partido político y frente de lucha popular, debate pendiente
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Editorial, Radio Progreso y Eric-SJTRANSCRIPT
Partido político y frente de lucha popular, debate
pendiente
Nadie de la izquierda y del movimiento popular hondureño cuestiona en su sano juicio
la validez y necesidad de luchar por acceder a la institucionalidad del Estado a través de
procesos electorales. Incluso aquellas personas que no creen en el actual proceso
electoral, o que en su mente revolotea el deseo de la toma del poder por una vía
insurreccional, finalmente entiende que los procesos electorales acabarán siendo el
mecanismo fundamental para mantener el poder del Estado o para competir por
acceder al mismo.
De Igual manera, ese asunto de ser o no ser refundacionista tampoco tiene asidero por
donde quiera que se le busque, puesto que en su base toda la gente está convencida que
a este Estado del carajo hay que darle un vuelco, así como se deben refundar ideas,
actitudes, comportamientos, alianzas e intereses de todas las personas que luchan por
las transformaciones. El debate entre el electoralismo y el refundacionismo es
esencialmente estéril, no tiene sustento político duradero, puesto que se enreda en
apasionamientos de coyunturas pasajeras.
Hay asuntos más de fondo que han de llenar nuestros debates, como lo que entendemos
por poder, cómo entendemos la participación democrática, cuáles son los grandes temas
nacionales por los cuales hemos de luchar y desde los cuales definir consensos y
alianzas estratégicas, y el lugar que de verdad ocupan la población trabajadora y la gente
más indefensa en la lucha popular y en la sociedad que se busca construir. Estos asuntos
se han de expresar en un debate político verdaderamente auténtico: la relación,
identidad, autonomías, correspondencias y complementariedad entre la lucha política
del movimiento social y el partido político.
La experiencia política en la historia hondureña nos deja como recuento que una vez que
un partido político se relaciona con organizaciones sociales y populares, estas acaban
subordinadas a aquel, y la identidad y naturaleza de las organizaciones populares se
hacen trizas. El ejemplo de los patronatos comunales que acaban siendo instancias o
liberales y cachurecas, según quien los dirija, es patente en la historia hondureña.
Por su parte, reconocer que esa amalgama así como se ha establecido entre el FNRP con
el partido Libre no es la mejor riqueza política, es asunto de honradez y de
responsabilidad política. Y se trata de un asunto de valoración política que nada tiene
que ver con personas, afinidades o adversidades subjetivas. Esto nada tiene que ver con
que Mel Zelaya o que Juan Barahona sean los máximos dirigentes. El asunto está en que
los mismos dirigentes del FNRP sean por igual los más altos dirigentes del partido.
El mejor aporte para los debates que están pendientes ha de tener de base la discusión y
decisión porque el partido Libre tenga sus propias dirigencias y porque el FNRP tenga
sus propias dirigencias, para que crezca la riqueza y la diversidad dentro de la izquierda
y el movimiento popular. Actualmente se han perdido las fronteras y la diversidad entre
uno y el otro, y en estas circunstancias, bien vale aquello de que nadie puede servir por
igual a dos señores, y en este caso, un señor llamado partido político se va comiendo al
señor llamado FNRP, y a la larga, no pierde solo uno, ni solo los dos, sino que pierde
riqueza todo el proceso de construcción de una auténtica propuesta refundadora que
desde la izquierda se impulsa para toda la sociedad hondureña.
Nuestra Palabra | 31 Octubre 2012