parkour

9
Pagina 1: El reto 300 Pagina 3: Ropa adecuada para entrenar

Upload: alumnos-evc

Post on 10-Mar-2016

217 views

Category:

Documents


0 download

DESCRIPTION

Alan Ochoa Nelly Tarazona Yee Alejandro Miguel Divine

TRANSCRIPT

Page 1: Parkour

Pagina 1: El reto 300

Pagina 3: Ropa adecuada para entrenar

Page 2: Parkour

300 pases de Gato a

Precisión. Con eso basta!

Sonaba a un reto intere-

sante para más tarde.

Había pasado un tiempo

desde que me había enfo-

cado en esta técnica así

que pensé que le debía

poner un poco mas de

atención esta noche.

Durante el día, con fre-

cuencia me venía a la

mente la sesión de entrena-

miento pero mi atención se

encontraba mas divagando

en lo que alguien me había

dicho en la semana cuando

aterricé un salto de preci-

sión. “Uno de estos días te

vas a caer y te vas a lasti-

mar!” me dijo sonriendo, y

no pude evitar pregun-

tarme… “¿tendrá razón?

¿Soy una víctima de la ley

de la probabilidad que dice

que, algún día, en algún

lugar, voy a fallar un movi-

miento básico y lastimarme

seriamente? ¿Es esto una

inevitabilidad que esta

fuera de mi control?” No fue

un pensamiento agradable.

A menudo se dice que los momentos más peligro-

sos en el tu entrenamiento ocurren mientras estás

ejecutando el movimiento más sencillo y simple-

mente no prestas la atención suficiente. Rara-

mente he escuchado de alguien que se lastime

seriamente o que haya fallado cuando está total-

mente enfocado y concentrándose, ¿entonces

que podía hacer para demostrarme a mí mismo

que no era una víctima? ¿Qué de hecho estoy en

control de la situación? La respuesta me llegó rá-

pido, ¡esta noche no fallaría!

Así que 300 se convirtió en 300 seguidos. Sí

fallaba en aterrizar en la pared, si me paso o no

llego con las manos o sí los dos pies no caen en

la segunda pared y se mantienen ahí, empezaría

desde el principio. Llámenle control de calidad o

locura – quizá era un poco de las dos.

Cuando llegué al lugar donde plane-

aba comenzar este experimento, no es-

tuve muy contento de encontrar que las

paredes estaban empapadas. Mojadas,

obscuras y resbaladizas con moho sa-

liendo de entre las hendiduras, los bor-

des filosos de la pared me daban la

bienvenida con un resbaladizo resplan-

dor y eran amenazantes al tacto. Genial.

30 minutos más tarde, después de

estirar y calendar, una presión interna

que no pude localizar comenzaba a cre-

cer dentro de mí con cada repetición exi-

tosa. 3 se convirtieron en 20, 20 en 50, y

la idea de tener que empezar de nuevo

comenzó a acosarme, haciendo cada re-

petición más desalentadora que la ante-

rior.

La única manera de contrarrestar

esta creciente distracción era forzarme a

tratar cada salto como si fuera el pri-

mero de la tarde.

Enfocaría mi total atención en tocar

limpiamente la primera pared, empu-

jarme lo suficiente y aterrizar en la se-

gunda, y mantenerme ahí. Por un

momento sentí que las cosas iban bien,

pero conforme crecía mi confianza, tam-

bién crecían mis oportunidades de com-

placencia.

Si en verdad existía una ley no escrita de probabilidades, entonces cuantas veces me debía caer en 300 intentos, considerando las condiciones de humedad y obscuridad?

Pasaron dos horas cuando llegué al punto medio. Eran las 9:30pm y había logrado 150 pases de gato a precisión y mis antebrazos se sentían como plomo. Ni siquiera había consi-

derado la carga física que tomaría. Sacudiéndolos, pensé en la técnica y me di cuenta que era como estar en posición de lagartija y mecerte hacia tus dedos con la fuerza suficiente

para dejar temporalmente el suelo, una y otra vez. Estaba cansado, estaba adolorido y sabía que aunque me fuera posible llegar a los 300, iba a ser un verdadero tedio tener que empe-

zar de nuevo en cualquiera de los siguientes brincos.

Diez minutos más tarde recomencé el proceso y la repetición 151 apareció. No estaba seguro de cuanto me había recuperado durante el breve descanso y el movimiento en sí pare-

cía repentinamente desconocido en mi cabeza. Para de sobre pensar, este es otro movimiento simple.

Page 3: Parkour

Ya. No. Puedo. Fallar.

200 repeticiones. A este paso debería terminar

para las 11pm… 3 horas y media después de que

empecé. Si fallo ahora podría estar contem-

plando sentir el amanecer sobre mi hombro. De

pronto sonreí mientras pensaba que se podrían

secar un poco las paredes, mínimo.

280 repeticiones. Mi cerebro se había apa-

gado. Ya no había presión. El proceso era auto-

mático y aunque mis antebrazos suplicaban alivio

del castigo constante, había caído en un ritmo.

Pasaría la primera pared, aterrizaría en la se-

gunda, me voltearía, saltaría de regreso, bajaría

al suelo y me alinearía para la siguiente, repi-

tiendo la frase “Mantente derecho, media fuerza”

en mi cabeza cada vez. Se había convertido en

mi maldición, había empezado hace 20 minutos y

no podía parar ahora, ¿qué tal si ese era mi amu-

leto de la suerte, mi clave para terminar esto?

Honestamente no sé si hubiera empezado de

nuevo si hubiese fallado a este punto. Física-

mente, no creo que hubiese podido hacer otros

300. Sin embargo ya había aprendido mi lec-

ción…

No hay una ley que diga que un día fallaremos. Con la concentración, enfo-

que, cuidado y atención suficientes, podemos repetir un mismo movimiento

simple cientos de veces, por horas sin cometer un error. Los accidentes si

pasan y algunas cosas están fuera de nuestro control pero podemos reducir

en gran escala nuestras probabilidades de fallar si tratamos todos y cada uno

de nuestros movimientos como algo importante, algo con lo que tener cuidado.

Al final no hice 300 pases de gato a precisión.

El 301 fue para la amable señora que inspiro mis actividades de la tarde.

Page 4: Parkour

Se dice que el único requerimiento para entrenar este arte es disciplina y un par de

tenis, pero, ¿habrá una vestimenta que facilite el entrenamiento?

Yo soy de la opinión de que mientras se use ropa cómoda se puede entrenar, pero

¿en que te beneficia usar ropa adecuada para entrenar?

Es verdad que Parkour se

practica a diario y no im-

porta si en ese momento

traigamos puesto un pants

y tenis o un smoking y za-

patos de charol, debemos

poder movernos como

siempre lo hacemos, pero

durante las horas dedica-

das al entrenamiento creo

que es mas benéfico usar

pants y tenis, ya que nos

permiten mayor libertad de

movimiento, que es en rea-

lidad lo que estamos entre-

nando.

He sido artemarcialista

por 14 años, y siempre me

pregunté ¿por qué usamos

el uniforme si al momento

de defendernos en la calle

traemos nuestra ropa de

diario que no nos da la

misma libertad de movi-

miento y aún así puedo pa-

tear bien? ¿Por qué

entrenamos descalzos si en

la calle no vamos a andar

descalzos?

En una ocasión mi maestro nos pidió que por una semana

no usáramos el uniforme en la clase, que trajéramos la ropa

que usamos en el día, de preferencia el uniforme de la es-

cuela (no pants) o jeans, y me dí cuenta que a pesar de que

con esa ropa podía moverme bien, al momento de entrenar

no podía hacerlo tan rápido como normalmente podía, por-

que me estaba exigiendo mucho mas de lo que me hubiera

exigido una pelea de 3 minutos, me estaba exigiendo movi-

miento continuo por 90 minutos, y conforme pasaba el

tiempo de entrenamiento mas sudaba y mas se me pegaba

el pantalón a la pierna, me rozaba las ingles y menos podía

patear , y los tenis pesaban cada vez mas y mas.

De ahí aprendí que la vestimenta de entrenamiento influencía

bastante en el mismo, ya que nos puede aumentar el aprove-

chamiento de las horas que le dedicamos al entrenamiento;

el uso de tenis adecuados nos protege los tobillos y los talo-

nes.

Pero ¿Qué tenis me conviene mas usar?

Hasta este momento, los tenis mas recomendados para el

entrenamiento de este arte son los "Cross-Training", ya que

cuentan con buena suela con el relieve necesario para tener

buen agarre en la pared, soporte en los talones para ayudar-

nos con las caídas, y libertad de movimiento en los tobillos

para no trabarlos al momento de movernos.

De todo esto puedo decir que podemos practicar Parkour

con cualquier vestimenta, pero usar la adecuada para el en-

trenar nos lo hace más provechoso.

Page 5: Parkour
Page 6: Parkour

Son los pequeños miedos los que disi-

muladamente nos roban nuestras vidas.

Los grandes conceptos- muerte, pérdida,

significado de la existencia… esas cosas

tan grandes las podemos ignorar durante

la mayor parte de nuestros días. Filóso-

fos y teólogos pueden andarse con suti-

lezas e inquietarse sobre los detalles de

estos, pero la mayoría de nosotros no te-

nemos el tiempo, las ganas, o simple-

mente somos afortunados de no tener

demasiada curiosidad. Y muchos miedos

son racionales, claro está, y pueden ser

aliados de nuestras vidas; el miedo que

incrementa nuestra alerta al pasar por

una parte oscura de la ciudad, por ejem-

plo, o el miedo a caer que rápidamente

experimentamos al ponernos de pie de-

masiado cerca de un acantilado en un

día ventoso.

Sin embargo, el miedo es una bestia lista. Detrás de la fachada ra-

cional del miedo es donde el auténtico peligro se encuentra, enve-

nenado como la cola del escorpión y listo para picar.

¿Que parte de nuestro día es sustraída por estos pequeños mie-

dos? Es más de lo que puedes pensar en un principio. Son del tipo

de las que apenas notamos y raramente ignoramos. Están los mie-

dos que hacen el día más cómodo: El miedo a destacarse que nos

hace conformarnos casi todos los días; el miedo que se rían que

nos mantiene en silencio cuando querríamos soltar una carcajada;

el miedo al rechazo que nos hace evitar muchas conexiones poten-

ciales, etc. Estos miedos a los que estamos acostumbrados, nos

permite pasar el día de una forma tranquila y con los menores con-

flictos posibles. Son los miedos que nos hacen llegar a trabajar a la

hora, que nos retiene a la hora de cuestionar las opiniones o los

métodos de los superiores. Son los miedos que nos llevan hacia lo

que es llamado como metas respetables y que nos han dicho que

merece la pena conseguir.

El miedo asegura estar siempre a la defensiva, siempre

respondiendo en el presente a nuestras peores imaginacio-

nes de que traerá el futuro si no lo hacemos. El miedo a las

consecuencias limita las acciones que tomamos. El miedo

se convierte pues en el actor de nuestras vidas, mientras

que poco a poco nos unimos a la audiencia, convirtiéndo-

nos en meros espectadores de la rutina de cada preciado

día. Por ello pasamos tanto tiempo complaciendo a nuestro

miedo mientras que la vida pasa.

Page 7: Parkour

¿Que tiene que ver esto con el Parkour?

Todo: Pues practicar Parkour es perseguir ese

miedo, para superarlo. Enfrentarse a él des-

nudo y solo. En el parkour, es donde sacas tu

esencia. No hay ningún tipo de equipamiento

sobre el que confiar, no hay arneses de seguri-

dad o protecciones que ponerte, no hay compa-

ñero para relevarte cuando te encuentres

exhausto. Eres tú y solo tú. Lo único que te pre-

viene de lesionarte o hacerte daño son tus ha-

bilidades y tu juicio, el de nadie más. Algo que

en sí mismo es una gran proeza, pero que se

puede convertir en una carga. Eres tú quien se

enfrenta al miedo. Las teorías de otras perso-

nas sobre el miedo aquí no sirven para nada.

No puedes entender tus miedos de acuerdo a

Freud o Jung o cualquier otro- ellos no estarán

allí cuando hagas un salto de brazo, un fondo y

ruedes o cuando hagas un gato. En esos mo-

mentos eres solamente tú.

Parkour es movimiento, y todo movimiento está conectado al miedo.

Es a través de un principio conocido como “miedo-reacción” por el

cual nuestro cuerpo aprende, a una temprana edad que no hacer,

como no moverse, por qué no caerse. Aprendemos a evitar el dolor y

buscar la comodidad, y si experimentamos esa incomodidad debido a

una cierta acción, nuestro cuerpo nos quita las ganas de volver a in-

tentar esa acción otra vez. El “miedo-reacción” es nuestro modelo

condicionante de conducta frente al movimiento, respiración, pos-

tura… es algo aprendido frente al stress un susto o un golpe. Esto

afecta a todo el mundo, nadie escapa de ello.

Page 8: Parkour

Obviamente, este condicionante pertenece al pasado. Nuestro cuerpo reacciona en el

presente al miedo de lo que ocurrió en el pasado. Por lo tanto, el miedo pertenece al

pasado. Habita en nuestra memoria, y desde ahí es proyectado al futuro y, con norma-

lidad, nos encontramos a nosotros mismos viviendo en ese miedo en uno de los dos-

el pasado o el futuro. Esto quiere decir, que en el momento presente, el miedo no

existe en si mismo. Por ello, para librarnos del miedo, debemos vivir ese tiempo pre-

sente, vivir plenamente y ahora. No es fácil, pero el parkour es una disciplina que nos

puede ayudar a ello.

Es un hecho que nuestro potencial físico natural y nuestro talento están más allá que

los límites que nos ponemos nosotros mismos. Es el condicionamiento, tanto mental

como físico, el que nos aleja de esos límites, que nos permite el aprendizaje de habili-

dades y técnicas que nos permitan experimentar ese límite natural del cuerpo y des-

preciar los límites impuestos por nosotros mismos. No se trata de un mejora

progresiva de nuestras habilidades, si no más bien de un una disminución progresiva

de los miedos. Tan solo debemos liberarnos de nosotros mismo para poder encontrar

nuestro auténtico potencial. Debemos eliminar esos miedos para descubrir nuestra ha-

bilidad y soltura natural. La práctica de nuestro arte necesita que nos encontremos to-

talmente concentrados en el momento y libres de viejas limitaciones; después de todo,

su práctica implica la libertad de uno frente a los límites. Y es en ese preciso momento

de la auténtica práctica cuando empezamos a superar ese “miedo-reacción” y romper

sus barreras.

Es todo un proceso. Obsérvate; toma nota de las dudas, indecisiones, los pensamien-

tos negativos, y las tensiones mientras tu cuerpo se mueve. Date cuenta de que esas

cosas son elecciones tuyas con las que podrías estar perfectamente sin ellas. La ten-

sión es una opción. Inténtalo de nuevo. Haz un breve diagnóstico de tu cuerpo y te

darás cuenta de que hay muchos músculos que están innecesariamente en tensión.

Ahora elige relajar esos músculos. Fácil, después de percatarte de donde se encontra-

ban esas tensiones. El truco está llevar esta práctica afuera tanto como sea posible, y

la práctica será mucho mejor. De este modo, aprendemos a elegir nuestras acciones y

respuestas en vez de ser un producto de nuestras reacciones. Desde aquí podremos

destapar nuestro auténtico potencial, y de ahí es de donde surge la maestría. Ahí es

donde el “Flow” reside.

Cuanto más concentrado estés en lo que estés haciendo, menor energía y sentimien-

tos transmitirás a ese miedo del pasado y del futuro. Todo esto hará que tu acción per-

manezca completa y sin perturbaciones. Este concepto tiene numerosos nombres

dependiendo de cada cultura y filosofías- pero de nuevo, el nombre que alguien le dé

no significa nada para ti. Experiméntalo, ve a por él y te darás cuenta de que no nece-

sita ningún nombre.

El miedo es algo estático, no permanece en el movimiento. Imagínate un camino en mitad del bosque por la noche. Caminas por ese sendero normal-

mente. Ahora tu mente se imagina un ataque espontáneo de una serpiente o una araña cayéndote desde una rama. Es entonces cuando sientes el miedo,

y este va creciendo con cada paso que des. Sin embargo, imagínate que tienes tiempo para reaccionar y esa serpiente no tiene tiempo a atacarte, quedán-

dote fuera de su alcance. En ese momento no ha existido el miedo. Todos tus esfuerzos se han concentrado en moverte y escapar. El miedo existía antes

del ataque, y seguramente volverá después de él, pero en el momento de la acción, el miedo no ha existido.

Pero lo fascinante de ello es que durante el largo periodo que has estado andando por el bosque, sintiendo miedo, el hecho es que has estado a salvo y no

has sido atacado. En la pequeña parte en que te encuentras realmente en peligro, el miedo ha cesado. Entusiastas de los deportes de riesgo, así como los

supervivientes de situaciones extremas han sentido lo mismo.

Page 9: Parkour

En momentos de gran presión y necesidad, la angustia desaparece y

deja paso a nuestra esencia, a nuestras auténticas habilidades, pare-

ciendo súper humanos. No acercamos al miedo y este pierde su poder

frente a nosotros.

Ahora imagínate poder expandir ese momento de “no miedo” para la

próxima vez que tengas que caminar por ese sendero. El resultante es

un momento en el que vas precavido y alerta, pero sin problemas, sin

esfuerzo, sin paranoia. Es ahí donde debemos intentar encontrarnos.

En este estado de gracia, de soltura en el movimiento, libre de ese

“miedo-reacción” y de las tensiones innecesarias del cuerpo. Estar en

armonía con todo lo que normalmente estamos en conflicto. Esa es

nuestra auténtica naturaleza, aquella que permanece oculta durante la

mayor parte de nuestra vida hasta que aprendemos a movernos más

allá del miedo.

De este modo, sin miedo, pasear por el bosque oscuro se convierte en

una experiencia muy gratificante.

NELLY TARAZONA

MIGUEL MORA

ALEJANDRO YEE

ALAN OCHOA