paramilitarismo en mexico

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:: portada :: México :: 23-02-2013 Paramilitarismo y contrainsurgencia en México, una historia necesaria Gilberto López y Rivas En el volcán Los grupos paramilitares tienen ya una existencia de más de cuarenta años en nuestro país. Durante esos cuatro decenios, los paramilitares han estado dedicados al aniquilamiento de las organizaciones guerrilleras, y al acoso violento de movimientos estudiantiles y populares. El paramilitarismo está reconocido en el léxico militar de todos los ejércitos del mundo, incluido el mexicano. El general brigadier retirado Leopoldo Martínez Caraza, en su libro Léxico histórico militar[1] , publicado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), señala: "Paramilitar: que tiene organización con procedimientos semejantes a los militares, sin tener este carácter" . La definición ayuda, pero es vaga y completamente insuficiente. No aclara cómo se llega a tener esa semejanza con las fuerzas armadas en la organización, o los procedimientos militares. John Quick es más preciso. Define a los paramilitares como: "aquellos grupos que son distintos de las fuerzas armadas regulares de cualquier país o Estado pero que observan la misma organización, equipo, entrenamiento o misión que las primeras."[2] Esta es una aproximación mayor: tanto militares como paramilitares tienen la misma organización, entrenamiento y misión. Sin embargo, se mantiene vago el origen de la organización paramilitar. ¿Cómo se alcanzó esa organización? ¿Por qué tiene el militar profesional y el paramilitar la misma misión? ¿Quién le otorga a este último la misma misión? En todo caso, los grupos paramilitares actúan por una delegación del poder del Estado y colaboran a los fines de éste, pero sin formar parte propiamente de la "administración pública". Así lo paramilitar no se define sólo por similitud de misiones u organización, sino porque se origina en una delegación de la fuerza punitiva del Estado. En México, esta delegación de funciones ha provenido directamente del ejército, de los cuerpos de inteligencia-seguridad, o de la combinación de ambos, pero usualmente bajo las órdenes del Poder Ejecutivo, en su calidad de jefe supremo de las fuerzas armadas, y siempre como delegación directa del Estado. "Los halcones", uno de los primeros grupos paramilitares, se creó por iniciativa de oficiales del ejército, aunque bajo la administración del entonces Departamento del Distrito Federal. Sus integrantes eran jóvenes pandilleros con entrenamiento y jefatura militar, dedicados al control, infiltración y destrucción del movimiento estudiantil, así como de cualquier foco de guerrilla que pudiera salir de las filas de éste. Está plenamente documentado que este grupo fue creado por un page 1 / 9

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  • :: portada :: Mxico ::

    23-02-2013

    Paramilitarismo y contrainsurgencia en Mxico, una historianecesariaGilberto Lpez y RivasEn el volcn

    Los grupos paramilitares tienen ya una existencia de ms de cuarenta aos en nuestro pas.Durante esos cuatro decenios, los paramilitares han estado dedicados al aniquilamiento de lasorganizaciones guerrilleras, y al acoso violento de movimientos estudiantiles y populares.

    El paramilitarismo est reconocido en el lxico militar de todos los ejrcitos del mundo, incluido elmexicano. El general brigadier retirado Leopoldo Martnez Caraza, en su libro Lxico histricomilitar[1], publicado por la Secretara de la Defensa Nacional (SEDENA), seala: "Paramilitar:que tiene organizacin con procedimientos semejantes a los militares, sin tener este carcter". La definicin ayuda, pero es vaga y completamente insuficiente. No aclara cmo se llega a teneresa semejanza con las fuerzas armadas en la organizacin, o los procedimientos militares.

    John Quick es ms preciso. Define a los paramilitares como: "aquellos grupos que sondistintos de las fuerzas armadas regulares de cualquier pas o Estado pero que observan la mismaorganizacin, equipo, entrenamiento o misin que las primeras."[2] Esta es una aproximacinmayor: tanto militares como paramilitares tienen la misma organizacin, entrenamiento y misin.Sin embargo, se mantiene vago el origen de la organizacin paramilitar. Cmo se alcanz esaorganizacin? Por qu tiene el militar profesional y el paramilitar la misma misin? Quin leotorga a este ltimo la misma misin?

    En todo caso, los grupos paramilitares actan por una delegacin del poder del Estado y colaborana los fines de ste, pero sin formar parte propiamente de la "administracin pblica". As loparamilitar no se define slo por similitud de misiones u organizacin, sino porque se origina en unadelegacin de la fuerza punitiva del Estado.

    En Mxico, esta delegacin de funciones ha provenido directamente del ejrcito, de los cuerpos deinteligencia-seguridad, o de la combinacin de ambos, pero usualmente bajo las rdenes del PoderEjecutivo, en su calidad de jefe supremo de las fuerzas armadas, y siempre como delegacindirecta del Estado.

    "Los halcones", uno de los primeros grupos paramilitares, se cre por iniciativa deoficiales del ejrcito, aunque bajo la administracin del entonces Departamento del Distrito Federal.Sus integrantes eran jvenes pandilleros con entrenamiento y jefatura militar, dedicados al control,infiltracin y destruccin del movimiento estudiantil, as como de cualquier foco de guerrilla quepudiera salir de las filas de ste. Est plenamente documentado que este grupo fue creado por un

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  • coronel del ejrcito mexicano cuyos servicios fueron premiados despus con la impunidad y elascenso militar.

    Gustavo Castillo Garca dio informacin detallada en el peridico La Jornada, en el 2008, sobre elms conocido grupo paramilitar durante la llamada "guerra sucia", a partir de su investigacindocumental en el Archivo General de la Nacin:

    La Brigada Especial, como se le llam oficialmente a la Brigada Blanca, integr en junio de 1976 ungrupo con 240 elementos, entre policas capitalinos y mexiquenses; militares y personal de laDireccin Federal de Seguridad (DFS), as como de la Polica Judicial Federal, para "investigar ylocalizar por todos los medios a los miembros de la llamada Liga Comunista 23 de Septiembre. Laorden era limitar las actividades de la liga y detener" a los guerrilleros que actuaban en el valle deMxico, revelan documentos obtenidos de la Procuradura General de la Repblica (PGR), que son elrespaldo de las investigaciones que an se realizan en torno a hechos sucedidos durante la llamadaguerra sucia. Segn los reportes oficiales, aunque la Brigada Blanca se form en 1972 y oper enGuerrero, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo Len, Jalisco, Puebla y Morelos, fue hasta junio de 1976cuando el gobierno de Luis Echeverra decidi que se integrara un grupo especial que actuara en laciudad de Mxico, y en el que los mandos estaban en manos del coronel Francisco QuirozHermosillo, el capitn Luis de la Barreda Moreno y Miguel Nazar Haro.Los documentos consultadostienen su original bajo resguardo en el Archivo General de la Nacin. En ellos se detalla el "Plan deOperaciones Nmero Uno: Rastreo". El grupo contaba con 55 vehculos, 253 armas: de ellas 153eran Browning calibre nueve milmetros[3].

    As, el vnculo estatal otorga un elemento fundamental para una comprensin ms apegadaa laexperiencia mexicana. Con base en esta experiencia, propongo la siguiente definicin: los gruposparamilitares son aquellos que cuentan con organizacin, equipo y entrenamiento militar, a los queel Estado delega el cumplimiento de misiones que las fuerzas armadas regulares no pueden llevar acabo abiertamente, sin que eso implique que reconozcan su existencia como parte del monopoliode la violencia estatal. Los grupos paramilitares son ilegales e impunes porque as conviene a losintereses del Estado. Lo paramilitar consiste, entonces, en el ejercicio ilegal e impune de laviolencia del Estado y en la ocultacin del origen de esa violencia.

    Histricamente, el paramilitarismo ha sido una fase de la contrainsurgencia, que se aplica cuandoel poder de las fuerzas armadas no es suficiente para aniquilar a los grupos insurgentes, o cuandoel desprestigio militar obliga a la creacin de un brazo paramilitar, ligado clandestinamente a lainstitucin castrense.

    La doctrina militar mexicana no le llama paramilitar sino "personal civil" y establece sunecesidad imperiosa para controlar a la poblacin durante las operaciones de contraguerrilla.Sostiene el Manual de Guerra Irregular de SEDENA:

    531. las operaciones de contraguerrilla forman parte de las medidas de seguridad que adopta un

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  • comandante de teatro de operaciones en su zona de retaguardia, para evitar que las operacionesregulares sufran interferencias ocasionadas para la accin de bandas de traidores y enemigos, paralo cual el comandante de un teatro de operaciones deber emplear a todos los elementosorganizados y aun a la poblacin civil para localizar, hostigar y destruir a las fuerzas adversarias[4].

    Los fines del empleo de la poblacin civil son evidentes en este prrafo. Pero aqu, la necesidad dela poblacin civil es aleatoria y slo se le usa en caso de interferencia del enemigo. Sin embargo,ms adelante, el manual militar mexicano establece un modo ms permanente y orgnico deutilizacin de civiles en las operaciones de contraguerrilla rural:

    547. Cuando Mao afirma que "el pueblo es a la guerrilla como el agua a pez",indudablemente que es un dicho de validez perdurable, pues ya hemos visto que las guerrillascrecen y se fortalecen con el apoyo de la poblacin civil, pero, volviendo al ejemplo de Mao, al pezse le puede hace imposible la vida en el agua, agitndola, o introduciendo elementos perjudicialespara la subsistencia, o peces ms bravos que lo ataquen, lo persigan y lo obliguen a desaparecer oa correr el riesgo de ser comido por estos peces voraces y agresivos que no son otra cosa que loscontra guerrilleros.[5]

    La experiencia del Ejrcito mexicano en el aniquilamiento de la guerrilla que dirigi el profesorLucio Cabaas entre 1968 y 1974 demostr que el uso de campesinos y gavilleros comoinformantes fue fundamental para ubicar, cercar y aniquilar a las Brigadas de Ajustamiento delPartido de los Pobres.

    Pero el uso de civiles va ms all: segn el Manual de Guerra Irregular, las operaciones de lacontraguerrilla se conducen tambin con personal civil o militarizado (civiles o policas dirigidos porjefes militares). Veamos el prrafo siguiente del Manual:

    551. Por lo antes expuesto, se puede definir que las operaciones de contraguerrilla son aquellasque se conducen con unidades de personal militar, civil o militarizado en terreno propio paralocalizar, hostigar y destruir a fuerzas integradas por enemigos y traidores a la patria que conducenoperaciones militares con tcticas de guerrilla.[6]

    El tipo de operaciones de contraguerrilla se conduce con personal civil y est destinado al controlde la poblacin. Seala el Manual:

    552. Las operaciones de contraguerrilla comprenden dos diferentes formas de operacionesinterrelacionadas que son:

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  • A: Operaciones para controlar a la poblacin civil.

    B. Operaciones tcticas de contraguerrilla.

    553. Como puede apreciarse, la primera forma no es una operacin militar clsica, por lo que puedeser conducida por personal civil o militarizado, aunque dirigido, asesorado y coordinador por elcomandante militar del rea, mientras que las operaciones tcticas de contraguerrilla sonconducidas por unidades militares y militarizadas.[7]

    Segn el Manual de Guerra Irregular, la responsabilidad en el uso de la poblacin civil recae en elgobierno federal y en los acuerdos con los gobiernos de los estados y autoridades diversas en elrea de conflicto. El prrafo C del punto 562 detalla:

    562. Los comandantes que planean operaciones de contraguerrilla y la poblacin civil son regidospor restricciones y acuerdos que el gobierno federal tiene con los estados y autoridades diversas delos lugares en conflicto. En caso de que el problema se suscite en reas ocupadas por el enemigo,las contraguerrillas establecern coordinacin con la resistencia para localizar y destruir a losgrupos de traidores.[8]

    Este prrafo indica que la responsabilidad del uso de civiles en operaciones de contraguerrilla recaedirectamente en el gobierno federal, as como en las autoridades locales y estatales del rea deconflicto. El mismo Manual establece que el derecho internacional es aplicable en el caso de que lasfuerzas armadas comentan tratos inhumanos o actos criminales contra la poblacin civil.

    F. Factores psicolgicos. Una poblacin que apoya activamente a la guerrilla incrementa laposibilidad de detectar a las guerrillas. Generalmente en nuestro territorio encontraremos el apoyode la poblacin y especficamente en reas liberadas en las que se oponan a los objetivos de lafuerza enemiga. La poblacin que apoya los objetivos del enemigo favorece a sus guerrillas. Elobjetivo militar de destruir a la guerrilla adquiere mayor importancia sobre otras consideraciones,no obstante las operaciones deben de planearse procurando minimizar a los daos a la propiedadcivil. Las contraguerrillas deben en todos los casos tratar a la poblacin civil de manera justa yrazonable, apoye a no a nuestra fuerza. El trato inhumano a los actos criminales son violacionesserias y punibles bajo el derecho internacional y nuestras leyes[9].

    La doctrina militar mexicana sostiene que las operaciones de control de la poblacin civil se ejercenmediante un comit que rene a las autoridades militares con representes de la autoridad civil y deorganizaciones afines al ejrcito:

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  • 592. Para controlar a la poblacin civil, es necesario que existe una coordinacin total entre lasfuerzas militares y organizaciones que intervengan, para lo cual deber establecerse un comit conrepresentantes de todas las fuerzas para que bajo un solo mando planeen y coordinen susacciones.

    593. Las fuerzas que normalmente intervienen en las operaciones para controlar al pueblo y susrecursos son:

    A. Organizaciones gubernamentales,

    B. Fuerzas policacas.

    C. Fuerzas militares.

    D. Organizaciones sociales, polticas y econmicas, como partidos polticos, sindicatos,organizaciones deportivas, cmaras de comercio, etc.[10]

    A partir de 1994, y al igual que los grupos paramilitares que existen durante las guerras internas enGuatemala y El Salvador, los grupos paramilitares en Chiapas se ha dedicado a sembrar el terror enlas comunidades indgenas que simpatizan con el EZLN, mediante asesinatos, emboscadas, quemade poblados, amenazas de muerte, expulsiones, robo de ganado, detencin y tortura de bases deapoyo o milicianos zapatistas.

    Las denuncias de indgenas entregadas desde 1995 a los grupos de derechos humanos que hantrabajado en Chiapas insisten en que los grupos paramilitares operan en coordinacin con lascorporaciones de seguridad pblica, reciben apoyo y entrenamiento del Ejrcito Mexicano y que, enocasiones, se mezclan entre los contingentes de soldados y policas que controlan los poblados delNorte y los Altos de Chiapas.

    En mi calidad de Diputado Federal y presidente en turno de la Comisin de Concordia y Pacificacin(COCOPA), present una denuncia en la PGR por la existencia de grupos paramilitares en el estadoen 1998; en una conversacin de los miembros de esta comisin del Congreso de la Unin con elentonces Procurador General, Jorge Madrazo Cuellar, este funcionario nos inform de la existenciade al menos 12 grupos de "civiles presuntamente armados", eufemismo para referir a losparamilitares. Se cre una fiscala especial para el caso, misma que desapareci sin pena ni gloria,aos despus.

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  • Es evidente, sin embargo, que el gobierno federal mexicano no pudo lograr que, como en el casocolombiano, los paramilitares quedaran a la vanguardia de la guerra del Estado contra los gruposinsurgentes. En Colombia, como lo observ en el departamento de Putumayo, los paramilitaresmantenan control efectivo de zonas extensas del territorio de esa nacin y constituan lavanguardia semiclandestina de la contrainsurgencia. Aparentemente fuera ya de control del Estadocolombiano, los paramilitares reciban financiamiento de terratenientes y narcotraficantes y hansido una fuerza que incluso ha exigido reconocimiento de beligerancia. Por recomendacin deasesores de la CIA, el ejrcito colombiano integr alos grupos paramilitares en la estructura de lainteligencia militar nacional.

    Para todos los observadores y ciudadanos que han observado el conflicto en Chiapas a partir de1994,el gobierno federal, el estatal y los militares mexicanos confiaron en que las fuerzasparamilitares del norte de Chiapas, "Paz y Justicia" y "los Chinchulines", enun inicio, lograran el control territorial e hicieran innecesaria la intervencin del ejrcito parasostener combate directo con las bases de apoyo zapatista. No obstante, las movilizaciones delejrcito mexicano que se mantienen durante todos estos aos, indican que el gobierno federalconsider necesario mantener su intensidad castrense en las zonas de alta presencia polticazapatista. Es evidente, entonces, que los paramilitares no bastan para este propsito; sin embargo,la coexistencia de retenes militares y de paramilitares en los mismos teatros de operacin implicala posibilidad de que en Mxico ocurra lo que ya es cotidiano en otros pases: operativos conjuntosde paramilitares y el ejrcito.

    El gobierno ha mantenido el uso de los paramilitares a pesar de algunos sntomas de desgaste. LasOrganizaciones No Gubernamentales chiapanecas reportaron hace diez aos que las basesparamilitares vivan, en algunos casos, las mismas hambrunas que las zapatistas y que estabandescontentas porque sus lderes, como Samuel Snchez, dirigente de Paz y Justicia, estabadesarrollando su propio emporio hotelero y turstico en el municipio de Tila, mientras los indgenasCholes siguen en la misma pobreza. En Tila, incluso, llego a crearse una Asociacin de ex Militantesde Paz y Justicia y algunos paramilitares sin tierra han realizado tomas de predios en el Norte deChiapas.

    En estos aos proliferaron las siglas o los nombres de supuestos grupos dispuestos a la guerracontra el EZLN y sus comunidades de apoyo: "Los Tomates" en Bochil, "LosChentes" en Tuxtia Gutirrez, "Los Quintos" en el municipio de VenustianoCarranza, "Los Aguilares" en Bachajn, "los Puales " en Atenango del Valle,Tepisca y Comitn.

    Las actividades del Ejrcito, lejos de evidenciar ante la poblacin una real poltica de paz del osejecutivos federales priistas-panistas, demuestran lo contrario. La inquietud provocada en lapoblacin por la presencia de paramilitares, el acoso a las bases de apoyo zapatistas que operan enlos Municipio Autnomos y las Juntas de Buen Gobierno, la mayor presencia del Ejrcito en Chiapas,y en otras regiones indgenas de la geografa nacional, ponen de relieve tcticas tendientes aprovocar agresiones y desplazamientos masivos de cara a la creacin de condiciones ptimas parael desenvolvimiento del gran capital en el proceso de ocupacin integral por parte de lascorporaciones de toda ndole.

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  • El Ejrcito Federal mantiene una intensa labor en las comarcas zapatistas y extensas zonas deGuerrero, Oaxaca, Veracruz, entre otros estados con poblacin indgena. Desde la instrumentacinde labores de inteligencia que tienen que ver con un trazado ms preciso de mapas que reflejen ladinmica de la poblacin, para entender y controlar la cotidianidad de las comunidades indgenasmediante el conocimiento a plenitud de sus caminos rurales, sus labores y la ubicacin precisa desus hbitats, pero sobretodo, los alcances de recursos naturales y estratgicos ambicionados porcompaas trasnacionales.

    Es de destacar que fenmenos como el militarismo y el concomitante paramilitarismo se dan enfuncin de una nueva divisin internacional del trabajo que pretende otorgar a Mxico y la regincentroamericana un papel de proveedor de biodiversidad, de mano de obra barata y de ruta desalida de las mercancas estadounidenses hacia los mercados del Pacfico, adems de lo que el pasrepresenta para esa otra corporacin transnacional, que es la delincuencia organizada. Con esaestrategia en mente, han sido puestos en prctica programas gubernamentales mexicanos como elde Atencin a las 250 micro-regiones, Desarrollo Sustentable de la Selva e Integral para elDesarrollo Sustentable de la Selva, etc.

    Los intentos de desalojo de 110 comunidades de la Selva Lacandona y de la Reserva Integral de laBiosfera de Montes Azules, por ejemplo, van precisamente en la direccin de crear condiciones deinhabitabilidad para estas comunidades. Quienes han estado haciendo el trabajo sucio, reciben laspresiones de empresas trasnacionales como las mineras o como las corporaciones supuestamenteecologistas, Conservacin Internacional, Grupo Pulsar, Mc Donalds, Disney, Exxon, Ford e Intel, estaltima, con una inversin de 250 millones de dlares.

    Para lograr sus propsitos han contado con el auxilio inestimable de dependencias del mbitofederal como son la Procuradura Federal de Proteccin Ambiental y la Secretara de MedioAmbiente y Recursos Naturales (Semarnat). Acompaando a estas instancias ha estado el Ejrcitomexicano, con sus programas de contrainsurgencia activa o latente y el uso de peces bravos oparamilitares.

    Lejos de demostrar vocacin de dilogo y paz, el Ejrcito realiza patrullajes constantes encomunidades indgenas apartadas. Mostrando una ignorancia suprema de la Constitucin, oconscientemente pasando por encima de la Ley Suprema, se ha otorgado al Ejrcito funciones depolica, y para ello, se auxilia de policas judiciales, paramilitares, vendedores o predicadoresreligiosos, al ms viejo estilo del Instituto Lingstico del Verano.

    Asimismo, el Estado va descomponiendo el tejido social mediante el financiamiento de proyectosproductivos que rompen con la vocacin tradicional del suelo y las formas consuetudinarias deproduccin y propiedad colectiva de la tierra. Tal es los casos de lo emprendido por los pasadosgobiernos panistas que introducen actividades altamente depredadores y rentables, como laganadera o la palma real. En este sentido, hace unos aos, se emprendieron acciones por parte delos cafeticultores de Ocosingo (ORCAO), quienes, con el auxilio de programas oficiales,desarrollaron actividades econmicas sin el consenso de la comunidad, aumentando las accionesviolentas contra sta y las autoridades autnomas.

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  • Recapitulando, el paramilitarismo sirve a los fines de la contrainsurgencia, destruyendo odeteriorando severamente el tejido social que apoya a la guerrilla. Acta bajo las ms diversasexpresiones. Agrediendo a prestadores de servicios sociales en campamentos de desplazados,originando condiciones de inhabitabilidad a las comunidades indgenas y campesinas queprovoquen desplazamientos, coaligndose con autoridades civiles, ejerciendo acoso mediante elaccionar de jueces venales, infiltrando asociaciones religiosas, realizando labores de inteligencia,planteando disyuntivas desarrollistas que ocasionen deterioro ambiental, ubicando como enemigosdel desarrollo a las comunidades que se niegan a seguir la lgica de la ganancia del capital, con lassituaciones de inestabilidad consecuentes, y sobre todo originando o aumentando el espiral de laviolencia en las comunidades haciendo de sta un modo de vida a travs del narcotrfico, lamilitarizacin y la criminalizacin de las oposiciones.

    La fisonoma de muchas comunidades ha cambiado a partir del militarismo, el crimen organizado yel paramilitarismo. La llegada de fenmenos como la prostitucin, la drogadiccin y el narcotrficono son circunstancias naturales sino resultado de una estrategia de penetracin del capital, con susbrazos armados mltiples al servicio del Estado.

    La praxis autonmica expresada precisamente en los Municipios Autnomos zapatistas y las Juntasde Buen Gobierno, en las comunidades adheridas a la CRAC, de Guerrero, en Chern, Michoacn,oen municipios de Oaxaca, por mencionar, los casos ms visible, ha llamado la atencin y hasignificado el incremento de las actividades de militares, y toda la gama de grupos armadosrelacionados al crimen organizado y alos paramilitares. Estas experiencias, al ir adquiriendoprotagonismo mediante autonomas de facto se han puesto una vez ms en la mira del Estado. Aldesplegar estrategias de resistencia, amparadas en la jurisprudencia internacional, como lasexpresadas en el Convenio 169 de la OIT y la Declaracin Universal de Derechos de los PueblosIndgenas emanada de las Naciones Unidas, las comunidades autnomas dan un ejemplo de luchaanti-capitalista.

    Por ello, en cualquier proyecto de rescate de la nacin haca el futuro, se requeriran debatir afondo las tareas constitucionales de las fuerzas armadas con el propsito de dar un giro total a suactual condicin: en los hechos, verdaderas fuerzas de ocupacin de los pueblos. Un proyecto parademocratizar al pas requiere fortalecer el control civil y legislativo de las fuerzas armadas y ladesaparicin definitiva de la cuarta fuerza armada, ilegal y clandestina, que agrupa a losparamilitares y sobre la que se fincan las operaciones encubiertas del gobierno en contra del EZLN,otros grupos armados y organizaciones civiles de toda la gama de la resistencia pacfica en elterritorio nacional.

    [1]Leopoldo Martnez Caraza, Lxico histrico militar. Biblioteca del oficial mexicano. Secretaria dela Defensa Nacional, Mxico, 1993.

    [2]John Quick. Dictionary of weapons and military terms. McGraw Hill. Estados Unidos, 1973.

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  • [3]"El gobierno cre en 1976 brigada especial para "aplastar" a guerrilleros en el valle de Mxico"

    La Jornada, 7 de julio de 2008.

    [4]Manual de guerra irregular. Operaciones de contraguerrilla o restauracin del orden. T. II,SEDENA, enero de 1995.

    [5] Ibd.

    [6] Ibd.

    [7] Ibd.

    [8] Ibd.

    [9] Ibd.

    [10] Ibd.

    Fuente original: http://www.enelvolcan.com/feb2013/226-paramilitarismo-y-contrainsurgencia-en-mexico-una-historia-necesaria

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