orobon. reseña de la marcha de las ideas

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  • 924 Reseas de libros

    autores estudiados haban previsto alguna forma de limitacin efectiva del poderpoltico y de preservacin de los derechos individuales al margen de cul fuese elgrado de participacin popular en el gobierno, tema que en la polmica liberal al-canzara, sin embargo, una gran importancia.

    Skinner hace notar cmo la teora neo-romana de los revolucionarios inglesesentr en una rpida decadencia en los aos siguientes, siendo sustituda por lateora liberal. El concepto liberal de libertad se distingue claramente del sostenidopor los tericos revolucionarios del XVII; stos ltimos sealaban la imposibilidadde mantener la libertad civil sin garantizar previamente alguna forma de partici-pacin de los gobernados en el gobierno; en cambio en el planteamiento estricta-mente liberal lo que se requiere para preservar la libertad civil no es tanto la parti-cipacin en el poder como su limitacin. El derecho que cada ciudadano tiene ano ser interferido coactivamente en la bsqueda de sus propios fines, la libertadcivil, nace, entonces como consecuencia de la limitacin del poder del Estado; lalibertad privada florece ms por el silencio de las leyes que por su justicia. Esteconcepto liberal de la libertad se impuso a lo largo del siglo XVITT y ha tenido ep-gonos muy destacados tanto en el siglo XIX (Benjamn Contant) como en el xx(Isaiah Berlin).

    El libro de Skinner rene varios mritos: no slo rescata una teora polticaolvidada, sino que, al revivirla, comprendemos que los partidarios de la libertadnegativa se han dedicado a polemizar con el fantasma de la teora neo-romanaclsica, han polemizado con Maquiavelo y con la democracia de la ciudad anti-gua, dejando de lado a los innovadores ingleses del S. XVII. La razn de ello esevidente: dado que los partidarios de la democracia antigua eran indiferentes oal menos poco sensibles a la libertad civil, resultaban contrincantes mucho msvulnerables. Quiz por eso Skinner reacciona de una forma sorprendente y con-tradictoria con su propia metodologa al postular el carcter normativo para la ac-tualidad de estas doctrinas que l mismo ha rescatado del polvo de la historia. Porun momento parece que el arquelogo de las ideas se ha transformarse en unrejuvenecido polemista sobre los valores normativos que estas ideas pueden teneraqu y ahora. Sin embargo, detenindose tmidamente en el umbral mismo de lapolITca, el autor se ha limitado a proponemos el modelo expuesto como posiblebase para discusiones futuras.

    Juan Olabarra Agra

    Fran;ois DOSSE. La marche des ides. Histoire des intellectuels, his-toire intellecruclle, Pars, ditions La Dcouverte, 2003, 354 pp.

    Fran;;ois Dosse, autor de la conocida L'histoire en miettes (Pars, La Dcou-verte, 1987, La historia en migajas, Valencia, Instituci Alfons el Magnimim,1989), acaba de publicar un sustancioso ensayo historiogrfico consagrado a losintelectuales y a la historia intelectual en un intento, por un lado, de dilucidar loque es el intelectual, esa figura que, paradjica y confusamente acumula poder

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    de fascinacin y oprobio y, por otro lado, de abarcar las diferentes facetas de unahistoria intelectual que ha ido sustituyendo a la tradicional historia de las ideas.La primera parte de la obra, dedicada a la historia de los intelectuales. se interesapor el acercamiento histrico y sociolgico a los intelectuales a partir del modelodel affaire Dreyfus, ya que, como se sabe, se suele considerar que el intelectual(como sustantivo y como figura) adquiere carta de naturaleza con la publicacinen 1898 del famoso artculo J'accuse de mile Zola en defensa del militar conde-nado. Estas mismas circunstancias del nacimiento de los intelectuales. observaDosse. explican, por una parte, que los historiadores franceses hayan estudiado alintelectual bajo el aspecto de su compromiso poltico, sobre todo, y, por otra par-te, que el concepto se halle lastrado, de entrada, de cierta ambivalencia al recibirel artculo de Zola, pocos das despus de su aparicin, la acerba diatriba de Mau-rice Barres contra la protesta de los intelectuales. No cabe duda de que el aai-re se impone como la referencia obligada de cualquier retlexin sobre los intelec-tuales: es para Jean-Fran

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    xin entre historia social e historia de las ideas entre lo cultural y lo social. Des-pus de sealar la publicacin en 1997 de Pour une histoire culturelle (obra diri-gida por Jean-Pierre Rioux y Jean-Franc;ois Sirinelli) como un hito importante enla historiografa francesa por la definicin de nuevos campos que ofrece, conside-ra Dosse diferentes expresiones de la actividad intelectual. entre ellas los estudiossobre el libro, que constituye el mejor punto de encuentro entre el mundo de lasideas y la vida cultural. Dosse cita, por supuesto, los trabajos de Roger Chartiersobre la lectura y los lectores, tambin la construccin por Robert Darnton de unahistoria social del libro y, naturalmente, el clebre y pionero El queso y los gusa-nos (1976) de Carlo Ginzburg. Por otra parte, la reflexin acerca de las represen-taciones de las sociedades del pasado ha dado lugar a un acercamiento espectacu-lar entre historia, literatura y produccin artstica. Los trabajos de Miche1 deCerteau sobre la escritura de la historia y de Pau1 Ricceur, que ha mostrado que elrelato es consustancial al discurso del historiador (Temps et rcit), han dilatado elcampo de investigacin del historiador abrindolo a la ficcin y a la creacin cul-tural en el sentido ms lato. Este primer apartado se cierra con la historiografa delas prcticas culturales --1::omo, por ejemplo, la institucionalizacin de una polti-ca cu1tural-, dedicando especial atencin a la concepcin renovada de la culturaconsiderada no ya como exclusiva expresin de una lite, sino como patrimonio apreservar, comprensin del mundo, comportamientos, instituciones, ideologas ymitos constitutivos de marcos de referencia (patterns 01 culture), segn la defini-cin de Michel de Certeau de 1972.

    El resto de la segunda parte de La marche des ides va dedicado ms espec-ficamente a la historia de las ideas e historia de los conceptos por reas geogrfi-cas, sucesivamente: la historia de las ideas en el mundo anglosajn, la historia delos conceptos de la escuela de Cambridge (Skinner y Pocock) y en Francia (Ro-senvallon y Guilhaumou), para terminar con la Begriffsgeschichte (Koselleck)orientada hacia la semntica histrica. En el mundo anglosajn, destaca Dosse elpapel decisivo del norteamericano Arthur Lovejoy que ya desde los aos 20 im-pulsa una historia de las ideas con clara vocacin pluridisciplinar, as como lasdiferentes vas de aproximacin (externalista e interna1ista) que se ofrecen a lahistoria intelectual, constituyendo el linguistic turn una autntica mutacin queafecta a la historia intelectual y a la historia social. Brinda Dosse un vasto y ricopanorama de las aproximaciones anglosajonas desde Hayden White que privile-gia la retrica y el anlisis del discurso (Metahistory, 1973) hasta el Newhistori-cism que restablece un intercambio vivo entre historia y literatura, para observarque, por la variedad de sus corpus y la atencin prestada a la contextualizacin, lahistoria intelectual no se halla tan alejada de la historia de los conceptos. De estahistoria de los conceptos propiamente dicha se evoca su emergencia en la fronteraentre ret1exin epistemolgica (Bache1ard y el Foucault de la Archologie du sa-voir), filosofa poltica e historia. El autor recalca primero la renovacin aportadapor la escuela de Cambridge, que se sita en el cruce entre filosofa histrica,ciencia poltica y lingstica, distinguiendo un matiz en las teoras de los dos ma-estros de aquella escuela: la intencionalidad de los actores para Skinner, el senti-do dentro de un paradigma de lenguaje determinado para Pocock. Aborda Dosse

    ErnestoResaltado

    ErnestoResaltado

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    a continuacin las ltimas modalidades de la historia intelectual de lo poltico enFrancia con Pierre Rosenvallon que configura una historia conceptual de lo polti-co atenta a la definicin de champs historico-problmatiques y con Jacques Guil-haumou que propone pasar de una historia de los conceptos a una historia lings-tica de los usos conceptuales que privilegia el proceso y el movimiento contenidosen la nocin ue lrajellhll/(/tjlle.

    Aunque Alemania constituye la otra gran corriente de inspiracin (con la an-glosajonal de la historia intekctual, recuerda Dosse. en la ltima etapa de su estu-dio dedicada a la sem:mtica histrica de Reinhart Koselleck y su proyeccin in-ternacional. el abandono en el cual se hallaba uicha uisciplina en el umbral ue los50 por el trauma nazi y por la descalificacin de la historia cultural. De los apor-tes tericos uel historiador alemn, elestaca el autor. por una parte. la nocin deSaltel::eil Iumbral de poca) situado entre 1750 y 1850, cuanelo las categorasele tiempo y espacio se consideran segn un nuc\ o rgimen de historicidad y, porotra parte. la articulacin entre habla e historia soci~i1. La gran enciclopedia de losconceptos ele base dirigida por Brunner, Conze y Koselleck es la obra representa-tiva de las aportaciones ele la semntica histrica alemana. De esta obra monu-mental en ocho volmenes. recalca Dosse el iI1lportante artculo que consagraKoselleck al concepto ue historia (el paso del concepto de Historie al de Ge.\chi-chte en el XVIII) con la emergencia de un moderno concepto ele historia que nacedeJ abismo que media entrc cxperiencia y expectativa.

    1\1,15 all de una historia de los intelectuales y una historia intelectual esLa marche des ide.\ un nuevo episodio de la amplia historia ele la historia recien-te que emprendi Dosse con La historia en migajas. Con esta ltima obra. diseael historiador francs la cmergencia ele nuevos objetos, nuevas perspectivas, fu re-visin de conceptos y planteamientos, en resumen toelo un fecundo entrecruza-miento de disciplinas que constituyen otros tantos territorios conquistados por lahistoria. Con este riguroso y pormenorizado acercamiento, reivinelica Franl;oisDosse para la historia intelectual el cometido de interrogar el mundo de las ideasen su dimensin societal en un constante \'aivn entre el pasaelo y nuestras pre-guntas al pasado a p,u1ir del presente.

    Marie-Angle Oro/}Oll

    Giuseppe DUSO. La logial del POll'l"f.'. Storia concettuale come filoso-flo politica. Editori Laterza, Roma-Bari. 1999, 232 pp.

    El lenguaje con el que nos comunicamos alegras y penas, conocimientos yemociones. proyectos y fantasas no es algo esttico, sino que las personas lo usa-mos y lo modificamos a Jo largo elel tiempo. Esto significa que la semntica con-ceptual no permanece inalterada y fija, sino que sufre prdidas y ganancias en susignificado hasta un lmite en el que puede quedar en el diccionario como un vie-jo reducto de uso antiguo. Por tanto la utilizacin de los conceptos implica nece-sariamente una transformacin ele lo que expresan en el elevenir histrico.

    ErnestoResaltado