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    CATEQUESISSOBRE LA FAMILIA

    VOL. I I

    Papa Francisco

    2015

    Textos tomados

    de www.vatican.va Libreria Editrice Vaticana

    2015 Oficina de Informacin

    del Opus Dei

    www.opusdei.org

    http://www.opusdei.org/
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    NDICE

    1. Hombre y mujer.

    2. Matrimonio.

    3. Las tres palabras.4. Educacin.

    5. Noviazgo.

    6. Familia y pobreza.

    7. Familia y enfermedad.

    8. El duelo en la familia.

    9. Las heridas de la familia.

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    HOMBRE Y MUJER

    Audiencia general15 de abril de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!La catequesis de hoy est dedicada a un aspecto central

    del tema de la familia: el gran don que Dios hizo a lahumanidad con la creacin del hombre y la mujer y con elsacramento del matrimonio. Esta catequesis y la prximase refieren a la diferencia y la complementariedad entre elhombre y la mujer, que estn en el vrtice de la creacindivina; las prximas dos sern sobre otros temas delmatrimonio.

    Iniciamos con un breve comentario al primer relato dela creacin, en el libro del Gnesis. All leemos que Dios,

    despus de crear el universo y todos los seres vivientes,cre la obra maestra, o sea, el ser humano, que hizo a suimagen: a imagen de Dios lo cre: varn y mujer loscre (Gen1, 27), as dice el libro del Gnesis.

    Y como todos sabemos, la diferencia sexual estpresente en muchas formas de vida, en la larga serie de losseres vivos. Pero slo en el hombre y en la mujer esadiferencia lleva en s la imagen y la semejanza de Dios: el

    texto bblico lo repite tres veces en dos versculos (26-27):hombre y mujer son imagen y semejanza de Dios. Esto nosdice que no slo el hombre en su individualidad es imagende Dios, no slo la mujer en su individualidad es imagende Dios, sino tambin el hombre y la mujer, como pareja,son imagen de Dios. La diferencia entre hombre y mujerno es para la contraposicin, o subordinacin, sino para la

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    comunin y la generacin, siempre a imagen y semejanzade Dios.

    La experiencia nos lo ensea: para conocerse bien ycrecer armnicamente el ser humano necesita de lareciprocidad entre hombre y mujer. Cuando esto no se da,se ven las consecuencias. Estamos hechos paraescucharnos y ayudarnos mutuamente. Podemos decir quesin el enriquecimiento recproco en esta relacin en elpensamiento y en la accin, en los afectos y en el trabajo,incluso en la fe los dos no pueden ni siquieracomprender en profundidad lo que significa ser hombre ymujer.

    La cultura moderna y contempornea ha abiertonuevos espacios, nuevas libertades y nuevas profundidadespara el enriquecimiento de la comprensin de estadiferencia. Pero ha introducido tambin muchas dudas ymucho escepticismo. Por ejemplo, yo me pregunto si la as

    llamada teora del genderno sea tambin expresin de unafrustracin y de una resignacin, orientada a cancelar ladiferencia sexual porque ya no sabe confrontarse con lamisma. S, corremos el riesgo de dar un paso hacia atrs.La remocin de la diferencia, en efecto, es el problema, nola solucin. Para resolver sus problemas de relacin, elhombre y la mujer deben en cambio hablar ms entreellos, escucharse ms, conocerse ms, quererse ms.

    Deben tratarse con respeto y cooperar con amistad. Conestas bases humanas, sostenidas por la gracia de Dios, esposible proyectar la unin matrimonial y familiar paratoda la vida. El vnculo matrimonial y familiar es algoserio, y lo es para todos, no slo para los creyentes.Quisiera exhortar a los intelectuales a no abandonar estetema, como si hubiese pasado a ser secundario, por el

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    compromiso en favor de una sociedad ms libre y msusta.

    Dios ha confiado la tierra a la alianza del hombre y lamujer: su fracaso aridece el mundo de los afectos yoscurece el cielo de la esperanza. Las seales ya sonpreocupantes, y las vemos. Quisiera indicar, entre otrosmuchos, dos puntos que yo creo que debencomprometernos con ms urgencia.

    El primero. Es indudable que debemos hacer muchoms en favor de la mujer, si queremos volver a dar msfuerza a la reciprocidad entre hombres y mujeres. Esnecesario, en efecto, que la mujer no slo sea msescuchada, sino que su voz tenga un peso real, unaautoridad reconocida, en la sociedad y en la Iglesia. Elmodo mismo con el que Jess consider a la mujer en uncontexto menos favorable que el nuestro, porque en esostiempos la mujer estaba precisamente en segundo lugar, y

    Jess la trat de una forma que da una luz potente, queilumina una senda que conduce lejos, de la cual hemosrecorrido slo un trocito. No hemos comprendido an enprofundidad cules son las cosas que nos puede dar elgenio femenino, las cosas que la mujer puede dar a lasociedad y tambin a nosotros: la mujer sabe ver las cosascon otros ojos que completan el pensamiento de loshombres. Es un camino por recorrer con ms creatividad y

    audacia.Una segunda reflexin se refiere al tema del hombre y

    de la mujer creados a imagen de Dios. Me pregunto si lacrisis de confianza colectiva en Dios, que nos hace tantomal, que hace que nos enfermemos de resignacin ante laincredulidad y el cinismo, no est tambin relacionada conla crisis de la alianza entre hombre y mujer. En efecto, el

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    relato bblico, con la gran pintura simblica sobre elparaso terrestre y el pecado original, nos dice

    precisamente que la comunin con Dios se refleja en lacomunin de la pareja humana y la prdida de la confianzaen el Padre celestial genera divisin y conflicto entrehombre y mujer.

    De aqu viene la gran responsabilidad de la Iglesia, detodos los creyentes, y ante todo de las familias creyentes,para redescubrir la belleza del designio creador queinscribe la imagen de Dios tambin en la alianza entre elhombre y la mujer. La tierra se colma de armona y deconfianza cuando la alianza entre hombre y mujer se vivebien. Y si el hombre y la mujer la buscan juntos entre ellosy con Dios, sin lugar a dudas la encontrarn. Jess nosalienta explcitamente a testimoniar esta belleza, que es laimagen de Dios.

    Audiencia general22 de abril de 2015

    Queridos hermanos y hermanas:En la anterior catequesis sobre la familia, me centr en

    el primer relato de la creacin del ser humano, en el

    primer captulo del Gnesis, donde est escrito: Y creDios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo cre,varn y mujer los cre (1, 27).

    Hoy quisiera completar la reflexin con el segundorelato, que encontramos en el segundo captulo. Aquleemos que el Seor, despus de crear el cielo y la tierra,model al hombre del polvo del suelo e insufl en su

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    nariz aliento de vida; y el hombre se convirti en ser vivo(2, 7). Es el culmen de la creacin. Pero falta algo: Dios

    pone luego al hombre en un bellsimo jardn para que locultive y lo custodie (cf. 2, 15).

    El Espritu Santo, que inspir toda la Biblia, sugiere porun momento la imagen del hombre solo le falta algo ,sin la mujer. Y sugiere el pensamiento de Dios, casi elsentimiento de Dios que lo observa, que observa a Adnsolo en el jardn: es libre, es seor, pero est solo. Y Diosve que esto no es bueno: es como una falta decomunin, le falta una comunin, una falta de plenitud.No es bueno dice Dios y aade: voy a hacerle aalguien como l, que le ayude (2, 18).

    Entonces Dios presenta al hombre todos los animales;el hombre da a cada uno de ellos su nombre y esta esotra imagen del seoro del hombre sobre la creacin ,pero no encuentra en ningn animal al otro semejante a s.

    El hombre sigue solo. Cuando Dios le presenta a la mujer,el hombre reconoce exultante que esa criatura, y slo ella,es parte de l: es hueso de mis huesos y carne de micarne (2, 23). Al final hay un gesto de reflejo, unareciprocidad. Cuando una persona es un ejemplo paracomprender bien esto quiere dar la mano a otra, tieneque tenerla delante: si uno tiende la mano y no tiene anadie la mano queda all, le falta la reciprocidad. As era

    el hombre, le faltaba algo para llegar a su plenitud, lefaltaba la reciprocidad. La mujer no es una rplica delhombre; viene directamente del gesto creador de Dios. Laimagen de la costilla no expresa en ningn sentidoinferioridad o subordinacin, sino, al contrario, quehombre y mujer son de la misma sustancia y soncomplementarios y que tienen tambin esta reciprocidad.

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    Y el hecho que siempre en la parbola Dios plasme a lamujer mientras el hombre duerme, destaca precisamente

    que ella no es de ninguna manera una criatura del hombre,sino de Dios. Sugiere tambin otra cosa: para encontrar ala mujer y podemos decir para encontrar el amor en lamujer, el hombre primero tiene que soarla y luego laencuentra.

    La confianza de Dios en el hombre y en la mujer, aquienes confa la tierra, es generosa, directa y plena. Se fade ellos. Pero he aqu que el maligno introduce en sumente la sospecha, la incredulidad, la desconfianza. Y alfinal llega la desobediencia al mandamiento que losprotega. Caen en ese delirio de omnipotencia quecontamina todo y destruye la armona. Tambin nosotroslo percibimos dentro de nosotros muchas veces, todos.

    El pecado genera desconfianza y divisin entre elhombre y la mujer. Su relacin se ver asechada por mil

    formas de abuso y sometimiento, seduccin engaosa yprepotencia humillante, hasta las ms dramticas yviolentas. La historia carga las huellas de todo eso.Pensemos, por ejemplo, en los excesos negativos de lasculturas patriarcales. Pensemos en las mltiples formas demachismo donde la mujer era considerada de segundaclase. Pensemos en la instrumentalizacin ymercantilizacin del cuerpo femenino en la actual cultura

    meditica. Pero pensemos tambin en la reciente epidemiade desconfianza, de escepticismo, e incluso de hostilidadque se difunde en nuestra cultura en especial a partir deuna comprensible desconfianza de las mujeres respecto auna alianza entre hombre y mujer que sea capaz, al mismotiempo, de afinar la intimidad de la comunin y custodiarla dignidad de la diferencia.

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    Si no encontramos un sobresalto de simpata por estaalianza, capaz de resguardar a las nuevas generaciones de

    la desconfianza y la indiferencia, los hijos vendrn almundo cada vez ms desarraigados de la misma desde elseno materno. La desvalorizacin social de la alianzaestable y generativa del hombre y la mujer es ciertamenteuna prdida para todos. Tenemos que volver a dar elhonor debido al matrimonio y a la familia! La Biblia dicealgo hermoso: el hombre encuentra a la mujer, seencuentran, y el hombre debe dejar algo para encontrarlaplenamente. Por ello el hombre dejar a su padre y a sumadre para ir con ella. Es hermoso! Esto significacomenzar un nuevo camino. El hombre es todo para lamujer y la mujer es toda para el hombre.

    La custodia de esta alianza del hombre y la mujer,incluso siendo pecadores y estando heridos, confundidos yhumillados, desanimados e inciertos, es, pues, para

    nosotros creyentes, una vocacin comprometedora yapasionante en la condicin actual. El mismo relato de lacreacin y del pecado, en la parte final, nos entrega unicono bellsimo: El Seor Dios hizo tnicas de piel paraAdn y su mujer, y los visti (Gen3, 21). Es una imagende ternura hacia esa pareja pecadora que nos deja con laboca abierta: la ternura de Dios hacia el hombre y la mujer.Es una imagen de cuidado paternal hacia la pareja

    humana. Dios mismo cuida y protege su obra maestra.

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    MATRIMONIO

    Audiencia general29 de abril de 2015

    Queridos hermanos y hermanas buenos das!Nuestra reflexin acerca del plan originario de Dios

    sobre la pareja hombre-mujer, tras considerar las dosnarraciones del libro del Gnesis, se dirige ahoradirectamente a Jess.

    El evangelista san Juan, al inicio de su Evangelio, narrael episodio de las bodas de Can, en la que estabanpresentes la Virgen Mara y Jess, con sus primerosdiscpulos (cf. Jn 2, 1-11). Jess no slo particip en elmatrimonio, sino que salv la fiesta con el milagro delvino. Por lo tanto, el primero de sus signos prodigiosos,

    con el que l revela su gloria, lo realiz en el contexto deun matrimonio, y fue un gesto de gran simpata hacia esafamilia que naca, solicitado por el apremio maternal deMara. Esto nos hace recordar el libro del Gnesis, cuandoDios termina la obra de la creacin y realiza su obramaestra; la obra maestra es el hombre y la mujer. Y aqu,Jess comienza precisamente sus milagros con esta obramaestra, en un matrimonio, en una fiesta de bodas: un

    hombre y una mujer. As, Jess nos ensea que la obramaestra de la sociedad es la familia: el hombre y la mujerque se aman. Esta es la obra maestra!

    Desde los tiempos de las bodas de Can, muchas cosashan cambiado, pero ese signo de Cristo contiene unmensaje siempre vlido.

    Hoy no parece fcil hablar del matrimonio como de una

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    fiesta que se renueva con el tiempo, en las diversas etapasde toda la vida de los cnyuges. Es un hecho que las

    personas que se casan son cada vez menos; esto es unhecho: los jvenes no quieren casarse. En muchos pases,en cambio, aumenta el nmero de las separaciones,mientras que el nmero de los hijos disminuye. Ladificultad de permanecer juntos ya sea como pareja, quecomo familia lleva a romper los vnculos siempre conmayor frecuencia y rapidez, y precisamente los hijos sonlos primeros en sufrir sus consecuencias. Pero pensemosque las primeras vctimas, las vctimas ms importantes,las vctimas que sufren ms en una separacin son loshijos. Si experimentas desde pequeo que el matrimonioes un vnculo por un tiempo determinado,inconscientemente para ti ser as. En efecto, muchosvenes tienden a renunciar al proyecto mismo de un

    vnculo irrevocable y de una familia duradera. Creo que

    tenemos que reflexionar con gran seriedad sobre el porqu muchos jvenes no se sienten capaces de casarse.Existe esta cultura de lo provisional todo es provisional,parece que no hay algo definitivo.

    Una de las preocupaciones que surgen hoy en da es lade los jvenes que no quieren casarse: Por qu losvenes no se casan?; por qu a menudo prefieren una

    convivencia, y muchas veces de responsabilidad

    limitada?; por qu muchos incluso entre losbautizados tienen poca confianza en el matrimonio y enla familia? Es importante tratar de entender, si queremosque los jvenes encuentren el camino justo que hay querecorrer. Por qu no confan en la familia?

    Las dificultades no son slo de carcter econmico, sibien estas son verdaderamente serias. Muchos consideran

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    que el cambio ocurrido en estas ltimas dcadas se pusoen marcha a partir de la emancipacin de la mujer. Pero ni

    siquiera este argumento es vlido, es una falsedad, no esverdad. Es una forma de machismo, que quiere siempredominar a la mujer. Hacemos el ridculo que hizo Adn,cuando Dios le dijo: Por qu has comido del fruto delrbol?, y l: La mujer me lo dio. Y la culpa es de lamujer. Pobre mujer! Tenemos que defender a las mujeres.En realidad, casi todos los hombres y mujeres quisieranuna seguridad afectiva estable, una matrimonio slido yuna familia feliz. La familia ocupa el primer lugar en todoslos ndices de aceptacin entre los jvenes; pero, pormiedo a equivocarse, muchos no quieren tampoco pensaren ello; incluso siendo cristianos, no piensan en elmatrimonio sacramental, signo nico e irrepetible de laalianza, que se convierte en testimonio de la fe. Quizs,precisamente este miedo de fracasar es el obstculo ms

    grande para acoger la Palabra de Cristo, que promete sugracia a la unin conyugal y a la familia.El testimonio ms persuasivo de la bendicin del

    matrimonio cristiano es la vida buena de los espososcristianos y de la familia. No hay mejor modo paraexpresar la belleza del sacramento! El matrimonioconsagrado por Dios custodia el vnculo entre el hombre yla mujer que Dios bendijo desde la creacin del mundo; y

    es fuente de paz y de bien para toda la vida conyugal yfamiliar. Por ejemplo, en los primeros tiempos delcristianismo, esta gran dignidad del vnculo entre elhombre y la mujer acab con un abuso considerado en eseentonces totalmente normal, o sea, el derecho de losmaridos de repudiar a sus mujeres, incluso con losmotivos ms infundados y humillantes. El Evangelio de la

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    familia, el Evangelio que anuncia precisamente esteSacramento acab con esa cultura de repudio habitual.

    La semilla cristiana de la igualdad radical entrecnyuges hoy debe dar nuevos frutos. El testimonio de ladignidad social del matrimonio llegar a ser persuasivoprecisamente por este camino, el camino del testimonioque atrae, el camino de la reciprocidad entre ellos, de lacomplementariedad entre ellos.

    Por eso, como cristianos, tenemos que ser msexigentes al respecto. Por ejemplo: sostener con decisin elderecho a la misma retribucin por el mismo trabajo; porqu se da por descontado que las mujeres tienen que ganarmenos que los hombres? No! Tienen los mismosderechos. La desigualdad es un autntico escndalo! Almismo tiempo, reconocer como riqueza siempre vlida lamaternidad de las mujeres y la paternidad de los hombres,en beneficio, sobre todo de los nios. Igualmente, la virtud

    de la hospitalidad de las familias cristianas tiene hoy unaimportancia crucial, especialmente en las situaciones depobreza, degradacin y violencia familiar.

    Queridos hermanos y hermanas, no tengamos miedode invitar a Jess a la fiesta de bodas, de invitarlo anuestra casa, para que est con nosotros y proteja a lafamilia. Y no tengamos miedo de invitar tambin a sumadre Mara. Los cristianos, cuando se casan en el

    Seor, se transforman en un signo eficaz del amor deDios. Los cristianos no se casan slo para s mismos: secasan en el Seor en favor de toda la comunidad, de toda lasociedad.

    De esta hermosa vocacin del matrimonio cristiano,hablar tambin en la prxima catequesis.

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    Audiencia general6 de mayo de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!En nuestro camino de catequesis sobre la familia hoy

    tratamos directamente la belleza del matrimoniocristiano. Esto no es sencillamente una ceremonia que sehace en la iglesia, con las flores, el vestido, las fotos Elmatrimonio cristiano es un sacramento que tiene lugar enlaIglesia, y que tambin hacela Iglesia, dando inicio a unanueva comunidad familiar.

    Es lo que el apstol Pablo resume en su clebreexpresin: Es este un gran misterio: y yo lo refiero aCristo y a la Iglesia (Ef 5, 32). Inspirado por el EsprituSanto, Pablo afirma que el amor entre los cnyuges es

    imagen del amor entre Cristo y la Iglesia. Una dignidadimpensable. Pero en realidad est inscrita en el designiocreador de Dios, y con la gracia de Cristo innumerablesparejas cristianas, incluso con sus lmites, sus pecados, lahicieron realidad.

    San Pablo, al hablar de la vida nueva en Cristo, dice quelos cristianos todos estn llamados a amarse comoCristo los am, es decir sumisos unos a otros (Ef5, 21),

    que significa los unos al servicio de los otros. Y aquintroduce la analoga entre la pareja marido-mujer yCristo-Iglesia. Est claro que se trata de una analogaimperfecta, pero tenemos que captar el sentido espiritualque es altsimo y revolucionario, y al mismo tiemposencillo, al alcance de cada hombre y mujer que confan enla gracia de Dios.

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    El marido dice Pablo debe amar a la mujer comocuerpo suyo (Ef 5, 28); amarla como Cristo am a su

    Iglesia y se entreg a s mismo por ella (cf. v. 25-26).Vosotros maridos que estis aqu presentes, entendisesto? Amis a vuestra esposa como Cristo ama a laIglesia? Esto no es broma, son cosas serias. El efecto deeste radicalismo de la entrega que se le pide al hombre, porel amor y la dignidad de la mujer, siguiendo el ejemplo deCristo, tuvo que haber sido enorme en la comunidadcristiana misma.

    Esta semilla de la novedad evanglica, que restablece laoriginaria reciprocidad de la entrega y del respeto, fuemadurando lentamente en la historia, y al final predomin.

    El sacramento del matrimonio es un gran acto de fe yde amor: testimonia la valenta de creer en la belleza delacto creador de Dios y de vivir ese amor que impulsa a ircada vez ms all, ms all de s mismo y tambin ms all

    de la familia misma. La vocacin cristiana a amar sinreservas y sin medida es lo que, con la gracia de Cristo,est en la base tambin del libre consentimiento queconstituye el matrimonio.

    La Iglesia misma est plenamente implicada en lahistoria de cada matrimonio cristiano: se edifica con suslogros y sufre con sus fracasos. Pero tenemos quepreguntarnos con seriedad: aceptamos hasta las ltimas

    consecuencias, nosotros mismos, como creyentes y comopastores tambin este vnculo indisoluble de la historia deCristo y de la Iglesia con la historia del matrimonio y de lafamilia humana? Estamos dispuestos a asumirseriamente esta responsabilidad, es decir, que cadamatrimonio va por el camino del amor que Cristo tiene conla Iglesia? Esto es muy grande!

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    En esta profundidad del misterio creatural, reconocidoy restablecido en su pureza, se abre un segundo gran

    horizonte que caracteriza el sacramento del matrimonio.La decisin de casarse en el Seor contiene tambin unadimensin misionera, que significa tener en el corazn ladisponibilidad a ser intermediario de la bendicin de Diosy de la gracia del Seor para todos. En efecto, los espososcristianos participan como esposos en la misin de laIglesia. Se necesita valenta para esto! Por ello cuandosaludo a los recin casados, digo: Aqu estn losvalientes!, porque se necesita valor para amarse comoCristo ama a la Iglesia.

    La celebracin del sacramento no puede dejar fueraesta corresponsabilidad de la vida familiar respecto a lagran misin de amor de la Iglesia. Y as la vida de la Iglesiase enriquece con la belleza de esta alianza esponsal, ascomo se empobrece cada vez que la misma se ve

    desfigurada. La Iglesia, para ofrecer a todos los dones de lafe, del amor y la esperanza, necesita tambin de la valientefidelidad de los esposos a la gracia de su sacramento. Elpueblo de Dios necesita de su camino diario en la fe, en elamor y en la esperanza, con todas las alegras y las fatigasque este camino comporta en un matrimonio y en unafamilia.

    La ruta est de este modo marcada para siempre, es la

    ruta del amor: se ama como ama Dios, para siempre. Cristono cesa de cuidar a la Iglesia: la ama siempre, la cuidasiempre, como a s mismo. Cristo no cesa de quitar delrostro humano las manchas y las arrugas de todo tipo. Esconmovedora y muy bella esta irradiacin de la fuerza y dela ternura de Dios que se transmite de pareja a pareja, defamilia a familia. Tiene razn san Pablo: esto es

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    precisamente un gran misterio. Hombres y mujeres, losuficientemente valientes para llevar este tesoro en

    vasijas de barro de nuestra humanidad, son estoshombres y estas mujeres tan valientes un recursoesencial para la Iglesia, tambin para todo el mundo. QueDios los bendiga mil veces por esto.

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    LAS TRES PALABRAS

    Audiencia general13 de mayo de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!La catequesis de hoy es como la puerta de entrada de

    una serie de reflexiones sobre la vida de la familia, su vidareal, con sus tiempos y sus acontecimientos. Sobre estapuerta de entrada estn escritas tres palabras, que ya heutilizado en la plaza otras veces. Y esas palabras son:permiso, gracias, perdn. En efecto, estas palabrasabren camino para vivir bien en la familia, para vivir enpaz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar ala prctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza decustodiar la casa, incluso a travs de miles de dificultades y

    pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietasque pueden hasta hacer que se derrumbe.Nosotros las entendemos normalmente como las

    palabras de la buena educacin. Es as, una persona bieneducada pide permiso, dice gracias o se disculpa si seequivoca. Es as, pero la buena educacin es muyimportante. Un gran obispo, san Francisco de Sales, soladecir que la buena educacin es ya media santidad.

    Pero, atencin, en la historia hemos conocido tambin unformalismo de las buenas maneras que puede convertirseen mscara que esconde la aridez del nimo y el desinterspor el otro. Se suele decir: Detrs de tantas buenasmaneras se esconden malos hbitos. Ni siquiera lareligin est exenta de este riesgo, que hace resbalar laobservancia formal en la mundanidad espiritual. El diablo

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    que tienta a Jess usa buenas maneras es precisamenteun seor, un caballero y cita las Sagradas Escrituras,

    parece un telogo. Su estilo se presenta correcto, pero suintencin es desviar de la verdad del amor de Dios.Nosotros, en cambio, entendemos la buena educacin ensus trminos autnticos, donde el estilo de las buenasrelaciones est firmemente enraizada en el amor al bien yrespeto del otro. La familia vive de esta finura del querer.

    La primera palabra es permiso. Cuando nospreocupamos por pedir gentilmente incluso lo que tal vezpensamos poder pretender, ponemos un verdadero amparoal espritu de convivencia matrimonial y familiar. Entraren la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestravida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, querenueve la confianza y el respeto. La confianza, endefinitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y elamor, cuando es ms ntimo y profundo, tanto ms exige el

    respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otroabra la puerta de su corazn. Al respecto recordamos lapalabra de Jess en el libro del Apocalipsis: Mira, estoyde pie a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y abrela puerta, entrar en su casa y cenar con l y l conmigo(3, 20). Tambin el Seor pide permiso para entrar. No loolvidemos. Antes de hacer algo en familia: Permiso,puedo hacerlo? Te gusta que lo haga as?. Es un

    lenguaje educado, lleno de amor. Y esto hace mucho bien alas familias.

    La segunda palabra es gracias. Algunas veces nosviene a la mente pensar que nos estamos convirtiendo enuna civilizacin de malas maneras y malas palabras, comosi fuese un signo de emancipacin. Lo escuchamos decirmuchas veces incluso pblicamente. La amabilidad y la

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    capacidad de dar gracias son vistas como un signo dedebilidad, y a veces suscitan incluso desconfianza. Esta

    tendencia se debe contrarrestar en el seno mismo de lafamilia. Debemos convertirnos en intransigentes en loreferido a la educacin a la gratitud, al reconocimiento: ladignidad de la persona y la justicia social pasan ambas poresto. Si la vida familiar descuida este estilo, tambin lavida social lo perder. La gratitud, adems, para uncreyente, est en el corazn mismo de la fe: un cristianoque no sabe dar gracias es alguien que ha olvidado ellenguaje de Dios. Escuchad bien: un cristiano que no sabedar gracias es alguien que ha olvidado el lenguaje de Dios.Recordemos la pregunta de Jess, cuando cur a diezleprosos y slo uno de ellos volvi a dar las gracias (cf. Lc17, 18). Una vez escuch decir a una persona anciana, muysabia, muy buena, sencilla, pero con la sabidura de lapiedad, de la vida: La gratitud es una planta que crece

    slo en la tierra de almas nobles. Esa nobleza del alma,esa gracia de Dios en el alma nos impulsa a decir gracias ala gratitud. Es la flor de un alma noble. Esto es algohermoso.

    La tercera palabra es perdn. Palabra difcil, esverdad, sin embargo tan necesaria. Cuando falta, se abrenpequeas grietas incluso sin quererlo hasta convertirseen fosas profundas. No por casualidad en la oracin que

    nos ense Jess, el Padrenuestro, que resume todas laspeticiones esenciales para nuestra vida, encontramos estaexpresin: Perdona nuestras ofensas como tambinnosotros perdonamos a los que nos ofenden (Mt 6, 12).Reconocer el hecho de haber faltado, y mostrar el deseo derestituir lo que se ha quitado respeto, sinceridad, amorhace dignos del perdn. Y as se detiene la infeccin. Si no

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    somos capaces de disculparnos, quiere decir que tampocosomos capaces de perdonar. En la casa donde no se pide

    perdn comienza a faltar el aire, las aguas comienzan averse estancadas. Muchas heridas de los afectos, muchaslaceraciones en la familias comienzan con la prdida deesta preciosa palabra: Perdname. En la vidamatrimonial se discute, a veces incluso vuelan los platos,pero os doy un consejo: nunca terminar el da sin hacer laspaces. Escuchad bien: habis discutido mujer y marido?Los hijos con los padres? Habis discutido fuerte? Noest bien, pero no es este el autntico problema. Elproblema es que ese sentimiento est presente todava alda siguiente. Por ello, si habis discutido nunca terminarel da sin hacer las paces en la familia. Y cmo debo hacerlas paces? Ponerme de rodillas? No! Slo un pequeogesto, algo pequeo y vuelve la armona familiar. Bastauna caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el da en

    familia sin hacer las paces. Entendido esto? No es fcilpero se debe hacer. Y con esto la vida ser ms bonita.Estas tres palabras-clave de la familia son palabras

    sencillas, y tal vez en un primer momento nos causarnrisa. Pero cuando las olvidamos, ya no hay motivo pararer, verdad? Nuestra educacin, tal vez, las descuidademasiado. Que el Seor nos ayude a volver a ponerlas ensu sitio, en nuestro corazn, en nuestra casa, y tambin en

    nuestra convivencia civil. Son las palabras para entrarprecisamente en el amor de la familia.

    Y ahora os invito a repetir todos juntos estas trespalabras: permiso, gracias, perdn. Todos juntos:(plaza) permiso, gracias, perdn. Son las palabraspara entrar precisamente en el amor de la familia, para quela familia permanezca. Luego repitamos el consejo que os

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    he dado, todos juntos: Nunca terminar el da sin hacer laspaces. Todos: (plaza) nunca terminar el da sin hacer las

    paces. Gracias.

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    EDUCACI N

    Audiencia general20 de mayo de 2015

    Hoy, queridos hermanos y hermanas, quiero daros labienvenida porque he visto entre vosotros a numerosasfamilias, buenos das a todas las familias! Seguimosreflexionando sobre la familia. Hoy nos detenemos areflexionar sobre una caracterstica esencial de la familia, osea su natural vocacin a educar a los hijos para quecrezcan en la responsabilidad de s mismos y de los dems.Lo que hemos escuchado del apstol Pablo, al inicio, esmuy bonito: Hijos, obedeced a vuestros padres en todo,que eso agrada al Seor. Padres, no exasperis a vuestroshijos, no sea que pierdan el nimo (Col 3, 20-21). Esta es

    una regla sabia: el hijo educado en la escucha y obedienciaa los padres, quienes no tienen que mandar de malamanera, para no desanimar a los hijos. Los hijos, en efecto,deben crecer sin desalentarse, paso a paso. Si vosotros,padres, decs a los hijos: Subamos por aquella escalera ylos tomis de la mano y paso a paso los hacis subir, lascosas irn bien. Pero si vosotros decs: Vamos, sube!Pero no puedo Sigue!, esto se llama exasperar a

    los hijos, pedir a los hijos lo que no son capaces de hacer.Por ello, la relacin entre padres e hijos debe ser de unasabidura y un equilibrio muy grande. Hijos, obedeced a lospadres, esto quiere Dios. Y vosotros, padres, no exasperisa los hijos, pidindoles cosas que no pueden hacer. Y estohay que hacerlo para que los hijos crezcan en laresponsabilidad de s mismos y de los dems.

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    Parecera una constatacin obvia; sin embargo, inclusoen nuestro tiempo, no faltan dificultades. Es difcil para los

    padres educar a los hijos que slo ven por la noche, cuandoregresan a casa cansados del trabajo. Los que tienen lasuerte de tener trabajo! Es an ms difcil para los padresseparados, que cargan el peso de su condicin: pobres,tuvieron dificultades, se separaron y muchas veces tomanal hijo como rehn, y el pap le habla mal de la mam y lamam le habla mal del pap, y se hace mucho mal. A lospadres separados les digo: jams, jams, jams tomar elhijo como rehn. Os habis separado por muchasdificultades y motivos, la vida os ha dado esta prueba, peroque no sean los hijos quienes carguen el peso de estaseparacin, que no sean usados como rehenes contra elotro cnyuge, que crezcan escuchando que la mam hablabien del pap, aunque no estn juntos, y que el pap hablabien de la mam. Para los padres separados esto es muy

    importante y muy difcil, pero pueden hacerlo.Pero, sobre todo, la pregunta: cmo educar? Qutradicin tenemos hoy para transmitir a nuestros hijos?

    Intelectuales crticos de todo tipo han acallado a lospadres de mil formas, para defender a las jvenesgeneraciones de los daos verdaderos o presuntos de laeducacin familiar. La familia ha sido acusada, entre otrascosas, de autoritarismo, favoritismo, conformismo y

    represin afectiva que genera conflictos.De hecho, se ha abierto una brecha entre familia y

    sociedad, entre familia y escuela, el pacto educativo hoy seha roto; y as, la alianza educativa de la sociedad con lafamilia ha entrado en crisis porque se ha visto socavada laconfianza mutua. Los sntomas son muchos. Por ejemplo,en la escuela se han fracturado las relaciones entre los

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    padres y los profesores. A veces hay tensiones ydesconfianza mutua; y las consecuencias naturalmente

    recaen en los hijos. Por otra parte, se han multiplicado losas llamados expertos, que han ocupado el papel de lospadres, incluso en los aspectos ms ntimos de laeducacin. En relacin a la vida afectiva, la personalidad yel desarrollo, los derechos y los deberes, los expertos losaben todo: objetivos, motivaciones, tcnicas. Y los padresslo deben escuchar, aprender y adaptarse. Privados de supapel, a menudo llegan a ser excesivamente aprensivos yposesivos con sus hijos, hasta no corregirlos nunca: Tno puedes corregir al hijo. Tienden a confiarlos cada vezms a los expertos, incluso en los aspectos ms delicadosy personales de su vida, ubicndose ellos mismos en unrincn; y as los padres hoy corren el riesgo deautoexcluirse de la vida de sus hijos. Y esto es gravsimo.Hoy existen casos de este tipo. No digo que suceda

    siempre, pero se da. La maestra en la escuela reprende alnio y escribe una nota a los padres. Recuerdo unaancdota personal. Una vez, cuando estaba en cuarto gradodije una mala palabra a la maestra y la maestra, una buenamujer, mand llamar a mi mam. Ella fue al da siguiente,hablaron entre ellas y luego me llamaron. Y mi mamdelante de la maestra me explic que lo que yo habahecho era algo malo, que no se debe hacer; pero mi madre

    lo hizo con mucha dulzura y me dijo que pidiese perdn ala maestra delante de ella. Lo hice y me qued contentoporque dije: acab bien la historia. Pero ese era el primercaptulo. Cuando regres a casa, comenz el segundocaptulo Imaginad vosotros, hoy, si la maestra hace algopor el estilo, al da siguiente se encuentra con los dospadres o uno de los dos para reprenderla, porque los

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    expertos dicen que a los nios no se les debe regaar as.Han cambiado las cosas. Por lo tanto, los padres no tienen

    que autoexcluirse de la educacin de los hijos.Es evidente que este planteamiento no es bueno: no es

    armnico, no es dialgico, y en lugar de favorecer lacolaboracin entre la familia y las dems entidadeseducativas, las escuelas, los gimnasios las enfrenta.

    Cmo hemos llegado a esto? No cabe duda de que lospadres, o ms bien, ciertos modelos educativos del pasadotenan algunas limitaciones, no hay duda. Pero tambin esverdad que hay errores que slo los padres estnautorizados a cometer, porque pueden compensarlos de unmodo que es imposible a cualquier otra persona. Por otraparte, como bien sabemos, la vida se ha vuelto tacaa conel tiempo para hablar, reflexionar, discutir. Muchos padresse ven secuestrados por el trabajo pap y mam debentrabajar y otras preocupaciones, molestos por las nuevas

    exigencias de los hijos y por la complejidad de la vidaactual es as y debemos aceptarla como es , y seencuentran como paralizados por el temor a equivocarse.El problema, sin embargo, no est slo en hablar. Es ms,un dialoguismo superficial no conduce a un verdaderoencuentro de la mente y el corazn. Ms bienpreguntmonos: Intentamos comprender dnde estnlos hijos realmente en su camino? Dnde est realmente

    su alma, lo sabemos? Y, sobre todo, queremos saberlo?Estamos convencidos de que ellos, en realidad, noesperan otra cosa?

    Las comunidades cristianas estn llamadas a ofrecer suapoyo a la misin educativa de las familias, y lo hacen antetodo con la luz de la Palabra de Dios. El apstol Pablorecuerda la reciprocidad de los deberes entre padres e

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    hijos: Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, que esoagrada al Seor. Padres, no exasperis a vuestros hijos, no

    sea que pierdan el nimo (Col 3, 20-21). En la base detodo est el amor, el amor que Dios nos da, que no esindecoroso ni egosta; no se irrita; no lleva cuentas delmal Todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo losoporta (1 Cor 13, 5-7). Incluso en las mejores familiashay que soportarse, y se necesita mucha paciencia parasoportarse. Pero la vida es as. La vida no se construye enun laboratorio, se hace en la realidad. Jess mismo paspor la educacin familiar.

    Tambin en este caso, la gracia del amor de Cristoconduce a su realizacin lo que est escrito en lanaturaleza humana. Cuntos ejemplos estupendostenemos de padres cristianos llenos de sabidura humana!Ellos muestran que la buena educacin familiar es lacolumna vertebral del humanismo. Su irradiacin social es

    el recurso que permite compensar las lagunas, las heridas,los vacos de paternidad y maternidad que tocan a los hijosmenos afortunados. Esta irradiacin puede obrarautnticos milagros. Y en la Iglesia suceden cada da estosmilagros.

    Deseo que el Seor done a las familias cristianas la fe,la libertad y la valenta necesarias para su misin. Si laeducacin familiar vuelve a encontrar el orgullo de su

    protagonismo, muchas cosas cambiarn para mejor, paralos padres inciertos y para los hijos decepcionados. Es horade que los padres y las madres vuelvan de su exilioporque se han autoexiliado de la educacin de los hijos y vuelvan a asumir plenamente su funcin educativa.Esperamos que el Seor done a los padres esta gracia: deno autoexiliarse de la educacin de los hijos. Y esto slo

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    puede hacerlo el amor, la ternura y la paciencia.

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    NOVIAZGO

    Audiencia general27 de mayo de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!Continuando estas catequesis sobre la familia, hoy

    quiero hablar del noviazgo. El noviazgo (en italianofidanzamento) se lo percibe en la palabra tienerelacin con la confianza, la familiaridad, la fiabilidad.Familiaridad con la vocacin que Dios dona, porque elmatrimonio es ante todo el descubrimiento de una llamadade Dios. Ciertamente es algo hermoso que hoy los jvenespuedan elegir casarse partiendo de un amor mutuo. Peroprecisamente la libertad del vnculo requiere unaconsciente armona de la decisin, no slo un simple

    acuerdo de la atraccin o del sentimiento, de un momento,de un tiempo breve requiere un camino.El noviazgo, en otros trminos, es el tiempo en el cual

    los dos estn llamados a realizar un buen trabajo sobre elamor, un trabajo partcipe y compartido, que va a laprofundidad. Ambos se descubren despacio, mutuamente,es decir, el hombre conoce a la mujer conociendo a estamujer, su novia; y la mujer conoce al hombre conociendo

    a estehombre, su novio. No subestimemos la importanciade este aprendizaje: es un bonito compromiso, y el amormismo lo requiere, porque no es slo una felicidaddespreocupada, una emocin encantada El relato bblicohabla de toda la creacin como de un hermoso trabajo delamor de Dios; el libro del Gnesis dice que Vio Dios todolo que haba hecho, y era muy bueno (Gn 1, 31). Slo al

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    final, Dios descans. De esta imagen comprendemosque el amor de Dios, que dio origen al mundo, no fue una

    decisin improvisada. No! Fue un trabajo hermoso. Elamor de Dios cre las condiciones concretas de una alianzairrevocable, slida, destinada a durar.

    La alianza de amor entre el hombre y la mujer, alianzapor la vida, no se improvisa, no se hace de un da para elotro. No existe el matrimonio express: es necesariotrabajar en el amor, es necesario caminar. La alianza delamor del hombre y la mujer se aprende y se afina. Mepermito decir que se trata de una alianza artesanal. Hacerde dos vida una vida sola, es incluso casi un milagro, unmilagro de la libertad y del corazn, confiado a la fe. Talvez deberamos comprometernos ms en este punto,porque nuestras coordenadas sentimentales estn unpoco confusas. Quien pretende querer todo y enseguida,luego cede tambin en todo y enseguida ante la

    primera dificultad (o ante la primera ocasin). No hayesperanza para la confianza y la fidelidad del don de s, siprevalece la costumbre de consumir el amor como unaespecie de complemento del bienestar psico-fsico. No esesto el amor. El noviazgo fortalece la voluntad de custodiaruntos algo que jams deber ser comprado o vendido,

    traicionado o abandonado, por ms atractiva que sea laoferta. Tambin Dios, cuando habla de la alianza con su

    pueblo, lo hace algunas veces en trminos de noviazgo. Enel libro de Jeremas, al hablar al pueblo que se habaalejado de l, le recuerda cuando el pueblo era la noviade Dios y dice as: Recuerdo tu cario juvenil, el amorque me tenas de novia (2, 2). Y Dios hizo este itinerariode noviazgo; luego hace tambin una promesa: lo hemosescuchado al inicio de la audiencia, en el libro de Oseas:

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    Me desposar contigo para siempre, me desposarcontigo en justicia y en derecho, en misericordia y en

    ternura, me desposar contigo en fidelidad y conocers alSeor (2, 21-22). Es un largo camino el que el Seorrecorre con su pueblo en este itinerario de noviazgo. Alfinal Dios se desposa con su pueblo en Jesucristo: en Jessse desposa con la Iglesia. El pueblo de Dios es la esposa deJess. Cunto camino! Y vosotros italianos, en vuestraliteratura tenis una obra maestra sobre el noviazgo [Ipromessi sposi - Los novios]. Es necesario que los jvenesla conozcan, que la lean; es una obra maestra donde secuenta la historia de los novios que sufrieron mucho,recorrieron un camino con muchas dificultades hastallegar al final, al matrimonio. No dejis a un lado esta obramaestra sobre el noviazgo que la literatura italiana osofrece precisamente a vosotros. Seguid adelante, leedlo yveris la belleza, el sufrimiento, pero tambin la fidelidad

    de los novios.La Iglesia, en su sabidura, custodia la distincin entreser novios y ser espososno es lo mismo precisamenteen vista de la delicadeza y la profundidad de esta realidad.Estemos atentos a no despreciar con ligereza esta sabiaenseanza, que se nutre tambin de la experiencia delamor conyugal felizmente vivido. Los smbolos fuertes delcuerpo poseen las llaves del alma: no podemos tratar los

    vnculos de la carne con ligereza, sin abrir alguna heridaduradera en el espritu (1 Cor6, 15-20).

    Cierto, la cultura y la sociedad actual se han vuelto msbien indiferentes a la delicadeza y a la seriedad de estepasaje. Y, por otra parte, no se puede decir que seangenerosas con los jvenes que tienen serias intenciones deformar una familia y traer hijos al mundo. Es ms, a

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    menudo presentan mil obstculos, mentales y prcticos. Elnoviazgo es un itinerario de vida que debe madurar como

    la fruta, es un camino de maduracin en el amor, hasta elmomento que se convierte en matrimonio.

    Los cursos prematrimoniales son una expresinespecial de la preparacin. Y vemos muchas parejas que talvez llegan al curso con un poco de desgana: Estos curasnos hacen hacer un curso! Por qu? Nosotros sabemosy van con desgana. Pero luego estn contentos y agradecen,porque, en efecto, encontraron all la ocasin a menudola nica para reflexionar sobre su experiencia entrminos no banales. S, muchas parejas estn juntasmucho tiempo, tal vez tambin en la intimidad, a vecesconviviendo, pero no se conocen de verdad. Pareceextrao, pero la experiencia demuestra que es as. Por ellose debe revaluar el noviazgo como tiempo de conocimientomutuo y de compartir un proyecto. El camino de

    preparacin al matrimonio se debe plantear en estaperspectiva, valindose incluso del testimonio sencillopero intenso de cnyuges cristianos. Y centrndosetambin aqu en lo esencial: la Biblia, para redescubriruntos, de forma consciente; la oracin, en su dimensin

    litrgica, pero tambin en la oracin domstica, que sevive en familia; los sacramentos, la vida sacramental, laConfesin a travs de los cuales el Seor viene a morar

    en los novios y los prepara para acogerse de verdad uno alotro con la gracia de Cristo; y la fraternidad con lospobres, y con los necesitados, que nos invitan a lasobriedad y a compartir. Los novios que se comprometenen esto crecen los dos y todo esto conduce a preparar unabonita celebracin del Matrimonio de modo diverso, nomundano sino con estilo cristiano. Pensemos en estas

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    palabras de Dios que hemos escuchado cuando l habla asu pueblo como el novio a la novia: Me desposar contigo

    para siempre, me desposar contigo en justicia y enderecho, en misericordia y en ternura, me desposarcontigo en fidelidad y conocers al Seor (Os 2, 21-22).Que cada pareja de novios piense en esto y uno le diga alotro: Te convertir en mi esposa, te convertir en miesposo. Esperar ese momento; es un momento, es unitinerario que va lentamente hacia adelante, pero es unitinerario de maduracin. Las etapas del camino no sedeben quemar. La maduracin se hace as, paso a paso.

    El tiempo del noviazgo puede convertirse de verdad enun tiempo de iniciacin. A qu? A la sorpresa! A lasorpresa de los dones espirituales con los cuales el Seor, atravs de la Iglesia, enriquece el horizonte de la nuevafamilia que se dispone a vivir en su bendicin. Ahora osinvito a rezar a la Sagrada Familia de Nazaret: Jess, Jos y

    Mara. Rezar para que la familia recorra este camino depreparacin; a rezar por los novios. Recemos todos juntosa la Virgen, un Avemara por todos los novios, para quepuedan comprender la belleza de este camino hacia elMatrimonio. [Ave Mara]. Y a los novios que estn en laplaza: Feliz camino de noviazgo!.

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    FAMILIA Y POBREZA

    Audiencia general3 de junio de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!Estos ltimos mircoles hemos reflexionado sobre la

    familia y seguimos adelante con este tema: reflexionarsobre la familia. Y desde hoy nuestras catequesis se abren,con la reflexin, a la consideracin de la vulnerabilidad dela familia, en las condiciones de la vida que la ponen aprueba. La familia tiene muchos problemas que la ponen aprueba.

    Una de estas pruebas es la pobreza. Pensemos en lasnumerosas familias que viven en las periferias de lasgrandes ciudades, pero tambin en las zonas rurales

    Cunta miseria, cunta degradacin! Y luego, para agravarla situacin, en algunos lugares llega tambin la guerra. Laguerra es siempre algo terrible. Adems, la guerra golpeaespecialmente a las poblaciones civiles, a las familias.Ciertamente la guerra es la madre de todas las pobrezas,la guerra empobrece a la familia, es una gran saqueadorade vidas, de almas, y de los afectos ms sagrados y msqueridos.

    A pesar de esto, hay muchas familias pobres quebuscan vivir con dignidad su vida diaria, a menudoconfiando abiertamente en la bendicin de Dios. Estaleccin, sin embargo, no debe justificar nuestraindiferencia, sino aumentar nuestra vergenza por elhecho de que exista tanta pobreza. Es casi un milagro que,en medio de la pobreza, la familia siga formndose, e

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    incluso siga conservando como puede la especialhumanidad de sus relaciones. El hecho irrita a los

    planificadores del bienestar que consideran los afectos, lageneracin, los vnculos familiares, como una variablesecundaria de la calidad de vida. No entienden nada! Encambio, nosotros deberamos arrodillarnos ante estasfamilias, que son una autntica escuela de humanidad quesalva las sociedades de la barbarie.

    Qu nos queda, en efecto, si cedemos al secuestro delCsar y de Mammn, de la violencia y del dinero, yrenunciamos tambin a los afectos familiares? Una nuevatica civil llegar slo cuando los responsables de la vidapblica reorganicen el vnculo social a partir de la lucha enperversa espiral entre familia y pobreza, que nos conduceal abismo.

    La economa actual a menudo se ha especializado engozar del bienestar individual, pero practica ampliamente

    la explotacin de los vnculos familiares. Esto es unacontradiccin grave. El inmenso trabajo de la familianaturalmente no est, sin duda, cotizado en los balances.En efecto, la economa y la poltica son avaras en materiade reconocimiento al respecto. Sin embargo, la formacininterior de la persona y la circulacin social de los afectostienen precisamente all su propio fundamento. Si loquitas, todo se viene abajo.

    No es slo cuestin de pan. Hablamos de trabajo,hablamos de instruccin, hablamos de salud. Esimportante entender bien esto. Quedamos siempre muyconmovidos cuando vemos imgenes de nios desnutridosy enfermos que nos muestran en muchas partes delmundo. Al mismo tiempo, nos conmueve tambin muchola mirada resplandeciente de muchos nios, privados de

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    todo, que estn en escuelas carentes de todo, cuandomuestran con orgullo su lpiz y su cuaderno. Y cmo

    miran con amor a su maestro o a su maestra! Ciertamentelos nios saben que el hombre no vive slo de pan.Tambin del afecto familiar. Cuando hay miseria los niossufren, porque ellos quieren el amor, los vnculosfamiliares.

    Nosotros cristianos deberamos estar cada vez mscerca de las familias que la pobreza pone a prueba. Peropensad, todos vosotros conocis a alguien: pap sintrabajo, mam sin trabajo y la familia sufre, lasrelaciones se debilitan. Es feo esto. En efecto, la miseriasocial golpea a la familia y en algunas ocasiones ladestruye. La falta o la prdida del trabajo, o su granprecariedad, inciden con fuerza en la vida familiar,poniendo a dura prueba las relaciones. Las condiciones devida en los barrios con mayores dificultades, con

    problemas habitacionales y de transporte, as como lareduccin de los servicios sociales, sanitarios y escolares,causan ulteriores dificultades. A estos factores materialesse suma el dao causado a la familia por pseudo-modelos,difundidos por los medios de comunicacin social basadosen el consumismo y el culto de la apariencia, queinfluencian a las clases sociales ms pobres e incrementanla disgregacin de los vnculos familiares. Cuidar a las

    familias, cuidar el afecto, cuando la miseria pone a pruebaa la familia.

    La Iglesia es madre, y no debe olvidar este drama desus hijos. Tambin ella debe ser pobre, para llegar a serfecunda y responder a tanta miseria. Una Iglesia pobre esuna Iglesia que practica una sencillez voluntaria en lapropia vida en sus mismas instituciones, en el estilo de

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    vida de sus miembros para derrumbar todo muro deseparacin, sobre todo de los pobres. Es necesaria la

    oracin y la accin. Oremos intensamente al Seor, quenos sacuda, para hacer de nuestras familias cristianasprotagonistas de esta revolucin de la projimidad familiar,que ahora es tan necesaria. De ella, de esta projimidadfamiliar, desde el inicio, se fue construyendo la Iglesia. Yno olvidemos que el juicio de los necesitados, los pequeosy los pobres anticipa el juicio de Dios (Mt 25, 31-46). Noolvidemos esto y hagamos todo lo que podamos paraayudar a las familias y seguir adelante en la prueba de lapobreza y de la miseria que golpea los afectos, los vnculosfamiliares. Quisiera leer otra vez el texto de la Biblia quehemos escuchado al inicio; y cada uno de nosotros pienseen las familias que son probadas por la miseria y lapobreza, la Biblia dice as: Hijo, no prives al pobre delsustento, ni seas insensible a los ojos suplicantes. No

    hagas sufrir al hambriento, ni exasperes al que vive en sumiseria. No perturbes un corazn exasperado, ni retrasesla ayuda al indigente. No rechaces la splica del atribulado,ni vuelvas la espalda al pobre. No apartes los ojos delnecesitado, ni les des ocasin de maldecirte (Eclo4, 1-5).Porque esto ser lo que har el Seor lo dice en elEvangelio si nosotros hacemos estas cosas.

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    FAMILIA Y ENFERMEDAD

    Audiencia general10 de junio de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!Continuamos con las catequesis sobre la familia, y en

    esta catequesis quisiera tratar un aspecto muy comn en lavida de nuestras familias: la enfermedad. Es unaexperiencia de nuestra fragilidad, que vivimosgeneralmente en familia, desde nios, y luego sobre todocomo ancianos, cuando llegan los achaques. En el mbitode los vnculos familiares, la enfermedad de las personasque queremos se sufre con un plus de sufrimiento y deangustia. Es el amor el que nos hace sentir ese plus. Paraun padre y una madre, muchas veces es ms difcil

    soportar el mal de un hijo, de una hija, que el propio. Lafamilia, podemos decir, ha sido siempre el hospital mscercano. An hoy, en muchas partes del mundo, el hospitales un privilegio para pocos, y a menudo est distante. Sonla mam, el pap, los hermanos, las hermanas, las abuelasquienes garantizan las atenciones y ayudan a sanar.

    En los Evangelios, muchas pginas relatan losencuentros de Jess con los enfermos y su compromiso

    por curarlos. l se presenta pblicamente como alguienque lucha contra la enfermedad y que vino para sanar alhombre de todo mal: el mal del espritu y el mal delcuerpo. Es de verdad conmovedora la escena evanglica ala que acaba de hacer referencia el Evangelio de sanMarcos. Dice as: Al anochecer, cuando se puso el sol, lellevaron todos los enfermos y endemoniados (1, 32). Si

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    pienso en las grandes ciudades contemporneas, mepregunto dnde estn las puertas ante las cuales llevar a

    los enfermos para que sean curados. Jess nunca se neg acurarlos. Nunca sigui de largo, nunca gir la cara haciaotro lado. Y cuando un padre o una madre, o inclusosencillamente personas amigas le llevaban un enfermopara que lo tocase y lo curase, no se entretena con otrascosas; la curacin estaba antes que la ley, incluso una tansagrada como el descanso del sbado (cf. Mc 3, 1-6). Losdoctores de la ley regaaban a Jess porque curaba el dasbado, haca el bien en sbado. Pero el amor de Jess eradar la salud, hacer el bien: y esto va siempre en primerlugar.

    Jess manda a los discpulos a realizar su misma obra yles da el poder de curar, o sea de acercarse a los enfermos yhacerse cargo de ellos completamente (cf. Mt 10, 1).Debemos tener bien presente en la mente lo que dijo a los

    discpulos en el episodio del ciego de nacimiento (Jn9, 1-5). Los discpulos con el ciego all delante de ellos discutan acerca de quin haba pecado, porque habanacido ciego, si l o sus padres, para provocar su ceguera.El Seor dijo claramente: ni l ni sus padres; sucedi aspara que se manifestase en l las obras de Dios. Y lo cur.He aqu la gloria de Dios. He aqu la tarea de la Iglesia.Ayudar a los enfermos, no quedarse en habladuras, ayudar

    siempre, consolar, aliviar, estar cerca de los enfermos; estaes la tarea.

    La Iglesia invita a la oracin continua por los propiosseres queridos afectados por el mal. La oracin por losenfermos no debe faltar nunca. Es ms, debemos rezar anms, tanto personalmente como en comunidad. Pensemosen el episodio evanglico de la mujer cananea (cf. Mt 15,

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    21-28). Es una mujer pagana, no es del pueblo de Israel,sino una pagana que suplica a Jess que cure a su hija.

    Jess, para poner a prueba su fe, primero respondeduramente: No puedo, primero debo pensar en las ovejasde Israel. La mujer no retrocede una mam, cuandopide ayuda para su criatura, no se rinde jams; todossabemos que las mams luchan por los hijos y responde:Tambin a los perritos, cuando los amos estn saciados,se les da algo, como si dijese: Al menos trtame como auna perrita. Entonces Jess le dijo: Mujer, qu grandees tu fe: que se cumpla lo que deseas (v. 28).

    Ante la enfermedad, incluso en la familia surgendificultades, a causa de la debilidad humana. Pero, engeneral, el tiempo de la enfermedad hace crecer la fuerzade los vnculos familiares. Y pienso cun importante eseducar a los hijos desde pequeos en la solidaridad en elmomento de la enfermedad. Una educacin que deja de

    lado la sensibilidad por la enfermedad humana, aridece elcorazn. Y hace que los jvenes estn anestesiadosrespecto al sufrimiento de los dems, incapaces deconfrontarse con el sufrimiento y vivir la experiencia dellmite. Cuntas veces vemos llegar al trabajo a un hombre,una mujer, con cara de cansancio, con una actitud cansaday al preguntarle: Qu sucede?, responde: He dormidoslo dos horas porque en casa hacemos turnos para estar

    cerca del nio, de la nia, del enfermo, del abuelo, de laabuela. Y la jornada contina con el trabajo. Estas cosasson heroicas, son la heroicidad de las familias. Esasheroicidades ocultas que se hacen con ternura y convalenta cuando en casa hay alguien enfermo.

    La debilidad y el sufrimiento de nuestros afectos msqueridos y ms sagrados, pueden ser, para nuestros hijos y

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    nuestros nietos, una escuela de vida es importanteeducar a los hijos, los nietos en la comprensin de esta

    cercana en la enfermedad en la familia y llegan a serlocuando los momentos de la enfermedad van acompaadospor la oracin y la cercana afectuosa y atenta de losfamiliares. La comunidad cristiana sabe bien que a lafamilia, en la prueba de la enfermedad, no se la puededejar sola. Y debemos decir gracias al Seor por lashermosas experiencias de fraternidad eclesial que ayudana las familias a atravesar el difcil momento del dolor y delsufrimiento. Esta cercana cristiana, de familia a familia, esun verdadero tesoro para una parroquia; un tesoro desabidura, que ayuda a las familias en los momentosdifciles y hace comprender el reino de Dios mejor quemuchos discursos. Son caricias de Dios.

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    EL DUELO EN LA FAMILIA

    Audiencia general17 de junio de 2015

    Queridos hermanos y hermanas, buenos das!En el itinerario de catequesis sobre la familia, hoy nos

    inspiramos directamente en el episodio narrado por elevangelista san Lucas, que acabamos de escuchar (cf. Lc7,11-15). Es una escena muy conmovedora, que nos muestrala compasin de Jess hacia quien sufre en este caso unaviuda que perdi a su hijo nico ; y nos muestra tambinel poder de Jess sobre la muerte.

    La muerte es una experiencia que toca a todas lasfamilias, sin excepcin. Forma parte de la vida; sinembargo, cuando toca los afectos familiares, la muerte

    nunca nos parece natural. Para los padres, vivir mstiempo que sus hijos es algo especialmente desgarrador,que contradice la naturaleza elemental de las relacionesque dan sentido a la familia misma. La prdida de un hijo ode una hija es como si se detuviese el tiempo: se abre unabismo que traga el pasado y tambin el futuro. La muerte,que se lleva al hijo pequeo o joven, es una bofetada a laspromesas, a los dones y sacrificios de amor gozosamente

    entregados a la vida que hemos trado al mundo. Muchasveces vienen a misa a Santa Marta padres con la foto de unhijo, de una hija, nio, joven, y me dicen: Se march, semarch. Y en la mirada se ve el dolor. La muerte afecta ycuando es un hijo afecta profundamente. Toda la familiaqueda como paralizada, enmudecida. Y algo similar sufretambin el nio que queda solo, por la prdida de uno de

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    los padres, o de los dos. Esa pregunta: Dnde est pap?Dnde est mam?. Est en el cielo. Por qu no

    la veo?. Esa pregunta expresa una angustia en el corazndel nio que queda solo. El vaco del abandono que se abredentro de l es mucho ms angustioso por el hecho de queno tiene ni siquiera la experiencia suficiente para dar unnombre a lo sucedido. Cundo regresa pap? Cundoregresa mam?. Qu se puede responder cuando el niosufre? As es la muerte en la familia.

    En estos casos la muerte es como un agujero negro quese abre en la vida de las familias y al cual no sabemos darexplicacin alguna. Y a veces se llega incluso a culpar aDios. Cunta gente los comprendo se enfada con Dios,blasfemia: Por qu me quit el hijo, la hija? Dios noest, Dios no existe! Por qu hizo esto?. Muchas veceshemos escuchado esto. Pero esa rabia es un poco lo queviene de un corazn con un dolor grande; la prdida de un

    hijo o de una hija, del pap o de la mam, es un gran dolor.Esto sucede continuamente en las familias. En estos casos,he dicho, la muerte es casi como un agujero. Pero lamuerte fsica tiene cmplices que son incluso peores queella, y que se llaman odio, envidia, soberbia, avaricia; endefinitiva, el pecado del mundo que trabaja para la muertey la hace an ms dolorosa e injusta. Los afectos familiaresse presentan como las vctimas predestinadas e inermes de

    estos poderes auxiliares de la muerte, que acompaan lahistoria del hombre. Pensemos en la absurda normalidadcon la cual, en ciertos momentos y en ciertos lugares, loshechos que aaden horror a la muerte son provocados porel odio y la indiferencia de otros seres humanos. Que elSeor nos libre de acostumbrarnos a esto.

    En el pueblo de Dios, con la gracia de su compasin

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    donada en Jess, muchas familias demuestran con loshechos que la muerte no tiene la ltima palabra: esto es un

    autntico acto de fe. Todas las veces que la familia en elluto incluso terrible encuentra la fuerza de custodiar lafe y el amor que nos unen a quienes amamos, la fe impidea la muerte, ya ahora, llevarse todo. La oscuridad de lamuerte se debe afrontar con un trabajo de amor msintenso. Dios mo, ilumina mi oscuridad, es lainvocacin de la liturgia de la tarde. En la luz de laResurreccin del Seor, que no abandona a ninguno de losque el Padre le ha confiado, nosotros podemos quitar a lamuerte su aguijn, como deca el apstol Pablo (1 Cor15, 55); podemos impedir que envenene nuestra vida, quehaga vanos nuestros afectos, que nos haga caer en el vacoms oscuro.

    En esta fe, podemos consolarnos unos a otros, sabiendoque el Seor venci la muerte una vez para siempre.

    Nuestros seres queridos no han desaparecido en laoscuridad de la nada: la esperanza nos asegura que ellosestn en las manos buenas y fuertes de Dios. El amor esms fuerte que la muerte. Por eso el camino es hacercrecer el amor, hacerlo ms slido, y el amor noscustodiar hasta el da en que cada lgrima ser enjugada,cuando ya no habr muerte, ni duelo, ni llanto, ni dolor(Ap 21, 4). Si nos dejamos sostener por esta fe, la

    experiencia del luto puede generar una solidaridad de losvnculos familiares ms fuerte, una nueva apertura aldolor de las dems familias, una nueva fraternidad con lasfamilias que nacen y renacen en la esperanza. Nacer yrenacer en la esperanza, esto nos da la fe. Pero quisieradestacar la ltima frase del Evangelio que hemosescuchado hoy (cf.Lc7, 11-15). Despus que Jess vuelve a

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    dar la vida a ese joven, hijo de la mam viuda, dice elEvangelio: Jess se lo entreg a su madre. Esta es

    nuestra esperanza! Todos nuestros seres queridos que yase marcharon, el Seor nos los devolver y nosencontraremos con ellos. Esta esperanza no defrauda.Recordemos bien este gesto de Jess: Jess se lo entrega su madre, as har el Seor con todos nuestros seresqueridos en la familia.

    Esta fe nos protege de la visin nihilista de la muerte,como tambin de las falsas consolaciones del mundo, detal modo que la verdad cristiana no corra el peligro demezclarse con mitologas de varios tipos, cediendo a losritos de la supersticin, antigua o moderna (cf.Benedicto XVI,ngelusdel 2 de noviembre de 2008). Hoyes necesario que los pastores y todos los cristianosexpresen de modo ms concreto el sentido de la fe respectoa la experiencia familiar del luto. No se debe negar el

    derecho al llanto tenemos que llorar en el luto ,tambin Jess se ech a llorar y se conmovi en suespritu por el grave luto de una familia que amaba (Jn11, 33-37). Podemos ms bien recurrir al testimoniosencillo y fuerte de tantas familias que supieron percibir,en el dursimo paso de la muerte, tambin el seguro pasodel Seor, crucificado y resucitado, con su irrevocablepromesa de resurreccin de los muertos. El trabajo del

    amor de Dios es ms fuerte que el trabajo de la muerte. Esde ese amor, es precisamente de ese amor, del cualdebemos hacernos cmplices activos, con nuestra fe. Yrecordemos el gesto de Jess: Jess se lo entreg a sumadre, as har con todos nuestros seres queridos y connosotros cuando nos encontremos, cuando la muerte serdefinitivamente derrotada en nosotros. La cruz de Jess

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    derrota la muerte. Jess nos devolver a todos la familia.

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    LAS HERIDAS DE LA FAMILIA

    Audiencia general24 de junio de 2015

    Queridos hermanos y hermanas buenos das!En las ltimas catequesis hemos hablado de la familia

    que vive las fragilidades de la condicin humana, lapobreza, la enfermedad, la muerte. Hoy sin embargo,reflexionamos sobre las heridas que se abren precisamenteen el seno de la convivencia familiar. Es decir, cuando en lafamilia misma nos hacemos mal. Es la cosa ms fea!

    Sabemos bien que en ninguna historia familiar faltanlos momentos donde la intimidad de los afectos msqueridos es ofendida por el comportamiento de susmiembros. Palabras y acciones (y omisiones) que, en vez

    de expresar amor, lo apartan o, an peor, lo mortifican.Cuando estas heridas, que son an remediables sedescuidan, se agravan: se transforman en prepotencia,hostilidad y desprecio. Y en ese momento puedenconvertirse en laceraciones profundas, que dividen almarido y la mujer, e inducen a buscar en otra partecomprensin, apoyo y consolacin. Pero a menudo estosapoyos no piensan en el bien de la familia.

    El vaciamiento del amor conyugal difunderesentimiento en las relaciones. Y con frecuencia ladisgregacin cae sobre los hijos.

    Aqu estn los hijos. Quisiera detenerme un poco eneste punto. A pesar de nuestra sensibilidad aparentementeevolucionada, y todos nuestros refinados anlisispsicolgicos, me pregunto si no nos hemos anestesiado

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    tambin respecto a las heridas del alma de los nios.Cuanto ms se busca compensar con regalos y chucheras,

    ms se pierde el sentido de las heridas ms dolorosas yprofundas del alma. Hablamos mucho de disturbios en elcomportamiento, de salud psquica, de bienestar del nio,de ansiedad de los padres y los hijos Pero sabemosigualmente qu es una herida del alma? Sentimos el pesode la montaa que aplasta el alma de un nio, en lasfamilias donde se trata mal y se hace el mal, hasta romperel vnculo de la fidelidad conyugal? Cunto cuenta ennuestras decisiones decisiones equivocadas, porejemplo el peso que se puede causar en el alma de losnios? Cuando los adultos pierden la cabeza, cuando cadauno piensa slo en s mismo, cuando pap y mam sehacen mal, el alma de los nios sufre mucho, experimentaun sentido de desesperacin. Y son heridas que dejanmarca para toda la vida.

    En la familia, todo est unido entre s: cuando su almaest herida en algn punto, la infeccin contagia a todos. Ycuando un hombre y una mujer, que se comprometieron aser una sola carne y a formar una familia, piensan demanera obsesiva en sus exigencias de libertad ygratificacin, esta distorsin mella profundamente en elcorazn y la vida de los hijos. Muchas veces los nios seesconden para llorar solos Tenemos que entender esto

    bien. Marido y mujer son una sola carne. Pero suscriaturas son carne de su carne. Si pensamos en la durezacon la que Jess advierte a los adultos a no escandalizar alos pequeos hemos escuchado el pasaje del Evangelio (cf. Mt 18, 6), podemos comprender mejor tambin supalabra sobre la gran responsabilidad de custodiar elvnculo conyugal que da inicio a la familia humana (cf. Mt

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    19, 6-9). Cuando el hombre y la mujer se convirtieron enuna sola carne, todas las heridas y todos los abandonos del

    pap y de la mam inciden en la carne viva de los hijos.Por otra parte, es verdad que hay casos donde la

    separacin es inevitable. A veces puede llegar a ser inclusomoralmente necesaria, cuando precisamente se trata desustraer al cnyuge ms dbil, o a los hijos pequeos, delas heridas ms graves causadas por la prepotencia y laviolencia, el desaliento y la explotacin, la ajenidad y laindiferencia.

    No faltan, gracias a Dios, los que, apoyados en la fe y enel amor por los hijos, dan testimonio de su fidelidad a unvnculo en el que han credo, aunque parezca imposiblehacerlo revivir. No todos los separados, sin embargo,sienten esta vocacin. No todos reconocen, en la soledad,una llamada que el Seor les dirige. A nuestro alrededorencontramos diversas familias en situaciones as llamadas

    irregulares a m no me gusta esta palabra y nosplanteamos muchos interrogantes. Cmo ayudarlas?Cmo acompaarlas? Cmo acompaarlas para que losnios no se conviertan en rehenes del pap o la mam?

    Pidamos al Seor una fe grande, para mirar la realidadcon la mirada de Dios; y una gran caridad, para acercarnosa las personas con su corazn misericordioso.

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    Textos tomados de www.vatican.va

    Libreria Editrice Vaticana

    Foto de cubierta

    Jornada Mundial da Juventude (JMJ Rio 2013), Despedida Papa Francisco -Base Area do Galeo. Foto: Ronaldo Correa

    Oficina de Informacin

    del Opus Dei, 2015

    www.opusdei.org

    mailto:?subject=http://multimedia.opusdei.org/epub/es/papa-francisco-familia-2.pdfhttp://www.opusdei.org/http://www.opusdei.org/mailto:?subject=http://multimedia.opusdei.org/epub/es/papa-francisco-familia-2.pdf