página 12 psicología amores narcóticos

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Imprimir | Regresar a la nota Psicología | Jueves, 21 de mayo de 2015 En la mujer y en el hombre Amores narcóticos Por Luis Darío Salamone La erotomanía en la mujer se presenta en determinados estados pasionales en las psicosis, pero también está muy presente en la forma de amar que puede tener una mujer neurótica. Nieves Soria (“La erotomanía del amor femenino”, revista El Caldero de la Escuela Nº 63, 1998). al referirse a la sensibilidad de las mujeres al llamado del amor, señala que el seductor es quien logra hacer vibrar esa cuerda íntima que puede ser la del fantasma. Lacan decía que basta con que el hombre toque el fantasma de una mujer para que ella no se le resista. El fantasma tiene, como un instrumento musical, diferentes cuerdas; por ejemplo, puede ser tocada la cuerda del amor sacrificial, esa necesidad que una mujer tiene de ser amada y que la puede llevar al sacrificio, a un apego a un otro que puede resultar adictivo, ya que, lo decía Freud, la pérdida de amor en la mujer sería el equivalente de la castración en el hombre: así la mujer puede llegar a encontrar en el amor del Otro una forma de burlar la castración, y ese apego al Otro no tendrá los ribetes de la compulsión, será un amor loco. Del lado del hombre, el amor se torna adictivo cuando la mujer se vuelve imposible. Muchos hombres en análisis no hablan de su mujer hasta que ella decide dejarlos: a partir de ese momento, no dejan de hablar de ella, durante años. Están los casos de aquellas que no les contestan un simple mensaje de texto, razón por la cual ellos les mandan cincuenta. Se tornan un poco persecutorios y no tardan en comparar a esa mujer con una droga, y a esa dificultad para acceder a ellas con una penosa abstinencia. Cuando una dama se adueña del pensamiento de un obsesivo, su pasión se torna en una especie de droga y él puede incluso hacer un intento de cura por sustitución de ese amor narcótico, al que le canta Bersuit Vergarabat: “Tomo, para no enamorarme, me enamoro para no tomar”. © 2000-2015 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Todos los Derechos Reservados Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux .

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Página 12 Psicología Amores Narcóticos

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    Psicologa | Jueves, 21 de mayo de 2015

    En la mujer y en el hombre

    Amores narcticos

    Por Luis Daro Salamone

    La erotomana en la mujer se presenta en determinados estados pasionales en las psicosis, pero tambin estmuy presente en la forma de amar que puede tener una mujer neurtica. Nieves Soria (La erotomana del amorfemenino, revista El Caldero de la Escuela N 63, 1998). al referirse a la sensibilidad de las mujeres al llamadodel amor, seala que el seductor es quien logra hacer vibrar esa cuerda ntima que puede ser la del fantasma.Lacan deca que basta con que el hombre toque el fantasma de una mujer para que ella no se le resista. Elfantasma tiene, como un instrumento musical, diferentes cuerdas; por ejemplo, puede ser tocada la cuerda delamor sacrificial, esa necesidad que una mujer tiene de ser amada y que la puede llevar al sacrificio, a un apegoa un otro que puede resultar adictivo, ya que, lo deca Freud, la prdida de amor en la mujer sera el equivalentede la castracin en el hombre: as la mujer puede llegar a encontrar en el amor del Otro una forma de burlar lacastracin, y ese apego al Otro no tendr los ribetes de la compulsin, ser un amor loco.

    Del lado del hombre, el amor se torna adictivo cuando la mujer se vuelve imposible. Muchos hombres en anlisisno hablan de su mujer hasta que ella decide dejarlos: a partir de ese momento, no dejan de hablar de ella,durante aos. Estn los casos de aquellas que no les contestan un simple mensaje de texto, razn por la cualellos les mandan cincuenta. Se tornan un poco persecutorios y no tardan en comparar a esa mujer con unadroga, y a esa dificultad para acceder a ellas con una penosa abstinencia. Cuando una dama se aduea delpensamiento de un obsesivo, su pasin se torna en una especie de droga y l puede incluso hacer un intento decura por sustitucin de ese amor narctico, al que le canta Bersuit Vergarabat: Tomo, para no enamorarme, meenamoro para no tomar.

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