palimpsestos. isbn 978-987-1907-26-7

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  • Palimpsestos: Escrituras y Reescrituras de las Culturas Antigua y Medieval / brego, M. Beatriz... [et.al.] edicin literaria a cargo de Coronado-Schwindt, Gisela... [et. al.] - 1a ed. - Baha Blanca: Editorial de la Universidad Nacional del Sur. Ediuns, 2013. E-book. ISBN 978-987-1907-26-7 1. Estudios Culturales. I. brego, M. Beatriz II. Coronado Schwindt, Gisela, ed. lit. CDD 306

    Fecha de catalogacin: 27/02/2013

    Editorial de la

    Universidad Nacional del Sur www.ediuns.uns.edu.ar

    [email protected]

    Red de Editoriales de

    Universidades Nacionales

    Centro de Estudios e Investigaciones de las Culturas Antigua y Medieval

    www.ceicam.uns.edu.ar [email protected]

    Centro de Estudios de Filologa Clsica Antigua y Medieval

    www.cefcam.uns.edu.ar [email protected]

    No se permite la reproduccin parcial o total, el alquiler, la transmisin o la transformacin de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrnico o mecnico, mediante fotocopias, digitalizacin u otros mtodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infraccin est penada por las leyes 11.723 y 25.446. Diseo de tapa: Gabriela Marrn Diagramacin interior: Gabriela Marrn LIBRO UNIVERSITARIO ARGENTINO Queda hecho el depsito que establece la ley 11.723 2013 Ediuns

  • Comisin de Referato

    Dra. Lidia Amor (Universidad de Buenos Aires / CONICET)

    Dra. Patricia Britos (Universidad Nacional de Mar del Plata)

    Dra. Mara del Carmen Cabrero (Universidad Nacional del Sur)

    Dr. Manuel Comesaa (Universidad Nacional de Mar del Plata)

    Dr. Rubn Florio (Universidad Nacional del Sur)

    Dra. Lidia Gambon (Universidad Nacional del Sur)

    Dra. Viviana Gastaldi (Universidad Nacional del Sur)

    Dra. Mara Luisa La Fico Guzzo (Universidad Nacional del Sur)

    Dra. Gabriela Marrn (Universidad Nacional del Sur / CONICET)

    Dra. Andrea Vanina (CONICET)

    Dr. Gerardo Rodrguez (Universidad Nacional de Mar del Plata / CONICET)

  • Prlogo Palimpsestos: Escrituras y Reescrituras de las Culturas Antigua y Medieval

    En Los conjurados (1985), Jorge Luis Borges incluye el poema 1982: Un cmulo de polvo se ha formado en el fondo del anaquel, detrs de la fila de libros. Mis ojos no lo ven. Es una telaraa para mi tacto. Es una parte nfima de la trama que llamamos la historia universal o el proceso csmico. Es parte de la trama que abarca estrellas, agonas, migraciones, navegaciones, lunas, lucirnagas, vigilias, naipes, yunques, Cartago y Shakespeare. Tambin son parte de la trama esta pgina, que no acaba de ser un poema, y el sueo que soaste en el alba y que ya has olvidado. Hay un fin en la trama? Schopenhauer la crea tan insensata como las caras o los leones que vemos en la configuracin de una nube. Hay un fin de la trama? Ese fin no puede ser tico, ya que la tica es una ilusin de los hombres, no de las inescrutables divinidades. Tal vez el cmulo de polvo no sea menos til para la trama que las naves que cargan un imperio o que la fragancia del nardo.

    En estos versos, J. L. Borges juega con la infinitud de la creacin y la finitud de lo creado, con las memorias y los olvidos, con las preguntas circulares- sobre el origen y el significado de las cosas, que puede ser verdadero aunque tambin falso.

    El escritor borgeano Umberto Eco, recrea este tis conformado por la realidad y la ilusin en Baudolino (2001), en especial cuando Nicetas Coniates escucha, atnito, en la corte constantinopolitana el relato de Baudolino:

    Yo estaba ya en Ratisbona, en un claustro tranquilo, encomendado a los cuidados del obispo Otn, y en aquella paz tena hojas y hojas que hojear Aprenda. Vers entre otras cosas que el pergamino est raspado malamente, y todava se divisan parte del texto que estaba debajo. Yo era un buen bribn, se lo escamote a mis maestros, me pas dos noches repasando lo que crea antiguas escrituras para tener espacio a mi disposicin. Los das siguientes el obispo Otn se desesperaba porque no encontraba la primera versin de su Chronica sive Historia de duabus civitatibus, que llevaba escribiendo ms de diez aos y acusaba al pobre Rahewin de haberla perdido en algn viaje. Al cabo de dos aos se convencin de volverla a escribir; yo le haca de escribano, y nunca os confesarle que la primera versin de su Chronica la haba raspado yo. Como ves, hay una justicia, porque al final tambin yo he perdido la ma, mi crnica, slo que yo no encuentro el valor para volverla a escribir. Pero yo s que, al volverla a escribir, Otn estaba cambiando algunas cosas.

  • Un palimpsesto eficaz, que permita a Baudolino aprender a escribir, narrando su historia a la vez que posibilitaba a Otn reescribir su historia, de acuerdo a circunstancias fortuitas, intereses en juego, recuerdos arrancados del olvido.

    Los autores que participaron de las dos ediciones (2010 y 2012) de las Jornadas Internacionales de Estudios Clsicos y Medievales Palimpsestos, promovidas por el Centro de Estudios de Filologa Clsica Antigua y Medieval y el Centro de Estudios e Investigaciones de las Culturas Antigua y Medieval, ambos dependientes del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur, ofrecen sus propios palimpsestos, tratando de encontrar sentidos, posibilidades, caminos abiertos en sus propios recorridos intelectuales que juegan con la ambigedad del ocultamiento y el desvelo, la verdad y la ficcin, la memoria y el olvido.

    De los trabajos presentados en ambas oportunidades se ofrece usa seleccin de treinta y siete de ellos, resultante de la decisin de los autores y del posterior proceso de referato. A todos ellos, autores y evaluadores, queremos darles las gracias por la participacin, el compromiso y la paciencia puesta de manifiesto en la espera de la edicin definitiva de este libro.

    El Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur propici las Jornadas, otorgndonos subsidios y los espacios y tiempos necesarios para la concrecin de las mismas. En este mismo sentido, resultaron de gran ayuda la colaboracin brindada por el Centro Michels de Estudios de la Tradicin Clsica y la Sociedad Argentina de Estudios Medievales.

    El agradecimiento final para dos trabajadoras incansables, Gisela Coronado-Schwindt y Gabriela Marrn. Sin ellas, las Jornadas y este libro seran impensables.

    Gerardo Rodrguez

  • ndice

    BREGO, MARA BEATRIZ Marginacin y territorio. Las figuras de Aspasia, en el Menxeno platnico, y Creusa, en el Ion de Eurpides pg.011 ANDR DE UBACH, CARMEN DEL PILAR El discurso cultural del refranero castellano como palimpsesto del discurso literario de los siglos XIV y XV pg.019 BALESTRINI, MARA CRISTINA Si quieres saber la verdad sobre esto, debes or algunas antiguas historias: discurso proftico y juegos con la verdad en Troilo y Criseida pg.027 BURGHINI, JULIA Doctrinas gramaticales transmitidas en el ars de barbarismis et metaplasmis de Consencio (s.V) pg.035 CARB, LAURA & PREZ, CLAUDIA El origen de la intervencin de terceros facilitadores (Castilla, siglos XIV y XV) pg.045 CARRERAS, ELVIO Amistad y dilogo en San Agustn pg.055 CASTRO, DOLORES Secundum voluntatem Dei: Isidoro de Sevilla y la recepcin de las Sententiae en el concilio de Pars (829) pg.063 CORONADO-SCHWINDT, GISELA Jan: ciudad real e imaginaria a travs de la Crnica de los Hechos del Condestable Don Miguel Lucas de Iranzo (siglo XV) pg.071 DANGELO, IRENE Una cuestin de principios: La ficcin mentirosa de las Narrativas Verdaderas de Luciano de Samsata pg.079 DEVIA, CECILIA Galicia post irmandia: de la comunidad sublevada al control de los Reyes Catlicos pg.085

  • DISALVO, SANTIAGO Los cantos marianos del Cdice de Las Huelgas de Burgos: tradicin e innovacin en la lrica monacal hispnica. pg.095 DOMNGUEZ, MARTA El libro de arena de Jorge L. Borges: reescrituras pg.105 DOMNGUEZ, MARTA El dragn: un smbolo de la literatura fantstica. A propsito de El libro de los seres imaginarios de J. L. Borges y M. Guerrero pg.117 FORCINITI, MARTN Fenomenologa de la ilusin: el caso del phntasma sofstico pg.125 GMEZ, S. M. VIVIANA De frica a Europa: arco, poder y simbolismo de las acciones del hroe en la antigedad oriental y clsica pg.133 GONZO, LUIS NGEL Lecturas en torno a La chanson de Roland y Gaston Paris pg.143 JARQUE, NICOLS Ac no hay gorgonas ni arpas ni centauros. Marcial y la mitologa pg.149 LAHAM COHEN, RODRIGO Revisitando la conversin de los judos de Clermont en 576 d.C. pg.155 LASTRA SHERIDAN, JULIO CSAR Los de Juan el Limosnero segn Leoncio de Nepolis pg.167 MARRN, GABRIELA Existe la literatura latina? pg.175 MONTEMURRO, MARA LAURA Patrimonio medieval en las colecciones pblicas de Buenos Aires: el caso de una Virgen con Nio en el museo de Arte Espaol Enrique Larreta pg.183 MONTI, GABRIELA La lectura como ejercicio fsico pg.191 MORALES, LAURA La tcnica como campo pico? Tradicin y presente, literatura y filosofa pg.197 MORIN, ALEJANDRO No hay peste ms eficaz: los pecadores ocultos segn el comentario de Guido de Baysio al c. Nolite del Decreto de Graciano pg.205

  • NASIF, MNICA Variaciones de un motivo caballeresco: Gandals y sus continuadores pg.213 NEYRA, ANDREA Los animales y la penitencia: responsabilidad y reparacin frente al pecado pg.221 NEYRA, ANDREA La Vita Burchardi: la construccin de un relato sobre el obispo Burchard y su ciudad pg.237 OBRIST, KATIA Tragedia y k. Relaciones entre el mbito domstico y la subjetividad femenina en Traquinias pg.245 ORSANIC, LUCA Si es homo... Sobre el problema del bautismo de monstruos en los manuales para prrocos y los tratados de embriologa sagrada pg.255 PANATERI, DANIEL La tortura judicial en las Siete Partidas de Alfonso X, el Sabio (un anlisis sobre el prlogo al trigsimo ttulo) pg.267 PANATERI, DANIEL La verdad como objeto en disputa. Produccin historiogrfica y legislativa alfons como paradigmas de la construccin textual de la objetividad, procedimientos y alcances pg.277 RODONI, ALEJANDRA El himno a Demter de Calmaco: ritual y tradicin hmnica pg.285 RODRGUEZ, GERARDO Cmo se construye la historia carolingia? Historia(s) y tradiciones(s) en la primera mitad del siglo noveno pg.295 SABATTINI, LUCIANO Los ojos de Odiseo, segn el Prlogo del yax de Sfocles pg.305 SANCHEZ, AYELN & BELLIDO ARIAS, ANDRS Funes, qu Funes?, el memorioso. Un anlisis de la subjetividad del personaje de Borges, a partir de conceptos nietzscheanos pg.315 SANTARELLI, LUCA & STARNONE, AGUSTINA La vejez femenina en las Odas horacianas pg.321 SAREZ, MARCELA & SNCHEZ, LUIS A. El silencioso inventario de la Biblioteca del Antiguo Colegio de Santa Catalina de la Compaa de Jess de Crdoba. Estudio bibliogrfico del Fondo filosfico pg.329

  • CORONADO-SCHWINDT, GASTALDI, MARRN & RODRGUEZ (EDS.) Palimpsestos: Escrituras y reescrituras de las culturas Antigua y Medieval

    Baha Blanca, EdiUNS, 2013, pp. 11-17 ISBN: 978-987-1907-26-7

    Marginacin y territorio. Las figuras de Aspasia, en el Menxeno platnico, y Creusa, en el Ion de Eurpides

    brego, Mara Beatriz Universidad Nacional del Sur

    [email protected]

    I. Introduccin

    La ley de Pericles, de los aos 451/450, estipula que slo se considerarn ciudadanos atenienses a los nacidos de padre y madre ateniense. Para algunos investigadores, la finalidad de Pericles fue detener el aumento de casamientos entre atenienses y mujeres metecas que se haba producido a causa de una gran inmigracin, despus de las guerras persas (Stewart, 1995: 588)1, aunque Aristteles da como razones de la norma el gran nmero de ciudadanos (Arist. Ath. 26, 4). Segn esta ley la mujer es generadora de identidad cvica, sin embargo, el ejercicio efectivo de la ciudadana, en Atenas, corresponde nicamente a los varones, que monopolizan la posesin de la tierra, el voto, el poder de heredar, de ocupar cargos pblicos, y de hablar en la Asamblea2. En trminos mitolgicos, esta restriccin (Rosivach, 1987: 303) se vio reflejada en el mito de la autoctona que considera que todos los atenienses son hijos de una sola madre, que es la tierra, pero al fijar este lazo se despoja a las mujeres de su funcin reproductora, ya que los atenienses, en masa, son descendientes de Erictonio3, primer nacido de la tierra de Atenas.

    Pocos aos despus de instaurada la ley, Pericles se enamora de la extranjera Aspasia de Mileto, con la que tuvo un hijo y con quien convivi hasta su muerte. Cuando sus dos hijos legtimos (fruto de un matrimonio anterior) mueren a causa de la peste, el estratega, en el ao 429, rog que se le proporcionara a su hijo ilegtimo

    1 El autor indica, adems, que la prdida de 8000 atenienses, hacia el ao 454, los que defendiendo Egipto sucumbieron frente a los persas, fue otro motivo que se sum a la iniciativa de Pericles. 2 Sobre este tema, cf. Goldhill, 1994: 59. 3 En otras ocasiones se utiliza el nombre de Erecteo, cf. Loraux, 1981b: 28-29. Para la discusin de la poca en que esta creencia se genera, cf. Rosivach, 1987: 297, y la opinin de Shapiro, 1998: 130-133.

  • 12 brego, Mara Beatriz

    la ciudadana (Plu. Per. 37)4. Como una irona del destino, Pericles tuvo que lidiar con su propia ley.

    Nuestro anlisis se centra en las figuras de dos mujeres, una histrica y otra legendaria, que se vinculan de manera controvertida con la ley de Pericles y la autoctona. Aspasia, por un lado, con su doble condicin de extranjera y mujer, marginada por la norma de su esposo que desvaloriza su matrimonio y no otorga legitimidad a su hijo, jams podra haber sido reconocida por su actividad en la plis. Sin embargo, Platn, en Menxeno, desafiando las convenciones, atribuye a Aspasia la composicin de discursos fnebres. Por otro lado, Creusa, en el Ion de Eurpides, encarna a la nica descendiente de los autctonos erecteidas capaz de otorgar legitimidad a su oikos. Mientras el mito acenta el carcter masculino, Eurpides, en su obra, centra la continuidad de los autctonos en un personaje femenino. Y esto se intensifica porque, como seala Loraux (1981b: 223), la casa de Creusa, en la obra, se confunde con la ciudad5.

    Examinaremos inicialmente, dentro de los lmites de esta presentacin, el tratamiento de la figura de Aspasia en el Menxeno de Platn. Esta obra, cuya fecha de redaccin se ubica entre el 387/386 debido a que se menciona la paz de Antlcidas (244b-245c)6 firmada en el ao 387 (Clavaud, 2010: 158-161), es cronolgicamente posterior al Ion de Eurpides7. Proponemos abordar el texto platnico en primer lugar y luego retomar la tragedia euripidea, si bien es anterior, con el objeto de reconocer aspectos significativos y poderosamente conflictivos de la autoctona que no estn reflejados en el tratamiento platnico y s se manifiestan en la tragedia. Pensamos que la seleccin de Platn est enfocada en el valor tico polticos de los relatos.

    II. Aspasia y el discurso fnebre del Menxeno

    Un fragmento de Demcrito (DK 68 B 274) indica que hablar poco es un adorno de la mujer, repitiendo, parcialmente, una frase proverbial ms terminante que recomienda el silencio como ornato femenino (S. Aj. 293, E. Heracl. 476). Institucionalmente o pblicamente la palabra no corresponde a las mujeres, no obstante, Platn, en Menxeno, adjudica a Aspasia la capacidad de elaborar epitafios; Scrates expresa all, que es capaz de hablar en la circunstancia pblica de las ceremonias fnebres porque ha tenido por maestra a una mujer muy experta en la retrica, que precisamente ha formado a muchos otros excelentes oradores y a uno en particular que sobresale entre los de Grecia, Pericles, hijo de Jantipo (235e)8.

    A diferencia de las mujeres atenienses, Aspasia de Mileto haba recibido educacin y se distingua, si seguimos el dato de Platn, en los mbitos de la retrica y la oratoria. Cheryl Glenn (1994: 186) seala que, a expensas de su reputacin y respetabilidad, desafi los lmites impuestos a las mujeres, y pudo incursionar en la 4 El hijo de Pericles y Aspasia obtuvo la ciudadana, pues como se lee en este pasaje fue uno de los generales condenados a muerte por su desempeo en la batalla de las Arginusas. 5 Esta autora indica la equivalencia de domoi y polis en los versos 1056-1060 de la tragedia. 6 Uno de los anacronismos de la obra consiste en hacer hablar a Aspasia y a Scrates de acontecimientos que sucedieron despus de su muerte, cf. Kahn, 1963: 220-222. 7 Los investigadores sitan esta tragedia en la etapa tarda de la produccin de Eurpides, Zacharia (2003: 3-4) la ubica puntualmente en el ao 412.. 8 Incluso Pericles, en su discurso fnebre, cuando aconseja a las mujeres no dar que hablar, ni para bien ni para mal, est indicando algo similar al silencio, cf. Th. 2,45,2.

  • Marginacin y territorio 13

    oratoria poltica, que era un terreno masculino. Los poetas cmicos han sido portavoces de crticas descalificadoras de la figura de Aspasia. En el caso de Aristfanes, que la trata de prostituta (Ach. 524-530)9, las acusaciones se vinculan con un ataque directo a la poltica de Pericles10.

    Scrates, en Menxeno, no hace una presentacin ofensiva de su persona ni tampoco, creemos, menosprecia su arte, como interpreta, de alguna manera, Clavaud (2010: 88-92). Este autor sostiene que, dado que Platn critica la elocuencia poltica y la de aparato por ser mera adulacin, Aspasia, aqu, encarnara a ambas y por tanto cargara con el mismo juicio. Pensamos que Platn est dando testimonio de la relacin efectiva entre Scrates y Aspasia, y ello, adems, resulta funcional a la circunstancia y al tema del dilogo. Su figura explcitamente remite a la de Pericles, cuando se indica que el discurso fnebre que Scrates relatar, ella lo ha compuesto con restos del que le confeccion al estratega (236a-b). Y es este epitafio11 el que opera como trasfondo de la obra.

    Resulta paradjico que Aspasia se haga cargo de un discurso institucional que es un elogio de la ciudad de Atenas y de sus conquistas12. De una ciudad que, por ser extranjera y mujer, la margina de la posibilidad de expresarse pblicamente sobre cuestiones del estado. Estimamos que, en todo caso, Aspasia ha enseado tanto a Pericles como a Scrates un modelo a seguir y un estilo, pero los contenidos deben imputarse a sus autores, pues el de Pericles es central a su poltica imperialista y el de Platn (Scrates), una reaccin al de ste. Profundizando en topoi que aluden a lazos ancestrales y familiares, el filsofo polemiza con el discurso del estratega.

    La oracin fnebre de Platn resulta conflictiva por sus ironas, anacronismos y omisiones; algunos autores (Clavaud, 2010: 83) interpretan esto como la expresin del rechazo que Platn senta por la retrica. En Gorgias (464e-465a) la considera como un arte que manipula el discurso en vistas a la adulacin. Glenn (1994: 191) sostiene que Aspasia, como maestra, puede haber enseado sobre el potencial peligro de la retrica, pero tambin sobre su utilidad. El filsofo cristalizara, en Menxeno, una retrica filosfica procurando activar valores morales en los atenienses, ya que, como dice en Gorgias, el orador honesto har sus discursos con el pensamiento puesto siempre en que la justicia nazca en las almas de sus conciudadanos y desaparezca la injusticia en que se arraigue en ellas toda virtud y salga el vicio (Pl. Grg. 504d-e)13. l reconoce el potencial poltico de la retrica pblica, es el tipo de discurso que necesita la plis para ser orientada hacia la virtud14.

    La figura femenina de Aspasia como autora del discurso le permite a Platn, adems, intensificar las imgenes familiares que expresan el vnculo de los ciudadanos con su ciudad, confrontando con el epitafio de Pericles. Pues, aunque la autoctona es un tpico comn a las oraciones fnebres, el estratega no lo menciona,

    9 Loraux (2001:34) indica que en Atenas el ataque poltico se disimula bajo ataques sexuales. 10 Tambin fue acusada de impiedad por el poeta cmico Hermipo, cf. Plu. Per. 32. 11 El epitafio de Pericles fue recogido por Tucdides en su Historia de la guerra del Peloponeso. 12 Sobre la oracin fnebre como institucin ateniense, cf. Loraux, 1981a: 4-10. 13 Para todas las fuentes del presente trabajo se han utilizado las traducciones al castellano de la editorial Gredos. 14 Una muestra de esto, como lo indica Salkever (1993: 135), lo constituye el hecho de que mientras en el discurso de Pericles dominan los trminos de grandeza, gloria y accin, en el de Platn resaltan los de cuidado, virtud justicia y libertad, especficamente en la seccin exhortativa del epitafio, cuando invita a la ciudad a ejercer el cuidado de todos los atenienses (248d-249c).

  • 14 brego, Mara Beatriz

    quizs porque recordar el mito apunta a valorizar a los ancestros y l, en vistas de que su discurso es pronunciado en el primer ao de la guerra del Peloponeso, est ms interesado en reforzar sus aspiraciones imperiales.

    El mito de la autoctona afianza el sentimiento de posesin y de pertenencia a un territorio. En el epitafio de Menxeno, Scrates, manifiesta que los autctonos habitaban y vivan realmente en una patria, criados no como los otros por una madrastra, sino por la tierra madre en la que habitaban, y ahora, despus de muertos, yacen en los lugares familiares de la que los dio a luz (Pl. Mx. 237b-c). En este pasaje se observa que, por oposicin al otro, al extranjero, se genera el sentimiento de pertenencia; y que la imagen de la madre tierra promueve igualdad y solidaridad dentro de la comunidad. La unidad se impone a partir de la diferencia. Es central al elogio el noble origen, y los lazos de parentesco expresan la relacin entre la ciudad y el ciudadano15. Sin duda, resulta provocador que Platn sugiera a la extranjera, que sufre las consecuencias de la marginacin poltica, como la compositora del discurso.

    Platn volver a apelar al fuerte sentimiento de cohesin que incita la creencia en la autoctona en la Repblica (414d-e). Bajo otras circunstancias, propondr un mito de origen ctnico para establecer los vnculos de los ciudadanos con su estado ideal; de esta manera las generaciones posteriores pensarn en su pas como una comunidad de hermanos, y lo defendern de ataques extranjeros. Brisson estima que este tipo de mitos, son tiles en los dominios de la tica y la poltica donde constituyen, tanto para el filsofo, como para el legislador, un instrumento de persuasin que est destin modeler ou modifier de faon plus ou moins spectaculaire le comportement de lme de ceux qui lui prtent loreille (Brisson, 1982: 171). Cuando finaliza el dilogo, se califica como bello discurso (249e 4) a la oracin fnebre expuesta, porque, creemos, que se entiende como un discurso disparador o estimulador de la prctica de la virtud. Menxeno desconfa de que haya sido Aspasia su autora, entonces Scrates insiste si no me crees, acompame y la oirs hablar en persona (249d 3). Hay, en Platn, un reconocimiento de la retrica, segn los lineamientos propuestos en Gorgias. Aspasia, como maestra de retrica de Scrates, ha proporcionado conciencia de su poder persuasivo en la comunidad. Platn (Scrates) ha seguido el formato aprendido desde Aspasia pero lo completa en funcin de sus propios intereses.

    III. Creusa y la autoctona en el Ion de Eurpides

    El tratamiento del mito de la autoctona, en el Ion de Eurpides, presenta tambin aspectos polmicos en relacin con la figura femenina de Creusa. Los personajes principales son miembros de una familia real que no puede tener descendientes. El linaje es conflictivo, ya que Creusa es hija de Erecteo, sucesor de Erictonio, nacido de la tierra, nica sobreviviente de quienes han fundado Atenas. Heredera directa de la autoctona, se ha casado con un extranjero, Juto. Y en este sentido Loraux sostiene que Eurpides planea una tragedia de la autoctona, pero sin andres athnaioi; une tragdie de la citoyennet qui ne met en scne aucun citoyen, mais o les femmes incarnent la lgitimit, o les esclaves parlent por la cit 15 Esto se intensifica sobre el final del epitafio, donde se sostiene que la ciudad respecto a los muertos ocupa el lugar de heredero y de hijo; respecto a los hijos, el de padre, y respecto a los padres de stos, el de tutor, dedicando todo su cuidado en todo momento a todos (Pl. Mx. 249b-c).

  • Marginacin y territorio 15

    (Loraux, 198b1: 215). Para la ciudadana ateniense, exclusivamente masculina y autctona, tanto Juto como Creusa resultan un desafo.

    Creusa haba sido seducida o violada por Apolo del que tuvo un hijo, Ion, al que cree muerto, tras haberlo abandonado a los pies de la Acrpolis. Esta circunstancia fue silenciada por la doncella, silencio que es considerado signo de la virtud femenina16. Ion, recogido por Hermes, fue criado por la profetisa del templo de Delfos, hasta donde llegan Creusa y Juto para rogar por su descendencia. Y es all, lejos de Atenas, donde tiene lugar el reconocimiento y la resolucin de los conflictos. Aqu tambin encontramos otros elementos llamativos, pues es una tragedia que tiene que ver con las races de los atenienses y, sin embargo, transcurre en Delfos. Adems, la ley de Pericles, como hemos visto, consideraba ateniense slo al hijo de padre y madre ateniense y ac existe un hijo, que tendr dos padres (Apolo y Juto) pero slo la madre es ateniense.

    Segn la mitologa, Juto es el padre de Ion (Hdt. 7, 94). Eurpides altera esto y lo hace hijo de Apolo, trasladando la accin a Delfos. Los investigadores consideran que el propsito de este cambio es promover la unin con los pueblos jonios durante la guerra del Peloponeso17. Ahora bien, en la obra Hermes anticipa la decisin de Apolo de comunicarle a Juto, en el momento en que ste llegue al templo, que Ion es su propio hijo. Puede decirse que la autoctona resulta cuestionada, pues cuando Ion se entera de que Juto es su padre, pregunta si es hijo de la tierra y recibe como asombrosa respuesta: La tierra no pare hijos (E. Ion 542). Juto quiebra con la creencia de la que estaban orgullosos los atenienses, y pone en tela de juicio los ancestros de su propia esposa. No obstante, el joven Ion no duda sobre este aspecto, ya que cuando le comunica sus reparos para aceptar acompaarlo a Atenas, donde est su hogar, dice: Mas escucha, padre, lo que yo s: dicen que la autctona e ilustre Atenas es raza no mezclada con extranjeros. Voy a caer all aquejado de dos taras: ser hijo de extranjero y bastardo (589-593). Y, a continuacin, analiza las consecuencias que suscitara su presencia en Atenas. Eurpides hace experimentar las sensaciones del extranjero al propio descendiente de Creusa. Una de las secuelas de la extranjera, que abruma a Ion, es la de no tener libertad de palabra. Por esto expresa: Ojal mi madre sea una mujer de Atenas!... As tendr libertad para hablar. Pues si un extranjero da en una poblacin no mezclada, por ms que sea ciudadano segn la ley, tendr la boca encadenada y carecer de libertad para expresarse (670-676).18

    Eurpides, en reiteradas ocasiones, expone a su auditorio perspectivas controversiales de la autoctona, como, por ejemplo, la vinculacin con signos de primitivismo y violencia. La descripcin inicial de Hermes presenta todo el imaginario autctono. Los detalles sobre el ancestro de Creusa, Erictonio, nacido de la tierra y a quien Zeus proporcion dos serpientes como sus guardianas, y la costumbre de los Erecteidas de criar a los nios con serpientes de oro constituyen las primeras referencias al tema. Con respecto a las serpientes Mastronarde (2003: 297) 16 Para Zacharia (2003:80), la monodia de Creusa es central a la obra y a la comprensin del personaje, ya que ella libera sus emociones como una mujer vctima en un mundo dominado por hombres, que la trataron como un objeto de cambio. 17Siendo Apolo patrono de la colonizacin se explica por qu Eurpides lo hace padre de Ion y responsable de la violacin de Creusa. Foucault (2003: 285-286) considera que con estas genealogas se justifica la poltica imperialista de Atenas. 18 Sobre el tema de la parresa en Ion, cf. Foucault, 2003: 285-302.

  • 16 brego, Mara Beatriz

    afirma: Wherever snakes are mentioned in the play, they reinforce the theme of autochthonism and symbolize the earthly, primitive part of mans nature. Segn este autor, la autoctona y, sobre todo, las imgenes que se asocian a ella, como las serpientes, gigantes y monstruos mencionados o aludidos en la obra, reflejan el primitivismo terrestre en conexin con formas salvajes de existencia y presentes en la naturaleza humana. Incluso las representaciones del templo que describen, en el prodos, los sirvientes, tienen que ver con hazaas violentas que traen al mundo orden y civilizacin19. Eurpides pretende reflejar la ambigedad de la autoctona (que era motivo de orgullo para los atenienses ya que les confiere un origen noble) a travs de estas descripciones, que recuerdan su asociacin con aspectos ms lgubres. Creusa misma se vincula con esas fuerzas cuando planea la mortal venganza contra Ion, al que cree hijo de Juto. Justamente, el veneno que utilizar corresponde a una de las dos gotas de sangre de las serpientes de Gorgona, que recibi su ancestro Erictonio de Atenea y que ella ha heredado de su padre Erecteo.

    Los elementos que permiten el reconocimiento entre madre e hijo son, precisamente, una mantilla, en la que est bordada la Gorgona con sus serpientes, y, adems, las serpientes de oro que Creusa haba heredado de su padre Erecteo, y ste de Erictonio.20 Estos medios de la anagnrisis repiten el nacimiento de Erictonio el primer autctono. A travs de sus palabras, Creusa conecta a su hijo con sus ancestros, y dice: Ya no somos estriles, ya no sin hijos; mi casa se ha trocado en hogar, mi tierra ya tiene dueo. Rejuvenece Erecteo y la casa nacida de la tierra ya no tiene la mirada sombra como la noche... (1463-1466). El reconocimiento del excluido es puesto en paralelo con el renacer de Erecteo. Como nica descendiente de los Erecteidas, Creusa tiene como dote la autoctona, y su casa la casa nacida de la tierra es la ciudad, por eso es ella une femme donneuse de lgitimit, qui reconnat lenfant et lui transmet la terre et le pouvoir sur Athnes (Loraux, 1981b: 202). Lo paradjico es que la legitimidad en Atenas proviene de los varones, y Eurpides, quebrando las reglas de la ciudadana ateniense, hace de esta mujer la nica que puede otorgarla no slo a Ion sino a toda su posteridad. Pero ella sola no puede resolver la cuestin, necesita de la intervencin divina, y es Atenea, patrona de Atenas, quien, cerrando el cuadro cvico, explica todo.

    Para finalizar, queremos sealar que mientras en Platn podramos considerar una valoracin positiva de la autoctona, en tanto es una creencia que provoca cohesin en la comunidad, en el Ion de Eurpides la autoctona incluye rasgos sombros, crmenes, violacin, marginacin. Adems, la afirmacin de Juto de que la tierra no pare hijos socava la creencia misma, contrastando con la conviccin de Creusa de que su hijo da continuidad a la estirpe nacida de la tierra (1463-1466). Ambos autores han presentado el tema de la autoctona vinculado a figuras femeninas para polemizar, de alguna manera, con las representaciones cvicas establecidas y reflejar sus ambigedades. Ahora bien, dado que Ion es anterior cronolgicamente al Menxeno, que Platn no haya recuperado otros matices

    19 Tambin los tapices con los que Ion hace una tienda (1141-1145) contienen este tipo de imgenes. Con respecto a la figura de Ccrope, rey autctono mitad hombre mitad serpiente, que se representa all, dice Mastronarde (2003:305): his physical appearance and the presence of his daughters also call to mind the earthly animal nature and the spirit of rebellionwhich linger in the blood of the Atenians and of Ion himself. 20 Otro de los elementos de la anagnrisis es la rama de olivo que identifica a Atenea (1433-1435).

  • Marginacin y territorio 17

    conflictivos de la autoctona se debe, creemos, a que, como seala Brisson21, el uso de este tipo de mito para el filsofo tiene una utilidad tica y poltica, es decir debe persuadir a obrar bien a aquellos que lo escuchan y con este fin no puede admitir acciones censurables de la divinidad (Pl. R. 378a-c).

    Bibliografa

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    21 Cf. nota 14. Esta finalidad para los discursos se indica en Pl. Grg. 504d-e.

  • CORONADO-SCHWINDT, GASTALDI, MARRN & RODRGUEZ (EDS.) Palimpsestos: Escrituras y reescrituras de las culturas Antigua y Medieval

    Baha Blanca, EdiUNS, 2013, pp. 19-25 ISBN: 978-987-1907-26-7

    El discurso cultural del refranero castellano como palimpsesto del discurso literario de los siglos XIV y XV

    Andr de Ubach, Carmen del Pilar Universidad Nacional del Sur

    [email protected]

    La extendida circulacin de enunciados paremiolgicos1 en la Edad Media arraiga en la existencia de una mentalidad proverbial propia del hombre de la poca, que vertebra su pensamiento sobre esas formas tradicionales e impregna con ellas sus diversas manifestaciones culturales. Como la sociedad es mayoritariamente iletrada, la formulacin elptica de los refranes se asienta sobre la sintaxis oral y sobre esquemas generativos, que permiten conservar en la memoria colectiva lo aprendido de la experiencia vital y reglar las prcticas comunitarias (Bizzarri, 2004: 51-55, 57-58).

    El fenmeno de tradicin oral y popular ingresa en algn momento en los textos escritos dando por resultado paremias literarias, que hibridan oralidad y escritura para adaptarlas al nuevo contexto. Para cuando el Marqus de Santillana recopila el primer refranero castellano, algunos de los proverbios que l fija con una impronta potica ya han dejado su huella en algunas de las obras literarias ms salientes de los siglos XIV y XV.

    La coleccin de Refranes que dizen las viejas tras el fuego, atribuida a Iigo Lpez de Mendoa por pedido del rey Juan II2, est integrada por doce folios que renen setecientos veinticinco formas paremiolgicas ordenadas alfabticamente; 1 Empleo indistintamente los conceptos paremia y proverbio en sentido general y abarcativo; dentro de esta denominacin amplia distingo al refrn como un proverbio de tradicin oral y popular, codificado a partir de una experiencia cotidiana, bajo una formulacin sentenciosa, metafrica o ingeniosa. Sigo el marco conceptual propuesto por Ramadori (2001: 66-70). 2 Con respecto al problema de la autora, Bizzarri (1995: 63) es categrico al sostener que hoy podemos afirmar con cierta seguridad que, a pesar de las dudas que originan los cincuenta aos transcurridos desde la muerte del Marqus (1458) hasta la primera documentacin conservada de esta bella coleccin de refranes (1508), no tenemos argumentos slidos para rechazar la atribucin que encabeza cada una de las impresiones y las cuales con seguridad nos reflejan su encabezamiento en los testimonios preexistentes perdidos.

  • 20 Andr de Ubach, Carmen del Pilar

    debe ser anterior a 1458, fecha de la muerte de Santillana, pero la publicacin es del ao 1508 y procede de la imprenta sevillana Jacobo Cromberger. Se destaca porque es la ms extensa de las recopiladas en Castilla en el siglo XV, porque es la primera impresa y por la reelaboracin cortesana y artstica de las paremias que la componen (Bizzarri, 2004: 119-120).

    Pero an hay una sobreescritura ms, ya que la favorable recepcin del refranero del Marqus en el siglo XVI da lugar a varias ediciones, entre ellas una adaptacin glosada con sentido moral, impresa por Francisco Fernndez de Crdoba, en Valladolid, en 1541, en la que resulta evidente que la brecha entre el saber culto y el popular hace necesaria la explicacin del sentido y la resignificacin del pragmatismo vital de los refranes. (Bizzarri, 2001: 158).

    Este proceso de escritura y reescritura de unas mismas paremias me induce a proponer en este trabajo una lectura del refranero castellano en tanto discurso cultural, que funciona como palimpsesto del discurso literario de los siglos XIV y XV. En el siglo XV no slo Santillana compila su coleccin, sino que se publican dos obras que emplean los proverbios como materia artstica, el Arcipreste de Talavera o Corbacho de Alfonso Martnez de Toledo (Sevilla:1498) y La Celestina de Fernando de Rojas (Comedia, Burgos: 1499 Tragicomedia, Sevilla: 1502?). Se podr aducir que el inters por aquellas formas naturales del lenguaje es propio de los autores y del horizonte de expectativas3 de los destinatarios de ese perodo; por lo que, yendo atrs en el tiempo, relevar tambin los refranes recurrentes en una obra representativa del siglo XIV, el Libro de buen amor de Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (Ms. T, Toledo: 1330 Ms. S, Salamanca: 1343 Ms. G: 1389). Por ltimo, para cerrar el crculo y tener una proyeccin de la pervivencia del refranero en el siglo XVI, que es cuando se imprime la compilacin del Marqus, revisar la glosa de 1541 a los Refranes que dizen las viejas tras el fuego .4

    Si bien los refranes son expresiones estratificadas de la lengua, ya su primitiva formulacin y transmisin oral les confiere cierta movilidad y variacin, y esta impronta es acogida en el discurso literario que suele reformularlos artsticamente, por lo que resulta interesante observar el contexto, la funcin y las tcnicas de estilizacin o de insercin de las paremias en el seno de la literatura.

    La paremia que Santillana ingresa con el enunciado: Un alma sola ni canta ni llora (N 700, p. 108)5, aparece en La Celestina con una formulacin semejante: Una alma sola ni canta ni llora (A. VII, C. 2, p. 390)6. Se la emplea en la escena nocturna en casa de Aresa, cuando Celestina intenta persuadir a la joven de que acepte a Prmeno como su amante y que al mismo tiempo conserve los favores que

    3 Segn Jauss (1991: 30), para el receptor medieval la experiencia esttica no deviene del carcter particular de cada obra sino de la expectativa de intertextualidad, pues lo que proporciona placer es la percepcin de la variacin de un modelo fundamental, siempre repetida y diferente. En el caso de los proverbios, el juego se entabla a partir de un repertorio compartido, que el enunciador manipula libremente suscitando la cooperacin de un destinatario competente. 4 El presente trabajo se inserta en el marco del proyecto de investigacin Didactismo en la literatura espaola medieval: sentencias y refranes en la obra del Marqus de Santillana, dirigido por la Dra. Alicia Ramadori; dicho proyecto se desarrolla en el Centro de Estudios Medievales y Literatura Comparada del Departamento de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur y ha sido acreditado en el Programa de Incentivos por la Secretara de Ciencia y Tcnica de la UNS. 5 Cito por la edicin de Bizzarri (1995). 6 Sigo la edicin de Russell (2008); uso las abreviaturas A. para Auto y C. para Cena.

  • El discurso cultural del refranero castellano 21

    dice recibir del amigo soldado; para ello, la alcahueta argumenta a favor de la conveniencia del nmero mayor en detrimento del menor y autentica su discurso enhebrando proverbios, tcnica propia de la escritura, que consiste en insertar una seguidilla de refranes con un hilo vertebrador, en este caso doctrinal (Bizzarri, 2004: 45). La paremia citada ya formaba parte del parlamento en el texto de la Comedia y en la adicin de la Tragicomedia se refuerza la argumentacin con otros refranes, de los cuales tres coinciden con los recopilados por el Marqus.

    Celestina. [] Nunca uno me agrad, nunca en uno puse toda mi aficin. Ms pueden dos, y ms quatro, y ms dan y ms tienen y ms ay en que escoger. [] Una alma sola ni canta ni llora; [] una golondrina no hace verano; [] Qu quieres, hija, de este nmero de uno? Ms inconvenientes te dir dl que ao tengo a cuestas. Ten siquiera dos, que es compaa loable, y tal qual es ste. Como tienes dos orejas, dos pies y dos manos [] Y si ms quisieres, mejor te ir; que mientra ms moros, ms ganancia. Que honrra sin provecho, no es sino como anillo en el dedo. [] (A. VII, C. 2, p. 390-391)7

    En el Libro de buen amor tambin se usa el refrn, que aparece identificado como tal por la voz autoral y presenta una variante: Una fabla lo dize que vos digo agora,/ que una ave sola nin bien canta nin bien llora (c. 111ab, p. 38)8. El contexto de insercin es el de las primeras aventuras amorosas del Arcipreste y las coplas citadas son la apertura del episodio con la panadera Cruz, luego del cortejo fallido a la duea cuerda. Argumentativamente, la paremia cumple la funcin de autorizar y justificar la conquista amorosa como propia del orden natural, ya que tanto los hombres como los animales quieren aver conpana con las fenbras. Lo que resulta difcil es precisar si la variante incorporada por Juan Ruiz refleja el enunciado tal como se lo usaba en su tiempo o si se trata de una reelaboracin literaria, ya para adaptarlo al contexto en funcin de marcar la analoga entre las tendencias de todas las criaturas sexuadas de la creacin, ya para ajustar la medida de las slabas a la versificacin de la cuaderna va.

    En lo que respecta a la glosa de 1541 a los Refranes que dizen las viejas tras el fuego, adopta la forma: Una alma sola ni canta ni llora y aade el comentario: La soledad en calma a los pensamientos sin dexarlos asentar de espacio en cosa de cimiento (N 685, p. 214)9. La explicacin es un tanto confusa, aunque parece indicar que la soledad no favorece los pensamientos edificantes.

    Al situar la paremia en los diferentes contextos literarios de insercin, se puede rastrear cmo la forma desnuda fijada en el refranero se ha aplicado con distintas funciones. De este modo, en La Celestina apuntalaba la filosofa pragmtica de prevalencia del nmero mayor por sobre el uno, para persuadir sobre la conveniencia de que una prostituta tuviera ms de un amante; en el Libro de buen amor cimentaba

    7 De la seguidilla de refranes, cito slo los que, con leves variantes, tambin recoge Santillana: Una golondrina no faze verano (N 701, p. 108), Mientras mas moros mas ganancia (N 450, p. 97) y Onrra syn provecho, anillo en el dedo (N 509, p. 100). Reproduzco fielmente las pautas de la edicin de Russel, por lo que la bastardilla identifica las adiciones a la Comedia, que al ser ampliada pasa a constituir la Tragicomedia. 8 Cito por la edicin de Blecua (2003) 9 Sigo la edicin de Bizzarri (2001).

  • 22 Andr de Ubach, Carmen del Pilar

    la filosofa naturalista para justificar la conquista amorosa; mientras que en los glosados pasa a moralizar sobre el peligro de la soledad.

    Otro proverbio presente en la coleccin de Santillana, Oro majado luze (N 504, p. 100), se halla en La Celestina con una variacin significativa, que transforma el enunciado en negativo: Ni es todo oro quanto amarillo reluze (A. VIII, C. 4, p. 410). Ingresa en una escena burlesca, corresponde a una adicin de la Tragicomedia y est en boca de Sempronio, quien ante los desvaros de amor de Calisto, le brinda consejo, a la vez que trata de encubrir su irona para no granjearse el disfavor de su seor. El criado argumenta haciendo gala de un nutrido saber proverbial, que abarca tanto sentencias cultas como refranes populares, lo que da pie al comentario ponderativo del amo y a la respuesta aparentemente modesta del sirviente, autorizada con un enhebrado de refranes.

    Calisto. No s quin te abez tanta filosofa, Sempronio.

    Sempronio. Seor, no es todo blanco aquello que de negro no tiene semejana, ni es todo oro quanto amarillo reluze. Tus acelerados deseos, no medidos por razn, hazen parecer claros mis consejos. [] (A. VIII, C. 4, p. 410)

    La paremia tambin es usada en la stira de los vicios femeninos del Arcipreste de Talavera bajo la variante Todo es oro lo que luze (Pte. II, cap. 9, p. 161)10, en el captulo dedicado a fustigar la vanagloria de las mujeres, cuyo vacuo aprecio de la propia imagen se alimenta adems de la opinin positiva del prjimo, aunque sta sea engaosa. Martnez de Toledo argumenta que las fminas hacen ostentacin pblica de una belleza y una opulencia slo aparentes y describe el retorno a la despojada condicin verdadera mediante la acumulacin de calificativos y el enhebrado de refranes adaptados al contexto (Bizzarri, 2004: 44)

    E muchas destas van por la calle arreadas, que quando tornan a casa e han tornado a cada qual lo suyo, quedan con ropas de as a tanda, rotas, radas, e descosydas, llenas de suziedad e mal aparejadas. Quin se las vido e las vee! Dentro en su casa pasan con pan e cebolla, queso con rvanos, e aun tan buen da, e dan a entender fuera que todo es oro lo que luze. (Pte. II, cap. 9, p. 161)

    La glosa a la coleccin de Santillana, por su parte, recoge la variante Oro majado reluze y la explica: El ynteresse como quiera que se alcance da lustre y haze medrar a la persona (N 491, p. 199). El comentario considera al oro en su valor material y atribuye a la riqueza la propiedad de dar prestigio y una buena vida a su poseedor.

    Partiendo del enunciado del refrn registrado por el Marqus, es evidente que el contexto de uso literario lo ha ido dotando de diferentes significados de connotacin, en algn caso a partir de una variante mnima. As, en La Celestina se empleaba para relativizar las condiciones intelectuales y morales del criado como buen consejero; en el Arcipreste de Talavera se asociaba a los fines engaosos de las mujeres, que aparentan una opulencia y una belleza de las que carecen, y en los glosados se lo va a anclar en un valor simblico y mercantil, que gratifica la vida

    10 Cito por la edicin de Gonzlez Muela (1970).

  • El discurso cultural del refranero castellano 23

    humana. Es de notar que la forma y el sentido que han prevalecido, an hasta nuestros das, son los que registra Fernando de Rojas.

    Un proverbio que presenta acusadas variantes es el que Santillana ingresa como Suelas y vino andan camino (N 657, p. 106), que La Celestina reconoce como tradicional, vara y somete a un proceso de sedimentacin, propio de la puesta por escrito, que consiste en agregar una coda que ampla el final de la paremia con una referencia que desentraa su cdigo (Bizzarri, 2004: 47-48): como dizen: pan y vino anda camino, que no moo garrido (A. IV, C. 5, p. 326). El refrn corresponde a una adicin de la Tragicomedia y es usado por la alcahueta inserto en un enhebrado, en el marco del primer encuentro con Melibea. Aduciendo su vejez y su estado de necesidad, Celestina le ha vendido el hilado hechizado en el auto anterior y, envalentonada por la buena predisposicin de la joven y por hallarse a solas con ella, despliega sus estrategias discursivas en busca de la oportunidad de transmitirle el verdadero motivo de su visita, que no es otro que interceder por el enamorado Calisto. Comienza adulando a Melibea, no por su caridad sino por su elocuencia, y autoriza sus dichos con la cita bblica no solo de pan viviremos (Mateo, 4, 4), para luego introducir la intencin oculta de su venida; declara que no es un apremio propio sino ajeno, se demora en una evocacin de su pobreza en viudez -a pesar de la cual nunca le falt una blanca para pan y un quarto para vino-, manifiesta su aficin a la bebida y termina elogiando la compaa del hombre para encaminar la conversacin hacia el punto que le interesa.

    Celestina. [] Jams me acost sin comer una tostada en vino y dos dozenas de sorvos, por amor de la madre, tras cada sopa. Agora, como todo cuelga de m, en un jarro malpegado me lo traen, que no cabe dos aumbres. Seys vezes al da tengo de salir por mi pecado, con mis canas a cuestas, a le henchir a la taverna. Mas no muera yo de muerte, hasta que me vea con un cuero o tinagica de mis puertas adentro. Que en mi nima, no ay otra provisin; que, como dizen: pan y vino anda camino, que no moo garrido. Ass que, donde no hay varn, todo bien fallesce: con mal est el huso quando la barva no anda de suso. Ha venido esto, seora, por lo que deza de las agenas necesidades y no mas. (A. IV, C. 5, p. 325-326)

    Con un hbil manejo de la argumentacin, Celestina ha transitado desde la necesidad propia de pan y de vino, a la necesidad femenina de varn y de all a la necesidad ajena de seducir a Melibea. La reformulacin de la paremia -pan y vino anda camino- se adecua al contexto de enunciacin, centrado en el campo semntico del pan y el vino, mientras que la coda -que no moo garrido- sugiere sutilmente los logros que puede alcanzar la alcahueta pese su vejez, en contrapunto con la inoperancia de Calisto pese a su juventud y su belleza.

    El Libro de amor introduce una variante an ms audaz, tambin aplicando la tcnica de sedimentacin, adaptando el refrn al contexto y, sin embargo, declarando su matriz experiencial: Agora se prueba / que pan e vino juega que non camisa nueva (cc. 983-84, p. 241). La paremia aparece en el episodio de las serranas, durante la aventura del Arcipreste con Gadea de Riofro y es enunciada en discurso directo por el narrador-protagonista. La vaqueriza ha reaccionado con violencia al trato corts del caminante extraviado, pero enseguida muda de intencin y le brinda

  • 24 Andr de Ubach, Carmen del Pilar

    hospitalidad a cambio de satisfaccin ertica; el Arcipreste trata intilmente de eludir el compromiso mas da a entender que debe pagar la comida con sexo.

    Pens de m e della; dixe yo: Agora se prueva

    que pan e vino juega, que non camisa nueva.

    Escot la merienda e partme dalgueva; (cc. 983 abc, p. 241)

    En este caso, el proverbio se adapta al contexto particular de una aventura amorosa indeseada, que el enunciador acepta urgido por la necesidad de manutencin. De all que las elecciones lxicas sean los sustantivos pan y vino y el verbo jugar en su acepcin sexual11; adems, consciente de las modificaciones que imprime a un refrn tradicional, Juan Ruiz agrega la coda para iluminar el sentido especial que ha de derivarse de la nueva formulacin, tendiente a demostrar que pan y vino estimulan la lujuria con ms eficacia que la camisa nueva de una mujer que no resulta atractiva.

    La glosa de 1541, por su parte, slo cambia al singular el nmero del primer sustantivo de la paremia: Suela y vino andan camino y extrae una enseanza que se adecua mejor a la mentalidad burguesa: Los medios nescessarios son los que alcanzan los fines de los negocios. (N 642, p. 210)

    El refrn a secas tal como lo registra la coleccin de Santillana, se ha alimentado de variantes segn el contexto literario de insercin, de modo que en La Celestina apuntaba a demostrar que la vejez socorrida puede ser ms provechosa que la vana juventud; en el Libro de buen amor induca a corroborar que el apetito alimentario satisfecho estimula el deseo sexual mejor que una mujer por la que no se siente atraccin; mientras que el comentario de los glosados va a plantear la necesidad de contar con unos medios para alcanzar unos fines.

    Para concluir, slo me resta destacar que en ese sostenido proceso de escritura y reescritura literaria de las mismas paremias, stas han sido sometidas a variantes formales, lxicas y semnticas acordes al contexto ideolgico y artstico de las diferentes obras, lo que permite entrever la actitud con que cada autor maneja el repertorio proverbial: Juan Ruiz lo acoge con libertad creadora, Martnez de Toledo lo usa para ilustrar su stira, Fernando de Rojas lo explota con ingeniosa dimensin argumentativa, el Marqus de Santillana lo fija con espritu potico y el glosador de

    11 Vasvari (1983: 301-302) considera el Libro de buen amor como una creacin polismica connotativa y estudia en algunos episodios el uso de eufemismos y disfemismos estables, de palabras equvocas con un sentido primario denotativo decente y un sentido secundario connotativo licencioso y de vocablos que no tienen una connotacin fija preestablecida pero que un contexto determinado y a travs de juegos metafricos inusitados se cargan de un sentido equvoco nuevo. Seala que este ltimo grupo es el ms numeroso, efmero y de mayor inters literario y que el tipo de juego metafrico que aplica se encuentra en especial en los refranes, pues Juan Ruiz es singularmente diestro en manipular y pervertir la autoridad popular del refrn y en entretejerlo inextricablemente con el texto, dndole un nuevo sentido cmico y equvoco a travs de una reinterpretacin metafrica de la palabra clave del sintagma. En la misma lnea, Blecua (2003: 241 y 533) en nota a la copla 983b interpreta el nuevo sentido jocoso del refrn: El pan y el vino estimulan el apetito sexual ms que el camisn nuevo de la mujer y en nota suplementaria relaciona con la variante conocida Pan y vino andan camino, que no mozo ardido, o garrido y explica el procedimiento de metaforizacin: El verbo jugar estara aqu en el mismo aspecto de hacer andar, y parece claro que sigue manteniendo la acepcin sexual de las estrofas anteriores.

  • El discurso cultural del refranero castellano 25

    1541 lo aplica a un nuevo pragmatismo consonante con la mentalidad burguesa de los tiempos modernos.

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    Baha Blanca, EdiUNS, 2013, pp. 27-33 ISBN: 978-987-1907-26-7

    Si quieres saber la verdad sobre esto, debes or algunas antiguas historias: discurso proftico y juegos con la verdad en Troilo y Criseida

    Balestrini, Mara Cristina Universidad de Buenos Aires [email protected]

    Troilo y Criseida ha sido considerado tradicionalmente uno de los mayores logros narrativos de de Geoffrey Chaucer, pues en este texto el autor parece alcanzar la sntesis ideal entre el prestigio de la materia tratada y los nuevos horizontes que la literatura en ingls medio va consolidando a lo largo del periodo ricardiano. A pesar de su apego y veneracin hacia la tradicin clsica, Chaucer explora de manera innovadora en este texto las potencialidades semnticas del lenguaje potico, reflexiona sobre el papel de los lectores as como sobre las interpretaciones con frecuencia divergentes generadas por la historia de los amantes troyanos, y establece adems un particular parmetro de lo trgico.

    En esta comunicacin, propongo volver sobre estas cuestiones (cada una de ellas objeto de profuso anlisis crtico en el mbito anglosajn) a partir de la relectura de aquellos pasajes en que Chaucer representa el discurso de Casandra en el Libro V. Dichos segmentos resultan de particular inters, pues en ellos Chaucer aprovecha la crisis interpretativa generada por la confluencia de la palabra proftica plena de autoridad sobre el futuro y la maldicin que pesa sobre la hija de Pramo para introducir nuevas posibilidades de sentido. La intervencin de Casandra devela el funesto futuro de Troya, y al mismo tiempo revisa el pasado y remite a otra gran tragedia, la de Tebas, estableciendo un rico juego de correspondencias entre la historia y el presente narrado; pero en lugar de constreir la interpretacin del futuro a lo que anticipa la palabra proftica, Chaucer la convierte en un verdadero juego literario en que distintas instancias de lectura la de la propia Casandra, la de Troilo, la del autor y tambin la del lector concreto de la obra cobran una importancia central. A fin de apreciar ms claramente los alcances del desafo que Chaucer propone a sus receptores, tendr en cuenta los pasajes correspondientes en el Filostrato de Giovanni Boccaccio, la principal fuente seguida por el escritor ingls.

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    Este contraste permitir asimismo evaluar el original posicionamiento de Chaucer frente sus modelos literarios continentales.

    Como bien es sabido, la asociacin de las hechos del ciclo tebano con los de Troya es frecuente en el imaginario medieval, ya que ambos desastres son considerados etapas de un continuum histrico de visos trgicos que puede extenderse hasta el presente; por otra parte, la destruccin de Tebas es comnmente elaborada como anticipo de la cada de los troyanos frente a los griegos, tal como destaca Dominique Battles:

    The fundamental relationship between Thebes and Troy that medieval poets and readers insist upon [] concerns prophecy. If, as St. Augustine argues, all earthly cities follow the same cycle of rise and decline, thus offering different versions of the same story, then the fate of one city prophecies the future fate of another city, whose own fate prophecies the fate of another, an so on. This assumption underlies the medieval tradition of Thebes and Troy, so that medieval poets used the destruction on Thebes to prophecy the destruction of Troy (Battles, 2004: 116)

    Esta prctica asociativa se verifica en Troilo y Criseida en numerosos pasajes en los que Chaucer aade a su fuente principal (el Filostrato de Boccaccio) datos puntuales as como ancdotas que conectan el escenario troyano de su historia con el pasado tebano, amplificando las resonancias trgicas que resultan de la proyeccin de un ciclo histrico sobre otro y tambin de la asociacin entre desastre colectivo y tragedia personal. Como resultado, frente al Filostrato, con su andadura lineal y su narrador omnisciente, Troilo y Criseida ofrece un universo ms complejo en el que tanto al narrador como al receptor de la historia les corresponde un papel fundamental en el logro de la coherencia global del relato. Con una frase sumamente sugerente, C. S. Lewis (1932) ha caracterizado la reelaboracin de la historia de Boccaccio por la pluma de Chaucer como la medievalizacin de un texto renacentista, una especie de vuelta a prcticas compositivas ms tradicionales y ya superadas por la propuesta boccacciana. Pero sin dudas las diferencias con Troilus no pueden limitarse al apego a modelos de escritura propiamente medievales; en realidad, en ambos textos difieren en cuanto a propsitos y alcances. En el Filostrato Boccaccio experimenta con la plasmacin potica de interioridades, la de su narrador en primer trmino, como queda expresado en las estrofas de apertura1, y tambin las de sus personajes; por tanto, la historia de los amantes troyanos est puesta al servicio de la indagacin en cmo representar conductas privadas y vidas interiores en sntesis, introspeccin y subjetividad en el mundo antiguo (Edwards, 2002: 44). Afirma Robert R. Edwards al respecto:

    [in the Filostrato] Antique lovers serve, in turn, as a partial allegory of the poet and his fictive mistress. Chaucer, I shall argue, shows antiquity not just as an analogue to courtly life, but as a cultural world buckling

    1 Vanse las estrofas exordiales (I, 1-6), en que se explicita que el mvil para la escritura es el propio dolor del narrador ante la partida de su amada, como queda patente en la tercera estrofa: Per che volendo per la tua partita, / Pi greve a me che morte e pi noiosa, / Scriver qual fosse la dolente vita / Di Troilo, da poi che lamorosa / Criseida da Troia sen fu gita, / E come pria gli fosse grazosa; / A te convienmi per grazia venire, / Sio vo poter la mia mpresa fornire. Las citas del Filostrato se realizan segn la ed. de Griffin y Myrick (1928).

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    under pressure. As in the Knights Tale, he reconceives Boccaccios text to examine the central problems of destiny and choice in a world where history has already taken shape (Edwards, 2004: 44-45).

    En general, los estudiosos de Chaucer concuerdan en que la accin central en Troilo y Criseida se desarrolla a partir del establecimiento de relaciones significativas con la serie de los acontecimientos histricos (Windeatt, 1989: 118), y en que a partir de las tragedias histricas pasadas y por venir se invita a reflexionar sobre la desgracia personal del protagonista (Nolan, 1992: 199). La introduccin en la secuencia de hechos del enlace entre Tebas y Troya amplifica dicha dimensin trgica, instalndola como parmetro constante a partir del cual deben analizarse las conexiones entre destinos individuales y colectivos.

    Las referencias a Tebas o a personajes del ciclo tebano en diferentes puntos del relato, elaboradas tanto a partir de versiones clsicas como medievales de la historia2, es una de las tantas divergencias que el texto chauceriano exhibe en relacin con su modelo. Bsicamente, el relato de estos hechos enmarca el curso de los amores entre los dos protagonistas troyanos desde el principio: as, cuando Pndaro inicia las maniobras para acercar a Troilo a su sobrina Criseida, ella y sus damas estn leyendo un libro que versa sobre Tebas:

    -Esta novela que leemos es la de Tebas, y hemos odos cmo muri el rey Layo a manos de Edipo, su hijo, y todos esos hechos. Y nos habamos parado en esta rbrica, sobre cmo el obispo Anfiarao, segn dice el libro, atraves el suelo hacia el infierno (Troilo y Criseida, p. 79)3

    No voy a detenerme especficamente en esta escena; me limitar a sealar que en Filostrato no hay referencia a lectura alguna (vase II, 35 y ss) en el momento en que Pndaro visita la casa de Criseida. Es decir que la alusin al pasado tebano obedece a algn tipo de bsqueda de efecto por parte de Chaucer que, de acuerdo con Dominique Battles (2004: 119-123) apunta al establecimiento de las condiciones y de las limitaciones que afectan aprehensin cabal del sentido de la historia tanto para los personajes como para la audiencia de Chaucer.

    A continuacin, mi anlisis se centrar en el pasaje que marca el cierre de la relacin entre Troilo y Criseida, y en el que se invoca nuevamente el ciclo tebano: la interpretacin que Casandra hace del sueo de su hermano Troilo, cuando la suerte amorosa del prncipe troyano ya est echada en el Libro V. Para los personajes de Troilus el pasado tebano supone remitirse una generacin hacia atrs, por lo menos. Paradjicamente, la remisin hacia el pasado queda inserta en un discurso que busca develar el futuro al tratar de esclarecer el sueo de Troilo (If thow a soth of this desirest knowe, / Thow most a fewe of olde stories heere, dice Casandra en los vv. 1458-59). Sus conclusiones, por otra parte, se proyectan sobre el destino colectivo de los troyanos al introducir la ya mencionada asociacin proftica Tebas/Troya. Esta

    2 Clogan (1964) llama la atencin sobre el hecho de que numerosos pasajes de Troilus delatan el uso de manuscritos glosados y comentados de la principal fuente clsica, la Tebaida de Estacio. Para un panorama de la variedad de fuentes antiguas y medievales a partir de las que Chaucer compone sus amplificaciones tebanas, cf. Battles (2006). 3 Sigo la traduccin de Troilo y Criseida de Ana Sez Hidalgo (2001); remito a los versos en el texto en ingls medio segn la edicin de Benson (1987).

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    tensin temporal en que se anticipa el futuro volviendo la mirada hacia atrs representa una innovacin especialmente productiva respecto del Filostrato.

    Vale la pena repasar brevemente los hechos: Troilo, inquieto por la ausencia de su amada, ha soado que Criseida abraza y besa a un fiero jabal (p. 233; vv. 1233-44); despierta apenado y resentido, sin saber qu significa ni a quin puede aludir especficamente su sueo, pero intuyendo que anuncia su desdicha: Criseida, aquella en quien confiaba ms que nadie, me ha traicionado, ha puesto ahora su corazn en otro lugar (p. 233; vv. 1247-49). Sin embargo, Pndaro lo tranquiliza argumentando que los sueos engaan de muchas maneras (p. 233; v. 1277) y que Troilo no es especialista en descifrarlos (p. 234; v. 1281). Como las cartas que le enva Criseida no permiten llegar a conclusiones definitivas, el prncipe persiste en su inquietud e insiste en que el jabal del sueo se le mostraba como un smbolo (p. 237; v. 1449). Decide acudir entonces a los servicios de Casandra para resolver sus dudas. La adivina le dice:

    Oh, querido hermano, si quieres saber la verdad sobre esto, debes or algunas antiguas historias que vienen al caso, sobre cmo Fortuna ha derribado a antiguos seores, con las que, en poco tiempo, conocern bien a este jabal y de qu familia procede, como se puede encontrar en los libros (p. 238; vv. 1457-63).

    A continuacin Casandra narra la historia de cmo Meleagro mat al jabal que asolaba el reino de Calidn y refiere una serie de hechos extrados de la Tebaida de Estacio (pp. 238-239; vv. 1463-1510)4,

    Y as descendi de las antiguas gestas a Diomedes, y as le habl diciendo:

    Este jabal simboliza a Diomedes, hijo de Tideo, que desciende de Meleagro, quien hizo sangrar al jabal. Diomedes tiene el corazn de vuestra dama, dondequiera que est, y ella el suyo. Llora, si quieres, o djalo, pues, sin duda, este Diomedes est dentro y t ests fuera (p. 240; vv. 1511-19).

    La reaccin de Troilus previsible: no cree las palabras de su hermana:

    No dices la verdad dijo l, hechicera. Con todo tu falso espritu de profeca, crees que eres una gran profetisa. No ves que esta vctima de las fantasas se esfuerza por mentir a las damas? Fuera dijo. Que Jpiter te d pesares! Sers falsa quiz an maana (pp. 240-241; vv. 1520-26).

    En el texto de Boccaccio la intervencin de Casandra es menor, y en ningn momento la vemos ejercer su oficio como adivina o como intrprete de sueos ni siquiera ha adivinado la causa del penoso aspecto de Troilo, sino que Defobo la ha 4 La referencia a la matanza del jabal procede mayoritariamente de las Metamorfosis de Ovidio (VIII, 270-525), aunque Chaucer intergra otras fuentes, como la Genealogia deorum gentilium de Boccaccio (IX, 15, 19). Para la identificacin de los auctores y para una idea general del uso particular que de ellos hace Chaucer en este pasaje, cf. Battles (2004: 133-141). Segn la misma autora (137), las historias del reino de Calidn, de Tebas y de Troya quedan enlazadas por el trazado de una lnea dinstica (compleja y problemtica) y, fundamentalmente, por la presencia de las consecuencias trgicas del deseo masculino y de las rivalidades por una mujer sobre el devenir histrico.

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    puesto al tanto, al igual que a sus otros hermanos, de lo que l haba averiguado por sus propios medios. En relacin con el sueo, es el narrador el que aun antes de relatarlo nos devela su sentido: e in sogno vide il periglioso / Fallo di quella che l facea languire (VII, 23); luego, es Troilo mismo quien descifra su simbolismo sin mediaciones, simplemente recordando el valor emblemtico del jabal ha adquirido para la descendencia de Meleagro: Questo cinghiar chio vidi Diomede (VII, 27), aunque Pndaro pone en entredicho la interpretacin (VII, 41) y lo hace dudar (VII, 48). La falta de respuesta por parte de Criseida a las cartas de Troilo lo hace volver a sus ideas previas: e fugli raffermata / Lopenon del sogno suo non sano (VII, 76). El discurso de Casandra nada agrega respecto del sueo, ni incluye referencia alguna a la historia tebana, limitndose su intervencin a un fallido intento de persuadir a su hermano de que Criseida no es digna de su amor por ser de condicin social ms baja (VII, 87). Esto da lugar a una encendida defensa de Criseida por parte de Troiolo, que inserta en su argumentacin interesantes consideraciones sobre la verdadera nobleza y sobre las dignidades de los reyes5. Tratndola de malediciente, de pazza y de falsaria (VII, 89, 90, 101), Troilo echa a su hermana de su casa y nunca ms vuelven a encontrarse.

    Chaucer construye parcialmente su caracterizacin de Casandra a partir del modelo que le ofrece el Roman de Troie (Nolan, 1992: 230); a pesar del apego a esta fuente, empero, el discurso de la profetisa es reelaborado desde una perspectiva particular en que se desataca un rasgo fundamental: en Troilus el discurso de Casandra exhibe un carcter fuertemente libresco que lo distingue frente a sus fuentes (hay cuatro referencias a los libros a lo largo de su parlamento)6. A diferencia del adivino Calcas, a quien vemos aplicar los procedimientos propios de su oficio (observa los cielos, calcula, interpreta ageros) y tambin recibir la inspiracin divina7, la hermana de Troilo tiene un conocimiento estrictamente racional, fctico, de los traicioneros vaivenes de la Fortuna (Nolan, 1992: 228) que, sin embargo, no sirve para dotar a sus palabras de eficacia8. El discurso de Casandra carece de fuerza performativa. Los personajes de Chaucer conocen las historias porque las han ledo (y manejan las mismas fuentes disponibles para los receptores de Troilus del siglo XIV), pero a pesar de esta posibilidad de aprender del pasado no llegan a construir una conciencia que les permita modificar su presente o su futuro (Battles, 2004: 118). Este hecho queda plasmado en la actitud de la propia Casandra, que no hace ningn esfuerzo por persuadir a Troilo sobre la veracidad de sus conclusiones. No hace nada para cambiar el curso de la accin, y muestra, en cambio, una especie de aceptacin estoica de las desgracias que estn por aquejar tanto a su hermano como a su pueblo9. Por otra parte sus palabras, aunque

    5 Estas ideas, en cuyo anlisis no me detendr en esta oportunidad, se exponen en VII, 94-100. 6 Ver pp. 238-240; v. 1463, v. 1478, v. 1481, v. 1511 (donde emplea la designacin gestes olde). 7 En el Libro I se nos dice que Calcante saba con certeza, gracias a la respuesta de su dios, [] Febo o Apolo Dlfico, que Troya sera destruida (p. 47; v. 69-70). En el Libro IV: Apolo me lo ha dicho con toda certeza, tambin lo he hallado en la astronoma, echando suerte y por los augurios (p. 168; vv.114-16). 8 Las palabras de Calcante, en cambio, resultan completamente convincentes en virtud de un diseo retrico riguroso; cf. Beal (2010). 9 Nolan (1992: 230) destaca que Casandra sonre al proferir su discurso (cf. Troilo, p. 238; v. 1458), mostrando desapego hacia las consecuencias de su anuncio, a diferencia del pesar que muestra en el Roman de Troie. Tambin Wetherbee (1984: 132) destaca la actitud del personaje: [Cassandre's]

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    descalificadas por Troilo, generan para el lector que conoce la maldicin que pende sobre la profetisa una sensacin de inevitabilidad, reforzada por la mirada teleolgica impuesta sobre la historia y por la sujecin indiferenciada (de los personajes y de la ciudad) a la lgica caprichosa de la Fortuna:

    Fortuna, que rige el cambio de las cosas, segn le ha encomendado la providencia y disposicin del excelso Jpiter, para que los reinos se transmitan de un pueblo a otro, o cuando se les derribe, comenz da tras da a arrancarle las plumas brillantes a Troya, hasta que qued desnuda de alegra (p. 241; vv. 1541-47).

    La introduccin en este punto del relato de la figura de Casandra, que algunos crticos han considerado innecesaria o poco relevante10, intensifica esa percepcin. A la vez, constituye una muestra ms de la relacin cooperativa que Chaucer va construyendo a lo largo de Troilo y Criseida con sus lectores. A diferencia de los discursos profticos tradicionales, que al anticipar tambin sellan interpretaciones, instalando la necesidad de que los hechos sigan un curso preestablecido al acomodarse a sus dichos, las palabras de Casandra crean por un momento una zona gris: aunque el receptor sabe que ni Troilo ni Troya podrn escapar de su destino, transitoriamente, en la brecha existente entre la perspectiva del lector y la de los personajes que no le creen, queda abierto un espacio para la especulacin sobre posibles desarrollos alternativos de la historia. Estas alternativas, no obstante, pueden existir nicamente en los planos de la hiptesis (o del deseo), no de la realidad: se trata de una apelacin a que lector considere la carga semntica latente en la historia, potencial que quiz no pueda actualizarse por completo en la presentacin narrativa de los hechos, pero que s puede actualizarse en la imaginacin del receptor.

    Asimismo, la introduccin del discurso de Casandra, con sus reverberaciones histricas es tambin una muestra de la novedosa manera en que Chaucer se posiciona frente a sus precedentes literarios. Uno de ellos, por la materia misma de Troilo y Criseida, es la tradicin del roman antique, en la que tambin se inserta de manera innovadora (superadora, quiz) el texto de Boccaccio. En consonancia con las tcnicas compositivas aplicadas a lo largo del tiempo por los autores de romans, Chaucer explota aquellos pasajes que sus fuentes dejan incompletos u oscuros11; el experimento literario en Troilo y Criseida va ms all, al incorporar una dimensin filosfica que suele ser ajena a dicha tradicin, y que abre el sentido hacia consideraciones que abarcan problemas tales como el destino y la fortuna de individuos y de colectividades, el discurrir del tiempo y sus efectos sobre el saber heredado y sobre los textos que lo transmiten, y la percepcin de la historia y de su relacin con el presente. Paul Strohm lo sintetiza de la siguiente forma:

    view of the events with which she deals is neither comic nor tragic, and the effect of her detachment is to enhance the impression of inevitability which her summary conveys. 10 Por ejemplo Waswo (1983: 19), quien minimiza la importancia del pasaje: In narrative terms, the poet, avoiding conclusive dramatized conflicts, has resorted repeatedly to summaries and reports of his sources, conflations and confusions of time periods, and digressions of dubious relevance (Cassandra's summary of Statius). These shifts have been regarded as the oversympathetic narrator's efforts to postpone the inevitable. 11 Para un anlisis exhaustivo de la relacin con la tradicin del roman antique, cf. Nolan (1992).

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    Troilus is about the past and present, about anachronism, about the inevitability of linguistic and aesthetic change, about the ephemereality of the Now and the ceaseless slide of written work into what it was or will have been (2000: 96).

    Detrs de estas preocupaciones, claro est, se siente la presencia del gran referente literario en lengua verncula, la Comedia de Dante, que ha abierto para sus descendientes nuevas perspectivas en cuanto a los alcances filosficos del amor y tambin del lenguaje y su relacin con la verdad. Chaucer, sin embargo, no intenta en sus textos seguir los pasos de Dante en la bsqueda de trascendencia12 -al contrario, sus textos suelen requerir del receptor una conciencia del carcter netamente histrico, variable y contingente de las opciones que ejerce frente a la poesa. Pero indudablemente, el florentino ha significado para Chaucer un modelo para proponer en su propia obra una reflexin sobre la compleja relacin entre la palabra potica y la verdad, o las verdades, que surgen del acto de lectura. El construir el personaje de Casandra como intrprete de textos antiguos ms que como profetisa propiamente dicha pone en escena esta problemtica, y parece llevar a la conclusin de que en Troilo y Criseida la lectura, quiz por su carcter situacional y por presuponer una interaccin individual (y en definitiva, limitada) con el lenguaje, no garantiza la aprehensin de una nica verdad, ni la posesin de medios privilegiados para alcanzarla.

    Bibliografa

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    Minnesota Press.

    12 Cf. Boitani (1983) y Fyler (2007, esp. 128-130). Nancy Reale (1992), por su parte, destaca la importancia de la mediacin de Boccaccio en la manera en que Chaucer resuelve poticamente ciertos problemas originariamente planteados por Dante.

  • 34 Balestrini, Mara Cristina

    Waswo, Richard (1983) The Narrator of Troilus and Criseyde, en: English Literary History 50.1, pp. 1-25.

    Wetherbee, Winthrop (1984) Chaucer and the Poets: An Essay on Troilus and Criseyde, Ithaca, Cornell University Press.

    Windeatt, Barry (1989) Classical and Medieval Elements in Chaucers Troilus, en: Piero Boitani (ed.), The European Tragedy of Troilus, Oxford, Clarendon Press.

  • CORONADO-SCHWINDT, GASTALDI, MARRN & RODRGUEZ (EDS.) Palimpsestos: Escrituras y reescrituras de las culturas Antigua y Medieval

    Baha Blanca, EdiUNS, 2013, pp. 35-44 ISBN: 978-987-1907-26-7

    Doctrinas gramaticales transmitidas en el ars de barbarismis et metaplasmis de Consencio (s.V)1

    Burghini, Julia UNC / CONICET

    [email protected]

    Como sostiene Fgen (1997-1998, 175), los autores de las artes grammaticae parecen haber sido conscientes, en general, de su compromiso con la tradicin y de su falta de originalidad: no perseguan ampliaciones tericas ni intentos originales. Sin embargo, cuando se apartaban de la concepcin usual de un fenmeno determinado, lo resaltaban con nfasis, lo cual demuestra que eran tambin conscientes de su originalidad en algn punto2.

    En comparacin con otros gramticos, resulta llamativo en Consencio el modo en que a menudo se distancia de las apreciaciones habituales, emitiendo juicios propios sobre puntos controvertidos de la tradicin gramatical3. Este distanciamiento de la communis doctrina se plasma, por lo general, en la exposicin de una doctrina annima, que seguidamente critica. Por otro lado, Consencio transmite adems doctrinas gramaticales atribuidas nominalmente a otros gramticos.

    Las dificultades que plantea la delimitacin de la doctrina gramatical transmitida en las citas, i.e., gramticos citados (por su nombre o annimamente) en otros gramticos, podran mitigarse con un estudio sistemtico a partir del cual aislar las diferentes tipologas textuales, es decir, los patrones lxicos y sintcticos. 1 Este trabajo se enmarca en el proyecto de investigacin Los gramticos latinos tardos como fuente para el conocimiento de la tradicin gramatical greco-latina, a cargo del Profesor Doctor Javier Ura (Universidad de Zaragoza), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovacin del Gobierno de Espaa (Referencia FFI2011-30203-C02-02). 2 Esto no quiere decir, con todo, que las gramticas latinas eran homogneas, sino que manifestaban grandes diferencias entre s con respecto al contenido, la estructura, la clasificacin, la terminologa y la doctrina (Codoer, 2000). Baratin (1994) observa, adems de las diferencias en el tratamiento de detalle en las distintas artes, diferencias en la eleccin de temas, en la organizacin y en la distribucin de cada conjunto. Por tanto, el ars no parece tener una estructura interna uniforme. 3 V. gr.: Consent. ars 2,14: quantum ego sentio; ars 8,22: sed mihi non ita uidetur; ars 13,13-15: quod cum alii negent ... nos quid sentiamus explicabimus; ars 14,21-22: hoc ego... non satis probo, etc.

  • 36 Burghini, Julia

    Nuestro objetivo consiste en identificar las distintas doctrinas gramaticales transmitidas en el de barbarismis et metaplasmis de Consencio, entendiendo por tales tanto las annimas (quidam, alii, etc.) como las nominalmente adscriptas (i.e., aquellas en las que se consigna el nombre de la fuente). El anlisis del corpus mediante la identificacin y clasificacin de elementos introductorios (uerba dicendi), as como la clasificacin de la transmisin de doctrina ya sea por modos (oratio recta, oratio obliqua, oratio quasi obliqua), ya por autores, citas annimas, etc. nos permitir acercarnos a la identificacin de algunos rasgos propios de una tipologa textual en la transmisin de la doctrina gramatical. La correcta identificacin y atribucin de las doctrinas gramaticales a sus autores correspondientes (por ms que sean annimos) nos permitira distinguir y caracterizar la tipologa textual utilizada en la transmisin de la doctrina gramatical, como as tambin nos acercar a las fuentes de Consencio4.

    Analizaremos las doctrinas transmitidas por Consencio en su de barbarismis et metaplasmis (slo utilizaremos el de nomine et uerbo y el de scandendis uersibus, del mismo autor, como elemento de comparacin), partiendo de una previa divisin entre doctrinas annimas y nominalmente adscriptas. Cabe advertir que por la cantidad de citas que requiere un trabajo de este tipo slo nos abocaremos a las ms relevantes desde el punto de vista tipolgico.

    Doctrinas nominalmente adscriptas

    De un total de siete menciones a autores gramaticales citados por Consencio, cinco de ellas se encuentran en el de nomine et uerbo, por lo cual, para realizar un anlisis ms completo, es necesario incluir algunas menciones en el corpus. Consencio menciona a Varrn5 (s. I a. C.), Remio Palemn (s. I), Crasicio Pansa (s. I), Aspro (s. II), Arruncio Celso (s. III) y Valerio Probo (s. I).

    a) Doctrinas gramaticales identificadas: de nomine et uerbo 1. Celsus

    GL 5, 374,31-375,3: imperatiui modi hoc proprium est, quod neque praeteritum tempus neque primam potest habere personam. nemo enim aut sibi fere umquam ipsi aut cuiquam in praeteritum imperat, quamquam plerique futuri tantum temporis uelint imperatiuum . nam qui dicit

    4 De acuerdo con Barwick (1922), Diomedes y Consencio no utilizaron la gramtica de Donato, sino su fuente, y posiblemente una primera versin de la gramtica de Donato. Sin embargo, Buffa Giolito, (2003: 57) nos informa que algunos autores sostienen que la fuente del de barbarismis et metaplasmis y del de scandendis uersibus fue Palemn, a travs de un intermediario, probablemente Terencio Escauro. Con todo, an no se ha podido establecer cul fue la fuente principal de su gramtica. 5 Cf. Consent. GL 5, 351,9-11: ablatiuum casum Graeci non habent. denique hunc Varro interdum sextum, interdum Latinum appellat, quem rectissime usus nostri sermonis inuenit, quoniam plurimum a datiuo differt; Consent. GL 5, 357,18-23: item Graeca neutra quae e littera correpta terminantur, ut ab hoc schemate. haec enim liberum est nobis et ad nostram regulam declinare, ut horum schematum his et ab his schematibus, et in contrarium ducere, quia nostra non sunt, ut schematorum schematis declinemus, sicut plerumque et in Cicerone et in Varrone legimus. No incluimos la transmisin de la doctrina de Varrn en nuestro anlisis porque no presenta caractersticas tipolgicas pertinentes para este trabajo: en el primer caso cumple la funcin terminolgica, i.e., describe qu nombre recibe el fenmeno tratado (vide infra); en el segundo, indica en qu autores se encuentra el fenmeno.

  • Doctrinas gramaticales 37

    fac, ante imperat, quam id fiat; sed hic tamen qui dicit fac properat, ut ait Celsus; ille etiam morari sinit, qui dicit facito. itaque ut praeteriti temporis triplex forma est, sic in hoc futuri duplicem dicunt.

    2. Palaemon

    GL 5, 375,6-10: coniunctiuus modus currit per omnia tempora. sed quaecumque sunt optatiui uerba, eadem et coniunctiui sunt, ut ait Palaemon; at quae coniunctiui, non eadem et optatiui. dicimus enim cum fecero, cum legero; non dicimus utinam fecero, utinam legero.

    3. Pansa

    GL 5, 378,20-27: ita ergo quod unum atque idem uerbum in aliis atque aliis temporibus nunc passiui declinationem habet, nunc actiui, inaequale appellatur. item est per tempora in declinatione defectus, cum, ut significationem temporis expleamus, uerbum, ut ait Pansa, alterius generis subrogamus, ut est adfert et ferit. in his enim dissimili uoce significationem praeteriti temporis declarabimus. dicimus enim adfert attulit; item dicimus ferit percussit praeterito perfecto. tale est sum fui ero.

    4. Probus

    GL 5, 366,14-22: quaedam uero absolutum habent intellectum, ut sitit esurit satiatur, neque opus est eius mod