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  • 8/7/2019 Para Que Sirve El Concepto de Sociedad IIAP Folia Amazonica-08

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    \Pon-art\Folia-Para que socboq-0108

    Artculo publicado en la revista del IIAP: Folia Amaznica. Iquitos, IIAP.2007, Vll. 16, N 1-2, 81-88.

    Para qu sirve el concepto de sociedad bosquesina?1

    Por: Jorge Gasch, Instituto de Investigaciones de la Amazona Peruana (IIAP),Iquitos.

    Quien, hoy en da, va a una comunidad rural en el bosque amaznico paradedicarse a una investigacin antropolgica, ecolgica, botnica, mdica ocualquier otra, o quien visita tal comunidad para promover proyectos dedesarrollo en cualquier campo que sea productivo, educativo, sanitario,organizativo se ve confrontado con una realidad socio-cultural que no se dejaunvocamente calificar de indgena o mestiza. Elementos socio-culturales de

    origen indgena y de origen nacional y mestizo se entremezclanintrincablemente en un presente en una forma actual se sociedad que lostrminos de mestiza o indgena o colona no nos ayudan a comprender.Partiendo de la hiptesis que detrs de la gran variedad de configuracionessocio-culturales locales en el mbito de la poblacin selvtica subsumiendotambin los aspectos llamados tnicos , existe una serie de caractersticasgenricas comunes a todas ellas y que las distinguen, en su conjunto, de lasociedad urbana de tipo occidental, hemos acuado el trmino de sociedadbosquesina para designar este tipo de sociedad distinto de la sociedadurbana, capitalista y neo-liberal; y, en base a nuestra variada y largaexperiencia de convivencia en diferentes comunidades amaznicas, nos hemosesforzado a denominar y definir los rasgos genricos que hemos vistopresentes en todas, y a ilustrar, mediante descripciones etnogrficas, loselementos materiales, las conductas sociales y las formas de discursoparticulares a cada sitio observado que ilustran especficamente las nocionesgenricas.

    Es este un planteamiento propiamente antropolgico cuyo inters podralimitarse al crculo estrecho de los colegas acadmicos, universitarios. Situviramos la intencin de insertarnos en el debate acadmico y hacerprogresar la teora antropolgica en los cenculos profesionales de las

    facultades de ciencias humanas, entonces tendramos que empezar por hacerel balance del estado actual de conocimiento, de evaluar crticamente losconceptos tericos y operativos en la literatura antropolgica de los ltimosaos, tomar posicin frente a ellos y plantear nuestras alternativas.

    Quiero hoy proponer un enfoque antropolgico distinto. Despus de haberobservado, desde muchos aos, que los proyectos de desarrollo y las accionesdel Estado llegan a las comunidades del bosque con justificaciones y objetivosque en nada toman en cuenta las descripciones, interpretaciones y1 Es este el texto de la ponencia leda por el autor en el simposio Sociedades del bosquetropical del XXII Congreso de Antropologa en Colombia, Bogot, octubre 2007. El texto fue

    elaborado en el marco del proyecto Socio-diversidad bosquesina/Uso y conservacin deterritorios comunales que el IIAP realiza en convenio con el Instituto Imani de la UniversidadNacional de Colombia, sede Leticia.

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    diagnsticos escritos y publicados por antroplogos, y que estos proyectos yacciones siempre fracasan, es decir, nunca alcanzan sus objetivos,2 me pareceurgente superar la falta de comunicacin e intercomprensin entre losprofesionales cuyo objetivo es comprender las sociedades bosquesinas y losque pretenden obrar en beneficio de estas sociedades y del progreso en

    general, realizando proyectos de desarrollo. Para remediar a esta situacin,algunos propondran que se debera exigir de todos los polticos,administradores, tecncratas y desarrollistas que quieren trabajar en la selvaque estudien obligatoriamente antropologa. Fuera del hecho que talrecomendacin quedara un voto po, debemos de reconocer que la teoraantropolgica, su lgica conceptual e interpretativa, no toma en cuenta la lgicade la poltica desarrollista, la deja del lado, no dialoga con ella, no le proponealternativas, de manera que un tecncrata puede tener una formacinintelectual antropolgica y, al mismo tiempo, actuar conforme la lgicadesarrollista con el objetivo de superar el atraso de la poblacin rural,fomentar el progreso, remediar a la pobreza y extrema pobreza, ensear al

    bosquesino cmo debe trabajar y cmo debe organizarse, levantar el nivel devida, es decir, de ingresos, etc.

    De esta constatacin resulta una primera urgencia para una antropologa quese propone salirse del academismo, el que circunscribe su eficiencia a losdiscpulos de su disciplina universitaria, y volverse operativa en el campo de laaccin poltica, econmica, social, cultural, lingstica, educativa, sanitaria, etc.Necesitamos de una antropologa que se involucre profesionalmente en losproyectos de toda ndole que se destinan a la poblacin rural amaznica y, msque eso, que participe en la formulacin de las polticas dirigidas hacia laAmazona. Bien digo necesitamos de una antropologa, no de antroplogos,que, teniendo su diploma en el bolsillo, se vuelven funcionarios del Estado o deONGs y obran segn la lgica desarrollista. Necesitamos de una teoraantropolgica que describa y haga comprender a los encargados de polticas yproyectos de desarrollo las condiciones objetivas de vida de las sociedadesbosquesinas y las lgicas de vida subjetivas del bosquesino de tal manera quecuestione la lgica desarrollista, sus a-prioris, sus objetivos y valores, de losque el desarrollista est imbuido, que acepta como naturales o universales,es decir, valederos para todos los seres humanos. El cuestionamiento de lalgica dominante del desarrollo y progreso consiste, precisamente, endemostrar que sus a-prioris, sus objetivos y valores no son universales, no son

    compartidos por todos los seres humanos, sino que hay sociedades y sujetoshumanos que actan segn otra lgica de vida, orientndose en otros valores ymotivndose por otros objetivos.

    Pero no es suficiente afirmar, como hasta ahora lo hago, que hay sociedadesdiversas y lgicas de vida distintas, que el gnero humano no es uno sinodiverso, socio-diverso. Este discurso genrico es harto conocido y noconmueve en nada a los tecncratas del desarrollo que slo creen en losvalores dominantes y disfrutan de las prebendas gubernamentales e

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    Ver: Gasch, J. 2004: Crtica de proyectos y proyectos crticos de desarrollo. Un enfoquelatino-americano con nfasis en la Amazona. Iquitos, Instituto de Investigaciones de laAmazona Peruana. Tambin en Internet: www.siamazonia.org.pe

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    internacionales de que viven y se enriquecen, a condicin que sirvan losintereses dominantes.

    Para que la tecnocracia se sienta concernida por nuestros cuestionamientostenemos que someter sus a-prioris, su lgica y sus valores a una evaluacin

    crtica, no en abstracto y genricamente, sino utilizando los trminos operativosmismos de la tecnocracia, sus nociones medulares en que se funda toda laretrica y justificacin desarrollista. Desde luego, nuestra antropologa, en vezde dialogar con las diferentes escuelas acadmicas para definir su nuevateora, dialogar con el lenguaje de las polticas y de los proyectos dedesarrollo y definir su teora en contraste con la lgica desarrollista dominantede pretensin universalista. Es sta que sirve a nuestro antroplogo dereferencia para formular su alternativa terica derivada de la interpretacin delos hechos que ha observado conviviendo con la sociedad bosquesina.

    Acabo de mencionar la segunda urgencia: frente a una antropologa simblica,

    llena de sueos etnosuficientes, y post-moderna, complacida con discursosegocntricos y narcisistas, exigimos un regreso a la etnografa, pero no a laetnografa objetivista de antes, sino a una etnografa convivencial sensible a loshechos materiales, sociales, afectivos, discursivos de la vida diariaexperimentada en el seno de una comunidad o un casero, compartiendo lavida, colaborando y ejerciendo la reciprocidad. Podramos hablar de unaetnografa intersubjetiva que da cuenta de las interacciones, los intercambios,los conflictos, las coincidencias entre el visitante forneo y los habitanteslocales y que capta las interpretaciones diferenciales entre ambos actores delos eventos cotidianos y excepcionales. Nuestra alternativa terica3 a laideologa desarrollista debe sustentarse slidamente en los hechos vividos,observados, meditados y descritos. La etnografa intersubjetiva es una nocinque desarrollamos a partir del concepto de ciencia intersubjetiva formulado yfundamentado por Klaus Holzkamp, el fundador de la sicologa crtica, y laprctica de esta etnografa intersubjetiva implica que formulemosexplcitamente nuestras hiptesis sobre las motivaciones de las actividades denuestros interlocutores bosquesinos a fin de verificarlas a posteriori en loshechos para ver si las acciones del bosquesino corresponden a nuestrasprevisiones hipotticas iniciales. La etnografa intersubjetiva, desde luego, sefundamenta con prioridad en la observacin del actuar del bosquesino quedebe confirmar nuestras hiptesis, si stas son verdaderas. Lo que dice el

    bosquesino no nos da un acceso directo a la comprensin de su actuar, puestiene su significado real slo en su relacin dialctica con el actuarobservable.

    La etnografa intersubjetiva contempla tambin los afectos, susmanifestaciones gestuales y discursivas, ya que son parte sustancial de lo quellamamos los valores sociales implicados en las relaciones sociales. En esteaspecto reconocemos habernos inspirado tambin por los planteamientos yresultados de los investigadores formados por Joanna Overing que surgieron

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    Para una orientacin general, indicamos que nuestras principales fuentes de inspiracinterica son K. Marx, S. Freud, A. V. Chayanov, K. Polnyi, A. Leroi-Gourhan, M. Sahlins, M.Godelier, L. S. Vygotskij, A. N. Leontiev, K. Holzkamp.

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    en Inglaterra en los aos 19904 de manera paralela a nuestras preocupacionespor un anlisis y una comprensin ms realistas y profundos de la cotidianidadvivencial de los bosquesinos indgenas y mestizos amaznicos.

    Teora contrastiva frente a la ideologa desarrollista dominante y etnografa

    intersubjetiva son las dos metas que deben permitir a la antropologa ainmiscuirse en el debate poltico y plantear alternativas polticas a favor de lassociedades bosquesinas en el contexto de dominacin.

    En este sentido hemos avanzado desde hace unos aos en nuestra institucinde investigacin, el IIAP, en Iquitos. Y en este camino hemos encontradocompaeros en la UNalCo en Leticia con los que estamos realizando en comnel proyecto Socio-diversidad bosquesina.5

    Con el trmino de socio-diversidad bosquesina reconocemos que los rasgossocio-culturales genricos comunes a todas las comunidades amaznicas

    con exclusin de los Israelitas y colonos ganaderos , se manifiestan, en larealidad observable hoy en da, en formas diversas, variables, especficas ypropias a un lugar, a una cuenca o a una regin. Y esta diversidad socio-cultural local y especfica se caracteriza en grandes reas de la Amazona porlo que podemos llamar tradiciones tnicas, es decir, herencias socio-culturales de pueblos indgenas amaznicos. Desde luego, nuestra teora de lasociedad bosquesina no ignora de ninguna manera la sociedad y cultura de lospueblos indgenas. Lo que afirma, sin embargo, es que detrs de estadiversidad social y cultural tnica hay formas, principios y valores que soncomunes a todos e, inclusive, compartidos por los llamados mestizos,ribereos o caboclos amaznicos, a los que a menudo se refiere con laexpresin indgenas desculturizados.

    Frente al discurso de la lite urbana, de los polticos y tecncratas que, por unlado, hablan de los indgenas precisando en seguida que hoy en da ya no hayindgenas porque todos ya son civilizados, y por otro lado, ven en losmestizos indgenas que han perdido su cultura, que, desde luego carecen decultura, es decir, frente a la negacin de la sociedad y cultura de la poblacinrural amaznica actual, nos parece importante abrir los ojos, precisamente,sobre la manera de vivir, de convivir, de producir, de compartir y deintercambiar que caracteriza la vida diaria en la comunidades bosquesinas de

    hoy, a fin de descubrir y comprender cul es y cmo funciona, actualmente ymuy concretamente, una comunidad bosquesina, qu es aquello que podemosllamar hoy en da sociedad y cultura bosquesinas.

    Pero la negatividad que caracteriza la visin que las lites urbanas tienen delpoblador rural amaznico no slo se expresa en la ignorancia y el no-reconocimiento de su sociedad y cultura. Esta visin negativa es mucho msamplia, ms general: el campesino, el mestizo, el ribereo, el caboclo o el

    4 Ver, por ejemplo: Overing, J.; Passes, A. (eds.) 2000: The anthropology of love and anger.The aesthetics of conviviality in native Amazonia. London, New Cork, Routledge.5 Ver: GASCH, J.; ECHEVERRI, J. A. 2004: Hacia una sociologa de las sociedades

    bosquesinas. En: Ochoa Jaramillo D., Guio Rodriguez C.A.: Control social y coordinacin: Uncamino hacia la sostenibilidad amaznica. Bogot, Defensora del Pueblo, UniversidadNacional de Colombia, Corpoamazona, Parques Nacionales de Colombia. 165-181.

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    indgena viven en la extrema pobreza, pues ganan menos de un dlar diario;por eso, dizque, no logran satisfacer sus necesidades; son necesitados,menesterosos; sufren de falta de ingresos monetarios; carecen del confort y delas condiciones de higiene urbanas; dizque, no viven, slo sobreviven mediantesus prcticas de autosubsistencia, pues no saben trabajar, no saben producir;

    son los estigmas del atraso y del subdesarrollo del pas. A estos rasgosnegativos se han aadido otros ms recientemente: el bosquesino acaba conlos recursos naturales, depreda el bosque, perjudica a su alimentacin, y sushijos estn desnutridos.

    Esta visin negativa, despreciativa de la tecnocracia urbana frente al pobladorrural amaznico podra tener un valor puramente anecdtico, y losantroplogos podramos ser tentados de dejarla del lado, sin prestarle mayoratencin, como simples prejuicios y expresiones de un racismo social y culturalde la sociedad dominante, si no fuera precisamente esta visin negativa, entoda su extensin, la que motiva las polticas y los proyectos de desarrollo y la

    que les fija sus objetivos: remediar a la extrema pobreza aumentando losingresos del bosquesino: para eso hay que diversificar y aumentar laproduccin, pero de manera sostenible; de ah las propuestas de eco-negocio,de etno- y eco-turismo, de manejo del bosque, de cultivos alternativos consalida al mercado, de crianza de aves, de peces en piscigranjas y de cerdos deraza, de chacras de pluricultivo etc. Se trata de proyectos que se disean enlas oficinas de la ciudad, que se someten a concursos ante ONGs oinstituciones financieras nacionales e internacionales y, si ganan, se ponen enobra por intermedio de expertos, ingenieros, tcnicos y promotores, a menudocon el propsito de transferir tecnologas que se han elaborado en camposexperimentales que en nada se parecen a los contextos socio-culturales yambientales bosquesinos. Estos proyectos regularmente fracasan. LaAmazona es un campo de ruinas de proyectos. Podemos sugerir una nuevadisciplina de investigacin: la arqueologa de proyectos.

    Nosotros sacamos dos conclusiones de la regularidad de estos fracasos.Primero: parece que la motivacin fundamental que los promotores urbanosimputan a los bosquesinos el anhelo de tener mayores ingresos, de ganarms dinero no existe en el bosquesino, o no existe con la urgencia o prioridadque le atribuye el desarrollista urbano. El bosquesino quiere ganar ms dinero,pero no est dispuesto a cambiar su ritmo de vida y sus actividades diarias es

    decir, su forma de bienestar y de estndar de vida con el slo propsito detener mayores ganancias. Podramos sustentar esta afirmacin con mltiplesejemplos observados, pero nuestro tiempo de intervencin est limitado y meatengo a los puntos principales. Este planteamiento se entender mejorcuando, ms adelante, presentaremos un cuadro de las necesidadesbosquesinas que motivan su manera de actuar y que ubica el deseo demayores ingresos en relacin al conjunto socio-cultural de motivaciones.

    A la segunda razn de los fracasos de los proyectos aludimos con unapregunta: Puede ser exitosa la cooperacin entre los promotores urbanos ylos comuneros bosquesinos cuando los primeros tienen una visin y opinin tan

    negativas de sus interlocutores bosquesinos, como antes las describimos? una visin que, adems, va a la par con la total ignorancia y la negacin de la

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    sociedad y cultura bosquesinas? Cualquier proyecto que se quiera realizar junto con bosquesinos implica un proceso pedaggico, un proceso deaprendizaje; y todos los docentes sabemos que para hacernos comprender ypoder ensear algo con xito necesitamos conocer al alumno, tomar en cuentalo que l ya sabe, lo que le interesa y motiva, el lenguaje que entiende y el

    universo social y cultural del cual es parte. Pero los promotores urbanos, lostcnicos y profesionales que van a propagar un proyecto en una comunidad noconocen las propiedades sociales y culturales, ni el lenguaje, ni los intereses ymotivaciones de sus interlocutores bosquesinos. Slo les animan susuperioridad intelectual, la ignorancia y desprecio por la vida bosquesina y laconviccin etnosuficiente que el bosquesino aspira a satisfacer las mismasnecesidades que la persona urbana y que, por esta razn, estar motivado aparticipar en su proyecto y a hacerlo suyo. La falta de intercomprensin sevuelve manifiesta y el fracaso inevitable. Ninguna accin social positiva seconstruye sobre la soberbia, la ignorancia, los prejuicios y los errores deapreciacin. Para superar la falta de comprensin mutua entre los dos actores

    pertenecientes a universos socio-culturales diferentes el urbano y elbosquesino deberamos introducir en la metodologa de los proyectos lanocin de interaprendizaje mediante la convivencia e integrar en estaperspectiva los logros de las experiencias educativas interculturales y la teoraque de ellas se ha derivado.6 No slo el bosquesino debe aprender delprofesional urbano, ste ltimo debe bajar de su pedestal social prestigioso yponerse de aprendiz en la comunidad bosquesina, conviviendo largo tiempocon ella, a fin de comprender la lgica de vida subjetiva de sus interlocutores,su forma de practicar la racionalidad, sus motivaciones y finalidades. Slocomprendiendo esta lgica de vida bosquesina, lograr integrar sus aportes enla vida cotidiana de una comunidad, si es que estos aportes realmenteresponden a motivaciones bosquesinas existentes. La condicin de unacooperacin mutuamente beneficiosa entre el promotor urbano y el comunerobosquesino es que, para el primero, el bosquesino se vuelva, a travs de suinvestigacin atenta y comprensin creciente, una persona con caractersticaspositivas y un miembro de una sociedad con propiedades positivas, y que, parael segundo, a travs del dialogo y la convivencia diarios, el promotor urbano sevuelva un socio que haya perdido su rol paternalista que siempre asume alinicio de un proyecto. Una cooperacin mutuamente beneficiosa slo sedesarrolla si el miembro de la sociedad dominante interioriza en su visin delmundo una imagen positiva de la persona y sociedad dominadas y

    minorizadas, reconociendo como racionales y plenamente justificadas lasmotivaciones, los valores, los criterios de juicio y la priorizaciones delbosquesino, y si la persona dominada por ser miembro de una sociedad noreconocida e ignorada descubre en su interlocutor urbano, no una fuentedirecta de ingresos o ddivas, sino aportes y medios que amplen el rayo desus actividades y satisfacciones conforme a su nocin de bienestar. Laapreciacin mutua positiva, basada sobre la comprensin de las condicionesobjetivas y la lgica subjetiva de vida, es la base de cualquier proyecto decooperacin entre actores urbanos y bosquesinos que pueda pretender a tenerxito.

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    Ver: GASCH, J. 2002: Criterios e instrumentos de una pedagoga intercultural paraproyectos de desarrollo en el medio bosquesino amaznico. Relaciones. Zamora, Colegio deMichoacn, vol. 23, no. 91. 193-234. Tambin en internet.

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    Hablando de la necesidad de este interaprendizaje, hemos llegado al punto endonde entendemos claramente la funcin social de la teora de la sociedadbosquesina. Nuestro anlisis genrico de las propiedades de la sociedadbosquesina y de la lgica de vida subjetiva que implica debe abrir los ojos al

    promotor que convive en una comunidad esforzndose en comprenderla y encomprender a las personas que la componen. Las categoras y conceptos queusamos pueden as lo pensamos guiarlo en su observacin de lacotidianidad en la que el promotor conviviente est involucrado; puedenayudarle a identificar hechos materiales y conductas personales, formas degestos y discursos, y a relacionarlos entre ellos para darles sentido comopartes de un conjunto social y cultural. Como vemos, la teora sirve apropsitos prcticos para los que quieren aprender a comprender susinterlocutores bosquesinos y su sociedad en trminos de su propia lgica devida y evitando proyectar sobre ellos los a-prioris, valores, motivaciones y unaracionalidad urbanos. Nuestro marco terico debe darnos acceso a la

    comprensin de lo que llamamos la alteridad bosquesina (del lat. alterotro),pues se trata de un universo vivencial, socio-cultural, distinto del nuestro, elurbano. Y en este universo distinto del nuestro, el bosquesino tiene sus propiasrazones de vivir que, ni en la prctica ni en las representaciones, coinciden conlas nuestras, urbanas; de ah se plantea el reto a nuestra inteligencia y anuestra imaginacin sociolgica de comprenderlo en sus propios trminos.

    Exponer nuestra interpretacin objetiva y subjetiva de la sociedad bosquesinallena un libro, que est en preparacin. Aqu slo puedo escoger unos aspectosde nuestro anlisis con el objetivo de ilustrar de qu manera ste da cuenta delas observaciones de la cotidianidad bosquesina y de la lgica de vida subjetivadel bosquesino y, al mismo tiempo, cuestiona los a-prioris y prejuicios de lostecncratas urbanos frente al bosquesino. Una de las nociones ms ambiguas,ms crticas y que se presta fcilmente a un uso demaggico en el discurso delos polticos desarrollistas es la de las necesidades.

    Segn la doctrina econmica liberal que inspira a todos los proyectistas, lasnecesidades se satisfacen en el mercado, mediante el dinero. La mayorsatisfaccin y se sobreentiende, mayor felicidad tengo cuanto ms bienespuedo adquirir en el mercado. El bosquesino gana menos de un dlar al da,por consecuencia, no logra satisfacer sus necesidades y es un infeliz, un pobre

    o extremadamente pobre. Con este discurso y con esta lgica se hace polticay se justifica proyectos de desarrollo. Pero cul es la realidad bosquesinavivida, y porqu los proyectos de desarrollo no elevan el nivel de ingreso delbosquesino, ni lo hacen feliz?

    La convivencia prolongada en una comunidad bosquesina nos obliga areconocer que el bosquesino, en su vida diaria, no se manifiesta como un serinfeliz, frustrado, agrio por su destino, hambriento, haraposo, resignado oaptico. Al contrario, observamos las seas de su buen humor, de su alegra,de su convivencia armoniosa, de su apetito y sed satisfechos, de su buen tratoa sus hijos por cuya alimentacin, ropa y enseres escolares se preocupa, tiene

    energa y fuerza y trabaja todos los das, a su ritmo, y festeja cuando laoportunidad se presenta. En una palabra, el bosquesino en sus

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    manifestaciones diarias aparece como un ser satisfecho y contento, equilibradoy sociable. Se escuchan quejas, pero son escasas y circunstanciales y serefieren a problemas de salud, malestares fsicos debidos a la vejez, a losprecios bajos que le pagan en el mercado por sus productos y la caresta de losbienes mercantiles. Las satisfacciones que el bosquesino manifiesta

    cotidianamente estn en fragrante contradiccin con la infelicidad en la cual ldebera estar hundido en razn de su pobreza diagnosticada por loseconomistas y de las frustraciones e insatisfacciones que esa pobreza sugiereen el discurso de los desarrollistas.

    Estas observaciones nos llevan a constatar que, al contrario de lo que afirmanlos tecncratas, el bosquesino, s, satisface sus necesidades, que son distintasde las del ciudadano urbano. As como los Egipcios, los Romanos, los Incas,los Chibchas o los Boshimanes en su poca han satisfecho sus necesidades, elbosquesino satisface las suyas de acuerdo a su estndar de vida, a sucomprensin del bienestar. Por ser las necesidades relacionadas a un estndar

    de vida, su valor es relativo y no absoluto, como lo asumen los ndices debienestar de las instituciones gubernamentales e internacionales. Unaconsecuencia polticamente significativa de esta constatacin es que elbosquesino ya no aparece como un ser inferior o menor de edad que no lograasumir las responsabilidades de alimentar su familia, de proporcionarlevivienda y vestimenta adecuadas, de educar a sus hijos y de cuidar su salud yque necesita del apoyo paternalista del Estado y otros organismos para viviruna vida digna y completa. Un padre y una madre bosquesinos que satisfacensus necesidades y las de su familia, de acuerdo a su estndar de vida, sonseres adultos que desarrollan sus actividades sociales, productivas, educativasy culturales cumpliendo plenamente con todas las responsabilidades queincumben a cualquier ciudadano del pas. En este sentido, no es ese sermenesteroso, carente, pobre e infeliz que los tecncratas ven en l. Es cierto,que el bajo nivel de ingreso monetario lo que prefiero llamar escasez dedinero en vez de pobreza limita el volumen de su consumo en el mercado,al cual hoy en da prcticamente todos los bosquesinos recurren para satisfacerciertas necesidades o desiderata. Aqu, precisamente, conviene distinguirclaramente entre estas dos nociones. Necesidades satisfacen aquellos bienesindustriales que el modesto nivel de ingresos monetarios permite al bosquesinoadquirir con regularidad. El inventario de estos bienes vara en funcin de ladistancia y las oportunidades de mercado y abarca desde la ropa, las ollas y

    otros enseres de cocina, linterna, pilas, cartuchos, kerosn, sal, aceite, azcary equipos escolares hasta radio, calamina, pequepeque, motor fuera de borda,motosierra y televisor. Llamamos, en cambio, desiderata aquellos bienes queel bosquesino desea, pero para cuya adquisicin y mantenimiento no estdispuesto a invertir los esfuerzos productivos requeridos o a hacer ahorros. Esono excluye que, cuando ha logrado aprovechar de una oportunidad de ingresoabundante por ejemplo, vendiendo su cosecha de arroz, cancelando sucuenta por los labores de raspachn de coca o recibiendo el saldo de unafaena de extraccin maderera utilice el dinero momentneamente abundantepara satisfacer tales deseos. Si el dinero, luego, nuevamente se vuelve escaso,no podr conseguir los repuestos para reparar su mquina, ni la gasolina para

    hacerla funcionar; ocurre tambin que estos bienes codiciados se los roba, demanera que, de pronto, el bosquesino se encuentra nuevamente en el mismo

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    estndar de vida de antes. Los fracasos de los proyectos productivos, quetodos se han implementado con el acuerdo de los comuneros y en el supuestoque van a satisfacer necesidades, nos demuestran que los comuneros, alaceptar un proyecto, slo han expresado un desideratum, para cuyasatisfaccin, como lo comprueba el abandono de las actividades productivas al

    finalizar el proyecto, no estn dispuestos a invertir los esfuerzos laborales omonetarios que garantizaran su continuidad o el mantenimiento del equiporecibido. Las piscigranjas, galpones de gallinas, molinos de arroz, generadorasde luz abandonados y los paneles solares vendidos a los regatones son eltestimonio de lo que afirmamos. En estos proyectos, el bosquesino ha sabidoaprovechar de cierta bonanza en alimentos, ingresos o insumos, es decir, deuna oportunidad de consumo inmediato; sus objetivos han despertado ciertodeseo de imitar el modo de vida propagado por los promotores urbanos y alque atribuye cierto prestigio, pero, en la medida en la que su propio estndarde vida le satisface y le asegura su existencia, no est dispuesto a modificarlo,asumiendo nuevas actividades y sometindose a una nueva disciplina laboral

    que no le procura las satisfacciones cotidianas habituales.

    En la boca de los polticos y desarrollistas, la palabra de necesidades sugierecierta urgencia, un apremio al cual habra que responder con proyectos einversiones. Relativizando el valor de esta palabra mediante la afirmacin queel bosquesino satisface sus necesidades le quita su carcter apremiante yobliga al tecncrata a superar sus prejuicios urbanos (en cuanto al bienestarbosquesino), a reconocer al bosquesino como una persona plenamenteresponsable (racional, trabajador) y a reflexionar en qu medida, de qumanera y con qu mtodo tiene que responder a los desiderata bosquesinos,que, precisamente, no son necesidades desde el punto de vista vivencial delsujeto bosquesino.

    Para que nuestra afirmacin que el bosquesino satisface sus necesidades y loque no satisface son desiderata se vuelva aceptable debemos precisar qusentido damos a la palabra necesidades. Si consideramos el ser humano ensus atributos generales, podemos postular que este ser tiene necesidadesontolgicas que resultan de su constitucin fsica y de su naturaleza social.Consideramos como necesidades ontolgicas las siguientes: alimentacin,procreacin o sexualidad, acomodacin del cuerpo (vivienda, vestido). Estastres necesidades son generalmente aceptadas como bsicas. Pero hay dos

    necesidades ontolgicas que nuestra convivencia con comunidadesbosquesinas nos ha exigido reconocer, pues a su satisfaccin el bosquesinodedica tiempo, y ms tiempo que le dedica el habitante urbano. Estasnecesidades son la socialidad y la motricidad. De qu se trata en concreto?

    El ser humano es un ser social que nace y crece en un grupo social, luego, sedesarrolla y hace sus actividades en interaccin con otros. Observamos que enla sociedad bosquesina este interactuar ocurre no slo cuando un grupo debosquesinos coopera en una labor (p.ej. en una minga, en la preparacin deuna fiesta etc.) sino tambin en tiempos dedicados a visitas, a comidas obebidas compartidas y a charlas y conversas entre familiares o vecinos. La

    satisfaccin de la socialidad que llamamos la sociabilidad se hacemanifiesta en todas las interacciones sociales, en su carcter armonioso y

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    alegre; las bromas y chistes y la risa son frecuentes. Esta observacin noexcluye que existan conflictos y rencores entre personas o grupos de personas,pero, precisamente, en los encuentros e interacciones entre comuneros en lavida diaria, stos quedan latentes, no se expresan, sin embargo, aparecen aespaldas de las personas concernidas, en forma de chismes. El ideal de la

    conducta social consiste en manifestar armona, respeto al otro, buen humor yalegra y no elevar la voz. Dar libre expresin a su clera o, aunque sea, hablarcon voz fuerte son conductas asociales y temidas. Los estados de ebriedad nada infrecuentes en las comunidades , cuando la censura moral se relaja,dan a menudo lugar a agresiones y peleas, inclusive en el seno de las familias.De ah que las fiestas, siempre acompaadas de un fuerte consumo de alcoholu otros estimulantes, siempre son ambivalentes por su componente de peligrodel estallido de un conflicto. La sociabilidad la satisfaccin de la socialidad en la sociedad bosquesina, ocupa, con sus vivencias placenteras, debidas a lasreglas morales de conducta en la interaccin social, un tiempo importante entoda la vida diaria, mientras que en la sociedad urbana esta satisfaccin est

    relegada al tiempo de ocio, fuera del trabajo: el retorno a la familia despus deltrabajo, las reuniones en las cantinas, las fiestas y los paseos en los das libres.

    La sociabilidad bosquesina est sustentada en lazos de parentesco y afinidad,de compadrazgo, vecindad y amistad en funcin de los cuales se formangrupos de solidaridad distributiva personas que comparten comida y bienes -,de solidaridad laboral personas que suelen cooperar -, y de solidaridadceremonial, es decir, personas que concelebran fiestas. Son estos grupos losque constituyen el teln de fondo de las prcticas sociales que satisfacen lasocialidad esta necesidad de interactuar entre personas en una comunidad,y no la comunidad en su conjunto, como erradamente lo asumen a menudo losdesarrollistas. Se podra hablar, en ciertos casos observados, de unasolidaridad comunal incipiente, pero nunca plenamente asumida por todos loscomuneros.

    Es de notar que la sociabilidad permea gran parte de las actividades delbosquesino, quien prefiere trabajar con otros o rodeado de otros y no solo, yque, desde luego, esta satisfaccin hace placenteras labores que sin ellaseran penosas. La sociabilidad, podemos afirmar, es parte del arte de vivirbosquesino y un componente motivador de su bienestar.

    Si la socialidad humana vincula la persona con otras con las que est ligadamediante una red de relaciones de parentesco, afinidad etc., la motricidad esuna necesidad centrada en el cuerpo de la persona. La persona no vive sinmover su cuerpo y actuar. La satisfaccin de esta necesidad ontolgica es lamovilidad. Pero la persona bosquesina se mueve en su sociedad, la que, en suconcepcin, engloba seres humanos y seres de la naturaleza. Las actividadesfsicas del bosquesino se desarrollan siempre en su sociedad y en su medionatural. En la medida en que la sociedad bosquesina se caracteriza por laautonoma de cada unidad domstica, la que reposa sobre el hecho que ningncomunero puede dar una orden a otro comunero (hablando de adultos), lapersona bosquesina es libre y dispone de su cuerpo. Sus esfuerzos laborales,

    desde luego, nunca obedecen a un constreimiento ajeno, siempre son elresultado de su propia decisin e iniciativa. El bosquesino ejerce su motricidad

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    a su gusto personal, y eso, lo observamos cuando, por ejemplo, tumba elbosque para preparar su nueva chacra: maneja el hacha con energa ydemuestra alegra cuando los rboles caen; cuando se siente cansado y tienesed, descansa, toma masato o cahuana y conversa con los que le colaboran,hasta que nuevamente siente renacer su energa y contina el trabajo. Igual la

    mujer que cosecha y deshierba en la chacra: se esfuerza agachada bajo el sol,y descansa en la sombra cuando quiere. Nadie le manda a trabajar o le imponeun horario; ella decide y trabaja a su gusto. En este sentido podramos decirque el bosquesino trabaja y se esfuerza como nosotros, los urbanos, hacemosdeporte en nuestro tiempo libre. Eso nos hace entender que el ejercicio de lamotricidad, s, procura satisfaccin a la persona, a condicin que ella dispongalibremente de su cuerpo y no tenga que cansarse bajo constreimiento, comoocurre entre trabajadores sometidos a los ritmos de las maquinas y a horarios,es decir, para retomar a Marx, en un trabajo alienado.

    Podramos seguir hablando de la pasin que anima el cuerpo y toda la persona

    del cazador y pescador cuando se dedica a su actividad, que, conforme a suscategoras, no es trabajo, sino ms bien diversin; y podramos sustentar enla teora freudiana de la sublimacin del deseo sexual (libido) la presencia delgusto y del placer en la interaccin social y en los esfuerzos fsicos que es tancaracterstica de la satisfaccin bosquesina de estas necesidades ontolgicas yde su percepcin del bienestar, pero nuestro tiempo est medido.

    Lo que, para terminar, nos importa mencionar es que ningn proyecto dirigido acomunidades bosquesinas toma en cuenta estas dos necesidades ontolgicas,la socialidad y la motricidad, cuya satisfaccin, a travs de todo lo que elbosquesino emprende y realiza cada da, es tan constitutiva de su bien vivir, subien estar, que tenemos que ver en ella un factor motivador de la actividadbosquesina que da propiamente sentido y finalidad a todos sus quehaceresdiarios. En la medida en que descubrimos, al mismo tiempo que observamos einterpretamos la sociedad bosquesina en trminos positivos, como nos lopropusimos al inicio, que nuestra sociedad urbana, capitalista y consumistaslo marginalmente satisface dos necesidades ontolgicas humanas que elbosquesino satisface plenamente (lo que explica muchas frustraciones,desquicios mentales y obsesiones propios a nuestra sociedad), nuestro trabajoantropolgico terico tambin se vuelve un trabajo crtico de la sociedaddominante. La comprensin de la satisfaccin de las necesidades ontolgicas

    en la sociedad bosquesina a la que, precisamente, los polticos y tecncratasdeniegan la capacidad de satisfacer sus necesidades nos debe incitar arefutar totalmente el discurso desarrollista dominante. La comprensin de lalgica de vida subjetiva y de las motivaciones del bosquesino nos debe animara concebir proyectos de colaboracin entre actores urbanos y bosquesinos queacepten que el bosquesino satisface sus necesidades inclusive algunas quela sociedad urbana logra a satisfacer a penas y con dificultad ; que asuman,por cierto, que el progreso tcnico industrial puede aportar ciertas ventajas a lavida bosquesina (por ejemplo en el campo de la salud, de la comunicacin y dela educacin), pero que, en todos sus propsitos, el bienestar bosquesino,concebido en sus propios trminos y con sus propios contenidos, debe ser la

    referencia constante de la interaccin entre el promotor y el bosquesino. Losproyectistas han de ser conscientes que sus proyectos no pueden ser un

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    pretexto para imponer su propio modelo social a una sociedad que encuentrasus satisfacciones en un abanico ms amplio que la sociedad urbana,capitalista y consumista en su propio modo de vida y de organizacin de susactividades sociales.

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