pascua 2015 interior cuadernillo · jueves santo maÑana 10 getsemani para que mi amor no sea un...

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Horario general

08:00 Desayuno currantes 08:30 Yoga (opcional) 09:00 Desayunando en casa 10:00 Oración 10:30 Empieza el trabajo 13:30 Descanso 14:00 COMIDA 16:00 Ensayo de cantos 16:30 Empieza el trabajo de la tarde 20:00 Descanso 20:30 CENA 21:30 Celebración / Actividad noche

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MIÉRCOLES

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TARDE 19:30 Llegada 20:30 Cena Compartir Presentación proyecto Escuelas para la vida

Pascua, que venimos a celebrar.

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NOCHE

ORACIÓN Acción gracias

Gracias Señor, por la paz que sentimos en este momento en nuestros corazones Por la alegría, por los nervios y la incertidumbre Por la unión y acogida que se nos ha brindado Por esos ojos que con ternura nos miran y miramos Por esas manos que nos dan el empujoncito que nos falta para salir al encuentro Por esos labios cuyas palabras y sonrisas nos van a acompañar estos días Por esos oídos que nos están escuchando en este instante Por esos corazones que nos han dado bienvenida y amor Por nuestros propios pies, que son con los que vamos a caminar contigo y los que van a parar cuando lo necesitemos Gracias señor, por el éxito del viaje realizado para llegar aquí, y no solo nos referimos al de la carretera, también los viajes personales de cada uno, que nos han hecho llegar hasta esta ocasión especial, justo aquí, desde lugares muy lejanos y distintos. Por la salud que nos sostiene y nos da fuerza para vivir estos días especiales junto a ti Por las celebraciones que nos esperan en estos días Por las lagrimas que se pueden derramar por el camino a causa de muchas razones que tú todas las conoces.

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Señor, gracias por la FE que habita en nosotros, que fortaleces cada día y haces que tengamos el corazón lleno de luz y de espíritu. Gracias por creer en nosotros, por nuestra vocación y por enviarnos a sembrar vida. Junto a ti despedimos el día y te ofrecemos nuestro último pensamiento de agradecimiento de este bello miércoles santo.

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JUEVES SANTO

JUEVES SANTO MAÑANA

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10:00 ORACION

“Hacia el amor fraterno” Buenos días señor. Nada más levantarme he pensado en ti, en cómo cada día vienes a mi encuentro, pero muchas mañanas yo no estoy para ti. Esta pascua la he decido celebrar de forma especial. Pero….¿porque estoy aquí? Podría estar celebrando contigo el dia del amor fraterno en cualquier otro sitio… pero estoy justo aquí. Puede que haya decidido venir porque quiero conocer a gente nueva, o pasar este día con conocidos, o por curiosidad… o simplemente porque necesito cargar las pilas y desconectar de la rutina Pero lo que no me he parado a pensar, es que hay una razón más allá de mi comprensión, un sentimiento más fuerte que la curiosidad, EL AMOR. Hoy en este día de jueves santo, quiero estar pendiente de tu encuentro, quiero responder a tu llamada como ningún otro día.

JUEVES SANTO MAÑANA

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Y DIJO DIOS…. Si tienes miedo, te llevo sobre mis espaldas Si quieres caminar, iré contigo Si me llamas, vengo siempre Si te pierdes, no duermo hasta encontrarte Si estas cansado, soy tu descanso Si pecas, soy tu perdón Si me hablas, trátame de tú Si me pides, me doy para ti Si me necesitas, te digo: Aquí estoy dentro de ti Si te resientes, no quiero que hagas nada a la fuerza Si estas a oscuras, soy lámpara para tus pasos Si tienes hambre, soy pan de vida para ti Si quieres conversar, yo te escucho siempre Si eres infiel, yo soy fiel Si me miras, verás la verdad de tu corazón Si te marchas, no quiero que salves las apariencias Si piensas que soy tu rival, no quiero quedar por encima de ti Si quieres ver mi rostro, mira una flor, una fuente, un niño. Si estas excluido, yo soy tu afligido Si todos te olvidan, mis entrañas se estremecen recordándote Si no tienes a nadie, me tienes a mi Si eres silencio, mi palabra habitará en tu corazón Esto es lo que vamos a descubrir hoy, vamos a desvelar el secreto… a poner en evidencia la fuerza que nos empuja y mueve el mundo. Jesús hoy nos va a hacer descubrir la verdadera naturaleza del amor, estarás con él? Y si no… ¿con quien estás?

JUEVES SANTO MAÑANA

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GETSEMANI

Para que mi amor no sea un sentimiento Tan solo un deslumbramiento pasajero Para no gastar las palabras más mías Ni vaciar de contenido mi te quiero

Quiero hundir más hondo mi raíz en ti Y cimentar en solidez, este mi afecto

Pues mi corazón que es inquieto y es frágil Solo acierta si se abraza a tu proyecto

Mas allá, de mis miedos, mas allá de mi inseguridad,

Quiero darte mi respuesta Aquí estoy para hacer tu voluntad

Para que mi amor sea decirte si, hasta el final

Duerme en su sopor y temen en el huerto, Ni sus amigos acompañan al maestro, Si es hora de cruz, es de fidelidades,

Pero el mundo nunca quiere aceptar eso

Dame a comprender, Señor, tu amor tan puro Amor que persevera en cruz, amor perfecto

Dame serte fiel cuando todo es oscuro Para que mi amor sea mas que un sentimiento

Mas allá, de mis miedos más allá...

No es en las palabras ni es en las promesas

Donde la historia tiene su motor secreto Solo es el amor en la cruz madurado El amor que mueve todo el universo

Pongo mi pequeña vida hoy en tus manos Por sobre mis inseguridades y mis miedos

Y para elegir tu querer y no el mío Hazme en mi Getsemaní, fiel y despierto.

Más allá, de mis miedos, más allá...

JUEVES SANTO MAÑANA

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10:30 PARA ROMPER EL HIELO

Para empezar a conocernos un poco mejor, vamos a realizar esta dinámica, consiste en acabar la frase y pasarle la pelota a otra persona para que termine la frase que el otro le elija. Todos tenemos que contestar

1. Una de las cosas que más me gusta de mi mismo es…

2. La manera de expresar mi generosidad con otros es…

3. Los que de verdad me conocen saben…

4. Cuando me encuentro entre un grupo de desconocidos…

5. Me siento solo cuando…

6. La persona más me conoce es…

7. Estoy aquí porque…

8. Estoy feliz cuando…

9. La mejor Pascua que recuerdo de mi vida es…

10. En esta pascua echo de menos que este conmigo…

11. No puedo vivir sin…

12. Mi libro favorito es…

13. El don del espíritu que me caracteriza es…

14. En este día me comprometo a… 15. Cuando me he levantado lo primero que he pensado es…

JUEVES SANTO MAÑANA

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11:00 REFLEXION DE LA MAÑANA

DIA DEL AMOR FRATERNO

En este día de Jueves Santo, ¿Qué cristiano hay que no se sienta el más rico y dichoso del mundo? Cada día que pasa El Señor nos regala abundantes cosas, pero hoy, el día del amor fraterno se desborda. Y así lo expresa el evangelio hablando de “un amor hasta el extremo”. El amor es el don más grande. Quien ama y se siente amado posee la llave de la fortuna. Amar es también la mayor aventura: es salir de nuestro propio caparazón, olvidarse de uno mismo y pensar…buscar y ayudar a los demás. Amar de verdad supone sacrificios pero en el amor autentico, en la entrega sin límites es donde encontramos la mayor satisfacción. Aventúrate y ama! En Jesucristo encontraras toda la fuerza y el ejemplo necesario para hacerlo y podrás descubrir como Dios Padre nos ama incondicionalmente. AMAR es el verbo mas conjugado de la historia, el hombre esta sediento de amor. Cuando lo encuentra y cuando lo da, es feliz. Pero amar como Jesús con su medida y con su finalidad no es fácil, Amar como el amó supone negarse, olvidarse, vencerse, darse. Amar como Jesús supone considerar de verdad a las personas como hermanos y estar dispuesto a compartir con ellos. No es fácil amar así. Y por eso en ocasiones no lo hacemos. No lo hacen las personas en general y no lo hacemos los cristianos porque no es fácil, pero lo intentamos. Queremos seguir su ejemplo. Dios decidió que amar merecía la pena, por encima de cualquier angustia por encima de cualquier pena y lo más importante por encima de sí mismo. A veces está bien pararse a pensar como nos gustaría que nos quisieran y así quizá entendiésemos mucho mas lo que significa la palabra amar. ¿No te gustaría que en tu vida te quisieran así? O mejor, ¿no te gustaría que alguien diese la vida así por ti?? Él lo hizo. Lo hizo por todos nosotros. Pero nosotros… ¿lo hacemos por los demás? ¿Lo hacemos por Él?

JUEVES SANTO MAÑANA

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11:30 REFLEXION PERSONAL.

“Carta a Dios, el amor en mi vida” Os invitamos a pasar un rato a solas con Dios… Busca un lugar tranquilo, ponte cómodo, párate a pensar, a charlar con él si lo deseas, y medita sobre el amor fraterno que das al prójimo en tus rutinas diarias, toma conciencia que el Padre te acompaña, y reflexiona sobre qué habita en tu corazón. “OS DOY UN MANDAMIENTO NUEVO: AMAOS LOS UNOS A

LOS OTROS. COMO YO OS HE AMADO”

“Es verdad, Jesús, que yo, igual que cualquier otro, siento el deseo de amar y de ser amado… pero ¡amar es tan difícil! ¡Cuántas veces he metido la pata! ¡Cuántas me he complicado tanto para conseguir tan poco! ¿Es que es posible amar de verdad? ¿…Amar así? Como Tú.

¿No será un imposible? ¿Una ilusión? Si alguna vez me veo incapaz ¿No debería resignarme? Tú no lo hiciste… Pero dime… ¿Quién puede amar de esa forma en los tiempos que corren? ¿Quién me sigue hasta el final? ¿Los curas? ¿Mi familia? ¿Mis amigos? ¿Mi pareja? ¿Tú? Y cuando lo hacen a veces no les correspondo como se lo merecen, incluso a ti Padre te he fallado alguna vez, porque no soy perfecto, pero tú me amas igual. Igual que la gente que tengo a mí alrededor. Y yo quiero hacer lo mismo por ellos, quiero amar al prójimo como tú lo hiciste Padre, dame fuerza y ejemplo y sé que podre conseguirlo si estoy a tu lado… Hoy es un momento especial para hacer memoria, recapacitar con un punto y seguido, o una coma para respirar y seguir amando como hasta ahora, también para abrir un paréntesis y dar las gracias a las personas que me aman como tú a mi… Y en este momento tengo la oportunidad de hacerlo escribiéndote esta carta y contándote todo lo que siento:

Te invitamos a que abras tu corazón y completes esta carta al señor.

JUEVES SANTO MAÑANA

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PREGUNTAS QUE TE PUEDEN AYUDAR

En estos meses atrás…

− ¿Qué lugar ha ocupado y ocupa el amor en mi vida?

− ¿Doy el suficiente amor a los demás, o prefiero vivir calentito en mi caparazón de comodidad…?

− ¿Me siento amado? Por mi familia… Por mis amigos… Por Dios?

− ¿Qué necesito que se transforme en mi para acoger el proyecto de amor que Dios tiene para mí?

12:30 COMPARTIR POR GRUPOS.

JUEVES SANTO TARDE

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16:30 DINAMICA POR PAREJAS 17:15 REFLEXION TARDE

EL LAVATORIO SERVIR Y DEJARSE SERVIR.

LAS DOS CARAS DEL AMOR FRATERNO

Lectura de Olaizola (Narrador, Jesús, Pedro) Narrador: Jesús, al fin, se mueve. Le siguen y se disponen todos alrededor de la mesa; pero en lugar de comenzar con las bediciones rituales, el maestro se levanta de nuevo y se dirige a una esquina, ante la mirada intrigada del resto. En el suelo hay un lebrillo de barro y una jarra con agua, preparada para las purificaciones rituales. Los ojos de Pedro se cruzan con los de Juan, que hace una mueca de perplejidad y tampoco parece saber qué quiere hacer el maestro. Cuando se quita la túnica, agarra la jarra y una toalla y se vuelve a ellos, se quedan todos inmóviles, sin saber qué se espera de elllos. ¿Qué hace el maestro como si fuera un criado? ¿Piensa lavarles las manos? Andrés, que es el que está más cerca, le pregunta con un hilillo de voz, como si le asustase hablar de más. Aunque da igual el volumen, pues la conversación entre ambos es perfectamente audible en medio del silencio. Quiere lavarles los pies. Empiezan a objetar todos al tiempo, pero el maestro acalla su protesta con una mirada cortante. Andrés, vacilante, abandona su sitio en la mesa, se sienta en un banquillo y deja que Jesús vierta agua sobre sus pies polvorientos, con expresión de embarazo y evitando mirar a los otros. Pedro, descolocado, intenta entender de qué va todo aquello. Nervioso, espera que algún otro intervenga. No le gusta ver así al maestro, actuando como un sirviente. Jesús lava los pies del discípulo con mimo. En la sala solo se oye el hilillo de agua que sale de la jarra y cae en el lebrillo, y a lo lejos los

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ruidos de Jerusalén, que se prepara para la noche. El maestro seca los pies de Andrés con delicadeza, y este se levanta y vuelve a su puesto, reclinándose en uno de los bancos dispuestos alrededor de la mesa. Tras un momento de vacilación, es Leví quien ocupa el lugar del otro. Su rostro brilla con una mezcla de timidez y emoción. Él, el recaudador, el que un día se levantó de su puesto de cobrador de impuestos para seguir a Jesús, se muestra entre abrumado y conmovido por este gesto que conjuga la ternura y la humildad. El improvisado ritual prosigue, en medio del silencio del grupo: Santiago, Felipe, Bartolomé… Cuando le llega el turno a Judas, es evidente para todos la incomodidad del Iscariote. Aún está reciente el último enfrentamiento en Betania, cuando Judas prorrumpió en gritos indignado por el despilfarro de María al lavar los pies al maestro con un frasco de perfume. ¿Será este gesto de Jesús una forma extraña de responder al más díscolo de sus discípulos? Pedro no termina de entenderlo y, a medida que se acerca su turno, se va sintiendo entre nervioso y enfadado. ¿Es que con Jesús nada puede ser normal?, refunfuña para sí. De golpe se le ha pasado el hambre y el buen humor. Así que cuando Jesús le mira, esperando que se siente en el banquillo, se dice que tiene que hacer algo. Por la cabeza se le pasa también la idea de que esta es para él la oportunidad de marcar diferencias con los otros, que han reaccionado con docilidad dejando que Jesús se comporte como una criada, y eso le lleva a reafirmarse en su objeción. Permanece de pie. Pedro: Señor, ¿tú me vas a lavar a mí los pies? Narrador: La pregunta es retadora, y todos, que le conocen bien, saben que es su manera de negarse. Jesús: Lo que yo hago no lo entiendes ahora, lo entenderás más tarde. Narrador: Responde Jesús mirándolo con calma. Pedro no consigue controlar su irritación. Se enfurece por ese lenguaje que no comprende, y replica con terquedad. Pedro: No me lavarás los pies jamás.

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Narrador: Los otros les miran con estupor. Pedro, grande y erguido, plantándole cara a Jesús, que, aún inclinado en el suelo, le mira con seriedad. Entonces el maestro deja la jarra, se alza despacio y queda frente al discípulo. Jesús: Si no te lavo, no tienes que ver conmigo. Narrador: Lo dice con una mezla de pesadumbre y firmeza. Pedro palidece. Una vez más, siente que se ha equivocado. ¿Nada que ver con él? ¡Si no entiende su vida de otro modo! ¡Si es su amigo, su maestro, su guía…! En un instante se le quiebra la voz y aflora en su rostro una angustia que contrasta con el desafío del momento anterior. No le importa rectificar, reconocer que se equivoca –aunque sigue sin entender nada- . Pedro: Señor, no solo los pies, sino las manos y la cabeza. Narrador: Balbucea. Al mismo tiempo extiende hacia Jesús las manos y empieza a agacharse. Jesús le detiene, poniendo la mano en su hombro. Jesús: No es cuestión de bañarte, ¿no ves que ya estáis limpios? Narrador: Pedro no sabe qué pensar. Abrumado, se sienta en el taburete y deja que Jesús le lave los pies. Con delicadeza, con mimo, con ternura. Sentir la mano del amigo limpiándole el polvo le reconforta, pese a lo extraño de la escena. Aún se siente mal y aún resuenan en su cabeza las palabras de Jesús -“…no tienes parte conmigo”-, y tiembla. Sin embargo, al ver al maestro reclinado a sus pies, un destello de comprensión quiere abrirse paso. Otras memorias, palabras sobre el servicio pronunciadas en otros momentos, quieren emerger. Pero las ideas se van, y cuando Jesús termina de secarle los pies, Pedro se apresura a volver a su sitio. Los otros evitan mirarlo. El sorprendente ritual continúa hasta que el último de los doce está sentado de nuevo. Al fin, Jesús se levanta, se pone el manto, vuelve a la mesa y se reclina en su puesto. Pedro mira hacia abajo, apesadumbrado. Se le han quitado las ganas de cena, de fiesta y de ruido; y los otros, aunque no parecen tan incómodos como él, aún guardan silencio. Es Jesús el que habla primero.

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Jesús: ¿Entendéis lo que acabo de hacer? Narrador: Sus ojos se clavan en Pedro. Este alza la vista y le sostiene la mirada, y al no ver en los ojos del amigo reproche ni enfado, se tranquiliza. Jesús continúa entonces. Jesús: Vosotros me llamáis maestro y señor, y decís bien. Pues si yo, que soy maestro y señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado ejemplo para que hagáis lo que yo hago. Narrador: Pedro entiende de golpe. Como le ocurre siempre. Pasa de la cerrazón a la apertura en un instante. Ahora sí se acuerda de las palabras pronunciadas en otra ocasión: “Los jefes deben servir”. O de las diatribas contra los que buscan los puestos de honor en los banquetes. El enfado se disipa, y como le ocurre en los instantes en que se asoma al mundo de su maestro, el júbilo le invade al imaginar lo que sería vivir a su manera: un mundo donde los poderosos no hiciesen de su fortaleza un arma para someter a los débiles o un pedestal desde el que mirar por encima del hombro a los pequeños. Con la misma convicción con que hace unos minutos rehusaba ser servido por el maestro, ahora se imagina a sí mismo inclinado a los pies de otros, de otros más sencillos, más pequeños, más pobres, más enfermos…, y le entusiasma la idea. Esto es lo que le ocurre con Jesús una y otra vez: que le descoloca, le da la vuelta a sus percepciones, le zarandea y, sin saber muy bien cómo, al final termina abriéndole los ojos y llenándole el corazón. Vuelve a sonreír, mientras Jesús continúa hablando, y Pedro cree advertir un guiño imperceptible en los ojos del maestro dirigido solo a él. “¡Qué granuja…!”, piensa con cariño. Y se repantinga en su asiento, sintiendo de nuevo el coraón ligero. Cuando al fin comienza a llegar la comida y a servirse el vino, se siente exultante.

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17:45 REFLEXION PERSONAL

DEJARSE SERVIR Ahí está Jesús. Dios mismo hecho carne, lavando los pies de sus

discípulos. ¿Y cuáles son las sensaciones que experimentan los

discípulos ante el gesto precioso de Jesús? Están avergonzados. No

comprenden. Porque quieren entender a Jesús desde su razón, no

desde el corazón. No se permiten disfrutar del regalo que su amigo y

maestro les quiere hacer. Lo viven mal. En algún momento, aunque

tímidamente, algunos experimentan emoción, ternura… Aunque les

reconforta la acción, no se atreven a reconocérselo a sí mismos. En

ningún caso le agradecen a Jesús con un abrazo o unas palabras.

¿Y nosotros? ¿Cómo reaccionamos ante los gestos de ternura

del hermano, o simplemente los regalos que nos ofrece la

vida? ¿Nos permitimos disfrutar de personas, lugares,

situaciones…? O nos quedamos mirando, aguantándonos las

ganas, pensando que no somos dignos.

Jesús nos habla bien fuerte y claro en esta escena del lavatorio. “Si no

te lavo, no tienes que ver conmigo”. Si no te dejas servir y

regalar, no estás participando del ser cristiano al cien por cien, de la sal

de la vida. Porque muchas veces, en los distintos escenarios de nuestra

vida; familiar, laboral, parroquial, de pareja… Estamos demasiado

pendientes de dar al otro, de hacer y hacer, de las expectativas que los

demás tendrán sobre nosotros, pero no nos dejamos servir con una

verdadera actitud de gratitud. Y muchas veces nos acabamos

quemando. Porque nos olvidamos de esa otra parte que es dejarme

JUEVES SANTO TARDE

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nutrir por el hermano. Y esta parte es tan importante como la otra. Son

las dos caras del amor fraterno, del contacto con los otros. Tiene que

haber un equilibrio entre ambas, si no, nos encontramos mal; vacíos,

desgastados, desmotivados… Si no cuido de cubrir mis necesidades, no

estaré preparado para el contacto con el otro, y solamente veré lo

negativo en los demás, haré reproches…

Jesús era maestro en las dos cosas, en dar y en pedir. En numerosas

ocasiones los evangelios nos lo muestran necesitado de los que le

rodean. Porque era humano, como nosotros. Y eso es lo más bello.

Que cuando tuvo sed, pidió de beber a la mujer samaritana, cuando se

sintió solo y tuvo miedo en el huerto de los olivos, les pidió a sus

amigos que se quedaran con él a orar, que le acompañasen en ese

momento tan difícil.

¿Y tú? ¿Cómo está tu capacidad de pedir hoy por hoy?

¿Cuándo aparecen ocasiones en mi vida en las que me siento

necesitado de algo o alguien, me permito pedir? O me digo que

“eso de pedir no está bien”, no quiero que los demás me vean

vulnerable, necesitado de ellos… ¿Qué necesitas pedir

actualmente, que no estás pidiendo? Cariño, atención,

escucha, respeto, libertad, reposo, distancia…

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VIERNES SANTO

“Pues el mensaje de la cruz es locura para los que se pierden; pero para los que nos salvaremos es fuerza de Dios” (1Cor 1, 18)” Y llamando a sus discípulos les dijo: «El que quiera seguirme que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga» (Mc 8, 34) El viernes va sobre todo de adoración, de “alucinar” viendo hasta dónde fue capaz Jesús de llegar por nosotros, por ser fiel al Padre. Jesús también dudó (recuérdale en Getsemaní pidiendo al Padre que si es posible, le evite el dolor); pero decidió ser fiel hasta el final. ¿Cómo andas tú hoy de fidelidad? ¿a qué, a quién? ¿y a Cristo?

VIERNES SANTO MAÑANA

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10:30 VIA CRUCIS

PRIMERA ESTACIÓN Jesús es condenado a Muerte

Lectura del Evangelio según san Juan 18, 37-40 Pilato le dijo: « ¿Entonces, tú eres rey?». Jesús le contestó: «Tú lo dices: soy rey.Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de laverdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». Pilato le dijo: «Y ¿qué es laverdad?». Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo: «Yo no encuentro enél ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno enlibertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?». Volvieron a gritar: «A eseno, a Barrabás». El tal Barrabás era un bandido.

Jesús es condenado a muerte. Él, que siempre ha perdonado, que nunca ha condenado a nadie, ahora es juzgado y condenado a muerte. Le condenó el Mundo entero sin contemplación alguna. Le juzgaron bajo una etiqueta impuesta. Esto sucedió hace 2000 años y nosotros seguimos condenando y condenándonos entre nosotros con distintas etiquetas. Pilato no encuentra en Jesús ningún motivo de condena, y tampoco encuentra en sí mismo la fuerza de oponerse a la condena. ¿Nos condenamos con etiquetas/juicios que nos ponemos a nosotros mismos? ¿Nos dejamos condenar?

VIERNES SANTO MAÑANA

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SEGUNDA ESTACIÓN Pedro niega a Jesús

Lectura del Evangelio según San Lucas 22, 54-62 Y prendiéndole, le llevaron, y le condujeron a casa del sumo sacerdote. Y Pedro le seguía de lejos. Habiendo ellos encendido fuego en medio del patio, se sentaron alrededor; Pedro se sentó también entre ellos. Pero una criada, al verle sentado al fuego, se fijó en él, y dijo: También éste estaba con él. Pero él lo negó, diciendo: Mujer, no lo conozco. Un poco después, viéndole otro, dijo: Tú también eres de ellos. Y Pedro dijo: Hombre, no lo soy. Como una hora después, otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es galileo.Pedro dijo: Hombre, no sé lo que dices. Y en seguida, mientras él todavía hablaba, el gallo cantó. Entonces, vuelto Jesús, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente. Pedro no era una mala persona, ni un mentiroso compulsivo. Tenía mucho miedo de lo que pudiese suceder. Sabía que lo que se jugaba no era cualquier cosa. Se jugaba su vida y negó a su amigo. ¿Es peor esconderse debajo de la cama? Es humano.Pero después lloró amargamente, porque sabía que había fallado a lo que más quería. Lo más importante no es que Pedro negó a Jesús, sino que se levantó y tiró hacia delante siendo consciente de sus imperfecciones.

VIERNES SANTO MAÑANA

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LA MIRADA DE JESÚS

Yo he tenido unas relaciones bastante buenas con el Señor. Le pedía cosas, conversaba con El, cantaba sus alabanzas, le daba gracias... Pero siempre tuve la incómoda sensación de que El deseaba que le mirara a los ojos..., cosa que yo no hacía. Yo le hablaba, pero desviaba mi mirada cuando sentía que El me estaba mirando. Yo miraba siempre a otra parte. Y sabía por qué: tenía miedo. Pensaba que en sus ojos iba. a encontrar una mirada de reproche por algún pecado del que no me hubiera arrepentido. Pensaba que en sus ojos iba a descubrir una exigencia; que había algo que El deseaba de mí. Al fin, un día, reuní el suficiente valor y miré. No había en sus ojos reproche ni exigencia. Sus ojos se limitaban a decir: «Te quiero». Me quedé mirando fijamente durante largo tiempo. Y allí seguía el mismo mensaje: «Te quiero». Y, al igual que Pedro, salí fuera y lloré.

TERCERA Y CUARTA ESTACIÓN Jesús es cargado con la cruz + La ayuda de Simón de Cirene

Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro. 2, 21b-24 Cristo padeció por vosotros, dejándoos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto cuando lo insultaban; sufriendo, no profería amenazas; sino que se entregaba al que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño, para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas fuisteis curados.

VIERNES SANTO MAÑANA

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Lectura del Evangelio según san Lucas. 23, 26 Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía delcampo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús. En nuestra vida también caemos muchas veces. A veces por pereza, a veces por celos, a veces por ser orgullosos, a veces por confiar demasiado en nuestras fuerzas, a veces por... Hay que aceptarlo. Tropezamos y caemos. Ya está. El cirineo le ayuda con la carga a Jesús. No le quita todo el peso, pero la ayuda lo suficiente para que pueda seguir adelante, para que pueda llegar a su destino.

QUINTA ESTACIÓN Jesús se encuentra con su madre, María

María siempre ha estado ahí para su Hijo. Siempre dispuesta, nunca le ha abandonado ni si quiera en estos momentos tan duros. No hay texto bíblico en esta estación porque caminó silenciosa entre las mujeres, como madre del dolor. Seguro que tenemos el privilegio de poder contar con alguien así para poder emocionalmente cargar con nuestras cruces. María, madre del dolor que das tu corazón al pie de la Cruz.

VIERNES SANTO MAÑANA

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SEXTA ESTACIÓN

Jesús se encuentra con la Verónica

De entre las mujeres que acompañaba a la virgen María, en su camino de dolor de madre, se encontraba la Verónica, quien viendo como estaba el rostro de Jesús, rompe la escolta romana y limpia su cara tumefacta por los golpes. Verónica no le coge la cruz, pero le limpia la cara a Jesús. Le ofrece lo que ella tiene, un pedazo de ropa para secarle el sudor y las lágrimas. Él recibe con gran agradecimiento este consuelo. Este gesto no le quita el sufrimiento, Jesús es consciente que le queda todavía un largo y doloroso camino. Pero alguien se le ha acercado.

Ofrecimiento de la carta hecha del Jueves Santo por la mañana

SÉPTIMA ESTACIÓN Jesús consuela a las mujeres que le lloran

Lectura del Evangelio según san Lucas. 23, 27 – 31

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han

criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».

VIERNES SANTO MAÑANA

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Estas mujeres sufrían con el sufrimiento de Jesús, caminando entre la gente. Él, incluso en medio de todo lo que le acontecía, se da cuenta de estos sollozos y las consuela. ¡Es capaz de hacer eso! ¿Quién es capaz en medio de su sufrimiento de liberar a otros de que también sufran contigo? ¿Quién sale de su pequeña fortaleza? En esta estación queremos recordar a las personas que están al otro lado del muro que nos construimos cuando estamos sufriendo. Aquellas personas que sufren con nosotros aunque a veces no nos demos cuenta y nos les hemos agradecido su empatía.¿Qué le dirías a la otra persona que está al otro lado del muro de la incomunicación? Mientras tanto: “Quién”- Luis Guitarra

¿Quién escucha a Quién cuando hay silencio?

¿Quién empuja a Quién, si uno no anda? ¿Quién recibe más al darse un beso?

¿Quién nos puede dar lo que nos falta?.

¿Quién enseña a Quién a ser sincero? ¿Quién se acerca a Quién nos da la espalda? ¿Quién cuida de aquello que no es nuestro?

¿Quién devuelve a Quién la confianza?.

¿Quién libera a Quién del sufrimiento? ¿Quién acoge a Quién en esta casa? ¿Quién llena de luz cada momento? ¿Quién le da sentido a la Palabra?.

¿Quién pinta de azul el Universo?

¿Quién con su paciencia nos abraza? ¿Quién quiere sumarse a lo pequeño?

¿Quién mantiene intacta la Esperanza?.

¿Quién está más próximo a lo eterno: el que pisa firme o el que no alcanza?

¿Quién se adentra al barrio más incierto y tiende una mano a sus “crianzas”?.

VIERNES SANTO MAÑANA

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¿Quién elige a Quién de compañero?

¿Quién sostiene a Quién no tiene nada? ¿Quién se siente unido a lo imperfecto?

¿Quién no necesita de unas alas?.

¿Quién libera a Quién del sufrimiento? ¿Quién acoge a Quién en esta casa? ¿Quién llena de luz cada momento? ¿Quién le da sentido a la Palabra?.

¿Quién pinta de azul el Universo?

¿Quién con su paciencia nos abraza? ¿Quién quiere sumarse a lo pequeño? ¿Quién mantiene intacta la Esperanza

OCTAVA ESTACIÓN

Jesús es clavado en la Cruz Jesús

Lectura del Evangelio según san Juan. 19, 18-22 Lo crucificaron y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos». Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego. Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato: «No escribas: “El Rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: Soy el rey de los judíos”». Pilato les contestó: «Lo escrito, escrito está». Jesús es bien consciente de lo que está viviendo y por eso su dolor es tan profundo. Pero por encima del sufrimiento, está la actitud de la generosidad y la entrega total. La entrega más grande que puede existir: Jesús da su vida por nosotros. Y Jesús también carga en su cruz con nuestras angustias, representadas en esta pequeña etiqueta que entregamos en esta estación.

VIERNES SANTO MAÑANA

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NOVENA ESTACIÓN Jesús muere en la Cruz

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 34-46 Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y echaron suertes, repartiéndose entre sí sus vestidos. Y el pueblo estaba allí mirando; y aun los gobernantes se mofaban de El, diciendo: A otros salvó; que se salve a sí mismo si este es el Cristo de Dios, su Escogido. Los soldados también se burlaban de El, acercándose y ofreciéndole vinagre y diciendo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Había también una inscripción sobre El, que decía: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS Y uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro le contestó, y reprendiéndole, dijo: ¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho. Y decía: Jesús,

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acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces El le dijo: En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso. Era ya como la hora sexta , cuando descendieron tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena al eclipsarse el sol. El velo del templo se rasgó en dos. Y Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPIRITU. Y habiendo dicho esto, expiró. Aparentemente, todo se ha acabado. La gente se está yendo del lugar. Cierra los ojos. Todo queda en silencio y parece que el mundo sigue girando. ¿Es el fin? Pero, ¿Qué es esta incertidumbre sin más, que me hace que me cueste respirar? A oscuras te digo que no siempre lo que parece un fracaso, lo es. Y te lo estoy diciendo en la profunda oscuridad. No le vemos. No nos vemos. No vemos nada. ¿Cómo es nuestra fe? ¿Y nuestra confianza? ¿Somos conscientes de que Él no nos ha abandonado? ¿Confías? Está todo oscuro. Está todo revuelto. ¿Confías?

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21:30 ADORACIÓN DE LA CRUZ

Explicación de los Símbolos:

• Ornamentos rojos, en recuerdo de la sangre derramada por Jesucristo en la cruz.

• La capilla se presenta con las luces apagadas, con algunas velas en torno a la cruz tapada.

• El Altar (y los laterales) se encuentran sin manteles ni adornos, mientras que a un costado de éste, ha de disponerse un pedestal para colocar en él la santa cruz que será ofrecida a veneración.

• Comienzo de la celebración en Silencio para recordar la agonía de Jesús.

• Decoramos con recuerdos de la gente que se ha ido, los que han caído en el camino de la cruz, los que han sufrido.

Recibir la cruz …túmbate en el suelo, boca abajo, cierra los ojos… todo queda por encima de ti… a nada ni a nadie puedes mirar por encima. De esta manera los sacerdotes comienzan la celebración de la pasión del señor. Lecturas: Primera lectura de Isaías (El siervo sufriente)Isaías 52,13-53,12.

"Él fue traspasado por nuestras rebeliones" Mirad, mi siervo tendrá éxito, subirá y crecerá mucho. Como muchos se espantaron de él, porque desfigurado no parecía hombre, ni tenía aspecto humano, así asombrará a muchos pueblos, ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y contemplar algo inaudito. ¿Quién creyó nuestro anuncio?, ¿a quién se reveló el brazo del Señor? Creció en su presencia como brote, como raíz en tierra árida, sin figura, sin belleza. Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y evitado de los hombres, como un hombre de dolores, acostumbrado a sufrimientos, ante el cual se ocultan los

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rostros, despreciado y desestimado. Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; nosotros lo estimamos leproso, herido de Dios y humillado; pero él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo saludable cayó sobre él, sus cicatrices nos curaron. Todos errábamos como ovejas, cada uno siguiendo su camino; y el Señor cargó sobre él todos nuestros crímenes. Maltratado, voluntariamente se humillaba y no abría la boca; como cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca. Sin defensa, sin justicia, se lo llevaron, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron sepultura con los malvados, y una tumba con los malhechores, aunque no había cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quiso triturarlo con el sufrimiento, y entregar su vida como expiación; verá su descendencia, prolongará sus años, lo que el Señor quiere prosperará por su mano. Por los trabajos de su alma verá la luz, el justo se saciará de conocimiento. Mi siervo justificará a muchos, porque cargó con los crímenes de ellos. Le daré una multitud como parte, y tendrá como despojo una muchedumbre. Porque expuso su vida a la muerte y fue contado entre los pecadores, él tomo el pecado de muchos e intercedió por los pecadores. Es palabra de Dios. R. Te alabamos señor.

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Salmo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Canción: Ven Espíritu de Dios

Ven espíritu de Dios. Haz nuevo el corazón

de nuestra imagen y de nuestro yo. Libéranos, Señor, con la fuerza de tu amor. Libéranos, Señor, desde tu propio corazón.

– después de cantar mientras siguen sonando los acordes rezamos el salmo. Terminamos con otro estribillo de la canción elegida). A ti, Señor, me acojo: / no quede yo nunca defraudado; / tú, que eres justo, ponme a salvo. / A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás. R.Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu Soy la burla de todos mis enemigos, / la irrisión de mis vecinos, / el espanto de mis conocidos; / me ven por la calle, y escapan de mí. / Me han olvidado como a un muerto, / me han desechado como a un cachorro inútil. R.Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu Pero yo confío en ti, Señor, / te digo: "Tú eres mi Dios." / En tu mano están mis azares; / líbrame de los enemigos que me persiguen. R. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. / Sed fuertes y valientes de corazón, / los que esperáis en el Señor. R Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu

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Segunda lectura Hebreos 4,14-16;5,7-9 "Aprendió a obedecer y se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación" Hermanos: Mantengamos la confesión de la fe, ya que tenemos un sumo sacerdote grande, que ha atravesado el cielo, Jesús, Hijo de Dios. No tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades, sino que ha sido probado con todo exactamente como nosotros, menos en el pecado. Por eso, acerquémonos con seguridad al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y encontrar gracia que nos auxilie oportunamente. Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, cuando en su angustia fue escuchado. Él, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna. Es palabra de Dios. R. Te alabamos señor. Lectura de la Pasión según San Juan. Juan 18,1-19,42 Tiempo de silencio No hay mucho más que añadir. Deja que Dios te hable a través de las lecturas y del silencio. Contempla los símbolos de muerte que tenemos delante en la capilla. Las palabras de Jesús en la Cruz. Peticiones Compartir con libertad, cada uno lo que ha reflexionado, contemplado, sentido durante el día. Realizar una petición.

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Veneración del Árbol de la Cruz

Canción: Abrazate: Abrázate a la noche si no alcanzan el suelo tus pies. Abrázate a la noche si hasta el alma tienes del revés. Abrázate a la noche si tus ojos ya no pueden ver. Abrázate a la noche si no hay nada que calme tu sed. Abrázate y confía que aunque larga sea la noche siempre llega el día. Momento para acercarse a dar un beso a la cruz, adorarla con un gesto o compartir una reflexión Reflexión. Silencio. Oración.

Padre Nuestro Comunión Vela ante la cruz.. El texto de apoyo es La sepultura de Jesús (JM R. Olaizola).

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10:00 Oración de la mañana

Canción de entrada: Entra en mi noche

Entra en mi noche, Señor. Entra en mi noche, Señor,

y lléname de tu claridad, de tu claridad. Guía mis pasos hacia Ti.

NOS SITUAMOS:

Lectura del evangelio de Mateo, (Mt 27,57-61).:

Al caer la tarde llegó un hombre rico de Arimatea, de nombre José, que era también discípulo de Jesús. Fue a ver a Pilato para pedirle el cuerpo, y Pilato mandó que se lo entregaran. José se llevó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en una sábana limpia; después lo puso en el sepulcro nuevo excavado para él mismo en la roca, rodó una losa grande a la entrada del sepulcro y se marchó. Estaban allí María Magdalena y la otra María, sentadas frente al sepulcro.

Breve introducción al día.

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LA NOCHE

Conozco bien al hombre, dice Dios. Soy yo quien le ha hecho, de modo que...

Es un ser curioso, porque en él actúa esta libertad que es el misterio de los misterios. Y se puede exigir mucho al hombre, no es malo. Hay que decir bien alto que no es malo y que, cuando se sabe tratarle, se le puede hacer rendir mucho.

Ya lo creo que sé tratar al hombre, como que es mi oficio y la libertad una creación mía. Y sé que se puede pedir al hombre mucho corazón, mucha caridad y mucho sacrificio y que tiene gran fe y gran caridad.

Pero lo que no hay manera de lograr es un poco de esperanza. Un poco de confianza, de reposo, de calma, un poco de abandono en mis manos, de renuncia. Todo el tiempo está en tensión, y sólo tú, noche, hija mía, consigues a veces del hombre rebelde que se entregue un poco a mí, que tienda un poco sus pobres miembros cansados sobre la cama y que tienda su corazón dolorido y sobre todo que su cabeza no ande cavilando (que está siempre cavilando) y que sus ideas no le anden dando vueltas y luchen en su cabeza y no se revuelvan como granos de calabaza o como un sonajero dentro de un pepino vacío. ¡Pobre hijo!

No me gusta el hombre que no duerme y que arde en su cama de preocupaciones y de fiebre. No me gusta que al acostarse hace planes para el día siguiente. ¡Tonto! ¿Es que sabe acaso cómo se presentará el día siguiente? ¿Sabe siquiera el color del tiempo que va a hacer? Haría mejor en rezar. Porque yo no he negado nunca el pan de cada día al que se abandona en mis manos como el bastón en la mano del caminante.

Me gusta el que se abandona en mis brazos como el bebé que se ríe y que no se ocupa de nada y ve el mundo a través de los ojos de su madre y de su nodriza. Pero el que se pone a hacer cavilaciones para el día de mañana, ése trabaja como un mercenario, trabaja terriblemente como un esclavo que da vueltas a una rueda sin fin y (esto entre nosotros) es un imbécil.

Y hasta me han dicho que hay hombres que trabajan bien y duermen mal, que no duermen nada. ¡Qué falta de confianza en mí! Eso es casi más grave que si trabajasen mal y durmiesen bien, porque la pereza es un pecado más pequeño que la inquietud, que la desesperación y que la falta de confianza en mí.

Charles Péguy

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Canción: CARTA A MI MISMO (180 grados)

"Ya sabías que iba a ser duro, que vivir, y más ahora, era repasar nostalgias, restar días, sumar horas. Y todo lo que has vivido te parece hoy naufragio; ni las risas ni los labios que has besado te han servido. Y todo lo que se ha ido te dolió y dejo su huella, y todo lo que te espera aún no existe, está vacío.

Volverás al paraíso, curará el sol las heridas de la guerra que has perdido. Andarás siempre en el filo entre la vida y la huida, la memoria y el olvido…

Cuanto más entiendes todo más obsceno te parece; cuanto más vas despertando, más deseas desvanecerte. Quizá mires a tu espalda y no veas más que fracaso; quizá el paso de los años te ha dejado sin palabras. Que el cansancio no te venza, y los ojos que has mirado darán luz si estás cansado y traerán lo que no esperas."

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10:30 REFLEXION MAÑANA

EL FRACASO. La aceptación de las derrotas.

Cuando todo se oscurece

“Aquel mismo día, dos de ellos iban a una aldea llamada Emaús, distante a unas dos leguas de Jerusalén. Iban comentando todo lo sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona los alcanzó y se puso a caminar con ellos. Pero ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo. Él les preguntó: ---¿De qué vais conversando por el camino? Ellos se detuvieron con semblante afligido, y uno de ellos, llamado Cleofás, le dijo: ---¿Eres tú el único forastero en Jerusalén, que desconoce lo que ha sucedido allí estos días? Jesús preguntó: ---¿Qué cosa? Le contestaron: ---Lo de Jesús de Nazaret, que era un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo. Los sumos sacerdotes y nuestros jefes lo entregaron para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó...

.(Lc 24,13-20)

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Todos en nuestra vida, en algún momento, hemos tenido la experiencia del desencanto o de la impotencia. Hemos sentido que las cosas no marchan y nos hemos venido abajo. Esta impotencia La hemos podido tener cuando los problemas con los que nos encontramos son tan grandes que nos desbordan, cuando no encontramos soluciones, cuando no conseguimos aquello que buscamos o anhelamos. Quizá esta sensación viene potenciada por estar inmersos en una sociedad en la que prima la eficacia y en la que se nos piden constantemente resultados. Esta experiencia es una constante de nuestra realidad humana. Una realidad llena de potencialidades, pero también de limitaciones. ¡No lo podemos todo! También los discípulos de Jesús se vieron inmersos en esta experiencia de fracaso o sufrimiento. Esperaban al libertador triunfante, pero esas expectativas se vieron frustradas. El viaje de los discípulos de Emaús está marcado por la desilusión y el desencanto. La esperanza que tenían estos discípulos en que Jesús sería el liberador de Israel es una esperanza que pertenece al pasado, una esperanza no cumplida. Un proyecto fracasado. Las experiencias de fracaso pueden ser muy numerosas, pero todas tienen una cosa en común: la pérdida de la esperanza (“No puedo hacer nada, así no vamos a ninguna parte, esto no es para mí”, etc.),

¿En qué momentos de tu vida te has sentido un fracasado?

¿Qué sentías, rabia, desesperanza, frustración?

¿Qué es lo que te dolía del fracaso?

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Esto no tiene sentido, ¡abandono! Lo que lleva a los discípulos de Emaús a la desesperanza es la incomprensión de todo lo que les había dicho Jesús. Le habían oído, incluso le habían escuchado, pero no habían entendido nada. Esto mismo nos ocurre a nosotros. Podemos estar viendo la realidad, escuchando su palabra, pero no entendemos: seguimos manejándonos con las claves de una sociedad que nos impone el éxito como principio fundamental, que nos impone la «visión de empresa» como camino de vida. Esta visión no nos ayuda a aceptarnos como frágiles y limitados no nos ayuda a reconocernos necesitados, no nos ayuda a aceptar nuestros fracasos, nuestros errores. Cuando esto ocurre, no encontramos más salida que dejarnos llevar o la huida. Huimos del dolor, del cansancio. Huimos de nuestras propias incapacidades, de nuestra imagen rota. Hacemos nuestro el grito de los israelitas en el desierto: «¿No había sepulcros en Egipto? ¡Nos has traído al desierto a morir! ¿No te dijimos en Egipto: "Déjanos en paz, serviremos a los egipcios, pues más vale servir a los egipcios que morir en el desierto"?» (Ex 14,11-12). Tiramos la toalla.

En esos momentos en que sentías que “habías perdido”, que tú no podías, que habías fracasado.

¿Cómo reaccionaste? ¿Tiraste la toalla?

¿Dónde te llevó ese sentimiento de fragilidad?

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La fe que transforma la mirada

Jesús les dijo: ---¡Qué necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas! ¿No tenía que padecer eso el Mesías para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por todos los profetas, les explicó lo que en toda la Escritura se refería a él. (Lc 24,26-27)

Ni los israelitas ni los discípulos de Emaús son capaces capaces, por sí solos, de salir de esta situación: necesitan la ayuda de un compañero de camino. Un compañero que les ayude a ver, a mirar la realidad de otra manera. Que les ayude a ver el paso por el desierto no como un momento de muerte, sino de liberación, que les relate los acontecimientos vividos en Jerusalén no como un momento de aniquilación, sino de salvación. Esto es lo que hace Moisés con referencia a los israelitas que clamaban en el desierto (Ex 14,13-14), y lo que hace Jesús con referencia a los discípulos de Emaús (Lc 24, 26-27). Nosotros también necesitamos que alguien nos acompañe y nos ayude en estas situaciones. Esta compañía nos dará fuerzas mostrándonos la realidad de otra manera, haciéndonos ver nuestra fragilidad y aceptándonos en ella. No somos perfectos y por tanto tenemos todo el derecho a fracasar. Jesús también fracasó sufriendo el rechazo y el abandono de sus discípulos (Mt, 26,56), no consiguiendo nada en la obra que se había propuesto (los últimos seguían siendo los últimos), muriendo en la cruz como un malhechor. Al igual que los discípulos de Emaús, comprenderemos que el fracaso no es el final de nada, sino una nueva oportunidad, un aprendizaje. El fracaso nos libra de ver el éxito como un único resultado, nos enseña a mirar la realidad con ojos nuevos y a darnos cuenta de cuáles son nuestras motivaciones y anhelos, de cuáles son nuestras razones para vivir.

¿Quién te ha acompañado en tus momentos de fragilidad?

¿Has podido verte a través de sus ojos no como un fracasado sino como alguien limitado?

¿Te han ayudado tus experiencias de fracaso a clarificar cuáles eran tus motivaciones?

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Del fracaso a la vida. La apertura al otro.

Se acercaban a la aldea adonde se dirigían, y él fingió seguir adelante. Pero ellos le insistieron: ---Quédate con nosotros, que se hace tarde y el día va de caída. Entró para quedarse con ellos; y, mientras estaba con ellos a la mesa, tomó el pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio. Entonces se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció de su vista. Se dijeron uno al otro: ---¿No estaban ardiendo nuestros corazones mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba la Escritura? (Lc 24, 28-32) Esta nueva perspectiva, esta nueva forma de mirar es fundamental en nuestra experiencia de resurrección. Si seguimos leyendo el relato de los discípulos de Emaús vemos cómo estos no reconocen a Jesús después de escucharle, pero sí que les prepara para reconocerle en el momento de partir el pan. Lo mismo ocurre con nosotros. Esta nueva manera de mirar nos lleva a conocernos mejor, aceptarnos y querernos como somos, con nuestras capacidades y nuestras limitaciones, con nuestras alegrías y nuestras tristezas. Y nos preparar para reconocerle a Él. Solo cuando rompemos el muro de nuestra autosuficiencia y nos aceptamos en nuestra fragilidad somos capaces de dejar entrar al otro en nuestra vida, depositando nuestra confianza en él. Con esto deshacemos el nudo del fracaso abriendo la puerta al perdón, (el nuestro el primero) y a la esperanza. La esperanza que ofrece la compañía, la esperanza que ofrece la confianza, la esperanza de vida que me ofrece el otro. Y a través del otro llegamos a Jesús y al Dios que se manifiesta en él. Un Dios que nos acoge con misericordia en nuestros fracasos (Lc 15,11-32), que cura nuestras heridas (Lc 10,29-37), que nos ama y nos da su vida para darnos Vida (Mt 26,26-29). ¿Has sentido alguna vez tu limitación como una realidad a aceptar,

en vez de una frustración de la que huir? ¿Qué has experimentado al dejar que otro entre

en tu realidad de ser limitado? ¿Les dejas entrar ahí? ¿Tienes experiencias de sentirte acogido, amado en tu limitación?

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Acompañar el fracaso de los demás

Al punto se levantaron, volvieron a Jerusalén y encontraron a los Once con los demás compañeros, que decían: ---Realmente ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Ellos por su parte contaron lo que les había sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan. (Lc 24,33-34) Los discípulos de Emaús no son capaces de contener su emoción. Han sido rescatados de la desesperanza y la alegría no les permite quedarse sentados. Solo se puede dar aquello que se tiene, y los discípulos de Emaús están en condiciones de poder dar la alegría y la esperanza que han recibido. Al igual que estos discípulos, hay gente que, después de superar experiencias dolorosas, entregan su vida y su experiencia en servicio a los que sufren. Primero, porque el agradecimiento lleva a dar aquello que se ha recibido. Segundo, porque la experiencia de fracaso .y sufrimiento ayuda a ponerse en el lugar del que sufre y nos hace más cercanos.

¿Qué pasó o qué sucedió para que consiguieras superar tus sensaciones de fracaso?

¿Te han movido al encuentro de otras personas? ¿ A acompañar en el camino a los que lo sufren?

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La caridad, una «llamada» para todos

«[La caridad] disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites» (1 Cor 13,7).

También a nosotros se nos invita a ponernos en el lugar del fracasado y del sufriente: «Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis» (Mt 25,40). Pero esto no lo podemos hacer de cualquier manera, merecen toda nuestra cercanía y todo nuestro respeto. El himno a la caridad de 1 Corintios nos invita a derribar nuestro muro de prejuicios para abrirnos a la realidad de cada persona, ver a la persona y no su fracaso; a entrar descalzos en su mundo porque el lugar que pisamos es sagrado; a hacerlo con unas orejas muy grandes y una boca pequeña, teniendo presente que somos sus iguales. Solo cuando nos ponemos a la misma altura reconocemos la dignidad que la otra persona tiene y hacemos que ésta se reconozca en su dignidad. Un reconocimiento que abre la puerta a la esperanza. Esto es lo que hace el compañero de camino con los discípulos de Emaús. Primero se acerca y camina a su lado (Lc 24,15), en segundo lugar les escucha (Lc 24,18-24), en tercer lugar les ofrece otra visión, que no la solución, de los acontecimientos vividos (Lc 24,25-27). Hace el camino con ellos, no hace el camino por ellos. Los discípulos son los que cambian, son los que toman la decisión de invitarle a cenar (Lc 24,28-29), y son los que regresan a Jerusalén (Lc 24,33).

¿Cuándo acompañamos a otros, les dejamos tomar sus propias decisiones?

Se nos invita a abrirnos al fracaso, a aceptar esa realidad dejándonos

traspasar por ella, asumiéndola. ¿Qué favorece en ti esta actitud

y qué la obstaculiza?

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13:15 ORACIÓN FINAL DE LA MAÑANA DEL SÁBADO. Pedro siguió a Jesús y fue testigo de sus curaciones, de la multiplicación de los panes, de la transfiguración, de la resurrección de Lázaro, del fervor de las multitudes... Había quedado fascinado por aquellas palabras libres, por la unidad entre lo que Jesús decía y lo que hacía, por la novedad y la fuerza de su palabra, que daba vida a todos. Le había entusiasmado aquel Jesús que no tenía miedo de los poderes establecidos, que denunciaba la hipocresía de muchos fariseos y escribas, que cerraba la boca con autoridad a los sabios y que liberaba a los pequeños del yugo tan pensado que les imponían. Pedro creyó verdaderamente que había hecho una buena elección, que estaba en el “equipo vencedor”, que Jesús era ciertamente el Mesías que liberaría a Israel del invasor romano y le devolvería la dignidad, la libertas y el poder. Él saboreaba ya ese triunfo mesiánico y creía que ya estaba allí, al alcance de la mano. Todos soñamos con estar en el equipo vencedor, ya sea en fútbol, en política o en la Iglesia. Todos soñamos con formar parte de un grupo que tenga razón y prevalezca sobre todos. Pero Jesús estaba perdiendo, y Pedro no lo soportaba. No comprendía, no podía comprender, porque el Espíritu Santo aún no se lo había revelado, que Jesús iba a darle y a darnos vida no solo mediante su palabra, sus actos y sus milagros, sino mediante su sufrimiento y su muerte, mediante su pequeñez. Y a todos nos ocurre lo mismo, debemos aprender a dar el paso, a comprender que el bendecido por Dios no es solo el que triunfa y acomete empresas, sino el que vive el fracaso en la confianza (Jean Vanier, La fuente de las lágrimas. SalTerrae, 2003, pp. 131-132). Canción final: ¡HÁGASE! HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU SUEÑO, HÁGASE EN MÍ SEGÚN TÚ QUIERAS, HÁGASE EN MÍ TU AMOR. En la luz o en la tiniebla, en el gozo o el dolor, en certezas o entre dudas, ¡HÁGASE!, SEÑOR. En la riqueza o la nada, en la guerra o en la paz, en la fiesta o en el duelo,

¡HÁGASE!, SEÑOR. Envuelta en miedo o sosiego, en silencio o con tu Voz, en risas o entre sollozos, ¡HÁGASE!, SEÑOR. En la muerte o en la vida, en salud o enfermedad, frágil o fortalecida. ¡HÁGASE!, SEÑOR

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16.30 CINEFORUM “GRAVITY”

La ingravidez o el vacío existencial

Tres personas en el espacio en medio de la nada, del vacío, sin condicionamientos ni referencias. No saben lo que es arriba ni abajo, izquierda o derecha… Una imagen potente de lo que es el hombre en el mundo moderno: sin referencias, sin norte, sin verdades absolutas, sin explicaciones del mundo que den sentido. Cada uno tiene su propio sistema de valores y su estilo de vida. No hay padres, ni centro, ni nadie puede arrogarse el poder de tener razón. ¿De quién se puede fiar uno: de los bancos, de los políticos, de la Iglesia? Mejor es inventarse cada uno su propia vida según… ¡sus propias creencias y valores! Y así nadamos en el vacío sin un centro de gravedad que organice nuestras vidas. Solos, rodeados de tecnología, pero incomunicados. La tecnología que nos facilita la vida, también puede amenazarla. Cada uno somos un astronauta metido en su traje con casco, respirando su aire y comunicándose a través de aparatos. Y con la sensación de que somos libres… pero es solo una sensación. Basta que la vida se complique con algún revés o alguna situación límite para que nuestros sentimientos más sombríos nos atenacen: el miedo, la inseguridad, la soledad, la rabia, el odio, el resentimiento, la culpabilidad. Y entonces no sentimos en medio del vacío, sin rumbo…

Es interesante ver las actitudes de los dos astronautas: la doctora intenta arreglar un panel que es imposible arreglarlo. Metódica y perfeccionista se recluye en su trabajo, en la actividad, para no percibir su vacío. Mientras Matt Kowalsky, veterano, a punto de jubilarse, se dedica a intentar batir el récord del paseo espacial más largo. O sea, una perfeccionista adicta al trabajo y un tipo que vive la vida en la banalidad..

.“Yo conduzco sin más…” , dice Stone, hablando de su vida. Le pregunta Kowalski: “¿Hay alguien ahí abajo mirando hacia arriba pensando en ti?” Tenía una hija que murió trágicamente… Y ya está de la forma más tonta”. La vida es un regalo tan frágil. “Desde entonces es lo que hago: me levanto, voy al trabajo y conduzco sin más”. ¿Se parece a la vida de alguien que conozcas?

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Dejarse guiar

Matt: “qué vista tan preciosa”. Resulta que Matt no es tan banal como aparenta. Es capaz de contemplar, se vincula, toma decisiones y… no se rinde… y es capaz de sacrificar su vida por la salvación de su compañera. Me recuerda el trozo del apocalipsis: (“No amaron su vida tanto que temieran la muerte”.Ap12.11). Amar la vida lo suficiente como para no temer la muerte. Al final, Matt resulta que es un hombre capaz de entregar la vida, de morir por salvar a alguien. Nosotros, los cristianos, hemos pasado por esa situación: alguien ha dado la vida por nosotros, realmente.

¿Cómo se puede vivir con eso? A pesar de saber que se muere, sigue mandando instrucciones a Rayan. Mandando esperanza y confianza: “quiero oírte decir que lo vas a conseguir, no te detengas”. “Oh, Dios mío, deberías ver el sol sobre el Ganges, es impresionante”. Matt es una fuente de sentido. En medio de la ingravidez y del vacío, se convierte para la Dra. Stone en un centro de gravedad, en alguien en quien confiar. De hecho, siguiendo sus órdenes, se salva. Este es el gran mensaje pascual: Alguien ha muerto por nosotros para darnos vida.

¿Qué vamos a hacer nosotros con ello? ¿Somos capaces de escuchar las voces del Resucitado que nos llama,

que nos indica el camino, que nos invita a seguirle?

La oración en la desolación

Justo cuando todo está perdido, cuando ya nada tiene vuelta atrás, uno no puede menos que conectar con su yo más profundo. Ante la muerte, la verdad surge de lo más hondo y se manifiesta. Y la protagonista empieza a orar aunque no sepa que está orando.

Sé que voy a morir, todos lo sabemos. Pero yo voy a morir hoy.

Lo curioso, ya sabes, es saberlo.

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(Es consciente de sí misma, de que está muriendo)

El problema es que todavía estoy asustada. Estoy muy asustada.

(Conecta con su verdad: el miedo la posee, como cuando estaba viva y no sabía que iba a morir)

Nadie va a llorar por mí. Nadie va a orar por mi alma. ¿Quieres llorar por mi?

(¿A quién se lo dice?)

¿Quieres orar por mi? ¿O es demasiado tarde? Quisiera orar yo misma,

pero nunca antes he orado en toda mi vida. Nadie me enseñó como orar. Nadie me enseñó.

(No sabe cómo orar, pero lo está haciendo. La escena termina en una lágrima que se queda flotando. ¿Hay una oración más perfecta que una lágrima? ¿es que acaso en una lágrima no está contenido todo nuestro dolor, nuestro deseo?

“No tengáis miedo; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, cuenta tus peticiones delante de Dios. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús.”(.Fp 4:6-7)

La experiencia de la resurrección

La doctora tiene una visión: cuando aparece Matt y le dice: “Tranquila, aquí se está bien, puedes apagar todo y dejarte morir, pero se trata de qué vas a hacer ahora, si decides volver, tienes que aprender a aceptar la muerte de tu hija, tendrás que pisar fuerte y rehacer tu vida. Es hora de volver a casa”. Es una visión. Pero no una visión física, una aparición de un fantasma. Es una experiencia vital, religiosa. Como las que cuenta la Biblia. Como los relatos de la resurrección. Pero nosotros, hombres científicos y materialistas no las entendemos porque decimos: “¡anda ya!”, “¡eso no puede pasar!”. La ciencia dice que es imposible. Pero ni la película ni la Biblia nos están hablando de apariciones fantasmagóricas, sino de experiencias profundas donde notas la presencia real e indiscutible de alguien que te devuelve la fe, la esperanza, la confianza en la

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vida. Son momentos donde a ti solo no se te hubiera ocurrido la solución, pero alguien habla dentro de ti y de repente se hace la luz. Y justo en medio del vacío, del miedo y del sinsentido, la doctora Stone vuelve a encontrarse, ya no huye de su angustia, abraza su miedo y se permite expresar su anhelo más profundo. Está más viva que nunca, porque es la primera vez en mucho tiempo que toma las riendas de su vida y, aunque tiene una posibilidad entre mil de sobrevivir, hace algo con sentido, con voluntad propia, con esperanza.

“Gracias”

Ella toma las riendas de su vida, pase lo que pase, va a vivir una experiencia alucinante: “estoy preparada”. ¡Pascua es eso! Pase lo que pase, confío en ti mi Dios, por encima de todo, a pesar de mis errores, miedos y pecados… estoy preparado para vivir, porque Tú me das la fuerza, Tú me das vida! Y luego cae en el agua, se desnuda y resurge para la vida, como en un nuevo Bautismo. La última escena es grandiosa. De nuevo, tras tanto tiempo lejos, a la deriva, vuelve a ponerse en pié. Ese “gracias” que pronuncia la protagonista ¿hacia quién va? Es una auténtica oración, pero también una propuesta de vida. Esa es la clave: vivir gratis, vivir en la gratuidad, vivir agradeciendo cada instante que vivimos, vivir sabiendo que nuestra vida no nos pertenece, que es un regalo. Esa puede ser la conclusión de la Resurrección y el espíritu con el que se puede vivir la pascua, con un gracias continuo en la boca y en el corazón.

Adaptación del texto de Javier Luengo. www.acompasados.org

SÁBADO SANTO NOCHE

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21:30 VIGILIA PASCUAL

1. Rito de la Luz Comenzaremos la celebración en las tinieblas. Pero las más oscuras tinieblas, y la muerte son vencidas por la luz del amor. Nunca más habrá en nuestra vida noche cerrada; hasta en las mayores dificultades Dios será una llama que nos indique el camino. ¿Queremos contagiarnos de esa luz y ser nosotros también luz para otros? 2 Rito de la Palabra Cuando sucede algo bueno, nos gusta recordarlo y contárnoslo de nuevo. Todos sabemos lo que ocurrió, pero al recordarlo parece como si reviviéramos la misma alegría que nos produjo en aquel momento. Eso es lo que hacemos la noche de Pascua. Rememorar las mejores páginas escritas por Dios en nuestra historia. Nos daremos cuenta de que desde siempre Dios nos ha querido salvar, siempre ha estado ahí. Recordaremos en especial el momento culminante de su resurrección. Visto así, todo parece un plan predeterminado, pensado y medido con cuidado.

SÁBADO SANTO NOCHE

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¿No se dónde está mi Dios? (Jn 20 11-18)

“El primer día de la semana, muy temprano, todavía a oscuras, va María Magdalena estaba frente al sepulcro, afuera, llorando. Llorosa se inclinó hacia el sepulcro y ve dos ángeles vestidos de blanco, sentados: uno a la cabecera y otro a los pies de donde había estado el cadáver de Jesús. Le dicen: ---Mujer, ¿por qué lloras? Responde: ---Porque se han llevado a mi señor y no sé dónde lo han puesto. Al decir esto, se dio media vuelta y ve a Jesús de pie; pero no lo reconoció. Jesús le dice: ---Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, tomándolo por el hortelano, le dice: ---Señor, si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo. Jesús le dice: ---¡María! Ella se vuelve y le dice en hebreo: ---Rabbuni --que significa maestro--. Le dice Jesús: ---Suéltame, que todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios. María Magdalena fue a anunciar a los discípulos: ---He visto al Señor y me ha dicho esto” 3 El agua El agua purifica, renueva todo. Donde hay agua hay vida. El agua es símbolo de nuestra nueva vida. En la Vigilia de Pascua renovamos nuestro bautismo, nuestro compromiso con la vida, nuestra renuncia a las dinámicas de muerte y con él nuestra vida con Dios. 4 La Eucaristía El culmen de la celebración es LA EUCARISTÍA. Es el sacramento que nos hace revivir toda la vida, la muerte y la resurrección, pero esta vez ya con un tono gozoso, de triunfo. Dios quiere estar todos los días con nosotros, es un Dios vivo, presente.

S

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DOMINGO

10:00 ORACIÓN MAÑANA

La Resurrección comienza con un destino y un punto de partida Toca volver, al igual que les tocó a ellos volver a sus ciudades y entornos más cercanos a vivir su cotidianidad y anunciar lo que habían vivido. Es muy posible que esta tarde encendamos nuestros GPS, y que nuestra pantalla de “destinos recientes” la llene un sinfín de direcciones que hablen de todos esos lugares y actividades que ocupan nuestro día a día… Estarás de acuerdo, que un GPS no es más que un mapa, y un mapa, no sirve de nada, si no sabes donde te encuentras. Cual es tu punto de partida. Muchas veces nos centramos en los destinos, las misiones, los para qués y olvidamos nuestro punto de partida. Nos gustaría que esta Pascua sea tu punto de partida para llegar a todos esos destinos que seguirán ocupando tu GPS diario; para que en vez de destinos, se conviertan en lugares de misión que llenen y no sólo ocupen tu vida. Ellas sabían a donde tenían que regresar, pero tenían muy claro desde donde partían y lo que habían vivido… Lectura: Del santo Evangelio según san Lucas: 24, 1-12 El primer día después del sábado, muy de mañana, llegaron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado. Encontraron que la piedra ya había sido retirada del sepulcro y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Estando ellas todas desconcertadas por esto, se les presentaron dos varones con vestidos resplandecientes. Como ellas se llenaron de miedo e inclinaron el rostro a tierra, los varones les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? No está aquí; ha resucitado. Recuerden que cuando estaba todavía en Galilea les dijo:

‘Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado y al tercer día resucite’ ". Y ellas recordaron sus palabras. Cuando regresaron del sepulcro, las mujeres anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás. Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana, María (la madre de Santiago) y las demás que estaban con ellas. Pero todas estas palabras les parecían desvaríos y no las creían. Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se asomó, pero sólo vio los lienzos y se regresó a su casa, asombrado por lo sucedido. Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús. Tiempo para compartir… Nuestros puntos de partida: ¿De donde volveremos a la misión después de esta experiencia? ¿En que hemos crecido? ¿Cuáles son nuestras nuevas coordenadas? Presentar nuestros destinos como lugares de misión al Padre. ( O lo que nos apetezca… ;) Oración Final : Padre Nuestro.

Notas personales

Parroquia de Guadalupe

Pascua 2015