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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA UNIDAD XOCHIMILCO
DIVISIÓN DE CIENCIAS SOCIALES Y HUMANIDADES POSGRADO EN DESARROLLO RURAL
NIVEL DOCTORADO
DESPOJO, AGRAVIO, CONFLICTO Y RESISTENCIA.
LA COMUNIDAD DE SANTO TOMÁS ANTE EL AGROCAPITALISMO
EXPORTADOR.
T E S I S
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE DOCTOR EN DESARROLLO RURAL
P R E S E N T A
JESÚS JANACUA BENITES
DIRECTOR DE TESIS: DR. ANTONIO PAOLI BOLIO
CIUDAD DE MÉXICO DICIEMBRE DE 2021
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LECTORES DEL COMITÉ DE TESIS:
DR. ARMANDO BARTRA VERGÉS. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA.
UNIDAD XOCHIMILCO.
DR. CARLOS RODRÍGUEZ WALLENIUS. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA.
UNIDAD XOCHIMILCO.
DR. ROBERTO DIEGO QUINTANA. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLINA.
UNIDAD XOCHIMILCO.
DRA. CARMEN VENTURA PATIÑO. EL COLEGIO DE MICHOACÁN A. C.
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Toda invasión sugiere, obviamente, un
sujeto que invade. Su espacio histórico- cultural, que le da su visión del mundo, en el espacio desde donde parte, para penetrar otro espacio histórico cultural, imponiendo a los individuos de éste, su sistema de valores. El invasor reduce a los hombres, del espacio invadido, a meros objetos de su acción.
Paulo Freire, ¿Extensión o comunicación?, p. 44
El objetivo primordial de la globalización
es proporcionar al capital el control total sobre el trabajo y los recursos naturales y para ello debe expropiar a los trabajadores de cualquier medio de subsistencia que les permita resistir un aumento de la explotación. Y dicha expropiación no es posible sin que se produzca un ataque sistemático sobre las condiciones materiales de la reproducción social y contra los principales sujetos de este trabajo, que en la mayor parte de los países son mujeres.
Silvia Federici, Revolución en punto cero, p. 160
La descolonización realmente es
creación de hombres nuevos. Pero esta creación no recibe su legitimidad de ninguna potencia sobrenatural: la “cosa” colonizada se convierte en hombre en el proceso mismo por el cual se libera.
Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, p. 31
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Agradecimientos.
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología y a la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco, por el apoyo para cursar el doctorado en
Desarrollo Rural. A la comunidad indígena p´urhépecha de Santo Tomás, por su lucha, su valentía y sobre todo, por su generosidad para permitirme acercarme a su lucha, una lucha
que sin duda nos concierne a todos. A Napoleón Márquez Serano, a Wilfrido Huerta Trinidad, a don Adolfo Casillas Álvarez, a Héctor Álvarez Álvarez, a Don
Raúl Espino, a Margarito Trinidad Huerta, a Tata José Huerta, a Doña Irene Huerta Solís, a Doña Margarita, a Doña Digna Huerta, a Doña Elba, al profesor
Ulises Márquez Molina de la comunidad de Acachuén, al profesor Venustiano Alejo de la comunidad de Zopoco, a Cinthya Alejo de la comunidad de Carapan, a
Paola y Jorge, de la comunidad de Chilchota, y a todas y cada una de las personas de la Cañada de los Once Pueblos, de la región p´urhépecha
Eraxamani, que abrieron sus corazones y sus recuerdos para que yo pudiera escribir esta tesis.
¡Juchari Uinapikua!
Al Festival Internacional de Cine Independiente de Paracho, pues su participación
en la edición del documental “Cosechando vida después de la fresa” fue determinante. A su director general, mi hermano y compadre Roberto Janacua
Benites, por su valioso aporte a nuestro trabajo de investigación.
De la misma manera, a mi familia, mi esposa Martha por apoyarme durante todo el proceso, a Elliott y Emiliano, mis hijos pequeños. Elliott ha crecido viéndome hacer
tesis. Recuerdo la pregunta que Emiliano me hacía quisquillosamente con su rostro inocente: Papá, ¿cuándo vas a terminar la tesis?
A la Dra. Carmen Ventura Patiño, infatigable acompañante no solo de la
comunidad de Santo Tomás sino de muchas otras comunidades p´urhépecha en la búsqueda de su autonomía y libre determinación, le agradezco por su
disposición a participar en cada una de las presentaciones del documental y por ser lectora de este trabajo de tesis.
Al Dr. J. Luis Seefoó Luján, por haber formado parte de la primera etapa de esta
investigación, sus textos y pláticas fueron muy importantes para mi trabajo, así como por alentarme a escribir la crónica que posteriormente se convertiría en libro, le agradezco también por haber participado de muy buena gana en el documental “Cosechando vida después de la fresa” así como por ser lector de este trabajo de
tesis.
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A mi asesor de tesis, Dr. Antonio Paoli Bolio, por el tiempo que dedicó a leer, a observar y a corregir cada uno de los avances de tesis que le enviaba, por sus
pláticas y su paciencia al escucharme mientras caminábamos por los pasillos de la UAM Xochimilco. Recuerdo que las asesorías de tesis se convertían en
verdaderas tertulias académicas.
Al Dr. Armando Bartra Bergés, por tener la paciencia de leer esta tesis desde el comienzo. Le considero no solo lector sino amigo entrañable. Agradezco su
disposición a escucharnos dentro y fuera de las aulas, su pasión por la investigación y su coherencia son sus más grandes enseñanzas.
A mis compañeros y compañeras del posgrado en Desarrollo Rural por habernos
acompañado en intensos debates y discusiones teórico- conceptuales y metodológicas. Extrañaré esas pláticas en el comedor de la UAM.
A Maribel Velázquez, tutora nuestra en el posgrado en Desarrollo Rural de la
UAM-X por su infatigable apoyo y asesoría cuando la necesité en la tramitología burocrática, siempre estuvo ahí.
Un agradecimiento especial a mi compañera Margarita Nemecio Nemesio,
integrante de la Red Nacional de Jornaleros y Jornaleras Agrícolas, su apoyo visibilizando y difundiendo la situación de Santo Tomás durante el conflicto con la
empresa agrícola fue muy importante.
A la Dirección General de Educación Tecnológica Agropecuaria y Ciencias del Mar y la Coordinación Sectorial de Fortalecimiento Académico de la Subsecretaría de
Educación Media Superior por otorgarme las facilidades para que yo pudiera realizar mis estudios de doctorado.
A mis compañeros de la Brigada de Educación para el Desarrollo Rural No. 104 de
Charo, Michoacán, Téc. Jesús Benítez Hernández, Ing. Forrour Calvillo García, Mtro. Hiram Matías Guillén García, M. V. Z. Jesús Medina Martínez, por su apoyo
y aliento.
Por último, quiero agradecer a mis padres, Roberto y Dominga, por su amor, su cariño, su respeto y su infinita paciencia, por escucharme, por apoyarme (nos) en
todos nuestros sueños, sin ustedes yo no estaría aquí… A mi hermana Mary, su esposo Omar y mis sobrinos Arely y Oliver, a mi ahijado Enrique, su apoyo
durante toda mi carrera académica ha sido fundamental.
¡GRACIAS POR TODO!
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Índice de contenido.
Presentación. ........................................................................................................ 14
Introducción. .......................................................................................................... 20
El argumento de la tesis. .............................................................................................. 28
CAPÍTULO I. ANDARES Y DES- ANDARES. ....................................................... 35
In- definiciones temáticas. ............................................................................................ 36
¿Qué está pasando?, primer acercamiento. ................................................................ 43
Cosechando vida después de la fresa. ........................................................................ 48
Del documental a las entrevistas.................................................................................. 51
Borrones y cuenta nueva: precisiones e imprecisiones. ............................................... 52
CAPÍTULO II. DESPOJO A FUEGO LENTO. ERAXAMANI EN LA VORÁGINE
AGROCAPITALISTA. ............................................................................................ 58
2. 1 El monocultivo de berries: aproximación a un cultivo en crecimiento. ................... 67
Primer momento: Llega la fresa a México. ........................................................................... 69
Segundo momento: Llegada del Tratado de Libre Comercio. ............................................... 78
Tercer momento: El Boom de las comodities. ...................................................................... 83
2. 2 Las aguas y las tierras de Eraxamani y Tumasïu en la vorágine extractivista. ...... 90
Ïtsi (agua) para las berries. .................................................................................................. 90
Echerendo (tierra) para las berries. ...................................................................................... 99
Caminos y veredas: ¿una infraestructura para el mercado? ............................................... 101
Fuerza de trabajo, la renta de la vida. ................................................................................ 102
2. 3 Tata Ismael: cultivar para vivir o cultivar para vender. ......................................... 104
2. 4 Comuneros de hecho, comuneros de derecho y certificación de terrenos
comunales. ................................................................................................................ 111
2. 5 Acaparamiento de terrenos comunales: la familia “A”.......................................... 115
9
2. 6 De cómo llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona a la comunidad de
Tumasïu. .................................................................................................................... 119
2. 7 Precarización de la vida y escasez de alternativas de empleo. ........................... 121
Cinthya: un futuro que no es futuro. ................................................................................... 122
Liliana Huerta: una vida en el surco. .................................................................................. 127
Don Toño Ascencio: rentar la tierra. ................................................................................... 130
Reflexiones finales. .................................................................................................... 132
CAPÍTULO III. TERRITORIALIDADES EN DISPUTA: TUMASÏU CONTRA EL
AGRONEGOCIO. ................................................................................................ 137
3. 1 Territorialidad comunal. ....................................................................................... 145
Somos comuneros y comuneras porque aquí nacimos....................................................... 148
3. 1. 1 Tumasïu, vida y territorio. ........................................................................................ 159
3. 1. 2 Hacer comunidad dentro de la comunidad: prácticas de comunalidad en Tumasïu. . 163
La costumbre: sistema normativo interno en Tumasïu. ....................................................... 164
Sistema axiológico p´urhépecha: la kaxumbikua y la jarhoájperakua como valores
comunales. ................................................................................................................ 168
Nana Echeri: la naturaleza como Madre. ................................................................... 175
Héctor Álvarez: en defensa de la comunalidad. .................................................................. 175
3. 2 Territorialidad agrocapitalista. ............................................................................. 177
Tenencia individual. ........................................................................................................... 180
Ley escrita, la ley de afuera. .............................................................................................. 182
Cosmovisión occidental: la naturaleza como objeto. ........................................................... 183
Reflexiones finales. .................................................................................................... 187
CAPÍTULO IV. DE CARA AL AGRONEGOCIO, AGRAVIOS DE LA
TERRITORIALIDAD AGROCAPITALISTA A LA TERRITORIALIDAD COMUNAL.
............................................................................................................................ 191
4. 1 De los agravios en la agricultura industrial a los actores afectados. .................... 194
4. 2 De comuneros a afectados y de afectados a comuneros. ................................... 198
Afectaciones ambientales. ................................................................................................. 202
Afectaciones culturales. ..................................................................................................... 208
Afectaciones sociales. ....................................................................................................... 214
10
4. 3 De comuneros a jornaleros afectados. ................................................................ 216
Afectaciones laborales. ...................................................................................................... 237
Afectaciones a la salud. ..................................................................................................... 239
Los agravios ocultos. ......................................................................................................... 242
4. 4 Incomensurabilidad de valores. ........................................................................... 245
4. 5 Una normatividad laxa para un incremento de la productividad. .......................... 251
Reflexiones finales. .................................................................................................... 253
CAPÍTULO V. DE LA AFECTACIÓN AL CONFLICTO Y A LA MOVILIZACIÓN
SOCIAL. .............................................................................................................. 258
5. 1 Breve historia de la relación entre Tumasïu y Agrícola Superior de Jacona. ....... 262
5. 2 La lucha contra la agricultura industrial. .............................................................. 272
5. 3 Tumasïu: del conflicto a la movilización y acción colectiva. ................................. 274
5. 3. 1 Manifestación de la inconformidad. ......................................................................... 285
5. 3. 2 Pedido. ................................................................................................................... 287
5. 3. 3 Acción judicial. ........................................................................................................ 289
5. 3. 4 Acción de protesta y otras acciones. ....................................................................... 290
5. 4 Comuneros en lucha: viñetas etnográficas. ......................................................... 291
Napoleón Márquez: una vida de protesta y reivindicación de derechos. ............................. 292
Wilfrido Huerta Trinidad: un comunero coherente. .............................................................. 296
Reflexiones finales. .................................................................................................... 299
CAPÍTULO VI. RESISTENCIA COMUNAL ANTE EL DESPOJO CAPITALISTA.
CAMBIO CULTURAL Y RECOMUNALIZACIÓN DESPUÉS DEL CONFLICTO. 304
6. 1 Después del conflicto: cambio cultural y recomunalización. ................................ 306
6. 2 La ronda comunal. .............................................................................................. 310
Cuidar la comunidad: una noche con la ronda. ................................................................... 315
6. 3 La búsqueda del presupuesto directo. ................................................................. 319
Reflexiones finales. .................................................................................................... 322
Conclusiones. ...................................................................................................... 325
Bibliografía .......................................................................................................... 333
11
Anexos. ............................................................................................................... 345
Anexo 1. Entrevistas. ................................................................................................. 346
Índice de imágenes.
Imagen 1 Jornaleros y jornaleras agrícolas por la mañana en la comunidad de Los
Nogales. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ....................................................... 70
Imagen 2 Gilberto, pequeño productor de berries de la comunidad de Tanaquillo.
Fotografía: Jesús Janacua Benites. ...................................................................... 78
Imagen 3 Incremento de la superficie de cultivo de fresa en Michoacán del 2004 al
2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP. ............................... 84
Imagen 4 Incremento anual del tonelaje de cosecha del fresa en el estado de
Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.
.............................................................................................................................. 84
Imagen 5 Avance del agronegocio en el estado de Michoacán. Fuente: Elaboración
propia con utilización de Google Earth. ................................................................. 86
Imagen 6 Manantial "Ostákuaro", ubicado en la comunidad de Carapan, es uno de
los tres manantiales que da origen al río Duero. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
.............................................................................................................................. 92
Imagen 7 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús
Janacua Benites. ................................................................................................... 93
Imagen 8 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús
Janacua Benites. ................................................................................................... 94
Imagen 9 Comunidad de Tumasïu (punto rojo) en conexión con las ciudades más
importantes de la región Centro- Occidente. Fuente: Elaboración propia con uso de
Google Earth. ...................................................................................................... 101
Imagen 10 Cinthya, joven comunera de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua
Benites. ............................................................................................................... 123
Imagen 11 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites........ 138
12
Imagen 12 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites........ 140
Imagen 13 Cerro de la comunidad de Tumasïu, en uno de sus parajes se fundó la
comunidad. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ................................................. 159
Imagen 14 Templo de la comunidad de Tumasïu, dedicado en honor al Santo
Patrono, Santo Tomás. Fotografía: Jesús Janacua Benites................................ 160
Imagen 15 Tata José Huerta y Nana Margarita, considerados como un matrimonio
Kaxumbiti en la comunidad y en la región. En la fotografía se encuentran dirigiendo
un temazcal. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................................... 174
Imagen 16 Terreno comunal de Tumasïu después de la agricultura industrial de
berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................ 204
Imagen 17Botellas de insecticida utilizado por la empresa en la producción industrial
de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ....................... 206
Imagen 18 Parajes de la comunidad de Tumasïu. en su avance, la empresa agrícola
fue cambiando los nombres de cada uno de los parajes. Fuente: Elaboración propia
con uso de Google Earth. .................................................................................... 210
Imagen 19 Diferencia entre la producción de maíz de remporal (en rojo) y de riego
(en azul). Fuente: Elaboración propia con información del Servicio de información
Agroalimentaria y Pesquera. ............................................................................... 212
Imagen 20 Terreno de Tumasïu dedicado a la fabricacion de tabique. Se puede
observar el grado de deterioro. Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................. 219
Imagen 21 Joven jornalero esperando al jefe de cuadrilla en la calle La Nacional en
Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................................................... 224
Imagen 22 Jóvenes jornaleros llegando de trabajar en día de fiesta en la comunidad
de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ................................................ 226
Imagen 23 Comuneras y jornaleras de la comunidad de Acachuén solicitando
cooperación para el tratamiento de Leonorilda, jornalera accidentada. Fotografía:
Jesús Janacua Benites........................................................................................ 230
Imagen 24 "Banano" accidentado mientras transportaba jornaleros de la Cañada
hacia la comunidad de Paracho. Fotografía: Vecinos Vigilantes de Uruapan. .... 231
Imagen 25 Jornalero "fabricando" pesticidas en las huertas de fresa en la comunidad
de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites. ............................................... 233
13
Imagen 26 Bloqueo y manifestación de comuneros y comuneras de Tumasïu contra
la empresa Agrícola Superior de Jacona. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.
............................................................................................................................ 259
Imagen 27 Avance del monocultivo de berries en los terrenos comunales de
Tumasïu. Fuente: elaboración propia con uso de Google Earth. ........................ 263
Imagen 28 Transformación de la petición. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.
............................................................................................................................ 270
Imagen 29 Desechos de los plásticos agrícolas abandonados e incinerados por la
empresa Agrícola Superiro de Jacona en los terrenos comunales de Tumasïu.
Fotografías: Jesús Janacua Benites. .................................................................. 271
Imagen 30 Esquema "Conceptualización del problema" de Karina Koster (2016).
............................................................................................................................ 274
Imagen 31 Demanda ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de
Michoacán. Fotografías: Napoleón Márquez Serano. ......................................... 290
Imagen 32 Napoleón en una marcha. Fotografía: Napoleón Márquez Serano. .. 296
Imagen 33 Primer aniversario de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús
Janacua Benites. ................................................................................................. 306
Imagen 34 Comuneras de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús
Janacua Benites. ................................................................................................. 311
Imagen 35 Doña Elba, comunera integrante de la Ronda Comunal de Tumasïu.
Fotografía: Jesús Janacua Benites. .................................................................... 317
14
Presentación.
15
En la Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani1, al igual que en la Meseta, en la
Ciénega de Zacapu o en la zona lacustre del Lago de Pátzcuaro, asistimos a una
transformación profunda de los mundos y estilos de vida de las comunidades
indígenas a partir de la llegada de empresas agrícolas trasnacionales con la
finalidad de producir diversos cultivos para exportación como berries (fresa,
arándano, frambuesa y zarzamora) además del aguacate, el brócoli y la papa, lo
que ha significado una serie de beneficios para las comunidades como, por ejemplo,
los salarios para los y las jornaleras agrícolas, las rentas por la tierra para los
comuneros y, a partir de ello, un dinamismo económico en la región basado en
rentas bajas, contratos en desventaja para los “renteros” y trabajos precarios, sin
embargo, a la par también ha significado una serie de cambios, transformaciones y
afectaciones de diversa índole.
El argumento central de esta tesis es que el avance de esta agricultura industrial de
frutos rojos, entre otros, ha estado ocurriendo mediante un despojo capitalista o un
proceso de acumulación por desposesión de larga data que tiene lugar por lo menos
desde finales del siglo XIX y principios del XX, en contra de las comunidades de
Eraxamani y que, por lo menos en el caso de esta región, ha sido un despojo “a
fuego lento” pues el capital agrícola trasnacional actual abreva de viejas prácticas
en torno a la tierra como el acaparamiento de terrenos comunales en manos de
unos pocos comuneros y de unas pocas familias al interior de las comunidades, se
aprovecha de la “agrarización” en la toma de decisiones al interior de las
comunidades, utiliza a su favor el camino despejado que le ha dejado la Revolución
Verde creando una percepción de poca redituabilidad en el cultivo tradicional del
maíz y que, justificándose en el contexto de precariedad económica de las
comunidades, se instala en los terrenos comunales utilizando el suelo, el agua y la
renta de la fuerza de trabajo de los comuneros bajo condiciones de explotación
laboral, sin capacitación previa, sin contar con el equipo necesario y sin estar
afiliados al seguro social.
1 Eraxamani es el nombre en p´urhépecha que recibe la región conocida como Cañada de
los Once Pueblos.
16
Todas estas condiciones hacen que el capital agrícola trasnacional avance
prácticamente sin ser cuestionado pues pareciera que es el “destino manifiesto” de
las comunidades, aunque esto suponga el deterioro ecológico y la restricción del
acceso a los bienes naturales a los y las comuneras.
Sin embargo, y así lo muestra la experiencia de la comunidad de Tumasïu, en su
avance, el agrocapitalismo también se encuentra con resistencias y otras formas de
habitar el territorio, cuyas prácticas, ideas y valores se encuentran en franca
contradicción con los procederes del agrocapitalismo. En Tumasïu, antes de la
llegada de la agricultura industrial de berries, había un fuerte sentimiento de
comunidad e identidad colectiva en algunos de sus habitantes que tiene su
fundamento en un origen étnico- cultural común, la cultura p´urhépecha, sin
embargo, la serie de afectaciones y agravios ocasionados por el capital agrícola,
pero también un cúmulo de agravios ocultos históricos fortalecieron aún más este
sentimiento de agravio e injusticia colectiva para hacer frente a la empresa agrícola.
En este tenor de ideas, el objetivo de mi trabajo es analizar el caso del conflicto
suscitado en la comunidad de Tumasïu, a partir de la llegada de la empresa Agrícola
Superior de Jacona, en términos de comprender qué aspectos de la agricultura
industrial de berries significaron agravios o afectaciones que motivaron el conflicto
y la respuesta de algunos comuneros de la comunidad a partir de lo que llamo el
encuentro de dos territorialidades distintas. De esa manera mi pregunta de
investigación es: ¿Cómo se caracterizó la respuesta de la comunidad p´urhépecha
de Tumasïu ante la llegada de la agricultura industrial a sus terrenos comunales?
En Tumasïu, la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos de manos de la
empresa Agrícola Superior de Jacona, despertó una respuesta en un grupo de
comuneros y comuneras que se caracterizó por cuestionar y rechazar las prácticas
y consecuencias de la agricultura industrial desde la recuperación de algunos
elementos culturales p´urhépecha. De manera que la respuesta de este grupo de
comuneros y comuneras ante la empresa agrícola fue de recomunalización de las
relaciones sociales y del territorio, es decir, en su lucha contra la agricultura
industrial recurrieron a la reivindicación de su identidad étnica p´urhépecha
(Velázquez, 2019).
17
En ese sentido, el conflicto con la empresa agrícola se desplegó sí como un conflicto
de distribución ecológica en el sentido de que tuvo lugar dentro del contexto de una
distribución desigual de los beneficios y las afectaciones pero también como un
conflicto territorial en el sentido de que supuso el encuentro de lo que llamo dos
territorialidades o maneras distintas de concebir y habitar el espacio (Díaz, 2014)
(Velázquez, 2019), conflicto que además de significar consecuencias ambientales,
laborales y de salud, también ha modificado o transformado el modo de vida
comunal.
En este tenor de ideas, la llegada de la agricultura industrial de berries a Tumasïu,
despertó una respuesta de recomunalización del territorio y de las relaciones
sociales que deparó en un conflicto entre la territorialidad comunal, creada, recreada
y defendida por algunos comuneros y comuneras que sintieron en la llegada de la
agricultura industrial de berries afectaciones a su modo de vida comunal y a su
territorio, y la territorialidad agrocapitalista, representada por la compañía agrícola y
un grupo de comuneros aliados a ella que, mediante contratos de arrendamiento,
rentaron sus terrenos comunales, convirtiéndose en comuneros renteros. En tal
sentido, la llegada de la agricultura industrial a la comunidad de Tumasïu, supuso
una diversidad de respuestas comunitarias.
Si bien en mi investigación me interesó estudiar lo que ocurre en la Cañada de los
Once Pueblos o Eraxamani como región p´urhépecha, me basé principalmente en
la experiencia vivida en la comunidad de Santo Tomás o Tumasïu, en la que una
empresa agrícola comenzó en 2012 un contrato de arrendamiento de terrenos
comunales para la producción de fresa y arándano. Contrato que en 2018 daría
lugar a un conflicto por las afectaciones e incumplimientos por parte de la empresa
y que finalizaría en 2019, cuando se decidió, mediante asamblea comunal, la
expulsión de la empresa de los terrenos comunales.
En el conflicto participaron dos grupos. Uno de ellos, conformado por comuneros y
comuneras que mantenían una perspectiva crítica con relación a la agricultura
industrial y las afectaciones que la empresa estaba ocasionando en su comunidad
y que identificamos como comuneros y comuneras defensoras de una territorialidad
comunal; por otro lado, el grupo conformado por la empresa agrícola y el grupo de
18
comuneros renteros a favor de la empresa y, por ende, defensores de la
territorialidad agrocapitalista2.
El conflicto entre los comuneros y la empresa y el grupo opositor de comuneros
renteros, suscitó la confrontación de territorialidades o de maneras distintas de
concebir el territorio pues la llegada de la empresa agrícola, las prácticas y sobre
todo las afectaciones que ocasionó, despertaron una respuesta de
recomunalización y rehabilitación de prácticas comunales. Por un lado, la
territorialidad que identifico como “territorialidad comunal” y que significó la
rehabilitación y defensa de instituciones y prácticas como la asamblea comunal
entendida como máxima instancia en la toma de decisiones, la tenencia colectiva
de la tierra, el modo de vida comunal que incluye la realización de faenas comunales
y el cultivo de maíz; y por otro lado, la territorialidad de la agroempresa y el grupo
opositor de comuneros que defendían a través de la tenencia individual y la renta
de tierras para la producción agroindustrial con la finalidad de generar ganancias
económicas y que identifico como “territorialidad agrocapitalista”.
¿Cuál es el origen profundo del conflicto entre estas dos territorialidades distintas?,
¿Qué aspectos concretos motivaron el conflicto?, ¿mediante qué procesos avanzó
la territorialidad agrocapitalista en los terrenos comunales? Pareciera que, en el
fondo, el conflicto entre los comuneros y la empresa con el grupo opositor de
comuneros responde a dos cosmovisiones o culturas distintas lo que significa que
cada una de las dos territorialidades en pugna, la comunal y la agrocapitalista,
corresponden a una cultura particular que sostiene modos de vida distintos.
Pienso que, por un lado, la cosmovisión o cultura p´urhépecha da soporte a la
territorialidad comunal y se basa en los valores comunitarios como la
Jarhoájperakua o ayuda mutua y que se refleja en las faenas comunales o en el
apoyo desinteresado hacia el otro/ la otra comunera, o la Kaxumbikua que significa
el ser honorables en la vida comunal, esto es, vivir conforme a la costumbre dentro
2 No sugiero que la clasificación sea totalitaria y absoluta, es decir, que la comunidad pueda
y deba clasificarse en esas dos categorías. En mi tesis dicha clasificación, coadyuva en
aprehender y comprender el conflicto en términos de voluntades o actores contrapuestos.
19
de la comunidad. Valores que, además, dejan entrever una concepción de la
naturaleza en la que ésta aparece como un ser y no como un objeto maleable,
explotable, cuantificable y susceptible de ser convertido en mercancía pues dentro
de la cosmovisión p´urhépecha, la naturaleza se concibe como la Nana Echeri o
Madre Tierra.
Por otro lado, la cultura occidental o turhisï3 da soporte a la territorialidad
agrocapitalista, que postula los valores o actitudes individualistas de la cultura
moderna, la propiedad individual y de dominio pleno y que concibe a la naturaleza
no como un ser sino como un objeto susceptible de ser explotable y convertido en
mercancía.
3 En p´urhépecha “thurisï” significa el extranjero, la persona ajena que no pertenece a la
comunidad.
20
Introducción.
21
El cuatro de noviembre de 2018 amanecieron bloqueadas las entradas a las
huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola Agrosuperior de Jacona o
Agrícola Superior de Jacona S. P. R de R. L, tenía bajo contrato de
arrendamiento con algunos comuneros de la comunidad indígena de Santo
Tomás, en la Cañada de los Once Pueblos, a unos veinte minutos de la ciudad
de Zamora, en el estado de Michoacán. Bloqueaban hombres y mujeres,
comuneros y comuneras, jornaleros y jornaleras, niños y adolescentes.
El bloqueo duró tres días, 4, 5 y 6 de noviembre de 2018. La comunidad le pedía
al dueño de la empresa agrícola una reunión en asamblea general a la cual
asistiera toda aquella persona que así lo deseara para aclarar una serie de
irregularidades en el contrato de arrendamiento de los terrenos comunales:
pagos atrasados de las rentas anuales de los terrenos comunales, manejo
inadecuado de la basura agrícola y de los desechos de pesticidas y demás
agroquímicos tan necesarios para los monocultivos, maltrato por parte de los
mayordomos hacia los y las jornaleras agrícolas, respeto e indemnización a los
comuneros posesionarios de los terrenos que usó la empresa y que no estaban
bajo contrato de arrendamiento, servicio médico para los jornaleros agrícolas
además de la construcción de una obra para beneficio de la comunidad por cada
año que la empresa estuviera trabajando las tierras de la comunidad que para
esa fecha, noviembre de 2018, eran ya seis años.
En el conflicto participaron, por un lado, una empresa agrícola, un
agroempresario originario de Jacona –o agroempresarios– empeñado en sacar
la máxima ganancia con el mínimo costo, aliados con un grupo de comuneros
de derecho con posesión de terrenos comunales y, por otro lado, un grupo de
comuneros, comuneras, hombres y mujeres, niños, jóvenes, adultos, ancianos
sin mucho margen de movilidad en el escenario puesto que la mayoría no eran
comuneros de derecho con posesión de terrenos comunales, lo que les dejaba
fuera del conflicto agrario en tanto que no eran “comuneros renteros” pero con
la firme convicción de defender las tierras y derechos que sus ancestros pelearon
años atrás y, con ello, defender su modo de vida en comunidad.
Es importante precisar que, a lo largo de mi trabajo, cuando haga alusión a
“comuneros renteros”, me estaré refiriendo a los comuneros que decidieron
rentarle sus terrenos de la zona parcelada de la comunidad a la empresa
Agrícola Superior de Jacona para la producción industrial de frutos rojos. Aunque
22
es necesario precisar que “renteros” tiene sus matices. Hubo comuneros que por
voluntad le rentaron sus terrenos a la empresa y que una vez que inició el
conflicto con la empresa la defendieron al interior de la comunidad. Por otro lado,
también hubo comuneros que se vieron obligados a rentarle sus terrenos a la
empresa por lo que fueron renteros, pero no por su voluntad, algunos de estos
comuneros tuvieron una participación importante en el conflicto contra la
empresa.
Por otro lado, la categoría de “comunero o comunera” también tiene sus matices
pues en Tumasïu hay comuneros de derecho y comuneros de hecho. La
diferencia entre los dos radica en que los comuneros de derecho o bien están en
el censo agrario de la Resolución Presidencial o en la sentencia del Tribunal
Unitario Agrario o en el censo actualizado por el Registro Agrario Nacional, en
Tumasïu también parece tener importancia el poseer un terreno en la zona
parcelada de la comunidad. En general, los comuneros de derecho tienen
derecho a voz y a voto en la asamblea general de comuneros.
Por otro lado, los comuneros de hecho no están inscritos en el censo agrario y
muchos de ellos tampoco poseen terrenos en la zona parcelada de la comunidad
y, a diferencia de los comuneros de derecho, no tienen voz y voto en las
asambleas generales de la comunidad. Sin embargo, en la práctica estas
definiciones pueden variar y, como veremos, en Tumasïu un cambio de
autoridades civiles y agrarias fue muy importante para reconfigurar la asamblea
general de comuneros que a partir del conflicto con la empresa agrícola comenzó
a incluir y aceptar propuestas y votos tanto de los comuneros de derecho como
de los comuneros de hecho por lo que la asamblea terminó por configurarse
como un espacio más incluyente y como un espacio de democracia comunal.
De manera que cuando me refiera a “comuneros renteros” me estaré refiriendo
a los comuneros y comuneras que de manera voluntaria decidieron rentarle sus
terrenos a la empresa y se convirtieron en sus aliados al interior de la comunidad
durante y después del conflicto. Para estos comuneros era muy importante que
la asamblea general de comuneros estuviera compuesta por comuneros de
derecho y se excluyera a los comuneros de hecho.
En este orden de ideas, mi trabajo busca ofrecer un acercamiento a la respuesta
de la comunidad de Tumasïu ante los cambios y transformaciones, pero sobre
todo a las afectaciones que la llegada de la agricultura industrial de berries y
23
hortalizas significó para el modo de vida de las comunidades de la región
Eraxamani, pero específicamente de la comunidad de Tumasïu, comunidad en
la que la llegada de la empresa agrícola dio origen a un conflicto de distribución
ecológica, conflicto en el que estaba en juego no solamente la tenencia de la
tierra y las consecuencias ambientales, laborales y de salud sino, con todo ello,
el modo de vida comunal que para los actores sociales significa, entre otras
cosas, la posibilidad de vivir juntos, por lo que se desplegó una territorialidad
comunal en respuesta a la territorialidad agrocapitalista, desde la recuperación
y rehabilitación de algunos elementos culturales p´urhépecha.
En este sentido, en mi trabajo recupero la noción de conflicto de distribución
ecológica propuesto por Joan Martinez Alier (2011), y con la cual da cuenta de
los conflictos originados en el marco de una distribución desigual de los
beneficios, las ganancias, así como los costos y consecuencias ambientales que
tienen lugar alrededor de estos proyectos de inversión pero que también incluyen
conflictos de valoración.
La noción propuesta por Martinez Alier me es útil para abordar el conflicto
suscitado en la comunidad de Tumasïu pues, como veremos, se trata de un
conflicto originado en el marco de un proyecto de inversión (la producción
industrial de frutos rojos), en el cual las ganancias y los beneficios se fueron de
la comunidad, pero las afectaciones se quedaron en la comunidad. En ese
sentido es que Joan Martinez Alier, habla de ecología de los pobres pues son
las personas no beneficiadas por los proyectos de inversión quienes al final,
tienen que hacerse cargo de las consecuencias ambientales, económicas,
culturales, laborales y de salud que tales proyectos dejan en sus comunidades.
A su vez, pienso que el conflicto originó una respuesta “comunal” por parte de
algunos comuneros que recuperaron, rehabilitaron, pero sobre todo reforzaron
algunos elementos ancestrales p´urhépecha para habitar y administrar el
territorio. Ello me llevó a pensar que en el conflicto de la comunidad de Tumasïu
no solo como un conflicto de distribución ecológica sino también como un
conflicto socio- territorial, entendido como un tipo particular de conflicto en el que
dos o más actores sociales se disputan el control de un territorio determinado o,
como el conflicto en el que distintas territorialidades, esto es, distintas maneras
de concebir y habitar el territorio, se disputan el control del mismo. Por ejemplo,
según Emiliano Díaz Carnero (2014) en el conflicto socio- territorial de la
24
comunidad nahua de Santa María Ostula en la costa michoacana, se disputaban
el control del territorio grupos del crimen organizado, el gobierno federal, estatal
y municipal además de la minera Ternium- Hylsa y algunas empresas hoteleras.
En nuestro caso de estudio, el conflicto de distribución ecológica de la
comunidad de Santo Tomás en el que se desplegó una respuesta de
recomunalización y en el que dos territorialidades se traslaparon sobre el mismo
territorio y contrapusieron desde dos perspectivas distintas. Cada una de estas
dos territorialidades corresponden, como ya lo adelanté líneas arriba, a dos
culturas distintas: la cultura p´urhépecha y la cultura occidental o thurisï que
contraponen, ambas, una manera distinta de concebir y habitar la tierra.
El hecho de que el conflicto de distribución ecológica de la comunidad de
Tumasïu haya suscitado una respuesta de recomunalización y con ello el
despliegue de la territorialidad comunal, suscitó lo que Joan Martinez Alier (2011)
denomina como conflicto de valoración. Por ejemplo, para los comuneros de la
comunidad de Tumasïu que desplegaron la territorialidad comunal en defensa
contra la territorialidad agrocapitalista, la tierra no significa únicamente un objeto
o sustrato inerte susceptible de ser explotado, medible y cuantificable. Para ellos
y ellas, comuneros p´urhépecha, la tierra es la Nana Echeri o Madre Tierra,
proveedora de vida y alimentos, mientras que para la empresa y los comuneros
defensores de ésta la tierra, el suelo, el aire, el agua significaban insumos
necesarios para la producción de mercancías capitalistas y ganancia económica.
En Tumasïu, la agricultura industrial de berries también generó un conflicto de
valoración alrededor de los terrenos comunales como espacios físicos
determinados. Como espacios físicos los terrenos comunales juegan un
importante papel de socialización en la comunidad pues el cultivo del maíz se
basa gran parte en el trabajo comunitario, familiar y la ayuda mutua o
jarhoájperakua, pues en las actividades culturales participan los miembros de la
familia por lo que los terrenos comunales son parte imprescindible de la memoria
comunitaria, gran parte de la cosecha de maíz se reserva para la fiesta patronal
celebrada el 22 de diciembre, lo que conlleva significados culturales ancestrales
identitarios.
En contraposición, pareciera que para la agroempresa y para el grupo de
comuneros aliados a ella, la tierra constituyera solamente un sustrato inerte
susceptible de ser utilizado como medio para un fin: la producción agrícola para
25
exportación con la finalidad de generar ganancias económicas, lo que significa
la instalación de monocultivos en los terrenos comunales y el uso de paquetes
tecnológicos. Lo anterior apela ya a un conflicto de valoraciones distintas y, por
lo tanto, a una inconmensurabilidad de valores pues, mientras que unos actores
sociales ven a la Tierra como una Madre, los otros actores sociales la ven
únicamente como un stock de recursos naturales.
Si bien en el cultivo de la fresa en Santo Tomás no se utilizaba glifosato pues el
deshierbe lo realizaban las y los jornaleros de manera manual, sí se utilizaban
otros agroquímicos tóxicos como el Lucathion 1000- E. Además, otras
consecuencias de la agricultura industrial como la deforestación, la erosión, el
tratamiento inadecuado de los envases de agroquímicos y plásticos agrícolas
(acolchado y plástico para macrotúnel) generaron un malestar en los comuneros
p´urhépecha de Santo Tomás que les llevó a cuestionar las prácticas
agroindustriales de la empresa y más tarde a solicitar su expulsión pues la
concepción y las prácticas realizadas sobre el territorio se contradecían con las
prácticas que ellos como comuneros habían heredado de sus antepasados.
Pareciera que el conflicto entre los comuneros p´urhépecha de Santo Tomás y
la agroempresa y el grupo opositor de comuneros renteros, se vive también a
nivel de la generación de políticas públicas en nuestro país pues, por un lado,
hay intentos serios de transitar hacia una agricultura más sustentable en la que
se reduzcan o elimine el uso de paquetes tecnológicos y se promueva el empleo
de técnicas agroecológicas, pero al mismo tiempo, se impulsa o por lo menos no
se cuestiona la utilización de agroquímicos. Recientemente el conflicto entre la
Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) y la Secretaría de Medio
Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), parece interpelar el conflicto de
Santo Tomás pues por un lado la SADER está preocupada por incrementar la
productividad sin importar el uso de agroquímicos tóxicos y ambientalmente
dañinos como el Glifosato y, por otro lado, la SEMARNAT muestra una clara
preocupación por el bienestar y la conservación de los ecosistemas haciendo
referencia a la agroecología como un método de producción sustentable y más
apegado a las prácticas y tradiciones de los pueblos y comunidades rurales e
indígenas.
De manera particular, en el estado de Michoacán la agricultura industrial de
berries ha cobrado relevancia a partir del boom de las materias primas o
26
commodities, mismo que se ha traducido en la expansión territorial de los
monocultivos lo que, en el caso de la Cañada de los Once Pueblos, le ha llevado
a instalarse en terrenos bajo el régimen comunal de tenencia de la tierra y ello
ha generado, como veremos en el caso de la comunidad indígena de Santo
Tomás, conflictos alrededor del uso, apropiación y administración del territorio.
A partir de las modificaciones al artículo 27 constitucional de 1992, como parte
de las Reformas necesarias para la entrada en vigor del Tratado de Libre
Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, la propiedad social de la
tierra –ejidal y comunal– de la tierra, anteriormente consideradas como
inalienables e inajenables, se permitió la entrada al país de inversiones
extranjeras en el sector agrícola con la justificación de incrementar la
productividad y competitividad en el campo mexicano bajo la justificación, según
autores como Luis Rubio, de que “los países con los cuales México sostiene la
mayor parte de su intercambio comercial cuentan con una población de elevado
poder adquisitivo” (Rubio, 1992: 34) lo que significaría el incremento de la
producción, venta y entrada de divisas.
Lo sostenido por Rubio y los defensores del Tratado de Libre Comercio,
obedecía a la idea de que mientras más producción hubiese, en cualquier sector
incluido el agrícola, habría más riqueza misma que se traduciría “en una mayor
riqueza para los habitantes de la región”. Sin embargo, experiencias concretas
como la de la comunidad de Santo Tomás muestra claramente lo contrario, como
lo veremos más adelante. Con la llegada al poder de la 4T, el panorama para el
campo mexicano no ha cambiado mucho pues se sigue manteniendo el fin del
reparto agrario y la posibilidad de que empresas se asocien con los comuneros
para la producción agrícola lo que se ha traducido en un incremento de materias
primas o commodities, pero no se ha visto un mejoramiento de los niveles de
vida de las comunidades rurales e indígenas donde el agronegocio para
exportación se instala.
Antes bien, la experiencia de Santo Tomás muestra que la producción de
materias primas o commodities genera lo que Joan Martinez Alier denomina
como “conflictos de distribución ecológica”, caracterizados porque mientras que
las riquezas generadas por los proyectos de inversión son aprovechadas por
unas cuantas personas, las consecuencias ambientales, sociales, culturales,
laborales y de salud son asumidas por la gran mayoría de las personas. Además,
27
al proponer estudiar el conflicto de Santo Tomás desde la óptica de un conflicto
de distribución ecológica me permite hacer énfasis en las relaciones desiguales
entre los países del Sur y del Norte Global.
Con todo, esta expansión geográfica de la agroindustria de frutos rojos en
terrenos comunales ha significado la irrupción de disputas por la apropiación y
el control del territorio comunal lo que no es para nada ajeno a la historia agraria
de la Cañada de los Once Pueblos. En una investigación realizada y publicada
en 1986 por El Colegio de Michoacán, Luis Alfonso Ramírez da cuenta de los
mecanismos y artilugios utilizados por personas mestizas, principalmente
originarias de la cabecera municipal, Chilchota, para despojar a las comunidades
indígenas de sus tierras comunales, aunque es extensa, por parecerme útil
reproduzco aquí la cita completa:
Muchas veces se les ofrecían en venta las tierras, y las más de las
ocasiones ellas promovían los contratos. Si alguna persona necesitaba
cincuenta o cien pesos para sacarse el compromiso del “cargo” –costumbre
inveterada entre los indígenas- ocurría a un rico en solicitud de fondos; y
claro está que los obtenía, pero a cambio del solar o del terreno, bien en
venta consumada o con pacto de retroventa. Más no creáis que les
facilitaban en dinero efectivo lo que pedían las más de las veces, sino que
les proporcionaban harina, piloncillo, manteca u otros artículos de primera
necesidad al doble de su valor; resultando que adquirían cien pesos por
doscientos en que se estipulaba la propiedad enajenada, propiedad que
valía quinientos o más pesos.
Si era venta consumada, allí paraba la operación; pero si era pacto de
retroventa, claro está que el vendedor nunca podía redimir su propiedad.
Más si por casualidad reunía el dinero para la devolución en el plazo
estipulado, no podía encontrar las más de las veces al comprador; o porque
estaba muy enfermo y no se le podía hablar, o porque el “amo” andaba de
viaje. Y es evidente que cuando el “amo” se aliviaba o volvía de “viaje”,
aunque se le hablara y se le quisiera devolver el dinero, ya no era tiempo
oportuno, porque el término había pasado fatalmente; y como es notorio
que los plazos de retroventa son irreparables, no había lugar a redención y
es evidente que el rico añadía una nueva joya a su dogal… El pobre así
28
estafado, se conformaba con lamentar en silencio el despojo del que había
sido víctima; pues hay de él si intentaba hacer alguna reclamación al
magnate, o entablarle un juicio al asesinato o la cuerda era su fin. (Ramírez,
1986: 67- 68)
Así pues, en mi trabajo, como ya señalé, realizo un acercamiento a un caso de
estudio en el que la renta de los terrenos comunales a una empresa agrícola
para la producción industrial de frutos rojos deparó en un conflicto de distribución
ecológica que incluyó una disputa territorial en el que dos territorialidades
distintas se enfrentaron: la territorialidad comunal y la territorialidad
agrocapitalista.
El argumento de la tesis.
“A mí con que me den cinco mil pesos por mis tierras”-, dijo don Toño mientras
caminábamos en su parcela que en ese momento se encontraba sembrada de
fresa y arándano por la empresa4 Agrícola Superior de Jacona. Con el tiempo
comprendí que, al decirme aquellas palabras, el tío Toño daba a entender que,
entre otras situaciones, era la situación de carencia económica y la falta de
empleo en la región era lo que, en el fondo, le instaba a la renta de los terrenos
comunales para la producción industrial de frutos rojos para exportación y
aceptar las condiciones dictadas por la empresa agrícola. Aunque la situación
de carencia económica del tío Toño no era la misma para todos aquellos
comuneros y comuneras que habían decidido rentar sus tierras a la
agroempresa, sí reflejaba la situación de algunos comuneros que habían
decidido hacerlo.
Situación distinta, por ejemplo, la situación de un grupo de comuneros y,
específicamente de la familia “A”, una familia de Tumasïu que durante mucho
tiempo ha acaparado terrenos comunales valiéndose del comisariado de bienes
4 A lo largo de mi trabajo usaré los términos empresa, agroempresa, compañía agrícola
para referirme a las empresas que rentan los terrenos comunales para la producción
industrial de berries y hortalizas, aunque en particular el término “compañía o compañías
agrícolas” es utilizado por los comuneros y comuneras tanto de Tumasïu como de la
Cañada de los Once Pueblos. De igual manera, utilizaré empresario o agroempresario
para referirme a las personas que al interior de las comunidades se identifican como los
dueños de las empresas agrícolas, aunque muchas de las veces no lo sean.
29
comunales para auto- expedirse documentos de compra- venta de terrenos
comunales. Resulta difícil, en ese sentido, pensar que para la familia “A”, detrás
de la renta de terrenos comunales se encuentre una situación de carencia
económica como el caso de comuneros como don Toño.
En la Cañada de los Once Pueblos y en específico en la comunidad de Tumasïu,
se han conjugado una serie de condiciones que van desde la disponibilidad de
elementos naturales como el agua del río Duero, las condiciones económicas y
políticas como la escasez de fuentes y alternativas de empleo así como la
implementación de reformas constitucionales que permitieron el arrendamiento
de terrenos comunales, condiciones que han configurado a la Cañada de los
Once Pueblos como un territorio adecuado para la producción agrícola en escala
industrial y destinada al mercado extranjero por lo que de un tiempo a la fecha
la llegada de “compañías agrícolas” a la región ha sido una constante.
De manera que el avance del capital agrícola industrial, que en la Cañada se
traduce principalmente en la producción de frutos rojos y brócoli, ha estado
ocurriendo sobre los terrenos comunales de las comunidades de la Cañada.
Carapan, Ichán, Tacuro, Santo Tomás, Urén, Chilchota, Los Nogales y El
Pedregal son algunas de las comunidades en las que el agronegocio se ha
instalado pues ello ha supuesto para las comunidades, en términos generales,
ciertos ingresos económicos como las rentas de los terrenos comunales y el
salario de los y las jornaleras agrícolas lo que a su vez se traduce en cierto
dinamismo económico al interior de las comunidades indígenas.
Sin embargo, en 2018, la comunidad de Tumasïu, o Santo Tomás como mejor
se le conoce, inició una movilización social de protesta en contra de la empresa
Agrícola Superior de Jacona, empresa que entre 2012 y 2013 inició un contrato
de arrendamiento con un grupo de comuneros para la producción de fresa y
arándano. Contrato de arrendamiento que terminó en 2019 cuando se decidió,
mediante una asamblea comunal, expulsar a la empresa agrícola por las
consecuencias de la agricultura industrial y por una serie de incumplimientos de
la empresa para con la comunidad. ¿Cuáles fueron los motivos principales de la
movilización en contra de la agroempresa?
Con todo, si bien el conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona terminó
con la expulsión de ésta, el acecho de las compañías agrícolas a los terrenos
comunales de Tumasïu está lejos de haber terminado y, con ello, la amenaza
30
que esto supone para los modos de vida de las comunidades p´urhépecha de la
Cañada de los Once Pueblos. Punto aparte merecen las consecuencias
ambientales, de salud, laborales y alimentarias que la agricultura industrial
supone para las comunidades.
Pese a todo lo anterior y exceptuando a Tumasïu, ninguna otra comunidad de la
Cañada ha iniciado algún movimiento en contra de las compañías agrícolas para
exigir mejores tratos para sus tierras, para sus aguas y para su gente. ¿Por qué
ha sido así?, ¿qué y cuáles son los elementos que han permitido que la
agricultura industrial avance sobre los terrenos comunales a pesar de las
consecuencias?, es decir, ¿qué procesos históricos, culturales, económicos y
políticos dieron lugar a la agricultura industrial en los terrenos comunales de la
Cañada?, ¿qué elementos impiden que los comuneros y comuneras se movilicen
para exigirles mejores tratos a las compañías agrícolas? Son algunas de las
preguntas que nos ayudan a reflexionar las razones por las que las compañías
agrícolas han encontrado un “enclave agroexportador” en la Cañada de los Once
Pueblos, y que explican en gran parte la aparente pasividad de la mayoría de los
pueblos de la Cañada con las compañías agrícolas.
Por otro lado, la experiencia vivida en la comunidad de Tumasïu nos ofrece una
oportunidad para visualizar los elementos, prácticas y consecuencias que les
permitieron a los comuneros primero, cuestionar las prácticas y consecuencias
y, segundo, expulsar a la empresa agrícola de sus terrenos comunales. ¿Qué
factores fueron importantes en la conceptualización de los comuneros y
comuneras de Tumasïu de la agricultura industrial como una actividad
problemática y cuestionable que dio lugar al conflicto de distribución ecológica
en el que se desplegó la territorialidad comunal como defensa contra la
territorialidad agrocapitalista?
En mi trabajo, recupero los conceptos de territorio y territorialidad, pues me
permiten aprehender la experiencia de Tumasïu como un conflicto de distribución
ecológica en el que entraron en pugna dos territorialidades, por un lado, la
territorialidad comunal, una territorialidad creada y recreada por comuneros y
comuneras a partir sí, de una herencia ancestral pero también de elementos
nuevos y, por el otro, la territorialidad agrocapitalista, que avanza despojando y
desterritorializando así sea de manera simbólica o materialmente a las
comunidades p´urhépecha de su territorio.
31
En ese sentido, con mi eje de investigación sostengo que la llegada de las
compañías agrícolas a los terrenos comunales de las comunidades de la Cañada
de los Once Pueblos ha generado una serie de cambios y transformaciones en
el modo de vida de las comunidades que, en el caso de la comunidad de
Tumasïu, significaron el inicio de la sensación de agravio e injusticia que,
posteriormente, significó la expulsión de la empresa Agrícola Superior de
Jacona.
Así, mi trabajo de investigación pretende dar cuenta de las transformaciones que
la agricultura industrial ha significado para Eraxamani, pero de manera
específica, me interesa mostrar los significados de la agricultura industrial para
los comuneros y comuneras de Tumasïu en términos de las afectaciones que
dieron paso al conflicto de distribución ecológica y a la rehabilitación de la
territorialidad comunal como respuesta ante el avance de la territorialidad
agrocapitalista.
En ese sentido, se trata de una investigación de corte cualitativo- etnográfico que
realicé a partir de algunas nociones neo marxistas, particularmente la noción de
“acumulación por desposesión”, propuesta por el geógrafo David Harvey me
permite abordar los procesos de despojo mediante los cuales se ha instalado la
agricultura industrial en Eraxamani y en Tumasïu. Recupero también algunas
nociones de la ecología política, como ya lo adelanté, especialmente las
nociones de “conflicto de distribución ecológica” y “conflicto de valoración”,
propuestos por Joan Martinez Alier me permiten abordar el conflicto de la
comunidad de Tumasïu, como un conflicto originado en el marco de una
distribución inequitativa entre las ganancias y las consecuencias de los
proyectos de inversión y en el marco de las relaciones de poder entre el Sur y
Norte globales. También algunas nociones de movimientos sociales, como la de
agravio, propuesta por Barringtone Moore y la noción de cambio cultural, me
permiten dar cuenta de la manera en que se constituyó el conflicto de distribución
ecológica a partir de las afectaciones y agravios provocados por la agricultura
industrial, por otro lado, la noción de cambio cultural, me permite proponer que
el conflicto entre la territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista pero,
sobre todo la experiencia de haber triunfado sobre una empresa de carácter
trasnacional, provocó en los comuneros y comuneras de Tumasïu un cambio
cultural positivo que les llevó a fortalecer aún más su comunalidad a través de
32
productos culturales concretos como la ronda comunal y la búsqueda del
presupuesto directo.
De esta manera, mi trabajo de tesis queda estructurada como sigue. En el primer
capítulo, “Andares y des- andares” expongo lo que, en un primer momento
pretendí fuera un panorama de la metodología y de la perspectiva teórica desde
la que desarrollo el trabajo, para dar paso después a exponer los cambios,
definiciones y redefiniciones en el transcurso del trabajo de campo que me
fueron guiando y orillando a la elección de determinados instrumentos y
vericuetos metodológicos. Como expongo en el texto, más que una relatoría de
la metodología implementada, se trata de un anecdotario de cómo transité por
diversos métodos de investigación al son de una realidad cambiante.
En el segundo capítulo, que he nombrado “Despojo a fuego lento. Eraxamani en
la vorágine agrocapitalista”, me planteo el objetivo de responder a la pregunta
acerca de cómo fue el proceso de instalación de la agricultura industrial en la
región de Eraxamani, pero específicamente en la comunidad de Tumasïu. Para
ello recupero la noción de despojo o acumulación por desposesión propuesto
por David Harvey (2003) para dar cuenta cómo, a través de un proceso de
desposesión y acaparamiento de terrenos comunales, además de otros factores
como la Revolución Verde, la ley de los rendimientos decrecientes, el costo de
los insumos, una subestimación de los cultivos tradicionales y una reforma al
artículo 27 constitucional, se crearon las condiciones que permitieron la
enajenación de bienes comunales y se fue dejando el camino despejado para
que las empresas agrícolas de capital trasnacional se instalaran en los terrenos
comunales. La observación participante y entrevistas semiestructuradas forman
parte de la metodología implementada en este capítulo. Como una lectura
vertical de los procesos de despojo y de la subsunción real del capital, presento
tres viñetas etnográficas que permiten ver cómo la agricultura industrial de
exportación se ha instalado no solo en los terrenos comunales sino en la vida
cotidiana de las y los comuneros y en el futuro de jóvenes como Liliana y Cynthia,
dos comuneras jóvenes de Eraxamani.
En el tercer capítulo, que he denominado “Territorialidades en disputa: Tumasïu
contra el agronegocio”, doy cuenta de los aspectos que conforman a las dos
territorialidades que en el caso de la comunidad de Tumasïu, se enfrentaron a
partir del conflicto de distribución ecológica. Particularmente, me interesó
33
destacar los elementos que conforman la territorialidad comunal reconstruida en
Tumasïu, como respuesta ante la empresa agrícola. Territorialidad y comunidad
son dos conceptos importantes en este capítulo y que considero están
estrechamente relacionados. Por un lado, la noción de comunidad, como una
construcción social, como una idea o proyecto (Zárate, 2009) de un grupo me
permite relacionarla con la noción de territorialidad entendida como una
estrategia utilizada por un grupo para influir y afectar el acceso a una zona
geográfica determinada (Sack, 1986). Metodológicamente, en este capítulo me
fue muy útil la observación participante y la realización de entrevistas
semiestructuradas. Presento la viñeta etnográfica de Héctor Álvarez, comunero
de Tumasïu pues me permite mostrar cómo se despliega la territorialidad
comunal a partir de prácticas concretas y conscientes de los comuneros que
rehabilitaron la territorialidad comunal.
En el cuarto capítulo, “De cara al agronegocio, agravios de la territorialidad
agrocapitalista a la territorialidad comunal”, a través de un análisis de contenido
a entrevistas realizadas a los y las comuneras, así como de observación
participante, doy cuenta de los aspectos concretos que para los comuneros y las
comuneras significaron una afectación o agravio, y que fueron importantes en la
construcción del conflicto de distribución ecológica. Para ello retomo la noción
de agravio propuesta por Barrington Moore -y que equiparo con a noción de
“afectación”- y que se entiende como un sentimiento de injusticia ante la violación
de las normas sociales (Moore, 1996).
En el quinto capítulo, “De la afectación al conflicto y a la movilización social”, me
he propuesto como objetivo abordar el conflicto en términos de las estrategias
de lucha implementadas por los comuneros que defendían la territorialidad
comunal en su lucha contra la agricultura industrial, es decir, me interesa mostrar
las estrategias y acciones que implementaron los comuneros que impulsaban la
territorialidad comunal en Tumasïu como una respuesta ante el avance de la
territorialidad agrocapitalista para imponerse sobre la voluntad de los comuneros
que impulsaban y defendían la territorialidad agrocapitalista. En este capítulo
presento las viñetas etnográficas de Wily y Napo, jefe de tenencia y miembro del
consejo comunal respectivamente, pues me permiten mostrar cómo la lucha y la
resistencia de las comunidades indígenas y de la comunidad de Tumasïu en
particular, van más allá del conflicto con la empresa agrícola.
34
En el sexto capítulo, que he titulado “Resistencia comunal ante el despojo
capitalista. Recomunalización y cambio cultural después del conflicto”, me
interesó mostrar los procesos de recomunalización al interior de la comunidad
como resultado del conflicto con la empresa agrícola. Rescato la experiencia de
las comuneras y comuneros que experimentaron un fortalecimiento en su
identidad cultural, lo que me permite pensar que en Tumasïu hubo un cambio
cultural que a su vez me permite hablar de recomunalización de los lazos
sociales y del territorio y, por lo tanto, de resistencia y re- existencia de la
comunidad de Tumasïu, entendida como un “imaginario que proyecta un sentido
de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas culturales añejas propias
como por modelos de comportamiento político que son ya el resultado de la
experiencia participativa de los actores en organizaciones e instituciones
modernas y no comunitarias” (Zárate, 2009: 64)
Por último, ofrezco un apartado de conclusiones en el que sintetizo las
conclusiones de cada capítulo. Más que capítulo de conclusiones me gustaría
pensar este apartado como una serie de in- conclusiones, porque me gusta
pensar que la realidad social, la realidad comunal de Tumasïu es cambiante,
dinámica. De esta manera, el título de mi trabajo de tesis “Despojo, agravio,
conflicto y resistencia. La comunidad de Tumasïu ante el agrocapitalismo
exportador”, pretende dar cuenta de la manera en que la comunidad de Tumasïu
respondió ante la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos a sus terrenos
comunales.
35
CAPÍTULO I. ANDARES Y DES- ANDARES.
36
En este primer capítulo presento de manera breve y esquemática la metodología
empleada durante la realización de la investigación. No la presento como una
serie de pasos a seguir o como un instructivo de estrictos pasos a seguir sino
como una metodología flexible, con cambios, con transformaciones, con idas y
venidas, definiciones y redefiniciones y, por ello, considero que es importante
para comprender lo que intento decir en mi trabajo de investigación. Lo que
escribo en las líneas de este capítulo se trata de una especie de anecdotario de
los acontecimientos que fueron importantes a la hora de decidirme por el tema
de investigación y la manera de abordarlo en términos metodológicos. Espero
que también sirva para mostrar cómo los trabajos académicos responden a una
realidad cambiante construida por actores sociales.
En el primer apartado de este capítulo presento una descripción de las
definiciones y redefiniciones temáticas que la tesis sufrió a lo largo del camino
de la escritura. En el segundo apartado, recapitulo la manera en que me acerqué
al conflicto que atravesaba la comunidad de Tumasïu con la finalidad de
documentar las afectaciones de la agricultura industrial pero también con la
propuesta de grabar un material audiovisual para la comunidad. En el tercer
apartado, Cosechando vida después de la fresa, recapitulo la manera en que el
material audiovisual se convirtió en un instrumento de investigación importante
en tanto que permitió visibilizar el conflicto que atravesaba la comunidad, pero al
mismo tiempo, se convirtió en un instrumento de investigación importante al
constituirse como un medio de socialización y diálogo (Cortez, 2014) para los
comuneros y comuneras. Finalmente, en el quinto apartado señalo los conceptos
o nociones teóricas que retomo y desde las cuales desarrollo el trabajo de
investigación.
In- definiciones temáticas.
Esta tesis es el resultado de una serie de preocupaciones personales que,
durante el caminar se encontraron con las preocupaciones de otras personas,
hombres y mujeres, comuneros y comuneras, jornaleros y jornaleras que,
luchando contra los abusos de una empresa agrícola, reafirmaron los valores y
prácticas comunales que, a su vez, les han permitido defender su comunidad de
la invasión del capital agroexportador. Desde entonces he tratado de acompañar
37
su lucha siempre con atención y respetando hasta dónde me permiten
acompañarlos.
Considero que esta tesis, al igual que muchas otras, no es la misma que empecé
a escribir hace ya cuatro años, de ahí el nombre de este primer capítulo “andares
y des- andares”. Al ser una tesis de ciencias sociales y trabajar con personas,
aquello que en la ortodoxia académica se llama “objeto de estudio”, no
permanece estático y, por supuesto, no se trata de “objetos de estudio” sino de
sujetos, personas, hombres y mujeres con capacidad, voluntad y agencia
propias.
Al igual que yo, esta tesis se ha transformado, ha sufrido cambios,
modificaciones, observaciones, correcciones. Quizá deba admitir también que
esta tesis, como atinadamente me lo señalara Armando Bartra en reiteradas
ocasiones, me encontró a mí y no yo a ella. Quizá por ello deba decir también
que se trata de una triste serendipia, de un triste accidente que me ha permitido
escribir mi tesis. Digo que es triste porque la situación por la que atravesaron los
comuneros y comuneras de Tumasïu es lamentable, pero al mismo tiempo es
una situación que me ha permitido escribir mi tesis. Como quiera que sea, me
consuelo al pensar que tal vez, como me dijeron un día los comuneros de
Tumasïu: “sirva para que otras comunidades no atraviesen por lo mismo”.
Cuando comencé a escribir el anteproyecto para ingresar al Programa de
Doctorado en Desarrollo Rural en esta nuestra Universidad Autónoma
Metropolitana me encontraba trabajando como docente promotor en una Brigada
de Educación para el Desarrollo Rural en el municipio de Charo, Michoacán.
Como docentes, trabajábamos en comunidades rurales y con mis compañeros
veíamos cómo la vorágine y la fiebre por el llamado Oro Verde se extendía por
las comunidades y cómo, desde las políticas gubernamentales, se incentivaba
más y más la agricultura industrial de exportación como un modelo de desarrollo
para las comunidades rurales a pesar de las devastadoras consecuencias socio-
ambientales.
Al mismo tiempo, me encontraba terminando una investigación sobre percepción
social de cambio climático en estudiantes de educación media básica y media
superior por lo que sabíamos, junto con el compañero con el que estábamos
haciendo la investigación, del papel importante que tiene la agricultura industrial
de exportación en la generación de los gases de efecto invernadero que están
38
provocando el cambio climático, la gran crisis ambiental contemporánea. Por
ello, nos intrigaba saber cómo se le podía detener o por lo menos imponer límites
a esa agricultura capitalista que calentaba el planeta, pero no desde el ámbito
de las políticas públicas sino desde la experiencia cotidiana de las personas en
las comunidades donde la agricultura industrial se había instalado.
Uno de los resultados de aquella investigación fue que si los estudiantes no
sentían o no percibían el cambio climático como una experiencia que pusiese en
riesgo sus vidas, difícilmente cambiarían sus estilos de vida y consumo
adoptando estilos que emitan menores cantidades de gases de efecto
invernadero (Janacua & Poma, 2020).
Aquel resultado parcial me hizo pensar que, como con el cambio climático, quizá
también la percepción social tuviese un papel importante a la hora de comenzar
a cuestionar a la agricultura industrial de exportación desde las experiencias
concretas de las personas. Es decir, si las personas de las comunidades rurales
no perciben a la agricultura industrial como una actividad que supone riesgos y
problemas ambientales, difícilmente la cuestionarán por lo que
consecuentemente las hectáreas de cultivo se incrementarían en función de
dicha percepción.
De manera que, al iniciar la escritura de mi anteproyecto de investigación una de
mis preocupaciones centrales era investigar la percepción social de la agricultura
industrial en las comunidades donde ésta se encontraba instalada. Así, inicié la
investigación en la comunidad de Carapan, la primera de las once comunidades
que dan inicio a la región p´urhépecha conocida como Cañada de los Once
Pueblos indagando qué opinaban las personas de aquella agricultura industrial
que indudablemente había llevado una nueva dinámica a la región.
Dada mi labor como docente promotor, inicié mi investigación con jóvenes
estudiantes de educación media superior. Me interesaba conocer su opinión de
la agricultura de berries o del “trabajo en los ranchos”, como ellos le llaman. De
pronto me encontré con respuestas que definían la agricultura industrial desde
una perspectiva ambivalente o ambigua. Los jóvenes opinaban que aquellas
transformaciones que estaba ocasionando la agricultura industrial en sus
comunidades eran, al mismo tiempo, “lamentables pero inevitables”5 pues la
5 Notas de diario de campo. 18 de febrero de 2018.
39
carencia económica y la falta de empleo en la región obligan a las comunidades
a aceptar las prácticas y consecuencias de la agricultura industrial.
Muchos de aquellos y aquellas jóvenes, estudiantes del último año del
Telebachillerato, tenían el sueño de seguir estudiando a nivel superior pero
también tenían el temor de que, al terminar su carrera universitaria, no
encontraran dónde trabajar ejerciendo su profesión. Ahora sé que aquello no era
un temor infundado. A ellos y a ellas les tocó ver cómo muchos de sus hermanos
mayores que habían tenido la fortuna de terminar de estudiar en la Normal
Indígena de Cherán, se habían quedado sin la posibilidad de trabajar y habían
tenido que refugiarse en el trabajo en el corte de fresa.
Aquello me parecía una relación de amor y odio al mismo tiempo. Los y las
jóvenes veían con fatalidad su futuro en el que se vaticinaban dos escenarios:
trabajar en los ranchos de fresas o buscar trabajo en algún otro lugar fuera de la
comunidad.
Todo aquello me abrumaba y me causaba una sensación de asombro y sentía
la necesidad de visibilizar todos aquellos cambios, transformaciones y
afectaciones que provocaba la agricultura industrial de berries que, amparada
bajo el discurso gubernamental de la generación de empleo y divisas, ocultaba
las vejaciones, las violaciones a los derechos humanos, laborales y ambientales.
Quería exponer todo aquello, las preocupaciones de aquellos jóvenes, también
eran las mías.
En noviembre del 2018, mientras me encontraba haciendo las primeras
entrevistas sobre la percepción social de la agricultura industrial en la Cañada
de los Once Pueblos, Santo Tomás, una comunidad de la Cañada, inició un
movimiento de inconformidad en contra de una empresa agrícola dedicada a la
producción de berries. Aquello llamó fuertemente mi atención porque pensé que
ahí se estaba reflejando de manera directa una percepción social de la
agricultura industrial. Lo que andaba buscando. Por ello, creo que Armando
Bartra tiene razón cuando dice que “la tesis me encontró a mí y no yo a ella”.
Cuando la comunidad de Santo Tomás inició su movimiento en contra de la
empresa Agrícola Superior de Jacona, un 4 de noviembre del 2018, me interesó
conocer su experiencia. ¿Qué los había motivado a iniciar aquel movimiento de
queja y reclamo en contra de la empresa agrícola?, ¿qué exigían?, ¿quiénes
eran aquellos y aquellas que se estaban inconformando?, ¿de qué instrumentos
40
o herramientas de lucha se estaban valiendo para hacerle frente a aquella
empresa trasnacional?, ¿qué proponían? Todas aquellas preguntas me llevaron
a contactar a las personas de la comunidad que estaban encabezando el
movimiento de protesta contra la empresa agrícola.
A través de redes sociales contacté a Napoleón Márquez Serano, “Napo”, como
le dicen en Santo Tomás, a quien agradezco porque se convirtió en mi puerta de
entrada y, con el tiempo, en un gran amigo. Días antes de contactarlo, Napo
había subido unas fotografías a su perfil de Facebook mostrando los bloqueos
que los comuneros y las comuneras habían instalado en las entradas de los
ranchos de fresas y arándanos que la agroempresa tenía instalados en los
terrenos comunales de su comunidad.
Días después nos vimos en Ciudad Universitaria, en Morelia, para hacerle una
entrevista. Le comenté que me interesaba documentar la situación por la que
atravesaba su comunidad y al finalizar, donarle a la comunidad el material para
que lo difundieran o utilizaran como instrumento de lucha y visibilización de las
consecuencias que la agricultura industrial le había ocasionado a Santo Tomás.
Napo accedió y le hice la primera entrevista de varias más.
En aquella primera entrevista, Napo me explicó que el conflicto con la empresa
Agrícola Superior de Jacona había iniciado a partir de que el empresario, a quien
en esa época tenían como dueño de la empresa, había ocasionado varias
afectaciones e incumplimientos con la comunidad. Para Napo, en primer lugar,
fue importante recalcar que en su comunidad el monocultivo de berries, lejos de
significar bienestar para la comunidad, en realidad se había traducido en
afectaciones ambientales como la deforestación ilegal, la caza furtiva, la
contaminación del agua por los agroquímicos; afectaciones laborales como la
falta de seguridad social de los y las trabajadoras agrícolas y la irresponsabilidad
de la empresa para proveer a los trabajadores del equipo y la capacitación
necesaria para realizar su trabajo; agrarias como el violentar la asamblea general
de comuneros para la toma de decisiones; comunales como no tomar en cuenta
a los comuneros de hecho en la toma de decisiones y de salud como la
exposición a plaguicidas tóxicos.
Me comentó que el movimiento de inconformidad que había iniciado el 4 de
noviembre de 2018, finalizó dos días después, el día 6 de noviembre, cuando el
41
empresario acudió a la comunidad para firmar un acta de acuerdos en la que se
asentaba que:
1. La empresa reconoce que hay adeudos a los renteros por lo que se
acuerda hacer la revisión, comunero por comunero de cuánto es el
adeudo, dicha revisión se realizará en esta comunidad en presencia de
las autoridades civiles y comunales, y una vez que se haya hecho la
revisión total se fijará una fecha para que en un mismo día la empresa
pague dichos adeudos. Las deudas son con base al incremento anual de
mil pesos por hectárea a cada comunero. El día del pago total de las
deudas tendrá fecha límite la última semana de noviembre.
2. Se acuerda entre la empresa y la comunidad la celebración de un nuevo
contrato colectivo de arrendamiento y para ello se acuerda que en la
primera semana de diciembre será la primera reunión entre la empresa y
la comunidad para iniciar los trabajos del nuevo contrato.
3. La empresa se compromete a realizar las obras que la comunidad
requiere. La realización de cada obra será bajo proyecto y su elaboración
será con la participación de toda la comunidad. La empresa financiará el
100% de cada obra, previa presentación del proyecto y estando de
conformidad ambas partes, dichas obras son con base al acuerdo de la
realización de una obra por año de los 5 años anteriores que la empresa
tiene trabajando nuestras tierras. La primera obra (remodelación de la
jefatura y construcción de un auditorio) tendrá inicio en el mes de enero
del 2019.
4. Se acuerda que en la siguiente semana la empresa en conjunto con las
autoridades y el comité harán un recorrido en los terrenos sin rentar para
detectar las afectaciones que la empresa ha causado a dichos terrenos y
poder dar la indemnización a los comuneros.
5. La empresa se compromete a hablar con los encargados y mayordomos
para que los trabajadores tengan un trato digno, así mismo se
compromete a que no habrá represalias para los trabajadores que
participaron en el bloqueo de los accesos a las parcelas. Así mismo la
empresa se compromete a ofrecer los puestos de primer nivel a los de
Santo Tomás, previa capacitación que la misma empresa brinde.
42
6. Se acuerda hacer una revisión del trabajo que desempeñan los pagadores
y si se detectan irregularidades y el mal manejo de los salarios se les
cambie de puesto. Así mismo los trabajadores se comprometen a reportar
si son víctima de dichas irregularidades.
7. Se acuerda que la empresa hará los trámites necesarios para dar de alta
en el seguro social a todos los trabajadores. De manera temporal la
empresa pondrá a disposición un médico 3 veces a la semana para la
atención del trabajador y sus familiares directos. Para cuando se celebre
el nuevo contrato la empresa ya debe finiquitar los trámites necesarios
para el alta del trabajador al seguro social.
8. La empresa se compromete a pagar los sueldos caídos de 2 días a todos
los trabajadores por los días que la comunidad estuvo en actividad de
protesta.
9. Se acuerda que la empresa está dispuesta a trabajar con el Comité de
Vigilancia para salvaguardar los aspectos del manejo de la basura, tal
comité debe de ser elegido por una asamblea, y en conjunto mantener
vigiladas todas las tierras. Dicho esto, se aclara que el comité tiene la
facultad de estar realizando visitas sorpresa para la detección de
anomalías.
Después de escuchar las palabras de Napo, entendí y sentí que la situación
problemática por la que estaba atravesando la comunidad de Santo Tomás, se
podía extrapolar a muchas otras comunidades y regiones no solamente del
estado, sino del país y, con toda seguridad, del mundo y particularmente de los
países de América Latina en donde en los últimos diez años la agricultura
industrial se ha instalado6. Aquella agricultura, si bien se había incrementado a
partir del 2007, en realidad había iniciado su crecimiento a partir de la firma del
Tratado de Libre Comercio con América del Norte.
En términos concretos, el TLC se tradujo en las comunidades rurales en un
proceso de despojo y expulsión de hombres y mujeres hacia las ciudades o hacia
otros países. La eliminación del subsidio a la producción maicera, significó el
6 Ejemplo de lo anterior, es el cultivo de papa en Perú, la quinoa en Bolivia, la soja en
Brasil y el aguacate en México (Robinson, 2020).
43
inicio de un proceso de abandono de la agricultura tradicional en las
comunidades abriendo el camino hacia la introducción de otros sistemas
agrícolas cuya producción, lejos de significar autonomía y seguridad alimentaria,
ha significado la producción de materias primas para exportación.
¿Era ese el modelo de desarrollo rural que se debía promover?, me pregunté a
mí mismo como docente promotor de desarrollo rural al escuchar las palabras
de Napo. Al imponer límites y expulsar a la empresa agrícola trasnacional, la
comunidad de Tumasïu daba un claro ejemplo de resistencia al capital agrícola
y de defensa de su modo de vida tradicional cuyo corazón se encontraba en la
defensa de su territorio, de sus terrenos comunales ancestrales. Documentar y
comprender qué había llevado a aquellos comuneros y comuneras de Tumasïu
a emprender la defensa de su territorio en contra de la agricultura industrial se
había convertido en mi objetivo de investigación.
De esa manera, en mi tesis me interesó conocer y comprender a aquellos y
aquellas comuneras que, en el contexto del conflicto de distribución ecológica
originado por las afectaciones de la agricultura industrial, impulsaban la defensa
del territorio a través de lo que en mi tesis llamo “territorialidad comunal”, que
entiendo, siguiendo a Robert Sack (1986), como la estrategia utilizada por un
individuo o colectividad para afectar, limitar o prohibir el acceso a una zona
geográfica determinada. De manera que la territorialidad comunal se desplegó
como respuesta ante la territorialidad agrocapitalista que era representada por
la agricultura industrial y defendida por algunos y algunas comuneras de la
comunidad.
¿Qué está pasando?, primer acercamiento.
Aquella primera entrevista con Napoleón se convirtió en el inicio de una serie de
grabaciones de video con las que me propuse, con el permiso de las autoridades
de la comunidad, editar un documental en el que se mostraran las consecuencias
ambientales de la agricultura industrial de berries en la comunidad de Santo
Tomás.
Al jefe de tenencia Wilfrido Huerta, o “jefe Wily”, como le dicen con cariño en la
comunidad, le pareció buena idea pues consideró que sería una buena manera
de dar información a la misma comunidad sobre las consecuencias de la
agricultura industrial para la salud de los trabajadores y los efectos sobre los
44
elementos naturales, el suelo, el agua. Resulta que, en aquel momento, como
incluso ahora, en Santo Tomás había una opinión dividida en torno a la renta de
terrenos comunales y a la agricultura industrial. Había quienes estaban a favor y
quienes, como el jefe Wily y Napo, estaban en contra porque estaban
convencidos de las consecuencias negativas que contraía el uso de
agroquímicos y plásticos agrícolas en la producción de berries.
Sin embargo, la decisión de rentar o no las tierras a la agroempresa, en aquel
momento, estaba lejos de recaer en sus manos como autoridades civiles y
comunales, la decisión recaía en los comuneros y comuneras que tenían en
posesión los terrenos comunales de la comunidad y, por ello, consideraban
importante difundir información acerca de las consecuencias ambientales y de
salud que la producción industrial de berries significa para las comunidades
donde se instala.
Por ello, les pareció buena idea el grabar y editar material audiovisual con el
tema de la agricultura industrial y sus consecuencias socio- ambientales.
Pensaron que una buena idea sería que en el video que se grabara, apareciera
una figura externa a la comunidad, que brindara información sobre las
consecuencias del uso de agroquímicos en la agroindustria pues pensaban que
si ellos y ellas mismas, como integrantes de la resistencia contra el agronegocio
salían en el video, el resto de los comuneros y comuneras que rentaban sus
terrenos a la empresa, no creerían la información pues “nadie es profeta en su
propia tierra”.
La segunda visita que hice a la comunidad la realicé en el marco del inicio del
documental. En los primeros días de diciembre de 2018, el comité de vigilancia
de Tumasïu me invitó a dar un recorrido por la zona parcelada de la comunidad
donde la empresa Agrícola Superior de Jacona mantenía, aún, el monocultivo
de fresas y arándanos para documentar las afectaciones ambientales que estaba
ocasionando.
Acompañando al jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad y al entonces
comisariado de bienes comunales, Don Adolfo Álvarez Casillas y a los
comuneros y comuneras afectadas por las prácticas de la agricultura industrial
de berries, recorrimos gran parte de los terrenos afectados aquella tarde. Con
cámara y grabadora en mano, los comuneros y comuneras me fueron diciendo
las afectaciones que habían provocado el movimiento de protesta contra la
45
agroempresa. Contaminación y erosión del suelo, plásticos y botellas de
pesticidas agrícolas abandonados en los caminos y barrancas, destrucción de
mojoneras, tala de árboles sin autorización, apertura de zanjas y nuevos caminos
y utilización de terrenos sin rentar, fueron algunas de las afectaciones que grabé
aquella tarde.
El documental brindaría la información necesaria para que los comuneros y
comuneras posesionarias de los terrenos comunales que le rentaban a la
empresa agrícola, dejasen de hacerlo por sí mismos sin necesidad de una fuerza
que les obligara a dejar de rentar los terrenos. Con esa idea, comencé la
grabación del material audiovisual haciendo entrevistas a algunos comuneros y
comuneras y a un especialista, el Dr. J. Luis Seefoó, investigador de El Colegio
de Michoacán, que después se convertiría en lector de los primeros borradores
de esta tesis, haciendo recorridos para documentar los daños y afectaciones
sentidas por la empresa agrícola.
El Dr. J. Luis Seefoó tiene una gran experiencia en torno a la toxicidad de los
agroquímicos utilizados en el cultivo de berries, así como de las consecuencias
ambientales que ésta contrae. De esa manera, el documental sería una fuente
de información no solamente para la comunidad de Tumasïu y convencer a los
comuneros para que dejasen de rentar los terrenos comunales, sino para
muchas otras comunidades de Eraxamani que tienen instalado el monocultivo
de berries en sus terrenos comunales.
Pasó 2018 y me encontraba terminando de realizar las tomas y ordenando las
grabaciones para el documental. El 2019 inició con la segunda inconformidad de
la comunidad para con la empresa quien, para esa fecha, no había cumplido con
los acuerdos firmados con la comunidad. Sabedora de que en la comunidad la
decisión de rentar o no rentar recaía en las manos de los comuneros de derecho
posesionarios de los terrenos comunales, la agroempresa únicamente había
saldado las deudas de rentas con los comuneros renteros, pero no había
cumplido con ningún otro de los acuerdos y compromisos adquiridos.
De hecho, fueron los comuneros renteros quienes motivaron e incitaron en gran
parte la primera movilización en contra de la empresa agrícola en noviembre de
2018. Les solicitaron a las autoridades agrarias, el comisariado de bienes
comunales, que interviniera para que el empresario les pagara las rentas anuales
atrasadas por los terrenos comunales y, cuando se logró el pago de las rentas,
46
la participación de los comuneros renteros se desdibujó, dejaron de participar.
Con ello, comenzó a profundizarse la división y fragmentación comunitaria entre
los comuneros renteros y el resto de la población. que incluía tanto a comuneros
de derecho como de hecho, así como jornaleros agrícolas.
Ni obras para la comunidad, ni seguro médico, ni médico para los jornaleros y
jornaleras agrícolas. Aunado a ello, en marzo de 2019, en el marco de un evento
gastronómico en un predio de la comunidad de Santo Tomás, ocurrió el
asesinato de un comunero. El agravio y el sentimiento de injusticia en torno a la
empresa agrícola se reavivó a partir de lo sucedido porque, aunque no se sabe
bien a bien quién o quiénes fueron los responsables del asesinato, sí se sabe
que el agroempresario había contratado personal armado para que vigilaran las
huertas de fresa y arándano y evitar el robo de fruta que se había incrementado
hacia poco tiempo.
El agravio se reavivó porque, además del asesinato, uno de los compromisos
que había adquirido el agroempresario para poder instalar el monocultivo de
berries había sido el de construir una barda perimetral alrededor de la zona
parcelada. No lo hizo y en su lugar prefirió contratar gente armada.
El día 9 de marzo de 2019 mediante una asamblea general se decidió bloquear
nuevamente las entradas a las huertas de fresa y arándano como una medida
de presión que obligara al empresario a responder por los incumplimientos del
acuerdo firmado el 6 de noviembre de 2018. Sin embargo, a diferencia del año
anterior, el empresario tardó más días en aceptar una reunión con los comuneros
y sólo accedió si ésta tenía lugar fuera de la comunidad y mediada por las
autoridades municipales.
Desde el día 9 de marzo hasta el día 16 que tuvo lugar la reunión, los comuneros
y comuneras de Tumasïu se apostaron en las entradas a las huertas de fresa y
arándano en la zona parcelada de la comunidad. Hombres y mujeres, comuneros
y comuneras, jornaleros y jornaleras se apostaban desde temprano para impedir
que la empresa trabajara en el monocultivo de fresas y arándano. A diferencia
del movimiento de noviembre del 2018, en marzo de 2019 los comuneros
renteros no participaron pues su inconformidad, la falta de pagos de las rentas
anuales, ya había sido atendida por la empresa agrícola.
En el movimiento de marzo de 2019, eran las autoridades civiles, agrarias,
comuneros y comuneras posesionarias que habían decidido no rentar sus
47
terrenos a la empresa agrícola, algunos jornaleros y jornaleras, quienes
participaron activamente solicitando a la empresa el esclarecimiento del crimen
y el cumplimiento de los acuerdos firmados en noviembre de 2018.
Fue en particular esta segunda movilización en contra de la empresa el que
significó un cambio en los comuneros y comuneras de Tumasïu pues el
empresario dejó ver que en realidad no le interesaba el bienestar de la
comunidad sino únicamente el aprovechamiento de los recursos naturales de la
comunidad obteniendo el mayor beneficio sin hacerse responsable de los costos
sociales y ambientales que la agricultura industrial generaba en la comunidad.
En la reunión con la comunidad y en presencia del presidente municipal de
Chilchota y de la comisión de la secretaría de gobernación, el empresario negó
ser el dueño de la empresa con lo que se desentendía de los acuerdos firmados
el 6 de noviembre lo que significaba que se retractaba del acta de acuerdos
proponiendo que lo único que podían hacer era “ayudar” a los comuneros a
gestionar apoyos para la construcción de las obras que solicitaban. Aquel
engaño por parte del agroempresario fue un agravio más que se acumuló a todos
los ocasionados por las prácticas de la agroempresa y el cúmulo de agravios
históricos sufridos por la comunidad de Tumasïu. Agravios que fueron generando
un discurso oculto (Scott, 2000) que alimentó el malestar y la sensación de
injusticia.
Evidentemente, los comuneros se retiraron de la reunión molestos, no se llegó a
ningún acuerdo. Más tarde, en asamblea comunal, se decidiría la expulsión de
la empresa de los terrenos comunales, los comuneros y comuneras inconformes
habían determinado que ya no querían que la empresa se hiciera cargo de los
acuerdos firmados, querían la expulsión de la empresa.
En asamblea comunal, decidieron darle un mes de plazo a Agrícola Superior de
Jacona para que retirara toda la infraestructura que incluía el sistema de riego,
las bombas, los macrotúneles y los plásticos agrícolas. La fecha propuesta por
la asamblea fue el 17 de abril. Sin embargo, ante el plazo propuesto por la
comunidad, la empresa solicitó se le diera no un mes sino tres para retirarse de
los terrenos comunales de manera que se acordó que el 17 de junio la empresa
tendría que haber retirado toda la basura y desechos agrícolas de los terrenos
comunales.
48
La comunidad accedió siempre y cuando la empresa entregara el dinero
correspondiente a las obras que tenía que haber construido por cada año que
utilizó las tierras. La empresa entregó un millón ochenta mil pesos a la
comunidad y ésta le concedió tres meses a la empresa: abril, mayo y para el 16
de junio la empresa ya tenía que haber abandonado los terrenos comunales de
Santo Tomás, aunque el proceso de negociación fue mucho más complejo pues
incluyó luchas por el poder ante y en la comunidad, y entre las autoridades civiles
y agrarias y la empresa agrícola.
El 15 de junio, un día antes de que se cumpliera el plazo, el jefe de tenencia, el
jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad, y miembros del Consejo Comunal
Napoleón Márquez Serano, Héctor Álvarez y Margarito Huerta Trinidad me
invitaron a dar un recorrido por los terrenos comunales de Tumasïu para
constatar que la empresa hubiera retirado todo lo concerniente a la producción
industrial de berries.
Mientras estábamos ahí, en las parcelas llenas de plástico y basura agrícola
incinerada pude ver que, con tristeza, pero también con coraje en sus ojos, los
comuneros veían cómo la empresa se había llevado todo lo que le significaba un
valor económico, pero había dejado los terrenos infestados de plástico de
acolchado, macrotúnel y de botellas y contenedores de agroquímicos además
de las dos gigantes ollas de agua que dejaba como zanjas erosionadas. Los
comuneros no sabían de qué manera podrían obligar a la empresa a hacerse
responsable de los desechos y los daños.
Cosechando vida después de la fresa.
La filmación del material audiovisual me permitió un mayor acercamiento a la
comunidad de Santo Tomás y a lo que ocurría en el conflicto con la empresa
agrícola de manera que, en marzo del 2019, cuando inició el segundo momento
del conflicto pude estar de cerca documentando las acciones de los y las
comuneras de Santo Tomás con la intención de agregar algunos fragmentos en
el documental. Además, preparar y filmar el documental me permitió participar
de manera más cercana con ellos. Ello me impidió, a la postre, entrevistar a los
comuneros y comuneras que apoyaban a la empresa agrícola pues me
identificaban como simpatizante del lado de las autoridades civiles y comunales.
Aunque esa limitación me preocupó pues reconozco que en mi tesis hay una
49
enorme laguna sobre las motivaciones de aquellos comuneros y comuneras,
ahora me siento tranquilo pues al hacer el documental y “tomar partido”, fui fiel a
mi postura personal con respecto a la agricultura industrial. En ese sentido, me
gusta pensar que mi postura como investigación puede situarse desde la
investigación acción en tanto que esta significa:
…tomar partido por un grupo social a partir del reconocimiento de que
se enfrenta a problemas diversos que se advierten en el hecho de que
no tiene garantizados determinados derechos y de que cuenta con cierta
posibilidad de movilizarse para garantizar tales derechos. (Cortez, 2014:
14)
En ese tenor de ideas, pienso que, en el marco de la crisis civilizatoria y
ambiental que atravesamos, las investigaciones sociales tendrían que cuestionar
“las razones por las que se investiga, y a quién va a beneficiar [tales]
investigaciones” (Cortez, 2014: 20). En ese sentido, a lo largo de mi investigación
no me interesó poner en tela de juicio los argumentos, narraciones, anécdotas y
vivencias de los actores sociales pues justamente me interesó eso: conocer de
la voz de los actores sociales su experiencia con la agricultura industrial de
berries.
La filmación del documental me permitió, por un lado, un acercamiento a la
comunidad y, por el otro, conocer de voz de los y las comuneras la cronología
de la relación entre la comunidad y la empresa Agrícola Superior de Jacona
además de visibilizar su experiencia en distintos foros y medios de
comunicación. Aunque la grabación de los materiales para el documental la
había iniciado en noviembre de 2018, el documental estuvo terminado hasta
mayo de 2019 una vez que fue editado por el equipo del Festival Internacional
de Cine Independiente de Paracho7.
Una vez terminado, el documental se presentó en siete ocasiones distintas.
Aunque el documental ya se lo había mostrado a Napo para saber su opinión y
aprobación, la primera presentación del documental ante mas personas fue en
7 El documental puede consultarse en: https://www.youtube.com/watch?v=grjXw2gTtcI
50
la comunidad de Santo Tomás y se realizó después de la celebración de un
temazcal guiado por Tata José Huerta, un comunero de honor y respeto en la
comunidad. Organizamos una presentación en la que estuvo el jefe Wily, Héctor
Álvarez, Tata José Huerta, Nana Margarita, esposa de Tata José Huerta, Jorge
Huerta, la señora Digna y otras personas provenientes de Zacapu y Purépero.
La impresión que causó en ellos el documental fue de asombro pues en el
documental se puede ver la gran cantidad de plástico agrícola que la empresa
dejó en los terrenos comunales además de las botellas y contenedores de
agroquímicos, restos de polvos y basura. La idea de exponer ante ellos el
documental la primera vez fue para que dijeran sus impresiones y si estaban de
acuerdo o no con el resultado final.
Aunque debo admitir que el documental no se realizó a través de un proceso de
reflexión dialógica, pienso que fue útil para “mostrar las experiencias e iniciativas
sociales” de los actores y para “tratar de influir sobre los tomadores de decisiones
y sobre otros grupos u organizaciones.” (Cortez, 2014: 39) con la idea de generar
un cambio social en los comuneros renteros.
Específicamente se pretendía que el documental influyera en los comuneros
renteros y poseedores de los terrenos comunales para que, una vez que
contasen con la información sobre las consecuencias a corto, mediano y largo
plazo de la agricultura industrial, decidieran dejar de rentar por cuenta propia los
terrenos a la empresa agrícola.
A esa primera presentación siguieron otras siete, incluida una presentación en
un congreso académico de carácter internacional. En cada una de las
presentaciones del documental los comuneros de Santo Tomás, exponían en
qué consistió el conflicto que atravesaron con la empresa agrícola lo que me
permitió tomar notas y grabaciones de audio de sus palabras por lo que las
presentaciones del documental fueron momentos clave para comprender la
cronología del conflicto entre la comunidad y la empresa agrícola.
A la presentación del documental en la comunidad le siguieron una presentación
en el Centro Cultural Giraluna -ahora extinto por la pandemia por coronavirus-,
una presentación en el IV Educador Comunitario en la comunidad de
Comachuén, otra en el Centro Cultural Universitario de la Universidad Nacional
Autónoma de México en Morelia, otra presentación en Pátzcuaro, una más en el
Festival Internacional de Cine Independiente de Paracho, otra en el Festival de
51
Cine Tukuru en la comunidad de Tacuro y una última presentación en el VIII
Congreso Internacional de Humanidades y Cultura: Migrantes en busca de un
futuro, organizado por la Universidad Intercultural Indígena de Michoacán y la
Universidad de Camagüey, Cuba.
Del documental a las entrevistas.
El documental como instrumento de investigación y participación en el conflicto
de Tumasïu, me permitió comprender las fechas y acontecimientos importantes
en el conflicto lo que me permitió escribir la crónica del conflicto. Ello había sido
importante para los comuneros pues querían mostrar las afectaciones de la
agricultura industrial, interés que compaginó con el mío. Alentado también por el
Dr. J. Luis Seefoó, escribimos el relato cronológico del conflicto entre la
comunidad y la empresa agrícola. Más tarde, en coautoría con Napo,
concursaríamos en el IV Premio Nacional Francisco J. Múgica, organizado por
el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural Sustentable y la Soberanía
Alimentaria de la Cámara de Diputados y obtendríamos el segundo lugar, lo que
significó que la crónica se publicaría como libro impreso y digital8.
Nuestro libro, intitulado Extractivismo fresa: crónica de un conflicto ambiental en
la Cañada de los Once Pueblos, sería una manera más para visibilizar los costos
socio ambientales que la agricultura industrial significa para las comunidades
donde se instala. Si bien la participación de los comuneros y de las autoridades
civiles y agrarias durante las presentaciones del documental me brindó
información para escribir la crónica, fue necesario puntualizar algunas dudas que
tenía con entrevistas a personas de la comunidad.
Después de las dos movilizaciones en contra de la empresa, de la expulsión de
ésta y de las presentaciones del documental, mi investigación se basó
principalmente en visitas y estancias cortas a la comunidad y a la región para
realizar algunas entrevistas y participar con ellos en la ronda comunal. En 2020,
con el inicio de la pandemia por coronavirus, mis visitas a la comunidad fueron
más esporádicas y de menor tiempo, lo que me obligó a realizar entrevistas por
8 El libro en formato digital se puede consultar en:
https://www.academia.edu/49554827/Extractivismo_fresa_Crónica_de_un_conflicto_a
mbiental_en_la_Cañada_de_los_Once_Pueblos
52
medio de llamadas de celular e intensificar el uso de otros medios como las redes
sociales.
Borrones y cuenta nueva: precisiones e imprecisiones.
En septiembre de 2020, una nueva empresa agrícola rentó algunos terrenos
comunales de Tumasïu. El acecho del agrocapital a los terrenos comunales de
Tumasïu no ha terminado, amparado por la situación de carencia económica de
algunos comuneros y la ambición y acaparamiento de otros, ha continuado. Al
darme cuenta de la llegada de la nueva empresa a los terrenos comunales,
hablar de lo sucedido en Tumasïu en términos de conflicto socio- ambiental no
tenía mucho sentido, aunque la agricultura industrial sí había generado costos
en términos ambientales. Si bien Agrosuperior de Jacona se había marchado
dejando tras de sí una enorme cantidad de desechos agrícolas en los terrenos
comunales y división comunitaria, la disputa territorial continuaba al interior de la
comunidad originada en una tensión entre el derecho agrario y el derecho
indígena (Ventura, 2021).
Al iniciar el acompañamiento del proceso que atravesaban los comuneros y
comuneras de Santo Tomás en 2018, comencé a abordar el conflicto como si se
tratase de un conflicto socio- ambiental, de hecho, como parte de mis actividades
de apoyo a la comunidad, registré el conflicto en el Mapa de Justicia Ambiental
que coordina el Dr. Joan Martínez Alier9. Los primeros avances de mi
investigación los presenté bajo ese rótulo pues para mí era evidente que se
trataba de un conflicto generado alrededor de las consecuencias ambientales de
la agricultura industrial. Ver el conflicto de la comunidad de Tumasïu como un
conflicto ambiental suponía verlo únicamente desde las exterioridades y costos
de carácter ambiental, es decir, como aquellos en los cuales diversos actores
sociales se enfrentan por las consecuencias generadas por cierta actividad
económica (Fini, 2016), en el caso de Tumasïu, la producción industrial de
berries para exportación.
9 El caso, registrado como conflicto socioambiental puede consultarse en:
https://ejatlas.org/conflict/comunidad-indigena-de-santo-tomas-vs-agricola-superior-de-
jacona-michoacan-mexico
53
Sin embargo, al avanzar en la investigación y al transcribir y poner atención en
las entrevistas mientras hacia el análisis, fui cayendo en cuenta que las
exigencias de los comuneros y comuneras de Santo Tomás no solamente
recaían en el ámbito de lo ambiental, en su discurso también había exigencias
de índole laboral como la exigencia de un mejor trato para los y las jornaleras
agrícolas, de seguridad social, de un mejor salario, había también exigencias de
índole agrario, había exigencias del derecho indígena como el respeto a la
organización político- comunitaria por lo que hasta ese momento el hecho de
analizar el conflicto en términos de un conflicto socioambiental obedecía más a
mis intereses que a los intereses de aquellos y aquellas que estaban luchando
en su comunidad.
Además de lo anterior, me parece que la noción de “conflicto socioambiental”
además de hacer énfasis en la disputa entre dos o más actores por las
afectaciones ambientales, se queda corto en señalar el origen de las
afectaciones que pueden estar en proyectos locales, por ejemplo, un tiradero al
cielo abierto o la queja contra un miembro de la comunidad por un proyecto local,
lo que deja de lado las relaciones de poder a nivel global.
En el caso del conflicto de la comunidad de Tumasïu con la empresa Agrícola
Superior de Jacona, me interesó abordarlo como un conflicto generado a partir
de las consecuencias de un proyecto de inversión agrícola cuyos beneficios y
ganancias económicas se iban de la comunidad, pero las consecuencias y
afectaciones se quedaban para ser asumidos por los y las comuneras por lo que
mi investigación pretende insertarse en uno de los debates actuales de la
ecología política y que gira en torno a la distribución inequitativa de los costos y
afectaciones de la agricultura industrial de capital trasnacional en las
comunidades donde se instalan.
La ecología política, entendida como un abordaje multidisciplinario que pretende
“analizar los conflictos desde una perspectiva que articula las relaciones entre la
naturaleza y los seres humanos” (Toledo, Garrido, & Barrera- Bassols, 2014:
115), ha estudiado los conflictos generados en torno a proyectos de inversión
agrícola y, en el contexto del incremento de las hectáreas de berries para
exportación en el estado de Michoacán me parece pertinente aportar a dicho
debate, sobre todo tomando en cuenta que la mayoría de los estudios sobre
conflictos generados en torno a la agricultura industrial se centran en las
54
afectaciones ambientales (Toledo, Garrido, & Barrera- Bassols, 2014) (Berger,
2016) (Casadinho, 2018) dejando de lado otras afectaciones y experiencias
igualmente importantes para los actores sociales.
En ese sentido, la noción de conflicto de distribución ecológica me permite hace
énfasis en el origen de las afectaciones al señalar que tienen lugar en el marco
de una distribución inequitativa de las ganancias y las consecuencias de
proyectos de inversión de capital agrícola trasnacional en los que las ganancias
salen de la comunidad y las consecuencias, las afectaciones y agravios se
quedan en la comunidad. Además, la noción de conflicto de distribución
ecológica:
apunta hacia procesos de valoración de la naturaleza que no
corresponden a los criterios de racionalidad económica para la
asignación de precios de mercado y costos crematísticos al ambiente,
movilizando a actores sociales por intereses materiales y simbólicos (de
supervivencia, identidad, autonomía y calidad de vida), más allá de las
demandas estrictamente económicas de propiedad de los medios de
producción, de empleo, de distribución del ingreso y de desarrollo. (Leff,
2004: 256)
En ese sentido, el conflicto de distribución ecológica de la comunidad de
Tumasïu, que a su vez remite a conflictos de valoración, puede ser abordado a
la luz de la noción de territorialidad como un concepto que permite pensar que,
sobre un mismo territorio, es decir, sobre un mismo espacio
concurren y se sobreponen distintas territorialidades locales, regionales,
nacionales y mundiales, con intereses distintos, con percepciones,
valoraciones y actitudes territoriales diferentes, que generan relaciones
de complementación, de cooperación y de conflicto. (Montañez &
Delgado, 1998: 123)
En este orden de ideas, al proponer y utilizar en mi trabajo la noción de
“territorialidad” lo hago retomando la definición de Robert Sack para quien la
territorialidad es una estrategia utilizada por un individuo o un grupo para
55
controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack, 1986) que,
según mi interpretación, se relaciona con la definición de Gustavo Montañez,
quien la define como “el grado de control de una determinada porción de espacio
geográfico por una persona o grupo social, un grupo étnico, una compañía
multinacional, un Estado o un bloque de estados” (Montañez, 1997: 124)
En ese sentido, territorio no es igual a territorialidad. Como he señalado, la
territorialidad remite a una estrategia de administración del territorio, mientras
que este último es entendido como un espacio socialmente construido (Sosa,
2012) en el que se despliega una praxis económica (Bartelt, 2019) que incluye
relaciones de poder o posesión (Montañez & Delgado, 1998) y que por lo tanto
hace referencia a un espacio en el que se despliega una autarquía del grupo
humano que lo habita.
Así, las nociones de territorio y territorialidad son útiles en el análisis del conflicto
de Tumasïu porque se desplegaron dos territorialidades sobre un mismo
territorio. Una territorialidad que concebía el territorio, la zona parcelada de la
comunidad, desde una apropiación simbólico- cultural y desde la producción de
valores de uso10 que le permitía a los comuneros y comuneras vivir además de
significar la base física de su identidad como herencia ancestral de sus
antepasados p´urhépecha. Por otro lado, una perspectiva que concebía el
territorio como mero espacio utilitario y funcional y desde la producción de
valores de cambio (Giménez, 2005).
Las nociones de territorialidad comunal y territorialidad agrocapitalista me
permiten abordar el conflicto suscitado en la comunidad de Tumasïu de una
manera más amplia, lejos de ser considerado como un conflicto entre una
comunidad y una empresa agrícola, como un conflicto entre dos territorialidades
que se despliegan sobre un mismo territorio, de manera que me permite
analizarlo como un conflicto de valoración que trasciende las externalidades
ambientales.
Tal como como ocurrió en la comunidad de Tumasïu, donde un grupo de
comuneros desplegaron la territorialidad agrocapitalista sobre los terrenos
10 Marx entiende “valor de uso” y valor de cambio” de la siguiente manera: “<La
capacidad que tienen todos los productos, ora naturales, ora industriales, de servir para
la subsistencia del hombre se denomina particularmente valor de utilidad, y la capacidad
que tiene de trocarse uno por otro, valor de cambio” (Marx, 1999: 51)
56
comunales de la comunidad en 2012, lo que hizo surgir la territorialidad comunal,
aparentemente suspendida por un tiempo dando lugar al conflicto entre estas
dos territorialidades y los grupos que las impulsaban en el interior mismo de la
comunidad. Ambas territorialidades entraron en pugna porque ambas
desplegaban formas de organizar material y simbólicamente el mismo espacio,
a saber, la zona parcelada de la comunidad a partir de valoraciones distintas del
mismo espacio pues, mientras que para la territorialidad comunal aquel espacio
constituye un universo de significaciones que incluyen espacios de socialidad
familiar y comunal que les permite reproducirse tanto material como cultural y
simbólicamente (Giménez, 2005), para la territorialidad agrocapitalista, aquel
espacio era un espacio para la producción industrial de mercancías para
exportación, por lo tanto, un espacio que era apropiado desde una perspectiva
predominantemente utilitaria y volcada hacia la producción de valores de cambio
(Giménez, 2005).
Fue a partir de estas redefiniciones teórico- conceptuales, que giré mi proceder
metodológico hacia comprender el conflicto que se suscitó a partir del encuentro
de estas dos territorialidades: la territorialidad comunal y la territorialidad
agrocapitalista. La primera, como he dicho, sustentada en la recuperación de
prácticas y nociones ancestrales p´urhépecha como la kaxumbikua y la
jarhoájperakua, la defensa de la tenencia comunal de la tierra, de la producción
maicera, de la asamblea comunal como instancia máxima en la toma de
decisiones, de las faenas como actividades importantes en la reproducción de la
vida y el fortalecimiento de los lazos comunitarios, la revitalización de los valores
ancestrales p´urhépecha, la rehabilitación de la ronda comunal y la rehabilitación
de la naturaleza como Madre Tierra.
La segunda, sustentada en la tenencia individual y de pleno derecho de los
terrenos de la zona parcelada de la comunidad11 y por lo tanto de la decisión
individual de qué hacer sobre sus tierras lo que implica la disolución de la
asamblea comunal como máxima instancia en la toma de decisiones lo que, en
11 Una comunidad agraria se compone, por lo general, de superficie parcelada,
superficie de uso común y de una reserva de crecimiento. La superficie de uso común
es de todos, mientras que las parcelas se encuentran en posesión del comunero que
las trabaje, aunque siguen siendo propiedad de la comunidad.
57
el caso de la comunidad de Tumasïu le abrió las puertas a la agricultura industrial
de berries para exportación.
Como ya mencioné, la tesis que presento ahora no es la misma que inicié a
escribir en 2017 y principios de 2018. Si en aquel entonces inicié preguntándome
por la percepción social de la agricultura industrial; los cambios, las
transformaciones y los encuentros con personas como Napo, el Jefe Wily,
Héctor, Tata José, Nana Margarita, el profe Raúl, la señora Digna y las generalas
de la ronda comunal de Tumasïu, me han hecho preguntarme no sólo cuál es su
percepción de la agricultura industrial, sino cómo y por qué iniciaron un
movimiento de resistencia ante la territorialidad agrocapitalista que se extiende
cada vez más por todo el país.
Resistencia que no es para menos si se toma en cuenta las condiciones
económicas paupérrimas en las que un agrocapitalismo neoliberal rampante
tiene sumidas a las comunidades rurales e indígenas. En mi tesis, pretendo dar
cuenta de este proceso de lucha y resistencia de una comunidad indígena, la
comunidad de Tumasïu, la más pequeña de la Cañada de los Once Pueblos ante
el Gran Capital Agrícola.
58
CAPÍTULO II. DESPOJO A FUEGO LENTO. ERAXAMANI EN LA VORÁGINE AGROCAPITALISTA.
El vallecito tiene una anchura media como de dos kilómetros más o
menos. La altura es aproximadamente de 2, 000 metros sobre el nivel
del mar; el clima es templado y delicioso. Las tierras de fondo son de
primera calidad. Se cultivan el trigo, la cebada y el maíz. De frutales son
excelentes los aguacates y muy buenos los duraznos, los higos y las
chirimoyas. Hay una variación apreciable en el clima entre la cabecera
de la Cañada y Chilchota. Aquí alcanza a madurar el plátano; hay
naranjos en los solares y las granadas son primorosas; en Carapan, el
clima es menos propicio para las plantas subtropicales creciendo, en
cambio, con mayor lozanía los nogales de Castilla y la chirimoya. El agua
es abundante. Brota de manantiales en la parte alta del valle y corre
hacia el poniente, formando un riachuelo de proporciones apreciables
que es el comienzo del Río Duero. La topografía permite la fácil irrigación
del suelo. (Sáenz, 1932)
59
Inicio este segundo capítulo con un fragmento del libro Carapan, escrito por el
profesor Moisés Sáenz y publicado en 1932 pues me parece que ilustra
perfectamente la manera en que se ve a la Cañada desde los ojos externos. El
libro de Sáenz es el reflejo del proyecto que el profesor encabezaba y con el que
se pretendía “integrar” a la cultura mexicana a los “indios de la Cañada” a través
de programas y talleres educativos. El fragmento me parece importante porque
muestra “las bellezas” naturales de la Cañada que, a la postre, darían lugar a la
llegada de las agroempresas.
El objetivo de este capítulo, en este sentido, es presentar la región de estudio,
La Cañada de los Once Pueblos o, en p´urhépecha, Eraxamani, centrándonos
en las características que han permitido en la expansión del cultivo de berries en
el contexto de un despojo que he llamado “despojo a fuego lento”12. Para ello,
retomo los conceptos de acumulación por desposesión o de despojo capitalista
entendido como una constante y reiterada separación de los comuneros de los
medios de reproducción y de vida (Grigera & Alvarez, 2013).
En este capítulo me es muy útil la noción de despojo que equiparo con la noción
de “acumulación por desposesión”, propuesta por David Harvey, para dar cuenta
del proceso por el cual las comunidades indígenas de la Cañada son
desposeídas de sus terrenos comunales para la inversión de capital a través de
contratos de arrendamiento. Harvey recupera la idea de “acumulación primitiva
u originaria”, que Marx postula en el capítulo XXIV del primer tomo del Capital
pero advierte una diferencia. Con la idea de acumulación originaria, Marx sugería
que, contrario a lo que había sostenido Adam Smith, el nacimiento del capital se
había dado de la separación no solamente de los campesinos de sus medios de
producción o tierras, sino de todos aquellos bienes en manos de la iglesia:
12 Con “despojo a fuego lento” hago referencia y diferenciación con los procesos de
despojo a los que refiere Verónica Velázquez (2019), y los cuales describe como
procesos de despojo marcados por la violencia a mano armada por parte del crimen
organizado tanto en el caso de Zirosto como en el caso de Cherán. Como veremos más
adelante, los procesos actuales de despojo de terrenos comunales en la Cañada han
estado precedidos por políticas públicas como la reforma al artículo 27 constitucional de
1992 y por la subestimación de los cultivos tradicionales por la Revolución Verde, así
como por la generación de una dependencia de los insumos agrícolas por parte de los
y las comuneras. Cuestiones que explicaremos más adelante.
60
El despojo de los bienes de la iglesia, la fraudulenta enajenación de los
dominios del Estado, el robo de las tierras comunales, la transformación
de la propiedad feudal y de los clanes en propiedad privada moderna,
llevada a cabo por medio de la usurpación y con terrorismo despiadado:
he ahí los métodos idílicos por medio de los cuales se desarrolló la
acumulación originaria. Fueron ellos los que conquistaron el campo para
la agricultura capitalista, los que incorporaron la tierra al capital y los que
suministraron a la industria urbana la mano de obra necesaria de un
proletariado libre como los pájaros. (Marx, 1946: 654)
Sin embargo, Harvey considera que dicho proceso es vigente por lo que no se
puede utilizar el término de “originaria o primitiva” para designar un proceso de
separación que sigue ocurriendo por lo que sugiere el término de “acumulación
por desposesión” para referirse a un proceso de separación entre los
productores y sus medios de producción, que actualmente sigue ocurriendo en
diferentes partes del planeta.
En su texto, Harvey escribe varios ejemplos por los cuales se lleva a cabo en la
actualidad los procesos de acumulación por desposesión como la biopiratería, la
mercantilización de la naturaleza, la mercantilización de diversas
manifestaciones culturales, la privatización de instituciones y bienes públicos, así
como el “desmantelamiento de los marcos reguladores” (Harvey, 2003: 118). Es
particularmente interesante, y relevante para mi análisis, que Harvey sostenga
que este desmantelamiento de los marcos reguladores sea un dispositivo
importante para la acumulación por desposesión.
No obstante, también es cierto que el proceso de acumulación originaria de Marx
y el de acumulación por desposesión de Harvey, no dan cuenta por sí mismos
de la generación de riqueza del capital actual. Pensar que separando de los
medios de producción y de vida a los productores basta para instaurar el modo
de producción capitalista, significa olvidar o pasar desapercibidos los aspectos
subjetivos del proceso. Tal y como reflexiona Marx en torno a la tragedia del
señor Peel13, uno de los requisitos para la instauración del modo de producción
13 “El señor Peel, nos dice en tono plañidero, se trasladó de Inglaterra junto al Swan
River, en la Nueva Holanda, llevando consigo medios de vida y de producción por valor
de 50 000 L. Este señor Peel, hombre precavido, tuvo además la precaución de hacerse
61
capitalista, obviando los procesos de acumulación originaria basados en el
despojo, consiste en la creación de la clase trabajadora y en crear las
condiciones suficientes para “absorver” esa fuerza de trabajo.
Marx sostiene que a partir de finales del siglo XV se expidieron una serie de
legislaciones sanguinarias en contra del vagabundaje pues, muchos de aquellos
y aquellas que fueron repentinamente separados de sus medios de producción
se convirtieron en vagabundos renuentes a trabajar para los nacientes
capitalistas14. En opinión de Zygmunt Bauman (Bauman, 2000), aquella
sangrienta legislación a la que refiere Marx, tenía la finalidad de instaurar una
“ética del trabajo” que obligase a las personas despojadas, no solo a trabajar
sino a introyectar como un valor moral el hacerlo. En nuestros días ya no es
necesaria una legislación que obligue a las personas a trabajar, bastan las
condiciones de precariedad y escasez económica, además de la aceptación de
un estilo de vida basado en el consumo de mercancías, es decir, de la adopción
del american way of life para, incluso, aceptar la separación, el despojo y la
generación de riqueza para el capital15.
Desde la perspectiva de la filósofa feminista marxista Silvia Federici, también
habría que recordar y tomar en cuenta el papel de las mujeres en este proceso
de despojo pero, sobre todo, de la generación de plusvalía. Particularmente, para
Federici es importante el papel del trabajo doméstico realizado por las mujeres
e invisibilizado por el capital para la generación de plusvalía (Federici, 2018).
Así, por ejemplo, las vidas de las comuneras jornaleras de Eraxamani y de
acompañar por 3 000 trabajadores, hombres, mujeres y niños. Al llegar a su punto de
destino “el señor Peel se quedó sin un solo criado que le hiciera la cama o le llevara
agua del río”. El señor Peel lo había previsto todo, salvo una cosa, desgraciadamente:
que no le era posible exportar las relaciones de producción de Inglaterra a las riveras
del Swan River” (Marx, 1946: 682) 14 Nos dice Marx: “Los vagabundos en condiciones de trabajar eran condenados a la
pena de azotes y de cárcel. Enganchados a la parte trasera de un carro, se les azotaba
hasta hacerlos sangrar, después de lo cual debían jurar volver a su pueblo de origen o
al lugar de donde hubieran residido los tres años anteriores y “ponerse a trabajar”.”
(Marx, 1946: 655) 15 De esa manera fueron seducidos, por ejemplo, los ejidatarios de Charo y de Jesús
del Monte, lugares donde se construyeron los fraccionamientos Tres Marías y Altozano,
respectivamente. Ahí, en esos lugares donde anteriormente se sembraba maíz y se
pastoreaba al ganado, ahora se encuentran los fraccionamientos, campos de golf y
tiendas departamentales.
62
Tumasïu están marcadas por una doble jornada de trabajo, la que realizan en el
surco y la que realizan al llegar a sus hogares. El trabajo reproductivo, la
reproducción de la mano de obra, la reparación del cuerpo, de los cuerpos de
los trabajadores queda de esa manera a cargo de las mujeres, como afirma
Federici, “designándose como <trabajo de mujeres>” (Federici, 2020: 118)
Por otro lado, también es necesario precisar que el despojo nunca es total, es
decir, el capital nunca despoja totalmente de los medios de reproducción y de
vida a los comuneros y comuneras. La renta de la tierra permite la producción
de berries para exportación pero también permite que los comuneros y las
comuneras subsistan con cierta independencia de la asalarización del capital
cuando las tierras no se encuentran bajo contrato de arrendamiento.
La hipótesis o eje temático que guía mi reflexión en este capítulo es que en la
Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani, la agricultura industrial de berries se
ha instalado gracias a un proceso de acumulación por desposesión o de despojo
capitalista de terrenos comunales de larga data que va desde los despojos de
terrenos comunales por parte de las élites de la cabecera municipal a finales del
siglo XIX y principios del XX, pero que contempla también la instauración de la
Revolución Verde a mediados del siglo XX y el gradual desplazamiento de la
agricultura tradicional, el acaparamiento de terrenos comunales, la certificación
de terrenos comunales y la exclusión de comuneros y comuneras en la toma de
decisiones al interior de las comunidades. De manera que, además de presentar
la región de estudio, en este capítulo me propuse el objetivo de caracterizar cómo
ha sido este proceso de despojo de terrenos comunales que ha dado lugar a la
producción industrial de berries en Eraxamani y en la comunidad de Tumasïu.
Si bien en mi investigación me centro en la experiencia de la comunidad de
Tumasïu, lo cierto es que el contexto en el que ocurrió el conflicto con la empresa
agrícola se enmarca en la región conocida como Eraxamani16 o Cañada de los
Once Pueblos, región que se ha caracterizado porque desde aproximadamente
doce o quince años a la fecha ha experimentado una expansión inusitada de las
hectáreas de diversos cultivos para exportación como las denominadas berries
o frutos rojos como la fresa, los arándanos, la zarzamora, la frambuesa o del
16 Eraxamani es el nombre en p´urhépecha que recibe la región conocida como Cañada
de los Once Pueblos. En adelante usaremos preferentemente el nombre Eraxamani, por
ser el nombre que utilizan los comuneros y comuneras de Tumasïu.
63
cultivo de brócoli también para exportación lo que ha significado la sustitución
de, entre otras cosas, la agricultura maicera y ha originado cambios y
transformaciones en el modo de vida comunal, de modo que en mi trabajo
constantemente retomo a Eraxamani como contexto general.
La pregunta o las preguntas que guían mi reflexión en este capítulo son: ¿Cómo
ha sido este proceso de acumulación por desposesión en Eraxamani y en
Tumasïu que ha permitido la producción industrial de materias primas o
commodities para exportación como los frutos rojos?, ¿qué mecanismos se han
utilizado para ello?
Reflexiono lo anterior a la luz de la idea, ofrecida por Delgado (2016), de que no
todos los territorios son rentables para el capital y que algunos, como Eraxamani
son más rentables que otros ya que, como considera Eduardo Fernández (1993),
para la instalación del monocultivo de berries, que no es un cultivo para
autoconsumo y ni siquiera para consumo local, no bastan únicamente las
cualidades ecológicas de la región sino que también son importantes las
condiciones socio- económicas, los medios de transporte y la disponibilidad de
fuerza de trabajo: “no en todos los lugares en donde las condiciones ecológicas
son favorables al cultivo ha adquirido importancia en el contexto del comercio
internacional” (Fernández, 1993: 59), de manera que el agronegocio se instala
ahí donde las condiciones le ofrecen ventajas competitivas para la producción
(Bendini, 2011).
Lo propuesto por el autor se corresponde con lo sostenido por Verónica
Velázquez (2019) quien en su trabajo sobre la violencia de género en contextos
de violencia estructural y agroextractivismo delimita su área de trabajo
retomando el concepto de “enclave agroexportador”. Para Velázquez (2019) un
enclave agroexportador se caracteriza por articular capitales, modos de
producción globales y recursos naturales locales además de acortar las
distancias y acelerar los tiempos de rotación del capital17.
17 En 1989, J. Luis Seefoó describía la región de Zamora y Jacona al modo de enclave
agroexportador, destacando los elementos que más tarde Fernández y Velázquez
retomarían: “La agricultura zamorana ocupa un lugar muy destacado en Michoacán. Su
cercanía a Guadalajara y a otras ciudades que constituyen un amplio mercado, la
infraestructura hidráulica, los caminos, y sus excepcionales condiciones naturales (suelo
muy fértil, agua abundante, luminosidad solar, etc.), así como la abundante mano de
obra barata hacen de Zamora un vergel que surte de trigo a las industrias locales de la
64
A la luz de lo expuesto por Fernández y Velázquez considero que en Eraxamani
y en Tumasïu en particular se conjugan las condiciones que definen al enclave
agroexportador al que refiere Velázquez (2019), por lo que en este apartado me
propongo presentar las condiciones y procesos que hacen de la región de
Eraxamani un enclave agroexportador y, por lo tanto, un territorio clave en el
proceso de acumulación por desposesión para el capital agrícola global.
Sostengo que en Eraxamani, previo a la renta de terrenos comunales para la
producción industrial de berries y hortalizas, se fueron conjugando una serie de
condiciones y procesos que fueron desterritorializando a los comuneros y
comuneras de su territorio aunque, como veremos, para ello no ha sido
necesaria su absoluta expulsión pues, como sostiene Omar Felipe Giraldo
(2018), actualmente una de las prácticas de las empresas agrícolas es incluir a
los comuneros y comuneras en la producción industrial de berries y hortalizas al
modo de comuneros renteros o de jornaleros y jornaleras agrícolas por lo que no
es necesaria la compra de los terrenos, sino la renta.
Durante mi trabajo de campo pude observar, que en Eraxamani y en Tumasïu el
proceso de despojo de los terrenos comunales ha sido un proceso a fuego lento
y de larga data, es decir, un despojo a una velocidad que casi pasa desapercibida
y en un contexto de escasez económica que se ha agravado desde la
implementación del Tratado de Libre Comercio que hace que algunos
comuneros perciban como una alternativa o, quizá como la única alternativa, la
renta de terrenos comunales para la producción agroindustrial del monocultivo
de berries y hortalizas.
El proceso de despojo en Eraxamani y en Tumasïu se ha implementado
principalmente a partir de cuatro fases que desarrollo en este capítulo. En primer
lugar, las compañías agrícolas han aprovechado los elementos naturales y la
infraestructura existente en la región sin preocuparse, claro está, por diseñar
programas de conservación y recuperación ecológica y de los elementos
naturales que utilizan en la producción de berries y tampoco por llevar a cabo los
protocolos para el manejo adecuado de desechos agrícolas.
harina y del pan, de hortalizas y fresas al mercado nacional y extranjero (EUA). (Seefoó,
1989: 117)” (Seefoó J. L., 1989: 117)
65
Desde las aguas del río Duero y la infraestructura hidráulica como los pozos de
agua, las concesiones y los canales de riego hasta el prodigioso suelo de los
terrenos comunales de Tumasïu, el agronegocio ha ido avanzando. En ese
apartado me interesa hacer una descripción de los elementos naturales que
abaratan los costos de producción, así como de la infraestructura que sirve de
entrada y salida de las mercancías agrícolas de voz de aquellos y aquellas que
han experimentado las transformaciones y cambios que la llegada de las
compañías agrícolas ha significado en las comunidades.
En segundo lugar, en la experiencia de la comunidad de Tumasïu, ha sido
importante el papel que la Revolución Verde tuvo para generar una dependencia
por parte de los comuneros para con los paquetes tecnológicos, específicamente
el uso de fertilizantes en la agricultura maicera de la comunidad cuyo uso generó
lo que se conoce como “ley de rendimientos decrecientes” que indica que
cada vez se necesitan mayores cantidades de insumos para que los
cultivos alcancen los mismos niveles de crecimiento, como lo reflejan
datos que estiman que el rendimiento por kilogramo de nitrógeno ha
disminuido un tercio en comparación con 1961, cuando el uso de
fertilizantes químicos empezó a expandirse por el mundo. (Giraldo, 2018:
62)
y que en la comunidad de Tumasïu generó una percepción de poca redituabilidad
con relación a la producción maicera, cuestión que abordaré más adelante.
Además de ello, también es importante considerar que, tal y como sugiere
Velázquez (2019), la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio implicó que
el gobierno mexicano dejara de subsidiar la producción maicera, lo que se
tradujo en mayores costos de producción para los y las comuneras. De manera
que los dos procesos anteriores, la ley de rendimientos decrecientes y la entrada
en vigor del TLC, dieron lugar a una percepción de poca redituabilidad o
rentabilidad de la producción maicera lo que, a la postre ha significado un
abandono gradual de la misma. En particular, me interesa recuperar las voces e
historias de los comuneros que sintieron cómo la agricultura de maíz para
66
subsistencia y autoconsumo fue dejándose de lado por ser percibida como una
actividad que “no dejaba”18.
En tercer lugar, en Tumasïu parece haber sido importante un proceso de
acaparamiento de terrenos comunales por parte de algunos comuneros lo que,
con el paso del tiempo, dio lugar a una especie de “terratenientes” o de
comuneros que poseían una gran cantidad de terrenos en detrimento de una
gran cantidad de comuneros y comuneras que no tenían tierras de manera que,
cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la comunidad, la decisión
de rentar o no los terrenos quedó en manos de unos pocos.
Finalmente, en cuarto lugar, para los comuneros y comuneras de Tumasïu, la
certificación de la zona parcelada a través de los programas federales
impulsados como parte de las acciones necesarias para la firma e
implementación del Tratado de Libre Comercio ha sido un momento clave a partir
del cual comienza un proceso de desterritorialización y desarticulación
comunitaria pues ello dio lugar a una confusión en algunos comuneros que
consistió en pensar que con la certificación de los terrenos comunales, el
régimen de tenencia de la tierra pasaba de propiedad social a propiedad
individual, tal como lo reseña Carmen Ventura:
Para ellos, el hecho de que sus tierras se midieran y recibieran un
certificado parcelario ha significado que ya pueden disponer libremente
de ellas. En este sentido, la concepción de propiedad individual empieza
a permear sobre la concepción comunal, a pesar de que legalmente
continúa siendo un régimen de propiedad comunal. (Ventura, 2019: 75)
En este sentido, el proceso de certificación de los terrenos comunales junto con
los procesos anteriormente descritos dio entrada a la agricultura industrial
18 “No dejaba” es una expresión que mientras hacia el trabajo de campo era empleada
por algunos comuneros para referirse al cultivo de maíz como una actividad que no
reditúa y más bien significa pérdidas. Como nota contextual, cito un comentario que me
hizo don Rodrigo, un ejidatario del municipio de Charo durante mi trabajo en otras
latitudes. Para Rodrigo actualmente no se puede vivir del maíz: “No, de esto no se puede
vivir, nomás con que tengas hijos y los mandes a la escuela tienes para que no te
alcance y ya tienes que andar buscándole en otro lado.” (Notas de trabajo de campo,
19 de mayo de 2019).
67
primero de berries y luego de brócoli, a través de contratos de arrendamiento
entre las compañías agrícolas y los comuneros lo que a su vez fue erosionando
el tejido social- comunitario. A continuación, abordo cada uno de estos procesos
no sin antes realizar una aproximación al cultivo de berries, pero especialmente
de fresa como un cultivo que se encuentra en franca expansión territorial en el
estado de Michoacán.
2. 1 El monocultivo de berries: aproximación a un cultivo en crecimiento.
“Estamos en la cuna de las berries en México, exportamos como país, más de cuatrocientas mil toneladas a todo el mundo aunque el 97% de esas cuatrocientas mil toneladas van a Norteamérica, Estados Unidos y Canadá y una de las asignaturas pendiente es diversificar los mercados en Europa, Asia, Oceanía y Sudamérica, esta exportación de cuatrocientas mil toneladas significa un ingreso de divisas al país por dos mil cuatrocientos cincuenta y tres millones de dólares”19
José Luis Bustamente,
Pdte. Aneberries20.
Mensajes como el anterior, pronunciado en el salón Charo de la Casa de
Gobierno del estado de Michoacán por José Luis Bustamante quien es el
presidente de la Asociación Nacional de Exportadores de Berries, muestran
claramente el valor económico de la agricultura industrial enfocada en la
producción de berries para exportación. Lo anterior, a su vez, es aprovechado
19 Redacción, (16 de marzo de 2020). Estamos en la cuna de las berries en México.
Agencia Quadratin. En Línea. 20 La ANEBERRIES o Asociación Nacional de Exportadores de Berries que fue fundada
en 2009 y aglutina a las empresas más grandes productoras y exportadoras de berries
en el país para tratar, según su portal, temas importantes relacionados a lo fitosanitario
y la inocuidad del cultivo de berries para exportación.
68
por los distintos niveles de gobierno pues justifica la actividad agroindustrial tanto
por la cantidad de divisas que genera la exportación a países como Estados
Unidos y Canadá como por la cantidad de empleos que se generan alrededor
del agronegocio, como lo muestran las palabras del presidente de la Asociación
Nacional de Exportadores de Berries.
El ejemplo no se queda en el estado de Michoacán. La agricultura industrial para
exportación ha sido utilizada por los gobiernos progresistas de varios países
latinoamericanos como un camino hacia la generación de empleos y divisas. Así,
por ejemplo, son importantes los casos de la quinoa en Bolivia, la patata en el
altiplano peruano y la banana o plátano en Honduras (Robinson, 2020), cultivos
todos que se han incrementado sustituyendo ya sea los cultivos tradicionales o
bien alterando los métodos de cultivo y transformándolos en monocultivos que
alteran la integridad de los ecosistemas.
Menos conocido es el cultivo de las berries, aunque ya comienza a generar
malestares. El valor económico que significa el cultivo de berries ha significado
que la cantidad de hectáreas se multiplique lo que ha conllevado a que el cultivo
que inicialmente comenzó en las geografías de Zamora y Jacona se extienda a
otras latitudes del estado. De esta manera, en este apartado ofrezco una
descripción de cómo el cultivo de berries, específicamente la fresa21, se ha
incrementado en el estado a partir de tres momentos importantes.
En primer lugar, es importante el momento en que llega la fresa, proveniente de
Francia, a la región de Zamora; en segundo lugar, la firma del Tratado de Libre
Comercio como un parteaguas en el incremento de las hectáreas de producción
y, en tercer lugar, el boom de los precios de las commodities o materias primas
entre 2005 y 2007, también es un momento que marca un antes y un después
en el incremento de la superficie del cultivo. A continuación, abordo cada uno de
estos tres momentos centrándome en el aumento de la superficie de cultivo pues
ello me permitirá centrar la atención, a su vez, en cómo en esta expansión el
21 Retomo el cultivo de la fresa porque es el cultivo que más se ha extendido en nuestra
región de estudio, Eraxamani, aunque no me limito a ello ya que en el estudio de caso
que abordo, el caso de la comunidad de Tumasïu, sus tierras no solamente son
codiciadas por las empresas productoras de fresa sino también de otros cultivos como
el brócoli.
69
agronegocio de berries le ha llevado a instalarse en terrenos comunales de las
comunidades de Eraxamani.
Primer momento: Llega la fresa a México.
Son las seis de la mañana y los y las jornaleras, provenientes de la Cañada, pero
también de la Meseta y de algunos pueblos de la Ciénega de Zacapu, se apilan
en los puestos y tiendas de la comunidad de Los Nogales. Son trabajadores y
trabajadoras agrícolas que trabajan en el corte, la pizca, el deshierbe, el
despatarre, el riego, la fumigada, la cosecha y el empaquetado de la fresa, en la
poda de la zarza o en la fumigación y cosecha del brócoli en lugares como
Zamora, Jacona y Tangancícuaro aunque en épocas recientes también en
algunas comunidades de la región p´urhépecha de Eraxamani se han instalado
algunas compañías freseras y productoras de otros cultivos como brócoli,
utilizando para ello contratos de arrendamiento de terrenos comunales y
empleando a los comuneros y a las comuneras en los ranchos como jornaleros
y jornaleras agrícolas.
Los Nogales, comunidad que pertenece al municipio de Chilchota, es lugar
obligado de paso y una parada obligada para los choferes de los grandes
camiones amarillos conocidos como bananos22 pero también de los raiteros23
que trasladan a los jornaleros en sus camionetas o autos particulares hacia los
ranchos ubicados a lo largo del territorio Eraxamani, pero también en
Tangancícuaro, Tlazazalca, Patamban, Zamora y Jacona.
Ahí, en el frío de la mañana, los jornaleros y las jornaleras agrícolas se abastecen
de los enseres necesarios tanto para su labor como para su ingesta en los
ranchos agrícolas. Tortas, sándwiches, galletas, café, yogurt, refrescos, bebidas
energizantes, pero también lentes oscuros, guantes, botas de plástico, gorras y
botes de veinte litros para la cosecha son algunos de los artículos que se ofrecen
en los negocios de Los Nogales.
22 Los bananos son camiones amarillos, usualmente de origen estadounidense que son
utilizados para transportar las flotillas de jornaleros y jornaleras agrícolas. Se les ha
dado ese mote por su aspecto largo de color amarillo y líneas negras. 23 Los “raiteros” son personas de las distintas comunidades que ya sea por contrato con
alguna empresa agrícola o que de manera individual transportan a los y las jornaleras
agrícolas desde sus comunidades hasta las huertas utilizando para ello sus vehículos y
camionetas particulares.
70
Al estar ahí por la mañana, la comunidad de Los Nogales adquiere la apariencia
de una verbena popular o de una fiesta. La algarabía de los y las jornaleras
apilados en torno a los puestos de comida, le da vida por unos momentos al
pequeño crucero. Durante cuarenta minutos, a ambos lados de la carretera se
estacionan cerca de cuarenta bananos y un sinfín de autos, taxis y camionetas,
pasado lo cual, casi todo vuelve a la normalidad para volver a reactivarse
cercanas las dos de la tarde, cuando salen de trabajar y se les ofrece, a
diferencia de la mañana, tostadas de ceviche, camarón, cerveza sola y
preparada pero también fruta picada y churros con verdura.
A decir de Doña Natividad, vecina allegada a la comunidad de Los Nogales, la
llegada de las compañías agrícolas ha significado un dinamismo económico,
aunque sea “de a pasadita”. Ella, junto con su nuera salen a vender distintos
guisados que preparan desde las tres de la mañana además de pan, café y té
para los jornaleros y las jornaleras antes de entrar a trabajar. El movimiento
fuerte en Los Nogales se da entre las cinco y media y seis de la mañana y
gradualmente va disminuyendo de manera que a las siete de la mañana
prácticamente todo vuelve a la normalidad. Aunque la llegada de las compañías
agrícolas ha significado la creación de fuentes de empleo, la señora Natividad
Imagen 1 Jornaleros y jornaleras agrícolas por la mañana en la comunidad de Los Nogales. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
71
también piensa que con ello se ha incrementado la inseguridad por ello no está
del todo convencida de que la agricultura de exportación sea algo positivo.
Las empresas agrícolas, muchas de ellas de capital extranjero asociadas con
empresas locales nacionales, que se han instalado en la región, han significado
fuentes de empleo y cierto dinamismo económico en la región. Sin embargo, la
llegada de estas empresas a toda la región de Zamora, Jacona, Tangancícuaro
y recientemente a Eraxamani, también ha significado un abandono o sustitución
de la agricultura tradicional de subsistencia que en las comunidades de
Eraxamani se refiere al maíz como un cultivo importante tanto para la ingesta
diaria como para las celebraciones de las comunidades.
¿Por qué ha sido esto así? O, más allá, ¿qué condiciones han obligado a los
comuneros y comuneras a convertirse en “esclavos en su propia tierra”24?, ¿qué
condiciones les han obligado a rentar sus tierras y vender su fuerza de trabajo a
las grandes compañías agrícolas?
Don Luis Huerta, comunero de sesenta años de edad y originario de la
comunidad de Tumasïu, cuenta que desde joven cuando no estaba en el Norte,
trabajaba en las huertas de fresa en Zamora, Jacona y en épocas más recientes
en Tangancícuaro, lo que da cuenta de la cantidad de tiempo que lleva el cultivo
de berries en la región del Valle de Zamora. “Teníamos que salir a las cinco de
la mañana para poder llegar a tiempo desde la Cañada hasta Jacona”, cuenta
don Luis.
Actualmente don Luis ya no trabaja y comenta que cuando la empresa Agrícola
Superior de Jacona llegó a los terrenos comunales de Tumasïu le empleó con
trabajos y labores más sencillas y que no implicaban tanto esfuerzo físico debido
a su avanzada edad, pero también, debido a su experiencia, le encargaban
algunas veces que supervisara el trabajo de los y las jornaleras agrícolas.
Según Eduardo Fernández en su libro Burguesía, fresas y conflictos (Fernández,
1993), el cultivo de la fresa llegó a México aproximadamente en 1928 y fue traída
24 “Esclavos en su propia tierra” es una expresión que constantemente era empleada
por los comuneros mientras hacia trabajo de campo para referirse a la situación de
conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona y con la que daban a entender
que los comuneros y comuneras pasaron de ser “dueños” de los terrenos comunales a
ser trabajadores explotados por la empresa a la que le arrendaron los terrenos
comunales para la producción industrial de berries. Notas de diario de campo 11 de
marzo de 2019, comunidad de Tumasïu.
72
de Francia a Jalisco y posteriormente algunos agricultores la llevarían por
curiosidad al Valle de Zamora en 1938. Según lo propuesto por este autor, el
cultivo de la fresa iniciaría de manera tímida para ir expandiéndose hasta que en
1964 tiene lugar la primera exportación de fresa del valle zamorano hacia
Estados Unidos lo que supone un parteaguas en la producción de berries en
México.
De acuerdo con Ernest Feder, en su libro Imperialismo fresa, el cultivo de fresa
llegó a la región de Zamora y Jacona a mediados de la década de los sesenta
del siglo pasado (Feder, 1981). Las discrepancias entre Fernández y Feder
pueden deberse a que este último autor se aboca en señalar el nacimiento de la
producción a gran escala mientras que Fernández señala los orígenes del cultivo
de la fresa y no se ciñe necesariamente a los inicios de la industria fresera de
carácter exportador.
Entre las razones por las cuales la industria fresera se instaló en México, Feder
considera que principalmente tuvieron que ver, en primer lugar, las relaciones de
poder entre las empresas agrícolas norteamericanas y el gobierno mexicano, lo
que les permitió, a la postre, ocupar “las mejores tierras de los distritos de riego,
donde los rendimientos son altos y los costos de producción bajos” (Feder, 1981:
20)
El cultivo de las berries, y específicamente el cultivo de fresa en Michoacán ha
crecido de manera exponencial extendiéndose de Zamora y Jacona a lugares
como Tangancícuaro y los terrenos comunales de los pueblos de Eraxamani. El
proceso del cultivo o, como les gusta decir a algunos economistas, la cadena de
valor de las berries se puede sintetizar a través de tres etapas. Comienza en la
producción, que generalmente está en manos de grandes empresas productoras
como Agrícola Superior de Jacona o Agrosuperior, Los Mariscales, los Sámano,
los Navarro, los Nolasco, Agrícola Chilchota o Agrícola El Cerezo, por mecionar
solo algunas de las empresas productoras más grandes que se encuentran en
la región tanto de Eraxamani como de Tangancícuaro, Zamora y Jacona.
Son las empresas productoras quienes se encargan de producir las frutillas y de
los preparativos para ello como la renta de la tierra, la contratación de la mano
de obra, el empaquetado y el envío de la fruta. Si en la época de Feder era
común que capital extranjero estuviese directamente involucrado en la
producción de fresa, en la actualidad esto ha ido quedando cada vez más en
73
manos de empresas mexicanas que venden su producción a empresas
congeladoras extranjeras como Driscoll´s, Berrymex, Land Farms o Val- Mex
Frozen Foods de manera que rara vez éstas últimas tienen contacto con las
comunidades, con la tierra y con los jornaleros que las producen, todo ello queda
en manos de las empresas productoras.
La congeladora Driscoll´s es quizá la empresa que más operaciones realiza en
el estado y también una de las que comienza a generar malestares en algunas
comunidades y ejidos. Por ejemplo, en 2021, en la región de Lagunillas y
Huiramba, cerca de la ciudad de Morelia, algunos campesinos se organizaron
en contra del uso de los cañones antigranizo por parte de la congeladora y las
productoras de berries. En su lucha, los campesinos desplegaron un comunicado
a través de las redes sociales en el que se puede leer:
Desde hace poco más de cuatro años amas de casa, ejidatarios,
comuneros, campesinos y demás habitantes de los poblados de la
región de Tiripetío, Huiramba, Lagunillas, Tzintzuntzan y Pátzcuaro,
venimos exigiendo en todos los niveles del gobierno que actúen como
es su responsabilidad para poner un alto al saqueo, a la sobre
explotación de los mantos acuíferos, a la modificación de los ciclos
pluviales y a la depredación del resto de los bienes naturales, por parte
principalmente de las agroindustrias trasnacionales, en particular de la
compañía denominada Driscoll´s.
Con todo, empresas como Driscoll´s son nuevas en su proceder. De hecho, me
atrevo a pensar que la industria agrocapitalista que actuamente vemos
expandirse por el territorio estatal no es el mismo que dio origen al cultivo de
berries en la década de los años sesenta sino que se trata de un agrocapitalismo
distinto en su proceder. No se trata ya de los viejos agricultores, herederos de
las viejas prácticas de los hacendados que compraban y acaparaban tierras para
la siembra de un monoculvito en crecimiento, se trata de agroempresas que en
sus procedimientos han adoptado las estrategias del capitalismo de la
modernidad líquida que, para Zygmunt Bauman, se trata de un capitalismo
extraterritorial basado en la renta de la tierra, un capitalismo ligero, es decir,
liberado de las responsabilidades que contrae estar atado al territorio:
74
El hecho de apropiarse o, peor aun, de anexar la tierra de otro implica
inversión de capital y engorrosas tareas administrativas y políticas,
responsabilidades, compromisos… y, sobre todo, limita
considerablemente la futura libertad de movimiento. (Bauman, 2003:
199)
De manera que, en este liberarse de la carga que significa la adquisición
(compra) de la tierra, el agrocapitalismo ligero se libera de la obligación de
contribuir al mejoramiento de las condiciones de vida de las comunidades donde
se instala momentáneamente (Bauman, 2017). Al agrocapitalismo liviano, nada
le ata al territorio. En el proceder de este imperialismo del agrocapitalismo liviano,
si alguien se tiene que responsabilizar de las externalidades económicas,
sociales y ambientales, son los productores o los comuneros, dueños de los
terrenos que les rentan a las agroempresas y, como veremos más adelante, en
el caso de la comunidad de Tumasïu, así fue.
Lo anterior es una enorme diferencia con los procedimientos de los viejos
productores quienes se caracterizaban por la compra, adquisición y
acaparamiento de terrenos para la producción agroindustrial, dueños de la tierra,
ésta les ataba al territorio y les imponía compromisos con los agentes locales,
con los trabajadores, con las comunidades25. Podría decirse, exagerando lo
dicho por Bauman que, al ser los productores viejos, los dueños de los terrenos
donde cultivaban las berries, ello les llevaría a tener un mejor manejo de las
externalidades ambientales producidas por las prácticas de la agricultura,
después de todo, se trataba de su propio patrimonio.
La renta de la tierra, que en Eraxamani se ha traducido en la renta de los terrenos
comunales, es importante en la generación de plusvalía para las empresas
trasnacionales pues, si consideramos que en el proceso de creación de
25 Como veremos en el apartado 2. 4 de este mismo capítulo, en Eraxamani y en
Tumasïu, el acaparamiento de terrenos comunales fue uno de los elementos
importantes para que la agricultura industrial de berries para exportación se instalara en
la comunidad y una vez expulsada la agroempresa, los comuneros y comuneras
tuvieron que hacerse cargo de las externalidades ambientales ocasionadas por el
monocultivo.
75
mercancías, esto es, en el proceso de trabajo se desgastan los medios de
producción, a saber, la tierra, el suelo, el agua, ello les obligaría, según lo
propuesto por Marx, a incluir el costo que tendría la reparación de los medios de
producción en el precio final de las mercancías producidas. Sin embargo, como
hemos visto, el agrocapitalismo exportador actual ha cambiado su proceder y la
renta de la tierra les exhime a los empresarios agrícolas de tales costos lo que
incrementa la plusvalía a partir de la renta de la tierra.
Como parte de este nuevo proceder, son las grandes empresas congeladoras
como Driscoll´s y Lands Farms, empresas que trabajan a través de agricultura
por contrato, quienes les imponen las condiciones a las empresas productoras
como la variedad de fresa a sembrar, el método, es decir, si será de planta madre
o de cepellón, el modo de empaque, es decir, en qué tipo de basket o contenedor
deberá ser empacada la frutilla y los agroquímicos que podrán ser utilizados en
la producción pues, dependiendo del país al que se exportará, serán los
agroquímicos y la cantidad de ellos que serán permitidos en el cultivo.
Incluso, hay congeladoras que financian la producción a los productores
dándoles a crédito la planta a cambio de obligarles para que les vendan toda la
producción a ellos de manera que la empresa congeladora nada, o casi nada
tiene que ver con el cultivo en sí de las berries, sólo les interesa el resultado final,
es decir, la obtención de la mercancía agrícola. El testimonio del administrador
de la empresa agrícola Chilchota, una de las más grandes de la región, nos
muestra el proceder de las congeladoras:
la mayor parte de las berries con las que trabajamos son patentadas por
algunas empresas, entonces desde ahí empezamos el proceso de
planeación con la empresa que nos financia la planta para tener
entregas, hacemos contratos donde toda nuestra fruta tiene que ser cien
por ciento destinada para ellos, no puede haber desvíos y generamos
varias cláusulas donde nos comprometemos como productores a
entregar el cien por ciento de nuestra producción hacia ellos, aquí pues
llevamos a cabo el desarrollo vegetativo, la floración y hasta la fruta y
entra la parte de la cosecha, la cosecha nosotros la hacemos de todos
los cultivos de berries directas a los clauchers, que no tenga contacto
con otro tipo de envases sino que sea directo al empaque, después pasa
76
a una mesa de selección de calidad que es aquí interna de nosotros
mismos donde también checamos el peso, que la mayoría de la fruta
tenga la calidad que se requiere para la exportación, se etiqueta con un
código de trazabilidad que el código de trazabilidad tiene el número del
productor, tiene el número del rancho y la fecha del día que se está
cosechando que eso es para checar ellos la vía de embarque, frescura
y demás de la fruta después de ser cosechada, después de aquí pasa a
otro proceso que eso ya lo toma la empresa comercializadora, de aquí
se entrega a las instalaciones de ellos que son los coolers donde se hace
el pre- enfriado, el enfriado y la conservación y ya de ahí sale directa a
los distintos países que las exportan26.
Cabe mencionar que las congeladoras que trabajan de esa manera no se
responsabilizan de las pérdidas que pueda tener la empresa productora si, por
alguna plaga o por algun acontecimiento meteorológico pierden la producción, la
productora estará obligada a pagarle a la congeladora la planta. Claro está que
en este contexto las afectaciones ambientales como resultado del proceso
productivo no tienen cabida.
En el caso de la comunidad de Tumasïu, fue la empresa Agrícola Superior de
Jacona o “Agrosuperior” S. P. R de R. L, quien rentó los terrenos para la
producción y posterior exportación de frutos rojos, especialmente fresa y
arándano. Agrosuperior le vendía toda su producción a Val- Mex Frozen Foods
en Texas, Estados Unidos y de ahí pasaba al consumidor final.
De manera esquemática, la cadena productiva de la fresa en Eraxamani queda
de la siguiente manera:
26 Entrevista al administrador de la empresa agrícola Chilchota, realizada el 17 de
noviembre de 2020 en la comunidad de Chilchota.
Comuneros Dueños de
la tierra
Empresa
Productora
Agrosuperior
Empresa congeladora.
Val-Mex Frozen Foods
Consumidor
final.
77
A decir de Gilberto Prado, comunero de la comunidad de Tanaquillo y quien
además es propietario de una pequeña huerta de berries en un terreno que
heredó de su padre, no cualquiera puede producir fresa y vendérsela a las
empacadoras pues se necesita una inversión considerable. Además de ello hay
que considerar que la producción y la comercialización de hortalizas y
especialmente la producción de fresa está cooptada por los intermediarios o
brockers (Gil & Arenas, 2015) que actualmente están representados por las
congeladoras o coolers, según mostramos más arriba.
Según Gilberto Prado, quien además es profesor de educación básica, en el
terreno que heredó cuando falleció su padre, sembraba maíz criollo pero eso lo
hacía nada más por “trabajar el terreno” porque “no dejaba”.
Después de ello, Gilberto sembró árboles de aguacate con la idea de exportar
con una inversión inicial de aproximadamente diez mil pesos pero comenta que
después de ello se arrepintió porque al árbol de aguacates “le sacas” hasta
después de cuatro años y durante todo ese tiempo hay que “meterle y meterle”27,
por lo que decidió plantar fresa. Sin embargo, comenta que ello también implicó
una fuerte inversión pues es necesario comprar los plásticos del macrotúnel, del
acolchado, la infraestructura de hierro que soporta el macrotúnel, la planta
madre, los paquetes de agroquímicos y contratar la mano de obra, inversión que
asciende hasta los quinientos mil pesos por hectárea.
Por ello, Gilberto Prado piensa que el cultivo de fresa no lo puede realizar
cualquier persona pues se necesita de grandes cantidades de dinero por lo que
en su mayoría el cultivo ha quedado en manos de las grandes empresas que no
excluye a los pequeños productores pero se tienen que alinear a las condiciones
que rigen e imponen las grandes empresas congeladoras como Driscoll´s28 o
Lands Farms, que son quienes les compran finalmente la producción.
27 Notas de diario de campo. 19 noviembre de 2020. 28 La empresa Driscoll´s no es una productora de fresas, más bien juega el papel de
intermediario o bróker entre los productores y los compradores- distribuidores finales.
Es la empresa congeladora más importante de la región de Zamora y con toda
seguridad, del estado.
78
Segundo momento: Llegada del Tratado de Libre Comercio.
El segundo momento importante en la historia de la expansión del cultivo de las
berries en México y en el estado de Michoacán se enmarca en el contexto de la
firma y entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio. Considero que esta
expansión del cultivo de berries, en el marco del TLC, se explica desde: a) un
cambio en las políticas públicas del estado mexicano en torno al campo que
pasaron de ser políticas de un estado benefactor a políticas de un estado
neoliberal, b) una nueva división internacional del trabajo en la que México
produciría hortalizas, frutas y verduras mientras que Estados Unidos produciría
granos básicos; c) la eliminación de aranceles para las importaciones
estadounidenses y, d) la eliminación de subsidios a la producción maicera en
México.
De acuerdo lo señalado por estudios como el realizado por Jesús Gil Méndez, el
incremento de cultivos como la fresa, estaría estrechamente relacionado con
cambios en las políticas públicas del estado mexicano hacia el campo. Según su
investigación, los cambios se corresponderían con el tipo de estado. De un
estado benefactor que basaba su crecimiento agrícola e industrial en el modelo
de sustitución de importaciones que permitía proporcionar alimentos,
Imagen 2 Gilberto, pequeño productor de berries de la comunidad de Tanaquillo. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
79
autosuficiencia alimentaria y materias primas, se pasó a un estado neoliberal que
le apostó a la liberalización y apertura económica que acentuó la dependencia
alimentaria del país (Gil, 2015). De acuerdo con esta interpretación, las
consecuencias de estos cambios se manifestarían sobre todo en la eliminación
de subsidios a la producción y la reducción y casi desaparición del sistema de
financiamiento a la producción maicera.
Aunque la finalidad de las políticas mexicanas posrevolucionarias siempre
estuvieron enfocadas a la modernización del campo mexicano, de 1940 a 1982
las políticas públicas dirigidas al campo estuvieron diseñadas bajo el modelo de
“sustitución de importaciones” bajo el cual la finalidad era, a grandes rasgos,
producir materias primas y transformarlas y reducir las importaciones. Con ello,
se impulsaron medidas que elevaron la productividad del campo mexicano a
través del financiamiento y subsidios a la producción creándose una banca
especializada y un sistema de distritos de riego (Zorrilla, 2003).
El sexenio que marca la diferencia es el de Miguel de la Madrid Hurtado, quien
gobernó el país de 1982 a 1988. En 1982, inicia la apertura comercial, se acelera
en 1985 con el ingreso de México al GATT y se consolida en 1993 con la entrada
en vigor del TLC (Gil, 2015). En opinión de Jesús Gil, los programas aplicados
desde 1982 han tenido la finalidad de facilitar la liberalización del sector
agropecuario a través de
1) la severa reducción de la participación del Estado en la promoción del
desarrollo económico sectorial; 2) la apertura comercial externa que
remató en la inclusión del sector agropecuario en el TLC; 3) la reforma
de la legislación agraria abriendo vías a la concentración de la tierra. (Gil,
2015: 154)
Firmado en 1993, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte fue
presentado por el gobierno de Carlos Salinas de Gortarí como la panacea del
desarrollo y la entrada de México al llamado “primer mundo”.29
29 Como escribe Jorge Volpi en La guerra y las palabras: “En los discursos de Salinas
sobresalían siempre dos términos: modernización y solidaridad; estas dos palabras
definían el núcleo de su visión política. Como Porfirio Díaz o Miguel Alemán, él también
80
Bajo esa idea, el Tratado perseguía como objetivos: a) eliminar obstáculos al
comercio y facilitar la circulación transfronteriza de bienes y de servicios entre
los territorios de las Partes; b) promover condiciones de competencia leal en la
zona de libre comercio; c) aumentar sustancialmente las oportunidades de
inversión en los territorios de propiedad intelectual en territorio de cada una de
las partes; d) proteger y hacer valer, de manera adecuada y efectiva, los
derechos de propiedad intelectual en territorio de cada una de las Partes; e) crear
procedimientos eficaces para la aplicación y cumplimiento del Tratado, para su
administración conjunta y para la solución de controversas; y f) establecer
lineamientos para la ulterior cooperación trilateral, regional y multilateral
encaminada a ampliar y mejorar los beneficios del Tratado (Américanos, 2021).
El Tratado de Libre Comercio con América del Norte fue el resultado de los
Pogramas de Ajuste Estructural que fueron “sugeridos” por el Banco Mundial y
el Fondo Monetario Internacional a las naciones africanas pero que también
fueron llevadas a cabo en sudamérica con la intención de “sanear” la economía
de dichos países, en el contexto de las deudas adquiridas por los gobiernos y
financiar proyectos de desarrollo (Rubio, 1992).
Sin embargo, para la filósofa feminista Silvia Federici, los programas de
liberación comercial no se han traducido en beneficios concretos para las
regiones y sí, en cambio, en afectaciones:
Los Programas de Ajuste Estructural (PAE), por ejemplo, pese a su
promoción como herramientas para la recuperación económica, han
destruido los modos de subsistencia de las mujeres, haciendo imposible
que se reproduzcan ellas y sus familias. Uno de los objetivos principales
de los PAE es la <modernización> de la agricultura, es decir, la
reorganización de la misma en base al comercio y la exportación. Lo que
conlleva un aumento del terreno dedicado a los cultivos comerciales y
que más mujeres, las principales agricultoras de subsistencia del mundo,
se vean desplazadas. Las mujeres también se han visto desplazadas por
el retraimiento del sector público que ha provocado el desmantelamiento
estaba convencido de que México sólo saldría del atraso y la marginación mediante un
rápido progreso económico” (Volpi, 2004: 124)
81
de los servicios sociales y del empleo público. También aquí las mujeres
han sido las que han pagado el precio más alto no solo porque han sido
las primeras en resultar despedidas sino también porque la falta de
acceso a la asistencia sanitaria y al cuidado infantil marca para ellas la
diferencia ente la vida y la muerte. (Federici, 2018: 162)
De manera concreta, en México, la firma del Tratado supuso, en el sector
agropecuario30 la implementación de dos acciones. Por un lado, la cancelación
de aranceles a las exportaciones de Estados Unidos y Canadá hacia México y,
por otro lado, la eliminación o equiparamiento de los subsidios federales a la
producción de los cultivos que entraron en el Tratado.
La eliminación de aranceles a las importaciones de maíz proveniente de Estados
Unidos, provocó la pauperación de las condiciones de vida de los campesinos,
lo que provocó que cerca de 70% de ellos enfrentaran desventajas comerciales
como resultado de la apertura total del comercio (Maya & Cabada, 2009).
En términos agrícolas, el Tratado de Libre Comercio con América del Norte
significó una división internacional de la producción agrícola que se enmarca
dentro de una reestructuración internacional de la producción de bienes de
consumo
Y prioriza la producción para la exportación: acepta la división
internacional del trabajo agrícola según la cual los países desarrollados
(Estados Unidos, la Comunidad Europea, Australia y Canadá) son
productores de granos básicos, carne y oleaginosas, y los países
subdesarrollados, sobre todo los de América Latina, productores de
frutas, hortalizas y flores; es decir, bienes suntuarios cuya producción y
comercialización está controlada por trasnacionales o por oligopolios
nacionales. (Quintana, 2005: 100)
De manera que mientras que en México se producirían hortalizas, frutas y
verduras (Maya & Cabada, 2009), Estados Unidos enfocaría su producción
30 El Tratado de Libre Comercio con América del Norte contempló siete sectores
económicos: 1) el sector manufacturero, 2) el sector automotriz, 3) el sector textil, 4) el
sector agropecuario, 5) servicios financieros, 6) inversión extranjera y, 7) maquiladoras.
82
agrícola al cultivo de granos básicos como el maíz. En términos concretos, la
especialización del campo mexicano a la producción de hortalizas ha significado
que se desplacen algunos cultivos importantes para la subsistencia como la
agricultura maicera y que ello, a la postre, signifique una pérdida sustancial de
seguridad y autosuficiencia alimentaria.
En consonancia con lo anterior, en opinión de Beatriz de la Tejera y
colaboradores, “al entrar en vigor el TLC en enero de 1994 se cambió el concepto
de seguridad alimentaria, al hacerse depender parte importante de la
disponibilidad nacional a la oferta de grano proveniente de Estados Unidos,
presionar los precios del grano a la baja y generar un alto grado de vulnerabilidad
nacional” (Tejera, Santos Ocampo, Arreola Zarco, & Ochoa Franco, 2009: 123)
De manera que, como sostienen Raymundo Espinoza y colaboradores (2019)
las políticas agrícolas neoliberales implementadas como antesala y requisito
para los PAE:
han sido reorganizadas para desmantelar la soberanía alimentaria del
país y convertir a los campesinos mexicanos en proletariado rural, ello
mediante la apertura a la importación de granos estadounidenses
subsidiados y la promoción de la agricultura comercial de exportación, lo
cual ha derivado en la sobreexplotación de territorios y biodiversidad en
las regiones donde operan las agroindustrias -algunas están entre las
más grandes del mundo-, y que son, además, las mayores consumidoras
de agroquímicos, fármacos veterinarios, maquinaria y semillas
transgénicas. (Espinoza, y otros, 2019: 185)
En el campo mexicano y específicamente en el campo de Eraxamani y los
terrenos comunales de Tumasïu esto se concretizó en el desplazamiento de la
agricultura tradicional maicera para autoconsumo por cultivos como las berries
(fresa, arándano, frambuesa), cuya producción es principalmente para
exportación. En Tumasïu como en el resto de las comunidades de Eraxamani,
cada hectárea de berries más equivale a una hectárea menos de maíz.
Según el reporte presentado por el Centro de Estudios para el Desarrollo Rural
Sustentable y la Soberanía Alimentaria de la Cámara de Diputados, es posible
apreciar un incremento en la producción de berries, a partir de la firma y entrada
83
en operación del Tratado. Según el mismo reporte, en 1993, antes de la entrada
en vigor del Tratado se producían en México 94, 657 toneladas de fresa, en 1995,
un año después de la firma, se produjeron aproximadamente 140 mil toneladas
(CEDRSSA, 2017). En el marco de la firma del Tratado, según el mismo reporte,
las importaciones estadounidenses de berries en general quedaron libres de
arancel a partir del primero de enero de 1994 lo que, a la postre, ha significado
un aumento de 1, 189% de la producción de berries en México de 1993 a 2016.
Incluso, en el contexto de la firma y entrada en vigor del Tratado de Libre
Comercio, la producción mexicana de zarzamora, sólo por poner un ejemplo,
desplazó a la producción canadiense que antes del Tratado era el principal
proveedor del mercado estadounidense de zarzamoras. Sin embargo, es
conocido que Canadá se ha caracterizado en los últimos veinte años por la
deslocalización de empresas (Federici, 2018), sobre todo cuando éstas suponen
la expoliación de los elementos naturales hacia otras regiones, principalmente a
los países clasificados como de Tercer Mundo o en vías de desarrollo y, por
ende, susceptibles de “recibir” inversión de capital extranjero.
Tercer momento: El Boom de las comodities.
El tercer momento importante en la historia del incremento del cultivo de las
berries lo constituye el boom de las commodities entre 2005 y 2007 a partir del
cual se nota un incremento importante tanto en las toneladas de cosecha como
en las hectáreas de cultivo.
En los años noventa del siglo XX los precios de las materias primas
aumentaron de forma palpable. Esta prosperidad se reforzó aún más
después del cambio de siglo; la década entre 2003 y 2012- 2013 hoy se
conoce como el “Súper Ciclo”. Los precios de combustibles como el gas
y el petróleo, de minerales y metales, así como de productos agrícolas,
siguieron su incremento de manera continua y, a partir de 2005, a una
velocidad inverosímil y hasta llegar a un nivel récord. (Danilo, 2019)
El incremento de los precios de las materias primas, a su vez, se tradujo en un
incremento de la superficie de cultivo que a la fecha, se ha ido incrementando
de manera constante, tal como podemos observar en las siguientes tablas donde
84
se observa tanto el incremento de la superficie sembrada como la cosecha desde
el 2004 al 2019.
Imagen 3 Incremento de la superficie de cultivo de fresa en Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.
Imagen 4 Incremento anual del tonelaje de cosecha del fresa en el estado de Michoacán del 2004 al 2019. Fuente: Elaboración propia con información del SIAP.
Es de notar que este incremento en las hectáreas de producción de berries, al
igual que de otras commodities y cultivos como el aguacate y la quinoa31,
31 Como lo describe Andy Robinson: “La quinoa se había puesto de moda de manera
espectacular a principios del siglo XXI, al menos entre las clases medias de los países
desarrollados, donde la reacción contra el gluten estaba transformando el régimen
alimentario de millones de personas. Al igual que ocurrió con el aguacate, la quinoa se
85
obedece también a un incremento en el consumo y la demanda principalmente
de países del Norte Global que, a su vez responde, a la moda de los llamados
superalimentos con alto contenido proteínico y de antioxidantes. Las berries y
específicamente el arándano es el que mayor cantidad de antioxidantes aporta,
mismos que están relacionados con el incremento del colesterol HDL o
“colesterol bueno” que es muy importante para disminuir la posibilidad de
contraer afecciones cardiacas (López, 2021).
Vista así, la producción de monocultivos como las berries lleva salud a ciertos
lugares pero deja enfermedad en los lugares donde se producen lo que habla de
un consumo irresponsable y acrítico y que responde, finalmente, a un deseo
moderno de repeler la vejez32.
Lo que también dice que los conflictos de distribución no involucran únicamente
distribuciones inequitativas de dinero y ganancias económicas, sino a la
distribución inequitativa de bienes inmateriales como la salud humana y
ambiental.
Por lo anterior, cada vez es más común observar cómo en Eraxamani pero no
únicamente en esa región, los cultivos de exportación como las berries van
avanzando sobre los terrenos comunales antes dedicados a la siembra y cultivo
del maíz para subsistencia. La imagen 5 muestra el avance del agronegocio por
el estado de Michoacán. Haciendo uso de Google Earth recorrí los 113
municipios del estado para identificar de manera aérea los predios donde había
instalada agricultura protegida, esto es, acolchados plastificados o
macrotúneles. Si bien es cierto que no es un método preciso pues algunos
puntos pueden corresponder a otro tipo de instalaciones, cierto es que por sus
convirtió en un superalimento codiciado por sus propiedades saludables.” (Robinson,
2020: 176) 32 Para Gilles Lipovetsky cada época histórica tiene una figura mítica y opina que si a
los tiempos de Sigmund Freud le correspondió la mítica figura de Edipo, en la actualidad
de una sociedad moderna -o posmoderna, para Lipovetsky-, corresponde la figura de
Narciso: “Inversión narcisista en el cuerpo visible directamente a través de mil prácticas
cotidianas: angustia de la edad y de las arrugas; obsesión por la salud, por la <línea>,
por la higiene; rituales de control (chequeo) y de mantenimiento (masajes, sauna,
deportes, regímenes); cultos solares y terapéuticos (superconsumo de los cuidados
médicos y de productos farmacéuticos), etc.” (Lipovetsky, 2002: 60)
86
carácterísticas la mayoría se corresponde con las prácticas de la agricultura
industrial protegida.
Imagen 5 Avance del agronegocio en el estado de Michoacán. Fuente: Elaboración propia con utilización de Google Earth.
Sin embargo, aterrizando en la experiencia de la comunidad de Tumasïu, la
agricultura industrial de berries para exportación que se instaló en los terrenos
comunales durante poco más de seis años no se tradujo en mejorar la calidad
de vida de la comunidad. A ojos de los comuneros la vida en Tumasïu sigue
prácticamente igual.
Recuerdo en ese sentido una conversación que tuve con Napoleón Márquez,
quien además de ser comunero originario de Tumasïu y formar parte del Consejo
Comunal y ser integrante activo de la ronda comunal, fue mi portero de entrada
a la comunidad. En aquella conversación le pregunté que si pudiésemos regresar
el tiempo y colocar una cámara fotográfica que registrase el momento en que la
empresa llegó a la comunidad hasta pasados los seis años de renta de tierras,
me dijera en qué había mejorado o cambiado la comunidad. Su respuesta fue
apabullante:
No pues en nada Jesús, aquí en Santo Tomás, después de seis años de
cultivo de frutilla por parte de la empresa Agrosuperior, te puedo decir
que el pueblo sigue prácticamente igual, antes más bien ha empeorado
87
por la contaminación que nos está dejando la empresa con las tierras ya
sin minerales y contaminadas por tantos agroquímicos que les ponen.33
El testimonio de Napoleón es importante porque me permite contrastar el
discurso productivista y entusiasta, basado en el incremento de la producción de
materias primas, con la que tanto el gobierno estatal como el sector empresarial
defienden el agronegocio de frutos rojos en su avance y expansión pero que, sin
embargo, en la experiencia concreta de muchas comunidades y en específico
de la comunidad de Tumasïu, la instalación del monocultivo no ha significado un
mejoramiento de los niveles y de la calidad de vida de los comuneros, lo que
habla de una inequitativa distribución de las ganancias y de las afectaciones.
Al respecto, es revelador el panorama que pintaba ya en 1981 Ernest Feder con
relación a la contribución de la industria fresera al bienestar de Zamora y Jacona,
entonces región productora por excelencia del fruto:
La industria de la fresa es una fuente importante de ingresos para el
gobierno del Estado de Michoacán, a la cual éste se aferra con
desesperación; pero los fondos estatales no se derraman en las
comunidades de Zamora y su vecina Jacona. La contribución de la
industria local al bienestar de los pueblos es prácticamente nula. Ambos
pueblos están físicamente en decadencia, los servicios públicos son
inadecuados, no se gasta prácticamente ningún dinero en embellecer
estos horribles y ruidosos pueblos, no obstante que se sabe que sólo en
Zamora residen 3, 00034 millonarios. Esta industria localmente
importante, no contribuye al mejoramiento de la vida del ciudadano
33 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 8 de noviembre de 2018 en
Ciudad Universitaria en Morelia, Michoacán. 34 El dato de los 3000 millonarios residentes en Zamora ofrecido por Feder parece
exagerado, sin embargo, respeto el dato ofrecido por el autor. Extraña y
coincidentemente, Feder caracteriza a estos “millonarios”, como:
“a) Aquellos que ocupan y ocuparon funciones importantes en la organización
sociopolítica del ejido; b) Ejidatarios que compraron sus títulos a través de alguna
maniobra ilegal en confabulación con los funcionarios del ejido y los organismos del
gobierno encargados del sector ejidal; c) Los acaparadores, que amplían sus
propiedades ilegalmente mediante la compra o renta de parcelas de otros ejidatarios.”
(Feder, 1981: 87)
88
medio, sino todo lo contrario, como lo señalaré más adelante. (Feder,
1981: 77)
Por triste que parezca, el panorama de desigualdad social que dibujaba ya Feder
en 1981, es consustancial a los enclaves agrocapitalistas. Para Silvia Federici
(2018), una de las características del extractivismo de materias primas, como
resultado de las prácticas impulsadas a partir de los programas de ajuste
estructural, es que es una actividad que no está diseñada para mejorar los
niveles de calidad de vida de las comunidades donde se instala, antes bien, las
empeora como mecanismo que facilita y justifica la permanencia del agronegocio
en la región.
En consonancia con lo anterior, es menester considerar que si bien la producción
de berries en Michoacán se ha incrementado a partir de la firma del Tratado de
Libre Comercio y con la ratificación del T- MEC y se ha traducido en miles de
millones de dólares en divisas, lo cierto es que ello no ha significado
necesariamente un mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades
donde el agronegocio se ha instalado.
Considero que estas características del avance del monocultivo de berries en
tierras comunales permite caracterizar al agronegocio como una actividad
extractiva, es decir, como una agricultura industrial extractivista que produce
mercancías para exportación, tal como sugiere Omar Felipe Giraldo:
La agricultura industrial también se define por su extractivismo. Es decir,
trata a la naturaleza no como punto de retorno, sino tan solo como punto
de partida en la cadena de producción material. Es una agricultura
fosilista, totalmente dependiente del petróleo, que funciona a partir de
incrementos de consumo de energía y materiales. Asimismo, el modelo
funciona incluyendo a los seres humanos como simples engranajes de
la mega- máquina industrial, en la que progresivamente se va
condenando a los agricultores a servir como operarios mientras que los
demás son reducidos a consumidores, en una carrera que convierte a
mujeres y a hombres en “recursos humanos” que surten al proceso de
explotación. (Giraldo, 2018: 178)
89
A su vez, este extractivismo de materias primas genera a su paso externalidades
ambientales, así como cambios y transformaciones en los modos de vida lo que
hace que algunos investigadores como Eduardo Gudynas se pregunten por qué
los gobiernos toleran y hasta promueven el extractivismo, o el agroextractivismo
en nuestro caso, como modelos de desarrollo (Gudynas, 2010), si se trata de
prácticas que expolian los territorios.
Se pregunta Gudynas “¿Por qué los gobiernos progresistas toleran estos
impactos sociales y ambientales?” (Gudynas, 2010: 63). La respuesta de los
gobiernos progresistas consiste en aminorar las consecuencias ambientales
comparadas con la riqueza que se puede generar a su costa, como ejemplo,
Gudynas cita a Rafael Correa, expresidente de Ecuador: “En el caso
ecuatoriano, el presidente Rafael Correa repite las alusiones a “no ser mendigos
sentados sobre un saco de oro”, donde sería una tontería o irresponsabilidad no
aprovechar esa riqueza” (Gudynas, 2010: 65)
Considero que definir y percibir la agricultura industrial como un proceso
extractivista es difícil entre otras cosas porque hay una falta de una experiencia
perceptiva inmediata de los daños aunado a una falta de información científica
de calidad y oportuna de los daños y consecuencias de la agricultura industrial y
a la obtención de ciertos beneficios inmediatos como los salarios de los y las
jornaleras y las rentas anuales por la tierra a los comuneros (Janacua, 2020).
Ello ha facilitado que la expansión de la agricultura industrial se incremente en
los terrenos de las comunidades de Eraxamani, lo que ocasionalmente ha dado
origen a problemas y conflictos como el ocurrido en la comunidad de Tumasïu.
Ahora bien, a la luz de lo expuesto hasta ahora, habría que preguntarnos ¿de
qué elementos naturales se apropia este capitalismo agrícola despojando a las
comunidades indígenas de Eraxamani? A raíz de la experiencia vivida en
Eraxamani y en Tumasïu, podemos decir que mediante la producción de
materias primas la agricultura industrial en Eraxamani extrae principalmente
agua y suelo lo que supone, por sí mismo, un daño a largo plazo pues es un
extractivismo de elementos naturales que rompe el ciclo metabólico natural, es
decir, un consumo de agua que supera la capacidad de recarga de los
manantiales o un uso del suelo que supera la capacidad de éste para recuperar
sus nutrientes.
90
A continuación, abordo este extractivismo de agua y suelo pues constituyen dos
elementos abundantes en Eraxamani que han permitido la instalación del
agronegocio en su territorio y que, por ende, explican la instalación del
monocultivo en los terrenos comunales sustituyendo los cultivos para
autoconsumo como el maíz.
2. 2 Las aguas y las tierras de Eraxamani y Tumasïu en la vorágine
extractivista.
En este apartado me interesa mostrar el despojo de agua y suelo por parte de
las compañías agrícolas que han instalado la agricultura industrial de berries y
de otros cultivos en los terrenos comunales de Eraxamani, despojo que, como
sostiene Verónica Velázquez (2019), se caracteriza por la velocidad con la que
se ha venido realizando esta extracción35 que expolia los elementos naturales y
con ello los medios de reproducción y de vida de las comunidades. La agricultura
industrial supone un uso desmedido, un uso extractivo de elementos naturales,
principalmente de agua y suelo, cuya reparación y reproducción, en términos de
metabolismo social, son superados con creces.
Ïtsi (agua) para las berries.
Las muchachas pasan en grupos rumbo al ojo de agua. Las que van,
llevan el cántaro apoyado en el cuadril, sujeto el cuello estrecho con una
mano; las que regresan lo traen en la cabeza, sostenido levemente con
un brazo en arco, o, las más ágiles, suelto, en equilibrio peligroso, a tono
con el paso rítmico. Puesta de sol. (Sáenz, 1932)
35 En su trabajo, Verónica Velázquez hace referencia a los procesos extractivistas que
supone el cultivo de berries, principalmente zarzamora en el Valle de los Reyes y a la
tala clandestina, sufrida en la comunidad de Cherán: “Aunque las comunidades
indígenas en la Meseta P´urhépecha de Michoacán han resistido a antiguos procesos
históricos de despojo de sus recursos y territorios comunales, en las últimas décadas
se ha acelerado el cambio de uso de suelo.” (Velázquez, 2019: 17).
91
Esta cita, del emblemático libro Carapan, publicado en 1932 por Moisés Sáenz,
refleja un poco los usos y prácticas del agua en Eraxamani. De la fecha del libro
del educador a la actualidad las cosas han cambiado. Las muchachas ya no van
al agua y los cántaros ya poco se usan y han quedado relegados a objetos
ornamentales, se prefiere comprar agua embotellada para el consumo y el agua
entubada ha dejado de lado la necesidad de “ir a acarrear el agua” desde el río
Duero. El uso del agua también ha cambiado.
En este apartado, presento a Eraxamani como un lugar con abundante agua, lo
que en un principio dio lugar a las comunidades a lo largo de la Cañada, pero
ahora, años después, también ha dado lugar a la llegada de empresas agrícolas
de capital trasnacional para la producción de berries y hortalizas para
exportación.
Corre el mes de julio de 2020 y Napoleón Márquez se prepara para cultivar su
terreno comunal. Para hacerlo ha conseguido semilla criolla de la meseta
p´urhépecha. Para sembrar su maíz Napoleón recurre a las técnicas
tradicionales de sus antepasados p´urhépecha, se planteó como reto no utilizar
agroquímicos como fertilizantes y pesticidas. Además de la preparación previa
del terreno es importante la espera de la lluvia, que haya buena lluvia para tener
una buena cosecha. Las prácticas agrícolas maiceras en Tumasïu como en el
resto de las comunidades de Eraxamani son de temporal, es decir, dependen de
la cantidad de lluvia por año a diferencia de la agricultura industrial cuyos
agroempresarios tienen acceso a la infraestructura hidráulica como los pozos
profundos y los canales del distrito de riego.
La diferencia es que mientras los cultivos de temporal respetan los ciclos
hidrológicos en tanto que dependen de la lluvia anual (“si no llueve, no hay
cosecha”), la agricultura industrial tiene acceso al agua prácticamente todo el
año sin restricción alguna lo que ha dado origen a cuestionamientos acerca de
cuánta agua consumen las compañías agrícolas que se han apostado a lo largo
y ancho de Eraxamani para la producción de berries y hortalizas.
Don Avelardo Eraspe es un comunero de sesenta y ocho años originario de la
comunidad de Carapan. Desde el 2015 trabaja como personal de mantenimiento
del parque Ostákuaro, el primero de los manantiales que dan origen al río Duero
que atraviesa, serpenteando, toda la región de la Cañada de los Once Pueblos
hasta desembocar en el lago de Chapala, ya en el estado de Jalisco. El manantial
92
se encuentra en la comunidad de Carapan, la primera de las once comunidades
que conforman el territorio p´urhépecha Eraxamani. Ahí, en lo alto, se encuentra
Ostákuaro que, además de funcionar como un parque recreativo también
funciona como un mini- sistema de riego comunal en el que se abren y cierran
las compuertas para regar las huertas de aguacate o el propio abastecimiento
de agua al interior de la comunidad.
Con el paso del tiempo, Don Avelardo ha sido testigo de la disminución del
afluente de agua en el principal manantial de Carapan lo que a su vez ha dado
lugar a distintas explicaciones. Para el comunero es importante el papel que
juegan las compañías agrícolas que se han apostado en los terrenos comunales
de Carapan, Ichán y Tacuro, que se encuentran en la parte más alta de
Eraxamani. Para Don Avelardo, una de las transformaciones importantes que ha
ocasionado la llegada de las compañías agrícolas, además del empleo para los
comuneros y comuneras en el jornal, es la disminución del afluente de agua en
Ostákuaro:
Imagen 6 Manantial "Ostákuaro", ubicado en la comunidad de Carapan, es uno de los tres manantiales que da origen al río Duero. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
93
acá en la parte rumbo a Purépero están… llegaron inversionistas
extranjeros que hicieron pozos para el riego de la fresa que plantan allí
y pudiera ser que ellos son, nos están afectando porque como el agua
nosotros pensamos que viene de arriba para abajo y ellos están
haciendo pozos ya acá adelante para arriba, pudiera ser que es lo que
está afectando que ya no haya suficiente agua para nacer acá36
Si bien no hay estudios científicos que comprueben que la disminución del agua
en el manantial Ostákuaro se deba a la llegada de las compañías agrícolas a
Eraxamani, lo cierto es que, en términos administrativos, en México el sector que
más agua requiere es el sector agrícola, seguido del sector doméstico o público
y del sector industrial. Según una investigación, publicada por la Gaceta de la
Universidad Nacional, se estima que la industria agrícola consume cerca del 80%
del agua en México (Maguey, 2018). Lo anterior ocurre dado que se privilegia la
actividad agropecuaria como una actividad productiva.
36 Entrevista realizada a don Avelardo Eraspe Santos el 11 de abril del 2018, en la
comunidad de Carapan.
Imagen 7 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
94
Con relación en específico al cultivo de fresa algunas investigaciones apuntan
que el cultivo de la fresa requiere de grandes cantidades de agua que en
Eraxamani significa mermar las aguas del río Duero y de los afluentes
subterráneos que dan lugar a los manantiales que originan al mítico río. En una
entrevista realizada a J. Luis Seefoó Luján37, investigador del Colegio de
Michoacán y quien ha enfocado sus estudios en torno a la agricultura industrial
de berries, sostuvo que en el cultivo de berries cuando el sistema de riego para
la fresa es por goteo son necesarios aproximadamente 192 litros de agua para
producir un kilogramo de fruta, mientras que, si el sistema de riego es tradicional,
es decir, por gravedad o inundación, el requerimiento de agua puede elevarse
hasta los 1, 080 litros de agua por kilogramo de fresa. De manera que, si por
hectárea se producen aproximadamente cuatro toneladas de fresa, el gasto de
agua por hectárea es de 776, 000 litros de agua.
Por lo anterior, al ser Eraxamani una región con abundancia de agua también ha
sido una región codiciada para la producción agroindustrial. Al igual que muchas
zonas del país, Eraxamani no está exenta de conflictos por el agua que están
atravesados por el uso, manejo y distribución desigual del agua.
37 Entrevista realizada el 23 de febrero de 2019 en las instalaciones de El Colegio de
Michoacán, en la ciudad de Zamora.
Imagen 8 Canales de riego de la Cañada de los Once Pueblos. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
95
Mientras hacía trabajo de campo, la impresión que me dejó la región fue que
había dos tipos de apropiación o uso de agua: uno comunal y otro agroindustrial.
La diferencia entre los dos modos de apropiación estriba, según mi comprensión,
en que mientras el modo de comunal utiliza preponderantemente agua
superficial a través de los canales de riego que salen de Ostákuaro el modo de
apropiación agroindustrial utiliza agua subterránea y se realiza mediante
concesiones expedidas por la Comisión Nacional del Agua.
Es conocido que la creación de los distritos de riego fue creando una división en
las comunidades entre aquellos que tenían acceso al agua para riego y aquellos
que no y se tenían que contentar con el cultivo de temporal, sabido es que “la
situación de los productores de temporal siempre fue más precaria que la de los
de riego” (Diego, 2019)
Es justo aquí donde Seefoó Luján (2005), identifica un punto nodal en la
diferenciación de los productores de fresa que terminaría dejando fuera del
negocio de la fresa a muchos pequeños productores y dejando el camino
despejado a las grandes empresas productoras.
Según Luis Seefoó Luján, el mercado estadounidense, el mercado más
importante para los productores mexicanos de fresa, impuso unas normas de
sanidad e inocuidad que tenían la finalidad el reducir el riesgo sanitario para los
consumidores norteamericanos (Seefoó, 2009) y dichas normas de inocuidad
incluían eliminar el riesgo microbiano eliminando el sistema de riego con agua
superficial o “rodada”. Según el investigador:
La restricción de cultivos en tierras regadas con aguas contaminadas se
ha convertido en una condición de singular importancia para la salud de
las finanzas de las empresas y de los consumidores. Las normas
oficiales de la calidad de riego limitaron el cultivo de hortalizas que tienen
contacto directo con agua y suelo y que regularmente se ingieren sin
cocer, como las fresas. De esta forma se protege la salud de la población
y se impide que los productores menos capitalizados planten la frutilla.
(Seefoó, 2005)
96
Estas condiciones generaron una relación de poder, dominación e inequidad de
los agricultores más adinerados y con acceso a los canales de riego para con
los productores menos capitalizados.
Lo anterior, también se enmarca dentro del proceso de modernización de la
producción fresera que significó dejar atrás prácticas consideradas riesgosas
como el llamado entarquinamiento también conocido como estanquilamiento y
que según Feder (1981), era una práctica que se realizaba como parte de las
actividades de preparación del terreno para la siembra y cultivo de la fresa en
regiones como Zamora y Jacona. La técnica consistía en inundar con agua en
varios centímetros de profundidad el terreno a cultivar, según Feder (1981), se
creía que con esta práctica se eliminaban las enfermedades y las malas hierbas
por lo que era una práctica que se realizaba antes de la introducción y uso de
los insecticidas y agroquímicos38.
Las luchas por la tierra en Eraxamani, como en muchas partes, han sido también
una lucha por el agua. Así, el testimonio de Don Venustiano, comunero de la
comunidad de Zopoco, cobra relevancia pues, como veremos, en Eraxamani el
aprovechamiento tanto del agua como de la infraestructura hidráulica queda en
manos de los grandes empresarios. Sostiene don Venustiano con relación a la
instalación de la agricultura industrial de berries en Tumasïu:
el asunto ahí era generar empleo para que la gente de Zopoco, la gente de
Santo Tomás se ocupe para no andar en otros… peleándonos, ¿si?, y ya
ahí fue surgiendo lo del agua, yo lo que quería investigar era saber si el
empresario estaba pagando esta agua, entonces no lo está pagando, no
existe un documento, el permiso en donde él tenga por escrito que está
empleando esta agua para, para saquearnos el agua, está aprovechando
recursos naturales que eran beneficios para el pueblo, ahora él los está
ocupando39.
38 Sin embargo, según lo sostenido por J. Luis Seefoó (1989), a partir de 1948 se
comenzó la fabricación de plaguicidas a través de un convenio con la Fundación
Rockefeller y el gobierno mexicano, a partir de ahí se iniciaría un proceso de propaganda
para la venta de los agroquímicos que irían sustituyendo al entarquinamiento como una
práctica contra las plagas del cultivo de la fresa. 39 Entrevista realizada a Don Venustiano, el 3 de abril del 2018 en la comunidad de
Zopoco.
97
Eraxamani pertenece al distrito de riego Ciénega de Chapala, a la región
hidrológica VIII Lerma Santiago Pacífico en la que, según lo registrado en el
portal de la Comisión Nacional del Agua, en el municipio de Chilchota hay 28
concesiones de agua40 para uso agrícola. Sin embargo, en la práctica es difícil
conocer en qué medida se relacionan el número de concesiones con el número
real de usuarios pues a partir del periodo de veda, muchos concesionarios
rentaron volúmenes de agua a otros usuarios.
Sin embargo, el testimonio de don Venustiano muestra el aprovechamiento
desigual e inequitativo del agua aún en zonas ricas de este elemento como
Eraxamani pues mientras las compañías agrícolas están aprovechando el agua
subterránea, las comunidades vecinas que se abastecen del agua de Ostákuaro
y Kuinio, han enfrentado dificultades para abastecerse de agua.
De esa manera, mientras escribía esta tesis, revivió un conflicto por el agua entre
Carapan y el resto de las comunidades de Eraxamani. Al estar los dos principales
manantiales que dan origen al río Duero en la comunidad de Carapan, las
autoridades civiles de esta comunidad pretendieron realizar trabajos de
modernización en el parque del manantial Kuinio por lo que solicitaron
cooperación de las comunidades río abajo. Sin embargo, algunas comunidades
se molestaron porque las autoridades civiles de la comunidad de Carapan
amenazaron con cortarles el agua a sus comunidades si éstas no cooperaban.
Al final, el problema se redujo a cooperación voluntaria y no se le negó el acceso
al agua a las comunidades.
Este aprovechamiento desigual del agua en Eraxamani donde la mayor parte del
consumo de agua queda en manos de los agroempresarios, ha dado lugar a la
generación de externalidades41. En particular, con relación a la industria fresera
40 Según la Ley Nacional de Aguas una concesión es un ”Título que otorga el Ejecutivo
Federal a través de “la Comisión” o del organismo de Cuenca que corresponda,
conforme a sus respectivas competencias, para la explotación, uso o aprovechamiento
de las aguas nacionales, y de sus bienes públicos inherentes, a las personas físicas o
morales de carácter público y privado, excepto los títulos de asignación” 41 En México, entre 2020 e inicios del 2021 ha iniciado una crisis hídrica sin precedentes
lo que ha hecho que algunos actores sociales volteen a ver a las grandes empresas
trasnacionales que hacen uso desmedido del agua como Coca cola, Bonafont, PepsiCo
y algunas cerveceras que gozan del cobijo de las políticas neoliberales extractivistas.
Conocido es el caso de las comunidades poblanas de Almoloya, Tlautla, Ometoxtla,
98
preocupa tanto la cantidad y uso de agua como las consecuencias para los
mantos freáticos por el uso de agroquímicos. Como vimos, el cultivo de fresas
para exportación requiere grandes cantidades de agua, pero también genera
consecuencias o externalidades a los cuerpos y mantos freáticos de los cuales
se abastecen las comunidades de Eraxamani.
La generación de externalidades por la producción industrial de berries con
relación al agua incluye la eutrofización de los cuerpos de agua ocasionada por
los nutrientes de los fertilizantes que logran llegar a las superficies de los mantos
acuáticos, esa hipernutrición en el agua provoca una explosión de algas
fotosintéticas que, a su vez, impiden la entrada de luz solar al fondo acuático lo
que consecuentemente termina matando a los organismos (Bucheli, 2015).
Según una investigación realizada por Adriana Sandoval y Antonieta Ochoa,
parte de la contaminación del lago de Chapala, en cuyas aguas desemboca el
río Duero, se debe a las descargas de aguas residuales sin tratar, pero también
por los agroquímicos vertidos a lo largo del río (Sandoval & Antonieta , 2010). En
ese sentido, en enero de 2020 un reportaje del periódico La Jornada daba
cuenta, basándose en algunas investigaciones realizadas por la Universidad de
Guadalajara y el Centro de Investigaciones y Estudios Sociales y Antropológicos
de Occidente, de la existencia de residuos de hasta doce agroquímicos
considerados peligrosos para la salud en la orina de niños de las comunidades
cercanas al lago de Chapala42.
De esta manera, la producción industrial de berries no solamente significa un uso
desmedido de agua sino también la contaminación y eutrofización de los mantos
de agua en la región.
Zacatepec, Cuanlá, Nextetelco, Coronango, Tepalcatepec, Cuapan, Xoxtla y
Cuautlancingo, comunidades que luchan contra el saqueo de agua que la empresa
Bonafont hace de sus manantiales. En un comunicado se puede leer: “Los pueblos
exigimos que este despojo se detenga de manera inmediata y definitiva, nos sumamos
a la exigencia de que la empresa salga del territorio y que el agua sea para las
comunidades”. En: https://www.lajornadadeoriente.com.mx/puebla/denuncian-pueblos-
del-itza-popo-amenazas-de-los-representantes-legales-de-bonanfot/
42 Nota periodística “Niños orinan agrotóxicos en Jalisco” en:
https://www.jornada.com.mx/2020/01/04/opinion/014a1eco
99
Echerendo (tierra) para las berries.
Cuando la empresa llegó a Santo Tomás pues yo creo que ahí peló los ojos porque nuestras tierras nunca habían sido utilizadas de esa manera, entonces eran prácticamente vírgenes43…
Napoleón Márquez, Comunero de
Tumasïu.
Para Napoleón Márquez Serano, comunero de Tumasïu, el uso de los
agroquímicos es una de las afectaciones más importantes que la agricultura
industrial está ocasionando en los terrenos de su comunidad, pero también en el
resto de las comunidades de Eraxamani. En su reflexión, Napoleón compara la
agricultura que anteriormente se realizaba en los terrenos comunales de
Tumasïu con las prácticas que las compañías emplean en la producción de
berries y resalta el uso de “tanto agroquímico” que, en comparación con las
prácticas campesinas de sus padres y sus abuelos, no se utilizaban.
Para el investigador Omar Felipe Giraldo la agricultura industrial es una actividad
extractiva por partida doble. En primer lugar, porque extrae del suelo los
nutrientes dejándola prácticamente inservible para actividades agrícolas
posteriores, pero también porque es una agricultura altamente dependiente de
minerales para la fabricación de los agroquímicos, minerales que son extraídos
mediante la minería. El autor pone de ejemplo el cultivo de la soya:
Los ejemplos del agroextractivismo son múltiples, pero quizá basta con
citar el caso de la soya. Para producir una tonelada al modo de los
“desiertos verdes” que se han venido territorializando vertiginosamente
en los campos del Sur global desde los albores del milenio, se requiere
43 Entrevista a Napoleón Márquez el 8 de noviembre de 2018 en Ciudad Universitaria,
Morelia, Michoacán.
100
extraer “16 kilogramos de calcio, 9 de magnesio, 7 de azufre, 8 de
fósforo, 33 de potasio, y 80 de nitrógeno”. Esos elementos químicos no
son retribuidos al suelo y generan su degradación, minando
aceleradamente las bases requeridas por la vida para su reproducción.
(Giraldo, 2018: 26)
De manera que el agronegocio, que entiendo como sinónimo de la agricultura
industrial, depende de una homogenización y especialización del uso de suelo,
esto es, de eliminar todo aquello que no sea parte del monocultivo. Malezas,
hierbas, arbustos, árboles, insectos, roedores y ganado no son parte del
monocultivo y son eliminados ya sea mediante trabajos culturales mecánicos o
por acción de químicos.
Al mismo tiempo, la eliminación de esta biodiversidad propia de un ecosistema
saludable, hace más propensos a los monocultivos a las plagas lo que, de nueva
cuenta, significa el uso de más agroquímicos tanto para la prevención como para
la eliminación de las plagas.
Históricamente, Eraxamani se ha caracterizado por ser una región altamente
productiva en términos agrícolas, lo que también ha significado diversos embates
contra los modos de vida de las comunidades, así como desplazamientos y
transformaciones de los estilos de vida y consumo. Las prodigiosas y generosas
tierras de Eraxamani, antes dedicadas a la siembra de maíz, de avena, sorgo,
janamargo o trigo, ahora están convertidas en sustrato inerte que sirve de
soporte para los acolchados y macrotúneles blancos.
Cada vez son mas las comunidades que desplazan el cultivo de maíz por el
cultivo de berries, principalmente fresa, arándano y frambuesa, pero también
brócoli son algunos de los cultivos que se están cultivando en los terrenos
comunales. En 2020, mientras me encontraba en la región haciendo trabajo de
campo, eran las comunidades de Carapan, Tacuro, Ichán, Zopoco, Santo Tomás
(Tumasïu), Tanaquillo, Urén, Chilchota, Etúcuaro y Los Nogales las
comunidades en las que había agricultura industrial, aunque en la comunidad de
El Pedregal no había cultivos, en su territorio se encuentra el albergue
“Pedregal”, que alberga a jornaleros y jornaleras de Michoacán, pero también de
otros estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas.
101
Es en relación al agua y al suelo que se puede caracterizar a la agricultura como
un proceso de extractivista de recursos naturales a fuego lento, es decir, a una
velocidad poco perceptible lo que hace que pocas veces se le exijan a los
agroempresarios mejores prácticas en torno al uso de estos dos elementos
naturales.
Caminos y veredas: ¿una infraestructura para el mercado?
Una circunstancia que convierte a Eraxamani en una región ideal para la
producción industrial de berries para exportación o, más bien, una circunstancia
que permite el despojo y extracción de elementos naturales para la producción
industrial de berries es la infraestructura de entrada y salida que le conecta con
las ciudades más importantes de la zona Occidente del país.
La infraestructura vial, aeroportuaria y portuaria favorecen tanto la entrada de los
insumos importados como la venta y exportación al mercado internacional de las
materias primas producidas en el país, incluidas las berries.
Eraxamani es travesada por la carretera federal número 15, construida por y en
tiempos del General Cárdenas, lo que le conecta con otras vías importantes
como la federal número 37, la autopsita siglo XXI, que une a la ciudad de México
con Guadalajara, Morelia, Uruapan y Lázaro Cárdenas.
Imagen 9 Comunidad de Tumasïu (punto rojo) en conexión con las ciudades más importantes de la región Centro- Occidente. Fuente: Elaboración propia con uso de Google Earth.
102
De esta manera, los elementos naturales como el suelo, el agua, pero también
aspectos como la disponibilidad de mano de obra y la infraestructura existente
en la región, convierten a Eraxamani en una región de recursos clave pues, en
opinión de David Harvey:
Empujados por la competencia, los capitalistas individuales buscan
ventajas competitivas en el seno de esa estructura espacial y tienden,
por consiguiente, a desplazarse a los lugares donde los costos son más
bajos o la tasa de beneficio más alta. (Harvey, 2003: 84)
Sin embargo, la acumulación originaria o la acumulación por desposesión, por sí
sola, no explica la generación y acumulación de riqueza. En el esquema, hace
falta la aparición de un elemento: la fuerza de trabajo.
Fuerza de trabajo, la renta de la vida.
En los ranchos o en el campo, como los lugareños llaman al espacio físico donde
se producen las fresas y hortalizas, acuden personas de la región a trabajar
mediante contrato o por jornal, aunque últimamente las empresas también
mandan transporte a zonas más lejanas como a la meseta p´urhépecha, a
Zacapu o Purépero o bien recientemente han llegado personas de otras
localidades e incluso de otros estados a trabajar en el corte de la fruta. Así, en
diversas partes de la región es posible encontrar albergues destinados para las
personas que vienen bajo contrato de otras latitudes del país.
Como adelanté en el apartado anterior, los procesos de acumulación por
desposesión no explican por sí solos la llegada de la agricultura industrial a
Eraxamani. A las condiciones físicas y la infraestructura existente en Eraxamani
hay que agregar la renta de la tierra y, sobre todo, la renta de la vida de aquellos
comuneros y comuneras que, una vez separados de sus medios de producción
y de vida, venden su fuerza de trabajo a las empresas agrícolas.
Se trata de una población que “entra y sale” de la relación contractual con las
empresas agrícolas dado el carácter de empleo estacional característico de las
plantaciones empresariales capitalistas (Bartra, 2006). En ese sentido, son
comuneros y comuneras que, además de dedicarse estacionalmente a la pizca
103
de fresa, mantienen otras actividades que les permiten sobrellevar la vida
cuando el trabajo en los ranchos escasea.
De manera que el capital agrícola trasnacional no solamente genera plusvalía
del despojo de los terrenos comunales y de las características físicas que
abaratan la producción industrial de berries para exportación, en el proceso
también abreva de las actividades económicas y de autosubsistencia que los
jornaleros y las jornaleras realizan cuando no hay trabajo en los ranchos44 de
manera que la renta permite que el despojo nunca se realiza de manera total.
La situación de explotación se complica cuando se piensa en las jornaleras y en
el trabajo infantil. Dentro del trabajo agrícola se destaca que son todavía las
mujeres y los niños quienes son más susceptibles a tener un trato diferenciado
en comparación con los hombres lo que se traduce en menor salario y una mayor
invisibilización laboral. Como sostiene Silvia Federici con respecto al trabajo
doméstico:
El que carezcamos de salario por el trabajo que llevamos a cabo en los
hogares ha sido también la causa principal de nuestra debilidad en el
mercado laboral. Los empresarios saben que estamos acostumbradas a
trabajar por nada y que estamos tan desesperadas por lograr un poco
de dinero para nosotras mismas que pueden obtener nuestro trabajo a
bajo precio. (Federici, 2018: 61)
Aunque en general el discurso por parte de los agroempresarios es que no hay
trabajo infantil lo cierto es que las evidencias obtenidas en investigaciones y las
evidencias narrativas de personas de la región sostienen lo contrario. Luis
Seefoó sostiene que “Las organizaciones no gubernamentales y las oficiales
calculan que 2 634 000 niños trabajan en los campos mexicanos, de los cuales
40% no percibe ingresos” (2009: 94) y las razones para ello estriban en el
desempleo en las comunidades rurales y el bajo nivel salarial lo que termina por
hacer indispensable el trabajo infantil (Seefoó, 2009a). además de las
44 Señala Armando Bartra que “a través del empleo asalariado estacional el contratador
se apropia indirectamente de la productividad el trabajo desarrollado en las labores de
subsistencia.” (Bartra, 2006: 189)
104
cualidades del trabajo agrícola facilitan el que los niños “jueguen” trabajando
(Seefoó, 2005).
Además de todo el panorama anterior, la disponibilidad de mano de obra dentro
y fuera de la región le permite a los agroempresarios mantener los salarios bajos
pues siempre hay quien está dispuesto a trabajar por menos salario (Feder,
1981) situación que incluso se reproduce dentro de las propias comunidades de
la Cañada de los Once Pueblos pues es posible encontrar testimonios narrativos
que sostienen que “hay pueblos que trabajan por menos” en comparación con
otros, tal como lo sostiene Feder:
Los empleadores que “controlan” el mercado del trabajo provocan
deliberadamente la llegada de avalanchas de trabajadores, porque si la
oferta de trabajo excede permanentemente la demanda, esto se
convierte en una férrea garantía de que los salarios puedan ser
mantenidos al mínimo. Es sintomática que los empleadores manden
reclutadores o camiones cada año a las comunidades circunvecinas,
incluso a considerables distancias, para traer trabajadores, aunque
haya ya una sobre- abundante oferta de mano de obra, en su mayoría
subempleada, en la ciudad; porque los trabajadores no residentes están
dispuestos a trabajar por menos. (Feder, 1981: 109)
Lo anterior explica el por qué los agroempresarios instalados en la Cañada de
los Once Pueblos reclutan a personal de localidades cada vez más lejanas e
incluso, cuando el movimiento del 4 de noviembre ocurrido en Santo Tomás tuvo
lugar, los mayordomos de la empresa Agrosuperior de Jacona tenían ya un
ejército de trabajadores listo para sustituir, de ser necesario, a los trabajadores
que no quisieran volver al trabajo.
2. 3 Tata Ismael: cultivar para vivir o cultivar para vender.
Tata Ismael es un comunero de ochenta y tres años originario de Tumasïu.
Actualmente es uno de los comuneros más longevos y que mayor participación
tiene en las asambleas y faenas comunales por lo que es percibido como un
105
comunero de respeto o Kaxumbiti45. Aunque durante mucho tiempo Tata Ismael
no vivió en Tumasïu sino trabajando en la construcción en la ciudad de México,
a su regreso a Tumasïu Tata Ismael tomó participación en las actividades de la
comunidad. A lo largo de su vida Tata Ismael llegó a fungir como jefe de tenencia,
secretario y tesorero y como comisariado de bienes comunales de Tumasïu, por
lo que su experiencia y sus consejos son tomados en cuenta en las asambleas.
A Tata Ismael lo conocí durante el conflicto que los comuneros atravesaban con
la empresa Agrícola Superior de Jacona. Tata Ismael permanecía sentado en
una silla observando la situación, cruzado de pies y recargando su mentón sobre
sus manos en su bastón. Usaba sombrero de ala corta y cuando hacía mucho
frío, se cobijaba su tradicional gabán p´urhépecha. Su postura, tranquila,
inspiraba la paciencia, prudencia y sapiencia que sólo con la edad se adquiere.
En aquel momento yo me encontraba grabando algunos de los daños,
particularmente ambientales, que la producción industrial de berries había
significado para los comuneros y comuneras de Tumasïu por parte de la empresa
Agrícola Superior de Jacona. Con ello pretendía editar el pequeño documental
que finalmente llamamos Cosechando vida después de la fresa, por lo que
llevaba para todos lados mi cámara, mi tripié, mi grabadora de voz y mi libreta
de notas cual reportero de algún periódico local.
Alguien me dijo que si quería conocer cómo había llegado la “compañía” de
berries a Tumasïu, tenía que platicar con Tata Ismael por lo que me acerqué
hasta donde estaba sentado, bajo un toldo azul de una marca refresquera y le
pregunté si me podía explicar qué pensaba de que se rentaran los terrenos
comunales para la producción industrial de berries y cómo es que todo eso había
sucedido en Tumasïu.
En su conversación, Tata Ismael hizo eco de algo que ya otros comuneros, más
jóvenes, me habían comentado explicando cómo y por qué razones los
45 Kaxumbiti, que viene de Kaxumbikua, es uno de los valores más importantes dentro
de la cultura p´urhépecha y remite a la honorabilidad o al “ser honorable” en la
conducción de los asuntos de la vida comunal. Aunque por ahora no abordaremos
detalladamente la Kaxumbikua dado que lo haremos en el capítulo III donde
desarrollamos el sistema axiológico de la territorialidad comunal, por ahora basta con
señalar que la Kaxumbikua es la honorabilidad por lo que cuando alguien en la
comunidad es señalado como Kaxumbiti, es que es una persona vista como honorable
en la vida comunal.
106
comuneros y comuneras habían dejado de sembrar maíz nativo y habían
comenzado por ver como una alternativa la renta de tierras para la producción
de berries.
Para Tata Ismael, todo comenzó cuando se dejó de cultivar maíz en las parcelas
o terrenos comunales y ello, para Tata Ismael, tiene su origen en un momento
cuando un extensionista llegó a Tumasïu, procedente de la comunidad de
Paracho para mostrarles las “bondades” de utilizar fertilizante sintético a través
de una parcela demostrativa en la que comparó los resultados de la siembra con
semilla nativa y mediante las técnicas tradicionales y los “beneficios” de usar el
fertilizante sintético:
…fue creo que en los sesentas cuando llegó un señor que venía creo
que de Paracho y traía con él unos fertilizantes y nos dijo: “miren, le voy
a echar a este surco y a este no para mostrarles cómo crece más grande
el maíz”… y sí creció pues más grande la mata por aquí así estaba y el
elote estaba más grande, ya la gente fue echándole poco a poco esos
fertilizantes…46
También algunos comuneros más jóvenes que Tata Ismael advierten que el uso
de los paquetes tecnológicos ha tenido relevancia en el gradual abandono de la
agricultura maicera y de subsistencia.
Tata Toño o, mejor dicho, mi tío Toño A, quien no es originario de la comunidad
de Tumasïu, pero llegó a vivir ahí con sus padres y su hermana cuando todavía
era muy pequeño, también ha sido testigo de los cambios que ha sufrido la
agricultura maicera de subsistencia en la comunidad y en cómo el uso de
fertilizantes sintéticos y maquinaria agrícola fue transformando el trabajo en el
campo:
luego ya este empezó pues eso del fertilizante, empezó y ya nomás fue
la cosa de que cuando se empezó y ya después ya dejaba uno de
46 Entrevista realizada a Tata Ismael Lázaro Márquez, el 11 de marzo de 2019, en la
comunidad de Tumasïu.
107
aplicarle… ya no se daba… ya no, entonces como que se fue
acostumbrando la tierra47.
De manera que la llegada de la agricultura industrial de frutos rojos a la Cañada
de los Once Pueblos y, específicamente a la comunidad de Santo Tomás, se
explica en parte, según el testimonio de los propios comuneros, por un proceso
gradual de abandono de las prácticas agrícolas tradicionales que de manera
generacional se heredaban de padres a hijos a través de los ciclos agrícolas.
Abandono que en gran medida se explica, a su vez, por el bombardeo discursivo
con el que la Revolución Verde llegó y se implantó en las comunidades utilizando
lo que me atrevo a llamar “anzuelos discursivos”48 que tenían la finalidad de
“crear” inferioridades, por un lado, inferioridad en los comuneros por sus
prácticas tradicionales y, por el otro lado, inferioridad en las semillas nativas por
su rendimiento. Lo anterior nos lo explica Vandana Shiva:
En el Tercer Mundo la Revolución Verde desplazó no sólo a variedades de
semillas, sino que también a cultivos enteros. Así como la ideología de la
Revolución Verde declaró que ciertas personas eran “primitivas” e
“inferiores”, también determinó que ciertos cultivos eran de “bajo
rendimiento”, “inferiores” y de “grano grueso”. Únicamente una agricultura
tendenciosa, enraizada en el patriarcado capitalista, podría declarar que
cultivos nutritivos como el ragi y el jowar son inferiores. (Shiva, 1997: 34)
Ejemplos de lo que llamamos “anzuelos discursivos” y que se implementaron en
la Revolución Verde son palabras como “modernización”, “tecnología agrícola”,
“semillas mejoradas”, “alto rendimiento”, “maquinaria agrícola”, “paquetes
tecnológicos”. Anzuelos discursivos que combinados con la actitud de
superioridad intelectual con la que se manejaban los extensionistas o promotores
47 Entrevista a Antonio Ascencio, realizada el 9 de noviembre de 2019, en la comunidad
de Tumasïu. 48 Con “anzuelos discursivos” me refiero a una serie o bien de palabras o de frases
dichas con la finalidad de convencer de algo a algún actor social. Pensamos que en el
marco de la implantación de la Revolución Verde y de los paquetes tecnológicos se trata
de palabras o frases que hacían denotar la inferioridad de las prácticas tradicionales en
pos de las prácticas agrícolas novedosas.
108
agrícolas, creaban una atmósfera de inferioridad cultural en los comuneros y sus
prácticas agrícolas.
En este sentido, según Paulo Freire, pedagogo brasileiro a quien debemos uno
de los ensayos más lúcidos sobre los efectos sociales del extensionismo rural,
el extensionismo implica:
…la necesidad que sienten aquellos que llegan “hasta la otra parte del
mundo”, considerada inferior, para, a su manera, “normalizarla”. Para
hacerla más o menos semejante a su mundo. De ahí que, en su “campo
asociativo”, el término extensión se encuentra en relación significativa con
transmisión, entrega, donación, mesianismo, mecanicismo, invasión
cultural, manipulación, etcétera. (Freire, 1973: 21)
Vista de esta manera, la Revolución Verde no solo puede ser entendida como
un proceso gradual de desprendimiento y olvido de las prácticas agrícolas
tradicionales, sino como un proceso colonialista de exclusión cultural:
Los propósitos de la colonización se cumplen solo en la medida en que el
colonizado cambie su forma de vida para ajustarla a las necesidades y los
intereses de la empresa colonial. Estos cambios imprescindibles, sin
embargo, no conducen a la asimilación del colonizado en la cultura
dominante, sino sólo a su adaptación a nuevo orden en su papel de
vencido, de colonizado. La diferencia se mantiene, porque en ella descansa
la justificación de la dominación colonial. (Bonfil, 1987, 21)
La seducción del monocultivo (Bartra, 2014), diseñada y dirigida hacia los
posesionarios de la tierra, es decir, los campesinos y comuneros, fue
implantando la idea de que cultivar la tierra utilizando las prácticas tradicionales,
es decir, el policultivo o milpa y la semilla criolla o nativa y la rotación de cultivos,
era obsoleto y de “bajo rendimiento” y que por tanto eran prácticas que debían
sustituirse por las novedosas técnicas y tecnologías provistas por la Revolución
Verde.
En esta exclusión es evidente que se privilegió a los cultivos de exportación
(Escobar, 2007) que en el caso de la Cañada ha significado la introducción de
109
cultivos de las berries como la fresa, el arándano, la frambuesa y la zarzamora,
en detrimento de aquellos considerados como de autoconsumo en el contexto
de la llamada “reconversión productiva del campo” (Delgado, 2016).
El resultado de ello ha sido el progresivo abandono y olvido de las semillas y de
cultivos tradicionales enteros (Shiva, 1997) para dar paso a monocultivos de
maíz con semilla mejorada o híbrida y el uso de paquetes tecnológicos que
incluyó herbicidas, fungicidas, acaricidas, y el cada vez más necesario fertilizante
químico49.
A decir de algunos comuneros, si bien el rendimiento del cultivo por hectárea
efectivamente se elevó con el uso de fertilizantes, lo cierto es que los paquetes
tecnológicos también resultaron una tecnología útil para empobrecer y destruir
la tierra (Shiva, 1997), como lo deja entrever el testimonio del siguiente comunero
de Santo Tomás con relación a la llegada de la Revolución Verde y la
comparación de los cultivos tradicionales con los paquetes tecnológicos:
se surcaba y ya uno con el tronco se sembraba con la mano y se tapaba
con el tronco y pa poder este sembrar maíz, frijol, calabazas y todo eso, y
luego ya este empezó pues eso del fertilizante, empezó y ya nomás fue la
cosa de que cuando se empezó y ya después ya dejaba uno de aplicarle…
ya no se daba… ya no, entonces como que se fue acostumbrando la
tierra50.
Además del empobrecimiento de la tierra por el efecto de los agroquímicos
especialmente el uso de los plaguicidas que contrae la generación de la
resistencia a algunas plagas como insectos, hongos, ácaros y maleza además
del daño a los microorganismos del suelo como las bacterias nitrogenantes, la
49 Algunas investigaciones (Arévalo, Hernández, Salcedo, & Galvis, 2007) sugieren que
el uso inapropiado y sin supervisión de fertilizantes sintéticos o abonos verdes contrae
consecuencias ambientales severas y de salud para los animales y seres humanos,
ideas que concuerdan con las sostenidas por Omar Felipe Giraldo, quien considera que
el “uso de fertilizantes sintéticos para suplir la degradación del suelo, no solo ha
degradado la fertilidad de la tierra, sino que contamina el agua, provocando la
proliferación de algas y muerte de peces” (2018, 63) 50 Entrevista a Toño Ascencio, realizada el 9 de noviembre de 2019 en la comunidad de
Tumasïu.
110
lombriz y las micorrizas (Seefoó, 2005), son algunas de las consecuencias del
uso de los paquetes tecnológicos.
De manera que, a la luz de esta agricultura novedosa, desarrollista, el suelo de
la Cañada fue generando una “dependencia” hacia el uso de estas tecnologías
por lo que también se puede hablar del empobrecimiento de los comuneros por
el cada vez mayor costo de los insumos o paquetes tecnológicos.
A su vez, este alto costo de los paquetes tecnológicos fue interpretado como
poca redituabilidad o rentabilidad de cultivos como el maíz mejorado, lo que se
entiende como “rendimiento decreciente” (Giraldo, 2018), es decir, que cada vez
era necesario aplicar más fertilizante sintético para poder obtener el mismo
rendimiento que la primera aplicación: “había que meterle más pa´ poder
sacarle”51, lo que, al parecer, fue determinante para ir dejando de cultivar las
tierras comunales, tal como se puede apreciar en el siguiente extracto de
evidencia narrativa:
lo tradicional era sembrar este maíz, frijolito, habas eso era lo que, trigo,
avena, eso es lo que se cultivaba en estas tierras, pero ya al transcurso de
los, de los años al saber que ya no era redituable ese tipo de cultivos ¿qué
es lo que hicieron los, los dueños de esas tierras?, pues los abandonaron
y ya de ahí este llega la empresa hace un estudio de las tierras.52
En síntesis, la percepción de poca redituabilidad económica acompañada del
alto costo de los insumos agrícolas (paquetes tecnológicos), fue el entramado
perfecto para la renta de los terrenos comunales a las empresas agrícolas para
la producción de berries: para la expansión de la territorialidad agrocapitalista
sobre terrenos comunales.
51 Notas de diario de campo. 9 de noviembre de 2019. 52 Entrevista a Antonio Ascencio, realizada el 28 de noviembre de 2019 en la comunidad
de Tumasïu.
111
2. 4 Comuneros de hecho, comuneros de derecho y certificación de
terrenos comunales.
Antonio Ascencio es un comunero que, aunque no es originario de la comunidad
de Tumasïu, ha vivido ahí por más de sesenta años pues cuando era niño se fue
a vivir ahí con sus papas, procedentes de la comunidad de La Cantera, municipio
de Tangamandapio. Con el paso del tiempo, su participación en la comunidad y
heredar algunos terrenos comunales por parte de su padre, a don Toño, como
se le conoce en Tumasïu, se le reconoce como comunero tanto por su
participación en las asambleas y faenas como por estar registrado en el padrón
agrario.
A sus sesenta y cinco años de edad, don Toño ha dejado de sembrar maíz en
sus parcelas pues considera que no es rentable y que cada vez es más necesario
hacer uso de herbicidas y sobre todo de fertilizantes si es que se quiere “sacar
algo” de la siembra por lo que con el paso del tiempo ha dejado de sembrar maíz.
Cierto es que su conocimiento del campo, del maíz, del ciclo agrícola, de las
variedades criollas del maíz nativo es abrumador. Sin embargo, en su narración,
don Toño acepta que las transformaciones del campo, que incluyen la
tecnificación de los instrumentos de trabajo, es algo que ha ido incrementándose
y esta lógica deja fuera a los pequeños productores o campesinos quienes,
ahogados por las condiciones económicas terminan por dejar de lado la siembra
de cultivos tradicionales y optar por la renta de los terrenos que, en el caso de
su comunidad, Tumasïu, dio el paso al contrato de arrendamiento que algunos
comuneros tenían con la empresa Agrícola Superior de Jacona para la
producción industrial de berries.
Las entrevistas que tuve la oportunidad de hacerle a don Toño dejan entrever
algunos de los conflictos o de las condiciones que en parte explican la renta de
tierras y que dio lugar al conflicto con la empresa agrícola. En una entrevista
informal, más bien una plática, que tuvo lugar mientras les visitaba y llevaba un
poco de pan, don Toño aprovechó para dejarme en claro cuál era su postura
ante la situación que privaba en la comunidad con relación a la renta de terrenos
para la producción de berries.
Me comentó que él estaba de acuerdo en rentar las tierras pues aparte de que
cada vez es más costoso sembrar maíz, también su edad le hacía cada vez más
difícil hacer los trabajos necesarios para la siembra de sus parcelas por lo que
112
me dijo “de que estén ahí nomás las tierras, con cinco mil pesos que me den al
año”. Aquellas palabras de don Toño, dichas con cierto desenfado me mostraron
que la decisión de rentar los terrenos había sido una decisión en la que no toda
la comunidad había participado. Lo anterior deja entrever lo que Carmen Ventura
(Ventura, 2021) denomina como tensión entre la comunidad indígena y la
comunidad agraria en Tumasïu.
El caso de don Toño es útil porque ayuda a ejemplificar la diferencia entre
comunero de hecho y comunero de derecho que, en el caso de Tumasïu, dio
origen a los denominados “comuneros renteros” que fueron aquellos comuneros
que, siendo “posesionarios” de terrenos de la zona parcelada de la comunidad,
decidieron rentarlos a la empresa Agrícola Superior de Jacona para la
producción de berries. Aunque, como mostraré, no todos los comuneros que
poseían terrenos decidieron convertirse en renteros, el proceder invasivo de la
empresa agrícola obligó a algunos a rentarles sus terrenos.
Como bien expone Carmen Ventura (2021), la comunidad de Tumasïu adquirió
el carácter de comunidad agraria de derecho a partir de la sentencia del Tribunal
Unitario Agrario expedida el 18 de septiembre del 2000. Para la autora la
sentencia marca un momento decisivo dentro de la comunidad pues implicó que
de ahí en adelante su vida interna estaría normada por el marco jurídico agrario
lo que generó la exclusión de los comuneros y comuneras que no estaban
registradas en el censo agrario.
En Tumasïu, un comunero de derecho es aquel que, como don Toño, se
encuentra registrado en el censo agrario lo que le da derecho a voz y a voto
dentro de las asambleas de derecho (Ventura, 2019), situación que se
complejiza si se toma en cuenta que algunos de los comuneros de derecho en
Tumasïu también son poseedores de terrenos comunales de la zona parcelada
de la comunidad.
Aunque en Tumasïu la tenencia de la tierra está bajo el régimen de propiedad
social, el hecho de que la herencia y venta de cesión de derechos comunales
sea una práctica inveterada ha creado la idea de la propiedad individual de la
tierra, es decir, se ha pasado de la idea de ser “posesionarios de la tierra”
comunal a ser “propietarios de los terrenos”.
Lo anterior no es algo nuevo, Moisés Franco nos dice que para los antiguos
p´urhépecha no había diferencia entre posesión y propiedad de la tierra:
113
Es de estimar que para los p´urhépecha, posesión y propiedad, no eran
fases diferentes aplicadas a un objeto. Quizá no concebían esa dualidad.
Sólo así se explica que aún en nuestros días la “posesión” se sitúa en el
mismo nivel de “propiedad”, y, es más, en el ámbito de los hechos, los
dos conceptos se “confunden” porque la visión cultural del p´urhépecha
respecto a la tierra equivale a decir: “poseemos la tierra porque somos
propietarios” o de otra forma, “somos propietarios porque ocupamos la
tierra”. (Franco, 1997: 35)
Según el mismo autor, esa confusión entre posesión y propiedad dio origen a la
preocupación por documentar la tenencia de la tierra, es decir, la propiedad de
la tierra, ya que la documentación significaba un medio de defensa e instrumento
de prueba de la propiedad de la tierra (Franco, 1997) lo anterior porque, como
sugiere Guevara, había una percepción de inseguridad jurídica de tenencia de
la tierra (Guevara, 2014). Como explicaré en el apartado 2. 5, en Eraxamani y
en Tumasïu, muchos comuneros se “hicieron” documentos para defender la
propiedad de terrenos comunales.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte entre México, Estados
Unidos y Canadá, supuso una serie de reformas constitucionales que Armando
Bartra considera más bien como reformas privatizadoras del campo mexicano
señalando a la reforma del artículo 27 constitucional una de las más importantes
para operativizar el Tratado.
En Eraxamani, según la investigación realizada por Carmen Ventura, para
certificar las tierras y solares las comunidades necesitaban contar con la carpeta
básica que consta de resolución presidencial o, en su defecto, la sentencia
emitida por el Tribunal Unitario Agrario, además del acta de posesión y deslinde
y el plano definitivo. Según Ventura (2019), de las once comunidades de
Eraxamani, seis no cuentan con carpeta básica y de las cinco que sí cuentan
con la carpeta básica, tres ya fueron certificadas, entre ellas, Tumasïu.
En el caso de la comunidad de Tumasïu, que en 2011 midió y certificó su zona
parcelada, significó para algunos comuneros de derecho con posesión de
terrenos comunales que ya podían disponer libremente de ellos (Ventura, 2019)
sin necesidad de rendirle cuentas a la asamblea general de comuneros. De
114
manera que algunos de los comuneros posesionarios de los terrenos comunales
de Tumasïu se convirtieron en comuneros renteros en la relación contractual con
la empresa Agrícola Superior de Jacona.
Sabedores de ello, en Eraxamani y en Tumasïu el proceder de los
agroempresarios ha sido consultar únicamente con los comuneros posesionarios
de los terrenos comunales lo que se podría llamar como “agrarización de la toma
de decisiones”, idea que retomo de Mónica Montalvo (2019) quien habla de
“agrarización de la afectación” para referirse a que en los conflictos
socioambientales con relación a megaproyectos muchas veces los promoventes
restringen la noción de afectados a aquellos que tienen títulos de propiedad
excluyendo a todas aquellas personas que aunque no tengan título de propiedad
también son afectados por los megaproyectos53.
En Tumasïu, la agrarización de la toma de decisiones se caracterizó por excluir
a todas las personas que no eran comuneros de derecho para decidir rentar o
no las tierras comunales para la producción agroindustrial. Se argumentó que
ello era una decisión que únicamente les atañía a los comuneros de derecho que
poseían terrenos en la zona parcelada de manera que se excluyó de la toma de
decisiones a los comuneros de hecho, aquellos que no están registrados en el
censo agrario pero que de acuerdo con los criterios de membresía internos como
haber nacido en la comunidad, participar en las asambleas y faenas, sí son
considerados como comuneros.
Lo anterior, sin tomar en cuenta que la empresa no realizó una asamblea general
de comuneros y, a decir de algunos comuneros, negoció de manera individual y
en privado con la mayoría de los comuneros, esto, aunado a las condiciones
anteriormente expuestas y el acaparamiento de terrenos comunales que
expondré en el apartado siguiente, decidió la renta de la tierra y el inicio de la
agricultura industrial en Tumasïu.
53 Más adelante, en el capítulo IV, propongo que la noción de “agrarización de la
afectación” también fue utilizada por la empresa en el conflicto de la comunidad de
Tumasïu como una estrategia para excluir de la movilización y protesta social a la
mayoría de los comuneros y comuneras de Tumasïu.
115
2. 5 Acaparamiento de terrenos comunales: la familia “A”.
La historia agraria de la Cañada de los Once Pueblos o Eraxamani es una
historia marcada por el despojo y el acaparamiento de terrenos comunales, en
los cuales las comunidades indígenas fueron despojadas de gran parte de sus
terrenos comunales por parte de grupos de poder político cuyo origen se
encontraba generalmente en la cabecera municipal, Chilchota.
En ese sentido, la relación de las comunidades p´urhépecha de Eraxamani con
la cabecera municipal, Chilchota, ha estado caracterizada por el recelo y la
desconfianza. Lo anterior no es para menos si se considera que desde la
formación del Estado- Nación mexicano y su constitución en la división territorial
que conocemos conformada por estados y municipios, las cabeceras
municipales estuvieron dirigidas por personas de origen criollo quienes pocas o
en nulas ocasiones tomaron en cuenta a las comunidades indígenas quienes
quedaron supeditadas al papel pasivo de contribuyentes y a lo que dispusieran
las autoridades de la cabecera municipal.
Un elemento que, a lo largo de la historia ha abonado para que la relación de
desconfianza continúe entre las comunidades indígenas de Eraxamani y la
cabecera municipal y en general con cualquier agente externo a la comunidad,
ha sido la disputa por la tierra pues, como es largamente conocido, en las
comunidades indígenas la tenencia de la tierra es de carácter colectivo o
comunal y si bien durante la Colonia se protegió la tenencia comunal, con la
instauración del liberalismo en el poder éstas prácticamente llegaron a
desaparecer pues, como sostiene Adolfo Gilly (1971), el programa del gobierno
liberal significaba la organización de una burguesía en el país por lo que en 1856,
un año después de la llegada al poder, el partido liberal con Benito Juárez, se
expidió la ley de desamortización que pretendía
crear una clase de pequeños propietarios agrarios, pues iba dirigida no
sólo a poner en circulación en el mercado las tierras del clero, sino
también las de las comunidades indias, liquidando la antigua estructura
de la propiedad comunal. (Gilly, 1971: 8)
Siguiendo con esta misma idea, según lo sostenido por Luis Alfonso Ramírez
(1986), las leyes de desamortización de bienes comunales dieron lugar a un
116
proceso de acaparamiento de las mejores tierras de cultivo en manos de un
reducido número de familias54 de Chilchota y Tangancícuaro. El mismo autor da
cuenta de los mecanismos y artilugios que los criollos utilizaban para apropiarse
de las mejores tierras de cultivo de la región.
Aunque no otorga un dato preciso, Ramírez (1986) señala en su texto que
durante la primera década del siglo anterior eran principalmente las familias
Vaca, Álvarez y Silva, las que acaparaban la mayor cantidad de tierras
comunales en la región de la Cañada.
A su vez, este despojo y acaparamiento de tierras trajo como consecuencia el
que los comuneros indígenas, despojados de sus medios de vida, se vieron
obligados a trabajar ya sea como peones o bien como medieros con los grandes
terratenientes55.
Así pues, nos dice Ramírez:
Los propietarios de estas tierras constituían la “élite” económica de la
Cañada. Muchos las habían adquirido de los propietarios originales, que
a su vez las obtuvieron dolosamente de los comuneros indígenas. Eran
54 Luis Ramírez (1986), da cuenta de que por lo menos tres familias, los Vaca, los
Álvarez y los Silva, dieron origen a las élites de poder que controlaron y concentraron el
poder político y económico en la Cañada. En su investigación, posterior a la de Ramírez,
Javier Valdez (2010), agrega a las familias Herrera y Béjar. Cabe mencionar que para
este último autor dichas familias provenían de desecendencia española: “dichas famlias
venían de España y se avecindaron en el pueblos de Chilchota, en algún caso su
apellido cambió un poco, como ejemplo tenemos el de la familia Vaca, cuyos
desendientes se apellidaban “Cabeza de Baca” quienes murieron con ese apellido en
1850. La posterior familia conservó sólo el Vaca e ignoramos el por qué del cambio y a
qué obedecía” (Valdez, 2010: 53) 55 Luis Ramírez (1986), señala que hacia 1916 los contratos de mediería en la Cañada
tenían las siguientes características: “primera: la hacienda proporciona a mediero una
labor con una extensión aproximadamente de tres y media hectárea, para siembra de
maíz, a medias con la finca. Segundo: La hacienda proporciona además del terreno una
yunta de bueyes, un arado aperado y la semilla necesaria. Tercero: El mediero recibe
en buen estado los avíos (sic) antes citados, y se compromete a devolverlos en las
mismas condiciones, sin más deterioro que el natural causado por el uso. Cuarto: Si
alguno de los bueyes muriese, inutilizase o perdiese, el valor, que será de cincuenta
pesos por cabeza, lo reportará el mediero por ser la mitad de su valor. Quinto: Los
gastos que se originen en el beneficio de la labor serán por exclusiva cuenta del
mediero, con excepción de los que causen el regadío y costos de cosecha, que los
reportarán ambos contratantes por mitad.” (Ramírez, 1986: 61)
117
tierras distribuidas entre los distintos miembros de una misma familia
(como en el caso de la familia Vaca) y sus poseedores también
controlaban los molinos de harina y nixtamal, las principales industrias
de la cañada y también tenían posesiones en el mismo pueblo de
Tangancícuaro (el caso de Estaban García y de Juan Equihua). Muchos
de ellos residían también allí o tenían casas en Zamora e incluso ejercían
su profesión en esta ciudad (el caso del Dr. Vicente Vaca Silva) y sólo
acudían a sus propiedades a vivir por temporadas. (Ramírez, 1986: 73.
74)
Según lo escrito por Javier Valdez (2010), en la Cañada hubo dos repartos
agrarios, uno en 1833 y otro en 1839, sin embargo, dice que “los indígenas
tuvieron la facultad de vender las tierras a quien fuera, como de hecho lo hicieron,
siendo las causas muy diversas” (Valdez, 2010: 25). Con todo, lo que no
menciona el autor es que, dentro de esas muy diversas causas, se encuentra el
engaño y el robo por parte de las familias potentadas en contra de los indígenas
de las comunidades de Eraxamani.
En Tumasïu, el acaparamiento de terrenos comunales también es parte de su
historia agraria. Según Javier Valdez (2010), a principios del siglo XX en Tumasïu
los terrenos comunales estaban repartidos entre: “María Concepción Vera
esposa de José Ma. Vaca, Francisco Vaca Silva, Prudencio Saavedra, Carlos
Vera, Juan Equihua Silva, Francisco Álvarez Valdez, Pedro Candelario del Val
de Chilchota y Marcelino Lázaro de Tanaquillo” (Ramírez, 1986: 30)
Una familia en particular, la familia “A”, es señalada en Tumasïu por el
acaparamiento de terrenos comunales de la zona parcelada mediante el
comisariado de bienes comunales, la autoridad agraria en la comunidad pues
algunos integrantes de esta familia ocuparon ese cargo durante mucho tiempo
de manera que mediante la “elaboración de documentos” se apropiaron varios
terrenos.
En opinión de Héctor Álvarez, aquello propició la acumulación de terrenos
comunales en manos de unas cuantas personas y, específicamente, de la familia
“A” lo que ha significado que muchos comuneros no “posean” ningún terreno
comunal. En Tumasïu y en otras comunidades esto dio origen a una especie de
118
clases sociales entre los comuneros que más terrenos poseían y quienes menos
o incluso no tenían ningún terreno:
esa era la idea de aquí, la persona que tenía más cosecha pues era la
persona que era más pudiente, pudiéramos llamarle así, que era una
persona adinerada56
De manera que estas clases sociales, fundamentadas en el acaparamiento de
terrenos comunales, dieron paso a una agricultura por mediería: aquellos que no
poseían ningún terreno comunal se vieron obligados a trabajar a medias los
terrenos comunales de los comuneros que más terrenos comunales poseían y
que, por lo tanto, no alcanzaban a sembrarlos:
Muchos comuneros antes de que llegara la empresa, se arriesgaban y
sembraban todos sus terrenos y no alcanzaban a cosechar y ahí se
quedaba el maíz por eso decían “no pues yo mejor rento”57
Si en otras latitudes del Sur Global la agricultura industrial está dando paso al
acaparamiento de tierras comunales, como en el caso del cultivo de la caña de
azúcar en Guatemala tal como lo describe Katja Winkler (Winkler, 2013) en sus
investigaciones, en Eraxamani y específicamente en la comunidad de Tumasïu,
pareciera que fue precisamente el acaparamiento de terrenos comunales en
manos de unas pocas familias lo que dio paso al agronegocio y el caso de la
familia “A”, señalada como la familia con mayor extensión de tierra en posesión,
fue la principal aliada y defensora de la empresa Agrícola Superior de Jacona
para la renta de terrenos comunales con la finalidad de producir berries de
exportación.
56 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el día 19 de noviembre de 2020 en la
comunidad de Tumasïu. 57 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el día 19 de noviembre de 2020 en la
comunidad de Tumasïu.
119
2. 6 De cómo llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona a la comunidad
de Tumasïu.
A finales del 2012 y principios del 2013, en los terrenos comunales de Tumasïu
se instaló la empresa de nombre Agrícola Superior de Jacona o Agrosuperior,
dedicada al cultivo, transformación, comercialización y exportación de frutos
rojos especialmente fresa y arándano mediante un contrato de arrendamiento de
algunos terrenos comunales. Se instaló lentamente, iniciando solamente con
algunos terrenos comunales, pero avanzando poco a poco, convenciendo a
comuneros y comuneras de rentar sus tierras y, a los que no convenció, sus
prácticas de “homogenización agrícola” les obligaron a rentar hasta llegar a
cultivar 140 hectáreas de la zona parcelada de la comunidad.
Para instalarse en la comunidad, según el testimonio de algunos comuneros, no
se discutió el asunto en la asamblea general sino que el trato fue de manera
individual entre la empresa y el representante de bienes comunales de nombre
Aniceto Márquez Gómez, actualmente fallecido, y el trato individual con dos de
las personas que más terrenos poseían, incluida la familia “A”, personas que a
lo largo de los seis años que duró la empresa en la comunidad fungieron como
defensores de la empresa ante la comunidad.
A saber, una de las tácticas que los empresarios utilizan para llegar a las
comunidades es mediante la identificación de los personajes centrales en la
toma de decisiones como jefes de tenencia, autoridades agrarias o personas con
autoridad y liderazgo moral en la comunidad para la posterior seducción o
manipulación mediante gratificaciones económicas. Lo que actualmente se
conoce es que la empresa agrícola comenzó los trabajos de nivelación, barbecho
y preparación de los terrenos en diciembre de 2012, sin embargo, los contratos
de arrendamiento se firmaron con fecha de febrero de 2013.
Dentro de los acuerdos que se estipularon con la empresa en el primer contrato
de arrendamiento se tiene que para que se permitiera la instalación de la
agricultura industrial de frutos rojos fue que la renta anual con cada uno de los
comuneros sería de nueve mil pesos por hectárea y que esta renta se
incrementará en función de la inflación anual, el cumplimiento individual, en
tiempo y forma, a cada comunero que tuviese contrato de arrendamiento con la
empresa, la construcción de la obra de cercado perimetral de la zona parcelada
donde estuviese instalado el monocultivo y la perforación y el equipamiento de
120
un poco profundo mismo que, una vez terminado el contrato de arrendamiento
con la empresa, firmado inicialmente por diez años, sería para el uso y usufructo
de la comunidad.
En el contrato firmado para la renta de la tierra, se acordó que la agroempresa
construiría un cercado perimetral que protegiese la zona parcelada de la
comunidad que incluía predios como “Potrero de Cura” y “Conero”. Los propios
comuneros le hicieron la sugerencia al empresario de que construyera el cercado
perimetral pues ellos mismos habían sido víctimas de robo de maíz, la
sugerencia era para que protegiera el monocultivo de berries.
Otra de las promesas que la agroempresa utilizó para poder instalar los
monocultivos de fresa en los terrenos comunales de Tumasïu fue la construcción
de obras para el beneficio de la comunidad, específicamente de una obra por
cada año del contrato.
En el contrato inicial, se acordó que la agroempresa realizaría la perforación y el
equipamiento de un pozo profundo aclarando que, una vez que el contrato de
arrendamiento terminase, el pozo equipado se quedaría para el beneficio de la
comunidad.
La agroempresa llegó a la comunidad de Tumasïu con la promesa de la
generación de empleo y la construcción de una serie de obras en beneficio para
la comunidad. Por ello, la empresa no tuvo mayor problema para instalar el
monocultivo en los terrenos comunales además de que, como ya mencionamos,
la decisión de rentar los terrenos estuvo, mayoritariamente, en manos de los
comuneros posesionarios de la tierra y específicamente de aquellos que más
terrenos poseían.
A sabiendas de que muchas personas de la comunidad trabajaban ya en la fresa
pero en localidades como Tangancícuaro, Zamora o Jacona, ofrecieron que los
trabajos generados por la agroempresa en los terrenos comunales serían única
y exclusivamente para personas de la comunidad quienes ya no tendrían la
necesidad de viajar a otras localidades y, por ello, no tendrían que gastar en el
pasaje que el traslado suponía.
Como he mostrado hasta ahora, los territorios de las comunidades indígenas y
rurales han sido históricamente codiciados tanto por el Estado como por
empresas de capital trasnacional situación que es comprensible pues
121
una buena parte del potencial que encierra la biodiversidad se encuentra
en manos de las comunidades rurales (ejidos y comunidades indígenas)
[…] los cinco estados de la República Mexicana considerados los más
ricos desde el punto de vista biológico (Oaxaca, Chiapas, Veracruz,
Guerrero y Michoacán) concentran más de 10 000 ejidos y comunidades
con una superficie de 22. 3 millones de hectáreas. (Boada & Toledo,
2003: 158)
En ese contexto, en su avance el capital agrícola trasnacional ha encontrado
resistencias conformadas por minorías como campesinos, comuneros,
jornaleros que se organizan para defender su territorio desde cosmovisiones
distintas lo que genera conflictos. Resistencias y defensas del territorio cuyos
liderazgos muchas veces son acosados, asediados y en algunos casos,
asesinados. Tan sólo en 2020, según el informe del Centro Mexicano de Derecho
Ambiental, en México fueron asesinados dieciocho activistas y defensores de los
territorios.
Comuneros y comuneras que sin ser ambientalistas profesionales (Alier, 2011),
defienden su territorio. La lista de nombres es tristemente larga. Durante 2020
en Michoacán el informe destaca el asesinato de Homero Gómez y Raúl
Hernández Romero defensores de la biósfera de la mariposa monarca, pero
también los casos de Jesús Miguel Jerónimo y su hijo Jesús Miguel Junior, de la
comunidad de Ichán en la Cañada de los Once Pueblos (Centro Mexicano de
Derecho Ambiental, 2021).
Sin embargo, otros nombres como el de Samir Flores Soberanes de la
comunidad de Cuautla, Morelos, Guadalupe Campanur comunera de la
comunidad de Cherán y recientemente la desaparición de Tomás Rojo, líder de
la tribu Yaqui en defensa del agua, han ensanchado la sangrienta lista de los
defensores de su territorio en contra del despojo capitalista.
2. 7 Precarización de la vida y escasez de alternativas de empleo.
En este apartado me interesa mostrar una serie de viñetas etnográficas de
personas que me permitieron, con su testimonio, sus pláticas y su amistad,
mostrar una parte de la vida cotidiana de Eraxamani y cómo en ella figura la
agricultura industrial de berries como una de las pocas alternativas de empleo
122
en la región. Con ello, pretendo mostrar cómo la instalación de la agricultura
industrial en Eraxamani se corresponde con procesos de despojo y de
precarización de la vida que ha orillado a la instalación de la agricultura industrial
en la región.
En primer lugar, muestro la historia de una joven, a quien llamaré Cinthya, pues
me parece que ejemplifica las condiciones de vida de muchas de las y los
jóvenes de la región Eraxamani que crecen en un contexto de creciente
agroindustria y donde las expectativas de estudiar y obtener un empleo que
permita, a su vez, tener una estabilidad económica, parecen ser cada vez más
difíciles y el hecho de que el trabajo en el campo de fresas se aparezca para ella
cada vez más como la única posibilidad real de trabajo en su región. No sin un
aire de cierta fatalidad y resignación, Cinthya relata cómo en su pueblo Carapan,
los jóvenes parecen estar destinados a trabajar en el surco.
En segundo lugar, presento la historia de Liliana Huerta, una mujer joven, madre
soltera de la comunidad de Tumasïu que relata cómo la agricultura industrial en
Eraxamani y, en su momento en su comunidad, le ha permitido salir adelante y
tejer redes de amistad con otros hombres y mujeres, aunque es consciente de
las condiciones precarias en que desarrolla su trabajo como jornalera agrícola.
En tercer lugar, presento la viñeta biográfica de don Toño Ascencio, un
comunero cuya historia nos muestra cómo la edad pero también otros aspectos
como la poca redituabilidad del cultivo del maíz después de la Revolución Verde,
hace que se vaya abandonando poco a poco el trabajo en el campo, situación
que es aprovechada por las empresas agrícolas trasnacionales.
Cinthya: un futuro que no es futuro.
Cuando conocí a Cinthya, en 2018, era una joven de veinte años que atendía la
tiendita familiar y que sentía un sabor agridulce con las empresas freseras pues
por un lado para ella era obvio que contaminaban el agua y expoliaban los suelos
además de que era un trabajo que explotaba laboralmente a las personas pero,
por otro lado, también representan fuentes de empleo y cierta seguridad social
que les brindan algunos beneficios como cuando falleció su padre y dos meses
antes su mamá, doña Ángela, entró a trabajar al campo de fresa y la empresa
“sí le dio seguro social” y pudieron hacerle a su papá las hemodiálisis necesarias
para llevar su tratamiento. Actualmente su mamá sigue trabajando en el campo
123
y ello es una preocupación para Cinthya pues ve cómo llega cansada de la
espalda por mantenerse agachada tanto tiempo.
Cinthya es originaria de la comunidad de Carapan y a los quince años quedó
huérfana de padre por lo que su madre se hizo cargo de ella y de sus otras dos
hermanas. Comenta que ella iba en tercer semestre del cbta58 cuando su padre
falleció por insuficiencia renal y que ello fue un duro acontecimiento que marcó
un antes y un después en su vida pues al morir su padre, su madre tuvo que salir
a trabajar por lo que Cinthya tuvo que abandonar sus estudios, quedarse en casa
y atender la tiendita familiar pues ello significaba un ingreso económico
importante para la familia.
Pasados cuatro años de la muerte de su padre, Cinthya se juntó en unión libre
con su novio que primero intentó robársela, pero a ella no le pareció bien y se
escondió en su casa por lo que el pretendiente fue a hablar con su mamá
acompañado de sus padres. Cinthya accedió, pero después se arrepintió porque
piensa que ella sentía que no era todavía su momento para casarse. Considera
que uno de los problemas más importantes de su comunidad es la edad con la
58 Centro de Bachillerato Tecnológico agropecuario, plantel de educación media superior
ubicado en la comunidad de Ichán, también en la región de Eraxamani.
Imagen 10 Cinthya, joven comunera de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
124
que contraen matrimonio los jóvenes y que ello les obliga a entrar a trabajar en
el campo de fresas y abandonar sus estudios:
yo veo que aquí también uno de las problemáticas de mi pueblo es que
se casan muy chiquitos y es un problema por qué, porque no ya no
pueden seguir estudiando porque ya tienen que mantener a una mujer y
luego también cuando mmm son muy pocas las familias que se esperan
a que se casen y ya estén juntos pero aquí la mayoría la… los
muchachos y hasta algunos niños porque con decirte que se casan hasta
de los treces años, doce años las muchachas y los muchachos ya se
casan entonces ya no van a la secundaria, ya no van a la prepa por qué,
porque ya no pueden, ya no es lo mismo o ya los papás, cuando la
muchacha van los papás de la muchacha a decirle al niñ… al muchacho
oye deja que mi hija termine la secundaria o que termine… la suegra ya
dice no es que ya no es, ya no quería estudiar por eso se quiso casar
entonces ahora ya no y ya hay problemas o cuando empieza a estudiar
el muchacho y la muchacha ya no entonces los papás de la muchacha
pues les parece mal cómo el muchacho si va a seguir estudiando y la
muchacha ya ahí ya en casa entonces ya la mayoría ya no estudia y qué
es lo que pasa, ya tienen hijos entonces ya tienen una familia que
mantener y ya como no tienen estudios se van al campo a trabajar a la
congeladora a trabajar59
Además, todavía sin casarse, su prometido comenzó a tratarla mal y a engañarla
con otras muchachas por lo que Cinthya se regresó a su casa lo que significó
problemas porque sus hermanas mayores no la querían aceptar de regreso “ya
así nomás, si ya había estado juntada”, por ello, se fue de su casa un tiempo
hasta que su mamá habló con ella: “pues si eres mi hija, cómo no te voy a
aceptar, dónde más vas ir”. Cinthya regresó a su casa, pero condicionada a
quedarse encerrada, atendiendo el negocio familiar y cuidando a sus sobrinas,
además, le prohibieron hablar con hombres y salir con sus amigas.
59 Entrevista a Cinthya, realizada el 13 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.
125
A pesar de todo, Cinthya sigue soñando. Los sueños y anhelos de Cinthya no
son muy distintos a los de muchas jóvenes de su edad. Sueña con terminar una
licenciatura que le permita tener un buen trabajo y entonces construir su casa.
Cuando la conocí todavía no terminaba la preparatoria y quería estudiar
administración de empresas, historia o psicología, para ayudar a los jóvenes y
niños de su comunidad pues le preocupaba mucho ver que a muchos niños ya
no les interesa estudiar por “irse a trabajar al campo”:
muchas madres que dejan a sus hijos cuando van en la primaria y ellos
empiezan a ir a trabajar entonces no les ponen atención a sus hijos y los
este ya como que les interesa también el trabajo o ven este que sus
papás van a trabajar ahí y ellos no aspiran a mucho como decir “a yo no
voy a trabajar así, yo, yo tengo que salir adelante” aquí como que son
muy conformistas y dicen “ah, yo también ya puedo trabajar en eso al
cabo que este ahí no se necesitan muchos estudios” y así entonces ya
se meten ahí y ya también a trabajar de… en el campo, en la
congeladora.60
Sin embargo, a Cinthya también le aterra que, al terminar sus estudios a nivel
superior, no encuentre un lugar donde trabajar pues ve que ello es una triste
constante en su pueblo y en su región donde muchos egresados y egresadas de
la universidad, así como de las normales han terminado trabajando en el corte
de la fresa:
ése es el problema de que si estudias una ingeniería y así pues ya nada
más te quedas así con estudiado y todo pero no hallas dónde trabajar
(desempleo profesional) porque aquí cercas (desplazamiento
profesional laboral) pues no hay sólo están las compañías esas de fresa
porque ahorita que me acuerdo hay personas que sí, sí hicieron ya este,
ya son profesionistas por ejemplo, algunos que terminaron en la upn y
entonces ya son maestros, solamente que no han podido pagar su…
¿cómo se llama?, su título… exactamente y ya no pueden conseguir
60 Entrevista a Cinthya, realizada el 15 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.
126
trabajo y entonces pues ya se meten al trabajo en el campo también
este, están los que salieron en las normales y que todavía no les han
dado su clave61
El hecho de que, al igual que Cinthya, muchos y muchas jóvenes vean el campo
de fresas como una única posibilidad real de trabajo para Cinthya significa
empeñar el futuro o, en sus propias palabras: “un futuro que no es futuro”, en
tanto que la producción industrial de berries para exportación sí está significando
una fuente de ingresos para las comunidades, pero, al mismo tiempo, están
acabando con los recursos naturales de las comunidades.
Después de dos años de conocer a Cinthya, muchas cosas han pasado en su
vida. Una de las más importantes ha sido que pudo terminar su preparatoria en
una escuela privada en la ciudad de Morelia, por lo que tuvo que viajar cada fin
de semana hasta obtener su certificado.
A inicios de 2020, Cinthya presentó examen en la Escuela Normal Indígena de
Cherán. Se preparó durante dos meses en todas las disciplinas además de
estudiar la lecto- escritura del p´urhépecha, sin embargo, no obtuvo un lugar
pues durante ese año el proceso de ingreso a la normal estuvo llena de
irregularidades. Entre otras cosas, algunos aspirantes detectaron venta de
lugares por parte de las autoridades educativas de la normal.
Después de algunas protestas y marchas para exigir que se repitiera el proceso
de selección en la Normal, Cinthya dejó de luchar. Se decepcionó al saber que
la normal indígena también estaba corrompida y que, por lo menos ese año, no
podría obtener un lugar para estudiar.
El no haber podido ingresar a la normal la decepcionó y tuvo que volver a atender
la tiendita familiar a la cual se ha sumado una pequeña boutique de cosméticos
y una tienda de ropa, aunque con la pandemia generada por el coronavirus las
ventas no han sido las que esperaba la familia y aunado a la falta de pago de
sus hermanas que son maestras normalistas, pasaron un mal momento durante
la pandemia por covid- 19. Desesperada, Cinthya admite que ha pensado en
mas de una vez meterse a trabajar a los ranchos de fresa, con su mamá. Incluso,
una de las últimas veces que la vi, me comentó que había contactado a un jefe
61 Entrevista a Cinthya, realizada el 13 de abril de 2018 en la comunidad de Carapan.
127
de cuadrilla para trabajar y él le pidió sus papeles, pero Cinthya acababa de
extraviar su credencial de elector por lo que no pudo entrar a trabajar.
Actualmente Cinthya se encuentra preparándose para intentar entrar a la
Universidad Pedagógica Nacional o al Tecnológico de Cherán el próximo año
pues, aunque se deprimió un poco por no haber podido ingresar a la normal, ha
recuperado sus fuerzas para continuar luchando en su vida.
Historias como la de Cinthya, nos muestran la realidad a la que se enfrentan los
y las jóvenes de la región de Eraxamani. Un contexto de incertidumbre laboral
en el que aparecen cada con más fuerza como la única opción las compañías
agrícolas productoras de fresa lo que, a lo postre, significa empeñar el futuro de
las comunidades dadas las prácticas que realizan en torno a los elementos
naturales como el agua y el suelo. Para Cinthya, pensar en un futuro de esa
manera es pensar en “un futuro que no es futuro”.
Liliana Huerta: una vida en el surco62.
Liliana es madre soltera de dos pequeños y originaria de la comunidad de Santo
Tomás, en la Cañada de los Once Pueblos. De sus 27 años de edad los últimos
diez los ha dedicado a las labores en el campo pues, aunque estudió una carrera
técnica como asistente educativo, la falta de alternativas de empleo en la región
la orillaron a ingresar al “campo”, a trabajar en el surco, por lo que algunas veces
trabaja en el corte de brócoli en el Valle de Guadalupe, otras en la poda de la
zarzamora y algunas más en la repela y pizca de fresa en Tangancícuaro. Por
ello, cuando llegó la empresa Agrícola Superior de Jacona, no dudó en entrar a
trabajar ahí, aunque, acepta, en otros lugares la paga era mejor pero el hecho
de no tener que salir de su comunidad y poder estar cerca de sus hijos, le
convencieron de quedarse a trabajar en su comunidad Tumasïu.
Ser madre soltera y trabajar en el campo significa que las labores diarias de
Liliana comienzan quince minutos antes de las cinco de la mañana cuando se
levanta para preparar el lunch que ha de llevar consigo a Tangancícuaro y el que
les ha de dejar a sus pequeños para que doña Guadalupe, la madre de Liliana,
los lleve a la escuela. Cuando le pregunté a Liliana por qué no preparaba el lunch
62 Una versión de la historia de Liliana Huerta fue publicada en La Jornada del Campo:
https://www.jornada.com.mx/2019/12/21/delcampo/articulos/santo-tomas.html
128
un día antes, con un suspiro de cansancio, me dijo que no le daba tiempo pues
al llegar de trabajar tenía que hacerse cargo de las labores domésticas como
lavarles la ropa, lavar los trastes, barrer, trapear y hacerse cargo de muchas
actividades domésticas pues sus padres ya son personas de la tercera edad.
Aunque todo depende de si va a trabajar con la cuadrilla de Jesús Torres,
originario de Tanaquillo, que es cuando ocasionalmente sale a la “Zona Morelia”
y atienden lugares como Tiripetío, Huiramba o El Correo y se tiene que levantar
a las tres de la mañana y regresan ya pasadas las siete de la noche. El capital
agrícola, abreva del trabajo doméstico invisibilizado y lo naturaliza como una
actividad propia de las mujeres (Federici, 2018) de manera que mujeres como
Liliana, como madre soltera tiene que desempeñar dos jornadas laborales: en el
surco y en el hogar63.
Usualmente, Liliana espera al “raitero” o al jefe de cuadrilla en la carretera federal
que lleva de Morelia hacia Zamora y al punto de encuentro en la comunidad de
Acachuén donde “los recoge” la camioneta para llevarlos, junto con sus
compañeros, a trabajar a Tangancícuaro antes de detenerse en la comunidad
de Los Nogales, donde la mayoría compra algunos de los enseres que han de
comer pa´guantar en el trabajo.
me levanto, la primer alarma suena a las quince a las cinco y ya como a
las cinco diez me levantó, me alisto, preparo las cosas depende si voy a
cortar pus ya los botes que voy a llevar al trabajo, si es por día ya pus
llevo mi lunch y ya como a las cinco cincuenta tengo que salir de mi casa
porque voy hasta Acachuén a agarrar el, la camioneta que nos lleva,
tonces ya me voy caminando y ya ahí este ya en eso sale el chofer y ya
nos subimos y nos vamos ya como a las seis y media estamos en Los
Nogales que compran ahí cosillas para en la mañana y ya de ahí nos
vamos al trabajo pues ya llegamos y dejamos las cosas y ya, ya nos
63 Escribe Federici: “Hoy en día, muchas personas consideran que el trabajo doméstico
es una vocación natural de las mujeres, tanto que a menudo se etiqueta como <trabajo
de mujeres>” (Federici, 2018: 67). Parte de los objetivos del feminismo actual, como
corriente filosófica y como movimiento social, han consistido en desnaturalizar el trabajo
doméstico, los cuidados y la maternidad promovidos por el capitalismo patriarcal como
actividades “naturales” de la mujer (Federici, 2012).
129
metemos a pizcar ya, dependiendo de la hora que terminemos, a veces
por ejemplo estos días que no tiene mucha fresa pus ya más tardar ya
como a las once ya terminamos de cortar…64
Las condiciones en que Liliana realiza su trabajo son, por demás, desfavorables
y precarias pues no cuenta con seguro social ni prestaciones por lo que, si llega
a enfermarse o tiene necesidad de asistir a consulta médica, además de pagar
de su salario tiene que faltar al trabajo lo que muchas veces le amerita uno o dos
días de descanso o el despido definitivo. Además, la empresa para la cual trabaja
actualmente no le brinda capacitación ni los materiales –guantes, gafas, overol,
cubre bocas- para realizar su trabajo de forma segura. Al igual que muchas y
muchos jornaleros, Liliana no sabe exactamente qué derechos tiene como
trabajadora agrícola pero sí sabe que las empresas están obligadas a brindarles
seguridad social.
A pesar de estar expuesta a condiciones adversas como las altas temperaturas
y las fumigaciones al interior de los macrotúneles que le han valido, hasta ahora,
algunas cefaleas, deshidrataciones severas, irritación ocular y de las vías
respiratorias además de lesiones lumbares por cargar los botes pal´ proceso que
pesan cada uno veinte kilos dependiendo de lo que se coseche, Liliana es
consciente de que si no fuera por el trabajo en los ranchos, para ella sería difícil
mantener a sus dos hijos.
Por ello, Liliana acepta que la agricultura industrial también ha significado la
posibilidad de tener cierta solvencia económica sobre todo en tiempos de
cosecha, es decir, de octubre a noviembre y de febrero a marzo y también la
posibilidad de ampliar su red social de apoyo con compañeras y compañeros
dentro del surco donde, acepta, aparte de cosechar fresas, también ha forjado
algunas amistades:
Qué de mi trabajo me gusta más… pues convivir con la gente porque
conocemos a muchas personas de distintos lugares, a veces los
problemas, se desahoga uno ahí, y como por ejemplo le digo mi rutina si
64 Entrevista realizada a Liliana Huerta, el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad de
Tumasïu.
130
yo fuera y no platicara con nadie eh creo que estaría más estresada no
sé en la casa entonces ya vamos y aunque sea cosillas ahí que aunque
no hablemos pero escuchamos a las demás y ya nos estamos riendo y
ya se va rápido el día…65
Sin embargo, también acepta que la agricultura industrial, en su comunidad,
Santo Tomás, significó varios perjuicios que motivaron un conflicto con la
empresa Agrícola Superior de Jacona que se acercó en 2012 para iniciar el
cultivo de fresa y arándano en los terrenos comunales. Al saberse explotada y
que el salario que la empresa daba era por mucho más inferior que en otras
empresas, Liliana se salió de trabajar y, cuando el movimiento en contra de
Agrícola Superior de Jacona inició, apoyó en los bloqueos pues su padre, mayor
de edad, era un comunero rentero al que la empresa le había atrasado los pagos
de las rentas.
Historias como la de Liliana, nos muestra como las condiciones de precariedad
económica les obliga a las comunidades y a las personas a aceptar la instalación
de la agricultura industrial en sus comunidades y aceptar las condiciones
laborales que ofrecen las agroempresas, como un destino manifiesto del que es
difícil sustraerse aun y cuando esto significa expoliar los elementos naturales y
la salud de los y las trabajadoras agrícolas.
Don Toño Ascencio: rentar la tierra.
“A mí con que me den cinco mil pesos… de que estén ahí nomás las tierras” me
dijo mi tío Antonio Ascencio, Don Toño, como le dicen en Tumasïu, mientras
caminábamos en medio de los surcos y me mostraba una de sus tierras en las
que en aquel tiempo había un huerto de arándanos de la empresa Agrícola
Superior de Jacona.
Don Toño, como me referiré a él de ahora en adelante, es un comunero de
derecho que certificó sus parcelas cuando el Fondo de Apoyo para Núcleos
Agrarios sin Regularizar llegó a la comunidad de Santo Tomás, es un comunero
65 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad
de Tumasïu.
131
que se encuentra registrado en el padrón de comuneros y posee varios terrenos
comunales en distintos predios de la zona parcelada de la comunidad.
Cuando yo era niño, Don Toño, quien está casado con mi tía Luz, hermana de
mi madre, se dedicaba básicamente a dos actividades: a sembrar maíz o a
elaborar tabique que después comercializaba en distintos lugares como
Tangancícuaro, Zamora, Jacona, Tlazazalca o en lugares de la meseta
p´urhépecha como Paracho, Cherán y Nahuatzen.
Sin embargo, con el paso del tiempo Don Toño ha ido dejando de hacer tabique,
en parte por la edad, pero también porque cada vez es más difícil encontrar
madera para la quema, una buena tierra para el barro y el estiércol de caballo
necesario para ello pues, como me dijo Don Toño “ya casi nadie usa caballo”. Lo
anterior supuso un problema porque los ingresos económicos se redujeron y Don
Toño recurrió a la “raiteada”, es decir, se dedicaba -y se dedica algunas veces
todavía- a llevar gente a Zamora, a Jacona a Tangancícuaro o a los diferentes
campos de berries a cambio de un pago.
Como dije líneas arriba, Don Toño también se dedicó a la siembra, llegó a
sembrar maíz, trigo, avena, sorgo y janamargo, pero los altos precios de los
insumos para la producción y los bajos costos de venta lo fueron obligando a
dejar el campo. Para mí, Don Toño fue siempre un señor de trabajo que siempre
usaba su sombrero y cuyo lenguaje delataba una amplia experiencia en los
cultivos tradicionales.
Cuando el programa de certificación de terrenos (fanar66) comunales llegó a
Tumasïu, Don Toño certificó sus terrenos de manera que cuando llegó la
empresa Agrícola Superior de Jacona en 2012, comenzó a rentarle algunos de
sus terrenos para la producción de berries. Don Toño dice que ya no puede
sembrar sus terrenos y que rentarlos le significaba casi la misma utilidad
económica que si los continuara sembrando, pero sin el riesgo de perder la
cosecha por algún infortunio climático.
Don Toño y su esposa, mi tía Luz, tuvieron cinco hijos. Una mujer que
actualmente es madre y ama de casa, y cuatro hombres, tres de los cuales se
dedican a trabajar como jornaleros agrícolas donde “haya jale”, el cuarto de ellos
es profesor de educación primaria egresado de la Escuela Normal de Tiripetío,
66 Fondo de Apoyo para Núcleos Agrarios sin Regularizar.
132
quien también ha tenido que trabajar en el campo de fresas cuando el gobierno
del estado no les paga puntualmente sus salarios a los profesores.
El caso de Don Toño Asensio muestra cómo ciertamente el acaparamiento de
terrenos comunales ha dado paso a la renta de terrenos comunales para la
agricultura industrial, proceso en el que también el envejecimiento de los cuerpos
de los campesinos ha sido un factor importante. De la familia de Don Toño
prácticamente todos se mantienen o se han mantenido en algún tiempo del
trabajo como jornaleros agrícolas.
Reflexiones finales.
A lo largo del capítulo me propuse reflexionar a la luz de dos objetivos centrales.
En primer lugar, me interesó presentar la región de estudio, la región
p´urhépecha de la Cañada de los Once Pueblos o, en p´urhe, Eraxamani. Pero
también me propuse caracterizar el proceso de despojo de terrenos comunales
que ha dado lugar a la producción industrial de berries para exportación.
Las preguntas que guiaron mi reflexión fueron: ¿cómo ha sido este proceso de
despojo o de acumulación por desposesión en Eraxamani y en Tumasïu que ha
permitido o dado paso a la producción industrial de materias primas o
commodities para exportación como los frutos rojos?, ¿Qué mecanismos se han
utilizado para despojar a las comunidades de sus territorios e instalar el
monocultivo?
A través del capítulo, me interesó mostrar los elementos, pero también los
procesos histórico- políticos locales que explican en gran parte el hecho de que
actualmente asistamos a una transformación profunda de los modos de vida de
las comunidades que incluye, entre otras cosas, el desplazamiento de la
agricultura maicera y la proletarización de la vida además de la erosión del tejido
social comunitario.
Sostengo que en Eraxamani y particularmente en la comunidad de Tumasïu, el
proceso de despojo ha sido un proceso a fuego lento, a una velocidad que casi
pasa desapercibida y en un contexto de escasez económica que hace que los
comuneros perciban como una alternativa la renta de terrenos comunales para
la producción agroindustrial de frutos rojos.
En mi análisis, retomo la noción de acumulación por desposesión, propuesta por
el geógrafo David Harvey y con la que da cuenta de una constante e incesante
133
separación de los comuneros de los medios de reproducción y de vida. Con la
noción de acumulación por desposesión, el geógrafo propone que la
acumulación originaria o primitiva de la que da cuenta Karl Marx, es un fenómeno
que ocurre actualmente y de una manera constante por parte del capital
valiéndose de varios mecanismos como, por ejemplo, la desaparición de los
marcos normativos.
En Eraxamani y, especialmente en Tumasïu, este proceso de despojo, de
acumulación por desposesión, es un proceso que ha ocurrido, según mi
interpretación, a partir de cuatro fases o de cuatro elementos.
En primer lugar, las compañías o empresas agrícolas han aprovechado los
elementos naturales como la abundante agua y el prodigioso suelo además de
la infraestructura existente en la región sin preocuparse por el diseño de
programas de recuperación y conservación ecológica. Es en relación con el uso
del agua y de suelo que caracterizo a la agricultura industrial de berries como un
proceso extractivista de recursos naturales a fuego lento. Todos estos elementos
abaratan la producción de materias primas y convierten a Eraxamani en un
territorio clave para la producción.
En segundo lugar, refiero a la Revolución Verde como un punto importante en el
abandono de la agricultura maicera y de subsistencia y, por lo tanto, como un
punto importante en la separación de los comuneros de sus medios de
producción y de vida. Especialmente la implementación de “anzuelos
discursivos”, fueron creando una inferioridad subjetiva en los comuneros, pero al
mismo tiempo, el uso de fertilizantes fue dando paso a lo que se conoce como
“ley de rendimientos decrecientes”, lo que fue incrementando el costo de la
producción de maíz. Además de ello, el hecho de que el Tratado de Libre
Comercio con América del Norte supusiera la eliminación de subsidios para la
producción maicera y la eliminación de aranceles para la producción maicera
proveniente de Estados Unidos, significó el empobrecimiento del campo
mexicano.
En tercer lugar, en el proceso de despojo que dio lugar a la agricultura industrial
de berries para exportación en Tumasïu, es importante un proceso de
acaparamiento de terrenos comunales por parte de algunos comuneros, de
manera que cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la
comunidad, la decisión se agrarizó, es decir, quedó en manos de unos pocos, a
134
saber, de aquellos que poseían los terrenos comunales excluyendo al resto de
los comuneros y comuneras.
En cuarto y último lugar, el proceso de certificación de terrenos comunales, como
parte de las acciones necesarias para la firma e implementación del Tratado de
Libre Comercio, fue un hito relevante pues, para algunos de los comuneros que
accedieron a certificar sus parcelas, ello significó que la tenencia de la tierra
pasaba a ser de pleno dominio, es decir, propiedad privada y, con ello, la
asamblea general de comuneros dejaba de ser, para ellos, la máxima instancia
en la toma de decisiones y resolución de conflictos. De esa manera, decidir entre
rentar o no las parcelas, quedaba en manos de unos pocos comuneros cuya
concepción de la tenencia de la tierra se identificaba con la tenencia individual.
Así, a partir de estos mecanismos de despojo avanzó y se instaló la agricultura
industrial de berries para exportación cuyo inicio se encuentra en Zamora pero
que ha avanzado hacia otras latitudes como Jacona, Tangancícuaro, Tlazazalca,
la Cañada de los Once Pueblos.
En el capítulo me interesó mostrar cómo, a pesar de que el monocultivo de
berries supone una serie de consecuencias y externalidades de distinta índole,
ha ido incrementado la zona de cultivo pues supone una gran cantidad de divisas
y empleos por lo que es una actividad económica defendida e incluso impulsada
por el sector empresarial pero también por los tres niveles de gobierno.
Hago énfasis en cómo, a pesar del discurso productivista y desarrollista con que
es presentada la agricultura industrial de berries, ello no se ha traducido en el
mejoramiento de los niveles y calidad de vida de las comunidades donde se
instala el agronegocio. Antes bien, los expolia.
Al centrarme en los procesos y los mecanismos de despojo quise mostrar que la
agricultura industrial y todos sus aditamentos -acolchados plastificados,
macrotúneles, sistemas de riego, herbicidas, fungicidas, acaricidas, fertilizantes,
cepellones- y también sus consecuencias -contaminación plástica,
contaminación de los mantos freáticos, erosión del suelo, deforestación- no
aparecieron de la noche a la mañana en los terrenos comunales de las
comunidades p´urhépecha de la Cañada de los Once Pueblos y que su
instalación obedece a procesos de despojo que datan por lo menos de finales
del siglo XIX y principios del XX.
135
Históricamente, la Cañada de los Once Pueblos ha sido una región conocida por
sus abundantes elementos naturales como el suelo y las aguas del río Duero, lo
que ha significado que las tierras, en manos de las comunidades indígenas
desde su fundación o “desde tiempos inmemoriales”, siempre fueron codiciadas
por agentes y personas externas a la comunidad. Por lo que el acaparamiento
de terrenos comunales fue una práctica recurrente tanto por personas externas
a la comunidad como por personas y familias internas, como nos lo mostró el
caso de la familia “A” en Tumasïu.
Pero también casos como el de don Toño nos muestran cómo el acaparamiento
de terrenos en unas pocas manos ha deparado en un envejecimiento del campo
que imposibilita el trabajo agrícola lo que ha beneficiado a las empresas
agrícolas pues “de que están ahí nomás las tierras…”, es preferible rentarlas
pues ello supone una entrada económica tanto para los comuneros de derecho
con posesión de terrenos comunales que se benefician con la renta de los
terrenos, como para los comuneros de hecho, que trabajan en el jornal.
Además, la historia de este despojo está atravesado por las reconfiguraciones
territoriales que van desde las reformas liberales del siglo XIX, la reforma agraria
de principios del siglo XX y la reforma al artículo 27 constitucional de 1992
(Ventura, 2006). Dichas reconfiguraciones territoriales han significado la pérdida
de territorio y, por consiguiente, pérdida de autonomía para las comunidades.
Aunado a todo lo anterior, las condiciones de carencia y precariedad económica
en las que se encuentran las comunidades, han normalizado el monocultivo de
berries en la región. Pareciera entonces que la agricultura industrial se aparece
como el destino manifiesto de las comunidades de Eraxamani aunque esto
signifique el expolio de los elementos naturales y de la salud de los cuerpos,
degradar el ambiente, envenenar y eutrofizar los mantos freáticos, la pérdida de
biodiversidad.
En dicho contexto, historias como las de Cinthya y Liliana nos muestran cómo
en la región se ha ido asumiendo como un destino un tanto fatal, el trabajar en
el surco, en la repela de berries. Las comunidades tienen poco margen de
maniobra para exigir mejores tratos, lo que se agrava cuando la decisión de
rentar o no las tierras se agrariza y se excluye a la mayoría de la población. El
agronegocio no debería de ser el destino manifiesto de las comunidades y, por
supuesto, no debería ser catalogado como modelo de desarrollo rural pues si
136
bien la agricultura industrial significa miles de millones de pesos en divisas, éstas
se van de la comunidad y se quedan en las manos de unos cuantos mientras
que las consecuencias, los costos, las externalidades ambientales, laborales y
de salud se quedan en la comunidad, en el territorio, en las manos y en los
cuerpos de quienes habitan los parajes donde se instala el agronegocio.
Por ello, en el contexto gris donde la agricultura industrial de producción y
exportación de materias primas se aparece como el destino manifiesto,
experiencias de resistencia como las de la comunidad de Tumasïu, que resisten
a la vorágine agrocapitalista, a la seducción del monocultivo, aferrándose a su
identidad cultural para defender su territorio, merecen la pena retomarlas y
visibilizarlas.
137
CAPÍTULO III. TERRITORIALIDADES EN DISPUTA: TUMASÏU CONTRA EL AGRONEGOCIO.
Nosotros pensamos que la tierra no es de nosotros,
nosotros somos de la tierra…
Napoleón Márquez Serano. Comunero de Santo Tomás.
138
Inicio este tercer capítulo con las palabras que Napoleón me dijo mientras
realizábamos una reforestación en uno de los cerros de Tumasïu. Mientras los
hombres y mujeres de mayor edad plantaban los arbolitos de pino, con Napo y
los integrantes más jóvenes de la ronda comunal acarreábamos los arbolitos
desde las camionetas hasta donde serían plantados. Trabajo arduo. Allí, en un
momento de descanso bajo los árboles más grandes, Napo me dijo unas
palabras que dejaron entrever su concepción de naturaleza: “Nosotros
pensamos que la tierra no es de nosotros, nosotros somos de la tierra”.
Comprendí allí, de las palabras de Napo, el significado de “Nana Echeri”,
palabras en p´urhépecha que se traducen como “Madre Tierra” y que lejos de
ser un slogan vacío y sin significado, de palabras de Napo adquirían una
trascendencia importante: detrás de aquellas palabras se translucía una
cosmovisión distinta, la cosmovisión p´urhépecha, una forma alternativa de vivir
y habitar el espacio a la manera hegemónica propuesta e impuesta por el
pensamiento moderno- occidental y bajo el cual la naturaleza y el territorio
adquieren el estatus de objeto susceptible de ser dominada, estudiada,
explotada, es decir, desde una perspectiva utilitaria (Giménez, 2005).
Así que aquellas palabras me terminaron de convencer que el conflicto con la
empresa agrícola no fue solamente por los acuerdos incumplidos por parte de la
empresa sino también por causas que trascendían lo agrario. En el conflicto
Imagen 11 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
139
también había reivindicaciones que tenían relación con la defensa del territorio
ancestral como base material de la identidad cultural, con respecto a la
conservación de la biodiversidad, a la conservación de los elementos naturales
de la comunidad y con defender la agricultura maicera que, a su vez, representa
la base de actividades culturales que fortalecen la identidad cultural p´urhépecha
como las fiestas tradicionales.
En ese sentido, considero que el conflicto en la comunidad de Tumasïu implicó
también dos maneras de concebir el territorio en tanto apropiación de un actor
social, tal como lo define Gilberto Giménez (2005), una apropiación utilitaria y
funcional y una apropiación simbólico- cultural.
Para Giménez, la apropiación utilitaria del territorio ocurre “cuando se considera
el territorio como mercancía generadora de renta (valor de cambio), como fuente
de recursos, como medio de subsistencia, como ámbito de jurisdicción del poder,
como área geopolítica de control militar, como abrigo y zona de refugio…”
(Giménez, 2005: 10).
Por otro lado, entiende la apropiación simbólica del territorio cuando “se lo
considera como lugar de inscripción de una historia o de una tradición, como la
tierra de los antepasados, como recinto sagrado, como repertorio de
geosímbolos, como reserva ecológica, como bien ambiental, como patrimonio
valorizado, como solar nativo, como paisaje natural, como símbolo metonímico
de la comunidad o como referente de la identidad de un grupo” (Giménez, 2005:
11)
En Tumasïu, como desarrollaré en este capítulo, la llegada de la agricultura
industrial supuso el encuentro entre estas dos formas de habitar y concebir el
territorio, encuentro que motivó el conflicto socioterritorial entre la territorialidad
comunal, más identificada con la generación de valores de uso y de la
apropiación simbólico cultural propuesta por Gilberto Giménez, y la territorialidad
agrocapitalista más enfocada a la producción de valores de cambio y de la
apropiación utilitaria y funcional.
140
En este sentido, pienso que el incremento de los conflictos de distribución
ecológica, socioambientales y socioterritoriales dejan entrever valoraciones
distintas de la naturaleza y del territorio en el contexto de un mercado global. En
este tenor de ideas, considero que es posible pensar el conflicto de la comunidad
de Tumasïu como parte de lo que Boaventura de Sousa Santos denomina
“globalización contrahegemónica” en contraposición a una globalización
hegemónica excluyente en tanto que es un
[…] proceso por el cual una condición o entidad local dada logra extender
su alcance por todo el globo y, al hacerlo, desarrolla la capacidad de
designar como local a alguna entidad condición social rival. (Santos,
2009: 230)
En ese mismo sentido, afirma Santos, la globalización hegemónica implica
conflictos con aquellos que “integra” excluyendo, de esos conflictos nacería la
resistencia que, para Santos conforma la globalización contrahegemónica:
Por todo el mundo los procesos hegemónicos de exclusión encuentran
diferentes formas de resistencia -iniciativas de base, organizaciones
locales, movimientos populares, redes trasnacionales de solidaridad,
nuevas formas de internacionalismo obrero- que intentan contrarrestar
Imagen 12 Reforestación en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
141
la exclusión social abriendo espacios para la participación democrática
y la construcción comunitaria, ofreciendo alternativas a las formas
dominantes de desarrollo y conocimiento; en suma, en favor de la
exclusión social. (Santos, 2009: 231)
En ese sentido, la globalización contrahegemónica está compuesta de iniciativas
y movimientos que combaten la exclusión de índole económica, social, política y
cultural originados por la encarnación más reciente del capitalismo global o
globalización neoliberal (Santos, 2009, 180) y en ese sentido son movimientos
que se enarbolan como resistencia a la globalización hegemónica.
En las exigencias y reclamos del conflicto vivido en la comunidad de Tumasïu se
dejaron entrever valoraciones distintas: ante el productivismo de la agricultura
industrial, la vuelta y defensa de la agricultura maicera para autoconsumo; ante
la concepción utilitarista del suelo, la propuesta de volver a una agricultura
orgánica para autoconsumo; ante el despojo y la tenencia individual de la tierra,
la vuelta y defensa de la tenencia colectiva de la tierra.
En este tenor de ideas, en este capítulo presento las dos territorialidades que en
el caso de la comunidad de Tumasïu, entraron en conflicto a partir de la llegada
de la agricultura industrial de berries para exportación a los terrenos comunales.
Como sostengo líneas arriba, antes del conflicto y movimiento de protesta en
contra de la empresa agrícola en la comunidad de Tumasïu ya había un fuerte
sentimiento de comunidad e identidad colectiva fundamentada en un origen
cultural común: la cultura p´urhépecha. En ese sentido, Tumasïu, como una
comunidad indígena p´urhépecha, pertenece a ese gran cúmulo de
conocimientos y saberes silenciados e invisibilizados por la razón metonímica,
la razón dominante en la modernidad occidental y que excluye los otros saberes
y conocimientos.
En mi trabajo, propongo que la comunidad, en los tiempos actuales, es una
construcción social proyectada cuya existencia no es independiente de la
existencia de aquellos que deciden vivir en comunidad. En ese sentido,
concuerdo con la definición de comunidad que ofrece Eduardo Zárate y que la
entiende como una construcción que
142
proyecta un sentido de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas
culturales añejas propias como por modelos de comportamiento político
que son ya el resultado de la experiencia participativa de los actores en
organizaciones e instituciones modernas y no comunitarias. (Zárate,
2009: 64).
Es decir, que la comunidad no existe por sí misma con independencia de
aquellos que la construyen, antes bien, justamente por ser el resultado de la
decisión explícita de sujetos que deciden vivir en colectividad, la comunidad,
como la entiendo aquí, es una construcción consciente y, en el caso de la
comunidad de Tumasïu, en el proceso de construcción los actores sociales
recuperaron elementos que consideraron y sientieron importantes en su proyecto
de comunidad. En ese tenor de ideas, la noción de comunidad que retomo aquí
se vincula con la noción de territorialidad, que retomo de Robert Sack para quien
la territorialidad es una estrategia utilizada por un individuo o un grupo para
controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack, 1986). Lo que
me permite entender la territorialidad comunal como una territorialidad construida
por los actores sociales a partir de elementos culturales p´urhépecha
específicos, es decir, como una estrategia que los y las comuneras de Tumasïu
implementaron para controlar, afectar e influir el acceso a los terrenos comunales
por parte de la territorialidad agrocapitalista.
Por ello, tampoco entiendo a la comunidad de Tumasïu actual como un ente
anacrónico sino como una construcción social por parte de unos actores sociales
que recuperan para ello algunos elementos culturales p´urhépecha como parte
de una estrategia territorial.
Siguiendo las ideas de Verónica Velázquez (2019) quien, a partir de la noción de
territorios alternativos, propone que en la comunidad de Cherán surgió una
territorialidad alternativa como una respuesta a los intentos de reterritorialización
neoliberal en las comunidades indígenas, a partir de la reivindicación de una
territorialidad ancestral y étnica (Velázquez, 2019), propongo que en el caso de
la comunidad de Tumasïu, también operó la puesta en marcha de la
territorialidad comunal como una territorialidad alternativa a la agrocapitalista y
que en ese proceso se recuperaron aspectos comunales para hacer frente a la
territorialidad agrocapitalista representada por el monocultivo de berries.
143
Siguiendo las ideas expuestas hasta ahora, se puede admitir que la comunidad,
pensada como una construcción social proyectada, es la construcción social de
un o unos actores. ¿En qué consiste esta comunidad construida socialmente en
Tumasïu?, ¿Quién o quiénes son los actores sociales que la construyen?, son
preguntas que guían mi reflexión a lo largo de este capítulo. La territorialidad
comunal en Tumasïu está siendo impulsada, es decir, construida por hombres y
mujeres, comuneros y comuneras que se han opuesto a la territorialidad
agrocapitalista recuperando y fortaleciendo algunas prácticas e ideas
comunales.
En el trabajo de Verónica Velázquez (2019), se puede ver una respuesta de
incorporación de la agricultura industrial de berries y aguacate en el
ordenamiento territorial comunal, en el caso de la comunidad de Zirosto y, la otra
respuesta, que repele y se resiste a la territorialización extractivista de
agroexportación a partir de la reivindicación de su territorialidad ancestral, la del
caso de Cherán. En mi trabajo, parto de la premisa de que tanto en la región de
Eraxamani como específicamente en la comunidad de Tumasïu también se
presentan las dos respuestas a la agricultura industrial.
La respuesta de la comunidad, sin embargo, no fue general pues en un sector
de la comunidad de Tumasïu, también surgió una respuesta de incorporación de
la agricultura industrial a su territorio comunal a partir de la renta de los terrenos
comunales, generalmente por parte de comuneros de derecho con posesión de
tierra, pero también de comuneros de hecho sin posesión de tierras que se
empleaban como jornaleros y jornaleras en la agricultura industrial de berries.
En contraparte, también surgió una respuesta de resistencia, cuestionamiento y
rechazo a la reterritorialización neoliberal capitalista representada por la
agricultura industrial de berries, territorialidad impulsada por comuneros tanto de
hecho como de derecho inconformes con el uso que se les estaba dando a los
terrenos comunales por parte de la empresa agrícola.
De manera que, en mi trabajo propongo que en Eraxamani y en Tumasïu, el
avance del agronegocio ha dado lugar al encuentro de dos respuestas y ello, a
su vez, a dado lugar a un conflicto entre dos territorialidades. Por un lado, una
territorialidad agrocapitalista concretizada en la producción de berries y
hortalizas que avanza mediante contrato de arrendamiento de terrenos
comunales y las consustanciales prácticas del monocultivo y que en el caso de
144
la comunidad de Tumasïu ha sido aceptada y fue a su vez impulsada por algunos
de los comuneros de derecho que poseen los terrenos comunales67. Por otro
lado, una territorialidad comunal que, como en el caso de la comunidad de
Cherán, se revitaliza en función de la reivindicación de elementos étnicos y
ancestrales y que es impulsada por un grupo de actores sociales específicos.
Presento, en ese sentido, estas dos territorialidades que entraron en pugna en
Tumasïu a partir de la llegada de la agricultura industrial de berries, partiendo de
la información en entrevistas y la observación participante. No pretendo, con ello,
agotar en su totalidad los significados de estos dos mundos o territorialidades,
más bien me interesa perfilarlos con la finalidad de tener presentes las dos
formas de habitar y administrar el territorio que se contrapusieron en Tumasïu a
partir de la llegada de la empresa agrícola y que dieron lugar al conflicto. Me
interesa también presentar dos viñetas etnográficas, una por territorialidad, en la
que presento una parte de la vida de un actor social. Considero que ello ayudará
a comprender mejor aún que el tratamiento teórico, el por qué de las acciones
de cada actor social. De esta manera, el capítulo está compuesto por dos
grandes apartados, el primero de ellos, dedicado a la territorialidad comunal en
el que perfilo los elementos que, a partir de la voz de los comuneros y
comuneras, son importantes en la construcción de la vida comunal en Tumasïu,
y el segundo apartado, en el que abordo la territorialidad agrocapitalista a partir
de algunos de los postulados más importantes y que se confrontan con las
prácticas comunales recuperadas y revitalizadas por los comuneros y
comuneras de Tumasïu.
67 Como explicamos en el primer capítulo, con “comuneros de derecho con posesión de
tierra”, entendemos aquellos comuneros que tienen en posesión terrenos comunales,
aunque no en pleno dominio porque éste es de la comunidad en tanto ente agrario. En
el caso de la comunidad de Tumasïu, fue con ellos y ellas las que la empresa Agrícola
Superior de Jacona inició el arrendamiento de terrenos comunales para la producción
industrial de berries.
145
3. 1 Territorialidad comunal.
para hacernos grandes personas son otras cosas, esto, la lucha hermanos, ser hermanos p´urhépechas, eso es lo que llamamos nosotros como p´urhépechas la Kaxumbikua, jorhejpukua, la mariokpekukua y la Jarhoájperakua que son este meramente de la raíz p´urhépecha y esto es un ejemplo de lucha que hemos vivido y seguiremos luchando.
Héctor Álvarez. Comunero de Tumasïu.
El testimonio anterior, pronunciado desde las palabras de Héctor Álvarez,
comunero de Tumasïu, reflejan la dimensión axiológica de la cultura
p´urhépecha, importante en la constitución de la territorialidad comunal desde la
cual los comuneros y comuneras defendieron -y defienden- su modo de vida
comunal en contra de la territorialidad agrocapitalista.
En este sentido, entendemos por territorialidad “el conjunto de prácticas y
acciones sociales de una formación social específica que producen material y
simbólicamente el espacio” (Díaz, 2014: 4), lo que, a su vez, remite a formas de
concebir y habitar, a través de acciones y prácticas, el espacio físico. De esta
manera, las preguntas que intentamos responder son: ¿Qué prácticas y acciones
sociales producen material y simbólicamente el espacio y la territorialidad
comunal en Tumasïu?, y, ¿Quién o quiénes son aquellos, aquellas que impulsan
la territorialidad comunal en Tumasïu?
Para responder la pregunta nos basamos en la recuperación de los elementos
que permiten la vida comunal en la comunidad de Tumasïu, según las entrevistas
y la observación participante que realizamos con los y las comuneras que
construyen y defienden la territorialidad comunal y que, según vemos, para ellos
la vida comunal significa hacer referencia a cinco elementos o prácticas
concretas que permiten la vida comunal.
En primer lugar, haremos referencia a la tenencia de la tierra que dentro del
conflicto en la comunidad significó un elemento importante pues algunos de los
comuneros aliados a la empresa agrícola argumentaban que, a partir de la
146
certificación de una parte de la zona parcelada de la comunidad, la tenencia de
la tierra era de propiedad privada y que, por ende, cada comunero por lo
individual tenía la facultad de rentar los terrenos a la agroempresa sin tomar en
cuenta la asamblea general de comuneros. Para ellos el hecho de haber
obtenido un certificado parcelario significó que el régimen de tenencia de la tierra
ya no era social, sin embargo, no es así, la tenencia de la tierra en Tumasïu
continúa siendo social, comunal y, por ello, la asamblea general de comuneros
continúa siendo la máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de
conflictos.
Por otro lado, había un grupo de comuneros, que son de quienes nos interesa
recuperar el testimonio, que, con una opinión distinta, argumentaban que la
tenencia de la tierra en la comunidad continuaba bajo el régimen comunal y que,
por ello, la decisión de rentar o no los terrenos comunales a la agroempresa
recaía en la asamblea general de comuneros, tanto de derecho como de hecho.
En segundo lugar, de acuerdo a la narrativa de los y las comuneras, haré
referencia a las prácticas sociales y culturales que se forman alrededor de la
tenencia de la tierra bajo el régimen comunal y que constituyen una oportunidad
para fortalecer el tejido social comunitario. Principalmente hago referencia al
cultivo del maíz y de las prácticas alrededor del cultivo como la conservación de
semilla nativa, la preparación del terreno, la siembra, la cosecha, el desgrane y
los alimentos preparados con el maíz como actividades socializadoras
importantes dentro de la comunidad y de las familias y que el acecho de la
territorialidad agrocapitalista ha puesto en riesgo al desplazar la agricultura
tradicional maicera.
Pienso que un aspecto particularmente importante para los comuneros y
comuneras que defienden la territorialidad comunal, es el aspecto de la
autonomía y seguridad alimentaria que el cultivo de maíz para autoconsumo les
otorga, versus la inseguridad y dependencia alimentaria que significó para ellos
el monocultivo de berries.
En tercer lugar, aparece como un elemento importante en la conformación del
conflicto, el sistema axiológico o los valores comunitarios que chocan o se
contradicen con los valores narcisistas e individualistas propuestos por la cultura
moderno- occidental capitalista. La Kaxumbikua y la Jarhoájperakua aparecen
como valores importantes en la conducción de la vida de los y las comuneras, al
147
mismo tiempo que están estrechamente relacionadas con el sistema normativo
interno de la comunidad.
En cuarto lugar, hacemos referencia al ya mencionado sistema normativo interno
de la comunidad: la costumbre, que se contrapone con la ley escrita de la cultura
moderno- occidental y que fungió un importante papel dentro de la conformación
del conflicto socio- territorial. Es sobre todo en la parte inicial del contrato de
arrendamiento entre los comuneros y la empresa Agrícola Superior de Jacona
que observamos un encuentro entre la costumbre y la ley escrita.
Por último, la cosmovisión indígena p´urhépecha de la naturaleza en la que ésta
aparece como Nana Echeri (Madre Tierra) es un elemento que también está
presente en la narrativa de los comuneros y que se contrapone con la definición
moderno- occidental de la naturaleza como un objeto y stock de recursos para
la producción de mercancías.
Según pude ver durante mi trabajo de campo, en Tumasïu decidir por defender
la vida en comunidad ha significado defender la tenencia colectiva de la tierra, la
asamblea y las faenas comunales, los valores p´urhépecha, el sistema normativo
interno y la cosmovisión p´urhépecha en la que la naturaleza, la madre
naturaleza o Nana Echeri, aparece como un sujeto. A continuación abordaré
cada uno de estos elementos que componen la territorialidad comunal, aunque
en primer lugar me interesa presentar a aquellos comuneros que en Tumasïu
impulsaron la defensa y la rehabilitación de la territorialidad comunal toda vez
que parto de la idea de que la recomunalización, esto es, la rehabilitación de los
elementos de la territorialidad comunal es un proyecto (Zárate, 2009) impulsado
por actores sociales para lo cual recuperan algunos elementos ancestrales,
además, presentar a los actores sociales también nos ayudará a entender cómo
se fue conformando el discurso comunalista que terminó por expulsar a la
empresa Agrícola Superior de Jacona. Como mostraré, en el caso de la
comunidad de Tumasïu, en el impulso de recomunalización de la comunidad el
papel que jugaron las autoridades civiles y comunales fue sumamente
importante pues lideraron y mostraron una actitud de apertura que redefinió las
asambleas comunales pues, en base al derecho indígena y a los criterios de
membresía étnicos (Ventura, 2021), se permitió la participación de todos y todas,
trascendiendo a la asamblea agraria.
148
Somos comuneros y comuneras porque aquí nacimos.
Héctor Álvarez es profesor de educación primaria, bilingüe p´urhépecha.
Originario de la comunidad de Tumasïu, desde muy temprano sale de su casa
para impartir clases en la comunidad de Ichán. En sus clases, Héctor intenta
inculcar a sus estudiantes el amor a la cultura p´urhépecha y a los elementos
culturales ancestrales a través de actividades artísticas pues además de profesor
y comunero, Héctor es un artista p´urhépecha que pinta al óleo figuras
emblemáticas como Tata Juan Chávez68 o Elpidio Dominguez69.
Orgulloso de su origen cultural p´urhépecha, Héctor, además funge como
miembro del Consejo Comunal de Tumasïu, un órgano que, a decir de sus
propias palabras, coadyuva en la administración pública comunal con las
autoridades civiles y agrarias. No es la primera vez que Héctor tiene un cargo al
interior de su comunidad, anteriormente fue ya secretario de la Jefatura de
Tenencia en los tiempos en que la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a
su comunidad, allá por el 2012. Desde entonces, Héctor observó con mucho
detenimiento las prácticas que ésta realizaba en los terrenos comunales de su
comunidad:
Yo le decía al entonces jefe de tenencia: “oye, como que este fresero o
esta compañía agrícola que se metió aquí como que llegó como quien
dice a su casa, porque no le hemos dicho nada”, y en ese entonces la
empresa ya había comenzado a contaminar mucho.70
A pesar de ello, Héctor y algunos otros miembros de la comunidad no
encontraron eco en las respuestas que el jefe de tenencia les daba en aquel
momento pues junto con el comisariado de bienes comunales, había participado
68 Tata Juan Chávez Alonso fue un comunero originario de la comunidad p´urhépecha
de Nurío. Fue delegado cero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, integrante
del Consejo Nacional Indígena y un personaje clave en la conformación del movimiento
zapatista en la meseta p´urhépecha. 69 Elpidio Domínguez fue un comunero originario de la comunidad de Santa Fe de la
Laguna y líder de la lucha contra los ganaderos de Quiroga que quisieron despojarlos
de sus terrenos comunales en la década de los 70´s. 70 Entrevista a Héctor Álvarez, realizada el 17 de noviembre de 2020 en la comunidad
de Tumasïu.
149
en la instalación del monocultivo y las opiniones de Héctor, a pesar de ser parte
del Consejo, no fueron tomadas en cuenta a la hora de entablar los contratos de
arrendamiento con los comuneros.
Sin embargo, aquello no desmotivó a Héctor y tiempo después, con la
designación del nuevo jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad y del Consejo
Comunal, Héctor volvió a ser designado como miembro. De manera que, en
noviembre de 2018, cuando inició el conflicto con la empresa Agrícola, Héctor
vio reflejadas sus preocupaciones en los diálogos y temas expuestos y debatidos
en las asambleas comunales que dieron origen al movimiento de protesta.
De manera que en el origen del movimiento de protesta contra la agroempresa
las autoridades civiles, comunales y agrarias tuvieron un papel muy importante
pues su intervención y seguimiento del conflicto significó que éste estuviera
presente en la agenda de las asambleas comunales las que, dicho sea de paso,
en Tumasïu se convocan de manera general con independencia del censo
agrario por lo que todos y todas están invitadas a participar en ellas. Las
autoridades civiles anteriores, además de participar en la instalación del
monocultivo, nunca pusieron el tema de las afectaciones provocadas por la
agricultura industrial en la agenda de las asambleas comunales. Ahora bien,
¿Por qué se dio este cambio de actitudes en las autoridades civiles y
comunales?, ¿qué hace distintas a las autoridades civiles anteriores a las que le
hicieron frente al agronegocio?, ¿quiénes conforman las autoridades civiles
actuales en Tumasïu?
Aunque muchos movimientos sociales se afirman como organizaciones
horizontales, también es cierto que siempre hay quienes sobresalen de entre
todos y todas las que lo conforman. Sea porque son las autoridades en turno,
porque tienen facilidad de palabra o porque son los directamente afectados. En
este tenor de ideas, considero que el movimiento de resistencia de la comunidad
de Tumasïu no se puede comprender sin un acercamiento a quiénes son
aquellos y aquellas que, de una forma u otra, sobresalieron en el movimiento de
protesta contra la empresa agrícola que, en el caso de Tumasïu, correspondió a
las autoridades civiles y comunales que, hay que decirlo, fueron en su mayoría
jóvenes.
En las comunidades de Eraxamani, además del jefe de Tenencia como titular o
propietario del cargo, la plantilla administrativa cuenta con un suplente del jefe
150
de tenencia, un secretario y un tesorero, aunque solamente el titular tiene
derecho a recibir una compensación económica en el ayuntamiento municipal.
Como muchas comunidades p´urhépecha, las autoridades de Tumasïu son una
hibridación entre lo propuesto en la Ley Orgánica Municipal del estado de
Michoacán y la organización política heredada de las tradiciones y costumbres
que en algunas comunidades incluyen a las autoridades tradicionales y religiosas
(Cruz, 2014).
La Ley Orgánica Municipal contempla, en su artículo 90, el respeto a la
organización política y social de las comunidades indígenas ampliando el
margen de movilidad para que elijan y diseñen su organización política social
conforme a sus usos y costumbres, a la letra, dice:
Artículo 90. Tomando en consideración que el Estado de Michoacán
tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en sus
pueblos indígenas, en los municipios donde se encuentran asentados
éstos, los Ayuntamientos protegerán y promoverán el desarrollo de sus
lenguas, culturas, usos, costumbres, recursos y formas específicas de
organización social de acuerdo con la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, Constitución Política del Estado y demás
leyes aplicables.
Por ello, siendo y asumiéndose Tumasïu como una comunidad indígena, al
interior de su organización política se contempla la figura del Consejo Comunal,
como una figura política que coadyuva en la administración comunal. A decir de
Héctor, es herencia viva y recreada de los antepasados p´urhépecha:
Este cargo, si nos remontamos un poquito hacia atrás, este cargo pues
es haz de cuenta como quien dice uno de los cargos ancestrales por
decirlo así donde se juntaban parte de la comunidad para llevar a cabo
pues o tomar más bien decisiones e incluso este cargo del Consejo es
similar a un consejo tradicional que aún aquí si todavía tenemos eda
151
nada más que las leyes ya no lo, ya no lo reconocen, estoy hablando del
juez71.
En Tumasïu, el Consejo Comunal es la manifestación de esta herencia política
ancestral y se corresponde con la manera en que se organiza la comunidad para
fines organizativos tanto políticos como religiosos. Corresponde a la
organización barrial heredada por los antiguos p´urhépecha según se lee en la
Relación de Michoacán. Tumasïu se divide en dos barrios: el barrio de arriba y
el barrio de abajo, divididos por el templo erigido al santo patrono, Santo Tomás.
Según Günther Dietz (2017), en muchas ocasiones el jefe de tenencia era motivo
de conflicto y desconfianza al interior de las comunidades pues su dependencia
unidireccional con el ayuntamiento lo identificaban con la élite dominante
generalmente mestiza, ajena casi siempre a los intereses de la comunidad.
Sin embargo, en Tumasïu y en otras comunidades de Eraxamani, se ha notado
un cambio en esta situación y el jefe de tenencia actual, Tata Wily, está
identificado con los intereses de la comunidad, expresados a través de la
asamblea comunal. Napo y algunos comuneros consideran que la elección de
Wily como jefe de tenencia fue algo inusual pues la jefatura siempre había estado
ocupada por familiares o comuneros cercanos a la familia “A” y sus intereses.
Para ellos, el hecho de que la asamblea comunal haya elegido a Wily, un
comunero de hecho sin posesión de tierras que laboraba como jornalero agrícola
fue un parteaguas en el destino de la comunidad y en el proceso de cuestionar
los procederes y quejas que la empresa agrícola estaba generando.
Además, el hecho de que la forma de llevar a cabo la elección tanto del jefe de
tenencia como del Consejo Comunal y de los demás miembros del ayuntamiento
comuna sea mediante usos y costumbres, legitima al interior de la comunidad la
investidura y autoridad de los comuneros electos. En Tumasïu, la manera de
elegir a las autoridades se da mediante la propuesta, al interior de la asamblea
comunal realizada para tal fin, de los comuneros candidatos. Acto seguido, se
solicita al resto de los comuneros que se formen detrás del comunero candidato
de su preferencia.
71 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 17 de mayo de 2019 en la comunidad de
Tumasïu.
152
A diferencia de otras comunidades de Eraxamani, en Tumasïu no se realiza
“campaña política” para promover a los comuneros candidatos, como por
ejemplo en el caso de la comunidad de Carapan en que se conforman planillas
por candidato y se abre un periodo de tiempo para promover al candidato. En
Tumasïu la elección se hace “a mano alzada” y votan los hombres y mujeres
reconocidos como miembros de la comunidad por lo cual casi no es necesaria la
credencial de elector pues en Tumasïu “todos nos conocemos”.
Como sostengo en el segundo capítulo, anteriormente los jefes de tenencia eran
impuestos por el presidente municipal y tenían una importante participación en
los procesos de acaparamiento y despojo de terrenos comunales, de ahí la
desconfianza que había al interior de las comunidades con relación al jefe de
tenencia.
En Eraxamani, el surgimiento del Consejo Regional de Autoridades Civiles,
Comunales y Tradicionales Eraxamani, formado por algunas de las comunidades
como Ichán, Huáncito, Zopoco, Tumasïu, Tanaquillo, Urén y Los Nogales para
hacer frente a las decisiones del ayuntamiento municipal muestra este cambio
entre las anteriores autoridades civiles y las actuales:
Este Consejo surgió a raíz de lo que ha venido trascendiendo durante
muchos años, el monopolio que han hecho nuestras autoridades
municipales, el poco interés por intervenir en las comunidades, el
presupuesto de cada año fiscal que se entrega, que son pues digamos
míseros porque sinceramente las autoridades municipales siempre han
utilizado a las comunidades dentro de lo que son las campañas políticas,
con promesas, comprometiéndose a hacer algunas obras que realmente
al final, cuando ya están en el poder nunca las hacen, entonces esa es
una de las razones pero el Consejo también nació por la represión que
sufrieron las comunidades de Ichán y Santo Tomás el pasado 4 de
diciembre de 2018 en donde la comunidad de Ichán se manifestaba por
la imposición que quería hacer el actual presidente Eduardo Ixta
Álvarez72.
72 Entrevista realizada al Consejo Regional de Autoridades Civiles, Comunales y
Tradicionales Eraxamani.
153
Las autoridades civiles, comunales y agrarias de Tumasïu que hicieron frente al
agronegocio, están conformadas por personas jóvenes de la comunidad que
mantienen una actitud crítica con respecto al proceder de las anteriores
autoridades civiles y comunales que se caracterizaron por el acaparamiento de
terrenos comunales de mano de élites en el poder municipal73 y de los partidos
políticos, por lo que los jóvenes integrantes de la actual administración comunal
mantienen una postura crítica con el gobierno municipal y los partidos políticos.
En ese sentido, es posible pensar el conflicto socioterritorial de Tumasïu en
términos de un cambio generacional:
Nuestros papás, sesenta o hasta un poquito más nuevos, todos estaban
influenciados por los partidos políticos que incluso en algunas
comunidades el PRI era uno de los partidos políticos que dominaba y
¿qué es lo que hacían al dominar?, ellos pensaban que también dentro
de sus comunidades podían hacerlo de esa manera, entonces ahí en las
comunidades indígenas es lo que ha pasado, que siempre han estado
ellos queriendo tener el control, siempre han querido tener el dominio de
una comunidad con esa mentalidad partidista, entonces yo pienso que
las personas fueron más débiles en ese sentido porque asimilaron todo
lo que los partidos políticos les daban, todo lo que les enseñaban y ellos
veían que de un cierto punto digamos de la cabecera municipal les
enseñaban cómo tratar a la gente y ellos llegaban y hacían lo mismo en
las comunidades.74
Son jóvenes que, podríamos decir, forman parte del movimiento de emergencia
indígena que describe Carmen Ventura (2018) y que en el estado de Michoacán
tendría sus antecedentes en la década de los noventa con el levantamiento del
Ejército Zapatista de Liberación Nacional y lo que la autora denomina “una
oleada de reformas jurídicas en materia indígena” lo que permitió que las
comunidades indígenas del estado hicieran demandas principalmente en el
73 Proceso ya descrito en el capítulo I. 74 Entrevista al Consejo Regional de Autoridades Civiles y Tradicionales Eraxamani,
realizada el 12 de marzo de 2019 en la comunidad de Tumasïu.
154
plano de lo político como el derecho a contender por la presidencia municipal, la
creación de nuevos municipios y la integración de regiones autónomas
pluriétnicas (Ventura, 2018). Demandas que, a decir de la autora, surgieron a
partir del desencanto de las comunidades indígenas con el sistema de los
partidos políticos.
Como todo movimiento social, el movimiento indígena a nivel nacional y
latinoamericano ha implicado procesos de lucha y resistencia que, a su vez, han
dado lugar a cambios culturales en aquellos que luchan. Alice Poma, quien ha
dedicado su vida académica a estudiar los cambios culturales en las luchas
contra represas habla de los cambios culturales ocasionados en los sujetos en
lucha y uno de esos cambios tiene que ver con la conversión de sentimientos o
emociones con respecto a algo:
[…] encontramos que gracias a movimientos sociales que consiguieron
un cambio cultural, como el movimiento feminista o el movimiento por los
derechos de las personas con preferencias sexuales diferentes (gay
pride), o el sentimiento de culpabilidad por no ser una buena ama de
casa, en satisfacción por ser una mujer feliz, a pesar de no tener hijos o
no estar casada. Así mismo, en México, el movimiento zapatista en
Chiapas hizo que mucha gente sintiera orgullo en lugar de vergüenza
por ser indígena. (Poma, 2018: 196)
De manera que, en Eraxamani y en Tumasïu, se asiste no solamente a un
cambio generacional sino a un cambio cultural que es resultado de la larga lucha
del movimiento por los derechos de las comunidades indígenas.
Así, los jóvenes que representan a las autoridades civiles y comunales de
Tumasïu y que enfrentaron a la agroempresa son hijos y nietos de aquellos y
aquellas comuneras decepcionadas del sistema de partidos políticos y que, tal
vez por esa decepción, impulsan fuertemente no solo la territorialidad comunal,
sino el ejercicio político de sus derechos para autogobernarse como comunidad
indígena a partir de sus usos y costumbres. Así como sus padres y abuelos se
decepcionaron del sistema partidario, ellos también lo están de la idea de
desarrollo económico que los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN
impulsaron en sus administraciones.
155
Los jóvenes que participan actualmente en los cargos civiles y comunales al
interior de la comunidad mantienen un fuerte sentimiento de identidad
p´urhépecha. Algunos de ellos son profesores de educación primaria bilingüe,
con mucha experiencia en la lucha magisterial, cuya formación profesional se
realizó fuera de la comunidad pero que, una vez que terminaron su preparación
académica, volvieron a la comunidad para laborar ahí y participar en las
asambleas comunales y en la toma de decisiones en la comunidad.
Al haber salido de la comunidad para preparase académicamente, algunos de
ellos fueron víctimas de discriminación por su origen étnico y cultural, lo que lejos
de intimidarlos les fortaleció y les volvió más críticos a las relaciones de
dominación y discriminación, además, éste salir de la comunidad les permitió la
construcción de grupos políticos y de redes de apoyo (Bonfil, 1987).
De hecho, para Gunther Dietz (2017) es esta creación de redes y el surgimiento
de lo que llama una inteligentsia p´urhépecha, posteriormente emancipada de la
tutela de las instituciones, lo que permitirá la emergencia indígena que señala
Carmen Ventura (2018).
Además, pienso que en este cambio de actitud de las autoridades civiles,
comunales y agrarias de Tumasïu han sido determinantes distintos momentos
históricos del pueblo p´urhépecha, momentos que incluso se han convertido en
banderas de lucha de las distintas comunidades indígenas por lo que la
recuperación de la memoria histórica de lucha ha sido importante para estos
jóvenes.
Pienso, por ejemplo, en el conflicto de la comunidad de Santa Fe de la Laguna
en contra del despojo de terrenos por parte de los ganaderos de Quiroga a finales
la década de 1970, el conflicto de la comunidad de Cherán en 2011 y el atentado
contra la comunidad de Arantepacua en 2017 o en la postura crítica de
comunidades p´urhépecha como Nurío. Por supuesto, se trata de jóvenes que
en su infancia supieron del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional en 1994, de la visita del EZLN la comunidad de Nurío en 2001 y 2006,
por lo que se trata de jóvenes que, tal vez a diferencia de la generación de sus
padres, crecieron en un contexto sí de discriminación que fue generando en ellos
un cúmulo de agravios ocultos, pero también del surgimiento de sentimiento de
orgullo hacia adentro de la comunidad y hacia el ser p´urhépecha que les ha
llevado a defender su comunidad y su territorio así como a elementos
156
importantes de la identidad p´urhépecha como el lenguaje, la vestimenta, la
gastronomía y las tradiciones y costumbres.
Además, uno de los factores importantes en la rehabilitación de los valores,
figuras, deidades, tradiciones y costumbres p´urhépecha ha sido la celebración
del Año Nuevo P´urhépecha, celebración que se realiza cada 2 de febrero desde
1983 y en el que se enaltecen algunos de los símbolos más importantes de la
cultura p´urhépecha como el lenguaje, la vestimenta, la tradición gastronómica y
la cosmovisión p´urhépecha.
Pienso que otro elemento importante en la recuperación de la memoria histórica
y de la rehabilitación de elementos de la cultura p´urhépecha ha sido la
conformación del Consejo Supremo Indígena de Michoacán (CSIM), fundado en
2015 en la comunidad de Caltzontzin como el resultado de una serie de foros
realizados durante más de dos años en distintas comunidades (Ventura, 2018).
Desde su formación, el CSIM se ha constituido como un espacio de análisis y
coyuntura política en el que se discuten las distintas situaciones que atraviesan
las comunidades indígenas de Michoacán con las autoridades civiles, agrarias,
tradicionales y comunales de las distintas comunidades indígenas de Michoacán
que forman parte del Consejo. El CSIM ha sido un bastión importante en la
interlocución entre las comunidades y el Estado para que éstas exijan distintos
derechos como por ejemplo el derecho a ejercer el presupuesto directo, a la
soberanía alimentaria y a la autonomía75.
En concordancia con lo que refiere Carmen Ventura (2018), pienso que la
legislación en materia indígena también ha tenido un papel importante en el
cambio cualitativo de las autoridades civiles y comunales de Tumasïu y de
algunos comuneros y comuneras. En ese sentido, Ventura considera que dos
momentos dentro de la legislación internacional marcan el inicio de un cambio
en las relaciones entre el Estado- Nación y las comunidades indígenas. La
autora, identifica en primer lugar el convenio 107 de la Organización
Internacional del Trabajo, aprobado en 1957 y en el que aunque, según la autora,
“se expresa una predominancia todavía liberal en tanto que se parte de la idea
de la primacía de los derechos individuales y de una negación de posibles
75 En la lucha por lograr el presupuesto directo, el CSIM conformó el colectivo de
abogados indígenas Juchari Uinapikua, en su mayoría por abogados p´urhépecha, para
litigar y defender los derechos de las comunidades.
157
derechos colectivos” (Ventura, 2012: 77), reconoce que constituye el
antecedente directo del convenio 169 que sería aprobado en 1989 y del cual
México sería, después de Noruega, el segundo país en ratificar (Ventura, 2012:
80)
En dicho convenio, a decir de la autora, se reconoce el derecho de las
colectividades a existir dentro de los estados nación de manera diferenciada por
lo que se les reconocen derechos territoriales, culturales y sociales lo que
conlleva a la transformación en la concepción de los pueblos indígenas quienes,
así, dejan de ser concebidos como objetos de atención a sujetos con
personalidad jurídica (Ventura, 2012). Lo anterior, a mí parecer, ha permitido que
las comunidades se transformen en actores políticos en demanda y defensa de
los derechos que les son garantizados por la legislación nacional e internacional.
En Tumasïu, quienes enarbolaron el movimiento de protesta en contra de la
agroempresa fueron hombres y mujeres, comuneros y comuneras, jornaleros y
jornaleras que abrevaron de esta emergencia indígena. En ese sentido,
considero que el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola es
incomprensible si no se toma en cuenta el movimiento indígena como
movimiento social.
El movimiento de protesta en contra de las prácticas de la agricultura industrial
agrupó distintos actores sociales cuya identidad colectiva comenzó a formarse
alrededor de un discurso que recuperó elementos de la cultura p´urhépecha. En
ese sentido, el movimiento de protesta no sólo se conformó alrededor de los
agravios ocasionados por las prácticas de la agricultura industrial, también los
cohesionó el saberse y el sentirse con un origen común amenazado. Como
comentaré en el cuarto capítulo, para los comuneros y comuneras de la
comunidad de Tumasïu fueron muy importantes los agravios ocasionados por la
empresa agrícola, pero dada la historia de despojo, discriminación y exclusión
de que han sido objeto las comunidades indígenas, en ellos y ellas también se
formó lo que, en referencia a lo que propone James Scott76, denomino como
76 En su libro “Los dominados y el arte de la resistencia”, James Scott propone que, en
contextos de opresión, los oprimidos manejan dos discursos, un discurso público y un
discurso oculto. Scott sostiene que mientras que el discurso público es el que los
oprimidos expresan en presencia del opresor mediante el que minimizan sus
sentimientos de agravio y ofensa, mientras que el discurso oculto es el que expresan y
158
“agravios ocultos” y que fueron catalizadores importantes durante el conflicto con
la empresa agrícola.
En el movimiento participaron comuneros y comuneras, tanto de derecho con
posesión de terrenos como comuneros de hecho, jornaleros y jornaleras
agrícolas y fue un movimiento que se caracterizó por establecer vínculos y tener
apoyo de otras comunidades indígenas tanto de la propia región Eraxamani
como de las otras regiones p´urhépecha, como el apoyo mostrado por la
comunidad indígena de Arantepacua a través del envío de despensas y la
publicación de un manifiesto en contra de la empresa agrícola y en apoyo a la
comunidad de Tumasïu. El hecho de que el movimiento de protesta en contra de
la empresa agrícola se reafirmara como el movimiento de una comunidad
indígena en defensa de sus terrenos comunales apeló a la reafirmación de la
identidad indígena p´urhépecha en contra de aquellos y aquellas que apoyaron
abiertamente a la empresa agrícola, cuyos intereses parecían estar en contra de
la comunidad de manera que quienes se enfrentaron a la agroempresa y a la
territorialidad agrocapitalista, lo hicieron rehabilitando ideas y prácticas
ancestrales de la territorialidad comunal, en ése sentido, la comunidad, la
territorialidad comunal es una creación constante y consciente de los actores
sociales: la comunidad no existe por sí sola, se construye a través de prácticas
constantes que, en Tumasïu significó defender la tenencia comunal de la tierra,
la recuperación del cultivo del maíz con semilla nativa, la recuperación y
rehabilitación del sistema axiológico p´urhépecha, el sistema normativo interno
(la costumbre) y la rehabilitación de la concepción de la naturaleza como Nana
Echeri (Madre Tierra).
En ese sentido, el discurso de protesta que terminó con la expulsión de la
empresa agrícola de los terrenos comunales de Tumasïu fue construyéndose a
partir sí de los agravios y afectaciones ocasionados por la empresa agrícola pero
también de un cierto cúmulo de experiencias de agravio y resistencia de otras
comunidades p´urhépecha. De manera que, como veremos en el siguiente
apartado, en la conformación del movimiento de protesta los y las comuneras no
solamente recuperaron elementos de la cultura p´urhépecha, también
construyen en ausencia de este, de manera que tiene un papel importante en la
resistencia pues alimenta la sensación de agravio.
159
recuperaron la memoria histórica de los agravios cometidos en contra de los
pueblos p´urhépecha. Este discurso de resistencia y conflicto contra la
agricultura industrial abrevó del derecho indígena que les permitió redefinirse
orgullosamente como comunidad indígena con derecho a su territorio y a la
autonomía.
3. 1. 1 Tumasïu, vida y territorio.
La territorialidad comunal reconstruida en Tumasïu se despliega sobre una base
material (Velázquez, 2019), territorio ancestral, que le da soporte a la vida
comunal. Si bien se desconoce la fecha histórica de la fundación de la
comunidad, se piensa que ésta tuvo su origen en una travesía y que los primeros
pobladores llegaron o bien de la comunidad de Nurío o de la comunidad de San
Felipe de los Herreros en la Meseta P´urhépecha, huyendo de la Conquista
española y en busca de agua (Janacua & Marquez, 2020). Aunque hay estas
dos versiones del origen de la comunidad, entre los comuneros que impulsan la
territorialidad comunal parece ganar terreno la teoría de que el origen en la
comunidad se encuentra en Nurío pues hay lazos afectivos y familiares con ella
(Ventura, 2021).
Imagen 13 Cerro de la comunidad de Tumasïu, en uno de sus parajes se fundó la comunidad. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
160
Según esta versión, los primeros pobladores de Tumasïu se habrían asentado
en una parte alta de la Cañada, en un paraje conocido como San Tumasïu y que
posteriormente, por “las políticas de congregaciones de indios de la corona
española provocaron la reagrupación de las poblaciones ubicadas en los cerros,
a la ribera del río” (Ramírez, 1986: 58), bajarían al lugar donde se encuentra
actualmente, en las orillas del Río Duero, entre las comunidades de Zopoco y
Acachuén. De manera que para 1603, las congregaciones habían dado lugar ya
a los asentamientos actuales de los pueblos de la Cañada de los Once Pueblos.
Para la comunidad y, en especial para los comuneros y comuneras que impulsan
la territorialidad comunal, es de suma importancia recordar el viaje que hicieron
los antepasados del pueblo desde la comunidad de Nurío, en la Meseta
P´urhépecha, hasta Eraxamani. Como parte de las actividades de rescate de la
memoria, las autoridades civiles tenían contemplado un recorrido desde
Tumasïu hasta Nurío en enero de 2021, con la finalidad de visitar los sitios de
origen común, sin embargo, por la pandemia de coronavirus, la visita se
suspendió.
Imagen 14 Templo de la comunidad de Tumasïu, dedicado en honor al Santo Patrono, Santo Tomás. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
161
Según cuentan las viejas voces de la comunidad, en Nurío hay un predio llamado
Santo Tomás y que de ahí habrían salido los fundadores de la comunidad de
Tumasïu huyendo de la conquista española y en la búsqueda de agua. Los mitos
fundantes, para Luis Villoro (1998), son importantes en la creación de una
identidad con un origen en común. Origen que en Tumasïu no solamente remite
a la comunidad de Nurío, sino también al territorio en el que habitan desde su
fundación.
En este sentido, parto en mi aproximación al territorio de Tumasïu, entendiéndolo
no solo como el polígono geográfico delimitado sino como un espacio
socialmente construido (Sosa, 2012), esto es, como un espacio físico que es
significado y re- significado por un o unos actores sociales a través de prácticas
consuetudinarias. De esta manera, el territorio no es únicamente el espacio de
la producción y reproducción físico- biológica, sino también el espacio de la
producción y reproducción social y cultural (Quintana, 2017) que permite la
continuidad en el tiempo- espacio de la comunidad77.
En Tumasïu, el territorio es entendido como el espacio heredado por los
antepasados en el que se desplegaban las actividades que permitían la vida
física, social y cultural, prácticas que no se restringían únicamente a la siembra
y cultivo de maíz para autoconsumo sino también para venta e intercambio con
otras comunidades78. Por ello, una de las actividades importantes a realizar en
los predios de Tumasïu, es la siembra del maíz que también brinda la
oportunidad de reforzar lazos y vínculos familiares e intracomunitarios a través
de las actividades agrícolas.
Si bien en Tumasïu, el cultivo del maíz rara vez se realiza a modo de milpa, es
decir, como un policultivo en el que se asocia al maíz con otras plantas como
chile, frijol o la calabaza, lo cierto es que las actividades culturales en torno al
77 Aunque hay ejemplos que muestran que “la comunidad sale de la comunidad”, como
las familias que migran temporal o permanentemente pero que “sienten” que siguen
siendo parte de la comunidad, que dan cuenta de la extraterritorialidad de la comunidad
y de la identidad p´urhépecha. 78 Al respecto son de gran importancia las fiestas patronales, dedicadas al Santo o Santa
Patrona, pero también las fiestas del corpus y las fiestas denominadas “de la octava”.
Como sostengo en un trabajo anterior, las fiestas tradicionales en las comunidades
p´urhépecha son la oportunidad de formar y fortalecer vínculos con otras comunidades
y redistribuir los excedentes de producción de maíz (Janacua, 2016).
162
maíz se siguen realizando con ayuda de familiares79 lo que refiere a la “ayuda
mutua” o jarhoájperakua, que abordaré más adelante. Guillermo Bonfil en su ya
clásico trabajo (1987) hace notar que las actividades en torno al maíz, como el
desgrane, por ejemplo, representan una oportunidad para intensificar las
relaciones domésticas.
En concordancia con lo anterior, el profesor Raúl Espino, comunero de Tumasïu,
considera que la siembra del maíz era una de las actividades importantes dentro
las familias pues ello permitía la transmisión de conocimientos de una
generación a otra:
toda esa actividad pues la realizábamos familiarmente, de esto cabe
mencionarse que era una situación manejada de esta manera que el
papá hacía, el jefe de familia hacia esta actividad, cuando faltaba el jefe
de familia el hijo continuaba con la misma actividad y así sucesivamente
a través del, del tiempo entonces era una convivencia mucho muy
armónica…80
La importancia del territorio en Tumasïu, como en otras comunidades, no se
circunscribe únicamente a la socialización y fortalecimiento de los vínculos
familiares e intracomunitarios. Al ser un espacio destinado a la producción y
reproducción de la vida, también era un espacio relacionado con la fiesta
religiosa, celebrada en Tumasïu el 22 de diciembre en honor a Santo Tomás. De
manera que subsistencia, socialización, cultura y territorio estaban fuertemente
relacionados en Tumasïu, es decir, en Tumasïu el territorio también se apropia
desde una dimensión simbólico- cultural (Giménez, 2005).
79 Mención aparte merecen los comuneros que han acaparado varias hectáreas de
terrenos comunales pues, si alcanzan a cultivar todos “sus terrenos”, lo hacen mediante
el pago de mano de obra, es decir, mediante peonaje. 80 Entrevista al profesor Raúl Espino León, realizada el 20 de septiembre de 2019 en la
comunidad de Tumasïu.
163
3. 1. 2 Hacer comunidad dentro de la comunidad: prácticas de comunalidad
en Tumasïu.
Vivir en una comunidad no es garantía de nada. Como lo muestran infinidad de
casos, al interior de las comunidades, aún las originarias, hay tensiones,
conflictos y disputas en torno a temas que parecen amenazar su existencia.
Contrario a la folclorización y romantización con que se ha pretendido ver a las
comunidades a las que se ha dibujado como la panacea y la alternativa al modelo
capitalista por sí mismas, el hecho de que haya comunidades que integran el
modelo agrocapitalista en su territorio (Velázquez, 2019) me hace pensar que la
territorialidad comunal es una construcción social consciente y, por lo tanto, una
decisión de una colectividad lo que contrariaría la tesis de que las comunidades
indígenas, por sí mismas, son o representan una alternativa al modo de
producción capitalista.
Las comunidades no están aisladas, mantienen contacto con otras comunidades
y latitudes del mundo y con otras formas de vida. El hecho de que algunos de
sus miembros salgan de la comunidad a formarse y también la migración hacia
otras naciones en busca de empleo son dos factores de hibridación cultural, lo
que representa una fuente de preocupación en algunos miembros de las
comunidades por “dejar de ser comunidad” o “dejar de ser p´urhépecha” (Zavala,
1988) (Janacua, 2017).
Este contacto con otras culturas y formas de estar en el mundo, hace que, tal
vez hoy más que nunca, vivir en comunidad sea una decisión consciente entre
otras múltiples opciones ofrecidas por la modernidad globalizada.
Por lo anterior, la comunidad la entiendo aquí como una construcción social que
es impulsada por ciertos actores sociales. En Tumasïu, como ya mencioné, la
defensa de la comunidad fue fuertemente impulsada por hombres jóvenes y
mujeres que recuperaron y rehabilitaron elementos importantes para el vivir en
comunidad, por supuesto, no sugiero que Tumasïu esté libre de tensiones y
divisiones internas, por el contrario, el conflicto de distribución ecológica con la
empresa mostró las divisiones entre aquellos que defienden y proyectan el vivir
en comunidad desde la tenencia comunal de la tierra y los valores comunales y
aquellos que defienden el proyecto de vivir en comunidad desde la tenencia
individual.
164
Por lo anterior, en el caso de la comunidad de Tumasïu, los agravios y
afectaciones ocasionadas por la agricultura industrial despertaron una respuesta
de comunalismo en el sentido en que lo entiende Eduardo Zarate:
Por comunalismo me refiero a un proyecto de recomunalización de las
relaciones sociales al interior de las localidades, por consiguiente, a un
imaginario que proyecta un sentido de comunidad ideal, permeado tanto
por prácticas culturales añejas propias como por modelos de
comportamiento político que son ya el resultado de la experiencia
participativa de los actores en organizaciones e instituciones modernas
y no comunitarias. (Zárate, 2009: 64)
De manera que, en su resistencia ante la agricultura industrial, los comuneros y
comuneras de Tumasïu identificados con la comunalidad, respondieron a un
cierto proyecto de comunidad en el que recuperaron y rehabilitaron prácticas
consideradas por ellos y ellas como los elementos más importantes de la cultura
p´urhépecha y por ende de la territorialidad comunal. Visto de esta manera, la
territorialidad comunal se despliega como una estrategia para delimitar e influir
el acceso, uso y control del territorio (Sack, 1986). Estrategia que se desplegó a
través de la defensa de la tenencia comunal, la defensa de la agricultura maicera
y la asamblea general de comuneros, tanto de derecho como, de hecho.
Rescato de las palabras de los comuneros que impulsaban la territorialidad
comunal tres elementos importantes. En primer lugar, el sistema axiológico
p´urhépecha representado principalmente por la kaxumbikua y la
jarhoájperakua, la costumbre y la concepción de la naturaleza como Madre
Tierra.
La costumbre: sistema normativo interno en Tumasïu.
Don Magdaleno Márquez es comunero de Tumasïu, desde hace más de
cuarenta años se dedica a la fabricación de tabique por lo cual renta algunas
veces terrenos a otros comuneros para “sacar tierra” o para abrir un camino que
permita pasar el camión y transportar los tabiques. Por ello considera que rentar
los terrenos no es una actividad que por sí misma esté mal, pues es algo que se
ha hecho en Tumasïu desde hace mucho tiempo, pero comenta se respetaban
165
los términos del contrato así haya sido éste de manera verbal o escrita. En ese
mismo sentido, Tata José Huerta señala que los contratos de arrendamiento
entre los p´urhépecha se hacían de palabra y se cumplían porque estaba en
juego la honorabilidad del comunero por lo que no era necesario un papel para
sostener el trato.
Para Héctor Álvarez, el hecho de que al instalar el monocultivo de berries la
empresa agrícola haya deforestado árboles o eliminado rocas y vallados
naturales que servían de mojoneras es algo que también afectó los usos y
costumbres con relación a la tierra pues antes de la llegada de la empresa había
claridad “dónde empezaba un terreno y dónde terminaba”, con la llegada de la
empresa y la instalación del monocultivo, eliminaron las mojoneras y señas que
servían de división lo que, piensa, afectaría las relaciones una vez que la
empresa se marchara. Estas tres experiencias muestran usos y costumbres con
relación a la tierra en Tumasïu muy antiguos y que se vieron violentados por la
empresa agrícola.
Para Moisés Franco Mendoza, el sistema normativo p´urhépecha es entendido
en términos de la costumbre, que es el conjunto de normas o la ley no escrita
que rige y regula la vida interna de la comunidad, es decir, es la ley no escrita y
sabida por todos los integrantes de la comunidad que dicta cómo deben
comportarse en la vida social de la comunidad:
…es la norma no escrita […] Las definiciones que sobre ella se formulan
incluyen dos elementos: la práctica de ciertas reglas sociales derivadas
de un uso que sea suficientemente prolongado […] La práctica
consuetudinaria, esto es, la repetición de ciertas formas de
comportamiento es razón de su validez específica y da origen a la idea
de que aquello que siempre se ha hecho en determinada forma, debe
hacerse siempre igual por ser un uso inveterado. (Franco, 1997: 84)
En este sentido, la costumbre estaría vinculada con la tradición o pindekua de la
comunidad, si entendemos a esta última como lo propone Patricia Ojeda ( 2006),
quien la entiende como conocimiento popular heredado:
166
En las comunidades indígenas p´urhépecha la tradición, sustentada en
raíces remotas, se va volviendo parte del conocimiento popular
automático mediante la socialización del individuo que nace y se
desarrolla en cierto contexto. Es justamente este mecanismo de
socialización y el aprendizaje de los roles sociales y comunitarios como
se pone en movimiento el “costumbre” o pindekua, que dicho de otro
modo corresponde a la manera en que las tradiciones de un pueblo se
activan y cristalizan en un lugar y momento específicos y que se
actualizan constantemente dependiendo principalmente de los actores
sociales. (Ojeda, 2006: 69)
Vista de esta manera, la costumbre o las normas no escritas se aprenderían e
introyectarían mediante los procesos de socialización primaria que apuntan
Berger y Luckmann (2001). Para estos sociólogos, el proceso de socialización
primaria consiste en asumir el mundo en el que ya viven otros, es decir, la
persona nace en una sociedad, en una comunidad donde la realidad social le
está dada por lo que se ve en la necesidad de participar en ella, esto es, asumir
la realidad social ya dada.
…el proceso por el cual se llega a ser hombre81 se produce en una
interrelación con un ambiente. Este enunciado cobra significación si se
piensa que dicho ambiente es tanto natural como humano. O sea, que
el ser humano en proceso de desarrollo se interrelaciona no solo con un
ambiente natural determinado, sino también con un orden cultural y
social específico mediatizado para él por los otros significantes a cuyo
cargo se halla. (Berger & Luckmann, 2001: 68)
De manera pues que la costumbre se reproduce y fortalece en la interactividad
cotidiana dentro de la comunidad a través de la tradición en socialidad con la
comunidad por lo que la tradición oral, es decir, el heredar de boca en boca a las
generaciones más jóvenes las tradiciones y lo que se tiene que hacer en los
81 En su texto, los autores Peter Berger y Thomas Luckmann utilizan la categoría
“hombre” para referirse al ser humano.
167
acontecimientos más importantes dentro de la comunidad es de suma
importancia.
En su libro, Agustín Jacinto Zavala (1988), que es uno de los primeros
investigadores en abordar el estudio o, mejor dicho, en realizar una reflexión
anecdótica de lo que es el costumbre en su pueblo natal, Cherán, se refiere a la
costumbre asociándola con los principales ritos de paso de su pueblo.
De manera que cuando Agustín Jacinto dice “vamos a ver un poco de la práctica
social, un poco de lo que es ser miembro de una comunidad de la Meseta”
(Jacinto, 1988: 81) sugiere de una manera muy sútil que para ser considerado o
considerada como miembro de una comunidad, es necesario saber y prácticar
la costumbre en cada uno de los ritos de paso de su comunidad: el nacimiento,
el bautismo, la confirmación, la primera comunión, el matrimonio y la muerte. En
pocas palabras, para ser considerado miembro de la comunidad, es necesario
“saber hacer las cosas” como se hacen en la comunidad.
Así, relacionando lo dicho por Franco y por Jacinto, la costumbre se puede
entender como las normas o reglas no escritas que dictan la manera de
comportarse o lo que comunitariamente está permitido o no hacer en cada
momento de la vida social comunitaria.
Al parecer, sin embargo, la costumbre no solamente dicta lo que tiene que
hacerse en los ritos de paso, también tiene una gran importancia en la
transmisión de valores tenidos como importantes dentro de la vida social
comunitaria o, también podría pensarse que, el llevar a cabo la costumbre de
manera correcta, es altamente valorado.
Dentro de los valores que se reproducen y fortalecen mediante la costumbre, se
encuentra el valor comunitario de la jarhoájperakua o ayuda mutua y la
kaxumbikua u honorabilidad, que abordaré en el siguiente apartado.
De esta manera, la costumbre o el sistema normativo p´urhépecha tendría como
eje fundamental el cumplimiento de las normas no escritas, pero sí establecidas
y heredadas mediante la tradición y en las que se lleva a cabo la vida ordinaria
de la cotidianidad a partir de los valores ya mencionados. En este sentido, como
bien lo señala Moisés Franco (1997), también la tenencia de la tierra, es decir,
la posesión por parte de un comunero de una porción de la tierra comunal,
estaría en la comunidad de Tumasïu fundamentada en la costumbre y por lo
tanto en el reconocimiento de los otros comuneros y no en la titularidad o
168
especificidad que pueda dar un título de propiedad y, retomando lo escrito con
relación a los valores llevados a cabo en la cultura p´urhépecha, no habría
necesidad de títulos o papeles que avalen la tenencia o posesión de la tierra
pues ello lo avala “la palabra”, es decir, el honor o la kaxumbikua.
Sin embargo, a decir del mismo autor, la propiedad privada, entendida como
contraposición a la propiedad comunal reconocida en la costumbre, cada vez
gana más terreno dentro de las propias comunidades de la Cañada pues con
ello, dice, se garantiza la tenencia de la tierra en caso de algún problema o
inconveniente como la muerte del titular.
Por lo que se puede ver, la costumbre no solo se manifiesta en los ritos de paso
importantes para la comunidad, también se manifiesta en temas relacionados a
la tierra y, específicamente, a la manera en que se trabaja la tierra y en ello, el
honor, el manejarse “como se debe hacer”, es importante para la cultura
p´urhépecha.
Sistema axiológico p´urhépecha: la kaxumbikua y la jarhoájperakua como
valores comunales.
Como adelanté en el apartado anterior, la kaxumbikua y la jarhoájperakua son
dos valores importantes dentro de la territorialidad comunal recreada en Tumasïu
y están interrelacionados con la costumbre o las normas no escritas que guían y
conducen la vida interna de la comunidad. En mi trabajo me interesa mostrar
estos dos valores considerados como importantes en Tumasïu por parte de los
comuneros que impulsan la territorialidad comunal. Consciente de que se trata
de dos temas amplísimos que necesitarían de dos investigaciones por separado,
no pretendo que mi abordaje aquí sea exhaustivo. De manera particular me
interesa mostrarlos a partir del uso estratégico que se le dio en la construcción
de la territorialidad comunal o recomunalización, por lo que pongo énfasis en la
kaxumbikua y la jarhoájperakua como dos requisitos de membresía a la
comunidad recomunalizada, es decir, que aquellos comuneros o comuneras que
practiquen la kaxumbikua y la jarhoájperakua son considerados como
comuneros lo que trasciende el hecho de “haber nacido en la comunidad” pues,
en palabras de Napo, ser kaxumbiti significa “querer el bien para la comunidad”.
En este sentido, algunas investigaciones traducen la kaxumbikua como un valor
y algunas otras como un valor que condensa otros valores. Para Agustín Jacinto
169
Zavala, a quien debemos uno de los primeros escritos que aborda la
kaxumbikua, ésta se entiende como “cortesía, buenas maneras, buena
educación, saber comportarse de acuerdo con las enseñanzas de los mayores”
(Zavala, 1988: 104). Aunque Jacinto Zavala pone énfasis en la kaxumbikua como
un dispositivo que rige las relaciones socio- corporales de los integrantes de la
comunidad e incide en la construcción de los roles y relaciones de género, es
decir, es un proceso a través del cual los hombres y las mujeres “aprenden” a
ser y a comportarse de acuerdo a su género adquiriendo una serie de atributos
correspondientes al ser de un hombre y de una mujer.
Retomando a Manuel Gembe (2016), quien dedicó su tesis doctoral al estudio
de las reconfiguraciones de género en la comunidad de Cheran, podría decir que
la kaxumbikua está íntimamente relacionada con la costumbre en tanto
reproduce los comportamientos, conductas, roles y atributos permitidos a cada
género al interior de la comunidad.
Para Verónica Velázquez (2019), para quien la kaxumbikua se reduce al “honor”,
la responsabilidad de ésta recae principalmente sobre las mujeres por lo que se
vigila celosamente su comportamiento sexual. Para las mujeres, según
Velázquez, la kaxumbikua significa la obediencia, el respeto, el servicio y en el
caso de las mujeres solteras, la modestia sexual y para las mujeres casadas, el
ser buenas madres.
Así, “no hacer cosas de hombres” o “no andar con puros hombres”, son parte de
los comportamientos exigidos hacia las mujeres como parte de “ser una buena
mujer”, lo cual significa problemas para las mujeres jornaleras quienes, por las
necesidades del trabajo, salen de la comunidad a trabajar, situación que
Verónica Velázquez (2019), señala muy bien en su trabajo.
Gembe señala, por ejemplo, que parte de la costumbre cuando una pareja se
casa, es vivir con la familia de él para que la mujer aprenda a hacer las cosas,
en otro ejemplo, nos ofrece el caso de una mujer joven de 16 años que al casarse
tuvo que abandonar su educación media superior para irse a vivir con el padre
de su hijo pues “así era la costumbre”. En ese sentido, pienso que la kaxumbikua
tiene la finalidad de proteger y conservar a la comunidad hacia adentro y hacia
afuera. Si la kaxumbikua está relacionada con la costumbre, es decir, con “cómo
se deben hacer las cosas en la comunidad”.
170
Aunque mientras realicé trabajo de campo no supe de viva voz de violencia
ejercida hacia las jornaleras, sí escuché de varios casos de celotipia. Tambien
escuché de hombres y mujeres, el estar asombrados por la cantidad de divorcios
y separaciones a partir de la llegada de las empresas agrícolas a la región.
Aunque no exploré la relación entre la kaxumbikua, la violencia de género y el
trabajo agrícola, Verónica Velázquez sí lo documentó en su trabajo.
Para las comuneras que impulsan la territorialidad comunal en Tumasïu, el
hecho de participar en las actividades como la ronda comunal, sí ha significado
el romper con algunos de los valores y comportamientos que conforman la
kaxumbikua: “esas que andan en la ronda con puros hombres y tan de noche,
nostá bien”. Sin embargo, el cuidar y proteger de la comunidad significó, en el
caso de Tumasïu, el romper con algunos valores y prácticas que supone la
kaxumbikua para con las mujeres. Un caso similar es el de las comuneras de
Cherán que iniciaron el movimiento de protesta en contra de los talamontes
aquel 15 de abril de 2011. En este sentido, sostengo en mi tesis que la
kaxumbikua se reconfigura de acuerdo a las condiciones históricas, sociales,
políticas y económicas por las que atraviesan las comunidades de manera que
si la necesidad y el agravio urgen, tomar las armas, salir a protestar y defender
a la comunidad es cuestión en el que los géneros parecen quedar arrebasados.
En términos concretos, me interesa explorar la relación entre la kaxumbikua con
el ser un “buen comunero/ comunera” y no tanto en su relación con el género
como sí lo hacen los trabajos ya citados (Jacinto, 1988) (Gembe, 2016) (Lemus,
2018) (Velázquez, 2019). Aunque no niego que la kaxumbikua es un dispostivo
de poder que rige las relaciones entre un hombre y una mujer, a mi me interesa
recuperar la kaxumbikua más como un dispositivo que, en el caso de la
comunidad de Tumasïu formó parte de la territorialidad comunal y por ende tuvo
un uso estratégico que les permitió a los comuneros y comuneras que
impulsaban la territorialidad comunal la reconstrucción de una identidad cultural
en defensa de su territorio en contra de la territorialidad agrocapitalista en tanto
que ser “un buen comunero” equivale a ser kaxumbiti y, a su vez, ser kaxumbiti
se traduce en “preocuparse y en ver por el bien de la comunidad”.
En este sentido, la rehabilitación de valores como la kaxumbikua y la
jarhoájperakua configuran el Sesi Irekani que se traduce como “Vivir Bien”
(Badajoz, 2017) y que tiene que ver con un ideal de vida (Magaña, 2017)
171
construido, reconstruido y proyectado por los actores sociales como parte de su
proyecto de comunidad.
Así, para los comuneros y comuneras de Tumasïu, la kaxumbikua y la
jarhoájperakua constituirían el pilar sobre el que se fundamentaría su ideal de
comunidad y que estaría más allá del crecimiento económico, la producción de
valores de cambio y la expoliación de los elementos naturales. Visto así, el Sesï
Irekani forma parte de las alternativas a la sociedad occidental capitalista como
la perspectiva del decrecimiento económico y el Buen Vivir (Acosta & Brand,
2017).
Algunos atributos importantes de la kaxumbikua para estos comuneros son el
respeto, la tolerancia, la igualdad, la participación en cargos civiles y religiosos,
la ayuda desinteresada al prójimo, la humildad y la actitud de servicio y ayuda.
En ese sentido, pienso que la kaxumbikua y la jarhoájperakua se relacionan y
complementan entre sí, más bien, el ser considerado como un “buen comunero/
buena comunera”, tiene que ver con la complementariedad de estos dos
conceptos de la cosmovisión p´urhépecha.
Así lo sostiene Héctor Álvarez quien relacionó estos don conceptos cuando le
pregunté por las cualidades de un buen comunero en Tumasïu:
[…] mi tío, él va mucho a Estados Unidos, tiene muchos terrenos es lo
que te digo pues es de las personas que se han conseguido muchos
terrenos pero a base de que ha ido pues a Estados Unidos, tiene
bastantes terrenos, él viene, él nunca se niega a cooperar, eh, faenas
pues no, no puede ir pero a veces va su esposa, a veces le dicen “ay
pues sabes qué pues se está, se está ocupando esto”, y dice “ah no hay
problema ¿cuánto?, “tanto”, “ah sale, ahí te va”, este faenas te digo tal
vez no puede pero sí paga pues hasta unas dos, tres pues según las, las
que le pidan, o sea él nunca se niega pero realmente no es un buen
comunero, con el simple hecho de que no está aquí y cuando está aquí
a veces empieza a presumir “es que yo ya esto, yo ya aquello, ya di
tantas faenas y no y todo eso” y pus simplemente no se le puede
considerar un kaxumbiti, no se le puede considerar un kaxumbiti porque
172
al final de cuentas hay otros que pueden dar igual que él y los dan
humildemente82.
De manera que ser una persona kaxumbiti implica la prestancia, colaboración,
ayuda, respeto, tolerancia y participar en la vida de la comunidad, en la
jarhoájperakua o faena y que en otros lugares se conoce como tequio o mano
vuelta y que ha sido muy importante en el mantenimiento de la vida
comunitaria83. Sin embargo, según me comentó Héctor, no solo es importante la
participación sino también la actitud con que se participa y ello implica la mesura
y la humildad.
En la comunidad de Tumasïu, se ha generado una especie de “mercado de
faenas” en la cual las personas que tienen una ocupación fuera de la comunidad
y que por ello no pueden -o no quieren- participar en las faenas, le pagan a
comuneros para que asistan en su representación. Aunque es una práctica
tolerada, ello no hace a la persona que paga por la faena, una persona kaxumbiti.
Además, participar en la jarhoájperakua, que Celerino Felipe Cruz entiende
como “…la ayuda entre todos, donde prevalece una concepción de la
reciprocidad y la colaboración que se traduce en solidaridad tanto interpersonal,
intrafamiliar y comunitaria. (Cruz, 2014: 310), para Héctor significa la creación
de un espacio social donde se socializan conocimientos, saberes, valores,
anécdotas, mitos, leyendas de la propia comunidad. En la Jarhoájerakua se
aprende la kaxumbikua y gracias a la kaxumbikua es posible la jarhoájperakua:
cuando vamos a faenas pues fíjate que ahí surgen varios temas o varias
cosas que tú no sabías de la aunque la comunidad es chiquita pero salen
pues varias cosas, sobre todo cuando va gente mayor, ellos e remontan
82 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 19 de noviembre de 2020 en la comunidad
de Tumasïu. 83 Guillermo Bonfil señala que en la faena “La noción de salario es ajena a gran parte
del trabajo orientado hacia la autosuficiencia: no se paga, se retribuye, se adquiere la
obligación de hacer lo mismo que otros hicieron por uno, cuando llegue el momento. El
trabajo comunal es una obligación que está implícita en el hecho mismo de formar parte
de la comunidad: es común, es pareja y aquí si, cuando alguien no participa, debe pagar
a otro que lo haga por él.” (Bonfil, 1987: 61)
173
a esa época “ah yo me acuerdo cuando venimos una faena aquí y aquí
pasó esto y esto” y te quedas ¡ah órale pues sí!, y es o sea como que es
otra cosa de ir tú que mandes pues a otra persona, y eso está bien
porque le decía incluso a uno de mis, más bien a mi papá una vez me
dijo sabes qué que va a haber una faena, no papá que no, tienes que ir
pues porque al final de cuentas cuando seas ya señor te tienes que
aclimatar pues, ve, ve, y me dijo “sirve de que conozcas más gente” o
que escuches más gente ahí y es que fíjate Jesús pues a pesar de que
el pueblo es pues chico y, y aquí casi diario vemos a la si es que a la
mitad del pueblo, ¿no?, pero aún así no nos conocemos como
comunidad, ya en esas faenas o en esas pequeñas reuniones es cuando
conocemos a la gente y la escuchamos pues, su forma de expresarse, a
veces me sorprendo de una persona que podemos decir no terminó ni la
secundaria no, pero tiene pues ideas distintas y dices “ah, tiene ideas
buenas”, tiene una forma diferente de expresarse a lo que yo tenía en mi
concepción pues y como que digo “ah órale pues sí”, ser comunero no
es nada más pues pagar sino que también convivir, platicar,
escucharnos y decir “órale, está bien”84
Para los comuneros y comuneras que impulsan la territorialidad comunal, la
kaxumbikua y la jarhoájperakua son dos conceptos importantes dentro de la
cosmovisión p´urhépecha que rehabilitan porque permite la vida en comunidad.
En opinión de Héctor Álvarez, Tata José Huerta sería el ejemplo claro de un buen
comunero, de un comunero kaxumbiti en la comunidad de Tumasïu en tanto que
encarna los valores enaltecidos por el discurso comunalista: ser respetable y
respetado, ayudar al prójimo, llevarse bien con la comunidad, no tener problemas
con nadie, no tener vicios, tener una buena vida marital y familiar, sembrar su
maíz y, sobre todo, participar de la vida en comunidad.
En su vida como profesor jubilado, Tata José Huerta se dedica a realizar
temazcales en Tumasïu y en distintas comunidades p´urhépecha. En el
temazcal, Tata José rehabilita y enaltece distintas deidades p´urhépecha como
84 Entrevista realizada a Héctor Álvarez el 19 de noviembre del 2020 en la comunidad
de Tumasïu.
174
Curicaheri, que en la mitología p´urhépecha es el Dios del Fuego, la deidad más
importante para los p´urhépecha:
Era de gran importancia para los tarascos el culto al fuego, El Dios del
Fuego fue su principal deidad más antigua, y de ella se derivaron todas
las otras. Curicaheri es su nombre. Es el gran fuego puesto que curi es
raíz de fuego, y caheri significa grande. Es también el Gran Engendrador,
porque curi es también raíz de engendrar que se dice en tarasco curi-
pe- hpens- ta- ni. Como los dioses engendradores en las religiones
mesoamericanas y quizá en todas, son ancianos, a su dios engendrador
llamaban los tarascos también Cura, que significa abuelo, siendo en todo
como Huehuetéotl, el Dios Viejos de los mexicanos, su Dios del Fuego.
(Corona, 1984: 27)
Tata José dedica cada temazcal al Dios Fuego, Curicaheri, y da oportunidad para
que cada participante ofrende algunas palabras al dios p´urépecha. En la
mitología y cosmovisión p´urhépecha el fuego es de suma importancia.
Imagen 15 Tata José Huerta y Nana Margarita, considerados como un matrimonio Kaxumbiti en la comunidad y en la región. En la fotografía se encuentran dirigiendo un temazcal. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
175
Nana Echeri: la naturaleza como Madre.
Durante el conflicto con la empresa agrícola, se dejaron entrever las valoraciones
de la naturaleza para los comuneros y comuneras de la comunidad de Tumasïu
que cuestionaban y rechazaban las prácticas de la agricultura industrial. De esa
manera, el lenguaje utilizado por los comuneros y comuneras para referirse a la
naturaleza revela su concepción.
Por supuesto, la concepción actual de la naturaleza de los comuneros y
comuneras de Tumasïu, como parte de la territorialidad comunal revitalizada, es
parte de la cosmovisión p´urhépecha de la naturaleza en la cual ésta no era
concebida como un stock de recursos naturales (Toledo, 2009) sino como un
lugar sagrado, habitado por entes sagrados.
Así, por ejemplo, durante los temazcales realizados en Tumasïu y dirigidos por
Tata José Huerta, se destacan deidades como Curicaheri, Dios del Fuego
p´urhépecha, y a la naturaleza como Madre Naturaleza o Nana Echeri, deidades
a las que se dedica cada una de las puertas del ritual.
Según algunos autores, para las culturas originarias no había una separación
entre la naturaleza y el ser humano y prevalecía una concepción más
organológica de la naturaleza en la que el ser humano formaba parte de ésta y
no estaba escindido de ella.
Héctor Álvarez: en defensa de la comunalidad.
Originario de la comunidad p'urhépecha de Santo Tomás, en la Cañada de los
Once Pueblos en Michoacán, Héctor Álvarez es —además de profesor de
educación indígena, miembro importante del consejo comunal y participante
activo de la ronda comunal— un artista que descubrió su amor por el arte a la
temprana edad de seis años, mientras observaba a su madre elaborar ollitas de
barro a las que decoraba con hermosos pájaros, flores y grecas dibujados a
pulso.
Padre y esposo, Héctor intenta enseñarles a sus hijos las tradiciones,
costumbres y la cosmovisión p´urhépecha. Para ello considera muy importante
la tradición oral de padres a hijos, pero, sobre todo, de abuelos a nietos por lo
que intenta que sus hijos pasen tiempo con su abuelo. La llegada de la empresa
176
agrícola, significó para Héctor, que se perdiera la oportunidad de que sus hijos
pasaran tiempo con su abuelo en la parcela
Como artista plástico, Héctor pasó de la decoración de alfarería a experimentar
en otros materiales. Probó los aerosoles y el acrílico, pero fue el óleo con el que
sintió que estaba en su elemento. Héctor no sólo cambió de material, también
ha tenido que definir su propio estilo y su técnica, lo que le ha llevado a voltear
a ver sus raíces culturales, aquello que le da identidad. Así, ha optado por
transmitir un mensaje con su creación artística o, mejor dicho, revitalizar y
rehabilitar los valores p'urhépecha, como la Kaxumbikua y la Jarhoájperakua.
[…] decir que estamos vivos, que la raza p'urhépecha sigue vigente,
estamos en resistencia y vamos a seguir en resistencia. Este es un
ejemplo de cómo una empresa trasnacional nos vino a invadir pero aún
así alzamos la voz y la echamos afuera y esperamos que sea un ejemplo
para las generaciones venideras; que no nos quedemos callados, no nos
dejemos manipular por el dinero, porque el dinero al final de cuentas no
está en nuestra cultura. Nuestra cultura se basa en otras cosas, en la
ideología, en la cosmovisión, en todos esos valores que no tienen precio.
Desafortunadamente, nos han venido cambiando la idea y nos quieren
hacer creer que el dinero nos hace ser personas y eso no es así, para
ser personas se ocupan otras cosas: la lucha, ser hermanos, ser
hermanos p'urhépechas, la Kaxumbikua, la Jarhoájperakua, que son
meramente p'urhépechas.85
Es así que, en uno de sus trabajos, ubicado en los portales de la jefatura de
tenencia de la comunidad de Carapan, puede apreciarse una reproducción del
lienzo de Carapan —cuyo original se encuentra en La Relación de Michoacán
de Jerónimo de Alcalá— en el que se retrata la genealogía de los señores de
Pazquaro, Cuyacan y Michuacan.
Después del conflicto con la empresa Agrícola Superior de Jacona, el asedio por
parte de las empresas agrícolas transnacionales y la insistencia de los
85 Entrevista realizada a Héctor Álvarez, el 16 de junio de 2019 en la comunidad de
Tumasïu.
177
comuneros aliados a la empresa en sostener que la tenencia de la tierra es
individual y en agrarizar la toma de decisiones al interior de la comunidad, para
Héctor ha significado que la lucha y la resistencia continúa y, para él, un
instrumento de lucha y sensibilización importante es el arte.
En su creación artística, Héctor también considera importante fortalecer la
memoria colectiva de las luchas de las distintas comunidades que integran el
pueblo p'urhépecha, recuperando a los personajes que han liderado la
resistencia. Ejemplos de esto son Juan Chávez, comunero y símbolo de la
resistencia de la comunidad de Nurío; Elpidio Domínguez, comunero y líder de
la lucha de la comunidad de Santa Fe de la Laguna; Jacinto Rita, músico
compositor de pirekuas; o Gabino Madrigal Tiamur, uno de los fundadores de la
comunidad, quien aún conservaba uno de los últimos apellidos originarios de la
comunidad.
Para Héctor Álvarez, la tenencia comunal de la tierra es un elemento importante
de la identidad y cosmovisión p'urhépecha dentro de la cual los seres humanos
somos uno con la naturaleza, de manera que defender a la Madre Tierra (Nana
Echeri), es defender la vida misma. Por ello, Héctor ha tomado como temas
principales de su estilo artístico símbolos como la Nana Echeri, la agricultura
maicera, las distintas luchas que ha enfrentado el pueblo p'urhépecha,
comuneros p'urhépecha ilustres y el origen de su comunidad.
Lo que la viñeta etnográfica de Héctor nos muestra es que más allá de la
ganancia económica, para algunos comuneros y comuneras de Tumasïu es más
importante la recuperación de aspectos culturales comunitarios que heredaron
de sus antepasados p´urhépecha.
3. 2 Territorialidad agrocapitalista.
Entiendo la territorialidad agrocapitalista a partir de una relación en
contraposición con la territorialidad comunal. Al igual que ésta última, la
territorialidad agrocapitalista es una manera de concebir y habitar el territorio
pero que, según vemos en el caso de Santo Tomás, se contraponen con las
concepciones y las maneras de habitar el territorio de la territorialidad comunal.
La entiendo, también a partir de la noción expuesta por Robert Sack, para quien
la territorialidad es una estrategia implementada por un individuo o un grupo para
influir o afectar el acceso a una zona geográfica determinada. En este sentido,
178
la territorialidad agrocapitalista se trataría de una estrategia implementada por
una empresa, aliada con un grupo de comuneros para influir y afectar el acceso
a una zona geográfica determinada, a saber, los terrenos comunales de la
comunidad de Tumasïu. De esa manera, es una estrategia que pretendería
imponer una manera de administrar los terrenos comunales que significa, entre
otras cosas, imponer qué, cuándo y cómo sembrar, de manera que se trastocan
las formas comunales de administrar y habitar los terrenos comunales. Por
ejemplo, sustituyendo la agricultura maicera de temporal y para autosustento por
una agricultura industrial que más que productora de alimentos, es una
agricultura productora de mercancías, materias primas o commodities.
Así mismo, entiendo la territorialidad capitalista a partir de la noción de
modernidad capitalista que propone el filósofo Bolívar Echeverría:
Por modernidad habría que entender el carácter peculiar de una forma
histórica de totalización civilizatoria de la vida humana. Por capitalismo,
una forma o modo de reproducción de la vida económica del ser humano:
una manera de llevar a cabo aquel conjunto de sus actividades que está
dedicado directa y preferentemente a la producción, circulación y
consumo de los bienes producidos. Entre modernidad y capitalismo
existen las relaciones que son propias entre una totalización completa e
independiente y una parte de ella, dependiente suya, pero en
condiciones de imponerle un sesgo especial a su trabajo de totalización.
(Echeverría, 2011: 70)
En ese tenor de ideas, la territorialidad agrocapitalista la entiendo a partir del
concepto de modernidad pues, como sostiene Omar Felipe Giraldo (2018), la
modernidad funciona como soporte del agronegocio o de la territorialidad
agrocapitalista pues ésta avanza toda vez que el pensamiento moderno o la
modernidad ha desacralizado los territorios de las comunidades originarias,
como señala Octavio Iani “la cultura del capitalismo seculariza todo lo que
encuentra por delante y puede transformar muchas cosas en mercancía,
incluyendo signos, símbolos, emblemas. Todo se seculariza, se instrumenta, se
desencanta.” (Iani, 1998: 45)
179
Al mismo tiempo, el concepto de modernidad lo recupero del pensamiento del
filósofo Luis Villoro para quien la modernidad se entiende como dominio racional
sobre la naturaleza y la sociedad (Villoro, 2010: 125) y la superación de lo
tradicional.
Historias como las de Tata José Huerta o Héctor Álvarez, nos muestran que para
ellos su territorio y los elementos naturales son concebidos como “sagrados” y
ancestrales, en contraposición a ello, para la territorialidad agrocapitalista, los
territorios y la naturaleza son concebidos como meros objetos, stocks de
recursos naturales susceptibles de ser explotados, estudiados y
comercializados. De hecho, para Luis Villoro la destrucción de la naturaleza por
la técnica moderna está antecedida por “la degradación de los entes naturales a
meros objetos” (Villoro, 2010: 126)
Específicamente, me es muy útil la noción de “figura del mundo” moderno,
ofrecida por el filósofo Luis Villoro porque ilustra el cambio y las diferencias entre
la territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista en tanto que,
siguiendo a Villoro, me permite proponer que a cada una de las dos
territorialidades le corresponde una figura del mundo:
La nueva figura del mundo se desprende de una creencia central: el sentido
de que todas las cosas, incluido el del hombre mismo, proviene del hombre.
El hombre es fuente de sentido y no recibe él mismo de fuera su sentido.
Los entes no tienen un sentido <<objetivo>>, independiente de los sujetos,
adquieren sentido en relación con éstos. Por eso la labor del hombre es
crear un segundo mundo a partir de la naturaleza: sólo en ese mundo las
cosas se revisten de sentido. (Villoro, 2010: 122)
Es decir, Villoro propone que la figura del mundo moderno o la modernidad es
una etapa de centramiento de los significados del mundo en el hombre:
En primer lugar, el hombre ya no tiene una ousia o esencia determinada,
es visto fundamentalmente como acción que se da a sí mismo una esencia.
Su naturaleza, si alguna hay en el hombre, no cae bajo la categoría del
haber, sino bajo la categoría del hacer; el hombre es lo que se hace, es por
lo tanto fundamentalmente libertad. (Villoro, 2010: 43)
180
Por lo anterior, para Villoro la modernidad supone una serie de actitudes que le
permiten al hombre reafirmarse ante el mundo, quizá la actitud más relevante de
la modernidad sea el individualismo que supone el sustraerse de los mandatos
divinos y, en consecuencia, asumir que el ser humano entendido de manera
individual es, en sí mismo, constructor de su propio destino.
Tenencia individual.
En la comunidad de Tumasïu también hay adeptos de la tenencia individual de
la tierra, un tipo de tenencia de la tierra que significa el dominio pleno de la misma
y, por ende, la sustracción de los comuneros de la asamblea comunal entendida
como máxima instancia en la toma de decisiones. Si en la tenencia comunal, la
tierra o los terrenos de la zona parcelada pertenecen al colectivo de la comunidad
y sólo se encuentran en posesión del comunero que los trabaja, en la tenencia
individual basada en la propiedad privada estos pasan a ser propiedad privada
del titular.
Para Moisés Franco si la tenencia comunal era la propia de la cultura
p´urhépecha, la tenencia individual se corresponde con el modelo turhisï, es
decir, ajeno a la comunidad y que propicia la desintegración de la comunidad y
que se podría equiparar, según mi interpretación de lo escrito por Franco, con el
modelo moderno occidental.
Según hemos visto, de acuerdo con Franco, la titulación o documentación de los
terrenos comunales en la Cañada obedece a varios factores entre los que
destaca el hecho de que constituía un medio de defensa y un testimonio de
prueba de la posesión a la vez que permite transmisión de derechos. La
preocupación que se tenía -o se tiene todavía- por documentar la tenencia de la
tierra es comprensible si se toma en cuenta los antecedentes de despojo, robo
y acaparamiento de terrenos comunales en manos de unas pocas personas y
familias. Por ello, la certificación de terrenos comunales significó para algunos
comuneros la posibilidad de documentar la tenencia de los terrenos comunales
y tener cierta seguridad jurídica.
La tenencia individual se contrapone con la tenencia colectiva -comunal- como
forma de tenencia ancestral p´urhépecha, aunque últimamente va ganando más
adeptos la tenencia privada: “Tradicionalmente la forma comunal se identifica
181
con la tenencia de las comunidades indígenas, mientras que la privada
representa la del turhisï, que a últimas fechas gana más adeptos” (Franco, 1997:
138)
En Tumasïu, esta certificación de terrenos comunales que para algunos
comuneros significó tener un documento que acreditara la tenencia individual de
los terrenos, permitió la entrada a empresas como Agrícola Superior de Jacona
para el establecimiento de contratos de arrendamiento para la producción
industrial de frutos rojos, aunque como he señalado, también de otros cultivos
como brócoli.
La tenencia individual de la tierra se correlaciona con el individualismo como un
valor moderno- occidental que promueve la idea de sustraerse de la comunidad
y buscar una solvencia económica en solitario lo que trae a colación al
individualismo como el rasgo humano más importante en la modernidad
capitalista.
Para pensadores como Juan José Bautista, quien obviamente sigue a Marx, el
capitalismo no solamente produce mercancías capitalistas sino una forma de
relación social y, por lo tanto, una forma de vida humana:
El capitalismo, para poder constituirse en la forma de producción
dominante, tenía y tiene que producir de modo permanente no solo
mercancías capitalistas, o relaciones de mercado capitalista, sino su
asociación o conglomerado humano pertinente, es decir, una forma de
agrupación humana que fuese producto de su propia forma de
producción y reproducción subjetiva, hecha a su imagen y semejanza.
(Bautista, 2012: 93)
El fundamento de esta agrupación humana radica en la separación de los
productores y los medios de producción y en el enfrentamiento de los seres
humanos como propietarios privados, es decir, en la enajenación de bienes.
A su vez, la enajenación de bienes, necesaria para la instauración del
capitalismo necesita de un cambio en la relación del ser humano con la
naturaleza donde ésta deja de ser concebida como un sujeto para pasar a ser
concebida como objeto, como lo explica Bautista:
182
…para que existan <las cosas> en cuanto cosas, o en sí y para sí estas
tienen que haberse separado de los seres humanos para poder aparecer
como <cosas en sí y para sí>. Esto significa que tiene que haberse
producido una realidad donde los seres humanos puedan concebir la
existencia de productos que ahora son <cosas> con las cuales ya no hay
una relación estrictamente subjetiva, y que por ello ahora pueden
concebirse como cosas <independientes> del ser humano y no
relacionadas con él o con su vida. Es decir, tiene que haberse producido
objetivamente en la realidad la relación sujeto- objeto, contexto donde
puede ahora aparecer y existir en sentido estricto la mercancía
capitalista, o sea, la producción de una cosa que en sí misma es
enajenable. (Bautista, 2012: 84)
Por supuesto, como hemos visto, en contextos actuales de carencia económica
y desempleo como el que atraviesan las comunidades de Eraxamani y de
Tumasïu en particular, la tenencia individual de los terrenos significa la
posibilidad de obtener un recurso económico que atenúe la escasez.
Ley escrita, la ley de afuera.
Para Moisés Franco Mendoza, en las comunidades hay dos sistemas normativos
vigentes que regulan la vida cotidiana: la ley y la costumbre. Identifica que
mientras que la costumbre es la norma no escrita que regula la vida cotidiana de
las comunidades y que se asume como “propia” en tanto que se consideran
como una herencia ancestral pues incluye
“la práctica consuetudinaria, esto es, la repetición de ciertas formas de
comportamiento es razón de su validez específica y da origen a la idea
de que aquello que siempre se ha hecho en determinada forma, debe
hacerse siempre igual por ser un uso inveterado” (Franco, 1997: 84)
La ley escrita, por otro lado, correspondería a “lo dictado desde afuera” y que por
lo tanto no se asume como una ley propia sino como una ley impuesta. En ese
sentido, la ley escrita se considera, según la interpretación de este autor, como
la ley del turhisï, es decir, del extraño a la comunidad.
183
La historia de despojo de las comunidades indígenas y de la Cañada muchas
veces ha estado amparada bajo las leyes turhisïs como, por ejemplo, la ley Lerdo
de desamortización de 1856, lo que explicaría en gran parte el rechazo hacia la
ley impuesta: “La vieja práctica de imponer a las comunidades indígenas la
reglamentación de su patrimonio se repitió con las leyes desamortizadoras.”
(Franco, 1997: 97) Pero también los cambios y reformas estructurales como la
implementada al artículo 27 constitucional de 1992.
Cosmovisión occidental: la naturaleza como objeto.
Actualmente asistimos a una crisis múltiple que según algunos pensadores como
el filósofo mexicano- ecuatoriano Bolívar Echeverría, adquiere el status de una
crisis civilizatoria que trasciende las crisis individuales, es decir, la económica, la
social, la política o la cultural, (Echeverría, 1998), cada una por separado.
Las implicaciones de lo sostenido por el filósofo son profundas pues ello implica
pensar que todo el modelo civilizatorio en el cual se fundamenta la vida actual,
es un modelo que está en crisis y ello insta a pensar en alternativas a dicho
modelo civilizatorio lo que ha dado origen a un número no menor de reflexiones
que proponen alternativas como la del desarrollo sustentable, la del desarrollo
sostenible o más recientemente la del decrecimiento y la rehabilitación teórica
de propuestas precolombinas como la del Buen Vivir o Sumak Kawsay o el lekil
kuxlejal en tseltal y tsoltil o el Sesï Irekani en p´urhépecha.
Ahora bien, ¿de qué modelo civilizatorio nos habla Bolívar Echeverría? En un
texto titulado Crítica de la modernidad capitalista, Echeverría hace referencia a
la modernidad como el modelo civilizatorio adoptado por Occidente durante el
primer siglo del segundo milenio:
La modernidad es un proyecto civilizatorio que aparece muy
tempranamente en la historia de Occidente, en el primer siglo del segundo
milenio. Este proyecto civilizatorio aparece sobre la base de una
transformación radical de los medios de producción de esa época que
permite el aparecimiento de la posibilidad de un proyecto de vida civilizada
diferente a todo el proyecto de vida civilizada que había prevalecido a lo
largo de milenios antes de ese periodo. (Echeverría, 2011: 167)
184
Para el filósofo, este proyecto civilizatorio habría avanzado por el mundo hasta
colonizarlo casi por completo durante la época de los grandes descubrimientos,
de la Conquista y la época Colonial.
En ese mismo sentido, para Enrique Dussel
“La modernidad se originó en las ciudades europeas medievales, libres
centros de enorme creatividad. Pero nació cuando Europa pudo confrontrse
con “el Otro” y controlarlo, vencerlo, violentarlo; cuando pudo definirse
como un “ego” descubridor, conquistador, colonizador de la Alternidad
constitutiva de la misma Modernidad” (Dussel, 1994: 8)
Más aún, para Echeverría, este modelo civilizatorio “parte de una nueva relación
posible entre el ser humano y lo otro llamado naturaleza” (Echeverría, 2011:
167), es decir, la modernidad como modelo civilizatorio no sólo significó la actitud
de descubridor y conquistador hacia el Otro, el indígena, tal cual lo relata Dussel
sino también por mantener esa postura hacia la naturaleza.
En ese tenor de ideas, la modernidad se caracterizó por concebir a la naturaleza
como un objeto maleable, medible, cuantificable y, por ello, susceptible de ser
explotable; en suma, se trató, como sostiene Boaventura de Sousa Santos, de
una separación entre el ser humano y la naturaleza (Santos, 2009).
Concepción de la naturaleza que se contradice con la de las cultura originarias
para las cuales, según Víctor Toledo, tenía un carácter o una cualidad cuasi
sagrada y no era concebida, como a partir de la modernidad, como un objeto o
recurso económico (Toledo, 2009).
Así también para el filósofo mexicano Luis Villoro, la modernidad se plantea
como un reposicionamiento del ser humano con relación a la naturaleza. Es
específicamente en su libro El pensamiento moderno, publicado por primera vez
en 1992, donde Villoro expone el concepto de “figura del mundo”, mismo que
utiliza para explicar la posición del ser humano ante y en el mundo según las
diversas épocas históricas.
Lo anterior quiere decir que para Villoro cada época histórica condensa una serie
o un conjunto de ideas básicas que caracterizan a la época, mismas que señalan
la manera en como el mundo se configura ante el ser humano (Villoro, 2010).
Como ejemplo, Villoro hace una comparación entre la posición que el ser
185
humano tomaba en una época anterior a la modernidad y la posición que el ser
humano tomó para sí ante el mundo en la modernidad:
El pensamiento moderno se inicia cuando el hombre deja de verse desde
la totalidad del ente que lo abarca, para ver la totalidad del ente desde el
hombre. Ya no se contempla sólo como una creatura con un puesto singular
aliado de las otras, bajo la mirada ecuánime del dios, sino como un sujeto
que reconoce el sitio de las demás creaturas en el todo y elige para sí su
propio puesto. Deja de ser un elemento integrado en el gran todo; ahora es
capaz de hacerle frente. (Villoro, 2010: 115)
Pensamos que el concepto de figura del mundo es un concepto potente que nos
permite pensar nuestro tiempo así como las consecuencias de este
reposicionamiento del ser humano ante la naturaleza que la figura del mundo
moderno supone.
En consonancia con lo anterior, para Mario Teodoro Ramírez la modernidad
puede pensarse también como un proceso de liberación humana de todo aquello
que la limitaba, las fuerzas de la naturaleza incluidas:
Como sabemos, la modernidad –la sociedad, la cultura, la ideología
moderna- comienza con una reivindicación general de lo humano, de la
potestad humana, contra todo lo que busque limitarla o someterla. El
humanismo moderno nace en el momento en que la voluntad de
dominación y la capacidad de hacer se lían en la subjetividad individual,
individualizante e individualista. (Ramírez, 2011: 34)
Así, en la modernidad como modelo civilizatorio hegemónico exportado de
Occidente hacia el resto del mundo, el mundo natural, el ser otro de lo humano
adquiere sentido desde el humano lo que para los tres filósofos referidos con
anterioridad significa que la crisis que atravesamos actualmente radica
justamente en esa centralidad de lo humano individualista como rasgo
característico de la modernidad como modelo civilizatorio.
También para Bolívar Echeverría el humanismo es un rasgo característico de la
modernidad como modelo civilizatorio y la describe como la pretensión de
186
supeditar la existencia de lo otro a la existencia humana, lo que termina por
cosificar, es decir, de convertir en objeto al mundo y con ello a la naturaleza, que
es, a su vez, convertida en materia prima para la producción desenfrenada de
mercancías capitalistas. De manera que es esta concepción de la naturaleza y
del mundo en general como un objeto medible, cuantificable y explotable lo que
ha conllevado a la generación de la crisis actual.
Aún más, para el investigador Víctor Manuel Toledo, el cambio en la relación
entre el hombre y la naturaleza que supuso la modernidad como modelo
civilizatorio supuso también una alteración en el metabolismo social mismo que
el autor entiende como la manera en que los seres humanos, agrupados en
asociaciones, se apropian y utilizan materiales y energías de la naturaleza
(Toledo, 2013) que les permiten producir y reproducir las condiciones materiales
de existencia (Toledo & Boada, 2003).
Relacionando las ideas del filósofo mexicano Luis Villoro y del ecólogo Víctor
Toledo, se puede afirmar que cada época histórica tiene su figura del mundo y
un metabolismo social propio de manera que, haciendo un ejercicio de
comparación histórico, las sociedades primitivas tendrían un metabolismo social
en el cual el proceso de apropiación de la naturaleza tendría un carácter primario,
es decir, una apropiación caracterizada fundamentalmente porque los seres
humanos “se limitaban a extraer todos sus medios de subsistencia por medio de
la recolección de especies vegetales y animales y sus productos, la caza y la
pesca” (Toledo & Boada, 2003: 142), por lo que es una forma de apropiación
propia de las sociedades primitivas nómadas.
En tanto que el modo de apropiación secundario se caracteriza, según Toledo y
Boada (2003), porque la apropiación ya ocasiona una transformación, aunque
limitada, de los ecosistemas a través de la elaboración y uso de algunas
herramientas y el uso de energía solar. Correspondería a este modo de
apropiación la domesticación en pleno del maíz lo que significó la transformación
de suelos y territorios para el cultivo; este modo de apropiación correspondería
a sociedades y comunidades campesinas de producción rural.
Por último, Víctor Toledo identifica el tercer modo de apropiación que él
caracteriza por pasar de la producción rural campesina basada en el uso de
energía solar a una producción industrial basada y altamente dependiente del
uso de energías fósiles y minerales lo que, a diferencia del modo secundario de
187
apropiación, supuso “un cambio cualitativo en el grado de transformación de los
ecosistemas” (Toledo & Boada, 2003: 144).
La relación entre el ser humano y la naturaleza es indisoluble e inevitable; por lo
menos el ser humano necesita precariamente de la naturaleza para vivir pues,
como hemos visto, de ella extrae alimentos, nutrientes, vitaminas, sales y
minerales que le brindan la energía suficiente para que su proceso metabólico
funcione diariamente. Sin embargo, como hemos visto, esta relación ha
cambiado y es sobre todo el tercer modo de apropiación, el industrial, el que
supone una serie de consecuencias que ponen en tela de juicio la existencia de
las condiciones generales que permiten la vida en la tierra y, con ello, se pone
en tela de juicio la propia existencia del ser humano pues el modo de apropiación
industrial de la naturaleza sobre pasa la capacidad de regeneración de los
ecosistemas lo que ha conllevado al deterioro de las condiciones generales que
permiten la vida en la tierra siendo una de las amenazas más importantes el
cambio climático.
Reflexiones finales.
A lo largo del capítulo me propuse como objetivo central presentar las dos
territorialidades que en el caso de la comunidad de Tumasïu, entraron en
conflicto a partir de la llegada de la agricultura industrial de berries para
exportación a los terrenos comunales.
Las preguntas que guiaron mi reflexión fueron: ¿En qué consiste la comunidad
socialmente construida en Tumasïu? Y, ¿Quién o quiénes son los actores
sociales que construyen e impulsa la territorialidad comunal ante la territorialidad
agrocapitalista?
Lo anterior, toda vez que en mi trabajo retomo la concepción de territorialidad
ofrecida por Robert Sack, quien la entiende y define como una estrategia
utilizada por un individuo o un grupo para controlar, afectar e influir en el acceso
a una zona geográfica determinada. Al retomar la propuesta de territorialidad de
Sack, hago explícita la concepción de comunidad que utilizo en mi trabajo. Así,
entiendo a la comunidad como una construcción social que “proyecta un sentido
de comunidad ideal, permeado tanto por prácticas culturales añejas propias
como por modelos de comportamiento político que son ya el resultado de la
188
experiencia participativa de los actores en organizaciones e instituciones
modernas y no comunitarias” (Zárate, 2009: 64)
Es decir, propongo que la comunidad, en los tiempos actuales, no existe por sí
misma y con independencia de aquellos que la construyen y que más bien,
justamente por ser el resultado de la decisión explícita de sujetos que deciden
vivir en colectividad, la comunidad es una construcción consciente y un proyecto
político y que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, en su construcción los
actores sociales recuperaron y revitalizaron elementos culturales ancestral es
p´urhépecha que consideran importantes en su proyecto de comunidad.
De esta manera, la llegada de la agricultura industrial a los terrenos comunales
de Tumasïu, provocó una respuesta de recomunalización de la comunidad
impulsada por actores sociales determinados. Por ello, en el capítulo hago
énfasis en los actores sociales que rehabilitaron e impulsaron la territorialidad
comunal a partir de elementos ancestrales p´urhépecha.
¿Quién o quiénes fueron estos actores sociales?, fue una pregunta importante
en el capítulo y a través de la que señalo que el movimiento de protesta en
Tumasïu en contra de la agricultura industrial y de la territorialidad
agrocapitalista, es incomprensible sin tener como contexto histórico, político y
jurídico el movimiento indígena como movimiento social.
De esta manera, en el capítulo enfatizo que los actores sociales que rehabilitaron
e impulsaron la territorialidad comunal, son jóvenes comuneros de la comunidad
de Tumasïu que abrevaron del movimiento indígena como movimiento social.
Son jóvenes que considero, a diferencia de sus padres y abuelos, han
experimentado un cambio cultural a partir de la emergencia indígena (Ventura,
2018) y del movimiento indígena de manera que son jóvenes que se sienten
orgullosos y reivindican su identidad cultural p´urhépecha lo que les ha llevado a
defender su territorio entendido no solamente como polígono geográfico sino
como un espacio socialmente construido (Sosa, 2012) y soporte de la vida
comunal.
En consonancia con esto, la llegada de la agricultura industrial a los terrenos
comunales de Tumasïu no solamente significó la configuración de un conflicto
de distribución ecológica sino un conflicto territorial en el que se confrontaron la
territorialidad comunal y la territorialidad agrocapitalista.
189
A partir de ello, en el capítulo propongo, a partir de un análisis de contenido, que
la territorialidad comunal en Tumasïu se construyó a partir de cinco elementos
importantes para los y las comuneras, como una estrategia de defensa ante la
territorialidad comunal.
En primer lugar, la tenencia colectiva de la tierra significó un elemento importante
pues algunos de los comuneros aliados a la empresa agrícola argumentaban
que en la comunidad la tenencia de la tierra era de pleno dominio y que, por
ende, cada comunero por lo individual tenía la facultad de rentar los terrenos a
la agroempresa sin tomar en cuenta la asamblea general de comuneros.
En segundo lugar, fueron importantes algunas prácticas sociales y culturales que
se forman alrededor de la tenencia de la tierra bajo el régimen comunal y que
constituyen una oportunidad para fortalecer el tejido social comunitario.
Principalmente el cultivo del maíz y las prácticas alrededor del cultivo son
actividades socializadoras importantes dentro de la comunidad y de las familias.
En tercer lugar, apareció como un elemento importante el sistema axiológico o
los valores comunitarios que chocan o se contradicen con los valores narcisistas
propuestos por la cultura moderno- occidental capitalista. Así, la Kaxumbikua y
la Jarhoájperakua aparecen como valores importantes en la conducción de la
vida de los y las comuneras, al mismo tiempo que están estrechamente
relacionadas con el sistema normativo interno de la comunidad.
En cuarto lugar, hacemos referencia al ya mencionado sistema normativo interno
de la comunidad: la costumbre, que se contrapone con la ley escrita de la cultura
moderno- occidental, fungió un importante papel dentro de la conformación del
conflicto socio- territorial. Fue, sobre todo en la parte inicial del contrato de
arrendamiento entre los comuneros y la empresa Agrícola Superior de Jacona,
que observamos un desencuentro entre la costumbre y la ley escrita.
Por último, la cosmovisión indígena p´urhépecha de la naturaleza en la que ésta
aparece como Nana Echeri (Madre Tierra) fue un elemento que también estuvo
presente en los testimonios de los comuneros y que se contrapone con la
definición moderno- occidental de la naturaleza como un objeto y stock de
recursos.
La viñeta etnográfica de Héctor Álvarez, me sirvió para mostrar que mucho más
allá de la producción de mercancías agrícolas, de la subsunción real y formal de
los territorios por el agronegocio, para algunos comuneros y comuneras es
190
mucho más importante la recuperación de aspectos culturales comunitarios
p´urhépecha.
Pienso que también la viñeta de Héctor, nos ayuda a pensar que hay formas
alternativas de habitar los territorios más allá del capitalismo como, por ejemplo,
el Buen Vivir o Sumak Kawsay, el lekil kuxlejal de los tzeltales y tzotzil o el Sesï
Irekani de los p´urhépecha.
El conflicto en la comunidad de Tumasïu, pero sobre todo la respuesta de
recomunalización me hace pensar en la posibilidad de salir de la crisis
socioambiental que atravesamos y en las soluciones que los gobiernos parecen
esgrimir al proponer el desarrollo sustentable como una alternativa. Pienso,
quizá de manera pesimista que, a la luz del conflicto de Tumasïu, si no vemos
como una necesidad el cambiar y revitalizar otras formas de civilización a la
occidental capitalista, no lo haremos y que, tal vez, como propongo en el
siguiente capítulo, sea necesario experimentar en cuerpo y territorio propio los
agravios para cuestionar, criticar y quizá transformar nuestra forma civilizatoria.
Por otro lado, en el capítulo me interesó mostrar también la territorialidad
agrocapitalista la entiendo a partir de una relación en contraposición con la
territorialidad comunal. Que se configura a partir de la tenencia individual, de la
ley escrita o la ley de afuera de la comunidad y de la cosmovisión occidental de
la naturaleza.
Considero que, a partir de estos elementos, la territorialidad agrocapitalista ha
avanzado a través del desencanto del mundo como un fenómeno propio de la
modernidad occidental capitalista.
191
CAPÍTULO IV. DE CARA AL AGRONEGOCIO, AGRAVIOS DE LA TERRITORIALIDAD
AGROCAPITALISTA A LA TERRITORIALIDAD COMUNAL.
participamos como familia, participamos como comuneros porque pues veíamos que los terrenos de cultivo pues estaban siendo mal utilizados verdad, en contra de lo que nosotros pensábamos o que vimos en nuestros abuelos cómo se debería de trabajar con la Madre Mierra.
Tata José Huerta.
Comunero de Tumasïu.
192
Tata José Huerta es un comunero originario de la comunidad de Tumasïu. A sus
65 años, Tata José es profesor jubilado de educación indígena. Actualmente sus
principales actividades son básicamente tres. Cuando Tata José no está
realizando y dirigiendo Temazcales a través de los cuales rehabilita algunos
valores y deidades prehispánicas p´urhépecha, está dirigiendo rituales de
compadrazgo en Tumasïu y en toda la región de Eraxamani pues al ser un
hombre visto como Kaxumbiti, lo llaman para que diga las palabras (Uandakua)
del ritual de compadrazgo, está cultivando maíz cuando inicia el ciclo de cultivo,
actividad que realiza utilizando semilla nativa.
Tanto la siembra como la cosecha, Tata José la realiza con ayuda de su familia,
su esposa, Nana Margarita, sus hijos y nietos por lo que el cultivo del maíz se
convierte en un espacio de socialización y transmisión de conocimientos y
saberes locales. Para Tata José Huerta, al igual que para muchos otros
comuneros y comuneras de Tumasïu, la agricultura industrial de berries supuso
el desplazamiento de la agricultura tradicional pues se dejó de cultivar el “maicito”
para darle paso a la agroempresa y el monocultivo de berries.
Pero no fueron las únicas quejas contra la agroempresa. Héctor Álvarez se quejó
por la deforestación de los árboles que había plantado en su terreno; algunos
jornaleros se quejaron del mal trato que sufrían por parte de los mayordomos;
Tata José también se quejó porque consideró que los terrenos no estaban siendo
cultivados conforme a la tradición heredada por los antepasados; Napoleón
Márquez consideró que el uso de los agroquímicos era perjudicial no solamente
para la comunidad sino también para las comunidades vecinas; doña Digna se
inconformó por que la empresa utilizó su terreno aunque ella había decidido no
rentarlo y Don Toño se quejó del atraso de la agroempresa en el pago de las
rentas anuales.
Quejas y reclamos que expresaban los agravios sentidos por los y las comuneras
de Tumasïu. En este sentido, entiendo por agravio, al que equiparo con la noción
de afectación, como la sensación de injusticia cuando una regla social es
quebrantada (Moore, 1996). No obstante, este variopinto de reclamos en
Tumasïu, para la empresa Agrícola Superior de Jacona, agente de los daños, no
todas las quejas eran válidas. Al negar la validez de las quejas, la agroempresa
le negaba el status de “afectados” a la mayoría de los y las comuneras de
Tumasïu lo que significaba imposibilitarlos para constituirse en sujetos políticos
193
en reclamo de sus derechos (Berger, 2016) y de la posibilidad de ser
recompensados por los daños causados.
En este sentido, para Omar Arach la noción y experiencia de la afectación
representa la credencial que posisiona a aquellos que sufren las principales
consecuencias de los megaproyectos en la arena política y, por ende, en la
posibilidad de acceder a las compensaciones del daño (Arach, 2019).
En su proceder, la agroempresa “agrarizó la afectación”, es decir, consideró
como válidas únicamente las quejas y agravios sentidos por las y los comuneros
de derecho con posesión de terrenos bajo contrato de arrendamiento con la
agroempresa, aquellos que le habían rentado los terrenos para la producción de
berries, agravios que prácticamente se reducían al pago de las rentas anuales
atrasadas y dejó de lado los agravios sentidos por el resto de los comuneros,
comuneras y jornaleros agrícolas. Sin embargo, una vez expresadas las
primeras quejas en contra de la agroempresa, provenientes de los comuneros
de derecho renteros al interior de la asamblea comunal, surgió el debate de quién
debía y podía considerarse como “afectado” por las prácticas de la empresa
agrícola: ¿únicamente los comuneros de derecho con posesión de tierra,
renteros de los terrenos?, ¿los comuneros de derecho con posesión de tierra
que no le rentaban los terrenos a la agroempresa y aun así se veían afectados
de distintas maneras? ¿los comuneros de hecho sin posesión de tierra?, ¿los
jornaleros?
En este tenor de ideas, el objetivo de este capítulo es presentar la serie de
agravios o afectaciones que motivaron la movilización social de protesta en
algunos comuneros y comuneras de Tumasïu en contra de la empresa Agrícola
Superior de Jacona y que no se circunscribían al pago de las rentas atrasadas
sino a una serie de afectaciones que engloban lo ambiental, lo laboral, lo social,
lo cultural y la salud. Lo abordo a través de un análisis de contenido temático en
entrevistas realizadas a comuneros y comuneras que participaron en el
movimiento contra la agroempresa, así como de las nociones de “afectado/
afectada” (Arach, 2019) (Berger, 2016) y “agravio” (Moore, 1996), que nos
permiten pensar las consecuencias como afectaciones que motivaron la
movilización social de los actores afectados en contra de la agricultura industrial
en el caso de la comunidad de Tumasïu.
194
4. 1 De los agravios en la agricultura industrial a los actores afectados.
Definir y percibir la agricultura industrial como una actividad extractivista y por lo
tanto, como una actividad generadora de consecuencias negativas o problemas
ambientales es especialmente difícil. Sobre todo, porque cuando se hace
referencia a “extractivismo” o a “actividades extractivas”, se piensa en, por
ejemplo, la actividad minera tanto de socavón como a cielo abierto en tanto que
es una actividad que extrae grandes cantidades de recursos minerales del suelo
o subsuelo y la afectación es percibida de manera prácticamente inmediata en
tanto que las consecuencias de la agricultura industrial tardan tiempo en hacerse
visibles.
Sin embargo, en la actualidad, algunos trabajos como el de Omar Felipe Giraldo
proponen que la agricultura industrial sí puede ser considerada como una
actividad extractiva y que, además, lo es por partida doble en tanto que:
Los ejemplos del agroextractivismo son múltiples, pero quizá basta con
citar el caso de la soya. Para producir una tonelada al modo de los
“desiertos verdes” que se han venido territorializando vertiginosamente
en los campos del Sur global desde los albores del milenio, se requiere
extraer “16 kilogramos de calcio, 9 de magnesio, 7 de azufre, 8 de
fósforo, 33 de potasio, y 80 de nitrógeno”. Esos elementos químicos no
son retribuidos al suelo y generan su degradación, minando
aceleradamente las bases requeridas por la vida para su reproducción.
(Giraldo, 2018: 26)
Por lo que la agricultura industrial, destinada a exportación no sólo extrae
nutrientes del suelo sino de suelos de otras latitudes. De manera que cuando se
ve a los lados de la carretera un monocultivo, se está delante de una agricultura
industrial que está extrayendo nutrientes y energía no sólo de ese lugar, sino de
otros fuera de la percepción inmediata, aunque la mayoría ubicados en las
geografías de los países del Sur Global.
En un trabajo anterior (Janacua, 2020), sostengo que entre algunos de los
aspectos por los cuales es difícil construir a la agricultura industrial como un
conflicto ya sea socioambiental o socioterritorial y por lo tanto constituir un
195
movimiento de protesta, se puede considerar la velocidad lenta86 con que tardan
en aparecer las consecuencias de salud y ambientales ocasionadas por la
agricultura industrial además de la falta de un sentido de imposición que sí
acompaña a otros procesos extractivos como, por ejemplo, el hecho de que a
las comunidades les sea impuesta la decisión de concesionar su territorio para
la operación de una mina o la construcción de una represa, pero también la falta
de una experiencia perceptiva inmediata de los daños y consecuencias así como
la falta de información sobre las consecuencias a corto, mediano y largo plazo
del uso de agroquímicos y de las prácticas de la agricultura industrial hacen difícil
que se le conciba como una actividad extractiva.
En el trabajo de mi autoría ya mencionado (Janacua, 2020), hago una aclaración
con relación a las nociones de “problema ambiental” y “conflicto socioambiental”.
Retomando lo sugerido por Tetreault, Ochoa y Hernández (2012), propongo que
la agricultura industrial puede convertirse en un conflicto en la medida en que un
actor social se sienta agraviado o afectado por el problema, en este caso, la
agricultura industrial y surja la voz de queja o reclamo. Sin embargo, para autoras
como Karina Kloster no basta con la inconformidad o la queja de un actor social
y considera que se necesita la identificación del responsable del agravio (Kloster,
2016), por lo que el conflicto se conforma de dos o más actores: un agraviado y
un responsable del agravio.
En general, debemos a Mauricio Berger el desarrollo de lo poco que se ha escrito
sobre la noción de afectados por los agrotóxicos utilizados en la agricultura
industrial. El autor opina que los afectados por agrotóxicos son personas que
“[no] saben del problema al que están expuestas hasta que comienzan a percibir
en sus propios cuerpos los impactos: afecciones dermatológicas, respiratorias,
gastrointestinales, nerviosas, disrupciones endócrinas” (Berger, 2019: 126)
Con todo, la experiencia de la comunidad de Tumasïu trasciende la noción de
afectado propuesta por Mauricio Berger pues éste autor, al centrarse únicamente
en las afectaciones ambientales y de salud ocasionados por el uso de los
agrotóxicos, deja de lado otro tipo de afectaciones que en el caso de la
86 En este aspecto hago referencia al trabajo de Grettel Navas, Sara Mingorria y
Bernardo Aguilar (2018), en el que proponen que algunas actividades extractivas
implementan una violencia lenta (slow violence) porque los efectos del extractivismo
tardan un tiempo en mostrarse.
196
comunidad de Tumasïu fueron determinantes para iniciar el movimiento de
protesta en contra de la empresa agrícola y la agricultura industrial. En su trabajo,
Mauricio Berger se centra en el caso del Grupo de Madres del Barrio de Ituzaingó
Anexo, en la ciudad de Córdoba, Argentina, que data del 2001. El Grupo de
Madres comenzó su lucha cuando comenzaron a percibir un incremento de
enfermedades principalmente en sus hijos e hijas, afectaciones que se
mostraron sólo después de más de veinte años de fumigaciones con agrotóxicos.
Lo que muestra el caso del Grupo de Madres del Barrio Ituzaingó confirma lo
postulado por Mauricio Berger pues su movimiento de inconformidad y protesta
lo comenzaron sólo después de veinte años y después de que aparecieron las
consecuencias como cánceres, malformaciones, lupus y púrpura y afecciones
hormonales (Ayllon, Herrera, Lindon, Ferreyra, & Vera, 2019)
En una revisión del Mapa de Justicia Ambiental (Environmental Justice Atlas, en
inglés), realizada durante el mes de abril del 2020, encontré que de los 3, 081
conflictos registrados hasta ese momento sólo 11 tenían como fenómeno
coyuntural a la agricultura industrial y las consecuencias ambientales y de salud
que contraen. De esos once casos, en nueve se hace referencia a prácticas de
agricultura industrial de varios años de operación (más de veinte años) y sólo en
dos casos las prácticas del monocultivo tenían menos de trece años (Janacua,
2020). Por ello, cobra importancia la noción de slow violence o “violencia lenta”
propuesta por Grettel Navas, Sara Mingorria y Bernardo Aguilar y con el que dan
a entender que los efectos o consecuencias de las prácticas, en este caso de la
agricultura industrial, tardan en mostrarse y, cuando lo hacen, suele ser
demasiado tarde pues ya han dado lugar a los cánceres, lupus, infertilidad
másculina y femenina y malformaciones congénitas como ocurrió en el caso del
Grupo de Madres de Ituzaingó Anexo.
Sin embargo, como ya mencioné, en Tumasïu y en Eraxamani el caso ha sido
distinto. En Tumasïu las quejas no iniciaron por la aparición de alguna afectación
a la salud o ambiental ocasionados por el uso de agroquímicos sino por los pagos
de rentas atrasados y afectaciones que podemos llamar culturales en tanto que
son afectaciones a la costumbre de trabajar las tierras. Por supuesto, ello no
significa que en la región no se hayan dado casos de intoxicaciones por
agroquímicos o que incluso todavía no aparezcan las consecuencias del uso de
agrotóxicos en la región, sólo quiero hacer énfasis en que en Tumasïu, el
197
conflicto y el movimiento de protesta en contra de la agricultura industrial y la
empresa agrícola no inició por las afectaciones producidas por los agroquímicos
lo que, a mi parecer, le otorga más valor a ese conflicto porque muestra que la
agricultura industrial y sus prácticas no sólo significan afectaciones a la salud y
ambientales, sino a afectaciones de otra índole igual de importantes.
Toda afectación da o debe dar paso a procesos de compensación y en todo caso
de reparación del daño. Sin embargo, los empresarios agrícolas, fundamentados
en un economicismo clásico, conciben las afectaciones como “externalidades”
de la producción, es decir, “como lesiones al medio ambiente producidas por un
fracaso del mercado, que hace que no sea el responsable del daño el que pague
la reparación o compensación, sino la sociedad en su conjunto.” (Russi & Alier,
2003: 125)
Para Russi y Alier (2003), dichas externalidades son en realidad pasivos
ambientales que entienden como
la suma de los daños no compensados producidos por una empresa al
medio ambiente a lo largo de su historia, en su actividad normal o en
caso de accidente. En otras palabras, se trata de sus deudas hacia la
comunidad donde opera. […] En realidad, se podría decir que dichas
deudas son éxitos de traslación de los costos a la sociedad, que permiten
a las empresas ser competitivas (Russi & Alier, 2003: 125)
Aún así, en Tumasïu se percibieron afectaciones que dieron origen al
movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola que derivaron en la
expulsión de la misma. Ahora bien, ¿qué es un agravio?, ¿quién es o quiénes
son los afectados en el caso de la comunidad de Tumasïu?, ¿con respecto a qué
prácticas específicas se sintieron agraviados y, por ende, afectados?, ¿es
posible compensar/ reparar los daños ocasionados por la agricultura industrial
en Tumasïu? Son algunas de las preguntas que intento responder en este
apartado.
Por lo anterior, comencé el capítulo con el fragmento de una entrevista a Tata
José Huerta pues en sus palabras se deja entrever que la afectación surgió a
partir de la confrontación de dos mundos distintos: su mundo comunal del cultivo
de maíz y la realización de Temazcales y el mundo del monocultivo que le
198
despojó la posibilidad de los espacios de socialización como la parcela con su
famlia. Lo que concuerda con lo propuesto por Omar Arach, para quien la
afectación es el resultado de la confrontación de mundos de vida distintos en los
que “se ponen en juego visiones diferentes del espacio y del tiempo, del futuro,
de la verdad, de la justicia” (Arach, 2019). En las palabras de Tata José también
se revela el reconocimiento de un agravio provocado a la naturaleza que, en sus
palabras adquiere la representación de un ente: Madre Tierra (Nana Echeri), que
se confronta con la perspectiva cosificante de la naturaleza que es concebida
como mero objeto.
A diferencia de otros conflictos relacionados con la agricultura industrial, el
conflicto de Tumasïu no inició por la aparición de afectaciones a la salud como
resultado del uso de agroquímicos, sino más bien por problemas relacionados
con los pagos de las rentas de los terrenos comunales para los comuneros
renteros. Ello, sin embargo, significó un momento coyuntural que permitió que
otros actores sociales con menor capacidad de agencia o de movilización
levantaran su voz en contra de la agroempresa.
Tal fue el caso de los comuneros de derecho con posesión de terrenos
comunales que decidieron no rentarle los terrenos al agroempresario lo que, en
el momento de la instalación del monocultivo de berries les dejó fuera de la toma
de decisiones en tanto que se agrarizó la decisión de rentar los terrenos. A los
comuneros de derecho no renteros se les sumaron otros actores sociales con
menor capacidad de agencia: los jornaleros y jornaleras agrícolas.
De manera que, en el conflicto socioterritorial de Tumasïu fueron dos los actores
sociales que, mediante su inconformidad o agravio, dieron inicio al movimiento
de protesta en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona y de la
agricultura industrial capitalista. En lo que sigue, mostraré las afectaciones o
agravios sentidos tanto por los comuneros de derecho renteros como no renteros
y de los comuneros de hecho que dieron paso a la movilización social.
4. 2 De comuneros a afectados y de afectados a comuneros.
Las quejas contra la empresa agrícola comenzaron a llover en una asamblea
general de comuneros en 2018. Los que primero se inconformaron fueron los
comuneros renteros, es decir, los comuneros de derecho con posesión de
terrenos comunales que le rentaban las tierras a la empresa Agrícola Superior
199
de Jacona para la producción industrial de berries para exportación. La queja de
los comuneros renteros fue la oportunidad para que comuneros como Héctor
que, aunque era comunero de derecho con posesión de terrenos, habían
decidido no rentarle sus terrenos comunales a la empresa agrícola y expresaran
sus inconformidades pues, aunque no rentaban sus terrenos, con sus prácticas,
la agroempresa les ocasionó diversas afectaciones.
En este sentido, el papel que jugaron las autoridades, tanto agrarias como
civiles, fue muy importante pues al no ver el asunto con la agroempresa
únicamente como un “problema agrario”, le dieron la entrada a otras afectaciones
que trascendían lo agrario y por lo tanto a otros comuneros. Agrarizar la
afectación significaba que la empresa únicamente se haría cargo y resarciría las
externalidades producidas a todos aquellos comuneros y comuneras renteras en
primer lugar y a los comuneros posesionarios que, sin rentarle, habían sido
afectados por las prácticas del monocultivo.
Lo anterior, a pesar de que la Ley ambiental para el desarrollo sustentable del
estado de Michoacán en la fracción XI del cuarto artículo define como daño
ambiental:
La alteración relevante que modifique negativamente el medio ambiente,
sus recursos, el equilibrio de los ecosistemas, la salud humana o los
bienes o valores ambientales colectivos.
La misma ley, en el artículo 151 del capítulo IV, señala que “Cualquier persona
tiene el derecho a denunciar ante la Procuraduría o el Ayuntamiento que
corresponda, todo hecho u omisión que contravenga las disposiciones de esta
Ley y demás ordenamientos que regulen las materias relacionadas con la
protección al ambiente y los recursos naturales.”
En ese mismo sentido, también la ley de desarrollo rural integral sustentable del
estado de Michoacán, de la cual se benefician “ejidos, comunidades indígenas y
las organizaciones o asociaciones de carácter nacional, estatal, regional,
distrital, municipal y localidades de pobladores del medio rural que se constituyan
o estén constituidas de conformidad con las leyes vigentes y, en general, toda
persona física o moral que, de manera individual o colectiva, realice
preponderantemente actividades en el medio rural”. Lo anterior, deja en claro
200
que cualquier persona de la comunidad, independientemente del hecho de que
sea comunero de derecho o de hecho, si se siente afectado por las prácticas de
la empresa agrícola, tiene derecho a realizar una denuncia pública y a exigir una
compensación por ello.
A pesar de lo anterior, la empresa agrícola a través de su representante legal y
sus aliados al interior de la comunidad intentaron agrarizar la afectación. Al
intentar agrarizar la afectación, en la asamblea comunal se originó una discusión
en torno a quién y quién podía y debía ser considerado como comunero y por lo
tanto quién y quién tenía voz y voto y quién quedaba excluido de ello, pues la
empresa y sus aliados, en su intento de agrarizar la afectación, argumentaban
que en el problema con la empresa únicamente debían opinar los comuneros
renteros, excluyendo al resto de los comuneros y comuneras de Tumasïu.
Dicha discusión inició, según mi interpretación, como un intento de “agrarizar” la
afectación, es decir, de considerar únicamente como afectados a aquellos
comuneros que: a) poseían terrenos en la zona parcelada de la comunidad, b)
poseían certificados parcelarios, aunque este aspecto no era muy importante
porque con o sin certificado parcelario, el hecho de que determinadas tierras les
sean reconocidas como propias por parte del resto de los comuneros bastaba, y
c) tener en contrato de arrendamiento con la empresa agrícola. Es decir, la
categoría de comunero que defendía la empresa agrícola y sus aliados en ese
intento de agrarizar la afectación era la proveniente del derecho agrario, desde
el cual un comunero es:
Titular de derechos en una comunidad agraria legalmente reconocida,
establecida en la LA [Legislación Agraria] y el estatuto comunal; esta
calidad le permite, en su caso, el uso y disfrute de su parcela y la cesión
de sus derechos, así como el aprovechamiento y beneficio de los bienes
de uso común87.
Sin embargo, en la comunidad no operaba únicamente la definición de comunero
desde el derecho agrario, operaba también la definición de comunero desde los
criterios de membresía propios desde los cuales “todos y todas son comuneros
87 Glosario de términos de la Procuraduría Agraria.
201
porque nacieron en la comunidad”, desde dicha definición el conflicto con la
empresa agrícola tomó otra dirección.
Como muy bien sostiene Mónica Montalvo, agrarizar la afectación tiene la
finalidad de “dividir y evitar la respuesta de la sociedad en su conjunto, la
respuesta comunitaria” (Montalvo, 2019: 60). Sin embargo, en Tumasïu también
permeaba otra definición de comunero, una definición que no excluía a todos
aquellos y aquellas que no cumplían con los requisitos de la legislación agraria
y que tiene relación con los llamados “criterios de membresía” que son definidos
al interior de cada comunidad.
En este sentido, el testimonio de Héctor Álvarez es importante pues nos ayuda
a comprender que en la comunidad de Tumasïu la categoría de comunero no se
aplica únicamente a aquellos o aquellas que poseen terrenos comunales o tienen
certificados parcelarios o están registrados en el padrón de comuneros, sino que
“todos son comuneros por el simple hecho de haber nacido en la comunidad”:
con el simple hecho de nacer en la comunidad pues eres comunero, creo
que no hay necesidad de que tengas un terreno o algo pues al final de
cuentas pues estás aquí, eres parte del pueblo, participas en faenas, por
el simple hecho de participar en faenas ya eres comunero, ya si aportas
una cooperación que dicte la asamblea pues eres comunero88.
El reconocimiento de comuneros y comuneras desde los criterios de membresía
internos fue importante en Tumasïu para impedir la agrarización de la afectación
pues al ser considerados como comuneros “a todo aquel, aquella que nació en
la comunidad”, se le daba ciudadanía política y reconocimiento para exigir una
reparación o un resarcimiento en caso de afectación a todos aquellos que así lo
sintieran.
De manera que, en el caso de Tumasïu, de los pagos atrasados en las rentas
anuales de los terrenos comunales, se pasó a enlistar una serie de afectaciones
y agravios que motivaron un movimiento de protesta en contra de la empresa
agrícola. En lo que sigue, abordaré las afectaciones sentidas por los comuneros
y comuneras de Tumasïu.
88 Entrevista realizada a Héctor Álvarez, el 19 de noviembre de 2020.
202
Afectaciones ambientales.
Por el tipo de suelo, el clima y la abundancia de agua del río Duero, la región de
la Cañada de los Once Pueblos ha sido considerada como una región con
vocación agrícola por lo que la mayoría de los comuneros de Santo Tomás son
expertos campesinos en el cultivo de maíz, avena, sorgo y janamargo y, si bien
es cierto que desde mediados del siglo pasado ya no realizan una agricultura
cien por ciento tradicional, es decir, una agricultura basada en sistemas de
asociación y rotación de cultivos como el maíz, el frijol, el chile y la calabaza
(Shiva, 1997) cuya forma fundamental es la milpa y está orientada
preponderantemente al autoconsumo (Bonfil, 1987) además de no utilizar
fertilizantes nitrogenados ni pesticidas químicos, pues la llegada de la
Revolución Verde les impuso el uso de paquetes tecnológicos que incluían
semilla mejorada, fertilizantes y pesticidas, lo cierto es que en su discurso, los
comuneros de Santo Tomás mencionan tener un trato más amable con sus
terrenos a diferencia del trato que le dio la empresa Agrícola Superior de Jacona
por lo que no tardaron en notar algunas afectaciones ambientales como
resultado del tipo de prácticas que utilizaba la empresa en el monocultivo de
berries, prácticas que chocaban o se contraponían con las prácticas que ellos
realizaban en sus terrenos lo que significó un encuentro de voluntades
contrapuestas o de creencias y de prácticas alrededor de la agricultura, tal como
nos lo muestra el testimonio de Tata José, comunero de Santo Tomás:
participamos como familia, participamos como comuneros porque pues
veíamos veda que los terrenos de cultivo pues estaban siendo mal
utilizados verdad, en contra de lo que nosotros pensábamos verdad o que
vimos verdad en nuestros abuelos cómo se debería de trabajar con la
madre tierra.89
En este sentido, como sostiene Nicholas Matthew Risdell (2011), quien a su vez
sigue a Barrington Moore:
89 Entrevista realizada a Tata José Huerta el 19 de febrero del 2020 en la comunidad de Tumasïu.
203
[…] el sentimiento de injusticia sólo es posible en contraste con una noción
de justicia. Es decir, que tiene que haber una serie de reglas sociales que
la gente considera como necesarias, y cuando estas reglas son violadas
por la autoridad ello se interpreta como un ataque de tipo moral y provoca
una sensación de injusticia. (2011, 74).
Es decir, la renta de tierras en Santo Tomás para el cultivo industrial de frutos
rojos deparó en la violación de un conjunto de saberes y prácticas agrícolas
propias de la comunidad cuyos miembros consideraban como justas, prácticas
que además se relacionaban con un conjunto de saberes ancestrales que
apelan, por lo tanto, al quiénes somos de la comunidad.
En la construcción social de un conflicto socioambiental, y en general en la
construcción social de cualquier conflicto, se requiere la conformación identitaria
de aquellos que participan en el conflicto. Para autores como Nicholas Matthew
Risdell (2011), dicho proceso ocurre durante la primera etapa de conformación
del conflicto, es decir, en la etapa de diagnóstico, que es “cuando se atribuye
responsabilidad por el problema a ciertos actores, construyendo así una
identidad tanto del protagonista (el movimiento y sus participantes) como del
antagonista (personas o colectivos que se oponen a los objetivos del
movimiento)” (2011: 66).
Para autoras como Karina Kloster, la inconformidad de la parte agraviada
deviene en denuncia únicamente cuando se reconoce y expresa el o los orígenes
o la causa de la inconformidad, es decir, una vez que se ha identificado el o los
responsables del daño. Por ejemplo, los conflictos socio- ambientales en el
estado de Michoacán registrados en el Environmental Justice Atlas en todos está
plenamente identificado el responsable de las afectaciones así, la lucha del
municipio indígena de Cherán es contra el crimen organizado dedicado a la tala
ilegal de su bosque, la lucha de la comunidad de Angangueo es contra el Grupo
México del empresario Larrea y la lucha de la comunidad de Aquila es contra la
empresa Minera Ternium. Por otra parte, la lucha de la comunidad de Tepoztlán
es en contra del grupo empresarial K-S. Así mismo, en el estado de Michoacán
ha tenido una trascendencia importante en las comunidades y en la organización
204
comunal la lucha que los comuneros de Santa Fe de la Laguna contra los
ganaderos de Quiroga.
Un barbechado de más de cincuenta centímetros, cuando lo normal para los
comuneros era barbechar la tierra a no más de treinta centímetros para no dejar
el suelo tan expuesto; surcar la tierra sin tomar en cuenta el desnivel de los
terrenos, cuando lo usual para los comuneros era tomar en cuenta el desnivel y
las barrancas naturales para evitar la erosión y el deslavado de tierra por las
lluvias y el viento; arrasar con las mojoneras naturales como piedras, árboles o
relieves naturales, cuando lo cotidiano era respetar dichas señales naturales
para saber los límites de los terrenos en posesión y evitar los conflictos internos
en la comunidad son algunas de las “reglas” que para los comuneros de Santo
Tomás, violó la empresa con sus prácticas agrícolas industriales.
En este orden de ideas, tanto para Risdell (2011) como para Meneses (2016), la
construcción social del agravio consiste en una serie de valoraciones entre lo
que se considera justo e injusto por lo que se puede decir que, en la formación
del agravio para los comuneros de Santo Tomás, se realizó una comparación
Imagen 16 Terreno comunal de Tumasïu después de la agricultura industrial de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
205
entre las prácticas agrícolas tradicionales90 en la comunidad y las prácticas
agrícolas de la empresa.
Dichas valoraciones, entre lo injustas que eran las prácticas agroindustriales que
Agrícola Superior de Jacona realizaba en los terrenos comunales, recayeron en
un ejercicio reflexivo hacia el futuro de la comunidad, de sus tierras y de las
generaciones jóvenes de seguirse con la producción industrial de frutos rojos lo
que significó que muchos comuneros cuestionaran la comodidad que las rentas
anuales les dejaba, como nos lo explica nuevamente Tata José Huerta:
lo importante es que sí nos dimos cuenta de que económicamente a lo
mejor teníamos una solvencia ya este económica bien definida pero
nuestras tierras se estaban acabando eh, y, y nosotros ¿qué le íbamos a
dejar a nuestras familias, a nuestras hijas, a nuestros hijos?91
La imaginación, según consideramos, juega un papel importante en la
construcción social de un conflicto sea de carácter ambiental, socioterritorial o
de distribución ecológica, es decir, la capacidad que un actor social, en este caso
los comuneros, tenga de hacer un ejercicio de imaginación hacia el futuro de su
comunidad es la posibilidad, también, de convertirse en un sujeto político.
Por ejemplo, según María Rosas (1997) en la lucha contra el club de golf, los
comuneros de Tepoztlán imaginaron cómo sería su comunidad una vez que el
club de golf estuviera instalado y lograron así prever la escasez de agua a la que
se someterían si permitían su instalación, dicha imaginación, para María Rosas
funcionó como catalizador para el movimiento socioambiental contra la empresa
K- S92.
90 En este trabajo, cuando nos refiramos a “prácticas agrícolas tradicionales” o
“agricultura tradicional”, estaremos haciendo referencia no a la milpa como sistema de
cultivo tradicional, sino a las prácticas agrícolas que tradicionalmente realizan en Santo
Tomás, aunque dichas prácticas incluyan el uso de semillas mejoradas y paquetes
tecnológicos. 91 Entrevista a Tata José Huerta, realizada el 19 de febrero de 2020, en la comunidad
de Tumasïu. 92 Nos referimos al movimiento social que la comunidad de Tepoztlán, en el estado de
Morelos, realizó contra la instalación de un campo de golf por parte de la empresa K- S
en contubernio con el gobierno estatal.
206
Las prácticas agrícolas que realizaba la empresa Agrícola Superior de Jacona,
además, trajo consigo consecuencias a los campos de cultivo como la
generación de diferentes plagas que nunca habían sufrido los terrenos
comunales pues, si bien, se sembraba en su mayoría maíz lo cierto también es
que no todos los comuneros sembraban al mismo tiempo de manera que los
espacios sin sembrar funcionaban como barreras biológicas para el control de
plagas. Con la llegada de la empresa, sin embargo, el monocultivo de arándanos
y fresas y el uso intensivo de pesticidas agroquímicos atrajo la consustancial
plaga de la fresa, la araña roja y una plaga de saltamontes que los comuneros
atribuyeron a la agroempresa.
El uso de pesticidas agrícolas para el control de plagas como una actividad
consustancial a las prácticas agrícolas industriales motivó también una
preocupación en los comuneros pues, si bien, ellos como comuneros también
llegaron a utilizar algunos pesticidas y fertilizantes nitrogenados en el cultivo del
maíz, nunca lo hicieron en la magnitud en como la empresa lo hacía de manera
que se llegaron a cuestionar sobre los posibles efectos que aquel uso
indiscriminado de pesticidas agrícolas tendría tanto para sus tierras, como para
el agua y los animales. Dudas que no estaban del todo equivocadas pues, a decir
de Marie Jane Angelo:
[l]os pesticidas, que son lanzados intencionalmente al medio ambiente
con el propósito expreso de matar o interrumpir los organismos vivos, a
menudo representan riesgos significativos para las demás especies, aun
los humanos (Angelo, 2017: 141)
Imagen 17Botellas de insecticida utilizado por la empresa en la producción industrial de berries para exportación. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
207
Como ya mencioné líneas arriba, la llegada de la empresa a la comunidad no
solamente significó la generación de plagas y la erosión de suelos, sino un
cambio en el paisaje visual de los terrenos comunales pues la empresa, con la
finalidad de tener un campo con las características necesarias para instalar un
monocultivo, barbechó y emparejó toda la superficie de la zona parcelada de
manera que la tierra, o el suelo que sobró de dichos trabajos los trasladó a otro
lugar, tal como nos lo dicen las del profesor Raúl Espino, comunero de Tumasïu:
algo que se me pasaba es de que en el momento en que la empresa se
estableció dejó este una situación de, ahora sí de que se llevó más bien
una gran cantidad de tierra de la capa arable porque cuando barbechó,
emparejo ya todo se llevó la tierra a quién sabe dónde y eso no estaba en
el contrato93
Al igual que otras prácticas extractivas como la minería, las minas de carbón y
la explotación de hidrocarburos, los monocultivos agroindustriales también
conducen a procesos de transformación territorial que desembocan en un
reordenamiento de paisajes […] Algunas características de estos procesos
son la modificación de fronteras territoriales y los en- cercamientos
(enclosure), la formación de enclaves, la des- democratización del
aprovechamiento de la naturaleza94 y amplias destrucciones
medioambientales. (Acosta y Brand, 2017, 164).
93 Entrevista al profesor Raúl Espino el 20 de septiembre de 2019, en la comunidad de
Tumasïu. 94 Como hicimos notar en el capítulo anterior, en la comunidad de Santo Tomás, la
decisión de rentar las tierras a la empresa Agrícola Superior de Jacona estuvo solo en
algunas pocas manos, es decir, en los comuneros posesionarios de la zona parcelada
de la comunidad. Como se vio, además en la comunidad hay algunos comuneros que
con el paso del tiempo han acaparado muchos terrenos comunales pues en tratos han
comprado o les han cedido los derechos agrarios, lo que significó una reducción del
número de personas que finalmente decidieron rentar los terrenos a la agroempresa.
208
A decir de los comuneros, lo consiguiente a esta remoción y barbecho de tierra
tan profundo fue el deslave ocasionado por la lluvia y el viento. Durante algunos
recorridos de campo que realizamos en las huertas de fresa y arándano que la
empresa Agrícola Superior de Jacona tenía en la comunidad observamos
algunos canales de desagüe que la empresa instaló, canales que se fueron
deslavando con la lluvia. Lo anterior, también fue un motivo para que algunos
comuneros se inconformaran en la asamblea comunal:
el otro día que fui a ver no pus la parte oriental pegado a lo de Zopoco
verdad pues sí quedó una, un vallado, y dije “pus esto qué”, se ve que eso
pues se hizo a propósito como desagüe entonces eso en lugar pues de
servir como desagüe pues se fue abriendo más verdad porque pues tiene
esa, esa pendiente.95
Todas estas situaciones se fueron construyendo, mediante la comparación entre
lo justo y lo injusto, lo propio y lo impropio, es decir, las prácticas agrícolas
propias y las prácticas agrícolas ajenas, como afectaciones ambientales que
motivaron la búsqueda de un responsable, a saber, la agroempresa. Así pues,
por afectaciones ambientales entendemos todas aquellas afectaciones que
fueron motivo para que los comuneros en primer lugar se inconformaran por el
trato a sus tierras y, en segundo lugar, una vez que vieron que el empresario no
resolvió el problema, participaran en el movimiento contra la empresa.
En resumen, las afectaciones ambientales que movilizaron a los comuneros
están comprendidas entre la generación de plagas por el monocultivo, el uso de
pesticidas para combatirlas y el riesgo que ello podría conllevar, la erosión del
suelo, la generación y el inadecuado tratamiento a los desechos agrícolas, el
saqueo y el barbecho inadecuado de la tierra, el deslave y la destrucción de
diques o barreras naturales que contenían el suelo.
Afectaciones culturales.
Actualmente asistimos a una redefinición de lo que es el territorio, mismo que ya
no se concibe únicamente como una porción física de tierra definida
95 Entrevista realizada el día 19 de febrero de 2020 en la comunidad de Tumasïu.
209
geográficamente y bajo el control del Estado Nación, definición que estaría más
cercana a la vieja tradición nacionalista que lo designaría únicamente como un
polígono irregular de tierra, para pasar a una definición del territorio que abarca
otros aspectos del territorio como los procesos de representación, construcción
y apropiación cultural (Sosa, 2012) que del territorio hacen los grupos humanos
que lo habitan y que, por ende, es un espacio construido socialmente con y en
la historia a través de las prácticas de apropiación de los elementos naturales
que en el territorio se encuentran.
La agricultura industrial de frutos rojos en la comunidad indígena de Santo
Tomás no solamente causó afectaciones ambientales, para los comuneros
también fueron algunas afectaciones culturales las que llevó a los comuneros a
inconformarse.
Las prácticas de la agricultura industrial no solamente radican en la instalación
de monocultivos, es decir, la siembra y cultivo de un solo grano u hortaliza, sino
en la homogenización cultural del territorio.
Ya vimos en el apartado anterior cómo la empresa Agrícola Superior de Jacona,
en su proceder para instalar la agricultura protegida de fresa y arándano no solo
barbechó y aplanó toda la superficie parcelada de la comunidad, también en lo
simbólico parece haber instalado un monocultivo cultural que estaba terminando
con los nombres de los predios de manera que, para la empresa y los
mayordomos, todos los predios tenían el mismo nombre. De manera que ahí
donde la comunidad, a través de la historia y las prácticas culturales denominó
a sus predios con los nombres de Conero, Potrero y La Tijera, por citar solo
algunos ejemplos, la agroempresa y sus mayordomos, y con el tiempo también
los propios comuneros parecían estar olvidando los nombres originales de los
predios; en tiempos del monocultivo aquellos predios se denominaban Rancho
1, Rancho 2 y Rancho 3.
210
Otra de las consecuencias de la agricultura industrial en la comunidad fueron los
cambios en las rutinas tanto de hombres como de mujeres, comuneros, como el
resultado de la asalarización.
Como ya comentamos líneas más arriba, si bien en la comunidad desde hace
años no se practica la milpa, sí se cultivaba maíz, por lo que la llegada de
Agrícola Superior de Jacona y con ella el monocultivo de berries significó la
interrupción de ciertas prácticas agrícolas que permitían la convivencia familiar,
como sostienen Espinoza y colaboradoras, el capital agroexportador parecen
dominarlo todo y no se restringen a los surcos de cultivo sino que lo permea todo:
la sala, la recámara, la cocina, la comunidad y no es que haya –sostienen- un
patrón en cada hogar sino que la rutina y las formas de vida dominadas por los
bajos salarios estructuran su vida cotidiana (Damián, Ramírez, & Tello, 2017)
Además, el abandono de la agricultura de maíz en la comunidad modificó las
tradiciones que tenían como eje central las actividades culturales relacionadas
con el cultivo del maíz como la preparación del terreno, el barbecho, la siembra,
el cuidado y la cosecha, actividades en las cuales solía participar sino toda la
familia, sí gran parte de ella por lo que el cultivo del maíz no solamente
significaba una actividad productiva sino también, y quizá ello es más importante,
una oportunidad de reforzar los lazos familiares.
Imagen 18 Parajes de la comunidad de Tumasïu. en su avance, la empresa agrícola fue cambiando los nombres de cada uno de los parajes. Fuente: Elaboración propia con uso de Google Earth.
211
la comunidad tenía una convivencia mucho muy sana en cuanto al
desarrollo de toda la actividad agrícola, cada uno de los parceleros que
teníamos nuestras tierras en antes de que se rentaran para la agroempresa
las trabajábamos de una manera muy unida, cada quien cultivaba su tierra,
desde el inicio pues con el barbecho, el rastreo de ahí pues la siembra cada
quien este hacia su siembra prácticamente de lo que es el cultivo del maíz
y entonces este ya después de sembrar esperamos para que se hiciera la
siguiente actividad que era la de escarbar nuestras tierras y fertilizarlas
posteriormente hacíamos lo que la segunda o sea que ya para la última
actividad que teníamos para el maíz y de ahí esperar para que el tiempo
nos favoreciera toda esa actividad pues la realizábamos familiarmente, de
esto cabe mencionarse que era una situación familiar, de esta manera que
el papá hacía, el jefe de familia hacia toda esta actividad, cuando faltaba el
jefe de familia el hijo continuaba con la misma actividad y así
sucesivamente a través del tiempo entonces era una convivencia mucho
muy armónica, muy bonita eh llegó la empresa eh la hora si la situación por
el dinero, eh hizo que esto cambiara, cambiara a tal grado de que había
una enajenación ya concreta ya al parecer que ya no queríamos trabajar
las tierras, queríamos recibir nada más el dinero de la empresa96.
En este mismo sentido, los cambios y las transformaciones se van dando
paulatinamente también en las construcciones de las mismas casas y atrás van
quedando las construcciones tradicionales diseñadas en función de una cultura
del maíz en las que, señalaba Bonfil Batalla, había siempre un espacio para el
almacenaje de las mazorcas, para el desgrane del maíz, para el fogón y el metate
(Bonfil, 1987)
Además, en tiempos de COVID- 19, el abandono de la agricultura maicera
supuso un contexto de inseguridad y ausencia de soberanía alimentaria que
expuso aún más a las comunidades pues, a pesar de la pandemia, gran parte
de la población de las comunidades tenía que salir de estas para trabajar, no así
96 Entrevista al profesor Raúl Espino, realizada el 20 de septiembre de 2019, en la
comunidad de Tumasïu.
212
aquellas que mantuvieron más o menos la agricultura para autoconsumo que les
garantizó alimento necesario (Arias & Morales, 2020).
En comunidades donde se ha instalado el agronegocio, como en Eraxamani y
en Tumasïu, las hectáreas rentadas para la producción de materias primas son
equivalentes a una disminución de seguridad y soberanía alimentaria pues “una
hectárea más de fresa significa una hectárea menos de maíz”.
A decir de algunos y algunas comuneras de Tumasïu, el hecho tener un trabajo
como jornaleros agrícolas si bien les otorgó cierta independencia económica
también significó que su rutina cambió, que ya no se sembró el maíz que solía
sembrarse y ya no se tuvo el tiempo suficiente como para cumplir algunas
obligaciones al interior de la comunidad tan importantes como las faenas o las
asambleas comunales.
La gráfica siguiente, elaborada a partir de los datos del Servicio de Información
Agroalimentaria y Pesquera de la Secretaría de Desarrollo Rural, refleja la
cantidad de hectáreas de producción de maíz en el estado de Michoacán,
mientras que el cultivo de maíz por riego se cuenta en miles de hectáreas, el
cultivo de temporal se cultiva únicamente por cientos de hectáreas y, según se
puede apreciar, en algunos años incluso no se contabiliza ninguna superficie.
Es interesante lo que muestra la gráfica anterior porque refleja cómo el cultivo
de maíz de riego no tiene grandes variaciones, mientras que el cultivo de maíz
de temporal sí, lo que puede significar que la agricultura industrial desplaza
0
2000
4000
6000
8000
10000
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
Riego
Temporal
Imagen 19 Diferencia entre la producción de maíz de temporal (en rojo) y de riego (en azul). Fuente: Elaboración propia con información del Servicio de información Agroalimentaria y Pesquera.
213
principalmente al cultivo de maíz de temporal que es el que realizan los
pequeños campesinos, comuneros cuya producción tiene la finalidad de la
autosubsistencia.
A decir de Guillermo Bonfil Batalla, la faena comunal “es una obligación que está
implícita en el hecho mismo de formar parte de la comunidad” (1987, 61) por lo
que se entiende que es un ejercicio de reciprocidad social que Bonfil Batalla
parece entender muy bien cuando dice que en la faena comunal “se adquiere la
obligación de hacer lo mismo que otros hicieron por uno, cuando llegue el
momento” (1987, 61), lo que, en el caso de la comunidad de Santo Tomás, refiere
al valor comunitario de la Jarhoájperakua, que es la ayuda mutua hacia la
comunidad y a los otros.
Al impedir las faenas comunales, la asalarización de la rutina también estaba
destejiendo la cohesión social comunitaria, tal como nos lo muestra el fragmento
de una entrevista a un comunero de Tumasïu:
nos estábamos alejando de esa parte verdad porque empezamos a pus del
trabajo a su casa, de su casa al trabajo ya sin, sin ánimos verdad por el
trabajo, verdad, o sea del trabajo a su casa y pues órale nada más pensar
en mi que tengo que prevenirme tengo que alistarme, tengo que preverme
de lo que con lo que voy a, de lo que voy a ocupar para mañana entonces
nos fuimos deslindando, nos fuimos separando de esa convivencia y de
nuestra responsabilidad para ir a las asambleas.97
En las comunidades, tanto de hecho como de derecho, un mecanismo de
organización y cohesión social ha sido la asamblea comunal o comunitaria y la
asalarización de la rutina, al igual que a las faenas comunales, ha implicado que
ya no se disponga del tiempo suficiente para atenderlas como parte importante
de la organización comunal.
Por ello, tanto con las asambleas como con las faenas se ha generado una
especie de mercado interno en el que los comuneros que no pueden ir a las
faenas, le pagan a otros comuneros para que asistan por ellos y al parecer, ello
no es del todo mal visto dentro de la comunidad de Tumasïu.
97 Entrevista a Raúl Espino, el 20 de septiembre de 2019 en la comunidad de Tumasïu.
214
Además, en su proceder, la agroempresa trató de imponer un comité de
comuneros a modo de tal manera que todas sus exigencias fuesen aprobadas,
lo anterior constituyó un ataque a la organización comunal de Santo Tomás pues
ésta, al ser una comunidad de derecho, tenía establecido el Comisariado de
Bienes Comunales al cual la empresa tenía que dirigirse, sin embargo, al
encontrar requerimientos y requisitos por parte de la autoridades civiles de la
comunidad, la agroempresa formó un comité alterno, lo que fue sentido por los
comuneros como una afrenta a su organización social.
Por todo lo anterior, una de las consecuencias de la agricultura industrial de
frutos rojos ha sido la desarticulación del tejido comunitario98 que, a decir de
Gisela Espinoza, cuando ello ocurre es cuando las empresas agrícolas han
tenido éxito pues, al desgarrar física, emocional, social y culturalmente a las
familias y a las comunidades, la agricultura industrial o bien se instala fácilmente
en las comunidades o expulsa a las familias que huyen desarraigadas a otros
lugares en búsqueda de trabajo.
A su vez, esta desintegración del tejido social comunitario ha originado que otras
territorialidades incursionen, y en algunos casos con mucho éxito, en las
comunidades, por ejemplo, la territorialidad narcocapitalista que ha inundado las
calles de las comunidades de la Cañada con venta de drogas.
Por afectaciones culturales entendemos todas aquellas afectaciones
ocasionadas por la agricultura industrial y que incidieron en algunos aspectos
culturales de la comunidad de Santo Tomás como la organización política
comunal, los usos, las costumbres y tradiciones como las faenas y asambleas
comunales.
Afectaciones sociales.
El capital agroexportador avanza despojando a las comunidades de sus
territorios y desalojando, o convirtiéndolos en jornaleros y jornaleras, a los que
habitan los parajes comunales, para hacerlo, ha emprendido una guerra
interminable contra los comuneros y campesinos, de manera que estos quedan,
inevitablemente, de cierta manera desalojados de sus propios territorios. Así, en
98 A decir de Gisela Espinoza, el éxito de las empresas agroexportadoras se traduce en
el “desgarramiento físico, emocional, social, cultural de las familias” (2017, 44)
215
Santo Tomás, este sentimiento de “ser ajenos en la propia tierra” se fue
incrementando al punto de sentirse extraños en su propio terruño.
la empresa pues hora si se podría decir que se había adueñado de las
tierras, nosotros como dueños de los terrenos ya no podíamos ni pasar
por ahí99
Lo anterior está relacionado con el robo de frutos rojos que se dio en las huertas
de fresa y arándano que la agroempresa tenía instaladas en los terrenos de la
comunidad por lo que una de las reacciones de la empresa fue contratar
veladores o vigilantes, sin embargo, esto agravó el sentimiento de agravio e
injusticia pues los comuneros sintieron que ya no eran libres de caminar por los
parajes de su comunidad aún aquellos que no tenían contrato de arrendamiento
con la empresa agrícola.
Actividades delictivas e inseguridad social fueron fenómenos que empezaron a
ocurrir alrededor del monocultivo de berries. Algunos comuneros contaron que
de hecho ellos mismos habían sido víctimas del hurto de maíz cuando
sembraban por lo que cuando llegó la agroempresa le sugirieron construir un
muro para proteger la fruta. Sin embargo, ésta no aceptó y comenzó a
incrementarse el hurto de frutos rojos por la noche.
En este sentido, mientras me encontraba haciendo trabajo de campo, un
comunero de Santo Tomás, nos mencionó que un bote de veinte kilogramos de
arándano robado se vendía hasta en cuatrocientos pesos en “el mercado negro”
lo que comenzó a llamar la atención de algunas personas lo que no es extraño
si tomamos en cuenta que a la semana un jornalero en promedio puede ganar
entre mil y mil quinientos pesos, comparado con los dos mil o dos mil quinientos
que le dejaría el hurto de frutos rojos, se entiende que algunas personas hayan
comenzado el hurto masivo de frutos rojos en las huertas que Agrícola Superior
de Jacona tenía en Santo Tomás. Al respecto, tal vez valga la pena pensar el
hurto de frutos rojos en Santo Tomás como esos actos de desesperación,
99 Entrevista realizada a Raúl Espino León el 20 de septiembre de 2019 en la comunidad
de Tumasïu.
216
rebeldía y desafío a la autoridad opresiva de los que habla James Scott (2000),
como actos de resistencia frente al abuso del agroempresario.
Lo anterior a su vez motivó a la agroempresa a contratar vigilantes y veladores
lo cual a su vez también trajo consecuencias negativas pues además de que
dichos vigilantes provenían de fuera de la comunidad estaban armados100.
Además de esta vigilancia armada, la agroempresa usufructuó terrenos
comunales que no estaban bajo arrendamiento. El monocultivo, como práctica
agrícola industrial avanzó poco a poco convenciendo a algunos de los
comuneros que originalmente no accedieron a rentar sus terrenos, la
agroempresa o bien los convenció de rentar o bien terminó por usar los terrenos,
aunque no se los hubiesen dado en contrato de arrendamiento101. Lo anterior
conllevó también una queja en contra del agroempresario y sus procedimientos
para la expansión del monocultivo de berries.
Por afectaciones sociales entendemos todas aquellas afectaciones ocasionadas
por la agricultura industrial de frutos rojos en la comunidad y que no tienen
relación con lo cultural, sino en relación con temas como la seguridad pública, la
vida social, el matrimonio, las relaciones sociales, el desempleo, etc.
4. 3 De comuneros a jornaleros afectados.
a medio día se pone muy sofocante, no entra casi mucho aire, entonces sí este, yo en esos casos lo que me da es que creo
que la deshidratación me empieza a doler la cabeza, de tanto calor…
Liliana Huerta. Comunera y jornalera de Tumasïu.
100 El atentado en el que murió un comunero de Santo Tomas y otro más terminó herido
el día 9 de marzo del 2019 fue ocasionado por estos vigilantes nocturnos:
https://www.elsoldezamora.com.mx/policiaca/balean-a-un-taxi-viajaba-un-grupo-de-
indigenas-de-chilchota-3167319.html 101 El cultivo de frutos rojos en la comunidad de Santo Tomás llegó a ocupar en su
totalidad 140 hectáreas del área parcelada lo que significa que el monocultivo llegó a
abarcar el 51.6% de la totalidad de la zona parcelada que en su totalidad son 271
hectáreas (Ventura, 2019).
217
Víctor es un joven jornalero de la comunidad de Huáncito, en Eraxamani, y
cuando la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a Tumasïu, él acababa de
terminar su carrera como ingeniero en innovación agrícola sustentable en el
Instituto Tecnológico Superior de Cherán, pero al no encontrar dónde trabajar,
comenzó a laborar en Tumasïu, en la fumigada de fresas. La disponibilidad de
fuerza de trabajo es una de las condiciones que las agroempresas han
aprovechado para instalarse en los terrenos comunales de Eraxamani.
De manera que la escasez de alternativas y fuentes de empleo es una situación
que les ha servido a las empresas agrícolas para su expansión territorial. Con la
generación de empleos en las comunidades muchas empresas logran instalar
los monocultivos en los terrenos comunales de las comunidades de Eraxamani
muchas veces con contratos de arrendamiento nada claros y en los que muchas
veces los comuneros y comuneras salen perdiendo.
En Tumasïu, según las palabras de Napo, la empresa Agrícola Superior de
Jacona se pudo instalar, sí gracias a la agrarización en la toma de decisiones al
interior de la comunidad, pero también porque la empresa utilizó “la bandera de
la generación de empleos” para convencer a los comuneros tanto de rentar los
terrenos comunales como de ingresar a trabajar en los surcos.
Como mencioné en el segundo capítulo, en Tumasïu hay “comuneros de
derecho” y “comuneros de hecho”, entendiendo a los primeros como aquellos
cuya calidad como comunero “se acredita ya sea con el censo que aparece en
la Resolución Presidencial o en la sentencia emitida por el Tribunal Unitario
Agrario, en la que se reconoce legalmente la existencia de la comunidad agraria,
o bien, con el censo actualizado expedido por el Registro Agrario Nacional”
(Ventura, 2019: 7). Son comuneros que también se han apropiado de porciones
de tierras de cultivo.
A diferencia de los comuneros de derecho, los comuneros de hecho no se
encuentran registrados en la Resolución Presidencial, pero que en el caso de la
comunidad de Tumasïu sí son considerados como comuneros “por el simple
hecho de haber nacido en la comunidad”102 por gracias a los criterios propios de
membresía que, en la práctica, parecen trascender al derecho agrario.
102 Entrevista a Héctor Álvarez, comunero de Tumasïu el 19 de noviembre del 2020.
218
Pese a ello, se podría decir que algunos comuneros de hecho sin posesión de
tierras son doblemente excluidos. Por un lado, algunos de ellos han sido
excluidos de la posibilidad de poseer tierras de la zona parcelada y, por otro lado,
lo han sido también por no tener derecho a voz y voto dentro de las asambleas
generales de comuneros cuando ésta es convocada por las autoridades agrarias
y de acuerdo al derecho agrario. Aunque en el caso de la comunidad de
Tumasïu, los comuneros de hecho sí tienen la posibilidad de expresar sus
opiniones a través de la asamblea comunal lo cual, como describiré más
adelante, les dio la oportunidad de expresar sus inconformidades con relación a
las violaciones y afectaciones generadas por la empresa agrícola.
Aunque se desconoce la cantidad de comuneros de derecho en la comunidad
puesto que no se ha actualizado el censo agrario103, se percibe que en Tumasïu
la mayoría de los comuneros y comuneras lo son únicamente de hecho y no
poseen tierras de la zona parcelada de la comunidad. Además, como ya
mencioné en los capítulos precedentes, algunas familias de la comunidad se han
apoderado de grandes extenciones de tierra en Tumasïu lo que prácticamente
cierra la posibilidad de un reparto más equitativo de ésta.
A lo largo de la historia de Tumasïu, los comuneros que no poseen terrenos
comunales han tenido que complementar el gasto de distintas maneras como
nos lo muestra Alfonso Ramírez:
Los jornaleros eran indígenas que tenían acceso a tierras de comunidad
en las que sembraban maíz para el autoabasto. Combinaban ambos
trabajos como agricultores independientes y como jornaleros en los
ranchos y haciendas, en las distintas épocas del año. También
trabajaban en las huertas y en pequeñas labores en los pueblos,
especialmente en Chilchota. (Ramírez, 1986: 77)
Ya sea mediante la elaboración de alguna artesanía, como los cántaros, ollas y
vasijas características de la región, la fabricación de tabique pero también como
peones o jornaleros, los comuneros de hecho sin posesión de tierras han tenido
103 Según la sentencia del Tribunal Unitario Agrario, se registraron 228 campesinos en
posesión de terrenos comunales.
219
que hacerle frente a la vida. Sin embargo, poco a poco, la ocupación en la
elaboración de tabique y artesanías hechas de barro se va terminando porque el
barro con el que se elaboran también se está terminando, además de que la
madera necesaria para su cocción también es cada vez más difícil de conseguir.
Además, el trabajo en la elaboración de tabiques es un trabajo temporal que se
realiza en tiempos de secas, por lo que en tiempos de lluvias tienen que buscar
trabajo en otros lugares.
También el trabajo “a medias” o de “medieros” con los comuneros de derecho
que poseen tierras ha sido una actividad recurrente a la que han acudido los
comuneros de hecho sin posesión de tierras. Por ello, el trabajo como jornalero
es una actividad común que de alguna manera también ayudó a que la llegada
de las empresas agrícolas trasnacionales fuera aceptada en las comunidades
pues el ser jornalero es una actividad de muchos años en la región.
Por lo anterior, siempre ha habido en Tumasïu y en todo Eraxamani, fuerza de
trabajo disponible para trabajar la tierra a medias. El caso de Víctor, y las
historias de Liliana y Cinthya, nos muestran que ahora no es muy distinto y que
el hecho de que algunos jóvenes hayan tenido acceso a una educación superior
no hace mucha diferencia en la movilidad social.
Imagen 20 Terreno de Tumasïu dedicado a la fabricacion de tabique. Se puede observar el grado de deterioro. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
220
De manera que actualmente muchos jóvenes egresados de educación media
superior e incluso del sistema de educación superior se han tenido que insertar
a laborar como jornaleros en las huertas de fresa instaladas en Eraxamani pues,
dicho en las palabras de los propios jóvenes parece no haber muchas
alternativas en la región.
El caso de Ezequiel A., comunero de Tumasïu, lo ejemplifica muy bien. Ezequiel
egresó de la Escuela Normal de Tiripetío en 2015 pero una vez egresado, se
encontró, junto con sus compañeros de generación, que la reforma educativa
implementada por el gobierno del priísta Enrique Peña Nieto, les impidió el
acceso a plazas federales y estatales. Sin embargo, Ezequiel y su generación sí
entraron a trabajar pero mediante contratos por lo que sus pagos se les
retrasaron hasta uno o dos años de manera que normalistas como Ezequiel
tuvieron que recurrir al jornaleo en la pizca de fresa para solventar los gastos
familiares. En su familia, Ezequiel no es el único que labora en la agricultura
industrial. Su padre le rentaba sus terrenos a la empresa agrícola, su hermano
mayor fue contratado como mayordomo y dos de sus hermanos menores
también trabajaban como jornaleros. Fueron ellos dos, dice, quienes lo animaron
a entrar a trabajar temporalmente al campo.
Como el caso de Ezequiel, a lo largo de Eraxamani hay muchos casos de
jóvenes egresados que se decepcionan del sistema educativo mexicano pues
este no representa ya un dispostivo de movilidad social. Al menos no en
Eraxamani aunque, como sostiene el sociólogo Zygmunt Bauman, esa es una
condición a nivel mundial:
Durante muchos años, un diploma de enseñanza superior procedente de
una universidad de primera fila fue la mejor inversión que los padres
amamantísimos podían hacer en pro de sus hijos y en pro del futuro de
sus hijos. […] La conmoción que ha supuesto el fenómeno, nuevo y en
rápido ascenso, de los graduados sin empleo, o de los graduados que
tienen empleos muy por debajo de las expectativas generadas por sus
títulos (expectativas consideradas legítimas), es un golpe muy doloroso.
(Bauman, 2013: 77- 79)
221
Mientras me encontraba haciendo trabajo de campo, platicando con jóvenes de
la comunidad de Carapan, les pregunté a Andrea y Ricardo cómo se imaginaban
su vida en cinco años. Bromeando me dijeron que “seguramente casados y con
hijos”, a lo que Andrea inmediatamente corrigió:
No, bueno yo horita no porque yo me imagino que una universidad horita
es trabajo seguro […] y pues buscando a ver en qué […], en qué parte
puedo trabajar y si me van a pagar bien…104
En este sentido, en un trabajo anterior (Janacua, En prensa) expuse como la
juventud de la región de Eraxamani ve trastocados sus proyectos de vida en tres
esferas de su vida cotidiana: la educación, el trabajo y los elementos naturales
de su comunidad. Descubren, no sin decepción, que la educación difícilmente
está vinculada con el mundo laboral lo que termina por favorecer a las empresas
agrícolas pues los jóvenes desempleados y con necesidades se insertan a
trabajar en el surco lo que a la larga termina por expoliar los elementos naturales.
Visto así, el agronegocio instalado en Eraxamani y en Tumasïu abreva de las
necesidades de las comunidades para instalar las huertas de monocultivos y,
como sostiene J. Luis Seefoó, el hecho de que haya una gran necesidad de
empleo y una escasez de alternativas en la región les obliga a los comuneros,
convertidos en jornaleros, a aceptar casi cualquier condición laboral que se les
ofrezca lo que depara en serias violaciones a sus derechos humanos.
Tal vez es en el caso de los jornaleros agrícolas donde se puede ver claramente
el proceso de separación de los comuneros y sus medios de subsistencia y, de
esa manera, ser lanzados al mercado de trabajo como jornaleros. Es en el
capítulo XXIV del primer tomo del Capital, denominado La llamada acumulación
originaria, en el que Marx da cuenta del proceso mediante el cual se instaura el
modo de producción capitalista en Europa. Sostiene como un requisito
fundamental la separación de los productores o campesinos de los medios de
producción y de vida.
104 Entrevista realizada a Andrea y Ricardo en la comunidad de Carapan el 23 de junio
de 2018.
222
Marx sostiene que al separar al productor de los medios de producción y de vida
se generan dos condiciones indispensables para la instauración del modo de
producción capitalista: por un lado, se genera la mano de obra indispensable, es
decir, se ensanchan las filas del proletariado y, por otro lado, se libera a los
medios de producción, es decir, las tierras, para la producción capitalista.
De esta manera, “libres como pájaros”, escribía Marx, los productores, ya sin
medios de producción serían lanzados al mercado de trabajo tanto para vender
su fuerza de trabajo como para adquirir los medios que le permitan reproducir su
propia fuerza de trabajo El objetivo de esta separación es pasar de una sociedad
de productores a una sociedad de consumidores (Bauman, 2000). De esta
manera, el desempleo cumple una función capitalista:
En los márgenes de su aparente “exclusión” desempeñan la función de
mantener la mano de obra barata, pues son usados para generar el
chantaje de que deben agradecerle al explotador por ser explotados –“si
no está contento con su salario, hay filas de personas que trabajarían
por la mitad de lo que usted lo hace”-, además de que legitiman la
autoridad policial estatal al crear la sensación de inseguridad. (Giraldo,
2018: 86)
En México y en los países del Sur Global las políticas de ajuste estructural han
precarizado aún más las condiciones laborales de los jornaleros agrícolas pues,
a través de la flexibilización laboral se deslindan de obligaciones con respecto a
los derechos de los jornaleros y jornaleras agrícolas. Por ello, es muy común que
la vida del jornalero agrícola sea una vida con falta de certidumbre laboral y lo
mismo puede trabajar en el corte de fresa en Tangancícuaro que en el empaque
en alguna congeladora.
La población jornalera es
Es una población fija y a la vez “flotante”. Están allí cuando se les
requiere y se van en cuanto se les despide, situación que se adapta bien
a las necesidades de flexibilización del trabajo que buscan las empresas.
En ese sentido, tienen empleo a lo largo del año, pero de manera
223
intermitente y en diferentes empresas, de tal manera que no logran
estabilidad laboral. (Lara & Rau, 2011: 324)
Se trata de la vida de un buscador o de un caminante que va hacia donde hay
mejores condiciones o hacia donde está el corte como nos muestra la historia de
Liliana Huerta, que un día se encuentra en el corte de fresa en Tangancícuaro,
otro día puede estar en la repela en Chilchota y otro más en el brócoli en terrenos
de Purépero.
Aún así, los jornaleros como población son considerados como una población
socialmente vulnerable que tiene derechos laborales como trabajadores
agrícolas. Aunque, como la historia nos muestra, pocas veces se respetan sus
derechos laborales como trabajadores. Según el octavo artículo de la Ley
Federal del Trabajo, se entiende que un trabajador es:
…la persona que presta a otra, física o moral, un trabajo personal
subordinado. Para los efectos de esta disposición, se entiende por
trabajo toda actividad humana, intelectual o material,
independientemente del grado de preparación técnica requerido por
cada profesión u oficio.
En ese mismo sentido, según la ley de desarrollo rural integral sustentable del
estado de Michoacán en el artículo 133 señala a los jornaleros como un grupo
social vulnerable y señala como sus derechos:
1. No ser discriminados o excluidos por su actividad, así como a no recibir
malos tratos por parte de los productores agrícolas;
2. Recibir asesoría jurídica gratuita y en su lengua materna;
3. Tener capacitación sobre la actividad que van a realizar por parte del
productor agrícola,
4. Contar con el equipo adecuado para el desempeño de su actividad y en
su caso para el manejo de agroquímicos o sustancias tóxicas;
5. Tener acceso a los servicios de salud y educación gratuita para ellos y
sus familias durante su permanencia, incluyendo a los que son jornaleros
migrantes;
224
6. Recibir el salario estipulado o contratado y que se respete el horario de
su jornada laboral; y
7. Tener un salario igualitario entre mujeres y hombres dado que realicen la
misma actividad.
En Eraxamani y en Tumasïu, la vida de un jornalero es cansada. Dependiendo
de en dónde vaya a trabajar, los y las jornaleras se pueden levantar entre cuatro
y cinco de la mañana para esperar, en el frío de la madrugada, al jefe de
cuadrilla, al banano o al raitero para irse a trabajar. Aunque los horarios varían
de acuerdo con la época del año y de las actividades pendientes, usualmente
entre las siete y siete y media de la mañana los jornaleros ya se encuentran
trabajando.
Aunque la vida del jornalero es pesada, la vida de las jornaleras lo es aún más
pues, además de tener que laborar temprano en el surco, por la tarde también
tienen que hacerse cargo de las labores del hogar, consideradas en Eraxamani,
todavía como “actividades propias de la mujer”.
El contrato de personal, de brazos y de músculos dispuestos a fumigar, repelar,
deshierbar, cosechar y empaquetar las berries la mayoría de las veces corre a
cargo, no de los agroempresarios, sino de los llamados “jefes de cuadrilla”
Imagen 21 Joven jornalero esperando al jefe de cuadrilla en la calle La Nacional en Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
225
quienes se valen de la amistad o de los vínculos de familiaridad y de parentesco
para “reclutar” a los jornaleros y jornaleras.
Cuando el “apalabramiento de trabajo” (Seefoó, 2005) se hace así, mediante la
amistad, la familiaridad y la confianza, se da lugar a una condición laboral en la
que pocas veces hay lugar para la queja y el reclamo para el jefe de cuadrilla y
mucho menos para el agroempresario. Tal como lo cuenta Jesús T., comunero
de la comunidad de Tanaquillo y quien trabaja como jefe de cuadrilla para
diversas empresas productoras de berries:
[…] no pus yo tengo hartos amigos en toda la Cañada, soy muy
amiguero, yo les digo que si quieren trabajar conmigo hay que echarle
ganas al jale porque de lo que se trata es de sacar adelante el trabajo y
que no nos gane el jale otra cuadrilla, así de simple105.
En la práctica, las palabras de Jesús T., se traducen en trabajar lo más
rápidamente posible, de manera eficaz y sin quejarse de las condiciones
laborales. Como señala Seefoó (2005), el hecho de que las contrataciones se
den de esa manera resulta en una
[…] subcontratación que diluye la responsabilidad laboral del patrón,
especialmente cuando ocurren accidentes de trayecto que son muy
comunes. El patrón “concesiona” el corte de fresa de un determinado
número de surcos a una persona. Esa concesión asegura empleo al
jornalero y a sus hijos, esposa, parientes, etc. En el sistema de apartado
el propio jornalero se interesa en la calidad del corte, que no haya
basuras, vidrios, rocas filosas que lesionen sus pies, etc. Se convierte
en un supervisor gratuito. (Seefoó, 2005: 202)
Asombra el atuendo de las y los jornaleros. Pantalón, playera, sudadera, gorra,
paliacate, botas, lentes negros y mochila además de las cubetas de veinte litros
105 Entrevista realizada a Jesús T., realizada el 18 de noviembre de 2020, en la
comunidad de Tanaquillo.
226
cargadas bajo el brazo. Tanto hombres como mujeres van cubiertos de pies a
cabeza por el frío, pero también por el sol, el polvo, los agrotóxicos y, en el caso
de las mujeres, también por el acoso.
En la comunidad de Tumasïu, mientras estuvo instalado el monocultivo de
berries, la empresa Agrícola Superior de Jacona no se hizo cargo de proveer del
equipo necesario ni de brindarle a los jornaleros y jornaleras la capacitación
necesaria en el manejo de plaguicidas y agrotóxicos por lo que son ellos y ellas
mismas quienes tienen que proveerse de lo necesario. Lo anterior, a pesar de
que la norma oficial NOM- 003- STPS- 1999 señala como una de las obligaciones
del patrón:
Proporcionar cuando menos al personal ocupacionalmente expuesto el
equipo de protección personal establecido en la etiqueta u hoja de datos
de seguridad, asegurarse de su uso correcto y mantenerlo en
condiciones de funcionamiento seguro, incluyendo el lavado de la ropa
de trabajo al término de cada jornada, en el propio centro de trabajo.
Imagen 22 Jóvenes jornaleros llegando de trabajar en día de fiesta en la comunidad de Carapan. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
227
Aún así, las y los jornaleros se van a trabajar comprando ellos mismos el material
necesario, pero no suficiente. El modo de producción agrocapitalista actúa
contraponiendo a los jornaleros entre sí en forma de competencia: todos son
vendedores de su propia fuerza de trabajo:
los trabajadores tuvieron que competir entre ellos para vender su fuerza
de trabajo y conseguir dinero para su subsistencia y la de sus familias.
(Parker, 2000: 24)
En Eraxamani lo anterior se ha traducido en que, en el proceso de negociación
para trabajar, algunas cuadrillas de trabajadores “le ponen” mejores condiciones
al productor agrícola para ser contratados como por ejemplo no pedir tiempo
para el lunch, no pedir agua o no quejarse por las condiciones de trabajo. La
escasez de empleo hace que los jornaleros compitan entre sí para obtener el
empleo, aunque ello signifique poner en riesgo la propia salud. Como sostiene
Seefoó (2005), los y las jornaleras no suelen discutir y regatearles mucho a los
empresarios agrícolas ni a los jefes de cuadrilla por las condiciones laborales
pues ello podría significar no obtener el trabajo: “Los salarios son bajos, pero si
unos no aceptan esa paga lo más seguro es que haya personas que trabajen,
incluso, por un salario menor” (Seefoó, 2005: 98)
Mientras me encontraba en la comunidad de Zopoco, una de las comunidades
de Eraxamani, conocí a un joven comunero que entre dientes me comentó que
la llegada de las empresas freseras a la región había contrapuesto a las
comunidades e incluso a los propios comuneros entre sí por ver “quién ofrecía
las mejores condiciones” para la instauración del cultivo de berries:
los de Zopoco de hecho no salen a comer, ellos siguen y siguen
trabajando a diferencia de otros que sí salen, entonces yo creo que la
empresa ve eso y pues le conviene 106
106 Entrevista a Ismael, joven comunero de Zopoco, realizada el 23 de junio de 2018 en
la comunidad de Zopoco.
228
El resultado de la inanición y de la falta de ingesta de agua es anemia y daño a
los riñones. En tiempos de calor, la temperatura debajo de los macrotúneles
puede alcanzar los 38 grados centígrados por lo que la deshidratación severa y
daño hepático son un riesgo siempre presente para los jornaleros y jornaleras
en la agricultura industrial.
En fechas recientes, algunas investigaciones periodísticas han señalado que las
condiciones extenuantes de trabajo a las que se enfrentan los y las jornaleras
agrícolas, condiciones que se caracterizan por el trabajo a destajo, han permitido
que se instale un mercado de drogas como el cristal. En un reportaje publicado
por el periódico La Jornada, se detalla que se ha detectado un incremento del
consumo de cristal entre la población jornalera “para rendir más”. En el artículo
se puede leer:
El problema es que los contratistas que los llevan principalmente a los
campos agrícolas de Sinaloa, sólo ofrecen trabajo temporal, por lo que
los jornaleros laboran hasta que su cuerpo resista para juntar dinero que
les servirá para subsistir el resto del año, no obstante, lo hacen bajo
condiciones de sobreexplotación e inhumanas.107
Aunque el reportaje hace referencia a cultivos ubicados en Sinaloa, la región de
Eraxamani poco a poco ha ido convirtiéndose en lugar de recepción de jornaleros
de otros estados. Ejemplo de lo anterior es la existencia del albergue “El
Cerecito”, ubicado en la comunidad de El Pedregal que recibe trabajadores de
Oaxaca, Guerrero y Chiapas. Trabajo lleno de riesgos y peligros tanto dentro
como fuera de la pizca.
Según Luis Seefoó, quien en su tesis doctoral investigó la percepción del riesgo
en los jornaleros agrícolas, hay un proceso de “normalización” del riesgo que les
ayuda a sobrellevar su vida laboral en el que intervienen principalmente dos
momentos. En primer lugar, el autor identifica ciertos “esquemas culturales” que,
sobre todo en el caso de los hombres, les ayuda a normalizar el riesgo. Seefoó
piensa que tales esquemas culturales se manifiestan en actitudes de “audacia,
107 Nota “Jornaleros son inducidos al uso de drogas para resistir faenas”, en:
https://www.jornada.com.mx/notas/2021/06/13/economia/jornaleros-son-inducidos-al-
uso-de-drogas-para-resistir-faenas/
229
de desafío a las situaciones mediante las cuales, los hombres, expresan su
identidad masculina, su fuerza ante los demás y, sobre todo, frente a las mujeres”
(Seefoó, 2005: 112). En segundo lugar, Seefoó identifica que una actitud de
fatalidad es importante para los jornaleros y jornaleras a la hora de normalizar el
riesgo laboral y que se concreta en la frase: “la vida así es”. Es decir, que los
accidentes laborales son cosas de la vida y por lo tanto se deben aceptar.
En 2020, mientras me encontraba haciendo trabajo de campo en Eraxamani, una
comunera de Acachuén, a quien llamaré Leonorilda, fue atropellada por un
automóvil mientras se dirigía a su casa después de trabajar en el corte de fresa
en la comunidad de Etúcuaro. Debido a que Leonorilda no se encontraba inscrita
en el seguro social, cuando ocurrió el accidente fue su propia familia quien tuvo
que hacerse cargo de los gastos generados por la hospitalización. Sin embargo,
fue necesaria una operación por lo que las mujeres de su comunidad, quienes
también son jornaleras, organizaron una colecta para ayudar a la familia de
Leonorilda a solventar los gastos. Al hacerlo, ellas mismas exponían sus vidas
pues la colecta se llevó a cabo en la carretera Morelia, Zamora, mientras estaban
ahí los tráiles, las camionetas, los autos, los autobúses pasaban a centímetros
de sus cuerpos.
Resultado del accidente, Leonorilda tuvo varias lesiones, incluida una fractura
de clavícula y de la columna vertebral. Difícilmente volverá a caminar y si lo hace,
su movimiento será muy limitado. El trabajo en el surco que realizaba Leonorilda
junto con el trabajo de su esposo, completaban el ingreso familiar para sostener
a su familia de cuatro hijos, sin el ingreso de ella, la familia necesitará
complementar el gasto de otra manera.
230
Pero también cuando el transporte “corre a cuenta del jefe de cuadrilla”, la vida
de los y las jornaleras agrícolas no deja de estar expuesta. Tan sólo el 7 de
marzo de 2021 se presentó un accidente cuando un tráiler impactó un camión
en el que viajaba una cuadrilla de jornaleros en la carretera Morelia- Pátzcuaro.
En la nota se puede leer: “Al menos tres personas murieron y once más
resultaron lesionadas durante un choque ocurrido entre un tráiler y un camión
que transportaba jornaleros en Huiramba, Michoacán. El accidente se registró
en el kilómetro 35 de la carretera Morelia- Pátzcuaro cuando un tráiler que
circulaba presuntamente a exceso de velocidad impactó por alcance al camión
de transporte de personal el cual salió proyectado contra una vivienda a la altura
de la comunidad de El Carmen”108
Otro accidente ocurrido el 18 de febrero de 2021 en la carretera Chilchota-
Tangancícuaro relata que al menos una persona murió en un accidente entre
una camioneta y un camión que transportaba jornaleros, en la nota se lee: “Un
accidente ocurrido en Michoacán cerca de las 06:20 horas de este jueves sobre
la carretera Zamora- Morelia, en el tramo carretero Tangancícuaro- Chilchota,
justo a la altura del sitio conocido como el palmar, dejó una persona muerta y 25
108 Nota periodística del portal televisa.news: https://noticieros.televisa.com/ultimas-
noticias/tres-personas-mueren-por-choque-en-huiramba-michoacan/
Imagen 23 Comuneras y jornaleras de la comunidad de Acachuén solicitando cooperación para el tratamiento de Leonorilda, jornalera accidentada. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
231
lesionados. Una camioneta y un camión de transporte de personal, en el que
viajaban trabajadores agrícolas de diversos pueblos de la Meseta P´urhépecha
con destino a los cultivos de Tangancícuaro, se vieron involucrados en el
percance.”109
En tiempos de COVID- 19, los y las jornaleras agrícolas son también de las
poblaciones más vulnerables. El hecho de que tengan la necesidad de salir a
trabajar los expone al peligro del transporte en condiciones riesgosas, a los
peligros de los plaguicidas y al riesgo de contraer el virus SARS- COV- 2 por la
manera en que se viaja en los camiones, en las camionetas y en los autos de los
llamados raiteros.
Los accidentes laborales a los que están expuestos los y las jornaleras son
constantes y no provienen únicamente del transporte. También el uso de
agrotóxicos supone un riesgo casi siempre presente de intoxicación. En el uso e
intoxicación por plaguicidas, es en los países del Sur Global donde mayor
número de casos se presentan. Lo anterior, a partir de la recomendación emitida
por la Agencia de Protección al Ambiente de sustituir los plaguicidas
109 Nota periodística del portal Proceso:
https://www.proceso.com.mx/nacional/estados/2021/2/18/un-accidente-deja-un-
muerto-25-heridos-en-carretera-de-michoacan-258565.html
Imagen 24 "Banano" accidentado mientras transportaba jornaleros de la Cañada hacia la comunidad de Paracho. Fotografía: Vecinos Vigilantes de Uruapan.
232
órganoclorados por plaguicidas órganofosforados y carbamatos. Lo anterior
significa que en los países donde se producen las berries para exportación hacia
los países del Norte Global hay un mayor número de intoxicados ya que, como
señala Seefoó (2005), los plaguicidas órganoclorados son menos tóxicos pero
más persistentes, es decir, están activos durante mayor tiempo lo que daba lugar
a que cuando las berries llegaban al consumidor final, lo hacían con restos
activos de agrotóxicos.
En cambio, los plaguicidas órganofosforados y carbamatos, son menos
persistentes en el tiempo pero mucho más tóxicos que los órganoclorados lo que
protege al consumidor final, la mayoría de las veces residente del Norte Global,
pero expone la vida y los cuerpos de los y las jornaleras agrícolas del Sur Global,
por lo que se trata de una injusticia ambiental- laboral (Alier, 2011). En el proceso
de intoxicación concurren diversos elementos. Aparte de las actitudes que
apunta Seefoó y que ya describí líneas arriba, también juega un papel importante
el mal estado de los equipos de fumigación como, por ejemplo, las bombas
mochila que “pocas veces están en buen estado” (Janacua & Janacua, 2019).
Por otro lado, aunque la aplicación de los cocteles de plaguicidas se haga por
medio del sistema de irrigación por goteo, los jornaleros y jornaleros no dejan de
estar expuestos.
233
Como quiera que sea, la necesidad les empuja a “hacer el jale” aunque esto
signifique poner en riesgo la vida, como me comentó Liliana Huerta durante una
entrevista:
Pues este supuestamente tiene que haber botiquín de primeros auxilios
en cada rancho, pero en los que he visto no ha habido botiquín, en caso
específico si alguien se corta ya es cuando pues ya van por él o si alguien
tiene para que se le den… lo normal, y ya los fumigadores que también
he visto pues tampoco les han dado este los overoles o cómo es que se
llaman pues no…110
Pero para los y las jornaleras agrícolas, el riesgo y las amenazas para su
integridad física no quedan ahí. Con el pasar del tiempo, en sus cuerpos se van
110 Entrevista realizada a Liliana Huerta el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad de
Tumasïu.
Imagen 25 Jornalero "fabricando" pesticidas en las huertas de fresa en la comunidad de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
234
acumulando las sustancias agroquímicas, dando paso a lo que se denomina
como “bioacumulación”, cuyas consecuencias se muestran cuando ya suele ser
demasiado tarde.
Lo anterior, le ha permitido a autores como Gretel Navas, Sara Mingorria y
Bernardo Aguilar (2018) hablar de “violencia lenta” (slow violence) y con el que
dan a entender que en el caso de la agricultura industrial y los monocultivos, las
externalidades y consecuencias a la salud se muestran a una velocidad lenta a
través de diferentes cánceres (de piel, lupus), daño hepático y otras afectaciones
graves como la perdida de fertilidad (masculina y femenina) y malformaciones
congénitas.
En el caso de la comunidad de Tumasïu, mientras realizaba trabajo de campo
no encontré indicios de enfermedades crónicas provocadas por el uso de
plaguicidas en la agricultura industrial de berries. Como mostraré en los
siguientes apartados de este capítulo, en Tumasïu la movilización en contra de
la empresa Agricola Superior de Jacona no tuvo como motivo principal las
afectaciones a la salud de los y las jornaleras lo que no significa que no hayan
estado expuestos y expuestas mientras la empresa mantuvo el monocultivo ahí,
el que no se hayan presentado afectaciones graves a la salud en Tumasïu puede
significar que los efectos todavía no se han mostrado.
De esta manera, se puede ver que la población jornalera es una de las
poblaciones más violentadas y excluidas del país y del mundo. Se les violentan
sus derechos humanos y laborales, se les expone a situaciones peligrosas con
el uso de plaguicidas sumamente tóxicos sin la capacitación previa y el equipo
necesario para ello. En Tumasïu y Eraxamani, aunque no niego que ello también
pueda estar ocurriendo en otras latitudes, los y las jornaleras agrícolas son los
excluidos y violentados, son excluidos y violentados por el mero hecho de ser
jornaleros, pero también por el hecho de ser indígenas. Son los comuneros de
hecho, excluidos de la toma de decisiones al interior de su comunidad, son los
comuneros excluidos de los bienes comunes, son los “sin acceso a tierras de
cultivo”. En el caso de las mujeres, la exclusión se multiplica. Son excluidas y
violentadas por el hecho de ser jonaleras, pero también por el hecho de ser
indígenas y, más aún, son excluidas y violentadas por el hecho de ser mujeres.
La pregunta que inevitablemente surge al saber de las condiciones laborales en
las que trabajan los y las jornaleras es por qué si éstas son tan deplorables e
235
inseguras, no se movilizan para mejorar sus condiciones laborales y con ello
mejorar su calidad de vida. Al respecto, ya se han escrito esbozos de lo que se
podría llamar “teoría de inmovilización social” de la población jornalera que
pretende explicar en parte por qué difícilmente se movilizan para exigir mejores
condiciones laborales. Se señalan entre los elementos explicativos:
1) el relativamente bajo desarrollo de la cooperación en los procesos de
trabajo agrícola, 2) el carácter temporal del trabajo asalariado, 3) la
dispersión física -no solamente en los lugares de trabajo sino también de
los lugares de residencia- de los asalariados del campo, y 4) su lejanía
con respecto a las ciudades. (Lara & Rau, 2011: 318)
Pero también la realidad social se ha encargado de mostrar que dicha teoría de
la inmovilización social de la población jornalera llega a su término cuando los
agravios se sienten en la propia piel. Si bien los ejemplos no son muy conocidos,
la prensa se ha encargado de darlos a conocer. Tal vez los casos más
importantes hasta la fecha sean el paro laboral liderado por César Chávez en la
industria vinícola y la movilización jornalera en San Quintín ocurrida el 17 de
marzo de 2015. En una nota escrita por el Centro de Información sobre
Empresas y Derechos Humanos se puede leer: “Jornaleros agrícolas protestan
en San Quintín por mejores condiciones laborales y salarios; exponen condición
de esclavitud contemporánea”111.
En Tumasïu, al igual que en San Quintín, los agravios sentidos por los y las
jornaleras agrícolas y que motivaron su participación en el movimiento de
protesta tienen que ver con las condiciones laborales en las que trabajaban que
se agregaron a los agravios sentidos por los comuneros tanto de derecho como
de hecho. La mayoría de los conflictos alrededor de la agricultura industrial no
han sido de carácter socioambiental sino de carácter laboral, piénsese, por
ejemplo, en el movimiento jornalero iniciado en la década de los cincuentas por
César Chávez, o en la huelga jornalera de San Quintín en 2015 cuyas principales
111 En: https://www.business-humanrights.org/es/últimas-noticias/méxico-jornaleros-
agr%C3%ADcolas-protestan-en-san-quint%C3%ADn-por-mejores-condiciones-
laborales-y-salarios-exponen-situación-de-esclavitud-contemporánea/
236
demandas giraban en torno a la seguridad social y el mejoramiento de los
salarios (Espinoza, Ramirez, & Tello, 2017).
Como mencioné líneas arriba, el hecho de que los comuneros de derecho con
posesión de tierras comunales que le rentaban a la empresa agrícola hayan
expresado sus afectaciones y demandas en la asamblea comunal, significó una
oportunidad para que los comuneros jornaleros expresaran sus inconformidades
con relación a la empresa agrícola, de ese modo el conflicto socio- territorial en
Tumasïu adquirió características laborales cuando los jornaleros y jornaleras que
laboraban para la empresa Agrícola Superior de Jacona también se
inconformaron en las asambleas comunales, tal como me lo expresó el jefe de
tenencia, Wilfrido Huerta:
[¿qué otras afectaciones provoca la empresa, nada más esas o hay
algunas otras más, como por ejemplo del lado de los trabajadores, eh,
se acercaron con ustedes los trabajadores al momento de iniciar el
movimiento?]. Sí, este por ahí unas personas que se acercaron y dijeron
“no miren pero es que nosotros este necesitamos trabajar” y ya nosotros
platicamos con ellos y les pedimos pues que nos apoyaran porque al fin
de cuentas también estábamos pidiendo pues este lo que le acabo de
mencionar lo del seguro que eso pues era por bien de los trabajadores y
también que se les pagara un poquito mejor y que se les dieran
aguinaldo y ciertas cosas pues que no tienen ellos, beneficios también
para los trabajadores y de hecho por ahí se les pagó dos días de salario
por los días que no trabajaron, también este pues sí lo bueno es que
también este la empresa sí se comprometió y sí cumplió con la mayoría,
por ahí dos tres personas que decían que no se les había pagado pero
la mayoría sí…112
Tal vez la razón o el motivo por el cual las autoridades civiles que lideraron el
conflicto contra la agricultura industrial es porque el jefe de tenencia, Wilfrido
Huerta fue trabajador agrícola de la empresa Agrícola Superior de Jacona y ello
112 Entrevista realizada al jefe de tenencia Wilfrido Huerta Trinidad el 11 de febrero de
2019 en la comunidad de Tumasïu.
237
le mantuvo en una posición de empatía y le permitió entender cuáles eran las
necesidades de los trabajadores agrícolas pues él mismo había trabajado en
otras empresas agrícolas lo que le permitió, a la postre, comparar las condiciones
laborales que la empresa mencionada tenía. Por otro lado, el ser hijo de un
comunero de derecho con posesión de tierra le permitió ver y entender las
necesidades de los comuneros, en ese sentido se formó una conexión entre los
agravios sentido por los comuneros y los jornaleros dando lugar al movimiento
de protesta en contra de la empresa agrícola. A continuación, presento las
principales afectaciones sentidas por los y las jornaleras agrícolas.
Afectaciones laborales.
Al ser una población vulnerada y excluida y por “ganar al día”113, cuando los
comuneros de hecho y de derecho se inconformaron del proceder y las
afectaciones ocasionadas por la agricultura industrial, los y las jornaleras no se
inconformaron un tanto por temor a perder el trabajo o a sufrir represalias por los
mayordomos y los pagadores. Sin embargo, el hecho de que el jefe de tenencia
haya sido trabajador jornalero, le permitió comprender las dificultades y las
violaciones a los derechos laborales de los y las jornaleras, de manera que
cuando en una rueda de prensa realizada en el marco del movimiento de protesta
una periodista le preguntó de qué manera la agroempresa violentaba los
derechos laborales de los jornaleros, el jefe Wily respondió:
si usted me preguntaba que si se está violando pues los derechos
laborales de los jornaleros, sí porque por hay este hay muchas, muchos
reportes pues de los mismos trabajadores que se enferman y pues en lo
que andan en el doctor y pues no pueden ir a trabajar ya cuando se
recuperan ya van al trabajo y pus ya no los quieren ya los descansan
una semana, dos semanas o definitivamente pues ya los corren y este
113 “Trabajar por día” es tal vez la descripción mas apropiada para referirse al trabajo
agrícola en Eraxamani y en el monocultivo de berries que la empresa Agrícola Superior
de Jacona tenía instalados en los terrenos comunales de Tumasïu.
238
pus sí por eso pedíamos nosotros este el seguro social para que ellos
puedan este comprobar pues que están enfermos, la incapacidad114
Las afectaciones laborales sentidas por los y las jornaleras agrícolas están
íntimamente relacionadas con las afectaciones a la salud. Es decir, en la medida
en que los derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas no son
respetados, en esa medida se ocasionan daños a su salud. Cuando le pregunté
al jefe de tenencia Wilfrido si la empresa agrícola tenía asegurados a los
trabajadores agrícolas, su respuesta fue la que, por desgracia, me esperaba.
Con un rotundo no, Wilfrido me dijo que ningún trabajador o trabajadora agrícola
estaba asegurada en los monocultivos en Tumasïu. Aunque me comentó que
supo del caso de un jornalero que sufrió un accidente laboral y recibió, después
de una larga lucha, una indemnización:
Bueno, yo nada más tengo conocimiento de una persona que se había
accidentado ahí, pero él batalló mucho, él dice que gastó mucho dinero
para andar pidiendo que se le diera el seguro porque se lastimó la
columna y ya no quedó bien entonces él este ocupa tratamiento y pues
ya por ahí lo apoyaron en el seguro para que se rehabilitara115.
En el caso de la comunidad de Tumasïu, muchas de las afectaciones sentidas
por los jornaleros y jornaleras y que posteriormente se convirtieron en reclamo
hacia la agroempresa tenían su origen en las “promesas” hechas por la
agroempresa para instalarse en los terrenos comunales y que tenían relación
con la “generación de empleos” con lo cual la empresa se comprometía a:
a) Contratar en su mayoría a personas de la comunidad de Tumasïu y;
b) Contratar a las personas de la comunidad de Tumasïu para los puestos
más importantes dentro del monocultivo.
114 Participación del jefe de tenencia Wilfrido Huerta Trinidad en una rueda de prensa
realizada en la comunidad de Tumasïu el 12 de marzo de 2019. 115 Entrevista realizada al jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad el 11 de febrero de
2019 en la comunidad de Tumasïu.
239
Y, aunque en un principio sí se respetaron dichos acuerdos, con el paso del
tiempo y el incremento de los maltratos por parte de los mayordomos, muchos y
muchas jornaleras decidieron dejar de trabajar ahí para irse a otras empresas
donde “pagaban mejor” por lo que la empresa comenzó a contratar jornaleros de
otras comunidades violentando el acuerdo inicial. Así lo describe Liliana:
cuando entré a trabajar aquí no me agradó porque las mismas gentes de
aquí que trabajaban ahí como que se sentían ya los patrones y siempre
menospreciaban a la gente y supuestamente cuando la empresa entró
dijeron que la mayoría iban a trabajar gente del pueblo que porque venía
a ayudar tonces cuando entro la mayoría era gente de fuera116
El hecho de que algunos jornaleros se fueran a trabajar a otras empresas les
permitió comparar el sueldo y las prestaciones laborales que se ofrecían en otros
lugares lo que dio origen a que muchos trabajadores agrícolas decidieran irse a
trabajar fuera.
Además, como me señalaron algunos jornaleros, para los puestos más
importantes se contrataron personas ajenas a la comunidad y aquellos puestos
importantes que sí se entregaron a personas de la comunidad dieron origen a
una actitud de prepotencia porque, cuentan los jornaleros “se sentían superiores
a uno”.
Mientras estuvo instalada en los terrenos comunales de Tumasïu, la empresa
Agrícola Superior de Jacona no inscribió en el seguro social a ningún trabajador
agrícola, por lo que éstos tampoco contaban con vacaciones ni con el reparto de
las utilidades generadas por la empresa agrícola.
Afectaciones a la salud.
Quizá porque no las hubo o porque todavía no se mostraban o quizá porque,
como sostiene Seefoó (2005), los jornaleros y jornaleras agrícolas internalizan
los riesgos del trabajo jornalero, las afectaciones a la salud en el caso de la
comunidad de Tumasïu ocasionadas por las prácticas de la agricultura industrial
116 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019, en la comunidad
de Tumasïu.
240
no fueron un reclamo sustancial hacia la empresa agrícola y por ende no se
constituyeron como un motivo de la protesta social.
Más bien, operó ahí un ejercicio de imaginación117 hacia el futuro de la salud de
los cuerpos de las y los jornaleros agrícolas que estuvo no a cargo de los
jornaleros y jornaleras agrícolas, sino de las autoridades civiles: ¿Qué sería de
la salud de ellos y ellas si se continuaba con el modelo de agricultura industrial?
empresa luego también nos va a llegar pues a nosotros en la comunidad
y ahí la afectación no solo va a ser en primer ni para los que están
rentando la tierra, no solamente para Santo Tomás, sino que bueno
creemos que la afectación va a ser en toda la región y realmente sí es
una responsabilidad muy grande que nosotros vemos como Santo
Tomás118.
Por lo que, una vez iniciado el movimiento de protesta en contra de la empresa
Agrícola Superior de Jacona, se incluyeron exigencias para beneficio de la
población jornalera.
Como he dicho, en Tumasïu no se presentaron afectaciones graves o crónicas
por las prácticas de la agricultura industrial, pero algunos trabajadores sí
presentaron molestares propios de dicho tipo de agricultura como cefáleas,
deshidratación, irritación ocular, dolor lumbar por posturas inclinadas durante
mucho tiempo y ligeras intoxicaciones lo que demuestra la falta de capacitación
por parte de la agroempresa. En las entrevistas que Liliana Huerta me permitió
hacerle, se transfiguran las afectaciones provocadas por las condiciones
laborales:
Pero sí es muy caliente y más cuando estamos como a medio día se
pone muy sofocante, no entra casi mucho aire, entonces sí este, yo en
117 Como mostraré en el siguiente capítulo, la imaginación, juega un papel importante
en la construcción social de un conflicto ambiental o territorial, es decir, la capacidad
que un actor social tenga de hacer un ejercicio de imaginación hacia el futuro de su
comunidad es la posibilidad, también, de convertirse en un sujeto político. 118 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018 en la
ciudad de Morelia.
241
esos casos lo que me da es que creo que la deshidratación me empieza
a doler la cabeza, de tanto calor119
Pero también aquellas que no son producto de las condiciones laborales, sino
de las prácticas consustanciales a la agricultura industrial y que incluyen el uso
de agroquimicos tóxicos:
[Y, ¿has conocido o has conocido a alguien en estos años que haya
sufrido de intoxicaciones de en tu, en su trabajo?] -Mmm, no, no este así
cercano no, sí he escuchado comentarios, una vez que me pasó a mí,
andaba hace como tres años trabajando en el Valle, como le digo así
estábamos trabajando y pasaron los fumigadores y nosotros entramos a
trabajar otra vez a repelar y en eso no se cómo le hice con la rozadera y
brincó este la tierra y me salpicó en el ojo…
[¿Tierra?] -Ajá tierra pero estaba mojada del fumigante entonces me
ardían y ya yo lo dejé así, y ya llegó y me dolía y se me empieza a
hinchar, al día siguiente no fui a trabajar porque se me había hinchado
el ojo, todo el ojo ya hasta que no fui con una este que vende
medicamentos me dio una gota y con eso se me quitó120.
Además, en su narrativa, Liliana deja en claro que son ellas, las jornaleras y los
jornaleros los que tienen que curar sus cuerpos y comprar con sus propios
recursos las medicinas necesarias para ello.
En Tumasïu las afectaciones a la salud de largo plazo como los distintos tipos
de cánceres, el daño hepático, las malformaciones congénitas y la infertilidad
ocasionada por el uso de agroquímicos no se han presentado. En ese contexto,
recuerdo las palabras que Napo me dijo mientras les acompañaba en la ronda
119 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019, en la comunidad
de Tumasïu. 120 Entrevista a Liliana Huerta, realizada el 12 de noviembre de 2019 en la comunidad
de Tumasïu.
242
comunal: “Estas empresas están matando lentamente las tierras, y a
nosotros”121.
Los agravios ocultos.
“Me siento indignada porque a nosotros los p´urhépecha, después de
que ya nos saquearon los thurïses o las gentes pues ricas, pues da
coraje de que piensen que porque somos indígenas, el ser p´urhépechas
quieren, están acabando con nuestra gente…”
Doña Margarita Huerta Solís.
Comunera de Tumasïu.
Además de la serie de afectaciones de distinto carácter sentidos por los y las
comuneras de Tumasïu hay, me parece, un cúmulo de agravios históricos que
pese a no tener relación directa con el conflicto suscitado con la empresa
Agrícola Superior de Jacona, fueron muy importantes, tal vez más importantes
que los propios agravios manifestados para motivar e iniciar la movilización de
protesta en contra de la empresa agrícola.
Por ello inicio el penúltimo apartado de este capítulo con las palabras que doña
Margarita Huerta Solís, comunera luchadora de Tumasïu, me dijera mientras
permanecía bloqueando las entradas de las huertas de fresa y arándano. Me
parecen palabras poderosas que suscitan y recuerdan lo que las comunidades
indígenas p´urhépecha y otras culturas originarias han sufrido por el avasallante
paso del “progreso” impulsado por agentes externos a ellas.
Lo que nos muestra la historia agraria e indígena de la Cañada de los Once
Pueblos, es la historia de los pueblos y comunidades indígenas del país y de los
países alguna vez colonizados que, en la Cañada, como señalé en el segundo
capítulo, entre otras formas, se manifestó en el despojo y acaparamiento de
terrenos comunales por parte de personas ajenas a la comunidad lo que dio
origen a un sentimiento de agravio e injusticia social que se fue acumulando.
121 Entrevista realizada Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018, en la
comunidad de Tumasïu.
243
Las palabras de doña Margarita, recuerdan que la colonización no solamente es
formal y aunque ésta haya quedado atrás después de la independencia, en
realidad permanecieron las actitudes de dominación (Paz, 1985) y clasismo ante
las comunidades indígenas. Por ello puede hablarse de una descolonización
incompleta: “se obtuvo la independencia frente a España, pero no se eliminó la
estructura colonial interna” (Bonfil, 1987: 11). De manera que la llegada de la
empresa agrícola y de la territorialidad agrocapitalista parece haber suscitado el
recuerdo de los más de quinientos años de lucha y resistencia de las
comunidades indígenas ante los colonizadores.
Quizá las palabas de doña Margarita fueron de las más emotivas que escuché
en el conflicto, en ellas se muestra la rabia contenida que los agravios
acumulados originaron en ellas, en ellos. Por mucho tiempo, las comunidades
indígenas han sido despojadas no solamente de su territorio, sino también de su
capacidad intelectiva y de toma de decisiones. La conquista española no
solamente fue una conquista militar, también fue una conquista espiritual y
epistémica. La razón occidental, la razón indolente (Santos, 2009) avanzó
subestimando y eliminando los conocimientos de las culturas originarias que
habitaban Mesoamérica.
Después de quinientos años, la relación entre la empresa agrícola, una empresa
que se mueve y avanza esgrimiendo una territorialidad capitalista, y la
comunidad de Tumasïu, una comunidad indígena p´urhépecha, revive las
relaciones entre los conquistados y los conquistadores, entre los dominados y
los dominadores, una relación caracterizada por el recelo y la desconfianza. Por
supuesto, también revive los agravios y los sentimientos de injusticia, de rabia
contenida, de molestia.
Pienso que en Tumasïu y en las comunidades de la Cañada, la condición
generalizada de carencia económica y la falta de alternativas de empleo coloca
tanto a los comuneros de derecho como a los comuneros de hecho en una
situación de subordinación con relación a aquellos que están en condiciones de
“generar empleo”. Ello prácticamente les obliga a aceptar las condiciones
impuestas por las empresas -rentas bajas, salarios raquíticos, mal trato,
contaminación, inseguridad laboral-, con la finalidad de generar, así sea un poco,
empleos en la comunidad. Situación de dominación y de poder que, siguiendo a
James Scott, puede dar lugar a discursos públicos en los que los sentimientos
244
de rabia contenida se mantienen tras bastidores y no se muestran dada la
relación de poder.
Por ello, en Tumasïu la agricultura industrial no solamente significó una relación
de subordinación entre la empresa agrícola y los comuneros de derecho,
también significó una relación de subordinación entre “el patrón agrícola” y los
jornaleros y jornaleras agrícolas.
Algunas investigaciones ya han abordado las relaciones de poder entre los
patrones y los trabajadores jornaleros. En su tesis de doctorado, J. Luis Seefoó
sugiere que en el campo no todo es “gracias patroncito”:
En el campo hay muestras permanentes de inconformidad: desde la puja
y negociación por una mejor paga en el apilo o en la báscula, el
tortuguismo y paros parciales en la cosecha de papa o, por lo menos,
una aceptación no totalmente pasiva. La ironía, el chiste, el apodo son
recursos que en la interacción humana funcionan como “armas de los
débiles”. (Seefoó, 2005: 223- 224)
Aunque estos agravios permanecieron ocultos, durante todo el conflicto
estuvieron latentes, a modo de discurso oculto (Scott, 2000), quizá esperando el
momento oportuno para expresar toda la carga afectiva que tenían contenida.
Para James Scott el comportamiento de los subordinados se clasifica en dos
facetas: el discurso público y el discurso oculto.
El discurso público es aquel que, en la relación de subordinación, los
subordinados emiten en presencia del poderoso “ya sea por prudencia, por
miedo o por el deseo de buscar favores, le dará a su comportamiento público
una forma adecuada a las expectativas del poderoso” (Scott, 2000: 24). Ese
discurso puede estar maquillado, puede ser una máscara, una ficción que oculte
los verdaderos sentimientos y pensamientos de los subordinados. Es el discurso
que los dominados emiten en presencia de los demás y, sobre todo, ante el
poderoso.
El discurso oculto, por otro lado, es el discurso que los subordinados emiten
estando una vez que han salido de la presencia del poderoso. El discurso oculto
no solamente implica actos de lenguaje sino también
245
una extensa gama de prácticas. De este modo, para muchos
campesinos, la caza furtiva, el hurto a pequeña escala, la evasión de
impuestos, el trabajo deliberadamente mal hecho son parte integral del
discurso oculto. (Scott, 2000: 38)
Casos de robo de berries fueron conocidas en Tumasïu mientras duró la
producción en los terrenos comunales. Por ejemplo, es conocida la historia de
un comunero originario de Zopoco que comadaba un grupo de personas para
robar fruta por las noches que después vendían de manera clandestina.
En la relación de subordinación, si los agravios llegan a sobrepasar un límite
puede haber una “exploción” en la que los subordinados expresen el discurso
oculto al poderoso. En Tumasïu, este momento se vivió en el momento en que
se inició el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola pero, de
manera más concreta, cuando el empresario negó ser el dueño de la empresa y
deslindarse de los acuerdos firmados con la comunidad. A partir de ahí, se
difuminó la frontera entre el discurso público y el discurso oculto.
Recuerdo cuando, estando en el segundo bloqueo a las huertas de fresa, me
acerqué al fogón donde se encontraban las mujeres preparando las tortillas para
la comida. Ahí estaban doña Irene, doña Margarita, doña Elba y la esposa del
jefe Wily, echando las tortillas. Les pregunté qué le dirían al empresario si lo
vieran en aquel momento. Su respuesta fue digna y tajante: “mmm, a ese no lo
queremos ni ver por aquí, por eso no viene porque ya sabe lo que le espera…”122.
De esta manera, el conflicto de la comunidad de Tumasïu estuvo alentado por
agravios ocultos de muy larga data, cuyo origen se remonta a los agravios e
injusticias cometidos contra las comunidades indígenas de la Cañada por
agentes externos y de agravios más actuales, provocados por los procederes y
prácticas de la empresa agrícola.
4. 4 Incomensurabilidad de valores.
Un tema importante que surge de las afectaciones y de la noción de afectado, a
partir de la experiencia de la comunidad de Tumasïu, es el de la compensación
o reparación del daño o afectación. Para pensadores como Joan Martínez Alier
122 Notas de diario de campo. 12 de marzo de 2019.
246
(Alier, 2011), el llegar a un acuerdo o concenso entre el o los afectados y aquellos
obligados a compensar la afectación da lugar a conflictos de valoración
ocasionados por lo que él mismo llama “incomensurabilidad de valores”.
¿Cómo compensar la pérdida de lugares de sociabilidad comunitaria como la
parcela?, ¿cómo compensar la erosión del tejido social comunitario?, ¿cómo
compensar la pérdida de biodiversidad?, ¿cómo compensar la pérdida de agua
en los manantiales?, ¿cómo compensar la erosión del suelo que, por otra parte,
para los afectados no es únicamente sustrato inerte, sino contenedor de la vida
misma?, ¿cómo compensar la contaminación a la naturaleza que para los
afectados no es únicamente un stock de recursos naturales sino su Nana Echeri,
su Madre Tierra?
Por ello, el conflicto de la comunidad de Tumasïu puede considerarse como un
conflicto de valoraciones distintas pues si los empresarios y los comuneros
identificados con la territorialidad agrocapitalista veían y reducían los elementos
naturales a términos económicos y financieros, los comuneros identificados con
la territorialidad comunal veían a la naturaleza como un ser vivo, como la Nana
Echeri. De ahí, se deduce que son dos valoraciones distintas, inconmensurables
por lo tanto, llegar a un consenso para reparar o compensar los daños, es difícil.
Se trata pues de una incomensurabilidad de valores en tanto que las
compensaciones o reparaciones del daño se centran únicamente en valores
económicos pero los lenguajes de valoración de los afectados pueden y en el
caso de Tumasïu, están fundamentados en otros valores que implican
cuestiones afectivas, históricas, emocionales, de identidad colectiva que son
prácticamente intraducibles en términos económicos.
De esta manera, el cálculo de la compensación es complicada porque se
enfrenta a esta incomensurabilidad de intereses, es decir:
[…] la imposibilidad de representar en un solo lenguaje, en este caso el
lenguaje monetario, los daños producidos en esferas diferentes de la
actividad humana: ¿cuál es el valor monetario de la degradación de un
paisaje, de la reducción de la biodiversidad, de la erosión cultural, de la
pérdida de la salud? (Russi & Alier, 2003: 125)
247
Considero que es con relación a la naturaleza y los elementos naturales donde
se puede percibir de manera clara el conflicto de valoración que subyace en e
conflicto de distribución ecológica en la comunidad de Tumasïu. Fue durante una
entrevista que medios de comunicación le hicieron a Ignacio A, comunero de
Tumasïu y miembro de la familia “A”, aliado y defensor de la empresa agrícola al
interior de la comunidad, que éste dejó entrever la forma en que perciben la
naturaleza, por parecerme importante la reproduzco completa:
-Reportero: Primero que nada que nos regale su nombre completo y que nos
diga si es rentero o tiene tierras en la zona parcelada.
-Ignacio: Sí, mi nombre es Ignacio Álvarez Bartolo, soy rentero, eh me dedico
eh yo soy agricultor…
-Reportero: ¿Cuál es la problemática, señor Bartolo?
-Ignacio: Mmm la problemática, mire esto es un capricho por parte de las
autoridades, yo así lo percibo en lo personal, si, es un capricho de ellos, nosotros
hemos este pues puesto nuestra propias propuestas hacia la empresa, nosotros
como dueños de las tierras, si, la, las tierras no son comunales, cada terreno
tiene su título de propiedad…
-Reportero: ¿Son pequeños propietarios?
-Ignacio: Así es, ahora… eh para esto desde un principio nosotros lo analizamos
hace seis años, ya van seis años atrás en donde llegábamos a ver de que
nuestra gente se tenía que trasladar a trabajar a Zamora, Tangancícuaro, si, y
todas las mañanas tenía que la gente que madrugar mucho tenía que madrugar
entonces llega el señor Héctor Valdés y dice yo quiero rentar las tierras, eh
sabemos que, que hay agua pero que no están seguras, hubo necesidad de
desensolvar, de preparar las tierras, de, bueno una inversión muy grande, para
esto eh llegamos a valorar que la renta sería de un principio de diez mil pesos
por hectárea posteriormente ahí mismo se tomó un acuerdo en una de las
cláusulas en donde año tras año tendría que tener un incremento eh ahorita en
la actualidad eh la renta es de quince mil pesos, esperemos que para el 2020
vaya a ser de dieciséis mil pesos…
-Reportero: Es una renta mensual, ¿verdad?
-Ignacio: Así, es… sí anual.
-Reportero: ¿Considera que el trato es adecuado, justo?
248
-Ignacio: Para nosotros lo consideramos de que sí…
-Reportero: ¿Sí?, ¿Sí piensan?
-Ignacio: Sí, yo como agricultor yo que nosotros nos dedicamos aquí a sembrar
principalmente maíz, janamargo ahorita en la actualidad, sí, entonces a como
están los costos de fertilizantes, herbicidas, fungicidas y todo eso, es muy caro
y el producto que nosotros este pues cosechamos pues es muy barato, el maíz
en esta temporada pues estaba a tres pesos el kilo, nuestras tierras producen
aproximadamente de tres a cuatro toneladas, esto si está bien…
-Reportero: ¿Por hectárea?
-Ignacio: Por hectárea de ahí para abajo, hay parcelas en donde producen una
tonelada, una tonelada y algo…
-Reportero: ¿No les alcanzaba?
-Ignacio: No, pus no, para nada, entonces por eso es que optamos para
nosotros consideramos de que este la renta pues es buena para nosotros.
-Reportero: ¿Nunca les ha quedado mal la empresa?
-Ignacio: A nosotros no, al contrario eh hay compañeros en donde tienen
recibido eh un año, hasta dos años adelantados, ¿por qué?, porque en
ocasiones que hay necesidad de, necesidades y la empresa pues no se niega,
si, ese es por ese lado y por otro lado la propuesta de nosotros es lo que ya
mencionaba el compañeros si, el cercado perimetral para evitar los robos, el otro
es la electrificación si, en esa área, un pozo profundo y que hablamos y
consideramos que va a ser eh pues un buen dinero que va a gastar la empresa,
si, pero las autoridades y un grupito pues ellos están empeñados de que no la
remodelación de la plazuela y de la jefatura de tenencia…
-Reportero: Ustedes, al hablar de autoridades, ¿son autoridades municipales o
autoridades comunales?
-Ignacio: Aquí, locales, así es.
-Reportero: Gracias.
-Reportero: Nos recuerda su nombre por favor…
-Gustavo: Gustavo Bartolo Pérez, servidor de usted.
-Reportero: Nos comenta que usted es rentero…
-Gustavo: Soy rentero, tengo una parcela ahí en el potrero, el que está
involucrado en esta, en este problema es conocida la zona como rancho 1, que
viene siendo el Potrero y Conero, sí, en un tiempo en paz descanse el señor
249
Héctor Valdés ofreció un apoyo para obras si que fue la cantidad de ciento veinte
mil a ciento ochenta mil, han pasado cinco años y no se ha hecho nada, por eso
la gente de aquí más bien las autoridades y unos maestros, entre ellos uno que
se llama Salomón Márquez, ¿es Márquez?
-Tercero: No, Napoleón…
-Gustavo: Ahh Napoleón Márquez que es el líder y que es el que están
bloqueando junto con otro maestro o ex maestro Pedro Nicolás, sí, de que
quieren hacer, que se hagan las obras ahora con un total de cinco obras y cada
una aproximadamente vale la primera obra cuatro millones seiscientos sesenta
y dos mil pesos, quieren que el señor el arrendatario haga esas obras, sin
embargo, bueno pues el apoyo no era de esa cantidad, ahora la cantidad que se
ha ido, si quiere decir que se ha ido almacenando esa cantidad de ciento veinte
pues actualmente alcanza una cantidad de seiscientos mil pesos y no cuatro
millones seiscientos, ahora quieren otras obras más o menos de esa cantidad
porque opinan esos maestros que ganan millonadas los señores que están este
rentando aquí… el arrendatario.
-Reportero: ¿Cuántos trabajadores se ven afectados?
-Gustavo: Cuatrocientos aproximadamente y son de distintos pueblos, desde
Urén, Tanaquillo, Acachuén, Santo Tomás, Zopoco, Huáncito, Ichán, Tacuro y
Carapan.
-Reportero: En estos momentos que no pueden ingresar a las tierras de cultivo,
¿cómo se ve en pérdidas?
-Gustavo: Bueno, se ve mucho en pérdidas aparte de los trabajadores que van
al día que no este hora si que no tienen pues algún apoyo o una, una un colchón
para dejar de trabajar verdad entonces pero también los de la fresa pierden y el
arándano pierden diario no sé cuántos miles de pesos simplemente de los
trabajadores de los cuatrocientos son aproximadamente cien mil pesos los que
tendría que pagarles no sé si esto eh les tienen que pagar porque no es una
huelga, es un bloqueo que hicieron las autoridades de aquí y los maestros que
nada tienen que ver ni siquiera son dueños de los terrenos de ningún de ninguna
área del Potrero, ni de Conero que es el Rancho 1…
-Reportero: ¿Quiere decir que todos los renteros o los comuneros de esta
localidad están de acuerdo?
250
-Gustavo: No están de acuerdo, si, no están de acuerdo nosotros tenemos unos
representantes del rancho 1 que actualmente uno de ellos tiene terreno pero es
maestro y está dando clases y otros pues aquí hay uno de ellos, aquí está
presente y bueno pues no hacen caso, no nos dejan hablar cuando hay
asambleas o los hacen secretamente ellos, a través de citatorios y no nos dicen
a ver los propietarios que vengan si, entonces eso es lo que está pasando…
-Reportero: ¿Qué tipo de obras son las que está o que pretenden llevar a cabo?
-Gustavo: Bueno, quieren hacer tumbar, fíjese, tenemos una jefatura de
tenencia eh vamos a decir ya está viejita pero quieren tirar la jefatura de tenencia
y volverla a hacer, hacer toda la plaza nuevamente que viene costando cuatro
millones seiscientos sesenta y dos mil pesos, ahora, el dueño de la fresa dice
pues yo les doy un apoyo pero no, no está cantidad que pues tenemos muchos
gastos no crean que ganamos millonadas como dicen los maestros, verdad,
entonces hay muchos gastos simplemente para trabajar las tierras, barbecharlas
sembrar y toda esa gente se ocupa, si, sembrar, fumigar, podar, limpiar y los
químicos y los estos como se llaman lo de los profesionistas que también tienen
que ver ahí con toda la agronomía, si, entonces pues hay muchos gastos, no es
así nada más de que ganan millonadas, verdad.
-Reportero: ¿Qué cantidad de producción ahorita no se está generando?
-Gustavo: No pues, imagínese los que andan cosechando toda esa gente a
veces corta hasta no sé, ¿trece cajas?
-Tercero: Sí, por ay más o menos.
-Gustavo: Por persona y cuánto se está echando a perder eso, a parte de eso
hay robos por eso queremos nosotros los propietarios que se haga la barda
perimetral al lado de Zopoco porque por esa parte es donde hay más robos, si,
y pierde mucho también o sea que ahorita es posible que estén robando porque
nadie está vigilando, no dejaron entrar a nadie123.
123 Entrevista realizada a Gustavo Bartolo Pérez, comunero rentero, el 12 de marzo de
2019. La entrevista tuvo lugar durante el bloqueo realizado por la comunidad a las
huertas de fresa y arándano. La entrevista no fue dada a nuestra investigación sino a
los medios de comunicación de la ciudad de Zamora que acudieron a la comunidad a
cubrir la noticia convocados por el dr. J. Luis Seefoó Luján del Colegio de Michoacán.
251
Por razones como las anteriores, es muy difícil que las afectaciones y daños
sentidos por aquellos y aquellas que viven donde se instalan los proyectos de
inversión logren una compensación más allá de lo monetario. Desde esta
perspectiva, se puede sostener que en realidad el agrocapitalismo es incapaz de
resarcir los daños que provoca dada la incompatibilidad de valores con los que
son percibidos los territorios.
4. 5 Una normatividad laxa para un incremento de la productividad.
“Hay veces que sí vienen [las autoridades en materia laboral] a revisar que los
patrones sí les den el equipo necesario pero ese día sí les prestan los overoles,
las gafas y los equipos pero ya cuando se van otra vez se los quitan”124. El
testimonio de José N, joven comunero originario de Zopoco que ha laborado en
los ranchos, muestra que en la Cañada la vigilancia y el cumplimiento de la
normativa laboral y ambiental es laxa o que por lo menos se realiza a medias.
Este proceder violatorio es consustancial de los llamados países “en vías de
desarrollo” que, en el contexto de un globalizado capitalismo neoliberal, ponen
en bandeja de plata sus territorios para las empresas trasnacionales con la
finalidad de retener o generar empleos (Bauman, 2003), aunque ello suponga
expoliar los cuerpos y los territorios mismos.
En ese contexto, el incremento de las actividades extractivas, en aras de un
supuesto desarrollismo y crecimiento económico, está teniendo lugar en los
países del Sur Global cuya normatividad es laxa, débil o bien, donde sí existe
una normatividad fuerte pero una débil o nula vigilancia (Alier, 2011).
En términos concretos y asequibles en la realidad de la región de Eraxamani y
que se manifestó en el caso de la comunidad de Tumasïu, la débil vigilancia dio
lugar a que el agroempresario como patrón violara las obligaciones a las que
estaba sometido por la normatividad hacia el medio ambiente, hacia la
comunidad como una entidad agraria pero también como una comunidad
indígena y también a los y las jornaleras agrícolas, a sus derechos laborales y
de salud.
124 Entrevista a José N., joven originario de la comunidad de Zopoco, realizada el 19
de marzo de 2019.
252
En México, la normatividad que regula tanto los derechos laborales de las y los
trabajadores agrícolas así como las obligaciones de los patrones son la ley
federal del trabajo y las normas oficiales mexicanas. Especialmente las normas
003, 007 y 018 son las que regulan los usos de insumos fitosanitarios y agrícolas
así como las instalaciones, la maquinaria, el equipo y las herramientas así como
el sistema para la identificación y comunicación de peligros y riesgos para la
salud humana por el uso de sustancias químicas peligrosas en los centros de
trabajo.
Me interesa destacar aquí principalmente las obligaciones de los patrones que
son las que en última instancia violentó la empresa Agrícola Superior de Jacona.
Me interesa hacerlo para que sirva de herramienta de defensa e información para
las comunidades donde se instale el agronegocio.
La norma 003 que regula las actividades agrícolas, el uso de insumos
fitosanitarios o plaguicidas e insumos de nutrición vegetal o fertilizantes y las
condiciones de seguridad e higiene cuyo objetivo es “Establecer las condiciones
de seguridad e higiene para prevenir los riesgos a los que están expuestos los
trabajdores que desarrollan actividades agrícolas de almacenamiento, traslado y
manejo de insumos fitosanitarios o plaguicidas e insumos de nutrición vegetal o
fertilizantes”, establece dentro de las obligaciones importantes del patrón: evitar
que las mujeres gestantes o en periodo de lactancia y los menores de 18 años
realicen actividades como personal ocupacionalmente expuesto, proporcionar al
personal ocupacionalmente expuesto, jabón y agua limpia para lavarse y
bañarse, proporcionar cuando menos al personal ocupacionalmente expuesto el
equipo de protección personal establecido en la etiqueta u hoja de datos de
seguridad, asegurarse de su uso correcto y mantenerlo en condiciones de
funcionamiento seguro, incluyendo el lavado de la ropa de trabajo al término de
cada jornada en el propio centro de trabajo, proporcionar a los trabajadores, en
caso de accidente atención de primeros auxilios, así como el traslado a un centro
de atención médica.
La norma 007125, que regula las actividades agrícolas, las instalaciones, la
maquinaria, el equipo y las herramientas así como las condiciones de seguridad,
125 Diario Oficial de la Federación, 03/09/2001:
http://dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=768131&fecha=09/03/2001
253
tiene como objetivo “Establecer las condiciones de seguridad con que deben
contar las instalaciones, maquinarias, equipo y herramientas utilizadas en las
actividades agrícolas para prevenir riesgos a los trabajadores”. Esta norma
establece como algunas de las obligaciones del patrón: informar a los
trabajaadores sobre los riesgos a que están expuestos en las actividades
agrícolas que desarrollen, impartir a todos los trabajadores por lo menos durante
cinco minutos, antes de iniciar cada jornada, pláticas con indicaciones para
realizar las operaciones seguras, prevenir riesgos de trabajo en el uso y
mantenimiento de maquinaria, equipo y herramientas, el correcto uso y
mantenimiento del equipo de protección personal o la atención de emergencias,
contar con personal capacitado para brindar los primeros auxilios y con botiquín
de primeros auxilios.
Reflexiones finales.
En Michoacán, la agricultura industrial de frutos rojos ha experimentado un
incremento en el área de cultivo justificado por la generación de divisas y
empleos en las distintas comunidades donde estos proyectos de inversión se
instalan.
En su avance y expansión, este avance de los monocultivos también ha
generado una distribución inequitativa de afectaciones y daños de los que
muchas veces las empresas agrícolas no se hacen cargo por lo que terminan
siendo los comuneros y las comuneras, las jornaleras y los jornaleros, los y las
jóvenes de las comunidades quienes asumen el costo de dichas afectaciones, lo
anterior a pesar de la legislación ambiental que tendría que obligar a las
empresas a tener un manejo adecuado de los residuos y las externalidades
provocadas por sus prácticas.
En el capítulo me propuse como objetivo presentar la serie de agravios y
afectaciones que en la comunidad de Tumasïu motivaron la movilización social
de protesta en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona y las prácticas
consustanciales de la agricultura industrial, afectaciones que significaron una
serie de agravios (Moore, 1996) que motivaron la acción colectiva de comuneros
y jornaleros agrícolas.
Las preguntas que guiaron mi reflexión a lo largo del capítulo fueron: ¿Qué es
un agravio?, ¿Quién es o quiénes son los afectados en el caso de la comunidad
254
de Tumasïu?, ¿Con respecto a qué prácticas específicas se sintieron agraviados
y, por ende, afectados?, ¿es posible compensar, reparar los daños ocasionados
por la agricultura industrial en Tumasïu?
De esa manera, a lo largo del capítulo muestro que las afectaciones que, en el
caso de la comunidad de Tumasïu dieron lugar a un debate y reflexión en torno
a quién y quién podía considerarse como afectado toda vez que la empresa
agrícola, en su proceder, “agrarizó la afectación”, es decir, intentó atender
únicamente las afectaciones sentidas por los comuneros renteros, es decir,
aquellos que bajo contrato de arrendamiento le rentaban las tierras para la
producción industrial de berries. Al agrarizar la afectación la empresa agrícola
no solamente se centraba en las afectaciones de los comuneros renteros que se
prácticamente se reducían al atraso del pago de las rentas anuales y al
incremento de estas, también dejaba fuera de la arena política a los comuneros
que, sin ser renteros, sí eran considerados como comuneros según los propios
criterios internos de la comunidad.
De esa manera, al agrarizar las afectaciones, la empresa agrícola pretendía
desincentivar la acción colectiva de los otros afectados en la comunidad. Para
Omar Arach (2019), la noción y experiencia de la afectación significa la
credencial política que posiciona a los sujetos en el campo de lucha y les abre la
posibilidad de acceder a las compensaciones o reparaciones del daño aunque,
como señalé siguiendo lo propuesto por Russi y Alier (2003), ello da lugar a una
incomensurabilidad de valores lo que realmente apunta a una imposibilidad de
reparar o compensar los daños ocasionados por la agroindustria.
¿Cómo compensar o reparar el daño que significó para Héctor Álvarez el hecho
de que la empresa, en su proceder, deforestó los pinos de cinco años de edad?,
¿cómo compensar económicamente la pérdida de suelo, de agua?, ¿Acaso la
Nana Echeri, es traducible a dinero?. Ello me lleva a pensar que los daños
ocasionados por el capital, sea este agrícola, inmobiliario, minero o de cualquier
otra índole, son en realidad incompensables sobre todo si se instalan en
territorios habitados desde una cosmovisión distinta a la modernidad occidental
capitalista.
Es en ese sentido que me interesó mostrar las afectaciones sentidas por los
comuneros, tanto de hecho como de derecho, así como de los y las jornaleras
agrícolas que incentivaron el proceso de movilización colectiva en contra de la
255
territorialidad agrocapitalista, concretizada en las prácticas de la empresa
Agrícola Superior de Jacona.
En Tumasïu, la construcción social del agravio para los y las comuneras se
realizó a partir de una comparación entre las prácticas agrícolas tradicionales
maiceras y las prácticas agrícolas de la empresa pues la renta de tierras para el
cultivo industrial de frutos rojos deparó en la violación de un conjunto de saberes
y prácticas agrícolas propias de la comunidad cuyos miembros consideraban
como justas, prácticas que además se relacionaban con un conjunto de saberes
ancestrales.
Específicamente, para los comuneros y comuneras las afectaciones ambientales
que provocó la agricultura industrial tienen que ver con un barbechado mucho
más profundo en comparación al que realizaban los comuneros en sus parcelas,
el surcado también fue importante porque la agroempresa surcó los terrenos sin
tomar en cuenta el desnivel y las barrancas naturales, lo que provocó erosión y
deslavado de suelo por la lluvia y por el viento; el hecho de que la empresa en
la instalación del monocultivo eliminara las mojoneras naturales como piedras,
árboles o relieves naturales, además de la generación de distintas plagas y el
subsecuente uso indiscriminado de pesticidas son algunas de las reglas que
para los comuneros de Tumasïu violentó la empresa agrícola e incentivaron la
movilización social más allá de las rentas atrasadas y del incumplimiento en los
incrementos anuales.
Pero los comuneros y comuneras no únicamente experimentaron afectaciones
ambientales, junto con ellas, algunas afectaciones culturales también fueron
importantes como los cambios en las rutinas de los hombres y de las mujeres
como parte del proceso de asalarización, lo que afectó gravemente la
participación en las asambleas y faenas comunales, erosionando en tejido social
comunitario. En el apartado también señalo que la instalación del monocultivo,
supuso el abandono de la agricultura maicera, lo modificó las tradiciones que
tenían como eje central las actividades culturales relacionadas al maíz.
Las afectaciones sociales experimentadas por los y las comuneras se relacionan
con el incremento de actividades ilícitas alrededor del monocultivo como la venta
de drogas pero también del hurto de frutos rojos lo que significó que la empresa
agrícola contratara vigilantes armados. Pero también el hecho de que la empresa
256
hubiese utilizado terrenos que no estaban bajo contrato de arrendamiento,
provocó la movilización social de los comuneros.
Sin embargo, como mencioné, no solamente los comuneros y comuneras se
inconformaron, también los y las jornaleras agrícolas se inconformaron ante los
procederes de una empresa agrícola trasnacional. Para los jornaleros y
jornaleras, las afectaciones ocasionadas por la empresa agrícola tienen que ver
con la violación a sus derechos laborales, lo que, en su caso, se relacionó
estrechamente con afectaciones a la salud.
Afectaciones a la salud que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, no se
manifestaron de manera crónica, es decir, no se dieron casos de intoxicasiones
agudas pero algunos trabajadores sí presentaron algunos malestares propios del
monocultivo como cefácelas, deshidratación, irritación ocular, dolor lumbar e
intoxicaciones ligeras.
Además de mostrar las afectaciones sentidas por los comuneros y comuneras
así como de los y las jornaleras agrícolas, me interesó mostrar lo que llamé
“agravios ocultos” y que se refiere a un cúmulo de agravios que al no tener
relación de manera directa en el conflicto, pocas veces se verbalizaron, sin
embargo, pienso que fueron un importante catalizador del conflicto.
Con “agravios ocultos” hago referencia a la noción de “discurso oculto”,
propuesta por James Scott para designar los discursos construidos en contextos
de opresión por parte de los oprimidos pero que en pocas ocasiones revelan en
presencia del opresor. Pienso que en el caso de la comunidad de Tumasïu fueron
importantes porque revivieron los malestares y agravios sentidos por los
comuneros y comuneras excluidas de manera histórica de la toma de decisiones
al interior de la comunidad, lo que recuerda los tiempos del despojo y del
acaparamiento de terrenos comunales a principios del siglo XX por las familias
más potentadas de la cabecera municipal.
Para terminar, considero que es lamentable la situación por la que atravesaron
los comuneros y comuneras de la comunidad de Tumasïu, sin embargo, pienso
que al mismo tiempo es esperanzador porque, como sostiene la investigadora
María Fernanda Paz Salinas, citada por Hernández, Ochoa y Tetreault (2012)
“los conflictos socioambientales se presentan no como un problema de la
sociedad contemporánea sino como una oportunidad para detener el deterioro,
ofrecerle resistencias (o generar) formas asociativas que expresen e impulsen
257
proyectos contra hegemónicos”, y en el caso de la comunidad de Tumasïu así
fue. El hartazgo de los comuneros terminó por visibilizar aún más los daños
ambientales, sociales, culturales, laborales y de salud que las prácticas de la
agricultura industrial traían como el barbecho sin restricción en profundidad y
dirección, uso indiscriminado de pesticidas y herbicidas, el tratamiento
inadecuado de los residuos sólidos como el plástico del macrotúnel, el plástico
del acolchado para el suelo y de los recipientes de los agroquímicos utilizados
así como la falta de protección, capacitación y respeto a los derechos laborales
de los y las jornaleras agrícolas; todo esto abrió la posibilidad para exigir a la
empresa un mejor tratamiento y un mejoramiento de las prácticas agrícolas
industriales.
258
CAPÍTULO V. DE LA AFECTACIÓN AL CONFLICTO Y A LA MOVILIZACIÓN SOCIAL.
259
[…]nosotros allá en la Cañada pues no sé si afortunada o desafortunadamente hemos visto que, que luego pus esas personas, llámese empresarios o el propio gobierno, la única manera en la que nos escuchan pues es hacerle
alguna presión, una actividad política126
Napoleón Márquez Serano. Comunero de Santo Tomás.
Como señala Víctor Manuel Quintana (2005), históricamente los adversarios de
los movimientos rurales, según su interpretación, han sido básicamente dos, los
ricos y el Estado. Contra los primeros se ha luchado por la tierra, el
acaparamiento de tierra, agua y el coyotaje de las cosechas mientras que el
segundo a su vez, ha sido la contraparte de la lucha por la dotación de tierras.
Sin embargo, Quintana advierte la aparición de un tercer adversario de la lucha
de los movimientos rurales: las empresas trasnacionales, contra ellas, señala
Quintana, las comunidades rurales, pero también indígenas, dirigen una serie de
demandas muy específicas como “contra la exportación dumping de sus
productos, que atenta contra la soberanía alimentaria de las naciones; contra el
126 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 29 de noviembre de 2018 en la
comunidad de Tumasïu.
Imagen 26 Bloqueo y manifestación de comuneros y comuneras de Tumasïu contra la empresa Agrícola Superior de Jacona. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.
260
uso de transgénicos, contra el empleo de agroquímicos que devastan el medio
ambiente” (Quintana, 2005: 103)
Por ello, he escogido las palabras de Napoleón Márquez para iniciar este
capítulo, pues en ellas se deja entrever cómo se percibe que en las luchas de
las comunidades indígenas los adversarios son, como sostiene Quintana,
básicamente dos, el gobierno y los ricos del campo que ahora se traducen en las
grandes empresas trasnacionales que han avanzado territorialmente gracias al
cobijo del Estado neoliberal.
En sus luchas, las comunidades rurales e indígenas han utilizado diversas
estrategias para ser escuchados por aquellos hacia quienes están dirigidas sus
demandas, de manera que en muchas ocasiones necesitan realizar
movilizaciones sociales y acción colectiva para la consecución de sus objetivos.
De esta manera, muchos movimientos sociales en nuestro país, pero también
en el resto del mundo, han logrado cambios sociales, políticos y culturales
significativos a través de movilizaciones sociales y actividades de presión
política. A través de la movilización, muchas veces se logra generar un marco
jurídico que regule aquella actividad contra la que se sienten agraviados, como
por ejemplo los agricultores de la región de Lagunillas, en el estado de
Michoacán, que lograron tener la atención del Congreso Legislativo del Estado
para solicitar que se tipifique como delito ambiental el uso de cañones
antigranizo para incidir en la precipitación de lluvia o granizo127. Otro ejemplo
notable es el de las comunidades mayas de Calakmul, Campeche que
obtuvieron un amparo contra la construcción del tren maya en tiempos de la 4T.
Como señalé en el capítulo anterior, las diversas afectaciones y agravios
ocasionados por la empresa Agrícola Superior de Jacona dieron origen a una
serie de peticiones y exigencias. Sin embargo, ante la actitud de la empresa de
negación y ninguneo a través de la agrarización de la afectación, los comuneros
y comuneras iniciaron, a partir de las afectaciones sentidas por ellos y ellas, un
conflicto y a una movilización de acción colectiva con la intención de lograr que
127 Nota “Activistas y agricultores exigen que uso de cañones antigranizo sea delito
ambiental en el estado”, en el portal del periódico La Voz:
https://www.lavozdemichoacan.com.mx/michoacan/medio-ambiente/activistas-y-
agricultores-exigen-que-uso-de-canones-antigranizo-sea-delito-ambiental-en-el-
estado/
261
el agente de las afectaciones y agravios, a saber, la agroempresa, los reparase
o pagara una compensación por los daños generados.
De esta manera, inicio este quinto capítulo con las palabras de Napo porque
revelan una de las estrategias de lucha utilizada por las comunidades
p´urhépecha y hacen notar que es una estrategia necesaria ante el mutismo de
aquellos a quienes están dirigidas las tomas, los bloqueos, las marchas y en
última instancia, las quejas, los reclamos y las exigencias.
Como he mostrado, según mi interpretación, en Tumasïu, la agricultura industrial
de berries y otras hortalizas se ha instalado gracias al acaparamiento de terrenos
comunales en manos de unas pocas familias, lo que a su vez, como he mostrado
en el capítulo cuarto, ha significado una serie de agravios y afectaciones tanto
para los comuneros de derecho con posesión de tierra y que decidieron rentarle
sus terrenos a la empresa, como para los comuneros de derecho con posesión
de tierra que habían decidido no rentarle a la empresa agrícola, así como para
las y los comuneros de hecho, algunos de los cuales se empleaban como
jornaleros en el monocultivo de berries que Agrícola Superior de Jacona.
En este tenor de ideas, el objetivo que me he planteado en este capítulo es
abordar el conflicto en términos de las estrategias de lucha implementadas por
los comuneros que impulsaban la territorialidad comunal en su lucha contra la
agricultura industrial, es decir, me interesa mostrar las estrategias y acciones
que implementaron los comuneros que impulsaban la territorialidad comunal en
Tumasïu como una respuesta ante el avance de la territorialidad agrocapitalista
para imponerse sobre la voluntad de los comuneros que impulsaban y defendían
la territorialidad agrocapitalista.
Por lo anterior, es necesario en primer lugar, hacer un breve recuento
cronológico del conflicto y de la relación entre la comunidad de Tumasïu y la
empresa Agrícola Superior de Jacona. En segundo lugar, realizaré un análisis
del conflicto para lo cual retomo la teoría de la conflictividad socioambiental, pero
sobre todo de la noción de conflicto de distribución ecológica propuesto por Joan
Martinez Alier para caracterizar el conflicto en la comunidad de Tumasïu, pero
también me valgo de algunas nociones de movimientos sociales,
específicamente de la noción de agravio como resorte de la acción colectiva. En
tercer lugar, abordo y resalto las estrategias utilizadas en la lucha contra el
negocio agrícola por los comuneros y comuneras que impulsan la territorialidad
262
comunal en Tumasïu. Por último, me interesa mostrar dos viñetas etnográficas
en las que expongo brevemente los relatos de vida de Napoleón Márquez
Serano y de Wilfrido Huerta Trinidad, líderes del movimiento en contra de la
empresa agrícola pues me parece que un acercamiento a ellos como personas
ayuda a comprender el inicio, el desarrollo y la continuidad de la lucha de los
comuneros incluso más allá del conflicto con la empresa agrícola. Mostrar sus
viñetas etnográficas me permitirá mostrar cómo la comunidad de Tumasïu ha
tenido que luchar antes, durante y después del conflicto con la empresa. En
particular, la viñeta del jefe Willy también muestra cómo, a pesar de la lucha y la
victoria contra la empresa agrícola se necesitan cambios estructurales o modelos
de desarrollo rural que permitan que los y las comuneras vivan en sus
comunidades y no sean expulsados en busca de trabajo.
5. 1 Breve historia de la relación entre Tumasïu y Agrícola Superior de
Jacona.
El conflicto en la comunidad de Tumasïu de las dos territorialidades encontradas
tiene tres momentos importantes: a) noviembre de 2018, b) marzo de 2019 y, c)
junio de 2019. A continuación, me baso en estas fechas para desarrollar el
conflicto.
La empresa Agrícola Superior de Jacona, que también se conoce como
Agrosuperior de Jacona, llegó a los terrenos comunales de Tumasïu a finales del
2012. Se presume que fue por invitación de Aniceto Márquez Gómez que fungía
como comisariado de Bienes Comunales, Felipe Sales Lázaro como secretario,
y Jesús Álvarez Bartolo como tesorero del comisariado, quienes estaban
estrechamente vinculados con la familia “A”, una de las familias que posee mayor
cantidad de terrenos comunales en la comunidad. Para la instalación del
monocultivo de frutos rojos, las autoridades agrarias de la comunidad no
convocaron a una asamblea general, únicamente se convocó a los comuneros
de derecho, es decir aquellos que como ya comenté, poseían terrenos
comunales de la zona parcelada, por lo que para instalarse se “agrarizó” la
decisión de rentar los terrenos y no se abrió la posibilidad de que los comuneros
de hecho participaran y opinaran al respecto.
Incluso, me mencionó Tata José Huerta, con la mayoría de los comuneros el
trato fue personal y aquellos que no fueron citados o aquellos que no aceptaron
263
rentar sus terrenos, al final tuvieron que hacerlo porque la empresa agrícola fue
invadiendo terrenos pues “le convenía agarrar parejo para instalar los túneles y
el sistema de riego”128, de manera que al final, la empresa tenía instalado el
monocultivo de berries en cerca de 140 hectáreas de terrenos comunales de la
zona parcelada de la comunidad.
Imagen 27 Avance del monocultivo de berries en los terrenos comunales de Tumasïu. Fuente: elaboración propia con uso de Google Earth.
Inicialmente, en el contrato de arrendamiento que la empresa agrícola firmó por
separado con cada comunero, se estableció que el contrato tendría una duración
de diez años y que renta anual por cada hectárea se pagaría en nueve mil pesos
con la promesa de que cada año la renta aumentaría mil pesos de acuerdo con
la inflación.
En ese contrato, la empresa se comprometió a “realizar las obras cercado
perimetral, la perforación y equipamiento de un pozo profundo aclarando que
cuando cumpla su periodo de contrato dicha obra se quedará en beneficio de los
comuneros dueños de los predios que intervienen en este contrato”129. La
promesa de la perforación del pozo de agua se firmó a pesar de que desde 2013
la Comisión Nacional del Agua, a través de un decreto emitido por el Ejecutivo
Federal prohibió la perforación de pozos profundos para la extracción de agua.
Sin embargo, en su proceder la empresa tuvo un trato preferencial con la familia
“A” y con un grupo de comuneros allegados a ella pues, mientras que a este
grupo de comuneros la empresa les pagaba puntualmente la renta anual, con el
128 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 20 de septiembre de 2020 en la
comunidad de Tumasïu. 129 Contrato de arrendamiento entre la empresa Agrícola Superior de Jacona y los
comuneros de Tumasïu.
264
resto de los comuneros una serie de atrasos fue generando un sentimiento de
inconformidad.
Sin embargo, Napo comentó que el sentimiento de inconformidad se expresó por
primera vez en una asamblea comunal a principios de 2018 en la que se estaba
tratando el problema de la red de agua potable de la comunidad. En dicha
asamblea, un comunero propuso que puesto que la empresa agrícola se había
comprometido a construir una obra por cada año que estuviese usufructuando
los terrenos comunales y hasta ese año no había construido ninguna, aquella
era la oportunidad de que cumpliera sino con las obras adeudadas, sí con la
solución del problema de la red de agua potable, para lo cual se necesitaban 1,
300, 000 pesos. Sin embargo, un comunero allegado a la familia “A” y aliado a
la empresa agrícola, se opuso argumentando que la empresa cooperaba cada
año con la cantidad de 3, 000 pesos para la realización de la fiesta patronal,
celebrada el 21 de diciembre en honor al santo patrono, Santo Tomás.
Finalmente, la empresa no colaboró para resolver el problema del agua potable
en la comunidad, pero en algunos comuneros quedó el sentimiento de
inconformidad que más tarde se sumó a las quejas de algunos comuneros
renteros por las rentas atrasadas. A algunos comuneros la empresa les debía
hasta dos o tres años de renta mientras que, a algunos, a sus allegados, les
había adelantado el pago de dos o tres años, sin mencionar que la empresa no
incrementó los mil pesos por año de renta a la mayoría de los comuneros
renteros.
En una asamblea comunal se decidió convocar al empresario Héctor Valdez
Aguirre, a quien se tenía en la comunidad como dueño de la empresa. Se le hizo
llegar una invitación por escrito para que asistiera a una asamblea comunal, pero
el empresario se negó diciendo que únicamente recibiría en sus oficinas a una
representación de seis personas que designara la comunidad. La comunidad se
negó a la propuesta del empresario y tomó la decisión de volver a invitarlo a la
comunidad y ante su negativa, la comunidad decidió bloquear las entradas a las
huertas de fresa y arándano de manera que éstas amanecieron bloqueadas el 4
de noviembre de 2018 y permanecerían así hasta el 6 de noviembre, día en que
acudiría el empresario.
El 4 y el 5 de noviembre, los y las comuneras permanecieron en el bloqueo contra
la empresa agrícola como una manera de presión para que asistiera el
265
empresario y atendiera las peticiones de la comunidad. Para ello, se organizaron
para formar comisiones, algunos fueron a cortar leña para el fuego, otros llevaron
sillas, aportaron platos y vasos de sus propias casas, las mujeres se organizaron
para preparar la comida, otros pintaron algunas mantas alusivas al conflicto.
Ni el cuatro, ni el cinco ni el seis de noviembre trabajaron los y las jornaleras
agrícolas lo que en un principio supuso una situación problemática dado que la
mayoría de ellos “gana al día”, ante ello, las autoridades civiles y agrarias
decidieron agregar en el pliego petitorio una serie de peticiones en beneficio de
las y los jornaleros agrícolas como, por ejemplo, que la empresa no arremetiera
contra los trabajadores que habían participado en el bloqueo, así como que se
respetaran los pagos íntegros de todos y cada uno de los y las jornaleras
agrícolas durante los días que había durado el bloqueo.
Aquella fue una oportunidad para que no solo los comuneros de derecho
renteros de los terrenos comunales expresaran sus inconformidades para con la
empresa agrícola, también lo fue para que los y las jornaleras lo hicieran, ello
aunque en un principio no se sintieron interpelados por la actividad de bloqueo
hasta que las autoridades civiles y agrarias les dijeron que aquella era una
oportunidad para mejorar sus condiciones de trabajo pues ninguno de ellos
estaba afiliado al seguro social y eran víctimas de malos tratos por parte de los
mayordomos y pagadores.
También fue la oportunidad para que los comuneros que habían decidido no
rentarle sus terrenos a la empresa y ésta aún así los utilizó, se inconformaran
pues no sólo había invadido terrenos sin rentar, también había dejado basura en
muchos de ellos, lo que también fue una queja contra la empresa agrícola.
De esa manera, el pliego petitorio de aquel primer bloqueo del 4 de noviembre
contemplaba las siguientes peticiones:
a) Que la empresa reconociera los adeudos con los comuneros renteros,
b) que se pagara el incremento de mil pesos por año de renta,
c) que se elaborara y firmara un nuevo contrato de arrendamiento colectivo
y no individual,
d) que la empresa se comprometiera y realizara las obras de impacto que
había prometido a la comunidad desde un principio,
266
e) que la empresa indemnizara a los comuneros afectados por la invasión
de sus terrenos,
f) que la empresa y los mayordomos tuvieran un trato digno con los y las
jornaleras agrícolas,
g) que la empresa detectara y corrigiera irregularidades en el pago del
salario de los jornaleros por parte de los pagadores,
h) que la empresa diera de alta en el seguro social a todos y cada uno de
los y las jornaleras agrícolas, y que temporalmente la empresa enviara un
médico tres días a la semana para atender a los trabajadores y a sus
familiares y, finalmente,
i) que la empresa se hiciera cargo de los desechos y la basura agrícola a
partir de un trabajo de supervisión coordinado con el comité de vigilancia
de la comunidad.
El agroempresario asistió a la comunidad el día 6 se noviembre acompañado por
el contador de la empresa. En asamblea comunal general, realizada en la
jefatura de tenencia de Tumasïu, se leyeron cada uno de las exigencias y
reclamos. Ante un centenar de comuneros y comuneras que lo observaban en
la jefatura de tenencia, el agroempresario aceptó cada una de las solicitudes que
se le hicieron y firmó el acta de acuerdos levantada por las autoridades civiles
de Tumasïu estableciendo que el mes de diciembre del 2018 sería la fecha en la
que todo lo exigido debería estar cumplido.
Sin embargo, pasó noviembre, diciembre y enero, febrero y marzo del 2019 y el
empresario no cumplió ninguno de los acuerdos firmados por él, salvo el de
pagar las rentas adeudadas y el incremento de mil pesos a cada comunero
rentero. Después correría en la comunidad la teoría de que el bloqueo del 6 de
noviembre había tenido “pronta respuesta” en comparación con el segundo
bloqueo porque en aquel primer bloqueo se realizó en temporada de cosecha de
fresa.
Todo siguió en tensa calma hasta el 11 de marzo del 2019, fecha en que se inició
el segundo bloqueo y que se decidió dos días antes en una asamblea comunal
que tuvo lugar para discutir el asesinato de un comunero originario de Tumasïu
en los alrededores de las huertas de fresa y arándano. El asesinato tuvo lugar
en el contexto de la presentación de un libro de cocina tradicional p´urhépecha
267
que se realizó el viernes 8 de marzo por la mañana y se prolongaría hasta el
sábado 9, sin embargo, en la madrugada del sábado, mientras los últimos
asistentes a la presentación del libro se regresaban a la comunidad, recibieron
disparos que impactaron en dos de ellos, falleciendo uno de ellos en un hospital
de la ciudad de Zamora.
Los hechos ocurridos en aquel páramo de Tumasïu revivió el malestar sentido
contra la empresa agrícola porque días antes los comuneros se dieron cuenta
que la empresa había contratado personas armadas para cuidar el monocultivo
alegando que era víctima del robo de fruta por las noches. La inconformidad de
los comuneros se agravó porque ellos mismos le habían sugerido al empresario
que construyera una barda perimetral con la finalidad de cuidar el cultivo, pero
no les hizo caso.
En asamblea decidieron bloquear las entradas a las huertas nuevamente a partir
del día lunes 11 de marzo. Dado el carácter general de la asamblea en la que se
decidió el segundo bloqueo, los comuneros allegados a la empresa tuvieron el
tiempo de avisarle al empresario para que desinstalara el equipo y la maquinaria.
El lunes 11 de marzo de 2019 muy temprano inició el segundo bloqueo a las
huertas de fresa y arándano que la empresa Agrosuperior tenía instaladas en los
terrenos comunales de Tumasïu. Instalaron una carpa en la que colgaron una
manta con quejas y protestas contra los incumplimientos de la empresa y
prendieron un fuego con el que prepararon un café. Las mujeres instalaron
nuevamente un fogón para preparar la comida.
La diferencia con el primer bloqueo fue que marzo, a diferencia de noviembre no
era temporada de cosecha y no había fruta madura para corte por lo que el
empresario tardó tiempo en responder el llamado de la comunidad para entablar
una mesa de diálogo. Otra diferencia importante fue que la mayoría de los
comuneros renteros no participó en el segundo bloqueo lo que es entendible si
se toma en cuenta que sus peticiones fueron cumplidas en el primer bloqueo, a
saber, las rentas atrasadas y el incremento de mil pesos. La mayoría de los
jornaleros también se abstuvo de participar en el segundo bloqueo, tal vez
previendo que en esa ocasión el empresario optaría por no dialogar, lo que
significaría perder su fuente de trabajo de manera que en el segundo bloqueo
participaron únicamente comuneros de derecho con posesión de terrenos
comunales pero que habían decidido no rentarle sus terrenos a la empresa, es
268
decir, comuneros que no habían estado de acuerdo con el contrato de
arrendamiento para la producción industrial de frutos rojos, también participaron
comuneros de hecho sin posesión de terrenos y algunos jornaleros y jornaleras
agrícolas, así como las autoridades agrarias y civiles.
El objetivo del segundo bloqueo fue que la empresa cumpliera a cabalidad los
acuerdos firmados el 6 de noviembre además del esclarecimiento del asesinato
del comunero, para ello solicitaban una reunión con el empresario en asamblea
comunal. Pese al bloqueo, el empresario no contestó las llamadas que el jefe de
tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad le hizo por la mañana y tarde de aquel lunes
11 de marzo. Fue hasta el viernes 15 que el jefe de tenencia recibió una llamada
de la secretaría de gobernación pues días antes habían solicitado su
intervención. Gobernación logró que el empresario aceptara una reunión con la
comunidad para solucionar el problema.
El empresario aceptó con la condición de que la reunión se llevara a cabo en la
presidencia municipal del ayuntamiento de Chilchota y con intermediación del
presidente municipal y la secretaría de gobernación. La cita fue a las 11 de la
mañana. Asistieron el jefe de tenencia, Wilfrido Huerta Trinidad, el comisariado
de Bienes Comunales, Adolfo Álvarez Casillas, los integrantes del Consejo
Comunal, Héctor Álvarez, Napoleón Márquez Serano, Gustavo Huerta, y los
comuneros Tata José Huerta y Raúl Hernández León además de la profesora
Carmen Ventura Patiño y el chef de cocina tradicional Salvador Díaz.
Lo interesante del careo con la empresa fue que después de que el jefe de
tenencia de Tumasïu leyera el pliego petitorio redactado por la comunidad un día
antes en asamblea general, el apoderado legal y asesor agrario de ésta,
comenzó su discurso diciendo que el señor Héctor Valdez Aguirre, quien hasta
ese entonces se había ostentado como dueño de la empresa agrícola, en
realidad no lo era y que la empresa era una sociedad en la que las decisiones
se tomaban a través de un consejo.
Aunque no lo dijo directamente, los comuneros de Tumasïu entendieron que con
ello el apoderado legal daba a entender que los acuerdos firmados por el
empresario el 6 de noviembre de 2018 quedaban sin efectos lo que obviamente
generó un sentimiento de molestia y enojo. La mesa se terminó y la empresa no
se hizo responsable de los acuerdos firmados con la comunidad, su propuesta
se centró en “ayudar” a los comuneros a gestionar apoyos en dependencias de
269
gobierno. Por su parte, la postura de la presidencia municipal se centró en tratar
de que la comunidad aceptara la propuesta de la empresa, lo que hizo sentir a
los comuneros que el apoyo del presidente municipal estaba con la empresa
agrícola. Los comuneros mencionaron que ellos, en calidad de comisión, no
podían tomar una decisión en ese momento puesto que debía ser consultada en
asamblea comunal.
Se acordó que la respuesta de la comunidad le sería dicha a la empresa al día
siguiente, domingo 17 de marzo, después de que fuera consultada en asamblea
comunal general. Como mostraré más adelante, la asamblea comunal fue -y es-
una plataforma muy importante en la deliberación del conflicto con la empresa
agrícola.
En opinión de Napoleón Márquez, esa asamblea comunal fue muy importante
porque ahí se expresaron las voces de los comuneros más longevos de la
comunidad y su opinión fue muy importante a la hora de tomar una decisión:
un comunero ya de edad y de respeto en nuestra comunidad en esa
noche cuando se decidió sacar en la asamblea, él dijo: “llegará el día en
que estas tierras a la empresa ya no le van a servir y simplemente se va
a ir dejando las tierras estériles, inservibles y ya no vamos a poder
sembrar nuestro maíz” y fue a partir de escuchar a las personas mayores
que se decidió dejar de rentar las tierras y exigirle a la empresa que
desalojara los terrenos comunales: “…en esa asamblea que se celebró
el 16 de marzo, bien me acuerdo que la hicimos ahí donde teníamos el
bloqueo, ahí la gente decidió que ya no quería nada con la empresa130
La votación en la asamblea comunal fue que ya no querían que la empresa
hiciera las obras ni acatara los acuerdos firmados el 6 de noviembre de 2018. La
comunidad decidió expulsar a la empresa Agrícola Superior de Jacona de sus
terrenos comunales. La decisión le fue comunicada a la empresa al día siguiente.
Aunque inconforme, la empresa agrícola aceptó el trato. Aún así, algunos de los
comuneros allegados a la empresa y a la familia “A” trataron de desincentivar el
130 Entrevista realizada a Napoleón Márquez Serano el 20 de septiembre de 2020, en la
comunidad de Tumasïu.
270
acuerdo comunal argumentando que a ellos ya se les había adelantado hasta
dos o tres años de renta anual por lo que no era posible expulsar a la empresa
de los terrenos comunales puesto que el contrato inicial de arrendamiento había
sido firmado por diez años. Sin embargo, los errores y faltas en los contratos
iniciales dieron apertura a su eliminación.
Imagen 28 Transformación de la petición. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.
Al mismo tiempo, la comunidad solicitó que dicho acuerdo se firmara ante un
notario público para que diera fe y se cumpliera. El acuerdo ante notario púbico
se firmó días más tarde, después de varias reuniones. Antes de la firma, la
comunidad le dio a la empresa un plazo de un mes para que retirara de los
terrenos comunales todo lo que había instalado para el monocultivo de berries:
plásticos del acolchado de los surcos, plástico de los macrotúneles, las
mangueras de irrigación, las bombas de riego, las bodegas, los cercados que
había construido con plástico y la infinidad de contenedores vacíos de
agroquímicos que la empresa irresponsablemente había dejado tirados en las
barrancas y en algunos terrenos comunales. En el acta también se pactaba que
la empresa debía pagar la cantidad acorde a las obras de impacto que se había
comprometido a construir en la comunidad, cantidad que ascendía a 1, 080, 000
pesos.
Pese a ello, la empresa agrícola solicitó que se le concediera no un mes sino
tres, quedando en el acta firmada ante el notario público así, de manera que el
plazo estipulado vencía el 17 de junio de 2019. Para esa fecha, me dijo Wilfrido
Huerta Trinidad como jefe de tenencia, los terrenos comunales debían estar sin
rastro alguno de que la agricultura industrial de berries hubiese estado instalada
en los terrenos comunales de Tumasïu.
271
A pesar de ello, el día 16 de junio, un día antes de que venciera el plazo, el jefe
y las autoridades agrarias hicieron un recorrido por la zona parcelada para
verificar que la empresa estuviera cumpliendo con lo pactado. Aunque ellos ya
sabían la respuesta, les interesaba documentar fotográficamente la condición de
los terrenos. Para esa fecha, prácticamente la empresa había recogido todo lo
que le era útil: bombas y el sistema de irrigación, estructuras para los
macrotúneles; pero había dejado en los terrenos todos los desechos de la
agricultura industrial incluidas las dos fosas que habían hecho para las ollas de
agua y una cantidad considerable de botellas y contenedores de agroquímicos
sin un tratamiento adecuado. No conforme con ello, la empresa trató de
deshacerse de los desechos incinerándolos en los propios terrenos comunales,
lo que provocó una gran humareda en la comunidad y dio como resultado
grandes montañas de plástico incinerado.
Imagen 29 Desechos de los plásticos agrícolas abandonados e incinerados por la empresa Agrícola Superiro de Jacona en los terrenos comunales de Tumasïu. Fotografías: Jesús Janacua Benites.
A plazo vencido y pacto incumplido, las autoridades civiles y agrarias
interpusieron una demanda ante la Procuraduría Ambiental del estado de
Michoacán por daños ambientales a la empresa Agrícola Superior de Jacona.
Los logros de los comuneros y comuneras que defendían e impulsaban la
terriorialidad comunal fueron la expulsión de la empresa agrícola de los terrenos
comunales y el dinero correspondiente a las obras que debía construir por cada
año de renta.
Sin embargo, mientras escribo estas líneas, han pasado más de tres años
después de la primera movilización social y la empresa agrícola nunca se hizo
responsable de las afectaciones causadas a la comunidad, el dinero pagado por
la empresa no significa en absoluto una reparación del daño ni ninguna
272
compensación económica, fue solo lo que la empresa le debía a la comunidad
por las obras incumplidas. En marzo de 2021, algunos terrenos comunales
todavía lucían con plástico de acolchado y macrotúnel encima, hechos pedazos
por el sol, el viento y la lluvia, algunos comuneros no pudieron sembrar maíz en
el ciclo agrícola 2019- 2020 y los que sí sembraron tuvieron que limpiar ellos
mismos sus terrenos.
Como sugieren Daniela Russi y Joan Martínez Alier (2003), en los conflictos de
distribución ecológica en los que no pocas veces intervienen empresas
trasnacionales, las preguntas que quedan por responder son: ¿quiénes o quién
se hará cargo de las afectaciones?, ¿en qué tribunales hay que hacer la
demanda? Por ello, muchas veces las comunidades quedan en el desamparo
jurídico por dos razones, en primer lugar, porque el sistema jurídico en México,
como ya vimos, es laxo y, en segundo lugar, porque al tratarse de empresas
trasnacionales muchas veces no se sabe ante qué instancias se necesita
interponer la queja o denuncia.
5. 2 La lucha contra la agricultura industrial.
Hasta ahora, he abordado en mi trabajo cómo la agricultura industrial significó
para las comunidades y para Tumasïu en especial, diversas consecuencias de
índole ambiental, social, laboral y a la salud humana que, no obstante, muchas
veces no se perciben o no se sienten como afectaciones o agravios por lo que
es difícil también que se enarbolen movimientos de resistencia y protesta en
contra de dicho tipo de agricultura.
Sin embargo, también hemos visto cómo en algunos casos sí se enarbolan
movimientos de resistencia en contra de los proyectos de inversión
agroindustriales lo que significa que se ha generado un conflicto en contra de
agroproyectos industriales lo que, a su vez, significa que se ha generado un
conflicto donde las consecuencias de la agricultura industrial o los
procedimientos de la agricultura industrial misma son el motivo principal del
conflicto y contra lo que se lucha y se solicita o bien una reparación de los daños
o una compensación económica.
Con todo, como muy bien sugiere Javier Souza Casadinho (2018), el que las
comunidades sientan las afectaciones o agravios cometidos por la agricultura
industrial, no significa que de manera automática se movilicen u organicen
273
acciones colectivas en contra de ello por lo que el caso de la comunidad de
Tumasïu y de los y las comuneras que iniciaron y lideraron el conflicto en contra
de la empresa Agrícola Superior de Jacona es importante para comprender
cómo y por qué se movilizaron, cómo y por qué conceptualizaron la agricultura
industrial como una actividad problemática que debía ser detenida o por lo
menos limitada, cuáles eran sus objetivos y de qué acciones y estrategias se
valieron para lograr sus objetivos.
Para responder las cuestiones anunciadas, me valdré del esquema elaborado y
utilizado por Karina Kloster (2016) en su investigación con relación a los
conflictos en torno al agua porque me parece que es útil para explicar cómo se
origina y conceptualiza un conflicto entre las dos territorialidades en la
comunidad de Tumasïu y además me permite relacionar el conflicto de la
comunidad de Tumasïu con la teoría de los movimientos sociales pues fue un
conflicto que finalmente se solucionó mediante la acción colectiva.
Kloster sugiere que, en la conceptualización del problema, lo que para mi
equivaldría a construir algún fenómeno determinado como un conflicto en el que
se encuentren voluntades e intereses contrarios de dos o más actores sociales,
se puede estructurar a partir de dos posibles escenarios: a) con un actor
responsable plenamente identificado y, b) sin un responsable plenamente
identificado de las afectaciones y agravios. Kloster sugiere que el pasaje a las
acciones siguientes depende de esos dos escenarios. Como hemos mostrado,
en el caso de la comunidad de Tumasïu, siempre se tuvo plenamente identificado
al actor social responsable de las afectaciones: la empresa agrícola.
274
En los apartados que siguen abordaré el desarrollo y la conceptualización del
conflicto de la comunidad de Tumasïu, haciendo énfasis en que con ello pretendo
dar a conocer cómo la organización social comunitaria, a través de sus espacios
de socialización, como la asamblea comunal, permiten entretejer la rebeldía,
pero, sobre todo, la resistencia y la reexistencia comunal.
5. 3 Tumasïu: del conflicto a la movilización y acción colectiva.
En este apartado me he propuesto como objetivo, mostrar el conflicto de la
comunidad de Tumasïu a partir de la noción de conflicto de distribución
ecológica, propuesto por Joan Martínez Alier (Alier, 2011), pues me permite
acentuar y enfatizar que el conflicto tuvo lugar en el contexto global de una
distribución desigual e injusta de las ganancias y de las afectaciones generadas
por actividades económicas, en este caso, la producción industrial de materias
primas o commodities que tiene lugar para el disfrute de los países del Norte
Global pero cuyas afectaciones y costos ambientales se quedan en los lugares
donde tiene lugar la producción, lugares que muchas veces se encuentran en
países del Sur Global.
Se trata pues de un conflicto de distribución ecológica en tanto que las ganancias
son globales, es decir, tienen una movilidad global, pero las afectaciones son
Imagen 30 Esquema "Conceptualización del problema" de Karina Koster (2016).
275
sumamente locales. Por lo tanto, se trata de un conflicto que tiene lugar en el
marco de una división internacional del trabajo en la que los países del Sur
Global son productores de materias primas o commodities de manera que entran
en el mercado global como meros exportadores de naturaleza lo que significa el
expolio de los territorios y de los cuerpos.
Aunque en mi trabajo no me desmarco de las nociones de conflictos
socioambientales o ambientales, pues justamente en Tumasïu la producción de
berries generó una serie de afectaciones ambientales, considero que la noción
de conflicto de distribución ecológica permite una mejor aproximación al conflicto
generado en Tumasïu como un conflicto que fue el resultado de la aplicación
irrestricta del libre comercio en la que las relaciones entre los países no son
equitativas y en las que las comunidades, los comuneros y las comuneras, tienen
que hacerle frente a las grandes empresas de capital trasnacional en sus propios
territorios.
Pareciera que en esta globalización capitalista tanto los países como las
comunidades tuvieran que enfrentarse a una disyuntiva que pone en riesgo la
integridad de sus territorios. ¿Quieres salir adelante?, ¿quieres empleo?,
¿quieres salir de la pobreza? Parece que son las preguntas con las que el capital
global interpela a los países del Sur Global y a las comunidades. Ante tales
preguntas, la respuesta, según la experiencia de Tumasïu pareciera ser: Expolia
tus territorios, erosiona tus tierras, contamina tu agua, bioacumula agroquímicos
en tus cuerpos. De manera que los países del Sur Global han tenido que recurrir
a actividades extractivas para generar entrada de divisas y con ello paliar, así
sea un poco, la pobreza y el desempleo.
Las comunidades de la Cañada y Tumasïu en particular, parecen enfrentarse a
las mismas preguntas. Ante un escenario de desempleo y carencia económica,
las comunidades, los comuneros y las comuneras, los y las jóvenes como Liliana
y como Cinthya parecen no tener otra opción que el trabajo en la producción de
berries, aunque ello signifique el deterioro ambiental, la contaminación y la
fragmentación del tejido social comunitario por no mencionar las potenciales
enfermedades como resultado de la bioacumulación de agroquímicos. De esta
manera, en los siguientes párrafos desarrollo las nociones de conflicto
socioambiental y conflicto de distribución ecológica para en adelante abordar el
pasaje a la movilización colectiva como una serie de estrategias que le permitió
276
a los comuneros y comuneras de Tumasïu, la defensa de su territorio ante el
avance de la territorialidad agrocapitalista.
Para investigadoras como María Fernanda Paz Salinas, quien ha dedicado parte
de su vida académica al estudio de los conflictos socioambientales, si bien los
conflictos socioambientales tienen una larga historia en nuestro país, también
reconoce que estos se han incrementado a partir de la implementación de
políticas públicas de carácter neoliberal en el que el papel del Estado se reduce
al de promover buenas condiciones para que las empresas trasnacionales
inviertan en proyectos de inversión que, a su vez, generen empleo. De esta
manera, para Paz Salinas los conflictos socioambientales “[e]stán asociados a
la desregulación comercial, la apertura y creación de mercados, la
mercantilización del ambiente, sus recursos y sus servicios, y también de los
espacios públicos” (Paz, 2012, p. 33)
Así, un aliado o unos aliados importantes en la generación e incremento de los
conflictos socioambientales, ha sido el Estado pues en el neoliberalismo éste se
ha convertido en un “Estado débil” (Bauman, 2017) que, o bien no impone
restricciones a las empresas trasnacionales con la finalidad de que inviertan o la
normatividad, tanto ambiental como laboral, es laxa o bien, no hay una
supervisión adecuada en el cumplimiento de la normatividad existente.
Al respecto, dice Zygmunt Bauman que en el neoliberalismo el estado:
puede lograr o al menos intentar “creando mejores condiciones para la
libre empresa”, lo que significa acomodar las reglas de juego de la
política a las reglas de la “libre empresa” -o sea, que el gobierno ponga
todo el poder regulatorio del que dispone al servicio de la desregulación,
el desmantelamiento y el menoscabo de las leyes y estatutos existentes
que puedan imponer “restricciones a la empresa”, para que las promesas
gubernamentales de no utilizar su poder regulatorio para obstaculizar las
libertades del capital resulten creíbles y convincentes-, y que ese
gobierno se abstenga de hacer ningún movimiento que pueda llevar a
pensar que el territorio que administra políticamente es hostil a los usos,
expectativas o cualquier emprendimiento futuro del capital global, o que
es menos hospitalario para con éste que el territorio administrado por los
vecinos de al lado. (Bauman, 2003: 160)
277
En el caso de México y muchos países del Sur Global, el Estado no sólo ha sido
débil y laxo, sino que en un principio fue el encargado de realizar las
modificaciones y reformas necesarias para que se permitiese la inversión de
capital extranjero en el país como la modificación del artículo 27 constitucional
de 1992. En ese tenor de ideas, Fernanda Paz Salinas, opina que en la era
neoliberal el incremento de la conflictividad socioambiental no sólo las empresas
trasnacionales han sido las principales responsables, al lado de ellas, como he
dicho, también figura el Estado en tanto que emprendió acciones concretas como
la modificación al
artículo 27 de la Constitución para liberar tierras y recursos naturales;
reformó las leyes de agua y minería para abrir paso a la privatización y
el despojo; con la ley de inversión extranjera, facilitó la entrada y
colocación de capitales; ha desmantelado la producción campesina y las
dependencias de gobierno se han convertido en las principales
promotoras de las inversiones privadas (Paz, 2012: 40)
Esta desregulación normativa o esta normativa generada a modo, dio paso a un
avance de la territorialidad capitalista que, en lo concreto, en las comunidades
indígenas y rurales pero también en zonas urbanas se ha manifestado a través
de proyectos de inversión agrícola, ganaderos, turísticos, mineros, inmobiliarios
y a la ejecución de megaproyectos de infraestructura para el Capital como
aeropuertos, autopistas, presas, gasoductos, oleoductos, refinerías y trenes
transpenínsulares, por mencionar sólo algunos ejemplos.
A su vez, este avance del Capital ha dado lugar al encuentro de voluntades
contrapuestas que se manifiestan en las voces de aquellos y aquellas que
habitan los territorios y parajes donde el Capital se ha instalado o pretende
hacerlo y que de una u otra manera se sienten afectados por ello.
Muchas de estas resistencias están conformadas por personas de a pie,
campesinos, comuneros, jornaleros, amas de casa, jóvenes, estudiantes, pero
también se encuentran profesionistas y personas de la tercera edad que se
reúsan a abandonar el terruño que les vio nacer o en el que crecieron además
de personas de la sociedad civil interesadas por un cambio social.
278
A través de estos movimientos de resistencia ante el avance del capital
trasnacional actúan y dejan escuchar su voz y sus inconformidades porque se
saben o se sienten afectadas por estos proyectos de manera que se oponen o
bien a los proyectos en su totalidad o a las consecuencias de estos por lo que
buscan que se cancelen y, en muchos casos, buscan acceder a la reparación
del daño o a la compensación de estos (Arach, 2019).
Esta oposición y resistencia a los proyectos de inversión da lugar a los conflictos
como tales. En ese sentido, un conflicto puede entenderse como una “relación
social de lucha” (Weber, 1994: 31) en la que la acción colectiva se orienta con la
finalidad de imponer la voluntad sobre la del actor social adversario o agente de
la afectación. En ese sentido, un conflicto puede entenderse también como un
encuentro de voluntades contrapuestas (Kloster, 2016) en un determinado
espacio o territorio o una imcompatibilidad de intereses (Casadinho, 2018) de
dos o más actores también sobre un determinado espacio.
De esta manera, un conflicto se configura a partir de la aparición de dos actores
sociales: un actor social afectado por la actividad y un actor social agente o
responsable de las afectaciones y contra el cual se dirigirán los reclamos y
exigencias del primer actor. Por ello, para Karina Kloster, quien dedicó una
investigación a estudiar los conflictos por el agua en la ciudad de México, es
importante la identificación del responsable de la afectación (Kloster, 2016). Por
su parte, para Eduardo Hernández, Heliodoro Ochoa y Darcy Tetreault (2012) es
importante la aparición en el escenario del actor social afectado. Para estos
autores, hay una diferencia importante entre un problema ambiental, un conflicto
socioambiental y un movimiento ambiental. Señalan que mientras que un
problema ambiental puede existir sin convertirse por fuerza en un conflicto
socioambiental, en un conflicto socioambiental un problema ambiental necesita
“ser sentido” como tal por un actor social determinado, es decir, un actor social
debe sentirse afectado por el problema ambiental de manera que esta afectación
dé origen a los reclamos y peticiones.
Como ejemplo, los autores abordan el caso del río Santiago, en el estado de
Jalisco. Señalan que por muchos años el río Santiago fue un problema ambiental
por la contaminación que diariamente era arrojada a su cause por las industrias
agrícolas y de autopartes ubicadas en su cuenca. Sin embargo, enfatizan que
279
no se convirtió en un conflicto socioambiental hasta que un actor social se sintió
afectado por dicha contaminación y reclamó el alto a la contaminación:
El problema [de la contaminación del río Santiago] empezó en la década
de los setenta, pero fue hasta principios de este nuevo siglo cuando se
empezó a escuchar la voz de los afectados, quienes denunciaban
problemas de salud pública relacionados con los altos niveles de
contaminación en el río. A partir de entonces, se puede hablar de un
conflicto sobre un bien ambiental: el río Santiago, que después de ser
fuente de agua potable, lugar de diversión y belleza natural, es convirtió
en un peligro y un sitio apestoso para los habitantes de la ribera y, en
menor medida, para todos los pobladores de la zona metropolitana de
Guadalajara. (Tetreatult, Heliodoro , & Eduardo, 2012: 15)
También el caso del grupo de Madres de Ituzaingó, en Córdoba, Argentina, pone
de manifiesto que para que se configure un conflicto socioambiental es necesario
la aparición de los dos actores sociales señalados, el afectado y el actor social
agente de las afectaciones. El grupo de madres de Ituzaingó se conformó
cuando se dieron cuenta que las afectaciones a la salud que sufrían sus hijos,
como cánceres, malformaciones congénitas, lupus, púrpura y afecciones
hormonales, eran causadas por el uso intensivo de agroquímicos como
endosulfán y heptacloro, utilizados en el cultivo de palma aceitera.
De manera que para que se configure un conflicto socioambiental es necesaria
la aparición en el campo de batalla de dos actores sociales: el actor social
afectado y el actor social responsable o agente de los daños o afectaciones. En
la comunidad de Tumasïu, en un primer momento el actor social afectado se
conformó tanto por comuneros y comuneras de derecho, con posesión de tierras
que le habían rentado a la empresa agrícola como por comuneros y comuneras
de derecho que habían decidido no rentar sus tierras, así como por comuneros
y comuneras de hecho, algunos de los cuales trabajaban como jornaleros
agrícolas.
La noción de conflicto socioambiental es útil para abordar el conflicto de la
comunidad de Tumasïu porque pone de manifiesto que las actividades de la
280
agricultura industrial dan origen a afectaciones ambientales cuyo centro muchas
veces está relacionado con el uso intensivo de agrotóxicos:
Los conflictos de carácter agrícola están íntimamente ligados a la
contaminación por agro- químicos y pesticidas y se articulan con otras
modalidades ligadas a la sobreexplotación de los mantos acuíferos, el
desvío del agua a las ciudades e industrias, la introducción de cultivos
transgénicos y la erosión de los suelos. (Toledo, Garrido, & Barrera-
Bassols, 2014)
Sin embargo, el caso de la comunidad de Tumasïu demuestra que los conflictos
alrededor de la agricultura industrial no sólo se forman alrededor de las
consecuencias ambientales generadas en torno al uso intensivo de
agroquímicos y pesticidas, sino alrededor de otro tipo de afectaciones, como lo
señalé en el cuarto capítulo.
En Tumasïu, la apropiación capitalista de los terrenos comunales a través de un
contrato de arrendamiento dio lugar a una reacción comunalista por parte de un
grupo de comuneros que esgrimieron argumentos desde elementos de la
identidad étnica p´urhépecha.
En este sentido, es principalmente la definición ofrecida por Javier Souza
Casadinho la que nos permite hacer un acercamiento al conflicto en Tumasïu
pues vincula los conflictos territoriales con los conflictos ambientales:
Se entiende por conflicto ambiental a la incompatibilidad de intereses
que aflora a propósito de la prevención o reparación de un daño
ambiental. Los conflictos ambientales son procesos que involucran a
acciones colectivas que enfrentan diferentes cosmovisiones,
percepciones, valores, intereses, que poseen los actores participantes
en torno a la ordenación del territorio y la posesión y titularidad, la
conservación, uso y control de los bienes naturales. En presencia de un
conflicto ambiental, surgen reacciones, hay intereses que se ven
afectados y que son contrapuestos. (Casadinho, 2018: 354)
281
La definición ofrecida por Souza Casadinho es pertinente para abordar el
conflicto de la comunidad de Tumasïu porque, aunque no habla de conflictos de
distribución ecológica sino de conflictos ambientales, su definición sí remite a
cosmovisiones, valores e intereses que se contraponen en el contexto de las
pulverizaciones con agrotóxicos sobre un territorio determinado en comunidades
de Argentina y, como sugiero, en Tumasïu la llegada de la territorialidad
agrocapitalista despertó una reacción comunalista que apeló a la cosmovisión
indígena p´urhépecha, a la concepción indígena de la naturaleza como madre y
a la agricultura tradicional maicera así como a algunos valores p´urhépecha
como la kaxumbikua y la jarhoájperakua.
En su abordaje, Casadinho identifica que en el conflicto participan dos grupos
sociales o actores, un afectado por las pulverizaciones y un provocador de la
afectación, casi siempre las empresas agrícolas a las que suma a las empresas
fabricantes de agroquímicos. El conflicto se desarrolla a través de estrategias y
acciones concretas mediante las cuales los dos actores encontrados tratan de
“elevar su posición” con respecto al otro actor, a saber, los pueblos afectados
tratarán de limitar el área de producción agroindustrial, así como las
pulverizaciones aéreas y terrestres con agrotóxicos mientras que los
agroempresarios tratarán de proteger y aún de incrementar sus actividades
agrícolas (Casadinho, 2018).
Es en particular la definición aportada por Souza Casadinho, una definición
media entre un conflicto socioambiental y un conflicto ecológico distributivo pues,
al proponer que en un conflicto se encuentran distintas cosmovisiones,
percepciones y valores, da la entrada a los conflictos ecológico distributivos en
tanto que conflictos de valoración o de inconmensurabilidad de valores pero
también como un conflicto territorial pues en Tumasïu fue gracias a la
recuperación de la comunalidad que pretendió administrarse y gestionarse el
territorio, es decir, en base a la cosmovisión p´urhépecha y no en base a la
perspectiva capitalista de la producción de valor.
Es interesante ver que en el conflicto de la comunidad de Tumasïu se asistió
también a un conflicto de valoración de la naturaleza o de los elementos
naturales, es decir, un conflicto en el que cada actor “expresa un modo diferente
de definir y valorar lo que se está disputando, sea un recurso natural o un
territorio” (Fini, 2016: 103). Mientras que los comuneros que defendían e
282
impulsaban la territorialidad comunal se referían a la naturaleza como Madre
Tierra o Nana Echeri, la empresa y los comuneros que se identificaban con la
territorialidad agrocapitalista hablaban de la naturaleza en términos económicos.
Joan Martínez Alier propone pues el término de “conflictos de distribución
ecológica o ecológico distributivos” para caracterizar una serie de conflictos
originados en el marco del crecimiento y expansión de un capitalismo
extractivista encarnado en la actividad minera pero también en la generación de
megaproyectos como infraestructura hidráulica, represas, autopistas,
aeropuertos y también en los proyectos de inversión agrícola de carácter
industrial para la generación de materias primas cuyo mercado de consumo se
encuentra generalmente en el Norte Global pero cuyas consecuencias
ambientales, sociales, culturales y de salud se quedan en los territorios donde
tiene lugar la producción que son lugares generalmente ubicados en los países
del Sur Global. Es decir, estos proyectos económicos generan injusticias
ambientales entendidas como una distribución desigual de los beneficios de
dichos proyectos: mientras que unos cuantos disfrutan de los beneficios, muchos
y muchas tienen que afrontar las consecuencias de los proyectos de inversión
(Paz, 2012).
Al respecto, son interesantes las convergencias teóricas entre Martínez Alier y
Boaventura de Sousa Santos. Aunque en sus textos no se interpelan
directamente, las similitudes son visibles cuando Santos hace referencia a los
movimientos sociales que, para él, conforman una globalización
contrahegemónica que
Consiste en el conjunto extenso de redes, iniciativas, organizaciones y
movimientos que luchan contra la exclusión económica, social, política y
cultural generada por la encarnación más reciente del capitalismo global,
conocida como globalización neoliberal. (Santos, 2009: 180)
De manera que en muchos de estos territorios en donde se está instalando el
capitalismo extractivista se están generando conflictos y movimientos de
resistencia y por la justicia ambiental.
Para Martínez Alier estos movimientos representan una nueva corriente
ecologista que denomina “ecologismo de los pobres” y que se distingue de la
283
corriente del “culto a lo silvestre” y del “evangelio de la ecoeficiencia”, que son
las otras dos corrientes identificadas y expuestas por Martínez Alier (2011).
Mientras que el culto a lo silvestre se preocupa por la conservación de la
naturaleza sin cuestionar para nada la industria y la urbanización, el evangelio
de la ecoeficiencia se centra en el desarrollo sustentable. Por su parte, el
movimiento por la justicia ambiental:
[…] el ecologismo popular, el ecologismo de los pobres, nacidos de los
conflictos ambientales a nivel local, regional, nacional y global causados
por el crecimiento económico y la desigualdad social. Ejemplos son los
conflictos por el uso del agua, el acceso a los bosques, sobre las cargas
de contaminación y el comercio ecológicamente desigual, que están
siendo estudiados por la Ecología Política. Los actores de tales conflictos
muchas veces no utilizan un lenguaje ambiental, y esta es una de las
razones por la cual esta tercera corriente del ecologismo no se identificó
hasta los años ochenta.
Como sostiene Alier, los actores sociales de los movimientos por la justicia
ambiental y los conflictos de distribución ecológica muchas veces no utilizan un
lenguaje ambientalista ni científico pues se trata de personas, hombres mujeres,
jóvenes e incluso niños con formación académica o sin ella que se inconforman
por las consecuencias de los grandes proyectos que experimentan en sus
propios territorios. Tal como sucedió en el conflicto de la comunidad de Tumasïu,
ellos y ellas, los comuneros y comuneras no eran ni son ambientalistas o
activistas ambientales profesionales, la mayoría se dedica al campo, muchos son
profesores y otros asalariados en distintos trabajos, pero sí son personas que
actualmente cuestionan el modo de producción capitalista porque les ha tocado
vivir en carne propia sus consecuencias.
Se trata más bien de actores sociales que a lo largo de la lucha van aprendiendo
lenguajes nuevos que les permiten defender sus territorios en contra de las
externalidades producidas por los proyectos. Muchas veces, incluso, hay actores
sociales que a partir del conflicto se convierten en activistas sociales, actividad
que les lleva a estudiar carreras universitarias que les permiten adquirir nuevas
herramientas y formar nuevas y amplias redes para defender sus territorios o,
284
como en el caso de Tumasïu, se trata también de personas que históricamente
han sido excluidas por el hecho de ser indígenas por lo que su lucha en defensa
de su territorio trastoca también la lucha por el reconocimiento de sus derechos
como pueblos indígenas. Recuerdo muy bien, por ejemplo, cuando Napo me
comentó que había decidido estudiar una segunda licenciatura en derecho y
cuando le pregunté la razón de ello, me contestó que era para “defender a su
comunidad”.
En síntesis, el inicio de los conflictos de distribución ecológica en el Sur Global,
no tienen su origen en el conocimiento científico, sino en la experiencia y el sentir
directamente la afectación o agravio en los cuerpos y en los territorios en ver y
construir el riesgo y la amenaza como algo real, por lo que también están
estrechamente relacionados con aspectos subjetivos como el apego o afecto al
territorio.
Como he señalado con anterioridad, en el conflicto de la comunidad de Tumasïu,
no se trató del conflicto entre una comunidad entera y una empresa agrícola,
más bien se trató de un conflicto entre dos territorialidades distintas, esto es,
entre dos estrategias para “controlar, afectar e influir el acceso a una zona
geográfica” (Sack, 1986), es decir, entre la territorialidad comunal y la
territorialidad agrocapitalista, ambas impulsadas por actores sociales
heterogéneos pero también, en tanto dos territorialidades distintas, de un
conflicto de distribución ecológica y de valoración.
El impulso y defensa de la territorialidad comunal fue una reacción ante la
territorialidad agrocapitalista pues, mientras que los comuneros identificados con
ésta última defendían la propiedad privada de la tierra y la renta para la
producción industrial de materias primas o commodities, los comuneros que
defendían e impulsaban la territorialidad comunal, defendían la tenencia
colectiva de la tierra y la defensa de la asamblea comunal como máxima
instancia en la toma de decisiones y resolución de conflictos. En su defensa del
territorio, recuperaron y rehabilitaron elementos ancestrales de la cultura
p´urhépecha.
En el capítulo anterior hice referencia a las afectaciones provocadas por la
empresa agrícola y las prácticas de la agricultura industrial y que servirían de
motivación para la movilización colectiva y aunque entre ellos sí hay afectaciones
ambientales y de salud provocadas por el uso de agroquímicos, como he
285
señalado con anterioridad, no fueron las únicas afectaciones que funcionaron
como motivación para la acción colectiva, es decir, el conflicto en la comunidad
de Tumasïu, aún y cuando tenía como eje fundamental la agricultura industrial
de berries, las afectaciones sentidas por los y las comuneras trascendieron a las
ambientales y de salud.
Por lo anterior, el conflicto no podría tildarse únicamente de conflicto ecológico
distributivo sino de conflicto socioterritorial en tanto que se contraponen dos
territorialidades distintas, conflicto en el cual las dos territorialidades desplegaron
estrategias y actividades específicas para tratar de imponer su voluntad sobre la
otra. Es decir, el conflicto de la comunidad de Tumasïu fue un conflicto de
distribución ecológica en el cual se desplegó una territorialidad comunal como
una manera de controlar, afectar e influir el acceso a una zona geográfica (Sack,
1986), por lo que fue un conflicto de distribución ecológica que suscitó un
conflicto territorial.
En mi trabajo, aunque mencionaré así sea de pasada algunas de las estrategias
-o más bien omisiones- de la empresa agrícola para desalentar la lucha de los
comuneros y comuneras que impulsaban y defendían la territorialidad comunal,
me interesa mostrar más bien las estrategias y acciones de los y las comuneras
para defender su territorio.
5. 3. 1 Manifestación de la inconformidad.
En Tumasïu, el conflicto con la empresa agrícola, la manifestación de la
inconformidad se realizó en tres momentos. Un primer momento, en noviembre
de 2018, en el que el actor social se conformó tanto por los comuneros de
derecho con posesión de terrenos comunales conocidos como “comuneros
renteros” como por los comuneros de derecho con posesión de terrenos
comunales que habían decidido no rentarle sus tierras a la empresa agrícola, así
como por comuneros de hecho, muchos de los cuales, como ya he dicho,
trabajaban como jornaleros agrícolas para la empresa. En este primer momento
las inconformidades giraban en torno al pago de las rentas atrasadas y el pago
de rentas de terrenos que sin estar bajo contrato de arrendamiento fueron
utilizados por la empresa agrícola para la producción industrial de berries para
exportación.
286
Un segundo momento, a partir de marzo de 2019, en el que se diluyó la
participación de la mayoría de los comuneros renteros porque avizoraron la
posibilidad de que la empresa fuera expulsada de la comunidad y con ello, la
posibilidad de obtener la renta de la tierra. A pesar de ello, en ese segundo
momento participaron en el bloqueo contra la empresa algunos de los
comuneros de derecho con posesión de terrenos comunales que, sin haber dado
sus terrenos en contrato de arrendamiento sus terrenos fueron utilizados por la
empresa, además de comuneros de hecho, hombres, mujeres y jóvenes
excluidos de la toma de decisiones que estaban inconformes con el proceder de
la empresa agrícola.
Y, finalmente, un tercer momento en que las inconformidades hacia la empresa
agrícola se transformaron. En este tercer momento, los comuneros y comuneras
solicitaban, amparados bajo el derecho indígena y su derecho a decidir sobre su
territorio, que la empresa agrícola abandonara los terrenos comunales de
Tumasïu.
Me interesa hacer énfasis en este apartado de la importancia que tuvo la
asamblea comunal para la manifestación de las inconformidades sentidas por
los y las comuneras de Tumasïu con respecto a la agricultura industrial. Es
relevante porque la asamblea, como bien se sabe, es un espacio constituido por
los y las comuneras pero, en el caso de la comunidad de Tumasïu y el conflicto
con la empresa agrícola, la asamblea trascendió la definición de asamblea
general de comuneros que se practicaba en la comunidad, es decir, una
asamblea de comuneros y comuneras de derecho desde el derecho agrario, para
llevarse más allá de lo agrario y constituirla como asamblea general de
comuneros en los que se incluían tanto a los comuneros de derecho como a los
comuneros de hecho, es decir, desde los criterios internos de membresía como
haber nacido en la comunidad, participar en las asambleas y faenas.
Ello fue trascendental para el posterior desarrollo del conflicto pues, como señala
Napo, en el conflicto con la empresa la asamblea comunal fue un espacio de
socialización, de información, de intercambio de opiniones y perspectivas en el
que no se excluyó a nadie:
en esos procesos de lucha cuando luego recuperamos ciertos conceptos
que ya se vivían anteriormente en la comunidad pero que a lo mejor no
287
sé por diferentes razones este poco a poco pues se hacen de lado en
este caso como Santo Tomás al momento en el que se inicia este
conflicto la comunidad cobra mucha relevancia el hecho de realizar las
asambleas generales de comuneros vimos una diferencia a raíz de otros
años en estas asambleas, en estas reuniones de toma de decisiones
que se tomó mucho en cuenta la participación de los jóvenes, la
participación de la mujer, cosa que no se veía pues en años pasados,
[…] fueron espacios de mucho análisis, de mucha plática, se pudo este
pus escuchar a los jóvenes a las mujeres y desde luego sin hacer a un
lado la participación de los señores grandes que pus son los que tienen
pues la experiencia que son quienes ya han pasado por diferentes
cargos.131
De esta manera, la asamblea comunal reconfigurada a partir de los criterios
internos de membresía, fue una importante estrategia en el conflicto con la
empresa.
5. 3. 2 Pedido.
Para Karina Kloster, “[l]as personas piden (solicitan, reclaman, demandan -no
legalmente-apremian, exigen) cuando comprenden y logran expresar qué es lo
que necesitan para solucionar su problema.” (Kloster, 2016: 58). Es decir, el
esquema de Kloster parece estar de acuerdo con lo propuesto por Tetreatult,
Heliodoro y Hernández (2012) en que es necesaria la voz de los afectados ante
el problema para la conformación de un conflicto.
Por lo que la noción de afectación, que yo equiparo con la sensación de agravio,
adquiere una relevancia importante en la conformación de un conflicto así como
la identificación del agente de los daños, es decir, del actor social responsable
de los daños o afectaciones:
la inconformidad se convierte en una denuncia cuando se conoce y se
expresa el origen o la causa de la inconformidad y se sabe el quién o el
motivo (el porqué) (Kloster, 2016: 59)
131 Conferencia virtual impartida por Napoleón Márquez el 21 de junio de 2021.
288
En ese sentido, en Tumasïu nunca hubo dificultad para identificar al culpable o
el agente de las afectaciones. Las peticiones de los comuneros y las comuneras
siempre estuvieron dirigidas al agroempresario Héctor Valdez Aguirre a quien
tenían como dueño de la empresa Agrícola Superior de Jacona. A lo largo del
conflicto, en dos asambleas comunales se redactaron las peticiones de los
comuneros y comuneras de Tumasïu hacia la empresa agrícola.
En la primera de ellas, se solicitaba que la empresa cumpliera los acuerdos a los
que se había comprometido para poder instalar el monocultivo de berries en los
terrenos comunales y otros agregados a partir de las afectaciones.
Entre los acuerdos firmados por el empresario el 6 de noviembre de 2018 figuran:
pagar los adeudos a los comuneros renteros, redacción y firma de un nuevo
contrato de arrendamiento colectivo y no individual, la realización de las obras
de impacto para la comunidad, pagar las rentas a los comuneros cuyos terrenos,
sin estar bajo contrato de arrendamiento, fueron utilizados por la empresa para
la producción de frutos rojos, a que los mayordomos y encargados tengan un
mejor trato para con los y las jornaleras agrícolas, a supervisar y detectar
irregularidades y mal manejo de los salarios de los y las jornaleras agrícolas, a
dar de alta a todos los y las jornaleras agrícolas en el seguro social, a pagar los
sueldos de los jornaleros durante los dos días que duró el bloqueo de las huertas
y a trabajar con el comité de vigilancia de la comunidad para salvaguardar los
aspectos del manejo de la basura y los desechos agrícolas.
Sin embargo, a decir de Napo, las exigencias y peticiones de los y las comuneras
de Tumasïu cambiaron a partir de la reunión sostenida con la empresa el 16 de
marzo de 2019 en que el agroempresario negó ser el dueño de la empresa e
invalidó con ello los acuerdos firmados con los comuneros el día 6 de noviembre
de 2018.
A partir de ahí hubo un cambio, nosotros nos salimos de la reunión con
la empresa y en asamblea comunal les dijimos que el empresario se
había retractado de los acuerdos, ahí nos dijeron que ya no querían
nada, que ya no querían que la empresa cumpliera con los acuerdos que
289
lo que querían era que la empresa se fuera definitivamente de la
comunidad132
Para los comuneros y comuneras de Tumasïu, el hecho de que el empresario
haya negado ser el dueño de la empresa Agrícola Superior de Jacona significó
que se diluyó el responsable y con ello, la posibilidad de que fuera él el que
reparase los daños y se hiciera responsable de las afectaciones. Ante la
respuesta del empresario, la comunidad solicitó la expulsión de la empresa
agrícola de sus terrenos comunales.
Durante el bloqueo, como acción de protesta, fue importante la red de apoyo que
la comunidad, a través de sus autoridades civiles, agrarias y el consejo comunal,
tejieron con otras comunidades en resistencia. El apoyo de comunidades de la
meseta p´urhépecha como Arantepacua, Nurío y Comachuén, pero también de
comunidades de la propia Cañada de los Once Pueblos como Ichán, Zopoco,
Acachuén, Tanaquillo y Urén fue muy importante durante el conflicto.
Comunicados y posicionamientos políticos como el redactado por la comunidad
de Arantepacua o el redactado por el Consejo Supremo Indígena de Michoacán
fueron igualmente importantes pues dieron a conocer el conflicto de la
comunidad de Tumasïu a nivel estatal y nacional.
5. 3. 3 Acción judicial.
Como parte de los acuerdos firmados ante notario público entre la empresa
agrícola y las autoridades civiles y agrarias de Tumasïu, la empresa solicitó que
los comuneros firmaran un acta donde se comprometían a no realizar ninguna
acción penal en contra de la empresa y de esa manera la empresa les entregaría
el dinero pactado por las obras de impacto que nunca construyó para la
comunidad.
Sin embargo, la empresa incumplió en el cumplimiento del acuerdo firmado
mediante el cual se comprometía a “dejar los terrenos tal como los había
recibido”, es decir, sin residuos de plástico agrícola ni desechos. Ante tal
incumplimiento, las autoridades civiles y agrarias de Tumasïu decidieron
132 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 15 de noviembre de 2020, en la
comunidad de Tumasïu.
290
proceder ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de
Michoacán, para interponer una denuncia por daños ambientales. Hasta la fecha,
no hay resolución de dicha denuncia. En México, se puede decir, la justicia llega
demasiado tarde. En Tumasïu, esta tardanza obligó a los campesinos a limpiar
“por su propia mano” sus terrenos para poder utilizarlos.
A la fecha, algunas barrancas y algunos terrenos aún continúan con resquicios
de plástico agrícola que, desmoronándose, se está integrando poco a poco al
suelo o es arrastrado por el agua y el viento al río Duero. ¿Cuáles serán las
repercusiones de ello?
Al principio del conflicto, una duda que surgió en los comuneros y que es algo
común en los conflictos de distribución ecológica (Alier, 2011), fue en qué
tribunales demandar a la empresa toda vez que esta se decía ser una empresa
de origen mexicano con oficinas en Jacona, Michoacán y oficinas operativas en
Texas, Estados Unidos a través de la firma Val- Mex Frozen Foods. Como
sostiene Ernest Feder (1981), el hecho de que la empresa tenga un origen
mexicano pero también capital extranjero causa una confusión en los comuneros
y comuneras.
Imagen 31 Demanda ante la Procuraduría de Protección al Ambiente del Estado de Michoacán. Fotografías: Napoleón Márquez Serano.
5. 3. 4 Acción de protesta y otras acciones.
Kloster sostiene que “si se desvanece la creencia de que hay un tercero que
solucione, entonces la denuncia progresa en la necesidad de realizar acciones
por propia cuenta que modifiquen el estado actual de la situación que produce
inconformidad. Tenemos así la aparición de la acción directa bajo dos formas: a
291
través de la intervención de la acción judicial y/o legal, y a través de la acción de
protesta” (Kloster, 2016: 59)
Kloster entiende la acción de protesta como “una forma en la que se produce
una acción- reacción en términos de desobediencia, para lo cual se necesita la
toma de conciencia en cuanto a las capacidades y posibilidades de la propia
acción” (Kloster, 2016: 24)
Las formas de acción de protesta son los bloqueos, las manifestaciones y tomas.
En Tumasïu fueron los bloqueos que las y los comuneros realizaron a las
entradas de fresa que la empresa tenía instaladas en los terrenos comunales lo
que finalmente obligó al empresario a escuchar las quejas y peticiones que los
comuneros sentían.
Sin embargo, en el caso de la comunidad de Tumasïu, para llegar tomar la
decisión de iniciar las acciones de protesta en contra de la empresa agrícola, fue
necesaria la organización social comunitaria que se realizó dentro del seno de la
asamblea comunal donde las autoridades civiles y agrarias dieron participación
a toda aquella persona que así lo quisiera.
5. 4 Comuneros en lucha: viñetas etnográficas.
El conflicto de la comunidad de Tumasïu nos muestra que las luchas de las
comunidades indígenas y rurales, después de más de quinientos años de la
colonización española, continúan siendo contra el acaparamiento de la tierra, el
acaparamiento del agua y el coyotaje de los precios. Luchas a las que ahora se
agregan la lucha por la soberanía alimentaria, el uso de transgénicos y
agroquímicos, en este sentido, en este apartado me he propuesto el objetivo de
mostrar dos viñetas etnográficas de dos comuneros jóvenes uno de ellos,
Wilfrido, jefe de tenencia que acompañó y lideró la lucha contra la empresa
agrícola y de Napo, comunero miembro del Consejo Comunal que ha defendido
a la comunidad no solamente contra la empresa agrícola, sino en otros frentes.
Las viñetas de Wily y Napo nos muestran un lado de la vida de las comunidades,
una vida de lucha, de protesta y de reivindicación de derechos.
De esta manera, la viñeta de Napoleón Márquez Serano nos muestra que los
frentes de lucha de las comunidades indígenas se despliegan en distintos
frentes. La vida de Napo muestra que en pleno siglo XXI, se sigue luchando por
la tierra, por su inclusión, contra la discriminación, por el reconocimiento de los
292
derechos de las comunidades indígenas, por el respeto y reconocimiento de los
derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas, pero también por el respeto
de los derechos laborales de los y las profesoras indígenas.
La viñeta del jefe Wily, por otro lado, no solamente nos muestra la vida de un
hombre íntegro y coherente, también nos muestra cómo el capital ha subsumido
prácticamente la vida laboral de la Cañada, nos muestra también la incapacidad
del sistema político mexicano para brindar seguridad social a sus ciudadanos.
Las viñetas de Napo y Wily muestran que, si las luchas por la defensa del
territorio que están llevando a cabo muchas comunidades en el país no son
acompañadas por cambios estructurales, de nada servirán. El jefe Wily defendió
su territorio ancestral de la contaminación, de la erosión, del uso de
agroquímicos, de la explotación laboral, en suma, de la agricultura industrial
responsable del cambio climático por lo que, si no se hacen cambios
estructurales, el discurso de preocupación por el deterioro ambiental de los
distintos niveles de gobierno será sólo eso, discurso.
Napoleón Márquez: una vida de protesta y reivindicación de derechos.
A Napo lo conocí a partir de que inició el conflicto en su comunidad. Ya había
iniciado el bloqueo del 6 de noviembre de 2018 a las entradas de las huertas de
fresa y yo ya había escuchado hablar del conflicto a través de redes sociales y
de mi tía Luz, esposa del tío Toño quien era comunero rentero.
Napo formaba parte del Consejo Comunal y era un comunero activo en las
asambleas comunales que, junto con otros comuneros, como Héctor Álvarez,
nunca estuvieron de acuerdo en que los terrenos se utilizaran para la producción
industrial de berries de manera que el conflicto fue un momento coyuntural
importante para que los comuneros de hecho, que habían sido excluidos de la
toma de decisiones al momento de instalar el agronegocio, expusieran sus
opiniones.
Después de tiempo de haber realizado aquella primera entrevista fui conociendo
poco a poco a Napo. Aunque claro que todos tienen sus diferencias, Napo se
parecía mucho a los demás integrantes del Consejo Comunal, conformado por
comuneros y comuneras que defendían la territorialidad comunal, la vida en
comunidad y la tenencia colectiva de la tierra.
293
A ellos y a ellas, los unía, además de la identidad p´urhépecha y su fuerte apego
al territorio donde habían nacido, los agravios sentidos por los y las comuneras,
por ser parte de una cultura indígena, una cultura agraviada por más de
quinientos años por una sociedad liberal que implantaba su voluntad sobre el
territorio de los pueblos originarios, sin consultarles y sin tomarles en cuenta.
Agravios heredados que para la generación de Napo lejos de significar motivos
de vergüenza e inmovilización social, son las banderas de lucha que se
concretizan en el ¡Juchari Uinapikua!, que se escucha en las marchas y bloqueos
que las comunidades han tenido que realizar en las carreteras, en las
presidencias municipales, en el palacio de gobierno estatal o aún afuera del
majestuoso Palacio Nacional, en ciudad de México.
Cuando Napo era joven, salió de su comunidad a estudiar la secundaria a la
cabecera municipal, Chilchota. Ahí vivió uno de los momentos más difíciles de
su vida al enfrentarse de cara con el racismo y la discriminación que sus
compañeros, originarios de la cabecera municipal, cometían en contra de los y
las jóvenes de las comunidades indígenas de la Cañada de los Once Pueblos
que estudiaban en Chilchota.
Humillaciones, burlas, sarcasmo y ninguneo era lo cotidiano para Napo y sus
compañeros hasta que “se colmó el vaso” y Napo y sus compañeros
respondieron a la serie de agresiones y humillaciones que habían tenido que
soportar durante los tres años de la secundaria. Napo estuvo a punto de perder
el año escolar porque en la pelea su contrincante tuvo que ser hospitalizado.
Pero Napo no se arrepintió, ni pidió perdón, que era la petición del director de la
secundaria y de los padres del alumno hospitalizado.
Napo terminó la secundaria, pero nunca olvidó aquellos tres años de secundaria
marcados por el racismo y la discriminación de sus compañeros de clase de “la
cabecera municipal”. Mientras Napo me contaba aquello en su voz todavía había
un cierto matiz de coraje. Su relato me hizo comprender no sólo su reacción sino
la de los comuneros que estaban en contra de la tenencia individual, ante la
entrada de la empresa Agrícola Superior de Jacona y los comuneros aliados a
ella.
Napo no sólo luchaba contra el despojo del territorio por parte de la empresa
agrícola, con ello, luchaba y defendía la tenencia colectiva de la tierra, la
comunidad, el vivir en comunidad. Con ello, Napo también luchaba por la
294
agricultura tradicional maicera de subsistencia, por recuperar y salvaguardar las
semillas nativas y los conocimientos y saberes erosionados por los años de
Revolución Verde y del agronegocio.
Pero la lucha de Napo no se quedaba ahí, al ser profesor de educación primaria
bilingüe, también luchaba por la educación indígena, por los derechos de los
niños p´urhépecha y por las condiciones laborales del sector magisterial también
afectadas por las políticas neoliberales de privatización. Al mismo tiempo,
luchaba por el reconocimiento de los derechos de las comunidades indígenas,
es parte del diplomado sobre cultura p´urhépecha que desde hace cuatro años
se imparte en distintas comunidades de Michoacán vinculando sus luchas y
necesidades.
Como muy bien señala Armando Bartra en su libro El Capital en su laberinto en
el que señala que los campesinos son actores sociales que despliegan su lucha
en diferentes frentes, Napo es un comunero que despliega su lucha en diferentes
frentes:
un mismo campesino puede levantar reivindicaciones propias de los
pequeños productores en su lugar de origen y tener demandas de
jornalero en las zonas de contratación. Pero, a la vez, es perfectamente
posible que donde trabaja como asalariado se organice también como
solicitante de tierra, mientras que en la comunidad de la que proviene ha
creado derechos agrarios y espera una Ampliación de Ejido o participa
en la lucha contra el terrateniente y el acaparador de parcelas. (Bartra,
El capital en su laberinto. De la renta de la tierra a la renta de la vida,
2006)
Napo me recuerda aquellas grandes figuras históricas de la lucha por la tierra y
los derechos de las comunidades indígenas. Desde Lucio Cabañas o Genaro
Vázquez hasta Primo Tapia, comuneros históricos que al mismo tiempo me
hacen pensar que la lucha ha sido siempre la misma, las necesidades, los
reclamos, los agravios de las comunidades indígenas, han sido los mismos y
seguirán sin solución si no son tomados en cuenta en la toma de decisiones a
nivel local, municipal, estatal y nacional.
295
Napo y los miembros del Consejo Comunal pertenecen a esa generación de
comuneros excluidos, hijos y nietos de comuneros excluidos del sistema político
que sólo los ve como insumos electorales, pero no como sujetos de derecho y
actores sociales. Por ello, decepcionados de los partidos políticos muchas
comunidades están dirigiendo sus esfuerzos para conseguir el presupuesto
directo y en el proceso electoral de este 2021, muchas de ellas no permitieron la
instalación de casillas electorales.
En su lucha, la preparación académica ha sido un bastión importante. En ello,
además de su preparación superior como profesor, también el diplomado sobre
cultura p´urhépecha ha sido una plataforma muy importante pues en ella se han
discutido temas relevantes sobre los derechos de las comunidades indígenas,
las costumbres, tradiciones, en un espacio de diálogo en el que participan
comuneros, comuneras, académicos, jóvenes, mujeres.
Aunque el conflicto con la empresa agrícola terminó, el embate de la
territorialidad agrocapitalista no lo ha hecho. Arropadas por las todavía políticas
neoliberales que la Cuarta Transformación se ha negado a eliminar totalmente,
las empresas agrícolas de capital extranjero siguen asediando las tierras
comunales justo como sucedía hace más de cien años. Si bien las haciendas y
los hacendados ya no existen, ahora son las agroempresas y los empresarios
quienes mediante procesos de despojo que no implican necesariamente la
compra de los terrenos, se apropian de ellos mediante contratos de
arrendamiento elaborados, muchas veces, con serias irregularidades.
Esfuerzos como el que realiza Napo, al participar activamente en la organización
de la vida en comunidad, son loables en un mundo de individualismo y crisis
civilizatoria. Esfuerzos como el de Napo son inversamente proporcionales a las
afectaciones provocadas por la apropiación capitalista de los territorios: sus
luchas beneficiarán a todos, aunque no todos estén conscientes de ello.
296
Wilfrido Huerta Trinidad: un comunero coherente.
Conocí al jefe Willy en 2018, justo cuando Napo me invitó a dar un recorrido por
las huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola Superior de Jacona
tenía instaladas en los terrenos comunales de Tumasïu. El recorrido, coordinado
por la jefatura de tenencia y el comité de vigilancia, tenía el objetivo de supervisar
los terrenos y hacer un listado de las afectaciones que la empresa había
ocasionado en los terrenos de los comuneros.
En ese recorrido, el jefe Willy me fue platicando cada una de las afectaciones
que la empresa agrícola había ocasionado en los terrenos comunales y en la
propia comunidad.
En ese momento el jefe Willy, además de ser el jefe de tenencia también
trabajaba como jornalero agrícola en las huertas de fresa y arándano que la
empresa agrícola tenía en su propia comunidad. Lo interesante de la figura del
jefe Willy es que, aún siendo él mismo trabajador de la empresa y con riesgo de
perder su fuente de trabajo, apoyó y lideró la lucha contra la empresa agrícola
no así la mayoría de los jornaleros y comuneros renteros quienes vieron la
Imagen 32 Napoleón en una marcha. Fotografía: Napoleón Márquez Serano.
297
probabilidad de que la empresa agrícola fuera desalojada de los terrenos
comunales.
El jefe Willy es comunero originario de Tumasïu y, al igual que muchos de los
jóvenes integrantes del Consejo Comunal, es comunero de hecho, es decir, no
está registrado en el padrón agrario y no posee terrenos comunales. El jefe Willy
trabajó como jornalero gran parte de su vida laboral, al igual que su padre, Don
Luis Huerta y su hermana, Liliana Huerta. No sólo trabajó en el cultivo de fresa
y arándano en Tumasïu, también trabajó como jornalero en Estados Unidos y en
otras comunidades de México como Tangancícuaro o Jacona lo que le ha
permitido tener una amplia experiencia tanto en el trabajo como en el trato que
dan los empresarios a los y las jornaleras agrícolas.
Del jefe Willy me sorprendió su congruencia y honestidad además de la empatía
que era capaz de sentir por los y las jornaleras agrícolas. Durante el conflicto
con la empresa agrícola, el jefe Willy puso sobre la mesa la condición de las
jornaleras que revisan la fruta cosechada:
las muchachas como le digo las muchachas nos entretenían muchísimo
en lo que revisaban mucho y muchos de nosotros, los pizcadores ya les
empezaban a gritar a las muchachas y yo ahí fue cuando me cayó el
veinte dije no pues hasta yo, hasta yo a veces decía no pues nos quitan
mucho tiempo y pus de todas formas nosotros estamos tratando de
cortar bien y pues y ellas decían no pues es que también a nosotros nos
exigen entonces por eso me animé y dije ijoles pues también pues nos
agarramos con las muchachas y ellas no tienen la culpa, también de allá
las están presionando133
Fue gracias a que él fue trabajador agrícola que el movimiento de la comunidad
de Tumasïu en contra de la empresa agrícola, hicieron suyas algunas peticiones
que tenían que ver con los derechos laborales de los y las jornaleras agrícolas
como el derecho a estar inscritos en el seguro social y contar con prestaciones
sociales, así como un mejor trato por parte de los mayordomos.
133 Entrevista a Wilfrido Huerta Trinidad, realizada el 11 de febrero de 2019 en la
comunidad de Tumasïu.
298
Durante el conflicto, en un intento por continuar con el proceso de producción de
berries, el empresario agrícola trató de sobornar al jefe Willy ofreciéndole dinero
pero el jefe de tenencia se negó, respetando los acuerdos de la asamblea de
comuneros como máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de
conflictos.
Como jefe de tenencia, el conflicto con la empresa agrícola no fue el único
problema al que se ha enfrentado la comunidad de Tumasïu, también tuvo que
enfrentarse a la expansión del crimen organizado en Tumasïu. En la Cañada de
los Once Pueblos las autoridades civiles y agrarias han sido objeto de
intimidación cuando no de actos directos de violencia en los que por desgracia
han muerto varias autoridades. Los casos más recientes son el del jefe de
tenencia de Ichán, asesinado a balazos en su domicilio, pero también el caso del
suplente del jefe de tenencia de la comunidad de Tanaquillo, quien fue asesinado
mientras almorzaba en la orilla de la carretera.
También durante su administración el jefe Willy recibió amenazas por parte del
crimen organizado por lo que la Fiscalía General de la República le concedió la
autorización para portación de arma de fuego. La venta al menudeo de drogas
en toda la Cañada es una práctica que se ha expandido y para ello, el crimen
organizado ha utilizado como vía de tráfico el “Camino Real”, una calle que
conecta a las comunidades de los Once Pueblos y es poco transitada durante el
día y la noche.
La falta de empleos y oportunidades ha hecho que el jefe Willy no terminara su
administración como jefe de tenencia. En abril de 2021 se fue a Estados Unidos
para trabajar como jornalero agrícola dejando a su esposa y a sus dos hijos en
Tumasïu. México sigue siendo un importante expulsor de personas del campo
hacia otros países y es triste saber que personas como el jefe Willy, quien en su
administración defendió y lideró la lucha que su comunidad enfrentaba contra
una empresa trasnacional, no tengan alternativas de desarrollo en su propia
comunidad y que tengan que trabajar para las empresas capitalistas tanto en su
propio país como fuera de él.
299
Reflexiones finales.
En el capítulo me planteé como objetivo abordar el conflicto de la comunidad de
Tumasïu en términos de las estrategias de lucha implementadas por los
comuneros y comuneras en contra de la empresa agrícola y la territorialidad
agrocapitalista. Para hacerlo, me interesó en primer lugar, mostrar un breve
recuento cronológico de la relación entre la comunidad y la empresa agrícola,
abordando los momentos más importantes en términos del conflicto, es decir,
dejar en claro la manera en que la empresa llegó a la comunidad y cómo se fue
dando la relación y la generación de las afectaciones que darían paso a las
inconformidades de los y las comuneras.
En la cronología, me interesó enfatizar el hecho de que la empresa agrícola,
además de que agrarizó la decisión de rentar o no los terrenos para la producción
industrial de frutos rojos, también la individualizó lo que violentó a la asamblea
comunal como máxima instancia en la toma de decisiones y resolución de
conflictos al interior de la comunidad.
En la cronología, también me interesó mostrar cómo se fue incrementando el
área de cultivo de la empresa agrícola sobre los terrenos comunales de Tumasïu,
obligando a aquellos comuneros que en un principio no habían aceptado rentarle
sus terrenos, a rentárselos. Así, adquirieron sentido para mí las palabras que
doña Margarita me dijo durante el segundo bloqueo a la empresa agrícola: “los
terrenos a fuerzas nos los quitaron”, palabras que en un primer momento
confieso no haber entendido del todo.
El análisis del conflicto lo abordé a partir de algunas nociones de la conflictividad
socioambiental pero específicamente, me interesó recuperar la noción de
“conflicto de distribución ecológica”, propuesto por Joan Martinez Alier pues me
permitió mostrar el conflicto de la comunidad de Tumasïu como un conflicto
generado en el contexto global de una distribución desigual e injusta de las
ganancias y de las afectaciones generadas por actividades económicas como la
producción industrial de materias primas o commodities que tiene lugar para el
disfrute de los países del Norte Global pero cuyas afectaciones y costos
ambientales se quedan en los lugares donde tiene lugar la producción.
En ese sentido, pareciera que la globalización económica interpelara a las
comunidades del Sur Global con las preguntas: ¿Quieres salir adelante?,
¿quieres empleo?, ¿quieres salir de la pobreza?, y que las respuestas dictadas
300
fueran: erosiona tus tierras, contamina tu agua, bioacumula agrotóxicos en tus
cuerpos.
De esa manera, la viñeta del jefe Willy nos dice eso. Parece que, a las
comunidades, despojadas históricamente de sus territorios, despojadas de las
alternativas de empleo, no les quedara otra opción más que expoliar sus propios
territorios, sus propios elementos naturales, sus propios cuerpos. Eso, o irse de
la comunidad como el jefe Willy, en busca de empleo en otro país.
Por otro lado, la viñeta de Napo, nos recuerda que las comunidades han tenido
una historia permanente de lucha. Nos recuerda que la comunidad de Tumasïu
ha estado en lucha antes, durante y después del conflicto con la empresa
agrícola. Una lucha contra el despojo histórico no solamente de su territorio, sino
también de su cultura, de su lenguaje, de sus derechos como sujetos políticos.
La experiencia de la comunidad de Tumasïu me hace pensar que resistir es
difícil. ¿Resistir a qué? A los altos costos de los insumos agrícolas, a la
seducción del saqueo, a la seducción del estilo de vida dominante asalariado
donde el campo ha quedado relegado a lo inferior, al desempleo, a la
inseguridad. Resistir es difícil. Así nos lo muestra la historia reciente de la
comunidad de Santo Tomás, pues una vez pasado el conflicto con la empresa
Agrícola Superior de Jacona, otra empresa, más bien pequeña, entró a la
comunidad para cultivar brócoli con la promesa de hacerlo a través de métodos
orgánicos y con respeto hacia la tierra, el agua y los trabajadores. Resistir es
difícil.
No obstante, la dificultad de resistir, la comunidad de Tumasïu ha emprendido
un camino de resistencia por lo que a través del capítulo me interesó mostrar las
estrategias que les permitieron a los comuneros y comuneras que defendían e
impulsaban la territorialidad comunal, vencer a la territorialidad agrocapitalista.
En ese tenor de ideas, para la comunidad de Tumasïu fue importante anteponer
la asamblea comunal como máxima instancia en la toma de decisiones pero
también fue necesaria una reestructuración de la misma en el sentido de hacerla
más incluyente de tal manera que no solo participaran en ella los comuneros de
derecho sino también los y las comuneras de hecho, es decir, una asamblea
comunal en el que nadie quedara excluido, ello, como mostré a través de las
palabras de Napo, transformó en Tumasïu a la asamblea en lo que debería de
ser: un espacio de diálogo y reflexión social- comunitaria.
301
Lo que la experiencia de Tumasïu nos muestra es que, si las resistencias
emprendidas por las comunidades indígenas ante la expansión del capitalismo
no son acompañadas por un marco normativo- cultural, no cambiará nada. Si el
modelo de desarrollo rural sigue estando amparado bajo la lógica capitalista de
la producción de mercancías agrícolas, de las materias primas, de las
commodities, la desigualdad seguirá creciendo.
A la luz del conflicto de distribución ecológica vivido en la comunidad de Tumasïu
que, a su vez generó un conflicto de territorialidades, se pone de manifiesto que
la tesis según la cual la globalización sería un proceso de integración socio,
cultural y política y no solamente económica, no es equitativa no es un proceso
en el que todos los seres humanos y todos los territorios valgan lo mismo, como
lo señala Zygmunt Bauman al hablar de la movilidad de los habitantes del primer
y del segundo mundo:
Para el habitante del primer mundo -ese mundo cada vez más
cosmopolita y extraterritorial de los empresarios, los administradores de
cultura y los intelectuales globales-, se desmantelan las fronteras
nacionales tal como sucedió para las mercancías, el capital y las
finanzas mundiales. Para el habitante del segundo, los muros de
controles migratorios, leyes de residencia, políticas de “calles limpias” y
“aniquilación del delito” se vuelven cada vez más altos; los fosos que los
separan de los lugares deseados y la redención soñada se vuelven más
anchos, y los puentes, al primer intento de cruzarlos, resultan ser
elevadizos. Los primeros viajan a voluntad, se divierten mucho (sobre
todo, si viajan en primera clase o en aviones privados), se les seduce o
soborna para que viajen, se les recibe con sonrisas y brazos abiertos.
Los segundos lo hacen subrepticia y a veces ilegalmente; en ocasiones
pagan más por la superpoblada tercera clase de un bote pestilente y
derrengado que otros por los lujos dorados de la business class; se les
recibe con el entrecejo fruncido, y si tienen mala suerte los detienen y
deportan apenas llegan. (Bauman, 2017: 96)
302
En consonancia con lo expuesto por el sociólogo, la experiencia concreta e
inmediata de las comunidades y específicamente de Tumasïu, deja entrever que
la globalización es un proceso sumamente selectivo en la que no todos los seres
humanos tienen los mismos derechos y en el que algunos territorios quedan
supeditados al estatus de stock de recursos naturales para el capital
trasnacional.
Así, la crisis ambiental, social, política, cultural y económica que atravesamos
son signo de que tanto la modernidad occidental capitalista como la
globalización, entendidos como proyectos de emancipación de los seres
humanos, no han logrado su objetivo, lo que supone, en opinión de Anthony
Giddens, una visión pesimista de la globalización:
Una visión pesimista de la globalización la tendría mayormente por un
asunto del norte industrial, en el que las sociedades en desarrollo del sur
tienen poco o ningún peso. La vería destrozando culturas locales,
ampliando las desigualdades mundiales y empeorando la suerte de los
marginados. La globalización, razonan algunos, crea un mundo de
ganadores y perdedores, unos pocos en el camino rápido hacia la
prosperidad, la mayoría condenada a una vida de miseria y
desesperación. (Giddens, 2000: 27)
Con todo ello, a pesar de ello, los comuneros y las comuneras de Tumasïu
defendieron su territorio ante el avance de la territorialidad agrocapitalista, a
pesar de que se trataba de una empresa trasnacional, a pesar de que tenían a
la familia más acaudalada de la comunidad en su contra.
Eraxamani o La Cañada de los Once Pueblos, al igual que muchas otras
regiones del país, seguirá siendo codiciada por los empresarios en su afán de
incrementar la producción de mercancías. Con ello, se corre el riesgo de
desintegrar el tejido social comunitario y el avance de otras territorialidades como
la narcocapitalista. La oleada de asesinatos de autoridades civiles y agrarias de
Eraxamani da cuenta de ello.
En el contexto de esta desigualdad mundial y de la decepción ante la modernidad
occidental capitalista y la globalización como proyectos, han ocurrido y ocurren
movimientos de fortalecimiento identitario que, lejos de significar un
303
enclaustramiento cultural y cerrazón ante el mundo, significan una manera de
decidir entrar y estar en el mundo globalizado, desde sus raíces.
304
CAPÍTULO VI. RESISTENCIA COMUNAL ANTE EL DESPOJO CAPITALISTA. CAMBIO CULTURAL Y
RECOMUNALIZACIÓN DESPUÉS DEL CONFLICTO.
El colonizado, por tanto, descubre que su vida, su respiración, los latidos de su corazón,
son los mismos que los del colono. Descubre que una piel de colono no vale más
que una piel indígena.
Frantz Fanon. Los condenados de la Tierra.
305
Para doña Digna Huerta, comunera de Tumasïu, su comunidad cambió después
del conflicto con la empresa agrícola. Aunque acepta que el conflicto dividió
algunas familias y separó amistades de años, también acepta que después del
conflicto hubo algunos cambios para bien como la conformación de la ronda
comunal y el hecho de buscar ejercer el presupuesto directo, lo que significaría
una mayor seguridad para la comunidad y una mayor autonomía con respecto
de la cabecera municipal.
En este sentido, en el presente capítulo, me he propuesto el objetivo de presentar
las prácticas de recomunalización que tuvieron lugar a partir del cambio cultural
en la comunidad de Tumasïu después del conflicto con la empresa Agrícola
Superior de Jacona bajo la premisa de que el conflicto y movimiento contra la
empresa agrícola generó un cambio cultural en los comuneros y comuneras que,
a su vez, dio lugar a un fortalecimiento de las prácticas de la territorialidad
comunal.
El eje temático que guía mi reflexión en este capítulo es que el conflicto generado
por los agravios y afectaciones de las prácticas de la agricultura industrial y
sentidos por los comuneros y comuneras de Tumasïu dieron origen a un
fortalecimiento de las prácticas de comunalidad en la comunidad. Es decir, que
los agravios y el conflicto dieron origen a una comunidad (recomunalización)
dentro de la comunidad de Tumasïu que se refleja en aspectos concretos de la
vida de la comunidad como la conformación y activación permanente de la ronda
comunal, el fortalecimiento de la asamblea comunal como máxima instancia en
la toma de decisiones y la reflexión en torno a la búsqueda del ejercicio directo
del recurso económico de la comunidad. De manera que la lucha contra la
empresa agrícola y la territorialidad agrocapitalista generó un shock moral
(Poma, 2017) al saberse “vencedores y vencedoras” en el conflicto con la
empresa trasnacional. En este sentido, pienso que en Tumasïu se puede hablar
de un “antes” y un “después” del conflicto.
306
6. 1 Después del conflicto: cambio cultural y recomunalización.
En este apartado me interesa exponer la noción de “cambio cultural” como una
noción coyuntural entre el conflicto y el fortalecimiento de los procesos de
recomunalización posteriores al conflicto con la empresa agrícola.
La noción de cambio cultural la retomo del trabajo que Alice Poma ( 2017), dedica
a estudiar el papel de las emociones y el cambio cultural en la lucha y defensa
por el territorio amenazado por la construcción de represas. Poma estudia tres
casos de conflictos, dos en España y uno en México, que se configuraron
alrededor de las afectaciones sentidas por los habitantes de las comunidades
que se verían desplazadas por la construcción de las represas.
En su trabajo, Poma parte de la hipótesis de que todo conflicto supone un shock
moral, entendido como “proceso de reelaboración de la realidad” que Poma
entiende, citando a Jasper, como “la vertiginosa sensación que se produce
cuando un evento o información muestra que el mundo no es como uno lo
pensaba, y que puede a veces llevar a una articulación o reelaboración de
principios morales” (Jasper, 2011: 289). En ese sentido, el shock moral deviene
cuando la gente piensa o percibe un momento y una acción específica a partir
Imagen 33 Primer aniversario de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
307
de la cual su comunidad/ territorio no volverán a ser igual, en ese tenor de ideas
el shock moral se entiende también como una “ruptura” de la cotidianidad.
Poma entiende que la protesta social en contra de la construcción de las
represas, en nuestro caso el de la comunidad de Tumasïu en protesta contra la
empresa agrícola, tiene lugar a partir de una ruptura de la cotidianidad, es decir,
a partir de la alteración de la rutina diaria de la comunidad por las consecuencias
de un proyecto determinado. La autora aclara que se trata de un shock “moral”
porque implica la reelaboración de ideas, creencias y valores.
En los casos analizados por Alice Poma, el shock moral se produjo “cuando las
personas de las comunidades afectadas por la construcción de represas toman
conciencia de que el proyecto “va en serio”” (Poma, 2017: 94) y ello suscita una
emoción. Qué tipo de emoción se suscita será determinante en el desarrollo
posterior del shock moral y de la defensa del territorio pues las emociones
pueden motivar la movilización social o bien, inhibirla.
Por lo tanto, en el esquema de Alice Poma, las emociones tienen un papel muy
importante para el shock moral. En su análisis, distingue a los impulsos, las
emociones reflejo, los estados de ánimo, los vínculos afectivos y, finalmente, las
emociones morales que, junto con los vínculos afectivos, como el apego al
territorio, por ejemplo, destaca como los más importantes para la defensa del
territorio y por lo tanto para la movilización y la protesta social.
Las emociones morales, según el análisis de Poma, se caracterizan por
necesitar un considerable procesamiento cognitivo y están vinculadas a los
sentimientos de justicia e injusticia (Poma, 2017), de manera que están
estrechamente relacionadas con la defensa del territorio y la conformación de
conflictos tanto de distribución ecológica, como socioambientales o territoriales.
Además, las emociones morales “dependen de la visión del mundo del sujeto,
de lo que considera justo o injusto y de su sistema de valores” (Poma, 2017: 78)
Para la autora, ejemplos de emociones morales pueden ser la vergüenza, el
orgullo, la compasión, el ultraje, la indignación, algunas formas de disgusto,
miedo y rabia. Poma destaca la indignación dentro de las emociones morales y
considera que es provocada por la creencia de que una norma moral ha sido
deliberadamente rota, lo que se relaciona con la definición de agravio ofrecida
por Barrington Moore y que retomo a lo largo de mi trabajo para definir la
afectación.
308
Así, la experiencia de la indignación sentida por los y las comuneras cobra
relevancia en el análisis tanto de la conformación del conflicto de distribución
ecológica como de la respuesta territorial en el caso de Tumasïu. La emoción de
indignación expresada en las palabras de doña Margarita da cuenta, además,
de los agravios ocultos que no fueron una exigencia para la empresa agrícola
pero que sí funcionaron como catalizadores del conflicto porque contienen las
vejaciones que los indígenas de la comunidad de Tumasïu, como cultura
p´urhépecha, han sufrido a lo largo de su historia y que, en opinión de James
Scott, puede dar lugar a un producto cultural colectivo:
Un individuo que es ofendido puede elaborar una fantasía personal de
venganza y enfrentamiento, pero cuando el insulto no es sino una
variante de las ofensas que sufre sistemáticamente toda una raza, una
clase o una capa social, entonces la fantasía se puede convertir en un
producto cultural colectivo. (Scott, 2000: 32)
De esta manera, la experiencia de indignación sentida por los comuneros y
comuneras de Tumasïu por los procederes y afectaciones de la agricultura
industrial de manos de la empresa Agrícola Superior de Jacona funcionó como
catalizador en el conflicto y que, aunado a los agravios ocultos de lo que ha sido
la historia agraria y cultural de las comunidades indígenas dieron como resultado
cambios culturales que, en el caso de la comunidad de Tumasïu, se concretan
en procesos de recomunalización concretos.
Sin embargo, para Poma, el cambio cultural no solamente es producto de la
experiencia de indignación sino del momento de ruptura o shock moral que
entiende, siguiendo a James Jasper, como un suceso que ocurre cuando un
acontecimiento no previsto o un cúmulo de información incrementa el
sentimiento de ultraje- indignación en una persona o un grupo de personas que
los orilla hacia la acción política. Así, en la conformación del shock moral, según
Poma, intervienen tanto las expectativas como la cultura.
A partir de lo anterior, puedo pensar que en Tumasïu, el shock moral tuvo lugar
en dos momentos, el primero de ellos en el que sucedió un acontecimiento no
previsto y el segundo, resultado de la experiencia de salir triunfadores en el
conflicto con la empresa agrícola. En este sentido, en Tumasïu el primer shock
309
moral ocurrió cuando los comuneros y las comuneras, que mantenían la
expectativa de que el empresario se hiciera cargo de los acuerdos y daños
provocados por su empresa, se enteraron que el empresario no era dueño de la
empresa lo que significaba que no se haría cargo de los acuerdos firmados por
él en la reunión de asamblea del 6 de noviembre de 2018. Así, el engaño
magnificó el sentimiento de injusticia en los comuneros que mantuvieron su
posición y el bloqueo a la empresa. De esta manera, la exigencia de que la
empresa abandonara los terrenos comunales fue el resultado de la indignación
causada por las afectaciones, pero, sobre todo, de la indignación causada tras
saberse engañados y estafados por el empresario agrícola.
El segundo shock moral en los comuneros y comuneras tuvo lugar no como
resultado de un acontecimiento no previsto ni de un cúmulo de conocimientos,
sino de saberse triunfadores tras el conflicto con la empresa agrícola. Nuestra
autora piensa que es importante analizar la experiencia de las personas al
saberse “pertenecer a la parte más débil y vulnerable [del conflicto], y qué pasa
cuando el gigante es vencido” (Poma, 2017: 24).
En el caso de la comunidad de Tumasïu, también se trataba de una “lucha entre
David y Goliat” en el sentido de que Tumasïu es una comunidad indígena
p´urhépecha y además es la comunidad más pequeña de la Cañada de los Once
Pueblos y aún así venció a la empresa de capital trasnacional Agrícola Superior
de Jacona, una empresa mexicana pero con capital extranjero cuyas oficinas de
venta se encuentran en Estados Unidos. La victoria se veía difícil.
Lo que sugiero es que el conflicto de distribución ecológica con la empresa
agrícola supuso un cambio cultural en los comuneros y comuneras que
antepusieron la territorialidad comunal a la territorialidad agrocapitalista y el
triunfo desencadenó una experiencia de fortalecimiento que se manifestó en
productos culturales particulares.
En los apartados que sigue abordaré los productos culturales colectivos que
pienso fueron el resultado del cambio cultural producido por el conflicto con la
empresa agrícola. Productos culturales colectivos que, además, favorecen y
fortalecen la comunalidad en tanto que son procesos de recomunalización, me
refiero a la ronda comunal en primer lugar y a la búsqueda del ejercicio del
presupuesto directo en segundo lugar.
310
6. 2 La ronda comunal.
Y ataviábanse todos los valientes hombres, entiznábanse todos y poníanse en las cabezas
unas guirnaldas de cuero de venado o pluma de pájaros. A cada uno destos valientes
hombres encomendaban un barrio, que era como capitanía, e iba con cada barrio un principal
que llevaba la cuenta de cada barrio y conoscía los vecinos dél.
(Alcalá, 2010)
Uno de los productos culturales colectivos que fue resultado del cambio cultural
en la comunidad de Tumasïu fue la reactivación permanente de la ronda
comunal. Es importante porque, además, es una práctica de recomunalización
que permite, a su vez, seguir fortaleciendo el cambio cultural.
Como los elementos de la territorialidad comunal expuestos en el tercer capítulo,
la ronda comunal es una práctica de recomunalización que se revitaliza y
recupera de la herencia cultural ancestral de los p´urhépecha.
En ese sentido, la ronda comunal es una herencia ancestral p´urhépecha que
varias comunidades han rehabilitado de manera permanente ante el incremento
inusitado de violencia y delitos y una evidente disminución de la capacidad del
Estado para brindarles seguridad. Desde 2005, comunidades p´urhépecha como
Nurío, Cherán, Cheranástico, Arantepacua, Huecorio, Sevina, Pichátaro y
recientemente Capacuaro pero también comunidades nahuas como Santa María
Ostula en 2009, en la costa del estado, han reactivado sus rondas comunales
como una estrategia que les permite protegerse de los embates del crimen
organizado, pero también de crímenes de carácter ambiental como la tala ilegal,
como fue el caso del municipio indígena de Cherán K´eri.
El surgimiento de la ronda comunitaria en Cherán K´eri obedece a su lucha por
la emancipación de los partidos políticos que, coludidos con el crimen organizado
(Caballeros Templarios), estaban talando sus bosques poniendo en riesgo los
manantiales de los que la comunidad se abastecía de agua.
311
Por las fechas, el movimiento de Cherán concuerda con la recrudización de la
lucha contra el crimen organizado que el presidente Felipe Calderón inició en
2006 en la ciudad de Apatzingán, meses después de llegar al poder. Concuerda
también con la irrupción de los grupos de autodefensas que se organizaron en
pueblos de tierra caliente para defenderse del narco.
Sin embargo, los grupos de autodefensa y las rondas comunitarias se diferencian
en tanto que las rondas comunales o policías comunitarias son
estructuras de los pueblos indígenas forjadas a través de los años, de
acuerdo con las circunstancias que les ha tocado vivir. Junto con ellas
existen las policías comunitarias de las comunidades, que año con año
son nombradas por los pueblos de entre sus mismos integrantes para
que se encarguen de su seguridad. Se trata de prácticas milenarias. En
cambio, las autodefensas son grupos de ciudadanos armados que
buscan defenderse de las agresiones de la delincuencia organizada y
los abusos policiacos. Sus integrantes no son nombrados por sus
pueblos y no les rinden cuentas de sus acciones. (Hernández, 2014: 36)
En la experiencia de Cherán K´eri, también se conformó la policía comunitaria
porque la policía municipal respondía a intereses ajenos, de manera que, para
Imagen 34 Comuneras de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
312
realizar la vigilancia comunitaria durante el conflicto del 2011, la policía
comunitaria de Cherán se integró en su mayoría “por jóvenes propuestos por los
barrios, cuyo requisito fue que gozaran de buena reputación en la comunidad”
(Romero, 2018: 45)
En Tumasïu, la ronda comunal se activó en 2019, después del conflicto con la
empresa agrícola y después de un acontecimiento que marcó la vida cotidiana
de la comunidad. Ya se había sentido la necesidad de activar la ronda pues los
comuneros y comuneras notaban que personas ajenas a la comunidad entraban
y salían y que, aprovechando la ausencia de vigilancia y la división del tejido
social comunitario, vendían drogas en las propias calles: “ya no sabíamos ni
quién entraba y salía de la comunidad”134.
El 30 de agosto de 2019, ocurrió el intento se secuestro de un niño en las calles
de la comunidad. En una camioneta de redilas, unos sujetos ajenos a la
comunidad privaron de su libertad a un niño de manera que se alertó a la
comunidad mediante las bocinas. La rápida movilización de las autoridades y los
comuneros permitió el rescate del menor quien sufrió algunas heridas, pero
sobrevivió.
En una nota periodística del periódico La Voz de Michoacán se puede leer el
encabezado “Intentan quemar a hombre tras ser acusado de secuestrar a menor
y tratar de huir”135. Aquel hecho reanimó la discusión al interior de la asamblea
comunal sobre activar de manera permanente la ronda comunal pues durante el
intento de secuestro, la policía municipal tardó mucho tiempo en llegar a la
comunidad por lo que fueron los propios comuneros quienes se organizaron y
aprehendieron al presunto culpable del secuestro del menor.
En la instauración de la ronda misma, también es posible identificar un cambio
cultural de fortaleza. El hecho de haber capturado a los secuestradores por ellos
mismos y el hecho de que después de ello, la policía llegara mucho tiempo
después significó el incremento de la sensación de soledad y desamparo ante
134 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, realizada el 16 de diciembre de 2020, en la
comunidad de Tumasïu. 135 Nota periodística del diario La Voz de Michoacán:
https://www.lavozdemichoacan.com.mx/seguridad/intentan-quemar-a-hombre-tras-ser-
acusado-de-secuestrar-a-menor-y-tratar-huir/
313
las autoridades municipales, como nos lo dice Israel Huerta, quien actualmente
es coordinador general de la ronda comunal de Tumasïu:
cuando inició la ronda este pues a mí me pareció muy bien esa parte
porque en realidad yo al principio lo miraba en el sentido de que no
teníamos la cobertura de seguridad con el municipio, que ocupamos
porque siempre renegábamos de eso como comunidad que se hacía
algo o si sucedía algo, había un suceso o algo, los mandábamos llamar
y pues no o llegaban como que medio hacían y pues no era lo que uno
esperaba, no solucionaban nada y aparte pues ya había varios pues ya
se sabía que si igual si te levantaban pues te golpeaban, se
aprovechaban pues
yo si me acuerdo estábamos en reunión aquí todos sobre la plaza había
faena, llegó ahí mi tía “no hijo que háblenle a la policía que se robaron
al hijo de tu compadre en una camioneta así” este pues reaccioné rápido
y en eso ya salió otro y sacó su carro y vámonos y a anunciar que se
juntara toda la comunidad para lo que pasara porque se robaron un niño
y había que encontrar a la camioneta, un leñero y así y así136
Por supuesto, activar la ronda comunal no fue un proceso sencillo pues al interior
de la comunidad el conflicto con la empresa agrícola dejó muchas divisiones y
muchos comuneros, aliados de la empresa, no apoyaron la instauración de la
ronda comunal. Sin embargo, en la asamblea comunal se votó por la activación
permanente de la ronda comunal. Fue el jefe Wily, el jefe de tenencia, quien inició
la organización de la ronda comunal auxiliado por el Consejo Comunal.
Para su reactivación, los comuneros y comuneras de Tumasïu, acudieron a la
Relación de Michoacán, en la que se describe de manera breve cómo se
conformaban las rondas comunales:
136 Entrevista a Israel Huerta Santo, realizada el 29 de agosto de 2020, en la comunidad
de Tumasïu.
314
A cada uno destos valientes hombres encomendaban un barrio, que era
como capitanía, y iba con cada barrio un principal que llevaba la cuenta
de cada barrio y conoscía los vecinos dél. (Alcalá, 2010: 193)
En Tumasïu la ronda comunal está conformada por comuneros y comuneras de
los dos barrios de la comunidad. En un principio la convocatoria fue abierta, se
invitó a los comuneros y comuneras que quisieran acompañar y, como acababa
de pasar el intento de secuestro, muchos salían a hacer la ronda, pero con el
tiempo fueron dejando de asistir por lo que tuvo que hacerse mediante faenas.
En Tumasïu, como en muchas comunidades, la faena comunal funciona como
un mecanismo mediante el cual la comunidad hace trabajos u obra pública a
través del trabajo colectivo:
La faena, el trabajo colectivo y obligatorio destinado sobre todo a la
realización de obras públicas comunales, es recuperado por ambos tipos
de autoridades locales para promover la participación de los vecinos en
los asuntos de interés común. (Dietz, 2017: 426)
De esa manera, cuando la ronda comunal se debilitó se convocó a través de
faena comunal. En Tumasïu, al ser comunero, comunera y pertenecer a la
comunidad indígena es necesario cumplir con las faenas porque ello es una
corresponsabilidad que todos los comuneros deben cumplir.
Durante los primeros días de la instauración de la ronda comunal, los comuneros
y comuneras salían armados con lo que tuvieran a mano. Algunos tenían armas,
pero la mayoría no, por lo que salían con palos, machetes y resorteras. Sin
embargo, al pasar los días se dieron cuenta de lo que en realidad estaban
enfrentando:
Pues mira Jesús, en una ocasión tuvimos un, pues un breve
enfrentamiento así a, pues a balazos se podría decir en una parte donde
ya le llamamos la zona roja que este era un vehículo estaba ahí este
estacionado, no se quiso este eh pues parar, cuando vimos pues ellos
empezaron a tirar y pues la ronda tuvo que responder entonces este esa
situación sí como que mermó también el ánimo porque sí varios pus sí
315
se detuvieron a pensar qué estaba pasando como te comento pues a
raíz de eso varios dijeron “no pues por el contrario yo creo que ocupamos
también este pus dotarnos de más equipo porque si la gente mala anda
ya con esas condiciones pues necesitamos responder de esa manera
entonces este pues es una de las situaciones más críticas que hemos
pasado, eso fue en los límites entre Santo Tomás y Huáncito ahí fue
donde pasó esa situación.137
De esa manera, la ronda, que en un inicio era convocada a través de faenas,
pasó a tener una mejor organización:
ahorita ya contamos con un coordinador general como quien dice ya es
el encargado general de la ronda y eso ya como que le quitamos un poco
la carga de trabajo a la jefatura de tenencia, ya él es el encargado
entonces el coordinador general sus inmediatos pues son los
coordinadores de calle y a la vez de los coordinadores de calle pues son
los cabos todos esos ya hacemos el cuerpo que… luego periódicamente
se están reuniendo para hacer las valoraciones138
Como parte del proceso de fortalecimiento de la ronda comunal, Tumasïu a
través de su coordinador general comenzó a buscar la posibilidad de obtener
recurso económico para los comuneros y comuneras que la conforman. Sin
embargo, ello no ha sido posible por lo que uno de los retos es mantener a la
ronda activa cuestión que no es para nada sencilla.
Cuidar la comunidad: una noche con la ronda.
En este apartado me interesa mostrar la ronda comunal de Tumasïu a través una
breve viñeta de trabajo de campo haciendo énfasis en las complicaciones que
los comuneros y comuneras enfrentan cada día, cada noche para proveerse la
seguridad que el Estado debería garantizarles.
137 Entrevista a Napoleón Márquez, realizada el día 29 de agosto de 2020 en la
comunidad de Tumasïu. 138 Entrevista a Napoleón Márquez Serano, el 29 de agosto de 2020 en la comunidad
de Tumasïu.
316
Mientras estuve haciendo trabajo de campo tuve la oportunidad de acompañar a
la ronda comunal durante varias noches. La experiencia de caminar con ellos y
ellas por las calles oscuras y silenciosas de Tumasïu, me brindó la oportunidad
para ver de cerca cómo es hacerse cargo de la propia seguridad.
El primer día nos quedamos de ver a las nueve de la noche en la jefatura de
tenencia. Poco a poco se fueron juntando los comuneros en el portal de la
jefatura, llegaban saludándose entre sí con la camaradería que la vida en común
les ha permitido construir.
Las comuneras, un poco más alejadas también se fueron juntando, a un lado de
la jefatura, ellas, tal vez más que los hombres se saludaban en p´urhépecha.
Con el rostro a medio cubrir con el rebozo, llevaban cada una un palo, no
llegaban solas, llegaban de a dos o de a tres. Después me di cuenta de que
algunas de esas comuneras eran faeneras, es decir, algunos comuneros les
pagaban para ir a cubrirles en su turno con la ronda.
Esperamos poco más de media hora para dar tiempo a que más comuneros
llegaran. De ahí, después de hacer un pase de lista en el registro -la ronda
funciona como faena- en el que anotaban a cada comunero y comunera, así
como de la calle y el barrio donde vivían, se hizo la organización y partimos a
cerrar las entradas de la comunidad.
Nos dividimos en dos grupos, mientras que un grupo se dirigiría a cerrar la
entrada colindante con la comunidad de Huáncito, con el otro grupo iríamos a
cerrar la entrada principal en la carretera federal, así como las dos entradas
laterales y la entrada de la comunidad de Acachuén.
Después de ello, el plan era recorrer las calles principales de la comunidad. El
silencio de la noche hacía perceptibles los ruidos de la comunidad.
Caminábamos en la oscuridad y sólo cuando un ruido o algo extraño nos
alertaba, los comuneros prendían sigilosamente sus lámparas y las dirigían para
averiguar. El ladrido de los perros es una excelente alerta y los comuneros
sabían localizar el origen de los ladridos. Así, estando en la calle La Nacional, a
un costado de la carretera federal, el ladrido de unos perros nos alertó. El jefe
Wily dijo que aquello estaba ocurriendo en el Camino Real, a unos dos kilómetros
de donde estábamos. Emprendimos la marcha, corriendo, apenas llegamos o,
mejor dicho, apenas llegué.
317
Aquella noche la ronda detuvo a dos comuneros. Al primero de ellos, al ser la
primera vez que la ronda lo detenía, lo dejó ir a su casa tras advertirle que, si lo
volvían a sorprender, sería llevado a la cárcel. Al segundo, como ya se le había
advertido en varias ocasiones, fue llevado a la cárcel ubicada bajo el campanario
de la comunidad.
Estuvo ahí cerca de dos horas hasta que la unidad de la policía Michoacán fue
por él. Aunque la comunidad mantiene la ronda comunal, ello no significa que no
tengan coordinación con las autoridades municipales, estatales y federales.
Cuando acompañé las primeras veces a la ronda me sorprendía ver a mujeres
comuneras que salían, armadas con palos, a acompañar la ronda. Me sorprendió
mucho Doña Elba, una comunera de Tumasïu que, con un pasamontaña y un
palo, salía cada que podía a acompañar a la ronda. Mientras los hombres
cerraban las entradas a la comunidad con grandes piedras que apostaban sobre
las calles, las mujeres esperan en la retaguardia vigilando en silencio.
Una noche de esas, mientras los comuneros cerraban las entradas entre
Tumasïu y la comunidad Acachuén, se escuchó a lo lejos una motocicleta. Venía
de Acachuén hacia Tumasïu y los comuneros se escondieron para sorprender al
Imagen 35 Doña Elba, comunera integrante de la Ronda Comunal de Tumasïu. Fotografía: Jesús Janacua Benites.
318
motociclista. Cuando se acercó le marcaron el alto, pero no se detuvo, aunque
intentaron tumbarlo de la motocicleta se escapó hacia la comunidad de Huáncito
por el Camino Real que, como bien señala Napo, funcionaba como un camino
para vender y transportar drogas hasta que la ronda comunal de Tumasïu lo
impidió. Tal vez a ello se debían las amenazas que el jefe Wily sufrió y por lo que
la fiscalía general le permitió la portación de arma de fuego.
Mientras hacíamos el recorrido de la ronda, le pregunté a Napo qué es lo más
peligroso que les ha tocado enfrentar como ronda comunal, su respuesta me
impactó porque me dijo algo que yo intuía, pero no me había atrevido a
preguntar, la existencia del crimen organizado en la propia comunidad de
Tumasïu.
En opinión de Napo, al fracturarse el tejido social comunitario de las
comunidades se permitió la entrada no solamente de la territorialidad
agrocapitalista, con ella entraron otras territorialidades como la narco-
territorialidad y al instaurar la ronda se impide que avance.
Israel Huerta, comunero de Tumasïu y coordinador general de la ronda comunal,
sostiene que instalar la ronda comunal de manera permanente no ha sido fácil,
pero él se siente orgulloso porque ello les permite tener mayor autonomía con
respecto a la cabecera municipal, Chilchota.
No ha sido fácil porque, como ya mencioné líneas arriba, las comunidades
indígenas no solamente de Eraxamani sino de varias regiones, han estado
amenazadas por el crimen organizado. Actualmente, Tumasïu es la única
comunidad de la Cañada que mantiene activa su ronda comunal lo que significa
grandes riesgos pues es la única comunidad que le ha puesto un alto a la venta
de drogas, ello, por supuesto, supone un alto riesgo para los comuneros que
lideran la ronda.
En su caminar, sin embargo, los comuneros y comuneras de la ronda no han
estado aislados. Han formado una red de apoyo con otras comunidades que les
ha permitido capacitarse y co- apoyarse en momentos críticos como el conflicto
con la empresa agrícola.
Con la instauración de la ronda comunal, por ejemplo, los comuneros y
comuneras que forman parte fueron capacitados por la ronda comunal de la
comunidad de Arantepacua, comunidad que ya tiene más tiempo haciéndose
cargo de su propia seguridad.
319
Mientras escribo estas líneas, en agosto de 2021, la ronda y la organización
comunal continúa consolidándose en Tumasïu. Los comuneros y comuneras van
por el segundo aniversario de la ronda comunal.
6. 3 La búsqueda del presupuesto directo.
“Este paso de gigantes, ya nadie lo detiene.”
Napoleón Márquez.
Comunero de Tumasïu.
Pienso que otro producto cultural colectivo que en gran parte ha sido resultado
del cambio cultural después del conflicto con la empresa agrícola, es la
búsqueda del presupuesto directo. Aunque no se ha realizado la gestión
necesaria ante las instancias correspondientes, la inquietud está latente en la
comunidad, pero se ha detenido porque los comuneros renteros, aliados en su
momento a la empresa agrícola, no están de acuerdo en los procesos de
recomunalización y autonomía, lo que pondría en riesgo la consulta general por
el presupuesto directo.
En la última década hemos asistido a un movimiento de comunidades indígenas
que en la búsqueda de su autonomía apelan al presupuesto directo como una
herramienta para ejercer el derecho de autogobernarse. Camino nada fácil pues,
como he tratado de hacer constancia en mi tesis, los intereses sobre los
territorios de los pueblos originarios son muchos.
Recientemente, la comunidad de Zirahuén, perteneciente al municipio de
Salvador Escalante, a través de la solicitud girada al Instituto Electoral de
Michoacán, convocó a asamblea general para realizar la consulta para obtener
el presupuesto directo. Sin embargo, la asamblea fue suspendida tras una
protesta por parte de personas integrantes de la comunidad que no querían que
se ejerciera el presupuesto directo apelando a “que ya no eran indígenas sino
mestizos”139, lo que demuestra que hoy, quizá más que nunca, el vivir en
139 En una nota periodística puede leerse “Rechazan habitantes de Zirahuén consulta
de usos y costumbres: https://www.elsoldemorelia.com.mx/local/rechazan-habitantes-
320
comunidad o la comunidad misma es un proyecto, una construcción social
consciente de aquellos y aquellas que deciden vivir juntos. Lo sucedido en
Zirahuén destruye la idea de que “la comunidad” o “las comunidades” son la
panacea del mundo ante la crisis civilizatoria que atravesamos, ellos y ellas
también tienen pugnas internas.
Días después de la cancelación de la consulta en Zirahuén, en una entrevista a
medios de comunicación, Pável Guzmán, miembro del Consejo Supremo
Indígena de Michoacán, señalaría que detrás del impedimento a la consulta se
encontraban intereses económicos:
Lo más grave es que detrás de este supuesto movimiento se encuentran
empresarios y grupos que buscan obtener grandes parcelas comunales,
ubicadas alrededor del lago, con el fin de construir fraccionamientos y
complejos turísticos, y que sin duda los gobiernos comunales significan
para ellos un gran obstáculo porque representan la defensa del territorio
purépecha140.
Sin embargo, en otras comunidades la consulta sí se ha realizado y ha
significado una manera de defender su territorio. Ejemplo emblemático de
autonomía ha sido el caso de Cherán, único municipio indígena autónomo. A
partir de 2011, tras el largo movimiento en defensa de sus bosques expulsando
a los talamontes del crimen organizado, la comunidad de Cherán, ubicada en la
Meseta P´urhépecha, solicitó se le permitiera elegir a sus gobernantes a través
de sus usos y costumbres expulsando a los partidos políticos de su territorio.
Ello les permitió tener una mayor organización al interior de la comunidad que
coadyuvó en una defensa más efectiva de su territorio pues su gobierno
comunal, ya a través de usos y costumbres, lo organizaron a través de los
consejos. Aunque el caso de Cherán es emblemático y único por ser municipio
indígena, sí supuso un ejemplo para muchas otras comunidades indígenas que
de-zirahuen-consulta-de-usos-y-
costumbresmichoacaneleccionespueblosindigenasiem-6894671.html 140 Entrevista realizada a Pável Guzmán por medios de comunicación, se puede
consultar en: https://noticiasydebatem3.com/intereses-economicos-obstaculizan-usos-
y-costumbres-en-zirahuen/
321
al no ser municipio han optado por la búsqueda del presupuesto directo como
una vía para la autonomía y la defensa de sus territorios.
En concordancia con lo anterior, para investigadores como Araceli Burguete y
Orlando Aragón, esta ola de comunidades en busca del presupuesto directo y la
autonomía se debe a la crisis en la que se encuentra sumido el actual Estado
nación mexicano. Por supuesto, casos como el de la comunidad de Tumasïu son
una muestra clara de esta crisis que se manifiesta en inseguridad, desempleo,
contaminación y degradación de los territorios.
Ante tal panorama, el presupuesto directo se presenta como una de las vías para
la autonomía de las comunidades indígenas recuperando sus formas
tradicionales de organización socio- política:
La autonomía comunal pugna ante todo por el fortalecimiento y en su
caso la recuperación de las instituciones y autoridades comunales,
puesto que se considera a la comunidad como el espacio físico donde
se concentran y reproducen la mayor parte de las prácticas y formas de
vida indígena. (Burguete & Aragon, 2008: 304)
De esta manera, el presupuesto directo ha significado para las comunidades que
lo ejercen, un “uso estratégico del derecho” (Aragón, 2018) que les da la
posibilidad de autogobernarse a partir de su propia organización. Para
comunidades p´urhépecha como San Felipe de los Herreros, San Francisco
Pichátaro, Arantepacua y Cheranástico, el presupuesto directo ha sido una vía
para autodefinirse como comunidad.
En este sentido, pienso que la elección por el presupuesto directo es, de una u
otra manera, la elección por pertenecer o no al Estado Nación mexicano que, en
su formación, no tomó en cuenta a las comunidades indígenas que habitaban el
territorio sobre el cual fue fundado de manera que, en su origen, el Estado se
conformó a partir de una homogenización cultural del territorio que no tomó en
cuenta la diversidad cultural que había ya en el territorio ocupado por el Estado
Nación, como lo sostiene Luis Villoro:
[…] la constitución del nuevo Estado [mexicano] es obra de un grupo de
criollos mestizos que se impone a la multiplicidad de etnias y regiones
322
del país, sin consultarlos. Los pueblos indios no son reconocidos en la
estructura política y legal de la nueva nación. (Villoro, 1998: 46)
De manera que la conformación del estado mexicano se realizó a partir de una
perspectiva homogenizante hegemónica que avanzó sobre los territorios de las
culturas que los habitaban con anterioridad a la formación del Estado Nación.
Ello supuso que los territorios y los elementos naturales contenidos en ellos
pasaron a ser propiedad de la nación, excluyendo en la toma de las decisiones
a los pueblos originarios que habitaban los territorios con anterioridad a la
formación del Estado nación.
Iniciativas como el convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo
han sido decisivas para las comunidades en la defensa de los territorios en
contra de los procesos de despojo y saqueo de recursos como el petróleo, el
agua y minerales y, como en el caso de Tumasïu, contra las prácticas y
consecuencias de una agricultura industrial que calienta el planeta.
Después del conflicto con la empresa agrícola, el fortalecimiento de la
territorialidad comunal en Tumasïu y de algunas de las prácticas comunales
importantes como la asamblea comunal, se ha explorado la posibilidad de ejercer
el presupuesto directo. Aunque no se ha decidido comunalmente todavía, la
posibilidad de ejercerlo está presente.
Reflexiones finales.
En el capítulo, me propuse como objetivo hablar de los cambios culturales y de
los procesos de recomunalización que el conflicto con la empresa Agrícola
Superior de Jacona suscitó en la comunidad de Tumasïu bajo la premisa de que
el conflicto y movimiento contra la empresa agrícola generó un cambio cultural
en los comuneros y comuneras que fortaleció las prácticas de la territorialidad
comunal.
El eje temático que me guio durante el capítulo fue que el conflicto de distribución
ecológica generado por los agravios y afectaciones de las prácticas de la
agricultura industrial y sentidos por los y las comuneras de Tumasïu, dieron
origen a un fortalecimiento de las prácticas de comunalidad en la comunidad.
Es decir, que los agravios y el conflicto dieron origen a una recomunalización del
tejido social comunitario en Tumasïu a través de prácticas concretas de la vida
323
en la comunidad como la conformación y activación permanente de la ronda
comunal, el fortalecimiento de la asamblea comunal y la búsqueda del ejercicio
del presupuesto directo.
Durante el capítulo me basé en las ideas propuestas por Alice Poma.
Específicamente la noción de “shock moral” me sirvió para hablar de un antes y
un después del conflicto en la comunidad porque supone un “proceso de
reelaboración de la realidad” que conlleva la reelaboración de ideas, creencias y
valores.
Siguiendo lo expuesto por Poma, expuse que en Tumasïu, la experiencia con la
empresa agrícola suscitó una emoción de indignación, que Poma clasifica como
una emoción moral importante en la defensa del territorio, la movilización y la
protesta social en tanto que están relacionadas con la experiencia de agravio,
que retomo de Barrington Moore. Así, la indignación, como una emoción surgida
por los agravios y afectaciones provocadas por las prácticas de la empresa
agrícola cobró relevancia en el análisis pues dio lugar a una reelaboración de la
realidad que deparó, a su vez en dos productos culturales colectivos.
Parte de lo que sugiero en el capítulo es que el conflicto entre la comunidad y la
empresa agrícola o, en otras palabras, entre la territorialidad comunal y la
territorialidad agrocapitalista, generó un cambio cultural que terminó por
fortalecer a la territorialidad comunal y se manifestó en dos productos culturales
concretos: la ronda comunal y la búsqueda del presupuesto directo, dos
productos culturales que, a su vez, fortalecen y permiten la vida en comunidad.
La ronda comunal, como producto cultural emergente del conflicto con la
empresa agrícola, es también una rehabilitación de la ronda como herencia
ancestral p´urhépecha que le ha permitido a Tumasïu, a través de los comuneros
y comuneras que participan, cuidar de sí mismo. Como sostengo en el capítulo,
ello no ha sido fácil pues la comunidad no solo se enfrenta a delitos menores
sino a los embates del crimen organizado. En su camino, los comuneros y
comuneras han tejido redes con otras comunidades que, como ellos, también
han tenido que hacerle frente a la inseguridad.
La búsqueda del presupuesto directo, por otro lado, significa un esfuerzo por
obtener mayor autonomía con respecto a la cabecera municipal. Indica un
hartazgo hacia la política partidista, fundamentada en la división política
324
moderna, en la que las comunidades originarias han sido tratadas como objetos
y no como sujetos de derecho.
La experiencia de Tumasïu, con la agricultura industrial, con el conflicto
suscitado con la empresa y la instauración de la ronda y la búsqueda del
presupuesto directo, dejan entrever que las políticas dirigidas al campo y a las
comunidades indígenas y rurales por parte del gobierno independientemente de
la filiación partidista, ha significado un profundo abandono. Abandono de la
producción maicera, abandono de la seguridad pública, abandono de las
comunidades en términos presupuestales. Si la historia de las comunidades
originarias ha sido la historia del despojo, en la actualidad experiencias como la
de Tumasïu muestran que, por desgracia, también es el presente.
En el contexto actual, de globalización económica en la que el papel de Estado
nación parece desdibujarse, asistimos al resurgimiento de las identidades étnico
culturales como una estrategia para sobrevivir, los sentimientos nacionalistas,
sostiene Anthony Giddens, brotan como reacción a las tendencias
globalizadoras (Giddens, 2000).
La vasta experiencia de la comunidad de Tumasïu me hace pensar en la
importancia de la experiencia del agravio en la conformación de la comunidad y
la comunalidad incluso ahí donde previamente no había ningún vínculo social.
La experiencia de Tumasïu muestra que la crisis que actualmente atravesamos
no es solo una crisis ambiental, ni social, ni económica, ni política, ni cultural por
separado y ni siquiera una crisis del Estado nación, lo que la experiencia de
Tumasïu nos dice es que actualmente vivimos una crisis civilizatoria y la
civilización que está en crisis es la civilización occidental capitalista (Echeverría,
Crítica de la modernidad capitalista, 2011), (Federici, El patriarcado del saladio.
Críticas feministas al marxismo, 2018).
325
Conclusiones.
326
Después de un poco más de cuatro años de haber iniciado este proceso de
investigación, miro a mi alrededor y observo con cierta preocupación cómo sigue
incrementándose el área de cultivos de berries, pero también de otros
monocultivos como el aguacate por diversas latitudes del estado.
No obstante, también es posible ver y encontrar la irrupción de diversos
movimientos en contra del cambio de uso de suelo y del uso de cañones
antigranizo, consustanciales en la instalación de la agricultura de exportación
basada en monocultivos.
Resistencias que contradicen lo sostenido por algunos investigadores
interesados en el tema que, sin matizar las diferencias, generalizan las
circunstancias que han permitido el avance de los monocultivos sosteniendo que
en el cambio de uso de suelo y que, en la instalación de la agricultura industrial,
tanto del aguacate como de las berries, “las comunidades son parte del
problema”141.
Tan sólo en cuatro años, se han configurado movimientos y acciones de protesta
en contra de las afectaciones de la agricultura industrial en Michoacán de pare
de diversos actores sociales como campesinos, comuneros, ganaderos y
jornaleros. Como ejemplos de ello se pueden mencionar los casos de los
comuneros de Zacapu, de los productores de maíz de Los Reyes, de los
campesinos de la región de Lagunillas y el caso de los campesinos de los
municipios de Villa Madero y Acuitzio del Canje, que se han organizado para
imponerle un límite a la expansión del agrocapital en sus territorios.
Cuando inicié este proceso de investigación fue justamente esa pregunta la que
me motivó: ¿Qué es elementos o qué factores han incidido para que el
agronegocio se instale en el imaginario social como una alternativa de desarrollo
rural?, ¿Qué es lo que podría llevar a inconformarse a los actores sociales ante
las afectaciones de la agricultura industrial? Y, ¿Qué condiciones se necesitan
para que la agricultura industrial y sus afectaciones den paso a la configuración
de conflictos de distribución ecológica, socioambientales o territoriales?
Encontrar estas resistencias nos dice que el avance del agrocapital se realiza de
manera heterogénea, con trabas y resistencias que va encontrando a su paso.
141 Palabras de Jaime Navia. Conferencia virtual “Capital mundial del aguacate. Costos
socioambientales de la agroindustria en México”, el 28 de julio de 2021. En línea.
327
De modo que hoy, tal vez más que cuando inicié a redactar mi anteproyecto de
investigación, es posible encontrar resistencias y esfuerzos organizativos en
contra de la agricultura industrial.
Algunas de estas resistencias, como nos muestra el caso de la comunidad de
Tumasïu, apelan a otras formas de organización comunitaria y recuperan otras
formas de relacionarse con la naturaleza, así como otras formas de producción
alimentaria locales. Pienso que en tiempos de la pandemia por coronavirus
quedó demostrado que la agricultura industrial para exportación atenta contra la
seguridad y autosuficiencia alimentaria de las comunidades pues el incremento
de la superficie significa el desplazamiento de una agricultura maicera para
autosubsistencia.
Aún así, son pocos los conflictos que se enarbolan alrededor de la agricultura
industrial y sus consecuencias. Ello se refleja en que la mayoría de los estudios
que existen se centran o bien en las afectaciones ambientales o bien en las
afectaciones laborales hacia la población jornalera, ignorando otras afectaciones
de distinta índole e igual de importantes para los actores sociales. Lo anterior no
es para menos si se toma en cuenta el discurso con el que los tres niveles de
gobierno presentan a la agroindustria, como una actividad económica
generadora de divisas y empleos.
Aunque no propongo que la experiencia de los comuneros y comuneras de
Tumasïu pueda ser extrapolada a otras latitudes donde el agronegocio se ha
instalado, sí considero que es un ejemplo y un parteaguas en una actualidad
donde los ideales de la sociedad moderno occidental capitalista, como el
individualismo y la creencia en el crecimiento económico a costa de lo que sea,
han colonizado los sueños, los anhelos y los proyectos de desarrollo de las
comunidades, erosionando el tejido social comunitario y, con ello, agravando la
crisis civilizatoria que atravesamos.
Ante este escenario, lo que la experiencia de la comunidad de Tumasïu nos
muestra es la posibilidad de conformar movimientos de resistencia aún ante
empresas de capital trasnacional. En este sentido, en mi trabajo de investigación
me propuse como objetivo general el realizar un acercamiento a la respuesta de
la comunidad de Tumasïu ante la llegada de la agricultura industrial de berries
para exportación. Lo anterior dado que, de la Cañada de los Once Pueblos, fue
328
la única comunidad que se inconformó, iniciando un movimiento de protesta en
2018 que terminó por expulsar a la empresa agrícola de su territorio en 2019.
Así, el título de la presente tesis pretende dar cuenta, de manera sintética, de mi
propia pregunta de investigación. “Despojo, agravio, conflicto y resistencia” dan
cuenta de la manera en que se percibió y reaccionó ante la llegada de la
agricultura industrial de berries en la comunidad de Tumasïu.
Con “Despojo, agravio, conflicto y resistencia”, intenté reflejar los intereses de
los propios actores sociales, de las comuneras y de los comuneros que se
inconformaron en contra de la empresa Agrícola Superior de Jacona pues
responden, grosso modo, a cómo fue el proceso histórico que permitió la
instalación de la agricultura para exportación en Tumasïu; se da cuenta también
de los agravios y afectaciones que dieron lugar a los reclamos y exigencias que
posteriormente darían lugar a la configuración del conflicto y de los impactos
ulteriores de este en la organización político comunitaria de Tumasïu.
El caso de la comunidad de Tumasïu muestra que en la actualidad globalizada
hay territorios que valen más que otros para el Capital y que el proceso de
despojo que ha permitido la instalación de la agricultura industrial en Eraxamani
y en Tumasïu, ha sido un proceso de despojo a fuego lento en el contexto de
una escasez y precariedad económica inducida que ha hecho que los comuneros
perciban como una alternativa la renta de los terrenos comunales para la
producción agroindustrial de frutos rojos para exportación.
Sostengo que en Tumasïu, este proceso de despojo ha ocurrido a partir de cuatro
fases. El proceso de despojo a fuego lento que ha dado paso a la instalación de
la agricultura de berries ha ocurrido gracias a la percepción de poca
redituabilidad que el uso de paquetes tecnológicos de la Revolución Verde les
ha dado a los cultivos tradicionales del maíz y que ha generado lo que se conoce
como ley de rendimientos decrecientes, lo que incrementa los costos de
producción. Aunado a ello, el Tratado de Libre Comercio también significó un
incremento en los costos de producción para los comuneros pues supuso la
eliminación de los subsidios al maíz y la eliminación de aranceles para las
importaciones estadounidenses.
El proceso de despojo también abrevó de un acaparamiento de terrenos
comunales al interior de la comunidad de Tumasïu que dio paso a la
“agrarización de la decisión”, es decir, que la decisión de rentar o no los terrenos
329
a la empresa Agrícola Superior de Jacona, recayó en los comuneros de derecho,
registrados en el censo agrario y con posesión de terrenos comunales,
excluyendo al resto de la comunidad que no eran comuneros de derecho sino,
de hecho. De esta manera, el caso del conflicto de la comunidad de Tumasïu
con la empresa agrícola muestra las limitaciones del derecho agrario que, en la
práctica, ha generado una especie de terratenientes al interior de las
comunidades, lo que en la actualidad se está traduciendo en afectaciones
ambientales, laborales, sociales y culturales.
Este contexto de empobrecimiento del campo a partir de las políticas
neoliberales implementadas en México y este proceso de acaparamiento de
terrenos comunales en las comunidades, les ha abierto el camino a empresas
trasnacionales que, en busca disminuir los costos de producción de mercancías
agrícolas, se instalan en territorios estratégicos con acceso a elementos
naturales como el agua y el suelo, esgrimiendo anzuelos discursivos como la
generación de empleo.
Sin embargo, la experiencia de los comuneros de Tumasïu nos muestra que
pese al discurso desarrollista con que es justificada la agricultura industrial de
berries para exportación, ello no se ha traducido en el mejoramiento de los
niveles y de la calidad de vida de la comunidad. Antes bien, ha dado paso a un
conflicto de distribución en el que las ganancias se van de la comunidad y se
quedan en las manos de unos pocos, pero las afectaciones ambientales, a la
salud, laborales y culturales se quedan en la comunidad.
En este sentido, pareciera que, desde principios del siglo XX, las políticas
agrarias del país han tenido la finalidad de abrirle paso a la inversión de capital
y que, resultado de estas políticas, las condiciones de carencia y precariedad
económica han normalizado el monocultivo de berries en la región Eraxamani y
en muchas otras regiones del estado.
Pienso que el caso de la comunidad de Tumasïu nos muestra que el agronegocio
no debería ser el destino manifiesto de las comunidades y, claro, tampoco
debería ser pensado o tenido en cuenta como modelo de desarrollo rural pues,
si bien es cierto que la agricultura industrial para exportación significa miles de
millones de dólares en divisas, éstas terminan yéndose de la comunidad
mientras que los costos, las externalidades, se quedan en la comunidad, en el
330
territorio, en las manos y en los cuerpos de quienes habitan los parajes donde
se instala el agronegocio.
Así, en mi tesis doy cuenta de cómo la llegada de la agricultura industrial a los
terrenos comunales de Tumasïu generó dos respuestas. Mientras que unos
comuneros le dieron la entrada a la empresa Agrícola Superior de Jacona a
través de contratos de arrendamiento, otros comuneros cuestionaron
fuertemente los procedimientos y las consecuencias de la empresa trasnacional.
En su respuesta, estos comuneros apelaron a la recomunalización de la
comunidad rehabilitando algunos elementos culturales p´urhépecha importantes
para ellos en su respuesta ante la empresa trasnacional.
Así, la llegada de la agricultura industrial de berries a los terrenos comunales de
Tumasïu significó tanto la configuración de un conflicto de distribución como un
conflicto de territorialidades contrapuestas pues la recomunalización de la
comunidad significó rehabilitar prácticas e ideas que se contraponían con la
agricultura industrial. De manera que en Tumasïu, entraron en conflicto dos
territorialidades, entendidas como estrategias para incidir en el acceso a cierta
área geográfica (Sack, 1986).
La empresa agrícola y los comuneros, esgrimían argumentos desde el derecho
agrario para limitar el acceso a los terrenos comunales y con ello, excluir de la
toma de decisiones al resto de la comunidad, diciendo que, a partir de la
certificación de terrenos comunales, la tenencia de la tierra en la comunidad
pasaba a ser de pleno dominio. Por otro lado, los comuneros que rehabilitaron
la territorialidad comunal como respuesta a la llegada de la empresa agrícola,
argumentaban, desde el derecho internacional y el derecho indígena, su
identidad como comunidad indígena y, con ello, su derecho a organizarse.
El conflicto de la comunidad de Tumasïu, así como la territorialidad comunal,
como una estrategia territorial para imponerle límites a la territorialidad
agrocapitalista, no se puede entender sin tomar en cuenta a los actores sociales,
de manera que el movimiento de protesta en contra de la empresa agrícola se
enmarca dentro del contexto histórico, político y jurídico del movimiento indígena
como movimiento social.
El caso de la comunidad de Tumasïu nos muestra que el proceder del capital,
sea este agrícola, minero o de otra índole, es muy similar. Igual que las empresas
331
mineras, la empresa Agrícola Superior de Jacona “agrarizó la afectación”
(Montalvo, 2019), con lo que pretendió inhibir la acción social colectiva.
Al agrarizar la afectación, la empresa agrícola se centraba en las afectaciones
sentidas por los comuneros renteros que prácticamente se reducían al atraso del
pago de las rentas anuales y al incremento de estas al mismo tiempo que dejaba
fuera de la arena política al resto de los comuneros y comuneras.
La agrarización de la afectación muestra las limitaciones del derecho agrario y
dio origen a un ejercicio de reflexión al interior de la asamblea general de
comuneros en Tumasïu, en el que, apelando al derecho indígena y a la
legislación internacional, terminó por ampliar y democratizar la asamblea a partir
de los criterios de membresía internos bajo los cuales se reconoce como
comunero a todo aquel, aquella que haya nacido en la comunidad y tenga una
participación activa en la asamblea y en las faenas comunales. Con ello, en
Tumasïu se eliminó la agrarización de la afectación y se admitió las afectaciones
que trascendían la renta de la tierra.
Con todo, el conflicto de la comunidad de Tumasïu respondió no solamente a las
afectaciones y agravios cometidos por la empresa agrícola, como mostré,
respondió también a un cúmulo de agravios históricos cometidos en contra de
las comunidades y pueblos originarios. El conflicto de la comunidad de Tumasïu
da cuenta de que, después de más de quinientos años, los territorios de las
comunidades indígenas siguen siendo codiciadas por agentes externo a ellas.
Considero que es lamentable la situación por la que atravesaron los comuneros
y comuneras de la comunidad de Tumasïu, sin embargo, al mismo tiempo fue
esperanzador porque muestra que el Capital no ha subsumido todos los
territorios y tampoco ha subsumido todos los sueños y anhelos de las
comunidades. Es esperanzador porque nos muestra que el Capital no despoja
de manera total a los pueblos y comunidades y, en este despojo no totalitario,
las asambleas comunales, como espacios de organización comunal también se
han erigido como espacios de disidencia y resistencia.
Es esperanzador porque, como sostiene Fernanda Paz, los conflictos se
presentan como una oportunidad para detener el “deterioro, ofrecerle
resistencias o generar formas asociativas que expresen e impulsen proyectos
contra hegemónicos” (Tetreatult, Heliodoro , & Eduardo, 2012: 15).
332
El conflicto y resistencia de la comunidad de Tumasïu es esperanzador porque
muestra que el despojo nunca es total y que mientras no nos despojen de la
esperanza de un futuro mejor, habrá resistencia, re-existencia.
333
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Anexos.
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Anexo 1. Entrevistas.
Wilfrido Huerta Trinidad. Jefe de tenencia de la comunidad de Santo Tomás.
Wilfrido es originario de la comunidad de Santo Tomás, además, en la actualidad
funge como Jefe de Tenencia. Trabajó como jornalero agrícola en las tierras que
la comunidad le renta a la empresa Agrosuperior de Jacona. Como jefe de
tenencia ha tenido que representar a los comuneros afectados por la empresa y
exigir al agroempresario la firma y el cumplimiento de los acuerdos mismos que,
a la fecha, no ha cumplido. Es un varón de aproximadamente cuarenta años,
casado y con hijos, que ha tenido que emigrar a Estados Unidos en más de una
ocasión en busca de empleo.
Napoleón Márquez Serano. Consejo Comunal de Santo Tomás. Napoleón
Márquez es profesor de educación primaria bilingüe p´urhépecha, originario de
la comunidad de Santo Tomás y actualmente funge también como miembro del
Consejo Comunal de Santo Tomás y por ello ha tenido un papel fundamental en
el conflicto que la comunidad atravesó con la empresa Agrosuperior de Jacona.
Napoleón es varón de aproximadamente treinta años y labora en comunidades
cercanas, aunque cuando es necesario se traslada rápidamente hacia la
comunidad. Dentro del grupo opositor en el conflicto, es identificado fácilmente
como el “líder” ideológico del movimiento por su destacada participación, tan es
así, que para los comuneros que apoyan y defienden la presencia de la empresa
en la comunidad el movimiento es un movimiento de “profesores”, por la
presencia de Napoleón en el movimiento. Como comunero, Napoleón ha
estrechado vínculos con otras comunidades que se han caracterizado por su
lucha, como la comunidad de Nurío, por lo que se mantiene una estrecha relación
con la comunidad zapatista.
Adolfo Álvarez Casillas. Comisariado de Bienes Comunales de la Comunidad
de Tumasïu. Como comisariado, fue un importante miembro en el conflicto con
la empresa agrícola. Sin embargo, abandonó la lucha justo cuando las
autoridades civiles y agrarias iniciaban la demanda por daños ambientales contra
la empresa agrícola. Se presume que errores y fallas financieros y
administrativos le obligaron a abandonar la lucha. Después de que terminara su
347
gestión al frente de la comisaria de bienes comunales, fue electo un comunero
del lado de los comuneros que defendían y alentaban la posesión individual de
la tierra y de la renta. Su abandono de la lucha debilitó el frente de lucha.
Héctor Álvarez Álvarez. Profesor de educación básica bilingüe, comunero y
miembro del Consejo Comunal de Tumasïu. Aunque tiene un parentesco con la
familia “A”, tanto su formación como profesor como su educación en casa,
siempre del lado de la comunidad, le ha dado una sensibilidad que le llevó a
cuestionar las prácticas y los procedimientos que la empresa Agrícola Superior
de Jacona implementaba en los terrenos comunales.
Israel Huerta. Israel es un joven comunero de Tumasïu, es profesor de
educación básica bilingüe y miembro del Consejo Comunal de Tumasïu. Cuando
se inició el conflicto con la empresa agrícola, su participación fue importante en
la organización de los bloqueos. Pasado el conflicto e iniciado el proceso de
formación de la ronda comunal, la asamblea lo eligió para que fuera el
coordinador general de la misma por lo que le ha tocado coordinar reuniones con
las distintas rondas comunitarias de otras comunidades p´urhépecha en busca
de solidaridad y asesoría. Entre ellas destaca la ronda de Arantepacua, la de
San Francisco Pichátaro y la ronda de la comunidad de Cheranástico.
Digna Huerta. Doña Digna es una comunera originaria de la comunidad de
Tumasïu, mujer valiente que participó activamente en los bloqueos y el conflicto
contra la empresa, una vez terminado el conflicto e iniciado el proceso de
constitución de la ronda comunal, doña Digna fue una participante activa de la
ronda, formó parte de las llamadas “Generalas” de la comunidad. Además,
cuando se inició el proceso de remodelación de la plaza comunal, la asamblea
la eligió para que fuera la supervisora de la misma, acepta que fue un reto pues
nunca había hecho algo así pero que el mandato de la asamblea es el mandato
de la asamblea y se tiene que cumplir.
Doña Elba. Mujer comunera de aproximadamente cincuenta años de edad. Es
participante activa de la ronda comunal, aunque acepta que a veces, cuando un
comunero no puede salir, ella acepta un pago por suplirlo, también acepta,
348
orgullosa, que la mayoría de las veces lo hace porque le gusta cuidar a su
comunidad. Cada que puede sale a la ronda con su pasamontaña y un palo.
Doña Irene Huerta Solís. Doña Irene es una comunera de aproximadamente
sesenta años de edad, originaria de la comunidad de Tumasïu. Participó
activamente en el bloqueo contra la empresa agrícola. Mantuvo una actitud
crítica durante el conflicto y una vez que el empresario se negó a cumplir los
acuerdos fue de las primeras mujeres que dijeron que ya no querían que se
respetaran los acuerdos, que lo que querían era que la empresa se fuera de la
comunidad. Después del conflicto, Doña Irene participó en las diferentes
actividades con los comuneros. Es una participante activa de la ronda comunal.
Vicente Silva Vaca. Comunero de Santo Tomás, abogado que participó
activamente en el conflicto con la empresa agrícola defendiendo la tenencia
comunal de la tierra en la comunidad. Es comunero de la tercera edad, de
profesión abogado por lo que su participación durante el conflicto con la empresa
fue muy importante. También en los momentos anteriores al conflicto su
participación fue importante porque, como abogado, en las asambleas
comunales en las que participaba siempre sostuvo que la tenencia de la tierra
en Tumasïu era de carácter comunal y no de propiedad privada, como sostenían
los comuneros aliados a la empresa agrícola.
Raúl Espino León. Comunero de Tumasïu, aunque no es originario de ahí sino
de la comunidad p´urhépecha de Sevina, al haberse casado con Doña Irene
Huerta Solís y su comportamiento al interior de la comunidad se le considera
como comunero pues su conducta le hace ver como un hombre de honor
(kaxumbiti). Participó activamente en el conflicto con la empresa en los bloqueos
y en el careo en la presidencia municipal defendiendo la tenencia comunal de la
tierra.
Tata José Huerta. Comunero de Tumasïu, es profesor de educación básica
actualmente jubilado. Como jubilado, Tata José Huerta se dedica a realizar y
promover el temazcal como una práctica ancestral p´urhépecha. En los
temazcales, Tata José rehabilita algunas deidades p´urhépecha. Por su
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comportamiento al interior y fuera de la comunidad, Tata José es considerado
como un comunero kaxumbiti por lo que es invitado a diversas festividades como
uandari, persona encargada de pronunciar un discurso en las festividades más
importantes como los bautizos y casamientos. Su participación en el conflicto fue
activa e importante pues apoyó fuertemente a las autoridades civiles y agrarias.
Aunque fue comunero rentero, comenta que en realidad no quería rentar los
terrenos, pero el proceder de la empresa, al encajonar los terrenos, no le dio otra
alternativa por lo que en el conflicto su exigencia era la reparación o
compensación del daño.
Ignacio Álvarez Bartolo. Comunero- rentero de Santo Tomás. El comunero
Ignacio Álvarez Bartolo es un varón de aproximadamente sesenta años de edad.
Él es rentero, es decir, es un comunero que posee certificado parcelario y en
función de ello considera que puede rentarle las tierras a cualquier particular, por
ello, desde que la empresa Agrícola Superior de Jacona llegó a la comunidad, él
le renta sus tierras. Así mismo y según acusaciones al interior de la comunidad,
trabaja para la empresa convenciendo a la gente de las ventajas de tener a la
empresa en la comunidad, obviamente, la bandera con la que hace su trabajo es
la generación de empleos y por lo tanto el mejoramiento económico de los
habitantes de la región. Según testimonios, en las asambleas generales él es
uno de los comuneros a los que la misma asamblea no deja hablar. Por lo menos
en el bloqueo del 11 de marzo, él estuvo con los jornaleros y jornaleras agrícolas
apoyando a la empresa.
Antonio Ascencio. Comunero- rentero de Santo Tomás. El tío Toño es
comunero y está casado con tía Luz, hermana de mi madre, es originario de la
comunidad de Santo Tomás, perteneciente a la Cañada de los Once Pueblos.
Cuando yo era chico el tío Toño se dedicaba a la elaboración de tabique que
luego comercializaba en diferentes puntos como Tangancícuaro, Zamora,
Tlazazalca o algunas comunidades de la meseta p´urhépecha como Paracho,
Cherán o Nahuatzen, de hecho, en la Cañada de los Once Pueblos es conocido
por este oficio. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que el tío Toño había
dejado de hacer tabique y que poco a poco también dejó de sembrar “su maíz”
en parte por la edad y también por la cada vez más difícil tarea de conseguir
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madera de pino, buena tierra y estiércol de caballo que la producción de tabique
requiere. Por mucho tiempo el tío Toño también se dedicó a sembrar maíz, trigo,
avena, sorgo y janamargo, pero los altos precios de producción y los bajos costos
de venta hicieron que cada vez se fuera desmotivando más abandonando el
campo. Para mí el tío Toño fue siempre un señor de trabajo, siempre usa
sombrero y su lenguaje delata la amplia experiencia en los cultivos tradicionales.
Es un señor de campo. Sin embargo, desde el año en que la empresa
Agrosuperior de Jacona llegó a la comunidad, él optó por rentar las tierras
convirtiéndose así en lo que la empresa y la comunidad llama como “renteros”.
Su economía, además, se complementa con otras pequeñas actividades como
llevar viajes a la ciudad de Zamora o a los poblados circunvecinos en un coche
blanco que utiliza para ello, además, comenta que tiene una pipa en la que “echa
viajes” de agua y de vez en cuando corta algunos vegetales que crecen en su
casa para venderlos en las comunidades cercanas. En el primer bloqueo del 4
de noviembre del 2018 la participación del tío Toño fue más activa que en el
bloqueo del 11 de marzo, en el que prácticamente no participó.
Luciano Álvarez. Luciano Álvarez es un habitante de la comunidad indígena de
Santo Tomás, de aproximadamente 60 años, ha sido trabajador de la empresa
Agrosuperior de Jacona en varias ocasiones. Acepta que fue uno de los
comuneros que alentó a la empresa agrícola para que se instalara en los terrenos
comunales de la comunidad, pero al mismo tiempo, acepta que nunca esperó
que la empresa se fuera a comportar de esa manera, violentando la organización
comunal y dejando tantas afectaciones tras de sí. A él le hubiese gustado que
las autoridades civiles y agrarias llegaran a un acuerdo con la empresa porque
ello habría significado empleo para la comunidad y sus habitantes.
María Huerta. María Huerta es originaria de la comunidad de Santo Tomás,
además de ello, actualmente se dedica a trabajar en el campo, empezó como
pizcadora de fresa, sin embargo, con el tiempo y su desempeño alcanzó el
puesto de “anotadora” de los jornaleros que entraban a trabajar a las huertas,
por lo anterior, es determinante en los pagos que se realizan. María Huerta no
era una jornalera como cualquier otra, tiene un salario un poco más elevado de
lo normal por lo que se convirtió en una aliada de la empresa al interior de la
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comunidad. Su papel en el conflicto con la empresa agrícola fue de un
incondicional apoyo para esta y los comuneros allegados. Cuando se realizó la
rueda de prensa, su apoyo moral fue para la empresa.
Víctor Magaña. Víctor Magaña es originario de la comunidad de Huáncito, es
soltero, por lo que puede ser considerado como joven, sin embargo, al haber
trabajado como jornalero lo entrevistamos en ese sentido, vive con sus padres,
aunque piensa en “salir a estudiar fuera porque es diferente estudiar fuera que
aquí”. La entrevista se llevó a cabo en la comunidad de Huáncito, perteneciente
a la Cañada de los Once Pueblos. Actualmente Víctor trabaja en el ayuntamiento
de Chilchota en la dirección de Desarrollo Rural. Estudió la licenciatura en
Desarrollo Comunitario en la Universidad Pedagógica Nacional después de
haber abandonado, por cuestiones económicas, la licenciatura en la Universidad
Michoacana. Después de eso regresó a su comunidad, pero tiene grandes
deseos de regresar a la ciudad a estudiar pues considera que siempre “es
diferente estudiar en una ciudad que acá”. Para poder terminar sus estudios
universitarios, Víctor se vio en la necesidad de trabajar de jornalero agrícola en
las huertas de fresa en la comunidad de Santo Tomás, en sus palabras,
considera que el trabajo es muy pesado y demandante físicamente.
Ezequiel A. Joven comunero de Tumasïu, hijo de un comunero rentero. Aunque
estudió nivel superior en la escuela normal rural de Tiripetío, tuvo que emplearse
en varias ocasiones en las huertas de fresa y arándano que la empresa Agrícola
Superior de Jacona tenía instaladas en su comunidad pues su pago como
profesor le fue varias veces retrasado.
Don Luis Huerta. Don Luis Huerta es un comunero originario de Tumasïu.
Durante toda su vida laboral trabajó como jornalero agrícola que, dice, es un
trabajo muy pesado por lo que lo abandonó lo que significó una afectación a los
ingresos familiares. Sin embargo, cuando la empresa Agrícola Superior de
Jacona llegó a la comunidad, pensó en rentar sus terrenos, decisión que no le
gustó a su familia pues ello significaba tener que abandonar la agricultura del
maíz que año tras año realizaban en familia. Pese a ello, decidieron rentar los
terrenos para poder solventar los gastos familiares, además, la empresa le
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contrató como tractorista pues, dentro de su experiencia, don Luis aprendió a
manejar tractor, lo que le permitió tener un ingreso extra. Por todo lo anterior, el
conflicto con la empresa agrícola tuvo un sabor agridulce para la familia de don
Luis Huerta, sin embargo, al mismo tiempo le dio gusto el triunfo de la
comunidad.
Liliana Huerta Trinidad. Comunera originaria de Tumasïu. Trabaja como
jornalera agrícola en diversas empresas, ha trabajado en la fresa, en la
zarzamora, en el brócoli y en la papa. Cuando la empresa Agrícola Superior de
Jacona llegó a los terrenos comunales de Tumasïu, ella se opuso a la decisión
que habían tomado sus padres de rentar sus terrenos comunales, sin embargo,
tras ver la situación de su padre, Don… Huerta, un hombre mayor que ya no
puede sembrar sus terrenos, aceptó para no mermar las entradas económicas
de la familia. Liliana es madre soltera de dos pequeños de los que se encarga
su abuela mientras ella va a trabajar en el surco. Comenta que aunque la
agricultura industrial significa grandes daños ambientales y de salud, también es
una oportunidad para que se tejan vínculos de amistad con los cuales hacer
frente a la vida.
Tata Ismael Lázaro Márquez. Tata Ismael es un comunero mayor, originario de
la comunidad de Tumasïu que participó activamente en la defensa de la tenencia
comunal de la comunidad de Tumasïu. Aunque durante mucho tiempo vivió fuera
de la comunidad, en la Ciudad de México, desde que regresó fungió en diversas
ocasiones como jefe de tenencia y comisariado de bienes comunales. Su apoyo
hacia las autoridades civiles y agrarias durante el conflicto con la empresa
agrícola fue muy importante. Su testimonio e historia de vida fueron muy
importantes tanto para los comuneros como para mi en lo personal pues mostró
la manera en que la Revolución Verde llegó a la comunidad de Tumasïu.
Venustiano. Comunero originario de Zopoco, es profesor de educación primaria
bilingüe jubilado. Durante el sexenio de Enrique Peña Nieto (2012- 2018), fungió
como representante de las comunidades indígenas de la región de la Cañada de
los Once Pueblos en la Comisión Nacional de Pueblos Indígenas (CDI), ahora
Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI). Cuando la empresa Agrícola
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Superior de Jacona llegó a la comunidad de Tumasïu, él fungía como
representante de Bienes Comunales de su comunidad Zopoco, por lo que las
autoridades agrarias de Tumasïu, en específico el señor Aniceto Márquez,
entonces comisariado de Bienes Comunales de Tumasïu, le pidieron el favor de
usar los canales de agua comunales. Don Venustiano acepta que él colaboró en
lo que pudo para que se instalara la empresa porque ello significaba una fuente
de empleo importante en la región.
Avelardo Alejo. Don Abelardo es un comunero originario de la comunidad de
Carapan, aunque vivió durante mucho tiempo en la Ciudad de México, cuando
regresó a su comunidad, aproximadamente hace quince años, se dedicó a
trabajar las tierras comunales que le heredó su padre sembrando maíz. Desde
2016 trabaja como velador en el parque Ostákuaro. Su sensibilidad y experiencia
le han permitido percibir cómo la cantidad de agua que originalmente salía del
manantial más importante de Carapan y que da origen al río Duero ha
disminuido, él lo atribuye a las empresas agrícolas que se han instalado en la
región en la parte alta de la Cañada.
Jesús Torres. Comunero originario de la comunidad vecina de Tanaquillo.
Desde hace más de veinte años trabaja como “enganchador” de jornaleros para
diferentes empresas agrícolas cuyos dueños son personas de Tangancícuaro y
Zamora. Orgulloso de su actividad, Jesús Torres maneja un camión de los
llamados “bananos” además de una combi y un auto compacto con el que
traslada a los y las jornaleras agrícolas a las diferentes huertas ubicadas en la
región de Tangancícuaro y aún fuera de ella.
Cinthya Alejo. Es una joven comunera, originaria de la comunidad de Carapan.
Aunque nunca ha trabajado como jornalera agrícola, su sensibilidad le ha
permitido darse cuenta de la manera en que las empresas explotan a los y las
jornaleras agrícolas, así como a los elementos naturales de las comunidades.
Observa con cierta tristeza que el trabajo en el campo es una de las pocas
opciones laborales que hay en la región, lo que para ella es preocupante pues
los niños y jóvenes terminan por decepcionarse de la educación lo que sumado
a la situación de pobreza que se vive en la región, los obliga a abandonar los
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estudios para ingresar a trabajar en las empresas agrícolas. Piensa que toda esa
situación por la que atraviesan las comunidades de la Cañada comprometerá los
elementos naturales por lo que la juventud se enfrenta a “un futuro que no es
futuro”.
Héctor Valdez Aguirre. Héctor Váldez Aguirre es hijo de Héctor Váldez, a quien
apodaban “La Perra”, dentro y fuera de la Cañada. Su padre fue el que inició el
contrato de arrendamiento con la comunidad para la producción industrial de
berries, al fallecer, le dejó a su hijo la responsabilidad de administrar la empresa.
En la comunidad de Tumasïu se le tenía como dueño de la empresa y, como tal,
era tratado al interior de la misma, por ello durante el primer bloqueo realizado
el 6 de noviembre de 2018, se le invitó como dueño para que atendiera las
exigencias y reclamos de los comuneros renteros. Sin embargo, el 15 de marzo
de 2019, dejó en clara su postura: no era ni el dueño de la empresa y tampoco
se haría cargo de los acuerdos firmados ante la comunidad el 6 de noviembre.
Juan Román Ruiz Valencia. Abogado, asesor agrario y apoderado legal de la
empresa, que durante el conflicto fungió como vocero de la empresa. Fue el que
durante el careo
Tizoc Delgado Soto. Contador de la empresa.