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TÚ ERES MI HIJO
"En un bautismo
general, Jesús también
se bautizó. Y, mientras
oraba, se abrió el cielo,
bajó el Espíritu Santo
sobre él en forma de
paloma, y vino una voz
del cielo: Tú eres mi
Hijo, el amado, el
predilecto".
Las palabras que
el evangelista san Lucas menciona al final de su evangelio: "Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto", nos introducen en el
corazón de la fiesta de hoy del Bautismo del Señor, con la que
se concluye el tiempo de Navidad. El ciclo de las solemnidades
navideñas nos permite meditar en el nacimiento de Jesús
anunciado por los ángeles, envueltos en el esplendor luminoso
de Dios. El tiempo navideño nos habla de la estrella que guía a
los Magos de Oriente hasta la casa de Belén, y nos invita a
mirar al cielo que se abre sobre el Jordán, mientras resuena la
voz de Dios. Son signos a través de los cuales el Señor no se
cansa de repetirnos: "Sí, estoy aquí. Os conozco. Os amo. Hay
un camino que desde mí va hasta vosotros. Hay un camino
que desde vosotros sube hacia mí". El Creador, para poder
dejarse ver y tocar, asumió en Jesús las dimensiones de un
niño, de un ser humano como nosotros. Al mismo tiempo,
Dios, al hacerse pequeño, hizo resplandecer la luz de su
grandeza, porque, precisamente abajándose hasta la
impotencia inerme del amor, demuestra cuál es la verdadera
grandeza, más aún, qué quiere decir ser Dios.
El significado de la Navidad, y más en general el sentido del
año litúrgico, es precisamente el de acercarnos a estos signos
divinos, para reconocerlos presentes en los acontecimientos de
todos los días, a fin de que nuestro corazón se abra al amor de
Dios. Y si la Navidad y la Epifanía sirven sobre todo para
hacernos capaces de ver, para abrirnos los ojos y el corazón al
misterio de un Dios que viene a estar con nosotros, la fiesta
del Bautismo de Jesús nos introduce, podríamos decir, en la
cotidianidad de una relación personal con él. En efecto, Jesús
se ha unido a nosotros, mediante la inmersión en las aguas del
Jordán. El Bautismo es, por decirlo así, el puente que Jesús ha
construido entre él y nosotros, el camino por el que se hace
accesible a nosotros; es el arco iris divino sobre nuestra vida,
la promesa del gran sí de Dios, la puerta de la esperanza y, al
mismo tiempo, la señal que nos indica el camino por recorrer
de modo activo y gozoso para encontrarlo y sentirnos amados
por él.
El bautismo de Jesús, del que hoy hacemos
memoria, se sitúa en esta lógica de la humildad y de la
solidaridad: es el gesto de Aquel que quiere hacerse en
todo uno de nosotros y se pone realmente en fila con
los pecadores; Él, que está sin pecado, se deja tratar
como pecador (cf. 2Cor 5,21), para llevar sobre sus
hombros el peso de la culpa de toda la humanidad,
también de nuestra culpa. Su humildad está dictada por la
voluntad de establecer una comunión plena con la humanidad,
por el deseo de realizar una verdadera solidaridad con el
hombre y con su condición. El gesto de Jesús anticipa la
Cruz, la aceptación de la muerte por los pecados del
hombre. Este acto de abajamiento, con el que Jesús quiere
ajustarse totalmente al designio de amor del Padre y
conformarse a nosotros, manifiesta la plena sintonía de
voluntad y de entente que hay entre las personas de la
Santísima Trinidad. Para ese acto de amor, el Espíritu de Dios
se manifiesta y viene como una paloma sobre Él, y en ese
momento el amor que une a Jesús y al Padre es testimoniado
a los que asisten al bautismo por una voz de lo alto que todos
oyen. El Padre manifiesta abiertamente a los hombres, a
nosotros, la comunión profunda que lo liga al Hijo: la voz que
resuena de lo alto atestigua que Jesús es obediente en todo al
Padre y que esta obediencia es expresión del amor que les une
entre ellos. Por eso, el Padre pone su complacencia en Jesús,
porque reconoce en el actuar del Hijo el deseo de seguir en todo su voluntad: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto” . Y esta palabra del Padre alude también, en anticipo, la victoria de la resurrección y nos dice cómo debemos vivir para estar en la complacencia del Padre, comportándonos como Jesús.. Escuchemos estas palabras como dirigidas hoya a cada uno de nosotros: "TÚ ERES MI HIJO/A".
PARROQUIA DE
CRISTO REY DOMINGO DE RAMOS : Is 50, 4-7; Sal 21; Flp 2, 6-
11; Mt 26,14-27,66 WEB: http://www.parroquiacristorey. net
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PARROQUIA DE
CRISTO REY FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR C: Is
40, 1-5. 9-11; Sal 103; Tit 2, 11-14; 3,4-7; Lc 3,15-16 PÁGINA WEB: www.parroquiacristorey.net
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EL CAMPANARIO
ACRÓSTICO DE LA
MISERICORDIA 4. Ejemplaridad y fidelidad. El beato Pablo VI recordó a la Curia «su
vocación a la ejemplaridad», en el ’63. Ejemplaridad para evitar los escándalos que hieren las almas y amenazan la credibilidad de nuestro testimonio. Fidelidad a nuestra consagración, a nuestra vocación, recordando siempre las palabras de Cristo: «El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto» (Lc 16,10) y «quien escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que le colgasen una piedra de molino al cuello y lo arrojasen al fondo del mar. ¡Ay del mundo por los escándalos! Es inevitable que sucedan escándalos, ¡pero ay del hombre por el que viene el escándalo!» (Mt 18,6-7).5. Racionalidad y amabilidad: la racionalidad sirve para evitar los excesos emotivos, y la amabilidad para evitar los excesos de la burocracia, las programaciones y las planificaciones. Son dotes necesarias para el equilibrio de la personalidad: «El enemigo y –cito a San Ignacio otra vez, perdónenme…- el enemigo mira mucho si un alma es ancha o delicada de conciencia, y si es delicada procura afinarla más, pero ya extremosamente, para turbarla más y arruinarla». Todo exceso es indicio de algún desequilibrio. Cada exceso es índice de algún desequilibrio, sea el exceso de racionalidad, sea en la amabilidad. 6. Inocuidad y determinación. La inocuidad, que nos hace cautos en el juicio, capaces de abstenernos de acciones impulsivas y apresuradas, es la capacidad de sacar lo mejor de nosotros mismos, de los demás y de las situaciones, actuando con atención y comprensión. Es hacer a los demás lo que queremos que ellos hagan con nosotros (cf. Mt 7,12; Lc 6,31). La determinación es la capacidad de actuar con voluntad decidida, visión clara y obediencia a Dios,
y sólo por la suprema ley de la salus animarum (cf. CICcan. 1725). 7. Caridad y
verdad. Dos
virtudes inseparables de la existencia cristiana: «realizar la verdad en la caridad y vivir la caridad en la verdad» (cf. Ef4,15). Hasta el punto en que la caridad sin la verdad se convierte en la ideología del bonachón destructivo, y la verdad sin la caridad, en el afán ciego de judicializarlo todo. 8. Honestidad y madurez. La honestidad es la rectitud, la coherencia y el actuar con sinceridad absoluta con nosotros mismos y con Dios. La persona honesta no actúa con rectitud solamente bajo la mirada del vigilante o del superior; no tiene miedo de ser sorprendido porque nunca engaña a quien confía en él. El honesto no es prepotente con las personas ni con las cosas que le han sido confiadas para administrarlas, como hace el «siervo malvado» (Mt24,48). La honestidad es la base sobre la que se apoyan todas las demás cualidades. La madurez es el esfuerzo para alcanzar una armonía entre nuestras capacidades físicas, psíquicas y espirituales. Es la meta y el resultado de un proceso de desarrollo que no termina nunca y que no depende de la edad que tengamos. 9. Respetuosidad y humildad. La respetuosidad es una cualidad de las almas nobles y delicadas, de las personas que tratan siempre de demostrar respeto auténtico hacia los otros, a la propia misión, a los superiores y a los subordinados, a las prácticas, a los documentos, al secreto y a la discreción; es la capacidad de saber escuchar atentamente y hablar educadamente. La humildad, en cambio, es la virtud de los santos y de las personas llenas de Dios, que cuanto más crecen en importancia, más aumenta en ellas la conciencia de su nulidad y de no poder hacer nada sin la gracia de Dios (cf. Jn15,8).
NOTICIAS DE NUESTRA PARROQUIA
+ A partir del lunes día 11 retomamos todas las actividades pastorales con sus horarios y días fijados para las catequesis, taller de mayores, celebraciones, etc. + TALLER DE MAYORES: El Martes día
12 a las 17 nos encontramos de nuevo para seguir creciendo juntos en sabiduría y bondad. + SACERDOTES DEL ARCIPRESTAZGO: El Jueves día 14 los sacerdotes del Arciprestazgo de <<Santa Teresa>> se reúnen en las Azules para una reunión de Formación Permanente. + CONVIVENCIA DE LA TRADITIO
SYMBOLI: Los hermanos de la 3ª Comunidad Neocatecumenal vivirán el fin de semana del
15 al 17 una Convivencia que les preparará para vivir un tiempo intenso de evangelización por las casas de la Parroquia. Recemos por ellos.