrera. Gracias, Padre Dios. Por todo ello te bendecimos y nos alegramos en tu honor.

¡Viva Cristo, nuestra Luz! ¡Viva Cristo, Camino, Verdad y Vida!

CONTEMPLAR PARA ACTUAR

En esta Pascua se ha encendido para nosotros un fuego nuevo, Jesús, el Señor de la muerte y de la vida, que con su luz nos hace ver la realidad con ojos distintos. Preguntémonos con sinceridad: v  ¿De qué manera podemos cumplir con la misión que Jesús nos encomienda? v  ¿Cómo podemos insertarnos más en la vida de las y los excluidos y marginados?

A la luz de la Resurrección, entendemos que no podemos poner nuestro corazón en las cosas pasajeras y que nos distraen de ser Vida para los demás. Con Cristo resucitado, seamos luz, alegría, paz, gozo, amor y misericordia para los demás.

ESCUCHAR A JESÚS

(En el contexto de la Misa, se omite la lectura del Evangelio) Del santo Evangelio según san Lucas 24, 46-53 En aquel tiempo, Jesús se apareció a sus discípulos y les dijo: "Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios y el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto. Ahora yo les voy a enviar al que mi Padre les prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad, hasta que reciban la fuerza de lo alto”. Después salió con ellos fuera de la ciudad, hacia un lugar cercano a Betania; levantando las manos, los bendijo, y mientras los bendecía, se fue apartando de ellos y elevándose al cielo. Ellos, después de adorarlo, regresaron a Jerusalén, llenos de gozo, y permanecían constantemente en el templo, alabando a Dios. Palabra del Señor.

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ACTUAR CON MISERICORDIA

ENCENDER EL CIRIO

Encendemos ahora el Cirio Pascual y aclamamos a Cristo que está representado en Él y respondemos: ¡Gracias Señor por la Vida que está en nosotros! v  ¡Cristo es nuestra alegría y paz! v  ¡Cristo es misericordia y gozo! v  ¡Cristo es justicia y libertad para todos!

(Se puede aplaudir o cantar al momento de encenderlo) Este Cirio que el día de la Vigilia Pascual bendijimos solemnemente, es señal de la presencia de Cristo resucitado en nosotros.

Dice el Papa Francisco que “la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”.

Por eso proponemos para esta semana tres acciones que podrán llevarnos a actuar con la alegría de la Misericordia”.

v  Redescubre tu barrio o algún otro lugar que hace mucho tiempo no visitas. Piensa lo afortunados que somos de poder cambiar y mejorar.

v  Trata de reconocer las cualidades buenas de las personas. Piensa en como Dios hace milagros a través de la gente.

v  Cuando te sientas solo y sin fuerzas trata de ayudar a alguien y ser tu su fortaleza. Dar a otros es cosechar para ambos.

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DINÁMICA: LOS MOMENTOS PASCUALES DINÁMICA COMUNITARIA Esta dinámica se ofrece principalmente para las pequeñas comunidades, los grupos parroquiales y para alguna reunión parroquial. Eso no significa que pueda hacerse en familia o bien a nivel personal. Las indicaciones que se ofrecen podrán adaptarse según sea el caso de su aplicación. INTRODUCCIÓN Dios ocupa en nuestras vidas el mismo lugar que la alegría. No somos cristianos por el hecho de creer en la cruz, en el sufrimiento y en la muerte. Somos cristianos porque creemos en la resurrección, en la liberación, en la vida y en la alegría. En el fondo de nuestro corazón hemos de tener la seguridad de que toda prueba se transforma en gracia, toda tristeza en alegría, toda muerte en resurrección. Si queremos, no habrá un solo instante de nuestra existencia que pueda librarse de la alegría de la Pascua. El verdadero cristiano es incapaz de vivir al margen de la alegría. Creer en Dios es creer que Él es capaz de hacernos felices, de darnos a conocer una vida que deseamos prolongar por toda la eternidad. Porque, para muchos de nosotros, la cuestión difícil no está en saber si tienen fe en la resurrección, sino en saber si sienten ganas de resucitar, no en esta pequeña vida nuestra, egoísta, dolorosa y ciega. Si esto hiciera, el prolongar indefinidamente esa vida, sería más un castigo que una recompensa. De ahí que el Papa Francisco nos diga que “El verdadero y radical regreso del exilio (del pueblo de Israel y de nosotros) y la confortante luz después de la oscuridad de la crisis de fe, se realiza en la Pascua, en la experiencia llena y definitiva del amor de Dios, amor misericordioso que dona alegría, paz y vida eterna”. Por eso debemos descubrir en nuestro camino ese paso de Dios, esa alegría pascual que viene de él. ¿QUÉ SON LOS MOMENTOS PASCUALES? Habiendo reflexionado lo anterior, podemos definir el concepto de “Momentos Pascuales” como aquellos acontecimientos alegres en nuestra historia personal o grupal, en los que hemos experimentado de manera consciente, concreta y significativa el gozo de la presencia de Dios resucitado, cercano, vivo y glorioso. Siendo conscientes que Él está Vivo en nuestra historia y en nuestro corazón siempre, ahora nos corresponde, como dice el Papa Francisco ser alegres: “La alegría es como el signo del cristiano... un cristiano sin alegría o no es cristiano o está enfermo. No hay otra, no está bien de salud... como ya dije alguna vez, hay cristianos con cara de pimiento avinagrado, siempre con cara así... con el ceño fruncido... también el alma es así... allí está lo feo... esos no son cristianos. Un cristiano sin alegría no es cristiano. La alegría es como el sello del cristiano, también en el dolor, en las tribulaciones, aun en las persecuciones”. Traer a nuestro presente estos Momentos Pascuales nos permite poder disfrutar de todas esas experiencias que guardamos en nuestro corazón a semejanza de María, de manera que nos hace posible ver el día hoy con gozo y con alegre esperanza.

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INSTRUCCIONES Con esta Dinámica se pretende elaborar un listado de los Momentos Pascuales que se identifiquen en la historia personal, familiar, grupal o comunitaria, que se hayan vivido y que sean significativos.   Se ha de tener cuidado en respetar lo que cada integrante diga, ya que recordemos que cada uno tiene su visión particular, sin embargo ha de guiarse al grupo a que se refieran los momentos concretos y significativos. Antes de comenzar: §  Separar a los asistentes en equipos según sea el caso. §  Solicitar que para cada equipo se elija un Coordinador que guiará la Dinámica y un Secretario quien tomará nota de

las conclusiones. Durante la Dinámica: §  El Coordinador del equipo recordará a los integrantes qué son los Momentos Pascuales, asegurándose que haya

una comprensión clara del concepto. Acto seguido, él mismo los invitará a tener las siguientes actitudes para el desarrollo óptimo de la Dinámica:

§  Memoria agradecida y actitud de discernimiento para reconocer el paso de Dios alegre en la vida. §  Fe para reconocer que Dios nos habla y se hace presente a través de todos los acontecimientos. §  Una mirada múltiple, que sabe que toda realidad puede ser mirada desde distintos ángulos. No podemos

cerrarnos en una posición, sino abrirnos a otras miradas. §  Una actitud de escucha atenta a todos, respetando el turno de la persona que esté hablando hasta que

termine. §  Pedir a los integrantes del equipo que traigan al corazón los acontecimientos que para ellos son los Momentos

Pascuales que se identifiquen en la historia personal, familiar, grupal o comunitaria, que se hayan vivido y que sean significativos.

§  El Secretario irá tomando nota de las intervenciones de los integrantes del equipo buscando sintetizar el Momento en una frase o pidiéndole a quien lo exponga, un nombre o título para su descripción.

§  Una vez que todos o la mayoría ha expuesto, el Secretario leerá al equipo los distintos Momentos. Con esto habrán concluido la Dinámica.

Después de a Dinámica: §  Se reúne a todos los asistentes nuevamente y los Coordinadores de cada equipo presentan brevemente los

Momentos Pascuales del equipo §  Una vez terminada la exposición, se invita a todos a que en un momento de silencio se realice la siguiente oración: Gracias, Padre, por tu alegría, tu amor y tu ternura; porque nos conoces más que nosotros mismos y no dejas de darnos la vida para descubrirte cercano. Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien. Padre nuestro… Para concluir nuestra dinámica y como un signo de la alegría qye tenemos y que queremos vivir, nos damos un saludo de paz.

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LECTIO DIVINA PARA EL SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA o DE LA DIVINA MISERICORDIA

INTRODUCCIÓN

“Nuestra plegaria se extienda también a tantos Santos y Beatos que hicieron de la misericordia su misión de vida. En particular el pensamiento se dirige a la grande apóstol de la misericordia, santa Faustina Kowalska.

Ella que fue llamada a entrar en las profundidades de la divina misericordia, interceda por nosotros y nos obtenga vivir y caminar siempre en el perdón de Dios y en la inquebrantable confianza en su amor”

Papa Francisco en Misericordiae Vultus No. 24 La Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el 23 de mayo del 2000 un Decreto en el que se establece, por indicación del Papa Juan Pablo II, la fiesta de la Divina Misericordia, para celebrarse el Segundo Domingo de Pascua. La denominación oficial de este día litúrgico será, dijo el Papa: “Segundo Domingo de Pascua o de la Divina Misericordia”. Ya el mismo San Juan Pablo II, lo había anunciado durante la canonización de Sor Faustina Kowalska, el 30 de abril del mismo año 2000: “En todo el mundo, el Segundo domingo de Pascua recibirá el nombre de Domingo de la Divina Misericordia. Una invitación perenne para el mundo cristiano a afrontar, con confianza en la benevolencia divina, las dificultades y las pruebas que esperan al genero humano en los años venideros”. El Decreto vaticano aclara que la liturgia del Segundo domingo de Pascua y las lecturas del Breviario seguirán siendo las que ya contemplaba el Misal y el Rito Romano. De esta manera, se recuperó una antigua tradición litúrgica, que se refleja en una enseñanza atribuida a San Agustín sobre la Octava de Pascua, que él llamó "el día de la misericordia y el perdón", y el Octavo Día en sí mismo "el compendio de los días de la misericordia”. Es evidente que la celebración del Domingo de la Misericordia no compite con, ni pone en peligro la integridad de la temporada de Pascua. Después de todo, el Domingo de la Misericordia es un día de la Octava de Pascua, un día que celebra el amor misericordioso de Dios que brilla a través de todo el Triduo Pascual y todo el Misterio Pascual. En la medida en que las revelaciones y formas de devoción dada a Santa Faustina nos ayuden a ampliar para nosotros, este mismo Misterio Pascual, y este amor misericordioso, entonces su testimonio es una ayuda y no un obstáculo para el Pueblo de Dios en la celebración de esta gran solemnidad. LECTIO DIVINA SOBRE LA MISERICORDIA Proponemos Orar con la Palabra en esta Lectio Divina sobre la Divina Misericordia, tomando como base algunos versículos de la Parábola del Hijo Pródigo con el que sin duda descubriremos el núcleo del Evangelio y de nuestra fe a través del estudio, la meditación y la oración, para traducirlo en gestos de misericordia y alegría.

Se levantó y vino a donde estaba su padre; cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se le conmovieron las entrañas; y, echando a correr, se le echó al cuello y lo cubrió de besos. Su hijo le dijo:

“Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo”. Lucas 15, 20-21

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LECTURA ¿Qué dice el texto bíblico en sí mismo? A fin de comprender mejor este pasaje, tenemos que recordar qué sucedio para que Jesús contara esta parábola y las otras que reciben el nombre de “parábolas de la misericordia”. San Lucas nos cuenta que los fariseos se escandalizaban de Jesús porque andaba con pecadores y comía con ellos (cf. Lc 15,2). Y en otro lugar, que “algunos se tenían por justos y despreciaban a los demás” (Lc 18,2). Jesús habla sobre la misericordia de Dios porque algunos, que se creen mejores que otros, no aceptaban a los pecadores, poniendo límite a la compasión y misericordia de ellos mismos. En estos dos versículos que leímos y un poco antes, Lucas otorga el protagonismo al padre, indicándonos que éste reconocio a su hijo “cuando aún estaba lejos”. Sería difícil decir cuántas veces se habría asomado al camino para esperar al hijo perdido. Casi imposible determinar qué clase de esperanza le guiaba para creer que aún estaba vivo. A pesar de la distancia, la distancia física y la distancia afectiva que el hijo había creado, el padre lo vio. Y reconocio a su hijo, el hijo que había perdido. ¿Cuáles serían sus sentimientos ahora? Lucas elige una expresión para decírnoslo: “se le conmovieron las entrañas” (v. 20). Cualquier otra traducción, como “fue movido a misericordia” o “se conmovio�”, suavizaría demasiado el texto original, ocultando su poderosa fuerza. Lucas habla del amor de un Dios con entrañas. El equivalente hebreo de nuestra palabra “misericordia” es “rahamim”, que designa precisamente las entrañas, o más en concreto, el seno de una madre. Una madre ama a sus hijos porque los ha llevado en las entrañas: por eso el amor materno es “entrañable”. La tercera parte del libro de Isaías pone en boca de Dios estas palabras: “¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho, sin compadecerse del Hijo de sus entrañas? Pues aunque esas llegasen a olvidar, yo no te olvido” (Is 63,13). El padre del hijo pródigo tiene entrañas maternales. Nada que ver, por tanto, con la imagen de un varón autoritario, despótico o vengativo o justiciero, como eran los fariseos o hacían ver a Dios. MEDITACIÓN ¿Qué nos dice el texto bíblico a nosotros? Dios es como el Padre del hijo pródigo pues excede siempre nuestras expectativas. El hijo pródigo esperaba castigo y obtiene una fiesta. Quería ser siervo pero es reconocido como hijo. Podría parecernos que el padre no actuo con justicia. De hecho, ese sera el reproche que le dirige su hijo mayor: “en tantos años como te sirvo [...] a mí nunca me has dado un cabrito [...] y cuando ha venido ese hijo tuyo que se ha comido tus bienes con malas mujeres, le matas el ternero cebado” (Lc 15,29-30). Pero el padre se comporta con la mayor justicia. Ha dado a cada uno de sus hijos aquello que necesita: tanto al mayor (“todo lo mío es tuyo”), como al menor (“estaba muerto y ha vuelto a la vida”). San Juan Pablo II recordaba que sólo la misericordia consigue la verdadera justicia e igualdad entre los hombres, puesto que sólo el amor “paciente y benigno” trata a cada uno como necesita. Sólo el amor es capaz de “restituir el hombre a sí mismo”. Asi es el corazón paterno de Dios: capaz de amar perdonando. Capaz de sanar las heridas de cada corazón. Capaz de hacer fiesta por cada hombre o mujer que vuelve hacia Él. De ahí que la invitación que nos deja es a ser Padres, a ser como el Padre y a diferencia de los fariseos, aceptar a todos por igual, independientemente de lo que hallan hecho o dejen de hacer. CONTEMPLACIÓN ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida nos pide el Señor? El sacerdote holandés H.J. Nouwen escribio en su libro “El regreso del Hijo Pródigo” estas palabras: “mi vocación última es la de ser como el Padre y vivir su divina compasión en mi vida cotidiana. Aunque sea el hijo menor y el hijo mayor, no estoy llamado a continuar siéndolo, sino a convertirme en el padre [...] Es un paso muy duro y solitario de dar [...] pero a la vez es un paso esencial para el cumplimiento del viaje espiritual”

v  ¿Me siento llamado a practicar con otros la misericordia que he recibido de Dios?

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ORACIÓN ¿Qué decimos nosotros al Señor como respuesta a su Palabra? Realiza una oración personal donde pidas a Dios la capacidad de ser misericordioso como Él. ACCIÓN ¿Cómo convertirnos en Padre para los demás para dar misericordia? Ahora nos toca la última parte del objetivo, traducir lo contemplado “en gestos de misericordia y de perdón”. Sobre la vivencia de la Misericordia, el Papa Francisco dice que “la misericordia es la viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia” (MV 10). v  ¿Qué falta en mi grupo, en mi parroquia, en nuestra arquidiócesis, para que seamos espejo de la misericordia inagotable de Dios?

El mundo en el que vivimos padece una obsesión con la eficacia y los resultados. Donde reina lo económico, y los medios de comunicación nos hablan de grandes cifras. Mientras, muchos hombres y mujeres quedan desatendidos, olvidados, aparcados.. v  ¿Qué caminos hemos de tomar para hacerles partícipes de la misericordia inagotable de Dios?

Hay todavía mucho de fariseo en nosotros, al no aceptar a todos sin importarnos sus acciones, su apariencia, su origen y demás: v  ¿Qué me falta para convertirme en Padre Misericordioso y mostrar entrañas de misericordia para todos sin excepción?

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EL QUE PRACTICA MISERICORDIA QUE LO HAGA CON ALEGRÍA

Las Bienaventuranzas marcan lo esencial del Evangelio. Son un reflejo de lo que Jesús vivió. No podemos ver en ellas una moral, unas normas de comportamiento. Lo que importa es convencernos de que las Bienaventuranzas son la experiencia que tiene Jesús de lo que es la vida del hombre y de lo que merece la pena en la relación con el prójimo. Esta experiencia Jesús la adquirió en Nazaret. La Bienaventuranza que nos dice

, hace una apuesta por la felicidad desde quienes optan por “tener entrañas de madre”, revelándonos lo más profundo del hombre y lo más escondido de nuestro ser. Todas las Bienaventuranzas tienen relación con algo, a primera vista opuesto a los caminos que nosotros creemos y pensamos que nos han de llevar a la felicidad.

Ésta bienaventuranza quizás, es la que desciende a unos niveles más profundos y como consecuencia facilita y hace más radical la fraternidad. Nos ayuda a no caer en una fraternidad ilusoria, teórica, bella e incluso cínica; es decir, desigual y por tanto no verdadera fraternidad. La Bienaventuranza de la Misericordia viene a desenmascarar la “falsa imagen” que todos arrastramos y que rompe la fraternidad. Nos ayuda a vivir en la casa común de todos. Lamentablemente la palabra Misericordia no tiene “buena fama”. Da la impresión que suena a algo pasado de moda o antiguo, es más, parece tener una dimensión paternalista. De ahí, que en muchas ocasiones oímos la expresión “no quiero que tengan misericordia de mí”, “no quiero que me compadezca nadie”. Sin embargo, es fundamental ir descubriendo lo que significa el concepto “Misericordia”. La Sagrada Escritura nos ayuda a ello pues en el libro del Éxodo 22,20 y 23,9, nos encontramos con una expresión bíblica que resuena en nuestros oídos y corazones de modo especial en nuestros días: “No maltratarás ni oprimirás al extranjero, porque también vosotros fuisteis extranjeros en tierra de Egipto”. Con la misma claridad y exigencia se manifiesta el libro del Deuteronomio, 15 12-15: “Si un hermano hebreo o hebrea se vende a ti, te servirá 6 años (se vende como esclavo). Al séptimo lo dejarás libre y al darle la libertad no lo enviarás con las manos vacías, sino que le darás a título de regalo algo de tu ganado, de tu era, de tu lagar, haciéndole partícipe de los bienes con que el Señor tu Dios te bendice a ti. Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto y que Yahvé tu Dios te rescató. Por esto te ordeno esto hoy”. La Misericordia no es una teoría, ni un programa educativo, ni surge desde “arriba”, desde la distancia y los programas pastorales. Sólo cuando me hago cargo de la situación del otro y me acerco con sensibilidad desde mi propia miseria, comienzo a entender lo que es la Misericordia. De lo contrario no hay posibilidad de Misericordia ni de ser feliz.

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CELEBRACIONES DENTRO DE LA PASCUA 4 de abril. LA ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR.

No podemos dejar pasar en esta celebración, el hecho de que María es la Madre de la Misericordia, “la doncella” (Is.7,14) de Nazaret de nombre María, que con su Fiat (Lc.1,38) permit ió que Jesús, la Misericordia del Padre llegara a habitar en medio nuestro. 

La vida de María es una vida llena de misericordia y queda plasmado especialmente desde el momento de la concepción de Jesús, el Hijo de Dios, pues tuvo la posibilidad, en libertad, de decir no a la misión que se le estaba requiriendo a través de Gabriel (Lc. 1,26-38).  Ella, pensando en la humanidad, especialmente en los del pequeño resto de Israel que esperaban al verdadero Mesías, decide decir Sí, desde lo más profundo de su joven corazón y así, el plan salvífico llegara a plenitud para la salvación del género humano y a la vez, las promesas se hicieran realidad (Gn.3,13; 2 Sam.7,13; Is.7,14;Is. 9,1-2; Dn.7,13-14, etc.)  Podemos entonces decir que en el Sí de María se da comienzo a nuestra salvación porque, gracias a ella y a su misericordia por toda la humanidad, comenzamos a recibir la Salvación, porque de no haber aceptado lo anunciado, se habría truncado el plan de Dios y la salvación no habría llegado hasta nosotros, ya que Dios para tomar carne humana espero la colaboración, la aceptación libre de una mujer especial, con sentimientos nobles para con todos, la mujer en la cual engendraría a su propio Hijo.   Este Sí y Hágase, es un eco de la actitud de Jesús quien vino a hacer la voluntad del Padre (Jn. 4, 34) y su disponibilidad es un eco de Jesús que “pasó haciendo el bien” (Hech. 10, 38).  Ella, la nueva Arca de la Alianza, la portadora de Dios en su vientre, de Jesucristo, “el Sol que nace de lo alto” (Lc. 1,78), nos enseña cómo nosotros debemos engendrar a Jesús en nuestro corazón, para que allí, como en el pesebre, nazca a diario y seamos los portadores de Cristo, los portadores del amor que tanto necesita el mundo divido por el odio, el rencor y la envidia; nos enseña la importancia de la disponibilidad a la voluntad de Dios y al final de nuestros días puedan decir de nuestro testimonio cristiano “hemos visto al Señor” (Jn.20,18).

25 de abril. SAN MARCOS, EVANGELISTA

El Año de la Misericordia nos plantea el reto de mirar más allá de lo superficial, es decir de manera contemplativa, de tal modo que al identificarnos con lo que miramos, podamos expresar amor y misericordia en nuestro actuar y de esa manera imitar a Jesús que siente compasión.

LECTURA En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Entonces él les dijo: “Vengan conmigo a un lugar solitario, para que descansen un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no les dejaban tiempo ni para comer. Jesús y sus apóstoles se dirigieron en una barca hacia un lugar apartado y tranquilo. La gente los vio irse y los reconoció; entonces de todos los poblados fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Cuando Jesús desembarcó, vio una numerosa multitud que lo estaba esperando y se compadeció de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas. MEDITACIÓN Y CONTEMPLACIÓN "…Y se compadeció de ellos". El Evangelio nos hace ver que Jesús es misericordioso. Su compasión le hace conmoverse ante los sufrimientos y necesidades humanas. Más aún, Jesús experimenta alegría al poder ofrecernos su misericordia. Leyendo de nuevo el Evangelio nos daremos cuenta que la gente se fue corriendo para alcanzar a Jesús. ¿Y nosotros? ¿Buscamos al Señor de la misma manera? ORACIÓN Si Dios es misericordioso con nosotros, debemos entonces tener también misericordia unos con otros. ¡Señor ten compasión de mí y enséñame a ser misericordioso! Señor, no dejes que me olvide que amor con amor se paga. Dame tu gracia para vivir amando, con un amor contemplativo y activo, que se traduzca en celo apostólico y caridad universal que no se reserve nada. ACCIÓN Atenderé las necesidades de los demás con generosidad y alegría.

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CELEBRACIONES DENTRO DE LA PASCUA 3 de mayo. LA SANTA CRUZ

México es uno de los lugares donde tiene más arraigo la celebración de la Santa Cruz. La fiesta de la Cruz de Mayo tiene sus antecedentes en la celebración p r e c r i s t i a n a c o n o c i d a c o m o Festividades de los Mayos (o Palo de Mayo, del inglés maypole), en la que se conmemoraba el tiempo medio de la primavera rindiendo cultos a la naturaleza.

Brille la cruz del Verbo, luminosa, brille como la carne sacratísima

de aquel Jesús nacido de la Virgen que en la gloria del Padre vive y brilla.

Gemía Adán, doliente y conturbado,

lágrimas Eva junto a Adán vertía; brillen sus rostros por la cruz gloriosa,

cruz que se enciende cuando el Verbo expira.

¡Salve, cruz de los montes y caminos, junto al enfermo suave medicina,

regio trono de Cristo en las familias, cruz de nuestra fe, salve, cruz bendita!

Reine el Señor crucificado,

levantando la cruz donde moría; nuestros enfermos ojos buscan luz,

nuestros labios, el río de la vida. Te adoramos, oh cruz que fabricamos,

pecadores, con manos deicidas; te adoramos, ornato del Señor,

sacramento de nuestra eterna dicha. Amén.  

Con frecuencia es difícil para la Iglesia anunciar la resurrección de Jesús. La raíz de la dificultad creemos que estriba en querer anunciarla en directo, olvidando al crucificado. Cuando esto ocurre, el anuncio de la resurrección se vuelve rutinario o símbolo de esperanza universal, que puede desencadenar emociones en la celebración litúrgica, pero poca efectividad para la vida histórica. Por ello creemos que la primera pregunta que se dirige a la Iglesia, precisamente cuando quiere anunciar la resurrección de Jesús, es si está en verdad junto a la cruz de Jesús y junto a las innumerables cruces actuales de la historia. Desde los crucificados de la historia, sin pactar con sus cruces, es desde donde hay que anunciar la resurrección de Jesús. En ellos está hoy presente Jesús; en el servicio a ellos se hace hoy presente el señorío de Jesús; en la tozudez de no pactar con sus cruces y buscar siempre la liberación de esas cruces se hace presente in actu y a la manera histórica la esperanza inconmovible. Desde ahí se puede entender un poco más de qué se trata al hablar de la resurrección de Jesús y desde ahí se puede corresponder en la historia a la realidad del resucitado.

Jon Sobrino, Sal Terrae. Marzo de 1982

En especial, se festejaba adornando un árbol o erigiendo un tronco o tótem. al que se le ponían adornos o flores, mientras se hacían danzas rituales y se cantaban o hacían recitaciones. Con la llegada del cristianismo, esta fiesta fue adaptada a la nueva fe, reemplazándose el tótem por la cruz cristiana En algunos países se mantienen en forma paralela las festividades de la Cruz de Mayo y del Palo de Mayo. Cuando los primeros evangelizadores llegaron a estas tierras mexicanas, ponían cruces en las nuevas construcciones de iglesias, conventos y casas de oración. La desnudez de los maderos no era bien recibida por los oriundos del lugar, por lo que prefirieron pintarlas con colores llamativos y adornarlas con flores y listones. La celebración de la Santa Cruz en México inicia en los albores del siglo XVI, cuando el capitán Juan de Grijalba nombró "Isla de la Santa Cruz" a la isla de Acuzamil o Cozumel de Quintan Roo. En México es celebrada por gremios involucrados en la construcción, como los albañiles. La celebración inicia con la colocación de una cruz, adornada con flores y papel, en una parte alta y visible de la construcción (obra). Continúa con una fiesta con comida típica de la región, cerveza, tequila, mezcal, y otros derivados de la fermentación en el lugar donde se desarrolla la obra. Esto se sigue haciendo hoy con todo respeto. Cada 3 de mayo, no hay construcción que no tenga fiesta. Todos los trabajadores (albañiles, peones, arquitectos, ingenieros) conviven en una comida junto con sus familias.

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LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

La Ascensión de Jesús al cielo no es el fin de su presencia entre los hombres, sino el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo. Su presencia acompaña con signos la misión evangelizadora de sus discípulos. La comunidad post-pascual necesitó de un tiempo para reforzar su fe incipiente en el Resucitado. La Ascensión es el fin de su visibilidad terrena y el inicio de un nuevo tipo de presencia entre nosotros. En realidad, la “Ascensión" no es algo diferente de la “Resurrección", sino otro modo diferente de hablar de la "exaltación" de Jesús por encima de la muerte. La Ascensión nos invita a inaugurar el "tiempo de espera", que es la vida: •  Mirando atrás, porque Jesús es una realidad en el tiempo: una realidad histórica

en la que aquellos hombres supieron ver la presencia de Dios: de eso son testigos los primeros discípulos: de la presencia en Jesús del Espíritu de Dios.

•  Mirando al presente, porque la aceptación de Jesús es la aceptación de la misión. Todos los textos terminan, de una u otra forma, en la Misión. Para eso se nos manifiesta Jesús.

•  Mirando al futuro: "Volverá” pues el mundo que vivimos, aparentemente ausente de Dios, va hacia Él. Mi vida va hacia Él. La humanidad va hacia Él. Nosotros nos esforzamos por provocar el encuentro, cada uno el nuestro, y el de todos si es posible.

Solo así podremos expresar lo que ya somos, dejando actuar a Dios que es Misericordia en nosotros y a través de nosotros de manera concreta. Es por eso que presentamos algunas claves pastorales y preguntas que suscitarán la reflexión para anunciar la alegria de la Misericordia que está en nosotros. v  Una pastoral desde la Misericordia: ¿Cómo podemos ser testigos del perdón y la misericordia de Dios en la pastoral? v  Conversión a los pobres: ¿Cómo vivir la cercanía a los pobres y la acogida del pecador? v  La caridad como expresión de la Misericordia: ¿Quiénes son hoy los pequeños que reclaman Misericordia? v  La mirada misericordiosa de María: ¿Cómo puede ayudarnos la Virgen María a dar un testimonio de comunión, de fe y de amor a los

pobres?

v  Habitar las periferias. Ir a la otra orilla: ¿Qué tan dispuestos estamos para dejar la comodidad para salir al encuentro de los demás? v  Obras de Misericordia: ¿Cómo expreso el amor pobre, cercano, personal, concreto, creyente, comunitario, activo y contemplativo?

v  Practicar la Misericordia: ¿Qué hacer ante la pobreza física, cultural, social y espiritual?

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UNA MEDITACIÓN PARA LA PASCUA

Yo soy la resurrección y la vida. No hay Vida sin resurrección y tampoco resurrección sin Vida.

En la medida que haga mía la Vida, Estoy garantizando la resurrección.

No te preocupes de lo que va a ser de ti en el más allá.

Además de ser inútil, te llevará a una total desazón. Lo importante es nacer de nuevo y vivir ya ahora, esa nueva VIDA.

Todo lo demás ni está en tus manos ni debe importarte.

Deja que la VIDA que ya está en ti, se haga realidad. Deja que todo tu ser quede empapado de ella.

Deja que Dios Espíritu (fuerza) sea el núcleo de tu ser. Entonces podrás decir como Jesús:

Yo y el Padre somos “ya” uno.

FRAY MARCOS

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MENSAJE PASCUAL DEL PAPA FRANCISCO Y BENDICIÓN URBI ET ORBI 2016

Queridos hermanos y hermanas, ¡Feliz Pascua! Jesucristo, encarnación de la misericordia de Dios, ha muerto en cruz por amor, y por amor ha resucitado. Por eso hoy proclamamos: ¡Jesús es el Señor! Su resurrección cumple plenamente la profecía del Salmo: «La misericordia de Dios es eterna», su amor es para siempre, nunca muere. Podemos confiar totalmente en él, y le damos gracias porque ha descendido por nosotros hasta el fondo del abismo. Ante las simas espirituales y morales de la humanidad, ante al vacío que se crea en el corazón y que provoca odio y muerte, solamente una infinita misericordia puede darnos la salvación. Sólo Dios puede llenar con su amor este vacío, estas fosas, y hacer que no nos hundamos, y que podamos seguir avanzando juntos hacia la tierra de la libertad y de la vida. El anuncio gozoso de la Pascua: Jesús, el crucificado, «no está aquí, ¡ha resucitado!» (Mt 28,6), nos ofrece la certeza consoladora de que se ha salvado el abismo de la muerte y, con ello, ha quedado derrotado el luto, el llanto y la angustia (cf. Ap 21,4). El Señor, que sufrió el abandono de sus discípulos, el peso de una condena injusta y la vergüenza de una muerte infame, nos hace ahora partícipes de su vida inmortal, y nos concede su mirada de ternura y compasión hacia los hambrientos y sedientos, los extranjeros y los encarcelados, los marginados y descartados, las víctimas del abuso y la violencia. El mundo está lleno de personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu, mientras que las crónicas diarias están repletas de informes sobre delitos brutales, que a menudo se cometen en el ámbito doméstico, y de conflictos armados a gran escala que someten a poblaciones enteras a pruebas indecibles. Cristo resucitado indica caminos de esperanza a la querida Siria, un país desgarrado por un largo conflicto, con su triste rastro de destrucción, muerte, desprecio por el derecho

humanitario y la desintegración de la convivencia civil. Encomendamos al poder del Señor resucitado las conversaciones en curso, para que, con la buena voluntad y la cooperación de todos, se puedan recoger frutos de paz y emprender la construcción una sociedad fraterna, respetuosa de la dignidad y los derechos de todos los ciudadanos. Que el mensaje de vida, proclamado por el ángel junto a la piedra removida del sepulcro, aleje la dureza de nuestro corazón y promueva un intercambio fecundo entre pueblos y culturas en las zonas de la cuenca del Mediterráneo y de Medio Oriente, en particular en Irak, Yemen y Libia. Que la imagen del hombre nuevo, que resplandece en el rostro de Cristo, fomente la convivencia entre israelíes y palestinos en Tierra Santa, así como la disponibilidad paciente y el compromiso cotidiano de trabajar en la construcción de los cimientos de una paz justa y duradera a través de negociaciones directas y sinceras. Que el Señor de la vida acompañe los esfuerzos para alcanzar una solución definitiva de la guerra en Ucrania, inspirando y apoyando también las iniciativas de ayuda humanitaria, incluida la de liberar a las personas detenidas. Que el Señor Jesús, nuestra paz (cf. Ef 2,14), que con su resurrección ha vencido el mal y el pecado, avive en esta fiesta de Pascua nuestra cercanía a las víctimas del terrorismo, esa forma ciega y brutal de violencia que no cesa de derramar sangre inocente en diferentes partes del mundo, como ha ocurrido en los recientes atentados en Bélgica, Turquía, Nigeria, Chad, Camerún y Costa de Marfil; que lleve a buen término el fermento de esperanza y las perspectivas de paz en África; pienso, en particular, en Burundi, Mozambique, la República Democrática del Congo y en el Sudán del Sur, lacerados por tensiones políticas y sociales. Dios ha vencido el egoísmo y la muerte con las armas del amor; su Hijo, Jesús, es la puerta de la misericordia, abierta de par en par para todos.

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Que su mensaje pascual se proyecte cada vez más sobre el pueblo venezolano, en las difíciles condiciones en las que vive, así como sobre los que tienen en sus manos el destino del país, para que se trabaje en pos del bien común, buscando formas de diálogo y colaboración entre todos. Y que se promueva en todo lugar la cultura del encuentro, la justicia y el respeto recíproco, lo único que puede asegurar el bienestar espiritual y material de los ciudadanos. El Cristo resucitado, anuncio de vida para toda la humanidad que reverbera a través de los siglos, nos invita a no olvidar los hombres y las mujeres en camino para buscar un futuro mejor. Son una muchedumbre cada vez más grande de emigrantes y refugiados —incluyendo muchos niños— que huyen de la guerra, el hambre, la pobreza y la injusticia social. Estos hermanos y hermanas nuestros, encuentran demasiado a menudo en su recorrido la muerte o, en todo caso, el rechazo de quien podrían ofrecerlos hospitalidad y ayuda. Que la cita de la próxima Cumbre Mundial Humanitaria no deje de poner en el centro a la persona humana, con su dignidad, y desarrollar políticas capaces de asistir y proteger a las víctimas de conflictos y otras situaciones de emergencia, especialmente a los más vulnerables y los que son perseguidos por motivos étnicos y religiosos. Que, en este día glorioso, «goce también la tierra, inundada de tanta claridad» (Pregón pascual), aunque sea tan maltratada y vilipendiada por una explotación ávida de ganancias, que altera el equilibrio de la naturaleza. Pienso en particular a las zonas afectadas por los efectos del cambio climático, que en ocasiones provoca sequía o inundaciones, con las consiguientes crisis alimentarias en diferentes partes del planeta.

Con nuestros hermanos y hermanas perseguidos por la fe y por su fidelidad al nombre de Cristo, y ante el mal que parece prevalecer en la vida de tantas personas, volvamos a escuchar las palabras consoladoras del Señor: «No tengáis miedo. ¡Yo he vencido al mundo!» (Jn 16,33). Hoy es el día brillante de esta victoria, porque Cristo ha derrotado a la muerte y su resurrección ha hecho resplandecer la vida y la inmortalidad (cf. 2 Tm 1,10). «Nos sacó de la esclavitud a la libertad, de la tristeza a la alegría, del luto a la celebración, de la oscuridad a la luz, de la servidumbre a la redención. Por eso decimos ante él: ¡Aleluya!» (Melitón de Sardes, Homilía Pascual). A quienes en nuestras sociedades han perdido toda esperanza y el gusto de vivir, a los ancianos abrumados que en la soledad sienten perder vigor, a los jóvenes a quienes parece faltarles el futuro, a todos dirijo una vez más las palabras del Señor resucitado: «Mira, hago nuevas todas las cosas... al que tenga sed yo le daré de la fuente del agua de la vida gratuitamente» (Ap 21,5-6). Que este mensaje consolador de Jesús nos ayude a todos nosotros a reanudar con mayor vigor la construcción de caminos de reconciliación con Dios y con los hermanos.

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Señor Jesucristo, tú nos has enseñado a ser misericordiosos

como el Padre del cielo, y nos has dicho que quien te ve,

lo ve también a Él.

Muéstranos tu rostro y obtendremos la salvación.

Tu mirada llena de amor liberó a Zaqueo y a Mateo de la esclavitud del dinero; a la adúltera y a la Magdalena

del buscar la felicidad solamente en una creatura; hizo llorar a Pedro luego de la traición,

y aseguró el Paraíso al ladrón arrepentido.

Haz que cada uno de nosotros escuche como propia la palabra que dijiste a la samaritana:

¡Si conocieras el don de Dios!  

Tú eres el rostro visible del Padre invisible, del Dios que manifiesta su omnipotencia

sobre todo con el perdón y la misericordia: haz que, en el mundo, la Iglesia sea el rostro visible de Ti,

su Señor, resucitado y glorioso.

Tú has querido que también tus ministros fueran revestidos de debilidad

para que sientan sincera compasión por los que se encuentran en la ignorancia o en el error:

haz que quien se acerque a uno de ellos se sienta esperado, amado y perdonado por Dios.

  Manda tu Espíritu y conságranos a todos con su unción

para que el Jubileo de la Misericordia sea un año de gracia del Señor

y tu Iglesia pueda, con renovado entusiasmo, llevar la Buena Nueva a los pobres

proclamar la libertad a los prisioneros y oprimidos y restituir la vista a los ciegos.

Te lo pedimos por intercesión de María, Madre de la Misericordia,

a ti que vives y reinas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Amén.