para comprender e implementar el plan pastoral … · guardan mi alianza, ustedes serán el pueblo...

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1 ESCUELA DE DISCIPULADO MISIONERO PARA COMPRENDER E IMPLEMENTAR EL PLAN PASTORAL

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ESCUELA DE DISCIPULADO MISIONERO

PARA COMPRENDER E IMPLEMENTAR EL PLAN PASTORAL

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PARA COMPRENDER E IMPLEMENTAR

EL PLAN PASTORAL

1. LLAMADOS A EVANGELIZAR

A. Todo inicia en la Alianza de Dios y su pueblo. (Ex 6,7-9)

Los invito a comenzar nuestro estudio y profundización del plan pastoral leyendo un versículo

hermoso en el cual podemos resumir todas las bases de nuestra fe “Y los tomaré por pueblo

mío, y yo seré su Dios; y sabrán que yo soy el SEÑOR su Dios, que los sacó de debajo de las

cargas de los egipcios”. Podemos decir sin lugar a dudas que toda la historia de Dios con su

pueblo es el desarrollo de la alianza, de un pacto o compromiso, donde Dios por iniciativa

propia y por puro amor nos ha escogido como su pueblo y nosotros como respuesta a ese

inmenso amor, aceptamos ser su pueblo.

La alianza es un criterio teológico fundamental para comprender la revelación divina y nuestro

ser en la creación de Dios. Lo que busca es expresar la relación especial que Dios tiene con

Israel, el pueblo escogido y hoy con la Iglesia fundada por su hijo Jesucristo. Es fundamental

para la fe, la vida y la realidad del Reino de Dios la convicción de que Dios, en un tiempo y

lugar particular y libremente, ha querido entrar en comunión con la humanidad, y constituirnos

como pueblo de Dios. Un pacto absolutamente desigual por la inmensidad de aquel que nos

escoge, pero lleno de cercanía y amor por la creación.

La alianza es un acuerdo entre dos partes (personas o pueblos) en los que se especifica los

derechos y deberes de cada uno de ellos. Yahveh en su infinita misericordia ha escogido al

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pueblo para amarlo, protegerlo y llevarlo a la plenitud, en contraprestación el pueblo deberá

ser obediente y fiel, reconociéndose solo en el amor de ese padre protector y providente. Lo

podemos leer en el libro del éxodo «Ya han visto lo que he hecho con los Egipcios, y cómo a

ustedes los he llevado sobre alas de águila y los he traído a Mí. Ahora bien, si me obedecen y

guardan mi alianza, ustedes serán el pueblo de mi propiedad entre todos los pueblos, porque

toda la tierra es mía; serán para mí un reino de sacerdotes, una nación santa» (Ex 19,4-6).

Entender nuestra historia de salvación como una alianza de amor de Dios que nos desborda,

nos impulsa a unirnos más a su misericordia, una alianza que Dios jamás ha roto pero que su

pueblo por la desobediencia e infidelidad ha puesto a prueba. La dureza de corazón de Israel

hizo que en muchas ocasiones fueran conducidos por caminos de dolor. Por ello fue

necesario una nueva alianza, sellada por el mismo hijo de Dios que se hace hombre. En

Jesús, podemos ver el infinito amor del Padre que renueva una alianza que no tiene fin.

B. Yo estaré con ustedes. (Mt 28,20)

El profeta Jeremías en un momento de dificultad y devastación moral del pueblo, recuerda

que el amor de Dios no tiene límites y cumple sus promesas, describe una nueva alianza que

“estará escrita en el corazón y no en tablas de piedra como lo fue la alianza del Sinaí. La

enseñanza ya no va a ser una palabra externa, sino que vendrá desde dentro del corazón

humano donde Dios será el maestro de cada persona (Jr 31,33- 34)”. Esta nueva alianza tiene

cambios significativos, tendrá una relación personal con Dios, desde el corazón de cada

creyente. Para nosotros, esta nueva alianza se hace presente en la persona de Jesús buena

noticia que ha venido a traer la salvación a los pobres y a los últimos.

Podemos ver la promesa de la renovación de la alianza en el libro de Isaías, el cual amplía el

espectro afirmando que no tiene fin, incluyendo a todas las naciones. La salvación y la

promesa ya no es exclusiva al pueblo de Israel, sino que Yahvé Dios hará un pacto con todos

los pueblos de la tierra. “Introduce una figura, el siervo de Yahvé, a quien llama «alianza del

pueblo y luz de las naciones, para abrir los ojos de los ciegos, sacar de la cárcel a los

cautivos, y del calabozo a los que habitan en las tinieblas» (Is 42,6-7).

La promesa se sigue cumpliendo y la alianza se ratifica y llega a su plenitud en la persona de

Jesús. Aquel de quien los profetas habían hablado, se encarna en medio de las dificultades

del pueblo, se hace último, el más pequeño de todos para traer la salvación a toda la

humanidad. “Haya, pues, entre ustedes este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual,

siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se

despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en

la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y

muerte de cruz” (Fil 2,5 -8).

La nueva alianza que se inaugura en encarnación de Cristo Jesús renueva el amor del Padre

que nos propone en su hijo la instauración de su Reino en medio de nuestra historia, un reino

que se basa en el amor y la felicidad. Así lo podemos notar en el discurso de la montaña,

donde Jesucristo propone las bienaventuranzas como el nuevo camino para vivir a plenitud la

obediencia y fidelidad a Dios, con la base fundamental de un mandamiento que los resume a

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todos “Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he

amado, ámense también ustedes los unos a los otros” (Jn 13,31).

Así como en el antiguo testamento la alianza estaba significada en ritos y liturgias que

procuraban al pueblo el recuerdo y la actualización del poder y el amor de Dios, Jesús, la

nueva alianza sellada por amor en la cruz, nos ha dejado la Eucaristía como ese lugar de

encuentro entre Dios y su pueblo, una cena que representa y actualiza el sacrificio amoroso

de un Dios que no se guardó ni a su propio hijo. El papa Francisco nos explica: La

Eucaristía, como sacrificio de la nueva alianza, constituye un desarrollo y cumplimiento de la

alianza celebrada en el Sinaí, cuando Moisés derramó la mitad de la sangre de las víctimas

del sacrificio sobre el altar, símbolo de Dios, y la otra mitad sobre la asamblea de los hijos de

Israel (cf. Éxodo 24, 5-8). Esta «sangre de la alianza» unía íntimamente a Dios y al hombre en

un lazo de solidaridad. Con la Eucaristía la intimidad se hace total, el abrazo entre Dios y el

hombre alcanza su culmen. Es el cumplimiento de la «nueva alianza» que había predicho

Jeremías (31, 31-34): un pacto en el espíritu y en el corazón que la Carta a los Hebreos

destaca precisamente basándose en el oráculo del profeta, uniéndolo al sacrificio único y

definitivo de Cristo (cf. Hebreos 10,14-17).

«En el sacrificio eucarístico, toda la creación amada por Dios es presentada al Padre a través

de la muerte y resurrección de Cristo» (Catecismo de la Iglesia Católica 1359). Uniéndose al

sacrificio de Cristo, la Iglesia en la Eucaristía da voz a la alabanza de toda la creación. A esto

le debe corresponder el compromiso de cada fiel de ofrecer su existencia, su «cuerpo» –como

dice Pablo– «en sacrificio viviente, santo y grato a Dios» (Romanos 12, 1), en una comunión

plena con Cristo. De este modo, una misma vida une Dios con el hombre, Cristo crucificado y

resucitado por todos y el discípulo llamado a entregarse totalmente a Él”.

San Pablo entiende que su llamado hace parte de un nuevo acuerdo entre Dios y los seres

humanos, una alianza «escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo; no en tablas de

piedra, sino en las tablas de corazones de carne» (2 Cor 3,3; Jr 31,33; Ez 11,19). “Pablo

insiste también en el contraste cuando habla del ministerio que él y sus colaboradores han

recibido de Dios: «nuestra capacidad nos viene de Dios, el cual nos capacitó para ser

ministros de una alianza nueva: no de la letra sino del Espíritu; pues la letra mata, mientras

que el Espíritu da vida»” 2 Cor 3,5b-6).

La Eucaristía como celebración de la nueva alianza entre Dios y su pueblo por medio de la

entrega de Jesús de Nazareth hace presente y visible las promesas que se cumplen, es en

este sacramento donde podemos experimentar ese encuentro profundo de amor, un Dios que

no se aleja de su pueblo; así lo manifestó Jesús, “Yo estaré con ustedes hasta el fin de los

tiempos”. Jesús sigue en medio de nosotros, mostrándonos todo su amor cada vez que se

parte y se comparte el pan que da la vida.

C. Jesús escoge a sus discípulos. (Mc 3,13)

La alianza de Dios con su pueblo se actualiza en la Iglesia, en las comunidades parroquiales y

en cualquier lugar donde dos o tres se reúnan en el nombre del Señor (Mt 18, 15). Y como lo

indica la palabra Iglesia, en la comunidad de convocados que hemos sido llamados a ser

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discípulos misioneros. Así como Jesús escogió a sus primeros discípulos y los llamó para que

lo acompañaran y se convirtieran en pescadores de hombres, hoy nos sigue llamando a

nosotros desde el mismo bautismo para que caminemos con El, lo amemos, compartamos el

tiempo con aquel que nos da la vida en abundancia.

Ser discípulos misioneros nos compromete en tener un encuentro profundo con nuestro

Señor, un encuentro personal que nos cambia la vida, al cual no podemos resistirnos porque

es el mismo Señor que lo propicia y nos seduce con su amor. Es EL, quien toma la iniciativa

de amarnos, de llamarnos, de buscarnos y llegar hasta nuestro lugar vital para invitarnos a ser

parte de su Reino.

El encuentro con Nuestro Señor Jesucristo nos mueve a iniciar un itinerario de discipulado

que continua con la conversión, es decir, el reconocimiento de poder cambiar nuestra vida

para morir a todo aquello que no es digno de nuestra humanidad y permitir que el mismo Dios

nos llene de su amor. Conversión nos hace pensar también en volver a Dios, a su obediencia,

a la fidelidad, a retomar la alianza de la cual hemos hecho parte desde el bautismo.

Convertirse, nos compromete a morir al hombre viejo lleno de pecado y renacer con el mismo

Señor a una vida nueva.

Consecuencia de la conversión es seguirlo como discípulos. La palabra discípulo significa

seguidor, aquel que ha encontrado en Cristo lo que estaba buscando para llenar su vida de

sentido. Así como los primeros discípulos lo dejaron todo para seguirlo, así mismo nosotros

estamos siendo llamados a seguirlo con todo nuestro amor. Lo seguimos para aprender de Él,

para comprender la vida del Reino, para anunciar el mensaje de salvación y llegar hasta las

últimas consecuencias, inclusive la cruz. Este seguimiento lo hacemos en medio de la

comunidad, en medio de la parroquia y los grupos, porque así lo quiso Jesús al conformar el

grupo de los doce.

D. Los envió de dos en dos. (Lc 10,16)

Tomamos conciencia que somos discípulos, pero no hay discipulado sin misión. El

seguimiento de Jesús implica además de amarlo y compartir nuestra vida con El,

comprometemos en la tarea de anunciar la buena noticia a todos los pueblos. Quien diga que

es seguidos, discípulo de Jesús implícitamente se compromete a convertirse en misionero, es

decir, en un mensajero que, con la palabra y con su vida, muestra la misericordia de Dios

aconteciendo en El.

Ser misionero, ir y anunciar a todos el mensaje del evangelio no es una opción, ni siquiera un

acto decorativo de la acción del discípulo y de la comunidad, bien claro lo deja Jesús cuando

los envía de dos en dos a los pueblos a llevar una palabra de alegría y esperanza para

aquellos que estaban lejos y necesitados de salvación. Así como Jesús es el misionero del

Padre, nosotros somos los misioneros de Jesús, que nos comprometemos con El para llevar

el evangelio sin miedo, decididos, con la fe y la convicción que llevamos un tesoro, llevamos al

mismo Jesucristo.

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Este compromiso misionero nos debe mover como Iglesia de Cali a comprometernos al iniciar

la implementación del plan pastoral, a renovar nuestras fuerzas de ser una Iglesia en salida,

que vaya a las periferias de nuestros barrios y sectores y llevar el mensaje de salvación. No

es una tarea que corresponda solo a los sacerdotes y las religiosas, es un esfuerzo de todos,

es un servicio corresponsable en el cual todos nos vemos implicados. Es la misión la que hará

que las comunidades se llenen de vida y esperanza y es la misión que renovará la Iglesia.

El papa Francisco nos lo explica con claridad “Sueño con una opción misionera capaz de

transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda

estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo

actual más que para la autopreservación. La reforma de estructuras que exige la conversión

pastoral sólo puede entenderse en este sentido: procurar que todas ellas se vuelvan más

misioneras, que la pastoral ordinaria en todas sus instancias sea más expansiva y abierta, que

coloque a los agentes pastorales en constante actitud de salida y favorezca así la respuesta

positiva de todos aquellos a quienes Jesús convoca a su amistad”. (EG 27).

E. La fe es una respuesta del anuncio. (Rom 10)

Como discípulos misioneros hemos sido llamados a ser partícipes de la acción evangelizadora

de la Iglesia, comunicando el evangelio como esa buena nueva que da vida, que es capaz de

transformarlo todo. Esa responsabilidad no la podemos evadir ni delegar, es nuestro

compromiso para que el Reino de Dios siga creciendo como esa semilla de mostaza (Lc

13,18). Será el trabajo en conjunto lo que permitirá que el plan pastoral logre su propósito de

una ciudad región más sinodal, solidaria y discípula.

Vivimos inmersos en el amor de Dios que se hace visible en su alianza, un amor desigual que

da sentido a nuestras vidas y así como podemos experimentar toda esa bondad de Dios que

nos ha cambiado, también hay tantas personas que lo necesitan, pero no han tenido un

encuentro con Cristo. Es por esto, que hoy hemos sido desafiados, invitados a ser parte de

este plan pastoral Arquidiocesano 2019- 2023. ¿quieres comprometerte?

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2. GENERALIDADES DEL PLAN PASTORAL DE LA ARQUIDIÓCESIS

A. Por qué planeamos.

Desde tiempos inmemoriales, el hombre hace planes cuando trata de construir, diseñar obras

artísticas, elaborar máquinas o instrumentos, o aun, dibujar mapas para sus viajes por tierras

desconocidas. Todo esto significó ya planificar. Pero la planeación social es una aplicación del

concepto a la sociedad, para determinar caminos hacia metas deseadas para el conjunto

social. Esto supone sociedades más desarrolladas.

La planeación pastoral parte del concepto de planificación social aplicado a la pastoral de

conjunto. La planeación es, ante todo, un proceso de cambio social dirigido. Parte del hecho

de que una de las características más acentuadas de la sociedad actual es el dinamismo y la

aceleración de los cambios. La razón es fácil de entender: en el tiempo del carro de bueyes,

desde que se veía un obstáculo hasta llegar a él, había mucho tiempo para tomar las medidas

adecuadas. Era un poco más difícil en tiempos de los carros de caballos, pero sólo requería

agilidad en el conductor. Fue más complicado con el automóvil; sin embargo, la pericia del

piloto podía evitar el obstáculo. Pero ¿qué hacer con la velocidad de un jet? Desde la

percepción del obstáculo hasta chocar con él, sólo hay segundos, o fracciones de segundos.

No hay más remedio que planear de antemano.

Y, cada vez más, estas características se acentuarán en el futuro, por el cambio acelerado en

la dimensión de los fenómenos y sus interdependencias. Como ya lo dijo la Gaudium et spes

del Vaticano II: “El género humano se halla hoy en período nuevo de su historia, caracterizado

por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero.”

(No. 4). Si esto se pudo decir hace cincuenta años, hoy tendremos que afirmar que no

estamos simplemente en un período nuevo de la historia, sino en una ruptura de la misma

historia; no en una época de cambios, sino en un cambio de época.

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Responder de manera intencional, racional, a esta realidad, es la tarea de la planeación

social. No sólo se trata de responder al cambio, para no toparse con los obstáculos, sino de

intentar orientarlo, aprovechar sus dinamismos, para crear realidades nuevas, y evitar sus

contradicciones. Cada día aumenta la conciencia, tanto en el sector privado como público, de

la necesidad de elaborar planes sociales, que den respuestas a las necesidades de la

comunidad. Frente al cambio se pueden adoptar diversas actitudes: indiferencia, por

ignorancia; conservadurismo, por agarrarse a un pasado considerado siempre mejor;

conformismo, por buscar simplemente adaptarse a las circunstancias, sin cambiar; o sentido

de responsabilidad, como un esfuerzo por comprender, orientar y aprovechar el cambio. La

actitud de responsabilidad nos lleva a la planeación social, que es un proceso de cambio

dirigido y consciente.

Podemos definir la planeación como: un proceso de toma de decisiones entre alternativas

posibles (qué hacer, cómo, cuándo), para racionalizar anticipadamente la combinación óptima

de recursos y actividades, con el fin de lograr objetivos dados. Este concepto implica, desde

luego, algunos puntos que conviene aclarar inmediatamente:

1. La planificación es un proceso, porque es algo dinámico que implica una serie de acciones

dirigidas hacia un fin. Es una operación que envuelve una secuencia de etapas.

2. Esta serie de acciones depende de la toma de decisiones, lo que significa una secuencia de

selecciones entre posibilidades alternativas.

3. La toma de decisiones en la planificación, a su vez, está condicionada por un mecanismo

racional: combinación óptima de actividades y recursos.

4. La toma de decisiones se hace anticipadamente, lo que significa previsión -adelantarse al

futuro, conocer antes de que acontezca-, para indicar caminos posibles.

5. Finalmente, se puede añadir que la planificación es siempre sistemática, porque se refiere a

algo organizado, como un sistema, algo regular, ordenado, metódico.

La planeación pastoral es una aplicación de la planeación social a la acción evangelizadora de

la Iglesia. De hecho, la preocupación en la Iglesia por la planeación de su acción pastoral

empezó con su interés por la llamada pastoral de conjunto, como la acción coordinada de toda

la Iglesia como Cuerpo de Cristo (Cfr., LG, 6) o, como lo afirma también el Vaticano II, como

Pueblo de Dios (LG, Cap. II): un pueblo que tiene como cabeza a Cristo, cuyos miembros

ejercen diferentes ministerios y tienen diferentes carismas, pero son fundamentalmente

iguales por el bautismo y la unción del Espíritu y tienen como misión difundir y dilatar el Reino

de Dios. De esta concepción de la Iglesia surge la necesidad de una vida de comunión y una

acción unificada de evangelización.

B. Un plan a cinco años.

Nos ha quedado claro que planeamos en la pastoral porque queremos responder a los

desafíos sociales y culturales a los que nos enfrentamos en nuestra época. Aunque sabemos

que todo es obra del Espíritu santo que guía la barca de su Iglesia, no podemos negarnos a la

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posibilidad de utilizar estos valiosos instrumentos para tener una acción pastoral eficaz y

organizada, para ello se necesita entonces de un método, de planear, tiempos, disciplina y

mucha dedicación.

El desarrollo de nuestro plan pastoral no es un acto improvisado, es un proceso que ha

llevado años de preparación, estudio, consulta y trabajo en equipo, conocer la realidad,

discernir los signos de los tiempos, dejarse iluminar por la palabra y la doctrina de la Iglesia y

desarrollar unas estrategias para alcanzar las metas trazadas nos ha costado sacrificio. De

igual forma, su implementación necesitará el tiempo suficiente para que el Espíritu de Dios

nos vaya guiando por el camino. Hemos diseñado un plan a cinco años, con sus respectivas

etapas y procesos.

No podemos olvidar que en los procesos humanos no podemos correr. Jesús al escoger sus

discípulos fue realizando un itinerario formativo, procesual, por etapas hasta llegar al punto

más alto como lo fue la entrega en la cruz. Así mismo, nuestro plan pastoral

metodológicamente está estructurado para que las comunidades parroquiales y las

estructuras arquidiocesanas puedan realizar un camino como discípulos misioneros,

buscando ser personas Eucarísticas que en la sinodalidad y la solidaridad podamos ser

artífices del Reino de Dios.

Los cinco años del proceso de nuestro plan pastoral tiene espacios de formación,

implementación, celebración, evaluación y restructuración. Vamos sin pausa, pero sin prisa.

Parece mucho cinco años, ya veremos más adelante que no es así.

C. Trabajo sinodal con centro en la parroquia.

Una de las características del plan pastoral de la arquidiócesis de Cali es su proceso sinodal.

La palabra Sínodo significa “caminar juntos”, hacer el proceso en equipo. Desde su misma

construcción en la cual hemos realizado más de 300 reuniones en diferentes equipos de

consulta, oración, celebración, redacción y organización, hasta la implementación de los

procesos y metas que exigirán el compromiso de todos. El trabajo sinodal nos lleva a

comprender que por el bautismo y nuestro ser discípulos misioneros debemos trabajar de

forma corresponsable, es decir, cada uno asuma su responsabilidad de ser un instrumento de

evangelización en la comunidad. Cuando decimos todos, significa que la responsabilidad

recae sobre todos y el compromiso es de todos. No podemos pensar que solamente somos

auxiliares o complementarios de la acción pastoral, este plan exigirá lo mejor de cada uno de

nosotros.

El Papa Francisco en el documento de la Evangelii Guadium nos invita a una nueva etapa de

la acción pastoral de la Iglesia que nos calza muy bien en este inicio de la implementación del

plan. El Santo Padre primero nos previene de las tentaciones de una pastoral equivocada: la

acedia egoísta (81-83), el permisivismo estéril (84-86), la mundanidad espiritual (93-97), la

guerra entre nosotros (98-101), el clericalismo (102), el dejar a las mujeres en segundo

término (103), las funciones que dan lugar a los unos sobre los otros (104), el mundo del joven

a quien se le ha dado poca respuesta (105) y el poco compromiso por la pastoral vocacional

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(107). En todas estas actitudes ve Francisco la causa de una acción evangelizadora que no

llega al corazón de los fieles.

Continua el Papa indicándonos cuales deben ser las características de las comunidades

parroquiales que quieran responder al llamado del Señor Jesucristo: Ser católicos con un

renovado encuentro con Cristo o con la firme decisión de dejarse encontrar por él (3.7). Esta

experiencia nos llevará a reconocer que somos llamados por Jesús a colaborar con él por ello,

la pastoral no es una heroica tarea personal (12).

Marcados fuertemente por la alegría, ni tristes ni desalentados, impacientes o ansiosos (4-6.10).

Confiados en Jesús que pide todo y, al mismo tiempo, ofrece todo (12).

El trabajo pastoral es integral, en la dinámica de salida hemos de saber adelantarnos, tomar la iniciativa (“primerear”), nos involucraremos, acompañaremos, animaremos a dar y daremos frutos y, claro está, festejaremos (24).

Es admirable que el mismo Papa se auto invita a una renovación (32) y de ahí parte para invitar a los Obispos (31) y demás miembros de la Iglesia evitando identificar demasiado la potestad sacramental con el poder.

Hemos de tener la mirada sobre la realidad alimentada a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo (50).

En el mismo documento, se reconoce que la estructura primordial para el anuncio especifico

del evangelio sigue siendo la parroquia. se rescata la importancia de la parroquia como

estructura no caduca pero que requiere la docilidad y creatividad misionera de la

comunidad y del pastor para que siga siendo comunidad de comunidades, santuario

donde los sedientos van a beber para seguir caminando y centro de constante envío

misionero (27). Los grupos, movimientos y demás comunidades no han de ser nómadas

sin raíces sino han de tener la parroquia como su referencia.

Nuestro plan pastoral parte de la parroquia, por ello necesita de comunidades evangelizadas y evangelizadoras capaces de anunciar el evangelio sin miedo, en un trabajo en conjunto, con una espiritualidad fuerte y guiadas por el poder del Espíritu Santo. La parroquia al erigirse como la base de nuestro plan no excluye otros espacios Arquidiocesanos de evangelización, al contrario, unifica esfuerzos y dirige los procesos por un camino organizado de acción comunicativa.

D. Itinerario discipular.

El plan pastoral Arquidiocesano más que un proceso social para alcanzar unas metas, es un

itinerario, un camino que toma el ejemplo el realizado por Jesús y sus discípulos camino a

Jerusalén (LC 9). Inspirados en los evangelios y leyendo el documento de Aparecida, el

desarrollo de las metas y estrategias tiene como base el itinerario del discípulo misionero.

Camino que se desarrolla en todos los ambientes del ser humano, desde lo social y

económico a lo familiar y religioso. Les invito a que comprendamos los pasos que realizó

Jesús con sus discípulos y su implicación en la comprensión de nuestro plan pastoral.

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a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (Cf. Jn 1, 38),

pero es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido

más hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la

iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio

personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo

es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de

Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la

esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da

la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente

en todas sus acciones.

b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración,

cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su

forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es

alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actualiza para

nosotros la redención de Cristo.

c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y

seguimiento de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su

doctrina. Para este paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida

sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros

puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.

d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las

parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas

comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el

discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el

amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la

comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.

e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad

de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo,

muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más

necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del

discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque

se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la

maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona (DA 278).

E. Una espiritualidad esponsal.1

“La esponsalidad divina-humana se revela por medio de numerosas afirmaciones de las

Sagradas Escrituras. Recordemos, ante todo, que Juan el Bautista designa a Jesús como el

esposo que tiene a la esposa, es decir, el pueblo que acude a su bautismo; mientras que él,

1 Espiritualidad y mística esponsal, Bernardo Olivera, (Semana Monástica AOS-2007).

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Juan, se ve a sí mismo como el amigo del esposo, el que asiste y le oye, y que se alegra

mucho con la voz del esposo (Jn.3:29).

Esta imagen esponsal ya se usaba en el Antiguo Testamento para indicar la relación íntima

entre Dios e Israel: especialmente los profetas, después de Oseas (1-3), se sirvieron de ella

para exaltar esa relación y recordarla al pueblo, cuando la traicionaba (Cf. Is.1:21; Jr.2:2; 3:1;

3:6-12; Ez.16; 23). En la segunda parte del libro de Isaías, la restauración de Israel se

presenta como la reconciliación de la esposa infiel con el esposo (Cf. Is.50:1; 54:5-8; 62:4-5).

Esta imagen de la religiosidad de Israel aparece también en el Cantar de los Cantares y en el

Salmo 45, cantos nupciales que representan las bodas con el Rey-Mesías, es así como han

sido interpretados por la tradición judía y cristiana.

En el ambiente de la tradición de su pueblo, Jesús toma esa imagen para decir que él mismo

es el esposo anunciado y esperado: el Esposo-Mesías (Cf. Mt.9:15; 25:1). Insiste en esta

analogía y en esta terminología, también para explicar qué es el reino que ha venido a traer.

El reino de los cielos es semejante a un rey que celebró el banquete de bodas de su hijo

(Mt.22:2). Parangona a sus discípulos con los compañeros del esposo, que se alegran de su

presencia, y que ayunarán cuando se les quite el esposo (Cf. Mc. 2:19-20). También es muy

conocida la otra parábola de las diez vírgenes que esperan la venida del esposo para una

fiesta de bodas (Cf. Mt.25:1-13); y, de igual modo, la de los siervos que deben vigilar para

acoger a su señor cuando vuelva de las bodas (Cf. Lc.12:35-38). En este sentido, es

significativo también el primer milagro que Jesús realiza en Caná, precisamente durante un

banquete de bodas (Cf. Jn.2:1-11).

Jesús, al definirse a sí mismo con el título de Esposo, expresó el sentido de su entrada en la

historia. El Verbo se hizo humano a fin de realizar las bodas de Dios con la humanidad, según

el anuncio profético, a fin de establecer la nueva Alianza de Yahveh con su pueblo y derramar

un nuevo don de amor divino en el corazón de los hombres, haciéndoles gustar su alegría.

Como Esposo, invita a responder a este don de amor: todos están llamados a responder con

amor al Amor.

Sabemos que también san Pablo tomó y desarrolló la imagen de Cristo Esposo, sugerida por

el Antiguo Testamento y adoptada por Jesús en su predicación y en la formación de sus

discípulos. A quienes están unidos en matrimonio, el Apóstol les aconseja que consideren el

ejemplo de la esponsalidad mesiánica: maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la

Iglesia (Ef.5:25). Pero también fuera de esta aplicación especial al matrimonio, considera la

vida cristiana en la perspectiva de una comunión esponsal con Cristo: os tengo desposados

con un solo esposo para presentaros cual casta virgen a Cristo (2 Cor.11:2)”.

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3. PRIMERA PARTE. LA REALIDAD QUE NOS DESAFIA.

A. La realidad de nuestra ciudad región.

Planear pastoralmente nos debe ubicar en el desafío de seguir actualizando el Reino de Dios

en nuestra arquidiócesis, eso significa que procuramos que nuevas relaciones de justicia,

misericordia, tolerancia, bondad, generosidad se sigan tejiendo en las comunidades desde el

evangelio, desde la fuerza transformadora del Espíritu Santo. Para ello, necesitamos conocer

la realidad, mirar con ojos de creyentes el mundo que nos rodea con sus cambios, luces y

sombras, y comprendiéndolo, querer transformarlo desde el evangelio. Solo con un

conocimiento de las personas y su entorno es posible sembrar de manera eficiente las

semillas del Reino de Dios.

La primera parte de nuestro plan pastoral se llama “lo vio y no pasó de largo”, un hermoso

texto de Lc 10, 33-34. El texto del buen Samaritano nos recuerda que solo cuando miramos la

realidad, las alegrías y tristezas de aquellos que viven a nuestro lado podemos responder a

sus necesidades y ser significativos para ellos; esto nos lleva a pensar que no somos nosotros

a imponer un estilo de evangelización o a responder desde nuestros criterios, es mirando,

acercándonos, saliendo, haciéndonos compañeros de camino como este buen hombre del

evangelio que miró y no pasó de largo.

Los invito ahora a centrarnos en la realidad de nuestra Arquidiócesis, vamos a realizar una

inmersión en el mundo que nos desafía con los ojos fe, de esperanza de amor.

7. Este territorio cuenta con una riqueza ambiental que es fuente de agua y vida, en la que se

destacan el río Yumbo y las cuencas de los ríos Dagua y Anchicayá, en zona limítrofe de

15

Buenaventura. En Cali, las cuencas de los ríos Lili, Meléndez, Cañaveralejo, Cauca, Pance,

Aguacatal y Cali; y en Jamundí, los ríos Claro, Jordán, Timba y Jamundí; estos últimos,

afluentes que podrían incluso surtir a casi un millón de personas, según cálculos de la

Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca, CVC.

8. En esta geografía se cuenta con 4 Zonas Episcopales: Norte, Centro, Sur y Oriente;

divididas en 18 arciprestazgos, que agrupan 174 parroquias (42 en la zona rural), 4 proyectos

parroquiales, 3 santuarios y 4 templos. Las zonas han sido dispuestas para descentralizar,

particularizar y mejorar los procesos pastorales y evangelizadores que desarrolla la

Arquidiócesis de Cali, a partir de la fraternidad entre parroquias y arciprestazgos.

12. Como parte de este proceso en el que se tejen redes, salen a relucir emprendimientos

económicos y riquezas culturales que visibilizan el enclave metropolitano como ciudad-región

pujante, de atractivo financiero, turístico y de industria cultural.

13. De otro lado, es importante considerar la relación campo ciudad que se establece en el

territorio Arquidiocesano, en el cual el 95,2% de la población se concentra en los cascos

urbanos y tan solo el 4,8% permanece en zonas rurales; (Anuario Estadístico del Valle, 2014-

2015. Cálculos propios); asunto éste que deja en evidencia el despoblamiento del campo,

como una consecuencia del abandono económico y social, mientras han permanecido con

saña las dinámicas de violencia armada.

14. Dicha concentración poblacional en los cascos urbanos ha terminado generando un

desbalance con el que los conflictos sociales se tornan más críticos, entre ellos, los

relacionados con el acceso a la vivienda.

21. Territorio de cruce entre la mística andina y la cadencia afrodescendiente: En el cual se

constituye un nodo de encuentro social, intercambios económicos y visibilidad de saberes

étnicos, ancestrales y culturales que implican fuerte mestizaje, a partir de las relaciones

interétnicas.

26. Se estima que en el Departamento del Valle del Cauca habitan 1 92.169 afrocolombianos

y 22.313 habitantes indígenas. De esta población, el 50.5% (11.264) de los indígenas viven en

la zona Arquidiocesana y el 57.3% (625.379) de los afrodescendientes están en los municipios

de Cali, Jamundí, La Cumbre, Dagua y Yumbo.

29. La expresividad étnica de estos grupos poblacionales, es otro referente importante, toda

vez que propician un intercambio de cosmovisiones, historias y conocimientos que logran

convocar a importantes sectores de la población.

31. Un elemento clave a considerar, es el relacionado con la movilidad por reagrupación

familiar entre quienes habitan áreas arquidiocesanas y zonas del Pacífico.

B. La realidad de nuestra Iglesia.

38. Se estima que el 70% de la población colombiana se reconoce como católica, 16, 7%

protestantes, 11,1% de otras expresiones religiosas y 2,2 % como atea.

16

39. Particularmente en la Arquidiócesis de Cali se estima que el número de personas que se

reconocen católicos puede estar alrededor de 1.800.000 habitantes de los cuales cerca del

40% son practicantes activos congregados en nuestras comunidades parroquiales.

40. La Iglesia ha estado presente desde la formación de la ciudad. Ha sido testigo de su

poblamiento y de los cambios que le han sucedido a través del tiempo.

41. Dicho asunto le posibilita a la Iglesia mantener un diálogo cualitativo con una amplia

diversidad de actores ciudadanos, que no están necesariamente vinculados a la confesión de

fe católica.

Es importante recordar que nuestra arquidiócesis sirve con amor a toda la región, con una

estructura organizativa que podemos ver en los mapas que podemos encontrar en nuestro

plan pastoral.

Podemos considerar las estructuras arquidiocesanas y su servicio generoso en favor de los

más necesitados. El centro de reconciliación y la vicaría de la educación son una muestra del

compromiso social.

Los espacios de formación para los laicos de las parroquias y las diferentes instituciones

arquidiocesanas son una muestra de una apuesta por una Iglesia sinodal y discípula

misionera. El vigor de nuestra Iglesia se nota en cada parroquia, en las calles, en nuestro

servicio solidario y en ese anuncio constante con la misión territorial permanente.

C. Desafíos más importantes.

44. Son innegables los síntomas que la ciudad-región expresa, entre ellos, resalta la violencia

urbana que supera la previsión de los organismos de seguridad y desborda las mediciones; la

desmejorada atención en salud que se ensaña con la población infantil y los adultos mayores;

los históricos problemas de vivienda que no se resuelven con estrategias de mercado

inmobiliario; las angustias de movilidad que se desbordan en los cuatro puntos cardinales y

colisionan en el centro; la crisis humanitaria que tiene como uno de sus principales nichos el

desplazamiento –por causas sociales y violencia armada- y el confinamiento en las ciudades;

la educación que no logra llegar de manera total y optima a todos los ciudadanos; la

necesidad de empleo que sólo encuentra salida con el subempleo, entre otros aspectos que

afectan la calidad y la dignidad de la vida de pobladores y comunidades.

45. Ahora bien, en medio de ese conjunto de dramas humanos, también se erigen resiliencias

que posibilitan la superación o atenuación de las dificultades, haciendo visible lo mejor de la

condición humana desde su capacidad creativa y emprendimiento ciudadano, al servicio de

transformar sus realidades y proyectar la esperanza en la reconstrucción de la Casa Común.

48. Las violencias se extienden regionalmente: En los últimos períodos, la violencia urbana ha

repuntado con niveles preocupantes de degradación, en los que se pone en vilo la vida de los

más jóvenes y las mujeres; en ello, un foco que requiere atención se encuentra principalmente

en Cali, Yumbo y Jamundí.

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55. Rupturas entre las dinámicas de la población y la movilidad: La movilidad como un factor

de alta expresa diariamente fricciones en la convivencia, afectando la calidad de vida de los

ciudadanos; de hecho, es reportada con insistencia por las redes sociales señalando puntos

críticos hacia el sur, norte y oeste.

57. El empleo, sub empleo y desempleo: Las políticas de empleo siguen siendo insuficientes;

gran porcentaje de la población de las periferias de Jamundí, Yumbo y Cali están

desempleados, y buena parte de quienes están empleados tienen una ocupación informal.

60. El acceso al agua, un reto relacionado con el cuidado de la Casa Común: Se perfila como

uno de los conflictos más graves a futuro y en el que se deben tener en cuenta, por lo menos,

tres asuntos: La administración, el abastecimiento y el cuidado (siembra) del agua. En ese

sentido, es importante conocer que el 55% del agua que está destinada para abastecer a las

viviendas, se pierde en las fallas de la infraestructura de la red de acueducto y alcantarillado,

que tiene más de 40 años.

63. Hoy se requiere que ese acompañamiento propenda por el cuidado de la vida y la

reconciliación. También se hace necesario reconocerse como ciudadanos, como comunidad

que necesita ser evangelizada en la realidad que enfrentan los pobladores y territorios

urbanos y rurales, para que, a partir de ello, se pueda tomar posición evangelizadora como

fermento del Reino de Dios.

65. Se debe también promover la seguridad familiar, la estabilidad emocional y la formación y

consolidación de los valores cristianos en sus miembros.

66. Se requiere proyectar la vivencia de la Eucaristía como fuente de transformación espiritual

y social, que animen el compromiso misionero, el camino de comunión, de solidaridad para

con el prójimo y de construcción del Reino de Dios.

67. Se requiere fortalecer la acción Misionera en sintonía con los retos de reconciliación

nacional, considerando las dificultades que a nivel local puedan aparecer, pero sobre todo

procurando generar espacios para el encuentro, la superación de rencillas y venganzas.

69. Se debe dar lugar al territorio rural, como un escenario en reconstrucción que necesita la

siembra de vida y que en los próximos años va a requerir un acompañamiento para superar el

olvido histórico y sanar las heridas de la guerra.

70. Hay que hacer que florezcan los equipos, las articulaciones, los sentimientos genuinos de

solidaridad y encuentro en nuestro trabajo pastoral.

71. Es clave que la voz misionera llame la atención sobre la necesaria rectificación de las

exclusiones y desigualdades sociales.

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4. SEGUNDA PARTE. ILUMINACIÓN DOCTRINAL

En el encuentro pasado hemos visto la realidad con los ojos de creyentes que quieren

comprometerse con la comunicación del evangelio, encarnando el mensaje de Jesús en las

luces y sombras de nuestras comunidades. Los desafíos son inmensos pero la fuerza del

Espíritu Santo nos acompaña. Ahora quisiera invitarlos a dar un paso más, a iluminar esta

realidad desde nuestra Fe.

Esta segunda parte ha sido titulada “Yo soy el pan vivo bajado del cielo” Jn 6,33.

Precisamente el texto nos ubica que la centralidad de la iluminación doctrinal y de todo el plan

pastoral es la Eucaristía como culmen de la vida cristiana.

Les invito entonces a seguir leyendo nuestro plan pastoral en esta segunda parte, y así poder

entender las mociones del Espíritu que nos llama como discípulos misioneros a ser hombres y

mujeres Eucarísticos.

A. La Iglesia vive de la Eucaristía.

73. Jesús se manifiesta pues como el Pan de vida, que el Padre eterno da a la humanidad.

Con razón afirma el Concilio Vaticano II que “En la sagrada Eucaristía se contiene todo el bien

espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo en persona, nuestra Pascua y pan vivo, que, por su

carne vivificada y que vivifica por el Espíritu Santo, da vida a los hombres, que de esta forma

son invitados y estimulados a ofrecerse a sí mismos, sus trabajos y todas las cosas creadas

juntamente con Él.

19

74. Es por esto que este Plan de Pastoral Arquidiocesano parte desde la Eucaristía y desde

ella se organiza, se estructura, se plantean sus grandes líneas: comunidad que se reúne en el

nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Comunidad que escucha la Palabra, que

está atenta a la voz de Dios, pues la fe viene por el oído. Comunidad del banquete, que ofrece

los dones recibidos de Dios. Comunidad que da gracias, que levanta el corazón a Dios y canta

agradecida el Santo, Santo, Santo. Comunidad de Comunión en la que todos participan de

una u otra manera, porque en toda la celebración eucarística está presente Cristo, vencedor

del pecado y de la muerte. Comunidad misionera, es decir, enviada, pues la Eucaristía no

termina con la bendición, los participantes son misioneros de Jesucristo, testigos del amor de

Dios, que ha de ser comunicado a otros; es una comunidad en espera del banquete final,

“hasta que vuelvas”, como se canta en la celebración de la Santa Misa.

88. “En la Eucaristía se revela el designio de amor que guía toda la historia de la salvación. En

ella, el Deus Trinitas, que en sí mismo es amor, se une plenamente a nuestra condición

humana. En el pan y el vino, bajo cuya apariencia Cristo se nos entrega en la cena pascual,

nos llega toda la vida divina y se comparte con nosotros en la forma del Sacramento. Dios es

comunión perfecta de amor entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

90. La asamblea dominical es pues un lugar privilegiado de unidad, tejida con lazos de una fe

que profesamos juntos sin que ello diluya nuestra responsabilidad personal. Por eso en el

Credo podemos al mismo tiempo responder en singular, creo y decir al final “ésta es nuestra

fe, ésta es la fe de la Iglesia, que nos gloriamos de profesar en Cristo Nuestro Señor”.

92. “Aunque la sagrada liturgia sea principalmente culto de la divina Majestad, contiene

también una gran instrucción para el pueblo fiel. En efecto, en la liturgia Dios habla a su

pueblo; Cristo sigue anunciando el Evangelio. Y el pueblo responde a Dios con el canto y la

oración”.

100. Benedicto XVI dice: “La Plegaria eucarística es el centro y la cumbre de toda celebración.

Su importancia merece ser subrayada adecuadamente. Las diversas Plegarias eucarísticas

que hay en el Misal nos han sido transmitidas por la tradición viva de la Iglesia y se

caracterizan por una riqueza teológica y espiritual inagotable. Se ha de procurar que los fieles

las aprecien.

B. Profundizamos sobre el discipulado misionero.

105. San Juan Pablo II afirmó que “al recibir el Pan de vida, los discípulos de Cristo se

disponen a afrontar, con la fuerza del Resucitado y de su Espíritu, los cometidos que les

esperan en su vida ordinaria.

107. Y el Papa Francisco: “Es el Bautismo el que hace de todo fiel laico un discípulo misionero

del Señor, sal de la tierra, luz del mundo, levadura que transforma la realidad desde dentro.

Les propongo pues que sean Iglesia en salida, laicos en salida. Necesitamos laicos con visión

de futuro, no cerrados en las pequeñeces de la vida, atrévanse a soñar”.

a) El Encuentro con Jesucristo. Quienes serán sus discípulos ya lo buscan (Cf. Jn 1, 38), pero

es el Señor quien los llama: “Sígueme” (Mc 1, 14; Mt 9, 9). Se ha de descubrir el sentido más

20

hondo de la búsqueda, y se ha de propiciar el encuentro con Cristo que da origen a la

iniciación cristiana. Este encuentro debe renovarse constantemente por el testimonio

personal, el anuncio del kerygma y la acción misionera de la comunidad. El kerygma no sólo

es una etapa, sino el hilo conductor de un proceso que culmina en la madurez del discípulo de

Jesucristo. Sin el kerygma, los demás aspectos de este proceso están condenados a la

esterilidad, sin corazones verdaderamente convertidos al Señor. Sólo desde el kerygma se da

la posibilidad de una iniciación cristiana verdadera. Por eso, la Iglesia ha de tenerlo presente

en todas sus acciones.

b) La Conversión: Es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración,

cree en Él por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su

forma de pensar y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es

alcanzar la vida. En el Bautismo y en el sacramento de la Reconciliación, se actualiza para

nosotros la redención de Cristo.

c) El Discipulado: La persona madura constantemente en el conocimiento, amor y seguimiento

de Jesús maestro, profundiza en el misterio de su persona, de su ejemplo y de su doctrina.

Para este paso, es de fundamental importancia la catequesis permanente y la vida

sacramental, que fortalecen la conversión inicial y permiten que los discípulos misioneros

puedan perseverar en la vida cristiana y en la misión en medio del mundo que los desafía.

d) La Comunión: No puede haber vida cristiana sino en comunidad: en las familias, las

parroquias, las comunidades de vida consagrada, las comunidades de base, otras pequeñas

comunidades y movimientos. Como los primeros cristianos, que se reunían en comunidad, el

discípulo participa en la vida de la Iglesia y en el encuentro con los hermanos, viviendo el

amor de Cristo en la vida fraterna solidaria. También es acompañado y estimulado por la

comunidad y sus pastores para madurar en la vida del Espíritu.

e) La Misión: El discípulo, a medida que conoce y ama a su Señor, experimenta la necesidad

de compartir con otros su alegría de ser enviado, de ir al mundo a anunciar a Jesucristo,

muerto y resucitado, a hacer realidad el amor y el servicio en la persona de los más

necesitados, en una palabra, a construir el Reino de Dios. La misión es inseparable del

discipulado, por lo cual no debe entenderse como una etapa posterior a la formación, aunque

se la realice de diversas maneras de acuerdo a la propia vocación y al momento de la

maduración humana y cristiana en que se encuentre la persona.

116. Igual reto nos plantea en nuestra Arquidiócesis la presencia de los nuevos movimientos

eclesiales. El 14 de junio del presente año 2 16, la “La Iglesia rejuvenece por el poder del

Evangelio y el Espíritu continuamente la renueva, edificándola y guiándola con diversos dones

jerárquicos y carismáticos”.

119. La Iglesia del futuro será una Iglesia de carismas. En la Arquidiócesis de Cali hay

afortunadamente una gran presencia de ellos: La Renovación Católica, Cursillos de

Cristiandad, Lazos de amor mariano, Comunidad de Emaús, Movimiento Familiar, y un largo

etcétera. Estos movimientos eclesiales constituyen en verdad una gran riqueza que de

21

muchas maneras evangelizan en la Arquidiócesis, han sido respetuosos de la autoridad

eclesial y tienen “acompañamiento espiritual.

C. la comunidad que necesitamos y queremos

124. Desde la Eucaristía hemos trazado, por así decir, la iluminación doctrinal de nuestra ruta

pastoral Arquidiocesana, además, es desde la realidad de nuestras parroquias.

125. UNA PARROQUIA DE SERVIDORES. 126. PARROQUIA CON ESCUELA DISCIPULAR.

128. PARROQUIA EN MISIÓN PERMANENTE. 130. PARROQUIA CON ASAMBLEA, HACIA

EL SÍNODO PARROQUIAL Y DIOCESANO.

D. La esponsalidad desde la familia.

138. El Amor Esponsal es el camino abierto por el Amor del Padre, que desposa a la

Humanidad con su Hijo Amado. Pero, sobre todo, es el camino del Amor entre Cristo y la

Iglesia, entendido ese amor y esa unión como contenido profundo del misterio de la salvación,

y utilizados como clave de interpretación de toda la vida cristiana. Esta es, esencialmente, un

hecho de amor, una relación estrictamente personal e interpersonal entre Dios y el hombre,

entre la persona de Cristo Jesús, del Señor Resucitado, que pregunta al creyente, al

consagrado, al pastor, como a Pedro: “¿Me amas más que estos?, ¿Me quieres?” (Juan 21,

15-17).

140. El Amor Esponsal es unitivo: crea una dualidad de uno, o una unidad de dos. El esposo y

la esposa quedan unidos el uno al otro, de tal modo que su YO se ensancha, para formar un

NOSOTROS, en la comunidad conyugal, familiar y eclesial. Pero es, también, ese amor de

fiesta, de Banquete de Bodas y de Comunión Eucarística, en el que se encuentran “el eros, la

philía y el agapé”.

141. Este Amor esponsal traza, como desarrollo de la vida cristiana, un itinerario espiritual,

que puede ser leído, legítimamente, bajo el símbolo y la realidad nupcial: enamoramiento,

desposorios, matrimonio espiritual, matrimonio sacramental, fiesta de bodas entre Cristo e

Iglesia, Cabeza y Cuerpo, según la imagen paulina (Efesios 5,21-33).

22

5. TERCERA PARTE. PROYECCIÓN PASTORAL.

Llegamos a la tercera parte de nuestro plan pastoral a la que hemos llamado “Aquí está el

Esposo salgan a recibirlo” (Mt 25,6). Hemos llegado a la proyección pastoral, es decir, lo que

haremos para comunicar el evangelio con competencias y Espíritu.

Al llegar a esta parte de nuestro plan, nos centraremos en comprender el objetivo, metas y

estrategias que desarrollaremos durante los cinco años venideros. Les invito a estar muy

atentos porque todos los que estamos aquí siendo discípulos misioneros de la Iglesia,

tenemos la responsabilidad de poner en acto e implementar nuestro plan.

A. Entendamos nuestro plan pastoral.

El documento de Aparecida dice que “El proyecto pastoral de la diócesis, camino de pastoral

orgánica, debe ser una respuesta consciente y eficaz para atender las exigencias del mundo

de hoy, con indicaciones programáticas concretas, objetivos y métodos de trabajo y

valorización de los agentes y la búsqueda de los medios necesarios, que permiten que el

anuncio de Cristo llegue a las personas, modele las comunidades e incida profundamente

mediante el testimonio de los valores evangélicos en la sociedad y en la cultura. Los laicos

deben participar del discernimiento, la toma de decisiones, la planificación y la ejecución. Este

proyecto diocesano exige un seguimiento constante por parte del obispo, los sacerdotes y los

agentes pastorales, con una actitud flexible que les permita mantenerse atentos a los

reclamos de la realidad siempre cambiante” (n. 371).

El Plan pastoral de la Arquidiócesis de Cali 2019 - 2023, ha sido construido colegial y

sinodalmente. Es el fruto de una amplia participación. Muchas personas hicieron sus aportes.

23

Es posible que “directamente” no aparezcan las palabras o temas sugeridos, pero lo que sí es

cierto, es que el espíritu de todos sí está presente.

El Plan pastoral, como toda carta de navegación estratégica, no es una camisa de fuerza que

haga uniforme o igual la acción pastoral en la Arquidiócesis. Propone sí unas líneas acción y

unas metas generales comunes que servirán de base, con los principios rectores que lo

inspiran, para la construcción de los planes pastorales específicos en las parroquias y demás

centros de evangelización arquidiocesanos, entre los que se destacan, los centros educativos

y las capellanías.

B. Trabajo por procesos, por etapas.

Para la ejecución del Plan pastoral 2019 - 2023 de la Arquidiócesis de Cali, está siendo

convocada toda la comunidad eclesial que peregrina en esta porción del pueblo de Dios. Por

tanto, compete no solo a los párrocos conocer e implementar el Plan, sino que esta es la carta

de navegación que deben conocer e implementar también todos los sacerdotes y clérigos que

realizan alguna otra acción pastoral en la Arquidiócesis, así como también las comunidades

religiosas masculinas y femeninas, las asociaciones de vida apostólica y los movimientos y

grupos apostólicos laicales que hacen presencia pastoral y misionera en Cali.

Con el plan pastoral 2019 - 2023, no se quiere empezar de cero. Todo lo contrario, el objetivo

es poder recoger todas las mejores prácticas, las actividades que se están realizando, para

enfatizar unos aspectos que conjuntamente han sido considerados vitales para que la

evangelización sea más eficaz y eficiente en los tiempos que nos toca vivir.

Esto significa que se espera de los agentes de pastoral apertura, flexibilidad, creatividad,

capacidad de aprender y desaprender. Es de esperar que la afirmación aquella “aquí siempre

se ha hecho así” no sea una excusa para dejar de acoger lo esencial de las orientaciones del

nuevo plan pastoral arquidiocesano.

El compromiso de todos los agentes de pastoral será fundamental para la implementación del

plan, al ser Iglesia todos hemos sido llamados a evangelizar (Rm 12, 4-5). Uniendo esfuerzos

podremos llegar lejos en este camino de cinco años. Es importante saber que todo plan

pastoral se hace por etapas, no podemos hacerlo todo en un solo día. Las metas son

ambiciosas, es necesario entonces ir paso a paso, es un esfuerzo a largo aliento, necesitamos

mucha oración y un compromiso férreo para no claudicar en el camino.

El primer paso después de la publicación es la formación, conocer, saber qué es lo estamos

recibiendo y sus implicaciones. Debemos ser muy disciplinados en ir paso a paso con toda la

arquidiócesis de Cali que ha puesto es a lo que decimos sinodalidad.

El lugar privilegiado para comprender e implementar el plan pastoral es la asamblea pastoral

de servidores, espacio de encuentro y compartir en la fe. Desde este espacio creceremos

como comunidad y sentiremos que todos estamos involucrados. La oración y la acción como

Marta y María del evangelio serán nuestro aliciente de trabajo diario.

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C. Metas, estrategias, indicadores, programación, evaluación, presupuesto.

Antes de seguir con la comprensión del contenido de la proyección pastoral, los invito a

comprender algunos términos que no los utilizamos continuamente en nuestra acción

evangelizadora, pero serán necesarios para seguir adelante descubriendo nuestro plan.

Qué entendemos por:

Objetivo: Se denomina el fin al que se desea llegar o lo que se pretende lograr. Es lo que

impulsa a tomar decisiones o a perseguir sus aspiraciones. Este debe tener unas

características como ser medible o cuantificable, realista, limitado en el tiempo, realizable y

preciso.

Meta: Es el fin hacia el que se dirigen las acciones o deseos para alcanzar el objetivo general.

Podemos decir que son los pasos a mediano y corto plazo que de manera organizada nos

permite alcanzar lo que se anhela. Cada una de ellas debe de estar totalmente sincronizada

con el todo del plan y responde a cada una de las líneas que se desarrollarán.

Estrategias: Es una acción que dirige un asunto particular. Se compone de una serie

de acciones planificadas que ayudan a tomar decisiones y a conseguir los mejores

resultados posibles. La estrategia está orientada a alcanzar la meta siguiendo una pauta de

actuación. Las estrategias son fundamentales, no solo para desarrollar los pasos hacia la

meta, sino que dan las indicaciones para la evaluación.

Programación: Podemos decir que son las actividades que día a día se pretenden desarrollar

de manera muy particular. Son las reuniones, salidas, catequesis y las diferentes actividades

muy puntuales con día, horario y lugar.

Evaluación: Es un proceso que tiene por objeto determinar en qué medida se han logrado

los objetivos previamente establecidos, que supone un juicio de valor sobre la programación

establecida, y que se emite al contrastar esa información con dichos objetivos.

Presupuesto: No es lo más importante, pero si es fundamental conocer el valor económico

de la implementación del plan pastoral.

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6. PERSONAS EUCARÍSTICAS, OBJETIVO FINAL DE NUESTRO PLAN

Ya hemos dejado claro que la columna vertebral de nuestro plan pastoral es la Eucaristía

centro y culmen de la vida cristiana. Desde el capítulo 6 del evangelio de Juan sabemos que

Jesucristo es el pan vivo bajado del cielo que da la vida eterna. Comer su cuerpo y beber su

sangre es también asumir su proyecto de Reino. Vivir y celebrar la cena de pascua es

reconocer que el Señor sigue acompañando a su Iglesia y desde su sacrificio nos regala el

mandamiento del amor, el sacerdocio, alimenta a la comunidad y desde ella se nos envía a la

misión.

Con razón ha proclamado el Concilio Vaticano II que el Sacrificio eucarístico es “fuente y cima

de toda la vida cristiana”. La Iglesia vive del Cristo eucarístico, de Él se alimenta y por Él es

iluminada. La Eucaristía, presencia salvadora de Jesús en la comunidad de los fieles y su

alimento espiritual, es de lo más precioso que la Iglesia puede tener en su caminar por la

historia.

La Iglesia ha recibido la Eucaristía de Cristo, su Señor, no sólo como un don entre otros

muchos, aunque sea muy valioso, sino como el don por excelencia, porque es don de sí

mismo, de su persona en su santa humanidad y, además, de su obra de salvación.

La eficacia salvífica del sacrificio se realiza plenamente cuando se comulga recibiendo el

cuerpo y la sangre del Señor. De por sí, el sacrificio eucarístico se orienta a la íntima unión de

nosotros, los fieles, con Cristo mediante la comunión: le recibimos a Él mismo, que se ha

ofrecido por nosotros; su cuerpo, que Él ha entregado por nosotros en la Cruz; su sangre,

“derramada por muchos para perdón de los pecados” (Mt 26, 28).

26

El regalo de la Eucaristía va más allá de la celebración de la misa, nos lleva a pensar en la

pascua, en la entrega de Jesús y su sacrificio admirable por amor, ese amor que se debe

reflejar en aquellos que participamos de su cuerpo y de su sangre, nos invita a pensar en

entrega, en convertirnos también nosotros en pan, en palabra; en definitiva, en ser hombres y

mujeres que vivimos de la Eucaristía y nos convertimos en Personas Eucarísticas.

1 8. La participación en la Eucaristía es pues “un programa de vida”. San Ignacio de

Antioquía decía que los creyentes “son los que viven según el domingo”, es decir, los que

viven a partir de la resurrección. En nuestras comunidades parroquiales y en los diversos

carismas o movimientos eclesiales presentes en la Arquidiócesis notamos ese “vivo deseo” de

salir, de renovarse, de hacer presente lo celebrado en la Eucaristía dominical. Nuestros fieles

llevan siempre “algo para compartir con los más necesitados”, prolongan de esa manera “el

Pan que Dios nos regala”, la parroquia solidaria es una realidad viva entre nosotros. Se ha de

seguir fortaleciendo esta dimensión esencial de nuestra fe.

A. Qué significa personas Eucarísticas.

146. Teniendo en cuenta que La Eucaristía es la “fuente y cima de toda la vida cristiana” y de

“toda actividad misionera” y es a la vez “el lugar privilegiado del encuentro del discípulo con

Jesucristo”, la Arquidiócesis de Cali – pastores y fieles- buscará hacer posible que quienes

participan en la Eucaristía asuman “el compromiso de transformar su vida, para que toda ella

llegue a ser en cierto modo eucarística” y de este modo trabajen por la transformación de la

Arquidiócesis y del mundo.

147. Personas eucarísticas quiere decir hombres y mujeres que toman en serio su vida

cristiana, que se sienten orgullosos de hacer parte de la Iglesia Católica, que asumen con

entusiasmo su compromiso misionero, que son testigos en todo momento de la fe, de la

esperanza y de la caridad. Personas que se proponen vivir en el mundo en que se encuentran

la fe que han celebrado en la Eucaristía.

Profundo mensaje de estos numerales de nuestro plan pastoral, en definitiva, lo que buscan

es mostrarnos que una vida centrada en la Eucaristía nos debe llevar a cada uno de nosotros

a ser un pan que se comparte, y ser testimonio real, verídico, que muestra la presencia de

Dios aconteciendo en aquel que ha celebrado la pascual de la mesa compartida. Ser

Eucarístico es ser otro Cristo, otro ungido por el bautismo, otro crucificado que da testimonio

en su trabajo, estudio y comunidad, que construye su familia con las bases del evangelio y

que se convierte en artesano del Reino de Dios inaugurado por Jesús.

Personas eucarísticas son aquellas que no solo consumen la hostia consagrada, sino que

comulgan con el proyecto de Jesús, de sus esperanzas y anhelos, su esfuerzo por constituir

una sociedad más justa, pensando en los últimos, en los olvidados. La persona eucarística se

mueve desde la fe, cree en las promesas del Padre celestial y es participe de la mesa que se

sirve para todos.

27

B. Compromiso laical por vivir el plan pastoral.

La implementación del plan pastoral de la arquidiócesis de Cali será un esfuerzo de toda la

Iglesia particular que respondiendo a su llamado bautismal se compromete a ser discípulos

misioneros para que todos tengan vida. A este esfuerzo mancomunado es lo que llamamos

sinodalidad (caminar juntos), ser parte fundamental del proceso de comunicación del

evangelio, sintiéndonos protagonistas y no meros espectadores de un desafío tan maravilloso

que nos ha puesto el señor Jesucristo en un momento trascendental para la historia de

nuestra Iglesia católica. El compromiso pastoral recae sobre todas las personas y todas las

instituciones, remando mar adentro y hacia la misma dirección.

Al ser un compromiso eclesial, las comunidades parroquiales y cada laico en particular

deberán reconocer y renovar su ser activo en los procesos pastorales, un compromiso que

involucra no solo tiempo, sino un profundo arraigo espiritual a nuestra Iglesia en la cual hemos

nacido y la cual nos convoca por la fuerza del Espíritu Santo. Esta conciencia nos empuja a

adueñarnos, hacer propio el plan pastoral y cada una de sus estrategias, sentirnos movidos

por el amor a Dios y a la comunidad, ser parte efectiva y activa de la parroquia y comunidad.

El compromiso con la implementación del plan pastoral exige formación, oración y acción.

Formación porque necesitamos conocer el plan pastoral, leerlo con paciencia y entender su

contenido será fundamental para poder colaborar con su desarrollo. Oración porque esta obra

no es nuestra, es la fuerza del Espíritu Santo quien guía a la Iglesia y si no es el poder de

Dios actuando, no lograremos las metas trazadas, y acción, porque hay mucho por hacer y se

necesita la fuerza de todos.

La implementación del plan pastoral es también una excelente oportunidad para hacer

realidad esa frase “es la hora de los laicos”. Frase muy conocida que invita a romper con las

estructuras clericalistas y conservadoras, para pasar a una Iglesia sinodal, de caminar y

trabajar juntos en la comunicación del evangelio. El esfuerzo debe ser de las dos partes para

ser un solo cuerpo, de los presbíteros para compartir el camino y los esfuerzos con los laicos,

y de los servidores para comprometerse de manera radical en la acción pastoral.

La vitalidad de la arquidiócesis de Cali se nota en la fuerza de sus comunidades parroquiales,

es solo dar un vistazo a los grupos y movimientos comprometidos con la vivencia eclesial. Los

sistemas de evangelización, grupos especializados y comunidades nos animan y

comprometen. Aunque la fuerza sigue creciendo, son muchos los bautizados que todavía no

toman conciencia de su ser bautizados y el valor de haber sido llamados a ser “sacerdotes

que celebran, profetas que anuncian y reyes que sirve”.

Nuestro ser de bautizados también nos recuerda que nuestra Iglesia es una comunidad

fortalecida por los carismas que generan ministerios para el servicio de todos. Al recibir la

fuerza del Espíritu Santo todos hemos sido dotados de carismas, cada uno de acuerdo a la

voluntad del Espíritu y cada uno de ellos para el bien de todos. Es necesario de igual manera

motivar, promover el reconocimiento de estos regalos de Dios y ponerlos al servicio. Ser una

Iglesia de carismas abre la posibilidad de trabajar en conjunto, todos, siendo generosos,

compartiendo nuestro ser.

28

7. DESCRIPCIÓN DEL OBJETIVO GENERAL.

Hemos reflexionado en los anteriores encuentros el contenido y la iluminación teórica de

nuestro plan pastoral. Un esfuerzo necesario para reconocer cuales son las líneas fuerza que

dirigen nuestros deseos en la comunicación del evangelio. Ahora los invito a centrar todos

nuestros esfuerzos en comprender la proyección pastoral del plan, es decir lo que queremos

lograr con la ayuda del Espíritu Santo y el esfuerzo de todos.

El primer paso es comprender el objetivo general que la arquidiócesis de Cali se ha propuesto

alcanzar en los siguientes cinco años.

OBJETIVO GENERAL

“Propiciar en la Iglesia particular de Cali la evangelización Kerigmática en y desde la

Eucaristía, de manera que lleve al encuentro personal con Cristo, a través de la misión

permanente, sirviendo al desarrollo humano integral y solidario de todos”.

A. En y desde la Eucaristía.

Reiteramos que la columna vertebral de nuestro plan, la fuente y la fortaleza de toda nuestra

acción pastoral y de implementación de dicho plan es la Eucaristía como pascua del cordero

inmolado que se queda con su pueblo como pan y vino, cuerpo y sangre que compromete en

la entrega, en el amor y solidaridad, en la misión y en la vida comunitaria.

Si la Iglesia vive de la Eucaristía, como arquidiócesis reconocemos que de Esta surge todo lo

bueno y santo que podemos vivir y compartir. Es la celebración y la vida como personas

Eucarísticas la que centra y da sentido a la vida de la Iglesia.

29

La celebración de la Eucaristía entendida como fiesta de la Pascua se convierte en la fuente

inagotable de presencia y amor de Dios con su pueblo, sentirnos cercanos y participes de su

alianza hace que la Iglesia cada vez que celebra la fracción del pan, renueve su compromiso

de invitar a todos a hacer parte del misterio de nuestra fe.

La centralidad Eucarística de nuestro plan nos va dando pistas sobre el Espíritu de la

implementación en las comunidades, involucra una evangelización festiva, porque la

Eucaristía es una fiesta; de la mesa compartida que nos involucra a todos y nos desafía a

llamar a los últimos a participar en ella; De acción de gracias del pueblo que reconoce la

acción generosa de un Dios que se entrega por nosotros; misericordiosa porque en ella se

actualiza el mandamiento del amor y misionera, porque somos enviado a llevar esa buena

noticia, a todos, especialmente los más alejados y que necesitan de ese encuentro profundo

con Jesucristo.

B. El encuentro con Cristo como fundamento de la vida cristiana.

En una Iglesia de discípulos misioneros nos encontramos que el primer paso del itinerario de

Jesús con sus discípulos fue el encuentro. En los relatos del evangelio donde Jesús recorre la

Galilea, se cruza en la vida de personas que al encontrarse con El definitivamente cambian.

Teniendo en cuenta este presupuesto, en nuestro plan pastoral el encuentro con Cristo en y

desde la Eucaristía es una de las primeras estrategias en la implementación. Con palabras de

Benedicto XVI: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino

por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona que da un nuevo horizonte a la vida

y, con ello, una orientación decisiva”. Así mismo los obispos en Aparecida declararon “el

encuentro con Cristo es el inicio de ese sujeto nuevo que surge en la historia y al que

llamamos discípulo” (DA 243).

Dios toma la iniciativa en Jesús de salir al encuentro del hombre en la historia para construir

una relación de amor incondicional, perdón incondicional y libertad absoluta. Un encuentro

desigual que se desenvuelve con las características socio históricas de cada momento, donde

el hombre puede comprender y experimentar el amor que se desborda por parte del creador

que ama a la creatura. Un encuentro que diviniza la humanidad y al mismo tiempo humaniza a

Dios.

El encuentro con Jesucristo en la historia personal de cada ser humano trae como respuesta

la fe, una respuesta que lo lleva a sentir la llamada, a ser convocado para encontrarse con

Jesús y para vivir con El (cf. DA 131), este es el fundamento y origen de toda la vida del

discípulo cristiano. Así, el inicio del discipulado está en una persona que llama y que sale al

encuentro del hombre “para ser conocido y dar la plenitud de la existencia al ser humano” (DA

243). Cuando el discípulo ha experimentado el inmenso amor que Dios tiene por él, no tiene

otra alternativa que responder como Pedro a su maestro “Señor a quién iremos solo tú tienes

palabras de vida eterna” (Jn 6,6 ). En fin, podemos decir que El discipulado, entonces, es

primeramente una gracia (cf. DA 18); es la resultante del encuentro con la persona de

Jesucristo, es la respuesta al amor dado y el inicio de toda vida auténticamente cristiana.

30

El encuentro con Cristo es una experiencia que se vive a nivel personal y comunitaria, que

involucra todos los ambientes y aspectos de la vida humana (cf. DA 255). Es un proceso

relacional entre Jesús y el discípulo que se construye en la historia y que produce vida y vida

en abundancia para aquellos que por la fe responden a la amistad ofrecida por el maestro (cf.

DA 248).

c. La fuerza del Kerigma

El vocablo griego “kerygma” deriva del verbo “keryssein” que destaca anunciar una noticia

(casi siempre vinculante) hecha pública por un heraldo. De aquí surge el sustantivo “keryx”,

que significa “heraldo”, “pregonero”, “predicador”.

Podríamos definir al kerygma como: La proclamación, llena de ardor, testimonial y gozosa, de

Jesús muerto y resucitado –constituido Salvador y Señor–, el anuncio del Reino de Dios, para

suscitar la fe y la conversión inicial, mediante la acción del Espíritu Santo, y la integración a la

comunidad eclesial.

En nuestra arquidiócesis de Cali estamos en un contexto de desconocimiento de Jesucristo no

solo de los más alejados, sino inclusive de aquellos que pertenecen a los grupos pastorales.

hay gran cantidad de bautizados que no conocen a Cristo ni al Evangelio, y no se sienten

parte de la Iglesia. Son bautizados que no han hecho personalmente la elección de ser

cristianos. Tenemos una gran multitud sacramentalizada pero no verdaderamente convertida.

Considerando la situación misionera, o de nueva evangelización, en que nos encontramos, es

necesaria la coordinación de la acción catequística con la acción misional que la precede, y

con la acción pastoral que la continua. El anuncio del kerigma nos asegura ese encuentro

profundo con nuestro Señor Jesucristo, encuentro que da inicio al itinerario de discípulos

misioneros. Les invito a participar del anuncio del kerigma y también a aprender cómo

anunciarlo.

C. Misión territorial permanente.

En el magisterio del Papa francisco se encuentran propuestas precisas para una nueva

evangelización. Su primera indicación es tener una Iglesia más cercana a la gente, con

deseos de salir en busca de los últimos, con “una opción misionera capaz de cambiarlo todo”.

Así, toda la estructura eclesial se convierte en misionera, todos los agentes de pastoral van en

busca de los alejados, se vence la tentación de tener una introversión eclesial, es decir una

Iglesia que solo se preocupa por cuidar a los que ya tiene en su redil. La Iglesia que hoy se

necesita es aquella que sale hacia los últimos para anunciarles el evangelio de Jesucristo.

Nuestro objetivo general busca que en los siguientes cinco años en nuestra arquidiócesis de

Cali toda la acción pastoral se convierta en misión, pasando de una pastoral de conservación

a procesos de evangelización con iniciativa, en salida, hacia las periferias, que llegue a los

últimos con un mensaje significativo. Es un proceso lento, cambiar las estructuras de tantos

años no será fácil, se necesita también un cambio de mentalidad, de volver a la persona de

Jesús que iba en busca de los que sufren. Esta actitud debe comenzar por nosotros, que nos

31

mueva la fuerza del Espíritu Santo. Si en verdad estamos convencidos del tesoro que es el

evangelio, así mismo sin miedo iremos a comunicarlo a los demás.

A continuación, les propongo cinco iniciativas para constituir una arquidiócesis de Cali en

misión territorial permanente.

Tomar la iniciativa

El desafío de la evangelización nos compromete a salir y llegar a todos. El Papa Francisco lo

llama “primerear”, salir de la zona de Confort de esperar y cuidar lo que tenemos y lanzarnos

sin miedo al anuncio del Evangelio. Tomar la iniciativa significa también desplazarnos a los

diferentes sectores, en palabras de Francisco “la comunidad evangelizadora experimenta que

el señor tomo la iniciativa la ha primeriado en el amor (1 Jn 4,10); y por eso, ella sabe

adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los

cruces de los caminos para procurar invitar a todos los excluidos, a los últimos.

Involucrarse en la vida de las comunidades

Nuestra misión permanente no se reduce a llevar un mensaje, a hablar de una doctrina y

replegar nuevamente la parroquia. Tenemos la tarea de entrar en contacto con las familias y

la vida de las comunidades. El eje central de nuestra misión será la cercanía, acogida,

fraternidad; llegaremos como hermanos, como vecinos, como miembros de una misma

comunidad a contagiar del amor de Jesucristo. Es importante la sectorización para hacernos

más cercanos llevamos un mensaje que responde a las necesidades a las preguntas de la

comunidad. No vamos como expertos del Evangelio, llegaremos a las cuadras llevando

nuestra experiencia de fe con sencillez, sin prejuicios, con la humildad de sentirnos hijo de

Dios y hermanos en Cristo.

Acompañar procesos

La misión que propone el plan pastoral a toda la arquidiócesis de Cali es diferente a las

anteriores. Estábamos acostumbrados a ir a misionar durante una semana y luego regresar a

la parroquia o la institución, y dejábamos las comunidades animadas, entusiasmadas pero

abandonadas. En esta nueva etapa misionera de la arquidiócesis, queremos quedarnos para

acompañar los procesos formativos en la comunidad donde las personas viven; hemos

llamado a este cambio: misión territorial permanente. Es permanente porque queremos

permanecer en los sectores, y es territorial porque queremos quedarnos con nuevos grupos

de oración espacio de formación catequesis, rosario, y muy especialmente, concretar en cada

sector la casa católica.

Fecundos en la entrega

Evangelizamos porque el bien siempre se comparte, siempre tiende a comunicarse. Porque

queremos dar testimonio de ese encuentro maravilloso que ha cambiado nuestra vida, ese

encuentro con Jesucristo, el cual nos llama a que demos frutos y en abundancia (Jn15,16).

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Hacerlo no será fácil, nos exigirá grandes sacrificios. La comunidad misionera imprime en

todos, personas y grupos, una espiritualidad de entrega. Nos exigirá tiempo, preparación,

reuniones, salir de nuestra comunidad e ir a las periferias de los barrios; aprender nuevos

métodos, pero, sobre todo, ser perseverantes, no claudicar en el camino y seguir a pesar del

cansancio, dudas y fracasos. Por encima de los resultados, pensemos que nuestro proceso

de comunicación del evangelio no es un anuncio de tipo proselitista, sino un camino

testimonial en Jesucristo.

Celebrar la vida

Salimos a la misión para enamorar, para atraer; salimos para dar vida, despertar ilusiones,

compartir alegría, renovar esperanza y recrear utopías. Hay tantos hermanos heridos que

necesitan una palabra de misericordia, hay tanta tristeza y dolor que estamos llamados a ser

testimonio del gozo de la buena noticia de Jesucristo actuando en nuestras vidas. Salimos a

celebrar, a compartir nuestra alegría. No nos sirven las caras de vinagre o la actitud de

funeral, necesitamos misioneros apasionados, llenos de gozo, tanto, que contagien a todos.

Una parroquia misionera se goza de ser instrumento para hacer gustar la alegría de la

salvación, siente que su tarea fundamental es ser cauce y no obstáculo para el encuentro con

Jesús. Nos queda claro que buscamos facilitar el encuentro. Qué gran desafío. Los invito a

responder a este llamado de la misión con un compromiso amoroso a Dios y a las personas

que ansían escuchar un mensaje de esperanza, personas que tienen hambre de evangelio y

vida.

Ahora podemos comprender la profundidad del objetivo general de la arquidiócesis de Cali

cuando nos habla de Misión territorial permanente. No es solamente una salida anunciar a

Jesucristo, es un querer cambiar la mentalidad, las formas y las implicaciones pastorales de

todos los espacios arquidiocesanos. Necesitamos entonces aceptar este desafío y comenzar

un nuevo tipo de evangelización.

D. Construcción del tejido social.

En el Concilio Vaticano II leemos: “Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de

los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez

gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay

verdaderamente humano que no encuentre eco en su corazón. La comunidad cristiana está

integrada por hombres que, reunidos en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su

peregrinar hacia el reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para

comunicarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente solidaria del género

humano y de su historia” (GS 1).

Con estas palabras podemos iluminar la opción fundamental en el objetivo general de la

arquidiócesis de Cali, de trabajar por la construcción del tejido social en nuestra región. Al

mirar con ojos de creyentes la realidad que nos rodea, no podemos ocultar el dolor y la

angustia que genera la fragmentación de la familia, la cultura del narcotráfico y el microtráfico,

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el alto nivel de violencia e intolerancia, la cultura de la corrupción que se ha enquistado en

nuestra comarca y los demás flagelos que hieren a cada persona y cada comunidad.

El párrafo del Concilio nos mueve entonces a tomar acciones desde el evangelio, desde la

palabra, con una acción pastoral encarnada e inculturada, que responda a los desafíos

inmediatos de la comunidad. La arquidiócesis profesa su vocación profética de anuncio del

evangelio y denuncia de las maquinarias de injusticia que destruyen al ser humano. Desde la

fuerza del Espíritu Santo y con las herramientas del pensamiento social de la Iglesia,

procuraremos generar conciencia de la necesidad de un nuevo estilo de relación y

convivencia en nuestras comunidades.

Esa llamada la inició Jesús al instaurar el Reino de Dios. En las bienaventuranzas (Mt 5,1),

encontramos un manual de las prioridades a evangelizar; atender a los últimos, a los más

pequeños y los que sufren. En las parábolas de la misericordia (Mt 13), encontramos la

explicación precisa de quien es nuestro prójimo, y desde qué ´perspectiva debemos ser una

Iglesia compañera, solidaria, samaritana. Y desde el texto del juicio final (Mt 25,31), sabemos

hacia donde nos dirigimos, hacia la transformación de la sociedad siendo una Iglesia

servidora, llamada a ser la última entre los últimos, una Iglesia pobre y humilde que derrama

su amor de madre.

Les invito ahora profundizar nuestro compromiso social con un mensaje del Papa Francisco.

“Fieles laicos que en todos los tiempos han compartido la búsqueda de los caminos a través

de los cuales anunciar, con las propias vidas, la belleza del amor de Dios y contribuir con su

compromiso y competencia, a la construcción de una sociedad más justa, más fraterna, más

solidaria“

Una “bella historia” que no se puede quedar ahí. “No sirve para mirarse en el espejo, no sirve

para ponerse cómodos en el diván “, sino para “ser conscientes de ser pueblo que camina

cuidando a todos, ayudando a todos a crecer humanamente y en la fe, compartiendo la

misericordia con la que el Señor nos acaricia”.

que cada una de sus iniciativas, cada propuesta, cada camino sea una experiencia misionera,

destinada a la evangelización, no a la autoconservación”, concluyó el Papa, quien pidió a sus

miembros que “sientan fuerte dentro de ustedes la responsabilidad de lanzar la buena semilla

del Evangelio en la vida del mundo, a través del servicio de la caridad, compromiso político, la

pasión por la educación y la participación en el desarrollo cultural”.

Nadie puede sentirse exonerado de la preocupación por los pobres y de justicia social “.

“Permanezcan abiertos a la realidad que les rodea. Busquen sin miedo el diálogo con quienes

viven al lado de ustedes, con quienes piensan diferente pero que como ustedes desean la

paz, la justicia la fraternidad. Es con el diálogo como se puede asegurar un futuro compartido.

Es a través del diálogo como construimos la paz, cuidando a todos y dialogando con todos.

34

8. PRIMERA Y SEGUNDA METAS Y SUS ESTRATEGIAS.

Conociendo en su completa extensión los alcances del objetivo general de la arquidiócesis de

Cali, ahora nos centraremos en lo específico de las metas y las estrategias. Lo que buscamos

es precisar las implicaciones pastorales de las descripciones teóricas y cómo hacerlas

realidad en las comunidades a las cuales pertenecemos.

META 1. 148. Reconocer la Eucaristía como centro de fe, espiritualidad y misión, que permea

toda la actividad pastoral y social.

ESTRATEGIAS

a. Asegurar a todos los fieles el anuncio del kerigma.

b. Promover la iniciación cristiana como camino con Jesús pan de vida. (Koinonia).

c. Procurar una sólida formación sobre una vida centrada en la Eucaristía. (Martiria).

d. Servir la verdad de Dios y del hombre en Cristo (Diaconía).

El eje central de nuestro plan pastoral es la Eucaristía, por esta razón es el único que tiene

dos metas. Ya hemos dejado claro qué significa la centralidad de la Eucaristía, que va más

allá de la celebración de la misa y que busca que la arquidiócesis viva de la Eucaristía y

desde ella se constituyan personas Eucarísticas.

La primera estrategia es el anuncio del kerigma. En el primer año se anunciará a la asamblea

pastoral de servidores, el segundo año a las personas que participan de la parroquia e

institución y en las casas católicas y espacios de misión territorial.

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La segunda estrategia procura recuperar la catequesis de la iniciación cristiana como un

espacio de discipulado misionero y promover y fortalecer la iniciación de adultos.

La tercera estrategia nos habla de formación. Dice la conocida frase que “lo que no se conoce

no se ama”. Tener un profundo conocimiento del tesoro de la Eucaristía nos asegura poder

llegar a ser personas Eucarísticas.

La cuarta estrategia nos habla del servicio. La fracción del pan nos debe llevar a un

compromiso caritativo generoso. El conocimiento, vivencia y celebración de la Eucaristía

necesariamente debe llevar a la conciencia de la generosidad.

META 2. 149. Celebrar la Eucaristía como lugar de encuentro con el Señor resucitado que

nos hace comunidad fraterna, acogedora, profética, de discípulos misioneros.

La segunda meta se centra en la celebración como tal. Busca que una adecuada celebración

permita el contacto con el misterio de la pascua y fortalezca el encuentro semanal con Cristo.

ESTRATEGIAS

a. Promover la más fiel celebración de la Eucaristía, teniendo en cuenta todos los elementos

que a ella pertenecen.

b. Crear el equipo de liturgia (ministerios de acogida, música, palabra, ambientación, etc).

c. Motivar y celebrarla Eucaristía con los creyentes en sus sectores, casas católicas y

frecuentemente con las pequeñas comunidades y grupos apostólicos.

d. Reforzar y prolongar la Eucaristía en la vida y espiritualidad de comunión y participación de

los fieles.

La primera estrategia claramente busca recuperar la belleza de la celebración, la fortaleza de

los signos de nuestra fe y liberarla de añadidos que confunden y distraen.

La segunda estrategia procura constituir un equipo de servidores al servicio del Señor y la

comunidad para ser facilitadores de esa más fiel celebración de la Eucaristía. Este equipo de

liturgia necesita formación y espiritualidad y estará acompañado por el párroco.

Una vez activada la misión territorial, las casas católicas, se busca celebrar la fe en los

sectores, especialmente los más alejados y celebrar la fe con los grupos.

La ultima estrategia de esta meta invita a tener una espiritualidad Eucarística con la adoración

al santísimo, retiros espirituales, grupos de adoración, vigilias, celebraciones de la palabra. Se

quiere generar toda una fuerza espiritual que parta de Jesucristo pan de vida.

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9. TERCERA Y CUARTA METAS Y SUS ESTRATEGIAS.

META 3. 154. Las comunidades parroquiales vivenciarán el domingo como día de la familia,

del ágape y del descanso, celebrando la fe y será una verdadera escuela de discipulado

misionero con Jesús.

ESTRATEGIAS

a. Desarrollar actividades de compartir con las familias de la parroquia antes y después de las

celebraciones.

b. Preparar la liturgia, para una celebración festiva y edificante.

c. Planificar y organizar acciones misioneras como iglesia en salida para hacer partícipes del

domingo a enfermos y alejados.

El domingo es el día del Señor, la Iglesia reconoce este día como el más importante de la

semana, la comunidad es convocada para celebrar el encuentro con Dios y con los hermanos,

es por esto que el domingo es el día del hombre, de la Iglesia, de la alegría la comunidad.

Recuperar el valor del domingo y su importancia en los procesos pastorales es el fundamento

de esta meta.

La Arquidiócesis de Cali se propondrá formar, promover y acompañar a los fieles en la

participación y vivencia del Domingo, recuperando en este día, la celebración de la eucaristía

festiva, orante y solidaria. Darle nuevamente el valor al día que nos ha regalado Dios para

encontrarnos con El, nos ayudará a generar espacios de espiritualidad y convivencia con la

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comunidad en general. No nos debe dar miedo a romper parámetros y mitos, es necesario

retomar el significado de este, como el día del Señor.

La primera estrategia apunta a construir comunidad eclesial a partir de actividades que reúnan

y sean significativas para todos los fieles. Es común ver que las personas participan de una

celebración, pero les cuesta ser parte de la vida de la Iglesia. Necesitamos ser creativos para

ofrecerle a todos los laicos espacios de compartir como una familia que somos; espacios que

la celebración Eucarística como tal, seguramente, no puede dar.

La segunda estrategia busca preparar, organizar con el equipo de liturgia y otros laicos la

celebración dominical para que sea una fiesta. Esto significa, preparar durante la semana la

palabra, los signos, la música, la decoración etc. Lo que es importante se prepara con

dedicación, la Eucaristía dominical debe ser lo más importante para un católico durante toda

la semana.

La tercera estrategia se ocupa de aquellas personas que por diversas razones no pueden o

quieren ser parte de la celebración dominical. Los enfermos, internos de las cárceles,

impedidos, trabajadores, alejados. Se pueden emprender acciones pastorales como la visita a

los enfermos, celebraciones litúrgicas en los sectores, salidas misioneras a los lugares más

alejados de la comunidad etc.

META 4. 158. Consolidar la cultura de la familia, fortaleciendo la dimensión sacramental del

matrimonio, difundiendo y validando el ministerio de la conyugalidad.

ESTRATEGIAS

a. Reconfigurar la pastoral familiar, haciendo de la parroquia “una familia de familias que

promueva y defienda la vida”.

b. Unificar el itinerario catecumenal hacia el sacramento del matrimonio.

c. Abrir cada vez más las puertas de las comunidades a la participación de las familias

promoviendo la espiritualidad esponsal.

d. Acompañar de manera eficiente a las parejas con uniones irregulares y brindar las

asesorías para procesos canónicos de nulidad.

Desde la primera comunidad cristiana, la transmisión de la fe se ha desarrollado en la casa,

en la familia, ha sido en el hogar donde los valores cristianos se han sembrado en los

corazones de cada miembro. La Iglesia reconociendo el gran valor se ha definido familia de

familia y es la razón de peso para centrar nuestros esfuerzos como Arquidiócesis a recuperar

el papel de la familia tanto en la comunidad eclesial como en la sociedad.

Esta meta busca constituir una cultura de la familia, recuperar la estructura y valor de la casa

desde los presupuestos del evangelio. El servicio de la comunidad de fe será a los

matrimonios sacramentalmente constituidos, a las parejas de hecho, a los jóvenes novios y

demás formas de vida familiar. Debemos recalcar que la acción evangelizadora de la familia

es un bien que la Iglesia le hace y la familia es un tesoro para la Iglesia.

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La primera estrategia quiere abrir nuevos espacios de acompañamiento, formación y acción a

las parejas. Las instituciones y la parroquia deberán responder a tiempos y significados de los

grupos familiares.

La segunda estrategia se centra en cambiar la visión de un curso de preparación al

matrimonio a convertirlo en un verdadero itinerario de encuentro, formación y

acompañamiento a las parejas que caminan hacia el sacramento del matrimonio. Buscaremos

unidad de criterios en toda la arquidiócesis.

La tercera estrategia procura devolverle a la familia su papel principal en la transmisión de la

fe, para ello se necesita formación, celebración, acompañamiento. Se necesita entregarle

responsabilidades pastorales al núcleo familiar.

La cuarta estrategia se centra en el acompañamiento fraterno y misericordioso a las parejas

que no han podido celebrar el sacramento del matrimonio y brindar accesorias y cercanía a

aquellos que desarrollan procesos de nulidad.

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10. QUINTA Y SEXTA METAS Y SUS ESTRATEGIAS.

META 5. 163. Hacer posible el desarrollo del itinerario del discipulado misionero para que

cada agente de pastoral reconozca la necesidad de dar razón de su fe.

ESTRATEGIAS

a. Procurar la creación de la escuela parroquial de servidores.

b. Elaborar en cada institución un plan de formación inculcando los valores propios del

discípulo misionero.

c. Integrar los movimientos apostólicos a la actividad pastoral, brindando formación y

acompañamiento.

Hemos sido llamados por Jesucristo a ser discípulos misioneros de su reino. Él ha tomado la

iniciativa de hacernos parte de su proyecto de salvación en y desde la Iglesia. El ser discípulo

misionero constituye un privilegio y un desafío. Para tomar conciencia de la grandeza de la

llamada es necesario realizar el itinerario que el mismo Jesús realizó con sus discípulos.

El itinerario que el Maestro Jesús realizó con sus discípulos es lo que hemos llamado en

nuestra arquidiócesis de Cali la escuela discipular. Un espacio de formación para conocer

nuestra fe; formación que debe llevar a un compromiso misionero serio y continuo.

La llamada es a todos, consagrados y laicos, Jesús nos convoca a seguirlo, debemos

procurar constituir una estructura en las comunidades que permitan realizar este camino.

La primera estrategia va dirigida a constituir en la parroquia una estructura formativa presidida

por el párroco en la cual cualquier laico pueda recibir una formación sólida. Esta escuela está

fundamentada en tres pilares: el ser, el saber y el saber hacer de nuestra Fe. Cada parroquia

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e institución abrirá este espacio, muy especialmente la asamblea pastoral de servidores se

aprovechará de este crecimiento.

La segunda estrategia mira a las instituciones arquidiocesanas como colegios, universidad,

fundaciones y demás, que, de acuerdo a sus tiempos y posibilidades constituyan un

verdadero camino de itinerario misionero para todos aquellos que participan y se benefician.

La construcción deberá hacerse con la comunidad en general y deberá responder a la

vocación de servicio, la misión y la visión de cada institución.

La tercera estrategia reconoce los movimientos apostólicos que sirven en la arquidiócesis de

Cali como una gran bendición, su trabajo pastoral enfocado en la caridad y la evangelización

de los más alejados contiene una riqueza enorme. Sabiendo de esto, es necesario que hagan

parte del proceso sinodal de la Iglesia particular. Que su fuerza espiritual nutra y sirva no solo

a su movimiento, sino a la Iglesia en general, para ello se necesitan crear puentes de

comunión, formación y convivencia.

META 6. 167. Consolidar el centro de reconciliación con expresiones articuladas que

promuevan el desarrollo humano integral, el buen vivir, la reconciliación y el cuidado de la

casa común en toda la Arquidiócesis de Cali.

ESTRATEGIAS

a. Articular las diversas entidades sociales, eclesiales y pastorales que pertenecen al centro,

mediante un programa y agenda en común de incidencia social y pastoral.

b. Reconocer en las parroquias y comunidades potencialidades y gestionar saberes y

conocimientos para fortalecer las iniciativas sociales.

c. Dar lineamientos pastorales desde la doctrina social de la iglesia a los actores que

desarrollan acciones de caridad.

d. Acompañar y motivar la articulación, organización y movilización pastoral de grupos y redes

de solidaridad, entidades sociales y del estado.

Esta meta involucra todo el compromiso Arquidiocesano por seguir edificando el Reino de

Dios inaugurado por Jesucristo. Pone en acción las instituciones sociales de Espíritu católico

que convocan a todas las personas de buena voluntad a trabajar en equipo por una región

más justa, solidaria que cuide la casa común y trabaje por la paz. El énfasis está en la

articulación, es decir, unir fuerzas de todos para ser eficientes, constituyendo una Iglesia

samaritana.

Al articular fuerzas, es posible generar una incidencia mayor, primero como compromiso y

toma de conciencia; para ello, es necesario la formación, pero también en la acción, al

aprovechar de manera más eficiente todos los recursos disponibles.

La primera estrategia busca sentarnos con todas las instituciones católicas y sociales que

trabajan en el territorio de la arquidiócesis de Cali para construir una agenda común, construir

puentes y desarrollar proyectos en conjunto.

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La segunda estrategia busca que las parroquias se conviertan en motores de desarrollo social

de los sectores, aprovechando las capacidades y posibilidades de aquellos que viven en el

sector y así, ser respuesta significativa a las necesidades básicas. La parroquia de esta

manera, volverá a tomar su liderazgo social y moral, se convertirá nuevamente en ese sitio

donde los últimos se conviertan en los primeros.

La tercera estrategia evidentemente toca el tema formativo. Es necesario tener competencias

para lo social y la riqueza de la doctrina social de la Iglesia es necesario enseñarla y

conocerla. En la escuela parroquial de servidores y en la formación del centro reconciliación

se dictarán talleres, se elaborarán materiales y se ampliará la reflexión para el conocimiento

del pensamiento social desde el evangelio.

La cuarta estrategia procurará erigir el centro reconciliación como un espacio de encuentro

entre lo eclesial y lo social, unificar criterios teóricos y operativos en el trabajo social en los

sectores. Procurar saberes y recursos para entretejerlos como una red generosa de

misericordia.

42

11. EPTIMA Y OCTAVA METAS Y SUS ESTRATEGIAS.

META 7. 171. Hacer de la parroquia un espacio de acogida y encuentro, que privilegia el

trabajo en comunidades incluyentes, con una decidida acción misionera, creativa, dinámica y

en salida para construir tejido social.

ESTRATEGIAS

a. Ofrecer y promover espacios de encuentro y diálogo que sirvan para la construcción de

tejido

social, paz y reconciliación.

b. Propiciar ministerios laicales y convocar grupos sociales que respondan a los desafíos de la

comunidad y la sociedad.

c. Consolidar la asamblea pastoral de agentes que desarrolla la misión territorial y hace

presencia en los sectores.

El papa Francisco nos recuerda que la parroquia no es una estructura caduca, al contrario, es

un lugar privilegiado de encuentro con Dios y con los hermanos. Esta meta buscará que la

parroquia retome nuevamente su liderazgo en el territorio no solo a nivel religioso sino a nivel

social, de integración y construcción de tejido social.

La parroquia entonces deberá ser el lugar de agregación donde se integren las capacidades

éticas y sociales del sector, abrir las puertas a todas las instituciones y personas interesadas

en promover buenas prácticas sociales y actividades que mejoren la vida en común. Desde el

evangelio, pero aceptando las diferencias, por medio de la escucha, el trabajo en equipo,

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iluminando con diferentes saberes y aprovechando el enorme potencial de los sectores. No

podemos olvidar que Dios habita en la ciudad, porque El sigue llenando los corazones de sus

hijos con la fuerza del Espíritu Santo.

La primera estrategia responde a la posibilidad física y vocacional que tiene la parroquia para

llamar y congregar a diversas personas e instituciones. Diálogo para entendernos y

enriquecernos con las capacidades de las instituciones sociales del sector, encuentro para

trabajar juntos en beneficio de las personas más vulnerables. La parroquia debe convertirse

en una fuente de pensamiento social y acción eficaz, en territorio de paz.

Si la primera estrategia busca que la parroquia sea un espacio de encuentro y diálogo, la

segunda estrategia nos lleva a la acción en dos direcciones. La primera como iniciativa al

interior de la comunidad parroquial para constituir y fortalecer nuevos ministerios que

respondan al desafíos social y pastoral de la región. Ir más allá de los ministerios tradicionales

de palabra y eucaristía y mirar como creyentes la realidad que nos desafía. La segunda vía es

contar con todos los movimientos y grupos sociales de la comunidad. Junta de acción

comunal, grupos ecológicos, scouts, grupos deportivos; buscamos con ellos trabajar en

equipo, brindarle nuestra ayuda y accesoria e inclusive crear nuevos servicios sociales desde

la comunidad.

12. DESAFIOS PARA EL 2019. PROGRAMACIÓN.

Hemos realizado un esfuerzo muy grande y maravilloso en el conocimiento de nuestro plan

pastoral. La reflexión nos ha llevado a comprender la realidad que nos desafía e iluminarla

desde la fe. Pasamos por la comprensión de la proyección pastoral conociendo el objetivo, las

metas y las estrategias. Ahora queremos dar un paso más concreto y revisar la programación

inicial de este semestre.

Revisar la programación es procurar poner en operación la implementación del plan pastoral

con tiempos y espacios determinados. Es necesario programar para desarrollar en tiempos

controlados los pasos sistemáticos de las metas y estrategias. Recuerda que no podemos

hacerlo todo de una sola vez, pero tampoco debemos improvisar en los pasos que debemos

dar.

La programación nos indicará cuáles son las estrategias adecuadas para dar inicio al plan, te

invitamos a revisarla con cuidado y comenzar a involucrarnos desde ya.

ENERO 28 a FEBRERO 22. Entrega del plan pastoral a presbíteros, religiosos y

religiosas, diáconos permanente y seminaristas.

Entrega de materiales para la construcción de la Asamblea

pastoral de servidores, kerigma y equipo de liturgia.

FEBRERO 09 AL 16. Entrega del plan pastoral a los laicos por zonas.

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FEBRERO 10 a 10 MARZO. Socialización del plan pastoral en parroquias, grupos,

movimientos apostólicos y estructuras arquidiocesanas.

FEBRERO 16 A JUNIO 29 Procesos formativos para implementar el plan pastoral

(formación de laicos de parroquias, movimientos apostólicos

e instituciones).

MARZO 4 al 8 Primera reunión de la asamblea pastoral de servidores. Qué

es, Para qué es y su realidad en la implementación del plan.

MARZO 15 al JUNIO 14 Anuncio de los 10 mensajes del Kerigma a la asamblea

pastoral de servidores.

MARZO 21 Inicio de procesos formativos del centro reconciliación.

ABRIL Evaluación de los primeros pasos de implementación del

plan pastoral

JUNIO 09 Vigilia de pentecostés Arquidiocesano.

JUNIO 22 Y 29 Retiros con la asamblea pastoral de servidores y cierre del

anuncio del kerigma.

JUNIO Y JULIO Evaluación de implementación del plan pastoral.

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13. ASAMBLEA PASTORAL – EQUIPO DE LITURGIA – ANUNCIO DEL KERIGMA.

A. ASAMBLE PASTORAL

La asamblea Pastoral es la reunión de todos los servidores de la parroquia que, presidida por

el párroco y abierta a todos los fieles, programa la acción Pastoral para un determinado

período de tiempo analizar las necesidades exigencias evangelizadoras, evalúa las principales

tareas de la comunidad, y generando un ambiente de armonía, convergencia espiritual y

social que concreta anhelos y esperanzas colectivas.

Es un momento oportuno para el encuentro de toda la comunidad con el Señor y padre de la

iglesia, para que se dé una articulación que logre que los miembros de la comunidad se

sientan y se han discípulos misioneros de Jesucristo en comunión. Siendo un espacio muy

importante en la comunidad en su conjunto, puede disponerse en actitud de escucha de su

señor y en correspondencia con la iglesia Arquidiocesana a la cual permanece unida.

Quienes conforman la asamblea

La asamblea Pastoral reúne de forma directa a todos los agentes que sirven activamente en la

parroquia, sacerdotes, religiosos, consejo Pastoral, coordinadores de grupos, catequistas,

integrantes de los grupos pastorales, jóvenes, servidores de la pastoral social, cantantes.

Además, se puede invitar a los fieles que quieran participar informándoles debidamente en las

misas dominicales, o a través de otra forma de comunicación. En este grupo pueden participar

docentes de colegios cercanos y otros servidores comunitarios.

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La invitación es para que la comunidad pueda participar, las puertas están abiertas para

todos, pero se espera que participen de manera especial los agentes de Pastoral de la

comunidad. Es muy importante que el párroco se apropie del liderazgo de la asamblea como

el padre y maestro, padre que acompaña, reúne, corrige, dirige, propone; y maestro que

llama, enseña a orar, celebra y se convierte en testimonio de amor y de servicio la

evangelización.

Las tareas específicas de la asamblea Pastoral de servidores

Animar las diferentes actividades de la implementación del plan pastoral.

Organizar con el párroco la división por sectores de la parroquia.

Localizar y motivar a nuevos servidores que se unen a la misión.

Preparar la misión territorial en los diferentes sectores.

Se los animadores y responsables de los sectores de la parroquia y motivar la

implementación del plan en cada espacio.

Servir y promover la casa católica y otros sistemas de evangelización.

formar y formarse para acompañar procesos pastorales.

Orar continuamente por la acción evangelizadora de la comunidad parroquial.

Servir de instrumento de lectura de la realidad social y religiosa de la parroquia.

B. EQUIPO DE LITURGIA

Es un grupo de creyentes, que, en virtud de su Bautismo, y de su tarea específica dentro de la

comunidad parroquial y de la Iglesia, prestan el servicio de organización, preparación,

animación, y evaluación de las Celebraciones Litúrgicas, en especial las Dominicales y las de

los tiempos fuertes del año litúrgico. Además, fomenta la formación litúrgica de los fieles de la

comunidad para que celebren mejor la liturgia y su participación sea cada vez más activa y,

por lo tanto, fructífera.

¿Qué es el Comité de Liturgia?

Es un grupo de creyentes, que, en virtud de su Bautismo, y de su tarea específica dentro de la

comunidad parroquial y de la Iglesia, prestan el servicio de organización, preparación,

animación, y evaluación de las Celebraciones Litúrgicas, en especial las Dominicales y las de

los tiempos fuertes del año litúrgico. Además, fomenta la formación litúrgica de los fieles de la

comunidad para que celebren mejor la liturgia y su participación sea cada vez más activa y,

por lo tanto, fructífera.

¿Quiénes conforman el Comité?

El Equipo de Liturgia está constituido por un grupo de cristianos creyentes que asumen el

ministerio litúrgico con responsabilidad y están dispuestos a prepararse y a poner su propio

carisma al servicio de la comunidad celebrante. Debe estar constituido en primer lugar por el

Párroco, directo responsable de la vida litúrgica de su comunidad, luego por un Delegado

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Parroquial quien coordina y supervisa a los equipos de servicio, cada uno de los cuales tiene,

en el Comité Parroquial de Liturgia, un responsable.

¿Qué funciones tiene el Comité?

1. Llevar a cabo la ejecución del Plan Pastoral en relacionado a: “celebrar la eucaristía como

lugar de encuentro con el Señor resucitado que nos hace comunidad fraterna, acogedora,

profética de discípulos misioneros”.

2. Programar en la parroquia la formación litúrgica en general, como con la capacitación para

los diversos servicios litúrgicos.

3. Asumir la responsabilidad de la animación litúrgica en la parroquia y promover las

celebraciones de modo que eduquen en el sentido comunitario, mediante una preparación

adecuada y la puesta en acción, coordinadamente, según las normas litúrgicas.

4. Preparar los materiales de apoyo necesarios para las celebraciones, evaluar

periódicamente los programas ejecutados, si es necesario, hacer los debidos correctivos.

5. Buscar la participación de muchas personas para los diversos equipos de servicio en las

celebraciones, delegando responsabilidades en forma coordinada.

6. En colaboración con la Comisión Arquidiocesana de Liturgia, y por medio de la reflexión y

estudio, capacitar a las personas para los diversos servicios litúrgicos, además de las propias

iniciativas que se tengan para la formación.

7. Realizar catequesis litúrgicas para que los fieles comprendan mejor lo que celebran y lo

vivan con plenitud.

8. Hacer propuestas de programación anual al Párroco y al Consejo Parroquial.

C. KERIGMA

El kerigma es un elemento dinámico de la acción misionera de la Iglesia. En un sentido amplio

se puede entender como abarcador del ámbito pastoral de la palabra: “misión, evangelización,

catequesis, catecumenado y compromiso”.

La Iglesia limita, sin embargo, el concepto a esta dimensión o momento de la acción misionera

en el que se manifiesta el núcleo mismo del misterio cristiano: “LA PERSONA DE

JESUCRISTO MUERTO Y RESUCITADO”.

El Papa Juan Pablo II nos diría que “la evangelización también debe contener siempre como

base, centro y a la vez culmen de su dinamismo - una clara proclamación que, en Jesucristo,

se ofrece la salvación a todos los hombres, como don de la gracia y de la misericordia de

Dios” (RM 44).

En el Nuevo Testamento encontramos que el kerigma es: el acto de proclamar y el contenido

mismo del mensaje proclamado. El sujeto de esta acción es: Un mensajero cualificado.

Autorizado y elegido para este fin. Por consiguiente, no todas las personas pueden proclamar

este mensaje.

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Kerigma es un término griego cuya traducción precisa es: diálogo salvífico, conversación en la

libertad, pregón que anuncia la Vida nueva y denuncia la muerte. Por eso, es: narración de la

intervención de Dios en la historia personal y comunitaria (profecía y esperanza). Encuentro y

conversión. Iluminación de la vida. Despertar y madurar de la fe cristiana. Y como encuentro,

es proclamación y reacción de acogida. Realiza la “pascua”, el paso de historia personal sin

sentido ni esperanza, a la historia de Salvación, de ingreso a la novedad del amor, la vida

eterna, vida nueva.

El anuncio tiene por objeto a Cristo crucificado, muerto y resucitado: en él se realiza la plena y

auténtica liberación del mal, del pecado y de la muerte; por él, Dios de la “nueva vida”, divina y

eterna. Esta es la “Buena Nueva” que cambia al ser humano y la historia.

Siguiendo estas consideraciones, no será una conferencia, ni una charla, se ubicará como

parte del diálogo salvífico (designio divino); se considerará el “coloquio” del Espíritu con cada

ser humano (dimensión pneumatológica); Se tendrá en cuenta la dimensión eclesial; deberá

ser dirigido por un equipo de animadores o evangelizadores, para un grupo de interlocutores,

ya sean alejados, simpatizantes, iniciados o discípulos misioneros. Los encuentros, más que

temas, pretenderán impactar el corazón y no sólo informar sobre la verdad teológica. La

secuencia de contenidos recorre una propuesta existencial; a partir de ésta en el oyente se

genera una respuesta.

Como no anunciar el kerigma

1. Hacer el tema muy largo, aburrido y tedioso, que lea mucho.

2. Predicar con “cara de pepinillo en vinagre”.

3. Dar una exposición (técnica, fría) en lugar de una proclamación (desde el corazón y con

fuerza).

4. Que no entienda su tema o no haya estudiado y por lo mismo se le note nervioso.

5. Hablar de otros temas en lugar del que le toca. Que se le vaya mucho tiempo en recapitular

los demás temas en su introducción y no entre de lleno al suyo.

6. Dar un tema basado en los ejemplitos, historias o en su testimonio, y no en el contenido

sólido y profundo del tema.

7. Dar un tema sin ejemplos, ni historias, ni su testimonio.

8. Que hable muy elevado o que sea muy infantil.

9. Que solamente busque hacer llorar o solamente busque hacer reír.

10. Traiciona a Jesús quien se preocupa más por la aprobación de la audiencia que por

participar en el plan del Salvador. (Homilía del Viernes Santo, 2014).

11. Recuerda que tanto el contenido (el qué) como la manera de predicarlo (el cómo) entran

en juego.

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14. ESCUELA PARROQUIAL y CASAS CATÓLICAS.

A. La ESCUELA PARROQUIAL

La escuela parroquial de servidores es un espacio de compartir en la fe, animada por el párroco pastor

y maestro, busca que todos los servidores tengan la posibilidad de encontrarse con Jesucristo y

profundizar en el conocimiento de la fe en su propia parroquia, formando comunidades fraternas y

dispuestas a ser discípulas misioneras del Señor.

A ejemplo de las antiguas escuelas rabínicas (Eclo 6,18), proponemos un claro y sencillo itinerario de

camino sinodal buscando la renovación parroquial que nos exige un Iglesia de puertas abiertas no solo

físicamente sino en la posibilidad de la participación de los Laicos, una parroquia orgánica que se

conecte con la realidad de la arquidiócesis de Cali, una parroquia corresponsable que trabaje en

equipo, con la necesidad de formar a sus laicos como animadores, una iglesia en salida que guste de

la misión y salga a las periferias, y una parroquia comunidad de comunidades

Escuela.

Cuando hablamos de una escuela, nos referimos a un proceso de aprendizaje vital, no solo intelectual,

que involucra toda la vida para ser seguidores y testigos de Jesús, adquiriendo experiencia para

comprometer la vida desde el Evangelio. La escuela en Israel tenía como fundamento la cercanía, la

experiencia, la narración en busca de la sabiduría (Dt 6,3), más que hacer entender, el maestro

procuraba hacer vivir en un determinado sentido (Sal 123,2), orden y modo. Escuela nos habla de

maestro, discípulos, espacios de encuentro e itinerarios formativos.

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“Maestro enséñanos a orar” (Lc 11,1). La vida cristiana no comienza con una idea o una doctrina.

Inicia cuando somos llamados por Jesús que nos invita a que lo sigamos. Se convierte en maestro de

vida, esperanza y fe. Un maestro especial que da la vida por sus discípulos, que invita no solo a crecer

en conocimientos, sino a compartir con él su ser. Hacer parte de la escuela de Jesús es dinamizar la

vida con su presencia, edificar con la fuerza del Espíritu Santo el Reino de Dios y caminar en

sinodalidad.

“Si alguien quiere ser mi discípulo” (Mt 16,24), Discípulo es aquel que en su encuentro con Jesús

ha descubierto el tesoro por el cual vale la pena de dejarlo todo. Respondiendo al llamado del Maestro,

lo sigue paso a paso por los caminos del Evangelio. La primera invitación que Jesús Maestro hace a

quien, de alguna manera ha tenido un encuentro con Él, es la de ser discípulo suyo, poner sus pasos

en sus huellas y formar parte de su comunidad. Él nos llama a cada uno por nuestro nombre para

convivir con Él, aprender de Él y enviarnos a continuar su misión salvadora (cf. Mc 3,14-15). Ser

discípulo Jesucristo es la mayor alegría de todo bautizado.

“Lo vieron y se quedaron con El” (Jn 1,35). La experiencia del discipulado pasa por el proceso de

aprendizaje con el maestro. Itinerario que Él vivió con sus discípulos durante tres años y que cada

bautizado debe realizar en la consecución de competencias cristianas “para dar razones de su fe”. El

documento de aparecida nos invita a pensar en la necesidad de construir espacios continuos de

formación para los laicos y prepararlos en capacidades de animación pastoral. Crecer siguiendo a

Jesús para la edificación del Reino de Dios es tarea fundamental de la escuela parroquial de

servidores. Los discípulos de Jesucristo, se capacitan para abrir caminos de vida y esperanza a

nuestros pueblos sufrientes por la ignorancia, el pecado y todo tipo de injusticias.

Parroquial

La parroquia como la define la EG 28 es la comunidad de comunidades, lugar de encuentro con Cristo,

agregación, crecimiento, comunión y celebración de la fe. Es el espacio donde se forma y se

manifiesta de manera especial la comunidad cristiana en su ambiente natural. Comunidad en proceso

de conversión pastoral que abre sus puertas todos, sale a buscar a los últimos y vive con intensidad

los diferentes espacios vitales de sus servidores. En ella se comparte la vida (Koinonia), se solidariza

con el que sufre y se trabaja por la edificación de Reino ( Diaconia), se crece, conoce y profundiza la

fe, se escucha y celebra la palabra divina (Martiria), se celebra el encuentro con Dios y con los

hermanos (Liturgia), y se experimenta el gozo de anunciar la buena noticia (Misión). La parroquia

reflejo de la Iglesia es una madre de brazos abiertos que acoge, ama y consuela a todo aquel que

necesita el aliento de vida que solo ofrece la santísima Trinidad.

De servidores

Consideramos servidores a todos los fieles bautizados que, con su derecho a vivir su sacerdocio

común, que participando de un grupo, movimiento o sistema de evangelización sirven en los espacios

parroquiales, no importa su edad o condición, son nuestros hermanos de caminada que en sinodalidad

asumimos la misión de anunciar el evangelio a todas las naciones. No son instrumentos de tareas a

desarrollar, son fieles laicos bautizados, dotados de dones y carismas dados por el Espíritu Santo.

Servidores desde su bautismo, llamados a ser profetas de la palabra, sacerdotes de la liturgia y reyes

(servidores) de la comunidad.

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La escuela en el ambiente de renovación Eclesial.

Es insistente en el magisterio de la Iglesia en los últimos años la necesidad de conversión pastoral que

tiene su centro en el encuentro con Jesús de Nazaret. Volver a Jesús no es otra cosa que tener un

contacto más directo con el evangelio, a su palabra, a su encuentro. Siendo el Evangelio la única

fuerza capaz de atraer, y engendrar nueva fe en las personas. Esta conversión exige a las parroquias

comprometerse en espacios de encuentro y seguimiento de la persona de Jesús. No podemos negar

que en algunas comunidades la acción eclesial se limita a una pastoral de sacramentos. Hoy la

conversión pastoral nos lleva a pensar en que cada católico tenga un contacto directo con las palabras

de Jesús que según el evangelio de Juan son espíritu y vida. La escuela parroquial de servidores pone

el evangelio en el centro de la vida parroquial.

Cuatro verbos de la escuela parroquial de servidores

Acoger: Una Iglesia más acogedora, samaritana, compasiva, una Iglesia amiga de pecadores, que

brinde amistad ante tantas personas anónimas de nuestra sociedad, rechazas o victimizadas. Una

Iglesia que lleve a Jesús, de corazón grande, que se sienta querida cada persona. Una Iglesia que

haga la vida más amable.

Escuchar: Necesitamos escuchar a Jesús vivo en lo más íntimo de nuestro ser. Todos, necesitamos

escuchar su Buena Noticia de Dios, no desde fuera sino desde dentro. Dejar que sus palabras

desciendan de nuestras cabezas hasta el corazón. Y necesitamos escucharnos con atención,

reconocer en la palabra a los otros, hacerlos sentir importantes, saber que cada narración vital es un

tesoro.

Educar: Educar en la fe, quiere decir ayudar a nuestros hermanos, o mejor, ayudarnos mutuamente a

entablar un encuentro, una relación viva con Cristo y con el Padre en comunidad. Esta ha sido desde

el inicio la tarea fundamental de la Iglesia, como creyentes, de los discípulos y de los amigos de Jesús.

Acompañar: El encuentro con Jesús nos lleva a vivir una fe comunitaria, una fe que se transmite y se

comparte. La escuela de Jesús tiene un alto componente de compartir la experiencia de encuentro y

seguimiento.

B. Las casas católicas

El cristianismo “nació en las casas”, en las familias que abrían sus puertas al anuncio

evangélico, a los apóstoles (el término significa “enviados”), que no se cansaban de “dar

testimonio” del Cristo Resucitado, vencedor de la muerte, vivo y presente en medio de la

comunidad creyente que “se dedicaba a la oración en común, junto con algunas mujeres,

además de María, la madre de Jesús y sus parientes” (Hechos de los Apóstoles 1,14). Ese

núcleo fundamental en el que fue desarrollándose y creciendo la Iglesia se perdió luego,

cuando de perseguida pasó a ser religión del Estado.

Cuando hablamos de casa católica, estamos describiendo un proceso de fe: En primer lugar,

anunciamos la Buena Noticia, gritamos a los cuatro vientos que Cristo es el Señor, que no es

algo del pasado, que ha derrotada el gran enemigo que es la muerte y que encima nos da una

vida nueva por el Bautismo, por la fe. Así surge la casa de iniciación, la casa que acoge, es

decir, la pequeña comunidad creyente que “abriendo el oído” a Dios recibe el anuncio

liberador de Jesucristo. Sigue luego una tarea diaria, continua, perseverante, escuchando y

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celebrando la Palabra de Dios, es la casa de crecimiento, porque la fe es dinámica, se crece

en la fe, la Iglesia nos engendra en la fe, nos comunica la fe y entonces las pequeñas

comunidades van poco a poco conociendo el gran tesoro de la Sagrada Escritura, van

descubriendo los Sacramentos, van celebrando la vida que Dios nos da.

aunque no haya un tiempo fijo o determinado (porque también hay retrocesos en la fe,

abandono de la fe, crisis de fe), se construye la casa católica, el término no es excluyente, al

contrario, significa la casa común, casa de todos, la casa donde no sólo te informan cómo

entrar en un proceso de fe, sino la casa que celebra la fe, orienta la fe, la auténtica domus

ecclesiae.

La casa católica que es fruto de la misión territorial entonces tendrá la tarea de continuar la

misión permanente en los sectores, conformando una red de evangelización con el anuncio

especifico de Jesucristo, especialmente a los más alejados, sin olvidarnos que los cercanos

también necesitan todos los días de ese encuentro renovador con Jesucristo.

La eficacia de la casa católica no depende de métodos complicados o gurús misioneros que

las dirijan; su servicio parte del amoroso anuncio del evangelio que se realizará en cada una

de ellas, en su ubicación precisa en cada uno de los sectores, la disponibilidad, tenacidad y

sencillez de sus coordinadores, pero, sobre todo, de la fuerza del Espíritu Santo que pedimos

en la oración. No podemos olvidar que esta misión permanente no es obra humana, es el

Espíritu de Dios quien preside esta acción de nuestra Iglesia particular.

La casa católica será también la imagen de la Iglesia parroquial y arquidiocesana en cada

sector. Les propongo asumir para cada una de ellas la imagen que el papa Francisco nos pide

para la Iglesia universal: una Iglesia samaritana, es decir de brazos abiertos, donde todos los

vecinos podamos reunirnos a compartir alegrías, esperanzas, dolores, angustias. La casa

católica es entonces una casa samaritana donde cualquiera sin importar su condición social,

moral e inclusive de credo pueda sentirse acogido, amado, respetado, siendo parte importante

de la comunidad, siendo parte de la familia eclesial.