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76 PÁGINAS SALVADAS Revista Casa de las Américas No. 279 abril-junio/2015 p. 76 E l pasado 13 de abril conocimos la penosa noticia de la muerte de Eduardo Galeano, uno de los intelectuales lati- noamericanos más representativos de las últimas décadas, cuya intensa relación con Cuba, y particularmente con la Casa de las Américas, se extendió a lo largo de casi cincuenta años. En ese fecundo período, el más publicitado de sus libros, Las venas abiertas de América Latina, obtuvo mención en nuestro Premio Literario; otros tres volúmenes suyos –la novela La canción de nosotros, el libro de testimonio Días y noches de amor y de guerra, y el volumen Espejos. Una historia casi universal– fue- ron premiados; colaboró en esta revista, viajó a La Habana en muchas ocasiones y en cada una de ellas desbordó de público la sala Che Guevara de su Casa. La selección de sus cartas que reproducimos aquí refleja mo- mentos de esa relación, desde que Galeano aceptara integrar el jurado de cuento del Premio en 1970, hasta que pronunciara las palabras inaugurales de ese certamen cuarenta y dos años después. En ese intercambio late una relación profunda, cargada de humor, de guiños, y no exenta de críticas y tensiones, en que se transparenta la historia de una época. Galeano ocupa, como pocos escritores latinoamericanos, ese período que emerge en las páginas que siguen.

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El pasado 13 de abril conocimos la penosa noticia de la muerte de Eduardo Galeano, uno de los intelectuales lati-noamericanos más representativos de las últimas décadas,

cuya intensa relación con Cuba, y particularmente con la Casa de las Américas, se extendió a lo largo de casi cincuenta años. En ese fecundo período, el más publicitado de sus libros, Las venas abiertas de América Latina, obtuvo mención en nuestro Premio Literario; otros tres volúmenes suyos –la novela La canción de nosotros, el libro de testimonio Días y noches de amor y de guerra, y el volumen Espejos. Una historia casi universal– fue-ron premiados; colaboró en esta revista, viajó a La Habana en muchas ocasiones y en cada una de ellas desbordó de público la sala Che Guevara de su Casa.

La selección de sus cartas que reproducimos aquí refl eja mo-mentos de esa relación, desde que Galeano aceptara integrar el jurado de cuento del Premio en 1970, hasta que pronunciara las palabras inaugurales de ese certamen cuarenta y dos años después. En ese intercambio late una relación profunda, cargada de humor, de guiños, y no exenta de críticas y tensiones, en que se transparenta la historia de una época. Galeano ocupa, como pocos escritores latinoamericanos, ese período que emerge en las páginas que siguen.

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Montevideo, marzo 1 de 1970.-Sr.Manuel GalichCasa de las AméricasG y TerceraVedado, HABANA.-

Querido Galich:

Muchas gracias por la invitación para participar, como jurado, del próximo concurso de CASA. De más está decir que me siento muy honrado con la designación. Acepto. Será un gusto también, volver a visitar Cuba, después de seis años, y recuperar el diálogo con los amigos y con la revolución. Nos veremos y charlaremos, largo y tendido. ¡Tantas cosas han ido ocurriendo por todas partes!

Ahora bien, tengo la intención de viajar allá con mi mujer, Graciela Berro, abogada y profesora de historia, quien desde hace años se propone conocer Cuba por dentro. Pienso que esta es la oportunidad ideal, pero el asunto depende, en buena medida, de ustedes. Yo ignoro qué se podrá hacer para facilitar las cosas, pero en principio propongo pagar el pasaje de ella hasta México o Praga y que ustedes la inviten desde alguna de esas dos ciudades. Por supuesto, para nuestras tuberculosas fi nanzas sería mejor que nosotros pudié-ramos ahorrar el pasaje de ida y vuelta a Europa y México, pero todos los que me conocen saben que estoy libre de la sospecha de pretender ordeñar a la revolución. Amigo Galich: usted dirá. Espero su respuesta por esta vía postal y/o por la teletipo de Prensa Latina; en este último caso, los muchachos me avisarían (podría decirse: VA CABLE A PRAGA O MÉXICO, para no mencionar la palabra pasaje, o, en el peor de los casos, IMPOSIBLE ENVÍO CABLE, etc.).

A sus órdenes, Galich y hasta muy pronto. Un gran abrazo de su compañero y amigo,

Eduardo H. Galeano

PD: No olvide que mi pasaje debe enviarse a mi nombre completo, que es Eduardo Hughes Galeano, para evitarme problemas de trámite.

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Caracas, 15 de abril, 71.

Queridos Mariano y Roberto:

Sé que estoy muy en mora con la Casa de las Américas. Aquí todo es difícil, todo es complicado; moverse, ver a alguien, organizar algo. Lo de la agencia va bastante bien, a dios gracias y a la virgen, pero en cambio no marchó para nada el asunto Casa. En primer lugar, Perán Erminy no es un crítico de arte sino un fantasma. Imposible ubicarlo. Le he dejado mensajes en las galerías y en los diarios por donde de vez en cuando deja ver la punta de su rabo, pero no ha aparecido ni me ha llamado. ¿Pensará que lo busco para cobrarle alguna cuenta? En segundo lugar, el panorama musical venezolano se parece demasiado a lo que un paisano mío llamaba el Desierto del Zárate. Parece que el único tipo, músico e investigador, que realmente vale la pena, es un tal Antonio Estéves. Anduve con el lazo, persiguiéndolo, días y noches, a través de la niebla y de la lluvia, por valles y montañas y en lo profundo de la selva: nada. Después supe que se había ido a París, meses atrás. En tercer lugar, no existen aquí críticos literarios que valgan la pena. A todos les sobran muchísimas palabras y a todos les faltan muchísimas ideas. Hay dos personas que podrían servir. Uno es Orlando Araújo; el otro, que me parece más capaz, Ludovico Silva. Pero Ludovico se dedica más bien a la fi losofía y a trabajos de tesis largos y difíciles. Con todo, los artículos literarios de Ludovico me parecen lo mejorcito de por aquí. Es un tipo muy chévere, como dicen ustedes y como dicen ellos, pero se pasa la vida rascado, como dicen ellos, es decir, sumergido en ron o whisky. ¡Cómo toman por aquí! Pero no cualquier por-quería, no: Venezuela tiene el consumo per cápita de whisky escocés más alto del mundo, y créase o no, beben el whisky con agua de Escocia que importan desde allá en bolsitas de nylon. Esto me parece mal, como dice Kim Il Sung.

Abrazos,

escríbanme al Apartado 51744, Sabana Grande, Caracas, mandando las cartas vía México o París.

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Montevideo, 20 de enero, 72.

Querido Roberto:

Lindísima coincidencia. Hoy recibí tu cable y también tu carta, primeras noticias de la Casa desde mi último viaje, y también hoy sale Mario [Benedetti] hacia allá.

Ojalá el libro camine bien.1 Yo le tengo –¿por qué no?– mucha fe. Eso sí: por favor, si alguna vez se hace una segunda edición, de alcance más popular, en el supuesto caso de que el libro se considere útil a modo de manual, te ruego que me lo hagan saber. Hay que hacerle algunos cambios y agregados. No solo aquellos, famosos, que intenté en vano, sino también otros nuevos. De cualquier manera, alguna próxima vez te haré llegar esos cambios y agregados para que los tengas, por las dudas.

Me alegra que la revista publique mis viñetas y mucho más me alegra que te hayan gustado. Estoy escribiendo mucha narrativa, en los pocos ratos libres, pero no te amenazo con enviarte cuentos largos. Simplemente acompaño aquí algunos otros cortos, por si te interesa incluirlos, y especialmente me gustaría que la revista publicara uno que se llama «El esperado» porque, como verás, transcurre en Cuba.

Bueno, hermano. Por hoy nada más, porque se me va Mario. Abrazos a los compañeros y besos a las compañeras. Quedo a tus órdenes, como siempre,

1 Se refi ere al recién publicado Las venas abiertas de América Latina, que había obtenido mención en el Premio Casa el año anterior.

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Montevideo, 7 de febrero de 1972Querido Roberto:

Hoy llegó Mario y me trajo noticias de ustedes; además, un ejemplar del libro.La edición quedó muy bien y para mí es una alegría editar en Cuba.No me gustó el texto de la solapa. Creo que hubiera sido mejor reproducir una parte de

la introducción, al fi nal, donde se explica qué es el libro, etc. Pero no importa. En cambio, está mal hecha la fi cha del autor: se me atribuye un libro que yo no escribí nunca «Las fuentes de la violencia», lo que es todo un misterio. Supongo que se trata de algún artícu-lo, de los centenares o miles que llevo escritos, aunque no recuerdo. Además, se incluye como «obra» mía una antología pequeña que hice una vez para Rama, medio en broma, con textos sobre fútbol de escritores famosos (Quiroga, Camus, etc.). Por supuesto, este asunto del fútbol no debió fi gurar.

Te ruego que tengas en cuenta esto para cualquier posible reedición o libro futuro.Además, te insisto en algo que te había dicho, creo, antes: si el Instituto del Libro fuera a

publicar mi libro en alguna edición popular, te ruego que me lo hagas saber por cable para enviar de inmediato el texto tal cual debe salir, con una serie de agregados y correcciones que no están en la edición de CASA. También sería bueno incluir el índice de temas y de nombres, muy útil, de la edición de la Universidad del Uruguay.

Hermano: un gran abrazo para vos y para todos,

Eduardo

PD: A Mariano, que siempre recuerdo con cariño, muchos saludos y gracias por la elogiosísima carta que me envió. Decile que tenga cuidado. En la carta me sugiere que me dé una vuelta por allá y como vos sabes yo soy un tipo solemne y me tomo todas las cosas en serio. Como jurado del próximo concurso no podría ir, porque pienso competir y hasta ganar (aunque me consta que los jurados mancos están vendidos al oro peruano).

PD2: Estoy contento. Los quiero.

Ed.

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Montevideo, 3 de marzo de 1972.CompañeroRoberto Fernández RetamarCASA DE LAS AMÉRICAS

Querido Roberto:Recibí, por medio de Jacoski,1 tu carta. Te agradezco lo que decís. En el próximo viaje

de alguien, que supongo que será para julio, te enviaré un ejemplar de «Las venas» tal como debe aparecer en caso de reedición o de edición por otra vía. Hay muchos cambios y agregados. Por supuesto, tal como te había dicho, hay que suprimir los datos de la solapa, que están todos equivocados.

Sobre los cuentos. No vale la pena que publiques los que te envié y no llegaron a tiem-po. Te explico por qué. Uno de ellos transcurre en Cuba, ¿no? Bueno; ya tengo otro más de Cuba y pienso inventar un tercero en los próximos tiempos. Una vez que tenga los tres te los mandaré para que los publiques como mis «cuentos cubanos». Eso será mejor que publicar estos cuentitos así nomás. ¿Podrás hacerme llegar un ejemplar de la revista de alguna manera? Quizás a través de Europa...

Hermano: un gran abrazo. Muchos cariños de Graciela. En vista del fracaso de mis instrucciones anteriores, vamos a probar así: besas a los compañeros y estrechas la mano de las compañeras. OK?

Hasta pronto,

Eduardo

1 Se refi ere a su compatriota Rubén Yacovski, quien integró el jurado de poesía en el Premio de ese año.

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Buenos Aires, 7 de mayo de 1973.

Hermanito Roberto:Recibí tu carta y fue, como siempre, un alegrón.Ya salió el número 1 de la revista [Crisis], que te hemos enviado. Estamos preparando

el número 2 –bastante más peleador, como verás– y en él incluyo tus poemas. NUNCA ME LLEGÓ, EN CAMBIO, EL ENSAYO SOBRE MARTÍ. Voy a ver si me pongo en contacto con [Jorge] Timossi, para ver qué carajo pasó.

Te pido que me manden a Buenos Aires la revista «CASA». ¿Apareció el cuento de Babalú?

Por favor, que no me envíen nada más a Montevideo. Tengo toda la correspondencia bloqueada. Que no me vayan a mandar más «Granma» ni nada de eso. Si no es la CASA quien hace estos envíos, te pido que sigas la pista de quien sea el remitente, cuanto antes.

Estoy trabajando en Buenos Aires y la revista marcha viento en popa. El primer número (15 mil ejemplares) ya se agotó y estamos haciendo una reimpresión. Pero sigo yendo a Montevideo, porque uno no debe abandonar a la ciudad que ama cuando la pobre anda tan jodidita y castigada y meada por los perros. Así que estoy yendo y viniendo, yendo y viniendo. Mis difi cultades con los guardianes del orden público no han cesado, pero mal que bien me las arreglo: aunque no tengo sangre vasca, soy porfi ado. (Y aunque no tengo sangre negra soy, según Darcy Ribeiro, «mulato ideológico»).

Eduardo

Un fuerte abrazo para vos y saludos para todos,

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Buenos Aires, 12 de julio de 1973.

Mi querido Roberto.

Circula el rumor de que te tendremos por acá dentro de no mucho tiempo. No sé si esta carta llegará antes. De todos modos te la envío para decirte, muy telegráfi camente, que te estamos enviando CRISIS, que en el número dos hay poemas tuyos y en el 4, que estamos preparando, está tu trabajo sobre Martí. Que te hemos enviado un cheque por los poemas (la poesía no es como el crimen, ¿vio?). Que te propongo un canje de publicidad, para lo cual te pido el texto de CASA y te adjunto el nuestro. Que no hemos recibido los materiales que Chiqui [Salsamendi] me anunció en carta del 9 de junio. Que estoy muy bien, muy trabajando, y que pronto aparece mi libro de relatos, Vagamundo, del que te enviaré un ejemplar con tinta fresca. Que trasmitas abrazos para todos. Que me envíen aquí CASA, El Caimán y todo lo demás. Que los quiero. Y para vos, hermanito, un abrazo especial.

Até logo,

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BA, fi nes de abril/74Querido Roberto:

Recibí tu carta del 3 de abril, pero no recibí el epílogo de Calibán que por supuesto me interesa mucho publicar.

Tampoco recibimos la revista. Quiero que nos envíen especialmente el no. 84, donde está el texto sobre Crisis.

Te pido que de algún modo supervises la selección de los narradores jóvenes de Cuba, para que sea del más alto nivel posible. No se olviden de enviar una pequeña fi cha bio-bibliográfi ca de cada autor elegido.

Te reitero mis recomendaciones para la edición de Las venas. Te pido que salga el texto completo, tal apareció en la segunda edición uruguaya, que según creo tienen allí. ¿En qué anda eso? Mario me había dicho que iban a sacar una edición «Huracán». ¿Es verdad o fantasía fraternal?

¿Qué tal resultaron mis cuentos en Casa? ¿Podrás editar Vagamundo alguna vez?Aquí la edición de Calibán ha tenido un éxito enorme. El libro, excelente, lo merece.

¿Sabías que Augusto Boal ha hecho una obra de teatro con eso? Es muy buena; me la leyó el otro día: una especie de carta-tempestad, una tempestad del Tercer Mundo, en base a tus puntos de vista. Yo he leído y releído Calibán; me ayuda mucho cada vez que me asaltan los ejércitos de la duda.

Haroldo me dijo que van a cambiar la estructura del Concurso. ¿Qué hay de eso?Mandame un par de líneas. No hay que dejar de conversar. Nunca hay que dejar de

conversar, por ocupado que uno esté con otras cosas que parecen más importantes. ¿No le parece, compañero?

Abrazos,

Eduardo

PD: recibí el otro sobre. Tiene lo de Calibán. Va. Abrazos fuertes.

E

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BAires, 2 de junio, 75.-

Hermanito Roberto:Aquí te mando el recorte de unos poemas tuyos que me trajo Mario.También te envío la carta para Haydee. Te pido que se la entregues. También te pido que

hagas lo que esté a tu alcance para ayudarme en esto. La situación de la madre de Verónica1 se ha complicado, porque no tiene documentos, y más todavía la de su compañero. Tendrán que separarse; y Verónica quiere ir a Cuba a cualquier costo. Por supuesto, le quedaría la posibilidad de venirse conmigo a Buenos Aires, pero la idea no le gusta nada y además mi situación aquí está cada vez más complicada. (Alguna noticia habrás recibido. Llueven las amenazas y todo el mundo se va. La semana pasada secuestraron a un compañero de «Crisis», que reapareció sano y salvo, milagrosamente, gracias al escándalo que armamos; hoy, lunes, otro de los compañeros de redacción recibió por Correo su correspondiente amenaza de muerte). Yo me aguantaré mientras pueda; y más también; pero no es mucha la estabilidad que puedo ofrecer a mi hija. Además, ella está decidida desde tiempo atrás a hacer sus estudios de Medicina en Cuba.

Fíjate a ver si me podés dar una mano. Realmente la necesito.Te mando un abrazo fuerte.

1 Se refi ere a su exesposa Silvia Brando. Verónica es la hija de ambos.

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Buenos Aires, diciembre 9 del 75.-Hermanito Roberto:

Aquí va Lincoln Silva, fl amante jurado.1 Es un tipazo y se merece que lo quieran mucho.Aprovecho el viaje para contestar tu carta del 7 de noviembre. Hacía tiempo que no

recibía ni una línea tuya y eso me inquietaba mucho. Mi larga vida en Buenos Aires me ha obligado a pensar mal con frecuencia: hay mucha intriguita aquí, mucha envidia, mucha cosa menor. ¿Por qué habrá tanto veneno en el aire en los medios intelectuales? En las ciudades grandes, como esta, la atmósfera intelectual se hace, a veces, bastante pesadita y mortífera: he visto moscas y santos caer fulminados. Pienso que podrías mandar tus cartas vía Europa, como hacías antes. Si no, me paso meses y meses sin noticias y se me da por pensar que ustedes están enojados conmigo porque soy un poquito heterodoxo o un poquito polígamo o porque me gustan los cigarrillos franceses. Tá?

Te pido que hables con Haydee a ver si no se le puede dar un empujoncito a mi hija Verónica: no pido ningún privilegio para ella, por supuesto, pero me gustaría que la ayu-daran un poco a conseguir su beca.

No recibí el comentario de Graciela Pogolotti. ¿No podrías enviarme un recorte vía Europa?

Me gustaría conocer tu propia opinión respecto a la novela2 y te exijo que seas impla-cable. Te advierto, eso sí, que no soy culpable de algunas barbaridades del texto. Estoy espantado con las erratas de la edición de Casa, que en muchas ocasiones alteran el sentido del texto o lo cursilizan horriblemente. Por ejemplo: «Buscavida se para sobre una rosa. De espaldas, al mar, gesticula...». No era rosa sino roca. Viché solamente las primeras 25 páginas. Encontré que la palabra yugo sustituye a la palabra yuyo, que la lengua de hielo se convierte en una lengua de hilo y etc. etc. Ya sé que todo esto ya no tiene arreglo. Pero me pone triste.

Lincoln te pondrá al tanto de mis trabajos y mis días. Me va muy bien. Te mando un abrazo fuerte. Y muchos abrazos para los demás compañeros de la Casa, a quienes tanto quiero.

1 Silva viajaba entonces a La Habana para integrar el jurado de novela del Premio que tendría lugar en enero.2 Se refi ere a la La canción de nosotros, con la que obtuviera el Premio en 1975.

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Buenos Aires, julio 1, 1976

Queridos Haydee y Roberto:

Esta es una carta personal y que no quiero que se difunda.1

La revista «Crisis» no puede seguir funcionando en Buenos Aires. Esta es una decisión dolorosa; también inevitable. Últimamente se me ha dado por pensar que vivo me siento mejor que muerto, y aquí hemos llegado a la frontera del cementerio.

A fi nes de agosto viajo a Europa. He sido designado co-director del Coloquio Latino-americano de la Feria del Libro de Francfort; y aunque no sé muy bien en qué consiste este solemne artefacto iré allá a defender las ideas que ustedes, creo, conocen. Desde allí, no sé qué haré. Todo indica que aquí no puedo volver. Soy un sobreviviente y todos los días, al afeitarme, me pellizco una oreja. Además ocurre que me casé y estoy enamorado como un caballo y no me gustaría que cierta gente con malas intenciones me interrumpa la gloria. Quiero pasar un tiempito sin escuchar el aullido de las sirenas. Mi mujer tiene más motivos que yo para necesitar lo mismo. Se llama Helena Villagra y el tiro que la Triple A le disparó en la boca no ha desfi gurado su deslumbrante hermosura.

Queremos, los dos, pasar uno o dos meses en Cuba. ¿Se puede? Envíennos una respues-ta a las embajadas de Roma y París. En los últimos días de septiembre iremos por allí a recogerla. ¿Tá?

Otra cosa. Uno de los directores de «Crisis», Vicente Zito Lema, debe irse de inmediato. Creo que ustedes saben quién es. Viejo abogado de presos políticos, estudio y casa dina-mitados, poeta de primera, hombre de oro: mi amigo del alma y lo mejor que he conocido en esta ciudad. A él le haría mucho bien viajar. Como jurado, pienso, o quizás antes, si se pudiera, para que se quedara luego trabajando en el concurso. A Helena, Vicente y a mí nos gustaría mucho reunirnos en la isla, ahora que tenemos que separarnos. La respuesta para Vicente debe ser enviada a la embajada en México.

Disculpen el laconismo de estas líneas, pero este es mi penúltimo día en Buenos Aires y ando loco de tareas y adioses. Quiero que sepan que estoy muy feliz, en medio de estos horrores, y que todo el tiempo confi rmo que no hay fi esta más hermosa que estar vivo y querer.

Les mando abrazos de esos que hacen puré las costillas. Siempre,

Eduardo Galeano

1 Apareció, con su autorización, en Destino Haydee Santamaría...

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200 ediciones, 35 años: es raro encontrar números estimulantes en este mundo de fi n de siglo, donde los mismos suelen contabilizar crímenes o consagrar infamias, así que yo tengo que agradecer muy mucho a Casa de las Américas la alegría que estas cifran dan. Ellas revelan la energía prodigiosa de esos músculos secretos que nos mantienen de pie, en tiempos de naufragios, contra viento y marea.1

Eduardo Galeano(Uruguay)

1 Texto aparecido en el número 200 de nuestra revista, julio-septiembre de 1995.

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De: “Eduardo Galeano” <[email protected]>Para: “Dpto. Presidencia Casa de las Americas” [email protected]: miércoles, 03 de junio de 2009 12:41Asunto: Re: acuse recibo

así de simple, así de breve, mi texto sobre mario, que va aquí al fi nal, y valga la ocasión para decirte que el chino me contó sobre la reedición de las venas abiertas, que la casa piensa hacer, yo dono mis derechos de autor a la casa, como de costumbre, pero por favor te pido que editen el libro con los pequeños cambios y correcciones de la ultima edición, creo que ya la que ustedes hicieron en el 2004 incluía esos detalles, pero estoy lejos de montevideo, en gringolandia, y no puedo fi jarme.

si necesitan la nueva versión, bastará con que yo pida a siglo XXI en españa, que se las envíe por estos mágicos caminos electrónicos, tú dime.

y aquí, lo de mario:

¿Qué podía decir de Mario, que no haya sido dicho?Y nada dije cuando murió, porque el dolor se dice callando.Pero sí quisiera agradecer a los dioses y a los diablos que me hayan otorgado el privi-

legio de ser su amigo.Mario fue el más generoso de todos los escritores que conocí. Los triunfos de los demás

escritores no le provocaban un ataque al hígado, y en cambio le daban alegría. Increíble. Paradójicamente, sus colegas nunca le perdonarán el éxito.

Como se sabe, los escritores ocupamos la jaula de los pavos reales en el zoológico universal, y Mario fue un bicho raro.

Un famoso humilde: él nunca se creyó Mario Benedetti.1

1 Mensaje enviado a solicitud de RFR, para el homenaje que esta revista dedicó a Mario Benedetti. Apareció en el número 256, julio-septiembre de 2009.

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Eduardo Galeano / Mi Casa1

Fe de erratas. Donde dice: 12 de octubre de 1492, debe decir: 28 de abril de 1959.En ese día de abril fue fundada, en Cuba, la Casa que más nos ha ayudado a descubrir

América y las muchas Américas que América contiene.La otra fecha, la de octubre, rinde homenaje a sus presuntos descubridores, esos que la

historia ofi cial aplaude, pero ellos fueron más encubridores que descubridores: iniciaron el saqueo colonial mintiendo la realidad americana y negando su deslumbrante diversidad y sus más hondas raíces.

En cambio, la Casa de las Américas, nacida de la Revolución Cubana, lleva más de medio siglo ayudándonos a vernos con nuestros propios ojos, desde abajo y desde adentro, y no con las miradas que desde arriba y desde afuera nos han humillado desde siempre.

Esta Casa es mi casa, la casa nuestra. Y porque así la siento, y así la sé, he sido y seguiré siendo su siempre amigo, de acuerdo con aquella defi nición de la amistad que nos legó Carlos Fonseca Amador, el fundador del Frente Sandinista: «El verdadero amigo es el que critica de frente y elogia por la espalda».

Pero a veces no viene mal elogiar de frente, cuando no es por deber de cortesía, ni por hipócrita adulación, ni por miedo a la verdad.

Y entonces uno puede decir, pongamos por caso: gracias, gracias mil a la Casa de las Américas, por todo lo que ha hecho y hace para la revelación de nuestras energías creadoras, mil veces asesinadas y mil veces resucitadas. Y gracias, gracias mil, porque esas porfi a-das voces renacidas, que nos hablan desde el pasado más remoto y desde el más cercano

1 Son, en efecto, las palabras que pronunció el 16 de enero de 2012 en la Constitución del jurado del Premio Literario Casa de las Américas. Aparecieron en nuestro número 266, enero-marzo de 2012.

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presente, han encontrado en la Casa un espacio de encuentro y una caja de resonancia que hasta entonces no existían.

Gracias, pues, mil gracias, por ese alimento de vitamina d, d de dignidad, que tanto nos ayuda a creer que el deber de obediencia, impuesto por los poderosos del mundo, puede ser nuestra penitencia pero no es nuestro destino. c