para qué sirve soñar?

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Artículo publicado en la revista número 5 de Redes para la ciencia, correspondiente al mes de julio de 2010

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C E R E B R O Y M E N T E

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¿ P A R A Q U É S I R V E S O Ñ A R ?

POR LIDIA GÁZQUEZ

Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo. El descanso es esencial para nuestra salud y para el funcionamiento de nuestro organismo. Sin embargo, la actividad de nuestro cerebro sólo se reduce un 20% en las horas de sueño. Es decir, que mientras dormimos, el cerebro sigue trabajando. Lo interesante de todo esto es que el cerebro se modifica durante este período de descanso. Observar esos cambios nos puede enseñar mucho acerca de cómo funciona nuestra mente, nuestro pensamiento, ya que elementos como la memoria o el aprendizaje se conforman mientras nuestros ojos están cerrados.

MIENTRAS SOÑAMOS, RECORDAMOS

Buena prueba de lo distinto que es el pensamiento mientras se duerme son los sueños, ese producto mental fascinante del que tanto nos queda por descubrir. Si sumásemos el tiempo que duran cada uno de ellos, nos daríamos cuenta de que, como media, pasamos tres años de nuestra vida soñando.

Es importante observarlos porque nos permiten estudiar la conciencia, es decir, nuestra capacidad para saber que existimos como individuos y reconocernos en relación con la realidad que nos rodea. Las diferencias en la actividad cerebral entre la vigilia y el sueño nos pueden llegar a dar las claves sobre cómo el cerebro llega a ser consciente. El profesor John Allan Hobson, psiquiatra e investigador en la Universidad de Harvard (EE. UU.), ha estudiado

cómo cambia la química cerebral cuando soñamos y ha observado que, por ejemplo, en la fase REM del sueño, la norepinefrina y la serotonina desaparecen, dos substancias químicas relacionadas con la conciencia, el estado de ánimo y la memoria. Por este motivo, los pensamientos no pueden organizarse y se vuelven incoherentes, muchas veces perdemos el sentido de la identidad y nos desorientamos. El por qué es todavía un misterio.

A pesar de estos desarreglos, soñar no significa que la información que atesoramos en nuestro interior se desordene o se pierda, más bien al contrario. Lo que ocurre es que el cerebro trabaja a otro nivel, de una forma distinta a como lo hace mientras somos conscientes. En este sentido, Hobson señala la importancia de las emociones a la hora de almacenar recuerdos. Y es que solemos recordar mejor aquello que nos ha conmovido, que nos ha hecho sentir intensamente. Según el experto, el terreno de las emociones es el que se impone en nuestros sueños, por lo que soñar tiene mucho que ver con la memoria y, mientras soñamos, lo que hacemos es trabajar sobre nuestros recuerdos.

CUANDO NOS METEMOS EN LA CAMA CADA NOCHE BUSCAMOS NUESTRO TIEMPO DE DESCANSO. PERO EL CEREBRO NO SE QUEDA QUIETO. ¿POR QUÉ DORMIMOS Y PARA QUÉ SIRVEN LOS SUEÑOS?

PASAMOS TRES AÑOS

DE NUESTRA VIDA

SOÑANDO

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un psicólogo internacionalmente conocido por sus trabajos sobre la evolución de la inteligencia humana y la conciencia, apunta que el sueño tiene una función esencial para nuestro desarrollo y supervivencia como especie: “Sería realmente extraño que todo ese tiempo no sirviera para nada. Creo que soñar debe de tener una función psicológica y biológica muy importante, que debe de ser parte de nuestro patrimonio evolutivo”, explica.

Una de esas funciones —y volviendo a la idea de los sueños como narraciones— es el aprendizaje. Las historias nos hacen introducirnos en un papel, como en una obra de teatro, y simular situaciones que no están ocurriéndonos en realidad. El niño —o el adulto— se convierte en el héroe, el protagonista de su sueño, y pueden sucederle las cosas más increíbles. Humphrey cree que una función principal de los sueños es precisamente entrenarnos en cómo nos comportaríamos en diferentes contextos. El papel de los sueños es lanzarnos a situaciones sociales extraordinarias, situaciones de amor, de peligro, odio, miedo o sorpresa, y, a través de ellos, comenzar a aprender cómo funciona nuestra mente, cómo reaccionamos ante situaciones extrañas.

Un ejemplo para entender esta función lo encontramos en las comadronas, que a menudo sueñan con que dan a luz, aunque nunca hayan sido madres. Después de que el profesor Humphrey entrevistara a muchas de ellas en hospitales, la respuesta es que lo experimentado en el sueño les resulta crucial, porque les aporta una comprensión y una percepción de su trabajo que

Un estudio apunta a que la falta de sueño tiene relación con

-

rece ser que dormir menos de seis horas diarias puede in-

ducir — -

cos— -

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cado en el

Otra conclusión del estudio es que dormir más de la cuenta

también puede relacionarse con serios problemas de salud.

DORMIR LAS HORAS JUSTAS

SOÑAR PARA EMPATIZAR

Es curiosa la tradición de contar cuentos a los niños antes de ir a dormir, puesto que, cuando soñamos, otras narraciones se suceden en nuestra mente. La

mayoría de veces, los sueños se nos presentan en forma de fantasías y relatos. Nicholas Humphrey, profesor en el Centre for Pholosophy of Natural and Social Science, de la London School of Economics (Reino Unido), y

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18 no podrían obtener de ninguna otra manera. El sueño nos permite, pues, introducirnos en una especie de avatar creado por nuestra mente, que experimenta en infinidad de situaciones que simulamos mentalmente. Es como un juego que, a medida que pasamos de la infancia a la edad adulta, se va perfeccionando. Al fin y al cabo, según Humphrey, todos poseemos una innata psicología natural: “Los seres humanos somos magníficos psicólogos. La mayor parte de lo que he escrito en los últimos 20 ó 25 años es sobre esta extraordinaria capacidad de comprender a las otras personas”.

SOÑAR PARA APRENDER

Hasta ahora, hemos hablado de la capacidad de recordar y la de entendernos a nosotros mismos y a los otros. Pero los sueños nos sirven para algo más. Nos sirven para aprender. Robert Stickgold, de la Universidad de Harvard (EE. UU.), lleva décadas estudiando cómo el sueño —o, en términos generales, el hecho de dormir— puede ayudarnos a memorizar listas de palabras o aprender secuencias de números, por ejemplo. En sus experimentos, Stickgold entrena a una serie de voluntarios y analiza quiénes adquieren mayores habilidades en éstas y otras tareas cognitivas, y los resultados no dejan lugar a dudas: independientemente de lo que se tenga que recordar o

aprender, siempre lo hacen mejor aquellos que han dormido —bien una noche entera de sueño reparador, bien una siesta durante el día— después de haberse entrenado.

Por tanto, podemos concluir que dormir no sirve sólo para descansar, sino que también es imprescindible para afianzar aquello que hemos experimentado o aprendido durante las horas de vigilia, para recordar lo que es importante, para aprender lo que es útil, para conformar, noche tras noche, nuestra identidad como personas únicas e irrepetibles. No debe extrañarnos, pues, la afirmación de Nicholas Humphrey, que nos recuerda que la selección natural de Darwin no proporciona nada gratuitamente. Además, añade que soñar es una gran fuente de placer:

“Miremos a nuestras propias vidas: ¿Te gustaría que te quitaran los sueños? ¿No es una de las maravillas de la vida humana el que pasemos las horas de la noche participando en esas increíbles fantasías que nos trasladan a lugares y a relaciones que de otro modo nunca conoceríamos?”. Aunque el hombre no pueda volar como un pájaro, todos hemos soñado alguna vez que lo hacíamos y ha sido una experiencia única. Así que seguiremos soñando.

C E R E B R O Y M E N T E

EL SUEÑO HA SIDO

IMPORTANTE PARA EL

DESARROLLO Y LA SUPERVIVENCIA

DE NUESTRA ESPECIE