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Otras historias. Testimonios de personas con capacidades diferentes – 1ª ed. Daniela Dibarboure Santana Maldonado, Uruguay: Botella al Mar, 2012 96 p.; 14 x 21 cm. ISBN 978-9974 -xxxxxx 1. Crónicas y temas especiales - I. Título Diseño de la Botella: Elbio Canosa (escultura en piedra) Diseño de Tapa: Sebastián Hernández Fotografías de tapa e interior Daniela Bibarboure Santana © Daniela Dibarboure ©Ediciones BOTELLA AL MAR – Uruguay Londres esquina Avda. República Argentina Punta del Este – Uruguay Teléfono: +598 -4248 0749 e- mail: botella_al_mar_uruguay@yahoo.com Directora: Rocío Cardoso Arias Queda hecho el depósito que marca la Ley Impreso en Uruguay

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Este libro se lo dedico a todas aquellas personas

que me enseñaron a ser valiente y superar toda adversidad.

También a quienes hicieron que este testimonio sea posible

y me han acompañado durante todo el proceso.

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PREFACIO

Es un placer y un enorme orgullo para mí que Daniela Dibarboure presente tan valioso y delicado trabajo y lo comparta con la sociedad uruguaya.

En él ha volcado sus conocimientos universitarios, su dedicación, su amor, su tenacidad, su optimismo y su con-vicción de que entre todos podemos aportar para construir una sociedad que nos incluya a todos, una sociedad accesible.

Pone sobre la mesa hechos que cambiaron de un momento a otro la historia de distintas personas, en distintas historias y contextos. Episodios que irrumpieron como un rayo en pleno día de sol, en personas que no estaban preparadas para vivirlos, pero tuvieron que hacerlo implementando todos sus recursos internos, y lo hicieron. Podría ser cualquiera de nosotros.

Los testimonios que recoge van más allá de las dificul-tades físicas, la rehabilitación, los procesos psicológicos de aceptación, el reposicionamiento frente a la vida. Ella destaca el mensaje sabio que cada una de estas personas tiene para trasmitir a la sociedad, después que recorrieran un largo camino. En la Fundación Forlán, acompañamos sus historias, nos emocionan y nos enseñan mucho sobre la vida. Muchas veces nos quedamos con la sensación de que la sabiduría y las inquietudes que nos manifiestan, deberíamos compartirlas con todas las personas que integran el país en el que vivimos.

La luz imparable de Dani lo está haciendo posible a través de esta publicación.

Demás está decir que todos deberíamos leerlo. Son las instancias que nos hacen crecer como seres humanos.

Psic. Christina Pose Encargada del Área de Atención Psicológica

Fundación Alejandra Forlán

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PRÓLOGO

Es un placer y un honor que Daniela me eligiera para escribir el prólogo de esta serie de relatos.

En ellos volcó sus estudios universitarios en los campos de literatura y comunicación social, también su experiencia de vida, sensibilidad e inteligencia, dentro del bajo perfil que la caracteriza en un tema que nos convoca a todos.

Son relatos de personas que sufrieron un siniestro de tránsito en un momento dado de sus vidas.

¿Qué llevó a Daniela a entrevistar a estas personas? Pues el hecho que ella misma fue víctima de un siniestro.

Es interesante ver que todas ellas frente a la adversidad, sacaron lo mejor de sí mismas, en una actitud de lucha y de enseñanza, entregando el mensaje: que siempre hay que seguir adelante.

Las distintas historias reales seleccionadas sintetizan mensajes de adaptación y superación de diferentes dificul-tades físicas, psicológicas y socio-culturales. Son historias de crecimiento personal. Reúnen también la expresión de aportes constructivos para que la sociedad uruguaya continúe abriendo caminos en el tema de la integración y accesibilidad de personas con discapacidad.

También podemos ver a través de los testimonios, que no solo tienen que afrontar la situación o la secuela que les quedó a partir del siniestro, sino también la mirada del otro que no sabe actuar cuando se encuentra frente a alguien que tiene alguna discapacidad.

En sus testimonios vemos que no solo tienen que asumir sus limitaciones, originadas por los siniestros, sino también las limitaciones que les presenta la sociedad, las barreras arquitectónicas que se les presentan a diario y que les impide mayor independencia.

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Es un llamado a la realidad y debemos todos tomar conciencia que es un problema que nos concierne a todos.

Esta serie de testimonios nos provocan reflexión y al mismo tiempo nos brinda una enseñanza positiva de vida frente a una situación adversa.

Por todo esto les invito a leer este rico material, vale la pena conocer sus vivencias que seguramente la mayoría desconoce.

Psic. Alejandra Forlán Presidente de la Fundación Alejandra Forlán

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SONRISA QUE VALE ORO

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Dardo trabajaba en la represa hidroeléctrica Baigorria, en Paso de los Toros; su accidente ocurrió cuando estaba en Palmar, aproximadamente a las cinco de la tarde. Dardo (acompañante) y su amigo (manejaba) iban por la ruta tres en la camioneta de la empresa, por un camino feo y de pedregullo; al llegar a una curva vieron que venía un camión.

Decidieron aminorar y cederle el paso. Cuando retomaron la marcha, la camioneta se resbaló y dio unas cuatro, cinco vueltas. Dardo, que iba con su cinturón de seguridad puesto –según él, fue lo que le salvó la vida– quedó debajo de la camioneta, sin poder respirar ni moverse.

En ese momento pasaba un camión por la zona, su amigo le pidió ayuda, dieron vuelta la camioneta y lo ayudaron a salir. Dardo estuvo todo el tiempo consciente.

De ahí lo transportaron al hospital del Banco de Seguros, donde estuvo cuatro o cinco días en coma farmacológico. Tuvo un fuerte golpe en sus pulmones, lo tuvieron que drenar; también se fracturó la clavícula y el hombro, entre otras lesiones.

Dardo Azambuya nació el veintisiete de junio de 1981 en Salto, actualmente tiene treinta y un años.

A los diez días de nacer se fue a un pueblito en el departamento de Florida. Allí vivió ocho años; volvió a Salto donde realizó sus estudios secundarios. En seguida de recibirse se fue para Tacuarembó a trabajar en una empresa de maderas y al tiempo en UTE hasta el día de su accidente.

Al preguntarle cuál era su sueño de chico, esboza una amplia sonrisa y dice que se imaginaba siendo profesor de matemáticas.

Su lesión es en las vértebras cinco y seis a nivel del cuello. Tiene cuadriplejía.

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Su parte más comprometida es la respiratoria, estuvo un año y cinco meses con respirador. Al principio no podía hablar, todo lo pedía por señas; comenta que tuvieron que aprender a leerle los labios; fue lo más chocante en su proceso de recuperación.

Después de seis meses lo llevaron a sala; no sin antes haberse casado en el CTI. Él comenta que a pesar de los caños que tenía, el respirador y todo lo demás, se casó con su novia de hacía más de seis años.

Hasta el día de hoy sigue teniendo muy buena relación con los médicos que lo atendieron en el CTI.

Dice que nunca tuvo un momento depresivo pero que si una vez se planteó la idea de no vivir más en esta situación.

Su esposa y su madre tuvieron que dormir sobre un colchón en la sala de espera durante todo el tiempo que estuvo en CTI. Allí no le hacían mucha fisioterapia por el tema respiratorio, no podía moverse mucho.

Su camioneta la vio en fotos que aún conserva en su computadora. Fue muy generoso al compartirlas conmigo.

El Banco fue el responsable de comprarle un respirador y de contratar un neumólogo para que pudieran sácaselo. Christina, la psicóloga de la Fundación Forlán fue de gran apoyo para él; el Banco cuenta con una pero él prefirió empezar su tratamiento con Christina, ya que es una experta en el tema y además una persona muy amable y amorosa.

En sala estuvo un año; nunca tuvo un compañero de habitación, solo la comparte con su esposa; dice que el trato del Banco con él es excepcional; se nota que lo miman y lo tratan muy bien a juzgar por el poco tiempo que compartí con Dardo y su esposa.

Es hijo único, para sus padres fue un golpe durísimo enfrentar la situación; no solo para ellos fue chocante sino

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que su compañero quedo con mucha culpa, tuvo que hacer tratamiento psicológico.

Siempre supo desde antes del siniestro que algo le iba a pasar. No sabía si un siniestro de coche. Previendo esto, sacó un seguro de vida.

La empresa en la cual él trabajaba nunca lo dejó de lado; le están por conseguir un guinche para que pueda salir de la cama.

El banco de por vida le cubre todos los gastos de medicamentos; actualmente está con sonda y pañales, sin respirador. Por la fractura que sufrió de clavícula, hombro y las escaras lo van a operar pronto.

Fue a un centro de rehabilitación donde le dieron la silla y ahí le van adaptar la computadora para que pueda manejarla con la voz; a veces usa férulas para escribir en la computadora pero no está del todo convencido de trabajar con ellas, prefiere no usarlas.

Un tema que me pareció sumamente importante es que sigue en contacto con todos sus amigos, inclusive el chico que iba con él el día del accidente; también ha hecho nuevos amigos.

Lo que rescata como positivo es que va a volver a vivir a Salto, donde toda la vida soñó estar, pasar los domingos en familia, compartir asados.

Muchas veces le dijeron que no iba a sobrevivir; en su segunda neumonía, los médicos le dijeron que no iba a pasar la noche y por más complicado que fue ese día, juntó fuerzas y sobrevivió. La esposa cuenta que él siempre estuvo optimista, con una sonrisa en su rostro; nunca se dio por vencido.

Tiene espasticidad, solo siente el frío y el calor en sus piernas. Aceptó andar en silla de ruedas con el mismo positivismo que lo caracterizó desde su siniestro. Está esperando que le traigan una silla eléctrica.

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Lo que no le gusta es que lo lleven en la silla, prefiere hacerlo solo aunque sabe que le cuesta.

Cuando le pregunté qué le costó aceptar más de todo el proceso, me comentó que fue la realidad; el verse en esa situación.

Sus planes para el futuro son retomar el trabajo y no está seguro si quiere ser padre; le pregunté si pensaba tener hijos y dice que aún no lo sabe pero quizás en el futuro exista esa posibilidad.

La esposa ha sido su gran pilar para que siga adelante; se encarga de él todo el día, incondicionalmente ha estado a su lado.

De lo único que se queja es de la accesibilidad. Montevideo no esta adaptado; algunas de las rampas que hay están rotas o son muy empinadas. Por ejemplo: hay en una esquina pero no en la otra o solo en una vereda.

El mensaje que Dardo le deja a alguien en su situación, o con alguna discapacidad física es que: “uno nunca debe quedarse, hay que tratar de asemejar tu vida de ahora con la de antes”.

Y el mensaje que le deja a la sociedad en general es: “cuidarse más en los autos, tener más control, ser más prudente; pensar en las consecuencias cuando te sientes al volante”.

MENSAJE

Cuando llegué al BSE, mi primera impresión fue un edificio viejo, de esos antiguos con pasillos por todos lados, paredes medias despintadas, típico de película.

A los pocos minutos la esposa de Dardo vino a buscarme y se mostró muy amable.

Lo que resalto de Dardo, es su sonrisa, que nunca lo abandonó ni en sus peores días. Transmite seguridad,

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confianza y que siempre se puede hacer un poco más, aunque uno crea que no.

Esa fuerza de voluntad y esas energías van a sacarlo adelante; él me decía que veía pocos cambios o eso entendí yo, quizás me equivoque pero yo lo vi bien a pesar de todo lo que pasó, veo que va avanzando y me alegra que haya vuelto a su Salto querido, rodeado de su familia.

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DISFRUTAR LA VIDA

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Ángelo Perla nació un seis de marzo de 1991 en Montevideo, donde vivió toda su vida. Es hijo único y su nacimiento fue una gran alegría para su madre. De chico vivió en el barrio La Comercial, su padre era gerente en una fábrica de fideos; le ofrecen trabajar más horas por el mismo sueldo y decide renunciar. Esto hizo que se tuvieran que mudarse a Villa Española –donde vive hasta el día de hoy–, ya que esa casa era propiedad de la fábrica.

Para su padre fue difícil salir a buscar otro trabajo, pero al poco tiempo consiguió empleo. La mudanza también implicó que tuvieran que vender su auto y demás pertenencias; su estilo de vida cambió radicalmente; tuvieron que recortar su economía y volver a adaptarse.

En 1999 el padre comienza a sentirse mal y se hace ver por unos médicos amigos; lo llevan a la mutualista y al operarlo descubren que tiene un cáncer muy avanzado, sin posibilidad de recuperación.

El 9 de noviembre la madre le dice que vaya a pasar unos días a la casa de una amiga de ella –el hijo tenía la misma edad que Ángelo–.

El 10 de noviembre internan al padre y a las pocas horas fallece; ese mismo día Ángelo vuelve a su casa, él tenía ocho años. El tomó este hecho de modo distinto a su madre; para el fue una nueva forma de ver la vida, desde otra perspectiva; esperando que su padre desde arriba, lo estaría cuidando.

UN DÍA EN EL GIMNASIO

Continuó yendo a karate como su padre hubiera querido, este era quien lo llevaba a los entrenamientos; hizo todo lo que a su padre le gustaba, siempre con la esperanza de que su padre desde algún lado iba a estar mirándolo y se iba a sentir orgulloso de él.

La escuela y el liceo lo hizo en Regina Martyrum; pasó todos los años con sobresaliente y fue abanderado.