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La revista del IES La Ería

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palabrería

La revista del IES La Ería. Oviedo. Número 3. Junio de 2010

SUMARIO

Gente de La Ería El primer saludo de La Ería. 3 La vida después de La Ería. 5 Cooperativistas en acción. 7

Ería Corporación S.L.S. 8 Adiós a La Ería. 9

Fin de tutto. 10 La Ería, un instituto viajero

El sueño europeo. Gante. 11 El sueño europeo. Kayseri. 12

Romance sobre la nieve de la Soria… 13 2010, más Rutas Literarias para La Ería. 15

De las Asturias de Oviedo… 16 Vítejte ve strední Evrope. 17

Actualidad El enigma Bolonia. 18

El Observatorio sobre Drogas para Asturias. 20 That´s English. Bilingual Section

A visit to the Scented Garden. 21 A visit to London. 22

Deportes Cuatro deportistas de primera en La Ería. 23

Campeonato de tenis de mesa. 25 A escena

Un musical en La Ería. 26 Poesía y teatro en la Semana del Libro 2010. 27

Cine ¿Soñadores o revolucionarios? 28

Perdone, pero sus dientes están en mi cuello. 28

Libr ería Mirando hacia atrás. 29

Una historia que contar. 30 La elegancia del erizo. 32

Hidropesía. 33 Diccionario de la paz. 34

Cuentos y poemas ganadores

del concurso literario IES La Ería. 35

editorial Un año más, y un nuevo curso llega, apurada como siempre, la revista Palabrería, nuestra re-vista, la del instituto La Ería. Si nuestra trayectoria fuera equiparable a la de un alumno, estaríamos a punto de comenzar la educación infantil, sólo tres añitos, pero por suerte, aunque somos jóve-nes, sumamos muchos años entre todos los que hacemos Palabrería, y también muchos esfuer-zos, horas de trabajo y experiencias para poder contar tantas cosas. Y de eso se trata, de expe-riencias, de inquietudes, opiniones y pensamien-tos y de poder llevarlas siempre con nosotros en este número tres de Palabrería. Y para terminar, desde aquí un hasta siempre, o mejor, un hasta pronto a nuestros colaboradores fundacionales: Irene, Javier, Clara y Carmen, que este año dicen adiós a La Ería.

Han hecho este número de palabrería

Raquel Iglesias Méndez, Carlos Iglesias Vázquez, (1º ESO A); Verónica Sofía Silvia Barbosa (1º ESO D); Itziar Álvarez Ayarza, Pablo Álvarez Jáñez, Sofía Cas-tañón Vega, Fernando Freije Fuente, Marina González Garay, Marina Vega Allende (2º ESO A); Paula Alonso Penanes, Ainhoa Fraile, Olaya García Fernández, Nerea Mayo Lana, Rubén Muñiz Pereira, Sergio San-tano Álvarez (2ºESO B); Enrique Barranco Arango, Verónica García Rey, Bárbara Jiménez Álvarez, Irene Martínez Fernández (2º ESO C); Isaac Álvarez Silgado (2º ESO D); Vanessa Iglesias Torres, Marisol Pineda Ruiz (2º ESO E); Elena Vicente Valdivielso (3º ESO C); Sofía Barrientos García, Lucía García Fernández, Inés García Rodríguez (3º ESO D); Beatriz Álvarez Juan, Irene Caunedo Suárez, Carmen Marco Cosgaya (4º ESO A); Irene Díaz García, Natalia Ferreras Pérez, María García Álvarez, María García Perotti, Magda Rodríguez Dehli (4º ESO B), Aida Obeso Riestra (4º ESO D), Ana Malgor Vázquez (4º ESO E); Ana Apari-cio Rodríguez, John Kearney Rozas (1º BCH E); Clara Rodríguez Allende (2º BCHA); Javier Prieto Prieto (2º BCH D); Sabela García Rodríguez (2º BCH E).

Diseño / maquetación: Departamento de Actividades Complementarias y Extraescolares. Eulalia González. Imprime: EUJOA. Artes Gráficas Depósito Legal: As-3474/2008

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El primer saludo de La Ería Entrevista con Irene, Nacho, Mº Jesús, Conchita y E ster, ordenanzas del instituto

Enrique Barranco Arango Bárbara Jiménez Álvarez Irene Martínez Fernández Irene Barrero, Ignacio del Busto (Nacho), Mª Jesús Cuestas, Conchita Fernández y Ester Rodríguez trabajan en La Ería, y nos los encontramos nada más entrar en el instituto: ellos nos dan el primer salu-do cuando llegamos, nos informan, hacen fotocopias, nos dan las tizas… son los ordenanzas y son tes-tigos de nuestras entradas y salidas, de nuestra llegada a La Ería y de nuestra despedida unos años después. Teníamos curiosidad por saber cómo ven ellos al instituto, a los alumnos y más cosas sobre su trabajo, así que hemos hablado con ellos y les hemos preguntado unas cuantas cosas. Sobre el tiempo que llevan trabajando y si han trabajado en alguna otra cosa Conchita es la más vete-rana y lleva 30 años trabajando en esto, sin dedicarse a ninguna otra actividad. Le sigue Ester, que lleva 28 años y antes trabajó también como auxiliar de clínica y limpiadora. También realizó este último traba-jo Mª Jesús, con 20 años como conserje. Nacho lleva un año más en la profesión, a la que se ha dedi-cado siempre. Irene trabaja hace 18 años y asegura: «también me considero ama de casa».

A Irene, Conchita y Mª Jesús les gusta el tra-bajo que hacen; sin embargo Nacho prefe-riría ser administrativo y Ester enfermera. El trabajo de un con-serje se puede hacer en muchos tipos de centros de trabajo, y también les pregunta-mos si preferirían cambiar un centro educativo por un cen-tro de salud, por ejem-plo, y todos coinciden en que no cambiarían la educación, de hecho, ya han recorri-do varios centros edu-cativos de Asturias antes de llegar al insti-tuto de La Ería, así, Conchita estuvo en La Laboral de Gijón pero ya lleva 19 años aquí.

Ester ha trabajado en los institutos de Llanes, La Luz (Avilés), Trubia, y Cerdeño (Oviedo), donde tam-bién estuvo Nacho hasta llegar aquí. Mª Jesús estuvo trabajando en Cangas del Narcea, en Moreda y en el Naranco de Oviedo. Irene también trabajó en Cangas del Narcea y en el instituto Alfonso II de Oviedo. Conchita es la más veterana en La Ería y le siguen Ester (9 años), Mª Jesús (8 años) e Irene (2 años), mientras que Nacho, el más reciente en el puesto, lleva un año entre nosotros. Normalmente les vemos en su puesto de trabajo y algunas veces en los pasillos y nos preguntábamos cuáles son las funciones de un ordenanza en nuestro instituto, y son varias, como abrir y cerrar el cen-

De izquierda a derecha: Irene, Mª Jesús, Nacho, Ester y Conchita

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tro, atender al teléfono, hacer recados, estar pendientes del correo, hacer fotocopias o atender al públi-co, y se lo reparten entre todos, por días o bien por semanas, además de dividir el trabajo por zonas. Todos coinciden en que el trabajo no es especialmente duro, aunque Mª Jesús e Irene añaden que de-pende del día, unas veces sí y otras no. Igual que nosotros tenemos asignaturas que nos gustan más y otras menos, ellos también tienen sus tareas favoritas y otras que no les gustan. Conchita e Irene coin-ciden tanto en lo que menos les gusta: vigilar los pasillos, como en lo que más les gusta, que es todo lo demás; Ester e Ignacio también coinciden en lo que rechazan, que es regañar o discutir con los alum-nos y en lo que prefieren, que es atender al público. Esta preferencia por el trato personal también la comparte Mª Jesús, que sin embargo tiene una manía particular, que es la de hacer fotocopias.

Como para todo, hay horas y horas. Conchita y Ester aseguran que el peor momento es el recreo, para Mª Jesús es la última hora y en el caso de Irene la franja que va desde las 10 a las 12:30. Nacho no encuentra ninguna hora especialmente ma-la. Por el contrario, las mejores horas son las primeras de la mañana para Conchita y Mª Jesús, las últimas para Irene y las de descanso para Ester y Nacho. El trabajo cambia también según las épocas del año y en general notan más trabajo en época de exámenes, por las fotocopias, y también con las matrí-

culas. Ester y Nacho consideran que son el verano y el comienzo de curso las temporadas de menos trabajo. Todos aseguran que les gusta mucho La Ería, aunque eso no impide que tengan buenos re-cuerdos de otros centros en los que trabajaron, y María Jesús encuentra una ventaja importante en La Ería, y es que está cerca de su casa. A la pregunta de si cambiarían algo, las respuestas son variadas: Irene se inclina porque no hubiera turno de tarde, Ester cambiaría las normas mientras que Nacho y Mª Jesús se inclinan por mejorar la luminosidad o reducir el ruido. Conchita opina que no cambiaría nada. En La Ería hay más de ochocientos alumnos, muchos profesores, además de padres, personal de se-cretaría, limpieza ¿con quién se llevan mejor? Todos afirman que se llevan bien con todo el mundo, aunque Ester añade que tiene más inclinación por los compañeros de secretaría. La valoración hacia los alumnos es, ¡menos mal! buena, y todos ellos aseguran que les gusta el alumnado de La Ería. También nos preguntábamos de qué forma nosotros podemos hacer que su trabajo sea más agradable, o más llevadero, y Conchita y Mª Jesús llegan rápidamente a la misma conclusión: que no gritemos tanto, que hagamos menos ruido. Sus compañeros también añaden algunas opiniones más, así, por ejemplo, Ester «respetad nuestro trabajo»; Nacho «portaos bien» e Irene «ceñi-ros a las normas del centro». En general creen que la comunidad educativa en conjunto no valora sufi-cientemente su trabajo, a excepción de Nacho, y Mª Jesús que afirma que «a veces». Los años de trabajo dan para haber visto muchos cambios, y Mª Jesús destaca los cambios en la tecno-logía y Conchita lo que creció el instituto. También se acumulan muchas experiencias, y a excepción de Irene todos ellos recuerdan algún mal momento en su trabajo, también alguna situación divertida, como

cuando abrieron el centro de salud de La Ería y había personas que confundían el instituto con el citado centro de salud y en una ocasión una persona dejó una muestra de orina sobre la mesa. Cuando salen del instituto cada día olvidan su trabajo como or-denanzas y como todo el mundo, tienen sus preferencias en cuanto a cómo pasar el tiempo libre que tienen, al que dedican diversas actividades, así, Mª Jesús se inclina por el baile, a Con-

chita le gusta caminar, pero también hacer pilates y leer; esta última preferencia la comparten sus com-pañeros Nacho y Ester, que añaden también la música en el caso particular de Nacho o las cosas de casa -que también ocupan mucho tiempo-, y el deporte (Ester). Fuera del horario laboral, dedicarse a la familia y salir a pasear son las principales ocupaciones para Irene cuando abandona nuestro instituto.

Para terminar, les preguntamos si querían añadir algo, Nacho y Ester optan por darnos un con-sejo, Nacho nos pide y nos aconseja a los alumnos que seamos buenos y Ester, que estudiemos mu-cho para en el futuro podamos trabajar en aquello que más nos guste.

Algunas situaciones diver-tidas se produjeron cuan-do había personas que confundían nuestro institu-to con el centro de salud.

Consideran que las épocas de más traba-jo son las de matrícu-las y exámenes.

«Un consejo para los alumnos: estudiad mucho para que en el futuro podáis trabajar en aquello que más os guste» Ester.

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La vida después de la ería Así pasan el tiempo libre nuestros compañeros de 1º de ESO y 1º de BCH

Paula Alonso Penanes Olaya García Fernández Ainhoa Fraile González Nerea Mayo Lana En La Ería los alumnos pasamos mucho tiempo, seis horas cada día. Por ello, este año hemos querido seguir a nuestros compañeros más allá de las aulas y desvelar qué hacen en las demás horas del día. Hemos realizado una encuesta a los alumnos, escogiendo los primeros de ESO y Bachillerato para descubrir así las diferencias entre los benjamines de cada grado; cinco años les separan.

Nos introdujimos en la rutina de los estudiantes preguntándoles qué era lo primero que pensa-ban hacer durante la tarde, viendo así sus prioridades. Lo primero que piensan en hacer los alumnos de la ESO es usar el ordenador, estudiar y escuchar música aunque exis-te una pequeña parte a la que también le gusta practicar deporte y ver la televisión. En primero de Bachillerato los estudios exigen más, por eso no nos extraña que su priori-dad sea estudiar seguido por la televisión y ordenador.

estudio Como veis, el estudio es im-portante pero, ¿cuánto tiempo le dedican nuestros compañe-ros? En la ESO, el promedio entre semana es de una hora y cuarto, y los fines de sema-na se trabaja algo menos: una hora, aunque hay récords, como el de Micaela Mercuri, de 1º ESO C, que afirma emplear sólo ¡5 mi-nutos! En Bachillerato hay más trabajo y la media es de una hora y media entre semana y dos en el fin de semana. Claro que no todos somos iguales y no siempre se emplea el mismo tiempo en todo, y así, Mónica Álvarez Sal, de 1º ESO B asegura que todo «depende del día y lo que haya que estudiar»

televisión , internet La tecnología irrumpe con fuerza; la televisión se lleva prácticamente dos horas en la ESO y una hora y media en bachillerato; el ordenador, una hora en la ESO y una hora y media en los mayores y a vi-deojuegos los compañeros de la ESO dedican una hora mientras que en Bachillerato no les dedican

nada de tiempo. Con tanto tiempo dedicado a esto, os pregun-taréis qué hacen; pues en la ESO ven sobre todo programas como Los Simpsons, El Internado (especialmente Asur Martín, de 1º ESO E) o Física o Química, aunque hay quienes prefie-ren Bob Esponja o tienen preferencias distintas al resto de sus compañeros, como Andrea Brandido (1º ESO D), que elige «Pasapalabra» o Raquel Iglesias (1º ESO A) que prefiere «El Mentalista». En el ordenador nuestros compañeros de primero

entran en redes sociales como Tuenti o Facebook y hablan con sus amigos a través del Messenger. A pesar de todo, la tecnología no hace olvidar formas de entretenimiento tradicionales, como Selene Bermejo, de 1º ESO B, que elige dibujar entre sus opciones para pasar el tiempo cuando llega a casa.

Alumnos de 1º ESO E en el aula de Plástica

En 1º de Bachillerato los alum-nos abandonan los videojue-gos, pero tienen el mismo in-terés por Tuenti o Messenger que sus compañeros de ESO.

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En cuanto a Bachillerato los programas favoritos son Los Protegidos, Los Hombres de Paco, y Top Gear, pero también hay gustos para todo y así, Aarón Rodríguez de 1º BCH D prefiere House y María Ayarza (1º BCH C) o Ana Aparicio (1º BCH E) eligen Bones. Como les gusta el deporte también ven mucho fútbol. John Kearney está en el extremo opuesto, y dedica a la televisión «0 horas, 0 minutos».

En Bachillerato, al igual que en la ESO, también son afi-cionados a entrar en el Tuenti y en el Messenger, aunque a veces también se utiliza el ordenador con otros fines: Álvaro García, de 1º BCH C, que lo dedica a «periódicos y música en Youtube»

Libros, cine y música La lectura triunfa en ambos casos. En la ESO dedican una hora y media sobre todo a libros de aventuras y miedo, aunque, como para todo, hay gustos, y Vanessa Geraldo, de 1º ESO B afirma « ¡no me gusta leer!». En Bachillerato leen, más o menos, media hora diaria, aunque Alejandro Casal, de 1º BCH D supera la media y dedica a la lectura

una o dos horas. El género preferido por la mayoría es el de aventuras, pero también hay otras opcio-nes, así Patricia Santamaría (1º BCH B) elige la «novela histórica y la crítica social» y Ana Alonso (1º BCH E) «Historia del Antiguo Egipto». Nuestros compañeros son grandes aficionados al cine y ven películas de miedo y aventuras en la ESO y de miedo o románticas en Bachillerato, aunque hay ex-cepciones, como Rogelio Bruzos o Sergio Uría (1º BCH C) que prefieren la comedia.

Entre sus aficiones, destaca, con gran diferencia, la música. El pop, tanto inglés como español, en Bachillerato, al que se añade el rap en la ESO. Aunque para gustos, colores, como Juan Vegega de 1º ESO D, que dice que le gusta la ópera, o Natanael Hernández que prefiere, por encima de todo, el flamenco. Coral García, de 1º BCH E elige el rock alternativo. En general, en Bachillerato dedican un promedio de una hora diaria a escuchar música, y hay casos en que más: Ana Alonso Rubín de 1º BCH E dice «empleo en la música todo el tiempo que puedo».

Vida social Aparte de las actividades que se hacen en casa o el deporte, que ocupa un lugar importante en el tiempo libre de nuestros compañeros, hay también un tiempo que dedicamos a salir. El horario en los alumnos de la ESO está en la franja que va desde las cuatro o las cinco, a las ocho o nueve de la tar-de de los fines de semana. Pablo López (1º ESO D) matiza y afirma que sale «después de hacer mis deberes». El lugar elegido para salir es, en su mayoría, la calle, el parque o la plaza; en bastantes casos se queda también con los amigos para ir al cine o a casa de otro amigo. En Bachillerato el hora-rio cambia bastante, y nuestros compañeros empiezan a salir sobre las seis de la tarde, siendo la hora de regreso variada, algunos afirman, como Marina Fernández , de 1º BCH A, «hasta que canse». Otra novedad en Bachi-llerato es que la calle o las casas de los amigos se sustituyen por las discotecas como lugar preferido para compartir el tiempo libre. A la hora de elegir con quienes pasar el tiempo libre, en 1º de ESO casi todas las actividades en general las realizan con sus amigos, aunque en algunos casos todavía se comparte con familiares; Mónica Álvarez Sal (1º ESO B) afirma, con mucho sentido, que pasa su tiempo libre «con la gente a quien aprecio y quiero». Con dieciséis y diecisiete años la cosa cambia bastante y, además de los amigos, aparecen ya los novios y las novias para compartir el tiempo libre.

Con esto acabamos nuestras investigaciones a partir de las encuestas a nuestros compañeros de primero de ESO y BCH. Esperamos que os haya gustado lo que sucede después de La Ería.

Alumnos de 1º de Bachillerato A

En 1º de ESO calles y parques son lugares de encuentro con los amigos; en 1º de BCH lo son las discotecas.

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Cooperativistas en acción El trabajo de las aulas sale a la calle en el merca do EJE

María García Perotti Es el momento más esperado por los alumnos de EJE, a fin de cuentas, es por lo que llevan trabajando todo el curso. EJE (Empresa Joven Europea) es un simulacro de sociedad cooperativa donde hay diver-sidad de funciones: contables, diseñadores, aprovisionadores, directores… Pero ese día, 20 de mayo, el día en el que venden sus productos, el día en el que hay que luchar contra la competencia y si hace falta, llamar a los padres para que se acerquen al stand, es el día en el que todos dejan sus ocupacio-nes de dentro del aula y realizan la misma tarea: vender. Como sociedades cooperativas, cada una tie-ne su pareja y los productos de ésta también aparecen junto a los suyos. Aquí en La Ería «La güelina generosa» (4º ESO A) se asoció con un empresa madrileña, «La fontana les xanes» (4º ESO B) con una empresa de Jaén, «Zaska tunaska» (4º ESO E) y «El rastrillo divertido» (4º ESO Diversificación) con una de Murcia y otra de Cáceres respectivamente. Allí, en el Paseo de los Álamos había megáfo-nos, hombres-anuncio, muestras gratuitas, publicidad de cada cooperativa y mucha, mucha gente. A las diez de la mañana empiezan los estudiantes a decorar sus stands. Una hora es más que suficiente para que esté todo preparado y para que alguien se haya acercado a echar una ojeada a ver qué es esa

aglomeración de ado-lescentes, cajas y pues-tos. El mayor de los éxitos se lo llevan las cooperativas que ven-den comida, productos asturianos por excelen-cia. Los demás tienen otro tipo de productos, como accesorios y al-gunos un tanto abstrac-tos, como los abrazos que se vendían a 10 céntimos. Amigos y compañeros que se ven y charlan cuando no tienen que vender, per-suasivos jóvenes que atraen compradores a sus puestos, una cáma-ra de la TPA que graba una entrevista con los coordinadores del mer-cado, señoras que pro-

testan porque las casadiellas del stand de al lado las venden a mucho menos precio y denuncian que la diferencia es una auténtica barbaridad. Una mañana de trabajo para los alumnos de EJE que, al menos para nuestras cooperativas de La Ería terminó con la caja llena; y bien llena, porque «Zaska tunaska» ostenta el título de empresa casi millonaria, ganando sus socios una suma bastante superior a la de, por ejemplo, «La güelina generosa» en la que se obtuvieron 20 euros por cabeza. En cuanto a ese tema, el de las finanzas, en realidad se funciona como una empresa cualquiera: en sus comienzos tiene que haber un capital que sirva como arranque. El método utilizado fue la aportación de un euro cada sema-na. Como toda asignatura, era una cosa seria, así que en empresas como «La fontana les xanes», se acordó la penalización de abonar unos 50 céntimos si algún socio no pagaba el euro durante un deter-minado tiempo. Estas decisiones se tomaban por votación en una asamblea. Así, después de todo un curso de organización y aprendizaje, con el fruto del trabajo de todos -porque cabe destacar que todos los alumnos tenían siempre una tarea asignada y si alguien no tenía nada que hacer lo compensaba, por ejemplo, con ayudar a montar los carteles para el stand aunque fuera del departamento de finan-zas- se ganó además de dinero, una experiencia.

Los cooperativistas de «La güelina generosa», de 4º ESO A, en su puesto del mercado

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Ería Corporación S.L.S. Una empresa virtual con estudiantes de v erdad

Enrique Barranco Arango Bárbara Jiménez Álvarez Irene Martínez Fernández

El instituto de La Ería es uno de los siete institutos elegidos por la Consejería de Educación del Princi-pado de Asturias para poner en práctica la SEFED (Simulación de Empresas con Finalidad Educativa).

Está asociada a los módulos que estudian los alumnos del Ciclo Formativo de Grado Superior «Gestión comercial y Marketing». Consiste en que los alumnos realicen todas las actividades de una empresa real, como son la compra, venta, marketing o recursos financieros entre otros. Los alumnos

opinan que es muy interesante y que están se-guros de que les ayudará a resol-ver problemas en el futuro: «me parece realmente inte-resante y nos gusta de-senvolvernos en un campo que al principio no en-tendíamos» dice Víctor Martínez Castro, alumno del Ciclo. El Ciclo Formativo tiene 29 alum-nos matricula-dos, y la empre-sa simulada tiene además

un nombre como una empresa de verdad: «Ería Corporación S.L.S.». En el currículo de este ciclo se dedican seis horas a la semana a esta actividad, distribuidas desde 12:30 a 14:20 los martes, miércoles y jueves. El comienzo de este módulo de formación tiene lugar en el segundo trimestre, con la finalidad de que los alumnos, cuando llegan en septiembre, tengan un tiempo de adaptación y puedan situarse durante esos primeros meses. El módulo es impartido por dos profesores, Jorge Luis Gómez y Mariví Melón, que se reparten la calificación del alumno.

Desde el punto de vista de los alumnos este ciclo formativo responde y supera las expectativas

que ellos tenían antes de empezar y opinan que la simulación de empresas es de gran utilidad y que realmente sirve para el futuro trabajo en una empresa y consideran que manejar la empresa les ofrece una responsabilidad muy interesante. El aspecto más difícil para los alumnos es compaginar el estudio y el trabajo. Como salida profesional el marketing es una de las opciones más atractivas para ellos. Acerca de las actividades realizadas por los alumnos, se podría decir que trabajan en una verdadera empresa, puesto que deben fichar al entrar y salir, y deben contactar con otras empresas de España.

Los días 20 al 22 de abril tenían previsto asistir a la Feria del Comercio y esperamos que haya sido una buena experiencia y consigan hacer bien todo el trabajo que se propongan en el futuro.

Alumnos en la clase de SEFED

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Adiós a La ería La ceremonia de graduación, o la conclusión de la p ostrim ería

Sabela García Rodríguez El día de la graduación es uno de estos días eternos pero efímeros a la vez. Eterno, porque lo vives con semanas (meses, diría yo) de antelación. Tu mente viaja por mundos surrealistas imaginando en qué discoteca lo celebrarás, quién dará el «discurso», dónde cenarás después del acto… Efímero, porque una vez que te encuentras allí, en el momento, el 23 de mayo del 2010, sentado en la butaca de la Sala de Cámara del Auditorio, todo se sucede a velocidad de la luz. Y de repente te ves a ti mismo en un taxi, con los pies destrozados, la voz rota y el peinado despeinado, a las 10 de la mañana camino a ca-sa. Pero no vayamos tan rápido y desmenucemos las horas tan intensas que vivimos.

El ya citado domingo 23 de mayo nos reunimos profesores, padres y alumnos en el Auditorio a las seis de la tarde. Como si de un pase de modelos se tratase entramos en la sala de Cámara y la Ce-remonia comenzó con el Grupo de Cámara del IES La Ería, seguido por las intervenciones del director, Don Juan Raúl Yebra; Doña Teresa Pastor, representante del AMPA y Don Juan José, Director Gene-ral de Ordenación Académica de la Consejería de Educación. Tras las intervenciones, acalorados y con

el programa a modo de abanico llego «el momento»: el discurso de los alumnos, nues-tro discurso. O deber-ía decir, EL DISCUR-SO, porque creo hablar en representa-ción de todos si digo que Javipo y Clara supieron poner voz a la maraña de senti-mientos acumulados durante este estresan-te curso. Y cuando nos dimos cuenta, estábamos en el pin-cheo tomando, algu-nos, la primera copa de vino o cerveza de la noche. La masa estudiantil fue di-luyéndose poco a po-co, unos para cenar

con los amigos en un restaurante, otros para cenar con la familia en casa. Fue cuestión de dos o tres horas que todos nos volviésemos a juntar. A las doce de la noche, en la discoteca Tribeca empezó la segunda parte de la graduación. Muchas cosas pasaron, pocas se pueden contar: bailes, copas, risas, profesores que dejan las aulas y se unen a nuestra celebración nocturna, más bailes, más risas…. Casi seis horas estuvimos allí metidos aguantando como unos campeones. A las seis de la mañana abando-namos la discoteca y comenzaron las dos horas de espera, unos tirados en la calle, otros buscando desesperadamente un bar para desayunar. La espera llegó a su fin y a las ocho de la mañana estába-mos en el hall del instituto dispuestos a seguir con la fiesta. Cantamos, gritamos y recorrimos por última vez, como alumnos, los pasillos de La Ería. Poco a poco las fuerzas nos abandonaron definitivamente y fuimos yéndonos a casa para entregarnos a un sueño eterno.

Si después de leer este breve texto preguntáis a otro alumno como vivió el día de la graduación, seguramente os cuente otros detalles y discrepe con algo de lo aquí escrito. Aún así, domina un pen-samiento común a todos los graduados de esta promoción 2008-2010: nunca olvidaremos ese día.

Javier y Clara en un momento del discurso de despedida

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Fin de tutto Seis años de instituto llegan a su término

Javier Prieto Prieto Clara Rodríguez Allende De seis años de instituto, dos se pasan durmiendo, así que será mejor hablar de los otros cuatro. La verdad es que dan para mucho, como si tuvieran muchos meses; y los meses muchos días; y los días muchas horas; O, a veces, como si no existieran ni meses, ni días, ni horas, y viviéramos en un presen-te monótono, eterno y estancado. Pero al final son bien pocos y bien vagos los momentos y las personas que se quedan en la memoria. Todo lo que sé se puede expresar con un carácter numérico en un documento oficial. Todo a lo que aspiro se juega en un examen. Todo lo que soy, toda mi banal existencia, cabe en una foto de carné, vulgarmente grapada junto a los únicos datos que sobresalen en mí, que, por cierto, caben en una car-tulina azul. Tengo 18 años, vivo en Oviedo, y estudio en La Ería. Nada dice mi expediente de que me gusta estudiar de madrugada, que lloré al leer «Rebeldes» de Susan E. Hinton o que a los 14 años es-tuve en el quirófano. Todos esos datos son irrelevantes en un expediente, y sin embargo son los que

más han marcado estos últi-mos años de vida.

Y aunque solo queden es-cenas sueltas y borrosas aquí tiene lugar la evolución más importante y profunda de una vida humana. Pero no lo hace de forma paulatina y sosega-da, sino a trompicones, alter-nando periodos de falsa cal-ma con saltos bruscos y des-considerados.

Como si a veces no crecie-ra, no avanzara en absoluto, y de repente maduro a ritmo vertiginoso. O en otro aspec-to, como si a veces no lograra salir de una situación difícil, y de golpe todo se soluciona y me envuelve un estado de eu-foria. Sí que puedo asegurar que han sido los seis años

más confusos de toda mi vida. Primero, porque dos me los he pasado durmiendo, y porque los otros cuatro iban acompañados de esas emociones tan intermitentes.

El milagro de esto somos todos nosotros, que a pesar de lo salvaje y descarnado del patio, de lo in-satisfactorio y anodino de las aulas, de los profesores que nos tienen manía, de los profesores a los que tenemos manía y de un sistema errado en sus fundamentos y viciado en su funcionamiento cuyo princi-pal objetivo es meternos en cintura mediante el más vomitivo acriticismo, hemos salido adelante y lo seguiremos haciendo llevando en volandas al mundo.

O al menos eso se espera de nosotros. Me parece muy curiosa esa frase de «sois el futuro». Siem-pre me sorprendió ese apego que tienen los adultos al porvenir, esa esperanza mesiánica que se tiene de nosotros, los jóvenes, el futuro. No somos los salvadores de la sociedad. No somos el futuro, somos un presente confuso e inmaduro que simplemente quiere prolongar su existencia. Quizá es ese uno de los fallos de este sistema, se nos han atribuido superpoderes y expectativas estratosféricas, cuando bastaba con pararse un segundo a mirarnos y guiarnos en nuestro camino el tiempo establecido. No se trata de qué podemos hacer por la sociedad, sino de qué podemos hacer por nosotros. La sociedad no tiene por qué comer, no tiene por qué trabajar, no tiene por qué enriquecer su cerebro, pero nosotros sí.

¿Y ahora qué? ¿Otros veinte años durmiendo? No. Es nuestro deber invertir ese tiempo en vivir. En vivir para nosotros.

Alumnos de 2º de BCH B en el aula de grupo

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El sueño europeo Encuentro Comenius en Gante, Bélgica

Magda Rodríguez Dehli Ya habíamos llegado a la estación de Gante y aún no terminábamos de creerlo. Después de dos años (uno para los alumnos) de proyecto Comenius en el instituto, Natalia Ferreras, Lara Morán y yo había-mos sido las tres afortunadas trabajadoras seleccionadas para el encuentro que se celebraría en Gante

(Bélgica) el pasado octubre. Habíamos pasado los últimos días volca-das en los preparativos; incluso en el mismo Alvia que habría de lle-varnos a Madrid nuestras energías iban centradas en la confección de un power point para el encuentro, hasta que la batería del agotado ordenador ya no pudo soportarlo más.

Y de pronto, estábamos allí. Por fin veíamos las caras de los compañeros de trabajo durante un curso, de los que tanto habíamos aprendido y nos quedaba por aprender. Y nos encontrábamos, gracias a la suerte y a Dulce Mª Prida, la profesora que coordina nuestro pro-yecto, Eurhope en La Ería, en una ciudad de cuento de hadas. En Gante, cuna de Carlos V, quedó un pedacito del corazón de todos; no sólo en la belleza de calles, edificios y canales, sino en las casas de las familias que tan desinteresadamente nos acogieron. Comenius nos ha regalado amigos para toda la vida.

En esos tres días de estancia en Bélgica, pudimos conocer el interior de un colegio belga en el que, mientras nuestros profesores discutían los objetivos para los próximos meses, hicimos nuestro pri-

mer acercamiento europeo; recorrimos la ciudad, guiados por nuestra líder Jessica; visitamos un parque temático que reúne a todos los países de Europa en miniatura; y corrimos por las calles de Bruselas durante las dos horas que pudimos disfrutar en la capital europea.

A nuestro alrededor, el inglés y el flamenco fueron una constante; siempre entre conversaciones en polaco, checo, turco, italiano (en las que, a ratos, más nos valía intervenir) y, esporádicamente, es-pañol. Y por encima del maravilloso caos lingüístico –aún recuerdo el peso de los diccionarios a mi espalda–, apa-recía otro idioma más: los jóvenes eu-ropeos reíamos escuchando al turco que cantaba el Himno a la alegría, re-íamos pintando grafitis pro-Europa en la calle especial que hay para ello en Gan-te, reíamos viéndonos caer por la pista de patinaje sobre hielo.

Nuestras familias belgas se afa-naron por hacer nuestros días con ellos aún más inolvidables. De su mano co-nocimos las historias y los sabores (im-prescindible el del chocolate, del que nos dejaron bien acompañados para el viaje), las costumbres y el día a día, e hicimos nuestros pinitos con el flamen-co. Así, el día de volver a casa – ¡qué manera de volar el tiempo! – no es de extrañar que nos doliera la despedida. Pero no era la tristeza de un final, sino la emoción de un princi-pio. Y mientras Gante se iba perdiendo en el horizonte, en nuestros oídos seguía resonando la canción con la que los niños del colegio nos habían recibido nuestro primer día en Bélgica. Próxima parada: Turquía. Y para los que quieran formar parte de una nueva aventura Comenius, el próximo curso espera otro proyecto. Un poco de inglés y de curiosidad son los únicos requisitos necesarios para hacer reali-dad nuestro sueño europeo.

Presentación de Oviedo en Gante

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El sueño europeo Encuentro Comenius en Kayseri, Turquía

Irene Díaz García Natalia Ferreras Pérez María García Álvarez La primera vez que Dulce Mª Prida, coordinadora en nuestro instituto del programa Comenius «Eur-hope» nos dijo que nos íbamos a Kayseri, Turquía, al último encuentro entre los seis centros participan-tes, no nos lo creíamos; íbamos a ir a un país con una cultura, una religión, unas tradiciones diferen-tes… A medida que se acercaba el día de ida, nuestros nervios iban creciendo, cada vez estábamos más preocupadas por cómo sería nuestra vida en esos cuatro días, las familias, la comida, las costum-bres… En general todo lo que tuviera que ver con una cultura que, en principio, nos parecía totalmente distinta a la nuestra.

Sin que nos diéramos cuenta ya estábamos en el aeropuerto esperando para coger nuestro avión. A pesar de que el viaje de ida era muy largo se nos hizo bastante ameno mientras nos aprendía-mos el vocabulario turco básico. Por fin había llegado la una de la mañana en Kayseri y tres familias impacientes estaban esperando nues-tra llegada. El primer encuentro fue un poco violento y frío porque no sabíamos qué hacer, qué decir y cómo presentarnos. Nuestro primer día empieza con un fuer-te desayuno turco: queso, tomate, varios tipos de mermelada, miel con nueces, pan turco (con muchas especias), crêpes… Tuvimos la suerte de que este primer día fuera fiesta nacional, el Día del Deporte, y nos llevaron al estadio de Kayseri, el mayor del país. Allí vimos un es-pectáculo de acrosport hecho por niños y niñas que les quedó fantástico. Finalizada esta ac-tuación hicimos una visita por el centro de Kay-seri con nuestros compañeros turcos, lo que más nos sorprendió de este paseo turístico fue la visita a la mezquita, dentro teníamos que cubrirnos la cabeza para que no se nos viera el pelo y descalzarnos por respeto a los creyentes musulmanes. Nues-tra tarde continúa con un juego de Paintball y cuando terminamos visitamos el centro comercial y juga-mos a los bolos. Durante la tarde-noche nos invitaron a una boda turca donde aprendimos a bailar la danza típica de este país. El segundo día visitamos la famosa Capadoccia, lugar donde habitaban los primeros cristianos. También vimos unas formaciones rocosas comúnmente llamadas Chimeneas de Hadas. Ese día fue el único que comimos en un restaurante, e hicimos la digestión en el bazar de las alfombras. Nos llevaron también a un taller de alfarería tradicional y a una joyería con piedras preciosas típicas de Turquía. En nuestro tercer día pasamos la mañana en el instituto de nuestros compañeros turcos. Nos sorprendió mucho lo patrióticos que eran, pues, antes de comenzar las clases, tenían que cantar el himno de Turquía a la vez que se alzaba la bandera. Nos enseñaron el instituto por dentro y allí comi-mos. Esa tarde visitamos unas ruinas y unas cuevas-laberinto antiguas. Este día era el último en Kayse-ri; celebramos una cena en uno de los restaurantes más famosos de la ciudad donde al acabar comen-zaron los lloros y las despedidas. A día siguiente tuvimos que madrugar mucho para coger el avión hacia Estambul. Fue muy triste des-pedirnos de nuestras acogedoras familias turcas, pues después de tres días estupendos de convivencia y preocupándose ellos tanto porque nos sintiéramos bien, les tomamos mucho cariño. En definitiva es-tuvimos muy a gusto, los turcos son muy hospitalarios y generosos, se preocupan más por ti que por ellos mismos. Esta experiencia ha sido muy importante para nosotras, hemos aprendido muchas cosas, y ahora hemos vuelto a la vida de siempre pero con unos recuerdos maravillosos que no olvidaremos.

Ante Santa Sofía, en Estambul

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Romance sobre la nieve de la Soria de Machado Relato en verso de la ruta literaria soriana

Magda Rodríguez Dehli

Una mañana de invierno,

ya en el autobús, lucero, hacia Castilla partimos literarios quinceañeros. Amaneceres de grana bajo espesas nubes negras; que por campos de Castilla también lloran las estrellas. La tierra es gris y escarlata sólo por unos momentos, triste y anegada ya, dura, sola, tierra y cielo. La poesía de Machado en sus escenarios tiene a los cantares del Cid y las leyendas de Bécquer. Y mientras con las lecturas nos acercamos a ellos; mientras algunos recitan, en un trémulo lamento, por venganzas, al micrófono arrojados, lastimeros, rompen a Machado y lo hacen ser autor de poemas nuevos; poco a poco, palmo a palmo, en alma y en pensamiento anuncia el campo del poeta que Soria ya no está lejos. Y ya olvidada en la nieve, atrás queda, inevitable nuestra tan bien pregonada maldición de Alvargonzález. Aún no es abril, y tiene la espalda el Moncayo blanca. Nosotros ya preparamos nuestros guantes y bufandas. Llegando ya a la Laguna Negra, el campo un crimen canta. ¡Oh pobres campos malditos, pobres campos de mi patria!

«La tierra de Alvargonzález se colmará de riqueza, y el que la tierra ha labrado no duerme bajo la tierra.» Tampoco a quien la ha cantado acoge hoy en sus poemas, que en Francia quedó Machado, sueño siempre castellano, y aún no soñamos su vuelta.

Al pasar el autobús, relataba el agua limpia: «A la vera de la fuente Alvargonzález dormía».

Ya estamos cerca del crimen, del lecho de agua infinita. De pronto, el jumento para. Alvar no quiere visita.

Ni avanzamos en la helada pista, ni retrocedemos. Cunde el pánico y las risas. ¡Todos fuera! ¡Todos dentro!

La llamada a Protección Civil no lleva un momento. Al poco, unas quitanieves y cinco todoterrenos.

Rocinante no cede ni un milímetro en su empeño. Así pues, a rescatarnos. Las maletas irán luego.

Los efectivos nos llevan hasta el pueblo de Vinuesa. Allí ya con bocadillos nos espera la alcaldesa.

Por fin, cinco horas más tarde, y un poco muertos de frío, la operación está hecha, y todos de nuevo reunidos.

«Atrapados en la nieve cuarenta estudiantes de E.S.O.» Toda la prensa se hace de nuestra aventura eco. Incluso hay quien pregona que entre nosotros ya hay un muerto.

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Fuera, el silencio susurra su melodía de nieve. La Laguna Negra guarda su secreto para siempre. ¡Soria fría, Soria pura, ya nos vamos acercando! Y estás en la lontananza erguida en piedra y en campo. Pero hemos de tomar antes el camino en la ribera. El viento hoy brama en los álamos entre sus ramas aún yertas. La nieve ha quemado los campos, pegujales y arboledas. Nuestro retraso maldito, ya parte de la leyenda, nos hace pasar por poesías como si pedruscos fueran, y –también hay que decirlo– peticiones de pereza. Y a partir de este momento, comienza nuestra carrera, que nos obliga a olvidarnos de palabras y de letras. Cierro los ojos leyendo el Rayo de Luna de Bécquer. Los abro de nuevo y veo la Soria real a mi frente. Desde San Pedro de Duero la luz es gris y oro imberbe, mientras contemplo ese sueño que se escapó de mi mente. En la curva de ballesta del Duero, junto a los chopos hoy alados y rugientes de tambaleantes troncos, espera que alguien se acerque un monumento a Machado, Si bien nuestro tiempo es corto, yo aprovecho y hago un alto ante versos, Duero, álamos, que estoy aquí para verle. Es la magia de los versos que se hacen realidad, sentir el mismo viejo sueño, viejo Duero, del juglar. El puente medieval da la bienvenida a la otra orilla. Entramos en la ciudad, noble, castellana, antigua.

Atardece. Hasta el Espino llega el cielo de Castilla. Hacia Leonor no hay camino; está cerrada la portilla. Y sobre la carretera, un olmo seco, podrido por el rayo, nos espera. Yo, emocionada, recito. La noche se detiene y sueña. Una calleja cubierta de murales infantiles que dibujan a Machado y a sus mundos sutiles, llena de versos, nos lleva al instituto de piedra. Junto a él, reposa un busto por mil flores coronado. Y a los pies, ya algo negruzco, así reza un epitafio: «En preguntar lo que sabes el tiempo no has de perder... Y a preguntas sin respuesta, ¿quién te podrá responder? » Es una copla curiosa para el pie de un instituto, un centro de no-saber, y de preguntarse mucho. [Esta tarde parda y fría de invierno los colegiales no estudian. Monotonía del silencio en los cristales.] Calle abajo, ya dejamos que llegue a su fin el día. Viento frío de la noche, hoy en mí solo hay poesía. Mañana iremos a Aranda, Calatañazor y Burgo de Osma, ciudad antigua, hoy pueblo de gran historia; por catedral un tesoro en la Meseta escondido. Mañana cuando amanezca volveremos al camino. ¡Soria fría! La campana de la Audiencia da la una. Soria, ciudad castellana, ¡tan bella! bajo la luna.

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2010, más rutas literarias para La Ería Sofía Barrientos García Lucía García Fernández Inés García Rodríguez

Este año la suerte ha vuelto a sonreír al instituto, hemos conseguido las Rutas Literarias. Nuestro desti-no, como hace cuatro años, Barcelona. El día 16 de abril los alumnos de 3ºA y parte de 3ºD comenza-mos esta aventura. Un autobús nos llevó al aeropuerto donde cogimos un vuelo hacia Barcelona. En el avión todos estábamos nerviosos: algunos porque era la primera vez que volaban y otros simplemente por cómo pasaríamos la semana. Desembarcamos en el Prat, llegamos al albergue y conocimos a nuestros compañeros de viaje, los malagueños. Repartimos las habitaciones, hicimos las presentacio-nes de ambas comunidades y realizamos un juego para conocernos mejor. El primer día nos dividieron en dos grupos y visitamos las Ramblas. Por la tarde vimos la Pedre-ra, la Casa Batlló y la calle en la que están, la Manzana de la Discordia. Por la noche fuimos a ver el espectáculo de las fuentes de Montjuic, que parecía una danza del agua, el agua y la música eran una. El segundo día fuimos al MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña) donde vimos una exposi-ción modernista e hicimos un juego en el que éramos coleccionistas de arte. Por la tarde visitamos la Sagrada Familia, una de las obras más conocidas de Antonio Gaudí. Y por la noche tuvimos la suerte

de ir al cine a ver «Alicia en el País de las Maravillas» en 3D y de cenar en el Fresc Co, un restaurante de buffet. El día siguiente nos fuimos a Gerona para visitar L’Escala, famosa por sus an-choas y lugar de nacimiento de la es-critora Caterina Albert, conocida como Víctor Català. Allí realizamos una ruta donde nos enseñaron algunos de los lugares sobre los que la autora escribió fragmentos de sus obras, una típica casa de pescadores e incluso la tumba de la escritora. Por la tarde, y tras co-mer en Ampurias visitamos sus restos arqueológicos griegos y romanos. Al día siguiente volvimos a salir de Barcelona para visitar en este caso Sitges. Allí estuvimos en un museo y recorrimos el pueblo donde vivieron escritores como Santiago Rusiñol. Además pudimos disfrutar del sol en nuestro tiempo libre. Por la tarde re-gresamos a Barcelona y realizamos un

juego basado en el «L’Auca del Senyor Esteve», de Santiago Rusiñol. El día no terminó ahí, por la no-che hicimos un Taller Literario en el que nos dividimos por grupos y realizamos pruebas. Para la gran mayoría éste fue sin duda el mejor día. Y ya estamos llegando al final de nuestra aventura. El penúltimo día recibimos una charla en el Ateneu barcelonés, donde fuimos poetas, o por lo menos lo intentamos, por unos minutos. Por la tarde fuimos al Parc Güell donde realizamos un juego para conocerlo de otra forma diferente. Luego nos dejaron tiempo libre en el centro de Barcelona. Por la noche empezamos la despedida de nuestros queridos malagueños y de nuestros guías durante la ruta: Silvia, David y Pama. El último día llegó y con lágrimas en los ojos nos despedimos de nuestros compañeros de viaje con promesas, que esperamos cumplir, de volver a vernos, y también de la bonita ciudad de Barcelona y de todos los momentos vividos en ella. Creo que todos los que vivimos este viaje recordaremos con una sonrisa y nostalgia todos los momentos pasados. Y queremos agradecer a nuestra profesora de Lengua y Literatura, Carmen, su gran trabajo y esfuerzo hasta conseguir el proyecto. Y a ambas profesoras acompañantes (Eulalia y Carmen) el mérito por habernos aguantado.

El grupo ante la Cascada Monumental del Parque de la Ciudadela

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De las Asturias de Oviedo… Pablo Álvarez Jáñez, Enrique Barranco Arango, Sofía Castañón Vega, Verónica García Rey, Marina González Garay y Marina Vega Allende El 22 de febrero pasado fuimos los alumnos de Religión de 2º de la ESO a Covadonga. Éramos cuarenta y cuatro alumnos y los profesores Ar-senio y Dato. Antes de llegar a Covadonga hicimos escala y visita en Cangas de Onís, pri-mera capital al iniciarse la Reconquista. Visitamos la Iglesia «De la Santa Cruz» y el puente «romano» (así llamado aunque sea Medieval). Luego ejercimos de peregrinos e

hicimos a pie unos cinco kilómetros hasta el Santuario de Covadonga. Visitamos la Santa Cueva y la Santina y rezamos. También bebi-mos agua de «la Fuente de los Siete Caños» y pedimos el típico deseo. Luego visitamos la Basílica y también paseamos por la explanada del Santuario y el Jardín del Príncipe. De regreso aprovechamos para comer en la villa marinera de Ribadesella. Como tuvimos un tiempo espléndido con mucho sol algunos apro-vechamos para ir a la playa. Durante el viaje, de vuelta en el autocar, algunos compañeros y compañeras nos «deslumbraron» con sus magníficas voces en un improvisado karaoke. Reímos un montón y lo pasamos fenomenal.

Lunes, 17 de mayo, a las 8.15 ya estamos casi todos a la puerta del instituto: somos unos 53 alumnos de 3º de ESO esperando el autobús. Es un día soleado. Los profesores de Religión han organizado una excursión al monasterio cisterciense Vía Celi en Cóbreces, lugar que

está en Cantabria, a medio camino entre Comi-llas y Santillana del Mar A las 8.30 todo el mundo está ya sentado y el autobús comienza el viaje. El viaje se hace largo pero alrededor de las 10.00 llegamos a Cóbreces. El Deán del monasterio, Jorge Gilbert, nos recibe y nos acompaña a una amplia sala en el interior del monasterio. Allí, nos habla de su vida, de su estancia en el Vaticano, de su vida como monje, de lo necesario para poder ingresar en un con-vento… Terminado el encuentro con el deán volvimos y retomamos el viaje. Sobre las 12.00 de la mañana llegamos a Santander, aquí los alumnos de la excursión nos dividimos en dos: Una parte visitó el casco antiguo y la catedral, y la otra se quedó en el Sardinero disfrutando de un fantástico día de playa. Todos estuvimos con nuestros amigos, nos reímos, disfrutamos. Al final todos volvimos exhaustos al autobús y solo hicimos una parada en Unquera en el regreso a casa. Aproximadamente, a las 20.30 llegamos de nuevo Oviedo. Fue un día inolvidable aunque se echó de menos protección solar porque al llegar todos estábamos quemados.

El grupo ante el puente «romano» de Cangas de Onís

…a las Asturias de Santillana

Arturo Sánchez Palacio

Viajes por Asturias

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Vítejte ve strední Evrope Vamos, que nos hemos ido de viaje a Centroeuropa

John Kearney Rozas

Sí, a pesar de haber ido a Centro Europa, aun no se qué significa eso, y yo creo que ninguno de los que fue conmigo. Algunos alumnos, de los cuales me incluyo, ya estábamos en cuarto pensando en qué deberíamos hacer para sacar dinero y todo tipo de cosas, como conciertos, concursos de disfraces o mercadillos. Pensando que íbamos a Italia, todos estábamos ilusionados, hasta que llego nuestro que-ridísimo, inteligente, a la par que modesto Mr. Hevia, encargado del viaje, y nos ofreció la posibilidad de ir a Centro Europa. Al principio, algunos alumnos pensaban que no tendría futuro o que la gente no querría ir, pero se encontraron con una mayoría aplastante para ir, así pues, destino elegido: Hungría, Austria y República Checa. Cuando llegaba el momento de partida, un Domingo de Ramos, estábamos a las puertas de la Ería, con diccionarios y maletas en mano, para empezar nuestra gran aventura sin padres (pero con profesores) en nuestra ansiada Centro Europa. Primera parada, Budapest (o Buda y Pest, porque son 2 ciudades). Aún me entraban dudas si seguíamos en España o en otro sitio, porque había españoles por doquier, pero, arquitectónicamente hablando, se notaba que era otro sitio: casas antiguas, carreteras un poco rotas, pero una ciudad grande, y preciosa, con muchos monumentos, y con un hotel en forma de círculo (ideal para echar unas carreras en calzoncillos…). En el segundo día, en el que la guía nos obligaba a ver las cosas a velocidad luz, vimos un palacio, una plaza con estatuas, las cuales resultaban ser los reyes y gobernadores de la ciudad, y tiendas donde compramos alcohol, lo que no nos sirvió de mucho, ya que los profesores pasaron revista y lo requisaron. En el camino de ida hacia Viena, paramos en Bratislava; sólo he de comentar que es una pequeña ciudad muy acogedora,

(y que el McDonalds es muy barato: sólo gasté 5€ y comí la de Dios), segunda parada en Viena, ciudad imperial, con sus preciosos palacios, su Ópera, sus casas precio-sas, ¡y el hotel a 8 horas del centro! Por lo menos tenía-mos una gasolinera cerca, en la que podíamos comprar pan o chocolate para des-pués llevarlo al hotel y comer en la habitación, compartien-do con algunas profesoras. De paseo por la calle princi-pal -gracias a Dios que era peatonal- nos encontramos con una parada obligada, el Starbucks. De camino a Pra-ga, nos detuvimos en Brno (ni idea de cómo se pronun-cia el nombre). Al igual que Viena, había otra parada

obligada: KFC. Al despertarme en Praga con nata en el oído estábamos entrando en la ciudad (gracias por despertarme). Después de un largo recorrido, llegamos al hotel, el cual no tenia gasolineras cerca, así que no podíamos salir de allí. En Praga hay una gran cantidad de Sinagogas y en pleno centro de la ciudad una discoteca de tres pisos, llamada Dúplex, a la cual fuimos por la noche. Cuando volvimos del viaje, todos contentos, y con nuevos lazos de amistad, nos encontramos en la tercera evaluación, y con muchos exámenes. Sin duda, este ha sido un viaje inolvidable para muchos, y yo no lo voy a olvidar. Por cierto, el titulo significa: Bienvenidos a Centro Europa, y está en checo.

El grupo ante el Palacio Real de Budapest

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El enigma Bolonia, al descubierto El rector de la Universidad de Oviedo nos aclara la gran polémica

Magda Rodríguez Dehli Ana Malgor Vázquez

Bolonia. El nombre de una ciu-dad italiana que quedará ligada para siempre a una controver-tida reforma de los planes de estudio universitarios, que ha devorado páginas y páginas de diarios y cientos de horas de radio y televisión. Los medios y la calle han proyectado el eco del nuevo plan a dimensiones desmesuradas en un brote de efervescencia pública. En me-dio de todo esto, los estudian-tes, en nuestro aturdimiento, seguimos sin acabar de tener muy claro de qué nos habla el temido «Plan de Bolonia», y en qué nos afecta exactamente. Nuestra curiosidad in-formativa nos lleva al umbral del mismo Colegio de Recole-tas, construcción del siglo XVII

que hoy pertenece al complejo universitario. Don Vicente Gotor Santamaría, Rector de la Universidad de Oviedo, nos recibe en un despacho de cautivadora magia decimonónica, casi ajena al paso del tiem-po. Es el edificio histórico de una universidad moderna y competitiva, que apuesta por el futuro. Recién concedido el reconocimiento del Campus de Excelencia que la sitúa entre las nueve mejores de Espa-ña, la Universidad de Oviedo se apoya en sus grupos de biomedicina e ingenierías técnicas, en el pro-yecto de energías renovables, cambio climático y medio ambiente, y en un profesorado joven y muy preparado que va a poder dar clases en inglés, para abrirse camino en el Espacio Europeo de Educa-ción Superior. Mientras, tendrá que luchar contra la dispersión de las facultades por la región que aísla y reduce la interdisciplinaridad y el contacto entre estudiantes; el localismo; y la situación económica, aho-ra más complicada que nunca. Desde el inicio de este curso, comienza un nuevo modelo de carreras divididas en un grado de cuatro años y un máster profesional o de investigación de uno o dos (exceptuamos Medicina, que se-guirá cursándose en seis años), idéntico para toda la UE y otros países europeos, que acabará con la necesidad de convalidar títulos entre unos y otros: los títulos universitarios que vienen serán nuestro «carnet de identidad europeo», que reconocerá nuestra formación en todo el continente. Afable, cerca-no y abierto, nuestro Rector, que no abandona la docencia ni la investigación pese a sus actividades al frente del centro, no duda en responder pacientemente a todas nuestras inexpertas preguntas. Pregunta. ¿Cómo empezó el proceso de Bolonia? Respuesta. Este proceso comienza con una reunión en París, y luego en Bolonia, hace más de diez años, en el 1998. En España hemos sido casi los últimos, y se ha hecho todo con mucha prisa: las di-rectrices generales salieron en noviembre del 2007 y había que terminarlo todo ahora, porque el último tren se cogía para el curso 2010-2011. Bolonia está llegando ya a la Universidad. ¿Qué fac ultades son las más transformadas? En la Universidad de Oviedo se han transformado ya doce grados: cinco Experimentales (Física, Quími-ca, Matemáticas, Biología y Biotecnología), dos de Ciencias de la Salud (Enfermería y Fisioterapia) y otros cinco de Humanidades (Historia, Historia del Arte, Geografía, Filosofía e Historia y Ciencias de la Música); y también se han transformado los máster. A fecha de hoy ya están enviados todos los títulos a

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la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación, que los evalúa para que puedan intro-ducirse en el curso 2010-2011. De setenta titulaciones que había en la Universidad de Oviedo se van a quedar en cincuenta, porque las licenciaturas que eran normalmente de cinco años y las diplomaturas equivalentes de tres que les correspondían (como es el caso de Economía y Empresariales o los títulos de ingeniero técnico e ingeniero superior) se transforman en grado de cuatro años, y se igualan. Si al cabo de cuatro o cinco años no se han cumplido los objetivos que se plantearon al hacer una nue-va titulación, o no hay suficientes alumnos, ese grado desaparecerá. También se pueden desarrollar nuevos grados, siempre que los contenidos sean adecuados y exista una demanda y ofertas de trabajo. ¿Cómo van a cambiar las clases con el Plan Bolonia? Como siempre, hay profesores que son escépticos de Bolonia y otros que son entusiastas. Normalmen-te, al profesor que ya tiene una cierta edad le cuesta más adaptarse, al profesor joven le cuesta menos; pero el beneficiado siempre va a ser el alumno. En lugar de dar la clase magistral, irse y hacer el exa-men, ahora el profesor va a hacer una evaluación continua, y en muchas asignaturas no habrá examen final más que para subir nota. Esto va a implicar que los alumnos van a tener que ir a clase, y cambiar el viejo hábito de muchos del absentismo y las academias. Ahora tendrán que estar en contacto con el profesor, que en las clases tutoriales les mandará trabajos y los discutirá. Van a tener que trabajar más y de una manera continuada. En el instituto estáis acostumbrados a trabajar así, y el salto será menor. Si lo sabemos hacer bien, que eso va a depender de los profesores, va a ser muy positivo porque los alumnos van a tener una mejor formación, sobre todo a la hora de buscar el primer empleo. Al tener ese contacto con el profesor, enfrentarse hablando cara a cara, el estudiante tendrá más seguridad cuando vaya a una entrevista. Y, sobre todo, una formación más general, más amplia. ¿Por qué surge la polémica sobre Bolonia, si el obj etivo nos interesa a todos? Hay siempre grupos, yo diría incluso políticos, que de alguna manera han dado un mensaje erróneo, de mercantilismo, de que vamos para atrás. Pero han sido grupos minoritarios. Hay que tener en cuenta que la Universidad de Oviedo tiene 25000 estudiantes, y el día de la manifestación no iban más de 300; lo curioso es que la mitad de ellos eran precisamente estudiantes de Secundaria como vosotros. Se dio también este mensaje erróneo a los institutos, se dijo a los jóvenes «que esto es mercantilismo, que no va a poder entrar el hijo del obrero a la universidad», y todo eso es mentira. Son mensajes dados por gente intencionada en destruirlo. ¿Cómo está entrando Bolonia en Asturias? Como en toda la universidad española ha habido sus protestas, y al final se ha entendido. En las doce titulaciones ya homologadas han entrado el doble de alumnos que otros años, lo cual es positivo. En la Facultad de Químicas –yo soy químico–, los alumnos están muy contentos de cómo va el plan de Bolo-nia porque sienten una relación con los profesores mucho más íntima de lo que ellos creían. ¿Cómo afecta el cambio a los preuniversitarios? Vais a entrar a la Universidad directamente con la metodología distinta: tendréis que adaptaros desde el primer día, por lo que no os debería afectar. Sabéis que este año ya os va a tocar la nueva PAU, que ha cambiado también. Desde el Vicerrectorado de Estudiantes se os va a ir a explicar por todos los insti-tutos y colegios la nueva PAU, que será más específica. Es decir, las asignaturas optativas relacionadas con la carrera que se vaya a estudiar valdrán el doble que otras, mientras que antes no necesitabas cursar ninguna asignatura de la titulación. De esta manera, va a haber que tener mucho más claro al principio qué carrera se va a elegir para luego en la PAU coger las asignaturas correctas. ¿Bolonia va a ayudar a que se potencien más los tra slados y la movilidad de los estudiantes? Teniendo la homologación, ahora va a ser mucho más fácil. Incluso se está planteando en diferentes universidades españolas, como es nuestro caso, tener una titulación conjunta con otra universidad eu-ropea, con la que estudiantes de Oviedo vayan allí a hacer un curso o dos, y viceversa. La movilidad va a ser esencial y mucho mayor de lo que viene siendo hasta ahora. Queremos potenciar esto porque es muy enriquecedor para los estudiantes, ir a otro país, aprender costumbres, idiomas… O sea que cuan-do estudiéis una carrera, os aconsejo que al menos un año os vayáis a una universidad extranjera. ¿Con Bolonia se harán más subvenciones en estos tie mpos de crisis? La Universidad tiene que hacerlo así, como en principio está previsto. Lo que ocurre en estos tiempos de crisis, os puedo hablar por la Universidad de Oviedo, es que llevar Bolonia a cabo nos va a resultar más difícil porque implica tener grupos pequeños de alumnos; y hay carreras, como las ingenierías, De-recho o Económicas, con muchos alumnos. Necesitamos contratar profesorado, y los presupuestos del Principado de Asturias están siendo muy restrictivos, con lo cual tenemos que echar imaginación a ver cómo lo llevamos adelante. Bolonia ha venido en el peor momento posible, porque Bolonia no se puede hacer a coste cero… y así tendremos que conseguirlo este año que entra.

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observatorio sobre drogas para Asturias Eficaz vigía contra la drogadicción en nuestra regi ón

Beatriz Álvarez Juan Irene Díaz García Irene Caunedo Suárez El consumo de drogas es una realidad que preocupa a nuestra sociedad, especialmente sensibilizada cuando el problema afecta a adolescentes y jóvenes. A nuestro parecer se empieza a consumir drogas por diferentes causas; a veces es la influencia de compañeros de clase, amigos, el temor a verte exclui-do, etc. Se puede usar la droga pensando que es un amigo fiel, cuando en realidad hemos abierto la puerta a un enemigo peligroso. Hemos buscado opinión e información profesional en el Observatorio de las Drogas de Asturias (ODA). Antón González, sociólogo del mismo, nos acerca a este organismo que forma parte de la Uni-dad de Coordinación del Plan sobre Drogas de Asturias (UCPD). El cometido del Observatorio es reco-

ger y analizar información sobre el consumo de drogas, y mostrar esa realidad para ayudar, tanto a la administración, como a las aso-ciaciones y la sociedad en general, a tomar decisiones respecto al tratamiento a drogodependientes o a las campañas anticonsumo. Así, todos los años se genera información: los denominados Infor-mes sobre Drogas de Asturias (INFODROG); también se editan mo-nografías sobre sustancias o consumos determinados y los datos asturianos de las encuestas nacionales sobre drogas. Los datos proceden, encuestas aparte, de registros y bases de datos de la

administración sobre personas que tienen relación con las drogas. Se puede afirmar que las adicciones más comunes en Asturias son las relacionadas con las sustancias legales, es decir tabaco y alcohol. Así, según el último informe publicado, de 2008, el 30,4% de los astu-rianos consume tabaco, y entre jóvenes de 14 a 18 años, el 13,3%. Curiosamente, fuman más las chi-cas (15,8%) que los chicos (11,1%). Respecto al alcohol, el 13 % de los asturianos lo consume a diario, y la diferencia entre jóvenes -donde hay una tendencia al descenso- y adultos, es que el consumo de jóvenes es superior esporádicamente, pero inferior en el diario (2,9%). Al respecto del consumo de dro-ga por parte de jóvenes, Antón González señala que los que caen en ese mundo no son conscientes de los riesgos de las drogas porque no tienen experiencia y no ven las consecuencias perjudiciales en la vida adulta. Afirma también a este respecto que «ninguna persona nace predestinada para consumir drogas. Las drogas y su consumo son fenómenos sociales… Por poner algunos ejemplos, el alcohol tiene una repercusión casi inexistente en los países de religión islámica y budista, el consumo de tabaco es mayor entre las personas con niveles educativos más bajos, y las personas que nacen en una familia o viven en un entorno problemáticos tienen más probabilidades de caer en consumos perjudiciales» En cuanto al cannabis, que el 34,5% de los jóvenes asturianos asegura haber probado alguna vez en la vida -aunque sólo el 2,9% lo consume a diario- afirma que «hay investigaciones que demuestran que el consumo de cannabis, además de los riesgos psicopatológicos, se relaciona significativamente con el fracaso escolar, y eso va a tener impacto en la vida adulta». Aunque el consumo de drogas legales e ilegales ha disminuido en los últimos años Antón González señala que siempre habrá consumo de drogas en los grupos humanos y la administración y otras instituciones deben «bajar lo más posible el número de personas que las consumen y reducir al mínimo los daños en las personas consumidoras». En este sentido, la administración asturiana impulsa planes preventivos como Proyectos pedagógicos de Educación y Promoción de la Salud o La aventura de la vida, sin olvidar los programas asistenciales y de reducción de riesgos (Zona Clave, Trolebús).

«Las investigaciones demuestran que el consumo de cannabis, además de los riesgos psicopatoló-gicos, se relaciona significativamente con el fracaso escolar, y eso va a tener impacto en la vida adulta»

«En cuanto al cannabis, el 34,5% de los jóvenes astu-rianos asegura haberlo probado alguna vez en la vida -aunque sólo el 2,9% lo consume a diario »

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A visit to the Scented Garden Visita al Jardín de los aromas

Raquel Iglesias Méndez Carlos Iglesias Vázquez On the 16th of November we went to the Scented Garden in Agones, Pravia. We went by train. We took the train from «La Losa» station, we went there on foot. Andy, the language assistant, Mr. Encina and Ms. Sopeña came with us. During the travel from the high school to the train station the weather was good; it was sunny and warm, however in Pravia it was raining. At the FEVE station we waited for the train and we didn’t know which train we had to take. When we were at the train we had a good time: we laughed, we took photos, we sang songs and we told jokes. Although we arrived at Pravia, the train sta-tion was far from the Scented Garden. At the garden we met the owners, Nieves and Michael, they were married. This scented garden was divided into three places: a workshop, a terrace and a garden. Nieves and Michael divided the class into two groups: encinos and sopeños (Encinos were the first 13 and sopeños the last 12) Encinos went with Michael to see and smell scented plants. And sopeños went with Nieves to make soap. And then, encinos made cologne and sopeños smelled plants. In the workshop we made soap or perfume with a lot of liquids from scented plants. These liquids smelt very good. We made the soap or perfume with a spoon, liquid and a lot of patience. Nieves taught us. We started stirring and mixing the liquids. Later we cut a white mass and put it in the liquid and finally Nieves took the liquid and another guide made the forms of the soap. The others then went to a terrace. In the terrace there were a lot of scented plants. Michael explained things about the scented plants and we smelt the plants. The garden was very beautiful. There were a lot of different smelling plants. There

were small and big plants. We followed a path. The most impor-tant thing was: in this scented garden everybody spoke English! Before took the train we went to canteen to buy snacks and sand-wiches. Andy went with crisps and all of us ate them. The canteen was at the train station so we took the train there. During the return journey there was someone sleeping so we had more fun. We arrived at the station and then at half past two we arrived at La Eria and went home. We had a great time and we learned a lot of things. We took the soap and the perfume with us as a souvenir.

Resumen El 16 de noviembre los alumnos de 1º ESO A (Sección Bilingüe)

fuimos al Jardín de los Aromas en Agones, Pravia. Nos acompañaron Andy, el lector, y los profesores Beatriz Sopeña y Arturo Encina. El Jardín de los Aromas está dividido en tres áreas: el taller, la terraza y el jardín. Nieves y Michael, los propietarios, nos dividieron en dos grupos: «encinos» y «sopeños». Los «encinos» fuimos con Michael a ver las plantas aromáticas y los «sopeños» fuimos con Nieves a hacer jabón. Después los «encinos» hicimos colonia y los «sopeños» vieron las plantas, hicimos el jabón y el perfume con mucha paciencia. El jardín es muy bonito y había muchas plantas aromáticas. Lo más importante es que en el jardín todo el mundo hablaba inglés. Antes de coger el tren fuimos a la cantina de la estación a comprar chuches y pinchos. A las dos y media llegamos a La Ería y nos fuimos a casa. Nos lo pasamos muy bien y aprendimos muchas cosas. Trajimos el jabón y el perfume como recuerdo.

The students in the Scented Garden

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A trip to England Relato del viaje a Inglaterra de la Sección Bilingü e

Itziar Álvarez Ayarza Fernando Freije Fuente Marina Vega Allende Last year, the Bilingual Section of La Ería organized a trip to England. We were the first group of the Bilingual Section in our school so this was the first time we travelled to England. Dulce Mª Prida, Beatriz Sala and Gabriel Hevia were the teachers who tralleved with the students. It was great because we learnt a lot of English and the English customs too. It was a bit difficult at first, because the food we had was different from the Spanish food. Meals were at a different time and we had to get used to that. At first, communicating was difficult but it was becoming easier and easier. On the first day we caught the bus in front of La Ería School after saying goodbye to our class-mates. We arrived at Ranón airport and we had lunch there, then we took the plane and in about one hour and forty-five minutes we arrived in England. After that we went to Margate by bus and met our families. On the second day we visited Margate and its most important places. After that, we visited Broadstairs, too. These places were very beautiful and we liked visiting them. At night we went to the bowling alley and we had a great time!! On the following day we travelled to Canterbury. We did a lot of things, for example, going shopping or visiting its famous cathedral. It was a very hot day.

On the fourth day: We did our first journey to…. London! We went by train and we visited the must sees of this great city. We did exciting activi-ties, for example, going on the London Eye. It was a great day. Fifth day: we went to London for a second time. We did more relaxing things, but we visited a lot of places, too. The sixth day was the «Family Day». De-pending on the families we did different things: Some people went to the beach or visited a castle, a museum. Seventh day: This day was the worst day because we had to return to Spain. We said goodbye to our families and looked at the English

houses for the last time. It was a great trip! It was a very interesting experience so this year we are going to do it again but this time the students of 1st ESO Bilingual Section are coming with us.

Resumen El año pasado, la Sección Bilingüe de La Ería organizó un viaje a Inglaterra en el mes de mayo. Fue genial porque aprendimos mucho inglés y sobre las costumbres, y aunque al principio fue difícil se fue haciendo cada vez más fácil. Cuando llegamos a Margate conocimos a nuestras familias y los demás días visitamos esta localidad y los alrededores (Broadstairs, Canterbury), además estuvimos dos días en Londres, donde hicimos actividades muy interesantes, como subir al London Eye. El día antes de marchar fue el «Día de las familias» y con ellas hicimos actividades muy variadas, como ir a la playa, visitar castillos, museos. El séptimo día fue el peor ya que tuvimos que volver. Fue una gran experien-cia, un gran viaje, que este año vamos a repetir con nuestros compañeros de primero.

The students in London

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Deportes en La Ería

Cuatro dep ortistas de pri mera en nu estras aulas María García Álvarez Carmen Marco Cosgaya Sara García Fernández. Balonmano Esta deportista de 4º ESO A, de apenas 16 años ya es toda una figura en el balonmano asturiano, juega en el Oviedo Balonmano, y español, pues está en la Selección Española. Lo lleva practicando desde los 8 años cuando unos jóvenes se presentaron en su colegio y la animaron a ella y a unas amigas a que se apuntaran a practicarlo. Dice que las cualidades que debe de tener un buen juga-dor de balonmano serían sobre todo físicas, y que se van adquiriendo con el trabajo, la constancia y también la suerte. Lo que más le gusta es el compañerismo y el tra-bajo en equipo y lo que menos la rivalidad entre compa-ñeras. Entrena tres o cuatro días por semana durante dos horas. Ha participado en varias competiciones importan-tes como la Liga, el Campeonato de España o la copa Latina, según nos cuenta esta última fue la competición más emocionante para ella, puesto que todo era nuevo y jugaban contra gente de otros países. Sara siente una admiración especial por el Ciudad Real y el Itxaso, actua-les campeones. Además del balonmano le gusta el fútbol, pero no lo practica. Afirma que continuará con este de-porte mientras pueda.

Santiago Fernández Munárriz. Natación Santiago, de 1º de Bachillerato C, empezó en este deporte a los ocho años, sobre todo por influencia de los amigos. A pesar de tener solo diecisiete años ya tiene un gran palmarés, y ha participado en campeonatos de Asturias, España e inclu-so ha estado en Chipre compitiendo. Ha ganando varios pro-vinciales y cinco o seis nacionales. Para él su mejor momento, su gran recuerdo es un campeonato de España en Alicante por ser el primero en el que participaba. Nos cuenta las venta-jas de su deporte que para él son bastantes, entre ellas que le va a dar la oportunidad de entrar en la Universidad, viajar, conocer gente de otros sitios y en otro ámbito dice que le aporta un beneficio tanto físico como mental y que le ayuda a saber organizarse. Santiago está en el CTD (Centro de Tecni-ficación Deportiva) de Oviedo y entrena todos los días durante tres horas. Los entrenamientos suelen consistir en dos horas de agua, además de una hora de ejercicio muscular. Lejos de admirar a las grandes figuras, como Michael Phelps, Santiago siente una especial admiración por el mierense Abel García, campeón de España.

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Sita Morán González. Tiro Olímpico Sita Morán (4º ESO C) tiene 16 años y practica tiro olímpico. Empezó con este deporte hace dos años. Se interesó por el tiro debido a que en su familia hay varios tiradores, y aunque está claro que no es un deporte de masas, nunca ha tenido ningún pro-blema para practicarlo. A mucha gente le extraña cuando dice que practica este deporte; en primer lugar muchos creen que se trata de tiro con arco, y no con pistola, y una vez que se habla de pistola, muchos creen que es algo malo y como ella afirma «tienen que darse cuenta de que en realidad no es así». En palabras de Sita un tirador debe estar bien preparado, debe tener un brazo fuerte para poder soportar el peso de la pistola y se necesita mucha concentración. En su opinión, el beneficio del tiro es no sólo físico, también psicológico. Sita entrena dos días a la semana, los martes y los jueves, du-rante dos horas más o menos. Su entrenamiento consiste en realizar cuarenta tiros a una diana que se encuentra a diez metros de distancia. Sita ha participado en varias competiciones regionales y nacionales, como el campeonato de Asturias de

cadetes, en el que obtuvo el primer puesto; Campeonato de Asturias de juveniles, con un segundo puesto y un tercer puesto en el Campeonato Nacional. Además del tiro, Sita esquía y practica balon-cesto, pero solo como hobby. Borja Dos Santos Rodríguez. Fútbol Borja Dos Santos (3º ESO A) es de Ribadeo y empezó con apenas nueve años a jugar al fútbol, y aunque ahora sólo tenga diecisiete años ya puede presumir de tener una buena carrera futbolística a sus espaldas. Estuvo en diferentes equipos como el Ribadeo Fútbol sala o su actual equipo, el Real Oviedo. Ha participa-do también en varias competiciones importantes, en la Liga y con la Selección Española. Nos cuenta que su partido más emocionante fue la semifinal del Campeo-nato de España. Es tal su potencial que apenas hace dos meses estuvo haciendo unas pruebas para el Li-verpool, y nos cuenta que fue una experiencia muy buena, y que es posible que le llamen otra vez para hacer alguna prueba más. Para él lo peor del fútbol es la pretemporada, pero aparte de eso no encuentra na-da negativo, dice que gracias a este deporte ha podido conocer muchos lugares, personas y que el fútbol le hace tener la cabeza bien amueblada. Entrena cuatro días a la semana durante dos horas al día, y su entre-namiento se organiza en sesiones que consisten bási-camente en ejercicios físicos y tácticos.

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Deportes en La Ería Campeonato de tenis de mesa en cuarto de ESO

Rubén Muñiz Pereira Sergio Santano Álvarez En La Ería hay mucho deporte, y no estamos hablando sólo de las clases. En los recreos vemos casi siempre a alguien jugando al fútbol, al baloncesto, al tenis de mesa… Este curso se ha habido dos tor-neos, uno de fútbol, organizado para el viaje de estudios de los alumnos de 1º de Bachillerato, y otro de tenis de mesa para los alumnos de 4º de ESO, organizado por el profesor Israel Garmón. Hemos habla-do con él para conocer cómo ha ido y cómo se ha organizado. El torneo empezó a mediados de la segunda evaluación en las clases, en las que el profesor dedicó dos sesiones por curso, coincidiendo con el día de la semana que tenían gimnasio. Participaron en esta fase todos los alumnos y alumnas de todos los cuartos (120 aproximadamente), ya que estaba planteado dentro de la Unidad Didáctica de deportes de raquetas, complementando a las palas. De igual manera los y las alumnos/as que no estaban con el campeonato practicaban bádminton. De ahí el motivo de realizar el torneo en princi-pio en sesiones de gimna-sio. Además, entra en el currículum el organizar un torneo por parte del alum-nado; así que en este caso era un buen ejemplo, para que ellos vieran la posibili-dad de organización, apro-vechando dos contenidos curriculares diferentes: de-portes de raqueta y organi-zación de un torneo. Casi todos los parti-dos fueron arbitrados por ellos mismos, normalmente por los siguientes jugadores en jugar en esa mesa. En cada clase los cruces fueron a puro sorteo, sin tener en cuenta edad, género, o nivel deportivo. El formato fue en árbol, típico del tenis. El cuadro se completaba hasta veinticuatro jugadores/as; entonces los perdedo-res/as de los primeros partidos repescaban en la parte «baja» del cuadro. Se han jugado un total de veinticinco partidos en cada curso, más los cuatro de la fase final interclases, en total unos 129 partidos Con los campeones de cada grupo, cinco en total (uno de cada grupo) se jugó la fase final, to-davía sin terminar. Las primeras partidas fueron al mejor de tres a 7 puntos; los cuartos y semifinales a 11 puntos. Y la final en cada curso y los cruces de los recreos eran al mejor de 5 sets. Siempre indivi-duales. Para poner un poco de aliciente el profesor premiaba con un positivo en la parte actitudinal (me-dio punto) a los semifinalistas y otro positivo más para el ganador en cada grupo-clase. Y un tercer posi-tivo para el campeón de 4º, y es que los cinco finalistas han sido chicos: Román Llavona (4º A), Pablo Pérez (4º B), Daniel Castañón (4º C), Pablo Martín (4º D) y Alejandro López (4º E), que según Israel se perfila como ganador. Aunque el torneo ha sido impuesto dentro de las sesiones de clase, ha tenido gran acogida y lo han pasado muy bien, incluso en las primeras fases que podía haber grandes diferen-cias. De hecho, a partir del torneo había mesas más ocupadas en los recreos, incluso por otros cursos.

Ionut Chiriac (izquierda) y Alejandro López disputan un partido

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Un musical en La Ería Elena Vicente Valdivielso El 14 de mayo del año pasado, después del segundo recreo, tuvo lugar en nuestro instituto de mano de alumnos de 2º de la ESO, un musical recordando la música de los 70, 80, 90 y alguna aportación del 2000. Los papeles del musical estaban repartidos tres meses antes: había grupos aprendiendo coreo-grafías de reggaetón y funky en los recreos; niños repasando partituras; alumnos pensando en el deco-rado, que finalmente no fue posible realizar; profesores organizando a todos los participantes; gente buscando tiempo para ensayar… Después de muchos días de preparación, nervios contenidos, arre-glos en los vestuarios y sabiéndonos todos nuestro papel, por fin había llegado el gran día del estreno.

Desde las 8:25 de la mañana todo el mundo esta-ba en movimiento, todo tenía que estar listo unas horas más tarde. Últimos ensayos y arreglos, imprevistos que volvían loco a todo el mun-do… Y suena la sirena anun-ciando el fin del segundo re-creo. Todos los niños de 1º, 2º y algunos de otros cursos cuyos profesores dejaron asistir corrieron al salón de actos, formando un tapón en la puerta. Todos querían los mejores sitios para no per-derse ni el más mínimo deta-lle de aquel evento. Y em-pezó la función. Todos está-bamos nerviosos esperando nuestro turno para salir al escenario, queríamos hacerlo

lo mejor posible para no defraudar al público. Una tras otra fueron transcurriendo las actuaciones, y en cada una de ellas nervios, ganas de hacerlo bien, algún fallo rápidamente disimulado, y al final silbidos y aplausos hicieron que los participantes nos sintiéramos orgullosos de las actuaciones. Los participantes de este musical fuimos los alumnos de 2º de la ESO que contamos con la colaboración de profesores como Ana Gracia Solar (profesora de Música) para montar las coreografías y ayudar con las partituras; Longinos Díaz (profesor de Plástica) que iluminó la función; así como otros profesores que aportaron ayuda afinando guitarras (Jorge), cantando, etc. Algunas de las actuaciones de este musical, presentado por Mariana Penanes, fueron «El rock de La Ería», bailado por alumnos de 2º B y C: María Busto, Paula García, Andrea Ruiz, Rocío Rodrí-guez, Lucía Álvarez, Paula G. Coto, Águeda Gayol, Marta Blanco, Lucía Álvarez, Miguel Rivas, Claudio Rodríguez y Edu Matas; Starling Pérez bailó «Smooth Criminal» con el mismo estilo que Michael Jack-son y nos ofreció además el monólogo «¿Por qué todo lo negro es malo?»; alumnos de 2º A, B, C y D interpretaron «Waterloo» de ABBA: Mónica San José y Pablo Álvarez fueron los cantantes; Alicia Barrei-ro, Sara I´Anson, Andressa Souza y Elena Vicente bailaron y Esther López, Silvia Suárez, Alisson Cai-za y Fátima García pusieron la música con guitarras y piano. Para ponerle un toque más modernillo al musical no dudamos en incluir entre nuestras actuaciones la canción «Ni una sola palabra» de Paulina Rubio, cantada por Mónica San José. Adrián Argüelles y Jesús Fernández pusieron el aire asturiano interpretando a la gaita y el piano respectivamente la «Marcha de Brañes». Como bien dije antes, tam-bién contamos con la participación de César Benítez, profesor que interpretó, con ayuda de nuestra pianista Fátima la canción «Yesterday» de The Beatles. Al final del musical hubo muchos aplausos, feli-citaciones, silbidos, fotos y mucha satisfacción por parte de los miembros del musical. A nosotros nos hizo mucha ilusión participar en ese musical, sobre todo porque era el primero en realizarse aquí en nuestro instituto, y esperamos que fuera el primero de muchos más. También queremos animar a todos los alumnos a participar en eventos como este, ya que es una grata experiencia que vale la pena vivir.

Los intérpretes de «El rock de La Ería» al final de su actuación.

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Poesía y teatro en la Semana del L ibro 2010 Bárbara Jiménez Álvarez El pasado 29 de Abril, desde las 12:20 hasta aproximadamente las 14:00, tuvo lugar en nuestro institu-to, como parte de la Semana del Libro, una función poético-teatral en la que varios alumnos y alumnas de primero y segundo de ESO leyeron poemas y representaron cuatro obras de teatro para sus com-pañeros de primer ciclo. Tras cantidad de horas de ensayos y esfuerzos por parte de todos, la puesta en

escena, con decorados pintados por los com-pañeros de 4º ESO D, agradó a los presentes, quienes aplaudieron con entusiasmo cada una de las representaciones. La función se repitió una semana más tarde, el jueves 6 de mayo, dirigida ese día al alumnado de Segundo Ci-clo de ESO. Ruth Aracena y Mario Juesas, dos alumnos de segundo de ESO D presentaron la función, que comenzó con el recitado de poemas, que se acompañaba de un audiovisual muy bonito, con música de Robbie Williams, (Angels) Bon-nie Tyler, James Blunt (Tears and rain) y John Williams. Los alumnos y alumnas de 1º de ESO C comenzaron con el poema «De cómo la palabra quiso ser y no podía», de Manuel Díez de los Ríos; después recitaron «El árbol de los amigos», de Jorge Luis Borges; conti-nuaron con «La gente que me gusta» de Mario Benedetti y finalizaron con el cuento de Eduardo Galeano, «El mundo». Posteriormente nuestro director Raúl Yebra, con la ayuda de Rafaela Souza y Adrián So-berón, de 2º ESO D, entregó los premios del Concurso Literario del IES La Ería a los alum-nos y alumnas ganadores de este año. Después, los alumnos de primero de ESO Bilingüe pusieron en escena una obra de tea-tro cómica en inglés titulada «Ready, Steady, Go» que se desarrollaba dentro de un autobús escolar. Les siguieron los alumnos de segun-do de ESO B y E, que representaron una adaptación del cuento tradicional «La Muerte Madrina», que tras unos momentos muy diver-tidos termina de forma trágica cuando el pro-tagonista, después de convertirse en médico famoso gracias a su madrina, la Muerte, mue-re precisamente por desobedecerla. Por su parte, los alumnos de la Sección Bilin-güe de segundo pusieron en escena dos bre-ves obras cómicas en inglés tituladas «The Magic Doctor´s Chair» y «The Restaurant». Finalmente, alumnos de segundo de ESO E, C y B escenificaron un cómico entremés de Cer-vantes, cuyo título es «La cueva de Salaman-ca», basada en la infidelidad de una esposa (Leonarda) a su marido (Pancracio).

Alumnos de 1º ESO C recitan poemas

Escena de la tropa en «La Muerte Madrina»

El regreso de Pancracio en «La Cueva de Salamanca»

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CiNeCiNeCiNeCiNeCiNeCiNeCiNe CiNeCiNeCiNeCiNeCiNeCiNeCiNe

Ana Malgor Vázquez

¿Soñadores o revolucionarios? Oubliez tout ce que vous avez appris. Commencez par rêver» Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar. Qué lejos queda aquel mayo de 1968 donde estaba prohibido prohibir, qué antiguos se ven ya los nombres como Alain Geismar, Jacques Sauvageot o Daniel Cohn-Bendit, nombres que pasaron a la historia en ese mayo que duró 12 meses (como canta Sabina en su canción). Pero no voy a hablaros de ellos, sino de otros soñadores que llevaron la revolución a sus cámaras. Voy a hablar de Godard, Truffaut, Chabrol, Resnais creadores de la Nouvelle Va-gue, que consiguieron movilizar, tan genialmen-te, Cannes con las calles francesas. Godard, Truffaut y Polanski, miembros del jurado de Cannes en 1968 pidieron al comité de la gala que cancelara la celebración del acontecimien-to, en consideración a los estudiantes y obreros que estaban luchando, en las calles de Paris, contra ese estilo de vida plástico ofrecido por el mercado de consumo y la organización capita-lista de posguerra. Pero el comité no les es-cuchó y comenzó a proyectar sus películas en las salas. Así fue como Godard y Truffaut inte-rrumpieron las proyecciones colgándose de las cortinas para evitar que Cannes se llevara a cabo. El comité, después de este acto, toma la perspicaz decisión que no supo tomar antes y cancela Cannes 1968. A partir de este año, en Cannes, se pudieron ver las películas totalmen-te libres de censura. Pero el movimiento del mayo francés no sólo salvó la libre creación de los cineastas, también salvó el sueño de Henri Langlois. Este personaje de origen turco era conocido por Jean Cocteau como «el dragón que vela por nuestros tesoros» dragón al que se le atribuye la salvación de más de 10.000 pelí-culas. Creador de la Cinémathèque Française (Paris), amante del séptimo arte y querido, tan querido por las gentes que cuando el gobierno de De Gaulle le destituyó como director de la filmoteca, una oleada de jóvenes, con el apoyo de las grandes figuras del cine europeo, enca-bezados por los gamberros creadores de la Nouvelle Vague, tomaron las calles en protesta exigiendo que se le devolviera a Langlois su vida, su obra, su cinémathèque. Dos meses después de haber sido depuesto de su cargo

Henri Langlois vuelve a «velar por nuestros te-soros» hasta el 13 de enero de 1977, cuando Langlois deja de ser un sueño y se convierte en imagen del mal de amores de una Francia que supo hacerse escuchar, en un mayo inolvidable, de un año rebelde y revolucionario que supo dañarnos a todos, dejando una herida que sigue abierta en los soñadores y a la que el tiempo no deja cicatrizar.

Perdone, pero sus dientes están en mi cuello

Los morbosos chupa-sangre, desde el romanti-cismo en primera persona de Drácula, han teni-do múltiples caras en el celuloide, comenzando con un ser clave para el cine, el enfermizo y

esquelético Nosfe-ratu de Murnau, que nos sitúa des-caradamente en el famoso cuadro «La isla de los muertos» de Ar-nold Bocklin, y que resulta muy distin-to a ese prototipo tan idealizado en la gran pantalla del galán y seductor que después nos

ha llegado en diversas entregas, como la famo-sa «Entrevista con el vampiro», la saga actual de «Crepúsculo» o la desternillante comedia «El baile de los vampiros» de un joven e inexperto Polansky . Siempre nos han atraído los queridos vampiros, ya puedan exponerse al sol o no, ya estén aceptados por la sociedad o tengan inclu-so partido político como nos propone la HBO en la moderna serie televisiva «True Blood». Puede que haya temporadas en las que no se vea representación de estas aves nocturnas en el cine, pero jamás se pasarán de moda, ya que después de tanto tiempo de la novela (1897) del irlandés Bram Stoker siguen fascinándonos es-tos seres, ya sean de la generación que ha cre-cido con su nacimiento o de la que toma el rele-vo con los últimos iconos, ahora adolescentes, de estas sanguijuelas.

El baile de los vampiros

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Mirando hacia atrás Un año de conmemoraciones con letra y música

Magda Rodríguez Dehli Entre tanto evento y tanta excursión, no podemos olvidar que, en un año tan redondo como éste, se conmemoran muchas fechas históricas. La historia es parte de nosotros, de nuestro mundo y de nuestra cultura; cualquier día es bueno para echar la vista atrás, pero hay momentos especialmente propicios para ello. Este es un año de música y literatura; y, aunque obedezca exclusivamente a un capricho del calendario, hacer memoria de algunos de los mayores genios se convierte en un regocijo especial, entre grandes y cuidadísimas ediciones, traducciones nuevas, discografías, versiones, grabaciones y home-najes. No desaprovechemos la oportunidad; puede ser una ocasión perfecta para acercarse a persona-jes mucho menos lejanos de lo que nosotros suponemos. León Tolstói (1828-1910). Las novelas de este grandísimo ruso llevan títulos tan conocidos como Guerra y paz o Ana Karenina. El realismo literario que nos introduce en los albores de 1800 se superpone a cualquier acción de los personajes; la protagonista indiscutible de tales «ladrillos» –como más de un compañero me ha asegurado– es la sociedad rusa de los zares. Y la perla decimonónica que nos deja es la crítica social, a las altas y enrarecidas esferas de la nobleza. Tolstói desarrolla una nueva concep-ción de la Historia, labrada por los más y los menos importantes, trazada por la Humanidad en su conjunto; y reivindica el pacifismo, en una sociedad que se tambalea entre el recuerdo de las guerras napoleónicas y todo lo que aún habría de llegar. James M. Barrie (1860-1937). Pocos niños son los que no han soñado alguna vez con las aven-turas de Peter Pan, los niños perdidos y los Dar-ling. La película de Disney, tan fuertemente criti-cada a veces, sólo hizo aumentar el hálito de magia del universo del gran escritor, aunque desplazó en buena medida la lectura original. Pero no se puede asegurar que Peter Pan sea únicamente un libro para niños. Barrie se mueve en un universo algo abstracto, irreal, que se acerca al absurdo; sus relatos tienen algo del mundo de los sueños. Es una literatura diferen-te, que ofrece resquicios que se escapan a los ojos infantiles. Peter Pan es más un poema a la inocencia, que hace posible lo imposible, que hace nacer a los niños con alas de pájaro, que un personaje de novela. Su historia no se remite sólo al libro con el mismo título, sino que vuela por otras obras como El pajarito blanco... y por los sueños de muchas cabecitas, que pronto querrán olvidarlo, en su empeño por crecer. Miguel Hernández (1912-1942). No queda ya mucho por decir del poeta, que no se haya oído ya por todos los rincones. Su papel, después de sesenta años con los ojos cerrados, no deja de tener una cierta connotación de arma política.

Pero lo que no se recuerda tanto es que su po-esía más hermosa –quizá no tan sublime como se promociona– es la que, ya casi perdidas la vida y la esperanza, dedica a la paz que España no supo alcanzar. Fryderyk Chopin (1810-1849). En otro orden totalmente distinto de cosas, celebramos los doscientos años del nacimiento del genio de la música romántica. La música de Chopin, como nos enseñan directores de la talla de Benjamin Zander, emociona, llega adentro de todo el mundo, más allá de las clásicas fronteras socia-les y del «yo solo escucho música moderna». Para escuchar su obra, sin duda, hay que recu-rrir al eminente pianista Krystian Zimerman; o disfrutar del trabajo que los alumnos del Con-servatorio Profesional de Música de Oviedo han desarrollado durante todo el curso, que ofrecen al público este mes de mayo. The Beatles . En el lapso de una década, los cuatro de Liverpool hicieron lo que nadie podrá repetir jamás. Después de cuarenta años sin los Beatles, su música sigue marcando generacio-nes y generaciones de jóvenes, que seguimos sin comprender por qué aquello no pudo conti-nuar. Todos sabemos corear sus letras, tararear sus estribillos, identificar sus voces; y ninguno es capaz de evitar que los pies se escapen o que la música alcance ciertas fibras que creía inexpugnables, una y otra vez. Las letras y los mensajes son otro de sus poderosos rasgos: no solo hablaban de amor, sino que cantaban por la paz, la justicia, la esperanza. Surcaron (y en muchas ocasiones inventaron) todo tipo de esti-los; lo hicieron, como afirmó una famosa banda estadounidense, «todo». Un todo que se reafir-ma en el mundo del CD y el sonido mp3, con la remasterización de toda su discografía el pasa-do verano, reunida en un auténtico cofre del tesoro; un estímulo importante a tener en cuenta para culminar los esfuerzos en junio, más allá de la clásica bicicleta o la consola.

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Una historia que contar

Ana Aparicio Rodríguez Hace mucho, mucho tiempo que existen los cuentos: «Érase una vez en un reino muy lejano…», «Ha-bía una vez…», « ¿Te he contado alguna vez…?». Todas esas cosas. Relatan la vida y milagros de personajes excitantes y apasionantes que viven en universos igualmente abrumadores. Pero, lamenta-blemente, detrás de esas historias fantásticas sólo queda el nombre de una persona que apenas ocupa una página entera en la wikipedia. Aunque, por fortuna para nosotros, pobrecitos chafarderos, no siem-pre es así. Hay autores que han vivido en sus propias carnes historias que no parecen reales fuera de las páginas en que se nos presentan, historias como la de Frank McCourt. Él mismo lo decía: «Cuando recuerdo mi

infancia me pregunto cómo pude sobrevivir siquiera. Fue, naturalmente, una infancia desgraciada, se entiende: las infancias felices no merecen que les prestemos atención. La infancia desgraciada irlandesa es peor que la infancia desgraciada corriente, y la infancia desgraciada irlandesa católica es peor todavía». El autor neoyorkino de origen irlandés, fallecido el año pasado, rela-ta sin ningún tapujo todas las penurias por las que tuvieron que pasar él y su familia, tristemente menguada a lo largo de la novela. Con un estilo casi pe-riodístico, sincero, realista y sin complejos, «Las cenizas de Ángela» consti-tuye uno de los mejores testimonios de la Irlanda de mediados de siglo. Hay otros autores que prefieren, por su parte, mantenerse detrás de una lige-ra cortina de humo. O quizás detrás de las ramas de un árbol. Cuando a Bet-ty Smith le preguntaron si «Un árbol crece en Brooklyn» era autobiográfico, ella respondió que lo que ahí había era lo que su vida debería haber sido, no

lo que realmente fue. Ya no hay modo de saber qué se ocultaba realmente detrás de tan enigmática respuesta; ya sólo podemos releer su obra y admirarnos de la belleza que esconde entre sus páginas. «Un árbol crece en Brooklyn» cuenta la histo-ria de Francie Nolan, hija de obreros, nieta de inmigrantes, heredera de sueños imposibles. Conforme avanza la novela, vemos cómo Francie crece, cómo pasa de ser una niña introvertida a una joven fuerte y más o menos segura de sí misma. «Un árbol crece en Brooklyn» tiene quizá unos posos muy amargos, pero no cabe duda de que es un retrato brillan-te de la sociedad americana de primeros de siglo y, sobre todo, un retrato muy realista, aunque no real, de la protagonista y, quién sabe, quizá de su autora. «Todos los niños mitifican su nacimiento. Es un rasgo universal ¿Quieres conocer a alguien? ¿Su corazón, su mente, su alma? Pídele que te hable de cuando nació. Lo que te cuente no será la verdad: será una historia. Y nada es tan revelador como una historia». Eso dice Vida Winter, protago-nista de «El cuento número trece», la autora más leída de Gran Bretaña, la Dickens de su generación, de la que sin embargo no se sabe nada. Como buena contadora de cuentos, cada vez que se le ha preguntado por su vida, ha respondido con una historia tan ficticia como las que, en papel, tan famosa la han hecho. Pero Vida Winter se hace mayor, se hace vieja y sabe que va a morir. Así que, para redimirse, contrata a Margaret Lea, una biógrafa aficionada, para que escriba, por fin, la verdad sobre ella. Descubrimos así el origen de la autora, su verdadero nombre, su corazón, su mente, su alma.

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Juan José Millás, por su parte, utiliza el desconocimiento que rodea al escritor como personaje para dotar a la mayoría de sus novelas de un grado de realismo tal que, al acabarlas, es casi imposible saber cómo reaccionar: ¿qué ha pasado?, ¿cómo ha pasado?, ¿cuándo?, ¿dónde exactamente? Lo que Millás hace con auténtica maestría es presentar el personaje del escritor, normalmente un escritor fracasado o en crisis, sí, ya, como en la mayoría de las series de televisión; pero, a diferencia de los habitantes de la querida caja tonta, el escritor recreado por Millás no es un persona-je arquetípico y tópico: es un personaje humano, que vive, que sufre, que muere y mata por amor. Un buen ejemplo de ello es «El desorden de tu nombre» donde, además, el protagonista, un escritor fracasado, como decíamos al principio, se ve atrapado por la historia que él mismo escribe o, más bien, intenta escribir. Uti-liza para todo ello un lenguaje natural, poco artificioso pero no por ello exento de un profundo y cautivador lirismo. Es el sello de Millás: personas corrientes a las que le suceden cosas corrientes, pero no de un modo corriente; es una manera especial de ser normal;

una normalidad con una vuelta de tuerca siempre, a su modo, inesperada. ¿Quién necesita más? Pero quizá el punto de vista más surrealista de todos sea el de Benjamín Prado en su novela «Dónde crees que vas y quién te crees que eres». El título ya empieza por avisarnos de lo que podemos encon-trarnos: «Al principio no hay más que eso: un agujero enorme sin nada alrededor. Y cosas que forman parte de lo solo que te has quedado. Y gente que mira en tu corazón igual que policías registrando una maleta». Nos topamos de bruces con un protagonista cuyo nombre no sabemos; más tarde conocere-mos los problemas de su hermana y los conflictos con un tal José Caimán, pero, de momento, es un completo desconocido que nos brinda, así, de pronto, una confianza casi total. Y aparte de la suya, nos cuenta otra historia, una que leyó una vez, hace tiempo, la historia de Romeo Portugal y su amigo, na-

rrador de esta novela secundaria. Ellos sirven a su vez de nexo de unión entre nosotros y «La puerta de las tres cerraduras», de Alberto Turpín. Turpín es otro escritor que un día sueña con Dickens, Andersen y Walter Scott, que le revelan su secreto mejor guardado: las historias que los hicieron tan famosos tenían en principio un final diferente, que nunca llegó a ver la luz. Los manuscritos originales están ocultos en una cripta, y su puerta tiene tres cerraduras. Turpín se ve envuelto entonces, sin comerlo ni beberlo, en una aventura tras las tres llaves que le con-ducirán a poco más que un destino incierto, arrastrando consigo a Romeo Portugal y a su amigo, al narrador atormentado que nos encon-tramos al principio de la novela, y a nosotros mismos. Así, Prado dota de dinamismo y poder para actuar no sólo al escritor, normalmente

desterrado en un despacho polvoriento, sepultado entre hojas de papel en blanco o escritas a medias, sino también al lector, que en este caso no sólo somos nosotros. Los males más antiguos del mundo conocido son el dolor, la frustración, el aburrimiento. Afortunada-mente para nosotros, pobrecitos chafarderos, hace mucho, mucho tiempo que existen los cuentos.

Benjamín Prado, a la derecha, en un recital poético

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La elegancia del erizo Ana Aparicio Rodríguez ¿El mundo es bello? ¿Vale la pena vivir en él? ¿Qué se oculta tras el tupido velo de las primeras impre-siones? Estas y otras cosas nos relata Muriel Barbery en «La elegancia del erizo», la historia de la se-ñora Michel, portera vieja, fea, regordeta e ignorante de un lujoso edificio de París en el que también

vive Paloma, una niña de doce años que planea suicidarse. «La elegancia del erizo» es un retrato de pasiones y sueños rotos, naci-dos ya estampados contra el suelo, que, sin embargo, como el ave fénix, resurgen de sus restos y emergen convertidos en esta obra maes-tra, esta novela soberbia capaz de reconciliar a uno con el mundo. La señora Michel es una mujer de mediana edad, viuda, solitaria y sin el más mínimo interés en dejar de serlo; poco o nada agraciada, fría y dis-tante. Extraña. Es un oasis de inmundicia en un desierto de mármol. Es la portera, tampoco tendría que ser de otro modo. Pero, como suele decirse, no es oro todo lo que reluce. Así ocurre con Reneé Michel, cuya portería esconde un tesoro más valioso para cualquier bibliófilo que todo el oro del mundo: en un espacio íntimo, alejado de las miradas indiscre-tas de unos vecinos sin tiempo para nada, sólo para hablar con las plan-tas, la portera del número 7 de la calle Grenelle guarda una biblioteca más rica que cualquiera de los moradores del lujoso inmueble. Desde Marx hasta Tolstoi, un océano de filosofía, de romanticismo, de belleza, en fin, golpea las paredes de su modesta vivienda sin que nadie se dé cuenta. Nadie, salvo Paloma, una niña con la costumbre de esconderse, con el único miedo a acabar en lo que ella llama «la pecera», destino inevitable de todo aquel tan insensato como para llegar a adulto. Es por

eso que decide terminar con su vida a menos que encuentre algo que merezca la pena. Algo como un movimiento arrebatadoramente bello, cautivadoramente elegante, genial, brillante, único. Pero, ¿qué pueden tener en común una portera, una modesta trabajadora con el único afán de sobrevivir, y una niña de familia burguesa con la única idea de morir? La soledad. Pero no una soledad cualquiera, no: lo que une a Paloma y a la señora Michel es ese sentimiento de hermandad que liga a todo amante de la lectura y del buen chocolate, del buen té y el buen cine; esa so-ledad que se disfruta más en compañía. Si Paloma cambia de idea o no con respecto a la muerte y la pecera, o si la señora Michel aprende a mirar por encima de la venda impuesta por su propio pasado, o lo que ocurra con el se-ñor Ozu, el misterioso nuevo vecino, no me corresponde a mí contarlo, sino a ellas mismas, únicas narradoras de «La elegan-cia del erizo», sin duda un punto a favor de la novela. Pero tranquilos, gente con prisa: también han hecho película. Bajo el título «El erizo», la francesa Mona Achache traduce el diario de Paloma y la señora Michel a imágenes sin renunciar a las voces de las protagonistas y, quizás, traumatizando irreversi-blemente a algún que otro pez de colores.

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Hidrop esía

Lady Amelia Hawthorne Nunca era suficiente para ella. Siempre quería más. A veces hasta lo necesitaba. Su cuerpo le pedía esa sustancia placebo, capaz de acabar con sus problemas, pero que lo único que hacía era crearlos, y cada vez peores. Dependía siempre de ello, de eso que la seguía, que la torturaba día a día de manera esquizofrénica, paranoide. Y una vez más ese gesto recurrente se apoderó de ella. Probaba, probaba y

volvía a probar. Siem-pre igual. La ahogaba constantemente y a la vez nunca lo hacía. El frío líquido rozaba sus labios, sin vuelta atrás. En el momento en el que rompía su promesa no escrita no había quien la parara, y nun-ca nadie sabía con exactitud el final de su aventura. Aquello que-maba su garganta, ya hace tiempo remenda-da. Se había hecho inmune, pero a la vez era como una liebre en las fauces del lobo. Encharcaba sus entra-ñas como cada noche, y cada mañana y tarde. Daba igual el momento y el lugar; a ella siem-pre le parecía bien. Engordaba su hígado, ya furibundo, maltrata-do. Decía querer, pero no amaba; besaba, mas no sentía. Todo sin desprenderse del vidrio que sostenía en sus esqueléticas manos. Alzaba la voz, ya sin significado, mientras gemía de dolor su estómago; sus vísceras la devoraban por de-ntro. Ella era como un depósito de aquel fluido

boreal, y en algún momento su cuerpo diría «basta», aunque ella parecía no tenerlo tan claro. Tendida en el suelo, deleznable, y aún necesitando más, se apagaron para ella las luces, a la par que sus párpados. El cardiógrafo ya no tenía nada que medir.

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Dicc ionario de la pa z

Marisol Pineda Ruiz Vanessa Iglesias Torres

A

B

C

D

E

F

G

H

I

J

K

L

M

N

Ñ

O

P

Q

R

S

T

U

V

W

X

Y

Z

La Amistad se crea para no pelear

De la B nacen los Besos

Se Crea la amistad

Para hacer Desaparecer los conflictos

Para Echar las peleas de nuestras vidas

Para Fletar un avión que lleve lejos la furia

Porque somos la Generación de la Paz

Para poder Hablar con libertad

Para Iluminar el camino hacia la Paz

Para vivir con Jovialidad y alegría

Porque el Kilopondio es la unidad de Paz

La L de ¡Lágrimas fuera!

Para el Menú de programas por la Paz

Para Navegar en un mundo sin guerras

Fuera a la Ñoñería al trabajar por la Paz.

Para Obedecer las leyes

Para Pactar y ponernos de acuerdo

Por un Quitamiedos para no tener miedo

Para Referir y difundir palabras nuevas

Para Saber y dar a conocer la Paz

Para Tejer y planear un plan de Paz

La U de Unir los esfuerzos de las personas

Para Valorar sin poner precio a la Paz

La W de Web escrita en términos de Paz

La Xerografía para copiar la palabra Paz.

¡Ya! ¡Que se acaben las guerras!

Por una Zancada al odio y la violencia

Para Abrazar a los más queridos

La B de Besar a quien amas

Para Cuidar a quienes quieres proteger

Porque Día a Día construimos con la Paz

Para Enterrar las armas

De Familia feliz , que es armonía y felicidad

¡Gamberros fuera! No os queremos

Por la Hermosura que nos da la Paz

Por la Inteligencia en la forma de trabajar

Para Juzgar las peleas, los insultos…

Por un Karma positivo para la Paz

Para Legitimar la autenticidad de la Paz

Para Mimar a las personas que están mal

Por Negociar los acuerdos

Por el Ñame que trepa para lograr la Paz

Para Objetar contra la guerra

Para Pensar con el corazón y la cabeza

Por el Quehacer que nos ocupa en la Paz

Para Reseñar noticias sobre la Paz

Por el Sabio que más sabe de Paz

Para Tranquilizar los ánimos

Por Usar palabras y no puños

Por el Valor para defender la Paz

Windsurf que se mueve con viento de Paz

Xerófilo adaptado a una vida sin guerra

Por Yuxtaponer y unir cosas buenas

Por Zambullirse en actividades pacíficas

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Concurso literario del Día el Libro IES La ería

Cuentos y poemas premiados

Modalidad de Cuento Primer Ciclo de ESO

Primer premio

Tormentas

Paula Alonso Penanes 2º ESO B

Era extremadamente tierno ver el contraste en aquellas manos. Una sobre la otra demostrando cariño y ternura. La de Pedro era pequeña y todavía conservaba los hoyuelos en sus nudillos. La de Mateo estaba llena de arrugas y cada una de ellas representaba un millón de recuerdos en su cabeza. Quizá eso fuera lo que sucedía, demasiadas situaciones y poco espacio para almacenar nueva informa-ción. Eso le gustaba pensar a Pedro sobre la razón de que su abuelo ni siquiera lo reconociese. Solo le quedaban recuerdos lejanos de días disfrutados con él. El más importante era el de una tarde de abril en la que sus padres le habían explicado metafóricamente la enfermedad de su abuelo. Tormentas -le habían dicho su padre- al abuelo le dan tormentas en la cabeza y cada tormenta hace que se olvide de cosas; pero él siempre te querrá.

Eso le resultaba tan bonito que por un solo momento Pedro olvidó la enfermedad de su abuelo y solo se acordó de los tiempos pasados con él antes de que todo esto se les cayese encima. Mientras el nieto se perdía con sus sentimientos el abuelo se perdió en sus recuerdos. Recuerdos que había con-vertido en su realidad, fuera de su planeta, de la crisis, el cambio climático o los accidentes de tráfico. Sus manos dejaron de tener arrugas, sus ojos se llenaron de felicidad y sus canas se tiñeron de negro, todo para poder oír los gritos de alegría de su amigo Nicolás que disparaba su chapa hacia la meta en un pequeño circuito improvisado en la acera de al lado de casa. Su madre se asomaba a la ventana llamándolos a merendar y él iba corriendo feliz y se tomaba el tazón de leche con galletas. Lleno de amor por su familia, de esperanza. Amor por un juego y sobre todo felicidad y vida. Pero la realidad hacía que su pequeño corazón se apagase, con el cariño de su nueva familia. Ahora cada día era un recuerdo, pero no uno nuevo que se forjara y se archivara junto a tantos otros, sino un documen-to antiguo que se abría en su mente tapándole la vista.

Pedro le hablaba, cada día al llegar del colegio. Iba a verle y aunque el pobre anciano respondie-ra con una sonrisa, el niño no se engañaba y sabía que para el abuelo él sólo era un desconocido. Daba igual que al término de la tarde hubieran trabado amistad pues al día siguiente todo quedaba borrado. Pedro era valiente y se esforzaba con la esperanza de que una de esas mil veces que le explicaba que era su nieto, Mateo saliera de su letargo, pero eso no pasaba y la enfermedad avanzaba. Cada día nue-vos truenos y rayos impactaban en el cerebro de su abuelo y a su vez estos quemaban el alma del niño.

Toda la familia lo sufría y creía que el niño era demasiado niño para comprenderlo. Lo que nunca nadie llegó a saber es que la sangre que ambos compartían no conocía de demencias ni absurdos fallos del organismo y los lazos entre abuelo y nieto eran irrompibles. Cada día nuevas borrascas y ningún anticiclón, sin embargo ya se habían acostumbrado y la rutina les resultaba tranquila.

¡¡Chasss…!! Y Mateo estaba en su casa, de pequeño, disfrutando de la vida y con fe en cosas inocentes que más tarde descubriría que solo eran mentiras y tiernas ilusiones.

El sol se asomó un día y él se vio jugando con su nieto mientras este le contaba lo que había

hecho en clase. Tenía un nieto precioso llamado Pedro, se había dado cuenta de todo lo que poseía. Durante unos minutos la venda cayó de sus ojos y la niebla huyó de su mente. Pedro le abrazó y tam-bién él, inocente crío, saboreó la realidad verdadera y bonita y vio a su abuelo como nunca lo había

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visto. Fuertes y poderosos se enfrentaron a todo y el chiquillo se preparó y lo entendió. Así con un beso, la más tierna despedida, el abuelo dejó de ser el esperado y pasó a esperar a su nieto y a su familia arriba… Pedro sonrió, se había acabado. El fin de su infierno había sido el cielo.

Modalidad de Cuento Primer Ciclo de ESO

Segundo premio

Madagascar

Verónica Sofía Silva Barbosa 1º ESO D

¡Hola! Me llamo Virginia y me encuentro sobrevolando el Océano Índico. Desde la ventana de mi asiento, logro ver las Islas Comoras. Mi destino es llegar a Port Louis, en Mauricio. Allí me esperan mi tía Patti, mi primo Carlo, mi abuela Doris, el abuelo Frank y mi amiga Loren. Tengo ganas de llegar, estaría ansiosa si no fuera porque cuando llegue, tendré de bienvenida los besos «que pican» de mi tía Patti, los abrazos y achuchones de la abuela y la baba con dentadura incluida de mi abuelo Frank. Por el pasillo del avión, pasan las azafatas y se sientan abrochándose los cinturones de seguridad. Una de ellas dijo: -Que todos los pasajeros tomen sus asientos porque habrá dificultades de vuelo a causa de la tormenta. Por favor, guarden la calma. Gracias. Estoy muy nerviosa. De las cortinas que conducen al baño, sale un hombre abrochándose la cremallera de los pantalones y dándose prisa para sentarse. El avión tiembla como si estuviera pasando por un camino de piedras. Las luces se apagan y la gente se pone histérica y yo tengo miedo. Cierro con fuerza los ojos y me tapo los oídos. Parece que todo está más tranquilo y quiero abrir los ojos. Los abro y… ¡ya no estoy en el avión! Veo el azul del cielo y escucho el agradable y sereno sonido de las olas del mar y también de las gaviotas. Intento moverme. Me duele todo el cuerpo, como si hubiera pa-sado un equipo de fútbol por encima de mí. Me doy cuenta de que estoy tirada en la áspera arena. Para levantarme me apoyo en mis manos y ¡arriba! Mis ojos se cierran por los rayos del sol, que inciden suavemente sobre ellos, pero hago sombra con mis manos. Mi vista se dirige al mar, que tiene un color cristalino. Se me hizo irresistible acercarme, así que me metí dentro. El agua estaba cálida y serena. Es un momento muy relajante, tanto, que ni me vino a la cabeza pensar el por qué de que me encontrara en aquel lugar y no en el avión. Salgo del agua y miro alrededor mío. Sólo se ve más allá de la arena muchos árboles de gran tamaño y palmeras. Ahora sí que me empiezo a plantear cómo sobrevivir en aquella isla. Busco por todas partes pero no hay rastro de personas ni del avión. Para no perder la calma, me siento en la arena. El estómago me ruge como una fiera hambrienta. Eso me hizo recordar las técnicas del «Último superviviente». Me le-vanto y miro con atención a los árboles y palmeras. Supongo que habrá frutas. Así que decido meterme entre ellos. Observo las plantas y las flores. Son muy variadas tanto en altura como en color. Los árbo-les son altos y estrechos y sus ramas son largas y finas. Por ellas entraban rayos de luz. Con mis largos brazos aparto a las hierbas o plantas que se ponen delante de mí. Da la sensación de que se inclinan para cogerme. A lo lejos visualizo un árbol con unos apetitosos plátanos, solo con verlos se me hace la boca agua. Ahora que lo pienso, el sufrimiento que nos hace pasar el entrenador Quasi-modo al trepar por la cuerda me va a servir de algo. Empiezo a subir y cada vez estoy más cerca de coger los plátanos. Por fin llego arriba y con la mano derecha arranco del árbol unos cuantos ¡ya los tengo! Con precaución para no caerme voy bajando lentamente. Cuando ya estoy en tierra lo cojo con mucho entusiasmo y me dirijo a la playa para allí comérmelos tranquilamente sentada al sol. Ya llegué a la playa y me he sentado a comerlos con mucho apetito. Después de este atracón, decido poner en marcha planes para que vengan a rescatarme. La primera cosa que se me ocurre es poner S.O.S. con piedras, algunas rocas o incluso grandes tallos de bambúes. La segunda es construir una gran hoguera, por si pasa algún helicóptero o incluso algún barco. Se hace tarde. Observo el atardecer, es precioso. Pero ¿qué haré cuando sea de noche? Pasaré frío si no enciendo una hoguera. ¿Dónde podré encon-trar madera? Seguro que habrá algo. Con prisa me meto de nuevo entre los árboles y busco por todas partes. No encuentro nada, así que cojo las ramas que encuentro tiradas por el suelo.

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Al final de la tarde llego a la playa con bastante madera como para hacer una hoguera. Cojo dos piedras y choco una contra la otra. Tarda bastante, pero a la undécima vez, puede que salga. ¡Por fin la chispa salta y se enciende el fuego en los trozos de madera! Como llevo puesta una cazadora, me cubriré bien con ella y me acurrucaré cerca del fuego para no te-ner frío. Espero que mañana vengan en mi rescate. Siento que intentan despertarme. Abro los ojos, ya es de día y sí, intentaban despertarme. ¡Vienen a despertarme! ¡Qué alegría! Es un equipo de rescate. Me cogen y me llevan al hospital en Port Louis. Aquí me tratan muy bien y con muchos mimos. Me han dicho que pronto podré irme. La puerta de la habitación se abre. ¡Es la tía Patti, el primo Carlo, Lorena y los abuelos! Me alegro de verles. Echaba de menos sus babas, sus besos y achuchones. La tía Patti me coge el moflete izquierdo y la abuela el de-recho. Mi primo y Lorena se ríen, mientras el abuelo se come mi cena. ¡Qué se le va a hacer! JE, JE. Hasta la próxima Modalidad de Cuento Segundo Ciclo de ESO

Primer premio

El Lenguaje de la paz

Magda Rodríguez Dehli 4º ESO B «Después de repetir tantas veces sus advertencias, el Estado Mayor de la República de Undavar ha decidido exponer su ultimátum a Sionia. Ante la actitud amenazante desarrollada durante los últimos meses en sus fronteras, la agresiva política exterior y el bloqueo económico al continente, la República de Undavar no está dispuesta a tolerar más agravios a su nación y exige una reparación inmediata. Si Sionia no cumple sus condiciones, en cuarenta y ocho horas la República de Undavar movilizará sus ejércitos sobre las fronteras.» - A raíz de la falta de entendimiento de los últimos meses, la República de Undavar comprende que tanto su Gobierno como el de Sionia han extremado peligrosamente sus políticas. A la vista de los recientes acontecimientos internacionales y la situación actual en todo el globo, el Presidente entiende que es el momento de levantar el estado de amenaza y promover una relación de apoyo mutuo, comer-cial y en asuntos de interior, entre la República y Sionia. Esperamos cerrar un pacto en las próximas cuarenta y ocho horas. Cerrando un instante sus profundos ojos rasgados, desconectó su micrófono. La sesión había terminado. Se puso en pie con aire indiferente y atravesó la minúscula cabina bajo las miradas atónitas (aún pronto para decidir si admiradas o inculpantes) y el silencio absoluto de sus compañeros. Ella, er-guida y digna, apretó el paso hacia la salida. De los mil gritos que resonaban en su corazón y su cere-bro, sólo podía distinguir la voz serena que le decía que había hecho lo correcto.

* * *

- ¡Martín, corre, los piratas se llevan el tesoro del fondo de la bañera! - ¡Oh, no, Mamá! ¡Luis, coge tu pato, él nos ayudará a protegerlo! La espuma, las burbujas y la risa inundaban el cuarto de baño. De vez en cuando, un bracito o una pierna desnuda asomaban por entre los rizos de jabón, seguidos de la atenta mano de la madre. -¡Al abordaje! –chillaban dos voces infantiles, casi ahogando el sonido del timbre del recibidor. La madre se incorporó de detrás de un montón de espuma, aún con un ramillete de burbujas adornándole el pelo. - Niños, voy a atender al puente del castillo. Mientras, tened cuidado con los piratas y sed sigilo-sos: quién sabe si ya os estarán aguardando en una emboscada. Las dos caritas recién emergidas intercambiaron una mirada de complicidad y regocijo. Escaleras abajo, ella escondía sus temores al otro lado de la puerta. Cuatro impecables unifor-mes esperaban, identificaciones en mano. - Cuerpo de seguridad de la Sociedad de Naciones. Sheiza Lo, está detenida –repitió gris y ma-quinalmente el más engalonado.

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Ella se zafó de las manos del que intentaba sujetarla. - Ahora mismo, agente. Permítame sacar primero a mis hijos del baño.

El grito de «¡Mamá, ven, el capitán Pato se ha caído fuera de la bañera!» casi arranca una sonri-sa al teniente, un hombre bigotudo, ya entrado en años, cuyas guías empezaban a palidecer peligrosa-mente. - Nuestro deber es no soltarla. Subamos. Mientras frotaba a dos desganados bultos envueltos en toallas, Sheiza les iba explicando: - ¿Sabéis qué? Estos señores que han venido aquí a buscarme son caballeros andantes. Dos pares de ojos como platos asomaron desde la felpa. - ¿De los de verdad? - ¡Sí, claro! De esos que invitan a los dragones a merendar pasteles de nata y los derrotan por el estómago –aseguró, siempre inventando versiones nuevas de esos cuentos que tanto lo necesitan. - Y no os podéis imaginar lo bien que lo pasan luego las princesas domesticando dragones em-pachados –añadió el teniente muy serio, desconcertando a sus subalternos. - ¿Nos puede dejar alguno un día, señor caballero? –preguntaron los niños. - Para eso tenéis que portaros muy bien y escuchar muy atentos las historias que os va a contar ahora, cuando yo me vaya con los otros caballeros de expedición –aprovechó para arreglar Sheiza. Aparte, se dirigió al agente, que estaba encantado con sus nuevas aventuras– ¿No le importará que-darse usted con los niños hasta que vuelva mi marido? Tiene tan buena mano con ellos… - Será como otra tarde con mis nietos, señora.

* * *

El coche blindado se alejaba, en silencio, hacia la ciudad. Sheiza Lo, flanqueada por dos agen-tes, miraba fijamente al frente, más allá del paisaje nocturno desdibujado. Era una mujer joven, de piel morena y rasgos orientales, firmes y dulces al tiempo. El pelo, negro y no muy largo, se enredaba aún con vestigios de jabón. Los contrastes habían labrado cada centímetro de su rostro, que aunaba la fuer-za de tres tierras, tres pueblos, tres culturas. Al otro lado de sus dos resquicios de intenso azul celeste, los pensamientos de la traductora de la Sociedad de Naciones daban vueltas alrededor de lo mismo. ¿Habría hecho bien? ¿O con su inter-vención no sólo iba a conseguir dejar una lacra en la vida de los suyos, sino que agravaría aún más los conflictos? ¿Qué ocurriría ahora con ella? Intentó apartar de su mente la quemazón de sus miedos. De alguna manera, no había tenido otra opción. Jamás hubiera podido transmitir con su voz una declaración de guerra. Había sido educada firmemente en la paz, en la libertad, en la justicia; y había tenido la suerte de poder disfrutar de ellas a lo largo de toda su vida. Hija de una india y un kazajo, su infancia estaba hecha de trenes, pasajes de avión, carreteras y travesías en barco. Había vivido aquí y allí, había hablado cien lenguas, pagado con mil monedas y compartido un millón de culturas. ¿Y dónde estaba su casa? La respuesta siempre había sido la misma: con los suyos en su corazón. Pero jamás un suelo, unos paisajes, un cielo y unas nubes que le susurraran: «aquí está tu hogar». Ninguna tierra era suya ni ella pertenecía a ninguna; y a la vez, todas formaban parte de ella y reclamaban su porción. Y hacia ellas había ido, en la Comunidad Internacional, y por ellas la antevíspera había jugado un punto más allá del riesgo. Ya era noche cerrada cuando llegaron al edificio de la Sociedad de Naciones. Mientras la introducían en las celdas especiales, se le escapó un suspiro: era demasiado tarde para contarles a los pequeños la evolución de sus aventuras con los dragones que escupen mermelada. Aunque no para llamar a casa y empezar a organizar la resistencia. Mucho se alegró de haber usado el teléfono aquella noche. Al día si-guiente, dado lo insólito de su caso, decidieron aislarla por precaución. La acusación contra ella era grave: nada menos que traición internacional. Pese a la conmoción de las esferas ejecutivas y jurídicas por la escasez de precedentes, el juicio no tardaría en celebrarse. Y mientras, ella no iba a quedarse esperando. No requirió mucho esfuerzo dar con un acento extravagante y convincente con el que pedir, en-tre titubeos, un intérprete más ducho que hablase una de sus lenguas. Sheiza cruzó los dedos y la suer- te se acercó: le fue asignada una compañera y gran amiga suya. Y, entre frase y frase políticamente

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correctas para ser traducidas, supo cuánto ocurría más allá de aquellas asfixiantes cuatro paredes, so-las, frías y sin resquicios de noche para ver y soñar las estrellas. Al tiempo que ella, luchando por no conocer el puñal invisible que acompaña, cada día más profundo, al cautivo, pasaba sus horas, entre planes, lápices, papeles y libros; en el exterior se gestaba la revolución. No había ninguna cabina en la que no se discutiera permanentemente sobe su caso; y pocos eran los que no apoyaban ferviente-mente su gesto. Su marido, periodista, lo había pro-yectado a la prensa; y había ocupado portadas en medio mundo. Pero curiosamente no había noticias de los países implicados, casi desaparecidos bajo lupa en el mapa. El juicio llegó tres días más tarde. En una sala reple-ta esperaba un sinfín de periodistas, de compañeros y amigos; el tribunal, visiblemente agitado; y allí, en un rincón, su familia, sus sonrisas y sus ánimos. Sheiza, feliz de verlos de nuevo, no vaciló al indicar que ella misma se ocuparía de su defensa. Y des-pués de escuchar pacientemente las declaraciones de la Comunidad Internacional, se aclaró la voz y dejó fluir sus palabras: - Dice una ley no escrita que el trabajo de un traductor debe remitirse a reconstruir las puertas de acceso a un edificio, demasiado grandes, demasia-do pequeñas, poco holgadas o poco abarcables para los que tienen que adentrarse por ellas. El ob-jetivo es llegar a una misma sala, en la que enten-derse. Pero hay lugares a los que no se debe entrar, marcados por el horror ya desde lejos. Todo el mundo aquí presente sabe lo que es una guerra, lo que son millones de muertos y heridos, de niños que sufren…, el dolor por los perdidos, las familias divididas, los campos de ciudadanos, la miseria, el ham-bre. Creemos que lo sabemos, sin haber llegado más allá de reportajes, novelas y documentales; so-mos afortunados, más que lo imaginable, por no conocerla. Señores; hemos luchado por que jamás alcance a nuestros hijos, por que también ellos aprendan a creer en la paz y la libertad. El pasado día yo no he hecho más que llegar hasta los niños de los demás, esos niños que serán pasto de las cifras de una tragedia en Undavar y en Sionia. En ese momento, sólo yo podía hacer algo. Y me he limitado a reconstruir una puerta llena de astillas y óxido, clavos y carcoma, al lenguaje de la paz; ha sido una re-paración frágil y me figuro que de poco éxito, pero sólo espero que, algún día, ustedes piensen que todo esto podría no haber ocurrido nunca, sólo gracias a una palabra. Los aplausos ahogaron el final de su discurso; ella, inclinando la cabeza, volvió a sentarse. El jurado aún tenía que deliberar; pero antes, uno de los miembros pidió la palabra. - Considero mi deber informarles de las últimas noticias recibidas desde la conferencia de Unda-var. La ronda de negociaciones abiertas por… mediación ajena –sonrió-, han sido un perfecto éxito, y ambos países iniciarán a partir de hoy un nuevo modelo de desarrollo conjunto. Una tormenta de júbilo se desató en la sala; las lágrimas recorrían más de un par de rostros. El milagro había sido posible. El milagro de las palabras. Sheiza no fue condenada a mayor pena que el cese, meramente formal, de su trabajo para la Comunidad Internacional. Pero había conseguido lo mejor que podría soñar en la vida. Era de la nada, y de ningún sitio. Su tierra era el mundo, la tierra de todos, a la que había dado el regalo más bello. Y de nuevo, hija del sol y de la lluvia, del mar y las montañas, de las ciudades y los campos, le volvía a sonreír.

Magda R. Dehli, primer premio de cuento, 2º Ciclo de ESO.

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Modalidad de Cuento Bachillerato

Primer premio

Extraños

Clara Rodríguez Allende 2º BCH A

La cena estaba fría y el reloj averiado. El segundero titubeaba de adelante hacia atrás, estanca-

do entre las ocho y las nueve. El tiempo lo marcaba realmente el roce metálico de los cubiertos contra la porcelana rallada. Tic, el tenedor se clavaba en una salchicha. Tac, el cuchillo serraba. Tic, goteo del grifo. Tac, trago de agua. Tic, tic, tic, insistía el tosco segundero. Pero lo que más se oía sin duda en la sala, eran las palabras que no se pronunciaban.

– Kétchup –dijo finalmente el hijo, sin levantar la vista del plato. El padre le miró aturdido–. Kétchup –repitió más ansioso.

El hombre miró a su mano derecha, donde tenía el bote de kétchup, y conservando aquel aspec-to desorientado lo colocó en las manos del chico. Este agitó y estrujó el frasco con impaciencia hasta que un pegote de salsa cayó en el mantel. El padre pareció no fijarse en eso, pues siguió comiendo. El chico tapó su crimen con la servilleta y se llevó otra salchicha a la boca, que apenas masticó. Sintió que se empapizaba y tosió fuerte durante un rato. Su padre apenas le dedicaba alguna que otra rápida mi-rada. Finalmente, tomó el vaso de agua y lo bebió de un golpe. Cuando cesaron las toses, los tenedores volvieron a conversar durante largos minutos.

– ¿No quieres ver la tele? –sugirió el padre, dando un respingo. – Bah. El padre quedó unos instantes pensativo, pero luego continuó con su cena sin darle más grave-

dad al asunto. Ambos comensales seguían intercambiando miradas furtivas, como si debieran compro-bar que el uno permanecía frente al otro. Ninguno tenía especial gana de hablar, pero no querían que el silencio les provocara indigestión. Habiendo terminado la última patata rancia, el padre soltó los cu-biertos y se inclinó hacia su hijo.

– Bueno, ¿y qué tal? – Está fría. – Me refiero a tu vida, en general. – Ah –murmuró. Masticó unos segundos y acto seguido pinchó otra salchicha – Bien. Bien. – ¿Te gusta el instituto? – Eh… Sí. Sí, me gusta. – ¿Tienes amigos allí? – Sí. Sí. – ¿Son buena gente? ¿Son de fiar? – Supongo. – ¿Supones? – Son como yo, creo. – Ah. Bien. ¿Y alguna chica? El chico bajó los ojos y sonrió a su vaso de agua. – Alguna hay –dijo pensativo. – ¡Ah, bien! –Respondió el padre forzando una nerviosa carcajada–. Está bien eso. ¿Y el equi-

po? ¿Cuándo tenéis partido? – Papá, ya no estoy en el equipo. Me borré hace dos años. En aquel momento, el rostro del padre se congeló. Parecía que había recibido una noticia horri-

ble o un gran jarro de agua fría. – Ah. Vaya, es verdad. Es que el tiempo pasa tan rápido… Mientras tanto, las ocho y las nueve seguían peleándose por el segundero, cuyo insistente repi-

queteo no apaciguaba la tensión del ambiente. Sin embargo, el padre ya parecía más relajado tras haber tenido más o menos una conversación con su hijo. El hijo también estaba más calmado, porque estaba empezando a creer que conversar era eso: una interminable interacción de pregunta-respuesta, menos laborioso que reproducir, fingir o explicar sentimientos.

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– Bueno, me voy –dijo el chico, huidizo, arrastrando sonoramente la silla contra el parqué. Dio una zancada hacia la puerta y giró el pomo.

– ¡Eh, espera! ¿Adónde vas? – Es que he quedado –explicó él con aire agitado e indeciso, señalando hacia afuera. – ¡Oye! –exclamó, pero luego vaciló– Eh… Pues pásalo bien. – Sí, sí. Adiós. – ¡Ah, otra cosa! El hijo rebobinó sus pasos. Se apoyó en el marco de la puerta, expectante a la despedida de su

padre, al que le rodaba una gota de sudor a la altura de la garganta. – Esto… No hables con extraños. – No, papá. Procuro no hacerlo. – Bien, hijo. El padre despidió a su chico tensando todos los músculos de su cara, con el fin de reconstruir

una sonrisa. No podía verificar si lo había conseguido, lo que sí era verdad es que quedó muy satisfe-cho con su esfuerzo.

La puerta se cerró tras el chico, dando una gran corriente de aire a la salita, que agitó levemente el mantel. El hombre, sin levantarse de la silla, estiró el brazo hacia el mando a distancia. Ahora la tele era para él solo. Modalidad de Cuento Bachillerato

Segundo premio

¿Odiar merece la pena?

Ana Aparicio Rodríguez 1º BCH E Odiar no merece la pena: es un desperdicio de tiempo y de energía. Lo digo por experiencia.

Verás, hace unos años, cuando yo era un joven alegre, vivaz, despierto… joven, en fin, tuve una mala experiencia. Habrás oído hablar de tu tío Ricardo, ¿no? Ese que los padres tenían una mercería… que el primo presentaba un programa de radio… no, nunca lo escu-chaste, lo echan muy tarde y no merece la pena trasno-char para oírlo, la verdad. Bueno, ya te das cuenta de quien hablo ¿no? Bien. Pues yo no soportaba a este chico. La verdad es que lo odiaba, lo odiaba con todas mis fuerzas. A lo mejor influye el hecho de que no podía dejar de pensar que se tiraba a mi hermana pequeña (ya sé que era adoptada, pero el sentimiento yo lo tenía, ¿vale?), que esa mano que pretendía que le estrechara era la misma que le metía por entre… No me hagas se-guir que eres muy joven para oír estas cosas, y menos de mí, tu idolatradísimo tío. No me mires así, finge que es verdad, hombre, que es mi cumpleaños. El caso es que no le tragaba, ya desde el primer momento en que le vi; sólo oír la palabra novio ya me había puesto los pelos de punta, y no estaba dispuesto a consentirle el más mínimo desliz. Pero el muy cabrón era majo. Era agradable, ten-ía buena conversación, mejor culo que tu tía y una sonri-

Ana Aparicio, 2º premio de cuento, Bachillerato.

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sa preciosa; no era pedante, ni relamido y sabía hacer de todo (me arregló las tuberías tres veces). Y aún así… No sé, por alguna razón yo no quería que me gustase.

Quizá fue por eso por lo que decidí matarlo: para que ninguno de los dos perdiera el tiempo, más que nada, para no tener que mantener la farsa por mucho más tiempo. El problema era: ¿cómo lo hacía? Tú me diste la idea. Me había pasado meses leyendo novelas de mis-terio, historias en las que el arma homicida desaparecía en los estómagos de la misma policía o consu-mida por las llamas del algún hogar británico, suave y sereno como el mejor de los confidentes y, desde luego, de los testigos. Pero a mí no se me ocurría nada original. No quería repetir lo que ya había leído, aunque hubiera podido y habría quedado muy bonito, porque pensaba que, si yo lo había encontrado y a alguien antes que a mí se le había ocurrido la idea, un policía, versión paralela mía, uno de esos infini-tos clones que, según dicen, todos tenemos, habría hecho exactamente lo mismo que yo. Se nos habría encendido la misma bombillita y adiós. Yo no quería pasar a la historia como el cruel asesino de su cuñado, pero tampoco como el idiota que pillan al día siguiente del asesinato. Supongo que la idea de verme encabezando Gente me despabiló. Y como te decía, al final la brillante idea la tu-viste tú, un niño de apenas cuatro años. Recuerdo que cuando eras así de pequeño te encantaba estar conmigo, revoloteando a mí alrededor. «Mi tío el pintor, mi tío el pintor», decías. No me dejabas ni ca-gar, pero reconozco que me gustaba que a alguien le impresionaran tanto mis garabatos. Un día está-bamos pintando los dos, mano a mano, como solíamos hacer cuando tus padres querían estar solos o no sé qué, y te hiciste un pequeño corte con la hoja. Yo no me di cuenta hasta que, con los ojos llenos de lágrimas, me tiraste del bajo de la bata y me enseñaste la herida en la yema del dedo. Tus labios apretados decían no tener miedo, tu ceño fruncido temía que hubiera que amputar el dedo. Te cogí de la mano y te llevé al baño para lavar la pintura que pudiera quedarnos a los dos en las manos y ponerte una de esas tiritas de animales que tanto te gustaban (llegabas a tirarte de la bicicleta a propósito para ponértelas y tu obsesión llegó al punto de tener más tiritas que piel en las rodillas). Contenías el llanto mientras te limpiaba y en ese momento, inspirado como estaba, te dije:

— Tranquilo, nadie se ha muerto por cortarse con una hoja. Me quedé helado, paralizado por mi propia genialidad. En ese momento sólo podía oír el eco de

mis palabras, el susurro del agua y el de tu voz detrás de mí.

* * * Ricardo era, aparte de, como ya te dije, un gran conversador, un manitas y un sex symbol, una

hermanita de la caridad. Le llamé un día para que me arreglara las tuberías por cuarta vez. No tragaban bien ¿sabes?, y no podía permitirme el lujo de llamar a un fontanero un domingo porque de aquella mis obras no se cotizaban muy alto que digamos; no todo el mundo tenía la sensibilidad artística de mi so-brino de cuatro años. Fue a verme. Le pregunté si quería algo, dijo que no educadamente y se puso manos a la obra. Empezamos a hablar de los libros que estábamos leyendo, de los que habíamos leído y de los que queríamos leer, él tumbado en el suelo con la cabeza metida entre mis tuberías llenas de mierda y yo sentado a la mesa, pensando cómo podía mejorar el boceto que tenía delante.

Por fin decidí lanzarme a la piscina. Le pregunté si había leído El Señor de los Anillos. Cómo no, así era, pero afortunadamente para mí, había quedado tan fascinado por la historia que durante quince años se había negado en redondo a comprar cualquier edición que no incluyera las tres partes, los apéndices y las láminas de Alan Lee. Ésa era, amigo mío, la edición que yo tenía, que mis padres me habían regalado cuando aún estaba en la cuna y que no toqué hasta que tuve veinte años. Ricardo no había tenido esa suerte y sólo había podido optar a esos librillos de bolsillo que venden por separado. Al recordar aquello se sentía indignadísimo. Hacía ya siete años que se había casado con tu tía, diez que le conocía y nunca le había visto tan enfadado. Decía que aquello era un sacrilegio, que era romper la unidad de la historia, que para hacer aquello les valía más arrancar páginas directamente… Yo sabía que le gustaba El Señor de los Anillos, pero no que estaba tan loco. El caso es que vi la oportunidad y la aproveché:

— Te lo presto yo, hombre, que yo lo tengo —le dije. Parecía que había visto un ángel cuando sacó la cabeza de debajo de mi fregadero. Me dio las

gracias un millón de veces, terminó la faena, me dio las gracias otro millón de veces y se fue tan conten-to a casa, con el tochazo aquel debajo del brazo.

Aquella noche, ya acostado, me quedé con la mirada fija en el techo, pensando en lo que había hecho y en lo que iba a pasar. No puedes imaginarte cómo me sentí. Cómo vas a poder: tú naciste en un mundo sin Freddie Mercury; te falta algo, no hay nada que puedas hacer para remediarlo.

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Aquella noche, David, te juro que me sentí renacer. Por unos segundos, lo tuve todo claro, todo. Luego se me olvidó, pero por suerte la sensación permaneció y aún sigue ahí. Me di cuenta de que lo que había hecho era una obra de arte: había empapado las páginas de El Señor de los Anillos con un veneno que ya no recuerdo (me lo cambiaron en eBay por unas entradas para Héroes del Silencio y un lápiz mordido), esperando que Ricardo no leyera, sino que prácticamente devorara la novela. De esta forma, iría inhalando el veneno poco a poco durante la lectura, además del que absorbiera a través de las yemas de los dedos. Por no hablar de si tenía la mala pata de cortarse… No pude evitar sonreír, y aquella sonrisa, que pude ver reflejada en el espejo del techo de mi dormitorio, me heló la sangre: aquel parecía más el asesino de Gente que el artista que hasta ese momento yo me había considerado.

Dos meses después tu tío Ricardo murió, los médicos dijeron que de un ataque al corazón. Aho-ra te toca a ti decidir si se equivocaron y, efectivamente, logré cometer el crimen perfecto, o si la suerte nos gastó una broma muy pesada al tío Ricardo y a mí.

Lo que te quiero decir con esta historia, sobrino, es que no mires las cosas tal y como son, sino como podrían ser o como podrían haber sido. De pintor a asesino, de asesino a pintor; la línea que los separa puede no ser tan gruesa.

Izquierda a derecha: Sabela García, Ana Aparicio, Clara Rodríguez, Magda Rodríguez, Isaac Álvarez, Verónica Silva y Paula Alonso

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Modalidad de Poesía Primer Ciclo de ESO

Primer premio

Soñar

Isaac Álvarez Silgado 2º ESO D

Para mí soñar es viajar a un sitio imaginario. Es la mejor manera de viajar

a los mundos fantásticos que hay en el espacio estelar, como si fuera un astronauta:

de espacio en espacio y de galaxia en galaxia

Volar a la velocidad de la luz a diario. La verdad, ¡que divertido sería

poder ser astronauta!

Pero a veces sueño que estoy soñando un lugar distinto al mío,

en el que todo el mundo está soñando cosas fantásticas y realistas.

Pero si pienso, sueño que estoy pensando. Mi sueño, poco a poco, se vuelve pesadilla

porque quiero soñar que de mi sueño estoy escapando y… ¡menos mal que sólo estaba soñando!

Modalidad de Poesía Segundo Ciclo de ESO

Primer premio

Camino del instituto

Magda Rodríguez Dehli 4º ESO B

Un abrazo alborotado de aire puro

canta todas las mañanas a mi puerta. El aroma de ciudad y cafetera

se une con el de los sueños aún de humo. Los faroles ya titilan, inseguros.

Con el beso fresco aún en la mejilla, la mochila tras de mí -¡si soy tan niña…!-, vuelo la pequeña cuesta hasta el repecho:

escarlata, añil, dorado el cielo entero, roja, malva, azul, naranja cada esquina.

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Y cantando su secreto nace el día: el raudo pájaro del amanecer

luce dos sortijas, de luna y astro rey. Sólo yo, de pie, pretendo hacerlas mías

-siempre sueños de una tierra de alegría-, siempre envueltas en las llamas del ayer. Y de pronto en un respingo echo a correr (aun las sábanas más rápidas que yo),

porque estando ensimismada se escapó un suspiro del reloj del instituto.

Modalidad de Poesía Bachillerato

Primer premio

Caperucita rota

Clara Rodríguez Allende 2º BCH A

Fue en las horas indecibles de una noche turbia cuando Caperucita llegó por fin a su casa.

Nada quedaba de sus trenzas ni de los botones dorados de su peto.

Y su caperucita, rota, sucia estaba ahora amarrada en su mano.

Descalza, cruzó la salita con sangre en los ojos con barro en las venas

y lágrimas en la camisa.

Sus padres, la aguardaban en el espacio a la luz del dogma televisivo. Su madre, prefería no verla.

Su padre no podía dejar de mirar cómo la caperucita se arrastraba

escaleras arriba.

¿Qué hiciste con ella todo este tiempo, padre? ¿Dónde estabas mientras de mala manera

aprendió a vivir? Los cuentos cambian, las verdades mienten

y ahora un lobo se metió en las tripas de tu pobre Caperucita. Le deshizo las trenzas,

le arrancó los dorados botones, la descalzó para que nunca pudiese

caminar sin mirar. Para que nunca jamás

se confundiese de camino.

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Y qué favor le hizo, en realidad, desatando su caperucita, desgarrando sus caderas y plantando en su lugar

una sensación muy parecida al amor.

Tú nunca podrías haberlo hecho, padre. Era más hermoso atarle la caperucita.

Era más fácil pensar que la tendría para siempre. Te quedaste en casa, cobijado por la seguridad de la estufa

esperando el momento idóneo para salir y rescatarla de las entrañas de aquel lobo feroz.

Pero tú nunca apareciste. Porque en un momento repentino

te negó la entrada al umbral de su intimidad, te viste incapaz de descifrar sus enigmas. Porque esa criatura ya era una persona

cuando te volviste a ver tentado a destapar su caperucita.

Por eso eres el primer culpable,

y luego ese lobo cobarde y engañoso, y luego ese estricto profesor de matemáticas,

y luego ese político que te defrauda, y luego, tú, siempre tú.

Tú le has quitado su caperucita.

Pero no te sientas mal, padre, porque el pasado sea irreversible,

porque ahora se haya vuelto muy pesada como para montarla en tus hombros, porque, aunque te siga despidiendo con un beso,

aunque llegue a casa con las rodillas peladas, y compartáis momentos de charla insustancial,

ella no siga siendo tu Caperucita ni tu el héroe que la salvaría del mundo.

Tú tampoco lograste salvarte, padre.

Por eso no sufras si oyes sus llantos al otro lado de la puerta. No preguntes quién deshizo sus trenzas,

quién arrancó sus dorados botones. No intentes entender por qué tomó el camino largo

y dejó que aquel lobo probase los humildes manjares de su cesta.

En verdad te digo, padre, que hay capas que es mejor no descubrir.

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Modalidad de Poesía Bachillerato

Segundo premio

Muero

Sabela García Rodríguez 2º BCH E

Durmiendo duermo, muerdo, muero. Evasiva en las sábanas.

Evadida analizando las imágenes etéreas

proyectadas detrás (de mi retina). Con la piel aún tierna y caliente

no encuentro la forma, la mía.

Mordiendo muerdo, duermo, muero.

Futuro incierto y vida plena. Luz y búsquedas.

Siempre inconformismo maduro. Llegar al límite,

a lo marcado antes.

Muriendo muero, muerdo, duermo… Culminación de nada,

vuelta al sueño. Dejar la pluma, dejar

de ser… Duermo, duermo, duermo, muerdo, muero…

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IES La Ería. Ovi edo Curso 2009-2010

Departamento de Actividades Complementarias y Extraescolares

pedro le hablaba cada día el agua estaba cálida y la república de undavar no está dispuesta a tolerar el roce metálico

de los cubiertos contra la porcelana es un des-perdicio de tiempo y de energía viajar a un

sitio imaginario en las horas indecibles de una noche turbia cuando el aroma

de ciudad y cafetera se une con el de los sueños mordiendo muerdo, duermo, muero pe-ro a mí no se me ocurría nada origi-nal menos mal que sólo estaba soñando y cantando su secreto nace el día en un

momento muy relajante nuevas borrascas y ningún anticiclón se llevan el tesoro al fondo de la bañera esperando el momento idóneo para salir en silencio hacia la ciu-dad donde tenía un bote de kétchup la puerta se cerró y quiero abrir los ojos

mi destino es llegar a un si-

sitio imaginario, mientras el abuelo se perdió