partido político y frente de lucha popular, debate pendiente

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Partido político y frente de lucha popular, debate pendiente Nadie de la izquierda y del movimiento popular hondureño cuestiona en su sano juicio la validez y necesidad de luchar por acceder a la institucionalidad del Estado a través de procesos electorales. Incluso aquellas personas que no creen en el actual proceso electoral, o que en su mente revolotea el deseo de la toma del poder por una vía insurreccional, finalmente entiende que los procesos electorales acabarán siendo el mecanismo fundamental para mantener el poder del Estado o para competir por acceder al mismo. De Igual manera, ese asunto de ser o no ser refundacionista tampoco tiene asidero por donde quiera que se le busque, puesto que en su base toda la gente está convencida que a este Estado del carajo hay que darle un vuelco, así como se deben refundar ideas, actitudes, comportamientos, alianzas e intereses de todas las personas que luchan por las transformaciones. El debate entre el electoralismo y el refundacionismo es esencialmente estéril, no tiene sustento político duradero, puesto que se enreda en apasionamientos de coyunturas pasajeras. Hay asuntos más de fondo que han de llenar nuestros debates, como lo que entendemos por poder, cómo entendemos la participación democrática, cuáles son los grandes temas nacionales por los cuales hemos de luchar y desde los cuales definir consensos y alianzas estratégicas, y el lugar que de verdad ocupan la población trabajadora y la gente más indefensa en la lucha popular y en la sociedad que se busca construir. Estos asuntos se han de expresar en un debate político verdaderamente auténtico: la relación, identidad, autonomías, correspondencias y complementariedad entre la lucha política del movimiento social y el partido político. La experiencia política en la historia hondureña nos deja como recuento que una vez que un partido político se relaciona con organizaciones sociales y populares, estas acaban subordinadas a aquel, y la identidad y naturaleza de las organizaciones populares se hacen trizas. El ejemplo de los patronatos comunales que acaban siendo instancias o liberales y cachurecas, según quien los dirija, es patente en la historia hondureña. Por su parte, reconocer que esa amalgama así como se ha establecido entre el FNRP con el partido Libre no es la mejor riqueza política, es asunto de honradez y de responsabilidad política. Y se trata de un asunto de valoración política que nada tiene que ver con personas, afinidades o adversidades subjetivas. Esto nada tiene que ver con que Mel Zelaya o que Juan Barahona sean los máximos dirigentes. El asunto está en que los mismos dirigentes del FNRP sean por igual los más altos dirigentes del partido. El mejor aporte para los debates que están pendientes ha de tener de base la discusión y decisión porque el partido Libre tenga sus propias dirigencias y porque el FNRP tenga sus propias dirigencias, para que crezca la riqueza y la diversidad dentro de la izquierda y el movimiento popular. Actualmente se han perdido las fronteras y la diversidad entre uno y el otro, y en estas circunstancias, bien vale aquello de que nadie puede servir por igual a dos señores, y en este caso, un señor llamado partido político se va comiendo al señor llamado FNRP, y a la larga, no pierde solo uno, ni solo los dos, sino que pierde riqueza todo el proceso de construcción de una auténtica propuesta refundadora que desde la izquierda se impulsa para toda la sociedad hondureña. Nuestra Palabra | 31 Octubre 2012

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Partido político y frente de lucha popular, debate

pendiente

Nadie de la izquierda y del movimiento popular hondureño cuestiona en su sano juicio

la validez y necesidad de luchar por acceder a la institucionalidad del Estado a través de

procesos electorales. Incluso aquellas personas que no creen en el actual proceso

electoral, o que en su mente revolotea el deseo de la toma del poder por una vía

insurreccional, finalmente entiende que los procesos electorales acabarán siendo el

mecanismo fundamental para mantener el poder del Estado o para competir por

acceder al mismo.

De Igual manera, ese asunto de ser o no ser refundacionista tampoco tiene asidero por

donde quiera que se le busque, puesto que en su base toda la gente está convencida que

a este Estado del carajo hay que darle un vuelco, así como se deben refundar ideas,

actitudes, comportamientos, alianzas e intereses de todas las personas que luchan por

las transformaciones. El debate entre el electoralismo y el refundacionismo es

esencialmente estéril, no tiene sustento político duradero, puesto que se enreda en

apasionamientos de coyunturas pasajeras.

Hay asuntos más de fondo que han de llenar nuestros debates, como lo que entendemos

por poder, cómo entendemos la participación democrática, cuáles son los grandes temas

nacionales por los cuales hemos de luchar y desde los cuales definir consensos y

alianzas estratégicas, y el lugar que de verdad ocupan la población trabajadora y la gente

más indefensa en la lucha popular y en la sociedad que se busca construir. Estos asuntos

se han de expresar en un debate político verdaderamente auténtico: la relación,

identidad, autonomías, correspondencias y complementariedad entre la lucha política

del movimiento social y el partido político.

La experiencia política en la historia hondureña nos deja como recuento que una vez que

un partido político se relaciona con organizaciones sociales y populares, estas acaban

subordinadas a aquel, y la identidad y naturaleza de las organizaciones populares se

hacen trizas. El ejemplo de los patronatos comunales que acaban siendo instancias o

liberales y cachurecas, según quien los dirija, es patente en la historia hondureña.

Por su parte, reconocer que esa amalgama así como se ha establecido entre el FNRP con

el partido Libre no es la mejor riqueza política, es asunto de honradez y de

responsabilidad política. Y se trata de un asunto de valoración política que nada tiene

que ver con personas, afinidades o adversidades subjetivas. Esto nada tiene que ver con

que Mel Zelaya o que Juan Barahona sean los máximos dirigentes. El asunto está en que

los mismos dirigentes del FNRP sean por igual los más altos dirigentes del partido.

El mejor aporte para los debates que están pendientes ha de tener de base la discusión y

decisión porque el partido Libre tenga sus propias dirigencias y porque el FNRP tenga

sus propias dirigencias, para que crezca la riqueza y la diversidad dentro de la izquierda

y el movimiento popular. Actualmente se han perdido las fronteras y la diversidad entre

uno y el otro, y en estas circunstancias, bien vale aquello de que nadie puede servir por

igual a dos señores, y en este caso, un señor llamado partido político se va comiendo al

señor llamado FNRP, y a la larga, no pierde solo uno, ni solo los dos, sino que pierde

riqueza todo el proceso de construcción de una auténtica propuesta refundadora que

desde la izquierda se impulsa para toda la sociedad hondureña.

Nuestra Palabra | 31 Octubre 2012